2 Pedro y Judas para Ti Muestra

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del libro 2 Pedro y Judas para ti.

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© 2022 Poiema Publicaciones


¡El evangelio para cada rincón de la vida!
2 PEDRO & JUDAS
PARA TI
Mientras lees, comparte con otros en redes usando

#2Pedro&JudasParaTi

2 Pedro & Judas para ti


por Miguel Núñez
© Poiema Publicaciones, 2022

Traducido con el debido permiso del libro 2 Peter and Jude for You
© Miguel Núñez, 2022 publicado por The Good Book Company.

Las citas bíblicas han sido tomadas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional
(NVI) © 1999 por Biblica, Inc. Las citas marcadas con la sigla RVC han sido tomadas de
La Santa Biblia, Versión Reina Valera Contemporánea © 2009, 2011 por Sociedades
Bíblicas Unidas; las marcadas con la sigla NBLA han sido tomadas de La Santa Biblia,
versión Nueva Biblia de las Américas © 2005 por The Lockman Foundation; las
marcadas con la sigla NTV han sido tomadas de La Santa Biblia, Nueva Traducción
Viviente © 2010 por Tyndale House Foundation. Usado con permiso de Tyndale House
Publishers Inc. Todos los derechos reservados.

Prohibida la reproducción total o parcial de este libro por cualquier medio visual o
electrónico sin permiso escrito de la casa editorial. Escanear, subir o distribuir este libro
por Internet o por cualquier otro medio es ilegal y puede ser castigado por la ley.

Poiema Publicaciones
[email protected]
www.poiema.co

ISBN: 978-1-955182-11-9
Impreso en Colombia
SDG221
CONTENIDO

Prefacio de la serie 7

Introducción a 2 Pedro & Judas9

1. Cómo evitar tropezar 2 Pedro 1:1-1115

2. Recuerda lo que has aprendido 2 Pedro 1:12-2129

3. Peligro y juicio 2 Pedro 2:1-10a43

4. Cómo reconocer a los falsos maestros 2 Pedro 2:10b-2257

5. El Señor regresará 2 Pedro 3:1-1073

6. Cómo esperar Su segunda venida 2 Pedro 3:11-1887

7. Luchar por la fe Judas 1-7101

8. ¡Ay de los falsos maestros! Judas 8-19117

9. Aquel que nos guarda de caer Judas 20-25135

Glosario151

Bibliografía157
PREFACIO DE LA SERIE

Cada volumen de la serie La Palabra de Dios para ti te lleva al corazón de


un libro de la Biblia y aplica sus verdades a tu corazón.
El objetivo fundamental de cada libro es:
# Centrarse en la Biblia
# Glorificar a Cristo
# Que se aplique de una forma relevante
# Que sea de fácil lectura

Puedes usar 2 Pedro & Judas para ti :

Para leer. Puedes simplemente leerlo de principio a fin, como un libro


que explica y explora los temas, los incentivos y los retos de esta parte de
la Escritura.

Para alimentarte. Puedes estudiar este libro durante tu tiempo devo-


cional diario, o estudiarlo con otros en tu iglesia para profundizar en un
sermón o en una serie de estudios bíblicos. Cada capítulo se divide en dos
secciones más pequeñas, y al final de cada una encontrarás preguntas de
reflexión.

Para guiar. Puedes usarlo como un recurso de ayuda para enseñar la


Palabra de Dios, tanto en grupos pequeños como a toda la iglesia. Encon-
trarás explicaciones de versículos o conceptos complicados en un lenguaje
llano, y temas e ilustraciones útiles acompañados de algunas aplicaciones.

Estos libros no son comentarios. No asumen que el lector conoce los idio-
mas originales de la Biblia ni que tiene un alto nivel de conocimiento bíbli-
co. Las referencias a los versículos estudiados en cada capítulo se señalan
con negritas para que puedas encontrarlos fácilmente. Las palabras que
no son de uso cotidiano o que se usan de manera diferente fuera de la

9
Prefacio de la serie

iglesia están señaladas en gris la primera vez que aparecen, y su defini-


ción se encuentra en el glosario que está al final del libro. Allí también
encontrarás los detalles de los recursos que puedes usar junto con este,
tanto para uso personal como para enseñar en la iglesia.
Nuestra oración es que seas afectado a medida que leas, no por el con-
tenido de este libro, sino por el libro que te está ayudando a abrir; y que
alabes, no al autor de este libro, sino a Aquel a quien te está señalando.

