RESUMEN LABORATORIO SOCIALparte 2
RESUMEN LABORATORIO SOCIALparte 2
RESUMEN LABORATORIO SOCIALparte 2
SEGUNDO PARCIAL
EL INFORME SOCIAL COMO GÉNERO DISCURSIVO
W. GIRIBUELA, F. NIETO
Sumado a su doble función informativa (expone y nos expone), presenta una función apelativa,
puesto que se realiza mayoritariamente con el objetivo de generar acciones.
Además de presentar información, suele incluir algún pedido al destinatario, ajeno a la
potestad del profesional, y que se desprenda de la exposición realizada en el documento. Es
decir, se informa para algo, y ese algo debe estar claramente explicitado en el informe.
❏ Articula lo singular (una situación concreta, particular, de determinado momento) con los
componentes teóricos que nos permiten analizar esa situación concreta con los problemas
sociales más amplios. Poder dar cuenta de las singularidades, de cómo las manifestaciones de
la cuestión social se traducen en distintas trayectorias individuales, en determinadas
estrategias en pos de esos problemas. Articular lo universal, genérico, con lo singular, con
cada persona.
❏ Implica una forma de ver el problema, la persona que lo experimenta y a la profesión misma.
Pertenece al universo del instrumental del trabajo social, específicamente, del instrumental
operativo; con respecto a la relación conflictiva entre técnicas e instrumentos, hoy el informe
social, no puede entenderse por separado de la teoría que lo sustenta, en una relación de mutua
complementariedad.
Evitar la lógica de reproducción de la racionalidad formal abstracta, los sujetos como “cosas”,
viviendo una realidad desvinculada de los procesos sociales más amplios, aislados de la
realidad; evitar la individualización de las manifestaciones de la cuestión social, la
responsabilización individual; la inmediatez de las demandas; el tratar a los fenómenos y
procesos sociales como cosas anteriores independientes de los sujetos.
Por ende, se debe de promover una racionalidad crítico-dialéctica, reforzando la especificidad
de la realidad, negando la neutralidad, y recuperando el protagonismo de los sujetos. Ver la
situación asociada a procesos sociales más amplios, asociados a las manifestaciones de la
cuestión social, “una realidad que nos hace y que nosotros también construimos”, generar
las mediaciones entre los recursos a implementar y las situaciones de las personas, mediar
entre las políticas sociales, y en concreto con cada persona que accede a esas políticas
sociales.
Debemos considerar dos aspectos, mediaciones, para pensar nuestro quehacer profesional a la
hora de hacer los informes:
1. la dimensión socioinstitucional, y;
2. las posibilidades de recursos que tenemos para desarrollar la actividad de hacer el informe
(escasez de tiempo, un espacio físico acorde…; esta última como componente de la primera)
La dimensión aludida, refiere a pensar a nuestra actividad profesional en el marco de
instituciones, como espacios de contradicciones y tensiones.
Los informes son producto de las mediaciones establecidas por los profesionales en los espacios
institucionales. Logran hacer la síntesis entre lo que la institución está previendo, el interés
institucional, y, las necesidades y vidas de los sujetos; crear las mediaciones entre la respuesta
institucional a las necesidades de la personas/s. (Gallego)
Dependiendo de esta dinámica, el profesional puede constituir un:
a. Profesional domesticado: se reproduce el mandato institucional, ejecuta rol indicado.
b. Profesionales heroicos: que constituyen grupo de presión opuesto a la institución.
En la perspectiva de transformación social, desde una mirada critica, se establecerían las
mediaciones necesarias en el interjuego de intereses. Y los informes serían un producto de ello.
Trascendiendo lo dado. (Netto).
¿Es posible/deseable que dos informes sociales sean idénticos entre sí? (Gallego)
No, porque:
➢ no hay dos realidades, vidas, idénticas, iguales;
➢ cada uno tiene distintas finalidades; y,
➢ juega en él la subjetividad de cada profesional, la mirada del profesional.
❏ A esta fuente directa (el registro) deben sumarse otras, indirectas, no obtenidas de quien
realiza el informe con la población, como documentos de otras instituciones, otros
trabajadores sociales, etc.
La información de fuentes indirectas también requiere de una interpelación permanente,
por más confiable puede ser falible, se construye a partir de una perspectiva.
❏ Debemos aportar, en los informes sociales, información que permita observar lo micro y lo
macro social como dos niveles de una totalidad.
¿Cuáles son los elementos constitutivos del género discursivo - del informe social?
Tres son los elementos constitutivos de todo género discursivo: tema, estructura y estilo.
En el informe social se caracterizan por:
1. El tema: conjunto de los referentes o asuntos posibles a ser tratados por el informe. Es el
contenido, aquello que se dice concretamente.
Los informes sociales presentan una importante variedad, que hacen referencia a
situaciones problemáticas., ej.: problemas económicos de los individuos, necesidades
sanitarias, violencia familiar, situaciones de abuso, conflictos laborales, etc.
2. La estructura: consiste en la organización formal de la partes constitutivas; el informe
social está organizado en 3 partes: introducción, desarrollo y conclusión; precedidas por
la indicación de lugar y fecha, nombre y pertenencia institucional del destinatario del
informe, y seguidas por los datos y la firma del trabajador social que ha tenido a su cargo
la escritura del texto.
3. El estilo: conjunto de recursos como el tipo de vocabulario, los procedimientos retóricos.
Tiene que ver con lo formal, con el formato que se sigue. En el informe social se utiliza un
lenguaje formal y se procura poner en primer plano la información y suprimir marcas de
subjetividad, a través, por ej., del uso de la tercera persona, verbos en indicativo y
oraciones declarativas.
Pensar el informe social como un género discursivo es fundamental para su escritura, porque nos
permite comprender que su elaboración, si bien admite cierto margen importante de variabilidad,
sigue una serie de pautas textuales que deben cumplirse.
La introducción:
Anticipa el problema al destinatario, expresa el contenido global del informe.
1) Exponer los objetivos del informe
El destinador no explicita como objetivo el intento de influir, persuadir, a su destinatario,
sino el comunicar al interlocutor una determinada situación.
“El presente informe tiene por objetivo comunicar la situación de…”
“La finalidad del presente informe consiste en exponer datos acerca de…”
“El presente informe ha sido elaborado con el fin de responder a la pericia solicitada…”
2) Presentar la metodología utilizada
Menciona los modos utilizados para recabar la información que se expondrá en el desarrollo,
y, algunas veces, los fundamenta.
“La técnica utilizada para relevar los datos aquí presentados fue la entrevista
semiestructurada… Se diseñó una entrevista semiestructurada para plantear desde el
investigador los ejes del diálogo…”
“Se realizó una entrevista a domicilio puesto que este método permite conocer las
condiciones materiales de existencia del grupo familiar.”
3) Anticipar el problema a informar
La introducción anticipa brevemente y con precisión cuál es el problema que busca
comunicarse, de “que se le va a hablar”; siendo organizados, precisos, claros, no decir cosas
irrelevantes o no éticas.
“El informe se ha realizado como consecuencia del rechazo de una solicitud de Movimiento
Anual Docente por razones de índole familiar formulada por…”
El desarrollo:
Despliega de manera ordenada la información más relevante sobre el problema informado,
los datos obtenidos por el profesional durante su intervención, aquellos vinculados
directamente con el objetivo del informe (recordar selección y exclusión de datos previa).
1) Describir:
Presenta características de elementos de muy diversa índole de acuerdo con el problema en
cuestión: objetos, personas, situaciones; vivienda, barrio, estructura familiar, acciones,etc.
2) Narrar:
El destinador narra un hecho, acontecimiento/s, construye un relato asociado a lo que se
informa, que puede consistir en una historia de vida, un hecho de violencia,etc.
En resumen, la función informativa del informe lleva al destinador a crear cierta distancia entre él
y la situación informada; gracias a esa distancia, el texto construye la imagen de un destinador
objetivo que refleja los hechos sin la mediación de un punto de vista personal. Las marcas
lingüísticas de esa construcción de objetividad son el predominio de la tercera persona, verbos en
modo indicativo, oraciones declarativas y terminología disciplinar.
Sin embargo, como el destinador no sólo informa sino que evalúa para poder persuadir al
destinatario, el texto lleva también marcas de la subjetividad del destinador, entre ellas, el uso de
palabras valorativas y el uso de verbos en condicional y en los modos subjuntivo e imperativo.
3. El léxico:
a) Los términos: cada disciplina científica construye su propio lenguaje. Con ellos, una
disciplina reduce la ambigüedad y la imprecisión propias del lenguaje cotidiano. Un término,
entonces, a diferencia de una palabra del léxico común, se caracteriza por transmitir un
significado preciso, claramente delimitado, y por vehiculizar conocimiento científico.
Los informes sociales suelen presentar una importante cantidad de términos. Por un lado,
provienen de disciplinas científicas ajenas a las del profesional a cargo de la escritura del
informe; por otro lado, abundan los términos propios del Trabajo Social.
El destinador recurre al léxico especializado del Trabajo Social especialmente en la
conclusión del informe, parte en la que lleva a cabo el análisis del problema expuesto; para
ese análisis se recurre a las categorías procedentes de la disciplina o de otra afín.
En relación con el léxico especializado del Trabajo Social, algunos términos están formados
por una sola palabra; la gran mayoría, por más de una, lo que responde a la complejidad de
un concepto. Por otro lado, casi todos los términos coinciden con palabras comunes:
violencia, familia, abuso; son palabras a las que la disciplina les ha quitado su "sentido
común" y, redefinidas en el campo del Trabajo Social, han pasado a designar conceptos
precisos; ej. "luna de miel". Otros términos se caracterizan por estar formados a partir de
sustantivos propios.
