141godelier Maurice Economia Fetichismo y Religion en Las Sociedades Primitivas PDF

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~~ La tarea de descubrir y reconstruir, a tntv~s

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ECONO~lIA
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Traducción de ECONOMIA, FETICHISMO
CELIA AMOROS
Y RELIGION EN LAS
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1G/'lACIO ROMERO DE SOLÍs
SOCIEDADES PRIMITIVAS

por
MAURICE GODET.TCR

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,iglo W;lIt;WlO llrgl'ntllw editores, Sl1
\. cORooBA ' :\)6.; , BUENOS AIRES AfUNT~

Para Gene'vieve

Primera edició n en español. diciembre 1974

© S IC! (¡ '\XI !lE ES 1',\ Ñ,\ EDITORES, S. A.


Emili o Rubín , 7. Madrid·33

En :ocdición con
© SIGLO ." r !;OlfORES, S.I\..
Cerro del Agua, 248. México, 20, D. F.

© SIGl.O x'(! ,\RGE"TIN_~ EDITORES, S. A.


A\'(la . Córdoba , 2064. Buenos Aires.

© J\lauricc God~ l i c r

Dí.RrCIIOS REsrR\'\OOS COSfOR\I E A L\ LEY

lmp rc~ o " hecho en España


Pr/ll/ed ami made in Spaill

ISBN . 84-32.HJl63-9
Dl' posilO lega l. 1\1 37.408·1974
Tmpreso en Closa.s-Orcoyen . S. L. Martfncl Paje, 5. M.lurid·29
I~DICE

Págs.

PROLOGO

PrÍJncra parl e:
ANTROPOLOGIA y ECONOMIA 17

L EL PI"_'\S_"! II'.'\TO DI" I\hRX y E,\(;El.S SOBRE LA':; SOCIEDADES PRIMI­


TII'AS: I\TE'\TO DE B\L\'\CE C1dnco 19

II. L\ A'\TlWPOWGÍA ECO'\Ó~II(,A 59

III. Eco'\o ~1 ÍAs y SOCILDADES: E\FOQ!.'E FI;\CIONALTSTA, ESTRliCTURA­


LlST_\ y ,L\RX[liTA 132

IV, EL CO'\Cr:PTO nI' «FORMACIÓN Eco'\6~IlC,\ y SOCIAL": EL EJE:\!PLO DE


LOS I\CAS 176
V, DI: 1.\ '\0 CORRFSPO\Ill',\CI-\ E'\TRE LAS mInIAS y LOS CO'\TE\1ll0S
DE 1. \5 REUCIO\ES SOCL\!.CS: KUcVA HEFLEXIÓ'\ SOBRE EL EJnIPLO
lJI: LOS ¡XCAS 185

VI. El. CO'\Cl:I'TO DE TRIUl': ¿CRlliTS TlI' UX CO:\CEI'TO O CRISIS DE LOS


FC:\IJ,HIE:\TOS 1'~[PíRICOS DE U -\'\IIWPOI.OGÍA? '" __ , .. , .. , " . . . , 198
1. Un único térmillO para designar dos realidades, 198.-Males­
tal', de un concepto, 199.-2. Brc\'C alusión
a los del término, 200.-EI punto de
siglo después; funt'Íonalistas
llCOl'\"olucio!1istas, 20.J..-3. Intento dC' balance, 216.·-Cambiar
campo y los términos del problema, 219,

VII. ¡v1olJos lJIó I'ROlHTClÓ:\, RELlC!O',"ES PARE'\TESCO y ESTl~Uln' RAS


DOl ()(;RAFICAS ... 223

VIII. Ll\\[s Hr"\RY MORGA:-.1 (1818-1881) 256


El rumiador de la ciencia tesis fun­
dal1ll'nt:des de la obra, 258. - del ew)!ucionis·
mo, 261.

Segunda parte;
SOBRE LAS ¡\1ONEDAS y SUS FETICHES 265
IX. L\ .\!O,rD\ [lE 5.\1. Y LA ClRlTUCHi:\ DE .\!FRU'\CÍAS E'-: l.OS BARl-YA
1JI: N! EI\ GII:\¡:\ 267
Ob idus preciosos \. ll1olll'da en las sociedades prllllllJyas:
aiguna~ obscr\'\Jclones tcürica~ plT\'ia:;, :'(17 2. La sociedad ba­

~
Pdgs, PROLOGO
rm'a, 17)-'. 1'1 pludul'<ion dl' ",1. 275.-L\ di·
\'j,il)l1 ",Ol'ial dl'l lr~lhttío:'77.--··L \' \'.·oln~'lTio
de l;¡ "al. Rvdi,¡nhlll·l<Jll. 281.-1'.1 cambio Oc' la ~al. 283.--5,
AI:2UllU ..... ;!n~d¡....,í...., tl'( l1il 0-;,
(·,E...., l~l ~al (h: 10:-.. haru\'a una rorrna
, íl'\ dc' ll](lJll'd,,?, 2B8.-EI Jund'll1lc'nto dd \'alor de cam­
d . .' LI r,¡nOllClLt "al,) lk· jo") banl\~l: (trab~l¡o o l'-..ca<..,cz?¡
--Calllhiu, mUlll'lb \' bl'IH.:Iic-io. 29.',-6, Conclusiúll, 297,

X, FcO'dlllí\ \\II~(\\rIL, lTlIClIIS.\IlJ, 11\1;1·\ y lIE\1 lA F" "El. el· /


I \1,' Ill. \1\1~:': 299 "Ya no existe ningún punto fijo oeo,ck el cual se pudiera
npn'hcfltkr de nucyo, aunque fucra Vil su ,il\lplc- [orilla, la
configur,lción oC'1 saber y, a tr;.¡vés de dIo, proponer la
Tercera P~1rtl': clausura del mismo, No faitan tentaciones paril ello, lo
SOBRE EL CARACTER FANTASMAGORICO DE LAS RELAClOl\:ES
falta es el instrumento que pCl'mitiría
SOCIALES 319
cOI1\'incente, Ni por parte del sujeto, ni por parte
del conccpto, ni por parte de la naturaleza encontramos
XI. FFlIClIIS\!O, IlD.ICllí" y '111l111\ (a:'I.I<\1. DE LI IIlro!ocí\ E'\ M,\RX. 321 actualmente elementos con que alimentar y culminar uó
discurso totalizante, l\bs \'ale kl';:mtar aCl<l y renunciar a
L La noción marxista de retichismo de la mercancía, La cscn­ entablar sobre cste aspecto un anacrónico combate oc re·
cia cid letichismo de la mcrc:lIICÍa, 3~L-Trl's casos históricos taguardia,.
y dos ejemplos imaginarios de ausencia de Ictichismo de la JEA~ T, DEs,l:--<n
mercanCÍa, 324,-2. Fetichismo, religión y teoría general de la
ideología, 331. Malérialis111C el Epistémologie!

XII. IhCl\ C'A TEORfA ?\IARXISTA DE LOS HECHOS RELIGIOSOS 346


En 1958 nos planteábamos dos cuestiones y para contestarlas
XIII. Lo \ISlllLE y LO I'\'lSIIlLE EN LOS BARCYA DE Nel'\iA GI'IKEA 355 nos vimos obligados a emprender un extraño itinerario, primero
1, Los componentes de la práctica mágica, 355,,--2. Discurso de la filosofía a la economía y, posteriormente, a la antropolo­
rilual y reglas de conducta, 356.-3, Lo invisible y el naci­ 2. Esas dos cuestiones eran las siguientes: «¿Qué sucede con
miento del mundo, 360,-4. Conclusión: ¿es posible compa­
rar?, 362, la lógica escondida de los sistemas económicos y con h1 necesi­
dad de su aparición, reproducción o desaparición en el curso de
XIV. MITO E JI ISTORIA: REFLEXIOKES SOllRE LOS H'KDA~!ENTOS DEL PE:.I­ la historia?» «¿Cuáles son las condiciones epistemológicas ckl
SH!IEKTO S.\lXAJE 366 conocimiento teórico de esas lógicas y de esas necesidades?" En
1, Efectos ('1\ la conciencia del contenido de las relaciones his­ realidad, ambas cuestiones no son más que una, puesto que po­
tóricas de lo~ hombres cntre sí y con la naturaleza, 377,--2, demos reconocer en ellas el doble rostro del problema de la ra·
Electo del pC'llsamiento analógico sobre el eontcnido de sus
representaciones, 379, cionalidad económica. Cuestión desmesurada cuya respuesta no
°
hemos buscado en una filosofía de la economía de la historia,
sino en el ámbito de diversos dominios del conocimiento que
versan sobre economía. En 1965 concluíamos, refiriéndonos al
camino recorrido, «que no existe racionalidad propiamente eco­
nómica» 3 y que el problema consisl fa eIl realizar el análisis es­

! Artículo publicado en A1lIwli, rC\'ista editada por el Instituto Giangia­

como FcltrínelJí, 1\1ilán, 1971. l\:úmero especial titulado: "Riccrca Jcí pre­
supposti e deí [ondamcnti del discorso sckntifico in Marx", p;1;zinas 7-21.
2 Hemos explicado este itillLTario al c()mienzo de

Halilé CII ecol/Ulllie, F, J\laspero, 1966, París, (Existe versíón castdlana,


Raciol1alidad e irraci'Jllalidad en la CcollOlIZia, Siglo XXI, Máico, 1967.)
J En el articulo <,Objeto y mdodo ele' la ant
blicado en L'H0I11IJ1':, núm, 2, 196j, Y
lada, p;:íginZls 232-293 (p;:íginas 295-313

~
2 A1aurice Godelier Prólogo 3

tructural de las relaciones sociales de tal modo que se pueda Elegir el materialismo de Marx como horizonte epistemoló­
analizar la «Gtus8lidad ele las estructuras» unas sobre otras y. gico del trabajo teórico en las ciencias socíalcs
particularmente. la de los modos de producción sobre las otras nerse la tarea de descubrir y reCOlTer, por trayectos que 11a\' que
estructuras sociales. para poder comprender, a partir de :d1í, inyen tar, la red invisible de las razones que ligan las formas. las
los mecanismos de su reproducción y de sus transformaciones. funciones, el modo de articulación, la jerarquía, la aparición y
AIQunos de los textos incluidos en este tomo contribun:n al de­ la desaparición de estructuras sociales determinadas.
bate de este problema, pero quisiéramos en este pró1of!O presen­ Adentrarse por esos caminos significa pretender llegar a un
tar una especie de bosquejo de los pasos operatorios que nos lugar en el que estén abolidas las distinciones y las oposiciones
parece necesario dar, en 1973, para poder 8vanzar en est8 tarea_ entre antropología e historia, un lugar donde ya no sea posible
constituir en un campo autónomo, fetichizado, el ami!isis de las
* * * relaciones y de los sistemas económicos, un lugar situado por
consiguiente más allá de las impotencias del empirismo funcio­
La tarea de descubrir y reconstruir mediante el pensamiento nalista y de los límites del estructuralismo.
Empeñarse por estos caminos no significa proponer una
los modos de producción que se han desarrollado o que todavía
«vuelta a Marx» ni, para un antropólogo, una reanudación v una
se desarrollan en la historia es algo más valgo distinto que cons­
defensa de todas las ideas de Marx sobre las sociedades primi­
tituir una antropología económica o cualquier otra disciplina que
reciba un nombre parecido, Esta t8re8 impone retomar uno por tivas y las primeras sociedades de clase, aunque, como demues­
uno los problemas teóricos que plantea el conocimien to de las tra nuestro ensayo de un balance crítico de esas ideas, las par­
sociedades y de su historia, es decir, los problemas del descubri­ tes vivas priman ventajosamente sobre las partes muertas. Lo
miento de las leyes, no de la «Historia» en general -que es un que aporta Marx pa¡-a nuestro progreso es ante todo un con­
concepto sin objeto que le corresponda-, sino de las di\"ersas junto abierto de hipótesis y métodos de trabajo, inventados
para el análisis de las estructuras y las condiciones de aparición
formaciones económicas y sociales que analizan el historiador,
y evolución de un solo modo de producción, el modo de pro­
el antropólogo, el sociólogo o el economista. Esas leyes existen
ducción capitalista, y de la sociedad burguesa que le correspon­
.Y expresan las propiedades estructurales no-intencíonales de
las relaciones sociales y su jerarquía y articulación propias so­ de, pero que, además, tienen un valor general, ejemplar. Vamos
bre la base de modos de producción determinados, a demostrar por qué este conjunto no cerrado de bipótesis .Y
procedimientos metodológicos no solamente pertenece al hori­
A diferencia del marxismo que habitualmente se practica y zonte epistemológico de nuestro tiempo, sino que incluso con­
que rápidamente se conviene en materialismo vulgar, afirma­ figura su línea principal.
mos que Marx, cuando distinguió infraestructura y superestnlc­ En efecto, para Marx el punto de partida de la ciencia no
tura v supuso que la lógica profunda de las sociedades v de su está en las apariencias, en lo visible, en las representaciones es­
historia dependía en último análisis de las transformaciones de pontáneas que los miembros de una sociedad tienen sobre la
su infraestructura, no hizo sino e\'idenciar por \"ez primera una naturaleza de las cosas, de sí mismos y del universo, Para Marx
jerarquía de distinciones funcionales y de causalidades estruc· -y esto le enfrenta con el empirismo y el funcionalismo-, el
en modo alguno la 11l1tlll'ole;:,a dc las es­ pensamiento científico no puede descubrir el yínculo real v la
tructuras que. en cada caso. sustentan esas funciones (parentes­ relación interna de las cosas partiendo de sus lazos aparentes y
co, política, religión. l, ni el nÚlllero de fl/llCiollL's que puede de sus relaciones visibles. El pensamiento científico se aparta
soporta runa est r¡¡cl lIn!, Para descubrir esta profunda por consiguiente de ellas, no para abandonarlas, inexplicadas,
que ir mús allá del análisis estruclur81 de las fOImas de las fuera del conocimiento racional, sino para \-ol"L'J' inmediat:lIl1en·
relaciones sociales \' del pens.uniento, inkntando ckscllbrir los te sobre ellas .Y explicarlas a partir elel conocimiento del encade­
"efectos» de las estructura" unas sobre otr85, a tran:s de los namiento interior de las cosas y, en ese movimiento ele
distintos pral'esos ele la prúctica social, y seÍ'íalando su lugar se disuelven una pOI' una, las ilusiones de la conciencia espontá­
real en la jerarquía de C~lllsas que detLTl1linan el funcionamiento nea del mundo.
y la reproelucciull de una furrnación económica y social. Pero en ese movimiento de lo visible a lo im'isiblc el pen­
4 ¡VI al/rice God e lie r Prólogo 5

samiento cien tífico descubre que las relaciones entre las cosas, puede abordar correctamente el problema de la causalidad de
bicnes matcriales, objetos preciosos, valores, son en realidad una estructura sobre otra, de un ni\'el sobre los restantes. Aho­
relaciones entre los hombres, relaciones que exprcs::m y disimu­ ra bien, en la medida en que una estructura tiene efectos si­
lan al mismo tiempo. Descubrir, en el interior de las relaciones 1111lltál1cOS sobre todas las estructuras que componen con ella
entre las cosas, la presencia y la determinación de relaciones una sociedad original susceptible de reproducirse, que in­
entn~ los hombres, significa poner en práctica un método que tentar descubrir en y a ¡1ÍI'clcs diferentes, por consi­
todo antropólogo debería «conocer» reconociendo en él el obje­ guiente, con un contcnido y una forllla difercntcs, la
to mismo de su trabajo teórico. La grandeza de Marx de una misma causa, es decir. los efectos necesarios y simultá­
al analizar la mercancía, la moneda, el etc., en baber neos de un conjunto específico de propiedades no-intencionales
¡mprendido al derecho» hechos que -en la práctica y en la de tales o cuales relaciones sociales. No se trata de «reducir»
representación cotidiana de los individuos que viven y actúan unas estructuras a otras, sino e\'idenciar las formas diferentes
en el seno del modo de producción capitalista- se presentan al de la presencia activa de una de ellas en e! funcionamiento mis­
revés, y en haber demostrado el carácter fantasmagórico de las mo de las otras. Cualquier metáfora de continente-contenido,
relaciones sociales. interior-exterior, es evidentemente incapaz de expresar correc­
La teoría de los modos de producción está, pues, por cons­ tamente esos mecanismos de la articulación Íntima y de la ac­
truir, ya que no se leer directamente en la trama visible ción recíproca de las estructuras 4,
de las relaciones sociales la naturaleza exacta de las relaciones Pero un materialismo que tome a Marx como punto de par­
de producción. Ahora bien, y nos parece necesario insistir de tida no puede consistir únicamente en una investigación difícil
nuevo en este Marx no ha establecido una doctrina so­ de las redes de causalidades estructurales sin tratar a. fin de
bre lo que debe ser definitivamente infraestructura y supercs­ cuentas de evaluar la importancia específica y que esas
tructura. No ha asignado de antemano una forma, un contenido diversas estructuras pueden tener sobre el funcionamiento, es
y un invariables a lo que puede funcionar como relaciones deci r. ante todo, sobre las condiciones de reproducción de una
de producción, Lo que ha establecido es una distinción de fun­ fOrlll;tción económica y social. Es aquí, al analizar la jerarquía
ciones y una jerarquía en la causalidad de las estructuras socia­ de las causas que determinan la reproducción de una formación
les en lo que concierne al funcionamiento y a la evolución de económica y cuando ese materialismo considera seria­
las sociedades. Por tanto, no hay por qué negarse en nombre mente la hipótesis fundamental de Marx sobre la causalidad de­
de Marx, como hacen algunos marxistas, a reconocer a veces en terminante «cn última instancia», para la reproducción de esta
las relaciones de parentesco relaciones de producción, ni, inver­ formación, de! o de los modos de producción que constituyen
samente, deducir de este hecho una objeción, incluso una rd"u­ su infraestructura material y sociaL Por supuesto, tomar en
tación de Marx, como hacen algunos funcionalistas o estructura­ serio esta hipótesis no significa en modo alguno transformarla
listas. Así pues, hay que dirigirse más allá del análisis morfoló­ en dogma y en receta fácil, a tono con un discurso-sortilegio
de las estructuras sociales para analizar sus funciones y las voluntariamente terrorista que enmascare a duras penas la ig­
transformaciones de esas funciones y de esas estructuras. norancia de sus autores baio la denuncia sin matices de! fraca­
Pero el hecho de que una estructura pueda servir de soporte so de las ciencias "burguesas». Bastaría con inventariar el nú­
a varias funciones no autoriza a confundir los niveles estructu­ mero y la dificultad de los problemas que se plantean a partir
rales ni a subestimar el hecho de la autonomía relativa de las del momento en que se desea comparar las sociedades cuya
estructuras. Esta última no es sino la autonomía de sus pro­
internas. El pensamiento de Marx no consiste en un • Ver a continuación, 2. Nos remitimos a nuestro
lisis dc, la economía v (1<; .sociedad de los caladores
materialismo reduccionista que resuma toda la realidad en la donde hemos intentado de,cuhrir ese sistema ele efectos
economía, o en un funcionalismo simplista que pliegue todas las las constricciones inlcrn;ls dd modo de producción sohre las relaciones
estructuras ele una sociedad sobre aquella que aparezca d': en­ ele parelltesco, las r<'1~lcioncs políticas y sobre SlIS relaciones simhólicas
trada como la predominante, ya se trate del parentesco, de la v rituales con el mundo exterior ~' mismos. en an{llisis mús de­
tallado de la eC01l0ml::t y de la mbuti fígllrarú en la ObLl .4 n-
política o de la religión. Partiendo de esta distinción de fun­ el Ecol1omie que estamos ebhownc!o la co!c-cción SUP
ciones y de la autonomía relativa de las estructuras es como se Pres~cS Unin'rsitaircs, dirigida por Bal~lIldicr.
6 AJaurice GaJelier Pró!cwO 7
h

subsistencia se basa en la caza y en la sólo en un siglo, un nuevo modo de producción y un modo de


los las de los shoshones, las de los aus­ vida nómada se generalizaron en el seno de esas tribus. sin que
tralianos nara demostrar la ac- se produjera verdaderamente la destmcción v la desaparición
titudes radical de las relaciones sociales originarias. sino la transforma­
Un ejemplo particularmente notable de la causalidad deter­ ción de esas relaciones por la suma de nuevas funciones o supre­
minante de los modos de producción sobre la organización y la sión de las antiguas; supresiones y sumas que correspondían
reproducción de sociedades lo constituve la formación de un a las constricciones de las nuevas condiciones de la producción
tipo original de economía y de socÍedad que surgió, a partir del y de la vida social. Aquellos grupos que en su origen eran horti­
siglo XVII, entre los indios de las llanuras de América del Norte. cultores sedentarios organizados en caudillaje se vieron obliga­
Como ha mostrado Symmes C. Oliver, ese tipo de sociedad res­ dos a adquirir una social mucho más fluida e
pondía a las constricciones de una economía de caza basada en igualitaria, que imponía la necesidad de escindirse
la utilización del caballo, y posteriormente del fusil, adaptada a en bandas nómadas en el seno de las cuales la iniciativa perso­
la particular ecología del bisonte que imponía la dispersión y nal desempeñaba un papel importante; por el contrario, los ~ru­
la independencia de las bandas durante el invierno, y su con­ pos que originariamente eran bandas nómadas de cazadores-re­
centración y su dependencia recíprocas durante el verano 6. En colectores pedestres se vieron ohligados a adquirir una
este caso es particularmente notable la convergencia y la unifar­ ción más jerarquizada para imponer la disciplina común necesa­
mación de las formas de organización social que surgieron en ria para el éxito de las grandes cacerías colectÍ\-as del verano.
todas las tribus de las llanuras, como respuesta a esas cons­ Como continuamente repitieron Marx y Engels, no se puede :111a­
tricciones idénticas. Ahora bien, esas tribus diferían profunda­ lizar y comprender las formas y las vías que adopta la transición
mente al comienzo. Las del norte y el oeste -los cree. los assi­ de un modo de producción y de vida social a otro sin tener en
nihoin y los comanche- provenían de grupos que antes cuenta plenamente las «premisas» a partir de las cuales se des­
caban la caza la recolección y vivían en bandas de arrolla esa transición. Lejos de que esas antiguas relaciones de
ción fluida. tribus del este y del sureste eran, y las otras relaciones sociales desaparezcan repen­
mente, poblaciones de agricultores que, sobre todo en el sur, tinamente de la escena de la historia, son ellas las que se trans­
vivían en pohlados sedentarios. bajo la autoridad centralizada forman y a partir de ellas es como se iluminan las formas que
de hereditarios y de sacerdotes 7. Muy rápidamente. tan van a revestir y los donde van a manifestarse, en el
seno de las antiguas estructuras sociales, los efectos de las nue­
, Véanse al respecto las opJnlOnes siempre ac1uales de F. Engcls que vas condiciones de la vida material B.
escribía a Joseph Bloch, el 22 de septiembre de 1890: la concep­ De este modo, en esas continuidades y en esas
ción materialista de la historia, el factor determinante de historia es.
ell última il1Stlwcia, la producción y la reproducción de la vida reaL Ni manifiestan siempre las
M"rx, ni yo, jamás hemos afirmado otra cosa. Si, a continuación, alguien de las estnlCturas sociales y las contradicciones mismas que
retuerce esta proposición diciendo que el f<1ctor económico es el único surgen entre esas estructuras tienen un fundamento en esas pro­
factor dCkrminante, transforma nuestra proposición l'n una frase vacía, piedades, Ahora bien, sobre este aspecto -el del análisis de las
abstr<1ct::l, absUI-da. Desgraciadamente, ocurre con dcrnasiad<1 frecuencia
se cree comprender perfectamente una nueva teoría y poder mane- contradicciones que caracterizan el funcionamiento y la e"olu­
sin dificultad a partir dd momento en que se ¡\,imilan ~us prin­ ción de las relaciones sociales- también Marx nos aporta pre­
cipios esenciales, pero esto no siempre es de! todo exacto, No puedo me· ciosos análisis y. ante todo, la distinción entre contradicciones
nos rl'prochar esto a más de uno de nue<'!ros recientes "marxistas", internas a una estructura, constitutivas de su funcionam ¡cnto
asimismo 1cngo que decÍr que se han hecho cosas sin(!ulares,,, En Sur la
de textos publicados por Editions Soci;lks, París, (como las relaciones capitalistas-obreros o señores-siervos, cons­

C. Olin'r: Eco/t)g\' l1Iul Cultural COllfillllity as CO/l' 'Para precisar este tipo de problemas liemos analizado los ma 1e·
PiLlín.> tJni\,ér· riales de Jolm Murra referentes a la economía y a la sociedad 1I1ca, 1n­
1-5 Y 66-68. 1l'nt{lbamos localizar y explicar los ekmc~nt(), de los antiguos modos de
mul ¡lI e /lonco rm Plaillls. A SII/­ social que é'I nuevo modo ele prodlll'ciúi1.
cllltllral Dn'e!opIIlCIl! (//!I()lIg Non!1 Amt'r;cclII /I/(Iial/s, UnÍ\'elsity transformado para adapl :¡rIos a su pi opio pro­
!\cbraska, !<Jb9, p;i~dnas 23-88, de reproducción, \'t'asc 111ÚS addantc, pi ¡mera partl', l'aDilul" 4,
8 Mallrice Godelier 9

titutivas de las relaciones de producción capitalistas y feudales, Marx en el campo de las matemáticas, de la lingüística, de la
respectiyamente) y contradicciones entre estructuras, contradic­ tt:orí¡¡ de la información, del an{¡\isis estlllctural ele las rela­
ciones intcr-cstnicturalcs. El juego combinado de esos dos tipos cionl'ó' de parentesco \' de los mitos- se presenta. por tanto,
de contradicciones es lo que determina las condiciones especí­ como una red abierta de principios mctoc\oló¡:dcos cuva utiliza­
ficas de reproducción de una formación económica y social de­ CiÓll prúctica por lo demás es muy compleja, Debido a este
terminada 9. carúcter abierto, ese horizonte prohíbe de antemano a todo
teórico realizado en su seno producir síntesis totali­
En definitiva, cualquiera que sea la naturaleza de las causas
y de las circunstancias internas o externas (la introducción del ficticias. Por el contrario, permite seüalar paso él paso
caballo en América del Norte por los europeos) que inducen \'acÍos que agrietan por doquier los campos de la
contradicciones y transformaciones estnlcturales en el seno de teórica en esas ciencias sociales, así como cribar y
un modo de producción y de una sociedad determinados, esas expulsar todos los enunci~lclos que «clausuran" de manera iluso­
contradicciones y esas tr~nsformaciones tienen siempre su fun­ ria e ideológica esos diversos lugares yesos di\'ersos campos.
damento en las propiedades internas, imnancntcs a las estruc­ Para designar semejante práctica teórica, que habría renun­
turas sociales, y traducen necesidades no-intencionales cuyas ciado a toda totalización ilusoria, pero que utilizaría rigurosa­
mente para sus objetivos más modestos una metodología muy
razones y leyes hay que descubrir. En estas propiedades y ne­
compleja, habbr de antropología o de historia sólo sería un
cesidades no-intencionales es donde la intención y la acción hu­
abuso ele lenguaje. Por encima de los compartimientos fetiches
manas hunden sus raíces y alcanzan la plenitud de sus efectos
y de las divisiones arbitrarias ele las ciencias humanas, se trata
sociales. Si existen leyes de esas transformaciones estnlctura­
ele W/a cicneia del hombre que se dedique verdaderamente a
les, no se trata de leyes «históricas». En sí mismas, esas leyes no
cambian, carecen de historia, puesto que son leyes de transfor­ explicar la historia, es decir, a reconstruirla de nucyo, a poner
mación que remiten a constantes porque remiten a las propie­ el pasado en fut uro, es decir, a si tuar de nuenl la historia en lo
dades estructurales de las relaciones sociales. posible. «Lo posible -decía Kierkegaarcl­ es la más dura de
las categorías}) 10, y sabemos muy bien que la tarea más difícil
La historia, por tanto, no es una categoría que explica, sino
de la razón teórica, así como de la acción prúctica, es realizar el
que hay que explicar. La hipótesis general de Marx sobre la
inventario y el análisis de los posibles que coexisten en cada
existencia de una relación de orden entre infraestructura y su­
instante.
perestructura, que determina en última instancia el funciona­
Mientras no sepamos reconstnlir mecliante el
miento y la evolución de las sociedades, no puede permitir de­
científico el número limitado de transformaciones
terminar por adelantado las leyes específicas de funcionamiento
re~tl izar tal estructura determinada o tal
y evolución de las diversas formaciones económicas y sociales
dcterminada de estructuras, la historia, tanto la de a\lT como
aparecidas o por aparecer en la historia. Esto último porque,
la de maíiana, se er'igirá ante nosotros como una innle1158 masa
por una parte, no existe historia general y porque, por otra par­
de hechos que gravitan con todo el peso de sus enigmas y de
te, jamás se sabe por adelantado qué éstructuras funcionan
sus con5ccuencias. Un ejemplo de esos enigmas: determinadas
como infraestructura y qué estructuras funcion::m como su­
bandas mbuti cazan con red por gnlpos compuesto'i de siete
perestructuras en el seno de esas diversas formaciones eco­
a dil'z caladores, otras cazan con arco pOI' grupos compuestos
nómicas y sociales. El horizonte epistemológico que acaba­
de dos o tres c¿lzadores y desprecian la utilización ele la
mos de esbozar partiendo de la obra de Marx -no hay por qué
que. sin cmbargo. conocen a la perfeccíón, otras, en cambio,
esconder que no ha podido ser explicitado en parte sino a la
cazar con jabalina. En el ni\'el lk las técnicas ele pro­
luz de los resultados teóricos alcanzados mucho después de
ducción l'XistCll alterna[ i\'as y c!ecciol1c's. Se plJ!'de actuar de
otru modu, aunque dentro de ciertus lil1\itl'~, Sm el las
Esta di,tinción nosotros funclamcntal­ entre dos tipos de
contradicción, intra e , la hemos expuesto en el a¡'tículo
rclaciol1l's suciales \' la ideologÍa son la,.; rni~I11as en tO(!¡¡s Lts
"S:;,tl'!11C, structure et contradiction dans Le Cap/lal de l\1an»,
do en ,~I número especiat ele J.es ""fodemcs dc 1966, dcdic; 1" S';)'c'l1 hit'! kt:gaanl: lA' (,o/h','PI de' l'a!i!'oi, \<'. (;;¡Jlifl1;\nl, r"ri,. Pl3~,
«Pl'obkmcs du structuralismc» y en castellano con el título P;'I)';I1[\ 22'+. I Exi'!.1; traducción cl,,¡dlana: r1 CO})Ct'P/u de la dl1gusila,
Pruhh·.'lIús dd eSI n¡c!llralismo, por Siglo XXI, l\1éxico, 1968. \1.,,¡,.;d. 1969 1

....
10 lvlal/rice Godelier Prólogo 11

bandas mbuti. Por tanto, habría que llevar el análisis hasta po­ Ahora entre esas ideas vivas, transcritas rápidamente en
der explicar esas posibilidades de actuar de un modo distinto, un borrador, hay una que tiene un alcance inmenso en relación
y su incidencia o ausencia de incidencia sobre otros aspectos con nuestro proyecto y cuyas consecuencias teóricas apenas co­
de la vida social. Por nuestra parte, no hemos podido mienzan a deducirse. Es la idea de que, en las sociedades anti­
pero al menos hemos reconocido la existencia del guas, caracterizadas por el modo de producción asiático y por
la explotación de comunidades aldeanas y tribales locales do­
Para concluir, desearíamos volver sobre una de esas fisuras, minadas por un Estado personificado por un «déspota», «final­
mente, esta comunidad existe y aparece corno una per­
de esos vaCÍos que continúan en estado de no pensado
dentro del pensamiento marxista y de las ciencias humanas. scma ... , el trabajo excedente adopta la forma tanto de tributo
Nos referimos al problema del carácter fantasmagórico de las como de trabajos colectivos para exaltar la gloria de la Unidad
encarnada en la persona de un déspota real o en el Ser tribal
relaciones sociales, al problema de la
imaginario que es su Dios» 14. Lo esencial de lo que Marx nos
al de la práctica simbólica y de la ideología en Este
señala es el hecho de que todo sucede «como si" las condiciones
problema es fundamental porque de nuestros progresos en re­
de reproducción del modo de producción y de la sociedad -que
solverlo depende la posibilidad de que comprendamos Ins di­ aseguran la ul1idad y la supervivencia de toda la comunidad y
versas formas que revisten las relaciones de dominio y de explo­ de cada uno de sus miembros o grupos- dependieran realmen­
tación del hombre por el hombre, la posibilidad pues, te de la existencia y de la acción de un Ser tribal imaginario,
te, de reconstituir los diversos procesos de aparición de las de un Dios o de la persona de un déspota supremo que se en­
sociedades de categorías y de las sociedades de castas y de cla­ cuentnl de este modo situado por encima de lo común, sacra­
ses que han sustituido paulatinamente a las antiguas sociedades lizado. Existe, pues, en este caso una relación a la vez real y
primitivas. fantasmagórica de los hombres con sus condiciones naturales y
Para abordar ese problema, hemos vuelto en un primer mo­ sociales de existencia. Ahora bien, lo que Marx afirma además
mento a un texto de Marx, inédito durante mucho tiempo, que es que hasta entonces han permanecido impensados los meca­
lleva por título «Formas que preceden a la producción nismos mediante los cuales "las condiciones rcales de la vida
la» y que pertenece a los Gnmdrisse de 1857 11 • Sobre este texto, revisten poco a poco una forma etérea».
hemos realizado un trabajo crítico para separar las ideas vivas De ahí la importancia excepcional del texto que Marx,
de las partes muertas 12. Por trabajo crítico entendemos el tra­ nos años después en El Capital, dedicó a explicar el contenido
de escuchar un texto en el encadenamiento de sus contex­ y el del carácter fantasmagórico de las representaciones
tos, contemporáneos a la vez de él y de nosotros mismos espontáneas que los individuos se hacen de la esencia de la mer­
la moneda, el capital, el salario, etc. 15. En esas repre­
sentaciones todo está presentado al revés, las relacicHll's entre
I! Se ha publicado una traducción completa en las Editions Ant]¡ropos
personas aparecen como relaciones entre cosas y recíprocamen­
en 1967 y 1968, con el título de Fondemcnls de la critique dc l'EcOl1omie
frw. (Existe una versión cas\('lIana traducida directamente del ori­ te, y lo que es causa aparece como efecto.
alemán, publicada por Siglo XXI en Buenos Aires en 1971 y reedi­ Lo que sorprende inmediatamente es la analogía que existe
tada en Madrid en 1972.)
" Véase a este respecto la introducción a la compilación de textos de
dc la obra de Engels, 1:"1 origcll dc la familia, de la flJ(Jl'icdwl privada y
Mal'x titulacla SlIr Socir'tJs I'r¡'CapÍla!íl!es, editada Edi­
lid ['"todo. Por el contrario, lo que sorpITmk de la actitud ek Mal x \. de
tions París, 1970, páginas 12-42. (Existe una \'lTsiún re,
En~l'ls sobre este tema es 'u pcrnl~lllcllte Glpaciclad de' acoge'r con
ducida cid kX10 anterior. pcro qUl' n:prodllce los 1L'xtos dc
y meditar cuantas ide:!, lluc"as aparecen contcllídaó, e'n las obras '\1au­
M. Godclier, puhlicada por Editorial Estela cn de Bobillo;"
Barcelona, 1971.) n:r. hO\alc"ski. Maitllé,
"Marx en Sur prccapitalislCS, Editions Sociales, París,
Rdomamos por nucstra propia ClIenta la bella fórmula de: Jcan T.
1970. p. 66,
Des~lI11i cn su artículo ,Sur la
;< V('ase a continuación, segunda parte. capítulo 7, el texto que nos
que,>" el] la rCYÍsla Les Fludcs
páginas ·ri),497, Por supuesto, pidio J. U. Pontalis para el número especial de La NO/lvcllc RCI'lIe de
las idl";)s de Marx sobre las 1970, dedicado a los "Objc1s du f,'tichisme»

.....
12 A1allricc Godclier
1."\
entre ese mecanismo de personificación de las cosas, de in"er­
sión de la causa y el efecto que constitw,en el carácter fantas­ la buena salud, la caza abundante, la armonía social,
magólico de las relaciones mercantiles y las formas de fetichi­ la epidemia, el la discordia, la muerte.
zación de bs relaciones sociales que hacen aparecer un ser por consiguiente, está ante tocio clit'igida
ima!!inario, un dios, como la unidad viYÍente de una comunidad, por completo hacia las condiciones de reproducción del modo
la fZ¡ente y la condición de su Reproducción y de su Bienestar. de producción y del modo de vida de los mbuti, v
Pero, ptlesto que en esas sociedades primitivas no existen re­ un verdadero trabajo simbólico, una acción imaginaria sobre
laciones mercant iles desarrolladas y aún menos relaciones ca­ esas condiciones.
pitalistas, ,:cuál podía ser el mecanismo mediante el cual las La religión de los mbuti es, por consiguiente, el lugar donde
condiciunl's objetivas de la vida social adoptaban un carácter se presenta de forma imaginaria la juntura invisible que ci­
mítico, fantasmagórico? En esta perspectiva hemos interrogado, mienta en un todo capaz de reproducirse, en una sociedad que
por una parte, f,o Pensée Sauvage y Les ,Hythologiques, de Clau­ vive en un medio determinado, sus diversas relaciones sociales.
de Lt'vi-Strauss, y, por otra parte, allalizado detenidamente el Lo que se presenta y se disimula al mismo tiempo en ese modo
contenielo y la forma ele la religión de los mbuti 16, de presencia, ele representación, lo que se ofrece a su acción
Ahora bien, rápidamente hemos advertido que la pr{¡ctíca re­ e ilusoria a la vez no es sino la articulación, la su­
ligiosa ele los mbutí poseía una base material, puesto que el tura invisible de sus relaciones sociales, su fondo y su forma
culto consiste primero en un gran ciclo de cacerías más inten­ los rasgos y los atributos ele un Sujeto omnipre­
sas que de costumbre. Por medio de una caza más intensa y sente, omnipotente v benefactor, la Selva. Podemos ver cuán
una mayor cantidad de piezas cobradas para distribuir, se pe! resulta concebir una relación simple y directa de refle­
intensifican y exaltan la cooperación y la reciprocidad entre los jo ,-reflectante a realidad- reflejada para analizar el contenido
miembros de la banda, sea cual fuere su sexo v ¡!rupo, dismi­ y la función de la religión entre los pigmeos mbuti. El carácter
nuyen las tensiones y se atenúan y extenúan provisionalmente, fantasmagórico de sus relaciones sociales no nace ciertamente
sin que por supuesto desaparezcan, las contradicciones en el del hecho de que ellos se rcpresenten al revés su práctica y las
interior del grupo. La práctica religiosa constituye, pues, real­
condiciones dc reproducción de su modo de vida, puesto que,
mente, ulla forma de una práctica política sobre las
ell decto, todo transcurre como si no fueran los cazadores
condiciones sociales específicas que engendran de forma con­
ncs atraparan la caza mediante sus conocimientos y sus técni­
tinuada su modo de producción y de existencia social. constan­
cas, sino como si ello fuera el elon de una Persona omnipresente
temente amenazado de escisión y disgregación de las bandas.
y benefactora. Pero el propio fantasma es parte del conle/1ido de
Pero esta material, política, simbólica y estUica al
mismo tiempo (por las danzas y los cantos que la csas rclaciones sociales y no solamente el rcflejo aberrante y
necesariamente) está dirigida hacia un Sl'r real e imaginario, la ridículo de una realidad que existiría fuera de él.
Selva, para invocar y celebrar su presencia vigilante que lleva Este breve resumen bastará para mostrar cómo, a partir de
tllles análisis y de sus primeros resul tados, se podría abordar
"Hemos elegido el eiemplo de los pigmeos mbllti por dos motivos: el problema de las diversas formas que han revestido las rela­
por una parte, porque su economía --ba~ada en actividades de caza v de ciones de dominación y de explotación del hombre por el hom­
recolección en un ecosistcLna gencra!i:radu¡ la Sl'h'~l pdruaria l"ollgolco.l­ bn~ en el transcurso de los diversos procesos de formación de
es rclalivamente simple, y, por otra parte v sohre todo, purquc a dife­
rencia de numerosos trabajos clnogrúficos que 'llmini';( I an vagas in[or­ las sociedades de categorías y luego de castas o de clases. Por­
maciones sobre la economía de las sociedades s!'hrc las que H'rsan, Jos que hay que subrayar que los mbuti, cuya sociedad es fuerte­
estudios de Tumbllll son de una calic!ad y dl' un;l riqueza c",cc:pcionaks mente igualitaria, se consideran tocIos igualmente dependientes
que completan felizl1lente' los notahks descublllrd"ll'()S rcaliz,Hlos por
Richard Lec, Lorna Marshall. Julian Stc\\'anl en otn." plH:blo~ l'Clzm.lOlTs­
de la inten-cncÍón continua v benefactora ele la Seh'a (lo que, en
rnoicclores, los bosquimanos. los shoshouc·s. cte. Por lo demás, expre­ el plano objetivo, es puesto que, al no transformar la natu­
samos l1111'stro reconocimiento dl'sck c;;(;¡S p;:iginas a Colin Turnbull, que raleza, dependen totalmente de ella para reproducirse). En el
ha aceptado con la mayor scnciikz y cordialidad responder a JHUT\crosas caso de los mbnti cada uno es fiel v v ni siquiera
cuestiones qw' le hemos planteado. así cUino CrilicClr las intcrprctal'iones
que iutentábamos sobre sus materiales y Sil trabajo.
existe entre ellos la figura del eham·án. Dedican a celebrar la
Scha un trabaio suplementario, puesto quc intensifican sus

~
Prólogo 15
14 Mal/rice Godelier
elemcntos de un mismo contenido que existe simultáneamente
cacerías v consumen los productos en ellas obtenidos en festines
en diversos niveles. Sin embaq:w, no es indiferente, para el des­
que exaltan el carácter excepcional ele la vida ritual.
arrollo de las relaciones de casta y I o de clase, que sea el ele­
Por consiguiente, podemos imaginar que cuando las condi­
mento religioso el que domine a la política o a la inversa. Tra­
ciones han permitido a ciertos hombres, a determinados grupos,
en esta dirección es como el marxismo producirá las
personificar en ellos mismos el bien común o tener acceso ex­
clusivo a las potencias sobrenaturales qu<" se¡2:ún ellos, tenían explicaciones que respondan a las objeciones que oponen a la
el control de las condiciones de reproducción del universo y de hipótesis de la causalidad determinante en última instancia del
modo de producción especialistas como Louis Dumont, quien,
la sociedad, esos hombres yesos grupos han parecido elevarse
que en la India, por ejemplo, es la religión
por encima de los hombres corrientes, aproximándose a los dio­
hace milenios la organización social.
ses, avanzando mucho más que cualqUier otro hombre en el
que separa, desde el origen de los tiempos, a los hom­ Henos aquí al término de esta introducción que permanece
bres de los dioses. En esta perspectiva se aclara el hecho de pendiente de análisis inacabados, dirigida hacia zonas de som­
que en numerosas sociedades en las que existen jefes heredita­ bra, lugares vacíos o iluminaciones engañosas. Esperamos que
rios que no disponen de ningún medio de ejercer violencia física el lector encontrará en adelante menos insólitos e irritantes
sobre sus súbditos, como por ejemplo la sociedad de las islas csos recorridos teóricos que van sin cesar de la antropología a
Trobriand, estudiada por Malinowski, la forma que reviste el po­ la historia, de Lévi-Strauss o de Firth a Marx, o inversamente,
der de esos jefes y la justificación ideológica de esos poderes no ciando jamás por cierto nada que no haya sido previamente
provienen de que ellos, en primer lugar, controlan los puesto en cuestión y requerido para que exhiba sus pruebas.
rituales de fertilidad de la Tierra y del Mar, apareciendo como Al lector le parecerá evidente que todos esos rodeos y re­
los intermediarios obligados entre los danes, sus antepasados corridos teóricos continúan respondiendo cada vez más de cerca
y sus dioses. Alejarse de los hombres y dominarlos, aproximarse al lejano planteamiento del problema de la racionalidad eco­
a los dioses y hacerse obedecer por ellos son probablemente nómica. Por otra parte, se añaden a otra forma de cuestionar
dos aspectos simultáneos de un mismo proceso, aquél mediante que por dos veces aparecerá en este libro, en los textos dedica­
el cual comienza el camino que conduce a las sociedades de cla­ dos a los baruya. una sociedad del interior de Nueva Guinea,
ses y al Estado. Sobre esta vía se erigen las figuras formidables en cuyo seno realizamos nuestro aprendizaje de la práctica de
de Assur, dios-rey de su ciudad, o del inca Shinti, el hijc del campo, entre 1967 y 1969. Durante más de dos años vivimos y
Sol, que reinaba sobre el Tawantinsuyu, "el imperio de los cua­ trabajamos en el seno de esa sociedad, que había visto por
tro distritos» 17. mera vez a un blanco en 1951, y que no estuvo sometida al con­
Pero esta vez, lo que había comenzado por una dominación trol de la Administración australiana hasta 1960. En 1967, cuan­
sin violencia se ha convertido en opresión ideológica y explota­ do llegamos, una rclación colonial, se podría decir que en estado
ción económica, sostenida y prolongada mediante la violencia acababa de abolir la distancia que había separado en
armada. Por consiguiente, no hay quizás por qué blIscar si es la y el espacio dos formas extremas del desarrollo protei­
política la que adopta una forma religiosa o inversamente, cuan­ forme de la historia. Una sociedad sin clases que apenas acaba­
do se trata, en este caso, de dos formas del mismo proceso, dos ba de eerrar tras sí la puerta del neolítico al procurarse median­
te el cambio los utensilios de acero que provenían de tribus
Sería interesante enumerar en el libro,
11 anticuado en contacto con los blancos, se encontraba frente a unos
importante, de H. Frankfort y de Th. Before
Books, 1949), la lista de las diversas funciones imaginarlas o n:a­
que afirmaban e imponían su "derecho», en nom­
que asumían el Estado su representante viviente en el Egipto y en bre de la «superioridacJ" de su propio sistema económico v so­
In Ml~sopotamia antiguos. los mitos resumidos por los autorl"i cita· militarlncnte, a "cÍ\ilízarIa" y a dejarla se­
dos es notable descubrir que el mismo CaSInOS está n'presentado ellos
en manos de antropólogos o de otrus «hombres de
a la manera de un Estado. y las formas dc:l Estado constilln;ell el
esquema sociológico la n~prl'scn(a('ión del unincrso, POl' el ('[1 resumen, el (!enccllo a someterla al on!cll \' ello en
contrario, en el Sl'no de los indios de ArntTica, pertenecientes herwficio de una sociedad de clases que ya no era la de Hero­
a sociedades que carecen Estado. son las ¡'elaciones de parenlesco LIs
que dl~scmpeñall el pa¡w! de esquema sociológico.
d'Jto frente a los escitas o b de Cortés frente a Mocteztll1la, sino

.......
16 \1allricc Godé'licr PRIMERA PARTE

la del y la «paz» que éste a lus


colonizados.
ANTROPOLOGIA y ECONOMIA
Esto equi\';:día a plantear de nuevo y por completo sobr-: el
terreno, en b juntura vi\'a y dolorosa de dos modos de pro­
ducción y de dos sistemas sociales distintos y opuestos, la cues­
tión de las razones de que sean lo que son \' de que hagan lo
que haccn las sociedades y su historia.
tcada de dicha forma, no sólo c\ i¡.:c. como se
llevar mús lejos el anülisis cíen tífico de esas razon:,s
y de esas contradicciones. Siempre hay que añadir a ello la ac­
ción, la actividad de la razón práctica que lucha contra la his­
toría, por la historia, y que se niega a dejarla que se convierta
en Destino.

¡ r
';~'/rjUvrA
·.Y H' ","
',Ii' ,

f'.:1 •
{ . ,,', /'

.....
1. EL PENSAMIENTO DE MARX Y ENGELS
SOBRE LAS SOCIEDADES PREvHTIVAS:
L\iTENTO DE BALANCE CRITICO

",1 Cf ~ vClIIICENfA';;VI'/
"Lrht\,,'~ HfJ~~L:,
_ f::',A, ,
"'" e [';
~'

La evolución del pensamiento de Marx y Engels sobre las su­


ciedades sin clases y sobre las formas ele aparición del Estado y
de las relaciones de clase pucde resumirse a grandes rasgos.
Dl'sde l.a alemana hasta los años 1853, Marx y En-
elaboraron un esquema muy sobre la evolución
de las sociedades ilustrar su descubrimiento
a saber, que la social tiene su fundmnento último
formas y estructuras de los diversos modos de
bozan cuatro etapas: la comunidad tribal, que corresponcle a
las formas primitivas de economía pesca, ganadería,
meras formas de agricultura), la comunidad greco-latina, que tie­
ne la forma de un Estado; la sociedad fcudal y la sociedad bur­
guesa. Las razones que explican el paso de la comunidad tribal
al Estado-ciudad antiguo apenas se insinúan. La transición de
la antigüedad a la sociedad feudal la dibujan a grandes trazos,
el papel de las invasiones germánicas se menciona de y
sin que reciba un desarrollo
En 1853 la India hace su irrupción en el citado esquema, y,
con ella, el Oriente, cuyos rasgos más característicos resume la
India en su historia. El análisis del estado tribal, palriarcal, ape­
I1:lS esbozado en 1845, queda considerablemente enriquecido. El
del nacimiento del Estado y de sus formas primitivas
se plantea con nitidez y recibe una solución
na\. La existencia de múltiples comunidades agrícolas aisladas
quc necesi tan una amplia cooperación en los trabajos de interés
colccti\'o constituye la base sobre la que se erige una forma
despótica de Estado. Esta estructura que combina unas comu­
nidades rurales con un Estado central despótico con::,tituyc una
F,!c' texto es un extracto del extenso prólogo (pp. 14 ;¡ 142) que he
1(,cumo introducción y comentario ;:¡ lo, textos escogidos de :\1an:
bajo el titulo SlIr /es suciétés pré,'apitaíiSIi:s '':11
P;:¡rí;;, 1970. (Hay traducción ca~tdlana en EuJccor, El
a,itifico, BUCllOS Aires. 1966. Incluye asimismo d
('ompleto de las Formaciorles
,lIIuicl1/u lit: ,\1(l/,x \' L!1i.',ds 21
20 ,Hall rice Godclier
de posesión cOr11un:d (k las tierras tiL'l Eslado, La
forma de tn.1l1SIClCH1 de la sociedad bárbara prillliti\'a a la Cl\"!­ consislc en una ;lso,'iaciún de ,
lización, Pero en la medida ell que el aislamiento de las comu­ ! ¡,) ... prl\'L\([OS que utilizan COllluIlitariame'nte tiLTL1S no arables.
nidades v su es! mc! ura arcaica impiden cualquier clase de ,t ... dos formas, donde la propivdad pri\éleb ha adquirido P;¡U­
prop'csodecisiYo de las fuerzas producti\'as, esta transición per­ 1:11 i!I,lllll'lIk Ulla n¡ayor importancia y donde L'l illdi\'iduo ha
manece inacabada, y Asia se estanca L'll una miseri<1 milenarIa (lllllllistado lIna cn.:cicnk autonOInía, cOllstitu"en l'l punto de
junto a la ~ran corriente que conduce al capitalismo, No obs­ ;l.l ¡lb de formns de explotación del llOrnhrL: por el J10111hrc
tante, la e,'olución occidental no puede reconstituirse y com­ , 11,', :d desarrollm'se, destruyen las antiguas relaciones C0Jl1l111 i­
prenderse sino a partir de las formas asiáticas, consideradas ¡llli;t'> \' configurall el ori~e\l de un nuc\o desarrollo (il' forma­
como supervivencias de lo que constituyó su punto de partida. Illl'S "secundarias» caracterizadas por la existencia (k cl,lses
En 1858, Marx descubre el secreto de la plusvalía y de la :l!1Lll.'Onicas v del Estado.
formación del beneficio, Con ello la crítica de la economía po­ Dos procesos tic génesis cid Estado v de una clase dominan­
lít ka encuentra su fundamento definitivo. El problema de las 1<: quedan sugeridos, uno interno a las COll1unidades. el otro
condiciones históricas de la aparición del capitalismo puede ya l'X(c' rIlO, pero tamhién amhos pueden combinarse, La unidad de
plantearse científicamente, La singularidad de las relaciones de !:l ,'oll1ullidad puede encarnarse en la persona re"l de cktermi­
producción capitalistas, que oponen y combinan a los propieta­ )siefe" ck familia o en personajes sobrl'natllrak~
rios de los medios de producción y del dinero y a los asalaria­ rí()s que tienen a su servicio personas reales. De este modu se
dos, propietarios únicamente de su fuerza de trabajo, se con­ l'<JIlstittlve una jerarquía en el interior de las (,oIllt11lidadL's, que
trasta con algunas formas precapitalistas de producción. Queda l'1! dL'lL'nnillados casos pueden dar orif'cll a una comunidad su-
construido un nuevo esquema de evolución histórica, esquema que las domina, el Estado, personificado por un
en el que se in tegran los análisis de 1853 sobre las formas asiá­ L:t !'U,'ITa \' las conquistas c1c\an igualmente él COl11l1nl­
ticas de propiedad de la tierra, de organización del trabajo y liddc's \ íctoriosas sobre las otras v su dominación es-
de explotación por un poder InlCluras políticas :v económicas lluevas, estat~lIes.
A partir de entonces, la propiedad común de la tierra y el fh'Slk 18:;8 él 1877, El Capilul \' vi AlltiDi;/¡rill.é: l'n
trabajo en común se plantean explícitamente C01110 el punto l'SI()s temas: El Capilal, analizando la rent;t-illlPUL'sto, f()rlll~t de
de partida de la evolución de la formación económica de la so­ l':,>;pl()tación propia de las sociedades en la~ que el Estado es
ciedad.. En su origen, la sociedad tiene la forma de una comuni­ plopil'téuio el! última instancia ck la tierra; el
dad natural basada en el parentesco de sus miembros; a esta l'l'Ill'I'alízLlndo la idea de la transforllíación de
comunidad Marx la denomina horda o tribu, Asia es concebida ion ,'n poderes de opr~'sión \' l'SbOlando dos ,'ías de transiCIón
como la cuna y el musco de las formas primi t¡vas de propiedad lld,id el Estado, una qUl: conducc a las formas ck'spótÍl'as c!L: Es­
de la tierra entre ganaderos y agricultores. A partir de estas LldlJ; la otra, a las formas occidenl<lks ck sociedacks de cb"es
formas originales, en las que la comunidad es propietaria y el h¡¡~;ld;l~ l'n di\'~'rsas formas de propiedad pri\'ada, anti~lla \' fell­
individuo solamente posesor, se dibujan \'arias evoluciones. d:tI \' Sohrl' la l'sclmitud () la sen'ídulTlbl'l',
Una de ellas, que no cambia la {orll/a de las relm:iones so­ Fn 1SSO, los amíli~is de la Comuna rusa que "e Inllltiplic,lI1
ciales, pero modifica parcialmente su cOlltenido, consiste en el 1~7n, los de la éllltilllla C()!llUI1Ílbd !.'l'nll:ínicn. rL'col1sli­
dt:sarrollo general del despot iSl110 oriental, forma de Estado que '''id:\ por \1:llll'l']' \' rl'\'cla¡los :\ \1arx ('11 18liS, así como el co­
hemos podido distinguir en el Perú, en México, en Rusia y, por f,illli,'lllo dL' los lLlbajos de Ko\aln'é<ki. IItT,\ll él \Lu", a la
también en Asia, y que desarrolla la explotación del iO!1 de un 11tli..'\O l'onCe'pto, L'I de' «()Jllll1l11 1'11101. \' :t
el homhre sin rOl1lper la l'sl ructllra de las antiguas 1,
", ,'1 s('n() (le' un "'-''111,'111,: 11!lll'110 1l1:\' cumple'jo, l'l
y sin transformar la antigua relación del indivi­ ",'¡¡Iido dl' ];h COll111llid,ldl'" llillllUe", rllS,I~, ~l,],IlI:llli-
duo con su comunidad lk origell, Otra e\'olucion, mús dímímica, \.")

haCt~ surgir formas de propiedad que cGntl'adicen las formas lit dio Il:jU\l'lle"'C" Asia \' las COlltllflid:ld,'s
mós primit pero qlll: se desarrollall sobrL' la misma base, es lll'l]() lIl;í, dln,¡lilil'(l, L~I e'(
decir, sobre la organización tribal. La cOll1l!niébd pl'i\;lt!;] ]¡.tbl:l h"l'ho ~u
noce a sus miembros el derecho de nnmiedad privada

~
22 Maw-ice GodeliCl' Fí de ,\Jan: l' 23

la asociación de marca, descrita con anterioridad como la co­ de la desigualdad en el seno de las
munidad gcrmánicZ!, dejan de pcrtl'nl'cer a la fomwción planteados a partir de 1845 ,v se
maria, tdba!' Otra comunidad reconstituida por Mau­ cesar hasta 1884. Al rdlcxionar sobre la India
rer a partir de la asociación ele marGl, dene a ocupar el lugar \' Oli,'l1te, son tales qUe Marx continúa siendo
de esta última en el seno de la formación la élctualidad, junto con Maine, el pionero en haber colocado
En 1883-1884, el descubrimiento de la obra (k Morgan trans­ ~I Asia en el plano de la reflexÍón histórica. Y Marx lo
forma de nuevo el esquema de la historia primitiva. La impor­ hizo con tal teórica que no solamente se coloca en el
t::ll1eia del parentesco en las sociedades primiti\'as se afirma de de la gran corriente ele historia compacada del
un modo ddiniti\-o, así como se distinguen difercntes formas del :\IX, sino que la domina por la amplitud de sus miras y
mismo. La organización tipo clan aparece como la clan' de la los dl'sa rnlllos teóricos de és las.
historia primitiva de los pueblos civilizados, y la organización Precisamente esta riqueza teórica explica que Marx v Ellgcls
tribal sólo se considera ya como un desarrollo tardío. Con el henan tenielo la capacidad de acoger los dcscubrimientos reali­
descuhrirniento del papel histórico de la organización por clanes, za~los al margen de ellos por especialist¿ls tales como Maurer y
Amél-ica y las sociedades de cazadores, que con anterioridad , fundadores de nuevas disciplinas científicas. Hemos re­
apenas si se considerahan en el movimiento de la evolución, vie­ c()nslÍtllid~) en sus aspectos principales la configuración del cam­
nen él ocupar el lugar que antes detentaba Asia para la recons­ po teórico en cuyo seno reflexionaban Ma¡-x y Engcls, campo
trucción de las fases de la historia antigua. Del modelo hindú a lo largo de descubrimientos y problemas de
se pasa al modelo indio. La génesis del Estado en los economía política, historia comparada, etnología, ar­
los germanos, adquiere una originalidad nueva porque par__' ee práctica colonial, biología y que más allá
que hace emerger directamente al Estado de la antigua sociedad con los conceptos heredados del siglo XVlll. Su reflexión podía
gen ti licia. Los análisis antiguos del modo de pnx!ucción asiático recoger aquellos elementos enriqueciéndolos, porque los anali­
en modo alguno son repudiados, sino que hacen referencia más zaba a la luz de los principios de una teoría revolucionaria, el
que antes a una \'Ía de e\olución distinta de la de Occidente, a materialismo histórico, y de una revolución teórica en el campo
una transición más lenta hacia la civilización y que no conduce de la cconomÍa política.
a la forma más dinámica de esta última, la sociedad hurguesa. y caduco de sus conclusiones tan sólo
El análisis de las formas primitivas de sociedad continúa inaca­ se ,Icbe al nromo progreso de las ciencias fundadas en el si­
bado, en esbozo, y ya en 1884, pese a su admiraci(lI1 por Morgan, in\'entariar esas partes caducas, tenemos que
escrihe: que el gran avance de Sil reflexión sohre la historia
"No tendría sentido, si quisiera simplemente h~1Ccr un in­ lo que la domina, es precisamellte el análisis de las
forme objetivo, no criticar a Morgan, no utilizar los resultados l'Ollllll1i,bdes agrícolas primitivas, del modo de producción asiá­
recientemente adquiridos, no ponerlos en relaciólI con nuestras I ¡el) \' de la existencia de \'ill'ias vías de eUJlución a partir del
y con los datos ya obtL'nidos. No sería de pro\'e­ C()llIllnislllo primití\o hacia las sociedades de clase v el Eslado.
para nuestros obn:ros» l. Más adL'lanle \'ercmos que, precisamellte por lo mi;mo, su pen-
s~llllil'l1l(J desborda su y se inserta, tras tantos aüos de
Y, en 1891, modificó ya algunas parles de su libro. La lec­ 1l\:1I iSIl1!l l'1l el mo\'ill1il'nto dd conocinlÍcllto actual. Y este
ción es evidente. Tomar en serio la obra de Marx y de l'\iclcntemclllc no nació de qUe, por
de Lenin, no consiste ell «creerles» fue por lo q tiC El de la
mar sus en dogmas etLlllo". Y dd Estwlo se comir¡ió
Lo que en esta cvolución ante todo es su contll1ui­
dad, su arwrtura permanentes a inJormacionc's y
nue\os_ C01l tinllidad la hC!I1os de1l1ostrado su! i­
"
cientemcnte. Los temas de la l1n)j)iedad tribal, de la l'l1 el XL\ \'

I Cartas a K:lll!,KV. tI,,1 26 ,k ahril de 1~8,L \'(-as" ("ana, subre El Ca­ l'~¡dUl'aS actll~llllll'lItl',
Cilc!11oS
pilal, Ediciones de Makrialc", Barcelona, 19N), pjgína 253 . lilas illlportantes. La teoría sq;ún la cual la CCUIlOlma pa,,­

...... ..
24 ,Hollr/ce (;()dclícr ."C 1l.\11II1 í élll O \1a/x 2.1
toral n(1l11,le!a l1l'l'cc'dió IlI'Cl',,;¡rianll'l1tc a b ltura J¡,¡ "ido I \' la" , ciudacks-l.'stado SllllllTias C0l11íc:1l7dn a
rdulad~l pUl' la ~lrqlll'(jl()i-!ía \ por el <1njíi..,i" l'c()I0i!iL() \ ¡,cll,;¡ico CL'c']' h~kia 3500 ¡¡, ele le.
[\,l1
de la, difl'r,'IIks especies dOl11l'.st ¡celdas. A P;1r¡ ir lk l'Jlt()l'l'l'S Utru rrobkma qUc'do csboziHlo en el »i¡rlo XIX: el de' las
se dístim'.lk'n trl'S l't,lpas! l'l1 b domeslicación ck' los ~11lí11l;tks, ", Il'l];¡(ks ek GI..,tas, Se propusÍlTon \ari,l" L"\plicé¡ciollLS: hie'n
en la ql1é' Sc' 1I"\'<I a cabu la dOll1,'stiL':lci('m ,¡:le' la C,lSt;¡ habí;¡ nacido de la (]orninacilll1 de poblaciones au­
del n'no, de' b cahLI \ de L1 (J\l'j;! I qlle 1\1, tuna'i por Ílwa'ion.'s extranjeros, bien se presentaba corno Ull
le en los plil1Wl0'-, ,'qabkcimic'll­ l,i~U lílllite de la cli\ i'iión del lrahnjo cOlllbinélda con una forl11<1
natu 9,000 a, de .rc,,. Una Illllite de las n.'laciones ele parentesco, la endogamia, Habrú que
6,000 \' 4000 a, de' J e 'I'e'lar al comÍl'nzo del xx y los e:',tmlios de V
iedll lus ';];lllrones tk c()sl'ellas», la \¡¡ca, !OL'cart para que progrese la (!t'scrípcióll del funcionamiento (h'
cerdo " Finalml'nk se domestican ell ulla ¡as Glstas \í para que se tOlllell en serio 10:-' aspccto~ ¡eos
animales de transporte \' de trabajo, tales cumo el \ Il'ligio"o'i de su funcionamiento ", La explicación del fcnómcno
la zona tropical forestal, L'l caballo, d camello, el aSilo \' el Ol1a­ lk las castas reyi"tc una importancia particular, por una parte
?ro, Con la dorTlcsticación del caballo v del Gllllcllo comienzan pUl su alcance mundial en la historia de aver y de ele
a ser po,>i bIes econol1l bs pas tora les pu ra II ,en ll' n(JIll,lllas 1, 'l'''' lomo la fndia, v, por otra parte, porque la exi"tcncia 1.'0]]]­
Ya helllO'i scííalado que la arqllL'oio!.>Í'l de la Gre'('ia \' ck' la iJi:lllda (k castas y de un poder ele Estado UIlLt forma
Roma arcaicas no l'xislÍa en la en la que Marx v En¡,rels <llwinal de élparición del Estado v exIge definir con rigor la rc­
escribían, qm' la arqueología del Próximo OriL'nte --('011 la e\­ lacion entrl' clase y casta.
dc Fi'iptu- estab;¡ naciendo \' que la arqllelll()~ía \' d Aún mús anticuadas están al?Un,lS tesis ele Morgan sobrL' la
conocimiento de la historia ck' China, de Indonesia \' naturaleza v las causa'i de la l'\'olución de las relaciones de pa­
del así C()lllO dc las ei\ íli;:aL'i()nL'~ l'l'llte'iCO en las sociedades primitiy<\s, Con c]l¡ts se hunden pasa­
n<1<, estaban aún pc!' constituir"c Hubo qUl' Íc'» L'l1tcm... del Oril!,cII dc la falllilia, de Ellgcls.
cuhrimic'lto del clllplazamiento de Ja1'l11o en LI hak centréll \' a
J¡lS eXCCl\,lc'jolll's ek' Brélid",oo(\ (1l)48-1951) para que fllt'nl e'\hU­
nmdo un t(' ... ti[>'o dl' las prillll'la" ()illllni(b(k" aldl'él11él" (.:;000 y cuya
antes de JC) COIl1cIllPOr[llll'<\S ckl comienzo de la a~!I"il'lllt\lra In lIll.iplicaeión hace progresar la c\'olución <.le las relaciones de
sedentaria \" de b d()nlcstic~llión de anilllales '. Ik ... d(~ entOllces p,llenll'sco basta In chínica, La icaclun que pro­
se lwn 1l1ultiplicado los descuhrillliL'ntus, cOlll irlll;lmlo qllC las ponl' del origen de la prohibición del incestu y de la
ciudades \ los Estados ap¡IIL'Cie1'lJ1] h,lS(~ll11c de.spu0s ckl des­ ~L' rl',JucL' ;d ar!!lllrlCntu biológico de la sckcci<Ín natural, Ahor,)
arrollo de las comllnid¡¡dL'S ¡:¡]dean;¡'i, Pu¡- ejemplo, ell la p~lrtc bil'Il, llLlst<1 l'l presente, la !!l'll(,tie:a ha sido incap¡\z de dctcrllli­
"lit' de Nkso!1ot<lllli;¡, la l'()l1ll1lliebd alcle',llla lbt,1 lk 92S0 a, ele
IUI ¡us efec(os -positivos, lIL~gatÍ\Cls o neutros ele lus L'nlaces
!c'pdidl'S cntre parientes pd,ximos que constituyeron la pdc­
r. 1,'1I1H'r: A Hll[cl1ín<.o!\, 1963, pá·
tic\ lIlikn"ría dl' las sOl'iedadL's primiti\'as, ~hl C01l10 de llUllll'r()­
s\ ~as l'''ITlLlIlidades aldeanas, El argulllcnto híol!'lgico aparCl'C
i (]l' un;\ prohihil.ilJll CUYOS
os ¡'cale" \' iyos son distinto') e inconsLil'ntl'~,
lt"t l'ul :me! Uilllll,ll dn
h"(i!< (l:' lr¡¡,hl()r(!/().~_\, ~q~::: pp. "'.ludio del conmortamil'nto SL'xu;¡] de los
¡ kt" I,¡\!() {I¡' l t n,l'~t(Jl ;¡li",il1 .\, :!ll/ ': (\1
¡ 1:, Iel' ~ 1'1' ;u I ~}"
Hd. 1!;)U1U 1l,'~""{l,lCIIl(lf'\J ]t){)::.
r~ H:,\i,l,,',()od: R~! [ll 11;1 ¡lh' (111 !11 tJ[" ¡;1' \1 :.:11'1
R"'[l"C lo ,1 1'1 "híhlcíon cid l1l~,l, ÍI1l()llí" enlrc'
I I \ ,ti \ \.1
qu,-' ....,t·~'lll1 <.:1 " ,11 dl J 1/;d).1 Ll L\lnilLl PUTLlLL1.
') ( Pi) ~.:-: ~ I \\,,] \1\)1 l',(! i ) i.f!ll,tli\l\t' llll~t \._·\\..·~·kllll
R,',·,:' ,i \ ,,,1: (,:.'1. 1.\ ll)¡ill¡ :11.\ ('! )), lJll'll}]() ll'....' ",\.,Ill,,-j()¡¡ ¡¡,ti ¡i
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I l' .' ( . ~ ¡' ! 1.'(;Ulldl /11 ,¡Ii! ,','¡¿i <¡U ¡:(Illl()ih '''''(I~¡,\k", l \ ¡ l h , jl);..f, 11 -ti. (H.\\ l!'.\\lull.'jUll l~~"'(,.:ILlll~l
"':;:: )~
i--,L!.lld •• -_l. \ \, ~"""!_'. \Lll:: ¡ (1'/' i. )
"

lIIr..-­
,
26 Uallricc (;odclicr l ' ,"c'lIsall1ie¡¡/o de Mllrx y 27

cuya \'ida soci::t1 puede ofrecer una imagen del modo de exis­ el do cstos primos son biológicamente equi\aIcntes v se
tencia animal a partir del cual ,~I hombre ha eyolucionado, no l'I1c\ll'lllran a la misma distancia de 111, Por último, que
nlUestnl prúcticanwnte ningún caso de pura promiscuidad se­ I'v,")ldar que la mujer tiene una importancia decisiya en las so­
xual 8 , i\'as para el mantenimiento de las comunidades
Pero el \'crdadero problema no reside ahí. Se ha constatado ivas y económicas, y que esta il1l­
que todo sistema de parentesco supone una cierta forma de hace necesario el con trol por la sociedad del acceso
prohibición sexual v convugal, lo que demuest ra el carácter so­ Pero estc control son siempre los hombres quie­
cial de las relaciones de parentesco, Al n:nllncial- a sus derechos 11<''' La relación entre los sexos en las sociedades
sobre determinadas mujeres (madres, hermanas, hijas), los hom­ por consiguiente, fundamentalmente asimétnca y
bres de un grupo las vuclvcn disponiblcs, las ofrecen, adqui­ !lO n'llproca, La reciprocidad sólo existe entre los hombres, En
riendo dcrechos sobre las mujercs de otros grupos, La los sistemas matrilinealcs, la autoridad recae en el hermano de
ción del incesto no es solamente una prohibición, sino también la IlHIjer y en el tío materno, mientras que en los sistemas pa­
una orden, Instaura y funcla, directa o indirectamente, inmediata trilineales corresponde al padre y al marido, Por esta razón
o mediatamente, un intercambio entre grupos, Toda forma de élmbos sistemas no son el simple reflejo invertido el uno del
matrimonio implica una forma ele prohibición cOl1\ugal porque otro, En un sistema patrilineal son las csposas de los hombres
el matrimonio no es uTla rdación «nalur::l!», sino una relación so­ reproducen el linaje, mientras que en un sistema matri­
cial que concierne al grupo en tanto que tal v que debe ser com­ lill,:al son sus hermanas, El problema, por consiguiente, con­
patible con las exigencias de la "ida colcctinl, de la sistl' en asegurar el control completo de la esposa y renunciar
cia de las comunidadcs, No puede, por tanto, existir al de la l1l:nnana, o bien a la inversa 11, Por tanto, no existe es­
puramente consanguíneo, Toda relación de parentesco presupone tado IJ),it riarcal aun cuando en las sociedades matrilinealcs las
la consanguinidad y la alianza ", La explicación tle la gocen de un estatuto muy elevado, cOlTclativo al hecho
del incesto y de la exo¡mmia debe por tanto buscarse en la vida de que Oill marido carece de derechos sobre sus hijos, Tampoco
social :v no en la vida biológica, El prillcipio de selección néltu­ los sislemas matrilineales tienen necesariamente que preceder a
ral no puede explicar el origC'n y el fundamento de la distinción, los sÍstl'rnas patrilineales por el hecho de quc la identidad del
tan frecuente en las sociedadcs primitivas, entre pt'imos cruza­ Cuera incierta en los tiempos primitivos 12, Si la identidad
paralelos, la prohibición del matrimonio con estos del padre no tiene la misma
considerados como hermanos v hermanas, v la posibi­ ciubdcs patrílineales es porque la filiación es matrílineaL
lidad, si no la presnipción, del matrimonio con los Todo l'sto plantea el problema de la validez del método de
para reconstruir la evolución de las relaciones de pa­
Vé¡JSC Rohin fo'(: Kil1sltip aml Marriagc, Pelican, 1967, p, 29, (lIay
trztducción castellana en Alianta Ediloriul, Si,\ICmaS de pan:l1tcscu y ma' rL'ntcsco y de las formas de familia, La existcncia de esta e\'o­
I rill1olliu, l'vbd rid, 1972,) En[!cl:; cita las contradicciones de Lclournc¡¡u, no puedc ponerse en duda, pero la imagen que actual­
de Saussurl', de Espin¡¡s sobre las socicd¡¡(lL's anim¡¡lcs, concluyendo: "Dc llll'nk !lOS hacemos de ella difiere profundamente de la dc
todos estos hechos, la única conclusión que puedo extr¡Jcr "S qUé no pnll" , \ allte todo se debe a un conocimiento teórico más pro­
Iluda para el hombre' y ,us condicion,'s de c'xi,tcncia
,] Fl:!sta que p(y;camos infonn;lci,ín lllj, ;1Illpli¡J, tememos, fundo de la naturaleza de los sistemas de parentesco, Para que
que rcchazar toda cunc!u,ilm e,1 raída de' esos dalOs absolulamenle el esquema de e\"oItICi(:lIl de Morgan fuera válido tendría que
(El origell eld familia, cd, cit" pp, 36-37), Véase t¡Jmbién la re­ existIr 1111:1 correlación binaria entre terminología ele parelllL'sco
cil:nlc di,C'llSio¡] ,ubre d compor!;lflllento de los pi imates en ClIrrcllt \' c:-,¡ructura de la familia, En efecto, toda la recónstrucción de
,\n!lu u/'olu!.!,\', íllnlo 1<1(-7, pp. 2~.~-2';7. 1.1."\ í-SlLHh-';, en ~'I prologo :t la ~c­
gUllda edll'ioll de S[nl~ fl¡('(','l ('lnu1'u:úill lit :,1l1)1;1,\':,~ qlll~ 10"­
rl',.:il'l1tl"~ ,,-'''¡ lld¡u~ "Juhl'-: t:hi1l1p:ll1t'\;~, babtlinu,,-; ." ~ori]a...; en l'sLtdo ~al\':ljc rll l'i (",;ludio de los sistemas de parentesco, "Ego»,
oh'¡~("Hl ít tLlz~n' nn~'1 Unl'a di.? dClnarcacj<jn ~. de opu"ici(')11 n'l~'ts h:nllt.' iduu rc'fl'rl'ncia (hombre o mujer) en lelacion al cllal
IOrlll,},""d t'Illrc n:llllr:1k¡:t \ \.'l¡JtU! d. \'¡n~t ~H¡S apn:.''''), T1'!H;I.\; Jlo~ Sl' dl'si"n'Hl todas las categorías de parientes (primos
,lc-n"" ,,'plil'!llbrc' 1%7, jJ, 368, tI', ]$ d,' Le Ir;ldu,','il!il c'a,kILuIU, l'1l ", :diados, etc),
l'didi)", BUc'llOS Aire", 19G'!J R, Fux: Kilhllip ami marriage,
\\\\'-,1...' LL'\ ¡"Slr~\lh:-,: rri') ,1it/I",'}!!('..,;CíJ, pú~ \'r::t", la lTUiea de ,\lorgan por Rivers, que fuc uno dc sus discípulos
gil1~l (;6, en "1 .!dul ()r,¡~t:1ii~a¡i(}nJ !\'ucva
J
28 ,Hul/rie'e Godclícr ,oll1icnllJ de: .\!an 1: 29

Morgan se ~lp()Ya l'n la de que ha dchido existir, para iJilakr:lks pUc'(kn frl'cllenkmcnit' in!('rJlr\:'tar~L como
cada tipo dL~ t\:'rlllínología de parenlc'SCo, un estado \' una dc trc!Il'>IL'ioll l' e1111',,' ~i"tc'lIlas lInilincak" el clescubri­
ca a los qllL' di ree ta llh'n te una forma d... lll<\ tn­ l dc' lo>.; si;-.tc'l1uS cug.natícÍos ha lI1o<lil il';\(ln pl'ulunda!l1l.:n­

lTI los "i"tcl1l~lS bawaianos, dondc tocIo I di."l'usi()f1 suhre la l'\"()]¡lción de hls n'l,ll'j()]l\'<; de' pan'n­

, , , a cualquier muí ... r de­ ';1 bs s(Kic'dades primi t Í\':lS 17. En 10-; sisklllas nH.'Ilal icíus,

nom ílwda <, madre", Para ordenar a nm ti nuaciún todos es tos " los dl'scc'!Hlil'nlcs de un é\ntl'p:lsado Clll!lÚn pl't'tl'nccc'n a
estado<, ficticios en una sucesión cronol()¡IÍca v ]()gíca, Morgan 1" ·¡'llll) ¡.!nl]1o sin tener en CUl'llta ;.;u SC\O, Este grupo no

utilL~ó b Ilipótcsis de que b c\'olucÍón había consistido en mul­ la cstructura de un clan, grupo unilineal. sino hl de tina
tiplicar el número de prohibiciones conVll¡.!aks entre consan­ :\11 anliguo krmino medic\'al actualizado por J'irt\¡ \ otrr)s.
A partir de cntollce<" todos los sistemas de pilrcntesco 1.<'" ,'ardC·tlTes dominantes de estos sistemas son su l'\trL~ma
conocidos quedaban ordenados en orden inverso al número de rle\ÍiJilid:¡d, la amplitud del campo :¡bicrto a la inicíati\';¡ incli­
conyugales asociadas a dIos, '. idll;¡] p:\ ra la manipulación de los recursos económicos v de
Ahora bien, ese tipo de correlación entre LIS :¡]i:lflzas políticas.
trimoDio no ha .sido n:rificada n, ni, como vere1l10S, Por una singula¡- paradoja, las im'csl
porque las relaciones de pZtrentC'sco en las sociedades dC!i\{)slrado qlle el clan escocés, el ({cbnn» y la «sippc»
no traducen úl/ieamente las reglas del matrimonio, sino tam­ no eran clanes, sino formas diversas de gn¡]Jos cog"
bién las de la residencia, la propiedad y la herencia, es nal iti( de descendencia ,\' que los grupos de dcsL'cIH1cncia
el conjunto de las relaciunes sociales y económicas. El funda­ del úre:1 rnalavo-polinésic:a pertenecían en su mayor parte a este
mento de los sistemas c];:¡sificatorios de parenksco b gloria ele mismo tipo, Nos encontrarnos, pues, lejos dc la tesis de
!\1(·rgan consistió en haber establecido su existencia- se apoya sohre «el carúcter primitivo» del sistema hawaiano, tanto más
en 1;1 necesidad en las sociedades prilni t iyas « de aumen­ Clla¡¡to que la estructura social ha\vaiana cra la de un rdno Cl~Jl­
tar- el tanwño del prupo de ayuda mutua y promover efectiva­ tr:di,<l(!o donde ya existían divisiones de clase 19,
mente b solidaridad entre los miembros ele ese grupo, trans­ Ante esta di\'Crsidad y esta complejidad nuevas de los siste­
formándolos en parientes cercanos» 14, mas de p~l rentesco, la tarea de reconstruir su evolución resulta
El marxismo, por tanto, no puede retomar por su propia mucho mús difíciL En el seno de las sociedades de cazadores­
cuenta los postulados del cvolucionismo del siglo X1X, aun cuan­ recolectores existen ya formas patrilinealcs, bilaterales e inclu­
do reconozca el hecho fundamental de la evolución de la natu­ su matrilincalcs, Los sistemas australianos que Engels clasifi­
raleza y de la sociedad, Los csquemas de evolución que actual­ caba como muy próximos a las formas más primitivas de
mente se bosquejan se enfrentan con una dificultad suplemen­ parelllCSCo y que deberían ser rnatrilineales, son en su
taria que no conoció Morgan. La clasificación de los sistemas patrilinealcs, pero igualmente se encuentran sistemas matrili­
de nan~tltesco en patrilineales v matrililwales no co neaks y matrilocalcs (los dieri), matrilineales y patrilocales (alu­
más que a los sistemas unilineales, Junto" ésto.,;, la moderna
etnolo¡.!ía ha re\'Clado la existencia v la frecucllcia de sistemas pl'rlencccn a los malri-c\nncs VIVlan en su mayoría
bililwales v de sistemas no lineales por cOQnación li. Si los sis- en un único poblado, limor. y por D, Farde en Yako
SII/dies, lhloni Univcrsitv Press,
Es 1() e"pl ica que las corrc'lacioncs es wdisl ic~l'i l', \ abkciclas pOl ~j ur­
Cno ,k lo,.; ejemplos I~cjor conocidos del sistema el ele
dock enl j!I'UpOS de \ariabks lonwclas dc' dos en do;, (P:lITllIDCU \" re:. los habi¡antI's de las islas Gilbert e~tudiados por W,
sidcncia. parL'nlc"'.cu v t'conunlia, ('le.) pcnnitan dl'lll()\~lr~lr I¡lla pel'/y, KilI a/lCi community UIl Truk, Yale University,
l,;.h':¡ul1 llL'i... l';~aria l'llln,~ csa!-­ \;Jr:dbk·, .\. ~d 1n1"p10 ¡il'n¡pn, qu~' R. Fo,: Ki/I,,/zip alld marriage, 1967, p. 132
¡; Véase J. Barncs: «African Modds in the New Guinea Highlandsl> en
tCOI H.'O no pueda p(Jr principlo proh~lr la in!' {('ut'ia de tak's
Tll'S. \'case G.'P. Murdock: S,,('tal SIIl!Clllrl', ¡eJ,l? p. 1:)].
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" Leslic While: rile E\'oI1ll1lJ1l uf cul/uIe, .\be Craw lIill, 1959, pá­ Benita Killdrcd alld C/O!! in the Middlc Agcs and
ginas UJ,140. Press, 1913, y R, Fax: «Prolcgomcna lO the
t'!lO de lu, l'ÍC'mrlos nI"I"r co])odd"s del ,¡,Il'ma hi 1atclal l'S el de Pl'llg11il1 Survcy uf ¡}¡e Social Seienee, 1965,
\ako de Nigeria, en donde, la tic: l~¡ hen'd,¡ a 11 :"e'S de los p:Ilri­ S¡ratiticatiol1 in PolYl1esia, 1958, Seattle,
elane'i ¡ /.:epl/!/J, mientras que ludos los bi,'lll"i, muebles, dínc'ru, g,m"do,

......
~

30 Jlauríce Gudclíer {,,'IIWlIl!iL'!I1U d" ,Haf": \' 31

a sistemas patrilincales \' patrilocales (mara) v pa­ [1; Il'res se dedicaban a la agricultura v lo," hombres a la caza
trilincaiL's \' Illalrilocales (karadkjeri) \ " i:l gUl:rra. Las bandas se cO!1\'irtil..'rul1 el! matrilocaics, orga­
Fno de 'los ""quemas de enJ]¡;ción mús verosímiles desarro­ i/.tI1duse en torno a un grupo de muieres (po"ihkrncnlc una
llados actualnll'nte tiende a cstablecer la sucesión en el trans­ sus hijas \ nidas) que lulti\'aban parcelas de maíz. Mús
curso de la histuria de las formas bilaterales, matrilineales v pa­ urde, los sh()shon~' fueroll crllPujados más al sur, tal HeZ por
trilineall's de filiación. El estudio factorial de S77 socic'dades lo, v se re'agruparo11 en los \'alks ele Arizona en mIl­
de la mlwslra mundial realizada por Murdock tiende a demos­ aglomeraciones, con\'Írtiénclose e11 los indios hopi, La rcsi­
trar qlll', para d conjunto mundial, la descendencia se ha des­ ,kncia lIlatrilocal subsistio, la tierra \ las casas continuaron
Iiz~ldo de fOl,m::,' illatrilineall's él formas patrilineales con la apa­ ,il'l1c!O propiedad de las mujeres, Surgió ulla organización ma­
rlClOil de tllrrn~h complejas de economía v de gobierno. EstnIc­ al Illultinlicarse, se reagruparon en clanes
tUlas suciaks aún mas cumplejas habrían tendido a hélcer descender de un antepasado
hs j'mmas tIllilincaks de dcsccndl'ncia en beneficio ('(¡llllIn, pero sin que pudieran reconstruir exactamente las eta­
de formas bilaterales qUe" cn su coníunto, caracterizan asimis­ pas dc esta descendencia, Esta evolución de una sociedad pa-
lflO al e'>tadio muchu lI1ÚS antif?:uo de las economías de caza v r¡local ele cazadores-recolectores hacia una sociedad matrilineal
recoleccÍón ,La de Morgan, por tanto, resultaría par­ de <lí.'.ril'lrltores parece. pues, que se produjo bajo el efecto com­
cialmente é\Unqul' por razones muy difen;ntes de las que binado cid paso ;:¡ la agricultura, de la residcncia matrilocal y
como 1ll'1l10S visto, la correlacÍón entre estruc­ ele' una m a:",o l' densidad de población unida a nuevas facilida­
tura;, políticas complL'jas y sistema de parentesco no dc;, dl' clcsplazamiento (el caballo introducido por los espa-
mecúnica, puesto qLH' en toda sociedad
que sea su sistema de parentesco, la autoridad política corres- El problema de la evolución de las relaciones de parentesco
a los hombres, Por consiguiente, no hay necesariamente continúa, por consiguiente, planteado, y sólo podrá progresar
por qué encontrar relaciones ele parentesco matrilineales en el Jl]l'(liall1c nuevos descubrimientos arqueológicos \' etnológicos
seno de las formas menos desarrolladas de las sociedacks com­ v gracias a progresos teóricos en el anúlisis elel parentesco en
por ejemplo, en las tribus sin Estado, Se puede citar a la ... ;,LL'ÍL'cbdes arcaicas, Pero este anúlisis no puede sep,lrarsc
los ashanti matrilineales de Ghana que estaban orgaIlizados en cid de las relaciones económicas, las formas de autoridad, los
remo
, "-". "i;;tema;; ideológicos que caracterizan a las sociedades
Uno de los casos mejor estudiados de evulución de estruc­ \'as. carn)los L:n los que asirnisrno se han realizado importantes
turas de parentesco es el de los indios shoslJone, organizadus en pro¡:rresos,
bandas patriloca]cs, que obtenían su suhsistencia de la caza v la El ill\'Cntado de las formas de y de producción
recolección en las altas planicÍl's de Ulah v (le' Ne\ada. Poste­ en las sociedades primItIvas ha subrayado más que nUnGl. su
riormente una parte de éstos extendió su Íl'ITitorio h"H,:ia el SUL di\lT"idad \' ~u complejidad, En estos aspectos es grande la
de este modo una zona finol'<\hlc a la obras del siglo XIX, La inkrpll'ta­
escala, Se las CiOll si de la noción de «cornl.ll1i;;mo
mili\"" (\l)[lt!e todo es de en modo alguno era la de Marx
\\~aSL' Ll'\"i-Strauss: ({RCglnl('ní.~t; annónlcu,-,: v rl,.'f!llnClh':S nu ;:¡rrnonÍ­ () b t!l' Km';tlnski, Desde 1858 Marx insist ía en b existencia
cos), can. XIIJ de Las e,'J{n7c[uras Clr/}}!cll!dIC,'l' '{{t'¡ '!UH't't,/c',<";c(I, t'd de ll1últi común, es decir, el1 las tur­
p~lgini:1 Vl;asc también W, Sh:lpÍro: d'r,'lill1ín:¡¡'\' r<,pon on Field­ m{¡ s que la I'cl,/ciórl entrl' dC1L'd1O";
wllrk l'\orlhL'iJstcrn Arnhcl11 Land», t-'n Anlc'rlcan .:Lr>Ou (lpOli,l~,,'fj 1967,
~':{-3:;~.
de una lO[Jllll1icbd V dcrL'chus dl' posc"i,)n \' de
U">d dt' !1)'-, il1di\iduus, Asimismo Marx su¡;:,'ría que allí donde
H E. DriHT v K, F, SchuC'"kr: ,('orn·btÍolut :\11::I\'"í, u[ \lllr­
duck\ j(J,,! Etllnug¡:;lphic Sall1pkú, 1'[1 An/afellll Au::;/ 'gis!, 1067 ¡ü­ c,,¡\tc' Ull<l ['(lIma de propiedad COI11UlI. !lO til'llCll p(Jr qUl' ('xi,,­
gin;b 345,35J, t!r !()I'/lh~lllll'nte, ni incluso frCClll'ntcnwllk, formas de t
Lu;, nll\'ar d" :\bLlhar, c('h:hn's pUl' ,,,'1'
al l1liSnlO IÍcmpo matrÍlinca­
llllllllll.tI, La existl'llcÍa de L'stc últil1lu parl'Ce situarse, biell en
les \ mal! il'KIlk" constituían una casta glll'rrcra de'l "urue'slc de la In­
Jia. 1,uS nll:!l~¡llgk~\bau de SUlnalra p-:rh.,'l1L'cian a-sÍnúslllü a una ,l..,uLÍcdad
n.:Llti\'~lnh:nt(' cornph.:ja. \:l'\\',lrd: Tllnn_v uf culture chüJl¡:;e, Urban8. 1':)55.
J

o,
~.., ..:: :Houricc (;od,'lier ',Ulli,'II/O dt.' .\tOIl \. 1'1 "l?>

los nih'lcs m;'ts ar,;ticus c'n1 re' algunos clzadorcs­ d,:rl'cllOs quc: los lill~lks \' las cOll1ulli(htdl's locales PO:--l?C'n
111 í 1í \.,,~ 1. hien en cond iC'í()nc'~ cl"t¡logica,; pa 1'1 ¡eu­ ",IJ:\;'· h ticITa \' los rL'curs,)s l'SGlSUS
lal'c's (medio." Sl'IIIÍ-,íridosl. bien POlilidl-rc'l (tr;1hd '", ()h,¡:tl1tc. la r,'prL',;,'ntaciLÍn elL'l fUllCilJllanliL'nlo dc' la l'CO­
para el [s¡Cido, los diosl's) o hiqóricas (su nto de po­ las .>;ockd'ldL'S pril1liti\;Is lamhi01l se ha !llOdificldo
blacioll,'''' h'flcÍeJ:¡s por :-,us C()llljllis1;ldol'c''». Los derechos de 'Id:ulll'ntc c'n rl'lacíón cun la dd '.1\. Ll
,'11 las ",ocicdadl's primiti\"as forman, la expre­ 1 i\ [1~ <lbl por L'i cl0hil ni\'L'\ dc' sus fUl'J7a" prOUuc\l­
sión de ]V\;¡ 1i IlU\VSK i :;, (( "istc'mas l'OmpUe'stos» de rc'~' las di kren­ \.!' ;' d"c!icélP;l' casi cXl'lUSi\'ill11L'l1k ;¡ las adi, ieblle's de 'itlb­
tes aic'l'len ,1 la tÍl'na, al ~anild(), ,[ los in"llill11cntos ,i,,'.'Ih"i:1 \ \'i\-iclldo casi en la ~lul~lrQuía. ha sido cOlllnktaIllellte'
dc' prOdllCci¡'lIl, a los úrboles plantados, a los corJ<)cill1i~'nto:; ri­ l i)~'r~\d~L
tlwks. De acuerdo con este crikrio los siane dc NUe'\',l Guinea
1 l'c,~[lidad, tantu en las S()CiL'lbc\(-s CUI1l0 en las
dos tinos de ,mroni:1Ción Uno de ellos concierne
i\iclad econó­
de las f]au tL\S de los co­ una CII\'lSIOIl general de lo .., hil'J1es
hielles cuva tutela se tiene \. que no pue­
,'11 cI(!~ l'~llc'gorías distintas \' jerarquizadas: bienes de subsis·
frente a ellos el individuo está en la misma
1"11\ i~1 \' biclles de prestigio, según la terminología de Cora Du­
(merafo) reSpeTto a sus hijos. El otro con,
ucción \' a los pruductos: ha­ b<;¡",:'. En el seno de cada UIl biell pucdc cambiarse

cerdos, vesl idos \. cosechas. Es­ f~lc'í¡111UltC por otro, pero resulta difícil, incluso imposible e
indi\idu,tll11cnte, pudiendo Sé'r trans­ cambia]' un hien de una categoría inferior por otro
los indígenas, tiene derechos sobre ek una categoría superior. Por ejemplo, entre los siane todos
esos objetos porque son como su sombra (L\mfonka), Entre am­ lus bic'I1CS, excepto la tierm, estaban divididos en tres catego­
bos tipos de regla existe una relación de orden: si se tiene una rías heterogéneas: los hienes de suhsisknciL\ (productos de la
relación respecto a la tierra de tipo «merafo», entonces única­ de la recolección, del artcsanL\do); los bienes de
mente l\l trabL\jo realizado para plantar árboles en esta tierra aceite tic' palmera, nuez pandanácea), y los
da derecho a su apropiación personal (amfonka). La existencia (conchas, plumas de aves del paraíso, hachas
de esta relación de orden entre ambos tipos de derecho de­ cz:rc'l1JOni:l!cs, cerdos) que circulan con ocasión de matrimonios
muestra que el fundamento del sistema ele derechos es b per­ r('beielles de pL\rentesco), de tmtL\dos de paz (relaciones polí­
tenencia a un clan y que el control del clan sobre otros grupos tica.s cun los grupos vecinos), de iniciaciones y ceremonias re­
y sobre el individuo constituye el h;IS. POI- tanto, no existía cambio generalizado de hienes y
cipio rector del sistema. El conjunto del sistema protege a la sl'IY1,'i()s como en ulla economía de mercado, sino intercambios
vez los intereses del individuo y los del grupo, y trata de y limitados.
limitar las contradicciones que podrían en el control de
los recursos esenciales planteando la prioridad del grupo sobre La jerarquía de bienes expresa, pur tanto, la jerarquía de
el individuo 26, \"~t1()rc'S atribuidos a las divcrsas actividades sociales yesos va­

Los análisis del funcionamiento dc las sociedades lores traducen el papel dominante en el seno de la sociedad de
zadas y de las formas primitivas de Estado confirman lkl c rl11illéidas cstru\.-·turas sociales (relaciones de parentesco, re-
mente la existencia de múltiples vías a tra\'és de las cuales las l. La categoría de los bienes más escasos comprende
aristocracias tribales se apropian progresivamente de una parte ~lqul'ilos bienes que permikn alcanz,H' los DaDcks sociales más

" T\blinowski:\fo('u/'s el coutumcs des .HJlwlé'lt'I1S, 1923, p. 10. Mali­ (~!U(kl1lanIl: Ess{}\, UI1 Lo~i
{¡¡¡el Roval Propcrl\'. Rhodes
Lmld
now,ki críticnba a Rin:rs, discípulo de M()l'~an. quc hablaba cn In"lítnle, 1943: c~savo I, 11-27; cn,,;:¡yo Il, p.
and polilícs del «comportamiento socialista», \IUlTCl: "Social Structun.:s ';:¡nll omic Themes in Andcan Ethno­
dadc:s ¡nles como las dc T\kIanc,>ia. L'll Qlla! erly, abril 1956, pp, 47,59.
" S;:¡lishul'\': From s/(me 10 ·.,ICe!, Melbourne, 1962. e, ,1" DuboÍS: \\'eallh Intcgrativc Factor in To­
lO M. Godelkr: "Economie poli tique et anthropologie économique", en ,,'[ululni LIl!tUI'L", en presentado por A. L.
L'Hol1ll1lt!, 1964, pp. 118,132,
B"rkclcy, 1936, PP.

....
35
34 AJal1ricc God<.'lier de '\Jan y FlIgds
JI
las etapas posibles. Por ejemplo, una
por los que la competen,'ia social ~'s m:1S fuerte, El 11;\\
adquirir itÍnul/cllIe una situación so-
número limitado de estos papeles duminantes que la
excepcional (podel'l'S poligamia l, aun si no con­
social. en su aspecto economico. se realice a tra­
v ele la distribución dc bienes de difícil ac­
trola directamente los factores de producciun ni
la mayor parte ele los productos a los que su situacioll de ex­
ele ahí se aclara. en numerosas sociedades pri­
cL'peión l e da derecho (socit~c1ades de "f'O> t.'O'orías)} v
mitinls, la existl'ncia de objetos cuya rareza parece «artificial»;
dien ks de cerdo sometidos a un (ksarrollo en l'spiral (maléku­ «,l'~lratificadas» ).
An tes ele proseguir
por esta \'la, que lIe\'a a los problemas
la), series de conchas en número voluntariamente limitado asiático, nos detendremos para subra­
(Rosól.'! Islandl. placas de cobrc' (indius k,,'~\killtl) con un nom­ (kl modo de
de estos análisis y la distancia re­
bre v una historia cada una de ellas. En estos casos parece \'aJ'
como si la sociedad hubiera "instituido» la escasez eligiendo ~()rrid; desde el siglo XIX.
l." Parece imponerse la conclusión de que el concepto de
para determinados intercambios insólitos; en otros, la
«economía de subsistencia» o de «autosubsistencia», frecuen­
escas~'z nace del hecho de que los objetos preciosos vienen de
telJlente utilizado para caracterizar las economías primitivas.
muy lejos (conclms) v se obtienen mediante una fuerte contra­
dcbe rechazarse porque enmascara el hecho ele que esas cco­
partida de productos locales.
La competencia en el seno de un grupo nomías no se limitan a la producción de bienes de
de los casos. más allá de la esfera de la proclUcclOn y sino que producen un «excedente)} destinado al
de las estructuras sociales (parentesco, religión. cte.). Enmas­
de bienes de subsistencia v no implica la pérdida
cara asimismo la existencia de numerosas formas de in tercall1­
la existencia física, sino del ('srarlllo social de los individuos.
bio que acompañan ese funcionarniento. La exogamia y la gue­
Al excluir de la competencia entre sus miembros los
de acceso a los medios de producción (tierra) y a los bienes de rra implican relaciones positivas o negativas entre
y. acompañando estas relaciones, una circulaCÍón de bienes pre·
subsistencia, la comunidad tiva garantiza su superviven­
ciosos que podrán, en contextos diferentes, desempeñar el pa-
cia y asegura su continuidad física, mientras que, autorizando
de monedas primitivas de circulación limitada, al tiempo
la competencia en torno a bienes escasos que dan acceso a las
que continúan asumiendo otras funciones )1)- El hombre primi­
mujeres y a la autoridad, se asegura su existencia en cuanto
tivo no vive sólo «dé pan» y no esta condenado a dedicar la
sociedad. Al mismo tiempo. por el hecho de que esta compe­
parte esencial de su a luchar contra la naturaleza para
tencia se realiza sobre todo a través del don o del consumo
sobrcvivir 31. Recientes estudios cuantitativos 32 del tiempo de tra­
la desigualdad social se desarrolla dentro de limi­
tes relativamente estrechos. pudiendo ser revis,.\da. Esto sólo
es cierto en las sociedades en las quc todada no se ha desarro­ \'l'ilS,' la crítica de Firth del concepto de economía de subsist.:lIcia
llado una jerarquía de estatutos hereditarios. que reducen el PrimÍl1n' Po/'vl1esial1 Et:o!wI/lY. 1939. p: 17, y nuestra crítica de la obra
de el 'vh'illassuu:C "Anthropolo~ic c'conornique (ks GOllro Cútc-d·lvoi·
campo de la competencia a la ¡-ivalidad cntre 1 nobles. El ('11 ¡_Hu/l1l1le, 1967. pp. 78-91. ,Isí corno de la de J. Surcl-Canak:
análisis teórico del desarJ'O!lo de las desigualdades sociales v "Slruliuralistnc el Anthropologic 0conornique», en La ''''"sé,;, oc1ubre
del origen de clases se reduce. pues, a descubrir las razones 1967, pp. 94,106,
por las que el centro estm tégico de la competencia SOCIal se la inexistL'ncia de moneda uni\'crsal en las sociedades primitivas
,1!'Ia, pues, t;.1nto por la ,msenl'Í¡1 de producción mercanlil des-
desplaza del campo de la distribución ele' los elemcntos mús como por la necesidad dc cont rolar d a(el'SO a las nurkrcs y
valorados dcl social hm:ia el campo de la distribueión ;11 podl'l Esto debía conducir a cscog,:1' hicnc's "eSCISOSn para poncrlos
de los {uc/(}res de produ('ciríl1. sin que la compvtc'ncia por ti l'l> C()ll\"p,mdcncia con el lIúmero limitado d" y de ":1\'"os cié
di~tlibllciún del prodlldo suei~d cese de deSl'lllpCltar un dl'lcl'­ nutolld,ltl, su cin:ulacitlll ele tos otros ' \' ~\
to 1" de individuos rcpl-cscntati\()s de los in'I,:rcses dle
minado papel. En eslc procl'so. que conduce a dL'll'rlllinadé¡s COIIl\Il,ilbd, Este ,'olltrol "s al mismo lÍempo un atribulO de su (lInción
sociL'd;:¡(ks l rihales pri mil i\'~\s a ["UrJllZ\S nUl'\'as de sociL'dad que
" llll ,illlbolo de su l'statutO.
cO!llport~ln una L''itructurz\ dL' Liasl'" cll\briunaria o deS:lrl'ulla(b, da ro!k,m'irtsc/wjl. 1893, cap, I.
\- K, Gücilcr:
t/llt','>'[ arul lile linle {ur itI
\' donde: lus a!lli!!\ principios de leciprocidad y de l'eclistri­ \kl, lh" amI \1cArlhur:
bucioll d,'saparcccn o d ..: ial\ de Ab u1 ¡"lila! F"(')lomic Lije. 1960.

.......
,~6
\1WU¡"Cl'
rn'IIS(l/l1íCl/tO di' .\101\ -" 1:1 ?>7
en el SCllO dL' ,;oc iL~dadl's dc Clz~,d()re'S \' J"l'L'{)!e'Cl, 11"\.''; 11;\11 :() no SlpTlIfieaha un cambio radical de b L'stl"uclura .S()l"i~¡\
rado que la ¡Xlll\.' dc'dicada al ocio ,'11 ,'IIa,s e'LI 1l11IL"ho "diciunal. pCI"O st un cambio con I"<'"'pcctu a b Iradicion qUL'
mavor que cn las socicc!;¡ch's a!!.ncola", fJ;¡\, qlil' sllhra\~lr quc, ,di! i("aha las I'claciOllL'S entre Ic>s ¡.!rupus y qUl' c()nducía él"i­
:1 partir' ,le los pr<H'¡'C,,,OS él<' 1;1 IllUl'él \, nlél" rCCil'llic'11Wl1k',
',mo a otros ,'amhios.
de las sociedades induslriak,;, las socicdack's de cl/adore" se
Si lé\ ~lflll"opol()i!la moderna ha confirmado la tesis de qlll~
han visto H'lq!adas hacín zona,,, mcil').~inalc" e ínhospitéls qUl' no
i:! i",'bción enl re des,11Tollo dI.' las fuer/as product í\'as \" des­
corresponden a las cond íc iones de vida de I Glza(]or
,,!IU 110 dI.' las lksi¡::ual(bdes SOé' iaks ]lO era lllecún íCél, lmn hic;n
La l'c\'olución neolit ica, pOI' tan to, ha '-ílll11CI1 lado c I
lo ha demostrado qUl' la c'()tlll1l~1l'ncia sucial, tanto \.'11
trabajo socialmente' necesm-io, v esto impugna b \'ision comün
la' ,ociedadc:-, primitivas corno cn la~ sociedades de clases, pro­
de los evolucionistas ,scgún los clwks el gran sallo adelante
)Illona la principal incilaciul1 IXlla la producción de ,'"ce­
1ccnológico del neolítico, al aumentar la cantidad de ocio dis­
de'II1c, implicando a plazo (' inelireclanwntc un pro[!n.'so
un avance cultural general. Este avance exis­ dl' LIÓ'> fuerzas productivas, En bs sociedades Sl'p:mclllarias 111('­
te, corno asimismo el gran salto adelante del neolítico, pero la el individuo dehe crip:ir por sí mismo su autoridad
relación entre uno y otro exige una explicaci(m de otro
11C ¡'">onal. Para ello necesita aCllrnu(:¡r un «fondo de POdl'[">l (Ma­
2." La existencia ele un «excedente» no implica autom{ltica­ IIl(;\,,,ki), es decir, acumular cerdos, «lTlol1edas de conchas" v
mente una ampliación del nivel de las fuerzas productivas, De­ 111"!ltOS, creando una red de a¡!I"adecidos, una "facción», ¡Il
bido a que los bienes de subsistencÍZt no entran, la mayoría de dhlrihuir tales bienes a su alrededor con una ¡zenero<;idad CéI!cU­
las veees, más que indireclamenle en la competencia social en
lada, Para demostrar su poder, debe patrucinar emprcsas quc
el seno de numerosas <.:,ocicdadcs primitivas, su producción no
eksb(Jrdcn el estrecho marco de cada comunidad local \' de la
tiene por qué ser impulsada por los miembros.de estas sociL'da­ l'UIJ101l1í:1 doméstica, A escala de la sociedad aparece como cl
des müs allá de sus necesidades socialmente necesarias, El fun­
I1wdio indispensahle pelra crear formas de or¡.!anil.ación supra­
cionamiento de una sociedad primitiva raramente el uso
1,), :dt",- Al mismo tiempo, su r,'llombrc se con\'iertc en rel1otrl­
máximo de los factores de producción, lo que limita el desarro­
l' ele' su comunidad, quc se idcntj(ica con él en la medida en
llo de las fuerzas productivas (aunque la producción de bienes
qlll' L'! se identifica con ella, PcnJ para rnaI1LL:ner'Sl~ «en el po­
y la producción artística puedan experimentar un des­ lkr" L'I hig II/{In dehe mante1ler COtlslantel11cnlc su presión "o·
arrollo considerable). Frecuen ternente un progreso de las fuer­
bn ios miembros de su faccion, exigiéndole" cada v,'z mús v
zas productivas se traduce por una ampliación de actividades el rnOn1l'll[O de correÓ'>ponder!cs. Su
no económicas improductivas J4 • Así, por ejcmplo, ocurre en el
en la reciprocidad, en el límite culmina
caso de los siane de Nucva Guinea: la sustitución del hacha de etl el intc:rior \ discutido L'n el
piedra por el hacha de acero hizo disminuir en un cuarenta
su 1")(1\'1" se derrumha implicando la caída del «hombre imror­
por ciento la parte de trabajo dedicada por los hombres a las
111 1t'" en bcneficio de un ri\al '6
actividades de subsistencia. El tiempo «ganado» fue, en una
I ,le' l'sbozo, tomado dc Marshall Sahlin<" del n1CCLlI1ismo ele'
primera época, dedicado a multiplicar las actividades tradicio­
nalmente más valoradas: la guerra, las ceremonias, los viajes 35. qlle ,'¡creen las sockdalks ,'11 qUl' SI' han dcsalT(jllado la prnpic·
\ la produL"c'ilin TTll'l"(,:ln1il
;\ ·,tÍ:) No Uhq;lnle, la imaw'n c,.; pl'li­
~l H l" <\ q\il' ~u~jcrc que una __ OL iL'dad l'S un :..tllvto y que su dl'san~()llo
Leslie Whitc: The cvolutu)I1 of cullure, 1949, p, 372,
,oial11l"nlc a ~ll YO]Ul1l;,d, En rl'aJ¡d"d la~ no¡ma~ de ,'omport;l'
De forma divertida y provocadora, M, Sahlins ve en las soeic:dades de
i""I,c(i\o l' indi\idual que una ,ocil,tI:,,1 !"C'cunol",' lradu(','ll J:; na­
cazadores y recolectores a los verdaderos representantes d,' la "Afflucnl
Societv»: TrihesrncrI, 1968, p 79. Vl'a,l' «La PrerTllcre SOCíL'té d'ahondan­
ta, n'laciOl1l'~ ~ocialcs quIC b eamclcri"/an,' p<lj"lcl l1um1
'rh'l1 (k<...,~'T)lP('l¡;\l lit ;_ll~'dIl.O" de -,,110 .... (p¡tn:llll'''-,lo,
Cl'", I,es Temps Mudcmes, num, 268, octuhre 191i8, pp, 641-680,
'. Cilando precisamente los melanesios, Marx huce en ese mismo
sentido obsef\'aciones profund<Js, rdulando por adelantado las \\ S:,hlms "Poo!" l11all, Rie h luan, I3i" iIIan, (,hid: tíe,d l\pl"
ciones excesivamente l'strechas fOl1l1Uladas en este campo (Le \\"¡t:ll''-¡;' and Pol\'¡ll.'~ia", L'n COIll/wrarn': SI/I/Jin ill \ Ulld /{I"
d, cil., lihro primero, lomo n, pp, 188-189), 1 \.tdllilhTI \', llil111 3. ~lhril ll)h~, pp. 2K)·3U.~. ,~B¡l~ lnal1) dL'~i¡1n:i a

El ekmplo muestra, como ha suhrayado El1gd~, que I<J, sociedades


JII)' qlll' dl'''>l'lnpc!t(\ un p~q)L't dlrit~l>nic \- CjlH L!U/a Lit: un ('st~ltuto ~u-

primitivas ejercen un control (:onsC'Íente de su vida '>oeí<Jl más importante "dicLi:!llo, papel \' l',I,i111IO que ha
'I"\' !lO Inl1 ",du hL'fe'dado' ni pUl'dcn

...
38 3q
Mal/rice /O dc ,\101'.\' ,
la
social v del en el seno de ,'.lital io de los cargos" se introducl~ casi l)b\'ianwnlé porqu . .
- -t-~".itarias que til'nen Illás o menos l'1\ c-.te mundo todo procede ck 1TI0t\U na tllral ;; e''''pont Úlll'()}
la forma de tribus'; segmentarias pone de maniriesto un hecho Nos limitaremos a al¡>:t1nélS sugerencias, Las sociL'dades don­
La desigualdad s(ílo se construye en la práctica y ek reina una herencia de funciones \' est~,tl1tos no estún todas
sólo se justifica ideológicamente por los scn'icios prestados a por el mismo patrón, l\1ortoll Fried <'1 distingue ,'ntre
una comlll1iclad, Supone sil'mprc v desarrolla una fOl'ma de des­ ,'lb" dos p-randcs clases, lns "socied~\Llc" de catq.!orías)} \' las
equilibrio económico entre los individuos :v los ,e:rupos, ,uci,~dadc" estratificé\(bs)}, según cxista o no en ellas un control
librío que se transforma en una ¡-elación social ventajosa tanto j1(,Jítico real de los homhres v un control m<Ís o menos fuerte
para la comunidad Corno para el individuo que pretende des­ de' lo,,., nle?dios dc produccillH, A 10 largo dc esta escala son
empeñar un papel «centra],), La desigualdad social y económica Imbs las gradaciones, Para ilustrar esto eSC()gl~remos
representa pues, hasta cierto punto, una ventaja para el des­ tll'S sociedades dd Pacílico: una melanesia, los Trobriand; las
arrollo de la vida social y prácticamente aboca a que los inte­ ()lra~ dos polinesias, Tikopia \' Hawai,
reses de la comunidad se identifiquen real e L\ descripción de la sociedad dl' Trobriaml (!L- Malinowski
con los de determinados indi\'iduos, La desigualdad en este con! ¡!lúa siendo una obra macst ra de la an tropología moder­
estadio puede aparecer como una condición normal del desarro­ na, aunque al¡zunas de sus ínkrprctaciones SC~H1 aclualml.'ntc
llo social, si no Corno la nor'ma de ese desarrollo, discutidas. Uno de los aspectos más debatidos;O es el ck la na­
En su esencia, esta obsen'ación corresponde a la tesis fun­ tur,lIcza de los poderes que ejercía elide de Omarakana, po­
damental de Marx en las Fornlel1 y de Eng:cls en el A17!i-Dühri17g, blado que dominaba el distrito de Kiriwina, el más rico de la
según la cual, «en la base de toda supremacía política estú siem­ isb, Malinowski considera a estG personaje como el «
pre el ejercicio de funciones sociales", y aquí nos vemos de nue­ chid», el ({jefe supremo» ele Trohriand, sugiriendo de ese modo
vo enfrentados al problema del desarrollo de la la l'.,i"kncia de una forma de ¡lobicrno central.
en las sociedades primitivas, de la aparición de las cIases so­ Lus mismos malLTiaIL-s de Malino\\'ski parecen sugerir otra
ciales y del Estado_ Esta convergencia de Marx y de la ant ropo­ , La unidad política de hase de la sociedad es
lop-ía moderna viene a demostmr directamente la actualidad de el poblado, Incluso los jefes más poden)sos ejercen su autori­
lo esencial de 10<; análisis de Marx, qlll' fundamenta sus tesis dad principalmente ,sobre su poblado V secundariamente sobre
sobre el origen del Estado y' sobre el «modo ck' producción su distrito, La comunidad aldeana explota conjuntamente sus
asiütico»,
hUl'llas, hncc la gUClTé\, celebra las Cl'remollia-; reli¡:!Íosas, cm-
PLTO aún es mU\- laqw el camino hasta llegar al Estado, El l'xpcd iciones comercí,11cs, Su au tonomÍa política y cco­
estadio que acabarnos de describir no conduce a él ni directa n"llllic\ cs importantc, Está dirigida por el primogénito del
ni necesariamente, En otra etapa se llL\'ará a cabo la sustitu­ sub-clan dominante, El iefe del poblado pUl'dc no ser un hom­
ción de las formas de autoridad pro\'isi bre de ¡-~ll1¡:O:o, Pero cuando comhina amhos títulos, su posición
sacia" en la superioridad individual, por ];¡s formas es lllucho más fuerte, E ¡cree una c\ctcrrninada autorid,nl sobre
de autoridad basadas en la sup<'Tioridao permanente «de naci­
miento» de una minoría,
,''''l'k,\nlíDiilu'illg, Gtij,dbo, J\\¡ixil'O, p, li3, íttaducrión ele M, S:¡­
¿ Cómo v por qué se realiza esta susti t llción ') No conocemos cri"Ltl11
\1 1,\ íe'eI, Tile ,,,,oluliO/1 oí P"iitic(/! SUele'I\', Ralldol1l llo:\,;c, 1967,
Ullil rl'spuesta completa y mucho menos definiti\'a a c:s{e pro­
]1:\1'\":1',1~2 1'11, Oh'-el "u~e,lll ~\, lo q!ll' bile'c que hay;! que l;lTlle'lHar aún
blema, que Engcls dejó de lado dccl<u-;mdn que «el canícter he­ 1; -,u ;)11101 '-,oio ,--'ono/.cl. \ di"'L'uLl \;.\~ tl'~i..; dL' \l:\.i'.\ }. , obrL' I,J 'UHJ,JO
il'qdlh,j(')l1 ,hl:\lI\.'o" ~I (1';\\\'S {h' ti car¡l';IlUl'~l que dI...' L'I1;\" Ot'IL'C:'" \;\Itl

,- El concepto de el rihw, ,<c' \e en la ;lel u;llldad 'onh'1 ido a un;! fllcrlc' \1,\\, (,\¡ie1-;m~1tldc,1:u:1 iI'¡ qlle' l'I "P:n:nl111\ltH chicl" dc' \blínowski
¡-ríl ica, en la nwdid¡¡ en quc' fn'CllCnknwnll' pan'Cl' dil kit s'lll'(nlr;¡r e'n 111\1\ le'l'"
dc lon\e'!'l;r',' en l'l d'illdll\\lI :\1;1J1" lk b :mlropolo,:i:.1,
('! una n';¡lidad ",",t.1ncial", undicaüa por las c"'tumhre's, la
P'1¡J, d,- 1.1 qhL\ dI.' i b\.'iho'l. p. \'1. El "Pii¡do\\,11 ,\LU1" L', un lo:--.íl
Vl'a,,,' Ll'ach: Polirfcal '<;''1('111\ ni HIRlzlullt! Uurl11u, pp
,í 1tkrd 1L'.\,'l0I1 flll' uhi,:tu ~k' ~\:-.,pcru" d\,hat\':-, l'otn,,' l¡)~ palL'i)n1úlogos
¡J,e 1: \'()llIliull ul PO/lffn, 1967, qUl' critica a M, Sahlins, aSI como a MOl,
g;m \ a Engd,s, pp I ~6,170, I'} lu \ i '\
\i dl!1íl\\ \f ¡Hu!i!\ \\ ,\[,,/)/ Ptl\ífic, 1'1,'2,
40
,1 d" \Jfll'\ -1
un distrito, c, (k'l'ir, subre un f!rupo de pODJ~I(I()S que Sl' unir:in
al SUYO p~lra la guerra \' para ]a, i!r~lIl(ks ('lT('munias rc'!
Pienso que eqos Ires factores cumhinados son lus qUé' (L'..
it :11;111 ,,\ c:-'!altllo rebti\'() de los d¡Jc'rc:ll!c',~ poblad( \ (le'
,as. Todos los hombrl's de ranp-o se disl rihu\en a lo largo de
una jerarquILt encabezada por l'lkfe (k Orn~lrakana. ESle es
¡,I'. ¡11JajeS locales quc los domin:m. Cuando dos IIHIIf'l'n:l' qlll'
, l",t<in ligado" ni por l'l pan'llll'~C(J Tll por l'l lllCllrinl()llio
qUil'11 pOSl'l' las magias m:is pod('ro""s, bs que mandan sobre
,'ncucntran, Y LIno ele' ellos dobla la rodilla ,ullc el (¡IrcJ.
la Ilu\ia \' el sol. Los hombres ele nmgo lIcYan ornamentos dis­
tintos, pcro<"l' c1ik r encian sohrl' lodo clt- I~J ¡!l'n!c COJllÚn POr
c',!c' UHllpol"télmicnto debe considerarse corno vi rccollociminl­
1" simbólico dc la posición rdali\él ci,~ su" pohlados rcsp~'('"
la exi"lL'ncia de tabllL's l'speciaks, CUYO número se 111 U I I
!;\()~ Así plles, Olllarakanél l'" el centro del distrilo m{h fér­
a medida que se asciende en la rquía, LIS Pl'l'"OllaS de alto
lil dc' lél isb, que pur!Ícipa acti\<anll'l1lt' en las
ran,[!O \' los jefes no POSl'l'n <llltoridad jUdicial o cienl!Í\'" ;:11­
1lI:\rítilluS de la Kula, controla la mús amplia red de alianzas
guna sobre las personas de ran!!o inlcrior de los poblados que
ll1;llrillloniaks \. Ins ceremonias mús importantl's, mienlras que,
no eSliÍn adscritos al SUYO. Cuando un jefe' rCC1I1Tl' él los ser­
en l'! cxtrcmo opuesto, se encuentra la gente (kl dislrito de
vicios de los micmbros de su poblado () ele su diq rilo () él ex-
8\\o\lalu, que liene huertas pobres, carece de canoas de alta
debe recompensar sus s('J'\'icios. Los recursos ne­
mar y tiene intercambios matrimoniales fuertemente
cesarios se los proporciona ll1edi,mtc la puligilmia, que es pri­
DIOS 4<'
de los jefes, y el don (uripuhu), que tocio cUJ1ac!o debe
('LJn la sociedad de Trobriand tenemos el ejemplo de una
al marido de su hcnllana. Un jele de rango se cnbza con una
rarquía hereditaria que relaciona diversos linajes y comunida­
de cada uno de los jefes de pohlado ele su distrito, dc's rurales locales sin funcionar como única estructura polilica
quc por [<.\I1to deben a su ClIl-l;ldu una parte importante cle sus
in lel!radora< El poder de los jefes es el soporte de las relaciones
cosechas y de sus objetos de \'edor. El jl'iL' de rango se pre­
económicas y religiusas que desbordan el marco de las ('omuni­
sCllta así, pucs, como el cUI'lat!o «glorilicndo» V glorioso ele
toda In C I1111llidad, ESla l'\n'¡X'í()n~¡J riqueza sine péll';:¡ proll'O­
U dades aldeana;; particulares, sin integrar, no obstante, a éstZls
ver grandes ccremoni;:¡s, \' en general para in un cierto en lllla n'eI económica v ceremonial única que recubra tocla la
isla, Los jefes poseen los poderes mágicos más poderosos, que
número de publados en L'I Sl'1l0 de una «ecollomía de distrito».
deben poner al sen'icío de sus comunidades. Sus privilegios son,
Pur tanto, el jefe e" el Ínslnlllll?Il!O de una economía rnús \'asta
por lan to, el reverso de sus deberes y la recompensa de los ser­
que la de un poblado y, a (oniori, que la dc las unidade!i do­
nlésticas de n'"(){ll"'l'i/u") vicios excepcionales que prestan a sus comunidades a tocio;; los
El nin'lcs, imaginarios y reales. Trobriand también es el ejemplo
fuerza pública para resolver más famoso de la importancia y la forma que pueden Zldoptar
que conlinúan
siendo competencia de los lin<l­ los intercambios en sociedades primitivas segmentarias. Además
!le el jefe ck
su disposición a los ]Jn annél. la hcchicería, <\< tienc' ,1 del intercambio de collares y brazaletes, las grandes expedicio­
briand no conoce, puc~, hlThiccros. La soclcdad de Tro­ nes marítimas permitían conseguir materias primas
clase de ('cn t rél 1. bies, piedras para hachas, cañas, arcilla, etc. La red del inter­
¿Cuúl lH" PUL''', l'I sClltido de la Il'l'alquí¡1
que I unas a (Jlréls toclas !;¡s lI11idadL'~ qut' n'in.! c'n l'lla \'
f cambio Kula constituía una vasta asociación política, relacionan­
les dc' la isla, e, (keir, Jo<s linajes locaks) íticas \ Il'nitoria- f do sociedades segmentarias que debían asegurarse el manteni­
miento regular de un comercio vital sin el apoyo de un gobierno
UbcTo<¡ sugiere que el r;¡n!-'o de un lina ic l()c;¡J plIcdc l'UIl­
central que garantizara la paz entre los diferentes grupos de
siderarsl' COmo el I-csullddo lit' b cOlllhilléICi()n ,ic' tres Ck'1l1l'll­
cambiqas.
tus: al una \'enta ja ccon(¡mica, lo qUl' significa UIl pohlado COIl
[0rtílt" ll!!lTtél'i u pélrlil'ubrJlh Ilk bÍln sltuddo pala /;1 lwsca; Si, en relación con el big man, el jefe de la sociedad de Tro­
briand dispone por nacimiento de de~echos excepcionales sobre
b) l'I glad<J ell el que este poblado cle'scllqX'í1a t'l papel de cell­
Iro illtl'~. 'T;ld()r de las éH li\idadcs l'u)Jloll1ica<., ele sus \'l'('ino~ el producto del trabajo y de los intercambios de los miembros
c I Sil posícion en la red dc dlian/;l~ de' ultr:nll,lr, 'u JKlpcl l'1l
de la comunidad, aún no tiene control particular alguno sobre
l'l L1I1IOSU ,<ic/u de l'dlllhio l'nlr,,' la~ i,~I;I<" l'(JllUlit!o como "Véase la hrillante obra de J, Singh Uberol: The Poli/in 01 lile
"-ula. Lbclu¡ ¡«HU·¡"' .... Klda Ríllg, Atl Anah'sis o{ /he Findings o{ Brotlislaw Malirwwski, Uníver­
SLlv Prcss, Manchcster, 1962. p. 43.

