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Sustentantes:

Eliana Zapata Diaz 22-0236

Greisy Paulino 22-0492

Manuel Moreno 21-1932

Kamil Báez 22-0312

Brandy Mosquea 22-0608

Asignatura:

Filosofía del derecho

Fecha:

25/01/2024

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El derecho como norma

La norma jurídica y ordenamiento jurídico:

Las normas juristas se definen como el conjunto de reglas o preceptos que se


imponen a la conducta de los seres humanos que viven en sociedad. Las normas
jurídicas no existen nunca solas sino siempre en un contexto de normas que
tienen entre sí relaciones particulares. Este contexto de normas se suele
denominar "ordenamiento". Solo se puede hablar de Derecho cuando hay un
sistema de normas que forman un ordenamiento jurídico.

El derecho como norma:

El derecho y la norma están estrechamente relacionados. El derecho se puede


entender como el conjunto de normas y principios que regulan la conducta de los
individuos en una sociedad. Por otro lado, la norma jurídica es una prescripción
dirigida al orden del comportamiento humano, establecida por una autoridad y
cuyo incumplimiento puede llevar a una sanción. Estas normas establecen los
derechos y deberes de las personas y buscan encaminar la forma en que se
comporta la sociedad.

Aspira a una regulación justa de las relaciones, humanas. Significa que su


contenido son órdenes, prohibiciones y permisos, es decir regla del
comportamiento, que no solo existen con el objetivo de configurar el estatus
jurídico de las personas, sino también en el sentido operativo de que deben ser
usadas por los individuos.

La norma jurídica tiene una doble naturaleza: es un mandato del Estado, directo
o indirecto, de hacer o de no hacer, y también es un juicio de conducta, una
relación determinada entre dos o más ideas. Este juicio es condicional o
hipotético, ya que la afirmación o negación que implica está subordinada a una
condición o hipótesis.

El derecho como norma tiene varias características importantes. Es heterónomo,


es decir, es establecido por una autoridad externa, como un legislador. Es
bilateral, ya que un sujeto distinto al afectado por la norma tiene el derecho de

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exigir su cumplimiento. Es alterno, ya que se refiere siempre a la relación de un
individuo con otros. Y es coercible, lo que significa que tiene la capacidad
legítima de utilizar la fuerza socialmente organizada para exigir su cumplimiento
o aplicar sanciones en caso de violación.

El derecho puede entenderse de dos formas distintas pero relacionadas: como


el conjunto de normas y principios con los que una sociedad elige regir su vida
social, y como la ciencia social que se dedica al estudio, interpretación y
ordenamiento de ese conjunto de normas y principios.

El derecho objetivo se refiere al conjunto de normas vigentes en un país, que


incluye la legislación y las normas jurídicas de diferentes ramas del derecho,
como el derecho administrativo, el derecho mercantil, el derecho fiscal, entre
otros.

Por otro lado, el derecho subjetivo se refiere a la facultad legal de practicar o no


un determinado acto, es decir, los derechos que pertenecen a los individuos o
grupos, como el derecho a la salud, el derecho a la nacionalidad, el derecho a
manifestarse libremente, entre otros.

Es importante destacar que existen diferentes tipos de normas jurídicas, como


las leyes, los reglamentos, las órdenes ministeriales y los decretos, entre otros.
Estas normas pueden ser imperativas, es decir, obligatorias para todos, o
dispositivas, donde los individuos tienen cierta libertad para actuar según su
voluntad.

El derecho como principios:

El derecho como principio se refiere a los principios generales del derecho, que
son los enunciados normativos más generales que orientan la interpretación y
aplicación del derecho. Estos principios son fundamentales para garantizar la
coherencia y la justicia en el sistema jurídico.

Los principios generales del derecho pueden encontrarse tanto en el derecho


positivo como en el derecho natural. En el derecho positivo, se encuentran
consagrados en las constituciones del Estado. En el derecho natural, se refieren
a ideas fundamentales de carácter moral y ético.

