Método para El Peritaje Cientifico de Cocumentos Ramos
Método para El Peritaje Cientifico de Cocumentos Ramos
Método para El Peritaje Cientifico de Cocumentos Ramos
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Grefol, S.L.
Polígono Industrial n.º 2, Parcela 1, La Fuensanta
28936 Móstoles (Madrid)
Para José Luis, Hortensia y Emilio
Prólogo
Rafael MARTÍN no necesita presentación entre los expertos en Documentoscopia, pero tampoco entre los jueces y
abogados, especialmente entre los penalistas. Incluso en los casos más aparentemente sencillos, no digamos ya en los
muchos muy complejos en los que ha intervenido, Rafael MARTÍN ha demostrado, más allá de su extraordinaria formación
técnica, su vocación, su apego al detalle y su minuciosidad en el análisis y en la explicación. Todo esto es algo que se
percibe inmediatamente cuando se analiza un problema de Documentoscopia con él, algo que, sin duda, saben valorar
también los jueces y quienes se forman con él, y algo que salta a la vista en este auténtico Tratado de Documentoscopia,
especialmente dirigido, aunque no sólo, al peritaje científico.
El libro no tiene nada que ver con una demostración de erudición, aunque hay mucho de erudición en él. Es indiscutible
que Rafael MARTÍN es un erudito, pero su aportación teórica es eminentemente práctica. El lector puede encontrar en él
desde la demostración de la trascendencia histórica de la investigación científica sobre la falsedad o autenticidad de
documentos (el famoso caso Dreyfus en Francia a finales del siglo XIX nos recuerda, por ejemplo, las dramáticas
consecuencias de un error pericial), hasta el estudio exhaustivo del trabajo con fotografía digital, y los más prácticos
consejos para optimizar los resultados de la fotografía documentoscópica como método al servicio de la verdad técnica.
La simple lectura del índice de la obra no sólo demuestra la exhaustividad del trabajo, sino que además nos guía muy
acertadamente sobre cada uno de los temas y su relación entre sí. Las explicaciones sobre los medios para la producción
documental son, por ejemplo, el preludio imprescindible para el análisis de las alteraciones y modificaciones en los
documentos. Sus reflexiones técnicas sobre la escritura son la base para el extraordinario estudio sobre falsificaciones de
manuscritos y los cotejos de firmas y textos. El peritaje de escrituras impresas tiene su colofón con el de fotocopias. Es
decir, que como toda gran obra, puede leerse por partes, porque cada parte contiene la información necesaria, pero, en
realidad, constituye un discurso, una secuencia organizada de partes que constituyen un todo.
Los estudiantes y estudiosos de Documentoscopia, los peritos, abogados y jueces contamos, pues, con una obra
imprescindible de referencia. Aunque en nuestros tiempos se tiende a trivializar el saber, la experiencia nos demuestra que
el saber no sólo nos aproxima a la verdad, y nos reconcilia, por tanto, con el mundo y con nosotros mismos, sino que con
frecuencia es, además, la clave del éxito. Éste es un libro de aprendizaje. Proporciona saber, y lo hace con el cuidado de
quien, como Rafael MARTÍN, siente su trabajo y ha decidido hacernos el favor de compartir sus conocimientos con
nosotros.
Madrid, diciembre de 2009
José Manuel GÓMEZ-BENÍTEZ
Catedrático de Derecho Penal
Abogado
Vocal del Consejo General del Poder Judicial
Presentación
Me parecía que este libro hacía falta. Ésa es la principal razón que me llevó a componerlo después de haber tenido muchas
dudas sobre si la tarea valía o no la pena. Inicialmente fueron unos apuntes de clase para que los alumnos a quienes iban
dirigidos no perdiesen su tiempo convertidos en amanuenses, y así poder dedicar más tiempo de docencia a las prácticas
con documentos, verdadero propósito de cualquier disciplina en la que no solamente es necesaria la parte doctrinal, sino la
más esencial: la aplicación práctica. Pero también consideré (y de ahí mi anterior afirmación de que hacía falta) que sería
de utilidad para quienes se inician en esta disciplina, contar con un manual donde encontraran una primera guía lo más
completa posible, siempre dentro de las obligadas limitaciones que tiene toda obra generalista.
En este libro no hay ninguna clave oculta que el lector tenga que ir descubriendo. Todo lo que me he propuesto al escribirlo
lo manifiesto con claridad en estas líneas de presentación para que únicamente se dedique a leerlo y, si llega el caso, a
aprender algo de él. Y a este respecto, lo primero que tiene que saber es que la totalidad del contenido es el fruto de la
experiencia activa y de investigación a lo largo de más de dos décadas. Y hago hincapié en lo de activa porque el solo paso
de los años no es bastante para acreditar competencia y autoridad en ésta o cualquier otra materia.
También le interesa saber al lector que no se va a encontrar con una mera recopilación o refundido de otras obras
(algunas, muy pocas, excelentes), aunque varias de ellas me han inspirado y me han servido para seguir su camino o
avanzar por él. Al contrario, son muchas las críticas que hago sobre determinados aspectos que sin justificación se han
consolidado en Documentoscopia. Porque cuando hace años me inicié en la profesión, me fui dando cuenta de que ciertas
afirmaciones no tenían lógica, que determinadas teorías carecían de fundamento; o de que, cuando tenía que aplicar
algunos de los métodos que estaban universalmente admitidos, se me aparecían contradictorios o impracticables. Y tuve
que desprenderme de multitud de tópicos y teorías inconsistentes que había aprendido, no sin dificultad, porque suponía
quedarme casi sin herramientas. De todas estas situaciones surgió mi interés (o por mejor decir, mi necesidad) de revisar,
de verificar, de investigar, en suma, cada uno de tales postulados o afirmaciones, e invito al lector a que haga lo propio
con lo que aquí encuentre.
Sé que no es fácil para quienes han venido sosteniendo una teoría o utilizando un método «consolidado» de determinada
escuela, encontrarse ahora con una visión diferente e incluso adversa; pero toda postura o adscripción a una idea debe
tener en el campo científico un respaldo que, de no cumplirse, hay que abandonarlo, en este caso, en pro de la buena
consecución de la labor pericial. Y también, con esas miras, someto este libro al análisis y crítica: todo lo que se da a la
publicación debe estar sujeto a la contradicción, a la revisión, a un mejor razonamiento y más fundamentada demostración
de lo que sea distinto o contrario. Únicamente el interés en dar rigor a la Documentoscopia y el situarla donde
científicamente le corresponde es el último (y el más importante) de mis propósitos.
He puesto especial empeño en ser didáctico (ojalá lo haya conseguido) mostrando los ejemplos que he estimado son los
más ilustrativos de entre el abundante material que he ido guardando durante años, de modo que fuera fácilmente
comprensible lo razonado en los textos. También he diseñado algunas tablas que he considerado de utilidad para dar una
visión de conjunto de determinados procesos y acciones prácticas en el examen documental. Y, naturalmente, he tenido
especial cuidado con las fotografías (porque soy un entusiasta de la imagen como excelente y útil vía probatoria),
particularmente en las áreas de análisis donde las instantáneas resultan imprescindibles para demostrar los resultados del
examen; es decir, siguiendo el mismo criterio que aplico a la elaboración de los dictámenes.
Quiero terminar esta breve presentación declarando que me apasiona el peritaje de documentos y que me considero
afortunado por haber encontrado un campo de trabajo que me satisface plenamente. Y este libro es continuación de esa
pasión. Si con él logro descubrir un camino útil a quien empieza como perito, habrá valido la pena el esfuerzo; si, a quien
ya experto ejerciente, le induce a revisar conceptos o a ir más allá de lo que yo he ido, también habré cumplido el objetivo
propio de cualquiera que transmite conocimientos: que el receptor lo amplíe y lo supere. Sinceramente.
Madrid, agosto de 2010
Introducción. Antecedentes
QUÉ ES EL PERITAJE DE DOCUMENTOS
El peritaje de documentos (desde ahora denominado Documentoscopia) es el conjunto de acciones analíticas y de
investigación, que tienen como finalidad:
Medicina forense.
Antropología forense.
Química forense.
Genética.
Criminalística de campo.
Criminalística de laboratorio.
Toxicología.
Dactiloscopia.
Balística.
Documentoscopia.
Fotografía forense.
Documentoscopia es una palabra compuesta por las raíces de dos vocablos, documentum (documento) y (
examinar, observar, averiguar). Como puede fácilmente deducirse, la Documentoscopia será, pues, la ciencia que examina
o que investiga los documentos, lo que es ciertamente más preciso y delimita mejor su quehacer que la citada peritación
caligráfica.
También puede considerarse como ventaja de esta locución el hecho de que con un solo término nos refiramos a una
disciplina de la que se sabrá con exactitud su ámbito de competencia y las metas a las que se dirige. Cabría objetarse que,
como ciencia que examina o estudia los documentos, pudiera quedar sin establecer el límite cronológico de estos o su
naturaleza; para eso existe la Paleografía, cuyo prefijo (antiguo) ya especifica su límite temporal (3) de
estudio y, así, con las demás disciplinas documentales. Por último, el afijo documento- establece su distinto carácter
respecto a las materias de prefijo o sufijo grafo- que, en buena lógica, únicamente habrían de ocuparse de las escrituras,
sean las manuales o sean las mecánicas.
GRAFOCRÍTICA, GRAFÍSTICA, GRAFOTECNIA, GRAFOSCOPIA, PERITACIÓN CALIGRÁFICA...
Sería verdaderamente difícil saber por qué hay tanto desacuerdo en la denominación de esta materia, no ya en nuestro
país, sino internacionalmente. De la gran variedad de términos existentes se pueden deducir dos causas: o gran diversidad
de criterios en cuanto al sentido de su aplicación, o simplemente usos equivocados en la terminología.
También parece que parte de esta diversidad viene condicionada por el carácter relativamente reciente que como ciencia
tiene. Así, se deduce que su denominación ha tenido que ir ajustándose al momento o a las circunstancias temporales, y
las primitivas definiciones de revisión de letras, revisión de papeles sospechosos, etcétera, usadas antiguamente, han sido
desechadas en favor de otras expresiones con la expresión peritaje o examen. Todo apunta a que las innovaciones se han
debido, en general, a la obsolescencia de sus propios significados, forzadas ante el cambio de los medios técnicos
utilizados para la creación de los documentos y del modo en que es posible analizarlos.
El ámbito geográfico o cultural también ha operado en este sentido. En España, y en la mayoría de los países
hispanohablantes, recibe el desajustado nombre de pericia gráfica o pericia caligráfica. Si el primero de ellos es incompleto
(dado que por su calificación sólo se ocuparía esta ciencia de la escritura; y que pericia no es otra cosa que habilidad o
destreza), el segundo es incongruente, porque nada más lejos está su objetivo que el de entrar a considerar si es o no
bella una escritura.
El panorama en los países anglosajones es distinto. En ellos no se ha acuñado un único término para la especialidad,
utilizándose los calificativos de «Examen científico de documentos», «Examen forense de documentos», «Examen de
documentos» (Scientific examination of documents, Forensic document examination, Document examination). Aunque de
sentido muy amplio, no obstante resultan más apropiados que los de referencia a lo caligráfico, desde el momento en que
reflejan mejor el alcance esencial de su intervención: el documento considerado en su totalidad. Debiera resultar verosímil
el que por razón de su mayor lejanía lingüística con las lenguas clásicas (griego y latín), no hayan acuñado una palabra
para esta labor recurriendo a tales raíces; pero este argumento se vuelve inconsistente si nos detenemos a analizar los
términos científicos o técnicos que en el ámbito anglosajón se acuñan constantemente para las tecnologías, casi todas las
cuales se nombran con palabras compuestas de las dos lenguas antiguas: video, microscope, computer, telephone,
photography...
Grafocrítica, Grafística, Grafotecnia, etcétera, son vocablos que corresponden a denominaciones usadas con idéntico
sentido, cuyo étimo hace referencia al análisis de los grafismos pero no al examen integral de los documentos.
El término Grafocrítica aparece usado por VAL LATIERRO (4) en su obra homónima, con el subtítulo El documento, la
escritura y su proyección forense; lo paradójico del término radica en la contradicción en la que incurre al ocuparse no sólo
de la escritura y sus cualidades, sino también de la otra parte constitutiva del documento (el continente) al hablar de los
papeles y las tintas. El sufijo crítica parece igualmente inapropiado. La etimología (del griego ) hace
referencia al «arte de juzgar las cosas, juicio o censura sobre ellas», labores que están fuera del ámbito del experto en
documentos, que en cambio sí se ocupa de investigar, de indagar, de analizar para, finalmente, dictaminar sobre lo que
se le consulta; no conviene confundir la crítica con el criterio técnico, conceptos que, aunque con afinidad fonética,
entrañan, sin embargo, operaciones distintas.
Bajo la expresión Grafística hallamos una concepción diferente. Si bien es un término poco expresivo e impreciso («relativo
o perteneciente a la escritura») se acomoda con fidelidad a su meta: exclusivamente al estudio del grafismo. Comúnmente
se utiliza dentro de la policía científica, como rama de la Documentoscopia, para designar la acción pericial sobre los
grafismos manuscritos y mecánicos, así como la relación de éstos con las personas en su más amplio sentido, es decir,
quién es el autor o el falsario, si es uno o son varios.
Por lo que respecta al cuño Grafotecnia (técnica de la escritura) parece ser un apelativo referido a todo cuanto está
relacionado con los aspectos técnicos del grafismo. Según el contenido del término, Grafotecnia constituye una referencia
general a cualquier asunto de las técnicas escriturarias, y al respecto de su sentido técnico no queda claro si se refiere al
modo de generarse o al modo de estudiarse. Nuevamente hay que insistir en la vaguedad de los apelativos.
Se deduce de la denominación Grafoscopia que la materia de estudio de esta disciplina atañe al examen del grafismo en
sentido general, por lo que parece ir en la misma línea de contenido y significación que la Grafotecnia y la Grafística.
Existen otras disciplinas que también tienen como objeto de estudio la escritura. Se distinguen, por tanto, en el objeto y
sus fines: Grafología, Paleografía, Epigrafía, Criptografía, Estenografía, Tipografía, Taquigrafía...
Por todo lo antedicho, al hablar de examen pericial con el sentido de indagación sobre el origen, la autenticidad o la autoría
de los documentos, no procede hacerlo como examen caligráfico. La incorrección de esta palabra pervive a través de las
leyes, dado que en la legislación vigente se hace mención expresa a las pruebas periciales caligráficas y a los peritos
calígrafos como quienes las realizan.
DOCUMENTOLOGÍA
Esta denominación, adoptada por la Organización Internacional de Policía Criminal (INTERPOL), posee un sentido análogo
al de Documentoscopia, esto es, como un conjunto de procedimientos científicos y técnicos aplicados a la investigación del
documento con el fin de demostrar su naturaleza, origen, autoría, medios materiales con que se compuso, etcétera. Por
consiguiente, tanto sus métodos como sus fines concuerdan en ambos casos.
Pero un análisis etimológico (5) más preciso de ambas palabras revela mayor perfección conceptual a favor del término
Documentoscopia.
La raíz griega debe entenderse con cualquiera de los sentidos que ha venido a significar en su derivación de
estudio, tratado, ciencia. Ya se ha dicho que significa palabra, sustantivo, que proviene del verbo ,
yo digo; y significa esencialmente lo dicho, esto es, la palabra misma en su sentido externo. Con este significado aparece
en los vocablos diálogo, monólogo, prólogo... Pero también el verbo griego posee un sentido interno: hablar, en la
acepción de pensar; porque cualquier cosa que decimos hay que pensarla previamente, nos la decimos primero a nosotros
mismos, del mismo modo que cuando escribimos leemos dos veces (qui scripsit, bis legit). Este sentido interno es el que
se manifiesta en la palabra lógica (el estudio de los pensamientos en cuanto a tales). Y, dado que una reunión de
pensamientos metódicamente estructurados y articulados entre sí se denomina ciencia, tratado o estudio, también la
Frente a esta pseudodesinencia, la desinencia del verbo , yo indago, yo analizo, da una idea más específica
de una acción investigadora directa. No hay duda de que quien realiza una labor científica, de estudio, también está
indagando, pero en el término Documentoscopia la acción de investigación aparece de modo explícito.
Pero como quiera que estas precisiones son siempre susceptibles de abrir un debate más extenso y cada quien puede
identificarse mejor con cualquiera de ellas, queda al arbitrio personal el adscribirse a la que mejor le acomode, puesto que
sus métodos y fines son idénticos. No así en el caso de otras que anteriormente se han comentado, por impropias o
incongruentes.
INCONVENIENTES DEL TÉRMINO «DOCUMENTOSCOPIA»
No se puede ocultar que el intento de implantar y extender el término Documentoscopia para erradicar otro antiguo,
presenta algunos inconvenientes. Sin duda, el principal viene impuesto por la costumbre existente en la práctica jurídica de
denominar cotejo de letras, prueba pericial caligráfica o informe pericial caligráfico, a un tipo de trabajo que nunca tiene
que ver con escribir bien, así como de conocer a los respectivos expertos como peritos calígrafos o simplemente calígrafos,
cuando no el aumentado error de designarlos como peritos grafológicos o peritos caligráficos. Jueces, procuradores,
abogados, o cualquier funcionario relacionado con la Justicia hacen el lógico uso erróneo de lo consagrado por la
costumbre.
Si en su momento tuvo razón de ser el apelativo y las personas que se ocupaban de informar sobre escrituras o de cotejar
letras, es claro que hoy el sentido del trabajo que se le encomienda al perito es otro bien distinto. De ahí que sea el propio
experto el que tenga que ir ocupándose de explicar cuál es el nuevo estado de la cuestión.
Por lo reducido del colectivo que forman los expertos de Documentoscopia dentro del quehacer de la Justicia o de los
restantes campos en los que actúan, estas cuestiones adquieren poco interés para sus destinatarios, a quienes poco les
importa cómo se denominen, si su trabajo sigue siendo el mismo y los objetivos se consiguen igualmente. Por ello, su
labor docente en este sentido ha de ser más oficiosa que oficial.
Un hecho que sin duda favorecerá la implantación de la palabra Documentoscopia es el que ciertos Cuerpos de Seguridad
del Estado lo vienen usando habitualmente; la innegable ascendencia que estos Cuerpos tienen en el plano social y judicial
ayudará con el tiempo a la consolidación de la nueva palabra.
ANTECEDENTES
Ya se ha dicho que la Documentoscopia es una disciplina relativamente reciente, según hoy se concibe. Esto sucede en los
comienzos del siglo XX, cuando la Óptica, la Fotografía, los medios analíticos, etcétera, posibilitan los exámenes profundos
de los contenidos documentales, e incluso la apreciación de hechos que anteriormente eran imposibles de ser captados.
Hasta entonces era un «arte» más interpretativo o especulativo que un trabajo asentado en la seguridad y la certidumbre.
Dos sencillos ejemplos: la constatación cierta de la existencia de palimpsestos (6) , y del contenido primitivo que tenían
antes de ser borrados, únicamente ha sido factible con la aplicación de la fotografía infrarroja: los manuscritos del Mar
Muerto, sin esta técnica, no tendrían la misma trascendencia desconociéndose su contenido.
Puede considerarse antecedente del peritaje documental cualquier acción o intento de establecer la autenticidad o falsedad
de un espécimen en épocas pasadas, aun cuando en tales indagaciones no existieran medios suficientes como hay en la
actualidad. Lo importante, en cualquier caso, es valorar el afán por despejar una incógnita, lo cual constituye un hecho
intemporal, vigente en cada momento como meta, independientemente de las condiciones materiales para investigar.
Hoy día, cuando se habla de falsificaciones, inmediatamente se asocia el hecho a determinadas acciones fraudulentas con
ánimo de lucro. Esto no siempre fue así. A través de los tiempos, multitud de falseamientos se han hecho con otros fines,
como el de satisfacer una idea política, dar justificación a una idea religiosa, o simplemente por el gusto de fabular con
hechos con los que, a falta de comprobación cierta, alguien se hacía con el privilegio de un hallazgo único o exclusivo.
Innumerable sería la nómina de todo tipo de manipulaciones practicadas en piezas arqueológicas, pinturas, libros o
inscripciones, con el solo fin de haber encontrado algo fabuloso que algún autor antiguo citaba en una obra.
El campo es inagotable si, además de los casos citados, se incluyen las manipulaciones (ya más interesadas en lo material)
relacionadas con documentos antiguos de privilegio, donaciones, concesiones, heredades, límites de reinos o de diócesis.
HECHOS HISTÓRICOS RELEVANTES
Es sabido que desde tiempos muy antiguos se practicaron exámenes para determinar la falsedad en documentos, o de la
autoría de escrituras, porque también desde tiempos antiguos se han producido alteraciones de todo tipo. Sobre
adulteración de contenidos documentales (en sentido amplio) baste recordar como anécdota que ya los faraones egipcios
practicaban la entretenida tarea de mandar «reescribir» inscripciones de otros predecesores para adueñarse de sus
hazañas, o para eliminarlas, falseando, por tanto, los acontecimientos. Tampoco es raro encontrar en muchas inscripciones
epigráficas romanas las llamadas damnatio memoriae (la condena al olvido), es decir, la supresión de un nombre o una
referencia por diferentes causas no siempre relacionadas con el único propósito de engañar, sino instigadas por los más
variados sentimientos, como la venganza (Figura 1).
Figura 1.Supresión del nombre del emperador Constantino II en una lápida conmemorativa de la reforma realizada en el
teatro de Mérida entre los años 333 y 337 (Museo Nacional de Arte Romano, Mérida)
Un antecedente remoto
Probablemente, la referencia más antigua que hasta ahora se conozca sobre falsificación documental corresponda al
denominado Proceso de Mes (7) . Dicho proceso tuvo lugar bajo el reinado del faraón Horemheb (1343-1314 a. de C.) y
reabierto 50 años más tarde en tiempos de Ramsés II, cuyos detalles se han podido conocer a través de la inscripción
mural en la sepultura de un personaje llamado Mes. Éste reclamaba unas tierras que habían pertenecido a su familia desde
los tiempos de Ahmés I (fundador de la XVIII dinastía) pero que, como resultado de un pleito, habían sido enajenadas a su
padre por un tal Khay; Mes ganó el pleito porque los títulos de Khay eran falsos. La Audiencia de Heliópolis, que entendía
en este caso, falló que ciertamente se trataba de falsificaciones, una vez se compararon los documentos citados con los
registros catastrales que las autoridades conservaban. A través de estas noticias podemos colegir cuán imprescindibles
eran ya los documentos (en este caso los títulos de propiedad), sus contenidos, la conservación de los mismos y la
importancia de la comparación para determinar su autenticidad.
Roma y Bizancio
Aparte de los mencionados casos de Egipto, son sin duda los mundos romano y bizantino los que mayor información
proporcionan acerca de las falsificaciones y de la legislación correlacionada. Por una parte, el gusto romano por la historia
y las crónicas han dejado muchas referencias de estos hechos y de sus protagonistas. Por otra parte, la labor legislativa
refleja la existencia de un fenómeno (el del falseamiento) que debía de tener ya una extensión notable si nos atenemos al
número de las leyes que lo prevenían.
Los delitos de falsificación aparecen por primera vez en el Derecho romano en la Lex Cornelia de falsis (nummaria,
testamentaria), (8) estableciéndose los quaestio perpetua, o Tribunales permanentes, para juzgar y castigar diferentes
tipos de falsedad: la destrucción, falsificación o el tachado o borradura de un testamento; o la divulgación dolosa de un
testamento antes de la muerte del testador. Asimismo, la adulteración de una disposición testamentaria en provecho
propio o de su paterfamilias. Igualmente, quedan codificados los delitos de alteración de metales preciosos acuñados o en
bruto, la fabricación y uso de moneda falsa (nummos stagneos plumbeos); la usurpación de nombres, el fingimiento de
partos, la prevaricación y corrupción de los jueces. Las penas eran originalmente el aqua et ignis interdicti; para los nobles
(honestiores), la deportatio in insulam, y para los demás, la pena de muerte. Se trata, pues, de una amplia legislación
sobre falsedades y adulteraciones pero no contiene referencias a intervenciones periciales.
Los primeros años del siglo I de nuestra era fueron testigos del desarrollo de la Lex Cornelia de falsis. Con el imperio de
Augusto, a partir del 31 a. de C., comenzó una época en que el Senado tomó un papel importante como cuerpo legislador
a través de los llamados senatusconsulta (SC). Uno de éstos, el SC Libonianum, amplió la definición de falsum incluyendo
la propia escritura en testamento ajeno, así como la falsificación de otros documentos distintos a los testamentos.
Las subsecuentes ampliaciones de la Lex Cornelia, y aún más importantes que la primera, se produjeron con el SC
Messalianum del año 20 y el SC Geminianum del 29, que extendieron el concepto de falsificación a un amplio rango de
delitos relacionados con las actuaciones en los Tribunales de Justicia, como el falso testimonio (oral o escrito), extorsión a
jueces o testigos, soborno y la imputación de acusaciones falsas. La mayor ampliación del concepto de falsedad encuentra
su momento con el emperador Adriano, al extenderse la Lex Cornelia a las acciones fraudulentas en transacciones
comerciales (falsos pesos y medidas) calificadas como stellionatus (estafa).