4
~
42
,'I'JI';Wl1iCl/!O de \11/1'1: 4j
los I<Ktores de In UULllTlon, que
con t i!lúan siendo
los linaks locales. Este paso se de !J Illbros de su 1 contra los autores ele dl'li!os g:l';ncs, lo,s
en Ti ",'SíIIOS, etc.
Tras k¡/)el' public,¡c!o
sOl'ial (le' Ti dl' de que goza el C~, por t,IIl/(), doble, ,(En
R, [ir/h, en
('0, lskra ll~piri1ual y soci<:ll, las desigualdades "C)Jl de natu;<Lk­
dunde <''.cribe: . en " iIT,'ductiblcs .. ; en vl campo económico "uhre todo (h'
SOIl

"Allali,:c- b ('slnlcUlr;l económica de :,1<1<),,, En el scno de su lIni(bd dOllll;siica. l'l e' \' su farnili;l
ehas relaciones sociales se hadan más la SOCil'c!ac! porque mu­ ¡',Irt icipan dircclnlllcn/e en la producción, A nÍ\l'l de las Clllpl'e'­
li/ab;1 "11 con ten ido econórn ico, cuando se ana­ ',IS comunitarias eksl'lllpeña un papel dirig:entc, pero se le dis­

en pa rt icular la e<,íructllra la L'structllra y pl'll~;l de las tareas más duras. No /ranspor/<:l (',lrg,ls, SU" COSC"
VIL!', son recogidas \' ensiladas por los miembros de su cb11,
rdacioncs económicas, sobre todo del.;;istcma de control de las
de los T;llllpOCO puede cocer por sí rnisn10 los a!imentos, En conjunto,
rl'cursos. A su vez, es/aban ligadas a estas relaciones las activi­
dad,'s e institllcioTll'S rt'li~!i()sas de la sociedad» ~~, /;1" ll'lacioncs económicas son relaciones pcrson;lll's elll re los

La economía de Tikopi~l, COI1!O la de Trohriancl. no l'S una


¡di\ iduos. El incentÍvo dd bC'ndicio existe. pero l'Sfú stlhordi­
11:1l1" al papel social de la acumulación v ulili;:ación de las ri·
lT0110nl1;¡ deslI bs is tene ia ~" sino II na l'l'OllOmhl en b q llC la pro­
q!ll'/;lS, Las transaccionc'< económicas. como todas ]¡¡s relacio­
y el intercamhio dc hiencs "preciosos)} clc,sel11peña un nl'S sociales, ohedeeen a un «código de reciprocidad.»
. .I-'~ ocupa en la eCOllornía un p<:lpl'l hege­
mónico, Posec un derecho dc contrul ¡jltimo~ohrl' bs
"
C{)r¡'¡o en Trobriand, tampoco en este caso exi,tc un
no Ct'ntral, aunque b jcrarquí<:l de los jefes sea mús rígilia v en
las grandes canOas y los bienes más \'aliosos de su clan, Es su
¡n;¡(lTia de ritos tengan un jefe supremo al frenk, La estructura
"posesor titulan" y este privilegio estú hasado en el hccllO de
(It la sociedad tiene, mús pronullciadalllcnte que en TnJIJ1íand
que detenta cl control supremo de fa fertilidad de h ¡il'rra y
1;1 Illrma de una pirúrnide CUV<:l base cs/ú compllcs!;] por gente
del océano v el) el intermediario privilegiado clltre el Clélll, sus
()Illún entre la clla! muchos descienden de jefes. pero nu tienen
y los dioses. En el proceso de producción toma la eSl' e'sl él t llto (alejamiento genealógico en re!ación con la rama
eJe las actividades agrícolas v (le: la pesca v asegura la Illipal) () lo han perdido, La diferencia esencial con,~íste en
ele las activid;¡dc.~ coopera/'
preparación elel sagú, etc. ControJ<:l la la lIP;llición, junto al cOlltrol de la distribución dl' los
correcta /,,~, de un control dircclo dc los instrumentos ele producción y

¡
ma\'()r p;¡rte de los
COIlSéT\'ación recursos naturales esenciales, í\SCglll"(l su elll IIll papel dirigente en las actividadcs productivas a escala co­
tabúcs que los prcscn an dcl consumo munitaria. No obstante, el jefc no cstú exento de las tareas pro­
para el futuro en previsión dc fíes­ dUl Ilyas materiales, aun cuando asuma su dirección,
lvéndoles para que con5­ f ror vi contrario, en Hawai 46 los jefes ya no /rahaian. La je­
canoas de m<:lr y las ¡:rrandes redes ele pL'sca, social comprende tres niveles: las familias ele los
lIna gran canti(bd de hienes y estimula su
acumulación
sociedad
eho a la a un nivel mucho
grandes ceremonias que inkf!Tan la
más amplio que el clan. Tiene dere­
I knil,'!Hlo al frente de ellas un jefe supremo de la isla; la capa
ele los administradores, en general parientes lejanos del jefe o
de los homhres de alto rango en sus localidadcs; finalmcnte la
puede mateTínl de Jos miembros ele Sil cJau, pero no gente común, que constituy'e la masa de la pohlación, formada
presfarle est;:¡ sanción material contra quienes rehúsan <'11 su Illayor parte pOI' parientes muy lejanos de los jefcs y de
dos c;:¡sos, H,'curTe a la Arbitra las diferencias v. en dCflTIIIlT1a­ SI] COh01'te, Un número considerahle de tabúes rodean a la per­
fUt:rza con la m·1J(Je. de
supremo. Un hombre corrienk no pucck locar nin­
utilizado por el jefe: ni siquiera su sombra debe pro­
4' H'c, lile
Tik()['ia, Alkn ami l'llwin, 193IJ, \'l'Clarse sobre la casa o sobre los vestidos del jefe. Adornos es­
Pnílogo
tl!l'ionc,,," I'l a la Sí'gunua cdíciol1, 1965. p, Xl Las aCli\'iuac!e\ pe, iales v eventualmente un lenguaje especial distinguen al jefe
ill Tikol'ia, hall sido ;¡nc'¡í7ad"s c'll 19.¡0 l'll TIi" IIDrk o/ !lte Insti­
~, j)ri,ui¡il'<
Alhlo!1c Prl"is, 1%7, Gutis
jJulYl1e.\/an F('OIlUJJ1Y, (!/l. cir., p 17, , ' l11Ij/,lmo~ la síntesis de M, Sahlins: Sueial S/ra/il¡ea/iun ÍI¡ Polyne·
\/(1, l1p 1',22,

.::......
44
1.. \01/1 el, \Iun ' /.1 -1:::
de Jos restantes hombres
rrientes se <.;vitan CSCTUpu ,'1\ emhri()nario L'n la !1ll'dida, al )XII\.'l"'1', ,'11 qUe' ~Iún
l:--tatlO
mente de la divinidad \' ¡iVlle ,¡",le' una \'L'1d:Hll'I:\ t'u'_'17a púhlil;:\ \ b 1 ILTri­
;1 de b pobbcion l'~tú poco dl'~aITuliad;:I, Eqa di\'i~í('lll :'>0­
,'1\ "í I1I1;;ma, no es diseul ida por b pllhL\"Í('ll1 I.~¡, I'L'\'lll'!t;:¡S
- , ~. ' H U ' • ""UllIO \. la muer(c de lo" mÍl'rl1­
bros de la l1oblew, El jefe supremo COl1fru!a d u<,o de la ¡ lit. l\l'11 por ohil'to ,¡holirl,\, "jll() rl'LÍucirb a límites lll;:i" S¡J,
dd mar y de las aguas dedicadas al riego, El 1 ¡,:hk,,"7
conse!"';a el uso de su parcela, Pero puede ser Para encuntrar una esll'lIctUI';:\ l.k E~L\du Lks·
si rehúsa CuT.! r ¡huir a los trabajos cok'cth'os o ¡,:lbd,1 1mbr[¿1 que aJxllldonar el úrl'él pulinesia \' ha­
pared" de iurma inlf'lroducti\a, Las rcdisl ,Id loS E"lal!os tradiciunaks afril:,\llos o hacia Ills L.;taL!os e
son redistnbuciones del control de los grupos Illlpl:¡ ios de la América prl'colurnhina, Sin entnl\' l:n dewlles, se­
CO"orle di..' un jde con motivo de su ascensión al poder o des­ I1dklll()S que en esas sociedades la ]1obl,lción está di\idida ac1­
pués de Una guerra, Esta cohorte constituye una especie de «bu­ 11l'llliQrativ<\I\lente \' que la autoridad central es cfectiva a
rocracia prírni tiva", que Supervisa la producción de unidades rcl\~':-' de' sus subordillados territoriales, nomhrados o, en n¡L\\'ur
domésticas "ituadas bajo su control. hereditarios "'J, El Estado dispone de lIna fuer­
Los recursos necesarios para las grandes empresas comuni­ !d PUDllCé\ ven todas partes ¡loza cid privilcgiu (k' recaudar im­
tarias, trabajos y ceremunias, se recaudan entre la masa de la P¡!l".[O:" tantu en trabajo como en l'spcci\.', lo que sc considera
población y van a parar a las manos de los ,jefes del alto rango, l"llll) uno de sus atrihutos esenciales, Los grupos locales oqw­
que los redistribuyen, La utilización de los recursos naturales n¡/:¡dos según las relaciones de parl'n\eSCo han perdido en
está regulada por tabúes para permitir su conservación yacumu­ e'¡ ('(lIIlrol de la tierra, En Hlklank el Estado puede
lación, El jefe supremo dispone de una fuerza de coerción para {¡I',' -,\1 ocupación y su uso, En el plano económico y
castigar a aquellos que infringen sus derechos, variando el cas­ ,,1 E~lado organiza actividades a un ni\'el inaccesihle a los gru­
tigo can el estatuto del culpable, La voluntad del jefe constituye, r"~ locales, pero e<.,(os últimos cuntinúan g.aranti/,ando una pnJ'
en definitiva, la ley suprema, El asesinato, las revucltas, las Íl'"iún \' una cooplTación entre sus miembros, L<l autonomía de
emigraciones limitan la tiranía del poder :v de sus servidores 1,)" !!f'UpOS locales se v~' más o mellOS re'elucida por nuevas nbli­
Y hacen alternar los períodos de descentralización y de centra­ '¡'llll'S respecto a auloridades exIL'rlores a Jos grupos de pa­
lización en la historia política de Hawai, Una estructura análoga l'l'llksco .Y él las comunidades locales, Se lksarrulla una rL'd de
existe en Tonga, Samoa y Tahití, donde, no obstante, el regadío '"I:,cionl's nucvas fuera de las relaciolles de palTn tl'seo y COllS-
tiene poca importancia, El cambio, en relación Con Trobriand 1i1'I\l' cf marco de nuevas lonnas (k prornoción social y (k es­
Y Tikopia, es considerable, a pesar de los numerosos elementos i. In1;)", El Estado ¡wranli/a la paz en el interior \' h¡ defensa
comunes, La tierra y Jos factores de producción ya no son pro­ (1 \" a t aqu<.; ,'n caso de cOllfl ic t() ext crío\'.
piedad total de los productores directos, Estos últimos deben , F.., I ¡¡do prOlTlUC\'e I raha,Íll" dc in !eres t'énlTa l, con 1. lula
producir un excedente utilizado parcialmente en empresas de ,1 ((¡¡¡llT,,'jO c:dcl'jOI y, en I2.L'ncral. la círclllaciún (k los hieI1es
interés colectivo que, en definitiva, superan las posibilidades de pi 'I()',O~,
las comunidades locales. El excedente movilizado en determina­
11 !:·jm!', C<.,l'¡ l'IlC;U'll:Il!O ,:n la P,T<.,O\l;:¡ (k un soberano pl'r­
das ocasiones ceremoniales adquiere proporciones considera­
\ 1\ 'I\ll' ;¡ de 1l'l' 11 1i f\c, L! u" 1 qUl' iu"t il¡can su
bles, Se citan las cifras de 40,000 cerdos y 20,000 calabazas tro­
¡¡Jo" Illílíl.Jh, dc relacionar·
picales, La aristocracia está ya totalmente desligada de la pro­
ducción material. Se constituye una división de clases sobre la
base de la apropiación del excedente de trabajo de las comuni­ ( , Ip.lr.lI los hCI,."hu'> ~lr\:lll/;hl()~ pdl \1,D, (;\\1''''1',\11' lliulu l , 01 [{e,
dades locales y de un control desigual de los factores de pro­ 'iI '<,JI/¡j¡;'ti,<",t /\(ricu, Thv Fl',l/!...'r l U¡ l' 19(>2, \L'Illl'hl':,ll'I', :. (J¡ ch't
ducción, Existe un gobierno central. También se da una de las n/u!: ¡I! rrihl:! ;l[¡r'l'u, lq{,~.
r-.:,d ¡ A /uulludrulI? ,<';/:111' {II Pa"r, Il/t' (¡I'i!r:~(li ¡JJ 11,,'
características esenciales del Estado, el derecho de recaudar el 1" 1,),\9, I k\ ,íl o:, \ I ( p,
trabajo excedente de la gente común, pero este Estado perma­ IUlrudlwt'[f)¡/ -,{u'ud, \Ltdl'i~l p:\.
46
Hauricl' ¡;i'II,WlliCll!O de :'v!iln \ D
se cun lu.., seres
ILlrak.., '\\ de los que "tln!ll~lrjlls )', por otra parte,,, empresas de ¡nlen:s COkcliyo real
tar de la n:lciol1, En
En los Arríca existía ~l \e'Cl'" un clero La l'schnitud L'xic,tl', pero tan sulo ciL'SL'I1l1')c'l1a un
el (",1S0 estaba secundario en 13 producción ",
del Eslos pocos ejemplos bastan pa¡'~\ n-'Gde é\!' la di\l'i'sidad \'
que desbordan l()ll1pkjíclad del (ksurrollo de la eks¡!1ualdau l'n el s,'lm de
b" ,sociedades primithas, Estas últimas, hay que I'epetillo, SOlI
--te resulta difícil separar, t:\l1 diH'r",as corno las sociedades de clases. (¡,líricar de <lCOlT1U­
las funciones políticas de las funciones r¡tunles o religiosas, Así, ni"dno prirnitiyo» b economía de los bosquimanos, cazaclolc:-.­
en las sociedades af¡-icanas se puede ari rmar que el rey e'S el r('('(¡]cclores que yi\'en en bandas en el desierto ele Kalahari, lél
de lo ejecutivo, el legislador, el juez SUpremo, d coman­ de los Kwakilltl. donde la compl'lición de d011l'''' y
dante en jefe del l'jército, el jefe de Jos sacerdotes o el maestro conlradones para adquirir títulos hahía adoptado la forma el:'
supn-'lllO del rillléll, e inclu!-'o l'l "capitali..,ta" principal del khrl' \' dramática de los "potlatch», la l'c()J1omía de Trobriand,
de la comunidad. Pero seria erróneo imaginarlo com­ l'élpaz dc organizar intercambios marítímos entre islas que dis­
en sí mismo un gran número de cargos separados y 1,111 entre ellas de ciel! a ciento cincuenta millas, la economía de
distintos Sólo tiene un cargo, el de rey. Los deberes y activida­ lo" i,r,mdes reinos polinesios, por no hablnr de los antiguos im­
des diferentes, los derechos, las pcrrogativas y dé' Ghana, de Malí, de México, equivaldría a hacer
se !íg;¡n a él forman un toelo unido» 51 que recer O<ljO una sola etiqueta diferencias esenciales, La
dad común de la tierra -y Marx lo subraya insistentemente-­
Tal vez esta fusión ele funCiones y dc m como la propiedad p¡"i\ada, las más di\crsas 1'01'"
la persona de Un solo hombre no podía en
a los ojos de l1la~, Escaso crédito merecería un historiador que bonase todas
los occidentales más que COmo la señal
co" que sólo conoCÍa la ley de la "despó!i­ la~ di!cre'l1cias entre las formas grccorronwnas o capitalistas de
del s()­ propiedad privada y que confundiera distintas sociedades de
clases bajo la rúbrica !:!eneral de «50cicd;1d donde impera la
pues, un Estado encarnado por Un soberano pri\'ada».
nobles domina una población casi siem­ Por otra parte, nuestros ejemplos permiten localizar y !or­
organizada en comull idadcs en CU\O sellO ias mubr en t(~rminos «operatorios» algunos problemas que la an­
de parentesco aún dcsempeiian un papd esencial. )' la historia deben profundizar para quc el pasado
Esta población debe al Estado una parte de su trabajo v de su humanidad cc",e de constituir un misterio. Citemos
producción. Este eXcedente se des! por una parte, al Consu­
nos de e !los:
mo de la clase dirigente, consumo que adopta aCusadas formas l.' ; Cómo aparcce la herencia de las funciones y de los es­
tal u to", en determinadas sociedades prirní 1¡ya s ? Hav que ac!\er­
247. tir que dc",c1e sus formas más simples la süciedml
por Ma\'lT Fürtes \' a!ricnins, pOlla va, sobre la base de la tli"bión sexual
"Rdle.xions sur le laÍI Balanc!i,',-:
Tll<lIÍonaux de socÍologie,
,'st,llutos diferentes para los hombres \' para las
C"/¡iCTS
'llll' :-.c ,\¡¡aJe la diferencia entre los primogénitos \' los herma­
: Frie \Vol I e'l) Pell\Wlh. 19M, p, 10. Ile,:;) Íl)dllSO ;1 l'snihir: fa p1':>'
duccÍ<Ín de un fondo dc renla e's lo que dislinguc de forma crítila al nos I\lenores.
c¡mpcsino lit:! simple nllli\ador." Comparar cun la carla de'
fklThl"in (kl 9 (le- ;)1'1"10 (h' 1881: "De ll11l'\'() Sl' II':I[;¡ dl' Lt
ria de 1:1' n;¡l'íOlll'S CllllPl"sín;,¡s, Dl''tle lrlan(h !lasla Rusia '\'luna c's,nbc respecto ::11 Estado inca: "El Es1ado hila un
l1 llt"I/() ¡dl'ok)~iL'l) p~ll·;'\ rOl iludar "iU> exutTiul1(.'s en la h,'rlninu1ogia dc
no1' ;¡ L íplu. l'n un;¡ nacion campC,in;1 el lampl'sino sólo l'"iSIl- p;na .\k­
l.. "i 1!'IlJ("ld¡/¡{ tradi,ion¿11 andin¿1 (uando la (',,['un;¡ l'1"bolo un ,í,te,
Sl'r cxplo!;ld" A.. ¡ suenlc de'sdv d Esl:\do ;hirio \' plT ..;\.,. La l'XiSlcl1cía ):'1.1 lit. :--l'ITiciu:-. L'n 1rahaiu, la;.. ohligaciont's l"t'L'lP¡ oca", de L¡ uHnunid~\d
L'q;¡ rc'lacílJíl lundalllCIl!;tl U)IJlLlllíd;,d l'llral'¡:sfado qUl' la ':"plula, con­
\ IOlnpn'ndida, pur todo, Slrlie'ron ck l/l(Jddo .. l'll "Oll llll'.l
de'na ;¡ un ll) lipo cÍl' etnología () dv sOli"l"gía rural que c',llltlJan ;¡
St! UI... -lun')" S \',<'1 t'I11.\ fl{ !'o!iricQI Control alld BllfC(11.!Cra{ y, l'Il
l'''tcríoL nlr;lks UJlllO l11ín<JulSll\I)S sin rdaciul1 aJgullLt con l'i
la,.. comuII,d;llk,
l11Unuo .')'" ¡('{In, jlJ:=;¡(, PP
\ .\b1\. I'rillilll\T ~()\'('rl]Il¡('I1I, U/l, (11, p. 187,
'¡8
.ter' 'l,~.\(/Ulij'f)t(l (i( \1!jlJ'x \' r 1;'
j'.)

2,
(En qUe' cOlldiCl()nl'~ ">l: lk"'alTulla lllld e'C(¡jllJll1la ele' rc­ de: E"tado qUe' d<lll\iIU ~l I:t~ l'UllHl-
Ll
que tran~!on11a \'
pale:ialll1c'l1k 1o"> Il1c­
SUq la Ill~\\'()lld (le- b" nYe' S , "\,'Ue'll 11 e'",a I\P;\'
cani">lllO" nclde~ que !:'~\tallliz<lIxm
Iladici(JIlédl1le'lltl: los
1'))\, peTO Ilunca la [11 cCl'elen, La" funciones re']
inll'l'camhiu,,> (k bil'lK'S .\ <"lT\icius cn e'l Se'!lO dl' IU">'-'lUpúS O
e'111re' dIos!", ,l¡:\ clL' la." ha."l'" \, e'n !ll'nl'ral, ,da Ill'cl'"idad dl'

3," (:Cúmo Sé conSlrll\Cn, al mal¡':l'1l de ¡a~ ,.., lIlkn:s,'s c()ml\n~~ \' COmh¡l! \1' lus int~l'eSe'S <1n
parl:IllL','ieo, rebcinnp~ sociales de llUC\O de "F I Estmlo --qUe' al principio IlU habiil ~ido "ino l:I ultl'l'iol'
dé los grup(Js n,\lurélks ele' COlllllllídmk" L'llIic:1l11Cllll'
las
con oh ¡e'IO de Sl'ITil' él inle'rl'Sc'S comulles \",) \'
,k pro(e'f'e'¡SC frente al cXIl'ri(ll- aSUllle' él ¡Xll'líl' de C:-;l' 1110'
con
leseo o IZlIl1bic'n oponerse a ellas, lll"nto, (un la misma inll'nsidad, la tan'a de milntl'l1eT coercÍ'h,
de nu('\,o en el seno de \;ll11<.:nl,: bs cundíl'icncs \ ilah:s \' de dominio eh' la clase dorní­
4," ¿Cómo surge, 1I,1Ií1é rcspedo de la dominada';",»
(ribución del producto social, de b rcdis­ La L'scncia misma del «modo ele' asiútico» consiste'
los factores de producción? el ('on1 rol de la existencia combinada (le: cO!l1l1lli¡}odes ¡1'as en las
Estos probkmas han recibido va múl l'oml.\I1al ele' la 1iL'ITa v or¡.:an iZild"s toda­
ciales que no vamos ahora a analizar par­ \ w, parClillfllél1lé, sohre' lil base ck rélaciones de parentesco, Y
[antL', que esas respuestas \'(Tifican no obs­ dl' un ¡Joder de Estad() que c\presa la uuidad rcal o
Imi de J\¡bn, a saber: qUe la deSigualdad social tesis Cen- comunidades, ('o¡¡trola el uso de los recursos económi,
pro tC:ge los cos e'scncialcs v se apro¡¡Í(I dircclamcillc de una parte ctd tra­
eJe las comunidades pril1liti\'r¡s v const
hajo v de la producción ele las comunidades que domina,
del rrogreso dé estas últimas,
en cierto modo él lTtolnZlr r,)\' Wnlo, en su ,'sencia, el «modo de pr()ducción asi:\tieo»
tales de Mar\ v, pan l'~ /1111/ de las ¡olmas dc (J'{/usici¡;!1 eh' \:t ... sOl'kdadL'S sin clases
modo t l',
asió! ico)', ~\ las sociedades de clases, En cuanto tal. su estructura unifica
,:Hasta \' l'o;nhina relacione''> ele producción \' de
es te concl'p I o
,~ado \' "pucsto en "eT sac:ldo del pa­ de bs sociedades ,sin cla"cs v lTbcilll1L''i de
icnlo)) de
derna J nue\o por la e'icncia mo­
\' (k dominación nucvas qUe' hacen ele- élb UlW sociedad de cla­
La fórrnu s,.'>, El nl1oclo ele producción <1si:11ico» expresa, por consil!uiell­
(':-:léconcept.o \'Iulesicndo cm te, haio ll1U1 forma cspccific(/, b con! raclicción del ¡1:1S0 de bs
mcrosos ,ILllores no marxistas , que lo han <';ílciL'dadcs sin clases a las Socil'daclL's de clases, \' esla
de las ohras ck K, Vvi llfo2l' 1, cariGl i llrí/ado \' I ¡(bd consiste en el l1l'cho de que la c"plotaciún de las clases
este último, el {(Tllodo ele producción asi:;1 iL())) Para Se' ¡-""liza r¡ trm'és dt: formas comunitarias ele propie'(].:Ic\ y de
cÍl'lJaUc."> «hiclr{lulica,;», Cuando l'\isic CIl SOL' ll:ll'C en I,IS so­ dé la tierra,
llO hidr{¡uli­
eas es porque elebe haDcl sido lomadu dc () Por l\)n~ip:lIil,'n(c, no e'," la t'\¡slcnci;¡ (k :.:\'~.ndc's obras
,,;oclcdacl hidr:íulica, l,a tc">is lle: Mar\ \ de pUl' Una
PO!' U11 podl.'r CL'1l1ral lo qUe' harú qUe' una
es I1lU\ el i le­
I,'Il/l', La" <.>:r;IlIl!c,,> ubl prodllel hiélrüuIÍc;¡" Ih'l,;\ ;11 ¡)Jodo ek producción ;¡si{ltíUj), ,sinu h1 c'\i"kllcia de
"l', l' Illlpr(Jduu¡\Zl,,> no ,">(Jll Ill:h quc 111/(/ de' I,¡-, o liL' olra el:.­
l()¡11l!1lid,lCics que po<.,cén olL;cti':1mél1le' los ll1L'díos de
Plhiblc'", bases

¡ '~1]11 ,'/
j !!i ..\Idlll(', 19,~7, l1 u ,'h 1¡ui·jJi¡/¡rnu.:,
\l'¡ 111¡h l.:\ ld'.'lll,'
,ti qlh.:ol¡
"" "";ll.1..;
s' 011
\dll], \ 1'. ( ; (Ji 11\ e' (: h;l,,,b:\,
tt'l)1()~ "'OLI¡lll'!)¡~' Illl1;lLl ;1l'i{)}\l',",
(r P \it!;d(J('~ 11;", ~"llb,.'lf"
\IUIIOI(
,,>,
,[I{j \, hh"t, !(h t.h.' ,l~!U~) l.u, cl.n¡\k" ~tp~\r"'l.·¡l'l Ull l1H1Vhu TJ¡;..'l'"
ill
in (V\)llll Pa'lf nud JI\'II:I'(h' I'L,::l(ho pUl' le! il'llllhLl,,'!()¡h" l'olltinl!('} ""k'ndn Lt itlrn1~i
1(69. nU111.
Pi' 1 ~(',
"í~'ll(lu 1\) } 1'I.-'liJ1"/;\\!O jHlr 11)-:' \:~lnak",
.so
.Hlll/rice ¡',1IUiCIlIU Ii, \lUI.\ \ J"lll.;,'ll 51
ciun c<,c'nciaks, CUYO control último se enCllentra en
Estado,
m~lllOS del
,Illb El l¡ldo mús mara\i\lu"o lk 1;1 ci\ iliZllCiun inca, aplntc
,I , '-.l¡
l
"i"L'ma pulítico en fue su k~bbcí(JIl socia]", Para
lnwntc se comprende que, de acuerdo con est" definí. 1, [budin, «c'l imperi() l()cid/sra» cle' los inLa~ l'la qln jordul
cÍtín, el conccpto (k «modo de producci(in ,,<,i<.itico» pan,:cL' te­
(le' hombres felices)) construido sobrL' "L'l eclipse del
Tll'r un carnpo de aplicación, en el espaciu v en el tiempo, mucho
lIdí\'iduo» t2. Estos juicillS nos cnselian poco sobre los inca, y
mú" \a"to dL' lo que pudieron prcH.'I' "'Iarx ,\' Engds ,y que,
debido" ello, el aclie!;\'{, ""si~ític(J}) en modo ;:Ilgullo resulta
¡1\\lcho sobre sus autores, pero no tencmos por qllí':' uculta¡' qUl'
Parece \tl!'\. \' Eng"l."- habrían e<,tado, !XI\'éHlúiic\ll1ente, mucho mús cer­
puede aplicarse a alf'11n()<,; reinos tradi. l:1 dc L. Baudin que de R, Karst,'I1,
en con
no existían grandes Pero esta paraclola no cs más que , ponjlll' expresa
había
un comercio in. ,Ttamente otra de las partes caducas de las tesis de Marx y
de productos en 1881, de que
, es decir, la idea, modíri,'ada sin
controlado pOI' estancamiento :v mise­
ser qlliz<.ís el caso de ios l'l modo de nl-ot!ucción asiático
Ínsula indoch ina, que cont rol¡:¡ban las rutas rí,\ milcnal'ios, cntr:lda inacah:\c\a e11 la «ci,itizaciól1}), inacahada
la India \' China 61. l ' íllL'll1S0 nos atIT\"críamos a decir. eH parte, fracasada. Cierta,

llll'tlil', cn 1881 la comunidaü rural, b:\sL' del c!csDotisl11o orien­


A b vista de cllo (:hav que \ohcr en la actualidad a M"rx y
tah" aparecía bajo una nue\'a luz, dinúmica. re.Íun'nccida, pero
pener de nuc\"o en nlélrcha un concepto elaborado 1.'11 1858?
l'! peso de tos textos anterio¡-cs predomina sobre este nuevo pun­
a retolllar el concepto tal v como Marx to de \ista, que no fUl' desarrollado, Ahora bicn, la
de sus partes caducas y lo llloderna (" ha demostrado suficienteHlcnte que no cs la «civili·
en un concepto nucyO sobre la base de los co­ ¡:lci(JIl» 10 que nació en Grecia, sino su!amc'nlc el Occidente, una
nocimientos v los problemas de nuestra
¿Cuüks son esas partes caducas? de' sus formas particulares que finalmente acabaría por domi­
En nril11cr lugar, la noción de n~lrlLl, Desdc' el punto de "ista de la dinúmica de las fuerzas
no pertenece a la ciencia Este , la aparición del Estado y Lit: las sociedades de cla­
un poder tantu rnús oprcsi\'o ses que Marx v Engcls clasificaban en el modo de
<u'bill'aria (le- un se ellca rila en testimonia, por el contrario, un gi~antesco progreso
fúcil oponer inútil fUerZL\S producti\"as. Si el Egiptu faraónico, Mesopotamia,
como lo hacían \/oltaire y los pertenecen al «modo de producción
siglo :\\"11[, la
los emperadores de por el bien gobernar de éste corrcsponde a los tiempos en que el
<:lUlor\.'" Basta confrontar los juicios de dos humbre se desliga local, pero definiti\amcnte, de la economía
sobre l'l poder totalitario dl' los incas ele- la ocupación de la tierra, in\'enta nuevas formas de
r"r el earúcll'r vago v subjcti\'o de este concepto.
cÍ¡'H], perfecciona la agricultura, la ganadería, la
, el «gobierno totalitario dI.' los inc~ls no era una ill\'(,'nta d' cúlculo, la escritura, el comercio, la moneda, el dcre­
tiranía insoportable, NiI1PllIl:¡ oprl'sión de sus súbJitos era per.
ch(), nue\"Lls religiones, etc. Por tallto, en sus formas
ri~\" el «modo (le producción asiático)} si¡mificaría, no el es­
\' "':'Sl' d Iwll" :m;, lisis (lc-l Tíh"t 1radicioll,l! en Cal"l;íscO: LWH! (/)uZ
PolI( I ill fih<'l, SCilttk, PI', ll),~\), ~S,
207, 11-i , "'(o éxiste sej),lración :.tl­
!;Ulc,lllliento, sino el mayur progreso ¡k las fuerzas produeti\as
guna C'IHrl' 1'1 pod'T L'COllt;11lic'o \' l'l pode'! político, Ll;, mísm,-" l,'~rli/ado sobre la basc~ dI.' las :ínti[!ua~ [()rtn~l" comunitarias de
Cjlh' l01111<Jldll la tl"IT~1 l'()I1II,d~l!l 1,11l1hil'Jl L'I F'!;ldo;
pi Odllcción,
,\1111 l'l Eq;¡clo, \' vi Eq;¡do, e;' lkv;\" 'l! I'l'1'1.1\;1I ('n bnlo qUl' ,"'Uj)O, po, 1\0 ohstante. la tesis dc Marx pare'ee consenar una cierta
1,1 til'll", La d(llíllll"C\()1l l'okelll:l ,le- I;¡ , ,upl'liol' l"KII','ntra 'u
':'PIl';U" ]10!Jllea t'lí l') podl'! :lh',,,lut,, ,kl 11:\1:11 I ;llll,I, l'lí "1 plupil'c!"d
\;tllck'z p,\ra épuc<l'" Inús tardLls que pn'sc'IlCiarOll cómo sude­
dl' l¡¡eI" b:--lI\'O:--.}"
¡i"na \ l'l1 Ie\ "'¡Ihordínací'j¡¡ lÍ,' ¡,,,lo d pueblu l'11 :Clnto ljlll' lbdL'S de tino «Llsi,\tico)} se hundbn en un l'stancamil'lllo milc-
~úhdi!o . .
\·l·~I"l', ,....,oh¡-v lo..., Ec...t~ld\l" "h~1l ti", Hi¡ Jll,lJlI¡l, R, K.lhll'll: lo:dliturf,,¡¡ .'o¡<I/e
.. \ T'U"'I, p, :!N': 1.. B:m­
,. li( !I¡,d¡!rllld }JI/lino., l'í,'~, PI', 239-251. [l'"el¡ r Ll'deh: !'(jj¡,"l',¡f SI \,
illl¡'d,,' di';" 11l{ ih, P)~K, p. :~('.
tll[':1 dl'lllbk \1... l'n vllo"- una l\<..;tn.1C~
e Cl\il<l," s"' id r,ulll/i,,¡¡, 1'l'11: eL,,),,: \\"nrld ['1r"l1!'t''''\ I\'<.:;he' mi
de' l'"Ll Obl l'll fu p!'n."'\:t 19«" IltÚ11, lU7

......... -

L
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!'CII"illliL'il/(I ti<' ,\fun ¡ !


HOilril'i'

~d hUlld i mil'll(U de' las l'COllUlllÜ1S l i¡la"


n<líIU, Ll uIl",¡i,'J11 ni) e,,[ri!Ja ,'Il ll,'2:11' !;l taldad \' la len­ '. 1\,.'111, la que
IJlucI lkl lk~dr]'()l¡u d\' l1llllll'!l)',:¡, S\\Cil'd;](lL', de' da~,'S llo I~l Grecia arcaica,
l;cl'ic!clll,dl", PlTO t:lIlllJi';n iJa\ t¡LIL' Ilcoldar qlll' ,¡/['unas de ,\~í puco" la cllcstion n() es(~¡ ,'11 una ,( \ udu a ,\lal''\», pl!l'~t()
elI;]s, como China, l'stabé¡ll, lJa.'/a l'Omil'l)zUS dl'l \\f, más l/lIc' ~ería l'l'12Tl'sar ~l un l',lado Slil)('}o¡jo de.' la ill!OJ'1l1dCion ci,'n'
;l\;lllz¡]cbs q lIl' la suciedad OCcidel1 Ud, La !'llpl Ul',j, la :1 l,',]. La clll'slión. para un mar,ista, cUllsisle en ínn'lIlar los
solu Sl' pl'uduÍl'rOll t'()j] el <.k"'11rollo cid capilaJislllo ,.'\Jo obs­ ,1l1¡cl'plus teóricos que.' ilüonne.'flsobre la Ilr[¡CI ica (cil'ntlrica ti
1;[11[(:. el d,'bate lc'orico no esUí ,¡/ll. Nace del 1l<,~dlO de que .11;1) de.' su til'lllPO v que. ~icrnpr,' que SC¿l
IluS k.\lus dl' M,ll\ sll[!.icrCll Id idl'a (k' (jllC "el modo de pnHlllc­ heredados de Marx, Sólo a este
cion asi,ltiuJl> ddw implicar lI('c'('sari(/JIIl'lIt(' un l'sl;\llG¡llliento 1\I~loríc(J, el1 tanto que concepción gCll, T al dl'i
milenario. AllOr;¡ biéJl, l'l !1lodo de rroducciull 'l.siútico». l'01110 [ill l'[)Il\'Crtirse en un cuerpo cClTndo de
lodo modo de producción, puede l'\'olucillllélr dé ¡'{/rias maneras, por lanlo, cksembaraznclo de sus parlL's caducas, cunfron­
\' esla evolución depende no sólo dc su ('str/lClllra interna, sino I,¡do con /Oda la información disponible de nul'S tro t ¡cm po y
íambién del medio histórico. 1.;:¡ cstnle/u]';:¡ inícrna dd «modo por un análisis teórico nUl"'O (le' bs estructura;; de
de pruducciór!l) ¡¡siútico combin;:¡ l'síl'L1ctums comunitarias y l'S­ de las estrtlCtUl'as rdígiosas, económicas, en Ins so'
tructuras dc clases. El «modo de rro(]ucci(Jn" ;¡Si.:ilÍco !lO 1la sin clases o en las sociedades cstataks pl'imíti\'3s, el
c\'oluciol1<1r, tnlllsforrnal'se :v a "CCl'S desaparecer más ['ulll'epto de «lllodo de producción asÍ{lticu)) o un concl.'pto equi'
que en la medida en que hls rl'lacioncs cOl11unitarias dc produc­ \~¡Jente, más exactamente denominado, puede y debe scr' « pues­
ción y de propiedad fucl'On dcslruidas \' sllstiluidas pOI' diver­ lo en rráctica» rOl' la ciencia modérna.
sas fornms de propiedad pri\'aela. En la l1Icditln en que 110 se PlTO no solamente se trata de añadir un nuevo concepto a
dcs¡¡rrolb un proceso de este I ipo, el «lllodo de producción ilsiá­ 011'0; se trata de una nueva forma de plantear los problemas.

tico» se pctril'ica, implicando un hundimiclllo, Ull rc!aii,'o l'stéln­ H~lV que tomar el problema del origen de las clases por los dos
('amiellto de la sociedad, Posiblemcnte la prillllTa \ ía fue b de extremos, por el lado de las sociedades sin clases dominadas por
Chilla \' Japón bajo f()rrJlél.~ .\ l'f1 época~ 111m' dilcTClllCS, (luidlS las relaciones de parentesco (antropología), y por el lado de las
que COI1 el des;Il'l'ollo ck la propicdnd personal, selio­ primeras formas de las sociedades de clases (arqueología, histo­
ria). Dar cuenta dI:: la historia consiste tanto en realizar el aná­
formas del modo de
lisis de sociedades Y épocas particulares, como én construir y
a fonnns Jl1ÚS o menos w¡mogns a
fcudales europens "', aunque el papel del Eslndo elaborar la teoría de las relaciones sociales, dI:: su evoluCÍón, la
,ser Inl que. en estos casos, CS;]s efClld~didades» conSC¡TCn teoría de las relaciones de parentesco, de la religión, de las for­
ciertos caracteres p1'opios del modo de mas del poder, etc. La ciencia histórica moviliza y unifica todas
la segunda da, la de J::¡ ¡'\'olución ,denta», las cienCÍas humanas, A este precio puede descubrir la lógica
en nurncro"os casos t,111tO mj~ escondida de I::structuras sociales y comportamientos que pare­
cen a primera vista extraños o absurdos cuando pertenecen a
lidad dl'l Eslado (It' imponer trihutos l']] t rab,l jo, CIJ eS¡K'C1C a
sociedades arcaicas o no occidentales. Tal proceso impugna a la
/as COlllUllidades podía frclwr la ¡r,lllsfonnación de LIs ((-cnieas
vez el positivismo, que influye en numerosos historiadores mar­
\' l'l des,llTollo de los illtel'Calllbios; en es1t U¡"", \' ,solo l'll l'sle
(,¡SO, lo tesis de Marx qUl'daría p<\l'cialll11'lltl' ('011 I jl'lllnda, Por
xí"tas, y el evolucionismo estrecho del siglo XIX.
Toda discusión sobre el «modo de producción asiático» con­
otra parle, nueden haber existido Olms da.~ de l'\OIUCj(Jll, por
pues, más allá, hacía la constitución de una teoría com­
ele las estructuras sociales y a la construcción de un es­
. \" ro..:, (¡-;I1)dru.'1 !l}~j~:¡,!r;th_"" lk' J \1.'1'(IJldf11 "qbl\> l;¡ c¡l'nc¡~1 \ la quema multilincal de evolución de las sociedades 66, Y, en este
_'iocic'd;td l'11111:1", qlll' dl'nl!h>_""lr~tll L! .",¡qk'rio¡-iddd d,,¡ dl"'dJTUfju la ci,'n­ proceso, el marxismo puede y debe dcsempeñar un papel esen­
lLl dlill;l l);i>,1.t };! ,'plll.. ';¡ d,'! Rl'n;¡l'inl1L'lilo ,'11rU¡h'd \, ,()h¡~, tudo, el }1~1-
L'jllltCnlu tll- c¡,;lKi~h
\';,'<l~l' ,\1. (j¡)dl'l¡~,'¡' '" Vc'asc M. Godclicr: Rationalité el írrationalité en économíe, 1966,
"I! i( );/ l'
!lru;!u, 11\'i¡J{I/!Uf"¡
\()¡('11IU', 11¡¡¡!X!\/!'\" págínas 90-98 y 229.231. (Existe una versión castellana publicada por Si­
(\ cd",t' I.i llludr/ di' ¡¡rud/EL ',( [: K,\1. Hh.f, p 3-1
I
,'d. ( L glo XXI Editores, Mc'xico, 1967,)
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IlL'IISIlI71it'llI<J de ,\Jo!'x \' F/I
pero ,~óJ()
c'n l;¡ Illl,tlida
dice en el aniÍlisis d..: ::.us prupi()~ pn
1,( infrac,>tructllra \' la SUpcl\:slruclura. En rc;:Jlilbd, d l'cono­
Ahora q Lll' profun_
fúciJl11cnte las fuerzas pruducti\~ls de estas so­
cipío l'''c'!1li;¡1 dc'! marxi~ll1o COIhi"k VIl la ksi.s dl' d PI-in­
ele.), pero no poddl «::IIS­
soei;:¡] til'l1l' sus fundaml'lllo') últimos en d )ll(J(lo dc' lil
de la \ida l11atlTi;:¡1. l;¡r» relaciones de producclOn <m!ónoll1as», O al mC!lOS, las

éSe puede mmJ1CI1L'r esta ¡"tinguirá el1 el funcionamiento mis!1lo de las relaciones de pa'
l1es de parentesco ksis cuando YL'ITIOS que las rc'lllc"cO. Estas últim;¡s determinan los dlTl'chos del indi\iduo
en bs "\lbrc~ la tierra \' sus productos, sus obli~YacionL's de rl'cibir, dar,
pri 111 í t ¡vas el
UUl' comprender al mis­ lOoperar. Igualmente de1crminan la autoridad de algunos sobre
parl'l1lL'SCO en el sellO de las otros en materia política, religiosa. Finalll1l'l1k, constituycn.
J " ¡"'"FU ({t:lcr/nillullle, en última JlHll lo muest ra Cla\llle- Le\i-Sll'aUss, « 1:.\ armadura sociológl­
cia. de b l'Conornía? y, de l11éllwrn gl'l1l'lal. (:0)1110 compl'l'llder 'el"~ del pensamicl\to «sah'aj,'». UIIO de los L'squcrnas que ol'gani­
el papd dominant..: de una cstructura en un tipo ¡nado
ti e socil'da(P I,m 1~ls repres"l1taciol1cs míticas dl' la rdación
tas
Marx. desde las ragmas de El Capilul, h¿lbía aludido al pro­ de sociedad las rdaciones de p:l1TI1­
al responder a uno de sus cdticos: , I',.. laciones po-
él, mi tesis segl:m la cual el régilllc'l1 de k"CO
il'as, ('squema jckulógico, El p,\renlesco es, pUl' consl¡micn­
vi¡lente en una éroca dada v las relaciones de producción pro­ te', c'n l'sIL' caso, a la 1'C: infraest rtll'lura \' supen'sU-l\clUra.
de este n5girncn, en una ralabra "la estructura econ<Jl11ica [sla fllllriful1cirmalidwl del parc'ntesco en las sociedades pri­
de la soci,',hd es la base real sobre la que se alza la supraes­ Illili\as l'xplica, en nuestrn opinión, clos hechos sobre los que
y política y a la qUl' correspunden c''\i~!l' unanimidad desdl' el XIX: b complejidad dl' esas
ele conciencia social" y de q uc "d
I','bciones \' su papel dominante. El parentesco funciona en ellas
de la vida mate¡'ial condiciona ludo el
di ¡,,'('1 amente, in tcriormellle, como relación ecol1óm ¡Cl,
política y espiritual", era indudablementc cxacta res- L' ideológica; por eso al mismo tiempo funciona como la
al mundo moderno, en que predominan los intcre,<,es ma­ ,il1lÍJólica en la que se expresa el contenido de b \'id;:¡ soci[ll
pero no podía ser aplicada a In Ed;:¡c! Media, en que como l"nnll"i" !T(~neral de las relaciones de los hombres entre
reinaba el catolicismo, ni a Atenas y Roma, donde imperaba la
POlílica, En primer lugar, resulta peregrino que hava todavía » no se
piense que todos esos tópicos vulgarísirnos que COITen por La
como una relación exlerna, sino como una relación inierna, sin
ahí acerca de la Edad Media v elel mundu ;:¡nt son ignorados qUl' las relaciones económicas entre parientes se confundan por
de nadie. Es indudable que ni la Edad Media rudo vivir del ca­ cito con sus relaciones políticas, sexuales, ctc. La Il/Jidad de fun­
tolicismo ni el mundo antiguo de la política, Lejos de ello, ]0 l iones no implica su c011fusión- Al mismo tiempo, c'sta
que explica por que' c'n una era fundamental la política \' en la lbd de funciones del parentesco se ha hecho necesaria por la
otra el catolicismo es precisamenlL' el modo como una y otra las fuerzas produc(ivas, su débil nivel de
se ganaban la vida. Por 10 demás, no hace falta ser muy versado la división sexlw\ del trabajo y la coope­
en la historia de la república romana para saber que su historia
secreta la forma la historia de la propiedad territorial. Ya Don el. l.cl\-¡,S¡ r;Il1';~: nll
1/1/<'1 Wi.t ('['lid res, P\on, ¡ 967, pp, 07, ¡ n, 114,
Oui¡ote pagó caro el error de creer que: la caballería andante .1 I Ha\- lrauucc'¡(m ca~ll'llana c'n Fondo lle CL1ltura Económica. México,
era una institución compatible Con toclas las )
de la sociedad» , económicas D,' ahí prO\'íl'nC el error de los antropólogos qu<.: dan prioridad a
El crror ele Pilrtida que ,"la lunc'ioll simbólica del p;¡rcntl~SC() la tral;m como pum lenguaje. Y
'C1lnhicll l'l errur upuc,to de quic:nc~ ddiJ\ir el conlc'iudo ~us-
considerar economía y parentesco cn las funcionl's l'conümicas, políticas tcli¡riu.sas, V0i:\S,; M,
Corno dos es t ruc ¡ Liras ex (('riores In una slruClun: el cuntradiction dans l.e Ca¡Jiw! ck Marx'>,
nmÍc'lllbrc' 1966, pp, 818,864, (Vc'ase' la [l'aducción
ti Ca/Ji/aL líhr() L lomo J, 46, l,hklbna l",tC' artkulo en "Pl'ohkmas de:! l',tructur~,:ismo", SIglo xxr
L;'I')r,'" , PI', 50-9,,,>

...
57
lO de ;\lar'\ y
:')6 Hauricl! Gmlelier
re"clan el contenido objetl\'o e
raclOn de los indi\'iduos de ;:¡mbos SL"WS p;:¡ra subsisl.Íl' \ repro­ de las socie­
ducir sus condiciones de l'xislcnci;:¡ 7", Sobl'\: estas b~l"es deben di
analizar<,e las complej<.ls razonl'S de b aparicion ck; Ids relacio­
(Lides conS1SlL', pues, en construir al mismo
nes de parentesco unilateraks, bilinca!cs, etc
,'IL'lliil'ica clel parentescO. dc la política, ck b
Explic;¡r la l'\'uluci()n de las sociccbdcs L'"I~¡r clispuesio a reconocer quc en
. b aparición de nUL'\';'¡S ¡IlCO!1 ,
,'I parentcsco es la economía -o que la
m;:¡lltenimicnto de las antiguas estructuras sociaks, n,il' directamente como relaciones de
ma del paso a las sociedades de clases \' al Estado se reduce, nos facultan para eliminar el mito de un
pucs, a saber en qué condiciones las relaciones dc parentesco 11llmanidad en el que los hombres habrían vivido
('eswl de desell1f!e/lar el papel dOl1líl/{wte, de unificar toda'i las o ~in n'laciones de parentesco () sin represcl1t~lción del
funciones de la vida social. II "o!anlente habrían intentado subsistir sin tener t

Puede suponerse que la aparición ck nuevas formas de pro­ íll\'L'l1iar productos de lujo, como serían la religión, el
ducción modifica la residencia, la demografía, la importancia kSCO, etc. Desde que la humanidad existe, existen los
U111 un contenido v una forma determinados, y la historia no
ce'" olra cosa que la historia de sus Ifall t"v""u';()JII'S. En esh~
rdat iya de los sexos y exige nue\'as relaciones de producción,
nueyas formas de autoriclud. Más allú de un determinado limite,
las relaciones de parentesco dejan de corresponder a esas nue­ SL'lllido, Marx tenía razón al eliminar los
vas condiciones socÜlles, Evolucionan hasta que, al margen del que no era la sino
parentesco, se construyen nuevas relaciones sociales que, a la de producción
larga, cOl11enzarún a desempeñar el papel dominante, que era Sil separación.
Para que sólo sean «superestructura», para que las relacio­
el de las relaciones de parentesco. Estas últimas se orientarán neS de parentesco «se especialicen», para que no sean mús que
hacia un papel diferente, secundario, y las nuevas relacione~ una relación social que garanticc la reproducción de la especie
sociales cargadas de nuevas funciones ocuparán el lugar central hUl1\al1a Y conserve un ospccto económico sin intervenir direc­
dejado libre, Nuevas relaciones políticas, un poder tribal cen­ ¡(l/l/ente en la producción, eS preciso que se den condiciones
t ralizado, aparecen en determinadas sociedades dando la im­
presión de prolongar el parentesco, de salir de él y de oponerse hi"lóricas muy particulares 72.
Lo mismo se requiere para que la religión no sea va mús que
a él. Sin embargo, no es el parentesco el que se transforma asunto personal. concepción no cientifica cid mundo,
misteriosamente en relaciones políticas. Es la función política que evitar proyectar sobre cualquier sociedad esaS cate­
presente en las antiguas relaciones de parentesco la que se des­ modernas que corresponden a relaciones sociales l~spe­
arrolla sobre la base de nuevos problemas. icas, Resulta obvio afirrnar que únicamente tales análisis pue­
El estudio científico de la evolución de las estructuras socia­ ckl1 resolver las dificultades que encuentra d desarrollo eco­
les (parentesco, política, religión, economía, etc,), no es, por !l(ll11icll y político cn las sociedades donde las relaciones de
consiguiente, mús que el estudio de las funciones, de las for­ la religión (islamismo, hinduismo, budismo), las for­
mas, de la importancia, dd lugar que ocupa cada una de estas nEIS de poder (monarquía, ide de tribus, ctc.) tienen un conte-
estructuras según los tipos de formación económica y social y
Sobre el rango y la l!"I.'V' ,<u" elc bs cs\ructUr<lS sociales en una.
de sus transformaciones. Ahora bien, esa relación de cada es­ ".cI."! 1\\:11':0;. cscrihicl l'Il 1,1 lntrmlll cciú 1\ lh' b (',,!lUí/II/­
tructura social con todas las demús constituye la propia estruc­ 11 !(I oÍ/ica de la ,'Cllll
IlII1W
¡18~q): ,,[, una ilumin:1Ción ge­
tura de la sociedad. Fundamenta la causalidad propia de cada ,'I:d ,,11 la que se b:,,-un (udus los collln's \' [quel mOllifica las parlicu­
una de sus estructuras sociales y su correspondencia recíproca. id.ldl's de l,qoS, E~ como U]) élcr p:lIlicular Cjue dCICrlnin:1 el
i' ,iíieo lk (llc\¡¡S Lb [orIn:ls de l'xiSll'llCia que allí \0111<1]\ rdi·,'\c", r
Pero esta correspondencia no existe más que dentro de ciertos (., la (fUi,,¡ ,it' !II c,'()/luWIll 11mf)'Ulo ),
(,)le"'. \1:1,11 id, \q~2, p, 28,
clnl1\:"11ll'n~ n

196~, 2l),~3,
,\kl',1l1i,m 's ,\u l'l de' l':ld;¡Platio aH "hang("
c
7. el. Lévi-Strauss: Las estructuras elementales del parentesco, ed, cit" el suci,:/(', \1ULlIOn, p, ,
página 75.
58
}vlaurice Godelier Il L\ A!\íTROPOLOGIA ECONOl\lICA
[' • > ".­
~l'¡j r,
v
que en las sociedades oecidcn tale;; capí talistas
fracasos de algunas elllplcsa" de desarrollo
/aÚlla est~í¡¡ ahí p,¡ra lTcord::lrlo y Cé:,'/T,'W OE COCUIIIIENTA\,;IÜN
no se deDen a la « .. El- kMI,\¡ HUk [/\00 "
"indígena,,». )} elel comport<ll1liento de los
En Ilrl¡) época en la que, por
elad de hacer .progresar a la
H:Z, L'xis((' la posihili_ (J e 'IJ
sin nuevas
clase'" Cxi)lotadoras lIi ll18ntener COl! vida a las
purificado de todo el mar­
debe dí tanto las
revoluciones cien líficas corno las revol uc iones económica es un campo de
,111! !"()PUJugll-",' que se encucnt ra actual mente en pleno desarro­
1:" \ t,unbiL'Il, en cierto modo, en plena crisis. De este desarrollo
\' tic' esta crisis da testinlonio la di\'cl'síclad de ::t1gunos títulos
¡"Incldos al azar entre bs publicaciones mús recientes, publica­
el 'iJ,'S que dependen a Sil vez de prúcticas teóricas difL'rentes,
l
1 I1 pi ¡lile!' luVnr, se l'neUe'lltrm¡ J1H)1\0h,raflas COlllO la dcdiclda
('11 1970 por Harold Schncíder a la economía de una tribu de

'!,,!v;tllia: ].)s wahí wanvaturu, a la qUl' sct'uín, el mismo cll1ü,


,'! (".,¡udio de Pl'lcr Rígh,\', dedicado al an:disis de las relaciones
,'Idr,' la economía scmi·pastünd y !as formas de parentesco Y
,H Ililación social de los gogo, otra tribu de Tanzania. Junto
l'st:.IS rnüllog raf í:1s, otras obras lTyclan la cxisil'ncia de ín\'es­
rativas intcrdiscíplinarias Y cokcti\'<1s, ,¡hor­
de vasto alcance para la ap1n\l)olo12ía, El! 1968,
Ilil,',1 ro ('ol1ucimiéntu de las socie'dades de
1,", cJ11L' sub:"istcn a trmés del mundo ¡tIl' l"l'!1o\'ado por los ('S­
11dios publicados en Mall, file 'WlltCl", editados POI- Richard Lec
" :I\"l'n ["-'\Oré, v, en llJ71, lus conocimic'nlos relativos a las fo¡-­
"U' Lk' ('O!lllTCio ]1rc-colonial en Africa Occilkntal v sus UallS­
1',' !ll,ICiol1c's b:ljo el imp<1Cto de la trala de escla\'os v la colo­

III/:.t<: ¡UI], ~l sí COlllO del desa 1'1'0110 del


llc"ll':lhllll i!?Jlall!1l'nte rCllo\'ados por los
¡¡Il 111Il'í()!lal. Flllallne'nle, a un tc'ITer nivcl !lOS eJl\.:ontranIOS
I,hra,> vpiSkP10!tl!-'iuIS que dcficnde'l1 distinlils tesis sobl-e
ÍII rUI!II'ak'¡;¡ \' lo,> 1tI1liil's del campo de ill\estigacíón de la ;:111­
'pIJ!' L'C'()ll"míGI. Tl'l'S c(JITil'nkS Se' c'n! rentan: b escuela
dl,I<I, l'eprl,selltada ,'ll 19()S pur In ohm tle' Ed\\<lrd Leclair:
1} ()iili(' AI/Il¡ff \"; 111 ~',l'lle'la sllslallli\'í,ta,
Id "hu p'hilllll,¡ ¡le' r..111'1 P"lllll\i: Prilili¡il'I', {/rel/ilie ({lid
1,"' i li l'¡'()i/Oi!U"" puhliLllda if~llalllll'niL' ,'11 1L)68, \' la de G. Dal­
}"lillU¡lIll' j' (;lld }),,\,,!O/)!II,'ill {197 11: la C(J­
il' íIllll":i,la rc']!I'c'" Illada pOI I tak,;, ,'()1ll0 i,',,\III!!I'()­
eC!)}!(J'I1Ii/li,,: d,'s (;{)IIUJ el/: ('ole ¡f'/nlÍr(', (le: CI:lllde
eCU/l()­
: , '" J\ l\. i 1L) o-l l. el II/dll/(III..:' dL'

do......
60
Maurice Goc!clier
r,; 11 económica 61
miqlle, de M. Goclelier (1965), Le " " U , l t , ) l f l e ae¡'ant les sociétés
de' Ernrnanuel Terrav 0%9), v por StOl1c-Ar;c Eco­ «No existen ni técnicas ni objetos económicos especí­
de MarshalJ Sahlins (Aldine, 1972). Las polémicas se fi,,)s. Vnicamente la relación entre fines y medios es lo eco­
refieren a dos problemas. En primer lugar, a la naturaleza de n,nnico ... Si todo comportamiento que implique una "asigna­
lo económico -reproduciendo la controversia, en el seno de la l'j,)n" de medios es económico, entonces la relación ele una ma­
antropología, las discusiones que reinan desde hace un siglo elre con su hijo de pecho es una relación tan económica o, me­
entre los economistas_, 1/, seguidamente, a la naturaleza de la jor dicho, presenta un aspecto tan económico como la relación
antropología. ¿Es la antropología Ulla disciplina regional que ~k un empresario con su obrero asalariado.)} Aparte de disol­
trata de algunos tipos de sociedades dc~ignadas de forma vaga \l'1' el objeto mismo de la ciencia económica, la definición for­
y negativa como primitivas y campesinas, o, por el contrario, Jljal de la economía implica también otras consecuencias nega­
es una ciencia universal que trata eJe toeJos los tipos de socieda­ lÍ\ as. Asigna como punto de partida a la ciencia y le confiere
des humanas y tiene la ambición de convertirse algÍln día en la por objeto el individuo aislado, dotado de una psicología v de
síntesis de todas las ciencias sociales? Es preciso respollder a un modo de comportamiento que corresponden en realidad a
est<lS dos cllestiones, y responder a ellas equivale a determinar los l'statutos del individuo en el marco de las relaciones de pro­
de forma rigurosa las condiciones epistemológicas de Una an­ ducción capitalista-mercantiles. Efectivamente, Robbins decla­
tropología económica científica. De esta respuesta teórica podrá ra: "En la economía de cambio el análisis económico adquíer
derivarse la determinación de algunas condiciones prácticas de su mayOr utilidad. Resulta inútil en una economía aislada y que­
la encuesta etnográfica
da excluido -salvo en las generalizaciones más simples- por
A la cuestión: ¿qué se entiende por 10 económico?, la respuesta la razón de ser de una sociedad estrictamente comunista. Pero
más frecuente es la de la escuela formalista de Herskovitz, Firth, allí donde se permite al il1(lividllo la i11iciativa .
Leclair, Salisbury. Estos antropólogos retoman por Cuenta pro­ en las relaciones sociales, el análisis económico recobra todos
pia la definición neO-marginaJista de la economía propuesta por sus derechos» 1. Esta cita es harto elocuente, puesto que indica
Robbins y que ve en esta ciencia el estudio «del compOrtamien_ con claridad todo lo que hay que excluir del campo del análisis
to humano en tanto qUe relación entre fines v medios escasos económico para que una determinada definición de lo económi­
que tienen Usos alternativos». Esta definición asigna, pues, como co sea aplicable y quede justificada. Además traduce una visión
objeto a la ciencia económica el estudio de toda actiYidacl orien­ mercantil de las relaciones del individuo y de la sociedad. Re­
tada a un fin que posea una lógica que le garantice una cierta cordemos quc ya Marx subrayaba en los Fundamentos de la
eficacia frente a una serie de limitacione~ gracias a la combina_ crítica de la ecmwmía política que: "Cuanto más lejos nos re­
ción de un conjunto finito de medios. Lo económico aparece en­ montamos en la historia, tanto más aparece el individuo -y
tonces Como un aspecto de toda actividad humana que combine por consiguiente también el individuo productor- como
medios para alcanzar fines, y estudiar la economía en el seno diente y formando parte de un todo mayor: en primer
de una sociedad, equivale a estudiar las formas de comporta_ de una manera todavía muy enteramente natural, ele la fal1lilia
mientos individuales y colectivos que «economizan» medios para ~' de esa familia ampliada que es la tribu; más tarde, de las co­
alcanzar fines. Esta definición formalista de lo económico ha munidades en sus distintas formas, resultado del
sido objeto de numerosas críticas, tanto por parte de la escuela v de la fusión de las tribus. Solamente al llegar el
Sustantivista como por parte de los marxistas, con la "sociedad civil", las diferentes formas de conexión so­
Una definición como la enunciada disucJ\'(;, en primer lugar, cial aparecen ante el individuo como un simple medio paril 10­
el objeto de la ciencia económica. puesto que impide distinguir gl'ar sus fines privados, como una necesidad eXICJ'ior, La ddi­
la actividad económica de cualquier otra actividad dOlada de nie'ión formal de la economía aparece, pues, en la
un fin y orientada hacia la búsqueda, va sea del placer, del po­ de' una sociología del conocimiento, como la
der o de la salud, Si toda acth'idacl orientada a un fin ideología de la ';;ociedad capitalista y como la proyección sobre
en teoría de la economía, en definiti\'a ninguna depende en la
de ella. Lo absllrdo de esta tesis ll:l sido puesto de lna­
1 ioncl Robbíns: Essai sur la ¡¡alure el la
por uno de sus más sutiles partidarios: R. Burling, que "umlÍques, París, Editiorl Médicis, 1947, p. 32
de! IC!').
6j
L:t(l C('U}]()!}l!('(l
62 A1allríce Godelier 1 de
,,!TU? nu 11l:\l1tiC\lC
n~l
d hll"qU(' p:II'~\
el conjunto de las formas históricas de las rebciones sociales, " suhre L'S,.] , y
de las fOl'I11¡]s propias de la sociedad C::lpiíalist;:¡. \ ",,' <l ¡:01\YlTtirse l'n bad1l'c\lll dural1tl' un usu ,Ic' c',;a ti,'ITa
Por otra parte, toma como punto de partiela v antepone en 1,1\ lk ¡¡Ul'V() la rulUi'l' pO~C'l'rú d lkrc'l'110 ;Je' se: Il,;¡I\'1,:m
el anj¡i~is 10<; aspecto" de la realidael social que son intl'lleiolla­ 1,111L' d lll'mpo que t!urc'n lus cult jVtlS, o
les, es (Íc'cir, los aspectos del proceso económico que
ri,'~ll,
1" II'el", por ciel1lplo la planwciol1 de: l,tLlti\'lJS
ele la dcci"ión de los ageníl's económicos. Ahora hien, e5 fácil 'l"t:tI,lciull dc un di"pu"it in) lle' l'iltmKC"; L'\ grupU :) el
dClllo,-trr:;' que para elcsarrolbr una teoría consecuente de la \¡duu r,'cpol1"a\Jk ele l',;:IS ]11l'ior;\,.; \lW\llIC\lV pro­
deci,ill]l c'<'()IIÓlllil'a V de Sll~ efectos IJa\' que reinl roducir en el ,';Idos SUhrl' los úrboks, pl'ru 110 "OhrL' I~\
lil'n:l. en el (';¡So
,\I\;lIi"i, :.ts,','!;\ciun,'s so,'ja!cs, es decir, superar el punto de Ut'é\, \ ck'rc'c'hus ,.;uhrl' b (Íl'IT:I l'll l'\ l';¡";O lk cul­

"i"ld lid iJ~,1:\ JULIO, Para eyalllar las consecuencias de una de­ ',,,\ io, En rcalidad, b c''';l,;¡"eZ ele' un i'c'cur">() traduc,~,
CÍ,,;,;: ,,,hr,: i~l ¡validad ha" que contar con las eh' ,1\1,1 Ic'bción ,'n Ir,' lll'CC'si(bdc,.; soc ia \es \ llll'd ius
mi'llld lk 1,: ,'SI rllctllr~l de las relaciones sociales cn el seno de 1In l'SWdll de desarrollu de las [uel'/,élS pro­
, 1 ~ • • ';,"In').¡,nl(' d~tcr-
,,;\1
la-; qllc ~c' in">,-rta c~;-~l (kcisión. Por ejemplo, se s\lpone la exis­ la
iva,; (k las qUl:
(CrIl'i:) de rllullopnlios II olif'upnlios, o la existencia de un~l mul­ !I:ida, A<;I pIlC", elltrc' los
de ¡lluduL'!url'S v de consumidores que compilen en 1,': lil \ otrecc lIIl',hu,.; eh: suhsistencia: C;,'1D
un IlllT(,~ldo L'n i¡lllaldad de cosles de ¡,'c'c'iun, C0!l10 piedr,ls v madl'¡';¡"> pé\ra lahric~l
ilC,í
por t¡¡nl0, S~: supOllen situal'iones de ,'\(1 ,'11 ese \\1,'dio CkSl'rtico los puntos de ilf'llél 'iOn rar,)s, \' la
en el nWI'Co dc un modo de producción !l,\\OI' n;lrlC Lit' las \'l'ces solo pucden "atisial'Cl' la" e
nllTcantil. En definíli,;). la teoría formal de lo económico remi­ lOS IHIll1 )S, \" aun esto l'lllicl!1ll'nll' {\U¡;lrü
lHH
te a un j1ostubclo mL't:lfísico que le sirve de fundamento, Ba5ta emhlln'.o, esa eSI'USl'l (k a¡.!ué\ s,'Jlu C"> «
con cilar a M. Hcnri Guitton para captar la naturaleza de ese en que, c'n llUJ1lenJ'iOS ,.,¡t¡u s , con las
"·",,1,,,' al manto f¡eú­
filosófico: "El hombre lleva en sí una necesidad de tUl'ca del
por lo que constantelllcnte choca con el carúckr finito <lUstra­
de la creación, Esta antítesis se t,'aduce primeramente en la CSC;lSe:Z de
idea ele escasez" Las necesidades pareccn innumerables y los el ;\so
medios para satisfacerlas, en cambio, son limitados,f;Jmbil:n de que
suceder que los medios sean suficientes, e incluso a veces
ckm:1siaclo numcrosos, Entonces SUI"f'e otra noción, la de in­ \" n>
adecllación, Los bienes no se cncucnlr[lI1 fOrZOS<1I11CIl te allí don­
de son necesarios, ni cuando son necc"élrios, Hay' que reducirlos
si son demasiado abundantes, producirlos si son insuficientes;> 2,
No es neces:1rio detenerse sobre el car{leter i]()f'ico de !lIla defi­ l1\itivus
nición que pretente, por una parle, fundar la escasez de los me­ "tir, por
dios de los que el hombre puede disponer sobre una situación
ontológica, en cierta manera inmuí¡lblc. 1\'l'oIl<JCi~'ndo, por otra
parte, que muchas veces, en la reali(bd, las COS~\S suceden de l'l'pro­
un modo distinto, En realidad, el amH¡~¡s de ,..;ocicdades de la so-
concretas rechaza la hipótesis ele la exisk'1ci:t de una (:csca<;ez
Ulli\crsal" de los recursos materiales de lo., que disponen los del
distintos tipos de sociedades humanas, Así, ocurrc que en qUe' la !c'Ul'la
l\)\ll' q L1l' k5 SC;ln
Laos, en la zona forestal, no escasea la tierra. El individuo que
clikrdlt es alternat i\'as de
de un e;lu(bl J1l~lS o l11cnos
1 ('il:) ('"Iraída del artículo "Economique», de la Encyclopaedia Univer­
\,11',
la
salis, p, 939,
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Mal/rice Godelier J ti un I CCCJ/1ÚIlz1Ca 65
COllstan/c de ínnm'aciones
l':\prl'~a si!lo la forma l'Sl1l'('lfica que p.llk de individuos abstractos dotándoles de una tendencia uni­
las fUlTzas producti\'as en el marco elel a aumentar al máximo sus yenta jas perS01W!cS en el seno
¡alista, en el que la eornpl'tctlCi~l de' su sociedad. Lo que demuestra, en cambio, es b T1l'cesidad
nc! icios \ pala lk tumal- como punto de partida del amílisis teórico las cstruc­
('iulles de b lIrélS de una sociedad en sus articulaciones pronias, localizar
l'n (1)a el papel dominante que puden
ks rebciones soci,lles, relaciones de parentesco, relaciones po­
11 tiL'o-ncligiosas, según los casos, :v explicar el fundamen lo de
C~L' dominio buscando la determinación, en último análisis, en
parece sea mal d u en los modos de producción ca ractel'Ísticos de eSa socie­
lo de bs formas de desarrollo de las ese proceso según el mode- dad. El campo abierto a la iniciativa indi\'idual para acumular
raClL'rizélll el modo de que ca­ \' mejorar posiciones dominantes y vL'ntajas sociales estú, pues,
ción del beneficio y en la basado en In obten­ l'~lda vcz, determinado por la naturaleza (k' las relaciones socia­
Sin duda, en numerosas permanente del capital. ks que caracterizan la sociedad en la que vive ese individuo.
mas de existen 1'01'­ En definitiva, el anúlisis del comportamiento intencional de los
materiales v formas de com- illdividuos remite a una necesidad diferente más profunda, in­
para conquistar prestii!io y \'isiblc inmediatamente, la de las propiedades no intencionales
.. , Pero lo miis frecuente es que (k' las relaciones sociales, su origen y su fundamento_ Por 1an­
acumulados no Sean medios de producción, sino hie­
o medios de subsistencia, que Son to, la racionalidad intencional de comportamientos con una fi­
'canismos en (re los cuales el Potlach de los indios nalidad adscrita de los grupos y de los individuos en el seno de
de la costa noroeste de los Estados Unidos constitu,ve uno de urw sociedad determinada, rem;te a una racionalidad no inten­
los müs célebres ejemplos. La razón de esta diferencia entre las ciona) y objetiva cuyo descubrimiento constituye el objelivo pri­
formas y )os procesos ele acumulación de bienes materülles en mero del conocimiento científico. La definición formal de la
el seno de diversos tipos de sociedad hay que buscarla en las economía aparece, pues, como la expresión de una posición
características específicas de su modo de producción_ En el etnocéntrica que proyecta sobre todas las sociedades
modo de producción capitalista, la riqueza social se presenta para apr'ehenderlas, la forma aparente de las relacio­
nes sociales de la sociedad capitalista; forma aparente porque
como una inmensa acumulación de mercancías y
cn ella se disimula la esencia misma de las relaciones sociales
y el factor decisivo de la producción de eSas mercan­
es decir, no la relación de individuos con individuos
cías es el desarrollo de los medios de producción y de las téc­
aislados v abstractos, sino la relación social general de la clase
nicas industriales. La máquina y, por tanto, 1;1 herramienta, se
que posee el monopolio del capital y de los medios de produc­
ha convertido en el medío de producción dominante. En nume­ ciún con la clase que está dcsprovista de ellos. Se comprende,
los utensilios v las técn icas de pues. qUL', en )a práctica, los partidarios de las tesis formalistas
son simples v se encuentran al alcance de :ada ~lhalldonen su propio presupuesto !', de hecho, analicen las re­
miembro de la sociedad. La competencia, clIando existe, 1~IL'iones sociales que la producción, la distribución v el
tomo al Con troj de los hombres, factor de umsul110 de )os bienes materiales en el seno de una socicebd
al cual se aí'íade, en ];¡s sociedades agrícolas, el contm) dl'lL'rminada, lo que constituye el objelo mismo de la ciencia
tien-a o. en las sociedadL's pastoriles, el cOll!ml de los la l'"cuela sustanti\'i"ta, que, por este lado \' por cuenta
Por t~ll1to, el an,llisis científico dc las de competen­ J'L IOnla j,h tcsi~ ck la economía política clúsica.
cia entre grupos e individuos y de las formas de Eíccti\anwnll', para Polan"i y Baltoll, el objeto de la antro­
de los bienes \. (k las posiciolles L'Conómica consiste en estudiar las estnlcturas de la
precapitalistas, no IOducción \' la distribución de los medios materiales
te, los lnesupuCS!os de )a teoría duo; en el fU'l1cion,mlÍcll!O de una sociedad determinada \' nece­
:-,;'rios para la existencia física y social de los indi\'iduos qUe la
67
66 Mal/rice Godclier (/ /11
pre­
componen. Dallon clasifica empíricamente los din~rsos sistemas ~llnl0. Finalmente,
económ icos que caracterizan las sociedades estudiadas por los d<l!llinante üe las
en dos p:randcs categorías: las economías tribales Jir cualquier cosa,
:v las economías campesinas. distinción sobre la que vüln-remos e iun v la
te. Dal ton opone esas dos por una par­ lt)do de los
te, al siskma económico capitalista, basado en el meeallismo de El
un Illccado generalizado de lodos los factores de
el hombre v la tierra, lo cual no e:\iste en las
talistas; v, por otra parte, al sistema
en la asignacitlll ele los medios de
subsistencia a través del mecanismo de un plan. Esta do», que se
permite, por consiglliente, a la escuela sustantiFistél criticar la laciones sociales y
interna, mientras
util ización ;] busiva de ca te!I0das de la econom ía mercan til para
,mal izar y explicar los mecanismos económicos de las socieda­ en el
des no mercantiles precapitalistas. De forma rnús Ileneral, la elementos
prcocupaClon por respetar v aprehender la especificidad de los en que lr<1 tan la
di\'ersos sistemas económicos le llC\a [\ construir una t sociales, nacidas
de esos sistemas aislando \' ailrupando las diferencias v las en aislar los
seme que pueden existir entre los sistemas e insistiendo
sobre el hecho ele que las diferencias nriman sobre las seme- caracteres
se ofrecen
Esta tipología se constnlve a lo lar~o ele dos Por una sis sustantivista
parte, Polanyi encuentra el criterio principal de su clasificación Por una parte, no
en las formas diversas cle los «mecanismos de porcíona una constatación """'1'" ._- ,
cidad explicativa. Mucho antes que PoJanyi, Y sin remontarnos
¡:w ran tizan en el seno de cada sociedad la la
a Marx, Maine y Tünnies habían
modo tres tipos ele mecanismos de tente entre sociedades primitivas Y
cionen sobre la base de principios de talistas; Maine, al oponer sociedad
«contratos», Y Tünnies al oponer sociedacles que forman comu­
bllción o de intercambio mercantil. La reciprocidad es el me· nidades reales (ge111einschatn a sociedades que tienen la forma
canismo inte~mclor en el scno de las sociedades donde las re­ .. , " Pero estas distinciones en modo
laciones de parentesco desempeñan un papel de la naturaleza de la domina­
adoptando la forma de clones e intercambios recíprocos de ser­ alg:uno va sea de las rcla­
relaciones de parentesco,
vicios. Este principio caractel'iza él las sociedades tribaks que ción, ya sea de las de una socicd:\d,
en el En esta
carecen de poder central y a algunas formas de una econornÍa ciones
\' no expncclll para nada el fundamento de su
Gllllpesina débilmente implicada en la producción mercan­
perspectiva, lo que puede ofrecer una
tilo se refiere al aspecto de autoconSll1110 de las comunidades
substantivista es la descripción, más o menos
campesinas, ya cskn intcilJ'adas en ulIa economía ele mercado económicos de las estructuras sociales políticas, 1"eI1­
o en una economía de Estado. El principio ele redistribución g:iosas, de parentesco. Pero, por otra parte, el criterio preferido
es el mecanismo integrador dominante en las sociedades de por Polanyi para construir su clasilicación constituye en rc:üi·
pocler centralizado, }'a sean tOlbda tribaks (caudillajes), va cs­ dad algo más que un simple «reconocimiento de los hechos»,
tén orgallizadas en el fIlareo de un Estado (reino, impL'rio), y mús que una descripción neutra, inocente, de los diversoS
[orma de un l11o\'imicnto de concentración ,k los bie­ tipos de integración económica que se encuentran en el SL~no de
nes a panir' de unidades de pl'OduccÍón loc,des hacía un centro la historia. Porque los tres principios aislados por Pn1anvi son
que los redistribuye seguidamen1c a di\-ersas unidades de eon­

...
68
Maurice Godelier La a11tropología ecol1ómica 69
tres formas de reparto de los bienes, y al otorgarles una posición
priYiIcgiada, hiposta tiza de este modo, Como rasgo dominante tenecen a la historia europea antigua y contemporánea. tienen
de Un sistema económico, no las estructuras de la prOducción, un alcance general porque ponen de manifiesto dos hechos.
sino las estructuras de la distribución de los bienes materiales. Primero, el hecho de que a un modo de producción correspon­
De este modo coincide Con posiciones teóricas bien determina_ de un modo de circulación, que el conjunto forma un todo, un
las de los economistas prerricardianos y premarxistas, que sistema económico, y que en el interior de ese todo y de la co­
confundieron, bajo el mismo concepto de distribución, a la vez rrespondencia entre sus partes, el modo de producción des­
las formas de distribución de los productos y las formas de empeña un papel predominante. Seguidamente, que la unidad
distribución de los medios de producción que caracterizan un y la relación de correspondencia jerárquica de un modo de
sistema económico determinado. Ahora bien, los fisiócratas, y producción y de un modo de distribución constituyen de hecho
sobre todo Ricardo, demostraron que las formas de produc­ las condiciones que permiten a un sistema económico reprodu­
ción determinan las formas de distribución de los productos, cirse, perpetuar su existencia a través del tiempo, al menos den­
Y que el modo de distribución de los medios de producción en­ tro de ciertos límites, como lo atestiguall, de fonna totalmente
tre Jos miembros de una sociedad, lo que Marx denominará las exterior, la aparición y desaparición de numerosos sistemas eco­
relaciones de Producción, constituye el elemento fundamental nómicos a lo largo de la historia. En segundo lugar, el hecho
que caracteriza un sistema económico. Por ejemplo, el he­ de que un sistema económico no puede existir sin estructuras
cho de que la clase capitalista sea la propietaria de los medios políticas, jurídicas, ideológicas que le correspondan, que el de­
de producción y compre la utilización de la fuerza de trabajo recho en una sociedad esclavista no es el mismo que en una
de los productores directos es la razón de que al mismo tiempo sociedad feudal o en una sociedad capitalista, que la forma del
sea la propietaria de los productos de su trabajo, es decir, de poder en cada caso debe ser diferente. Por consiguiente, el aná­
las mercancías producidas, apropiándose de los beneficios de lisis de un sistema económico no puede limitarse de una mane­
la venta de esas mercancías. Vemos, a través de este ejemplo, ra restringida al estudio de las formas de producción o de or­
cómo las relaciones de producción capitalistas determinan la ganización del trabajo.
forma de las relaciones de distribución del producto social en­ Ya podemos hacer un primer balance del camino recorrido
tre los diferentes grupos económicos que componen la sociedad a través de la exposición y de la crítica de las tesis formalista
capitalista. El rasgo específico de un sistema económico no es, y substantivista y precisar con mayor rigor el objeto y el mé­
por consiguiente, como plantea Polanyi, el modo de circulación todo de la antropología económica. Sabemos que ese objeto con­
de los productos, sino su modo social de producción. En Grecia siste en el estudio de las diversas condiciones y formas de pro­
y en la Antigua Roma, la producción mercantil estaba muy des­ ducción, de distribución y, en cierta medida, de consumo de los
arrollada, pero el rasgo dominante de su sistema económico, bienes materiales que constituyen la condición material de exis­
rasgo que las diferenciaba de las relaciones eConómicas de las tencia y de reproducción de las diversas sociedades estudiadas
sociedades del Antiguo Oriente o de la Grecia minoica y mi­ por la antropología. También sabemos que la lógica interna y
cénica, no era la existencia de esa producción mercantil des­ el lazo necesario entre formas de producción y de distribución
arrollada, sino el hecho de que ésta se basaba en la utilización de los bienes materiales no se revelan directamente sobre el
masiva del trabajo de esclavos. En el sistema capitalista, una terreno, sino que deben ser reconstruidas teóricamente, y ade­
vez que la producción mercantil ha invadido todas las ramas más sabemos que, para que un sistema cualquiera se repro­
de la producción, el carácter principal de esta producción mer­ duzca, es necesario que el modo de distribución de los bienes
cantil generalizada consiste en que se basa en el empleo genera­ corresponda al modo de producción de esos bienes. Sabemos,
lizado de trabajo asalariado, es decir, en la relación entre una finalmente, que a un modo de producción determinado corres­
clase que carece de medios de prodUCción y de dinero, \'iéndose ponden unas estructuras sociales determinadas v un modo de
forzada para poder subsistir a vender su fuerza de trabajo por articulación específica de esas diversas relaciones sociales, c.le
un salario, y una clase que detenta el monopolio de la propiedad manera que el todo permita que se reproduzca el modo de pro­
de los medios de producción y del dinero. Estas últimas obser­ ducción. También sabemos que las razones de ese modo de co­
vaciones, aunque se refieren a modos de producción que per- rrespondencia y de articulación no resultan inmedialamente le­
gibles sobre el terreno, sino que tienen que ser descubiertas
71
70 Maurice Godelier /(/ antropología económIca

un sentido, en tanto pone realmente de relieve lo común, lo


teóricamente. A través de este examen crítico han sido, pues, \' nos ahorra así una repetición. Sin embargo, lo general o lo
establecidas algunas de las condiciones epistemológicas negati­ ~omún, extraído por comparación, es a su ~'ez algo completa­
vas y positiyas de la antropología económica: la negativa a ele­ mente articulado Y que se despliega en distintas determinado·
gir al individuo como punto de partida del análisis científico, nes [ ... ] Para resumir: todos los estadios de la producción tie­
el rechazo de los postulados empíricos, el análisis de las rela­ nen caracteres comunes que el pensamiento fiia como deter­
ciones sociales en su lógica y estructura propias, la búsqueda minaciones generales, pero las llamadas condiciones generales
de las modal idades de la articulación recíproca de las estnlCtu­ de toda producción no son más que esos momentos abstractos
ras, el análisis del fundanwnto de esos modos de articulación y que no permiten comprender ningún nivel histórico concreto
delerminación de la causalidad específica de las estnlcturas eco­
nómicas sobre el conjunto de las relaciones sociales que carac­ (le la producción» 3.
terizan una formación económica y social determinada. Se bos­ Rápidamente expondremos esas categorías generales, dando
queja ya una metodología de la encuesta práctica sobre el te­ ejemplos tomados de diferentes modos de producción analiza­
rreno, y de las formas y niveles de la elaboración teórica pos­ dos por antropólogos, para ilustrar la amplitud de las variacio­
terior que dar a los materiales recogidos. Igualmente se precisa nes y de las diferencias que revisten los diversoS modos de
la naturaleza de las informaciones que habría que encontrar producción que constituyen el objeto de su investigación.
en las publicaciones de los antropólogos con respecto a tal o Un modo de producción, en un sentido amplio, es un conjun- i
cual sociedad que han estudiado sobre el terreno, para que se to doble de estructuras sociales, compuesto, por una parte, por
desarrolle más vigorosamente el campo de la antropología ('co­ fuerzas productivas Y relaciones de producción que organizan,
nómica y se constituya realmente una teoría comparada de los en el seno de una sociedad determinada, los procesos de pro-
y distribución de los bienes materiales (modo de pro­
diversos modos de producción y formaciones económicas y so­
ciales. La teoría que mejor satisface todas esas condiciones epis­ ducción en sentido restringido), y, por otra parte, por las rela­
temológicas es la de Marx, que ha criticado, transformado, en­ ciones sociales políticas, jurídicas e ideológicas que correspon­
las catc1!orías fundamentales de la ciencia económica den a esas formas de producción Y constituyen una parte de
heredada de los clásicos. No apuntarnos aquí a las categorías las condiciones de su reproducción. Recalquemos inmedia1 a­
económicas que Marx ebboró específicamente para construir la mente que tal definición de un modo de producción no limita
teoría del modo de producción capitalista, sino a las categorías el análisis únicamente al estudio de los procesoS de producción,
generales que definen determinaciones comunes a cualquier sis­ sino que continúa el análisis en direcciones Y a niveles qUe,
para un economista, habitualmente, constituyen «variables exÓ­
tema económico, sin definir, no obstante, ningún modo de pro­
ducción particular, puesto que no existe en la realidad "produc­ genas» en relación con el proceso económico y quedan fuera del
alcance de su ciencia. Por ello, este economista proyecta sobre
ción en general» ni tampoco « producción general». Estas ca te­
gorías son abstracciones operatorias que, como indica Marx, toda sociedad el modo propio de desarrollo del sistel113 eco­
evitan renetir lo que es común a todo sistema económico: nómico capitalista que, al parecer, está totalmente regido por
internas, puesto que sólo subsiste Y se desarrolla por la
"Cuando se habla de producción, se está hablando siempre incesante del capital. Esta definición de lo que se
de producción en un estadio determinado del desarrollo social. en t il'nde por modo de producción tiene, por consiguiente, el
de la producción de individuos en sociedad. Podría parecer por electo epistemológico importante de ;"mllonar de antemano
ello que para hablar de la producción a secas debiéramos o bic'n cualquier «economismo».
seguir el proceso de desarrollo histórico en sus diferentes fa­ El anúlisis del o de los modos de producc1ón caracterbticos
Ses, o bien declarar desde el comiellzo que estamos ante una eh.' \lna sociedad determinada debc comenzar por el
determinada época histórica, por ejemplo, de la moderna pro­ y el estudio de las diversas formas de producción que existc:n
ducción buq.,:uesa, la cual es en realidad nuestro tema especi­ en el seno de esa sociedad: caza, recolección, pesca, agrkultura,
fico. Pero todas las épocas de la producción tienen ciertos ras­
gos en común, ciertas determinaciones comunes. La Cita extraída de la obra de Karl Marx: EIC11IC¡¡tas ,
crítica de la eco¡¡omía política (/Jorrador). 1857-185S, cd, di., p. 5.
el/. í!1'llcral es una abstracción. pero una abstracción que tiene
72
Mal/rice Godclier 111 ecrJ/l d /l lÍca 73

ganadería, artesanado, industria, cte., que ocultan en cada oca­ Naturalmente, la economía no es la tecnologla y no
sión procesos diferentes: caza mayor, caza menor. aftesanÍa las técnicas por sí mismas en sus aspectos físicos,
especializada o no, etc.¡Todo proceso de producción es un «acto etc., sino que analiza las rcladones sociales que 11a­
de apropiación material de la naturaleza por el hombre, vesta (l'll con la aparición y la difusión de talo cual técnica. Desde
actiYidad se realiza por la combinación de tres calegorías de IlélCl' mucho tiempo los arqueólogos han caracterizado ins 6po­
factores de producción: en primer lugar, la categoría de los ob­ C~lS v formas de las sociedades prehistóricas en función del 111a­
jeto de trabajo, la tierra o cualquier otra materia, prima o no, terial de sus armas y utensilios, por lo que hahbn ele Edael ele
que entra en un proceso de transformación. En segundo lugar, Piedra, elel Bronce o del Hierro. Desde este punto ele vista. los
la categoría de los medios de trabajo, es decir, el conjunto de m,'dios y técnicas de trabajo parecen ser ,dos graelímetros del
utensilios e instnImentos ele producción «que el hombre inter­ desarrollo del trabajador y los cxnoncnlc;s de las relaciones so­
pone entre él y el objeto de su trabajo como conductores ele su ciales en las que él t
acción. Se sirve de las propiedades mecánicas, físicas !' qUÍmi­ En erecto, el estudio de los utensilios lleva al de su modo
cas de determinadas cosas para hacerlas actuar como fuerza de L'mplco por el hombre y al análisis de las formas soci,¡les
sobre otras cosas de acuerdo con su finalidacj". En terc.:r lugar, dd trabajo. El trabajo puede ser, bien una aclividad
la categoría del trabajo propiamente dicho, es decir, de la ac­ bien una actividad coleet inl que implica din'rsas formas de co­
tividad humana que actúa sobre el objeto de trabajo, ya sea operación. Pero en todos los casos se realiza en el marco de una
por mediación de Jos órganos elel cuerpo, como en cli\'isión social del trabajo, que puede ser la de los sexos, eela­
la recolección de determinados frutos, la caza menor que puede eles y generaciones que habitualmente la acompafía, o una for­
cogerse simplemente con la mano, ya sea indirectamente por ma mús compleja, basada en la existencia de productores es­
de utensilios ele piedra, de madera, etc., que el hom­ pecializados que pertenecen a castas o a cIases diferentes. De­
bre encuentra o fabrica 4.
mos algunos ejemplos ele esas formas sociales elel trabajo. La
Todo proceso de producción utiliza una combinación cual­ fabricación ele un palo para escarbar o de un arco y flechas, o
quiera de factores de producción. Lo que define un factor la fabricación de una I rampa y su colocación son a menudo ac­
de producción como objeto o medio de trabajo es de hecho ti\Ídadcs individuales. Pero, al mismo tIempo, la caza v la re­
su lugar, su función en el interior de dicha combinación. co!ccción implican frecuentemente formas simples o
Así pues, en las sociedades de cazadores-recolcctor;.:s, la tierra de cooperación, determinadas a la vez por la naturaleza dc la
(y el agua para los pescadores) no es ml.Ís que un objeto de G1Za obtenida y POI" la de las técnicas emn1caclas (caza al ace­
trabajo, lo que Marx denomina ,da tienda de \'Í\cres cho, caza con redes,
va» y «el arsenal prímiti\'o de medios de trabajo». Por d con­ simple una forma de coopera­
Entendemos por
trario, la tierra se conyierte en medio de producción con el se reúnen para realizar el mis­
cíÓIl en el!' () seno los
de la agricultura y, de territorio, se con\'Ícrte en 1110 t raha jo o trabajos Esta cooperación simple
terrello. En el interior de toda combinación de medios de estar restringida a algunos indi\'iduos o ser ampliada a un gru­
producción, los mcdios de trabajo ocupan un
po Il1ÚS \'tlslo, la amplitud v la urgencia de la ta1"(:a. Por
plano para el economista porque permiten
eso, '.'l1tre los banlya, tribu de Nueva Guinea, cuando se prepa­
y el nivel de existencia material de una sociedad y dilucidar las ra llna huerta en Ulll\ zona va deshrozada de la sch·a. el o los
relaciones sociales que la caracterizan. El estudio de los medios que nll1 a culti\ar l'sa Iluna huen:\ preparan en la sch·a hincos
de tI-ahajo es ante todo d objeto de la tecnología, ciencia que, P;ll",l construir un;} empalizad:) qUl' pnHl'i'\'rú la huerta de las
a pesar de inmensos esfuerzos, como los realizados en Francia d\.'\él<.,tacioncs dc los cerdo" s;:¡l\·aie's. Esta ;ll"li\idad dl' los hom­
por André Leroi-Gourhan y André Haudricourt, apenas ha sido hr".~ l'S a \'l'CCS illdi\idudl. pCI"U lll,is a lllCllIldo adupla la f(Jr­
·)1,1 (!c' una Icstrin!Cic1,l él
4 ,<De este modo, los productos de la natur31eza se convierten dirceo

tamcn1c' L'n órganos de la actividad del obrero, órgonos que él incorpora los CUY,IS (':-,pu~;:¡s
a sus propios órgal10s corporates, prolongando así, ::l p,'sar d" J;:¡ Biblia, ,lI1~pOn,lL\ll s,','

Su "'1atufa nalum"', I..::¡¡d \lace El Ca¡JllIII, Fondo dl' Cullur.l Eco" ie'nt!) futuro de' b hllena ( l. \ cu:,n­
nómica, J\h'xieo, 1972, tomo 1, p. 132 (tradlH:ción de W. Roc,~s). lucios los hiI1l'O~ L'Sll:Il en el siuo. un !'rtlpo de un;l h'inl\.'oa

"'­
L
75
antropología ecol1ómica
74 li1 au rice Godelier
En el Imperio inca, la
de hombres, parientes y vecinos, vendrán a construir la empali­
c'luclades, sistemas de riego o terrazas ,
zada en un solo día (cooperación simple ampliada) y el benefi­ de tribus dependientes del alto mando de
ciario de esta ayuda la devolverá ayudando a cada uno de los del Estado, pertenecientes la ma\'orív de las "eccs
miembros de ese grupo cuando tenga que vallar una nueva ~l las familias nobles de la tribu inc:l dominante Y bajo cuvaS
huerta. los curaca, los jefes tradiciomdes de las tri­
Existe, en cambio, una forma compleja ele eooperac1On cuan­ a régimen de prestación personal. Esas
do los productores se asocian para llevar a cabo tareas dife­ ele la productivilbd que puede alean­
rentl~s, pero complementarias, para obtener el efecto deseado. ¡arse gracias a formas de cooperación simple, pero amplidcb a
La caza con red, entre los pigmeos mbuti del Congo o entre ¡os \astos grupos humanos. En este ejemplo, las estructuras de
indios shoshones de la gran cuenca del Nevada, son ejemplos autoridad, es decir, la dirección y el control del proceso de pro-
Entre los shoshones, varias familias nucleares se presentan una forma política separada de la qu..: existe
unían en diversos momentos del año para formar una banda ya en el seno de grupos locales que se reúnen con tal motivo.
que cooperaba para cazar el antílope o el conejo cuando éstos \.dcmás, hay que analizar las formas de cooperación, no ya
o en otros momentos para recolectar piñones. Los en función de .la naturaleza de los trabajos, análogos v
cazadores unían unas a otras sus rcdes de una longitud de va­ los, o diferentes e intrincados, realizados por los productop.:s,
rios centenares de pies y las mu jeres y los niños ojeaban la sino en función de las modalidades de la reciprocidad que
caza. Tocio el grupo se colocaba bajo la autoridad de un jefe intervienen en cada caso. En numerosas comunidades primiti­
que seleccionaba el sitio, decidía la colocación de las redes, di­ vas y agrícolas se encuentran dos tipos de cooperación,
rigía la caza y distrihuía luego el producto ohtenido. Estas for­ en la que, como contrapartida de la ayuda proporcionada, se
mas de cooperación sólo establecían lazos temporales entre las da una fiesta con un aire frecuentemente ritual, y aquella otra
familias, que de nuevo se dispersaban tras la caza. Igualmente, en la que la contrapartida adopta la forma de un intercambio
entre los esquimales, el jefe del grupo es designado con un tér­ de cantidades más o menos equivalentes de trabajo y de servi­
mino que significa «el que sabe lo que es mejor», Esta alter­ en América latina pertenecen a la
nancia de procesos de fusión y dispersión en el seno de grupos el COl1Vite de Colombia y Ecuador, la mil1ga bailada
productores se encontraba también a una escala completamen­ de Ecuador, el mingaco de Chile, etc. A la segunda, el aV71i del
te diferente y muy vasta entre los indios de las llanuras, por Perú, el cambio de 1110110 de Colombia, la vuelta l1W110 el..: Chile,
en la tribu de los pies negros, que se reunían íntegra­ etcétera. Ambas formas pueden coexistir en el seno de una
mente para las grandes cacerías de primavera y verano, misma comunidad para trabajos diferenks y podemos encon­
en la que los bisontes subían hacia el norte formando inmensas t rar, por ejemplo, entre los dyaks de Borneo, la primera
manadas que «tefiían de negro las llanuras». En invierno la tri­ forma utilizada para la construcción ceremonial de una nueva
bu se dividía en pequeños grupos, frecuentemente casa, y la segunda utilizada para los dilerentes trabajos de la
que operaban en territorios limitados y fijados tradicionalmen­ producción agrícola. En el caso de intercambios equilibrados de
te. Diversas asociaciones tribales constituían una especie de servicios y trabajo se puede constatar que la obligación de «pa­
que impedía a individuos o grupos particulares, miem­ gar con la misma moneda» es muy fuerte. Si el beneficiario de
bros de la tribu, dedicarse por su cuenta a la caza en el mo­ una ayuda es incapaz de hacer frente a sus obligaciones, debe en­
mento de la llegada de las grandes manadas de bisontes, lo que YÍar a alguien en su lugar, y habitualmente el beneficiario de UIla
encerraba el peligro de que se desviasen hacia territorios p'~r­ mutua suministra alimentos y bebidas a
tenecientes a tribus vecinas, exponiendo de este modo a su pro­ dan, sin que este consumo adopte caracteres
pia tribu al hambre. La agrupación de toda la tribu para las ca­ cambio, en las formas de trabajo recíprocas que se terminan con
cerías de primavera y verano sentaba las condiciones de las una fiesta, parece ser que la fiesta y la prodigalidad de los gas­
grandes ceremonias políticas y religiosas. Debido a ello, una tos suntuarios bastan para a las partes de su obliga-
Íntima adaptación de las relaciones económicas y sociales a Irts y que la obligación de d,:\'oln:r trabajo por
costumbres de los animales cazados implicaba un vasto movi­ cho más débil. En este caso nos encontramos con
miento de sístole-diástole de la vida social.

i
!
1.
77
76 Mauricc Godclier antropologia

que se deben a la naturaleza de las circunstancias, ordinarias o do \' cocción de tubl~rculos): se trata también de un trabajo in­
extraordinarias, profanas o en ocasión de las cuales dí\ idual kmenino. Nos encontramos, pues, ante un ejemplo de
se organizó la cooperación, así como a la naturaleza de las re­ altL'rnado, primero masculino y colectivo, luego feme­
laciones sociales que moviliza esta cooperación, relaciones de nino c indi\idual. No ocurre lo mismo entre los baruya con el
parentesco o relaciones de vecindad; pero con esto abordamos proceso de producción de caña de azúcar, que es un proceso
el estudio de las relaciones de producción y de las unidades totalmente masculino, puesto que le está vedado a una mujer
producción en cuyo seno pueden realizarse diversos proce­ u a un muchacho no-iniciado plantar o incluso cultivar una huer­
sos ele pruducción de una sociedad. ta de caña de azúcar. La cría de cerdos es una tarea
Todas las formas de producción suponen, además, una for­ a;.;í como la recolección, y en la sociedad baruya prácticamente
1\0 existen act ¡"idades mixtas en las que hombres Y mujeres tra­
ma de dhisiun sexual del trabajo y una forma de división del
por generaciolles. Entre los cazadores-recolectores, las en común para la realización de una misma tarea.
mujeres y los niños se dedican a la recolección O a la caza me­ En todas las sociedades conocidas, e incluso entre los
nor. Esta especialización de tareas por sexos significa que para males del Gran Norte, no existe economía que esté basada en
sobrevivir en las sociedades primitivas la cooperación de los una sola producción. Las sociedades de cazadores son a un tiem­
dos sexos es indispensable, lo que ilustra una de las razones de po, y en diversos grados, sociedades de recolectores, Y el aná­
la importancia del matrimonio y la constitución de un grupo lisis debe determinar cuál de las ramas es la dominante en el
familiar en la supervivellcia del individuo y del grupo. Por Sl no de una economía diversificada, y, por consiguiente, cuál
un análisis estadístico y comparativo de la alimentación de al­ de los procesos de producción desempefla un papel dominante
gunas sociedades de cazadores-recolectores ha permitido descu­ en el seno de su organización económica. Por ejemplo, no existe
brir que en todos esos grupos, incluso entre cazadores de caza prácticamente ninguna sociedad de ganaderos nómadas que no
mayor como los hadza de Tanzania, el régimen alimenticio com­ también la agricultura, bien porque una parte de los
prende un sesenta por ciento de alimento vegetal, POl- consi­ miembros de la tribu se dediquen a dio de una forma estacional,
guiente, se basa en cl trabajo femenino en una parte igual, si no bien porque una lo haga de un modo permanente. Por eso,
a la del trabajo masculino. Es preciso, cuando se ana­ l'ntre los kasakh, y sobre todo entre los kirguises, existía una
liza un ciclo de producción, descomponerlo en todas sus [nses rrcducción de mijo y de cebada y, en el sur, de arroz mediante
no sólo identificar en cada fase la fOl'ma de organización procedimientos de a pequeña escala. Cuando una sociedad
trabajo que la caracteriza, sino tambÍl~n descubrir la forma de como la de los ruwala haclawin, beduinos del desierto de Arabia,
cooperación que, en el seno de todo el proceso, domina a las res­ se basa únicamente en una economía pastoral nómada, a la que
tantes. Por ejemplo, entre los baruya de Nueva Guinea el ciclo "L' añaden algunos productos recolectados Y un poco de caza,
agrícola de la producción de batatas y taro comprende seis fa­ se descubre que esos pastores son en realidad ganaderos
ses: la desforestación, que se basa en el trabajo colectivo mascu­ e,,¡xcializados de camellos que venden a las poblaciones campe­
lino y la cooperación simple ampliada de parientes ~ inds del Próximo Oriente, procurándose de este modo los pro­
neos, aliados, co-iniciados o ,'ecinos; en segundo lugar. la fase ductus Y artesanales que necesitan. De forma general,
de la quema, que se basa en el trabajo temen exi"ten a trayés del mundo formas diversas de simbiosis entre
la forma de una cooperación simple nómadas \' agricultores sedentarios, Y la
esposas del o de los utilizadores de la hucrta, en ten:c¡' ción de una sociL~dad en una única forma de
el cercamiento, que es el resultado del trab<l directamente la existencia de una división
lino, basado en la cooperación halo internacional del trabajo.
\'ienc la plantación. que se basa en el trabajo indiddual feme­ El l'studin de los factores v de las formas de la
nino: cada esposa trabaja su en el interior de la huerta en el seno de una sociedad implica una e\'aluación cuantitativa
COllll1Tl; en quillto lugar. el mantenimiento del culti\'o, que es
de la producti\ idad y del n:nc\imiento del trahajo. De forma ge­
un trabajo inc\i\'idual femcnino; la recolección, que también es ¡,eral. los Lstudios L'uantitatÍYoS detallados lle las formas de pro­
un trabajo indi\'idual femcnlno; seguidamente la ducción en el seno de sociedades primi tivas y agrícolas son ra­
de los productos para hacerlo'i aptos para el consumo (monda­ res v. cuando existen, están llenos de lagunas. Así, en las socie­
79
La antropología
78 Maurice Godelier
go, hay que recordar que el análisis más preciso de esos modos
dades cuva economía se basa principalmente en técnieas de agri­ de producción ha subrayado con mayor fucrza aún
cultura sobre terrenos roturados por el fuego o en técnicas de límites en el interior de los cuales pueden reproducirse v
la productividad del trahaJo es muv elevada, mientras determinar un modo de vida. Ante todo, se plantea el problem:1
que el rendimiento por unidad de superficie es bastante débil. de la relación alimento-territorio-densidad humana. Esta rela­
En cambio, en sociedades cuya cconomía se basa en técnicas ción corresponde, según Leroi-Gourh;l11. "a todos los estadios de
agrícolas extremadamente intensivas, como la agricultura china la evolución técnico-económica, a una ecuación de "alores ya­
la productividad del trabajo es muy débil, mientras riables pero correlativos; para el grupo primitivo, los términos
que el rendimiento por unidad de superficie es muy elevado. En mantienen entre sí lazos idénticos, ya se trate de esquimales,
la agricultura china o vietnamita la fuerza de trabajo de los ani­ bosquimanos, fueguinos, pigmeos de Afdca °
algunos indios
males de tiro era escasamente utilizada y la economía estaba ba­ americanos. La constancia es hasta tal punto rigurosa, que los
sada en la utilización de un medio que había sido totalmente documentos prehistóricos sólo pueden ser interpretados en el
creado y mantenido artificialmente por el hombre.
mismo sentido» 5.
raros son los estudios referentes a los cambios de pro­ Un determinado nivel de las fuerzas productivas, un deter­
ductividad del trabajo debidos a una sustitución ele factores de minado estado de las técnicas permite una determinada pohla­
producción en el seno de socicdades primitivas y agrícolas. He­ ción. Por ello, entre los shoshones, la densidad es de 1 por 50
mos nodido medir en Nueva Guinea los efectos de la introduc­ millas cuadradas Y llega incluso a 1 por 100 millas cuadradas,
hace quince años, entre los baruya, de utensilios de acero según las zonas septentrionales o meridionales de su
que susti luyeron a los antiguos instrumentos de piedra. El tiem­ Habida cuenta de que su existencia se basa en la
po se reducía en un veinticinco por ciento ", puesto que, según de recursos naturales, y no en la producción de recursos artifi­
nuestros c{¡!culos, se requerían cuarenta y dos minutos para ciales comO en la agricultura Y la ganadería, el grupo humano
derribar un árbol de treinta centímetros de diámetro y ele ma­ debe cambiar de residencia a consecuencia del agotamiento lo­
dera blanda con una azuela, micntnls que corno media sólo ha­ cal de la caza Y de las gramíneas salvajes o de otroS productos
cen falta ahora doce minutos para abatir el mismo tipo de de recolección. Muy frecuentemente, como en el caso de Jos
árbol con las hachas de acero que fueron introducidas, antes aborígenes australianos, el factor apremiante es la escasez de
incluso de la llegada al lugar de los blancos en 1951. por los agua que obliga a los grupos a moverse de un punto de agWl a
canales del comercio ínter-tribal tradicional. Estudios cuantita­ otro, antes incluso de que los recursos alimenticios en torno al
tivos recientes realizados sohre sociedades de cazadores-reco­ primer punto de agua se hayan agotado. Por consiguiente, lo
lectores, por ejcmplo los de Marshall, referentes a las bandas que resulta visible, a través de este ejemplo, es que el modo de
de bosquimanos kung del desierto de Kalahari, han mostrado producción determina un modo de residencia, que en este oso
que la sociedad bosquimana, para satisfacer el conjunto de sus es el campamento, y, al mismo tiempo, un modo de desplaza­
necesidades, requería de los individuos productores un i!asto de mÍE'nto en el espacio, cs decir, un modo dc vida nómada, y, a
trabajo que no excedía de las cuatro horas de trabajo al día través de ese modo de vida nómada, un conjunto de limitacio­
como media. Estos resultados venían a revolucionar la visión nes se imponen al desarrollo de determinadas formas de exis­
tradicional de las sociedades de cazadores-recolectores aplasta­ tencia social, limitación, por ejemplo, de la cantidad de bienes
das por la naturaleza, y Sah1ins ha propuesto ver en éstas so­ transportables y, por consiguiente, limitación de la acumula­
ciedades las primeras y ·verdaderas «sociedades de la abundan­ ción de los llamados bienes duraderos.
cia» que existieron en la humanidad, insistiendo en el hecho de Ya podemos ver que los efectos ele un modo de producción
que esas Welfarc SuciclÍl's primitivas venían a barrer todos los sobre el conjunto de las estructuras de una sociedad consisten,
prejuicios, acumulados desde la revolución neolítica hasta Aclam primero, en un efecto de limitación de esas estructuras sociales
Smith, concernientes al modo de vida de los salvajes. Sin embar­ a formas ",,,lInf1li!Jles con el modo de producción. En las so­

* El autor se refiere a la rt;ducción de tiempo en un veintiCinCO por , André Lcroi-Gourhan: Le geste el la parolc, tomo 1, "Tcchniqucs et
ciento en la prot!ucciún de sal, lltlO de cuyos illplih lo constituye la tala langagcs», p. :2L;.
de árboles para la obtenciún de la leña necesaria (N. del T.).
80
Maurice Godelier La alltropología económica 81
ciedades cuyo modo de producción se basa en la agricultura
Aquí se plantea el problema de los efectos del medio natural
extensiva sobre terrenos desforestados por el fuego, una de las
sobre la economía y el modo de vida de las sociedades. el proble­
condiciones internas de la reproducción del sistema es la exis­
ma del «determinismo» ecológico o, según la expresión utiliza­
tencia de vastos territorios baldíos en barbecho que permiten
da a comienzos de siglo, el problema del determinismo geográ­
una rotación de cultivos, habida cuenta elel tiempo necesario
fico. En sentido estricto, los efectos de un medio «natural" no
para que se reproduzca la fertilidad natural del suelo. En esas
pueden ser analizados ni evaluados más que allí donde el hom­
condiciones, el sistema productivo impone un límite a las for­
bre no ha modificado la naturaleza por el fuego, utilizado bas­
mas de hábitat y a la duración ele su implantación. Esta contra­
tante antes del desarrollo de la agricultura como técnica de
dicción entre población y recursos encuentra una solución en
caza, o por otros procedimientos ligados a las diversas formas
la práctica frecuente de la escisión de un pueblo y de la en­
de agricultura o de ganadería. Lo que impone la naturaleza son
jambrazón de las comunidades dependientes en territorios aún
grandes límites y constricciones en el interior de los cuales
no roturados. A través de ese proceso de escisión y enjambra­
existe un conjunto de recursos reales o virtuales. Resulta difí­
zón, un modo de producción se reproduce dentro de sus pro­
cil concebir la agricultura en las regiones árticas y subárticas,
pios límites, y resuelve su contradicción extendiéndose sin cesar
y cuando existe, es en un estadio experimental, al final de un
en el espacio. Otros estudios cuantitativos, como el de Carneiro
largo desarrollo de las fuerzas productivas más moderadas y de
sobre los kuikuru de la cuenca amazónica, que practican la
la aplicación de los descubrimientos genéticos y agronómicos
agricultura en terrenos previamente roturados por el fuego y
a la producción. La naturaleza impone, pues, constriccion¿>s a
la pesca, muestran que hay que desconfiar de las apariencias
las que deben adaptarse las sociedades. Pero la adaptación pue­
y no creer que la débil densidad de población de una sociedad
de revestir múltiples formas que se basan cada una de ellas en
manifiesta necesariamente que vive en el límite de sus medios
un nivel determinado de las fuerzas productivas. Mientras que
materiales. Carneiro ha calculado que los kuikuru no invierten
los shoshones llevaban, hace dos siglos, una vida nómada y su
más que tres horas y media diarias como media para asegurar
población alcanzaba una densidad de un habitante cada cin­
totalmente su subsistencia, de las cuales dos horas son pam la
cuenta millas cuadradas en el mejor de los casos, actualmente,
agricultura y una hora y media para la pesca. Dedican las diez
en el mismo medio, que no ha cambiado de forma significativa,
horas restantes del día a descansar, a practicar la lucha o a
vive una población sedentaria de granjeros blancos que practi­
otras actividades sociales. Carneiro ha calculado que una me­
ca alrededor de SaIt Lake City una ganadería extensiva y una
dia hora diaria de trabajo suplementario invertido en la agri­
agricultura mecanizada basada en técnicas de riego, en la utili­
cultura permitiría a cada hombre producir un excedente sus­
zación de semillas seleccionadas por su resistencia a la sequía,
tancial de manioca sin comprometer el equilibrio entre pobla­
etcétera, lo que les permite producir un enorme excedente al
ción y recursos. Por consiguiente, existe un excedente potencial
que se da salida en el mercado. Los shoshones en la actualidad
que permanece inutilizado, lo que se debe, al parecer, a que
han desaparecido prácticamente a consecuencia de esta ocupa­
los kuikuru no tienen razón social alguna para producir tal ex­
ción de su territorio de caza y recolección, pero, ya a finales del
cedente. Este ejemplo permite precisar ya dos puntos teóricos
siglo XVIII, la introducción del caballo, por intermedio de los
importantes: en primer lugar, que la existencia de un excedente
cheycnnes. había modificado profundamente el modo de pro­
potencial no implica automáticamente un desarrollo económico
ducción y de vida de las bandas shoshones de la parte norte de
y, en segundo lugar, que la movilización de ese excedente se
esta región, tales como los bannock, que habían adoptado la
realiza a través de un cambio en las relaciones sociales, como
prúctica de los indios de las llanuras de la caza a caballo del bi­
por ejemplo, el desarrollo de una detenninada desigualdad y
de una determinada desigualdad y de una determinada compe­ sonte v habían controlado hasta 1870 un inmenso territorio que
tencia entre los individuos y los grupos. Es lo que MarshaIl se cxt~ndía desde las Montaiías Rocosas hasta la Sierra Cascade.
Shalins. en sus recientes estudios sobre «el efecto Chayanov,., La naturaleza impone, por consiguiente, constricciunes, y
ha demostrado COn éxito 6. .

societics: social i nflections 01 the Í¡¡ Econo­


, MarshaIl ShaJins: «The intensity of domestic production in primitive Ihe American Publisher,
83
82 Maurice Godelier La antropología eCOllú¡nica

todo modo de producción es siempre una forma de adaptación de los hábitats animales y vegetales, y la vieja de la
a esas limitaciones, pero éstas son igualmente el producto del horda primitiva errante es ciertamente falsa". La
propio modo de producción. Debido a esta doble causalidad, el estos conocimientos empíricos que poseen las sociedades
progreso de las fuerzas productivas y las transformaciones de tivas y agrícolas sobre su entorno natural es frecuentemente in­
las sociedades no quedan definitivamente bloqueados, fijados en mensa; por ello se comprende la importancia que tienen los
las formas de adaptación existentes, experimentadas y reprodu­ más ancianos en esas sociedades, ya que, en relación con las
cidas con éxito desde hace mucho tiempo. Tal vez una de las generaciones más conservan y transmiten la informa­
razones de algunos bloqueos sea una adaptación demasiado fe­ ción acumulada. los estudios de Conklin sobre los ha­
liz a un medio que ofrece en abundancia un escaso número de nunoo o los de Fax sobre los pinatnbo de Filipinas. Los pinatu­
recursos. En Nueva Guinea, en el golfo de Papuasia, viven po­ bo han designado Y clasificado más ele 600 plantas y «no sólo
blaciones que Serpenti ha denominado «cultivadores de maris­ tienen un conocimiento fabuloso de esas plantas y de su modo
mas», cuya economía se basa sobre todo en la explotación de la de utilización, sino que emplean más de cien términos para des­
palmera sagú, completada por la pesca y la caza, esta última cribir sus partes o sus aspectos característicos}}. A través del
de importancia marginal. La palmera sagú crece espontánea­ de esos materiales de conocimiento Y ele su c.lasifica­
ha descubierto Lévi-Strauss algunos de los prin­
mente en agrupamientos muy densos, y el hombre favorece su
reproducción abriendo claros en torno a esos macizos. La can­ CipiOS del «pensamiento salvajc». Ese campo de investigación
tidad de médula almacenada en una palmera madura es enor­ sobre las formas de correspondencia entre modos de produc­
me, por 10 que la subsistencia de las poblaciones queda amplia ción y formas de representación apenas si ha sido explorado.
y fácilmente al abrigo del hambre. Los instrumentos, las vivien­ André Haudricourt ha intentado correlacionar la forma en
das, los vestidos, todo ello se fabrica a partir de materiales de que determinadas sociedades tratan al hombre y definen mode­
la selva, y Jaeques Barrau ha hablado al respecto de una ver­ los de buenos gobiernos con la manera en que tratan a los
dadera «civilización del vegetal». Sin embargo, parece ser que animales y a las plantas, en el marco de sus modos de produc­
esta adaptación Íntima a recursos que dependen ampliamente ción. Nos encontramos ante uno de los raros ejemplos de aná­
de la recolección ha hecho difícil toda transformación interna lisis de formas de correspondencia entre la instancia
posterior de'las técnicas y de la misma sociedad. y la instancia ideológica en el seno de diversos modos de pro­
De un modo general, los fenómenos decisivos de los trasla­ ducción. André G. Haudricourt ha aislado así dos modos de
dos de plantas y de animales de su hábitat natural hacia otros tratamiento del hombre: el tratamiento ({hortíeola)} Y el trata­
constituyeron verdaderos desafíos a la naturaleza, so­ miento «agro-pastora¡". Entre los melanesios, por ejemplo, la
metiendo a las plantas, a los animales y a la misma naturaleza agricultura está basada en el cultivo de tubérculos: ñame, taro,
a nuevas formas biológicas y físicas, mientras que el hombre batatas. Este cultivo se realiza por la acción indirecta, negativa,
entablaba nuevas relaciones sociales. Toda la historia de las del hombre sobre la planta. Por decirlo de algún modo, nunca
economías pastoriles nómadas en el cinturón semiárido que se existe un contacto brutal en el espacio ni simultaneidad en el
extiende desde Asia hasta el Sahara, está basada en el lraslado tiempo con el ser domesticado, Se levanta un caballón de tiara
de animales cuya domesticación y cría originariamente no se vegetal, seguidamente se colocan allí ñames de simiente. La re­
conocía en esta De esta forma una inmensa pOl'ción de colección se realiza dcsentarando con precaución el tubérculo,
la superficie del globo ofreCÍa durante milenios el medio de al que, a continuación, se envuelve en hojas. Una especie de
desarrollar nuevos modos ele producción y de vida social. amistad respetuosa existe entrc los hombres y las plantas. En
En el mismo campo de análisis, el del aspecto material y cambio, la agricultura de cereales, con excepción del arroz, se
técnico de los diversos procesos de producción, es indispensa­ caracteriza por las relaciones « bru tales» del hombre con la
ble afanarse en el estudio de los conocimientos acumulados en planta. En los comienzos de la ~gricultura, el pisoteo dc un re­
los diversos tipos de sociedades sobre su entorno natural y so­ baño sobre la superficie del suelo podía bastar para enterrar
bre los medios prácticos de apropiarse de sus recursos. Como los granos sembrados a voleo. Tras una reco!ccción brutal por
advierte Leroi-Gourhan en su obra Le geste el la parole (pá­ medio del arranque de espigas o de la siega, ele nuevo es el pi­
213), «el alimento está ligado al conocimiento profundo soteo animal el medio para trillar y separar los granos de la
85
La antropología económica
84 Maurice Godelier
medios de producción Y de subsistencia. Garantizan, en el pla­
paja, operaciones todas ellas que pueden realizarse gracIas a nO abstracto del derecho, y, en cierta medida, permiten prácti­
la dureza de los granos. El arroz, por el contrario, exige un camente la reproducción del modo Ge producción que ellas re­
campo tan "fabricado» como el caballón del ñame o el surco presentan. El error en este casa consiste en confundir el plano
del taro: requiere una superficie bien aplanada, rodeada de di­ de apropiación real de los medios de producción Y el plano de
ques, etcétcra. la apropiación legal. Se conocen numerosos casos de jefes de
En el caso de la ganadería, sobre todo de la cría de corde­ tribus que, bajo la apariencia de ejercer su derecho de tutela
ros tal y como se practicaba en el Próximo Oriente y en la re­ sobre las tierras comunales de su tribu, derecho que les recO­
gión mediterránea, tenemos igualmente un modelo de acción nocía la costumbre, se apropian de hecho de esas tierras y las
positiva directa del hombre sobre la naturaleza. El pastor acom­ colocan al servicio de sus intereses privados. El derecho con­
paña día y noche a su rebaño, debe escoger los pastizales, trans­ suetudinario se convierte así en una cómoda ficción, una forma
portar a los corderos recién nacidos por los pasos difíciles, que enmascara el contenido real de las relaciones de produc­
defenderlos de los lobos. Su acción es directa: contacto con la ción. Este fue el caso de Ghana, a comienzos de siglo, cuando
mano o con el bastón, perro que mordisquea a la oveja para los jefes de la tribu ashanti, en el momento del desarrollo de
dirigirla, etc. Su acción es positiva: escoge el itinerario, que la producción de cacao para la exportación, se apropiaron del
en todo momento impone al rebaño. A partir de esos diversos uso de las tierras tribales no utilizadas para multiplicar las
tipos de tratamiento del animal y de la planta, Haudricourt plantaciones de cacao que hacían cultivar por subordinados o
compara los modos de tratamiento del hombre, que, poe ciem­ deudos. Las condiciones para esta evolución en Ghana fueron
se dan en la civilización china y en la civilización agro­ el desarrollo del comercio de trata precolonial; seguidamente,
pastoral del Próximo Oriente y de la cuenca mediterránea. Para los efectos de la colonización británica Y de la penetración de
los chinos, la prueba de un buen gobierno es que no tenga que las relaciones de producción capitalistas. Pero igualmente se
intervenir en la marcha de la sociedad, según la ideología do­ puede citar un caso europeo, que pertenece a la historia anti­
minante china: el confucianismo. En el mundo mediterráneo gua de las comunidades célticas irlandesas. Hasta el siglo VI
antiguo, el jefe, por el contrario, se comporta como el pastor después de lC., los celtas eran ganaderos que se desplazaban,
que conduce en cada paso a su rebaño, y Haudricourt nos re­ al modo de las tribus germánicas descritas por César, por el
cuerda las idealizaciones poéticas del buen pastor, o aquella interior de los distritos que pertenecían a su clan. Durante el
otra de que el hombre es un lobo para el hombre. siglo VI los irlandeses comenzaron a establecerse en poblados
P~ro el análisis de un proceso de producción no se limita al sedentarios Y a practicar la agricultura. Cada poblado estaba
estudio de la naturaleza de los factores de producción que es­ compuesto de varios grupOS familiares que residían en barrios
tán combinados de forma específica en su seno; combinación separados. El propio poblado, los corrales del ganado y las
que determina en particular la organización del trabajo, del huertas constituían un espacio llamado «faichte» que era pro­
que se pueden medir las pertormances y el rendimiento. Todo piedad de cada familia. La tierra cultivada, el bosque, las pra­
proceso de producción supone como condición de posibilidad, deras alrededor del poblado eran llamadas «sechter-faichte», Y
y comporta igualmente como una de sus estructuras internas, eran propiedad comunal del poblado. Cada grupo familiar po­
un conjunto de relaciones sociales precisas que determinan la día hacer pastar a su rebaflo y utilizar la madera del bosque,
apropiación social de las tres categorías de factores de produc­ según sus necesidades y sin tener que dar cuenta de ello a la
ción. El modo de distribución y de apropiación social de los comunidad. El trabajo se realizaba en común, Y las nuevas
factores de producción en el interior de una sociedad quedan tierras eran roturadas en común Y seguidamente distribuidas a
designados bajo el concepto de relaciones de producción. En cada grupO familiar para su uso individual. A partir del si-
general, las relaciones de producción se «representan», se ex­ VII, se puede constatar que los jefes de clan, que hasta el
presan socialmente en diversas formas de propiedad y de pose­ momento administraban las tierras comunales en nombre de
sión que codifica el derecho oral o escrito de una sociedad. Las éste, transformaron poco a poco una parte de este dominio co­
formas jurídicas de propiedad y de posesión definen los dere­ munal en propiedad personal. El clan cesó de ser solamente un
chos y las obligaciones recíprocas de los individuos y de los grupo de parentesco, y comenzó a incluir esclavos, hombres
grupos en lo concerniente a la distribución y al control de los
86
Maurice Godelier La antropología económica 87
libres adoptados de otros grupos familiares, miembros de cla­
piación constituye lo que Malinowski ha denominado «sistemas
nes extranjeros a los que se les había permitido establecerse de derechos combinados». En numerosas sociedades de cazado­
mediante el pago de ciertas tasas al jefe del clan. Por consi­ res-recolectores, el territorio de la banda es reivindicado de
guiente, tuvo lugar una diferenciación de la comunidad entre
forma colectiva por ésta, mientras que las redes de caza, la
ricos y pobres, que se convirtió en la base de una nueva estra­ cerbatana, las flechas envenenadas de los cazadores, el palo
tificación social en términos de clases. Asistimos, pues, a la
para escarbar de las mujeres, son objeto de apropiación indi­
transformación del antiguo derecho de tutela del jefe de clan
vidual. Malinowski creía que su descubnmiento constituía una
sobre las tierras comunales en instrumento de posesión de la
gran victoria contra los partidarios de la teoría del «comunis­
comunidad de sus tierras y de su apropiación individual. En Es­
mo primitivo» que pretendían que, en las sociedades primitivas,
cocia tuvo lugar una evolución análoga que se aceleró tras la
todo es de todos (MaIínowski, equivocadamente, incluía entre
expulsión de los Estuardo, finalizando a comienzos del siglo XIX,
los partidarios de esta teoría a Marx). Sin embargo, en cada
como lo atestiguan las célebres discusiones suscitadas en 1811
modo de producción, entre todos los factores de producción
por la política brutal de expropiación de la propiedad comunal
algunos son más importantes que otros, y su modo de apropia­
de su clan y de expulsión de las familias campesinas que re­
ción es el que domina a las otras formas de apropiación y carac­
sidían en ellas por la condesa de Sutherland, marquesa de
Stafford. teriza de este modo un conjunto de relaciones de producción. En
numerosas sociedades, la producción se lleva a cabo con la ayu­
Uno de los problemas teóricos de la antropología -funda­ da de instrumentos simples y fáciles de fabricar por cualquier
mental por un doble motivo: por una parte, porque concierne
individuo, que, por este mismo hecho, es un productor poliva­
a las transformaciones mayores de la historia humana, y, por
lente. Esta facilidad de producción explicaría al mismo tiempo
otra parte, porque están subordinados a él, en un plano teóri­
la presencia de numerosas formas de propiedad individual de
co, los progresos incluso de ramas particulares de la antropolo­
los instrumentos en las sociedades primitivas, y el hecho de que
gía, como la teoría de las relaciones de parentesco, de las es­
esas formas de propiedad individual no dominen las relacio­
tructuras políticas, de las formas de religión y de ideología­
nes de producción. Este era el caso de los esquimales, entre
consiste en explicar cómo unas minorías sociales han podido
los que los recursos naturales -los ríos (y los peces), la tun­
encarnar, personificar intereses comunes y transformar paula­
dra ( y el reno), las costas marinas (y los mamíferos marinos)­
tinamente su poder de función en poder de explotación econó­
eran propiedad comunal de la banda, mientras que los instru­
mica y social. Más adelante volveremos a tratar este punto
esencial. mentos eran propiedad individual; propiedad individual, pero
no privada, porque ningún individuo podía negarse a prestar
Todo proceso de producción presupone, por consiguiente, sus instrumentos o sus armas a un pariente o a un miembro
una distribución social de los factores de producción, es decir,
de la banda que estuviera necesitado de ellos y se los pidiera;
un modo social de apropiación de los objetos de trabajo, de
no podía, por consiguiente, privarle de ellos.
los medios de trabajo y, en determinados casos, del propio tra­
En lo que concierne a las formas de propiedad de un te­
bajador, cuya persona puede constituir directamente un objeto
rritorio de caza, de un territorio agrícola o de un territorio de
de apropiación por parte de un amo, en el caso de la esclavitud,
o pertenecer sólo indirectamente a un terrateniente, en el caso ganado nómada, hay que subrayar el hecho de que la propiedad
de campesinos sojuzgados y vinculados a una tierra, «a la gle­ individual del suelo es una excepción en el seno de los modos
ba». Uno de los resultados más importantes de la antropología de producción de la mayor parte de las sociedades precapitalis­
taso Esto era lo que subrayaba Carl Brinkmann en la introduc­
y de la historia comparadas es el descubrimiento y el análisis
ción general al artículo "Land Tenure», en la Encyclopedia 01
de múltiples formas de estatutos de dependencia personal que
existían en sociedades no capitalistas y que habían nacido de the Social Sciences: «La atribución de la tenencia de la tierra
múltiples procesos locales de diferenciación social. al individuo, en tanto que ser distinto de un grupo sociaL. es
un concpeto muy moderno que no puede aplicarse completa­
Los diversos factores de producción, en el seno de socieda­
des primitivas y agrícolas, son objeto frecuentemente de modos mente ni siquiera en una economía capitalista. Ocurre Jo mismo
de apropiación distintos, y el conjunto de esos modos de apro- con la tenencia territorial en tanto que derecho individual ex­
clusivo de cualquier otro derecho concurrente. Lo que puede

""­
J...
89
88 Mal-lrice Godelier La antropología económica

parecer una contradicción en los términos en relación con la sos de la comunidad. Esta última existe en la práctica yapa­
noción de propiedad del Derecho romano o del Derecho civil rece como una realidad superior a los individuos, como el fac­
moderno, a saber que no pueden existir dos o más derechos tor de unidad entre los individuos y entre las
de propiedad sobre la misma cosa, es evidentemente la regla como la unidad superior visible de la comunidad que, al repro­
más general de las instituciones que gobiernan la tenencia de ducirse, garantiza a todos sus condiciones de existencia.
la tierra». Se concibe que a medida que la permanencia de los derechos
a) No es el trabajo del individuo en tanto que tal lo que sobre el suelo se convierte en condición interna e
fundamenta esa relación comunitaria de apropiación del suelo, del proceso de producción, más necesarios se hacen los medios
sino la pertenencia de este individuo a una comunidad que sociales para garantizar y controlar la continuidad de la ~_~~~;"L
existe con anterioridad a él lo que le garantiza un acceso a este ció n del suelo y la determinación del lugar de los
recurso fundamental, convirtiéndole de ese modo en posesor en ese proceso de apropiación. Esto ya ocurre en el caso de los
de derechos de uso y no en propietario de esos derechos. Este modos de producción de caza y recolección basados en la ex­
es un resultado científico importante cuando se confronta con plotación regular de los recursos animales y de un
la historia de las ideas. La antropología económica no se con­ territorio determinado Y limitado. Lo mismo sucede cuando la
funde con una filosofía del trabajo como «esencia del hombre» producción se basa en la agricultura o en la explotación de un
aporta argumentos teóricos a una filosofía de la rebaño de animales domésticos y la tierra o el rebaño se han
basada en el trabajo individual, ni siquiera en el convertido no sólo en objetos de trabajo, sino también en me­
en general, como la encontramos en Locke y en la ma­ dios de producción que hay que mantener de forma permanen­
yor parte de los pensadores que, desde comienzos del siglo XVlII, te en estado de funcionamiento, de generación en generacion.
han defendido la propiedad contra las formas feuda­ Algunos han sugerido analizar bajo esta óptica las funciones y
les, estatales y comunitarias de propiedad que entorpecían el el origen de las formas clasificatorias de parentesco y de la
desarrollo. diferenciación política que se encuentran en el seno de nume­
Esas formas comunitarias de rosas sociedades de agricultores y de ganaderos, en contraste
de los principales recursos naturales con la estructura más flexible y fluida de las relaciones socia­
que, sobre la base de las fuerzas productivas existentes, en el les en el seno de las sociedades de recolectores 7.
propio proceso de producción, el individuo en tanto que tal, es d) En la medida en que los miembros vivos de una comu­
decir, en tanto que ser aislado, subsistir y debe esta­ nidad son los soportes de las condiciones de la producción y de
blecer formas variadas de con los otros miembros la reproducción de su comunidad, y en la medida en que esta
de su grupo. les aparece como una realidad superior, como el
e) La existencia de una forma comunitaria de apropiación factor de unidad y de supervivencia de los individuos y de las
del suelo no sólo garantiza el acceso de cada miembro de la generaciones, entre las generaciones vivas, la que o las ljue son
comunidad a los recursos que le permiten reproducirse, sino capac~s de asegurar efectivamente la continuidad del modo de
que también asegura a las posteriores la misma reproducción económico y social ~'s capaces de mante­
garantía, asegura la reproducción misma de las condiciones de ner en buen estado los medios de producción existentes y de
la producción material y de la existencia de la sociedad. Por transmitir los conocimientos tradicionales acumulados sobre
consiguiente, en sentido estricto, los derechos esenciales y co­ los aspectos técnicos, mágicos, sociales de las formas y de las
munitarios sobre el suelo no pertenecel1 al conjunto de los condiciones de la producción, en resumen, capaces de garanti­
miembros Vil'OS de la comunidad, a la comunidad de los vivos, zar a las generaciones posteriores el acceso a los recursos de la
sino a la comunidad entendida como conjunto de los antepasa­ comunidad y de garantizarles, por su
dos muertos y de sus descendientes vivos o por naca. Los física y social- representan entre los vivos, en su más alto gra­
miembros \"Íyos de una comunidad son, pues, en la prúctica, y do, la comunidad como realidad superior a los individuos y se
aparecen en el plano ideológico, como simples soportes de la
reproducción de su comunidad (de la tradición), y, en cierlo 7 Claudc Mcillassoux: "Rccherche d'un niveau de détermination dans
modo, no ejercen mús que un derecho de tutela sobre los recur­ la société cynégétique», en L'Homme et la Société.

