El Control de Convencionalidad en Panamá

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El control de convencionalidad en panamá, constitución y

defensa de los derechos humanos

Si algo caracteriza lo referente a los derechos humanos es el hecho que,


históricamente, el reconocimiento de éstos no ha sido una tarea fácil. En ese
sentido, hay que comenzar diciendo, de manera categórica, que los derechos
humanos no siempre fueron reconocidos como tampoco, cuando comenzó a
configurarse una idea de los mismos, se les haya reconocido a todas las personas
por igual. Esto significa, por tanto, que regular o formular los derechos humanos
ha representado, sin duda alguna, una larga y conflictiva lucha a través de la
historia. Pero, si larga, dura y difícil ha sido la lucha por el reconocimiento de los
derechos humanos, también lo ha sido la dedicada al establecimiento de los
mecanismos que hagan posible, la defensa y garantía de los derechos humanos
regulados en los tratados, declaraciones o convenciones sobre la materia. Lo que
significa, y es la idea que hay que dejar claramente precisada en estas reflexiones,
que aprobar o ratificar tratados o convenciones sobre derechos humanos es de
por si importante pero no suficiente. Esto es así porque se hace necesario,
además, dotar a tales textos jurídicos internacionales, de los instrumentos que
permitan, en caso del desconocimiento de los mismos, poder exigir su
cumplimiento. Esto es lo que explica que, en el caso de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, así como se dispuso RIGOBERTO GONZÁLEZ
MONTENEGRO 5 regular una serie de derechos humanos, se hayan establecido,
también, los mecanismos por medio de los cuales poder hacer efectivo éstos,
cuando ha habido necesidad de reclamar su menoscabo, vulneración o
desconocimiento. Ha sido a partir del establecimiento de estos mecanismos, por
medio de los cuales es posible exigir el cumplimiento de la Convención
Americana, lo que dio lugar al surgimiento de lo que se ha dado en llamar, desde
la doctrina jurisprudencial de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, del
control de convencionalidad. Las presentes reflexiones están dirigidas a abordar
este tema, lo que se hará en un sentido general, de forma tal que se cuente con
un marco de referencia que permita comprender, en qué consiste dicho
mecanismo de protección de los derechos humanos. No está demás dejar
señalado, en esta introducción, que la existencia del control de convencionalidad
no está exento de debate, en algunos casos de cuestionamientos en cuanto a sus
alcances y repercusiones, a lo interno de los Estados Parte de la Convención
Americana. De ahí, por tanto, la necesidad de conocer y estudiar la problemática
que surge alrededor de dicho control. Por consiguiente, hay que reconocer que
existen sectores de la doctrina, que están en desacuerdo con algunos de los
aspectos del control de convencionalidad, y que existen algunos que, incluso, lo
rechazan. Lo que no se puede eludir, en todo caso, es que el mismo existe, que el
control de convencionalidad ha sido aceptado en un gran sector de la doctrina, así
como en el ámbito de competencia de algunos tribunales de justicia constitucional
de los Estados que forman parte, del Sistema Interamericano de Protección de los
Derechos Humanos. Lo que significa que el control de convencionalidad, en
muchos de nuestros países, es un mecanismo que es llevado a cabo, por muchos
de los jueces de los Estados miembros de la Convención Americana.
El control de convencionalidad como principio rector de la protección
interamericana de derechos humanos El control de convencionalidad establecido
por la Corte Interamericana se traduce como la manera en que el Estado hará
frente a sus obligaciones en cuanto al respeto y garantía de los derechos
humanos. Desde este punto es importante hacer una distinción precisa entre el
control concentrado de convencionalidad y el control difuso de convencionalidad,
ya que serían estas dos vertientes el vínculo por el cual el control de
convencionalidad es una consecuencia inmediata de las sentencias de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos. El control concentrado de
convencionalidad es propiamente realizado por la Corte Interamericana al tener la
competencia otorgada por la Convención para interpretar y aplicar dichos
preceptos. Será la Corte la competente para revisar las actuaciones de los jueces
nacionales, incluido el correcto ejercicio del “control de convencionalidad”, siempre
y cuando el análisis se derive del examen que se realice de la compatibilidad de la
actuación nacional a la luz de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos. El control concentrado corresponde a las facultades inherentes que
posee la Corte Interamericana para resolver los casos que son sometidos a su
jurisdicción, para realizar la ponderación entre el derecho interno del Estado de
que se trate y las disposiciones de la Convención Americana.
De acuerdo con Sergio García Ramírez, la tarea de la Corte se asemeja a la que
realizan los tribunales constitucionales. Estos examinan los actos impugnados,
disposiciones de alcance general, a la luz de las normas, los principios y los
valores de las leyes fundamentales. La Corte Interamericana, por su parte, analiza
los actos que llegan a su conocimiento en relación con normas, principios y
valores de los tratados en los que funda su competencia contenciosa. Dicho de
otra manera, si los tribunales constitucionales controlan la “constitucionalidad”, el
tribunal internacional de derechos humanos resuelve sobre la “convencionalidad”
de esos actos. A través del control de constitucionalidad, los órganos internos
procuran conformar la actividad del poder público y, eventualmente, de otros
agentes sociales al orden que entraña el Estado de Derecho en una sociedad
democrática. El tribunal interamericano, por su parte, pretende conformar esa
actividad al orden internacional acogido en la convención fundadora de la
jurisdicción interamericana, y aceptado por los Estados parte en ejercicio de su
soberanía
En cambio, el control difuso de convencionalidad nos traslada al otro extremo de la
protección de derechos humanos, que debe realizarse por las autoridades
nacionales de los Estados que han firmado la Convención Americana, y con mayor
razón los que han aceptado la competencia de la Corte Interamericana para
conocer de los asuntos.
El control difuso de convencionalidad consiste en el deber de todas las
autoridades nacionales de realizar un examen de compatibilidad entre los actos y
normas nacionales, y la Convención Americana sobre Derechos Humanos, sus
protocolos adicionales, y la jurisprudencia de la Corte que interpreta ese corpus
iuris interamericano4 . Dicho control implica reconocer la relevancia y la
pertenencia de los tratados internacionales dentro del ordenamiento jurídico.
Cuando un Estado ratifica la Convención Americana, sus jueces y demás
autoridades también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar las
disposiciones de la Convención y que no sean mermadas por la aplicación de
leyes contrarias a su objeto y fin.

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