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Se enfoca desde dos puntos de vista:

a) Las policies o directrices, las normas que fijan objetivo de carácter económico,
político o social. Estas normas establecen metas o directrices a seguir para lograr
determinados fines. Por ejemplo, una política económica puede establecer
medidas para fomentar el crecimiento económico o reducir la desigualdad social.

b) los principios en sentido estricto, o sea, exigencias del tipo moral (como la que
nadie puede beneficiarse de su propio comportamiento ilícito), que establecen
derechos. Estos principios son considerados fundamentales y orientan la
interpretación y aplicación del derecho. Por ejemplo, el principio de no
beneficiarse de su propio comportamiento ilícito establece que nadie puede
obtener ventajas o beneficios a partir de una conducta ilegal o ilícita.

Estos principios cumplen varias funciones importantes. Ayudan a determinar qué


tipo de norma se está aplicando, orientan la labor interpretativa de las normas
del derecho positivo y son una fuente en caso de insuficiencia de ley y
costumbre.

Algunos ejemplos de principios generales del derecho son el principio de


separación de poderes, que establece la división del poder público en poderes
con funciones y limitaciones específicas, y el principio de moralidad, que
establece que el derecho debe regirse por un marco moral que no puede ser
evadido.

El derecho como ordenamiento jurídico:

Es un conjunto ordenado o sistemático de normas, de principios y valores que


dichas normas expresan y de relaciones e instituciones jurídicas. Teniendo
ciertas propiedades específicas como son, la coactividad, la normatividad y su
carácter institucionalizado, estableciendo una determinada estructura.

El derecho como ordenamiento jurídico se refiere al conjunto del derecho de una


sociedad, es decir, el conjunto de normas jurídicas que rigen en un lugar
determinado en una época concreta. Este ordenamiento está formado por la

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Constitución del Estado, las leyes, las normas jurídicas del poder ejecutivo (como
los reglamentos), los tratados, las convenciones, los contratos y las
disposiciones particulares. Estas normas establecen el marco legal que regula
las relaciones entre los individuos y garantiza el orden y la justicia en la sociedad.

El ordenamiento jurídico se organiza de manera jerárquica, con la Constitución


en la parte más alta de la jerarquía, seguida de las leyes y demás normas que
se encuentran por debajo en la jerarquía normativa. Esto significa que las normas
inferiores deben estar en concordancia con las normas superiores y no pueden
contradecirlas.

El ordenamiento jurídico es dinámico y puede adaptarse a las necesidades


cambiantes de la sociedad. El Estado tiene la potestad legislativa para crear,
modificar y derogar normas según sea necesario. Además, el ordenamiento
jurídico puede incluir principios generales del derecho, que son enunciados
normativos más generales que orientan la interpretación y aplicación del
derecho.

Validez, justicia y eficacia del derecho:

Validez del derecho:

La validez jurídica de una norma equivale a existencia de esa norma como norma
jurídica.

Una norma jurídica será válida cuando haya sido producida conforme lo
establezcan las normas sobre la producción. Para decidir si una norma es válida,
es necesario realizar tres operaciones: 1. Determinar si la autoridad que la
promulgo tenía el poder legítimo para expedir normas jurídicas; 2. Comprobar si
no ha sido derogada; 3. Comprobar que no sea incompatible con otras normas
del sistema.

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Justicia del derecho:

El problema de si una norma es o no justa es un aspecto de la oposición entre el


mundo ideal y mundo real; entre lo que deber ser y lo que es: norma justa es lo
que debe ser; norma injusta es lo que no debería ser. Cuando se considera que
hay valores supremos, objetivamente evidentes, preguntarse si una norma es
justa o injusta equivale. a preguntarse si es apta o no para realizar esos valores.

Eficacia del derecho: El problema de la eficacia del Derecho, es si la norma es o


no cumplida por las personas a quienes se dirige, y en el caso de ser violada que
se la haga valer con medios coercitivos por la autoridad que la ha impuesto.