De acuerdo con las competencias del destinatario previsto, el destinador podrá aclarar o no el
significado de los términos: si es otro trabajador social, no tendrá necesidad de definir ni de
reformular; si no es un colega, el destinador tiende a explicar, al menos brevemente, los
términos que podrían dificultar la recepción del texto.
b) Las palabras valorativas: el informe social contiene, pese al intento de mantener distancia
respecto del problema informado, algunas palabras en las que es posible observar
evaluaciones del destinador, fundamentalmente a través del uso de determinados adjetivos,
sustantivos, verbos y adverbios (sobradas, frondosa, propicio, buenos; cansancio, vorágine,
daño, gravedad; obliga, atenta, padecen; unilateralmente, altamente,solo).
Es cierto que, en última instancia, todas las palabras de una lengua implican una valoración; sin
embargo, cuando se trata de persuadir al destinatario, el hablante seleccionará cuidadosamente
aquellas palabras que sean portadoras de sentidos que refuercen (sutilmente o no) la idea de la
cual se pretende convencer al interlocutor.
El instrumental operativo no puede ser comprendido como elemento previamente construido, que
conserva su formato original, entrando cada día en el proceso con la misma forma, pues él se crea,
construye y reconstruye en el devenir de la práctica en desarrollo, a partir del complejo de
relaciones que se establecen entre el profesional/usuario/institución en contextos socio-políticos
determinado. Es fruto de una práctica crítica y reflexiva. No tiene racionalidad en sí mismo. La
dirección política, el interés, y las condiciones de realización de la práctica son los elementos
que les imprimirán sentido, contenido y validez. Son históricos y se refieren a la concreción
de la acción. Por lo tanto se concibe a la instrumentalidad en la profesión como aquellas
condiciones que el/la trabajador/a social crea y recrea en la actuación profesional. Como
consecuencia, se entiende a los informes sociales formando parte de la instrumentalidad y del
instrumental operativo.
Ante la concepción de instrumental operativo y la mirada que se tiene sobre la profesión de
Trabajo Social se sostiene que las construcciones de los informes sociales en los procesos de
intervención profesional son parte de una serie de mediaciones, por lo cual: "permite al sujeto la
articulación entre la intención y la efectiva realización de la práctica".
Las prácticas profesionales deben pensarse como forma de romper con los patrones del desarrollo
capitalista, en la construcción de una hegemonía del mundo del trabajo sobre el capital. Por lo
tanto, pensar a los informes desde una perspectiva ontológica. Se considera que es necesario
tener en claro la lógica de dominación presente en la sociedad burguesa, de lo cual el informe
es manifestación histórica de la misma, no negarlo en cuanto elemento fundamental en la
operacionalización de las prácticas profesionales, pudiendo entenderlo desde su carácter
lógico. Los informes sociales no tienen la naturaleza de controlar, ese ha sido el sentido
históricamente atribuido, ha sido y sigue siendo expresión del rasgo de dominación y
opresión en que se piensan las relaciones sociales capitalistas.
Con el afán de saltar las barreras que encuadran el tipo de intervención que debería realizar
dentro de la institución, se encuentran con límites establecidos por las autoridades. En los
informes sociales, estas limitaciones, se traducen en la no-obtención de un aval
institucional sobre el plan de acción propuesto por los profesionales, donde las autoridades
decidirán corregir, anular o, en el peor de los casos, destruir dichos instrumentos.
Se considera que el profesional actúa mediando a través de los informes sociales, ya que al
confrontar se sitúa en un campo de lucha en donde trata de trabajar en pos de los intereses del
campo de los demandantes, dichas mediaciones son insuficientes, ya que el trabajador social
entra en un círculo vicioso del cual no puede salir. Por lo tanto, las mediaciones necesarias para
generar procesos de transformación social, desde una perspectiva crítica, se establecen en el
interjuego de intereses, y se apuesta a que los informes sean producto de ellas.
Cuando los profesionales hacen mención a los informes sociales se remiten a posiciones y
conceptos con relación a procesos de intervención y a los tiempos que necesitan los mismos,
a los conceptos utilizados en los informes, al plan de acción propuesto por los profesionales
para guiar los procesos de intervención, a los aspectos sobre los cuales hacer hincapié en
problemáticas específicas, etc. En este sentido un profesional reflexiona sobre la capacidad
estratégica que debería tener todo profesional para la realización de informes.
Los informes sociales surgen de las construcciones que se generan con distintas instituciones,
porque al relacionarte ya estás estableciendo estrategias para plasmarlas en los informes.
Entonces, se tiene que ser cauteloso con lo que se pone en el informe, porque con él estás
negociando con las instituciones. Hay cuestiones en que tenés que establecer un ida y vuelta
previamente para trabajar sobre casos comunes e ir acordando concepciones. El informe es
ese instrumento que permite entrever algunas cosas y otras no, y eso dependerá de las instituciones
con las que uno trabaja y con las que se va a consensuar.
….
Se puede ubicar en la misma dos momentos, cuya relación no es lineal sino dialéctica:
a) la reconstrucción de las manifestaciones de la cuestión social que se objetivan en la vida
cotidiana de los sujetos;
b) la acción socioeducativa orientada en problematizar y desnaturalizar la situación de los
entrevistados.
a)
En el encuentro dialógico de la entrevista, el entrevistado, como interlocutor que verbaliza
una situación de su vida cotidiana que considera problemática, nos presenta la visión que él
ha construido de la misma. En el caso del profesional, se produce una relación dialéctica
entre la situación planteada y el bagaje teórico que posee para analizar la realidad y fundar su
intervención profesional.
La situación que el entrevistado identifica como problemática puede ser analizada por el
profesional desde dos posturas distintas. Se va a promover pensar la situación como una
manifestación de la cuestión social, entendida como la expresión de las desigualdades inherentes
al desarrollo del sistema capitalista, exigiendo a la práctica profesional salir de los marcos
clasificatorios, de puntualización y de naturalización de los 'problemas sociales', evitando
entender a la cuestión social como una disfunción superable y transitoria, visualizar y
explicar la situación del entrevistado como un hecho puntual y aislado, encontrando las
causas en el ethos del sujeto;
Para esto, surge la necesidad de establecer las mediaciones necesarias que nos permitan
comprender cómo la totalidad que se expresa en la cuestión social se manifiesta y adquiere
sus particularidades en la vida cotidiana del sujeto entrevistado. Es preciso, reconstruir a partir
del diálogo cómo esa situación que, aparenta ser aislada y propia de ese sujeto, encuentra sus
causas en la totalidad en la cual se desarrolla.
b)
❏ Guiados por esta perspectiva dialógica, en la cual se debe producir un enriquecimiento
mutuo a partir de las preguntas de uno que le permiten al otro descubrir nuevos aspectos
de sí, consideramos que la intervención socio-educativa debe implicar una lógica dialéctica y
crítica.
Por la mediación de la prestación de servicios sociales el asistente social interfiere en las
relaciones sociales que forman parte del cotidiano de los sujetos. Esta interferencia se da
particularmente por el ejercicio de la dimensión socioeducativa (y político/ideológica) de
la profesión que puede: asumir un carácter de encuadramiento disciplinador destinado a
moldear al 'cliente' en relación a su forma de inserción institucional y en la vida social, o
puede dirigirse para fortalecer los proyectos y las luchas de las clases subalternas;
caracterizando a la primera por su intención de adaptar a las personas al orden
establecido, mientras que en la segunda el profesional puede impulsar a los sujetos a
reclamar, poniendo en conocimiento sus derechos, haciéndolos participes e impulsores
de procesos que tiendan a luchas-reivindicativas.
❏ La intervención socioeducativa profesional a promover, no consiste, en la transmisión de
conocimientos que el otro debe adquirir acríticamente, sino en la intencionalidad de
promover en el sujeto entrevistado una actitud crítica frente a su realidad, cuestionándola y
repensando sus condiciones materiales de existencia en sí mismas y como se relacionan con la
totalidad en la cual se inscriben; que alcance un pensar crítico, en pos del desarrollo de
capacidades cada vez mayores entre grupos también cada vez mayores para desnaturalizar las
relaciones sociales y la cultura del capitalismo.
❏ En la entrevista, ejercer una intervención socioeducativa, desde una postura crítica, hace
referencia a que es el educador quien se propone promover en los otros sujetos aprendizajes
que él considera necesarios para ellos. Entra en cuestión, el cómo determina el educador, en
este caso el entrevistador, que determinados aprendizajes son necesarios para el entrevistado.
Es a partir de la comprensión de la visión que el sujeto entrevistado tiene de su realidad que el
entrevistador debe, a partir de su formación teórica profesional, identificar aquellos elementos
que considere necesarios para promover en el entrevistado una actitud crítica sobre la
visión de su realidad.
Para Mallardi la entrevista debe suponer la comprensión activa, donde hay lucha de significados
y el profesional asume el carácter socioeducativo de la relación dialógica establecida.
La comprensión activa, se caracterizaba porque el que comprende ejerce un rol activo, creativo, al
construir desde su posicionamiento interrogantes al interlocutor a fin de que éste busque nuevas
posibilidades de sentido a su realidad. Implica, que en la entrevista, se supera la sola escucha y se
llega al diálogo entre los interlocutores, en toda su multidimensionalidad (su expresión verbal, no
verbal, lo que expresa y no expresa...). A su vez, se encontrarán dos valoraciones distintas sobre la
misma realidad, produciéndose, una lucha de significados entre los interlocutores. En este
momento, continuamente nos aproximamos a la ideología cotidiana del sujeto entrevistado, la
cual se vincula con las distintas ideologías coexistentes en el contexto social del mismo. A partir de
dicha aproximación, llegamos a comprender cómo el sujeto entrevistado vivencia la situación que
es motivo de la entrevista.
Posterior a este proceso de identificación, la práctica educativa implica dialogar procurando
alcanzar un grado mayor de esa conciencia crítica en torno a la vivencia en cuestión. Ello implica,
la vinculación de la situación del entrevistado con aquella vivida por la clase trabajadora, en donde
se explicite la relación existente entre la situación que el entrevistado está atravesando con los
derechos históricamente conquistados por la clase mencionada.
