Aristà Teles

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I.3.

Aristóteles

Aristóteles nace en Estagira, en el 384 y muere en el 322 a. C., vivirá, por tanto,
62 años. Hijo del médico del rey de Macedonia, es enviado muy joven a estudiar
en la Academia platónica. Allí transcurren dos décadas de investigaciones, desde
los 17 a los 37 años aproximadamente, hasta que, muerto Platón (en el 347),
abandona la escuela y se aleja del nuevo enfoque de los académicos. Continúa por
su cuenta sus investigaciones, junto con Teofrasto, hasta que a sus 41 años es
llamado a la corte macedónica como preceptor de Alejandro Magno (356-323),
cuando éste es un adolescente de unos 13 años. Alejandro accede al trono en el
336 y Aristóteles se dirige a Atenas, donde en el 335 funda su escuela, el Liceo,
que dirigirá durante doce años. De allí huye, muerto Alejandro, perseguido por los
antimacedónicos, y fallece al año siguiente.

Así pues, en la vida de Aristóteles pueden reconocerse tres etapas: 1ª) la etapa de
formación en la Academia platónica entre 367-347, en donde veremos obras como
el Protréptico y Sobre la filosofía; 2ª) la etapa de independencia y los viajes, que
culmina en sus años como preceptor de Alejandro Magno, etapa que discurre a lo
largo de doce años entre el 347 y el 335, donde inicia ya sus tratados de Lógica, de
Física, de Ética, de Política y de Metafísica; 3ª) la etapa de fundación del Liceo y
de la continuación de sus estudios sistemáticos y peripatéticos en Atenas, entre el
335 y el 322, donde desarrolla y completa los temas que ya había abierto en la
etapa anterior: al lado del platónico Jenócrates en la escuela filosófica fundada en
Assos y, con Teofrasto, en la escuela fundada en Mitilene (Lesbos).

Aristóteles será conocido como el Estagirita (por haber nacido en Estagira) y sus
seguidores como los peripatéticos: en el Liceo había un patio interior llamado el
Peripato, donde se desarrollaban paseando algunas de las lecciones. Conservamos
de Aristóteles las llamadas obras esotéricas, esto es, las enseñanzas más
especializadas que tenían lugar en el interior del Liceo, pero las obras exotéricas
(en expresión del propio Estagirita), normalmente escritas en forma de diálogos,
dirigidas al público exterior se han perdido casi en su totalidad. Así pues, con
Aristóteles ha sucedido lo contrario que con Platón, pues del ateniense lo que se
ha conservado son sus diálogos y lo que se ha perdido son sus investigaciones
académicas.
I.3.2. Los elementos centrales de la física y la metafísica

I.3.2.1 Contexto previo

Aristóteles es el discípulo y continuador fundamental que tiene Platón. Pero, por


lo mismo, es su principal crítico. La visión ontológica de Platón va a ser revisada
por su alumno macedónico en un sentido fundamental: la hegemonía que llegó a
adquirr la Idea (Eidos = Forma) en el ateniense va a ser sustituida por el concepto
de Ousía o sustancia. En el concepto de forma aristotélico es donde vendrá a
ubicarse la idea de Platón. Este cambio se da en paralelo con otras remodelaciones
llevadas a cabo por el Estagirita. En el contexto de estos cambios hay que
considerar la defensa de una nueva teoría del conocimiento.
¿Por qué Aristóteles se aleja de la Academia cuando muere Platón y cuando pasa
a ser dirigida por Espeusipo, el sobrino de Platón? ¿Qué hacer con la teoría de las
ideas, que Platón había dejado muy elaborada pero a la vez muy abierta a
distintas interpretaciones?

Aristóteles defiende de hecho muchos aspectos esenciales de la teoría de las ideas.


E, incluso, podría defenderse que lo que hace el Estagirita es dar una salida realista
a la teoría de las ideas, dar una solución que no se vea obligada a apelar a un mundo
distinto de este cosmos empírico en el que todo sucede. ¿El famoso «mundo de las
ideas» imaginado trascendentemente, al que Platón había sido proclive en tantos
mitos didácticos y ejemplificadores, ha de ser interpretado y pensado inmanente o
trascendentemente? Esa es la cuestión. Aristóteles preferirá la interpretación
inmanente y se alejará de aquellos aspectos que nos encaminen a recurrir a «otro
mundo» trascendente a éste en el que vivimos. Las esencias, las ideas, no se dan
de manera separada, porque ¿qué necesidad hay de duplicar el mundo? Y, si
estableciéramos esta separación: ¿cómo uniríamos ambos mundos?, porque ¿qué
significa que las cosas «participan» de las ideas?, o ¿qué significa que las cosas
«imitan» a las ideas? Aristóteles preferirá construir una nueva teoría, que dé una
buena solución a la teoría de las ideas y que no la esterilice en vías sin salida, y
para ello construirá su teoría de la sustancia.