Principales escuelas del pensamiento jurídico

El formalismo jurídico: Es una corriente de pensamiento dentro de las


escuelas del pensamiento jurídico que aboga por la aplicación rigurosa de las
normas legales y la toma de decisiones basada exclusivamente en el texto de
la ley. Este enfoque se ha desarrollado como una respuesta a interpretaciones
más flexibles o contextualizadas del derecho, buscando establecer reglas
claras y objetivas para resolver casos legales.

Principios del Formalismo Jurídico:

Primacía de la Ley: Los formalistas sostienen que la ley es la fuente principal y


única para resolver disputas legales. Creen en la necesidad de mantener una
distinción clara entre la ley y otros elementos, como la ética, la moral o la
equidad.
Objetividad y Consistencia: Buscan la objetividad en la interpretación y
aplicación del derecho. Argumentan que seguir estrictamente las normas
legales proporciona consistencia y predictibilidad en las decisiones judiciales.
No Consideración de Factores Externos: Los formalistas tienden a rechazar
la idea de considerar factores externos, como la intención del legislador o las

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consecuencias sociales, al interpretar la ley. Se centran en el texto de la norma
como la única guía relevante.

El realismo jurídico: Es una escuela del pensamiento jurídico que surge en el


siglo XX como una respuesta crítica al formalismo y a la idea de que la ley es
un sistema lógico y coherente en sí misma. Esta corriente argumenta que la
toma de decisiones judiciales no puede separarse completamente de factores
subjetivos y sociales, y busca comprender cómo se aplican realmente las leyes
en la práctica.

Principales Características del Realismo Jurídico:

Énfasis en la Decisión Judicial: El realismo jurídico pone el foco en cómo los


jueces realmente toman decisiones en lugar de seguir una aplicación mecánica
de reglas. Se centra en la discrecionalidad judicial y las influencias externas en
el proceso judicial.

Factores Sociales y Psicológicos: Reconoce que factores sociales,


económicos y psicológicos pueden influir en las decisiones judiciales. Los
realistas jurídicos critican la idea de que la ley es completamente objetiva y
separada de la sociedad en la que se aplica.

Rechazo del Formalismo: Contrario al formalismo, el realismo jurídico


sostiene que las reglas y principios legales no son siempre aplicados de
manera consistente y predecible. Argumentan que los jueces a menudo usan
su discreción para adaptarse a las circunstancias del caso.

El escepticismo jurídico: Por escepticismo sobre la función judicial, o


escepticismo jurídico, comprendo aquella posición que rechaza la posibilidad de
afirmar la corrección o incorrección, verdad o falsedad, de los enunciados que
constituyen el resultado de las decisiones judiciales. Es decir, es una postura
que acusa que la actividad judicial, encargada de precisar el contenido, el

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significado o el alcance de las disposiciones de Derecho, no puede lograr
respuestas verdaderas o correctas frente a los conflictos jurídicos que se
presentan.

Unos de los principales motivos de la apuesta escéptica es el hecho evidente de


que nuestro lenguaje ordinario o natural –el mismo en que se formula Derecho–
es ambiguo y vago, así, el escéptico parece razonar apuntando a cómo
dependería atribuir corrección o verdad a determinada solución judicial de la
existencia de un significado y de una extensión fija, determinada, del lenguaje en
que se redactan las normas, pero esta supuesta determinación se volvería mera
fantasía cuando reconocemos el carácter polisémico de los términos o su
vaguedad.

Cuestiona la posibilidad de alcanzar una comprensión objetiva y universal del


derecho. Pone en duda la existencia de principios jurídicos absolutos o verdades
legales universales. Desde esta perspectiva, se enfatiza la contingencia y
relatividad del derecho, así como la influencia de factores contextuales y
subjetivos en su interpretación.

