Introduccion A La Antropologia - German Soprano Roxana Boixados
Introduccion A La Antropologia - German Soprano Roxana Boixados
Introduccion A La Antropologia - German Soprano Roxana Boixados
Objetivos
Que los alumnos logren:
WW <http://es.wikisource.org/wiki/Los_nueve_libros_de_la_Historia>
CC
Fueron los griegos de los siglos VII y VI a. C. los que inventaron el concepto de
bárbaro. En su origen, fue empleado para significar simplemente “extranjero” y
era aplicado a pueblos tales como los egipcios, a los que los griegos respeta-
ban. Pero a partir del siglo IV, bárbaro se convirtió en una palabra utilizada tan
solo para referirse a los pueblos o individuos considerados mental o cultural-
mente inferiores. En términos generales, los autores griegos aplicaron el califi-
cativo bárbaro de un modo indiscriminado a aquellos pueblos principalmente
asiáticos, cuya escasa familiarización con la cultura griega los distinguía de
ellos, activamente comprometidos en la formulación de la civilización helénica
clásica. El término se impregnó muy pronto de un acusado etnocentrismo
(Bestard y Contreras, 1987: 54-55).
ticas opuestas. Las prácticas antropofágicas los asimilaron –a los ojos de los
españoles– a seres “salvajes” o “bestias” (Arrow, 1992).
LECTURA RECOMENDADA
RR
Todorov, T. (2003) [1982], La conquista de América, El problema del otro, Madrid,
Siglo XXI.
CC
Con perfecto derecho los españoles imperan sobre estos bárbaros del Nuevo
Mundo e islas adyacentes, los cuales en prudencia, ingenio, virtud y humani-
dad son tan inferiores a los españoles como los niños a los adultos y las muje-
res a los varones, habiendo entre ellos tanta diferencia como la que va de gen-
WW De Bry.
<http://www.infoamerica.org/museo/expo_bry/bry000.htm>
A lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII, las crónicas y relatos de viajes al
Nuevo Mundo inspiraron las reflexiones de muchos intelectuales, humanistas,
teólogos y filósofos acerca del hombre, la sociedad y la cultura. Por ejemplo,
Michel de Montaigne (1533-1592) fue un humanista pionero en desarrollar
ideas críticas sobre su propia cultura; en su ensayo “De los caníbales”, afirmó Montaigne conocía varias obras
que relataban las experiencias
de descubrimiento y de conquis-
ta de América, llegando incluso
CC
Creo que nada hay de bárbaro ni de salvaje en esas naciones (…) lo que ocu-
a tomar contacto con nativos
rre es que cada cual llama barbarie a lo que es ajeno a sus costumbres. Como tupíes que habían sido llevados
no tenemos otro punto de mira para distinguir la verdad y la razón que el ejem- a la corte francesa como “mues-
plo e idea de las opiniones y usos del país en que vivimos, a nuestro juicio en tra” (Laburthe-Tolra y Warnier,
1998:20).
él tienen su asiento la perfecta religión, el gobierno más cumplido y el más
irreprochable uso de todas las cosas” (Montaigne, [1595] 1980:15).
PARA AMPLIAR
Entre otras obras, tuvieron mucho éxito las ediciones de los viajes del
AA capitán James Cook a las islas del Pacífico, que contaban con mapas
e ilustraciones y en donde participaron naturalistas y astrónomos.
Véase el sitio <http://www.amarre.com/html/historias/lobos/cook.php>
LECTURA RECOMENDADA
RR
Hobsbawm, E. (2010) [1987], La era del Imperio, 1875-1914, Barcelona, Crítica.
Menéndez, E. (1969), “Colonialismo, neocolonialismo, racismo”, Revista Índice, Año
2, N° 6.
