Terapias Conductuales
Terapias Conductuales
Terapias Conductuales
CONDUCTUALES
1. Introducción
2. Características y orientaciones conceptuales
3. Evaluación conductual
3.1. La observación y auto-observación en la evaluación conductual
3.2. Formulación del caso y planificación del tratamiento
4. Tratamientos con evidencia empírica
5. Procedimientos operantes básicos
5.1. Reforzamiento positivo
5.2. Reforzamiento negativo
5.3. Castigo positivo
5.4. Castigo negativo
5.5. Extinción
5.6. Recuperación
6. Técnicas operantes para desarrollar conductas
6.1. Moldeado o moldeamiento
6.2. Encadenamiento
6.3. Desvanecimiento
6.4. Conducta operada por reglas
7. Técnicas operantes para reducir conductas
7.1. Extinción
7.2. Enfoques de reforzamiento diferencial
7.2.1. Reforzamiento diferencial de tasa baja
7.2.2. Reforzamiento diferencial de otras conductas
7.2.3. Reforzamiento diferencial de conductas incompatibles
7.3. Coste de respuesta
7.4. Tiempo fuera
7.5. Saciación y práctica negativa
7.6. Sobrecorrección
8. Técnicas de organización de contingencias
8.1. Economía de fichas
8.2. Contratos de conducta
9. Técnicas aversivas
9.1. Modelos explicativos
9.2. Efectos del castigo
10. Técnicas de control de la activación
10.1. Relajación muscular progresiva
10.1.1. Procedimiento
10.1.2. Variaciones
10.2. Entrenamiento autógeno
10.3. Respiración
10.4. Principales aplicaciones de las técnicas de relajación
11. Desensibilización sistemática
11.1. Modelos explicativos
11.2. Condiciones de aplicación
11.3. Procedimiento
11.4. Variaciones
11.5. Aplicaciones de la DS
12. Técnicas de exposición
12.1. Implosión e inundación
12.2. Modalidades
12.3. Variables que afectan a la exposición
12.4. Predictores de éxito terapéutico
12.5. Modelos explicativos
12.6. Aplicaciones de la exposición
13. Técnicas de modelado
13.1. Tipos
13.2. Procesos
13.3. Aplicaciones del modelado
14. Entrenamiento en habilidades sociales
14.1. Modelos explicativos
14.2. Evaluación
14.3. Componentes de los programas
14.4. Estrategias a entrenar
14.5. Aplicaciones del EHS
15. Técnicas de autocontrol
14.1. Fases
14.2. Técnicas
16. Técnicas de biofeedback
16.1. La actividad psicofisiológica
16.2. Ámbitos de aplicación
16.3. Procesos
16.4. Tipos de biofeedback
17. Técnicas de condicionamiento encubierto
17.1. Técnicas basadas en el condicionamiento operante
17.2. Técnicas basadas en el aprendizaje social
17.3. Técnicas basadas en el autocontrol
18. Hipnosis
19. Mindfulness
20. Técnicas de intención paradójica
1. INTRODUCCIÓN
La Modificación de conducta (M.C.) tiene como objetivo promover el cambio a través de
técnicas de intervención psicológica sobre el comportamiento de las personas, de forma que
desarrollen sus potencialidades y las oportunidades disponibles en su medio, optimicen su
ambiente, y adopten actitudes, valoraciones y conductas útiles para adaptarse a lo que no
puede cambiarse (Cruzado y col. 1993).
Los términos M.C. y terapia de conducta tienden a utilizarse indistintamente, si bien en
ocasiones, esta última denominación puede hacer referencia de forma más específica a su
aplicación en el ámbito clínico y de la salud.
Desarrollo histórico de la M.C.:
− Antecedentes (1896-1938)
La M.C. se desarrolló teóricamente sobre la base de las leyes del condicionamiento clásico
descritas por Pavlov (1848-1936); quien inició el estudio de las neurosis experimentales
con animales y posteriormente fueron extendidas por Bechterev (1857-1927) a toda la
psicología (desarrolló la reflexología para reemplazar a la psicología de momento); y por
otro lado, a partir de la formulación, en 1896, de las leyes derivadas del condicionamiento
instrumental de Thorndike (la más importante es la ley del efecto: toda conducta está
controlada por sus consecuencias) (PIR 05, 149, 247; PIR 08, 100).
En esta época Watson y Rayner (1920) aplican el condicionamiento directo a un niño,
provocándole una fobia a las ratas blancas (Watson denominó transferencia al fenómeno de
generalización del miedo a un estímulo neutro adquirido por su asociación con otro estímulo
temido). Watson (1878-1958) fue el autor del manifiesto conductista constituyendo un
movimiento que fomentaba el uso de métodos de investigación objetiva que huía de
introspeccionismos, argumentando que la conducta podía investigarse estudiando los reflejos
simples y sus combinaciones.
M.C. Jones, en 1924, siguiendo los planteamientos de Watson sobre la reducción de miedos
recopiló siete métodos para eliminar las fobias infantiles a través del paradigma del
condicionamiento (deshabituación, engatusamiento verbal, adaptación negativa, represión,
distracción, condicionamiento directo e imitación social). Según Wolpe el uso que la autora
hizo de las respuestas contractuantes para superar la ansiedad ante los estímulos, se puede
considerar un antecedente de la técnica de la desensibilización sistemática (PIR 03, 229).
Al mismo tiempo, en 1929, Jacobson aporta el método de la relajación muscular progresiva.
− Surgimiento (1938-1958)
(Período de latencia o incubación, según Pelechano) se desarrollan las grandes teorías
neoconductistas del aprendizaje: Hull, Guthrie, Skinner y Tolman. Los desarrollos de Hull
(1884-1952) suponen una influencia sobre el posterior trabajo de Wolpe en el desarrollo
de su psicoterapia por inhibición recíproca. Tolman (1896-1961) abrió las puertas a las
orientaciones cognitivas. Guthrie (1886-1959) destacó la importancia de la contigüidad en
el aprendizaje, influyendo en las técnicas posteriores. Mowrer (1938) además desarrolla
el famoso método del "pipí stop" o método de alarma para el trata miento de la enuresis.
Skinner (1938) publica su tesis doctoral, supuestamente ateórica, donde expone el desarrollo
de las leyes específicas del comportamiento sobre las cuales asentar las directrices de la
intervención, aplicando el aprendizaje para la modificación del comportamiento (estableció una
distinción entre el aprendizaje operante y el respondiente). La conducta debe ser observable,
predecible y modificable atendiendo a las relaciones funcionales con sus antecedentes y
consecuentes ambientales, rechazando inferencias internalistas. Skinner, a su vez, desarrolló
procedimientos técnicos para la práctica clínica como la técnica de manejo de contingencias,
sistematizada posteriormente por Ayllon y Azrin (1964); contribuyó en el desarrollo del
análisis funcional de la conducta, sistematizado por Kanfer y Saslow (1965); y alentó un
ambientalismo radical que potenció el diseño de ambientes terapéuticos. Skinner utiliza por
primera vez el término “condicionamiento operante” (PIR 05, 247). Bijou (1957) desarrolló
este trabajo sobre el condicionamiento operante en la infancia, aplicando la modificación de
conducta a los deficientes mentales.
En el campo clínico, en un clima de insatisfacción por las terapias tradicionales, Eysenck
(1952) realiza una investigación en el que señala que la efectividad de las psicoterapias en el
tratamiento de las neurosis no era superior a la recuperación espontánea (PIR 04, 237).
