Sent Const 0970

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 16

SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0970/2013 Sucre, 27 de junio de

2013

SALA PLENA Magistrado Relator: Efren Choque Capuma Acción de


inconstitucionalidad abstracta

Expediente: 02095-2012-05-AIA Departamento: La Paz

En la acción de inconstitucionalidad abstracta interpuesta por Tomás Xavier Monasterio


Romay, Diputado de la Asamblea Legislativa Plurinacional, demandando la
inconstitucionalidad del Acuerdo de Sala Plena 12/2012 de 8 de marzo, emitido por el Tribunal
Supremo de Justicia, por presuntamente infringir los arts. 1, 12, 14, 120, 158.I.3, 178, 181, 184 y
410 de la Constitución Política del Estado (CPE).

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido de la acción

Mediante memorial presentado el 9 de noviembre de 2012, cursante de fs. 6 a 14, el accionante,


expone los siguientes fundamentos:

I.1.1. Relación sintética de la acción

El art. 8.II de la Ley 212 de 23 de diciembre de 2011, y la Disposición Transitoria Octava de la Ley
del Órgano Judicial (LOJ), no presentan excepciones en su aplicación al establecer que todas las
causas pendientes de resolución que se encuentren en la Corte Suprema de Justicia al 31 de
diciembre de 2011, serán resueltas por las Magistradas y Magistrados suplentes hasta su
liquidación final, sin que se prevea la posibilidad de que el Tribunal Supremo de Justicia asuma
conocimiento de alguna de las causas, quedando establecida la jurisdicción y competencia por ley
para la resolución de esas causas a los Magistrados suplentes del Tribunal Supremo; sin embargo,
mediante el Acuerdo 12/2012, se modificó y derogó el alcance y sentido de las normas citadas, al
haberse adjudicado a los Magistrados titulares la posibilidad de tramitarse procesos legales que
quedaron a cargo exclusivo de los Magistrados suplentes, asumiendo los Magistrados titulares por
intermedio de una pretendida interpretación el rol de legisladores positivos al haber modificado los
alcances de las disposiciones legales citadas, invadiendo así una de las atribuciones del Órgano
Legislativo, cuando las modificaciones sólo pueden ser determinadas por el propio ente emisor de
la norma y no por otra entidad y tampoco por otro instrumento o resolución de menor jerarquía,
por lo que la inconstitucionalidad del Acuerdo impugnado queda materializada respecto a los arts.
181 y 184 de la CPE, así como también en cuanto al art. 12 de la misma Norma Suprema que
determina que la creación y la interpretación de la ley es una atribución exclusiva de la Asamblea
Legislativa.

Conforme lo establece la Constitución Política del Estado, la organización y atribuciones del


Tribunal Supremo de Justicia, se encuentran establecidas por una Ley emitida por el Órgano
Legislativo; no obstante, una instancia ajena a éste como lo es la Sala Plena del Tribunal Supremo
de Justicia, mediante el Acuerdo impugnado -instrumento de inferior jerarquía con relación a la
Constitución Política del Estado y la ley- realiza una interpretación de las mismas, facultad que es
conferida únicamente al legislador ordinario.

El Acuerdo de Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia 12/2012, no es una resolución judicial
porque no se halla vinculada a un proceso judicial o administrativo concreto, además de que las
cuestiones judiciales no pueden ser resueltas por el Tribunal Supremo de Justicia, mediante
acuerdos de Sala Plena y a pesar de haber sido generado por una instancia jurisdiccional no tiene
carácter judicial, tiene un carácter normativo de alcance general, no se encuentra referido a un
caso específico e impone su cumplimiento obligatorio, aspectos que hacen procedente el control
de la norma impugnada mediante la acción de inconstitucionalidad abstracta.

Por todo ello resulta que el Acuerdo impugnado vulnera la facultad legislativa para interpretar la
norma y los principios de reserva legal, de independencia y separación de los órganos del poder
público, de soberanía popular, de seguridad jurídica, de primacía constitucional y de jerarquía
normativa.

I.2. Admisión y citaciones

Por AC 0878/2012-CA de 30 de noviembre (fs. 15 a 19), la Comisión de Admisión del Tribunal


Constitucional Plurinacional, admitió la acción de inconstitucionalidad abstracta, ordenando poner
en conocimiento de la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia, como Órgano que generó el
Acuerdo impugnado, diligencia que se cumplió el 5 de febrero de 2013 (fs. 21).