El historiador romano Suetonio, en su conocida obra Los doce césares, relata la afición del emperador Tito Flavio Sabino
Vespasiano (41-81) para imitar escrituras; no es que Tito fuera falsificador como algunos autores erróneamente han
interpretado, sino que de lo que deja constancia el historiador es de sus cualidades potenciales para haberlo sido si, como
el propio Tito dice, se lo hubiese propuesto (9) .
Caso distinto es el que conocemos a través del historiador bizantino Procopio de Cesárea, que, en su Historia Secreta (10) ,
cita a Prisco de Emesa. Según cuenta, era aficionado a imitar escrituras y sólo descubierto en sus manejos porque él
mismo en alguna ocasión los dio a conocer. Si bien se ha discutido el valor de la obra de Procopio por la acidez de sus
comentarios y la carga de odio contenido en ella, sin embargo, no se puede dejar de pensar que este relato refleje una
verdad que en mayor o menor grado él y sus contemporáneos pudieron constatar.
Figura 2.Retrato del emperador Tito Flavio. Dibujo a partir de un modelo en escayola
En cuanto al peritaje propiamente dicho, es posible que una de las primeras referencias se deba al calagurritano Marco
Fabio Quintiliano (orador, maestro de retórica y abogado; ca. 30-35-ca. 100) a través de su Institutio Oratoria. Aunque de
su título se infiere el estar dedicado a la retórica, se trata en realidad de doce libros que constituyen un completo tratado
educativo que atiende a cuestiones filosóficas, morales y legislativas.
El emperador Justiniano I el Grande (482-565) nos ha legado un conocimiento profundo del estado de la cuestión en su
época, gracias a su labor de legislador sistemático y laborioso. A través de varias de sus novellae (11) (44, 49, 73) se han
podido conocer muchos detalles, tanto sobre las dudas que le ofrecían los exámenes de escrituras como de las cautelas
que se debían tener, por referencia expresa a errores periciales cometidos en el examen de signos, sellos y manuscritos.
La Edad Media en España
Abundan en la época medieval las referencias a falsificaciones y las correspondientes regulaciones legales, circunstancias
que permiten afirmar lo frecuentes que fueron en todo el Occidente las falsificaciones documentales. En España, el texto
más significativo se encuentra en Las Siete Partidas de Alfonso el Sabio, porque aparece mencionado y detallado el peritaje
gráfico (cotejo de letras) (12) , según se desprende del título y contenido del texto de la Ley: «Que si alguno quiere
desechar la carta publica el judgador deue ser acucioso en saber catar las figuras de las letras de la carta si es valedera, o
non». He aquí un fragmento de su redacción:
«[...] venir ante si, e mostrarle aquellas cartas, e preguntarle si las fizo, e si otorgare que el las fizo, maguer sean
dessemejantes las cartas en la letra, o en la forma deven ser creydas porque non puede ome toda via escreuir de vna
manera. Ca algunas vegadas faze desemejar las letras los variamientos de los tiempos, en que son fechas, o el
mudamiento de la tinta, o de la péñola. E otrosi se podria desemejar la forma de la letra por enfermedad o por vejez
del escriuano. Ca de una manera escriue ome quando es mancebo, e sano, e de otra cuando es viejo, e enfermo. Mas
si el escriuano dixere que la primera carta que mostrauan en juycio que non la fizo el. Entonces non deue ser creyda. E
si por ventura el escriuano no fuesse bivo o fuesse en tan lueñe tierra que non lo podiesse auer para fazerle esta
pregunta. Entonces deue el judgador tomar amas las cartas, e auer buenos omes, e sabidores consigo que sepan bien
conocer, e entender las formas, e las figuras de las letras, e los variamientos dellas, e deue los fazer jurar que esto
traten, e escodriñen bien, e lealmente, e que non dexen de dezir verdad delo que entendieren: por ruego: nin por
miedo: nin por amor: nin por desamor: nin por otra razon ninguna. [...] E de si el judgador deuese ayuntar con
aquellos omes sabidores, e catar, e escodriñar la letra e la figura della, e la forma, e el signo del escriuano, e si se
acordaren todos en vno que la letra es tan dessemejante que puedan con razón sospechar contra ella entonces es en el
aluedrio del judgador de desecharla, o otorgar que vala si se quisiere» (13) .
«[...] et sepe numero multa predicentur, que in rei veritate in litteris indugeltiarum et facultatum huiusmodi non sunt
contenta, et etiam aliquis eorum, quod abbominabilibus est, litteras fictas et simulatas ostender non verentur animas
Christi fidelium multipliciter [...]» ([...] y muchas veces se anuncian y publican muchas cosas que en verdad no se
contienen en estas letras de indulgencias y facultades, y también algunos de ellos, lo que es más abominable, no
vacilan en presentar falsas letras y simuladas indulgencias, engañando y ofendiendo de muchas maneras a las almas
de los fieles de Cristo [...]).
En el siglo XVI, el más notable jurisconsulto de la época, Julio Claro (14) , procuró sistematizar la materia, tipificando el
delito de falsificación, que quedó recogido en su obra Sententiarum receptarum Libri V (1560). Finalmente, en las obras de
otros contemporáneos se encuentra expuesta la cuestión con gran desarrollo, no sólo fijando el concepto de falsedad, sino
estableciendo los tipos de ellas, y recomendando cautelas para evitarlas.
Como es lógico, el asunto de la falsificación de documentos fue objeto de atención de muchos jurisconsultos de la época.
En el mismo siglo XVI, el romano Próspero Farinaccio (1544-1618) elaboró un tratado, publicado en Lyon en 1621, bajo el
título Prosperi Farinaccii jurisconsulti, variarum questionum et communium opinionum criminalium liber quintus. De
falsitate et simulatione titulus decimus sextus.
Francia
De Francia hay noticias sobre diversos casos de peritaciones documentales, cuyos antecedentes más lejanos parecen datar
de 1370, organizados en una colección de sentencias, a raíz de un caso de falsificación relacionado con un tal señor De la
Rivière en la villa francesa de Paon.
El caso de falsificación documental más notable del siglo XVI fue la falsificación que de la firma del rey Carlos IX (1550-
1574) se hizo en un supuesto documento de abdicación al trono de Francia del año 1569, uno de tantos desafortunados
acontecimientos que tocó vivir a este joven y débil rey dominado por su madre, Catalina de Médicis. La intervención con
éxito de quienes se consideraban como los más expertos en letras dio lugar a la fundación, en 1570, de la Communauté
d'ecrivains experts verificateurs, cuyos integrantes tuvieron durante largo tiempo la consideración de indiscutibles peritos
en revisión de letras.
No se puede hablar del peritaje en Francia sin citar dos figuras cruciales: François Demelle y Jacques Raveneau.
Interesantísimos ambos porque a través de ellos se ha tenido detallado conocimiento de las cuestiones que se les
plantearon en sus peritajes, y porque describen los métodos empleados junto a cuestiones de método y razonamientos de
su actuación. François Demelle es autor de una obra publicada en París en 1609, titulada Advis pour juger les inscriptions
en faux ou comparaison des écritures et signatures pour en faire et dresser les moyens, veoir et descouvrir toutes
falsifications et faulsetez. Jacques Raveneau publica su Traité des inscriptions en faux et reconnoissanse d'escritures et
signatures par comparaison et autrement (París, 1665). Tanto el Advis como el Traité nos dan idea de la preocupación que
ya existía en Francia por dotarse de un método sistemático y riguroso, verdadero adelanto de la moderna ciencia
documentoscópica.
Para el perito actual, las dos obras son de lectura recomendada no sólo por la curiosidad de saber en qué estado se
encontraba el peritaje de documentos hace más de tres siglos, sino por los inteligentes interrogantes que se plantearon, y
por la agudeza de las observaciones de diversa naturaleza que aún hoy se encuentran vigentes. No hay duda de que en la
actualidad pueden parecer insuficientes y en algunos aspectos algo discutibles, particularmente en el concepto que tienen
del aire de las letras. Pero no se puede negar la cantidad y calidad de conocimientos que poseían, así como la claridad
expositiva de los mismos. En las dos obras existen méritos suficientes como para afirmar que no llegaron más lejos porque
técnicamente no pudieron, pero que su actitud científica ya era un hecho innegable y que algunos de sus pasajes poseen
una modernidad insólita que no vuelve a encontrarse hasta el siglo XX.
Inglaterra
Hecho tan relevante como el referido antes al rey de Francia, se produjo en Inglaterra con María Estuardo, la católica reina
de Escocia (1542-1587). Casada con su primo Lord Darnley, mantuvo una relación conyugal difícil. Los enemigos de
Darnley lo asesinaron en 1567 y la reina María se casó con Bothwell, uno de los principales responsables del asesinato. Fue
entonces cuando a la reina se le atribuyeron la autoría de varias misivas dirigidas a Bothwell, antes de la muerte de
Darnley, a causa de las cuales fue inculpada, en lo que se dio en llamar la conjura de Babington. El examen de las cartas,
realizado por Cecil, Nicholas Bacon, el conde de Sussex, Norfolk y Northumberland, concluyó en autenticidad, basada ésta
en la comparación con cartas autógrafas de María a la reina Isabel de Inglaterra, cuyos fundamentos radicaban en
aspectos ortográficos, en el estilo de la redacción, y en las formas generales de los documentos, insuficientes y precarias
tal como hoy se considerarían. Los originales desaparecieron al cabo de una generación, por lo que nadie puede
pronunciarse ahora sobre su autenticidad, aunque muchos historiadores de orientación detectivesca lo hayan intentado.
Si bien la pérdida del trono y su ejecución se debieron a diversos avatares religiosos y políticos que constituyeron
auténticos revulsivos que hoy llamaríamos sociales (especialmente el matrimonio con Bothwell) la imputación de una
autoría como la expuesta influyó notablemente en los acontecimientos que desembocaron en tan fatal desenlace.
Elcaso Dreyfus
Como puede deducirse, la peritación de documentos no ha sido algo brillante y prestigiado. Al contrario, suele aparecer
oscura y denostada, principalmente porque se la relaciona con grandes fracasos en vez de emparejarse a grandes éxitos.
Ya se sabe que tiene más repercusión un escándalo cada cien años que la labor eficiente y callada de los restantes noventa
y nueve. Avala esta afirmación un antecedente de la historia moderna más reciente, conocido como caso Dreyfus, que tuvo
gran repercusión en el peritaje documental de Francia. Su interés estriba en que, por desgracia para su protagonista,
supuso un error de peritación y el consiguiente escándalo, que alcanzó proporciones de extensión internacional atrayendo
la atención sobre los peritajes y los peritos. No hay que olvidar que ya la prensa como medio de comunicación estaba muy
extendida y poseía una fuerza y un peso específico notables.
En el año 1894, el servicio de información francés (S.R.), perteneciente al Ministerio de la Guerra, que se ocupaba de
espiar los papeles que el agregado militar alemán en París (Schwartzkoppen) tiraba en su papelera, se hizo con una carta
sin firmar en la que se le comunicaban una serie de datos estratégicos del ejército francés.
El capitán judío Alfred Dreyfus acosado desde antes por los prejuicios raciales y sociales de sus colegas, fue acusado de la
autoría de la carta. En la persona de Dreyfus concurrían diversas circunstancias que lo predestinaron: era alsaciano (nacido
en Mulhouse), judío, inteligente, y gran trabajador. Sin duda, consecuencia de todo ello y del peritaje de Bertillon, le
acarreó el ser hecho preso de inmediato, juzgado y condenado a cadena perpetua, pese a que desde un primer momento
el jefe del S.R., comandante Picquard, estaba convencido de su inocencia y de la ausencia de motivos para la traición, y de
que el primer peritaje encomendado a Gobert, perito del Banco de Francia, concluyó en que los escritos no eran del
imputado.
Bertillon, jefe del Servicio de Identidad Judicial de la Prefectura de la Policía de París, entró en el caso como segundo
perito, en cuyo dictamen afirmaba positivamente la autoría. Antes del proceso que acabó en condena, se pretendió
reforzar la conclusión con los dictámenes de Charavay, Pelletier y Teysonnières, perito, redactor de Bellas Artes y
grabador, respectivamente.
En 1897, Mathieu Dreyfus, hermano de Alfred, a raíz de un artículo publicado por el diario Le Matin con el título «Un error
judicial: el caso Dreyfus», hizo consultas con una docena de expertos de varios países europeos y de Estados Unidos, todos
los cuales dictaminaron como no auténticas las escrituras, en comparación con las auténticas que habían tenido de manos
de Alfred Dreyfus. Después de las innumerables gestiones del citado Mathieu, aparece en escena Esterhazy, a causa de la
acusación que Mathieu le hace de ser el autor de los escritos. Fue entonces cuando se examina la escritura de Esterhazy y,
nuevamente, se suceden una larga serie de comparaciones contradictorias de las que éste sale absuelto. Cuando interviene
Zola con la publicación de una carta abierta al Presidente de la República desde el diario L'Aurore (el famoso Yo Acuso), el
proceso adquiere unas dimensiones desbordantes. Los peritos que intervenían en el caso reciben amenazas, e incluso Zola
resulta condenado por sus opiniones.
Finalmente, los acontecimientos se precipitan: el oficial del S.R. coronel Henry se suicida después de confesar la autoría del
único documento definitivo para condenar a Dreyfus, que era falso. Charavay confiesa, en 1904, su equivocación,
manifestando que la escritura es de la mano de Esterhazy. Tales sucesos, y la confesión de éste como autor del documento
en cuestión, cerraron el caso.
Al capitán Dreyfus se le restituyeron sus derechos en 1906 no sin cierto disgusto por parte de algunos sectores que habían
arremetido fuertemente contra él. Con todo, quedaron sin dilucidar dos aspectos: si Esterhazy era el único culpable y cuál
fue el papel del agregado militar alemán. Durante el curso de estos acontecimientos, Francia se dividió entre dreyfusistas
(Liga de los Derechos del Hombre) y antidreyfusistas (Liga de la Patria Francesa) y se exacerbaron los sentimientos
raciales, patrióticos y religiosos.
Si bien siempre se ha visto este caso como gran error y como un enorme escándalo, su sentido completo no ha sido
siempre suficientemente explicado. Para empezar, no fue sólo la historia de una equivocación pericial, sino también la de
toda una trama de intereses entremezclados de xenofobia, presunto patriotismo, de patriotismo mal entendido, de
coacciones a los peritos, etcétera. Es necesario aclarar que no todos los peritos cayeron en el error, sino más bien que tal
error fue propiciado y recalcitrantemente mantenido, merced a las instancias judiciales, militares y religiosas que
favorecieron el fanatismo de diferentes agentes sociales. No se puede dejar en el olvido los aciertos de Gobert, Pelletier,
Gyri, Meyer, Molinier, Poincaré, Appel y Crépieux-Jamin, quienes sí concluyeron con certeza en la autoría, y este último a
costa de un alto precio personal. Si hubo errores es porque se permitió que los hubiera, porque se conspiró y hubo todo
tipo de irregularidades en el proceso para mantener aquello que se quería que fuese y no lo que realmente era. Y, en gran
parte, como hoy sabemos, por la obstinación de Bertillon, quien, pese a no haber hecho ningún peritaje antes que éste y
haber declarado ser la peritación «algo irracional y carente de toda ciencia», tuvo la osadía de acometer una tarea de tan
alta responsabilidad.
EL CAMBIO EN EL PERITAJE
Crèpieux-Jamin dijo que una de las consecuencias del caso Dreyfus fue la de desacreditar el peritaje gráfico. Y ciertamente
así fue. Sin embargo, hay que valorar como algo positivo el que, desgraciadamente, un escándalo de tales proporciones
atrajera hacia el peritaje de documentos la atención de todos los estamentos sociales y en especial el de la Justicia.
A raíz de tan desastroso caso los especialistas en peritación comenzaron a emplear medios técnicos; se iniciaba el empleo
de medios técnicos como forma de estudio para la investigación y la evitación de errores, de modo semejante a como se
venía haciendo en otros campos de la ciencia. Parece ser éste el hito que marca la adopción de otra perspectiva, en la que
se impone la investigación y la observación científicas, sustituyendo a las conjeturas y la intuición del experto. Quién sabe
si precisamente por la incidencia de las fotografías en el asunto Dreyfus, en el año de la resolución del caso (1906), Reiss
aporta un valioso instrumento de ayuda al peritaje de escrituras con su obra Photografie judiciaire, propiciando el que
desde entonces la fotografía pasara a ser instrumento común en cualquier análisis documental.
En los siguientes años del siglo se suceden las publicaciones de orientación científica. Rogues DE FURSAC publica su obra
Les écrits et les dessins dans les maladies nerveuses et mentales, profundizando en las anomalías que pueden observarse
en los escritos. En los Estados Unidos, Albert S. OSBORN saca a la luz, en 1909, la primera edición de su Questioned
documents, hoy día considerado como un clásico; actualmente, la Biblioteca del Congreso sigue publicando en edición
facsímil (de la reimpresión de 1929) esta obra de referencia. Después de OSBORN, va enriqueciéndose el panorama de
publicaciones, todas ellas ya de carácter técnico: Contested documents, de BREWSTER (1932); Anonymous letters, de
Robert SAUDEK (1933); el Traité de Criminalistique, de LOCARD (1936 y 1937); Documents and their scientific
examination, de MITCHELL (1935); Suspect documents, de Wilson R. HARRISON (1958). A partir de estos primeros
decenios, se suceden varios tratados de los que caben destacarse, entre otros, HILTON (1982), VETORAZZO (1987) y
BUQUET (1991). Más a título de curiosidad que por interés técnico o científico, es recomendable la lectura de dos pequeñas
obras de Federico MIRACLE Y CARBONELL (Manual de firmas y papeles sospechosos y El falsificador de firmas y
documentos), reimpresas en 1992 en facsímil de las ediciones de 1884 y 1889, respectivamente. De indudable interés son
las monografías que aparecen ocasionalmente en revistas especializadas como la de Interpol, el Journal of Criminal Law,
Criminology and Police Science, Forensic Science International, etcétera.
La notable cantidad de nuevos útiles para confeccionar documentos obliga al experto a seguir atento publicaciones como
las citadas para estar al corriente de los cambios que se verifican casi día a día. Además, ha de estar permanentemente
informado de los nuevos medios de escritura y de reproducción que constantemente cambian el aspecto de los
documentos, para poder hacer frente a su problemática y ofrecer soluciones.
EL CASO KUJAU
No obstante haber sido el siglo XX el que ha visto los mayores avances en la investigación documental por virtud de los
adelantos tecnológicos, y de haber dispuesto de la mayor información sobre antecedentes fraudulentos, en los dos últimos
decenios se produjo el fraude más señalado y sin duda el más sorprendente si se tiene en cuenta que unas mínimas
cautelas lo hubieran evitado con facilidad.
En 1983, el semanario alemán Stern se hizo con lo que consideró la mayor exclusiva de la industria editorial: los diarios
autógrafos de Adolf Hitler, proporcionados por el alemán Konrad Kujau, nacido en Löbau, antigua República Democrática
Alemana, en 1938. La revista alemana Stern pagó nueve millones de marcos a Kujau y, después de que comenzara la
publicación de los diarios y de que cediera derechos al semanario estadounidense Newsweek y el diario Times de Londres,
el grafólogo estadounidense Charles Hamilton descubrió la falsedad de los manuscritos presentando pruebas irrefutables
del fraude. La Oficina Federal Alemana de Archivos de Coblenza lo denunció por estafa al comprobar que los materiales con
que se habían confeccionado los documentos no se correspondían con los empleados en la época de Hitler.
En este caso no fueron peritos sino historiadores quienes dieron por auténticos tales diarios, sobre cuya autenticidad se
pronunciaron personalidades relevantes como el británico Hugh Trevor-Hoper o el investigador suizo Max Frei-Sulzer.
Parece ser que Kujau comenzó ya en su infancia a imitar firmas de personajes relevantes. Hasta que a los diecinueve años
huyó a la República Federal Alemana, recibió formación artística en su patria natal, lo que sin duda le capacitó para
emprender la colosal tarea de imitar la escritura de Hitler en una carta (en la que el führer otorgaba a Kujau plenos
poderes para la publicación de sus memorias), poemas y la segunda parte de Mein kampf. Sin duda, esta capacitación y
sus dotes naturales para la imitación le facultaron para tan ingente obra.
Si en el caso Dreyfus fueron la xenofobia, el patriotismo y las ideas religiosas los motivos de fondo, unidos a una actuación
pericial deplorable, el caso Kujau es un exponente de otro estado de cosas de la sociedad actual: el provecho económico
de alguien que sabía del ansia de los editores por ofrecer al público noticias tremendistas con que aumentar sus ventas.
Desafortunadamente, no sólo Kujau sufrió las merecidas consecuencias de su engaño, sino que quienes autenticaron los
manuscritos quedaron para siempre marcados por el escándalo; y es que quienes dieron por buenos los manuscritos no
aplicaron todas las cautelas necesarias con las que garantizar la autenticidad. Sólo tardíamente, según se sabe, y cuando
ya el escándalo estaba en la calle, se hizo un análisis científico que certificó el fraude.
SITUACIÓN ACTUAL EN ESPAÑA
Pese a hallarnos en el siglo del imperio de las tecnologías y de asistir a un avance generalizado en todos los campos del
conocimiento, el peritaje de documentos parece estar anclado en los usos y tópicos de la era del cotejo de letras y de la
revisión de papeles. Tres son las principales circunstancias que provocan esta situación desastrosa: la falta de una
legislación adecuada a las necesidades sociales, la ausencia de centros reglamentados para la enseñanza de la materia
(esta segunda, como consecuencia de la primera), y el desconocimiento que de esta materia tienen las instituciones del
Estado.
Y si el legislador no se ha ocupado de revisar las antiguas leyes, quienes en el Estado tienen competencias sobre educación
y planes de estudio han mostrado un grado de ignorancia y desinterés dignos de reproche. Y las cosas siguen como
antaño. Quizá haya que esperar a que suceda algún descalabro de grandes proporciones como el asunto Dreyfus para que
en nuestro país se acometa la tarea de poner las cosas en orden.
(1) «Comp. Con el griego "logos", lenguaje; v. "LOG-".) Palabra o expresión recién introducida en la lengua. Son, en general, considerados legítimos, sin
necesidad de que estén sancionados por la Real Academia, los tecnicismos necesarios para designar conceptos nuevos, así como las designaciones científicas
formadas por una raíz culta para atender una nueva necesidad, de acuerdo con las normas generales de la derivación» (MOLINER, M.: Diccionario de uso del
español, Ed. Gredos, Madrid: 2003).
Ver Texto
(2) SERRANO GARCÍA, Pedro: Grafística. Manual de Documentoscopia o examen y peritaje de documentos (Policiología, Libro Tercero), Madrid: Imprenta de Justo
López, 1953.
Ver Texto
(3) Incluso en la Paleografía existe, por ejemplo, una antigua y otra moderna, además de otras subdivisiones que atañen al ámbito geográfico o cultural: griega,
romana, etcétera.
Ver Texto
(4) VAL LATIERRO, Félix del: Grafocrítica. El documento, la escritura y su proyección forense, Madrid: Ed. Tecnos, 1963.
Ver Texto
(5)
La palabra «etimología» proviene del vocablo griego , es decir, verdadero, auténtico; y de la pseudodesinencia logía, que a su vez procede del
sustantivo , palabra. Así pues, la «etimología» hace referencia al significado auténtico de las palabras. La etimología estudia el verdadero
significado de las palabras mediante el conocimiento de su origen, de su estructura y de sus transformaciones. Consecuentemente, la etimología abarca todos
los elementos constitutivos de las palabras y no solamente su raíz.
Ver Texto
(6) Con el nombre de palimpsestos se conocen los códices o documentos de pergamino que se borraban para recibir nueva escritura. El término procede del griego
que significa borrar de nuevo. Originalmente, el palimpsesto no tiene su origen en la falsificación, sino en la necesidad de
aprovechar materiales escriptorios que eran escasos (generalmente los pergaminos). Con frecuencia, los monjes medievales recurrían a reescribir rollos de
textos antiguos guardados en las bibliotecas cuando había escasez de pergaminos, especialmente en las obras más largas. Para reutilizar el pergamino,
dejaban el rollo extendido y sumergido durante un día entero en leche; luego lo espolvoreaban de harina, lo secaban manteniéndolo presionado y finalmente lo
recubrían con una fina capa de tiza. Debido a estas prácticas se perdió un importante número de obras de la Antigüedad, algunas de gran interés. Su
generalización tuvo lugar a partir del siglo VI, y hasta tal punto llegó su práctica que en un sínodo del año 691 en Italia se prohibió la utilización de códices de
la Biblia para escribir nuevos textos. También se prohibió a los monjes borrar ningún pergamino, tablilla o papiro que estuviese escrito en lengua griega, por
temor a que algunos monjes no versados en ella destruyeran las obras de los Padres de la Iglesia. Tal prohibición permitió salvar obras valiosas de grandes
autores precristianos. La mayoría de los palimpsestos conocidos fueron escritos entre los siglos IV al VI y escritos de nuevo entre los siglos VIII al XIII. La
utilización de rayos ultravioleta e infrarrojos ha permitido conocer obras desaparecidas por esta práctica, como la Lex Romana Visigothorum del siglo VI que se
conserva en León, el Ovetense, del siglo VII, de la biblioteca de El Escorial; o el famoso Palimpsesto, de Arquímedes, actualmente en proceso de exhaustivo
análisis con técnicas avanzadas.