De esta manera la M.C. va desarrollándose de forma paralela en tres sitios diferentes,
consolidándose con el tiempo en una alternativa innovadora, eficaz y válida, fundamentada en
un cuerpo teórico sólido, capaz de explicar los trastornos del comportamiento y de dar
respuestas eficaces para ellos. Estos tres focos principales de surgimiento son:
1) En Estados Unidos, Skinner, Solomon y Lindsey (1953) utilizan por primera vez el
término de "terapia de conducta", al referirse a la aplicación de los métodos operantes
en su trabajo con esquizofrénicos.
2) En Sudáfrica, Wolpe (1958) presenta la desensibilización sistemática de los trastornos
fóbicos, donde una conducta que provocase una respuesta antagónica (por ejemplo la
relajación progresiva de Jacobson) a la ansiedad podía inhibir ésta si se exponía al
sujeto de forma gradual. Posteriormente se utilizaría la misma lógica de la técnica con
el uso de respuestas asertivas en vez de la relajación sentando las bases del
entrenamiento asertivo, y al mismo tiempo la activación sexual, como forma de inhibir
la ansiedad, se convertiría en un componente clave de la terapia sexual.
3) En Inglaterra, Eysenck, tras la crítica a las psicoterapias impulsó la implantación de
técnicas derivadas de la psicología experimental como alternativa. Eysenck sostenía
que el psicólogo tenía que ser un investigador que aplicara en su práctica los
resultados de la investigación básica. El hospital de Maudsley se convirtió en un
centro de investigación de técnicas basadas en el aprendizaje. Shapiro inició sus
trabajos sobre estudios experimentales de caso único (n = 1), que se ponían a prueba
con el diseño del tratamiento.
− Etapa de consolidación (1958-1970)
En los años sesenta las técnicas de M.C. se aplican a una gran variedad de problemas y
campos, en los que los tratamientos tradicionales no habían demostrado ser eficaces. Se pone
énfasis en la demostración objetiva de la efectividad y rentabilidad de los tratamientos, según
Paul (1960) ¿qué tratamiento?, ¿para qué clase de cliente?, ¿con qué clase de problemas? y
¿a qué costo?
Las aportaciones teóricas vienen de la mano de los autores del aprendizaje social, que
enfatizan la importancia de los aspectos cognitivos, mediacionales o de personalidad en la
explicación del comportamiento, como: Bandura (aprendizaje observacional), Kanfer y
Phillips (distinguen entre terapia de intervención, en la que el terapeuta tiene un control
estricto de las variables relevantes como la economía de fichas, y terapia de instigación,
en la que el terapeuta tiene un control limitado del ambiente del cliente trabajando sobre el
autocontrol y la autorregulación), Staats (conductismo paradigmático y repertorios básicos
de conducta) y Mischel (crítica sobre los rasgos de personalidad).
− Etapa de expansión (1970-1990).
Durante los años setenta, se incorporan las variables cognitivas en los modelos y
técnicas. Surgen así dos enfoques, uno que considera que las variables internas están
determinadas por las mismas leyes que las conductas manifiestas, como Cautela
(Condicionamiento encubierto) que Pelechano denomina continuistas, y por otro lado los que
consideran que las cogniciones tienen un rol causal prioritario en la conducta y no se explican
exclusivamente por factores de condicionamiento, que Pelechano denomina rupturistas y que
darán lugar a las terapias cognitivas.
Se produce una expansión del campo de la M.C. a áreas no clínicas (deporte, educación,
laboral...) y se desarrolla la medicina conductual. Por otro lado los programas de tratamiento
se hacen más complejos integrando diversas técnicas (multicomponentes) y se hace hincapié
en la evaluación de la eficacia de los procedimientos (psicología basada en la evidencia).
− Etapa de reconceptualización (1990-actualidad)
Junto a los avances a nivel tecnológico y la ampliación de los ámbitos de intervención se
busca una mayor fundamentación teórica de la M. C. Ello supone el desarrollo progresivo
de modelos explicativos de trastornos específicos, mayor rigor en la aplicación de los
procedimientos de evaluación e intervención y la ampliación del marco teórico de referencia
(esquema de referencia neoconductista: E-O-R-C; o desarrollos sobre la conducta verbal y
conducta gobernada por reglas).
En este sentido, los avances de la psicología cognitiva experimental (estudio de procesos
básicos) y de otros campos afines como la neuropsicología y farmacología, pueden utilizarse
como fundamentos para explicar, predecir y modificar las conductas.
2. CARACTERÍSTICAS Y ORIENTACIONES CONCEPTUALES
La M.C. abarca un conjunto de técnicas, objetivos y enfoques amplios, que comparten una
serie de características comunes.
− La conducta "normal" y "anormal" se rigen por las mismas leyes generales. Se parte
de la base de que la mayor parte de la conducta es aprendida y que los principios
descritos por las teorías del aprendizaje pueden utilizarse en la práctica clínica. Existen
influencias de factores genéticos, constitucionales o de predisposición, consideradas
como base estructural sobre las que operan las variables del aprendizaje en la
determinación de la conducta.
− El objeto de la intervención es la modificación o eliminación de comportamientos
desadaptados, sustituyéndolos por otros adaptados. No se centran en conflictos
subyacentes. Se trata de producir un cambio conductual observable y medible, directa
o indirectamente, en cualquiera de las tres modalidades de respuesta: motora, cognitiva
y fisiológica.
− Se centra en el "aquí y el ahora", poniendo el énfasis en los determinantes actuales de la
conducta, siendo la historia pasada relevante en la medida en que informa de
variables que influyen en la conducta presente.
− Interdependencia entre la evaluación y el tratamiento. Se desarrollan técnicas
específicas de evaluación que sean precisas, completas y breves, y que permitan
formular y contrastar hipótesis, señalar los objetivos de intervención y los procedimientos
más adecuados para conseguirlos.
− Programas de intervención específicos para problemas concretos y que sean completos.
Aunque se desarrollan protocolos que cuentan con una descripción precisa de la
intervención para cada diagnóstico, el tratamiento se ha de adaptar a cada tipo de
problema, con las propias características de cada caso (recursos y limitaciones) y el
contexto concreto en que se aplican, ya sea el nivel individual, grupal o comunitario.
También se insiste en el desarrollo de intervenciones preventivas, profilácticas y de
recuperación de la salud.
− Los procedimientos están fundamentados en la psicología experimental. Se persigue
además la evaluación empírica a través de los estudios de eficacia (resultados en
estudios controlados), efectividad (resultados de la aplicación en el medio natural) y
eficiencia (relación costo/eficacia y su comparación con intervenciones alternativas) de
los procedimientos de evaluación y tratamiento.
Se distinguen cuatro orientaciones principales:
(1) Análisis conductual aplicado, enfoque operante o análisis funcional de la conducta
(Skinner). Está basado en la aplicación del análisis experimental de la conducta a los
problemas de importancia social y clínica. Se centra en la definición y medición precisa de
conductas observables directamente; los sucesos internos (p.e. pensamientos, emociones,
etc.) no son considerados objeto de estudio al no poderse controlar experimentalmente. La
conducta está controlada por el ambiente, por lo que trabaja con el esquema E-R-C; y se
estudian los casos únicos (N = 1) en lugar de hacer comparaciones estadísticas entre
grupos; las técnicas usadas se basan en el condicionamiento operante.
