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Título: Perspectiva de género y justicia. Crítica en materia de responsabilidad


Autor: González Freire, Juan Francisco
Publicado en: La Ley Online;
Cita: TR LALEY AR/DOC/631/2023
Sumario: I. Introducción. — II. Análisis sobre normativa de género. Protocolo internacional para juzgar con
perspectiva de género. CEDAW. Convención de Belem do Pará, y Ley Micaela (27.499). — III. Justicia y
género. — IV. Síntesis.
(*)

I. Introducción
En virtud de la oportuna publicación efectuada respecto al debate en análisis (1), reiteramos entonces que los
derechos asociados a cuestiones de perspectiva de género han logrado en los últimos años un avance
significativo, tendiente a concientizar a la sociedad respecto de tratarse de una temática imprescindible
íntimamente relacionada con el interés cotidiano. En efecto, dado a que las políticas de género han logrado
posicionarse en un umbral que venía siendo rezagado, en la actualidad se encuentra abriendo caminos de
igualdad cuya finalidad no es otra que generar conciencia despertando consecuencias jurídicas.
En el presente trabajo analizaremos el peso jurídico que significa la aplicación de las políticas de género en
el ámbito judicial (2), contemplando no solo su punto de vista favorable como corolario de su avance, sino
también lo que pueden significar en términos de aplicaciones que dificulten —en algunos casos— un
pronunciamiento judicial libre de vicios hacia la creación, la modificación o la extinción de derechos. Va de
suyo entonces que la temática que se abordará en el presente debate solo radica desde una óptica valorativa
jurisdiccional, cuyo norte tiende únicamente a lograr una mayor observancia desde distintos ángulos de
posicionamientos del proceso (actor y demandado)
Acto seguido analizaremos la presente temática, abstrayéndonos significativamente de cualquier
consecuencia que pueda devenir producto de una observancia sujeta a determinada/s política/s partidaria/s.
II. Análisis sobre normativa de género. Protocolo internacional para juzgar con perspectiva de género.
CEDAW. Convención de Belem do Pará, y Ley Micaela (27.499)
II.1. Los "conceptos" sobre "perspectiva de género"
Iniciaremos el punto resaltando una cuestión que merece mantener presente a lo largo y a lo ancho de todo
el debate.
"Existen conceptos que se vinculan de manera directa con la perspectiva de género, pero cuya comprensión
por quienes imparten justicia puede representar algunos retos, al provenir de ciencias sociales distintas al
derecho, tales como la antropología, la sociología, la psicología, la historia, entre otras. La dificultad de su
comprensión en el ámbito jurídico tiene que ver con que no son conceptos desarrollados por los órganos
legislativos, la jurisprudencia o la dogmática jurídica. Por tanto, en ocasiones resulta complejo entender de qué
forma se relacionan con el derecho, y particularmente con la administración de justicia"(3).
Habiéndose resaltado lo expuesto, partiremos de la base que la temática no resulta ser una cuestión de fácil
comprensión, como tampoco de una maniática valoración y aplicación. Ello es así, a sabiendas de que no todo
es de aplicación lisa y llana, como tampoco de tener que articular mecanismos que se aparten del progreso en
políticas de género. No queda otra, entonces, de tomar a la presente temática como una cuestión de delicada
introducción en el ámbito judicial, siendo que su aplicación inadecuada podría generar resoluciones injustas
tanto para quienes forman parte —como víctimas— de la vulnerabilidad de su exclusión, como de quienes
deben soportar una imposición desmedida producto de una aplicación sistémica por la mera sujeción al avance
de lo que venimos desarrollando.
En la actualidad han surgido importantes avances en lo que respecta a: Género (identidad y expresión); Sexo
(orientación); Orden Social (vinculada a las mencionadas); Las Relaciones de Poder (advirtiéndose sus
posiciones y asimetrías) — el Poder en las Relaciones Humanas, el denominado Sistema Patriarcal, El Poder
visto desde lo Intergenérico e Intragenérico; Las Relaciones de Trabajo en función del Rol de Género y la
Sexualidad (la división del Trabajo en función del sexo); Masculinidades; Estereotipos (descriptivos y
normativos); Estereotipos de Género y en el Ámbito Jurídico; La Violencia en razón del Género y Sexo
(abarcando distintos tipos de violencia y su ámbito de producción); Sexismo; Perspectiva de Género; y la
Interseccionalidad (entre otras).
En lo que respecta a la Perspectiva de Género, bien puede decirse que "es un método que busca modificar la
forma en que comprendemos el mundo, a partir de la incorporación del género como una categoría de análisis

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que muestra cómo la diferencia sexual y los significados que se le atribuyen desde lo cultural, impactan la vida
de las personas y las relaciones que entablan con su entorno y con el resto de la sociedad" (...) "es una
herramienta que nace y se consolida en otros ámbitos académicos y que, apenas en tiempos recientes, se ha
incorporado al estudio del derecho de manera paulatina"(4).
En lo que respecta a sus antecedentes, trataremos de volcarlos de manera resumida, de conformidad con la
citada bibliografía. Allí surge:
"En la actualidad es indiscutible que todas las personas (hombres, mujeres y personas que no se identifican
en términos binarios) gozan de los mismos derechos humanos sin distinciones por cuestiones como el sexo, el
género, la raza, la edad, la clase socioeconómica, el nivel de estudios, etcétera. Esta afirmación no siempre fue
así: hasta mediados del siglo XX, había pasado inadvertido que las mujeres se encontraban relegadas a un
segundo plano, detrás de los hombres, y que, por ello, era complejo hacer efectivo su derecho a la igualdad y el
ejercicio pleno del resto de sus derechos humanos. En 1946, tras el reconocimiento del contexto de desigualdad
prevalente entre mujeres y hombres, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) creó la Comisión de la
Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW, por sus siglas en inglés), como comisión orgánica dependiente
del Consejo Económico y Social. Su finalidad era hacer recomendaciones sobre temas urgentes relacionados
con los derechos de las mujeres y el principio de igualdad"(5).
Asimismo,
"...en 1965 la Asamblea General de las Naciones Unidas solicitara a la CSW que redactara una Declaración
sobre la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, la cual fue aprobada por la Asamblea General en
1967 (ONU, 2020), sin reconocerle efectos vinculantes. Durante las décadas de 1950 y 1960, la discriminación
contra las mujeres fue cada vez más evidente. El trato diferenciado en áreas como la vida pública, familiar y
laboral fue señalado a nivel mundial: en algunos países las mujeres permanecían sin poder votar ni competir por
cargos de elección popular; se encargaban exclusivamente de las labores del hogar; no podían administrar sus
bienes de manera libre; eran forzadas a contraer matrimonio, incluyendo cuando eran menores de edad; recibían
menores salarios que los hombres por el mismo trabajo; tenían menos oportunidades de crecimiento laboral;
eran asignadas a ciertos trabajos de asistencia, etcétera. Lo anterior llevó a la adopción de un conjunto de
medidas que sentaron las bases para que en 1979 se emitiera la Convención sobre la Eliminación de todas las
formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés). Este documento, a diferencia de
la Declaración sobre la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, tenía carácter vinculante para los
países que lo suscribieron y ratificaron. Así, se convirtió en el primer instrumento internacional que condenó la
discriminación en contra de las mujeres y estableció su igualdad con los hombres en todos los ámbitos, sin
distinción (CEDAW, artículo 1)"(6).
Por último (obviamente en forma resumida), si bien el concepto de "perspectiva de género" no se encuentra
detallado en la CEDAW, resaltaremos su esencial función en que los Estados parte deben aferrarse:
"Hay que asegurar que en los contextos en que existan mujeres que sufren doble discriminación por
elementos de identidad adicionales como la discapacidad, la etnia, el origen nacional, etcétera, se garantice el
goce de iguales condiciones para el ejercicio de sus derechos en todos los ámbitos. Adoptar medidas positivas
para eliminar todas las formas de violencia contra las mujeres, entre ellas: (i) capacitar a los funcionarios y
funcionarias judiciales para aplicar la Convención con el fin de respetar la integridad y dignidad de las mujeres,
y protegerlas contra cualquier tipo de violencia; y (ii) tomar las medidas jurídicas necesarias para protegerlas
eficazmente frente a cualquier situación de esa naturaleza. Eliminar las prácticas que alimentan los prejuicios y
roles de género que perpetúan la noción de inferioridad de las mujeres, para lo cual las personas juzgadoras
deben aplicar el principio de igualdad sustantiva e interpretar las normas de acuerdo con aquél. Llevar a cabo
actividades de formación obligatorias, periódicas y efectivas, dirigidas a operadoras y operadores jurídicos
sobre: (i) el impacto de los estereotipos y prejuicios de género en la violencia por razón de género contra las
mujeres; (ii) el trauma y sus efectos, así como las dinámicas de poder al experimentar violencia, prescindiendo
de estigmatizar y culpar a las víctimas por la violencia que sufren; y (iii) el marco normativo nacional e
internacional sobre esta violencia, incluyendo los derechos de las víctimas. Todo ello, bajo la consideración de
que la violencia por razón de género contra las mujeres requiere respuestas de carácter integral para ser resuelta,
debido a que se trata de un problema social que se reproduce en todos los espacios de interacción humana,
incluido el entorno digital"(7).
Como bien puede observarse, las recomendaciones del citado Organismo es abarcativa hacia el deber de los
Estados que la conforman; y que dicho sea de paso, sus directivas como Tratado, Reglas o Dictamen resultan de
aplicación insoslayable con jerarquía Constitucional en virtud de la amplitud de Derechos expresados
originariamente por el Constituyente, habida cuenta de los normado por el art. 75, inc. 22 de la Ley

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Fundamental (cfr. Reforma llevada a cabo en 1994, denominándose de éste modo, como "Bloque Constitucional
Federal").
Al mismo tiempo, cabe resaltar que el denominado "Bloque Constitucional" también recepta otros Tratados
y Declaraciones internacionales que abordan la materia. No escapa de destacarse lo que representa en materia de
vulnerabilidad y de tutela judicial efectiva lo consignado por las Reglas de Brasilia (8), evitando de este modo
que personas por su grado de discapacidad o de inferioridad de condiciones puedan acceder al sistema de
justicia. Sistema por cierto que resulta ser "un servicio" y que visto de desde ese punto de vista, el Estado no
puede dejar de brindarlo hacia quienes se ven impedidos de fortalecer o velar por sus derechos.
Este último punto merece una especial atención, habida cuenta que la vulnerabilidad que refleja la citada
Convención mantiene relación estrecha con la perspectiva de género. En efecto, y dado a que bien puede
considerarse como persona vulnerable a quién —o quienes— se encuentren en inferioridad de condiciones, ya
sea por su situación económica, por cuestiones netamente políticas, género, religión, sexo o determinada
posición personal frente a la sociedad, el Estado debe garantizar que el servicio de justicia (9) le garantice al
ciudadano la tutela efectiva de sus derechos. Entre ellas, repetimos, cuando existan condiciones de
vulnerabilidad derivadas por cuestiones de género.
Es por ello por lo que, en la Sección 2ª.- "Beneficiarios de las Reglas" (punto 8°), surge:
Género [17]. La discriminación que la mujer sufre en determinados ámbitos supone un obstáculo para el
acceso a la justicia, que se ve agravado en aquellos casos en los que concurra alguna otra causa de
vulnerabilidad [18]. Se entiende por discriminación contra la mujer toda distinción, exclusión o restricción
basada en el sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por
la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los
derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en
cualquier otra esfera [19]. Se considera violencia contra la mujer cualquier acción o conducta, basada en su
género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público
como en el privado, mediante el empleo de la violencia física o psíquica [20]. Se impulsarán las medidas
necesarias para eliminar la discriminación contra la mujer en el acceso al sistema de justicia para la tutela de sus
derechos e intereses legítimos, logrando la igualdad efectiva de condiciones. Se prestará una especial atención
en los supuestos de violencia contra la mujer, estableciendo mecanismos eficaces destinados a la protección de
sus bienes jurídicos, al acceso a los procesos judiciales y a su tramitación ágil y oportuna.
De igual modo también se tutela cuando la vulnerabilidad se origina por pertenecer a grupos de minorías:
De allí que, "Puede constituir una causa de vulnerabilidad la pertenencia de una persona a una minoría
nacional o étnica, religiosa y lingüística, debiéndose respetar su dignidad cuando tenga contacto con el sistema
de justicia" (Punto 9°).
Sin perjuicio de ello, también deviene significativo poner de manifiesto que existen sujetos destinatarios
para el cumplimiento de estas medidas. Es por eso por lo que en su Sección 3ª.- surgen los "Destinatarios:
actores del sistema de justicia". A saber:
"Serán destinatarios del contenido de las presentes Reglas: a) Los responsables del diseño, implementación
y evaluación de políticas públicas dentro del sistema judicial; b) Los Jueces, Fiscales, Defensores Públicos,
Procuradores y demás servidores que laboren en el sistema de Administración de Justicia de conformidad con la
legislación interna de cada país; c) Los Abogados y otros profesionales del Derecho, así como los Colegios y
Agrupaciones de Abogados; d) Las personas que desempeñan sus funciones en las instituciones de
Ombudsman. e) Policías y servicios penitenciarios. f) Y, con carácter general, todos los operadores del sistema
judicial y quienes intervienen de una u otra forma en su funcionamiento"(10).
Ninguna duda cabe entonces que, tanto las citadas Reglas, como la CEDAW, ni los Tratados y las
Convenciones Internacionales con raigambre Constitucional amparan ampliamente la tutela de los derechos de
quienes buscan "igualdad" de condiciones frente al resto de la sociedad.
Volviendo a las políticas de género más actuales, no escapa de nuestro conocimiento lo que surge de la
comprensión que debe mantenerse incólume con respecto a lo que hoy se entiende por sexo, género, relaciones
de poder, el sistema patriarcal, masculinidades y los Estereotipos.
En cuanto al "sexo", cabe señalar lo que se interpreta en su actual sentido, habida cuenta que "Existen cuatro
criterios para definir el sexo de una persona: (i) cromosómico, regido por el sistema XX (mujer) y XY
(hombre); (ii) gonadal, relativo a la presencia de ovarios o testículos; (iii) genital, concerniente a los órganos
sexuales internos y externos; y (iv) hormonal, referente a la mayor concentración de progesterona y estrógenos
en el caso de las mujeres, y de andrógenos en el caso de los hombres". (cfr. LAMAS, 2012, p. 8; James,

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ALCOTT y RUÍZ, 2015, p. 565, y DE LA FUENTE, 2016, p. 412).


