Sent Const 0970
Sent Const 0970
Sent Const 0970
2013
El art. 8.II de la Ley 212 de 23 de diciembre de 2011, y la Disposición Transitoria Octava de la Ley
del Órgano Judicial (LOJ), no presentan excepciones en su aplicación al establecer que todas las
causas pendientes de resolución que se encuentren en la Corte Suprema de Justicia al 31 de
diciembre de 2011, serán resueltas por las Magistradas y Magistrados suplentes hasta su
liquidación final, sin que se prevea la posibilidad de que el Tribunal Supremo de Justicia asuma
conocimiento de alguna de las causas, quedando establecida la jurisdicción y competencia por ley
para la resolución de esas causas a los Magistrados suplentes del Tribunal Supremo; sin embargo,
mediante el Acuerdo 12/2012, se modificó y derogó el alcance y sentido de las normas citadas, al
haberse adjudicado a los Magistrados titulares la posibilidad de tramitarse procesos legales que
quedaron a cargo exclusivo de los Magistrados suplentes, asumiendo los Magistrados titulares por
intermedio de una pretendida interpretación el rol de legisladores positivos al haber modificado los
alcances de las disposiciones legales citadas, invadiendo así una de las atribuciones del Órgano
Legislativo, cuando las modificaciones sólo pueden ser determinadas por el propio ente emisor de
la norma y no por otra entidad y tampoco por otro instrumento o resolución de menor jerarquía,
por lo que la inconstitucionalidad del Acuerdo impugnado queda materializada respecto a los arts.
181 y 184 de la CPE, así como también en cuanto al art. 12 de la misma Norma Suprema que
determina que la creación y la interpretación de la ley es una atribución exclusiva de la Asamblea
Legislativa.
El Acuerdo de Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia 12/2012, no es una resolución judicial
porque no se halla vinculada a un proceso judicial o administrativo concreto, además de que las
cuestiones judiciales no pueden ser resueltas por el Tribunal Supremo de Justicia, mediante
acuerdos de Sala Plena y a pesar de haber sido generado por una instancia jurisdiccional no tiene
carácter judicial, tiene un carácter normativo de alcance general, no se encuentra referido a un
caso específico e impone su cumplimiento obligatorio, aspectos que hacen procedente el control
de la norma impugnada mediante la acción de inconstitucionalidad abstracta.
Por todo ello resulta que el Acuerdo impugnado vulnera la facultad legislativa para interpretar la
norma y los principios de reserva legal, de independencia y separación de los órganos del poder
público, de soberanía popular, de seguridad jurídica, de primacía constitucional y de jerarquía
normativa.
Gonzalo Miguel Hurtado Zamorano, Jorge Isaac Von Borries Méndez, Rómulo Calle Mamani,
Antonio Guido Campero Segovia, Pastor Segundo Mamani Villca, Rita Susana Nava Durán y
Maritza Suntura Juaniquina, Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, mediante informe
cursante de fs. 37 a 49, manifestaron que: a) En el Acuerdo impugnado se determinó que la Sala
Penal Liquidadora proceda a la remisión (devolución) de todos aquellos procesos comprendidos en
la Disposición Transitoria Segunda, parágrafo I de la Ley 044 de 8 de octubre de 2010, al Tribunal
Supremo de Justicia, pues los mismos fueron remitidos a la citada Sala Liquidadora de manera
equivocada en aplicación de lo establecido en el art. 8.II de la Ley 212; b) El art. 38.3 de la LOJ,
concordante con el art. 184.4 de la CPE, facultan al Tribunal Supremo de Justicia a juzgar como
Tribunal colegiado en pleno y en única instancia a la Presidenta o al Presidente o a la
Vicepresidenta o Vicepresidente del Estado, por delitos cometidos en el ejercicio de su mandato,
facultando implícitamente a la Sala Plena del Tribunal Supremo, a ejercer el control jurisdiccional,
conforme está previsto por los arts. 15, 16 y 17 de la Ley 044; c) De acuerdo a la Disposición
Transitoria Primera de la Ley 044, los juicios de responsabilidades que se encuentren sustanciando