Las áreas prioritarias de aplicación son:
a) Tratamiento de personas con capacidades cognitivas limitadas o deterioradas (retraso
mental, enfermedad mental crónica, trastornos generalizados del desarrollo, etc.) o
sujetos con historias de contingencias de reforzamiento inadecuadas (dolor crónico,
depresión, problemas de pareja...).
b) La modificación de ambientes sociales o institucionales (hospitales, cárceles, empresas,
etc.).
Entre sus limitaciones se encuentra el número reducido de conductas que puede abordar, y la
dificultad de mantener el cambio de conductas.
(2) Orientación conductista mediacional o enfoque neoconductista: (modelo básico de
trabajo: Wolpe, fundamentos teóricos: Pavlov,Mowrer y Hull). Da especial importancia a los
constructos hipotéticos como procesos mediacionales entre E y R, en especial la ansiedad o
el miedo; aspectos cognitivos (como imágenes, autoverbalizaciones, etc) se definen
operacionalmente en términos de secuencias E-R sin darles un estatus especial.
Su campo de aplicación se orienta a trastornos relaciona dos con la ansiedad, fobias,
agorafobias, trastornos sexuales y otros trastornos; las técnicas de tratamiento que se utilizan
se basan fundamentalmente en el condicionamiento clásico (DS, exposición, control de la
activación, detención del pensamiento, etc.). De esta manera la ansiedad ha sido considerada,
a partir del condicionamiento clásico, clave en los trastornos neuróticos, en donde un estímulo
neutro puede emparejarse con un estímulo amenazante provocador de ansiedad, que supone
la activación de un patrón de cambios fisiológicos, en el nivel del sistema nervioso simpático.
Los inconvenientes se centran en: la falta de objetividad de los datos utilizados, debido a que
son en la mayoría valores subjetivos; la suposición de que los procesos mediacionales siguen
las mismas leyes que las conductas manifiestas y la generalización de las ganancias a nivel
encubierto al mundo real.
(3) Orientación basada en el aprendizaje social: (Bandura, Kanfer, Mischel, Staats). El
comportamiento se explica a través del determinismo recíproco medio-sujeto resaltando un
papel más activo de la persona: estímulos ambientales (físicos y sociales), procesos cognitivos
y patrones de conducta del sujeto, se influyen recíprocamente. La influencia del medio sobre
el sujeto está afectada por los procesos cognitivos que determinan la selección de estímulos,
la percepción o interpretación de aquél y/o por las variables del sujeto (variables hipotéticas
más generales ej. rasgos de personalidad). Se pone el énfasis en los constructos de
autoeficacia percibida (juicios personales acerca de la propia capacidad para realizar la
conducta necesaria para obtener un resultado deseado), de autorregulación y de autocontrol.
El sujeto al seleccionar determinado patrón de respuestas influye sobre el medio
modificándolo, lo cual condiciona el desarrollo de su repertorio de respuestas para futuras
situaciones.
Esta orientación integra los métodos basados en el condicionamiento clásico y operante con el
aprendizaje vicario y los métodos de autorregulación, por ello se considera que es el enfoque
más prototípico de la M. Cta.
(4) Orientación cognitiva y/o cognitivo-conductual: (Ellis, Beck, D’Zurilla, Meichenbaum).
Se caracteriza por la importancia otorgada a los aspectos cognitivos para regular las
conductas. Las distintas propuestas de tratamiento presentan variaciones importantes en
cuanto a qué se considera lo cognitivo y cómo afecta a la conducta. Se pueden distinguir
cuatro corrientes (Labrador, 2008): 1. Psicoterapias racionales; 2. Técnicas para desarrollar
habilidades de afrontamiento y manejo de situaciones problema; 3. Técnicas de solución de
problemas; y 4. Técnicas de condicionamiento encubierto.
Los tratamientos están diseñada para ayudar al paciente a identificar, a probar la realidad y
corregir concepciones o creencias disfuncionales. Se ayuda a reconocer las conexiones
entre las cogniciones, las emociones y la conducta. Se utilizan técnicas variadas como la
reestructuración cognitiva, solución de problemas, entrenamiento autoinstruccional,
sensibilización o modelado encubierto, intención paradójica, etc.
Entre las limitaciones, se advierte que no se encuentran claramente precisadas las relaciones
entre factores cognitivos y el resto de factores conductuales (cuáles son las variables
relevantes y su forma de actuación, direccionalidad en la que se produce la influencia, etc).
También se critica la escasa fundamentación teórica, proponiéndose en ocasiones
explicaciones simplistas o inadecuadas sobre el funcionamiento cognitivo.
3. EVALUACIÓN CONDUCTUAL
El objetivo de los tratamientos conductuales es la modificación de la conducta inadaptada.
Para ello, antes de iniciar el tratamiento, se ha de realizar una evaluación minuciosa de los
parámetros y contingencias que controlan la conducta, donde se definen las conductas en
términos observables y se establecen sistemas de registro.
La evaluación conductual tiene como misión el proveer de toda la información necesaria para
configurar un diseño (lo más individualizado posible) del plan de intervención (primera fase,
evaluación pretratamiento o diagnóstico) y evaluar los resultados de la misma (fase de
tratamiento, finalización y de seguimiento).
Se han propuesto varios modelos relativos al proceso de Evaluación psicológica (ej.
Fernández-Ballesteros, 2007; Muñoz, 2003; ver Manual CEDE: Evaluación en Psicología
Clínica) Siguiendo un modelo general de evaluación conductual (Silva, 1988, en Labrador
2003) las fases y tareas del proceso de evaluación serían las siguientes:
1. Fase de evaluación pre-tratamiento (cinco áreas):
1.a. Exploración en torno a las conductas problema y sus circunstancias. Partiendo del
"motivo del consulta", se trata de definir las conductas problemáticas de manera precisa,
objetiva y cuantificable, así como de delimitar las situaciones en las que aparecen.
1.b Determinación de la línea base. Implica conocer las tasas de la conducta problemática
antes de la intervención. Aspectos a tener en cuenta: cuidar la motivación de los
coevaluadores, evitar posibles efectos de reactividad, primeras estimaciones de la
convergencia entre evaluadores, estar atentos a la variabilidad de las tasas de conducta y
determinar la duración de la línea base de forma empírica (hasta haber logrado una suficiente
estabilidad de los datos en sentido no terapéutico).
1.c. Exploración de los enlaces funcionales y postulación de un modelo explicativo (tarea
central de la evaluación). Consta de dos momentos, uno puramente descriptivo, en el que se
hace un mapa secuencial de las distintas variables relevantes, y un momento interpretativo, en
el que se ordenan todas las variables para formular un modelo funcional de la conducta
problemática.
1.d. Fijación de objetivos a alcanzar. Va a posibilitar una comunicación y colaboración óptima
entre terapeuta y paciente. Se debe buscar en todo momento el acuerdo y consenso.
1.e. Diseño del plan de intervención. Debe responder a tres cuestiones básicas:
− ¿En qué dirección y sentido debe producirse el cambio?
− ¿En qué lugar preciso de los enlaces funcionales se debe intervenir?
− ¿Qué principios de M.C. deben emplearse?
2. Fase de control de los resultados:
2.1. Evaluación durante el tratamiento. Tiene como ventajas la detección pronta del éxito
(consecuencias positivas para la motivación); o la detección de desviaciones de lo esperado y
de los factores responsables
2.2. Evaluación al finalizar el tratamiento y de seguimiento. Hay que determinar el número,
momento y tipo de registros de seguimiento. Es de especial relevancia desarrollar estrategias
para favorecer la generalización de resultados a través del tiempo y cómo actuar ante un
descenso significativo de lo logrado ("sesiones de apoyo").