Carl Laferton, editor de la Serie

10
INTRODUCCIÓN A 2 PEDRO & JUDAS

En los últimos años hemos sido testigos de la caída de un número sig-


nificativo de líderes cristianos provenientes de diferentes instituciones.
Las razones han variado de un caso a otro, pero a menudo ha habido
problemas de sexualidad, mal manejo de las finanzas, abuso de poder y
autoridad, y abuso de sustancias, entre otros.
Cada caso ha sido triste y doloroso. Sí, doloroso es la palabra correcta.
Estos líderes han sido admirados por muchos como ejemplos de piedad*
y dones. Cuando caen de forma tan catastrófica, nos preguntamos qué
está sucediendo. ¿Qué les pasó? ¿Cómo comenzaron a desviarse? ¿Será
que Dios no les advirtió con tiempo? ¡Claro que Dios lo hizo! Estoy seguro
de que lo hizo, y más de una vez en más de una forma. Simplemente se
negaron a prestar atención a las señales de advertencia. Se negaron a
atender al consejo del apóstol Pablo: “Por lo tanto, si alguien piensa que
está firme, tenga cuidado de no caer” (1Co 10:12).
Muchos de estos líderes estaban corriendo bien la carrera cristiana en
algún momento de sus vidas; pero luego tropezaron y cayeron. Y esto es
algo que nos puede pasar a cualquiera de nosotros – líderes y miembros
de la iglesia por igual – sin importar que tan bien estemos corriendo la
carrera hoy.
La realidad es que estos fracasos de la fe y la moralidad han sucedido
desde los inicios de la iglesia y aún antes. Pedro y Judas lo sabían de pri-
mera mano. Los hermanos a los que les escribían eran nuevos creyentes y
estaban sufriendo persecución; en esas circunstancias, habían caído bajo
la influencia de falsos maestros, quienes eran inmorales, avaros y estaban
hambrientos de poder. ¡Una terrible combinación para una iglesia nueva!
Las dos cartas que explora este libro, 2 Pedro y Judas, muestran una pro-
funda preocupación por el futuro de la fe de la comunidad de creyentes
a las que iban dirigidas. Pedro y Judas escriben con un sentido intenso
de urgencia acerca de los peligros de la apostasía bajo la presión de
* Las palabras en gris se definen en el glosario.

11
Introducción a 2 Pedro & Judas

malas enseñanzas y líderes inmorales. Escriben para ayudar a sus lectores


a mantenerse firmes. El peligro de tropezar es tan real hoy como lo ha
sido a lo largo de la historia de la humanidad. Nuestra generación es
particularmente vulnerable a las tentaciones morales que llegan a través
de la televisión y las redes sociales—tentaciones que son anónimas , que
están disponibles y que son económicamente accesibles. Además, somos
continuamente bombardeados con ideas que son totalmente contrarias
a la Palabra de Dios. El Internet ofrece todo tipo de enseñanzas buenas y
malas, las 24 horas del día.
Las mentiras vienen incluso desde adentro de la misma iglesia. En las
últimas dos o tres décadas hemos visto una propagación alrededor del
mundo del evangelio de la prosperidad, cuyos predicadores prometen
bendición material de parte de Dios. Hemos visto cómo el pragmatismo
ha sido adoptado en el corazón de las iglesias, tentándonos a pensar que
lo que hace que una actividad valga la pena o no, es el impacto que tiene,
en lugar de lo que las Escrituras dicen al respecto. Hemos visto el movi-
miento “decláralo y reclámalo”, en el cual se les enseña a las personas
que hay poder en nuestras palabras para convertir nuestros deseos en
realidad. Hemos escuchado a maestros de la palabra reduciendo el valor
de la ley de Dios en favor de una ‘súper-gracia’ que suena más como una
licencia para pecar. Hay también problemas en torno a la justicia social,
un tema importante, pero que, si se aborda desde un ángulo equivocado,
puede amenazar la centralidad del evangelio.
Como puedes ver, Satanás nunca deja de encontrar formas para atacar a
la iglesia de Jesucristo. Está haciendo lo que ha hecho desde el inicio: tratan-
do de desviar nuestra atención de la verdad y de alejarnos de nuestro Dios.
Cuando alguien se desvía – ya sea que se muestre en sus falsas enseñanzas
o en sus fallas morales – es porque ha creído las mentiras de Satanás.

La verdad y la iglesia

El pastor y teólogo John Stott una vez escribió: “Los mayores agitadores de
la iglesia (tanto ahora como antes) no son los de afuera, no son aquellos

12
Introducción a 2 Pedro & Judas

que están afuera y que se oponen, la ridiculizan y la persiguen, sino aque-


llos que están adentro y que tratan de cambiar el evangelio” (The Message
of Galatians [El mensaje de Gálatas], p. 23). Si perdemos el evangelio,
perdemos la iglesia, porque el primero lleva a la segunda. La verdad es lo
que ancla a la iglesia. Esta es la razón por la cual el apóstol Pablo luchó tan
arduamente por mantener la pureza del mensaje del evangelio:
“Me asombra que tan pronto estén dejando ustedes a quien los llamó
por la gracia de Cristo, para pasarse a otro evangelio. No es que haya
otro evangelio, sino que ciertos individuos están sembrando confusión
entre ustedes y quieren tergiversar el evangelio de Cristo. Pero, aun si
alguno de nosotros o un ángel del cielo les predicara un evangelio dis-
tinto del que les hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición! Como ya
lo hemos dicho, ahora lo repito: si alguien les anda predicando un evan-
gelio distinto del que recibieron, ¡que caiga bajo maldición!” (Ga 1:6-9)

En cuanto la verdad se vuelve negociable, podemos fácilmente predecir


las consecuencias: división (lo que sucedió en la iglesia primitiva en Corin-
to); pérdida del evangelio (en Galacia); ideas filosóficas atractivas (en Colo-
sas); debilitamiento del primer amor (en Éfeso); una relación personal con
Cristo convirtiéndose en mera religiosidad (en Sardis); una fe fría (en Laodi-
cea); y con el tiempo, los creyentes apartándose del evangelio por comple-
to. Lo que comienza como una distorsión de la doctrina cambia nuestra
forma de pensar; y tarde o temprano, una mente cambiada da lugar a un
estilo de vida pecaminoso o inmoral.
Tanto Pedro como Judas conocen el Estas cartas
peso de este problema: el evangelio y
son acerca de la
la salvación de hombres y mujeres está
en juego. Conforme estudiemos estas preservación de
dos cartas, veremos que ambas son la verdad y, por
acerca de la presevación de la verdad y, consiguiente,
por consiguiente, la preservación de la
la preservación
iglesia. En nuestros días, como en los de
ellos, necesitamos hombres y mujeres de la iglesia.