El escepticismo jurídico pone en duda la existencia de verdades legales


universales y cuestiona la posibilidad de alcanzar una comprensión objetiva del
derecho. Se enfoca en la contingencia y relatividad del derecho, así como en la
influencia de factores contextuales y subjetivos en su interpretación.

Un filósofo escéptico del derecho podría argumentar que la interpretación judicial


de las leyes siempre estará condicionada por los valores, experiencias y
perspectivas individuales, lo que dificulta la existencia de una comprensión
objetiva del derecho.

El iusnaturalismo: Sostiene que la validez del derecho se deriva de principios


morales o normas fundamentales que trascienden las leyes positivas. Según
esta corriente, existen normas inherentes a la naturaleza humana o al orden
moral del universo que sirven como criterio para juzgar la legitimidad de las leyes
positivas. Se enfoca en la conexión entre el derecho y la moral, defendiendo la
existencia de derechos fundamentales intrínsecos.

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El iusnaturalismo sostiene que la validez del derecho se deriva de principios
morales o normas fundamentales que trascienden las leyes positivas. Defiende
la existencia de derechos fundamentales intrínsecos basados en la naturaleza
humana o en un orden moral universal.

Para Kelsen, la pretendida objetividad de los derechos naturales es ideológica,


desde que pretende otorgar validez universal a una valoración sólo puede
ostentar validez para un hombre, para un conjunto de hombres o para un
momento histórico determinado. Asimismo, para el citado autor, siendo los
juicios de valor subjetivos y relativos, si se definiera el concepto de derecho
tomando en cuenta propiedades valorativas, este concepto se transformaría
también en una noción subjetiva y relativa, que cada uno emplearía en forma
divergente según sus preferencias y actitudes emotivas; esto haría imposible
comunicación eficaz y fluida entre juristas, abogados, jueces, etcétera.

Según un enfoque iusnaturalista, ciertos derechos humanos, como el derecho a


la vida, la libertad y la propiedad, se consideran inherentes a la condición
humana y no dependen exclusivamente de leyes positivas para ser reconocidos.

El positivismo jurídico: Establece que la validez del derecho no depende de


consideraciones morales o éticas, sino que se fundamenta en reglas
establecidas por autoridades competentes. Desde esta perspectiva, el derecho
se concibe como un sistema de normas creadas por instituciones reconocidas
como legítimas. Se centra en los aspectos observables del derecho, como las
reglas oficiales, costumbres y convenciones.

La palabra “positivismo” fue incluida en el lenguaje filosófico científico por


Augusto Comte para designar un movimiento intelectual que él inició. Comte
rechazó tanto las especulaciones e imaginaciones teológicas como las
construcciones y razonamientos metafísicos. Planteó la necesidad de pasar
alerta positiva, en la que la ciencia dependería de la observación empírica de
conexión de hechos mediante la experiencia. Estos serían los únicos métodos
válidos para un ejercicio científico.

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El positivismo, en general, es una doctrina filosófica que funda la verdad
solamente en el método experimental de las ciencias llamadas positivas que
rechaza o niega cualquier interpretación teológica y metafísica. Para el
positivismo, la realidad empírica se convierte en lo verdadero y el único objeto
del conocimiento. A través del método científico se debe explicar la totalidad de
los fenómenos, sean de orden natural o espiritual.

Todo aquello que no pueda someterse a las premisas y condiciones de esta


concepción de ciencia carece absolutamente de valor. Lo que se encuentre más
allá de lo regido por la relación causa-efecto pertenece a la fantasía.

El positivismo jurídico sostiene que la validez del derecho no depende de


consideraciones morales o éticas, sino que se fundamenta en reglas
establecidas por autoridades competentes. Se centra en los aspectos
observables del derecho, como las normas creadas por instituciones
reconocidas como legítimas.

Un ejemplo de positivismo jurídico sería el reconocimiento de una norma como


válida simplemente por haber sido promulgada por una autoridad competente,
independientemente de consideraciones morales sobre su contenido.