I.3.2.3. Clasificación aristotélica de los saberes y de las ciencias

Nuestra idea actual de ciencia procede de la que promovieron Platón y Aristóteles,


pero ya no coincide exactamente con sus clasificaciones, puesto que aparte de las
ciencias matemáticas, el resto estaban todavía en germen o aún no habían
aparecido como tales. El saber filosófico y el saber científico se cruzaban entonces
en muchos planos sin discernir bien.

Para el Estagirita, la lógica era el instrumento (el Organon) de todas las ciencias,
pero ¿qué ciencias y saberes hay?

Aristóteles distingue el saber práctico del teórico. En el saber práctico


encontramos: la techne, la poiesis y la praxis; y en el saber teórico, la especulación
teórica. El saber de la techne (saber técnico) supone el conocimiento de los objetos
materiales propios de la cultura humana, aquellos que no son producidos
directamente por la physis sino artificialmente por la mano del hombre. El saber de
la poiesis se produce en los objetos poéticos construidos por el espíritu humano,
como la retórica o la poesía. El saber de la praxis conoce cómo actuar en la polis y
estudia los fenómenos que proceden de la acción racional humana, como la ética o
la política. La especulación teórica, lejos de las necesidades perentorias de la
supervivencia, puede ocuparse solamente en el puro conocer.

El saber verdadero y más pleno aspira a ser deductivo, esto es, demostrativo con
la ayuda instrumental de la lógica. El saber que pueda aspirar a ser demostrativo,
deductivamente o, al menos, es al que Aristóteles tiende a llamar ciencia
(episteme). Puede haber ciencia sobre los saberes teóricos como de los prácticos.

Pueden ser ciencias prácticas la ética, la política y la economía, como saberes de


la praxis; y la retórica y la poesía, como saberes de la poiesis. Son ciencias teóricas
las matemáticas, la teología, la física y la metafísica (que Aristóteles llamó
Filosofía primera).

Hay ciencias, la mayoría, cuyos objetos están afectados esencialmente por el


movimiento, es decir, que son propias del mundo del devenir, pero hay otras
ciencias a las que ni el movimiento ni el devenir afecta. La matemática y la teología
tienen contenidos que se dan al margen totalmente del movimiento. La matemática
estudia los objetos desde el punto de vista de la cantidad (números) y la extensión
(figuras). Otro tanto sucede con la teología (o saber racional sobre el motor del
mundo), puesto que se trata de un «motor inmóvil», que mueve sin ser movido y
sin moverse él mismo. Los números, las figuras y el motor inmóvil no son
afectados por movimiento o devenir alguno, y, en este sentido, no están «dentro»
de la physis. Esta afirmación Aristotélica corre paralela, por tanto, a la visión de
Platón según la cual el conocimiento verdadero (la matemática y la dialéctica) se
halla «más allá» del mundo sensible.

I.3.2.4. Contraste de la teoría del conocimiento de Aristóteles con la de Platón

1) Platón estableció que conocer era arrancar de las cosas empíricas (de la doxa y
de la caverna), hasta desprenderse de ellas, y acabar comprendiendo las esencias
(ideas) de las cosas (meras copias de las ideas), esencias que desbordan a las cosas
particulares por lo que se hallarían en un mundo de ideas independiente al de la
experiencia. Aristóteles, frente a Platón, insistirá en que las esencias sólo se dan
en los particulares y que, por consiguiente, no pueden separase de ellas: toda forma
(esencia) es inseparable de su materia (salvo la forma pura del motor inmóvil, que
no tiene materia, pero que se refiere a un ente no ideal sino a un ente supremo,
supremo en el orden de la generación del movimiento).

Aristóteles, por su parte, establece más que dos niveles (en Platón: dualismo) dos
funciones inseparables que han de ir coordinadas: el conocimiento formal
deductivo y demostrativo que depende del buen uso de la lógica, al lado del
conocimiento material de las esencias directas de las cosas.
Aristóteles ensayaría la unión de ambos tipos de conocimiento (científico-
filosófico), estableciendo la lógica formal como elemento común y el
conocimiento intuitivo (propio del filósofo, capaz de alcanzar los primeros
principios de las cosas) como el campo donde habría de operar la lógica. Así, la
filosofía iría a la raíz de las cosas y las diversas ciencias extenderían sus ramas
desde estas raíces, siguiendo el desarrollo de la deducción lógica.

Aristóteles descubrió la lógica, como instrumento universal de todo verdadero


saber, y debido a este descubrimiento, la dialéctica de Platón pasó a ser reducida
en gran medida a esa lógica. Por ello también, la ciencia y la filosofía tendieron a
fundirse. Pero la lógica resultó desplegarse y madurar como lógica formal; y toda
lógica formal precisa de una lógica material, y aquí es donde Aristóteles ha de ser
de nuevo completado con lo que había visto Platón: que hemos de diferenciar la
lógica material de los conceptos «cerrados» propios de las ciencias
(correspondientes a las diversas categorías científicas: mecánica, astronomía,
geometría, biología, química, etc.) de la lógica material propia de los conceptos
abiertos (o Ideas) propios de la filosofía.