Durante este proceso de diálogo, en la entrevista es menester recuperar aquellas visiones que el
entrevistado posee sobre su realidad, que será necesario reflexionar conjuntamente entre el mismo
y el profesional; procurando este último que el sujeto entrevistado reflexione sobre la problemática
que le atraviesa en ese momento, su situación, para aproximarse a comprender y desnaturalizar la
misma, dilucidando su situación como expresión de la cuestión social en su vida, lo que implica
entender su problema en relación con las causas estructurales que lo generan - lo que implica no
pensarlo como algo estático, rígido y natural, sino como el producto de relaciones sociales
concretas, en las cuales él juega un papel activo.
La acción educativa no debe ser una exposición teórica sobre la reconstrucción analítica de la
manifestación de la cuestión social que el profesional realiza, sino un proceso que ubique en el
centro de la reflexión conjunta la situación problemática que atraviesa el entrevistado,
procurando, por parte del entrevistador, generar las preguntas y enunciados que sobre la base del
discurso del otro introduzcan elementos problematizadores que redunden, no en la incorporación
de nuevos contenidos, sino, en una aproximación continua a una visión crítica tanto de la realidad,
como de las visiones de la misma construida por parte del entrevistado hasta el momento.
Bajo la lógica de la reivindicación de derechos, es necesario dialogar con el entrevistado acerca de
las características de la relación existente entre él con el trabajador social y con la institución. La
intervención socio-educativa debe procurar fortalecer el conocimiento de los mecanismos
institucionales y extra-institucionales por los cuales el entrevistado puede actuar en pos de que se
garantice la satisfacción de sus derechos, es decir, se debe incentivar el fortalecimiento de los
procesos de subdeterminación popular: no implica el asesoramiento de los canales burocráticos,
sino, la intervención tendiente a lograr una síntesis en el sujeto de una visión más crítica sobre su
realidad con un posicionamiento más activo, en donde se tornen sujetos protagónicos en la
resolución de los problemas que los afectan; dialogar con el entrevistado acerca de los límites y
posibilidades de acciones reivindicativas en pos de fortalecer en el espacio institucional la
dimensión subdeterminante popular.
❏ Asociar con un “ejercicio espiritual”- poner todo de sí en la entrevista.
Un “ejercicio espiritual”:
Sin embargo, la proximidad social y la familiaridad no siempre son posibles, ya que la
entrevista, como toda técnica, tiene un “punto ciego”, un sesgo (es transparente, algo está
negando, no te permite ver, no es neutral, no se puede controlar todo); por eso, y asociado a
esto, se buscará enfatizar en la empatía, en la comprensión activa, en el:
❏ “Ponerse mentalmente en su lugar”:
➔ Intentar situarse mentalmente en el lugar que el entrevistado ocupa en el espacio social,
interrogándolo a partir de ese punto, y, “ponerse de su lado”, no “proyectándose a sí
mismo en el otro", sino, una comprensión genérica y genética de lo que él es, fundada en el
dominio, teórico o práctico, de las condiciones sociales que lo producen: de las
condiciones de existencia y los mecanismos sociales cuyos efectos se ejercen sobre el
conjunto de la categoría de la que forma parte (la de los obreros calificados,
magistrados...), y, los condicionamientos psíquicos y sociales vinculados a su posición y
su trayectoria particulares.
➔ Para reducir la violencia simbólica desde el punto de partida, debemos, en parte, establecer
una comunicación sincera, fluida y auténtica, lo cual implica colocarse en el lugar del otro,
pero no para pensar y asumirse como el otro, no para justificar su accionar al entenderlo, sino
para comprender porque el sujeto dice tal cosa en función de su posición social, su biografía
personal, sus vínculos con la comunidad, la sociedad. Imaginarse que está en el lugar del otro,
pero asumiendo, a su vez, su lugar como entrevistador.
➔ Es un “ejercicio espiritual”, con una actitud de “amor intelectual” en la entrevista, el cual nos
va a permitir reducir las distancias entre el entrevistador y entrevistado. Este ponerse
mentalmente en el lugar del otro, implica también despojarse de los prejuicios, preconceptos, y
estereotipos (“pichi”, “ricachón”), porque limitan las posibilidades de hacer una entrevista
genuina y sustantiva. No solo se buscan explicar, sino comprender; por lo que una relación
empática es esencial, establecer una relación de confianza básica para que esa entrevista tenga
sentido.
❏ Comprender- y explicar son una sola cosa:
La ciencia de la reflexividad, las cs. sociales, no solo describen, sino que explican y
comprenden, entender el para qué/por qué, el motivo por el que se realizan acciones, se
toman decisiones.
❏ Se ejerce de manera comprensible, tranquilizadora e incitante, de presentar la entrevista
y dirigirla, de hacer que el interrogatorio y la situación misma tengan un sentido para el
entrevistado, y, en la problemática propuesta. Se improvisan preguntas pertinentes,
siempre que las mismas sean verdaderas hipótesis.
❏ Se debe tener precaución en los casos en que el entrevistado parece como adaptado de
antemano (a veces, demasiado bien) a lo solicitado, tal como ellos lo conciben: éstos dominan
tan perfectamente la situación que en algunas oportunidades logran imponer al encuestador
su definición del juego.
❏ Aunque, y sin desestimar la relevancia del conocimiento previo más profundo, éste seguirá
siendo incapaz de llevar a una verdadera comprensión si no va a la par con una atención al
otro, y una apertura que no siempre está presente: tendemos a otorgar a las palabras más
o menos ritualizadas sobre las miserias más o menos comunes una atención vacía y
formal- relatos de conflictos de sucesión, vecindad, escolares, rivalidades de oficina,
que, al reducir el drama singular al hecho genérico, permiten una economía de
pensamiento, interés, afecto - de comprensión; nos cuesta evitar el adormecimiento de la
atención por lo ya visto y escuchado, para entrar en la singularidad de la historia de una vida e
intentar comprender los dramas de una existencia. Esta semicomprensión inmediata de la
mirada distraída y trivializante desalienta el esfuerzo por desgarrar la pantalla de las palabras
comunes en las que cada uno de nosotros vive y expresa sus pequeñas miserias como sus
mayores desdichas.
❏ La entrevista puede considerarse como una forma de ejercicio espiritual que apunta a obtener,
mediante el olvido de sí mismo, una verdadera conversión de la mirada que dirigimos a los
otros en las circunstancias corrientes de la vida.
Esta tendencia del entrevistador de hacer propios los problemas del entrevistado, la
aptitud para tomarlo y comprenderlo tal como es, en su necesidad singular, es una
especie de amor intelectual: una mirada a la manera del "amor intelectual a Dios", al
orden natural, que Spinoza consideraba la forma suprema de conocimiento.
La resistencia a la objetivación:
Una de las maneras más sutiles es la de los entrevistados que, al jugar con su proximidad
social con el entrevistador, intentan, más inconsciente que conscientemente, protegerse de él,
prestándose supuestamente al juego e intentando imponer, una apariencia de autoanálisis.
Nada está más alejado de la objetivación participante—en la que el entrevistador asiste al
entrevistado en un esfuerzo, doloroso y gratificante a la vez, por destacar los determinantes
sociales de sus opiniones y prácticas— que la falsa objetivación complaciente, la
desmistificación a medias, que procura los placeres de la lucidez sin poner en cuestión nada
esencial.
En esa relación de intercambio, cada uno engaña un poco al otro engañándose a sí mismo: el
entrevistador se aferra a la"autenticidad" del testimonio del entrevistado porque cree haber
descubierto una palabra en bruto, densa, inviolada, que otros no supieron ver o suscitar;
mientras que, el entrevistado finge ser el personaje que se espera en este encuentro, (el
inmigrante, el marginado social…) y se asegura así, sin tener que reivindicarlo abiertamente,
el reconocimiento del valor literario de su palabra, a la vez testimonio sincero de
desgarramiento interior y búsqueda de la salvación.
Algunos entrevistados, por ej. sujetos en situación de calle, parecen aprovechar esta
situación como una oportunidad para testimoniar, hacerse oír, llevar su experiencia de la
esfera privada a la esfera pública; de explicarse, de construir su propio punto de vista sobre sí
mismos y el mundo y poner de relieve, dentro de éste, el punto a partir del cual se ven y ven el
mundo, se vuelven comprensibles y se justifican, en principio para sí mismos. Incluso, llegando a
dirigir en cierto modo la entrevista y que la densidad e intensidad de su discurso, así como la
impresión que a menudo dan de experimentar una especie de alivio, e incluso de realización,
evoquen en ellos la dicha de expresión.
Puede hablarse de autoanálisis provocado y acompañado: cuando el entrevistado aprovechaba
la oportunidad de interrogarse a sí mismo que se le brindaba y la licitación o la solicitación
que le aseguraban nuestras preguntas o sugerencias, abiertas y múltiples, para efectuar un
trabajo de explicitación, gratificante y doloroso a la vez, y enunciar experiencias y reflexiones
reservadas o reprimidas durante largo tiempo.
Consideraciones generales:
1. Establecer buen vínculo de entendimiento y confianza (una “distancia óptima”- cierta
proximidad, pero sin generar una simbiosis con el entrevistado, evitando la violencia
simbólica en el encuadre);
2. Clarificar el objetivo y el marco en el cual se desarrolla la entrevista (lo que puede hablar
muy bien del reconocimiento al otro, ya que el entrevistador es quien arma el “escenario
de la entrevista”, el encuadre, lo cual reduce los efectos de las distancias simbólicas);
3. Apreciar la gestualidad; la comunicación es también no verbal;
4. Respeto, evitando prejuicios (que se sienta como un igual);
5. Generar ambiente físico y emocional propicio (asociado a la empatía, el respeto al otro);
6. Promover la autonomía (puede resultar difícil, porque muchos entrevistados dicen lo que
se quiere escuchar, en especial, si han estado institucionalizados);
7. Ayuda a pensar y actuar con libertad (recordar lo de mayeútica);
8. Evitar la postura moralista o de autoridad censora (asociada a las nociones que traen los
entrevistadores como sujetos influidos por la sociedades y sus construcciones
ideológicas);
9. Evitar el abordaje burocratizado o tecnocrático (evitar la frialdad operativa, la cual nos
desprofesionaliza)
TRABAJO SOCIAL Y PROCESO GRUPAL
HACIA UNA CULTURA DE LA SOLIDARIDAD
AMELIA DELL'ANNO
❏ El trabajo en equipo:
○ Los equipos son agrupamientos que pueden desarrollar diferentes grados de grupalidad,
pero cuya principal característica es la forma de organización de su trabajo, para el
cumplimiento de propósitos específicos, en relación con tareas concretas destinadas a
producir un resultado.