"La forma en que tradicionalmente se han interpretado estos criterios biológicos ha dado lugar a sostener
que en la especie humana existen básicamente dos sexos: mujeres y hombres. Esta postura, que representa la
visión dominante, ha sido debatida a lo largo de las últimas décadas por estudios que sostienen que una
distinción planteada de manera tan tajante resulta limitada, toda vez que entre las cuatro áreas fisiológicas que
conforman el sexo, existen múltiples combinaciones que no necesariamente dan como resultado sexos
masculino y femenino, estrictamente hablando" (...). "Estas posturas ofrecen una interpretación menos
restrictiva sobre el sexo y generan importantes reflexiones en el ámbito social; una de las más relevantes es
evidenciar que la diversidad humana es la norma y no la excepción, por tanto, lo natural es que existan cuerpos
cuyas características varíen, y no sólo cuerpos de hombres y mujeres, o lo que reconocemos como tal"(11).
En cuanto al "género", se sostiene que "Tradicionalmente se pensaba que el rasgo que definía que una
persona fuese mujer u hombre, y que se comportara, se percibiera a sí misma y se desarrollara a lo largo de su
vida como tal, era el sexo que le venía de nacimiento. No obstante, en las últimas décadas, gracias a los estudios
provenientes de las teorías feministas, se identificó que, en la sociedad, el ser hombre o el ser mujer no depende
en exclusiva de las características biológicas con las que se nace, sino que existe toda una construcción cultural
en torno a lo que significa y lo que implica ser de un sexo o de otro. Esto ha permitido advertir que la diferencia
sexual no sólo se construye a partir de criterios físicos y fisiológicos, sino que existe un componente cultural
adicional que establece qué atributos y cualidades son propias de las mujeres y cuáles de los hombres, es decir,
que distingue lo "femenino" de lo "masculino". A esa interpretación cultural de la diferencia biológica es a lo
que se denomina género. El género se conforma por el conjunto de atributos asignados socialmente a las
personas a partir de su sexo (LAGARDE, 1997, p. 27). Es el que define, de acuerdo con los parámetros que se
establecen en cada sociedad, cómo deben ser los hombres y las mujeres, cómo deben verse, cómo deben
comportarse, a qué deben dedicarse, cómo deben relacionarse entre sí, etcétera. La división que se hace de las
personas en géneros, a partir de su anatomía, supone prescribir formas determinadas de sentir, de actuar y de ser
(LAMAS, 2013, p. 111); concibe dos modos de vida, dos formas de existir: uno para las mujeres y otro para los
hombres (LAGARDE, 1997, p. 55) (12).
Se entiende entonces que el género es una construcción social, y no netamente una condición biológica
impuesta como consecuencia del origen de su ser.
Bien puede decirse entonces que "Al ser el género una construcción cultural —y no un rasgo que se deriva
"naturalmente" del sexo con el que se nace— éste es asumido por cada persona mediante un complejo proceso
individual y social (LAMAS, 2013, p. 111). Las personas vamos adquiriendo las características que son
consideradas "femeninas" o "masculinas" a lo largo de nuestra vida, en la mayoría de los casos, a partir de la
forma en la que somos criadas y educadas, el tipo de reglas que se nos inculcan, las condiciones que se nos
imponen, el tipo de espacios a los que se nos da o se nos niega el acceso, los deberes que se nos marcan como
propios de nuestro sexo, las dinámicas sociales, y así sucesivamente. El género está tan inmerso en la
organización social, que nos es transmitido como si fuera algo "natural", es decir, como si naturalmente las
mujeres y los hombres debieran ser de cierta manera, anhelar determinadas cosas, ser aptas y aptos para ciertas
labores y para otras no, tener específicas formas de comportarse y reaccionar, etcétera. No obstante, las mujeres
y los hombres no somos por naturaleza (en función de nuestro sexo) lo que la cultura denomina "femenino" o
"masculino", sino que vamos adquiriendo e interiorizando esos rasgos en el transcurso de nuestra vida. De lo
contrario, lo que se considera "femenino" y "masculino" sería universal y estático, y no cambiaría de sociedad
en sociedad, ni dependiendo del momento histórico de que se trate. Asimismo, implicaría que todas las mujeres
tuvieran las características consideradas femeninas y todos los hombres las consideradas masculinas (LAMAS,
2013, p. 111). Sin embargo, esto no sucede ni siquiera con el sexo, pues, tal como apuntamos, en la especie
humana la diversidad es la regla y no la excepción"(13).
Asimismo, al hablarse de género, debemos tener en cuenta la orientación sexual (14) de la persona, su orden
social (cuya diferenciación de sexo no debe ser motivo de posicionar en igualdad de condiciones). De allí que
existen dos factores principales que han hecho posible que el orden social de género persista con tales
características a través del tiempo.
"El primero se refiere a la forma en la que el género (su contenido e implicaciones) es transmitido y
aprendido por cada persona. Como hemos mencionado en otros apartados, el género se transmite por la sociedad
como si fuera un rasgo intrínseco a cada sexo, es decir, como si "naturalmente" las mujeres y los hombres
debiéramos ser de cierta manera, anhelar determinadas cosas, ser aptas y aptos para ciertas labores y para otras
no, tener formas específicas de comportamiento, etcétera. Lo que se nos inculca es que esas características
derivan del sexo con el que nace cada persona, por eso se piensa que todas las mujeres, por ser mujeres, son de
una forma y todos los hombres, por ser hombres, son de otra. Sin embargo, contrario a ello, las mujeres y los
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hombres no somos por naturaleza (en función de nuestro sexo) lo que la cultura denomina "femenino" o
"masculino", sino que vamos adquiriendo e interiorizando esos rasgos en el transcurso de nuestra vida"(15).
"El segundo factor, por su parte, está representado por todas aquellas instituciones del ámbito religioso,
moral y jurídico-político que reproducen, enseñan, difunden, vigilan y controlan el cumplimiento de los
parámetros culturales sobre el género, a la vez que castigan su inobservancia (LAGARDE, 1997, p. 57). Estas
instituciones son las que nos inculcan de manera individual y colectiva lo que significa y lo que implica ser
hombre o ser mujer en una determinada sociedad, haciéndolo parecer "natural" o "debido". Con esa lógica,
alientan determinados comportamientos en las mujeres y determinados otros en los hombres, delimitan qué
ámbitos corresponden a las primeras y cuáles a los segundos, generan y niegan oportunidades dependiendo del
género, otorgan y expropian poder en forma diferenciada, etcétera. Así es como se va articulando la dinámica
social para que, al final, el género masculino se instituya como el dominante y el femenino como el
subordinado"(16).
En cuanto al sistema de poder (17), lo patriarcal y las masculinidades, éstas se encuentran íntimamente
relacionadas.
"La opresión es un fenómeno que se suscita cuando, injustamente, un grupo social es subordinado y otro es
privilegiado (TAYLOR, 2016, p. 1). Ésta puede no ser deliberada, y más bien producirse a partir de un conjunto
complejo de restricciones sociales que van desde instituciones hasta sesgos implícitos y estereotipos (TAYLOR,
2016, pp. 1-3). En ese sentido, la opresión surge como resultado de seguir costumbres, hábitos y normas
sociales, culturales y morales que no son —al menos no mayoritaria o significativamente— cuestionadas, las
cuales afectan a un grupo social específico. El carácter de la opresión es estructural y se replica en las
instituciones de la sociedad. No depende de una persona en lo individual, sino que las acciones de las personas
en su conjunto son las que provocan su mantenimiento y reproducción, a pesar de que ellas mismas no se
asuman como agentes de opresión. Como ejemplos de la división entre grupos oprimidos y grupos privilegiados
tenemos al grupo de las mujeres y al de los hombres, al de personas negras y caucásicas, al de personas de la
diversidad sexual y personas heterosexuales, por citar algunos casos. A estos grupos sociales, como el de las
mujeres, las personas negras y las personas de la diversidad sexual, la sociedad suele asignarles
injustificadamente estereotipos, los discrimina y excluye porque se cree que quienes los conforman comparten
una naturaleza común. Sin embargo, los grupos evidentemente suelen ser heterogéneos y cambiantes, ya que sus
integrantes poseen condiciones de identidad diversas (YOUNG, 1990, pp. 71-85)"(18).
Asimismo, una característica del sistema patriarcal es que se encuentra presente en todos los aspectos de la
vida diaria, tanto en el ámbito público como el privado. La forma en que ha logrado permear cada uno de los
espacios de la actividad humana, ha sido mediante prácticas sociales que replican una y otra vez la dinámica de
dominación-subordinación, con lo cual se alimenta su legitimidad y se normalizan sus efectos.
Es importante tener presente que el sistema patriarcal no sólo afecta a mujeres y niñas, sino también a
hombres y niños, y a las personas de la diversidad sexual. Los elementos que determinan la jerarquía dentro del
sistema patriarcal son las condiciones de identidad como la edad, el grado de estudios, el color de piel, el origen
nacional, la orientación o identidad sexual, por citar algunas. Un ejemplo de ello son las sociedades en las que
los jóvenes están subordinados a los hombres adultos y deben cumplir con una serie de reglas preconcebidas o
ritos para ser aceptados por los mayores, como tener relaciones sexuales a temprana edad (MILLET, 1970, p.
70).
Por último, "Los roles de género, contrario a lo que se pensaba tradicionalmente, son producto de la cultura
y no de la naturaleza; por eso varían de un lugar a otro y de un momento a otro. No obstante, dado que éstos se
asignan por la sociedad con base en el sexo de la persona, erróneamente se asumen como naturales. Por
ejemplo, a un hombre se le otorga el rol de proveedor dentro de una familia, mientras que a la mujer se le da el
rol de realizar labores en el hogar y cuidar de los demás. Estas funciones asignadas no se relacionan con
cuestiones biológicas, sino sociales; tienen que ver con la manera en la que hombres y mujeres nos
relacionamos y convivimos. Así, los roles de género crean expectativas sociales —e incluso jurídicas— que
hombres y mujeres debemos cumplir, salvo pena de ser reprochadas socialmente. Al ser atribuidos de esa
manera, los roles de género pueden tener impactos perjudiciales en las personas, su desarrollo y sus relaciones
con el resto de la comunidad. Estas funciones y deberes previamente designados por la sociedad afectan a
ambos grupos, pero el impacto suele ser mayor para las mujeres y las minorías sexuales, lo que perpetúa la
desigualdad que experimentan"(19).
En ese sentido, también no puede soslayarse que los roles de género afectan tanto a mujeres como a
hombres. En efecto, "Las mujeres que no cumplen con el rol asignado de cuidar a sus familiares, de ser madres,
de realizar labores de limpieza en casa, de estudiar disciplinas específicamente concebidas para ellas, pueden ser

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criticadas por la sociedad y encuentran más obstáculos para desarrollarse. Es más difícil para ellas acceder a
posiciones o puestos de trabajo que siempre han ocupado los hombres, ya sea por la materia (astronautas,
pilotos, cargadoras, compositoras, conductoras, directoras de orquesta, futbolistas, árbitras, carpinteras,
plomeras, electricistas, albañiles) o el perfil de mando y/o liderazgo esperado de acuerdo con estereotipos de
género (puestos de dirección o toma de decisiones, gobernantes, secretarias de la defensa). Los roles de género
también afectan negativamente a los hombres. Las actividades de cuidado se han concebido propias de las
mujeres porque se piensa que son "cuidadoras innatas", lo que impone ciertos obstáculos a los hombres que
solicitan licencias de paternidad para convivir con sus hijas o hijos recién nacidos, a quienes piden la custodia
de sus infantes ante una jueza o un juez, a quienes quieren involucrarse en las actividades escolares de sus hijos
o hijas, a quienes se dedican a labores del hogar y solicitan alimentos al divorciarse, etcétera"(20).
En cuanto a "Las masculinidades", éstas se conforman por una serie de prácticas sociales basadas en las
relaciones de género que afectan la experiencia corporal, la personalidad y la cultura de hombres y mujeres.
Estas prácticas se vinculan con las relaciones de poder y de producción (división sexual del trabajo), y con los
vínculos emocionales o el deseo sexual (cathexis) (CONNELL, 2005, pp. 67-76).
A través de un tipo de masculinidad tradicional y dominante en nuestra cultura, los hombres socializan e
interactúan, y se rigen por el "deber ser" de "los hombres", lo cual les condiciona a probar constantemente su
masculinidad u "hombría". De acuerdo con esta masculinidad imperante los hombres incorporan características
que se creen "naturales" a ellos y, a su vez, reprimen, niegan o desconocen conductas o rasgos que se asocian a
lo "femenino"(21).
"Las nuevas masculinidades se construyen en la cotidianeidad una vez que los hombres reconocen (o
empiezan a reconocer) la desigualdad y opresión resultado del sistema patriarcal, se sienten inconformes sobre
cómo se ha construido su masculinidad y/o tienen como objetivo detener las violencias ejercidas contra las
mujeres en general y contra los hombres que no cumplen con los estereotipos y roles de género impuestos
(ARIZA, 2015, pp. 106-114). De igual manera, pensar en nuevas masculinidades es relevante porque los niños y
adolescentes aprenderán formas distintas de relacionarse que beneficiarán su desarrollo pleno en diversos
ámbitos, incluido el emocional. Las masculinidades alternativas deberían, en el mejor de los casos, contribuir a
eliminar las prácticas descritas, ser antihomofóbicas y antirracistas, y enfocarse en desmantelar las instituciones
mencionadas, así como aprender a dialogar en un plano de igualdad y de intercambio cooperativo (CARABÍ,
2000, pp. 26-27). Algunos ejemplos de masculinidades transformativas o alternativas pueden ser participar en
las labores del hogar y de crianza de sus hijas e hijos; compartir tareas laborales que generalmente se les asignan
a mujeres, como preparar las salas de juntas y el café; evitar la objetivación de las mujeres (como ocurre con los
comentarios o insinuaciones sexuales en torno a colegas mujeres, ya sea dirigidos a ellas o con otros hombres);
y tratar a las mujeres con respeto en la calle, confrontando a otros hombres que pueden agredirlas y/o
apoyándolas en esas situaciones (GREIG, 2016, p. 17)"(22).
En cuanto a los "Estereotipos", los hay descriptivos y normativos. Los descriptivos son las que identifican a
la persona con determinado grupo, cuyas características lo posicionan en la sociedad. Existen corrientes
Doctrinarias que establecieron dos tipos de estereotipos. Los descriptivos sin base estadística y los descriptivos
con base estadística. Veamos:
"Los primeros, a los cuales también se ha denominado estereotipos falsos, implican una representación
equivocada o inexistente de la realidad. Éstos, al no tener ningún aporte cognitivo, deben, en el mejor de los
casos, abandonarse (RISSO, 2019, pp. 22-23). Por ejemplo, existe el estereotipo que establece que no debe
permitirse a las parejas homosexuales ejercer como padres o madres, dado que ello puede originar una
afectación al interés superior de las y los menores. Al respecto, la SCJN y la Corte IDH han establecido que
debe abandonarse este estereotipo, toda vez que no existe sustento empírico que compruebe su veracidad; es
decir, no hay documentos o estudios científicos que evidencien la supuesta afectación al interés superior de la
infancia en estos casos. Los segundos, por su parte, asocian a las personas integrantes del grupo con una
propiedad que sí poseen, por tanto, podrían resultar útiles para gestionar la información sobre un grupo y, en
algunos casos, sobre las personas que pertenecen a él (RISSO, 2019, pp. 22-23). Lo que es importante tener
presente cuando se trata de este tipo de estereotipos, es que existirán casos en los que, aun cuando éstos
describan adecuadamente las propiedades del grupo (es decir, que sean correctos), podrá haber personas
integrantes del grupo que no posean la característica que se les atribuye. En estos supuestos, lo adecuado será
abandonar el estereotipo para el caso específico (ARENA, 2016, p. 58), puesto que no estará justificado que se
adjudique a una persona una propiedad que no posee"(23).
En cuanto a los estereotipos normativos (24), "a diferencia de los descriptivos, no tienen por objeto adjudicar
una propiedad o característica, sino atribuir determinados roles a las personas que integran un grupo social
específico, por el solo hecho de pertenecer a él. Estos estereotipos no buscan describir cómo es el mundo, sino
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prescribir cómo debería ser (ARENA, 2016, p. 70). En ese sentido, no pretenden detallar un estado de cosas,
sino definir qué roles debe cumplir una persona por ser parte de un grupo social determinado (RISSO, 2019, p.
17). Por esa razón, cuando hablamos de estereotipos normativos carece de sentido corroborar si poseen base
estadística o si logran describir las verdaderas propiedades de una persona (ARENA, 2016, p. 70), ya que su
objetivo no es representar la realidad, sino determinar cómo deben comportarse y tratarse entre sí las personas
que integran un grupo social concreto" (...) "Pongamos un ejemplo: el estereotipo que define que las madres
(grupo social) deben ser amas de casa (rol social) no afirma que la mayoría de las madres sean amas de casa, lo
que afirma es que las madres deben asumir ese papel (RISSO, 2019, p. 17). Su finalidad, por tanto, no es
describir a qué se dedican las mujeres que son madres, sino prescribir que, por ser madres, deben dedicarse a las
tareas domésticas y las labores de crianza"(25).
Finalizaremos la compleja temática (26) resaltando que, dentro de los estereotipos, existen también los
denominados "estereotipos de género".
"Si bien los estereotipos de género pueden ser descriptivos y normativos como cualquier estereotipo, éstos,
además, pueden clasificarse en distintos tipos de acuerdo con su contenido. Así, existen estereotipos de género
relacionados con el sexo, estereotipos de género sexuales, estereotipos de género sobre roles sexuales y
estereotipos de género compuestos. Los primeros se centran en las diferencias físicas y biológicas entre hombres
y mujeres. Incluyen nociones generalizadas según las cuales unos y otras poseen características físicas
diferenciadas (Cook y CUSACK, 2010, p. 29). Estos estereotipos generan creencias tales como que los hombres
son físicamente más fuertes, emocionalmente más estables, asertivos en sus decisiones, que tienden a la
violencia, etcétera. Por otro lado, están los que afirman que las mujeres son más débiles físicamente, que son
volubles e inestables debido a sus procesos hormonales, que naturalmente desarrollan un instinto materno, que
no tienen vello facial, entre otras. Los estereotipos sexuales, por su parte, atribuyen características o cualidades
sexuales específicas a las mujeres, las identidades diversas y los hombres. Se refieren a cuestiones como la
atracción y el deseo sexuales, la iniciación sexual, las relaciones sexuales, la intimidad, la exploración sexual, la
posesión y violencia sexuales, entre muchas otras. Son estereotipos que operan para demarcar las formas
aceptables de sexualidad, con frecuencia para privilegiar la heterosexualidad, a través de la estigmatización del
resto de expresiones sexuales (COOK - CUSACK, 2010, pp. 31-32) (27).
II.2. "Convención de Belem do Pará". Convención de Brasilia — (Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra la Mujer)
A través de la ley 24.632 (28), el Estado Argentino la incorpora con jerarquía constitucional, siendo
sancionada el 13 de marzo de 1996, y promulgada el 01 de abril del mismo año.
Los Estados forman parte de la Convención de Belem do Pará (29) Reconociendo que el respeto irrestricto a
los derechos humanos ha sido consagrado en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y reafirmado en otros instrumentos internacionales y
regionales; Afirmando que la violencia contra la mujer constituye una violación de los derechos humanos y las
libertades fundamentales y limita total o parcialmente a la mujer el reconocimiento, goce y ejercicio de tales
derechos y libertades; Preocupados porque la violencia contra la mujer es una ofensa a la dignidad humana y
una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre mujeres y hombres; Recordando la
Declaración sobre la Erradicación de la Violencia contra la Mujer, adoptada por la Vigesimoquinta Asamblea de
Delegadas de la Comisión Interamericana de Mujeres, y afirmando que la violencia contra la mujer transciende
todos los sectores de la sociedad independientemente de su clase, raza o grupo étnico, nivel de ingresos, cultura,
nivel educacional, edad o religión y afecta negativamente sus propias bases; Convencidos de que la eliminación
de la violencia contra la mujer es condición indispensable para su desarrollo individual y social y su plena e
igualitaria participación en todas las esferas de vida, y Convencidos de que la adopción de una convención para
prevenir, sancionar y erradicar toda forma de violencia contra la mujer, en el ámbito de la Organización de los
Estados Americanos, constituye una positiva contribución para proteger los derechos de la mujer y eliminar las
situaciones de violencia que puedan afectarlas.
La presente Convención se compone de 25 artículos, en los que concentraremos nuestra atención en sus
primeros 12, habida cuenta que a través de ellos se encuentra "la definición de violencia contra la mujer, los
derechos que se protegen, los deberes de los Estados Parte y los mecanismos interamericanos de protección":
Capítulo I
Definición y ámbito de aplicación
Artículo 1: Para los efectos de esta Convención debe entenderse por violencia contra la mujer cualquier
acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la
mujer, tanto en el ámbito público como en el privado.