13
Introducción a 2 Pedro & Judas

que estén dispuestos a “seguir luchando vigorosamente por la fe enco-


mendada una vez por todas a los santos” (Jud 3).

Bosquejos y autoría

Antes de estudiar estas cartas, hay algunos hechos importantes para


tener en cuenta.
Aparentemente, Orígenes (184 – 253 d.C.) fue el primer Padre de la
Iglesia en respaldar a 2 Pedro como una carta canónica, es decir, como
parte de las Escrituras inspiradas. Esta aceptación tardía puede parecer
una mala señal; pero, en realidad, es bueno saber que la iglesia primitiva
fue cuidadosa y se tomó su tiempo para decidir la canonicidad de cada
libro de la Biblia. Está claro que Pedro es el autor, pues él lo dice en (1:1),
y también hace referencia a experiencias que sabemos que tuvo Pedro
(1:16-18). Según la tradición, Pedro fue crucificado boca abajo por el
emperador Nerón, y murió en el año 68 d.C. Por lo tanto, esta carta debió
ser escrita antes de ese tiempo. La mayoría cree que probablemente fue
escrita alrededor del año 67 d.C.
Aquí un breve bosquejo de 2 Pedro:
1. Saludo (1:1-2)
2. Permanece firme en lo que sabes (1:3-21)
3. Permanece firme en contra de los falsos maestros (2:1-22)
4. Permanece firme hasta que el Señor regrese (3:1-18)

Respecto a la epístola de Judas, tenemos algunas evidencias tempra-


nas para creer que el autor, que se identifica a sí mismo como “Judas,
siervo de Jesucristo y hermano de Jacobo” (1:1), era el medio hermano
de Jesús. Las discusiones datan desde la era de la iglesia primitiva con
respecto a la canonicidad de esta carta, especialmente porque Judas cita
algunas fuentes no bíblicas (Jud 9, 14-15). Sin embargo, para el siglo II
fue aceptada como canónica y atribuida a Judas (ver Elmer L. Towns y
Ben Gutiérrez, The Essence of the New Testament [La esencia del Nuevo
Testamento], p. 319). Se considera que fue escrita entre los años 60 y 70

14
Introducción a 2 Pedro & Judas

d.C., sobre la base de “los burladores” a la que se refiere 2 Pedro 3:3 que
vendrían en el futuro y que son mencionados en Judas 18” (Norman L.
Geisler, A Popular Survey of the New Testament [Un estudio popular del
Nuevo Testamento], p. 305).
Aquí un breve bosquejo de Judas:
5. Contendiendo por la fe (v 1-7)
6. Condenación para los falsos maestros (v 8-16)
7. Certeza de la salvación hasta el final (v 17-25)

Cuando se trata de nuestro caminar cristiano, permanecer en el cami-


no es, en un sentido, la responsabilidad de cada uno de nosotros. Pedro
dice: “Procuren fortalecer su llamado y elección. Si hacen [las cosas que
acaba de enumerar], jamás caerán” (2P 1:10 RVC). Pero en otro sentido,
terminar bien, es la obra de Dios en nosotros. Judas reconoce que somos
“guardados por Jesucristo” (Jud 1). Dios es quién finalmente, nos puede
guardar para no caer (v 24). Es por medio de buscarlo, y entregarnos a Su
misericordia, que lograremos llegar al final de la carrera para ser presenta-
dos ante Su glorioso trono “sin tacha y con gran alegría” (v 24).
Es importante, al comenzar a estudiar estas cartas, que las abordemos
como completamente inspiradas por Dios, lo que las hace inerrantes e
infalibles; ora por iluminación de tu entendimiento por el Espíritu Santo;
adopta una actitud humilde y fácil de enseñar; y decide obedecer su con-
tenido. Dios entonces, bendecirá el estudio de esta palabra.

15
2 PEDRO 1 V 1–11

1. CÓMO EVITAR
TROPEZAR
En el primer capítulo de su carta, Pedro comienza ayudándonos a ver
cómo correr bien la carrera de la vida cristiana. Las palabras finales de
esta primera sección dicen, “Si hacen estas cosas, no caerán jamás, y se
les abrirán de par en par las puertas del reino eterno de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo” (2P 1:10-11).* Esto es a lo que Pedro nos está llevan-
do a través de 1:1-11.
Pedro escribe con un sentido de urgencia e intensidad. Es importante
saber por qué. Lo que estaba sucediendo en ese momento era que los
falsos maestros estaban buscando alejar a los verdaderos discípulos de su
Salvador. Pedro está desesperado por asegurarse de que los creyentes no
siguieran ese camino peligroso. Quiere que ellos lleguen a esta gran bien-
venida de “puertas abiertas de par en par” que les espera si permanecen
fieles a su Señor.
En 2 Pedro 2:20-22, Pedro hablará sobre cómo estos falsos maestros
habían negado el mandamiento santo. Aparentemente, por lo que podía
observarse en la superficie, estos apóstatas habían experimentado la sal-
vación, o, al menos, habían estado involucrados en algún tipo de encuen-
tro que los llevó a creer que estaban en un estado de salvación. En otras
palabras, superficialmente parecía que habían aceptado a Jesús como su
Señor. Sin embargo, incluso después de haber disfrutado de las bendi-
ciones del Señor, se habían vuelto a involucrar en la corrupción y en los
placeres de este mundo. Pedro se refiere a estas personas como ciegos:
como quienes se habían olvidado de la purificación de sus pecados, la
cual habían experimentado en el momento en que creyeron (1:9).