la acusación contra Presidentes y/o Vicepresidentes de la República, Ministros y Prefectos de
Departamento por delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones se sustanciarán y resolverán
de acuerdo a lo previsto en las Leyes 2445 de 13 de marzo de 2003 y 2623 de 22 de diciembre de
igual año; d) El parágrafo I de la Disposición Transitoria Segunda de la Ley 044, previene que los
juicios de responsabilidades a Altos Dignatarios de Estado, en trámite en aprobación legislativa,
serán resueltos de acuerdo a lo dispuesto en la Ley 2445, debiendo la Asamblea Legislativa
Plurinacional, asumir las funciones que correspondan del extinto Congreso Nacional, y el Tribunal
Supremo de Justicia las funciones de la Corte Suprema de Justicia, en ese entendido la Sala Penal
del Tribunal Supremo de Justicia, tendrá atribución no sólo para absolver la consulta de la Sala
Plena sino, fundamentalmente la de tramitar el sumario y pronunciarse sobre la acusación o el
sobreseimiento, en tanto que el juicio propiamente dicho será sustanciado por la demás Salas del
Tribunal Supremo reunidas en Pleno conforme lo prevé el art. 3 de la Ley 2445; e) Los procesos
pendientes de tramitación deberán ser tramitados y posteriormente resueltos por las Salas
Titulares del Tribunal Supremo de Justicia; f) Respecto a la supuesta vulneración a la facultad
legislativa para interpretar la norma, violación de los principios de reserva legal, de independencia
y separación de los órganos del poder público y de la soberanía popular señalaron que en ningún
momento se desconoció, vulneró o lesionó aquellas facultades o principios constitucionales y
menos la Sala Plena se arrogó atribuciones, jurisdicción, ni competencia que no le fueron
otorgadas por la Constitución Política del Estado y las leyes, al contrario lo que se hizo fue
efectuar una interpretación gramatical y sistemática del art. 8.II de la Ley 212 que involucra de
manera directa a otras normas del ordenamiento jurídico como las Leyes 025, 2445 y 2623, ya
que será en base a ellas que se llevará adelante el trámite de aquellos juicios de responsabilidades
conforme lo establece la Ley 044; g) No sólo es facultad privativa de la Asamblea Legislativa
Plurinacional, el efectuar la interpretación auténtica de las normas que emite, sino que existen
diversos intérpretes, entre ellos el Tribunal Supremo de Justicia, que tiene la obligación de
establecer el sentido preciso de las normas para su correcta aplicación, lo que hizo para emitir el
Acuerdo impugnado señalando que dicha interpretación está referida a casos concretos
expresamente previstos por la Ley 044; h) Tampoco existe vulneración de los principios de
legalidad y seguridad jurídica, por el contrario la Sala Plena buscó de manera precisa la sujeción y
sometimiento pleno a la Constitución Política del Estado, para la aplicación de las Leyes 025, 044,
2445 y 2623; e, i) No puede hablarse de violación al juez natural, puesto que por una parte, la
Ley 025 establece que la Sala Plena del Tribunal Supremo estará conformada por las Magistradas
y Magistrados titulares. En el caso de juicios de responsabilidad que refiere la Ley 044 en sus
Disposiciones Transitorias Primera y Segunda no es otro que el Tribunal Supremo de Justicia, en
su Sala Penal y en la Sala Plena, conformada por los Magistrados titulares, por cuanto a los
Magistrados suplentes únicamente se les reconocía la atribución de resolver todos aquellos
asuntos que se encontraban en estado de resolución o pendientes de resolución hasta el 31
diciembre de 2011 (asuntos emergentes de recursos de casación o nulidad), sin que de modo
alguno se les otorgue alguna facultad privativa del Tribunal Supremo de Justicia, conformada por
los Magistrados titulares y en su caso excepcionalmente con la concurrencia de suplentes,
quedando así también desvirtuada la supuesta violación de los principios de primacía de la
Constitución Política del Estado y jerarquía normativa. Por todo ello señala que corresponderá
declararse la constitucionalidad del Acuerdo impugnado.