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Artículo 2: Se entenderá que violencia contra la mujer incluye la violencia física, sexual y psicológica: a.
que tenga lugar dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier otra relación interpersonal, ya sea que el
agresor comparta o haya compartido el mismo domicilio que la mujer, y que comprende, entre otros, violación,
maltrato y abuso sexual; b. que tenga lugar en la comunidad y sea perpetrada por cualquier persona y que
comprende, entre otros, violación, abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitución forzada, secuestro y
acoso sexual en el lugar de trabajo, así como en instituciones educativas, establecimientos de salud o cualquier
otro lugar, y c. que sea perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes, dondequiera que ocurra.
Capítulo II
Derechos Protegidos
Artículo 3: Toda mujer tiene derecho a una vida libre de violencia, tanto en el ámbito público como en el
privado.
Artículo 4: Toda mujer tiene derecho al reconocimiento, goce, ejercicio y protección de todos los derechos
humanos y a las libertades consagradas por los instrumentos regionales e internacionales sobre derechos
humanos. Estos derechos comprenden, entre otros: a. el derecho a que se respete su vida; b. el derecho a que se
respete su integridad física, psíquica y moral; c. el derecho a la libertad y a la seguridad personales; d. el
derecho a no ser sometida a torturas; e. el derecho a que se respete la dignidad inherente a su persona y que se
proteja a su familia; f. el derecho a igualdad de protección ante la ley y de la ley; g. el derecho a un recurso
sencillo y rápido ante los tribunales competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos; h. el
derecho a libertad de asociación; i. el derecho a la libertad de profesar la religión y las creencias propias dentro
de la ley, y j. el derecho a tener igualdad de acceso a las funciones públicas de su país y a participar en los
asuntos públicos, incluyendo la toma de decisiones.
Artículo 5: Toda mujer podrá ejercer libre y plenamente sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales
y culturales y contará con la total protección de esos derechos consagrados en los instrumentos regionales e
internacionales sobre derechos humanos. Los Estados Parte reconocen que la violencia contra la mujer impide y
anula el ejercicio de esos derechos.
Artículo 6: El derecho de toda mujer a una vida libre de violencia incluye, entre otros: a. el derecho de la
mujer a ser libre de toda forma de discriminación, y b. el derecho de la mujer a ser valorada y educada libre de
patrones estereotipados de comportamiento y prácticas sociales y culturales basadas en conceptos de
inferioridad o subordinación.
Capítulo III
Deberes de los Estados
Artículo 7: Los Estados Partes condenan todas las formas de violencia contra la mujer y convienen en
adoptar, por todos los medios apropiados y sin dilaciones, políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar
dicha violencia y en llevar a cabo lo siguiente: a. abstenerse de cualquier acción o práctica de violencia contra la
mujer y velar por que las autoridades, sus funcionarios, personal y agentes e instituciones se comporten de
conformidad con esta obligación; b. actuar con la debida diligencia para prevenir, investigar y sancionar la
violencia contra la mujer; c. incluir en su legislación interna normas penales, civiles y administrativas, así como
las de otra naturaleza que sean necesarias para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer y
adoptar las medidas administrativas apropiadas que sean del caso; d. adoptar medidas jurídicas para conminar al
agresor a abstenerse de hostigar, intimidar, amenazar, dañar o poner en peligro la vida de la mujer de cualquier
forma que atente contra su integridad o perjudique su propiedad; e. tomar todas las medidas apropiadas,
incluyendo medidas de tipo legislativo, para modificar o abolir leyes y reglamentos vigentes, o para modificar
prácticas jurídicas o consuetudinarias que respalden la persistencia o la tolerancia de la violencia contra la
mujer; f. establecer procedimientos legales justos y eficaces para la mujer que haya sido sometida a violencia,
que incluyan, entre otros, medidas de protección, un juicio oportuno y el acceso efectivo a tales procedimientos;
g. establecer los mecanismos judiciales y administrativos necesarios para asegurar que la mujer objeto de
violencia tenga acceso efectivo a resarcimiento, reparación del daño u otros medios de compensación justos y
eficaces, y h. adoptar las disposiciones legislativas o de otra índole que sean necesarias para hacer efectiva esta
Convención.
Artículo 8: Los Estados Partes convienen en adoptar, en forma progresiva, medidas específicas, inclusive
programas para: a. fomentar el conocimiento y la observancia del derecho de la mujer a una vida libre de
violencia, y el derecho de la mujer a que se respeten y protejan sus derechos humanos; b. modificar los patrones
socioculturales de conducta de hombres y mujeres, incluyendo el diseño de programas de educación formales y
no formales apropiados a todo nivel del proceso educativo, para contrarrestar prejuicios y costumbres y todo

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otro tipo de prácticas que se basen en la premisa de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los géneros o
en los papeles estereotipados para el hombre y la mujer que legitiman o exacerban la violencia contra la mujer;
c. fomentar la educación y capacitación del personal en la administración de justicia, policial y demás
funcionarios encargados de la aplicación de la ley, así como del personal a cuyo cargo esté la aplicación de las
políticas de prevención, sanción y eliminación de la violencia contra la mujer; d. suministrar los servicios
especializados apropiados para la atención necesaria a la mujer objeto de violencia, por medio de entidades de
los sectores público y privado, inclusive refugios, servicios de orientación para toda la familia, cuando sea del
caso, y cuidado y custodia de los menores afectados; e. fomentar y apoyar programas de educación
gubernamentales y del sector privado destinados a concientizar al público sobre los problemas relacionados con
la violencia contra la mujer, los recursos legales y la reparación que corresponda; f. ofrecer a la mujer objeto
de violencia acceso a programas eficaces de rehabilitación y capacitación que le permitan participar plenamente
en la vida pública, privada y social; g. alentar a los medios de comunicación a elaborar directrices adecuadas de
difusión que contribuyan a erradicar la violencia contra la mujer en todas sus formas y a realzar el respeto a la
dignidad de la mujer; h. garantizar la investigación y recopilación de estadísticas y demás información
pertinente sobre las causas, consecuencias y frecuencia de la violencia contra la mujer, con el fin de evaluar la
eficacia de las medidas para prevenir, sancionar y eliminar la violencia contra la mujer y de formular y aplicar
los cambios que sean necesarios, y i. promover la cooperación internacional para el intercambio de ideas y
experiencias y la ejecución de programas encaminados a proteger a la mujer objeto de violencia.
Artículo 9: Para la adopción de las medidas a que se refiere este capítulo, los Estados Parte tendrán
especialmente en cuenta la situación de vulnerabilidad a la violencia que pueda sufrir la mujer en razón, entre
otras, de su raza o de su condición étnica, de migrante, refugiada o desplazada. En igual sentido se considerará a
la mujer que es objeto de violencia cuando está embarazada, es discapacitada, menor de edad, anciana, o está en
situación socioeconómica desfavorable o afectada por situaciones de conflictos armados o de privación de su
libertad.
Capítulo IV
Mecanismos Interamericanos de Protección
Artículo 10: Con el propósito de proteger el derecho de la mujer a una vida libre de violencia, en los
informes nacionales a la Comisión Interamericana de Mujeres, los Estados Parte deberán incluir información
sobre las medidas adoptadas para prevenir y erradicar la violencia contra la mujer, para asistir a la mujer
afectada por la violencia, así como sobre las dificultades que observen en la aplicación de las mismas y los
factores que contribuyan a la violencia contra la mujer.
Artículo 11: Los Estados Parte en esta Convención y la Comisión Interamericana de Mujeres, podrán
requerir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos opinión consultiva sobre la interpretación de esta
Convención.
Artículo 12: Cualquier persona o grupo de personas, o entidad no gubernamental legalmente reconocida en
uno o más Estados miembros de la Organización, puede presentar a la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos peticiones que contengan denuncias o quejas de violación del artículo 7 de la presente Convención
por un Estado Parte, y la Comisión las considerará de acuerdo con las normas y los requisitos de procedimiento
para la presentación y consideración de peticiones estipulados en la Convención Americana sobre Derechos
Humanos y en el Estatuto y el Reglamento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
La presente Convención obliga a los estados Parte a su cumplimiento, siendo la misma una de las más
importantes normativas que se encuentran regidas a través del art. 75, inc. 22° de la CN y por ende integran el
denominado "Bloque de Constitucionalidad Federal" por el cual se flexibilizan los Derechos y las Garantías que
el Constituyente había señalado de manera expresa, al momento de su conformación.
Por medio de la Convención, "Los Estados Partes condenan todas las formas de violencia contra la mujer y
convienen en adoptar, por todos los medios apropiados y sin dilaciones, políticas orientadas a prevenir,
sancionar y erradicar dicha violencia..." asimismo, "Los Estados Partes convienen en adoptar, en forma
progresiva, medidas específicas para fomentar el conocimiento y la observancia del derecho de la mujer a una
vida libre de violencia, y el derecho de la mujer a que se respeten y protejan sus derechos humanos" (...) Al
mismo tiempo se establece la posibilidad de una "Opinión Consultiva de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos: Los Estados Parte y la Comisión Interamericana de Mujeres, puede solicitar a la Corte
Interamericana de Derechos Humanos opiniones consultivas sobre la interpretación de la Convención. Esta
facultad no ha sido utilizada hasta la fecha", como también la viabilidad de una "Denuncia o queja ante la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) La CIDH puede recibir denuncias o quejas que
provengan de individuos o entidades no gubernamentales donde se alegue la violación del art. 7 de la

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Convención"(30).
II.3. Ley Micaela. Ley 27.499
En consonancia con lo expuesto en el punto anterior, nuestro sistema normativo se encuentra actualmente
comprendido por la Ley 27.499, denominada "Ley Micaela (31)". La misma se compone de 11 artículos.
La citada Ley resulta ser de capacitación obligatoria para todos los empleados y funcionarios que integran la
administración pública (de los Tres Poderes del Estado), invitando a las demás Provincias y la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires a formar parte de ella (art. 10°). La denominada "Ley Micaela", señala:
Art. 1°- Establécese la capacitación obligatoria en la temática de género y violencia contra las mujeres para
todas las personas que se desempeñen en la función pública en todos sus niveles y jerarquías en los poderes
Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación.
Art. 2°- Las personas referidas en el artículo 1° deben realizar las capacitaciones en el modo y forma que
establezcan los respectivos organismos en los que desempeñan sus funciones.Art. 3°- El Instituto Nacional de
las Mujeres es autoridad de aplicación de la presente ley.Art. 4° - Las máximas autoridades de los organismos
referidos en el artículo 1°, con la colaboración de sus áreas, programas u oficinas de género si estuvieren en
funcionamiento, y las organizaciones sindicales correspondientes, son responsables de garantizar la
implementación de las capacitaciones que comenzarán a impartirse dentro del año de la entrada en vigencia de
la presente ley. Para tal fin, los organismos públicos podrán realizar adaptaciones de materiales y/o programas,
o desarrollar uno propio, debiendo regirse por la normativa, recomendaciones y otras disposiciones que
establecen al respecto los organismos de monitoreo de las convenciones vinculadas a la temática de género y
violencia contra las mujeres suscriptas por el país.
Art. 5° - El Instituto Nacional de las Mujeres certificará la calidad de las capacitaciones que elabore e
implemente cada organismo, que deberán ser enviadas dentro de los seis [6] meses siguientes a la entrada en
vigencia de la presente ley, pudiéndose realizar modificaciones y sugerencias para su mayor efectividad.
Art. 6° - La capacitación de las máximas autoridades de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la
Nación estará a cargo del Instituto Nacional de las Mujeres.
Art. 7° - El Instituto Nacional de las Mujeres, en su página web, deberá brindar acceso público y difundir el
grado de cumplimiento de las disposiciones de la presente en cada uno de los organismos referidos en el artículo
1°.
En la página se identificará a las/os responsables de cumplir con las obligaciones que establece la presente
ley en cada organismo y el porcentaje de personas capacitadas, desagregadas según su jerarquía.Anualmente, el
Instituto Nacional de las Mujeres publicará en esta página web un informe anual sobre el cumplimiento de lo
dispuesto en la presente ley, incluyendo la nómina de altas autoridades del país que se han capacitado.
Además de los indicadores cuantitativos, el Instituto Nacional de las Mujeres elaborará indicadores de
evaluación sobre el impacto de las capacitaciones realizadas por cada organismo. Los resultados deberán
integrar el informe anual referido en el párrafo anterior.
En la página web del Instituto Nacional de las Mujeres se publicará una reseña biográfica de la vida de
Micaela García y su compromiso social, así como las acciones del Estado vinculadas a la causa penal por su
femicidio.
Art. 8° - Las personas que se negaren sin justa causa a realizar las capacitaciones previstas en la presente ley
serán intimadas en forma fehaciente por la autoridad de aplicación a través y de conformidad con el organismo
de que se trate. El incumplimiento de dicha intimación será considerado falta grave dando lugar a la sanción
disciplinaria pertinente, siendo posible hacer pública la negativa a participar en la capacitación en la página web
del Instituto Nacional de las Mujeres.
Art. 9° - Los gastos que demande la presente ley se tomarán de los créditos que correspondan a las partidas
presupuestarias de los organismos públicos de que se trate.
Art. 10. - Invítase a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y a las provincias a adherir a la presente ley.
Cláusula Transitoria: De conformidad con lo previsto en el artículo 4°, los organismos que a la entrada en
vigencia de la presente ley no hayan elaborado o adaptado programas de capacitación en género, deberán
utilizar los programas, cursos u otras plataformas de capacitación diseñados por el Instituto Nacional de las
Mujeres.
Art. 11. — Comuníquese al Poder Ejecutivo nacional.
En la Ley 27.499, se establecen los siguientes conceptos de género (32):

