Ensayo Sobre El Placer

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ENSAYO SOBRE EL PLACER

Por Hoblyn Eliecer Terán Marimon


Universidad de Cartagena
INTRODUCCION:
Este ensayo tiene como propósito explorar y resaltar la trascendental importancia del placer
en la experiencia humana, a través de las perspectivas filosóficas de destacados pensadores
como Platón, John Stuart Mill, Epicuro y Nietzsche. Al sumergirnos en sus reflexiones, se
analizará la esencia del placer y su papel fundamental en la búsqueda de una vida plena y
significativa. Se ahondará en la distinción crucial entre los placeres superiores e inferiores,
resaltando como la elección consciente de los primeros no solo impacta el bienestar
individual, sino que también influye en la dinámica social.

¿ES IMPORTANTE EL PLACER EN EL SER HUMANO?


Numerosos autores han abordado la cuestión de la importancia de los placeres en la vida
humana, y entre ellos destaca John Stuart Mill. En su obra "El Utilitarismo", John Stuart
Mill ofrece perspicaces argumentos que arrojan luz sobre esta incógnita. Según Mill, la
capacidad de experimentar diversos placeres es inherente a nuestra condición humana. Sin
embargo, sostiene que no todos los placeres son iguales, ya que algunos poseen cualidades
que los hacen más perdurables, profundos y satisfactorios que otros. Un ejemplo para
entenderte esta distinción radica en que el placer de hacer una buena acción o de crear una
obra de arte es mucho mejor que el placer de consumir bienes materiales o de realizar
actividades vanas. John Stuart Mill postula que los placeres superiores, aquellos que
perduran y enriquecen más profundamente la experiencia humana, son esenciales para la
búsqueda de una vida plena. Además, Mill sugiere que existe una jerarquía de deseabilidad
entre los placeres, y que los individuos medianamente ilustrados, sensatos y sensibles
tienden a preferir ciertos placeres sobre otros. Estos placeres superiores, según Mill, no solo
contribuyen de manera más efectiva a la felicidad individual, sino que también están en
armonía con valores fundamentales como la libertad, la justicia y la igualdad.
En este contexto, la idea de que los placeres deben ser evaluados en función de su
contribución a la felicidad general de la sociedad adquiere relevancia. John Stuar Mill
argumenta que los placeres que promueven la armonía social y están alineados con valores
éticos son más valiosos. Aunque los argumentos de John Stuart Mill sobre el placer son
convincentes y fundamentados, lamentablemente, en la sociedad contemporánea,
observamos una brecha significativa entre su perspectiva y las prácticas prevalentes. En la
actualidad, muchos jóvenes se ven impulsados por placeres efímeros y superficiales, en
contraposición a los placeres más profundos y duraderos que Mill aboga. Esta discrepancia
plantea una preocupación acerca de la calidad de los placeres que predominan en nuestra
sociedad actual.
Lamentablemente, en el siglo XXI, observamos una decadencia entre la juventud, en parte,
debido a la falta de comprensión sobre cómo canalizar las emociones y la escasa conciencia
acerca de la importancia de seleccionar cuidadosamente los placeres que persiguen. La
sociedad contemporánea a menudo se enfoca en placeres efímeros que no contribuyen de
manera significativa a la vida individual ni colectiva. Esta elección, desinformada y
centrada en placeres fugaces, conduce a una existencia marcada por el vacío y la depresión.
Asimismo, John Stuart Mill nos insta a reflexionar sobre la calidad de los placeres que
perseguimos y a reconocer que la elección de placeres superiores no solo tiene un impacto
personal, sino que también puede transformar positivamente el tejido social. Al comprender
la trascendental importancia de los placeres que buscamos, especialmente entre la juventud,
podemos aspirar a una sociedad más consciente, ética y satisfecha, donde la búsqueda de la
felicidad se entienda como un esfuerzo colectivo hacia una vida plena.
Ahora bien, el filósofo Friedrich Nietzsche también proporciona una perspectiva fascinante
sobre la importancia del placer en la vida humana al vincularlo estrechamente con la
voluntad de poder. Para Nietzsche, el placer no es simplemente una búsqueda sensorial,
sino una fuerza dinámica que impulsa a los individuos hacia la superación personal y la
realización de su propia voluntad. Además, el placer se manifiesta como una expresión de
la voluntad de poder, motivando a los seres humanos a buscar la eternidad y la
trascendencia. Esta conexión entre placer y voluntad de poder revela que la búsqueda del
placer no es meramente hedonista, sino una búsqueda intrínsecamente ligada al impulso de
afirmación y crecimiento personal.