II. CONCLUSIONES
Entre las atribuciones del Tribunal Constitucional Plurinacional previstas en el art. 202 de la CPE,
establece el conocer y resolver en única instancia los asuntos de puro derecho sobre la
inconstitucionalidad de leyes, estatutos autonómicos, cartas orgánicas, decretos y todo
género de ordenanzas y resoluciones no judiciales, proveyendo así la Constitución Política
del Estado, la acción directa o abstracta de inconstitucionalidad como un medio para
lograr el control objetivo de las normas jurídicas con relación a preceptos, principios y
valores contenidos en la Norma Suprema, resultando así que, en caso de que se llegara a
establecer la incompatibilidad de la norma impugnada, la misma deberá ser retirada del
ordenamiento jurídico, depurando de esa manera el mismo.
Al respecto, la SCP 0552/2013 de 15 de mayo, estableció que: “…la acción directa o abstracta de
inconstitucionalidad es un procedimiento constitucional de control normativo posterior,
mediante la cual el Tribunal Constitucional Plurinacional tiene como atribución analizar
las normas legales impugnadas con los preceptos constitucionales por presuntamente
existir contradicción, teniendo como finalidad el determinar si la norma impugnada
(leyes, estatutos autonómicos, cartas orgánicas, decretos, ordenanzas y todo género
de resoluciones no judiciales) es contraria a los valores, principios y normas
constitucionales cuya contradicción se acusa, para que así cuando la misma resulte
contraria a la Constitución sea declarada inconstitucional y consiguientemente sea
retirada del ordenamiento jurídico”, señalando además la referida Sentencia
Constitucional Plurinacional, que este tipo de acción de
inconstitucionalidad: “…procederá desde tres ámbitos: 1) En la forma o procedimiento
conforme aconteció en la SC 009/2003 de 3 de febrero; 2) En su sentido material es
decir en lo concerniente al contenido mismo de la norma (SC 0042/2001 de 15 de
junio); y 3) Por omisión tal cual aconteció con la SC 0052/2002 de 27 de junio” .
Conforme lo establece el art. 202.1 de la CPE, así como también lo previsto de manera
concordante y reiterativa a ello por el art. 73 del Código Procesal Constitucional (CPCo),
corresponde al Tribunal Constitucional Plurinacional, conocer y resolver en única instancia,
los asuntos de puro derecho sobre la inconstitucionalidad de leyes, estatutos autonómicos,
cartas orgánicas, decretos y todo género de ordenanzas y resoluciones no judiciales.
En ese sentido debe entenderse, que son objeto de la acción abstracta de
inconstitucionalidad:
1) Las leyes, debiendo entenderse que la ley en su contenido establece el conjunto de normas
generales y obligatorias a cuyo cumplimiento uno está compelido por la fuerza ya sean estas
leyes a nivel nacional, departamental o municipal.
2) Los decretos supremos expedidos por el Órgano Ejecutivo, los que vienen a establecer
disposiciones legales específicas que reglamentan las normas generales previstas por la ley, sin
modificar o desconocer menos suprimir aquellos derechos y obligaciones establecidos por ésta,
sobre éstos la SCP 0336/2012 de 18 de junio, estableció que: “A decir de Pablo
Dermizaky Peredo, decreto es: '…una norma auxiliar de la ley que emite el Poder Ejecutivo
en materias en que no es constitucionalmente indispensable la ley formal, pero que reviste
mayor importancia que los asuntos de mero trámite relegados a circulares y órdenes
internas. El decreto se asemeja a la ley en que tiene fuerza obligatoria, general y
permanente; pero difiere de ésta en cuanto al órgano del que emana y en que no
establece derechos y obligaciones propiamente, sino los medios para hacerlos valer'.