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1.- Patriarcado: Es un sistema social de dominación del hombre sobre la mujer que se produce en todos los
ámbitos tanto familiar, político, económico, social, científico. Algunos ejemplos son la división sexual del
trabajo y el control sobre los cuerpos de las mujeres. Es un sistema social, político, cultural y económico que
excluyen, genera desigualdades y vulnera los derechos de las mujeres. Es una forma de organización política,
social, económica, ideológica y religiosa basada en la idea de la autoridad y superioridad de lo masculino sobre
lo femenino, fundamentada ridículamente en mitos y que se reproduce a través de la socialización de género.
2.- División Sexual del Trabajo: Tiene que ver con las tareas asignadas a las personas según al género que
pertenecen. A lo largo de la historia, determinadas tareas y trabajos han sido considerados exclusivos para el
género femenino tales como las tareas domésticas, de cuidado y reproductivas, es decir el ámbito privado y
productivas para el género masculino, es decir el ámbito público del mercado laboral.
3.- Sociabilización de Género: Es un proceso mediante el cual se le atribuyen una serie de estereotipos, roles
y normas a hombres y mujeres, que permite hacer que parezca natural la desigualdad y la discriminación contra
las mujeres
4.- Violencia: Es toda conducta, por acción u omisión, que, de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito
público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, que afecta la vida, libertad, dignidad,
integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también la seguridad personal. Ya sea
que afecte a mujeres o disidencias sexuales tales como las que poseen una identidad de género u orientación
sexual que no corresponde con la impuesta por la norma. Puede ser de tipo física, psicológica, sexual,
económica, patrimonial o simbólica. Además de adoptar diferentes modalidades, es decir la forma en la que se
manifiesta en los diferentes ámbitos, es decir, violencia doméstica, institucional, laboral, contra la libertad
reproductiva, violencia obstétrica y violencia mediática. (Ley Nacional 26.485).
5.- Discriminación: Es toda distinción, exclusión o restricción por razón de género, edad, salud,
características físicas, posición social, económica, condición étnica, nacional, religiosa, opinión, identidad u
orientación sexual, estado civil o cualquier otra que atente contra la dignidad humana, que tiene por objeto
menoscabar o anular el goce o ejercicio de los derechos de las personas. También se incluyen acciones que
tiendan a la invisibilización o negación (artículo 1 de la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de
Discriminación contra la Mujer - CEDAW). Una práctica es discriminatoria cuando una persona percibe su
identidad como superior y como patrón de lo normal, y ve lo diferente como deficitario, potencialmente
peligroso o anormal
6.- Identidad de Género: Es la vivencia interna e individual del género tal como cada persona lo experimenta
profundamente, la cual podría corresponder o no con el sexo asignado al momento del nacimiento, incluyendo
la vivencia personal del cuerpo (que podría involucrar la modificación de la apariencia o la función a través de
técnicas médicas quirúrgicas) y otras expresiones de género, incluyendo la vestimenta, el modo de hablar, los
modales. "Cisgénero": cuando la autopercepción de la persona de su identidad de género coincide con el sexo
que le asignaron al nacer. "Transgénero": cuando la autopercepción de la persona de su identidad de género no
coincide con el sexo que le asignaron al nacer.
7.- Sexualidad: Es un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de su vida. Abarca al sexo, las
identidades y los papeles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual.
Se vivencia y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, conductas,
prácticas, papeles y relaciones interpersonales. La sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no
obstante, no todas ellas se vivencian o se expresan siempre. La sexualidad está influida por la interacción de
factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos,
religiosos y espirituales.
8.- Brecha de Género: Destaca las desigualdades existentes entre hombres y mujeres en cualquier ámbito, en
relación con el nivel de participación, acceso a oportunidades, derechos, poder e influencia, remuneración y
beneficios, control y uso de los recursos, que les permiten garantizar su bienestar y desarrollo humano. Esta
situación de desigualdad genera una dificultad enorme para que las mujeres puedan ascender en el mundo
laboral a lo largo de su trayectoria profesional causada por barreras invisibles. Entre ellas se encuentran el
"techo de cristal", que describe un momento concreto en la carrera profesional de una mujer, en la que, en vez
de crecer por su preparación y experiencia, se estanca dentro de una estructura laboral, oficio o sector. En
muchas ocasiones, coincide con la etapa de su vida en la que decide ser madre. No se trata de un obstáculo legal
sino de prejuicios extendidos para confiar en las mujeres puestos de responsabilidad, pagar un salario y otorgar
una categoría similar por las mismas funciones al considerar que se conformará con menos, así como sutiles
prácticas patriarcales del mundo de los negocios, como el tipo de reuniones, el corporativismo masculino o el
amiguismo. ...Entre las causas de la brecha de género se encuentran la estigmatización basada en estereotipos de

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género, edad o etnia; brecha salarial; ausencia de redes de apoyo y comunitarias; acoso en el entorno laboral;
cuidado de miembros de la familia; violencia basada en el género; déficit de habilidades blandas.
9.- Orientación Sexual: Se refiere a la capacidad, independientemente del sexo biológico y de la identidad de
género de una persona para sentir atracción sexual, erótica, emocional o amorosa por personas de un género
diferente al suyo, del mismo o de más de un género.
10.- Estereotipos de Género: Características rígidas que se les atribuyen socialmente a varones y mujeres
que se trasmiten desde las diferentes instituciones por las cuales transitan las personas a lo largo de la vida
(familia, escuela, medios de comunicación). Los estereotipos que se vinculan con lo masculino son: activos,
combativos, luchadores, competitivos, independientes, aventureros, valientes, "ser para sí" (autonomía),
creativos, objetivos, lucidos, mente científica, firmes, decididos, tranquilos, centrado en el sexo. Y a lo
femenino: sensibles, temerosas, cambiantes, intuición, sumisa, necesitada de apoyo, "ser para otros"
(dependencia), débil, insegura, manipuladora, pasiva, tierna, dulce, pudorosa, necesitada de amor, necesitada de
ser madre.
11.- Expresión de Género: Formas mediante las cuales las personas expresan su género a través de la
vestimenta, comportamiento, intereses, afinidades, actividades (masculina, femenina, andrógina).
12.- Sexo Biológico: Se refiere a la combinación de elementos sexuados del organismo del individuo tales
como cromosomas, glándulas, morfología, genitales y hormonas.
13.- Salud: Es un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de enfermedad o
dolencia (Organización Mundial de la Salud).
14.- Salud Sexual y Reproductiva: Hace referencia a sentirse bien con la propia sexualidad y gozar de ella,
siguiendo los principios de respeto hacia sí misma y hacia los/as demás. Implica tomar consciencia de la
capacidad de disfrutar y darse el permiso a esta posibilidad, y poder identificar y manejar aquellas emociones
que puedan afectarlas (vergüenzas, miedos, culpas) y que deterioren el gozo y disfrute en las relaciones sexuales
y de pareja. Es un derecho y este derecho incluye tener información y equidad en habilidades y recursos para
decidir libre y responsablemente sobre la propia sexualidad, sin estar sometidas a ningún tipo de coerción,
discriminación o violencia. Supone tener relaciones igualitarias asentadas en el respeto y reconocimiento mutuo,
que permitan el desarrollo como personas, en donde, se puedan expresar libremente los deseos y límites, y que
éstos sean atendidos y respetados. Si se construyen relaciones basadas en la igualdad, se estarán empoderando
en el cuidado de la salud y en la defensa de los derechos, permitiendo así, la autonomía y el poder sobre sí
mismas.
15.- Interseccionalidad: Es el fenómeno por el cual cada persona sufre opresión u ostenta privilegio en base
a su pertenencia a múltiples categorías sociales. Las características particulares que conforman la identidad de
una persona tales como raza, sexo, clase, identidad de género, origen nacional, orientación sexual, discapacidad,
edad no actúan de forma independiente, sino que se interrelacionan generando un sistema de opresión que
contempla múltiples formas de discriminación y violencia.
16.- Femicidio: Se trata de un asesinato de una mujer por razones de género. El termino feminicidio fue
acuñado por la antropóloga mexicana Lagarde (2013) y hace referencia a un "crimen de odio" contra las
mujeres. A su vez, éste se sub-interpreta en: a) Femicidio Vinculado: Tiene que ver con el asesinato de personas
que intentan impedir el femicidio o el asesinato de personas que mantienen un vínculo familiar o sexo afectivo
con la víctima con el fin de castigarla y destruirla psíquicamente; y b) Víctimas Colaterales del Femicidio: En
referencia a hijas e hijos que quedaron sin madre, asesinada por violencia de género.
Sin perjuicio de los puntos expuestos, existen otros campos (33) que en el presente trabajo no
profundizaremos, debido a la amplitud de análisis y aprendizaje, los cuales serán materia de estudio al momento
de cumplir con la capacitación obligatoria en el marco de la Ley 27.499.
Sin embargo, cabe tener en cuenta la relevancia hacia algunos aspectos que disparan contextos constantes de
discriminación. Entre ellos los ya mencionados "estereotipos", los cuales —reforzando lo expuesto ut supra—
consisten en "una visión generalizada o una preconcepción sobre los atributos o características de los miembros
de un grupo en particular o sobre los roles que tales miembros deben cumplir". Aquellos implican reducciones y
generalizaciones que impiden cualquier consideración a las características individuales. A la vez, operan de
diferentes maneras: pueden ser utilizados para describir las características de un grupo en particular, prescribir
su comportamiento y también para asignar ciertas diferencias. La utilización de estereotipos afecta a las
personas que integran esos diversos grupos, entre las que se incluyen a las mujeres y colectivos LGBT. Por la
situación de desigualdad estructural que enfrentan, los casos que involucran discriminación o violencia de
género contra esas personas suelen verse afectados negativamente por prejuicios o nociones estereotipadas sobre

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las actitudes, características o roles que debieran poseer. En el caso de las mujeres, con frecuencia los
estereotipos que las relacionan con la maternidad y el cuidado, o aquellos según los cuales poseen rasgos de
personalidad negativos, como el desequilibrio, la manipulación o la tendencia a fabular, son especialmente
lesivos, mientras que en el caso de las personas LGBT los estereotipos de peligrosidad o anomalía tienen efectos
similares (34).
Es por ello por lo que la realidad jurídica implica un compromiso de aplicación que impida en lo sucesivo
dar continuidad a tamaña lesión.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha venido construyendo un camino de sólida consolidación
jurídica respecto a erradicar esta clase de discriminación, responsabilizando a los Estados que han formado parte
de diversos Tratados. De allí que su incumplimiento debe ser repudiado en un todo, por la Comunidad
Internacional. Ejemplo de lo señalado por la CIDH, podemos citar (35):
1.- En el caso de la reconocida defensora de derechos humanos Digna Ochoa y Familiares vs. Me´xico, el
Estado es responsable por el incumplimiento de sus obligaciones internacionales en la investigación de la
muerte, incluyendo graves falencias y el uso de estereotipos de género (36).
2.- Los Estereotipos que incidieron negativamente en determinaciones sobre responsabilidad parental, así en
el caso Rami´rez Escobar y otros vs. Guatemala (37) cual declaro´ responsable internacionalmente al Estado de
Guatemala por la separación arbitraria de la familia, en violación de la prohibición de injerencias arbitrarias en
la vida familiar, el derecho a la protección de la familia, las garantías judiciales, el derecho a la protección
judicial y la prohibición de discriminación, en perjuicio de Flor de María Ramírez Escobar, Gustavo Tobar
Fajardo y Osmi´n Tobar Rami´rez.
3.- El caso Atala Riffo y Niñas vs. Chile, en la misma línea de ideas se refiere a la responsabilidad
internacional del Estado por el trato discriminatorio y la interferencia arbitraria en la vida privada y familiar de
Karen Atala Riffo, debido a su orientación sexual, en el proceso judicial que resultó en el retiro del cuidado y
custodia de sus hijas M., V. y R.
4.- Los estereotipos que impidieron que las mujeres pudieran obtener una atención en salud adecuada,
aceptable y de calidad, se presentan en el caso Manuela y otros vs. El Salvador, el Estado fue declarado
responsable por la detención, condena y muerte de una mujer que sufrió una emergencia obstétrica, su
esterilización no consentida y en Manuela su criminalización por una emergencia obstétrica (38).
5.- En el caso I. V. vs. Bolivia. La víctima del caso, cuyo nombre se encuentra bajo reserva, fue sometida a
una cesárea en el Hospital de la Mujer de La Paz en Julio de 2000. Luego de que su hija naciera, se le practicó
una ligadura de las trompas de Falopio. Existe controversia sobre si la víctima fue consultada de manera previa
y de forma libre, plena e informada respecto de este procedimiento de esterilización.
6.- Finalmente, la Corte declaro´ al Estado responsable por la violación de los derechos a las garantías
judiciales y protección judicial, reconocidos en los arts. 8.1 y 25.1 de la Convención Americana, en relación con
las obligaciones de respetar y garantizar esos derechos y de no discriminar contenidas en el art. 1.1 de la misma,
así´ como por no cumplir con sus obligaciones bajo el art. 7.b), c), f) y g) de la Convención de Belem do Para´,
en perjuicio de la sen~ora I. V. (39).
Como habrá de apreciarse, lo señalado en orden a la temática abordada deberá respetarse por ser un Derecho
reconocido y consagrado por la Comunidad Internacional.
Asimismo, los conceptos de la mencionada capacitación —cfr. ley 27.499— deberán ser explicados y
asimilados mediante una modalidad progresiva y de comprensión digerible, a sabiendas de la existencia de una
gran parte de la sociedad que todavía no se encuentra abierta a receptar visiones sociales y culturales
actualizadas. Para muchos, el avance sociocultural que pretende un merecido y necesario cuerpo normativo que
lo refrende, resulta ser caprichosamente inadmisible debido a no permitir la coexistencia de derechos y garantías
Constitucionales.
Derivado de todo lo hasta aquí reseñado y explicado, es fundamental que las personas juzgadoras cuenten
con las herramientas conceptuales para reconocer el poder y la opresión, sus manifestaciones y consecuencias
en las relaciones humanas —particularmente cuando se trata de comunidades y grupos en condición de
vulnerabilidad— considerando que esta labor se encuentra implícita en la obligación de juzgar con perspectiva
de género.
En los puntos siguientes analizaremos la perspectiva de género relacionado con la actuación judicial.
III. Justicia y género
La puesta en marcha de nuevas visiones de juzgamiento no es tarea sencilla.