El trabajo en equipo es requerido para dar respuesta a la complejidad de una situación, a
procesos donde se requiere especialización de conocimientos y habilidades y a la
necesidad de un criterio de eficiencia en el uso de recursos materiales e inmateriales.
○ Se identifica a los equipos con el grupo secundario, señalando que en los mismos queda
relegado lo afectivo. En realidad, debe existir un énfasis en la tarea más que en la realización
emocional, pero negar esa dimensión afectiva sería desnaturalizar un proceso inherente a todo
conjunto interaccional; muchos conflictos, obstaculizadores del rendimiento de los
equipos, podrían ser mejor comprendidos, y quizás revertidos, si se considerasen esos
aspectos.
○ El equipo puede ser:
i. un grupo desde su inicio o llegar a constituirse en tal.
Ej.: podría ser un equipo interdisciplinario de cualquier ámbito, en el que sus miembros,
a través del tiempo, interacción y conocimiento recíproco, desarrollen un fuerte vínculo,
que les lleve a compartir preocupaciones personales y actividades fuera de los límites
profesionales;
ii. un grupo de relaciones primarias puede también organizarse como equipo, para la
consecución de sus objetivos.
Ej.: la situación de un microemprendimiento o empresa familiar, donde se combina lo
afectivo propio del vínculo primario, con lo organizativo e instrumental propio del
mundo del trabajo y/o la producción.
Dado el interés central de los equipos en la realización de sus específicas tareas, no resulta
sencillo equilibrar ambas vertientes, pues una atención excesiva a lo emocional puede
alterar su funcionamiento y rendimiento, como el traslado de conflictos de orden
familiar al microemprendimiento en cuestión.
La vida social presenta una trama cultural compleja, donde se produce la coexistencia de
grupos con diferentes identidades en el mismo tiempo y espacio.
En toda sociedad compleja se pueden encontrar subculturas. Esto lleva a la cuestión de la
relación mayoría-minoría, en la cual se deben tener en cuenta la magnitud del grupo por un
lado y su grado de influencia en la toma de decisiones por el otro. A menudo los grupos más
numerosos se encuentran en condiciones de supeditación a otros mucho más reducidos, que
se constituyen como élites.
La proximidad entre las distintas culturas se acompaña habitualmente por un cierto grado de
tensión, de conflictividad.
Una de las características de los grupos es "la emergencia de normas": la interacción recurrente del
grupo promueve expectativas que facilitan la posibilidad de prever y anticipar la conducta,
expectativas que finalmente se plasman en normas explícitas o implícitas.
Estas normas forman parte de la cultura del grupo, constituyendo un sistema de
pensamiento, que se traduce en un modo de accionar. Forman parte del mismo las propias
pautas de relación (estructura interna del grupo), que se reflejan en las expectativas de rol
hacia sus integrantes. De este modo, todos los roles grupales adquieren un carácter
normativo.
En el proceso grupal se va produciendo una diferenciación y delimitación del grupo con
relación al contexto, experimentando los integrantes un refuerzo de su compromiso con los
objetivos de aquél. A nivel individual se desarrolla un sentimiento de pertenencia (un
"nosotros"), cuyo correlato a nivel colectivo es el afianzamiento de la identidad grupal y una
creciente percepción de presencia diferenciada del grupo, por quienes no pertenecen al
mismo.
Aquellos participantes que no comparten las orientaciones prevalecientes en el grupo,
pueden convertirse en objeto de agresión (saboteo y liderazgo), tendiendo a ser excluidos o a
abandonar el grupo; o por la pertenencia de los participantes a otros grupos, la identificación
con otros marcos de referencia, poniéndose en juego la coherencia e incoherencia en las
demandas de solidaridad.
La mentalidad del grupo se constituye en ideología propia del mismo y en fuente de identidad para
los integrantes; pero al mismo tiempo implica una exigencia de conformidad que puede limitar el
desarrollo personal. Si dentro de esa ideología intervienen valores de apertura, respeto a la
diversidad, búsqueda de nuevas alternativas, etc., nos encontraríamos ante una "inteligencia
grupal", que supone una potenciación de posibilidades, disposición al cambio.
Se visualiza la "fraternidad-terror", es decir, el momento en que la presión a la conformidad y
lealtad hacia el grupo revierte en actitudes amenazantes hacia el miembro divergente.
El concepto de "conciencia posible" hace referencia a las categorías de pensamiento que
sostienen la existencia de cada grupo, que le dan razón de ser, que lo consolidan dentro de un
ambiente del que se diferencia y adquiere visibilidad.
Se considera que existe un "límite de la conciencia posible", dado por los cambios
susceptibles de producirse en el grupo sin poner en juego su propia existencia como tal,
límite que no es posible 'rebasar" sin alterar la vida grupal.
El grupo, como instancia donde se vive la cotidianidad, ofrece un espacio indicado para el
aprendizaje, la práctica y la estimulación activa de los rasgos que propicien la resiliencia, la
asertividad, la capacidad de crítica y autocrítica, el reconocimiento y expresión emocional, la
empatía, la alteridad, la conciencia ciudadana y todos los valores que puedan acompañar esta
búsqueda. Se trata de una oportunidad de preparación para la vida.
2) Perspectiva intercultural
La identidad cultural es un derecho fundamental. En este proceso resulta básico el reconocimiento
y valoración de la propia cultura y la de los demás, con un criterio integrador.
En la pluriculturalidad los diferentes grupos no se mezclan, sino que se niegan unos a otros;
la multiculturalidad supone un reconocimiento de su existencia; en tanto, lo intercultural
contiene la idea de coexistencia e intercambio.
La interculturalidad encuentra un espacio privilegiado en el ámbito de los grupos, como
espacios de la vida cotidiana. La proximidad, interacción, mutuo conocimiento, el
surgimiento de necesidades colectivas, permiten una experiencia inmediata de intercambio.
El contacto interpersonal entre personas diferentes (cuestiones étnicas, de nacionalidad,
género, edad, extracción socioeconómica, religión, ideas políticas, orientación sexual,
estado de salud, discapacidad, etc.), constituye una oportunidad de acercamiento y de
descubrimiento de la humanidad del otro; implica la vivencia concreta de aquello que nos
separa y de aquello que nos puede "re-unir'.
Puede significar el corrimiento de ese "límite de conciencia posible" en la admisión de una
diferente cosmovisión. Las consecuencias de ello son personales, a nivel de un cambio de
actitudes, y, colectivas, respecto de una evolución de la cultura grupal en el reconocimiento y
la reciprocidad entre sus miembros, que se proyectará a su vez hacia el contexto social, como
práctica dirigida a la inclusión de las minorías discriminadas.
3) Perspectiva de ciudadanía
El análisis de la actual cuestión social pone de relieve la vigencia de los derechos políticos,
civiles y sociales, que hacen a la definición de ciudadanía. Mientras existen formalmente
declaraciones de la universalización de la igualdad, en la realidad encontramos múltiples
situaciones de exclusión, originadas en complejas relaciones de poder.
La vertiente cultural se retroalimenta con la cuestión ciudadana, modificándose las
expectativas que los ciudadanos tienen de esos mismos derechos, de la posibilidad de
ejercerlos, de defenderlos. La cultura hegemónica contiene pautas de disciplinamiento de la
población, que muchas veces son seguidas acríticamente, o, acatadas en virtud de
determinados beneficios.
En los grupos se ponen en juego cuestiones relacionadas con la idea de conciencia ciudadana:
principalmente la posibilidad de un aprendizaje y toma de conciencia de los derechos, a partir de
la interacción grupal. Se enfatiza la función educativa de los grupos, en un sentido amplio, no
dogmático. A su vez, el grupo posibilita ampliar y compartir la información disponible, que el
individuo no puede conocer en forma aislada y que los medios de comunicación, ligados a la
estructura de poder, no siempre transmiten adecuadamente.
Por otra parte, la misma toma de conciencia implica ya una acción colectiva que lleva a un
pensar juntos, que luego puede traducirse en un actuar juntos. Las prácticas
comunicacionales implican también un ejercicio de protagonismo y de democracia como
sistema de vida, aun en contextos de autoritarismo.
El afianzamiento de estas perspectivas puede traducirse en su ampliación a ámbitos más
abarcativos, donde se trascienda el límite grupal y se pase a integrar movimientos
comprometidos con el reclamo social, pues difícilmente éste puede ser sostenido por ningún
grupo en particular, sin un asociacionismo mejor organizado.
Se trata pues de transitar espacios de objetivación de la cultura hegemónica y sostenimiento
o transformación de ideologías, traducidas en acción.
Conclusión:
Es necesario el desafío de la experiencia concreta de la grupalidad. Negarnos a ella significa
el aislamiento y la soledad. Como trabajadores sociales, somos ante todo ciudadanos insertos
en el proceso social de nuestra comunidad y participamos en la integridad de ese devenir de
las personas interactuando, estableciendo vínculos, intercambiando ideas, proyectos,
sentimientos, esfuerzos y logros, con sus marchas y contramarchas, con sus satisfacciones y
frustraciones; recorriendo, en fin, caminos compartidos.
La ética situada es aquélla que no discurre por los planos de lo teórico sino que se dedica a
abordar situaciones concretas, a partir de valores específicos que permiten medir el respeto a
la dignidad humana. Esta perspectiva ética, unida a una cultura de la solidaridad, puede
seguramente contribuir a consolidar un proyecto colectivo en la defensa de los derechos
humanos, al que no queremos ni debemos renunciar.