Entonces, son resoluciones cuya emisión compete sólo al Órgano Ejecutivo, en el ámbito de
sus atribuciones y según sus facultades reglamentarias, para el cumplimiento de las leyes,
sin implicar de modo alguno la modificación de su contenido material; de acuerdo a la
estructura jurídica vigente en nuestro país y conforme la disposición contenida en el art.
410.II de la CPE, es competencia de las entidades territoriales -nacionales, autónomas y
descentralizadas-, emitir decretos, reglamentos y demás resoluciones emanadas de los
órganos ejecutivos correspondientes; de ahí que el art. 172.7 y 8) del texto constitucional,
establece como atribución del Órgano Ejecutivo -Presidente del Estado Plurinacional-,
promulgar las leyes sancionadas por la Asamblea Legislativa Plurinacional y dictar decretos
supremos”.
Más tarde, al efecto este Tribunal estableció algunas precisiones señalando que: ”…las
resoluciones no judiciales a las que hacen referencia los arts. 202.1 de la CPE y 103 de
la LTCP, son disposiciones jurídicas emanadas de autoridades gubernativas o públicas
que contienen las características materiales de una norma jurídica: a) General,
aplicable a todas los sujetos cuya conducta se adecua a los presupuestos de hechos
previstos en la norma; es decir, debe aplicarse en un número indeterminado de casos
en los que concurren los supuestos establecidos; b) Auténtica, que haya sido dictada
por autoridad legítima y competente; y c) Obligatoria, para su cumplimiento, pues
impera aún en contra de la voluntad de las personas; consiguientemente, el control de
constitucionalidad sobre las resoluciones no judiciales, no es ilimitado sino sólo puede
ser sometidas a dicho control aquellas que tienen contenido normativo, debiendo
observarse las características precedentemente descritas” (AC 0219/2012-CA de 30 de
marzo).
Conforme lo establece el art. 179.I de la CPE, la jurisdicción ordinaria se ejerce, entre otros, por
el Tribunal Supremo de Justicia, de manera concordante a ello el art. 181 de la Norma
Suprema así como también el art. 31.1 de la LOJ, establecen que dicho Tribunal es el
máximo tribunal de justicia dentro de la referida jurisdicción.
Así, en cuanto a las atribuciones de la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia, el art. 38 de la
LOJ, determina entre otras el dirimir conflictos de competencias suscitados entre los
Tribunales Departamentales de Justicia y de juezas o jueces de distinta circunscripción
departamental; el conocer, resolver y solicitar en única instancia los procesos de
extradición; así el numeral 3 del citado artículo establece el juzgar, como tribunal
colegiado en pleno y en única instancia, a la Presidenta o al Presidente del Estado, o a la
Vicepresidenta o al Vicepresidente del Estado, por delitos cometidos en el ejercicio de su
mandato, así como también el organizar la conformación de sus salas de acuerdo con sus
requerimientos y necesidades, y comunicar al Consejo de la Magistratura, elaborar el
presupuesto anual de la jurisdicción ordinaria; emitir cartas acordadas, circulares y otras
establecidas por ley, de donde se puede apreciar que la Sala Plena del Tribunal Supremo
de Justicia, puede emitir resoluciones jurisdiccionales como también administrativas.
Respecto a lo que se entiende por acuerdo, la Enciclopedia Jurídica Omeba establece que: “En el
ámbito del Derecho y como una acepción general y amplia se aplica a la idea de la
resolución de un cuerpo colegiado, con jurisdicción y competencia: tribunal, asamblea,
consejo, sociedad, etc. (…). En un sentido estricto y legal significa la resolución dictada
por un cuerpo colegiado que tiene la jurisdicción y el imperio para hacerla cumplir.
Especialmente se habla del acuerdo administrativo, que es la resolución de un órgano
colegiado en el que existe más de una voluntad.
Distinguiéndose así de la orden, el decreto, la resolución”.