I.3.3.1. La teoría de la sustancia

La teoría de la sustancia viene a sustituir, para mejorarla, a la teoría de las ideas de


Platón. ¿Qué es lo real, dónde está la verdadera realidad?, la pregunta se reformula
de nuevo. Y la respuesta se desarrollará a través de una serie de distinciones («el
ser se dice de muchas maneras») y de niveles de ser, que Aristóteles desplegará
con su rigor característico.

La palabra «sustancia» en griego es ousía. Ousía tenía el significado de los bienes


materiales que se poseían. Podríamos de este modo inferir que si se poseen bienes,
hacienda o cosas, entonces es que poseemos «sustancia», que tenemos lo que es
sustancial. Aristóteles transformará este significado común de ousía a un nuevo
significado filosófico. Las cosas son lo que son porque tienen «sustancia», ousía.
Para aclarar los significados que contiene este nuevo concepto, Aristóteles
recurrirá a establecer una serie de diferenciaciones que resultan necesarias para ir
saliendo al paso de lo que la realidad «es»: es movimiento, es devenir, es
transformación, es continuidad, es estabilidad, es generación, es corrupción...

I.3.3.1.1. Sustancia y accidentes

La sustancia ha de diferenciarse en primer lugar de los accidentes. La sustancia


es aquello que no puede faltarle a una cosa para ser lo que es; sin embargo, si a
una cosa le sustraemos o le añadimos determinadas características y de ello
resulta que sigue siendo la misma cosa, entonces se tratará de los accidentes de
esa cosa. Todo ser se constituye, de esta manera, en dos niveles: en lo que tiene
de sustancia y en lo que le añaden los accidentes. Mientras que podríamos decir
que la sustancia «es», los accidentes más bien «están» en la sustancia. Tener
cabeza es sustancial para el hombre, pero tener el pelo largo o corto es accidental.

Cambio accidental y cambio sustancial. A los cambios que se originan a


consecuencia de los accidentes, los llama Aristóteles cambio accidental. Un ente
sufre o puede sufrir cambios continuos sin dejar de ser ese ente. El cambio que se
produce a escala accidental se traduce como movimiento del ente, y puede ser:
movimiento cuantitativo (crecimiento y disminución), movimiento cualitativo
(alteración) y movimiento locativo (traslación). Pero cuando el cambio afecta a la
sustancia entonces sólo es posible la generación (constitución de la sustancia) o la
corrupción (desintegración de la sustancia).

I.3.3.1.4. La teoría hilemórfica

La metafísica tiene la cualidad de coordinarse con la física a través de algunos


conceptos estructurales, en cuanto que son universales (conceptos) y en cuanto que
son aplicables a los todos los entes de la physis. Los dos conceptos fundamentales
que unen a la física con la metafísica son los de materia y forma: hylé (materia)
y morphé (forma), en lo que se ha dado en llamar la teoría hilemórfica, o la teoría
de la materia y de la forma.

Hay una materia prima (o primera) y una materia segunda. Hay una forma
sustancial (la esencia, la sustancia segunda: lo más próximo a la idea de Platón) y
unas formas accidentales.

La madera, el hierro, el barro, el papiro son modalidades distintas de materia


segunda. Pero toda materia segunda se apoya sobre un fundamento indestructible,
soporte de toda realidad material, que es la materia prima. Tras toda
transformación de la materia subyace la materia prima: cuando la materia segunda
se transforma en otra materia segunda distinta, por ejemplo la madera en leño
carbonizado, lo hace sobre el fundamento indestructible de la materia prima. La
materia prima es un principio de indestructibilidad del nivel material del ser.
Cuando la física moderna dice que «nada se crea ni se destruye» está apuntando a
lo mismo que pensaba Aristóteles con su materia prima, pero en el Estagirita ésta
es incognoscible, porque nos resulta imposible determinar qué pueda ser.

Para Aristóteles, todo ser es en acto y además en potencia. Por eso, mientras que
la materia es potencia (poder de actuar y posibilidad) la forma es acto (o
actualidad). Que la materia es potencia significa que es en ella donde reside la
capacidad del ente de convertirse en otra cosa, transformándose a escala de materia
segunda (porque la materia prima no se transforma), bien porque cambian sus
formas accidentales, bien porque cambia su forma sustancial. Que la forma es acto
significa que es gracias a su forma (a su escala accidental pero sobre todo
sustancial) por lo que un ente se da como tal (y no como otro distinto o como el
mismo pero transformado) en un presente actual, en un aquí y ahora.

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