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En efecto, y dado a que la temática se ha visto fortalecida durante el transcurso de los años, la valoración de
la conducta de los justiciables debe amoldarse a nuevas y/o actualizadas visiones de quienes imparten justicia.
No se trata de provocar una revolución crítica en la manera de impartir justicia, sino de promover una
adaptación que realmente provoque la convicción suficiente de modificar parámetros que han formado parte del
sistema judicial por mucho tiempo.
Sabido es que, tanto para quién pretenda ejercer determinada pretensión jurídica, como para quién también
intente rechazarla, existe en el juzgador una facultad discrecional al momento de valorar las conductas. En ellas
se encuentran las circunstancias del caso, las condiciones personales de los litigantes y sus patrimonios.
Sea cual fuere la clase o el tipo de derecho en juego, la sana crítica jurisdiccional tendrá que adaptarse a las
modalidades que actualmente imperan en materia de diversidad y/o perspectiva de género. Es decir,
independientemente de tratarse de determinada acción o derecho, el despliegue de la conducta, la voluntad de
los justiciables, sus condiciones personales y el marco socio-ambiental por el que atraviesan, limitan la amplia
discrecionalidad con la que contaba el órgano jurisdiccional al momento de pronunciarse, habida cuenta de tener
que subordinarse a la normativa vigente (sea en función de una Ley, o por imperio de la Constitución Nacional).
III.1. Género y fallos nacionales
A continuación, veremos algunos pronunciamientos judiciales haciendo hincapié en perspectivas de género.
1.- Juzgado Nacional en lo Civil Nro. 92, 17/12/2018, sentencia confirmada por la cámara nacional civil,
Sala I, 31/05/2019, "M. L., N. E. c. D. B., E. A. s/Fijación de compensación". Cita: TR LALEY
AR/JUR/16911/2019.
La sentencia analiza la naturaleza jurídica de la compensación económica y la fija en el principio de
solidaridad familiar, alejándola de todo contenido asistencial y diferenciándola de otras instituciones del
derecho civil, tales como los alimentos, la indemnización por daños y perjuicios o el enriquecimiento sin causa.
En el fallo se destaca que la finalidad es compensar la desigualdad estructural mediante un aporte que
permita a la parte más débil de la relación reacomodarse tras la ruptura y prepararse para competir en el
mercado laboral. En este sentido, la figura integraría una medida de acción positiva en los términos previstos
por el art. 3 de la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer.
Desde esa perspectiva, se dijo que la dependencia económica de las esposas frente a sus maridos es uno de los
mecanismos centrales mediante los cuales se subordina a las mujeres en la sociedad. Se enfatizó que, pese a los
indudables avances de las últimas décadas, en la mayoría de las familias, las mujeres todavía asumen
principalmente la carga de las tareas domésticas y el cuidado de las hijas/os y, si desempeñan alguna actividad
externa, muchas veces ésta subordinada a las primeras.
Al momento de la separación la cónyuge que tuvo principalmente a su cargo las funciones domésticas se ve
doblemente sobrecargada: por un lado, asume casi exclusivamente la cotidianidad de las/os hijas/os; por el otro,
debe enfrentar e interactuar con el mundo exterior de manera más activa. En este nuevo contexto, sus
posibilidades de desempeñar tareas laborales en igualdad de condiciones que su ex cónyuge se ven nuevamente
postergadas. En el caso se consideró que hubo un desequilibrio económico manifiesto que significó un
empeoramiento de la situación de la actora con causa adecuada en el matrimonio y su ruptura que justifica la
fijación de una compensación económica a su favor.
Para calcular el valor numérico, se consideraron las circunstancias personales y situación patrimonial de las
partes, y se tuvo en cuenta que la mujer es una profesional que resignó su desarrollo para ocuparse de los
quehaceres hogareños, y otras tareas no remuneradas. Ambas partes apelaron la sentencia y la Sala I de la
Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil confirmó la sentencia del Juzgado Nacional en lo Civil nro. 92.
Para los camaristas, la jueza de la instancia anterior efectuó un meticuloso estudio de la compensación
económica y abordó el conflicto desde la perspectiva de género. En especial, señalaron que la sentencia
recurrida explicitó minuciosamente que en estos supuestos se trata de ponderar el desequilibrio que provocó la
ruptura de la vida en común a quien reclama la compensación.
2. Juzgado de Familia de 5ª Nominación de la Ciudad le Córdoba, 25/04/2019, "V. A. B. y otros. Solicita
Homologación". Técnicas de Reproducción Humana Asistida (Trha) Cita: TR LALEY AR/JUR/9677/2019).
En el caso la magistrada debió determinar la filiación del niño/a por nacer por gestación por sustitución, con
gametos masculinos aportados por el conviviente y gametos femeninos de parte de donante anónima, a raíz de
una presentación judicial efectuada por A. B. V., J. E. M. y R. N. L. M. en la cual solicitaron la homologación
de un convenio celebrado mediante escritura pública sobre "gestación por sustitución". En dicho contrato, la
Sra. R. N. L. M. manifestó que es cuñada de A. B. V, que en un acto de "amor supremo" le ofreció ser gestante
del futuro hijo/a de aquella y de J. E. M. y, además puntualizó que ella tenía cuatro hijos, no tenía voluntad de

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volver a ser madre, y que la motivó la necesidad de ser solidaria con A. B. V.


Las partes peticionaron que quien nazca sea inscripto/a como hijo/a de la persona o pareja comitente,
quedando de esa manera establecida su filiación y sin establecer vínculo con la gestante. Para ello, solicitaron la
declaración de inconstitucionalidad del art. 562 del Cód. Civ. y Com. de la Nación, en tanto dispone que "los
nacidos por las técnicas de reproducción humana asistida son hijos de quien dio a luz y del hombre o de la
mujer que también ha prestado su consentimiento previo, informado y libre en los términos de los arts. 560 y
561, debidamente inscripto en el Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas, con independencia de
quién haya aportado los gametos".
La jueza, previo a entrar en el análisis y resolver la cuestión, consideró pertinente demostrar la necesidad de
juzgar desde la perspectiva género para poner de relieve la transversalidad del tema y la necesidad de formar a
operadoras/es del derecho. Expresó que esto era necesario a fin de no fracasar en la lucha por la igualdad real de
las mujeres, ya que estimó que no bastaba contar con legislaciones supranacionales, nacionales y provinciales
de última generación, si al momento de aplicar la normativa, se ignora la perspectiva de género y se sustancia el
proceso con idénticos mecanismos procesales que cualquier proceso, dejando de lado la cuestión del género.
De acuerdo con el art. 562 del Cód. Civ. y Com. se estimó de manera clara que la "gestación por
sustitución" debe ser considerada como una de las diferentes prácticas de fertilización asistida, tanto desde un
punto de vista legal como desde una perspectiva médica. Desde lo legal implica la existencia de una "voluntad
procreacional" siendo ésta el elemento estructural de la filiación derivada de este tipo de prácticas, que tiene en
miras adquirir derechos y obligaciones emergentes de la relación paterno filial.
3.- CNApel. en lo Civ. y Com. Federal, Sala II, 3/04/2019, "A. C., H. C. s/Solicitud de Carta de
Ciudadanía". Cita: AR/JUR/12199/2019
La actora dedujo recurso de apelación contra la sentencia de primera instancia que desestimó su solicitud de
carta de ciudadanía porque no cumplía con el requisito de una actividad laboral honesta exigida por el art. 3° del
Decreto 3213/1984, toda vez que la accionante era sostenida económicamente por su cónyuge. La solicitante
argumentó que, para la obtención de la ciudadanía, la norma en cuestión no exige una actividad laboral honesta,
sino que indica que debe acreditarse una ocupación o medios de subsistencia honestos. Manifestó que el juez de
grado no tuvo en cuenta que ella se encontraba casada, que tenía hijas/os y que desarrollaba su labor como ama
de casa, siendo su cónyuge quien la sostenía económicamente. De tal modo, consideró que en el expediente
quedó demostrado que contaba con medios de subsistencia honestos, provenientes del trabajo de su marido
como empleado en un hotel.
En primer término, el tribunal dijo que mantener el criterio propiciado por el juez de primera instancia
podría llegar a consumar una discriminación contra la actora al dificultarse, debido a las tareas que suelen
asignarse a su género, la obtención de la ciudadanía argentina por naturalización. Ante esa situación y, atento lo
prescripto por el art. 2 de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer (de jerarquía constitucional a tenor de lo dispuesto en el art. 75 inc. 22 de la Constitución) y lo
comprometido en el art. 6 de la Convención de Belém do Para (aprobada por Ley 24.632), sostuvieron que
dicha situación no podría sostenerse. En segundo término, los magistrados tuvieron en cuenta que las familias
en el continente se sustentan en una división de roles mediante la cual se les asigna principalmente a las mujeres
el trabajo del cuidado de las/os hijas/os y del hogar.
Por tanto, se hizo una valoración monetaria del trabajo doméstico y de cuidados que no son remunerados y
consideraron que tal actividad era importante para la supervivencia económica del núcleo familiar. Por lo
expuesto, revocaron la sentencia y ordenaron la prosecución del trámite de solicitud de carta de ciudadanía por
considerar que la actora tenía un medio de vida honesto que fue desvalorizado por el juez de la instancia
anterior.
3.- CNApel. del Trabajo, Sala II, 11/10/2018, "B., E. c. Estado Nacional y otros S/Acción de Amparo". Cita:
AR/JUR/48755/2018.
E.B. interpuso una acción de amparo por discriminación basada en el género y fundada en los arts. 43 de la
CN y 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos contra el Estado Nacional y varias empresas de
transporte. La actora reclamó la protección de su derecho a obtener trabajo como chofer de las líneas de
colectivo del área metropolitana. En términos colectivos, reclamó a la empresa la revisión de sus políticas de
selección, contratación y selección de personal de forma tal que cesen las prácticas discriminatorias hacia las
mujeres. Asimismo, solicitó se implemente un sistema de cupos que permita equiparar la situación de las
mujeres históricamente relegadas de los puestos laborales de chóferes de transportes de pasajeras/os y se
adecuen las instalaciones para que las mujeres pudieran realizar sus tareas en condiciones dignas. También, en
el plano colectivo se solicitó que se ordenara al Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social el cese de la
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vigencia del Convenio Colectivo de Trabajo (CCT) 460/1973 mediante el retiro de la homologación por resultar
excluyente de las mujeres para participar de dicho sector.
El juez de primera instancia rechazó la pretensión individual por considerar que no se podía condenar a
ninguna de las demandadas a que contrataran a la actora, en la medida en que no había sido Perspectiva de
género en las decisiones judiciales y resoluciones administrativas de aquella para acceder al puesto de trabajo
como chofer trasportes de pasajeras/os. No obstante, el sentenciante de grado admitió, de forma parcial, el
reclamo colectivo y, en este sentido, condenó a las tres empresas demandadas a que confeccionaran un
Protocolo de Buenas Prácticas en la selección de personal, el cual debía contemplar la cuestión de género.
En Cámara se consideró probada la exclusión de hecho de las mujeres como choferes de colectivo, lo que
configuró un comportamiento discriminatorio por parte de las empresas demandadas y se sostuvo que la
obligación de respetar, proteger y garantizar el derecho humano a la igualdad y a la no discriminación recae
sobre todos los poderes del Estado, pero también sobre las/os particulares. Por tanto, se revocó la sentencia de
primera instancia con fundamento en la Ley 26.485 sobre Protección Integral para Prevenir, Sancionar,
Erradicar la Violencia contra las Mujeres en los Ámbitos en que se Desarrollen sus Relaciones Interpersonales y
en la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer
(CEDAW), instó a los Poderes Ejecutivos y Legislativos a que adopten, en el ámbito de sus respectivas
competencias, las medidas apropiadas para revertir la discriminación por género. Por otra parte, se ordenó a las
empresas demandadas a que confeccionen un Protocolo de Buenas Prácticas para la selección de personal con
perspectiva de género.
4.- CNApel. en lo Contencioso Administrativo Federal, Sala V, 15/05/2018, "D. L. L. D. c. Ministerio de
Salud S/Empleo Público".
En el caso, la señora L. D. D. D reclamó indemnización por haber sido despedida arbitrariamente luego de
cuatro años de trabajo en un hospital público, como consecuencia de haber informado fehacientemente su estado
de embarazo, el 1° de julio de 2011. Señaló que mantenía con la demandada desde el año 2008 un contrato de
relación laboral que se extinguía el 30 de junio de 2011, pero que continuó sin renovación hasta agosto de 2012,
fecha en que la empleadora decidió unilateralmente su revocación. Ante la falta de previsión legal en las normas
de derecho público, la accionante se amparó para fundamentar su reclamo en el art. 11 de la Convención para la
Eliminación de Todas Formas de Discriminación contra la Mujer, que expresa que "los Estados parte deben
tomar medidas para prohibir el despido por motivos de embarazo o licencia de maternidad, y establecer
licencias de maternidad con sueldo pagado o prestaciones sociales sin pérdida del empleo previo, la antigüedad
o los beneficios sociales". Asimismo, sostuvo que la empleadora debió mantener en vigencia el contrato de
empleo hasta tanto concluyera el periodo correspondiente a la licencia de maternidad, pues toda conducta
contraria a ese derecho resultaría gravemente discriminatoria.
El juez de primera instancia hizo lugar a la actora y condenó a la parte demandada al pago de una
indemnización en concepto de extinción arbitraria del contrato de empleo mientras se hallaba embarazada,
determinando que aquella debía ser fijada con base en normas de derecho público, de conformidad con lo
establecido por la Corte Suprema en la causa "Ramos"; concretamente, el art. 42 de la ley 22.140. La sentencia
fue apelada por ambas partes.
En lo que aquí interesa, la actora sostuvo que correspondía aplicar la Ley de Contrato de Trabajo que fija
una indemnización similar a la aplicada, pero además se establece una indemnización agravada por maternidad.
Afirma que esta es la solución que más se ajusta a los criterios establecidos en los Convenios de la OIT nro. 3,
103 y 183 y en el caso "Atala Riffo y Niñas vs. Chile" resuelto por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos. El Tribunal de segunda instancia confirmó la sentencia apelada sustentando su fallo en el principio de
"no discriminación" que impone obligaciones positivas a los Estados. En el mismo sentido los tratados
internacionales suscriptos por Argentina. Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer (art. 11.2 inc. a), Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y
Culturales (art. 10.2) - prevén la adopción de medidas especiales de protección de la mujer durante el embarazo.
En esta línea, se interpretó que la manda del art. 75 inc. 23 de la CN se refiere expresamente a los sectores
vulnerables, entre los que menciona a la madre "durante el embarazo y el tiempo de lactancia". Agregándose
que este bloque normativo Perspectiva de género en las decisiones judiciales y resoluciones administrativas
responden a un paradigma que apuntan a la igualdad real de oportunidades y de trato, en particular respecto de
grupos susceptibles de discriminación (entre otros ámbitos, en el empleo), lo que pone en cabeza del Estado la
adopción de medidas especiales de protección.
Finalmente, la Alzada basándose en el art. 1 de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer que define la discriminación contra la mujer como "toda distinción, exclusión o