El principio de la supremacía constitucional denota que tanto el orden jurídico como político de un
Estado se encuentra establecido sobre la base de la Constitución Política del Estado,
afirmando así el carácter normativo de la misma, lo cual tiene por consecuencia el aceptar
que las normas inferiores no pueden contradecirla. Por lo que el efectivizar dicha
supremacía se constituye en el objeto de la jurisdicción constitucional.
(…)
De donde se concluye que los principios y valores contenidos en la Constitución Política del
Estado, constituyen la base para la emisión de toda disposición legal que emane del
Órgano Legislativo u otro en el ámbito de sus competencias -entidades territoriales
autónomas-; y, los actos de los órganos del Estado -Legislativo, Ejecutivo, Electoral y
Judicial- no pueden abstraerse del control de constitucionalidad, por encontrarse
sometidos a la CPE” (SCP 0680/2012).
Este principio fue definido por la jurisprudencia constitucional como: “…la 'institución jurídica que
protege el principio democrático, al obligar al legislador a regular aquellas materias que
por disposición de la Constitución deben ser desarrolladas en una ley; es una
institución que impone un límite tanto al Poder Legislativo como al Ejecutivo; a aquél,
impidiendo que delegue sus potestades en otro órgano, y a éste, evitando que se
pronuncie sobre materias que, como se dijo, debe ser materia de otra ley´. En el
ámbito del ejercicio de los derechos fundamentales, este principio es aplicado para
impedir cualquier exceso en la imposición de limitaciones al ejercicio de los derechos
fundamentales, pues si bien es cierto que pueden imponerse límites al ejercicio de los
derechos fundamentales para preservar la prevalencia del interés general, la primacía
del orden jurídico y los factores de seguridad, moralidad y salubridad públicos, no es
menos cierto que, en aplicación del principio de reserva legal, esas limitaciones solo
pueden ser impuestas mediante ley en sentido formal.
En ese sentido, la reserva de ley viene a ser la imposibilidad de regular establecidas materias,
puesto que en las mismas tal regulación solamente podrá darse mediante ley -atribución
exclusiva del Órgano Legislativo-, resultando entonces posible que mediante la emisión de
leyes una suerte de limitación constitucional aplicable de derechos fundamentales cuando
la propia naturaleza de estos la permitan.
Conforme lo establece el art. 180.I de la CPE, el principio de legalidad es uno de los principios
procesales en los cuales se fundamenta la jurisdicción ordinaria, debe entenderse por
principio de legalidad, el sometimiento a la ley y a la normativa vigente en un Estado,
tanto por los gobernantes como por los gobernados, situación que conlleva a que una
decisión sólo podrá ser adoptada dentro de los límites previamente establecidos por una
ley material anterior.
Sobre este principio, la jurisprudencia constitucional expresó que : “…el principio de legalidad,
que es una manifestación del principio general de imperio de la ley, según el cual todos
(gobernantes y gobernados), se encuentran sujetos a la ley y únicamente en virtud de
ella adquieren legitimidad sus actuaciones. Conforme a esto, en el marco de nuestra
Constitución, como en las otras de esta órbita de cultura, el principio de legalidad se
constituye en el pilar básico del Estado de Derecho y soporte del principio de seguridad
jurídica. Viene a sustituir el gobierno de los hombres por el gobierno de la ley. Es por
tanto un principio informador de todo el ordenamiento jurídico de la nación, al que
debe sujeción todo funcionario, cualquiera sea su jerarquía” ; en ese sentido, la SC
0129/2004 de 10 de noviembre, citada a su vez entre otras por la SC 0085/2006 de 20 de
octubre.