I.3. Alegaciones del órgano que generó la norma impugnada

Gonzalo Miguel Hurtado Zamorano, Jorge Isaac Von Borries Méndez, Rómulo Calle Mamani,
Antonio Guido Campero Segovia, Pastor Segundo Mamani Villca, Rita Susana Nava Durán y
Maritza Suntura Juaniquina, Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, mediante informe
cursante de fs. 37 a 49, manifestaron que: a) En el Acuerdo impugnado se determinó que la Sala
Penal Liquidadora proceda a la remisión (devolución) de todos aquellos procesos comprendidos en
la Disposición Transitoria Segunda, parágrafo I de la Ley 044 de 8 de octubre de 2010, al Tribunal
Supremo de Justicia, pues los mismos fueron remitidos a la citada Sala Liquidadora de manera
equivocada en aplicación de lo establecido en el art. 8.II de la Ley 212; b) El art. 38.3 de la LOJ,
concordante con el art. 184.4 de la CPE, facultan al Tribunal Supremo de Justicia a juzgar como
Tribunal colegiado en pleno y en única instancia a la Presidenta o al Presidente o a la
Vicepresidenta o Vicepresidente del Estado, por delitos cometidos en el ejercicio de su mandato,
facultando implícitamente a la Sala Plena del Tribunal Supremo, a ejercer el control jurisdiccional,
conforme está previsto por los arts. 15, 16 y 17 de la Ley 044; c) De acuerdo a la Disposición
Transitoria Primera de la Ley 044, los juicios de responsabilidades que se encuentren sustanciando
la acusación contra Presidentes y/o Vicepresidentes de la República, Ministros y Prefectos de
Departamento por delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones se sustanciarán y resolverán
de acuerdo a lo previsto en las Leyes 2445 de 13 de marzo de 2003 y 2623 de 22 de diciembre de
igual año; d) El parágrafo I de la Disposición Transitoria Segunda de la Ley 044, previene que los
juicios de responsabilidades a Altos Dignatarios de Estado, en trámite en aprobación legislativa,
serán resueltos de acuerdo a lo dispuesto en la Ley 2445, debiendo la Asamblea Legislativa
Plurinacional, asumir las funciones que correspondan del extinto Congreso Nacional, y el Tribunal
Supremo de Justicia las funciones de la Corte Suprema de Justicia, en ese entendido la Sala Penal
del Tribunal Supremo de Justicia, tendrá atribución no sólo para absolver la consulta de la Sala
Plena sino, fundamentalmente la de tramitar el sumario y pronunciarse sobre la acusación o el
sobreseimiento, en tanto que el juicio propiamente dicho será sustanciado por la demás Salas del
Tribunal Supremo reunidas en Pleno conforme lo prevé el art. 3 de la Ley 2445; e) Los procesos
pendientes de tramitación deberán ser tramitados y posteriormente resueltos por las Salas
Titulares del Tribunal Supremo de Justicia; f) Respecto a la supuesta vulneración a la facultad
legislativa para interpretar la norma, violación de los principios de reserva legal, de independencia
y separación de los órganos del poder público y de la soberanía popular señalaron que en ningún
momento se desconoció, vulneró o lesionó aquellas facultades o principios constitucionales y
menos la Sala Plena se arrogó atribuciones, jurisdicción, ni competencia que no le fueron
otorgadas por la Constitución Política del Estado y las leyes, al contrario lo que se hizo fue
efectuar una interpretación gramatical y sistemática del art. 8.II de la Ley 212 que involucra de
manera directa a otras normas del ordenamiento jurídico como las Leyes 025, 2445 y 2623, ya
que será en base a ellas que se llevará adelante el trámite de aquellos juicios de responsabilidades
conforme lo establece la Ley 044; g) No sólo es facultad privativa de la Asamblea Legislativa
Plurinacional, el efectuar la interpretación auténtica de las normas que emite, sino que existen
diversos intérpretes, entre ellos el Tribunal Supremo de Justicia, que tiene la obligación de
establecer el sentido preciso de las normas para su correcta aplicación, lo que hizo para emitir el
Acuerdo impugnado señalando que dicha interpretación está referida a casos concretos
expresamente previstos por la Ley 044; h) Tampoco existe vulneración de los principios de
legalidad y seguridad jurídica, por el contrario la Sala Plena buscó de manera precisa la sujeción y
sometimiento pleno a la Constitución Política del Estado, para la aplicación de las Leyes 025, 044,
2445 y 2623; e, i) No puede hablarse de violación al juez natural, puesto que por una parte, la
Ley 025 establece que la Sala Plena del Tribunal Supremo estará conformada por las Magistradas
y Magistrados titulares. En el caso de juicios de responsabilidad que refiere la Ley 044 en sus
Disposiciones Transitorias Primera y Segunda no es otro que el Tribunal Supremo de Justicia, en
su Sala Penal y en la Sala Plena, conformada por los Magistrados titulares, por cuanto a los
Magistrados suplentes únicamente se les reconocía la atribución de resolver todos aquellos
asuntos que se encontraban en estado de resolución o pendientes de resolución hasta el 31
diciembre de 2011 (asuntos emergentes de recursos de casación o nulidad), sin que de modo
alguno se les otorgue alguna facultad privativa del Tribunal Supremo de Justicia, conformada por
los Magistrados titulares y en su caso excepcionalmente con la concurrencia de suplentes,
quedando así también desvirtuada la supuesta violación de los principios de primacía de la
Constitución Política del Estado y jerarquía normativa. Por todo ello señala que corresponderá
declararse la constitucionalidad del Acuerdo impugnado.

II. CONCLUSIONES

Mediante la acción de inconstitucionalidad abstracta, se cuestiona la constitucionalidad del


Acuerdo de Sala Plena 12/2012 de 8 de marzo, emitido por el Tribunal Supremo de Justicia con la
atribución conferida por el art. 38.16 de la LOJ, cuyo único artículo establece:
“ARTÍCULO ÚNICO.- Que la Sala Penal Liquidadora proceda a la remisión de todos los procesos
comprendidos en la Disposición Transitoria Segunda, parágrafo I de la ley Nº 044, a este
Tribunal Supremo de Justicia, sea de forma inmediata”.

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

En la presente acción de inconstitucionalidad abstracta se demanda la inconstitucionalidad del


Acuerdo de Sala Plena 12/2012 de 8 de marzo, emitido por el Tribunal Supremo, por cuanto
mediante el mismo la Sala Plena del Tribunal Supremo determinó que la Sala Penal Liquidadora,
proceda a la remisión de todos los procesos comprendidos en la Disposición Transitoria Segunda,
parágrafo I de la Ley 044 al Tribunal Supremo de Justicia, alegando que el mismo sería contrario
al texto constitucional por vulnerar la facultad legislativa para interpretar la norma y los principios
de reserva legal, de independencia y separación de los órganos del poder público, de soberanía
popular, de seguridad jurídica, de primacía constitucional y de jerarquía normativa.

III.1. El control de constitucionalidad

Entre las atribuciones del Tribunal Constitucional Plurinacional previstas en el art. 202 de la CPE,
establece el conocer y resolver en única instancia los asuntos de puro derecho sobre la
inconstitucionalidad de leyes, estatutos autonómicos, cartas orgánicas, decretos y todo
género de ordenanzas y resoluciones no judiciales, proveyendo así la Constitución Política
del Estado, la acción directa o abstracta de inconstitucionalidad como un medio para
lograr el control objetivo de las normas jurídicas con relación a preceptos, principios y
valores contenidos en la Norma Suprema, resultando así que, en caso de que se llegara a
establecer la incompatibilidad de la norma impugnada, la misma deberá ser retirada del
ordenamiento jurídico, depurando de esa manera el mismo.