* Todas las referencias a los versículos de 2 Pedro y Judas que se estudian en cada capítulo aparecen
en negrita.

17
2 Pedro 1 v 1-11

Conforme leemos más adelante en 2 Pedro, nos damos cuenta de


que el grupo del que se habla aquí había abandonado la moral cristia-
na. Habían aceptado la inmoralidad sexual, la embriaguez y la glotonería
(2:13). Estos hombres vivían sin ley. Estaban rebelándose en contra de los
mandamientos del Señor. En 2 Pedro 2:19, Pedro dice que no son más
que esclavos de la corrupción, pero al mismo tiempo están prometiendo
libertad a quienes siguen sus enseñanzas.
Estos impostores dentro de la iglesia no tomaron una postura pasiva;
ellos trataban activamente de ganarse a los discípulos para influenciar
su forma de pensar y comportarse. Sus prácticas pecaminosas estaban
fundamentadas en falsas enseñanzas acerca de Dios y buscaban persuadir
a otros a creer en esas enseñanzas. Argumentaban que el juicio futuro
no se llevaría a cabo, y como resultado, negaban que el Señor vendría a
juzgar (3:3-4). Puedes ver por qué eso los llevaría a adoptar un compor-
tamiento inmoral; si no iba a haber juicio al final, no había obligación de
actuar de forma justa ahora.
Esta combinación de doctrina herética y comportamiento pecaminoso
les estaba resultando atractivo a los cristianos, especialmente a aquellos
que eran “inestables”, es decir, a los nuevos creyentes o a aquellos que
eran especialmente tentados por pecados específicos tales como la inmo-
ralidad sexual. Pedro estaba profundamente preocupado de que aquellos
que eran débiles en la fe pudieran ser arrastrados a seguir las mentiras de
los falsos maestros. Sabía que si estas prácticas eran permitidas – y esto
es cierto en cualquier iglesia en cualquier época – el resultado final no
solo sería la introducción de la herejía sino también la destrucción de la
estabilidad general de la congregación. Esta es la razón por la cual Pedro
escribe esta carta.

Presentación del autor

Tan pronto como comenzamos a leer, nos damos cuenta de que el autor
se identifica a sí mismo por su primer nombre, lo que era común en las
cartas del primer siglo: “Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo” (1:1).

18
2 Pedro 1 v 1-11

Simón, que era su nombre original, viene del idioma hebreo; era un nom-
bre muy común y conocido en Israel en el primer siglo. Pero el mismo Cris-
to le cambió el nombre Simón por el nombre griego Pedro, que significa
“piedra” (también es llamado “Cefas”, que en arameo tiene el mismo
significado). Aquí se usan ambos nombres – “Simón Pedro” – lo cual no
era inusual en ese tiempo.
Pedro se llama a sí mismo “siervo y apóstol de Jesucristo”. “Siervo”
es la traducción del griego doulos, que literalmente significa “esclavo”.
Pedro se está refiriendo a sí mismo como esclavo de Jesucristo. Pero no
necesariamente está tratando de mostrar humildad. Más bien, la palabra
“esclavo” transmite una idea de pertenecer a otra persona, en este caso a
nuestro Señor Jesucristo. En el antiguo Israel, la palabra a veces era usada
para los esclavos que podrían haber salido libres durante el Año de Jubi-
leo (ver Levítico 25) pero que decidieron quedarse con su dueño por amor
(Éx 21: 5-6). Tal vez este es el tipo de esclavitud que Pedro tenía en mente.
La palabra “apóstol” denota aquellos elegidos por Cristo y a quienes
se les encargó la responsabilidad de dirigir la iglesia primitiva. Pedro no
está tratando de demostrar superioridad sobre nadie al usar esta palabra.
Más bien, está enfatizando que tiene la autoridad para escribir esta carta.
Después, Pedro identifica a su audiencia: “a los que por la justicia de
nuestro Dios y Salvador Jesucristo han recibido una fe tan preciosa como
la nuestra” (2P 1:1). Pedro está consciente de que, aunque es un apóstol,
– el resto de nosotros que ha creído como él – ha recibido una fe de la
misma calidad y calibre: “como la nuestra”..
A su vez, Pedro explica cómo recibimos nuestra fe: “por la justicia de
nuestro Dios y Salvador Jesucristo”. En otras palabras, no hemos recibido
la fe por medio de nuestras obras o nuestros propios méritos. Más bien,
hemos recibido esta fe como un regalo de gracia de parte de Jesucristo
mismo, quien fue a la cruz y derramó Su sangre por nosotros. Esto nos
distingue de cualquier falso maestro que dice que la salvación se obtiene
a través de algún conocimiento especial que otros no tienen (como creían
los gnósticos en el primer siglo) o a través de obras por nuestro propio
mérito. Como verdaderos discípulos de Jesucristo, practicamos las obras

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2 Pedro 1 v 1-11

de justicia; pero lo hacemos después de ser empoderados por gracia. Es a


través de Jesús que recibimos justicia.
En el 1:2, Pedro saluda a los destinatarios de la carta usando la ex-
presión “la gracia y la paz”. Pedro nos ayuda a ver que ‘gracia y paz”
son recibidas como resultado de la obra redentora de Cristo: “por medio
del conocimiento que tienen de Dios y de Jesús nuestro Señor”. Sin este
conocimiento, no hay posibilidad de disfrutar estas bendiciones a las
que se refiere Pedro. Junto con dicho conocimiento, son nuestras “en
abundancia”.