CAPÍTULO 2:
Lo grupal como fenómeno multidimensional:
La diversidad de formas que adquiere el campo de lo grupal es enorme.
Dada la complejidad del fenómeno de lo grupal, sus aspectos multidimensionales, abiertos y en
continua transformación.
El análisis de los fenómenos grupales conlleva un conocimiento complejo o área
problemática, atravesados por múltiples inscripciones: deseantes, históricas,
institucionales, políticas, económicas, inscriptos en una comunidad, cultura, sociedad,
contextualizados en un proceso histórico en permanente movimiento, al interior del cual
operan tendencias complementarias y/o contradictorias . Las diferentes formas que adquiere
lo grupal constituyen sistemas más o menos abiertos, estructuras en evolución, con
posibilidades de transformación, repetición o disolución.
Los vínculos, los grupos y las instituciones conforman la compleja trama social que
constituye y a la vez articula las relaciones micro-macro sociales.
El desarrollo de esta capacidad del operador grupal se relaciona con otro aspecto, con su
posibilidad de pensar con el otro, de ser un co-pensor, lo cual significa un modo de acercarse
al acontecer grupal encontrando una distancia óptima - la distancia adecuada. Este
acercamiento al campo grupal debe combinar dos aspectos aparentemente contrapuestos,
pero que son complementarios: por un lado, el trabajador social debería poder acercarse lo
suficientemente como para poder "entender" lo que está sucediendo, obtener una visión
global y de conjunto, a la vez que contener al grupo al poder "descifrar"; una cercanía
afectiva. Por otra parte, no deberá acercarse tanto, involucrarse emocionalmente en
demasía, de modo de quedar "capturado", inmerso en la escena grupal.
Tendría que encontrar la distancia adecuada para "entrar" y comprender, y luego poder
"salir"; esto permitiría poder descifrar y devolver al grupo una intervención que le sea útil.
Habría conciencia de los propios límites y una capacidad de identificarse con el grupo, sin ser
igual al grupo. La distancia adecuada es siempre situacional de cada aquí y ahora grupal, y
varía según el tipo de grupo y la problemática que lo convoca. Permite el protagonismo del
grupo y obliga al operador a hacer a un lado su propia problemática social, que puede ser
similar a la que aportan los integrantes.
Podemos caer en uno de los dos extremos. Esta capacidad de acercamiento-alejamiento, se
va construyendo durante el proceso de trabajo y aprendizaje de la tarea con grupos; requiere
una actitud de constante autorrevisión y autocuestionamiento.
C. Insight:
Es un proceso espontáneo de conocimiento, de toma de conciencia, de comprensión y
desocultación de un hecho con el cual se tenía una relación de cercanía pero también de
desconocimiento. Es un nuevo conocimiento al cual se accede en las relaciones
interpersonales cotidianas, y no sólo en la tarea grupal.
En los grupos, generalmente implica un momento nodal del proceso de intervención en el
cual se produce un "darse cuenta" de alguna situación del proceso grupal, que abre nuevas
posibilidades de comprensión. El momento de insight está constituido por elementos tanto
afectivos como intelectuales.
Ej.: un coordinador laissez faire que repentinamente se da cuenta de que su temor al
abandono está interviniendo en el vínculo con su grupo; de ahí su dificultad de establecer un
vínculo de mayor consistencia y fortaleza. Esta comprensión de sí mismo es el camino para
la modificación de su rol.
Conclusión:
El rol del trabajador social se construye y recrea permanentemente en relación dialéctica con
su medio laboral y social, que también es cambiante y dinámico. Concebimos su formación
permanente como un ir incorporando elementos que lo incluyan como persona en el
contexto interaccional de su tarea, sin excluir su lectura crítica del macrocontexto y
procurando no caer en un conocimiento cerrado, obturador del crecimiento y de la
creatividad. En este sentido, tiene suma relevancia el procesamiento y la elaboración
constante de su tarea.
La importancia de los grupos recae en que, por medio de ellos, los individuos se expresan y
actúan en la vida social, es decir, permiten la inserción social del sujeto; y, porque permiten que
una sociedad transmita, perpetúe y modifique, sus normas, valores y sus rasgos culturales.
La dimensión de los grupos es la dimensión corriente de la vida de los seres humanos por el
hecho de vivir en sociedad.
La personalidad se forja en la relación con los otros. Los grupos son el lugar donde se aprende
la relación con los demás, se miden el impacto y las consecuencias de los propios actos. La
imagen de nosotros mismos que los otros nos devuelven —positiva o negativa— tendrá peso
sobre la autoestima y valor propio.
Es por esto que la participación en grupos es a la vez buscada y temida; la primera, porque nos
permite vencer la soledad, nos brinda seguridad y pertenencia de formar parte de un todo
más vasto, por la búsqueda de la aceptación de los otros, de ser apreciados, reconocidos:
mientras que, las segunda, refiere al temor a ser despreciado y rechazado, excluido como
diferente de los otros, a no ser comprendido o a ser obligado a convertirse en semejante a los
demás, a plegarse a la norma, a perder así la individualidad y la autonomía.
Para analizar las relaciones del grupo con el exterior utilizamos 3 puntos:
A. La pertenencia de cada miembro a otros grupos: cada persona forma parte
simultáneamente de numerosos grupos formales o informales.
Las personas más activas y mejor integradas en la vida social se encuentran en varios
grupos significativos del área geográfica o de la rama de interés en cuestión. La
participación en múltiples grupos hace de ciertas personas personajes claves, ejes de
comunicaciones intergrupales, pues ejercen una irradiación y una influencia
considerables que no deben ser descuidadas.
B. Las relaciones con otros grupos: variarán según su grado de proximidad o de distancia
(geográfica o en función de los objetivos e intereses del grupo), su grado de cohesión
interna y las actitudes (positiva, negativa, indiferente) admitidas normalmente por el
grupo en su relación con los otros.
Cuando dos grupos se encuentran en tensión conflictual o en competencia, la cohesión
interna, el sentimiento de pertenencia y los lazos entre los miembros tienden a
reforzarse. Pero las relaciones entre los grupos no presentan siempre un carácter
agresivo cargado de rivalidades. Esto depende, en gran medida, del tipo de relaciones
sociales del medio global, de las circunstancias concretas que crean la relación entre
ellos y de la diferencia entre los grupos en cuestión.
C. Las relaciones entre un grupo y los organismos o instituciones: requieren capacidades
particulares de:
➢ detectar los circuitos de la institución (a quién dirigirse, cómo funcionan estos
circuitos, dónde dirigirse, cómo tramitar pedidos);
➢ dominar el lenguaje escrito como el lenguaje oral (la mayoría de las instituciones
exigen cartas, informes, la constitución de legajos, un fundamento de las demandas, a
veces con datos numéricos);
➢ pasar de relaciones personificadas a relaciones anónimas regidas por las
convenciones sociales (uno no se dirige a una persona sino a una función en el seno de
un organismo);
➢ saber buscar y luego utilizar las informaciones pertinentes (que buscar, dónde
encontrarlo, hacerlo saber, explotarlo).
Algunos grupos jamás tienen relaciones con las instituciones y limitan sus "relaciones
exteriores" a los otros grupos; otros establecen un número importante de relaciones con
organismos muy diversos.
2) El proceso de interacción:
Todo grupo desarrolla, de manera espontánea, relaciones de simpatía, antipatía e indiferencia
entre sus miembros; las cuales se organizan y producen una cierta estructura llamada “redes
de afinidad” o “estructura afectiva”.
Un aspecto a considerar se refiere a la formación espontánea de subgrupos: los miembros
llegan y se van juntos, hablan entre ellos, se sientan juntos, se apoyan mutuamente por
gestos o palabras. Son muy frecuentes en grupos de más de 15 personas; representan el
intento de crear relaciones de intimidad, significativas y profundas, cuando el tamaño del
grupo obliga a relaciones más superficiales y anónimas.
Otro aspecto es la aparición de roles ejercidos por los individuos. Benne y Sheats distinguen
entre: roles relativos a la tarea, roles de mantenimiento de la cohesión, y roles que buscan la
satisfacción de las necesidades individuales en detrimento del grupo, tarea o clima afectivo.
Por último, está el liderazgo, una función entre otras en el seno del grupo. Nuestro análisis del
liderazgo en el seno de un grupo debe considerar varios aspectos:
i. Debe evitarse toda generalización en este ámbito, pues puede encerrarnos y velar nuestra
percepción de la dinámica del grupo y de su evolución.
ii. Es necesario distinguir el mando resultante de una posición institucional (jefe de servicio,
etc.), del mando que surge en los grupos primarios, más o menos informales; es decir, de
los “jefes de derecho”, de los “jefes de hecho”(los líderes).
iii. El mando es una función del grupo, susceptible de evolución y de modificación, que puede
ser ejercida por una o varias personas simultánea o sucesivamente.
iv. Se distinguen 2 tipos de funciones de mando o liderazgo: una de carácter técnico, centrada
en la ejecución de la tarea, en la que se trata de proponer formas de trabajo, dar
informaciones, coordinar a las diferentes personas, tomar decisiones, etc.; es la función
"sociooperativa"; la otra función tiene un aspecto "socioafectivo" y tiende a crear un clima
de pertenencia, aportar apoyo y estimulación al grupo.
v. Se han propuesto diferentes clasificaciones sobre los comportamientos del líder y sus
maneras de ejercer el mando, 3 tipos- el autocrático, el democrático y el «laissez-faire"
(Weber):
1. El jefe carismático: considerado infalible y casi sagrado, rodeado de un misterio
distanciador;
2. El jefe tradicional: a la vez autoritario y protector;
3. El jefe democrático: cuya autoridad se establece sobre bases consultivas y racionales.
3) El proceso de influencia:
Nace de la interacción entre los miembros del grupo. Para comprender los diferentes fenómenos
ligados a la influencia, es preciso, en primer lugar, definir la norma y la creación de normas en el
seno del grupo.
La creación de normas es un fenómeno habitual en un grupo. A medida que la cohesión del
grupo aumenta, y a fin de reforzar y acelerar esta cohesión y los sentimientos de satisfacción
ligados a la pertenencia del grupo, éste tiende a crear normas propias.