Al efecto, el Código Procesal Constitucional en su Título III “Acciones de inconstitucionalidad”,


Capítulo Primero “Disposiciones Generales”, art. 72 establece que las acciones de
inconstitucionalidad son de puro derecho y tienen por objeto declarar la
inconstitucionalidad de toda norma jurídica incluida en una ley, decreto o cualquier género
de resolución no judicial que sea contraria a la Constitución Política del Estado, a instancia
de las autoridades públicas señaladas en ese Código. Asimismo, establece entre los tipos
de acciones de inconstitucionalidad las acciones de inconstitucionalidad de carácter
abstracto contra leyes, estatutos autonómicos, cartas orgánicas, decretos, ordenanzas y
todo género de resoluciones no judiciales. Regulando dicha acción en su Capítulo Segundo
a partir de su art. 74 al 78.

En cuanto a la naturaleza y al objeto de la acción abstracta de inconstitucionalidad la SCP


0680/2012 de 2 de agosto, citando a su vez las SSCC 0048/2010 y 0014/2010, manifestó
que dicha acción: “'...es una de las vías o medios jurisdiccionales de rango
constitucional de control normativo correctivo o a posteriori; es decir, de normas
vigentes, acción a través de la cual el Tribunal Constitucional analiza la compatibilidad
o incompatibilidad de las disposiciones legales impugnadas, de diferentes jerarquías y
ámbitos jurídicos, con los principios, valores y normas de la Constitución Política del
Estado, de tal manera que desaparezca la duda de constitucionalidad sobre dicha
norma, con la característica particular, de que no es un requisito que exista un caso
concreto para su interposición,
de ahí porque el nomen juris de ser una acción 'abstracta'; y como lógica
consecuencia, es un medio depurador del ordenamiento jurídico'.

Respecto al objeto de la acción abstracta de inconstitucionalidad la SC 0014/2010 de 20 de


septiembre, señaló que: '…es el examen de constitucionalidad de las disposiciones
legales impugnadas, lo que supone que el órgano encargado del control procede a
examinar las normas cuestionadas para contrastarlas con las normas previstas en la
Constitución; pues debe tenerse en cuenta que la inconstitucionalidad de una norma
jurídica, corresponde siempre a una colisión entre ella y las normas o preceptos de la
Constitución. De manera que, el control normativo de constitucionalidad, por la vía del
recurso directo o abstracto de inconstitucionalidad, se desarrolla sobre una disposición
legal vigente, no así sobre una que se encuentra derogada o abrogada, ya que en este
último caso se produce la extinción de derecho de la disposición legal, la que deja de
tener vida en el ordenamiento jurídico del Estado'” .

Al respecto, la SCP 0552/2013 de 15 de mayo, estableció que: “…la acción directa o abstracta de
inconstitucionalidad es un procedimiento constitucional de control normativo posterior,
mediante la cual el Tribunal Constitucional Plurinacional tiene como atribución analizar
las normas legales impugnadas con los preceptos constitucionales por presuntamente
existir contradicción, teniendo como finalidad el determinar si la norma impugnada
(leyes, estatutos autonómicos, cartas orgánicas, decretos, ordenanzas y todo género
de resoluciones no judiciales) es contraria a los valores, principios y normas
constitucionales cuya contradicción se acusa, para que así cuando la misma resulte
contraria a la Constitución sea declarada inconstitucional y consiguientemente sea
retirada del ordenamiento jurídico”, señalando además la referida Sentencia
Constitucional Plurinacional, que este tipo de acción de
inconstitucionalidad: “…procederá desde tres ámbitos: 1) En la forma o procedimiento
conforme aconteció en la SC 009/2003 de 3 de febrero; 2) En su sentido material es
decir en lo concerniente al contenido mismo de la norma (SC 0042/2001 de 15 de
junio); y 3) Por omisión tal cual aconteció con la SC 0052/2002 de 27 de junio” .

III.2. Respecto a las normas objeto de control mediante la acción de


inconstitucionalidad abstracta

Conforme lo establece el art. 202.1 de la CPE, así como también lo previsto de manera
concordante y reiterativa a ello por el art. 73 del Código Procesal Constitucional (CPCo),
corresponde al Tribunal Constitucional Plurinacional, conocer y resolver en única instancia,
los asuntos de puro derecho sobre la inconstitucionalidad de leyes, estatutos autonómicos,
cartas orgánicas, decretos y todo género de ordenanzas y resoluciones no judiciales.
En ese sentido debe entenderse, que son objeto de la acción abstracta de
inconstitucionalidad:

1) Las leyes, debiendo entenderse que la ley en su contenido establece el conjunto de normas
generales y obligatorias a cuyo cumplimiento uno está compelido por la fuerza ya sean estas
leyes a nivel nacional, departamental o municipal.

2) Los decretos supremos expedidos por el Órgano Ejecutivo, los que vienen a establecer
disposiciones legales específicas que reglamentan las normas generales previstas por la ley, sin
modificar o desconocer menos suprimir aquellos derechos y obligaciones establecidos por ésta,
sobre éstos la SCP 0336/2012 de 18 de junio, estableció que: “A decir de Pablo
Dermizaky Peredo, decreto es: '…una norma auxiliar de la ley que emite el Poder Ejecutivo
en materias en que no es constitucionalmente indispensable la ley formal, pero que reviste
mayor importancia que los asuntos de mero trámite relegados a circulares y órdenes
internas. El decreto se asemeja a la ley en que tiene fuerza obligatoria, general y
permanente; pero difiere de ésta en cuanto al órgano del que emana y en que no
establece derechos y obligaciones propiamente, sino los medios para hacerlos valer'.
Entonces, son resoluciones cuya emisión compete sólo al Órgano Ejecutivo, en el ámbito de
sus atribuciones y según sus facultades reglamentarias, para el cumplimiento de las leyes,
sin implicar de modo alguno la modificación de su contenido material; de acuerdo a la
estructura jurídica vigente en nuestro país y conforme la disposición contenida en el art.
410.II de la CPE, es competencia de las entidades territoriales -nacionales, autónomas y
descentralizadas-, emitir decretos, reglamentos y demás resoluciones emanadas de los
órganos ejecutivos correspondientes; de ahí que el art. 172.7 y 8) del texto constitucional,
establece como atribución del Órgano Ejecutivo -Presidente del Estado Plurinacional-,
promulgar las leyes sancionadas por la Asamblea Legislativa Plurinacional y dictar decretos
supremos”.