3.1. LA OBSERVACIÓN Y AUTO-OBSERVACIÓN EN LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL
La observación directa y sistemática es uno de los métodos de evaluación más representativos
en la M.C. para llevarla a cabo se entrena al sujeto, o a las personas cercanas a él, en la
observación o autobservación y registro de las conductas problema. Para ello la conducta a
observar se ha de definir de forma clara, objetiva, válida y completa. Las categorías de
respuesta utilizadas al definir la conducta pueden ser molares (respuestas amplias) o
moleculares (respuestas específicas y concretas). La conducta se puede definir de forma
funcional (por sus efectos en el ambiente) y topográfica (según sus características físicas).
Fases en la observación sistemática:
• Definición de la conducta objetivo.
• Elección del método de medición.
• Confección de las hojas de registro.
• Especificación de los aspectos contextuales (dónde, cuándo, a quién...).
• Entrenamiento de los observadores.
• Observación y registro.
• Evaluación de la fiabilidad.
• Análisis de la información.
Los métodos de medición más utilizados son: productos permanentes (la conducta se mide
a través del número de productos a los que da lugar), métodos de frecuencias (se registra
el número de veces en que aparece una conducta en un intervalo de tiempo; útil para
conductas discretas, en donde se puede determinar bien el principio y el final, que tienen
una frecuencia de emisión no muy elevada y de duración simular), método de proporciones
(porcentaje de veces que aparece una conducta dentro del total de ocasiones en que es
esperable su aparición), método de duración (la observación se centra en el tiempo total que
dura la manifestación conductual, en conductas discretas cuando lo que más interesa es el
tiempo durante el cual se mantiene la emisión de ésta, o en conductas cuya duración es muy
variable), método de intervalos (se divide el tiempo total de observación en intervalos
temporales iguales, y en cada intervalo sólo se señala la presencia o ausencia de la conducta,
útil en conductas no discretas o en conductas con tasa de frecuencia muy alta). Como
variaciones de este método tenemos el muestreo de intervalos completo, en el que la
respuesta ha de estar presente durante todo el intervalo, el muestreo de intervalo parcial,
en el que se requiere que la conducta aparezca por lo menos una vez a lo largo del intervalo,
y el muestreo de intervalo momentáneo, en el que se necesita que la conducta aparezca en el
momento en que finaliza el intervalo. Por último, podemos registrar la secuencia de respuestas,
incluye los antecedentes y consecuentes de la conducta proporcionando información funcional.
MÉTODOS DE MEDICIÓN ADECUADOS PARA DIFERENTES TIPOS DE CONDUCTAS
Extinción Recuperación
Discontinuidad de contingencia
(↓ conducta (↑ conducta)
Respuesta operante: conducta emitida libremente por un sujeto que produce unas
consecuencias en el medio, las cuales a su vez, pueden controlar dicha conducta (PIR 06,
217; PIR 09, 124).
Contingencia: relación que se establece entre la conducta y los cambios en el ambiente
(consecuencias). La consecuencia aparece asociada a la conducta y no de forma
independiente (PIR 06, 216; PIR 07, 110; PIR 09, 120).
También se ha señalado la importancia de los estímulos antecedentes a la hora de informar
al sujeto de las contingencias de reforzamiento. Los estímulos que están presentes en las
situaciones en que la conducta operante ha sido reforzada, adquieren valor discriminativo y
por tanto favorecerán la aparición de la conducta operante; a estos estímulos se les llama
estímulos discriminativos. En cambio, puede ocurrir que la presencia de determinados
estímulos antecedentes estén asociados a que la conducta operante no va a ser reforzada,
favoreciendo la inhibición de la conducta; a estos estímulos se les llama estímulos delta.
Teniendo en cuenta estos efectos se puede desarrollar el entrenamiento en discriminación
o control estimular (PIR 11, 102).
5.1. REFORZAMIENTO POSITIVO
Un reforzador positivo es un evento que, cuando se presenta después de una conducta,
provoca que aumente la frecuencia de dicha conducta (normalmente es un estímulo
agradable). El concepto de reforzamiento positivo establece que, si en una situación
determinada un sujeto hace algo que se sigue de un reforzador positivo, entonces es más
probable que ese sujeto haga la misma cosa de nuevo cuando se encuentre en una situación
similar. Cuanto más largo sea el periodo de privación de un estímulo determinado más
reforzante será su presentación contingente a una conducta que deseamos aumentar (PIR
02,235; PIR 05, 150).
Tipos de reforzadores
Según el origen de su valor reforzante: reforzador primario (aquel con valor incondicionado
o innato); reforzador secundario (estímulos originalmente neutros que al ser asociados
con otros reforzadores adquieren valor reforzante); reforzadores generalizados (reforzadores
condicionados que permiten el acceso a otros reforzadores) (PIR03, 235).
Según su naturaleza: reforzadores materiales o tangibles (poseen una entidad física) a su
vez pueden ser comestibles o manipulables; reforzadores de actividad (actividades que
resultan placenteras); se puede aplicar el principio de Premack (una actividad de baja
frecuencia aumenta sus probabilidades de ocurrencia al asociarla a otra de alta frecuencia)
(PIR 06, 191) y reforzadores sociales (conductas que realizan otros individuos) (PIR 04,
105).
Según el proceso de reforzamiento: reforzadores extrínsecos (proceso de reforzamiento
abierto, públicamente observable); reforzadores intrínsecos (reforzamiento encubierto).
Según el administrador del reforzamiento: reforzadores externos (refuerzo aplicado por una
persona distinta de la que lo recibe); autorreforzadores (refuerzo autoaplicado).
Según el receptor el reforzamiento: reforzadores directos (el propio sujeto es el receptor);
reforzadores vicarios (se observa cómo otro individuo es reforzado).
Según su programación: reforzadores naturales (tienen una elevada probabilidad de
presentarse en el ambiente cuando se emite una respuesta determinada); reforzadores
artificiales (no suelen estar presentes en el ambiente natural o no son una consecuencia
natural de la conducta).
Programas de reforzamiento
Se trata de una regla que especifica qué emisiones de una conducta dada se reforzarán. Los
programas de reforzamiento continuo implican reforzar la conducta objetivo siempre que
aparezca. En los programas de reforzamiento intermitente no se refuerzan todas las
conductas objetivo. La administración del refuerzo se puede basar en un criterio temporal, es
decir, dependen del transcurso de periodos de tiempo específicos (programas de intervalo
simple, de intervalo de margen limitado y de duración) o del número de respuestas
emitidas (programa de razón). Esta clase de programas pueden requerir, bien un tiempo o
número de respuestas fijos (programas de intervalo o duración fijos y de razón fija,
respectivamente), o bien un tiempo o número de respuestas que varían en torno a un promedio
(programas de intervalo o duración variable y de razón variable). En los programas de
intervalo (simple) se refuerza la primera conducta pertinente que aparece después de que
haya transcurrido un lapso de tiempo; a su vez pueden combinarse con los programas de
margen limitado (que establecen un margen de tiempo finito en el que el refuerzo está
disponible). En los programas de duración, el refuerzo se produce después de la que conducta
haya persistido durante un periodo de tiempo determinado (PIR 02, 258; PIR 03, 236, 240; PIR
04, 106, 249; PIR 05, 151; PIR 06, 99, 214; PIR 07, 90, 92, 111; PIR 08, 98; PIR 09, 121).