Las promesas de Dios para nuestro caminar

Lo que sigue es una extraordinaria revelación del escrito del apóstol


Pedro. “Su divino poder, al darnos el conocimiento de Aquel que nos
llamó por Su propia gloria y excelencia, nos ha concedido todas las cosas
que necesitamos para vivir como Dios manda” (v 3). El día que nacemos
de nuevo, somos bendecidos sobreabundantemente de dos maneras di-
ferentes. No solo somos salvados de la ira de Dios; también somos equi-
pados por Dios para vivir la vida que acabamos de recibir. Ya que no po-
seemos en nosotros mismos el poder para crecer en santidad, Dios envía
Su Espíritu – el Espíritu de Cristo (Ro 8:9) – para que more en nosotros.
Ya no tenemos solamente a “Dios con nosotros”, sino algo mejor, Dios
en nosotros. Este es el Espíritu que nos empodera a todos nosotros como
creyentes para vivir una vida digna de nuestro llamado, una vida en la que
nos alejamos del pecado y nos acercamos a Dios. Fuimos llamados de la
mundanalidad a la piedad, es decir, a una vida moral que honra a Dios.
El poder para vivir de esta manera tan distintiva ha sido recibido “al
darnos el conocimiento de Aquel que nos llamó por Su propia gloria y
excelencia” (1:3). Cuanto más conocemos a Dios en Cristo, más nos vol-
vemos como Él. Dios ha provisto todo lo que necesitamos para vivir una
vida victoriosa hasta el final si seguimos la dirección del Espíritu.
Pero si se estanca nuestro crecimiento en el conocimiento de Dios,
volvemos a las prácticas que teníamos antes de ser redimidos. El cristiano

20
2 Pedro 1 v 1-11

que no está viviendo una vida de excelencia moral, se está resistiendo al


poder del Espíritu que mora en su interior. Ésta es la causa principal de
nuestros fracasos.
Dios le ha dado promesas a aquellos que creen en Él, y estas promesas
tienen el poder de ayudarnos en nuestro caminar con Él. Esta verdad
aparece en el siguiente versículo. Nuestro Dios “nos ha entregado Sus
preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de
la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen
a tener parte en la naturaleza divina” (2P 1:4). La Nueva Traducción Vi-
viente (NTV) lo expresa de esta forma: “Estas promesas hacen posible que
ustedes participen de la naturaleza divina y escapen de la corrupción del
mundo, causada por los deseos humanos”. En otras palabras, si nosotros,
como cristianos, verdaderamente llegamos a confiar en las promesas que
el Señor nos ha dado, veremos que son de gran ayuda cuando nos enfren-
tamos a las dificultades y tentaciones de este mundo.
Hebreos 11 da varios ejemplos de esto. Hace referencia al gozoso final
de los héroes del Antiguo Testamento, quienes confiaron en las promesas
de Dios y como resultado no dudaron de su fe. Por el contrario, vieron
desde lejos las cosas que Dios había prometido y “las reconocieron a lo
lejos, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra” (Heb
11:13). Cuando confiamos en Dios con todo nuestro corazón y toda
nuestra mente, Sus promesas nos motivan, y sirven, por así decirlo, como
fertilizante de la fe o como una herramienta que nos empodera para so-
portar el sufrimiento mientras llevamos a cabo los propósitos de Dios.
Abraham es un ejemplo particular-
mente bueno: “Por la fe Abraham, que Hablando con
había recibido las promesas, fue puesto
franqueza,
a prueba y ofreció a Isaac, su hijo
único” (Heb 11:17, énfasis añadido). Si comparados con
Abraham fue capaz de ser un gran tes- Job, Moisés y
tigo mientras vivía bajo el antiguo el resto, somos
pacto, solamente al creer en las prome-
unos cobardes.
sas de Dios, ¿cuánto más deberíamos

21
2 Pedro 1 v 1-11

ser capaces nosotros de vivir una vida de fe ahora que hemos recibido una
revelación más amplia y “mejores promesas” (Heb 8:6)? Hablando con
franqueza, comparados con Job, Moisés, Jeremías y Daniel —por men-
cionar solo algunos— somos unos cobardes.
Considerando lo que hemos aprendido en los primeros cuatro versí-
culos de esta carta, podemos ver dos razones por las que los creyentes
comprometen su caminar cristiano:
# Dejan de crecer en el conocimiento de Dios (2P 1:3).
# Olvidan las poderosas promesas a las cuales se refiere Pedro (1:4).

Dios sabe muy bien el efecto que tiene sobre nosotros el conocimiento
de Él y el entendimiento de Sus caminos. Conocer mejor a Dios es crecer
en nuestra semejanza a Cristo.
Así que debemos preguntarnos: ¿Estoy creciendo? ¿O me estoy estan-
cando? ¿Qué tan reales son las promesas de Dios para mí?
Recuerda, a través del poder y las promesas de Dios somos partícipes
de la naturaleza divina de Dios y podemos escapar “de la corrupción que
hay en el mundo debido a los malos deseos” (1:4). Esa realidad hace toda
la diferencia.

Preguntas para reflexionar

1. Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para una vida piadosa.
Entonces, ¿por qué crees que a los creyentes les cuesta tanto vivir una
vida de obediencia?

2. De acuerdo con lo que estudiamos al inicio de este capítulo, ¿Cuál es


la diferencia entre los maestros del verdadero evangelio y los maes-
tros del falso evangelio?