La creación de normas grupales tiene lugar cuando un grupo se ve confrontado con una
situación nueva y que esta norma intenta reducir las diferencias en el seno del grupo y
obtener un consenso.
Las normas son perceptibles cuando un "extraño" asiste a una reunión de un grupo y no llega a
percibir lo que allí pasa: no posee el "código" para descifrar lo que ve u oye. Los miembros del
grupo están al corriente de la significación de ciertos términos, comportamientos, gestos,
alusiones; todo ello arraigado en su historia y sus normas colectivas.
Existen 3 tipos de influencias:
a. Las presiones hacia la conformidad: derivan de esta elaboración de normas y esta
búsqueda del consenso, pues el grupo hará presión sobre los individuos o sobre las
minorías que se separen de ellas, a través de un sistema de sanciones y/o
valorizaciones, a fin de que éstos se plieguen a las normas mayoritarias, que se
conformen a la regla.
Así, un individuo tendrá tendencia a plegarse a la norma del grupo si está solo y los
otros son unánimes, mientras que la presión hacia la conformidad será menor si el
individuo no está aislado y forma parte de un subgrupo.
b. La resistencia al cambio: fenómeno muy corriente que se puede constatar en los planos
individual o colectivo.
Esta resistencia puede estar ocasionada por: el temor a lo desconocido (yo sé lo que
tengo, pero si cambio no sé lo que tendré); la oposición a una autoridad superior cuyo
poder es considerado abusivo e injustificado; o la inercia de los "sistemas en
equilibrio"; es decir, que los individuos o los grupos pueden encontrarse en posición
"estática" (de "no movimiento") por razones diversas.
c. El cambio y la innovación: si el temor de alejarse de las normas del grupo es la principal
fuente de resistencias al cambio, para favorecerlo es necesario disminuir el temor, o,
transformar las normas de referencia.
Mientras los valores de grupo permanezcan sin modificar, el individuo se resistirá a los
cambios tanto más vigorosamente cuanto más se distancien éstos de las normas del
grupo. Si la norma misma de grupo se modifica, la resistencia (que es debida a la
relación entre el individuo y la norma de grupo) será eliminada.
Se necesita de 3 fases para establecer el cambio: "descristalizar" (corroer certezas en
cuanto a la norma del grupo - poner en cuestión, aportar informaciones nuevas,
diferentes); desplazamiento hacia el nivel de cambio deseado; y, cristalización de las
normas del grupo en el nivel alcanzado.
Dentro de los factores que favorecen el cambio, el esencial es la utilización de la decisión de
grupo como medio para facilitarlo; por varias razones: el individuo actúa en tanto
"miembro del grupo" y en relación con las normas de este grupo, por tanto, no tiene
que enfrentar la inseguridad y el aislamiento; la decisión proporciona la unión entre la
motivación y la acción, ya que no es suficiente estar motivado para que algo cambie
realmente, es preciso que haya una acción que realice el cambio.
Para poner en funcionamiento una intervención colectiva cuando el trabajador social sólo
interviene habitualmente ante individuos o familias, es preciso:
a. Cambiar su mirada y su escucha, observar y escuchar a las personas, y no únicamente los
problemas y las dificultades que sufren, y verlas como seres en relación, insertas en un medio
como parte de grupos existentes.
Implica también estar atento, en el sector geográfico, a los lazos informales de encuentro y de
intercambio (la plaza, salida de la escuela, el mercado, centro comercial). Cada tejido
social habrá creado sus lugares de comunicación; el trabajador social deberá descubrirlos
e integrarlos en su comprensión de la vida colectiva; y, percibir los lazos de afinidad y de
amistad entre las personas, sus necesidades e intereses comunes, base posible para la puesta
en marcha de un grupo;
b. Proveerse de herramientas de detección de los problemas colectivos y de las personas capaces
de participar en una intervención colectiva es la etapa siguiente.
El cuaderno de campo permitirá detectar la repetición de las demandas idénticas en un
lapso limitado, y recoger datos como la edad y los medios socioprofesionales de las
personas en cuestión. Dará una primera apreciación de las necesidades colectivas de los
usuarios del trabajador social;
c. El inventario de los recursos disponibles donde se trata de reseñar lo que existe con relación al
problema colectivo detectado. En todos los casos, el trabajador social se ocupará de
inventariar los recursos materiales, institucionales, organizacionales y humanos.
Los recursos materiales están ligados a los locales, el equipamiento y las finanzas.
Dependen, a menudo, de los recursos institucionales y organizacionales existentes, es
decir, los organismos, grupos e instituciones capaces de aportar una contribución al
proyecto. Pero, en la investigación de los recursos disponibles, los recursos humanos son
más importantes que los materiales, ya que podrán encontrar los medios para crear,
reunir los recursos materiales necesarios para su acción (pero, sin las personas
portadoras del proyecto todos los recursos materiales son inútiles).
d. Aprovechar la ocasión que se presenta, ocasión inesperada u ocasión favorecida, influida por
el trabajador social. La puesta en marcha de una intervención colectiva, la expresión de
una demanda precisa, la movilización de un grupo de personas se deben, a menudo, a un
hecho desencadenante.
e. El trabajador social tendrá que proveerse de estructuras de trabajo; éstas harán posible y
viable la intervención colectiva.
La constitución de un equipo de trabajo, de un grupo de apoyo y de consejo puede ser muy
útil; también, la iniciativa de constituir un grupo con las personas involucradas por el
problema colectivo, y que pueden verse beneficiadas con el proyecto de intervención; o,
iniciar un intergrupo, en el que las personas involucradas y los representantes de otras
agrupaciones y organizaciones se reúnan para llevar a cabo el proyecto del que serán
portadores.
La creación de estas estructuras son de gran importancia- el trabajo social no se puede
desarrollar sin la ayuda de un grupo de base. En ellas, la continuidad en el tiempo es un
factor importante que se debe asegurar, ya que toda intervención colectiva implica un
período relativamente prolongado y un seguimiento regular para llegar a buen término.
Etapas cronológicas:
➔ Las elecciones que hará el trabajador social en el curso de este proceso condicionarán
inevitablemente la vida futura del grupo.
➔ La idea de poner en marcha un grupo no surge en los trabajadores sociales de la noche a
la mañana. Se tratan de necesidades que los trabajadores sociales han indicado y percibido
como colectivas (falta de recursos de esparcimiento para los jóvenes, aislamiento de
personas mayores, viviendas vetustas e insalubres), o bien de demandas, expresadas
individualmente por los usuarios en el curso de las entrevistas, que se repiten con tanta
frecuencia que el trabajador social puede considerarlas como provenientes de un
conjunto de personas afectadas por el mismo tipo de dificultad. Una vez percibida la
necesidad, resta analizar.
➔ Se trata de evaluar las motivaciones y el interés de las personas con respecto a la necesidad o
el problema percibidos por el trabajador social. La evaluación de las fuerzas internas
(motivaciones e intereses de las personas) y de las fuerzas externas (presión social)
permitirá al trabajador social situar su propia percepción de la necesidad en la dinámica
global del barrio o de la institución.
Es de gran importancia esta evaluación de las necesidades colectivas, pues a partir de
ésta se podrá elaborarse el proyecto de intervención. Muchas fracasadas tentativas de
puesta en marcha de un grupo se deben a una evaluación demasiado superficial y
precipitada. Es preciso dedicar tiempo a este análisis y diagnóstico.
➔ La etapa siguiente que deriva de la evaluación diagnóstica es la elaboración del proyecto
del trabajador social, donde se harán las elecciones esenciales para la vida futura del
grupo. Estas elecciones se refieren:
a. los objetivos del trabajador social para el grupo;
b. la composición del grupo (tamaño, homogeneidad, características de los miembros);
c. la participación de los miembros (voluntaria u obligatoria, grupo cerrado o abierto);
d. la selección de los miembros.
➔ La elaboración del proyecto comprende, además de esta elecciones y variables, también
una primera definición de las herramientas y los medios necesarios, y, a veces, incluso
una evaluación del costo estimado; para éstas se apelará al soporte del equipo, del grupo.
➔ El tramo siguiente en este proceso de puesta en marcha de un grupo usuario es la
negociación del proyecto. Se hará, en primer lugar, con el servicio empleador, y se verá muy
facilitada cuando las instancias de decisión ya han sido informadas de las etapas
precedentes de elaboración, sea por la participación en las reuniones o por la facilitación
rápida de los documentos escritos del grupo de trabajadores sociales, o los dos
procedimientos.
Sigue luego la negociación directa con las personas implicadas. Según el tipo de grupo y los
objetivos perseguidos por el trabajador social, esta negociación tendrá lugar en la
primera reunión del grupo, o, se hará primero individualmente y será retomada en la
primera reunión.
El trabajador social encontrará esta etapa difícil:, porque será preciso volver a explicar,
justificar su procedimiento, con el riesgo de que sea criticado, modificado e incluso
rechazado por los propios interesados. Por difícil que sea, esta etapa de confrontación de
su proyecto con los interesados es esencial para la puesta en marcha del grupo: los
futuros miembros deben tener el tiempo de plantear preguntas, reflexionar solos y/o
entre ellos, hacer propuestas y aceptar o rechazar formar parte del grupo.
➔ Esta negociación del proyecto con el empleador y con las personas interesadas
desemboca en la elaboración del contrato.
Las variables:
1. Los objetivos del trabajador social para el grupo:
Deben distinguirse de los objetivos de cada uno de los miembros para el grupo y de los que
después elaborará el grupo durante las primeras etapas; todos estos pueden ser
complementarios, o antagónicos, muy pocas veces son idénticos.
Se pueden distinguir dos líneas diferentes:
I. Ayudar a las personas que participan en el grupo: permitir a las personas resolver mejor las
dificultades o necesidades personales y desarrollar su capacidad de autonomía personal.
