Subastada Al Motorista - Mia Ford

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1º Edición Junio 2021

©Mia Ford
SUBASTADA AL MOTORISTA
Título original: Auctioned to the Biker
©2021 EDITORIAL GRUPO ROMANCE
©Editora: Teresa Cabañas
[email protected]

Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, algunos lugares y situaciones son producto de
la imaginación de la autora, y cualquier parecido con personas, hechos o situaciones son pura
coincidencia.
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda
rigurosamente prohibida, sin autorización escrita del copyright, la reproducción total o parcial de esta
obra por cualquier método o procedimiento, así como su alquiler o préstamo público.
Gracias por comprar este ebook.
Índice
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Epílogo
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Capítulo 1
Jenny

Me paro frente al espejo y miro mi propio cuerpo de forma crítica,


como siempre hago. Tengo curvas en todos los lugares adecuados y mi
larga melena rubia se ve ondulada y sexy al caer sobre mis hombros…
Supongo que soy bastante atractiva y los hombres siempre dicen que mis
ojos verdes tienen un brillo que les recuerda a las esmeraldas. Pero, si
realmente soy tan atractiva, ¿por qué sigo siendo virgen a los veintidós
años?
Acabo de terminar la universidad y todavía estoy buscando un trabajo
estable. Sigo sin estar del todo segura de lo que quiero hacer con mi vida y,
como tengo algo de tiempo libre, he pasado mucho tiempo con mi mejor
amiga, Stacy Donovan. A menudo, salimos a algunos de los clubes
nocturnos de Los Ángeles, coqueteando con los hombres y bailando hasta la
madrugada. Mantenemos largas charlas y disfruto mucho porque somos
capaces de hablar de absolutamente todo; aunque casi siempre acabamos
hablando de hombres y de todas las fantasías que tenemos con ellos.
Aunque todavía tengo mi himen, no soy una de esas chicas que se
aferran febrilmente a su virginidad por algún tipo de juramento o creencia
religiosa. Simplemente, aún no he encontrado al hombre adecuado con el
que acostarme, eso es todo. Stacy dice que comparo a todos los hombres
que conozco con mi padre y que, probablemente, nunca estén a la altura de
su recuerdo… Que ésa es la verdadera razón por la que aún no he permitido
que nadie haga gimnasia de alcoba conmigo. Quizá tenga razón; quizá
espere que el hombre que tenga la suerte de compartir mi cama algún día
sea, al menos, comparable al hombre que fue mi padre. ¿Estaría tan mal?
¿Tengo yo la culpa de que todos los hombres que conozco me parezcan
infantiles, unidimensionales y aburridos?
Saco el cepillo del pelo y me lo paso por mis mechones dorados,
pensativa. Mi mente empieza a derivar hacia la última conversación que
tuve con Stacy hace dos noches.
—Quería hablarte de la subasta de vírgenes que se celebrará el fin de
semana en una mansión secreta a las afueras de Los Ángeles —me dijo
Stacy mientras abríamos la tercera botella de champán de la noche.
—¡¿Una subasta de vírgenes?! Eso suena… ¡delicioso y algo peligroso!
¿Qué tipo de subasta es, exactamente? —Recuerdo haber preguntado.
Stacy continuó contándome todo sobre una subasta que se celebra cada
dos meses en un lugar no revelado a las afueras de Los Ángeles y cómo una
chica que todavía es virgen puede participar en ella. Los hombres pujan, por
así decirlo, por la virginidad de las chicas y el postor ganador consigue
tener sexo con la chica por la que ha hecho la puja ganadora… y esta se
queda con el dinero por el que haya pujado por ella.
Todavía recuerdo cómo mi corazón empezó a latir dentro de mi pecho
cuando me lo contó todo. Inmediatamente, pensé que la idea sonaba
emocionante, pero demasiado «fuera de lo común» para que yo tomara
alguna vez parte en algo así. Empezamos a hablar de otra cosa y no le
habría dado importancia al asunto de la subasta de vírgenes si no fuera
porque empecé a preguntarme por cuánto dinero solían pujar los chicos por
las chicas en la subasta.
—Por cierto, ¿a cuánto ascienden normalmente las pujas en una de estas
subastas? —pregunté, más por curiosidad que por otra cosa.
—Oh, suelen llegar a un par de cientos de miles de dólares —dijo Stacy
con indiferencia, y al principio pensé que la había escuchado mal.
—Querrás decir un par de miles de dólares. —Intenté corregirla. Ella
me miró con una sonrisa y una mirada seductora y negó con la cabeza.
—No, quise decir exactamente lo que dije… ¡un par de cientos de miles
de dólares! —Se rio, y fue entonces cuando la idea empezó a hacerse real
en mi mente. Empecé a pensar en todas las cosas que podría hacer con esa
cantidad de dinero. Quizá ya no tendría que ir a arrastrarme ante los viejos
para conseguir un trabajo… Quizá podría montar mi propio negocio; ¡quizá
incluso abrir esa revista con la que siempre había soñado!
Vuelvo a mirarme en el espejo y me siento satisfecha con el aspecto de
mi pelo. Cojo mi colorete y me aplico una generosa cantidad en las mejillas.
A continuación, añado un poco de sombra de ojos azul claro, máscara de
pestañas y luego un poco de eye liner para rematar la imagen. Sonrío y me
siento bastante satisfecha con lo que veo. Nunca podré afirmar si soy
realmente tan guapa como dicen la mayoría de los hombres, pero sé que
este look me favorece y ahora solo me queda elegir un conjunto para la
noche.
Pero, antes de que pueda dirigirme a mi armario para empezar a
rebuscar entre mi ropa, mi ojo vislumbra un trozo de goma rosa que
sobresale por debajo de las bragas de mi segundo cajón. Sin pensarlo, me
acerco y saco mi consolador favorito de su escondite… Bueno, no
exactamente de su escondite, ya que lo guardo allí para facilitar el acceso
más que nada.
Me lo pienso un segundo y me doy cuenta de que no sería mala idea
desahogarse antes de la velada. Me tumbo en la cama y me bajo lentamente
las bragas. Froto el consolador contra mi mejilla un par de veces, solo para
sentirlo. Entonces, pulso el interruptor y empieza a vibrar de forma
agradable en mi mano. Despacio, muy despacio, lo deslizo por mi vientre
hacia mis partes bajas, que ya empiezan a estar húmedas.
Empiezo colocando el consolador de forma suave sobre mi clítoris y
moviéndolo en pequeños círculos… Luego, cuando mi respiración empieza
a jadear y la estimulación a aumentar, lo deslizo un poco más abajo hasta
una posición en la que separa ligeramente los labios de mi húmedo coño.
Como tantas otras veces, tengo la tentación de empujarla hasta el fondo,
pero tengo demasiado miedo de romper mi propia virginidad y empiezo a
frotar el palpitante instrumento de placer en todas las direcciones hasta que
todo mi cuerpo parece arder.
—Oh, sí… ¡Oh, sí! —gimo cuando las vibraciones me llevan por fin al
borde del arco iris y todo mi cuerpo se estremece con un increíble orgasmo.
Me quedo tumbada un rato abrumada por las secuelas y casi siento que
podría hacer otra ronda… Pero, entonces, mi móvil empieza a sonar y
rápidamente lo cojo al ver que es Stacy.
—¡Jenny Williams! ¡Llevo media hora esperándote y, si no vienes ahora
mismo, vamos a llegar tarde! —exclama desde el otro lado de la línea.
—Vale, estaré allí en media hora… He tardado un poco más de lo que
pensaba en ducharme —miento—, pero ahora solo tengo que elegir un
conjunto adecuado y luego cogeré un taxi para ir a tu casa lo más rápido
posible.
—Vale, te espero aquí… Pero no te preocupes demasiado por elegir el
traje adecuado. ¡Tendrás que subir al escenario desnuda en la subasta de
vírgenes cuando te toque ser subastada! —dice, y mi corazón empieza a
latir desbocado dentro de mi caja torácica cuando me doy cuenta de que
realmente voy a hacerlo.
Voy a ir a pararme desnuda frente a un grupo de absolutos desconocidos
y subastar mi virginidad a un grupo de hombres extraños, con uno de los
cuales tendré sexo al final de esta misma noche.
«Bueno, no es que ninguno de ellos sea digno de quitarme la virginidad
gratis, así que más vale que me paguen un buen dinero por ella» —pienso
mientras me pongo mis vaqueros favoritos y una camiseta cómoda. Termino
los preparativos metiendo los pies en un par de sandalias plateadas y luego
salgo apresurada de mi apartamento. Llamo a un taxi para ir a casa de mi
mejor amiga, desde donde partiremos juntas hacia la mansión secreta a las
afueras de Los Ángeles, para lo que promete ser la noche más excitante de
mi corta vida.
Capítulo 2

Brad

Aparco la moto en el jardín y me asomo rápidamente al gran estanque


de peces que hay en la entrada de mi casa. Los caros peces koi que hay en
su interior siguen teniendo buen aspecto y me siento satisfecho de que mi
mayordomo los cuide como es debido. A treinta mil dólares por pez koi
nunca se es demasiado cuidadoso.
—Buenos días, señor Johnson, ¿volverá a cenar con una de sus amigas
en el jardín esta noche? —me pregunta el viejo Rawlins, mi mayordomo de
confianza, mientras subo las escaleras hacia mi mansión de 8,6 millones de
dólares en Los Ángeles.
Lo pienso un momento y me doy cuenta de que hoy no tengo tiempo
para ese tipo de entretenimiento. Diez miembros de mi club de moteros y
yo, los Dragones de Los Ángeles, nos dirigiremos más tarde, por la noche, a
una mansión en algún lugar no revelado a las afueras de Los Ángeles para
una especie de «subasta de vírgenes» y, aunque no estoy del todo seguro de
a qué hora empezará, quiero ahorrar energía. Podría, en cualquier momento,
llamar a algún número de hermosas actrices o modelos para que viniesen a
acompañarme a mi casa y pasar el resto de la noche teniendo sexo con ellas
en el dormitorio principal, pero estoy tan aburrido por todas estas mujeres
vacías que se arrojan a mis pies que, en serio, no siento que tenga el tiempo,
o la predisposición, para hacer ese tipo de cosas esta noche.
—Hola Rawlins, no creo que vaya a cenar con nadie aquí esta noche y
solo quiero que le des un poco de brillo a mi Harley Davidson ya que me iré
en ella en un par de horas —digo, y Rawlins asiente con la cabeza para
indicar que se encargará de ello.
Antes de entrar, me doy la vuelta y lanzo una mirada furtiva a las
instalaciones en las que se encuentra mi mansión. Hay un largo camino de
entrada con altos árboles a ambos lados y el jardín parece sacado de un
cuento de hadas. No he escatimado en gastos para que este lugar sea digno
de un hombre como yo, el único heredero de la multimillonaria cadena
internacional de hoteles de lujo de mi padre. Cuando mi padre falleció hace
cuatro años, lo heredé todo y rápidamente nombré a los directivos
adecuados para que se encargaran del negocio. Aunque yo mismo soy un
empresario con mucho talento que tiene su propio negocio de comercio de
motocicletas bien establecido, no tengo mucho gusto por la hostelería
internacional y prefiero dejarla en manos de directores bien formados.
Miro mi Harley Davidson plateada y siento esa conocida sensación de
excitación que brota en mi interior. Compré la moto por impulso, justo
después de heredar todo el dinero, y nunca he mirado atrás. Empecé a
realizar algunos viajes cortos por carretera con ella y un día conocí a un tipo
bastante agradable en un bar de carretera. Su moto estaba bastante
estropeada, pero me sugirió, en tono de broma, que él y yo deberíamos
fundar nuestro propio club de motos. Inmediatamente se me ocurrió el
nombre de «LA Dragons» y brindamos por la creación de nuestro propio
club de motos con sus orgullosos miembros. La razón por la que elegí ese
nombre en concreto fue que tengo tatuajes de llamas y dragones por todo el
torso y sentí que el nombre de nuestro club de motos debía de ser algo con
lo que pudiera sentirme identificado.
Gary McLaughlin, el tipo con el que me encontré en el bar me preguntó
por mi Harley Davidson y le dije que acababa de comprar la moto por un
impulso. Comentó lo afortunado que era por poseer una moto así y le dije
que lo ayudaría a conseguir su propia Harley. Pensó que estaba bromeando,
pero cuando nos volvimos a ver, un par de días después, lo ayudé a poner
un anuncio de su vieja moto en el periódico y se vendió, con un buen
beneficio, en un par de horas. Luego, le presté algo de dinero y lo ayudé a
comprarse una moto mejor. Todavía no era una Harley Davidson, pero la
arreglamos y condujo esa moto durante un tiempo. Luego, la volvimos a
vender, como habíamos hecho con la primera. Esta vez, obtuvo un beneficio
tan importante que solo tuve que prestarle cinco mil dólares para que se
comprara su propia Harley Davidson. Cuando más tarde vendió su primera
Harley, con otro gran beneficio, Gary me devolvió el préstamo de cinco mil
dólares y se compró una Harley Davidson de alta gama y nueva como la
mía; ¡pagada en su totalidad!
Pronto, emprendimos otro viaje por carretera y los dos, con nuestras
flamantes Harley Davidson, no tardamos en llamar la atención cuando nos
detuvimos en otro bar de carretera.
—¿De dónde sacan el dinero dos mequetrefes como vosotros para
comprar Harley Davidson nuevas? —nos preguntó un motero de aspecto
agresivo y con los antebrazos como troncos de árbol cuando nos sentamos y
pedimos una cerveza. Se presentó como Ronald Johnson y Gary y yo le
dimos la mano y lo invitamos a tomar una copa con nosotros.
—Brad tiene una gran habilidad para los negocios y fue él quien me
ayudó a deshacerme de mi vieja chatarra y a comprarme la Harley —dijo
Gary.
Otros moteros oyeron nuestra discusión y se acercaron para escuchar.
Gary les contó a todos los moteros del bar cómo lo había ayudado a
conseguir su propia Harley y pronto preguntaron si también podían unirse al
club de moteros La Dragons. Los nuevos moteros fueron aceptados en el
club y pronto los ayudé a adquirir sus propias motos. No todos eran
aficionados a las Harley, pero consiguieron comprar algunos motos, las
arreglaron y luego las vendieron, obteniendo beneficio por ello. Pronto,
cada uno tuvo la moto que le gustaba y a mí para agradecérmelo.
Dadas las circunstancias, y basándose en el hecho de que los había
ayudado a todos a adquirir las finanzas para comprarse las motos de sus
sueños, era justo y natural que me eligieran líder de los Dragones de Los
Ángeles y pronto tuvimos más de veinte miembros. No solo nos ganamos
rápidamente una reputación de conductores agresivos, sino que también
fuimos venerados por nuestra destreza financiera y nuestra habilidad para
los negocios. Incluso Ronald Johnson, un tipo que nunca terminó el séptimo
grado en la escuela, se convirtió en un hombre muy respetado en los
alrededores de Los Ángeles y todos se sentían muy agradecidos por el
hecho de que yo hubiera aparecido para ayudarlos a ascender en la escala de
las motos de forma tan rápida.
Aunque disfruto mucho saliendo con mis amigos moteros, sigue
habiendo una parte de mi vida que guardo solo para mí. El único de mis
amigos moteros que ha estado en mi mansión es Gary McLaughlin, el
primero que se unió. Es mi único confidente y ha prometido mantener en
estricto secreto las verdaderas razones de mi riqueza. Aparte de Gary, a
menudo invito a mujeres a mi casa, pero he renunciado a la idea de
encontrar a la «mujer perfecta» y sentar la cabeza con ella. Cuando te has
acostado con un par de cientos de chicas, todas empiezan a parecerse y he
llegado a un punto en el que me resulta difícil quedarme con una chica más
de uno o dos días, como mucho.
Gary fue quien me habló de la subasta de vírgenes y. en cuanto me
enteré, me emocioné, por alguna razón desconocida. Al parecer, hay una
subasta secreta en la que las chicas desfilan desnudas por el escenario y
todo el mundo puede pujar por ellas. Esto, por sí mismo, ya me habría
intrigado lo suficiente, pero para hacerlo aún mejor, ¡todas estas chicas son,
aparentemente, vírgenes! Aunque he estado con muchas mujeres en mi
vida, solo he estado con dos vírgenes y sé, por experiencia, que son las
mejores… Hay algo en esa inocencia y en la excitación de la primera vez
que hace que sea una experiencia inolvidable.
Gary y yo, además de otros nueve amigos moteros del club de motos
LA Dragons, iremos a la subasta de vírgenes de esta noche y hemos
decidido morder, de forma colectiva, a la chica más guapa de allí y tener un
gang bang con ella después.
Me doy una ducha rápida, me como un sándwich de pollo con
mayonesa y me bebo una cerveza fría antes de volver a salir para ver si el
viejo Rawlins ha terminado de lustrar mi moto. Se para junto a mi Harley
con una amplia sonrisa, invitándome a inspeccionar su trabajo. Me
sorprende cómo alguien vestido de forma tan pulcra, con un traje de
mayordomo, puede conseguir lustrar una moto de forma tan bonita en tan
poco tiempo, sin que haya ni un gramo de suciedad o grasa en su ropa.
—Realmente, eres un mago Rawlins —le digo y le doy un billete de
cien dólares. Aunque le pago un buen sueldo, siempre le doy a Rawlins una
propina cuando hace algo bueno por mí. Inclina la cabeza agradecido
mientras acepta la propina.
—Es un placer señor, espero que disfrute de la noche y lo veré cuando
vuelva.
—Gracias, Rawlins… Pero no me esperes despierto. Tengo la sensación
de que la noche va a ser larga —digo con una amplia sonrisa y Rawlins
asiente con la cabeza, con una ligera sonrisa en la comisura de los labios.
Me conoce lo bastante bien como para entender que mis crípticas palabras
son un indicio del hecho de que estoy planeando tener sexo toda la noche y
que, lo más probable sea que no volveré hasta las primeras horas de la
mañana.
Me subo a la moto, la pongo en marcha y me alejo con el chirrido de los
neumáticos. Se siente bien estar vivo y no puedo esperar a ver a las chicas
desnudas en la subasta.
Cuando llego a la mansión, no me sorprende ver que la seguridad es
bastante estricta. El precio de la entrada es de mil dólares por persona y
supongo que es para asegurarse de que ningún delincuente o estafador entre
en el lugar. Cuando llego a la mansión, veo otras motos caras paradas en
grupo y sé que mis amigos moteros ya han llegado. Subo las escaleras y dos
gorilas de aspecto imponente me cachean en busca de armas antes de
permitirme entrar. Me presentan a un contable de aspecto muy profesional
que me pide que entre en Internet y le muestre mi saldo bancario real. Solo
cuando está convencido de que hay más de un millón de dólares disponibles
en mi cuenta, me da una paleta blanca con un número, que el contable me
explica que es lo que debo utilizar para hacer mis pujas.
—Cuando quieras hacer una puja solo tienes que levantar la paleta en el
aire y gritar la cantidad que quieres pujar —me dice el contable y yo asiento
con la cabeza para indicar que lo he entendido.
Al final, me acerco a Gary, Ronald y mis otros amigos moteros que
están esperando. Han encontrado un buen sitio, justo delante del escenario,
y siento que la emoción corre por mis venas mientras esperamos a que
empiece la subasta.
Un locutor sube al escenario y me doy cuenta de que esto va a ser todo
un negocio. No hace un largo discurso y se limita a explicar cómo va a
funcionar la subasta. En primer lugar, las chicas aparecerán en el escenario
en grupo mientras están vestidas. A continuación, saldrán del escenario y
cada chica volverá, pero esta vez completamente desnuda. Entonces,
comenzará la puja.
—Ahora, aseguraros de mirar bien a todas las chicas cuando suban al
escenario en grupo —digo. Tenemos que decidir de antemano por qué chica
queremos pujar y luego trabajar en equipo cuando empiece la puja por ella.
—¡Genial, amigo, lo tengo! —grita Gary y Ronald asiente con la cabeza
emocionado.
Al minuto siguiente, siete preciosas chicas entran en el escenario y yo
me quedo absolutamente atónito ante su aspecto. No estoy del todo seguro
de lo que esperaba, pero desde luego no estaba preparado para esto. Todas
estas chicas parecen que podrían ser reinas de la belleza por derecho propio
y hay un ejemplo perfecto en el escenario de cada tipo de chica que puedas
imaginar. Una de ellas es una sensual belleza de pelo oscuro con profundos
ojos azules; otra es una pelirroja con unos labios increíbles, rojos como la
sandía; otra, es una secretaria de aspecto recatado y pechugona y, a medida
que voy pasando de una chica a otra, me doy cuenta de que todas estas
chicas son perfectas. De diez, sin duda alguna.
Pero hay una en particular que, incluso entre todas las otras bellezas,
destaca. Tiene el pelo rubio ondulado y unos increíbles ojos verdes… Eso
es lo primero en lo que me fijo. Sé que estoy aquí para pujar por el cuerpo
de una chica, pero esta chica es tan hermosa que me olvido, solo por un
momento, de que voy a ofrecer dinero por su virginidad… Porque mi mente
está decidida; esta es por la que quiero pujar.
—No sé vosotros, pero esa rubia de ojos verdes es, sin duda, mi favorita
—digo inmediatamente.
—¡Hombre, yo iba a decir lo mismo! —contesta Gary.
—Sí, amigo, parece una tigresa rubia o algo así —dice Ronald y,
aunque no entiendo exactamente su comparación, sigo pensando que sí se
parece un poco a una tigresa… Como si fuera capaz de destrozarte con su
sexualidad. El resto de nuestro grupo de once moteros cachondos no tardan
en ponerse de acuerdo en que ella es el objetivo por el que debemos pujar.
Todas las chicas se retiran del escenario y un minuto después la sensual
belleza de pelo oscuro regresa… ¡totalmente desnuda!
—¡Hijo de puta! —exclama Ronald, y me parece que su comentario es
totalmente apropiado. La chica está aún más guapa desnuda que con la ropa
puesta y, aunque ya hemos acordado que todos vamos a pujar por la tigresa
rubia, tengo que concentrarme mucho para no levantar mi paleta al aire
cuando empiece la puja.
Capítulo 3

Jenny

Cuando el taxi nos deja frente a la mansión, Stacy y yo somos tratadas


inmediatamente como si fuéramos de la realeza. Un caballero de aspecto
delicado se acerca y nos conduce al interior, pasando por los dos grandes
porteros de la puerta.
—Poneos cómodas y os ayudaré enseguida a hacer el papeleo… ¿quién
de vosotras participará en la subasta? —pregunta el caballero y nos mira a
Stacy y a mí con expresión inquisitiva. Stacy es una hermosa morena con
una figura de reloj de arena y supongo que el caballero se imagina que
cualquiera de las dos alcanzaría un buen precio en la subasta.
—Soy yo quien está aquí para subastar su virginidad —digo con una
sonrisa y el caballero me devuelve la sonrisa.
—Vale, parece que estás de buen humor y eso es bueno. ¿Puedes darme
tu DNI para que pueda hacer una copia y poner tus datos en los papeles de
la subasta? —Me dice, y se lo doy. Me coge el DNI y vuelve con él un
minuto después junto con unos papeles para que los firme. Firmo en todos
los lugares con un bolígrafo negro y ya está todo listo. El caballero nos
lleva al escenario y nos indica que podemos sentarnos en una fila de sillas,
junto a otras chicas de aspecto magnífico. No puedo creer lo hermosas que
son todas estas chicas y, de repente, espero poder estar a la altura de su
aspecto.
—Son todas preciosas… ¿Estás segura de que estoy en el lugar
correcto? —le digo en broma a Stacy.
—Oh, vamos, no es momento de ser modesta. Eres, de lejos, la chica
más guapa de aquí y vas a estar bien —contesta Stacy con una sonrisa.
Alguien sube al escenario y explica cómo va a funcionar la puja, pero
realmente no escucho lo que dice. Mi corazón late como un tren en plena
vía y, de repente, me siento muy nerviosa. ¿Y si nadie puja por mí? ¿Y si
ofrecen una cantidad ridículamente baja? ¿Y si no tengo las agallas para
seguir adelante?
Antes de que tenga la oportunidad de intentar responder a todas estas
preguntas que pasan por mi mente, alguien hace una seña a todas las chicas
que participan en la subasta de vírgenes y nos hace subir al escenario, aún
vestidas. Miro al frente una vez que estoy en el escenario y me sorprendo
por la cantidad de rostros masculinos hambrientos que veo. Esperaba solo
unos cincuenta hombres, pero la sala está llena. No se me da bien calcular
las cifras, ¡pero debe de haber más de doscientas personas aquí!
Me siento como si me moviera en un sueño y no es del todo
desagradable. Es casi como si estuviera participando en un concurso de
belleza y me encanta la forma en la que todos los hombres nos aclaman y
silban cuando estamos de pie frente a ellos en el escenario. Luego,
volvemos a salir en fila india y veo cómo se desnuda la primera chica.
Tiene unos pechos turgentes con un cuerpo absolutamente precioso y parece
una especie de belleza brasileña. Cuando sube al escenario desnuda, todo el
lugar estalla en fuertes vítores y no tarda en empezar la puja.
—Cincuenta mil… Tengo cincuenta mil… ¿Ahora quién me va a dar
ochenta mil por esta hermosa chica? Vamos chicos, ¡miradla! ¿Cien mil
dólares? ¡Gracias! ¡Tengo cien mil! Ahora, ¿quién me va a ofrecer ciento
cincuenta mil?
Cuando, por fin, la oferta se adjudica a un tipo por trescientos mil
dólares no puedo creer lo que oigo. ¡Trescientos mil dólares! ¡Por una
noche de sexo! De repente, siento como si esta pudiera ser la noche en la
que todos mis sueños se hicieran realidad… como si esto pudiera ser
realmente algo bueno. Sé que voy a seguir adelante, pase lo que pase. Ya no
hay vuelta atrás y si consigo la mitad de lo que consiguió la primera chica
seré muy muy feliz.
Estoy sentada en el cuarto lugar de la fila de chicas y antes de darme
cuenta ha llegado mi turno. Me desvisto rápido antes de que pueda cambiar
de opinión y subo al escenario en un estado de ensoñación. Soy vagamente
consciente de que todo el mundo aplaude con fuerza y empiezo a moverme
por el escenario para mostrar mi cuerpo desnudo. Entonces, muy despacio,
pero con seguridad, salgo de mi caparazón y empiezo a disfrutar de la
forma en la que soy capaz de controlar toda la sala con mi cuerpo desnudo.
—¡Ahora, dejar que os presente a Jenny! Esta bomba rubia os va a dejar
boquiabiertos y, si ya estáis listos, voy a empezar la puja —grita el
subastador a través de su micrófono.
Cuando la puja comienza, no tarda en subir a cien mil y me encanta la
forma en la que el subastador no tiene que esperar mucho antes de que suba
a ciento cincuenta mil dólares. Todos los hombres se apresuran a hacer sus
apuestas y muy pronto la cantidad asciende a ciento ochenta mil dólares…
¡Ciento ochenta mil dólares! De repente, me doy cuenta de que voy a estar
bien… Que los hombres van a apostar una cantidad decente por mí y que no
voy a sentirme rechazada.
—¡Doscientos cincuenta mil dólares! ¿Quién me va a dar doscientos
cincuenta mil dólares por esta hermosa y pechugona rubia? —grita el
subastador y no se hace esperar—. ¡Gracias! Tengo doscientos cincuenta
mil dólares… ¡¿Ahora quién me va a dar trescientos mil?!
—¡Cuatrocientos mil dólares! —grita un señor mayor de aspecto muy
elegante sentado en la primera fila y levanta su paleta en el aire. Pero, antes
de que pueda darme cuenta de que alguien acaba de pujar cuatrocientos mil
dólares por mi virginidad, lo veo. También está de pie en la primera fila y
parece una especie de surfista… O quizás podría ser un atleta profesional…
O quizás un jugador de fútbol. Tiene el pelo rubio como las fresas y una
sonrisa pícara que lo hace parecer un chico muy atractivo. Lleva una
camiseta ajustada y puedo ver algunos tatuajes arremolinados en las partes
musculosas de la parte superior de su cuerpo que no cubre la camiseta. De
repente, sé que lo deseo y que quiero que puje por mí. Quiero que me
demuestre que me considera la chica más guapa del mundo y lo miro
directamente antes de maniobrar mi cuerpo desnudo con unos movimientos
circulares realmente sugerentes.
—¡Quinientos mil dólares! ¡Tengo quinientos mil dólares! —grita
excitado el subastador. Miro al rubio surfista y veo que él también me está
mirando a mí. Solo por un momento pienso que no está del todo interesado
en mí… Pero entonces empuja su pequeña paleta en el aire.
—¡Setecientos cincuenta mil dólares! —grita, y por un momento todo el
lugar queda en absoluto silencio. Es como si nadie pudiera creerse que
acaban de subir la cifra a tres cuartos de millón de dólares. Me pregunto si
lo he oído bien… Tal vez, haya sido mi imaginación y no haya hecho
realmente una oferta por mí… Pero, entonces, el subastador grita:
—¡Setecientos cincuenta mil dólares! ¡Tengo setecientos cincuenta mil
dólares! A la una, a las dos… ¡Vendido al caballero de la primera fila por
setecientos cincuenta mil dólares!
Todo el lugar estalla en aplausos y me conducen fuera del escenario.
Stacy corre hacia mí y me da un gran abrazo.
—¡Acabas de vender tu virginidad por setecientos cincuenta mil
dólares! Piensa en lo que puedes hacer con todo el dinero —dice Stacy y
bailamos emocionadas.
—¿Me esperarás hasta que le haya dado al hombre su debida
recompensa por su oferta ganadora? —pregunto, y Stacy asiente con la
cabeza emocionada.
—¡Sí! No te preocupes, esperaré todo el tiempo que haga falta y luego
podremos ir a celebrarlo.
Alguien me toca en el hombro y cuando me doy la vuelta es el cachas
rubio… Y otros diez tíos con pinta de malos.
—Hola, me llamo Brad y creo que acabo de pagar setecientos cincuenta
mil dólares por una noche de placer contigo… Al igual que todos mis
amigos de aquí —dice con una sonrisa y me besa el dorso de la mano como
haría un caballero francés en un elegante baile real.
—Enhorabuena por haber hecho tu oferta… Pero ¿qué quieres decir
cuando dices: «Al igual que todos mis amigos de aquí»? —pregunto,
ligeramente perpleja.
—Las reglas de la subasta dejan claro que pujar como parte de un grupo
también está permitido… Y los once hemos pujado por ti como grupo, lo
que significa que todos queremos compartir una noche de diversión contigo.
—Hola caballero, ¿hay algún problema? —dice el organizador del
evento cuando me ve hablando con el hombre rubio.
—No, no hay ningún problema —digo rápidamente. Estos hombres me
han hecho la oferta ganadora como grupo y estoy encantada de ir con ellos.
—Todos me miran y yo les muestro una gran sonrisa. De repente, me siento
aventurera y la idea de hacer un gran gang bang con once tíos, incluido el
cachas rubio, hace que mis fluidos fluyan enérgicamente por mi cuerpo.
—¡Genial! Os dejo entonces para que resolváis los detalles —dice el
organizador con un tono de voz alegre. Se da la vuelta y se aleja.
—Bueno, tienen algunas habitaciones en el piso de arriba, así que si no
te importa unirte a mí y a mis amigos podemos empezar ahora mismo —
dice Brad, y yo asiento con la cabeza. Nos alejamos todos hasta llegar al pie
de una gran escalera giratoria y luego comenzamos a ascenderla. Casi
parece que estoy subiendo una escalera al cielo y cuando llegamos arriba
veo un largo pasillo con muchas puertas—. Creo que han habilitado la suite
de luna de miel para nosotros —dice Brad y me lleva a una habitación que
está al final del pasillo.
Gira el picaporte y la puerta se abre para revelar una enorme cama king-
size en medio de una habitación lujosamente decorada con accesorios
dorados y una araña de cristal que cuelga del techo.
—Como ya estás desnuda, creo que deberíamos deshacernos de nuestra
ropa también —dice Brad y se quita la camiseta. Tengo la oportunidad de
ver la imagen completa de los tatuajes que tiene en el pecho y respiro de
forma acelerada y excitada. Tiene grandes dragones y bolas de fuego
tatuados por todos sus musculosos antebrazos y pectorales. Tiene un
paquete de seis abdominales que se ondulan como la superficie de un río a
la luz de la luna y, cuando se baja los pantalones, su enorme polla salta a la
vista como un soldado en un desfile. Mide por lo menos veinte
centímetros… quizá incluso más, y su polla parece una especie de amenaza
medieval, esperando a invadir mi cuerpo indefenso.
Brad se adelanta y me toma en brazos. El resto de los hombres también
están desnudos y también se acercan y empiezan a explorar cada centímetro
secreto de mi cuerpo desnudo con sus dedos hambrientos. Son
sorprendentemente suaves y decido soltarme por completo… Me agacho y
empiezo a acariciar la polla de Brad con la mano izquierda mientras tanteo
en busca de otra polla para llenar la cavidad vacía de mi mano derecha.
Tengo la sensación de que esta va a ser una noche muy larga. Uno de los
hombres se agacha delante de mí y empieza a lamerme el coño. Me encanta
la sensación de su lengua húmeda en mi clítoris y empiezo a masturbar la
polla que tengo en la mano derecha con golpes firmes. Brad se inclina y me
besa de forma íntima, como si no hubiera nadie más a nuestro alrededor, y
es casi como si hubiera un momento entre nosotros dos… Entonces
empiezo a mover mi mano hacia arriba y hacia abajo por su enorme eje y
puedo sentir cómo todo su cuerpo reacciona a mi tacto. El resto de los
hombres se vuelven más enérgicos ahora y todos presionan sus pollas
erectas contra mi cuerpo.
Uno de los hombres me levanta y me lleva a la cama. Suelto
brevemente las dos pollas para ponerme cómoda en la cama grande
mientras todos los tíos se colocan a mi alrededor. Pero mis manos no están
vacías por mucho tiempo, ya que pronto encuentro dos nuevas pollas con
las que jugar. El tipo que me lamía antes se coloca entre mis piernas y me
mete la lengua hasta el fondo del coño. Otros dos tíos me restriegan sus
pollas por la cara y empiezo a chuparlas, alternando entre los dos.
Debo de haber tenido mucho éxito en la forma de chupar al único tipo
que tiene su polla en mi cara, ya que su polla de repente empieza a
sacudirse y explota con chorros calientes de esperma sobre mis labios. Lo
lamo todo y esto vuelve al resto de los chicos absolutamente locos de deseo.
Pronto, alguien ocupa su lugar y es como si todo mi cuerpo fuera invadido
por un ejército de guerreros hambrientos y cachondos. Siento lenguas
húmedas que me lamen por todas partes; manos que me aprietan los pechos
y más lenguas que me lamen los pezones… Por no hablar de las manos y
las bocas que me recorren el coño y la parte superior de las piernas. Uno de
ellos incluso empieza a chuparme los dedos de los pies y no pasa mucho
tiempo antes de que el primer hombre se coloque encima de mí y sujete su
polla listo para entrar por fin en mí… Para acabar con mi virginidad y abrir
las compuertas del placer.
Miro hacia arriba y estoy encantada de ver que es Brad… Él va a ser el
que lo haga… El primer hombre que me folle y, mientras baja sus caderas
despacio, yo respiro con expectación. Estoy muy mojada, así que su polla se
desliza con facilidad y, cuando entra en contacto con mi himen, lo atraviesa
sin esfuerzo. Siento un dolor agudo, pero no es tan fuerte como esperaba y
me encanta la forma en que su enorme virilidad me llena por completo…
Experimento un poco de incomodidad cuando empieza a mover sus
poderosas caderas hacia arriba y hacia abajo, pero pronto todo lo que siento
es placer… Llega en oleadas, como las olas de un océano, y me siento flotar
mientras él empieza a follarme con expertos empujones de todo su cuerpo.
Me doy cuenta de que no es la primera vez que lo hace y me encanta la
forma en que nuestros cuerpos se mueven al unísono mientras sigo
masturbando las otras pollas que hay a mi alrededor, e incluso chupo un par
de ellas al mismo tiempo.
Uno más explota en mi cara y otro se corre en mi estómago mientras lo
masturbo con mi mano derecha. Brad sigue follándome y toda la
experiencia se vuelve tan erótica que casi pierdo el control total de mí
misma. Siento que mi excitación aumenta y aumenta… Aumenta cada vez
más, hasta que siento que estoy al límite y todo mi cuerpo se sacude en
espasmos placenteros mientras alcanzo mi primer clímax. Brad sigue
follándome y pronto siento que vuelvo a subir… Que vuelvo a alcanzar otra
cima y me doy cuenta de que no pasará mucho tiempo antes de que Brad
me lleve al límite una vez más. Cuando por fin empieza a mover sus
caderas cada vez más rápido, en un frenesí de placer sensual, siento que se
está acercando y respondo con mis propios empujones, solo para ayudarlo a
llegar. Brad echa la cabeza hacia atrás y al momento siguiente siento su
semen caliente y tibio salpicando dentro de mí; chorreando con tanta fuerza
que parece que está incendiando todo mi cuerpo.
—¡Ah! —exclama, y yo también empiezo a gemir con fuerza. Mi
cuerpo explota con un increíble orgasmo y siento como si mi alma se
hubiera liberado de su jaula tras siglos de prisión… Como si fuera
realmente libre por primera vez para experimentar los placeres que me han
sido ocultos. Esto es mucho mejor que mi consolador favorito y sé que
después de esto no volveré a estar satisfecha con una simple masturbación.
Brad se aparta y luego el siguiente tipo toma su lugar. Es un motero de
aspecto macizo y empieza a follarme con un abandono temerario. Me
encanta la forma en que me agarra como un animal salvaje y gimo con
fuerza mientras me clava su gran polla con fuerza. Pronto saca su polla y se
masturba; se corre por todo mi cuerpo, que ya está mojado con el esperma
de muchas otras pollas. Todos se turnan para follarme y pierdo la cuenta de
las veces que llego al clímax.
Justo cuando pienso que esto no puede ser mejor, uno de los chicos saca
un par de esposas y asegura mis muñecas contra el cabecero de la cama
después de haberme dado la vuelta, de modo que mi culo queda al aire. Me
aferro a la vida mientras alguien me penetra por detrás y empieza a follarme
al estilo perrito. Me encanta cómo me han quitado todo el control…
Todo mi cuerpo se ha convertido en una hoguera de placer y gimo sin
pudor mientras siguen follándome… Siguen tomándome y poseyéndome
con su fuerza y su cruda sexualidad masculina. Cuando por fin me sueltan
las muñecas me siento como una tigresa, liberada de su jaula, y me arrodillo
junto a la cama. Todos los chicos se acercan y empiezo a chuparlos por
turnos, dedicando el tiempo suficiente a cada uno de ellos para ponerlos
bien duros. Me siento como una diosa… Ahora tengo el control y me
encanta la forma en que todos me miran con ojos hambrientos y suplicantes
mientras esperan su turno para ser chupados.
El primero de ellos no tarda en alcanzar el clímax y descargar su carga
sobre mi cuerpo desnudo. Esto vuelve a los demás tan locos de deseo que
no tardan en empaparme con su cálido semen y, cuando acaban, cada uno se
deja caer en algún lugar de la habitación para descansar. Pero no dura
mucho antes de que uno de ellos se acerque a mí con la polla erecta y
entonces todo vuelve a empezar.
Cuando todos los hombres están oficialmente agotados y a ninguno le
quedan fuerzas para volver a follarme, miro por la ventana y veo que los
primeros rayos del sol de la mañana ya están atravesando la arboleda.
—¡Vaya! Ya es de día… Supongo que es hora de dar por terminada esta
noche —dice Brad con una sonrisa y todos estallamos en carcajadas. Sus
palabras parecen el final perfecto para una increíble noche de pasión y,
cuando todos los hombres han huido por fin de la habitación, me dirijo al
baño y me doy una larga ducha caliente. Esta empapa mi cuerpo como si
fueran gotas de Júpiter de los dioses y, aunque acabo de pasar toda la noche
follando, me siento como si estuviera totalmente viva y dispuesta a hacerlo
de nuevo.
Salgo de la ducha, me seco y me visto. Echo un último vistazo a la
habitación en la que acabo de perder la inocencia y entonces me golpea
como un martillo en la frente… ¡Soy setecientos cincuenta mil dólares más
rica que ayer!
Me apresuro a bajar las escaleras para ir a recoger mi dinero para que
Stacy y yo podamos salir a celebrarlo.
La primera persona que me encuentro al bajar las escaleras es al
organizador del evento. Parece bastante cansado y se acerca a mí con una
sonrisa de satisfacción.
—Esos tipos acaban de marcharse y parecían muy contentos con el buen
rato que les has hecho pasar —dice—. También han terminado de transferir
los fondos a tu cuenta y me alegra decirte que ahora eres setecientos
cincuenta mil dólares más rica.
—¡Guau! —exclamo, y Stacy corre a darme un emocionado abrazo.
Puedo ver que está bastante cansada y realmente aprecio el hecho de que
haya estado esperando toda la noche por mí.
—¡Estoy muy orgullosa de ti! —dice y sonríe de oreja a oreja—. Ahora,
¡salgamos a celebrarlo!
Capítulo 4