3. ¿De qué promesas de Dios dudas? ¿Por qué? ¿Cómo podrías apro-
piarte de esas promesas hoy?

22
2 Pedro 1 v 1-11

PARTE DOS

Si alguna vez hubo alguien que fue capaz de advertir a los cristianos sobre
cómo evitar tropezar, fue el apóstol Pedro. Como escribe el comenta-
rista de la Biblia Warren Wiersbe: Pedro “tenía una tendencia, en sus pri-
meros años, a sentirse demasiado confiado cuando se acercaba el peligro
y a ignorar las advertencias del Maestro. Se adelantó cuando debió haber
esperado; se durmió cuando debió haber orado; habló cuando debió
haber escuchado. Era un cristiano valiente, pero descuidado” (The Biblia
Exposition Commentary [Bosquejos expositivos de la Biblia], p. 436). Este
fue el apóstol que negó a su Señor tres veces, que desconoció a su mejor
amigo. Nadie está mejor equipado, para advertir a otros sobre los peli-
gros de tropezar o caer, que alguien que ha pasado por esa experiencia.
Pedro mismo, un veterano del fracaso humano, quiere evitar que estas
experiencias le sucedan a sus hermanos y hermanas en la fe. Le preocupa
la posibilidad de que los falsos maestros puedan desviar del camino a los
verdaderos creyentes, y por eso en 1:5-11, les da a sus lectores la clave
para terminar bien su carrera.
Pedro comienza llamando la atención sobre la responsabilidad que te-
nemos en nuestro proceso de crecimiento: debemos “esforzarnos” (1:5).
Muchos cristianos creen que una vez son hijos de Dios, Él hará todo por
ellos. Pero ese no es el caso. El grado en que Dios está cerca de ti – y por
“cerca” no me refiero a qué tan cerca está geográficamente, sino cuánto
se manifiesta en tu vida – depende de tu grado de obediencia a Su volun-
tad. Por esta razón Santiago nos dice: “Acérquense a Dios, y Él se acercará
a ustedes” (Stg 4:8ª).

La escalera del crecimiento

A través del Espíritu, Dios nos ha proporcionado todo lo que necesitamos


para vivir virtuosamente. Ahora depende de nosotros desarrollar y usar lo
que Él nos ha dado. Por esto Pedro habla de añadir “virtud” a nuestra fe

23
2 Pedro 1 v 1-11

(2P 1:5): esto es, excelencia moral. Hemos sido dotados con el poder de
Dios, la Palabra de Dios y el Espíritu de Dios para crecer en nuestra san-
tificación. Claro, nunca alcanzaremos la perfección moral de este lado
de la eternidad. Pero es posible vivir una vida que no se caracteriza por el
pecado sino por la justicia (2P 2:24). La excelencia moral significa caminar
con integridad de corazón; cuando pecamos (no si pecamos), tratamos
nuestro pecado con humildad y arrepentimiento, confiando en la gracia
de Dios, quien nos trajo no solo la convicción de pecado, sino también
el deseo de arrepentirnos.
Si la excelencia moral no está presente en nosotros, es posible que
seamos,
# Un no cristiano
# Un cristiano que no ha crecido en el conocimiento de Dios
# Un cristiano que se ha olvidado de las valiosas promesas de Dios
# Un cristiano que está en rebelión y no está sometido al Espíritu
# Un cristiano que sufre de pereza espiritual

Pero la excelencia moral es posible cuando confiamos en la obra comple-


ta de Cristo, nos rendimos al control del Espíritu Santo y vivimos conscien-
tes de nuestra necesidad de la gracia de Dios para terminar bien la carrera.
Pedro ahora nos dice que, a la fe y la virtud, debemos añadirle entendi-
miento (1:5). Este no es el entendimiento de Dios que lleva a la salvación
(como el conocimiento de 1:2 y 1:3, donde es usada una palabra diferen-
te en griego). Más bien, se refiere a “la sabiduría y el discernimiento que
el cristiano necesita para una vida virtuosa y que se adquiere progresiva-
mente” (Peter H. Davids, The Letters of 2 Peter and Jude [Las cartas de
2 Pedro y Judas], p. 179). Esta clase de entendimiento está relacionada
con nuestra santificación. Es un entendimiento práctico, la habilidad de
manejar la vida con éxito. Este tipo de entendimiento no crece de forma
natural; es el fruto de la voluntad del Dios viviente. Por esta razón, como
nos aconseja Gene L. Green en su comentario: “Nunca debes separar el
corazón de la mente, el carácter del conocimiento” (citado en Wiersbe,
2 Peter, p. 438).