Los programas de reforzamiento continuo son los más eficaces para el aprendizaje de
nuevas conductas. Mientras que los programas de reforzamiento intermitente son más
eficaces para el mantenimiento y generalización a largo plazo de las conductas previamente
adquiridas. Entre ellos, el programa de razón variable es el más resistente a la extinción, ya
que al depender el refuerzo del número de conductas emitidas pero variando de ensayo a
ensayo ese número, no se produce pausa postreforzamiento y la conducta se continúa
emitiendo pese a que existan ensayos en los cuales la conducta no va seguida del refuerzo
(PIR frecuencia de una respuesta por la terminación de un estímulo aversivo inmediatamente
después de que se ejecute la conducta (PIR 03, 237; PIR 04, 107; PIR 05, 152; PIR 06, 213;
PIR 07, 91).
5.2. REFORZAMIENTO NEGATIVO
Se llama reforzamiento negativo al incremento en la frecuencia de una respuesta por la
terminación de un estímulo aversivo inmediatamente después de que se ejecute la conducta
(PIR 03, 237; PIR 04, 107; PIR 05, 152; PIR 06, 213; PIR 07, 91).
5.3. CASTIGO POSITIVO
Es la presentación de un estímulo aversivo después de una respuesta que disminuye la
frecuencia de dicha respuesta. Con la utilización de este procedimiento se obtiene con gran
rapidez el efecto de supresión deseado (PIR 00, 174; PIR 01, 206; PIR 04, 116).
5.4. CASTIGO NEGATIVO
Es la retirada de un estímulo reforzante subsiguiente a una respuesta, de manera que ésta
disminuye su frecuencia (PIR 03, 249; PIR 05, 248).
Técnicas operativas como el coste de respuesta y el tiempo fuera se basan en el castigo
negativo (PIR 11, 111).
5.5. EXTINCIÓN
Proceso por el cual una respuesta previamente reforzada deja de estarlo (se produce una
discontinuidad), por lo que se reduce o elimina la conducta.
5.6. RECUPERACIÓN
Proceso por el que se incrementa una conducta mediante la discontinuidad en la presentación
de un estímulo aversivo.
6. TÉCNICAS OPERANTES PARA DESARROLLAR CONDUCTAS
En el desarrollo de nuevas conductas hay que diferenciar dos formas de proceder básicas:
el moldeamiento (desarrollo gradual de la nueva conducta) y el encadenamiento (combinación
de conductas presentes en el repertorio del sujeto). El desvanecimiento permite que las
conductas se mantengan en ausencia de apoyo externo o un instigador.
6.1. MOLDEADO O MOLDEAMIENTO
También denominado aprendizaje por "aproximaciones sucesivas". Resulta especialmente útil
para adquirir nuevas respuestas que se encuentran ausentes o presentes de una forma
muy elemental en el repertorio del sujeto. El procedimiento consiste en el reforzamiento de
sucesivas aproximaciones a la conducta final y la extinción de respuestas previas. En la
aplicación se siguen estos pasos (PIR 11, 119; PIR 12, 182)
a) Definición de la conducta final. Debe considerarse todas las características topográficas
de la conducta (forma, frecuencia, duración...), y si es posible, las circunstancias en las
que debe o no emitirse.
b) Definición de la conducta inicial (punto de partida). Se empezarán a fortalecer aquellas
conductas que más se asemejen topográfica o funcionalmente a la que se pretende conseguir,
para ello se requiere conocer el repertorio actual del sujeto. Es recomendable un proceder
de test conductual, es decir, una prueba en la que se exponga al sujeto al comportamiento
de que es capaz en orden al objetivo establecido. Además se tratará de conocer los
reforzadores que se puedan manejar.
c) Definición de las conductas intermedias. Constituyen los pasos que nos llevarán hasta la
conducta final. Se puede hacer uso de instigadores (estímulos que promueven el inicio de
una respuesta) que pueden ser verbales (como las instrucciones), gestuales (basados en
la imitación o modelado), ambientales (se cambian las condiciones del contexto) o físicos
(se guía físicamente la conducta del sujeto.
d) Determinar el tamaño de cada paso y el tiempo de permanencia en él (pauta de progreso
posible). El número de pasos dependerá de variables tales como el nivel de conducta inicial,
la complejidad de la conducta objetivo y de los recursos o habilidades del sujeto.
Sucesivamente, el reforzamiento se hará más exigente, no hay pautas generales acerca de
cuánto tiempo mantener el reforzamiento de cada paso (se suele tomar como criterio que
aparezca la conducta adecuada entre el 80 y 90% de las veces). No se recomienda
permanecer demasiado tiempo en un paso ya que hace menos probable la aparición de otros
comportamientos más avanzados.
e) Extinción de las fases anteriores (PIR 00, 182; PIR 01, 200; PIR 04, 253; PIR 06, 209).
La técnica de moldeamiento es de uso generalizado, aplicada tanto en el ámbito clínico y de la
salud (por ejemplo, en el entrenamiento en biofeedback, disfunciones sexuales, etc) como
en el ámbito de la instrucción académica y de la educación especial (Lovaas en 1977
desarrolla un plan dirigido al desarrollo del lenguaje con autistas).
6.2. ENCADENAMIENTO
El encadenamiento es la formación de una conducta compleja compuesta a partir de otras
más sencillas que ya figuran en el repertorio del individuo, mediante el reforzamiento de
sus combinaciones. La conducta final será una nueva secuencia de respuestas en el que
todos los pasos de la cadena tienen que aparecer. Hay que contar de entrada con conductas
que vienen a ser fragmentos de la que vaya a resultar. En primer lugar, se ha de analizar la
cadena de conductas que se trata de conseguir. En consecuencia, y como segundo paso, se
requiere, además de la definición de la tarea, la evaluación conductual de los repertorios
disponibles del sujeto, para saber con qué fragmentos se cuenta para su recombinación
funcional. El tercer aspecto es el inicio del encadenamiento, que se puede llevar a cabo
de distintas maneras: encadenamiento en retroceso o hacia atrás (el que se utiliza más
frecuentemente), encadenamiento hacia adelante y por presentación de cadena completa
(adecuado para conductas sencillas).
En el encadenamiento hacia atrás comenzaremos por definir todos los pasos y ayudamos al
sujeto a realizarlos todos, excepto el último, que tiene que ejecutarlo él solo. Si lo realiza
correctamente obtendría un reforzador. Una vez consolidado el último paso se van
encadenando los anteriores eslabones en dirección al inicio, dispensando el reforzador
siempre después del último paso.
El encadenamiento hacia delante se atiene al orden de operaciones de principio a final,
reforzando progresivamente cada eslabón que se va incorporando a la secuencia. En la
presentación de cadena completa, en cambio, el sujeto intenta dar todos los pasos desde el
eslabón inicial hasta el último en cada ensayo (PIR 04, 130; PIR 09, 111).
Como técnicas adicionales se encuentran el uso de instrucciones verbales, el uso de modelos,
el moldeamiento de ciertos eslabones de la cadena conductual, reforzamiento de la cadena
conductual.
Su aplicación tiene interés en el desarrollo de habilidades de autonomía doméstica, el
desarrollo de la fluidez verbal, la instrucción académica. También se han diseñado técnicas
más específicas como el recondicionamiento orgásmico, donde se trata que la respuesta
sexual esté controlada por nuevos estímulos.
6.3. DESVANECIMIENTO (FADING)
El desvanecimiento o instigación-atenuación es un procedimiento que consiste en
introducir una ayuda para que el sujeto emita una conducta en cuestión (fase aditiva) y
posteriormente se retira progresivamente (fase sustractiva) una vez que el comportamiento se
ha aprendido y consolidado. El desvanecimiento puede realizar de distintas maneras:
disminuyendo la intensidad del instigador, demorando la ayuda o disminuyendo la extensión de
la ayuda.
