Teoria de Las Consecuencias Jurídicas
Teoria de Las Consecuencias Jurídicas
Teoria de Las Consecuencias Jurídicas
Esto quiere decir que, la aplicación de la pena está estrictamente definida por la ley, lo
que nos lleva a decir que las penas solo pueden aplicarse a los casos expresamente
establecidos en la ley –nullum crimen sine lege- y, solo pueden imponerse las penas
previstas y permitidas por la ley –nullum poena sine lege.
En síntesis, la pena antes de su aplicación debe ser conocida y, por ende, solo se
pueden imponer penas, en la cuantía y proporcionalidad, que se prevé en un
ordenamiento penal. Igual sucede con otras consecuencias jurídicas, como las
medidas de seguridad e incluso con la responsabilidad civil o las consecuencias
accesorias. De modo que, siquiera sea prima facie, según la garantía que prevé el
principio de legalidad, no deberían imponerse ninguna de las consecuencias jurídicas
del delito que no se encuentran prescrito en la parte general de un Código Penal.
2.- TEORÍA DE LAS CONSECUENCIAS JURÍDICAS
Las consecuencias jurídicas del delito es un capítulo del derecho penal cuyo estudio
posee el mismo rango de importancia que la clásica teoría del delito. Y hoy en día,
este tema, de las consecuencias jurídicas del delito, constituyen la preocupación tal
vez fundamental de la Política Criminal moderna.
3. La pena
Entre las principales características de la pena son de ser pública y aflictiva. Esto
quiere decir que, la pena al ser una institución de derecho público es una garantía para
el condenado, que –de esta manera- se siente protegido frente a posibles reacciones
vindicativas desproporcionadas. Y por el carácter aflictivo se debe entender que toda
pena entraña necesariamente un daño al condenado a través del cual se produce la
afirmación del derecho.
Que este carácter aflictivo haya sido instrumentalizado con uno u otro fin ha originado
uno de los debates más intensos y prolongados en el tiempo, en el que confluyen
argumentos jurídicos, sociales, antropológicos, sociológicos y filosóficos, en cuanto a
los fundamentos y fines de la pena y cuyas explicaciones doctrinarias suelen ser
agrupadas en las teorías absolutas, relativas y mixtas.
Esta teoría descansa sobre tres pilares fundamentales: primero, la potestad estatal
para castigar al responsable mediante la pena. Segundo, la existencia de la
culpabilidad. Tercero, la necesidad de armonizar la culpabilidad y la gravedad de la
pena.
Es de señalar que –en esta teoría- la pena no posee un fin en sí misma -como
plantean los retribucionistas-, sino, por el contrario, es un instrumento que sirve para
obtener un determinado fin. Queda claro que no se busca la justicia como valor
absoluto. Lo que se persigue son fines relativos: la protección de la sociedad.
Esta teoría reúne ciertas características de las anteriores teorías que consideraban
primordiales: esto es la pena como justa y útil; y, además, se cree conveniente que la
pena debe reprimir tomando en cuenta la culpabilidad y la proporcionalidad con
respecto al hecho delictivo (llegando a la justicia) y a la vez prevenir la comisión de
nuevo delitos (llegando a la utilidad). En la legislación comparada la influencia de
estas teorías es dominante.
Roxin, a través de esta teoría, otorga mayor consideración a los fines preventivos,
tanto especiales como generales, ya que señala que “las normas penales sólo están
justificadas cuando tienden a la protección de la libertad individual y a un orden social
que está a su servicio.
Los estados retencionistas son aquellos países que mantienen la pena capital como
una sanción penal y la aplican activa y legalmente de acuerdo con su normativa
interna. Los países que forman parte del sistema de estados retencionistas son en su
mayoría del Oriente Medio, Asia, África y Norteamérica. Los estados abolicionistas son
aquellos países que, en el pasado aplicaban legalmente la pena de muerte, no
obstante, hoy en día han decidido, por política criminal, suprimir la pena de muerte de
sus ordenamientos internos. Los estados abolicionistas de facto han dado el primer
paso para abandonar la pena de muerte a pesar que encuentra legalmente prescrito
en su legislación como una sanción penal. Los estados abolicionistas de iure son
aquellos países que legalmente han prohibido la aplicación de la pena de muerte.