7
90 Maurice Godelier La antropología económica 91
identifican más que cualquier otra generación con esta unidad, lRres, basadas o no en el parentesco, y que componen las partes
con este interés superior de la comunidad. Por consiguiente, es de comunidades más vastas (poblado, tribu, etc.).
obvio que esta generación o esas generaciones que reprC"sentan e) Pero este análisis nos lleva a un problema de mayor al­
en un grado superior a su comunidad no pueden ser más que cance teórico: el papel de las relaciones de parentesco como
generaciones mayores que ocupan espontáneamente esta situa­ relaciones de producción y condiciones de la reproducción de
ción estratégica en el proceso de reproducción del modo de la base económica y de las relaciones sociales de numerosas
producción y de la sociedad. Pero entre varias generaciones de sociedades primitivas. Recordemos ante todo que, para anali­
mayores que coexisten en una sociedad, la determinación de la zar teóricamente la naturaleza y las funciones de las relaciones
que asumirá realmente la función estratégica de controlar el de parentesco, hay que partir de su centro, y ese centro es la
proceso de reproducción de la sociedad depende de la naturale­ relación instaurada entre dos individuos. y, a través de ellos,
za misma del modo de producción. En numerOSas sociedades entre dos grupos sociales, por una forma determinada de ma­
de cazadores-recolectores, el proceso de producción es disconti­ trimonio. El matrimonio, al combinar las fuerzas productivas
nuo v debe recomenzar tras cada caza y cada recolección, sin del hombre y de la mujer, en el marco de una división sexual
dejar huellas y sin que puedan realmente almacenarse recursos determinada del trabajo, constituye un elemento esencial de
para el futuro o deban apartarse simientes u otros productos una unidad de producción y supera ya la impotencia del indi­
del proceso de trabajo que asegurarían su reproducción. viduo en la sociedad primitiva para garantizar por sí solo su
En estas condiciones, puede suponerse que la generación que subsistencia y, por consiguiente, para reproducirse, y al mismo
dispondrá de los instrumentos más importantes de la autoridad tiempo el matrimonio permite y asegura las condiciones de la
social será aquella en la que los hombres y las mujeres estén reproducción biológica, física de la sociedad. Como lo ha sub­
en plena posesión de sus capacidades de producción. Esto es lo rayado con fuerza Lévi-Strauss en Las estructuras elementales
que ocurre entre las bandas de pigmeos mbuti, en el interior del parentesco:
de las cuales la generación de los ancianos desempeña un papel
social más desdibujado que la de los cazadores adultos. Pero es «La situación difiere por completo en gmpos en los cuales
preciso recordar inmediatamente que, entre los cazadores-re­ la satisfacción de las necesidades económicas descansa total­
colectores de sociedades como la de los aborígenes australianos mente sobre la sociedad conyugal y la división del trabajo entre
o, por distintas razones, la de los indios de la costa noroeste, no los sexos. El hombre y la mujer no sólo no tienen la misma
se sigue ese mismo modelo, y algunos antropólogos como rrede­ especialización técnica y, por lo tanto, dependen uno del otro
rick G. Rose intentan construir la teoría de su estructura ge­ para la fabricación de los objetos necesarios para las tareas co­
rontocrática suponiéndola en íntima relación con la prácti­ tidianas, sino que se consagran a la producción de tipos dife­
ca de la poligamia. Hay que advertir que la poligamia ase­ rentes de alimentos. Por lo tanto, una alimentación completa
gura las condiciones de supervivencia de hombres que ya y, sobre todo, regular, depende de esta verdadera «cooperativa
no son cazadores en "plenitud de sus fuerzas». De una ma­ de producción» que constituye una pareja [ ... ] Sobre todo en
nera general, la existencia de un excedente regular de me­ los niveles más primitivos, donde el rigor del medio geográfico
dios de subsistencia, excedente que se produce con mucha ma­ y el estado TIldímentario de las técnicas hacen azarosos tanto
yor regularidad en el seno de los modos de producción [Jasados la caza y el cultivo como la recolección de frutos, para un in­
en la agricultura o en la ganadería, perrníte el mantenimiento dividuo abandonado a sí mismo la existencia sería casi im­
de generaciones de ancianos y les asegura una posición estraté­ posible» 8.
cn la transmisión de los acervos de las generaciones ante- Y, como muestra Claude Lévi-Strauss, en las sociedades
posición que prima en definitiva sobre el papel más o mitivas, el huérfano y el soltero no pueden subsisl ir sin inte­
111enos grande que pued;:\J1 aún desempeñar directamente :::n la grarse en cierto modo cn un grupo de parentesco. En
sobre su capacidad individual cfccti\'a de ser pro­ lugar, el matrimonio redistribuye entre los grupos que compo­
ductores directos. Bajo esta óptica hay que analizar la existen­ nen una sociedad las mujeres, que son a la vez una fuerza de
cia \" las funciones de los «consejos de ancianos», la autllridad
de los «jefes de linaje» u otras formas de comunidades , Claude Léví·Strau'is: fas nlruc{uras elementales del parCI1{CSCO, p. 75.
92 Maurice Godelier La antropología económica 93

trabajo, y por tanto, un factor directo de producción, y, según otro concerniente a sociedades de ganaderos nómadas peu] y
la expresión de Claude Meillassoux: ,dos productores de los tuareg estudiadas por Pierre Bonte y Marguerite Dupire.
productores», es decir, la condición directa de la reproducción Entre los siane encontramos un sistema muy complejo de
de la futura fuer¡;a de trabajo. Codificar y controlar la circula­ reglas de apropiación, tanto de objetos materiales, la tierra,
ción de las mujeres en la sociedad a través del matrimonio, lo las hachas, los vestidos, como de realidades inmateriales (cono­
que constituye la función visible de los sistemas de parenlesco, cimiento ritual), sistema que proporciona un ejemplo de aque­
significa al mismo tiempo codificar y controlar la reproducción llo que Malinowski denominó un sistema de derechos combi­
de las unidades de producción, del suelo en particular, entre nados. Un jefe de linaje dispone de la tierra, las flautas sagra­
los agricultores, o del rebaño entre los ganaderos, y significa das, los conocimientos rituales, bienes cuya tutela detenta y
también controlar la distribución de los factores materiales de que no puede transferir, derechos llamados Merafo y que ex­
la producción. presan la relación de un padre con sus hijos. El es responsable
Esta última restricción es importante. Los antropólogos tie­ de ello ante la comunidad y sus antepasados. Un individuo
nen tendencia a afirmar de forma general que las relaciones de cualquiera, jefe de linaje o no, dispone de los vestidos que ha
parentesco dominan la vida de las sociedades primitivas. Esto fabricado él, los árboles que él ha plantado, los cerdos que ha
es solamente un reflejo del hecho de que el 98 por 100 por lo criado, su hacha, las agujas que ha fabricado o se ha procura­
menos de las sociedades estudiadas por ellos están basadas so­ do, derechos llamados Amfonka, y que expresan la relación en­
bre todo en la agricultura y/o en la ganadería, y que a menudo tre un objeto y su sombra. Esos bienes pueden ser apropiados
las relaciones de parentesco desempeñan en esos casos un gran individualmente y transferidos. Entre esos dos tipos de reglas
papel en la organización económica y social. Ahora bien, entre de apropiación existe una relación de orden, ya que únicamente
determinadas sociedades de cazadores-recolectores que todavía si se tiene con el suelo una relación de tipo Merafo, es decir,
subsisten y que han podido ser observadas por etnólogos tales si se pertenece a una comunidad y se explotan las tierras de
como Thomas, Schapera, Gusinde, Marshall, Lee, Turnbull, etc., esa comunidad, el trabajo realizado para plantar árboles sobre
se constata que el matrimonio es una institución inestable y ese suelo da derecho a su apropiación individual, es decir, da
que los sistemas de parentesco están muy simplificados, lo que derecho a una relación de apropiación de tipo Amfonka de
corresponde a las condiciones mismas de la producción. No esos árboles y de su producto. La existencia de esta relación
obstante, el matrimonio era relativamente estable y los siste­ de orden entre ambos tipos de derecho pone de manifiesto el
mas de parentesco eran muy complejos en el seno de la mayor hecho de que la pertenencia al grupo es el fundamento del sis­
parte de los grupos de cazadores-recolectores australianos 9. tema de derechos y que el control del clan sobre otros grupos
Por tanto, hay que evitar plantear como un axioma, o acep­ dependientes (casa de los hombres o linajes), o sobre el indivi­
tar como una evidencia general que las relaciones de parentesco duo, es el principio director de ese sistema. El conjunto del
desempeñen en todas las sociedades sin clases un papel domi­ sistema combina, pues, los intereses del grupo y del individuo
nante en el funcionamiento de las relaciones sociales. Sólo des­ al limitar, mediante la prioridad del grupo sobre el individuo,
empeñan un papel de esa clase cuando cumplen un papel deci­ las contradicciones que pudieran surgir de un uso individual e
sivo en la distribución de los medios de producción y en el incontrolado de los recursos. Este ejemplo nos muestra igual­
control de las condiciones mismas de la reproducción del modo mente la especificidad de la instancia jurídica de la sociedad,
de producción y de las relaciones sociales que le correspond~n. especificidad que expresa en este caso la extensión de las reglas
Esta doble función es la que les permite desempeñar un papel de apropiación de toda realidad material e inmaterial que pue­
dominante, dominación que está a su vez determinada por el da ser apropiada y transmitida socialmente (conocimiento ri­
modo de producción. Daremos dos ejemplos de esta domina­ tual, prácticas mágicas, etc.). Estas reglas de apropiación de
ción de las relaciones de parentesco, uno tomado de los siane, realidades inmateriales son las que Lowie ha designado bajo el
tribu hortícola de Nueva Guinea estudiada por Salisbury, y el término de propiedad incorporal, "úlcoporeal propriety», en su
célebre artículo del YaTe Law Journal de marzo de 1928. Al
• A. P. Elkin: Les aborígenes australiens, París, GaIlimard, 1967, capí­ afirmar que el concepto de propiedad desbordaba el campo de
tulos IV y V. las realidades materiales, Lowie creyó ganar una gran victoria
La antropologia económica 95
94 Maurice Godelier

contra el materialismo; en realidad sólo había alcanzado una Pero las relaciones de parentesco desempeñan en este caso
victoria sobre el materialismo vulgar que reduce toda vida so-­ otro papel, tal vez aún más decisivo, en el funcionamiento del
cial a sus instancias materiales. modo de producción, y que se combina con el papel de la fa­
milia como unidad de base de la producción. En efecto, la
Presentaremos un segundo ejemplo del lazo interno entre creación y el mantenimiento de una familia y de un rebaüo se
relaciones de parentesco y modo de producción, inspirándonos basan en mecanismos en parte idénticos. La constitución de
sobre todo en análisis aún inéditos, pero muy importantes, de una familia, es decir, la creación de una nueva unidad de pro­
Pierre Bonte sobre los tuareg kcl gres s del Níger y en los tra­ ducción, supone no solamente la circulación de mujeres, sino
bajos de Marguerite Dupire y de Stenning sobre los ganaderos también la transferencia ele cabezas de ganado v la transmi­
peul, nómadas de AfrÍCa Occidental. En e<¡as sociedades pasto-­ sión de derechos reales sobre el ganado en el marco de las rela­
riles, el rebaíi.o constituye el principal medio de producción, y ciones de linaje. Pierre Bonte ha designado con el término de
lo esencial del proceso de trabajo se realiza en el seno de los pre-herencia ese proceso de transmisión de derechos reales so­
do[m;s l ¡':os. Este proceso de producción está basado en brt~ el ganado que se inicia con el nacimiento de un individuo
icas complejas de reproducción, selección, doma, alimenta­ varón y se prosigue con motivo de su iniciación, de su casa­
ción de animales y cuidados veterinarios, técnicas que implican miento, etc. La ruptura de la unidad del rebaño doméstico y la
inmensos conocimientos bioló¡úcos, zoológicos, botánicos, astro­ constitución de un rebaño independiente para cada hijo, pue­
nómicos, pero que emplean muy pocos instnlmentos, medios den realizarse en diferentes momentos. bien en el momento de
materiales, lo que frecuentemente ha servido de pretexto para la boda, bien con motivo del nacimiento del primer hijo o a
tachar a los ganaderos-nómadas de primitivos. Así, antes de la muerte del padre, según las circunstancias. Nos encontramos
los trabajos de Hahn 10, a comienzos de siglo, se les clasificaba en tal caso con formas de escisión y segmentación de los gru­
habitualmente, en la escala de la evolución, en un estadio ante­ pos de parentesco, caraeterísticas de las relaciones ele parentes­
rior e inferior a los primeros agricultores, 10 que la arqueología co de linaje y que se encuentran tanto en el seno de numerosas
ha refu tado totalmente. sociedades agrícolas como en el seno de sociedades de !2anade­
La mayoría de esos procesos de producción se realizan en ros-nómadas (que son casi todas patri-lineales). A este proceso
el marco del grupo doméstico, y el tamaño del rebaño corres­ permanente de segmentación y de dispersión de los segmentos
ponde, en general, al tamaño de la familia y varía en función de linajes, que favorece la constitución de nuevas unidades de
de la composición interna del rebaño (cabras, reses, ca­ producción y corresponde a las necesidades mismas del encua­
de las posibilidades del medio, etc. Cuando la mano de dramiento y de la producción de un rebaño (si se omite aquí
obra doméstica no es suficiente, ello se remedia, bien por me­ la utilización de la mano de obra servil o dependiente que obe­
dio de asociaciones de grupos domésticos, bien por préstamos dece a prácticas y condiciones históricas específicas), respon­
de mano de obra, bien por trabajo serviL El grupo doméstico den los diferentes tipos de matrimonios preferenciales y la ten­
constituye, por consiguiente, la unidad de producción de base, dencia a la endogamia tribal, prácticas que garantizan la
pero determinadas actividades, tales como la transhumancia, las permanencia de los bienes del linaje. Toda una estrategia de
expediciones comerciales, la defensa, la agricultura, implican for­ alianzas matrimoniales es requerida, por consiguiente, por las
mas ampliadas de cooperación, ya sea simple o compleja, que formas mismas del modo de producción y para la reproducción
se realizan en el seno de unidades de co-residencia más vastas de las condiciones de la producción, y, en esta estrategia, los
que el grupo doméstico: el campamento. Familb y campamen­ factores de co-residencia desempeñan un f!ran papeL El
to constituyen los elementos de base de la organización socio­ de la residencia en la constitución de las relaciones de paren­
económica. tesco, y en la articulación interna de un modo de
de un sistema de parentesco, plantea problemas fundamenta-
lO Eduard Halm: Die Haustiere und ihre Bezielumgen zur Wirtschaft que tan sólo mencionaremos de paso. Marguerite Dupire,
der Menschen. Leipzig, 1896, Duneker und Humblot. en su obra sobre los ganaderos nómadas, L'organisation sociale
Véase tambjén L. Kramer Pritz: "Eduard Hahn and the end of the des Peul, eseribe: "Avecinándose e inter-casándose es como se
'Three uf Man'", The Geographical RevielV, LVII, núm. 1, 1967, pá­ llega a ser agnado, y porque se es agnado es por lo que uno se
ginas
96 Maurice Godelier La antropología económica 97

avecina y se Ínter-casa» 11, Y opta por la anterioridad del primer enfocar esta causalidad quedan radicalmente excluidas. Por una
fenómeno respecto al segundo. parte, la causalidad de la economía no puede ser presentada
Estas pocas observaciones ponen, pues, en evidencia algu­ como cl engendramiento, la génesis de las relaciones de paren­
nas de las diferencias que existen entre las formas de or~aniza­ tesco o de otras relaciones sociales fuera del seno de la infra­
ción de la producción en las sociedades agrícolas y en las so­ estructura económica; por otra parte -y ya lo hemos demos­
ciedades pastoriles. El hecho de que el medio de producción trado extensamente al precisar su papel activo, por ejemplo,
dominante, el rebaño, sea apropiado en el marco de una unidad en la reproducción de numerosos modos de producción- las
doméstica, de un segmento del linaje, el hecho de que existan relaciones de parentesco no son simples fenómenos que acom­
posibilidades de acumulación de un excedente en ese marco y pañan a la actividad económica y que se limitarían a una accion
que sean muy diferentes de las que se ofrecen en una sociedad pasiva sobre la vida social, mientras que únicamente las rela­
agrícola, el hecho de que el ganado sea a la vez un medio de ciones económicas tendrían una causalidad activa. No vemos por
producción, un medio de subsistencia (<<stock" alimenticio) y qué misteriosa alquimia la economía «se convertiría» en el pa­
un bien fácilmente canjeable, esas condiciones ofrecen a las so­ rentesco o por qué misteriosa razón la economía debería (mal)
ciedades nómadas grandes posibilidades de diferenciación so­ «esconderse bajo» el parentesco. En ambos casos nos encontra­
cial interna, punto de partida de nuevas evoluciones. Esas dife­ mos ante variantes del materialismo vulgar, teñido en mayor o
rencias prueban una vez más que los conceptos necesarios para menor medida de empirismo funcionalista, que trata de reducir
definir diferentes modos de producción no se dan inmediata­ toda forma de vida social a su instancia material, o de dedu­
mente a nivel de observación, sino que deben ser en cada oca­ cirla de esa instancia, como los empiristas sensualistas del si-
sión construidos teóricamente a partir de los datos tomados XVIII intentaban, bien reducir todo proceso de conocimien­
sobre el terreno. to a una complicación de sensaciones originarias, bien deducirlo
Voluntariamente hemos dejado deJado, en este resumen de de esas sensaciones.
los caracteres de la economía de los ganaderos tuareg, todas En realidad, las relaciones de parentesco tienen un conteni­
las relaciones basadas en la explotación de grupos nómadas y do propio que consiste en ser el mecanismo social de la repro­
sedentarios, dependientes y tributarios de los tuareg, y en la ducción biológica de la sociedad a través de la práctica del ma­
explotación de esclavos domésticos. Sólu pretendíamos poner trimonio. Estas relaciones biológicas y sociales entre miembros
en evidencia el papel de las relaciones de parentesco en ese de una sociedad son irreductibles a relaciones económicas de
modo de producción, y ese papel existe tanto entre los ganade­ producción, pero depende de los diversos modos de producción
ros que pagan tributo como entre los grupos de la nobleza do­ que esas relaciones de parentesco desempeñen o no la función
minante. con la diferencia esencial de que en esta última el tra­ de relaciones de producción, o se conviertan en condiciones es­
bajo directo de los miembros de las familias nobles tiende a tratégicas de la reproducción de un modo de producción. En la
ser sustituido por el trabajo de esclavos y de dependientes, to­ sociedad capitalista, la familia y las relaciones de parentesco
talmente o en parte. La economía de la sociedad inca, en víspe­ ya no desempeñan el papel de unidad de producción. La "pa­
ras de la conquista española, nos proporcionará un ejemplo de se ha convertido solamente en una unidad de consumo y
sociedad precapitalista donde existían un Estado y clases so­ en una categoría contable. El proceso de producción consiste
pero que no puede confundirse con las formas occidenta­ en este caso en una relación entre dos clases, y se realiza en el
les de sociedades de clases, ya se trate de la esclavi tud greco­ seno de unidades de producción separadas completamente de
latina antigua o del feudalismo medieval. la organización familiar, en el interior de las fábricas, de los
Insistamos antes, para prevenir cualquier contrasentido, (;n complejos industriales, etcétera.
lo que entendemos por causalidad de los modos de producción No se trata, en esta etapa de la investigacíón antropológica,
sobre la vida social y, en Jos casos que acabamos de analizar, de dar cuenta de la existencia de los sistemas de par~nteseo
en la naturaleza de las relaciones de parentesco. Dos formas de patrilincales o matrilincales, o indiferenciados, a partir única­
mente de las estructuras de la producción. Así, entre los indios
11 Marguerite Dupire, L'organísatíOIl social" des Peul, París, Plan, 1969,
de la costa noroeste, cuya economía estaba basada en las mis­
página 3U3. mas formas de producción -caza, pesca, recolección- y sobre
98 Maurice Godelier La antropología económica 99

la misma división del trabajo -los hombres practicaban las esclavo, la mayoría de las veces, forma parte de la unidad do­
dos primeras formas de producción y las mujeres la tercera-, méstica de producción y su estatuto tiende a ser el de un miem­
los sistemas de parentesco eran matri-lineales en el norte y pa­ bro inferior de la familia, casi el de un menor. El escla\'o, la
tri-lineales en el sur, y la apropiación de los lugares de caza, mayoría de las veces, es un cautivo y su estatuto, por encima
pesca y recolección estaban matri-centrados en el norte y patri­ del hecho esencial de que el esclavo no es dueño de su persona,
centrados en el sur. La teoría completa de los factores que den varía de forma considerable. Entre los yukurok, se podía obli­
cuenta de esas semejanzas económicas y esas diferencias socia­ gar al esclavo a que trabajase para su amo, pero no se le po­
les todavía está por construir. Sin embargo, hay que recordar día vender, ni comprar, ni tampoco matar. Más al norte, un es­
que los análisis estadísticos más rigurosos actualmente existen­ clavo podía ser utilizado en la producción, ser vendido o com­
tes, los de Driver y los de Massey, que han investigado las corre­ prado, pero no se le podía matar. Finalmente, todavía más al
laciones entre economía y parentesco en los grupos de indios de norte, entre los kwakiutl, el esclavo podía ser vendido, com­
América del Norte, han llegado a la siguiente conclusión: prado o muerto y frecuentemente se le sacrificaba en los pot­
latch o en las ceremonias de fundación de una casa, etc. Pero,
«Cuando se compara por el método de las correlaciones el entre los kwakiutl, la sociedad estaba dividida en dos clases:
predominio de un sexo en las actividades de subsistencia, en esclavos y hombres libres, y estos últimos estaban divididos a
la residencia post-nupcial, en la descendencia y en la termino­ su vez en hombres comunes y nobles. Entre los kwakiutl, entre
logía del parentesco, se constata que tiende a emerger una los aztecas, los hombres libres podían caer en la esclavitud,
clasificación triple. Las sociedades en las que las mujeres do­ pero para que existiera ese tipo de esclavitud, basado en la
minan la subsistencia tienden a tener residencia matri-local, guerra y en la captura de prisioneros, era preciso que en el
descendencia matri-lineal y una clasificación del parentesco de seno de la sociedad existieran grandes desigualdades entre ri­
tipo crow. Las sociedades en las que existe un equilibrio entre queza y pobreza. Los aztecas, que sacrificaban un número tan
las actividades de subsistencia de los hombres y las de las elevado de prisioneros de guerra al culto de sus dioses, trata­
mujeres, tienden a tener residencia bilocal, descendencia bila­ ban a sus esclavos «casi como a sus hijos», según la expresión
teral y una terminología de parentesco hawaiana. Las socieda­ del cronista Alonso de Zurita. Al esclavo no se le podía matar,
des en cuyo seno los hombres dominan la subsistencia tienden ni golpear, ni siquiera revender, excepto en casos de mala con­
a tener residencia patri-local, descendencia patri-lineal y una ducta grave Y reiterada. Podía tener su casa, sus propios bienes,
terminología de parentesco de tipo omaha. Esta evidencia apor­ incluso esclavos, Y sus hijos nacían libres. En Africa Occidental,
ta un apoyo a la teoría del determinismo económico de la des­ la «producción» de esclavos adquirió una amplitud enorme y
cendencia. Sin embargo, aun cuando las relaciones pertinentes devastadora para suministrar mano de obra a las plantaciones
sean significativas, la mayor parte de ellas son débiles, lo que de las colonias españolas y portuguesas, y luego a las econo­
significa que existen muchas excepciones a esas tendencias ge­ mías algodoneras y azucareras de América del Norte. Esto tras­
nerales, y, por ello, que debe haber otras causas implicadas que trocó profundamente las estructuras económicas y sociales de
se añaden al predominio de un sexo sobre el otro en las modali­ Africa Occidental, como demuestran los trabajos recientemente
dades de procurarse el alimento» 12. publicados gracias a Claude Meillassoux sobre «la evolución del
Al abordar el análisis de los modos de producción basados comercio en Africa Occidental». Pero, a pesar de esta importan­
en relaciones de explotación del hombre por el hombre, dire­ cia de las relaciones esclavistas en Africa Occidental, se podían
mos algunas palabras sobre el problema de la esclavitud en el encontrar numerosas prácticas que obstaculizaban la forma­
seno de las sociedades pre-capitalistas. En conjunto, allí donde ción de una clase hereditaria de esclavos; así, entre los sonhaai
existía, la esclavitud no era la relación de producción dominan­ del Níger, los descendientes de esclavos se convertían en hom­
te y la producción no se basaba sobre todo en la explotación bres libres al cabo de tres generaciones.
de la mano de obra servil, como ocurrió en la antigua Roma. El Por el contrario, la mayoría de las primeras sociedades de
clase y los Estados que caracterizan la historia antigua y re­
12 Driver: /ndians 01 North-America, University of Chicago Press, 1966,
ciente de la América pre-colombina, de Africa pre-colonial, del
páginas 266-267. sudeste asiático, etc., se han desarrollado sobre la base de for­

l
101
100 Maurice Godelier La antropología económica

mas no-esclavistas de dependencia. El Imperio inca se edificó en bargo, un nuevo modo de producción se había instalado, basa­
menos de dos siglos, y esta ascensión fulgurante sólo fue supe­ do en un régimen de prestaciones de trabajo.
La prestación de trabajo no era individual; toda la aldea
rada por los aztecas, que sólo eran, en el momento de su irrup­
participaba y el Estado inca suministraba el alímento y la be­
ción en el valle de México, en el siglo XII, un grupo de tribus
bida, del mismo modo que lo hacía, en el seno de Ayllu tradi­
de cazadores guerreros que desconocían la agricultura y el teji­
cional, el beneficiario de la ayuda comunitaria con quienes le
do. Antes de la conquista inca y de su integración en el Tahuan­
ayudaban. El Estado proporcionaba los instrumentos Y la si­
tinsuyu, el imperio de los cuatro distritos, el modo de produc­
miente, insistiendo para que la gente acudiera a trabajar ves­
ción de numerosas tribus andinas se basaba en la producción
tidos de fiesta, con música y cantos. De este modo, las formas
de tubérculos en el seno del Ayllu, comunidad aldeana local
antiguas de reciprocidad económica y las antiguas formas de
donde residía un grupo de parentesco del tipo de linaje. La
ideología y de rituales que les correspondían sirvieron a partir
propiedad del suelo era comunitaria y la tierra se distribuía pe­
de entonces para el funcionamiento de las relaciones de explo­
riódicamente entre las familias restringidas, sin que éstas pu­
tación y servidumbre económicas, características de una nueva
dieran transformar ese derecho de uso en derecho de enajena­
forma de modo de producción perteneciente al tipo «modo de
ción, o sea en una forma cualquiera de propiedad privada. se­
producción asiático». El Estado inca tenía necesidad, para or­
parada de la propiedad comunal. El trabajo, basado en la ayuda
ganizar su propia base económica de manera que pudiera re­
recíproca de los aldeanos (la minga) en la realización de las di­
producirse de forma estable y ampliarse, de recensar al mismo
ferentes tareas productivas, tenía igualmente una forma comu­
tiempo las tierras, las poblaciones, los animales, los productos.
nitaria. El jefe de la aldea (el curaca) era el primer beneficiario
Necesitaba, pues, crear una maquinaria administrativa que en­
de la ayuda mutua aldeana, y se cultivaban especialmente tie­
cuadrase a la población y la controlara directa o indirectamen­
rras comunales para el mantenimiento de las tumbas de las di­
te, y tenía asimismo necesidad de generalizar el culto del Inca,
vinidades·y de los jefes locales. Nos encontramos, pues, con un
hijo del Sol, y el del Sol su padre, de mantener un ejército que
modo de producción basado en la cooperación de productores
reprimiera los levantamientos, etc. Este conjunto de institucio­
directos, ligados entre sí por lo que el cronista español BIas
nes correspondía al nuevo modo de producción, y se sabe que
Valera llamaba <da ley de hermandad", es decir, las obligacio­
este modo de producción se encontraba en 1532 en plena evo­
nes recíprocas entre parientes y vecinos miembros de una mis­
lución, puesto que el Estado se había visto obligado a trasladar
ma comunidad local. Existía desigualdad social entre jefes y
poblaciones enteras para crear colonias militares que controla­
gente llana, pero no era muy acusada.
ran a las poblaciones locales demasiado turbulentas. Por con­
Cuando esas comunidades cayeron bajo la dominación inca,
siguiente, había roto total o parcialmente los lazos tradiciona­
ellas mismas, 0, por lo menos, los grupos tribales que estaban
les de esas tribus con sus tierras. Pero, por otra parte, había
organizados en comunidades de ese tipo experimentaron una
adquirido un nuevo desarrollo una forma tradicional de depen­
profunda transformación. Todas las tierras, ríos, montañas, los
dencia personal, llamada Yanacona, por la cual individuos com­
rebaños de llamas, la caza, fueron declarados propiedad del Es­
pletamente alejados de su comunidad de origen, los yana, que­
tado. Una parte de esas tierras fue definitivamente expropiada,
convirtiéndose en dominio del Estado ° de la Iglesia. El resto
daban lígados a la persona de un amo durante toda su vida.
Si se trata de determinar los modos de producción que com­
les fue devuelto por "benevolencia» del Inca, mediante la obn­
ponían, a comienzos del siglo XVI, la base económica de la for­
gación de trabajar, bajo la forma de prestación de trabajo, las
mación económica y social concreta que era el Imperio inca, se
tierras apropiadas por el Estado y la Iglesia. Las relaciones de
pueden distinguir tres: el modo de producción aldeano tribal
producción quedaban, por consiguiente, profundamente trastro­
cadas, puesto que, sobre las tierras que conservaban para su preincaico, que continuaba asegurando la subsistencia de las co­
munidades aldeanas; el modo de producción «asiático», basado
subsistencia, las comunidades ya no detentaban sino derechos
en la explotación colectiva de esas mismas comunidadeS por
de posesión y de uso, habiendo perdido sus antiguos derechos de
propiedad comunitaria. Sobre estas tierras, la producción y las una clase dirigente que se confundía con el Estado y les impo­
formas de uso del suelo continuaban revistiendo la misma for­ nía un régimen de prestaciones de trabajo; y un modo de pro­
ma comunitaria que anteriormente a la conquista inca; sin em- ducción nuevo, embrionario, que estaba basado en la explota­
103
102 ¡VIal/rice Godelier La antropología económica

clOn, esta vez individual, de los yana, individuos desligados de producción nuevas, basadas en la opreslOn y la dominación,
su comunidad de origen y vinculados a familias aristocráticas. puesto que los productores habían perdido el control en lo su­
cesivo de una parte de su trabajo y del producto de éste. Ade­
Esta forma de explotación, que preexistía a la conquista inca,
conoció un nuevo desarrollo a medida que se desarrollaba una más, los incas, al mismo tiempo que mantenían el culto de los
forma de propiedad individual (pero no privada) de tierras y dioses locales, habían afíadido el del dios Sol y el de su hijo
el Gran Inca, en honor de los cuales el campesino debía ofrecer
de rebaños donados por el Estado inca a determinadas capas
de la nobleza. De estos tres modos de producción, el segundo trabajo, como lo exigían antes sus propias divinidades locales
-basado en la dependencia general de las comunidades aldea­ tradicionales. Las antiguas relaciones de parentesco y las anti­
guas relaciones políticas aldeanas y tribales, sin cambiar de for­
nas y tribales locales a una comunidad étnica superior, que se
ma de estructura, habían cambiado de función, puesto que es­
confundía con el Estado- era el modo de producción domi­
taban encargadas de hacer que funcionara un modo de produc­
nante. Siguiendo el método de la antropología económica, ana­
lizar una sociedad concreta consiste, pues, en inventariar, en el ción nuevo.
Este es el mecanismo que ha mostrado y desmontado John
interior de la formación económica y social que constituye, los
diversos modos de producción existentes y determinar el que Muna, quien escribe: «Cuando la corona elaboró un sistema de
prestaciones de trabajo, sirvieron de modelo las obligaciones
desempeña un papel dominante.
Vamos a profundizar en el análisis de la formación económi­ recíprocas de las comunidades, conocidas y comprendidas por
ca y social inca porque, aparte de presentarnos un ejemplo no­ todos.)} El problema práctico planteado a los incas por su con­
quista era doble: permitir a las poblaciones sometidas conti­
table de sociedad de clases no-occidental, nos lleva a observa­
nuar produciendo sus medios de subsistencia según sus proce­
ciones teóricas que hacen entrever las nuevas vías por las cua­
les puede y debe internarse la antropología económica, y con dimientos tradicionales y obligarles a producir para el Estado
ella toda la antropología. Lo que llama la atención en la natura­ en formas de producción que ellas comprendieran y que, hasta
leza de la base económica de la fomlaciém social inca es que cierto punto, estuvieran justificadas desde su punto de vista.
el modo de producción dominante mantiene activamente una Para resolver este problema fueron necesarios excepcionales es­
parte de las antiguas relaciones comunitarias, apoyándose y fuerzos de invención política y social, colectivos e individuales,
como los que la tradición atribuía a emperadores casi legenda­
constituyéndose sobre ellas, utilizándolas para su propio modo
rios, como Pachacuti, Manco Capac y sobre todo Viracocha,
de producción y de reproducción, al tiempo que destruye y su­
pero al mismo tiempo hay que constatar que existían pocas al­
prime otra parte de esas relaciones tradicionales. Por ejemplo,
ternativas y que los medios para resolver esos problem¿ls ya
según el cronista Coba: «Solamente a partir del día de su ma­
existían en parte en el seno del modo de producción anterior.
trimonio se convertían los hombres en tributarios y tomaban
Entre estos medios hay que citar, en primer lugar, el hecho
parte en las obras públicas.» Lo que significa, como ha demos­
de que la producción se basaba en formas diversas de coopera­
trado John Murra en su notable tesis: The Fcolloll1ic Orga¡lÍza­
tio1! of tlle Inca State, que el casamiento, de rito de ingreso en
ción simple; en segundo lugar, el hecho de que la tierra era
el seno de una comunidad local, se había transformado en me­ propiedad de toda la comunidad y que el individuo no era más
que poseedor de los derechos de uso sobre parcelas redistribui­
dio de acceso a un nuevo estatuto y en un símbolo de ese es­
das más o menos periódicamente; en tercer lugar, el h,:cho de
tatuto, el de súbdito del Estado inca susceptible de realizar
que tanto en el plano del proceso material de la producción como
de trabajo, por tanto miembro de una comunidad
en el de la relación del individuo con el medio de producción esen­
mucho más vasta y de esencia muy diferente de la de los Ay!lu
cial, la tierra, la comunidad existe y aparece C01110 una realidad
o de las tribus locales.
al indi\~iduo v como la condición práctica de su super­
Al obligar a los campesinos a acudir en trajes ele fiesta a
\'Í\ encia; en cuarto lugar, el hecho de que la función de reprc­
en las tierras del Estado y del Sol, al suministrarles
sCIlIar a la comunidad, de controlar el proeeso de su
alimentos y bebida, los incas utilizaban la forma antigua de
basada en las obligaciones recíprocas de los miem­ ción en tanto que tal, es dl'cI¡', en tanto que unidad SUI1L'l'lor a
bros de las comunidades locales, forma y los indiYiduos el1 la medida en que ella es la unidad de su,> inte­
das y comprendidas por todos, para reses comunes, pertenece él una familia particular y, en el seno
104 Maurice Godelier La antropología económica 105

de esta familia, al individuo que mejor puede cumplir esa fun­ de producción de la comunidad. Finalmente, se dedicaban tie­
ción. Este individuo es el curaca, el «jefe» de la comunidad local rras y trabajo suplementarios al culto de los antepasados y de
o de la comunidad tribal, que es al mismo tiempo el jefe militar. las divinidades locales: dios de la tierra, de la lluvia, etc., y al
Por esta función, este individuo y su familia personificaban más mantenimiento de las tumbas y de los altares. Había tierras
que cualquier otro la comunidad, la encarnaban en cierta medi­ reservadas para la producción del maíz ceremonial necesario
da en tanto que realidad superior a los individuos y personifica­ para fabricar la cerveza de maíz utilizada en las libaciones. Se
ban esta unidad superior. La función de representar y defender criaban llamas con e! fin de sacrificarlas ritualmente, se fabri­
los intereses comunes de todos los miembros de la comunidad si­ caban tejidos para ser quemados, etc. La dedicación de recur­
tuaba de este modo fuera de lo común al miembro de la comu­ sos -tierras, animales, maíz, tejidos y trabajo (agrícola, artesa­
nidad que la desempeñaba. Existía una especie de aristocracia f nal, para el culto de los antepasados y de los dioses
interna, en el sentido propio de la palabra aristocracia: ~{fJL(r;-or;, respondía a una doble necesidad: manifestar el reconocimiento
en griego el mejor, es decir, quien mejor representa la comuni­ t de los vivos hacia los muertos que sobrevivían en lo invisible,
dad. En quinto lugar, en la organización del proceso de produc­ y hacia los dioses, gracias a los cuales la comunidad existe y
ción, la fuerza de trabajo de los miembros de la comunidad lo­ permanece viva y, por tanto, honrar, glorificar a los antepasa­
cal, del Ayllu, era invertida, por una parte, en forma de un tra­ dos y a los poderes sobrenaturales y cumplir las obligaciones
bajo nccesario para reproducir su propia existencia y la de los que la comunidad tiene en relación con ellos. Seguidamente, en
miembros necesitados de la comunidad: viudas, viejos, inváli­ la medida en que los antepasados las realidades sobrenatura­
dos, etc., y, por otra parte, en forma de un trabajo suplemen­ les aparecen como potencias que el poder de controlar
tario destinado a reproducir la comunidad en tanto que lal. la fertilidad de las tierras, la lluvia, la muerte, la enfermedad,
Este trabajo suplementario era invertido en cultivar la tierra la victoria de las armas y que, por consiguiente, permiten o im­
del curuca. Este último tenía derecho, como cualquier otro piden la reproducción de la comunidad y controlan todas las
miembro de la comunidad, a tierras en cantidad suficiente para condiciones que están fuera del alcance directo del hombre,
el mantenimiento de su familia y a la ayuda comunitaria para hay que esforzarse, bien en detener o desviar las acciones de
trabajarlas. Pero también se le atribuían tierras suplementarIas las potencias malignas, bien en suscitar, atraer, multiplicar las
y se le proporcionaba trabajo suplementario para cubrir los acciones de las potencias benéficas. Así pues, hay que Jesarro­
«gastos» de sus obligaciones como representante y responsable llar una práctica para controlar indirectamente esas potencias
de la comunidad en tanto que tal. Según los casos, o según la que controlan directamente las condiciones naturales y sobre­
amplitud de sus funciones (jefe de aldea, jefe de tribu), el jefe naturales de la reproducción de la comunidad, una práctica que
participaba todavía directamente en el proceso de producción, les obligue a intervenir o a abstenerse de intervenir en la vida
o bien había dejado de ser un productor directo y participaba de la comunidad y su proceso de reproducción. Y, para obtener
únicamente en el proceso de producción por sus actividades de esos efectos, se sacrifica, se ofrece a las potencias invisibles ri­
control del uso de las tierras, de dirección del proceso de pro­ quezas materiales y trabajo, en e! marco de una práctica simbó­
ducción y por sus actividades rituales y ceremoniales en cada lica que pretende actuar (de forma imaginaria) sobre las con­
fase del proceso de producción agrícola. diciones de reproducción de la vida social.
Al lado de este trabajo suplementario invertido en favor del Esos cinco elementos pertenecientes al modo de producción
representante de la comunidad, también hay que mencionar el antiguo no desaparecieron tras la conquista inca. Por una par­
trabajo invertido en hacer la guerra, es decir, en defender o te, el antiguo modo de producción continuaría garantizando la
conquistar tierras, canales de riego; en resumen, en proteger o subsistencia de las comunidades locales; por otra parte, esos
en ampliar los medios de producción de la población. Para ha­ cinco elementos suministrarían los puntos de apoyo y las for­
cer frente al crecimiento de la población, por tanto, para per­ mas de un nuevo modo de producción. La comunidad conquis­
mitir a la comunidad reproducirse sobre las mismas bases, se tadora se apropió de todas las tierras y recursos naturales de
invertía trabajo suplementario en forma de obras de irrigación las comunidades conquistadas. Se limitaba a aplicar en este
local, de ampliación del espacio cultivado mediante la habilita­ caso el derecho tribal tradicional, que basa los derechos de!
ción de terrazas; trabajo, pues, destinado a ampliar los medios individuo sobre el hecho de que es miembro de una comunidad

8
La antropología económica 107
106 Maurice Godelier
Al mismo tiempo, el funcionamiento de esas nuevas relacio­
y priva, por tanto, de todo derecho a todos cuantos no pertene­ nes de producción exigía el desarrollo de instituciones y capas
cen a ella. La comunidad superior, personificada por su jefe sociales nuevas, de una burocracia de Estado encargada de con­
inca, que la representa como tal y como comunidad superior, trolar y vigilar la reproducción del nuevo modo de producción.
como Estado, se convierte, por consiguiente, en el propietario Por ejemplo, en cada provincia era nombrado un gobernador
colectivo de la tierra y todas las tierras conquistadas se con­ cuyo título significaba «el que todo lo ve», y que vigilaba para
vierten en propiedad "de la corona». Esto significa que la for­ que las tiel,TaS del Estado y de la Iglesia fuesen trabajadas y
ma colectiva de apropiación del suelo es, tanto después como para que las prestaciones de trabajo se realizaran sin retrasos.
antes de la conquista, la forma social de las relaciones de pro­ El nuevo modo de producción confería, pues, a las funciones
ducción ligadas a la tierra y que el Estado ocupa el lugar de la polít ico-religiosas un nuevo papel, dominante, en la organiza­
comunidad local en tanto que terrateniente, constituyendo, por ción de la producción y en los mecanismos de reproducción del
tanto, para el individuo, una comunidad nueva, superior a su nuevo modo de producción. Mientras el antiguo modo de pro­
comunidad tradicional y de la que depende para sobrevivir. De ducción aldeano determinaba el papel dominante de las rela­
este modo, tanto antes como después de la conquista, el hecho ciones de parentesco en el seno de la comunidad tradicional,
de formar parte de una comunidad superior a él mismo es lo el nuevo modo de producción, por una parte, aniquilaba ese pa­
que le asegura al individuo sus condiciones de existencia. pel dominante de las relaciones de parentesco en la organiza­
El Estado, convertido en propietario colectivo de todas las ción social, dejándole el papel secundario de continuar organi­
tierras del reino, se apropió directamente de algunas de esas zando la subsistencia de las comunidades locales y, por otra
tierras, transformándolas en tierras de la corona o de los tem­ parte, transfería el papel dominante a las nuevas relaciones po­
plos, cediendo por ({ benevolencia» el uso, y no la propiedad, de lítico-religiosas, que desbordaban totalmente el antiguo marco
las tierras restantes a las comunidades para pennitirles subsis­ aldeano y tribaL
tir; por tanto, les acordó graciosamente los medios de subsistir Ahora podemos captar las consecuencias ideológicas del he­
a cambio de la obligación de trabajar las tierras convertidas cho de que las antiguas relaciones de producción (ayuda mutua
en dominio del Estado y de la Iglesia. Pero, puesto que reem­ aldeana, trabajo suplementario, etc.) confiriesen su forma a las
plazaba la comunidad tradicional como propietario colectivo, nuevas relaciones de producción (prestaciones de trabajo). La
y asumía la antigua función de garantizar a las familias y a los consecuencia fundamental era que las nuevas relaciones sólo
individuos sus medios de existencia, el Estado, la nueva comu­ podían aparecer bajo una forma, una apariencia que hiciera
nidad superior, tenía derecho automáticamente al trabajo su­ desaparecer, que disimulara en las representaciones ideológicas
plementario de la comunidad conquistada, trabajo suplementa­ espontáneas de los agentes económicos el contenido real, nlJevo,
rio que invertía tradicionalmente para permitir la reproducCión de explotación del hombre por el hombre de esas nuevas rela­
de la comunidad en tanto que taL La comunidad superior no ciones de producción. Por el hecho de que las antiguas relacio­
hizo, por consiguiente, más que añadir al trabajo suplementario nes de producción persistían y conferían fonna a la vez a las
tradicional un nuevo trabajo suplementario que revestía las nuevas relaciones de producción, las fonnas ideológicas anti­
mismas formas. El Estado suministraba a los campesinos que guas podían a un mismo tiempo servir de material y de esque­
trabajaban las tierras de las que habían sido expropiados ali­ ma de representación de las nuevas relaciones sociales, y no
mentos, bebidas y simientes, identificándose de este modo con podían hacerlo más que según su contenido propio, contenido
el poder local tradicional y dando a la prestación de trabajo la que representaba las obligaciones de los miembros de las co­
forma de las relaciones tradicionales de reciprocidad aldeana munidades frente a su comunidad de origen como obligaciones
y tribal. La comunidad conquistadora, propietmia directa de frente a una realidad superior, es decir, constrictora pero be­
una parte de los recursos materiales de múltiples comunidades néfica. La antigua ideología tenía, pues, la capacidad de repre­
locales, propietaria al mismo tiempo del trabajo suplementario sentar las nuevas relaciones, pero no podía hacerlo más que
de inmensas masas de productores, se basaba de hecho en una presentándolas como otra cosa, como algo parecido al antiguo
base económica de nuevo tipo que, en apariencia, tenía la for­ modo de producción y que, simplemente, lo prolongaba. De
ma, agrandada de forma gigantesca, del antiguo modo de pro­ este modo se producían dos efectos que caracterizan necesaria­
ducción.
108 Maurice Godelier La antropología económica 109

mente toda ideología de dominación: la disimulación, la des­ otros nuevos. La violencia, necesaria al comienzo para expro­
aparición al nivel de la representación del carácter opresivo del piar a comunidades extranjeras, no puede suministrar luego el
nuevo modo de producción, y la justificación de esta opresión, medio de obligar regularmente a los vencidos a que produzcan
tanto desde la óptica de las clases dominantes como de las cla­ trabajo suplementario en beneficio de los vencedores. Esto no
ses dominadas. Procuraba a todos los grupos sociales en juego significa que la amenaza de utilizar la violencia no fuese un
razones pertinentes para continuar dirigiendo o siendo dirigi­ medio permanente de obligar a las poblaciones a trabajar para
en resumen, constituía la forma ideológica adecuada para sus vencedores. Los incas, efectivamente, reprimieron de forma
el funcionamiento del nuevo modo de producción y de sus ins­ implacable las revueltas, deportando a poblaciones enteras, tras­
tancias económicas, políticas y Constituía, pues, la ladando a poblaciones fieles a colonias militares para vigilar a
ideología correspondiente a las condiciones de la reproducción las tribus indómitas. Pero, para que el modo de producción se
de la nueva formación económica y social. Anotemos, y esto tie­ reprodujera en todas las circunstancias y por sí mismo, reque­
ne consecuencias para una teoría de la ideología, que, por el ría ante todo un régimen de prestaciones de trabajo bien regla­
hecho de no ser un reflejo directo, una transposición inmediata mentado, una burocracia, una contabilidad, medios para el al­
de las nuevas relaciones de producción, es por lo que la antigua macenamiento y el transporte de los productos, etc.; en resu­
ideología responde mejor a las necesidades de la reproducción men, nuevas relaciones de producción en el interior de las cua­
de esas relaciones. Porque representa esas nuevas relaciones les la violencia y el control armado desempeñaban un papel,
bajo una forma que no deja traslucir su contenido real, eS por pero no resolvían lo esencial de los probiemas.
lo que corresponde mejor a ese contenido. Ya pueden adivinar­ Efectivamente, como hemos visto, para que el sistema fun­
se las dificultades que encontrarían los partidarios de una teo­ cionara regularmente era preciso que el trabajo suplementario
ría que hace de la ideología un simple reflejo de la base eco­ proporcionado no les pareciera a los campesinos, o al menos
nómica de las sociedades. no únicamente, un trabajo forzado, sino un trabajo "debido»,
Otras observaciones teóricas de carácter general pueden ex­ una «obligación» aceptada y cumplida, una prestación que exi­
traerse de nuestro análisis del modo de producción inca. Con­ gía su contrapartida. Aquí volvemos a encontrarnos con el pa­
ciernen al papel de la guerra y de la violencia en la formación pel de la ideología como presión ejercida sin violencia física
de ese modo 'de producción y al papel desempeñado por las sobre el pensamiento y la voluntad de los súbditos del Inca.
grandes obras públicas. Ya hemos abordado el problema de la Por consiguiente, la guerra es un proceso que crea algunas de
guerra al recordar que la forma misma de propied8d colectiva las condiciones de la formación de ese nuevo modo de produc­
tribal implica que esté privado de derechos de propiedad todo ción al desligar elementos, factores de producción, de su com­
individuo o todo grupo extraño a la comunidad tribal. La guerra binación en el seno de la antigua estructura, al liberar en cierta
de conquista no hace sino ejercer por medio de la violencia (ya medida esos elementos (la tierra, la fuerza de trabajo, se con­
se en realidad, ya se sometan las poblaciones extranjeras vierten en medios de producción disponibles desligados en par­
sin combatir) ese derecho en detrimento de grupos enemigos te de las antiguas relaciones sociales). Pero un modo de pro­
cuya derrota les priva de todo derecho sobre su tierra. Pero la ducción distinto sólo surge cuando esos elementos se encuen­
guerra no basta por sí misma para crear un nuevo modo de tran combinados de una nueva forma. Habría que comparar
producción. Puede mantener durante un cierto tiempo la domi­ este proceso con el proceso de la génesis del modo de produc­
nación de una tribu victoriosa y permitirle saquear las ción capitalista, lo que los economistas clásicos denominaban
de las tribus vencidas cuyo modo de producción tradicional el proceso de acumulación primitiva del capital, a través del
continúa en pie, pero no basta para crear un modo de explota­ cual los campesinos y los artesanos fueron desposeídos de sus
ción que se reproduzca a sí mismo regularmente y que, por medios de producción y de subsistencia y desligados al mismo
consiguiente, pueda subsistir en tiempo de paz y desarrollarse. tiempo de toda sujeción con respecto a las relaciones feudales
La guerra es un elemento importante en numerosos modos de de producción, por tanto se vieron libres y obligados a vender
producción (excepto en el caso de los cazadores-L'ecoIectores, su fuerza de trabajo. Ahora bien, lo que la guerra y la conquista
donde su importancia parece menor). Por medio de la guerra inca no podían hacer era privar a las comunidades de medios
se protegen territorios, medios de producción, o se añaden para asegurarse directamente su subsistencia, por consigui..::nte,
110 Maurice Godelier La ant ropología económica 111

separar completamente a los individuos y a los grupos de la arrollo de grandes obras públicas (lo que en modo alguno
posesión de los medios necesarios para su subsistencia. Como re decir que el Estado hubiera aparecido y se hubiese desarro­
subraya John Muna con fuerza: «No se podía tocar seriamente llado para realizar esas grandes obras), porque el modo de
la autosuficiencia del Ayllu.,.» (p. 73). «El Estado se preocu­ producción requería para «desarrollarse» una infraestructura
paba exclusivamente de extraer las prestaciones de trabajo de de carreteras, un ejército, una burocracia, un clero, etc., y esto
los campesinos, sin interferir para nada en su autosuficiencia ... }) la ampliación constante de los excedentes agrícolas y ar­
(pág. 166); por lo que, en definitiva, la posibilidad misma de tesanales. El Estado favoreció, por consiguiente, la producción
la aparición de un modo de producción de tipo inca era el pro­ de maíz, planta fácilmente almacenable, cómoda de transportar
ducto de un determinado nivel de las fuerzas y que proporcionaba un alimento y una bebida de alto valor ce­
decir, estaba basada en la posibilidad técnica para los remonial y energético, calidades todas eIlas de las que carecían
tores directos de producir un excedente regular. John Murra los tubérculos que proporcionaban el fondo de la subsistencia
concluye: «La existencia y la supervivencia de una estructura tradicional de los campesinos andinos. El Estado generalizó el
sociopolítica tal corno el Estado inca está basada cultivo del introduciéndolo en numerosas regiones don­
mente en una agricultura capaz de producir sistemáticamente de no existía. Pero, al mismo tiempo, tuvo que imponer la cons­
excedentes más allá de las necesidades de la subsistencia del trucción de terrazas sobre laderas generalmente no roturadas,
(pág. 34). Por tanto, el desarrollo de las fuerzas ya que los tubérculos tradicionales se daban mejor en ¡as lla­
en la agricultura es lo que, en último análisis, ha­ nuras andinas que en las laderas. Gracias a la construcción de
bía creado la nosibilidad de anarición de una sociedad de cla- terrazas pudieron cultivarse nuevas tierras.
ses y de un Recordemos úni­ Por tanto, no fue la necesidad de realizar grandes,Jbras de
camente que la estaba basada en la produc­ interés colectivo lo que hizo que surgiera la sociedad de clases
ción de maíz, etc., producciün el Estado inca, sino que fueron las necesidades de reproduc­
Esto nos permite responder a la de esta sociedad de clases las que, en un momento dado,
que también tiene un alcance inmenso para hicieron necesarias las grandes obras. Estas obras permitieron
el conocimiento teórico de la historia: ¿cuál fue el papel de las e impusieron, evidentemente, una compícjidad cada \'ez mayor
obras públicas en el nacimiento y desarrollo del Esta­ de la estratificación social, ahondaron aún más la distancia en­
do y del nuevo modo de producción? La respuesta está ya dada. tre el campesinado y las clases dominantes, y esta distancia
Las obras públicas siguieron a la aparición del Es­ creciente era la que se exaltaba en los palacios, los templos, los
tado y no lo condicionaron. Lo que refuta una vez más la teo­ jardines, las tumbas, que glorificaban la esencia superior de
ría mecanicista de Karl Wittfogel, que hacía de la necesidad de esta clase dominante, de sus antepasados y de sus dioses. En
obras (preferentemente hidráulicas) la condí­ conclusión, un punto muy importante del análisis de la forma­
misma de la aparición del Estado (despótico oriental). En ción económica y social inca y de su Jerarquía interna entre
realidad, la existencia de un campesinado andino capaz de pro­ un modo. de producción nuevo y dominallte ~' un modo t.le pro­
ducir regularmente un excedente era la condición prevía de la ducción antiguo y dominado, consiste en que, mientras que las
formación de una sociedad de clases y de un Estado. Lo que la nue\'as relaciones de producción parecen estar contenidas en
conquista, la expropiación de las comunidades locales, la insti­ germen en las antiguas relaciones aldeanas y tribales y ser tan
tución de un régimen de prestaciones de trabajo ofrecían, cl"a sólo su simple desarrollo, el producto de una c\o)ución
la posibilidad de concentrar inmensas cantidades de medios de en cuando surge el nue\'o modo de
producción y subsistencia y tener de este modo, con la condi­ hace sino a costa de suprimir inmediatamente una
ción de saber combinarlos y organizarlos en formas gigant¿~s­ funciones de las un tiguas relaciones de
cas de cooperación simple, los medios materiales para acome­ el papel dominante que en e!las
ter tareas fuera del alcance de cualquier tribu y, a fortiori, de laciones de no porque estas últir:1as lIcsap¡IL'ZCan,
cualquier comunidad local. Pero lo que también hay que subra­ sino porque subsisten cambiando de contenido, pcro no de for­
yar, es que la reproducción misma del modo de producción ma. Podemos n~r que el estriba en concehir d )ldSO de
su de:sarrollo, no solamente permitía, sino que exigía el des- un modo de producción a otro en términos de evolución de: un
112 Maurice Godelier La antropología económica 113

germen, del desarrollo de un embrión. Esta concepción disimula ducción que ha observado: caza colectiva con redes, caza indi­
el carácter no lineal de la evolución, el papel decisivo de la vidual con arco, construcción de una empalizada, etc., y, por
constitución de nuevos puntos de partida en esta evolución. Con otra parte, nos transmite todas las informaciones que ha podi­
este extenso análisis del modo de producción inca hemos que­ do recoger sobre las reglas de apropiación de un territorio de
rido mostrar las diferencias estructurales entre modo de pro­ caza, de un territorio agrícola, de los utensilios, de los bienes
ducción de sociedad sin clases y modo de producción de socie­ preciosos, que, por otra parte, completa con un análisis de las
dad de clases. Al mismo tiempo, vemos inmediatamente el error diferentes formas de distribución y de reparto. Estas informa­
consistente en interpretar el modo de producción inca como ciones estratégicas se refieren a elementos del modo real de
una sociedad de tipo feudal porque reine en éste un monarca producción que no son directamente visibles en los diversos
rodeado por una aristocracia y las masas campesinas estén so­ procesos concretos de producción que observa el etnólogo, pero
metidas a un régimen de prestaciones forzosas de trabajo. La que, sin embargo, son interiores a esos procesos concretos y
estructura del Estado en el modo de producción inca traduce, los condicionan. Según que la caza con red entre los pigmeos
efectivamente, la concentración, a escala de la sociedad entera, mbuti sea practicada por siete cazadores uniendo sus redes
de la propiedad de la tierra en forma de propiedad colectiva individuales o por treinta, los procesos concretos de trabajo no
única, directa o eminente de una comunidad superior. La es­ suán exactamente iguales; asimismo sería distinto si se des­
tructura de un Estado feudal, por el contrario, expresa la aso­ cribiera la organización del trabajo entre las bandas de pigmeos
ciación jerarquizada de múltiples propietarios de tierras. En que dan primacía a la caza con arco sobre la caza con red. Pero
cada caso, la naturaleza del Estado es diferente, como son di­ lo que es necesario poder analizar y no puede aprehenderse di­
ferentes las modalidades del poder de este Estado y de la do­ rectamente a nivel de la observación de esos diversos procesos
minación de la clase dirigente, que se basan en modos distintos cüncretos de trabajo son las condiciones mismas de la repro­
de extracción del trabajo suplementario de los productores di­ ducción de ese modo de producción, basado en la caza y en la
rectos. Se podría analizar, en contraste con el ejemplo del recolección, en el seno de un ecosistema generalizado, la selva
modo de producción inca, los modos de producción que servían ecuatorial africana.
de fundamento a los Estados y a las sociedades de clases en Para dar un ejemplo que sólo tiene valor analógico, el aná­
Africa, como el reino de los mossi en el Alto Volta. De nuevo lisis teórico del modo de producción capitalista no se confunde
vemos cómo la antropología económica sirve de punto de parti­ con las descripciones de la sociología industrial, que tratará de
da teórico para el análisis de las estructuras políticas, de paren­
las diversas formas concretas de organización del trabajo en
tesco, ideológicas, de las sociedades sin clases y de las socieda­
las pequeñas, medianas y grandes empresas, según las diversas
des de clases no occidentales.
ramas de la producción, agricultura, industria, etc. Más allá de
Al término de este largo recuento de las diferentes relacio­
este campo de análisis, que es indispensable, existe otro campo
nes sociales y de los diversos elementos materiales y humanos
que forman el contenido de lo que se entiende como modo de que es el que Marx quiso explorar cuando planteó la cuestión
producción, nos parece indispensable subrayar con fuerza las general: ¿cuál es la naturaleza del beneficio capitalista, catego­
dificultndes con las que nos enfrentamos para llevar realmente ría inmediatamente práctica y que todo sociólogo o economista,
a cabo un análisis de las realidade<; sociales en sus relacio­ o, simplemente, todo "hombre de negocios» parece aprehender
nes Íntimas con diversos modos de producción. directamente?
¿En qué consisten esas dificultades? En primer lugar, en Para responder a esta cuestión, Marx se vio obligado a ex­
que siempre faltan -incluso en las obras etnográficamente más plorar un campo de la realidad que no resultaba directamente
documcntadas- determinadas informaciones de villar estraté­ visible en la práctica cotidiana de los agentes económicos del
gico sobre las condiciones reales de producción en el seno de sistema capitalista: el campo de la formación de la plusvalía y
una sociedad y, sobre todo, sobre las condiciones de reproduc­ de su transformación en las diversas formas concretas del be­
ción del sistema productivo. Lo que el etnólogo más ntento nos neficio. Al mismo tiempo que analizaba el mecanismo invisible
re",:b es, por una parte, una descripción muy fiel, y eventual­ de la formación de la plusvalía, descubría una parte de las con­
mente cuantificada, de los diversos procesos concretos de pro- diciones de reproducción del sistema capitalista, es decir, del

III
114 Mauríce Godelier La antropología económica 115

mecanismo de acumulación de la plusvalía que permite la re­ El estudio teórico de los diferentes componentes de un modo
producción «ampliada» del sistema. de producción comprende igualmente el estudio de las formas
Nosotros pensarnos que, guardadas las debidas proporcio­ de circulación de los productos. Hemos visto varias veces que
nes v adoptando toda clase de cautelas, el análisis riguroso de el modo de distribución y circulación de los productos dependía
las condiciones de la producción en las diversas sociedades pri­ del modo de distribución de los medios de producción. Por
mitivas, con o sin clases, sólo existe cuando ha sido elaborada ejemplo, en el seno del modo de producción inca, la existencia
una teoría de las condiciones de reproducción de esos sistemas. de una clase dominante que ya no participa directamente en la
y sólo puede serIo sobre la base de determinados datos que, la producción implica la distinción entre unidad de producción y
mayoría de las veces, faltan en las obras antropológicas, incluso unidad de consumo. Era preciso, pues, que un modo de circu­
de la más alta calidad etnográfica. Por ejemplo, en el caso de lación específico garantizara cl traslado de los productos cr~a­
los pigmeos mbuti, en la medida en que el hombre no trans­ dos en el seno de las unidades de producción locales (dominios
forma la naturaleza, sino que se apropia directamente de los del Estado y de la Iglesia) a los diversos centros político-reli­
recursos vegetales y animales que la naturaleza produce y re­ giosos donde podían ser consumidos por el ejército, la burocra­
produce espontáneamente, una parte de las condiciones de re­ cia, los nobles, etc. La circulación de los productos entre las
producción del sistema pertenece al mundo de la naturaleza, clases suponía, por consiguiente, la constitución de cadenas de
y estas condiciones no se revelan fácilmente en una encuesta graneros y de tiendas donde eran almacenados los productos
etnográfica realizada por un investigador individual, incluso tan agrícolas y artesanales cerca de los lugares de producción, así
calificado como Colin Turnbull. Por ello, existe frecuentemente como un modo de vigilancia, una forma de transporte (median­
en los trabajos etnográficos un vacío de información que hace tc las prestaciones obligatorias de trabajo) de esoS productos
difícil el análisis teórico de la articulación específica de lo eco­ hacia los ccntros de consumo, una forma de contabilidad y, fi­
nómico y lo político, o de lo económico y lo religioso, en una nalmente, una forma de distribución de los productos por el
palabra, la articulación de las estructuras del sistema social. Estado y los templos. Esta distribución se operaba mediante la
En la medida en que existe este vacío, resulta difícil escapar a redistribución de los productos entre los miembros de la no­
una perspectiva que, en último análisis, continúa siendo empí­ bleza, de la burocracia, etc., y también servía para el avitualla­
rica y que, en el mejor de los casos, podrá descubrir correla­ miento de los soldados en campaña y para el mantenimiento de
ciones estadísticas, frecuentemente poco convincentes, entre las los campesinos empleados en las grandes obras públicas. Una
relaciones económicas y las otras relaciones sociales en el seno fracción de los productos almacenados cerca de su
de una sociedad determinada. lugar de producción no entraba en ese vasto proceso de circu­
No basta, por consiguiente, criticar el empirismo y adoptar lación, puesto que servía al año siguiente para renovar el pro­
una perspectiva marxista para hacer que avance el campo de ceso de producción (simientes para las tierras del Estado y de
la antropología económica. A falta de datos precisos sobre las la Iglesia, utensilios, alimentos consumidos por los trabajado­
condiciones de «reproducción» de los sistemas económicos, el res durante las prestaciones de trabajo). Vemos así cómo se
enfoque marxista puede correr el riesgo de ser solamente un entrelazaban los procesos de circulación de los medios de pro­
lenguaje que repite de un modo distinto el mismo contenido ducción y de los medios de subsistencia, y cómo en cada nivel
de informaci6n al que se refiere el empirismo funcionalista. las instituciones controlaban esos procesos (los curaca locales,
Ahora podemos darnos cuenta de hasta qué punto un verdadero que controlaban la producción local y su almacenamiento, los
progreso en el análisis de los modos de producción de las so­ funcionarios provinciales, los funcionarios centrales, los conta­
ciedades primitivas exige algo más que un esfuerzo de defini­ bles, etc.).
ción de esas categorías: requilCl'e también un nue\'o trabajo de Este tipo dc ccntralización, que implicaba formas complejas
campo cuyos resultados exigirán un nuevo desarrollo de las ca­ de redistribución, no dejaba lugar a intercambios mercantiles
tegorías del análisis teórico. que supusieran la existencia de comunidades autónomas de pro­
ductores que intercambiaran una parte de su producción. Pa­
* * * rece ser que el comercio experimentó una regresión tras la con­
quista inca, y es evidcnte que esa regresión fue el efecto necesa­
116 La antropología económica 117
Maurice Godelier
rio del nuevo modo de producción. En cambio, entre los aztecas, clOn de tierras e instrumentos, inútiles sin fuerza de trabajo
cuyo modo de producción no estaba basado en un sistema ge­ para hacerlos productivos. Por ejemplo, en el caso de los siane
neral de prestaciones de trabajo, sino en parte sobre el cobro de Nueva Guinea, la tierra era un bien colectivo y tan sólo circu­
de tributos, el comercio podía desempeñar un gran papel y llegó laba entre las generaciones de un mismo clan patrilineal. Para
a desarrollar una verdadera clase de mercaderes, los pochetca, que individuos o grupos extraños a un clan pudieran utilizar
que, en el momento de la conquista española, constituían una su tierra, era preciso que hubieran sido primero incorporados
verdadera amenaza para los intereses de la aristocracia militar de cierta manera en el seno de ese clan por adopción, por
y de la aristocracia religiosa. la obtención de un estatuto de casi-agnados, etc. Los bienes pre­
En un plano descriptivo, se pueden clasificar los modos de ciosos, conchas, plumas de aves del paraíso, hachas ornamen­
circulación de los productos dentro de dos grandes categorías: tales, eran igualmente propiedad colectiva del clan y circulaban
las formas no mercantiles y las formas mercantiles de circula­ como dones entre los grupos con ocasión de los matrimonios,
ción. En realidad, diversos modos de producción pueden co­ las iniciaciones, los tratados de paz, las ceremonias religiosas,
existir y articularse en el seno de un mismo modo de produc­ momentos críticos del mecanismo de reproducción de la vida
ción según correspondan a productos que son medios de pro­ social. Los bienes de subsistencia corrientes, batatas, etc., eran
ducción, a medios de subsistencia, o a lo que Cara Dubois distribuidos en el seno del propio grupo en el consumo diario
ha llamado «bienes de prestigio». Cora pubois no hacía o dados a los otros en ceremonias públicas. Los bienes de sub­
sino reproducir la antigua distinción de los economistas clá­ sistencia de lujo -sal, nueces de pandano, tabaco-- eran pro­
sicos entre bienes de subsistencia y bienes de lujo, sin dis­ piedad individual y podían ser enajenados y redistribuidos in­
tinguir los bienes de subsistencia de los bienes que son de por dividualmente por su propietario. No se podían cambiar bienes
sí factores de producción. Se constata en el seno de numerosas de subsistencia corrientes o de lujo por plumas de aves del pa­
sociedades que entre esos diversos tipos de bienes existen al raíso y, a fortiori, por tierra.
mismo tiempo una jerarquía y una inconvertibilidad recíprocas Se captan en este caso los efectos diferenciales sobre la
que traducen su función, su utilidad en el mecanismo de la re­ circulación de los productos de las condiciones de reproduc­
producción del modo de producción y de las estructuras socia­ ción del propio modo de producción en sus instancias políticas,
les en el seno de las cuales esos bienes son producidos y circu­ económicas e ideológicas. Demos algunos otros ejemplos: en el
lan. Para caracterizar esos sistemas económicos donde se en­ caso de los bosquimanos kung del desierto de Kalahari, la car­
cuentran esos tipos de jerarquías de bienes inconvertibles, Paul ne de la caza cobrada circula a través de repartos directos entre
Bohannan ha empleado la expresión «economía multicentrada», los cazadores, seguidos de una cadena de repartos y de dones
en oposición a la economía capitalista, que está centrada en un recíprocos entre los que no participaron en la cacería. La carne
mecanismo único de producción y de circulación mercantiles es repartida por el posesor de la flecha envenenada que alcanzó
para todas las categorías de bienes. Esta clasificación empírica primero al animal y lo mató. El posesor de la flecha envenena­
es superficial, porque no explica la relación interna entre modo da no tiene por qué ser forzosamente el cazador que disparó
de producción y modo de circulación. El hecho de que en el esa flecha, porque los cazadores se prestan entre sí sus flechas,
modo de producción capitalista la fuerza de trabajo se ha con­ que están marcadas con señales para su reconocimiento. Cuan­
vertido en mercancías para vender, es la razón de que todos do un cazador dispara una flecha qut' le han prestado, sabe de
los factores de la producción puedan circular en un mercado ese modo que va a atribuir el derecho de redistribuir la pieza
único y de este modo ser objeto de un cálculo único en térmi­ cobrada al dueño de la flecha. El pr;mer reparto se realiza en­
nos monetarios. Esto es imposible en el seno de modos de tre los cazadores y el propietario de la flecha. La carne se dis­
producción precapitalistas, donde la tierra constituye frecuen­ tribuye cruda; posteriormente, los qUl~ la han recibido la redis­
temente un bien común no enajenable, donde la fuerza de tra­ tribuyen por segunda vez entre sus parientes próximos y, en
bajo se distribuye a través del funcionamiento de relaciones primer lugar, a sus suegros, a sus hijos y a sus esposas; se lleva
políticas, etc., donde la competencia social, habida cuenta de a cabo un tercer reparto, pero esta vez con la carne cocida,
las fuerzas productivas, adopta más bien la forma de acumula­ siendo las cantidades redistribuidas cada vez más pequeñas. En
ción de esposas y multiplicación de aliados que la de acumula- total, un antílope puede ser repartido entre 60 y 100 individuos
119
118 Maurice Godelier La antropología económica

al final de esta cadena de redistribuciones sucesivas. Y la dis­ formas de circulación directa implica que los productores guar­
tribución, que en sus primera etapas venía obligada por las re­ den el control directo de sus productos y los utilicen según la
laciones de producción y parentesco, se convierte poco a poco estructura de sus relaciones sociales y las formas de coopera­
en un don puro y simple. Entre los shoshones, cuando se reali­ ción y de competencia entre grupos e individuos que esas rela­
zan las grandes cacerías colectivas de antílopes y conejos, que ciones hacen posibles y necesarias. De este modo, el don puede
requieren formas de cooperación complejas bajo la autoridad ser otra forma de guerra: el potlatch de los indios kwakiutl
de un jefe de caza, este último distribuye luego las piezas co­ descrito por Boas y analizado por Mauss constituye un célebre
bradas. De nuevo, el modo de producción determina el modo ejemplo de ello. Hélene Codere ha dedicado un extenso análisis
de circulación de los productos y la identidad de los agentes de al potlatch, al que los propios kwakiutl denominan una «guerra
esa circulación. Claude Meillassoux ha demostrado igualmente, por medio de la propiedad» y que oponen a la «guerra con ar­
en el caso de los guros de la Costa de Marfil, que la coopera­ mas». Pero Hélcne Codere ha demostrado igualmente que el
ción agrícola se basaba en dos tipos de cooperación simple, la carácter violentamente agonístico del potlatch era un fenómeno
cooperación restringida de equipos de trabajo (klala) y la co­ reciente, debido a la colonización europea. En su origen, un
operación ampliada (ho), que funcionaban en el marco de la potlatch sólo lo podía dar un jefe y las gentes de su grupo local,
organización de linajes, de los segmentos de linaje reagru­ que invitaban a oú'6 jefe o a otros varios y a sus séquitos para
pados en el seno de una unidad de producción. La distri­ anunciarles el cambio de estatuto de un individuo. El potlatch
bución de productos alimenticios durante la principal comida propiamente dicho consistía en la distribución formal de rega­
diaria, la de la tarde, se realizaba, no sobre la base de los equi­ los por los anfitriones a sus invitados, y siempre estaba prece­
pos de trabajo, sino sobre la base de las comunidades de pro­ dido por una fiesta. Los dones eran distribuidos por el jefe an­
ducción. Los miembros de estas últimas se dividían entonces fitrión en el nombre de la persona cuyo estatuto iba a ser mo­
en grupos basados en la edad y el sexo, y no en grupos pQr dificado o establecido. Cuando dos individuos tenían idénticos
equipos de trabajo. «A través de ese mecanismo, bastante com­ derechos para heredar un mismo título, entraban en competi­
plicado, los productos alimenticios se redistribuyen entre el ción, dando cada uno de ellos un potlatch que combinaban con
conjunto de los miembros de la comunidad, y de esta manera largas declaraciones para demostrar la legitimidad de sus pre­
la comida colectiva constituye la culminación del proceso de tensiones. La táctica consistía en dar más de 10 que el rival
cooperación agrícola: el trabajo indistinto de cada uno de los podía o más de lo que podía devolver, y en hacerse ayudar por
miembros se vuelve a encontrar en un producto común. Todos sus parientes o sus aliados para acumular la cantidad necesaria
han mezclado su trabajo y todos participan del producto del de riquezas, principalmente mantas, hechas en su origen de
trabajo de todos los demás» 13. La distribución de esos produc­ corteza de cedro, o de pieles de animales cosidas, y más tarde
tos alimenticios queda bajo el control, directo o indirecto, del sustituidas por mantas compradas en las factorías comerciales
más anciano de la comunidad. La producción del grupo se de los balleneros. En algunos casos, esta escalada finalizaba en
orienta hacia él; seguidamente vuelve en su mayor parte, si no la destrucción ostensible de esOS bienes y en la matanza de
en su totalidad, hacia los miembros de la comunidad. Por con­ esclavos. Sin embargo, antes de la llegada de los blancos, la
siguiente. es en calidad de representante del linaje como el herencia de los estatutos desempeñaba un papel más importan­
más anciano posee una posición privilegiada, tanto en la distri­ te que la acumulación de riquezas materiales, puesto que el
bución de los medios de producción como en la distribución del potlatch sólo podía celebrarse entre jefes. Con la llegada de los
producto. blancos, la población experimentó un declive muy rápido debi­
A través de estos repartos y dones se expresan las obliga­ do a la propagación de enfermedades infecciosas: de 30.000 ha­
ciones recíprocas entre los sexos, entre las generaciones, entre cia 1835 se redujo a 3.000 a comienzos de siglo. Ahora bien, el nú­
miembros productivos y miembros improductivos de la socie­ mero de títulos a distribuir no había cambiado, y era de 658
dad, entre parientes y entre aliados, y la existencia de esas para el conjunto de 13 subdivisiones de los kwakiutl. Por otra
parte, una inmensa acumulación de riquezas, debida al papel de
intermediarios de los kwakiutl entre los blancos y las otras po­
B Claude Meillassoux: Antropologie économique des Gouro de Cote
d'Ivoire, Mouton, 1964, pp. 124-125. blaciones indias y al hecho de que un elevado número de jóve­
120 \tal/rÚI' c;urldícr !.u (1111 CCO!l¡}1II ¡ca 121

nes estaban empicados en los halleneros, pcrmltw a indi\iduos ci(m social del campo de la distrilmciól1 de los e'k'flwnto,'-. m<Í:;
que no huhkran tenido ninp:una posihilid~lcl en Id 'll1tif.'lIa ;;0­ \ aloradus del producto socü:¡] mas, concha;;, ob,idos ¡x.:­
ciedad dl' entrar en el circuito del potlatch, rL'i\iudiclr un títu­ eiosos di\'crsos- hacia el campo ele la di,,1 ¡ihución de' los facto­
lo y destruir una parte c!e las riqucza~ acull1ubcL!", Finalmenle, res de la prodllcción entre los miembros de la socic'dad, sin que
el gobierno canadicl1sc prohibió C'll8lquier ¡!llCrra l' in1l'n'ino de la competición por la distribución de ohjc>los nrccioso<; l'ese de
forma brutal tras el asesilwto de un cauti\o ele p:ucrra en el
transcurso de una ceremonia de invierno, De esk modo, lo que a[lotar el ill\cntario dc las
Boas (kscribió e internrctó fue una eSDl'cie de pOllatch enlo­ de bicne<;, paS;lrCll10S IT\'is­
el ta a de SlIS formas, Hav que distinguír ];¡s form:1S sim­
ples de eircrtlacióll de lllercancías, con o sil! llloneda, \' las for­
que t,I mas capitalistas de circulación ek llll'rc,mcÍas, Cuando se ]¡an
de una economía nwreantil
para analizar el potlatch, Mientras qUl' en una economía de
mercado es el delldor quien toma la iniciativa ele la deuda, en
el pollatch es el acreec!or el qlle da el primer paso, al forzar a
• proclucido bienes para el inlerCé1mbio \' se c:mjcan sqrún tasas
(,ol1\'cnídas, tenernos formas de trucqlle, es decir, ele circubciCm
simple de mercancías, sin moneda, Entre los trohriands, M,\li­
nowski ha descrito un canje rCf.!lllar de
su rinrl a aceplar ~us dones, Además, el motl\'o pl'incipal del las poblaciones costeras \' las
potlatch no es la acumulación de materiales, sino la de la isla, Este canje, llamado "',lsi cri1 practicado él tasa fi
bú~qlll'cla de presti¡!io honorífico y de un estatuto o por lo menos a tasas que vadaban normal \' reglllarmente se-
Manss, en su teoría del don sólo ha tenido en cuenta las ccre­ las a veces con debidas a la abun­
mon ias l'l1 las que se expresaban rl\'alidades ele inlL'reses, 1nten­ o a la escasez de uno de los recursos canjeados,
tó explicar el don como un fenómeno que expresaha la cq ruc­ Junto a estas formas de trueque, cxi~ten formas de circula­
tura en <;u conjunto de la sociedad kwakiutl, \' en esas circuns­ ción simple con moneda, Cuando, entre todos los bienes can­
tancias elaboró el concepto dle "fenómeno social total}), aunque jeados, uno de ellos se especializa en la función de equivalente
buscó en la teoría de la mana, es decir, en la koría indíp:ena g:em~ral de todos los restantes, funciona entonces como
ele la l'\istcncia, en los propios objetos, de una fucrza 11lúgica, independientemente de la naturaleza material de ese bien -ca­
la rL\z(m que ohli¡:alxl a un indi\'idllo a dar o a deHl!\'cJ' un oh­ cao o telas entre los aztecas, en la antigüedad o entre
jeto: ,,<,Qué fuerw Pllede existir en la cosa qllC"l' da para ha­ los nómadas, oro y plata, etc.-, la función en todos
cer que el heneficiario la dC\'l.lcl\'a?" En realidad, el los casos es la misma. Hay que disline:uir dos tinos de
dado o rl'cibido no adquiere esa fuerza v esc carúcter con moneda, En primer el ,
mós que por sus funciones en el proceso de la sal isfaceión de las necesidades y en el cual el dinero sc uti­
sociedad \' dc su modo ck puc"to liza como medio de circulación entre mercancías, El
entre los miembros de ele una mercancía MI la \'ende y, con el dincro ohtc­
dc una scrie, de titulos, de nido, compra la mercancía M" que no produce por sí mismo.
dC1\:chos de control sobre' los IU12arcs mú", El camhio no est;:í orientado hacía la ohtención de un 11l'ncfi­
de caza, de rC'("lkcción, sohrc los emhals,'s, \' ele 1I11~1 "lTil' ele cí(J, y el dinero sólo funciona como medio de circulación ele las
üblirraciul1l'S frente a los !:'Y11f)(JS ele- p~lrl'lltc<;CO \' ek los pohla­ Illl'l'l'anCÍas v no como capital. Por el contrario, cuando en un
d()s, El! dl'lilliti\'<l, lo important,' p,lr~l C(Jll1prl'!HlL'r ,~'I 1'(Jllilll'}¡ mercado alguien se presenta con dinero para comprar mercan­
(ollsisl,' en \l'r qlll' no L'rél un lllL'l'anislllo ll11'di~lllk l'l ,,'11 a I .'1' cías .v rl'venclerlas para obtener un nos encontramos
('ll'U!'UII Illll'\il" r,'blicII1V;; ,'-.(JCi;t!l''-., ,,¡no llll lllCcillli"Ill(J por el al] te lIna ci rClIlac ión ele la moncda COIllO capi la 1. Pllede a pa rc­
que sc l'l'prudul'Ím¡ Lh l'',ÍnlctU¡;h tradiLioni¡ic's lic' la ',mie'dad, ler Ulla prolesional que tiene por fun­
SI "l' COlllp:\rilll lo>; llllllllT()'>()'-. Il}(H!"S dl' ción comprar y \'l:mkr bienes, ya sea el\ el interior dc Ulla co­
lk I"s l,'ll la" >;()L'ie'lbd,',,,, l1lunidad, ya sea entre cOll1unidaeh's, La forma mús antigua de
(k· l"} a 'l"'., l'apilal es él capital ll1ercarltíl, \' l'.sla forma pUl'de ell(,Ulltrarse
l (); PiJe '1 i, l'll tI SCIlO dl~ los !Ilodos de prodllccion más diÍL'r,'ntcs: modos

q
122 Maurice Godelier La económica 123

de producción de tipo «asiático», modo de producción esclavis­ mas, perlas, dientes de cerdo, de delfín, etc., y transformarlos
ta, modo de producción feudal, capitalista, cte. En la sociedad en un «fondo de según la expresión de Malinowski, en
azteca, por ejemplo, el comercio estaba enormemente desarro­ un medio de acceder a las funciones y a los estatutos más va­
una intensa circulación de productos entre las tierras al­ lorados en el seno de esas sociedades. En apariencia, esos bie­
tas de maíz y las tierras bajas de la costa, tropicales y mucho nes preciosos desempeñar el papel de nuestra
más ricas, que producían cacao, algodón, plumas de a\'es para pero pronto se hizo evidente que esas monedas
los adornos, daba lugar a las actividades de una clase especia­ cambiaban en raras ocasiones, o a veces nunca, por trabajo,
lizada de mercaderes: los Estos últimos tierras, etc., y que su acumulación no implicaba un desarrollo
ban las mercancías que les confiaban los reyes y los noble.,; general de las fuerzas productivas, eomo ocurre con la acu­
las negociaban en los mercados de Yucatán o del golfo de mulación del capital en las sociedades mercantiles capitalistas,
xico. Estos comerciantes eran juzgados severamente si hacían sino que más bien implicaba formas de atesoramiento, etcétera.
ostentación de riquezas y de gloria, y se esperaba de ellos un para exhibir, para dar o para redistribuir con el
comportamiento "humilde», pero estaban dispensados del ser­ fin de crear una relación social (casamiento, en una
vicio personal y de la participación en las obras públicas, orga­ sociedad secreta, alianza política entre tribus), para borrar una
nizadas por el Estado. Actualmente, múltiples análisis de los ruptura en las relaciones sociales (ofrenda a los antepasados,
mercados africanos, meso-americanos y asiáticos permiten co­ indemnización por asesinato u Ofensa), para simbolizar una po­
menzar a distinguir varios tipos de mercado. Se denominan sición social superior (potIatch), los objetos de las
mercados sectoriales a aquellos que permiten a productores sociedades primitivas no eran, pues, capital, y raramente fun­
de bienes complementarios en un mercado regional. cionaban en el interior de esas sociedades como moneda.
Sobre esta base se desarrollan redes de mercado, que se cele­ Funcionaban, sobre todo, como medio de intercambio social,
bran todos los días sucesivamente o cada dos días en un sitio de valor simbólico múltiple y complejo, pero de uso y de circu­
diferente cada vez, permitiendo de este modo la integración de lación encerrados en los Iími tes determinados por la propia es­
grupos complementarios de productores en el seno de una sola tructura de las relaciones sociales de producción y de poder.
región económica, como era el caso de los mercados rurales en generalmente se olvida que todos esos objetos
la China tradicional. A estos mercados se oponen los mercados eran, ° bien fabricados, o bien obtenidos a costa de
que relacionan los productores locales con una economía nacio­ un enorme o de compensaciones muy importantes en
nal y, a través de ella, con el mercado mundial. productos raros y por consiguiente, a partir del mo­
Aquí la antropología económica se encuentra con los pro­ mento en que se los trocaba, un valor de cambio. En
blemas clásicos ele la economía política: el problema de la for­ por ejemplo, las brazadas de monedas de perlas blancas prove­
mación de los precios en un mercado regional, el papel del re­ nían de los kwaio, que las exportaban a sus vecinos. Un indivi­
gatl'o, la diferenciación étnica entre comcrciantes y consumido­ duo 110 podía recolectar entre los arrecifes, pulir y
(lIlereaderes chinos en Asia, sirio-libaneses en más de dos brazadas de perlas al mes como máximo, cte. De
etc. J. La dificultad teórica con­ manera general, en el interior de Africa, de Asia, de Nueva Gui­
si~te. una \ez más, en e\'Ítar proyectar sobre todos los tipos de nea, circulaban cauris que provenían de orillas remotas, por
mercado. v más allá de las formas mercantiles de circulación de ejemplo de la India, y que eran adquiridas mediante el canje
bielll'~, L'S dl'l'ir, sobre las formas no --- -
_L" - de productos locales raros. Por tanto, a la entrada o a la sa­
cadas de la eCOllOl1Ua lida de cada una de esas sociedadl's, esos objetos preciosos
te, L'S lo que sucede con te la forma de mercancías, trocadas
SL' cunsi(kr~lll ,'inculados a la escuela formalista o relativamente poco fluctuantes en el ínt,:rior ele
'_'cunómicLl, la mm'oría de las veces circulaban, no corno
Lna de las cuestiones críticas de esta discusión es lo que se para dar o distribuir en el pro­
ibma L'! éllléílisis (k las «monedas prÍlnitivas». PostC'riormente a ceso de la las relaciones de oroducción. del
U¡,as \ a i\1alillO\\ski se han ckscubierto múltiples sociedades parentesco o del . Por tanto, nlUV
pur acumular bil'nes preciusos, adornos de plll- objetos pn:ciosos que encontramos en las sociedades
124 Maurice Godelier La antropología económica 125

vas son de una doble naturaleza, a la vez objetos para dar y sin comprometer la reproducción del rebaño. Este sería uno de
moneda, según que sean trocados entre los grupos o circulen los mot ivos por los que esas sociedades se contentan con la
en su seno, etc. Funcionan como mercancía si es necesario im­ leche y dan prioridad al consumo de leche sobre e! de Carne.
portarlos o si son producidos para la exportación. También Pero existen factores religiosos, ideológicos, que intervienen
funcionan como objetos de prestigio, objetos de intercambio igualmente en la elección de la leche, como es el caso de los
social, cuando circulan en el interior de un grupo por el meca­ todas de la India, estudiados a comienzos de siglo por Rivers.
nismo de los dones y otras formas de redistribución. De esas En el estado actual de la teoría es difícil dar una explicación
diversas funciones, en general es la función de objeto de in­ de estos hechos. Ya los economistas clásicos y Marx
tercambio social la que predomina, y esto expresa el predomi­ reconocían la importancia de este elemento «moral e histórico»
nio de las relaciones de producción no-mercantiles en el fun­ en la determinación de las necesidades «socialmente necesarias»
cionamiento del modo de producción de la sociedad en la que de los trabajadores según su nacionalidad: irlandeses, france­
esos objetos circulan. Hay que precisar que no basta que un ses, griegos, etc., y en la determinación, por consiguiente, del
objeto precioso circule como mercancía para que se convierta salario y de! coste de la fuerza de trabajo.
en moneda; hace falta además una condición suplementaria:
que sea posible intercambiarlo por varias mercancías de tipo * * *
diferente. Por ejemplo, entre los baruya de Nueva Guinea, la
sal era una moneda en la medida en que era producida para Ahora podemos concluir. A lo largo de todo este texto he­
el canje y cambiada por medios de producción -hachas de pie­ mos dejado sin respuesta una pregunta que nos habíamos
dra, armas, arcos, flechas-, por medios de subsistencia, como teado desde el comienzo: ¿cuál es el campo de análisis de la
los cerdos; por bienes de prestigio: cOllchas, plumas de aves antropología económica?, pregunta que no sólo se plantea la
del paraíso y, en determinados casos, servía de prestación por antropología económica, sino toda la ciencia antropológica. Aho­
los servicios de los chamanes, etcétera. ra bien, nuestro texto contiene ya implícita la respuesta: no
Habría que acabar este sumario recorrido por los campos de existe principio teórico, axioma de cierre de la antropología,
la antropología económica con un estudio de las formas de con­ porque una auténtica ciencia del hombre no puede ser sino
sumo según los diferentes tipos de sociedades y modos de pro­ comparada y sólo puede ser una ciencia de la historia del hom­
ducción. Sobre este aspecto, existen pocos trabajos o, al menos, bre. Entiéndase bien: en su práctica, la antropología ha nacido
pocos trabajos profundos. No nos referimos en este caso al del descubrimiento del mundo no occidental por Europa y del
análisis de las formas de consumo productivo que están im­ desarrollo colonialista europeo desde sus primeras formas, con­
plicadas cn los diversos procesos de producción, pues esos as­ temporáneas del nacimiento del capitalismo, hasta el imperia­
pectos fueron abordados cuando analizamos lo que se entiende lismo mundial del siglo xx. En la práctica, el campo de análisis
por modo de producción y modo de reproducción. Lo que ha­ de la antropología se ha ido poblando poco a poco con todas
bría que analizar aquí es el consumo que mantiene y renueva las sociedades sin clases y sociedades de clases no occidentales
la existencia (y la fuerza de trabajo) de los miembros de una que descubría el Occidente en su expansión mundial, y que el
sociedad. Existen en ese caso dificultades específicas que exi­ historiador abandonaba al antropólogo desde el momento en
gen tener en cuenta teóricamente toda la configuración y todas que esas sociedades no ofreCÍan archivos escritos para recons­
las instancias de una sociedad determinada. ¿Por qué determi­ tituir su historia pasada. A partir de esta situación de
nados pueblos consumen la leche, pero no la carne de su ga­ algunos antropólogos han pretendido restringir la
nado, y otros, en cambio, la carne, pero no la leche? Estas gía al estudio de las sociedades primitivas y campesinas, mien­
cuestiones remiten a su vez a estudios más precisos sobre las tras que otros protestaban contra esta restricción y pretendían
condiciones exactas de la reproducción de un rebaño de anima­ que la antropología tratara todas las sociedades y mantuviera
les domésticos, por ejemplo. En determinadas sociedades, y su proyecto de compararlas todas. También se hacía preciso
sobre la base de técnicas de cría, el crecimiento natural del que términos tan vagos como "primitivos» y «campesinos» que­
rebaño es muy bajo, y tanto veterinarios como zoólogos han daran definidos. Los intentos más originales son los de Marshall
constatado que no se podía matar y consumir muchas cabezas Sahlins y Eric Wolf. Para estos autores, las sociedades
126 Maurice Godelier La antropología económica 127

tivas son aquellas en las que no existe explotación del hombre tender reducirlas a simples efectos de un determinismo univer­
por el hombre y las sociedades campesinas son aquellas en las sa1. Pero su tarea principal consiste en explicar por medio de
que los agricultores aseguran la subsistencia de la sociedad y qué determinación económica específica una determinada es­
de las clases dominantes, constituyendo, por tanto, una clase tructura no económica recibe la función de desempeñar un pa­
explotada. Un primitivo es un agricultor libre, un campesino pel directo en la producción y en las condiciones de reproduc­
es un agricultor explotado. Bajo esta forma aproximativa, los ción de un determinado modo de producción. La antropología
autores se sumaban a la división marxista entre sociedades sin económica concebida en esta perspectiva existe, y al mismo
clases y sociedades de clases. Pero, al mismo tiempo, la idea tiempo no existe. No puede existir como simple análisis de los
de que en el seno de la sociedades sin clases no existe la l~X· procesos de organización del trabajo en las sociedades que es­
plotación del hombre por el hombre queda desmentida por los tudia el antropólogo. No puede llevar a cabo su tarea más que
hechos. En las sociedades sin clases existen múltiples formas construyendo tanto la teoría del parentesco, de lo ideológico,
de desigualdad: desigualdad entre el hombre y la mujer, des­ de lo político como la de lo económico en el seno de los diver­
igualdad entre las generaciones en la producción y en el control sos modos de producción. Lo que nos ha enseñado la antropo­
de la reproducción de la sociedad y del modo de producción. es a reconocer la inmensa variedad de los diferentes mo­
Una sociedad de clases existe cuando un conjunto de individuos dos de producción y de las diferentes formas de sociedad que
que no participan en la producción subsiste gracias al trabajo existen bajo la rubrica de «sociedades primitivas o sociedades
de los productores directos, y al mismo tiempo controla los campesinas». Las sociedades sin clases están tan diversificadas
medios de producción esenciales: la tierra, el ganado, etc. Da­ en sus modos de producción como las sociedades de clases, en­
niel Thorner ha intentado asimismo definir un concepto de tre las que se dan modos de producción tan diferentes como
economía campesina, pero sólo ha logrado enunciar algunas el modo de producción asiático, el modo de producción feudal,
determinaciones comunes a todas las sociedades cuya produc­ el modo de producción esclavista, el modo de producción ca­
ción está basada en la agricultura, en las que existe una opo­ pitalista, etc. La noción de un estadio homogéneo y poco dife­
sición entre ciudad y campo y que están sometidas a un poder renciado, bautizado "comunismo primitivo», a través del cual
público organizado. Tales determinaciones comunes no consti­ habrían pasado todas las sociedades, no resiste al examen. Ya
tuyen un conocimiento real, son, todo lo más, como indicaba hemos "isto, por el simple examen de los modos de produc­
Marx en relación con las categorías generales de la economía, ción basados en la caza, todas las diferencias que existen en la
abstracciones que evitan la repetición. En definitiva, el objeto organización de la producción y de la sociedad entre los es­
mismo de la antropología económica nunca se nos da por 'lde­ quimales, los shoshones, los aborígenes australianos y, natu­
lantado, porque 10 económico nunca se nos da como tal, al ni­ ralmente, los kwakiutl que, aun dependiendo para su subsis­
vel de la simple aprehensión empírica de los hechos. Aquello tencia de la caza, de la pesca y de la recolección, conocen una
que constituye lo económico debe ser reconstruido teóricamen­ estratificación social compleja donde figuran una aristocracia
te para cada modo de producción determinado. Según el modo hereditaria, gente común libre y esclavos. El dilema entre an­
de producción de que se trate, el antropólogo descubre que re­ tropología e historia, o la oposición de la antropología a la
laciones de producción que en el marco del modo de produc­ historia constituye un falso problema. Porque trata con
ción capitalista no funcionan directamente en el proceso de ridad del funcionamiento de sociedades sin clases y de socieda­
producción, funcionan, en cambio, como relaciones de produc­ des de clases precapitalistas, y porque pretende ser una teoría
ción y como condiciones de reproducción del proceso de pro­ de las transformaciones de las funciones, de las formas, del
ducción en el marco de modos de producción no capitalistas. En papel de las estructuras de la vida social en el marco de deter­
determinados casos son las relaciones de parentesco las que minados modos de producción y sobre sus bases, la antropolo­
desempeñan ese papel; en otros. como en el ejemplo inca o en gía se encuentra en la vanguardia de las ciencias que. precisa­
el ejemplo azteca, son las relaciones político-religiosas las que mente, pueden explicar ese hecho fundamental de la historia
aseguran directamente las condiciones de reproducción elel humana que fue la aparición de las sociedades de clases y la
modo de producción. La tarea teórica del antropólogo consiste, desaparición progresiva de todas las sociedades sin clases que
primero, en reconocer esas dominaciones y no negarlas o pre­ constituyeron las primeras formas de la vida humana. Ahora
128 Mallrice Godelier La antropología económica 129

sabemos, gracias a los trabajos de la arqueología, de la botáni­ y que están consideradas como sociedades «atrasadas», perte­
ca, de la zoología comparadas e históricas, que las primeras so­ necientes al llamado mundo «subdesarrollado)}. Al mismo tiem­
ciedades de clases nacieron tras un largo desarrollo de la do­ po, desde hace tres siglos esas sociedades ven sus propios mo­
mesticación de las plantas y de los animales que permitió la dos de producción y sus organizaciones sociales despedazados
constitución de modos de producción basados en la agricultura y eliminados por la dominación del modo de producción capi­
y la ganadería, La ganadería no es una forma de producción talista y la penetración general de la economía mercantil. A pare
más antigua que la agricultura: ganadería y agricultura son tir del momento en que esas sociedades sólo pueden sobrevivir
contemporáneas, y la arqueología nos demuestra que, frecuen­ intentando tornar de nuevo las riendas de su propia historia,
temente, son las mismas sociedades prehistóricas las que se es­ esforzándose en contar consigo mismas y en sacar fuerzas de
cindieron en grupos pastores y grupos agricultores, La agricul­ su propia sustancia, la antropología puede servir para recono­
tura debió desarrollarse antes de que los nómadas pudieran in­ cer mejor la forma original de los signos del futuro. Finalmen­
vadir las estepas y continuar un modo de producción especia­ te, de nuestro análisis se pueden extraer los contornos de una
lizado en la cría de ganado. Las condiciones de aparición de metodología de la investigación de campo y, al mismo tiempo,
las sociedades de clases y del Estado, de una vida urbana opues­ una metodología de la elaboración teórica de los datos tornados
ta a una vida rural, fueron el fruto de una larguísima evolución sobre el terreno. El punto de partida de ambos métodos es el
neolítica. El término «revolución neolítica» empleado hace al­ mismo; el análisis no parte del individuo ni tampoco de la so­
gunos alias, actualmente es criticado por los arqueólogos que, ciedad comprendida corno un sujeto, corno haCÍa la escuela so­
en parte, han podido reconstruir los procesos de aparición de ciológica de Durkheim: "Considerar a la sociedad como un su-
la agricultura en el Antiguo y en el Nuevo Mundo. Hubieron único es considerarla desde un punto de vista falso,
de transcurrir varios milenios, tras la aparición del maíz, para especulativo.» El punto de partida, por consiguiente, no puede
que aparecieran las primeras aldeas sedentarias en Meso-Amé­ ser otro que el estudio de las relaciones sociales, de las que el
y varios milenios más para que la existencia de ciudades individuo no es sino el soporte.
y de Estados se manifestara en las secuencias arqueológicas.
El concepto de «revolución neolítica}" en la medida en que
ca la idea de una explosión de las estructuras sociales, de una
BIBLIOGRAFIA: LIBROS DE REFERENCIA
transformación brutalmente acelerada de las formas de produc­ SOBRE ANTROPOLOGIA ECONOMICA
ción y de existencia, no puede sostenerse ante los descubrimien­
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III. ECONOMIAS y SOCIEDADES: ENFOQUES Enfoques funciona/isla, estrucluralista y marxista 133
FUNCIONALISTA, ESTRUCTURALISTA y MARXISTA *
matrimonio y en las relaciones políticas ... Ahí se encontraban,
escondidas, pero accesibles al descubrimiento, sutiles simetrías,
complejas redes, mientras que las actividades de subsistencia
eran consideradas como realidades simples, indiferenciadas, que
se repetían de la misma y aburrida manera en cualquier lugar
en que se las encontrara» 2.

En la práctica, esta actitud teórica dio lugar a la produc­


¿ Cómo analizar las condiciones de aparición y los efectos so­ ción de análisis minuciosos y, frecuentemente, profundos de las
bre la lógica profunda del funcionamiento y de la evolución de relaciones de parentesco o de las relaciones político-ideológicas,
las sociedades, de las relaciones que los hombres entablan en­ mientras que la economía de numerosas sociedades se estudia­
tre sí en la producción de las condiciones materiales de su exis­ ba de manera «ecléctica» 3, perfectamente ilustrada en la obra,
tencia? Con ello abordamos el tema principal de la primera de compilación más que de síntesis, de Melville Herskovits, The
parte de esta exposición, pero sabiendo ahora en qué campo de Economic Life of Primitive Peop/es (1940) 4. Pero hay que per­
análisis teórico se nos plantea, es decir, en el campo de la an­ catarse de que ese menosprecio o ese eclecticismo, con sus con­
tropología tal y como se ha constituido históricamente como el secuencias teóricas, podían, en cierta medida, parecer juslifi­
campo, mal unificado y peor delimitado, de estudios de dos frag­ cados por los hechos, pues es cierto que, en numerosas socie­
mentos de la historia humana, las sociedades sin clases y las dades precapitalistas, las relaciones de parentesco o las relacio­
sociedades «campesinas». Hemos visto cómo la noción de cau­ nes político-religiosas parecían «dominar» su funcionamiento y
salidad estructural de la economía constituye el centro del de­ controlar la reproducción de su modo de producción, ya fuera
bate. Vamos a retomarlo brevemente, evocando las formas en e! parentesco, en el caso de los nuer, o lo político-religioso en
que lo abordan funcionalistas, estructuralistas y marxistas. el caso de los aztecas o de los incas.
Aunque Malinowski, Firth, Evans-Pritchard, Nade! hayan sido Muchos vieron en e! hecho de estos predominios la prueba
precursores magistrales en el campo del estudio de la econo­ de que la economía apenas había determinado el funcionamien­
mía de las sociedades de Oceanía y de Africa, la mayor parte to y la evolución de las sociedades precapitalistas no occiden­
de los funcionalistas no han seguido el consejo de Firth, quien tales, y, por tanto, había desempeñado tan sólo un papel menor
continuamente insistió en la necesidad de analizar con rigor las en la historia de la humanidad. Llevando hasta el límite ese
bases económicas de esas sociedades, porque <da estructura so­ razonamiento, algunos afirmaron, como Warner, apoyándose en
cial... depende estrechamente de las relaciones económicas es­ el caso de los murngin de Australia, que parecía que ésta y
pecíficas que nacen del control de los recursos», y de este modo otras sociedades careciesen por completo de estructura eco­
se hacía posible una «comprensión más profunda de las es­ nómica, porque no podían descubrir una que existiera separa­
tructuras sociales que existen en el seno de las comunidades damente de las relaciones de parentesco; estas últimas funcio­
que estudia el antropólogo» 1. En cambio, como subraya con én­ naban, pues, como "institución general», según la afortunada ex­
fasis Robert McNetting, entre los funcionalistas: presión de Evans-Pritchard. En realidad, todo e! problema está
ahí, en el hecho de que los antropólogos funcionalistas y, fre­
Estaba muy extendida la creencia de que la clave de la uni­
dad magnífica y compleja de la sociedad residía en su estructu­ cuentemente también, los que se pretenden marxistas, de forma
ra, y de que ésta se basaba en las relaciones de parentesco y espontánea y acientífica, no conciben que las relaciones de pro­
ducción puedan existir si no es bajo una forma que las distinga
Este texto es un extracto de un informe presentado en el Séminaire
Intérnalional dedicado al tema: "La unidad del hombre, invariantes bio­ 'Robert McNctting: The Ecological approacll Úl Cultural Study. A
lógicos y universales culturales», organizado por la Fondation Royaumont .HcCaleb module in Alltlzropology, 1971.
b:lio el patrocinio del Centre Intérnatioual d'Etudes Bio-anthropologiques 3 R. Firth: LC0110lllics oi tlle NeIV lealand, O\\"en, Wellington, 1959,
(CIEBAF). página 31.
1 R. Firth: Primitive Poly¡¡esian Economy, p. 14. • M. J. Herskovits.
134 Mal/rice Godelier Ellfoques flmcionalista, eslructuralista y ¡narxista 135

y las separe de otras relaciones sociales, como sucede en el caso parentesco y niveles particulares de cultura, tipos de ('cunon
de las relaciones de producción en el seno del modo de produc­ formas de gobierno o estrucuras de clase»
ción capitalista. Así pues, aunque actualmente algunos de los discípulos de
Por consiguiente, nadie podrá asombrarse de que, inspirados Murdock, partiendo de una muestra más amplia de 577 socieda­
por semejante concepción acientífica y apriorística de las rela­ des en lugar de 250, y a un análisis multifactorial, des­
ciones de producción, muchos antropólogos lleven a cabo de cubran correlaciones significativas entre evolución de los mo­
forma desequilibrada e insuficiente el análisis de las bases eco­ dos de producción y aparición de determinados sistemas de pa­
nómicas de las sociedades que estudian. En efecto, la economía rentesco 6, la práctica empirista de los antropólogos ha conso­
se reduce, desde su punto de vista, a lo que resulta directamen­ lidado hasta ahora la idea, común desde el comienzo del si­
te visible como tal; ahora bien, habida cuenta de que una parte glo xx, de que la historia no es más que <da sucesión de los
de las relaciones de producción se disimula en el funcionamien­ acontecimientos accidentales que han hecho de una sociedad lo
to de las relaciones de parentesco y de las relaciones político­ que es», tesis cuya evidente exageración ha hecho rebelarse a
el estudio de la economía se reduce al estudio de la hombres como Evans-Pritcharel, que, sin emb::u-go, aceotan en lo
organización del trabajo en la producción de los medios de sub­ esencial las tesis funcionalistas 7.
sistencia y a las reglas de propiedad, al que a veces se añade, En realidad, el funcionalismo viene a completar y, hasta
para redondear, el estudio de la tecnología, aunque esta última, cierto punto, a contradecir al empirismo, ya que, si para este
slricto se/HU, no pertenece a la economía. último las estructuras sociales se confunden con las relacion~s
Las piezas faltan tes del modo de producción, sus partes in­ sociales visibles y si esas relaciones visibles son aprehendidas
como variables exteriores las unas a las otras y sin vínculo es­
visibles, sólo pueden entonces estudiarse indirectamente cuan­
tadísticamente significativo, ¿cómo puede existir una sociedad,
do el antropólogo analiza las diversas funciones de las relacio­
es decir, un todo que exista y se reproduzca como tal? El [un­
nes de parentesco y de las relaciones político-religiosas, al me­ cionalismo supone entonces que las diversas relaciones sociales
nos si su análisis del parentesco no se limita al estudio de la visibles en el seno de una sociedad forman un sistema, es de­
terminología de parentesco y de las reglas del matrimonio, de cir, que existe entre ellas una ínterdcpendencia funcional que
la residencia y de la filiación. Esto demuestra que la concep­ les permite existir como un todo «integrado» que tiende a re­
ción misma, ideológica y empirista, de las relaciones de pro­ producirse como tal, como una sociedad. Y el hecho de que
ducción empobrece, atomiza y falsea el análisis de la economía, ciertas partes de ese todo tengan como función "integrar» a
por una parte, pero, por otra, falsea necesariamente y por idén­ las otras partes en un solo todo es la razón de que subsistemas
ticas razones el análisis del parentesco, de la política y de la
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instante en que la economía era confrolltada, bien al parentes­ ral slngC' in bctwccn) more orlen lhan jI has changed in ¡Ile' Op[1usilC di­
co, bil~n a la religión o a las formas de poder como a otras renjull. The 19th eeBlur.\' c\'olutiollisls wcrc parlly right :lholll Ihe: major
tantas \'ariables radicalmente exteriores a ella en modo scqllenee of changc but lheir rcason, ror the change wcrc tlh'
nos podemos asombrar de que la investigación estaois­ ones. l! is Ihe eH)]ulion of tcclmology and governl11l'nt lhal falors
lineal m'l'!' matrilineal deseent, nol the recognítion bíological
tica de correlaciones positivas entre economía y estructuras so­ ami lile' ah,mdolll1lClll of 01' lllarria2c" ¡IUI\"l'\\'cT, af·
ciales o ('ntre la evolución de los modos de producción y la ter socielies ha\'c an ad\':meed 1c\c1 lechnoloL''' ~lDd politic'11
evolución dl' las sociedades haya culminado en un fraC<iso v cn organization, uIlilincal deseen! groups of aIl kil1lb lCl1d 10 disa,1pc:ar, as
lhe\ ha\'(: done in mos! of Furopc: ami ils dcriyalioll CUlIUrl?~' Artículo
la r('afirmación , por G. P. Mun.lock, ({contra los evolucionistas, cil,¡du, 3-+5. Los estudios DI i\cT y Schul?sskr prulongan lo, [c'sul!a­
ele que 110 c'(istc secuencia inevitable dt' formas sociales ni aso­ el,,, dl' :\hlTk ,obr,' ,\lalrililh'lli dc''''L'Jlt in Cr()"'ltllllll~d
ciaci<in 1l1'lYSél¡'ia entre particulart's (k rt'sidcl1cj¡l o de tin'", C'll ,\1atrilillcol Kil1s/¡ip. Schncidcr y Gough, t'ni\'.;rsi!\, (Ji
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136 Maurice Godelier Ellfoques fll11ciollalista, estructuralista y marxista 137

«particulares» (parentesco, religión, economía) desempeñen, se­ bros de la cIase dominante personificada por el inca Shinti,
gún las sociedades, un papel de <<institución general». el hijo del Sol. Por tanto, hay que explicar por qué razones y
Nadie discutirá que, en relación con el empirismo abstracto en qué condiciones una determinada instancia social asume una
y asociacionista, la negativa a estudiar las relaciones sociales determinada función y qué modificaciones en su fonna y en su
tomándolas una por una, separadamente, para situarlas en cam­ mecanismo interno implican esos cambios de funciones. En
bio en su conjunto y en sus relaciones recíprocas, es nuestra opinión, en ello estriba en la actualidad el problerna
suponiendo que forman un sistema de relaciones, constituye un principal de las ciencias sociales, ya se trate de la antropología,
progreso. Pero más allá de ese principio, que se ha convertido de la sociología o de la historia. Pero -se podrá objetar- ¿en
en una condición necesaria del método científico, el funciona­ qué medida la solución de este problema habría de depender
lismo padece insuficiencias teóricas radicales. Ya hemos mos­ más en particular de la posibilidad de analizar la causalidad
trado que, al confundir estlllctura social y relaciones sociales estructural de la economía, puesto que, en definitiva -incluso
visibles, el análisis funcionalista se condena a permanecer pri­ si no se puede explkar- el simple hecho del predominio, bien
sionero de las apariencias de los sistemas sociales que estudia, del parentesco, bien de 10 político-religioso, basta para contra­
incapacitándose para descubrir no sólo la lógica subyacente, in­ decir y eliminar la hipótesis de Marx del papel determinante en
visible, de esos sistemas, sino también las condiciones estruc­ último análisis de la economía en la historia? Esta es una ob­
turales y circunstanciales de su aparición y de su desaparición jeción frecuente entre los funcionalistas y que volvemos a en­
en la historia. Ahora necesitamos ir más lejos. contrar a raíz del último e importante estudio de Louis Dumont
Afirmar, efectivamente, que el parentesco o la instancia po­ sobre la organización social de la India tradicional, autor que
lítico-religiosa desempeña en una determinada sociedad un pa- más bien se considera estlllcturalista.
dominante porque «integra» a todas las demás relaciones En realidad, la objeción desaparece a partir del momento
sociales, es una «explicación» que rápidamente se agota en sí en que se constata que no basta con que una instancia social
misma y corre el riesgo de oscurecer más que aclarar los he­ asuma varias y cualesquiera funciones para ser dominante, sino
chos. Pues una instancia social sólo puede <<in tegran, a las que un requisito obligatorio estriba en que asuma la función
otras en el caso de que asuma en el interior de ella misma va­ de relaciones de producción, es decir, no necesariamente el pa­
rias funciones distintas, articuladas las unas respecto a las pel de esquema organizador de tal o cual proceso concreto de
otras según una cierta jerarquía, funciones que en la sociedad trabajo, sino el control del acceso a los medios de producción
capitalista están asumidas por relaciones sociales distintas que y u los productos del trabajo social, implicando asimismo ese
aparecen como otros tantos subsistemas específicos en el inte­ control autoridad y sanciones sociales, por consiguiente, rela­
rior del sistema sociaL El parentesco domina la organización ciones políticas. Son las relaciones de producción las que deter­
social cuando no solamente regula las relaciones de descenden­ minan el predominio de talo cual instancia. Por
cia y de alianza entre los glllpOS y entre los individuos, sino poseen una eficacia determinante general sobre la organización
también sus derechos respectivos sobre los medios de producción de la sociedad, puesto que determinan no sólo ese predominio,
y los productos del trabajo, define las relaciones de autoridad sino también, a través de él, la organización general de la so­
y de obediencia y, por tanto, las relaciones políticas, en el seno ciedad.
de los grupos o entre ellos y eventualmente sirve de código, de No basta, por tanto, afirmar que las rclaciones sociales de­
lenguaje simbólico para expresar a la vez las relaciones de los ben ser funcionalmente interclependicntes para que c"'\ista una
hombres entre sí y con la Naturaleza. Este no es el caso de los sociedad, ni siquiera que esa interdependencia sea la de varias
cazadores-recolectores mbuti del Congo, donde las relaciones fllneione~ necesarias v, por tanto. complementarias. Más allá
entre generaciones predominan sobre las relaciones de paren­ de estas tesis, que rápidamente degeneran en tri\ialidades, el
tesco, y tampoco era el caso de los incas, entre los cuales la punto esencial es el concerniente a la causalidad v, por tan10,
instancia político-religiosa funcionaba como relaciones de pro­ a la dicacia específica ele cada [unción (v, por tanto, de las re­
ducción, puesto que, por las buenas o por las malas, las tribus laciolles sociail's que lo asumen) sobre la forma y el contenido
indias dedicaban una parte de su fuerza de trabajo a mantener de la organización social. Ahora bien, si en la realidad las di­
el culto a los dioses y a los muertos y a mantener a los miem- \'l'lS:IS inst<lncias sociales están las funcio­

w
estrlictllralista y marxista 139
138 Mal/rice Gudelier
siempre son, en último análisis, interiores a ese sistema y expli­
nes que asumen y si la función de las relaciones de producción
can el aspecto no intencional de su funcionamiento. Hay que sub­
es el primer principio de su jerarquía, entonces la formulación
rayar asimismo que afirmar que dos términos. o dos relaciones en­
rigurosa de la problemática de las ciencias sociales resulta ser:
tre términos o nos estructuras se oponen, no significa negar su
¿En qué condiciones y por qué razones tal instancia asume las
complcmentariedad, sino simplcmente afirmar que esta última
funciones de relaciones de producción y controla la reproduc­
existe dentro de ciertos límites y que, más allá de esos límites,
ción de esas relaciones y, a través de ello, la de las relaciones
el desarrollo de la oposición impide el mantenimiento de la
sociales en su conjunto? eomplementariedad. Esto se ha convertido en una evidencia casi
Inmediatamente podemos percatarnos de que esta proble­
tridal desde que la cibernética y la teoría de los sistemas lo
mática es la de Marx y que vuelve sobre su hipótesis de la deter­
han formulado matemáticamente haciéndolo operatorio. Sin
minación en último análisis del proceso de la vida social e in­
embargo, no es más que otra formulación del principio de la
telectual por el modo de producción de la vida material. Asi­
unidad de los contrarios que se encuentra en la dialéctica de
mismo podemos ver que el análisis de las sociedades sin clases
Hegel y en la de Marx. Pero no existe razón alguna para con­
o de las sociedades de clases no capitalistas no contradice esta
fundir el principio de la unidad de los contrarios, prin­
hipótesis, y, por tanto, no existe razón alguna para oponer an­
cipio que es científico, con el principio funclamen tal de la
e historia. Pero, sobre todo, puede verse que respon­
dialéctica hegeliana, el de la identidad de los contrarios, que
_ cuestión implica no sólo informar sobre la eco­
no tiene ningún fundamento científico. El principio de la iden­
nomía de una sociedad, sino también sobre todas sus estructu­
tidad de los contrarios no es precisamente sino la condición ne­
ras sociales, y que la empresa no conduce al desarrollo de una
cesaria para construir un sistema metafísico cerrado, el del
antropología económica concebida como disciplina fetichizada
idealismo absoluto, que parte del postulado no demostrado de
y autónoma, sino al replanteamiento general, metódicamente
que el Espíritu es la única realidad que existe y que se contra­
riguroso, del campo teórico de la antropología.
dice en sí misma, permaneciendo idéntica a sí misma a través
Tales son los aspectos esenciales de nuestra crítica del fun­
de sus contradicciones, puesto que la materia es el pensamien­
cionalismo empirista clásico. Pero esta crítica no se detiene
to en sí que no se piensa y se contradice en tanto que pensa­
La hipótesis de la interdependencia funcional de las par­
miento, y el Lagos es el pensamiento para pero que se opone
tes de un sistema social y la hipótesis suplementaria de que
al pensamiento en sí, a la materia, y la unidad del pensamiento
todo sistema social p(:rmanece en equilibrio o tiende hacia él
en sí y del pensamiento para sí constituye en su identidad las
han dificultado o imposibilitado frecuentemente a los funciona­
formas del Espíritu Absoluto.
listas admitir y descuhrir la existencia, en el seno del sistema
Hay que subrayar que, si bien el principio de la identidad de
que estudiaban, de contradicciones, bien en el seno de una es­
los contrarios implica a fortiori el de la unidad de los contrarios,
tructura social, bien entre diversas estructuras, empujándoles
la recíproca no es cierta. No existe razón alguna para cargar
a investigar fuera de esos sistemas las causas de su evolución
con el primero o defenderlo cuando se defiende al segundo y se
y de su desaparición. Esta e\'olución parecía no tener razón
lo asume de nuevo. Desgraciadamente, la frecuente confusión
interna alguna, sino ser más bien el producto de circunstancias
en que incurren los marxistas respecto a ambos
contingentes en relación con la interna de esos sistemas.
acredita y refuerza la negativa de los funcionalistas a buscar y
Toda la historia humana aparecía como la suma COl1tillcente de
descubrir contradicciones en el seno de los sistemas que anali­
todos esos accidentes.
zan. ¿Sucede lo mismo con los neofuncionalistas, que se decla­
Por supuesto, no se trata de negar la existencia de causas
ran partidarios de un tratamiento cihernético de los hechos so­
externas de la transfurmación y de la e\olución de los sis lemas
ciales?
económicos y sociaks, ni tampoco de negar que todo sistema
Enfrentándose a la tradicional «antropología cultural» ame­
implica en su funcionamiento la reproducción de las relaciones
cuvo idealismo y psicologismo critican, un determinado
sociales que lo constituyen, pero hay que suhrayar que las cau­
nÚlJlero de antropólogos y arqueólogos de los Estados Unidos
sas, externas o internas, sólo til'ncn efectos porque pUllcn en
."c declararon, hacia la década de los cincucnta, partidarios de
por tanto, hacen actuar como calJsas última,,) las pro­
un mw\·o enfoque teórico que, por contraste, denominaron ({cco­
esl ructuraks de los sistemas, y que esas propiedades
140 Maurice Godelier EI/foques funciona/ista, estmcturalista )' nzarxista 141

logía cultural». Inspirándose en los antiguos trabajos de Leslie ¡1icas a ser ante todo la de los medíos funcionalmente necesa­
White y, sobre todo, de Julian Steward, subrayaron la necesi­ rios para esta adaptación biológico-ecológica que ofrece diver­
dad y la urgencia de estudiar con cuidado las bases materiales sas ventajas selectivas. Volveremos a insistir en estos aspectos,
de las sociedades y de reinterprctar todas las culturas humanas pero antes enumeraremos b,evemente los descubrimientos po­
enfocándolas como procesos específicos de adaptación a deter­ sitivos que se obtuvieron rápidamente a partir del momento en
minados ambientes. En el plano metodológico reafirmaron que que se emprendió sistemáticamente el estudio detallado de as­
cada sociedad debía ser analizada, ciertamente, como una totali­ pectos esenciales del funcionamiento de las sociedades primi­
dad, pero asimismo como un subsistema en el interior de una tivas o antiguas que habían sido -con algunas brillantes excep­
totalidad más vasta, el ecosistema particular en cuyo seno co­ ciones como las de Malinowski, Firth, Evans-Pritchard- dogmá­
existen las poblaciones humanas, animales y vegetales en un ticamente subestimados o maltratados.
sistema de interrelaciones biológicas y energéticas. Para ana­ Los esfuerzos se concentraron en el estudio preciso del me­
lizar las condiciones de funcionamiento y de reproducción de dio ecológico, las condiciones concretas de la producción, los
esos ecosistemas y reconstruir las estructuras de los flujos de regímenes alimenticios y los equilibrios energéticos de deter­
energía, los mecanismos de autorregulación, de feed-lJack, etc., minados cazadores-recolectores (Richard Lee, De Vore, Ste­
recurrieron a la teoría de los sistemas y a la toría de la comu­ ward), de los indios de la costa Noroeste (Suttles), de las socie­
nicación. Todo el funcionalismo parece renovado: en su orien­ dades pastoriles del Este de Africa (Gulliver, Deshler, Dyson­
tación, desde ahora explícitamente materialista y no simplemen­ Hudson) y de sociedades de agricultores sobre terrenos desfo­
te empirista; en sus métodos, por la utilización de la teoría de restados por el fuego de Oceanía o del Sureste asiático (Roy
los sistemas, y en sus posibilidades teóricas que permiten, al Rappaport, Vayda, Geertz) 8. Poco a poco se acumularon los
parecer, volver eon mayor seguridad sobre el problema de la descubrimientos y, al mismo ritmo, se hundieron tesis clásicas
comparación de las sociedades (problema que los funcionalis­ de la antropología cultural que figuraban en lugar destacado en
tas solamente podían abordar con dificultades o con desdén) el diccionario de las ideas sacadas de los manuales para estu­
e incluso ir más lejos, intentando construir un nuevo esquema diantes y público cultivado. Por ejemplo, se descubrió que bas­
-esta vez multilíneal- de evolución de las sociedades (proble­ taban aproximadamente cuatro horas de trabajo diarias a los
ma completamente abandonado desde los anatemas de Boas, cazadores-recolectores del desierto del Kalahari o de la selva
GoJdenweiser y Malinowski contra el evolucionismo). ¿No nos del Congo para que los miembros productivos produjeran en
encontramos ya en el universo teórico, si no del propio Marx, esas sociedades lo suficiente para satisfacer todas las necesi­
al menos dcl marxismo tal y como generalmente se lo entiende dades socialmente reconocidas en el seno de su grupo. Ante
y se lo practica? esos hechos, la visión de los cazadores primitivos viviendo al
No nos encontramos todavía en ese universo teórico y vamos borde de la penuria y sin poder disponer de tiempo libre para
a tratar de demostrarlo, aunque antes intentaremos resaltar la inventar una cultura compleja y prog:resar hacia la civilización
riqueza del balance provisional de esas tentatin1s, cuya natura­ se hundió rápidamente, y Marshall SahIíns, tras echar abajo
leza e importancia tan sólo sugeriremos. Sin embargo, los lími­ las viejas ideas, llegó a proclamar por oposición que se trataba
tes de la empresa son desde ahora perfectamente visibles, y se de la única «sociedad de abundancia" realizada jamás, puesto
deben a la estrechez del materialismo de esos investigadores y, que todas las necesidades sociales estaban satisfechas v los me­
particularmente, puesto que ello consti tuve el cje de sus esfuer­ dios para satisfacerlas no eran escasos. Un tenaz prejiúcio que
zos, a las graves insuficiencias de su concepción ele la natura­ se remontaba hasta cl neolítico, nacido de las necesidades ideo­
leza de las relaciones económic3s v, por tanto, de los efectos de lógicas de los pueblos agricultores de justificar su expansión
la economía sobre la organización de las sudl:datks. La mavo­ en detrimento de los cazadores-recolectores, ha sido finalmente
ría de las veces se trata de un materialismo "reductor», en el desenmascarado.
sentido de que reduce la economía a la tecnología y a los in­
tercambios biológicos y energéticos de los hombres con la na­
turaleza que los circunda, y reduce asimismo la significación de , La bibliografía del conjunto de estos artículos se encuentra en el
artículo de Robcrt McNctting, anteriormente citado, «The Ecological Ap­
las relaciones de parentesco o de las relaciones político-ideoló­ proac/¡".
142 Maurice Godclicr b¡toques estructuralista )' marxista 143