Así también, la SCP 0770/2012 de 13 de agosto, que en cuanto al respeto y la vigencia de este
principio desarrolló: “…el mismo en sus dos vertientes, en este sentido, a través de la
SC 0062/2002 de 31 de julio, precisó: '…el principio general de legalidad, como
elemento esencial del Estado de Derecho, representa la materialización de los valores
fundamentales que este encarna; consiguientemente, se constituye en un presupuesto
básico insoslayable de la administración (realización) de la justicia, de que, siendo la
ley expresión de la voluntad de sus destinatarios en materia sancionatoria, se legitimiza
sólo cuando la misma ha sido aprobada con las exigencias formales establecidas por el
ordenamiento superior: su Constitución. (...) el principio de legalidad en su vertiente
procesal (garantía jurisdiccional), tiende a garantizar que nadie pueda ser sancionado
sino en virtud de un proceso desarrollado conforme a las reglas establecidas en el
procedimiento en cuestión, en el que se respeten las garantías establecidas por ley…'” .
III.7. Principio de separación de poderes
La soberanía popular supone que el poder reside entre los miembros de la sociedad que forman
la nación, bajo ese entendimiento nuestra Constitución Política del Estado, recoge el
principio de soberanía popular estableciendo en su art. 7 que la misma reside en el pueblo
boliviano, se ejerce de forma directa y delegada, determinando además que de ella
emanan, por delegación, las funciones y atribuciones de los órganos del poder público; es
inalienable e imprescriptible.
La Constitución Política del Estado, en su art. 178 determina que la potestad de impartir justicia
emana del pueblo boliviano y se sustenta en los principios de independencia,
imparcialidad, seguridad jurídica, publicidad, probidad, celeridad, gratuidad, pluralismo
jurídico, interculturalidad, equidad, servicio a la sociedad, participación ciudadana,
armonía social y respeto a los derechos; así bajo tal entendimiento establece que siendo
el Tribunal Supremo de Justicia el máximo tribunal de
la jurisdicción ordinaria, está integrado por Magistradas y Magistrados que serán elegidas
y elegidos mediante sufragio universal, los cuales se organizarán internamente en salas
especializadas.
En cuanto a este principio la jurisprudencia constitucional estableció que: “…el principio
fundamental de la soberanía popular, conocido también como el principio democrático,
que tiene como significado la pertenencia del poder al pueblo, es decir, que el pueblo
es el origen de todo poder, lo que implica el reconocimiento a aquél del derecho de
crear o configurar su propio orden político fundamental, su Constitución, así como el
derecho de modificarla. En consecuencia, el poder del Estado emana del pueblo el que,
en un sistema democrático representativo, delega su ejercicio a sus mandatarios y
representantes mediante elecciones libres, pluralistas, igualitarias y ampliamente
informadas” (SC 0019/2005).
El art. 178 de la CPE, considera a la seguridad jurídica como uno de los principios que sustentan la
potestad de impartir justicia, sobre el cual la jurisprudencia constitucional de manera
uniforme estableció que: “…se entiende y se basa en la 'certeza del derecho'; en su
aplicación, adquiere una connotación de convicción de inalterabilidad en situaciones
similares. En resumen, la seguridad jurídica, lleva al individuo a la convicción que su
situación jurídica, con relación a su persona o sus bienes, no será modificada sino en
las circunstancias previamente establecidas en la ley y mediante procedimientos
igualmente legales y regulares. De ahí que exista una confundida invocación a la
seguridad jurídica, como un derecho. La jurisprudencia constitucional de este Tribunal,
en su SC 0070/2010-R de 3 de mayo, con relación a lo expuesto, sostiene que: '…en el
marco de la Constitución Política del Estado, constituye un principio rector del
ordenamiento jurídico y que emana del Estado de Derecho, conforme lo señala la
doctrina: 'La seguridad jurídica debe hacer previsible la actuación estatal para el
particular, tal actuación debe estar sujeta a reglas fijas. La limitación del poder estatal
por tales reglas; es decir, leyes, cuya observancia es vigilada por la justicia, es
contenido especial del principio de estado de derecho…
Las Magistradas y Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, son electos por simple
mayoría de votos mediante sufragio de candidatas y candidatos seleccionados en la
Asamblea Legislativa Plurinacional, elección en la que serán electos tanto los Magistrados
titulares como también los suplentes.