24
2 Pedro 1 v 1-11

En esta sección de la carta, Pedro nos está guiando paso a paso. Nunca
debemos dejar de subir la escalera del crecimiento, y por eso Pedro nos
dice a continuación: “al entendimiento, [añade] dominio propio” (1:6).
Esto significa tener control sobre nosotros mismos y sobre nuestros
impulsos.
A través de la historia, tanto creyentes como no creyentes han recono-
cido la importancia del dominio propio o autocontrol. Aristóteles, un fi-
lósofo griego que vivió cuatro siglos antes de Cristo, escribió: “El hombre
desenfrenado hace cosas que sabe que son malas, bajo la influencia de
la pasión, mientras que el hombre con dominio propio, sabiendo que sus
deseos son malos, se niega a seguirlos por principio” (citado en Wiersbe,
2 Peter, p. 438).
Pero debería quedarnos claro que el dominio propio es un fruto del
Espíritu (Gá 5:22-23); no viene naturalmente como resultado del esfuer-
zo humano. Para poder tener dominio propio, debemos estar llenos del
Espíritu. (Cuando hablamos de estar llenos del Espíritu, nos referimos a
estar bajo Su control. El Espíritu nunca tiene más o menos poder en noso-
tros. Más bien, decide si se manifiesta en mayor o menor grado, depen-
diendo de nuestro grado de obediencia).
En este punto la escalera de virtud de Pedro se ve así: fe + virtud +
entendimiento + dominio propio. Pero esto es aún muy corto para él.
No es suficiente para ayudarnos a correr la carrera sin tropezar. Por lo
tanto, agrega después “la constancia” a la lista (1:6). Otras traducciones
utilizan la palabra “paciencia”. En su comentario sobre la carta de Efe-
sios, William Barclay nos dice que la paciencia “soporta los insultos y las
injurias sin amargura y sin quejarse. Es el espíritu que puede soportar a
las personas desagradables con gracia y a los necios sin enojo” (Galatians
and Ephesians [Gálatas y Efesios], p. 160).
Para tener una idea del significado de esta palabra, debemos entender
que es un término que a menudo se refiere a Dios, quien ha sido paciente
con la humanidad desde la caída. En sus cartas, Pablo, por ejemplo, nos
llama a ser pacientes con otros como Dios lo ha sido con nosotros (Col
3:12-13; Ef 4:2); esto es un gran reto. Esta paciencia significa resistir y ser

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2 Pedro 1 v 1-11

capaces de mantenernos firmes bajo presión sin renunciar a nuestra fe.


Por lo general, la paciencia es el fruto de haber pasado por tribulaciones
(Ro 5:3-5).
Tenemos tres pasos más que añadirle a la escalera. El siguiente es devo-
ción a Dios (2P 1:6). Este se refiere a un estilo de vida que:
# Imita a Cristo.
# Se esfuerza (para usar el lenguaje que usa Pedro en 1:5) por hacer la
voluntad de Dios.
# Tiene la actitud y la disposición correctas hacia Dios y hacia los demás.

Pero la escalera de la virtud no termina aquí. Ahora Pedro agrega el


“afecto fraternal”. Esto se refiere a la preocupación que tenemos por
nuestros hermanos y hermanas, ya sea de nuestra familia biológica o de la
fe. En sus inicios, los discípulos de Jesús a menudo no poseían esta virtud,
como se muestra en los contenciosos argumentos que frecuentemente
surgían entre ellos. Ser contencioso es una característica de una persona
orgullosa, y el orgullo no nos permite terminar bien. De hecho, las Escri-
turas dicen que el orgullo viene antes de la caída (Pro 16:18). En cambio,
debemos tratarnos unos a otros con humildad y afecto.
Como si estas siete características no fueran suficientes, finalmente
Pedro añade el amor a la lista: ágape, amor sacrificial. Este es el amor que:
# Busca el mayor bien de la otra persona.
# No se aprovecha de la otra persona.
# Ama incondicionalmente, sin llevar un registro de las ofensas.
# Ama a pesar de los insultos o las injurias.

Esto no significa que el amor ágape no lastima; sino que, cuando es


lastimado, puede soportar el dolor en beneficio de otros. Este es el amor
que llevó a Jesús a la cruz; es un amor que prefiere soportar el dolor antes
que lastimar a los demás. Alguien que ama de esta forma tiene un solo
interés: darse a sí mismo en beneficio de los demás. Aquellos que mues-
tran amor ágape no encuentran satisfacción en lo que pueden recibir, sino
en lo que pueden dar. Este es el amor que no solo tiene compasión por el

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2 Pedro 1 v 1-11

vecino, sino que derrama lágrimas por el pecado de otros, así como Cristo
lo hizo cuando iba a Jerusalén (Lc 19:41).
¿Cuál es el interés de Pedro de que desarrollemos estas cualidades? Él
da la respuesta en 1:8: “porque estas cualidades, si abundan en ustedes,
los harán crecer en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, y evitarán
que sean inútiles e improductivos”. Estas virtudes, en diferentes grados,
deben ser parte de nuestra vida como cristianos si queremos reflejar el
carácter de Dios y ser usados por Él. De lo contrario, pareceremos como
un árbol sin fruto y medio marchito. Un cristiano que no da frutos por lo
general tiene un estilo de vida caracterizado por las preocupaciones y los
placeres de este mundo. ¿Recuerdas cuando Jesús pasó junto a la higuera
y la maldijo por no dar fruto (Mt 21:18-19)? La higuera representaba a Is-
rael. La maldición de Jesús nos permite ver que pronto traería juicio sobre
la nación por no dar fruto. Pero nosotros también deberíamos tomarnos
esta advertencia en serio. Un cristiano improductivo que no da fruto no
puede terminar bien; él o ella no tienen lo necesario para llegar al final.
Pedro no espera que seamos unos cristianos perfectos. Más bien, nos
dice que “si abundan”, estas cualidades, es decir que debemos crecer
en cada una de ellas. Un nuevo cristiano que tiene muy poco dominio
propio, por ejemplo, no necesariamente carece de fruto. Lo que importa
es que él o ella estén creciendo en esa área. El crecimiento puede ser
gradual, pero si ese cristiano está “esforzándose” por conocer a Cristo y
por representarlo bien, él o ella ciertamente dará fruto.