Ver Texto
(7) GARDINER, A.: The inscription of Mes. A contribution to the study of egyptian procedure, págs. 32 y ss. Datos conocidos a través de la tumba encontrada en
Saqqara.
Ver Texto
(8) Ley rogada debida al dictador Lucio CORNELIO SILA (138-78 a. de C.), político y general romano que en 82 a. de C. estableció una dictadura en Roma durante
la cual efectuó una profunda reforma de la Administración encaminada a restaurar el poder de la aristocracia.
Ver Texto
(9) «He sabido también, por algunos, que se había acostumbrado a escribir con rapidez, hasta el punto de competir algunas veces en velocidad con los más
hábiles secretarios. Sabía, asimismo, imitar todas las firmas, por cuya razón decía que podía haber sido excelente falsificador.»
Ver Texto
(10) Esta obra, también conocida como Anécdotas, es una historia paralela que escribió para sí, en la cual iba exponiendo cuanto no podía decir en la historia
oficial, recogiendo intrigas, burlas y maledicencias de la corte, y de todos los personajes que formaban parte de ella. Se trata de un documento de
extraordinario valor para conocer los entresijos verdaderos de su sociedad, sin adornos; algo así como el anverso y reverso de una moneda llevados por la
misma mano. Contiene todo lo que es el vivir cotidiano de su momento y, como es éste el caso, nos transmite el estado de las cuestiones en la época.
Ver Texto
(11) Con este vocablo (del latín Novellas) se nombraban las constituciones que se añadían a un código publicado por un mismo Emperador con anterioridad.
Concretamente, en el caso de Justiniano, son los edictos o constituciones posteriores a su Código (534), especialmente los comprendidos entre el 535 y 555.
Las Novelas de Justiniano se han conservado en tres colecciones: el Epitome Iuliani, el Authenticum, y una colección de 162 de ellas cuya recopilación se
realizó en tiempos de Tiberio II.
Ver Texto
(13) La Ley, como se ve, es de sumo interés en muchos aspectos. Ésta, junto con otras que la completan y amplían, contiene fundamentos que se mantienen en los
Códigos actuales: deber del juez de usar los medios de prueba, no vincularse al dictamen sino aplicar las reglas de la sana crítica, etcétera. Desde el punto de
vista que nos interesa (el pericial), tiene acertadas observaciones lógicas e incluso técnicas, muy bien planteadas. Llama la atención la cita acerca de la posible
desemejanza de las escrituras debidas a la edad, las enfermedades, el cambio debido a las tintas e incluso al útil de escritura. La razón que más se aleja,
desde nuestra perspectiva de técnicos del siglo XXI, es sin duda la que se refiere a «la figura y la forma de las letras», cuya importancia, desde tiempos muy
antiguos, no sólo ha pesado en las labores periciales, sino que aún pesan inexplicablemente de forma decisiva.
Ver Texto
(14) Jurista italiano que, además de desarrollar su labor como administrador de la ciudad de Cremona, fue consejero de Felipe II.
Ver Texto
Terminología
INTRODUCCIÓN
En cualquier obra de consulta o manual técnico el glosario de términos suele aparecer al final del libro en forma de índice.
La razón de que en este caso figure al comienzo y en un capítulo específico se debe a las especiales circunstancias que
rodean al léxico de la Documentoscopia, tal como ahora vamos a ver. Así, no sólo era conveniente, sino imprescindible, el
que antes de entrar en materia el lector tuviera unas nociones claras y unos conceptos ajustados de las denominaciones
que se va a encontrar en adelante.
También hacía aconsejable poner un glosario de términos en este lugar el hecho de que quien se iniciara por primer vez en
el estudio de la Documentoscopia evitara incurrir en los errores y confusiones de léxico que tan extendidos están, y que no
por repetidos deben concedérseles carta de naturaleza.
EL LÉXICO EN LA DOCUMENTOSCOPIA
De modo semejante a lo sucedido en otras disciplinas, en Documentoscopia se han desarrollado un conjunto de términos
específicos utilizados únicamente en ella, otros que son compartidos o que provienen de otras ciencias del grafismo, e
incluso algunos que, usados en otros campos con un contenido especial, se han transvasado aquí, bien que con un sentido
particular y algo distinto: por ejemplo, el término levógiro, sin duda tomado de la Química.
La necesidad de disponer de una terminología sistemática para esta actividad se va haciendo día a día más imperiosa no
sólo con el objeto de que los peritos hablen un mismo idioma con el que todos se entiendan, sino por la exigencia que toda
ciencia reclama (y ésta no iba a ser una excepción) de consolidar sus conceptos; tal consolidación tiene la ventaja de
identificar y delimitar qué es cada fenómeno asignándole un contenido exacto.
Si en el primer capítulo se habló del marasmo de las denominaciones para definir esta actividad, no es menor el problema
que ahora nos ocupa, por la falta de un único criterio al que atenerse. En gran parte se debe a que cada autor, a diferencia
de lo que podemos observar en Medicina, en Física y otras disciplinas (donde el descubridor de un fenómeno acuña un
término con validez universal que el resto de los profesionales adoptan y utilizan), en este campo hay un cierto gusto por
reinventar lo inventado, y por introducir nuevas palabras para definir la misma cosa. Sorprende ver cómo algunos autores
no sólo han ignorado la terminología ya existente acuñada por sus predecesores, sino que vuelven a definir (en ocasiones
con menos precisión e incluso equivocadamente) algunos conceptos, propiciando la confusión y la carencia de referencias
únicas convirtiendo la cuestión léxica en un verdadero campo de Agramante.
Es curioso comprobar cómo la terminología del peritaje de documentos se ha nutrido fundamentalmente de términos que
pertenecen a la Grafología, obviando la existencia en España de unas tradiciones paleográficas y caligráficas consolidadas,
con denominaciones precisas y de uso general para todos los estudiosos de estas disciplinas. Parece que la influencia de
los peritos calígrafos provenientes del campo de la Grafología ha pesado más que toda la tradición aportada por los
archiveros, bibliotecarios y paleógrafos; los entendidos en Grafología, desconocedores sin duda del acervo escriturario
tradicional, han tomado como referencia las fuentes grafológicas extranjeras: tal es lo que puede rastrearse a través de su
léxico.
Por otro lado, la escasez de obras en lengua española sobre materia pericial ha llevado a muchos expertos a convertirse en
indudables tributarios de tratados escritos en Italia, Reino Unido o Francia (principalmente de esta última), creando
extraños neologismos como consecuencia de deficientes traducciones. Sólo así se explica el uso extendido de vocablos
como hampa, brisado, indentado, gramma y otros de parecido jaez.
Aunque todo esto pueda parecer una cuestión baladí, en modo alguno lo es. Cuántas veces dos peritos no se ponen de
acuerdo en las salas de los Tribunales, no sólo porque están en desacuerdo técnico, sino porque al tratar de explicar los
términos que utilizan se pone de manifiesto que la misma palabra significa cosas distintas para cada uno, con las
consiguientes discrepancias de concepto; siendo que las diferencias radican en la esencia del contenido, la posterior
dilucidación de cuestiones técnicas o metodológicas se convierte en tarea imposible. En las vistas orales, entonces, lo que
tendría que ser claridad se convierte en confusión; y en perplejidad, de quienes habiendo pedido las pruebas periciales
para esclarecimiento de hechos encuentran que, a la postre, no hay sino controversia inútil.
Es pertinente insistir en la trascendencia que tiene este capítulo si se tiene en cuenta que cuando una persona expresa
verbalmente sus experiencias y conocimientos, aquello que manifiesta depende de lo que piensa, y lo que piensa depende
de la mayor o menor riqueza de sus recursos conceptuales.
CUESTIONES SOBRE EL LÉXICO
El peritaje de documentos tiene dos lacras que, según puede constatarse a lo largo del tiempo, se han constituido en
hechos inveterados: una, la oscuridad de su terminología; otra, la impropiedad de lo que se quiere designar, es decir, el
error conceptual.
En lo que al primer aspecto se refiere, existe una manifiesta predilección por el uso de expresiones extrañas o pintorescas,
muchas de ellas tomadas del ámbito de la Grafología. Así por ejemplo, no es raro encontrar en un dictamen pericial
expresiones como «golpe de sable», «mazas», «agujas» para designar determinados fenómenos de la escritura. Alguien
podría contestar a esta objeción diciendo que en cada ciencia o en cada técnica se ha desarrollado un lenguaje argótico
específico de características análogas. Es cierto. Pero también han de tenerse muy presentes algunas circunstancias al
respecto:
1. Que lo incomprensible de los lenguajes en otros ámbitos (por ejemplo, el de la Medicina, o el del Derecho) no es
bastante causa para justificar que también el experto en documentos sea indescifrable.
2. Que en materias como las citadas, el informe que un médico o un abogado emite está dirigido generalmente a un colega
que va a comprender con precisión el uso que hace de los tecnicismos.
3. Que en otras ciencias los términos están consolidados y se utilizan de acuerdo con un sentido unívoco y exacto,
evitándose de este modo la duda o la ambigüedad conceptual, así como la pluralidad de designaciones para un mismo
fenómeno.
4. Que el dictamen que realiza un experto en Documentoscopia siempre va destinado a personas que poco o nada saben
de esta ciencia (particulares, empresarios, abogados, jueces), que desconocen el argot y el alcance que éste tiene.
5. Que la finalidad de un dictamen es siempre la de esclarecer, sean cuales sean las cuestiones que se planteen. Siendo
así, no hay esclarecimiento sin lenguaje comprensible.
6. Que la casi totalidad de las veces un término específico del quehacer pericial se puede cambiar por otro equivalente sin
que la calidad de los contenidos sufra menoscabo alguno. No es más científico quien utiliza más tecnicismos ni expresiones
arcanas con las que sorprender al destinatario que lo ha de leer.
7. Que muchos vocablos son extranjerismos, o el resultado de malas traducciones de palabras de otros idiomas, o falsos
amigos que, sin embargo, tienen traducción justa y adecuada en castellano. En los siguientes glosarios se razonan
debidamente.
Sobre la impropiedad en el uso de términos hay que decir que los conceptos tomados de otras ciencias son frecuentemente
aplicados en el ámbito pericial para describir fenómenos que nada o poco tienen que ver con su contenido primitivo. No
hay razón alguna para renunciar a conceptos de otras ramas del saber, pero hay que poner especial cuidado en
comprenderlos primeramente y valorar si son apropiados para aplicarlos en este otro campo sin desvirtuar su sentido y
ganar en claridad.
Es evidente que el peritaje de documentos se ha rodeado durante mucho tiempo de un aura, de una especie de misterio,
que con frecuencia ha transmitido escepticismo y, por qué no decirlo, desconfianza, precisamente por la oscuridad del
lenguaje y las discrepancias entre los especialistas.
TERMINOLOGÍA
En modo alguno debe entenderse que se trata de una relación exhaustiva de los términos que un perito puede encontrarse
al manejar bibliografía específica, pero sí quedan recogidos los más relevantes o, al menos, los que con más fuerza se han
implantado.
En la selección de los términos he seguido el criterio de incorporar conceptos que tienen cuatro propiedades específicas:
Deliberadamente se han descartado muchas definiciones de la escritura manual porque pueden consultarse fácilmente en
obras de Grafología, Paleografía o que tratan de lo caligráfico, en las que suele haber un apartado dedicado a glosar los
conceptos; de este modo, el estudio se centra en el comentario de los de mayor interés, obviando los que no suscitan
desacuerdo alguno, para evitar que la relación sea innecesariamente extensa.
Aunque el peritaje documental abarca un campo de análisis más vasto que el exclusivamente escriturario, sin embargo,
parecía conveniente tratar con más amplitud los conceptos de la escritura manual, porque en esta parte es donde quizá
hay menos acuerdo lexicográfico y conceptual.
Las denominaciones provenientes de otras ramas (Óptica, Fotografía, Física, Informática) están tomadas según se usan en
cada uno de sus campos. Puesto que en la escritura intervienen múltiples útiles y técnicas para su materialización,
conviene dotarse de diccionarios o manuales específicos para profundizar en su diversidad.
La pauta en la clasificación de las definiciones comprende tres aspectos: Definiciones sobre la actividad pericial, Términos
para las escrituras manuales, y Términos para las escrituras mecánicas. Los enunciados expresan por sí mismos a qué
están dedicados, y la razón de separar los dos tipos de escritura obedece a la naturaleza específica de cada clase de
grafismos.
Considerando el diverso origen que hoy día pueden tener las escrituras mecánicas, hay también incorporadas locuciones
que hacen referencia a los medios técnicos con que se componen, así como ciertas nociones básicas de los fenómenos
asociados y los materiales más comunes para su confección.
Algunas definiciones incluyen más de un término. La razón es que en algunos casos la sinonimia tiene igual fuerza para un
mismo concepto. También había otro objetivo: abarcar el mayor número de opciones posibles aunque sin incluirlas todas.
En muchas palabras se incluyen comentarios lingüísticos o etimológicos, principalmente en aquellas que se usan con un
sentido distinto al que originalmente tienen. La finalidad no es otra que la de aclarar lo que tienen de desajuste y, cuando
menos, que se conozca la disparidad existente entre su uso y su significación léxica. Quedará luego, a criterio del perito, el
seguir empleándolas o no.
Las palabras que aparecen en cursiva dentro de la definición, remiten a otras entradas incluidas en el glosario, si no se
trata de barbarismos.
Definiciones relacionadas con la actividad pericial
En este apartado quedan recogidas las definiciones más elementales que se refieren a la actividad del perito: las que
tratan de su naturaleza y sentido, así como los términos jurídicos básicos que conciernen a éste en cuanto que colaborador
con la Justicia. Conviene al perito hacerse con obras de consulta sobre materia jurídica y conocer los artículos de las leyes
que le atañen (LEC, LECrim., CP) para desenvolverse en los medios judiciales con la debida propiedad y buen conocimiento
de los trámites en los que interviene.
aceptación
Acto mediante el cual el perito designado para la emisión de un dictamen acepta su cargo.
actor(a)
Persona física o jurídica que ejercita una acción ante un órgano jurisdiccional.
audiencia
Trámite de un proceso donde las partes son oídas oralmente o a través de escritos por el juez o el Tribunal.
Audiencias
Órganos jurisdiccionales que ejerce sus funciones en determinado ámbito territorial (provincia o todo el territorio nacional);
las Audiencias Provinciales son competentes en el ámbito de la provincia y la Audiencia Nacional abarca todo el Estado.
autos
Conjunto de documentos del Juzgado o Tribunal que forman un expediente en el que se recoge todo el proceso.
citación
Notificación del Juzgado o Tribunal mediante la que se comunica a una persona (parte, perito o testigo) la obligatoriedad
de comparecer el día y hora señalados a la sede del mismo o a otro lugar determinado.
comparecencia
Acto de presentarse ante el órgano jurisdiccional que corresponda, cuando se está citado en él, el día y la hora a la que se
haya convocado.
cuerpo de escritura a presencia judicial
Muestras de texto o firma que se toman en las dependencias judiciales (y que, por tanto, adquieren la condición de
indubitadas) para el cotejo con otras dubitadas.
demanda
Acto de parte (demandante) mediante el que se presenta una pretensión y se solicita de los órganos jurisdiccionales su
tutela frente a otra persona (demandado).
Derecho civil
Parte del ordenamiento jurídico que regula las relaciones entre individuos, la familia, los bienes y las obligaciones.
Derecho penal
Conjunto de normas que establecen y regulan la definición de los delitos y faltas, las penas que les corresponden y su
aplicación.
dictamen
(Del lat. dictāmen). 1. m. Opinión y juicio que se forma o emite sobre algo (DRAE).
Aunque el DRAE en la entrada informe recoge dictamen como sinónima, hay, sin embargo, diferencias de concepto (ya se
sabe que la sinonimia perfecta no existe). Si el hecho de informar únicamente precisa de la «descripción oral o escrita», al
dictaminar le es inherente la expresión de «opinión o juicio que se forma sobre algo», es decir, que la opinión y el juicio
requieren que el dictaminante posea autoridad en cierta materia. En consecuencia, el dictamen debe alcanzar un rango que
no tiene el mero informe. Por tanto, el técnico en Documentoscopia no es un simple informador que se limita a describir,
sino un experto dictaminador desde el momento en que su trabajo debe incluir el parecer técnico y la valoración que le
merecen los hechos investigados conforme a las reglas y métodos de su ciencia.
dubitado
Voz consolidada en el lenguaje jurídico para referirse al documento o a los contenidos que suscitan dudas sobre su autoría
(textos, firmas, mecanografía...), su estado (indemnes o alterados) o su realización (cronología, origen). Dubitado y
dubitar únicamente lo registra el Diccionario del español actual (1) .
experto
(Del lat. expertus, experimentado).
1. adj. Práctico, hábil, experimentado.
2. m. y f. perito (∥ ingeniero técnico).
3. m. y f. perito (∥ persona llamada por los Tribunales para informar).
indubitado
Expresión específica del lenguaje jurídico para designar el documento, manuscrito, mecanografía u otro aspecto cualquiera
que no es susceptible de duda o sobre el que no se debe dudar. Al igual que dubitado, solamente aparece registrado en el
Diccionario del español actual.
informe
(De informar).
1. m. Descripción, oral o escrita, de las características y circunstancias de un suceso o asunto.
2. m. Acción y efecto de informar (∥ dictaminar).
3. m. Der. Exposición total que hace el letrado o el fiscal ante el Tribunal que ha de fallar en el proceso (DRAE).
insaculación
1. f. Acción y efecto de insacular (DRAE).
insacular
(De in-1 y el lat. saccŭlus, saquito).
1. tr. Poner en un saco, cántaro o urna, cédulas o boletas con números o con nombres de personas o cosas para sacar una
o más por suerte.
2. tr. Introducir votos secretos en una bolsa para proceder después al escrutinio (DRAE).
juez
Funcionario titular de un determinado órgano jurisdiccional.
juicio
En su sentido estricto, se trata del acto en el que las partes alegan a presencia judicial lo que conviene a su derecho.
Juzgado
Órgano jurisdiccional del que es titular un solo funcionario. Según sea su ámbito territorial de competencia y la función que
le corresponda, se dividen en Juzgados de Primera Instancia, de Instrucción, de lo Penal, de lo Social, etcétera.
medios de prueba
Los distintos tipos de actividades que permiten a las partes con el juez llegar a la convicción de la certeza o no de las
afirmaciones y manifestaciones alegadas en relación con lo que se sigue en el proceso.
pericia
(Del lat. ).
1. f. Sabiduría, práctica, experiencia y habilidad en una ciencia o arte (DRAE).
pericia caligráfica
Expresión desacertada que se usa como sinónima de peritación caligráfica o peritaje caligráfico. Se trata de un error muy
extendido, hasta el punto de aparecer en numerosos libros técnicos, anuncios de cursos e incluso en textos legales (de
hecho, en la vigente Ley 1/2000 aparece hasta cinco veces). No es extraño que muchos peritos manifiesten hacer pericias
o que algunos centros impartan cursos de pericias caligráficas.
De la consulta dirigida al Departamento de Español al día de la RAE, sobre la posible validez de la locución, contestaron
amablemente:
«Pericia es "sabiduría, práctica, experiencia y habilidad en una ciencia o arte"; mientras que peritaje y peritación
designan "el trabajo o estudio que hace un perito", es decir, "la evaluación que un experto hace sobre algo".
En rigor, pericia caligráfica es la "habilidad a la hora de escribir con buena letra", frente a peritaje caligráfico o
peritación caligráfica que se refieren al "examen o evaluación de la letra" (de un texto, de un sujeto, etcétera).
Aunque en el uso se documenta frecuentemente el empleo de estos tres sintagmas como equivalentes, ningún
diccionario de uso general define pericia (del lat. 'habilidad, talento') como sinónimo de peritaje o
peritación (sustantivos del verbo peritar y que designan la "acción de peritar"), por lo que recomendamos su
distinción.»
pericial
(De pericia).
1. adj. Perteneciente o relativo al perito. Juicio, la sanción pericial (DRAE).
pericialmente
1. adv. m. Con pericia (DRAE).
«periciar», «periciado»
Términos impropios de uso generalizado. No constan en castellano.
peritación
1. f. Trabajo o estudio que hace un perito (DRAE).
peritaje
1. m. Peritación.
2. m. Estudios o carrera de perito (DRAE).
peritar
1. tr. Evaluar en calidad de perito (DRAE).
perito
(Del lat. perītus).
1. adj. Entendido, experimentado, hábil, práctico en una ciencia o arte. U. t. c. s.
2. m. y f. Ingeniero técnico.
MORF. U. t. la forma en m. para designar el f. Asunción es perito.
3. m. y f. Der. Persona que, poseyendo determinados conocimientos científicos, artísticos, técnicos o prácticos, informa,
bajo juramento, al juzgador sobre puntos litigiosos en cuanto se relacionan con su especial saber o experiencia.
MORF. U. t. la forma en m. para designar el f. Ana es perito (DRAE).
pleito
Sinónimo de proceso.
providencia
Decisión judicial mediante la que se resuelven los actos procesales de trámite.
prueba
Establecimiento de la realidad de un hecho. Medios utilizados en los procedimientos para establecer esta realidad. Por
extensión, fase procesal en la que se desarrolla (declaración de testigos, dictamen de peritos).
querella
Acto instado ante un órgano jurisdiccional mediante el que una parte acusadora (querellante) ejercita una acción contra
otra (querellado).
ratificación
1. f. Acción y efecto de ratificar (DRAE).
ratificar
(Del lat. ratus, confirmado, y -ficar).
1. tr. Aprobar o confirmar actos, palabras o escritos dándolos por valederos y ciertos. U. t. c. prnl. (DRAE).
recusación de perito
Derecho que se reconoce a cualquiera de las partes de un proceso para obtener la sustitución del perito, cuando se
sospecha que su imparcialidad puede verse afectada y quede en menoscabo su consideración personal o profesional.
renuncia
Acto de dejación voluntaria que la Ley reconoce al perito para rehusar el nombramiento hecho a su favor, siempre que
aduzca causa justa que le impida la afectación y el Tribunal la considere suficiente.
sala
División que se aplica a los Tribunales y Audiencias con fines organizativos (Sala de lo Contencioso-Administrativo de la
Audiencia Nacional, Sala de lo Penal del Tribunal Supremo...).
Dependencia judicial donde se celebran las vistas.
secretario judicial
Funcionario a quien compete la dirección de una oficina judicial (en Juzgados de Primera Instancia, de Instrucción,
etcétera). Le corresponde todo el desarrollo de los trámites procesales y el otorgamiento de la fe pública.
Tribunal
En sentido lato, lo constituye un órgano jurisdiccional formado por varios magistrados. Tienen esta consideración los
Tribunales Superiores de Justicia y el Tribunal Supremo.
vista
Juicio.
Términos para la escritura manual
abducción
Gesto manual para realizar un trazo que se aparta del cuerpo, ya sea vertical u oblicuamente (Figura 4). Su contrario es la
flexión o aducción.
Figura 6.Los recorridos de flexión (en el centro) en esta escritura permiten ver con claridad la diferencia entre éstos y los
más finos de abducción (abajo)
afilado
Extremo de un trazo (más frecuente en los remates) que posee una terminación de paulatino afilamiento de la línea
(Figura 7). La expresión equivalente acerado, aunque es impropiedad, se encuentra muy arraigada en el lenguaje
grafológico.
Figura 7.En estas cifras los extremos afilados aparecen tanto en los arranques como en los remates
alocentrismo
Tiene el significado de ir hacia el otro (del griego , otro, ajeno). Así pues, alocéntrico es el movimiento gráfico
progresivo, hacia la derecha, cuyo desenvolvimiento se produce con escasos o nulos gestos proyectados hacia la izquierda.
La denominación tiene el primer significado dicho considerando que en la simbología de la escritura la zona derecha es «el
Otro», «el Tú».
ambidextro (o ambidiestro)
Persona capaz de escribir con soltura usando indistintamente ambas manos (Figura 8). No obstante esta teórica capacidad
para desenvolverse con cualquiera de sus manos, cuando el escribiente utiliza la mano no predominante introduce cambios
de diversa intensidad que afectan a uno o varios factores, aunque la escritura y firma resultantes son más reconocibles que
las de aquellos que escriben con la mano no adiestrada.
Figura 8.Manuscritos de un escribiente ambidiestro. En la parte superior, el realizado con la mano habitual
análisis cronológico
Estudio que tiene como finalidad establecer los cambios que se producen en la grafía (y particularmente en la firma) a lo
largo del tiempo. Sirve para conocer si una determinada firma o texto pertenecen a un período concreto, tomando como
referencia las transformaciones significativas que se hayan operado en cualquiera de los factores. Esta clase de estudios,
no siempre posibles, requieren de gran cantidad de muestras y que, además, se abarque un lapso muy extenso.
ángulo (formación angular)
Forma gráfica originada por dos movimientos de sentido contrario, entre los cuales hay siempre un punto de inflexión.
Sobre esta definición hay que distinguir dos matices: el ángulo netamente agudo, es decir, el que se configura con un
vértice aguzado y requiere un detenimiento del gesto (siquiera mínimo) en el vértice; el ángulo redondeado cuyo vértice
tiene forma curva, tiene una realización continua, y por lo tanto, no hay detenimiento alguno a lo largo del
desenvolvimiento gestual (Figura 9).