El placer, según Nietzsche, también actúa como un motor que impulsa a los individuos a
buscar la superación personal, incluso cuando esto implica enfrentar el dolor y el
sufrimiento. En este contexto, el placer se convierte en una fuerza que alimenta la
creatividad y la innovación, llevando a los seres humanos a ejercer su poder sobre el mundo
en busca de una constante mejora y transformación. Además, Nietzsche destaca que el
placer impulsa a los individuos a buscar la libertad y la autonomía. Al mismo tiempo,
también fomenta la búsqueda de conexiones y relaciones íntimas con otros, ya que el amor,
según Nietzsche, es una manifestación de la voluntad de poder que impulsa a los seres
humanos a buscar la superación personal y la realización de sus propias voluntades. El
filósofo también aborda la idea de que la belleza, nacida de la voluntad de poder, es una
fuerza poderosa que motiva a los seres humanos a buscar la armonía y la perfección en el
mundo. La estética y la búsqueda de la belleza, según Nietzsche, reflejan el impulso innato
hacia la superación personal y la realización de la propia voluntad.
En conjunto, la perspectiva de Nietzsche destaca que el placer no es simplemente una
búsqueda superficial, sino una fuerza vital que impulsa a los seres humanos hacia el
crecimiento, la creatividad, la conexión con otros y la búsqueda de la belleza y la armonía
en la existencia. De esta manera, Nietzsche enriquece la comprensión de la importancia del
placer como un fenómeno intrínseco a la voluntad de poder y al impulso humano hacia la
autorrealización y la trascendencia. Además, también nos ofrece una perspectiva reveladora
sobre la importancia del placer en nuestras vidas y en la sociedad en general. Su premisa
fundamental reside en la idea de que, a través de la fuerza impulsora del placer, no solo
buscamos mejorar individualmente, sino también transformar nuestro entorno para alcanzar
la felicidad. Este planteamiento resalta la conexión intrínseca entre la búsqueda de placer y
la realización personal y colectiva.
Nietzsche nos invita a considerar cuidadosamente qué clase de placeres elegimos perseguir,
ya que sostiene que, al concentrarnos en aquellos que realmente valen la pena, como la
lectura, el ejercicio, una alimentación adecuada, la meditación y el descanso, podemos
aspirar a una vida plena. La clave radica en discernir entre los placeres significativos y
aquellos efímeros que no contribuyen positivamente a nuestra existencia. Siguiendo la línea
de pensamiento de John Stuart Mill, Nietzsche nos recuerda que algunos placeres requieren
enfrentar el dolor y el sufrimiento, como parte inherente del camino hacia la mejora
personal y la consecución de metas significativas. Por ejemplo, durante la búsqueda de un
objetivo, es posible experimentar momentos difíciles, renunciando a placeres
momentáneos, pero persistimos porque sabemos que al alcanzar esa meta
experimentaremos un placer duradero y significativo. Finalmente, la filosofía de Nietzsche
destaca la relevancia de elegir sabiamente los placeres que buscamos, reconociendo que
algunos de ellos pueden exigir esfuerzo y sacrificio. Al hacerlo, no solo mejoramos
nuestras vidas individualmente, sino que también contribuimos a la construcción de una
sociedad más plena y feliz, donde la búsqueda de placer se convierte en un medio para
alcanzar la realización personal y colectiva.
Epicuro, destacado filósofo griego, ofrece una perspectiva única sobre la importancia del
placer en la vida humana al proclamar que el placer es el bien supremo y la meta última de
la existencia. Para él, cada acción que emprendemos y cada evitación que realizamos están
motivadas por la búsqueda del placer o la huida del dolor. En este sentido, el placer se
convierte en el criterio fundamental para discernir entre lo que es bueno y lo que es malo.
Sin embargo, Epicuro va más allá al especificar que no cualquier tipo de placer es
considerado como el verdadero bien. Su enfoque se centra en el placer estático o tranquilo,
aquel que perdura en el tiempo y no acarrea consecuencias negativas a largo plazo. Este
matiz es crucial en su filosofía, ya que apunta a la importancia de buscar placeres que sean
duraderos y que no den lugar a complicaciones o sufrimientos posteriores.
Epicuro distingue claramente entre dos categorías de placeres, señalando que los placeres
cinéticos no son considerados como verdaderos placeres, a diferencia de los placeres
catastemáticos. Los primeros, derivados de satisfacer necesidades básicas como hambre o
sed, son efímeros y pueden llevar a consecuencias negativas si se persiguen de manera
excesiva. En cambio, los placeres catastemáticos, provenientes de satisfacer necesidades
más profundas como la amistad, la contemplación, la reflexión y el logro personal, son