Brad

He tenido muchas sesiones de sexo e, incluso, he hecho un par de tríos,


¡pero nada puede compararse con lo que acabo de hacer con esa chica!
Lo curioso de todo esto es que no pienso en lo que acabamos de hacer
como una especie de polvo en grupo sin sentido… Es más bien como si
Jenny se hubiera entregado a mí y a mis amigos como una especie de gesto
magnánimo y siento como si toda la experiencia nos hubiera unido a todos.
Veo cómo todos mis amigos abandonan la mansión, pero aún no estoy
preparado para irme. El organizador se ha asegurado de que transfiriésemos
la cantidad total de setecientos cincuenta mil dólares a la cuenta bancaria de
Jenny antes de permitirnos salir, pero les digo a los porteros que necesito
sentarme un momento para descansar antes de estar listo para irme.
Asienten con la cabeza y me permiten sentarme en un sofá de cuero en la
sala donde se celebró la subasta anoche.
La verdadera razón por la que estoy sentado aquí es que quiero hablar
con Jenny… Ver si puedo conseguir que me dé su número de teléfono. Sé
que es un poco incómodo intentar establecer alguna conexión con ella
después de habérmela follado con diez amigos más, pero es que hay algo en
ella que me hace sentir que quiero conocerla o, al menos, volver a verla
alguna vez.
Por fin, la veo bajar las escaleras, pero no me ve. Se acerca al
organizador y éste se la lleva, a ella y a su amiga, a alguna parte. Pienso que
lo más seguro es que vayan a hacer algún trámite o algo así, así que me
quedo sentado y la espero en el sofá de cuero. Al no ver aparecer de nuevo
a Jenny y a su amiga, me levanto para ir a ver por donde han desaparecido.
Me encuentro con el organizador y me doy cuenta de que no puedo
preguntarle exactamente a dónde ha ido Jenny. Las reglas de la subasta
dicen muy claramente que las chicas no tienen ninguna obligación después
con el tipo que hace la oferta ganadora por una chica en particular.
—¿Puedo ayudarle en algo, señor? —pregunta el organizador, y yo
niego con la cabeza.
—No, supongo que me he perdido en esta enorme mansión —digo con
una sonrisa.
—Vale, no hay problema. Déjeme mostrarle dónde está la puerta
principal —dice y me señala la dirección correcta. En ese momento, por el
rabillo del ojo, veo que un taxi se aleja por detrás de la mansión y
reconozco inmediatamente el pelo rubio y salvaje de Jenny en el asiento
trasero. Parece que el taxi la ha recogido a ella y a una amiga de la parte de
atrás de la mansión y, antes de que pueda hacer nada, se han ido.
—Espero que lo hayan pasado muy bien con nosotros esta noche y
quizás nos volvamos a ver en el futuro —dice el organizador y yo asiento
con la cabeza antes de salir de la mansión por la parte delantera.
Rápidamente, corro hacia mi moto, me subo a ella y la pongo en marcha.
Por lo que veo, solo hay un camino que se aleja de la mansión y quizá
aún pueda alcanzar al taxi. Empiezo a correr por la sinuosa carretera, pero
por más que lo intento, no consigo localizar el taxi con la chica rubia
increíblemente sexy en el asiento trasero… La chica que acaba de follarme
a mí y a diez de mis amigos tan bien que probablemente no podremos
sacarnos la experiencia de la cabeza durante el resto de nuestras vidas.
Decido volver a mi casa para dormir un poco y le sonrío a mi
mayordomo de confianza cuando me deja entrar. Sabe que no debe
preguntar los detalles de dónde he estado y me gusta que sea así. Ni siquiera
tengo fuerzas para ducharme y me dejo caer encima de la cama, totalmente
agotado. Jenny me ha agotado en serio y me duermo en apenas unos
segundos.
En el momento en el que me quedo dormido, inmediatamente tengo un
sueño muy vívido y no me sorprende demasiado descubrir que se trata de
Jenny. Sueño que ella y yo estamos de vuelta en la mansión, pero esta vez
ninguno de mis amigos moteros está con nosotros.
Volvemos a estar en la misma habitación en la que acabamos de pasar la
noche celebrando una salvaje orgía sexual, pero esta vez el ambiente es
muy diferente… Suena una música suave de fondo y las luces están
encendidas de forma tenue. La cojo en brazos y nos ponemos a bailar. Por
alguna razón, el simple hecho de bailar con Jenny en mi sueño es casi más
erótico que toda la noche de sexo que acabo de tener con ella.
Me despierto sudando frío y me siento erguido en la cama. Todavía hay
luz en el exterior y me doy cuenta de que mi estado físico es casi como el
de un hombre que experimenta el desfase horario. Aunque son más o menos
las tres de la tarde, me parece que debería ser de noche. Decido que no tiene
sentido seguir durmiendo, ya que probablemente acabaré teniendo una
noche de insomnio si paso demasiado tiempo durmiendo durante el día.
Bajo las escaleras y me preparo una taza de café fuerte. Sigo
sintiéndome cansado, pero el café no tarda en inyectarme algo de
adrenalina. Camino sin rumbo fijo, paseando por la habitación como un
animal enjaulado… preguntándome cómo diablos voy a conseguir hablar
con Jenny.
Esperaba que un poco de sueño me limpiara la mente y me ayudara a
deshacerme de su pensamiento, pero ha hecho todo lo contrario. Ella es
ahora en lo primero que pienso y no puedo deshacerme de la increíble
sensación de pertenencia que he experimentado mientras soñaba con ella.
Me doy cuenta, de inmediato, de que esto no va a desaparecer así como
así. Algo me pasa con ella y voy a tener que encontrarla. El único problema
es que no soy un gran investigador privado y no tengo ni idea de cómo
localizar a una persona como Jenny. No tengo ni idea de dónde vive y ni
siquiera sé cuál es su apellido.
—Siento molestarle, señor, pero Gary está aquí para verle —anuncia mi
mayordomo y hace pasar a mi mejor amigo.
—¡Hombre, vaya noche! —dice Gary, y puedo ver que tardará mucho
tiempo en desaparecer esa sonrisa de su cara.
—Ya ves que sí. Acabo de despertarme después de dormir un poco la
siesta y todavía me siento cansado.
—Bueno, me alegra ver que sigues vivo. El resto de los chicos y yo
estábamos pensando en hacer un largo viaje por carretera mañana. Me
preguntaba si te apetece unirte a nosotros.
—Eso suena muy bien, Gary, pero necesito pasar tiempo con una amiga
mía especial y tengo algunas cosas de las que necesito ocuparme aquí en
casa, así que creo que vosotros deberíais hacer el viaje sin mí —digo,
pensando que preferiría pasar los próximos dos días buscando a Jenny que
salir a la carretera con mi club de motos. Esto, en sí mismo, es un indicio
muy claro de que la chica se ha apoderado de mi mente. Normalmente, no
hay nada que me guste más que salir a la carretera con mis compañeros y
devorar los kilómetros en mi Harley.
Gary parece un poco decepcionado, sobre todo por el hecho de que
parece que estoy más interesado en pasar tiempo con una mujer que con mis
amigos moteros, pero al final se marcha después de que le prometa que
volveré a unirme a él y al resto de los chicos en el próximo viaje por
carretera.
En cuanto sale por la puerta, me siento y me sirvo otra taza de café solo.
Me lo tomo de un solo trago y disfruto de la forma en que salpica el interior
de mi estómago. Me siento un poco culpable de estar decepcionando a mis
hermanos de los Dragones de Los Ángeles por lo que siento por Jenny, pero
me doy cuenta de que, de todos modos, no les voy a servir de nada si mi
mente está en otro lugar todo el tiempo mientras estamos de viaje.
Lo pienso un poco más y me doy cuenta de que el mejor lugar para
empezar a buscar es la mansión, donde la conocí por primera vez. Sé que va
a ser un poco incómodo y no estoy del todo seguro de que el organizador
del evento, que también parece ser el dueño de la mansión, vaya a ser de
gran ayuda.
Puedo entender por qué tienen normas tan estrictas en estas subastas en
las que se venden vírgenes… Después de todo, no quieren que las chicas
sean acosadas por nadie después y, probablemente, esta es también la razón
por la que a Jenny se le permitió salir por la puerta trasera para que nadie
pudiera seguirla.
Pero he sido lo suficientemente rico como para saber que un poco de
dinero en efectivo a veces puede llegar muy lejos y rápidamente me meto
un par de billetes de cien dólares en el bolsillo. Pensando que tal vez no sea
suficiente, saco un gran fajo de billetes de un cajón y hago un recuento
rápido. Hay más de cincuenta mil dólares y estoy bastante seguro de que
servirá para engrasar un poco las palmas de la mano del organizador y
conseguir su cooperación.
Salgo, me subo a mi Harley y me pongo en marcha. Me doy cuenta de
que sigo vestido exactamente con la misma ropa que el día anterior, pero
me importa un bledo. No voy a ninguna función elegante y si el dueño
piensa que huelo raro o algo así, simplemente añadiré otros mil dólares a mi
soborno.
Cuando me detengo frente a las puertas que separan la carretera
principal de la mansión no veo a nadie y tengo que pulsar un botón del
interfono y esperar.
—Buenos días, ¿viene a hacer una entrega? —me pregunta alguien que,
obviamente, es un sirviente.
—No, solo he venido a ver al dueño, así que, por favor, déjeme entrar.
—¿Puede decir a qué se dedica, señor? —responde el criado y casi
pierdo los nervios.
—Déjeme decirlo así, si no abre esta maldita puerta ahora mismo, la
abriré de una patada. Tengo que discutir un asunto urgente con el dueño de
esta mansión y le sugiero que abra esta puerta de inmediato.
Hay un momento de silencio y me pregunto si me he pasado de la raya.
Pero, entonces, las puertas se abren despacio y pongo en marcha la moto
para conducir hasta la parte delantera de la mansión.
—Ah, ha vuelto. ¿Podría explicarme por qué ha considerado necesario
dirigirse así a mi criado? —pregunta el dueño desde su posición en lo alto
de la escalera. Puedo ver que está ligeramente irritado.
—Le pido disculpas por haber perdido los nervios —le digo—, es que
realmente necesito información sobre esa chica que conocí aquí anoche…
¿Jenny?
—Me temo que no podré darle esa información. Como sabe, somos
bastante estrictos con ese tipo de cosas. ¿No se le explicó antes de la
subasta de anoche?
Me acerco al hombre y le doy la mitad del dinero que he traído. Sé que,
probablemente sea muy rico por sí mismo, pero el dinero es el dinero y veo
que mi gesto le impresiona bastante.
—De verdad, no quiero que hagas nada ilegal o que vaya en contra de
las normas, pero es que esa chica me ha gustado mucho y quiero llevarla a
cenar algún día. ¿Crees que, tal vez, podrías decirme dónde localizarla…
darme su número o algo así?
El hombre me mira por un momento y me doy cuenta de que está
atrapado entre dos pensamientos. Por un lado, probablemente no quiere
poner en peligro el buen negocio que tiene con estas subastas. Es decir, la
noche anterior debió de haber más de doscientos hombres en su mansión y,
a mil dólares por cabeza de entrada, eso supone unos buenos doscientos mil
dólares por la noche, todos pagaderos a él en efectivo.
Por otro lado, acabo de entregarle unos veinticinco mil dólares y es
difícil que se aleje de esa cantidad de dinero en efectivo. Decido hacer mi
última jugada y sacar el resto del dinero de mi bolsillo.
—Quizás esto te ayude a tomar una decisión final —le digo y le entrego
el resto del dinero. Se queda de pie con unos cincuenta mil dólares en
efectivo en sus manos y sé que tenemos un ganador. Me mira y me hace un
gesto para que lo siga dentro.
—Por favor, no mencione a nadie que le he dado información —me
pide y yo le indico rápidamente que su ayuda será estrictamente
confidencial. Nos dirigimos a su despacho y saca una carpeta con algunos
documentos—. Le voy a dar la única información que puedo compartir con
usted, ya que los detalles de su cuenta bancaria y demás están,
definitivamente, fuera de la mesa.
—Lo comprendo perfectamente, cualquier información que me puedas
dar será agradecida —le digo y lo miro expectante.
—Bueno, su apellido es Williams… Jenny Williams, y eso es todo lo
que puedo decirle.
—¡Gracias, eso ayuda mucho y realmente aprecio que me ayudes con
esto! —digo, y mi corazón comienza a latir con emoción dentro de mi
pecho. Salgo rápidamente de la mansión y conduzco hacia las puertas tan
rápido como puedo. Ahora que sé su nombre, siento que no tardaré mucho
en localizarla.
—¡Jenny Williams, prepárate, ahí voy! —grito mientras conduzco hacia
mi casa con el viento silbando a mi lado en mi Harley Davidson.
Llego a casa y me apresuro a entrar. Lo primero que hago es coger una
guía telefónica local y empiezo a buscar el nombre «Jenny Williams». Mi
corazón se desploma cuando descubro que hay diecisiete personas con el
nombre de «Jenny Williams» en mi zona. Además, cuando empiezo a
marcar los números, muchos de ellos ya no existen. Echo un vistazo a la
portada de la guía telefónica y me doy cuenta de que tiene más de diez
años. Como he pasado los dos últimos años viajando, no he tenido tiempo
de hacer cosas como conseguir la última guía telefónica. De todas formas,
la mayoría de estas cosas son ahora digitales y me asalta la idea de que
podría tener más éxito si me meto en Internet y la busco allí.
Abro mi ordenador portátil, encuentro la página de búsqueda de Google
y escribo «Jenny Williams». Pero esta búsqueda da aún menos resultados
que los de la guía telefónica, ya que hay miles y miles de páginas de
Internet con el nombre «Jenny Williams». No solo es un nombre muy
común, sino que también parece que hay muchos personajes en libros y
novelas que llevan el nombre de «Jenny Williams».
—¡Maldita sea! —exclamo y cierro de golpe el portátil. Me devano los
sesos en busca de una posible solución a mi apuro y entonces se me
ocurre… ¡Facebook!
Vuelvo a abrir rápidamente el portátil y encuentro mi perfil de
Facebook. Llevo años sin entrar en él, así que tardo en recordar la
contraseña. Cuando por fin entro en mi página de inicio, escribo «Jenny
Williams» en el cuadro de búsqueda. Los resultados son bastante similares a
los que obtuve en Internet… Hay tantos perfiles con ese nombre que no
tardo en darme cuenta de que va a ser tarea imposible comprobarlos todos.
No solo hay demasiados perfiles para mirar, sino que muchos no tienen una
foto de la cara y nunca voy a saber cuándo estoy viendo de verdad el perfil
de la «Jenny Williams» que estoy buscando.
Me dirijo a la cocina y preparo una enorme jarra de café recién hecho.
No voy a rendirme y, aunque me lleve el resto del fin de semana y veinte
tazas de café solo, ¡voy a dar con la manera de encontrarla!
Capítulo 5