El desvanecimiento con transferencia de un estímulo a otro implica utilizar el control presente
de una respuesta objetivo por un estímulo discriminativo (ED) para poner la respuesta
bajo el control de otro estímulo (ED meta). Se presentan el ED inicial y el ED meta juntos
durante una serie de ensayos, mientras que gradualmente se aumenta la intensidad del ED
meta desde un bajo nivel inicial y se disminuye gradualmente la intensidad del ED inicial desde
un alto nivel original. La respuesta será evocada, entonces, por el ED meta de intensidad
normal en ausencia del ED inicial (PIR 05, 256; PIR 07, 94).
El desvanecimiento se ha utilizado con éxito en el aprendizaje de infinidad de conductas, tanto
cotidianas como otras más específicas en los ámbitos clínico, educativo, etc.
Resulta especialmente útil con niños autistas o con retraso mental. También se ha aplicado con
éxito en el recondicionamiento de intereses sexuales.
6.4. CONDUCTA OPERADA POR REGLAS
Gran parte de las conductas humanas no están moldeadas directamente por las contingencias
inmediatas, sino por reglas verbales o visuales en las que el reforzador no está disponible,
actuando como un puente entre el momento de emisión de la conducta y el momento del
reforzamiento.
Las reglas establecen una relación entre la conducta y el reforzador o castigo, permitiendo:
a) La demora en el reforzamiento.
b) El control de las conductas que se emiten por primera vez (función informativa).
c) Explicar la emisión de conductas de consecuencias aversivas a corto plazo.
Por otro lado, la expresión de la regla establece el no cumplimiento de ésta como una
condición aversiva (ansiedad, culpa, etc) por lo tanto el cumplimiento de la regla se mantiene,
en parte, por un condicionamiento de escape/evitación.
7. TÉCNICAS OPERANTES PARA LA REDUCCIÓN DE CONDUCTAS
Como norma general se debe utilizar en primer lugar aquellos procedimientos menos
aversivos y más fáciles de aplicar. El orden de elección propuesto es: extinción, enfoques
positivos de reforzamiento diferencial, costo de respuesta, tiempo fuera, saciación y
sobrecorrección.
7.1. EXTINCIÓN
Consiste en suprimir el reforzamiento de una conducta previamente reforzada. Es más lento
que otros procedimientos, incluso en un principio puede producir un aumento de la conducta
indeseada, pero es muy eficaz para reducir definitivamente las conductas operantes. Es un
procedimiento de reducción gradual que depende: de la historia y el programa de
reforzamiento de la conducta desadaptada, siendo más rápida la extinción cuando la conducta
es de origen reciente y está bajo reforzamiento continuo; del nivel de privación de los
refuerzos contingentes a la conducta indeseable y la intensidad de éstos, requiriendo la
extinción más tiempo cuanto mayor es el intervalo temporal sin recibir reforzamiento y mayor el
reforzador utilizado; del esfuerzo necesario para emitir la respuesta, ya que, cuanto más
esfuerzo requiera, más fácil será de extinguir; del uso combinado de procedimientos de
refuerzo de conductas alternativas, que harán que la extinción sea mucho más rápida (PIR
09, 122).
La aplicación de la extinción produce usualmente un incremento en la frecuencia e intensidad
de la respuesta (estallido de extinción) en los primeros momentos de aplicación, así como
variaciones importantes en su topografía.
Se puede producir un aumento de comportamientos agresivos o emocionales al implantar el
procedimiento (agresión inducida por la extinción). La respuesta puede reaparecer tras un
lapso de tiempo en que la conducta bajo extinción había desaparecido (recuperación
espontánea) (PIR 02, 236; PIR 03, 238; PIR 04, 108; PIR 05, 153; PIR 06, 211; PIR 07, 93).
7.2. REFORZAMIENTO DIFERENCIAL
7.2.1. Reforzamiento diferencial de tasas bajas (RDTB)
Consiste en reforzar al sujeto por mantener una tasa de conducta más baja de la observada
en la línea base. Útil cuando se quiere reducir comportamientos y no eliminarlos. El RDTB
puede realizarse de varias formas (PIR 01, 128; PIR 02, 237; PIR 03, 241; PIR 04, 110; PIR
06, 212):
RDTB de respuesta espaciada. Se refuerza la conducta si ésta se distancia de la emisión
anterior por un periodo de tiempo mínimo, esto es, se refuerza el periodo entre respuestas.
RDTB de intervalo. El reforzamiento se proporciona al final de un intervalo si se emiten
menos de un número determinado de respuestas de la conducta que se quiere reducir durante
ese intervalo. En el momento en el que se supera el límite de respuestas se demora la
administración del reforzamiento hasta que vuelva a pasar el tiempo de duración del intervalo.
RDTB de respuesta limitada o de sesión completa. El reforzamiento se administra al final
de la sesión de observación completa si el total de respuestas no supera el número total de
respuestas especificadas.
El procedimiento resulta efectivo, produciendo una reducción progresiva en la tasa de
respuesta. Sin embargo, en ocasiones requiere mucho tiempo para ser efectivo, se focaliza
sobre la conducta indeseable, de manera que las conductas adecuadas que se emiten en el
intervalo temporal pueden pasar desapercibidas, y puede dar lugar a que el sujeto considere
que una conducta desadaptada es apropiada emitiéndola a tasas bajas
7.2.2. Reforzamiento diferencial de otras conductas (RDO)
Es un procedimiento en el que el reforzador sigue a cualquier conducta que emite el individuo
con la excepción de la conducta inapropiada que queremos eliminar. La conducta que se
quiere eliminar se pone bajo extinción, mientras se refuerza cualquier otra conducta
alternativa. Esta técnica aparece también con la denominación de entrenamiento de omisión.
Es un enfoque positivo que no utiliza estímulos aversivos, muy eficaz. Es mejor utilizar
programas de intervalo variable que de intervalo fijo, para producir descensos más estables,
ya que el intervalo fijo es menos resistente a la extinción y más difícil de generalizar. Entre las
desventajas está el que se pueden reforzar tanto conductas deseables como indeseables, si la
conducta tratada con RDO se coloca bajo control de estímulos discriminativos, la tasa de
conducta disminuirá bajo la condición apareada a RDO, pero aumentará bajo otras
condiciones. El RDO produce cambios de forma relativamente rápida y duradera (PIR 07, 112).
7.2.3. Reforzamiento diferencial de conductas incompatibles o alternativas (RDI)
Consiste en reforzar una conducta incompatible o que no puede hacerse al mismo tiempo
que la conducta que se desea eliminar. Azrin y Nunn (1987) proponen el entrenamiento en
reacción de competencia para el tratamiento de hábitos nerviosos, que se considera el
tratamiento de elección en el caso de tics, tricotilomanía y onicofagia. Implica aprender a
emitir una respuesta físicamente incompatible, esto es, el hábito nervioso no se puede
producir mientras la persona realiza la reacción de competencia. La RDI produce una
reducción lenta en el caso de que haya que instaurar las conductas incompatibles (PIR
05, 155; PIR 08, 96).