En lugar de no ver en el potlatch de los indios de la costa No­ excedentes abundantes y regulares y, al mismo tiempo, una
roeste más que una forma «exagerada}) de práctica político-ideológica para obligar, mediante la redistribu­
de una propensión cultural a la «megalomanía» ción ceremonial de esos excedentes, a los grupos vecinos, o
1946, pág. 169) fomentada por la multiplicidad de los recursos aliados potencialmente hostiles, a reconocer pública y pacífica­
ofrecidos por un medio pródigo, Suttles ha demostrado que ese nícr:te la legitimidad, y, por tanto, el mantenimiento de los de­
medio estaba fuertemente diversificado y que, por tanto, los rechos de los grupos sobre sus territorios y sobre sus recur­
recursos estaban en él muy desigualmente repartidos entre los sos. Los hechos que constituyen el potlatch son, por consiguien­
grupos. Asimismo ha demostrado que, mientras más se avan­ te, hechos multifuncionales, como subraya Piddocke, "hechos
zaba en dirección Norte, más se acentuaba esta desigualdad y sociales totales», como deCÍa Mauss, hechos de «economía polí­
en mayor medida los grupos locales tendían a reafirmar con tica}} en el pleno sentido elel término, es decir, hechos que, para
fuerza sus derechos de propiedad sobre los lugares productivos poder recibir una explicación científica, exigen que se reconoz­
y a practicar el potlatch. Igualmente, Suttles ha recalcado el can las funciones económicas de las relaciones de parentesco y
hecho de que, allí donde los recursos estaban más concentrados, de las relaciones político ideológicas, y, por tanto, que se re­
como entre los haida, los tsimshian y los tlingit, la cooperación a través del pensamiento, la configuración exacta del
económica en el seno de los grupos era más intensa, los jefes modo de producción que permitía la producción y el control de
dirigían más de cerca el proceso de producción y la distribu­ vastos excedentes de bienes de subsistencia y de bienes de pres­
ción de los productos, su autoridad estaba ligada dc forma más tigio. Se dan. pues, todos los requisitos para que una reconstruc­
rígida al funcionamiento de los grupos de parentesco, en cuyo no solamente elimine toda interpretación «cul­
seno los vínculos de descendencia eran mucho más marcada­ turalista)} e idealista del potlatch, sino incluso para que no
mente unilineales que en otras confirme la hipótesis de que la significación latente, la raciona­
El análisis de los hechos que constituyen el potlatch dista lidad oculta del potlatch radicaba en asegurar ventaias selec­
de haberse agotado y se ha criticado duramente a Suttles por tivas a los grupos que lo practicaban.
no haber demostrado verdaderamente su hipótesis de que la Asimismo, es difícil mantener la idea, que se ha hecho céle­
función del potlatch consistía en redistribuir los medios de bre desde Herskovits, de que los ganaderos africanos padecen
subsistencia que se acumulaban con exceso en un grupo entre un «complejo de ganado» que expresaría ante todo una «elec­
los grupos que careCÍan de ellos de forma critica. El potlatch ción cultural», más bien que limitaciones ecológico-económicas.
no se «reduce» a un mecanismo complicado y disfrazado de se­ La antropología, efectivamente, debe explicar un conjunto de
guro contra los peligros de una crisis de subsistencia originada hechos bien conocidos y que, frecuentemente, desde una óptica
por las fluctuaciones excepcionales de la producción de los re­ europea parecen profundamente irracionales. El ganado apare­
cursos naturales, fluctuaciones completamente normales, pero ce como una riqueza acumulada más bien para adquirir presti­
que pueden tener consecuencias catastróficas para cazadorcs­ gio y un estatuto social que para garantizar la subsistencia de
recolectores, o pescadores, que no producen sus recursos. Las sus poseedores o el enriquecimiento financiero mediante el
discusiones provocadas por las tesis de Suttles y de Vayda han intercambio mercantil. Cuando se intercambia ganado se hace
originado nuevos trabajos que tienen en cuenta todas las in­ casi siempre de forma no mercantil, para sellar una alianza ma­
formaciones acumuladas, desde Boas, por Barnett, trimonial y derechos sobre una descendencia. Habitualmente, el
Hélen Codere, Piddocke, etc., y que han permitido la aparición ganado se acumula en vastos rebaños cuya carne es consumida
de obras estimables como Makillg 111)' Name good, de Drucker en determinadas oC"asiones ceremoniales; los animales no son
y Heizer, y Feastil1f!, 1\'ith I11V el/CII/V, de Rosman y Rubel. Des­ utilizados como bestias de carga, y suministran todo lo más
de entonces ha quedado absolutamente claro que las competicio­ una débil producción lechera. El animal, antes que un bien
nes del potlatch y sus célebres prácticas de destrucción osten­ utilifario sería ante todo para el hombre un ser estrechamente
tatol'Ía no eran solamente la expresión de una «cultura}) origi­ asociado a los rituales que acompañan su propio nacimiento,
nal que colocaba en muy altos los 'Valores y los com­ su Illatrimonio. su muerte y estaría li"ado con él emocional e
i11l111S0 místicamente.
ele honor y de prestigio. Son también la expresión
de una economía bien administrada, capaz de producir Poco a poco, tras los trabajos de Gulliver, Deshler, Dyson­
144 Maurice Godelier Enfoques fU/lcionalista, estructuralista y marxista 145

J acobs, etc., esos «rasgos» culturales reciben otra in­ miento de las sociedades que practicaban la artiga en el sures­
terpretación. Pronto se ha podido advertir que se había afirma­ te de Asia o en Oceanía, o los excepcionales descubrimientos de
do con excesiva precipitación que el ganado era exclusivamente arqueólogos como Flannery, McNeish, cte., que tras las huellas
un bien de prestigio, y se ha hecho el inventario de múltiples de Braidwood y Adams, se esfuerzan, desde los años cincuenta,
ocasiones en que era intercambiado de forma no ceremonial por en reconstruir minuciosamente las condiciones ecológicas y
productos agrícolas y artesanales de los pueblos sedentarios. económicas de existencia de las poblaciones de Mesopotamia,
Asimismo se ha podido constatar que existían razones de orden Anatolia, Meso-América o los Andes que domesticaron las plan­
práctico en el hecho de que el sacrificio del ganado y su consu­ tas y los animales e inauguraron los cambios materiales y so­
mo revistieran un carácter ceremonial y excepcional. La impo­ ciales fundamentales que condujeron a la aparición de nuevas
sibilidad para una unidad de producción doméstica de conser­ sociedades basadas en nuevos modos de producción y desembo­
var y consumir por sí sola la cantidad de carne que represe!1ta caron, por una parte, en la progresiva desaparición de las so­
una cabeza de ganado impone un reparto con las otras unidades ciedades paleolíticas de cazadores-recolectores y, por otra, en la
que componen el grupo, y ese reparto crea o refuerza redes de aparición de sociedades de clases y estatales. También en este
obligaciones recíprocas, lo que confiere al sacrificio del ganado caso los descubrimientos constreñían a poner en duda y a re­
y a su consumo un carácter ceremonial y un alto valor simbóli­ visar profundamente ideas tan gloriosas como «la revolución
co, nacidos de esas funciones sociales. Por otra parte, si bien las neolítica» de Gordon Childe.
ocasiones ceremoniales de sacrificar ganado y distribuir la car­ Sin embargo, necesitamos constatar los límites del balance
ne se repiten regularmente en todas las familias, el hecho de de los estudios de los neofuncionalistas partidarios de la «eco­
que esos sacrificios de ganado guarden un carácter excepcional logía cultural», así como mostrar su origen. Este no estriba sino
para cada unidad de producción no significa que el grupo en en las radicales insuficiencias de su materialismo, que les hace
su conjunto no consuma carne de un modo muy regular. Tam­ concebir de forma «reductora» las complejas relaciones entre
poco el hecho de que los rebaños sean frecuentemente inmen­ economía y sociedad. La importancia de la diversidad de las re­
sos -incluso con peligro de una excesiva explotación de los laciones de parentesco, la complejidad de las prácticas ideoló­
pastos, con la consiguiente degradación de la vegetación y de gicas y de los rituales jamás ha sido reconocida totalmente 9.
los suelos- es solamente la manifestación del orgullo de los Como declararon R. y N. Dyson-Hudson, autores de notables
propietarios o de su vinculación emocional con viejos animales estudios sobre los pastores karimonjong de Uganda, en relación
que no pueden resignarse a sacrificar. con el ritual de iniciación de los jóvenes y su identificación con
Cuando se sabe que la pérdida en cabezas de ganado debida el animal que en esta ocasión se les entrega:
a la escasez de agua puede llegar a alcanzar, como en el caso «Se trata de elaboraciones culturales de un hecho central:
de los dodoth de Uganda, del 10 al 15 por 100 del rebaño anual­ el hecho de que el ganado es la fuente principal de su subsis­
mente, que la mortalidad afecta principalmente a los animales tencia. Desde el principio hasta el fin, el papel del ganado en
y que estos últimos tardan de seis a siete años en al­ la vida de los karimonjong consiste en transformar la energía
canzar el tamaño adulto y producir una cantidad veinte veces que contienen las hierbas y los matojos del territorio tribal en
menor de leche que un animal lechero de Europa, es imposible una forma de energía fácilmente disponible para los hombres.»
asombrarse del alto valor atribuido al número de cabezas de
ganado y a la estrategia compleja y parsimoniosa del uso de la Coinciden, de este modo, con las declaraciones polémicas de
carne, de la leche e incluso de la sangre de los animales que Marwin Harris, que voluntariamente se presenta como el agre­
existe entre esos pastores. Aquel que posea sesenta vacas tiene sivo cabecilla de ese «neomaterialismo cultural», y que al em­
muchas más probabilidades de hacer frente a las epizootias, a prender la tarea de «desacralizar» las vacas sagradas de la In­
las sequías excepcionales y de reproducir sus condiciones so­ dia declaraba:
ciales, es decir, materiales y políticas, de existencia que otro dIe escrito este texto porque creo que los aspectos exóticos,
que sólo disponga, como punto de partida, de seis vacas. irracionales y no económicos del complejo indio del ganado son
Sería excesivamente largo tratar de resumir los notables tra­
bajos de Geertz, Conklin, Rappaport consagrados al funciona­ , Con la notable excepción de Roy Rappaport.
146 Maurice Godelier Enfoques funcionalista, estructuralista y marxista 147
recalcados excesivamente y con gran detrimento de las inter­
El esceptlClsmo empirista recupera sus derechos, y las de­
pretaciones racionales, económicas y comunes ... ; en la medida
bilidades de algunos análisis neomaterialistas concernientes al
en que el tabú sobre el consumo de carne de vaca con­
parentesco, a la religión, etc" mantienen vivas y refuerzan de
tribuye a no fomentar el crecimiento de la producción de vaca,
nuevo las teorías idealistas de la sociedad y de la historia que
estamos en presencia de un aspecto de un reajuste ecológico
los partidarios de la «ecología cultural>, critican y combaten.
que maximiza, más bien que minimiza, el resultado en calorías
MateriaUsmo empirista y funcionalismo simplificador conti­
y proteínas del proceso de producción.»
núan siendo, en definitiva, impotentes para explicar las razones
En esta cita se pone de manifiesto el materialismo vulgar, de lo que existe, es decir, la historia y el contenido de socieda­
«el economismo», que reduce todas las relaciones sociales al es­ des que jamás son totalidades completamente «integradas», sino
tatuto de epifenómenos que acompañan a las relaciones eco­ totalidades cuya unidad es el efecto provisionalmente estable
nómicas, reducidas a su vez a una técnica de adaptación a un de una compatibilidad estructural que permite a las diferentes
medio natural y biológieo. La racionalidad secreta de las rela­ estructuras reproducirse hasta que la dinámica interna y exter­
ciones sociales se reduce a la de ventajas de adaptación, cuyo na de esos sistemas impida a esas totalidades seguir existiendo
contenido, como ya señalaba Lévi-Strauss respecto al funcio­ como tales 13. Este fracaso, sin embargo, no significa que el ba­
nalismo de Malinowski, frecuentemente se resuelve en simples lance de los estudios de los antropólogos y de los arqucóloí',os
tautologías 10. A partir del momento en que una sociedad existe, partidarios de un enfoque ecológico y materialista no sea <lm­
funciona, y resulta una trivialidad afirmar que una variable es pliamente positivo. El conocimiento de los mecanismos de fun­
adaptativa porque desempeña una función necesaria en un sis­ cionamiento de las economías basadas en la caza, la recolec­
tema. Según las propias palabras de Marshall Sahlins: ción, la ganadería intensiva o la agricultura sobre terrenos des­
forestados por el fuego se ha ampliado y pr'ecisado considera­
"Demostrar que un determinado rasgo o un determinado blemente a partir del momento en que se ha emprendido el
dispositivo cultural posee un valor económico positivo no es estudio sistemático y minucioso de las constricciones que el
una explicación adecuada de su existencia, ni siquiera de su medio y las técnicas ejercen o ejercían sobre la vida material
presencia. La problemática de la ventaja adaptativa no especi­ y social de esas sociedades, y en que se ha emprendido la tarea
fica una respuesta concreta única. En tanto que principio de de medir las relaciones reales que existen en su seno entre lIe­
causalidad en general y de resultado económico en particular, cesidades sociales y medios para satisfacerlas. Un determinado
la noción "de ventaja adaptati,'a" es indeterminada: estipula número de falsas evidencias, que traducían a la vez la ignoran­
groseramente lo que es imposible, pero convierte en aceptable cia de esas condiciones reales y los prejuicios ideológicos de los
cualquier cosa que sea posible» !l. que los antropólogos y economistas son los vectores conscientes
Desde esta perspectiva, las razones del predominio de las o inconscientes, han sido reconocidas como tales y su expulsión
relaciones de parentesco o de las relaciones político-religiosas, del campo del conocimiento científico está ya en curso, Este
de la art ¡culación específica de las estructuras sociales perma­ proceso crítico va más allá del campo de la antropología y al­
necen inaccesibles al análisis, la causalidad estructural de la canza el postulado ideológico que vicia, en su raíz, todo el pen­
economía queda reducida a una correlación probabilística, y la samiento económico burgués, limitando permanentemente el
historia, como en el caso del empirismo, a una serie de aconte­ alcance científico de sus investigaciones y de sus ckscubrimien­
cimientos que se suceden con mayor o menor frecuencia 12. tos: el postulado metafísico de que los hombres están conde­
nados por naturaleza a la insatisfacción de sus necesidades y,
JI> Lé'vi-Strauss: Alltropología estructural, pp. 13-16.
M. Sahlins: «Economic Anthropology and Anthropological Econo­
mies», en Social Scicl1cC ¡ntorll/alÍo11, 1969, 8 (5), p. 30. Véase M. Sahlins, cn ECOIlOl1Iic Al1tluopology ami
" Manin Harris: «Dependent as we are on lhe unfolding of thc natu­ ECU/lUll1ics, Artículo citado, p. 80. "The "new rnatcrialism" sccms
ral eonlinuulll of cn~nls, Ollr generalizalions must be courbed in p l'Ob a­ ínnoccnt nf (/J11/\' C(lIlCCnl jor collfradicliull -aHhollgh it somctimes
Clill·.­
bi!ities derÍ\'cd from the observation of the frcqueneics with which prc­ figUleS itself a elicnt of marxism (minus the dialeclical rnalcrialísm). So
dicted or rctrodieted cvents occu!'», Tite Rise of Anthropological Tl1cor)', íl ¡, unmindful of lhe barrÍl'rs opposcd to the prodllClin: forces by es­
páuina 614. tetbk,hed cultural organizations each congcakel by its ddaptivc ad\'<lI1ta­
gc.., in sorne o:.;;t:1tc nf fr:!rtion:.11 cffcctivcncss».
148 Maurice Gadelier Enfoques funcionalista, estructuralista y marxista 149

tanto, están obligados a calcular la utilización de sus me­ sociedad, por una parte, y sociedad e historia por otra, para
lo que constituye el objeto y el fundamento de la ciencia evaluar la importancia teórica y los límites de su estmcturalis­
económica. Dejaremos a Henri Guilton enunciar con convicción mo materialista y captar la diferencia entre su pensamiento y
este postulado: el de Marx.
Ante todo, hay que recordar que existen dos principios me­
«El hombre lleva en sí una necesidad de infinito y se en­ todológicos reconocidos igualmente por el funcionalismo, el es­
frenta por tanto constantemente con el carácter finito de la tructuralismo y el marxismo como condición necesaria para el
creación. Esta antítesis se traduce ante todo en la noción de la estudio científico de los hechos sociales. El primer
escasez. Las necesidades aparecen como innumerables y los estipula que hay que analizar las relaciones sociales no una por
medios para satisfacerlas son limitados. Pero también puede una, separadamente, sino tomándolas en sus relaciones
ocurrir que los medios sean suficientes, e incluso a veces ex­ cas, considerándolas como totalidades que forman «sistemas».
cesivamente numerosos. Entonces interviene otra noción, la de El segundo estipula que esos sistemas deben ser analizados en
inadaptación. Los bienes no se encuentran necesariamente allí su lógica interna antes de analizar su génesis y evolución. En
donde hacen falta, ni cuando es necesario. Hay que reducirlos cierta forma, esos dos oponen el pensamiento cien­
si son excesivamente abundantes, producirlos si son insufi­ tífico moderno tanto evolucionismo como al historicismo y
cientes.» al difusionismo del XIX, en la medida en que, pese a sus
No nos detendremos en el carácter ilógico de una tesis que concepciones contrarias de la evolución de las sociedades, esas
postula la finitud insuperable de los medios al mismo tiempo doctrinas frecuentemente se contentaban con un análisis super­
que reconoce que a veces son sobreabundantes. Basta con ficial del funcionamiento real de tales o cuales costumbres e
señalar los muchos análisis concretos y minuciosos que dan su instituciones en el seno de las sociedades donde habían sido
merecido a estos fantasmas ideológicos que pretenden presen­ descubiertas, y dedicaban la parte esencial de sus esfuerzos a
tar como realidades marionetas teóricas de cuyos hilos se si­ buscar su origen y exponer su historia en estadios anteriores
mula no la marioneta del hamo ecanomicus, víctima de de una evolución puramente conjetural de la humanidad. Pero,
un destino ontológico que sólo le permite la elección entre la más allá de este acuerdo, que se refiere solamente a la formu­
insatisfacción originada por la infinitud de sus necesidades y lación abstracta de esos dos principios y no a las modalidad~s
la inadaptación nacida de una sobreabundancia ocasional de concretas de su puesta en práctica, la oposición entre funciona­
sus medios. lismo, por una parte, y estmcturalismo y marxismo, por otra,
Por tanto, paulatinamente se definen y se configuran bajo es total en lo que respecta a lo que hay que entender por «es­
nuestra mirada las condiciones epistemológicas de un análisis tructura social». Para Radcliffe-Brown y Nadd, una estructura
científico de los diversos modos de producción y de las rela­ social es «el orden, la disposición» de las relaciones visibles de
ciones entre economía y sociedad. Ahora sabemos que semejan­ los hombres entre disposición que nace de la
te análisis sólo es posible con la condición de que informe sobre riedad recíproca de esas relaciones viSIbles 14. Para los funcio­
las estmcturas de la realidad, pero sin confundir, como hace nalistas, una «cstmctura» es, por consiguiente, un «aspecto» de
el empirismo, lo real con lo visible, y a condición de que sea lo real y afirman su realidad fuera de la mente humana, a dife­
materialista, pero sin reducir las diversas estmcturas e instan­ rencia de Leach, para la estmctura es un orden ideal
cias de la realidad social a epifenómenos de las relaciones ma­ que la mente introduce en las cosas, reduciendo el flujo multi­
teriales de los hombres con sus medios respectivos. Si la forme de lo real a representaciones simplificadas que inciden
antropología ha de ser estmctural y materialista para ser
namente científica, ¿acaso, en definiti\a, no debe en " Radcliffe,Brown, en D, Forde y A. R, Radcliffe-Brown (ed,): Afri,:a¡l
la obra de Lé\'Í-Strauss tanto o más que en la de Marx? En rea- Sy'i/ems uf Kms/lip 11l1d Marringe, Oxford. University Press, 1950, capí­

aunque Lévi-Strauss haya dedicado en su obra un escaso tillo VIII: "Lo~ elementos dt: la estructura social son los seres humanos»,
Sic'fl<!O la misma estructura social la disposición de las personas en re­
al estudio de la economía, nos parece indispensable ana­ laciones definidas \' ordenadas institucionalmentc»,
lizar detenidamente lo esencial de sus tesis sobre el método del F. Nadd: Tl1e Tl1cory of Social Slrucl/IIC, Collen and Wcst, Londres,
análisis estmctural y sobre las relaciones entre economía y 1'1."7; preliminares. (Hay traducción castdlana en Guadarrama, Madrid,)

..........
150 Maur;ce Godelier Enfoques estructllralista v marxista 151

sobre la realidad y que poseen un valor pragmático, permitien­ ros para que se manifieste a plena luz su propia
do la acción, la práctica social l ;. delermilzista .Ji realista,»
Para Lévi·Strauss, las estructuras forman parte de la rea-
constituyen la realidad, y si en esto coincide con Rad­ Para analizar esas estructuras, cuya realidad independien­
c1inc-Brown, se opone en cambio al empirismo idealista de temente del espíritu humano y más allá de las apariencias Yi.
Leach. No obstante, tanto para Lévi-Strauss como para Marx, siblcs de las rebciones sociales afirma, Lévi-Strauss utiliza
las estructuras no son realidades directamente visibles y obser­ tres princinios metodológicos. Considera:
vables, sino niveles de la realidad que existen más allá de las
a) Que toda estructura es un conjunto detenninado de re­
relaciones visibles de los hombres entre sí y cuyo funciona­
laciones ligadas las unas a las otras según leves internas de
miento constituye la lógica profunda de un sistema social, el
transformación que hay que descubrir.
orden subyacente a partir del cual debe explicarse su orden
Que toda estructura combina elementos especltJcos que
aparente. Este es el sentido de la célebre fórmula de Lévi­
son sus componentes propios, y que, por esta razón, es inútil
Strauss que Leach y algunos cstructuralistas han pretendido
pretender «reducir» una estructura a otra distinta o "deducir»
interpretar en un sentido idealista y formalista, destacando la
una estnlctura de otra,
primera [rase en detrimento de la segullda:
e) Que entre estructuras diferentes pertenecientes a un
«El principio fundamental afirma que la noción de estruc­ mismo sistema existen relaciones de compatibilidad cuyas
tura social no se refiere a la realidad empírica, sino a los mo­ hay que encontrar, pero no hay que entender esta
delos construidos de acuerdo con ésta. Las "relaciones ~ocialcs" dad como el efecto de mecanismos de selección necesarios para
son la materia prima empleada para la construcción de los mo­ el logro de un proceso biológico de adaptación al medio.
delos que ponen de /l/anifiesto la "estructura social" misma.»
Fácilmente se puede mostrar que Marx realiza un trayecto
Ya en su respuesta a Maybury-Lewis, Lévi-Strauss insistía en metódico paralelo cuando concluye, luego de haber demostrado
el hecho de que «la prueba última de la estructura molecular que las categorías económicas de salario, beneficio, renta de la
nos la proporciona el microscopio electrónico que nos permite tierra, tal como se definen y manejan en la práctica diaria por
ver moléculas reales. Este logro no altera el hecho de que en los agentes del modo de producción capitalista, expresan las re­
el fu turo la molécula no por ello será más visible a laciones visibles entre los que detentan la fuerza de trabajo,
vista. De la misma forma, carece de sentido esperar de un aná­ los que detentan el capital y los que detentan la tierra y, en
lisis estructural que cambie la percepción de las relaciones so­ este sentido, poseen un valor pragmático --como diría Lcach-,
ciales concretas. Unicamente las explicará mejoí'.» Y, en la in­ puesto que permiten la organización y la gestión de esas rela­
troducción del primer volumen de Mitológicas, afirmaba de ciones visibles, pero no poseen valor científico, ya que disimu­
nuevo y de manera categórica: lan el hecho fundamental de que el beneficio y la renla de los
unos consiste en trabajo de los otros no remunerado por el
«Terminamos así de mostrar que si en el espíritu del salario:
ca se produce con frecuencia una confusión entre estructuralis­
mo, idealismo y formalismo, basta que el estructuralismo tro­ "La forma exterior de las relaciones económicas, tal como
piece en su camino con un idealismo y un formalismo vcrdade­ se presenta en la superficie de los fenómenos, en su cxistencia
real v también, por tanto, en las ideas con que los representan­
;5 E. Leach: Po/itical Systell1s uf Hig/zlalld Burma, Han'arel llniversi· tes y los agentes de estas relaciones pretenden \'er claro en
1\' Prc'ss,19.'-+. Rl'prinlcd Bl'il and Sonso 196.f, d hold that social structu­ difiere mucho y es, en realidad, lo inverso, lo contrario
re in practical silualion (as contraslt'd wilh the sociologist's abstrac! mo­
de'!) consists of a sd (jf ideas about dístributio!1 of pO\wr bclwCl'!1 pero
a su forma nuclear interior, aunque oculta, y al concepto que a
refiriéndose no va al modelo ella f'nv"'o("nn11'r1i?~, 16
Lcach, 10 mis;no que Rad­
dc'da "'1: "The sI rud unos the <'nlhropoligst describes K, Marx: Co¡¡tribllción a la crítica de la ecuJlOlI1ía ¡)OIÍ/iea, p. 37:
arl' mode'!s which exist cmly as logical cO!1structions in his own mind" [, ,LIS rL'lacíollcs ,le- pruduccíon corrl'spondC'1l a un "I'UPO dl'lL'rminado de
(páginas 4 y 5), dc'sa]Tollo de sus fuerzas productivas materialcs,
Maurice Godelier Enfoques funciona lista, estructuralista y marxista 153
152

Asimismo, hay que recordar que la grandeza teórica de Marx «No pretendernos, de ninguna manera, insinuar que transfor­
ha consistido en demostrar que el beneficio industrial, el bene­ maciones ideológicas engendran transformaciones sociales. El
ficio comercial, el interés financiero y la renta de la t ierra, que orden contrario es el único verdadero: la concepción que los
parecen provenir de fuentes y de actividades totalmente di fe­ hombre se forjan de las relaciones entre naturaleza y cultura
rentes, son otras tantas formas distintas, pero trarlsformadas es función de la manera en que se modifican sus propias rela­
de la plusvalía , formas dc su distribución entre los diferentes ciones sociales [ ... ] Por tanto, no estudiamos más que las som­
grupos sociales que com ponen la clase cap italista, fonnas dis­ bras que se perfilan en el fondo de la caverna» 21.
tintas del proceso global de explotación capitalista de los pro­ Lévi-Strauss afirma que ha pretendido con sus trabajos so­
ductores asalariados . bre los mitos y el pensamiento salvaje «contribuir a esta teo­
Por último, sabemos que Marx fue el p rimero en formu lar ría de las superestructuras apenas esbozada por Marx» 22, Por
la hipótesis de la existencia de relaciones de correspondencia eso no podemos dejar de constatar que esos principios teóricos
necesaria y de com patibilidad estructural en tre fue rzas produc­ son infringidos cuando, en las conclusiones de De la miel a las
tivas y relaciones de producción, y entre modo de producción cenizas, en relación con la conmoción histórica fundamental al
y superestructu ras, pero sin pretender por ello reduci r es tas final de la cual, en la sociedad griega ant igua ,,]a mitología ab­
últimas a s imples epifenómenos de aquél. ¿Se confunde acaso dica en favor de una filosofía que emerge corno la condición
el estructuralismo de Lévi-S trauss con el materialismo hi stóri­ previa de la reflexión científica», escribe que ve en ello «una
co de Marx? Tal vez pueda parecerlo, pero el pu nto esencial circunstancia histórica que nada significa, sino que se produjo
para responder a esta pregunta consis te, por una parte, en de­ en tal lugar y en tal momento» 23. La h istoria, pese a estar so­
limitar lo que Lévi-S trauss entiende por histori a y la idea que metida a esta ley de orden que organiza toda sociedad, queda,
se hace de la causalidad de la econornia, y, por otra, e n ver las pues, privada de toda necesidad, y el nacimiento de la filosofía
aplicaciones de estas concepciones que realiza en su prác tica y de la ciencia occidentales se reducen a simples accidentes. «El
teórica, tránsi to no era necesario, ni más ni menos aquí que allá .. . (y s i
Para Claude Lévi-Strauss resulta " tan fastidioso cama in­ la historia conserva) un puesto de primer plano.. . (es) el que
útil amonto nar argumentos para demos trar que toda sociedad corresponde de derecho a la con tingencia irreducible.. . » 24, Clau­
está en la historia 'f qu e cambia: es evidente de suyo» 17. La de Lévi-Strauss, que había reproducido corno epígrafe en Las es­
historia no es so lamen te una historia ~ Iria,. , en cuyo seno las tructuras elementales del pa/'enl esco la frase de Tylor (1871) de
"sociedades q ue producen muy poco desorden ... , manifiestan que "la ciencia moderna tiende cada vez más a afirmar que, si
una tendencia a mantenerse i ndefinidamente en su estado ini­ en algunas partes existen leyes, éstas deben existir en todas
cial» 18. También está compuesta por esas «cadenas de aconteci­ partes», se encuentra, pues, y en definitiva, de acuerdo con el
mientos no recurrentes y cuyos efectos se acumulan para produ­ empirismo, que ve en la historia una serie de acontecimientos
cir trastomos económicos y sociales» 19. Para explicar estas trans­ accidentales.
formaciones, Claude Lévi-Strauss acepta como «una ley de or­
den» «el indiscutible primado de las infraestructuras» 20. "Para volver a la etnología, es uno de nosotros - E . R.
Leach- quien ha observado en algún lugar que «.1os evolucio­
relaciones de producción constituye la estructura económica de la socie­
nistas no han discutido jamás en detalle -y menos aún obser­
dad , la base rea l, sobre In cual se eleva una superestructura jurídica y vado- lo que se produce de hecho cuando una sociedad del
política y a la que COI'respomlcn fonnas soci~lles ueterminadas de con­ estadio A se transforma en una sociedad del estadio B; se han
ciencia.» ComUnicación, Madrid, 1970. Y en El capital, ed. cit., lomo r. limitado a afirmar que todas las sociedades del estadio B han
página 46, núm . 36: • Ya Don Ouijote pagó caro el error de creer que la salido, de uno u otto modo, de sociedades"del estadio A» 25.
caballerfa andante era una institución compatible con todas las formas
econ ómicas de: la sociedad .­
" Lcvi·Strauss: El pellsamielllo sall'aje, p . 339. 1\ Id., pp. 173-174,
" Lévi·Strauss· Arte, lenguaje, emología. Elltrevislas eDil G. Charboll­ D Id., p. 193.
,';er, Si~ l o XX1 Ed¡LOre~, M¡':"ico, 1968, p , 28. %J Lc\'i.StI<luss : De la miel a las eetllzas, pp. 393-394.
"lév i-SULl uss : El pep¡sumiemo salvaje, p. 341. .. Id., pp. 394-395.
:o Id., p. 193. " lévi-Strauss; ..Los limiles de la noción de estructuras en etno!ogín"

11
154 Maurice Godelier E/lfoques funciona lista, estructuralista y marxista 155

Nos encontramos, así pues, de vuelta a las mismas posicio­ cuadro de Mendeleiev de las «fonnas» de los sistemas de paren­
nes del empirismo funcionalista 26: «Al historiador los cambios; tesco, deteniéndose en el umbral de las estructuras «complejas
al etnólogo las estructuras», y es to porque los cambios, los pro­ de parentesco, que se limitan a definir el círculo de parientes y
cesos, no son objetos ol1allticos, sino la forma particular en que dejan a otros mecanismos, económicos o psicológicos, la tarea
la temporalidad es vivida por un sujeto» n, tesis en oposición de deLerminar el cónyuge» 23.
radical con la tesis de la ley de orden de las estructuras socia­ No obstante, el análisis estructural -aunque no niega la
les y de sus transformaciones que Claude Lévi-Strauss retoma­ hisloria- no puede tampoco coincidir con ella, puesto que
ba de Marx. desde el comienzo ha separado el análisis de la «forma» de las
¿Cómo ha llegado a eso, es decir, a borrar, a anuTar en su relaciones de parentesco del análisis de sus «funciones». No
práctica los principios teóricos a los que, no obstanLe, se refie­ porq ue esas funciones hayan sido ignoradas o negadas, sino
r e explícitamen te, pero q ue, a l parecer , h a n permanecido am­ porqu e n unca han sido explor adas como tales. Debido a esto,
pliamente inoperantes? No vamos a realizar aq uí el análisis in­ jamás se ha analizado el problema de la articulación real de las
terno de la obra de Lévi-Strauss, y tampoco pretendemos esbo­ relaciones de paren tesco con las otras estructuras sociales que
zar el balance cien tífico de la misma. Digamos de en t ra da que caracterizan las sociedades concretas, históricamente determi­
su obra ha revolucionado dos campos: la teoría del parentesco nadas. Lévi-Strauss se limita a extraer de estos datos concretos
y la teoría de las ideologías, y que cualquier progreso que se el «sistema formal» de las r elaciones de paren tesco, sistema
realice en esos campos se hará con la ayuda tanto de sus resul­ que es tud ia seguidamen te en su lógica interna y compara con
tados como de sus fracasos. Problem as fundamentales como la otras "formas» semejantes u opuestas, peTO que demuestran,
prohi bición del incesto, la exogamia y la endogam ia, el m a tri­ en definitiva, inclu so por sus propias diferencias, pertenecer a
monio entre primos cruzados , el de las organizaciones dualistas, un mis mo grupo de transformaciones.
que eran tratados separadamente y sin éxito alguno, ha n sido En ese sen ti d o se puede decir que Lévi-Strauss, al contrario
relacionados entre sí y explicados partiendo del hecho fun da­ que los funcionalistas, nunca estudia socied ades reales, ni Lrata
mental de que el matrimonio es un in tercambio, el intercambio de informar sobre ellas en su diver sidad y en su com plejidad
de mujeres, y que las relaciones de paren tesco son relaciones in ternas. Por supuesto no ignora esos problemas, pero jamás
ent re grupos antes que relaciones entre in dividuos. Al distin­ los ha tra tado sistemáticamente. Por ejemplo, al referirse a la
guir dos posibles mecanismos de intercambio, el in tercambio correlació n estudiada por Murd ock entre las instituciones patri­
r estringido y el intercambio generalizado, Lévi-Strauss descu­ lineales y «los más altos niveles de cultura», Lévi-Strauss
brió un orden en un vasto conjunto de sistemas de parenlesco afirmaba:
que no parecían tener muchas cosas en común y que pertene­
cen a sociedades que , la mayoría de las veces, jamás tuvieron «Es cierto que, en sociedades en que el poder político toma
en t re sí contacto histórico alguno. Y este orden es un orden de la dela ntera sobr e otras formas de o rganización, no puede de­
transformaciones. Poco a poco, se ha podido construir un vasto jarse subsistir la dualidad que resultaría del carácter masculino
de la autoridad política y del carácter matrilineal de la filiación.
Las sociedades que alcanzan la etapa de organización política
en Se,lIido y usos del térmillO estructura, Paidós, Buenos Aires, 1968, pá­ tienen, pues, una tendencia a generalizar el derecho paterno» 29.
gina:. 34-35. E l p asaje de Leach citado por Claude Lévi-Strauss se en­
cuentra en Political Syst ems of Higll/aJ1d BI~rma, segunda edición, 1964, A pesar del carácter tan vago de la noción de «estadio de
página 283. la organización política», vemos en este caso a Lévi-Strauss fTen­
'.. A 1.\5 posiciones de Leach, que escribe con lucidez: «La generación
de antropólogos británicos a la que pertenezco ha proclamado con orgu­ te al hecho de la emergencia. en la historia, de sociedades en
llo su creencia en la irrelevancia de la historia para comprender las or­ cuyo seno las relaclOnes de parentesco ya no desempefian un pa-
ganizaciones social es ( ... ). Noso1ros , a nlropólogos fun cionalislas, no so­
mos n :almcnt c "an lihis tóncos" por principio; simplemente lo que ocurre II Claudc Lévi-SLIauss: Las estructuras elementales del parentesco, pá­
es que no sabem os cómu hacer el1cajar los materiales históricos el! el gi na 11.
m ar co de Il/les t r os COllceptos», Political Syst ems, p . 282. >t Id ., p. 36. Lévi-Strauss se refiere al texto d e G. P . Murdock: «~
" Claude LCvi-Strauss: .Los limites de la noción de estructura en et­ rrelation of matrilineal and patrilineal institutions», en Srudies in the
nología. , op. cit., p. 34 . ScielLce 01 Society presenled ro A. G. Ke/ler, New Haven, 1937.
156 Maurice Godelier Enfoques funcionalista, estructuralista y marxista 157

pel dominante, pero donde las relaciones político-ideológicas nistas. Está vinculado a toda la estructura de la sociedad que
comienzan a desempeñarlo. ¿Por qué y en qué condiciones su­ lo aplica, y, por consiguiente, su naturaleza depende de los ca­
cede esto? ¿Por qué el derecho paternal es más «compatible» racteres intrínsecos de esta sociedad más bien que de contactos
con esa nueva estructura social? Lévi-Slrauss no responde a es­ culturales y migraciones» 31.
tas cuestiones, así como tampoco explica en qU(! condiciones Ir más allá del análisis estructural de las formas de las re­
han surgido sociedades en cuyo seno la forma de los sistemas laciones sociales o de los modos de pensamien to significa, por
de parentesco y las reglas de matrimonio no dicen nada , o muy tanto, de hecho, practicar este análisis morfológico de tal ma­
poco, acerca de la naturaleza de la persona con quien se puede nera que se descubran los vínculos internos entre la forma, las
uno casar . Se hace alusión al hecho de que en esas sociedades funciones. el modo de articulación y las condiciones de apari­
la riqueza, el dinero, la dote, la jerarquia social desempeñan un ción y de transformación de esas relaciones sociales y de esos
papel determinante en la elección del cónyuge, pero ¿cómo su­ modos de pensamiento en el seno de las sociedades concretas
cede asl?, ¿por q ué la historia? No porque la historia sea para estudiadas por el historiador y por el antropólogo. En nuestra
u n marxis ta una categoría que explica, sino , al cont rario , porque opinión, es empeñándonos resueltamente por esta vía como po­
se trata de u na categoría que h ay que explicar . El materialismo dremos esperar hacer que progrese el análisis científico de un
histórico no es un «modelo » más de la historia, no es otra «filoso­ campo habitualmente menospreciado o mal tratado por los ma­
fía» de la historia. Constituye ante todo una teoría de la socie­ terialistas: el campo de la ideología, y por el otro lado, el cam­
dad, u na hipótesis sobre la arliculación de sus niveles internos po de las formas simbólicas de las relaciones sociales y de la
y sobre la causalidad específica y jerarquizada de cada u no de práctica simbó lica, donde, por esta misma razón, el idealismo,
sus niveles. Haciendo posible el descubriIniento d e las formas ya se valga del funcionalismo O del estructuralismo, se ha ins­
y de los mecanismos de esta causalidad y de esta articulación talado de forma privilegiada.
es como demostrará el marxismo su capacidad de ser el ins­ En otra parte 32 hemos d emostrado cómo Lévi-Strauss ha
t rum ento de una verdadera ciencia de la historia 30. hecho avanzar la teoría de las ideologías, que deseaba desarro­
Para desarrollar e l conocimiento hasta ese punto, hay que llar siguiendo a Marx, cuando puso de manifies to, a propósito
ir m ás allá del análisis estructural de las formas de parentesco de los mi tos de los iodios de América, por una parte, con una
o del descubrimiento de la gramática y del có digo for ma les d e precisión minuciosa, todos los elementos de la realidad ecológi­
los mitos de los indios de América. No porque esos anális is es­ ca, económica y social que están traspuestos en estos mitos y
tructurales no sean indispensables, sino porque no bastan. Y hacen que esos mitos constituyan el pensamiento del hombre
esto lo reconoce el propio Lévi-Strauss cuando critica con toda que vive en relaciones materiales y sociales determin adas, y, por
la r azón el principio de buscar únicamente en los acciden tes de olra, la presencia y el funcionamiento, en el curso de ese modo
una historia, en la difusión de una causa exógena, las razones de pensamiento social, de una lógica formal de la analogía, es
de ser de un sistema de parentesco: decir, de la actividad del pensamiento humano que razona so­
«Un sistema funcional como es un sistema de parentesco bre el mundo y organiza el contenido de la experiencia de la
nunca puede interpretarse íntegramente por hipótesis difusio­ naturaleza y de la sociedad en las formas simbólicas de la me­
táfora y de la metonin,ia. En realidad Lévi-Strauss, aunque él
.. K. Marx: Carta al editor de Otetchestvenniyé, Zapisky, finales de rechazaría esta interpretación, reunió bajo la expresión única de
1877, dirigida a Chukovsky en respuesta a Mijailovski, uno de los dirigen­ la pensée sauvage (el pensamiento salvaje) un doble contenido:
tes del partido socialista de los narodniki: cA mi crítico le parece, sin
embargo, poco. A todo trance quiere convertir mi esbozo his tórico sobre uno que remite a la naturaleza, es decir, a las capacidades forma­
los orígenes del capitalismo en la Europa occidental en U/Ul teoría filosó­
fico-históTÍca sobre la trayectoria general a que se hallan sometidos fatal­
mente todos los pueblos, cualesquiera que sean las circunstancias histó­ " Lévi-Strauss: Las estructuras e/emellta/es del parentesco.
ricas que en ellos cooc:w-ran, para plasmarse por fin en aquella forma­ JI Maurice (iQdelier: cMythe et Histoire. réfle.xions sur les fondements
ción económica que, a la par que el mayor impulso de las fuerzas pro­ de la pensée sauvage», e:n Les Anna/es, número especial «Historre et Struc­
ductivas, del trabajo social, asegura el desarrollo del hombre en todos turco, agosto 1971, pp. 541-568; incorporado a esta edición, véase eMito e
y cada uno de sus aspectos . (Esto es hacerme demasiado honor y, al his toria: reflexiones sobre los fundamentos del pensamiento salvaje:,., ca­
mis mo tiempo, demasiado escarnio).,. pítulo XlII de este libro.
158 Maurice Godelier Enfoques funcionalista, estrLlcturalista y marxista 159

les de] pensamiento de razonar por analogía y, de una forma más tral conducen necesariamente el funciooalismo y el estructura­
general, por equivalencia. al «pensamiento en el estado salvaje», lismo cuando se esfuerzan por penetrar más profundamente en
«expresión directa de la estructura del espíritu (y detrás del la lógica de las sociedades que analizan 35.
espIritu, sin duda del cerebro)>> 33, y otro que remite al «pensa­ Henos, pues, aquí, al final de estos recorridos críticos, y ante
miento de los salvajeslII, y, por tanto, al pensamiento de hom­ nosotros se distingue un camino que conduce a otra parte y
bres que viven en sociedades que practican la caza, la pesca, que se ha iniciado más allá o más acá del funcionalismo y del
la colecta de la miel, el cultivo del maíz o de la mandioca, yes­ estructuralismo, fuera de sus limites; a otra parte, es decir,
tán organizados en bandas o tribus. Pero lo que continúa ausen­ hacia la posibilidad de poner de manifiesto y de estudiar «la
te, impensado al final de este inmenso esfuerzo teórico es el acción de las estructuraslll sociales entre si y, por tanto, hacia
análiSIS de la articulación de la forma y el contenido del pen­ la posibilidad de pensar las relaciones de causalidad estructural
samiento en el estado salvaje y del pensamiento de los salvajes, entre los diversos modos de producción y las diversas formas
son las funciones sociales de esas representaciones y de las de organización social q ue han su rgido en la historia. Para
prácticas simbólicas que las acompañan, son las transforma­ concluir, no nos limitaremos a señalar este camino, a apuntar­
ciones de esas funcio nes y de ese contenido, son las condiciones lo, s ino q ue pretendemos dar una idea más clara del tipo de re­
de esas transformaciones. En definitiva, lo que existe como un sultados a que conduce. Para ello resumiremos algunos aspec­
vado en el pensamiento, es decir, como un objeto que hay q ue tos de un largo estudio, todavía inédito, que hemos dedicado
pensar y permanece fuera de lo pensado es el análisis de las al m odo de producción y a la organización social de los
formas y de los fundamentos de la «fetichizaciónlll de las rela­ pigmeos m bu ti del Congo, a partir de los estudios, excepciona­
ciones sociales, análisis que muy pocos marxistas han intentado les en calidad y densidad, de Colin Turnbull. Este resumen real­
nunca, y del que, sin embargo, dependen no solamente la expli­ mente no hace justicia a esta riqueza ni a la complejidad de
cación científica de las instancias políticas y religiosas en ge­ los hechos, pero basta para nuestro propósito con que dé tma
neral, sino ante todo la explicación de las condiciones y de las idea de los resultados que hemos alcanzado. Estos resultados,
formas de aparición de las sociedades de categorías, de castas en cada una de las etapa de su elaboración se los hemos dado
o de clases, en resumen, la propia explicación de la desapari­ a conocer a Colin Tu rnbull. que se ha declarado profundamen­
ción en la historia de las antiguas sociedades sin clases. Precisa­ te de acuerdo con ellos 36.
mente, para realizar esta tarea compleja que supone la combina­ Los pigmeos mbuti viven en el seno de un ecosistema gene­
ción de prácticas teóricas múltiples, la hipótesis de Marx sobre ralizado de tipo simple 37, la selva ecuatorial del Congo, y prac­
la determinación en último análisis de las formas y de la evolu­ tican la caza y la recolección. Utilizan el arco y la red para la
ción de las sociedades y de los modos de pensamiento por las caza, compuesta principalmente por diversas variedades de an­
condiciones de la producción y de la reproducció/1 de la vida tl1opes, a veces también por elefantes. Las muj eres recolectan
material debe senrir de hipótesis central: setas, tubérculos y otras plantas salvajes, así como moluscos,
contribuyendo en más del 50 por 100 al suministro de los re-
.. Ni siquiera una historia de las religiones que prescinda de
esta base material puede ser considerada como una lústoria crí­ JO Resulta admirable la desenvoltura con que Edmund Leaeh eseribe en

tica. En efecto, es mucho más fácil encontrar, media/lte el aná­ su obra Political Systems of HiglUarld Burma, tras haber demostrado que
lisis, el núcelo terrenal de las imágenes nebulosas de la religión el málisis de las relaciones de propiedad era «of tbe utmost lmpo rtance"
para su argumento general: «En último análisis, las relaciones de poder
que proceder al revés, partiendo de las condiciones de la vida n cualquier sociedad deben basarse sobre el control de los bienes reales
real en cada época para remontarse a sus formas ruviniza­ y de las fu.e ntes primarias de producción, pero esta generalización mar­
daslll.14. xista no nos lleva muy lejos» (1).
,. Nos remitimos aquí al conjunto de los estudios, libros y artículos
Esperamos haber demostrado que, a pesar de las aparien­ de Colin Turobull y de modo particular a Wayward Servants. Eyre, Spot­
cias y de las afinnaciones contradictorias, a esta hipótesis cen­ tiswoode. Londres, 1966.
17 Es decir, que comprende un clevado número de especies vegetales y
animales que incluyen a su vez un número limitado de individuos. Véa:.e
11 Claude Lévi-Strauss: El totemismo en la actualidad, p . 132. la comunicación de David S. R. Harris en cUeko and Dimblety.., Dome.s­
.. K. Marx: El Capital, ed. cit., lomo I, p . 303, nota 4. Iicaliol1 and Exploitation of Platlts and Animals, Duckworth, 1969.
160 Maunce Godelier Enfoques funcionalista, estructuraTista y marxista 161

cursos alimenticios. La :miel es objeto de recolección una vez las condiciones de reproducción de ese modo de producción, ex­
al año, y su colecta da ocasión a una división de cada banda en presan los limites de las posibilidades de esta reproducción.
pequeños grupos que se fusionan de nuevo al terminar la tem­
porada de la miel. La caza es colectiva. Los hombres casados _ La constricción número 1 es la «dispersión» de los gru­
eXlienden, uniendo sus extremos y haciendo un semicírculo, sus pos de cazadores, así como los límites mínimo y má.~o de sus
redes individuales de treinta metros de longitud aproximada­ efectivos.
mente, mienlras las mujeres y los jóvenes solteros ojean la caza, _ La constricción número 2 es la «cooperación» de los in­
dirigiéndola hacia las redes. Esas actividades se repiten cada dividuos, de acuerdo con su edad y su sexo, en el proceso de
dia o casi lodos los días, y por la tarde se distribuyen y se producción y en la práctica de la caza con red.
consumen los productos obtenidos de la caza y de la recolec­ _ La conslricción número 3 es la «fluidez», la «no clausura»,
ción entre Jos miembros del campamento. Cada mes, cuando la o, según la expresión de Turnbull, el mantenimiento de un es­
caza comienza a volverse escasa alrededor del campamento, la tado de «flujo» permanente de las bandas, flujo que se traduce
banda se desplaza hacia otro lugar, pero siempre en el interior por la rápida y frecuente variación de sus efectivos y de su
de un mismo territorio, que es conocido y respetado por las
composición social.
bandas vecinas. Las relaciones de parentesco y la familia, en
tanto que tales, desempeñan un papel secundario en la produc­
ción, ya que el trabajo está dividido según sexos y generacio­ Estas tres constricciones expresan las condiciones sociales
nes. Los individuos abandonan frecuentemente las bandas en de la reproducción del proceso de producción, habida cuenta
cuyo seno han nacido y se marchan a vivir en bandas vecinas, de la naturaleza de las fuerzas productivas utilizadas (técnicas
a veces incluso definjtivamente. Se practica eL intercambio de específicas de caza y de recolección) y la naturaleza de las
mujeres, y se busca esposa preferentemenle en las bandas le­ condiciones biológicas de reproducción de las especies vegeta­
janas y nunca en la banda de donde provienen la propia madre les y animales que componen el ecosistema generalizado de la
o la madre del padre. Las bandas carecen de jefe, y , según las selva ecuatorial congoleña. Esas constricciones forman un sis­
circunstancias, la autoridad está repartida entre generaciones tema, es decir, cada una de ellas influye sobre las otras. La
y sexos; los viejos y los grandes cazadores gozan, no obstante constricción número 2, por ejemplo, constricción a la coopera­
de una mayor autoridad que los restantes miem bros de la ban­ ción de los individuos según su sexo y su edad para garantizar
da. No se practica ]a guerra entre las bandas, y en el seno de su propia existencia y reproducción, así como la de su banda,
cada banda, los asesinatos y las represiones violentas son ex­ adopta una forma determinada igualmente por la acción de la
tremadamen te raros. La pubertad de las mujeres y la muerte constricción número 1, puesto que el tamaño de una banda
de los adultos, hombres o mujeres, son acompañadas de los ri­ debe mantenerse entre ciertos límites, y por la de la constric­
tuales y de las festividades Elima, en el primer caso, y MoHmo ción número 3, puesto que la necesidad de mantener las ban­
en el segundo, en los cuales la Selva es objeto de un culto in­ das en estado de fluidez modifica sin cesar el tamaño de los
tenso y «deja oír su voz» por mediación de flautas sagradas . Los grupos y su composición social, es decir, los lazos de paren­
efectivos de las bandas oscilan entre siete y lreinta cazadores tesco, de alianza o de amistad de quienes están llamados a co­
con sus respectivas familias , ya que, por debajo de siete redes, operar diariamente en el proceso de producción y en el proceso
la caza resultaría ineficaz, y por encima de las treinta la caza de distribudór de los productos de la caza y de la recolección.
no es suficientemente abundante para el aprovisionamiento re­ Asimismo ~e podría y se debería mostrar los efectos de las cons­
gular de un grupo semejante; por otra parte, la organización tricciones 1 y 2 sobre la 3, y de las constricciones 2 y 3 sobre
de ]a caza con red, que se practica sin un verdadero jefe, de­ la 1. Advirtamos igualmente que esas constricciones son tales
bería mocüficarse para que resultase operante. (sobre todo las constricciones de dispersión y de fluidez) que
Cuando se analizan detenidamente esas relaciones económi­ las condiciones sociales de reproducción de los individuos y de
cas y sociales, se puede percibir que las mismas condiciones de una banda son asimismo e inmediatamente las condiciones de
la producción determinan tres constricciones inherentes al pro­ la reproducción de la sociedad mbuti como un todo, y como un
pio modo de producción y que esas constricciones traducen todo presente en todas sus partes. Por consiguiente, son conru­
162 Maurice Godelier Enfoques furtciorlalista, estructuralista y marxista 163

ciones intenores a cada banda, y al mismo tiempo condiciones girán nuevas encuestas y nuevos procedimientos para encontrar
comunes a todas las bandas, que permiten la reproducción del respuestas, y éste es el movimienlo mismo del proceso y del
conjunto del sistema económico-social como un todo. progreso del conocimiento cienillico.
Estas tres constricciones ronnan, pues, un sistema. Este sis­ Ahora bien, pen sarnos estar capacitados, a partir del des­
tema ha nacido del propio proceso de producción, cuyas condi­ cubrimiento y del análisis de este sistema de conslricciones.
ciones ma teriales y sociales de reproducción expresa . Y este para dar cuenta, es decir, para mostrar la necesidad de todos
sistema es a su vez origen de un determ inado n úmero de efec­ los hechos principales observados y consignados en las obras
tos estructurales simultáneos sobre todas las demás ins tancias de Schebesta y de Tumbull.
de la organización social mbuti, efec tos que nos limitaremos a A partir de la constricción a la d ispersión se explica la cons­
enumerar, porque un a demostración sería demasiado larga. To­ titución de territorios distintos 39, y a partir de la constricción
dos esos efectos consisten en la determinación de elementos del al flu jo, a la «no clausura» de las bandas, se explica la inexisten­
contenido y de la forma de esas insta ncias que sean compati­ cia de derechos exc1mivos de las bandas sobre su territorio 4(1.
bles con esas constricciones, por tanto, que aseguren la repro­ Lo q ue es invariante no es la composición interna de las ban­
ducción misma del modo de pro ducción de los m buti . Así pues. das , sino la exis tencia de una relación estable entre las ban­
esas constricciones, interiores al mo do de producción , son al das, por tanto, de una relación que se reproduce y permite la
m ismo tiempo los canales por los cu ales el modo de producción reproducción de cada una de esas bandas. Por consiguiente, lo
determina en último análisis la naturah:za de las diversas ins­ que en este caso podemos explicar es la razón de la forma y
tancias de la sociedad mbuti, y como los efectos de esas cons­ de) cOllte/1ido de las relaciones sociales de propiedad, y la uti­
tricciones se ejercen simultáneame/lte sobre todas esas instan­ lización de este recurso fundamental que es el territorio de
cias, por la acción de ese sistema de constricciones, el modo de caza y de recolección, esta porción de la naturaleza erigida en
p roducción determina la relación y la articulación de todas esas "tienda de víveres primitiva» y en «laboratorio de medios de
instancias en tre sí y en relación con el mismo modo de produc­ producción" ( Marx). Lo que en este casa se hace evidente es el
ción, es decir, deter mina la estructura general de la sociedad funda mento, en el propio proceso de producción, de las reglas
en tanto que tal, la fo r ma y función específicas de cada una de y de las leyes hab ituales de apropiación y de utilización de la
naturaleza. Ahora bien, const ituye u n paso fundamen tal en el
las instancias que la com ponen. Buscar y descubrir el sistema
método de Marx descubrir el fundamen to fuera de la concien­
de constricciones que es tán detenninadas por un proceso social
cia del sistema de normas conscientes de la práctica social de
de producción y que constituyen las condiciones sociales de su
los agentes de producción que operan en el seno de un modo
reproducción significa proceder epistemológicarnente de tal ma­ de producción determinado. Sin embargo, este paso habi t ual­
Dera que se pueda poner de manifiesto la causalidad estructu­ mente es ignorado por completo o caricatuT'izado por los mar­
ral de la economía sobre la sociedad y, al mismo tiempo , la es­ xistas; en este aspecto coincidimos con algunos análisis críticos
tructura general específica de esta sociedad, su lógica de con­
de Charles Bettelheim sobre la confusión que ha reinado, en la
junto, teniendo en cuenta que esta causalidad de la economfa,
teoría y en la práctica de los economistas y de los dirigentes de
esta estructura general de la sociedad y esta lógica específica los países socialistas, en tre aspec to jurídico y contenido real de
de con junto no son jamás fenómenos directamente observables
las relaciones de producción 41.
como tales, sino hechos que deben ser reconstruidos por el pen­ La esfera de lo «jurídico» desborda ampliamente el campo
samiento y la práctica científicos. La prueba de la «verdad » de de las normas de acción de los individuos y de los grupos res­
esta reconstrucción sólo puede estar en la capacidad que ofre­ pecto a su territorio de caza y de recolección y respecto a sus
ce de explicar todos los hechos observados y de plantear nue­
vas cuestiones al investigador de campo 38, cuestiones que exi- de parentesco, a la movilidad de las bandas, a los cazadores de m'co, etc.
Estoy muy agradecido a C. Turnbull por su paciencia y cooperación.
J' Me permito aludir a una correspondencia continuada que mantengo )9 Wayward Servanl s, p. 149.

desde hace una decena de meses con C. Tumbull . lo que nos ha permi­ .. ¡bid., p . 174.
do clari fi car problemas que el autor no habia planteado o desarrollado " Ch. Bcttelhcim : Calctll écorlo miqu e el fonm es de propriété, Maspero,
en sus obras publicadas, sobre todo en lo concerniente a las relaciones 1969. lHay traducción castellana en Siglo XXI, 1973.)
164 Maurice Godelzer Enfoques funciona1isla, estructuralista y marxista 165

meclios de producción. pero no nos podemos detener sobre este relativa del control colectivo sobre el individuo (constricción
aspecto, así que analizaremos rápidamente los efectos estruc­ nÚDlero 3) Y sobre la pareja explica la precariedad del matri­
turales del modo de producción sobre las relaciones de paren­ monio, notable entre los mbuti 4-4.
tesco de los mbuti. También en este caso, los hechos y las nor­ Los efectos estructurales del modo de producción sobre la
mas están de acuerdo con la estructura del modo de produc­ consanguinidad son perfectamente complementarios de los
ción y con las constricciones que impone, principalmente, la efectos sobre la alianza. Los mbuli, como admirablemente ha
constricción número 3 a la «no clausura» de las bandas, al man­ demostrado Tumbull, no poseen verdaderamente organización
tenimiento de una es tructura de fl ujo entre cUas . La terminolcr de linaje, y tan sólo de un modo abusivo o torpe se puede ha­
gía del parentesco insiste ante todo en la cliferencia de las ge­ blar de «segmentos» de linaje cuando se quiere designar grupos
neraciones y en la diferencia de los sexos, lo que reproduce la de hermanos que viven en la misma banda. El hecho de que
fonna de la cooperación en el proceso de producción (constric­ no existan intercambios matrimoniales regulares Y orientados
ción número 2). Pero, sobre todo, si se analizan los aspec tos de entre las bandas de manera que cada generación haya de seguir
la alianza, se puede constatar que la preferencia por el ma­ la dirección tomada por sus antepasados y reproducirla, prohí­
trimonio en bandas lejanas y la prohibición de casarse en la be toda continuidad e impide la constitución de grupos consan­
banda de donde provienen la madre y la madre del padre son guíneos de gran profundidad genealógica y preocupados de con­
normas positivas y negativas de acuerdo con la constricción nú­ trolar su continuidad a través de sus necesarias segmentaciones.
mero 3, porque prohfben la «clausura» de los grupos y s u cons­ Al m ismo tiempo constatamos que, para que la sociedad se
titución en unidades cerradas que intercambiasen mujeres tie reproduzca a través de los intercambios matrimoniales, es pre­
forma regular y orienlada, puesto que al tomar mujer en la ciso que existan al menos cuatro bandas para que puedan exis­
banda de donde provienen mi madre y m i abuela reproducirla tir esas relaciones matrimoniales. La banda A de Ego, ]a ban­
el matrimonio de m i padre y/o el de mi abuelo y reproduciría da B de donde proviene su madre, la banda e de donde
relaciones anteriores y antiguas; por tan to, convertiría en per­ proviene la madre de su padre y la banda X donde va a en­
manentes las relaciones ent re las bandas, entabladas en cada contrar esposa y de la q ue sólo sabemos que no puede ser una
generación a propósito del intercambio de mujeres necesario banda adyacente.
para la reproducción de la sociedad y de cada ban da como tal.
Además, prohibiendo al mismo liernpo el intercambio ma­
trimonial con las bandas vecinas de los territorios adyacentes ,.' ~~~-~~ . . . . . . . ' , . ~~---~" ....
se hace aún más imposible la constitución de bandas cerradas
sobre sí mismas (constricción número 3).
~
(X, e
........ "
A B (x)
.....
Por consiguiente, las constricciones 1 y 3 actúan sobre las
modalidades de la alianza, y al mismo tiempo explican el he­
cho de que el matrimonio sea sobre todo un asun to de inter­ En el plano metodológico, fácilmente se constata hasta qué
cambio entre· familias nucleares e individuos u, lo que preser­ punto seria erróneo creer que se puede estudiar la lógica de
va la estructura fluida de las bandas, y al mismo tiempo explica funcionamiento de una sociedad a partir de una conquista he­
que la banda, en tanto que tal, no intervenga más que para de­ cha en una banda o en una unidad local.
terminar la residencia de l.:, nueva pareja, lo que tiene una gran Otros efectos de las constricciones planteadas por el modo
importancia, puesto que ún icamente con ocasión de su matri­ de producción se manifiestan cuando Se analizan ]as relacicr
monio el joven recibe una red fabricada por su madre y su tío nes políticas que existen entre las bandas o en su seno. Esos
materno y participa corno cazador de pleno derecho, es decir, efectos son otros en su contenido porque se ejercen sobre una
como agente de producción total, en la reproducción de la instancia diferente, irreductible a los elemen tos del proceso de
banda (constricción número 2) 0. Al mismo tiempo, la debilidad producción, pero son isomorfos a los efectos producidos sobre
las otras instancias de la sociedad mbuti. Esta isomorfia nace
u Wayward Servants, p. 110.
.. ¡bid., p. 141. .. ¡bid., p. 132.

loo
166 Maurlce Godelier Enfoques funcionalista, estructuralista y marxista 167

del hecho de que todos esos efectos diferen tes se deben a una terio con la mujer del otro y su enfrentamiento amenaza con
misma causa que actúa simultáneamente en todos los niveles degenerar en violencias físicas y en asesinato, el bufón o la
de la sociedad. Nuestra maner a de practicar el análisis estruc­ bufona hinchan desproporcionada y artificialmente la impor­
tural en el marco del marxismo, a diferencia del materialismo tancia de un conflicto menor que opone a otros individuos, c y d,
cultural vulgar o del pretendido marxismo de algunos, no re­ por ejemplo, y al cabo de varias horas de gritos y discusiones,
duce, por tanto, las diversas instancias de una sociedad a la a y b acaban encontrándose en el mismo campo contra d, lo
economía ni representa la economía com o la única realidad que permite q ue disminuya la intensidad del conflicto que les
au téntica de la que todas las otras instancias no serían m ás que enfrentaba. Tan sólo en dos circunstancias la banda prac tica la
efectos diversos y fan tasmagóricos. Nuestra forma de practicar violencia represiva: cuando un cazador ha situado secretamen­
el marxismo tiene en cuenta plenamente, es decir, rigurosa y, te su red individual delante de las redes, colocadas j untas, de
por tanto, realmente, la especificidad de todas las instancias y, los cazador es, apropiándose indebidamente una parte mayor de
por consiguiente, su relativa autonomía. caza y transformando, por tanto, en ventaja individual el es­
Dos rasgos caracterizan las r eglas y la práctica política de fuerzo comú n de la banda, cazadores y ojeadores (mujeres y
los pigmeos m buti: a) la débil desigualdad de estatuto y de niños), y cuando en un festival Molino en honor de la selva
autoridad política entre los individuos, h ombres y m ujeres, un hombre se queda dorm ido y olvida cantar al unfsono los
y entre las generacion es, ancianos, adultos, jóvenes. La des­ cantos sagrados e n el momento en que la selva responde a la
igualdad favorece a los hombres adultos en relación con las llamada de los hombres haciendo oír su voz por mediación de
mujeres y a los hombres de edad en relación con los individuos, las flautas sagradas que penetran en el campamento llevadas
hombres o mujeres, de las gener aciones más jóvenes; b) el re­ por jóvenes,
chazo sistemático de la violencia, de la represión colectiva para En ambos casos, el ladrón y el hombre donn ido, han roto
solucionar los conflictos entre los individuos y entre las bandas. la solida r idad interna del grupo, amenazando con ello sus con­
En el primer caso, a partir del momento en q ue la desigual­ diciones de reproducción reales o imaginarias (constricción nú­
dad amenaza con desarrollarse, por ejemplo, cuando un gran mero 2). E n ambos casos el culpable es abandonado solo y sin
cazador de elefantes quiere transformar su prestigio de ca­ arruas en medio de la selva, donde no tarda en morir, a menos
zador en au toridad sobre el grupo, la respuesta insti tucional es que la banda que lo exilió venga a buscarlo. Por tanto, se confía
la p r áctica de la bu rla, las bromas públicas, en resu men, una a la selva la tarea de sancionar de forma inapelable las viola­
práctica de erosión sistemática de los intentos de desarrollar cio nes mayores de las reglas de la reproducción social de la
la desigualdad más alJá de ciertos límites compatibles con la banda en tanto que tal. Aun cuando realmente es la banda
coopcración (constricción número 2) voluntaria y siempre pro­ q uien prácticamente ha condenado a muerte al culpable, todo
visional (constricción número 3) de los individuos en el seno sucede en cambio como si fuese la Selva quien le castigase.
de una banda. En cl segundo caso, la respuesta a cualquier Nos encontramos fren te al proceso de fetichlzación de las re­
conflicto que amenaza seriamente la unidad de la banda o las laciones sociales, es decir, de inversión del sentido de las cau­
relaciones entre las bandas consiste en recurrir sistemática­ sas y de los efectos, proceso sobre el que volveremos a insistir
mente a una solución de compromiso o a la diversión. En cada cuando analicemos la práctica religiosa de los mbuti del culto
banda, un individuo úesempefia el papel de bufón (Colin Turn­ a la Selva.
bull desempeñó este papel sin saberlo duran te los primeros. me­ En los conflictos entre las bandas se evita igualmente la vio­
ses de su estancia con los mbuti), que se encarga de neutralizar lencia, y todos los observadores coinciden en señalar como un
los conflictos serios que pueden conducir al drama, al asesi­ hecho notable la ausencia de guerra entre los pigmeos. Cuando
nato y, por tanto, a la escisión de la banda O amenazan el buen una banda caza en el territorio de otra, envía una parte de la
entendimiento interior necesario para la cooperación y la re­ caza capturada a los miembros de la banda que ocupa ese terri­
producción (constricción número 2). Para neutralizar los con­ torio y el conflicto queda solucionado por ese compromiso de
flictos, el bufón practica sistemáticamente la diversión, e incita reparto. ¿Por qué motivos la guerra ha sido eliminada de la
a la escalada de las diversiones. Si dos individuos, a y b, se en­ práclica polllica de los mbuti? Porque implica oposiciones que
frentan seriamente porque uno de ellos ha cometido un adul- tienden a hacer cristalizar los grupos en fronteras rígidas, a
168 Maurice Godelier Enfoques funcionalista, estructuralista y marxista 169

excluir a los otros grupos de la utilización de un territorio y absolutamente necesario si se pretende explicar el contenido,
de los recursos que ofrece, a poblar o a despoblar a los gru­ la forma y la función de la religión de los mbuti, que domina
pos según resulten vencedores o vencidos y a romper los frági­ su ideología y su práctica simbólica.
les equilibrios necesarios para la reproducción de cada banda En esta ocasión nos tenemos que limitar a alusiones casi en
y de la sociedad en su conjunto. La guerra, por consiguiente, el límite de lo descifrable. La práctica religiosa de los mbuli
es incompatible con las constricciones 1, 2 Y 3 del modo de adopta la forma de UJ1 cuHo a la Selva. Esta práctica es diaria
producción, tomadas separadamente y en sus relaciones reci­ y está presente en todas sus actividades: por la mañana, antes
procas. Por idénticas razones se explica la ausencia de prácticas de salir para la caza; por la tarde, a la vuel ta y antes del mo­
de brujería ent r e los mbuti, porque la brujería supone relacio­ mento del reparto de la caza obtenida, etc. Las circunstancias
nes de sospecha, de miedo, de odio entre los individuos y ros más excepcionales en la vida de los individuos o de las bandas
grupos e impide el buen entendimiento, la cooperación colecti­ -nacimiento, pubertad de las jóvenes, muerte- motivan la ce­
va y continua de los miembros de la banda. Analizar esto nos lebración de ritua les; entre éstos, los más importantes son e l
llevaría demasiado Jejos, ya que sería preciso comparar los ca­ Festival Elíma para la pubertad de las jóvenes y el gran Fes­
zadores mbuti con sus vecinos, los agricultores bantúes, que tival Molimo por la muerte de u n adulto respetado. En caso
practican con intensidad la brujería. de epidemia, de malas cacerías repetidas, de accidentes graves,
Podríamos llevar mucho más lejos estos diversos análisis la banda r eafiza «pequeños Molimo». En todas estas circunstan­
para dar cuenta, por ejemplo, de todas las razones q ue hacen cias, cotidianas o excepcionales, de la vida individual y colec­
que la existencia del big-tnen, que goza de u na gran autoridad ti va, el mbuti se vuelve hacia la Selva y le rinde culto, es decir,
individua l sobre su banda, o la de una jera rquía política perma­ baila y, sobre todo, canta en s u honor.
nente y centralizada sean incompatibles con las cond iciones de Para los mbuti la Selva es «Todo » ~5, la Selva es el conjunto
reproducción del modo de producción. La posibilidad q ue tie­ de todos los seres, animados e inanimados, que en ella se en­
nen los individuos de abandonar en cualquier momento una cuentran , y esta realidad s uperior a las bandas locales y a los
banda para unirse a olra, la inexistencia de relaciones de pa­ individuos existe como una Persona, una divinidad, a la que se
rentesco de linaje, de una continuidad en las alianzas, etc., to­ dirigen en los términos que designan a la vez al padre, a la
dos esos factores convergen para hacer imposible la acumula­ madre', al amigo e incluso al amante. La selva les aísla y les
ción de autoridad en manos de un solo inclividuo que eventual­ protege de los habitantes de los pobl ados bantúes, prac tica sus
mente la transmitiera a sus descendien tes, culminando así en dones de caza y de miel, expulsa a las enfermedades, castiga a
una jerarquía de poderes políticos en beneficio de un grupo los culpables . La selva es la Vida. La muerte sobreviene a los
cerrado de parentesco, de linaje o de otro tipo. En es ta etapa hombres y a los seres vivos porque la selva se ha quedado dor­
de la investigación histórica lo que se pretende es el descubri­ mida y hay que despertarla 46 para que continúe prodigando el
mien to de la acción específica de cada instancia, acción que se alimento, la buena salud, el buen entendimiento; en resumen,
combina con la de las constricciones inherentes a l modo de pro­ la felicidad y la anuonía social de [os mbuti, cualquiera que
ducción: e l efecto, por ejemplo, del contenido y de la forma de sea la banda a la que pertenezcan. La afirmación de la depen­
las relaciones de par entesco mbuti, relaciones que no son de li­ dencia y de la confianza de los mbuti en la Selva culmina en
naje, sobre las formas sociales de la autoridad, que se combina el gran ritual Molimo que se celebra con ocasión de la muerte
con Jos efectos directos que e l modo de producción puede tener de un adulto es tim ado. A veces dW'ante un mes, la banda caza
sobre todas las relac iones políticas (ausencia de guerra, fluidez diariamente con mayor intensidad que de ordinario y el botín,
en la adscripción de los individuos a las bandas, etc.). Nos en­ más abundante, se distribuye y se consume en un festín seguido
contramos aquí en presencia del com plejo problema ep istemoló­ de danzas y can tos que duran casi hasta el alba , y a la mañana
gico del análisis de los efectos recíprocos, convergentes o diver­ siguiente, la voz de la Selva llama a los mbuti a nuevas cace­
gentes, que se suman o se liInitan recíprocamente, de todas las rías y a nuevas danzas y ¡pobre de aquel al que la fatiga de la
instancias, las unas sobre las otras, sobre la base de su relación
específica, de su articulación general, tal como las determina, ... C. Tumbull, pp. 251-253.
en último análisis, el modo de producción. Y este análisis es .. C. TumbuU, p. 262.

12
Enfoques fundor/alis ta, estructLlralista y marxista 171
170 Maurice Godelier
partidarios de la ecología cultura1 47 o del marxismo 48, o inclu­
noche le impida despertarse cuando se oye esta voz y cuando
so han sido completamente silenciadas ~9. Habitualmente, el es­
las trompetas sagradas penetran en el campamento sobre las
espaldas de jóvenes llenos de vigor y fuerza! El culpable que tudio de esas realidades se hace desde una perspectiva idealis­
ha inte n-umpido la comunicación, la unión con la Selva puede ta, ya se presente como funciona Lista, como los estudios de Tur­
ser inmediatamente ejecutado, o si no desterrado, abandonado, ner, o estructural isla. Las relaciones entre la práctica simbóli­
solo. en la selva. que le castigará dejándole morir. Aqur pode­ ca de una sociedad y su modo de producción jamás son explo­
mos descubrir el isomorfismo ent re ambos casos de repl."c­ radas, porque el idealismo es impo tente para descubrirlas y
sión. No cazar con todos y no cantar con todos significa rom­ para reconstruirlas, cuando no las niega dogmáticamente. Aho­
per la cooperación y la unidad necesarias en la banda para la ra bien, en este caso nos encontramos con uno de los principa­
reproducción de sus condiciones reales e imaginarias de exis­ les problemas teóricos, cuya solución pemütirá explicar en par­
tencia (constricción número 2). te las condiciones y las razones del nacimiento de una sociedad
Por lanto, lo que representa la Selva es . por una parte, la de clases y del Estado y, por consiguien te, el movimiento de la
rea lidad supralocal , el ecos is tema natura l en cuyo seno los historia que ha conduc ido a la desaparición de la mayor parte
pigmeos se repro ducen como sociedad, y, por otra, el conjunto de las sociedades sin clases. Intent aremos mostrar a t ravés de
de las condiciones de la reproducción material y social de su un ejem plo cÓmo abordar el a náli sis de la relación entre prác­
sociedad (la Selva, como divinidad que prodiga la caza, la bue­ tica simbólica y modo de producción para resaltar la función
na salud, la armonía social, cte.). La religión de los m b uti es, de esta práctica simbólica en la reproducción de las relaciones
por consiguiente, la instancia ideológica donde se represent:m sociales en su conjunto.
las condiciones de reproducción de su modo de p roducción y El ejem plo es el del gran ritual Molímo de los mbuti, que
de su sociedad, pero esas con diciones se representan en ella a dura a veces un mes, y se celeb ra con motivo de la muerte de
la inversa, de forma «fetichizada» , «mítica». No son los caza­ un adulto respetado. Du rante el Molimo, la caza se prac tica de
dores los que atrapan la caza, es la Selva qu ien les hace don forma mucho más intensa y el botín captur ado es en general
de una determinada cantidad de caza para q ue ellos la atrapen m ucho más ab undan te que de ord inario. La práctica religiosa
y puedan subsistir y reproducirse. Parece como si existiera una im plica , p ues . UDa in te nsifica ción del proceso de producción,
relación recíp roca entre personas con poder y estat uto diferen­ un trabajo suplementario que permite aumentar la cantidad de
tes, puesto que, a diferencia de los hombres . la Selva es omni­ caza para dist ri buir . lo que da lugar a una intensificación de
p resente, omnisciente y omnipoten te. Respec to a ella los hom­ los repa rtos , y se termina con u n consumo excepcional que
bres t ienen act itudes de reconocimiento, de am or, de amistad transforma la com ida de la tarde en un fes tín y la vida ordina­
respetuosa y es a ella a quien respetan cuando se prohiben a ria e n un a fiesta que finaliza en danzas y can tos al un ísono, a
sí m ismos matar inj ustificadamente animales, destruir espec ies través de los cuales los m b uti com ulgan con la Selva. la «ale­
vegetales y animales (represen tación en la conciencia de la gran », atrayendo sobre ellos sus beneficios, su presencia vigi­
constricción núme ro 1 y de las condiciones de renovaciÓn del lante, que lleva consigo la caza abundante, la salud, y aleja la
proceso de caza y de recolección de determinadas especies na­ epidemia, el hambre , la discordia, la muerte. El ritual Molimo
turales). constituye, por consiguiente, un trabajo simbólico que preten­
Pero la religió n de los mbuti no es solamente un sistema de de, según la expres ión de Tumbllll , «recrear la vida y la socie­
representaciones ; es al mi smo tiem po una práctica social que dad, combatir las fuerzas del hambre, de la desunión, de la
desempeña un papel fundamental en la reproducción m isma ge
la sociedad. <T Con la notable éxccpción de Roy Rappaport en su libro Pigs for (he
¿ Ofrece nuestro método la posibilidad de construir la teo­ Ances lors.
ria de los procesos de fetichización de las relaciones sociales y, .. Por Claudc Meillassoux, por ejemplo, cn su articulo sobre los estu­
más allá de las diversas variedades de fetichismo ideológico, re­ dios de Colín Twnbull.
.. Con la excepción de estudios de valor como, por ejemplo, los de
ligioso o político, de abordar científicamente el campo de las Pierre Bonnafe, . Un aspect rcUgieux de l'idéologic lignagere: le nma des
prácticas simbólicas? Hasta ahora estas diversas realidades han kukuya du Congo-Brazzavillc», Caftiers des Religions Af riCaill es, 1969, pá­
sido muy maltratadas por los materialistas, ya se proclamen ginas 209-296, o, en Francia, los de Marc Augé o P. AJlbabe.
172 Maurice Godelier Enfoques funcionaZista, estructuralista y marxista 173

inmoralidad, de la desigualdad, de la muerte», y expresa «la pre­ extraen su sustancia, el peso de su existencia y la eficacia de su
ocupación dominante de los mbuti, que consiste en perpetuar, presencia en la juntura, en la articulación oculta de su modo de
no a los indh.riduos O a los linajes, sino a la banda y a los producción y de las ínstancias que le corresponden. Aparente­
mbuli en tanto que tajes». A través de la mayor intensidad de mente dirigidas hacia seres y relaciones imaginarios que des­
la caza y la abundancia del botln a repartir, se intensifican . bordan la sociedad humana, y q ue son idealidades sín objetos
y exaltan la cooperación y la reciprocidad, disminuyen las ten­ que les correspondan, en realidad apuntan hacia el fondo más
siones en el interior del grupo y descienden hasta su más bajo profundo, el in terior más l-ecóndito de su sociedad, hacia la
nivel o entran en un período de hibernación, sin que, por su­ j u ntura invisible que suelda en u n todo capaz de reproducirse,
puesto, desaparezcan; las danzas y los cantos polifónicos impli­ en una sociedad, sus diversas relaciones sociales. Lo que se
ca n la participación y la unión de todos los individuos. En re­ presenta ante sus conciencias y aparece gajo los rasgos y atri­
sumen, a través de todos sus aspeclos, material, político, id..:o­ butos de la Selva, es, en reali dad , esa j un tura invisible e n el
lógico, emociona l y afectjvo, la prác tica religiosa amplía y exal­ «interior, p¡·óximo y lejano a la vez», de su sociedad , y es sobre
ta todos los aspectos positivos de las relaciones sociales, permi­ esta juntura --es decir , sobre ell os mismos, sobre esas condi­
tiendo atenuar al máx imo, poner sordiqa provisionalmente (si n ciones politicas e ideológicas de la reproducción de su socie­
anularlas) a todas las con tradiccion es contenidas en el seno de dad- sobre lo que actúan cuando rechazan lo más lejos posi­
esas relaciones sociales . La práctica religiosa consti tuye, por ble, atenuándolas al máxima, las contradicciones y las tensio­
tanto, un verdadero trabajo social sobre las cO '1 tradicciolles de­ nes que necesariamente son engendradas por la propia estruc­
terminadas por la estructura del modo de producción y de las tura de sus relaciones sociales, al un irse para realizar los ges­
demás relaciones sociales, trabajo que const ituye una de las tos rituales, la caza, los festines, las danzas y los cánticos en
condiciones esenciales de la reproducción de esas relaciones, honor de la Selva, madre que dispensa todos los bienes y padre
tanto de las de producción como de las que corresponden a las que protege de todos los males, guardi án vigilante de la buena
restantes instancias sociales. Lejos de no tener nada que ver conducla de los p igmeos, sus hijos, y de su futuro.
co n la base m aterial y el modo de producción, como pretende­ Al m ismo tiempo que dirige la teoría y la práctica hacia el
rían algunos ideaUstas, la práctica religiosa es, al mismo tiem­ lugar donde se sut uran sus relaciones sociales en un todo que
po, una práctica material y una práctica po litica, y se sitúa en debe reproducirse como tal, la religión es tanto un forma de
el centro del proceso de reproducción de ese modo de p roduc­ presentación y de presencia de esta sutura como una forma de
ción . Pero, aun en este caso, la práctica social está representada acción sobre ella tales que, en el preciso momen to en que se
«a la inversa» y es vivida de forma «Eetichizada», ya que la res­ presenta e n la conciencia y se ofrece a la acción, esta sutura
tauración de la armon ía, el buen entendimiento excepcional, la se convierte en objeto de desconocimiento teórico y en obj etivo
abundancia, la felicidad, frutos de la cooperación más intensa, ilusorio de la acción práctica . Al m ismo tiempo presente y disi­
de la reciproc idad más amplia, de la comunión emocional más mulada en su modo de presentación, la articulación invisible
profunda que nacen de las mismas relaciones de los hombres de las relaciones sociales, su fondo y su forma interiores, se
entre sí en esas circunstancias excepcionales, son representados convirten en el lugar en que el hombre se aliena, donde las
y vividos como el efecto y la pl1Jeba de la p resencia más pró­ relaciones reales entre los hombres y entre las cosas se pre­
xima, de la generosidad más intensa de la Selva, del ser im agi­ sentan al revés, [etichizadas.
nario que personifica la unidad elel grupo y las condiciones mis­ Terminaremos aquf , en el umbral de lo que podría ser la
mas de su reproducción . teoría marxista de la religión y de la práctica simbólica, la de­
La religión de los mbuti no es, pues, un dominio de sombras mostración de las posibilidades teóricas que ofrecería la utiliza­
fantásticas proyectadas sobre el fondo de su conciencia por una ción sistemática del método que proponemos para explorar las
realidad que existiría por sí misma como tal, sólida, material: relaciones entre economía, sociedad e historia, así como para
la realidad de sus relaciones sociales en la producción de los descubrir y reconstruir los fundamentos, las formas y los ca­
medios materiales de su existencia. Lejos de ser e l reflejo fan­ nales de la causalidad, de la delerminación en último análisis
tasmagórico, pasivo y caricaturesco de una realidad que opera­ que ejercieron o ejercen, a través de los sistemas de constric­
ría en otra parte, esas representaciones y esa práctica religiosa ciunes que engendran y que condicionan su reproducción, los
Enfoques funciol1alista , estructuralista y marxista 175
174 Maurice Godelier
tructurales no intencionales de las relaciones sociales . así corno
diversos modos de producción que se han desarrollado o se
su jerarquía y articulación propias sobre la base de modos de
desarrollan en la historia. producción determinados. Porque expresan las condiciones ob­
De este modo hemos llegado a un punto donde desaparecen jetivas de la reproducción y, por consiguiente, también de la
las oposiciones y las distincioncs entre a ntropología e historia, no reproducción de esos modos de producción y de su articula­
a un pun to donde ya no es posible cerrar tras él, constituir en cióll con las otras instancias de la soc iedad, esas leyes son al
un campo autónomo, fet ichizado, el a nálisis de las relaciones y mismo ticmpo leyes de funcionamiento y leyes de transforma­
de los sistemas económicos so. Por tanto, no es posible q uc en­ ción, de e\'OluciÓn. Por ello mismo, la oposición enlre sincronía
cuentre un lugar, en la perspectiva m a rxista en la que nos si­ y diacronía podrá ser superada, cosa que hasta ahora no han
tuarnos, lo que comúnmente se entiende por an tropología eco­ podido realizar ni el funcionalismo n i el cstructura}jsmo.
nómica, ya sea . fonnalistalO o «sustantivista». La tarea de Unicamc nte u na teoría y un método que permitan pensar y
descubrir y recons truir por el pe nsamiento los m odos de pro­ a nalizar la forma, las funciones, la jerarquía y cl modo de ar­
ducción que se han desarrollado o se desarrollan en la histo ria ticulación, las condiciones de aparición y de tran s formación de
es algo más y algo distinto q ue constitu ir un a antropología eco­ las relaciones socialcs podrán superar radicalmcnte las impo­
nómica o cualquier otra disciplin a que recibiera un nombre tencias del fLlllc ionaJismo y del estructuralismo y poner fin al
parecido. Esta tarea exige el replanteamiento general 5l del estado de fl uctuación e impotencia que exper irm:n tan las cien­
c.a mpo de los problemas teór i.cos que plantea el conocimiento cias del homb re. A diferencia del marxismo habitualmen te prac­
de las sociedades y de su historia, es decir, los p roblemas del t icado y q ue se convierte rápidamente en m aterialismo vu lgar
descu brimie nto de las leyes, no «de la Historia» en general. que afirmamos que Marx, al distingu ir infraes truc tura y superes­
constituye un concepto sin objeto que le corresponda , sino de t ruc tu ra y suponer que la lógica profun da y el movimiento ge­
las d iversas formaciones económicas y sociales que analizan el neral de las sociedades y de la hi s tor ia dependian , en último
historiador, el antropólogo, el sociólogo o el econom ista. E sas a nálisis. de las t ra nsformaciones de la infraestructura, no hizo
leyes existen, y no h acen más que exp resar las propiedades es­ más que poner de manifiesto por primera vez la existencia de
un a jerarquía de dis tin ciones funcionales, sin prejuzgar cn
50 La obra de Claude Meillassoux. AIl{/¡ropologie écollol/1iq ue des Gou­
ro de C61e d'/lIoire, Mouton, 1964 , (;on stituye un ejemplo dI.: (!Sos intentos modo algu no la natL/raleza de los elementos que asumen esas
q ue dejan (h; lad o el amilisis profu ndo de las rclac ioni.!.~ de parentesco , fun cion es (parentesco, religión , poütica, etc. ) ni el número de
de las representaciones y de las prác ticas rel igiosas. funciones que pueden e ncarnarse en un solo elemen to 52.
1I Este replan teamiel1 to no podrá llevarse a cabo más q ue p rocedien­
Por consiguien te, se comprende ·por qué semejante método
do paso a paso mcruante la construcción de Tl uevas cue~lio n es a p a rtir
de los resultados obtenidos en cada etapa. A partir, por ej emplo, de nues­ teórico, libre de todo prej uicio, podría ser el ins t rumen to ta nto
tro análisis de las relaciones de parentesco y de las relaciones políticas de revoluciones teóricas como de revoluciones sociales. Y fi­
en el seno de las bandas mbuli, se p lantea la cuestión de descubrir en nalizaremos con una cita de Engels, muy poco conocida de ]os
qué condiciones se constituyen grupos de parentesco de contornos cerra­ marxistas que desprecian la antropología o de los ant ropólogos
dos y que proceden a inlerc.1mbios de mu jeres regulares y 'JriClltados,
como ocurre en los s istemas de mitades, de secciones o de subsccciones que desprecian a Engcls:
de los aborígenes austra lianos, que son también cazadores y recolecto-'
res, como los mbuti. Se trataría asimismo de saber en qué condiciones «Para llevar plenamen te a cabo esta crítica de la economía
apareCL'TI sociedades verdaderamente segmenta rias y en e l seno de las burguesa no bastaba con el conocimiento de la forma capita­
cuales. en vez de la discontinuidad de las generacio nes y de la !Iuidez de lista de la producción, el intercambio y la distribución . Habia
las relaciones sociales características de los m buti o de los bosquimanos, que estudiar también, al menos en sus rasgos capitales, y consi­
aparece n grupos cerrados sob re sí mismos y basados sobre la continuidad
de las generaciones y la permanencia de las relaciones sociales . derar comparati vamente las formas que la han precedido o que
Se puede observar que, si en lugar de u n intercambio irregular de mu­ aún subsisten a su lado en países poco desarrollados», Al1ti-Diih­
jere!. cntn: ~uat ro band~IS por lo menos de conlornos no cerrados . nos ril1g (1877 ).
encontrásemos ante un intercambio l'cgular entre coatTo grupos intercam­
bistas de contornos cerrados. se engendraría entonces un sistema de pa­ ~ Véanse los anális is de Jonathan Friedman en Syslem, Slructures and
ren tesco de tipo Aran da. E l método para u n replanteamiento general de COlllradictiO/ls il! soml! Asiatic Societies . Ph. D. dissertatioll, Columbia,
los problemas de la antropología no puede ser más que un método de
junio de 1972 (manuscrito).
construcción de matrices de transformación .
IV. EL CONCEPTO DE .. FORMACION ECONOMICA El concepto de «formación económica y social.
, 177
y SOCIAL,,: EL EJEMPLO DE LOS INCAS *
sea cual fuere su origen, esos elementos de la superestructura
se encuentran de este modo, en cierta [arma, redefinidos, car­
gados con un nuevo contenido.
Sin entrar en los detalles, tomemos el ejemplo inca:
Sabemos que, en el seno de numerosas tribus sometidas a
mediados del siglo xv por los incas e integradas en su imperio
y en su economía, la producción se basaba en el funcionamien­
to de los ayllu, comunidades a ldeanas locales donde residían
grupos de parentesco del tipo de linaje. La propiedad del suelo
La noción de «formación económica y social" parece desti­
nada ante todo al análisis de realidades históricas concretas, era comwü taria, y la tierra era redistribuida periódicamente
singulares, aprehendidas en el tiempo real, irreversible de un entre las escasas familias, sin que éstas pudieran t ransformar
período determinado de la historia. Intentaremos, a título de ese derecho de uso en derecho de alienación, es decir, en al­
ejemplo, definir La "formación económlca y social» caracterís­ guna forma de propiedad privada, separada de la propiedad
tica del Imperio inca en el siglo XVI , en vísperas de la conquis­ comunal. Igualmente, el trabajo revestia W1a forma comunita­
ta española. Definir una formaciÓn económica y social es pro­ ria, consistente en la ayuda recíproca de los aldeanos en la
ducir una definición sintética de la naturaleza exacta de la di­ realización de las diferen tes tareas productivas. El jefe de la
versidad y de la unidad especifi cas de las relaciones económ icas aldea, el cu raca, era el primer beneficiario de esta ayuda mu­
y sociales que caracterizan una sociedad en una época deter­ tua aldeana, y se cult ivaban especialmente tierras comunales
minada . Producir esa definición sintética equivale, en la p ers­ para el sostenimiento de las tumbas, de las divinidades y de los
pectiva del marxismo, a realizar un determinado n úmero de jefes locales. Nos encontramos, pues, ante un modo de produc­
pasos científicos para: ción basado en la cooperación de los productores directos, li­
1. Identificar el número y la naturaleza de los diversos mo­ gados entre sí por lo que el cronista espafiol, BIas Valera, lla­
dos de producción q ue se encuentran combinados de una forma m aba «la ley de la fraternidad. , es decir , por las obligaciones
singular en e l seno de una sociedad determinada y que con.st i­ recíprocas en tre parientes y vecinos. Había desigualdad social
tuyen su base económica en una época determinada. entre Jos jefes y la gente común, pero no muy acusada. Cuando
2. Identificar los diversos elementos de la superestructura cayeron bajo )a domin ación del Estado inca, estas comunida­
social e ideo lógica q ue corresponden por su origen y su funcio­ des, o al menos los grupos étnicos y tribales que estaban or­
namiento a eso~ diversos modos de producción. ganizados en comunidades del tipo descrito, experimentaron
3. Definir la forma y el contenido exactos de la articula­ una profunda transformación . Una parte de sus tierras fueron
ción, de la combinación de esos diversos modos de producción expropiadas, convirtiéndose en propiedad del Estado o de la
que se encuentran entre sí en una relación de jerarquía, en la Iglesia. Las comunidades perdieron asimismo una parte de sus
medida en que uno de los modos de producción domina a los derechos comunitarios antiguos sobre las tierras que conserva­
o tros y, en cierto modo, los somete a las necesidades y a la ban, puesto que el Estado inca reivindicaba un derecho emi­
lógica de su propio modo de funcionamiento, integrándo!o~ nente sobre todas las tierras del reino, por tanto, un derecho
más o menos en el mecanismo de su propia reproducción. de control del uso de esas tierras, lo que abolla la antigua auto­
4. Definir las funciones propias de todos los elementos de nomía de esas comunidades; sobre las tierras que mantenían
la superestructura y de la ideología que, pese a sus orígenes bajo su control, las formas del uso del suelo seguian siendo las
diversos, correspondientes a modos de producción diferent~s, mismas que antes de la conquista inca, y la producción conti­
se encuentran combinados de una manera especifica, según la n uaba revistiendo una forma comunitaria. Sin embargo, se ha
forma en que se articulan los diversos modos de producción; bIa establecido un nuevo modo de producción.
Las tierras apropiadas por el Estado eran desde entonces
* Publicado en La Pensée, nUm. 159, octubre de 1971, bajo el titulo: trabaj adas por cuenta del Estado por los campesinos, someti­
Qu'cst<c que déunir une 'formaLion ~onomiquc et sociale': !'exemple dos abara a un régimen de prestación de trabajo . La prestación
des Incas_. de trabajo no era individual. Toda la aldea participaba por
178 MaL/rice Godelier El concepto de «formación económica y social» 179

familias y el Estado inca proporcionaba el alimento y la bebida, los mjtma, etc.) mediante un movimiento que fue brutalmente
de la misma fonna que en el seno del ayJlu tradicional lo hacía interrumpido por la conquista española. Esta última, a su vez,
el beneficiario de la ayuda comunal con quienes le ayudaban. rompió las instituciones económicas, poüticas e ideológicas es­
El Estado suministraba los ulensilios y la semilla, insistiendo pedficas del modo de «producción asiático», que era el modo
en que la gente fuese a trabajar en traje de fiesta , con música de producción dominante de la formación económica y social
y cantos. Así pues, las antiguas fonnas de reciprocidad económi· del Imperio incaico. Inmensas extensiones de tierras de las me­
ca y las antiguas formas de ideología y de ritual que les co­ jores fueron acaparadas por los colonos españoles, y las comu­
correspondían, sirvieron en adelante al funcionamiento de rela­ nidades indias fueron some ti das a un régimen de explotación
ciones de explotación y de servidumbre económicas caracterís­ de un nuevo lipo, la encomie~lda, q ue se b asaba ante todo, bien
ticas de una forma nueva de modo de producción perteneciente en lazos de dependencia personal de los indios y de sus comu­
al tipo de «modo de producción asiático». nidades con respecto a sus amos españoles encargados de cris­
Si se profund iza más en el análisis, se descubre que el Esta­ tianizados, bien en lazos de dependencia con la corona de
do inca, para organizar su propia base económica de forma que E spaña.
pudiera reproducirse de manera es table , necesitaba hacer un Esas formas de dependencia de aspecto fe udal se desarrolla­
censo de t ierras, poblaciones, animales, p roducciones, crear una b an en el contexto histórico del nacimiento del capitalismo en
maquinaria a dminist rativa q ue encuadrase a la población y la la Eur opa feuda l y sirviero n. ante todo, a lo que se ha llamado
controlara directa o ind irectamente, generalizar el culto del la acumulació n p rimitiva del capital (desarrollo de la p r oduc­
Inca, hijo del sol, m a ntener un ejército para re primir los le­ ción de oro, de plata, de pr oductos exóticos, etc.).
van tamientos, e tc. Este conjunto institucional corresponde al Privados de sus jerarquías sociales tradicionales, expropia­
nuevo modo de prod ucción, y se sabe que ese m odo de prod uc­ dos, empobrecidos , sojuzgados por amos de lengua y cul tura
ción se encontraba, en 1532, en plena evolución, ya que el Es­ extranjeras, las comun idades indias, bien desaparecieron, b ien
tado se había visto obligado a trasladar poblacion es enter as se replegar on sobre sí mismas. Como consecuencia de esta ex­
para crear colonias mi li tares que controlaban a las poblaciones plotación impuesta por extranjeros -has ta ta l punto dura q ue
locales demasiado turbulentas. Los lazos tradicionales de las el problema principal de los indios consistía ante todo en so­
t rib us y sus tierras q uedaban en parte rotos, y el desarrollo de brevivir y 110 solamente en atenuar más o menos el sojuzga­
u na especie de esclavitud, llamada yanacona, había creado una miento- las co munidades no podían reproducirse y asegurar
nueva capa social, los yana , compuesta por individ uos separa­ la supervivencia común. de sus miembros más q ue manteniendo
dos completamente de sus com un idades de origen y vinculados den tro de límites determinados las desigua ldades económicas
a la persona de un amo. De este modo habían aparecido rela­ y la competición social q ue, de forma espontán ea e inevitable,
ci on es de producción de un tercer tipo, basadas no ya en la se desarrollaban en su seno y hubieran podido implicar su des­
dependencia general de las comunidades locales de una comu­ trucción en beneficio de una minoría de indios. Igualmente era
nidad superior que se confund ía con el Estado, sino en lazos preciso, habida cuenta del contenido y de las formas de la do­
personales entre familias aristocráticas y familias campes inas minación ejercida por las clases explotadoras de la n ueva so­
o ganaderas sojuzgadas. Una nueva vía de evolucióo q uedaba ciedad co lo nial, que esos mecanismos de competición y de re­
abierta, ligada al desarrollo de esas formas nuevas de propie-. distribución revistieran una forma que correspond iera a la ideo­
dad Y de explotación, desligadas cada vez en mayor grado de las logia católica de las clases dominantes, inscribiéndose en formas
antiguas r e laciones comunitarias. toleradas por esas clases dominantes. De este modo se introdujo
De és tos tres tipos de relaciones de producción , que remi­ lo que se ha llamado «la economía de prest igio», la lucha por
ten a épocas diferentes de la evolución de las sociedades in­ los oficios. los cargos municipales y religiosos de la comunidad.
dias de los Andes , el segundo de ellos desempeñaba, en el · si­ Algunos solamente han querido ver en estas instituciones
glo XVI, un papel dominante en la formación económica y so­ una s u perviviencia de formas «arcaicas» prccoloniales de reci­
cial que constituía el Imperio inca. Esta formación económica procidad y de competición, una costumbre próxima al poUatch
y social tenía, así pues, sus propias contradicciones que la orien­ de los indios kwakiutl, cuando se trata en este caso de formas
taban en una determinada dirección (desarrollo de los yana, de que respondían a relaciones sociales nuevas, las de una socie­
180 El concepto de «formación económica 'Y social» 181
Mal/rice Godelier
dad colonial creada en la época del nacimiento del capitalismo. un primer nivel como una serie de accidentes que trastornan
Esta presentación «esquelética lO de la historia de las socieda­ la evolución de las comunidades indias responde a unas nece­
des andinas desde el final del siglo XV hasta principios del si­ sidades históricas que es preciso explicar, para lo cual hay que
glo XVII tiene sólo por objeto iden tificar los modos de produc­ comprender la relación entre acontecimientos y estructuras so­
ción correspondientes a los elementos de las superestructums ciales, y sobre todo las relaciones de causalidad entre estructu­
que se habían sucedido en el transcurso de este período. (Ope­ ras . Entonces pasamos a plantearnos los problemas del tipo 3
raciones teóricas 1 y 2.) Es ta presentación pone de manifiesto y del tipo 4, concernientes a la articulación de los modos de
la existencia y la sucesión de dos formaciones económicas y so­ producción y de los elementos de las superestructuras en el
ciales, una precolonial, dominada por un modo de producción seno de las formaciones económicas y sociales.
pertenecien te al modo de producción asiático, la otra dominada En una comunidad india anterior a la conquista inca, la pro­
por un modo de producción instaurado tras la conquista espa­ ducción estaba basada en la propiedad común del suelo y re­
ñola y dependiente en su estructura interna y en sus funciones vestía una forma comunitaria basada en la cooperación de pa­
del modo de producción de la España fe udal en la época del rientes y/o vecinos. Esta cooperación expresaba a la vez una
nacim iento del capitalismo, época llamada por ]os economistas necesidad técn ica y la obligación de ayuda recíproca que im­
clásicos de «la acumulación primitiva del capital». ponían a los individuos sus relaciones de parentesco y de ve­
Constatamos, por tanto, que la sucesión de esas dos forma­ cindad. Aunque existía una desigualdad socia l entre li najes y
ciones económicas y sociales no es el resulLado de una evolu­ algunos de eUos dominaban a los otros y proporcionaban jefes
ción in tema de las sociedades indias de los Andes. Ya la con­ de forma hereditaria, el modo de producción dependía en lo
quista inca había tras t rocado la evolución interna de las tribus esencia l de lo que Marx. llamaba «la asociación inmediata de
y comunidades andinas. Más tar de. la conquista española debía productores ... , tal como ésta nos aparece en el umbral de la
modificar, por segunda vez, la evolución n ueva impuesta por la historia de todos los pueblos civilizados» l .
conquista inca. Ciertamente, desde hacía más de un milenio, En el seno de las familias domésticas, entre las que se redis­
diversos estados e imperios habían nacido en las altiplanicies tribuían periódicamente las tierras de la comunidad, la división
y en los valles costeros del Perú, y transcurrido un cierto tiem­ del trabajo estaba en función de los sexos y las edades. En nu­
po, se Jlabían derrumbado. El Estado inca no era, por consi­ merosas tareas la comunidad entera «actuaba» como una sola
guien te, más que el último de estos estados en nacer, yesos y única fuerza de trabajo «social» 2. En 1571, el cronista Polo
desarrollos y caídas de imperios testimonian, pues, que, en esta de Ondegardo subrayaba que los indios «cuando tienen que
zona ecológica y cultural, ciertas transformaciones económicas realizar una tarea, nunca comenzarán sin estimar y medir antes
decisivas, relacionadas con la generalización y el perfecciona­ la parte que deberá ser realizada por cada uno», o más bien por
miento de la producción del maíz y del algodón en la costa, así cada familia.
como de la patata y de otros tubérculos en las altiplanicies ha­ Vemos sin dificu ltad que para llevar a cabo el análisis de
bían provocado la aparición de profundas desigualdades socia­ este tipo de relaciones sociales de producción, que correspon­
les. el nacimiento de tribus y clases dom inantes y de formas den al antiguo modo de producción pre-estatal de las sociedades
de poder centralizadas para el ejercicio de esa dominación. Sin andinas, hay que desembarazarse de doctrinas que, de forma
embargo, para las tribus que no habían a lcanzado ese estadio abstrac ta y dogmática, sólo ven en las relaciones de parentesco
de desarrollo económico y social, y pal"ece ser que era éste el y/o de vecindad de numerosas sociedades primi tivas elementos
caso de numerosas tribus de la región de Cuzco, su in tegración de superestructura de esas sociedades en relación de correspon­
por la fuerza en un imperio conquistador y centralizado había dencia más o menos externa COn su infraestructura económica.
provocado un trastrocamiento impuesto desde el exterior. Esto
es aún más cierto en relación con los efectos de la conquista t Karl Marx: El capital, libro l , P. 42, ed. cit.
española. , Véase El capital, p. 43: «Finalmente, imaginémonos. para variar, una
asociación de hombres libres que trabajen con medios colectivos de pro­
Por tanto, para explicar la historia singular de las socieda­ ducción y que desplieguen sus numerosas fuerzas inclividuales de traba­
des andinas hay que analizar el juego combinado de las causas jo., con plena conciencia dI! lo que hacen. como una gran fuerza de tra·
internas y extern.a s de esta historia. Lo que se manifiesta a bajo social.»

~
182 Maurice Godelier El concepto de «formación económica y social" 183

El trabajo como actividad simple y exclusivamente económica, formaciones de las antiguas relaciones sociales impuestas por
como lo ha reconocido perfectamente Marx, no existe en el la integración forzosa de las sociedades indias en el marco de
seno de los modos de producción más antiguos. Las relaciones un modo de producción nuevo y destinadas a reproducirlo de
de parentesco, aun asu miendo funciones poUticas de autoridad forma automdtica. Vamos a intentar definir la naturaleza de
en el seno de las comunidades, así como funciones ideológicas, esas transformaciones.
tanto las de educación y transmisión de tradiciones y valores Al obligar a los campesinos a acudir en traje de fiesta para
como las de carácter religioso de culto a los antepasados, fun­ trabajar las tierras del Eslado y del Sol, al proporcionarles co­
cionan asimismo como elementos de las relaciones de produc­ mida y bebida, los incas utilizaban la antigua forma de produc­
ción y, por tanto, como elementos de la infraestructura. Las ción basada en las obligaciones recíprocas de los miembros de
relaciones de parentesco son, pues, plurifuncionales, plurideter­ las comunidades localcs, forma y obligaciones «conocidas y
m inadas, y es esta plura lidad la que les confiere el papel domi­ comprendidas por todos», (Iohn Mu rra, pago 32), para orga­
nante en la vida socia l. Al mismo tiempo exis te una unidad in­ nizar nuevas relaciones de p roducción basadas en la opresión
terna de esta p luralidad de funciones, fusiÓ n í ntima sin que, y en la dominación, ya que los productores habían perdido el
no obstante, se con fundan. control de su trabajo, invertido ahora en concep to de presta­
Se puede calibrar, por consiguiente, el fracaso de toda teo­ ción obliga toria, así como del p roducto de éste.
ría de las relaciones entre infraest ructu ra y superestru ct u ra Por otra parte, los incas m antuvieron los cultos de las divi­
que no tome en serio la tarea de reconocer y analizar su un ión nidades locales, pero añ adieron el del dios Sol y s u hijo, el
ín tima y se con tente tan sólo con vagas sugerencias metafóri­ Gran Inca, en honor del cual los campesi nos debían ofrecer tra­
cas sobre las relaciones de un «por debajo» respecto a un «por bajo, como lo exigían anteriormente las divinidades locales tra­
encima», que se convierten en las r elaciones de los cim ientos con dicionales.
las construcciones q ue se elevan sobre ellos, para resolverse, fi­ Por con siguien te, el nuevo m odo de p roducción se apoyaba
nalm en te, en la del f undamento con lo fu ndado. de UDa [arm a general en las relaciones de producció n, la or­
Un examen rápido de los dos modos de p roducción dominan­ ganización social y la ideología existentes, al mismo tiempo
tes ulteriores, el mod o de produ cción asiáti co y el modo de q ue las modificaba p rofundamen te. E n es te caso existe, pues,
producción colonia l. p roporcionará igualmente la ocasión par a un mecan ismo de extensión de esas relacio nes más a llá de su
hacer algunas observaciones teóricas. esfera de origen, de s u fun cionamien to originario.
Lo que sorprende a propósito del mod o de producción que Pero lo característico de ese m ecanismo es que el modo de
sirve de base económ ica a l Estado inca es que se basa en un p roducción mantiene activamente una parte de las antiguas re­
régimen de p restaciones de trabajo impuesto por el Estado laciones comunitarias, se articula sobre ellas y las utiliza en su
conquistador, y que esta vez n os encontrarnos en pr esenci a de propio modo de reproducción, qu e, por otra parte, implica la
relaciones de producción q ue ItO dependen ya directamente de destrucción parcial d e esas an tiguas relaciones comunitarias.
las relaciones comunitarias de parentesco o de vecindad. Según Por consiguiente, en la práctica económ ica y política, el
el cronista Coba, «los hombres se convertían en tributarios y modo de producción asiático prolonga y contradice las anti­
tomaban parte en los t r abaj os públicos solamente a partir "del guas relaciones comu nitar ias . A nivel ideológico, esta deforma­
día de su boda».
ció n interior de las antiguas rela ciones comunitarias disimula
Las antiguas relaciones de parentesco habían asumido , pues, la opresión y la do minación inher en tes al modo de producción
una nueva funció n. Según la bella fórmula de John Murra, el asiático, puesto que las fonn as ideológicas antiguas, u tilizadas
matrimonio, de rito de ingreso en el seno de una com unida d con nuevos fines, corresponcUan a antiguas relaciones de pro­
local, se había transformado en un medio de acceso a un nuevo ducción más igualitarias.
estatuto y en símbolo de ese estatu to , el de súb dito del Estado En la medida en que dominadores y dominados compartían
inca sujeto a prestación personal, por consiguiente, en miembro esta m isma ideología (la de la reciprocidad politico-económica
de una comunidad mucho más vasta y de esencia diferente de y las representaciones religiosas), la opresión se encon traba
la de los ayUu o de las tribus locales. disimulada, tanto desde el punto de vis ta de los unos como de
Nos encontramos aqLÚ frente a una de las múltiples trans- los otros, por tanto, plenamente justificada en opinión de los
184 MaL/rice Godelier V. DE LA NO CORRESPONDENCIA ENTRE
LAS FORMAS Y LOS CONTENIDOS
primeros y soportada pasivamente, si no plenamente aceptada DE LAS RELACIONES SOCIALES:
por los segundos. NUEVA REFLEXION SOBRE
Igualmente se podría analizar el modo de producción ins­ EL EJEMPLO DE LOS INCAS *
taurado tras la conquista española, y veríamos que los indios
no tenían más elección que la de sobrevivir eliminando las des­
igualdades sociales que surgían entre ellos y que podían ame­
nazar la unidad y la solidaridad de sus comunidades, designal­
dades que sólo podían eliminar utilizando para este fin las ins­
tituciones municipales y religiosas que los españoles habían
introducido a la fuerza en el funcionamiento de sus comunida­
des. De este modo se estableció una economía de pres tigio y de
competición por «los cargos» que era tolerada por los domi na­
dores españo les en la medida en que se encontraba p or ade­
La mayoría de las primeras sociedades de clases y de los
lan tado justificada por su propia ideología política y católica y
al mismo tiempo justificaba a esta última. La explotación de Estados que caracterizan la historia antigua y reciente de la
los indios, en efecto, no tenía oficialmente justificación alguna América precolombina, del Africa precolonial, etc., se han des­
desde el punto de vista de Jos españoles, si no era la del deber arrollado sobre la base de formas no esclavistas de dependen­
de cristianizarlos primero para civilizarlos después 3. cia. El Imperio inca se edificó en menos de dos siglos, y esta
Las observaciones teó ricas precedentes no tenían otra fina­ ascensión fulgurante solamente fue superada por la de los az­
lidad que la de ilustrar lo que entendiamos por «definir una tecas, que , en el momento de su entrada en el valle de México,
formación económi ca y social,., así como dejar entrever me­ en el siglo XII, no eran más que tribus de cazadores guerreros
diante algunos trazos los pasos que permitirían producir una de­ que ignoraban la agricultura y el tejido. Antes de su conquista
[lnición sintética de la naturaleza exacta de la diversidad y de la por los incas y su integración en el Tahuant in s uyu , el imperio
unidad específica de las relaciones económicas y sociales q l1 e de las Cuatro Provincias, el modo de producción de numerosas
caracterizan a una sociedad concreLa en una época determinada. tribus andinas se basaba principalmente en la produ cción de
Es evidente que producir este conocimiento sintético no consiste tubérculos en el seno del ayllu, comunidad aldeana local en la
sino en desarrollar la historia y la antropología como campos que residía u n grupo de parentesco de tipo de linaje. La tierra,
complementarios del materialismo histórico ".
de propiedad comunitaria, era redistnouida periódicamente en­
l Incluso Las Casas, encarnizado adversario de la encomienda y paté­ tre las escasas fam ilias, sin que éstas pudieran transformar
tico defcnsor de los indios sojuzgados , reafirmaba sin cesar, como sus este derecho de uso en derecho de alienación, en una fonna
adversarios, partidarios del establecimiento de la esclavitud e incluso de
la mnlanza dc los indios, que la evangelización debía preceder a l sojuz­ cualquiera de propiedad privada al margen de la propiedad co­
gamiento y que era la única justificacióo de la soberania del rey de Es­ mún. El trabajo, basado en la ayuda recíproca de los campesi­
paña sobre las Indias: "He aquI, Señor, el umbral y el paso que con­ nos (la minga) para el cumplimiento de las diferentes tareas
viene tomar para penetrar en estos países: que estos pueblos reconozcan
primero a nuestro Dios como su Dios recibiendo la fe, y segUidamente productivas, reves tía igualmente una forma comunitaria. El
al rey como su soberano. Porque la causa última . el fundamento total de jefe de la aldea (el curaca) era el primer beneficiario de la ayu­
la inlervcoCÍón de Su Majestad en estos países, como rey de Castilla, y da campesina, y se cultivaban especialmente tierras comunes
de los tltulos que tiene sobre ellos no son olros más que los que le con­
fiere la p redicación de la fe __ Carta a un personaje dc la Corte, 15 de para el mantenimiento de las tumbas de las divinidades y de
octubre de 1535, B. A. E., tomo 110. p. 67 a. los jefes locales.
• Nuestras referencias a los incas provienen, en lo esencial . de la obra
excepcional del profesor John Murra, Tll e EcmlOmic Orgalli::ation af tlle
I/tea Sta te, tesis inédita defendida en 1956 anle la Universidad de Chica­ .. Los materiales de este texto han sido ulilizados de nuevo en el
go y cuyo autor ha tenido la arrulbilidad de cedernos una copia en IDÍ­ capítulo «Antropología Económica. del Manuel d 'Alltllropologie, en pre­
cro-fiLm. Aprovechamos la ocasión para expresarle nuestro sincero agra­ paración en A. Colin en la colección U, bajo la dirección de Robcrt
decimiento. Cresswell.