Jenny

Estoy tan emocionada cuando el taxi nos deja a Stacy y a mí frente a su


apartamento que apenas puedo contenerme. Entramos corriendo y nos
conectamos a mi base de datos de Internet para asegurarnos de que todo
esto es real. Me conecto y ahí está de nuevo… Mi saldo es ahora de
setecientos cincuenta y dos mil dólares. Los otros dos mil dólares era todo
lo que tenía en mi cuenta antes de anoche y ¡ahora soy rica!
—¿Sabes? Hasta que no vi que mi saldo bancario superaba los
setecientos cincuenta mil dólares hubiera pensado que todo habría sido nada
más que un engaño —digo con una sonrisa de felicidad y Stacy baila por su
apartamento como una niña pequeña a la que le acaban de regalar una
bicicleta por Navidad.
—¡Es absolutamente increíble! Quiero que me cuentes todos y cada uno
de los pequeños detalles de lo que pasó anoche —dice Stacy, y se sienta
frente a mí con una mirada muy expectante en su bonita cara. La miro ,y de
repente, me siento increíblemente agradecida a quien es mi mejor amiga. Si
no fuera por ella, nunca me habría enterado de la subasta de la Virgen.
—Te prometo que te voy a contar todo lo que ha pasado… pero ahora
mismo empiezo a sentirme un poco cansada —contesto, y lo digo de
verdad. Supongo que el acto de follar con once moteros durante toda la
noche ha terminado por afectarme y no creo que sea capaz de llegar a mi
propio apartamento antes de quedarme dormida.
—¿Sabes qué? Yo también me siento cansada y no quiero perderme
nada cuando por fin me lo cuentes todo, así que creo que las dos
deberíamos echarnos una siestecita ahora mismo —sugiere Stacy e,
inmediatamente, me dejo caer de espaldas en su cómodo sofá. Stacy se deja
caer en el extremo opuesto del mismo sofá y arrastra una manta sobre las
dos. Siempre tiene una manta cerca, ya que pasa la mayor parte de las
tardes en el sofá, viendo la televisión. No tardo mucho en dejarme caer en
el país de los sueños y, como es lógico, caigo en un sueño tan profundo que
ni siquiera recuerdo lo que he soñado cuando me despierto más tarde ese
mismo día.
—Tía, he disfrutado mucho de esa siestecita —dice Stacy y se frota los
ojos mientras se sienta recta en el sofá tras despertarse un par de minutos
después que yo.
—Supongo que ya es hora de que te cuente todos los jugosos detalles de
lo que hice con esos moteros arriba, en la mansión, anoche —digo con una
sonrisa traviesa—, ¡pero he estado pensando en ello y creo que las dos nos
merecemos un pequeño capricho esta noche!
—Eso suena genial… ¿Qué es exactamente lo que tienes en mente? —
pregunta Stacy. La miro por un momento y luego me decido.
—¡Tú y yo vamos a ir al restaurante más caro de Los Ángeles y nos
vamos a divertir con mucho estilo! —grito emocionada y, entonces, las dos
nos ponemos en pie de un salto y nos abrazamos para iniciar las
celebraciones de la noche. Nos dirigimos a la habitación de Stacy y le pido
prestado uno de sus conjuntos; un pequeño conjunto rojo y unas sandalias
plateadas a juego. Me miro en el espejo y me doy cuenta de que ni siquiera
me he quitado los pendientes. La verdad es que combinan muy bien con el
conjunto, así que me los dejo puestos y me maquillo rápidamente la cara—.
Visto lo visto, no creo que tengamos que dedicar más tiempo a ponernos
guapas —digo y Stacy asiente de forma vehemente con la cabeza.
—Vale, ¡estoy lista para salir! —dice y, al momento siguiente, estamos
de camino a «Les Mans», el restaurante francés más caro de Los Ángeles.
Cogemos un taxi y le doy al chico una propina de veinte dólares al bajarnos.
Stacy se limita a sonreír ante mi extravagancia y entramos en el restaurante.
Nada más hacerlo nos encontramos con una bonita mesa cerca de la
ventana.
—Buenas noches, señoritas —dice un elegante camarero francés con un
sexy acento mientras nos da a cada una un menú— ¿Puedo ofrecerles algo
de beber y unos sabrosos aperitivos para empezar la noche?
—Sí, gracias —digo con mi voz más modesta—. Tomaremos el
champán más caro que tengan y después decidiremos qué queremos tomar
de aperitivo. —Mi pronunciación de la palabra francesa es tan divertida que
Stacy estalla en carcajadas y yo tampoco puedo contenerme, así que me río
a carcajadas con ella.
—Oui Madame, le traeré nuestra mejor botella de champán francés
Moët et Chandon —dice el camarero con apenas un atisbo de sonrisa en la
comisura de su boca y hace una pequeña reverencia antes de darse la vuelta
para ir a buscar nuestras bebidas. Stacy mira la carta de bebidas y sus ojos
se abren de par en par cuando ve el precio de la botella de champán. La
siguiente frase es:
—¡Dios mío! Esa botella de champán que acabas de pedir cuesta
doscientos sesenta dólares la botella —susurra en voz baja y conspiradora.
Al principio, me siento ligeramente sorprendida al escuchar esa noticia,
pero luego me doy cuenta de que tengo setecientos cincuenta mil dólares en
el banco y noto cómo toda la tensión se me escapa del cuerpo.
—En ese caso, ¡creo que deberíamos pedir dos botellas! —digo y las
dos estallamos en carcajadas de nuevo. El camarero vuelve con el champán
y nos sirve una copa a cada una. Tomo un pequeño sorbo y me encanta
cómo las burbujas parecen bailar en mi lengua. El champán es un poco más
amargo de lo que esperaba, pero enseguida me doy cuenta de por qué es tan
caro… Me deja un precioso regusto en la lengua y me muero de ganas de
tomar otro sorbo.
—¿No te encanta la forma en que parece ponerte la barriga en llamas?
—me pregunta Stacy, y me doy cuenta de que ella también se ha enamorado
del caro champán. Cuando vuelve el camarero, decidimos probar el
escargot, un nombre francés para los caracoles.
—Eh…, ¿realmente crees que seremos capaces de comernos eso? —
dice Stacy cuando le explico lo que es.
—No te preocupes, si no te gusta puedes volver a escupirlo —le digo y
Stacy pone cara de disgusto. Un momento después, vuelve el camarero y
los caracoles parecen realmente mucho más apetecibles de lo que parecen
cuando piensas en lo que estás comiendo. Nadan en una pequeña fuente de
mantequilla y cada una tiene un pequeño tenedor con el que sacar el
caracol.
—¡A la de tres! —digo y cuento hasta tres. Las dos nos llevamos los
caracoles a la boca y, para mi sorpresa, ¡están absolutamente deliciosos!
Tiene un sabor a mantequilla y ajo y se deshacen en mi lengua como una
especie de comida de ángeles celestiales.
—Hmmm, esto es absolutamente magnífico —corrobora Stacy y cierra
los ojos mientras se mete otro caracol en la boca. Nos sentamos y
disfrutamos de nuestros entrantes, regados con copiosas cantidades del caro
champán francés. Me siento muy bien al tener dinero para mimarnos, para
variar, y me encuentro pensando en todas esas tardes en las que Stacy y yo
nos sentábamos en su apartamento, comiendo fideos de dos minutos y
bebiendo Kool-Aid porque no teníamos dinero para nada mejor.
—Ya me conoces y nunca he sido una snob, pero después de probar esto
puedo entender perfectamente por qué la gente se gasta miles de dólares por
cenar en estos restaurantes —comenta Stacy y yo estoy perfectamente de
acuerdo con ella. La buena vida sabe muy bien y sé que no quiero volver a
ser pobre… Nunca.
—¿Están listas para pedir sus entrantes? —pregunta el amable camarero
francés y yo sacudo la cabeza, casi con violencia.
—¡No! Pensamos quedarnos aquí toda la noche y es demasiado pronto
para tomar el plato principal —digo y el camarero asiente con la cabeza.
—Lo que realmente me gustaría probar es una o dos ostras… ¿Si no te
importa? —dice Stacy y me mira, relamiéndose.
—Esta noche, Stacy, querida, puedes tomar todas las ostras de este
restaurante si es el deseo de tu corazón —digo y el camarero inclina
ligeramente la cabeza antes de desaparecer para ir a buscarnos un par de
ostras a cada una.
—Casi siento que me gustaría probar todas y cada una de las cosas del
menú —dice Stacy con una sonrisa y estoy totalmente de acuerdo con ella.
Acabamos probando más entrantes; uno que consiste en setas fritas con
pimienta y crema y otro que es básicamente una especie de carne cruda
mezclada con hierbas picantes. Todo sabe a gloria y me pregunto si me
quedará espacio para el plato principal después de todo esto. Stacy y yo
tomamos un poco más de champán y cuando miro la botella me doy cuenta
de que está casi vacía. Rápidamente, pido otra botella del mismo líquido
celestial y no pasa mucho tiempo antes de que Stacy y yo estemos
ligeramente borrachas.
—¡Propongo un brindis por la subasta de Virginia! —exclamo
emocionada y Stacy se ríe a carcajadas.
—¿No te refieres a la subasta de vírgenes? —se ríe.
—Sí… da igual, propongo un brindis por ella —digo y le doy un trago a
mi vaso.
—Ahora que tienes la lengua bien engrasada, querida amiga, quiero que
me cuentes todos y cada uno de los jugosos detalles de las cosas indecibles
que os hicisteis tú y esos once moteros en el dormitorio de la mansión
anoche —murmura Stacy y se inclina hacia delante con gran expectación.
Procedo a contarle todo lo que hicimos y no me dejo nada en el tintero.
Stacy escucha con la respiración contenida y me doy cuenta de que se está
poniendo cachonda mientras le cuento cómo se la chupé a todos los
motoristas y les permití que se corrieran por todo mi cuerpo desnudo.
Cuando le cuento que cada uno de ellos se turnó para follarme mientras yo
estaba esposada a la barandilla de la cama, parece que está a punto de
experimentar su propio orgasmo.
—Vale, para… Me estás poniendo tan caliente que voy a resbalar de
esta silla si sigues así —dice Stacy después de una media hora y yo me
vuelvo a sentar en mi silla con gran satisfacción.
—¡Genial! Mi trabajo aquí está hecho y espero que ahora te haya puesto
tan cachonda que no seas capaz de concentrarte durante el resto de la noche.
—No diría que estaba en condiciones de mantener la concentración
antes de que empezaras… pero da igual, ahora siento que puedo
concentrarme aún menos, accurationateley. —Stacy se ríe y apura su copa
de champán.
—¿Qué demonios significa accurationateley? —pregunto y también
empiezo a reírme.
—No es mi culpa que no hayas prestado atención en la clase de inglés…
¡ve a buscarlo! —dice Stacy con su mejor voz de directora y las dos nos
reímos tanto que todos en el restaurante dejan de comer para mirarnos. A
estas alturas, Stacy y yo nos reímos de absolutamente todo y ni siquiera nos
importa que estemos causando un pequeño alboroto. Todo el champán me
ha dado hambre y por fin me siento preparada para el plato principal.
—Creo que pediré la langosta —digo cuando el camarero vuelve a
preguntarnos qué queremos pedir.
—¡Y yo! —dice Stacy, ebria. El camarero no tarda en volver con dos
platos de comida de aspecto delicioso, con enormes langostas sobre camas
de arroz y verduras. Tardamos un rato en saber cómo se comen, pero una
vez que conseguimos sacar la carne de los caparazones, ambas nos
relamemos al probar lo deliciosa que está.
—Realmente puedo acostumbrarme a este estilo de vida —dice Stacy
por enésima vez y yo solo asiento con la cabeza. Cuando acabamos con la
langosta, me doy cuenta de que Stacy está tan llena como yo y no creo que
tenga sitio para un bocado más. Nos dan la cuenta y, a diferencia de tantas
otras veces que he pagado con mi tarjeta de crédito en el pasado, esta vez
no tengo miedo de que el pago no se haga efectivo. Le doy una buena
propina a nuestro amable camarero y se ofrece a llamarnos un taxi.
Aceptamos de buen grado su oferta y nos tomamos dos tazas de delicioso
café para despejarnos un poco antes de volver a casa.
No pasa mucho tiempo antes de que el camarero se acerque para
decirnos que nuestro taxi ha llegado y salimos a trompicones del
restaurante, todavía riendo. Cantamos todo el camino hasta el apartamento
de Stacy y, de alguna manera, subimos las escaleras y entramos sin
causarnos heridas graves después de que el taxista nos deje.
—¡No me digas que vas a dormir en mi sofá otra vez! —dice Stacy
cuando me tumbo en el sofá de su apartamento.
—¿Te han dicho alguna vez que hablas demasiado cuando estás
borracha? —digo y me tapo con la manta para ponerme cómoda. No pasa
mucho tiempo antes de que me quede dormida y Stacy se acuesta conmigo
en el otro extremo del sofá, como había hecho esa misma mañana.
Dormimos hasta bien entrada la mañana siguiente y, cuando por fin nos
levantamos, me doy cuenta de que Stacy tiene tan mala resaca como yo.
—Por Dios… Es como si alguien me golpeara la cabeza con un martillo
o algo así —susurra Stacy, y sé exactamente a qué se refiere. Tengo un
dolor de cabeza palpitante y las dos nos acercamos a la cocina para tomar
un café solo y una aspirina. Al cabo de un rato, empiezo a sentirme
ligeramente mejor y Stacy y yo nos sentamos en el salón para hablar.
—¿Cuáles son exactamente tus planes ahora? —pregunta Stacy—.
Supongo que ya no tienes que ir a arrastrarte delante de viejos gordos para
conseguir un trabajo.
—No, esa parte de mi vida ha terminado… Definitivamente, voy a
empezar algo propio y he estado pensando que me gustaría abrir mi propia
revista. ¿Estarías interesada en unirte a ella?
—¡¿Interesada?! Me encantaría —chilla Stacy y, de repente, me siento
muy emocionada, a pesar de que todavía me duele la cabeza. Hablamos un
poco más y decidimos que no tiene sentido dejar que crezca la hierba bajo
nuestros pies. Ese mismo día, hacemos planes para ir a buscar una oficina y
no tardamos en pensar en varios posibles nombres para la revista.
—¿Qué tal los viajes de Jenny? —sugiere Stacy, y el nombre me gusta
de inmediato.
—¿Pero no sentirás que te has quedado atrás si tu nombre no está
también en el título? —pregunto, dubitativa. Realmente, valoro la
contribución que Stacy ha hecho a todo esto y no quiero que se sienta
menospreciada.
—No puedo sentir que me estoy quedando atrás cuando el nombre fue
idea mía. —comenta Stacy con una lógica insuperable y yo asiento con la
cabeza.
—De acuerdo, ¡que sea Jenny’s Travels! —Chocamos nuestras tazas de
café para celebrar el nacimiento de nuestra revista. Pasamos un rato más
sentadas en el salón, bebiendo café y recuperándonos de los excesos de la
noche anterior. Cuando por fin nos sentimos con fuerzas, nos vestimos, nos
maquillamos y salimos a la calle para empezar a buscar una oficina. No
tardamos mucho en encontrar una que tiene muy buena pinta y rápidamente
llamamos al número que aparece en el cartel del escaparate que anuncia que
el espacio está en alquiler.
—Sí, ¿en qué puedo ayudarle? —pregunta una voz masculina al otro
lado de la línea.
—Me llamo Jenny y me gustaría alquilar este espacio de oficinas en la
séptima avenida —digo, yendo directamente al grano.
—De acuerdo… ¿Tiene alguna garantía que poner como aval? —
pregunta el hombre, claramente reticente.
—Bueno, no soy dueña de ningún inmueble ni nada por el estilo, pero
tengo dinero en el banco, si eso le tranquiliza —digo con una sonrisa y
Stacy levanta los dos pulgares hacia arriba para indicar que le encanta lo
que acabo de decir.
El hombre se apresura a decir que está bien y una hora más tarde
estamos sentadas en su despacho firmando el contrato de arrendamiento de
la oficina.
—¿No es increíble la facilidad con la que se abren estas puertas ahora
que tenemos algo de dinero en nuestras manos? —pregunto, y Stacy me da
la razón—. Y que lo digas. Aún recuerdo cómo mi madre tuvo que firmar
un aval por mí cuando conseguí mi pequeño apartamento de mierda…
¡Definitivamente, prefiero esta forma de hacer las cosas!
Durante los dos días siguientes nos ponemos a trabajar de verdad y
compramos los muebles de la oficina y todo lo que necesitamos para poner
en marcha la revista. No reparamos en gastos y, cien mil dólares después,
nos plantamos frente a Jenny’s Travels, observando al tipo mientras pinta el
nombre de la revista en el escaparate.
—¡Esto es como un sueño hecho realidad! —exclama Stacy, y nos
abrazamos y bailamos emocionadas en la acera. Luego, entramos y nos
ponemos manos a la obra para preparar nuestro primer número para su
publicación.
Stacy tiene algo de experiencia en el mundo editorial, ya que solía
trabajar como becaria en otra revista. Pero ahora ha dejado ese trabajo y le
he ofrecido el doble de su sueldo anterior para que trabaje conmigo, además
de darle el veinte por ciento de las acciones del negocio. Al principio, se
opuso a mi generosidad, pero luego le recordé que nada de esto habría sido
posible sin su aportación y su sugerencia de que participara en la subasta de
vírgenes. Hemos decidido concentrarnos en la publicación en Internet, así
que también he solicitado la ayuda de un informático para dar a conocer
nuestra nueva revista. La mayor parte de nuestros artículos tratarán sobre
las atracciones locales de Los Ángeles y ya hemos decidido que visitaremos
algunos grandes restaurantes de la zona para escribir reseñas y artículos
sobre su comida.
—Supongo que tendremos que comportarnos un poco mejor cuando
visitemos estos nuevos restaurantes de lo que nos comportamos en ese
restaurante francés justo después de la subasta de vírgenes —dice Stacy
mientras nos sentamos a discutir qué restaurante visitar a continuación.
—¡Sí, tienes toda la razón! —Me río entre dientes. Pienso en los
tiempos difíciles por los que hemos pasado Stacy y yo y en cómo en el
pasado salíamos a menudo a bares y restaurantes donde sabíamos que
habría aperitivos gratis solo para poder comer algo. Me doy cuenta de que
esos días se han ido para siempre y que ir a la cama con hambre nunca más
formará parte de nuestras vidas. Es fantástico pensar que ahora comeremos
en restaurantes con estrellas Michelin como parte de nuestro trabajo.
También estoy planeando viajar un poco y escribir artículos adicionales
sobre los lugares de interés y las atracciones turísticas de la zona, solo para
añadir un poco de sabor y variación al contenido de nuestra revista. Stacy se
encargará de la parte técnica, como, por ejemplo, de poner las fotos, el texto
y los anuncios en páginas web bien compuestas.
—¿Cómo van las cosas con nuestros anunciantes? ¿Tenemos ya alguna
empresa interesada en anunciar sus negocios en nuestra revista? —pregunté
mientras Stacy me ponía al día de sus progresos.
—Sí, tuve que ofrecer a algunas de estas empresas una tarifa especial
para que empezaran, pero me alegra decir que tenemos algunas personas
que parecen estar muy entusiasmadas con esta revista y creo que pronto
verás cómo nuestros ingresos por publicidad se disparan —dice Stacy con
gran confianza.
—¿Y las suscripciones?
—Me complace anunciar que ya tenemos más de veinte suscripciones
de pago, solo por los teasers y los correos electrónicos masivos que
enviamos para anunciar la creación de la revista —dice Stacy.
—¡Eso es absolutamente increíble! ¿Quieres decir que hay gente
dispuesta a pagar tres dólares al mes por una revista que ni siquiera ha visto
antes?
—Te olvidas de que antes trabajé en otra revista —dice Stacy con una
sonrisa pícara—. Todavía tengo algunas de las listas de correo electrónico
que utilizaban allí y he utilizado todas las direcciones que había para enviar
la información de nuestra nueva revista a personas que ya confían en mí
cuando se trata de suscripciones, ofertas especiales y cosas por el estilo.
Durante los dos días siguientes, Stacy y yo trabajamos muy duro y no
tardamos en estar listas para sacar nuestro primer número. Consiste,
principalmente, en algunas reseñas de restaurantes, artículos sobre las
atracciones turísticas de la zona y breves referencias a las próximas
festividades. En cuanto la revista sale a la luz, Stacy y yo nos sentamos
frente a mi ordenador portátil, tratando de calibrar el tipo de interés que está
generando. Pronto vemos algunas observaciones en la sección de
comentarios debajo de los artículos y todas son muy positivas.
«¡Me encanta vuestra nueva revista!», «No sabía que Los Ángeles
tuviera tantas atracciones maravillosas, ¡gracias por publicar esto!», y
muchos otros comentarios similares que van en esa línea. Pero es la página
de suscripción la que realmente nos deja a Stacy y a mí atónitas y
sorprendidas. El primer día, en la primera hora después de la publicación de
nuestro primer número, ¡tenemos más de cincuenta nuevas suscripciones!
—Eso significa que ya tenemos más de setenta suscripciones… y a tres
dólares por suscripción, eso significa que ya estamos ingresando doscientos
dólares al mes en nuestro primer mes de publicación —dice Stacy y
chocamos los cinco para celebrar el éxito de la revista.
—A este ritmo, pronto tendremos claros beneficios —digo con gran
satisfacción y Stacy asiente con la cabeza.
—¿Quién iba a pensar que vender tu virginidad en una subasta podría
dar lugar a una oportunidad tan maravillosa? —comenta Stacy y yo no
puedo más que coincidir con ella en que estoy totalmente alucinada por
cómo ha funcionado todo esto. Pasamos los dos días siguientes trabajando
en nuestro segundo número y me siento verdaderamente feliz en lo
profesional por primera vez en mi vida.
Lo único que siento como un ligero vacío en mi nueva y feliz vida es el
hecho de que todavía no tengo un hombre que me abrace por la noche… y
no dejo de pensar en aquella noche en la mansión y en la increíble pasión
que compartí con aquellos once moteros, sobre todo en algunos de los
momentos entre el guapísimo chico de pelo rubio y los tatuajes de dragones
arremolinados por todo su musculoso torso…
Capítulo 6

Brad

Al menos, ahora tengo su apellido, aunque no tenga ninguna idea


concreta de cómo se supone que esto me va a ayudar a encontrarla. Después
de pasar algún tiempo en Facebook e Internet sin ningún éxito, decido que
lo siguiente mejor sería empezar a preguntar en algunos lugares públicos de
la zona, como bibliotecas y colegios.
Lo primero que hago es ir a un par de bibliotecas y preguntarles si
tienen a alguien con el nombre de Jenny Williams en sus libros. Esto tiene
más éxito que mis esfuerzos en Internet, en el sentido de que no encuentro
decenas y decenas de personas con el nombre de Jenny Williams en las
distintas bibliotecas en las que hago averiguaciones.
El inconveniente, por supuesto, es que no encuentro ningún rastro de
una persona con el nombre de Jenny Williams… Es casi como si esto fuera
exactamente lo contrario de mi búsqueda en Internet y empiezo a
preguntarme si la gente con el nombre de Jenny Williams quizás,
simplemente, no está interesada en los libros.
—Vale, Jenny Williams, a ver si te las arreglas para conseguir algún tipo
de educación secundaria, aunque no seas el tipo de chica a la que le gusta
sentarse en la biblioteca a leer libros —me digo con una sonrisa lacónica
mientras salgo de la última biblioteca.
Empiezo a conducir hacia algunas escuelas locales de la zona, pero no
tardo en darme cuenta de que esto me va a llevar mucho tiempo. No solo
tengo que lidiar con el tráfico, sino que también es toda una misión llegar a
ver a alguien, en cualquiera de las escuelas que visito, que realmente pueda
ayudarme. La gente, simplemente, no está dispuesta a dar información
sobre los antiguos alumnos de ninguno de los institutos y tampoco parecen
estar interesados en mis sobornos en efectivo.
—¿Cómo te atreves a sobornarme? Creo que será mejor que te vayas
antes de que llame a la policía —me grita una anciana en la oficina de
administración de un instituto concreto cuando intento comprarle
información por cien dólares.
Sigo conduciendo y, al cabo de un rato, empiezo a preguntarme si esto
va a ser solo una búsqueda inútil sin final feliz. Paro en un restaurante local
para comer algo y me pido un sándwich de pollo con mayonesa y un
refresco. Por aburrimiento, más que nada, empiezo a charlar con la
camarera y se me ocurre mencionar que estoy buscando a una chica llamada
Jenny Williams.
—¿Jenny? ¿La chica con curvas y pelo largo y rubio? —me pregunta la
camarera, e inmediatamente me enderezo en la silla.
—¿Por qué? ¿La conoces? —pregunto emocionado.
—¿Conocerla? Era prácticamente mi mejor amiga en la escuela —dice
la chica y procede a contarme cómo ella y Jenny solían sentarse a charlar en
clase cuando deberían de haber estado prestando atención a las clases. No
puedo creer en mi suerte y empiezo a pensar que, solo quizás, el universo
ha decidido ayudarme en mi búsqueda de esta increíble mujer.
—Sé que esto es algo inusual, ya que no me conoces de nada, pero
¿serías tan amable de darme el número de Jenny? —pregunto con mucho
cuidado.
—Oh, no me importaría darte su número, en absoluto, salvo que perdí el
contacto con ella hace unos dos años —dice la chica y se encoge de
hombros antes de darse la vuelta y alejarse para atender a otro cliente.
Sacudo la cabeza ante mi mala suerte y no puedo creer que la camarera
haya perdido el contacto con Jenny. Pero no estoy dispuesto a dejar que este
pequeño golpe de suerte se quede en el camino y, cuando la camarera
vuelve, continúo interrogándola.
—¿Cómo se llamaba exactamente el instituto al que asistíais Jenny y tú?
—pregunto y la camarera se lo piensa un momento antes de responder.
—Supongo que puedo decírtelo, siempre y cuando prometas no ir a
acosarla o algo así… El nombre del instituto era Willow Bridge High.
Pago la comida, dejo una buena propina a la camarera y me subo a la
parte trasera de mi Harley para ir al instituto Willow Bridge tan rápido
como puedo. Me detengo frente al edificio y, tras haber adquirido una
valiosa experiencia sobre cómo acercarme, y no acercarme, al personal
administrativo de estos lugares, llamo con mucha cautela a la puerta de la
oficina con una placa que dice «administración» una vez que llego al
edificio principal.
Un señor mayor me abre la puerta y me pregunta si puede ayudarme.
—Hola, señor, busco urgentemente a una de sus antiguas alumnas para
entregarle un importante mensaje sobre la herencia de su difunta abuela —
le digo con mi mejor dialecto de abogado. El hombre parece un poco
dubitativo y rápidamente procedo a describirle de forma detallada a Jenny
Williams como una hermosa chica de pelo largo y rubio y ojos verdes. Me
mira con curiosidad e inclina cuanto apenas la cabeza hacia un lado antes de
decir:
—Ha dicho que tiene que entregar un mensaje urgente a esta chica sobre
la herencia de su difunta abuela, pero ¿cómo sabe cómo es? ¿La has
conocido antes?
Me quedo de pie, absolutamente perplejo. Me siento tan orgulloso de la
historia de mierda que se me ha ocurrido en relación con la herencia de la
supuesta abuela de Jenny que se me ha olvidado por completo pensar en
una historia de fondo para explicar cómo sé su aspecto. No puedo decirle a
este amable caballero que pude ver bien a Jenny Williams cuando yo y diez
de mis amigos moteros tuvimos una orgía sexual con ella hace un par de
días… ¡De alguna manera tengo la sensación de que no va a salir bien!
—Oh… Ahh, sí… El caso es que… —tartamudeo, pero me doy cuenta
de que ya es demasiado tarde. Debería haber tenido una respuesta corta y
tajante a la pregunta del señor y el hecho de no poder darle una explicación
ya me ha hundido el barco.
—Si no le importa, tengo mucho trabajo que hacer y le deseo un buen
día —dice el caballero y me cierra la puerta en las narices. Me doy la vuelta
como un chico de instituto al que le acaban de decir que no ha entrado en el
primer equipo de fútbol y me dirijo a mi moto con los hombros caídos.
Conduzco a casa sin energía y voy a tumbarme en el sofá después de
pedirle a mi mayordomo que meta la moto en el garaje. Tengo la terrible
sensación de que se me han acabado las opciones y no tengo ni idea de qué
más puedo hacer para intentar encontrar a Jenny. Estaba muy emocionado
cuando descubrí cuál era su apellido y ahora parece que ese dato concreto
no me ha servido para nada.
Me acerco a la nevera y cojo una cerveza fría. Me bebo casi la mitad y
vuelvo al salón, sin saber qué hacer a continuación. Me siento frente al
portátil y, sin saber qué más hacer, vuelvo a escribir «Jenny Williams» en el
cuadro de búsqueda de Google. Sé que ya lo he hecho al menos diez veces,
pero nunca se sabe…
Para mi total sorpresa y asombro, hay una nueva entrada en la tercera
página de mi búsqueda en Google. El título de la búsqueda es Jenny’s
Travels y, justo debajo del título, se menciona que la propietaria de este
negocio concreto es una chica llamada Jenny Williams. Hago clic en el
enlace y me lleva a un sitio web que, según la referencia de la búsqueda de
Google, acaba de ponerse en marcha en las últimas seis horas.
—No me extraña que no lo viera cuando busqué ayer en Internet —
murmuro para mí y empiezo a leer la página web. Parece ser una especie de
revista de viajes con un montón de artículos interesantes sobre restaurantes
y atracciones turísticas de Los Ángeles. Está muy bien elaborada y me
impresiona bastante…
Nunca me habría imaginado que una chica tan sexy como Jenny
Williams fuera periodista o algo por el estilo. De repente, siento que una
increíble excitación brota en mi interior y me pongo en pie de un salto antes
de terminarme la cerveza.
—La he encontrado… ¡He localizado a la mujer más sexy sobre la faz
de esta puta tierra! —exclamo y marcho hacia la nevera para ir a buscar otra
cerveza para celebrarlo. Vuelvo a la página web y veo que no tiene ningún
número de teléfono de Jenny Williams, pero sí una dirección y miro
rápidamente el reloj. Ya son las seis, así que no tendría sentido ir allí ahora
mismo, pero ya he decidido que mañana a primera hora visitaré Jenny’s
Travels en persona.
Capítulo 7

Jenny

La revista va muy bien y pronto tendremos nuestros primeros quinientos


suscriptores de pago. Eso, unido a nuestros anunciantes, nos hace alcanzar
el equilibrio en el primer mes de funcionamiento. Sé que no se trata del
dinero, pero el hecho de que la revista ya esté pagando sus propios gastos
significa mucho para mí y para Stacy. Demuestra que realmente somos
capaces de hacer que esto funcione y sé que no pasará mucho tiempo antes
de que empecemos a ver beneficios reales.
Con la confianza de un primer mes de funcionamiento muy exitoso a
nuestras espaldas, contrato a algunos escritores y fotógrafos más para que
nos ayuden a hacer artículos aún mejores el mes siguiente. Stacy y yo
vamos a muchos restaurantes y nos turnamos para escribir reseñas sobre la
comida.
Afortunadamente, la calidad de la cocina en Los Ángeles es tan alta que
nunca nos encontramos escribiendo otra cosa que no sean informes
realmente elogiosos y positivos. Pronto nos hacemos conocidas en la ciudad
y cuando llegamos a cualquier restaurante nuevo nos tratan como a la
realeza. Me siento increíblemente realizada en mi vida profesional, pero
todavía no he encontrado a ningún hombre con el que me plantee iniciar
una relación estable… O incluso solo una aventura sin sentido.
No dejo de pensar en la noche llena de pasión que pasé en la mansión y,
aunque sé que no es la forma habitual de perder la virginidad para una
mujer moderna del siglo veintiuno, no puedo pensar en nada más excitante
que haya hecho en toda mi vida y desearía poder volver a experimentar ese
mismo tipo de delicioso placer y pasión.
Stacy y yo nos sentamos a menudo hasta altas horas de la noche para
hablar de nuestros sueños para el futuro y me he dado cuenta de que la
mayoría de los míos no se han hecho realidad. Stacy cree que deberíamos
empezar a pensar en ampliar nuestra revista escribiendo también sobre otros
temas además de la comida y los viajes, pero yo creo que deberíamos
concentrarnos en esos dos temas por el momento. Sé que las ideas de Stacy
son buenas, pero no quiero perder la concentración ahora que todo va tan
bien.
—Creo que podemos empezar a ramificarnos en nuevas áreas en cuanto
nos sintamos realmente cómodas con nuestros lectores y los entendamos un
poco mejor —le digo y Stacy se lo piensa un momento antes de asentir con
la cabeza.
—Supongo que tienes razón… Tal vez me esté emocionando demasiado
con todo esto. Para ser sincera, ¡no puedo pensar en un momento de mi vida
en el que haya estado tan apasionada y entusiasmada por algo como lo estoy
ahora mismo!
—Sé exactamente lo que quieres decir, para mí todo esto todavía se
siente como un sueño y si conociera al tipo adecuado en este momento, mi
vida sería cien por cien genial —digo suspirando.
—¡No me digas eso! Solía salir de vez en cuando antes de que
empezáramos con esta revista, pero ahora me estoy centrando tanto en mi
trabajo que ni siquiera recuerdo la última vez que fui a un restaurante con
alguien que no fueras tú —dice Stacy.
—Es una verdadera lástima que tú y yo no podamos tener una relación
amorosa —digo con una sonrisa pícara y Stacy me da una colleja.
—No empieces conmigo… Eres una chica preciosa y si no te gustan los
chicos estoy segura de que puedes encontrar un par de chicas pelirrojas
calientes en Los Ángeles para mantenerte feliz —se ríe.
—No, estoy bien… creo.
Me pregunto si eso es realmente cierto. Si de verdad estoy bien. Ahora
que he probado la seducción del éxito profesional me resulta bastante fácil
entender cómo algunas mujeres se pasan el resto de su vida persiguiendo el
ascenso profesional sin llegar a asentarse con un chico. Hay algo en ello
que da tanto poder y seguridad que sería fácil olvidar que yo también soy
una mujer.
—¿Crees que sería posible llevar un negocio como el nuestro y también
tener un hombre en tu vida al mismo tiempo? — pregunto de improviso y
Stacy parece ligeramente sorprendida por mi inusual pregunta. Se lo piensa
detenidamente antes de responder.
—¿Sabes qué? En realidad, es una muy buena pregunta… Yo misma no
lo he pensado, pero cuando pienso en todo el tiempo que estamos pasando
en la revista me pregunto si de verdad hay lugar para un hombre en mi vida
ahora mismo…
—Eso es justo a lo que me refiero. Pero, además, ¿cuándo crees que
cambiará? Cuanto mejor nos vaya con la revista, más vamos a invertir
nuestro tiempo y esfuerzos en ella y en algún momento tendremos que
tomar la decisión de tener también una vida personal al margen —digo.
Stacy no tiene una respuesta preparada para mis preocupaciones, así que
empezamos a hablar de otras cosas. Pero, más tarde, esa misma noche,
cuando estoy despierta en mi flamante cama de matrimonio, pienso en la
noche en la mansión. Cuanto más pienso en ella, más me parece recordar al
chico rubio con los tatuajes del dragón… Todos los demás que participaron
en esa noche de pasión se han desvanecido de mi memoria, pero por alguna
razón ese chico rubio parece haber cobrado mayor protagonismo mientras
sigo repasando las cosas que hicimos en el piso superior de la mansión la
noche de la subasta.
—Ojalá te hubiera conocido en otras circunstancias —susurro a nadie
en particular, y mi mano baja sigilosamente hasta mi coño y empieza a
explorar sus húmedas profundidades mientras intento recordar cómo sentí
su tacto contra mi cuerpo desnudo. En mi mente, puedo ver su polla erecta
y aún recuerdo cómo sabía cuando la rodeé con mis labios y la chupé hasta
el fondo de mi garganta… Picante y salada, con un toque de lujuria y deseo
en la mezcla para que su sabor fuera absolutamente perfecto.
Me levanto de la cama y decido darme una ducha caliente. Cualquier
cosa con tal de olvidarme de ese tipo. Pero incluso mientras estoy bajo las
relajantes gotas de agua caliente, parece que no puedo desterrarlo de mi
mente. Sigo pensando en su mirada, su tacto, su olor y, sobre todo, en su
increíble e imponente presencia, que parecía poseer todo mi cuerpo y mi
alma mientras me follaba sin sentido aquella noche en la mansión.
Cuando finalmente me duermo, sueño con él y me despierto a la
mañana siguiente sintiéndome aún más excitada que la noche anterior.
—Ponte a trabajar y pronto te olvidarás de él —me digo, pero sé que es
mentira. A medida que avanza el día en la oficina, no dejo de pensar en él y
empiezo a temer que se trate de una especie de obsesión… una obsesión sin
ningún futuro, ya que no tengo ni idea de dónde está y, aunque lo supiera,
sé que probablemente piense en mí como un simple objeto sexual que les
proporcionó a él y a sus amigos moteros algo de diversión durante una
noche.
Cuando por fin consigo centrarme en un artículo que estoy escribiendo
sobre un nuevo restaurante de la ciudad, siento una sensación de alivio e
inspiración, ya que el tema por fin llena mi mente de pensamientos distintos
a los del motero rubio con tatuajes de dragones.
Justo cuando estoy bien instalada y absorta en mi trabajo, Stacy entra en
mi despacho y me interrumpe.
—Siento mucho molestarte, cariño, pero hay alguien que quiere verte y
creo que tú también vas a querer verlo —dice.
—Oh, Stacy, ¿puedes hacerme un favor y ocuparte de ello? En realidad,
no tengo tiempo para ver a nadie ahora mismo y estoy muy concentrada en
este artículo —digo, pensando que, lo más seguro, sea un fotógrafo o uno
de los nuevos periodistas que he contratado.
—Como he dicho… creo que esto es algo que querrás comprobar por ti
misma —dice Stacy y antes de que pueda repetir mi petición de que se
encargue ella misma, veo que alguien aparece detrás de ella en la puerta.
Me siento más que irritada y estoy a punto de decirle al tipo que debería
marcharse con Stacy para que ella lo ayude con cualquier asunto que le
haya traído a mi despacho, pero cuando se aparta y puedo ver quién está de
pie detrás de ella, entro en shock.
Al principio, mi mente se niega a aceptar las señales que mis ojos están
enviando a mi cerebro… No puede ser… Pero lo es… ¡Es el tipo del tatuaje
del dragón de la mansión!
—Siento mucho molestarte mientras trabajas, pero he pensado en
pasarme a saludar —dice como si fuera lo más natural del mundo que un
tipo que ha participado en un gangbang conmigo se presente en mi trabajo
y se ponga a charlar. Me levanto muy despacio, en parte por el susto y en
parte para intentar no hiperventilar.
—¿Cómo me has encontrado? Quiero decir, ¿qué quieres? Es decir…
—Para ser la dueña de una flamante revista no eres muy versada con las
palabras, ¿verdad? —dice, y sé que solo está haciendo una broma para
romper la tensión, pero me siento ligeramente irritada con lo que acaba de
decir.
—Bueno, para serte sincera, no todos los días llega alguien como tú
aquí sin avisar y no me estaba preparando precisamente para soltar un
discursito pulcro a alguien que ha… cómo decirlo, pasado un rato tan
estridente conmigo hace un par de noches.
—Oh, no pretendía ofenderte ni nada, no hace falta que te enfades ni
que te pongas así, solo me preguntaba si te gustaría salir a tomar un par de
copas conmigo hoy, más tarde.
Así de fácil. El tipo con el que he estado fantaseando durante los
últimos dos días por fin se ha plantado delante de mí y se comporta de
forma tan odiosa que, simplemente, no puedo encontrar dentro de mí misma
la posibilidad de decirle que sí. Una parte de mi cuerpo me dice que soy una
absoluta idiota; que debería aprovechar la oportunidad y tomar unas copas
con él y luego volver a su casa y romperle los sesos… Pero estoy en el
trabajo y mi lado intelectual se impone.
—¿Sabes qué? Por muy bonito que suene, no creo que vaya a tener
tiempo para salir a rememorar los buenos tiempos contigo. Ahora, si me
disculpas, tengo que seguir trabajando —le digo y vuelvo a sentarme detrás
de mi escritorio.
Se queda de pie con una mirada como si le hubiera echado agua helada
sobre su entusiasmo.
—¿Estás realmente segura de eso? Es decir, estaba pensando…
—No, ya te he dicho que no quiero salir contigo, ¡ahora si me disculpas
por favor! —digo con tanta fuerza que, al final, se da la vuelta y se va. De
repente, siento cómo si quisiera saltar y correr tras él… como si quisiera
agarrarlo y decirle que no quise decir nada de lo que acababa de decir. Pero
estoy congelada, rígida en mi silla y no hago absolutamente nada mientras
el objeto de mi deseo desaparece de la misma manera con la que había
llegado.
—¿Qué demonios te pasa? —pregunta Stacy con un tono de voz
realmente sorprendido. Levanto la vista y ella está de pie en mi puerta,
sacudiendo la cabeza como si no pudiera creer lo que acaba de escuchar.
—¿Qué quieres decir? ¿De verdad esperas que salga con un tipo que
tuvo un gang bang conmigo y con diez de sus amigos moteros?
—Mira, entiendo que es un poco raro que aparezca aquí de la nada, de
esa manera… ¡¿Pero has visto qué aspecto tiene?! —exclama Stacy y sé
exactamente a qué se refiere. Parecía aún más atractivo de lo que yo
recordaba en mis fantasías y sé que cualquier chica en su sano juicio estaría
más que dispuesta a salir con un tipo como él.
—Sé que está bastante bueno, pero no creo que podamos superar la
extraña forma en la que nos conocimos y me da miedo acabar sentada allí
toda la noche con él, sintiéndome incómoda o algo así —digo en un intento
incoherente de justificar mi comportamiento.
—Jenny Williams, esa frase que acabas de pronunciar ha sido tan
incoherente que habría que sacarla fuera y pegarle un tiro —dice Stacy con
una amplia sonrisa—. ¡Sabes muy bien que le deseas más que a cualquier
otra cosa en este mundo y si yo fuera tú superaría mi propia terquedad y le
daría una oportunidad al chico!
Lo pienso por un momento y me doy cuenta de que mi mejor amiga
tiene razón.
—Tal vez tengas razón, Stacy pero, como puedes ver, ya se ha ido y no
he cogido su número así que no hay absolutamente ninguna manera de que
caiga rendida a sus pies y haga lo que sugieres.
—No te preocupes, cariño, por la forma en la que se quedó mirando tu
cuerpo mientras tú te quedabas ahí toda indignada, echándole la bronca,
tengo la sensación de que volverá —dice Stacy con una amplia sonrisa.
—¿Cómo demonios sabes la forma en que me miró? ¿Estabas espiando
a escondidas? —pregunto con fingida indignación.
—No, no estaba espiando. Estaba aquí mismo, al aire libre,
observándolo todo para asegurarme de que no me pierdo ningún detalle
jugoso —dice y las dos nos echamos a reír.
—Está muy bueno, ¿verdad? —le pregunto cuando por fin nos
calmamos.
—Es tan sexy que creo que da una nueva definición al concepto de
calor. Tal vez, deberíamos describirlo como supercaliente o algo así —dice
Stacy y finalmente se da la vuelta para dejarme de nuevo con mi trabajo.
Me siento y trato de repasar el incidente en mi mente para averiguar por
qué actué así. Lo deseo mucho, pero una parte de mí teme que solo haya
venido porque quiere utilizarme para el sexo. Pero, incluso mientras
considero esta posibilidad, me encuentro preguntándome si sería tan malo
tener una relación puramente física con un tipo como el motorista rubio… y
me pregunto cómo demonios se llama. ¿Dijo que era Brad? Cualquiera que
sea su nombre, de repente empiezo a pensar que, aunque solo sea por una
noche, no sería tan malo meterse en su cama y volver a experimentar un
poco la misma pasión que compartí con él y con todos sus amigos
moteros…. ¡Incluso podría ser agradable tenerlo solo para mí esta vez!
Intento hacer algo de trabajo, pero ahora me resulta muy difícil
concentrarme. El guapísimo galán es ahora algo más que un producto de
mis fantasías y el hecho de que haya estado aquí, en mi oficina, hace que
todo sea muy real. De repente, me pregunto cómo me ha cambiado la
experiencia en la mansión. Antes, era bastante reservada y despreciaba a los
chicos porque nunca parecían estar a la altura de la imagen perfecta del
hombre perfecto que siempre he tenido en mi mente…
Una imagen perfecta que se parece exactamente a mi difunto padre.
Ahora mismo, no creo que sea tan reservada… Después de todo, ahora
tengo una increíble orgía sexual en mi pasado y sería difícil para mí actuar
de forma inocente y pura después de eso. Pero todavía siento que quiero
mantener a todos los chicos a distancia y no estoy muy segura de estar
preparada para permitir que alguien se acerque a mí. Aunque sea solo para
tener sexo.
Vuelvo al trabajo y termino mi artículo. Miro el reloj y me doy cuenta
de que es hora de ir a casa. Stacy aparece y me pregunta si me apetece ir al
bar a tomar un par de copas, pero no me apetece mucho y la rechazo.
—No, gracias, amiga, creo que me voy a acostar temprano esta noche y
te veré aquí mañana por la mañana, bien temprano —le digo y Stacy se
despide de mí con la mano antes de irse.
Me levanto, cojo mi abrigo y cierro la puerta de la oficina tras de mí
antes de subirme a mi flamante BMW y empezar a conducir hacia casa. Me
sienta bien ir con estilo y sé que Stacy también disfruta del flamante Mini
Cooper que se ha comprado con el dinero que le presté. Pase lo que pase
entre el chico rubio con tatuajes de dragones y yo, sigo sintiéndome muy
feliz con el lugar en el que me encuentro y, aunque todavía hay una parte de
mi vida que está ligeramente vacía por la ausencia de un hombre en ella,
siento que voy a estar bien.
Decido que las preocupaciones de mañana pueden cuidarse solas
mientras piso el acelerador y conduzco a casa.
El día siguiente en la oficina es ligeramente diferente, casi como si el
lugar ya no fuera el mismo. Me doy cuenta de que ahora parece que el lugar
tiene una historia que incluye algo más que el trabajo y la celebración de un
nuevo negocio. Ahora es el lugar donde he vuelto a ver al guapísimo galán
de la mansión, y tengo la sensación de que nunca más podré quitármelo de
la cabeza, ahora que ha estado aquí, en la santidad de mi propia oficina.
Capítulo 8