7.3. COSTO DE RESPUESTA
Consiste en retirar un reforzador positivo de manera contingente a la emisión de una
conducta. Se consigue una rápida y relativa reducción de la conducta, con efectos duraderos
parecidos a los del castigo. En programas operantes en los que se administran reforzadores
cuantificables, como fichas, el coste de respuesta está especialmente indicado. Algo similar
ocurre en el caso de los contratos conductuales, en los que también se especifican las pérdidas
de reforzadores por la no emisión de las conductas adecuadas. Este procedimiento produce
una reducción de la conducta relativamente rápida y eficaz, con efectos duraderos,
asemejándose en eso a procedimientos aversivos como el castigo. Sin embargo, provoca
menos respuestas emocionales negativas. Las características de aplicación de esta técnica
se basan en permitir que el sujeto acumule una reserva de reforzadores antes de iniciar
el procedimiento. No aumentar el costo de respuesta de forma gradual puesto que puede
producirse adaptación, la retirada del refuerzo debe suponer una pérdida importante desde
el primer momento y evitar una situación de “bancarrota” entre otras (PIR 00, 175; PIR 02,
239; PIR 03, 242; PIR 06, 215; PIR 12, 196).
Una variación es la prima del coste de respuesta. En este caso se proporciona al
sujeto una cantidad de reforzadores que supondrán una reserva inicial de la cual se irán
restando en caso de realizar conductas inadecuadas.
7.4. TIEMPO FUERA
Se retiran las condiciones del medio que permiten obtener reforzamiento, o sacar a la persona
de éstas, durante un determinado período de tiempo, de manera contingente a la emisión de
la conducta desadaptada. Útil cuando no se pueden controlar las fuentes de los reforzadores.
No siempre es necesario el aislamiento. Mediante el procedimiento de observación
contingente, cuando un niño emite una conducta desadaptada, se le coloca a unos metros
de distancia. Allí tiene oportunidad de observar a los otros, pero no participa y no recibe
reforzamiento. En el tiempo fuera, cuando se utiliza con niños, el criterio más utilizado es
un minuto por cada año de edad del niño (PIR 01, 203; PIR 03, 243; PIR 06, 100; PIR 07, 95;
PIR 09, 123; PIR 11, 167).
Variaciones del tiempo fuera
Tiempo fuera de aislamiento: se traslada al sujeto a otro lugar, fuera de la situación
reforzante.
Tiempo fuera de exclusión: el sujeto permanece en la misma situación pero no se le
permite ni observar a los demás ni tener acceso al reforzador (PIR 08, 95).
Tiempo fuera de no exclusión: el sujeto permanece en la misma situación pudiendo
observar a los demás teniendo acceso al reforzador sin poder hacerlo él.
Una variación del tiempo fuera es el método ideado por Lutzker (1978) para conductas
autoestimulatorias y autolesivas denominado “pantalla facial” que consiste en colocar al
sujeto una pantalla tapándole la cara y la cabeza y que era mantenida entre 3 y 5 segundos
junto con el aviso verbal inmediatamente anterior a la colocación de la pantalla. Como
desventajas se señala que implica una contingencia negativa, que los agentes que lo aplican
pueden convertirse en estímulos condicionados aversivos y que impide el aprendizaje durante
el intervalo temporal.
7.5. SACIACIÓN Y PRÁCTICA NEGATIVA
Es la presentación de un reforzador de forma tan masiva que pierda su valor. Se puede
hacer que el sujeto emita la conducta que se trata de eliminar (práctica masiva, práctica
negativa o saciación de respuesta, Dunlap, 1932) o bien reducir el atractivo de los
estímulos que promueven conductas de observar, tocar, oler o tener esos estímulos
(saciación de estímulo). De los primeros son ejemplos los tratamientos de tics, tartamudeo,
conductas de atesoramiento o encender cerillas, de la segunda las técnicas de fumar rápido
(Linchestein y col., 1973), retener el humo (Kopel y col., 1979) o la saciación al gusto (Walker
y Franzini, 1985). El procedimiento de saciación como tal fue utilizado como técnica por
primera vez por Ayllon y Michael (1959) quienes lo emplearon con éxito para eliminar los
comportamientos desadaptativos en esquizofrénicos crónicos hospitalizados (PIR 04, 111; PIR
07, 98; PIR 08, 94; PIR 12, 192).
7.6. SOBRECORRECCIÓN
Este procedimiento fue desarrollado por Foxx y Azrin (1973). Se trata de compensar en
exceso las consecuencias de la conducta desadaptativa. Se puede aplicar de dos formas:
sobrecorrección restitutiva (requiere que el sujeto restaure el daño que haya producido y
sobrecorrija o mejore el estado original anterior al acto) y práctica positiva (emisión repetida
de una conducta positiva). Entre las ventajas de la sobrecorrección está que reduce al máximo
las desventajas del castigo (reacciones emocionales negativas), enseña al sujeto conductas
apropiadas y sirve de modelo de aprendizaje vicario. Un problema es que la técnica requiere
tiempo (PIR 05, 156; PIR 09, 102).
8. TÉCNICAS DE ORGANIZACIÓN DE CONTINGENCIAS
Se trata de la economía de fichas y los contratos conductuales. Los programas de intervención
constan de varios pasos:
• Plantear el problema en términos conductuales.
• Identificar los objetivos conductuales, especificando las conductas que deben incrementarse,
reducirse o reforzarse.
• Desarrollar medidas conductuales y tomar medidas de la línea base para poder determinar
si el tratamiento está siendo eficaz.
• Observar al cliente en su ambiente natural para determinar cuáles son las contingencias y
los refuerzos eficaces para él.
• Especificar las condiciones bajo las cuales se introducirá el tratamiento.
• Revisar los resultados comparando los índices de respuesta actuales con las medidas
de la línea base para determinar la eficacia de las intervenciones.
8.1. ECONOMÍA DE FICHAS
Procedimiento dirigido a establecer un control estricto sobre un determinado ambiente. Ayllon
y Azrin (1968) lo utilizaron por primera vez para motivar a pacientes mentales crónicos e
institucionalizados con objeto de que actuaran de un modo más competente. Lo caracteriza
la introducción de un reforzador artificial generalizado intercambiable por los reforzadores
habituales en el medio del paciente. La emisión del reforzador está estrictamente controlada
por el terapeuta y es contingente a la emisión, por parte del paciente, de aquellas conductas
que se desea incrementar o mantener. Sirve para eliminar conductas desadaptativas y
controlar las conductas de una persona o grupo. La economía de fichas deberá intentarse
cuando otros procedimientos más sencillos hayan fracasado, debiéndose intentar cuando las
disposiciones de contingencia simple para grupos no hayan alcanzado las metas esperadas, o
cuando se desee evitar el uso de contingencias aversivas poderosas. Es posible incluir
procedimientos basados en el coste de respuesta para la eliminación de conductas
desadaptativas (PIR 06, 208; PIR 07, 89, 97; PIR 09, 118).
Características del programa (PIR 11, 107)
− Es posible aplicar un reforzador tras la emisión de la conducta(s) deseada(s), lo que
incrementa la potencia del reforzador, y hacerlo sin interrumpir las cadenas conductuales
en curso.
− El reforzador está presente hasta que el sujeto lo cambia por el reforzador de apoyo.
− Permite cuantificar la entrega de los reforzadores, la emisión de conductas adecuadas
y la selección de los reforzadores de apoyo por parte del sujeto.
− Dado que el sujeto puede cambiar las fichas por un importante número de reforzadores se
obvia el problema de determinar si un reforzador concreto es o no eficaz, así como
posibles problemas de saciación de los estímulos reforzadores.