CC
El dato dimensional tiene una consecuencia importante ya que permite al an-
tropólogo realizar por sí solo una investigación que en otros contextos sociales
debería ser interdisciplinaria: el antropólogo siente y define fácilmente la enti-
dad social y cultural como una totalidad integrada. Otro punto esencial: el an-
tropólogo estudia sociedades y culturas que le son ajenas (Mercier, 1977:15).
aplicaciones que se registran en la práctica muestran alcances más restringidos. Hay quie-
nes han atribuido al naturalista François Péron la inclusión del término en el título de una
de sus obras: Observations sur l´anthropologie o L´Histoire naturelle de l´homme, de 1800,
dando a entender la condición natural del hombre en tanto especie. Y en efecto, en los
orígenes de varias tradiciones, el término “antropología” estuvo estrechamente asociado a
las características somáticas de los grupos humanos. Tanto en Alemania, como en Estados
Unidos y luego en Francia, a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, la antropo-
logía designaba el estudio del hombre en este sentido, aunque no de manera excluyente.
En Gran Bretaña, la antropología designó desde el comienzo el campo de investigaciones
que asociaba al hombre con la sociedad y que recortaba su objeto en las llamadas “socie-
dades primitivas”. La primera cátedra de antropología se inauguró en 1908, en Liverpool
(Inglaterra) y llevó el nombre de uno de los pioneros de la disciplina: James Frazer.
Muchas veces, los autores usaron de manera intercambiable los términos antropolo-
gía y etnología. De nuevo la etimología nos orienta sobre su sentido inicial: “ethnos” en
griego significa “pueblo”; la etnología se refiere al estudio sistemático y comparativo de los
“pueblos” que eran diferentes al propio, comenzando por los “primitivos” o “salvajes”. En
Estados Unidos, este uso simultáneo de los términos fue bastante corriente hasta que se fue
imponiendo y generalizando “antropología”, en este caso un saber orientado cada vez más
hacia la cultura, creación e inventiva del hombre. En Francia, durante décadas, el término
“etnología” dominó la clasificación del saber sobre otros pueblos, hasta que Claude Lévi-
Strauss propuso emplear la palabra “antropología” para impulsar el desarrollo de la disciplina
hacia un saber totalizador y universal, y también para unificar el diálogo con las tradiciones
británicas y norteamericanas.
Objetivos
•• Recuperar y sistematizar nociones y problemas clásicos planteados en
la unidad anterior: alteridad/etnocentrismo, universalismo/relativismo,
sociedad/cultura.
•• Definir los principales temas, categorías y enfoques correspondientes
al desarrollo de la antropología del parentesco, política, económica y
simbólica.
CC
Alteridad no es, pues, cualquier clase de lo extraño y ajeno, y esto es así por-
que no se refiere de modo general y mucho menos abstracto a algo diferente,
sino siempre a otros (…). Se dirige hacia aquellos, que le parecen tan simila-
res al ser propio, que toda diversidad observable puede ser comparada con lo
acostumbrado, y que sin embargo son tan distintos que la comparación se
vuelve reto teórico y práctico. (Krotz, 1994: 8-9).
Esa experiencia de extrañamiento frente a algo que nos resulta ajeno –creen-
cias, costumbres, rituales, tecnologías, etc.– va de la mano con el recono-
cimiento de lo que consideramos propio. El viaje es el lugar por excelencia
Geertz (2005a) [1966] observa en donde la presencia de la otredad pone sobre relieve el carácter relativo y
que en Java los nativos dicen que
socialmente construido de nuestros propios modos de vida, que en la expe-
“ser humano es ser javanés”; es
decir, el reconocerse humano se riencia cotidiana tomamos como ‘naturales’. En ese ejercicio de comparación
realiza de forma particular. El “ser se vislumbran las similitudes en las diferencias y viceversa, y el “nosotros”
javanés” y, en consecuencia, el “ser se vuelve también objeto de reflexión.