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restricción basada en el sexo que tenga por objeto o resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o
ejercicio por la mujer [...] de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política,
económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera", razonó que, si bien al momento de la
comunicación del embarazo, la relación laboral no estaba siendo respaldada por un contrato, la actora continuó
prestando servicios por lo que la relación laboral estaba vigente. En este contexto, se consideró que existió por
parte de la demandada "una intención discriminatoria al disponer la baja" porque se puso fin a la relación
durante el embarazo, resultando el distracto en esa circunstancia siempre un acto ilegítimo.
5.- Juzgado de Familia Nº 7, La Plata, 11/03/2019, "B. T. H. S/Actas de exposición denuncia". Diversidad
Sexual y Acceso a Derechos de las Personas Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans E Intersex (LGBTI+)
En el caso, la jueza a cargo del Juzgado de Familia nro. 7 de la ciudad de La Plata, resolvió ordenar con
carácter cautelar la inscripción en una escuela secundaria a F., un adolescente trans, cuya progenitora había
realizado una preinscripción en el mes de diciembre de 2018, pero no se le había confirmado la vacante para el
ciclo lectivo escolar del año 2019. La madre en representación de F solicitó la inscripción en ese
establecimiento educativo en particular, con el argumento de que su hijo, si bien no había realizado el cambio
registral, se encontraba atravesando un proceso de construcción de su identidad de género y fundamentaba su
pedido en la concurrencia a dicho colegio de la única amiga del adolescente. La Asesora de Incapaces dictaminó
favorablemente a la solicitud, entendiendo que ello abonaba al fortalecimiento de la personalidad de F. y, a su
inserción en el ámbito escolar y a un grupo de pares.
En ese contexto, la magistrada dijo que la historia de vida de F. y su deseo manifestado en el expediente,
hacían necesario dictar la medida cautelar para garantizarle su derecho a la educación, a su dignidad, a la no
discriminación, satisfaciendo de esta manera su interés superior. Ello, dado que el interés superior del niño
constituye el elemento rector de las decisiones que se tomen en relación con las personas menores de edad y
debe constituir una pauta básica de decisión ante un conflicto de intereses y ser el criterio para la intervención
institucional destinada a proteger a niñas, niños y adolescentes.
Además, tuvo en cuenta lo normado en el artículo 28 de la Convención sobre los Derechos del Niño que
establece que "la educación ha de tener la flexibilidad necesaria para adaptarse a las necesidades de sociedades
y comunidades en trasformación y responder a las necesidades de los alumnos en contextos culturales y sociales
variados" y, contempló el principio 16 del Derecho a la Educación de los Principios de Yogyakarta sobre la
Aplicación de la Legislación Internacional y de Derechos Humanos en relación con la Orientación Sexual y la
Identidad de Género que prescribe que "Toda persona tiene derecho a la educación, sin discriminación alguna
basada en su orientación sexual e identidad de género, y con el debido respeto hacia estas". Así también,
resolvió recaratular las actuaciones como "B.T.F. s/materia a categorizar", en razón a lo normado en los arts. 1°
y 2° de la Ley de Identidad de Género, 26.743.
6. Juzgado Nro. 6 en lo Contencioso Administrativo y Tributario de la Ciudad de Buenos Aires, Secretaría
Nro. 11, 7/09/2017, "M. D. D. c. GCBA y otros S/ Amparo".
La jueza titular del Juzgado en lo Contencioso Administrativo y Tributario N° 6 de la Ciudad de Buenos
Aires hizo lugar a una acción de amparo y ordenó al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y al Instituto de la
Vivienda de la Ciudad de Buenos Aires a proveer a la actora una solución adecuada a los fines de atenderle su
necesidad habitacional, con respeto al derecho a la libre determinación de su plan de vida.
Para así resolver, la magistrada advirtió que la accionante era una mujer travesti de 54 años con
discapacidad y con severas dificultades para acceder al mercado laboral como consecuencia de problemas de
salud, la escasa formación educativa y la ausencia de lazos de contención socio-familiares. De las pruebas
existentes en el expediente surgió la clara situación de vulnerabilidad producto de su trayectoria de
precarización laboral y de la discriminación que sufre como consecuencia de su identidad de género. La
magistrada señaló que, al momento de interponer la acción, la amparista se encontraba en inminente situación
de calle, porque había sido intimada al desalojo de la vivienda donde habitaba, circunstancia que se veía
agravada por la situación de discapacidad derivada de los problemas de salud que padecía. En ese contexto,
surgía la necesidad de proveerle una ambiente adecuado e higiénico que hacía necesaria la ayuda estatal para
brindarle herramientas que le permitiesen atravesar un proceso de auto valimiento y asegurarle una vida digna y
libre de discriminación.
Con una especial mirada en torno a la identidad de género, en los fundamentos de la sentencia se apeló a la
labor que desarrolla el Observatorio de Género en la Justicia de la Ciudad de Buenos Aires que pone "especial
atención en la construcción del género libre de prejuicios" y, destacó la importancia de que "las distintas
dependencias públicas, inclusive el sistema judicial, adopten un prisma de perspectiva de género, para intervenir
positivamente sobre las desigualdades estructurales en el acceso a bienes materiales y simbólicos que afectan a

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las personas en función de su expresión de género". Conjuntamente, se abordó el tema haciendo hincapié en el
trabajo que hace la comunidad internacional preocupada en combatir los prejuicios sociales, la discriminación y
la violencia que se registra contra las personas lesbianas, gay, bisexuales, trans e intersex con mención a los
Principios de Yogyakarta sobre la Aplicación de la Legislación Internacional de Derechos Humanos en relación
con la Orientación Sexual y la Identidad de Género, la Resolución de la Asamblea General de la OEA sobre
"Derechos Humanos, orientación sexual e identidad de género", la Ley Nacional de Identidad de Género 26.743
y, a la Ley local 2958 que crea el "Plan Marco de Políticas de Derechos y Diversidad Sexual" en el ámbito de la
Subsecretaría de Derechos Humanos del GCBA.
7.- Juzgado de Primera Instancia Contencioso Administrativo y Tributario Nro. 2, Sec. Nro. 3, 28/11/2019,
"A., L. J. y otros sobre amparo. Habitacionales y otros subsidios".
En el caso, cuatro mujeres trans, el Defensor de Primera Instancia a cargo de la Defensoría CAyT nro. 2 y la
Comunidad Homosexual Argentina (CHA), promovieron acción de amparo colectivo como mujeres
transexuales con el objeto de que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires —GCBA— les brinde un
alojamiento adecuado puesto que no se contemplaba a la personas trans en situación de vulnerabilidad dentro de
la política habitacional toda vez que las alternativas ofrecidas resultaban inadecuadas e ineficaces. Además,
indicaron las severas dificultades que poseen para acceder a un empleo y consecuentemente a una vivienda y
por ello demandaron la implementación de una política pública que tienda a efectivizarles su derecho a la
vivienda cuando se vean privadas de ello por causa de discriminación. Así, solicitaron cautelarmente que se
ordene su incorporación a alguno de los programas habitaciones disponibles asignándoles fondos suficientes
para que puedan abonar un alquiler en la ciudad, como así también se las asista en la búsqueda de un
alojamiento adecuado o que se les presenten las alternativas habitaciones existentes.
En el expediente, se presentó la Asociación Civil 100% Diversidad y Derechos en calidad de amicus curiae
con el objeto de contribuir con argumentos jurídicos basados en la igualdad y no discriminación a la postura
planteada en la demanda a favor del reconocimiento del derecho a una vivienda digna a las personas tras y
travestis, considerando que su intervención resultaba útil por cuanto existía una discriminación con motivo de
identidad de género. Además, hubo doscientos veintidós exposiciones individuales que adhirieron a la demanda.
En ese contexto, se confirió la representación adecuada del colectivo de personas trans, a la Defensoría
CAyT n° 2 y a su Defensor, a la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), a la Defensoría LGBT
(dependiente de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires) y a la Federación Argentina de
Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT) y se admitió como amicus curiae a la Asociación Civil 100%
Diversidad y Derechos. El juez de primera instancia resolvió hacer lugar a la medida cautelar analizando
previamente la verosimilitud del derecho y el encuadre normativo aplicable al caso. Puntualmente, el
magistrado remarcó respecto a la normativa internacional que la declaración de Principios de Yogyakarta
establece específicamente en su Principio 15º: "el derecho a una vivienda adecuada que implique la protección
contra el desalojo, sin discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de género".
En ese sentido, entendió que se "obliga al Estado a asegurar el acceso a una vivienda habitable, accesible,
apropiada y segura, mediante programas sociales y de apoyo que palíen la vulnerabilidad relacionada con los
factores vinculados a la orientación sexual y a la identidad de género, a la carencia de hogar, a la exclusión
social, a la violencia doméstica y de otra índole, a la discriminación, a la falta de independencia financiera y al
rechazo por parte de familias o comunidades culturales". En el orden nacional, el juez destacó que la Ley de
Identidad de Género 26.743 reconoció el derecho a la identidad de género (art. 1), definido como 'la vivencia
interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo
asignado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo' (art. 2). Con respecto a la
legislación local, precisó que el art. 11 de la Constitución porteña expresamente reconoce y garantiza "el
derecho a ser diferente, no admitiéndose discriminaciones que tiendan a la segregación por razones o con
pretexto de raza, etnia, género, orientación sexual, edad, religión, ideología, opinión, nacionalidad, caracteres
físicos, condición psicofísica, social, económica o cualquier circunstancia que implique distinción, exclusión,
restricción o menoscabo". A la hora de sentenciar, se tuvo en consideración el informe elaborado por la
Defensoría General de la Ciudad sobre el "acceso a la vivienda para las mujeres trans, la precariedad
habitacional como principal alternativa", en el que se indicó con relación al acceso al trabajo, que "ninguna
(mujer trans) tuvo acceso a un empleo en el marco de la formalidad laboral". A estos datos se agregó la
investigación realizada por el Programa de Género y Diversidad Sexual del Ministerio Público de la Defensa de
la Ciudad, que indicó que "el 65,1% (del colectivo en cuestión) vive en cuartos de alquiler de hoteles, casas
particulares, pensiones, departamentos 'tomados' y/o irregulares 'condición de vivienda estimada como precaria
por el Ministerio de Hacienda del GCBA', mientras que sólo un 5,9% cuenta con casa propia".
El magistrado tuvo por acreditada la verosimilitud del derecho invocado porque acreditó que la mayoría de
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las personas trans no logran acceder a subsidios habitacionales, toda vez que no consiguen reunir los requisitos
que se exigen, tales como conseguir un recibo de alquiler o documentación de la propiedad elegida para vivir,
situándolas en un estado de extrema vulnerabilidad social. Agregó que no tienen garantizada condiciones dignas
de vivienda, no logran acceder al mercado formal de trabajo, deben ejercer la prostitución como única fuente de
ingresos, poseen baja expectativa de vida —aproximadamente 45 años de edad— y además padecen
discriminación por su identidad de género. En consecuencia, se ordenó al Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires llevar a cabo un relevamiento de las personas que conforman el colectivo trans; diseñar un plan de política
pública de empleo dirigido a tal colectivo y otorgar a las personas de la población trans que así lo peticionen, un
subsidio monetario mediante la inclusión en alguno de los programas existentes, cuyas cuotas deberán ser
suficientes para cubrir el valor íntegro de una vivienda en condiciones dignas de habitabilidad, asistiéndolas en
caso de ser necesario en la búsqueda de alojamiento.
8.- CFed. de Apelaciones de General Roca, 15/08/2019, "D., L. c. Obra Social D. L. E D. C. S/ Prestaciones
Quirúrgicas S/ Incidente de Apelación". Cita: TR LALEY AR/JUR/27362/2019.
La CFed. de Apelaciones de General Roca ordenó a una Obra Social a otorgar a L. D., en el plazo de cinco
días, la cobertura integral de una "neo-vaginoplastia" para adecuar su cuerpo al género auto-percibido. En el
caso, la accionante solicitó que se dictase una medida cautelar con ese mismo objeto, pero la presentación fue
denegada en primera instancia porque la magistrada no consideró demostrado el recaudo del peligro en la
demora, juzgando que L.D. no había explicado el perjuicio que le ocasionaría la dilación ni tampoco había
invocado ni pronosticado ningún daño irreparable en el supuesto de que la tutela no fuera obtenida de inmediato
ni había adjuntado un certificado médico del que surgiera la urgencia de obtener la prestación.
Contra esa decisión, la actora recurrió la sentencia afirmando que en lo formal transcurrieron más de cuatro
meses desde que solicitó la autorización del turno con el especialista para realizar la operación para readecuar su
cuerpo en concordancia con su identidad de género. En especial, cuestionó que la demandada le exigiese la
presentación de un informe psicológico, requisito que no se encuentra en la ley 26.743 y destacó que el factor
temporal era decisivo para el desarrollo de su personalidad y su identidad de género, dado que cada día de
retraso importaba la irreversibilidad en su condición física, provocándole un claro detrimento en el derecho a
ejercer su identidad auto-percibida.
La Cámara sostuvo que quedó suficientemente demostrado el recaudo de verosimilitud del derecho
invocado para obtener la cobertura reclamada, pues el único requisito dispuesto por la ley 26.743 y el decreto
reglamentario 903/2015 es el consentimiento informado de la persona interesada. Además, argumentó que, si
bien la índole de los derechos involucrados no predicaba por sí misma la necesidad del anticipo jurisdiccional,
se entendía que, en el caso, la incidencia negativa que el transcurso del tiempo le ocasionaba en el desarrollo de
su personalidad y de su identidad de género al no poder acceder a la reasignación genital, resultaba suficiente
para concluir en la etapa preliminar del proceso, que se estaba en presencia del riesgo en la demora.
III.2. Género y responsabilidad
La amplitud de Derechos consagrados a favor, —o mediante las vigentes figuras mencionadas— abre un
abanico de opiniones y complejidades respecto de cómo deben ser valoradas y aplicadas por parte de la
Administración de Justicia. Aunque nada se discuta en relación con la validez y el avance tuitivo que surge de
su tenor conceptual jurídico, la observación reposa en cuanto a su tecnicismo (y en lo que aquí compete, en
materia de "Responsabilidad"). Es decir, como deberán ser receptados por quienes imparten justicia, siendo que
cada uno de los conceptos analizados en perspectiva de género enfatiza su posición en la órbita subjetiva de la, o
el sentenciante.
Uno de los mayores planteos de debate surge en cuanto al alcance que conlleva cada una de las figuras.
En efecto, y si bien existe en nuestro sistema normativo la imposición de tener que impartir justicia a través
de las vigentes políticas de género, lo cierto es que en el plano de las resoluciones judiciales juega un papel
preponderante la discrecionalidad de quién debe resolver. Es lo que hemos denominado como "sana crítica" o
"libre convicción" por parte del impartidor de justicia y dicha facultad solo radica o surge del plano de la
subjetividad. El Juez aplica la Ley en virtud de tener que regirse por la objetividad que le suministra el
Legislador; no así en la valoración de las circunstancias por la cual la aplica (la ley), habida cuenta que
mediante su crítica o convencimiento personal podrá apartarse o recurrir —a una o varias— de las figuras
analizadas (40).
Si bien en materia de Responsabilidad el Legislador ha sabido mencionar de manera expresa y categórica
cada una de las causales que eximen al justiciable del deber de afrontar las consecuencias jurídicas del daño (41),
quienes administran justicia pueden apartarse del Principio general de la reparación plena (cfr. art. 1740 del
Cód. Civ. y Com.), siendo que por medio de cualquier condición personal de la víctima relacionada con
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cuestiones de género motiven al juzgador a recurrir a la atenuación de la responsabilidad en función de lo