− Permite estandarizar una unidad, o un ambiente determinado, como un aula de clase, un
pabellón hospitalario, etc. con costos reducidos y posibilita una reorganización constante según
la evolución.
El programa se desarrolla en tres fases: fase de muestreo o establecimiento de la ficha como
reforzador generalizado, fase de aplicación contingente de las fichas por las conductas
deseadas, fase de desvanecimiento o finalización del control de las conductas por fichas.
En la fase de muestreo de la ficha se establece ésta como refuerzo generalizado y se debe
remarcar el valor que tiene como objeto de intercambio. Las explicaciones verbales suelen ser
suficientes en muchos casos, pero cuando se trabaja con personas con déficits o limitaciones
intelectuales se hace necesario proceder al muestreo de la ficha.
Para ello pueden entregarse fichas a los sujetos de forma gratuita, con independencia de sus
conductas, y cambiárselas inmediatamente por algún reforzador que ha demostrado ser eficaz.
En la fase de establecimiento del programa, el procedimiento que se va a seguir es el
siguiente:
− Descripción de las conductas en términos claros y comprensibles.
− Determinación de la cantidad de fichas que se obtendrán por realizar cada conducta.
− Búsqueda de los reforzadores adecuados.
− Establecimiento del sistema de fichas.
− Establecimiento del sistema de cambio de las fichas por los reforzadores.
− Establecimiento de un sistema de registro.
Las fichas se han de entregar, en un principio, lo más inmediatamente después de la emisión
de la conducta y que las emitan más de una persona. Se deben evitar reforzadores que los
sujetos puedan obtener fuera de su sistema. Para que la demanda se mantenga alta, es
recomendable que sólo estén disponibles algunos artículos a la vez en el listado de refuerzos
(el cambio, la novedad, la sorpresa y la disponibilidad limitada influyen positiva y
poderosamente en la deseabilidad de un reforzador).
Durante la fase de finalización de la economía de fichas se pone en marcha un programa
de desvanecimiento del sistema a medida que se van produciendo mejorías en la conducta.
Esto puede llevarse a cabo aumentando el tiempo entre las entregas de fichas, incrementando
el criterio para la obtención de fichas, reduciendo el número de fichas ganadas por
medio de las conductas objetivo, y aumentando el número de fichas necesario para ganar
los reforzadores de apoyo (PIR 05, 157; PIR 08, 93).
8.2. CONTRATOS CONDUCTUALES
Consiste en un documento por escrito que explicita las acciones que el cliente está de acuerdo
en realizar y establece las consecuencias del cumplimiento y del no cumplimiento de tal
acuerdo. Esto implica el intercambio recíproco de recompensas en relación a conductas
específicas de los firmantes del contrato (PIR 11, 109).
En el contrato se debe especificar: la(s) conducta(s) que se espera que emita cada una de las
personas implicadas, lo que estimula al paciente a pensar sobre su problema y reestructure
la situación; las consecuencias que obtendrán caso de realizar esas conductas; las
consecuencias que obtendrán caso de no realizar esas conductas; se puede incluir,
ocasionalmente, una cláusula de bonificación por largos períodos de cumplimiento, y un
sistema de registro que permita controlar las conductas emitidas y los reforzamientos recibidos
(PIR 08, 92).
Los contratos pueden ser:
− Unilaterales si implican a una sola persona (por ejemplo: contratos terapéuticos en los que
se explicita únicamente las acciones a realizar por parte del cliente).
− Multilaterales si implican a varias personas. Un tipo particular son los bilaterales que
implican a dos personas. Dentro de estos últimos se puede distinguir entre contratos quid pro
quo y contratos paralelos.
Las áreas de aplicación son múltiples, no obstante es especialmente útil en problemas
interpersonales, y sobre todo en problemas de pareja. Actúan sobre los problemas de relación
específicos y su utilidad reside en posibilitar que las parejas aprendan a negociar cambios
concretos por ambas partes, junto con las contingencias por el cumplimiento o no de los
cambios. Mediante contratos quid pro quo, los reforzadores por el cambio de la conducta
de un miembro dependen de la modificación en la conducta del otro. Si se emplean
contratos paralelos, los cambios en la conducta de una parte no se usan para reforzar el
cambio de la conducta de otra parte. En vez de esto, los reforzadores son independientes de
los aspectos conflictivos de la relación (PIR 04, 112; PIR 05, 158; PIR 06, 207).
9. TÉCNICAS AVERSIVAS
Los primeros antecedentes de las técnicas aversivas aparecen en la década de los años 20 y
30 con los trabajos de Dunlop (formación de hábitos), Kantorovich (el tratamiento de
alcohólicos), Max (tratamiento de conductas homosexuales) y Jones y Watson (fobias).
Posteriormente de los años 30 a los 50 se produjo un descenso en la utilización de estas
técnicas dados los resultados negativos derivados de su aplicación. Estes en los años
40 plantea que las técnicas aversivas lograban suprimir la emisión de conductas pero no
generaban nuevos aprendizajes. El interés sobre estas estrategias aumenta a partir de
los años 50 dado el éxito de la aplicación del condicionamiento clásico aplicado al fetichismo,
las toxicomanías, etc (Raymond); los progresos de la psicología del aprendizaje (Eysenck,
Wolpe); y las críticas a la eficacia de la psicoterapia clásica (Eysenck, 1952). Durante las
décadas de los 60 y 70 se experimenta un desarrollo aún mayor de las investigaciones sobre
el castigo (PIR 04, 78; PIR 07, 101; PIR 08, 86).
Las terapias aversivas intentan asociar un patrón de reacción comportamental no deseado y
socialmente sancionado, con una estimulación desagradable, externa o interna, o reorganizar
la situación de tal manera que las consecuencias de este comportamiento no deseado sean
lo suficientemente desagradables para que el emisor del comportamiento deje de ejecutarlo.
Las técnicas aversivas se han aplicado al alcoholismo, el tabaquismo, otras drogas, ludopatía,
cleptomanía, obesidad, comportamientos agresivos, reorientación del impulso sexual (en
homosexualidad y parafilias), tricotilomanía y onicofagia, rumiaciones obsesivas,
autopuniciones y berrinches infantiles (PIR 05, 255). Pocas han sido las conductas problema
por exceso, que no hayan sido sometidas en alguna ocasión, a procedimientos aversivos.
Actualmente estas técnicas no se usan en solitario sino como una parte integrante dentro
de un programa mucho más amplio.
Los procedimientos básicos empleados pueden diferenciarse entre sí según tres criterios:
a) Los estímulos condicionados o incondicionados. Se plantea qué tipo de estímulos aversivos
se van a utilizar y en qué partes o secuencias de la constelación estimular desviada se van
a asociar. Entre las características generales del estímulo aversivo a seleccionar se
encuentran que deben ser seguros, eficaces, realistas y fáciles de utilizar (criterio de
practicidad), relevantes y que posibiliten la generalización.
Clasificación modificada de Olivares y Méndez (2001) (PIR 04, 117; PIR 11, 112):
Tipos Aplicación Sustancias/estímulos
Gustativa y Química Conductas inadecuadas, Tabaquismo, Jugo de limón, Fumar rápido, Eméticos: litio,,
Alcoholismo apomorfina, emetina, disulfirán
(eméticos)
Bloqueo Autoagresión, Tricotilomanía Pantalla
Mecanismos de aprendizaje
INUNDACIÒN IMPLOSIÒN
Autor
Baum (1968) Stampfl (1961)
Base teórica Psicología experimental Psicoanálisis y Psicología experimental
Modificación de conducta