En el marco del grupo, podrán salir de su aislamiento, confrontar sus problemas y sus
dificultades con sus pares, experimentar relaciones interpersonales enriquecedoras, ser
valorizadas y apoyadas. Ej.: grupos de exalcohólicos, de mujeres solas cabeza de familia;
prepararse para una situación de cambio prevista a corto término - personas que salen de
instituciones de prisión, hospital, tránsito de la vida activa a la jubilación; futuros padres).
II. Realizar una acción que produzca cambios sociales: realizar una intervención de
transformación de un problema social colectivo con el grupo de personas afectadas. El
grupo es una herramienta eficaz para ejecutar un proyecto de acción. Los objetivos del
trabajador social estarán centrados en el desarrollo de las capacidades de los miembros
para participar en la vida de su entorno, asumir responsabilidades, elegir y tomar
decisiones, organizarse con vistas al cumplimiento de un proyecto, aprender a trabajar en
grupo.
Así, los objetivos del trabajador social para el grupo condicionan la composición de éste.
2. Composición del grupo:
I. El tamaño de los grupos: puede ser variable, no puede preestablecerse el número de
participantes; lo importante es que la dimensión permita la comunicación interpersonal.
Muchas veces, con más de 20 o 25 personas, éste se vuelve difícil.
II. La homogeneidad del grupo: está dada por el problema, la necesidad o el interés común
que motiva a las personas a participar en él; otros factores pueden ser la edad, el sexo, la
clase social, o el nivel sociocultural.
Es indispensable que un grupo tenga cierto nivel de homogeneidad a fin de asegurar un
mínimo de estabilidad y de cohesión.
Sin embargo, no se trata de reunir sólo individuos con características idénticas, sino con
características compatibles. Un cierto grado de heterogeneidad, como ya se comentó, es
también necesario.
III. La participación y la presencia: la participación será voluntaria u obligatoria. La participación
voluntaria es un principio establecido y aceptado, pero, a veces, grupos llamados de
participación voluntaria son de hecho obligatorios, como la mayoría de los grupos
organizados en una institución, y las actividades de esparcimiento de niños (centro al
aire libre, patronato, clubes, colonias de vacaciones). Por otra parte, algunas personas
pueden verse obligadas, por la presión social del entorno, a participar.
Con relación a la presencia de los miembros, el grupo será cerrado —grupo en el que los
miembros son fijos, tanto en su número como su identidad— o abierto— que permite
una variación, un ir y venir de los participantes. Los grupos con fines educativos o de
esparcimiento toleran fácilmente ser abiertos; mientras que, los grupos que buscan
apoyar a sus miembros sólo pueden cumplir estos objetivos en el marco de participación
estable de los grupos cerrados.
IV. La selección de los miembros: deriva de las variables anteriores.
Los actores y el intergrupo: el intergrupo es el lugar ideal de entrada en relación de los diferentes
actores de una intervención colectiva. Cuando se proyecta la constitución de un intergrupo, es
bueno invitar a participar a 3 tipos diferentes de personas o grupos:
1. Aquellos que están directamente implicados en el proyecto colectivo;
2. Aquellos que, aunque están directamente menos afectados por el problema, no dejarán
de interesarse por él y podrán aportar apoyo material, financiero o moral. Ej.: ciertos
notables locales, o los responsables de ciertos organismos;
3. Aquellos (organismos o personas) que, sin tener un interés directo en el proyecto y sin
representar un apoyo, podrían eventualmente oponerse y ser un freno para la acción
colectiva considerada. Es interesante hacerlas participar en el intergrupo, pues más vale
tenerlas a favor que en contra, y porque su participación directa las compromete con
respecto al proyecto.
Los diferentes actores presentes en un intergrupo estarán condicionados por su pertenencia y
su poder: cuando se crea el intergrupo, cada miembro aporta su pertenencia al grupo u
organismo que lo delega; y, trae consigo también el lugar que ocupa en la jerarquía del
organismo, lo cual condiciona su estatus social y le confiere cierto grado de poder (la
participación del director/a no será percibida igual que la del jefe de servicio o del maestro).
Estructuración del intergrupo: una vez que existe acuerdo sobre los objetivos, queda definir las
modalidades y los medios. Una de las modalidades es la estructuración del intergrupo; ésta
puede tomar formas diferentes según el tipo de acción, y el número y calidad de los actores; puede
variar con el tiempo, pero es preciso que sea clara y que todos puedan reconocerla.
Esta estructuración suele llevarse a cabo con personas que provienen de horizontes diversos:
algunas representan grupos, otras organizaciones, otras participan a título personal (sin
representación definida).
A medida que la acción avanza, el intergrupo puede proveerse de nuevas estructuras.
Uno de los problemas que se plantean en toda estructuración de un intergrupo es el de las
representaciones y delegaciones. Representar a un grupo implica proponer la opinión, el
pensamiento, la decisión de este grupo a otros; no es suficiente formar parte del grupo para
representarlo. En un funcionamiento ideal, el representante del grupo es delegado por éste
para representarlo ante el intergrupo. Esta delegación confiere un poder (el de representar al
grupo, hablar en su nombre), pero también conlleva obligaciones- principalmente, informar
y rendir cuentas al grupo, y, recurrir a él en caso de decisiones para las que no ha recibido
instrucciones o mandato.
Para que la estructura en el intergrupo sea clara, conocida por todos y fácilmente detectable - y
para evitar conflictos o malentendidos - es indispensable la clarificación de las delegaciones
recibidas por cada persona y, por lo tanto, la representación real de los grupos y los
organismos que ellas aseguran.
EL PROCESO GRUPAL
DEL PSICOANÁLISIS A LA PSICOLOGÍA SOCIAL
E. PICHON-RIVIÉRE
Los conjuntos sociales se organizan en unidades para alcanzar mayor seguridad y
productividad. La unidad grupal tiene en muchos casos la característica de una situación
espontánea, pero los elementos de ese campo grupal pueden ser a la vez organizados, es
decir, la interacción puede ser regulada para potencializarla, para hacerla eficaz en vista a su
objetivo. Esto es lo que se denomina planificación. Nace así la técnica operativa que apunta a
instrumentar la acción grupal.
¿Qué es un grupo?
Es una estructura básica de interacción - de donde surge el reconocimiento de sí y del otro en
un diálogo e intercambio permanente que sigue una trayectoria en espiral -, lo que la
convierte de hecho en unidad básica de trabajo e investigación.
El grupo es:
a. un conjunto restringido de personas (restringido, pero no de un número de integrantes exacto,
porque lo cuantitativo no es la variable exclusivamente determinante),
b. ligadas entre sí por constantes de tiempo y espacio,
c. y articuladas por su mutua representación interna: la capacidad de “imaginarme a los otros”-
cada uno de los integrantes es capaz de interiorizar al otro como miembro del grupo,
reconocerlo, incluso sin estar físicamente el mismo en el grupo, al punto de que esta
interiorización del otro supone que podamos proyectar expectativas sobre ese otro - de cómo
piensa, siente, se ubica en el grupo, respondería ante determinadas cuestiones-; tiene cierto
conocimiento incorporado del otro, y viceversa;
d. que se plantea explícita e implícitamente una tarea, la cual constituye su finalidad: pasamos
de una situación de angustia y ansiedad (pretarea), a la tarea para definir el proyecto que
refiere la finalidad - estos individuos están vinculados por un objetivo, finalidad en común,
que guía la acción, la dinámica y el proceso grupal (al punto de que si se redefine la finalidad
puede generar rupturas, llevando a profundos cambios grupales, su culminación,
reestructuración, redefinición de otros objetivos...);
e. interactuando a través de mecanismo de asunción (por mí) y adjudicación (validado por los
demás) de roles.
Estructura, función, cohesiva y finalidad, junto con un número determinado de integrantes,
configuran la situación grupal.
La estructura y función de un grupo, están dadas por el interjuego de mecanismos de asunción y
adjudicación de roles. Estos representan modelos de conductas que corresponden a la
posición de los individuos en esa red de interacciones, ligados a las expectativas propias y a
las de los otros miembros del grupo. El rol y su nivel, contribuyen a la cohesión de esta
unidad grupal.
La tarea, sentido del grupo, y la mutua representación interna hecha en relación con la tarea
constituyen al grupo como grupo.
La técnica de grupos, “de grupos operativos”, se centra explícitamente en una tarea que puede ser
el aprendizaje. Bajo esta tarea explícita subyace otra implícita, que apunta a la ruptura, a través
del esclarecimiento, de las pautas estereotipadas que dificultan el aprendizaje y la comunicación
significando un obstáculo frente a toda situación de progreso o cambio.
La tarea consiste entonces en el abordaje y resolución de dos ansiedades básicas que crean los
sujetos - (que se generan ante toda situación de aprendizaje) -: miedo a la pérdida (ansiedad
depresiva) de las estructuras existentes, del equilibrio ya logrado en la situación anterior, y,
miedo al ataque (ansiedad paranoide) en la nueva situación en la que el sujeto no se siente
adecuadamente instrumentado.
Con respecto al miedo a la pérdida, tanto el individuo cómo la comunidad deben enfrentar: la
pérdida de estructuras ya establecidas (internas en el hombre) y miedo a la pérdida de
acomodación a pautas prescriptas en el ámbito social. El cambio implica pérdida, genera (hasta
que se institucionaliza) graves sentimientos de inseguridad.
Estos dos miedos, coexistentes y cooperantes, configuran, cuando aumentan, la ansiedad al
cambio, que desencadena en la situación básica de resistencia al cambio. Esta última, debe ser
superada, en el grupo operativo, en un proceso de esclarecimiento que va de lo explícito a lo
implícito. La resistencia al cambio constituye un continuo conflicto entre dos actitudes: la
historia social y la individual.
Los miembros del grupo no entienden qué está pasando, hay dificultades, estancamientos,
enfrentamientos, conflictos, en ese momento de definir su tarea, pero no está claro por qué; para
realizar dicho esclarecimiento se apelará al trabajador social, a la interpretación que realizará
como coordinador o copensor del grupo (para desagregar, profundizar sobre los aspectos que se
manifiestan en esos miedos, en la resistencia al cambio, desentrañar los clivajes, las razones
últimas que fundamentan estos, y, hacerlas explícitas).