Brad

Durante los dos días siguientes intento por todos los medios que Jenny
acepte volver a verme. No sé si está intentando jugar conmigo, pero la
primera vez que la llamo me pregunta cómo me llamo. Puedo jurar que ya
le he dicho antes que me llamo Brad y es la primera vez en toda mi vida que
una chica se olvida de mi nombre… La invito a salir repetidamente y tengo
la sensación de que estoy muy cerca; de que realmente quiere salir
conmigo. Pero, por alguna razón desconocida, siempre se echa atrás en el
último segundo y cada vez que la llamo por teléfono me dice que tiene que
ir a ocuparse de un trabajo urgente.
Al final, me doy cuenta de que llamarla por teléfono no va a servir de
nada y decido que voy a necesitar un enfoque diferente. El hecho de que
haya conseguido encontrarla es casi una señal de lo alto de que estamos
destinados a estar juntos y no voy a dejar que su actitud reticente se
interponga en nuestro camino. No ahora que tenemos una oportunidad real
de tener algo especial juntos.
Me encuentro pensando en el viejo dicho de que «solo queremos las
cosas que no podemos tener» y supongo que hay mucho de cierto en ello. El
hecho de que siga rechazándome hace que la desee más. Pienso en toda la
situación y me parece que todo el asunto con Jenny es un absoluto
enigma… una contradicción en los términos.
Uno pensaría que una chica que está dispuesta a entregarse a once
hombres al mismo tiempo sería muy abierta, pero Jenny resulta ser una de
las mujeres más reservadas que he conocido en toda mi vida. Es casi como
si pensara que no soy lo suficientemente bueno para ella. Esto es todo un
cambio para mí, ya que por norma general tengo chicas que me persiguen y
caen a mis pies solo por el honor de pasar una noche en mi cama.
Tras pensarlo mucho decido que solo hay una manera de hacer esto;
tengo que volver a su oficina, a pesar de que me mandó a paseo con el rabo
entre las piernas la vez anterior que lo intenté. Esta vez, me detengo justo
delante de su oficina, y no a una manzana de distancia como hice la vez
anterior. Acelero el motor de mi Harley un par de veces y me aseguro de
hacer un ruido tan fuerte que ella tiene que salir para ver qué demonios está
pasando.
—¿Qué es ese ruido? —grita mientras sale a la calle y pienso que está
muy guapa cuando se enfada.
—¡Hola, he pensado en pasarme por aquí y enseñarte mi nueva moto!
—grito para hacerme oír por encima del ruido de la Harley. Luego, apago el
motor para que podamos hablar.
—¡Dios mío, pero si hace mucho ruido! —exclama, pero veo que no
está realmente enfadada. Describiría la expresión de su cara como algo
entre la admiración y la sorpresa.
—Bueno, es porque es una Harley Davidson —digo con una amplia
sonrisa—. ¿Por qué no vamos a dar una vuelta? —Creo que algo en la
forma directa en la que se lo he preguntado la ha pillado fuera de juego y no
me rechaza inmediatamente, tal y como ha hecho tantas veces antes.
Percibo una oportunidad y sigo adelante—. Venga, vamos a dar una
vueltecita y te traigo aquí enseguida —le sugiero con mi mejor voz de Boy
Scout de honor.
—De verdad que no debería… —Empieza a decir, y me doy cuenta de
que tengo que ser muy firme ahora, a menos que quiera que esta
conversación vaya por el mismo camino que todos mis avances anteriores.
—Mira, solo da este paseo conmigo y te prometo que te dejaré en paz
después, ¿de acuerdo? —le digo, y puedo ver que esto la impresiona.
—Solo un paseo, ¿vale? —dice suspirando. Mira a su alrededor por
última vez y luego se sube a la parte trasera de la Harley.
—Solo una vuelta, lo prometo —le digo y le agarro las manos para
enseñarle cómo sujetarse a mí por detrás. Le doy el casco de repuesto que
he traído y la ayudo a ponérselo. Luego, arranco el motor y le digo que se
agarre bien. Me encanta la forma en que se agarra a mi cuerpo por detrás
mientras aceleramos por la autopista.
Grita cuando la Harley se aleja con nosotros encima y me doy cuenta de
que le encanta. La llevo por la Sunset Strip y el tiempo es perfecto mientras
conducimos con el océano al lado. La gente se detiene a mirarnos y yo
acelero la Harley al máximo para que ella pueda sentir su potencia. No
conduzco demasiado lejos, recordando mi promesa de que no la mantendré
alejada del trabajo durante demasiado tiempo. Pronto damos la vuelta,
conducimos de vuelta y, cuando por fin me detengo frente a su oficina para
dejarla, se quita el casco y veo un sonrojo en su cara por la emoción del
viaje.
—Gracias, ha sido increíble —dice, y veo que lo dice en serio.
—Mira, sé que prometí dejarte en paz y si eso es lo que realmente
quieres, entonces lo haré… Pero esto ha sido tan divertido que estoy
pensando que podemos repetirlo alguna vez, ¿no? —le digo con mucho
cuidado. Ella parece pensarlo un momento y luego me mira directamente a
los ojos.
—Mira, Brad, he disfrutado mucho de este paseo, pero aún no estoy
segura de todo esto… Lo único que puedo decirte es que me lo pensaré,
¿vale? —dice y me doy cuenta de que no debo presionarla más ahora
mismo.
—De acuerdo, me conformaré con eso… por ahora —digo y vuelvo a
ponerme mi propio casco en la cabeza antes de despedirme de ella con la
mano y alejarme en la distancia.
Me voy a casa y hago todo lo posible por pensar en algo que no sea
Jenny durante el resto del día, pero tengo muy poco éxito. Mi mente no deja
de pensar en la sensación de tener sus brazos a mi alrededor mientras estaba
sentada en la parte trasera de mi Harley y me muero de ganas de volver a
sentir su tacto. Paso el resto del día intentando hacer algo de trabajo en el
jardín, pero me parece una eternidad y cuando por fin me acuesto esa noche
sé que voy a ir a su oficina a primera hora de la mañana.
A la mañana siguiente, me levanto temprano y me subo a la moto para ir
a Jenny’s Travels a hablar con ella. Sé que probablemente es peligroso
presionarla en este momento, pero siento que estoy cerca de un avance y no
quiero que piense que he perdido el interés. A diferencia de la vez anterior,
cuando la visité en el trabajo, esta vez intento no hacer demasiado ruido y
aparco la Harley a media manzana de su oficina.
Me bajo y me quito el casco antes de empezar a pasear en dirección a
Jenny’s Travels. Cuando llego, entro por la puerta principal y llamo con
cautela a la puerta del despacho de Jenny. Sé que estoy tentando a la suerte,
pero no puedo evitarlo y le enseño mi mejor sonrisa cuando levanta la vista
de su portátil.
—¿Es un mal momento? —digo con todo el encanto que puedo reunir.
—No, exactamente… Pero me sorprende bastante verte aquí tan
temprano. ¿Qué es lo que has dicho que haces para ganarte la vida? ¿No
deberías estar trabajando? —dice con una expresión de sorpresa en su
hermoso rostro.
—No he dicho a qué me dedico —respondo con una sonrisa pícara y me
pregunto cuándo demonios se va a calmar un poco y dejar de hacer tantas
preguntas.
—Bueno, algunos tenemos que trabajar, así que quizá no sea el mejor
momento para tener esta conversación —dice y me doy cuenta de que estoy
peligrosamente cerca de que me eche de su despacho.
—¡Oh, vamos, no seas así! Me preguntaba si habías pensado en mi
invitación a dar otro paseo en mi Harley desde ayer.
—En realidad, no he tenido tiempo de pensarlo… Ahora que lo
mencionas, ¿no es muy cara esa moto? ¿Por qué no me dices a qué te
dedicas para que pueda averiguar de dónde sacas el dinero para pagar
juguetes tan caros?
—¿No te gusta que haya ciertas cosas secretas sobre mí que no doy a
conocer al resto del mundo? —le pregunto en un último esfuerzo para que
se calme. Pero veo que se está poniendo muy nerviosa y me doy cuenta de
que toda esta visita puede haber sido una muy mala idea.
—¿Sabes, Brad? Cuanto más hablo contigo más me da la sensación de
que hay algo que me estás ocultando… Realmente no me apetece
involucrarme con un tipo que tiene algún tipo de esqueleto en el armario y
creo que lo mejor sería que dejaras de visitarme y llamarme —dice y siento
que el corazón se me cae por el estómago. Toda esta conversación ha ido en
la dirección equivocada y no tengo ni idea de cómo salvarla.
—Siento mucho haberte pillado en mal momento… Quizá podamos
volver a hablar de esto más tarde —digo y salgo corriendo de allí antes de
que pueda decirme que no tengo ninguna esperanza de volver a hablar con
ella. Vuelvo a mi moto sintiéndome increíblemente abatido y sin tener ni
idea de lo que voy a hacer el resto del día… De hecho, el resto de mi vida,
si no consigo convencer a Jenny de que vuelva a verme.
Intento pasar el resto del día sin pensar en ella, pero es una tarea
imposible. Me doy cuenta de que me he enamorado de esta hermosa mujer
y me emociona y me horroriza a la vez. Normalmente, me importan una
mierda las chicas con las que he tenido sexo, pero ahora parece que soy
incapaz de borrar los recuerdos de Jenny.
Justo después de la comida la llamo por teléfono e intento hablar con
ella con mi voz más tranquila y controlada. Pero solo me concede un
minuto antes de terminar la llamada después de decirme que tiene que
volver al trabajo. Esa misma tarde, vuelvo a llamar y esta vez solo me dice
que está ocupada y me tiene a la espera. Me siento como un colegial que es
rechazado por la chica a la que quiere llevar al baile de graduación y me
acuesto esa noche soñando y fantaseando con ella. Pero mañana es otro día
y sé que no voy a renunciar a ella y que haré todo lo que esté en mi mano
para que salga conmigo.
No soy un hombre que se rinda fácilmente, sobre todo cuando he
decidido que quiero algo… ¡Y quiero a Jenny más de lo que he querido a
alguien en toda mi vida!
Capítulo 9

Jenny

Me siento al final del día y me pregunto qué demonios me ha llevado a


poner a Brad en espera. Sé que está molestando un poco, pero nunca había
hecho ese tipo de cosas y me doy cuenta de que hace aflorar en mí
emociones que ni siquiera sabía que existían. Me siento como si todo mi
mundo estuviera al revés y a veces siento que ya no soy yo misma. Estoy
dividida entre mi lujuria por Brad y mi miedo a que acabe haciéndome daño
si le permito acercarse a mí.
De repente, deseo que mi padre siga vivo… Sé que podría hablar con él
sobre esta situación y que me habría dado un gran consejo. Tal vez me
hubiera dicho que me olvidara de Brad, o tal vez me hubiera dicho todo lo
contrario… Tal vez me hubiera dicho que le diera una oportunidad al chico,
¿quién sabe?
La verdad es que me encantaría volver a dar un paseo en moto con
Brad, pero el hecho de que se niegue a decirme a qué se dedica me hace ser
muy recelosa a la hora de involucrarme con él. Miro el reloj y me doy
cuenta de que es hora de ir a casa, pero de repente no me apetece volver a
mi apartamento y quedarme allí sola, así que me acerco al despacho de
Stacy para ver qué está haciendo.
—Hola, amiga, ¿ya has terminado por hoy? —Stacy levanta la vista de
su escritorio y me sonríe.
—Sí, ya casi estoy. ¿Por qué lo preguntas? ¿Tenías algo en mente?
—En realidad, no, pero estaba pensando que quizás podríamos ir a
tomar algo a ese nuevo bar de la séptima avenida.
—¡Me parece bien! —dice Stacy y cierra su portátil—. Lo que queda
puede esperar a mañana y creo que estaría muy bien tomar un par de gin-
tonics para quitarnos los nervios.
Damos un paseo hasta el flamante bar de la séptima avenida y
encontramos una bonita mesa junto a la ventana. Un amable camarero nos
trae las bebidas y nos sentimos bien al formar parte de la multitud de Los
Ángeles. Miro por la ventana y veo a todo el mundo llegando a casa
después de un largo día de trabajo y me siento feliz de saber que por fin soy
una de ellos… Ya no soy una joven desempleada y necesitada sin rumbo en
la vida.
—¿No te encanta la idea de trabajar en nuestro propio negocio en lugar
de trabajar como esclavas para otra persona? —digo y doy un sorbo
satisfactorio a mi gin-tonic.
—¿Puedes repetirlo? Esto es, sin lugar a duda, un sueño hecho realidad
para mí y a veces tengo que pellizcarme para asegurarme de que no estoy
soñando. —Yo siento lo mismo.
—Ahora, si podemos encontrar dos hombres adecuados para
mantenernos calientes por la noche, esta será realmente la vida perfecta —
digo con un brillo travieso en mis ojos.
—Habla por ti… Yo estoy saliendo con dos chicos a la vez y, si todo va
bien, puede que pronto tenga a alguien que me dé calor por las noches —
dice Stacy entre risas.
—¡Estoy impresionada! Realmente te estás convirtiendo en una
verdadera chica de Los Ángeles y de repente siento que me he quedado
atrás —digo.
—Bueno, tal vez sea hora de que dejes de comparar a todos los hombres
que se interesan por ti con tu difunto padre… Así puede que acabes
saliendo con alguien, para variar —dice Stacy.
—Sé que hago eso de las comparaciones, pero realmente no tengo
ningún problema con ello. Quiero decir, ¿por qué no puedo encontrar un
tipo que sea un verdadero hombre de honor como lo era mi padre?
—Verás, la cosa es que no creo que estés buscando a alguien que tenga
el honor que tenía tu padre… ¡Es más bien que estás buscando una copia!
—dice Stacy, y sus palabras me impresionan profundamente. Nunca me lo
había planteado así y me pregunto si no tendrá razón. Decido hablarle de
Brad y de sus persistentes esfuerzos por intentar que salga con él.
—No estoy del todo segura de que tengas razón en eso, pero tal vez
debería decirte que Brad me ha estado llamando sin parar y quiere llevarme
a dar otro paseo en su Harley —le digo, susurrando. No estoy segura de lo
que pensará Stacy del hecho de que haya estado hablando con un tipo que
participó en un enorme gang bang conmigo la noche de la subasta de la
Virgen.
—Bueno, ¿por qué no sales con él? —dice Stacy, sorprendiéndome-
—¿Quieres decir que no crees que Brad solo va detrás de mí por una
cosa?
—Aunque sea así, Jenny, ¿realmente crees que sería tan mala idea tener
a un hombre como Brad en tu vida? —dice Stacy con una lógica irresistible
—. No es como si tuvieras a otra persona con la que te estés viendo en estos
momentos.
Me apoyo en el respaldo de la silla y pienso en las palabras de Stacy. Sé
que tiene razón en el hecho de que comparo a cada uno de los chicos que
conozco con mi padre y quizás ha llegado el momento de que deje de poner
el listón tan alto. Sé que nadie va a ser nunca el hombre que fue mi padre y
que si sigo teniendo unas expectativas tan altas puede que acabe
quedándome soltera el resto de mi vida.
—Supongo que tienes razón. Creo que lo pensaré un poco más y quizás
la próxima vez que me llame no seré tan dura con él —digo y cambio la
conversación a otro tema. Stacy y yo pasamos otras dos horas más o menos
en el bar y luego nos dirigimos a nuestros apartamentos por separado.
Me doy una larga ducha y me voy a la cama. Vuelvo a pensar en Brad y
me doy cuenta de que se está convirtiendo en un hábito para mí fantasear
con él antes de irme a dormir. Es casi como si tuviera una especie de doble
personalidad por la forma en la que lo alejo cuando intenta venir a verme al
trabajo y luego me dirijo a casa para tener fantasías sexuales con él antes de
irme a dormir.
Busco mi cajón y saco mi consolador favorito de su escondite bajo las
bragas. Abro las piernas y pongo el consolador contra mi clítoris. Entonces,
aprieto el interruptor para encenderlo y las rápidas vibraciones envían
inmediatamente ondas de placer por todo mi cuerpo.
No pasa mucho tiempo antes de que empiece a alcanzar un clímax
increíble y, cuando por fin me encuentro deslizándome por las pendientes
del placer orgásmico, arqueo la espalda y aprieto el vibrador con fuerza.
—¡Aah! —gimo con fuerza mientras todo mi cuerpo se estremece de
increíble placer. Cuando las olas de gozo y deleite se calman por fin, saco el
vibrador y lo guardo en el cajón junto a la cama. Tengo la sensación de que
podría volver a necesitarlo mañana por la mañana…
Capítulo 10

Brad

El hecho de que siga rechazándome me hace estar más decidido que


nunca a hacerla mía, o al menos a conseguir que vuelva a salir conmigo.
Me acuerdo de una chica que conocí en el colegio y de cómo siempre
me daba largas. Estuve tentado de renunciar a ella, pero decidí hacer un
último intento y un día, después del colegio, fui a su casa y simplemente
llamé a su puerta hasta que se cansó del ruido y me abrió. Le dije que me
gustaba mucho y que creía que éramos el uno para el otro. Y así, sin más,
mis palabras parecieron aturdirla al principio, pero luego fue como si
empezara a derretirse lentamente delante de mis propios ojos. Esa chica
acabó saliendo conmigo y la experiencia se convirtió en un punto de
referencia para mí desde entonces, recordándome lo importante que es no
renunciar a tus sueños y no dejar escapar a una chica si de verdad la
quieres.
—Mi queridísima Jenny, aún no estoy preparado para dejar pasar esto y
creo que puedo hacerte cambiar de opinión —murmuré para mis adentros
mientras me terminaba el desayuno, consistente en café solo y unas
tostadas.
Cuanto más lo pienso, más me doy cuenta de que voy a necesitar a
alguien que me ayude a resolver esto. Empiezo a llamar a algunos de mis
compañeros del club de moteros, pero todos ellos siguen fuera en el viaje
por carretera y sé que nunca se llevan el móvil cuando salen a la carretera
de esa manera. Al final, localizo a uno de los chicos en casa, un hombre
jovial llamado Trevor Whitehead. Trevor es un hombre felizmente casado y
a menudo se salta los viajes por carretera para pasar algo de tiempo en casa
con su mujer. Está encantado de tomarse un tiempo libre para charlar
conmigo y quedamos en un restaurante local para tomar un café.
—Hola amigo, ¿de qué quieres hablar conmigo? —me dice Trevor
cuando nos sentamos a la mesa. Tiene unos cuarenta años, un poco de
sobrepeso y es calvo; el tipo de hombre que todo el mundo quiere tener
como amigo. Siempre está sonriendo y se nota, por su forma de caminar y
hablar, que es un hombre realmente feliz.
—Te agradecería que me dieras algún consejo… He estado intentando
acercarme a esta chica y ella no deja de apartarme… Tengo la sensación de
que tengo que encontrar una forma diferente de acercarme a ella —digo y
miro a Trevor expectante. Al estar felizmente casado, no participó en la
orgía de la mansión con Jenny y mis otros amigos, así que no tiene ni idea
de quién es la chica de la que hablo.
—¡Ah, problemas de mujeres! —dice Trevor y echa la cabeza hacia
atrás entre risas—. Me alegro mucho de no tener que lidiar más con ese tipo
de cosas.
—¿Hablas en serio? ¿No echas de menos la emoción de la persecución
y la sensación de adrenalina que corre por tus venas cuando pones la vista
en una nueva mujer? —pregunto con curiosidad.
—No, puedo decirte sinceramente que nunca echo de menos ninguna de
esas cosas. Mi mujer y yo somos los mejores amigos y no cambiaría mi
relación con ella ni por todas las nenas del mundo —dice con gran
convicción.
—Vale, si tú lo dices… Es que me cuesta creer que un hombre pueda
establecerse con una sola mujer y ser feliz el resto de su vida.
—No te preocupes, amigo. Un día, encontrarás a la chica adecuada y
cuando te juntes con ella no volverás a mirar atrás —dice Trevor y yo me
encuentro deseando que tenga razón. Para ser totalmente sincero, me estoy
cansando un poco de ver a una chica diferente cada semana y solo deseo
que Jenny me dé una oportunidad para demostrarle que podemos estar bien
juntos.
—¡Realmente espero que tengas razón! Tal vez por eso espero que
puedas darme algún consejo sobre cómo acercarme a esa chica de la que te
hablé… Tal vez ella podría ser la indicada —digo y miro a Trevor
expectante en busca de un gran consejo.
—Vale, ahí va. No estoy del todo seguro de que esto te ayude, pero te
contaré lo que pasó cuando empecé a salir con mi mujer. A ella no le
gustaba el hecho de que fuera motero y me di cuenta de que tendría que
ceder un poco si quería estar con ella. Descubrí que a ella le encantaba ir a
la ópera y, por mucho que me resistiera a la idea de sentarme a escuchar a
unos italianos gordos cantando en el escenario, decidí darle una oportunidad
y empecé a ir a la ópera con ella. Apreció tanto que yo estuviera dispuesto a
desviarme de mi camino para hacer algo que a ella le gustaba, que me dio
un poco de espacio para montar en mi moto y al final todo funcionó bien.
—Vale, eso tiene sentido para mí… ¿Entonces, lo que estás diciendo, es
que debería intentar encontrar una forma de acercarme a esta chica con algo
que ella misma disfrute?
—Exacto. Deja de intentar atraerla con tu forma de hacer las cosas y
trata de encontrar una forma de acercarte a ella desde un ángulo que le
resulte más familiar… algo que no espere de un tipo como tú.
Trevor y yo nos terminamos nuestros cafés y le agradezco de todo
corazón su consejo. Nos despedimos y decido ir a casa y reagruparme.
Aunque el consejo de Trevor es en realidad bastante vago, tengo la
sensación de que sus sugerencias pueden resultar útiles y, si no, me hace
pensar en algunas formas alternativas de acercarme a Jenny en lugar de
limitarme a golpearme la cabeza contra sus barreras emocionales y rezar
para que acabe dejándome entrar.
Después de volver a casa, voy a por algo de comer y me siento en el
sofá a pensar un poco más en el consejo de Trevor. Por fin tengo claro que
necesito un nuevo enfoque… que no tiene sentido que siga llamándola o
que me presente de improviso en su oficina, sin avisar. Si continúo así,
estoy seguro de que obtendré el mismo rechazo que ya he sufrido antes, así
que me devano los sesos por encontrar un nuevo enfoque.
No se me ocurre nada, así que decido volver a echar un vistazo al sitio
web de Jenny en Internet. Recorro todas las páginas con atención y, por fin,
mi ojo capta una pequeña información que creo que puede resultar útil. En
la última página, debajo del buzón de mensajes que se puede utilizar para
contactar con la revista de Jenny, veo otro nombre. Stacy Donovan, de
marketing y publicidad.
Pienso en la primera vez que visité a Jenny en su oficina y aún recuerdo
a la otra chica que vi. De repente, me doy cuenta de que debe de ser Stacy y
que también trabaja en la revista con Jenny. Lo pienso un rato más y me
doy cuenta de que esta puede ser mi oportunidad de oro.
Stacy me pareció bastante agradable la primera vez que la conocí y
tengo la sensación de que podría hablar con ella. Tal vez, pueda hablar con
Jenny por mí y convencerla de que no soy un tipo tan malo, después de
todo.
Después de decidir que lo mejor es ir a hablar con Stacy a Jenny’s
Travels, me visto y doy un paseo en mi Harley hasta la parte de la ciudad
donde se encuentra la revista. No estoy del todo seguro de lo que haré si
Jenny se enfrenta a mí y me dice que debo marcharme, pero la fortuna
favorece a los valientes, así que sigo adelante y entro sin avisar, como ya es
mi costumbre.
Por suerte, Jenny parece que no está. Tal vez esté trabajando fuera
intentando conseguir información para un artículo, así que paso por delante
de su despacho hasta la puerta que hay al final del pasillo. Me imagino que
ahí debe de estar el despacho de Stacy. Cuando llego y me asomo a la
puerta, veo que estoy de suerte.
—¡Hola! Siento molestarte, pero me preguntaba si puedo hablar contigo
—le pregunto a Stacy. Esta levanta la vista con una sonrisa bastante
agradable. Ya sé cómo se llama, pero me hago el desentendido cuando me
habla.
—Eres el mismo que estuvo aquí el otro día… Brad, ¿no? —dice y yo
asiento con la cabeza.
—¡Sí, ese soy yo! —digo con una gran sonrisa.
—Hola, me llamo Stacy —dice ella también sonriendo—. ¿En qué
puedo ayudarte, Brad?
—Bueno, en realidad estaba buscando a Jenny… Pero ahora que estoy
hablando contigo, me preguntaba si podrías ayudarme —digo de forma
inocente.
—Por supuesto. ¿Por qué no voy a preparar un café y luego hablamos?
—Me sorprende lo útil que parece ser. Stacy es una chica muy guapa y si no
fuera porque ya estoy obsesionado con Jenny, podría haber activado todo
mis encantos y haber intentado meterme en sus pantalones.
Nos prepara un café fuerte y nos sentamos en la sala de juntas. Me tomo
un tiempo para explicarle que ya conozco a Jenny de otro sitio, pero no
parece interesarle demasiado esa parte de mi historia, así que paro.
—Lo que quiero decir es que me gustaría mucho conocer a Jenny un
poco mejor, pero me rechaza cada vez que la invito a salir… ¿Crees que hay
algo que tú puedas hacer para ayudarme? —pregunto lo más sincero
posible.
—En realidad, no debería decirte esto, pero es por su propio bien, así
que voy a compartir contigo un poco de información personal sobre Jenny
—dice Stacy, y siento que mi corazón late más rápido dentro de mi pecho
por la emoción—. Jenny estaba muy unida a su padre antes de que
falleciera y me temo que sigue comparando a todos los chicos que conoce
con él… Supongo que no hace falta que te diga que siempre se quedan
cortos y esto es, probablemente, parte de la razón por la que no estás
teniendo ningún éxito con ella.
Pienso en las palabras de Stacy y, aunque no soy psicólogo, puedo
entender sin problemas cómo una cosa así puede ser un increíble escollo
que superar para un tipo como yo.
—Vale, creo que entiendo lo que dices, pero ¿qué sugieres exactamente
que haga con este obstáculo que se ha puesto en mi camino hacia el corazón
de tu mejor amiga? —pregunto, un tanto desconcertado.
—No estoy muy segura… Aunque puedo decirte que su padre le tocaba
la guitarra cuando era pequeña y siempre le ha gustado el sonido de la
música de guitarra —sugiere Stacy.
Pasamos algún tiempo más hablando de mi problema y realmente
aprecio la forma en la que Stacy parece estar de acuerdo con mi búsqueda.
Me cuenta lo unidas que han estado siempre Jenny y ella y que nunca ha
visto a Jenny con un novio fijo en toda su vida, aunque Jenny siempre tenía
una veintena de chicos persiguiéndola.
—Muchas gracias por hablar conmigo. Significa mucho más para mí de
lo que puedes imaginar. —Me levanto para irme después de haberle sacado
a Stacy hasta la última información que me pueda servir.
—¡No hay problema, Brad! Espero de verdad que consigas encontrar
una forma de traspasar los muros que mi mejor amiga ha construido
alrededor de su corazón… Será por su propio bien. —Stacy y me da la
mano antes de salir conmigo. Jenny aún no ha llegado y Stacy promete que
no mencionará nuestra charla a su mejor amiga.
—Muchas gracias, te debo mucho —digo con una sonrisa antes de
despedirme de ella y subirme a la parte trasera de mi Harley. Conduzco
hasta casa sintiendo que, después de todo, hay esperanzas de que Jenny y yo
volvamos a estar juntos. Ahora sé exactamente cuál va a ser el siguiente
paso que voy a dar. Pienso en el consejo que me dio mi buen amigo Trevor
y me doy cuenta de que ahora tengo una oportunidad de oro frente a mí para
hacer exactamente lo que él sugirió. Puedo acercarme a Jenny desde un
ángulo diferente y encontrar una forma de entretenerla de verdad, que, estoy
seguro, la impresionará de verdad.
Contra viento y marea, voy a conseguir una guitarra en algún sitio y
pedirle a alguien que me enseñe a tocarla.
Me dirijo a una tienda de música local y me tomo un tiempo para mirar
todas las guitarras que tienen allí. Un dependiente se acerca a mí y me
ayuda a elegir una. Le pregunto cuál es la forma más fácil de aprender a
tocarla y me indica que hay un profesor de música local no muy lejos de su
tienda. Le doy las gracias y pago la guitarra antes de meterla con cuidado en
una funda rígida protectora y partir en la parte trasera de mi Harley hacia la
tienda de música de la que me ha hablado.
Tengo que esperar un rato antes de poder ver al profesor de música, pero
cuando por fin sale compruebo que nos vamos a llevar bien. Tiene algunos
tatuajes en los antebrazos y parece el tipo de hombre al que le gustaría
hacerse miembro de mi club de motos.
Me dice que tiene una plaza libre y entramos en la zona de prácticas,
donde me enseña a sujetar la guitarra y a pulsar los acordes básicos.
Descubro que, en realidad, tengo bastante habilidad para esto y no pasa
mucho tiempo antes de que sea capaz de tocar tres acordes básicos.
Mi rasgueo es todavía un poco irregular, pero tengo la sensación de que
podré cogerle el tranquillo muy rápido. El chico me dice que solía tocar en
una banda y me asegura que no hay nada como tocar una guitarra para
meterse en las bragas de una chica. Le doy las gracias por la clase y quedo
en volver a verlo durante la semana, cuando haya tenido tiempo de practicar
todo lo que me ha enseñado.
Conduzco a casa entusiasmado y Rawlins, mi fiel mayordomo, parece
bastante impresionado por el hecho de que lleve una guitarra a la casa.
—Cielos, señor, ¿ahora ha decidido convertirse en músico? —pregunta
con una expresión incrédula en su rostro.
—¿Por qué no, mi buen amigo? —exclamo—. ¡Solo se vive una vez y
he decidido que sería bonito poder dar una serenata a la mujer de mis
sueños!
—¡Qué espléndida idea, señor! —dice Rawlins y me quita las llaves de
la Harley para ir a aparcarla en el garaje. Me apresuro a entrar, me siento en
el sofá y empiezo a practicar los acordes que me ha enseñado el chico de la
escuela de música. De repente, me doy cuenta de que no le he preguntado a
Stacy qué tipo de música le gusta a Jenny, pero decido que el hecho de que
yo sepa tocar la guitarra será suficiente para impresionarla, sin necesidad de
tocar una canción que ella conozca específicamente. Empiezo a practicar la
canción que me ha enseñado a tocar mi profesor de música, una
cancioncilla de los años setenta llamada Leaving on a Jet Plane. No pasa
mucho tiempo antes de que pueda tocar los acordes y cantar la melodía al
mismo tiempo.
Levanto la vista y veo al viejo Rawlins de pie en la puerta, mirándome
con gran admiración.
—La verdad es que suena muy bien, señor —dice, y su cumplido me
anima a practicar aún más.
Capítulo 11