13
186 Mallrice Godelier lAs formas y los contenidos de las relaciones sociales 187

Cuando cayeron bajo la dominación inca, estas comunida­ Había roto, pues, en su totalidad o en parte, los lazos tradicio­
des, o al menos los grupos sociales que estaban organizados en nales de estas tribus con su tierra. Por otra parte, había ad­
comunidades de este tipo, sufrieron una profunda trans(orma­ quirido un nuevo desarrollo una forma tradicional de depen­
ci6n. Todas las tierras, los ríos, las montañas, los rebaños de dencia personal llamada yanacona, por la cual los individuos
llamas, la caza, fue ron declarados propiedad del Es tado. Una separados de su comunidad de origen, los yana, eran vinculados
parte de estas t ierras fue definitivamente exp ropiada y se con­ a la persona de un amo aristocrático y permanecían al servicio
virtió en dom inio del Estado o de la Iglsia. El resto les fue de su linaje duran te toda su vida. Los descendientes de los yana
devuelto por «benevolencia» del Inca, con la obligación de tra­ heredaban generalmen te esta condición . Esta forma de explo­
bajar bajo forma de prestación de trabajo personal las tierras tación exis tía, ciertamen te, antes de la conquista inca, pero
que, desde ese momento, habían sido objeto de apropiación por fue revis tiendo mayor importancia social a medida que se des­
el Estado y la Iglesia. Las relaciones de producción se trans­ arrollaba u na forma de propiedad individual (aunque no pri­
fo rmaron profundamente, ya que, sob re las tierras que con­ vada) de las tierras y los rebaños dados por el Estado inca a
servaban para su subsistencia, las com unidades no tenían sino algunas capas de la nobleza.
derechos de posesión y de uso, y hab1an perdido sus antiguos Profundizaremos más el análisis de la fo r mación económica
derechos de propiedad comu ni taria. Sobre estas LiCITas, la p ro­ y social inca porque, además de presen tamos un ejemplo nO­
ducción y las formas de uso del s uelo revestían aún la misma table de sociedad de clases no occidental, nos lleva a observa­
fo rma comunitaria que an tes de la conq uista inca. Sin embargo, ciones teóricas que hacen ent"ever los nuevos camino~ por los
se babía implan tado un nuevo modo de producción, basado en que puede adentra rse la antropología. Lo que llama la atención
u n régimen de prestaciones person ales de trabajo . en la naturaleza de la base económica de la formación social
La prestación de trabajo no era individual; toda la aldea inca es que el modo de producción dom inan te man tiene activa­
par ticipaba y el Estado inca proporcio naba el alimento y la be­ men te una parte de las antiguas relaciones comunitarias, se
b ida, de la misma manera que en el seno del ayllu trad icional apoya y configura sobre ellas, haciéndolas servir al mismo tiem­
lo hada el beneficia rio de la ayuda comunitaria con quienes le po a su propio modo de producción y de reproducción a la vez
ayudaban . El Estado p roporcionaba los instrumentos y la si­ que des truye y suprime otra parte de estas relaciones tradicio­
miente e insistía para que las gentes fueran a trabajal" vesti­ nales. Por ejem plo, según el cronista Coba: "Solamente a par­
dos de fiesta, con mú sica y cantos . De es te modo, las an tiguas tir del día de su matrimoni o los hombres tributaban y tomaban
fo rmas de reciprocidad económica, así corno las fo rmas de parte en las obras públicas.,. Esto significa, corno ha demostra­
ideología y de ri tual que les correspondían s irvieron a de J ohn Mu rra en su excelente tesis sobre la organización
partir de entonces al funcionamiento de relaciones de explota­ del Estado inca, que el. matrimonio, de rito de introducción en
ción y de servidumbre económicas características de una nueva el seno de una comunidad local, se había transformado en me­
fo rm a de producción perteneciente al tipo «mod'o de produc­ dio de acceso a un estatuto nuevo y en sfmbolo de ese estatuto,
ción asiático,.. El Estado inca necesitaba, para organizar su el ele súbd ito imponible del Estado inca, miembro, por ta nto,
propia base económica de manera que se reprodujcra de modo de una comunidad mucho más amplia y de esencia diferente a
estable y se ampliara, hacer el censo de las tie r ras, de los ani­ la de los ayIlu o las tribus locales.
males y de los produc tos. Necesitaba, pues, crea r una maq u ina­ Al obligar a los campesinos a acudir vestidos de fiesta a
ria administrativa que encuadrara a la población y la con trola­ trabajar las tierras del Estado y del Sol, al proporcionarles el
ra directa o indirectamente, así como generalizar el culto del alimento y la bebida, los incas utilizaban la antigua forma de
Inca, hijo del Sol, y el del Sol su padre, mantener un ejército producción basada en las obligaciones recíprocas de los miem­
que reprimiera los levantamientos, etc. Este conjunto de insti­ bros de las comunidades locales, forma y obligaciones conoci­
tuciones corresponde al nuevo modo de producción, y sabemos das y comprendidas por todos, para organizar relaciones de
que este mismo modo de p roducción se encontraba, en 1532, producción nuevas basadas en la opresión y la dominación, pues
en plena evolución, pues el Estado se había visto obligado a los productores habían perdido ya el control de una parte de
tras I adru' poblaciones enteras para crear colonias militares que su trabajo y del producto de éste. Por otra parte, los incas, si
controlaran a las poblaciones locales demasiado turbulentas. bien mantenían el culto de los dioses locales, habían añadido
188 Mal/rice Godelier Las formas y los contenidos de las relaciones sociales 189

el del dios Sol y su hijo. el Gran Inca, en cuyo honor el cam­ realidad superior a los individuos, personificaban esta unidad
pesino debía ofrecer trabajo como lo exigian ya sus propias superior. La [unción de represen tar y defender Jos intereses
divinidades locales tradicionales. Las antiguas relaciones de pa­ comunes de todos los miembros de la comunidad situaba así
rentesco y las antiguas relaciones políticas aldeanas y tribales, fuera de lo común al miembro de la comunidad que la asumía.
sin cambiar de forma ni de estructura, hablan cambiado de Existía una especie de aristocracia: :{pttT7I'lr; en griego = el me­
función , ya que estaban encargadas de hacer funcionar un modo jor, es decir, el que representa mejor la comunidad . En quinto
de producción nuevo. Jugar, en la organización del proceso de producción, la fuerza
Este mecanism o ha sido mostrado y desmontado por John de trab ajo de los miembros de la comunidad local, del ayl1u,
Murra, que escribe: «Cuando la Corona elaboró un sistema de era invertida, por una part e, en forma de trabajo necesario para
prestaciones personales de trabajo, las obligaciones recíprocas reproducir su propia existencia y la de los miembros necesita­
de las comunidades, conocidas y comprend idas por t odos, sir· dos de la comunidad: viudas , viejos, inválidos, etc., y, por otra,
vieron de modelo.» El problema práctico que les planteaba a en forma de trabajo suplementario destinado a reproducir la
los incas su con quista era doble: pennitir a las poblaciones so­ comunjdad en tanto que tal. Este trabajo suplementario era de­
metidas continuar produciendo sus medios de subsistencia se­ dicado a cultivar las tien<ls del curaca, el cual tenía derec ho,
gún sus procedim ientos tradicionales, y obligarles a producir como cualquier ot ro miembro de la comunidad , a tierras en
para el Estado en formas de producción que ellas comprendie­ cantidad suficiente para el mantenimiento de su familia y a la
sen y que, hasta cierto punto, est uvieran justificadas a sus oj os. ayuda comunitaria para trabajarlas . Pero. además, le eran asig­
Pa r a r esolver es te problema, fuer on precisos esfuerzos excep­ lla.das Lierras suplementarias y se le proporcionaba trabajo asi­
cionales, colectivos e individuales, de invención política y so­ mismo suplementario para cubrir los «gastos» de sus obliga­
cial , como los q ue atr ibuia la tradición a emperadores casi le­ ciones en tan to que representante y responsable de l a comuni­
gendarios corno Pachacuti, Manco Capac y sobe todo Viracocha, dad como tal. Según los casos, o según la amplitu d de sus fun­
pero, al mismo tiem po, hay que constatar que los medios para ciones (jefe de a ldea, .iefe de t ribu), el jefe participaba todavía
resolver los problemas ya existían e n part e en e l seno del m od o directam ente en el p roceso de p roducción , o bien había dejado
de p rodu cción anterior. de ser un productor directo y participaba en el mismo sola­
E n tre estos medios, citaremos: en primer lugar, el bech o de mente por sus actividades de control del uso de las Uerras , de
que la producción se b a sara en [armas diversas de cooperación dirección del proceso, así com o por sus actividades rituales y
simple. En segundo lugar, el de que la tierra fuera propiedad ceremoniales en cada fase del proceso de producciÓn agrícola.
de la com unidad en tera y el individuo no poseyera sino dere­ Al lado del trabajo excedente invertido en favor del repre­
chos d e uso so bre parcelas redistribuidas más o menos perió­ sentante de la comunidad, hay que m encionar también el que
dicamente . En tercer luga r , el d e q ue, tanto en el plano del pro­ se dedicaba a hacer la guerra, es decir, a defender O conquistar
ceso m aterial de la producción como en el de la r elaciÓn del las tierras, los canales de riego; en resumen, a proLeger o am­
individuo con el medio de producción esencial, la tierra, la co­ pliar los medios de producción de la población. Para hacer fren­
munidad existiera y apareciera como una realidad superior al te al crecimiento de la población, es decir, para permitir a la
individuo y com o la condición práctica de su sup ervivencia_ En comunidad reproducirse sobre las m is mas bases, se invertía
cuarto lugar, el hecho de q ue la función de repreSe71tar la co­ trabajo excedente en forma de trabajos de irrigación local , de
munidad, de controlar el p roceso de su reproducción en tanto que ampliaciÓn del espacio cultivado mediante la construcción de
tal, es decir, en tanto que unidad superior a los individuos en la bancales, trabajo destinado, por tanto, a ampliar los medíos
medida en que es la u nidad de s us intereses comunes, pertenecie­ de producción de la comun idad_ Por ú ltimo, eran dedicados tie­
ra a una familia particu lar y, en el seno de esta familia, al in­ rras y trabajos suplementarios al culto de los antepasados y
dividuo que mej or pudiera cumplir esta función . Este individuo de las divinidades locales (dios de la tierra, de la lluvia, etc.),
es el curaca, «jefe» de la comunidad local o d e la com unidad y al mantenimiento de las tumbas y de los altares. Se reserva­
tribal, y al mismo tiempo , jefe guerrero. Mediante esta funciÓn, ban algunas tierras para la producción del maíz ceremonial ne­
este individuo y su familia personilicaban más que cualquier cesari.o para fabricar la cerveza de maíz utilizada en las liba­
otro la comunidad, la encarnaban en cierto modo en tanto que ciones; se crlaban algunas llamas con el fin de sacrificarlas ri­
190 Maurice Godelier Las forll/as y los contel/idos de las relaciones sociales 191

tuaImente, se producían tejidos para ser quemados, etc. La propiedad "de la corona»_ Ello significa que la forma colectiva
consagración de recursos (tierras , animales, maíz, tejidos) y de de apropiación del suelo es, antes y después de la conquista,
trabajo (agrícola, artesanal, etc.) para el culto de los antepasa­ la fonna sociaL de las relaciones de producción vinculadas a la
dos y de los dioses respondia a una doble necesidad: por una t ierra y que el Estado ocupa el puesto de la comunidad local
parte, manifestar el reconocimiento de Jos vivos hacia los muer­ como propietario de la tierra y constituye, por tanto, para el
tos, que sobreviven en 10 invisible, y hacia los dioses, gracias a ind ividuo, una comu nidad n ueva, superior a su comunidad tra­
los cuales la comunidad existe y está viva, así pues, honrar, glo­ dicional y de la que depende para su supervivencia. Así pues,
rificar a los antepasados y a las potencias sobrenaturales y pa ra el individuo, lanto anles como después de la conquista, su
cumpli r las obligaciones q ue tiene la comunidad respecto a per tenencia a una comunidad superior a él mismo es lo que le
ellos. Por otra, en la medida en que los antepasados y las rea­ asegura sus condiciones de exis tencia.
lidades sobrenaturales aparecen como potencias que tienen el El Estado, convertido en propietario eminente de todas las
poder de controlar la fertilidad de las tierras, la lluvia, la muer­ tierras del reino. se apropió directamente de algunas de ellas
te, la enfcnncdad , la victo ria de las armas , es decir, en la me­ transfonnándolas en tierras de la corona o de los templos, y
dida en que permiten o impiden la reproducción de la comuni­ cedió por « benevolencia,> el uso, pero no la propiedad, de las
dad y co ntrolan todas las co ndiciones que están fuera del al­ restantt!s a las comun idades para pennitirlcs subsistir; les con·
cance directo del hombre, h ay que esforzarse, ya sea en parar ced ió. por tan to, los medios de subsistencia a cambio de la obli­
o en apartar las acciones de las potencias malhechoras , ya en gación de trabajar las tierras que se habían convertido en domi­
suscitar, atraer y mulLip licar las de las potencias bienhec horas. nio del Estado y de la Iglesia. A partir de entonces, puesto que
Hay que desar rollar, pues, una práctica para controlar indirec­ reemplazaba a la comun idad trad icional como propietario co­
tamente estas po tencias que, a su vez, controlan d irectamen­ lec tivo y asumía la ant igua fUJlc ión de garantizar a las familias
te las condiciones na turales y sobrena turales de la repro­ y a los individuos sus medios de existencia, el Estado, la nueva
ducc ión de la comunidad, una p ráctica que las obligue a in ter­ comunidad superi or, tenía derecho automá ticam ente al trabajo
venir o a abstenerse de in tervenir en la vida de la comunidad excedente de la comunidad conquistada, t rabajo excedente que
y su proceso de reproducción. Para ob tener es tos efectos se se realizaba tradicionalmeDte para permitir 1a reproducción de
sacrifica, se ofrece a las potencias invisibles riqueza s mateLia­ la comunidad en tanto que tal. La comunidad superior no hizo,
les y trabajo en el marco de una práctica simbólica que se pues, sino añadir al trabajo excedente tradicional un trabajo
orienta a actuar (de manera imaginaria) sobre las condiciones excedente nuevo, que reves tía las mismas fonnas . E l Estado
de reproducción de la vida social. propo rcionaba a los campesinos que trabajaban las tierras de
Los cinco elementos pertenecientes al antiguo modo de pro­ las que habían sido expropiados alimento, bebidas y simien tes,
ducción no iban a desaparecer después de la conquista inca. identificándose así con el poder local tradicional y dando a la
Por una parte, el antiguo modo de producción continuaría asc­ prestación personal de trabajo la forma de las re lacioncs Lra­
gurando la subsistencia de las comunidades locales; po r otra, diciona les de recip rocidad al deana y tribal. La comunidad con­
estos ci"ICO elemenlos iban a proporcionar los pwllos de apovo quistadora , propietaria directa de una parte de los recursos ma­
y las formas de un modo de produ.cción lluevo. La comunidad teriales de múltiples comunidades locales, al mismo tiempo
conqu istadora se apropió de todas las LÍen-as y de los recursos que del trabajo excedente de inmensas masas de productores,
n aturales de las comunidades conquistadas. Con ello no hacía descansaba de hecho sobre UIla base económica de nuevo tipo
sino aplicar el derecho tribal n'adicional, que funda los dere­ q ue. en aparencia. tenía la [arma, s i bien agrandada de manera
chos del individuo en el hecho de ser miembro de una comuni­ gigante..<;ca, del antiguo modo de prod ucción.
dad y prÍ\'a, por tanlo, de todo del"l!cho a aquellos que no pe r­ Al mismo tiempo, el funcionamiento de estas nuevas rela­
tenecen a esta comunidad. ciones de producción exigía el desarrollo de instituciones y de
La comunidad supe rior, personificada por su je fe , el Tnca, capas sociales nuevas, de una burocracia de Estado encargada
quc la representa como tal comunidad y como comunidad su­ de controlar y vigilar la reproducción del nuevo modo de pro­
perior. como Estado, se convierte, pues , en el propietario co­ ducción. Por ejemplo, en cada provincia era nombrado un go­
lectivo de la tierra, y todas las tierras conquistadas se vuelven bernador cuyo título significaba «el que todo lo ve» y que vigi­
192 Maurlce Godelier Las fonnas y los contenidos de las relaciones sociales 193

laba para que las tierras del Estado y de la Iglesia fueran tra­ forma ideológica adecuada al funcionamiento del nuevo modo
bajadas y las prestaciones personales de trabajo se cumplieran de producción y de sus instancias económicas, políticas y reli­
puntualmente. El nuevo modo de producción con feria, pues, a giosas. Una ideología, pues, que con-cspondía a las condicioneS
las funciones político-religiosas un papel nuevo, dominante, en de la reproducción de la nueva formación económica y social.
la organización de la producción y en su propio mecanismo de Subrayemos -pues ello tiene consecuencias para una teona de
reproducción. Mientras que el antiguo modo de producción al­ la ideologJa- que, porque no es un reflejo directo, una trans­
deano determinaba el papel dominante de las relaciones de pa­ posición inmediata de las nuevas relaciones de producción, la
rentesco en el seno de la comunidad lradicional, el modo de antigua ideología responde mejor a las necesidades de la repro- .
producción nuevo, por una parte, aniquilaba el papel domin<Ul­ ducción de estas relaciones. Justamente porque representa es­
te de las relaciones de parentesco en la nueva organización so­ tas nuevas relaciones bajo una forma que no deja aparecer su
cial, dejándoles el papel secundario de continuar organizando contenido real; corresponde mejor a este conten ido . Se pueden
la subsistencia de las comunidades locales y, por otra, lrans­ adivinar ya las dificultades que encontrarían aquí los partida­
fería el papel dominante a las nuevas relaciones politico-reli­ rios de una teoría que hace de la ideología un reflejo directo y
giosas, que desbordaban por completo el antiguo marco aldeano simple de la infraestructura económica de una sociedad.
y tribal. Se pueden sacar otras observaciones teóricas de alcance
Podemos comprender ahora las consecuencias ideológicas general de este breve esbozo del modo de producción inca.
de l hecho de que las antiguas relaciones de producción (ayuda Se refieren al papel de la guerra y de la violencia en la for­
campesina, trabajo excedente, etc.) dieran su forma a las nuevas mación de este modo de producción, así como al de las gran­
(prestaciones personales de traba jo). La con secuencia funda­ des obras. Hemos abordado ya el problema de la guerrc:l al
men tal era que las nuevas relaciones no podían aparecer sino recordar que la forma m isma de la propiedad colectiva tribal
bajo Wla forma, una apariencia que borrara, que disimulara implicaba habitualmente que se viera privado de derechos de
en las represen taciones ideológicas espontáneas de los agentes propiedad cualquier indjviduo o grupo extraño a la comunidad
económicos el contenido real, nuevo, de explotación del hom­ tribal. La guerra de conquista no hace sino ejercer por la vio­
b re por el hombre de estas nuevas relaciones de produc­ lencia (ya sea ésta realmente ejercida, ya las poblaciones extran­
ción. Dado que las antiguas relac iones de producción per­ jeras se sometan sin combatir) este derecho en detrimento de
s istían y al mismo tiempo daban fonna a las nuevas, las los grupos enemigos a los que su derrota priva, en consecuen­
formas ideológicas anLiguas podían servir a la vez de matelial cia, de todo derecho sobre su propia tierra. Pero la guena no
y de esquema de representación de las nuevas relaciones so­ basta por sí misma para crear un nuevo modo de producción.
ciales, y no podían hacerlo más que según su contenido propio Puede mantener durante cierto tiempo la dominación de una
que representaba las obügaciones de los miembros de las co­ trib u victoriosa y permitirle saquear las riquezas de las tribus
munidades frente a su comunidad de oligen como obligaciones vencidas cuyo modo de producción tradicional permanece in­
frente a una realidad superior, es decir, apremiante pero bien­ tacto, pero no basta para crear un modo de explotación que se
hechora. La antigua ideología Lenfa, pues, claramente, la capa­ reproduzca a sí mismo regularmente, que pueda, por tan to,
cidad de representar las relaciones nuevas, pero sólo en la me­ subsistir en tiempos de paz y desarrollarse. La guerra es un ele­
dida en que podía hacerlas pasar por otra cosa, por algo aná­ mento importante de muchos modos de producción (excepto
logo al an tiguo modo de producción y que, simplemente, lo entre los cazadores-recolectores, donde su importancia parece
prolongaba. Por ese lado se producían dos efectos q ue carac­ ser mucho menor). Por medio de la guerra se protegen territo­
terizan necesariamente toda ideología de dom inación: el disi­ rios, medios de producción, o se les añade otros nuevos. La vio­
mulo, la desaparición al nivel de la represenlacion del carác­ lencia, necesaria al principio para expropiar a comunidades ex­
ter opresivo del nuevo modo de producción y la justificación tranjeras, no puede proporcionar luego el medio de obligar
de esta opresión al mismo tiempo a los ojos de las clases ·do­ regulannente a los vencidos a producir trabajo suplementario
minantes y de las dominadas. Esta ideología proporcionaba a para sus vencedores. Ello no significa que la amenaza de uti­
todos Jos grupos sociales existentes buerzas raZO~leS para conti­ lizar la violencia no sea un medio permanente para obligar a
nuar dirigiendo o siendo dirigidos; en resumen, constituia !lna las poblaciones a trabajar para sus vencedores. Los incas re­
194 Maurice Godelier Las formas y los contenidos de las relaciones sociales 195
pnrmeron, en efecto, despiadadamente las revueltas, depona­ suficiencia del ayllu.» «El Estado se cuidaba de extraer sola­
ron a poblaciones enteras, trasladaron poblaciones fieles a co­ mente de los campesinos prestaciones de trabajo personal y de
lonias militares que vigilaran a las tribus díscolas. Pero, para no interferir su autosuficiencia.» Luego, en definitiva, jncluso
que el modo de producción se reprodujera en cualesquiera cir. la posibilidad de la aparición de un modo de producción de
cunstancias y por sí mismo, necesitaba ante todo un régimen tipo inca era el producto de un determinado nivel de las fuer­
de prestaciones personales de trabajo bien reglamentado, una zas productivas; dicho de otro modo, se basaba en la posibili­
burocracia, una contabilidad, unos medios de almacenaje y de dad téCIÚca, para los productores directos, de producir un ex­
transporte de los productos, etc.; en resumen, relaciones de cedente regular, y J obn Murra concluye: «La exislencia y la su­
producción nuevas en el seno de las cuales la violencia y el pervivencia de una estructura socio-política tal como el Estado
con trol armado desempeflaban un papel muy im portante, pero inca se basan tecnológicamente en una agricultura capaz de
no resolvían los problemas esenciales. producir sistemáticamente excedentes por encima de las nece­
En realidad, como hemos visto, para que el sistema flillciona. sidades de subsistencia del campesinado." Era, pues, el des­
ra regulanncnte era preciso que el trabajo excedente proporcio­ arrollo de las fuerzas productivas en la agricultura 10 que,
nado por los campesinos no se les representara solamente en último análisis, había creado la posibilidad de la aparición
como un trabajo forzado , sino como un trabajo «debido», una de una sociedad de clases y de un Estado pluritribal y pluriét­
obligación aceptada y cumplida, una pres tación que exigía la nico. Recordemos solamen te que la agricultura andina se basa­
recíproca. Aquí encontramos de nuevo el papel de la ideología ba en la producción de patatas y otros tubérculos, maíz, etc.,
como cO/lstricción ejercida sin violencia física sobre el pensa­ producción sumamente diversificada. Ello nos permite respon­
m ienlO y la voluntad de los súbditos del Inca. La guerra, cier­ der a una segunda cuestión que tiene asimismo un inmenso
tamen te, es un proceso que crea algunas de las condiciones de alcance para el conocimiento teórico de la historia: ¿cuál fue
la formación de ese nuevo modo de producción al separar los el papel de las grandes obr as en el nacimiento y el desarrollo
elementos, los factores de producción de su combinación e n el del nuevo modo de producción? La respuesta está ya dada.
seno de la antigua estructura, al liberar en cierto modo estos Las grandes obras siguieron a la aparición del Estado y no
elementos (la lierra, la fuerza de trabajo se convierten en m e­ la condicionaron. Ello refuta u na vez más la teoria mecanicista
dios de prod ucción disponibles, separados en parte de las an­ de Karl Wittfogel, que hace de la necesidad de organizar gran­
tiguas relaciont!S sociales ). Pero 110 nace otro modo de prod uc­ des obras (hidráulicas sobre todo) la condición misma de la
ción sino cuando estos elementos se vuelven a encontrar com­ aparición del Estado (despótico oriental). En realidad, la exis­
binados de una manera nueva. Se podría comparar este proce­ tencia de una agricultura andina capaz de producir regularmen­
so con el de la génesis del modo de producción capitalista, lo te un excedente era la condición previa de la formación de una
que los economistas clásicos llamaban el proceso de la acumu­ sociedad de clases y de un Estado. Lo que ofrecían la conquista,
lación primitiva del capital, proceso por el. que los campesinos la expropiación de las comunidades locales, así como la insti­
y los artesanos se encontraron desposeídos de sus medios de tución de un régimen de prestaciones personales de trabajo,
producción y de subsistencia y liberados, al mismo tiempo, de era la posibilidad de concentrar inmensas cantidades de medios
su sujeción a las relaciones feudales de producción; libres, por de producción y de subsistencia y tener asi, a condición de que
tanto, pero constreñidos a vender su fuerza de trabajo. Ahora se supiera combinarlos y organizarlos en formas gigantescas de
bien, 10 que la guerra y la conquista incas no podían hacer era cooperación simple, los medios materiales para abordar tareas
privar a las comunidades de los medios de asegurar ellas mis­ fuera del alcance de cualquier tribu y, a fortiori, de cualquier
mas directamente su subsistencia, es decir, separar completa­ comunidad local. Pero lo que bay que subrayar también es que
mente a los individuos y a los grupos de la posesión de los me­ la reproducción misma del modo de producción inca, su des­
dios necesarios para la misma. Como 10 subraya con fuerza arrollo, no solamente permitía, sino que exigía el desarrollo de
Jobo Murra 1: «No se podía atentar seriamente contra la auto- grandes obras (lo cual no quiere decir que el Estado apareciera
y se desarrollara para realizarlos), pues este modo de produc­
I John MUlTa, cThe Econornlc Organization of thc Inca Slale. , op. cit., ción necesitaba para «desarrollarse» una infraestructura de ca­
páginas 73, 166 Y 34.
rreteras, un ejército, una burocracia, un clero, etc., y ello exigía
196 Maurice Godelier Las formas y los contenidos de las relaciones sociales 197

el constante aumento de los excedentes agrícolas y artesanales. te en interpretar el modo de producción inca como una socie­
El Estado favoreció de este modo la producción de maiz, planta dad de tipo feudal porque en él reina un monarca que se ro­
fácilmente almacenable, cómodamente transportable y que pro­ dea de una aristocracia y las masas campesinas están some­
porcionaba un alimento y una bebida de elevado valor cere­ tidas a un régimen de prestaciones personales de trabajo. La
monial y energético, cualidades todas ellas de las que carecían estructura del Estado en el modo de producción inca traduce,
los tubérculos que constitulan la base de la subsistencia tradi­ en realidad, la concentración a escala de toda la sociedad de la
cional de los campesinos andinos. El Estado se esforzó por ge­ propiedad de la tierra en forma de propiedad colectiva exclu­
neralizar el cultivo del maíz y 10 introduj o en numerosas regio­ siva, directa o eminente de una comunidad superior, la etnia­
nes en las que no existía, pero tuvo que imponer al mismo tiem­ clase dominante. La estructura de un Estado feudal, por el
po la construcción de bancales sobre las pendientes que, en contrario, expresa la asociación jerarquizada de múltiples pro­
general, las comunidades andinas dejaban yermas, ya que los pietarios de la tierra. En cada caso, la naturaleza y las modali­
tubérculos tradicionales crecían mejor sobre la meseta andina dades del poder del Estado y de la dominación de la clase diri­
que sobre las pendientes. Gracias a los bancales se pusieron en­ gente son diferentes y se basan en modos distintos de extrac­
tonces en activo nuevas tierras y se amplió el espacio económi­ ción del trabajo excedente de los productores directos. Yendo
camen te utilizable. No fue, pues, la necesidad de realizar gran­ más lejos, habría que analizar, en contraste con el ejemplo del
des obras de interés colectivo lo que dio origen a la sociedad modo de producción inca, los modos de producción que ser­
de clases y al Estado inca, sino que la necesidad de ampliar las vían de fundamento a los Estados y a las sociedades de clases
condiciones de reproducción de esta sociedad de clases fue lo precoloniales de Africa, como los reinos mossi del Alto Volta,
impuso ulteriormente las grandes obras. Estas permitieron y al reino bamún del Camerún, etc., y, por supuesto, a las socie­
entrañaron, evidentemente, una complejidad cada vez mayor dades estatales de Asia.
de la estratificación social, ahondaron todavía más la distancia
entre el campesinado y las clases dominantes, y esta distancia,
cada vez mayor, era exaltada en los palacios, los templos, los
jardines, las tumbas que glorificaban la esencia superior de
esta cIase dominante, de sus antepasados y de sus dioses. En
conclusión, un punto muy importante del análisis de la forma­
ción económica y social inca y de su jerarquía interna, en la
que se articulan un modo de producción nuevo y dominante y
otro antiguo y dominado, es el de que, mientras que las nuevas
relaciones de producción parecen estar contenidas en germen
en las antiguas relaciones aldeanas y tribales y ser el mero des­
arrollo de éstas, el producto de una evolución continua, en rea­
lidad, el nuevo modo de producción, desde el momento en que
aparece, no 10 bace sino a costa de suprimir parte de las anti­
guas funciones de las viejas relaciones de producción, anulando
el papel dominante que desempeñan en él las relaciones de pa­
rentesco, si bien estas últimas no desaparecieron, sino que sub­
sistieron, cambiando de contenido, aunque no de forma. Pode­
mos ver el peligro que existe en concebir el paso de un modo
de producción a otro en términos de evolución de un germen,
del desarrollo de un germen. Esta concepción disimula el ca­
mcter no lineal de la evolución, el papel decisivo en esta evolu­
ción de la constitución de nuevos puntos de partida. Al mismo
tiempo, nos damos cuenta inmediatamente del error consisten-
VI. EL CONCEPTO DE TRIBU: ¿CRISIS DE UN CONCEPTO El concepto de tribu 199
O CRISIS DE LOS FUNDAMENTOS EMPIRICOS
DE LA ANTROPOLOGIA? * algunos, como Herbert Lewis, no ven en el modo de organiza­
ción tribal de la sociedad un estadio necesario y general de esta
evolución, mientras que otros, como Morton Fried, van todavía
más lejos, viendo en ese modo a la vez el efecto secundario de
la aparición de sociedades estatales y un auténtico callejón sin
salida de la evolución de la humanidad.

Malestar, impugnación, crisis de Un concepto

En definitiva, aunque el término «tribu» invade literalmente


1. U N ONICO TÉRMlNO PARA DESIGNAR DOS REALIDADES los escritos y los discursos de los antropólogos y no parece ubi­
cado en las zonas de los combates teóricos más ásperos de la
Los an tropólogos utilizan habitualmente el término «tribu­ an t ropología, desde hace una década la d uda, la inquietud, la
para designar dos realidades, dos campos de hechos diferen tes, crítica y a veces el rechazo explícito ha ido apareciendo pau­
pero relacionados. Por una parte, casi todos lo utilizan para latinamente en relación con él, hasta el punto de que actual­
distinguir un tipo de sociedad entre otras, un modo de organi­ mente el término «tribu» está en crisis m anifiesta. Neiva, des­
zación social específico que comparan con otros modos de or­ pués de Leach, clama ante la «escandalosa imprecisión del
ganización de la sociedad, «b andas», «Estados», etc. En este concepto»; Julian Steward, evolucionista, pide la mayor pru­
sentido no reina la unanimidad entr e ellos, debido a la impre­ dencia ante 10 que denomina un concepto «cajón de sastre», y
cisión y a la vaguedad de los criterios seleccion ados para defi­ otros, como Swartz, Turner, Toden, optan por ignorarlo siste­
nir y aislar esos diversos tipos de sociedad. Pero el desacuerdo máticamente, silenciando su existencia, au nque exploren un
es mucho más profundo cuando se trata del segundo uso del campo, la antropología polltica, en cuyo seno el concepto de
término tribu, cuando sirve para designar un estadio de la evo­ tribu desempeñaba tradicionalmente el papel de término cla­
lución de la sociedad humana . ve. Pero esto no es más que la mitad del mal, ya que a esas
La relación entre ambos usos del término tribu, e ntendido críticas de orden teórico se añaden un malestar y violentos ata­
como tipo de sociedad y como estadio de evolución, resulta, ques cont ra la utilización ideológica que se hace del concepto
por lo demás, eviden te, puesto que, en la per spectiva de los en la fo rma, derivada y emparentada, del concepto de «triba­
evolucionistas, cada estadio de evolución se caracteriza por un lismo». La existencia de organizaciones tribales, en Africa, en
tipo específico de organización social. Pero la m ayoría de los América, en Oceanía y en Asia parece efec tivamente responsa­
antropólogos se niega a admitir que de la existencia de un ble de las dificultades que encuentran los jóvenes estados-na­
modo de organización social se derive la existencia de un esta­ ciones en su desarrollo económico y político y en la conquista
dio necesario de la evolución de la humanidad, Llegando inclu­ de su independencia. La existencia de vestigios más o menos
so a impugnar la posibilidad teórica de un análisis científico vivos de organizaciones tribales precoloniales parece explicar
de la evolución de las sociedades humanas (Leach), o manifes­ acontecimientos tan dramáticos como la guerra de Biafra, la
tando un total desinterés por su historia. Con la notable ex­ revuelta de los mau-mau, la disidencia de los tuaregs o de las
cepción de Evans-Pritcbard o de Raymond Firth, es el caso de tribus «animistas » del sur de Sudán, la decadencia de los in­
la mayoria de los antropólogos que se adscriben a la escuela dios de América del Sur, etcétera.
funcionalista o a un cierto estruc turalismo. La cuestión se Lo que está en juego en este caso, como lo ha mostrddo
complica aún más debido a que, entre quienes defienden el pro­ Joma Kenyatta en su célebre obra Al pie del 1t!Ol~te Kenya, no
yecto de construir una teoría científica de la evolución social, es sólo interpretar el mundo, sino actuar sobre sus contradic­
ciones, transformarlo a partir de un análisis exacto. Ahora bien,
• Una parte de los m ateriales de este tex to h a sido utilizado para re­ son numerosos los antropólogos y los políticos que rechazan
dactar el articulo «Tribu » de la Encyclopaedia Ulz iver salis. como teóricamente falsa y políticamente perjudicial la utiliza­
200 Maurice Godelier El concepto de tribu 201

ción de los conceptos de «tribu. y ctribalismo. para definir las instituciones indoeuropeas. En relación con ellos hay que
esas contradicciones modernas de los paises «subdesarrolla­ referirse a los soberbios análisis etimológicos y semánticos de
dos». Por el contrario, ven en esas contradicciones que se impu­ Emile Benvéniste de este vocabulario. En su origen, pues, esos
tan al tribalismo, no tanto la tara impuesta por estructuras pre­ conceptos son conceptos empíricos y necesariamente han reci­
coloniales, organizaciones tribales que se creían destruidas y bido un contenido diverso en el transcurso de la historia de
que de nuevo afloran con violencia, como el legado del periodo esas poblaciones, pero, en su capa más antigua. describen una
colonial y de las nuevas relaciones de la dominación neocolo­ forma específica de organización social y política que existía
nialista. Eliott Skinner, antropólogo y embajador en 1967 de los en todas esas sociedades. Una tribu indoeuropea era la forma
Estados Unidos en la República del Alto Volta, escribía: de organización social y política más vasta que existía antes
de la aparición de la ciudad-Estado. Reagrupaba unidades so­
«No puede ser más desafortunado el hecho de que el tér­
ciales elementales, de menor tamaño, el genos (y.tVOt;) y la fra­
mino tribalismo, con todas sus connotaciones de primitivismo
y de tradicionalismo, designe a la forma de identidad que uti­
tria (~pnTpí",) de los griegos, y la gens y la curia de los latinos.
En este caso, )0 esencial radica en constatar que todos esos
lizan en Africa contemporánea los grupos que compiten por el
ténninos (excep to el de curia) pertenecen al r/'lismo tiempo al
poder y el prestigio. Determinados nombres utilizados actual­
vocabulario del parentesco y al vocabulario de la política, 10
mente como símbolos de la identidad de algunos de esos gru­
que supone una relación interna, real o supuesta, entre paren­
pos se refieren a diversas entidades socio-culturales del pasado.
tesco y organización política. E n realidad, como subraya Ben­
No obstante, muchos de esos grupos llamados tribales han sido
véniste, «las principales lenguas indoeuropeas coinciden en es­
creaciones del período colonial, e incluso aquellos que podrían
tablecer la pertenencia a una misma "cuna" como el fundamen­
aspirar a una continuidad con el pasado han perdido tantas de
to de un grupo social» (tomo l, p. 258). En este sentido, el
sus caractensticas tradicionales que, en realidad, hay que con­
siderados como entidades nuevas.JI concepto de t rib u presentaba espontáneamente en el pensamien­
to y en el lenguaje de los indoeuropeos UD dato de su experien­
El concepto de tribu está, pues, «en crisis» y existe una rlo­ cia, UD hecho de observación.
ble urgencia, teórica y práctica, en remontarse a los ongenes Pero lo que ha quedado más o menos oculto en el transcur­
del mal que Le aqueja y redefinjrlo para poder realizar su crí­ so de los siglos, tras la desaparición de las instituciones de la
tica y estimar su alcance real. Para realizar esta tarea parece antigüedad indoeuropea, es precisamente esa relación interna
que el mejor método consiste todavía en volver a trazar bre­ entre parentesco y política y, por consiguiente, la comprensión
vemente la historia del concepto, desde Morgan, el fundador de la naturaleza exacta de los grupos sodales designados por
de la antropología, hasta nuestros días - refiriéndonos en par­ los términos clan, fratria, tribu. Como subraya Morgan a me­
ticular a Marshall Sahlins, el autor que recientemente ha reali­ diados del siglo XIX, cuando la antropología se convirtió en una
zado el esfuerzo más persis tente y brillante para redefinir ri­ disciplina científica, esos términos desde hada mucho tiempo
gurosamente ese concepto---, y reinterpretar los nuevos mate­ venían siendo empleados indistintamente por los misioneros,
riales etnográficos acumulados desde hace más de un siglo. administradores, geógrafos o viajeros ilustrados: ésta era la
Posiblemente, al final de ese recorrido descubriremos que el situación de partida cuando el propio Morgan emprendió el
mal no afecta sólo a un concepto, sino que la crisis es ni más análisis cientlfico de las formas de organización social de los
ni menos que la de los fundamentos y los métodos empíricos iroqueses, seguido paulatinamente del de otras numerosas po­
de la antropología y de las ciencias sociales. blaciones indias de Amér ica del Norte y del Sur.

2. BREVE ALUSI6N A LOS OltlGENES INDOEUROPEOS DEL ~RMINO El ptmto de partida: Morgan (1877)
El vocablo francés «tribu», el inglés «tribe,. remiten al tér­ Para comprender las tesis de Morgan concernientes a las for­
mino latino tribus, al umbrío trifú O a su equivalente griego mas «tribales,. de organización social , hay que recordar breve­
(<1>11.\.1), términos que pertenecen al vocabulario más antiguo de mente lo que constituyó su gran descubrimiento, contenido en

14
102 ¡\1al/rice Godefie" EL concepto de tri/m 203

la obra SVSlel1l5 al COllsa"~llÍl1it-" ami Affi~lir-" of rIJe ffWl/G/1 Fa· individualizada por un nombre , por u n dialecto separado, por
l/1i/1' (Washington, 1871). En d icha ubra Margan J emo"lró. en un gobierno supremo y por la posesión de un territorio que
primer lugar. que las relaciones sociales que dominaban la or­ ocupa y defiende como suyo propio.» Por «gobierno supremo»
gani7ación de la mayor par le de las sociedades primitivas con­ Morgan entiende un consejo de sacllems y de jefes elegidos por
sistían en rclaciones de parentesco. A con tin uación demostr6 las gel/res y, en determinados casos, un «jefe supremo » de la
que esas relaciones de parentesco poseían una lógica interna tribu. Hay que mencionar aú n otras dos «funciones y atributos»
que había que buscar en el e<>tudio mÜlUcioso de las reglas de de la organización tribal : «la posesión de un fe religiosa y de
matrimonio y de las terminologías del parentesco, reglas y un culto comunes» y --como hace destacar la polémica contra
término" q ue, en la mayoría de los casos , parecían desprovis­ las tesis de McLcnnan, PrilHitive Marriage- el hecho de que la
tos de Lada lógica desde el punto de vis ta de los europeos, des­ tribu es un grupo endógamo, mientras que el clan es ex6gamo
concertados ante los slstemas de pan:n teséo "clasifica torios» (páginas 518·524). Clanes y tribu s se han mul tiplicado y diferen ·
que se encuen t ran en Afr ica, Asia, Oceanía y América , Margan ciado constantemente a consecuencia de las m igraciones debi­
su puso además que esos sistem as de parentesco poseían un a das al crecimie n to de las poblaciones y a la limitación de los
historia y se habían suced ido en un orden necesario desde que medios de subsistencia. «Con el tiempo, Jos em igrantes se vol·
el hombre salió del estado animal y de la promiscuidad sexual vían diferentes por sus intereses, extraños por sus sentimien­
de las hordas pri mit ivas, y que paula tinamente se habían des· tos y, solamente en úl timo lugar. divergentes por su le ngua. El
arrollado la prohib ición del incesto y la prohibición del matri­ resu ltado de todo e llo era la separación y la independencia,
monio entre ca tegorías cada vez más amplias de parientes con· aunque los territorios fuesen contiguos. De este modo se creaba
sanguíneos. La «familia humana» habría evo lucionado desde una nueva tribu .. . (por) u n proceso (que) debe ser considerado
la forma prim itiva del «m atrimonio tic grupos», en la actualidad como un resul tado natural e irreductible, a la ,'ez de la orga·
completamente desaparecida, hasta la monogamia de las fa­ nización gen tili cia y de las necesidades ligadas a l estado socia l
milias nucleares europeas. Morgan supuso fina lmente que los en el que se en con traban las poblaciones» (p. J06).
sistemas ele paren tesco m atrilineales habían precedido en la La diferenciac i6n de los modos de vida y del acervo lingüís­
evoluci6n a los sistemas pa tri lineales. ti co se debe. pues, a esta «tendencia cons tante a la desintegra­
A partir de este resumen sum ario se puede comprender la ción... segui da de una segmentación completa» (p. 107) que
definici6n de Morgan de la organización tribal. Un a tribu es caracteriza la o rganización triba l. Esta mu ltipli cación de las
tma «sociedad comple tamente orgamzada (pág. 122), y, por lan­ tribus se ha visto acompañada de un estado de guerra per­
to, una forma de organización social capaz de reprodLlcirse. manente entre ellas, puesto que cada tribu se consideraba en
«/lustra la condición de la humanidad en el estado de barba­ guerra con todas aquellas tribu s con las que no había fi rmado
rie», es decir, de la humanidad que ha sal ido del salvaj ismo forma lmente un tratado de paz, por lo demás provisional (pá­
primiti\'o, per o que aun no ha alcanzado el estadio de la civi­ ginas 111 y 119). La segmentación y las guerr as incesantes cons­
lización. de la sociedad " política», del Estado. No obs tante, si tituyeron «un poderoso obstáculo para el progreso de las tri­
bien una tri bu es "tma sociedad completamen te organizada», bus salvajes y bárbaras ».
no puede comprenderse s u funcionam iento sin comprender pri· No obstante, a lgu nas de esas sociedades tr ibales fueron las
mero la "estructura y las fun ciones» de los g rupos elementales que hicieron acceder a la humanidad a la civilización, pero a
que la componen, los clanes . Un c lan es «un grupo de parientes costa de la disolución y de la desaparición de su organización
cons'lnguíncos descendientes de un m ism o a n te pasado común ciánica y t ribal. Para Morgan la civ il ización aparece con el Es­
que. se distingue n por su nombre gentili cio .Y es tá n liga dos en tre lado, y e l Estado se basa en el control de un territorio V de
sí por r elaciones de sangre» . Luego de descubrir «la identidad las personas que viven en ese territorio, pero que ya no ~stán
de estruc turas y funciones» del clan de Jos indios de América organizadas en grupos de parentesco, sino a nte todo en grupos
y del genos o de la gens de los antiguos griegos y lat inos, Mor­ territoriales , por ejemp lo en ci udades. Las re formas de Solón
gan utilizó el término ge/lS preferentemente al de clan. y ha­ y de CIístenes en la antigua Grecia representaban en la óptica
blaba de «sociedad gentilicia» más bien que de «sociedad tri­ de Margan la imposibilidad radical de «fundar una sociedad
ba),•. Una tribu es un con junto de clanes . "Cada tribu está politiea o un Estado sobre las gentes» (p. 123) Y la necesid:td
204 Maurice Godelier El concepto de tribu 205

de transfonnar esos antiguos grupos de parentesco en grupos a un estadio de evolución al que correspondería ese tipo de so­
terri toriales. ciedad:
Margan atribuía esta evolución hacia el Estado y esa «En general, los antropólogos coinciden en los criterios para
descomposición de la sociedad tribal a la aparición y el des­ describ ir una tribu (en tanto que sistema de organización so­
arrollo de la propiedad privada, primero de los rebai:íos y se­ cial): tID territorio común. una tradición de descendencia co­
guidamente de la tierra y ue los esclavos; por consiguiente, a mún, un lenguaje común, una cultura común y un nombre
una acumulación desigual de la riqueza privada que consolidó también común; todos esos criterios forman la base de la unión
a la familia monogámica. Así pues, la razón última de la apa­ de grupos más pequeños tales como poblados, bandas, distritos,
rición de este estadio particular, como de todos los demás es­
tadios de la evolución de la humanidad, Morgan la buscaba
linajes» (A Dictionary of "'e Social Sciences, p. 729).
primero en "t., sucesión de las artes de la subsistencia» .. . , pro­ Esta amputación en parte se explica por el hundimiento, a
bablemente la base más satisfactoria de esas divisiones. Esta comienzos de este siglo. de las teorías evolucionistas del siglo
es la tesis materialista que Marx y Enge)s retendrán de su obra. pasado y por los principi os mismos de la corriente funciona­
Pero, al mismo tiempo, Margan suponía que esta sucesión de lista que a continuación se impuso e n la antropología. Para los
las artes de la subsistencia iba acompañada del desarrollo pa­ funciona listas, con la excepción, sin embargo, de Evans-Prit­
raleLo de ideas contenidas en embrión en el espíritu antes in­ chard y de algunos o tros bril lantes investigadores, un sistema
cluso de cualqu.ier experiencia: la idea de gobierno, la idea de social es un Lodo cuyas partes están necesariamente ligadas,
familia y la idea de propiedad. Lo que Murgan intentó, a partir pero sobre esta necesidad la propia historia del sistema, en
de esa base compuesta de principios materialistas e idealistas. opin ión de ellos. nada puede en<;eñamos, ya que la historia per­
fue establecer, de forma hipotética y ampliamente especulativa. tenece al orden de lo accidental y lo incidental y no de lo ne­
un paralelo entre series de invenciones t ecnológicas y sucesio­ cesario. Existen leyes de funcionamiento de las sociedades. pero
nes de instituciones sociales. Pero jamás pudo demostrar autén­ no existen leyes de su evolución o de su transformación nece­
ticamente las relaciones internas y necesarias entre esas estruc­ saria.
turas sociales, reconstruir el mecanismo de la causalidad re::í­ No obstante. incluso ampu tado, desembarazado de su con­
proca de esas estructuras y, particularmente, de la causalidad tenido evolucionista, el concepto de tribu presenta otras fisu­
de la economía. ras que agrietan la parte preservada. Algunas son de importancia
menor. Se ha podido demostra r que unidad lingüística. unidad
«La investigación no ha sido profundizada suficientemente cultural y unidad «tribal" no coinciden en numerosos casos . (Ver
en esa dirección como para proporcionar la infomlación nece­ a) respecto los artículos citados de M. Fried, G. Dale y los es­
saria" (p. 9). tudios de los lin güistas Dell Hymes, John Gumperz, Paul Frie­
drich, C. Voegelin, o de estadísticos como Driver y Narol!. Es­
¿Dónde nos encontramos actualmente? ¿Qué es lo que se tas investigaciones fueron en parte impulsadas por los estudios
sostiene, lo que se ha hundido o lo que ha sido desarrollado de de Boas, el critico de Morgan.) También se ha demostrado
esos análisis de Morgan sobre el concepto de tribu? que los nombres de «tribus» frecuentemente eran términos
aplicados a un grupo por grupos extranjeros, o simplemente
querían uecir «las gentes» (Leach, Friedl. y que la descendenc ia
Un siglo después: tcmcionalislas y rieoe'Volt/ciollistas común de los miembros de una tribu a partir de fundadores
ancestrales era una ficciÓn (Malinowski, Leach). Fina lmente, se
Si. por ejemplo, consultamos en la actualidad el art ículo ha demostrado que la existencia de un sentimiento de grupo y
«tribu», redactado por John J. Honigmann en el Dictio/lary of de una ideología de pertenencia eomún frecuentemente no per­
tlle Social Sciences, publicado en 1964 bajo el patrocinio de mitía deducir que la comunidad étn ica en cuestión era una tri­
la UNESCO. podemos constatar que la definición de Margan bu, mientras que para Linton se trataba precisamente del «test"
se ha mantenido en su aspec to descript ivo de un cipo de socie­ de la unidad tribal (véa<;e Mocrman a proposito de los lué de
dad, pero ha sido completamente amputada de toda referencia Tailandia, con la respuesta de Narol!. el artiCulo de Bessac so­
206 Matlyice Godelier U cO/1cepto de (riblt 207
bre los mongurs y los yogur). Con mayor fuerza aún se ha c;ub­ tanto, podemos legítimamente interroe:arnos sobre el interés
rayado que no se ha podido demostrar la anterioridad cronoló­ de ese concepto aglutinador , concepto nocturno en el sentido al
gica de los grupos de descendencia malriJineales en relación con que se refiere Hegel en La Filosofía del Derecho Luando ha­
los grupos patril inea les, que la estructura de las bandas de ca­ bla de «la noche en la que todos los gatos son pardos».
zadores-recolectores era una realidad muy compleja, que exjs­ Ahora bien. ese concepto. heredado de Margan, amputado
tian \'erdaderas aristocracias y caudillajes (cllefferies) heredi­ de una parte de su contenido por los funcionalistas y sometido
tarios entre las tribus primitivas -mientras que Margan a un host igamiento critico incesante, es el que Marshall Sahlins,
impugnaba su posibilidad teórica (p. 259)-, que los incas y los Service y otros neoevolucion istas hao Illtenlado redefinir rigu­
aztecas no eran {<democracias militares» ni simples caudill ajes rosamente y emplear de nue\'O en todos sus usos inicia les, es
hereditarios, sino au ténticas sociedades estatales en las que la decir, para caracterizar tanto un tipo dI: sociedad en el marco
clase dom inante se confundía con el Estado y donde la organi­ de una antropología comparada como un estad io de evolución
zación tribal aún no había desaparecido, cte. Tal vez ahí, en socia l en el marco de una teoria de la historia .
torno a l problema de la naturaleza de las relaciones politicas Sahlins en 1961 y Scrvice en 1962 han presentado un esque­
que ca racterizan el modo de organización tribal, es donde se ma de la evolución social de la humanidad en cuatro estadios:
encuentran las principa les dificultades del concepto de t ribu. el estadio de las bandas, el estadio de las tribus, el dc los cau­
Honigmann lo subraya con claridad: dillajes y finalmente el de las sociedades estatales, con las que
«Así como existe un acuerdo general sobre las características la civil ización ha hecho su irrupción en la historia. "Una banda
110 es más que una asociación residencial de familias nucleares»
ya establecidas de lo que const ituye una tribu (véase la defini­
Sahlins, 1961, p . 324 ; Service , 1962 , p_ 111). Una tribu es «del
ción antes enunciada ), las dificul tades comienzan a surgir a
partir del momento en que se inicia la discusión sobre las ca­ orden de una amplia colección de bandas , pero 110 es solamen­
racterísticas politicas de la tribu.»
te una colección de bandas» (Sahlins, 1962, p. 326) Un caudilla­
je «se dis tingue del nivel triba l particu larmen te po r la pre:;en­
Honigmann cita a conti nuación una clasificación muy exten­ cia de centros que coordinan las activ idades económicas, socia­
dida en tre los antropólogos, que distinguen tres tipos de t ribu les y religiosas» (p_ 143) y «redistribuye una gran parte d~ la
por referencia a la forma de su orga nización polít ica: las tri­ producción de las cOlllunidades loca les» . Después ap3rece el Es­
bus acéfalas no segmentarias, las t.ribus acéfalas segmen tarias tado, que refuerza esa centralización y constituye una estnlc­
y las tribus cen tra lizadas. Entonces se ve forzado a definir tum política defin itivamente superior y exterior a los grupos
como «tribus» tanto a las bandas de cazadores-pescadores es­ sociales locales, transformando las desigualdades soc ia les de
quimales, a los agricul tores iba de Afríca ( tribu simple no seg­ categorías en privi legios de clases.
m entaría), a los pastores nucrs del Sudán o a los horticultorcs­ Se trata, grosso modo, del esque ma de Margan, pero reajus­
pescadores matrilincales de las islas Dobu de Oceanía ( tribus tado para tener en cuenta los nuevos datos de la etnología. So­
acéfalas segmentarias) como a los antiguos caudi llajes poline­ lamente abordaremos dos de esos reajustes. Por una parte, el
sios de Hawai, de Tonga, a los khanes mongoles o a los reinos concepto de «banda» ha venido a sustituir al concepto tle "hor­
mossi (tribus centralizadas). da primitiva» para describir el «tipo dominante de sociedad del
A través de todo ello se ve surgir la p rincipal dificultad del paleolítico» (Sahlins, p . 32.+). Por otra parte, la existencia de
concepto de tribu, dificultad que expresa con elocuencia la re­ los «caudillajes», sociedades que carecían en la obra de Morgan
serva de Honigmann cu ando se abstiene de añadir los criterios de un estatuto teórico plenamente garantizado, queda, en ade­
políticos a los otros criterios «ya establecidos» que definen ese lante, reconocida.
concepto: cualquier sociedad primiLiva -o al menos todas ¿ Cuáles son las hipótesis que subyacen a la cam,trucción de
aquellas en cuyo seno no existen formas netamente caracteriza­ semejante esquema? La e\'olución de las sociedades habría pro­
das de relaciones de clase o de poder estata l- puede ser ca­ cedido, en principio, COmo la de Jos organismos \'i\'os, Je lo in­
racterizada como una sociedad tribal. Incluso esta misma res­ diferenciado a lo diferenciado , de lo simple a lo complejo, y
tricción no es totalmente exacta, puesto que numerosos remos cada uno de los estadios distinguidos correspondería. por tanto,
africanos o asiáticos son auténticas sociedades es tatales. Por a un nivel cada vez más comple io de diferenciación y de inte­
208 Maurice Godeller El concepto de tribu 209

graclón estructurales (Sahlins, 1961, p . 354). Sahlins busca los bal» la casi totalidad de las sociedades primitivas conocidas.
fundamentos de esta evolución en las transformaciones de la En esa diversidad extrema, Sahlins ve el producto de variacio­
economía, en la «revolución neolítica» que habría permitido, no, nes estructurales múltiples impuestas por la adaptación de la
en rigor, el nacimiento, pero sí la generalización y el predominio economía «neolítica» a medios ecológicos extremadamente di­
de las sociedades tribales sobre las sociedades de cazadores-reco­ versos en el transcurso de un movimeinto de expansión mun­
lectores de la era paleolítica. A partir de estas hipótesis. el méto­ dial, iniciado hacia 9000 antes de JC. en el Próximo Oriente y
do de Sahlins y Service ha consistido en cons t ruir una represen­ hacia 5000 antes de JC . en el Nuevo Mundo con las primeras
tación «verosím il» de ese proceso, seleccionando las «caracterís­ formas de la domesticación de las plantas y de los animales y
ticas» del funcionamiento de algunas sociedades reales que pa­ seguido de la desaparición progresiva de los cazadores-recoJec­
recen corresponder a cada uno de esos niveles y ubicando esos tores paleolíticos, paulatinamente relegados a~ ZOnas ecológicas
materiales en las diferentes casi.llas del esquema preparadas al m a rginales no adaptables a las técnicas agrícolas y ganaderas
efecto. Hay que advertir que el mismo hecho de ubicar esas del neolítico. Bajo los conceptos de economía neolítica y de so­
sociedades rea les en ta l casilla o en tal otra metamorfosea ciedad tribal, se encuentran igualmente comprendidas las socie­
automáticamen te esas sociedades en representaciones «típicas» dades de agricultores que emplean la roturación mediante el
de la organización de la socie dad humana en tal o cual estadio fuego de Amazonia, de Oceanía, de Africa Ecuatorial, los pasto­
de su desarrollo, y que así desaparecía automáticamente la evo­ res nómadas del cinturón seco de Asia y de Africa. los cazado­
lución real, singular, de esas sociedades, su historia, la Histo­ res-pescadores de la costa Noroeste de América del Norte, que,
ria. Y al mismo tiempo, pues to que esas sociedades sirven para gracias a la prodigalidad de su medio en recursos alimenticios,
ilustrar un estadio que ni siquiera ellas mismas han franquea­ habían alcanzado el estadio tribal antes incluso de la aparición
do hi stóricamente, adquieren, pues, un futuro imaginario en el de la agricultura neolítica, los cazadores montados de América
preciso momento en que su pasado real desaparece. que transfonnaron rápidamente sus sociedades cuando redo­
En 1968, en su obra Tribesme/1., Marshall Sahlins modifica mesticaron el caballo, introducido por los blancos, a lgunas so­
de manera importante ese esquema, que reduce a la sucesión ciedades que practicaban una agricultura intensiva, frecuente­
de tres estaclios: banda, tribu, Estado (en vez de cuatro), sin mente de regacl1o, como los pueblo, los polinesios de Hawai,
dar ninguna justificación teórica de ese cambio y sin que nin­ etcétera.
guna modificación doctrinal concernien te a los principios y a Este inventario de sociedades y de sistemas económicos in­
los fundamentos de La evolución social haya precedido o aCOm­ numerables resulta hasta tal punto heteróclito que, para justi­
pa ñado ese cambio. Las razones q ue excluían en 1961 a los «cau­ ficarlo, habría que demostrar rigurosamente que nos encontra­
dillajes» del estadio tribal -a saber, la presencia de <I[uociooes mos aquí en presencia de mutaciones de un mismo tipo funda­
hereditarias», de una «estructura política permanente» en ma­ mental de relaciones económicas «neolíticas». Sahlins completa
nos de una determinada fracción de la sociedad- no parecen esta primera hipótesis con otra al suponer que esta diversidad
suficientes para excluirlas en 1968. Las sociedades tribales y ecológica y económica explica la diversidad de las relaciones so­
las sociedades con caudillaje se plantean en adelante como «dos ciales que pueden encontrarse en las sociedades «tribales» y,
desarrollos» de un mismo tipo de sociedad <lsegmentaria», como particularmente, la diversidad de las relaciones de parentesco.
dos permutaciones de un núsmo modelo general que conducen, ya sean de tipo de linaje. cognaticio, etcétera.
respectivamente, a una extrema descentralización de esas rela­ Carecería de sentido reprochar a Salllins no haber desvelado
ciones sociales segmentarias o bien a su integración en niveles «los misterios más profundos de la antropología cultural» (p .
de organización social más elevados que Los segmentos locales. 48), ofreciendo una teoria acabada de la evolución social de la
La primera permutación engendra ,das tribus segmentarías pro­ humanidad. La cuestión es de orden epistemológico y se refiere
piamente dichas» (1968, p. 20), Y la segunda, los «caudillajes», al hecho de que Sahlins. como mucho antes que él Lewis Mar­
en cuyo seno «la cultura tribal anticipa el Estado y sus comple­ gan, ha recurrido a un método que 110 permite verificar sus
jidades» (ibid., p. 20). Entre esos dos tipos opuestos se inter­ propias hipótesis y que, ante todo, consiste en comparar múl­
cala una multiLud de combinaciones intermedias. de tal ma­ tiples sociedades primitivas carentes de Estado y de clases, in­
nera que Salllins reagrupa bajo el concepto de «sociedad tri­ tentando aislar sus rasgos comunes y dejafldo provisionalmente
210 Maurice Godelíer El cO/1cepto de tribu 211

al man~erl sus diferencias. Se trata , por consiguiente, de un pro­ en el parentesco tan sólo un elemento de la superestructura so·
cedimiento empírico que va en sentido opuesto al resultado cial distinto y separado de la infraestructura económica, del
buscado, ya que, para demostrar que los diferentes sistemas modo de producción. De ah í Sahlins concluye que los diversos
económicos y los diferen tes tipos de relaciones sociales que ha sistemas económicos de las sociedades «trib a les» son o tras tan tas
inventariado son transformaciones necesarias y reguladas de variedades de un mismo modo de producción fundamental, el
estructuras sociales que de ben ser reconstruidas por el pensa­ modo fami liar de producció n ". E<;ta expresión no es sinóni1ll3
miento en la medida en que no son directamen te observab les de «modo de producción rami li ar», puesto que la producción en
en cuanto tales, Sah lins debería emplear un método q ue diera el seno de las sociedades tribales implica frecuentemen te la co·
cuen ta a la vez, y por la acciólZ de los luislIlOS p r il/cipios, de operación de varias familias o la utilización, más allá de las
las semejanzas y de las d iferencias entre esos s istemas económi­ fuerzas productivas familia r es, de la cooper ación de grupos so­
cos y sociales, un m étodo, por consiguien te, que no an ulase las ciales no familiares (clases de edad , e tc.). Signi fica únicamente
diferencias o que no las encontrara de n uevo, más allá de las que la producción y e l consumo están en última i/lStancia re·
semejanzas, como un residuo embarazoso . Aho ra bien , precisa­ guIados, esti m ulados y limitados por las necesidades y los me­
men te nos encontramos, en el ca so de Sahlins, ante u n m o vi­ dios de los grupos familiares (pp . 7-+ Y 75).
m ien to pendular de ese tipo entre semejanzas y diferencias. As í pues, hasta el p resente la exp resión «sociedades triba­
E l primer r asgo común de toda s las sociedades «tr iba les» les» designa a todas las sociedades primitivas que tienen en
que Sahlins a ísla es el hecho de q ue las un idad es sociales ele­ común esos dos rasgos visibles de su f uncionam ie nto: existen­
men tales que las compon en son «grupos m ul ti fa mili ares q ue cia de uni dades sociales ele mentales, de segmentos primarios
explotan colectivamente un área de recursos com ún y forman q ue presentan la forma de grupos loca les mu ltifamiliares , y p lu­
una u n idad residencial durante todo el año o la m ayor parte rifunciona li dad de las relac iones de paren tesco que organi­
de él». Sahlins den om ina esas unidades elementales «segmen­ zan esos grupos fa m il iares . Pero a part ir de l momento en que se
tos prim arios», de donde se deriva el sentido del término va más allá de ese denominador comú n son p recisamente las
«sociedades segmentar ias" , empleado in diferentemente en vez d iferencias entre las soc iedades tribales las que ocupan el pri­
de «sociedades tribales». Sah lins hace volunta ria mente «a bs­ mer plano y, por tanto , lo q ue hay q ue inven tar iar y explicar.
tracción» de los carac teres intern os de esos segm en tos sociales, Ahora bien, si algunas de ellas conduce n simplemente a distin­
es decir, de la n aturaleza exacta de las relaciones d e pa rentesco guir subclases en el seno de la clase de las socied ades tribales,
q ue organizan esos grupos mul tifamiliares y hacen que esos o fras, por el contrario, son de tal nat uraleza qu e ponen en en­
segmentos cons tituya n, b ien segmentos de linaje patr ilíncal (tiv) tredicho la propia u nidad de esta clase , por consiguiente, a h í es
o m atrilinea l (iroqueses), bien segmentos cogna ticios (los iban donde su rgen y se concen t ran todas las dificultades teórica-; pro.
de Borneo, los lapones), etc. Lo que queda aislado por este p ias de un proced imiento comparativo em pírico. Para rea liza r la
procedimiento es, pues, un rasgo que pertenece más bien a la prueba basta analizar las dificu lt ades y las contradiccionc!' de
«for ma general» de un elevado núm ero de sociedades primiti­ S ah lins cuando trata de incl uir en la definición de las sociedades
vas que a s u contenido específico. tribales un tercer elemen to : la propiedad «de equivalencia es­
E l segundo elemento común que Sahlins pone de relieve es tructur al» de los segmen tos prima r ios que las componen . Ah ora
el carác ter m u ltifu ncional de las relaciones de parentesco que bien, al llegar a este punto abordamos problemas fundamen ta­
organizan esos segmentos primarios. Por este lado apunta al les de la antropología.
hecho de que esas relaciones de paren tesco, a bstracción hecha Por «equ i\'alencia estructural» de segmentos primarios se
de su carácter patri, matri, bilineal o no lineal, funcionan al designa el hecho de qu e sean funcionalmen te equivalentes, es
mismo liempo como relaciones económicas, relaciones poliLi­ decir, económica, política, cultural e ideológicamente idénticos
cas, relaciones ideológicas, etc.; en resumen, poseen la propie­ e iguales. Cada segmento . cada comunidad Jacal es lo que son
dad, según la famosa expresión de Evans-Pritchard, de estar las otras, hace para sí misma lo que hacen las otras. La ilusll-a­
«funcionalmente generalizadas». E l reconocinlien to del carácter eión más perfecta de ese principio de equivalencia estructural
po lifuncional de las relaciones de parentesco tiene una gran de los segmentos la constituye para Sahlins la sociedad tiv de
trascendencia critica en el p lano teórico, puesto que impide ver Nigeria. Todas las comunidades locales tiv son segmentos de
212 Maurice Godelier El concepto de tribu 213

linajes que pretenden ser des<:endientes de un antepasado co­


mún y que ocupan territorios contiguos. Los niveles de organi­
ación social superiores a esas comunidades no operan siDo de
forma temporal , cuando las enfrenta un conflicto. Si la comuni. e
dad a ataca a la comunidad b, entonces el linaje 1 en bloque ]
afirma su solidaridad y se moviliza para afrontar al linaje !l. e ..~ ..
Si el segmento de linaje d ataca a la comunidad vecina e, todos -=,
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los descendientes del antepasado A se movilizan contra el li­
naje máximo B. Los niveles de parentesco y de organización
social superiores al nivel local segmentarío no existen, pues,
no se convierten en complementarios sino «por oposición», se­
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gún la fórmula de Evans-Pritchard a propósito de los n uer • u ~
(1940, p. 144).

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Segun Poul Bohomon. "TIIe Mpion ond ExplJ'lsiorl of tlle Tlv-,
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llaje polinesio, «integrado» bajo la forma de un vasto «clan có­
nico» (Kirchhoff), y que comenta Sah1ins de forma tan notable. 11 i
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Inmediatamente podemos constatar que en el caso del cau­ ¡,';; o ~
dillaje polinesio ha desaparecido el principio de equivalencia ffl !~
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estructural de los segmentos primarios que existe en el caso de Z Sr!
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los tiv y de los nuer y que, en opinión de Sah1ins, debería ca.
racterizar a todas las sociedades tribales. Todos los segmentos
y todos los individuos que componen el caudillaje quedan a
n~ Uallrice GodcliL'r 21S
El ('o/lce rlO de tri/m

po nir de este momen to colocados en u n orden de jerarquía des­ fcn:nte. Ciertamente, las relaciones de parentesco son seg:mLn­
cendente a partir del jefe a, el primogénito de los dl'scendien­ tarias, multil'uncionales en ambos casos, pero esas s<.Dle janlas
tes <.IeI hijo primogén ilO del fundador del clan , (En el caso de de «fnrl11a» parecen de una importancia limi tada en n'lación
los kachin de Birmania, la autoridad . por el contrario, recae con la<; consecuencias que implican las diferencia'i de sus fun ­
en el hijo menor de Jos descendientes del último hijo del ante­ done", v de su estructura interna en todo'> los aspectos: t'CO­
pasado fundador . Véase Leoch,) Nos encontramos, ciertamente, nómico, politico e ideológico, del funcionamienLo y de la re­
en presencia de una sociedad segmentaria, pero jerarquizada producción de esas sociedades .
en categorías y en estatutos sociales desiguales, c.uyo peso se Este resumen demuestra claramente que, aun si la forma
agrava a medida que se llega , siguiendo las líneas gt'nealógic3s, general de las relaciones sociales es todavía en este caso la de
a Jos hijos menores de las ramas menores de la descendencia las relaciones de parentesco multifuncionaks, de hecho, con
del fundador. 5ahlins subraya que este tipo de caudillaje no las sociedades segmen tar ias acéfa las ~ los grandes caudillai~s
con~tituye u na sociedad de clases : «se lrata de una estructura de polinesios, nos encon tramos en presencia de dos modos de pro­
ni\t'l es de interés más bi en que de con fl ictos de inkn:ses, de ducción diferentes , y CIl\'Q diferencia 110 estriba el! ser doc; \'arie­
propiedades familiares g raduadas -en Ll control de la riqueza d(/c/es de tilia lI1isma especie: el llamado «m odo fa m iliar de
y ele la fuerza, en los derechos a exigir servicios de los otros, producción » d e 5a11lins . Porque lo que caracteriza) deternl ina
en el :lcceso a l poder di\ino, en los aspectos m3teria les de Jos ante todo las relaciones de producción en el caso de los caud i­
es tilos de vida- de tal mod o que, si bien todos los individuos llajes polinesios son las relaciones existentes entre una aristo­
son parien tes en [re sí y miem b ros de la sociedad, sin embargo craci a que 110 l rahaja , dis f ruta del /llol7opolio de l poder polí­
algunos lo son más que otros» (p . 24 ). En adelante, y por ias tico, ideológico y religioso y dispone del trabajo, de los pro­
misl/las razones que hacen que Jos segmento., primal'ios de la duc tos y de los recursos mat~rÍ3les de los p roductores direc­
sociedad dejen de ser funciona lmente eq uivalentes, los nivele.. tos v la masa de las pasonas cOl'dentes que \ Í\en en las comuni ­
de organización de Iinajc superiores a los segmentos locales dades locales. Ciertamente, es impo r tante y , por tanto, debe ser
-que tan sólo tienen una existencia episódica y u na importan­ exp li cado, el hecho de q ue los a ri s tócra tas y las personas co­
cia social muy limitada en la reproducción de las sociedades rrientes sean o se consideren parientes lej anos y se traten como
acéfalas- existen en fonna de il/Slilllciones penl/(/Ilellles, do­ tales, e igua lmente es importan te, pero de menor trascendencia,
tadas de f/l/1ciones diferentes y complementarias para la repro­ que la form a de sus relaciones de paren tesco sea pat r ili neal;
d ucción de la sociedad en su con j un to y que, por consiguiente, no obstante, lo dt'c isi\'o en es te caso es que el moclo de produc­
controlan de forma diversa pero eficaz el funcionamiento 1/1­ ció n y las estructuras po lít ica s e ideológicas a él vinculadas <,on
temo y la reprod ucción de las comunidades locales . Estas últi­ le u na natu raleza comp letamen te d istinta a la de las sociedades
mas ya no poseen la amplia autonom ía paJi rica, económica e de li naje, como por ejemp lo los l1uer o los tiv . La aparic ió n de
ideo lógica que les corresponde en e l seno de las « tr ibus acCfa­ \ 'erdaderas clases sociales su pone precisamen te la desapa rición
las» . Y esta jerarquía ele funciones es la q ue convierte al jefe no de las relaci ones de parentesco, sino de su capacidad d e ser la
supremo y al grupo de parentesco al que pertt'nece elJ el cen­ forma general de las relaciones sociales, y se requieren cond i­
tro y e l vértice de la sociedad ,en su to talidad, puesto que per­ ciones absolutamente específicas para que las relaciones políti­
soni ri ca y controla el con junto de las relaciones de dependencia cas, itlcológicas, as í como las relaciones de prod ucción entre
reciprocas de todos los grupos y de todos los ind ividuos que una aristocracia y el pueblo ll ano se desarrollen [uera de las
componen la sociedad . relacio nes de parentesco. Sahli ns no ha ignorado, c ier tamente,
A.!:> [ p ues, aun si exis te u na semejallza forlllal en tre la orga­ este p rob lema fu nda mental de la aparición de las clases, pero
nización de linaje de a lgunas tnbus acéfa las y la organización ha aludido a él sin tratarlo.
de linaje de detel-minados caudi lla ies ( mientras que , desde el
propio punto d(; vista de Marsha ll Sahlins, el clan polinesio es
más bien un grupo de dc~c('ndencia cognada, y, por tanto, en
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DE ANTA:]t,.;O .
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realidad no lineal, aunque de «ideología" patrilineal), lo esen­ \..
cial es que esos linajes fUllciollan de forma completamente di- CENTRO Oc r';':r.''' b'¡ll ¡... N
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2J6 Maunce Godelier El concepto de tribu 217

ron siempre y exclusivamente formaciones sociales secunda­


3. INTENTO DE BALANCE: CRISIS DE UN CO'\CEPTO O CRISIS DE LOS rias, subproductos de Jos procesos de formación de las socie­
FUNDAMENTOS E.\<\.PI RICOS DE LA ANTROPOLOGÍA dades estatales.
En definitiva, parece que el concep to de «sociedad tribal»
Así pues, al final del esfuerzo más persistente que se ha des­ designa un pequeño grupo de rasgos visibles del funcionamien­
plegado desde hace tiempo en antropología para redefinir y to de numerosas sociedades «primitivas», a saber: el carácter
utilizar e fi cazmente el conceplo de «tribu», llegamos a un re­ «segmentario» de las unidades socioeconómicas elementales que
sultado ampliamente negativo. La clase de las sociedades triba­ las constituyen, el carácter, real o aparente, de «grupos de pa­
les se encuentra, pues, partida en dos m itades, y a ambos Ja­ ren tesco» de estas unidades socioeconómicas y el carácter «mul­
dos de una línea divisoria , cuya naturaleza y génesis permane­ tifuncional» de esas relaciones de parentesco. La vaguedad de
cen oscuras, se reagrupan , por un lado, las sociedades segmen­ esos criterios es tal que el concepto puede aplicarse a un núme­
tarias acéfalas y, por el otro, las sociedades de caudillaje. Las ro inmenso de sociedades primitivas que se yuxtaponen en vas­
diferencias estructurales entre esas sociedades predominan, tan­ tos amasijos de límites imprecisos . Por o tra parte, lo que sor­
to en número como en importancia, sobre sus semejanzas, y en prende en la historia de este concepto es lo poco que en el fon­
este sentido el in tento de Sahlins, en 1968, de reagrupar bajo do ha cambiado desde Lcwis Margan (1877), mientras que los
una sola categoría esos dos grupos de sociedades, que distin­ múltiples descubrimientos realizados desde entonces sobre el
guía y oponía en 1961 , resulta un fracaso . Este fracaso con[ir­ campo agravaban y acusaban cada vez más la imprecisión y las
ma, por otra parte, los resultados de las comparaciones esta­ dificu ltades del mismo. De su contenido ha desaparecido, por
dísticas de Cohen y Schlegel, que, utilizando los procedimientos una especie de hudim icn to interno, lo que estaba directamente
matemáticos de Fisher de análisis regres ivo de la co\'ariación de relacionado con las concepciones especulativas de Morgan, por
variables múltiples, concluían en 1967 que «no había un sopurte eJemplo, la idea de un orden necesario de sucesión de los sis­
sólido para la idea de la existencia de un estadio social w7it i ­ temas ma trilineales de parentesco a los sistemas patrilincales,
cado entre las bandas de cazadores-recolectores y las socieda­ concepciones hace tiempo caducadas para todos, incluidos aque­
des estatales». Probablemente, un análisis estructural minucio­ llos que se proclaman discípulos de Margan.
so de 10$ sistemas económicos de todas esas sociedades nos El mal, por consiguiente, no está en un concepto aislado, sino
descubriría la existencia de muchos otros modos de producción que hunde sus ra íces en una problemática que necesariamente
en el seno de ambas categorías de sociedades y, de rechazo, producirá los mismos efectos t eóricos mientras continúe confi.­
trastrocaría esta clasificación excesivamente sumaria . gurando el trabajo científico. E n el caso de Service y Sahlins,
Hendida por la mitad, la clase de las sociedades «tribales» este método es el del empirismo neoevolucionista contemporá­
es, por otra parte, apenas distinguible en sus confines de las neo, y añade los límites del uno a las debilidades del otro. Todo
oLras dos categorías de sociedades a las que se la opone, las empirismo tiene tendencia a reducir el análisis de las socieda­
"bandas» de cazadores-recolectores, PO¡- l!na parte, y las socie­ des a la puesta en evidencia de los rasgos visibles de su fu n­
dades «estatales», por otra. Herber t Lcwis y Morton Fricd han cionanl iento, y, a continuación , a reagrupar esas sociedades bajo
demostrado con razón que los criterios utilizados por Sahlins diversos conceptos, según la presencia o la ausencia de deter­
y Service para definir las sociedades tribales acéfalas segmen­ minados rasgos elegidos como puntos de comparación, p.:!ro
tarias no sirven. para difere/1GÍarlas verdaderamente de las so­ incesantemente se ve amenazado con el dilema sin salida de la
ciedades llamadas «bandas», a las que estos últimos las oponen. excepción y de la regla.
Por otra parle, muy lejos de ser radical y universalmente in­ El neoevolucionismo utiliza los resultados abstractos, pro­
compatible con la ex istencia de las sociedades tribales, un Es­ ducidos por las operaciones emplricas de claSIficación y de deno­
tado-Imperio consolida frecuentemente los caudillajes y las minación de las sociedades, pura construir un esquema hipol,éti­
tribus que domina y, a veces, las crea de nueva planta, sin que co de la evolución dt: la sociedad humana. Este esquema no se
necesariamente haya que concluir, como lo hacen Fried o Col­ construye partiendo de los resultados de un análisis de la evo­
son, de esos procesos, verificados aún ayer por la práctica de lución real de las sociedades que sirven para ilustrarlo, sino
las potencias coloniales eu ropeas, que trib us y caudillajes fUe- que es construido lógicamente a partir de conclusiones ex­

15
218 Atril/rice Godelrer I r()//(;epto de tribu '19
traídas dd estudio de la evolución de la naturakza y, particu­ si.\, y , por lanto, prioritaria en la realiúad, sin <¡er unlca ni ex­
lanncnte, de la evoluc ión dI! los seres vi\'os El empirismo neo­ CIlI"¡\.I, dI.' esa., tlispo"iciones cO:;lructura les y de sus tram,[or­
c\olucionista jamás loma del louo en serio los (enómenos de Il1JCiUIICS. De Marx a Morgan, de Morgan a Firth, de Firth a
rCH'r'iihilidad, '! aun nll.'IIOS lo::; knollll.'nos de devoluciun que Sahlins, a pesar ue las dil"crcncias existl!ntcs entre dichos auto­
c:-..islen en la evo lución de las sociedades, y enfoca esta evo­ !"t:''', esta causa lt dad d iferencial priori taria se ha buscado en la
lución casi exclusivamcnte como un mov imiento general y con base material de las sociedades (revol ución neo lllica, revol u­
un 'icnliuo Úl1ico, como un avance por estadio"- generalcs (con ción industrial, elc,), en su organización económico. Poniendo
la excepción, no obstante, de Julian Steward y de algunos otms en pn.'ll'tici1 tales análisis se podrá determinar rigurosamente la
que ven en la e\olucion 1111 fenóme no mul lili ncal). Ahora h iLn, rarte clcnlir ica de l concepto de tribu, de «sociedad tr ibal», con
no exis te evoluc ión sin uc\'o luciún, no hay evolución en un sen­ la condición, por supues to, de renunciar a poner en prácfica
tido sin pos ibilidad de evolución en otro o en varios o tros sen­ (''-lo:,; métodos sobre soc iedades ais ladas de su conte:-..to y de­
tidos : no ex iste e\'ol ución «en genera l", ni lamroco auténtica dicClrse a hacerlo sobre conjun tos limitauos de sociedades ve­
«cvolución ge ne ra l» de la humnnidad , La huma n idad no es un cinas, a trabaiar, según la expresión de Herbcrt S , Lcwis, sobr
sujcto, tampoco las sociedades lo <;on , y suo:; respec ti "a" l, isto­ film'cnio.s especificas y limitadas, Pau latinamente sc recons­
nas, lá H istoria, no es la dd dcsarro!I o de un embrión u orga­ lruirón 50bre hases mús firmes, no solamente una teoría de la
ni"mo. Para dec irlo con una rrase de Marx, <da h istoria u niver­ cvolución de las sociedades, sino también una teoría del paren­
sal no ha exi<¡t ido sil'mpl"< '; b historia , considerada como tesco, de la religión, de la políLica, en sus conexioncs c!'lruc­
historia uni\'crsal, es un resultado» (Marx, CO'7trihl/(ioll /1 la turalcs. e'ipecíficas con la lógica de divcrsos modos ele p ro­
critiqlle de l'ecollolllie politiq/lc, Editiono; Socia]e", París , 1957, duccion .
página J 73. Ha, 1rad. ca<; tcll ana l.' n Comun icación, M"drid, 1970).
Ante ('slos hechos, qUe exigcn arrchcmkr a la \"l' 1 la.., continui­
dades v las I uplura", las semejanzas formale., v las d ¡t'en:ncia<¡ COl/lb iar el campo y los términos del problema
funcionare<¡ y estructurales, es preciso encontrar un m~lodo que
c\'ilc reducir las real idadl's suciales e hisl·Óricas observadas a j. Hay que extrañarse todavía de que a l intentar explicitar el
abstr'acciollcS cnda vcz más pobres, v que, por el contrario, conccpto de t ribu y recorrer brevemen te su h is toria se haga
rerrcscnle en el pcnsamil'nto SU" estructuras internas V (ks­ ,>urgir del fondo de los discursos y de los t.raba jos cotid ianos
cubra sus leyes de reproducciün v de no n'producl' iün, de cam­ de los nntropólogos trasfondos teóricos contradiclorios, hábi­
bio. Para esto es lll'lCSano Ik:\"<lr la investigación hasla detl'r­ los de IJemamicnto s ilenciosamente reproducidos y sed imenra­
minar la causalidad cspclIfica dc cada estrucLUra o ni\'c l es­ dos y que, en mllcho::; casos, <;c han convertido en caminos que
twclural. Nu obslante, para Ilevor a cabo corn..: ctamente es ta no lIe\'a n ti ninguna parte? Para descifrar esta historia v llevar
tan~a, en primel- lugar hay qlle reconocer la autonomía relativa hasta el final la evaluación crítica del concer to de tribu, hay
de cada nin.~I. explorar la arllculación de b forma v dd conte­ que hucer algo más que analizar cada día más profundamente
nido de esas I!stmcturas, TIa\', por tanto . que ir cn el mismo las realidadcs que dcsi!!l1a, hay que saber en cier to modo leel·,
análiSIS cslruLlural dc las fonnas de las relacIones S()~ iale" ha­ cn I;.¡ misma matcria del concepto, d istintas capa,> quc corres­
cia una teoría estructural de las tundoncs v de los modos úe ponden , no 3 di-;t inlas prop iedades de las realidades a las que
al·ticulación de las c'ilru~'!uras socialc::;. La cuestión última es­ apunta, sino a «efectos de pensam iento» distintos, e<¡ decir, a
triba en uelenninal Iajl.'T'arquía de esas funcioncs l:n el s\;,'no los efectos de maneras distintas del pensamiento úe aplicarse,
de csas sociedaues, la cau~alidad diferencial tIt.> calla estl'uclu­ dI.: trao<ljar sobre el material de sus representaciones . f: Cu;.í I es
¡, l subn; las olras ) sobre la reproducción dL sus fUI1.:ioncs y el malL'rial del \.·onccplo de 1ribu? Es la representación más o
dc "us conc\iones, Illenos elaborada ('n el pensamiento y en el lenguaje de una
Ahora bien, si l~'\'istc una causalidad di(ercllcial de las es­ «fOI'ma general" hnju la que aparecen las relaciones socIales de
IrllLluras, d prllbk ma dL'ci\i,'u Je ulIa leona curnpdrdda de Ul\ determinado numero -Illuy elevado, por lo uemüs- de so­
las suclCdaclcs, tantu de sus l'strul turas como de su historia, cied..tdcs COnll:lllpOrÚncas o alltiguas. Es ta «forma general" es
c~lnsi~t(! en dl!terminar la causa, determlnanlc en IiltilllO tllláli, la d...· la~ rcIa.:iont!s de parcntesco y su «g(;:ncraliJad" mi~ma su­
220 Mal/rice Godelier El concepto de tribu 221

giere que las relaciones de parentesco desempeñan o desempe­ aparición. Desde nuestro punto de vista no es ahí donde está
ñaban, en esas sociedades, un papel dominante. su error. El error está en otra parte: en el hecho de no haber
Las dificultades del concepto empírico de tribu estriban, al analizado realmente esos modos de producción, de continuar
parecer, en que esta «forma genéraI» bajo la que aparecen las describiéndolos en las formas mismas en que aparecen y de ha­
relaciones sociales típicas de detenrunadas sociedades no se herse condenado a no poder mostrar ni analizar la causalidad
limita a mostrar la apariencia de esas relaciones sociales, sino estructural específica, es decir, «la acción de determinación úl­
que sugiere al mismo tiempo algo concerniente a su naturaleza tima» de esos diversos modos de producción sobre los otros
y a sus conexiones internas o, al menos, por el hecho de que niveles de organización de esas sociedades y sobre sus modos
no hace aparecer esas relaciones sociales más que como aspec­ de aparición o sus formas generales.
tos del parentesco, impide ver de otro modo lo que muestra y Por esas razones, nadie puede desembarazarse de las difi­
ver algo distinto de lo que muestra. El problema concierne, cultades que implica el contenido del concepto de tribu, ya sea
pues, ante todo al pensamiento abstracto y nace de su acepta­ decretando por ucase la muerte de este concepto y enterrán­
ción o de su negativa a seguir las direcciones señaladas por las dolo en el silencio, ya sea estigmatizando de infame empirismo
apariencias de las cosas. a qu ienes continúen empleándolo. Mientras no se hayan cons­
Por esta razón, las «dificultades» del concepto de «tribu», truido nuevos conceptos para resolver. no los problemas que
de «sociedad tribal» no están aisladas , no son únicas. Volvería­ planlea, sino que se plantean en relación con las realidades que
mos a encontrarlas bajo otras formas a partir del momento designa, ese concep to se reproducirá bajo formas más o menos
en que se explicitaran los conceptos próximos o emparentados refinadas y continuará prestando el mismo tipo de buenos y ma­
de «banda» y «sociedad estatal», es decir, conceptos que desig­ los servicios . Sólo cuando haya perdido su objeto perderá su
nan otras «formas» bajo las cuales aparecen las relaciones so­ lu gar y subsistirá como la huella de una forma de pensar que
ciales de otras sociedades y con las que determinados antropó­ siempre se brindará al pensamiento espontáneo, pero de la que
logos construyen esquemas generales de la evolución social de el pensamiento científico habrá aprendido primero a descon­
la humanidad. Por esta razón no cabe esperar «mejorar» aisla­ fiar y luego a prescindir.
damente el concepto de tribu, curarlo de sus achaques, antes
de pasar a los conceptos siguientes y mejorarlos uno tras otro.
Es preciso - yen ello radica una verdadera revolución teóri­
ca- que el pensamiento «abandone el terreno» de las aparien­ BlBLIOGRAFTA
cias y cambie completamente los términos de los p roblemas,
sin agotarse en resolverlos tal y como se presentan. O, al me­
BENV~NTSTl!, E .: Le vocab!llaire des irlslitutiorts ilJdo-européennes. Les Edi·
nos, es preciso que vea problemas allí donde cree encontrar tion~ de Minuit, Paris, 1969, 2 vols.
soluciones. Por tanto, los nuevos términos en los que habría BOHANNAS, Laura: «Political aspecLs of Tiv social organization~, cn Tri­
que formular la cuestión son: ¿Qué es lo que determina el he­ hes witltolll rulers . Jolm Middkton and David Tails, cd., Roulled·
cho de que en determinadas sociedades las relaciones de pa­ ge, 1958.
CoHEN, Ronald, y Mmm.FTON, John: Comparalive Polilical System . The Na­
rentesco desempeñen un papel dominante, dando a todas las tural Hislory Prcss, Nueva York . 1967.
relaciones sociales y a la sociedad su forma general? ¿Qué es _, Y SCIClEGf'l., Alicc: «Thc Tribe as Socio-Polilica1 Unil: A cross-cullu­
lo que determina el hecho de que en otras sociedades (las teo­ mi cxarnination., en Essays 0/1, pp. 153-169, 1968.
cracias inca o azteca, por ejemplo) las relaciones político-ideo­ COll.ON, Elizabclh: «Contcmporary Tribes and the Dcvclopmcnt of Na­
tionalism», en Essa}'s OH, pp . 200-208. 1968.
lógicas desempeñen un papel dominante e impregnen todas las DoU!. Gertrude: .Tríbe as the Autonomous Unil», en Essays 0/1, pp. LOl­
relaciones sociales, dando a la sociedad su forma general?, etc. 110, 1968.
Esta es la dirección que Sahlins y otros autores han empren­ EVANS-PRITCH.\RO, E .: The Nuer, Clarendon, Ox[ord, 1940.
dido, investigando en las «formas de la economía neolítica». FISIII'R, R. A.: The use of Multiple Mea~uremenl in TaxonolTIic Pro­
blcm5 ~ . Allllals of Eugerlics, 7. pp . 179-188, 1936.
del «modo familiar de producción» o del «modo de producción Gu ("\1 ''', M.: «Tribalism in mo,km British Cen tral Africa., Cahiers
de Linaje» que caracterizan a la «sociedad tribal», la respuesta d'Fludes Africailles, 1. pp . 55-70, 1960. Polities, Law and Rilual il! Tri­
a la cuestión de su naturaleza exacta y de sus formas de bal Society. Aldine Publishing Co. Chicago, JII, 1965.
222 Maurice Godelier VII. MODOS DE PRODUCCION, RELACIONES
DE PARENTESCO Y ESTRUCTURAS
GUMPERZ, Jobn , y FIlRGUSON, Charles A., eds.: Linguistics Diversity in DEMOGRAFICAS"
Sowh Asia: SIudie5 in Regional, Social and Ftmctimlal variation. Bloo­
mington. Indiana University, 1960.
HEI. M, Junc, ed. : F.ssays 011 tite Problem of Tribe. Procccd ings of the
1967 Annua l Spring Meeting of lhe American Ethnological Society.
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blicado en 1964 por Julius Gou ld y William L. Kolb . TheFree Press of
Ciklll:!le . llJ6~.
HYMI~ . DIJII: , r 11I j¡!lIio, lic.: Problt-ms in del'ining lhe COIlcepl of 'Tríbe'., en
1 sVlys ( ) / l , 1%1i.
UTIfR<\J', Dun,dol W.: «Thc 'hunting' Economies oE the Tropical Forest·Zone
of SOlllh Amcrica: An attcmpt at lJistorical Perspcctive», en Mal! the Este texto 1 pretende solamente presentar, con la mayor cla­
HIII/ld'. Aldine. Chicago, pp. 23-29, 1968.
ridad y brevedad posibles, algunas ref1exione~ teóricas sobre el
LE.\(' ¡¡, E . R : Pnlitical SYSlClnS 01 J-Jigf1lalld Burma. Harvar'd Univcrsity
Pn.'ss Cambridge.:, Mass ., 19'i4. problema de las conexiones entre modo de producción, relacio­
LEWIS, Herbert, S: ..TypnIOb'Y ;'IIlÚ Proccss in Polít.ica1 Evolution., en Es­ nes ck pa.r entesco, organización familiar y estructura~ demo­
says (JI!.. , pp. 101-1 lO, 19tí8. gráficas. Nuestro propósito es, ante lodo, metodológico y se
MARX, Kari: Cm/tributioll a la critique de /'Ecollomie Polit iqueo Edi tions apoya principalmente en los trabajos recientes de Aram Yen­
Sociales . Par ís , 1957. (Hay traducción castellana, COl1tribLlcióll a la críti­
ca de la econolllía pulitiea, Comunicación. Madrid, 1970.) goyan 2 sobre los sistemas de parentesco de secciones y de sub­
MIDDII;TrON, Jolm, y TAl !"S, David, ed.: Tribes wilflOul Rlllers. Roulledge­ secciones de los aborígenes austr:.dianos. No intentamos, e n
Kegan. 19j8 . modo alguno, hacer un análisis completo de estas sociedades, y
MOURMAN , Michacl: «Bcing lue: Uses and Abuses of Ethnic Identification., todavía menos una comparación, estadística o no, de todas las
en Essays on ... , pp. 153-159, 1968.
MORGAN, L H,: Anete/lt Society. lIcnry Holp and Co., Nueva York, 18n. formas de organización económica y social de los pueblos caza­
(Hay Irad ucc ión ca~ l cllana, Editorial Ayu'io, Madr'id, 1970.) dores y recolectores sobre los que la antropología dispone de
SAHI.INS, M(lfshall. Social Slrati/ieatiUlt ill PolYllesia, Seatlle. 1958. "Tbe informaciones valiosas, cuando la mayoría de estas poblaciones
Scgmenlary I. ineage: An Organi7..ation of Predatory E"pansio n». Amen­ han dejado de existir para siempre o están próximas a des­
can AIlII¡rop% gisl, 63, PIl. 322-345, 1961. «Poor man, Rich man , Big
man, Chíc(: PoliticaJ Typcs jn Mcl.mesia álld Po!ync~ia", en Compara­
aparece r. Nues tra primera preocupación es la de contribui r
(ive SIl/e/ies in Socieiy cmd Hi.\lury, volumen V, 3, pp. 285-303, agosto aquí al estudio de lo que hoy en dia se llama a menudo en
1963 . T/be .,mell, Prenlice Ha ll, [968. StOll1! fl",e ECOIIOlllics, Aldi ne . 1972. Francia el problema de la «causalidad estructural» de la eco­
SERVICr., E. R.: Primitive Social Orga/li::atiml, Ranúom House . Nueva nomía, es decir, el estudio de los efectos de las relaciones de
York, IY6l . producción y de un nivel de desarrollo de las fuerzas producti­
VILAKAZI, A. L: Reseña de «The Passing of Tribal Man», en American AH­
t1tropologist, pp. 85&-859, agosto de 1972.
WH ITI!, Leslie: The Evolurion 01 Culture, McGraw-Hill . Nueva York 1959. * .La Pensée", enero 1974.
I Est.: le~to es una versión práclicamentc reclaborada de una parte
cThe Concept of evoluti on in Cultural Anlhropology•. en El'olutiol!
al/d Alllhropology: A Celllellnzal Appraisal. The ·\ nthropological Socie­ de un informe presentado :lnte el Simposio 50bl'e la población y la fami­
ty of Wa."hington. pp. 106-125, 1959. lia, organizado por las Naciones Unidas y que se celebró en Honolulú
del 6 al 15 de agosto de 1973.
'Aram P. Ycngoyan, 1968: a) cDemographic and Ecological innucn­
ees on Aboriginal Auslralian ma rnage sectioos», en ,"tan tll/! lhmler, R .
Lec e I. Devore, ed. Altlíne Publis hin g Campan", 1968. pp. )58-159. 1968: b)
. Au~tralían Scction Systc01s-Demographic compom:nls anu intcrnction:u
similarill~S wich Ihe KUl1g BIJ~hmcn . : Vl1l. 3, Proceedillg uf lite VI 1/ 111­
t ema/iO/lUZ COlIgress of A/Lthrol'ologica/ and Frlllw/u¡! icul SCt<!II (,C~, Tokio,
poi!!ina~ 256-260. 1970: «Demographic fac tors in Piliandjara Socia l Organi·
7-'11ion ., en Australíall AbnríghlaZ A~/tltrop(Jlogy, Bemdl Ed ., pp. 70-91,
I1edlands. IQ72: a) .Biologica l and úcmogr.:lphic components in Abol'Í ­
ginal Australian Soeio-economic Organization-, Ocea~lta. Vol. XLIII, nú­
mero 2. pp. 85-95. 1972 b): «Aborígenes in the Third World., American
Scielllü e, VoL LX, núm. 3, p . 367 .
224 Maurice Godelier Modos de producción, relaciones de parentesco 225

vas, los efectos, pues, de un modo de producción sobre otros tesco y examinar las condiciones sociales de la producción, el
niveles de la organización social 3. o los modos de producción de los medios materiales de la exis­
Hagamos primero dos observaciones. La familia, al contra­ tencia social. Estas condiciones sociales son las que determinan
rio de lo que piensan algunos demógrafos y sociólogos, no es la el papel relativo del grupo doméstico en el proceso social de
unidad de base, la célula de la sociedad, ni tampoco, como afir­ producción, la presencia o la ausencia de formas de división
maba Julian Steward, antropólogo evolucionista 4, el primer social del trabajo que desbordan los límites de los grupos do­
paso de la evolución de la sociedad humana, o al menos el pri­ mésticos y de las comunidades locales 7_ Son estas condiciones
mer «nivel de integración» de la sociedad producido por esta sociales las que determinan la presencia o la ausencia, en el
evolución. Una familia no puede existir y reproducirse a través seno de los grupos domésticos, de esclavos, de servidores u
de las generaciones independientemente de otras familias s. Esta otras clases de subalternos. Estos aspectos del funcionamiento
interdependencia viene impuesta ante todo por la existencia uni­ de los grupos familiares dependen, pues, de la naturaleza de las
versal de la prohibición del incesto y de la regla de exogamia relaciones sociales de producción. En resumen, la estructura
que la acompaña, sean cuales fueren sus formas o su campo de interna de un tipo de organización farrÍiliar «parece. depender,
aplicación. al menoS, de dos grupos de condiciones sociales previas: las
La estructura interna de una familia supone de este modo in­ relaciones de parentesco y las relaciones de producción. Pero
mediatamente la existencia de reglas sociales que definen unas ésta no es sino una formulación empírica y provisional que se
formas de matrimonio, de filiación y de residencia que constitu­ revela falsa o, al menos, plantea problemas insolubles cuando
yen las condiciones legitimas del nacimiento de esta familia y analizamos sociedades en cuyo seno las relaciones de parentes­
determinan algunos aspectos de su «ciclo de desarrollo» 6. Estas co asumen asimismo, interior y direct.amente, la función de re­
reglas sociales constituyen, con el conjunto de términos que de­ laciones de producción. Es dificil entonces oponer economía y
signan en la lengua las relaciones de consanguinidad, de alian­ parentesco como dos «instituciones. con funciones diferentes.
za, etc., los aspectos visibles de lo que; de forma empírica y no Ad vertimos aquí algunos de los presupuestos del método empi­
rigurosa, se denomina las relaciones de parentesco. rista: por una parte, define las instituciones solamente por sus
Pero para explicar el hecho de que, en el seno de una so­ funciones aparentes; por otra, supone que son necesarias insti­
ciedad determinada, un tipo de organización familiar funcione tuciones distintas para asumir funciones distintas. Las conse­
como unidad de producción y/o unidad de consumo o no fun­ cuencias epistemológicas de estos presupuestos son decisivas,
cione, en absoluto o solamente en parte, como tal, hay que ir ya que, como vamos a ver con mayor detalle, impiden la cons­
más allá de estos aspectos visibles de las relaciones de paren- tituci6n de una teoría rigurosa de la «causalidad estructural.
de la infraestructura de las sociedades sobre la lógica de su
J Hemos analizado este problema en el Prólogo y la primera parte
funcionamiento y de su evolución.
de este volumen, titulada «Antropología y Economía».
• Julian Steward, Levels 01 Sociocultural lntegration: an OperationaI Nuestra segunda observación preliminar se refiere a las es­
Concept , Southwestern Jouma1 of Anthropology, VII, 1951 , pp. 374-_~90. tructuras demográficas de las sociedades. Estas estructuras no
Véase igualmente, del mismo autor : Theory of Culture Chatlge, Universi­ son un «primum movens» de la sociedad, sino el resultado com­
ty of llIinois Press, 1955, cap. 111, y, sobre todo, el cap. VI, dedicado a un binado, sintético, de la acción de varios niveles estructurales
grupo de cazadores-recolectores de la gran cuenca semiárida de América
del Norte: «The great Basin Shoshonan Ind ians : an e:ocample of a Family más «profundos.., de una «jerarquía» de causas, la más impor­
leve! of Sociocultural Integralion_. Al final de su vida Julian Steward tante de las cuales es, de nuevo, la estructura del modo de pro­
puso en d uda la existencia de tal nivel familiar de integración . CE. la ducción, es decir, el nivel de las fuerzas productivas y la natu­
carta a Yehudi Cohen, en Y. Cohen: Man in Adapta/iOll, The Cultural raleza de las relaciones sociales de producción que forman la
Present, Aldi.1le, 1968, p. 81.
5 C. Lé\;·Strauss, «The Family_, en MarI, Culture and Socie/y, H. Sha­
infraestructura de la sociedad. Sin embargo, una vez hecha esta
piro Ed .. Oxford Univ . Press, 1960, p. 278. Hay traducción castellana in­ observación, hay que analizar más de cerca el hecho de que la
cluida en Polémica sobre el origm y la Wliversalidad de la familia, Cua­
dernos Anagrama, Barcelona, 1974. 1 Véase el excelente artículo de Witold Kula, _La Seigneurie et la fa­
• Jack Goody, Domestic groups, Addison Wesley Module, 1972, pp. 21 mille paysanne dans la Pologne du XVIII' siecle., en ~ A/lnales, nÚIm.. .
Y 28, y Meyer Fortes, T"e Developmental Cycle in Domestic Groups, Ox­ ro especial consagrado al tema .Familia y Sociedad_, julio-octubre de
ford Univ. Press, 1958, pp. 1-14. 1972. pp. 949-958. .
226 Maurice Godelier Modos de producció/l, relaciones de parentesco 227
población de una sociedad sea el resultado «sintético» de la remos de Elkin el ejemplo del sistema de secciones de la tribu
acción de vatios niveles estructurales, de una combinación de de los kamilarol de Nueva Gales del Sur 9. Cada sección lleva
causas de importancia diversa . Ello significa -yen ello reside un nombre diferente.
la complejidad del análisis de las estructuras demográficas de
una socicdad- que cada tipo de relaciones sociales, cada nivel
estructural está sometido a condiciones demográficas especifi­ O!ol.GRAM ¡\ DEl. S¡STEMA KAMII.AROY
cas de funcionam iento y de reproducción en el tiempo. La po­
blación de una sociedad es el resultado sin tético de la acción
combillada de estas constricciones demográficas especificas que
actúan de manera diferenciada en cada nivel '. El efecto com­
binado de estas constricciones const ituye el campo de la cau­
-
e Kambu = Mari

Ipai = Kabi~
+---,

El s igno = une las secciones quc practican los intercambios m:¡·


salidad específica de las estructuras demográficas sobre el fun­ trimoniales.
cionamiento y la evolu ción de las sociedades. Los trabajos de
Aram Yengoyan sobre las condiciones demográficas del funcio­ - Las fl~has I enlazan las secciones d.: la madre y de l hUo .
namiento de los sistemas de parentesco de secciones y de sub­
secciones de los aborígenes australianos nos van a pelmItir
mostrar con precisión cómo la demografía es a la vez efecto y Podemos leer~entonce s en el diagrama del sistema de los
causa, i. e., condición de funcionamiento, de reproducción en kamilarol: si un hombre de la sección Kambu se casa con una
el tiempo de las es tructuras económicas y sociales. mujer de la sección Mari, sus hijos pertenecen a la sección Kabi.
Recordemos, para comenzar, lo que significa sistemas de pa­ Asimismo, si un hombre Kabi se casa con una mujer Ipaí, el
rentesco de mitades, secciones y subsecciones. Una sociedad se hijo es Kambu. O también: si la mujer de un hombre Mari es
caracteriza por un sis tema de parentesco de mitades cuando Kambu, su hijo es Ipai. Si éste se casa ca una mujer Kabi, su
está dividida en dos grupos matri moniales exogámicos que in­ hijo es Mari. Podemos constatar que todos los individuos que
tercambian las mujeres entre si. La sociedad está organizada pertenecen a la tribu de los kamilarol se encuentran distribui­
en secciones s i está dividida en cuatro grupos exogámicos, y dos en diversas categorías de parentesco. Si soy un hOmbre
en subsecciones si lo está en ocho. Como un hombre no puede Kambu, mi mujer es Mari, mi h ijo Kabi, la mujer de mi hijo
\J tomar esposa en su propio grupo, s ino en uno sale de los otros Ipai y mi nieto pertenece a la misma sección Kambu que yo.
grupos que componen la sociedad, el número de res tricciones Del mismo modo, como soy Kambu, mi madre es Ipai y mi
matrimoniales aumentará con el número de clases matrimonia­ padre Kabi. El hermano de mi madre es Ipaí, como ella, y sus
les: será uno en los sistemas de mitades, tres en los sistemas hijos son Mari, puesto que é l está casado con una Kabi . La her­
de secciones, siete en los sistemas de subseccíones. Para pre­ mana de mi padre es Kabi y sus hijos, por tanto, son también
cisar más la lógica del funcionamien to de estos sistemas, toma­ Mari. En la secCÍón Mari se encuentran, pues, todas mis plimas
cruzadas patrilaterales y mat¡ilaterales, que pertenecen, por
• Esta postura tcórica es la misma que Marx expone en la famo~a tanto, a la sección de mis esposas potenciales. .
-Introducción a la cdlica de la economía poJiticao: . Pal·cee lo correcto co­ Todo cuanto se ha dicho sobre el sistema de secciones vale
menzar por lo quc hay de concreto y rea l en los datos; así, pues, en la
econom13, empezamos por la población, que es base y sujeto dc todo el también, en principio, para las subsecciones, pero en este ú l­
acto soc ia l ele la producción. Pero, bien mirado, este m~todo ~cría fal~o . timo sistema los parientes de un individuo se distribuyen en
La población es una abstracción si dejo a un lado las clases de que se
compone. Estas clases Son, a su vez, una palabra sin sentido si ignoro • A. P. Elkin, Les Aborigimes AlIstralicns. Gallimard, 1967, p. 162. Se­
los elementos sobre los cuales reposan ( .. ). Si comenzase, pucs, por la ñalC'mos que, a partir dc los datos sobre los kamilaro'¡ proporcionados
población . resu ltarj¡, una representación caótica lIel todo ( .. . ). Llegado a po r Fison y Howitt, que [ueron corresponsales de Margan , Engels pro­
este punto, habría que volver ¡¡ hacer el viaje a la invers,. hasta dar de puso en El origen de la familia, dI! la propiedad privadtl y del Estado
nuevo con la población, pero esta vez no con una representación caótica un:¡ revisión del esquema de c\'olución de las r~lacioncs de parentesco y
del todo . sino con una nca totalidad de determinaciones v rclacionc~ di­ de la famil ia presentado por Margan en AllcielH Sociel)' en 1877. Ce. L.
versas», Karl Marx, COlltribución a la crítica de la ecollomfa polltica, Fison y A. W. Howitt. Group marriage among tlle Australiall Aborígenes
Comunicación, Madrid, 1970, pp. 268-269. et KamilarOI al1d Klnnai, 1880.
Modos de producción, reZador¡es de parentesco 229
228 Maurice Godelier
trado, además, que si la cifra de la población de una tribu or­
ocho grupos en lugar de cuatro. Esta división opera una distin­ ganizada en subsecciones descendiera mucho - a consecuencia
ción entre primos cruzados e hijos de primos cruzados. Se de epidemias, del hambre producida por una sequia excepcio­
prohíbe el matrimonio con la prima cruzada de primer grado, nal o de la degradación de las condiciones ecológicas y económi­
pero está prescrito con una prima cruzada de segundo grado cas provocada por la dominación europea y la introducción, por
O. e., bien la hija de la hija del hermano de la madre de la ejemplo, de formas de ganadería extensiva que modifican el
madre, bien la bija del hijo de la hermana del padre del padre). medio vegetal y animal y trastornan, por tanto, los recursos de
Veamos, sigujendo siempre a Elkin, el diagrama de un sistema pueblos cazadores-colectores-, nuevos tipos de mat rimonio, in­
de subsecciones correspondiente a una tribu del Este de Kim­ cluidas formas normalmente prohibidas de alianza matrimo­
berley 10. nial, deberían hacer su aparición o bien adquirir un desarrollo
excepcional y poner en movimiento, en el seno de la sociedad,
DIAGRAMA DB UN SISTEM .... DE SUBSECCIOJIlES DEI. ESTE De KIMBIilU.EY
nuevas contradicciones y conflictos sociales. La «acción» sobre
las r elaciones de par entesco de las transformaciones de la base

Al Djangala Djungura . B'I material de las sociedades pasa , pues, en primer lugar, por una
modificación de las prácticas del matrimonio, pero esta mo­

QliC r
J
dificación no se p r oduce sino en el caso de que las transforma­
A, Djum
Bl~lJ
I[ Djoan

:::d:bj", :?J
ciones de la base material lleven consigo un hundimiento de
CI DjoaIyi la cifra de la población por debajo del umbral compatible con
L C, Djoangori
la reproducción del sistema de parentesco.
Se pueden sacar de este análisis dos resultados teóricos, pero
Yengoyan no 10. ha heého. Por una parte, dem uestra claramente
Las flechas unen las subsecciones de la madre y del hijo. que el efect.o de las transformaciones de la base material sobre
el funcionamiento de las relaciones de p arentesco, es decir, so­
bre los diversos elemen tos que las com ponen , los distintos domi­
Si yo pertenezco a Al, mi prima cruzada pertenecerá é!- B 2, nios de acción que organ izan , no es unifor me ni general. La prác­
pero la hija de la prima cruzada de mi madre pertenecerá a B I , tica del matrimonio es la primera pieza del sistema que se modi­
es decir, a la subsección en la que yo puedo tomar esposa, etc. fica. Ello puede llevar consigo cambios de residencia , pero en
Reconocemos aqui las propiedades de los sistema llamados ambos casos las reglas de filiación permanecen intactas. Volve·
Aranda, analizados detenidamente por C. Lévi-Strauss en Las mos a encontrar aqui un resultado teórico alcanzado ya por
estructuras elementales del parentesco. Aram Yengoyan ha tra­ Morgan: en el funcionamiento de las relaciones de parentesco,
tado de determinar matemáticamente la cifra de la población las relaciones de consanguin idad cambian con m enos rapidez que
de una tribu dividida en diez grupos locales (<(horda» o banda), las relaciones de alianza IZ y, puesto qu e a través del matrimonio
que ocupara cada uno de ellos UD territorio definido, para que la familia registra inmediatamente las modificaciones del siste­
pudiera funcionar en aquélla un sistema de parentesco de sub­ ma de alianzas, de ello resulta la aparición de nuevos tipos de
secciones que permitiera a todo hombre que hubiera cumplido familia a medida que aparecen nuevas reglas de alianza.
veinticinco años, edad habitual de casamiento entre los aborí­ Pero, por otra parte, la acción de la transformación de las
genes australianos, encontrar una esposa de quince años o más
en el seno de la subsección que le es prescrita y poder elegir 12 Morgan, Ancient Society, parte 11, cap. 3, «The Turanían 01' Ganowa­

entre 25 mujeres que satisficieran estas condiciones. Yengoyan nian System of Consanguinity... En sus notas, Marx aprobó esta tesis
de Morgan y la generalizó a todos los «sistemas» : .System of Consan­
ha demostrado que la cifra de la población debería ser de 1.070 guinity s ind dagegen passiv; r eco rding the progress made by the family
individuos repartidos por igual entre ambos sexos 11. Ha demos­ al long iotervals apart and only changing radically when the famiJy has
radically changed-, y añade (Eben.so vcrhlilt es sieh mit polilischen, rcli­
10 A P. Elkin, op. cit., p . 168. giosen, juritistichen, phiJosophischen $ystemcn übcrhaupt), en The Ethrur
lO Aram Ycngoyan. 1968 a) , Pp. 194-198. No exponemos, por falta de loglcal Notebooks of Karl Marx, ed. por L. Krader, Van Gorcum. 1m,
espacio, el método estadístico, por lo demás muy simple, utilizado en la página IU .
demostración.
230 Mal/rice Godelier Modos de producción, relaciones de parentesco 231

condiciones de producción sobre el elemento más dinámico de la población , a consecuencia de los drásticos efectos de la IIe­
las relaciones de parentesco, las relaciones de alianza, no es p gJ.da de los europeos, sólo com prendía 288 ind i\ iduos» 14
sibJe más que en el caso de que estas t ransfonnaciones hayan En un traba jo más reciente 1$, Aram Yengoyan ha propor­
trastornado previamente las condiciones demográficas de repro­ ciunado una pnleha suplementaria de la exactitu d de sus análisis
ducción del si "tema de parentesco. Las constricciones demográ­ tkmo'itranelo que desde Jos años cincuenta la tendencia demo[!rá­
ficas internas de las relaciones de parentesco constituyen , pues, rica a la d isminución cons tante de la poblaciÓn aborigen australia­
una mediación necesaria para que las transformaciones de la na, que había comenzado en 1788 a partir de los primeros con­
base material de la soc iedad incidan sobre las relaciones de tactos ) había prosegu ido h asta los años treinta, se había in­
alianza . Las determinaciones de la base material no actúan, vcrtidu a consecuencia de la sedentarización creciente y más o
pues, sino a través de las determinaciones impuestas por otros menos forzada de los grupos en reservas en las que , en general
niveles estructurales de la sociedad, es decir, en cond iciones los indígenas viven en gran parte de la distlibución de alimen­
determinadas por las propiedades estructurales objetivas de tos europeos realizada por las misiones y el gobierno 16. La se­
estos otros niveles estructurales. dentarización. e l cambio de régimen alimenticio, la disminución
Estos dos análisis ponen, pues, de manifiesto la existencia dd espaciamiento de los nacimientos, consecuencia de la sederi­
de «relaciones de orden» entre los diversos niveles estructura­ larización y el descenso brusco de la mortalidad infantil debi­
les de la sociedad, y estas relaciones de orden hacen que las do al control creciente de las epidemias y de las enfermedades
determinaciones de la base material estén mediatizadas por las corrientes han provocado esta inver sión de tendencia y entra­
propiedades objetivas, no intencionales, de estos otros ni\'eles ñado un fuerte aumento de la población, cuya tasa de creei­
y produzcan, en el seno de las condiciones de reproducción de mite"nto e~ huy ca~i del 3,5 por 100 anua l. Se ha asistido enton­
los mismos, efectos direrenciados y heterogéneos. Ahol-a hic'1, ces -al menos en los grupos que no habían perdido lo esen­
se podría objetar que antes de sacar estas conclusiones de ::11­ dal ue sus estructuras tribales, como los pitjandjara- a una
canee teórico general sería preciso que los resultados de Yen­ n'..,taur-aliún gradua l de sus an tiguas reglas de matrimonio y a
govan fueran veri ficados. Ahora bien, lo han sido dos veces. una intcnsil icación creciente de sus prácticas ceremoniales 17.
Por una parte, sus conclusiones han sido confrontadas con los Este último fenómeno, de orden político-religioso, traduce, cla­
datos demográficos recogidos por ciertos antropólogos en el ro está , la voluntad ele estos grupos de reafirmar su identidad
seno de poblaciones "de subsecciones», y no solamente han sido culLuml y de resistir a las presiones destructoras del proce,>o
verificadas, sino que han disipado la aparente contradiccion o, de dominación y de aculluración que surren, el cual les ha pri­
al menos, la prorunda divergencia que reinaba entre esos da­ vado de sus tierras y somete sus antiguas prácticas religiosas
tos . En1re los walbiTi, grupo del desierto central en cuyo seno y pulíticas a un trabajo de erosión y de extirpación sistemática.
trabajli Meggitt en 1954, la cifra de la población era en tonces de Al mismo tiempo hay que conslat;)r que, si bien se ha reor­
1.400 individuos apl'Oximadamente, es decir, una clfra amplia­ ganIZado el sistema tradicional de part'ntcsco según <¡us reglas
mente superior a los 1.070 individuos necesarios para cl funcio­ furmales originarias en cuanto que las cond iciones demogl"áfi­
namiento normal de su sistema de parentesco. Ahora bien, tal cas lo han rermitido. ello se produjo en un momento en que
como se había pre\islO, el 91,6 por 100 de los matl;monios se­ 1<1 infrae~tructura económica tradicional no sólo habia sido gra­
guían la regla de la uniÓn prcfL'rcn~ial con la prima cruzada \'cml.'ntc distorsionada y estaba en un pmceslJ de rárido de­
matrilateral de segundo grado !J. Por el conlrm;o, entre los :m­ rntmbamicnto como en las primeras etapas dd cont;:¡cto ton
gu la del golro de Carpcntana, estueli;:¡elos ror Mary Rcay en
1958-59, el 57,95 por lOO ele los matrimonios eran regulares, pero " Mal V Reay, « Sllb ~cC' lioT1S at Borroloor1a., Ocea~lia, 38, pp. 9{).lt5,
1962. . .
I! A. Ycngoyan, t972 al,
I tl1. J. i\k¡!I!Ül 1'162 : Dc "cr l Pe"!,!c , Svdl1t:'v, An l' u~ ami RllfJl'rt~on, "F. L. Jones, "Tlle Dcmography ur Ih.: Australian Abodgenes», /1,.
1Q 65 .: .. \I:lrriagc among fh e W;,lhiri 01 Cl'l1f ral AlISI rali,l: a ~t,lIhrical (c'II1I,rrIJllul Suóa[ SerC/lL'': JÚltnW!, \"01. X \ 1L pp . 232·245. 1965; '111,' $lrlIC­
c:,amination., en A!ICJrigil/al \fall ;'1 Australia. Bcrdt Eu .. Angus and Ro. (1//" •.\ l/II,I (;/11\' Ir JI f\/I\lrclli"s AI,(Jn~iJ/111 l'u/llIlatúJI1, ('anh<:lTa. 1970.
l",rl~lln, 1%8' ~larria!!c C¡'''Sl'S anu Dcmugrapll\ in Cl'l1traJ Au',u·alia. I A. )\'ngoyan, up. cit., Demugrapltic Factors ;11 Pit ialldíara Social
en ,\fall lhe Hltllter, Aldine, pp. 176-184. l, s;a I¡;Z'Jl iVII. 1970.
232 Maurice Godelier Modos de producción, relaciones de parentesco 233

los europeos, sino que ya había sido ampliamente sustituida pues ha desaparecido su función de relaciones de producción.
por un nuevo sistema, en cuyo seno la subsistencia del grupo y las 01 ras. ~unc.i?nes de ~arácter p.olílico-religios? ~an cambia­
se basaba cada vez más en el trabajo asalariado de los hombres, do de signlflcaclOo y de Importancia, y por conslgtllente de lu­
y en el que la caza y la recolección se había n convertido, de ac­ gar y tle eficacia. Los aborígenes se han incorporado a una
tividades centrales y necesarias de forma permanente para la nueva forma de división del trabajo y están sometidos a rela­
supervivencia del grupo, en actividades marginales y ocasiona­ ciones dc producción que nada Lienen que ver eon sus antiguas
les a las que desde entonces se consagrará «el domingo o los di\'isiones en secciones y suhseccioncs y les son ajenas. Para
dias festivos» 18. La importancia económica de la mujer se en­ comprender los efectos de esta transformación es preciso vol­
cuentra a partir de ese momento considerablemente reducida ver alrás y descubrir y explicar el vínculo «interno» que existía
y ello tiene por efecto la disminución del número de matrimo­ en [os aborígenes aus tralianos entre las condiciones sociales de
nios polígamos, ya que. en lugar de constituir una aportación la producción y la presencia y el funcionamiento de sistemas
de recursos suplementarios, tomar una esposa suplementaria de parentesco de secciones y subsecciones. También aquí los
significa asumir cargas su plemen tarias 19. Por otra parte, las trabajos de Aram Yengoyan, que hemos completado con los de
nuevas relaciones económicas proporcionan los recursos mate­ Meggitt, Hiatl, R. Gould, Rose, elc., nos resultan de gran valor.
riales necesarios para intensificar la vida rit ual por encima de Yengoyan, apoyándose en los trabajos de Davidson, Radclif­
los límites que permitía alcanzar el an tiguo modo de vida de fe-Brown, Tindale, Elkin 20 y otros, ha tratado de descubrir si
los aborígenes. Las ceremonias son desde entonces más nume­ había una correlación estadística que expresara una relación
rosas y el número de participantes mucho mayor. Antes de la funcional entre los efectivos demográficos de las diversas tri­
llegada de los europeos era muy raro disponer regularmente de bus australianas, la superficie de su territorio, la densidad de
recursos alimenticios suficientes para dar de comer durante dos su población y, sobre todo, la presencia o la ausencia de siste­
o tres semanas a doscientas o más personas a base de los pro­ mas de parentesco de mitades, secciones y subsecciones. Parte
ductos de su caza y de su recolección. del hecho de que su economía es una economía de caza y de
Así pues, en el mismo momento en que el nuevo sistema recolección, es decir, que corresponde a un nivel de desa rrollo
económico p roporciona las condiciones materiales y demográ­ de las fuerzas productivas que no permite la lransfonnación
ficas para restaurar las r eglas formales de parentesco, así como de la naturaleza y hace depender la productividad ante todo de
las prácticas religiosas y r ituales, e incita a intensificar estas las nriaciones de las condiciones ecológicas. Ya en 1940 Tin­
prácticas como reacción contra la situación de opresión y de dale observó que la superficie de Jos territorios tribales era in­
alienación económica, política y cultural que sufren estos gru­ versamente proporcional a la cantidad de lluvia que quedaba
pos, este mismo sistema hace desaparecer progresivamente la en la superficie después de la evaporación. En 1952, Birdscll
an tigua función de relaciones de producción que asumía el siste. demostró que existía una correlación positiva (0,8), en las 123
ma de parentesco. Por tanto, aunque este sistema se haya reor­ tribus consideradas, entre precipitaciones medias y densidad
ganizado y su forma sea la misma, sus funciones ya no lo son, de población. La lluvia determina la \'egetación y, puesto que
la vegetación es el primer término de la cadena trófica, deter­
" Radcliffe-Brown escr ibía en 1913 a propósito de los kariera, a los mina asimismo la abundancia de la vida animal 21 . El hombre,
que había estudiado aiios antes: «Hoy en dfa los indígenas de la tribu
kariera viven casi todos en granjas dedicadas a la cría de corderos que
han sido es tablecidos sobre su territorio t ribal. Son alimentados y ,'es­ '0 D . S. Davidson , Tlle CJrrollolo1!,ical aspects uf AII.I/ra/iall Social Or­
tidos por los propie tarios de estas gran jas o a expensas d el gobierno, y gQll i~ (lliU/l, PhilaJclphia 1...ni\'. of Pcnnsvlvania Prcss. 1928. N. B. Tindale,
lo~ hombres y las mujeres robustos trabajan en las granjas. Su país fue «Di~lrib ullun of AlI~tra l i¡¡n Ahorigina.l TI lbcs: a Fidtl Sun'('v., Trél/lSaC­
ocupado por los blancos hace aproximadamente cincuenta años, y duran­ rimlS ')/ rITe Royal Sl.Jcit!ry of Smlf}¡ A1JSIrt.lIia. núm . 64. pp. [40-231. 1940.
te esle período su núm ero ha dt::crecido constantemente. Hoy en día no -Tribal and intertribal marrjugc among lhe Australian Aborigenes., NI/­
quedan más de cien, comprend idos hombres, mujeres y niños... Todos, mlllr B¡"lugy, 25, pp . ló9· 1911 1953 . A R. Radcliffe·Bro\\n , • Social Organi­
excepto los más viejos, pueden hablar un b uen inglés». «Thrce Tribes of ,f.¡llion uf ·\ustralian Tribcs., On'cmla, Vlonographs , r. lQ31
Western Australia,., Joumal of lile Royal Arllhropological Inslilule, 43 , " J . B Birdscll, .Somo: emirnnmt'nlal 311U cullural tactor~ inrllR'nc;ng
página 144. Ihe slrlltturing 01 A\Jstralian abori ¡¡;inal Populations ., TJ¡c Amalea,¡ Na­
" F. G. Rose, TIre wind of Challge in Central AIlslralia: Tlle Aborigenes IIIrr<lt .\{, 87 pp. 171207. 1953, "On rorulation "rucllln: in gcncralizl'd hun­
al Angas DOWI1S, Berlín 1965. ling :lIltl colle("lin¡: pOPul¡¡liol1 . E\'ulaliorr. 87, pp. l80-207 . 1958. • Lucal

16
234 Modos de producciórr, relaciol1es de parentesco 235
Maurice Godelier
cazador y recolector, está en la cima de la cadena trófica y, al grupos locales clisponer de un derecho, de ltrlas garal1tías re­
explotar todos los recursos vegetales y animales disponibles, cIProcas de acceso a los territorios vecinos más favorecidos,
depende de sus condiciones eco lógicas de reproducción. ocupados por grupos locales adyacentes. Ahora bien, ¿qué sig­
Yengoyan ha ido más lejos que Birdsell y se ha preocupado nifica un derecho que garantiza el acceso recíproco de cada
de es tudiar la distribución de Jos sistemas de parentesco de grupo local al territorio de los otros gmpos, sino una relación
estructura interna diferente. Ha podido poner de manifiesto recíproca, individual y colectiva, con las condiciones materiales
la ex istencia de una triple correlación entre, por una parte, la de la producción, ya que la tierra es para los cazadores-reco­
aridez creciente del medio si se parte de las costas húmedas lectores, según la b ella expresión de Marx, su «almacén primi­
de Australia hacia el interior desértico, la escasez y la disper­ tivo de víveres» y «el arsenal primitivo de sus medios de tra­
sión creciente de recursos y, por otra: bajo,.? Vemos, pues, que los sistemas de parentesco de seccio­
a) la ampliación progresiva de la superficie de los territo­ nes y de subsecciones funcionan interiormente como relaciones
rios tribales; sociales de producción y responden a las constricciones de fle­
b) el a umento progresivo de la población de los grupos tri­ xibilidad y de reciprocidad que imponen las condiciones mis­
bales y la creciente necesidad de las bandas locales que los mas de la producción. Esta conclusión es precisamente la que
componen de intensificar SLt movilidad, su nomadismo y, por Yengoyan saca de su análisis, si bien en su vocabulario no hace
consiguiente, su separación en el tiempo y en el espacio; uso del concepto de relaciones de producción:
e) el aumento progresivo del número de divisiones sociales
en mi tades (2), secciones (4) y subsecciones (8). «It is thus suggested that the ability of local populations to
sutTive under rigorous environmental cond it ions requires a cer­
¿Cómo interpretar la presencia de sistemas de parentesco tain flexibility in local organization wh ich allows for maximum
cada vez más diversificados y complejos a medida que se pe­ mobilily of exploiting groups and a means of Iinking vast num­
netra más en e l interior desér tico de Australia? Para ello hay bers oE individuals and groups through sections and subseclions
que recordar una propiedad esenc ial d~ estos sistemas com­ ioto a network which permits small rnobile units to e.xpand and
plejos: el hecho de que la mulliplicación de las divisiones so­ contraet under varying experimental conditions. Consequently
ciales hace más complejas las redes de derechos y obligaciones one of the functions oE sections and sub-sections m ay have
en tre los grupos y los individuos que a ellos pertenecen y, por been an economic factor in allowing populations to «Ínsure» a
tanto, intensifica y amplía la reciprocidad social al mismo vast territorial dornain from non-tribal groups , as well as «in­
tiempo que asegu ra una flexibilidad mayor al funcio namiento suring» each local group 's future against economic hardship by
de la organización social.
permitting access into more favorable environments» 12.
Ahora bien, dados el nivel de las fuerzas productivas y la na­
turaleza de las técnicas de «producción», en el sentido amplio Nos encontramos aquí claramen te en presencia de relacio­
del término, cuanto más desér tico es el entorno ecológico, en ma­ nes de parentesco que funcionan a la vez como infraestructura
yor grado los grupos locales, las «hordas» (del tártaro urdu: y como superestructura. Regulan, en efecto, el acceso de los
cam po) compuestas por varias familias nucleares emparentadas,
se ven constreñidas a una movilidad residencial creciente en u Yengoyan , en Mal'! Ihe lfunler, p. 199. "Se sugIere así qu e la capaci­
territorios mucho más amplios y se encuentran separadas entre dad dI.! las poblaciones locales para sobrev ivir baio condiciones ambien­
sí por distancias mucho mayores y durante mucho más tiempo tales rigurosas requiere u na cierta Oexibilidad de organización local Que
[acili te al máximo la movilidad de los grupos de explot ación , y un medio
que en las zonas menos áridas. Por otra parle, los riesgos de de vincular un vasto número de individuos y grupos a través de secciones
un descenso catastrófico de los recursos alimenticios vegetales y subsecciones en una red que permita a las pequ eñas unidades móviles
y animales clisponib les, debido a una sequía excesiva e impre­ expand irse y contraerse bajo condiciones experimentales variantes . En
visible son mucho mayores y hacen que sea absolutamente ne­ consecuencia, una de las funciones de las secciones y subseccioncs puede
haber sido la de factor económico , al permitir a las poblaciones "asegu­
cesario para la supervivencia a corto y a largo plazo de los rar- un vasto dominio t<!rritoriaJ respecto a grupos exteriores a la tribu,
a la VC7. que «asegurar» el futuro de cada grupo local contra las penali·
Group Composition Among the Australian Aborigines.., Current Anthropo­ dades económicas, permitiendo el acceso a medios ambientaJes más fa­
lag.", pp 115·1 42, abril 1970. vorables .»
236
Maurice Godelier
Modos de producción, relaciones de parentesco 237
grupos y de los individuos a las condiciones de producción y a
\ los recursos , regularizan el matrimonio (cuando las condicio­ Con objeto de ilustrar cómo operan en la práctica estas opo­
nes demográficas lo permiten), proporcionan el marco social de siciones para clasificar el conj unto de los. seres naturales, in­
la actividad político-ritual y funcionan, por último, como es­ cluido el hombre, resumiremos en el cuadro siguiente (p. 238)
quema ideológico, como código simbólico para expresar a la vez algunos de los materiales recogidos por C. G. von Brandcnstcin.
las relaciones de los hombres entre sí y con la naturalt.'Za. Este cuadro muestra claramente cómo la división en sec­
Este último aspecto del funcionamiento de las secciones debe ciones ofrece al pensamiento de los australianos el esquema
ser precisado, ya que puede parecer oscuro a quienes no estan organizador de su representación simbólica del mundo y su or­
familiarizados con la antropología de las sociedades australia­ den inmanen te. En efecto, los mismos principios, las misma')
nas y, sobre todo, porque ofrece a la reflexión teórica materiales divisiones ordenan la naturaleza y la sociedad y distribuyen en
de la m ayor importancia para elaborar una teoría científica de las m ismas categorías a los humanos y a todos los seres natu­
la ideología. Permite, además, calibrar de manera crítica la apor­ rales . La naturaleza aparece, pues, como la imagen ampliada
tación de los trabajos de C. Lévi-Strauss sobre el totemismo, la de la sociedad , como su prolongación en todos los sentidos.
mitología y, de un modo más general, sobre los testimonios y las
En esta ideología se funda una práctica que le corresponde.
operaciones de lo que él ha llamado El pensamiento salvaie. Uti­ Si, en efecto, ciertas especies animales, determinados objetos,
lizaremos, para precisar este punto, los resullados de los trabajos
etcétera, pertenecen a la m isma sección que detenninados hom­
del lingüist.a G. C. van Brandenstein sobre los nombres de las
bres, es porque todos tienen algo en común, porque son <dos
cuatro secciones de la tribu de los kariera de Australia OCéiden­
unos como los otros», porque se identifican entre sí por opo­
tal, ejemplo de sistema de secciones que se ha convertido en
sición a los otros hombres y a los otros seres que pertenecen
clásico 23. Los kariera están divididos en secciones denominadas
a las demás secciones. Aquí se plantea el problema del totemis­
mo, si bien desborda nuestro propósito. Lo esencial es subrayar
Pannaga Purungo
Karimarra: Paltarri que, por el hecho de tener algo en común con todos los seres
reales o imaginarios que pertenecen a su sección, los seres bu­
El análisis de la etimología de esos términos y de su campo manos tienen, en relación con estos últimos, obligaciones par­
semántico, emparejado con el de las afiliaciones totémicas que ticulares al mismo tiempo que derechos particulares sobre
están asociadas a cada una de las secciones, muestra que todos ellos. De este modo, solamente los hombres de la sección Pal­
los seres de la naturaleza, incluido el hombre, están distribuidos tarri pueden celebrar los ritos que permiten «hacer un niño» o
según la doble posición siguiente: multiplicar los canguros, porque pertenecen a la misma sec­
ción que el esperma en general y que el esperma de canguro en
particular. Los karimarra provocan la lluvia y pueden hacerse
De sangre fría ~------
lIorizontal: ______________ (temperamento) y abstracto (elemen to )
________________________________ escuchar por el trueno, el sol, etc., que pertenecen a la misma
sección que ellos. As!, la función y la importancia de cada sec­
De sangre ca liente (temperamcnto) y t:oncret o (elemento)
ción en la práctica ritual y en La ceremonial encuentran su flUl­
Vertical: activo I Pasivo damento. Ahora bien, hay que subrayar de modo especial que
todas estas actividades rituales constituyen un verdadero tra­
bajo simbólico sobre las contradicciones de la práctica social y
Si se las superpone, obtenemos cuatro divisiones: sobre los seres imaginarios que controlan las condiciones de re­
producción de la nat uraleza y de la soc iedad y, por tanto, del
Activo/de sangre Eria /abstracto Pasivo / de sangre frí<l / abstracto mundo 24. Pero - y esto es fundamental- para que el orden del
mundo se reproduzca y el trabajo simbólico de cada cual sea
Activo/de sangre caHente/concreto PasivO/de sangrc caliente/concreto