establecido en el art. 1742. Vale decir, que, si bien a partir de las vigentes figuras se resguardan derechos que
anteriormente yacían en el olvido, o ni siquiera se encontraban en la mente de muchos jueces a los fines de
recurrir a su aplicación, en la actualidad hasta podrían modificar una cuantía significativa de jurisprudencia,
debido a una interpretación errada o enfática.
Pongamos un ejemplo:
Ante una acción de daños y perjuicios derivada de un juicio de desalojo, tratándose de una mujer que carece
de recursos económicos por el abandono de su pareja; donde además de no reintegrar la propiedad a su titular,
ésta empieza a destruirse por falta de mantenimiento edilicio, deuda en los servicios e impuestos, etc., el Juez o
la Jueza atenúa la responsabilidad de la mujer motivando su pronunciamiento por cuestiones de vulnerabilidad,
atento a sus condiciones personales.
Suponiendo un ejemplo como el presente, los interrogantes serían:
1) ¿Es justo que el propietario del inmueble vea limitado o restringido su derecho a una indemnización
acorde a los rubros que acredite en el proceso?
2) ¿Es justo que una persona en condiciones de vulnerabilidad deba afrontar las consecuencias jurídicas de
las circunstancias que padece?
3) ¿Es aplicable como atenuante de responsabilidad una cuestión de "género" ante un incumplimiento
contractual, o ante una acción aquiliana (un accidente de tránsito, por ejemplo), cuando la víctima de la
conducta dañosa por la cual se recurre a los Tribunales de Justicia es ajena a ello? (al género)
Son preguntas que dependerán de la discrecionalidad de quién deba resolver la cuestión, siendo que la
cuantía resarcitoria muchas veces reposa en la subjetividad que acompaña o envuelve a la norma. Es el lado
imparcial del justiciable, pero netamente parcial de quién juzga. La convicción personal al momento de impartir
justicia y que solo encuentra sustento en la experiencia, en el saber y entender jurisdiccional. Máxime cuando se
trata de rubros extrapatrimoniales (como el "daño moral"), donde no existe un sistema tarifado de cuantía
indemnizatoria; debiendo la administración de justicia recurrir al plano de la subjetividad en cuanto al alcance
de su apreciación económica (42).
Como podrá observarse, no se trata por el momento de una circunstancia factico-jurídica de fácil valoración
jurisdiccional.
Es más bien una temática de valoración y aplicación normativa progresiva; lo que no implica apartarse de su
apreciación y viabilidad particular para el caso en concreto, cuya flexibilidad solo debería operar desde una
óptica resarcitoria, más no de las implicancias que determine una conducta lesiva cuyas consecuencias atenten
contra las personas en estado de vulnerabilidad, o sobre aquellas que encuadran dentro de las cuestiones de
género, explicadas a lo largo del presente debate.
Así (debido a lo último señalado), por ejemplo, podemos citar un reciente fallo, dónde en una acción de
daños y perjuicios y un planteo de caducidad de instancia, basándose en una cuestión de perspectiva de género,
la Excma. Sala C, de la CNCiv., dijo:
CNCiv., Sala C, 29/12/2022, "M., L. c. O., S. S/ Daños y Perjuicios". Cita: TR LALEY
AR/JUR/188163/2022.
Daños y Perjuicios. Perspectiva de Género. Acción de daños y perjuicios por la reproducción de imágenes y
grabaciones íntimas de la actora que hiciere el demandado en varias páginas dedicadas a publicar material
pornográfico. La solicitud de Medida Cautelar no interrumpe el curso de la perención. Protección a la mujer
como sujeto vulnerable. Siendo los hechos que sustentan la acción relacionados con un caso de Violencia De
Género el abordaje del caso debe efectuarse con perspectiva de género por sobre la aplicación del instituto de la
Caducidad de la Instancia. Se revoca el decisorio de grado que admitió el incidente de caducidad de instancia
articulado por el demandado.
"...el Tribunal no puede dejar de considerar que el alcance de dichas diligencias, deben ser distinto en este
caso en particular, en que, si bien el reclamo versa sobre una indemnización de daños y perjuicios, sin embargo,
los hechos que lo sustentan —según la demandante— se relacionarían con un caso de violencia de género".
"Las circunstancias apuntadas llevan a recordar el marco normativo de carácter supra legal que brinda
especial protección a la mujer como sujeto vulnerable y que busca remediar la situación de desequilibrio
estructural existente. El inc. 23 del art. 75 de la CN establece que corresponde al Congreso Nacional "Legislar y
promover medidas de acción positiva que garanticen la igualdad real de oportunidades y de trato, y el pleno
goce y ejercicio de los derechos reconocidos por esta Constitución y por los tratados internacionales vigentes

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sobre derechos humanos, en particular respecto de los niños, las mujeres, los ancianos y las personas con
discapacidad". El inc. 22 del artículo citado, ha otorgado rango constitucional a la Convención sobre la
Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos".
"El mismo inciso 22, confiere a los tratados internacionales jerarquía superior a las leyes. De esta forma, la
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra La Mujer — 'Convención
de Belem do Pará' ha adquirido un rango superior al propio Código Civil y Comercial. Las obligaciones
generales establecidas en los arts. 8 y 25 de la Convención Americana se complementan y refuerzan con las
obligaciones derivadas del tratado interamericano específico que es la Convención de Belém do Pará. Ésta, en
su art. 7 (puntos b y g), obliga de manera específica a los Estados Parte a: i) utilizar la debida diligencia para
prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer; y ii) establecer los mecanismos judiciales y
administrativos necesarios para asegurar que la mujer objeto de violencia tenga acceso efectivo a resarcimiento,
reparación del daño u otros medios de compensación justos y eficaces".
"De tal modo, ante un acto de violencia contra una mujer, resulta particularmente importante que las
autoridades a cargo de la investigación la lleven adelante con determinación y eficacia, teniendo en cuenta el
deber de la sociedad de rechazar la violencia contra las mujeres y las obligaciones del Estado de erradicarla y de
brindar confianza a las víctimas en las instituciones estatales para su protección (Corte Interamericana de
Derechos Humanos, caso "Fernández Ortega y otros vs. México" del 30 de agosto de 2010)".
"El artículo 7 de la Convención de Belem do Pará, establece que los Estados Parte convinieron adoptar, por
todos los medios apropiados y sin dilaciones, políticas orientadas a prevenir, sancionar y erradicar la violencia
contra la mujer. Según ese marco normativo, si la puntual aplicación del instituto que impugna al caso la
apelante —caducidad de la instancia— pueda conducir a cohonestar una particular situación de violencia contra
la mujer y, por lo tanto, infringir los mandatos convencionales y constitucionales".
"La Convención de Eliminación de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW) para prevenir, sancionar y
erradicar la violencia contra la mujer llamada Convención Belem do Pará, la violencia contra ella es una ofensa
a la dignidad humana y una violencia a los derechos humanos. El reconocimiento de esta violencia como una
violación a los derechos humanos, implicó que sea considerada hasta entonces como un problema del ámbito
privado y pasara a ser un tema público para prevenirlo, erradicarlo y sancionarlo, con la obligación de los
Estados de proteger a las mujeres de la violencia, responsabilizar a los culpables, impartiendo justicia,
incorporándose la problemática de genero a la agenda pública, conllevando responsabilidad estatal que
involucra al poder judicial".
"La ley 26.485 en su art. 16, dispone que los organismos del Estado deben garantizar a las mujeres en
cualquier procedimiento judicial o administrativo, a obtener una respuesta oportuna y efectiva y a recibir un
trato humanizado evitando la revictimización (incs. b y h)".
"En el caso, no puede desentenderse que el acceso a la justicia se vería vulnerado si se desestimara la acción
por razones de caducidad, puesto que esa solución conduciría a desproteger a una mujer en situación de
violencia, con separación de los postulados protectorios supralegales, importando una decisión con netos rasgos
de excesivo ritualismo, a supuestos de vulnerabilidad a los que deben consagrarse una mayor flexibilidad en su
aplicación, para evitar la desprotección de los derechos en juego; que podría importar violencia institucional".
"Estas conclusiones, llevan al Tribunal, en este caso en particular, a admitir los agravios de la recurrente,
que, en definitiva, no importa más que mantener la vigencia del derecho del reclamo, y que en modo alguno
pueda significar la vulneración del derecho de defensa del emplazado".
Ahora bien, se aprecia con claridad que la motivación del reciente fallo se encuentra subsumido en
cuestiones de perspectiva de género; no obstante, ello, la caducidad de la instancia es una figura netamente
vinculada a una praxis procesal dónde lo señalado por la Excma. Cámara en nada se relaciona con la situación
de fondo. Es decir, bajo la finalidad de mantener la protección de los derechos de la mujer como sujeto
vulnerable —mediante la normativa citada— se deja de lado un patrón de procedimiento que importa nada más
y nada menos que la responsabilidad profesional en el ejercicio de la profesión, y que, en todo caso, la lesión en
la víctima también debería haber sido reparada por quién provocó la perención.
Asimismo, y analizándolo desde otro punto vista, también podríamos sostener:
1) ¿Acaso quién administra justicia en la instancia inferior no acepta, o desconoce la protección de los
derechos de la mujer?
2) ¿No fue considerada —para la instancia de grado— una persona vulnerable?
Y, para terminar,
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1) ¿Qué pasa en estos casos con la Responsabilidad Abogadil? (cfr. art. 1768, Cód. Civ. y Com.)
2) ¿Se debería entonces derogar el "Instituto de la caducidad de Instancia" para casos de "género"?
Es por ello que, si bien la narrativa del fallo resulta absolutamente procedente en cuanto a velar por la
protección de los derechos de la mujer, la administración de justicia debe valorar y aplicar la perspectiva de
género con suma prudencia; pues apartarse de ello no significa justamente revictimizarla, sino resolver una
cuestión con sujeción a la Ley adjetiva, cuyo pretensor solo invoca lo que el Legislador le asigna como garantía
para dirimir y sobrellevar un justo derrotero del proceso.
IV. Síntesis
Sin dudas que la problemática zanjada por cuestiones de género ha despertado el interés de la sociedad,
motivando la obligatoriedad de su conocimiento para todos los empleados y funcionarios que ocupan los tres
Poderes del Estado, de conformidad con lo dispuesto en la Ley 27.499, invitando a las Provincias a que se
incorporen a ella (cfr. art. 10). Un gran acierto en materia de discernimiento y protección hacia un gran sector de
la Población que hasta el momento venía siendo víctima de un sistema absolutamente cargado de estigmas
sociales.
Hemos explicado —de manera resumida— como se encuentra compuesto el avance hacia la igualdad de
derechos y el resguardo del interés de personas que fueron (y son) víctimas de una visión social rígida y vetusta.
Un orden que en realidad desordenaba el plano de la justicia, de la igualdad e incluso de la aceptación social.
Visto desde esta óptica, su finalidad ha logrado erradicar un sinfín de prejuicios que mantenían a la sociedad
bajo un velo antojadizo. Solo se aceptaba la condición personal ajena cuando convenía y eso jamás puede ser
admitido si se busca una igualdad de posibilidades y derechos.
De allí que compartimos la mirada en que "En la práctica judicial, el razonamiento sobre la base de
estereotipos conduce a decisiones que, en lugar de basarse en los hechos relevantes, se fundan en creencias y
mitos preconcebidos respecto de las personas o de las materias involucradas". (...) "Juzgar con perspectiva de
género, no solo da una respuesta al problema individual, sino que transmite a la sociedad todo el mensaje que
las cuestiones de violencia contra la mujer no son toleradas, no quedan impunes y deben ser reparadas"(43).
Visto desde la aplicación del derecho en materia de responsabilidad, quizás la temática tendría que seguirse
muy de cerca, pues la victimización podría recaer en ambos justiciables (actor y demandado), habida cuenta de
tratarse de atenuaciones de responsabilidad, por razones de género. Aunque en algunos casos no sería
cuestionable, sino todo lo contrario. No presumimos que una persona deba ser obligada judicialmente a afrontar
las consecuencias de un daño, cuando éste en realidad no lo es, producto de una cuestión de género (como, por
ejemplo, que se juzgue el despliegue de una conducta por lesionar la intimidad o la privacidad de una persona
de distinto sexo biológico, cuando en realidad la persona se posiciona en su misma condición sexual).
Pero sí en cambio, debería ser muy medida la valoración del encuadre defensivo del justiciable cuando éste
pretenda exonerar su conducta lesiva, invocando solo una cuestión basada en género; ajena al reproche.
Sería oportuno quizás que dentro de las causales de exoneración contempladas en la Legislación vigente
(cfr. Ley 26.994), el Legislador introduzca una nueva variante que se relacione con cuestiones de perspectivas
de género. Sin dudas que eso incluso limitaría la discrecionalidad jurisdiccional de recurrir a ella —o de
apartarse— por el simple motivo de hacerlo. No debemos olvidarnos de que existen muchos parámetros y/o
estigmas sociales que costarán erradicarse, producto de haber sostenido un orden sistémico injusto. Las
convicciones personales no cambian de un día para el otro, y es en la administración de justicia donde más
cuesta alterar o modificar posturas jurídicas. No deberíamos olvidarnos de que la mayoría de los lineamientos
jurisprudenciales provienen de largas construcciones jurídicas enfocadas en una misma dirección; muchas de
ellas basadas en pensamientos, en convicciones o en valoraciones sociales arcaicas.
Pero como bien supimos señalar ut supra, no todo debe sustentarse en cuestiones de perspectivas de género,
pues ello no refiere ser un escudo o una herramienta de defensa ante una conducta dañosa, sino de una
condición personal ajena al interés del juicio.
Una de las soluciones de índole objetiva que podría receptarse en materia de poder exonerar total o
parcialmente la Responsabilidad de quién resulta ser víctima de situaciones relacionadas con cuestiones de
género (llámese perspectiva, discriminación, desigualdad y/o violencia en todo sentido), es que el Legislador
establezca una norma específica que le permita a la administración de justicia recurrir a ella, a fin de que su
aplicación no dependa solo de la discrecionalidad y de la subjetividad en la valoración de quién juzgue. Así
como hemos sabido señalar que las causales de exoneración en materia de Responsabilidad Civil se encuentran
tipificadas expresamente en el vigente Código Civil y Comercial (Ley 26.994) (44); lo cierto es que sería de gran
interés poder contar con una norma que le indique al impartidor de justicia el apartamiento del Principio general

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de la Reparación Plena (posicionado en el art. 1740, del citado cuerpo legal), o bien optar por el rechazo de la
demanda (por la aplicación de una causal que justifique su conducta dañosa), ante casos donde el sujeto
demandado sea una persona posicionada o subsumida en cuestiones de género. Ello podría ser mediante la
incorporación de una nueva norma imperativa que justifique una acción u omisión antijurídica, o por la
ampliación del texto que comprende el art. 1742 del Cód. Civ. y Com., incluyendo un párrafo facultativo que le
otorgue a la Jueza o magistrado la posibilidad de atenuar la responsabilidad del agente por cuestiones de género.
Es decir, que la motivación del pronunciamiento judicial no se base en conjeturas discrecionales, sino por la
aplicación objetiva de una norma que lo sustente.
Si bien se ha avanzado a pasos agigantados en materia de perspectiva de género, todavía la sociedad se
encuentra en deuda al momento de encontrarse limitada la aplicación correcta de una normativa que acompañe
ese progreso. Nadie niega la existencia de Leyes importantísimas que viabilizan la protección de los derechos en
juego; lo que resta aún es posicionar en igualdad de condiciones diversas normas que deben complementarlas en
materia de Responsabilidad, a los fines de evitar que se caiga en dispendios jurisdiccionales.
Por supuesto que también nos aferramos y compartimos lo consignado en lo que respecta a la definición de
"violencia y acoso" mediante el "Protocolo para el abordaje de las violencias de género en el sector público
nacional"(45) y su protección lisa y llana; como también sobre sus Principios rectores, tales como:
-Escucha activa y empática de quien recibe las consultas, con actitud receptiva, sin críticas ni prejuicios, que
favorezca la comunicación por parte de quien consulta.
-Confidencialidad y respeto. La persona que consulta o presenta una denuncia debe ser tratada con respeto y
confidencialidad, ser escuchada sin menoscabo de su dignidad y sin intromisión en aspectos irrelevantes para el
conocimiento de los hechos. En todo momento se debe respetar la confidencialidad de los datos que se quieran
mantener en reserva.
-No revictimización. Se evitará la reiteración innecesaria del relato de los hechos, como también de la
exposición pública de la persona denunciante o de los datos que permiten identificarla.
-Contención y orientación. La persona afectada será orientada de manera gratuita, en todo trámite posterior a
la consulta: realización de la denuncia administrativa; el procedimiento que sigue a la denuncia; las acciones y
medidas preventivas que puede solicitar.
-Acceso a la información. Las personas que efectúen una consulta o presenten una denuncia tienen derecho a
recibir información acerca del estado de las actuaciones, de las medidas adoptadas y de la evolución del
proceso.
Sin perjuicio de ello, lo que quizás resulta pasible de deliberar —con absoluta seriedad y prudencia— es que
por medio del énfasis que conlleva su mecanismo de protección en el ámbito judicial, el mismo sea aplicado de
manera discrecional pudiendo dispararse para cualquier lado. Es decir, que la valoración normativa en
cuestiones de género quede librada al arbitrio jurisdiccional, aplaudiendo a quienes se inclinen por su
aplicación, al mismo tiempo de generar repudio por quienes consideren que no es el contexto procesal oportuno,
o la manera en cómo debe ser invocada.
De allí entonces la necesidad de contemplar modificaciones en materia de Responsabilidad civil, siendo que
su objetivación normativa evitaría que la significativa protección hacia las cuestiones de perspectiva de género
dependa pura y exclusivamente de la discrecionalidad jurisdiccional.
Finalizaremos el presente debate con un valioso párrafo, aunque todavía justamente se encuentre pendiente
la sanción de algunas normas complementarias, de conformidad con lo que hemos desarrollado:
"Por mandato constitucional y convencional debemos intervenir y juzgar con perspectiva de género: este
será´ el único modo de realmente hacer justicia y permitir el logro efectivo de la igualdad"(46). No obstante, el
dinamismo jurídico que depara la exigencia social debe ser articulado de manera que su aplicación no atente o
debilite la seguridad jurídica; siendo que ello generalmente sucede cuando por sujeción a determinada
normativa, por su aplicación se invalide la existencia de mecanismos procesales ajenos a la cuestión por la cual
se invoca.
(A) Abogado, Doctrinario, Docente Universitario, Director del área jurídica (suplemento) de "Obligaciones,
Responsabilidad civil y Derechos de Daños" de la Editorial elDial.com; autor de Bibliografías, tales como: "El
Derecho de Daños aplicable, según el Código Civil y Comercial de la Nación", Editorial La Rocca, Buenos
Aires, año 2021; "La Responsabilidad Civil en el Código Civil y Comercial de la Nación", 1ra., 2da., y 3ra.
edición, Editorial Albremática Años 2018 y 2020; "COVID-19 y su vinculación con el Derecho de Daños",
Editorial Albremática, Año 2020; coautor de "Cuestiones Procesales en el Código Civil y Comercial", Editorial
Albremática, Año 2018; autor de diversos artículos publicados en Editoriales El Derecho, La Ley (Thomson