duraderos y no generan dolor posterior. Epicuro identifica a estos últimos como los
auténticos placeres.
Epicuro fundamenta su perspectiva al considerar el placer como algo intrínsecamente
natural y arraigado en la esencia humana. Argumenta que el placer es una respuesta natural
a las necesidades tanto del cuerpo como de la mente, y, por ende, sirve como indicador de
que estamos viviendo en armonía con nuestra propia naturaleza. En esta visión, el placer se
convierte en una guía, señalando que la búsqueda de satisfacción y bienestar está alineada
con lo que es inherente y saludable para los seres humanos.
Epicuro enfatiza que el placer no debe ser evitado ni reprimido, sino más bien buscado y
cultivado, ya que es esencial para la felicidad. Según él, el placer es vigoroso y necesario
para alcanzar una verdadera felicidad; vivir una vida placentera y libre de dolor es el
camino hacia la dicha. Epicuro destaca que la búsqueda y cultivo del placer son
fundamentales no solo para la felicidad, sino también para la salud, ya que sostiene que el
cuerpo requiere placer para mantenerse sano y equilibrado. Aún más, Epicuro desmiente la
idea de que el placer sea egoísta, argumentando que es algo compartido con los demás.
Según su perspectiva, el placer es contagioso y, cuando experimentamos felicidad y
satisfacción, naturalmente tendemos a ser más amables y generosos con aquellos que nos
rodean. En resumen, Epicuro postula que abrazar el placer de manera sabia y equilibrada no
solo es esencial para la felicidad y la salud individuales, sino que también contribuye a un
bienestar compartido y a relaciones más amables y generosas con la sociedad.
Epicuro destaca la importancia de buscar el placer sin perjudicar a los demás, abogando por
un equilibrio entre nuestro propio bienestar y el de los demás. Según él, el placer no es
incompatible con la ética y la moralidad, sino que puede integrarse como parte de una vida
virtuosa y ética. Epicuro advierte contra la indulgencia y el exceso, sosteniendo que el
verdadero placer es duradero y no conlleva dolor posterior. Para lograr esto, aboga por
buscar un equilibrio entre el placer y la moderación. En este sentido, Epicuro resalta la
importancia de la autodisciplina y la moderación, instando a evitar los excesos y las
indulgencias que pueden eventualmente desembocar en dolor y sufrimiento. Así, Epicuro
nos presenta una filosofía que reconoce la validez del placer dentro de los límites de la
responsabilidad hacia uno mismo y hacia los demás, abogando por una búsqueda sabia y
equilibrada de la satisfacción personal.
Los argumentos de Epicuro revelan una conexión significativa con las perspectivas de
autores como Nietzsche y John Stuart Mill, ya que todos coinciden en que no cualquier tipo
de placer es relevante, sino aquel que es duradero y no genera dolor posterior. En Epicuro,
como en los demás, se destaca la importancia vital del placer en la vida humana, señalando
que es fundamental para la consecución de la felicidad. La noción de vivir una vida
placentera y exenta de dolor se manifiesta como un denominador común entre estos
pensadores. Esta convergencia resalta la trascendencia del placer duradero en la búsqueda
de una existencia plena y satisfecha, subrayando así la necesidad inherente del placer en el
bienestar humano según distintas corrientes filosóficas.
La perspectiva de Epicuro resalta la naturalidad del placer, arraigado en la esencia misma
de la naturaleza humana. Subraya la importancia de satisfacer las necesidades del cuerpo y
de la mente, destacando que reprimir o evitar estos placeres va en contra de nuestra propia
naturaleza. Esta postura sugiere que no debemos suprimir nuestros impulsos naturales, sino
más bien entender la variedad de placeres y ser selectivos en su búsqueda y cultivo. La
esencia de la filosofía epicúrea radica en reconocer que conocerse a uno mismo es
fundamental para discernir qué placeres son beneficiosos para la vida individual,
fomentando no solo el bienestar mental sino también el físico. No se trata simplemente de
buscar el placer indiscriminadamente, sino de entender la autenticidad de nuestros propios
deseos y necesidades, reconociendo que la autenticidad y el autoconocimiento son
fundamentales en la búsqueda sabia y equilibrada del placer.
Otro de los autores que habla sobre el placer es Platón. El cual establece que este surge
como una emoción o sensación vinculada a la satisfacción de deseos o necesidades. No
obstante, distingue entre diferentes tipos de placer, otorgando una relevancia particular a
aquel que se encuentra en la contemplación de la belleza en sí, más allá de las bellezas
individuales. Platón sostiene que este tipo de placer posee una elevación y duración