Figura 9.Los vértices de los ángulos adquieren distinta apariencia según sea el movimiento que efectúan los dedos en el
punto de inflexión
ángulo de cruce
Término grafométrico con el que se designa una medida angular resultante de la intersección de dos o más trazos; por
ejemplo, el pie de una letra con una rúbrica que subraya.
ángulo de fluctuación (o de oscilación)
Valor grafométrico que se refiere a la diferencia entre la mayor y menor inclinación de los ejes gráficos de una escritura.
anomalía
Se considera anomalía todo movimiento manual que contraviene o contradice el desarrollo del curso gráfico de una
escritura.
Algunas anomalías son de tipo accidental (movimiento súbito del soporte en el que se escribe, realización de un escrito
sobre una superficie rugosa); otras, de origen patológico; las debidas a modificaciones transitorias de la motricidad
causadas por fenómenos físicos (frío, calor, esfuerzo intenso); las ocasionadas por alteración emotiva (miedo, angustia).
Cualquiera que sea la causa que la provoque se trata, en definitiva, de la pérdida del dominio voluntario del gesto; y el
registro sobre el papel tendrá muy distintas manifestaciones.
apoyo (propiedades)
Cualidades que presentan los trazos según la forma en que el útil de escritura entra en contacto con el papel,
independientemente de otros factores (presión, orientación, inclinación...). Así, el apoyo es sesgado hacia la derecha
cuando el puño se tumba lateralmente (con referencia a los márgenes izquierdo y derecho del papel) en esa dirección;
vertical, si el útil de escritura forma un ángulo de 90° con el soporte; llevado hacia la izquierda... (Figura 10). Otra
variante del apoyo, dependiente de la postura de los dedos, afecta al grado de verticalidad que adopta el útil respecto al
plano horizontal del papel. Los dedos, al flexionarse, extenderse y rotar en la realización de los diferentes trazados, van
cambiando gradualmente el ángulo que forma con el soporte y deja un registro particular en el trazo (Figura 11).
Figura 10.Al sujetar el útil de escritura, la mano adopta una postura que determina el modo en que se relaciona el
instrumento y el plano gráfico. En la izquierda, dos posibles posturas de escribientes diestros; a la izquierda, dos de las
que pueden adoptar los zurdos
La combinación de ambas posturas al apoyar el útil da lugar a numerosas variantes angulares entre los dos medios, por
cuya razón el estudio de esta peculiaridad que se registra en los trazos resulta de suma importancia.
Figura 11.Tanto el tipo de inclinación entre el útil y el soporte como los cambios que se efectúan en los diversos
momentos del trazado, dependen de la manera con la que los dedos lo sostienen
arranques
También llamados ataques, son los lugares donde se inicia un recorrido gráfico.
Reflejan múltiples cualidades, dependiendo de las características gestuales del escritor, tanto desde el punto de vista
formal como desde su aspecto dinámico. Por ejemplo, pueden verse formas angulosas o redondeadas, largas o breves, con
apoyo débil o fuerte, etcétera, en una gran diversidad de versiones peculiares.
automatismo
Se considera automatismo a todo gesto manual de naturaleza poco consciente que el escribiente plasma de forma
espontánea. Revela la expresión involuntaria de los hábitos adquiridos y consolidados que afloran como movimientos
reflejos. En general, se considera que una escritura es automática cuando el grado de dominio de los gestos permite
concentrarse al escritor en la idea que quiere expresar sin prestar atención al modo en que realiza las letras, o cómo
construye las palabras: la escritura fluye con facilidad.
Este término no tiene aquí el significado de rutinario o monótono. Tampoco tiene connotaciones relacionadas con las
escrituras de bajo nivel o elementales, ya que en éstas no existe el grado de madurez requerido para que se dé el
automatismo tal como se ha definido.
barra de t
Asimismo se puede encontrar la expresión travesaño para definir el trazo horizontal que cruza el fuste de esta letra. Es un
error muy extendido denominarla tilde porque ésta es otra cosa.
blancos en los trazos
Defectos en los trazados que producen los bolígrafos, consistente en la aparición de pequeñas áreas sin entintar dentro de
las líneas (Figura 12).
Este tipo de deficiencia puede inducir a error en su valoración, por confusión del origen que lo provoca, considerándose
como un brisado o interrupción, no siendo tal.
Figura 12.Los fallos de los bolígrafos al transferir la tinta al papel ocasionan diversas deficiencias, entre las que se cuenta
la pérdida parcial de entintamiento, a modo de minúsculo recorrido en blanco, como el que aquí se ejemplifica
«brisada» (véase cortada)
caído (véase jamba)
caligráfico (método)
Primera de las prácticas aplicadas al cotejo de los textos y firmas. Acorde con su denominación, estaba dedicado a la
comparación de las formas y la importancia de éstas para establecer una autoría, sobre la base cierta de que la analogía
morfológica era sintomática de autenticidad y la desemejanza de falsedad.
cambiante (variable)
Se designa así a la escritura que varía ostensiblemente en cualquiera de sus aspectos: inclinación, tamaño, dirección,
etcétera. La intensidad y frecuencia de los cambios determinarán si se trata de una escritura con variaciones naturales
leves, lógicas en cualquier grafismo manual, o se trata de inestabilidad generalizada (Figura 13).
Figura 13.Los cambios de todo tipo que se aprecian en este manuscrito son los que lo caracterizan como «escritura
variable»
cegada (congestionada)
Escritura en la que los espacios internos de las letras están rellenos de tinta. Si bien puede deberse a un útil de escritura
que descarga tinta en exceso, también aparece en grafías realizadas con bolígrafo por la reducción excesiva de dichos
espacios, en cuyo caso es una peculiaridad del escritor.
coetaneidad
Concordancia absoluta o muy próxima en las fechas de dos o más documentos. Condición que idealmente deben cumplir
los especímenes objeto de comparación.
concentración gráfica
Se trata de un valor cuantitativo que expresa el grado de proximidad de los grafemas o de las palabras. Dicho de otro
modo, es la relación existente entre el número de grafismos y la unidad de espacio: cuantas más letras y palabras formen
un renglón, mayor es la densidad, y viceversa (Figura 14). El concepto también se refiere al espaciado entre renglones. Se
puede especificar a qué elemento se refiere la concentración: palabras o líneas concentradas, texto concentrado. Se ha de
tener presente que puede afectar a las letras de las palabras, y a su vez éstas encontrarse muy separadas entre sí, o
también estar muy distanciada entre líneas.
Figura 14.Manuscrito en el que concurren todas las propiedades de la concentración gráfica: entre letras, palabras y
renglones
continuidad (cohesión)
Cualidad específica de la escritura que determina el grado de conexión existente entre las letras que forman la palabra, o
entre los distintos trazos de una misma letra. Dependiendo de tal conexión, se dividen las escrituras en: fragmentadas,
desligadas, agrupadas, ligadas o hiperligadas. Se utilizan también los sinónimos de ligazón, conexión, ligadura,
enlazamiento y nexo.
contradicción
Fenómeno escritural de cualquier especie que aparece dentro de un conjunto gráfico y es totalmente contrario al resto del
contexto en el que aparece y no tiene explicación plausible. La contradicción gráfica suele ser indicio de falsificación,
manipulación o imitación y, así, sí se explica su naturaleza incongruente. Por ejemplo, constituye una contradicción el que
en una escritura torpe exista un ligado anormal o un grafismo evolucionado y dinámico (Figura 15).
Figura 15.La presencia de unartipográfica unida a lai, en este contexto es un fenómeno contradictorio respecto al resto de
la grafía, de marcada construcción caligráfica
cortada
Característica que presentan algunas letras en las que aparecen interrupciones que afectan a los trazos magistrales o a las
partes accesorias, sin causa lógica para ello; por ejemplo, que el trazo de una c esté interrumpido. No hay duda de que la
palabra «brisada» es una impropiedad, una traducción macarrónica del verbo francés briser (cortar, quebrar), cuya
españolización carece de sentido.
creciente
Escritura cuyas letras aumentan paulatinamente de comienzo a fin de cada palabra o en grupos dentro de ella.
cualidad, característica, propiedad
Atributo del grafismo que se constituye como fenómeno identificador respecto de otros análogos o parecidos. Estos
términos hacen referencia a cualquier factor distintivo de entre los innumerables que es posible encontrar en un escrito.
Por ejemplo, la cualidad más definitoria de una firma puede ser la velocidad o su inclinación.
cúmulos de tinta
Defecto típico de los bolígrafos que provocan la aparición de pequeños grumos repartidos a lo largo del curso gráfico y dan
al escrito la impresión de estar manchado. Dependiendo del estado de desgaste del bolígrafo y, por tanto, de su adecuado
funcionamiento, estos grumos de pigmento aparecen con distinto grado de intermitencia e intensidad en cualquier parte
del recorrido; aunque por lo general se presentan en lugares significativos, por efecto del movimiento de los dedos del
escritor, como en el manuscrito de la Figura 16; en tal caso, constituyen un valioso medio de identificación.
Figura 16.Los cúmulos de tinta que deja un bolígrafo con mal funcionamiento afean el resultado del escrito
cursiva
Del latín curro, cucurri, cursum, correr, designa la escritura trazada deprisa, descuidadamente, por lo que una letra cursiva
es la opuesta a otra cuidada y bien acabada. Actualmente tiene también el significado de diseño opuesto a la escritura
tipográfica (la que se construye a semejanza de los caracteres de imprenta).
«de puño y letra»
Frase hecha para designar el manuscrito o firma auténticos de una persona.
decreciente (o «gladiolada»)
Género gráfico en el que las letras van disminuyendo paulatinamente de principio a fin de la palabra (Figura 17). Aunque el
término gladiolada está muy extendido en el lenguaje grafológico (quizá proceda de gladium, espada, por proximidad
formal con la hoja del arma) parece más claro el primero, puesto que no deja lugar a dudas.
Figura 17.Escritura decreciente
deformación
Alteración de mayor o menor intensidad que afecta a cualquier factor de la escritura, bien por causas endógenas o ajenas
al escribiente. Los motivos pueden ser muy diversos, y los efectos en los manuscritos presentar síntomas con apariencia e
incidencia muy variadas (Figura 18).
Figura 18.Escritura con deformaciones que afectan a toda la estructura de diversas formas: temblores, torsiones,
inestabilidad al apoyar el útil, interrupciones
dentados
Pequeñas irregularidades que presentan los márgenes de los trazos, bien porque los cause la textura del papel, bien
porque los origine el útil de escritura. Sus características específicas proveen información sobre las condiciones materiales
del instrumento o del soporte, así como del modo en que se apoya el útil.
desarrollo poligonal (véase proyección geométrica de las firmas)
descarga intensa de tinta
Efecto inconveniente que producen los útiles de escritura que emplean tinta fluida (estilográficas, plumillas, rollers, ball
point pen), generalmente por el mal funcionamiento del mecanismo dosificador. El efecto de la descarga intensa produce
líneas excesivamente entintadas, cegamientos en óvalos, corrimiento del fluido sobre papeles muy absorbentes y otros de
similar naturaleza.
desigual (véanse cambiante y variable)
destreza
Por destreza manual se entiende la posesión de suficiente grado de habilidad para realizar formas gráficas con soltura,
independientemente de que éstas tengan una apariencia más o menos cuidada.
Poseer destreza manual para realizar la propia escritura no significa, necesariamente, habilidad para la imitación de textos
o firmas, puesto que para la imitación deben confluir otras capacidades ajenas a la mano: percepción clara del conjunto y
el detalle, retentiva, facultades reproductivas, etcétera, que no siempre el escribiente hábil posee; el tópico de que quien
es hábil escribiendo es hábil imitando no tiene fundamento verosímil.
detención
Cualquier parada que se realice durante el curso gráfico, con tres posibles cualidades distintivas: una, con levantamiento
efectivo del útil de escritura para continuar el trazado, separadamente, de otra palabra, de otra letra o de un grupo
silábico; segunda, retirando el útil de escritura del soporte, reanudando el trazado, pero sobrescribiendo parte de este
último con el referente (reenganche); tercera, la detención que tiene efecto sin levantar la mano y sin cortar el trazo,
dando lugar a una alteración en la línea, bien con engrosamiento de ésta, bien con temblor (propio de personas con poca
soltura gráfica, con deficiencias motrices o también por algún hecho accidental).
dextrógira (véase progresiva)
dirección
Factor que define el modo en que se dirige el renglón a medida que avanza la escritura. La norma general establece que
las palabras mantengan una horizontal precisa ajustándose a la línea de pauta, de modo que el resultado final dé también
una línea horizontal. Sin embargo, cada escritor la transforma según su tendencia en ascendentes, descendentes,
onduladas, cóncavas, convexas, escalonadas... (Figura 19).
Figura 20.En esta reproducción al 150% de su tamaño real queda patente que la dominante gráfica de la escritura reside
en su minúsculo tamaño
«ductus»
Locución latina proveniente del verbo duco, duxi, ductum (conducir, conducirse, dirigir). Se trata de un término
paleográfico para calificar el modo en que se dirige la mano y, por consiguiente, la calidad de la escritura resultante; así,
se distingue entre el ductus cursivo y el ductus caligráfico; el segundo se relaciona con las grafías bien trazadas, bellas,
elegantes, mientras que el primero designa la escritura trazada deprisa, mal construida, ilegible o inacabada. En Caligrafía,
se emplea para establecer el orden que deben seguir los trazos al construirse una letra. Es frecuente ver empleado el
término de forma ambigua (y casi siempre equivocada), en la descripción de cualidades que nada tienen que ver con los
contenidos citados. Si verdaderamente se hace necesario su uso, conviene explicar con claridad cuál es el exacto sentido
que se le quiere dar.
eje gráfico
Es la línea teórica trazada sobre la letra para definir su grado de oblicuidad (Figura 21).
Para evaluar la inclinación se han de tomar como referentes los puntos más alto y más bajo del grafema, y el trazado del
segmento debe mantener la inclinación con que esté articulada la letra, que quedará definida por los citados dos puntos
referentes.
Figura 21.Establecimiento de los ejes gráficos a través de las letras de trazado largo
elemental (bajo nivel gráfico)
Escasa destreza para construir con mínima soltura las letras y palabras. Este estadio del escribiente suele deberse a la falta
de instrucción y a la escasa práctica, dando como resultado un conjunto escritural torpe, primitivo, de formas cercanas a lo
caligráfico y, en suma, poco evolucionado (Figura 22). No obstante las propiedades dichas, también estas escrituras tienen
sus gestos y atributos característicos que permiten la identificación; siempre hay algo personal, aunque en tal
personalización no aparezcan signos de habilidad.
Figura 23.El detenimiento seco y el empleo de un útil de tinta fluida provocan engrosamientos como el de este remate
equivalencia de formatos
Condición que se ha de procurar conseguir en los cotejos de textos, pero particularmente en el de firmas. El estudio de
documentos cuyo formato es idéntico permite obtener mayor número de fenómenos para contrastar porque se acrecienta
el grado de certidumbre.
enlace (ligadura, nexo)
Trazo que sirve para unir una letra a otra. Es difícil en ocasiones establecer dónde comienza o termina el enlace o ligadura.
Admite una gran variedad de peculiaridades porque no sólo intervienen en su creación la forma (curva, angulosa,
semiangulosa), su dimensión (breve, larga, muy extensa), la proyección (ascendente, horizontal, descendente), grado de
presión (firme, débil) y el lugar en que ocurre (zona superior, zona media, zona inferior, desigual), sino que además es un
elemento que se presta a la personalización como gesto idiosincrásico o como ligado anormal no previsto en el modelo
caligráfico. Une los más variados elementos de la escritura (barras de t con letras anteriores, subsiguientes y con su propio
pie, puntos de i, tildes de ñ...).
escritura artificiosa
La construida con cualquier recurso que contravenga la naturalidad gestual, bien porque su autor así lo acostumbre o
porque pretenda enmascarar su grafía habitual (Figura 24). Es frecuente encontrarla en los anónimos y en los casos de
disfrazamiento deliberado.
Figura 24.La totalidad de los gestos de esta escritura revelan el modo artificioso con que se ha realizado: lentitud,
caligrafiado, ornamentación, exageración de algunos trazos, etcétera
escritura (o firma) desfigurada
Debe considerarse como escritura desfigurada o distorsionada aquella que una persona altera voluntariamente con la
intención de que no sea reconocible como suya. Es típico de los anónimos la alteración del texto o firma con diversos
recursos: con la mano no adiestrada, cambiando la manera de empuñar el útil, o simplemente haciendo formas que
normalmente no se realizan.
Un método intermedio para deformar lo habitual consiste en introducir en la propia grafía unos pocos elementos insólitos o
extraños que den al escrito cierto aire de haber sido falsificado. Son muy diversos los procedimientos empleados para
desvirtuar la escritura habitual, cuyas características dependen de la finalidad que se persiga con ello: negación de la
autoría o simulación de falsificación.
escritura en espejo
Manuscrito realizado en sentido inverso al habitual: parte de la derecha y se dirige al margen izquierdo (Figura 25). La
denominación se debe al hecho de que para poder leerse hay que hacerlo colocando un espejo sobre el eje del margen
derecho o izquierdo. Sin duda, el antecedente más conocido de este modo de escribir lo constituyen los manuscritos de
Leonardo da Vinci.
Figura 28.La especial interpretación de laEen este escrito es sin duda muy singular; pero, además, es su formación de
arriba abajo lo que acentúa su valor grafogenético como estructura peculiar
formación gráfica (véase bajo génesis gráfica)
fragmentación
Modo de componer una letra en dos o más partes, mediando un corte o interrupción entre cada uno de sus elementos
constitutivos. Por ejemplo, fragmentar una p o una d es construir el trazo del pie y su óvalo separadamente. Véanse las
letras p en la Figura 29.
Figura 29.Composición fragmentada de las letraspa diferencia de la continuidad con que se trazan lasd, análogas
estructuralmente
géneros gráficos
Catalogación taxonómica de las escrituras manuales conforme a sus cualidades genéricas de orden, tamaño, forma,
velocidad, inclinación, dirección, presión y continuidad.
génesis gráfica (grafogénesis)
Conjunto de fenómenos que explican el modo en que una determinada forma se origina. Su establecimiento requiere el
análisis de las diversas relaciones existentes entre todos los factores observados, mediante los cuales se comprende y se
demuestra la identidad o disparidad entre gestos, sean o no parecidas externamente las formas resultantes. Se trata,
en suma, de esclarecer sus orígenes, es decir, las propiedades del trazado en su sentido dinámico más amplio, profundo y,
consiguientemente, identificador.
gesto gráfico
Expresión o registro material del dinamismo de la mano plasmado en un soporte cualquiera, que se genera por la reunión
de diversas cualidades gestuales: velocidad, forma, dirección, presión, dirección, apoyo... El gesto gráfico es la expresión
material de un complejo conjunto de capacidades físicas y psíquicas del sujeto, cuando éste no adolece de ninguna
incapacidad que las obstaculice o impida.
gesto-tipo
Voz que ha tomado carta de naturaleza en los peritajes documentoscópicos para designar los gestos idiosincrásicos o
singulares.
gestos idiosincrásicos (peculiaridades)
También conocidos como «gestos-tipo», son manifestaciones especiales que el individuo introduce en su escritura sin que
haya razón lógica para ello, y que generalmente no están previstas en las normas caligráficas. Semejantes fenómenos
aparecen en cualquier elemento escritural y en cualquier ubicación (Figura 30). Unos de entre los más frecuentes son los
llamados ligados anormales.
Figura 30.En el caso ejemplificado, el especial modo de crear los enlaces y remates resaltados constituye gestos
idiosincrásicos aún mayores que las formas de sus letrasd, por cuanto se trata de soluciones infrecuentes
giro inverso
Recorrido que se hace en sentido horario [ ] para conformar los óvalos de las letras, contraviniendo la norma
Figura 31.El curso con sentido horario de ambas letrasocontravienen el recorrido habitual en la construcción de este
grafema, lo que representa un típico fenómeno desentido inverso.Esta peculiaridad suele aparecer en algunos escritores
zurdos
grafismos
Lo constituyen cualesquiera formas gráficas resultantes de los gestos manuales. Vale decir letras, signos, marcas, cifras,
etcétera.
grafocinesis
Neologismo (del griego , escritura y , movimiento). Sistema para explicar cómo se realizan los
movimientos manuales en sus desplazamientos y qué resultados producen. Junto con el estudio de la presión se completa
el análisis de la génesis gráfica, puesto que son los dos factores dinámicos esenciales para originar la escritura.
grafogénesis (véase bajo génesis gráfica)
Este neologismo equivale al de génesis gráfica, esto es, al modo en que se originan los grafismos.
Grafología
Estudio de los manuscritos que tiene como finalidad buscar el significado psicológico de los gestos gráficos, es decir,
conocer y explicar la personalidad de su autor. Según las reglas de la derivación, parece más propio, por completo, el
término Grafopsicología.
La diferencia sustancial con el peritaje de manuscritos o firmas es muy clara: mientras la Grafología se aplica a conocer
cómo es un determinado escritor (desentrañar su personalidad), la Documentoscopia investiga la autenticidad (si los
escritos son genuinos o no), la autoría (identificación del autor o autores) o el estado de los documentos (indemnes o
manipulados) además de otros fenómenos extragráficos, sin que interese informar sobre cuáles sean las cualidades de
personalidad del escritor.
La Grafología parte del supuesto de que los documentos son auténticos y con ejecución espontánea, mientras que en el
peritaje se tiene siempre presente la posibilidad de que no lo sean, bien en su totalidad, bien parcialmente.
Grafometría
Evaluación de todos los aspectos de la escritura, susceptibles de ser medidos. Aunque etimológicamente significa medida
de la escritura, en rigor se trata de un análisis estadístico tomando largas series de mediciones; dicho de otro modo, es la
síntesis en cifras de determinados sucesos gráficos con los que tratar de identificar hábitos o tendencias globales. Aunque
por su denominación y por las operaciones que con este método se hacen, los resultados dan la impresión de ser
matemáticamente seguros, se debe tener la mayor circunspección porque presenta graves inconvenientes de
interpretación y se presta a todo tipo de desviaciones. En algunos casos concretos, y para la evaluación de determinados
fenómenos gráficos, coadyuva a obtener certidumbre junto con otros análisis; pero como eje central de una investigación
pericial no tiene suficiente sustento.
Grafonomía
Sistema para la denominación y clasificación de los manuscritos. Como su etimología indica, sirve para dar nombre a los
grafismos de acuerdo con sus cualidades y, por tanto, su función es enunciativa y taxonómica. Describir grafonómicamente
una escritura es catalogarla conforme a géneros o especies como paso inicial en su apreciación más elemental y externa.
«gramma»
Denominación muy extendida con la que se designa cada una de las partes de que se compone una letra, es decir, cada
uno de sus trazos. Siguiendo esta denominación, una E se compondría de cuatro «grammas», y una F, de tres.
Así transcrita, esta palabra debería proceder del griego signo escrito, letra, lo que no
concuerda con el sentido que se usa en Documentoscopia. En todo caso procedería la castellanización gramme que, con
esta forma ( ) sí tiene la acepción de trazo, línea, contorno.
Existiendo una palabra tan inequívoca como trazo, no parece imprescindible recurrir a expresión tan ultracorrecta. Empero,
si se utiliza, es necesario aclarar su significado para el destinatario no versado.
«grammatomórfico» o «grammamórfico» (métodos)
Supuestos métodos consistentes en analizar los componentes de los grafismos (trazos magistrales o grammas), para
establecer la autenticidad o falsedad de los manuscritos a través de su morfología.
gruesos (véase plenos)
habilidad (destreza)
Capacidad para ejecutar con soltura movimientos gráficos de cierta complejidad.
hábito
Costumbre consolidada en cualquier aspecto gráfico que aflora de modo poco consciente cuando se escribe. Los hábitos
escriturales tienen la virtud de ser fijos, sea cual sea su naturaleza, y consecuentemente, adquieren un valor especial en la
identificación de manuscritos.
hampa (fustes o astiles)
Término españolizado a partir del francés hampe (asta, mango), que se ha constituido en término argótico en el ámbito
grafológico.
hológrafo
Término procedente del griego (todo, entero, total, completo), de donde su significado deriva el ser totalmente
manuscrito. Se aplica al testamento que ha sido manuscrito en su totalidad por el testador.
Es curioso comprobar que en el lenguaje jurídico haya tenido arraigo la forma sin hache, menos lógica que la de hológrafo,
cuya etimología aconseja utilizar esta con preferencia a aquella otra; de hecho, en el DRAE, la entrada ológrafo remite a
hológrafo.
imitación libre
Se dice de las firmas que se falsifican con movimientos rápidos para que la copia resultante posea un aspecto natural y
verosímil (Figura 32).
Figura 32.La imitación libre consigue dar al conjunto aspecto de naturalidad, como en el caso de la segunda firma
imitación servil
Al contrario que en la imitación libre, en esta otra variante de falsificación se da más importancia al parecido formal
respecto del modelo copiado que a la naturalidad del trazado. En las imitaciones serviles aparecen todas las deficiencias
derivadas de la lentitud gestual: torsiones, temblores, etcétera (Figura 33).