Cabe señalar además que, la Ley del Órgano Judicial establece un régimen de suplencias
previendo que cuando no pueda constituirse la Sala Plena o algunas de las Salas del
Tribunal Supremo de Justicia, por ausencia temporal o definitiva, recusación o excusa y
vacaciones de una o un Magistrado titular, la Presidenta o el Presidente del Tribunal
Supremo de Justicia, deberá convocar al número necesario de magistrados suplentes,
pudiendo inclusive en caso de renuncia de alguno de los suplentes, convocar a uno de los
restantes candidatos, respetando el orden de prelación y alternancia entre mujeres y
hombres.
Por su parte la Ley 044 que regula la sustanciación y formas de resolución de los juicios
por delitos cometidos en el ejercicio de las funciones contra la Presidenta o Presidente y/o
de la Vicepresidenta o Vicepresidente, de altas autoridades del Tribunal Supremo de
Justicia, Tribunal Agroambiental, Consejo de la Magistratura, Tribunal Constitucional
Plurinacional y del Ministerio Público, establece en su Disposición Transitoria Segunda que
los juicios de responsabilidades a Altos Dignatarios de Estado, en trámite de aprobación
legislativa, serán resueltos de acuerdo a los dispuesto en la Ley 2445, debiendo la
Asamblea Legislativa Plurinacional, asumir las funciones que correspondan del extinto
Congreso Nacional, y el Tribunal Supremo de Justicia las funciones de la entonces Corte
Suprema de Justicia.
La Ley 212, instituye que los Magistrados titulares del Tribunal Supremo de Justicia
puedan conocer y resolver las causas ingresadas a la Corte Suprema de Justicia a partir
del 3 de enero de 2012, estableciendo además que la Presidenta o Presidente del Tribunal
Supremo de Justicia convoque a Magistradas y Magistrados suplentes disponiendo la
conformación de Salas Liquidadoras, estableciendo además que todas las causas
pendientes de resolución que se encuentren en la Corte Suprema de Justicia al 31 de
diciembre de 2011, serán resueltas por las Magistradas y Magistrados suplentes, hasta su
liquidación final en el plazo de treinta y seis meses, pudiendo la Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia, de manera excepcional, ampliar este plazo hasta un máximo de doce
meses adicionales.
Señalando de manera expresa la Ley 212, que el Tribunal Supremo de Justicia deberá
otorgar a las Salas Liquidadoras, los recursos técnicos y humanos para las labores de
liquidación de causas y que en ningún caso los Magistrados suplentes podrán ejercer
actos de representación o conformación de directivas paralelas, su designación en las
salas será de competencia de la Presidenta o Presidente del Tribunal Supremo de
Justicia.
De todo ello queda plenamente establecido que los Magistrados suplentes son
convocados por el Tribunal Supremo de Justicia -al amparo de una ley emanada de la
Asamblea Legislativa Plurinacional- por la que autoriza a convocarlas para constituir “Salas
Liquidadoras”, debiendo entenderse por ello que es para el conocimiento y resolución de
causas pendientes en las distintas materias especializadas y en virtud de las cuales tanto
en el anterior como en el nuevo orden jurídico constitucional, dichas Salas conocerán y
resolverán asuntos que no competen ser conocidos por la Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia.
En tal sentido, estando ya consignadas las facultades de los miembros del Tribunal
Supremo de Justicia así como las asignadas al entonces Pleno de la Corte Suprema de
Justicia, de ninguna manera podrán estas últimas ser conocidas y resueltas por los
Magistrados suplentes, quienes fueron convocados para conformar salas especializadas
liquidadoras y de ninguna manera podrán conformar una Sala Plena paralela a la del
Tribunal Supremo de Justicia.