3) Sobre cualquier género de ordenanzas y resoluciones no judiciales de carácter normativo la


jurisprudencia constitucional mediante AC 062/01-CA de 9 de marzo de 2001, estableció que:
“…se tiene que el término resolución en su vertiente jurídica, es comprensivo de 'decreto,
providencia, auto o fallo de autoridad gobernativa o judicial'. Conforme a esto, se puede
inferir que la previsión establecida por la norma constitucional aludida, sólo alcanza a las
resoluciones emanadas de las autoridades públicas no judiciales (así Sentencia
Constitucional 063/00 de
31 de agosto de 2000), quedando por tanto fuera del control de constitucionalidad las
disposiciones generales emanadas de entidades privadas, pues las mismas no pueden
configurar resoluciones en el sentido del orden constitucional, menos aún ley o
decreto, que son las disposiciones sometidas a control de constitucionalidad;
entendimiento que guarda coherencia con la uniforme doctrina constitucional; que
entiende que el control de constitucionalidad es un control político, que revisa los actos
o decisiones adoptadas por las autoridades políticas (ejecutivo y legislativo),
persiguiendo con ello el saneamiento del ordenamiento jurídico del Estado,
precautelando que todas las disposiciones legales que rigen el ordenamiento jurídico
estén subordinadas a los principios, valores y normas consagrados por la Constitución”.

Más tarde, al efecto este Tribunal estableció algunas precisiones señalando que: ”…las
resoluciones no judiciales a las que hacen referencia los arts. 202.1 de la CPE y 103 de
la LTCP, son disposiciones jurídicas emanadas de autoridades gubernativas o públicas
que contienen las características materiales de una norma jurídica: a) General,
aplicable a todas los sujetos cuya conducta se adecua a los presupuestos de hechos
previstos en la norma; es decir, debe aplicarse en un número indeterminado de casos
en los que concurren los supuestos establecidos; b) Auténtica, que haya sido dictada
por autoridad legítima y competente; y c) Obligatoria, para su cumplimiento, pues
impera aún en contra de la voluntad de las personas; consiguientemente, el control de
constitucionalidad sobre las resoluciones no judiciales, no es ilimitado sino sólo puede
ser sometidas a dicho control aquellas que tienen contenido normativo, debiendo
observarse las características precedentemente descritas” (AC 0219/2012-CA de 30 de
marzo).

Finalmente, la ya citada SCP 0336/2012, estableció que mediante la acción de inconstitucionalidad


abstracta podrá someterse al control de constitucionalidad “…toda disposición legal de
carácter normativo y general que con posterioridad a su emisión resulte contraria a
la Constitución Política del Estado, en función a una interpretación de la disposición
legal, desde y conforme la Norma Fundamental, labor encomendada, ahora, al Tribunal
Constitucional Plurinacional, conforme la atribución contenida en el art. 202.1 de la
CPE” (las negrillas son
agregadas).

De todo lo expuesto, se infiere que el control de constitucionalidad mediante las acciones


abstractas de inconstitucionalidad, únicamente recae sobre las disposiciones legales
vigentes que tengan como contenido material normas jurídicas de alcance general, lo que
conlleva a que las resoluciones de autoridades públicas competentes para resolver un caso
concreto no pueden ser objeto de control de constitucionalidad mediante la acción de
inconstitucionalidad abstracta.

III.3. Los acuerdos de Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia

Conforme lo establece el art. 179.I de la CPE, la jurisdicción ordinaria se ejerce, entre otros, por
el Tribunal Supremo de Justicia, de manera concordante a ello el art. 181 de la Norma
Suprema así como también el art. 31.1 de la LOJ, establecen que dicho Tribunal es el
máximo tribunal de justicia dentro de la referida jurisdicción.

Así, en cuanto a las atribuciones de la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia, el art. 38 de la
LOJ, determina entre otras el dirimir conflictos de competencias suscitados entre los
Tribunales Departamentales de Justicia y de juezas o jueces de distinta circunscripción
departamental; el conocer, resolver y solicitar en única instancia los procesos de
extradición; así el numeral 3 del citado artículo establece el juzgar, como tribunal
colegiado en pleno y en única instancia, a la Presidenta o al Presidente del Estado, o a la
Vicepresidenta o al Vicepresidente del Estado, por delitos cometidos en el ejercicio de su
mandato, así como también el organizar la conformación de sus salas de acuerdo con sus
requerimientos y necesidades, y comunicar al Consejo de la Magistratura, elaborar el
presupuesto anual de la jurisdicción ordinaria; emitir cartas acordadas, circulares y otras
establecidas por ley, de donde se puede apreciar que la Sala Plena del Tribunal Supremo
de Justicia, puede emitir resoluciones jurisdiccionales como también administrativas.

Respecto a lo que se entiende por acuerdo, la Enciclopedia Jurídica Omeba establece que: “En el
ámbito del Derecho y como una acepción general y amplia se aplica a la idea de la
resolución de un cuerpo colegiado, con jurisdicción y competencia: tribunal, asamblea,
consejo, sociedad, etc. (…). En un sentido estricto y legal significa la resolución dictada
por un cuerpo colegiado que tiene la jurisdicción y el imperio para hacerla cumplir.
Especialmente se habla del acuerdo administrativo, que es la resolución de un órgano
colegiado en el que existe más de una voluntad.
Distinguiéndose así de la orden, el decreto, la resolución”.

Al respecto, la jurisprudencia constitucional estableció que: “…un Acuerdo es una decisión de


carácter resolutivo, por tanto resolución, en torno a un caso particular, así como
también puede ser de alcance general; en consecuencia, se deberá determinar el
alcance de cada uno de los Acuerdos impugnados para establecer si puede o no ser
pasible de control de constitucionalidad…” (SC 0094/2005 de 24 de noviembre).
Sobre el control de constitucionalidad de acuerdos de sala plena emitidos por la entonces Corte
Suprema de Justicia, el Tribunal Constitucional estableció que: “…un Acuerdo de Sala
Plena y la Circular que emerja de ella no puede tomarse como una resolución judicial,
por cuanto no es dictada dentro de un proceso o una contienda judicial” (SC 047/00 de
5 de
julio de 2000).