Figura 33.Las contradicciones de esta firma en la calidad de su trazado son típicas de las imitaciones serviles: en el
comienzo y al final, los gestos son ágiles y poseen tensión, mientras que la zona central presenta los temblores propios de
la lentitud que provoca la irresolución
«indentado»
Expresión equivalente a surcado o hendido; véase surco. Parece ser una mala traducción del francés indentation
(escotadura) cuyo significado, como se ve, no tiene el mismo sentido.
O quizá se haya tomado del inglés, donde indented o indentation significan, entre otras acepciones, surco o hendidura.
Algún diccionario de español recoge el término indentación con el significado de escotadura que tiene la significación
francesa.
índice curvimétrico
Parte de la Grafometría que evalúa el grado de curvatura de las letras.
invertida
Escritura inclinada hacia la izquierda (Figura 34). Generalmente se ha considerado que la escritura invertida es más lenta
que la inclinada a la derecha sin que haya ninguna causa que justifique el porqué.
Figura 35.La unión del punto de laicon la siguientem, y la barra de latcon lar, son ligaduras no convencionales y, por
consiguiente, «anormales» o peculiares
La calificación de anormales no supone descalificación o valoración peyorativa, sino que equivale a «no normales», «no
convencionales», es decir, con el sentido de peculiares u originales.
línea de pauta (renglón, línea de base)
Línea horizontal sobre la que teóricamente deben desarrollarse las palabras, asentando sobre ella las letras
uniformemente. Equivale a la renglonadura que tienen los cuadernos que sirve de guía a los niños para comenzar su
aprendizaje. El ajuste, o la desviación entre dicha pauta, y la trayectoria real que llevan las líneas escritas, es lo que se
denomina dirección gráfica.
madurez gráfica
Estadio al que ha llegado una persona cuando ha consolidado sus hábitos motores, permitiéndole ejecutar con soltura, y
sin reparar en ello, las formas gráficas que le son propias.
magistral (trazo)
Son las partes constitutivas esenciales para la configuración de una letra concreta, de manera que la ausencia de alguno
de ellas provocaría la transformación en otra diferente, o en una nueva forma no identificable. Por ejemplo, una letra a sin
su trazo de escape sería una o. Distinta cosa es el rasgo. El sentido de este término que se establece como concepto
diferencial con relación al de rasgo se ha modificado respecto de su significación original. Como escritura magistral se
entendía en la enseñanza de la Caligrafía aquella compuesta siguiendo modelos estrictos de forma y estética, diferente de
la cursiva sin sujeción a ellas y con transformaciones personales de todo tipo.
marcas
Bajo esta denominación se designa todo tipo de grafismo que adopte cualquier forma o se encuentre en cualquier
situación, y no sea propiamente una letra, una cifra, o un signo establecido (matemático, iconográfico). Por ejemplo, se
considera marca a una especie de vírgula que se ejecuta junto a un ítem para indicar que se ha revisado (✓); o bien a
cruces de líneas en aspa con igual fin (✗), etcétera. En este concepto no se incluyen las marcas diacríticas, como la
diéresis u otras equivalentes si el escrito corresponde a un idioma en el que son inherentes, como el griego, el portugués o
el árabe.
márgenes del trazo
Cada uno de los límites laterales de las líneas (Figura 36). Su examen posee un enorme interés identificador porque revela
fenómenos peculiares expresivos de los movimientos de los dedos, del modo en que se apoya el útil, etcétera, todos ellos
relacionados con cualidades gestuales poco aparentes.
Figura 36.Macrofotografía de trazos en la que se aprecian con nitidez las cualidades que tienen sus márgenes
mimetismo parental
Procede llamar así al parecido que presentan las firmas de los hijos respecto al modo de escribir de alguno de los padres.
Es frecuente que tomen una primera referencia de la grafía paterna en su etapa de adolescencia, particularmente en lo que
a la firma se refiere; se verifica así una asimilación por imitación, como primer paso en el desarrollo de su propia identidad
gráfica. No es raro encontrar partes de la firma de un padre en la que hace el hijo y, en casos extraordinarios, que la
totalidad sea tan igual que a priori lleguen a confundirse (Figura 37).
Figura 37.Las similitudes de estas dos firmas pertenecientes a un padre y su hijo dan la impresión de ser la misma. Se
trata de un caso típico de mimetismo parental
minúsculas (cuerpo de minúsculas)
Bajo estas denominaciones, así como la de cuerpo central de escritura, se designan las letras que quedan delimitadas por
dos líneas paralelas teóricas, las cuales no sobresalen ni en altura ni por debajo: a, c, e, i, m, n, ñ, o, r, s, u, v, w, x, z.
ocupación (grado de)
Evaluación relacionada con la cantidad de espacio de la página que se utiliza o se deja en blanco. El grado de ocupación y
el de concentración pueden estar relacionados aunque no tiene por qué darse necesariamente la simultaneidad.
ológrafo (véase hológrafo)
orden (véase disposición)
Grafismo en cuya estructura interviene una forma cerrada curva de apariencia elíptica o circular. Los óvalos, no siempre
cerrados, admiten multitud de variantes en distintos aspectos: grado de apertura, lugar donde se produce, etcétera.
Además de las netamente ovales, a y o, se consideran letras con óvalo: d, g, p y q.
perfiles (finos)
Trazos magistrales ascendentes cuyo aspecto, desde un punto de vista caligráfico, es delgado y menos presionado que el
pleno (Figura 38).
Figura 38.Plenos (P) y perfiles (p) en una escritura realizada con rotulador de fibra
perfil de pauta
Línea que resulta al trazar sucesivos segmentos tangentes a las bases de las letras y unirlos entre sí. Permite visualizar la
tendencia del escribiente al tratar de ajustarse al pautado del papel (Figura 39). Es uno de los aspectos que se consideran
como factores invisibles de la escritura.
Figura 39.Perfil de pauta obtenido al unir varios segmentos consecutivos, tangentes a las bases de las letras
plenos o gruesos
Trazo magistral de curso descendente, de calibre más ancho y pronunciado que el de movimiento contrario, perfil (Figura
38).
polimorfismo
Variante de cualquier naturaleza (dimensión, forma, articulación) que se hace de un mismo grafismo, bien por la posición
que ocupe (inicial, media, final), bien porque así lo acostumbre su autor. Está relacionado con las variaciones naturales
que toda persona tiene en su escritura, en mayor o menor grado (Figura 40).
Figura 40.Ejemplo de polimorfismo en la letraq.En este caso, está determinado principalmente por razón del cambio en el
giro del óvalo
posición del útil de escritura (véase apoyo)
postura
Posición que adopta la mano al escribir. De la posición depende el modo en que el útil y el papel entran en contacto y se
producen los consiguientes efectos peculiares en los trazos (Figura 41).
Figura 41.La postura de la mano, el modo de sostener el útil, el asiento de la muñeca, etcétera, son determinantes en los
resultados que tendrán los trazos
presión
Factor gráfico originado por el grado de apriete que ejercen los dedos con el útil de escritura. Es uno de los atributos
gestuales que provee mayor información en cualquier análisis, y también de entre los que mejor identifica un modo
particular de escribir.
progresivo (dextrógiro)
Ambas denominaciones, progresiva y dextrógira, se utilizan para calificar el curso gráfico cuyos movimientos se dirigen
predominantemente a la derecha, incluso en grafismos (o partes de ellos) que debieran proyectarse hacia la izquierda
(Figura 42).
Figura 42.El carácter progresivo de esta escritura se deja ver en la configuración del pie de lag, la apertura de las letrasa,
el escaso retroceso de lasy la proyección rectilínea de sus enlaces
proporción
Relación que mantienen entre sí los diversos elementos de una escritura. Por ejemplo, en un escrito, la correspondencia
entre las mayúsculas y las minúsculas poseen ciertas correspondencias que generalmente se mantienen, aunque sus
valores absolutos difieran; a veces, sufre variaciones drásticas debidas a la adaptación al plano gráfico.
proyección geométrica de la firma (2)
Sistema grafométrico consistente en delimitar la firma por cuatro puntos externos, uniéndolos mediante líneas rectas (y el
posterior trazado de dos bisectrices que unen los dos ángulos resultantes), para observar las semejanzas o diferencias
globales del desarrollo. En función de tales resultados se intentan descifrar tendencias y dominantes gráficas del autor que
a priori no se hacen manifiestas.
pseudotemblores
Efecto deficiente e irregular del entintamiento, aparentemente imputable a la alteración del pulso, cuyo origen está en la
rugosidad de la superficie de apoyo en el momento de escribir (Figura 43).
Conviene analizar con sumo cuidado estas deficiencias para distinguirlas de las causadas por las auténticas debidas a
perturbaciones motrices.
Figura 43.El irregular entintado de este trazado y su aparente deficiencia en la presión no se deben a alteraciones del
pulso, sino a la rugosidad de la superficie sobre la que se escribió
puntuación
Tiene un sentido más extenso que el referido a los que llevan las íes. También se tiene por tal los diacríticos (acentuales,
especiales, suscritos y laterales), auxiliares (guión [-], asterisco [*], barra [/], antibarra [\], et [&] (3) igual [=]...) o
sintagmáticos (de puntuación y de entonación...).
rasgo
Al contrario que los trazos, se consideran rasgos a los gestos gráficos accesorios que no forman parte de la estructura
esencial de una letra, de modo que su presencia o ausencia no impiden la identificación, aun observada aisladamente. Tan
sólo en el caso de los rasgos complejos o de la complicación de la letra con éstos, la legibilidad puede verse disminuida.
rebabas
Defecto que se presenta en alguno de los márgenes del trazo a causa de un mal funcionamiento del útil de escritura. Junto
con los cúmulos de tinta y las estrías constituyen los tres defectos típicos del bolígrafo y son especialmente interesantes
para el análisis de las cualidades posturales del escritor (Figura 44).
Figura 44.Las rebabas aparecen en los bordes de los trazos como una especie de sombreado
reenganche
Unión de dos trazos en el que el segundo arranca a partir del primero, o se sobrescribe a él, dando a simple vista la
impresión de continuidad donde realmente no existe. Se considera que dos trazos se han reenganchado cuando entre uno
y otro existe un levantamiento efectivo del útil (Figura 45).
Figura 45.Los trazos reenganchados suelen pasar inadvertidos a simple vista cuando la sobrescritura se hace con la
precisión que aquí tienen lany laa
reflujo
Efecto de retroceso que hacen las tintas fluidas sobre parte del recorrido final, lo que confiere a la escritura un aspecto de
sombreado en los tramos distales (Figura 46). El modo en que quedan entintados los trazos y el grado de reflujo permiten
estudiar la velocidad de un modo relativo.
Figura 46.El refluir de la tinta crea una sensación de recarga en los extremos de las letras, que es tanto más intenso
cuanto mayor es el grosor del punto y más lento el escrito
regresivo (sinistrógiro, levógiro)
Movimiento gráfico dirigido a la izquierda, sea por la forma natural de la letra que lo precise, sea por la costumbre que
tenga la persona de gesticular en ese sentido injustificadamente. La calificación de innecesario o injustificado se valora así
en cualquier trazo o rasgo que no tendría por qué tomar dicho curso levógiro. El recorrido contrario es el dextrógiro (véase
cuanto se ha dicho allí sobre uno y otro movimiento).
remates (finales, escapes)
Con cualquiera de las denominaciones se designan las zonas donde finalizan las letras, rúbrica, cifras o cualquier otro
grafismo. Sus cualidades, como en los enlaces o en los arranques, son muy variados: forma (curvos, rectilíneos, afilados,
romos); extensión (inhibidos, cortos, prolongados); dirección que toman (ascendentes, caídos); velocidad con que se
ejecutan...
repasos
Son escrituras sucesivas superpuestas en un trazo preexistente, sin que exista una razón que las justifique. La mayoría de
las veces se trata de un hábito compulsivo que la persona practica con insistencia (Figura 47).
Figura 47.Los repasos no mejoran el acabado o la estética de la escritura; al contrario, la hacen confusa o la afean
No corresponde al deseo de mejorar la imagen gráfica que se repasa, como en el caso de los retoques, porque, al
contrario, con los repasos, las letras suelen quedar congestionadas y sobrecargadas.
retoques
En general, los retoques son pequeños añadidos que hace la propia persona en algunos de sus grafismos, para
perfeccionarlos o para completarlos, es decir, son gestos complementarios genuinos (en el sentido de que proceden de la
misma mano) y tienen distinta finalidad que losrepasos , aunque de semejante origen (Figura 48).
Figura 48.Retoque en una mayúscula para completar el primer trazado curvo
El retoque de tipo fraudulento puede tener cualidades semejantes a otro auténtico, porque persigue la aproximación al
modelo original.
ritmo
Es un concepto difícil no sólo de definir, sino también de percibir en un escrito, tal como se viene admitiendo en el terreno
pericial. El sentido que tiene en la escritura no tiene que ver con los contenidos musicales o del lenguaje (cadencia): «una
serie de acciones con una periodicidad en el tiempo: regla a que se ajusta su repetición».
Gráficamente puede o no darse una repetición en un determinado lapso (entonces cabría hablar de compás), pero la
intención que tiene la expresión ritmo gráfico es la de explicar la manifestación de soltura y fluidez en una andadura
gráfica que discurre sin accidentes, carente de brusquedad, sin vestigios de forzamiento.
salto del útil
Pequeña interrupción del entintado de un trazo provocado por la existencia de un doblez, una rugosidad en la superficie de
apoyo o un movimiento brusco de la mano. Por ejemplo, escribir en una hoja apoyada sobre una superficie irregular causa
este defecto aun cuando el papel carezca de arrugas.
Si el apriete del útil no es excesivo, éste es capaz de registrar la existencia de una prominencia como la que se forma al
doblar un papel, permitiendo saber que la escritura fue posterior al plegado (Figura 49).
Figura 49.Los dobleces del papel provocan modificaciones de entintado en los resaltes como los que aquí se ilustran
«script» (véase letras de molde)
soltura
Facilidad para la ejecución de las formas gráficas y el enlace de las mismas, independientemente de su mejor o peor
aspecto o su grado de legibilidad.
surco (surcado)
Bajorrelieve que provoca un útil de escritura en el papel por virtud de la presión ejercida con él, sobre todo cuando se
escribe con bolígrafo o roller (Figura 50). En ocasiones los surcos pueden estar originados por otros instrumentos y, por lo
tanto, carecer de entintamiento. Determinados surcos sin entintar pueden corresponden a fallos intermitentes del útil en
pequeños tramos; también, a la «copia» latente que queda en un papel cuando se utiliza como apoyo de la hoja que
recibió la escritura. La expresión indentado es impropia.
Figura 50.Algunas veces, la imitación de una firma se realiza sobre un calco preliminar sin tinta
tamaño
Género gráfico que designa una especie concreta de escritura conforme a su dimensión general, bien en altura, bien en
anchura, o en algunas de sus partes constitutivas: astiles, zona central o jambas.
temblor
Deficiencia que aparece en la escritura causada por sacudidas irregulares. Se trata de una anomalía dado el carácter que
tiene de pérdida del control voluntario del gesto (Figura 51). Su origen puede tener múltiples causas: desde un simple
estado pasajero de agitación, hasta la perturbación producida por severas patologías, la ancianidad o a los defectos
posturales al escribir.
El temblor es un síntoma que hay que investigar con sumo cuidado porque si bien es cierto que se trata de un signo típico
de algunas falsificaciones, también puede ser un indicio inequívoco de autenticidad.
Figura 51.Según sea su origen, los temblores afectan a las formas curvas o rectas, al apoyo del útil y, en general, a la
fluidez del escrito
tendencia
Frecuencia con que se produce un fenómeno determinado. Se utiliza sobre todo para expresar una propensión que no es
constante, y que por tanto surge intermitentemente, con diverso grado de repetición. Por ello, el fenómeno de que se trate
se ha de valorar con claridad: con fuerte tendencia, con escasa tendencia.
tildes
O vírgulas. Son pequeños trazos colocados sobre las letras que llevan acentuación tónica (acento diacrítico) o raya
pequeña sobre la letra ñ.
trazo (véase bajo magistral)
trazo preparatorio (o de impulso)
Rasgo, y como tal innecesario, que aparece al comienzo de algunas letras, sobre todo en las mayúsculas, que sirve como
gesto preliminar a su ejecución (Figura 52). Como cualquier gesto automático, posee especial valor identificador.
Figura 52.El arranque vertical en estas dos letrasCes un gesto automático, de carácter preparatorio, antes de iniciarse el
trazado principal
usos gráficos nacionales
Modos particulares de utilizar ciertos elementos accesorios o grafismos específicos, relacionados con el ámbito geográfico
al que pertenece el escribiente. Por ejemplo, la costumbre de entrecomillar de rusos y alemanes que abren comillas en la
parte baja y las cierran en la zona superior (Figura 53), el empleo del umlaut de estos últimos, etcétera.
Figura 53.Al escribir en castellano, esta mujer de origen ruso utiliza las comillas del mismo modo que en la versión cirílica
Constituyen signos identificadores de especial importancia en los casos de falsificación, puesto que se trata de gestos poco
aparentes y de naturaleza compulsiva.
variable (véase cambiante)
variaciones naturales
Cambios en uno o varios factores gráficos de un mismo escritor, generalmente debido al paso del tiempo, aunque también
presentes en escritos coetáneos. El grado de cambio o estabilidad son peculiaridades de cada persona, hecho que en cada
caso concreto hay que establecer.
velocidad
Grado de rapidez con que se realiza un escrito. En determinados textos pueden evaluarse de modo relativo a través de las
cualidades de sus trazos (tensión, entintamiento), así como por la frecuencia de los enlaces, la sencillez de las formas, la
presión o la continuidad.
zurdo (zurdería)
Se aplica a las personas que escriben con la mano izquierda. La forma de empuñar el útil y de adoptar postura (mano,
antebrazo, hombros) varían de unos zurdos a otros.
Es interesante el modo en que un zurdo se acomoda para escribir porque cada postura deja en los trazos determinados
fenómenos que en ocasiones son susceptibles de identificarse como rasgos de zurdería.
Términos para las escrituras mecánicas
ajuste del espaciado
En una página impresa ciertos grupos de letras parecen tener más espacio de separación que otros debido tanto a su
estructura como a su inclinación. Para perfeccionar esa apariencia, los programas de edición electrónica permiten ajustar el
interletraje (ajuste de espacio entre caracteres, tracking y kerning), corrigiendo los efectos visuales o acentuando otros
según las necesidades (Figura 54).
Figura 55.El desajuste lateral de ciertas letras junto a otros similares, permiten identificar dos o más mecanografías y, si
se dispone de ella, la máquina con que se hicieron
alineación vertical
Verticalidad de 90° respecto al renglón, que deben tener los caracteres mecanográficos.
altura de la «x»
Referencia tipográfica con la que se establece el cuerpo de un carácter en minúscula. Véase Tipografía.
arrastre
Mecanismo de las máquinas de escribir o de las impresoras con el que se comprime el papel sobre el rodillo, para poder
desplazarlo en pasos de interlínea. Está compuesto por un conjunto de pequeños cilindros que se apoyan sobre la hoja, y
ejercen una presión suficiente como para que ésta quede firmemente ajustada.
El deterioro de uno o varios de estos pequeños rodillos puede intervenir en la deformación de la interlínea y, por
consiguiente, en la determinación exacta de este parámetro mecanográfico.
asta
Parte principal de la letra que define su forma esencial. Término equivalente al de astil o fuste en la escritura manual.
Véase Tipografía.
autoedición (edición electrónica)
Aplicación informática diseñada para la compaginación compleja de documentos, libros o revistas (masas de texto,
imágenes, dibujos), que permite realizar un control altamente preciso de todos los aspectos de sus elementos (interletraje,
contrastes, especificaciones de color para imprenta o fotocomposición, etcétera).
Los modernos procesadores de texto se aproximan mucho a estos otros programas aunque no llegan a tener todas sus
características.
barra portacaracteres
Pieza metálica que en las máquinas de escribir mecánicas, y en algunas eléctricas, lleva incorporado en su extremo el
carácter que hace impacto para imprimir (Figura 56).
Figura 56.Dos de los elementos de impresión de las máquinas manuales, eléctricas y electrónicas: barra portacaracteres y
bola
bastidor
Estructura metálica de ciertas máquinas de escribir sobre la cual van montadas (en forma de abanico cóncavo) las barras
portacaracteres.
blanco interno
Espacio interior que se forma por la delimitación total o parcial de los trazos de un carácter. Véase Tipografía.
blanco superior
Superficie situada por encima del ojo de la letra que sirve para distanciarla del pie de otra superior. Véase Tipografía.
bola
Elemento de impresión con forma de esfera en cuya superficie se encuentran los caracteres, utilizada en algunas máquinas
de escribir eléctricas.
Técnica inventada y aplicada por primera vez en el modelo denominado Selectric de IBM (Figura 57).
Figura 62.Un defecto de pisado en la letrañprovoca que el lado derecho aparezca menos marcado que el izquierdo
descendente o caído
Elemento del carácter que queda por debajo la línea base; también pie. Véase Tipografía.
desgaste
Deterioro propio de los elementos mecánicos de una máquina, que provoca diferentes alteraciones en la impresión, según
se trate de una máquina de escribir mecánica, eléctrica o electrónica. La diversidad de los elementos a los que puede
afectar determina también una enorme diversidad de sus manifestaciones.
digrafía o dígrafo
Grafismo que representa un sonido de dos letras, como rr en arroz o ll en lluvia, pero también el grafema que resulta de la
unión de dos letras en uno solo: æ, œ.
doble impresión
Defecto típico que aparece en las mecanografías cuya impresión se obtiene por impacto de barra portacaracteres. Junto al
correspondiente carácter bien definido aparece una especie de doble imagen causada por el rebote del tipo.
«ductus»
Denominación que en el ámbito tipográfico se refiere al grosor de las líneas que tienen los caracteres. También se
denomina trazo o estilo.
eléctrica (máquina de escribir)
Supuso el paso siguiente a las máquinas de impulso manual. En ellas la diferencia estriba en que el impacto de los
caracteres lo realiza la propia máquina, independientemente de la fuerza con que el mecanógrafo apoye sus dedos sobre
las teclas.
electrónica (máquina de escribir)
Aunque también parte del uso de la electricidad para todas las funciones mecánicas, sin embargo, las restantes están
automatizadas electrónicamente: espaciado, interlineado, márgenes, inserción y expulsión del papel, memoria para
múltiples aplicaciones...
elzevirianos
Estilo tipográfico empleado por la familia de impresores Elzevir, basado en los numerales del estilo romano antiguo. Fueron
los que se incorporaron a las primeras máquinas de escribir (Figura 63).
Figura 63.Tipos elzevirianos
escáner
Dispositivo para la exploración de imágenes y posterior envío a un ordenador o a una impresora. Los de uso común eran
hasta hace poco de dos formatos: de sobremesa (cuyo funcionamiento es semejante al de una fotocopiadora), y los
manuales; éstos apenas ya se usan. En los dos casos, el principio de funcionamiento es idéntico. Mediante un cabezal de
exploración lumínica, las imágenes son digitalizadas, es decir, convertidas en puntos o píxeles, cuya perfección en la
resolución viene determinada por la precisión del propio aparato.
Actualmente, dada la extensión que tiene la Informática, algún tipo de falsificación documental se inicia a partir de una
imagen previamente escaneada.
escape (paso de máquina)
Medida que indica, en milímetros, la anchura que ocupan cien golpes de tecla en una máquina de escribir de paso fijo. Por
ejemplo, una máquina de la que se dice que tiene un escape de 250, significa que 100 caracteres seguidos ocupan un
espacio de 250 milímetros.
espaciado fijo
Clasificación tipográfica para las máquinas de escribir que imprimen cada letra en un espacio de dimensiones idénticas,
independientemente de la letra de que se trate; así, una i ocupa un espacio igual al de una o, etcétera (Figura 64).
«Éste es un ejemplo de párrafo sangrado, cuyos márgenes laterales se han reducido para que se distinga claramente
respecto al contenido de otro párrafo o punto anterior. Constituye un bloque de información complementaria o
particular con relación al precedente».
«script»
Al contrario de lo que sucede en la escritura manual, bajo este apelativo se identifica un género de caracteres de impresión
que se asemejan al grafismo manuscrito (Figura 73).
Figura 76.Típico aspecto de mosaico que muestran los documentos recibidos a través de un telefax de impresión térmica
terminal (véanse remate, serif)
tipo (véase carácter)
Tipografía
Procedimiento de composición con tipos móviles con caracteres en relieve, fabricados en materiales rígidos (Figura 77). El
invento generalmente se le atribuye a Gutenberg (excepción hecha de los tipos móviles de porcelana que ya desde el siglo
IX se utilizaban en China) y, hasta hace poco, era el principal sistema de impresión. Por extensión, se aplica en la
actualidad a cualquier método para componer aunque no siga el método original, tal como sucede con los medios
informáticos.
Otra acepción de la palabra se utiliza para referirse a las cualidades de los caracteres y a todo lo relacionado con ellos
dentro del vasto campo del diseño gráfico. En la página 160 se muestran las principales denominaciones morfológicas. Pero
este campo es tan extenso que para el análisis de caracteres especiales conviene consultar monografías sobre la materia
en obras de tan excelente contenido como las de Perfect (5) , McLean o Luidl, todas ellas recomendables.
