Orientaciones Asertividad

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ORIENTACIONES PARA MEJORAR EL AUTOCONCEPTO

El autoconcepto es la opinión que una persona tiene de sí misma.

Aspectos que componen el autoconcepto.

Modificar el autoconcepto para que sea más positivo supone actuar sobre los
diferentes componentes del mismo:

 Componente cognitivo, supone actuar sobre "lo que pienso" para modificar
nuestros pensamientos negativos y sustituirlos por pensamientos positivos.
 Componente afectivo, implica actuar sobre "lo que siento", sobre las emociones y
sentimientos que tenemos acerca de nosotros mismos.
 Componente conductual, supone actuar sobre "lo que hago", esto es, sobre el
comportamiento, para modificar nuestros actos.

Los tres componentes están muy relacionados entre sí, de manera que
actuando sobre uno de ellos, obtenemos efectos sobre los otros dos. Si modifico un
pensamiento negativo acerca de mí mismo por otro positivo, seguramente me sentiré
mejor conmigo mismo y este sentimiento de bienestar me impulsará a actuar,
probablemente haciendo algo de lo que no me creía capaz.

Mejorando el autoconcepto

Las personas con un autoconcepto no muy positivo suelen tener poca fe en sus
capacidades y enfrentan las situaciones llenos de temores y dudas. Esto hace que se
equivoquen, lo que confirma sus sospechas de que no sirven, que no son
suficientemente buenos.
Estimular el sentimiento de identidad personal implica profundizar en el
conocimiento de sí mismo, conocer más acerca de la persona que somos, aceptarnos
como seres únicos e irrepetibles que somos y aprender a reconocer y valorar
positivamente nuestras cualidades personales positivas, y también a trabajar en el
perfeccionamiento de nuestros puntos débiles.

Orientaciones
A veces simples estrategias transformadas en hábitos a base de repetirlas
puede ser de gran ayuda.

 Mostrar interés cuando el niño realiza un trabajo, expresándolo con palabras,


opiniones, juicios y actitudes.
 Demostrar al niño cariño mediante gestos de aprobación, contacto físico (besos,
caricias, abrazos...).
 Cuando hay una actividad que no está bien realizada, hay que decirlo, pero hay
que tener presente que se critica el fallo, no la persona ( “eres un inútil”/”opino que
eso no lo has hecho bien”). Es importante controlar la crítica destructiva porque lo
que pensamos tiende a cumplirse, sea positivo o negativo.
 Evitar el uso de “muletillas” insultantes y no sentidas: “estás tonto...”, o de
comparaciones: “Tu hermano es más pequeño y es más listo...”. Hay que comentar
lo que han hecho mal, por qué lo han hecho mal y sugerir una forma de actuación
mejor.
 Manifestar complacencia, elogiándole, cada vez que el niño nos presente una
actividad realizada, reconocer el esfuerzo realizado (“me gusta”... “vale”,
“estupendo”...).
 Asumir sus limitaciones, fracasos..., como algo natural.
 Valorar más el esfuerzo, el empeño en hacer las cosas bien, que los buenos
resultados.
 Cada vez que el niño realice una conducta positiva, adecuada y deseable debe
dirigirse a sí mismo/a un comentario elogiante: “¡Muy bien. Mejoro poco a poco!, “
¡Yo solo lo he conseguido!”, “ ¡Me siento muy bien por ello!”.
 Entrene al niño a autoadministrarse refuerzos (verbalizaciones y pensamientos)
cada vez que logre avances en su conducta pero también debe incorporar
pensamientos de dominio de la situación para cuando las “cosas no vayan bien”:
“¡Me salió mal pero lo volveré a intentar”!, “El error fue debido a...”, “da igual, puedo
mejorarlo “.
 El niño podría hacer como ejercicio un listado de frases positivas para utilizarlas
como consecuencia de su conducta.
 Entrénele (escribir, dibujar, hablar...) a emitir comentarios totalmente contrarios a
sus pensamientos negativos (¡No valgo para nada!, ¡No sirvo!, ¡Todo me sale
mal!): “¡Valgo para esto!”, “ Esto no lo hago demasiado bien, sin embargo esto otro
se me da estupendamente”.

CÓMO AYUDAR AL NIÑO A DEFENDER A SUS DERECHOS Y A NO


CEDER ANTE LAS PRESIONES DEL MEDIO.
Todos los niños se ven influenciados por las presiones del ambiente. Quieren
hacer algo porque «todos» lo hacen. Seguramente, los padres recordarán lo mismo de
su niñez. Nunca se debe subestimar el poder de los grupos. No es fácil ser diferente o
enfrentarse a la mayoría. Algunos niños son más influenciables que otros, y todos los
niños se conocen mejor a sí mismos si se comparan con sus compañeros y les tienen
como punto de referencia. El niño que está seguro de sí y tiene clara su capacidad
escolar y su habilidad para relacionarse con los demás tendrá menos necesidad de
depender de éstos para su autoimagen. Pero si el niño no está seguro de sí mismo, le
costará más construir una autoimagen sólida y por ello, dependerá más de las
opiniones y reacciones de los demás. Será más susceptible de adoptar una imagen ya
creada que le proporcionan sus compañeros. Como padres, no se puede inmunizar al
niño contra la presión ambiental, ni tampoco, se puede charlar con sus amigos. De
todas formas, sí se puede fomentar una relación fuerte con el niño, eliminando los
aspectos negativos de este comportamiento común.