,. Para un desarrollo más amplio de esta noción de -trabajo simbó­


" C. G. van BrandcnstclO.•T lle meaning of seclion and section names>, lico. sobre las «condiciones imaginarias de reproducción., véa~e nuestro
en Ocea/z(a, vol. XI.!, mimo 1. Pp. 39-19, septkmbre 1970. r\'~t1isl" ti" la practica riluru de lus pigmeos mbuti en el cap. III de
este libro. pp. 169-173.
239
Modos de producciól1, relaciones de parentesco
238 Mal/rice Godelier
plenamente eficaz es preciso que todas las secciones cumplan
srSTEMAS DE LAS SECCIONES Y DE LAS AFIUAC IONES las tareas que de suyo les correspomlen. La supervivencia de
TOTEMICAS DE LOS KARrERA cada cual depende, pues, a la veZ de S I mismo y de todos los
demás . La reproducción simbólica del orden del mundo está,
De SQ/lgre fría/con escamas/abstracto por tan lo, en func ión de la cooperacióll recíproca 'Y general de
touos los individuos en el marco mis/11O de sus propias seccio­
Activo/de sangre clara Pasivo/ d.: sangre negra y espesa} /les . Esla cooperación reciproca y gcm:ral de todos los indi\'i­
y fluida/sol perezoso/sombra duos en el marco tle sus secciones es fonnalmente idéntica a
PANNAGA PURUNGU la cooperación reciproca Y general que existe en t re todas las
secciones en el funcionamiento de las relaciones de produc­
Hombre: Hombre:
Alargado Un hombre grueso y macizo
ción, Por tan to, esta cooperación recíproca Y general reprodu­
Salvaje Amab le, dulce e, en el campo de la prác tica ideológica y simbólica, la coope­
Rápido , atareado, delgado Lento, perezoso, gordo, roll izo ración qUI! existe en e l proceso social de producción. En este
Nervioso, musculoso Fofo, iíq uido punto se podría abr ir una discusión critica fecunda de las te­
Du ro, seco Sudor , vómito, moco, sali\'a
Tos
sís de Lévi-Strauss sobre el pensamien to m ítico, pues si bien
es ev idente que no hay práctica simbólica sin actividad del es­
Animales: Animales: píritu hWl1ano, no es menos claro que al producir mitos el pen­
Iguana salvaje Igua na perezosa samiento no se dedica a la tarea de pensarse solamente el. sí
Pavo salvaje
mismO, de producir la imagen fantástica de su propia arqui­
Plan tas: Planlas : tectura in tema. Más allá del análisis estructural de la forma
Frutos del discurso mllico, de la cuestión «¿cómo hablan los m itos?» ,
Sem ill as de hierbas
se susci ta esta otra «¿de qué bab lan los milos?», y la r espuesta
Elementos y objetos: Elementos v objetos : no eS «de nada», ni tampocO «de las sombras», en el pen sa­
Fno Mar, agua salada
Luna Cétl or húmedo miento, de la realidad 25.
Con los sistt:mas australianos de secciones y subsecciones,
Luz del día . nos encontramos claramente en presencia de relaciones de pa­
De sangre caliente/con piel/concreto rentesco que runcionan a la vez como infraestructura v comO
superes tructura . Es te carácter plurifuncional de los s'i stemas
Activo/de sangre clara Pasivo/de sangre negra y espesa/ australianos ha sido, por supuesto, reconocido desde hace mu­
y Ouida/sol perezoso/sombra cho tiempo por todos los especialistas, de Spencer a Radc1i[[e­
KARIMARRA PALTARRI Brown y de Elk in a Yengoyan. Este últ imo, por otra parte, enun­
Hombre: Hombre:
cia el hecho con mucha claridad:
Manzana de discordia/mal ta- Que se amolda/amable/gracioso «El sistema de secciones es un índice abreviado para combi.­
rocler Bebé/niño
Salvaje/feroz nar categorias de parientes con fines múltiples, bien. sean el ma­
Esperma
Hncedor de ll uvia trimonio , la actividad ritual o la actividad económica. Las dis­
tim:ionc<; loás su l ¡les en el seno de cada secc ión se con! ínn n las
Animales: An ima les:
Canguro de las llanuras Canguro de [as colinas conexiones genealógicas y a las relaciones de res idencia local» 26.
Esperma de canguro
Habitualmenle, la mayoría de los antropólogos, cuando des­
Plantas : Plantas : cubren en el seno de la socieJad que estudian una institucion de
Elementos y objetos : Elemcnlo~ v obietos:
Fuego, sequia, el relámpago, el El aire en calma
trueno El ;¡gua tranquila, cIara/agua el. M GOlklk'r , . Mito e historia: r<'ncxionc~ ~",hre lo'i rtllluamen­
El ciclón potable (u , 11.:1 pl'n<;amien to SOltvU]"" cap XIV de este libro.
El sol/caliente La luna / templado " En MClIl tire llllllter, p. 188.
240
Maurice Godelier ,\ Iodos de produccióH, relaciones de parentesco 241
carácter multifuncional -bien sea el parentesco, si describen
sociedades de secciones Como las australianas, o sociedades seg­ minada en úl tima in~tancia por su infraestructura económica.
mentarias «acéfalas» como las de los nuer o los ti\'; la religión, Estos autores no pueden, naturalmente, sino oponerse a esta
si dC!'criben el régimen de castas de la India; 10 polftico-religio­ hipótesis y rechazarla «en nombre de los hechos».
so si reconstnlyen la sociedad inca tal como existía antes de Por el contrario, el mérito de Aram Yengoyan es el de bus­
la conquista española, o dan cuenta de un caudillaje polinesio car explíci tamen te las causas que determinan el papel domi·
como el de la isla de Tikopia TI_ , concluyen de ello que ésa es nante de las relaciones de parentesco y demostrar la existencia
la raZÓn por la que esta institución domina la estructura de dl una jerarquía de causas que apuntan en último análisis ha­
conjunto de esta sociedad y la lógica de su reproducción. Pero cia la economía. Viene a confi rm ar de estc modo la hipótesis
el análisis se de tiene ahí y termina en el callejón sin salida de que hemos repetido muchas veces desde nuestro articulo sobre
las «explicaciones» tautológicas empiristas. Pues si se plantea «Sistema, estructura y contradicción en El Capital», publicado
la pregunta: ¿por qué el parentesco, o cualquier otra institu­ en 1965, a saber, que no basta con que una in~titución - las
ción, es plurifuncional en una sociedad determinada?, la res­ relaciones de parcntcsco, pOI' ejemplo- asuma varias funcio­
puesta es: porque es dominante. El amiJisis se calla, se detie­ nes para que desempeñe un papel dominante en el seno de una
ne en el vacío y en el silencio, aunque en apariencia el discurso sociedad e «integre» todos los niveles de la organización social,
«teórico» continúa: una institución es dominante porque es todas sus «parles/l, como dirían los funcionalistas, Es necesario,
plurifuncional y es plurifuncional porque es domjnan te, etc. auemás, que estas rclacion\.!s de parl'ntesco (o cualquier otra cIa­
E l pensamiento está bloqueado, pero el discurso «abstracto» se de relaciones sociales ) funcionen como relaciones de produc­
continúa enrollándose sobre sí mismo y engendrando fantasmas ción, regulen los derechos respectivos de los grupos y de los
de e:xplicación, un "pseudoanálisis» que no hace sino reprodu­ individuos sobre las condiciones de la producción y sobre los
cir en el lenguaje «abstracto» de los conceptos de las ciencias producloS de su trabajo, Y puesto que funcionan como relacio­
sociales las apariencias empíricas de los hechos. En estas con­ nes de producción, regulan el con junto de las actividades polí­
diciones se multiplican las teorías generales que no hacen sino tico·religiosas y sirven asimismo como esquema ideológico en
generalizar el carácter particular de los hechos que estildian el seno d", la práctica simbólica 28. Este no era el caso de los
sus autores. Para unos es el parentesco, para otros la polítjca,
para otros, en fin, es la religión 10 que constituye la instancia ,. Habíamos escrito: .Se puede suponer que el papel dominante y la
determinante en último análisis del funcionamiento de conjun­ structura compleja de las relacioncs de pare n tesco en las socieuades ar­
to de la sociedad, la causa en último análisis de su lógica in­ caicas están en relación con la estructura general de las fuerzas produc·
terna. Ahora bien, en este momento y a este nivel, todas estas tivas .. En la medida en que, e n este tipo de sociedad, el parentesco fun­
ciona realmente como relaciones de producción, la función determinante
opiniones teóricas se encuentran de nuevo confrontadas con la de la economía no deberla contradecir el papel dominante del parentesco,
hipólesis de Marx de que la lógica profunda del funcionamie-nto ~ino Que se expresaría a través de éste_.. » Al explicar el dominio de las
y de la evolución de los diversos tipos de sociedades está deler­ relaciones de parentesco ror su función de reLaciones de producción,
adolHábamos una postura teórica que no es ni la de los funcionalistas
ni la de Ló,-i-Strauss; causa admiración la manera . teóricamente riguro·
:; R. Firth , Primilive PO{Yllesüm ECUIIOIIIY, Routledge and Kegan, 1964, ~¡¡" en Que E. Terrav caracteriza nUl'stra pO~[Ul 'a: «Li mi tarse ;,¡ esto sigo
Sin embargo, Firlh, que ha criticado siempre el marxismo, o a l menos niflca simplemente enunciar con ténninos nuevos esa polivalencia funcio­
lo que el cntiende par tal. escribe en el prefaci(1 de J¡¡ segllnd¡¡ ed ición nal de 1<15 in~ l itu cioncs prim iti\<ls rt'Lonocida desde hace mucho ti empo
(1964) de su libro lo sig uiente, que corresponde profundamente a la no­ por la antropología clásica, y volver a adoptar de hecho la posición cs·
CIón de determinación en últ ima instancia de la infracstJuc tura: .Ocpués lructuralista., en El marxis'mo a11lc las sociedad<.'~ .primi tivas_, Losada,
dc' habl:r publicado un an;'di\is de la estruc tura social, en parlicular, de 1971, p . 139, No solamentc hay ahí una <;imple fal sificación de las ideas
la e~lrUClllra de pal'enksco (t'n Wc, TlIe Tikopia, Landre>, 1936), he ilna­ tkl prójimo, sino también una hennosa Ignorancia de la postura estnlC'
lizauo la estructura económica de la sociedad, porque mucha~ relaciones tllralista . Más adelante, p_ 146, el autor recuerda que «un linaje se pre­
SOCIales se \uh (un mas claras cuando se analizaba su contenido económi. ~cnla con mucha frecuellcia al mi'imo tiempo como una uniJad de pro­
co, En d<:eto, la c~lructura ~oc!¡¡1 v, en particular, la estructura política ducción como un cuerpo polltico v como una «congregación» religios'l .. ,
depelluian estrechamente de las relaciones económicas que nacían del "l1trL dlas la d~tlTmillación dominante , era e l efecto dL una estruc·
<'1"Cflla de control de lo!> recursos, V a estas relaciones se vin\.ulaban IUI .' déll:rmmada del modo de producción E<:la era cxac.:tamente nues·
a su vez las actividades c instituciones religiosas de la sociedad», p, Xl. Ira postura, Cf. Raciullalidad e irracio/lalidad e~1 la ecollomia, Siglo XXI
Fdilurcs , México, 1967, pp, 92·96_
242 Mal/rice Godelier Modos de producciólI, refaciO/1es de parerllesco 243

incas, entre los cuales las relaciones político-religiosas de de­ V C~e contra], que asumen la funció n de relaciones que puede
pendencia funcionaban como relaciones de producción cada vez dl.'~l.'l1lp('ñar una estruc tura social , que puede realizar un deter­
que. de buen o maJ grado, las tribus indias y las comunidades minado campo de relaCIOnes ~ocialcs.
locales sometidas consagraban una parte importante de su fuer­ Para tomar de nuevo los mismos ténninos empleados en
za de trabajo a mantener a Jos dioses, a Jos muertos y a los est..: libro, pensamos, a diferencia de numerosos intérpretes de
vivos d.: la clase dominan te que personificaba y dirigía e l Tnca Marx (ya se muestren en desacuerdo, ya se consideren marxis­
Shin ti, el hijo del Sol 29. las, s i bien tanto linos como otros le conv ierten e n materiali<;ta
El error común a los numerosos espec ialistas «positivistas» vulgar) que cuando este último distinguó entre infraestructura
de las ciencias hwnanas, sean demógrafos, economistas, antro­ y superestructura y supuso que la lógica profunda de las so­
pólogos o historiadores, error que les hace descuidar o recha­ ciedades y de su historia depende en último análisis de las pro­
zar la hipótesis marxista del papel determinante en última ins­ piedades de su infraestrucLUra, no hizo sino poner por primera
tancia de la infraestructura económica, es el de confundir la vez tic manifiesto una jerarquía de di stinciones funcionales y
jerarquía visible de las inSliltlcio/les y la jerarquía real, invi. de causalidades estructurales, sin prej uzgar en modo alguno la
sible, de las funciones asumidas por esas instituciones 30. En­ naturaleza de las relaciones sociales que en cada caso asumen
contramos aqui e l efecto directo del subjetivismo y del etno­ esas funciones , ni e l número de funciones que puede desempe­
centrismo insuperables del pensamiento empirista, que no pue­ ñar una estructura 31. A partir de ahí, es evidente que para des­
de reconocer la presencia de funciones idénticas bajo formas cubdr esa lógi ca profunda de las sociedades y de la historia
institucionales diferentes y en otros lugares distintos de las hay que ir más allá del análisis estructural de las «fonnas» de
formas que poseen o de los lugares que ocupan en la'i socieda­ las relaciones sociales y del pensamiento, tratar de descubrir
des caracterizadas por el modo capitalis ta y en el modo socia­ los efectos recíprocos de las «estruclUras» y su jerarquía y
lista de producción (e incluso en éste, no siendo las mismas las articulación propias sobre la ba::.e de modos de producción de­
relaciones de producción, tampoco lo son la estructura política, terminados. También en este sentido el análisis de Yengoyan eS
las relaciones de parentesco, las funciones de la familia. etc.). excelente, pues a la vez que confirma los resultados alcanzados
El error del emp iri smo es doble y se reproduce incansablemen­ por C. Lévi-Strauss en Las estructuras el emenlales del paren­
te bajo múltiples formas: error acerca de lo que hay que en­ tesco, supera los limites de una morfología estructural de los
tender por infraestructura económica (que incluye uno o va­ sistemas de parentesco austraJianos y toma en consideración
rios modos de producción articulados), error acerca de lo que las funciones social~s que asumen estas fonnas y la jerarquía
significa el papel determinante en última instancia de esta In­ de esas funciones. Se confirma, en efecto, no s610 la demostra­
fraestructura. ción de Lévi-S trauss de la existencia de un «grupo de transfor­
Si se entiende por infraestructura económica e l conjunto de maciones» que vincula lógicamente los sistemas de mitades, sec­
las fuerzas productivas y de las relaciones sociales de los hom­ ciones y subsecciones, sino también su descubrimiento de la
bres entre sí y con la naturaleza, relaciones que dependen del existencia de dos formas de reciprocidad, una que opera según
n i\'eJ alcanzado por las fuel-,las productiva'i y que programan el principio del intercambio resllingido (A da a B, B da a A:
y controlan el proceso socia l de producción de las condiciones sistema de secc iones de tipo Kariera o de subscccioncs de tipo
materiaJes de la existencia, no hay ninguna razón teórica seria Aranda), otra según el del intercambio genera lizado (sistema de
para prejuzgar la natura leza de las relaciones socia les que ase­ subsecciones de tipo Murngin, A da a B, el cual da a e, que a
guran en un determinado tipo de sociedad esa programación su \ez da a A... ).
El análisis estructural de C. Lévi-Strauss se ocupa, cierta­
,. M. Godclier, ~E I concepto de "formación económica y social"; el mente, de una parte de la lógica de las relaciones formales de
t'kmp lo de los im·<l~" . LLII1 . IV tic es!\.: li b ro. transformación de la::. relaciones sociales de pareulesco, pero
.10 Muc hos discípulos de Althusser interpretan su tcorla de las «ins­ ueja de lado el anális is de las transfol-maciones de sus [uncio­
tuncias» como una .ierarq uía de . insllluc iones» y caen de nuevo en d
error pusiliüsta que pretenden haber supt:r;1t!o .teóricamente» pura
si<.'ITlprc. '1 Véanst: pp. 2·3 de este libro.
245
ModoS de produ.cciól1, relacimles de parent esco
244 Maurice Godelier
Está en la confusión, de esenc ia posi tLvista y empirista, entre
nes . Por ello, no explica nunca las sociedades en tanto que ta­ proceso de trabajo y proceso social de producción que reina en­
trc la mayoría de los que se pretenden marxistas. Para aclarar
les, es decir, en tanto que totalidades concretas capaces o no
de reproducirse en unas condiciones determinadas, y se revela esta distinción, tomemos de nuevo el ejemplo de los aborígenes
impotente para comprender su historia 32. Seguir un método australianos. Lo que se llama proceso de trabajo es el proceso
concreto de producción que se opera cada día en el marco de
marxista en antropología o en las ciencias sociales significa,
la horda, del grupo local compuesto de varias familias empa­
para nosotros, comprometerse a descubrir y a recorrer, a tra­
rentadas q ue hacen vida nómada a la búsqueda de su subsis­
vés de caminos aún por inventar, la red invisible de las razones
tencia, casi siempre en el territorio que los hombres que com­
que vinculan las formas, las funciones, el modo de articulación,
ponen la tribu han recibido de sus antepasados . La horda fun­
la jerarq uía, la aparición y la desaparición de es t ruc t uras so­
ciona como unidad de producción y de consumo directos, y en
ciales deter minadas. Aden trar se por estos caminos es querer lle­
este marco todos los individuos que la componen ocupan luga­
gar a un lugar en el que desaparezcan las d istinci ones y las opo­
res dis tintos e insustituibles según su sexo (hombres, mujeres)
siciones entre antropología e historia, en el que ya no sea
y edad (niños, adolescentes, adultos, ancianos). El proceso con­
posible constituir en un dominio autónomo, fetkhizado, el aná­
creto de trabajo se basa, pues , en la cooperación directa de los
lisis de las relaciones y de los sistemas económicos o d e cual­
individuos según su sexo y edad en el marco de la horda , banda
quier otro tipo de relaciones sociales, a u n lugar situado , pues,
local que [unciona como u nidad de producción Y de consumo
más allá de las impotencias del empirismo f uncionalista y de
directoS . A este nivel parece como si las relaciones de produc­
los límites del estructuralis mo. Pero para llegar a es te lugar
ción se confundieran, por una parte , con la división interna del
(lo que no es sino edificar una ciencia de la historia, desarro­
trabajo de cada banda, diVisió n que es idéntica en todas ellas,
llar el materialism o histórico) hay que haber explorado antes
y, por otra, con los derechos que tienen los miembros de cada
un campo enteramente n uevo de in vest igaciones, abierlo por la
banda sobre un determinado territorio y sobre los productos
pregunta siguiente: ¿en qué cOl1didO/les y por qué razones de­
termil1adas relaciones sociales asumen las ftmciol1es de relacio­ de su trabajo .
Pero sabemos asimismo que ninguna banda local posee de­
nes de producció~1 y cOl1trola/l la re p roducción de estas relacio­
rechos exclusivos sobre su propio territor io ni sobre sus pro­
nes y, con ella, la reproducció/1 de las reladO/tes sociales en su
COl/ jlll1tO? ductos ;3, Otras bandas adyacentes , cuyos m iembros están vincu­
lados a los suyos por vínculos de pertenencia a una determinada
Por supuesto, para responder a es ta cues tión no nos p ode­
sección, es decir, a través del func ionamien to de las relaciones
mos contentar con tomar de nuevo los conceptos de parentes­
entre secciones , tienen derecho a utilizar su territorio durante
co, economía, producción, ~ocicdad, causalidad, estructura,
plazos más o menos largos. Este derecho, recíproco, es ejercido
transformación, etc., ta l como se dan comúnmente y construir
en numerosas ocasiones y, particularmente, en los momentos
un cuadro analílico hecho de antemano para proceder a recor­
críticos: en caso de sequia prolongada, hambre, epidemia, ctc.
tar los hechos y permi tir, eventualmente, su tratamiento esta­
Una cooperación, Ulla reciprocidad más profundas que la coope­
dístico y matemático con vistas a la búsqueda de correlaciones
ración directa que se renueva cada día en la reproducción del
que designen relac io nes de causalidad. Por esta razón, una uti­
proceso de trabajo, aparece, pues, en todas estas ocasiones, nor­
lización acrítica de los datos estadísticos reunidos por G. P.
males o excepcionales. No modifica en absoluto la forma que
Mu rdock y su equipo en su World EtllI10graphic Atlas, que se
redste el proceso concreto de trabajo. Dos hordas, en lugar de
refieren a más de 500 sociedades dispersas a través de los con­
una sola, explotan un mismo territorio según las mismas técni­
tinentes y las épocas, nos parece condenado de antemano al
cas y la misma división del trabajo. Pero esta garantía recípro­
fracaso y a la esterilidad.
ca de acceso a las condiciones de la producción rc\·eJa algo más
Pero el obstáculo más grave para responder a la cuestión de
la detcnninac ión por la infraestructura del papel dominante ., L. R. Hiall, ,,()\\nt'l':.hí p ,1nu U~l. ul land ;'\JTIon~ thl! \u!>tl'¡)lian "bo­
de un determinado campo de relaciones socialcs no está ahí. ¡-jginc~ ., enMM! tire [-[lima, pp . 94- 102. • The lost lIord~ , Oceanía, pp. ¡:I­
92, 1906, \' el all inl1u dd J11ar~l,.ta il1gk~ F. R"SL : <, Auslralian m:lrri"g~,
land()\\ ning, groups une! Initiations•. en .Harr ril,:. llwll.r, pp. 200·208 .
II Véase la critica de los limites del anilisis estructural del parentesco
en el cap. I11 , pp. 152-157 de es te hbro.
246
Maurice Godelier ,\,fodo s de producción, relaciol/es de parentesco 247
que el hecho de que los medios de producción no son propiedad
exclusiva de cada grupo local. Muestra que la división en sec­ la divisió~l de la tribu en grupos locales separados, distintos,
ciones y la complemcntaricdad de las mismas constituyen el nómadas y distantes en tre sí, y, por otra, Ta cooperaciólI v la
tondo mismo de l as relaciol/es de los ú¡dividuos y de los grupos comple1l1cntariedad de lodos los grupos y de todos los indivi­
COII relación a los medios de produccióll, es decir, el fondo mis­ duoS . El método marxista consiste en partir, no de la división
mo de las relaciones de producción: la apropiación por toda la técnica del trabajo en el seno de los diversos procesos concre­
cOII/unidad tribal, es decir, por todas las secciones en sus rela­ toS de producción , caza, recolección , pesca, fabricación de ins­
ciones reciprocas, del territorio tribal, «a lmacén primitivo de trumentos Y artesanía, preparación y cocción de los alimentos,
víveres y arsenal primit ivo de sus medios de trabajo... .. 34. No etcé tera, sino de los «medios de trabajo», es decir, de las fuer­
es, pues, una casual idad que este fondo, habitllalmente invisi­ zas productivas de la sociedad, de las constricciones que impo­
ble al nivel del proceso cotidiano de trabajo, de las relaciones nen y de las posibilidades que ofrecen a cada sociedad para ex­
tra~r de la naturaleza sus condiciones materiales de existencia.
de producción de cada unidad de producción y de consumo di­
rectos, se haga directamente visible cada vez q ue la reproduc­ "Lo que distingue a las épocas económicas unas de otras no
ción material y social de la comunidad total está a menazada. es lo que se hace, sino el cómo se hace, con qué instrumentos
En realidad, Jo que la cooperación y la reciprocidad entre las de trabajo sc hace. Los instrumentos de trabajo no son sola­
secciones garantiza es esta reproducción a largo plazo. mente el barómetro indicador del desarrollo de la fuena de
El proceso social de producción no se confunde, pues, con trabajo del hombre, sino también el exponente de las condi­
el proceso técnico del trabajo, y la división social del trabajo ciones sociales en que se trabaja» 35.
no se reduce a la división técnica del mismo. El proceso socia )
del t rabajo pone en juego, por encima de la división sexual y . Así pues, estas relaciones sociales son a la vez las relaciones
generacional del trabajo, la posición de todos los individuos y de los individuos y de los grupos entre sí en la división técnica
de todos los grupos con relación a las condiciones dc la p rod uc­ del trabajo y su relación con los medios de producción y con
ción, posición basada en su pertenencia a las secciones y en la re­ el producto de su trabajo. A partir del momento en que se bus­
lación de reciprocidad y de complementariedad de cada sección ca en la división del trabajo. en el seno de los diversos procesos
con todas las demás. Habría que llevar más lejos el análisis y concre tos de trabajo, el OIigen de las formas de acceso a los
mostrar que, si bien las secciones no funcionan n unca Como medios de producción y se pre tende deducir estas últimas de
unidades de producción directa, funcionan como unidades so­ aquélla, se sus tituye el marxismo por un economic ismo vulgar
ciales en los intercambios matrimoniales y en las prácticas po­ y se aboc:1 a la,; desven turas tk E mm anucl Terra)' cuando, va­
líticas y rituales. No podemos hacerlo por la limi tación de este liénd.Jse del conocimiento del «verdadero» Marx tomado de
artículo, pero queda, sin embargo, por aclarar un punto esen­ Althusser y Balibar, «relee» a Meillassoux y descubre entre los
cial: el fundamento, la razón de la necesaria división de la tribu guro de la Costa de Marfil tan tos modos de producción como
en grupos loca les que constituyen las unidades de producción formas del proceso del trabajo: un modo de producción «agrico­
directas, concretas, y de la necesaria obligació/l de estos gru­ la», un modo de producción «cinegético .., etc . 36 • Prosiguiendo
pos locales de garantizarse recíprocamente el acceso a Jos me­ " lbidem .
dios de producción y de subsistencia, y de hacerlo a través de ' Tcrra\ se '·ale (p. 171l, par<l justiJ icar su método, de una car ta de
la cooperación de lai secciones. Althusscr en la que éste declaraba: .Como lada formación social, mta
Ahora bien, este fundamento es claramente visible y consiste formació n social p rimitiva posee una estructura que resulta de la com­
en el nivel mismo de desarrollo de las fuerzas productivas, en binación de, al mellas, dos modos de producción distintos, de los cuales
UI10 es dominante v el otn) ~ub\lrdinado. ' Confesamos que esta :úirmación
la naturaleza de las constricciones que ejercen y de las alterna­ nos sorprende por su carácter dogmálico. Toda soc iedad «primitiva» de­
tivas que permiten. Es la naturaleza misma de las fuerzas pro­ bería combinar varios modos de producción y, puesto que Althusse r lo
duct ivas lo que impone, por una parte, la limitación de los efec­ dice, es preciso que esos modos de producción existan. Se bautizará,
tivos de las unidades de producción y de consumo y, por tanto, pues, eomo modo de producción cinegé tico a las actividades de la caza
y se alribuirá otro título a las de recolección . De ahí a inventar un modo
do:: producción masculino (caza) que domina a un modo de producción
K. Marx, El capital, I, México, F. C. E., p. 132, 1973. femen ino (recolección), no h ay más que un paso, qut: algunos discípUlOS
entusiastas han dado ya.
249
248 Maurice Godeltel' ,\lod(l." de producción, relaciO/les de parentesco

en esta dirección, ciertos an tropólogos marxistas «revoluciona­ \,é" de las generaciones. Habría que analizar asimismo en deta­
rios» han inventado ya un «modo dI! producción» de los hom­ lle las [unciones político-religiosas de las seCCIones, así como
bres, otro de las m ujeres, otro de los jóvenes, cte. Basta a el contenido v la foro1a dc la práctica simbólica sobre la rea­
continuación . como lo hacen a lgunos «maoístas» refiriéndose a lidad social y sobre las condiciones imaginarias de la reproduc­
la definición de Lenin de las «clases» y olvidando las distincio­ ciun del mundo (naturaleza Y SOCiedad) , Esta práctica reprodu­
nes explícitas hechas por Marx y Engels entre sociedades primi­ ce en el campo politico-religioso la cooperación reciproca Y
tivas, comunitarias o tribales y sociedades de clases, con bauti­ gent:ral que opera entre las secciones al nivel de las relaciones
zar como «clases» a todas estas categorías sociales para «gene­ de producción . Del mismo modo que el fondo de las relaciones
ralizar la teoría de las clases» en todas las épocas y todas las de producción es la apropiación por la comunidad tribal Lle
formaciones sociales de la historia de la humanidad. Debemos, 10<; medios de producción más allá y a través de su apropiación

por tanto, representar las relaciones de orden de la manera si­ por los grupos locales Y las divisiones sociales particulares, en
guiente: la práctica simbólica sobre Las condiciones imaginarias de re­
producción del orden del mundo ladas las secciones, todos los
grupOS, lodos l<?s individuos no actúan sino como partes dife­
Di visión técnica del trabajo renciadas, aunque complementarias. de la misma realidad sa­
Naturaleza y ni­ cial colectiva , la «tribu». Aquí habría que analizar el car:.\ctcr
vel d e l ¡¡ s Formas de apropiación de los me- Proceso socia l
fuerzas pro -{ dios dl! producción y del produc-> de prod ucción.
fantasmagórico .de .estas relaciones sociales y de esta práctica
ductivas ...Oo. to : relacio nes sociales de produc­ simbólica, carácter que se exp resa, por ejemplo, en el hecho
ción de que la tierra no es concebida como algo que pertenece a los
hombres, sino que los hombres se representan a sí mis mos
como «pertenecientes» a su sección y su sección como «perte­
y no de la siguiente: m:ciente» a una realidad sobrenatural que r epresentan , en t re
otros , los loteros Y una multi rud de objetos Y de lugares «sa­
División técnica del trabajo ~ Relaciones sociales de PI·oduc·
grados». Hemos tratado en otra parte, a propósito de una so­
ión ~ " ~ Superestructuras ciedad de cazadores-recolectores , de analizar esta inversión Y
esta " fetichización » en la representación de las relaciones so­
ciaks ~7 .
Era preciso recordar este punto teórico, dado el contexto dc Todos estos análisis están aún por hacer, pero concluiremos
las investigaciones marxistas en an tropología que se han desarro­ profundizando más el estudio de dos problemas: el del espacia­
llado recientemente en Francia ~obre todo . pero tambi én en Jn­ mkn lo de los nacimientos Y su inctden cia sobre las leyes de po­
glaterra, Estados Unidos, Suecia, etc. Para terminar, volvere­ blación de las sociedades de cazadores-recolectores, sobre su re­
mos sobre el ejemplo de la organización económica de los abo­ prodUCC ión demográfica; Y el de la c\i ~tenci a. el1 otros grupoS
rígenes australianos con el fin de recordar una vez más que no de cazado res-recolectores, de formas de relaciones de parentes­
hemos agotado el análisis teórico de su organización en seccio­ co diferen tes de las secciones, pero con funciones eq uivalentes,
nes y subsccciones con la demostración de que ésta funciona y, por tanto, e l problema de lo posible y dt: las alternat ivas en
como relaciones de producción y responde a las constricciones la hio;tor ia.
mismas de la naLUraleza de las fuerzas productivas. Habría Respecto del primer punto, ulilizaremS O los traba;os de Ri­
que analizar el hecho de que las secciones regulan el matrimo­ chard Lec sobre los bosquimanos del desierto de Kalahari, 'lue
nio v de que la reciprocidad general de todos los individuos pasa son asimt~mo cazadort:s-rel..okLlores que \ i\'cn en un medio .'tri­
por el intercambio de las mujeres, que son a la vez productoras
" er, Marx, El capiw/, 1. pp, 36-37 , CL p.lrtc tercera Je <:slc mismo
in~ustituib l cs -puesto que tienen a su cargo las actividades de lihro: .Sobre el carácter fantasmagórico de las relaciones sociales-.
la recolección, la prepal-ación de los alimentos y el transporte Sobre ta noción de «pertenencia-, en sentido estricto, a la «comunidad
de 1m, \'I\'ereS, la leña, los ulemilios domesticos-- y meLiio$ clL' la supl:riur. o a la «unidad supn.:.ma-, véase Marx, Formacio/ws ecoHónllcas
reproducción biológica del grupo, de la continuidad flsica a Ira­ '/Il'cap;/11li , /(ls. pp 140 Y ss.

17
250
MC/l/rice Godelier MudoS ele producción, relacio/les de parentesco 2S 1
do 38. Entre los bosquimanos, las mujeres practican la recolec­ un aj'¡o después tle c<"\da nacimiento. Sin embargo, esta «política
ción de las plantas silvestres y proporcionan las dos terceras demográfica» consciente HO basta para explicar que el espacia­
partes de la alimentación consumida anualmen te por su «cam­ nlÍt:l1ta de los nacimientos sea, estadísticamente, al menos de
pamento•. Este comprende normalmente de 10 a 50 indidduos tn:S ,lño", va que después de un año de abstinencia las mujeres
que residen a menos de una mil la de un punlo de agua , Richard reanudan su actividad sexual. Parece que entonces intervienen
Lee ha calculado que una mujer adu lta recorre 2.400 km. COmo [..¡ctores biológicos, 110 i ntellcion.ales, y. sobre todo, el hecho de
media por año en actividades económicas y visitas a otras ban­ que d ::tmamantamiento prolongado de los niños suplime la
das y efectúa la m itad de esta distancia llevando pesadas cargas o\u1ación de las mujeres. Ahora bien, como sugiere Nancy Ho­
de agua, alimentos , leña y, por s UPUl'<'lO, niiios. Es tos son ues­ well ~9, el amamantamiento prolongado de los niños se impone
tetados hacia los cuatro años , Los elos primeros años el niiio es entre los cazadores·recolectores por el hecho de la ausencia de
llevado constantemente por su madre (2.400 km.). Luego , a me­ alimt.:ntos fácilmente digeribles para el niño, los cuales no se
dida que el niño crece, esta cifra se reduce a 1.800 km. apro­ t.!I1cuentran entre los productos alimenticios silvestres que con·
ximadamente el tercer año y 1.200 el cuarto. Esto hace en Cua­ sumen los bosquimanos y que, por el contrario, producen los
tro años una distancia total de 7.800 km., en el curso de la cual agricultores y los ganade ros (papillas, leche, clc.). La lcche de
el peso del niño se añade al de las otras cargas transportadas. la madre es, pues, no sólo indispensable, "ino el ¡¡Hico alimento
Dado que la movllidad es una de las constricciones necesarias disponible sobre la base del nivel de desarrollo de las fuerzas
de su actividad económica de recolección y de t ransporte de productivas. El mismo análisis ha sido hecho por Meggitl sobre
cargas, el trabajo invertido por una mujer en el transporte de los aborígenes australianos, y Yengoyan lo ha proseguido, mos­
los pequeños debe mantenerse dentro de límites compatibles trando que e l espaciamien to de los nacimientos era asimismo
con el cumplimiento regu lar y eficaz de Sus ac tividades eco­ en ellos tle lres años y m ás, e indicando "la base económica»
nómicas. Este trabajo depende, ante todo, del espaciamieilto de dd m ismo: «el período prolongado de alimentación al pecho
los nacimientos. Se ha calculado que, para un espaciamiento de no sólo forzaba a las poblaciones a limitar su número, sino que
los nacimientos de cinco años, en diez años u na mujer hab ría también disminuía la utilidad completa de una mujer en tanto
tenido dos niños y el peso a transportar como media se habría que socio económico».
reducido a 7,8 kg. En el caso de un espaciamiento de dos años Richard Lee sugiere que el mero hecho de la instauración de
(y sin tener en cuenta la alta tasa de mortalidad in fantil que "e un modo de vida sedentario, al disminuir la movilidad de las
produce entre seis y dieciocho meses después del nac imiento) mujeres, puede eliminar los efeclos biológicos negativos que
el peso a transportar sería de 17 kg., Y durante cuatro de esos el modo de vida nómada ejerce sobre la tasa ele fer til idad de las
diez años, de 21 ,2 kg. como media. Teóricamente, un espacia­ mujeres y entrañar una tendencia a la expansión creciente de la
miento de los nacimientos al menos de tres aii.os parece, pues, población (l/Hes irlclllSO de cualquier expansión úe los recursos
una constricción demográfica impuesta por el modo de produc­ .lIimcnticius. Pu es bien, esto ha sido verificado experimental­
ción de los bosqu imanos, lo que es verificado por las es tadí<;ti­ mt:'nle entre los aborígenes auslralianos por los excelentes tra­
caso Los bosquimanos tienen conciencia de tales constricciones bajus de E. Lancaster Jones, sobre los que se ha apoyado Yen­
demográficas, ya que declaran «que una mujer que da a luz a govan. La sedcntarización en reservas y el cambio de régimen
un niño tras otro --Como un animal- tiene dolor p ermanente alimenticio por la aportación de raciones alimenticias distribui
en la esp.:llda ». Por otra parte Illn lan a uno de Jo<; g\..l1lclos en el da~ por los europeos han ido acompañados de una explosión
nacimiento, practican el infanti cidio de Jos niños que nacen de­ de la la~a de natalidad que, junto con los efectos del control
fic ientes y se abstienen de relaciones sexuales al menoo;¡ durante n1ÚllCO, ha producido una tasa eh.: crecimiento de la población
muy supenor a la que se ha potliuu reconstruir para el período
lO R , Lec, «What Hunlers do for a living, ar ho\\' to makc out on s\..ar. pn:coloniaJ. Otro aspecto iuleresante de estos trabajos es que
ce rcssourc"s. , en Mal! lile HmllLr, pp, 30·38, 1968.• Kung Bushman SlIb­ sugkren qut.: quizás se produjo un crecimientu demográfico ex­
~i'1l'nce' Al[ inplIt-OlJlrlll aJ1,"\·~j~,.. ,'n E('(l/(){~ical L Han. O ()a\'a~, Ed .,
Olla"'a, PP. i3-9~, 1%~1. "Population !!rtJ\\ 111 ami ht:l!lIlllIngs uf ~cdL'ntary
liet: <1m.mg Iht:' KUT11! Bushl1lcn » en PlJll/llallrl/l g/",,\}'tll. Ed. B . Spooncr. .. !'Ii:lllcy Hl1welI . Kml g Bus/Hnal1 dl.'l>ll1¡::rapl/ic sll/lJics: a prelimillary
J\lIT. PICSS, pp. 329·342, 1972.
rep'nl!, Prin~'Clon Orrice oC PopulaLJon Rcsearch.
252
MaL/rice Godelier <':1 VI
E~
Ol~
cepciona 1 entre los recolectores neolíticos del Próximo Oriente 'O e
que explotaban densas plan laciones de gramineas salvajes, ano >.:2
tepasadas de nuestros cereales, o entre las poblaciones estable­ ~
.... v¡­
g
cidas en los bordes de los rlos o en el IHoral de los mares con EB.g
~ e c.
pescado abundante en América o en el Sureste asiático . Esta \. .c ·e 1)
3 V; ~ \J
expansión demográfica tal vez obligó a los recolectores a re­ t!.l l.Ll
producir aquello que se contentaban con recolectar y, por tan­
lO , ti domesticar las plantas silvestres 4IJ . Sea como fuere,. COns­ •.!. e 6 ~ ~ 6 ti 1'bl3 !!§6t
to: o ... . _ . ~~-
"3 ­
tatamos una vez más que el crecimiento de la población está
relacionado con la sedcntarización, es decir, con un nuevo
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modo de subSistencia y existencia, y que, de todas formas, esta "¡;jo." 5 ~ -·B ~~c:
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expansión demográfica, aun en el caso de que haya podido co­


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lidades de «causalidad estructural., de las relaciones sociales, Q iS oc "8
es decir, los efectos de las constricciones internas de funciona­
miento de estas relaciones sobre la disposic ión interna y la re­ ~~cdtlJ-o

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producción de otras relaciones sociales en otros «niveles». Aho­ crtE .9 "O ~
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ra bien, lo que creemos haber mostrado a partir del ejemplo .~ ~ Ela,,'0'­
de los australianos es que, a pesar de la inmensa diferencia de
los modos de producción, de la forma y del lugar de las rela­
ciones de producción, en el seno de su sociedad, como en el
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cuales es . en último análisis y en ambos casos, la que funciona
como infr~eslructura. Esta era la hipótesis general fundélmen­
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tal de Ma¡-x; que no se ve invalidada, sino al cOl1lr'ario, ,.,or Una c::
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de las Sociedades más "primitivas », Estas han desaparecido para t t:
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.. Car! Sauer, «Ag ricultura! Orígins and Dispersals». Tlle American Ceo­ ~ u
grap¡'¡caL Society, Nueva York, 1952. 3~E~
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254 Mal/rice Gudelier ModoS de producción. relaciones de parentesco 255

siempre o sufren rápidamente transformaciones radicales, lle­ pesan con toda la carga de sus enigmas y de sus consecuencias,
vándose consigo la mayoría de los elementos que hubieran per­ Sólo a condición de lograrlo será posible una ciencia de la his­
mitido un dJa a la humanidad conocer las formas y los rostros toria que sea asimismo una ciencia de las poblaciones humanas
múltiples de su His toria . v que haya abolido las separaciones fetichistas y las divisiones
arbitrarias de las ciencias humanas, una ciencia que no sirva
Es , pues, urgent.e multiplicar estas in\"cstigaciones, pero no solamenle para interpretar la historia, sino para hacerla.
podemos ocultar las inmensas dificultades teóricas que se al­
zan en el camino que apenas comienza a, trazarse, No menciona­
rcmoe; más que una: el problema de lo pcr.:;ible, de su realidad
de hecho y ele Stl análisis cien ti fjeo. De este modo, para tomar
por l"J/tima wz el caso de los austral ianos, Yengoyan ha compa­
rado su sistem:l de secciones al sistema de parentesco de los
bosquimanoe; afr icanos y ha demostrado que ambos sistemas,
aunque estmcturalmente di ferentes, son funcionalmente equi­
valentes \" constituyen relaciones sociales que aseguran en el
plano económico V político la misma flexibilidad, la m isma co­
, reración recIproca \" <Ycllcral, v garantizan la reproducción sim­
ple de sociedades sometidas a condiciones naturales difíciles.
Los bosquimanos aplican los términos de parentesco que desig­
nan los siblíl1gs y las generaciones a todo individ uo que lleve el
mismo nombre que ellos, que sus consanguíneos y sus aliados,
sin que pertenezca, no obstante, a estas categorías de parientes,
y se comportan con estos «parientes por e l nombre» del mismo
modo q ue con sus consanguíneos y sus aliados y esperan de
ellos la m isma reciprocidad. Lo mismo espcl'an los aus tra lianos
de quienes pertenecen a la misma sección que ellos, como han
establecido tanto los trabajos de Radcliffe-Brown COmo los de
Fry, Elki n y Streh10w 41. ~
Mien t ras no podamos delerminar el númerb ni el
campo de
las posibilidades compatibles con un mlsmo sistema de condi­
ciones y de constricciones, ni rcconstrwr por medio del pensa­
miento el conj unto limitado de las transformaciones que pue­
den llegar a sufrir determinadas cstmcturas o combinaciones de
las m ismas, la h istoria, tanto la de ayer Como la de mañana, se
alzar á ante nosotros como una inmensa masa de hechos que

., H. K. Fr\', «Kinship and Descent among the Auslralian Aborigines»,


Transaclic>l/S 01 Ihe Roval Sociely af Semi/¡ Australia, 58, pp . 14-21, ¡Q34.
T. G. H . Slrehlow, ,Culture. Social, Slrueture anc\ Environment in Abo­
riginal Central Australia», en Aboriginal Mall in AlIslralia, 1965, Berndt
Ed. Angus and Robertson, Sydncy . Sobre los bosquimanos kunz, son de
reconoLida solvencia los trabajos de L. Marshall: . The Kin Tcrminology
o[ lhe Kung Bushmcn l ., Africa, 27, pp. 1,25, 1957. cMarriage Among Kung
Bushmcn l . , Alrica, 29, pp. 335·365, 1959. Kung Bushmen B::¡;d;¡:», Atrzca,
30, pp . i !5,,,55, 1':160 .
257
VIII. LEWIS HENRY MORGAN (1818-1881) " f,ClI'is llenry Margan

ción iroquesa. Se hizo amigo de Ely S. Parker, un indio seneca


que llegada a ser comisario de los Estados Unidos para los
a~untos relacionados con los indios y general durante la guerra
cid!. Poco después, la sociedad The Gordian Knot decidió orga­
nilar una investigación sobre la «Liga de los Iroqueses» . Margan
v Parkcr fueron sus principales animadores. Al final de este es­
.tUllío, la sociedad adoptó el nombre de Gran Orden de los Tro­
qucs~s. Em' iado a Washington para impedir la ratificación de un
tratadu frauJule n to que habría despojado a los indios seneca de
Considerado el «fundador» de la ciencia antropológica , ad­ sus títulos en beneficio de una compañía, Margan fue adoptado
mirado por G. Bnlandiel", J. W. Powell, L. Fison, A. W. Howitt, algun tiempo después, a petición suya, por el clan del Halcón de
pioneros a títulos diversos de la etnografía americana y aus­ lo" indios ~cneca, bajo el nombre de Tayadaw3hg u h, «El que se
traliana, alabado por Marx y EngcJs por haber n.:de<;cuhierto manLi~ne en medio», el que podía servir de vínculo entre los in­
los principios fundamentales del materialismo h istórico, recha­ dios y los blancos .
zado con violencia por F. Boas , B. Malinowski, W. Koppers y En 1846 leyó , ante la New York Histoncal Society, un ensayo
R. Lowie por haber desv iado la etnología hacia el callejón sin sohr~ Tlle COllSliwlio/w I Gnveml11ent of tlle Six Natiolls of [l/­
salida del evolucion ismo del siglo xrx; destinataf'io, no obstan­ dial/s, que se imprimió más tarde. De 1849 a 1852, la Universi­
te, en 1947, del homenaje de Lévi-Strauss, que le dedicó Las dad del Estado de Nueva York encargo a Margan ampliar su
esfmcturas elemen rales del parentesco, luego, en 1967, del de departamento de colecciones indias. Margan reunió una colec­
Mayer Fortes . que se prupuso, en Kinslzip ami t/w Social Order, ción excepcional, que presentó en tres informes de gran valor,
hacer un balance de su posteridad, Margan domina, aún en I:onsagra dos a la cullLlra material iroquesa. En 1851 hizo publi­
nuestros días, la historia de la antropología con lada la riqueza ca r el informe científico jamás escrito sobre la organización de
y la ambigüedad de su obra. una tribu india, la Lea,~He of ¡he Ho_de '-no-stlu-nee, o lroqueses .
Su interés se había ori.entado cada vez más hacia el estudio
del sistema de parentesco ¡roqués, y, en 1857, escribió un t.exto
EL FUNDADOR DE LA CIENCIA ANTROPOLÓGICA dc<.hcado a las Laws of Deseent o f tire lroqllois. Al año siguit>n­
t~, ~n el curso de un viaje a Michigan relacionado con sus ac­
Lewis H. Margan nació en una granja eerca de la ciudad de ti\ ¡daeles profesionales, conoció a varios indios ojibwa, los cua­
Aurora, en el Estado de Nueva York. Es tudió derecho y en 1844 ks le ensenaron que su sistema de parentesco estaba muy
se instaló como abogado en Rochester. En 1855 llegó a ser con­ próximo al de los iroqueses, a pesar de su distinta lengua. Es­
sejero jurídico de una compañía de ferrocarriles que construía timulado por este hecho, quiso descubrir lo que significaba «esta
una vía entre Michigan y la región de las m inas de hien-o del nutable manera de des ignar a los parientes» que se encontraba
lago Superior. Además de sus trabajos profesionales y científi­ en tribu'> tan diferentes.
cos . Se preocupó m ucho de polí tica, adh iriéndose sucesiva­ De 1859 a 1862 visitó a los indios de Kansas, de Nebraska,
mente al partido whig y al republicano, de l que fue diputado y <.le Missouri e incluso de la bahía de Hudson , observando la ter­
luego senador. Llegó a ser miembro, en 1875, de la Nationa l minología de parentesco de cerca de setenta tribus. Al mismo
Aeademy oE Science'l, y presiden le, en 1879, de la American As­ tiempo, preocupado por probar los orígenes asiátICOS de los
sociation [or the Advancement of Science, en cuyo seno había Indios de Amt:rica, preparó un cuestionario, el primero que se
creado, en 1875 , una sección de antropología. Murió en Roches­ aplicó al estudio de los ~istema<; de parentesco, y, ayudado por
ter (Estado de Nueva York) , en la fe presbiteriana. el Dl.'partamcnto de EstadO americano, lo hizo publicar y difun­
Su vocación por la antropología nació de su afiliación, des­ dir en 1860 por el mundo entero a través de la Smilhsollian
pués de termmar SLlS es ludios secundarios, a un club Jiterano, Jnstitutioll. Le llegaron respuestas de la India, ..le Oceanía, de
The Gordian Knol, organizado según el modelo de la. confedl!ra­ Africa, y. en 1871, publicó el resultado de un prodigioso esfuer­
zo de investigaciones Y comparaciones dI.' los hechos de parcn­
* E,¡cyc!opaedia Lniversalis, 197 1.
258
Maurice Godelier Lt.-\\'is He/1ry Morgml
259
tesco a tra1'l~s del mundo, baio el título de Systems of COl/san­ pología social. Más allá de esta importancia hi<;turica. sigue
f!,llhlity al/el ,1llil/ity 01 lIJe H1I/nall Famil.\'. Con este libro nacían
siendo actual por su importancia teórica, y ello a pesar de las
al mismo tiempo el análisis científico de l parentesco y la an­ debilidades Y de los errores que un siglo tle investigaciom's el­
tropología social. Convencido de la va lidez de su método COm­ nolugi..:as ha puesto de manifiesto con una claridad a menudo
pa ra ti \o, Morgan se propuso entonces la tarea de comparar las
in~l ilUciones socia les de la antigüedad occidental clásica con mUY vi\a.
De manera general, Margan ha demos trado que las relacio­
la., de lus ]1ueblos primith'o<; con temporáneos, buscando en és­ nes de parentesco dominan la historia p r imiliva de la h umani­
tas la e/ave de la inteligibi lidad de aquell as. En 1877 publicó su daú y que estas re laciones tienen una lógica y una hi<;toria. Dis­
1I1agl1wIl opus, AI/ciel/t Socie(\', 01' ResearcJ¡ ill lhe Linc of Hu­
ress tjnp:uió, entre todos los sistemas de parentesco, dos tipos de
II/all Prog fro/ll Sal'llgery throllglt Barbarism fo Cil'ilizalion nomenclatura de las relaciones de consangu inidad: por una
(La sociedad primitiva), donde mostraba la marcha necesa:'ia
p"UIC, el tipo ucscript ivo , propio de los sistema!> de parcntcsct'
de la humanidad a través de los estadios sucesivos del salvajis­ indoeuropeos, semitas y ura lianos: por otra, el tipo clasificato­
mo, la barbarie y la civilización, E l análisis de las instituciones rio que se encuentra en Asia. Africa y América. «En un sistema
sociales de los indios de América, en la medida en que corres­ dasi licatorio, los p arien tes co nsangu íneos (,, ) están clasificados
pondían a l estadio de la barbarie, ofrecía a la ciencia el medio en categorías distintas, <;in tener en cuenta su mayor o menor
de comprender la marcha de la historia antigua antes de que se proximidad en re lación a Ego, y el m ismo término de relación
desarrollaran las ciudades y los Es tados de Alenas y de Roma; es aplicado a todas las personas que pertenecen a una misma­
an tes, pues , de que naciera la civil ización.
categoría. Así, m is propios herm anos y los hij os de los herma­
Durante el resto de su vida, Morgan prosiguió sus investiga­ nos de mi padre son todos igualmente mis hermanos, m is pro­
ciones sobre las artes y la arquitectura de los indios de Amé­ pias hermanas y las hijas de las lIt:rmanas de m i madre son
rica, que tra ló de explicar por la nat uraleza profunda de su todas igua lmente mis hermanas. ( ,,, ) E n un sistema descripti­
organización social. En 1881 publicó Houses al1d House-Life of vo, los consanguíneos son descritos por medio de términos pri­
the American Aborigil1€s, polemizando con acritud contra los marios de relación (padre, madre , hi jo) o por medio de una
que, como G. Bancroft, pretendían, s iguiendo a los primeros combinación de estos térm inos que hace específica de este
comentadores espa ñoles de las civi li zaciones preco lombinas, modo la relación de cada persona (hijo del her mano de mi pa­
que Jos az tecas y los incas vivian, en el momento de la conquis­ dre, hijo de mi hermano, etc.)>> l . En otros térm inos, en UIl sis­
ta cspaiiola, en una sociedad estalal dominada por un rey más tema descriptivo, los parientcs en línea directa (padre , madre,
o menos análogo a los señores «feudales» de la Europa me­
dieval. etcétera) son claramentc distinguiuos de los parientes en líneas
colaterales (hermano de mi padre, herma na de mi abuela, ctc.).
Entre tanto habia reunido en una obra s us observaciones de En un sistema clasi ficatorio, d~lerminados colatenlles () todos
atura lista sobrc las costumbres del castor amer icano y publ i­ ellos son clasificados en las mismas categorías que los parien·
cado The Americal1 Beaver al1d His Works (1868), que sigue tes en línea d irecta . En la int roducc ión a Svslems 01 COI I.sal1­
siendo clásica.
guitzity and Aff i/lity, Morgan puso de maniriésto algUIlas de las
Vislumbraba para los Estados Unidos y para la hu manidad propiedades estructu rales de estos dos tipos. e n lo que se refie­
entera un porvenir mejor que debía aportar la res lauración , re, por ejemplo, a la diferencia de situación de los colaterales
bajo una fonna supe r ior, de los antiguos principios democrá­ cun respecto a Ego. Subrayó la importancia dI! las reglas de
ticos de igualdad y de libenad de los que disfrutaban los miem­
bros de las sociedades primi tivas. matrimonio en los Jiversos sistemas de parentesco y demostró
que el matrimonio es un in tercambio tle mujeres entre gnlpos
,>ocialcs antes incluso que una relación cntre individuos de sexo
L\s 1ESTS FUNDA\IENTAl.ES DE LA OBRA opuesto. Contra J. F . McLennan, demostró que la exogamia no
Se oponía en absolulO a la endogam ia. ~'a que la exogamia de
los clanes es a menudo e l complemen to de una endogamia al
La grandeza de la obra de Morgan no reside solam en te en
el becho de que constituyera el acta de nacimiento de la ant ro­
I Allcielll Society.
.60
MOlI/·ice Godelier 261
[.('\\ .¡, lfeflrv ,\'1orgal1
ni\.el de la tribu. Distinguió dos formas de filiación y dos tipos
de clan~s, patrilinealt:s y matriJineales. y afimló que el clan fue nC ciún Je terminnnte de las relaciones económicas, en la evolu­
la forma dOmjnante de organización socia l en todos los pue­ ci{ln «de las arte,> de la subsistencia». ~ Por la influencia consí­
blus que hablan Superado el estado del sah'ajismo y sinrió d,labJc que han ejerc Ido sobn: el estado <;ocial de la humani­
de punto de partida a la evolución hacIa la civilización . Al des­ dad, la sucesión de las artes d~ la subs istencia, cuyas aparicio­
cribir con dt:ia Jle. a traves de la Liga de los Iroqucses. el fun­ nes n:... pcctivas están separadas por largos inLervalos de tiempo,
cionufTIlento de un confederación de tribus divididas en clanes, rrororciona probablemen Le la base más satisfactoria para la di­
abrió e l camino a las grandes monografías etnológicas y al aná­ \isiGn (de la historial en periodos étnicos. ( ... ) Es verosímil que
lisis teórico de.: las organizac iunes soc iale<; primitivas. J¡¡~ grandt'~ ~pocas del progreso humano hayan coincidido más
(1 menu~ di rectamente con los períodos en los que las fuentes
Yendo más allá, Morgan trató de establece r relaciones de
corn:spondencia funciona l entre formas de producció n. formas dc ~L1 hsisLencia se hacían más numerosas Y más abundantes» 2 .
de parentesco y formas de conc iencia social. De es te modo. su­ Comprendemos ahora por qué Marx. cuando leyó Allciellt
puso que la decadencia de los s istemas clasificatorios y el pre­ Svci!!l'· e n 1880, "io a ll r la confi rmación del materialismo his­
dominio de los sistemas descriptivos en la historia occidental túrj(o y se propuso comeniar este hecho en una obra sobre
debían estar vinculados a l desa r rollo de la rropiedad privada ML rgan que la muerte k impidió eSL ribi r. pero cuyas notas ma­
Y del Estado. E l desarrollo de la propiedad privada, en efecto, nu...critas fueron u tilizadas por Engels cuando redactó, en 1864,
ha b ría trans[onnado los problemas de la herencia de los bienes Del" Urs¡JrllIlg der Familie, des Privaleigelltul1Is wu[ des Slaats
Y hecho imperiosa la distinción entre las líneas directas y las (El nngc ll de la fal/lilia, la propiedad privada }' el Estado).
líneas colaterales de consanguíneos. El desan·ollo del Estado,
por su parte, a l sustitui r la p rotecc ión de los parientes por la
de la ley, habría debilitado la solidaridad interna de los am ­ Los I.lM n ES DEL E\·OLUCIONISMO
plios grupos de parentesco.
Por último, Morgan adoptó una perspectiva sociológica con Por muchos aspectos, sin embargo, la obra de Morgan debía
respecto a toda la h is toria y caracterizó la evolución de la hu­ ser cri ticada . El amplio cu adro de la historia de la humanidad
manidad por la aparición y la sucesión necesarias de sociedades c:-.bozado en Allciellt Sociery se basaba en una información cien­
sin clases y sociedades de clases dominadas por el Estado y tífica hoy sUTlcrada. La arqueología de la Grecia y la Roma ar­
basadas en formas diversas de acum ulación de la propiedall y caIcas no existla en la época en que escribía Morgan. y el eles­
de las ¡·jquezas. Al final de dos largas épocas que denominó, se­ cubl imiento de las civ ilizaciones minoicas, micénicas y etruscas
gún los vocablos en tonces en uso, salvajismo y barbarie, fa ci­ impide adoptar de nuevo su s tesis sobre la aparición del Estado
vilización nació de la abolición de las antiguas formas comuni­ en Atenas o en Roma a través del proceso de descomposición
tarias de o rganización ciánica y triba l y de la aparición de las de las organizaciones ciánicas, de la democracia m ititar, etc. La
clases socia les y del Estado. La civilización no aparecía ya como teuna según la cua l la economía pastoril nómada precedió nc­
el término último y sobcrano ele la evolución humana, sino ..:e~ariamente a la agncultura ha ~ido refutada por la arqueolo­
COmo una época tr ansito ria que llevaría, por las leyes del pro­ gia y por el análisis ele la ecología y de la genética de las dife­
greso, a l «renacimiento, bajo una forma superior, de la liber­ rent\:!s espec ies domesticadas. O tras IimHaciones de la obra
tad, la igualdad y la fraternidad de las antiguas gellles». En ~sta proceden de las selecCIOnes arbi trarias del au LO!" Contrariamente
perspect iva gra ndiosa, la prehistolia y la historia se soldaban a su contemporáneo E. B. Taylor, Margan excluyó en los Sys­
Y las rui nas de las antiguas civilizaciones se animaban con for­ IClIls del campo de la ant ropologm el estudio de las religiones
mas socia les desaparcLidas cuya imagen o hueJla se habría co n­ primitivas, \ icmlo <:n él solamente un conjunto de costumbres
senado en las civilizaciones primit ivas contl' mporáneas. Ar­ '<g rotescas y. hasta cierto punto, ininteligib les». La hi... totia hu­
qUt:ología. antropología, historia antigua eran llamadas a con­ mana se encontraba, pues, en AlIcÍlmt Societ\', privada dc ,lOa
tribuir a una mi ...ma tarea: la c'plicación científica de la hiqo­ de sus dimcnsione~ esenciale<;.
ria de la humanidad. Mas proLundamentl! todavla, al nj\·el de sus principios, la
Margan buscaba esta explicación , en ultimu análisis, en la
, AI/ci"'lf Sacie/)'.
2ó2
Mallrice Godelier Le\l'i.' Ht:llry Morgall 263
obra sufría limitaciones fundamentales . En primer lugar, está que habia debido existir, Morgan pudo ordenar lodos los siste­
basada en varias "cries de principios opuestos y se encut!ntra m(1-" tk parentesco en una sucesión lóg ica V cronológica de cs­
de este modo desde un comienzo impregnada de una ambigüe_ t:;Hlios de evolución, disponiéndolos en orden inverso al número
dad de la que da testimonio Ja diversidad de las corrientes que dI:! pruhibIciones conyugales asociGdas con ellos . A lo largo de
apelan a Morgan y que se Oponen entre i>í. Cuando Margan de­ ('"ta cadena de evolución , ordeno igualmen te diversas formas
clara : «De modo general, toda la sustancia de la hi.,toria huma_ (le fami lia : consanguínea (form a hipotetica de Jamilia basada
na cstá contenida en e l desarroLlo de las ideas elaboradas por en el m ..i lrimoniu de los hermanos y las hermanas en línea di­
d pueblo y expresadas en sus instituciones, sus usos, sus inven­ rc.:da o colateral), luegu, puoalúa (basada, bicn en el matrimo­
ciones.) sus descubrimientos» .) añrtde que es tas "ideas origi na­ nio de.: \ arias heITnanas en línea di recta o colateral con un gru­
les» Son «absol utamente independientes de todo conocimient po Je hombres que no están necesariamente emparentados
Y de toda experiencia pre\'ia», este idealis mo es di fIcilmente
entre sí , bien en el matrimonio de un grupo de hermanos con
conciliable con el principio m a terialista del papel determinan_
mujeres que no están necesariamente emparentadas entre <;1),
te de las relaciones económicas que ha mantenido en Nra
parte. después, emparejada (basada eo c.:I matrimonio de un par de
individuos que forman una pare ja sin co ns tituir necesariam.:n­
En segundo lugar, la obra enter a adolece de las limilaciones te una ramilia ind ividual izada); con esta última forma de fa­
de u n evolucionismo que se vincula a una concepción del des­ milia aparecen los clanes, primero matrilinealcs, a continua­
arrollo por estadios sucesivos a partj¡- de un germen io icial que
ción patrilineales, y los propios clanes dan nacimien to a la
evoluciona e n Un sentido único . Para ilu strar ei>tas limitaciones, organi7.ación tribal y después a las confederaciones de tribu~ .
basta con indicar la forma Cn que Morgan ordcnó e n una se­
Mas tarde la fam il ia patr iarcal y luego la fam il ia conyuga l mo­
cuencia lógica y crono lógica los diversos s is temas de parentes­ d~llla había n de acompañar el naci m iento de las sociedades de
co que había ana lizado.
clases y del Estado.
Habiendo creído constatar que, entre los iroqueses, el sis­ En defini t iva, esta evolución, que había abolido la animali­
tema de parentesco estaba en contradicción COn sus relaciones dad propia de la prom iscuidad sexual primitiva y, al instaurar
familiares reales, supuso que para este tipo de parcn tesco ha­
la prohibición del incesto y la regla de la exogamia, inaugurado
bía debido existir un estado y una época a los cuales les habria la sociedad h umana, no encontró e n Morgan otra explicación
correspondido directamente una forma de matrimonio. Creyó
que el argumento biológico de la selección natural, tesis que la
descubrir a Continuación eo la familia bawaiana la forma de fa­
genética moderna no ha podido nunca justificar y que, en el
milia que se adaptaba a la terminología de parentesco de los seno mismo de la obra de Margan, tampoco podía conciliarse
iroqueses, pero, como el sis tema de parentesco no correspond ía
con la tesis idealista del desarrollo de "iueas originales» inde­
a la forma de familia hawaiana, tuvo que r emontarse progresi­ pendientes de la experiencia y con la otra, materialista, del pa­
vamente hasta una fanlla original de fami lia que no eXiStla en
r ll detemlinante, en último análisis, de las relaciones eco­
ninguna parte, pero que habla tel/ido ql/e existir, es decir, has­
ta el eslado de «prom iscuidad se:\ual" entre Jos miembros de nómicas.
Cumprendemos, a partir de aq u í, por qué la secuencia <.'\'0­
la horda pI-imit iva . En ese estado, los padres y Jos hijos, los her­
1utivi.l de Margan se ha derrumbado, poco a poco, con los pro­
manos y las hermanas eran malido y mujer y no ex islIa ('1 in­
gresos mi~mos de la ciencia que él conlribLlyó a fundar . La co­
cesto. POLQ a poco <;e instauraron rroh ibil'iones sexuales y con­
rrl'lación binaria entre matrimonio y terminología de parentesco
yugales, pri mero entre padres e hi.ios, a continuación entre her­
que él suponia no ha podido ser \'eriricaua, y, desde nuestro
manos} hermanas uterinos (es decir, hennanas )' hermanos na­
punto ele vi'ita, no pucdt: serlo, porque las relaciones de paren­
cidos de una misma madre), entre hemlanos v hermanas cola­
IL:~ClJ en las suciedades p rimili\as no traduo.'11 ...o lam,'nk las
te ralc.:s (o sea, hijos e hijas de Jo" hermanos \ "as hermanas de!
reglas de matrimonio, sino que funcionan asimismo como re­
padre y de la madr'c). A medrda que se mu iliplicaban las proh i­
biciones coyungaJcs entrt.! (:on~anf.!Ujnco<¡, aparecían nuevas for­
lacillnc~ de producción , como rclaciüne'i politicas, como esque­
ma" ide(lllÍgico~, \ e.., la plurirun,'i\ll1.llidad I'S el rundamento lk
mas de familia y nuc\as nornc.:o\.:lalUrGs de pan:nICSlO. Al final
dc esta rc.:gresión iogíca hacia Ull e~'aJo uriginado fictilio, pero
su papL'l duminante, lo cual fue Mor-gan , por otra partL, uno de
los prinll'ros en recunoct!r. Adcl11as, como ha demostrado Lévi
264
Maurice Godelier SEGUNDA PARTE

Strauc¡s, no puede haber parentesco puramente consanguíneo,


pues toda forma de matrimonjo implica la prohibición del in­ SOBRE LAS MONEDAS Y SUS FETICHES
ces to, es decIr, que se renuncie a determ inadas mujeres -ma­
dres, hermanas, h jjas- para cambiarlas por esposas. El matri­
monio, COmo lo vio Margan, es ante todo una relación de inter­
cambio de mujeres entre grupos, pero la explicación del incesto
y de la exogamia no tiene su fundamento último en los impera­
tivos de la biología como él suponía, sino en los de la vida
socia l.
Se comprende por qué funcio na listas, est ructuralistas y mar­
xistas, aun rechazan do el evolucionismo de Margan, se va lieron
de é l a títulos disti ntos y a men udo Opuestos. En nuestra épo­
ca, en la q ue la tarea imperiosa es, como trató de hacerlo Marx,
pensar la historia en términ os de estructuras y dar cuenta de
las es truc turas a la vez en su lógica, su génesis y su h istoria, la
obra de Margan sigue siendo Una fuente fecunda de enseña nzas,
tanto en sus acie rtos como en sus fracasos.

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CENTRO DE OÚCUIIIENTACION ~.'


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18
kil
OC LA «MONEDA DE SAL» Y LA CIRCULACION
DE MERCANCIAS EN LOS BARUYA
DE NUEVA GUINEA *

1. OBJETOS PRECIOSOS Y MONEDA EN LAS SOCIEDADES PRIMITIVAS:


ALGUNAS OBSERVACIONES TEÓRICAS PREVIAS

A comienzos de siglo, Boas 1 y Malinowski 2, al descubrir y


analizar el potlatch de los indios kwakiutl y la kula de los me­
Ianesios de las islas Trobriaml, borraron en parte la imagen tra­
dicional del homb re pdmitivo aplastado por la naturaleza Y
preocupado sólo por subsistir. Al contrario, se le descubría in­
teresado, más allá de sus actividades de subsistencia, en acu­
mular objetos preciosos, adornos de plumas, de perlas, dientes
de cerdo, de delfín, placas de cobre, y transformarlos, mediante
una hábil estrategia de dones y prestaciones diversas, en un
«fondo de poder» (Malinowski), en medios para acceder a las
funciones y a los estatutos más valorados de su sociedad. En
el centro de la compleja red de las relaciones de parentesco, de
producción y de poder de las sociedades primitivas, el don se
revelaba como la forma dominante del cambio y de la competi­
ción entre los individuos O los grupos, por lo que necesaria­
mente había que elaborar su teoria.
Mauss 3 fue el primero (1924) que se dedicÓ al tema, seguido

,. Los materiales de este estudio fueron reunidos en el CUl"sO de una


misión en Nueva Guinea (1967-1969) subvencionada por el Centre Natio­
nal de la Recherche Scient ifique- El autor agradece igualmente a la
""enner Gren FOWldation la ayuda que le concedió personalmen te. Una
versión más descriptiva de este estudio fue publicada en L 'Homme. vo­
lumen IX, num o 2. pp. 5-37. 1969.
I Boas: «The Social Organization and the Secret Societies of !he Kwa·
ltiull Indian-, Report of the U. S. Nacional Museum lar /895, Washing­
ton. 1897. pp . 341-359.
, Malinowski -1921-: «The Primitive Economics oC Ihe Trobriand ls­
landcrs., Ecortomic JOllrnal, 31. pp. 1-15; «K ula~, en Man, art o 51, 1920­
Inl.
'Mauss: .Essai sur le Don, forme archalque de ¡'échange», Anrtée So­
ciologique, 1923-1924.

j
268 Maurice Godelier lA «lILO/1cda de sal" y la circulación de mercancías 269

de Firth 4, Einzing s, Polanyi6, Dalton 7, Sahlins s, etc. Inmedia­ caSO de la acumulación de .capital en las sociedades mercantiles
tamente surgió en esta tarea una dificu ltad de orden ideológico, capiObjetos
lalistas 12.
que aún no ha sido totalmente superada. A primera vista, en para exhibir, para dar o para redistribuir con el [in
efecto, los matcriales etnográficos parecían sugerir por sí mis­ de crear llna relación social (matrimonio, ingreso en una socie­
mos que hubiera que tomar para su comprensión las nociones dad secreta. alianza polí tica entre tribus), para borrar una rup­
usuales de la economía polftica, y ver en las formas primitivas tura .:n las relaciones sociales (ofrendas a los antepasados, com­
de competición y de cambio formas «arcaicas» de la competen­ pt'lIsa ión por homicidios u ofensas), para crear o simbolizar
c
una posición social superior (potlatch, objetos de lujo acumu­
cia mercantil, en el don una espec ie de "prés tamo a intc rés
compuesto» y en los objetos preciosos especies de monedas. lados Y redistribuidos por los hombres importantes , los jefes o
Los hechos primitivos -aprehendidos a través de las catego­ los reyes), los objetos preciosos de las sociedades primitivas no
rías de la l:CUnOm la de mercado- parecían diferir no en se constituían , por tanto, en capital y raras veces funcionaban
en el interior de esas sociedades como moneda, es decir, como
naturaleza, sino tan sólo en grado de los de las economías mo­
un medio de intercambio comercial 13 , Funcionaban corno m
dernas capitalistas 9. Pero, al observarlos más detenidamente,
dIOS dE." intercamb io social, de valor simbólico múltiple Y com­
los hechos primitivos no encajaban, o encajaban mal, en las
plejo, pero de uso Y circulación circunscritos a los lúnites de­
categorías ya elaboradas. Hubo necesariamente que admitir tcmlinados por la misma estructura de las rdaciones sociales
que los indígenas de las islas Trobriand, lejos de confundir kula
y cambio mercantil, los distinguían claramente, puesto que te­ de prod ucción Y de poder.
Sin embargo, generalmente se olvida que todos esos objetos
nían un término distinto para designar el trueque en el cual se preciosos eran, bien fabricados, bien obtenidos a costa de un
«comercia» (Gimwali). gran trabajo o de compensaciones importantes en productos
Hubo que admitir que el potlatch difería de un préstamo en raroS, y poseían, por consiguiente, desde el momento en que se
que, en aquél, el acreedor era quien forzaba a su rival a aceptar los trocaba, un valor de cambio 14. Por ejemplo, en Malaita las
el don, mientras que en el préstamo es el deudor quien busca brazadas de moneda de perlas blancas provenían de los kwaio,
el empréstito 10 . Pero, sobre todo, y más profundamente, no fue que las exportaban a sus vecinos. Un individuo no podía recO­
posible ignorar que Jos objetos preciosos, las «monedas» pri­ ger en los arrecifes, pulir y taladrar más de dos brazadas de
mitivas, se cambiaban muy rara vez, y la mayoría de las veces perlas (como máximo) al mes. Los dientes de delfín provenían
nunca por tierra o por trabajo 11; que su acumulación y su cir­ de los Jau, pescadores de una sorprendente habilidad, que vi­
culación entre los individuos y entre los grupos no implicaban v¡an en pequeñas islas en las que la agriculLura era impracti­
un desarrollo general de las fuerzas productivas, como en el cable y que cambiaban esOS dientes por cerdos y por alimentoS
vegl~1 aks . Las muelas de piedra de Yap provenían de islas muy le­
janas y exigían verdaderas expediciones marítimas para extraer­
• Firth : Art. «Cunency , prurutl ve~, y .Tradc, primllive., E/lcic/opaedia las, talladas Y transportarlas 1S . De forma genera l, por todas par­
Britannica , pp . 345-346. 88l.
tl.!S, en el i.nter ior de Afríea, Asia y Nueva Guinea, circulaban
'Einzing: Prinritive MOl/ey, Eire, Spottiswoodc, 1948.
• Polanyi: .The Semantics of Money·Uses.., en Prinzitive, Arclzaic and
conchas que procedían ele orillas lejanas, por ejemplo de la In­
Modern EcoHomies, 1968 . dia, y que se adquirían por intercambio de objetos locales ra­
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270
Mal/rice Godelier La «moneda de sal» y la circulación de mercancías 271

ros 16. Por tanto, a la entrada o a la salida de cada Una de esas preciosOs que circulaban entre las sociedades primitivas y en
sociedades, esos objetos preciosos tomaban provisionalmente la sU seno, eran a la vez objetos de intercambio comercial y obje­
fonna de mercancías trocadas a tasas fijas o que fluctuaban t OS de intercambio social, bienes para trocar y bienes paTa exhi­
muy poco. En el interior de cada sociedad circulaban la mayo­ bir y para dar, mercancías que a veces se convertían en mone­
ría de las veces, no como mercancías, sino cama objetos para da y en símbolos, signos visibles de la historia de los individuos
dar o para redistribuir en el proceso mismo de la vida social, y de los grupos que recibían su sentido de lo más profundo
de las relaciones de parentesco, de producción y de poder. de las estructu ras sociales. Se trataba, pues, de objetos multl­
Por consiguiente, si nuestro análisis es exacto, nos obliga a funcionales cuyas funciones no se confundían, ni siquiera cuan­
concluir que frecuentemente los objetos preciosos que enCOn­ do se superponían y se combinaban, y que circulaban siempre
trarnos en las sociedades primitivas son de Una natllraleza do­ dentro de estrechos límites, determinados por las estructuras
ble, a la vez mercantil y no mercantil, «moneda» y objeto para mismas de las sociedades primitivas, en donde el trabajo, y so­
dar, según que se truequen entre grup os o circulen en el inte­ bre todo la tierra, nunca se transformaban en mercancías que
rior de cada uno de ellos. se pudieran adquirir intercambiándolas por otras mercancías.
Funcionan, en primer lugar, como mercancía si es necesario S i esto es exacto, se puede comprender por qué tantos aná­
importarlos o si son produci dos para la exportación. Funcionan lisis y afirmaciones de economistas y antropólogos sobre las
también como objetos de prestigio, como objetos de intercam­ monedas primitivas son contrad ictorios o parecen serlo 18. En
bio social cuando circulan en el in terior de un gru po a través efecto, esas contradicciones pueden tener dos orígenes: bien
del mecanismo de los dones y de otras for mas de redistri bu­ que, a nivel de los propios hechos , el objeto descrito por el an­
ción. El mi smo objeto cambia, pues, de fun ci ón, pero, de sus tropólogo haya sido aprehendido cuando funcio naba sobre todo
dos funciones , la segunda es dominante porque encuentra su como una mercancía troca da 19, o sob re todo como un objeto
sentido y su fundamento en las exigencias de las estmcturas de adorno o de don; o bien que, en el propio pensamien to del
dominantes de la organización social primitiva, parentesco y antropólogo , las distinciones teóricas entre mercancía, moneda,
poder 17. objeto de intercambio social no estuvieran claras, lo que habría
Hay que señalar además que un objeto precioso no sólo vuelto con fusos la aprehensión y el anális is de los mismos he­
funciona como mercancía cuan do es importado o exportado chos 20. Ahora bien, sobre la base de esas distinciones, una re­
entre grupos, sino también cada vez que es trocado en tre miem­ lectura m.inuciosa de la ingente documentación acumulada so­
bros de un grupo, y no dado o redistribuido. Circula en tonces bre las «monedas primi tivas» resultaría necesaria y posible.
en el in terior de ese grupo como mercanCÍa, aunque pueda Igualmente se puede comprender, por un lado, por qué la
circular casi siempre como una no mercancía, como un objeto mayor par te de los pueblos primitivos han puesto de manifies­
para dar, como un objeto de intercambio social. to, desde los primeros contactos, que comprendían a la vez la
Finalmente, hay que precisar que no basta que un objeto lógica de los dones y la del trueque, de la circulación simple
p recioso circule como mercancía para que se convierta en «mo­ de mercancías, y, por otro lado, que se hayan podido encontrar
neda». Se requiere, además, una condición suplementaria: que en sus objetos preciosos formas arcaicas de nuestra moneda,
sea factible cambiarlo por varias mercancías de tipo diferente. aunque muy rara vez su moneda haya sido manipulada como
Por ejemplo, en Ma laila un coHar de perlas roj as se camb iab a un capital que se invierte para obtener beneficios y acumular­
por cerdos, por utensilios de piedra tallada o por alimento cru­ los 21.
do o cocido, e tc., y fun cionaba en ese caso como una moneda.
" Einzig: Primirive Money, pp. 24-25.
Por tanto, para resumir, la mayoria de las veces, los objetos "Sahlins: «Exchange value and the Diplomacy oE PrimiLivc Trade»,
American Ethnological Sociey, 1965, annual meeting, pp 95-129 .
" K. POlanyi, Are~nbcrg
Empires, Glencoe, 1957.
y Pearson: Trade alld Market in che Early " Ver el uso del concepto de capital por Salisbury en From Stone to
Sreel Melboume, 1962, Y nuestra critica en • Economie poliliq uc el An­
11 M. Godl!liel': .Ob.ict et méthodcs de l'Anthropologie Economique , thropologie économiquelt, en L'Homme, IV, núm. 4. 1964, pp. 118-132, Y
lt
en L'Homme, V, mi.m. 2, 1965, Y en Rationalité ee Irrationalicé en Eco­ 8l'ssaigncl: .An Allegcc! case of Pl'imitive money», Sot¡(!lweSlent Joumal
nomie, Pans. Maspero, 1966, pp. 262-279. (Existe t raducción castellana, of Antl1ropology, t956, pp. 333-345 .
Siglo XXI Editores, México, 1967, pp. 241-313.) 11 Señalemos. entre otros casos, el de los tolai de Nueva Inglaterra;
272
M aurice Godelier lA «UlOHeda de sal» v la circu[acióH de mercarzcfas 273
Finalmente, podemos comprender por qué, en determinadas trihus de los Highlands ni tampoco con las lenguas melanesias
circunstancias, desde la antigüedad hasta nuestros dias, esos de las tribus costeras úe Papuasia o de Nueva Guinea 26. Su
objetos preciosos fueron despojándose paulatinamente de su población se estima en unos cincuenta mi[ individuos, de los
carácter dominante de objeto para dar y se han especializado cuales la mayoría vive en la parte norle de un inmenso territo­
de fomla dommante como objetos de comercio Z2, a la vez que rio extremadamente accidentado que se ex tiende desde el río
conservaban durante mucho tiempo un aspecto «tradicionah, Vui/ala al Oeste, hasta el río Bulolo, al Este, y desde el río Wa·
o, Como en ocas iones se ha dic ho, un aspecto «ético» 23. LUt, al Norte, hasta la inmediaciones de Kerema, en la costa de
En la perspectiva abierta por estas observaciones teóricas Papuas ia. En Papuasia, algunos grupos apenas controlados lle­
pn:vias presentaremos los matcrial~ que hemos recogido en van una vida «nómada» en una región fores tal de acceso suma­
Nueva Gu inea sobre la fabricación y la circulación de la mo­ mente difícil y protegida de los contac tos por su excesiva dis­
neda de sal de los baruya 24.
tancia de los palrol-posts de Menyamya, Kantiba y Kerema.
Los kukakuka tienen fama de ser tribus guerreras, en su
2. LA SOCTEDAD B,\RUYA mayor parte canfbales, cuyas incursiones sembraban el terror
entre las tribus vecinas y que vivían en es tado de guerra
perpetua 27 . Víctimas del descubrimiento, a comienzos de SIglo,
Los baruya 25 fo rman un grupo de unos 1.500 individuos apro­ de yacimientos de oro en la frontera oriental de su territorio.
ximadamente, distrib uidos en una docena de aldeas y poblados en la región de Wau y de Bulolo, hicieron difícil la penet ración
de[ subdistrito de Wonenara, que, Cn junio de 1960, fue la últi­ de los buscadores de oro y opusieron una viva resistencia a los
ma región de [os Eastem Highlands de Nueva Guinea en pasar esfuerzos de la Adminislraci6n australiana por con trolarlos y
bajo el con [rol de [a Administración australiana. Por la lengua,
pacificarlos 2.8.
la cultura material y la organización social, los baruya perte­ Los baruya afim l an descender de refugiados de la tribu de
necen a un conjunto original de tribus conocidas desde enton­ los yoyué, que habitan la reg ión de Me nyarnya, y qm; tuvieron
ces bajo el nombre de «kukakukal>, término ofensivo utilizado que huir de su territorio de origen como consecuencia de un
por a lgunos de sus vecinos y popularizado desde su adopción conflicto que los enfrentaba a otr os segmentos de su tribu, alia­
por la Ad ministración australiana. Lingüísticamente, los kuka­ dos circlmslancialrnenle a sus enemigos . Este éxodo deb ió pro­
kuka no tienen nada que ver con e[ filo de las lenguas de las ducirse. según nuestras estimaciones, hace unos dos siglos, Los
refugiados se instalaron en la región de Marawaka, a tres días
véase T. S . Epstein: .European contacl and Tolal cconornlc development. de marcha al noroeste de Menyarnya, y, puto a poco, mediante
A S<:hema o L" Economic~ Growlhs», en ECO'lomic Development al1d Culo
tural ('Juw¡.:t.', abril, 1963, I1p . 283·307, Y R. SaJisbllry; ' PoiJlics and Shd[­ guerras y alianzas matrimoniales, se apoderaron de una parte
Moncy finance in New Brilain., en POlitical Antltropo[ogy, A1dine, 1966, del territorio de las tribus locales, los andjt! y los usarumpia.
págmas 11J..121:L
A comienzos del siglo xx penetraron en el valle vecino de Wo­
u Davcnport: .When a primitive and a civilized money mect», Procee­
dil1gs of ,Ile Americal/ E[}//10grapftical SOClety. Spring Meeting Sympo­
sium , Scatlle, 1961, pp. ~8. "s. \. WUI m : «Australian '\ew l.uine;¡ 11 ighlamh Lmgua)!es and lhe
Oi~lrihlltio)n uf lhdr Tvpotogic.¡l Featurcs., ,tilla. Al1tllrop.. Nu.:,'a Gui­
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tiel" ~ans norn: le commerce~. '\'<"11' GII/I/<'U, Londres, Gcuffr~'Y I3les , 1<)36. L'1S liIlÍL;¡, publicaciol1t's cien­
IÍI il"l' ,,;oll\:\'rnicll!<:s :t lo, k"kakuka ~OI1 I;¡s dl B. Rlnckwuod: «Us.: of
" '1abrla QUe (·o mparar d uso de la sal en diversas SOCiedades y en
di"!!1 ~as épocas. Ver Mahieu : Nu.lIlismallquc du Congo, 1924, p . 57, y. so­ PI:tllts aml1ng Ihe Kuknkukn of Soulhl'¡}<.[ Central New Guinea-, Procee·
Jiu,' , uf ril e Si.ttll Pacitic; SCI<!Ilce CU1lg,.e5 .~ , l3.:rkelev, IV, 1939, pp. 111·126,
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" Los baruya fueron descubiertos por J . Sinclair en 1951. Les domin
':11 su libro Beltind tite Rallges (cap. 111: ~The Sallmakers»). Véase
b¡lli., '·on der Kukl.lkukuD, Baesslcr Archi\ 7 t IlCUC folgcJ, pp. 99· t~; tkscrip·
J. Sinclair, Bel/illd lite Rtt'lgerS, Melbournc, Mel¡'outne Univ. Press, 1966, dún dc ulla cúlt!Cción del Musco de Hamburgo, reunida pOr un misione­
ro, J. Maurer.
lW

[.0 lIIoneda de sal» y la circulación de l11erca/lclas 275


274 Maurice Godelter
de bambú Y de cortezas de pandano. terrazas ligeras, siguiendo
nenara, expulsando a sus habitantes. Estos últimos constituyen, las cu rvas de nivel , y que por un cierto tiempo impiden la ero­
junto con los baruya, los grupos fronterizos de los kukakuy. SIón de los suelos de superficie sobre las pendientes más incli­
por el Oeste . Más a llá comIenzan las tribus awa, tairora, fore, nadas. dan pruebas de una agricultura capaz de fórmulas más
profundamente diferenciadas por sus lenguas y sus culturas l'on1plci que la simple desforestación por el fuego y el arado
que las asimilan a las tribus de los Eastern Highlands, estudia­ as
das por Reaci, Watson, Langness y Salisbury. sU perficial del suelo.
El linaje es el propi e tario colectivo del suelo. Los territorios
La organización social de los baruya es la de una tribu acé­ de caza y las tierras agrícolas están repartidOs entre todos los
fala compuesta por trece clanes patrilineales, ocho de los cuales clanes Y linaies. Los derechos de prop iedad están claramente
descienden de los primeros refugiados y siete provienen de seg­ [iiadOS, pero la I.Itil ización del suelo es extremadamente [Jexi­
mentos de linaje de las tribus vecinas y enemigas, con las que ble. La propiedad está basada, para la tribu en tanto ql.le tal.
los baruya intercambiaron antaño mujeres y que eligieron resi­ en su derecho de conquista y, para cada linaje, en el trabajo
dir con sus a liados. El linaje es la unidad social de base. Cada de des(orestac ión del bosque realizado por sus antepasados. El
poblado agrupa de tres a cinco segmentos de linaje que per te­ trabajo se basa en la división sexual del trabajo y reviste tanto
necen a clanes distin tos. El individuo goza de una gra n libertad fOffilas colectivas como individuales. 11.
para escoger su residencia . aunque la regla com únmen te admi­
tida sea la residencia patrilocal. Una d ivisión jerárquica de la
población masculina en cuatro clases de edad secciona el con­
3. LA PRODUCCIÓN DE SAL
junto de los clanes y linajes, r eagrupa a todos los pob lados y
unifica la sociedad en el p lano ideológico (ciclo de las inicia:
ciones) y mili tar. TeCHologia
La agricultura es la activi dad económ ica principal, comple­ El régimen alimenticio de los indígenas de Nueva Guinea se
tada por una importante cría de cerdos y un a consi derable pro­ basa esencialmente en el consumo de tubérculos y, con la ex­
ducción de sal vegetal. Los poblados están si tuados entre los cepción de algunas comunidades que disponen de abundantes
1.600 y los 2.000 metros de altura sobre el nivel del mar en los recursos de carne o pescado. presenta un (uerte déficit de so­
altos valles del Kratke Range, cadena de mon tañas que alcan­ dio . Ello les obliga a procurarse la sal de una manera o de otra.
zan hasta los 3.720 metros de altitud. La vegetación es la clásica En las costas se obtiene la sal a partir del agua del mar Y fre­
de la rain forest, cor tada por amplias extensiones de sabanas cuen temente se intercambia con las tribus del interior. El re­
herbosas (ktmal), consecuencia de la a~ri c ultu ra sobre chami­ lieve, las distancias Y el estado de guerra permanente entre las
cera. Las lluvias son muy abundantes y las variaciones es tacio­ tri.bus impedían que la sal de mar penetrase profundamente y
nales muy acusadas. La caza y la recolección desempeñan un llegara hasta las tr ibus del interior. Estas úllirnas, o al menoS
papel minimo en la alimentación. pero tienen una gran impor­ algunas de ellas . producían su propia sal a partir de manantia­
tancia ceremonial. Hasta 1940 el hacha de pied ra puli mentada, les de agua salada o extrayéndola de plantas recogidas en la
el palo con punta para excavar, el cuchillo de bambú y el pun­
selva o cultivadas 29.
zón de hueso consituían lo esencial de los utensilios de los ba­ En el seno de las tribus kukakuka, la fabricación de la sal
ruya. Antes de la llegada de los blancos, el hacha de acero V el era una práctica corriente, pero en ninguna parte alcanzó la
machete penetraron en la región a través del comercio iTIter­ amplitud Y el grado de especialización que la caracterizan entre
tribal y sustituyeron rápidamente a las herramientas neolíticas. los baruya. Estos últimos Eabrican su sal a partir de las ceni­
La producción esencial es la de batatas cult ivadas de forma zas de una planta 30 -la Coix gigantea Koctlillg ex Rob-, planta
relativamente intesiva con un barbecho corto, principalmente
en la zona desforestada. El taro viene mucho después de la ba­
tata en el plano alimenticio, pero tiene una gran importancia .• Véase J. M. Mcggilt: . Salt Manufacture and Trading in the Wes·
le! n lIighlancls of New Guinea', TIte Australia,. !I1useWII Maga:illc . XII.
en el plano ceremonial y social. Se cultiva en los terrenos del
bosque secundario que permanecen de doce a veinte años en 10. lO1958
El . exanten
pp . 309-3\3.
con un espectroscopia muestra que es ta sal contiene una
barbecho. Técnicas de drenaje, de regadío mediante pipe-Ulles
La «moneda de sal» y la circulación de mercancías 271
276 Maurice Godelier
una espátula especial la superficie del agua para impedir la [or­
procedente del Sudeste asiático, que trasplantan en zonas re­ m de una película. Retira las impurezas que se forman o
ación
caen en las artesillas. Finalmente, Y sobre todo, eS quien posee
gadas natural o artificialmente mediante canales y fosas 31. Las
superficies cultivadas varían de 2 a 30 acres divididos en par­ la magia de la sal. Al cabo de cinco o seis días la evaporaci6n
celas cuyos límites quedan marcados por diversas variedades finaliza Y la sal cristalizada se presenta en barras muy dmas de
de flores o de arbustos. 60 a 72 centímetros de largo Y de 10 a 13 de ancho. Las barras
La hierba dc-Ia sal es cortada anualmente durante un peDu­ se retiran entonces con precaución y se raspan los bordes para
do seco, y vuelve a rctoñar por sí sola. Durante una semana o darles una forma perfectamente regular. Un grupo de hombres
dos se deja secar y luego se apila sobre una pira de maderas es­ las envuelve con hojas de banano secas y con largas tiras de
peciales y se quema durante un día o dos . El montón de cenizas corteza mojada, ensambladas cuidadosamente por una costura,
se resguarda bajo un techo de paja, y pcrmanece en el mismo que se endurecen al secarse. El embalaje constituye una protec­
sitio durante varios meses . A continuación se construye un fil­ ción eficaz contra la humedad, Y al mismo tiempo permite
tro, compuesto por una fila de calabazas, cuya extremidad in­ transportar las barras de sal fácilmente Y sin riesgo de que se
ferior está obstruida por un tamiz de Triumfelta nigricans, que rompan. Las barras se almacenan en cada choza sobre una re­
re tiene las impurczas. Las calabazas se llenan de cenizas (de 600 pisa situada encima del hogar.
a 800 gramos) y se vierte sobre ellas lcntamente agua pura . Esta Las quince barras representan en promedio de 25 a 30 kilos
se satura al pasar de elementos minerales y nuye por u n cana­ de saL La forma obl onga del horno hace que las barras de las
lón de bajas que vierte el líquido dentro de largas cañas de extremidades sean más cortas que las barras centrales. Los ba­
bambú que a con tinuación se llevan a l taller de sal. De vez en ruya clasifican las barras en tres categorías según su tamaño,
cuando prueban el agua que se filtra de las calabazas, y cuando las designan con nombres distintos Y les adjudican tasas de
está desprovista de sabor salado, la calabaza se vacia, llenándo­ cambio diferentes. De las quince barras, cuatro o cinco son pe­
se de nuevo con cenizas. queñas, cuatro o cinco medianas Y seis grandes.
El taller pertenece a un especialista. Contiene un horno com­
puesto por un túnel de 3,50 metros de largo por 30 centímetros
de ancho y 30 centímetros de alto , cuyas paredes, construidas La división social del trabajo
con piedras planas refractarias y cimentadas con barro cocido,
proceden de las cenizas de la hierba de sal. En la parte supe­ El proceso de producción de la sal se desarrolla, por consi­
rior del horno hay excavada una fila de 12 a 15 moldes oblon­ guiente, en dos fases separadas en el tiempo por un intervalo
gos de 80 centímetros de largo y de unos 12 centímetros de bastante largo. La primera consiste en la recolección, la incine­
ancho en la mitad. Cada molde contiene una artesilla hecha con ración de las hierbas de sal y la construcción de un abrigo para
hojas de banano impermeables, cuya parte superior se mantie­ proteger las cenizas de la intemper ie. La segunda constiluye el
ne abierta gracias a la presión de un marco de bambú ligero. Se proceso propiamente dicho de la fabricación de la sal , es decir,
vierte el agua salada en las artesillas cuando el horno ha al­ el filtraje, la evaporación Y el embalaje. Tanto los hombres
canzado la temperatura conveniente. Esta temperatura se man­ como las mujeres participan en las tareas de la primera fase
tiene constante durante los cinco ruas y las cinco noches que y, según la importancia de aquéllas, el trabajo es individual o
dura la evaporación y la cristalización de la solución salada. colectivo. En cambio, la fabricación de la sal es un trabajo esen­
El especialista vigila la temperatura del horno para que la cialmente masculino, rodeado de rituales reservados y de prohi­
solución no hierva dentro de las artesillas (la temperatura se biciones sexuales para prevenir los riesgos de la contaminación
mantiene entre Jos 55 y los 6S grados centígrados). Remueve con femenina. También requiere la intervención de un especialista
para las operaciones delicadas de evaporación Y de cristaliza­
alta dosis de potasio, por lo que en grandes cantidades constituye un
ción. Estos especialistas son poco numerosOs, de dos a cinco
veneno. por poblado, sobre una población media de treinla hombres
I A. Freund, E. Henty y M. Lynch: «Salt Making in Inland Ncw Gui­ adultos. Los especialistas deben a sus poderes mágicos Y a sus
nea_, cn Trallsacciol1s. 1965. Papua and New Guinea Scienlific Society, pá· conocimientos técnicos el hecho de ser reconocidos como tales.
" in,,~ 16-19; ver también M . Hcrskovits: Ecollomic Alllhropology, Knopf,
1951.
278
Maurice Godelier La moneda de sal» y la circulación. de mercandas 279
Si sus descendientes demuestran inclinación y capacidades, en­
tonces les transmiten sus secretos. 6 ...
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280 la circulación de me1'cancías 281
Maurice Godelier La «morleda de sal,.

para protegerlas de los cerdos domésticos y salvajes, excavacio­


CUADRO NUM. 2 nes de fosas para drenaje o riego-- experimentó cambios mucho
más importantes. En un plano social, hay que señalar que el
Distribución de la eantidad de trabajo social = 21 d/as aumento de la productividad del trabajo individual ha hecho
disminuir la importancia social de trabajo colectivo, haciendo
a) Según la división sexual de trabajo menos necesaria la cooperación en el trabajo. Esta última se
basa en la ayuda que algunos indiv iduos deben al propieta­
MascuUno
rio de la sal en nombre de sus lazos de parentesco, o que le
Femenino ofrecen en tanto que amigos y vecinos, a cambio de que sea
13 8
recíproca.
La fabricación de la sal se termina con una comida colectiva
(61 %) (39 %) fsamuné), ofrecida la mayoría de las veces por el beneficiario
de la ayuda . Batatas, taros se sirven en abundancia y se comen
acompañados de los trozoS de sal recogidos en los moldes o
procedentes del raspado de las barras al alisar los extremos
antes de su embalaje. Jugosas cañas de azúcar completarán esta
b) Según la forma de trabajo comida de ,d ujo», y los invitados, hayan ayudado o no a la fa­
bricación de la sal. se recrearán en prolongadas discusiones
IndJvldual Colectivo
apenas interrumpidas para mascar su trozo de betel o para
aspira r enormes b ocanadas de tabaco verde en sus largas pipas
9 12 de bambú.
(42 %) (58 %)

4. REDISTRIBUCIÓN y COMERCIO DE LA SAL

Especializado No especlallzado *
La circulación de la sal en tre los baruya reviste dos [armas;
redistribución e intercambio comercial .12.
3 19
(14 %) (86 %)
Redistribución

* Por trabajo no especializado se entiende un trabajo para cuya realiza. a) Las tierras de sal.
ción cualquier trabajador puede ser sus tituido por cualquier otro deo.
tro de los limites de la divi.~ióo sexual del trabajo. Todas las tierras aptas para el cultivo de la sal (zonas llanas
y bien regadas) fueron acaparadas por los diversos linajes du­
Si se consideran las operaciones 3, S, 7, 8 y 9 del cuadro núm. 1 como rante la conquista de los valles de Marawaka y seguidamente
formas de trabajo más complejas que las operaciones 1, 2, 4 y 6, te­
nemos: c.lc Woncnara. La voluntad de apoderarse de las tierras de sal
constituye una de las razones confesadas de algunas guerras
contra Jos andjé y los usarumpia, vecinos de los baruya. En
Simple Complejo teoría, todos los linajes disponen de tierras de sal; en la prác­
tica, un gran número de sus segmentos carecen de ellas . La ra­
9 12
(42 %) (58 %) " Los baruva distinguen en su lengua: nlumbié. trocar, a la vez vender
v comprar, y yal1ga, dar; el hombre generoso es el que comparte.

19
282 La «/IIolleda de sal" y la circulación de nlerca/1cías 283
Maurice Godelier
zón hay que buscarla en la misma historia del grupo, su expan­ almacenan encima del hogar y servirán , bien para diversas ce­
sión hacia el Noroeste a comienzos del siglo x.x y la invasión remon ias (aproximadamente media barra al año), bien para el
del \ alle de Wonenara. Los primeros ocupantes de este valle cambio.
Se distribuyeron y desforestaron las tierras aptas para la pro­
ducción de sal y, debido a la distancia, dejaron de explotar las ~(
tierras que poseían en Marawaka. Estas últimas continuaron El cambio de la sal
siendo explotadas por los miembros de su linaje que no habían
emigrado, por sus aliados o, simplemente, por sus amigos. a) El cambio por servicios.
Posteriorm en te, hacia 1940, como consccuencia de la inva­
sión del valle de Marawaka por grupos enemigos proceden tes De la parte que le queda, el propietario de la sal tiene aún
del E!>lc y del Sureste, una oleada de refugiados Se un ió a los que descon tar una o dos barras para el especialista de la sal.
habitantes del valle de Wonenara. Una gran parte de éstos no Ot'asiona lm cnte , también le dará una o dos barras de sal al
quisieron regresar a Marawaka cuando sus enemigos se vieron bruj o que haya curado a algún miembro de la familia o a él
forzados a ceder el terreno conquistado. Se establec ieron en los mismo . Finalmente, y esto ocurre muy rara vez, en el caso ue
peblados de Yanyi v de Wiavcu, pero, a diferencia de los colo­ que no pudi era ir en persona a ca mbi ar su sal entre las tribus
nos ins ta lados a comienzos de siglo, llegaro n demasiado ta rde vecinas y necesitase un artícu lo importante (hac ha de acero),
para encontrar en el mismo lugar nuevas tier ras de sal y, al confiará su sal a un amigo que irá a trocarla en su lugar y re­
mismo tiempo, vivían demasiado lejos para explotar las an­ cibirá como compensación a su s molestias una barra de sal.
ti guas.
Existe, por consiguien te, al menos en el valle de Wonenara,
una d is tribución desigual de las tierras aptas para el cultivo de b) El cambio por productos.
hierbas de sal e nt re los diversos segmentos de li naje, q ue fa­
\'o rece a los primeros co lonos . Sin e mbargo, esta desigua lda d 1. E l trueque en el seno del grupo.-En algunos casos, el
en la propiedad de las tierras para el culti vo de hierbas de sal tru.cq.IJ.LS c practica en tre los mismos baruya. Cuando un hom­
no implica una desigualdad en el reparto de la propia sal, y bre tiene un hijo o un hennano m enor que debe some ters~ a
esto por dos razones: por una parte, los propietarios conceden las ceremonias de iniciación que le convertirán en un hombre,
frccucnlemcn te a sus aliados, a sus parientes por línea materna está obligado a proporcionarle un tahalf de dientes de cerdo,
O a sus amigos el derecho a utilizar sus tierras (por ejemplo , a que es uno de los signos distintivos de su nuevo estatuto. Si
cortar y quemar las cañas). A veces incluso autorizan la utili­ no poseyera un tahalí , ofrecerá trozos de sal a quienes matan
zación pL rm anente de una parcela por parte de un par iente o de cerdos a cambio de los huesos de la mandíbula. Frecuentemen­
un amigo. Por otra parte. qu ien corta la hierba de sa l (va sea el te, le darán además una pequeña cantidad de carne. El mismo
propietario o solame n te el usufructuario de la tierra) está obli­ fabr ica el tahalí. De hecho, los baruya p refieren conseguir pe­
gado a redistribuir una parte de su produc to. queños collares de dientes de cerdo en tre sus vecinos y mon­
tarlos ellos mismos en el tahalí. En otros casos --extremada­
mente raro<;- un hombre puede oErecerle sal a un amigo a
b) Redistribución del producto. cambio de la piedra de una maza de guer ra.
En realidad , los cambios en el seno del grupo tienen muy
La sal es redbtribuida por su propietario entre sus a liados poca extensión porque la circulación de bienes está reglamen·
(l:uñ.tdos. yernos), sus primos cruzados, principalmente los ele tada anle touo por el juego de las prestaciones recíprocas entre
la rama materna, y a veces algunos amigos (sobre todo sus ca­ parientes o entre vecinos y amigos.
iniciados). Dc quince barra, producidas, entre cinco) diez se­ 2. Los cambios con los extranj eros.-Por el contrado, la sal
rán rl'd istribuidas . El reSIO queda desti nado a cubrir las nece­ era objeto de un intercamb io muy activo entre los banlya y las
sidJ.dl's de la familia) sus necesidades personaks, y a veces, tribus vecinas, algunas ue las cuales residen a más de cuatro
cUanLlo toda\ ía viven, las elel padre y la madre. Las ban"as se jornadas de marcha. Con la excepción de los yunduyé, de len­
284 la «mO Heda de sal" y la circulación de mercancías 285
Maurice Godelier

gua }' costumbres diferentes, con los que reinaba un estado No obstante, incluso normalizados y pacificas, los cambios
permanen te de comercio y de paz, todos los vecinos de los ba­ siguen siendo peligrosos. Si el visitante se mostró demasiado
ruya eran alternativamente sus aliados o sus enemigos. codicioso en el regateo, corre el riesgo de ser víctima de actos
Los intercambios afectaban a un conjunto de productos que de brujería dirigidos contra él por el comprador descontento
hemos clasificado Cn cuatro categorías: o por un brujo al que éste le haya confiado la tarea de vengar­
lo. Por esta razón, frecuentemente los visitantes se untan cuida­
- Medios de producción: piedras pulidas para la fabrica­ dusamente el vientre y el pecho con una arcilla especial, azulada,
ción de hachas, y, desde 1945, hachas de acero y machetes. que desvía los venenos y las enfermedades dirigidas contra
- Armas : arcos, flechas y mazas de piedra. ellos.
Bienes de lujo: adornos ceremoniales de plumas, de con­ Así, pues, comercio significa paz, aunque la mayorfa de las
chas, de perlas, encantos mágicos, cerdos . veces ésta sea una paz armada. En esta perspectiva, la red de
- Bienes de consumo corriente: capas de corteza, cal para los cambios en una época dada traduce las relaciones políticas
mascar el betel. de las tribus entre sí, al mismo tiempo que la complementarie­
También se cambiaba )a sal por perros, que se podrían cla­ dad de sus economías. Más allá, pues, de la descripción de los
sificar en la categoría de «annas», ya que se utilizan sobre todo mecanismos, en cierto modo microeconómicos, de los cambios
en la caza de masurpiales. cuyo consumo figura obligatoriamen­ que ligan por pares a pequeños grupos de socios, se impone un
t te en los actos rituales más importantes. Las tasas de cambio análisis del mecanismo global de los cambios de los baruya
variaban según Jos productos cambiados. UD gran piedra pulida que los haga aparecer como un eslabón decisivo de un vasto
valía entre UDa y dos grandes barras de sal; un cerdo macho, sistema intertribal e interregional de cambios.
~ Antes de la introducción de los utensilios de acero, los ba­
entre dos y tres; una cerda, entre tres y seis; un hacha de ace­
1'0, entre tres y seis; un adorno de plumas, solamente una. Las
ruya no disponían en su territorio de yacimientos ni de ca.nte­
tasas diferían según las tribus, pero una vez que una tasa habla ras de piedra de la dureza y la calidad requeridas para fabncar
sido establecida con una tribu, tendía a permanecer idéntica. sus instrumentos de producción y sus mazas de guerra. Tenían,
Las rutas comerciales fueron abiertas por individuos audaces pues, necesariamente que importarlos y, para ello, poseer o
cuyos nombres pasaron a la posteridad. Afrontaron Jos riesgos producir un recurso exportable. (Resulta obvio subrayar que,
(la muerte y ser devorados) de los primeros contactos con una considerado desde este ángulo, el cambio intertribal no liene
tribu vec ina, y lograron establecer relaciones de am istad con a l­ como origen y fundamento las decisiones económicas de los in­
gunos miembros de cse grupo y sellar con ellos una especie de dividuos, sino una necesidad práctica, anónima y colectiva.) Las
pacto de comercio y de protección. Este pacto norma lmente se piedras provenían del Noroeste y del Suroeste de la región de
prolonga de generación en generación y se heredan los socios co­ Okapa (tribus rore) y del Sureste, a lo largo de ra rula de los
merciales del padre. Cada socio Se compromete a albergar, ali­ nayura de la región de Menyamya.
mentar y pro teger a su huésped y se esforzará, si no puede Por otra parte, los baruya viven a gran altura -alrededor
proporcionársela él mismo, en encontrar en su grupo la mero de los dos mil metros- , y hace demasiado frío para que crez­
cancía que el otro desea. Las transacciones entre su socio y los can las variedades de árboles utilizadas para fabricar las capas
eventuales adquisidores se realizarán obligatoriamente en su de corteza (ficus). Además, y por la misma razón, sus bosques
casa o ante su puerta. Este espacio, ffsico y social, delimitado son pobres en especies de pájaros de plumas llamativas, utiliza·
en torno a la residencia de un segmento de linaje y en donde das en los adornos ceremoniales (diversas variedades de aves del
el extranjero está previamente seguro de poder reunirse con paraíso: Paradisaea raggianna, ParadiSaea rudolfi, Paradisaea mi­
toda garantía con posibles compradores, funciona, pues, como nor, o el casuario Casuarius unappendiculatus) 3). En cambio,
un «mercado en miniatura» cada vez que se presenta un ven­ esos árboles yesos pájaros se encuentran en abundancia en
dedor. Este tipo de mercado (espacio y transacción), en cierto los valles más bajos que conducen, al Oeste y al Suroeste, ha­
modo «esporádico», se distingue de Jos tipos de mercados pe­
riódicos o permanentes descritos habitualmente por los antro­ " Según A. L. Rand y E. T. Gi1liard: Handbook of Ne-.v Guinea Birds.
pólogos y los economistas . Weiden[eld and Nicholson , Londres, 1967 (612 p.).
286 287
Maurice Godelier La «moneda de sal» y ta circulación de mercancías

cia las marismas del golfo de Papuasia o, al Nordeste, a las pen­ tribuir 250 barras, y, conocida la tasa de rendimiento medio de
dienLes que descienden hacia el Markham River. una hectárea de hierba de sal, se puede calcular la superfjcie
Así pues, para procurarse los med ios de producción indis­ que debe ser cultivada para que el grupo se preserve del frío.
pensables para su agricu ltura, para protegerse del frío y para Por otro lado, es preciso que existan entre las tribus veci­
asegurar al funcionamiento de su vida social los medios mate­ nas 1.500 capas disponibles exclusivamente para el consumo de
riales de su expresión simbólica, los baruya tenían que encon­ los baruya. Como, según nuestras observaciones, un árbol de
trar en su medio un recurso precioso susceptible de ser ex­ seis a diez años suministra la materia prima para tres capas,
plotado y cambiado. Este recurso fue encontrado en la propia es necesario que esas tribus utilicen anualmente 500 árboles
morfología de su hábitat, en las vastas superficies llanas del para satisfacer la demanda de los baruya (por consiguiente, que
fondo de los valles y las terrazas aluviales que descienden esca­ los hayan plantado algunos años antes). Más adelante veremos
lonadamente hacia el río Wonenara. Parece ser que los baruya qué cantidad de trabajo representa, para Jos grupos que inter­
se percataron inmediatamente de las posibilidades que tenían vienen en él, este intercambio «sal-capas de corteza». Pero el
esas superficies irrigables y decidieron explotarlas (y conquis­ análisis global de un sistema de cambio, para ser completo,
tarlas) sistemáticamenLe. Un informador nos reveló que, des­ debe también ser hisLóricO .
pués de haberse refugiado en Marawaka, los clanes baruya de Hacia 1920 aparecieron diversas variedades de cauris y de
la tribu yoyué fueron visitados por los representantes de los cuentas de vidrio entre las poblaciones del Norte y del Sur, a
c1anes hermanos que habían permanecido en la región de Men­ medida que éstas pasaban bajo el control del gobierno austra­
yamya después de la guerra con tra los tepadera. Los visitantes liano, que utilizaba estos artículos a guisa de moneda. A partir
venían a buscar a los refugiados p ara instalarlos en su territa-­ de 1940 llegaron las hachas y los machetes de acero.
río. Cuando los visiLantes vieron las Lierras de sal de Marawaka, Todos los informadores coinciden en afirmar que, de 1920
desaconsejaron a los baruya volver y les alentaron para que a 1960, los baruya, que aún no es taban bajo el control de los
permanecieran donde estaban para producir sal. Y as í sucedió. blancos, para poder adquirir conchas, cuentas de vidrio y uten­
No solamente los baruya plal1taron vastas superficies de hier­ silios de acero, plantaron, produjeron y cambiaron más can­
bas de sal, creando con ello una especie de agricultura comer­ tidad de sal que anterionnenté. Durante esta época se alejaron
cial primitiva, sino que también per!ecciol1arorz la técnica de mucho más para realizar sus cambios, entrando en contacto con
producción conocida por la mayoría de los grupos kukakuka, grupos (cinco o seis) que hasta entonces les eran desconocidos
inventando los hornos con moldes, capaces de producir de doce y que hablaban otras lenguas. Por tanto, sin presión exterior,
a quince barras a la vez, que constituyeron instalaciones per­ los baruya transformaron su modo de producción, sustituyen­
manentes controladas por especialistas. Así pues, a la necesidad do el hacha de piedra por el hacha de acero, y ampliaron al mis­
objetiva de intercambiar para vivir, los baruya respondieron mo tiempo la esfera de sus objetos de lujo (cuentas de vidrio
con una utilización inteligente de su medio y con una innova­ y conchas), para lo cual tuvieron que intensificar su produc­
ción tecnológica y social. En la medida en que esta invención ción de sal y multiplicar sus contacto comerciales. En el perío­
estaba orientada hacia el cambio, cabe afirmar que los baruya do actual se produce llila rápida descomposición de su sistema
han «aprovechado» sus recursos ma leriales. de cambios, aunqUe la sal de los baruya, consumida sobre todo
Puesto que el cambio de sal está destinado a satisfacer las en las ceremonias, no sufre directamente la competencia de la
necesidades de una población que cuenta hoy dfa aproximada­ sal europea que se puede comprar en la tienda de la Luthcran
mente con 1.500 personas, podemos indicar un medio indirecto Mission. Los trabajos de construcción de la pista de aterrizaje
para calcular el volumen de esos intercambios. Si se parte de y del patro/-post de Wonenara fueron pagados en cauris. ha­
la hipótesis de que cada miembro de la sociedad necesita una chas y machetes. El trabajo en las plantaciones aportó dinero
capa de corteza por año, y si se adopta como tasa media de liquido, que rápidamente encontró su camino hacia una tienda
cambio una barra de sal por seis capas, el grupo debe producir abierta por una compañía comercial de Kainantu . y posLerior­
anualmente 250 barras de sal para protegerse del fria. Si se mente, a partir de 1967, hacia la Lienda de la Lutheran Mission.
toma como cifra media de una hornada 12 barras, serán nece­ El cambio de sal por capas de corLeza es la úlLima pieza sólida
sarias por los menos 21 personas que produzcan sal para redis­ del sistema, pero los socios de los baruya exigen ya, y cada vez
288
Maurice Godelier La «moneda de saz" y la circulación de mercancías 289
más, que se les pague en chelines. Finalmente, los adornos ce­
sociedades neolíticas, muchas de las cuales debían importar la
remoniales y los encantos mágicos, que constitlÚan una parte
restringida de los intercambios, tienen una demanda cada vez materia prima de sus herram ientas. En el plano teórico, su
más limitada desde que el gobierno terminó con las guerras y ejemplo hace resaltar las dificultades del concepto de exceden­
las misiones comenzaron a desprestigiar moralmente las cere­ te tal como lo manejan frecuentemente los economistas, ya se
monias de iniciación. consideren seguidores de los clásicos, de Marx o de Keynes. No
En 1967 casi era ya demasiado tarde para encontrar huellas es que, después de asegurarse la subsistencia, los baruya se lan­
del cambio de las hachas de piedra y resucitar el fantasma cen al cambio para liquidar su excedente. En realidad, la sal es
de la economía neolítica. Mañana, la sal de los baruya será un para los baruya un producto destinado ante todo al cambio, es
decir, una mercancía.
accesorio inútil, clasificado para siempre en el Museo de las
culturas primitivas. Esta merca,ncía no tiene valor de cambio sino porque ante
todo posee un valor de uso, es consumible 35. Ciertamente, la
parte de sal consumida por los propios baruya es mínima,
5. ALGUNOS ANÁLISIS TEÓRICOS y esto sucede, no porque la sal sea físicamente rara entre ellos.
sino porque es un objeto de consumo exclusivamente ritual.
Partiendo de nuestro análisis etnográfico, podemos intentar Por tanto, la sal es una mercancía cuyo valor de uso es el de
responder a tres cuestiones inevitables: 1) ¿ Es la sal de los ba­ un objeto rit ual valorado por su significación ideológica y S~
ruya un forma primitiva de «moneda,,? 2) ¿Cuál es el funda­ cial, así como por su utilidad biológica, su sabor gastronómico
mento del valor de camb io de esta moneda? 3) Si hay cam bio y y las dificultades inherentes a su producción. La sal es, por
moneda, ¿se produce beneficio? consiguiente, una mercancía «de precio", un lujo del que ordi­
nariamente se prescinde, pero que debe hacer acto de presencia
cada vez q ue lo cotidiano cede el paso a lo ceremonial. Además,
¿Es la sal de los baruya una forma primitiva de moneda? si la sal no es un producto físicamen te raro entre los baruya,
lo es en cambio entre todos los grupos que no la producen y
En el origen de la producción de la sal existía, como hemos que la reservan igualmente para las ocasiones y necesidades
visto, para los baruya la necesidad objetiva de exportar para ceremoniales.
poder importar los medios de producción necesarios para su La sal es una mercancía «de precio», pero ¿es una «m~
agricultura, los medios para protegerse del fria, que constit uye neda»?
un serio problema entre los 1.500 y los 2.300 metros de altitud, y Para que una mercancía funcione como «moneda» es preci­
para satisfacer la necesidad de expresión simbólica de sus re­ so que pueda cambiarse por el conjunto de las o tras mercan­
laciones sociales (adornos ceremoniales), así cama para asegu­ das, es decir, que funcione corno su equivalente general. Vea­
rarse el control de ciertas fuerzas sobrenaturales (encantam ien­ mos el cuadro número 3 y tomemos como ejemplo la circula­
tos mágicos). Debido a esta variedad de funciones esenciales ción de un tahalí de dientes de cerdo. Este no puede cambiarse
(subsistencia, ideología), el camb io no constituye una actividad
marginal, un apéndice ocasional del funcionamiento de la sacie. " La primera vez que los baruya fueron pagados en monedas metáli­
dad baruya, sino u n elemen to estratégico de su estructura. En cas no comprendieron la util idad de estos objetos. Algunos de ellos las
ti ra ron en la selva, otros las horadaron y se [as colgaron del cuello como
último extremo, puede afirmarse que esta sociedad no subsisti­ si fueran conchas. Sin embargo, en cuanto se abrió una «factoría» en Wo­
ría sin intercambio. Nos encontramos, pues, en los antípodas nenara, en donde se les orrecia a cambio de dinero en metálko, ~ horts,
de las economías primitivas denominadas de «subsistencia» 34. camisas, conservas , chicle, ya no tuvieron en adelante ninguna dud..¡ sobre
En el plano histórico, arqueológico, la sociedad baruya Cons­ la utilidad de [a moneda metálica. Tal vez la primera anécdota explica
por qué los baruya designan en su lengua a las monedas de [os blancos
tituye un ejemplo importante para ilustrar la economía de las con el mismo nombre con que designan a sus cauris: nrmguye; ningún
informador nos ha podido explicar las razones de esta asimiJaciÓn. Seña­
" A. Deluz y M. Godelier: «A propos de delL,( textes d'anthrQPologie [emos que, cuando desean explicar el valor o las funcionc~ de la sal,
écollomique_, L'Hom.me, VII. 3, 1967, pp. 78-91. los baruya la comparan con la «moneda fuerte- de los blancos, es decir,
con los biLleles de una libra esterlina o de un dólar.
291
290 Maurice Godelier La «moneda de sal» y la circulación de mercancías

por un hacha de piedra ni por un cerdo, vivo o muerto. Podrá también para su (o sus) mujer (o mujeres), sus hijos, los hijos
tal vez cambiarse por plumas, pero sus posibilidades de con­ de su hermano, etc. Se refiere, por tanto, a la importancia de
versión en otro producto se limitan a esto. Su circulación res­ una necesidad colectiva. En otros casoS, por el contrario, se re­
ponde, pues, al trueque más simple y, si bien es una mercancía, ferirá explicitamente al trabajo largo y difícil que requiere la
en ningún caso se trata de una moneda. Las hachas de piedra y producción de sal. Según nuestras observaciones, en un regateo,
los cerdos podrían virtualmente convertirse en cualquier otra primero se utilizará el primer tipo de argumento para impre­
clase de mercancía, pero no es éste el caso, ya que son dema­ sionar la sensibilidad de la otra parte: «Mis bijos no tienen
siado raros 36. En cambio, sólo La sal recorre toda la cadena de nada con qué cubrirse ... , etc.»; sólo más tarde, y si la otra par­
conversiones posibles. Funciona, por tanto, como moneda. te se muestra insensible, se hará «tener en cuenta» el trabajo.
Un informador nos declaró un día: «Cuando se regatea, se in­
Al transformarse en sal, las plumas de aves del paraíso, las
voca en último lugar el trabajo. El trabajo es cosa pasada, algo
hachas de piedra e incl uso los servicios del brujo, en cierta
manera se vuelven comparables entre sí. Al presentarse la sal que está casi olvidado. Uno se acuerda de él tan sólo cuando el
en forma de barras, grandes o pequeñas y siempre divisibles en otro exagera.»
La balanza de los cambios queda, pues, regulada ante todo
trozos , ofrece una unidad de medida cómoda para operaciones
de equiparación. Su embalaje, extremadamente cuidado, permi­ por el volumen de las necesidades sociales . En un cambio par­
te un fácil transporte y su conservación durante años. La sal ticu lar, el tralo determina una posición de equilibrio entre
es, por consiguiente, un equivalente general, un intermediario la oferta y la demanda. Si se estima que el visitante ha depo­
sitado un número insuficiente de capas, o capas de mala cali­
obligatorio para acceder a todas las mercancías socialmente
dad an te una barra de sal, no se le tiende la barra de sal. La
disponibles y necesarias. Equivalente general no significa, sin
embargo, equivalente universal, puesto que los bienes de consu­ otra parte añadirá entonces una o dos capas suplementarias, Y
la barra le será cedida. Si una de las partes exige demasiado,
mo corriente, batatas, taros, etc., la tierra y el trabajo, nO son
se romperá la transacción. Sin embargo, los regateos son raros
mercancías y permanecen fuera de la esfera de cambio de la
«moneda de sal». Y este equivalente general no 10 es sólo para y lo más frecuente es que cada una de las partes sepa lo que
debe dar para recibir. Las dos partes actúan como si hubiera
los baruya, sino también para sus vecinos, por ejemplo los yun­
una tasa «normal», un «precio justo» de las mercancías que
duyé, que tenían que convertir sus capas de corteza en sal de
cambian, y esa tasa la conocen todos los miembros de las tri­
los baruya antes de cambiar esta última por las hachas de pie­
bus a las que pertenecen. No obstante, es importante señalar
dra de los awa y de los tairora.
que esa tasa no es la misma para todas las tribus. Los wante­
La sal de los baruya es, pues, una forma primitiva de mone­
kia, por una barra de sal. da n cinco capas grandes y cinco tapa­
da y, en tanto que «primitiva», esta moneda nos ofrece una oca­
rrabos de corteza (lo que corresponde a siete capas), es decir,
sión excepcional para sondear los m isterios de la teoría del
una tasa ligeramente superior a la practicada por los yunduyé
valor.
(cinco o seis). Aquí se plantean numerosos problemas que no
haremos sino aludir. Para los baruya, si bien el cambio con
otras tribus era de importancia vital, al mismo tiempo estaba
El fundamento del valor de camb io de la «moneda de sal» de constantemente amenazado e interrumpido por las fluctuacio­
los baruya: ¿trabajo o escasez? nes de sus relaciones políticas, alternativamente pacíficas o gue­
rreras. Esta era una de las razones por las que no intercambian
Si se interroga a un baruya sobre las razones por las que solamente con los grupoS que les acordaban los «mejores pre­
cambia una barra de sal por cinco o seis capas de corteza y no cios». Por otra parte, las tribus que pagaban los mejores precios
por una o dos. .. o por dieciocho, obtendremos generalmente eran casi siempre las que tenían pocas cosas que cambiar, con
una respuesta en dos partes que no se excluyen en absoluto. Pri­ excepción de los yoyué, a los que los baruya les recordaban sin
mero subrayará que no intercambia sólo para sí mismo , sino cesar su origen común , sus lazos de sangre (que excluyen la
mezquindad). Finalmente, una última razón por la que deter­
.16 Este punto merece un tratamiento aparte que desborda las posibi­ minados grupos cambiaban sus productos con los baruya a ta­
lidades de este capítulo.
292
Maurice Godelier La «moneda de sal» y la circulación de mercancías 293
sas muy bajas era el escaso contacto que mantenían Con ellos
Y la ignorancia de las tasas que practicaban con otros grupos
Y de las condiciones de la producción de la sal . Por ejemplo, CUADRO NUM. 3
cuando los bantya entraron en contacto Con los watchaké para
obtener hachas de acero, les ofrecieron una barra de sal por PROCESO DI! FABRICACION
un hacha, y esa tasa fue aceptada basta el día en que un ba­
ruya, sin haber sido aconsejado por aquell os que habían ido
Naturaleza y oro l.--Cortar y des­ 2.-Raspar el in­ 3. - Golpear la
antes, y aterrorizado por los watchaké, que son can íbales, arro­ den de las ope­ pegar la corteza terior y el exte­ corteza con una
jó tres barras de sal a l suelo y huyó cogiendo el hacha que le raciones. del árbol. rior de la corte­ piedra para ha­
tendían. H abía aplicado la tasa q ue los baruya practicaban Con za con u n cuchi­ cerla más fle­
los yoyué. A consecuencia de esto, los watcbaké rehusaron cam ­ llo de bambú. xible.
biar por menos de tres barras de sal, y el culpable fue copio­
samen te insultado por su cobardía y su estupidez. Forma de tra· I nd iv id ual Indivi du a i Individual feme·
Este ejemplo es muy importan te porque precisa en q ué con­ bajo. masculino. masculino. nino.
d iciones se fijaba una tasa «normal» : cuando exis tían in tercam­
b ios regulares e importantes entre grupos extranjeros, per o ve­ Tiempo de tra­ Media bora. Hora y media_ Tres horas.
cinos, que no ignoraban las condiciones de la p roducción o los bajo.
esfuerzos necesarios de sus socios comerciales para p rocurarse
sus mercancías. Probablemente no es una casualidad que los
baruya describan como «duros y roñosos» a los grupos con los Si analizamos en térnúnos de trabajo el cambio de una ba­
que inter cambian con m ás frecuencia (yunduyé, tchavalié, kok­ rra m edia de sal (baruya) por seis capas de corteza (yunduyé),
wayé). . tenemos :
Sin em bargo, una vez p recisa das las condiciones sociales 1
objetivas de la fo rmación de un a ta sa n ormal de cambio, ¿en 1 - - jornadas ( ) 4 días de trab ajo (5 horas X 6)
qué consiste éste? ¿Es la relación entre dos cantidades equ iva­ 2
lentes de trabajo, como no dejarán de esperar algunos econo­
mistas, acordándose de Marx o incluso de Ricardo ? La tasa normal de cambio es, pues, una tasa desigual, pues­
Tomaremos, para explorar el problema, el caso del cam bio to que los baruya reciben en trabajo casi t res veces más de lo
- actualmente el más regular y e l más impor tante_ de sal por qu e ellos dan. El cambio normal no es un cambio de eq uiva­
capas de corteza entre los bantya y una tribu con la que están lentes.
ligados por u n pacto de «eterna amis tad»: los kenasé (que los Aparte de la sustitución de los cuchillos de bambú por los
balUya llaman yunduyé y la Administración australiana, azana). cuchillos de acero - prácticamente sin incidencia sobre la pro­
Según nues tras observaciones. la fabricación de una gran capa ductividad- , el proceso de fabricación de capas de corteza si­
de corteza exige cinco horas de trabaj o intenso que se descom­ gue siendo totalmente tradicional. Si tomamos la cifra de dos
ponen en tres operaciones distintas (véase el cuadro n úm . 3). días para la producción de una barra de sal por los baruya
Todos los hombres y todas las m ujeres saben fabricar ca­ antes de la inLroducción de los u tensilios de acero, el cambio
pas de corteza. No existe una especialización del trabajo más continúa siendo un cambio desigual.
allá de la sim ple división sexual del trabajo. La parte más de­
licada (afinar la corteza sin romperla) y la más dura (1a pala 2 días < ) 4 días
para golpear pesa entre 800 y 1.000 gramos) del trabajo la rea­
lizan las mujeres. Una sola mujer puede afinar una capa de Los baruya deben tener conciencia de este hecho, porque
corteza Y un taparrabos en una jornada, pero esto representa declaran que eUos «ganan», y por parte de sus socios comercia­
ocho horas de trabajo inlenso y continuo. les es unánime la opinión de que la sal de los baruya es cara.
Por consiguiente, la última cuestión que nos debemos plantear