Estas corrientes filosóficas ofrecen enfoques contrastantes para comprender el


fundamento y la naturaleza del derecho. Mientras que el escepticismo jurídico
pone en duda la posibilidad de certezas absolutas en materia legal, el
iusnaturalismo destaca la conexión entre el derecho y la moral, y el positivismo
jurídico enfatiza la autonomía del derecho respecto a consideraciones morales.

Reglas y principios

Ronald dworkin, seguramente el jurista más influyente de las últimas décadas,


dirigió contra el positivismo jurídico una crítica. Fundamentaba su tesis en que el
derecho no puede verse simplemente como un conjunto de reglas. Además de
esas reglas, esto es pautas relativamente específicas de conductas, los
derechos contienen también principios, que pueden ser de dos tipos: a) Las
policies o directrices, las normas que fijan objetivo de carácter económico,

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político o social y, b) los principios en sentido estricto, o sea, exigencias del tipo
moral (como la que nadie puede beneficiarse de su propio comportamiento
ilícito), que establecen derechos.

Los principios generales del Derecho, son el origen o el fundamento de las


normas, y participan de la idea de principalidad, que les otorga primacía frente a
las restantes fuentes del Derecho. Se fundan en el respeto de la persona humana
o en la naturaleza misma de las cosas .

En primer lugar, son “principios”, por cuanto constituyen los soportes primarios
estructurantes del sistema jurídico todo, al que prestan su contenido. Ello es de
esta forma porque en todo sistema jurídico hay cantidad de reglas de gran
generalidad, verdaderamente fundamentales, en el sentido de que a ellas
pueden vincularse, de un modo directo o indirecto, una serie de soluciones
expresas del Derecho positivo a la vez que pueden resolverse, mediante su
aplicación, casos no previstos, que dichas normas regulan implícitamente.

En segundo lugar, “son reglas de carácter general”, porque trascienden un


precepto concreto y no se confunden entonces con apreciaciones singulares o
particulares. Dicha cualidad, permite que tales principios puedan acomodarse
mejor a la realidad, que se presenta siempre como nueva y cambiante .

En tercer lugar, los principios generales “son de Derecho”, ya que se trata de


fórmulas técnicas del mundo jurídico y no de simples criterios morales, buenas
intenciones o vagas directivas. A pesar de que no se presentan habitualmente
con la estructura típica de una regla del Derecho, ninguna duda puede existir
acerca de que revisten el carácter de tal .

Relaciones entre el derecho y la moral

La relación entre derecho y la moral pueden contemplarse, como es obvio, desde


muy distintos planos. Para empezar, es indudable que existan grandes
afinidades terminológicas y conceptuales: “En uno y en otro caso se habla de
derechos y deberes, de licitud e ilicitud, de responsabilidad, de libertad, de
igualdad”. Muchas de las normas jurídicas (las más importantes coinciden en
cuanto a su contenido con normas morales: así ocurre con una buena parte de

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las normas, constitucionales, de la que integran el código penal o de las que
enuncian los principios básicos de la legislación civil. Y el propio derecho positivo
no deja de incidir en la moral, cuando en la moral social; una prueba de esto
último lo ofrece el hecho de que cuando la regulación de una discusión
disputada” por ejemplo el aborto”, sufre una modificación legislativa y ciertos
tipos de conductas abortivas que eran consideradas delitos pasan a ser
jurídicamente licita eso influye en las opiniones morales de la gente de manera
que aumenta el número de quienes consideran licita esa conductas.

Las relaciones entre la Moral y el Derecho constituyen una de las cuestiones más
importantes y complejas de la Filosofía del Derecho, sobre todo si se tiene en
cuenta que afectan al concepto del Derecho, a su aplicación, a las relaciones
entre legalidad y justicia o al espinoso tema de la obediencia al Derecho. La
Moral y el Derecho hacen referencia a una parte importante del comportamiento
humano y se expresan, en gran medida, con los mismos términos (deber,
obligación, culpa, responsabilidad). Se puede decir que el contenido del Derecho
tiene una clara dependencia de la moral social vigente, de la misma forma que
toda moral social pretende contar con el refuerzo coactivo del Derecho para así
lograr eficacia social.