Construir la relación con el niño


La defensa más eficaz contra las presiones del medio es una estrecha relación
familiar. Las restricciones y las reprimendas no controlarán a un niño al que no le
preocupa lo que sus padres piensen o sientan.
-Recuerde que la comunicación debe ser mutua. Debe usted hablar con el niño
y escucharle, y emplear el tiempo necesario en descubrir qué hace y qué siente.
Empezando por las experiencias escolares más tempranas, sea usted la persona a la
que el niño desee hacer confidencias. Es posible que no siempre esté de acuerdo con
él, pero siempre se le debe escuchar. No hay que olvidar que cuenta tanto la calidad
como la cantidad del tiempo prestado, por lo que los padres deberán asegurarse de
aumentar la relación. Los resultados serán patentes toda la vida.
-Construya un relato de experiencias familiares e intereses compartidos. Los
padres que saben involucrar a sus hijos en intereses y actividades comunes durante
su infancia y adolescencia, tienen más posibilidades de contrarrestar la presión
ambiental. Se debe empezar pronto. Busque pasatiempos y actividades que se
puedan compartir. Si se pasa bastante tiempo haciendo cosas juntos, esto proporciona
a los padres una excelente oportunidad para llegar a un conocimiento mutuo.
-Se ha de ser padre, colega no. Los padres no deben caer en el error común de
tratar de ser los mejores amigos de sus hijos. Si en la familia se quiere y se respeta a
los demás, crecerá la relación deseada. El niño necesita un padre, no otro amigo.
Construir el autoconcepto positivo.
Los comentarios que los padres hagan al niño son los mismos que el niño se
hará a sí mismo. Las críticas destruyen los sentimientos positivos que tiene el niño de
sí mismo, los elogios, por el contrario, los fomentan. Cuanto más fuertes sean las
relaciones de los padres con el niño, más importancia cobrarán para él sus opiniones.

Ayudar a establecer amistades positivas


A medida que el niño va haciéndose mayor, los padres van perdiendo
influencia a favor de las personas que éste va conociendo y que elige como amigos.
Mientras el niño sea pequeño, hay que fomentar las amistades sanas invitando a niños
que compensen, y desanimando otras invitaciones.
-Conozca a los amigos del niño. Préstese como voluntario en el colegio,
organice juegos, prepare excursiones, ofrezca su casa como lugar de reunión, haga de
su casa un lugar agradable para sus hijos y sus amigos. Hable con los amigos de sus
hijos para poder conocerles.
-Hay que saber qué hacen los niños. Cuando un niño y sus amigos estén
jugando en casa, supervise, relacionándose o controlando a distancia. Conozca a los
padres de los amigos de sus hijos para saber que comparten valores similares y para
que se sienta tranquilo usted cuando su hijo esté en su casa.
-No se inmiscuya en los vaivenes amistosos. Las amistades son frágiles,
especialmente para los niños. Los niños están constantemente riñendo y
reconciliándose. Como norma general, es mejor no inmiscuirse en estas relaciones. Se
debe ser comprensivo y tal vez se harán algunas sugerencias, pero no hay que tratar
de resolver los problemas.
-Fomente varios grupos de amigos. Intente que el niño haga varias actividades.
De esta forma, podrá conocer a muchos niños y tendrá amigos que compartan
intereses e ideas diferentes. Esto fomentará su individualidad como persona y su
independencia ante la presión del ambiente.

Terapia asertiva para combatir el control del grupo


Si se le han enseñado al niño conceptos sólidos a lo largo de sus primeros
doce años aproximadamente se deberá confiar entonces en su juicio. Pero también
debe aprender cómo seguir sus propias ideas. Algunos niños son firmes por
naturaleza y pueden decir que no con confianza. Los que son más propensos a ceder
ante la presión ambiental deberán aprender a decir que no y a afianzarse en su
postura.
-Explore las razones. Hable con el niño sobre las dificultades que entraña tener
opiniones distintas de las del grupo. La mayoría de los jóvenes tienen miedo de ser
ridiculizados, de perder a sus amigos o de ser apartados del grupo. Háblele de lo que
puede sucederle si discrepa de sus compañeros y ayúdele a comprender que aunque
los compañeros le pueden hacer pasar un mal rato, también admirarán su valor.
Además, los amigos que puede perder no son verdaderos amigos.
-Efectúe juegos de roles de decir que no. Proporcione al niño la oportunidad de
practicar diciendo que no o convenciendo a sus compañeros de su punto de vista. Si
algunos niños sugieren que se haga alguna actividad no adecuada, los padres deben
hacer el rol del niño, cambiando luego los roles y mostrándole cómo sugerir
actividades alternativas en su lugar. Más adelante y en el caso de que el grupo no esté
de acuerdo, se representarán las posibles soluciones en las que el niño no se sienta
coaccionado para seguir al líder.
¿Cómo se puede ayudar a que los niños aprendan a ser asertivos?