Las penas restrictivas de libertad son aquellas penas que, sin privar la libertad de
movimiento del condenado, le imponen algunas limitaciones a la misma, esto es una
restricción a la libertad de residencia o establecimiento en sentido amplio. Sin
embargo, no afectan el mismo aspecto de la libertad de movimiento. Si bien las penas
privativas de libertad limitan ciertamente la libertad de residencia o establecimiento,
sus efectos recaen en todas las personas sin distinción de nacionalidad.
El peligro aludido ha sido caracterizado por Olesa Muñido en los siguientes términos
“una situación indicada para que se produzca con probabilidad un resultado dañoso”.
Peligrosidad personal del sujeto que se adjetiva de “criminal” cuando el hecho
socialmente dañoso o peligroso, cuya probable comisión se teme, es considerado
delictivo por el ordenamiento jurídico.
Las medidas de seguridad predelictuales son aquellas que se imponen a un sujeto por
su peligrosidad antes incluso de que cometa un hecho delicitvo; están solamente en
función de la peligrosidad del agente.
Las medidas de seguridad postdelictuales son las que se imponen al sujeto también
en base a su peligrosidad, pero una vez que ha cometido un hecho descrito como
delito en la ley penal.
Estos principios garantizan que solo se podrá aplicar las medidas seguridad previstas
siempre y cuando concurran los presupuestos establecidos previamente por ley. De
acuerdo con el principio de necesidad, la aplicación y ejecución de las medidas de
seguridad se justifican en tanto en cuanto el condenado presenta niveles de
peligrosidad criminal que no puedan ser neutralizados por otros medios. El principio de
necesidad nos permite entender las diferencias entre penas y medidas. Por muy grave
que sean, los hechos cometidos por la persona inimputable, porque si se descarta la
existencia de peligrosidad criminal, no habrá lugar para imponer ningún tipo de
medida. Y el principio de proporcionalidad garantiza que la imposición y ejecución de
la medida sea racional y equitativa a la peligrosidad.
4.4. Presupuestos.
4.5.1. La internación
En común solamente tienen dos aspectos. En primer lugar, que no son formalmente
penas ni medidas de seguridad, así como tampoco conceptos que se puedan integrar
en la reparación civil por el daño producido. En segundo lugar, que lo que caracteriza a
estas reacciones jurídicas es que son accesorias, lo que no significa que exijan
necesariamente una condena, sino que, dependen de la existencia de un injusto penal
principal, sin el cual no sería posible imponerlas. Por encima de estos aspectos
comunes, no hay duda que cada una de ellas cuenta con particularidades propias que
hace necesario exponerlas diferenciadamente.
6. La reparación civil.
Según Bustos, la “sanción civil se rige por el principio del daño causado; éste es su
límite para evitar el abuso del derecho y su arbitrariedad, que socavarían las bases de
un estado de derecho. Nuestro código admite la unidad procesal de la acción civil y
penal, derivados de la comisión de un delito. De esta manera se evita la concurrencia
por separado de dos procesos –civil y penal– así como se protege el bien jurídico en
su totalidad y se protege a la víctima.
6.4.1. La restitución
6.4.2. La indemnización
Así mismo, para que nazca el deber de indemnizar no basta con que se cometa un
delito o una falta, sino que, es necesario, en primer lugar, que se pruebe la existencia
de unos daños, así como la cuantía de los mismos. En segundo lugar, se requiere
también, para que el daño sea indemnizable, que se dé un nexo causal entre aquel
daño y el delito, esto es, que exista entre ambos una relación de causa-efecto.