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Reuters); elDial.com; Erreius, IJ Editores; Dialnet (Universidad de La Rioja, Logroño, España); Docente
Adjunto Cátedra Dr. Marcelo López Mesa, Contratos Civiles y Comerciales, Universidad Maimónides,
Disertante y conferencista en Colegios de Abogados y Universidades Nacionales; en Asociaciones de Abogados
y Departamentos Judiciales; autor de diferentes propuestas de Reformas Legislativas parciales del Código Civil
y Comercial de la Nación (Ley 26.994) presentadas por ante el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la
Nación, respecto de los arts. 1771, 1775, inc. c), 1780, inc. b), 2561, 1er. párrafo; art. 1749 y art. 1743, arts.
1734, 1735 y 1736, y art. 1718 y muchos otros, del CCyCN (complementarias al proyecto de Reforma del
vigente Código Civil y Comercial, de conformidad con el Decreto Presidencial 182/2018).
(1) GONZÁLEZ FREIRE, Juan Francisco, "Perspectiva de Género, (Convención de Belém do Pará, CEDAW,
Ley Micaela), "Justicia" y "Responsabilidad Civil", elDial.com, cita DC3172, 24/02/2023.
(2) La Perspectiva de Género en las Decisiones Judiciales y Resoluciones Administrativas, DGPG —Dirección
General de Políticas de Género— Marzo/2020, donde se señala: "La Dirección General de Políticas de Género
tiene entre sus funciones, brindar asesoramiento y asistencia técnica a las fiscalías y otras áreas del organismo
para contribuir a enriquecer y transversalizar la perspectiva de género en el ámbito de sus competencias. El
trabajo de sistematizar y difundir jurisprudencia específica sobre cuestiones de género es una de las
herramientas para cumplir con ese objetivo".
(3) Protocolo para juzgar con perspectiva de género, "Sistema Bibliotecario de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación", México, Año 2020, Capítulo I, Género e impartición de Justicia. Conceptos Básicos, p. 1.
(4) Ibídem, p. 91.
(5) Ob. cit., p. 92
(6) Ob., cit., p. 94; (resaltándose que La CEDAW se complementó en 1999 con la aprobación de su Protocolo
Facultativo, el cual entró en vigor en México el 3 de mayo de 2002. Mediante este Protocolo el Estado
mexicano reconoció la competencia del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (en
adelante Comité CEDAW) para recibir y considerar las comunicaciones individuales (casos) que le fueran
presentadas (Protocolo facultativo CEDAW, art. 1). El Comité CEDAW, que comenzó a sesionar en 1982,
además de vigilar el cumplimiento de la CEDAW, tiene a su cargo (CEDAW, arts. 18 y 21): (i) emitir
recomendaciones generales con la finalidad de interpretar o aclarar el contenido de la CEDAW, la naturaleza de
la discriminación contra las mujeres y cómo enfrentarla; y (ii) realizar sugerencias a los Estados parte, con base
en sus informes sobre las medidas adoptadas para dar cumplimiento a dicha Convención).
(7) Cfr. Recomendaciones Generales (N° 19; 33; 28; 35 y 33), del Comité Cedaw (N° 29; 16; 26; 3), emitidas en
los años 1992, 2010, y 2017.
(8) Cfr. "Las 100 Reglas de Brasilia sobre el acceso a la justicia de las personas en condición de vulnerabilidad".
(9) Cfr. Las 100 Reglas de Brasilia sobre el acceso a la justicia de las personas en condición de vulnerabilidad,
XIV Cumbre Judicial Iberoamericana, donde se señala: "El sistema judicial se debe configurar, y se está
configurando, como un instrumento para la defensa efectiva de los derechos de las personas en condición de
vulnerabilidad. Poca utilidad tiene que el Estado reconozca formalmente un derecho si su titular no puede
acceder de forma efectiva al sistema de justicia para obtener la tutela de dicho derecho. Si bien la dificultad de
garantizar la eficacia de los derechos afecta con carácter general a todos los ámbitos de la política pública, es
aún mayor cuando se trata de personas en condición de vulnerabilidad dado que éstas encuentran obstáculos
mayores para su ejercicio. Por ello, se deberá llevar a cabo una actuación más intensa para vencer, eliminar o
mitigar dichas limitaciones. De esta manera, el propio sistema de justicia puede contribuir de forma importante
a la reducción de las desigualdades sociales, favoreciendo la cohesión social". (p. 3).
(10) Cfr. Las 100 Reglas de Brasilia sobre el acceso a la justicia de las personas en condición de vulnerabilidad,
XIV Cumbre Judicial Iberoamericana, Sección 3ª. "Destinatarios: actores del sistema de justicia" (Capítulo I,
sub-punto 24).
(11) Protocolo para juzgar con perspectiva de género, "Sistema Bibliotecario de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación", México, Año 2020, p. 4. (resaltándose que la definición sobre el sexo de las personas no es hoy por
hoy una cuestión que esté del todo resuelta o sobre la que haya un consenso generalizado. Por el contrario, los
avances científicos y los cambios sociales que se han dado en los últimos tiempos han propiciado
cuestionamientos sobre la validez de considerar que la especie humana sólo pueda describirse en masculinos y
femeninos. Esto, como se pude ver, impacta necesariamente en el derecho, el cual debe poder adaptarse a una
realidad que muchas veces rebasa la forma en que están planteadas ciertas reglas. Otra cuestión fundamental que
viene aparejada a lo relacionado con nuestra comprensión sobre el sexo, y que de igual manera repercute en el
ámbito jurídico, tiene que ver con la forma en la que interpretamos los cuerpos de quienes nos rodean. Por lo
regular, las personas, sin darnos cuenta, tenemos una noción de cómo se ve un cuerpo masculino y cómo se ve
un cuerpo femenino..."); cfr. p. 7.
(12) Ob. cit., p. 11.
(13) Ob. cit., p. 12.

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(14) Cfr. Corte Interamericana de Derechos Humanos, Año 2015, donde la misma sostiene que "La orientación
sexual es un componente fundamental de la vida privada, que no depende ni del sexo asignado al nacer ni de la
identidad o la expresión de género; sin embargo, guarda una clara conexión con el desarrollo de la identidad y el
plan de vida, incluyendo la personalidad y las relaciones con otros seres humanos".
(15) Protocolo para juzgar con perspectiva de género, "Sistema Bibliotecario de la Corte Suprema de Justicia
Nación", México, Año 2020, p. 24.
(16) Ob. cit., p. 25.
(17) Ob. cit., p. 26, resaltándose que "El poder de dominio se refiere, en específico, al conjunto de capacidades
que permiten regular y controlar la vida de otra persona, subordinarla y dirigir su existencia (LAGARDE, 1997,
pp. 68-70). El poder que una persona ejerce es restado de otra, por ende, la jerarquía superior se construye a
partir de la subordinación del resto de personas que no pertenecen a ella (LAGARDE, 1997, p. 53). El ejercicio
del poder se refleja en la presencia de relaciones asimétricas o desiguales, y/o situaciones violentas, donde una
persona se sitúa en una posición de desventaja frente a otra".
(18) Protocolo para juzgar con perspectiva de género, "Sistema Bibliotecario de la Corte Suprema de Justicia
Nación", México, Año 2020, p. 28.
(19) Ob. cit., p. 33.
(20) Ob. cit., p. 34.
(21) NORIEGA, Año 2016, ps. 26 y 27.
(22) Protocolo para juzgar con perspectiva de género, "Sistema Bibliotecario de la Corte Suprema de Justicia
Nación", México, Año 2020, p. 43.
(23) Ob. cit., ps. 45 y 46.
(24) Protocolo para juzgar con perspectiva de género, "Sistema Bibliotecario de la Corte Suprema de Justicia
Nación", México, Año 2020, p. 48.Esa estructura de los estereotipos normativos permite afirmar que tienen la
forma de una norma social en virtud de la cual una persona que pertenece a un determinado grupo debe realizar
ciertas tareas o desempeñar un rol social específico (RISSO, 2019, p. 17). El hecho de que este tipo de
estereotipos defina el comportamiento de los miembros de un grupo, implica que de cierta manera tienen la
potencialidad de limitar a las personas en varios aspectos como los siguientes: (i) la definición y dirección de su
vida, (ii) la capacidad de dar forma a su propia identidad, o (iii) la posibilidad de determinar por ellas mismas a
qué grupo pertenecen y cómo ese grupo debe ser caracterizado en público. Por esa razón, los estereotipos
normativos suelen estar en el centro de la tensión entre la opresión y el reconocimiento: entre la imposición de
roles a quienes los rechazan y la falta de reconocimiento de aquellos comportamientos que las personas y los
grupos se atribuyen a sí mismos como una forma de identidad (RISSO, 2019, pp. 32-33).
(25) Ibídem, ps. 47 y 48.
(26) Cabe aclarar su complejidad en orden al amplio y profundo desarrollo que debería efectuarse en torno a la
misma, y que en el presente trabajo la explicamos resumidamente, lo cual no significa un acabado abordaje en la
materia, sino una introducción a su explicación para luego promover el análisis hacia sus implicancias en
función de la valoración y aplicación jurisdiccional.
(27) Protocolo para juzgar con perspectiva de género, "Sistema Bibliotecario de la Corte Suprema de Justicia
Nación", México, Año 2020, ps. 54 y 55.
(28) Ley 24.632, Artículo 1 - Apruébase la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra la Mujer —Convención de Belem do Pará—, suscripta en Belem do Pará —República
Federativa del Brasil—, el 9 de junio de 1994, que consta de veinticinco [25] arts.
(29) Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer "Convención
de Belém do Pará" (Adoptada en Belém do Pará, Brasil, el 9 de junio de 1994 en el vigésimo cuarto período
ordinario de sesiones de la Asamblea General).
(30) Cfr. OEA - Fuente: https://www.oas.org/es/mesecvi/docs/folleto-belemdopara-es-web.pdf.
(31) La ley 27.499 fue promulgada el 10 de enero de 2019. Establece la capacitación obligatoria en género y
violencia de género para todas las personas que se desempeñan en la función pública en todos sus niveles y
jerarquías en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Nación. La presente Ley fue denominada de ese
modo en conmemoración a Micaela García, quien fuera una joven Entrerriana de 21 años, militante del
Movimiento Evita; víctima de femicidio (año 2017) en manos de Sebastián Wagner.
(32) Cfr. "Capacitación Ley Micaela" —Año 2019— (fuente:
https://www.frd.utn.edu.ar/wp-content/uploads/2020/08/Conceptos-Ley-Micaela.pdf), dónde en lo sucesivo se
expondrá el desarrollo sobre cada uno de los conceptos publicados en la página web de referencia.
(33) Los mismos resultan ser sub-puntos o campos coadyuvantes a los conceptos ya señalados, tales como:
"Círculo y Espiral de Violencia; Micromachismos; Violencias Extremas; La importancia de las redes externas
— internas, desde una óptica para combatir la violencia de género ya sea en el ámbito laboral o doméstico; y la
Perspectiva de género en relación con la Organización Estatal (la construcción de miradas igualitarias, etc.);

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asimismo el "Binarismo, Cisexismo y la Heteronormatividad", entre otras.


(34) PIQUÉ, María Luisa - FERNÁNDEZ VALLE, Mariano, "La garantía de imparcialidad judicial desde la
perspectiva de género", en Herrera, Fernández y De la Torre (Dir.), Tratado de Géneros, Derecho y Justicia.
Derecho Penal y Sistema Judicial, Rubinzal-Culzoni Editores, septiembre de 2020, pp. 123-147. Cfr. MAITE
HERRÁN, "La noción de estereotipos de género a la luz de la Jurisprudencia de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos", elDial.com, cita DC2F75, de fecha 08/03/2022.
(35) MAITE HERRÁN, "La noción de estereotipos de género a la luz de la Jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos", elDial.com, cita DC2F75, de fecha 08/03/2022.
(36) https://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_447_esp.pdf.
(37) https://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/resumen_351_esp.pdf.
(38) https://www.corteidh.or.cr/docs/comunicados/cp_96_2021.pdf.
(39) https://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/resumen_329_esp.pdf.
(40) GONZALEZ FREIRE, Juan Francisco, "La Soberanía procesal de los Jueces", Editorial El Derecho, N°
14.357, Año LVI, ED 276, de fecha 28/02/2018.
(41) GONZALEZ FREIRE, Juan Francisco, "Los supuestos expresamente contemplados en el nuevo Código
que eximen —total o parcialmente— la atribución de la Responsabilidad", Editorial El Derecho, N° 14.290,
Año LV, ED 274, de fecha 19/10/2017.
(42) GONZALEZ FREIRE, Juan Francisco, "El Daño y su carácter indemnizatorio (Patrimonial y
Extrapatrimonial) en función del nuevo Código", Editorial El Derecho, N° 14.221, Año LV, ED 273, de fecha
12/07/2017.
(43) MAITE HERRÁN, "La noción de estereotipos de género a la luz de la Jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos", elDial.com, cita DC2F75, de fecha 08/03/2022.
(44) GONZALEZ FREIRE, Juan Francisco, "Los supuestos expresamente contemplados en el nuevo Código
que eximen —total o parcialmente— la atribución de la Responsabilidad", Editorial El Derecho, N° 14.290,
Año LV, ED 274, de fecha 19/10/2017; entre ellas, El Estado de Necesidad; la Legítima Defensa y El ejercicio
Regular de un Derecho (art. 1718, del Cód. Civ. y Com. de la Nación); La asunción de riesgos (art. 1719); el
Consentimiento del Damnificado (art. 1720); El hecho del Damnificado (art. 1729); El caso Fortuito o Fuerza
Mayor (1730), La causa Ajena (art. 1731); La imposibilidad de Cumplimiento (art. 1732 y sus complementarias,
art. 1733); y La Dispensa Anticipada de Responsabilidad (art. 1743, del citado cuerpo normativo).
(45) Protocolo para el Abordaje de las Violencias de Género en el Sector Público Nacional. "Definición de
violencia y acoso": Se consideran hechos de violencia y acoso por motivos de género en el ámbito laboral a las
conductas que, basadas en una relación desigual de poder, afecten: la vida; la libertad; la dignidad; la integridad
física, psicológica, sexual, económica o patrimonial; o la seguridad personal o carrera laboral de mujeres y
personas LGTBI+. (fuente:
https://www.argentina.gob.ar/justicia/derechofacil/leysimple/mujeres-generos-diversidad/protocolo-para-el-abordaje-de-las#titulo-3
(46) REARTE - HERRAN, "Sin Perspectiva de Ge´nero, no hay Justicia", elDial.com, cita DC2B69.

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