Separación entre el derecho y la moral

El constitucionalismo moderno ha promovido la separación entre el derecho y la


moral como principio fundamental en la organización de un Estado. Esta
separación se basa en la idea de que el derecho debe ser independiente de
consideraciones morales y religiosas, y debe ser fundado en principios jurídicos
objetivos y racionales.

Esta separación entre el derecho y la moral se sustenta en varios argumentos:

Protección de la libertad individual: Al separar el derecho de la moral, se


garantiza la libertad individual de las personas para actuar de acuerdo a sus
propias convicciones morales, siempre y cuando no se infrinja la ley.

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Neutralidad del Estado: Una separación clara entre el derecho y la moral
contribuye a la neutralidad del Estado en cuestiones morales y religiosas,
garantizando la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.

Mayor seguridad jurídica: Al basarse en principios jurídicos objetivos y


racionales, el derecho se vuelve más predecible y coherente, lo que contribuye
a una mayor seguridad jurídica en la sociedad.

Una de las tesis centrales del positivismo es la de la separación entre Derecho y


moral; que no significa, como es obvio, que las normas jurídicas no incorporen
siempre un punto de vista de relevancia moral, sino sólo que su existencia como
tales normas jurídicas es independiente de su justicia, en suma, que la locución
"Derecho injusto" no carece de sentido.

Desde la cultura del constitucionalismo, tampoco se afirma que la justicia sea


una condición de la existencia del Derecho, pero sí, más modestamente, que
todo Derecho ha de presentar siempre una pretensión de corrección, de
autoridad o de justicia, es decir, una pretensión de que los mandatos del
legislador deben ser obedecidos por alguna razón distinta a la simple amenaza
de la fuerza; pero cuál sea esa razón constituye un tema abierto, de manera que
dicha pretensión puede alegar casi cualquier fundamento y exhibir cualquier
contenido de moralidad.

Como sabemos, una de las vías de conexión entre el Derecho y la moral está
constituida por los principios; todo sistema jurídico mínimamente evolucionado
cuenta con principios, que son de naturaleza moral y que reclaman del juez un
particular ejercicio de ponderación: allí donde existe ponderación existen
principios, y allí donde existen principios se da una presencia de la moral en el
Derecho.

Robert Alexy fundamenta que incluso en los sistemas constitucionalizados que


se basan en el imperio de los derechos y que juzgamos globalmente justos, los
principios se nos muestran como tendencialmente contradictorios o conflictivos.
Resolver un caso a la luz de los principios entraña siempre resolver un conflicto
entre principios o derechos constitucionales y, salvo que entendamos que

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existen herramientas infalibles para hacer frente a esos conflictos, nada
garantiza que nuestro caso (que, por ejemplo, puede ser el enjuiciamiento de
una ley) reciba una respuesta moralmente correcta, o la más correcta de las
posibles. Si aceptamos que los principios morales de la Constitución suelen
entrar en conflicto y que el llamado juicio de ponderación no ofrece siempre una
unidad de solución, entonces no cabe sostener que la existencia de principios
asegure la justicia o moralidad del conjunto de normas y decisiones. Una cosa
es que el constitucionalismo principialista haga de la argumentación jurídica una
suerte de argumentación moral, y otra que el ejercicio de esa argumentación —
siempre constreñida por límites institucionales — haya de desembocar
necesariamente en la más justa de las decisiones.

