Arcoíris
Arcoíris
Arcoíris
Para los colores vistos por el ojo humano, la secuencia más comúnmente citada y
recordada es la de Isaac Newton, definida por siete colores
fundamentales: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo y violeta. Una lectura cuidadosa
del trabajo de Newton indica que el color que llamó azul es lo que actualmente
llamaríamos cian.3
Según Hüseyin Gazi Topdemir, el físico árabe y polimata Ibn al-Haytham (Alhazen; 965-
1039), intentó proporcionar una explicación científica del fenómeno del arcoíris. En
su Maqala fi al-Hala wa Qaws Quzah [Sobre el arcoíris y el halo], al-Haytham «explicó la
formación del arcoíris como una imagen, que se forma en un espejo cóncavo. Si los rayos
de luz provenientes de una fuente de luz más lejana reflejan a cualquier punto en el eje del
espejo cóncavo, forman círculos concéntricos en ese punto. Cuando se supone que el sol
como una fuente de luz más lejana, el ojo del espectador como un punto en el eje del
espejo y una nube como una superficie reflectante , entonces se puede observar que los
círculos concéntricos se están formando en el eje».7 No pudo verificar esto porque su
teoría de que «la luz del sol es reflejada por una nube antes de llegar al ojo» no permitía
una posible verificación experimental.8 Esta explicación fue repetida por Averroes,
[cita requerida]
y, aunque incorrecta, proporcionó la base para las explicaciones correctas dadas
más tarde por Kamāl al-Dīn al-Fārisī en 1309 e, independientemente, por Teodorico de
Freiberg (ca. 1250 - ca. 1311)[cita requerida] —ambos habían estudiado el Libro de Óptica de al-
Haytham.9
Un contemporáneo de Ibn al-Haytham, el filósofo y erudito persa Ibn Sīnā (Avicena, 980-
1037), proporcionó una explicación alternativa: «que el arco no se forma en la nube oscura
sino más bien en la niebla muy fina que se encuentra entre la nube y el sol o el
observador. La nube, pensaba, sirve simplemente como fondo de esta sustancia delgada,
al igual que cuando se coloca un revestimiento de mercurio sobre la superficie posterior
del vidrio en un espejo. Ibn Sīnā cambiaría el lugar no solo del arco, sino también de la
formación del color, sosteniendo que la iridiscencia es simplemente una sensación
subjetiva en el ojo».10 Esta explicación, sin embargo, también era incorrecta.[cita requerida] El
relato de Ibn Sīnā aceptaba muchos de los argumentos de Aristóteles sobre el arcoíris.11
Según Nader El-Bizri, el astrónomo persa Qutb al-Din al-Shirazi (1236-1311), dio una
explicación bastante precisa del fenómeno del arcoíris. Esta fue elaborada por su
alumno, Kamāl al-Dīn al-Fārisī (1267-1319), quien dio una explicación más satisfactoria
matemáticamente del arcoíris. «Propuso un modelo en el que el rayo de luz del sol era
refractado dos veces por una gota de agua, ocurriendo uno o más reflejos entre las dos
refracciones». Se realizó un experimento con una esfera de vidrio llena de agua y al-Farisi
mostró que las refracciones adicionales debidas al vidrio podían ignorarse en su
modelo.8 14 Como señaló en su Kitab Tanqih al-Manazir [La revisión de la Óptica], al-Farisi
usó un gran recipiente de vidrio transparente en forma de esfera, que se llenó con agua,
para tener un modelo experimental a gran escala de una gota de lluvia. Luego colocó ese
modelo en una cámara oscura que tenía una apertura controlada para dejar pasar la luz.
Proyectó luz en la esfera y finalmente dedujo a través de varios ensayos y observaciones
detalladas de los reflejos y las refracciones de la luz que los colores del arcoíris eran
fenómenos de descomposición de la luz.
René Descartes, en su tratado de 1637, Discurso del método, avanzó aún más en esta
explicación. Sabiendo que el tamaño de las gotas de lluvia no parecía afectar el arcoíris
observado, experimentó con el paso de rayos de luz a través de una gran esfera de vidrio
llena de agua. Al medir los ángulos en los que emergían los rayos, concluyó que el arco
primario era causado por un único reflejo interno dentro de la gota de lluvia y que el arco
secundario podría ser causado por dos reflejos internos. Apoyó esta conclusión con una
derivación de la ley de refracción (posterior a, pero independientemente de la ley de Snell)
y calculó correctamente los ángulos para ambos arcos. Sin embargo, su explicación de los
colores se basó en una versión mecánica de la teoría tradicional de que los colores se
producían mediante una modificación de la luz blanca.1920
Isaac Newton demostró que la luz blanca estaba compuesta por la luz de todos los colores
del arcoíris, que un prisma de vidrio podía separar en el espectro completo de colores
— descomposición de la luz blanca—, rechazando la teoría de que los colores se
producían mediante una modificación de la luz blanca. También mostró que la luz roja se
refractaba menos que la luz azul, lo que llevó a la primera explicación científica de las
principales características del arcoíris.21 La teoría corpuscular de la luz de Newton fue
incapaz de explicar los arcoíris supernumerarios, para los que no se encontró una
explicación satisfactoria hasta que Thomas Young se dio cuenta de que la luz se
comportaba como una onda bajo ciertas condiciones y que podía interferir consigo misma.