Jenny

Estoy sentada en mi escritorio y ocupada con un artículo muy


importante sobre un nuevo restaurante que acaba de abrir en la milla de
platino, justo en la playa. Está especializado en comida mexicana y me
esfuerzo por buscar todas las grafías correctas de los distintos platos
mexicanos que ofrecen. No me serviría de nada escribir un maravilloso
artículo y que algunos de los nombres de los platos estuvieran mal escritos.
Mientras estoy ocupada, oigo el sonido de una guitarra en la calle, pero
no le presto atención. Me imagino que es un músico callejero que ejerce su
oficio y espero que el sonido desaparezca pronto mientras el músico sigue
caminando hacia la plaza del pueblo, donde la mayoría de estas personas
tocan por cualquier moneda que los lugareños y los visitantes quieran
arrojar a su paso.
Estoy tan absorta en mi artículo que no me doy cuenta de que hay una
voz familiar cantando junto con la música de la guitarra. Después de unos
diez minutos, cuando por fin he terminado de buscar todas las grafías
correctas de los platos mexicanos, sigo oyendo la música que viene de fuera
y decido ir a echar un vistazo. Me imagino que podría darle al músico un
par de dólares para animarle a seguir tocando. Cuando salgo, veo a Stacy ya
de pie y, por la expresión de su cara, se diría que está en un concierto de
rock viendo actuar a su estrella de rock favorita.
—Parece que me he perdido el espectáculo —digo y sonrío a Stacy.
Pero ella ni siquiera me mira, pues sigue mirando al músico. Por fin, me
decido a mirar más de cerca al tipo que ha estado tocando la música y, por
un segundo, mi mente se niega a aceptar las señales que mis ojos le envían.
No es posible…
¡Es Brad!
Miro a Stacy, quien me observa con una enorme sonrisa en la cara, casi
como si quisiera decir: «Te lo dije».
Miro a Brad. Está ahí parado, sonriendo como un colegial mientras
sigue tocando la guitarra y cantando.
—Supongo que tu admirador es un poco más de lo que pensabas al
principio —dice Stacy sonriendo. Nos giramos y seguimos escuchando la
canción que canta Brad. Resulta que es una de las canciones que mi padre
siempre me ponía… Leaving on a Jet Plane. Mientras escucho a Brad tocar
la guitarra y cantar, recuerdo los días en los que mi padre me cantaba
cuando era una niña. Por primera vez en mi vida, me encuentro haciendo
una comparación favorable entre mi difunto padre y un tipo que está
interesado en mí.
Cuando Brad termina su canción, hace una pequeña reverencia y Stacy
y yo lo aplaudimos a rabiar.
—¡Ha sido precioso! Siento mucho no haber salido antes para escuchar
las otras canciones que estabas tocando —digo.
—No te preocupes, llevo quince minutos tocando la misma canción…
Me preguntaba si alguna vez ibas a salir a escucharla —dice Brad y todos
nos echamos a reír.
—Pero nunca me dijiste que eras músico… Es decir, eres muy
reservado sobre lo que haces para ganarte la vida, y nunca supe que podías
cantar y tocar la guitarra de esa manera. Ni siquiera intento ocultar mi
deliciosa sorpresa.
—Bueno, no me consideraría un músico profesional ni nada por el
estilo, pero sí disfruto tocando la guitarra… especialmente para dos chicas
guapas como vosotras —dice Brad con una hermosa sonrisa en su precioso
rostro y siento que mi resistencia se derrite en mi interior. Esto era lo último
que esperaba de él y me encuentro pensando que he sido demasiado dura
con él… Que lo he juzgado mal. A estas alturas hay una multitud de
personas reunidas a nuestro alrededor y le piden a Brad que les toque una
canción. Como es lógico, empieza a tocar la misma canción que nos había
ido tan bien a Stacy y a mí, y todo el mundo empieza a cantar…
Leaving on a Jet Plane,
don’t know when
I’ll be back again!
Esta vez, Brad recibe un estruendoso aplauso de todos los que lo
escuchan y puedo decir que está un poco alucinado por el entusiasmo que
está recibiendo. Stacy y yo rescatamos a Brad de sus nuevos admiradores y
él nos sigue al interior de la oficina para sentarse y descansar.
—Sé sincero Brad… Es la única canción que conoces, ¿no? —pregunta
Stacy y Brad asiente con la cabeza de una forma tan divertida que no puedo
resistirme a reír.
—Voy a ser totalmente honesto contigo —dice Brad—. Escuché a un
pajarito tuitear que te gusta la música de guitarra y decidí tomar clases y
aprender a tocar esa canción solo para impresionarte.
Miro a Stacy y ella se queda de pie con una sonrisa malvada en la cara.
—Fuiste tú quien se lo dijo, ¿no? —digo con una nota de falso enfado
en mi voz.
—Sí, fui yo quien se lo dijo, y puedes darme las gracias más tarde por
ayudar a este magnífico cachorro a romper tus ridículas defensas. —Me
desafía Stacy.
Miro a Brad, que está sentado como un escolar travieso esperando los
resultados de su examen.
—Vale, tengo que admitirlo… Eso ha sido realmente especial y el hecho
de que hayas ido a tomar clases de guitarra solo para tocarme esa canción lo
hace aún mejor —digo—. Si todavía quieres, saldré contigo.
Brad me mira incrédulo al principio y luego se pone en pie de un salto,
emocionado.
—¡Fantástico! Te recogeré después del trabajo y podremos ir a donde
quieras y hacer lo que te apetezca. —Antes de que pueda decir nada más o
cambiar de opinión, se despide de nosotras con la mano y sale corriendo de
la oficina con su guitarra bajo el brazo. Un momento después, oigo que su
Harley se pone en marcha y me vuelvo hacia Stacy, que sigue de pie con
una enorme sonrisa en la cara.
—Iba a hacerme la enfadada, pero supongo que no me servirá de
nada… Me conoces tan bien que solo puedo decir que estoy muy
agradecida por lo que has hecho. Muchas gracias. —Me acerco y le doy un
fuerte abrazo a Stacy.
—¡Ni hablar! ¡Solo ve y pásalo bien con Brad esta noche, y recuerda
siempre que me debes mucho! —dice Stacy y yo asiento con la cabeza.
—Sí que te lo debo… ¡Te lo debo por ser la mejor amiga que una chica
puede esperar tener! —Me alejo bailando hacia mi despacho, emocionada
para ir a hacer algo de trabajo. Pero no puedo dejar de pensar en lo que
acaba de ocurrir, y la letra de la canción que Brad ha tocado para mí sigue
resonando en mi mente. Al final, renuncio a intentar escribir el resto del
artículo sobre el restaurante mexicano y me quedo sentada, impaciente,
esperando a que pase el tiempo y Brad venga a recogerme para nuestra cita.
Me doy cuenta de que nunca he fijado una hora concreta para quedar con
Brad y me pregunto si vendrá antes de que acabe la jornada laboral. Me
encuentro deseando que venga antes para no tener que pasar más tiempo de
agonía esperándolo.
Sigo mirando el reloj y, cuando dan las cuatro, cierro de golpe el portátil
y la puerta del despacho. Me despido de forma apresurada de Stacy y ella se
limita a hacerme un guiño cómplice antes de salir de la oficina. Salgo y me
preparo para esperar a Brad, pero no es necesario. Está ahí mismo, con una
gran sonrisa en la cara, y nos dirigimos hacia donde le espera su Harley. Me
subo a la parte trasera y me pongo el casco de repuesto.
—¿Cómo es que has venido un poco antes de la hora de cierre? —le
pregunto con una sonrisa.
—Para ser sincero, esperaba que pudieras salir antes de las cinco, así
que me arriesgué y conduje hasta aquí y te esperé.
—Bien pensado. Siento que la emoción brota en mi interior.
—Bien, ¿a dónde quieres que vayamos? —me pregunta y, de repente,
no tengo ninguna idea concreta en mi cabeza sobre posibles destinos para
nuestra cita.
—¡Me apetece dar un maravilloso y largo paseo en moto a algún lugar
bonito! —le digo y salto a la parte trasera de su Harley después de
abrocharme el casco.
—Tus deseos son órdenes para mí —dice Brad y arranca la moto.
Salimos en su preciosa Harley y me agarro con fuerza a él mientras le da al
acelerador. Va mucho más rápido que la última vez que me llevó a dar una
vuelta y realmente disfruto de la sensación del viento que nos pasa mientras
recorremos las calles.
No tengo ni idea de adónde vamos, pero confío en que Brad nos lleve a
un lugar bonito… Uno agradable y tranquilo donde podamos estar solos.
Conducimos un largo trecho fuera de Los Ángeles y terminamos junto a un
hermoso y verde campo con grandes árboles que lo rodean.
—¿Por qué no nos bajamos aquí y damos un paseo por el campo? —
Propone Brad y yo asiento con la cabeza. El lugar parece perfecto para un
buen paseo y me gusta estar en la naturaleza. Caminamos hacia un árbol
muy alto y decidimos sentarnos a la sombra para descansar un poco.
Dejamos los cascos y la moto un poco alejados, junto al camino, para tener
las manos libres. No tardo en sentir las de Brad sobre mí.
—No sabes cuánto tiempo llevo esperando este momento —susurra
Brad y me besa suave en los labios.
—Bueno, bueno, este es un acercamiento bastante suave cuando pienso
en la forma en la que me agarraste en la noche de la subasta de vírgenes —
digo con apenas un asomo de sonrisa en las comisuras de la boca y miro a
Brad con una expresión burlona en el rostro.
—Creo que es hora de que nos quitemos esa noche de la cabeza…
Quiero conocerte y te propongo que empecemos de nuevo. —Mi corazón
comienza a latir con fuerza en mi pecho. Me encanta que Brad quiera
olvidar la extravagante lujuria y la locura de la primera noche en la que
participamos en aquel gangbang y estoy cien por cien de acuerdo con él.
—Eso me parece muy bien. —Con dedos ágiles, Brad me levanta la
blusa por encima de la cabeza y luego me quita el sujetador con un
movimiento experto de su mano derecha.
—Parece que ya has hecho esto antes —digo con una sonrisa traviesa.
Brad no dice nada y se inclina para besarme en el cuello.
Me encanta la sensación de sus labios calientes y cuando saca la lengua
para lamerme el lóbulo de la oreja siento que pierdo el control… Me inclino
y le saco la camiseta de los vaqueros. Luego me pongo a tientas con el resto
de los botones y, cuando por fin le levanto la camisa por encima de la
cabeza, veo esos tatuajes tan familiares… los que no pude dejar de ver la
noche de la subasta de vírgenes.
Sé que dice que debemos olvidarnos de esa noche, pero ahora que lo
tengo todo para mí no puedo evitar pensar en cómo se distinguió del resto
de los chicos en esa primera noche…
—Ven, déjame ayudarte con esto. —Me baja las bragas. Ya me ha
quitado la falda y ahora estoy completamente desnuda delante de él.
—¡No es justo, todavía tienes los pantalones puestos! —digo con
fingido enfado y no tardo en ayudarle a quitarse el resto de su ropa. Su polla
está en posición de firmes y yo me agacho con mi mano derecha y empiezo
a acariciarla mientras él me chupa el pezón izquierdo. Es como si hubiera
un fuego ardiendo entre nosotros y, a medida que seguimos tocando y
explorando nuestros cuerpos desnudos, las llamas empiezan a arder cada
vez más alto… ¡Pronto se convertirá en una hoguera que nos consumirá a
los dos con su increíble magnitud sensual!
Brad empieza a besarme lentamente por todo el cuerpo y se pasa un rato
lamiendo mi ombligo. Me hace un poco de cosquillas y es increíblemente
erótico al mismo tiempo. Cuando por fin llega a mi clítoris hinchado y lo
lame con la punta de la lengua, aspiro de forma brusca por la increíble
sensación que me produce.
—Oh, sí… Oh, sí, lámeme… ¡lámame Brad! —gimo sin pudor.
No hay nadie en kilómetros a la redonda, así que podemos soltarnos de
verdad. Brad empieza a lamerme el clítoris con rápidos movimientos
circulares y ya siento que me estoy acercando al primer orgasmo. Entonces,
me mete dos dedos en el coño al mismo tiempo y empieza a follarme con
ellos hasta alcanzar el cielo. No pasa mucho tiempo antes de que todo mi
cuerpo empiece a doler de un placer increíble y sienta que me deslizo por
esa resbaladiza pendiente del placer orgásmico…
—¡Oh! Me estoy corriendo… ¡Me estoy corriendo! —exclamo y Brad
entierra su lengua hasta el fondo en las cálidas profundidades de mi
montículo palpitante—. Ahora te toca a ti —susurro y lo empujo sobre su
espalda.
Exploro cada centímetro de su musculosa parte superior del cuerpo y
lamo sus hermosos y cincelados abdominales… y hacia abajo, todo el
camino hacia su dura polla. Noto cómo su cuerpo se estremece de
expectación mientras paso la punta de mi lengua por su palpitante polla y,
cuando por fin me la meto en la boca, inhala bruscamente por la increíble
sensación que le produce.
Empiezo a chuparlo de arriba abajo por su magnífica hombría y hago
rodar mi lengua alrededor de su miembro hinchado mientras intento tragar
cada centímetro. Aumento la velocidad de mis movimientos y, justo cuando
siento que está a punto de eyacular, me detengo.
Entonces, me subo encima de él y deslizo su polla en mi húmedo coño.
Me encanta la sensación de tener el control y empiezo a mover las caderas
de un lado a otro con rápidos movimientos.
Miro a Brad y él me devuelve la mirada. Compartimos un momento
increíble de intimidad espiritual y entonces siento que vuelvo a perder el
control. Empiezo a follar con él con un abandono temerario y lanzo mi
cuerpo contra el suyo con tal fuerza que, literalmente, nos deslizamos por la
suave hierba.
Siento que me acerco a otro orgasmo y, esta vez, Brad me acompaña.
Arquea su cuerpo en el último momento y ambos estallamos a la vez. Echa
la cabeza hacia atrás y siento que bombea varios chorros de esperma
caliente y tibio en mi cuerpo al mismo tiempo que siento que mi coño se
contrae en un increíble orgasmo.
—¡Aah! —exclamo y me encanta la forma en la que Brad gime de
placer conmigo.
Cuando las olas de placer por fin se calman, me tumbo encima de él,
que me abraza durante un rato… Nos quedamos tumbados bajo el cielo azul
y siento que nos hemos escapado al cielo.
—Muchas gracias por traerme aquí —le digo y lo beso en los labios.
Sigue dentro de mí y noto cómo su polla se agita de nuevo… Se pone dura
una vez más.
—El placer es mío —dice con una sonrisa y me empuja hacia atrás.
Consigue mantener su polla dentro de mi coño y levanta mis piernas para
abrir todo mi cuerpo y mi alma desnuda delante de él. Entonces, empieza a
follarme y no puedo creer lo rápido que se ha recuperado de nuestro primer
arrebato de pasión. Su polla vuelve a estar durísima y me encanta cómo
devora todo mi cuerpo con su hambrienta pasión, como si fuera un festín
medieval. Pierdo la noción del tiempo mientras seguimos follando sin parar
y, cuando por fin caemos de espaldas, exhaustos, una hora después, sé que
nunca he experimentado nada parecido en toda mi vida.
—Nunca pensé que existiera un placer así —digo, y lo digo en serio.
—Casi parece que este tipo de placer sexual debería ser ilegal —bromea
Brad y los dos estallamos en carcajadas. Pasamos algo más de tiempo
tumbados en la hierba y, cuando empieza a oscurecer, nos vestimos y
volvemos a caminar hasta donde nos espera la Harley. Nos ponemos los
cascos y empezamos a conducir hasta casa.
Mientras conducimos de vuelta, tengo la sensación de que mi vida
nunca volverá a ser igual… Todavía no estoy del todo segura de lo que nos
deparará el futuro a Brad y a mí, pero sé que ahora somos una especie de
pareja y pensar en ello me llena de expectación y puro placer.
Capítulo 12

Brad

De repente, me siento como si hubiera cobrado vida por primera vez en


mi vida. La relación entre Jenny y yo se desarrolla muy rápido y nos
acercamos mucho el uno al otro. Jenny me dice que siente que por fin ha
conocido a alguien que puede estar a la altura de algunas de las cosas que le
gustaban de su propio padre, aunque sigue sintiendo aprensión por el hecho
de que yo siga siendo un poco reservado con respecto a mi vida personal.
Pero no quiero que se entere todavía de lo rico que soy, ya que creo que
eso distraerá el desarrollo natural de una relación normal entre los dos. Al
haber tenido una forma tan inusual de conocernos, quiero asegurarme de
que pasamos algún tiempo conociéndonos de verdad antes de hacerle
partícipe de todo mi historial.
Jenny intenta averiguar a qué me dedico y dónde vivo, pero nunca le
doy una respuesta clara y siempre acabamos haciendo el amor en su
apartamento. Sé que llegará el día en el que por fin la lleve a mi casa, pero
por ahora todo parece funcionar así y hemos desarrollado un buen ritmo en
nuestra relación.
Jenny va a trabajar por las mañanas y yo paso un tiempo en casa,
ocupándome de algunos asuntos, y luego voy a recogerla en mi Harley al
final de la jornada laboral. Por la noche, siempre vamos a algún restaurante,
donde ella pasa un rato escribiendo críticas sobre su comida y luego
volvemos a su apartamento para tener un sexo increíble durante toda la
noche. Al día siguiente, volvemos a repetirlo todo y pronto siento que
nunca he sido tan feliz en toda mi vida.
Una noche, tenemos una larga discusión sobre el hecho de que nos
hayamos conocido en circunstancias tan inusuales, pero le aseguro que todo
eso es pasado y que podemos seguir con nuestra relación sin volver a hablar
de la noche en la mansión.
Durante una de nuestras discusiones más serias en la cama de su
apartamento, Jenny me pregunta si creo que alguna vez volveré a sentir la
necesidad de acostarme con otras mujeres. Le aseguro que ella es la única
mujer para mí y que siempre le seré fiel.
—¿Y qué pasaría si una mujer realmente sexy te pidiera que la llevaras
a dar un paseo en tu Harley? —me pregunta con una expresión muy seria en
su rostro mientras nos tumbamos desnudos el uno al lado del otro.
Acabamos de tener el sexo más increíble y alucinante y yo respiro con
dificultad para recuperar el aliento.
—Entonces, le diré a esa mujer increíblemente sexy que se busque a
otro para que la lleve —digo con convicción y beso a Jenny en sus
deliciosos labios.
—Esa es la respuesta correcta y ganas otra ronda de sexo caliente —
dice Jenny y se sube encima de mí una vez más. Empieza a cabalgar sobre
mí con la habilidad de una vaquera montada en un caballo salvaje y yo me
agarro de los barrotes de su cama mientras follamos con un abandono
demencial. Hay algo salvaje y exquisito en la forma en que echa la cabeza
hacia atrás justo antes de alcanzar un clímax increíble y siento que yo
también pierdo el control… Se baja de encima de mí y empieza a chuparme
con rápidos movimientos de cabeza y lengua. Finalmente, exploto dentro de
su boca con tanta fuerza que ella tiene que tragar rápido. Me chupa hasta la
última gota de semen y todo mi cuerpo se estremece por el increíble placer
que me produce.
—Sé que lo digo cada vez que terminamos de follar, pero, desde luego,
ha sido el mejor sexo que he tenido en mi vida —digo con verdadera
convicción.
Me encanta que digas eso… Solo que a veces me preocupa que solo me
estés utilizando por mi sección de mi increíble intelecto —bromea Jenny y
yo la atraigo hacia mis brazos y la estrecho antes de susurrarle al oído.
—Puedes dejar de preocuparte por eso… Me encanta cada segundo que
paso contigo y, aunque el sexo es increíble, también me encanta solo hablar
contigo de pequeñas cosas —digo, y lo digo de verdad.
Me encanta el modo en el que Jenny y yo hemos desarrollado una
intimidad que va más allá de las cuatro paredes de su dormitorio y estoy
muy orgulloso del modo en el que está consiguiendo un éxito tan
maravilloso con su revista. A menudo, vamos a cafeterías y nos sentamos a
hablar de todos los planes que tiene para el futuro de su revista. El hecho de
que obtuviera el dinero para fundar la revista de la subasta de vírgenes hace
tiempo que se ha olvidado y ambos mantenemos nuestra promesa de no
volver a hablar de esa noche en concreto. No es que nos avergoncemos de
la forma en la que nos conocimos… Es más bien una cuestión de haber
tratado esa parte de nuestro pasado y mantener nuestro acuerdo de dejarlo
donde pertenece, como una parte de una historia antigua entre los dos.
Un día, estamos sentados en un restaurante y Jenny está tomando notas
sobre la comida y el servicio cuando por fin siento que ha llegado el
momento de contarle que he heredado una gran cantidad de dinero de mi
padre. Pero justo antes de que pueda empezar a decírselo, aparece el
camarero y ella se lanza a una larga discusión con él sobre uno de los
deliciosos platos de carne que sirven.
El momento pasa y no llego a confesarme con Jenny. Me imagino que
habrá muchas más oportunidades de hablarle de mi vida y el hecho de que
ella parezca estar lo suficientemente contenta por la forma en la que están
saliendo las cosas, me hace sentir que no hay prisa. Pasamos una velada
maravillosa en el restaurante y nos tratan como si fuéramos de la realeza.
A estas alturas, todo el mundo sabe quién es Jenny y cada vez que
aparecemos en un sitio nuevo se desviven por asegurarse de que escriba una
buena crítica. Esta noche no es diferente y, aparte de que el maître se
presenta para decirnos que se encargará de la cuenta, el camarero también
se asegura de que no tengamos que esperar mucho tiempo para que nos
sirvan.
—Solía pensar que imponía mucho respeto a los camareros en lugares
como éste, pero no hay nada que se pueda comparar con el trato que recibo
cuando estoy cerca de ti —digo después de que el camarero aparezca por
enésima vez para asegurarse de que no hay nada más que necesitemos.
—Sé lo que quieres decir —dice Jenny con una sonrisa—. Si hubiera
sabido que el secreto para conseguir servicio en un restaurante de Los
Ángeles era simplemente abrir tu propia revista, ¡lo habría hecho hace
mucho tiempo!
Después de otra espléndida comida en otro maravilloso restaurante de
Los Ángeles, volvemos a casa, al apartamento de Jenny, y el resto de la
noche toma una dirección muy familiar. Nos arrancamos la ropa el uno al
otro en cuanto cerramos la puerta y tenemos sexo tres veces antes de que
los niveles de lujuria entre nosotros disminuyan lo suficiente como para que
podamos tener una conversación.
—¿No quieres tocarme algunas canciones con tu guitarra? —me
pregunta Jenny, y yo la complazco. No hay nada que me guste más que
tocarle algo de música con mi guitarra acústica, que ahora tengo de forma
permanente en su apartamento. Una de las cosas que ahora hago de forma
regular durante el día, mientras que Jenny está en el trabajo, es ir a más
clases de guitarra y practicar algunas canciones nuevas.
He desarrollado una habilidad bastante natural para dominar los acordes
y las melodías y Jenny sigue diciéndome que podría convertirme sin
problemas en un músico profesional, si quisiera. No sé si lo dice para
halagarme, pero disfruto mucho de la sensación de poder expresar mis
emociones a través de la música. Es casi como si hubiera estado buscando
este nuevo lenguaje musical toda mi vida y Jenny es quien realmente me
está ayudando a desarrollarlo.
—Eres una, dos, tres veces una dama… y te quiero —canto y cuando
miro a Jenny veo que tiene lágrimas en los ojos.
—¿Lo dices en serio? —me pregunta cuando por fin termino la canción.
—Sí, lo digo en serio… De hecho, nunca había hablado tan serio como
en este momento —digo y dejo la guitarra. Me acerco a donde Jenny está
tumbada en la cama y la tomo entre mis brazos. Nos besamos durante
mucho tiempo y la intimidad del momento es casi sagrada—. Jenny, siento
como si hubieras cambiado mi vida de una manera que nunca hubiera
imaginado posible… Es como si hubieras abierto partes de mi corazón que
he mantenido ocultas al resto del mundo.
—Oh, Brad, si supieras cómo me has cambiado en el tiempo que
llevamos juntos —dice con una expresión muy seria en su bonita cara—.
Eres el primer hombre que ha sido capaz de cumplir mis expectativas y sé
que mi padre habría estado muy orgulloso de vernos juntos. Puedo ver
lágrimas en sus ojos de nuevo. Me doy cuenta de la gravedad de lo que
acaba de decirme y la beso una vez más.
Sé lo importante que es para Jenny estar con alguien que su padre habría
aprobado y me siento increíblemente honrado de que me considere digno de
ser esa persona. Por todo lo que me ha contado sobre su padre, he deducido
que era un hombre extraordinario y, aunque nunca se lo he dicho a Jenny
con tantas palabras, me encuentro aspirando a ser el tipo de hombre que era
su padre.
Yo admiraba mucho al mío cuando aún vivía, pero hay una dimensión
adicional de carácter que el padre de Jenny parecía tener y que ahora me
sirve de inspiración. Es casi como si quisiera combinar todas las grandes
cualidades de mi propio padre con las del padre de Jenny. Si consigo
cultivar la suma total de todas esas cualidades en mi propia personalidad, sé
que me convertiré en el tipo de hombre que puede hacer que Jenny se sienta
orgullosa y feliz por el resto de nuestras vidas. Desde que estoy con Jenny,
siento que toda mi visión de la vida ha cambiado; de ser un joven bastante
irresponsable que ya no encontraba a nadie ni a nada a su alrededor tan
interesante o convincente, me he convertido en una persona reflexiva que
no teme explorar sus propias emociones y que contempla la posibilidad de
una relación seria con una mujer hermosa como Jenny.
—Me has estado preguntando muchas cosas sobre mi vida y creo que ha
llegado el momento de que me sincere contigo —le digo y toda su cara se
ilumina.
—¿De verdad? ¿Lo dices en serio? Es decir, no tienes que hacerlo si no
quieres… Pero me encantaría saber un poco más de ti —pregunta
emocionada.
—Sí, he decidido que ha llegado el momento de que conozcas más de
mi vida y mañana, después del trabajo, te recogeré y te llevaré a mi casa
para enseñártelo todo. —Jenny me mira con una expresión de increíble
felicidad en sus ojos verde esmeralda y me echa los brazos al cuello.
—Ese es el regalo más increíble que podrías hacerme… Tu confianza.
—Puedo sentir cómo mis entrañas se agitan. No pasa mucho tiempo antes
de que nuestras manos hambrientas empiecen a explorar de nuevo nuestros
cuerpos desnudos y me doy cuenta de que esta va a ser otra larga noche de
amor y pasión sin límites…
Capítulo 13