Así también, la Sentencia Constitucional 083/2000 de 24 de noviembre, emitida en un recurso


directo o abstracto de inconstitucionalidad donde también se impugnaba un Acuerdo de
Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, por el cual se aprobaba “…el sorteo y
resolución prioritaria de los recursos que se tramitan en las Salas Penales Primera y
Segunda de la Excma. Corte Suprema de Justicia de la Nación, particularmente en los
procesos donde existan absueltos en ambas instancias o una de ellas, cumplimiento de
condena (…) sin considerar el orden cronológico de ingreso del expediente” ; respecto a
ello el Tribunal determinó que la resolución impugnada “…tiene un contenido
eminentemente administrativo e interno al establecer la forma de sorteo de los
recursos que se tramitan en las Salas Penales, aspecto que determina la plena
competencia del Tribunal Constitucional para pronunciarse sobre el recurso
planteado…”.
III.4. Principio de supremacía constitucional y jerarquía normativa

El principio de la supremacía constitucional denota que tanto el orden jurídico como político de un
Estado se encuentra establecido sobre la base de la Constitución Política del Estado,
afirmando así el carácter normativo de la misma, lo cual tiene por consecuencia el aceptar
que las normas inferiores no pueden contradecirla. Por lo que el efectivizar dicha
supremacía se constituye en el objeto de la jurisdicción constitucional.

El principio de jerarquía normativa según Francisco Fernández Segado, “implica la existencia de


una diversidad de normas entre las que se establece una jerarquización, de conformidad
con la cual, una norma situada en un rango inferior no puede oponerse a otra de superior
rango. Ello, a su vez, implica que el ordenamiento adopte una estructura jerarquizada, en
cuya cúspide, obviamente, se sitúa la Constitución”.

Al respecto, la jurisprudencia constitucional estableció que: “La supremacía de la Constitución


Política del Estado, está determinada por el lugar de preeminencia que ocupa frente a
todas las demás normas jurídicas, en tal sentido, de acuerdo a lo establecido en el art.
410.II de la CPE, la Norma Suprema está situada en el primer lugar dentro de la
gradación de la estructura normativa, lo cual conlleva al reconocimiento de su
jerarquía, frente a cualquier otra disposición legal, por tanto el texto constitucional,
representa el punto más alto de la estructura jurídica del Estado, constituyéndose en el
sustento o fundamento de las demás disposiciones legales, de donde nacen los niveles
jerárquicos en función al órgano que emite la norma, su importancia y el sentido
funcional de la misma.

El tratadista Maurice Duverger, manifestó que la supremacía de la Constitución escrita es, el


instrumento jurídico de la limitación de los gobernantes. Ella significa, en efecto, que
todos deben obedecer a sus disposiciones sin poder modificarlas.

El principio de supremacía constitucional '…determina qué norma se encuentra en la cúspide


de ese entramado normativo de modo que aquéllas de jerarquía inferior sean
conformes en contenido y forma con las normas de jerarquía superior' (Así lo estableció
la SC 0015/2006 de 4 de abril). En igual sentido, aunque desde otra perspectiva la SC
0066/2005 de 22 de septiembre, establece que el principio de la supremacía
constitucional: '…garantiza y posibilita la realización material de los principios acuñados
por la Constitución; nace de la cualidad específica de la Constitución, como base,
sustento y marco que informa todo el sistema normativo' y del cual, -según refiere la
citada Sentencia- nacen a su vez 'los principios de interpretación de todo el
ordenamiento conforme a la Constitución…'.

(…)

Así, por el principio de supremacía constitucional y de jerarquía normativa establecida en el


art. 410 de la CPE, ninguna ley o disposición legal puede contradecir la misma. En
consecuencia, cualquier ley que no sea compatible con la Constitución, es
inconstitucional, y esta circunstancia debe ser sometida a un juicio de
constitucionalidad a través de la acción de inconstitucionalidad abstracta.

De donde se concluye que los principios y valores contenidos en la Constitución Política del
Estado, constituyen la base para la emisión de toda disposición legal que emane del
Órgano Legislativo u otro en el ámbito de sus competencias -entidades territoriales
autónomas-; y, los actos de los órganos del Estado -Legislativo, Ejecutivo, Electoral y
Judicial- no pueden abstraerse del control de constitucionalidad, por encontrarse
sometidos a la CPE” (SCP 0680/2012).

III.5. El principio de reserva de ley

Este principio fue definido por la jurisprudencia constitucional como: “…la 'institución jurídica que
protege el principio democrático, al obligar al legislador a regular aquellas materias que
por disposición de la Constitución deben ser desarrolladas en una ley; es una
institución que impone un límite tanto al Poder Legislativo como al Ejecutivo; a aquél,
impidiendo que delegue sus potestades en otro órgano, y a éste, evitando que se
pronuncie sobre materias que, como se dijo, debe ser materia de otra ley´. En el
ámbito del ejercicio de los derechos fundamentales, este principio es aplicado para
impedir cualquier exceso en la imposición de limitaciones al ejercicio de los derechos
fundamentales, pues si bien es cierto que pueden imponerse límites al ejercicio de los
derechos fundamentales para preservar la prevalencia del interés general, la primacía
del orden jurídico y los factores de seguridad, moralidad y salubridad públicos, no es
menos cierto que, en aplicación del principio de reserva legal, esas limitaciones solo
pueden ser impuestas mediante ley en sentido formal.

En consecuencia, conforme al razonamiento precedentemente expuesto el principio de reserva


legal, en el ámbito del ejercicio de los derechos fundamentales, resultaría lesionado
cuando una norma inferior a una ley imponga limitaciones al ejercicio de algún derecho
fundamental consagrado por la Constitución o los instrumentos internacionales sobre
derechos humanos; a contrario sensu, no resulta lesionado el principio cuando la
limitación de un derecho fundamental es impuesta por una ley en sentido formal, y
dicha Ley es reglamentada en su parte operativa por otra disposición inferior” , en ese
sentido, la DC 0006/2000 de 21 de diciembre citada por la SC 0069/2006 de 8 de agosto, y
la SCP 0680/2012 entre otras.
Conforme lo establece el art. 109.II de la CPE, los derechos y las garantías solamente serán
regulados por ley, constituyendo así la reserva de ley un límite a la potestad administrativa
sancionatoria plasmándose en una garantía real para el ciudadano, por cuanto en tal
sentido la SCP 0680/2012 de 2 de agosto, refiere que el Órgano Legislativo mediante la
Asamblea Legislativa Plurinacional, es: “…el competente para emitir leyes que
desarrollen los preceptos o derechos fundamentales -en su sentido material sin alterar
su núcleo esencial- contenidos en la Ley Fundamental y a su vez imponer sus límites;
constituyéndose esta atribución en una restricción frente a otros Órganos que
pretendan regular derechos cuando esto sólo puede realizarse a través de una ley”.