..loo.
295
La «moneda de sal» y la circulación de mercancías
294 Mallrice Godelier
cuando hayamos analizado otros dos casoS del cambio de sal
para dilucidar los fundamentos del valor de la sal es la si­
guiente: de los baruya.
Los baruya conseguían en la región de Mcnyamya nueces
¿ Por qué los baruya y los yunduyé, a pesar de conocerse y
(niaka) que, utilizadas con cortezas de canelero, poseen el po­
vivir siempre en paz, consideran como normal esa tasa des­
der mágico de atraer «en masa» a las zarigücyas por el sendero
igual? (desigual desde nuestro punto de vista y en ténninos de
emprenclido por el cazador. Estas m ismas nlleces son asimismo
cambio de t rabajo social).
chupadas durante el transcurso de una ceremonia por los hom·
Proponemos la siguiente respuesta, que se compagina con
bres jóvenes casados cu ando son padres por primera vez, para
las declaraciones de nuestros informadores: la sal es cara por­
purificarse la boca y el cuerpO de contaminaciones peligrosas,
que es un producto «de lujo» cuya fabricación exige un saber
provocadas por sus relac iones sexuales con sus esposas. Estas
técni co y un saber mágico que no poseen las t ribus vecinas. Lo
nueces se cambian en la región de Menyamya por trozos de saL
que los baruya exigen que se les pague y lo que aceptan pagar
Parece que provienen del Sur de Menyamya, de Papuasia, don­
nonnalmeJlte sus socios es el monopolio de una doble escasez,
de son recogidas por las tribus locales. Tenemos aquí el ejem­
escasez de un p roducto y escasez de un saber. En nombre de
plo de u na cosa que l iene una «utilidad social», es una mercan­
la misma lógica, los baruya pagaban caro determinados pro­
da y tiene un " prec io» relativamente elevado que no corres­
ductos para ellos preciosos como las hachas de piedra, las gam­
ponde sino a un gasto de t rabajo que consiste simplemente en
shells. El cambio se estab lece a u n nivel que traduce conjunta­
recoger n ueces y en transportarlas en pequeñas cantidades.
men te la necesidad y el t rabajo ( o el esfuerzo para procurarse
un recurso), pero el trabajo parece desempeñar un papel se­ Termina remos con otro ejemplo de «complej idad» . Si un
cundario: sólo definiría una especie de mínimo por debajo del hombre desea comprar una cerda joven a los yoyué , necesita
cual no debe descender la tasa de cambio, mientras que la ne­ dis poner por lo m enos de cuatro grandes barras de sal (Tcha­
ces idad, la escasez del producto definiría el limite máximo que menié). La mayoria de las veces le faltaba una o dos barras de
puede alcanzar 31. sal y las pedía p restadas a un hermano o a un cuñado. Poste.­
"Primitivo », por consiguiente, no significa "sencillo». La riormente, u na vez que la cerda paría una camada, en tregaba
realidad prim itiva contiene en germen no solamente una par te un cochinillo por cada b arra tom ada en p réstamo. Si se traduce
de las cond iciones, y por tanto, de la complejidad del futuro, en moneda de sal , por haber tomado prestada una barra habria
sino que a veces puede presentar formas «desarrolladas» de devu elto un eq uivalen te de dos a tres barras de sal si el co­
práctica social cuyo «análogo» lo encontram os en otros mom en­ chinillo era macho , y de cuat ro a cinco si el cochinillo era hem­
tos de la evolución histórica. Esta conclusión se verá reforzada b ra. Esto corresponde a la prác tica de una tasa de interés entre
el 100 Y el 400 por 100. Sin embargo, est e caso es raro, y lo que
J1 Señalem os que Marx indicó claramen te las condiciones restrictivas importa subrayar sobre todo es que nadie, que sepamos, acu­
bajo las cuales , en una economía mercantil desarrollada, las me rcancías mulaba sal para prestarla. Este ejemplo noS lleva a nuestro
p ueden cambiarse por su valor: .Para que los precios a que se cambia n último problema: ¿estaba dominado el cambio de la sal entre
entre sí las mercancías correspondan apro.~imadamen te a sus valores s6lo
es necesaria: 1." que el cambio de las diversas mercancías deje de ser los baruya por la búsqueda de un beneficio?
un cambio puramente casual o simplemente ocasional; 2.° que, siempre
que se trate del cambio directa de mercancías, és tas se produzcan de
una '1 otra parte en las cantidades proporcionales aproximadamente ne­
cesarias para el cambio, lo que iudica la experiencia mutua del mercado, Cambio, I1totteda y beneficio
'1 es, por tanto , resultado del cambio continuo; 3.° refiriéndose a la venta,
que IIÍNgLlH mOl/o polio lIaHlTaJ o orlificial permita a uno de los contra­ Los elementos de la respuesta están ya presentes; basta con
tantes vender por más del valo r O le obligue a desprenderse de sus m er­ reagruparlos. Hemos visto que existe en el valle de Wonenara,
candas por menos de lo que vale» (El capital, 111, p . 182. Subrayado por con ventaja para los primeros colonoS, un reparto desigual de
M. Godelicr).
Véase. finalmente, M . Godelier: .Théorie margioaliste et théorie mar· las tierras de sal entre los diversos segmentos de linaje. Esta
xislc de la va leur et des prix: quelques hYPOlheses», Probl~mes de pla· siluación no implica desigualdad en el reparto de la sal misma,
mfica/io/!, Pub!. Ecole Pratique Hautes Etudes, 3 de mayo de 1964. ( Este puesto que los propietarios ceden a sus parientes, aliados o
artIculo lo incluye la versión casleUana de Racionalidad e ¡rracionalidad amigos el derecho de usar temporal o permanentemente una
en la ecOllOmía., ed. ci/.)
La «mol1eda de sal,. y la circulación de mercancías
97
296 Mau.rice Godelier
mayor parte de las sociedades primitivas, el trabajo 110 es un
parte de sus tierras de sal, y, sobre todo, porque cualquier in­
recurso escaso . Las actividades productivas no ocupan, al me­
dividuo que corte hierba de sal está obligado a redistribuir una
nos para los hombres, más que una parte del tiempo disponible
parte del producto. Una viuda, un viejo o UD huérfano recibi­
(estimamos en un tercio el tiempo dedicado a las actividades
rán sal o los productos que n ecesiten: capa de corteza, cuchi­
productivas). Lo que cuenta en los cambios entre grupos es la
llos, etc. El ejemplo de la «tasa de interés» practicada en el
satisfacción recíproca de sus necesidades y no una balanza
caso del préstamo de barras de sal para la compra de UD cerdo
pone en evidencia un hecho esencial que revela la naturaIeza equilibrada de sus inversiones de trabajo.
Por esta razón . la desigualdad de los intercambios traduce
del proceso de cambio: nadie acumula sal para prestarla y rea­
la utilidad social comparada de los productos intercambiados,
lizar un beneficio. Se obtiene, ciertamente, una ventaja mat~
su desigual importancia en la escala de las necesidades sociales
rial y UD prestigio moral por el hecho de haber prestado, pero
y las di ,·ersas si/uacio/les de /lIollOpulio de los grupos que iHter­
nadie busca el beneficio en detrimento del deudor. El principio
cambian. Lo que cuenta es tene r lo suficiente para satisfacer
y la finalidad de los cambios siguen siendo la satisfacción de
las propias necesidades y, para repetir la frase dI! un informa­
las necesidades sociales, el consumo, y no la búsqueda de un
dor, «si se recibe bastante, el trabajo es cosa del pasado, algo
beneficio. La aut oridad política y el prestigio social de u n clan,
de un linaje o de UD individuo residen, no tanto en su r iqueza ya old.dado».
Existe, pues, una desigllaldad sin explotación del hombre
en t ierra o en sal como en sus funciones rituales o guerreras,
por el hombre. El cambio de sal de los baruya pertenece a la
en el número de sus mujeres o de sus hijos. La sociedad baru­
esfera de la circulación simp le de las mercancías. Constituye L/n
ya conoce una determinada jerarquía de los clanes y de los
caso de economía mercal1til simple, injertada e/1 tilia econom ía
indiVIduos, pero nada que se parezca al big man de las socieda· .
no mercantil basada en el trabajo individual y colectivo de pro­
des de las Western Highlands, que manipula u na vas ta red de
ductores directos que redistribuyen los productos a través de
hombres y de bienes y, por supuesto, nada que evoque los lina­
jes nobles de las Trobriand o las aristocracias polinesias 38. los canales del parentesco y de la vecindad.
¿Ocurre tal vez lo mismo en las relaciones entre los baruya
y sus socios comerciales? El beneficio· que éstos obtienen de
determinados cambios desiguales ¿implica la explotación de un 6. CONCLUSIÓN
grupo por otro? No es seguro que, al dar cuatro o cinco barras Nuestro análisis de la ~moneda de sal» de los baruya viene
de sal por una larga piedra plana apenas pulida, el cambio no a ilus trar por sí mismo los comentarios teóricos que lo prece­
fuera desigual en su de trimento.
La respuesta nos parece negativa por dos razones : dían. Para los baruya, la sal es:
1. Un objeto precioso, de tma naturaleza particular, puesto
La desigualdad consiste, como hemos visto, en un cambio que entra, j un to con los cerdos, en la categoría de las cosas
desigual de trabajo 39. Ahora bien, entre los baruya, como en la
"buenas para comer, pero escasas y esenciales», la carne Y
>1 M. Sal11ins: .Poor Man. Rich Man, Big Ma n, Chief: Political Types la sal.
in Mclanesia and Polynesia., Comparafive Sludies in Sociely artd Histo­ 2. Un objeto precioso, no solamente porque satisface una
ry. 5. 1963, pp. 285-303. Ver también, del mismo autor, .On lhe Sociology necesidad fisiológica esencial, sino también porque se consume
oE Primitive Exchangelt. en Tlle Releval1ce of Models for Social AIlt11ro­ exclusivamente durante los momentos esenciales de la vida so­
pology, M. Banton ed ., Nueva York, Praeger, 1%5. cial, nacimiento, iniciación, matrimonio, es decir, en el marco
" En la lengua baruya, la categoría de trabajo no es una noción abs·
tracta, indlferente a los contenidos concretos de la actividad laboriosa. de las ceremonias y los rituales que los «celebran» . La sal está,
El verbo waul1ié, trabajar, fabricar, siempre se utiliza en un contexto
práctico: fabrica r una casa, sal, una empalizada, etc. Recordemos Que universalidad -como trabajo en gcncral- es muY antigua. Y. sin embar­
Marx añadia, tras haber subrayado el inmenso progreso reali7.ado por go. considerado en esta simplicidaú descll! el punlo di; "ista económico,
Adam Smith cuando éste se liberó del modo de pensar de los fisi6cra· el _trabajo- es una call!goria tan moderna como las relaciones que dan
tas para definir d trabajo sin más, ind.:pendicntemenle de sus formas origen a esta abstracción simple" (K. Marx: Elementos fundamentales
concretas : trabajo agrícola (el único productivo para los fisiócralas). lra­ para la critica de la ccollomla política, ed. cit., p. 24). Véase también,
hajo manuracturero, trabajo comercial: «El trabajo parece ser una ca­ lid mismo autor, El capital, IIl, 1, pp. 161-182 de la ed. cit.
tegoría totalmente simple. Tambi~n la representación del trabajo en su

20
X. ECONOMIA MERCANTIL, fETICHISMO, MAGIA
298 Mal/rice Godelier
Y CIENCIA EN EL CAPlTill, DE MARX *
pues, investida de todas las significaciones ligadas a los mo­
mentos más solenmes y decisivos de la vida de los individuos
y del grupo.
3. Un producto precioso porque su fabricación sólo puede
realizarse gracias a especialistas que poseeen conjuntamente el
saber técnico y el saber m ágico de su cristalización. En defini­
tiva, se debe a los poderes mágicos del fabricante de sal el he­
cho de que los propietarios de los campos de sal puedan dispo­
ner de una sal «blanca y pesada» que las otras tribus desearán
y por cuya obtención estarán dispuestas a «pagar" un buen Aislar y analizar las nociones de fetichismo y de magia en
precio. El capita l no cs, a primera vista, sino perder el tiempo con al­
4. Un producto precioso porque, gracias a él , los baruya nas fórmulas brillantes de Marx, preocuparse más por la
pueden procurarse todo aquello que les falla, y que les es ne­ form a que por el conten ido de su obra teórica. Pero basta com­
cesario para subsistir Chachas de piedra), protegerse del fTÍo probar que esos términos reaparecen en cada etapa esencial ue)
(capas de corteza), adornarse (plumas), compensar un asesina­ desarrollo de la teoría para suponer que expresan uno o \'ar ios
to, iniciar a sus hijas y a sus guerreros (nueces mágicas), ar­ elementos fundamentales del marxismo. Los textos esenci ales
. ~
m arse, e tc. La sal es, pues, preciosa porque permite a los b aru­ se encuentran en la primera sección de la obra, que trata só­
ya superar los límites de sus recursos , limites impuestos por bre la esencia de la «mercancía», y en la última, dedicada a las
su ecología y su econornJa. formas capitalistas de la renta de la tierra y a su s fuentes . En
La sal es, p ues, a l mismo tiempo, una mercancía y una no ese momento - aunque la obra haya quedado inconclusa-,
m ercancía, algo q ue se produce para los otros y un objeto que Marx llegaba al término de su proyecto teórico, que consistía
los miembros del grupo se dan «entre sí». E n la medida e n que en e studiar la «organización interna» del modo de producción
es la ú nica mercancía que se cambia por todas las otras, des­ capitalista, su «esencia oculta» bajo el movimiento visible y las
empeña en relación con las demás el papel privi legiado de una «ilusiones» de la competencia.
moneda. Recíprocamente , todos los bienes por los que se cambia ¿En qué consiste el fetichismo de la mercancía y por qué "
se COI/vie rt en por el {¡echo de eS le cambio en mer cancías y razones de fondo el beneficio, el interés, el salario y la renta
abandonan, bajo esta forma, las tribus vecinas para en trar en de la tierra revisten el mismo carácter?
la tierra de los baruya, donde perderán de nuevo su carácter de ¿Por dónde debc comenzar el análisis científico del modo de
mercancía para convertirse de nuevo en objetos para exhibir o producción capitalista y por qué? Por el análi ~is de la mercan­
para dar como la propia sal que, entre los baruya , n unca es cía, responde Marx, y esto no por capricho, sino por la necesi­
objeto de trueque, sino siempre de donación y de redistribu­ dad de los hechos.
ción, un objeto de intercambio social.
"La ri queza de las sociedades en que impera el régimen ca­
Se comprende entonces por qué. en algunas cabañas baruya
pital ista de producción se nos aparece como un "inmenso ar­
se hallan suspendidas sobre el hogar barras de sal viejas que
senal de mercancías", y la mercancía, como su forma elemCll­
tienen casi una generación, ennegrecidas por el hollfn y deseca­
das. Por «nada del mundo» su propietario querría cambiarlas
tal. Por eso, nuestra investigación arranca del análisis de la
o consumirlas, porque constituyen para él el símbolo de una mercancía,. l.
amistad desaparecida, o de un pacto sellado con enemigos, len­ ¿Qué es una mercanCÍa? Es, ante todo, un objeto exterior
guaje muelo que re lala en cad" instante presente lo que dd pa­ de cualquier clase que tiene la propiedad de satisfacer necesida­
sado no debe envejecer. No sirven, por tanto, ni para comer, des humanas de cualquier tipo. Esta o estas propiedades cons­
ni para trocar, ni para dar. Ya sólo son «buenas para pensar».
* La NO/tvelle ReVlle de PsyehaHalyse, núm. 2, otoño de 1970, número
especial: .Objets du fétichismc •. pp. 197-213.
I K. Marx: El capital, tomo 1, p . 3, ed. cit.
300 Maurice Godelier Economía mercal1til. fetichismo, magia )' cielicia 301
tituyen su valor de uso. su utilidad social. Un objeto que no \ «Yo no arranco nunca de los "conceptos", ni por tanto del
tenga utilidad alguna. excepto para su productor, no puede in­ "concepto del valor", razón por la cual no tengo por qué "di­
tercambiarse, y, por consiguiente, no puede convertirse en una vidir" en modo alguno este "concepto". Yo parla de la fOrlna
mercancía. Su valor de cambio aparece precisamente cuando social mas simple en que torna el cuerpo c1 producto del traba­
se cambia por una pipa o por dos pañuelos de seda, o por su jo en la sociedad actual. que es la mercancía» 2.
equivalente en moneda, por ejemplo djez francos.
Este valor aparece, pues, corno algo que no varía ni aun «Mi método allalilico, que no arranca del hombre [en gene­
cuando ese ob jcto se cambie en proporciones diversas por otros ral ] , sino de un perlodo social concreto, no guarda ni la más
objetos. Por LOn~lguicn te , para que objetos cualesquiera se in­ remota relación con ese método de entrelazamiento de con­
tercambien en proporciones diversas. es preciso que tengan ceptos que gustan de emplear los profesores alemanes ( "de
alguna t:osa I.!n común, de la que cada uno represente un más palabras es fácil discutir y sobre ellas no es difícil construir
o un menos. Este algo en común no puede provenir de sus va­ un sistema")>> J.
lores de uso respectivos , puesto que son distintos y radicalmen­
Pero prosigamos el análisis del valor. Si éste en su esencia
te diferentes . Sólo queda lm posible origen, el hecho de ser
consiste en trabajo materializado, ¿no cabe imaginar que el
productos, del trabajo humano. «Un valor de uso o un artículo
valor de las mercancías vaya a variar en función de la pereza
cualquiera no tiene (pues) valor más que en la med ida en
o de la habilidad d e su s productores, es decir, con las formas
que haya trabajo humano materializado en él», y este valor es
concretas, individuales que haya adoptado el trabajo de su pro­
precisamente el algo en común que se manifiesta en la r ela­
ducción? .
ción de cambio en tre las mercancías.
Antes de proseguir, caractericemos brevemente el método De hecho, el tiempo que dctennina el valor de la mercancía
de Marx en el comienzo de El capital, método que tantos auto­ es el tiempo de trabajo «socialmente» necesario para su pro­
res han considerado abusivamente como una deducción «dia­ ducción y no el tiempo q ue concretamente, individualmente.
léctica .. de «categorías». de factura más o menos hegeliana. inv ierte un productor determinado. El tiempo de trabajo
Marx no elige su punto de partida. Este le viene impuesto por «soc ialmente» necesario es «aquel que se requiere para produ­
la propia naturaleza de las relaciones socfales -del periodo- so­ cir un valor de uso cualquiera, en las condicion es normales de
cial que se propone analizar. Este punto de partida no esuna producción y con el grado medio de des treza e intensidad de
~<nociónll, sino las fonnas bajo las que apare~ñ ros diversos
trabajo imperantes en la sociedad. Pero éste cambia al cambiar
objetos que desempeñan el papel de mCrcanctás. El anáfisis de )a capacidad productiva del traba j o» 4. Por tanto, la cantidad
estas formas obliga a Marx a buscar las condiciones prácticas media de trabajo empIcada en la producción de una mercanCla
de la posibilidad del cambio de las mercancías. Pam que este es )0 que determina su valor. ASÍ. se comprende que el trabajo
último exista es necesario que todas las mercancías tengan algo concreto de un p roductor determinado no produzca valor más
en común, cuya naturaleza y origen hay, por tanto, que descu­ que en la medida en que forma un todo con las inversiones de
brir. No es en sus valores de uso, todos ellos distintos e incon­ traba jo de todos los demás productores empeñados en la mis­
mensurables, donde reside ese elemento; no queda, pues. más ma producción, coincide con el tiempo de trabajo socialmente
que una sola propiedad que sea común a todas ellas, el hecho nccesario para esa producción y se convierte de es te modo en
de que sean productos del trabajo. Por consiguiente , la natura­ un elemento indistinto de la fuer.la de trabajo de la sociedad
leza del valor, su «sustancia» queda descubierta: es trabajo hu­ considerada cn su conjunto. Es «como si toda la fuerza de
mano coagulado, materializado, cristalizado. Marx no ha proce­ trabajo de la sociedad, materializada en la 10taJidad de los va­
dido, pues, por una «deducción» ideal, lógica, del concepto de lores que forman el mundo de las mercancías, representase
valor partiendo del concepto de mercancía; basta con recor­ para estos erectos wza in/1/el1sa fuerza humal1a de traba jo, no
dar al respecto la insistencia con que subrayaba. aun poco an­ obstante ser la suma de un sinnúmero de fuerzas de trabajo
tes de su muerte, el carácter original de su método en sus fa­
mosas notas sobre el Tratado de economía política, de A. Wag­ , K. Marx: El Capital. tomo 1. pp, 7J7·718 (subrayado por ....tan).
J ¡dent. 1, p. 720 (subrayado por Marx) .
ner, para medir la importancia de este punto: • Jda~l, J, pp. 6-7.
Economía mercantil, fetichismo, magia y ciencia 303
302 Maurice Godelier
hasta sus manifestaciones más sencillas y más humildes, el des­
individuales» 5. Las mercancías, productos de la inversi6n de arrollo de la expresióll del valor que se encierra en la relación
esta fuerza de trabajo social única se convierten en «residuo» de valor de las mercancías. Con cllo, veremos, al mismo tiem­
de «la m isma roatedalidad espectral. en un simple coágulo de po, cómo el enigma del dinero se esfuma» 10.
trabajo humano indis tinto» 6, en valores.
El trabajo h umano tiene, pues, un doble carácter, concreto Por tanto, para «poner en claro la génesis» del dinero, Marx
y absLracto, según que se lo relacione con el valor de uso de analizará la form a en que aparece el valor de una mercancía,
las mercandas O con el valor de esas mismas mercancías. Para la forma ba j o la cual se manifiestan su contenido (el trabajo
Marx este descubrimiento tiene una impor tancia teór.ica tal '"lue h u mano abstracto) y su magnitud (el tiempo de t rabajo social­
escribe: mente necesario).
Abara bien, el valor de una mercancía jamás puede apare­
«Nadie, hasta ahora, había puesto de relieve críticamente cer si se considera a ésta aisladamente , al margen de todas las
este doble carácter del t rabajo representado por la me rcancía. restantes . E n este caso sólo se mani fiesta el valor de uso de esta
... ) Este p un to es el eje en torno al cual gira la comp rensión me rcancía , su naturaleza de objeto ú ti l. Para que se manifies te
de la eco nomía política» 7. su valor es necesario que se cam bie por otras m ercancías.
Si se toma en serio, como debe ser, esta apreciación de Ma rx Cua ndo en tra en relación de cambio con esas mercancías, su
sobre su obra, hay q ue llegar a la conclusión de que, desde su propio valor encuentra en esa relación una forma que lo expre­
punto de vis ta, el descub r imien to del doble carácter del tr ab ajo sa. Esta relación . esta forma, constituye su «valor de cambio» .
humano aportaba lo que le (altaba a la teoría del valor de los E l «valor de cambio» de una mercancía es la «forma de m ani­
economistas clásicos para poder plan tear cor rectamen te y re­ festarse» 1I de su valor, «UDa representación caracter izada del
solver un deter minado número de problemas teóricos funda­ valor con tenido en esa mercan cía» (es decir, del gasto social de
me ntales. Mientras que, desde William Pctty y Adaro Sm ith, el trabajo cris talizado en ella), pero ese «valor de cambio» no es
trabajo humano e ra reconocido como el or igen y la sus tancia el «valo r » de dicha me rcancía .
del valor de las me rcancías, se ignoraba (salvo algunos presen­ F recue n te men te, los comentari stas de Marx ignoran es ta
timien tos ) 8 que el trabajo forma el valor de las mercancías so­ distinción entre «valor» y «valor de cam bio" , y, sin em bargo, es
lamente al convertirse en trabajo hu mano abs tracto , en traba jo fun damenta l.
socialmente necesario. Marx es conscien te, pues, de haber rea­ «Pa ra m í el "valor" de una m e rcancía no es ni su valor de
liza do un gran salto hacia adelante en la teoría del val or, lo uso ni su valor de cam bio » 12.
que le perm ite «conseguir lo que la economía b ur guesa no h a
in tentado siquiera : poner en claro la génesis de la fo rm a d i­ El «valor de camb io» de una m ercancía es la relación de va­
nero,) 9. Ahora b ien - yen este punto llegamos al objeto mismo 101' que se esta blece a través del cambio de esta mercancía por
de n uest ra investigación- , esta génesis va a descubdr al m is­ o tras . Es ta relación no crea el «valor» de esta mercancía, porque
mo tiempo el carác ter fe tichista, enigmá t ico , de toda me rcan­ es te va lor nace en el proceso de producción de la mercancía, y
cía y, por tanto, de la moneda . ¿ En qué consis te poner en cla­ no en el proceso de su circulación entre los productores. La
ro la génesis de la «form a·dinero»? circulación n o crea valor algun o. Este existe an tes de que las
mercan cías circulen . Cuando éstas circulan, y, por tanto, se cam­
«Investigar, remon tándonos desde esta forma fascina dora bian, las mercancías establecen relaciones de valor que pueden
o no corresponder a su valor. Por ejemplo, se venden a un pre­
, Idem, 1. p . 6.
• Idem, 1, p . 6 (subrayado p o r Marx). cio que supera su valor !J.
, Tdem, 1. p . 9 {subrayado por M. G.l .
• Marx Cita un notab le escrito anónimo de 1739 6 1740 en el que se lO TelCI/! .
decía : «En los cambios, el valor de las cosas úWes se regula por la can­ 11/ de/ll, 1. p. 4.
tidad de trabajo necesariamente exigido y ordinariamente empleado para 12K . Marx: Glosas de Marx a Wagner, 1, p. 718.
su producción_ (Sorne Tltoughls on lite In/erest 01 MOlley in general, atld u El precio es el nombre en dinero del trabajo materializado en la
particularly il! the Pub/ic Fwtds. ctc., Londres, p. 7, nota 9). mercancía [ .. . ] la torma precio envuelve ya de suyo la posibilidad de
• K. Marx: El capital, l. p. 15.
304 Maurice Godelier ECOllolllfa lIlercantil, fetichismo, magia y ciencia 305

Analicemos, pues, la relación de intercambio entre dos mer­ posea naturalmente la capacidad de expresar el valor de toda
cancías , puesto que esta relación constituye la «forma» de apa­ mercancía. Por consiguiente, toda mercancía, desde el preciso
rición del valor y el punlo de partida de ]a génesis del dinero. instante en que desempeña el papel de equi\'alente, parece po­
Supongamos el caso más simple, el de una mercancía A (lien­ seer en sí misma la capacidad de medir el valor de las restan­
zo) que se cambia por una mercancía B (levitas) en una de­ tes mercancías. La «forma equivalencia]" de una mercancía
terminada proporción xA = yB, 20 varas de lienzo = 1 levita. enmascara, pues, la escndarle! valor, que consiste en ser una
El valor de A se expresa, pues, en una determinado. cantidad realidad social, el trabajo humano, y hace de este va10r una
de B. Se expresa «relativamen te» a B y se encuentra frente a característica de las cosas, creando de este modo el carácter
ella en forma de «equivalente». Por consiguiente, el valor de A fetichista de las mercancías, transformándolas en enigmas.
se expresa en dos formas , una relativa y otra equivalente. Si se
invierte la ecuación, es A la que se convierte en forma equiva­ «De aquí el carácter misterioso de la forma equivalencial,
lencial de B. Por tanto, en esa «relación de expresiÓn», cada carácter que la mirada burguesamente embotada del economis­
mercancía desempeña un papel distinto, pero correlativo y ex­ ta sólo advierte cuando esta fonna se le presenta ya definitiva­
clusivo del papel de la otra (una mercancía no puede ser su mente matedalizada en el dincro. [ ... ] Sin sospechar siquiera
propio equivalente). Así pues, en esa relación sólo se expresa que este misterio de la forma equivalencial se encierra ya ~n
el valor de Una mercancía. La segunda mercancía, que desem­ la expresión más simple del valor, v. gr. en la de 20 varas de
peña el pape] de equivalen te, se limita a suministrar a la pri­ lienzo = 1 levita» 1& .
m era la materia para la expresión 14 de su valor, s in que su
propio valor sea expresado. Desempeña un papel «pasivo» 15. En defini tiva, la «forma» del valor de las mercancías pro­
¿ Cómo puede esa relación entre dos m ercancías contener viene de la propia naturaleza de la mercancía . Porque, en su
«el mislerio de t oda forma de valol"», y, por tanto , del carácter fondo, toda mercancía es una realidad doble y encubre la opo­
fe tichista de la mercancía y del dinero? Para comprenderlo es sición de su valor de uso y de su valor, l1ecesita la relación de
necesario analizar más atentamente los dos polos de esta rela­ dos mercancías (en la que una ugura corno valor de uso y la
ción de expresión, la [arma relativa y la forma equivalencial. olra como valor de cambio) para hacer aparecer su escncia.
Esa relación que hace de la levita el equivalente del lienzo ex­ Pero la esencia misma del valor desaparece en su modo de apa­
presa, pues, el valor del lienzo en el valor de uso de la levi ta . rición. El valor, trabajo humano social y, por tan lo, abstracto,
Ahora bien, tejer li enzo y cortar una levita son dos formas con­ realidad social y no material, sólo puede expresarse en una for­
cretas distilltas de trabajo. A partir del momento en que la Le­ ma, la «forma equival~n cial» , que lo disimula haciéndolo apare­
vi ta se presento. como el equivalente del lienzo, el trabajo con­ cer como un a característica nalural de las cosas.
tenido en B es reconocido como idéntico al trabajo contenido Ahora bien, esta «tormo.» del valor no aparece más que en
en A. Por tanto, las dos formas concretas de trabajo se redu­ una época determinada del desarrollo histórico de ]a sociedad,
cen a trabajo humano igual, abstracto . allí donde ha surgido la producción mercantil, y se desarrolla
Puesto que el valor de A puede expresarse en el objeto de COD la extensión de esla última. MienLras que, en el origen, en
uso diferente que es B, la «forma relativa» del va lor de A pone las sociedades primitivas, el intercambio mercantil no había
de manifiesto que el valor no es una propiedad de las cosas podido ser sino accidental y la forma del valor no había sido
cambiadas, sino una realidad social, el trabajo social necesario más que la relación simple de una mercancía con otra , xA=yB,
para su producción. en un estadio posterior, a medida que el número de mercancías
Por el contrario, puesto que en la relación simple xA yB = se multiplicaba, la forma del valor ha podido adquiril- una for­
ma desarrollada, expresándose el valor de A en un elevado nú­
solamente la mercancía A «expresa» su valor y tiene necesidad
de B para expresarlo, parece que la mercancía B, por su parte, mero de equivalentes xA = yB, xA = zC, xA = vD, elc. Es, por
ejemplo, el caso del ganado que, en determinadas sociedades,
unn incongruencia cualitativa entre el pn:cio y la magnitud tlel valor...
Vé¡ISC 1, pp. 63-64. Idem, 1, p. 24. Véase tambié n p . 15. En esta fonna simple del "alor
lO K. Marx.: El capital, 1, p. J6. reside el secreto de codas las fonnas del valor. Por esO es en su analisis
Il Idem, 1. p. 15.
donde rcsitlc la verdadera dificultad del problema."
306 Maurice Godelier Economía mercaHtil, fetic1zismo, magia )' cierlcia 307
puede cambiarse por otras mercancías, mientras que éstas no las mercancías, es decir, la forllla social en la que se expresa
pueden cambiarse entre si. el valor de cualquier mercancía. Marx ha elegido para iniciar
En un estadio aún más desar rollado de la producción mer­ su análisis la forma más simple de esta relación, la relación <!n­
cantil se ha hecho posible y necesario que todas las mercancías lre dos mercancías solamente, y ha distinguido y definido la
producidas expresen sus valores recíprocos en el mismo equi­ f Llllción diferente que desem peña cada una de esas dos mercan­
valentc. Una sola mercancía se ha convertido en el equi valente cías en el sen o de dicha r elación. Para analizar esas funciones,
gel/eral del valor de ladas las demás. A partir de entonces, e Ma rx movilizó los resultados teóricos ob tenidos en su investi­
trabajo social y el mundo de las mercancías encuen tran la uni­ gación precedente: por u na parle, la definición de la natu raleza
dad de [arma y de expr esión de la que carecían en los estadios del va lor, conocimiento adqu ir ido desde los clásicos, y, por
preceden tes. otra, su propio descubrimiento del doble carácter de l trabajo.
«La clase especifica de mercancías a cuya fo rma natural se A con tinuación siguió el desarrollo de la forma del valor de<;de
incorpora socialmente la fo rma de equivalente, es la que se con­ la relación sLmp le entre dos mercancías hasta la r elación com­
vierte en mercancía-din ero o funciona como dinero. Esta mer­ pleja de todas las m ercancías ent re sí.
canda t iene como función. socú¡l espedtlpa, y por tanto como Una tran sfo rm ación de la re lación de cambio surge cuando
monopolio social den/ ro del mundo de las m ercancías, el des­ el intercambio de las me rcancías se generaliza y adq uiere una
empeñar el papel de equ ivalente genera l» 17. fo rma complej a. La fo rma «eq u ivalenci a]" adopta la forma de
Históricamente, los metales preciosos han conquis tado el moneda. Esta t ran sformación corresponde a las necesidades ¡,l­
monopolio de esta pos ición, convirtiéndose en mercancía-mo­ temas del desarr ollo de la producción m ercantil. Para que el
neda (el dinero ). A p artir de entonces, la expresión del valor re­ cambio de mercancías se genera lice, es necesario que la forma
la tivo de las mercancías en la moneda se convierte en el "pre­ equivalencial del valor de las mercancías adopte una forma ge­
cio» de esas mercancías. ne ral, es decir, ú nica para el conjunto de todas las mercancías.
Con la apa r ición del din ero, la «falsa apariencia » que la for­ La transformación de la relación de ca mbio de las mercan­
ma equivalencial con fiere al «valor» de las mercanCÍas se con­ cías que cor responde a u n estadio de intercambio generalizado
solida de fi nitivamente. aboca , pues, a la especialización de W1a so la categoría de mer­
cancías en la fu nciÓn de equivalente general del valo r de las
«una m ercancía no se presen ta como dinero porqu e todas otras mercan cías . A la mayor complej ida d de la estruc tura de
las demás exp resan en ella sus valores, sino que, por el contl'a­ los intercambios mer cantiles corresponde la especialización de
rio, éstas parecen expresar sus valores de un m odo general en uno de los elemen tos de esta estructura.
ella, por ser di/1ero. E l movimiento que sirve de enlace desapa­ Al térm ino de este aná lisis se encuentran, p ues, definidos
rece en su propio resultado, sin dejar la menor huella. Sin te­ cien tíficamen te y construidos los conceptos de moneda, dinero
ner arte ni parte en ello, las mercancías se encuentran delan te y precio.
con su propia fo rma de valor, plasmada y completa, como si Es le análisis abstrac to de las tr a ns formaciones de las «for­
fu ese una mercancía corpórea existen te al margen de ell as y m as» del valor revela, pues, inmediatall/ente el carác ter histó­
a su lado. Estos obje tos, el oro y la plata, tal como salen de la rico de los co nceptos a los que aboca , las categorías económicas
e ntraña de la tierra, son al mismo tiempo la encarnación di­ de moneda , precio, etc. Estas transformaciones aparecen como
recta de todo trabajo hum ano. De aquí la magia del dinero» 18. condiciones internas (es decir, a la vez como causa y efecto)
De este modo culmina la génesis ideal de la moneda, géne­ del mismo desarrollo de la producción mercantil en el seno de
sis que dis ipa por completo su misterio. ¿En qué ha consistido determinadas sociedades a partir de una época concreta de la
esta «génesis»? Una vez más nos parecen necesarias algunas o b­ historia , y corresponden a esladios sucesivos de ese desarrollo ,
servaciones epistemológicas. De nuevo, Marx no parte de un desde el trueque ocasional entre comunidades primith'as hasta
concepto, sino de un hecho práctico, la relación de cambio de la aparición de las monedas de oro y de plata en la antigüedad
oriental o europea. El orden de aparición y de definición de
" ldem, 1. p . 35. los conceptos corresponde en este caso al orden de aparición
11 Idtvrr, p. SS.
de relaciones mercantiles cada vez más complejas en la histo­
308 Maurice Godelier Ecol1omla mercantil, fetichismo, magia .Y ciencia 309

da ue algunas sociedades. Así pues, ]0 que muestra y demues­ nados elltre sí y con los hombres. Así acontece en el mundo de
tra el método de analisis de Marx es el carácter histórico tanto las mercancías con los productos de la mano del hombre. A esto
de las realidades que analiza el pensamiento como de los concep­ es a lo que yo llamo el fetichismo bajo el que se presentan los
tos que este pensamiento construye para explicarlas. El m éto­ productos del trabajo tan pronto se crean en fonna de mercan­
do de Marx no deja, por consiguiente, al pensamiento teórico cías y que es inseparable, por consiguiente, de este modo de
ninguna posibilidad de alienarse especulativalllente en sus pro­ producción» 20.
pios productos ideales considerándolos. bien corno realidades En su esencia, el fetichismo del mundo de las mercancías
ideales sin historia, bien corno idealidades que remititian a una consiste, pues, en la propiedad que tiene la forma de aparición
realidad carente de historia. Más tarde insistiremos sobre este del valor de disimular la esen cia real del valor mostrando pre­
punto. cisamente lo contrario. Por consiguiente. no es el hombre quien
El resultado general del análisis de Marx consiste. pues, en se engaña sobre la realidad, es la realídad quien le engaña al
mostrar el carácter absurdo, insólito de las representaciones aparecer necesariamente bajo una forma que ta disimula, pre­
espontáneas de los individuos que viven en las sociedades mer­ sentándola a l revés a la conciencia espontánea de los inclivi­
can Liles, en destruir las fals a s apariencias, las pseudo-«eviden­ duos que viven en el seno del mundo mercantil. Este modo de
cias» (así como las representaciones más elaboradas de los aparición a l revés con s t ituye así el punto de partida obligado de
economistas «vulgares», que se lim itan a re lomar y a «sistema­ las representaciones que espontáneamente se hacen los indivi­
tizar» las representaciones espon táneas): d uos de sus relaciones económicas. Esas representaciones, así
«A primera vista, parece como si Las mercancías fuesen ob­ como los desarrollos ideológicos que las consolidan y que son
jetos evidentes y t riviales. Pero, analizándolas, vemos q ue son producidos- tanto por los economistas vulgares como por otras
objetos muy intrincados, llenos de sutilezas metafísicas y de categorías de ideólogos, constituyen en la conciencia de los in­
resabios teológicos» 19. dividuos 1m campo más o menos coherente de falltasmas espon­
tálleos y de creencias ilusorias referelltes a la realidad social
Esta complejidad y este misterio no provienen ni del valor en cuyo seno viven. A partir de ahi se comprende que esas re­
de uso de las mercancías ni de su carácter de productos del presentaciones ilusorias y esas nociones espontáneas no puedan
trabajo. En una sociedad dada, «la utilidad» de las mercancías en ningún caso constituir el punto de partida para el análisis
es algo evidente, y en cualquier sociedad los hombres se intere­ científico de esta realidad social.
san por el tiempo necesario para la producción de Jos objetos El fetich ismo de las mercancías no consiste, pues, en el
que utilizan. La complejidad y el misterio provienen exclu sh'a­ efecto de la alienación de las conciencias, sino en el efecto en
mente tlel modo de aparición del valor de las mercancías, de y para las conciencias de la disimulación de las relaciones so­
la «forma» social en la que aparece cuando esas mercancías en­ ciales en y bajo sus apariencias. El fetichismo de la mercancía
tran en relación de intercambio. no es el producto singular, subjetivo, de una historia individual.
«La forma mercancla y la relación de valor de los productos sino el producto general y objetivo de una historia colectiva, la
del trabajo en que eSa forma cobra cuerpo no tiene absoluta­ de la sociedad. Puesto que su fundamento existe fuera de la
mente nada que ver con su carácter físico ni con las relacioneS conciencia, en la realidad ob ietiva de relaciones sociales his­
materia les que de este carácter se delivan. Lo que aquí reviste tóricamente determinadas, es~ fetichismo sólo puede desapare­
a los ojos de los hombres, la forma [O/lfasmagórica de /lila re­ cer con ]a desaparición de esas relaciones sociales . El descubri­
laciólz entre objetos materiales no es más que una relación miento científico de que:
soci::u concreta establecida entre los mismos hombres . Por eso,
"Los productos del trabajo, considerados como valores, no
si queremos encontrar una analogía a este fenómeno . tenemos
son más que expresiones materiales del trabajo humano jnver­
que remontarnos a las regiones nebulosas del mundo de la re­
tido en su producción, es un descubrimiento que hace época en
ligión, tlonde los productos de la mente hilll1ana semejall se,.es
la historia del progreso humano, pero que no disipa ni mucho
dOlados de vida propia, de existellcia independiente, y ,.e/acio­
" ldem, 1, p. 36. .. /dem, J. p. 38 (el subrayado es de Godclier).
310 Maurice Godelier Economía mercantil, fetichismo, magia y ciencia 311

mel10s la sombra material que acompaña al carácter social del preciso que reporte un beneCicio. En la circulación simple de
trabajo. Y lo que sólo tiene razón de ser en esta forma con­ mercancías, una mercancía MI es vendida por dinero, y este
creta de producción, en la producción de mercancías [ .. . ] sigue dinero sirve para adquirir otra mercancaía M2• Al final del pro­
siendo para los espíritu.s cautivos en las redes de la p rodlloCción ceso, M, - D- Mz, el dinero ha sido definitivamente gastado,
de mercancías, aun después de hecho aquel descubrimiento, habiendo funcionado como un simple medio de circulación de
algo tan perenne y defi nitivo como la tesis de que la descom­ las mercancías M I y M2• En la circulación del dinero como ca­
posición científica del aire en sus elementos deja intangible la pital, una cantidad D, de dinero es adelantada para comprar
forma del air e como forma física material» 21 . u na mercancía que seguidamente será vendida . Al término de
este proceso, vuelve a encontrarse en manos del propietario de
Por consiguiente, el conocimiento científi co de la estructura DI una cantidad D2 de dinero tal que D2 equivale a la canti­
de las relaciones mercan t iles D O suprime la conciencia espon­ dad Dt prinuLivamente adelantada más un excedente, un valor
tánea que los ind ividuos tienen de estas relaciones (incluso el de m ás o plusvalía: Dz = Dl + 6D. Por tanto, en ese p roceso
sabio). Sin du da, modifica el papel y los efectos de esta con­ el valor adelan tado al comienzo no solamente se ha conservado,
ciencia sobre su conducta, pero no la suprime. Para abolirla, sino q ue ha a umentado su valor, e l dinero se ha transfo rmado
se precisa una revolución socia l ligada a l desarrollo mismo de en capital. En la circulación simp le de m ercancías, e] propie ta­
las fuerzas productivas , desarrollo y revolución que hace posi­ rio de las mercancías MI sólo las vende para p rocurarse las
bles y necesarios el propio funcionamiento del modo de pro­ mercancías M2 que necesita y q ue no produce. La circu lación
ducción capitalista, la fo rma más desarrollada históricamente simple de m ercancías sólo sirve como medio para alcanzar un
d e la producción m ercanlll, form a «acabada» de esta prod uc­ objetivo situado fuera de e lla , la apr opiación de cosas útiles
ción porque la f uerza de trabajo del hombre también se ha para la satisfacción de las necesid ades . La circulación del di­
convert ido en m ercan cía 22. nero como capital. por el contrario, parece poseer su objetivo
en sí mis ma, a través de la tra n sfor mación continuamente re­
«Todas las formas de sociedad, cualesquiera que e llas sean, novada del dinero en mercancías y de las mercancías en dinero:
al llegar a la producción de mercancía s y a la circu lación de
dinero, incurren en es!..:. inversión. Pero este mundo encantado «El valor se erige aquí en su jeto de un proceso en e l q ue,
e invertido se desarrolla todavía más b ajo e l régimen capitalis­ bajo el cambio constante de las for m as de dinero y m ercancía,
ta de prod ucción y co n el capital. que constituye su categoría su magnitud varía automáticamente, desprendiéndose com o
dominante, s u relación dete rminante de producción» 13. plu svaUa de sí mismo como valor originario, o 10 q ue tau t
vale , valorizándose a sE mismo. E n efec to, el p roceso en que en­
¿Cuáles son esos desarrollos? Aqu í no haremos más que ~ u­ gendra p lusvaUa es su propio proceso, y, por tanto, su valor iza­
geri rlos de un m o do groseram ente esquemático, ya que de otra ción, la valorizacióI1 de sí mism.o. Ha ob tenido la virtud oculta
forma nos venamos obligados a entrar en el deta lle de todos y mis teriosa de engend rar valor por el hecho de ser valor. Lan­
los análisis de El Capital. za al mundo cn as vivien tes, o al menos pone huevos de oro» 24.
El capital es ante todo dinero, moneda (es decir, el eq uiva­
lente general del valor de las m ercancías). Pero no toda mo­ Nos encon tram os aquí con el mismo vocabulario que servía
neda es capital. Para que e l d inero funcione como capital es para describir el fetichismo de la mercancía. Este carácter fe­
tichista, q ue había encontrado en el dinero su fo r ma m ás com­
" Idem, p . 39 (el subrayado es de M. G.). plej a, culmina a partir de al10ra su desrurollo, puesto que, des­
21 Véase mi articulo: «Sysl~me, st ructurc ct contradiction dans Le Ca­ de el momento en que funciona como capital, el dinero parece
pilal». ¡--es Temps Modemes, 1966. núm. 2.J6, p . 832, donde comparábamos no solamente tener en sí mismo la propiedad de ser valor, sino
este análísis con las conclusiones de Spinoza, para quien el conocimien to también la de valorizarse, autoengcndrarse.
del segundo género, el conocimiento matemático, no suprime el de primer
género. el saber empí rico de la experiencia cotidiana. (Véase la traducción «En la relación en tre el capital y la ganancia, es decir, entre
castellana de este artículo, . Sistema, estructura y con t radicción en El Ca­
pita1-. Problemas del e.~/ru c wralismo. Siglo XXI Editores, México, 1967, el capital y la plusvalía [ .. . ] aparece el capital como una rela-
pág-inas 50-93. )
.. K . Marx: El Capital, p . 765. N ldem, p . 110 (el subrayado es de M. G.).
312 Maurice Godelier Economía mercantil, fetichismo, magia y ciencia 313

ción consigo mismo (a), relación en la que se distingue como cosa, sino una relación social entre personas que se establece
suma originaria de valor, del valor nuevo añadido por él mis­ por mediación de las cosas». Una vez más, el carácter, a la
mo. Existe la conciencia de que este valor nuevo es engendrado vez social e rus tórico, de las categorías económicas, en este caso
por el capital a lo largo del proceso de producción y del pro­ las de capital, plusvalía, salario, se muestra y se demuestra en
ceso de circulación. Pero el modo como ocurre esto aparece el análisis que de las mismas hace Marx en su «génesis»:
mixtificado y como fruto de cualidades misteriosas inherentes
«La naturaleza no produce, de una parte, poseedores de di­
al propio capi t al (b)>> 25.
nero o de mercancías y, de otra parte, sim ples poseedores de
El problema científico fundamental para explicar la génesis sus fuerzas personales de trabajo. Es te estado de cosas no es,
y el funcionamiento del modo de producción capitalista estriba, evidentemente, obra de la historia natural, ni es tampoco un
por consiguiente, en explicar el origen y la naturaleza de la estado de cosas social común a todas las épocas de la historia.
plusvalía. Es, indudablemente, el fruto de un desarrollo histórico prece­
Para que el dinero se transforme en capital, cs decir, se va­ den te, el producto de una larga serie de transformaciones eco­
lorice, es necesario que pueda comprar en el mercado una mer­ nómicas , de la destrucción de toda una serie de form aciones
cancía que tenga la propiedad, cuando se la utiliza, de crear más antiguas en el campo de la producción social» 29.
valor. Esta mercancía existe, es la fuerza de trabajo. Mas, para
Puesto que, en su esencia, el capital es una re lación social,
que la fuerza de trabajo se p resente en el mercado como una
la del capitalista y el obrero, ¿cómo, en el seno de esta relación,
mercancía a la venta, se precisan condiciones históricas muy
puede nacer la p lusvalía? Lo que comp ra el capitalis ta al obre­
particulares, únicas. Es necesario que los productores estén se­
r o por un salario es el uso de su fuerza de trabajo. Por consi­
parados de los medios de producción y carezcan de l dinero para
guiente, la f uerza de trabaj o es una mercancía cuyo valor se
comprarlos . Se requiere, por tanto, que estén obligados a ven­
mide, como el de cualquier o tra mercancía, por el tiempo de
der su fuerza de trabajo a los propietarios de los medios de
t rabajo socialmente necesario para s u p roducción, es decir, para
producción y del dinero y, al mismo tiempo , sean libres como
la producción de los m ed ios materiales que exigen su forma­
personas (de otro modo venderían su persona con su fuerza de
ción y mantenimien to . Cuando el ob rero trab aja, es decir, cuan­
trabajo y serian esclavos, no asalariados). Estas condiciones
do invierte su fuerza de trabajo al servicio del capitalis ta, crea
han ido cump liéndose paulatinamente en diversos paises de
no solamen te el equivalente del valor q ue representa su salario,
Europa a partir del siglo xv 26, durante la llamada fase de acu­
mulación primitiva del capital, que fue al mismo tiempo la
época de la disolución de la estmctura económica feudal y la
• sino también un valor añadido, el cuaLno se le retribuye. Este
trabajo no retribuido, este valor añadido, constituye el or igen
y la esencia de la plusva lía. la relación capitalista·obrero se
de la génesis de los elementos constitutivos del sistema capita­
presenta, pues, inmediatamente como una relación de explota­
lista. La base de toda esta evolución fue la expropiación de Jos ción del hombre por el hombre, explotación que el salario di­
campesinos n . Por consiguiente, el dinero sólo se convirtió en simula:
capital 28 a partir del momen to en que se estableció una nueva
relación social, la de dos clases sociales, los capitalistas y los «Júzguese, pues, de la importancia decis iva que tiene la
obreros, en el proceso de producción de las mercancías. El ca­ transformación del valor y precio de la fuerza de trabajo en el
pital, según la célebre fórmula, no es Jo que aparenta, (mna salario, es decir, en el valor y precio del trabajo mismo. En esta
forma exterior de manifestarse, que oculta y hace invisible la
" ldem, lII. p . 63; a) el subrayado es de K. Manc. b) el subrayado es realidad, invirtiéndola, se basan todas las ideas jurídicas del
de M. G. obrero y del capitalista, todas las mistificaciones del régimen
" A veces. incluso antes , como en Italia. Véase K . Marx: El Capllal, l, capitalista de producción» JO .
página 609, nota 1.
11 ldem, 1. p. 609.
:s Hemos dejado de lado el problema del origen y de la naturaleza de
Efectivamente, en la práctica todo sucede, tanto desde el
las [onnas antediluvianas del capítal: comercial, lmanciero. etc., que
Marx examina en el libro 111. sección 2, para tratar solamente del capi­ lO K. Marx: El Capital, 1, p . 122.
tal productivo (industrial y agrícola). JO ldt!m, I, p . 452.

21
314 Maurice Godelier Econom(a mercantil, fetichismo, magia y ciencia 315
punto de vista de los capitalistas como de Jos obreros, como si «Es el mundo encantado, invertido y puesto de cabeza en
el salario retribuyera todo e l trabajo suministrado por el obre­ quc Momieur le Capital y Madame la Terre aparecen como per­
ro (al salario se añaden las primas, las horas extraordinarias, sonajes !>()ciales, a la par que llevan a cabo sus brujerías direc­
etcétera). E l salario le presta, pues, a l trabajo no retribuido la tamentt!, como simples cosas materiales. El gran mérito de la
apariencia de trabajo retribuido y, correlativamente, hace apa­ economía clásica cons iste precisamente en haber disipado I!sta
recer necesariamen te al beneficio como el producto del capi tal. falsa apariencia y este engaño, esta suscantivaci6/L y cristaliza­
El beneficio no ~s sino una de las formas de la plusvalía, "for­ cíon de [os distintos elementos sociales de la l-iqucza e ntre sÍ,
ma en la que se desdibujan y se borran su origen y el secrdo esta personificaci6n de las cosas y esta materializació/1 de las
de su existencia» 31. Por consiguiente, cada clase social parece relacio/les de prodllccióll, esta religió~l de la vida diaria [ ... ].
extraer de la producción y de la circulación de las mercancías Estu no obsta para que los mejores ponavoces de la economía
el ingreso al que tiene derecho . Las categorías económicas de clásica, como necesariamente tenía que ser dentro del punto
salario , beneficio, interés del capital y rellta de la t ierra expre­ de vista burgués, sigan en mayor o menor medida cau tivos del
san, pues, las relaciones visibles de la práctica cotidiana de [os TJ11 ,ndo de ap.ariencia críticamente destruido por ellos [ ... ] Y,
negocios y, en tanto que tales, poseen una utilidad pragmcítica, por el contrario, es también igualmente natural, de otra parte,
pero carecen de todo valor científico. Mientras que la circula­ que los agentes reales de la producción se sientan plenamente
ción de mercancías no crea valor, sino que lo realiza, y a través a gusto, cOmo en su casa, dent ro de estas (ormas enajenadas e
de ella la plusvalía creada en el proceso de producción se dis­ irracionales de capita l-interés, tierra-renta del sucio y trabajo­
tribuye entre las diferentes variedades de capitalista~ (indus­ salario, pues son prec isamente las formas de la apariencia en
triales, financieros, terratenientes), adoptando las formas de be­ que ellos se mueven y con las que conviven diariamente» 33 .
neficio industrial, interés o renta de la tierra, en aparienc ia
todo sucede calizo si el capital, el trabajo y la tierra fuesen Con este texto capital se cierra nuestro análisis sobre la na­
fuentes autónomas de valor que se suman y se combinan para ción de fetichismo en Marx y culmina nuestra demostración del
formar e[ ,'alar de las mercancías. La apariencia de las relacio­ lazo necesario que liga e [ análisis de la mercancía, que princi­
nes económicas disimula y contradice su esencia. pia la obra de Marx, con el análisis del bene ficio, del interés y
de la renta de la ticrra con el que concluye. Entre ec;tos extre­
«La forma exterior de las relaciones económicas, tal como mos se sitúa el eslabón intermediario y fundamental, e[ aná lisis
se presenta en [a superficie de los fenómenos, en su existencia dI.! la ... (onna-cap ital» de la moneda y el descubrimienlo de la
real y también, por tanto, en las ideas con que los represen­ escnc ia real del salario y de la plusvalfa, es decir, de la esencia
tantes y los agentes de estas relaciones prt:tenden ver claro en rcal de lae; relaciones capitalistas de producción 34.
ellas, difiere mucho y es, en realidad, lo inverso, lo contrario Produc lo de la historia, característico del modo de apari­
a su ¡orilla nllclear il/terior, aunque oculta, y al concepLo que ción dI.! las ¡·claciones sociales de ciertas sociedaues e n las que
a ella corresponde» 3l. se ha desarrollado la producción mercantil, ilusión colectiva
que r~'sidc espontáneamente en la conciencia de los miembros
de c." as sociedades y que, a l no tener su fundamento en su con­
I Idel1l , 1J[, p. 63 Véase igualmente, en el libro IJI dI! El capiTal: .El
modo cómo J:¡ plusvalía se convierte cn la forma de ta ganancia median­
ciellC ia, so ll) pucde ck~aparecer con la desaparición de las rela­
le la transit.:ión a tru\'.!' de la nlnla de g:mancia. no es s ino la prolon­ ciones sociales que lo engendraron, e l fetichismo ele la mercan­
gacinn de la inversión de sujeto y objelo operada ya du ranl!! e l proceso cía )' de Lodas las [omlas sociales que se han desarrollado a
de producción. [ .. . ] Por una parte, el valor, el trabajo pn:t¿rito que do­
mil1.1 sobre el trabaju \ i\'u se pcrsoni[ica (;11 el capilal¡s!n; por otr.l pnr· " IdulI, p . 7(jg (el subrayado es de M. G.) .
(L', I ohr.·]"(I aparece. a In il1Vl'r<;a . como una fuerza de traba io ob ictl\·a­ .. Este la70 lo seña la el propio Marx en una carta a Engel~ fechada
do, .:omo una simple m~·rcandJ.. Y esta rfiariólI illverlida llOCe mrgir /le· el 24 de agosto dc 1867: «Lu mejor de mi libro es : \." (en esto descans
ee.5aria/IU'lIte. ya cn el plono de Ins simples relaciones Je protlucr:ion, una todn la comprensiun tle los hechos) el dol,le cardcter del traba;o, qu<! se
id"d illvertida cOlIgrue/lle, una conciencia traspuesta, que los cambios pOIl~ tll: r.·lil:\'c ya en .,1 pnll/tr "apllll/n, según que se exprese en valor
y 1I1Ildij'j.:a, il)n~'s ud \"~'rJatlero proceso uc: cireuladún se encargan luego
de u~o o en va lor de;: cillnbio; 2." el estudio de la plusvalía independiente­
de ll"sarrollar.' I/I("I7I( de SI/S formas específicas, corno son la ganancia, el inter.'s, la ren­
" K. Marx · FI Capital, J 11, p 210 (el 5ubl-:lY<ldo es de M. G. , . ta del suelo, ele. (t!I subrayatlo es del propio Marx).
316 MaL/rice Godelier Eco~!Omía mercantil, fetichismo, magia y ciencia 317

partir de ella, moneda, capital, interés, salano, etc, conl>tituye la conciencia espontánea. no científica, del mundo. Podría com­
el foco de un universo de representaciotles míticas que alimen­ pararse este método con el de Freud, que. bajo las formas di­
tan creencias irracionah::s en los poderes mágicos de las cosas, versas de! lapsus, del acto faIJitlo, del sueño y ele la enfennedad
o que inducen en los indivi.duos conductas mágicas para conci­ men ta l, ha sabjdo descubrir la existencia de una realidad ac­
l iarse los poderes ocultos de las cosas , Al término del análisis­ tuante y estructurada: el inconsciente.
disección de Marx, el mundo cotidiano de las nociones y las
conductas económicas de los miembros de la sociedad capitalis­ En definitiva, el último fetiche que queda por exorcizar. el
ta, bajo la fonna espontánea o la sistematizada por los economis­ último mito por destruir eS la ilusión dogmática de que el cono­
tas vulgares. ese mundo en aparienc ia racional y que parece tes­ cim iento científico sólo depende del gen io de algunos grandes
timoniar constantemente la «racionalidad» de la sociedad pensadores, Aris tó teles, Marx o Freud. Baste recordar el home­
capitali sta y de su sistema económico. se revela com o un mun­ naje que Mal'"X rindió a Aristóteles en El Capital. Aristóteles. en
do absu rdo de mitos y de ilusiones irracionales, dominado por efecto, en la Etica a Nicómaco 31, concluia su análisis sobre )a
feliches a los que se adora , Según la extraordinaria expresión relación de valor de las mercancías en tre sí (en el caso en cues­
de Marx. ese mundo ideológico y práctico se revela como la tión: cinco camas = una casa = tanto dinero... ), con las si­
religión de la vida cotidiana de los ind ividuos que viven en el guientes palabras:
seno de la sociedad burguesa. Podemos pregun tarnos si esas
representaciones míticas, esas creencias y esas conductas es­ «El cambio -dice Aristótelcs- no podría exis tir sin la
pontáneamente mágico-religiosas difieren de las que se descu­ igualdad, ni ésta sin la conmensurabilidad " [ ,,, J". Pero en rigor
bren en las sociedades «primitivas» , y si no cump len las m is­ - añade- es imposible que obje tos tan dis ti ntos sean connlen­
surables.»
mas funciones que, en ellas, sirven para «explicar» de forma
iluso r ia y «justificar» las relaciones de parentesco, la prohibi­ La afinnación de su igualdad le parecía, pues, a Aristóteles
ción del incesto, el origen de las plantas, de los animales, d e contraria a la naturaleza de las cosas, a su esencia específica.
Lo que Aris tóteles no pudo descubrir es el hecho de que cosas
las lécnicas. de la división sexual del trabajo. etc , Ta l vez,
concretamente tan diferentes como una casa y una cama po­
después de todo el pensamiento salva je no sea sino el pen­
ruan ser de una misma esencia en tanto que cant idades seme­
samiento en estado espontáneo, en estado salva je , aquel en
jantes de una m isma realidad, el trabajo socialmente necesario
el que se refleja inmediatamente el movimiento visible de
para su producción, como inversiones iguales de trabajo huma­
las relaciones sociales. Por consiguiente. se comprende que el
no abstracto, idéntico. Y Marx añadió:
pensamiento científico no sea sino ese mismo pensamien to 35,
instruido por la h istoria, domeslicado en cierto modo por el «Aristóteles no podía descif rar por si mi smo, an alizan do la
hombre y que camina hacia la esencia de las cosas. apartándose forma del valor, el hecho de que en la forma de los valores de
de sus apariencias para luego volver sobre ellas y explicarlas a las me rcancías todos los traba jos se expresan como rraba jo
part ir del lazo y de la relación interna de las cosas mismas, de humano igual, y por tanlo como equivalentes, porque la socie­
su encadenamiento intcriorJQ. En este movimiento tle regreso dad griega estaba basada en el trabajo de los esclavos v tenía,
se disuelven las falsas apariencias de las cosas, las ilusiones de por tan to , como base natural la des igualdad entre los hombres
V sus fl/.er~as de trabajo. El secreto de la expresión de valor
JI Tal vez en esta perspectiva se aclara e~ta afirmaci6n de Man en (. ,,) sólo podia ser descub ierto (. ,, ) en una sociedad como la
na carta a Kugelmann, fechnda el 11 de julio de 1868, después de la actual, en que la IOrlna-mercancía es la Eonna general que re­
apariC ión d{' ¡ lIbro 1 de El Capital: "Como el proceso discursivo brota visten Jos productos del trabajo , en que, por Lanto. la relación
lamhlt:n de 1" rcalidad. es también un pmceso l/aturar, es induuable que
el pensamiento realmente capaz de comprender tiene que ser siempre el social preponderan te es la relación de unos hombres con otros
nIJIII10 }' ,610 puede distinguirse gradualmente por la [ase de desarrollo como poseedores de mercancías. Lo que acreelita precisamente
y tnmbicn. consiguientemente. por el del órganu con que se picn<¡a Todo el gen io de Aristóteles es el haber descubierto en la expresiótz
lo dcmá" es pura l.harlatancrfa (<,ubravado por ('( propio Marx) , de valor de las mercancías una relaci6n de igualdad. Fue la lí·
,\ 1an a Engds. 24 de agostu de 1867: «Me costó mucho sudor el
encontrar las cosas mISmas, es decir en su lrabaZóll- (subrayado por
Marx). ., Etica, 1, cap. V.
318 Maurice Godelier TERCERA PARTE

mitación histórica de la sociedad de su tiempo la que le impidió SOBRE EL CARACTER FANTASMAGORICO


desentrañar en qué consistía, «en rigor», esta relación de igual­
dad" 38. DE LAS RELACIONES SOCIALES
Se comprende, pues, que el análisis cie ntífico siga un cam ino
«opuesto al curso rcal de las cosas» 39 . Este último parte de las
formas s imp le~ (por ejemplo, el trueque) para pasar a formas
complejas (la producción mercantil del capitalismo). Por el con­
trario, el conocimiento sólo puede partir de las formas comple­
jas p,:¡ra cle~ ..:ubri r el contenido y el sentido de las formas sim­
p les. «La an:llonlÍa del hombre es una clave para la anatomia del
mono , .. " oUl; Jo superior explica lo inferior, con la condición de
«no borrar todas las diferencias».
Nuestra tarea consiste, pues, en encontrar, por encima del
genio de los grandes descubridores, Aristóteles, Marx, Engels o
Freud, la historia real de sus descubrimientos para que éstos
pierdan su ~aráctcr fe tichista de dogmas y nos conduzcan más
allá de sí mismos, un poco más lejos, en el dominio de lo invi­
sible y lo no aparente.

" K. Marx: El Capital, 1, 1, p. 26.


,. ldem, l , 1, p , 40.
.. Elementos fU/ldametltales para la crítica de la economía politica
(borrador), ed. cit., p. 26.
XI. FETICHISMO, RELIGION y TEORIA
GENERAL DE LA IDEOLOGIA EN MARX *

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1. LA NOCIÓN MARXISTA DE FETICHISMO DE LA MERCANCíA

La. esencia del fetichismo de la mercancía

Esta noción no es algo casual en el pensamienlo de Marx. Las


páginas que le dedicó en El Capital no son la «me tedura de
pata teórica» de un Marx fascinado de nuevo por las viejas no­
ciones filosóficas de alienación y reificación ya tratadas en los
Manuscritos de 1844, fallando así paradój icamente el rigor de
su nuevo mélodo en la primera sección del primer libro de El
Capital, precisamente la parte que, según él m ismo confesó, ba­
bía trabajado más y que consideraba como la más d ificil .
En primer lugar hay que partir de una distinción fundamen­
tal, frecuentemente ignorada p or los m arxistas y establecida
por Marx entre «valOl"» y «valor de ca mbio». «Para mí, el va­
lor de una mercancía no es ni su valor de uso ni su valor de
cambio» l.
El «valor de cambio» de una mercancía es la relación de va­
lor que se establece prácticamente a través del cambio de esta
mercancía por otras. Esta relación no crea el «valor» de esta
mercancía, ya que este valor nace en el proceso de la produc­

.. En el capítulo ante ri or, «Economfa mercan til, fetichismo, m agia y


ciencia en El Capital de Mar.v, ana lizamos y definimos la noci ón de fe­
t ichismo de la mercancía . Los resullados de este capítulo nos exigen ir
m á s lejos y plantear, en un a pe rs pectiva marxista, la cucstión de la na­
turaleza y dd fundamento de toda representación ilusoria dI;! la realidad,
y particularmente de las representaciones religiosas de lo real. Comen­
zamos el presente capIt ulo recordando el contenido de la nociÓn de feti­
chismo de la mercancía según Marx.
Este t exto fue publicado en un número especial de la revista Amlali,
publicada por el Ins tituto Gian giacomo Feltrinelli, de Milán , y titulado:
.Ricerca dei prcsupposti e dei Condamenti del discorso scienlifico in
Marx», 1\170.
I Karl Marx: .Glosas marginales a l "Tratado de Economla PoHtiea"
de Adolfo Wagnen . en El Capital, México , Fondo de Cultura Económica,
lomo 1, p. 711:1.
322 Maurice Godelier Fetichismo, reLigión y teoría general de la ideología 323

ción de esta mercancía y no en su proceso de cambio, en su cantil consiste en la propiedad que tiene la forma de aparición
proceso de circulación. La circulación «realiza» más o menos del valor de disimular la esencia real del valor y de mostrar
el valor de esta mercancía según el precio por el que aquélla precisamente lo contrario. Por tanto, no es el hombre quien se
se cambia, pero la circulación no crea este valor. equivoca sobre la realidad; es la realidad quien le engaña al
Cuando una mercancía A se cambia por una cierta cantidad aparecer necesariamente bajo una forma que la disimula y la
de mercancía B, el valor de A se expresa en una cierta cantidad presenta al revés ante la conciencia espontánea de los indivi­
de B, y B desempeña con respecto a A el papel de «eq uiva­ duos que viven en el seno del mundo mercantil. Este modo de
lente» . En la r elación de cambio de A y B parece que la mer­ aparición al revés constituye, pues, el punto de partida obliga­
cancía B posee naturalmellte la capacidad de expresar el valor do de las represenlaciones q ue se hacen espontáneamente los
de la mercancía A. Una mercancía, desde el momenlo en que des­ individuos sobre sus relaciones económicas. Esas representacio­
empeña el papel de equivalente del valor de cualquier otra nes y los desarrollos ideológicos que las consolidan, produci­
mercancía, aparece como si poseyera en sí misma la capaci­ dos lanlo por los economistas vulgare~ como por oLras cat.::go­
dad de medir el valor de las otras mercancías . La «forma equi.­ rías de ideólogos, con stituyen en la conciencia de los individuos
valencia!» de una mercancía disimula, pues, la esencia del va­ un campo más o //leIlOS coherente de fantasmas espOlltál1eos
lor , que consiste en tma realidad social, en una inversión de y de creencias ilusorias re ferelltes a la realidad social en cuyo
trabajo social y, por consiguiente, abstracto, convierte ese valor seno viven. Se comprende, por tant o, que esas representaciones
en u na característica de las cosas y, de es te modo, crea el ca­ ilusorias y esas nociones espontáneas no puedan en ningún
rácter fet ichista de las mercancías, su carácter enigmático. Con caso constiluir el punto de arranque del análisis cien tífico de
el desarrollo de las relaciones mercantiles, la forma equivalen­ esa r ealidad social.
cial del valor de las mercancías se fija en una categoría particu­ E l carácter fetichista de las m ercancías no es, pues, el efec­
lar de mercancías que desempeña entonces el papel de equiva­ to de la alienación de las conciencias, sino el efecto en y para
lente general del valor de las otras mercancías, es decir, el pa­ las co nciencias del enmascaramiento de la realidad de las rela­
pel de moneda, y la propia moneda se convierte en capital cada ciones sociales en y bajo sus apariencias . Desde el momento en
vez que se invierte con objeto de obtener un beneficio_ que un producto del trabajo ci rcula como m ercancía, su forma
Por consiguiente, puede verse cómo, por una parte, la l-ela­ de mercancía disimula el origen y el contenido de su valor, a
ción simple de dos mer cancías engloba ya todos los misterios saber: el traba jo humano necesario para su prod ucción , y es to
de la producción mercantil, puesto que contiene todo el miste­ se produce s-ean cuales meren las relaciones sociales que orga­
rio del valor, de la moneda, del capital y, por otra, CÓmO ese nizan esa producción (modo de producción esclavista, feudal,
m isterio alcanza su forma acabada con la aparición del modo
capitalista, socialista, etc.). En el modo de producción capitalis­
de producción mercantil capi talista.
ta, como la propia fuerza d e trabajo se convier te en una mer­
«Es el mundo encantado, invertido y puesto de cabeza en cancía cuyo valor adop ta la forma de un salario, no solamente
que MOl1sieur le Capital y Madame la Terre aparecen como per­ se encuen tran disimulados el origen y el contenido del valor,
sonajes sociales, a la par que llevan a cabo sus brujenas direc­ sino también y al mismo t iempo e l origen y el contenido de la
tamente , como simples cosas materiales. El gran mérito de la plusvalía, es decir, la naturaleza misma de las relaciones capi­
economía clásica consiste precisamente en haber disipado esta talistas de producción en tanto que relaciones de explotación
falsa apariencia y es te engaño, es ta sLLslantivación y cristaliza­ de los t rabajadores por el capi tal.
ción de los distintos elementos sociales de la riqueza entre si, Por consiguiente, se comprende, por una parte, que el feti­
esta persollificación de las cosas y esta malerialización de !as chismo de la mercancía, al no tener su fundamento en la con­
relaciones de producción ... » 2. ciencia, sino fuera de ella, en la realidad objetiva de las relacio­
Por consiguiente, en su esencia, el fetichismo del mundo mer­ nes sociales históricamente determinadas, sólo desaparecerá de
la conciencia con la desaparición de esas relaciones sociales. y
l K. Marx: El Capital. ed. cit., tomo lII, p . 768 (el subrayado es de Go­
por otra, que el conocimiento científico del contenido del valor
delie.). y de las relaciones de producción capitalistas no suprime para

l
324 Maurice Godelier Fetichismo, religión y teorfa general de la ideología 325

el científico (o sencillamente para un marxista) la conciencia y Marx concluye:


ilusoria espontánea que tiene de esas realidades . «Pero aquí, el gasto de las fuerzas individuales de trabajo,
Puesto que el fundamento de las representaciones económi­
graduado por su duración en el tiempo, reviste la forma lógica
cas ilusorias, espontáneas de la conciencia no está en ella, sino
y natural de un trabajo determinado socialmente, ya que en
fuera de ella, en la realidad de las relaciones sociales. se com­
este régimen las fuerzas individuales de trabajo sólo actúan de
prende por qué Marx insiste en el hecho de que el «misticismo
por sí como órganos de la fuerza colectiva de trabajo de la
que oscurece los productos del trabajo en el período actual.
familia» 4.
no existía en otros modos de producción que han precedido a
la aparición del modo de producción capitalista, y dejará de Este texto es importante por varias razones. Marx compara
existir tras la desaparición de este modo de producción l . Para a primitivos y campesinos, o al menos compara, entre las for­
ilustrar este punto, Marx propone tres ejemplos históricos y mas de producción campesina, aquellas que no están orienta·
dos imaginarios. das hacia el intercambio de mercado y se basan en la asocia­
ción inmediata de produc tores que mantienen entre sí relacio­
nes de parentesco. Por lo demás, Marx instaura una especie de
Tres casos históricos y dos ejemplos imaginarios de ausencia parentesco, e incluso de filiación entre las comunidades primi·
de fetichismo de la mercancía tivas , las comunidades campesinas antiguas nacidas de las di·
versas formas de disolución de la propiedad indivisa primitiva
a) Los modos de producción que se basa n en «la asoc iación y las comunidades campesinas europeas modernas, en las que
inmediatal>de los productores, en formas de «trabajo común». existen diversas formas de propiedad privada procedentes de
Marx designa con esos términos dos tipos de organización eco­ Roma o de los pueblos germanos y modificadas por el modo
nómica y social: por un lado, las sociedades p rimitivas donde de producción feudal. y más tarde por el modo de producción
existe bajo su «forma natural primitiva» la asociación inmedia­ capitalista. Por esta filiación Marx articula, pues, entre sí an­
ta de los productores; por otro, las formas campesinas de pro­ tropología social y sociología rural en el marco de una división
ducción familiar en el seno de las cuales cada familia prod uce general del desarrollo histórico.
lo p reciso para satisfacer en lo esencial sus necesidades. Lo Aún más importante es ver que Marx -lejos de considerar
que produce cada familia «se le presenta como productos di­ la familia y las relaciones de parentesco en las sociedades pri­
versos de su trabajo y no camo mercancías que se cambiaran mitivas y campesinas como un elemento de la superestructura,
recíprocamente». como aún se empecinan en hacerlo determinados marxislas­
les reconoce sin ambigüedad el papel de relaciones de produc­
Correlativamente: ción, de elementos de la infraestructura. Los resu ltados de la
antropología moderna confirman este análisis en el caso de nu­
«Los diversos trabajos que engendran estos productos, la
agricultura y la ganadería, el hilar, el tejer y el cortar, etc., son, merosas sociedades primitivas.
por su forma na tu ral, funciones sociales, puesto que son fun­ Habría que profundizar estas apreciaciones y realizar el in­
ciones de una familia en cuyo seno reina una división propia y ventario (en el seno de las sociedades primitivas y campesinas)
elemental del trabajo, ni más ni menos que en la producción de las formas de asociación de los productores que desbordan
de mercancías . Las diferencias de sexo y edad y ras condiciones el marco familiar y las relaciones de parentesco y se basan en
naturales del trabajo, que cambian al cambiar las estaciones la pertenencia a una misma cIase de edad o a una misma agru­
del año, regulan la distribución de esas funciorLes de/ltro de la pación religiosa, etc. Nos encontraríamos igualmente con el
familIa y el tiempo que los individuos que la componen han de problema de las formas de cooperación de los productores im­
trabajar ... puestas por las cIases dirigentes y por el Estado (prestaciones de
trabajo). Es lo que hace Marx cuando aborda su segunda cate­
J -S6lo en una época hlstóricamente dada de progreso [ ... ] se con.
vierte el producto del trabajo en mercancía~ (ldem, lomo 1, p. 28). • ldem, p . 43.
326 Maurice Godelier Fetichismo, religión y teoría general de la ideología 327

goría de ejemplos, «los modos de producción de la antigua e) El tercer ejemplo que analiza Marx es el modo de pro­
Asia y de la antigüedad en general». ducción feudal, por tanto, otra etapa del desarrollo histórico:
la Edad Media europea.
b) En el seno de esos modos de producción,
«Aquí el hombre independiente ha desaparecido; todo el
la transformación del producto en mercancía [ .. . ] desem­ mundo vive sojuzgado: s iervos y señores de la gleba , vasallos y
peña un papel secundario, aunque va cobrando un relieve cada señores feudales, seglares y eclesiás ticos . La slljeción personal
vez más acusado a medida que aquellas comunidades se acer­ caracteriza, en esta época, así las condiciones sociales de la
can a su fase de muerte. Sólo enquistados en los intersticios produccion material como las re laciones de vida cimen tadas
del mundo antiguo, como los dioses de Epicuro o los judios en sobre ella. Pero, precisamente por tratarse de una soc iedad ba­
los poros de la sociedad polaca, nos encontramos con verdade­ sada en los vínculos personales de sujeción. no es 11ecesario que
ros pueblos comerciales» s. los trabajos y los prodw.:tos revistan en ella LUla forma fal1tásti­
Por consiguiente, en esas sociedades existe el fetichismo de ca distinta de SH realidad. Aquí, los trabajos y los productos se
la mercancía, puesto que existe el intercambio mercantil, pero incoI1loran al engranaje soci31 como servicios y prec¡tacioncs .
no constituye el rasgo dominan te de la ideología económica, Lo que cons tituye la forma directamente social del trabajo e s
ya que la producción mercanti l desemreña en la producción un la forma natural de éste. su carácter concreto. y no su carácter
papel secundario, limitado. Las sociedades que m enciona Marx general. como en el rég imen de producción de mercancías. El
son las formas antiguas de sociedades de clases de Asia o de trabajo del vasallo se mide por e l tiempo, ni más ni menos que
Europa, en cuyo seno las relaciones de clase se han desarroLla­ el trabajo producti\'o de mercancías , [ . ..1 Por tanto, cualqu iera
do a medida que se descomponían las antiguas relaciones de que sea e l juicio que nos merezcan los papeles que aqllí repre­
producción comunitarias. 0, de un modo más preciso, lo que selllal1 uno<; hombres frente a otros, e l hecho es que las relado­
Marx designa son las sociedades que dependen del modo de ~les sociales de las personas en StlS trabajos se ret'elmz como
producción asiá t ico o del modo de producción esclavista. «Aque­ reladones persona.les suyas, sin disfrazarse de relaciones socia­
1105 antiguos organismos sociales de producción son extraordi­ les entre las cosas, entre los productos de su trabajo» 8.
nariamente más sencillos y más claros que el mundo bur­
Esta cita es valiosísima en el plano de una teoría compara­
gués» ".
da de la historia. En la med ida en que numerosas sociedades
Resumiendo las razones de la sencillez y la claridad de los
de clases y de castas de la an tigüedad asiática o europea se ba­
modos de producción primitivos, «asiáticos», «esclavistas»,
saban en rdaciones de explotación que no eran del tipo de la
Marx irtuica dos: «Se basan, b ien en el carácter rudimentario
esclavitud productiva greco-romana, sino que consis tían en
del /tombre ideal, que aún no se ha desprendido del cordón
la sum isión de las comunidades campesinas o t ribales a un po­
umbilical de su enlace natural con otros seres de la misma es­
der central. las prestaciones en trabajo, en especie, en servi­
pecie , bien en u n régimen direclo tic seiíorío y e.~·clav i/ll d 7.
cios, la renta de la tierra o los impuestos de trabajo que pa­
Sin embargo, Marx, aunque constata que la fantasmagoría gaban las com unidades locales al Estado o al «déspota» adop­
del fetichismo de la mercancía no ex iste, o exic¡te de un modo
taban una forma que aparentemente se asemeja a las relacio­
muy limitado en esos viejos modos de producción, subraya que nes «ent re personas» características del modo de producción
toda «la vida socia l" q ueda oculta por «una nube mística que feudal. Por este motivo hay tantos histotiadorcs que han pre­
"ela su a~pecto». Nos vemos, pues, en este caso , ante una nue­ tendido descubrir relaciones feudales en el anliguo Egipto , en
va variedad de fetiches , de representaciones ilusorias. mi s tifi­ la sociedad creto-micénica, en los Mongoles, en los Estados afri­ I
cadas de lo real, cuvo fundamento tendremos que investigar. canos de la Edad Media, auml!ntando de este modo el número
de lac; " feudalidades exoticas» a las que Marc Bloch se refería
I Id'>IIl, lomo 1, p 44.
• [c/ ,ml, lomo T. p . 44; el le~lo alemán contiene el término Prodllkriop¡· irón icamcn te.
sorgalf i9lHctl, traducido por organismes (organismos) en la n:rsión fran­
cesa (k Rov.
1 ¡ ,icm.. • /den!, p. 42.
I

... IL
328 Maurice Godelier Fetichismo, religión y teoría general de la ideología 329

d) Vuelta al modo de producción asiático y a las formas relaciones de parentesco que esos miembros man tienen o no
de E!>tado del «despotismo orien tal,.. con el jefe y su familia.
En realidad, la relación no se establece entre individuos, Nos encontramos, pues, ante relaciones sociales no mercan­
sino en tre las comunidades y e l Es tado. personificado, encarna­ tiles en el seno de las cuales las relaciones de dependencia y
do en la persona del jefe. del déspota. Para analizar esa rela­ de explotación adoptan formas fantásticas, se velan tras una
ción es preciso volver al texto de las Forlllell, incluido en los nube mística. An les de analiza r su fundamento, hay que citar
Gnmdrisse der PO/ilischen Oekollomie, en el cual Marx subra­ los dos casos ideales que analiza Marx. en los que el trabaio <;cr
yaba que el soberano despótico de las primeras sociedades de cial no rc"cst i ría el carácter fetichista que existe en las relacio­
clases orientales persol1ificaba la IInidad de todas las comuni­ nes de producción mercantiles.
dades locales, representaba una comunidad superior a esas ccr e) El ej emplo de Robinsón. Por razones pedagógicas, y
munidades , su interés general opuesto a los intercs<.:s particula­ también para caricaturizar a Smil h y, sobre todo, a Ricardo,
res, no de los individuos, y esto es lo esencial, sino de las ccr Marx analiza la forma que adoptadan los productos del traba­
munidades particulares. jo de un Robinsón náufrago en una isla. Marx subraya que:
«Finalmente, esta comunidad superior existe y aparece como «Pc'>e a su innata sobriedad, Robinsón tiene forzosamente
una persona [ ... ]. El trabajo excedente adopta la forma tanto que satis racer toda u na serie de necesidades que se le presen­
de tributo como de trabajos colectivos para exal tar la gloria d e tall, y esto le obliga ejecutar di"ersos trabajos útiles [ ... ]. A pe­
la Unidad encamada en la persona del déspota real o en el ser sar de toda la diversidad de sus funciones productivas. él sabe
tribal imaginario que es el dios» 9. que no son más que diversas formas o modalidades del mismo
Rohinsón, es decir, diversas manifestaciones de trabajo huma­
Sea cual fuere la forma en que se personifiquen las rela­
110. El mismo agobIO en que vive le obliga a distribuir minucicr
ciones de explotación en el seno de las sociedades de clases
samcnle el tiempo entre sus diversas funciones . El que unas
de «tipo asiático», en la persona real del soberano o en la per­
ocupen más s itio y otras menos, dentro de su actividad. total,
sona imaginaria de un dios (y, por tanto, indirectamente en la
depende de las dificultades mayores o menores que tiene que
de los sacerdotes y de todos cuantos s irven a ese dios), lo H.I1I.:Cr para alcanzar el resultado útil apetecido» lO.
que importa observar es que esas relaciones de clase constitu­
yen el desarrollo de un proceso iniciado en el m ismo seno de Por tanto, Marx analiza el caso-Iímitc de Robinsón en su isla
las sociedades primi tivas con la aparición de jefes (y aristocra­ y, aunque no analiza en esle caso una relación social, la rela­
cias) hereditarios. Cuando los illtereses comunes de todos los ción de homb res entre sí, recuerda la constatación trivial de
miembros de una comunidad, es decir, la unidad y la supervi­ que, para responder a necesidades ruversas, todo individuo ais­
vencia de esta comunidad se encarnan en la persona de uno lado tendría que repartir su tiempo de un modo d iferenciado,
solo de sus miembros (o en una sola de sus partes, familia, habida cuenta de esas nece!>idades y de los medios de que dis­
clan), ésta representa, pues, en un nivel superior, la comunidad pone. Por consigu iente, la fuerza única de ese individuo se di­
a la que per tenece. Por consiguiente, dicho miembro se en­ vidiría en actividades cUferen tes y complementarias y seria
cuentra al mismo ti empo en su celltro y por encima de ella. Res análoga a la fuerza única de una sociedad, cuyos medios de tra­
ponsable de los intereses comunes, controlará el trabajo exce­ bajo estan repartidos ent re los diversos sectores productivos y
dente dedicado a salislacerlos . Al encamar en un nivel supe­ actividades complementarias.
rior la comunidad y a l tener más responsabi li dades que los La conclusión que Marx deduce del análisis de este caso
otros miembros de la cO!llunidad, tendrá más derechos. y esta ideal es la misma que se deriva del estudio de los viejos orga­
desigualdad de estatutos jerarquizará el conjunto de los miem­ nismos sociales, tribus primitivas, antigüedad esclavista, despcr
bros de la comunidad, por regla g\!ncral en el orden de las tismo 01 iental, etc,:
, K. Marx: .Formas que preceden a la producción capitalisla», en Sur «Tan claras y tan sellcillas son las relaciones que median
les Sucidó Capi/ali~/cs . , vp. cit .. p . 184. (Hay Iraducción castdlana en
Eudccor, , El modo de prodUCCión asialico», p. S,) . El Capital, libro 1. p. 41.

22
330 Mal/rice Godelier Fecichtsmo, religióll y teoría general de la ideología 331

enlre Robinc:ón y los objetos que forman su riqueza, riquez modo más general, de las «nubes místicas» que velan la \'ida
salida de sus propias manos, que hasta un señor M. Wirlh soLia l L..n las soc iedades precapitalistas.
podría comprenderlas sin estrujar mucho el caletre. Y, sin em­ Por consiguiente, hay que analizar el problema de la natura­
bargo, (;n -:sas relaciones se con tIenen ya todos los factores sus­ leza y cid fundamento de esas representaciones ilusorias de la
tam.iaJcs uc l valor» 11. realidad -:n las suc i edade~ prccapitalistas. La respuesta de Marx
es dara. El fund amento de esas representaciones místicas se
1) Con este ejemplo ideal de un individuo independiente, cncuen lra en:
pero aislado de toda sociedad, Marx compara otro caso, ideal
para su época : el del trabajo de individuos libres, pero asocia­ « Un bajo nivel de progreso de las fuerzas productivas del
dos, es dl:cir, el de una sociedad comunilaria nacida de la abo­ trabajo y [e n] la natural falla de desarrollo del hombre dC'n tro
lición de todas las relaciones capitalistas o mercantiles de pro­ de su proceso material de producción de vida, y, por tanto, de
ducción y de las otras formas de relac iones de producción pre­ unos hombres con otros y frente a la naturaleza. Esta timidez
capitalistas: real se refleja de un modo ideal en las rel igiones naturales y
populares de los antiguos. El reflejo religlOso del mundo real
«Finalmente, imaginemos, para variar , una asociación de sólo podrá desaparecer por siempre cuando las condiciones de
hombres libres que trabajen con medios colectivos de produc­
la vida diaria, laboriosa y activa, representen para Jos hombres
ción y que desplieguen sus numerosas fuerzas individuales de relaciones claras y racionales entre sí y respecto a la naturale­
trabajo, con plena conciencia de 10 que hacen, como lI/W gran
za. La forma del proceso social de vida, O lo que es lo mismo,
fu erza de trabajo social. En esta sociedad se repetiran todas las del proceso material d e producción, sólo se despojará de su
normas que presiden el trabajo de un Robinsón , pero con ca­
halo místico cuando ese proceso sea obra de hombres libre­
rácter social y no itldividual. Los productos de Robinsón cran
mente socializados y puesta bajo su mando consciente y racio­
t odos productos personal y exclusivo suyo, y, por tanto, objetos
nal. Mas, para ello, la SOCIedad necesitará contar con una base
directamente destinados a su uso. El producto colectivo dl: la
material o con u na serie de condiciones materiales de existen­
asociación a q ue nos referimos es un producto social. Una parte
c ia, que son, a su vez, [ruto natu ral de una larga y penosa evo­
de este producto vuelve a prestar servicio bajo la forma de me­ lución» 13.
dios de producción . Sigue siendo social. Otra parte es consu­
mida por los indi\iduos asociados, ba jo forma de medios de
vida. Debe, por tanto, ser distribuida [ ... ] las relaciones soc ia­
2. FETICHISMO, RELlGIÓN Y TEORÍA GENERAL DE LA IDEOLOGíA
les de los hombres con su trabajo y los productos de su traba­
jo son perfectamente claras y sencillas, tanto en lo tocante a la
producción como en lo que se refiere a la di stribución» IZ. La insistencia en utilizar metáforas religiosas para caracte­
rizar las formas ideológicas que adoptan las re laciones sociales
Así pues, lo que hay de común en los ejemplos reales o ima­ en las sociedades precapita listas o, a través del fetichismo de la
ginarios que Marx analiza es e l hecho de que las relaciones de mercancía, en las sociedades capi tal istas, parece indicar que
producción son o serían en estos casos más senci ll as en su es­ Marx atrib uía un papel dominante en la historia a las formas
tructura y más claras para la conciencia (espontánea o cienli­ religiosas de la ideología . ¿Cuál es, por tanto, la teoría marxista
rica) que las relaciones de producción mercan t il y, sobre todo, del fundamento de la religión y de las formas ideológicas pró­
que las relaciones de producción mercantil capitalista. Además, ximas?
esas relaciones de producción no capitalis tas no ofrecen base
alguna para un enmascaramiento de esas relacione!> sociales en «El /Ja;o ni\'el de progreso de las fuer7..as productivas del
relaciones de cosas . Al mismo tiempo. Marx habla de fas «más­ trabaj o y [ ... ] la natural falta de desarrollo del hombre dentro
caras» que llevan los hombres en la. sociedad feudal y, de un de su proceso material de producción de vida, y, por tanto, de
unos hombres con otros y frente a la naturaleza [ .. . ] se refleja
" ld"l/I, p . 4L
" ldcm, p. 43. 11 fden! , p . 44 .

lo.
332 Maurice Gudelier
Fetichismo. religióll y reoria general de la ideologia 333
de un modo ideal en las relaciones naturales y populares de
los antiguos:. 14. turalcza pOr\NALOGfA. E l pensamiento prim itivo piensa espon­
Nos encontramos ante una razón negativa, privativa en cier­ tánt'amente la naturaleza de forma analógica al mundo huma­
ta forma, ya que consiste en la falta de desarrollo de la domina··
no . ,:Cualcs son el contenido y la forma de esas analogias?
ción práctica de los hombres primitivos sobre la naturaleza, en RCpreSL/ltQl! las fuerzas y las realidades invisibles de la natura­
la aus("ncia de una división compleja del trabajo, en la ignoran­ leza C0l110 Sl' IETOS, es decir, como seres dotados de conciencia,
cia de los mecanIsmos profundos de la naturaleza y de la his­ de \'olunlad, que se comunican entre sí y con el hombre. La na­
toria. Y Engl'ls '·canudará esta misma explicación cuando escri­ turalcZ<l, por l'ncima de sus apari encias materiales, se puebla
ba, \'cmLitrés allos d\!spués, a Conrad Schmidt: para la conciencia de trasmundos imaginarios habitados por
sujetos ideales que person.ifican las fuerzas invisibks, los pode­
«En la base J~ estas falsas representaciones de la naturale­ res supcriores y misteriosos de la naturaleza. Las idea lidades
za, de la constitución del hombre mismo, de los espíritus, de crcaJas por el pensamiento humano se presentan, pues, como
los poderes mágicos, etc., lo más frecuente es que 110 exista un mundo coherente y orgamzado de representaciones ilusorias,
sil10 Ll1l elemellto económico negativo; el débil desarrollo cco­ mundo que domina la práctica y la conciencia humanas . «En las
nómico del período histórico tiene como complemellto, pero regiones nebulosas del mundo de la religión [ .. . ] los produc­
también , acá y allá , por condición e incluso por causa, las re­ tos de la mente humana semejall seres dotados de vida propia,
presentaciones falsas de la naturaleza. Y, aunque la necesidad de existencia indepe/1die/zte, y relaciolZados entre sí y con los
económica haya sido el principal resorte del progreso en el co­ hombree.;» 16.
nocimiento de la naturaleza y lo siga siendo cada vez más, seria Así pues, para Marx el pensa miento primitivo (en estado sal­
una pedantería intentar buscar causas económicas a toda esta vaje, diría Lévi-Slrauss) ha pensado la na turaleza a tribuyendo
estupidez primitiva» 15. a las realidades imi si hks que la rucb lan Jos atriblltos del hom­
Lo que, ·por tanto, descartan Marx y Engels es una explica­ bre: conciencia, voluntad e incluso corpore idad . Por tanto, es­
ción mecánica, un determinismo económico somero de la apa­ pon táneamente, inconscientemente, el pensamiento humano
rición de las formas religiosas de la ideología. Es preciso, pues, construye 1lI1 duplicado ideal, il1lagilzario, del mU/ldo Iwmano, de
buscar una explicación general y determinar exactamente cuál la sociedad , poblado por personajes fant ástICOS que represen­
es el efecto positivo en la vida y en la conciencia social de los tan úe forma ilusoria las realidades invisibles de la naturaleza,
hombres primitivos de esta causalidad negaliva. Este efecto en los poderes superiores que regulan el orden y el curso de las
la cO/1ciellcia consiste en que la naturaleza se presellta en la cosas.
práctica para el hombre primitivo -que inlcniene eficazmente «Pero la religión no es más que el reflejo fantástico, en las
de forma limitada sobre el orden y el curso de las cosas­ cabezas de los hombres, de los poderes externos que dominan
como una realidad misteriosa y superior al hombre, como po­ su existencia cotidiana : un reflejo en el cual las fuerzas terre­
tencia superior al hombre ya la sociedad. Por tanto, la cuestión nas cobran forllla de supra terrenas. En los comienzos de la his­
teórica se convierte en: ¿Cómo puede el hombre primitivo re­ toria sun las fuerzas d<: la naturult!za la!> primeras en experi­
presentarse en su conc iencia esta naturaleza, que e:ciste en la mentar CSé reflejo, para su frir luego, en la posterior evolución
prcictica y se presel1ta a su conciencia, como un dominio de po­ de lus distintos pueblos, los más complejos y abigarrados P/O­
deres misteriosos y superiores? ccsos de persolllficaciol/ . Este proceso está documentado en de­
La respuesta de Marx y Engels es clara y -corno veremos­ tal le, por lo menos para los pueblos indogermánicos, por la
corresponde profundamente a los resultado<; de la antropología mitología comp~lrada, desde su origen en los ' ·I.!das indios» 11,
moderna de las religiones: el hombre primitIVO piensa la na­
Si se anal izan detenidamente estos textos de Mal-:\: y Engels,
" ldl!m. p . 44.
" Carla dirigida a Conrad Schmidt con fecha 7:7 de octubre de 1890,
recogida en el compeLldio Sur la Religio/I, París, Edition Sociales, 1960, ,. K . M a r~: El C(/ p ilal, c:d . cit .• libro 1, tumo 1, p . 38.
página 277. 1 1'I"!l: dril"h En \!d s , A'fll·Vii/nill/:; 1¡,,¡dllel it.in de M. Sacristán Mé\ico,
G¡ijalbo, 1964, p. 373.
334 Matlrice Codelier Fetichismo , religióll v teoría general de la ideologw 335

se puede constatar que para ellos el fundamento del carácter Al construir las realidades míticas y religiosas para repre­
[antastico de las re'presentaciones religiosas es dobk: sentarse las causas escondidas )- las fueriac; invisibles de la na­
al E l pensamiento primiti\o se n:pn:senta espontáneamente tura[cza, y al atribuirles espontáneamente una existencia (lmi­
la real idad no humana. material y no inll'ncinna l de la natura­ Zoga a la de los hombres e indepel/dienle de cUos, el pensamien­
leza como un mundo de persona~; L(Jf1~[lllye , por tanto, repre­ tu primitho hace rewstir a la relación de las cosas entre ellas
sen taciones ilusorias del mundo . «la fonna fantústica') de una ¡'elación social análoga a la Je los
b ) Espontáneamente, el pensamiento primitivo atribuye hombres cn t re sí. Al m ismo tiempo, las fuerzas invisibles al
una existencia independiente, objetiva, a idea lidades que sólo 'pl'l"soni[jcarse" se l:om icrlen en los personajes imaginarios de
ticllen exis tenc ia real en dicho pensam iento, por lo que se rc­ los mi tos y dL. las rcligio nes, y la naturaleza Se desdobla en dos
presenta el pe nsamien to mismo de forma il usoria, en una con­ mundos, sensible y suprasensib lc, el sol se presenta a la vez
ciencia falsa de s í m ismo; se aliena, pues , en sus propias re­ como astro y como dios, etcétera.
presentaciones , ya que [as percibe como ex tcriores a él. Las consecuencias fundamentales de esta representación ana­
lógica e ilusoria de la naturaleza son dobles: por una parte, la
Por tanto, espontáneamente. inconscientemente y por e l mis­
mo proceso, el pensamien to primitivo : religión, co mo posteriormente la ciencia, se presenta como un
medio y u na \'oluntad de conocer la realidad, de explica rla. es
trata el m u ndo de las cosas (y de las relaciones objctims ) e1ecir, de dar cuenta del encadenamiento de causas y .::rectos
como un mund o de pCl"SOnaS, y que rundamentan el o rden de las cosas ; por otra -en In me­
trata el mundo subjet iva de sus ideal idades rel igiosas, d ida en que represen ta esas causas hajo una forma humana, es
m íti cas, co mo una realidad obj e ti\a, independiente de l hcmbre e1ec ir, comü seres dotados de una conciencia y de un poder su­
y de su pensamiento. periores, pero análogos a los del hombre- , se presenta inme­
diatamente como un medio de acc ión sobre esOS personajes­
Vemos así por qué Marx ha insist ido en El Capila l sobre la ideales aná logo s al hombre y, por consiguien te, capaces de es­
«analogía" de las formas religiosas de la ideo logía con las re­ cuchar, de oír sus llamadas .r de responder a ellas favorable­
presentaciones espománeas del origen y de la na turaleza del mente . Por esta razón, toda represen tación rel igiosa del mundo
valo r de las mercancías. Si se toma como ejemp lo del fetichis­ es inseparable de una práctica (imaginaria) sobre el m undo: la
mo de la mercancía su [arma más desalTollada, la más comple­ de la oración , la magia, el ritual. E l mundo de lo invisible ha
ta, es decir, la forma en la que el dinero utilizado com o capital sielo poblado analóg icamente de realidades imaginarias dotadas
aparece a la conciencia espontánea, vemos que: de conCiencia, de vol u ntad y, sob,"c todo, de una eficiencia su­
«E l valor [ .. . ] se nos presenta súbitamente como una sus­ perior a la de los hombres, pero en lo fundamental análog.a a la
tancia progresiva, dotada de mot'imien tos propios ... Ha obteni­ dicacia del hombll.: cuando actúa conscien temente sobre los
do la virtud oculta y misteriosa de engendrar valor por el hecho demás y s{)bre las cosas, y por eso puede el hombre concebir la
de ser valor [ .. . ] . La mistificación se debe a la forma en cómo noción m isma de una inten'ención práctica sobre la conciencia
se realiza esta operación , y este valor PARECE E~GENDR,\I)O por y la vo luntad de esos personajes im agi narios que regulan el
cualidades secretas e inherentes al capital» 18 . mundo. El propio contenido de las representaciones religiosas
del mundo es lo que fundamenta la pdclica religiosa, lo que
«El gran mérito de la econom ía clásica consiste precisamen­ hace que la religión no Sea so lamente un sistema de representa­
te en haber disipado esta fa lsa apariencia y este engaño, esta c iones, sino tamb ién una pr{lctica que se piensa como objetiva
sustantivación y cristal ización de los distintos elementos sucia­ y n:almentc eficaz. Contra u na determinada antropología que
les de la riqueza entre sí, esta Pt:RSOl\IFICAcró'l DE LAS COSAS Y plantea arbitrariamente una diferencl:l de esencia entre magia
ESTA MATCRIALrz¡\CróN DE !.AS RI::.LAClCJNES DE PRODLCCI ÓN , esta R E" y religión , hay que reafirmar que la religión existe espontánea­
LIGIÓN de la rida diaria» 19. mente bajo una forma teórica (representación-cxplicación del
mundo) y bajo una forma práctica (acción mágica y ritual so­
lS K" "lan:. El Capital, éd. ciT., libro [, lomo l . pp. 109 110. bre lo real), por consigu iente, como medio para explicar (en­
" [de l/I, libro nI, p. 768. tiéndase bien, de manera ilusoria) y para tmnstormar (de ma­
336 Maurice Godelier Fetichismo, religión y teoría general de la ideologla. 337

n era, por supuesto, imaginaria) el mundo, para actuar sobre el zas de la naturaleza cobran así atributos sociales, se convierten
orden del universo. en representantes de poderes históricos» 20.
Por tanto, por su origen y por su contenido, la religión es A partir de entonces, se alcanza una nueva etapa del pensa­
representación espontánea e ilusoria del mundo, pero una re­ miento religioso que aboca en la divinización de las propias
presentación de Lal naturaleza que, por su propio contenido, relaciones sociales en la persona de los que dominan la socie­
desde el inLerior de sí misma exige y funda una práctica que le dad; divinización de los reyes, de los sacerdotes, etc. Más allá
corresponde. de esta época histórica, que correspondería a la larga transi­
Habría que extender este análisis y mostrar que la religión ción que va desde las sociedades primitivas sin clases hasta las
no es solamente acción sobre el mundo, sino tamb ién «acción primeras formas de sociedades de clases, Marx y Engels indi­
sobre sí». Por ejemplo, todo ri lual , toda práctica mágica se can que otras mutaciones de la religión la transformarán de
acompaña de alguna restricción o prohibición que pesa sobre el politeísta en monoteísta, por ejemplo, en el cristianismo, o en
oficiante y/o el público. Toda acción religiosa sobre el mundo, el Islam 21; pero nuestra intención no consiste en analizar las
sobre las fue rzas secretas que dirigen el mundo, imp lica y utiliza
una acción del hombre sobre sí mismo para comunicar con esas lO Marx, en El Capiral, relaciona expUcilamente las formas que :ldoptó
fuerzas, alcanzarlas, hacerse oír y obedecer por ellas. El poder el cristianismo en su origen con el desarrollo inmenso del intercambio
mágico se paga con alguna restricción (alimenticia, sexual o de comercial en la antigüedad mediterránea . La aparició n y la dominación
otra clase), con alguna constricción sobre el homb re . El rever­ del modo de producción capitalista, la forma más desan"OUada de pro­
ducción mercantil, han conmovido de nuevo al cristianismo con la apari­
so de un poder es un deber. El tabú, la prohibición, la constric-' ción de sus formas «burguesas»: ~ Pard una sociedad de productores de
ción no son restricciones, sino acumuJación de poder. mercancías , cuyo régimen social de producción consiste en comportarse
respecto a sus productos como mercancías, es dedr, como valor~s, y en
relacionar sus trabajos privados, revestidos de esta forma material, como
A partir de este anál isis, se podrían situar y explicar todas modalidades del mismo trabajo lIumano, la forma de religjón más ade­
las tesis de Marx y Engels sobre la historia de las religiones, cuada es, indudablemente, el cristianismo, con su culto del hombre abs­
porque la ideología religiosa, como toda ideología, producto in­ tracto, sobre todo en su modalidad burguesa, bajo la forma de protes·
consciente de las relaciones del hombre con la naturaleza y con­ tantismo, deísmo. etc.» (El Capital, 1, pp . 43-44); Y Engels completaba
este análisis en el .4J1ti·Dii1tr;~lg. declarando: ",A un nivel evolutivo aun
sigo mismo, evoluciona con la evolución de esas relaciones . El superior, todos los atributos naturales y sociales de los muchos dioses se
sen tido general de esta evolución, segú n Marx y Engcls, es el I. ransriercn a un único Dios omnipotente, el cual no es a su vez sino el
siguiente: en la sociedad primitiva, las formas de desigualdad reflejo del hombre abstrac to. Así nació el monotelsmo, el cual fue his·
están en el origen poco desarrolladas; s610 existe desigualdad tóricamente el último producto de la tard(a filosofía vulgar griega y hall6
entre el hombre y la mujer y entre las generaciones. A medida su encarnación en el Dios exclusivamente nacional judío Yahvé. En esta
forma cómoda, manejable y adaptable a todo, la religión puede subsistir
que la sociedad se jerarquiza, que se constituyen pODeRES so­ como forma inmediata -es decir, sentimental- del comportami.:nto del
ciales y aparecen sociedades de clases y de castas, así como el lIombre respecto de las fuer:as ajenas, natu,.ales y sociales, que le do­
Estado, a medida, pues, que la sociedad se «oscurece», PIERDB mÚlan, y ello mientras los hombres estén bajo el dominio de dichas fuer­
EL CONTROL DIRECTO de sí misma, control que aún posee en el
zas. Pero hemos visto ....a rias veces que en la actual sociedad burguesa
los hombres están dominados, corno por un poder ajeno, por las relacio­
nivel de las formas primitivas de la organización social, la ideo­ nes económicas que han creado ellos mismos y por los medios de pro­
logía se apodera de esos poderes sociales y les confiere los ducción que ellos mismos han producido. El fundamento real de la acción
atributos sobrenaturales que iruncrnoria lmente se atribulan refleja religiosa sigue, pI/es, el! pie, y con él el reflejo religioso mismo»
a las fuerzas de la naturaleza. (AlIti·Diillri/lg, ed. cit., p. 314). Sin embargo, no se puede olvidar que, en
relación con las condiciones precisas de la aparición del cristianümo, En­
gels escribIa: -Ha nacido de una forma que se nos escapa por completo..
«Pero pronto entran en acción, junto a las fuerzas de la na­ (Apocalipsis, p. 204). Posteriormente, gradas a los trubajos de i'1vcstiga­
turaleza , también las fuerzas sociales, fuerzas que se enfrentan ción arqueológica lle\'ados a cabo en Palestina y al descubrimiento de
al principio al hombre como tan extra izas e irzexplicables como los manuscritos del mar Muerto, se han podido dar algunos pasos.
las de la naturaleza, y que le dominan aparenteme'1te con la " Efectivamente, habría que comparar las observaciones de Engels
sobre el papel de la fi!oso[(a cristiana y de la Iglesia en el desarrollo
misma ~lecesidad na.tural que éstas. Las formaciones fantásticas del modo de producción feudal con el ideal medieval del Islam como leo­
en las que al principio se reilejaron sólo las misteriosas fuer- cracia lruca, sin auténtico clero, como aplicación integral de la ley reU·
338 Maurice Godelier Fetichismo, religión y teoría general de la ideología 339
concepciones de Marx sobre la historia de las religiones, sino «el ser tribal imaginario que es el dios ... Además de [armar
en explicar eL contenido esencial de sus hipótesis sobre la na­ parte de su comunidad de origen, el acceso a las condiciones
turaleza y los fundamentos de la conciencia ideológica en ge­ materiales de existencia pasa «por la mediación de su ser, en
neral. tanlo que miembro de un Estado, por el ser del Estado, y, en
Uno de los puntos más importantes de esas tesis de !vh..rx consecuencia, por una premisa considerada como divi!1a» . En
estriba en subrayar que la ideología religiosa es la forma domi­ esos textos, que da[an de 1857. Marx nos proporciona esta vez
Plal1te de la ideología espontánea de los pueblos primitivos y un ejemplo de representación «ilusor ia », religiosa, no ya de
continúa siéndolo en la mayoría de las etapas ulteriores del des­ fuerzas desconocidas de la na! uraleza, sino de las condiciones
arro ll o hi stórico, incluso la <.:apitalista. desconocidas de la aparición de las diversas sociedades primi­
Por ejemplo, e n el célebre texto de las Formen, Marx escri­ tivas «espontáneas», )' luego, cuanJo su rgen las cIases dominan­
be que para los hombres primitivos «el c uerpo común natural tes y el Estado, de la «sacralización» , de la «divinización » de
(al que indist intamente llama comunidad tribal espontánea y esas nuevas fuerzas sociales n.
horda) no se presenta COIIIO la cOI/secuencia, sino como la COI1­ En definitiva, lo que Marx y Engels afirman es que, para la
dición prev ia para la apropiación colectÍva (temporal) y el uso humanidad primitiva, la naturaleza y la sociedad revisten es­
del suelo [ ... J » y que la existencia y el formar parte de una co­ pOlztdneal/lente formas «fan tásticas, misticas», en una palabra,
munidad son «e l primer requisit o previo para la apropiación de SAGRADAS. El papel fundamental de la ideología r eligiosa en el
las condiciones objetivas de vida y para la actividad que la re­ desarroll o de las formas de conciencia y de lucha polí ticas en­
p roduce y le da expres ión material o que la objetiva [vergegen­ cuentra así su esclarecimiento teórico. Por esta razón, Marx y
sandlichenden] (la actividad como pastores, cazaclores, agricul­ Engels han insistido tanto en el papel politico de las herejías
tores, etc.)>>. Añade que estos presupuestos «no son producto del religiosas y en las formas religiosas de la lucha política. En las
t rabajo. sino que se preselllan como sus condiciones pre\ ias na~ sociedades precapitaljstas : «Para poder llegar a las con d icio­
turales O divillas» 22. En eSle caso, Marx muestra explícilamen le nes socia les existelltes, había que despojarlas de su CARÁCTER.
que no son sólo los poderes superiores de la naturaleza los que SAGRADO» 24 .
se reflejan de forma ilusoria en la conciencia r eligiosa espontá~ Habría que añad ir «para reemplazarlo por otro», es decir,
nea de los primitivos, sino también sus condiciones sociales de por otro contenido sagrado, el de una religión subversiva, de
existencia. es decir, la necesar ia pertenencia a una comunidad una «her ejía».
cuyas condicio nes de apar ición con linúan siendo ignoradas. (Nos Por esta razón, para Marx:
encon tramos aquí con lo que la antropología denomina llÚtos
de origen de las sociedades, de las tribus, de los clanes, etc.) «La diferencia entre (la Revolución francesa) y todas las
Con la aparición de las clases y de las formaciones primiti­ precedentes consiste precisamente en que se ha logrado por
vas del Estado (del lipa del «despotismo» oriental) y sobre la fin d ilucidar el mis terio de ese proceso histórico de traslroca­
base del modo de producción «asiático», el acceso práctico para
el individuo a las condiciones ele la producción (por ejemplo, 2J Véase Engels: «En todos los pcríodos anteriores [a la época moder­

a la tierra) no depende solamente de la pertenencia del indi\'i~ na] la investigación' de las causas motrices de la hjslori~1 era casi im­
pusible a caUSa del intrincamienlo y del carácter enmascarado de las re·
duo a su comunidad Local. ni siquiera tribal, sino también a una laciones y de su s efectos», en Sflr la ReligioH, cd . cil ., p . 252.
comunidad superior, el Estado, person ificado ya sea de forma " Ver el articu lo de F. Engcls, _Las guerras campt.?sinw; en Alemania.,
real en la persona del soberano, ya sea de forma imaginaria en publicado en la Nueva Gacela Re,w,ta en 1850' ~Es cvidente que todo
ataque general con tra el feudalismo debía primeramente dirigirse contra
la ]g!esia, y que todas las doctrinas n:volucionarias, sociales y poüLicas
giosa. del SlIari-a, a la organización política y social . Varias veces a lo debían ser, en p¡-jmer lugar. herejías teológicas-o Grijalbo, M':xico, 197],
tar!!o de la historia se ha in tentado gobem(U' una sociedad y un Estado página 53.
sólo ~' on el SIJari-a musulmán Y. sin insistir en el caso de la Arabia Saudi· Desde esta perspectiva hab ría que analizar las condiciones de nacimien­
tao país de cstruCI uras arcaica~. basta citar el caso de Pakistán . país nuevo to del conrucianismo . rdigión oficial de China. o del hindui~mo y el budis­
que ha pretendido construirse sobre los fundamento del Tslam. mo. quc :>c reparticron los con tinentes hindú e indochino a lo largo de!
K . .'Vtarx: • Formaciones económicas precapi talistas», en Godelier-Marx­ de:;arrollo dt,; las sociedades dt,; castas y de clases posteriores a las inva­
Engels. El modo de producción asiático, Eudecor, Córdoba, 1966. p. 4. siones anas de la India.

L
340 MaL/rice Godelier Fetichismo, religión y teoría general de la ideología 341

miento y se rechaza en consecuencia toda reUgión, en lugar de balmente como una sociedad análoga a la del hombre o, al me­
nos, análoga a la red de las relacioltes sociales intencionales
SUBLIMAR una vez más ese proceso práctico «exterior» bajo la
forma trascendente de una nueva religión» 25. que existen entre los J/Ombres, por tanto, análoga a la sociedad
humana reducida a la red de relaciones que pasan por la con­
Antes de concluir, volveremos sobre los punlos esenciales ciencia de los sujetos que la constituyen.
de nuestro análisis para llevarlo más lejos. Si d efinimos la ideo­ En esta perspectiva pueden comprenderse dos hechos ana­
logia como el campo de las representaciones ilusorias de lo real lizados por la an tropología moderna:
y si consideramos que la religión ha sido, a Jo largo del desarro­ .ru Debido a que el pensamiento primitivo piensa por ana- \
llo de la humanidad, la (onna dominante de ideología en e l seno logía, toda la lógica de los mitos, como ha demostrado .ClaUde
de las sociedades sin clases y de las primeras formas de socie­ Lévi-SLraUSS, es una lógica de la metáfora y de la metonim ia,
dades de clases, nuestros resultados permiten dar un paso hacia es decir, se basa en las dos formas más importantes de la ana­
una teoría general de la ideología, y de u n modo más inmedia­ logía.
to, evaluar de manera crí tica el alcance de los trabajos de Clau­ Además, como las causas que se imaginan para explicar el
de Lévi-Strauss sobre El perzsamiento salvaje y las Mito lógicas. orden del mundo son representadas por «personajes» sobre­
Hay que partir del hecho de que, sobre la b ase del débil humanos, la mitología se despliega como un relato, un teatro
desarrollo de las fuerzas productivas que caracteriza a las so­ en el que están contenidos y empleados todos los géneros li­
ciedades primitivas, el control de la naturaleza por el hombre terarios: drama, epopeya, comedia, poesía... Al estar construi­
es muy limitado y las estructuras de la vida social son relativa­ do por analogía, el mundo mitico-religioso representa el mundo,
mente simples. En estas condiciones, la naturaleza sólo p uede en el sentido teatral de «dar una repr esentación», y esto corres­
aparecer en la conciencia como dominio de fuerzas superiores ponde al concepto de Marx de Darstelltll1g, concepto que Marx
al hombre que, a la vez, hay que representarse, explicar y es­ utiliza para designar las representaciones ilusorias, espontáneas
forzarse en controlar. E l fundamento de esta apariencia de la de las relaciones económicas y sociales en la conciencia de los
naturaleza en la conciencia se encuentra, pues, en el ex terior de agentes económicos que son los soportes de esas relaciones so­
la conciencia. Es objetivo y no subjetivo. Se apoya y expresa ciales.
en un determinado tipo de relaciones sociales de los hombres .Jzl Dado que el pensamiento primitivo piensa por analo- I
entre sí y con la naturaleza. gia, religión y magia son lógica y prácticamente inseparables, y
¿Cómo se representa el pensauüento espontáneamente esas constituyen formas fundamentales y complementarias de eXPli- ¡
realidades inv is ibles, pero superiores al hombre? Por ANALOGJA. cación (ilusoria) y de transformación (imaginaria) del mundo.
La analogía es el principio general que organiza la representa­ Pero la relación sociedad primitiva-pensamiento mitico es .
ción del mundo en y por el pensamiento primitivo. Lo que quie­ aún mucho más íntima. Hay que mencionar aqui como aporta­
re decir que el pensamiento se representa el mundo no humano ción de extrema importancia teórica el resultado alcanz.'ldo por
(naturaleza) o las causas ocultas del mundo humano (historia) Claude Lévi-Strauss en las Mitológicas, cuando muestra que las
analógicamente a las relaciones de los hombres entre sí. Las relaciones de parentesco constituyen la armadura, el esquema
causas ocultas, las fuerzas invisibles que reguJan el curso del sociológico de organización del mundo mltico. Todos los relalos
mundo se representan como personajes sobrehumanos, es de-­ mÍlicos que «explican» e l origen del fuego, del agua, de los
cir, como seres dotados de conciencia y vol untad , de poder y alimentos, de la cocina, del hombre, de los animales, de las es­
autoridad, por consiguiente, análogos a los hombres, pero dife­ trellas , de la muerte, etc., describen las aventuras de personajes
rentes en la medida en que hacen lo qu.e el hombre 1'10 pu.ede sobrehumanos que mantienen entre sí las relaciones d e padres
1lacer, en que son superiores a los hombres. Esos personajes e hijos, de hermanos y hermanas, de dadores y tomadores de
forman una sociedad ideal y mantienen relaciones entre sí y mujeres, de marido y esposa, de primogénitos y segundones,
con la sociedad humana. El mundo invisible es concebido glo­ y que viven todos los conflictos de esas relaciones de paren­
tesco.
u Reseña en La Gaceta Re~lal1a del libro de G. F. Daumer, La religiO/l Ahora bien, en la mayor parte de las sociedades primitivas,
de l'ere lIollvelle-Essai de tO/ldcmellt combtnatoire et aplwristique, llam­
burgo, 1850, 3 \'ols. ef. SlLr la Religiml, p. 94. las relaciones de parentesco constituyen objetivamente la es­
342 Mal/rice Godelier Fet icllis 111 o , religiólt y teoría gerleral de la ideología 343

tructura dominante de las relaciones sociales, el esquema esen­ cisamente un papel dominante en la vida social. (EFECTO EN la
cial de la organización de la sociedad. Por tanto, existe una re­ conciencia de la estructura social.)
[ación de íntima correspondencia cntre el papel objetivamente En la intersección de la red de los efectos erz la conciencia
dominante de las relaciones de parentesco en la vida social y su de la<; relaciones de los hombres entre si y con la naturaleza y
papel de armadura sociológica del mundo ideal de los mitos. de lus erec tos de la conciencia sobre s u contenido, al que p iensa
Ahora bien, ese papel de esquema socio lógico de los un iver­ por analogía con las relaciones visibles e intencionales de Jos
sos míticos no puede deducirse ni de la ~1Qturaleza ni de los hombres en sociedad, se cons truven inconsciente '1/ consciente­
principios formales del petlsamiento. Sólo puede extraerse del mente las formas y los contenidos de la conciencia mítico-re­
propio con tenido de las relaciones sociales de las sociedades ligiosa del mundo, de las representaciones ideológicas del mun ­
primitivas. Tiene, pues, su fundamento en la sociedad en una do . Es ta construcción es un proceso objetivo y en lo esencial
etapa determinada de su desarrollo h istórico. inconsciente, aunque la conciencia actúe sin cesar sobre los
En definitiva - y tal vez se encuentran aquí las premisas mito::; y los ritos, re modelándolos y transformándolos. En este
de una teoría marxista de la conciencia mítico-religiosa- , se fundamento inconscie nte se encuentra , en n uestra opinión, la
pueden distinguir dos com ponentes de es ta concien ci a, dos con­ razón de que ningu na información sobre el proceso real de la
diciones de posibilidad de su génesis y de su conteni do. génesis de los mitos pueda ser proporcionada por los propios
1) Un efecto EN la conciencia de un determinado tipo de primitivos. Es te proceso sólo puede ser descub ierto y recons­
r elaciones sociales y de relaciones con la naturaleza que tienen truido por el análisis científico.
como funda m en to el débil desarrollo de las fuerzas productivas. Al llegar a este punto, se plantea la cuestión fundamental
¿En qué consiste el efecto en la concie ncia de esta causa ne­ de la diferencia y la relación entre pensamiento mítico, pensa­
gativa? En primer lugar, en que el dominio de las fuer zas de la miento fi losófico y pensamiento científico . Abordaremos este
naturaleza y de la sociedad que el hombre no controla se le análi s is ul teriormente, pero ya podemos esbozar la problemáti­
presenta como un dominio de poderes superiores al h ombre. ca que sugiere nuestro análisis.
Es éste un hecho objetivo, y el fundamento de esta representa­ Fundamen talmente, esas tres formas de pensamiento res­
ción existe, pues, fuera de la conciencia, en la realidad ob­ pon den a la m ism a necesidad , a la misma intención de explicar
jetiva. el mundo, de descubrir las causas de los fenómenos y sus r e­
Pero este efecto en la conciencia 110 crea por sí solo un fan­ laciones. La causalidad, en el campo del pensamiento m ítico,
tasma, u na representación iluso ria. Para que la representación viene represen lada por la acción de personajes imaginarios que
de las fuerzas y causas imisibles se tr an sforme en fantasma , se son la imagen a umen tada de los hombres y que actúan en el
precisa una condición suplemen tarja, la intervención de o tro seno de una sociedad reducida a las relaciones intencionales y
mecan ismo, cuyo fundamento reside en el propio hombre . recíprocas de los individuos y organizada según esquem as que
2) Este otro mecanismo lo designaremos como un efecto reproducen los esquemas reales de la vida social. Ahora bien,
DE la condencia SOBRE sí m isma. con el pensamiento fil osófico y, sobre todo, con el pensamiento
Entendemos por esto el hecho de que el h ombre, espontá­ cient ífico (ya que el pensamiento filosófico prolonga el pensa­
neamente, se representa el mundo, la causalidad en los niveles miento mítico al mismo tiem po que lo sustituye), parece que
invisibles de la naturaleza y de la sociedad analógicame nte a su la humanidad ha borrado poco a poco esas representaciones
propia experiencia de ser consciente, dotado de voluntad, que pobladas «de intenciones» para descu brir causalidades anóni­
actúa intencionalmente sobre los otros y sobre sí mismo. mas y no intencionales.
Espontáneamente, es decir, inconsciente y co nscien tem ente Los progresos de la filosofía y de la ciencia han consistido
a 10. vez, el pensamiento humano da a los efectos en la concien­ en borral- poco a poco de la faz de las cosas esa red de in ten­
cia de las relaciones de los hombres con la naturaleza y entre ciones que el hombre, espontáneamente, les había atribuido a
si un sentido y una forma por referencia a las categorías de la imagen de su propio mundo, en destruir, trozo por trozo, [rag­
practica humana consciente y , má s profundamente, a l utilizar mento tras fragmento, las representaciones inmginarias que
como esquema organizador del mundo imaginario de los mitos atribuven a las cosas la coherencia o la incoherencia de un sis­
el esquema de las relaciones de parentesco que desempeñan pre- tema de intenciones, para sustituirlas por la representación de
344 MaL/rice Godelier 345
Fetichismo, religión y teoría general de la ideología
relaciones no intencionales entre las cosas y entre los hombres. las conJicioncs de la vida diaria , laboriosa y acti\'a, representen
La diferencia cn tre la causalidad tal y como la concibe el pen­ para los hombres relaciones claras y racionales entre sí y res­
samiento mltico y la causalidad en tanto qUe categoría filosó­ pecto a la naturaleza» l7. Esto no quiere decir que todo lo in­
fica o concepto científico consiste en que, gracias a esas ide~li­ conscientc, desconocido u opaco desaparecerá de la vida social
dadl..'S de nuevo tipo, las relaciones no intencionales que existen y de la vida de cada individuo, sino que, en la práctica, el hom­
en la na lllraleza y en la sociedad han podido comprenderse y bre ya nunca estará. sometido a poderes sociales que lo alienan
representarse mejor.
ni yerá :va en las partes desconocidas de la naturaleza un mis­
Por esta razón, Aristóteles excluía de la filosofta las antiguas terio o una amenaza_
formas míticas de representación del mundo cuando afirmaba
en [,a Metaflsica (B . 4) : «Aque llos que (en filosofía) se valen
del mito son indignos de que nus ocupemos de dios seria­
mente .»
Exclusión que Hegel, dos mil años más tarde, rctomaba por
cuent" propia al arirmar qllt: "el mIto en genem l no es un me­
dío ackcuado para la expres ión del pensamiento» (en LeCCIOnes
sobre la Historia de la filosofía) .
En rcalidad -aunque esto desborda el marco de este ca pí­
lulo- habría que demostrar Jo que, en el seno de la filosofía
especulativa, con s tituye representaciones ilusorias de lo real , de
un tipo diferente de las del pensamiento mítico, pero que de­
pcnden igualmente de una conciencia ideológica de la realidad .
En cunclus ión, si C~ este el fundamento inconsciente y ne­
cesario de las formas religiosas de la ideología, se comprende
por qué Marx ha criticado las teorías materialistas del si­
glo XVTTl que pretendían ver en la religión sólo el producto de
impostores, e l resul lado de un complo t de los sacerdotes 16 .
Tambi~n se compre nde por qué la religión, ligada desde el in­
terior, y por mecanismos inconscientes, a relaciones sociales de­
erminadas no puede se¡- suprimida por decreto de la concien­
cia científica o poli lica . Así como, ra¡-a que desaparezca el fe­
tichismo de la mercanCla, tienen que desaparecer todas las
formas de producción mercantil , igualmente «cl refle;o religio­
so del mundo r~al sólo podrá desaparecer por siempre cuando

26 Véase. por ejemplu, Condorn't: F<cJuisse e/'/III taMeall his/oriqlle des


Progri;s tic l 'E~pU1 r Ilt/main (Esbozo de 1111 cuadro lIis/ó rico tie los progre­
sas de la espcran;;a 111111/mlel) , 1795 , P:lI-is , Euilion de la Bibliothcquc Na­
tionak, 1902, p . 37 : «E~ta tlistinc:iún (enln.' sacerdotes ~ laic0!» se encuentra
entre Jos salvaics menos civilizados , que ya llenen sus eharlalane~ y <;II~
b rujos , Es ueffiasi;.¡do gennal. se encuentra dc forma demasiado con~tan ­
te en toda~ los epocas de la ci\llización para que no tenga un runt1amcnto
en la propid na tur.lleza. Asimismo, enconl r.lmos en las facultades del
hombre ell l'SOS ('rimeros tiempos de la, sociedades la causa tle la ere­
Julidad de los primeros engañados, C0l110 igualmente la üe la grosel,1
habilidad tic lo~ pnmcros impostores.» La misma actitud se eneuentra en
Dldcrul y en otros enciclopedistas.
" K. Man:: El Capital, libro 1, p _ 44.