superiores en comparación con el placer físico derivado de la satisfacción de deseos
corporales.
Platón, al abordar la naturaleza del placer, distingue entre el placer físico, que considera
como inferior y efímero, y el placer derivado del amor, que contempla como más elevado y
duradero. Para Platón, el placer físico es una ilusión que desvía nuestra atención de la
búsqueda de la verdad y la sabiduría, actuando como un obstáculo para el desarrollo
espiritual y moral. En contraste, sostiene que el amor es un deseo orientado hacia lo bueno,
lo bello y lo verdadero, y el placer que emana de este amor es más trascendental. Platón
argumenta que el amor impulsa a buscar la perfección y la belleza en todas las cosas,
actuando como una fuerza transformadora que nos permite superar limitaciones y alcanzar
un estado de felicidad y plenitud genuinas.
Platón sostiene que el placer puede ser una herramienta valiosa para el desarrollo personal y
la autorrealización. En este contexto, argumenta que el placer puede servir como un medio
efectivo para alcanzar la sabiduría y la verdad, motivando a las personas a buscar una vida
más plena y significativa. Sin embargo, Platón destaca la importancia de entender que el
placer no debe ser un fin en sí mismo, sino más bien utilizado como un instrumento para
alcanzar metas más elevadas. Desde esta perspectiva, el placer se convierte en una fuerza
impulsora que puede dirigirnos hacia el crecimiento personal y la búsqueda de objetivos
más profundos, actuando como una herramienta estratégica en el proceso de
autorrealización. Este enfoque platónico resalta la necesidad de canalizar el placer de
manera sabia y consciente, reconociendo su potencial como facilitador para alcanzar metas
superiores en la búsqueda de una vida más rica y significativa.
Las reflexiones de Platón sobre el placer adquieren una relevancia crucial en la
contemporaneidad, donde la sociedad tiende a buscar placeres físicos transitorios que,
según el filósofo, son inferiores y distraen de la búsqueda de la verdad y la sabiduría. La
afirmación de Platón de que estos placeres efímeros impiden alcanzar un estado de
felicidad y plenitud verdaderas resuena especialmente en un mundo donde la búsqueda de
gratificaciones momentáneas parece predominar. La observación de Platón se alinea con los
argumentos de Mill, quien advierte que la decadencia actual proviene de una obsesión con
placeres superficiales y temporales en lugar de aquellos que realmente contribuyen a la
plenitud. Esta tendencia, según Mill, conlleva a una sociedad vacía y desenfocada. Epicuro
y Nietzsche también convergen en la importancia de elegir placeres que trasciendan lo
efímero y conduzcan a un desarrollo más profundo. En este sentido, la sabiduría de estos
filósofos subraya la necesidad de discernimiento y autoconocimiento para elegir placeres
que, en lugar de distraer, impulsen hacia una vida más significativa y plena. En última
instancia, el llamado de Platón y otros filósofos a centrarse en placeres que valgan la pena
resuena como una guía esencial en la búsqueda de un desarrollo personal auténtico en la
complejidad de la sociedad actual.
CONCLUSION:
En resumen, la reflexión profunda sobre la importancia del placer, impulsada por la
filosofía de pensadores como Platón, John Stuart Mill, Epicuro y Nietzsche, nos
proporciona una guía valiosa para la búsqueda de una vida significativa. Estos filósofos
destacan la necesidad de distinguir entre placeres superiores e inferiores, señalando que la
elección de placeres más elevados no solo contribuye al bienestar individual, sino que
también moldea el tejido social. La premisa fundamental es que los placeres más elevados,
alineados con la virtud, la sabiduría y la verdad, no solo enriquecen la vida personal sino
que también tienen un impacto positivo en la sociedad en su conjunto. Al contrastarlos con
placeres inferiores, efímeros y superficiales, se resalta la importancia de una elección
consciente en la búsqueda del placer. La visión compartida entre estos filósofos es que el
placer no debe ser un fin en sí mismo, sino una herramienta para alcanzar metas más
elevadas. Esta perspectiva desafía a la sociedad moderna a examinar críticamente sus
prioridades en la búsqueda de la felicidad y a considerar si los placeres que busca son
consistentes con los principios propuestos.

Velásquez, Ó. (2016). Platón: El Banquete o siete discursos sobre el amor. Editorial Universitaria
de Chile.

Álvarez Gálvez, Í. (2009). Utilitarismo y derechos humanos: la propuesta de John Stuart


Mill. Utilitarismo y derechos humanos, 1-406.

Oyarzún, P. (1999). Epicuro: carta a Meneceo. Onomázein, (4), 403-425.

Nietzsche, F. (2022). Así habló zaratustra. PENGUIN CLÁSICOS.

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