En ese sentido, la reserva de ley viene a ser la imposibilidad de regular establecidas materias,
puesto que en las mismas tal regulación solamente podrá darse mediante ley -atribución
exclusiva del Órgano Legislativo-, resultando entonces posible que mediante la emisión de
leyes una suerte de limitación constitucional aplicable de derechos fundamentales cuando
la propia naturaleza de estos la permitan.

III.6. El principio de legalidad

Conforme lo establece el art. 180.I de la CPE, el principio de legalidad es uno de los principios
procesales en los cuales se fundamenta la jurisdicción ordinaria, debe entenderse por
principio de legalidad, el sometimiento a la ley y a la normativa vigente en un Estado,
tanto por los gobernantes como por los gobernados, situación que conlleva a que una
decisión sólo podrá ser adoptada dentro de los límites previamente establecidos por una
ley material anterior.

Sobre este principio, la jurisprudencia constitucional expresó que : “…el principio de legalidad,
que es una manifestación del principio general de imperio de la ley, según el cual todos
(gobernantes y gobernados), se encuentran sujetos a la ley y únicamente en virtud de
ella adquieren legitimidad sus actuaciones. Conforme a esto, en el marco de nuestra
Constitución, como en las otras de esta órbita de cultura, el principio de legalidad se
constituye en el pilar básico del Estado de Derecho y soporte del principio de seguridad
jurídica. Viene a sustituir el gobierno de los hombres por el gobierno de la ley. Es por
tanto un principio informador de todo el ordenamiento jurídico de la nación, al que
debe sujeción todo funcionario, cualquiera sea su jerarquía” ; en ese sentido, la SC
0129/2004 de 10 de noviembre, citada a su vez entre otras por la SC 0085/2006 de 20 de
octubre.

Así también, la SCP 0770/2012 de 13 de agosto, que en cuanto al respeto y la vigencia de este
principio desarrolló: “…el mismo en sus dos vertientes, en este sentido, a través de la
SC 0062/2002 de 31 de julio, precisó: '…el principio general de legalidad, como
elemento esencial del Estado de Derecho, representa la materialización de los valores
fundamentales que este encarna; consiguientemente, se constituye en un presupuesto
básico insoslayable de la administración (realización) de la justicia, de que, siendo la
ley expresión de la voluntad de sus destinatarios en materia sancionatoria, se legitimiza
sólo cuando la misma ha sido aprobada con las exigencias formales establecidas por el
ordenamiento superior: su Constitución. (...) el principio de legalidad en su vertiente
procesal (garantía jurisdiccional), tiende a garantizar que nadie pueda ser sancionado
sino en virtud de un proceso desarrollado conforme a las reglas establecidas en el
procedimiento en cuestión, en el que se respeten las garantías establecidas por ley…'” .
III.7. Principio de separación de poderes

De acuerdo a lo previsto por la Constitución el Estado, se organiza y estructura su poder público a


través de los órganos Legislativo, Ejecutivo, Judicial y Electoral. La organización del Estado
está fundamentada en la independencia, separación, coordinación y cooperación de estos
órganos, determinando además que las funciones de los órganos públicos no pueden ser
reunidas en un solo órgano ni son delegables entre sí.

Sobre este principio la jurisprudencia constitucional estableció que “...el principio de la


separación de funciones, conocida también en la doctrina clásica del Derecho
Constitucional como el principio de la 'división de poderes', implica la distribución de
competencias y potestades entre diversos órganos estatales para el ejercicio del poder,
de manera que esa distribución se constituya en una limitación para cada órgano de
poder, el que sólo podrá ejercer las potestades que forman parte de su competencia.
Cabe señalar que, con relación este principio, este Tribunal, mediante su SC
0009/2004, de 28 de enero, ha señalado lo siguiente: 'En el marco del principio
fundamental referido, (…) el Constituyente ha efectuado la distribución de funciones y
competencias (...) Conforme enseña la doctrina del Derecho Constitucional, la
concepción dogmática de la 'división de poderes', ha sido superada en el
constitucionalismo contemporáneo con la adopción del concepto de la separación de
funciones que se sustenta en los siguientes principios: 1) la independencia de los
órganos de poder del Estado; 2) la coordinación e interrelación de funciones entre los
órganos; y 3) el equilibrio entre los órganos que se establece a partir frenos y
contrapesos; ello implica que los diversos órganos de poder del Estado no desarrollan
única y exclusivamente su función esencial, también participan en el desempeño de las
funciones y labores de los otros órganos, en el marco de las atribuciones y
competencias conferidas por el Constituyente…” (SC 0019/2005 de 7 de
marzo).

III.8. Principio de soberanía popular

La soberanía popular supone que el poder reside entre los miembros de la sociedad que forman
la nación, bajo ese entendimiento nuestra Constitución Política del Estado, recoge el
principio de soberanía popular estableciendo en su art. 7 que la misma reside en el pueblo
boliviano, se ejerce de forma directa y delegada, determinando además que de ella
emanan, por delegación, las funciones y atribuciones de los órganos del poder público; es
inalienable e imprescriptible.