El trabajo de Young, más tarde elaborada en detalle por Richard Potter, fue refinado en la
década de 1820 por George Biddell Airy, que explicó que había una dependencia entre
fuerza de los colores del arcoíris y el tamaño de las gotas de agua..22 Las descripciones
físicas modernas del arcoíris se basan en la dispersión de Mie, obra publicada por Gustav
Mie en 1908.23 Los avances en los métodos computacionales y en la teoría óptica
continúan conduciendo a una comprensión más completa de los arcoíris. Por
ejemplo, Nussenzveig ofrece una visión general moderna.24
Arcoíris en un bosque
Arcoíris en el mar
Para ser más precisos, es la luz amarilla la que es dispersada a 138° de su trayectoria
original. La luz de otros colores es dispersada en ángulos algo distintos. La luz roja del
arcoíris se dispersa en una dirección ligeramente menor que 138°, mientras que la luz
violeta sale de las gotas de lluvia en un ángulo un poco mayor.
Un rayo de luz solar, de los que forman un arcoíris, cambia su dirección tres veces
mientras se mueve a través de una gota de lluvia: Primero entra en la gota, lo cual
ocasiona que se refracte ligeramente. Entonces se mueve hacia el extremo opuesto de la
gota, y se refleja en la cara interna de la misma. Finalmente, vuelve a refractarse cuando
sale de la gota de lluvia en forma de luz dispersa. La descomposición en colores es posible
porque cada longitud de onda se refracta con un ángulo diferente, generando cada color
del arcoíris.
A veces, es posible ver también lo que se conoce como arcoíris secundario. El arcoíris
primario, que se ha dado en llamar simplemente «arcoíris», es siempre un arco interior y
más próximo al observador que el arcoíris secundario. Si la luz que incide sobre la gota de
agua realiza al menos dos refracciones y tres reflexiones internas se puede deducir su
trayectoria. El resultado es la formación de un arcoíris secundario de colores invertidos,
más débil y que queda por encima del primario. Su debilitamiento se debe a la luz que se
refracta y sale al exterior en cada reflexión interna.
Los ángulos que forman los rayos incidente y refractado hacia el ojo son mayores en el
rayo secundario: 50° para la luz roja y 54° para la violeta. Ya se vio que en la formación del
primario ese ángulo era de 138° para la luz roja, esto es, 42° respecto al observador.
El orden de los colores en el arco secundario está invertido debido a la doble reflexión
interna. Teóricamente puede haber más de tres reflexiones internas, que darían lugar a
cuatro y cinco arcoíris. El tercero y cuarto estarían entre el observador y el sol y quizás
nunca se puedan ver. El quinto se produce en la misma zona del primero y del segundo y
no es perceptible porque es muy tenue. Es posible, en un experimento de laboratorio,
demostrar que se pueden conseguir hasta 13 arcoíris visibles, aunque, lógicamente su
luminosidad se reduce considerablemente.
Es interesante señalar que ninguna luz emerge en la región entre los arcoíris primario y
secundario. Esto coincide con algunas observaciones, que señalan que la región entre los
dos arcos es muy oscura, mientras que en la parte exterior del arco secundario y en la
parte interior del arco primario es visible una considerable cantidad de luz, lo cual se debe
al reflejo de la luz blanca concentrada justo antes de su refracción para formar el arcoíris.
Esta zona oscura intermedia se debe a la intensidad de la cortina de agua, que absorbe
toda la luz posible hacia el interior de la misma, por lo que el arco secundario es
simplemente un reflejo del primario en dirección hacia el observador y es conocida como
«Banda de Alejandro».[cita requerida]
En algunas ocasiones, cuando los arcoíris primario y secundario son muy brillantes, se
puede observar un tercero dentro del primario y un cuarto fuera del secundario. A estos
arcos se les llama arcos supernumerarios y se deben a efectos especiales de interferencia
luminosa.