23
xn. HACIA UNA TEORIA MARXISTA Hacia tina teoría marxista de los hechos religiosos 347
DE LOS HECHOS RELIGIOSOS "
Lo que permanece oculto para la conciencia espontánea de
los indí\ ¡clLl US que participan en el modo de producción capita­
lista es la estructura in terna, oculta, de sus re laciones sociales.
d mecanismo de formación de la plusvalía , el hecho de que el
salario no es el equiva lente del valor creado por el obrero, de
que el beneficio es trabajo no pagado. Lo que se presenta a su
conciencia es la inversión de esLa realidad profunda, pero no
aparente. El valor, que es una relación social, se presenta como
No nos vamos a dedicar en estas pagmas a una exégesis de una propiedad de las cosas. E l carácter fantasmagórico de esta
los textos de Marx y Enge]s sobt-e ]a religión. No porque ello representación consiste . pues, en una reificación de las rela­
nos parezca inútil, sino porque creemos preferible presentar a ciones de producción y en una personificación de las cosas.
los lectores un tes timonio de la manera en que un antropólogo En resumen, la religión aparece a los ojos de Marx como un
marxista puede analizar el becho rel igioso en el seno de las so­ a<;pecto fantasmagórico de la vi da social, como u na representa- \
ciedades que estudia. ión ilusoria de las estructuras internas de las relaciones so­
Sin embargo, recordaremos brevemente las tesis de Marx cia les y de Jo. naturaleza, y como un campo en cuyo seno el
sobre la religión . Para él, la religión es un reflejo fantás tico de hombre se a liena, es decir, se representa de manera imagina­
lo real en el pensamien to de los hombres. Espontánea, incons­ r ia la rcalidad y actúa de forma iluso ria sobr e esta realidad
cien temen te, e l pensam iento primitivo trata la natu raleza como im ag inaria. Par; Marx , el pensamiento y la práctica religiosos
un mundo de personas, y el mundo subjetivo de estas reali da­ son el pro d ucto de r elaciones sociales determinadas y no pue­
des personifica das como una rcalidad ob je tiva, trascenden te, den tran s formarse si no se transforman estas relaciones. No
independiente del hombre y de su pensamiento. Ma rx insislió es . pues, la conc iencia de que se aliena, sino la realidad, q ue es
en El Capital en la analogía e ntre las formas rel igiosas de la tal que oculta a la conciencia su estructura interna. Marx no
ideología y las ideas espontáneas que los hombres se hacen elel espera, pues, la desapari ción de la religi6n gracias a una crítica
origen y de la naturaleza del valor de las mercancías . Lo que teórica, ti u na lucha de las ideas. Esta desaparición no puede sur­
Marx llamó el fetichismo de la mercancia, su carácter enigmá­ gir sino de la tra ns[onn ación de la propia sociedad y de la ins­
tico, es el hecho de que, para la conciencia espontán ea, e l valor tauración de relaciones sociales nuevas, basadas en la abolición
de las mercancías, que es el traba jo social coagulado, es decir. de la explotación de clase y la asunción , por los propios pro­
una relación entre personas, se presente como u na propiedad , duc tores, del pro ceso de producción y de la organización social.
una cualidad secreta, m isteriosa, de las COsas mismas. Todas Estas son las tesis de Marx . Sin embargo, debemos recordar
las categorías de la economia mercantil participan de este mis­ que. para d, e n lo que se refiere a l análisis cientifico y a la
mo fetichismo q ue culmina en la noción de capital, es decir, de críl ica de la religión. «quedaba todavía por hacer lo principal».
dinero que produce dinero, de valor que engendra 'nuevo valor.
la plusvalía: «es más fác il, en efecto, encon trar por medio del análisis
e l conte nido, e l núcleo terrestre de las concepciones nebulosas
«En realidad. el valor se erige aquí en sujeto de tm proceso de la r~' l i gión, que hacer ver, por el cam ino inverso, cómo las
en el que. bajo el cambio constan te de las fonnas de dinero y
mercancía, su magnitud \'aría automáticamen te, de<;prendienclo­
condit.iones de la vitla real revisten poco a poco una [onna I
etén~a" ~ .
se como p lusvalía de sí mismo como valor originario, o lo que
tan to vale , valorizál1dose a s i l/Iisl17o [ ... ]. Ha obtenido la virtud Que sepamos, pocos marxistas han emprend ido e<;la difícil
oculta y misteriosa de engendrar valor por el hecho de ser va­ \'ía teórica . Y, no obstante, este análisis es necesario si se quie­
lor. Lanza a l mundo cnas vivientes, o al menus pone huevos de re e laborar una teoría científica de las ideologías, del papel de
oro» t . las IcprL'sen(acilJnes ~ociales en la práctica social y, más pro­
ft.tndamente toclavia, una explicación científica de los mecanis­
• Publicado en la revista teOlógica [.rmlii!re el de, junio 1974.
I K . Marx. El Capital . r. F . c. E., Mcxico, pp. 109-110. lI¡idem, p . 37.
348 Flacia IIIIlL teoría /IIarxista de los llechos religiosos 349
Mal/rice Godelier

mas por los que el hombre se aliena espontáneamente en e l des­ diantc los ktminos de parentesco que designan en su lengua
arrollo de sus relaciones soc iales Vamos a dedlcar las páginas al padre , a la madre, al amigo e incluso al amante. Sin embargo,
siguientes al análisis de algunos casos de b representación y de seria un error creer que la selva es concebida por los mbllti
la práctica religiosas en el seno de algunas sociedades precapi­ como una realidad completamente distinta de ellos mismos.
talistas. P;.¡r;t l.'lIos, la selva es todu cuanto existe; los árboles. las plan­
laS, los an imaks, el sol. la [una v los propios ml'm lL Cuando un
1l1but l muere, su aliento le abandona y se confunde con el
viento, que es el aliento de la seha . Los hombres son , pNCS, una
Elegiremos, en primer lugar , el ej emp lo de los ameos park tk esta totalidad qLie existe asilllislllO como LIIIlI per­
. mbuti , cazadores-recolectores que viven en el corazan dera sO/la omnipresente :v omnipotente.
elva ecuatorial del Congo. Los mbuti estan organizados en ban­ Para resumir bre\emente las formas lIc la práctica religiosa
das de efectivos limitados (de siete a trei nta fam ilias nucleares en los mbuti, diremos que cstú presente a dos niveles y bajo
e cuatro a ci nco personas como medi a cada una), que cazan y do,; rormas. Al nivel de lo cot.id iano, en los ri tos de caza V otros
recolectan productos si lvestres en un tenitorio de fronteras de­ actos de la \'ida normal del campamento ; en circunstancias ex­
terminadas y reconocidas por las bandas vecinas. La composi­ cepcionales, ya sea para la vida del indi\'iduo o para la del gru­
ción interna de las bandas es s umamente flu ida . Siempre que­ po. Al nivel del in dividuo, están los rituales que acompañan su
da abierta a las familias la posibilidad de separarse de una nacim iento, la pubertad de las muchachas, e l matrimonio y la
banda pa r a unirse a otra, en cuyo seno encuent ren parientes o enfermedad. Al nivel de la banda, se encuentran los rituales co­
amigos d ispuestos a acogerlas. Ningún individuo en tanto que leL'ti\'os que acompañan la pubertad y la muel-te (los rituales
tal, ninguna famíJia en tanto que tal posee derechos sobre un elillla rara la pubertad y lI101illlO para la muerte). Cuando la en­
territorio . Para reproducirse materialmente han de pertenecer fcrmedad se abate de manera crónica sobre una banda, se cc­
a una banda . La banda, comunidad que asocia de manera tem ­ lebra «un pequeño ritua l lIlolill/o» para solicitar la benevolencia
pora l famil ias nucleares, es )a unidad social de apropiación de de la selva y su protección. Así pues . la religión es un acto co­
los medios de producción y de los recursos naturales. En el tidiano y al mismo tiempo una actividad que aparece en cada
interior de cada banda, los individuos cooperan en el proceso momento cnlico del desarrollo del individuo y de la reproduc­
de producción según las tareas reservadas a su sexo y a su ge­ civn de la banda en su co n junto , como una u n idad social 01'­
neración. No hay ningún jefe en el seno de las bandas; la auto­ gñnica.
r idad está distribuida según los sexos y las generaciones. CU31­ Vnrnos a describir brevemente en qué consiste el ri tual más
quier individuo que trate de transformar s u prestigio en poder importante de la vida rdigiosa tle lo'i m b uti. el ritual molilllo
es criticado y puesto en ridículo. La caza se practica CO/l la ayu­ en honor de la muerte de un adul to respetado. Consiste, en pri­
da ele redes que se colocan juntas y son de la propiedad de mer lugar. cn una intensillcación de la caza, de la \'ida economi­
cada cazador. Las mujeres y los adolescentes ojea n las piezas ca. Se capturan más piezas de caza que de ordinario, la reci­
de caza hacia las redes. El producto de la caza es repartido en­ procidad en lo!> repartos es más intensa. La comida de la tar de
tre todos los miembros de la banda; los productos de la reco­ Sl' Irano,rurma e n ft::st lll VeS sl'¡:ruitla de danlas y cantos cspl!cialcs
lección se vuelven a distribuir en el seno de la fami lia nuclear. l'n honor de la selva. Estos cantos son una llamada a la se/ya
Todas las mañanas, en el momento de su paliida para la para que vcnga a visita r a sus hijos. Por la mañana, los jóvenes
caza, los pigmeos encienden a l pi e de un árbol un fuego en ho­ penctran en el campamento llevando trompetas con las que
nor de la selva. Pasan por delante de este fuego en el momento l'miten ~l)ll id os que son la «voz» de la sdva. que responde de
en que nbandonan el campamento, y a menudo dir igen un cán­ este modo a la llamada Je sus hijos y viene a úsitarIos, Cual­
tico a la selva para que les envíe la caza. Por la larde, al re­ quie r hombre que sea sorprendido durmiendo a la llegada de
greso, el producto de la caza es dis tribuido al p ie de este árbol la voz de la seh'" es desterrado, desnudo y sin armas, por haber
y se dedictl entonces un canto de gratitud a la selva por su be­ interrumpido la comunión de los hombres con la selva.
ne,'olcncia. La selva es, pues, para los pigmeos, una di\'inidad Entre los mbuti no hay sacerdotes. Cada cual es sacerdo te
omnipresente, omnisciente y omnipotente. Se dirigen a ella me- y fiel, y lOdos reconocen su dependencia común respecto de la
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Mallrice Godelier Ilacia t/l1a teoría marxista de [os ¡¡echos religiosos 351
selva, Si reflexionamos sobre esta práctica religiosa. vemos que
nos parece que consiste en esta articulaci6n oculta de las rcia­
consiste en una acción positiva de los mbuti sobre su rea li dad
dones sociales y de las condiciones de reproducción del siste­
socia l. Al cazar más, a l dis tribuir más piezas de caza, inlensifi­
ma social en el seno de un medio natural determinado , al me­
can su solidaridad v fortalecen la unión de 10$ miembros d{! la
nos, en la representación de esta articulaciun, que I.!S inmanente
banda; actúan sohr~ los conflictos que se acumulan en la \'ida co­
al sistema, bajo la forma de una causa trascendente a la socie­
t idiana; actúan , pucs , realmellte , al mismo tiempo que simbólica­
dad, y esta articu lación, qlle es WIa realidad 110 inte1lcio1lal, es
ml..nll: ~()brc la s cOl1tradi~'ci()nl's de sus relacioneo; soc iales sin po­
representada bajo la [arma de una causa dOlada ele concienda,
der realmente expulsartas; amplifican todos los rasgos PO<;ili\'Os
de voluntad y de intenciÓn. Es decir,. ba,io la forma de UDa rea­
de su \ ida ~C!c i;¡l ,\ hacen enlrar e n juego, en es ta practica reli­
lidad an tropomórfica, de un dios.
gioso, todos lo,; ¡l"peclO,> elc s u orga nización <;ocia l, Desde un
¿ En qué consiste, pues, aquí la a lienación religiosa? En que
cierto punto d~ \ ista, la práctica religiosa constituye la c u lmi­
lo inmanente es representado bajo la forma de una realidad
nación de rodas la,; prácticas políticas que actúan sobre las con­
trascendente, lo no intencional ba jo la [arma de una causalidad
tradil'c i(lne~ de l siskma , El r i tual. que comienza con lo Jeses­
intencional, lo no humano bajo 'una fom1a ampliada, bajo la
peración por la muerte de un adulto, termina en la exaltación
forma de un ser omnipresente, omnipotente, omn iscien te, es
posit iva de la unión de todos los mbuti entre sí v con la selva.
decir, que disfruta al máximo ele todos los atributos del hombre. r
Los mbuti no cck:bran el ritua l 7I1olil/lo en tanto que individuos
ni en tanto que r<lnl ilias pa r-ticulares, ni siquiera en tanto que A partir de este l'jemp lo, querríamos sugerir las transforma­
ciones profundas del hecho religioso que acompañan al des­
miembros de una banda loca l determinada, sino en tan tu que
mbuti. es decir, en tanto q ue hombres que practican un cierto arrollo de las clases sociales y a la aparición del Estado. Ya en
género de vida en una naturaleza determinada. el seno de otras sociedades de cazado res-recolectores se ,'e apa­
recer un personaje, el chamán, que monopoliza las condiciones
Ahora bien, si reflexionamos sobre loe; componentes de esta
de acceso a lo divino, que puede actuar mejor que cualquier
práctica religiosa, "emos que constituye una prác t ica a la vez
real y simból ica sobre las condiciones ele reproducción reales otro hombre sobre las condiciones imaginarias de reproducción
e imaginarias de su sistema social. Pero, al mismo t iempo, se del sistema, que trae la lluvia cuando falta , la caza cuando es
Id'
opera un fenómeno de inversión: al cazar más intensamente. al escasa. etc. Este hombre dis [nt ta de una posición superior a
dis trib uir mayor cantidad de productos de caza, al comulgar en los demás, ha comenzado a penetrar en el espacio que separa
la danza, el canto y la emoción muc;ica l y est~tica , los mbu ti ac­ a los hombres de los dioses y se encuentra ya un poco por en­
túan realmente sobre sí mismos, imaginándose que esa nueva cima de aquéllos porque está un poco más cerca de ~slos. Está
unidad es el producto, el efecto de la presencia más próxima, ya por encima del común de los mortales porque éstos se re­
de la benevolencia más act iva Je la <,c h'u. Quizú estama,> aquí conocen en un estado de dependencia común (rente a él. Ahora
e n presencia de un ejemplo de lo que Marx en tendia por el me­ bien, sabemos que el reverso de una depen dencia es u na obliga­
canismo de la «cáma ra Oscura" de las representaciones ideo­ ción. Con el chamán vemos así aparecer, entre los eskimo, por
lógicas . ejemplo, el personaje del «sacerdote" con funciones especi::t­
!izadas en la intervención anle las potencias sobrenaturales que
En el seno de las representaciones religiosas, las causas rea­
les se sustituyen por causas imaginarias. O, a l menos, las callsas controlan las condiciones de reproducción de la n aturaleza y
reales se convierten en los efectos de causas imaginarias, tras­ de la cultura. Este sacerdote recibe, a cambio de sus servicios,
cendentes y personificadas por' un ser omnipresente, al que los algunos rega los, una parte suplementaria de la caza, etc. Vemos
hombres deben todo M I reconocimien to y amor. Y si. a l dia si­ aparecer de este modo los primeros elementos de un sobretra­
gu ien te, la caza es igualmente buena o inclu ... o m.:jof, es una baio des tinado a asegurar las condiciones de existencia de un
prueba adiciona l de que la se lva está cerca de ellos, atenta a especialis ta del ritual que, en algunos casos, deja de ser un pro­
satisfacerles . No hay, pues, duda alguna que pueda quebrar la ductor diJ-ecto . Una desigualdad económica, religiosa, política y
ev idencia de la fe. Hay una circularidad de la conciencia re­ simbólica se esboza en el seno de estas comunidades primi­
ligiosa_ tivas.
En definitiva, la materia prima de lo divino, de lo sagrado, Si tomamos otro ejemplo, el de los indios pa'''llee, wichita
y otros grupos caddoans que vivían en grandes poblados seden­
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352 Mal/rice Godeliu Hacia tilla teoría marxi5ta de los ¡lec/lOS religiosos 353

tarios a lo largo del valle del Mississippi antes de la llegada de armadura iUlerna de estas mismas relaciones. A partir del mo-,
los blanco~ a América del Norte, podernos constalar un desarro­ mento en que cada individuo, así como cada comunidad local ,
llo mu\.ho más acusado de las desigualdades politicas y religio­ pensaba que debía sus cond icion es de existencia, la fertilidad
sas. El jefe e<; el que hereda , por lmea matrilateral, un paquete de las mujeres y de los campos, al poder sobrenatural del Inca,
mágico . una p icl de antllope que contiene algunos dientes y los individuos y las comunidades SI! sentían bajo su dependen­
otros obje tos sag¡·ados. ESle paquete tiene la propiedad de ase­ cia y en la obligación de proporcionarle trabajo y productos.
gurar la fer tilidad de los campos y del maíz y de controlar el a la vez paro. celebrar su gloria y su realidad trascendente y
retorno anual de los bison tes en la estación del verano. El jefe para devolverle una parte de todo aquello que et Inca, de ma­
es, pues, el propietario de los talismanc!' que aseguran la in ter­ nera para nosotros simbólica e imaginaria, hacía por la repro­
vención de las potencias sobrenaturales para el bienestar gene­ ducción y la prosperidad de lodos. La religión funcionaba, pues,
ral de la comunidad. Según la tradición, si el paquete llegaba a aqui, en el interior, como relación de producción, y ello deter­
ser robado o destruido, toda la tribu debía dividirse, desme m­ minaba el tipo de información del que disponían los miembros
brarse, borrarse y desaparecer en tanto que sociedad. Cada cual tic la sociedad inca sobre las condiciones de funcionamiento y
había de ir a incorporarse a o tros grupos. Vemos aquí que la de reproducción de su sistema. A su vez, este tipo de informa­
ideología religiosa funciona Como fuente y legitimación de la cIón determinaba el alcance real de las acciones que los grupos
depcndencia de la gente común en relación con la aristocracia de y los indh:iduos emprendían para mantener o transformar este
los linajes de jefes y de sacerdotes. Al mismo ticmpo, vemos sistema social. Por ejemplo, ante una crisis engendrada por una
que esta dependencia es consentida, aceptada porque la ideolo­ sequía excesiva, la respuesta de los indios del Imperio inca com­
gía es compartida por los dominante;,; y los dom inados. En la re­ portaba necesariamente una intensificación de los sacriOcios
ligión se encuentra, pues, la fuente de una vio le ncia sin violenc ia , religiosos . Se quemaba una gran cantidad de tejidos preciosos
el cimiento ideal de una relación socia l de explotación del hom­ u ordinarios sobre las huacas, res idencias sagradas de los an­
bre por el hombre. Sin embargo, entre los caddoans, el. jefe era tepasados y de los dioses, se sacrificaban llamas, se derramaba
todavía el representante de los hombres ante los dioses, y la des­ cerveza de maíz . Así pues, de acuerdo con la (arma de sus re­
igualdad económica e incluso polftica permanecía lünitada. laciones sociales dominadas por una clase político-religiosa, la
Completamente diferente era la situación en tre los incas . El respuesta de Jos indios a esta:, situaciones de excepción consis­
Inca, hijo del sol, ya no es el representante de los hombres ante tia en gran parle en un inmenso I rabajo simbolico dirigido ha­
los dioses, sino de [os dioses ante los hombres. Para compren­ cia las potencias sobrenatura les de los muertos y de los dioses,
der esta transformación cualita tiva, es decir, la divinización de que consumía una amplia cantidad de los recursOs materiales
las potencias sociales, hay que tener en cuenta, por supuesto, e l y de [a fuerza de t rabajo de la que disponía la sociedad.
hecho de que la sociedad inca era una sociedad de clases y que Enumerando sucesivamente estos cuatro ejemplos --el de
la clase dominante, la de raza inca, constituía ella misma los los mbut i, e l del chamán eskimo, el del jefe pawnee y el del
cuadros del E~tado. Nos encontramos aquí ante una de las Inca hijo del sol- hemos creado un efeclo teórico de espejis­
formas antiguas de sociedad de clases, cuya base es todavía un mo. Hemos producido la impresión de que todo este desarrollo
conju nto de comun idades tlibal es. estaba va en germel1 en el seno de la sociedad de los cazadores­
Pero en este contexto \'c mos que la ideología religiosa no es recolectores mbuti, comunidades que no conocen otr as desigual­
solamente la superficie, el reflejo fantástico de las relaciones dades que la de los sexos y las generaciones. y este germen ten­
sociales. Constituye un elemenlo interno de la relación social dría necesariamente que desarrollarse, engendrando estadIOS y
de producción, (unciona como uno de Jos componentes internos formas diferentes y agravados de desigualdades sociales. En
de la relación econ6mico-politica de explotación del campesina­ realidad -seamos claros sobre este punto- el marxismo no es
do por una arislocracia detenta.dora de los poderes del Estado. el e\olucionismo y la historia no es el desarrollo de un gemlen.
Esta creencia en la eficacia sobrenatural del Inca, creencIa com­ Para comprender las formas múlLÍph!s de la e\'olución de las
partida tanto por el campesinado dominado como por la clase sociedades, así como el estatuto) el contenido cada " ez diferen­
dominante, consti luía no sólo una ideología que legi timaba a te de la religión , hay que construir una teona, espcci.fica cada
posterior¡ las relaciones de producción, sino ¡!Ha parle de la vez, de tas condiciones de aparícion de estas n'laciones sociales
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Maurice Godelier XIII. LO VISIBLE Y LO INVISIBLE
EN LOS BARUYA DE l\TUEVA GUINEA *
sobre la base de modos de producción determinados. Nos ~nCOn­
tramos, pues, ante la tarea de desarrollar una teoría de las rela­
ciones \:nLre la economía y la sociedad, una teoria tal que pueda
explicar al mismo tiempo los a<;pectos y las formas fantasmagó­
ricos que las relaciones sociales han revestido en la historia.
Esta teoría está por hacer; para volver a tomar las propias paJa­
bras de Marx, en cst~ terreno, lo principal está por hacer.
De todas maneras, esta teoria existe ya en grado suficiente
como para que un marxista sepa que la crítica de la religión no
tiene una solución última en el plano de las ideas, sino que de­
pende de la transformación práctica de las relaciones sociales. Nos proponemos analizar brevemente algunos aspectos de la
Prosiguiendo en común esta transformación es, por tanto, cama práctica mágica de los baruya, población de Nueva Guinea aus­
se establecerá la verdadera medida del valor de las teorias. traliana. Nos limitaremos a esbozar el análisis de un campo
complejo, del que sólo prelendemos sugerir los contornos y el
BIBLrOGRAFIA contenido, a la vez que mencionamos al paso algunos punlos
para la reflexión, como, por e jemplo, el problema de la rela­
GoonrER. M., «Fetichismo. religión y teoría general de la ideología en ión entre conciencia mítica y conciencia científica del m undo.
Marx., cap: XI de eSle libro..
HOUJCR, P.: The Hoe and lhe fIorse on lhe Plaills: a Study 01 Cultural
Del'eloPlIlenl
1970, 176 pp. among Norlh Americall Indians, Univ. of Ncbraska Press, 1. Los COMPONENTES DE LA PR.{CTlCA MÁGICA
MARX, K., y ENGEU, F., Sur la ReligiOll, Editions Sociales, 1960, 333 pp.
(hay trad. cas L). Sur les Sociélés Précapitalistes, Edllions Sociales, Nos fue preciso más de un año de estancia con los baruya
1970, 440 pp . Hay trad. castellana : Formacio/les ecollóm icas precapila­para conseguir que algunos de ellos nos permitieran entrar en
lisras, Ciencia Nueva, Madl'id.
TURNBUll, C.: Wayward Servall/s. Eyre-SpOlliswoode, Londres, 1966, 390
sus huertos cuando practicaban ritos mágicos con el fin de ase­
páginas. gurar la abundancia de sus cosechas. Posterionnente, nos reve­
laron las [ónnu las rilu~lles que habían murmurado en medio
de los campos, y también en esta ocasión se rodearon de precau­
ciones ex tremadas colocando, alrededor de los lugares en que
nos hadan sus confidencias, vigilantes encargados de anunciar­
nos la llegada de transeúnles que hubieran podido, sin tales
precauciones, oír algunos términos secretos.
Al comparar las informaciones que pudimos recoger, parece
que esas prácticas mágicas responden lOdas a un mismo esque­
ma que combina vanos elementos.
Estos elementos son: en ptimer Jugar. un discurso ritual. En
segu ndo lugar, la u tilizac ión de un material ritual: planlas,
piedras y pigmentos mágicos . En tercer lugar, un conjunto de
gestos que el hombre realiza para plantar las flores mágicas y

• Texto publicado en el segundo volumen de homenaje orrecido a


Andr\! G. Haudricou r t, publicado en la EditorL:l! Klincksieck, en 1972,
bajo el Ululo l..angues el Tec1miqtles-Nalure er société.
liemos suprimidú u n pasaje de este texto que proporcionaba algunos
datos sumarios sobre la sociedad de los baruya, datos que se encuentran
en el capítulo IX : . La moneda de sal y la circulación de mera.ncíill> en
los baruya de Nueva Guinea."
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Malll'ice Godelier 357
Lo ,'isi/Jle y lo invisible
depositar las piedras que ha cubierto de pigmentos. Los des­
ría de los casoS esas arañas les han echado una especie de ma­
plazamientos en el espacio están orientados , Para evitar que las
la\'cntura. La traducc ión es la siguien te:
aguas del río, que corre en el fondo del \'<lIle, arrastren cons igo
las palabras rituales hacia otras tribus o hacia los lugares don­ «Urundavewé (nombre secreto de esa variedad de arañas
de habitan los espíri tus maléficos y las a lma:, de los muertos, CUyO nombre profano es KLtlalúlIla [sigue una serie de nombres
el hombre se desplaza, cuando pronuncia las fórmulas del en­ Jc árboles del bosque bajo]). en lo alto de esos úrbole<; es tá
cantamiento, con la espalda vuelta al río y trepa por la pen­ situado vuestro alimento, antaño el 5,01 nos dio las batatas, y
diente de su huerto que, la mayoría de las veces, está en la la­ a \'osotras os dio vuestro alimento en la selva, en lo allo de los
dera de una montaña. En cua rto lugar, un conjunto de reglas árboles pallguté, pippela, ga/l{lIIié, etc. ¿Por qué venís a come­
de conducta frente a los otros y frente a !:>Í mismo. ros lo que nos ha sido reservado? iMarchaos!»
Analizaremos rápidamente dos de esos componen tes de la El elemento esencial de esas fórmu las es ev identemente la
práctica mágica, el discurso ritual y el conjunto de las reglas
de conducta. invocación del nombre secreto del ser al que uno se dirige. De
ese modo se puede tener la seguridad de haber sido oído, de
tener poder sobre é l; el conocim iento de esoS nombr es secretos
constituye el elemento más importante de las prácticas mágicas
2. DISCURSO RITUAL Y REGLAS DE CONDUCTA y de los conoci m ientos rituales , que se transmiten de genera­
ción en generación . Por tanto, la utilización de tales nombres
El discurso ritual consiste en fórmulas de hechizos com­ secretos y de esas fónnulas de hechizos implica que el ser al
puestas por la invocación del nombre secreto del ser al que se que uno se diri ge es doble, a la vez una realidad material vi­
dirigen y por la formulación de una orden o de un deseo l . Da­ sible -batata , taro, araña .. ,- y una realidad invisible, capaz de
remos dos ejemplos:
oír las llam adas que Se le dirigen y obligada en cierto modo a
La primera fórmula tiene como finalidad expulsar a las ra­ I~esponder a ellas porque se han utilizado al dirigirse a ella
tas que devastan las huertas de batatas. Se puede traducir del términos que expresan su esencia ocu lta. Por consiguiente, co­
siguiente modo:
nocer los nom bres secretos de las cosas es tener acceso a su
«Prallill1ayé (nombre secreto de una variedad de ratas), vete esencia invisible y un poder sobre ellas.
lejos, vete a comer hojas de akila y de wareuka (dos varieda­ Pero para hacerse escuchar y para tener el derecho dI: pro­
des de árboles que crecen en las partes bajas y cálidas del nunciar esas palabras y esas fórmu las, es preciso que el indi­
valle).» viduo haya observado un cierto número de reglas de conducta
[rente a sí mismo y frente a los o tros. Esas reglas cons isten
El mago pronuncia esta fórmu la plantando en el interior del en un conjunto de prohibiciones. A las mujeres, incluso a la
huerto, cerca de la valla, un palo tallado en madera de un árbol esposa o a las esposas del que practica la magia, les está prohi­
llamado bida/lié, que hloqueará el camino a las raLas que in ten­ bido estar p resentes durante el r iLual. Asimi!:>mo se les prohíbe
ten volver a devastar el huerto. estar presentes a todos los hombres , excepto a sus parientes
La segunda fórmula se emplea para proteger los huertos de consangu íneos próximos, Frente a sí mismo, c\ que practica la
batatas con lra la invasión de una variedad de arañas Ilanladas magia debe encon trarse en estado de pureza sexual, por tanto ,
cumúnm\.'n te klllalillllG , Según los baruya, las batatas dejan de debe a bstenerse los días p recedentes de toda relación sexual
crecer cuando estas arañas tejen su tela entre las hojas a Jo con sus esposas o con otras mujeres,
largo de los tallos de lus tubércu los, y piensan que en la mayo- ¿,Qué ocurriría si esas prohibiciones fuesen transgredidas?
Las cosechas se verían comprometidas, la pobreza e incluso el
I En 1,\ cxprcslOn de estos deseos se u ti lizan analoglas. comparaciones
hambre se apoderarían de la familia. Como consecuenc ia de
Dletaf6ricas, .. , por ejemplo, una dc las fórmulas recogidas de la boca de ello. socialmente , el hombre sería incapaz de cumplir con sus
un miembro del grupo Je los nJ.elarnayé pidt: a las batatas qut! crezcan rcsponsabilidades de cabeza d~ fam ilia; tampoco podría ser
t. n "bundanlL' lomo los huevos ud yukun . un pájaro de la junj!'la que generoso, ofrecer a otros hospitalidad, perdería su reputación
Im)'c su nid(l con tierra y que incuba un elevado número de huevos.
y dependería de los demás.
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Hallrice Godelier Lo ¡'isible " lo invisible 359
¿Qué implica ese sistema de prohibiciones? Por una parte, nÓl11lCOS . Las mujeres l.ienen sus propias magias de fert ilidad,
implica que los baruya consideran a los humanos ligados a la que s~ transmiten de madrL:s a hijas. Por otra parte , hay que
naturaleza por lazos invisibles que hacen que cada individuo, señalar que las muieres -aunqUL: algunas se convierten en .:ha­
según su conducta. mantenga o comprometa el orden de las manes, por tanto, en indi viduos en contacto excepcional con lo
cosas. Esto le confiere una dimensión Cósmica a la responsabi­ im isible- jamás pueden alcanzar los grados superiores en la
lidad del individuo . Este último es responsable de ~us actos jerarquía de los chamanes. Una prueba de ello es que, cuando
frente a la sociedad y frcnte a la naturaleza, comprendida por part ic ipan en los rituales para cura r a un enfermo o para ex­
los barnya como una realidad doble, visiblc e invisible, de la pulsar a los malos espíritus, deben permanecer sentadas, y no
que, por supuesto, forman parte los espíritus maléficos, las al­ pueden estar de pie en el recinto ceremonial para p3rlic:ipar
mas de los muertos y otras realidades que nosotros denomina­ en la danza de los hombres chamanes, que luchan contra los
mos sobrenaturales. Al transgredir esas prohibiciones, el indi­ malos espíritus. Además de esta desigualdad entre los sexos
viduo se sentirá cu lpable de introducir en la naturaleza un des­ eXis te, esta vcz entre los hombres, otra desigualdad en la me­
orden, por ejemplo una ma la cosecha, del que en seguida ten­ dida en que pertenecen a grupos dc parentesco que poseen co­
drá que soportar las consecuencias sociales : hambre, vergüen­ nocimientos y poderes mágicos específicos superiores a Jos de­
za, acusación pública de m a la conducta, reproches, etc. Una res­ tt:nlados en cl miSmo dominio por los otros grupos que com­
ponsabilidad de dimensión cósmica explica la fuerza psicológi­ ponen la sociedad baruya. Por ejempl o, comúnmente se reco­
ca de la prohibición y la intensidad de la censura que el Íl1di­ noce qUl: el clan de los anda\'akia y el de los n delamayé poseen
viduo eje rce sobre sí mismo y que el grupo ej er ce sobre los poderes especiales para hacer cr ecer las batatas. Asimismo, es
individuos.
reconocido por todos que algunos miembros de esos clanes pue­
Por ot ra parte, cse sis tema de prohibiciones parece estar do­ den prac ticar la magia negl-a, in terrumpir el crecimiento de las
minado por la pro hi bición sexual. Esto ÍD1plica que, en las co­ batatas en los huertos de la tribu y condenar a la población a
nexiones secretas de los humanos con el fondo invisib le de l Uni­ la escasez e i n~ luso a l hambre. Por ejemplo, uno de n uestros
verso, su vida sexual es u n punto esencial. Para los bar uya, la informadores Pandawé, un an dava kia, nos confió que hace a l­
sociedad se ed ifica sobre la represión dél sexo. E l sexo cons­ gunos años, t ras el su icidio de su esposa, había practicado la
tituye una am ena za permanente contra el orden de la naturale­ magia negra que interrumpe el crecimiento de las batatas
za y de la sociedad. A t ravés de estas representaciones, se pue­ para \'engarsc de las penas q ue le causaba aquel suicidio . E n
de en trever el contenido de la relación hombre-mujer en la sa­ o tra ocasió n, desesperado por la mu erte de u n amigo , durante
ciedad baruya, en la que los hombres dominan a las mujeres y los funera les practicó de nuevo la magia negra sobre la casa
las consideran como un a aml:naza perma nente contra el orde n del difunto; todas las mujeres q ue se habían reunido a lrede­
social y contra e llos mismos, que son sus fiadores. Podemos dor de aquella casa para llorar lIe\'aron consigo, sin saberlo, el
compren der entonces q ue sea una obligación para los baruya maleficio y lo difu ndieron en sus huertos cuando \'o lvieron a
separa r' a los jÓ\'enes de sus madres y del mundo (emenino ha­
trabajar después de las ceremonias . Muy prontu las batatns de­
cia los nueve años y enseñarles poco a poco las reglas de la vida jaron de crecer o se secaron en los huertos. Al cabo de algún
social y e l orden del Universo, haciéndoles recorrer un ciclo de tiempo la opinión pública señaló a Pandawé como responsable
iniciaciones que dura más de diez años y a cuyo término el y le reprocharon haber echado un ma leficio. Posteriormente,
niño, convertido en hombre, está finalm ente preparado para leva ntó su maleficio y las batatas se multiplicaron; entre tanto,
encontrar de nuevo el mundo femcnino y para afrontar el ma­ Pandawé permit iría a las mujeres coge r batatas de su propio
trimonio y los peligros de las relacione!> sexuales.
huerto, donde habían continuado crec iendo abundantemente.
Por consiguiente, ahora se plantea la cuesti ón de saber Esos ejemplos confirman lo que dcclamos poco antes sobre
quic.:n, t:ntre los baruya, POS\!C los conocimientos mágicos. Re­ los lazos ocul tos que ligan a cada individuo con el mundo 1n­
sulta esencia l subrayar que esta posesión es desigual según los \'i",ible. Pero hemos \ bto que esos lazos varían según 10<; indivi­
individuos y los grupos sociaks. En primer lugar, existe la des­ duos, no solamente en tanto que indi\iduos detcmlinauos. sino
igualdad general entre hombres y mujeres en la posesión de
l.n tanto que miembros de grupo~ sociales di[cl-entes que com­
conucimientos y de poderes, ya ~ean rituales, políticos o cco-
ponen la trib u de los baruya. Esta desigualdad de los poderes
360 Afaurice Godelier [. 0 \'isible v lo i/11'isible 361

mag¡cos entre los grupos no hace sino acrecentar la responsa­ bi¿ n tenían el sexo sin perforar. Más tarde, el So! y la Luna
bilidad cósmica de los indidduos, al menos de aquellos que lkc idieron ele,'arse y empujaron al cielo por encima de ellos .
pertenecen a Jus grupos pri\ilegiados por la posesión de las ma­ En lo alLo, el Sol le di jo a la Luna que había que hacer algo
gias más poderosas.
por los hombres, y le ordenó descender rara cuidar de ellos. La
¿Oc dónde prO\'ienen , pues, los co nocimientos mágicos y cómo LunOl se detuvo a mitad de camino. Desde' entonces se alteman
se explica su desigual distribución? Cada individuo, o bien los el día y la noche, Ins eslaciont.'s de la Iluda y del calor; desde
adq uiere a lo lal'go de su vida, o bien los hereda del p asado. entonces los animales se separaron de lus hombres para refu­
Los adquiere esencialmente por una revelación que tiene du­ giarse en el bosque, mientras los espíritus , por su part e, se ale­
rante e l sueño o medi ante u na \'isión, Dura n te el sueño o en jaron también para esconderse en las profundidades, donde
la visión, los poderes de lo invisible se materializan y comuni­ permanecen cscondidos y amenazadores, Posteriormente, el Sol
can a l individuo un saber. A la mañana siguiente irá al bosque Illventó una ingeniosa estratagema para ablir los penes de los
a buscar una hoja determinada, una determinada arc illa en el hombres \ la vagina de las mujeres , Desde entonces, el hombre
suelo, y pronunciará la fórmula que le fue ren~lada durante el y In muje r pudieron copular y la humanidad se multiplicó. Pero,
sueño. Pero, por otra parle, y por el hecho de pertenecer a un e n esta separación de todas las especies, que se reparL ieron por
determinado grupo de paren tesco, le fueron transmitidos deter­ l.l Lnivcr'-o, desapareció el lenguaje comun o ri ginario . Los
minados conocimientos durante su j uven t ud; sin embargo, tam­ hombres se ven obligados a acudir al bosque para cazarlos
bién en este caso esos poderes prO\'ienen de los t i('mpos míti cos a nimales allí refugiados, se ven constreñidos a plantar batatas
y han sido conferidos desde el nOlcimicn lo del mundo actua l por para sobrc"i"ir ) tienen que protegerse de los cspítitus que se
las potencias invisib les a los a ntepasados de los baruya, a los han vuelto malignos. Están, en cierto modo, obligados a cazar,
que se denom ina los \\'{///( /"il1ia , los hombre,> del -;uei'ío. Ac;í a cultivar la tierra y a cumplir los rituales, pero para realizar
pues, cuando se hace el balance de los poderes poseídos por Icdo e~o está n a.sis lidos por e l Sol y la Luna, que garantizan.
cada grupo de parentesco, se descubre, por una parte, que sostienen el nuevo orden . Si el Sol se aproxima demasiado a la
existe una cierta jerarqu ía entre esos grupos, pero, POI- o t ra, tierra , la abrasa y devasta los cultivos; si la Luna se acerca de­
I
• 1". que todos deben cooperar para qUl: Jos Lub'¿rc ul os crezcan en masiado a la tierra, lo engulle lodo bajo la lluvia y las tinie­
los huertos, para que la COlza de an imales para el cercmonial blas y hace que se pudran las cosechas. Así pues, desde los tiem­
sea fru c tuosa, cte., es decir, para que la sociedad, simplcmen­ pos míticos en que el Sol y la Luna se e levaron en el cielo, la
men te, funcione. arquitectura dd mundo ac tual se basa en un j uego equilibrado
En definitiva, las prácticas mágicas testifican que los tiem­ de los dos seres-principIOs opuestos, el So l y la Luna, por los que
pos originarios del nacimicnto del mundo no han desaparecido sobrevienen el calor y el frío, la sequedad y la humedad, el
totalmente y que subsisten en la trama misma del orden actual abrasamiento y la podredumbre, etcétera.
de cosas. ¿ Cómo ha nacido, pues, e l mundo para los baruya? ¿Qué ILIZ arrojan esos mitos sobre las prácticas mágicas a
que nos hemos referido anteriormente? La conexión general de
IIldos los seres que existía en los orígenes se ha transformado,
tras la <¡ubirla del Sol, pero no ha desaparecido. La transpa­
3. Lo INVISIBLE y EL MCIMIENTO DEL MUNDO
rencia y la copresencia originarias de los ser-es y de las cosas
han dcsapan:cido para dar lugar a un mundo de dos niveles,
Nos limitaremos a resumir lo esencial de los mitos baruya vj"ible e imisible, relacionados entre sí por conexiones esta vez
sobre el nacimiento del mundo: . ocultas. Tal vez sea esto lo que expl ica la utilización de pala­
En LLn princ ipio el So l .Y la Luna se confundían con la Tierra. bras secre tas en las fórmulas de encantamiento. Esos nombres
Todo era gris y todas las especies animales y vegetales se co­ sun dobles esotéricos del lenguaje común que designa las cosas.
municaban en un mismo lenguaje, Los hombres y los espíritus, En ciel-to modo son como Jos restos o el reflejo de aquel len­
los animales y los \'egeLales vivían todos juntos. Esos hombres guaje originario que permitía a lodas las cosas comunicarc;e en­
no eran como los hombres actuales; sus penes carecían de OrI­ ln: si. Por tanto, al pronunciar esos nombres secretos se resta­
ficio y la vagina de las mujeres estaba cerrada. Los perros tam­ blece la comunicación interrumpida y SI.! puede estar seguro de

24
362 \tal/rice Gotlelicr La \'i.'iible v lo il/visihle 363

hacerse escuchar y de tener los medios para influir sobre la c<;tatulos más , 'alorados en el seno de la sociedad baruya. Asi­
realidad . Illi~mo existe una desigua ldad e nt re los linajes, que han reci­
A partir de ahí <;e curnpn.:nde el carácter ~agrado de hielo de los antepasados el poder de proporcionar a la soc iedad
c<;os nombres para los baruya. Son el teslimonio de los tiempos los me jores guerreros o los mejores chamanes . Hemos visto
qUL' esta desigu ladad no contradice, sino que, al con trario . re­
originarios de l hombre y de la tribu, a la \'ez que del orrle n
actual invisib le del mundo, y constituyen pam el loo;; un depósito IULr7a la n:c;¡ponsabilidad social y cósmica tanto de los indivi­
sagrado , una herencia de los poderes que permiten a los hom­ duos C0l110 de los grupos.
bres sobre\'ivir en su nue\'a condición, herencia que hay que Si confrontamos eSlO con los análisis de Malinowski sobre
agradecer a los hombres del ensueño, los pri meros antepasados, Jos priv ilegios dd jefe de Omarakana J, y con los de Firth so­
y a l Sol V a la Luna. padre y madre de todas las cosas. bre los poderes e1el jefe de Tikopia 4, se puede conc;¡tatar que
También tenemos la prueba del carácter sagrado de tales en estas sociedades mclanesias y polinesias, y en un grado mu­
nombres en e l hecho de que todos los in formadores que han cho más acentuado e n Tikopia que en las islas Trobriand, exis­
accedido a confiarnos los n ombres secretos que con ocían , des­ le una desigualdad económica v polí t ica en provecho de una
pués de que nos hubimos ganado su confianza, no pudieron re­ aristocracia tribal. Pero, mientras que las diferencias económi­
sist ir la emoción que les causaba su acto. Todos si n excepción, cas entre la gen te común y la aristocracia son más bien de gra­
tras algunas horas de confidencias, esta ll aron en vio lentas cri­ do qut: de naturaleza. lo so n, en cambio, de naturaleza en los
sis de lágrimas y nos hicieron prometer que jamás v bajo nin­ domi fll os político y re ligioso. En ambos casos, los poderes po­
guna condición 2, rC\'elaríamos a nadie aquellos secretos, que líticos están justificados por el monopolio que tienen los jdes
no haríamos siquiera alu~ión a e llos ni bromearíamos nunca de las mag ias más eficaces. El jefe de Omarakana es el dueño
sobre ellos ba jo pena , si se llegara a saber a lgo, de provocar de las m agias más poderosas que mandan sobre la llu via y el
el h ambre en los poblados y de que la cólera de los antepa.,a­ So l \, en Tikopia , los jefes son los in terrnt!diarios excl usi\'os en­
dos. así como la de lo s vivos q ue confiaron aquel secreto, reca­ t r~' los humanos y las pOlcnl:ias sobrenaturales. E n am bos casos,
yera sobre lodos. Parece. pues. posible afirmar, si nuestro aná­ los jefes y la aristocracia son responsables del bienestar de to­
lisis no es in exac to , que entre Jos baruya magia y re ligión no dos y pretenden poner al servicio de toda la sociedad su poder
constituyen campos distintos, compa rtime ntados , co mo se afir­ mágico excepcionaL. Como succde entre los baruya, y aun en
ma habitualmente, de~dc La rama de oro, de Frazer. en las mayo r medida , los indiv iduos y los gru pos tiencn en Kitiwina y
obras de numerosos an tropÓJogos. en Ti.kopia una responsabi lidad social y cósmica. Pero, mientras
De este modo, al fin a l de esta investigación su rgen por sí qll~ entre los baruya los conocimientos y las responsabilidades
solas algunas preguntas teóricas. Mencionaremos algunas rápi­ están repartidos entre los indi\ iduos y los grupos , en Kiriwina
damente para concluir . y en Tikop ia están concentrados en manos de una minoría y
justifican as í su poder. Se p lamea la cuestión de saber en qué
condiciones han aparecido tales concentraciones y tales mono­
4. CONCl.USIÓN: ¿Es POSffiLE COMPARAR ? polios, ~ qui7ás obtendríamos de ese modo una parte de In ex­
plicación del paso de determinadas sociedades primitivas , sin
En la tribu baruya no existen desigualdades económicas im­ desigualdades profun das y sin poder central , a sociedades je­
portantl!s entre los individuos ni entre los grupos sociales que rarquizadas en categorías desigualmente privilegiadas, y donde
componen la tribu. No existe jefe ni grupo social que domine a veces el pode r de las castas o de las clases está concentrado
por sr solo la tribu. Pero existen desigualdades en las capaci­ en un apara to de Es tado.
dades individuales para ser guerrero o chamán, que son los dus En segundo lugar, si hacemos abslracció n de de talles con­
cretos del universo mítico de los baruya, para retener unica­
2 Es decir, a todos los b:.ruya que no perteneciesen al mismo grupo
de parentesco y a los miembros de todas las tribus \"t:eina~ . Algunos in­ 1 B. Malinowski; ArgulIQuts of (he Wcscem Pacific, passim, 1922, y
formadores extendían incluso la prohibición a lOuas las tribus lit:. Nueva ~obre todo Coral Gardtms O/Id (he ir magic, I. 1935.
Guinea y sólo nos autorizaban a transmiti. sus secretos exclu;ivarncnte • R . Firth; Primitive PolYllesialJ Econonl)', Routledgc. cap. y, .Ritual
a los blancos. in produetive activitíes., 1939, pp. 168-186.
6* Mal/rice Godelier Lo ,'isible )' lo invisible 365

mente los principios abstractos que lo organizan, fácilmente se posible. Sin embargo, los baruya necesitan actuar sobre el con­
pueden aislar dos de cUas . Por una parte , la hipótesis de que junto Jc la naturaleza, sobre la red de las conexiones ocul­
la realidad comprende varios niveles y su fondo esencia l se tas de las cosas. Por esta raZÓn, el trabajo productivo es vivido
encuentra más allá de la realidad visible . Esta hipótesis podda, y pensado por ellos como una actividad en la que la magia y
en el lenguaje abstracto de la filosofía moderna, expresarse en la técnica resultan indisociablemente necesarias. También se
la fórmula de que la esenc ia de las cosas se encuentra más allá explica por qué pueblan la parte invisible del mundo, al lí donde
de sus apariencias. comienza el campo en el que ya no es posible la experimenta­
Por otra parte, la hipó tesis de que esta realidad compuesta cj(W, dt> idealidades que el pensamiento construye 7 aplica ndo a
de \"ariu~ nin:lc:> fund;-tmcnta su equilibrio y su orden internos esas representaciones los principios de toda experiencia posi­
en d .illeg:n de dos términos opuestos y complementarios, el Sol ble, a saber, que la esencia de las cosas no se confunde con
y la Luna. [1 onh.:n s reina cuando ambos astros se encuentran su apariencia y que el mundo obedece a un orden que sólo
a la dbtancia adecllilda dc la tierra, de ta l modo que esta últi­ subsiste dentro de ciertos límites. Pero, ¿es esto tan diferente
ma no resullt: ni demasiado caliente ni demasiado fria, ni de­ de lo que pensamos nosotros, los que hemos inven tado la ra­
masiado seca ni demasiado húmeda . Por consiguiente, el orden "ón científica experimental?
es el dt' la justa medida y la adecuada distancia entre los seres
del Universo. En el lenguaje de la filosofía occidental, esta hi­
pÓksic¡ podna traducirse en la fórmula de que el orden de las
cosas se basa en el juego. de elementos opuestos y complcm~n­
tarios, fórmula que comtituye uno de los principios del pensa­
miento dialéctico, el de la unidad de los con trarios 6.
Si es aSI , la diferencia entre el rensamit:nto m ítico dc los
baruya y el pensamiento científico moderno no estaría en d ni­
vel de los principios formrrles que permiten a todo pensamien­
to organizar la experiencia. La diferencia se encontraría en otra
~
'~
parle, y posiblemente sólo existiría a parlir del momento en
que el hombre no se limitara a interpretar el mundo, sino a ex­
perimentarlo de nuevas y diversas maneras.
Pura los baruya, habida cuenta de su tecnología y de s u eco­
nomía , no puede haber experimentación alguna sino en el cam­ , Vale la pena rccordar que Hegel, que rechazó -<amo lo hizo Aris­
po determinado y muy vasto de sus conocimientos prácticos de tótelcs dos mU años an tes y con el mismo desprecio- las formas míticas
la naturaleza y de las relaciones sociales . Pero, más allá de los del pensamie ntu, rechazó igualmente el principio sobre el quc Kant ha­
límites de este campo, para ellos ya no existe expenmenlación bla edilicado su crítica de loda metafísica y que continúa siendo la nor­
ma de la conciencia científica modcrna, a saber, que el conocimiento
comienza con la e~periencia y sólo puede desarrollarsc cn los límites fi­
• Al pal'cccr, en los baruya no c'\is te la noción del COlTI i(' lllO dd mundo jauos por la e:<perÍl:m: ia.
a partir d~ la nada. Antes de que el sol y la luna se elevasen en el ciclo, -La doctrina exotérica de la filosofía kantiana -es decir, que el inte­
cxblía o t ro orden. El concepto de crear/o c.'\ 1IIIti/lI, de c n.:ación a 1'<11'· leclo IZO debe ir más allá de la experiencia, porque de otra manera la
tir de la nnda . situado desde San Agu~tfn l'n d primt'r plano de la [ilo­ c:lpacidad de conocer se conderte en ra:z:ólI teorética que por si misma
soCia cristiana, no tendría sentido a lguno p<1r;:¡ los baruya . Ln noción sólo crea te/aralias cercllrales- ;ustificó, desde el pUl/to de vista cientí­
griega de un caos que prccedería al orden actual tampoco coincid~ con flco, la rel/ullcia al pellsamiclI(O especulativo> (op. cit., t. l , p . n; los
las nociones baruya, aunque tengan en común la no presuposición de subrayados son de M. G.J .
un comienzo absoluto a partir de la nad:l . Puesto que, en realiuao..l, de5ue Platón a Hegel y a Heidcggcr, la filo­
• Que hay que distmguir dd principio de idelltidad de los contrarios, soUa occidental, nacida en el dcsprecio hacia las antiguas filosofias -mi­
pnnciplO primero de la lógica diakctica de Hegel '1 funú:lmcnto último de tica5~, ha dedicado especialmente sus esfuerzos a construir y destruir
su illL'alismo absoluto; véase Hegel: Scíl!l1ce d<! la Logiq/le, Aubier, t. I. is tem:ls «mela-rlsicos-, resulta neccsario tratar de definir la diferencia
página 43 . (Hay tradUCCión castellana de A. y R. Mondolfo, en Solar­ es pceirica entre milO, religión y filosoüa, y descubrir jas razones de sus
Hachcttc, Buenos Aires , 1968.) dif~l'el1tes desarrollos a 10 largo de la historia.
XIV. MITO E HISTORIA: REFLEXIONES Mito e historia 367
SOBRE LOS FUNDAMENTOS
DEL PENSAMIENTO SALVAJ E * lo alto. el Sol le dijo a la Luna que habfa que hacer algo por
los hombres, y le ordenó descender para cuidar de ellos . La
Luna se detuvo a mitad de camino. Desde entonces se alternan
el día y la noche, las estaciones de la lluvia y del calor; desde
entonces los animales se separaron de los hombres para refu­
giarse en el bosque, mientras los espíritus, por su parte, se
akjaron también para esconderse en las profundidades, donde
permanecen ocuHos y amenazadores. Posteriormen te, el Sol
inventó una ingeniosa estratagema para abrir los penes de los
..Aquellos que (en filosofía) se va len de l mito hombres y la vagina de las mujeres . Desde entonces, el hombre
son indignos de quc nos ocupemos de ellos se­ y la mujer pudieron copular y la humanidad se multiplicó. Pero,
riamente~ (Aris tóteles, Metafísica, libro {3, ca­ en esta separación de todas las esp ecies, que se repartieron por
pítulo IV) . el Universo, desapareció el lenguaje común originario. Los hom­
«En los viejos y autént icos mitos , el pensa­ bres se ven obligados a acudir a l bosque para cazar los anima­
mien to no está presente bajo su forma pu ra.. El les a llí refugiados, se ven conslreñidos a plantar batatas para
mito, en general. no es un medio adecuado p ara sobrevivir y tienen que proteger se de los espíritus que se han
la expresión del pensamiento .. . Lo mítico como
tal y las formas mfLicas de la filosofía se en­ vuelto malignos . Están obligados en cierto modo a cazar, a
cuentran. pues, excltlldos de nuestra exposición. cu lt ivar la tierra y a cumplir los rituales, pero para realizar
(Hegel, Lecciones sobre la Historia de la Filo­ todo eso están asistidos por el Sol y la Luna, que garan tiza n y
sofía). sostienen e l nuevo orden. Si e l Sol se aproxima de masiado a la
Tierra , la abrasa y devasta los cultivos; si la Luna se acerca
demasi ado a la Tierra, lo engul le todo bajo la lluvia y las t inie­
Las reflexiones que presentamos en es tas pági nas h an teni­ blas y hace que se pudran las cosechas.
do únicamente por finalidad ayudarnos a Clarificar u n proble­ Este tex to nos relata, pues , el origen del mundo y de los
m a que todo antropólogo encuentra de u na forma abstracta en hombres actuales, no a partir de la nada, sino de un primer es­
el ejercicio de su disciplina -el de las relaciones entre pensa­ tadio en el que realidades dis tintas -la Tierra y el Cielo, el Sol
miento mítico, sociedad primitiva e h istoria- y qu e , en nues t ro y la Lu na , el hombre y los espíritus, los veget ales y los anima­
caso, se hizo prácticamen te inevitable cuando tuvimos que co­ les, ctc .- todavía no estaban separadas, desunidas las unas de
menzar el análisis del material de los m itos y de las prácticas las otras. En una primera etapa, por la acción del Sol y de la
mágico-religiosas que habíamos recogido entre 1967 y 1969 en Luna , se r ealizó esa disyunción y el mundo adoptó su actual
una tribu del interior de Nueva Guinea, la de los baruya. Para configurac ió n, cuya arquitectura se basa en el juego equilib ra­
dar una idea de este material, citaremos nuevamente la versión do de esos dos personajes-principio opuestos, el Sol y la Luna
de los mi tos baruya sobre el origen del mundo y de la historia que trajeron el ca lor y el frío, la sequedad y la humedad, el
humana, versión qu e condensa lo esencial de diversas variantes: abrasamiento y la podredumbre, etcétera.
En un principio el Sol y la Luna se confundían con la Tierra. En una segunda etapa, en el seno de este mundo que aca­
Todo era gris y todas las especies animales y vege tales se co­ baba de adoptar la forma que, en la actualidad, conocen los
municaban en un mismo lenguaje. Los hombres y los espfritus , hombres , el Sol tenninó su obra haciendo distintos a l hombre
los animales y los vegetales, vivían todos juntos. Esos hombres y él la mujer, perforándole a él el pene y abriéndole a ella la
no eran como los hombres actuales: sus penes carecían de ori­ vagina. Los hizo de este modo a imagen del mundo, a la vez
ficio y la vagina de las mujeres estaba cerrada. Los perros tam­ complcmentanos y opuestos en su distinción. A partir de en­
bién tenían el sexo sin perforar. Más tarde el Sol y la Luna de­ tonces, e l hombre ha entrado en la historia, o al menos se ha­
cidieron elevarse y empujaron al cielo por encima de ellos. En cia posible una historia para el hombre, que en adelante podía
reproducirse, multiplicarse y diferenciarse en otras tantas tri­
* Publicado en la revista Annales, número especial titulado ~Slructu­
bus diferentes.
re et Histoire., Armand Colin, París, mayo-agosto de 1971.
368 Maurice Godelier Mito e historia 369

¿Cuál es la naturaleza de las idealidades (personajes y acon­ Claude Lévi-Strauss, para ver con qué minuciosa precisión este
tecimientos) de que habla este relato mítico? Este discurso 1;a­ autor ha localizado, aislado, filtrado e interpretado los múlti­
bla de las cat/sas primeras de la génesis del mundo y de la his­ ples datos concernientes a la fauna, la flora, el medio, las téc­
toria, de las fu erzas invisibles y últimas que han dirigido y diri­ nicas, la as.tl'OnomÍa, etc., que se encuentran acumulados en el
gen todavía su arquitectul-a y ~u devenir. Estas causas se iden­ seno de los otitos de los indios de América y que prestan senti­
tifican con las acciones del Sol y de la Luna, dos seres dotados do a múltiples aspectos de los comportamientos y las aventuras
de conciencia, de voluntad, por consiguiente, análogos al hom­ atribuidas a los personajes ideales de esos mitos, el lince, el
bre, pero que difieren de éste por su poder superior, por su ca­ búho, el oso horm iguero, el capivara, el jaguar, las pléyades, la
pacidad de act uar eficazmente sobre aquello que escapa al con­ luna, etcétera.
trol de) hombre, que permanece fuera de su alcance. El Sol y Al lado de estos aspectos de las relaciones del hombre con
la Luna, en la lengua y en la ideología baruya, son tratados la naturaleza, transportados y transpuestos en los mitos , se "::0­
como padre y madre de los humanos y nombrados por los tér­ cuen tra igualmente una transposición de sus relaciones socia­
minos de invocación del vocabulario de parentesco que se apli­ les. Uno de los rasgos comunes a los m itos sud y norteamerica­
can a un padre o a una madre '. nos es el hecho de que la «armadura sociológica» de esos
Reducido a esos únicos caracteres abstractos, que pertene­ mitos Z -es decir, las relaciones sociales ideales que ligan entre
cen a la forma del discurso m ít ico y a las propiedades formales si a los personajes imaginarios de los mitos- adopta la forma
de las idealidades que lo pueblan (representación de las causas de una red de parentesco, de un conjunto de relaciones de con­
primeras bajo la forma de personajes-principio análogos al hom­ sanguinidad y de alianza. Los conflictos, los acuerdos entre csos
bre, pero superiores a él, etc .l, e l mito baruya podría compa­ personajes son análogos a los que oponen a dadores y tomado­
rarse con los m itos de otras múltiples poblaciones, con la con­ res de muj eres, a esposos, a padres e hijos, a hermanos y her­
dición de que, del mism o modo, se retenga exclusivamente su manas, a primogénitos y segundones. ele. Así , los mitos sobre el
forma abstracta. origen de la cocina (lo crudo y lo cocido) desarrollan una ver- .
¿Cuál es el origen - y por tanto el fundamento- de la pre­ dadera «fisiología de la alianza matrimonial», y los referen tes
sencia común de esos caracteres formales abstractos de los a los alrededores de la cocina (las maneras de mesa) se pre­
discursos y de las idealidad e~ míticos per tenecientes a la sentan como una «patología» de esta alianza matrimonial 3. La
ideología de sociedades que difieren profundamente por sus forma misma de los mitos varía con la naturaleza de esas re­
ecologías, sus cconomias, sus organizaciones sociales, en resu­ laciones de paren tesco y se puede constatar, en numerosos ca­
men, por todas las determinaciones positivas de s u realidad his­ sos, que todos los signos de un mismo mito se invierten, en
tórica? ¿Cómo podrian dar cuenta realidades históricas dife­ cierta manera, cuando se pasa de una versión de ese mito re­
rentes de esas propiedades forma les comunes? Adentrarse en cogida en el seno de una sociedad patrilincal a otra versión re­
esta reflexión equivale, en realidad, a plantear el problema ge­ cogida en el seno de una sociedad matriüneal. Cuando, en vez
neral de las relaciones entre pensamiento mítico, socicdad pri­ de pasar de una sociedad a otra en el seno de un mismo grupo
mitiva e historia. cultural, se pasa de un grupo cultural a otro, se puede consta­
Una relación directa entre Mi tos y Sociedad puede fácilmen­ tar que un mismo mito experimenta a veces verdaderas ctis­
te ponerse de manifiesto cuando se emprende el inventario torsiones que prácticamente lo vuelven irreconocible.
exhaustivo de todos los elementos de los mitos que transponen Lo que se muestra a través de esta identidad de la armadura
aspectos del medio ecológico, de la organización social, de las sociológica y esta diversidad de las transformaciones formales
tradiciones históricas (migraciones, guerras y alianzas territo­ de los mitos, así como lo que las explica es un hecho único,
riales, ctc.) de las poblaciones en cuyo seno o a cuyo propósito una correspondencia estructural, un lazo interno entre formas
se han recogido esos mitos. Basta reCorrer las Mitológicas, de
1 Sobre las nociones de uannadura-, de «código- y de _mensaje_ de
I En otra serie de variantes más secrelas y propJas más bien de los un mIto, v':ase Claude Lé\'i·Strauss: Lo crudo y lo cocido, p. 199, pri­
chamanes se designa a l sol y a la IUIla por los lérminos de parentesco mera edición.
qUl; St! aplican a dos hcnnanos, primogénito y segundón . , Claude Lévi-Strauss: De la mIel a las cenizas, pp. 235-236, 391-392.
370 Maurice Godelier lit i lO e lzis toria 371

del pensamiento mítico y formas de la sociedad primitiva. Por­ canismo de la «transmutación» -por el efecto de tal analogía
que, si las relaciones de parentesco desempeñan en el seno del (Naturaleza análoga a Cultura)-- de un elemento objetivo pre­
discurso y de la representación míticos del mundo un papel de sellte en la experiencia humana en una representación ilusoria
esquema organizador, es porque en la propia realidad, en el y, por tanto, subjetiva de lo real. Arrancaremos de un hecho
seno de las sociedades primitivas, las relaciones de parentesco objetivo universal: la experiencia humana se divide espontánea
constituyen el aspecto dominante de la estructura social. Nos y necesariamente en dos campos: lo que. en la naturaleza y en
encontramos en este caso ante una correspondencia estructural la soc iedad, está directamente contro lado por el hombre, V 10
que no puede deducirse de categorías «puras» del pensamiento que no lo está.
salvaje o encontrar su origen en la naturaleza, sino que su fun­ Entiéndase bien : lo que está controlado y lo que no lo está
damento se encuen tra en la misma estructu ra de las soc iedades difieren según las formas de sociedad y las épocas del desarro­
primitivas. Pero, s i el con tenido de los mitos só lo cons istiera llo histórico. Habida cuenta del débil desar rollo de sus técnicas
en esos elementos obje tivos, transpuestos de la naturaleza o de de producción, y a pesar de las di ferencias importantes de ni­
la cu ltura, no se com prendería cómo y por qué los mitos son vel de desarrollo que existen entre los diversos modos de pro­
lo que son : una representación ilusoria del hombre y del mun­ ducción de los pueb los prim it ivos (cazadores, recolectores, pes­
do, una explicación inexacta del orden de las cosas. ¿Cómo, cadores, agricultores ), el con tro l que éstos ejercen sobre la na­
en tonces, los materiales objetivos de la real idad n a tural o so­ turaleza es m uy limi tado . E n estas condiciones, el dominio de
cial que se encuentran t ranspuestos en el seno del discurso mí­ lo que el hombre n o controla no pucde menos de aparecer, de
t ico adoptan su carác ter fa n tasmagórico, transfo rmándose en presentarse espontáneamente a la conciencia como un dominio
representación ilusoria del mundo? de fuerzas superiores al homb re que, al mismo tiempo, éste ne­
La respuesta ha sido dada hace mucho tiem po y parece ex­ cesi ta representarse, por tan to, explica r y conciliarse, es decir,
plicar las carac terísticas p rincipales de las idealidades miticas controlar indirecta mente.
y de las formas esenciales de l discurso mítico: la ilusión es Una vez más insistimos en el hecho de que el dato objetivo
hi j a de la a nal ogía. El pensam iento m ítico es el pensamiento que se presen ta a la conciencia consiste aq uí en una de termina­
humano que concibe la realidad por analogia. ción negativa del con tenido de las relaciones de los hombres
La analogía es a la vez una form a de hablar y una forma de entre sí y con la natu ra leza, la del límite obj etivo de ese conte­
pensar, una lógica que se expresa en las formas de la metáfora nido . E l fundamen to de esta determ inación no se encuen tra,
y de la meton imia. Razonar por analogía es afi rmar una rela­ pues, en la concie nci a, sino fuera de ella . Observamos igualmen­
ción de equivalencia entre objetos (materiales o ideales), con­ te q ue el hecho de q ue el dominio de las causas na turales es­
ductas , relaciones de obj etos, relaciones de relaciones, etc. Un condidas, de las fuerzas in\'isibles que el h ombre no con trola,
razonamiento por analogía está orientado. No es lo m ismo pen­ se presente espontáneamen te en la concie ncia como un dominio
sar la cultura analógicamente con respecto a la naturaleza de poderes superiores al hombre no produce una representa­
(como, por ejemp lo , en las instituciones totémicas o en el siste­ ción il usoria de la reali dad y de la causalidad en el or den del
ma de castas) que pensar la naturaleza analógicamente con res­ mu nd o. Por e l contrario, ese co ntenido de represen tación, esa
pecto a la cultura. Esta posib ilidad de recorrer trayectos opues­ [arma de presencia del m undo corresponden a un dato objeti­
tos e inversos manifiesta la capacidad teórica, e n principio vo de la realidad social e histórica.
ilimitada, del pensamiento que razona po r analogía, de encon­ Así pues, ¿cómo e.sos datos objetivos de la representación
trar equivalencias entre todos los aspectos y niveles de la reali­ se transmutan en representación ilusoria de l mundo? La trans­
dad natural y social. Era n ecesario recordar este hecho mutación se opera a partir del momento en que e l pensamiento
antes de abordar nuestro problema: ¿cómo engendra la analo­ se representa las fuerzas y las realidades invisibles de la natu­
gla una representación ilusoria del mundo? raleza como seres análogos a los hombres. Por analogia, las
Razonaremos sobre la categoría de las representaciones de causas y las fuerzas invisibles que engendran y regulan el mun­
la naturaleza construidas por analogía con la cultura y anali­ do no humano (naturaleza) o el mundo humano (cultura) re­
aremos Jos efectos de ese tipo de representación analógica en visten los atributos del hombre, es decir, se presentan espon­
y para la conciencia. Lo que hay que intentar aclarar es el me­ táneamente en la conciencia como seres dotados de cOllciencia,
372 Maurice Godelier Mito e historia 373
..'-c voluntad, de autoridad y de poder, por tanto, como seres impulso de la voluntad de conocer la realidad, pero, en su pro­
análogos al hombre, pero que difiere'l de él en que saben lo ceso mismo, aboca a una expücación ilusoria del encadenamien­
que el hombre no sabe, hacen lo que el hombre no puede hacer, to de las causas y de Jos efectos que fundan el orden de las co­
controlan Lo que ésle no controla, en definitiva, difieren del sas. Al mismo tiempo, como concibe el mundo de 10 invisible
hombre en que son superiores a él. bajo la forma de realidades imaginarias dotadas de conciencia,
El efecto inmediato de las operaciones de un pensamiento de voluntad y, sobre todo, de una eficiencia análogas, pero supe­
que se represen ta la natura leza por analogía con la cultura, la riores a las del hombre, el pensamiento mí tico reclama y fUtL­
sociedad hum ana, consiste en tratar como sujetos las polencias damenta la práctica mágica como medio de acción sobre la con­
s uperiores y misteriosas de la naturaleza, por tanlo, en personi­ ciencia y la voluntad de esos personajes-imaginarios que regu­
ficar esas potencias en seres de la naturaleza, anim ales, vege­ lan el curso de las cosas. El pensamiento por analogía funda,
tales, astros, que, por este m ismo hecho, se desdob lan, como pues, al mismo tiempo una teoría y una práclica, la religión
la naturaleza entera, en seres sobrehumanos sensibles y su pra­ y la magia. 0, por lo menos, la religión existe espontáneamente
sensibles a la vez, convirtiéndose en los personajes sobrehuma­ bajo una forma teórica (representación, explicación del mundo)
nos de los mitos , aquéllos cu yas acciones engendraron el orden y bajo una forma práctica que le corresponde (acción mágica
actual del mundo ~. y ritual sobre lo real), por consiguiente, existe como medio de
Por ello, al represent arse la na turaleza por analogía con el explicar (de forma ilusoria) y de transformar (de manera u;na­
hombre, el pensamiento primitivo trata el mundo de las cosas ginaria) el mundo 5.
como un m undo de personas y las relac iones objetivas y no in­ Se podría extender este análisis y mostrar que toda inter­
tencionales entre las cosas como relaciones intencionales entre vención religiosa sobre el mundo es al mismo tiempo «acción
personas. Pero, al mismo tiempo, de [o.rD1a opuesta, aunque sobre S1». Toda práctica mágica, todo ritual se acompaña de al­
complemen taria, el pe nsamiento primitivo trata el mun do sub­ guna restricción o prohibición sufrida por el oficiante y/o por
jetivo de sus idealidades como una realidad obje tiva que existe el público. Toda acción religiosa sobre las fuerzas secretas que
fuera del hombre y de su pensamiento, y con la que se puede y dirigen el mundo implica y exige una acción del hombre sobre
se debe estar en comunicación si se desea actuar por su inter­ sí mismo para conumicar con esas fuerzas, alcanzarL'lS, hacerse
cesión sobre el orden profundo de las cosas. El pensamiento
analógico, al apoderarse de los datos objelivos de la experien­ 1 Como lo ha demostrado Claude Lévi~Strauss en El totemismo en la
cia presentes en la conciencia, crea, pues, una doble ilusión: aclualidod, el eslabón esencial de la experiencia rel igiosa del mundo se
ilusión sobre el mundo e ilusión sobre si mismo. Ilusión sobre encuen tra en la representación, en los principios y en el contenido de la
representación del mundo, y no en una relación afectiva del hombre con
sí mismo, puesto que el pensamiento atribuye una existencia la naturaleza. No es porque el hombre primitivo originarinmenle se iden­
exterior al hombre e illdependieHte de él a las idealidades Que tificara afectivamente con la naturaleza, por una especie de partic ipación
él engendra espontáneamente, luego se aliena en sus propias emocional y difusa, por lo que se representaría esa naturaleza analógica­
representaciones; ilusión sobre el mundo, que puebla de seres mente a él. Contrariamente a las tesis de Lévi-Bruhl, la «mentalidad pri­
mitiva_ no es hija del afecto. sino del intelecto. Según Lévi-Bruhl: .En
imaginarios análogos al hombre, capaces de oír sus llamadas y presencia de cualquier cosa que le interesa, que Le inquieta o que le es­
de responder a ellas de forma favorable u hostil. panta, la mente del hombre primitivo no sigue el mismo camino que la
Dos consecuencias hay que extraer de este análisis. El pen­ nuestra. Al jnstante se adentra por una vía diferente.. la naturaleza en
medio de la que vive se le presenta ba,io Olro aspecto. Todos los objetos
samiento mítico (y con él todo pensamiento religioso) toma su y todos los seres están implicados en una red de parLicipacionl!s y de
exclusiones místicas: son éstas las que constituyen su contextura y su
orden. (La nWltalité primitive, 1921, pp . 17-18). A este texto se opone el
• Esto proporciona la respuesta a la cu('~tió n que planteábamos luego de Lévi-Strauss en El totemismo et! la actualidad, Fondo de Cultura Eco­
de haber citado el mito baruya del ol"Ígcn del mundo, la cuc,tión del nómica, México, 1965, p. 107: -En verdad, las pulsloncs y las emociones
origen y del fundamento de los caracteres forlllales absuaclos (y de ('sos no explican nada; son siempre resultado, sea de la potencia del cuerpo,
caracteres e."{cJusivamente) de los discurso~ y de la~ ide:J licJ ade~ mílicas sea de la impolencia de la mente. Consecuencias en ambos casos, jamás
que son comunes a los mitos de poblaciones profundamente ¡Jifcrcntcs por son causas. Estas no pueden buscarse más que en el organismo, como
su ecología, economía, organiz."\ción social; en resumen, por todas las de­ sólo la biología sabe hacerlo, o en el intelecto, ünica vía abierta lo mis­
terminaciones positivas de su realidad histórica . mo a la psicología que a la etnología.»
374 Maurice Godelier M ito e 1listoría 375

escuchar y obedecer por ellas 6. El poder mágico se paga con falsa y de una acción imaginaria del hombre sobre el mundo y
alguna const ricción que sufre el hombre, por ejemplo, restric­ sobre sí mismo Y esta ilusión será tanlo más fuerte cuanto más
ción alimenticia, sexual o de otra clase. E l reverso de un poder compleja y más completa sea la reciprocidad de perspectivas
es un deber. En esta perspectiva las restricciones, las constric­ entre el hombre y el mundo . Ahora bien, para alcanzar la com­
ciones, las prohibiciones, los tabúes no son restricción de poder, pletitud es necesario y suficiente para el pensamiento mítico
sino acumulación de poder (imaginario). Pensar por analogía explorar y explotar todas las posibilidades internas, recorrer
produce, por consiguiente, dos efectos complementa rios, aun­ sistemáticamente todos los trayectos posibles de la compara­
q ue opuestos: el pensamien to humaniza la naturaleza y sus le­ ción analógica. Estos trayectos - ya lo hemos señalado- pue­
yes, dotándolas de atributos humanos, pero, por el mismo be­ den teóricamente tomar cuatro direcciones distintas: ir de la
cho, dota espontánea y necesariamente al hombre de poderes cultura a la naturaleza (trayecto 1), de la naturaleza a la cul­
sobrenaturales, es decir, de un poder y una eficacia compara­ tura (trayecto II), de la cultura a la cultura (trayecto IlI) y de
bles (y, por esta razón, ilusorios) a los de los fenóme nos natu­ la naturaleza a la naturaleza (trayecto IV).
rales 7. Crea de este modo: «esa reciprocidad de perspectivas en
las que el h ombre y el m u ndo se convierten en espejo el uno Naturaleza ~ Cultura
Trayecto 1 t
del otro y que, a nuestro juicio, es la ún ica que puede dar cuen­
ta y razón de las propiedades y de las capacidades del pensa­
miento salvaje» 8.
Trayecto IV
1
Naturaleza
.J,
) Cultura
Trayecto III

En definitiva, lo que se seU a en esta reciprocidad mítica de Trayecto II


perspectivas entre el hombre y el mundo es una doble ilusión
sobre el mundo y sobr e e l hom br e, la ilusión de una explicación A partir de estos cuatro ejcs fundamentales, puede desple­
garse y combinarse u na multitud de comparaciones analógicas
en u na especie de álgebra vectorial fantasmagórica q ue confie­
• En esta perspectiva puede ana lizarse igualmente la práctica del sa­ re a l discurso y al pensamiento míticos su polisemia y su rique­
crificio. En El pensamiento salva;e, Claude Lévi-S trnuss h a esb(Jzado un
an álisis general de la misma que citar emos brevemente: -En el sacdficio, za simbólica inagotables.
la serie de las especies natunl1es desempeña el papel de intermediaria Ya hemos analizado 'un trayecto del t ipo 1, que proyecta la
entre dos términos polares. un o de Jos cual es es el sacrificador y el o tro cultura sobre la naturaleza y que tiene por efecto general la
la divinidad, y entre los cuales, al principio. no existe siquiera homolog{a antropomorfización de la naturaleza, la humanÍZa ción de sus le­
ni relación de ninguna suerte: pues el fin del sacrificio era . precisamente.
establecer una relación . que no es de semejanza, sino de con ti güidad, por yes, pero, al mismo tiempo, de forma complementaria y opues­
m edio de una serie de identificaciones sucesivas que pueden h acerse en ta, la naturalizac ión de la acción humana en la magia (efecto
los dos sen ti dos , según q ue el sacrificio sea expiatorio o q ue represente de un t rayecto del tipo Il). Para dar una idea de la plenitud de
un rito de comunión.... su 6n es obtener que un a divinidad lejan3 colme los efectos de u n trayecto del tipo II (aplicación de la natura­
los deseos hu manos, Cree lograrlo ligando. primero, a los dos dominios
por medio de una víctima sacralizada (objeto ambiguo que. en efecto. leza sobre la cultura ) h abría que retomar todo el análisis rea­
per tenece así al uno corno al otro) , y después aboliendo ese término de lizado por Claude Lévi-Str auss de las instituciones llamadas to­
conexión: el sacrificio crea. de tal manera , un déficit de con tigüidad e témicas y del ~istema de castas, ya que encuentra aquí su lugar
induce (o cree inducir). por la intencionalidad de la plegaria. el sur gi· y su iluminación teóricos . Claude Lévi-Strauss ha demostrado
miento de una continuidad compensadora en el plano en el que la caren­
cia inicial sentida por el sacrificador. trazaba por anticipación, y a mane­ que las instiluciones totémicas implican, al nivel del pensamien­
ra de un punreado, el camino que habla de segui r la divinidad - (El pen­ to, la represen.tación y el postulado de lUla homología entre
samiento salva;e. Fondo de Cultura Económica, México. 1965, p . 107). dos series de relaciones , dos sistemas de diferencias situados,
1 Véase al respecto el replanteamiento critico hecho por Claude Lévi­
el uno en la naturaleza. entre las especies naturales, y el otro
Strauss de la tesis de Auguste Comte sobre la religión como antropo­
morfismo de la naturaleza: dEl error de Cornte, y de la mayorfa de sus en la cultura, entre los grupos sociales (clanes, fra trías, etc.) 9.
sucesores. fue creer que el hombre ha podido. con alguna vero:>imilitud. Yendo más lejos, aproximaba y comparaba grupos totémicos y
poblar la naturaleza de voluntades comparables a la suya, sin prestar a sistema de castas mostrando que se trataba de efectos inver­
sus deseos algunos atributos de esta naturaleza en la cual se reconocía­
(El pensQmielllO salvaie, p . 310).
• El pensamietlto salva;e, p. 322 , [dellt. pp. 170 Y ss.
Maurice Godelier
Mito e historia 377
376
tiples datos objetivos sobre la naturaleza, las sociedades pri­
sos de lm mismo princIpIo, según que la analogía postulada mitivas y la historia que están presentes en el contenido de los
entre grupos humanos y especies naturales fuese fomlal o sus­ mitos y de los que el pensamiento mítico se apodera para cons­
tancial la • truir sus «palacios de ideas».
A través de las instituciones totémicas, vemos cómo el pen­
En definitiva -yen su principio esto está ya demostrado
samjento salvaje recurre, para pensar la vida social (la cultura), desde el siglo XlX-, esta transm u tación nace siempre que Jos
a una combinatoria objetiva dada en la naturaleza, la de la materiales ob jetivos de la representación entran en las forll/as
distinción natural de las especies biológicas. Con ayuda del es­ del razonamiento por analogía. El pensamien to salvaje espon­
quema de la diferencia de las especies naturales, el pensamien­ táneamente se apodera de esos materiales, los esconde en su
to se abre posibilidades teóricas excepcionales porque, «consi­ interior y los lleva consigo para que le ayuden a franquear to­
derada aisladamente, la especie es una colección de individuos; . das las distancias que pretende salvar entre naturaleza y cultu­
pero, por relación a otra especie, es un sistema de definicio­ ra, y, más ampliamente, entre todos los niveles de la realidad
nes» ll . A la vez percepto y concepto, imagen intuitiva de la dis­ humana y natural. En este transpor te y en es te uso, esos mate­
continuidad de lo real y de sus aspectos comb inatorios y ope­ riales objelívos se Iransfonnan en simples soportes de sistemas
rador abstracto que permit e pasar de la unidad de una multi­ de representaciones fantásticas, il usorias, del mundo, para los
plicidad a la diversidad de una identidad, la noción de especie que parecen, en el limite, no ser más que una coartada o un
ofrece al pensamiento salvaje un principio esencial de clasifica­ prete>.1:o.
ción de datos de la e,,:-periencia, de la realidad natural y social. ¿Podemos ahora responder a la cuestiÓn genera l de las re­
En el seno del pensamiento analógico, la noción de especie, en laciones entre mito , sociedad e historia que nos p lanteaban el
detenninadas condiciones, se transfor ma en «operador totémi­ análisis de los mitos baruya y los trabajos de CJaude Lévi­
co», que sirve de mediación ent re naturaleza y cultura y hace Str aus s sobre la mitología de los in dios de América y sob re
más estrecha la reciprocidad de perspectivas entre el homhre los fundamen tos del "Pensamient o sa lvaje»? La respuesta nos
y el mundo 12. parece que puede ser form u lada de la forma siguien te: los mi­
Se podrfa ir más lejos y analizar ejemplos de analogía de tos nacen espontál1.eame/lte en la intersección de dos redes de
los tipos III ó IV, como, por ejemplo, la analogía que se en­ efectos: los efectos en la conciencia d~ las relaciones de Jos
cuentra en todas las sociedades conocidas entre las relaciones hombres entre sí y con la naturaleza, v los dectos de l pensa­
sexuales y la alimentación (tipo IIl), pero con ello no haria­ miento so bre esos elatos de representación a los que hace en ­
mos más que ilustrar un poco más el grado de complejjdad que trar en la maquinaria complej a de los razonamientos por ana­
p uede alcanzar el pensamiento analógico y también, por supues­ logía.
to, el grado de ilusión que el pensamiento mítico se hace del
hombre y del mundo...
Midamos ahora el camino recorrido. Queríamos encontrar 1. EFECTOS EN LA CONCIENCI A DEL CON TENIDO DE LAS RELAClO!\ES
las razones y las condiciones, por tanto, el mecanismo de la HISTÓRTCAS DE L OS H o M BRES ENTRE s1 y CON LA NATURALEZA
transmutación en representaciones ilusorias del mundo y del
hombre, en explicación «fantasmagórica. de lo real de los múJ­ En los mitos, el contenido ele las relaciones históricas de
Jos hombres entre sí y con la naturaleza está presente a la vez
lO ld~m , pp. 188-19l.
11 l dem, p . ZOO. en sus determinaciones positivas y en sus límiLes, en sus deter­
u Véase, por ejemplo, el análisis realizado por Claudc Lévi·Srrauss de minaciones negativas. Ya hemos señalado la presencia en los
un mito de la tribu de los murngin, habitantes de la tierra de Arbem, y mitos dl! múltiples elementos de conocimien to objetivo de la
la concllLSi6n que extrae: «El sistema mítico y las represcnlaciones a [auna, de la flora, del medio, de la astronomIa, de las técnicas,
QUI: da lugar sirven, pues, para establecer relaciones dI! homo logla entre
las condiciones naturales y las condiciones sociales, o, más c.<¡actamenle, que e>,presan el contenido positivo de la relación de los hom­
para definir U!la ley de equivalencia entre CQntras/es significálivos que bres primitivos con la naturaleza. Hemos "isto en el hecho de
se sitúan sobre varios planos: geográfICO, meteorológico, zoológico, botá­ que la «armadura sociológica» de los mitos de los indios de
nico, técnico, económico, social, ritual, religioso y filosófico (El pensa­ América se base esencialmente en relaciones imaginarias de pa­
miento salva;e, p. 139).

25
378 ¡\[ulIrice Godelter Atllo e lustoria 379
renll:sco, un efecto en la conciencia (= trans[)osicic)n, represen­ d. Pero este declo en la conciencia expresa un hecho objetivo
tac ión) del contl'n ido tle la organización social de los ind ios; " esla repn::scntación tiene de nuevo su fundamento fuera de la
ahora b ien, el hecho de alribuir a las sociedades i maginarias ~onljl'ncia, en la realidad social objetiva, y cambia de contenido
en las que \'i\·en, mueren y resucitan eternamente los persona­ con el desa rroll o de las fuerzas producti\as en la historia.
jes ideales de los mitos, una organización basada en rel aciones Pero tengan por contenido las determinaciones positivas o
de.: consanguinid~ld y de alianza, no pu c.:de tkrinlrse ni de '"prin­ las ne.:galivas de la realidad social e histórica, esos efectos en
cip ios puros» de l pensamiento ni de cualqu iel' otro mode lo la conc iencia /10 crean por si mismo) miros, no constituyen
que pertenezca a la naturaleza. Por cons igu iente, hay que bus­ -!>ino más bien a l contrario- representaciones ilusorias de la
ca r el fundamento de este uso conceptual de las relaciones de naluralt:za " de la historia . Por consiguien te, ,>e requiere una
parentesco en un lugar que no sea el de las formas vacías e condición suplementaria, la intervención de otro mecanismo,
intemporales J3 dd pensamien to o el de los modelos ofrecidos para qu e nazcan las representaciones míticas de lo ¡'ea l, y ese
por la nutur'a leza, y ese lugar sólo puede hallarse c'n la socie­ mecanismo tiene su fundamento en el hombre mismo.
dLld o Ln la historia.
En la socieclau, porque en la mayoría de la~ socit:dades pri­
miti\'as ( y a direrencia de [as sociedades de clases, escla\'ist.Js,
feudales u otras) las relaciones de parentesco son objetiva men­ 2. Eí-ECTO OEL PENSAMIENTO ANAL6GICO SOBRE EL CONTENIDO DE
Sl'S REPRESENTtlCIONES
te las relaciones sociales dom ina ntes ; e n la histuria, porque en
cc mliciones y por razones que hay que de terminar, este predo­
m inio de las re laciones de parentesco ha desaparecido del seno Este otro mecanismo lo hemos llamado el efecto del pensa­
de nu mcrosas sociedaJes primitivas a medi da que se desarro­ miento al1alógico sobre su propio cantel/ido, sobre los datos ob­
llaba n nuevas relaciones soc iales (de cas tas, de clases, de Es­ jetivos de sus representaciones. Al recorrer sistemáticamente
tado). todos los trayectos posibles de las aproximaciones analógicas
Se cumprende q ue el predominio de las r elaciones de pa­ entre naturaleza y cu ltura, el pensamiento construye espon­
rentesco en las ~ocicdades primit ivas tenga por efecto en la táneamente un gigantesco juego de espejos donde se refleja
ccnClc nCJa que és ta imagine según ese modelo ( por tanto, ana­ hasta el infinito, se descompone y se recompone pcrpetu::unen­
lógical11ente a lo rea l) las sociedades idea les en las que hace te la imagen recíproca del hombre y el mundo, en el prisma
man iubrar a Jos pe rsonajes de los mitos. Este efecto en la con­ de las relaciones naturale7.a-cul tura. Capaz por analogía de cum­
cienc ia tiene , pues, su fundamento fuera de la conciencia, en parar entre sí lodos los aspectos y todos los niveles de la natu­
la :,cciLtl¡¡u y l'n la hi <.;toria, y expl ica la c orre~pondenc í a est ruc­ raleza v de la cultura, el pensamiento en su estado espontáneo
tural que frecuentemente existe entre formas del pensamiento sah·aje es, pues, inmediata y simultáneamente a//alítico y ~ill­
te/iCe) 11, y posC'e la capacidad a la vez de rolalizar en la" repre­
mJtico v formas de la sociedad , puesto que hemos visto cómo,
a \LCeS, cuando se pa<,a de una sociL'd.I<.l patri lineal a una sOL ie­ sentaciones míticas todos los aspectos de lo real y de pasar de
daLi matrilineal, los s ignos de un mismo mito cambian y se in­ un nivel a otro de 10 real mediante I rallsforllld.ciones recíprocas
vierten . de sus analogías 15. Por la analogía, el mundo entero cobra sen ti­
;0010 L·f.'C!O en la conciencia de los límites del contenido de
do, todo es significante, todo puede ser s ignificado en el seno
las relac iones h istóricas de los hombres entre sí V con la na­ de un orden s imbólico donde encuentran Jugar, en la abundan­
turaleza, de las determinaciones negativas en c i crt~ manera de cia y la riqueza de sus detalles, lodos los conocimiento," posi­
ese contenido, hemos analizado el hecho de que, habida cuenla Livos que se encuentran transpuestos en la materia de los mi.
Los 16.
del t!"bil desarrollo de las técnicas característico de las econo­
mías primitivas, el dominio de la.;; leyes y de las fuerza<, inv isi­
bles de la naturaleza v de la sociedad que e l hombre no conlro­ " \'éa~c FI peNsamiell/o .~alva;e, p. 318.
" fdcm, p. 253.
b se le aparece COIIlO un dominio de fucr-:.as superIOres a lo Claudc Lévi ·Straus~ : El pe/15omi""to .\O[1'a;", p . 323 llna ob_en'a­
ción aten la \' mL.'lículoo;a, \'l1<:1la por conlp!clu hacia Ir) concreto . encuen­
1 En d so:nlido de clranshistóricas». tra . en el sirnboli~mo su principio y su culminacü)/1 a la vez., p,'ro l'I
380 Maurice Codelier Mito e historia 381
Si tales son las características del pensamiento mítico, ana­ to analógico emp lea en la producción de milos prinCipiOS for­
lítico y a la vez sintético, totalizador y operante mediante re­ male<; y reglas operatorias que implican el equ ivalente de un
glas de t ransformación, resulta fácilmente comprensible todo álgebra;~, si entendemos por á lgebra un conjunto de reglas ope­
un conjunto de hechos: ratorias que penuiten constituir todos los objetos de un domi­
a) Se hace evidente que toda mitología tenderá a consti­
nio de tal manera que éstos pertenezcan siempre a ese dominio
tuirse como un sistema cerrado , sin principio ni fin. «La tie­ y sean transfonnables los unos en los otros , Por con.:;iguientc,
rra de los mi tos es redonda» , declara Claude Lé"i-S trauss, v, al el pensamiento analógico emplea principios que constituyen las
mismo tiempo . «está hueca» 17. Partiendo de este hecho, se ~om­ condiciones fonuales el priori de todo razonamiento demost ra­
prenden e imponen los propios principios del mé todo es truc­ ti\'o que se despliegue en un discurso trabado y coherente, sea
tural para el aná lisis de los mitos , método que reproduce en su cua l fuere el contenido del discurso : mítico, religioso. filusófico
recorrido ideal las propiedades mismas del sistema de objetos o científico,
que estudia y que permite deduc ir, entre otras , las leyes canó­ Hay que estar, pues, atento al hecho de que, en su práctica
nicas dc los grupos de transformación de unos mitos en otros 18. spon tán~a, el pensamicnlo salvaje cmrlca dos s istemas de
h ) Ana lítico v sin té t ico a la vez, en la medida en que se
operaciones que no pueden confundirse .:
remonta a una historia pasada, pero siempre viva, hacia la gé­
a) Las operaciones basadas directamente en 10<; principios
nesis abolida, pero eternamente copresente de las razones de y las formas del razonamiento analógico.
ser de l orden actual del universo, el pensamiento mitico no
b) Las operaciones que es tán espontánea y necesariamente
puede aparecer más que como pen<;amiento iI¡ temporal que se
implicadas en el ejercicio do;; toda forma de pensamiento que
remonta hac ia el origen de las cosas y descubre su fundamento construya sus idealidades seg(m reglas de transformación y
originario y copresen te 19. En la medida en que inscribe sus apunte idealmente a l «cierre» de ese campo de idealidades, En
descubrimientos en los sistemas cerrados de sus represen tacio­ la medida en que, formalmente, e l pensamiento mítico se des­
nes, el pensamiento mítico cóntíene todos los rasgos de lo que pliega como un universo cerrado de idealidades rigurosamente
ueden ser los sistemas de representaciones religiosas o filosó­ encadenadas, necesariamente emplea ese segundo sistema [or­
ficas ,
mal, que no se confunde con la analo¡:da ni es utilizado sola­
e) Capaz de clasificar sus representaciones, de transformar­ mente por ella.
las unas en otras y de totalizarlas en un sistema, el pensamien­
¿Cuál es, pues, el fundamento de esas operaciones que, es­
prec iO que par(;ce que h¡IY que pagar por esta «lolalil.ació nn imaginaria
pontáneamente, practica el pensamiento sobre el material ideal
de lo real por el p<!nsamiento es la pobreza, la monotonía de los "mensa­ de sus representaciones?
jcs» proporcionados por Jos milo5. A primera vista, parece que el pensamiento extrae de sí mis­
11 Dc /a miel a la s ceH iZ(l~, pp . 9, 196, 210.
mo esta capacidad de razonar por analogía sobre el contenido
11 Véase, por ejemplo , la ley canónica de transformación de 10$ mitos
de la mitología bo roro tat y como Lévi·Straus5 la ha recons truido t'n De
de la experiencia humana. Pero, ¿se puede pretender que el
l a miel a l as cellizas, pp. 16-20. Por supuesto, habría que mencio nar los pensamiento se haya dado a sí mismo esta capacidad? En rea­
métodos de ,lnálisis de las cadenas s intagmática y paradigmática de los lidad, ha) que recordar de nue\o que pensar por analogía con­
mitos, la di'! inción en tre :m(di <; is formal y anális is semántico , etc... , pero siste en captar una cil.'rla «relación de equivalencia» entre rea­
esto desborda nuestro propósitll , que es e l dt: dur UII simpk ~·~bol.t1 de las lidades materiales o sociales distintas o. en un nivel más abs­
rdacionc5 m il o·sociedadhis toria . No obs tan te , habna que subrayar, como
lo hace ClaLldl~ L'::vi-Strauss ( De la miel a las celli.:as, p . 388) qllC el mé­ tracto , relaciones de equivalenci.a ent re relaciones, etc . Ahora
todo cstlllctur:t l, lejos lle empobn~cer el con tenido de los mito~, consli­ bien, la aprehensión de las relaciom:s de equivalencia no \ iene
tu\'e una «nueva manera de aprehend<.r el conlenido, que, sin d~' ~deñar lo ímplicada solamente por ('1 ejerc icio del pensamiento abslracto,
ni empob,-eccrlo, lo traduce a térnlÍnos de es tructura". De ~stc modo Para que exista percepc ión de 10<; ubjetos y de las fomlas o, en
qUléda fundada, cumo deseaba V,In Genncp, y en oposición con Jos mi­
lc)gr;lfos dd si ¡!Io XI', la llIitOtOg¡,1 cumparada en la que , en este ¡-aso, un nivel mús complejo , desplazamiento en e l espacio \' com­
la ¡!"eneralizaclOn no se lum.1:! en la comparación, l>i no a la inversa _ portamiento senso-molríz, es preciso qu e, de aJ¡"'1.tna furma, se
((l.. ude LénStrau", '\III/'f1l'ulo¡:ía es/m e /lIra/ , Editorial l ;niversltaria de perciban y controlen relaciones de equivalencia. El fundamento
Huenos ¡\ire'i , Buenos Aires, 1969, p . 21.
" El pCII~allliell(O sall'aje, pp. 315-354.
'" O. pOlO lo menos, de lm .Hgcbra de lrans[onnadonc5 CÍt'liGIS ,

....
382 Maurice Godelier Mito e Ilistoria 383

de la posibilidad para el pensamiento de representarse relacio­ como lógica de la equivalencia y lógica formal, el pensamiento
nes de equivalencia se sitúa más allá del pensamiento mismo, en estado salvaje está presente acLualmente en el corazón de
en las propiedades de las lormne; más compleias de organización la historia y sigue siendo el misl/lo que era en su umbral. La
de la materia viva, el sistema nervioso y el cerebro. última paradoja consiste, pues, en que, a la vez que es condi­
Nos encontramos, pues, ante lo que Lévi-Strauss ha llama­ ción de la historia , el pensamiento, en su estructura formal, ca­
do: «Una lógica or iginal, expresión directa de la estructura del rece de hbtoria (o, al menos, su historia no pertenece a la his­
espíritu (y detrá~ del espíritu, sin duda del cerebro).. 21. toria de los hombres, sino a [a de [a materia).
E l fundamento de las operaciones espontáneas cid pensa­ En este punto -y ello constituye una paradoja solamente
miento I.!n el ('<,13do salvaje remite, pues, a otra historia distin­ para quienes no quieren entender- coinc iden Lévi-Strauss y
ta ck 1.1 h¡"loria humana, a la historia «natural» de las especies, Marx. Para el primero : «Toda vida social, así sea elemental,
a las le)CS de evolución de la materia, de la natura leza. Lo que supone en el hombre una actividad intelectual cuyas propieda­
descubre e l anidisis de los mitos es , más allá del pensamiento des formales no pueden ser, por consiguienLe, reflejo de la or­
de los salvajes, el pensamiento «en estado salvaje». En este sen­ ga nización concreta de la sociedad" 23. Para Marx: «Como el
tido , el pensamiento en estado salvaje no es histórico, o, al me­ proceso d iscursivo brota también de la realidad, es también un
nos , es «tr~mshislórico» . Está presente desde el origen de la his­ proceso tlaLl/ral, es indudable que el pensamiento realmente ca­
toria. Con~tituye una tond íción de posibilidad de la historia paz de comprender tiene que ser siempre el mismo y sólo pue­
humana, del desarroll o práctico de las relaciones del hombr de distinguirse gradualmente por la fase de desarrollo y tam­
y el mundo, pero no es el efecto de ese desa r rollo práctico: bién , consiguientemente, por el del ór!!ano con que se piensa.
«Para que la praxis pueda vivirse como pensamiento es nece­ Todo lo dcmá~ es pura charlatanería» 24.
sano primero (en un sentido lógico y no histórico) que el pen­ En realidad, en este análisis la historia no ha desaparecido.
samiento exista: es decir, que sus condiciones iniciales estén Al contrario, ha sido designado su lugar exacto, ha sido mos tra­
dadas en la [onna de una estructura objetiva del psiquismo y da su realidad propia. E l cuerpo, e l C"crebro, el pensamiento,
del cerebro, de fa ltar la cual no habría ni praxis ni pensa­ !o conscien te y 10 inconsciente constituyen, por supuesto, una
miento» 22. naturaleza humana, pero esta naturaleza humana no constituye
Nuestro análisis del pensamiento «de los salvajes», del pen­ la totalidad de la natUTaleza del hombre, porque a la naturaleZa
samiento mftico, aboca a un resultado paradójico, puesto que humana se añade la historia. O al menos, una vez hecha posible
nos hace descubrir y contemplar el pensamiento «en el estado por el proceso de [a natura leza, que sigue siendo para e l hom­
salvaje», en su realidad prehisLórica, por así decirlo. Pero esto bre, a lo largo de toda la historia, el laboratorio donde se ejer­
no es más que la mitad de la paradoja, porque, si se presenta cita su actividad práctica y que le cla, además, la posibilidad y
como el conjunto de las cOtld icimlCS formales de posibilidad las condi ciones de pensar, la hist oria añade algo a su comienzo:
para el pensamien to de aprehender y de organizar idealmente la transformación de las relaciones del hombre con la naturale­
relaciones de equivalencia, así como de encadenar sus juicios za y de las relaciones de los hombres entre sí 25.
en discursos demostrativos, es decir, si se presenta a la vez Ahora podemos pensar conjuntamente dos hechos que, a
prirnt.:ra \'i<¡la, parecen oponerse, si no excluirse : el hecho de
II El totemismo ell la actualidad. p 132. Vt:nse lambit:n F.l plmsamien­ que el pensamien to, en su estructura formal, sigue siendo el
lo salvaje. p _ 359: «Como la mente también es una cosa, el [uncionamlt:n­ mismo en la historia (y, en este sentido, carece de historia) y
to ue esa cosa nos instruye acerca de la n;¡tur¡tleza de las cosa,: aun la
reflexión pura se rc~tlmc en una interioriución dd cosmos»
Se puede compar¡tr esta teoría de Claude Lévl-Sllauss I.:nn la tesis de 2l El Ivremismo el! la actualidad, p . 141.
M:lr'i. en El Capital sohre la naturaleza tic las idl:alid:lJcs re¡¡giosa~ : ~En " C¡¡ rt ,l ¡¡ Kugdmann , dd 11 (,k julio de 1868. en Fl Capital, ed . de .. li­
la r<.!giún nehulusa dl:l mundo religioso.. los productos del cerebro hu­ bro r. p. 705 r subrayado por J'r'ar:ü
mano semejan seres dUlauOS de vida prupia, de l:.~isf(!IlCia indepelllliellte. .. QLl': es también lr:lns(ormaciun del hombre y trans formació n de la
y rdacio/!a({()s entre SI y con los hombres (Et ~'(Jpílul, lo l. p. 38; ~ubm\'a­ rJ..llul'alcz:l, corno lo jlu'ara notablemente el proceso Je domeslK3ción de
do por M. G.I _ Todo el problema ue la analogía (trayecto l) SI: encuentra las plantas y de los animaks con lodas SLL~ cunsecuencias sobre 13~ re­
planteado aquí. 1..LitJJlCS de los hombres entre SI , asi como suhre la n:lturakza (translor­
u El pensamiento salvaje, p. 382. maciuncs g.:nét icas úe las variedades domeslicadas, etc.) .
384 Maurice Godelier Mito e historia 385

el hecho -que se beneficia de una evidencia mayor- de la tIrian mencionar también las representaciones religiosas, las
transformación de las ideas y del progreso de los conocimientos ideologías políticas , etcétera.
en la historia. Pero. en realidad, de una forma todavía más simple y univer­
En rcalidad no hay aqui contradicción o paradoja, puesto sal, en cuanto presente en todo individuo y en toda época, ex.is­
que es la transformación de las relaciones del hombre con la te el campo de la percepción, de la obsen'ación del mundo sen­
naturaleza y de los hombres entre si, la historia, lo que le da sible, en donde sin cesar y espontáneamente se presentan a la
al pensamiento un contenido (quc pensar) y lo transforma. Para conciencia analogías entre formas, entre obje tos, entre accio­
ilustrar e~te hecho, basta con r etomar uno de nuestros análi­ nes. Ahora bien- y éste es el punto erucia1- , actualmente, en
sis precedentes. Hemos mos trado que la existencia en los milos el marco de nuestra sociedad industrial, y habida cuenta dd
sudamericanos de una «armadura sociológica» construida, esen­ desarroUo de las ciencias de la naturaleza y de las «ciencias hu­
cia lmente, por relaciones imagin arias de parentesco , nos si tua­ manas», la.s analogías extraídas del campo de la percepción ya
ba en presencia de un componente de los mitos que no puede no constituyen el material esellcial de la representación dOl7li­
remontar su origen ni a la estructura formal del espíritu, es­ 1wllte que el hombre se hace de la naturaleza y de la historia za.
tnlctura pura y ahistórica en cierta manera, ni a un modelo Por el contrario -y ello es efecto directo de las relaciones prác­
deducido de la naturaleza, puesto que en la naturaleza no existe ticas con el mundo, caracterizadas por el débil desarrollo de las
el equivalente del intercambio de mujeres, es decir, de las re­ ruerzas productivas y de los conOCImientos no em píricos- en
laciones de alianza que componen, con [as relaciones de con­ las sociecln des primitivas, como ha demostrado Lévi-Strauss,
sanguinidad, el hecho lIumano del parentesco. Y, con este ejem­ son las analogfas extraídas del campo de la percepción, del co­
plo, se amontonan en tropel en e l pensamiento la h istoria, Jos nocimiento sensible, lo que constituye el material de base con
modos de vida de poblaciones de cazadores o agricultores, así el que el pensamiento de los salvajes, espontáneamente some­
como su organización social, matrimonio, iniciación, etc.; en tido a los principios fomlales del pensamiento en estado sal­
resumen, todo aquello que hcmos denominado «los efectos en vaje, construye los «palacios de ideas» en donde se refleja has­
la conciencia» de las relaciones de los «salvajes» entre sí y con ta el infinito la imagen recfproca del hombre y del mundo, y
la naturaleza. Por ello -yen este punto nos parece que nos en donde na.cen y se encierran las ilusiones que el hombre sal­
separaremos de Claude Lévi-Strauss 26_ el pensamien to mítico vaje se hace de sí mismo y del mundo. Alimentado con toda la
es a la vez pensamiento en estado salvaje y pensamiento de los riqueza de conocimientos surgidos de una famHiaridad y de un
salvajes. Detengámonos en este punto. comercio milenarios con la naturaleZa, el pensamiento de los
Es evidente -después de nuestro análisis- que la analogía, salvajes no podía, sin embargo, disponer, para representarse las
esquema operatorio basado en las estructuras formales del relaciones invisibles, pero necesarias, entre las cosas, las rela­
pensamiento, que expresan, por tanto , las capacidades del pen­ ciones que n o son observables a nivel de la percepción, más que
samiento salvaje, permanece en toda época de la historia abier­ de los recursos de una analogía que sacaba todas sus imágenes
ta a l hombre para representarse ciertos campos de su experien­ y sus recorridos del contenido mismo del conocimiento sensi­
cia. Los modos de pensamiento basados en la analogía no ca­
racterizan, pues, exclusivamente las formas y elapas primitivas
del desarrollo histórico. Lévi-Strauss menciona, además, en lrc lJ Se podrinn comparar estas observaciones con las de Michcl Fou·

las fonnas contemporáneas del pensamiento analógico: '<El cault en LAs palabras y las cosas , Siglo XXI Editores, México, [968, p . 26,
arte .. . y tantos (otros) sec tores de la vida soci.al que tod avia no cuando analiza el papel constructor de la «similitud.. en el sabL!r de la
cultura occidental ha~ta finales Jel s iglo XVI: • . •. Fue ella la que orga­
han sido roturados y en los que, por indiferencia o por impo­ nizó el ju.:go de los símbolos, pcnnitió el conocimiento de las cosas visi­
tencia, y sin que las más de las veces conozcamos el porqué, el bles e invi~i b l es, dirigió el arte de representarlas... Y la repr~sentaci6n
pensamiento salvaje sigue prosperando» 27 . Por supuesto se po­ -ya fuera fiesta o saber- se daba como repetición: teatro de la vida o
espe.io dd mundo, h.: ahí el UlUlo de cualquier' lenguaje, su manaa de
,. . EI pensamiento salvaje no es el pensamIento de una humanidad anunciarse y dc formular su derecho a hablar .» Por supuesto, la simili­
primitiva o arca ica. sino el pensamiento en estado salvaje, distinto del tud y la ,lnalogia no habian esperado hasla el siglo XVI para dcsapar.:cer
pensami<:nlo culti\·aúo . (El pe~lSamie lllu ~ah'aJe, p. 317). de al~llnos ~cclorc~ del conocimiento . jU'ilamentc a ese precio nacieron las
n El peIJsamieIJ(o sall'uje, p. 318 . matemáticas en los griegos, y tal vez la filosofía.
386 Maurice Godelier Mito e historia 387

ble 29. Pero, en el interior de esos lúnites, los resultados positi­ cas de modelo oriental JI. Una primera razón fue el desarrollo
vos alcanzados por el pensamiento míticos fueron inmens0s. de la geometría y, con ella, de una representación matemática
«Lejos de ser, como a menudo se ha pretendido, la obra de una del universo que «consagra el advenimiento de una fo rma de
función fabuladora, que le vuelve la espalda a la realidad, los pensamiento y de un sistema de explicación siu analogía en el
mitos y los ritos ofrecen como su valor principal el preservar mito» 3Z. Una segunda razón, cuyos efectos convergían con la
hasta nuestra época, en forma residual. modos de observación primera, fue que las re laciones de los hOmbres entre si
y de reflexión que estuvieron (y siguen estándoto si n duda) también habían cambiado con la aparición de una nueva forma
exactamente adaptados a descubrimientos de un cierto tipo : los de sociedad, la polis, en la que la nlO11arcltia daba paso a un
que autorizaba la naturaleza a partir de la organización y de la régimen de isonomia en la ciudad, como también en la natura­
e},.-plotación reflexivá del IIILlI1do sens ible en cuanto sensible. leza 33 . Por es te doble proceso , que conducía al declive parcial
Esta ciencia de 10 concreto tenia que estar, por esencia, limita­ del pensamiento mitico en la "física» jón ica y en la "polftica»
da a o lros resultados que los prometidos a las ciencias exac tas de los «ciudadanos» griegos, nació la filosofía y se inaugur0, a
y naturales, pero no fue menos científica, y sus resultados no comienzos del siglo VI, en Jonia, u n nuevo modo de l'eflexlón
fueron menos reales. Ob tenidos diez mil años antes que 10s de efectos in mensos. De este modo, hemos llegado al umbral
otros, siguen siendo el sustrato de nuestra civilización» 30. de un problema funda mental para la comprensión de la histo­
El pensamiento en estado salvaje y el pensamiento cientí­ ria humana, el de la naturaleza exacta del pensam iento filosó­
fico no son, po r consiguiente, «dos estadios desiguales del des­ fico, su d iferencia específica con el pensamiento mítico y sus
arrollo del espíritu humano», puesto que el pensamiento en condiciones históricas de aparición . Se comprende así por qué
estado salvaje, el espíritu en su es tr uctura formal, carece de «la enseñanza de los mitos sudamericanos ofrece un valor tó­
desarrollo y opera en todas las épocas y sobre todos los ma­ pico para resolver problemas que afectan a la naturaleza y al
teriales que le proporciona la historia. No existe un progreso desarrollo del pensamiento» 34 y por qué, desde el punto de vis­
ta de un Aristóteles que sabía lo que habían aport ado de nuevo
del espíritu, sino un progreso de los conocimientos. Pero, una
los pr imeros físicos jonios, «aquellos que sc valen del mito son
una vez afirmado esto, sería un error identificar completamen­
indignos de que nos ocupemos de eUos seriamen te» 35.
te, o reducir totalmente el pensamiento de los salvajes al pen­
samiento salvaje. El pensamiento de los salvajes difiere de las
represen taciones del cosmos de los físicos jónicos de la an tigua )1 Véase los re~úmenes sobre bs milologías de Mesopotan1ia y Egipto
antiguos en la obra Befare P/¡ilosuphy. de Henry Frankfort y Th . Jacob ­
Grec ia o de las de los filósofos pos t-ncwtonianos del siglo XVIlI. sen, cap. 1, ~Mylh and reaJi t y • . pp . 11-36.
Per o, ¿de dónde provienen esas diferencias? Por tomar el ejem­ "J. P. Vemant: l.es ori¡¡incs de la PCll sée grecque , «P. U . F .», 1962,
plo dc los griegos, ac tualmente conocemos un poco mejor al­ página 116. J . P. V~rmtrlt sub t-aya en los siguiente.s t.!rm inos la impor ta ncia
gunas de las razones del rechazo por parte de los filósofos mi­ de la obra de Anaximandro: "Anaximandro sitúa e l cosmos en un espacio
malematizado constit u ido por relac iones puramente geométricas . Por eso
lesios de las viejas cosmogonías, o más bien teogonías miti­ queda borrad a la imagen mftica de Ufl m u ndo de estralOS en el que lo
alto y lo bajo, en s u oposición ¡¡bsoluta , ma rcan n iveles cósmicos que
sirven para diferenciar las potencias d ivinas y en e l que las direcciones
29 Por es ta misma razón, numerosas analogías presentadas en Jos mi­ del espacio tienen sign ificaciones rel igiosas opuestas» (p . 117)
tos parecen depender de los principios asociaeionistas de la filosofía em­ n J . P. Vernant : .EI nUt'\'Q espac io socia l está centrado. E l 10'alOs, el
pírica inglesa . Lévi-Strauss ob!.ierva en El totemismo en la actualidad, pá­ arjé, la dl//1as/eia ya no están si tuados en la cima de la escala social, es·
ginas 131· 132. que RadcliICe·Brown cons ideraba el uso en los milos aus­ tán asentados es meSOll, c n el ccntro . en medio dd grupo humano. en
tralianos de oposiciones que se apoyaban en pares de contra.rios (lo alto relación con ese centro los indi viduos y los grupos ocupan toJos pos icio·
y lo bajo, lo seco y lo húmedo. etc.) como un caso particular de "asocia­ nes simétricas ... y entran unos.,.. otros en relaciones de per[ecla recipro·
ción por contraricdad_, y rehabilita parcialmente las doctrinas asociacio­ cidad. (Les origines de. la Pellséc grecquc, p . 122).
nislas . David Hume, en IlIvesligación sobre el entendimiento ¡¡umallO, " Claude Lévi-Strauss: .\4itologicas, n , p. J94.
1748, sección III. _La asociac ión de las ideas", afirma: «A mí me parece "Artstóteles : .I"IetafÜica, B . 4 . Aristótc!es apunta a los contemporá­
que existen so lamente tres principios de conexión entre ideas, a saber: neos de Hesíodo y a todos Jos teólogos. y aconseja .infonnarse más bien
semejanza, contigüidad en el tiempo o en e l espacio y relación de causa por aquellos que razonan por demostración» . Véase AristóLeks : La Me­
a electo. (Ed. Aub ier, p . 59). (Hay traducción castellana en Aguilar.) tapliysiq/le. traducción al francés de J. TI'icot. Vrin , t. l , pp. "1.501-1551.
,. El pellsam i elLlo salvaje, pp. 34-35. (Hay traducción castellana en Aguilar, Madrid, 1964.)

L
38!S Al ito e historia 389
Mal/rice Godelier
en "U discurso los fundamento,> primeros y ülLimos del orden
No es posib le que nos adentremos en el problema de las re­
de las cosas )'.
laciones del pensarnkn lo m ¡tico ) e l pc nsa m il'n I() rilosófico.
En definitiva . para pensar la espeC'ifidad del pensamiento
Haría falta más de un libl·o. No obstante, podemos extraer del
e iemplo griego Ulla observación que sugiere una dirección ge­ mítico y sus condiciones de reproducción O de declive en la
historia, por tanto, para pensar las relaciones entre mitos, so­
neral para el análisis de ese problema. Al descubrir que la na­
ciedad e histuria, hay quc descubrir cienlfficamente las razones
turaleza, más allá de las formas visibles, estaba organizada se­
y la necesidad del movimiento múlliplc de la historia , que ofre­
gün las relaciones necesarias de un orden matemático, el pensa­
ce al pensamiento humano -que sigue siendo esencialmente el
miento griego habia hecho salLar local y parcialmente la red de
mismo- contenidos nuevos para pensar. Sobre este punto -el
causalidadl.:s intencionales y de rcpn,'sL. nta ciones analógicas ex­
del análisis de las necesidades no intencionales que se manifies­
traídas de la percepc ión, mediante las Luales los vleju<i mitos grie­
gus '<exp licaban » el origen y la naturaleza dcl cosmos. Este nuevo tan en la historia y la mueven en prorundidacl- no<; separaría­
contenido de los conocimientos «físicos» y de las relaciones «po­ mos de nue,'o de CJaude Lévi-Strauss, que ha emitido juicios
Ift icas» es lo que iba a obligar al pensamiento a oponerse a sí sob re la hi s toria 38 que no podemos seguir hasta el final y que
mismo, a rechazar y hacer retroceder los modos de pensar an­ nos parece que no esta n to talmente basados en los prin~ i pios
tiguos para sustituirlos por otros que correspondían mejor al del método es truc tural.
nuevo campo de la experiencia humana. L'\s analogías extraídas Para Claude Lévi-Strauss, «es tan fastidioso como inútil
de lo sensible se abandonaban en beneficio de otras relaciones amontonar argumentos para demostrar que toda sociedad está
de equivalencia que expresan ese nuevo campo de la experien­ en la historia y quc camb ia: es evidente de suyo 39 . Esta histo­
cia humana 36. ria no es so lamente una historia Ería en la que las mismas es­
De manera general, el progreso de Jos conocimientos de la tructuras se reproducen sin variaciones notables. La historia
naturaleza y de la historia ha consistido en borrar de la faz de también está hecha de esa~ «cadenas de acontecimientos no
las cosas las redes de intenciones que el hombre les había atri­ recurrentes, cuyos efeclos se acumulan para producir tras tor­
buido primero. a imagen de sí mismo, en destruir fragmento nos económicos y soc iales» 4Q. En es ta perspectiva, Claude Lévi­
por fragmento, nivel por nivel l::ts representaciones imaginarias S trauss plantea el problema de las relaciones del pensamiento
de causas 'IÍntencionales», para sustituirlas por la representa­ con la historia, y ya hemos visto que adopta una posición pró­
ción de relaciones no in lem:ionales necesarias. Desde cierto
1 Recordando las concepcio nes op uestas de Bumet, partidario de la
punto de vista, ha exist ido un progreso en la capacidad de re­
Icuria dd «mi lagro griego» por el que , brusca mente , -en la tierra de Jonia
presentar el sistema 110 intencional de las relaciones objetivas d rOl//)' sc habría de~ prcndido ..le I mito como caen lao¡ escamas de los
existentes en la naturaleza y en la h istoria cuando se han sus­ (J.iu~ d~'1 c iL'!;o" y de Comrol'd, para quien la primera filosoría sigue cs­
tituido los conceptos especulativos semiabstractos y semicon­ 1,1IHlo m,is {L'fCa dc ulla C()Il~trlll:c i oll mítIca que de una tcoria científica,
retos del pensamiento mítico por los conceptos especulativos J . P. VLrnal1t, aunque acep tando los analisis de Cornford, concluye: «Sin
cmha1l!O a flc'i~lr de esas an;¡ log í¡l'; y de esas rem in iscencias, no existe
puramente abstractos de la filosofia: conceptos de causa, de fi ­ n.:alml'ntc lOnlinuitlad entre el mito y la filosofía. La filosofía no se con­
nalidad, de razón, de fundamento, de principio, análisis V cla­ tenta con repet ir en términos dc tisis to que el teólogo había cxprLsado
sificación de diferentes tipos de causas, primeras, últimas, mo­ en tél minos de poder wl'ino , Al cambio de registro , a la utilización de un
tri ces, finales, ma teriales, formales, etc. Por supuesto, no se "ocabu lar io profano, corresponde una nueva actitud de la menle.. .; de
es\.: modo Sí! u{trnta lllta {¡meió'l de eUlloci,trinllo despojada de loclel pre­
tnlla de negar el carácter especul::ttivo de Jos conceptos y pro­ oel/raerú'! de orden ri/lla!. Los 'físicos' deliberadamente ignoran el mun­
cedimientos del pe nsamiento filosófico que pretende ser, como do d.: la re ligión . Su invc, li gaLi6n ya no tiene nada que ve r con esos
el pensamiento mítico, analítico y sintético, capaz de alcanzar rron:dímientos del cu llo a los que el milo. :l [X'sar de ~u rclali\'n .Iuluno­
mía, ~~'guia estando más o menos li gndo» (Les origil/cs de la pc,/,;t!.> glec­
(/t,(', p. 102). Desacral ización del saber y lalcízacion de In \Ida s()rjal se
lallde le\'I-$trilllSS nos ha seiialado la obra de G . E. R. [.loyd : Po.
pn:senlan, pues, como condiciones del advenimien to de la filosofln .
Im'it ." Q/td Alla/ogy. Tu'o IVl'e5(lf IUilll/lIl'lIlatiol/ ;1/ t'arlv gret'k tlumglrr ,Hí<,¡oria., lomada en el ~<:nlido de realidaJ (Gesc/¡icltle), y no com
(CumbriJrrc Uni\: , Prc", 1966 " obla lIlIt' enumera los (. il·mplos dL' uso
Jc pares lk lél'minos 0llue';tCJs y de la analogía como modo de inlerencia di'lIfllina científica (ffistoria).
y procedimiento de descubr irniLllto en todos los campos de la fil osofía y El re'lsolllierllo sa[l'aje , p . 339,
de la ciencia griega hasta Aristóteles. . ¡dcm, p. 341.
390 :\Jito e historia 391
Mal/rice Goclelíer

xima a la de Marx, para quien el pensamiento , en su es tructura « ... si en algu nas partes exis ten leyes, deben existir en todas
forma l, carece de historia, no se «desarrolla» en la historia, sino partes» .
que adopta moda lidades diferentes segun el contenido oe esta En esta per;.pecliva, que suscribim05 p lenamenLe, resulta difí­
hic:toria . «La razón se desarrolla y se transforma en e l campo cil seguir a Lévi-Strauss en las conclusiones de su obra De la
práctico : la manera en q ue el hombre piensa traduce su,; rela­ I/lie! a l(ls c ellÍzas . E l ve e n el cambio pro[ulldo , al !el'm ino del
ciones con el mundo y con Jos hombres. Pero, para que la pra­ cua l ,en las fronleras oel rCllsamknlo griego [ ... ] la mitología
xis pueda vivirse como pensamiento, ee; necesario primero,.,
cede en favoI- de una [i losofla que emerge como condición previa
que el pensamiento exista» ~I , Es más, Claude Lé\'i-Straul>s acep­ de la ref leXIón cienl ¡rica» ~" «un suceso histórico, que nada e;igni ­
ta como una ley «de orden » «e l indiscu tib le primado de las in­ fíea sino que se produjo en tal luga," y en tal momento» 46, «el
fraestructuras» 42 y escribe: "No pretendemos, de ninguna ma­ tránsilo no era necesario, ni má<; ni menos aquí que all á ... y (si
nera, inc;inuar que transformaciones ideológicas cng:endr-an la historia mantienc) un puesto de primer plano (es) el que
cUlTespol\d~ d~ dL'rL'l ho a la t:onlingencia irred ucible» ¡- .
transformaciones sociales. E l orden contrario es el único ver­
Pero, en , ierlo senlido, es ta conclusión era necesaria . Porque
dadero: la concepció n que los hombres se forjan de las relacio­
al ich.!nlificar pensamien to O1lt ico y pensamiento en estado sal­
nes entre naturaleza y cultu ra es función de la manera en que
yaic, a l dejar de lado las diferencias específicas de los modos
se modifican sus prop ias relaciones sociales .. . , no e'itudiamos de represenlación [i lusóficos y cie n tíficos para retencr só lo de
más que las sombras que se perfilan en el [onda de la ca­ ellos lo que lo!> hace aparecer «como encajados unos en otros»
verna» 13 ,
en el seno del pensamiento m íti CO, no se pueele sino despojar
Hemos mostrado extensamente lo que aporta la obra de a la hi stor ia de toda creatividad y de toda necesidad. La his­
Claude Lé\'i-Strauss a una teoría de las «supen:slructuras ideo­ L01 ia no es más que un catal Izador ex terno q ue desencadena al
lógicas» . Es te ú lt imo se designa a S I mismo como materiali<¡ta a7ar las posibilidades que «duermen en la .<¡emilla" del pensa­
y determinista: «Si en el espíri tu del público se produce con mienlo mltico, Ta l vez esta representación ele la hisloria es el
frecue ncia una confusión entre estructuralismo, idea li smu y último triunfu del pensamiento mítico sobre la ciencia que lo
forma lil>mo, basta qtle el estruclura lismo tropiece eH su CWlll ­ analiza, pucsto que hace ver al sabio la hi storia como la ven las
/10 COI! Wl idealismo y 11// lOl'/lIalisllLU verdaderos para que se so, icdndes primiti\'as que (,quieren ignorarla y, can una habi­
man ifieste a plena luz su p"opia inspiración, determ inista y lidad que no sabemo s aprec iar j ustamen té, tratan de hacer que
realista » ~~ . Ya al comienzo de Las eSlrLU.:IlIra:; (' lcl/len/ale, de l Slan lo m 3s permanen tes posibk: es tallos qUI; considera n que
par-el1fesco, Claude Lévi-S¡ra uss ci laba esta [rase de Taylor: 'iun los "prime ros" ele su desarrollo» 48,

.. fde/II, P'. Js.2,


" Idcm, p . 193 ..
".ltlL'/II, pp, li3-l74. P:ualelollncnlc citamos el c¿khrc texto de Marx:
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.i\l '\:vntr:1rio de lo que ocurre en la filosofía al<:ll'ana, que desciende del 0Q
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