Jenny

Estoy sentada en mi escritorio e intento terminar todos los artículos para


la próxima publicación. Me siento realmente satisfecha con lo que hemos
reunido y Stacy ha hecho un excelente trabajo con las promociones y la
publicidad. No solo hemos añadido otros cuatrocientos suscriptores de
pago, sino que Stacy también ha enganchado a algunos nombres realmente
importantes en forma de grandes empresas que ahora se anuncian en mi
revista.
Por fin, llego al punto en que estoy de verdad contenta con la
maquetación de la nueva revista, así que me acerco al despacho de Stacy y
le pregunto si le apetece tomarse un descanso para tomar el té.
—Sí —dice Stacy entusiasmada—. Llevo trabajando a tope toda la
mañana y se me ha olvidado a qué sabe el té.
Nos dirigimos a la zona de la cocina y preparamos una gran tetera de té
humeante. Saco un poco de miel de la alacena para ponerla en la mía.
Definitivamente, necesito un poco de azúcar para reponer mi energía y
pongo tres cucharaditas llenas de miel en mi taza. Luego, nos dirigimos a la
sala de juntas y nos sentamos para tomar un satisfactorio descanso.
—Estoy encantada de cómo van las cosas y, si seguimos al mismo
ritmo, pronto ganaremos suficiente dinero para conseguir unas oficinas más
grandes —digo y Stacy asiente con la cabeza con entusiasmo.
—¡Estoy totalmente de acuerdo! Ya estoy hablando con otra gran
empresa y están interesados en subir a bordo para empezar una serie de
anuncios en nuestro próximo número.
—Eso suena estupendo, ¿has oído hablar ya de esa gran cadena de
restaurantes? Creo que has mencionado que también están interesados en
anunciarse en el próximo número.
—Todavía no, creo que llamaré a su director regional más tarde y me
enteraré de lo que está pasando con su promoción —dice Stacy y me
encanta la sensación de que estamos dirigiendo un barco muy cerrado.
La revista va viento en popa y esto es incluso mejor de lo que había
imaginado. Pasamos otros treinta minutos sentadas allí, hablando de los
futuros números de nuestra revista, hasta volver al trabajo. Vuelvo a mi
despacho y Stacy regresa al suyo. Abro mi portátil y sigo revisando todos
los artículos. Al final del día, tengo que dar la aprobación final para que
todo salga en línea y todavía tengo que ultimar algunas cosas antes de llegar
a ese punto.
Oigo que alguien llama a la puerta de mi despacho y ni siquiera levanto
la vista.
—Si me ha traído alguna fotografía o un artículo nuevo, por favor,
póngalo en un pendrive y déjelo sobre mi mesa —digo sin levantar la
cabeza.
—¿Es esa la forma de hablarle a un tipo que participó en una orgía
contigo? —pregunta alguien con una voz áspera y profunda, y cuando
levanto la vista hay alguien de pie que me resulta vagamente familiar. Tiene
un gran bigote y unos enormes antebrazos que parecen troncos de árbol.
Lleva un pañuelo en la cabeza y tardo en reconocerlo. Sí, desde luego es
uno de los tipos que participaron en el gangbang con Brad y sus amigos en
la subasta de vírgenes.
—¿Quién demonios te ha dicho que podías entrar así en mi despacho?
—pregunto y siento que la rabia me invade por dentro.
—Bueno, esperaba algo más amistoso por tu parte… Después de todo,
he visto a Brad visitándote aquí en horas de oficina y siempre lo tratas con
más respeto —dice el tipo con una sonrisa malvada en las comisuras de los
labios. Ahora, me siento realmente molesta.
—¿Me has estado acosando? Creo que voy a llamar a Brad ahora
mismo y decirle que uno de sus supuestos amigos me está acosando en mi
oficina.
—Oh, yo no haría eso. Brad es quien me dijo que viniera aquí si quería
divertirme —dice el repugnante hombre y, de repente, siento cómo si
alguien me hubiera golpeado la frente con un mazo. ¿He estado juzgando
mal toda esta situación? ¿Y si Brad realmente solo me ha estado utilizando
para tener sexo y presumir de ello ante sus amigos? Tal vez su
comportamiento cariñoso era solo una actuación y yo podría ser el
hazmerreír de él y de todo su club de moteros mientras que yo pensaba que
esto era una verdadera relación de amor.
—¡Te sugiero que te vayas ahora antes de que llame a la policía! —Me
tiembla todo el cuerpo.
—Mira, cariño, solo he venido a decirte una cosa y te sugiero que me
escuches con atención. No eres más que una puta y un objeto sexual para
Brad y te sugiero que dejes de pasar tanto tiempo con él. A mí y a sus otros
hermanos del club de moteros no nos gusta que lo alejes de nosotros y de
nuestros viajes por carretera.
Intento pensar en algo que decir, pero estoy demasiado sorprendida e
insultada como para que se me ocurra alguna respuesta.
—Eso es todo, por ahora… ¡Piensa bien lo que he dicho y si yo fuera tú
me olvidaría de todo este asunto con Brad! —grita y se da la vuelta. Se va
antes de que pueda decir nada más.
Me quedo allí temblando y, de repente, siento las lágrimas correr por
mis mejillas. Creo que nunca me han insultado tanto en mi vida y, además,
de repente también siento un miedo increíble. ¿En qué demonios me he
metido? Tal vez Brad y el resto de sus amigos sean realmente peligrosos y
quién sabe si otros miembros de su club de moteros también han estado
acechándome todo este tiempo. Me siento en mi escritorio y rompo a llorar.
—¡¿Qué pasa?! —exclama Stacy y, cuando levanto la vista, está de pie
en la puerta.
—Alguien acaba de entrar aquí y me ha dicho que Brad está montando
un numerito increíble… ¡Que en realidad no le importo y que solo me
utiliza para tener sexo! —exclamo y Stacy se precipita a mi lado. Se
arrodilla y me abraza.
—¡Vi salir a un tipo cuando iba hacia tu oficina y debo decir que tenía
un aspecto vulgar y repugnante! —dice Stacy.
—Y que lo digas —digo entre lágrimas—. ¡Me dijo cosas horribles!
¡Siento que necesito irme de aquí!
Stacy se queda conmigo y, cuando por fin me calmo, intenta decirme
que probablemente se trate de un loco y que debería olvidarme de todo el
asunto.
—Te sugiero que llames a Brad y se lo cuentes… Estoy segura de que
vendrá enseguida y aclarará las cosas —sugiere Stacy.
—No, no tengo ganas de hablar con él ahora mismo… Realmente creo
que necesito tomarme un tiempo libre y alejarme de toda esta situación para
poder pensar con claridad. He estado en esta montaña rusa emocional con
Brad durante demasiado tiempo y quizás es hora de que me baje para poder
recuperar el control total de mi vida.
—Vale, entiendo lo que dices. ¿Por qué no haces un viaje por carretera o
algo así y te dedicas a hacer un par de artículos para el número del mes que
viene? Me aseguraré de que todo esté terminado para la edición de este mes
y puedes estar segura de que la oficina funcionará sin problemas mientras
estás fuera —sugiere Stacy y tengo la sensación de que es una buena idea
hacer lo que ella dice.
—De acuerdo, te agradezco mucho tu ayuda… No sé qué habría hecho
sin una amiga tan maravillosa como tú en esta situación. Si alguien viene a
buscarme solo tienes que decirle que estoy de viaje por carretera y que
volveré dentro de una semana o así… O quizás dentro de dos. —Sé que
Stacy entiende que este es el mensaje que también debe darle a Brad, así
que no me explayo.
Me despido de mi mejor amiga y meto algunas cosas en la bolsa del
portátil antes de salir a la calle y meterme en el coche. Vuelvo a mi
apartamento y entro en el ascensor con las piernas temblorosas. Cuando
finalmente cierro la puerta de mi apartamento tras de mí, me apoyo en ella y
cierro los ojos para intentar recuperar la compostura.
Un millón de pensamientos pasan por mi cabeza al mismo tiempo y me
pregunto si he perdido la cabeza… ¿Cómo demonios podía pensar que una
relación amorosa era posible con la persona que había participado en un
gangbang conmigo y con diez de sus amigos moteros? Abro los ojos y miro
mi apartamento… En mi mente veo todos los lugares donde Brad y yo
hemos tenido sexo. La mesa de la cocina; el sofá; el pasillo que lleva al
baño. Cada rincón de mi apartamento me recuerda a él y a los momentos
que hemos pasado juntos.
De repente, siento que necesito salir, así que me apresuro a ir a mi
dormitorio y a hacer una bolsa con algo de ropa y objetos personales. Echo
un último vistazo furtivo y vuelvo a bajar las escaleras. Pongo la bolsa en el
maletero de mi coche y me coloco tras el volante. Giro la llave en el
contacto y me alejo sin tener una idea clara de adónde voy. Lo único que
necesito es alejarme lo máximo posible de Los Ángeles durante un tiempo.
De repente, me doy cuenta de que me he dejado el móvil en la mesa
junto a la cama y, por un momento, me dan ganas de dar la vuelta para ir a
buscarlo. Pero luego me doy cuenta de que probablemente sea una
bendición que no tenga el teléfono conmigo. Desde luego, no quiero hablar
con Brad durante un tiempo y si necesito discutir algo con Stacy puedo
llamarla desde una cabina o algo así. Decido no volver a por mi móvil y me
limito a mirar la carretera que tengo delante. Ya estoy fuera de Los Ángeles
y, aunque se me rompe el corazón por dentro, siento que estoy haciendo lo
correcto, así que sigo conduciendo.
Por fin, llego a un pequeño pueblo cerca de Pasadena, a un par de horas
en coche de Los Ángeles, y decido parar allí. No conozco a nadie en el
pueblo, así que camino un rato buscando un lugar donde quedarme. Todavía
no estoy del todo segura de lo que voy a hacer, pero deduzco que debo
encontrar un motel o algo así donde pueda dormir al menos una noche.
Finalmente encuentro un lugar muy agradable y la recepcionista me dice
que tienen una habitación espaciosa disponible. Pago la fianza, cojo la llave
y subo a la habitación. La verdad es que es bastante agradable y, tras cerrar
la puerta, me siento en la cama y respiro hondo. Me siento bien por haber
escapado de Los Ángeles y, aunque sé que tendré que volver en algún
momento, disfruto de la idea de tener la oportunidad de ordenar mis
pensamientos.
Decido darme una ducha y disfrutar de la sensación del agua caliente
mientras acaricia mi traumatizado cuerpo. De repente, pienso en aquel
motorista que irrumpió en mi despacho sin avisar y no puedo creer que
tuviera sexo con él en la mansión la noche de la subasta de vírgenes.
Aunque a veces sigo pensando en toda esa experiencia con buenos
recuerdos, ahora empiezo a preguntarme si no hay que pagar un precio más
alto del que imaginaba al principio. Tal vez, fui ingenua al pensar que podía
simplemente follar con once moteros, ganar setecientos cincuenta mil
dólares con el trato y vivir feliz para siempre sin afrontar las
consecuencias… Y tal vez lo más ingenuo de todo fue el hecho de pensar
que después podría tener una relación amorosa con uno de esos moteros.
Salgo de la ducha y me visto antes de tumbarme en la cama. Este es el
momento en el que a veces fantaseo con Brad y busco mi juguete sexual de
plástico favorito, pero me siento tan cansada y agotada de energía que
simplemente me tapo con las sábanas y me duermo.
Sueño que Brad y yo entramos en una hermosa mansión.
Inmediatamente, la reconozco como la mansión donde tuvo lugar la subasta
de vírgenes y miro a mi alrededor para ver si hay alguien más. Pero no veo
a nadie, y Brad me besa íntimamente mientras nos encontramos al pie de la
escalera. Me dice que todo el lugar nos pertenece solo a nosotros dos y, en
mi sueño, siento una increíble emoción al pensar que éste es el lugar donde
Brad y yo podremos vivir juntos para siempre, felices.
Empezamos a subir las escaleras y no veo la hora de estar a solas con él
en el gran dormitorio. Nos acercamos a la puerta del dormitorio y giro
lentamente el pomo… ¡La puerta se abre delante de mí y entonces veo al
terrible motorista que me visitó en el trabajo!
Me doy la vuelta para pedirle a Brad que ahuyente al hombre, pero Brad
se ha esfumado de repente y descubro que estoy sola allí arriba con el
agresivo motorista y nadie más… Se acerca a mí con manos codiciosas y
una sonrisa malvada en su horrible cara y, de repente, empiezo a sentir
pánico.
Quiero alejarme de él lo más rápido posible, pero mis pies no se
mueven y me quedo congelada, esperando a que me rodee con sus grandes
brazos de tronco de árbol. Siento que me va a dar un ataque al corazón y
justo entonces me despierto con un sudor frío.
Me siento recta en la cama del motel e inspiro hondo un par de veces
para calmarme.
—Solo era un sueño… Solo era un sueño —susurro, pero mi corazón no
deja de latir como un tren en una vía.
Me levanto y me preparo una taza de café del instantáneo que tienen en
la habitación. Sabe fatal, pero al menos me hace sentir algo mejor. Miro el
reloj y veo que son las tres de la mañana. Intento volver a dormirme, pero el
terrible sueño sigue dando vueltas en mis pensamientos y me revuelvo en la
cama durante el resto de la noche, sin volver a dormirme.
Hacia las seis decido levantarme y me pongo despacio los vaqueros, con
manos que parecen las de un zombi. No estoy del todo seguro de lo que voy
a hacer el resto del día, pero tengo la sensación de que me voy a sentir
cansada durante todo el día… Muy cansada.
Cierro la habitación del motel tras de mí y arrastro mi bolsa hasta el
coche. Llevo la llave a la recepcionista y pago la cantidad que debo por la
noche que he pasado.
—Espero que haya tenido una estancia maravillosa y que considere la
posibilidad de volver a alojarse aquí con nosotros —me dice la
recepcionista en un tono brillante y yo me limito a asentir con la cabeza,
cansada. Luego, salgo de nuevo hacia mi coche y me alejo lentamente, sin
saber muy bien a dónde voy o qué voy a hacer durante el resto de este viaje
por carretera.
Capítulo 14

Brad

Me siento como si estuviera caminando por alfileres y agujas todo el


día. Esta noche es la noche en la que llevaré a Jenny a mi propia casa y no
puedo esperar para hacerla partícipe de toda mi vida.
Incluso el viejo Rawlins está recorriendo toda la casa para asegurarse de
que todo está listo. Le he dicho que esta noche voy a traer a una dama
especial y creo que se da cuenta de que no se trata de otra tonta.
—¿Hay algo especial que quieras que te prepare para la cena? —
pregunta Rawlins justo antes de que salga a buscar a Jenny.
—No estoy muy seguro… ¿Por qué no nos sorprendes y preparas algo
realmente delicioso? —digo y él asiente con la cabeza.
—Eso haré, señor, y le aseguro que será una cena que su amiga especial
no olvidará en toda su vida.
Asiento con la cabeza agradecido y salgo a la calle donde me espera mi
Harley. La pongo en marcha y me dirijo a la oficina de Jenny. Disfruto
mucho del viaje y no dejo de pensar en lo emocionante que es esto. Aunque
ya he tenido a mujeres antes en casa, nunca he tenido a una como Jenny, y
siento como si esto fuera una nueva inauguración de la casa o algo así.
Estoy deseando enseñarle cada habitación y hacer el amor por todas partes.
Sé que el viejo Rawlins se irá después de servirnos la cena. Sabe que
necesito algo de intimidad y que probablemente habrá mucha gimnasia
sexual después de la cena.
Me detengo frente al despacho de Jenny y entro con una ligereza en la
pisada que delata mi energía excitada. Me acerco al despacho de Jenny y
me asomo al interior… pero no hay nadie. Me imagino que estará en el
despacho de Stacy, discutiendo algún tipo de asunto, así que cruzo el pasillo
para ver si está allí.
—Hola, siento molestarla jovencita, pero me preguntaba si puedo hablar
con Jenny —digo con una gran sonrisa. Stacy levanta la vista y, por la
expresión de su cara, me doy cuenta de que algo no va bien.
—Me temo que Jenny no está aquí —dice simplemente, y ni siquiera se
levanta de la silla para saludarme.
—¿Puedes decirme dónde está? —pregunto esperanzado.
—Me temo que no sé exactamente dónde está, aunque mencionó algo
de Pasadena —dice Stacy y, de repente, me encuentro preguntándome qué
demonios está pasando.
—¿Por qué se ha ido sin decirme nada? Sé que es probable que no lo
sepas, pero se suponía que esta noche iba a ser una noche muy especial y
pensaba llevar a Jenny a mi casa por primera vez.
Stacy me mira durante un rato, casi como si tratara de decidir si debe
decirme algo o no. Luego, me hace un gesto para que me siente.
—Supongo que te mereces saber la verdad —dice Stacy. Tengo la
sensación de que está a punto de contarme algo realmente malo—. Antes,
uno de tus amigos moteros vino por aquí e insultó a Jenny de tal manera
que decidió irse de viaje por carretera solo para alejarse de todo esto.
—¡Qué cojones! ¿Quién era el tipo? ¿Cómo se llamaba? —pregunto.
Estoy muy enfadado—. ¡Si descubro quién narices es ese supuesto amigo
motero le voy a arrancar la cabeza de cuajo!
—Me temo que no dijo cómo se llamaba y no estoy del todo segura de
lo que le dijo a Jenny… Todo lo que sé es que la encontré llorando en su
oficina después de que él se marchara y que estaba tan conmocionada por
todo que decidió irse de viaje por carretera para poder alejarse.
Me quedo sentado unos minutos, intentando evitar que mi mente vaya
en mil direcciones diferentes al mismo tiempo. No tengo ni idea de cuál de
mis amigos del club de motos podría haber hecho una estupidez como
esta… O si, incluso, ha sido uno de los miembros de los dragones de Los
Ángeles. Tal vez este tipo solo fingía conocerme y, por lo que sé, podría ser
una especie de acosador o algo así.
—Vale, gracias por decírmelo. Supongo que tendré que llamarla y
asegurarme de que está bien —digo después de pensarlo un poco más.
—Me temo que no vas a tener mucha suerte intentando llamarla por
teléfono… No creo que se haya llevado el móvil. He intentado llamarla yo
misma y lo único que obtengo es su servicio de contestador automático —
dice Stacy con una expresión de desesperación en su rostro.
—Entonces, ¿cómo demonios voy a encontrarla? —Exclamo—. ¿Qué
tipo de coche conduce?
—A la revista le va tan bien que se ha comprado un flamante BMW…
Uno azul brillante con techo solar —dice Stacy y me doy cuenta de que,
aunque probablemente haya muchos BMW azules brillantes con techo solar
en la carretera, al menos es un punto de partida.
—Bueno, supongo que no me queda más remedio que ir hacia Pasadena
y empezar a buscar ese BMW azul brillante —digo y me levanto de la silla.
Stacy asiente con la cabeza y yo le doy las gracias por última vez antes de
salir corriendo y subirme a mi Harley. No tengo tiempo que perder y cuanto
antes me ponga en marcha, mejor. ¿Quién sabe a dónde puede ir Jenny
cuando se canse de Pasadena y sus alrededores?
Empiezo a conducir por la autopista en dirección a Pasadena y envío
una oración silenciosa para poder localizar a Jenny por algún tipo de
milagro. Necesito hablar con ella y saber qué demonios ha pasado. Tengo la
absoluta certeza de que se trata de un malentendido y de que una simple
conversación con ella pondrá las cosas en su sitio.
Como no tengo ni idea de por dónde empezar a buscar, decido parar en
un pequeño pueblo, a un par de kilómetros de Pasadena.
Me detengo en un bar de carretera y entro. Sé que no es el tipo de lugar
que Jenny suele frecuentar, pero tengo la esperanza de que alguien pueda
haberla visto.
—Hola, señor, ¿puedo ofrecerle algo de beber? —me pregunta el
camarero con un tono de voz amable.
—No, gracias, solo estoy buscando a alguien —digo y, de repente me
doy cuenta de que ni siquiera he traído una foto de Jenny para enseñársela a
la gente.
— Claro, ¿cómo se llama esta persona? —pregunta el camarero.
—Se llama Jenny y mide, supongo, un metro setenta de altura… Con el
pelo largo y rubio y los ojos verde esmeralda. —Miro al camarero con
esperanza. Él se lo piensa y luego sacude la cabeza.
—No, estoy bastante seguro de que me habría acordado si hubiera visto
a alguien con esa descripción —dice y le doy las gracias antes de volver a
salir del bar. Repito el mismo procedimiento en un par de negocios de la
pequeña ciudad, pero no tengo suerte. No tengo ni idea de cuáles son
exactamente los planes de Jenny en este improvisado viaje por carretera,
pero me imagino que acabará visitando algunos restaurantes y escribiendo
artículos sobre su comida, así que visito el único restaurante grande del
pueblo y pregunto si alguien ha visto a una chica con su descripción. El
gerente y todos los camareros me aseguran que no ha pasado nadie así por
allí y les doy las gracias antes de volver a marcharme.
—Mi querida Jenny… ¿Dónde diablos te has metido? —pregunto en un
susurro mientras vuelvo a subirme a mi Harley. Se hace bastante tarde, así
que reservo en una casa de huéspedes y decido pasar la noche allí. No he
traído ropa extra, por lo que dejo los vaqueros y la camisa sobre una silla de
la habitación y me doy una ducha antes de irme a la cama. Me imagino que
me compraré ropa nueva si esta empieza a oler mal. No tengo tiempo para
preocuparme de buscar una lavandería ni nada por el estilo. Me duermo
enseguida en cuanto mi cabeza entra en contacto con la almohada. Supongo
que todas las preocupaciones y preguntas me han agotado. Me despierto
temprano a la mañana siguiente sintiéndome renovado y listo para empezar
a buscar a Jenny de nuevo.
Salgo de la casa de huéspedes y decido dejar el pequeño pueblo y
dirigirme a la carretera. Cuando paso por delante de los últimos edificios
del pueblo, veo un pequeño motel y decido parar allí para preguntar si
alguien ha visto a Jenny. Me doy cuenta de que es una posibilidad remota,
pero supongo que no tengo nada que perder ni ningún otro plan concreto.
—Hola, siento molestarle tan temprano con una consulta tan extraña,
pero me preguntaba si ha visto por aquí a una hermosa chica rubia de
brillantes ojos verdes —le pregunto a la recepcionista, y espero que me
mire como si hubiera perdido la cabeza. Pero, en cambio, una luz de
reconocimiento brilla de repente en su rostro y asiente con la cabeza con
entusiasmo.
—¡Sí, de hecho, lo he hecho! Pasó la noche aquí y se ha marchado hace
solo media hora —dice la recepcionista y continúa describiendo el coche en
el que Jenny se fue esa misma mañana. Me dice que era un BMW azul
claro. Sé que los dioses me han sonreído por fin y me han dado un respiro.
Le doy a la recepcionista un billete de cien dólares para agradecerle su
ayuda y ella me mira con los ojos muy abiertos.
—¡Muchas gracias por su ayuda! —digo entusiasmado y me subo a la
Harley antes de salir corriendo por la carretera en dirección a San Marino,
hacia donde la recepcionista vio a Jenny alejarse. No estoy del todo seguro
de la velocidad a la que conduce Jenny, pero tengo la esperanza de
alcanzarla en la autopista.
Paso cerca de una hora conduciendo lo más rápido posible por la
autopista, y entonces me doy cuenta de que esto no tiene sentido. Hay
muchos lugares en los que Jenny podría haber girado para echar un vistazo
a algunas atracciones locales, como una serie de casas de carretera y casas
de huéspedes que hay por el camino.
El simple hecho de acelerar por la carretera tan rápido como pueda no
me va a garantizar que vaya a alcanzar a Jenny… Puede que ya la haya
adelantado si ha decidido detenerse en algún lugar de la carretera para
escribir el artículo sobre algo interesante que haya visto.
Me aparto de la carretera para descansar un poco y despejar la mente.
Pienso y me doy cuenta de que lo mejor que puedo hacer es, simplemente,
dirigirme a San Marino y esperar alcanzar a Jenny allí. Si ha decidido hacer
un alto en el camino para escribir algunos artículos sobre diversos lugares,
no tengo forma de saber dónde encontrarla y mi única esperanza es
esperarla en San Marino. Supongo que, al menos, se detendrá allí para
descansar o pasar la noche.
También sé que en San Marino hay un par de restaurantes muy buenos y
estoy seguro de que Jenny, como mínimo, se pasará por uno de ellos para
escribir un artículo sobre su comida. Tengo la sensación de que el viaje por
carretera de Jenny, aunque empezó como un medio para intentar alejarse de
ese motero cabrón que la visitó en su oficina, acabará convirtiéndose en
algo más parecido a unas vacaciones de trabajo.
Vuelvo a subirme a la moto y empiezo a conducir por la autopista de
forma más relajada. Decido que podría intentar disfrutar de este viaje por lo
que es y no simplemente correr a velocidad ciega sin pararme a oler las
flores, por así decirlo. Alrededor del mediodía, me detengo en un bar de
carretera y me pido un buen sándwich de huevo y bacon, que me sirven con
un refresco. De repente, deseo que Jenny pudiera estar aquí a mi lado.
Sé que le habría encantado hacer un viaje como este conmigo a lomos
de mi Harley y me apunto en la mente hacer algo así con ella cuando por fin
hayamos conseguido solucionar este lío.
Después del almuerzo, vuelvo a subirme a mi Harley y cubro la
distancia final de sesenta millas hasta San Marino sin volver a parar. Llego
esa misma tarde y empiezo a recorrer los restaurantes locales para preguntar
si alguien ha visto a Jenny. No tengo suerte y acabo reservando en una
lujosa casa de huéspedes para pasar la noche. Mañana será otro día y yo
sigo con la esperanza de reunirme pronto con la chica más hermosa y
maravillosa que he conocido en toda mi vida.
Capítulo 15

Jenny

Después de parar en varios bares de carretera y atracciones turísticas,


por fin llego a San Marino cuando termina el día. Reservo en un motel para
descansar un poco. Ya siento que este viaje por carretera ha sido una buena
idea, ya que mi mente se ha despejado de forma considerable desde que salí
de Los Ángeles
Abro el portátil y le escribo a Stacy un correo electrónico rápido.

Querida Stacy, solo quería decirte que estoy a salvo y que he llegado a
San Marino. Voy a quedarme por aquí un par de días y a escribir algunos
artículos sobre los restaurantes de la zona. Te enviaré los borradores tan
pronto como termine con ellos.
Con cariño, Jenny.

Casi de forma inmediata recibo una respuesta.

Hola cariño, deberías saber que Brad ha estado en la oficina y te está


buscando urgentemente. Tengo la sensación de que ha salido a la carretera
en su Harley para ir a buscarte, así que no te sorprendas si te lo encuentras
en algún lugar de la carretera. En cuanto a la revista, la próxima edición
saldrá en directo esta noche a las nueve, así que no dudes en echarle un
vistazo.

Con cariño, Stacy

PD: Nos vendrían bien un par de artículos sobre algunos restaurantes


de sushi, si es que puedes encontrar alguno.
Sonrío cuando termino de leer el correo electrónico de Stacy. Siempre
está pensando en el futuro y, aunque no estoy allí para discutir la edición del
próximo mes con ella, ya tiene una imagen en su mente de cómo cree que
debería de ser y qué artículos deberían incluirse en ella.
Espero hasta las nueve para echar un vistazo a la nueva revista online y
me encanta. Los artículos son realmente llamativos y Stacy se ha asegurado
de que todo esté bien organizado, con colores vibrantes y la cantidad justa
de publicidad en cada página web.
Cierro el portátil y me siento preparada para irme a la cama. Mi mente
está mucho más relajada y siento que pronto estaré lista para reconsiderar
todo el asunto con Brad. Espero poder descansar bien esta noche, pero sigo
teniendo el mismo sueño una y otra vez… Me encuentro en varios
escenarios con Brad y cada vez que me giro hacia él para decirle algo, de
repente desaparece.
Cuando me despierto por la mañana, aunque estoy un poco preocupada
por la repetición del mismo tipo de sueño con Brad que he tenido toda la
noche, me siento renovada y preparada para afrontar el día.
Salgo del motel y empiezo a buscar un restaurante de sushi. Creo que la
idea de Stacy es buena y ya tengo en mi mente una idea de cómo redactar el
artículo sobre sushi. Aunque hago todo lo posible por localizar uno, no
tengo suerte y al final me conformo con escribir una reseña sobre un asador
local.
Nadie en el restaurante me reconoce, pero el servicio es excelente y el
jugoso filete que me traen está tan bueno que no puedo contener mi
satisfacción. Le doy una buena propina al camarero y vuelvo a mi
habitación del motel para escribir un artículo elogioso sobre el restaurante.
Miro el reloj y me doy cuenta de que es casi mediodía, así que decido dar
un paseo por la ciudad para ver qué otros lugares hay que ver y visitar.
Encuentro una deliciosa cafetería y entro para pedirme un capuchino
con espuma y pepitas de chocolate. Está delicioso y enseguida pido otro. La
cafetería está situada justo enfrente de una hermosa hilera de grandes robles
y el entorno es tan bonito que acabo pasando un par de horas allí,
simplemente sentada y pensando en cosas.
Por fin, me pongo a pensar en mi relación con Brad y me doy cuenta de
que tal vez haya exagerado. Aunque el cabrón que vino a la oficina no tenía
ningún derecho a decirme lo que me dijo, al menos debería haberle dado a
Brad la oportunidad de responder a sus acusaciones. Quizás todo era una
invención. De repente, deseo poder hablar con Brad y discutir todo el
asunto con él. Lo único que sé con certeza es que no estoy dispuesta a
terminar la relación sin hablar con Brad por última vez. La magia de nuestra
conexión requiere que, al menos, hable con él… que discuta las cosas
abiertamente con él y que vea si puede haber una manera de seguir
adelante.
Esa misma tarde, vuelvo a mi habitación del motel y enciendo la
televisión para ver si echan algo agradable. Encuentro una película antigua
y empiezo a verla. Lo más extraño es que todas las situaciones de la
película me recuerdan a Brad y a mí en cierto modo. Cuando los dos
personajes principales se pelean, me recuerda a la forma en que Brad y yo
vivíamos los conflictos cuando él empezó a venir a mi oficina. Cuando los
personajes de la película se besan y se reconcilian, me hace pensar en el día
en el que Brad vino a darme una serenata a la oficina y por fin decidí darle
una oportunidad.
—Me pregunto si cada cosa que vea en la televisión a partir de hoy me
va a recordar a ti —susurro para mis adentros y apago el televisor cuando
termina la película. Cierro los ojos y empiezo a pensar en todos los
maravillosos momentos que Brad y yo pasamos juntos en mi apartamento.
De repente, deseo que esté aquí mismo, a mi lado, en la cama, y me doy
cuenta de que todo parece menos colorido y emocionante sin él en mi vida.
Me duermo pronto y tengo un buen descanso nocturno. Esta vez, no
sueño con Brad… O si lo hago, no lo recuerdo cuando me despierto a la
mañana siguiente. Decido dar una vuelta por la ciudad y buscar otros
restaurantes para probar. Estoy bastante segura de que no hay ninguno de
sushi cerca de mi motel y espero poder localizar alguno un poco más lejos.
Me lo paso muy bien explorando la ciudad y encuentro muchas cosas
interesantes y estimulantes, pero no consigo encontrar un restaurante de
sushi, así que empiezo a conducir de vuelta hacia el motel hacia el
mediodía. Decido pasar de nuevo por la encantadora cafetería y tomarme
otro de esos deliciosos capuchinos. Aparco mi BMW justo delante del local
y entro para buscar un camarero. En cuanto hago mi pedido, salgo y me
siento en la misma mesa donde me tomé el café el día anterior. Cuando
llega mi capuchino, le doy un sorbo y el café sabe aún mejor que los dos
que me tomé ayer.
Me acomodo en la silla y me relajo, mirando al otro lado de la calle; a
los tranquilos y grandes robles. Cuando una sombra pasa por mi mesa, no le
doy importancia al principio, pensando que lo más probables es que sea el
camarero que se ha acercado para ver si estoy lista para mi próximo
capuchino.
—Qué casualidad conocer a una chica tan guapa como tú, con un BMW
azul claro, en un pueblecito como este —me dice una voz familiar. Al
principio, no me doy cuenta de por qué he reconocido la voz… pero luego
caigo en la cuenta. Levanto la vista y ahí está…
¡Es Brad!
Sin pensarlo, me levanto de un salto y lo rodeo con mis brazos.
—¡Oh, Brad, te he echado tanto de menos! —digo y antes de darme
cuenta las lágrimas corren por mis mejillas. Brad se inclina y me las besa.
—No sé qué ha pasado, cariño, pero me alegra mucho de haberte
encontrado —dice y me besa íntimamente durante mucho rato.
—Fue horrible… No puedo entender por qué el tipo ese dijo todas esas
cosas… Dijo que solo me estabas utilizando —tartamudeo, pero Brad me
besa y coloca su dedo sobre mis labios.
—Hablé con Stacy y me dijo que un tipo se presentó en la oficina y dijo
cosas terribles sobre mí… pero quiero que sepas que, sea lo que sea lo que
te dijo, todo era mentira y no tengo miedo de decirte, aquí y ahora, que te
quiero. Te quiero de verdad desde el fondo de mi corazón, Jenny, y voy a
hacer todo lo que esté en mi mano para protegerte y hacerte feliz.
Lo miro fijamente a los ojos y me doy cuenta de que siente cada una de
las palabras que me acaba de decir. De repente, ya no tengo ninguna duda
en mi propio corazón y mi voz es firme cuando respondo:
—Yo también te quiero Brad… ¡Te quiero de verdad!
El resto del día está un poco borroso y lo único que recuerdo es que
Brad va a mi habitación de motel conmigo y me ayuda a recoger mis cosas.
Luego, nos dirigimos a un lujoso hotel de cinco estrellas y empezamos a
subir a la suite del ático.
Llegamos a nuestra habitación y, en cuanto la puerta se cierra tras
nosotros, nos arrancamos la ropa el uno al otro como animales hambrientos.
Brad se inclina y empieza a besarme por todas partes… deteniéndose en mi
coño solo un momento antes de salpicarlo con olas de placer mientras me
lame por todas mis partes secretas.
Gimo suave mientras me lleva a la cama y sigue dándose un festín
conmigo. Siento que caigo en un paraíso de lujuria y deseo mientras él
sigue acariciándome, lamiéndome y follándome con los dedos hasta
alcanzar el cielo. Cuando siento que mi cuerpo va a arder, se coloca encima
de mí y me penetra con su polla dura como una roca sin más preámbulos.
Me encanta la forma en la que me coge y me folla, como un poseso…
como si fuera un guerrero que acaba de regresar de una poderosa batalla y
vuelve a casa con su gloriosa doncella que lo ha estado esperando todo este
tiempo.
—¡Oh, fóllame Brad… fóllame fuerte y profundo! —gimo tan fuerte
que lo más probable es que todo el mundo en el hotel nos haya oído. Pero
no me importa, y Brad empieza a meterme la polla con tanta fuerza y
profundidad que siento que todo mi cuerpo va a explotar de placer. Cuando
veo que no puedo aguantar más, arqueo la espalda y siento que me deslizo
por el borde del orgasmo en el mismo momento en el que Brad lanza varios
chorros potentes de semen caliente y cálido dentro de mí. Lo abrazo con
fuerza y siento que no quiero volver a soltarlo mientras nos quedamos
tumbados tras nuestra increíble sesión de sexo.
—Prométeme que no volverás a desaparecer así —susurra Brad, y yo
asiento con la cabeza.
—Te lo prometo… Te prometo que no volveré a dejarte —susurro y
entonces todo vuelve a empezar. Hacemos el amor hasta la madrugada y,
cuando por fin nos dormimos, él se aferra con fuerza a mi cuerpo y yo
apoyo mi cabeza en su poderoso torso hasta que nos despertamos abrazados
a la mañana siguiente.
Pasamos los siguientes dos días conduciendo por San Marino,
simplemente siendo felices y fortaleciendo de nuevo la relación entre
nosotros. No hablamos demasiado tiempo del incidente en mi oficina, salvo
que Brad me pide una descripción de la persona que había entrado en el
edificio y me había agredido.
Para mi grata sorpresa, descubro que Brad conoce muy bien San
Marino, especialmente todos los restaurantes de la zona. Resulta que solía
vivir aquí e, incluso, conoce un pequeño restaurante de sushi escondido que
no se anuncia ni tiene página web en Internet. Ahora entiendo por qué no he
podido localizarlo, y es que había hecho una búsqueda en Internet y había
mirado algunas revistas locales cuando buscaba un restaurante de sushi.
Vamos al restaurante de sushi y nos lo pasamos de maravilla mientras
degustamos sus deliciosos platos. El dueño es muy simpático y parece que
él y su familia son los únicos que trabajan en el aquí y me explica que es la
única forma que tienen de garantizar la calidad de su comida. Estoy muy
impresionada. Le comento al dueño que tengo una revista en la que escribo
reseñas sobre restaurantes y le pregunto si estaría bien que escribiera un
artículo sobre él y su local. Parece muy entusiasmado y me dice que nunca
ha tenido dinero para hacer publicidad ni para crear su propia página web.
Acabo escribiendo un bonito artículo sobre el restaurante de sushi y se
lo envío a Stacy para que lo vea. Pronto me escribe y me dice que cree que
deberíamos convertirlo en el tema principal de nuestro próximo número, y
yo le devuelvo el correo electrónico para decirle que estoy de acuerdo.
El tiempo que paso con Brad en San Marino es como una luna de miel,
y desearía que nunca terminara. Me doy cuenta de que no estaba
equivocada con él… De que no me está utilizando solo para el sexo ni de
que tiene asuntos ocultos para conmigo. Estamos verdadera y
profundamente enamorados y sé que nunca me he sentido tan feliz en toda
mi vida. Brad y yo visitamos un bar local por la noche y hay un tipo
tocando la guitarra y cantando.
Brad se acerca a él y le pide que le preste su guitarra para cantarme una
canción y, cuando termina, todo el bar se pone de pie y aplaude su esfuerzo.
Me hace sentir increíblemente especial que muestre de forma pública su
afecto por mí y eso hace que lo quiera todavía más.
Después de unos diez días en San Marino, ambos decidimos que es hora
de volver a Los Ángeles. Brad me asegura que estará atento a cualquiera
que intente causar problemas en la oficina y le digo que Stacy también ha
contratado a un guardia de seguridad para que vigile la entrada. Hacemos
las maletas y pronto nos ponemos en marcha, con Brad conduciendo
delante en su Harley y yo siguiéndolo en mi BMW. Parece una procesión de
la victoria o algo así. Nos detenemos por el camino en varios lugares para
degustar la comida y ver los sitios locales.
Cuando por fin llegamos a Los Ángeles, me siento bien por estar en
casa y lo primero que hago es pasar por la oficina. Stacy está muy contenta
por tenerme de vuelta y me habla con entusiasmo de todos los nuevos
negocios que ha conseguido para la revista en forma de contratos
publicitarios.
El último número de nuestra publicación en Internet también ha sido un
gran éxito y hemos conseguido otros doscientos cincuenta nuevos
suscriptores. Me dice que el guardia de seguridad está haciendo un gran
trabajo y que puedo estar tranquila, ya que estaré segura en mi oficina. Se
acabaron las visitas sin previo aviso.
Brad me dice que solo quiere ir a casa y prepararlo todo y que me
recogerá esa noche para llevarme y enseñármela, tal y como me prometió
en un principio. Me encuentro esperando este acontecimiento con gran
expectación y no puedo esperar a conocer por fin un poco más de la vida
personal del hombre que amo.
Capítulo 16

