El Descubrimiento de Chile

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El descubrimiento de Chile

Terminada la conquista del Perú (1535), los españoles continuaron con sus
expediciones encaminadas a encontrar oro y metales preciosos que, según los
rumores de los incas, abundaban en estas tierras.

El 3 de julio de 1535, Diego de Almagro salió desde el Cuzco acompañado por 50


hombres en busca de dichas riquezas. El conquistador bordeó el lago Titicaca y al
cruzar el río Desaguadero se le sumaron 100 soldados que habían salido con
anterioridad (a cargo de Juan de Saavedra) para conocer el terreno.

Con una tropa aumentada a 150 hombres, Almagro siguió camino por Tupiza y
Chicoana y atravesó los Andes por el paso San Francisco (frente a Copiapó actual).
Este era el punto donde comenzaban las nuevas tierras que se conocerían
posteriormente con el nombre de Chile.

El frío y el hambre mataron a cientos de indígenas que acompañaban la expedición.


Ante tal panorama, Almagro tomó parte de sus tropas y se adelantó por la quebrada
de Paipote. Aquí los nativos los auxiliaron y los abastecieron de víveres.
Al llegar a Copiapó, Almagro y su expedición se convirtieron en los descubridores
de Chile. No obstante, el navegante Hernando de Magallanes había bordeado por
el sur nuestro territorio en el año 1520.

Antes de su partida desde el Cuzco, Almagro comisionó al capitán Ruy Díaz para
que navegara con refuerzos y víveres y aguardara en algún punto de la costa de
Coquimbo. A estas alturas, Almagro ya había traspasado los límites de su
gobernación (Nueva Toledo) y continuó hacia el sur. En los siguientes valles,
Huasco y Coquimbo, los españoles se enfrentaron a los indígenas. Almagro llegó al
valle del río Aconcagua y de ahí siguió hasta el valle de Maipo.

Paralelamente, había mandado a dos de sus capitanes a recorrer las regiones


cercanas. La expedición de Juan Saavedra llegó hasta la costa donde estaba la nave
de Alonso Quintero, quien estaba al mando del San Pedro (única nave
sobreviviente de la flota de Ruy Díaz). Otro destacamento, comandado por Gómez
de Alvarado, avanzó hasta la confluencia de las márgenes del río Itata. Ante la
resistencia de los indígenas y la ausencia de riquezas, Almagro resolvió regresar al
Perú, llegando al Cuzco en 1537.

SEGUNDA EXPEDICIÓN A CHILE


A pesar de los negativos comentarios de Almagro acerca de las tierras del sur, años
más tarde vendría un nuevo conquistador. En 1539, Pizarro nombró
a Valdivia teniente gobernador, autorizándolo a una expedición a Chile. Este se
unió con el comerciante Francisco Martínez y con el capitán Alonso Monroy,
teniendo que aceptar además a Pedro Sánchez de la Hoz.

En enero de 1540, Valdivia salió del Cuzco con una tropa de 11 españoles (entre
ellos Inés de Suárez) y cerca de mil yanaconas con dirección a Chile. La ruta que
decidió tomar el conquistador fue la misma que usó Almagro a su regreso al Perú
(camino del Inca).
Así, luego de bordear el salar de Atacama, llegó a Copiapó (1540). La expedición
continuó su travesía hacia el sur pasando por los valles de Huasco, Coquimbo,
Limarí, Choapa, Aconcagua y del Mapocho (diciembre de 1540). En este último,
Valdivia encontró buenas condiciones para el emplazamiento de una ciudad.

Así, el 12 de febrero de 1541, a los pies del cerro Huelén (actual Santa Lucía), se
realizó la fundación de la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo.
Luego de levantar algunas construcciones básicas (casas de madera y paja, bodegas
y una iglesia), el paso siguiente fue instaurar un cabildo (marzo de 1541), que se
encargaría de la administración de la ciudad.

Descubrimiento de
Chile
1- Viaje de Almagro a Chile (1535-1536)
La gran fortuna que le correspondió a Almagro por la conquista del Perú le
habría permitido vivir como un gran señor en España, pero él prefirió lanzarse a
la aventura y marchar a la conquista de Chile ya que ambicionaba mayor fama y
fortuna de la que ya poseía.

Gastando altas sumas de dinero, Almagro logró equipar una hueste de más de
500 españoles, varios miles de indios auxiliares o yanaconas y cierta cantidad de
llamas para el transporte.