Por todos los aspectos señalados con anterioridad cabe señalar que el Acuerdo 12/2012,
fue emitido por la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia de acuerdo a la atribución
prevista en el art. 38.3 de la LOJ, que específicamente establece el juzgar, como tribunal
colegiado en pleno y en única instancia, a la Presidenta o al Presidente del Estado, o a la
Vicepresidenta o al Vicepresidente del Estado, por delitos cometidos en el ejercicio de su
mandato, facultando así a la Sala Plena del Tribunal Supremo, a asumir conocimiento y
competencia en ese tipo de procesos así como también a la Sala Penal integrada por los
Magistrados titulares para tramitar el respectivo sumario, puesto que de acuerdo a la
Disposición Transitoria Segunda, parágrafo I de la Ley 044 se advierte que el Tribunal
Supremo de Justicia, asume las atribuciones de la Corte Suprema de Justicia ante la
extinción institucional de la misma, por cuanto de acuerdo a lo previsto en la Ley 2445, se
establecía que en caso de concederse la autorización de juzgamiento por el entonces
Congreso Nacional, debían remitirse todos los antecedentes a la Sala Plena de la entonces
Corte Suprema de Justicia, instancia que debía derivar los mismos a su Sala Penal.
Por lo que resulta evidente que el Acuerdo ahora impugnado únicamente estableció el
sentido preciso de las normas para su correcta aplicación efectuando una interpretación
gramatical y sistemática del art. 8.II de la Ley 212, referido al proceso de liquidación por
parte de los Magistrados suplentes de las causas pendientes que se encontraban en la
Corte Suprema de Justicia al 31 de diciembre de 2011, lo que conlleva a establecer que
no se vulneró la facultad legislativa para interpretar la norma, así como tampoco el
principio de reserva legal puesto que no se realizó modificación de ninguna disposición
legal en plena concordancia con lo previsto por el art. 158.I.3 de la CPE, sino que se dio
curso a lo establecido en las disposiciones legales citadas así como a lo determinado por
los arts. 181 y 184 de la Norma Suprema, buscando de esa manera el cumplimiento de su
atribución prevista en el art. 38.3 de la LOJ, de ello además se deduce que tampoco
existe lesión al principio de independencia y separación de los órganos ya que en ningún
momento se modificó disposición legal alguna ni se invadió atribuciones del Órgano
Legislativo, acorde a lo previsto por el art. 12.I de la CPE; consecuentemente, tampoco se
agredió el principio de soberanía popular por cuanto de ninguna manera se están
restando atribuciones a los Magistrados suplentes para otorgárselas a los titulares
desconociendo que tanto los primeros como los segundos fueron electos por votación
directa, ni se están empleando atribuciones no previstas por ley.
Así también no es evidente que el Acuerdo impugnado sea contrario al principio de
legalidad y seguridad jurídica, por cuanto como ya se señaló en líneas anteriores,
mediante el Acuerdo 12/2012, se está buscando el cumplimiento pleno de la ley, para lo
cual necesariamente debe efectuarse la remisión al Tribunal Supremo de Justicia, de
todos los procesos comprendidos en la Disposición Transitoria Segunda, parágrafo I de la
Ley 044, efectivizando así el mandato de norma del legislador positivo.
Por los fundamentos expuestos, se constata que el Acuerdo de Sala Plena 12/2012 de 8 de marzo,
emitido por el Tribunal Supremo de Justicia, no es contrario a los arts. 1, 12, 14, 120, 158.I.3,
178, 181, 184 y 410 de la CPE.
POR TANTO
La Sala Plena del Tribunal Constitucional Plurinacional; en virtud a la autoridad que le confiere la
Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia y conforme a los arts. 202.1 de la CPE y
12.1 de la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional, resuelve declarar la
CONSTITUCIONALIDAD del Acuerdo de Sala Plena 12/2012 de 8 de marzo, emitido por el
Tribunal Supremo de Justicia.
No interviene la Magistrada Soraida Rosario Chánez Chire por ser de voto disidente; y, se hace
constar que el Magistrado Tata Gualberto Cusi Mamani es de voto aclaratorio.