humano” supone comportarse con
arreglo a un complejo sistema Como en parte ya hemos visto, la antropología no siempre ha pensado,
de etiqueta, respirar a través de explorado e interpretado a la otredad en los mismos términos. La noción de
determinadas técnicas, comer y “sociedades primitivas” y, asociado a ella, dicotomías tales como “primitivo/
hablar de una forma singular, entre
civilizado”, actualmente no serían bien recibidas en un texto que se pretenda
otros rasgos. La antropología ha
aportado muchos ejemplos en los antropológico. Pero en el siglo XIX y todavía –aun con otros matices– en las
que los nombres que identifican escuelas nacionales posteriores, esos eran los modos a través de los cuales
a pueblos o culturas se traducen los antropólogos hacían referencia a la otredad cultural que constituía su obje-
desde sus respectivos idiomas
to de estudio. Esta manera de conceptualizar sociedades y culturas diferentes
como “hombres” o “nosotros”.
a las de occidente, y en particular ajenas al mundo europeo, estaba basada
en criterios etnocéntricos, en tanto aquello que era definido con el carácter
de “primitivo” se entendía que estaba desposeído de los bienes materiales,
logros científicos y avances espirituales que –ante la mirada occidental– carac-
terizaban a la “civilización”.
El etnocentrismo implica un rechazo y una valoración del otro a partir de
lo que es considerado “normal” en la propia sociedad; es decir, se aborda
la diversidad cultural en los términos, valores y normas de la propia cultura.
Todas las sociedades son etnocéntricas. No hay manera de aproximarse a
otras formas de vida sino a través de aquellas que resultan conocidas para
el sujeto. Es casi universal el hecho de que las sociedades definen la “huma-
Clifford Geertz en 1999 nidad” como propia del grupo, mientras que fuera de sus límites lingüísticos,
culturales, etc., los seres vivientes –humanos– no necesariamente revisten
dentro de esa misma categoría.
A lo largo de la historia de la humanidad, el etnocentrismo ha alcanzado
niveles de rechazo, violencia y aun destrucción, cuando el dominio de una
sociedad o cultura sobre otras se impone a través del genocidio o el etnoci-
dio. Pero en lo que respecta al interés antropológico por captar la alteridad, el
etnocentrismo es condición necesaria para emprender el ejercicio etnográfico
que supone aproximarse y entablar diálogo con sujetos portadores de otras
culturas. Es la instancia de toma de conciencia de lo desconocido y de que
solo es posible tornarlo familiar reconociendo los propios lentes culturales.
John Monaghan (Monaghan y Just, 2006 [2000]) comenta que mientras estaba haciendo
trabajo de campo entre los mixtecos de Oaxaca, no pudo rehusarse al gesto de cortesía de
sus amigos nativos y se vio obligado a ingerir un trozo de colmena con miel y larvas. La
contrapartida se registra un año después, cuando oficiando él de anfitrión les dio a comer
sopa de cebollas, sabiendo la repulsión que este alimento causaría en sus invitados. Estos
se demoraron en empezar a comer, derramaron parte de la sopa en el suelo y terminaron
por decirle que las cebollas ingeridas en demasía volvían “estúpido” al comensal. La cebo-
lla era para él un alimento pero no lo eran los insectos; y a la inversa, los mixtecos saborea-
ban gustosamente las larvas pero clasificaban a la cebolla bajo el rótulo de “condimento”.
LECTURA OBLIGATORIA
PARA REFLEXIONAR
(1984 [1944]) sostuvo que el hombre tiene en toda la extensión del planeta
las mismas necesidades, y las culturas constituyen formas particulares de
responder a esos imperativos. Lévi-Strauss (1980 [1968]) destacó la riqueza
de las descripciones etnográficas de Malinowski, pero le criticó su perspectiva
sobre el carácter universal de las funciones a las que responden las institu-
ciones sociales. Para este autor lo interesante y lo importante es justamente
la variabilidad de las costumbres:
CC
Pero la simple proclamación de la igualdad natural entre todos los hombres, y
de la fraternidad que debe unirlos sin distinción de raza o de cultura, tiene algo
de engañoso para el espíritu, porque descuida una diversidad de hecho que se
impone a la observación y de la que no basta con decir que no afecta al fondo
del problema para estar teórica y prácticamente autorizado para hacer como si
no existiera (Lévi-Strauss 2004 [1952]: 310).