Diego de Almagro salió del Cuzco el 3 de julio de 1535 y tomó la ruta de la


meseta boliviana, para luego avanzar al sur por la cordillera de los Andes.

El paso de los conquistadores se vió marcado por la crueldad y violencia contra


los pobladores que encontraban en el camino, que los enfrentaban y escondían
sus víveres.

2- Descubrimiento de Chile

La travesía de la cordillera se hizo por el paso de San Francisco, frente a Copiapó,


el marzo de 1536. Allí su expedición tuvo que enfrentar graves problemas debido
a las altas temperaturas del día, los fríos extremos de la noche y la falta de
alimento; murieron casi la mitad de los hombres y los caballos.
Como ya no era posible retroceder Almagro avanzó con un grupo de sus mejores
hombres y bajó al valle de Copiapó donde recogió algunos víveres entre los
indios atacameños. Con esto pudo auxiliar al resto de sus compañeros.

Almagro tuvo buenas relaciones con los indios de Copiapó, pero a medida que
avanzaba se fue encontrando con otros pobladores que se manifestaron
hostiles, por lo que los enfrentaron en sangrientas batallas.

Más al sur recibió la sumisión de los indios del valle del Aconcagua donde
establecieron un campamento.

Se inició en seguida la exploración del país, aunque ya presentían que se trataba


de un territorio pobre, habitado por indios agricultores que carecían de ciudades
y riquezas. Comenzó la exploración hacia el sur, para ello envió a Gómez de
Alvarado, quien junto a 70 hombres a caballo avanzó sin encontrar mucha
resistencia (julio-septiembre de 1536), llegando a la confluencia de los ríos Ñuble
e Itata. En ese lugar, se produjo el primer enfrentamiento armado entre
españoles y mapuches, la Batalla de Reinohuelén.

En forma paralela, Almagro envió al capitán don Juan de Saavedra a reconocer


las costas en la embarcación que le había traído refuerzos desde el Perú.
Saavedra se detuvo en una hermosa bahía poblada por changos, a la que
denominó Valparaíso (1536).

Desengaño y regreso
Las noticias llevadas por Gómez de Alvarado no hicieron sino confirmar los datos
proporcionados por los indios en el sentido de que el territorio tenía un
estupendo clima para el desarrollo de la agricultura, pero, en cambio sus
habitantes vivían modestamente en pequeñas rucas e ignoraban lo que era una
ciudad.

Almagro dudaba, pero sus compañeros lo convencieron de que esa tierra no


servía para nada y lo instaron a volver al Perú a tomar definitiva posesión de su
cargo, para asegurar la herencia de su hijo. Fue así como, decidido a volver al
Perú, iniciando el viaje de regreso en septiembre de 1536.
El trayecto se realizó atravesando el "despoblado" de Atacama. Almagro llevó a
cabo tan bien las cosas, que no perdió ningún hombre en ese difícil trayecto.

En Perú la suerte pareció inclinarse por Almagro: la ciudad estaba sitiada por
tropas indígenas al mando del Inca Manco. Almagro era amigo del Inca, razón
por la que le solicitó una entrevista, pero el encuentro no fue posible. Temiendo
un entendimiento entre Almagro y Manco, el Gobernador Hernando Pizarro
sembró la desconfianza entre los sitiadores, quienes atacaron la ciudad. Las
tropas de Almagro se dispersaron, pero con los hombres que se quedaron a sus
órdenes, logró poner fin al cerco, apresando a los hermanos Hernando y
Gonzalo Pizarro.

Ante esta situación, el otro integrante de la familia, Francisco Pizarro, inició


negociaciones para ganar tiempo. En ellas se acordó que Almagro siguiera en
posesión del Cuzco, mientras el rey resolvía a quién correspondía la ciudad.
Hernando Pizarro sería puesto en libertad bajo la condición de abandonar el
Perú.

Don Francisco no cumplió con su parte, rompió el acuerdo y con un ejército que
había organizado durante ese tiempo, atacó a las fuerzas almagristas. El
Conquistador, ya enfermo, fue derrotado en el campo de las Salinas, cerca del
Cuzco el 6 de abril de 1538. Tomado prisionero, fue condenado al garrote y su
cadáver fue llevado a la plaza pública donde se lo decapitó, el 8 de julio de 1538.

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