Brad

Veo que el incidente en el trabajo de Jenny la ha sacudido de verdad y


pasan un par de días antes de que la sienta realmente relajada mientras
pasamos un tiempo en San Marino. Como sé lo traumático que ha sido para
ella todo este incidente, no hablo demasiado de él y trato de restarle
importancia en la medida de lo posible. Me siento muy agradecido por el
hecho de que Stacy haya contratado a un guardia de seguridad para
mantener a Jenny y a ella misma a salvo en la oficina y también decido que
la vigilaré muy de cerca pasándome por allí durante el día y asegurándome
siempre de que Jenny no sea molestada por ningún otro visitante no
deseado.
—No, tú tómatelo con calma y yo te recogeré esta noche y te llevaré a
mi casa —le digo y le doy un largo e íntimo beso antes de marcharme a
casa. El guardia de seguridad está en su sitio y confío en que Jenny estará
bien en la oficina mientras entra.
Ahora que estamos a salvo en Los Ángeles, solo tengo una cosa en
mente. Ya he hecho saber a todos los miembros del club de moteros que
quiero verlos en nuestro lugar de reunión habitual; un pub local de Los
Ángeles llamado Sitting Bull. Por desgracia, la descripción que Jenny me ha
dado de la persona que la visitó en el trabajo y la insultó, no me ayuda
mucho, ya que la mitad de los miembros de mi club de moteros llevan
pañuelos y tienen antebrazos realmente enormes, igual que el tipo que
Jenny me ha descrito.
—Os he convocado a todos aquí hoy para discutir un asunto muy grave
con vosotros… y quiero que realmente prestéis atención a esa palabra que
he usado… grave —digo, y los miro uno a uno, sentados frente a mí—.La
razón por la que uso esa palabra específica, «grave», es porque si descubro
quién demonios fue al lugar de trabajo de mi novia y la insultó, ¡esa persona
muy pronto irá a su maldita tumba!
Todos se sientan en silencio y nadie habla.
—Me pregunto si el maldito cobarde que insultó a Jenny en su oficina
tiene las agallas de ponerse en pie e intentar insultarme a mí también —digo
y miro alrededor de la habitación. Una vez más, nadie habla y todos se
limitan a mirarme con expresiones de asombro en sus rostros.
—La verdad es que no sé quién podría haber hecho algo así, pero os
puedo asegurar que no he sido yo —habla uno de los chicos.
—Tampoco he sido yo
—Ni yo
—¡Ni yo! —acaban diciendo todos en una especie de coro.
Me doy cuenta de que el culpable del despreciable comportamiento en
cuestión no tiene las agallas para hablar delante del resto y que no voy a
poder averiguar su identidad de esta manera. Decido dejar el tema ahí y
pasamos un rato en el bar, tomando copas y poniéndonos al día de todo lo
que me he perdido durante las últimas dos semanas. He pasado mucho
tiempo con Jenny y les aclaro a todos que ahora estamos saliendo juntos.
Incluso los chicos que participaron en el gangbang de la subasta de vírgenes
se comprometen solemnemente a mantenerse alejados de Jenny y a respetar
el hecho de que estoy saliendo con ella.
Ese mismo día, después de terminar con los chicos en el bar, me dirijo a
la oficina de Jenny. Ella me espera fuera, muy emocionada.
—¡No puedo esperar a ver tu casa! —dice y me da un largo abrazo y un
gran beso.
—¿Por qué no subes ese bonito culo tuyo a la parte de atrás de mi moto
y te llevo hasta allí enseguida? —le digo con una sonrisa y ella accede
encantada. Cuando llegamos a mi casa, el viejo Rawlins está esperando para
recibirnos y trata a Jenny como si fuera de la realeza. Se ha esforzado en
prepararnos una cena maravillosa y Jenny está absolutamente asombrada
por la lujosa comida y la pura opulencia del lugar donde vivo.
—¡Vaya! ¡Creo que no he visto un lugar más lujoso en toda mi vida! —
dice mientras la llevo a dar una pequeña vuelta por la casa.
—¿Podemos ir más tarde un rato a la sauna y al jacuzzi? —me pregunta
cuando le enseño la piscina cubierta, la sauna y el jacuzzi, que están
situados en el interior, junto al salón.
—Claro, vamos a cenar y luego podemos venir a divertirnos aquí —le
digo y le guiño un ojo de forma pícara. Ella capta de inmediato mi intención
y me devuelve el guiño con una sonrisa perversa en la comisura de sus
labios. Volvemos al salón y Rawlins empieza a servirnos un delicioso plato
tras otro.
—¡He comido en muchos sitios elegantes en mi vida, pero esta comida
está a la altura de las mejores que he probado! —dice Jenny y puedo ver
que lo dice en serio. El viejo Rawlins sonríe con satisfacción y sigue
llenando nuestras copas de champán. Le cuento a Jenny toda mi vida y
cómo he heredado una enorme fortuna de mi padre—. ¿Sabes?, eso es lo
último que hubiera esperado… Durante todo este tiempo he estado
pensando que me ocultabas algún oscuro secreto y ahora resulta que has
heredado una gran cadena internacional de hoteles —exclama incrédula
cuando termino de contarle el motivo de mi riqueza.
—La razón por la que no quería contarte todo esto es que no quería que
tuvieras la sensación de que era una especie de playboy. Prefería que
pensaras en mí como un motero —digo y Jenny me mira con gran
admiración.
—En realidad, aprecio eso Brad… El hecho de que me cuentes todo
esto ahora es realmente algo bueno. He tenido la oportunidad de conocerte
como motero, como un chico malo y, por mucho que me gustes como
playboy rico, ¡prefiero al motero! —dice y ambos estallamos en carcajadas.
Incluso el viejo Rawlins ríe ante la declaración de Jenny.
El resto de la velada transcurre por derroteros conocidos, aunque en un
nuevo escenario. Rawlins se retira después de servirnos el postre y el café y
entonces Jenny y yo nos dirigimos a la zona de la piscina cubierta. Pronto
estamos desnudos y practicamos sexo en el jacuzzi con burbujas calientes
que se elevan a nuestro alrededor. El cuerpo de Jenny parece arder y su
coño está tan caliente que no tardo en explotar dentro de ella con un
increíble orgasmo.
—¡Oh, Brad! Este es el mejor sexo que he tenido nunca —gime y tengo
que darle la razón.
Hacer el amor en la sauna es una experiencia totalmente nueva y
follamos con fuerza y rapidez al darnos cuenta de que no podremos
quedarnos aquí mucho tiempo. Entre tanto sexo, nos damos un chapuzón en
el agua fresca de la piscina cubierta y luego volvemos a la sauna o al
jacuzzi para calentarnos de nuevo.
—Creo que puedo seguir así toda la noche —me susurra Jenny al oído,
y la idea me parece deliciosa.
—Me gusta mucho esa sugerencia… ¿Por qué no vemos si podemos
llegar al amanecer? —digo y empiezo a explorar su cuerpo desnudo con
mis manos de nuevo. Ella empieza a masturbar mi polla con manos
hambrientas y pronto estamos en ello… de nuevo.
Seguimos follando, haciendo el amor y haciéndonos cosas bonitas
durante toda la noche y, cuando los primeros rayos del sol de la mañana
brillan a través del techo solar sobre la piscina cubierta, me doy cuenta de
que realmente hemos pasado la noche.
—Llevamos toda la noche practicando sexo —digo con una sonrisa
perversa—. Si quieres, podemos subir y echarnos una siesta en mi cama.
Jenny me mira y luego niega con la cabeza.
—No, solo una vez más y luego podemos ir a descansar. —Terminamos
teniendo sexo una última vez en el jacuzzi antes de secarnos con una toalla
y subir a mi habitación.
Nos dormimos abrazados y nos despertamos justo antes del mediodía.
Los dos estamos muy tentados de volver a empezar y pasar el resto del día
practicando sexo, pero Jenny me dice que tiene que ir a la oficina y ponerse
al día con el trabajo. Acepto a regañadientes dejarla ir y la llevo a la oficina
en la parte trasera de mi Harley. El guardia de seguridad está en su lugar
frente a Jenny’s Travels y me siento satisfecho de que Jenny estará segura y
bien mientras hace su trabajo.
Conduzco de vuelta a casa y Rawlins me espera al final de las escaleras.
—Espero no estar hablando fuera de lugar, señor, pero tengo que
felicitarlo por la amiga que trajo a cenar anoche… es realmente un cambio
bienvenido con respecto a las otras mujeres que ha tenido aquí en el pasado
—dice con una ligera sonrisa en las comisuras de sus labios.
—Gracias por decir eso, Rawlins, creo que tienes razón y no sé por qué
he tardado tanto en encontrar una mujer como ella. Creo que deberías
prepararte para ver mucho más a Jenny en el futuro.
—Eso me parece maravilloso, señor, y puedo asegurarle que siempre
me aseguraré de que se sienta como una reina cuando lo visite aquí —dice
Rawlins y me abre la puerta. Entro y me preparo una gran taza de café. Ya
es más de mediodía, pero todavía siento que necesito meter algo de cafeína
en mi organismo para recuperar las fuerzas después de la increíble noche
que he pasado en mi casa con Jenny.
Me siento en el salón y permito que mi mente se pregunte por las
últimas dos semanas. Me siento muy feliz por el lugar en el que estoy con
Jenny y me encuentro pensando en mi conversación con Trevor, el motero
felizmente casado que me dijo que todo cambiaría cuando encontrara a la
chica adecuada. Ahora me doy cuenta de que tenía razón al cien por cien y
sé que Jenny es la chica adecuada para mí. No necesito ver a otra mujer por
el resto de mi vida.
Pienso en el incidente en la oficina de Jenny, donde alguien entró y dijo
ser uno de mis amigos motoristas antes de insultar a Jenny y molestarla
tanto que terminó dejando Los Ángeles durante dos semanas.
Todavía no sé exactamente qué pensar de todo el asunto y, aunque
respeto mucho a todos los chicos de mi club, sé que hay una clara
posibilidad de que uno de ellos sea el diablo disfrazado. Con una chica tan
guapa como Jenny siempre existe la posibilidad de que alguien se obsesione
con ella y me hago la firme nota mental de permanecer alerta y estar atento
a cualquier señal de problemas.
Me termino el café y decido pasar por delante de la oficina de Jenny,
solo para asegurarme de que no hay ninguna persona con malas intenciones
al acecho. Tengo mucha confianza en el guardia de seguridad que vigila la
entrada principal de Jenny’s Travels, pero decido que no está de más hacer
también mi parte para asegurarme de que Jenny está segura en el trabajo.
Me detengo a dos manzanas del lugar donde se encuentra la revista de
Jenny y voy andando el resto del camino, asegurándome de permanecer en
el extremo opuesto de la calle para que un posible acosador no me vea.
Todo me parece bien y el guardia de seguridad está en su puesto, así que me
voy relajando poco a poco mientras asimilo toda la escena que tengo
delante. Cuando estoy cien por cien seguro de que todo está en orden, me
dirijo a mi moto y vuelvo a mi casa.
Siento como si el mundo entero estuviera de mi lado y sé que nunca
había sido tan feliz en toda mi vida. El sol brilla y el tiempo es precioso.
Tengo una canción en mi corazón y una ligereza en mi espíritu.
Decido pasar un rato practicando nuevas canciones con mi guitarra. Ya
estoy planeando la siguiente noche con Jenny en mi casa y decido que le
daré un pequeño espectáculo privado tocando la guitarra y cantándole
mientras Rawlins nos sirve cócteles.
Todo mi enfoque ha cambiado y, aunque sigo siendo el líder rudo de un
club de moteros de Los Ángeles, ahora hay una nueva dimensión de
cuidado y profundidad emocional en mi vida que no existía antes de
conocer a Jenny.
Capítulo 17

Jenny

Sé que nunca he sido tan feliz en mi vida y el hecho de que todo se deba
a un hombre es la mayor sorpresa de todas. Aunque nunca lo hubiera
esperado, Brad resulta ser la persona más romántica que he conocido en mi
vida y me trata como una verdadera reina. La forma en la que nos
conocimos hace tiempo que está olvidada y hemos empezado una nueva
relación casi desde cero.
Stacy es, tal vez, la más feliz de las dos por el hecho de que por fin he
conocido al hombre de mis sueños y, a menudo, le digo en broma que ella
será la siguiente. No estoy del todo segura de que tenga novio, aunque me
asegura que no se siente sola.
La revista va muy bien y Stacy y yo nos enteramos de la existencia de
un concurso de revistas locales online en California y decidimos presentar
nuestra candidatura. La idea del concurso es identificar la revista que mejor
represente la zona y sus atractivos turísticos.
—Creo que deberíamos presentar al concurso uno de los artículos que
escribiste sobre los restaurantes de San Marino —dice Stacy. Estoy de
acuerdo con ella. El trabajo que hice en San Marino fue uno de mis mejores
artículos culinarios y tengo la sensación de que con él tendremos la
posibilidad de hacerlo muy bien en el concurso. Stacy y yo nos decidimos
por un artículo en particular, el que escribí sobre el pequeño restaurante de
sushi escondido que me mostró Brad, y se lo enviamos a los jueces.
Pronto me olvido del feo incidente que tuvimos en la oficina cuando el
motorista se presentó y me insultó. El guardia de seguridad es realmente
digno de confianza y, además, Brad se presenta a intervalos aleatorios para
venir a verme mientras estoy en el trabajo. Esto no solo disuade a cualquier
posible acosador, sino que también me hace sentir muy especial y a menudo
nos sentamos en la sala de juntas a tomar café y reír. Stacy se une a nosotros
y no deja de decirnos que somos la pareja más bonita que ha visto en su
vida.
Debido al crecimiento de la revista, pronto tengo que contratar a nuevos
fotógrafos y blogueros para que me ayuden a escribir nuevos artículos.
Stacy y yo incluso empezamos a discutir la posibilidad de conseguir
corresponsales en el extranjero para que escriban sobre restaurantes
extranjeros y tengo la sensación de que esta revista pronto va a explotar por
la forma en la que está creciendo.
Un día, Stacy y yo nos sentamos en la sala de juntas y discutimos la
dirección general que queremos tomar con el negocio.
—Nunca imaginé que esta revista crecería hasta el punto de que
empezaríamos a pensar en ramificarnos internacionalmente… ¿Crees que
este es el camino que debemos seguir en el futuro? —le pregunto.
—Tengo que ser perfectamente honesta contigo en que yo tampoco lo
imaginaba, pero si esa es la forma en la que las cosas están progresando de
forma natural, creo que deberíamos seguirla —contesta Stacy.
—La razón por la que creo que es importante que discutamos todo esto
es el hecho de que una organización mucho más grande, sobre todo una
internacional, exigirá un número mucho mayor de personal y un montón de
consideraciones logísticas adicionales. ¿Estás preparada para eso?
—Supongo que tienes razón… Nunca lo había pensado así, pero debo
decir que me gusta tener a tanta gente por aquí trabajando con nosotras.
Hace que sea un lugar bonito en el que trabajar… ¡Casi como si fuese un
grupo de periodistas!
—Creo que lo que debemos hacer es esperar el resultado de este
concurso y entonces podremos juzgar realmente la calidad de nuestra
revista. Si nos va bien en el concurso, tendré mucha más confianza para
salir al exterior —digo y Stacy asiente con la cabeza.
—Creo que es una buena manera de verlo. En este momento, no
podemos saber con exactitud cómo nos enfrentamos a la competencia y si
no brillamos realmente en la competición, sabremos que tenemos que
aumentar nuestra calidad… Por otro lado, si lo hacemos bien, el cielo es el
límite y entonces creo que deberíamos seguir ramificando y explorando
todas las posibilidades de expansión.
Las siguientes dos semanas son una auténtica locura y trabajamos muy
duro en nuestro próximo número. Stacy consigue un montón de nuevos
anunciantes y todo el mundo tira del carro con los artículos, de modo que
acabamos teniendo casi el doble de producción que en el número anterior.
Incluso Brad participa y hace algunas sugerencias sobre el diseño de la
revista. Resulta que tiene un buen ojo para ese tipo de cosas y me
sorprendo, una vez más, de su facilidad para las dotes artísticas. A menudo,
me toca canciones con su guitarra y me ha prometido una noche especial en
su casa en la que me entretendrá con un espectáculo completo de música de
guitarra. Me hace mucha ilusión y le digo que debería tomarse su música
mucho más en serio. Tengo la sensación de que puede ser muy bueno y sé
que necesita algo así en su vida para emocionarse de verdad. Tiene mucha
gente que se ocupa de la cadena internacional de hoteles que heredó de su
padre y tengo la sensación de que la música puede convertirse en algo a lo
que acabe dedicándose profesionalmente.
—¿Puedo hablar contigo en la sala de juntas? —dice Stacy un día al
aparecer por sorpresa en la puerta de mi despacho.
—¿Por qué? ¿Pasa algo? —pregunto, un poco preocupada.
—¡Solo reúnete conmigo en la sala de juntas en dos minutos! —dice
Stacy con una sonrisa y yo me pregunto qué demonios está pasando. Cierro
el portátil y me dirijo a la sala de juntas. Stacy ya está sentada en la mesa y
todos los demás se levantan cuando entro. No reconozco a ninguna de estas
personas y me pregunto por qué Stacy los ha reunido a todos en la sala de
juntas sin decírmelo.
—¡Felicidades, Jenny! Somos los jueces del concurso de revistas online
y estamos aquí para decirte que tu revista ha ganado —dice un señor mayor
con barba blanca y me estrecha la mano de forma calurosa. Todos los demás
que hay alrededor de la mesa empiezan a aplaudir y se turnan para
felicitarnos a Stacy y a mí por haber ganado el concurso.
—He pensado que sería una bonita sorpresa para ti oírlo de esta
manera… ¡Me han llamado antes por teléfono y me han dicho que los
jueces querían reunirse contigo para decirte en persona que somos las
ganadoras! —dice Stacy con una amplia sonrisa en su bonita cara. Alguien
abre una botella de champán y pronto tenemos una celebración en toda
regla en la sala de juntas. Invito al resto del personal y todo el mundo está
encantado con nuestro logro.
—Supongo que esto responde a la pregunta que nos planteamos el otro
día sobre la internacionalización —digo y Stacy asiente con la cabeza con
entusiasmo.
—¡Sí! Creo que no tenemos que seguir dándole vueltas y que
deberíamos dar los pasos necesarios para empezar a ramificarse.
El resto del día se convierte en un festival permanente en el trabajo y
puedo decir que no vamos a conseguir hacer mucho más trabajo. Doy a
todos el resto del día libre y Stacy y yo acabamos en mi despacho, bebiendo
más champán y discutiendo nuestros planes para el futuro. Brad me llama y
me dice que está muy orgulloso de mí y que celebraremos mi logro como es
debido cuando vuelva de un breve viaje por carretera con sus amigos
moteros. Insisto en que se vaya con ellos, aunque se resiste a dejarme sola.
Le dije a Brad que el guardia de seguridad está cuidando muy bien la
seguridad de la oficina y que podía estar seguro de que yo estaría a salvo
mientras él no estuviera. No quiero que acabe descuidando a sus amigos y
que luego se resienta por ello, así que le dije que debería seguir haciendo
algún que otro viaje por carretera con su club de moteros.
—Brad no volverá hasta mañana, así que creo que las dos chicas
deberíamos salir esta noche y pintar esta ciudad de rojo —digo mientras
apuro mi copa de champán.
—¡Me parece un excelente plan! —dice Stacy y nos sirve lo que queda
de champán. Las dos estamos demasiado borrachas para conducir, así que
cogemos un taxi para volver al apartamento de Stacy y decidimos que nos
retocaremos el maquillaje y luego cogeremos otro taxi para ir a la ciudad.
—¿Dónde deberíamos ir? —pregunta Stacy.
—He oído que hay un nuevo club abierto en la milla de platino y, por lo
que parece, la música es muy buena. ¿Por qué no vamos allí? —sugiero.
Stacy está de acuerdo en que es una buena idea y media hora después
cogemos otro taxi frente a su apartamento. Bajamos hasta el nuevo club y,
cuando llegamos, vemos que hay una enorme cola de gente esperando
delante. Por suerte, el portero se fija en nosotras y nos hace señas para que
nos pongamos delante de la cola. Levanta la cuerda roja y nos dice que
podemos entrar sin esperas. Nos sentimos como de la realeza y me pregunto
si la noche puede mejorar más.
—Es como si todo el universo se abriera ante nosotras —comenta Stacy
cuando conseguimos encontrar una mesa libre cerca de la barra.
—Ciertamente, es así… ¿No es extraño cómo todas las cosas buenas
parecen llegar de golpe? —digo y le hago un gesto a un camarero que está
cerca. Se acerca a nuestra mesa y pedimos algunos cócteles exóticos para
continuar nuestra celebración.
—¡Creo que deberíamos comer algo, solo para compensar las enormes
cantidades de alcohol que hemos estado bebiendo todo el día! —sugiere
Stacy y acabamos pidiendo una bandeja con caros aperitivos: hay caviar,
queso azul, salmón y fruta que nos proporcionará la energía suficiente para
pasar toda la noche. Después de un rato, decidimos ir a bailar y, aunque no
hemos dedicado mucho tiempo a ponernos guapas, pronto tenemos un gran
círculo de admiradores masculinos que intentan entrar en nuestro espacio
personal para bailar con nosotras. Yo me limito a ignorarlos, pero veo que
Stacy está disfrutando mucho de la atención y me encuentro
preguntándome, una vez más, si tiene novio fijo o no. Si lo tiene, lo
mantiene en secreto. Estoy casi segura de que no hay nadie en su vida… Al
fin y al cabo, lo compartimos todo y si tuviera un hombre sin duda me
habría enterado.
Después de un rato, volvemos a nuestra mesa y tomamos más bebidas y
aperitivos. Miro mi teléfono y veo que tengo dos llamadas perdidas, ambas
de Brad. Le devuelvo la llamada, pero hay tanto ruido dentro de la discoteca
que no puedo oír ni una palabra de lo que dice.
—¡Te quiero! —le grito al móvil y termino la llamada. Le escribo a
Brad un mensaje de texto para decirle que no he podido oírlo por encima de
todo el ruido y que me envíe un mensaje de texto con lo que quiere
decirme. Me siento ansiosa, esperando la respuesta de Brad… Pero
entonces se me cae el teléfono de la mano al ver a alguien de pie junto a
nuestra mesa. De repente, siento como si una mano invisible me hubiera
agarrado el corazón con un puño de hielo… Miro al enorme motorista que
vino a mi oficina hace un par de semanas para insultarme y amenazarme.
—Veo que las dos os lo estáis pasando muy bien esta noche —dice con
voz áspera y se nota que ha bebido mucho.
—¡Escucha, no quiero ningún problema y te sugiero que te vayas! —
dice Stacy, pero el motorista la empuja tan fuerte con la mano que se cae de
la silla. Miro frenéticamente a mi alrededor en busca de un portero, pero el
local está tan lleno y hay tanto movimiento que nadie se da cuenta del
altercado que estamos teniendo con este hombre violento.
—¡Creo que será mejor que nos deje en paz! —grito con toda la fuerza
de mi voz—. ¡Mi novio no tardará en llegar y entonces te dará una paliza!
—¿Te refieres a Brad? Por lo que sé, está de viaje con sus amigos
moteros, así que no lo espero pronto —dice el asqueroso motero y me
agarra del brazo. Su agarre es fuerte y, aunque hago lo posible por escapar
de él, me arrastra con mucha facilidad mientras empieza a caminar hacia la
entrada del club.
—¡Déjame en paz, cabrón! —grito, pero él sigue arrastrándome con él.
—¿Sabes qué? Pagué toda mi parte de los setecientos cincuenta mil
dólares de esa noche en la subasta de vírgenes y no me parece que haya
tenido suficiente de ti en el gangbang de después… ¡Estaba pensando que
podemos ir a mi casa y divertirnos un poco más esta noche! —gruñe y me
doy cuenta de que habla muy en serio. Está planeando violarme y quizás,
incluso, hacerme un daño corporal grave. Finalmente, me empuja fuera y,
uno de los porteros se da cuenta de que tengo un problema. Rápidamente se
acerca, pero antes de que el portero pueda intervenir, oigo una hermosa y
familiar voz que me grita.
—¡Déjamelo a mí! —grita Brad y, cuando miro a mi izquierda, veo que
está al lado del portero. El enorme motorista me suelta el brazo y mira
directamente a Brad con una postura muy amenazante.
—Ronald Johnson, nunca te habría tomado por un violador y un
maltratador de mujeres… Pero supongo que todos los días aprendemos algo
nuevo, ¿no? —dice Brad y puedo asegurar que él y el enorme motorista se
conocen.
—¡Por qué no lo dejas ya! ¡Estoy harto de que le digas a todo el mundo
en el club lo que tiene que hacer y creo que debería recordarte que yo
mismo conozco a tu novia razonablemente bien! O es que te has olvidado…
Mi atacante no llega más lejos, ya que Brad avanza a la velocidad del
rayo y ejecuta una patada voladora que parece sacada de una película de
artes marciales. Le da en toda la cara con su bota y el tipo sale volando por
los aires por la fuerza de la patada.
Pero Brad no ha terminado con él. Se abalanza sobre él y, mientras el
bastardo aspirante a violador se pone en pie tambaleándose, Brad desata
una ráfaga de patadas y puñetazos sobre él que son tan impresionantes y
potentes que el enorme motorista no tarda en empezar a sangrar por las
heridas de toda la cara y el cuerpo.
Mi héroe lo remata con una patada giratoria que conecta al gran
motorista en la sien y lo hace caer al suelo. Stacy aparece de la nada y le da
una patada al motorista en las costillas. Es un poco exagerado, pero en
realidad siento que el bastardo se lo merece. Después de todo, fue él quien
tiró a Stacy al suelo en el club y es justo que ella le pague con la misma
moneda. Es fácil darse cuenta de que el enorme cabrón no se va a levantar
y, al elevar la vista, veo que se acerca un furgón de la policía con luces
intermitentes y una sirena.
Brad se precipita a mi lado y me dedica una gran sonrisa. Me acerca a él
y me siento increíblemente segura mientras estoy entre sus brazos.
—No te preocupes, todo va a estar bien a partir de ahora —me susurra
al oído y nunca he escuchado un sonido más dulce en toda mi vida.
—Pero ¿cómo sabías lo que estaba pasando? ¿Cómo has llegado aquí
tan rápido? —pregunto y miro a Brad con expresión perpleja.
—Para eso te llamaba —dice Brad y me mira directamente a los ojos—.
Te decía que los otros chicos del club y yo habíamos decidido volver a casa
antes de tiempo y que vendría a buscarte aquí.
—Es una noticia fantástica, pero ¿cómo sabías que estábamos aquí? —
pregunto, todavía perpleja.
—Tienes que agradecérselo a tu amiga Stacy… Me mandó un mensaje
antes y le pedí que no te dijera que estaba de camino, ya que quería darte
una sorpresa —dice Brad con una amplia sonrisa—. Cuando te llamé, en
realidad estaba llegando a la puerta del club en mi Harley e iba a decirte que
me reuniría contigo dentro en un minuto.
Me giré y vi a Stacy de pie a mi lado con una gran sonrisa en su cara.
—¡Tú y tus sorpresas, un día me vas a dar un ataque al corazón! —digo
y le doy un gran abrazo a Stacy.
—Gracias a Dios que Brad llegó a tiempo y que estás a salvo —dice
Stacy y luego los tres nos damos un abrazo grupal.
—¿Qué demonios está pasando aquí? —pregunta el policía que llegó
antes en su furgoneta mientras se une a nuestra conversación. El portero se
acerca y rápidamente informa al policía de todo lo sucedido.
—Ese cabrón que está en el suelo intentó secuestrar a esta chica —dice
el portero y me señala con el dedo—, y, entonces, este tipo de aquí la salvó
de su atacante.
Stacy también empieza a hablar con el policía y le da su declaración. Le
cuenta cómo el mismo hombre había venido a mi oficina un par de semanas
antes para insultarme y amenazarme. También le cuenta cómo el hombre la
había empujado de su silla dentro del club y puedo ver que el policía se
enfada cada vez más mientras ella sigue hablando con él.
—Supongo que tenemos que agradecerle a tu novio el hecho de que
estés a salvo… pero no te preocupes, tu atacante ya está esposado en la
parte trasera de mi furgón policial y puedo asegurarte de que va a ir a la
cárcel durante mucho tiempo —me dice el policía y cuando miro hacia su
furgón veo a mi atacante sentado allí con la cara ensangrentada, todavía con
aspecto aturdido y confuso.
Al final, todos los que han salido a ver la debacle vuelven a entrar en la
discoteca y decidimos que ya hemos tenido suficiente entretenimiento por
esta noche.
—Creo que deberías venir a pasar la noche conmigo en mi casa —dice
Brad y yo asiento con la cabeza agradecida. Le damos las buenas noches a
Stacy mientras se sube a un taxi y luego me subo a la parte trasera de la
Harley de Brad y me agarro a su fuerte cuerpo mientras nos lleva a su casa.
Capítulo 18