Figura 79.Principales denominaciones tipográficas acotadas sobre caracteres de la familia Nueva Romana Times (Times
New Roman) de 88 puntos
(1) SECO, Manuel; ANDRÉS, Olimpia y RAMOS, Gabino: Diccionario del español actual, Madrid: Aguilar, 1999.
Ver Texto
(2) Sistema descrito por Paul BROSSON en el artículo «La firma y su proyección geométrica», Revista Interpol, n.º 125, 1966, a partir de la idea original de
LANGENBRUCK. Posteriormente ampliado por S. V. MARGADANT en el artículo «La Grafometría. El problema de las líneas de cierre», asimismo en la Revista
Interpol, como continuación al trabajo de F. ENKLAAR en el n.º 250 de esta misma publicación.
Ver Texto
(3) Es común encontrar este signo et bajo la denominación anglosajona ampersand, que se deriva, por corrupción, de la expresión inglesa and per se and, es
decir, «y por sí mismo y».
Ver Texto
(4) Webster's New Ecyclopedic Dictionary, Black Dog and Leventhal Publishers, Nueva York: 1993, pág. 935.
Ver Texto
«Documento es todo objeto cuyas cualidades físicas o contenidos sean susceptibles de analizarse con diferentes
métodos, para llegar a establecer su autenticidad, su autoría, su estado o su origen.»
Al enunciar la anterior definición tampoco quedan fuera de los posibles contenidos del documento algunos hechos que no
son propiamente acciones personales plasmadas con voluntad de comunicación, como sería el caso de las huellas
dactilares latentes en una página, de marcas de grapas o clips, de daños o manchas, que ayudan a determinar si el
documento ha sufrido manipulación o cuál es su procedencia. En ese terreno en el que hay intervención personal, entrarían
algunas de las técnicas especiales de la Criminología (como por ejemplo la Dactiloscopia), por cuya razón queda hecha
referencia a la autoría y al origen.
A la concepción legal de documento, definida en el Código Penal con un sentido genérico, parecía sustancial introducir las
precisiones citadas, porque la labor pericial siempre parte de la duda que ofrece una pieza, sea aquélla de cualquier
género. En otras palabras: en el peritaje, documento y hecho dubitado casi siempre van unidos.
Consecuentemente con lo expuesto, habrá que admitir como objeto de peritación los especímenes manuscritos,
mecanografiados, impresos, en fotografía, etcétera, y las grabaciones en soportes magnéticos tales como disquetes, discos
compactos, cintas de vídeo, registros magnetofónicos o cualesquiera otros similares (1) .
Comoquiera que el examen de contenidos documentales no perceptibles sin ayuda de aparatos (grabaciones videográficas
o magnetofónicas) requiere de instrumentos y conocimientos específicos en cada campo concreto, se han desarrollado
áreas de investigación en Criminología que se ocupan de estos otros soportes especiales.
PARTES DE UN DOCUMENTO
Toda pieza documental (entendida según lo dicho) se compone de dos partes materiales: el continente y el contenido. En
el epígrafe anterior se ha dejado parcialmente establecido el alcance del concepto continente, al afirmar que cualquier
cuerpo puede constituirse como soporte documental, puesto que es el medio sobre el que se plasma un contenido; y del
contenido, cuando se dijo que todo tipo de técnicas mecánicas o manuales se deben admitir como creadoras de datos o
conceptos.
Aunque por demás evidente, esta separación conceptual se hace necesaria debido a que en un caso el estudio posee
connotaciones técnicas especiales que podríamos llamar estáticas (examen de papeles, de mecanografías, cualidades de
las tintas), y en otro de naturalezadinámica cuando se trata de manuscritos. Cada parte admite ser tratada separadamente
aunque los fines que se persigan sean los mismos.
Sea un examen de una u otra naturaleza, siempre tendrán un punto común: el autor. De ahí que al principio del primer
párrafo quedara expresado que materialmente el documento se componía de dos partes. En realidad, y desde otra óptica
menos material, y que al perito interesa más si cabe, el documento tiene tres componentes básicos: los dos materiales ya
referidos, y la persona o personas que lo crean o lo transforman. No por obvio puede dejar de mencionarse; tras cualquier
pieza documental (manual o mecánica) existe alguien que la produce y, como más adelante se verá, se establecen una
serie de vínculos de éste con su producción, incluso cuando su intervención es «indirecta» como en los casos de escritos
mecanográficos (2) .
CLASIFICACIÓN PERICIAL
Un documento es susceptible de clasificarse de manera múltiple, dependiendo de su naturaleza formal o física. Diferentes
ciencias se ocupan del estudio documental en función de los más diversos aspectos; por ejemplo, la Paleografía se ocupa
de los antiguos, siempre y cuando se trate de manuscritos, dado que si un contenido se halla en un monumento
(inscripción) ya es materia propia de la Epigrafía. Basta que se dé una circunstancia material específica para que
inmediatamente se adscriba a un campo científico que tiene desarrolladas técnicas propias y que sigue caminos diferentes.
En la peritación de documentos, la clasificación se atiene a otros criterios fundamentales, no interesando entrar a valorar la
riqueza de los materiales, la perfección o el descuido de su factura, ni cualquier otra cuestión similar si éstas no son
relevantes para el esclarecimiento de los hechos que interesan. Al perito le guían los criterios de autenticidad, de falsedad,
o de autoría, así como los otros reseñados en el Capítulo 1 y, a partir de ellos, se establece una clasificación básica:
documentos indubitados y dubitados.
DOCUMENTOS INDUBITADOS O AUTÉNTICOS
Suelen las dos denominaciones emplearse con un único sentido, con el que siempre se quiere concretar su naturaleza
inequívoca, de procedencia o realización indiscutibles. La utilización de otros sinónimos como incuestionables o genuinos es
igualmente válida.
En la legislación española, y concretamente en el artículo 350 de la LEC, se encuentran definidos en los siguientes
términos:
Pero aparte de cualquier consideración jurídica que pudiera hacerse sobre cada tipo de documentación, en un apartado
posterior se matizará la naturaleza de tales indubitados (según la perspectiva pericial), tanto por sus circunstancias de
realización como por las de idoneidad para su análisis, circunstancias en las que no interviene tanto el valor legal como
otras que influyen en la consecución de un peritaje eficaz. No es que algunos de los documentos referidos en la ley no sean
válidos, sino que desde la estimación pericial pueden no reunir las condiciones para constituirse en adecuados o idóneos
como base de cotejo.
AUTENTICIDAD GRÁFICA
Por escritura o firma auténticas se entienden las realizadas por una persona cuya autoría es indiscutible. Así pues, la
autenticidad gráfica es un concepto exclusivamente vinculado a la identidad de quien escribe o firma. Por tanto, la
autenticidad gráfica sólo se relaciona con los grafismos manuscritos. En Documentoscopia, la cuestión autenticidad gráfica
se adscribe a una persona concreta a través de su mano, encontrándonos con expresiones como «escritura auténtica de la
mano de don...», «firma auténtica del puño y letra de don...», «... del puño y letra de don...», o simplemente «manuscrito
auténtico de don...».
Entendida de este modo, la autenticidad gráfica no puede equipararse con igual nivel de certeza al campo de la producción
mecanográfica, puesto que el origen «indirecto» de los resultados sobre el papel no permite establecer de manera tan
indiscutible cualidades verdaderamente idiosincrásicas. La interposición entre la mano y el papel de un aparato mecánico o
electrónico no recoge, como lo hacen los útiles de escritura manual, los gestos que emanan del pulso del individuo. Y la
indeterminación aumenta tanto más cuanto mayores son los automatismos de la máquina.
AUTENTICIDAD Y AUTORÍA
Ya se estableció que la Documentoscopia, entre otras cuestiones, se ocupa de investigar la autenticidad de los documentos
o de la autoría de los mismos. En lo que a la parte gráfica se refiere, unas veces las dos operaciones van necesariamente
relacionadas (la segunda como consecuencia de la primera), y en otras ocasiones son cuestiones independientes que se
estudian de modo separado.
También la autoría se vincula a la personalidad como en el caso de la autenticidad. Consecuentemente, autenticidad y
autoría se funden siempre en su significación: si un escrito es auténtico de determinado individuo, la autoría es
indiscutible, y viceversa. La importancia de la autenticidad gráfica radica en la figura del emisor del documento en cuanto
que responsable del contenido que se suscribe o autoriza mediante su escritura o firma.
¿Dónde está entonces la distinción entre ambos conceptos? Sencillamente en el alcance que tiene la investigación de los
hechos gráficos. Por ejemplo, si la firma de un documento no está hecha por la persona que figura como titular, es decir,
esta falsificada, ¿quién es el autor de la imitación?; aquí interesa, además de la autenticidad, precisar la autoría.
Pero en muchos casos la investigación se encamina a determinar tan sólo si una firma es auténtica respecto de otra
indubitada, aunque el perito desconozca a quién pertenece la que recibe como patrón de cotejo; suponiendo que la firma
dudosa no proceda de la misma mano, concluirá que ésta no es auténtica aun cuando no concrete la identidad del
firmante. El dictamen únicamente versará sobre el carácter auténtico o no del autógrafo controvertido sin que tenga
necesidad de atribuirlo a persona alguna.
La cuestión cabe ampliarse, en los casos como el que se acaba de ejemplificar, vinculándose a otra sobre el causante, de
dos posibles modos: a) «dígase si tal firma dubitada es de la misma mano que tal otra indubitada, y de no serlo, quién
pudo haberla hecho de entre tales otras»; b) «dígase si tal firma dubitada es de la mano de don Fulano, y en caso de no
corresponder, quién de entre estas otras pudo hacerla». Como se ve, son dos proposiciones diferentes, en la que una
completa la otra, pero que no siempre van necesariamente juntas.
En los textos mecanográficos se habla de autoría mecano gráfica a la atribución de una pieza a un individuo en particular.
Ya se tratarán en otra parte las posibilidades e impedimentos para llegar a la identificación de un mecanógrafo a través de
métodos específicos.
AUTENTICIDAD, VALIDEZ, VERACIDAD
La autenticidad documental se refiere al carácter condicionante de que el documento proceda de la persona que aparece
como autor. Ahora, necesariamente, hay que enlazar con los anteriores conceptos de autenticidad y autoría gráficas que
en la mayoría de los casos van lógicamente unidos.
Por lo que respecta a la veracidad, se entiende que ésta se da cuando su contenido coincide con una realidad cualquiera
recogida en el documento.
El criterio de validez es de exclusiva competencia del campo jurídico, mercantil, etcétera. Cualquier documento auténtico y
veraz puede no cumplir las formalidades que el ordenamiento legal tenga estipuladas para una forma documental concreta,
con consecuencias jurídicas específicas que al perito no compete analizar.
FALSEDAD Y FALSIFICACIÓN
Uno de los temas que suele provocar debate jurídico cuando se trata de analizar una acción falsaria es la de estos dos
términos que en la legislación aparecen como sinónimos (3) . Los orígenes se remontan al concepto romano del falsum.
Esta palabra proviene de fallere (fallo, fefelli, falsum, engañar) y, por lo tanto, la falsedad se asocia a conductas que, por
cualquier medio, tienen como finalidad el engaño de terceros, lo cual se produce cambiando la verdad. La mutación de la
verdad, pues, está en la naturaleza de diversas conductas delictivas entre las que se encuentran el fraude y la estafa.
Tanto sobre el contenido conceptual como sobre su alcance legal, ambos términos han sido tratados por diversos autores,
concluyendo unas veces que son equivalentes y otras que son distintos y se refieren a acciones diferenciadas. Así por
ejemplo, ORTS BERENGUER (4) asegura que en nuestra doctrina penal es factible diferenciar «[...] de una parte, el
falsificar, entendido como una conducta consistente en elaborar algo a imitación de un modelo, y de otra, la falsedad, que
no es sino el resultado de aquella actividad, es decir, la cualidad del objeto así elaborado». APARICIO RAMOS (5) define la
falsedad como «poner lo falso en el lugar que debiera ocupar lo verdadero», y la falsificación como «sustitución, esto es,
poner lo falso en el lugar ocupado anteriormente por lo auténtico». Estos dos ejemplos ilustran la necesidad que siempre
ha existido de diferenciar falsedad y falsificación en los procedimientos penales.
Actualmente parece ser que se abandonan estas disquisiciones en favor de la autenticidad y la veracidad que ofrezca el
documento, y del sentido del contenido de la acción falsaria. Al respecto, CASAS BARQUERO (6) afirma que «es mucho más
preciso hablar de falsificación en su acepción de no genuino, y de falsedad de aquella de no verdadero, para indicar bajo su
primer significado la correspondencia o no de lo falsificado con la cosa que se imita, y de otro, en su segunda acepción, su
no adecuación a la realidad o a la verdad». Para QUINTANO RIPOLLÉS (7) , la cuestión es «de puro lujo léxico, puesto que
en el texto del Código español los términos de falsedad y falsificación resultan prácticamente sinónimos, siéndolo también
en el uso forense y jurisprudencial».
A efectos prácticos, y para el peritaje de documentos, se admitan o no las diferencias de sentido, el alcance es el mismo.
Tanto da que lo falso sea una creación ex novo, como que la falsificación sea el producto de alterar algo existente, puesto
que no es cuestión en la que toca al perito intervenir. Sí, en cambio, será trascendental para su trabajo que en el primer
supuesto no encuentre signos de alteración o modificación, y en el segundo halle todo un cuadro sintomático de
falsedades. Pero la situación va a venir, a buen seguro, dada por el tipo de cuestión que se va a plantear.
En cierto caso, se ponía en cuestión la autenticidad de cuatro firmas que obraban en un contrato de arrendamiento: dos de
ellas bajo el clausulado principal y dos en una cláusula adicional de subrogación, todo ello en fechas muy próximas. Las
cuatro resultaron ser auténticas, tal como mantenía una de las partes litigantes, pero las dos adicionales no correspondían
al momento en que se suponía habían sido plasmadas sino que pertenecían a una fecha muy posterior. Si desde el punto
de vista de la autenticidad gráfica, efectivamente no había engaño, sí hubo alteración en el alcance del contrato al retrasar
varios años lo contenido en la subrogación; los contenidos eran auténticos (firmas y redacción del texto) pero se
desvirtuaba parte de la cronología. Éste es un claro ejemplo de lo que cabe denominarla, desde el punto de vista pericial,
falsedad sin adulteración material.
DOCUMENTOS DUBITADOS
Así se denominan aquellas piezas documentales que a priori ofrecen alguna duda sobre su autenticidad o sobre su autoría.
Constituyen el objeto que origina la actuación pericial.
Aun pudiendo parecer que en esta clasificación se debieran incluir los documentos falsos o falsificados, en modo alguno
debe ser así inicialmente porque la presunción de falsedad puede no verse confirmada y, contrariamente, llegar a
establecerse su carácter genuino. Sólo después de los exámenes periciales se podrá afirmar si tales dubitados son o no, a
su vez, falsos o falsificados.
La condición de dubitado no significa obligatoriamente que un documento sea falso o haya sufrido alguna manipulación. En
ocasiones al perito se le consulta sobre un manuscrito o firma únicamente para confirmar una autenticidad que se sabe
casi cierta, o cuya certeza es total, pero que requiere del dictamen técnico para que su validez surta efectos. Suele darse,
por ejemplo, en la mayoría de las adveraciones de testamentos hológrafos.
DOCUMENTOS ALTERADOS
Se denomina así a cualquier pieza cuyo contenido ha sido transformado total o parcialmente respecto de su forma
primitiva, por medio de cualquiera de los métodos posibles. El sentido de alteración tiene unas connotaciones especiales,
cuales son las de desvirtuar haciendo un cambio no autorizado de la voluntad de quien lo emitió; la transformación
persigue, la mayoría de las veces, el perjuicio o el engaño de un tercero.
Una alteración no siempre supone la intervención en partes concretas del documento, porque no siempre se actúa sobre el
contenido que observamos borrándolo, sobrescribiéndolo, haciéndole inserciones, etcétera, como se ha dicho en el
apartado anterior. Piénsese en el caso de que simplemente se haya cortado parte de un documento para eliminar un
párrafo dejando invariable el resto; el fin último de la pieza documental puede haber cambiado sustancialmente de sentido
y, sin embargo, no se ha intervenido en el escrito restante. No se detectarán signos de manipulación en la parte
subsistente, pero sí en el formato del documento, y en tal caso podrá hablarse de alteración con toda propiedad aunque
exponiendo en qué consiste. Si al principio se dijo que la Documentoscopia debía ocuparse de investigar los documentos en
su totalidad, es decir, del continente y contenido, este solo caso de modificación del soporte bastaría para confirmar
aquella aserción.
DOCUMENTOS-MUESTRA
Parecería lógico hacer una equivalencia entre lo que damos en llamar documento-muestra y documento indubitado. El
documento-muestra constituye siempre la referencia fundamental que sirve para establecer hechos y características, y
compararlos con aquel otro del que se duda.
Es muy importante saber, sin embargo, que desde la perspectiva técnica no lo tomaremos como tal indubitado hasta que
el documento-muestra que se nos propone para cotejar, alcance la total certeza en ese sentido. No es raro ni infrecuente
que al solicitarse pruebas periciales el perito encuentre que el documento que se designa como indubitado ofrezca alguna
duda o no resulte idóneo; ante tal situación hay que evaluar si el patrón que se propone es o no apto para constituirse en
indubitado. Se puede decir que a un documento-muestra se le otorga la calificación de indubitado cuando, por diversas
características, entendemos que su autoría o su estado físico no merecen ninguna sospecha. La labor pericial lleva implícita
la investigación de cualquier circunstancia que se haya planteado, pero también, y por asentar nuestros análisis en bases
firmes, hay que iniciarlos despejando cualquier asomo de duda en su mismo origen.
Sobre este particular se abre un interrogante respecto a los límites de actuación del experto en documentos: ¿debe
atenerse únicamente a lo que se le pregunta?; la respuesta es doble pero no ambigua: sí y no, según con qué aspectos se
relacionen y qué coyuntura se dé. Aunque estas reflexiones se harán in extenso en otro momento, cabe anticipar que el
perito no es un sujeto pasivo que deba «creer» por principio todo lo que le es expuesto, máxime si tiene ante sí hechos
que demuestran una tesis contraria. Ya es otra cuestión el que, habiendo llegado a verificar la certeza en todos los
extremos de un documento, éste no sea adecuado para cotejar.
Los cotejos periciales sobre autenticidad, falsedad o autoría son, en regla, exámenes comparativos. Excepcionalmente no
existirá la necesidad de comparar si lo que se pone en tela de juicio es una posible alteración o manipulación material
específicas de un único documento. No obstante, la actuación pericial tendrá, la mayoría de las veces, un documento
referente del que extraer todo tipo de fenómenos para compararlos con otro dudoso.
¿Por qué se ha acuñado una denominación diferente para aquellos documentos que se supone han de ser la base del
cotejo, es decir, indubitados? ¿Acaso al perito no le sirve esa denominación que, por otra parte, es la que se cita en las
leyes? La respuesta a ambas cuestiones es no, y conviene matizarla. No es que el experto en documentos deba abandonar
un término que está consolidado y que, además, responde perfectamente a la condición que tienen generalmente los
documentos de referencia. Pero la experiencia demuestra que hay casos en los que la supuesta seguridad no se ha
cumplido y que también en algunos supuestos la pieza exhibida como auténtica para cotejo era, justamente, la falsa.
Téngase en cuenta, por ejemplo, que los documentos de identidad se falsifican y que tanto en éstos como en otros
documentos de similar origen oficial, supuestamente con garantías, pueden cometerse falsedades. Tales fueron los hechos
relacionados con un testamento abierto, en el que la firma no estaba hecha por el testador, aun cuando parecía estar
garantizada por la fe pública notarial. Ante los notarios o corredores de comercio comparecen las personas exhibiendo su
documento de identidad (DNI, pasaporte, etcétera) y estos fedatarios así lo hacen constar porque no están en condiciones
de garantizar que tales credenciales sean genuinas.
Según lo expuesto, el documento-muestra es una pieza que la mayoría de las veces cumplirá la cualidad de indubitado,
pero excepcionalmente es posible que no sea así. Por ello, la cautela debe estar siempre presente en la actuación del perito
incluso en lo que se refiere a este punto de partida. Quizá parezca extremada la postura, pero hay que insistir en que la
razón de que pericialmente haya que matizar el concepto no es otra que el producto de la experiencia directa fundada en
casos reales.
APTITUD DEL DOCUMENTO-MUESTRA
Trabajar con piezas de comparación para cotejarlas con otras dudosas es la labor más común en el quehacer pericial. Es
trascendental que el perito, si tiene opción a ello, sepa elegirlas porque de su correcta selección va a depender en gran
medida, no ya la facilidad para desarrollar el trabajo, sino la posibilidad de investigar todos los extremos necesarios y
obtener la garantía de llegar a conclusiones certeras. De ahí la importancia de conocer las características esenciales que
deben reunir:
Naturalmente, éstas son las condiciones teóricas e ideales que deben perseguirse como punto de partida. Posteriormente
será preciso considerar cuáles son las circunstancias que rodean el caso para tratar de llegar a conseguirlas dentro de lo
posible. Ya veremos que de la teoría a la práctica median muchos obstáculos que no permiten siempre su total
consecución; con todo, no deben olvidarse, y debieran constituirse en exigencia permanente para el perito.
DOCUMENTOS ORIGINALES
Con frecuencia, el perito encuentra el obstáculo de no disponer de la documentación original para realizar el trabajo y en
su lugar se le entregan fotocopias para que revise o evalúe, en un primer momento, un determinado caso, e incluso que
dictamine sobre ellas. Este requerimiento no es suficiente en la mayoría de los casos de identificación, dado que sólo el
documento original contiene toda la información que se precisa para no quedar en la duda o, en el mejor de los casos, para
no cometer errores (Figura 80).
Figura 80.Las fotocopias en general, pero las de deficiente calidad en particular, favorecen la comisión de errores. La
imagen superior corresponde a una copia con manifiestas deficiencias con la que un perito hizo su trabajo. Obsérvense las
alteraciones y deformaciones de todo tipo que ha sufrido la palabra respecto de la apariencia original (aparte ya el hecho
de la confusión que crean las múltiples anotaciones que insertó)
Al afirmar «en la mayoría de los casos» se debe a que en determinadas circunstancias es la misma fotocopia el objeto de la
investigación. Ya se tratará el peritaje de esta clase de copias y de sus problemas específicos. Actualmente, la relativa
facilidad para fotocopiar con técnica láser cambia algo el panorama de las fotocopias. Este sistema de reproducción es
capaz de registrar mayores matices que las xerocopias convencionales y se acerca notablemente a la calidad fotográfica,
favoreciendo mucho más un eventual trabajo sobre ellas. Pero tampoco es un sistema que se haya extendido hasta el
punto de que exista en dependencias judiciales, despachos profesionales, etcétera, y desde esta consideración se trata de
una rareza. Donde han alcanzado difusión ha sido en los centros de reprografía. Con todo, en las fotocopias láser siguen
quedando sin reflejar la totalidad de las cualidades del original, razón por la que, a pesar de la mejora, ha de procurarse la
observación directa.
AUTENTICIDAD DE LA DOCUMENTACIÓN
Decir auténtico vale decir indubitado. Pese a todo lo comentado acerca de este extremo, en la práctica no siempre será
fácil saber hasta qué punto los documentos poseen tal certitud, particularmente en aquellos que no tienen carácter público.
A estos efectos encontraremos mayores garantías en los emitidos por las autoridades públicas competentes (pasaportes,
documentos de identidad, permisos de conducir) cuyo contenido acredita la personalidad de un individuo. En tales casos,
se estará en condiciones de aseverar que tal documento es de la autoría o no de cierta persona, porque se cuenta con la
certeza de su personalidad.
Los restantes documentos-muestra tienen un tratamiento diferente. La ley admite como indubitados aquellos que haya
reconocido la parte a la que pudiera perjudicar. Aquí la certidumbre de autenticidad emana de la declaración o de la
confesión en juicio (generalmente del interesado), y sobre dicha certidumbre el perito podrá llegar a establecer la autoría.
Un tercer supuesto se da cuando el patrón de comparación es también un documento privado y la garantía de realización
del documento indubitado se basa en la manifestación de que es así por parte de quien facilita la muestra; no constándole
fehacientemente al perito que la firma o manuscrito indubitados sean de la persona de quien dicen ser, la conclusión que
emita deberá ser, cuando menos, cautelosa en cuanto a la identidad de la persona, y expresada en términos condicionales
sobre ese extremo.
Como se deduce, las conclusiones se encuentran estrechamente dependientes de la seguridad en el origen de los
documentos que se exhiben. El experto debe exponer con claridad en sus informes el carácter de éstos, conforme a lo que
se le ha facilitado para realizar su tarea, haciendo las salvedades que sean procedentes en cuanto a la identidad del autor
de la escritura o firma.
DOCUMENTOS IDÓNEOS O APTOS
Por documentos idóneos se entienden aquellos que están realizados en iguales condiciones que los dubitados: formato,
clase de papel, tipo de útil, etcétera. Ésta es una regla general deseable, que se tendrá en cuenta especialmente en los
casos en que hayan de tomarse cuerpos de escritura o muestras mecanográficas hechas ex profeso para cotejo.