Identificar los problemas, hacerlos explícitos, y devolverlos al grupo, no en pos de imponer
soluciones, sino conducir, orientar, pero que el propio grupo autoidentifique sus bloqueos. Esto a su
vez remite al principio de transparencia (de devolverle al grupo lo que se ha trabajo).
Toda interpretación será una hipótesis elaborada acerca de la fantasía grupal; no apunta a la
exactitud, no se evalúa con un criterio tradicional de verdad, sino en términos de
operatividad, en la medida que permite o favorece la ruptura del estereotipo.
La resistencia al cambio se expresa en términos de dificultades en la comunicación y el
aprendizaje. El desarrollo del grupo se ve obstaculizado por la presencia del estereotipo en el
pensamiento y la acción grupal. La rigidez y el estereotipo constituyen el punto de ataque
principal, donde se centra la tarea que se realiza mediante el abordaje y la resolución de los
miedos básicos en un trabajo compartido de esclarecimiento grupal.
Este esclarecimiento implica el análisis, en el "aquí y ahora" de la situación grupal, de los
fenómenos de interacción, los procesos de adjudicación y asunción de roles, las formas de la
comunicación, en relación con las fantasías que generan esas formas de interacción; los
vínculos entre los integrantes, los modelos internos que orientan la acción y los objetivos y
tarea prescripta del grupo.
Un paso importante en este proceso de esclarecimiento, de aprender a pensar, es un trabajo
orientado a la reducción de la ambigüedad grupal por la resolución dialéctica de las
contradicciones internas al grupo, que toman la forma de dilema, paralizando la tarea a
través del enfrentamiento entre individuos o subgrupos. La situación dilemática esteriliza el
trabajo grupal y opera como defensa ante la situación de cambio.
El análisis sistemático de las contradicciones (análisis dialéctico) constituye la tarea central del
grupo: apunta a indagar la infraestructura inconsciente de las ideologías que se ponen en
juego en la interacción grupal. Estos sistemas de representaciones con gran carga emocional,
suelen no formar ni en cada sujeto, ni en cada unidad grupal, un núcleo coherente. La
coexistencia interna al grupo y al sujeto de ideología del signo contrario determinan
distintos montos de ambigüedad que se manifiestan como contradicción y estancamiento de
la producción grupal (estereotipia). La técnica operativa apunta a que el grupo constituya un
ECRO de carácter dialéctico, donde las contradicciones relativas al campo de trabajo deben
referirse al campo mismo de la tarea grupal (praxis). !
¿Cuál es el Rol que cumple y la Tarea del coordinador?
➔ Los trabajadores sociales se articularán con este dispositivo grupal a partir de dos roles-
coordinador y observador.
➔ Cumple en el grupo un rol prescripto: el de guía, orientador, de ayudar a los miembros a
pensar, abordando el obstáculo configurado por las ansiedades básicas. Opera en el campo de
las dificultades de la tarea y la red de comunicaciones, acompañando en los procesos
grupales, y, contribuyendo al funcionamiento grupal.
➔ Mantiene con el grupo una relación asimétrica, requerida por su rol específico de co-pensor.
No es un integrante más del grupo; por ende, no se debe confundir con el rol de líder, nunca
asume este rol, ni ningún otro rol del grupo, es externo al grupo. Actúa con el grupo, para y
por el grupo, y no en lugar del grupo, ni forma parte del grupo - ¡orienta, facilita, incentiva,
no solo la organización, sino la participación de todos los miembros!.
➔ Su tarea consiste en reflexionar con el grupo acerca de la relación que los integrantes del
mismo establecen entre sí y con la tarea prescripta.
➔ Tiende, no siempre, a integrarse en un equipo con un observador por lo general no
participante, cuya función consiste no sólo en observar la dinámica grupal, sino ver
cómo se vincula el coordinar con el resto del grupo, recoge todo el material, expresado
verbal y no verbalmente en el grupo, con el objeto de realimentar al coordinador, en un
reajuste de las técnicas de conducción.
➔ Media entre lo vertical del portavoz y lo horizontal del grupo.
➔ Cuenta con dos herramientas: el señalamiento que opera sobre lo explícito, de las situaciones
manifiestas, y la interpretación, que es una hipótesis acerca del acontecer implícito que tiende
a explicitar hechos o procesos grupales que no aparecen como manifiestos a los
integrantes del grupo, y que funcionan como obstáculo para el logro del objetivo grupal.
La interpretación permite la explicitación de lo implícito, que permite el
autoconocimiento grupal, lo que genera nuevas formas interactivas, que, a su vez, facilita
la reestructuración de las relaciones entre los miembros y con la tarea. El valor de la
interpretación está dado por la operatividad, por su función reestructurante con vistas al
objetivo del grupo; consiste en la decodificación del sentido de lo emergente. Es un aporte
de significados al grupo.
➔ Debe tener conocimiento básico de la técnica y la gestión grupal. Asimismo, conocer aspectos
elementales del grupo (marco institucional, encuadre social e institucional, expectativas,
características del grupo…, demanda, componentes) para poder cumplir ese rol.
➔ Los estilos de coordinación pueden ser al menos 3:
a) Autocrático: por determinados motivos adquiere un carácter autoritario, de imponer
las orientaciones, de imponer diagnósticos sin considerar los diagnósticos colectivos,
de interpretaciones no consensuadas que califica que son correctas. Estilo negativo,
tendiente a evitar;
b) Abandónico: casi se siente parte del grupo, “uno más”, es muy condescendiente, laxo,
no maneja bien los vínculos, y termina “dejando hacer”, es muy permisivo; por ende,
no orienta, facilita, guía, es decir, no cumple con la función de co-pensor. Se da cierta
confusión de roles, casi pareciera que quiere empatizar con los integrantes del grupo
para poder volverse miembro del mismo, olvidando su tarea, su finalidad, y que es
externo al grupo;
c) Acompañante o co-pensor: el trabajador social debe promover este estilo de coordinación;
cuya función se asociaría a “colocarles un espejo” a los miembros del grupo, para
poder analizarse y autoanalizarse, que facilita el diálogo, la comunicación, alivianar
los conflictos más fuertes, desentrañar lo latente de los mismos que se asocia a esas
situaciones emergentes.
Ej.: INC, tierras rurales.
En esta trayectoria el grupo debe configurar un ECRO, dialéctico, donde las contradicciones
referidas al campo de trabajo deben ser resueltas en la misma tarea grupal. El desarrollo de un
esquema referencial, conceptual y operativo común a los miembros del grupo permite el
incremento de la comunicación intragrupal, en este proceso de comunicación y aprendizaje el
grupo sigue un itinerario que va del lenguaje común al lenguaje científico, sumamente relevante.
¿Cuáles son los Roles dentro de un grupo?
El grupo se estructura sobre la base de un interjuego de roles, de asunción y adjudicación de los
mismos; de los cuales interesa destacar 4, por su importancia en la vida del grupo:
1. Portavoz: miembro que denuncia el acontecer, el sentir grupal, las fantasías que lo
mueven, ansiedades y necesidades de la totalidad del grupo.
No habla sólo por sí, sino por los demás, por todos, en él se conjugan la verticalidad y
horizontalidad grupal, entendiendo por verticalidad lo referido a la historia personal del
sujeto, y por horizontalidad el proceso actual que se cumple en el aquí y ahora en la totalidad
de los miembros: las necesidades, ansiedades y fantasías enunciadas por él y su manera de
formularlas hacen referencia a su historia personal, en tanto que el hecho de que las
formule en un momento dado del acontecer grupal señala el carácter horizontal del
emergente. Representa la voz colectiva del grupo.
2. Chivo emisario/expiatorio: un miembro de un grupo cuyo rol adjudicado y asumido sintetiza
todo los aspectos negativos o atemorizantes del grupo o de la tarea, surgiendo mecanismos de
segregación. Tiene la responsabilidad de lo malo, es el que paga por las culpas, las
disputas, los enfrentamientos, de lo que pasa y no pasá, etc, se “carga todo lo malo,
negativo, en él”; se hace cargo de lo que no funciona en el grupo, por eso “expiatorio”
(sacrificarse para expiar las culpas, para absorberlas).
3. Líder: contracara positiva del anterior, el líder es el miembro del grupo que es el depositario de
aspectos positivos del grupo y obtiene un liderazgo que se centrará en una o varias de las
categorías ya enunciadas (pertenencia, cooperación, etc.). Sirve como guía, orienta el
proceso. Todo lo bueno qué le pasa al grupo es su responsabilidad.
(¡tipos de liderazgo en las pautas de relacionamiento entre roles!)
4. Saboteador: sin embargo, ambos roles, líder y chivo emisario, están íntimamente ligados,
lo cual lo demuestra la figura del saboteador- el liderazgo de la resistencia al cambio; es el
representante de la resistencia al cambio, dice lo qué está mal, lo que está bien.
El principio de complementariedad debe regir el interjuego de roles en el grupo; estos roles
grupales no son rígidos, inmutables, pueden ser intercambiables, rotativos, funcionales,
operativos, circulan (ej. un hecho puede cambiar las relaciones a la interna del grupo), no
estereotipados, influidos por las instancias del proceso grupal, es decir, que pueden cambiar
según la instancia, el momento. Ningún rol es absoluto, ninguno es asumido y adjudicado de
forma absoluta. Son estructuras dinámicas, de relaciones de poder.
El "complejo mecanismo de adjudicación y asunción de roles", concepto que forma parte de
la definición de grupo de Dell´Anno, indica que debe existir una articulación entre la
horizontalidad del grupo y la verticalidad de cada individuo.
Los roles coinciden con funciones requeridas por el grupo como totalidad, dentro de una
estructura particular que configura la situación grupal. Para que una persona determinada
asuma un rol específico, debe poseer las condiciones para ello, de acuerdo con su propia
personalidad e historicidad. Son adjudicados por los demás, y asumidos por la persona misma.