No te conviertas en infructuoso

Sin embargo, debemos escuchar esto como una advertencia. ¿Cuáles son
las implicaciones para el creyente que no está interesado en ser más como
Cristo? Pedro también responde a esta pregunta: “En cambio, el que no
las tiene [estas cualidades] es tan corto de vista que ya ni ve, y se olvida de
que ha sido limpiado de sus antiguos pecados” (2P 1:9).
Cuando los cristianos fallamos en exhibir el carácter de Cristo, estamos
olvidando que cuando nacimos de nuevo, fuimos hechos limpios de los

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2 Pedro 1 v 1-11

pecados de nuestra antigua vida. Hemos olvidado lo que Cristo hizo por
nosotros. Por esta razón, Pedro se refiere a dichos cristianos como ciegos
o cortos de vista. Ellos están cerrando sus ojos a la luz y a la obra de Cris-
to. Sin darse cuenta, han entregado su voluntad al dominio de Satanás.
Los cristianos infructuosos e improductivos son aquellos que terminan
cayendo porque han prestado atención a todo tipo de falsos maestros.
Una fe tan débil es tierra fértil para que estas semillas de engaño crezcan
rápidamente. Por el contrario, recordar lo que Cristo hizo por nosotros
a través de Su vida, muerte y resurrección produce gratitud, que es un
motivador poderoso para la obediencia. ¿Por qué regresarías a tu antigua
vida si tienes una visión clara de todo lo que Cristo es y lo que ha ganado
para ti?
Pedro termina esta parte de su carta dándonos la siguiente recomen-
dación: “Por lo tanto, hermanos, esfuércense más todavía por asegurarse
del llamado de Dios, que fue quien los eligió. Si hacen estas cosas, no
caerán jamás, y se les abrirán de par en par las puertas del reino eterno de
nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (1:10-11).
La clave aquí, a la luz de todo lo que hemos dicho, se encuentra en
1:10: “Si hacen estas cosas, no caerán jamás” (énfasis añadido). Como
ya dijimos, si alguna vez hubo alguien que podía hablar de los tropiezos y
cómo evitarlos, fue el apóstol Pedro: sí, el impulsivo Pedro…
# El que habló fuera de lugar,
# El que se creía más capaz que el resto de los apóstoles,
# El que negó y desconoció a su Señor.

Pedro experimentó estas cosas, y no quería que tú y yo tuviéramos que


experimentarlas.
Estos versículos son una advertencia, para nosotros, de que es posible
enfriarnos en nuestra fe y dejar de dar fruto, regresando a un estilo de
vida típico de aquellos que no han creído. Pedro nos insta a que nos
arrepintamos mientras todavía hay tiempo. Si nos volvemos del pecado y
buscamos las cualidades en su escalera de la virtud, “aseguraremos [nues-
tro] llamado de Dios” (v 10), probando que en verdad hemos sido salvos y

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2 Pedro 1 v 1-11

que el Espíritu del Señor está en nosotros. Y si esto es así, entonces un día
se nos abrirán “de par en par” las puertas (v 11) del trono eterno de Dios.

Preguntas para reflexionar

1. Enumera las cosas que Dios te ha provisto para ayudarte a vivir como
un cristiano. ¿Cuáles son algunas formas en las que puedes usar estas
cosas?

2. ¿Cómo luce ser efectivo y productivo en tu conocimiento de nuestro


Señor Jesucristo (en lugar de inútil e improductivo, 2P 1:8)?

3. Medita en dónde te encuentras con respecto a las virtudes mencio-


nadas por Pedro en 2 Pedro 1:5-7 ¿Cuáles son algunas posibles áreas
de crecimiento?

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2 PEDRO 1 V 12-21

2. RECUERDA LO QUE
HAS APRENDIDO
En su libro Finishing Strong [Terminando fuerte] (pp. 15-16 ), Steve Farrar
cuenta la historia de una conversación que tuvo un joven, que recién ter-
minaba la universidad, con su futuro suegro, el Dr. John Beck, después de
la cena. El Dr. Beck era un ministro con experiencia y compartió con su fu-
turo yerno algunas lecciones que había aprendido a lo largo de los años.
Le dijo al joven de unos 20 años, valiéndose de su experiencia que, “Apro-
ximadamente solo uno de cada diez hombres que comenzaba a servir al
Señor a tiempo completo, todavía estaba sirviendo a los 65 años”. Eso fue
impactante para el joven. Se fue a casa, tomó su Biblia y en una página
en blanco escribió los nombres de 24 jóvenes que conocía que estaban
ardiendo de pasión por el Señor. Más tarde relató que cuando llegó a los
53 años, solo había tres nombres que no había tenido que tachar. Eso es
uno de cada ocho, es decir, muy cercano al uno de cada diez que había
escuchado de su suegro. Y estos hombres ni siquiera habían alcanzado la
edad mencionada por el Dr. Beck. ¡Qué triste realidad!
Pedro y Judas sabían que en la vida cristiana lo más importante no es
cómo comenzamos, sino cómo continuamos hasta el final. Esto es ex-
tremadamente importante para esta generación a la que ni siquiera le
gusta la palabra “pecado”. Preferimos pensar de nosotros mismos que
somos personas buenas; pero debemos tomar en serio la posibilidad de
extraviarnos. Quiero exponer el caso de esta posibilidad de la manera
mas enfática posible , para que podamos comprender mejor la intensidad
de las palabras de las cartas que estamos estudiando. Tanto Pedro como
Judas estaban angustiados, cargados y, en ocasiones, incluso enojados
por la forma en que ciertos impostores se estaban infiltrando en la iglesia.

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Esperamos que hayas disfrutado de
esta pequeña muestra del libro 2 Pedro y Judas para ti.

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