Como por ejemplo, si las leyes racistas de la Alemania nazi no merecían ser
llamadas Derecho, ello no podía obedecer a que este sistema careciera de una
"pretensión de corrección" o a una ausencia de principios, pues cualquier
sistema mínimamente evolucionado reúne ambas condiciones, sino a que desde
una moral “superior”, que es la moral de los derechos humanos, aquellas leyes
resultaban injustas y, por tanto, no constituían verdaderas leyes. Porque, si nos
situamos en la óptica del participante comprometido, las leyes racistas no sólo
eran jurídicamente válidas, sino además conformes con el tipo de moral que se
desprendía de la filosofía política, de la llamada Constitución material, vigente en
Alemania.

En este sentido, cabe constatar que cuando repasamos los numerosísimos


ejemplos de injusticias notorias y prolongadas que ofrece la historia, resulta que
tales injusticias encontraban respaldo tanto en el Derecho como en la moral
social de la época (esclavismo, intolerancia religiosa, pureza de la raza, etc.); es
decir, que para juzgarlas como injusticias notorias es preciso situarse en nuestra
propia moral crítica o, lo que es lo mismo, es preciso situarse en el punto de vista
externo para el que conserva todo sentido la afirmación de que la ley “x”, aunque
perfectamente inicua, no deja de ser una ley.

El positivismo metolodológico fomenta el ejercicio de la responsabilidad moral


del individuo, así como su capacidad crítica frente a las decisiones del poder, es
decir, fortalece el principio de autonomía; pues quien adopta un estricto punto de
vista interno y presume el valor moral intrínseco del Derecho vigente en el fondo

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se inhabilita o, al menos, se impone serios obstáculos para juzgar
autónomamente las normas o decisiones del poder, así como para asumir como
propio el significado y alcance moral de las acciones. Aunque el sistema jurídico
refleja siempre opciones de moralidad social y tanto mejor si además éstas
coinciden con una moral crítica o racional. Sin embargo, ni esa relación
contingente impide el desarrollo de una crítica externa al Derecho ni, sobre todo,
tiene el alcance legitimador o de justificación sobre el conjunto de las normas
que en ocasiones se pretende sugerir.

Siendo el Derecho positivo fruto de actos humanos (por lo general deliberados)


de producción normativa, es evidente que la producción del Derecho positivo
tenga en cuenta los valores morales y las exigencias difundidas en la sociedad,
o que sean consideradas como tales por parte de las autoridades normativas;
aquí la moral relevante no es necesariamente una moral verdadera, objetiva, o
compartida por unanimidad en la sociedad: puede tratarse de la moral del grupo
dominante, o de exigencias morales que una autoridad legitimada, sobre base
representativa, cree sean compartidas por su electorado.

También cabe destacar que el hecho que el Derecho prohíba, obligue, permita
ciertas conductas puede originar la convicción, incluso sólo subliminalmente,
pero no por esto menos influyente en la realidad, que aquellas mismas conductas
sean también moralmente prohibidas, obligatorias, o permitidas. El Derecho, en
otras palabras, puede tener el efecto (corresponda o no esto a una política
deliberada por parte de las autoridades normativas) de influenciar sobre la
mentalidad difundida, sobre la conformación de la moral social del grupo al cual
se aplica.

A mi entender, la asociación entre razonamiento jurídico y moral es un hecho


ineludible, al menos en algunos casos, como resultado de la necesidad de
interpretar disposiciones constitucionales que se refieren explícitamente a
principios morales. Esto no requiere abandonar la tesis positivista de la
disyunción, pero la limita significativamente a ser relevante sólo para la
determinación de la validez formal. Bueno, es razonable pedir que la teoría
jurídica iuspositivista también intente hacerse cargo de este nivel de análisis.

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Bibliografías

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https://www.conceptosjuridicos.com/co/norma-juridica/

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Molina González, Y. (n.d.). Estado de Derecho y escepticismo: una breve crítica a partir del uso

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Principios, ponderación, y la separación entre derecho y moral. Sobre el


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LUIS PRIETO SANCHÍS, Revista Brasileira de Direito Constitucional – RBDC n. 10 –
jul./dez. 2007

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