Cuando alguien mira un arcoíris, lo que está viendo en realidad es luz dispersada por
ciertas gotas de lluvia. Otra persona que se encuentre al lado del primer observador verá
luz dispersada por otras gotas. De manera que puede decirse que cada quien ve su propio
arcoíris, distinto (hablando en un sentido estricto) del que ven todos los demás.
Es común pretender estimar la posición del arco, especialmente sus "extremos", es decir,
allí donde desaparece por no existir gotas que descompongan la luz. Pero el arcoíris es,
en realidad, un cono iris: todas las gotas situadas en la misma posición respecto del
espectador y del sol descomponen la luz de igual manera. Si existen solamente gotas
lejanas, el espectador tendrá la percepción de que el arco se encuentra en una posición
determinada. En cambio, si unas gotas se encuentran próximas y otras alejadas, el
espectador percibirá que la situación del arco es indeterminada.
Respecto de las condiciones para ver un arcoíris se reducen a que el observador tiene que
estar localizado entre el sol y una lluvia de gotas esféricas (una lluvia uniforme). Es posible
que el observador crea que la lluvia no es uniforme donde él se encuentra, pero sí debe
serlo desde donde localizaría el arcoíris. ¿Y cuándo son las gotas esféricas? Las gotas
son esféricas cuando caen a una velocidad uniforme, constante. Esto es posible en
condiciones de aceleración gravitatoria contando con las fuerzas viscosas de oposición del
aire. Cuando se cumple que la velocidad de las gotas es uniforme, la gota adquiere un
volumen máximo con la mínima superficie (esfera). Únicamente en estas condiciones es
posible la dispersión luminosa dentro de la gota y por tanto el arcoíris, aunque ligeras
variaciones de la esfera puedan dar diversas variaciones en un arcoíris. Por lo tanto, la
lluvia no debe ser torrencial, ni estar afectada por el viento. Es por ello que no siempre se
contempla el arcoíris cuando hay lluvia y sol.
Es importante notar la altura del Sol cuando uno observa un arcoíris, pues es algo que
ayuda a determinar qué tanto alcanza uno a ver de él: cuanto más bajo se encuentre
el Sol, más alta será la cresta del arcoíris y viceversa. Alguien que pueda elevarse un poco
sobre la superficie de la Tierra, se daría cuenta de que ciertos arcoíris continúan por
debajo del horizonte. Quienes escalan montañas altas han logrado ver en ocasiones una
buena parte de arcoíris circulares completos. Pero ni siquiera las montañas poseen la
suficiente altura como para poder llegar a observar un arcoíris circular en su totalidad.
Los aviadores han informado algunas veces haber visto genuinos arcoíris circulares
completos, los cuales curiosamente han pasado inadvertidos para los pasajeros de sus
aeronaves. Esto puede deberse a que las ventanas de los viajeros son muy estrechas y
ofrecen un campo de visión muy reducido, a diferencia del impresionante campo visual que
tiene el piloto.
Religión y mitología[editar]
Primer relato bíblico[editar]
Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra. Y sucederá que
cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes. Y me
acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá
más diluvio de aguas para destruir toda carne.
Génesis 9:13-15. Biblia Reina-Valera, 1960
Leyenda de Gilgamesh[editar]
Otra antigua representación del arcoíris se da en la epopeya de Gilgamesh, donde el
arcoíris es el «collar de pedrería de la gran madre Ishtar» que levanta hacia el cielo como
una promesa de que «nunca olvidará estos días de la gran inundación» que destruyó a sus
hijos.
Entonces llegó Ishtar. Levantó el collar de grandes joyas que su padre, Anu, había creado para
complacerla y dijo: los dioses celestiales, tan bien como este collar de pedrería cuelga sobre mi
cuello, nunca olvidaré estos días de la gran inundación. Deje que todos los dioses
excepto Enlil vienen a la oferta. Enlil puede no venir, porque sin razón que sacó la inundación
destruyó mi pueblo.
La epopeya de Gilgamesh.
Mitología griega[editar]
Para los griegos, el arcoíris era una diosa mensajera entre el cielo y la tierra llamada Iris,
hija de Taumante y la oceánide Electra.
Mitología nórdica[editar]
Para los nórdicos, el arcoíris o «Bifröst» era un puente que unía Midgard (el mundo de los
hombres) y Asgard (el mundo de los dioses) custodiado por el dios Heimdall.
Mitología incaica[editar]
Para los incas, el arcoíris era considerado la personificación del dios Kuychi. La figura de
esta deidad se asociaba con el advenimiento de eventos benéficos y nefastos.
Símbolo activista[editar]
La bandera de la paz