Con todo, por el hecho de que dos documentos no presenten idénticas condiciones de realización, no es causa suficiente la
mayoría de las veces para rehusar cualquiera de ellos. En los manuscritos o en las firmas existen tantos factores
susceptibles de analizarse, que será raro el caso en que, a pesar de existir desemejanza entre sí, no se presten a ser
comparados y a obtener suficientes datos con los que emitir un parecer técnico. Sí será pertinente hacer referencia en el
dictamen a los posibles inconvenientes que surjan de las disimilitudes, y concretamente qué aspectos gráficos se ven
afectados o, eventualmente, invalidados.
Existen varias razones de peso que aconsejan observar la equivalencia física en la comparación de un documento:
Algunos factores gráficos se ven modificados según el útil de escritura que una misma persona utilice. Si bien es cierto que
hay escribientes que no alteran en absoluto su grafismo, sin importar el útil que manejen, también es común hallar que
muchas personas varían de forma drástica la escritura en función de aquéllos, ya por falta de costumbre en el uso de uno
de ellos, ya por razones de gusto personal.
Las cualidades del soporte actúan fortuitamente sobre las calidades gráficas. Papeles más satinados o más rugosos
provocan que ciertas personas cambien el trazado. Es posible que un papel cuadriculado o pautado haga al escribiente
ajustarse a las líneas haciendo desaparecer o cambiar la expresión de su tendencia natural en cuanto al modo en que
normalmente las proyecta.
El factor espacial también se revela como condicionante en la comparación de documentos. No se mueve igual un sujeto
en un amplio espacio gráfico que ante otro reducido o previamente configurado al cual debe ceñirse.
Como enseguida se deduce, las condiciones puramente físicas en que se desarrolla la escritura intervienen en el resultado
final del grafismo, y de ahí que deba perseguirse la identidad de tales condiciones.
La mayor proximidad entre varios documentos acrecienta el número de factores que se pueden investigar y, por tanto,
aumentan las posibilidades de un resultado inequívoco.
CONTEMPORANEIDAD
Los patrones para cotejo deben cumplir, a ser posible, el principio de contemporaneidad. Esta condición debe entenderse
adecuadamente, habida cuenta del especial sentido que tiene en lo gráfico. Se entienden como escritos coetáneos
(contemporáneo, equivalente en época) los que se han realizado muy próximos en el tiempo. La primera cuestión que se
suscita es: ¿se puede establecer el momento en que se realizó un grafismo? Según se verá en otra parte al hablar de la
escritura manual, el grafismo está sujeto a variaciones naturales o evolutivas que acontecen en el transcurso del tiempo.
Precisamente el requisito de contemporaneidad es deseable para evitar la presencia de dichas variaciones. Sin embargo, a
la vez que inconveniente, tales cambios gráficos pueden transformarse en datos muy útiles para determinados fines.
Los cambios gráficos suelen suceder en lapsos extensos, mensurables en años, deviniendo en cambio de formas,
simplificaciones u omisiones (Figura 81). Por tal causa, el criterio de contemporaneidad es relativo en cada situación
particular: depende del nivel cultural de la persona, de la fase de la vida en la que se encuentre, de los factores endógenos
o exógenos que le estén afectando. Apenas un año de diferencia en la escritura de un adolescente hace que su estructura
pueda mutarse notablemente. Entonces ¿para qué sirve la cautela de la contemporaneidad? Particularmente en las
escrituras de personas que se encuentran en su madurez gráfica, los grandes períodos de tiempo apenas introducen
cambios significativos; por lo tanto, dos documentos de ella tendrán un valor equiparable a este respecto. La valoración de
otras circunstancias (escaso nivel gráfico del individuo, ancianidad, enfermedad...) llevará a utilizarlos o desistir de hacerlo,
conforme a otros indicadores gráficos que supongan graves obstáculos para la evaluación correcta.
Alguna vez se pueden resolver muchas dudas sobre una firma o texto dubitados al contar con patrones que abarcaban un
período de tiempo muy extenso, hecho que en vez de ser inconveniente resulta provechoso. La transformación de varios
elementos era una ayuda para demostrar que una firma se había imitado, y que, además, para dicha imitación, se había
tomado un modelo de tiempo atrás, habida cuenta de que su autor había dejado de realizar en determinada época algunos
accesorios gráficos que se presentaban en los documentos dudosos.
Figura 81.Los cambios en la firma de una persona joven son a veces tan notables como los que aquí se presentan. El
lapso de seis años ha influido notablemente en la transformación de numerosos aspectos: concentración, número de
elementos, inclinación, organización...
En suma, la valoración en la proximidad o lejanía temporal deberá establecerse con total flexibilidad no sólo por las
características que tenga un conjunto gráfico en particular, sino también en función de los fenómenos que interese
averiguar.
Si es cierto que al enumerar los requisitos de aptitud para el cotejo de especímenes se deseaba la proximidad temporal (lo
que sigue siendo válido en la mayor parte de los casos), procede ahora incluir, o por lo menos no desechar
sistemáticamente, la lejanía entre fechas. Conseguir uno u otro tipo de muestras se convertirá o no en necesidad según el
problema que haya que resolver.
CUANTÍA DE LOS DOCUMENTOS-MUESTRA
La experiencia obliga a decir que habitualmente se le ofrecen al experto pocos documentos para comparar; la mayoría de
las veces uno solo. Es evidente que la disponibilidad de una sola pieza indubitada representa ciertos inconvenientes que
dejan al perito en la duda de tratar algunos aspectos, no sabiendo si éstos son accidentales o habituales del escribiente. Lo
mismo cabe hacerse extensible a las dubitadas.
Si un solo documento no es lo óptimo, ¿cuántos de ellos se precisan para llevar a cabo pruebas periciales adecuadas? La
primera respuesta que puede darse es, «cuantos más, mejor». A partir de esta afirmación genérica se pueden dar algunas
orientaciones más concretas, porque no siempre manejar grandes cantidades de documentos facilita las cosas:
Las cualidades gráficas del escritor son altamente determinantes. El nivel de destreza, el grado de estabilidad o variación
pueden facilitar el trabajo con pocos documentos o, por el contrario, impedir un análisis fiable a partir de una sola
referencia.
La naturaleza del contenido también determina el número necesario de muestras. Por ejemplo, para establecer la autoría
de un anónimo se hace imprescindible contar con más especímenes indubitados que para realizar un cotejo de escrituras
espontáneas.
Si el documento dubitado se relaciona con un indubitado de la misma época, generalmente bastará con pocos de cada
clase. Si son de momentos muy distantes, habrá que proveerse de gran cantidad de muestras indubitadas para extraer del
conjunto de ellas cada una de las peculiaridades que aparezcan en las dubitadas.
El formato del documento y el tipo de útil demandarán, casi con seguridad, una elevada cantidad de originales por las
causas anteriormente explicadas.
Determinados fenómenos que aparecen en la escritura, relativos al estado físico de su autor, son a menudo obstáculos
insalvables para conseguir un criterio cierto, incluso contando con un alto número de documentos. Como en otros
aspectos, también este hecho cambia su significación y se transforma en una ayuda inestimable, si ciertas condiciones
anómalas del pulso son suficientemente peculiares para la identificación de un mismo origen. Tanto si se trata de un
fenómeno transitorio como si es estable, se requerirá una extensa remesa de muestras para confirmar la permanencia o
las alternancias del fenómeno de que se trate.
EL ANÁLISIS EN EL LABORATORIO
Investigar un documento con profundidad requiere, en general, la utilización de medios que no se pueden emplear en otra
parte que no sea donde el perito tiene su centro de trabajo.
Aún más se acrecienta esta necesidad si los problemas que ha de resolver son de tal naturaleza que precisan de elementos
que no se trasladan con facilidad.
El problema de la cesión de documentos originales al perito encuentra escollos en las instancias judiciales en alguna
ocasión; no siempre los Juzgados son proclives a entregar las piezas originales. Sin querer entrar en debate por ahora, lo
que sí procede afirmar taxativamente es que no se pueden dar soluciones a determinados interrogantes revisando los
documentos en sede judicial donde no hay espacio, iluminación, ni condición alguna favorable para la más elemental y
fiable de las observaciones.
La labor analítica requiere concentración y sosiego. Demanda tiempo, porque a veces las respuestas no se revelan en un
primer momento. Investigar comporta emplear sucesivos medios materiales que requieren espacio y extensa labor para
descubrir o confirmar hechos que a ojo desnudo no son del todo perceptibles. La idea generalizada de que el perito,
provisto de una lupa o un cuentahílos, es capaz de dar soluciones a vuelapluma y de forma instantánea hay que
desterrarla terminantemente.
Si en las instancias judiciales el perito encuentra a veces dificultades, en algunas notarías los obstáculos llegan al límite de
lo imposible. Nunca un notario entrega un protocolo. Es más, únicamente por mandato judicial exhibe y, si así
explícitamente se recoge en el mandamiento, permite fotografiar la firma de que se trate. Y lo mismo ocurre en el Archivo
de Protocolos Notariales. Tales impedimentos y deficiencias para llevar a cabo un análisis hacen que esta fuente de
especímenes (además de otras) se convierta en algo menos valioso y cómodo de lo que en principio pudiera parecer.
Es convicción personal el que sólo en la situación más favorable, y después de haber consultado las piezas el tiempo
suficiente y de haberlas fotografiado, procede aceptar la realización de un dictamen al que rodean a esta clase de
inconvenientes. Naturalmente es una postura subjetiva, pero asentada en años de práctica y de comprobar que sin el
empleo de ciertos medios no es factible conseguir respuestas satisfactorias. Piénsese, sobre todo, que el perito no busca
dar ni quitar razones, sino obtener conclusiones certeras, sean éstas las que sean, porque es, en definitiva, lo que se le
está demandando.
TIEMPO SUFICIENTE PARA EL ANÁLISIS
Como en tantos otros aspectos, lo óptimo es disponer de la documentación original el tiempo que sea necesario para llevar
a cabo la investigación, y así poder revisarla repetidas veces. No siempre el primer análisis da las claves para la resolución
del problema. Si no se consigue este estado idóneo, sí al menos hay que poder revisar tales originales (dondequiera que se
encuentren) y tomar todas las notas que se precisen para elaborar el trabajo más tarde. En parte, el problema de la
consulta se puede paliar fotografiando o filmando los documentos, ya que estos medios de reproducción son los más
apropiados para trabajar a falta de la pieza original. De ello se trata en otro capítulo especial.
Debido al número de requisitos enumerados, no puede decirse en sentido genérico qué posibilidades tendrá el perito de
realizar con éxito su labor. Eso es algo que tendrá que valorar después de un estudio preliminar de los especímenes y, a
tenor de los resultados, aceptar o rehusar el trabajo. Empecinarse en realizar un peritaje donde todas las circunstancias
van a contracorriente, no es ni de sentido común ni pericialmente correcto.
Desde el inicio del epígrafe Aptitud del documento-muestra la atención se ha centrado tan sólo en los documentos con
contenidos manuscritos. Nótese que los requisitos para la idoneidad de las muestras giran principalmente en torno a las
variaciones que de diferente naturaleza puede experimentar el escribiente.
No se han dejado de lado los que tienen mecanografía, esto es, contenidos de impresoras y otros análogos. Las máquinas,
aunque también cambiantes, poseen una innegable mayor estabilidad, pese a los posibles defectos y desgastes físicos que
el tiempo opera en ellas. Todas sus características y problemas específicos merecen tratamiento aparte en otro capítulo
bajo el título El cotejo de escrituras impresas.
OBTENCIÓN DE MUESTRAS PARA COTEJO
Por regla general los documentos le vienen determinados al perito y debe ceñirse al material que se le señala.
En algunas ocasiones es el experto el que interviene directamente en la designación de los indubitados de los que se
servirá en su tarea. Suele ocurrir esto último cuando quien solicita las pruebas es un particular o una empresa y,
ocasionalmente, en la administración de Justicia. En el primer caso siempre ocurre que el solicitante de los servicios
periciales proporciona cuanto tiene a su alcance, y a requerimiento del experto trata de conseguir cuanto es menester para
facilitarle la labor.
Aunque se tratará más extensamente esta problemática, puede adelantarse ahora que también en los Juzgados es posible
solicitar la aportación de nuevos documentos, o la designación de otros indubitados que en principio no estaban señalados,
si el perito manifiesta que los disponibles no son suficientes o no reúnen las condiciones de aptitud necesarias para la
práctica de la prueba.
Los fondos donde conseguir documentos para cotejo pueden ser de diverso origen, si bien los principales se encuentran
en:
• Protocolos notariales.
• Archivos del DNI.
• Pasaporte.
• Documentos bancarios intervenidos por fedatario público.
• Documentos privados presentados ante organismos oficiales.
• Cuerpos de escritura a presencia judicial.
• Documentos obrantes en otros autos o sumarios.
Protocolos notariales
Dado que cuentan con el respaldo de la fe pública, este fondo documental constituye una de las bases ciertas para el
cotejo de firmas: los intervinientes se identifican en su comparecencia ante el notario en el momento en que se celebra el
acto.
Además de este carácter sustancial, se complementa con otro, cual es la espontaneidad en la ejecución; en la mayoría de
los casos quien plasma su firma en un documento notarial lo hace con el deseo de que el negocio de que se trata sea
notorio, y tiende a realizar su firma con decisión, espontaneidad y de la manera que acostumbra a hacerlo (aunque en este
acto, que generalmente se considera solemne, puede también estamparse una firma más completa que en otros trámites
comunes).
Suele, por tanto, ser una fuente útil a la que acudir, con garantías de autenticidad.
Archivos del DNI
Se trata igualmente de una fuente inestimable de firmas auténticas para realizar comparaciones, pero presentan ciertos
inconvenientes. Como en el caso anterior, las fichas que se custodian en la Dirección General de la Policía es uno de los
fondos gráficos que solucionaban multitud de veces la carencia de otros medios de los que obtener material indubitado.
Puede objetarse el hecho de que solamente son firmas, lo que en ocasiones es de escasa utilidad si de los que se trata es
de cotejar textos. Por otra parte, representa un inconveniente el que la ficha donde se estampa la firma tiene unas
dimensiones de tan sólo 47 × 15 mm, lo que comporta casi siempre mayor labor investigadora y la necesidad de explicar y
demostrar más ampliamente algunos aspectos particulares relacionados con las modificaciones debidas a esa escasa
disponibilidad espacial a la que tiene que acomodarse el autógrafo.
En la actualidad coexisten dos modelos modernos: uno se ha venido expidiendo hasta el año 2007, y otro electrónico «de
última generación» más avanzado que el anterior en lo que a sus medidas de seguridad se refiere y que incorpora un chip
donde se almacenan los datos del titular. En ninguna de las dos credenciales las firmas son originales sino reproducciones
digitales en las que se pierden matices sustanciales; la imagen se convierte en un trazado «plano», monótono e
impersonal, de modo que todo los autógrafos tienen como rasgo común una apariencia neutra y mecánica, aunque en el
modelo más actual mejora algo la burda reproducción de la anterior (Figura 82). Si ambos documentos han ganado
seguridad frente a la falsificación, han perdido para los peritajes gran parte de su validez y su provecho ha quedado
reducido a la obtención de una referencia vaga y ciertamente imprecisa, de donde extraer muy pocos datos aprovechables.
Ambos han perdido para el perito el valor de antaño, al tener una firma que no corresponde a la estampación directa por la
mano del titular. En la nueva credencial la firma no es original, sino una reproducción digital a baja resolución en la que se
pierden datos sustanciales; la imagen se vuelve «plana», monótona e impersonal, de modo que todos los autógrafos
tienen en común una apariencia neutra y mecánica. Si el nuevo documento de identidad ha ganado en seguridad frente a
la falsificación, ha perdido para los peritajes toda su validez gráfica y ha quedado reducido su provecho a la obtención de
una referencia vaga y ciertamente imprecisa, de donde extraer muy pocos datos útiles. Hoy sólo deberían utilizarse en los
peritajes como apoyatura de otras firmas originales; y especialmente en los casos de cuerpos de escritura a presencia
judicial para comprobar que la firma que se realizan en ellos concuerdan, grosso modo, con la que aparece en estos
documentos oficiales.
Pasaporte
Esta otra acreditación aporta, como el DNI, la virtud de su carácter indubitado, hechas las salvedades sobre su posible
falsificación.
Respecto del DNI tiene la ventaja de que aún la firma es un autógrafo directo (Figura 82) y que el área habilitada para
estamparlo es mayor; de este modo, las eventuales deformaciones debidas a la carencia de espacio son de menor
repercusión. Mientras el pasaporte conserve sus actuales características es preferible acudir a esta fuente indubitada.
Figura 82.En las dos filas superiores, detalles pertenecientes a los dos modelos de DNI donde la firma se encuentran
escaneada (a tamaño real y al 200%, respectivamente). En las dos filas inferiores, pormenores pertenecientes al pasaporte
de la misma persona con iguales escalas de reproducción. Si bien en el modelo electrónico más moderno han mejorado los
detalles, aún están lejos de tener la utilidad de la firma directa del pasaporte (al que aún no le afecta la tecnología de
vanguardia)
Facsímiles bancarios de firmas
El inicio de una operación bancaria y su operativa posterior requiere la firma de uno o varios documentos para que el
cliente pueda hacer disposiciones de fondos, cursar órdenes de pago, etcétera. Estos primeros trámites y otros ulteriores
suelen proveer a las entidades de crédito de un cierto fondo documental al que se puede recurrir en situaciones muy
particulares.
Sin embargo, un primer obstáculo que surge cuando hay que hacer uso de estos documentos privados, es que como
norma general la Banca no permite el acceso a ninguno de ellos para salvaguardar el secreto que le obliga ante sus
clientes. En consecuencia, y a menos que sea precisamente la entidad financiera quien solicite la prueba, la exhibición de
estos documentos sólo la realiza por mandato judicial.
Otro hecho igualmente problemático que no se debe descartar, es el posible ánimo de engaño desde el origen, es decir,
que desde un principio todas las operaciones bancarias tengan como objetivo el fraude y, en consecuencia, este material
resulte tan dudoso como otro cualquiera. No se suele recurrir a estos facsímiles a menos que, faltando otros más
accesibles y fiables, no quede otra opción que usarlos con carácter sustitutivo.
Con todo, hay formularios cuya cumplimentación requiere, además de la firma, rellenar datos más extensos en los que se
incluyen fragmentos cortos de texto, cifras y signos. En ocasiones, la recopilación de varios de estos fragmentos y las
firmas proveen muestras bastante amplias de las que extraer buen número de fenómenos útiles.
Las cautelas frente a estas muestras no son muy distintas de las que es preciso observar en otras piezas parecidas: fecha
real de realización, influencia de los casilleros impresos y de las líneas sobre las que escribir los datos, calidad del soporte.
Documentos privados
En esta categoría general se incluye cualquier pieza escrita o firmada, sea cual fuere su formato, origen, intención y
destinatario. Dependiendo del tipo de investigación que se deba realizar (textos, firmas o ambos) estas fuentes
documentales (por lo general de muy variado origen formal y temporal) suelen proporcionar información del escribiente
amplia y espontánea como ninguna otra.
Acerca del carácter de este tipo documental cabe hacer un primer enunciado a modo de premisa general: cuanto menos
valor «oficial» tenga la pieza, tanta más valía posee en cuanto a su naturalidad, y tanto mejor sirve a los propósitos de
identificación. Piénsese, por ejemplo, en la agenda personal de un individuo en la que ha ido reflejando anotaciones a lo
largo de un año. El carácter privado que seguramente tendrá, hará que el grafismo sea espontáneo y desenvuelto: el
sujeto está consigo mismo y no necesita adoptar ninguna postura ante los demás, aflorando su grafía característica; en él
aparecerá, con toda seguridad, la más amplia gama de cualidades debidas a diferentes estados de ánimo, diversidad de
matices del dinamismo en su ejecución, variabilidad en las formas; en suma, se podrán reunir todas las tendencias y
hábitos que le son propios. Si, además, abarca un lapso como el citado, se constituirá en el instrumento óptimo para
conseguir alguna certeza de la índole que sea (afirmar o refutar).
Pero también su carácter de documentos no oficiales ni solemnes choca con el grave obstáculo de no ser indubitados. En
determinadas circunstancias sí son admitidos, y ante ellos el perito lo único que puede hacer es juzgar su idoneidad,
quedando a lo que la dirección letrada del caso o el Juzgado dispongan.
Cuerpos de escritura a presencia judicial
Constituyen un recurso que se impone en determinados procedimientos judiciales como único medio, que no cabe
sustituirse por otro tipo de muestras. Los escritos o firmas así obtenidos son verdaderamente ingratos en todos los
sentidos por las circunstancias que generalmente los rodean.
La razón de que se realicen los llamados en la ley cuerpos de escritura, obedece la mayoría de las veces a la necesidad de
que determinada persona, que niega una firma o texto, comparezca ante el Juzgado porque no existe ningún manuscrito
indubitado de su mano aportado al procedimiento.
Aquí se presenta el primer escollo de la situación: el sujeto al que se le solicita la formación del cuerpo de escritura lo
hace, por lo general, contra su voluntad. De ello se derivan multitud de fenómenos que desvirtuaran, en diferente grado,
su modo natural de conducirse, lo que obliga al perito a seguir ciertos recursos para obtener una muestra fiable y de
alguna utilidad para el posterior análisis. Toda suerte de modificaciones cabe esperarse de la escritura del incriminado al
que se cita judicialmente. La experiencia enseña que en este acto se dan dos tipos de situación diversos: el sujeto quiere
colaborar y se presta de buen grado a la prueba; y, como contrapunto, el sujeto es renuente y aun desafiante.
En la primera situación, el compareciente tiene el temor a no hacerlo bien, a que el perito «no sea capaz de ver la
verdad», y tiene, a su pesar, un comportamiento agitado o confuso. Por otro lado, no tiene costumbre de encontrarse en
un Juzgado o piensa que se le da igual trato que a un delincuente, hecho que también afecta a su estado anímico. En el
segundo supuesto, la desenvoltura y aun el desparpajo le permiten escribir o firmar con rapidez e incluso con precipitación,
haciendo alarde de la contrariedad de su postura y de lo «innecesario» de la prueba; el resultado gráfico suele ser un
manuscrito deshecho, deformado, ilegible y siempre de dudosa calidad. Si ante un escribiente remiso puede el perito
intentar que agilice su ritmo, ante otro que rasguea con precipitación deliberada la utilidad de la prueba queda seriamente
comprometida.
Es convicción personal fundamentada en la experiencia, que las muestras obtenidas para cotejo sin haber estado presente
el perito suelen adolecer de carencias importantes. Por lo regular, a los funcionarios de los Juzgados les parece suficiente
dictarle al compareciente el artículo de algún código, el texto de un periódico, etcétera, sin considerar extremos cruciales
para el cotejo: que aparezcan cifras, signos, u otros contenidos específicos que hay en el documento dubitado; que la
extensión sea suficiente; que la postura sea la apropiada; y así toda una gama de matices importantes de cara a la
investigación. Por tal causa, los cuerpos de escritura hechos en ausencia del experto es menester examinarlos con
detenimiento para saber si son aptos para su labor.
Supuesto el caso de que sea pertinente la formación del cuerpo de escritura (sea firma o texto), para que la muestra que
se va a tomar tenga un mínimo grado de aprovechamiento en el posterior trabajo de cotejo, hay que observar algunas
reglas fundamentales:
Normas preliminares
La preparación de un papel de iguales dimensiones que el dubitado, para acercar su formato lo más posible al formato de
éste. Si en el documento cuestionado hay antefirmas o casilleros que predeterminen la ubicación del autógrafo, deben
reproducirse con la mayor exactitud; por ejemplo, se emplearán originales o fotocopias de letras de cambio si las firmas
objeto de estudio están plasmadas en el libramiento o en el acepto, porque de este modo se conservará el principio de
equivalencia del formato.
Las planillas para la obtención de las muestras deben contener cuadrículas o renglones si los dubitados los tuviesen, de
modo que sea posible comparar el comportamiento que muestra el escribiente sobre papel pautado respecto al texto
dudoso.
Para la escritura se debe emplear un útil de escritura semejante al que se utilizó para manuscribir el documento dubitado.
La igualdad de útiles posibilita una comparación más profunda de las propiedades de los trazos.
Modo de obtener la muestra de una firma
Para la obtención de una firma se le entrega al compareciente un papel en blanco sin otra indicación que «firme varias
veces», lo que permitirá observar un primer hábito: cómo ocupa el espacio disponible y dónde se sitúa, cualidades poco
sentidas cuando se acomete la tarea de escribir; no conviene que el firmante haya visto anteriormente la firma dubitada,
tanto para prevenir cambios de cualquier peculiaridad (si tal fuese lo probable) como para evitar influirle (si la firma nada
tuviere que ver con él).
Dejárselo sobre la mesa o entregárselo en propia mano permite saber cómo acomoda el papel antes de manuscribir. Este
aspecto es importante en la evaluación de la inclinación escritural: basta que la hoja se gire más o menos hacia un lado
concreto para que el aspecto de la firma dé la impresión de verticalidad o con apariencia tumbada; y lo mismo sirve para la
composición de un texto.
Tras retirar este primer documento, hay que facilitarle otro igual y nuevamente se le instruye en el mismo sentido, para
obtener una nueva serie de firmas. Si en el primer documento ha intentado desfigurar la grafía, «copiándose a sí mismo»,
ahora no tendrá ese punto de referencia para hacer lo mismo. Se obligará a producir otros gestos o habrá de recurrir a
diferentes rasgos, con lo que plasmará mayor riqueza de factores.