La Constitución Política del Estado, en su art. 178 determina que la potestad de impartir justicia
emana del pueblo boliviano y se sustenta en los principios de independencia,
imparcialidad, seguridad jurídica, publicidad, probidad, celeridad, gratuidad, pluralismo
jurídico, interculturalidad, equidad, servicio a la sociedad, participación ciudadana,
armonía social y respeto a los derechos; así bajo tal entendimiento establece que siendo
el Tribunal Supremo de Justicia el máximo tribunal de
la jurisdicción ordinaria, está integrado por Magistradas y Magistrados que serán elegidas
y elegidos mediante sufragio universal, los cuales se organizarán internamente en salas
especializadas.
En cuanto a este principio la jurisprudencia constitucional estableció que: “…el principio
fundamental de la soberanía popular, conocido también como el principio democrático,
que tiene como significado la pertenencia del poder al pueblo, es decir, que el pueblo
es el origen de todo poder, lo que implica el reconocimiento a aquél del derecho de
crear o configurar su propio orden político fundamental, su Constitución, así como el
derecho de modificarla. En consecuencia, el poder del Estado emana del pueblo el que,
en un sistema democrático representativo, delega su ejercicio a sus mandatarios y
representantes mediante elecciones libres, pluralistas, igualitarias y ampliamente
informadas” (SC 0019/2005).

III.9. Principio de seguridad jurídica

El art. 178 de la CPE, considera a la seguridad jurídica como uno de los principios que sustentan la
potestad de impartir justicia, sobre el cual la jurisprudencia constitucional de manera
uniforme estableció que: “…se entiende y se basa en la 'certeza del derecho'; en su
aplicación, adquiere una connotación de convicción de inalterabilidad en situaciones
similares. En resumen, la seguridad jurídica, lleva al individuo a la convicción que su
situación jurídica, con relación a su persona o sus bienes, no será modificada sino en
las circunstancias previamente establecidas en la ley y mediante procedimientos
igualmente legales y regulares. De ahí que exista una confundida invocación a la
seguridad jurídica, como un derecho. La jurisprudencia constitucional de este Tribunal,
en su SC 0070/2010-R de 3 de mayo, con relación a lo expuesto, sostiene que: '…en el
marco de la Constitución Política del Estado, constituye un principio rector del
ordenamiento jurídico y que emana del Estado de Derecho, conforme lo señala la
doctrina: 'La seguridad jurídica debe hacer previsible la actuación estatal para el
particular, tal actuación debe estar sujeta a reglas fijas. La limitación del poder estatal
por tales reglas; es decir, leyes, cuya observancia es vigilada por la justicia, es
contenido especial del principio de estado de derecho…

En efecto, la seguridad jurídica como principio emergente y dentro de un Estado de Derecho,


implica la protección constitucional de la actuación arbitraria estatal; por lo tanto, la
relación Estado-ciudadano (a) debe sujetarse a reglas claras, precisas y determinadas,
en especial a las leyes, que deben desarrollar los mandatos de la Constitución Política
del Estado, buscando en su contenido la materialización de los derechos y garantías
fundamentales previstos en la Ley Fundamental; es decir, que sea previsible para la
sociedad la actuación estatal…'”; así, la SCP 1566/2012 de 24 de
septiembre.

III.10. Análisis de la problemática planteada

En la presente acción de inconstitucionalidad abstracta, el accionante alega la


inconstitucionalidad del Acuerdo de Sala Plena 12/2012 de 8 de marzo, emitido por el
Tribunal Supremo de Justicia, considerando que el mismo contradice los arts. 1, 12, 14,
120, 158.I.3, 178, 181, 184 y 410 de la CPE.

Conforme a las consideraciones preliminares realizadas y a lo establecido en el


Fundamento jurídico III.3 del presente fallo, deberá realizarse el correspondiente examen
de constitucionalidad.
Ingresando al análisis propiamente dicho debemos recalcar que de acuerdo a lo
establecido por la Constitución Política del Estado, la potestad de impartir justicia emana
del pueblo boliviano y la jurisdicción ordinaria, entre otros, se ejerce por el Tribunal
Supremo de Justicia, el cual está integrado por Magistradas y Magistrados, cuya
composición y organización es determinada por ley.

Las Magistradas y Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, son electos por simple
mayoría de votos mediante sufragio de candidatas y candidatos seleccionados en la
Asamblea Legislativa Plurinacional, elección en la que serán electos tanto los Magistrados
titulares como también los suplentes.

Cabe señalar además que, la Ley del Órgano Judicial establece un régimen de suplencias
previendo que cuando no pueda constituirse la Sala Plena o algunas de las Salas del
Tribunal Supremo de Justicia, por ausencia temporal o definitiva, recusación o excusa y
vacaciones de una o un Magistrado titular, la Presidenta o el Presidente del Tribunal
Supremo de Justicia, deberá convocar al número necesario de magistrados suplentes,
pudiendo inclusive en caso de renuncia de alguno de los suplentes, convocar a uno de los
restantes candidatos, respetando el orden de prelación y alternancia entre mujeres y
hombres.

Por su parte la Ley 044 que regula la sustanciación y formas de resolución de los juicios
por delitos cometidos en el ejercicio de las funciones contra la Presidenta o Presidente y/o
de la Vicepresidenta o Vicepresidente, de altas autoridades del Tribunal Supremo de
Justicia, Tribunal Agroambiental, Consejo de la Magistratura, Tribunal Constitucional
Plurinacional y del Ministerio Público, establece en su Disposición Transitoria Segunda que
los juicios de responsabilidades a Altos Dignatarios de Estado, en trámite de aprobación
legislativa, serán resueltos de acuerdo a los dispuesto en la Ley 2445, debiendo la
Asamblea Legislativa Plurinacional, asumir las funciones que correspondan del extinto
Congreso Nacional, y el Tribunal Supremo de Justicia las funciones de la entonces Corte
Suprema de Justicia.

La Ley 212, instituye que los Magistrados titulares del Tribunal Supremo de Justicia
puedan conocer y resolver las causas ingresadas a la Corte Suprema de Justicia a partir
del 3 de enero de 2012, estableciendo además que la Presidenta o Presidente del Tribunal
Supremo de Justicia convoque a Magistradas y Magistrados suplentes disponiendo la
conformación de Salas Liquidadoras, estableciendo además que todas las causas
pendientes de resolución que se encuentren en la Corte Suprema de Justicia al 31 de
diciembre de 2011, serán resueltas por las Magistradas y Magistrados suplentes, hasta su
liquidación final en el plazo de treinta y seis meses, pudiendo la Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia, de manera excepcional, ampliar este plazo hasta un máximo de doce
meses adicionales.