Brad

Pasamos la noche en mi casa y me limito a abrazar a Jenny hasta que se


queda dormida. Escucho su respiración y me siento extremadamente
agradecido por el hecho de que Stacy me dijera dónde estaban. La verdad es
que no sé qué habría hecho si le hubiera pasado algo y ahora sé a ciencia
cierta que no puedo soportar pensar en mi vida sin Jenny.
Todavía me siento aturdido por el hecho de que Ronald Johnson fuera e
intentara acercarse a Jenny a mis espaldas. Supongo que debería de haber
sabido que su actitud, generalmente agresiva, era una señal de peligro,
aunque siempre pensé en él como otro motero con una mala actitud del club
de moteros de los dragones de Los Ángeles. Por suerte, va a pasar la
próxima década de su vida entre rejas y quizás podría tener algún intereses
románticos con algunos de sus compañeros de prisión durante ese período.
Nos despertamos a la mañana siguiente y beso a Jenny de forma suave
en los labios. Ella abre los ojos y me sonríe.
—Qué hermoso espectáculo para los ojos tan temprano —susurra, y
siento que mi polla se agita de deseo. Recorro con mis dedos su cuerpo
desnudo y pronto empieza a explorar el mío. La beso por todas partes y me
aseguro de no dejarme ni un centímetro. Cuando empiezo a lamerle el coño,
gime con profundo deseo y le meto la lengua hasta el fondo. Quiero
explorarla por completo… conocer hasta el último secreto de su cuerpo y,
cuando se estremece con su primer orgasmo, sé que es probable que no
vayamos a salir del dormitorio en lo que queda de día.
Me empuja de espaldas y empieza a chuparme la polla con ganas.
Siento que me va a tragar entero y cuando empieza a apretarme los huevos
con los dedos siento que pierdo todo el control… Justo antes de estallar, se
detiene y me mira con ojos atrayentes. Luego se tumba de espaldas y abre
las piernas de par en par. No necesito que me inviten dos veces; empujo
despacio mi polla hasta el fondo de su húmeda abertura. Empiezo a mover
las caderas con movimientos lentos y circulares hasta que noto que la
pasión aumenta entre nosotros… Entonces, empiezo a follarla más fuerte,
más profundo y con más fuerza.
Echa la cabeza hacia atrás con la lujuria del momento y yo pienso que
no he visto un espectáculo más hermoso en toda mi vida. Empiezo a follarla
con un abandono temerario y me encanta la forma en la que responde, con
potentes empujones de sus propias caderas. Me siento cada vez más cerca…
y al final no puedo soportar más el sensacional placer que me ofrece. Saco
mi polla y descargo mi carga sobre su hermoso cuerpo desnudo. Ella se
frota contra su piel y me mira con una expresión salvaje y animal. El verde
de sus ojos es como el de una tigresa, mirándome; invitándome a hacérselo
de nuevo.
Se sube encima de mí y empieza a cabalgarme como si fuera un caballo
salvaje corriendo por las llanuras. Estoy asombrado por su apetito y su
resistencia, y cuando caemos de espaldas una hora más tarde siento que
vamos a necesitar algún tipo de energía extra si queremos seguir así todo el
día.
—¿Por qué no te quedas aquí y yo voy a prepararnos el desayuno? —le
digo y ella me mira encantada.
—¿Tú cocinas? No sabía que pudieras hacerlo… Quiero decir, el viejo
Rawlins siempre hace toda la comida cuando vengo a visitaros —dice y yo
solo le sonrío.
—Hay muchas cosas sobre mí que aún no conoces.
—Brad, ha llegado el momento de que seamos totalmente abiertos y
sinceros el uno con el otro —dice y me mira con una repentina seriedad—.
A partir de ahora, no habrá más secretos y quiero que te sientas libre de
compartir conmigo todo lo relacionado con tu vida personal.
—Estoy de acuerdo. Nunca pensé que llegaría el día en el que diría esto,
pero realmente confío en ti con mi propia vida —digo y pienso en cada una
de esas palabras. Jenny me ha enseñado lo que puede ser una relación de
verdad y, ahora que he llegado a conocerla y a quererla como lo hago,
nunca podré volver a esas relaciones sin sentido que solía tener con todas
las mujeres de antes.
Bajo y nos preparo unos huevos revueltos, bacon y tostadas. Supongo
que cuando le dije a Jenny que sabía cocinar estaba exagerando un poco,
pero aun así siento que quedará impresionada con el delicioso desayuno que
he hecho. Preparo una gran jarra de café solo y luego subo todo a la
habitación en una bandeja.
Pasamos el resto de la mañana en mi habitación, haciéndonos las cosas
más bonitas. Luego, cuando llega el mediodía, bajamos y nos bañamos en la
piscina cubierta. El agua es fresca y refrescante y Rawlins nos sirve cócteles
mientras nos bañamos. Nos prepara un delicioso almuerzo de embutidos y
ensaladas y nos damos un auténtico festín en el salón. Jenny le dice a
Rawlins que nos acompañe y yo asiento con la cabeza para indicar que
estará bien.
—Bueno, vale… Si estás absolutamente segura de que eso estará bien…
—dice y toma asiento en la mesa con cautela. Jenny y yo estallamos en
carcajadas ante su reticencia infantil y al final parece relajarse.
—He decidido que esta noche le daré a Jenny un pequeño espectáculo
musical y tú también estás invitado —le digo a Rawlins y él parece
sorprendido.
—¡Muchas gracias, señor! —dice con una expresión muy sincera y
emocionada en su rostro—. ¡Llevo mucho tiempo diciéndole que su música
es su mayor talento y no se me ocurre nada mejor que asistir a su
espectáculo musical con su maravillosa amiga!
Me encuentro pensando que Rawlins es, en realidad, el mejor amigo que
tengo. Sé que comparto muchas otras cosas con mis compañeros del club de
motos, pero Rawlins ha sido el que ha estado conmigo en las buenas y en
las malas. Es el que solía fruncir el ceño ante mis relaciones sinsentido con
todas esas mujeres cabeza hueca y también ha sido el que me animó cuando
empecé a salir con Jenny.
Jenny y yo decidimos dar un paseo en mi moto y Rawlins promete que
preparará unos deliciosos aperitivos y bebidas para el entretenimiento de la
noche. Damos un largo paseo hasta el campo donde hicimos el amor bajo el
árbol y, para celebrar los viejos tiempos, lo volvemos a hacer. Descubro que
he empezado a pensar que hacer el amor es precisamente eso… hacer el
amor, y no solo tener sexo. Cada vez que unimos nuestros cuerpos desnudos
en un abrazo apasionado es como si saliéramos de allí como una unidad
más fuerte… Más fuertes juntos como uno.
Volvemos a la Harley y conducimos hasta casa, donde Rawlins ya ha
preparado una mesa con aperitivos y bebidas.
Termino tocando todas las canciones que conozco y recibo un gran
aplauso de Jenny y Rawlins. Lo disfrutan tanto que toco todo mi repertorio
de canciones dos veces y, probablemente, lo disfrutan aún más la segunda
vez.
Más tarde, esa noche, Jenny y yo nos retiramos al dormitorio de arriba y
estrecho la mano de Rawlins antes de que Jenny y yo subamos las escaleras.
—Quiero decirte que no solo eres mi mayordomo, Rawlins —le digo
mirándolo directamente a los ojos—, ¡también eres mi mejor amigo!
—Gracias, señor… Brad,… Quiero decir, señor —tartamudea Rawlins y
yo estallo en carcajadas y le doy una palmada en la espalda.
—Puedes llamarme como quieras, Rawlins —le digo y él asiente con la
cabeza sonriendo antes de marcharse a su propia habitación.
Jenny y yo subimos las escaleras y nos desnudamos… y no tardamos en
volver a hacerlo como dos enloquecidos por el sexo. Hacemos el amor
durante toda la noche y finalmente nos dormimos abrazados.
—¿Qué vamos a hacer para el día de San Valentín? —me pregunta
Jenny a la mañana siguiente cuando nos despertamos.
—¿San Valentín? ¿Cuándo es eso? —pregunto, sorprendido.
—¡Hoy es el día de San Valentín, tonto! —dice Jenny y me da un beso
en los labios. Lo pienso y de repente sé exactamente lo que quiero hacer
para celebrar este día tan especial con Jenny.
—Creo que iré a hacer algunas compras y luego iré a buscarte a la
oficina más tarde… es decir, si es que piensas ir a la oficina.
Jenny se lo piensa unos segundos y luego asiente con la cabeza.
—Sí, creo que debería volver a la oficina y asegurarme de que todo
sigue su curso. Stacy y yo hemos decidido que vamos a internacionalizar
nuestra revista online después de ganar ese concurso.
—¿Ganasteis un concurso? Ni siquiera me lo habéis contado. ¡Una cosa
más para celebrar esta noche!
Jenny parece realmente entusiasmada con mi idea y un rato después la
dejo en la oficina con la promesa de recogerla sobre las cinco de esa misma
tarde. Luego, vuelvo a subirme a la moto y me dirijo a la ciudad para ir a
hacer unas importantes compras. Esta noche tengo una gran sorpresa para
Jenny, ya que voy a llevarla a la antigua mansión familiar donde vivíamos
cuando mi padre aún vivía. La heredé, junto con su cadena internacional de
hoteles, y en estos momentos está vacía. Sin embargo, el lugar está bien
cuidado y estoy seguro de que ella disfrutará mucho viéndola.
Miro al cielo y está claro y azul hasta donde alcanza mi vista… Me
encuentro pensando que todas las nubes tormentosas de mi vida han
desaparecido para siempre y todo es gracias a Jenny… La increíble chica
que conocí aquella noche en la subasta de vírgenes. Supongo que todos
acabamos afrontando algunas de las consecuencias de aquella noche
imprudente… con Ronald Johnson atacándola en el club nocturno de
aquella manera, pero afortunadamente todo quedó en el pasado y estoy listo
para ir con confianza hacia el futuro, con Jenny caminando a mi lado… O
conduciendo conmigo a lomos de mi Harley.
Capítulo 19

Jenny

Me siento muy bien al volver al trabajo y Stacy y yo pasamos la mayor


parte del día discutiendo nuestros planes para el futuro. Decidimos que
pronto haremos un viaje juntos a varios países y abriremos nuevas oficinas
en todas partes. Ahora tenemos más de cuatro mil suscriptores de pago y
muchas empresas poderosas que se anuncian en nuestra revista, por lo que
el dinero ya no es un factor importante.
—Me alegro de que todo haya salido tan bien y de que hayamos
sobrevivido al terrible susto que tuvimos en la discoteca el otro día —dice
Stacy cuando terminamos nuestra conversación sobre la futura expansión de
la revista.
—Supongo que es verdad lo que dicen. «Bien está lo que bien acaba»
—digo con una sonrisa feliz.
Nos dirigimos a la cocina y nos preparamos una gran tetera. Luego
volvemos a la sala de juntas para tomar un descanso.
—Hay algo que he querido preguntarte —digo con mucho cuidado
mientras nos sentamos a tomar el té caliente— ¿Tienes realmente un
hombre en tu vida?
Stacy me mira y luego una sonrisa reservada se extiende por sus
atractivos rasgos faciales.
—Digamos que estoy trabajando en ello y que tengo un plan muy
concreto al respecto.
—¿Te importaría explicarlo con más detalle? ¿En qué consiste
exactamente ese plan que tienes? —pregunto, muy curiosa.
—Sé que lo compartimos todo, pero prefiero mantener este plan
específico en secreto hasta más adelante… ¡Pero tú serás la primera en
saberlo cuando realmente funcione! —dice con un brillo en los ojos. Decido
no presionarla más y sé que me lo dirá cuando esté preparada. Solo espero
que tenga la misma suerte que yo de encontrar a un tipo como Brad. Trabaja
muy duro cada día y no puedo soportar la idea de que no tenga a alguien
que la quiera y la abrace por la noche… Especialmente el día de San
Valentín.
Volvemos al trabajo, pero me cuesta concentrarme. Espero con
impaciencia la sorpresa de Brad y no puedo imaginar lo que puede ser. Me
pregunto si me va a tocar más música con su guitarra o si me va a llevar a
cenar a un restaurante especial. Cuando el reloj marca las cinco de la tarde,
cierro el portátil y me despido de Stacy. Me asegura que tiene planes para la
noche y me apresuro a salir para ver dónde está Brad. Espero que me esté
esperando junto a su moto, pero no veo a nadie.
—¿Quiere que espere aquí con usted? —me pregunta el guardia de
seguridad cuando ve que estoy buscando a alguien.
—Sí, la verdad es que se lo agradecería —le digo y nos quedamos por
allí otros diez minutos más o menos y charlamos mientras espero a Brad.
El guardia de seguridad me dice que también está planeando algo
especial para él y su mujer esa noche y me pregunto si mi propia noche va a
funcionar… ¿Y si Brad se queda atrapado en algún sitio? Estoy bastante
segura de que no me dejará tirada sin una buena razón, pero no estoy del
todo segura de si tal vez tiene que ocuparse de algún tipo de negocio con su
cadena hotelera internacional de vez en cuando.
Sea cual sea el motivo de su retraso, solo me sale su contestador
automático cuando intento llamarlo y, cuanto más tiempo pasa fuera, más
me empieza a preocupar que le haya ocurrido algo. ¿Y si ha tenido un
accidente con la moto? ¿O si ese loco motero amigo suyo se ha escapado de
la cárcel y lo ha atacado? Un millar de pensamientos descabellados se
agolpan de repente en mi mente y me digo a mí misma que debo mantener
la calma.
Me encuentro pensando en lo que pasó después de que el tipo viniera a
amenazarme a mi oficina. En aquel momento me perdí por completo y
estoy decidida a no volver a actuar de la misma manera. Sea cual sea la
razón por la que Brad no ha venido a recogerme, ahora confío en él y no
voy a dudar de él ni un segundo. Pienso en los dos últimos días que hemos
pasado juntos y me doy cuenta de que tenemos un vínculo muy fuerte y me
digo a mí misma que nada se va a interponer entre nosotros a partir de
ahora.
Justo cuando estoy a punto de entrar en pánico, oigo el familiar sonido
de la Harley Davidson de Brad y, al levantar la vista, lo veo conduciendo a
gran velocidad hacia mí.
—¡Hola, cariño! Siento mucho llegar tarde, pero me he entretenido con
mis… compras —dice con una amplia sonrisa y yo lo rodeo con los brazos
y le doy un abrazo—. No me importa… Me alegro mucho de verte —digo y
me subo a la parte trasera de su Harley.
Nos alejamos y al cabo de un rato me doy cuenta de que este no es el
camino a su casa. Me imagino que lo más seguro es que me lleve a un
restaurante o a un club nocturno, así que me relajo mientras conducimos por
una carretera desconocida.
Llegamos a un barrio muy rico de Los Ángeles y nos detenemos frente a
una puerta grande y de aspecto imponente. Brad pulsa un botón en un
mando a distancia y el portón se abre ante nosotros. Subimos por el largo
camino de entrada y, aunque nunca hubiera pensado que fuera posible, este
lugar parece incluso más caro que la propia casa de Brad.
Nos detenemos frente a la puerta y nos bajamos de la moto. Me lleva un
momento acostumbrarme a mi entorno y miro la enorme casa. Hay algo
sereno y pacífico en ella, a pesar de que es, con toda probabilidad, la
vivienda más grande que he visto en toda mi vida.
—¡Vaya! ¡Este lugar es realmente un palacio! —digo y miro la mansión
que tengo delante con absoluto asombro. Tiene tres pisos y unas largas y
puntiagudas agujas a los lados que la hacen parecer uno de esos castillos de
la campiña inglesa.
—En realidad, mi padre se basó para el diseño de esta casa en uno de
los castillos que vio durante una visita a la campiña inglesa —dice Brad con
una sonrisa—. El lugar ha estado vacío y no he tenido el valor de
alquilárselo a alguien más… Supongo que tengo demasiados buenos
recuerdos de los tiempos que pasé aquí con mis padres cuando aún vivían.
—Sabes que viviría contigo en una pequeña choza y que las cosas
materiales realmente no me impresionan… pero ¡tengo que decir que esto
es realmente especial! —digo y subo corriendo las escaleras con Brad.
Una joven sirvienta de no más de veinticinco años nos abre y nos hace
señas para que entremos. El lugar tiene un aspecto increíble y hay muchas
lámparas de araña doradas colgando del techo. Brad me lleva a dar una
pequeña vuelta por el interior y tardamos más de una hora en visitar todas
las habitaciones, con la sirvienta caminando detrás de nosotros. Cuando por
fin volvemos a bajar, Brad me lleva al comedor y allí hay una larga mesa
con espacio suficiente para que se sienten al menos, cuarenta personas.
—Este es el gran salón de banquetes donde mi padre solía celebrar
grandes reuniones de trabajo para todo su personal internacional —explica
Brad.
—El lugar parece digno de la habitación de un rey —digo y Brad
asiente con la cabeza.
—Eso es exactamente por lo que te he traído aquí esta noche… Eres mi
reina y nada menos que un salón de banquetes reales servirá para lo que
tengo en mente.
—¡Bien, Brad, rompe el suspenso de una vez! ¿Cuál es la gran sorpresa
que tienes para mí esta noche? —pregunto.
—¿Qué? ¿Quieres decir que el hecho de que te traiga a este castillo no
es suficiente sorpresa? —Brad se burla y yo le doy una palmada juguetona
en el hombro.
—Ya sabes lo que quiero decir… ¿No habías dicho que habías ido de
compras y que eso tenía que ver con la sorpresa?
—Oh, sí, eso… ¿Por qué no cenamos primero y luego llegamos a la
gran sorpresa? —pregunta Brad y nos sentamos a la mesa.
La sirvienta se acerca a una cómoda antigua y enciende el moderno
equipo de sonido que descansa sobre ella. Sube el volumen y la más
hermosa música de violín llena el aire. Da una palmada y al momento
siguiente aparecen tres camareros pulcramente vestidos con los primeros
platos. No tardamos en empezar a degustar los champiñones desmenuzados,
la ensalada de queso de cabra y otros platos deliciosos.
Pronto, los camareros sacan el plato principal y es uno de esos cerdos
con una manzana en la boca, como siempre se ve en las películas
medievales. Nos cortan a cada uno un poco de la suculenta carne y su sabor
es magnífico, mezclada con la dulce salsa de manzana que hay por encima.
La comida se completa con un poco de helado y salsa de chocolate.
—Y, ahora, mi amor, es el momento de tu sorpresa por San Valentín —
dice Brad y se levanta de la cabecera de la mesa. Lo miro expectante y me
pregunto qué tipo de sorpresa me va a dar exactamente. Sale de la
habitación y me deja allí, pendiente del suspenso.
Me acuerdo de las increíbles semanas pasadas con Brad. Todavía
recuerdo cómo lo elegí entre el resto de sus amigos moteros la noche en la
mansión, justo después de participar en la subasta de vírgenes. Ya entonces
había algo en el brillo de sus ojos que me sugería que había algo más entre
nosotros que el mero aspecto físico.
Todavía recuerdo cómo lo apartaba cada vez que intentaba acercarse a
mí… Pienso en las veces que se presentó en la oficina y me llamó por
teléfono al trabajo, solo para que le cerrara la puerta en las narices. Pienso
en el día en el que se presentó con su guitarra y empezó a cantarme las
canciones más bonitas a la salida de la oficina… En cómo lo miré con otros
ojos y me di cuenta de que había mucho más en él que un simple motero
lleno de lujuria en busca de diversión.
Pienso en el tiempo que pasamos juntos en San Marino y en lo
maravilloso que fue ir a ese pequeño restaurante de sushi con él. Pienso en
todos los momentos que pasamos en su mansión y en el maravilloso
espectáculo musical que nos dio a Rawlins y a mí. Mientras repaso todo
esto en mi mente, me doy cuenta de que me da igual si la sorpresa de la
noche está a la altura de mis expectativas o no… Lo más importante es que
Brad y yo seguimos juntos, a pesar de todos los retos y obstáculos que
hemos tenido que superar para llegar a este punto.
Oigo pasos que se acercan y levanto la cabeza justo cuando oigo a Brad
acercarse. Vuelve a entrar en la habitación y lleva su guitarra. Le miro con
un amor desvergonzado en los ojos y él me devuelve la mirada de la misma
manera.
—Te he escrito una canción y te la voy a cantar esta noche.
Empieza a tocarme la canción más bonita que he oído nunca y se me
llenan los ojos de lágrimas al escucharlo cantar. Esta es, con creces, la
sorpresa más increíble que podría darme y el mero hecho de tenerlo aquí,
delante de mí, cantándome mi propia canción con esa hermosa y profunda
voz de barítono, es como el cielo en la tierra.
—Gracias, Brad, es la canción más hermosa que he escuchado en toda
mi vida y este es el mejor día de San Valentín que he tenido —digo y me
acerco a él. Tengo lágrimas en los ojos cuando me inclino y lo beso en los
labios.
—Espera… hay más —dice Brad y no puedo creer lo que oigo. ¿Este
día ya es perfecto y Brad me tiene preparadas más sorpresas? Observo
aturdida cómo se levanta de su silla y se arrodilla frente a mí. Saca una
pequeña caja del bolsillo y la abre. En su interior, hay un anillo con un
enorme y brillante diamante, y yo aspiro hondo, encantada y sorprendida a
la vez.
—Hermosa Jenny, ¿quieres ser mi reina y mi esposa? —dice Brad y yo
lo miro entre lágrimas.
—Sí, Brad….sí, seré tu esposa —digo y me arrodillo con él. Nos
besamos durante mucho tiempo y él desliza el anillo en mi dedo.
—Ya está, es un anillo digno de la realeza —dice Brad con una sonrisa
orgullosa. Miro el anillo y me quedo absolutamente sorprendida por el
tamaño y el brillo del diamante. Luego miro a Brad y me doy cuenta de que
cada uno de mis sueños se han hecho realidad en este momento—. Ahora, si
eres tan amable de acompañarme, me encantaría enseñarte el dormitorio
principal de la tercera planta.
—Espera un segundo, ¿no me has enseñado ya todas las habitaciones de
la mansión durante nuestro pequeño tour anterior? —pregunto con una
sonrisa pícara.
—No, me he dejado una habitación, por si no te acuerdas —dice Brad.
Hago memoria y recuerdo que había una habitación específica a la que no
entramos.
—Bueno, entonces supongo que será mejor que me lleves allí y me
enseñes cómo es esa habitación principal secreta —digo y Brad me coge de
la mano y me lleva escaleras arriba. Subimos al dormitorio secreto y él lo
abre con una llave especial. Cuando la puerta se abre, me quedo totalmente
impresionada por la opulencia y el lujo de la habitación. Hay una enorme
cama king-size en el centro y los más bellos accesorios de oro antiguo por
todas partes. Una gran araña de cristal cuelga del techo y baña toda la
habitación con una luz suave.
—Bienvenida a la suite Royal —dice Brad con una sonrisa y me coge
en brazos. Nos tumbamos en la cama y me doy cuenta de que esta va a ser
otra larga noche de amor y pasión. Cierro los ojos mientras Brad empieza a
desvestirme y elevo una oración de agradecimiento por todas las
maravillosas bendiciones que nos han concedido.
Epílogo

Todavía es el día de San Valentín y la luna cuelga de forma apacible


sobre el bosque de las afueras de Los Ángeles. Es una noche estrellada y el
escenario perfecto para un cuento de hadas. Un taxi sube por la carretera y
se detiene frente a un gran portón. Un momento después, la verja se abre y
el taxi sube hasta una gran mansión.
El taxi se detiene y se baja una hermosa joven. Le dice al taxista que la
espere, se da la vuelta y sube a la mansión. Es la misma mansión en la que
Jenny fue subastada por setecientos cincuenta mil dólares y parece que esta
noche hay una subasta especial de San Valentín, con algunas chicas más
desnudas que se preparan para subastarse al mejor postor.
Hay una excitación eléctrica en el aire cuando algunos hombres ricos
empiezan a llegar en sus caros coches. Parece como si todos los playboys
atractivos y ricos de Los Ángeles hubieran decidido asistir a la subasta de
esta noche y el hombre de la puerta sonríe con satisfacción cuando cada
playboy rico paga mil dólares para poder entrar en la mansión y en los
procedimientos de la noche.
Es difícil ver quién es la joven que acaba de llegar en el taxi, ya que
lleva un abrigo con capucha, pero camina con seguridad en sus andares y
parece muy segura de sí misma. Algunos de los hombres ricos la miran con
gran emoción y admiración mientras sube las escaleras delante de ellos. El
nombre de la chica es marcado en una lista y se le permite entrar en la
mansión, donde está a punto de comenzar la subasta de vírgenes de San
Valentín.
La chica mira a su alrededor con una cierta familiaridad y que sugiere
que no es su primera visita a la mansión. Se quita el abrigo y su larga y
oscura melena cae sobre los hombros. Se acerca a un despacho y rellena
unos papeles.
—Ahora, recuerda, en cuanto se anuncie la puja ganadora irás con el
adjudicatario a una de las habitaciones de arriba y le pertenecerás el resto de
la noche —le dice el hombre a la chica mientras le devuelve los
documentos firmados.
—Gracias, ya sé cómo funciona y estoy perfectamente de acuerdo con
todas las reglas —dice la chica y el hombre asiente con la cabeza con
aparente satisfacción.
—En ese caso, puede pasar a la zona del escenario y tomar asiento con
todas las demás chicas —dice el hombre, y la chica se dirige al lugar donde
va a comenzar la subasta. Se sienta junto a una hermosa chica rubia que
parece ligeramente nerviosa.
—¡Hola, me llamo Beatrice y nunca he hecho una locura como esta en
toda mi vida! —dice la chica rubia con una sonrisa nerviosa—. ¿Te sientes
preparada para todo esto?
—No te preocupes, estarás bien… Por cierto, encantada de conocerte,
me llamo Stacy —dice la primera chica y se sienta en una silla. Uno de los
focos ilumina su rostro y resulta ser Stacy Donovan, ¡amiga y socia de
Jenny! Sonríe y piensa para sí misma: «Si esto fue lo bastante bueno para
Jenny y la ayudó a encontrar al hombre adecuado, ¡entonces quizás también
funcione para mí!
Stacy piensa en la conversación que tuvo con Jenny en la oficina ese
mismo día y se pregunta qué pensaría su mejor amiga si conociera los
detalles precisos del plan que ha elaborado para encontrar un hombre. Sabe
que se trata de un negocio un poco arriesgado y se pregunta qué pasará si
ella también es comprada y elegida para algún tipo de juego en grupo, como
le pasó a Jenny. Pero se da cuenta de que el riesgo forma parte de este juego
y que sigue dispuesta a seguir adelante con todo.
Un locutor sale al escenario y toma el micrófono entre grandes aplausos
de todos los hombres presentes. Stacy mira a la multitud desde detrás de las
cortinas y calcula que hay, fácilmente, más de trescientos hombres en el
público.
Hay una electricidad expectante en el aire cuando la primera chica sale
al escenario, completamente desnuda. Es una chica hermosa, de piel oscura
y pelo largo y negro, y su aspecto tiene algo de latino. Los hombres se
vuelven locos y muy pronto la puja llega a los trescientos mil dólares.
—Tengo trescientos mil dólares… ¿Quién me da trescientos
cincuenta… Trescientos cincuenta? ¿Qué tal trescientos cincuenta mil
dólares? —grita excitado el subastador.
—¡Trescientos cincuenta mil dólares a la una… a las dos… y la puja se
adjudica al caballero de la primera fila por trescientos cincuenta mil
dólares! —grita el subastador y todos aplauden entusiasmados. Algunos
chicos lanzan gritos y otros silban desde el centro de la multitud.
Stacy lanza una mirada furtiva al joven con aspecto de playboy de la
primera fila que acaba de gastar trescientos cincuenta mil dólares en la
virgen de su elección. Parece muy emocionado con su oferta ganadora e
inmediatamente camina hacia la parte de detrás para ir a conocer a la chica.
Por alguna razón, Stacy no puede evitar sentir que sería una decepción si
alguien como el joven playboy tuviera que hacer la oferta ganadora por
ella… Siente que sería un buen karma para ella seguir los pasos de Jenny y
pasar la noche con más de un tipo tirándosela.
A medida que se subastan las siguientes chicas, queda claro que hay
algunos grupos que pujan juntos por algunas de ellas. Cuando Stacy se da
cuenta de este hecho, inmediatamente le recorre un escalofrío de
excitación… Puede que ella también sea subastada por un grupo de
hombres hambrientos y siga los pasos de su afortunada amiga.
Las ofertas ganadoras oscilan entre los trescientos mil dólares y una
chica llega a ser subastada por quinientos cincuenta mil dólares. Pero nadie
se ha acercado todavía al precio de Jenny, de setecientos cincuenta mil
dólares, y Stacy está casi segura de que la noche no volverá a ofrecer una
puja tan alta.
—Y ahora, señoras y señores… o, mejor dicho, señores, ya que esta
noche no hay señoras pujando —dice el subastador entre risas y aplausos
espontáneos del público—, llegamos a la última chica de la noche y puedo
asegurarles que hemos dejado lo mejor para el final… ¡Esta hermosa
morena tiene un cuerpo de muerte y vale hasta el último céntimo que
puedan pagar! —El subastador le hace un gesto a Stacy para que suba al
escenario y, sin pensárselo más, se levanta y sale a la luz. Al principio, se
siente un poco extraña al estar desnuda delante de tantos hombres, pero no
tarde en acostumbrarse. Empieza a pavonearse al son de una animada
música de rock and roll que suena de fondo.
Cuando la música deja de sonar, el subastador inicia la puja.
—Por esta hermosa chica voy a fijar la puja inicial en doscientos mil
dólares…, ¡Oh! Me da doscientos mil dólares…
Stacy mira el mar de rostros masculinos que tiene delante y, de repente,
se pregunta si el subastador no ha mordido más de lo que puede masticar.
¿Qué pasará si nadie quiere ofrecer ni siquiera doscientos mil dólares por
ella? No quiere ni imaginarse la humillación…
—¡Doscientos cincuenta mil dólares! —grita alguien en medio de la
multitud y cuando Stacy mira en la dirección de la que procede la voz, ve
una cara conocida. Al principio, no puede ubicar la cara del tipo en su
memoria y no sabe muy bien por qué lo reconoce. Pero, entonces, piensa en
la noche en la que Jenny fue subastada desde ese mismo escenario, en el
que ella misma se encuentra, y se da cuenta de que es uno de los moteros
que también estaba allí esa noche.
—¡Ese es el espíritu! Tengo doscientos cincuenta mil dólares… ¿Quién
me da trescientos?
Stacy vuelve a mirar a la multitud y ahora, al menos, la oferta se sitúa
en un total decente. Sigue siendo la oferta más baja de la noche, pero Stacy
cree que podrá vivir con ella si solo consigue doscientos cincuenta mil
dólares de todo esto.
—¡Trescientos mil dólares! —grita un elegante y anciano caballero
desde la primera fila, y Stacy siente que el corazón le late con fuerza en el
pecho.
Una cosa es estar al lado del escenario y ver cómo a una de tus amigas
le ofrecen cientos de miles de dólares por su virginidad, pero otra muy
distinta es hacerlo tú misma y sentir el increíble poder de saber que los
hombres están dispuestos a pagar esas alucinantes sumas de dinero por
pasar una noche de pasión contigo.
—¡Trescientos cincuenta mil dólares! Eso es lo que yo llamo una puja
decente —grita el subastador a través de su micrófono y agita su brazo libre
frenéticamente en el aire—. Ahora, ¿quién me da cuatrocientos mil dólares
por esta hermosa chica? Solo tienes que echarle un vistazo, ¡seguro que te
dejará boquiabierto si consigues pasar una noche a solas con ella!
Stacy mira hacia el motorista que había hecho una gran oferta antes y lo
ve hablando con algunos de sus amigos motoristas. Todos parecen estar de
acuerdo, ya que asienten emocionados con la cabeza y, al momento
siguiente, el hombre grita:
—¡Quinientos mil dólares!
Se produce un momentáneo silencio y, luego, todo el lugar estalla. Todo
el mundo grita y algunas personas aplauden la oferta de medio millón de
dólares. Stacy sonríe de forma amplia al darse cuenta de que ha recibido la
segunda puja más alta de la noche. Esto le da un tremendo impulso de
confianza en sí misma y comienza a agitar su cuerpo de forma sensual en el
escenario mientras todos los hombres la observan con atención hipnotizada.
—¡Seiscientos mil dólares! —Alguien grita. Parece que todos estos
hombres sean aficionados al fútbol y que estén en una final de la Super
Bowl. La gente grita y vitorea de forma salvaje y choca los cinco con el
joven rico que acaba de hacer una oferta de seiscientos mil dólares, ¡la más
alta de la noche!
Stacy está tan emocionada que se pasa las manos por los pechos y el
cuerpo desnudo. Es un gesto de celebración y disfruta haciendo alarde de su
sexualidad para que lo vean todos los demás hombres. Espera oír al
subastador cerrar la puja de seiscientos mil dólares en cualquier momento y,
aunque le hubiera encantado pasar la noche con el grupo de moteros, cree
que seiscientos mil dólares le proporcionarán una gran capacidad financiera
para invertir en su revista y en la de Jenny y convertirse en socia del
negocio en igualdad de condiciones.
Mira por última vez al grupo de moteros y les lanza un seductor beso.
Todos la miran con admiración hambrienta y ella los ve hablar entre ellos.
Se imagina que están intentando consolarse mutuamente por el hecho de no
haber podido hacer la oferta ganadora por ella. Entonces, el motorista que
ha hecho la puja hasta ahora se da la vuelta y la mira directamente mientras
ella sigue pavoneándose en el escenario. Parece dudar por un momento y
luego se vuelve para hablar con sus amigos.
—¡Seiscientos mil dólares! ¿He oído a alguien decir seiscientos
cincuenta mil? Seiscientos cincuenta mil por una noche con esta hermosa y
pechugona morena —grita el subastador y Stacy puede oír un murmullo que
recorre la sala mientras todos los hombres susurran entre sí.
—¡Seiscientos mil dólares! A la una… a las dos… —El subastador
duda solo un momento y, entonces, Stacy ve que el motorista se vuelve de
nuevo hacia ella y levanta despacio el brazo en el aire. El subastador se da
cuenta de que todavía tiene que darle al hombre una oportunidad para un
último esfuerzo por mejorar la oferta de seiscientos mil dólares, así que
espera solo un segundo.
—¡Un millón de dólares! —grita el motorista, y la sala se queda en
absoluto silencio. Se oye caer un alfiler y Stacy se pregunta si el tipo acaba
de hacer una broma… o que tal vez sea un error. Pero el motorista levanta
el puño en el aire y vuelve a gritar:
—¡Un millón de dólares por esa chica!
El aplauso que estalla justo después es aún más fuerte que todo lo que
Stacy ha escuchado hasta ahora durante la velada, y salta de alegría al darse
cuenta de que lo aparentemente imposible es realmente cierto. El grupo de
moteros acaba de ofrecer un millón de dólares por su virginidad y un
momento después oye al subastador gritar por encima del jaleo.
—Un millón de dólares a la una, a las dos… ¡Vendida por un millón de
dólares al caballero de ahí!
Stacy baja del escenario aturdida por la excitación y no tarda en ver al
grupo de moteros que se acerca en su dirección. Ella no los espera y
comienza a caminar hacia el grupo para reunirse con todos los moteros
llenos de testosterona para pasar una noche de diversión y excitación sexual
sin adulterar.
El corazón de Stacy late de forma salvaje en su pecho y no puede
esperar para ver si el resto de esta Subasta de la Virgen funcionará tan bien
para ella como funcionó para su mejor amiga.
Si te ha gustado este libro también te gustará
Había ido de incógnito antes, pero nunca con la intención de meter
a un sospechoso en mi cama.
Sean O’Connor podía ser el jefe de una organización criminal, pero era
el delincuente más sexy que había visto nunca. Quería esposarlo a mi cama
y hacerlo cantar como un pájaro, y eso es lo que haría en cuanto tuviera la
oportunidad…
Juré hacer cumplir la ley, pero es difícil esposar a un tipo cuando tiene
los labios sobre tu piel y los brazos te rodean con tanta fuerza que apenas
puedes respirar.
Sean O’Connor es un criminal, pero también es dedicado y leal y tan
sexy que hace que se me haga la boca agua.
Sé que si no tengo cuidado, podría robarme el corazón y huir. No puedo
dejar que eso ocurra. Soy policía y él es un ladrón. Cuando llegue el
momento, Sean O’Connor caerá, cueste lo que cueste.