1. Enseñe al niño la diferencia entre las palabras agresivo, sumiso y asertivo. Por
ejemplo:
Agresivo (abusivo): “¡Dame ese libro o te arrepentirás!”
Sumiso (débil): “Puedes quedarte con mi libro. No lo necesito.”
Asertivo (siendo firme): “Ahora estoy leyendo este libro. Puedes tenerlo cuando
haya terminado.”
2. Ayúdele a practicar mirando a los ojos y diciendo: “¡No!” con voz fuerte.
También podría decir lo que quiere. Por ejemplo, “No, quiero que me dejes solo,”
o “No, tengo que hacer mi trabajo.”
3. Explique que tiene una opción de cómo responder a los comentarios de otra
persona o a situaciones.
4. Enséñele a pedir algo. Por ejemplo, “¿puedo tener ese libro cuando lo hayas
terminado?”. Y cómo responder a las peticiones de una manera amable: “Sí, lo
puedes tener después de mí.”

Mensajes “yo”
Enseñe al niño que cuando se sienta físicamente amenazado o sienta miedo,
tienen que decírselo a un adulto. Sin embargo, anímelo a resolver otros problemas de
relación él mismo. Explique que el uso de “Mensajes yo” ayuda a los niños a lidiar con
sus dificultades de una manera asertiva. Puede ser necesario dar una lección sobre la
identificación de sentimientos antes de enseñar el siguiente “Mensaje Yo”:
 Me siento … (describir el sentimiento)
 cuando te … (describir la acción)
 porque me … (decir la razón)
Última frase opcional: quiero, necesito o me gustaría … (decir lo que haría
mejor las cosas).
Por ejemplo: “¡Me siento enfadado cuando tomas mi libro sin preguntar; porque
yo no hago lo mismo! Necesito que dejes de tomar mis cosas.”

Explique que cuando se empieza una declaración con “Yo” en lugar de “Tú”,
está valiéndose por sí mismo y siendo asertivo en vez de agresivo. Dígale que cuando
envían un “Mensaje yo” es una forma de dejar saber a otros cómo se siente. Un
“Mensaje yo,” no juzga, ataca o causa molestia como un “mensaje tú.”

Sugerencia: Coloque un mensaje “Yo” en el tablero de mensajes y ayude al


niño a formar mensajes “Yo” en respuesta a algunas de las siguientes situaciones:

 Un niño es ignorado en la mesa de almuerzo. (“Me siento triste cuando no


hablas conmigo porque pensaba que éramos amigos.”)
 Amenazan a un niño con golpearlo si no entrega algo que está comiendo. (“Me
siento enfadado cuando me amenazas, se supone que no debemos actuar de
ese modo en la escuela.”)
 Un amigo está molestando a un niño. (Me siento frustrado cuando me molestas
porque no puedo hacer mi trabajo.)
 Alguien empuja deliberadamente a un niño y los otros niños se ríen. (“Me
siento humillado cuando se ríen de mí porque a nadie le gusta que le hagan
burla.”)
 Un niño no lo toman en cuenta en el juego. (“Me siento triste cuando no me
dejas jugar porque yo te permito jugar cuando me lo pides. Quiero jugar
contigo.”)
 Un niño ha sido llamado con un mal nombre. (“Me siento enfadado cuando me
llamas así porque yo no le digo malos nombres a otros. ¡No lo vuelvas a hacer!”)
 Un niño presta a un compañero de clase su lápiz y el compañero no lo
devuelve. (“Me siento molesto porque no me devuelves mi lápiz. Me gustaría
que me lo devolvieras.”)

Puede usar dos títeres para demostrar los mensajes “Tú” y “Yo”. Por ejemplo,
si Samuel dijo una mentira acerca de Tomás, es posible que la respuesta “Tú”’ de
Tomás fuera: “¡Eres un mentiroso! ¡Yo no he hecho trampa!” Use el títere para
responder a la misma situación con un mensaje “Yo”. Tomás pudo decir: “Me sentí
muy mal cuando escuché que dijiste que había hecho trampa, porque yo no digo
mentiras sobre ti.” Usted podría hacer que la otra marioneta respondiera, “Siento
mucho haber mentido. Yo estaba enfadado porque tú estabas jugando con otros. Le
voy a decir a esos niños que tú no haces trampa.”
Recuerde al niño que ser amables y dejar que otros tengan su turno o ganen,
también es una habilidad necesaria. Por ejemplo, si el amigo de un niño parece que
quiere hablar de algo importante, el otro niño podría dejar de lado sus pensamientos y
escuchar.
Ser flexible es deseable porque el formato “me siento… cuando tú… porque
yo…” no encaja en todas las situaciones. Ser asertivo y no agresivo o sumiso toma
práctica y esfuerzo. Ayudar a los niños a practicar declaraciones asertivas y
confidentes acerca de sus sentimientos y deseos, mejorará sus relaciones entre
compañeros y ayudará a crear un ambiente de clase más positivo.

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