Señalando de manera expresa la Ley 212, que el Tribunal Supremo de Justicia deberá
otorgar a las Salas Liquidadoras, los recursos técnicos y humanos para las labores de
liquidación de causas y que en ningún caso los Magistrados suplentes podrán ejercer
actos de representación o conformación de directivas paralelas, su designación en las
salas será de competencia de la Presidenta o Presidente del Tribunal Supremo de
Justicia.
De todo ello queda plenamente establecido que los Magistrados suplentes son
convocados por el Tribunal Supremo de Justicia -al amparo de una ley emanada de la
Asamblea Legislativa Plurinacional- por la que autoriza a convocarlas para constituir “Salas
Liquidadoras”, debiendo entenderse por ello que es para el conocimiento y resolución de
causas pendientes en las distintas materias especializadas y en virtud de las cuales tanto
en el anterior como en el nuevo orden jurídico constitucional, dichas Salas conocerán y
resolverán asuntos que no competen ser conocidos por la Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia.

En tal sentido, estando ya consignadas las facultades de los miembros del Tribunal
Supremo de Justicia así como las asignadas al entonces Pleno de la Corte Suprema de
Justicia, de ninguna manera podrán estas últimas ser conocidas y resueltas por los
Magistrados suplentes, quienes fueron convocados para conformar salas especializadas
liquidadoras y de ninguna manera podrán conformar una Sala Plena paralela a la del
Tribunal Supremo de Justicia.

Por todos los aspectos señalados con anterioridad cabe señalar que el Acuerdo 12/2012,
fue emitido por la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia de acuerdo a la atribución
prevista en el art. 38.3 de la LOJ, que específicamente establece el juzgar, como tribunal
colegiado en pleno y en única instancia, a la Presidenta o al Presidente del Estado, o a la
Vicepresidenta o al Vicepresidente del Estado, por delitos cometidos en el ejercicio de su
mandato, facultando así a la Sala Plena del Tribunal Supremo, a asumir conocimiento y
competencia en ese tipo de procesos así como también a la Sala Penal integrada por los
Magistrados titulares para tramitar el respectivo sumario, puesto que de acuerdo a la
Disposición Transitoria Segunda, parágrafo I de la Ley 044 se advierte que el Tribunal
Supremo de Justicia, asume las atribuciones de la Corte Suprema de Justicia ante la
extinción institucional de la misma, por cuanto de acuerdo a lo previsto en la Ley 2445, se
establecía que en caso de concederse la autorización de juzgamiento por el entonces
Congreso Nacional, debían remitirse todos los antecedentes a la Sala Plena de la entonces
Corte Suprema de Justicia, instancia que debía derivar los mismos a su Sala Penal.

Por lo que resulta evidente que el Acuerdo ahora impugnado únicamente estableció el
sentido preciso de las normas para su correcta aplicación efectuando una interpretación
gramatical y sistemática del art. 8.II de la Ley 212, referido al proceso de liquidación por
parte de los Magistrados suplentes de las causas pendientes que se encontraban en la
Corte Suprema de Justicia al 31 de diciembre de 2011, lo que conlleva a establecer que
no se vulneró la facultad legislativa para interpretar la norma, así como tampoco el
principio de reserva legal puesto que no se realizó modificación de ninguna disposición
legal en plena concordancia con lo previsto por el art. 158.I.3 de la CPE, sino que se dio
curso a lo establecido en las disposiciones legales citadas así como a lo determinado por
los arts. 181 y 184 de la Norma Suprema, buscando de esa manera el cumplimiento de su
atribución prevista en el art. 38.3 de la LOJ, de ello además se deduce que tampoco
existe lesión al principio de independencia y separación de los órganos ya que en ningún
momento se modificó disposición legal alguna ni se invadió atribuciones del Órgano
Legislativo, acorde a lo previsto por el art. 12.I de la CPE; consecuentemente, tampoco se
agredió el principio de soberanía popular por cuanto de ninguna manera se están
restando atribuciones a los Magistrados suplentes para otorgárselas a los titulares
desconociendo que tanto los primeros como los segundos fueron electos por votación
directa, ni se están empleando atribuciones no previstas por ley.
Así también no es evidente que el Acuerdo impugnado sea contrario al principio de
legalidad y seguridad jurídica, por cuanto como ya se señaló en líneas anteriores,
mediante el Acuerdo 12/2012, se está buscando el cumplimiento pleno de la ley, para lo
cual necesariamente debe efectuarse la remisión al Tribunal Supremo de Justicia, de
todos los procesos comprendidos en la Disposición Transitoria Segunda, parágrafo I de la
Ley 044, efectivizando así el mandato de norma del legislador positivo.

Consecuentemente, es evidente que el Acuerdo impugnado de ninguna manera limita o


contradice lo previsto en el art. 410 de la CPE, ni restringe el ejercicio y vigencia plena de
valores y principios constitucionales.

Por los fundamentos expuestos, se constata que el Acuerdo de Sala Plena 12/2012 de 8 de marzo,
emitido por el Tribunal Supremo de Justicia, no es contrario a los arts. 1, 12, 14, 120, 158.I.3,
178, 181, 184 y 410 de la CPE.

POR TANTO

La Sala Plena del Tribunal Constitucional Plurinacional; en virtud a la autoridad que le confiere la
Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia y conforme a los arts. 202.1 de la CPE y
12.1 de la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional, resuelve declarar la
CONSTITUCIONALIDAD del Acuerdo de Sala Plena 12/2012 de 8 de marzo, emitido por el
Tribunal Supremo de Justicia.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional Plurinacional.

No interviene la Magistrada Soraida Rosario Chánez Chire por ser de voto disidente; y, se hace
constar que el Magistrado Tata Gualberto Cusi Mamani es de voto aclaratorio.

Fdo. Efren Choque Capuma


MAGISTRADO

Fdo. Tata Gualberto Cusi Mamani


MAGISTRADO

Fdo. Dra. Neldy Virginia Andrade Martínez


MAGISTRADA

Fdo. Dra. Mirtha Camacho Quiroga


MAGISTRADA
Fdo. Dra. Ligia Mónica Velásquez Castaños
MAGISTRADA

También podría gustarte