Ante una eventual falta de colaboración, clara reticencia a firmar o manifiesto afán por desfigurar los grafismos, se hará
necesario repetir la muestra varias veces de modo que en sucesivas series de autógrafos o textos vaya dejando registradas
el mayor número de características; la repetición de las muestras quedará a criterio del perito según vaya evaluando los
resultados a medida que los obtenga.
No es aconsejable desde ningún punto de vista poner en práctica el intento (que algunos peritos emplean de que el
compareciente «imite la firma objeto de duda lo mejor que pueda» y aún mucho menos que «trate de falsificar o deformar
su propio autógrafo». Si constitucionalmente ambas solicitudes son inaceptables, desde el punto de vista pericial los
resultados servirían de muy poco.
Modo de tomar muestras de escritura
Tras entregar una hoja en blanco al interesado (con el formato y los contenidos impresos que correspondan), se indica el
tipo de letra que debe hacer (cursiva, tipográfica, cantidades en cifra o en letra) aunque sin instruirle sobre la ortografía.
Se hará un primer dictado acomodándose el perito al ritmo del escribiente, al que irá observando mientras lo realiza. Le
dará así la oportunidad de modificar gestos o construir formas que no le son propias. Deberá firmar después del texto
dictado, hecho lo cual se le retira.
Nuevamente le dictará el texto preparado, esta vez con rapidez para no darle tiempo a pensar en las formas y hacer que
surjan sus gestos idiosincrásicos. A tal fin conviene aclararle que deje sin completar o sin perfeccionar aquello que no le
sea posible hacer por razón de la velocidad.
Hacer que el escribiente aumente la rapidez del dictado no siempre es posible. Algunas personas simulan torpeza con tal
empecinamiento que no hay modo de obligarles a seguir un dictado mínimamente ágil.
El seguimiento metódico de estas pautas esenciales permitirá apreciar en la mayoría de los casos ciertos aspectos gráficos
pero otros se perderán irremediablemente. Aunque al respecto de cómo hacer la toma de escrituras se ha tratado de hacer
un método genérico, sin embargo, cualquiera que sea éste hay que adecuarlo a la práctica personal; ésta se revela muy
valiosa, porque no siempre se dan las condiciones teóricas adecuadas para su realización. Sucede con frecuencia, por
ejemplo, que el escribiente se ve forzado a hacer la prueba en la mesa de un Juzgado donde apenas hay sitio; que,
además, se procura que el perito acabe rápidamente.
Si bien sobre estas normas genéricas todos los expertos están de acuerdo, hay otras facetas que afectan al propio perito
en su modo de conducirse que habitualmente no se citan y que parecen imprescindibles, porque además de mejorar la
muestra procuran la menor interferencia posible de efectos indeseados:
Hay que plantearse el trabajo con calma y presencia de ánimo. No será raro que, bien el sospechoso, bien alguno de los
concurrentes se dirija al perito en tono desagradable, como si tuviera interés personal en inculparlo. Procede mantener el
tono de conversación inmutable, sin dejar de ser correcto y, a ser posible, amable.
Se ha de procurar que el escritor tenga la suficiente comodidad y espacio para realizar el escrito, y para evitar
circunstancias accidentales inesperadas.
Entre la toma de una muestra y la siguiente es aconsejable actuar con parsimonia para provocar el olvido de cualquier
maniobra anterior que haya intentado (alterar o inventar formas).
La preparación del texto debe construirse con sumo cuidado porque de ello depende la obtención de suficientes signos de
espontaneidad o no y, consiguientemente, proporcione el mayor número de elementos que cotejar. Se revela más útil un
texto bien preparado que la copia del dubitado, como lo acredita la experiencia de haberse realizado una y otra cosa. La
copia del texto le da a la persona pautas fáciles para cambiar las formas que observa, mientras que el dictado proporciona
algo más de desorientación en este sentido obligándole a «crear», a actuar improvisadamente. Ante una distribución
concreta del texto puede el escribiente desarrollar semejante táctica, referencia que al dictado le faltará, y organizará el
escrito según sus propios hábitos (sangrado de párrafos, puntos y aparte, ubicación de la firma). Por otra parte, la
redacción de un texto en apariencia banal o corriente, semejante a lo que puede ser una noticia de prensa, lejano al
contenido del documento dubitado (que seguramente el sospechoso conoce bien) suele producir perplejidad (suele
manifestarlo), favorece que se «abandone» parcialmente a la tarea que le parece inútil y sin sentido.
Es sustancial que el texto recoja lo más característico que se haya observado en la grafía dubitada. Por ejemplo, enlaces
inusuales, mayúsculas adornadas, letras especiales, términos peculiares. En consecuencia, se impone un estudio minucioso
previo del documento dudoso para confeccionar un texto en el que el compareciente se vea obligado a construir palabras y
frases en las que, de forma poco aparente, queden incluidos grupos silábicos homólogos, nombres propios parecidos, letras
particulares en ciertas ubicaciones.
Resulta muy conveniente observar la realización de la escritura, si se trata de un texto, porque en determinadas palabras o
letras puede el escritor mostrarse más indeciso. Ocurre que algunas personas se inhiben ante ciertas palabras, haciendo
que el trazado se presente menos suelto, con algún retoque incluso; hay que mantenerlo en la memoria o anotarlo cuanto
antes, porque en los cotejos posteriores se podría interpretar como causa accidental.
Parece fundamental mantenerse firme en la tarea de conseguir la mayor extensión de texto, incluso en aquellos casos en
que el escritor parezca torpe o con escasa destreza escribiendo, porque es relativamente sencilla la simulación de casi
analfabetismo. Es imprescindible cansar mentalmente al que así actúa no siéndolo (forzar el gesto es extremadamente
fatigoso), porque al cabo del tiempo surgirá algún gesto, algún retazo de escritura, que demuestre lo contrario. En
ocasiones, mantener un dictado extenso da sus frutos: al final la simulada incapacidad no era tal y, agobiado el escribiente
por la duración de la prueba, termina por escribir o firmar según su costumbre.
La obtención de una firma espontánea es posible a veces por virtud del procedimiento que se sigue en los Tribunales
españoles. Acabado el acto de la formación del cuerpo de escritura, se cierra el acta de comparecencia con la firma del
juez, el secretario, los letrados y, nuevamente, la del compareciente; el trámite final, percibido por éste como un acto
aparte y quizá menos trascendente, en el que ya no presta tanta atención como el que le exigía el anterior, suele favorecer
la estampación de su autógrafo espontáneo. No faltan los casos en que después de haber simulado impericia durante el
proceso anterior, esta última firma la estampa con total desenvoltura; se impone, pues, prestarle atención dada su calidad
gestual y por el hecho de estar amparada por la fe judicial.
Lamentablemente, todas estas precauciones son inútiles si no es el perito quien actúa. Por consiguiente, es aconsejable
que esté presente o que, por delegación del juez o el secretario, sea él quien tome personalmente la muestra.
Documentos obrantes en autos o sumarios
Aparte de los cuerpos de escritura tomados a presencia judicial, es posible encontrar diverso tipo de documentación
aportada a los autos o sumarios en diferentes fases del procedimiento (formulación de la demanda, contestación a la
demanda, proposición de prueba, cédulas de emplazamiento) de entre los cuales se señalan uno o varios indubitados.
También es posible que el conjunto de estos formen un fondo valioso como base cierta para el cotejo junto a otros de
naturaleza privada (correspondencia particular, agendas), o a su carácter de «no preparado» para análisis (partes de
trabajo, libros de contabilidad o de actas...). Las precauciones que han de observarse con este tipo de documentación son
las que ya se han citado con anterioridad a propósito de otras especies de documentos.
Igualmente, como consecuencia de las diferentes actuaciones judiciales, habrá en los expedientes firmas auténticas de las
personas interesadas, bien en actas de comparecencia, de confesión judicial, o en otros similares. Si de este material no
cabe dudar sobre su sentido genuino, sí en cambio hay que examinarlo de manera especial por las mismas causas que se
dijeron a propósito de los cuerpos de escritura a presencia judicial. A fin de cuentas, aunque solamente se trate de firmar
al pie de un formulario, es de esperar que se den todos los inconvenientes ya mencionados: intento de deformar la grafía,
reluctancia, defectos posturales, alteración emocional.
Otro perjuicio harto frecuente que ocurre en las firmas realizadas así suele ser su confusión con otras que también ponen
los comparecientes al acto (letrados, procuradores, juez). Confusión, en el sentido de mezclarse con ellas. En las actas de
confesión, por ejemplo, después de un largo texto mecanográfico apenas resta espacio, y otros firmantes invaden la firma
del declarante, y viceversa. Si unimos los obstáculos citados al hecho de que parte del trazado que nos interesa se mezcla
con otro ajeno, dedúzcase cómo será el trabajo pericial en semejantes condiciones. Así es, desafortunadamente, la
realidad. En tales supuestos el trabajo de separar unos manuscritos de otros complica la tarea, pero es factible.
OPERACIONES SOBRE DOCUMENTOS
El ámbito de intervención de la Documentoscopia es muy vasto, porque como ya se ha dicho está relacionado con
cualquier problema que concierne al documento. Pese a que el campo de actuación es muy extenso, sin embargo, éste se
puede concretar a cuatro puntos de partida fundamentales:
A partir de estas cuatro premisas se derivan otros hechos directamente relacionados que completan sus fines:
Establecer si un documento es auténtico o falso (total o parcialmente)
Identificar al autor
• Averiguar qué tipo de útiles han formado el documento: bolígrafo, estilográfica, papel carbón...
• Determinar si una pieza es original o no (fotocopia normal o láser, en papel autocopiativo).
• En los anónimos, qué medios se han empleado o qué método se ha seguido.
• Qué tipo de impresión es la empleada en la composición de una pieza mecanografiada.
• Atribuir cierta mecanografía a una máquina en particular.
• Averiguar si diversos textos mecanográficos se han escrito con la misma cinta.
• Identificar estampillados.
• Fijar la secuencia de realización de trazos que se superponen, entre útiles iguales o diferentes.
• Determinar si todas las páginas de un mismo documento son iguales en tamaño, clase y contenidos, o si ha habido
sustituciones.
• Saber si un documento se ha confeccionado a partir de diversas partes fotocopiadas.
• Certificar si una o varias fotocopias proceden del mismo documento original.
• Verificar si un documento es de la fecha que en él aparece.
• Determinar si un manuscrito o mecanografía se puso antes o después de taladrar, engrapar o doblar la hoja.
• Esclarecer los posibles hechos accidentales que hayan tenido lugar cuando el documento se creó.
En la anterior enumeración no se incluye toda la casuística que originan las múltiples variedades de documentos. En los
correspondientes capítulos tendrán desarrollo otras cuestiones que aquí no aparecen expresamente citadas.
Como en cualquier otra disciplina científica la complejidad de las operaciones que un documento requiere, obliga en la
mayoría de los casos a mantener dos estrategias permanentes: una, el concurso de especialistas con carácter
multidisciplinar, y otra, la renovación técnica que permita enfrentar, hasta un cierto nivel, cualquier situación nueva como
consecuencia de la lógica evolución tecnológica.
Pretender la resolución de todos los supuestos, en los que a veces se precisa una preparación especial en un campo
específico, es hoy día una aspiración inabarcable; no hay más remedio que aceptarlo así. El análisis de papeles, por
ejemplo, únicamente es factible realizarlo en laboratorios altamente especializados. Ante problemas de esta especie y de
otros similares habrá que trasladarlos a quienes estén especializados en una materia particular.
PRUEBAS PERICIALES
En lógica correlación con la amplitud de los objetivos de la Documentoscopia, ha de considerarse prueba pericial a
cualquier acción investigadora en la que intervengan la totalidad de los recursos de los que se vale el perito (metodologías
o medios técnicos) para obtener sus conclusiones.
Hablar de prueba pericial es sinónimo de acción probatoria, por cuya razón los análisis deben asentarse en hechos
objetivos claramente demostrados, reveladores de un origen o una causa.
Aunque por demás evidente, conviene no perder de vista este concepto fundamental, que debe tener su reflejo final en el
correspondiente dictamen.
ESTADO DE UN DOCUMENTO
Las condiciones físicas que intervienen en la creación, conservación y tratamiento de un objeto determinan su estado final
y, consecuentemente, también condicionará la forma en que tendrá que ser tratado pericialmente. Cada uno será siempre
distinto y requerirá una o varias técnicas de verificación.
Por ello, en este apartado únicamente se esboza el planteamiento general, cuyas particularidades se verán oportunamente.
Por el momento, cabe apuntar que los problemas se harán patentes en el mismo momento en que el perito se haga cargo
del documento en cuestión, y sobre él se le planteen las dudas que suscita.
DOCUMENTOS MÁS COMUNES OBJETO DE PERITAJE
En teoría todo documento es objeto de investigación pericial. Sin embargo, este principio general sólo es válido dentro del
campo de los laboratorios de Criminalística de los organismos estatales, dado que ciertos documentos son materia de su
sola competencia a causa del tipo de delito que su alteración supone; el papel moneda, los documentos de identidad,
pasaportes o visados, son algunos ejemplos de ello. Aquí se tratan aquellos otros que el profesional autónomo se
encuentra en su actividad normal. De los más usuales, ésta es la relación:
• Documentos del negocio bancario: cheques, letras de cambio, pólizas de crédito y préstamo, avales, cheques de
viajero, solicitudes de talonarios y de tarjetas de crédito, órdenes de compra y venta de valores, depósitos de títulos,
órdenes de transferencia.
• Documentación típica de la actividad empresarial: contratos de trabajo, liquidaciones y finiquitos, albaranes, facturas,
recibos, libros de registro, documentación contable, partes de trabajo.
• Documentos contractuales entre particulares: contratos de arrendamiento, de compraventa, reconocimientos de deuda,
correspondencia.
• Pólizas de seguro y reaseguro.
• Documentos de origen personal: testamentos hológrafos, agendas, cuadernos de notas, anónimos.
• Especímenes de diversa naturaleza: piezas con estampillados, documentos mecanografiados o impresos, con timbrados
o logotipos.
Huelga decir que la intervención en cada uno de ellos suele ser parcial, comúnmente restringida a puntos precisos, aunque
casos no faltan en que las cuestiones sobre una misma pieza abarcan un amplio campo de actuación.
CUESTIONES MÁS FRECUENTES
La casuística sobre los aspectos que se solicitan en los peritajes concierne a los más variados aspectos del continente y del
contenido de la documentación.
Bien se puede deducir de la clase de documentos antes enumerados que la mayoría de las cuestiones giran sobre la
autenticidad de los contenidos, acerca de su posible alteración, de problemas referidos a la fecha de creación, etcétera.
Empero, para dar idea de algunas de las curiosas variantes con que se puede encontrar un perito novel, parecía
conveniente a efectos ilustrativos transcribir al pie de la letra varias cuestiones algo infrecuentes extraídas de
proposiciones de prueba en algunos procedimientos judiciales:
«¿Es posible conseguir con facilidad en cualquier tienda del ramo una estampilla como la que aparece en el documento
dubitado?»
«¿Se puede determinar si para hacer esta copia de la carta se empleó la hoja de papel carbón adjunta a la demanda?»
«¿Es fácil que un cheque que contiene manipulaciones haya sido pagado por el cajero [del banco] sin que se apercibiera de
que estaba alterado?»
«¿Podría determinarse la nacionalidad de la persona que escribió y suscribió el anónimo?»
«Según su experiencia profesional, ¿las firmas falsificadas pudo haberlas hecho una secretaria o cualquier otra persona de
la empresa?»
«A la vista de las firmas de estos documentos, ¿se puede ver que la persona estaba siendo amenazada por don...?»
«Diga el perito si la Firmante estaba siendo objeto de malos tratos por su ex marido cuando firmó el documento aportado
de contrario...».
Algunos de estos interrogantes exceden claramente la competencia del perito y entran en el terreno de la mera conjetura a
cuyo planteamiento no es pertinente responder o, en todo caso, se precisa dejar sentada su naturaleza especulativa,
imposible de verificar con certidumbre.
POSIBILIDADES Y LIMITACIONES DE LA DOCUMENTOSCOPIA
Aparte de los límites naturales a los que se circunscribe la propia ciencia por virtud de su objeto de estudio, existen otros
obligados que dependen principalmente de aspectos técnicos y materiales.
Datación de los documentos
Un escollo hoy por hoy insalvable es el de la datación de documentos, bien sea a través del análisis de las tintas, bien
analizando el papel. Si nos atenemos al número de monografías que han originado las investigaciones sobre tintas, se
puede afirmar que los esfuerzos por datarlas exacta o aproximadamente han sido muchos, aunque ninguno concluyente.
Incluso los especialistas que parecen más reputados no han dado solución a un problema que frecuentemente constituye la
cuestión crucial de un asunto. Desde los ensayos de MITCHELL (8) (1935) y HILTON (9) (1984), hasta los más recientes de
STEWART, BECKER y FITZGERALD (10) (1996), no se ha conseguido dar con un método seguro y preciso. Por otra parte,
los trabajos analíticos suelen entrañar tal complejidad que es obligado encomendarlos a expertos químicos. Algo distinto se
presenta la datación relativa por medio de cromatografía de capa fina, si los documentos cumplen con ciertos requisitos y
concurren ciertas condiciones idóneas. Pero en cualquier caso no se obtiene una fecha exacta.
Cuestiones sobre papeles
Según los datos que en ocasiones han dado los centros especializados, la determinación de la antigüedad exacta de un
papel también se encuentra sin solventar. En varios casos en los que se les solicitó el establecimiento de la fecha absoluta
de unas páginas, las respuestas de los laboratorios pertenecientes a centros de investigación papelera, nunca fueron
categóricas.
El cruce de trazos
Otro interrogante que se ha convertido en clásico, y las más de las veces insoluble, es el que concierne al cruce de trazos.
Determinar la secuencia de realización de dos contenidos que se cruzan (manuscrito y mecanografía, manuscrito y
estampillado, etcétera) es algo que interesa conocer a los abogados y jueces dada la trascendencia jurídica que tiene el
que se haya hecho de una u otra manera. Sobre este particular hay posibilidades y restricciones que se van a estudiar con
detalle, pero que en muchas ocasiones no es posible contestar.
Las fotocopias
Las fotocopias son el origen frecuente de muchas cuestiones, tanto como medio a través del cual analizar documentos,
como objeto mismo de peritaje.
Acerca de este medio de reproducción se han formado numerosos tópicos, sin que falten, por otra parte, razones para que
así sea. Con todo, las fotocopias son una clase más de documento (como las copias realizadas con papel carbón, o las
obtenidas con papeles autocopiativos, es decir, métodos indirectos), una variante más de entre las muchas posibles que
pueden producir los medios mecánicos y, como tal, es susceptible de ser peritada en ciertos aspectos y hasta unos límites,
que son los derivados de su calidad y del tipo de máquina.
Problemas especiales sobre manuscritos
Al respecto de los manuscritos surgen interrogantes de muy difícil solución, de entre los cuales son destacables los
siguientes:
• El cotejo de firmas abreviadas (medias firmas o visés), con textos o firmas completas.
• El peritaje de escrituras en otras lenguas de caracteres no latinos: cirílico, griego, árabe, hebreo, chino...
• La determinación de la autoría de escritos en diferentes alfabetos correspondientes a la misma persona.
• Los anónimos realizados con la mano no habitual.
• El estudio de escrituras muy deformadas por efecto de intoxicaciones: alcohol, drogas, metales pesados, fármacos.
• La investigación de manuscritos y firmas con alteraciones de naturaleza emocional (ansiedad, inquietud) o que se
suponen realizados bajo coacción o amenaza.
• El análisis de escritos muy distantes en el tiempo, teniendo alguno de ellos anomalías debidas a la ancianidad o
enfermedad que afecten severamente al pulso del escritor.
• Minúsculas añadiduras en textos o cifras.
• Firmas o textos de personas ciegas o con visión residual.
• El establecimiento de posible zurdería de los textos o firmas.
Casi todos estos problemas son de solución dificultosa tan sólo porque no se han investigado lo suficiente. Aunque no
falten estudios fragmentarios y se hayan publicado pequeños artículos sobre alguno de ellos, lo cierto es que no siempre
son bastantes para emplearlos en la práctica con la consideración de bases sólidas.
MEDIOS INSTRUMENTALES
Además de las limitaciones impuestas por las circunstancias citadas, la carencia de medios instrumentales también
representa un escollo restrictivo. Un buen perito que carece de medios técnicos especiales no está en condiciones de
ofrecer solución sobre aquellos problemas complejos que no se solventan con útiles comunes.
Así pues, la limitación impuesta por la falta de instrumental es otro de los factores que restringe sus posibilidades de
actuación, porque sencillamente no podrá investigar cuestiones específicas aunque sepa cómo podrían solucionarse.
CERTEZA E INFALIBILIDAD
Cualquier investigación en la que se han verificado toda suerte de exámenes y empleado todos los medios técnicos
pertinentes, debiera concluir con un resultado asertivo en algún sentido. Sin embargo, como en cualquier actividad
indagatoria no siempre es posible responder con certidumbre a los problemas planteados debido a muy diferentes causas
de orden material, de cantidad de muestras o por el estado de los documentos.
Pero en la mayoría de los casos el perito llega al convencimiento técnico de que la conclusión a la que ha llegado no le
ofrece ninguna duda. Incluso en este último supuesto, se le suele preguntar si es así, es decir, que no alberga el más
mínimo reparo; y aún más: si garantiza que no ha cometido algún error durante su trabajo así como al pronunciar la
conclusión. Esta cuestión se extiende hasta el nivel de interrogarle sobre la infalibilidad de su ciencia y sus métodos, en las
preguntas que se le hacen durante las vistas orales de los juicios.
Ha sido un recurso muy socorrido el que, llevados a tal tesitura, los peritos se ampararan en la fórmula de que todo lo
analizado lo era «según su leal saber y entender», manifestación con la que se zanjaba la respuesta a cuantas preguntas
se le pudieran hacer sobre el mismo tenor y que también daba cobertura a sus métodos y todo el desarrollo de su
dictamen. Así, cualquier deficiencia, interpretación, uso de cierta metodología y demás aspectos de su labor quedaban
«blindados» porque lo había hecho con su mejor ciencia y con buena fe.
Por más que la fórmula legal de actuar «bien y fielmente» les parezca a algunos peritos un escudo lícito para evitar
situaciones comprometidas (entendiendo erróneamente como tales el tener que explicar cómo ha trabajado y con qué
medios), no es una postura ni científica ni propia de quien ha desarrollado un trabajo que se debe someter a la pertinente
crítica.
Que un perito trabaja «bien y fielmente según su leal saber y entender» debería ser una manifestación ociosa: ningún
peritaje cabe realizarse si no es observando esos principios fundamentales. No hay duda de que (por qué no decirlo) tan
manida fórmula ha venido empleándose porque al perito se le ha demandado infalibilidad y éste ha reaccionado,
equivocadamente, acogiéndose al tópico que tenía más a mano.
La certeza y la infalibilidad son dos conceptos bien distintos que suelen utilizarse en los juicios para enervar la validez del
dictamen por parte del litigante a quien perjudica la conclusión. Y al respecto, se debe aclarar que el perito puede alcanzar
certidumbre sin necesidad de entrar en un terreno necesariamente rayano en lo imposible como es llegar a ser infalible
(que no puede errar); para ello no tiene más que apoyarse en su labor: si ha aplicado toda su preparación técnica, puesto
todo su empeño investigador, no ha regateado esfuerzos y medios instrumentales, y ha fundamentado cada prueba de
modo inequívoco, estará en disposición de dar plenas garantías sobre la opinión técnica que finalmente pronuncia. Pero
todo esto requiere de una exposición abierta, didáctica, ofreciendo cuantos datos sobre su labor sea menester, en lugar de
acudir a resumir con un argumento tan irreductible y huero como «mi leal saber y entender» que, a la postre, nada aclara
sino que, al contrario, es el origen de muchas dudas sobre la calidad y el buen hacer del experto que de tal modo se
manifiesta.
La infalibilidad hay que dejarla de lado en el trabajo pericial y en otro cualquiera de carácter científico y cederla a los
teólogos (en ninguna actividad se yerra tanto como en la ciencia; por eso avanza, porque aprende de sus errores). La
certidumbre, no. Ésta sí es facultad del experto en Documentoscopia a condición de que desista de atrincherarse en la
panacea de tal frase y, a cambio, ponga sobre la mesa un trabajo con argumentos fundados, con demostraciones que sean
incontestables, con técnicas reconocidas y reconocibles y, en suma, dé un instrumento útil (el dictamen pericial) que sirva
como auténtica prueba de convicción. El camino que conduce a ésta es, por otra parte, bien simple:
(2) Cuando se habla de una acción «indirecta», el término tiene un uso convencional para distinguir entre los manuscritos producidos por la mano del autor sin
otra ayuda que la del útil común (lápiz, estilográfica, bolígrafo...), y aquellos en que la acción manual queda en un segundo plano al actuar sobre aparatos
mecánicos o electrónicos para crear la pieza.
Ver Texto
(3) Código Penal, «Capítulo IV "De la falsificación de documentos"», y arts. 302, 308, 311...
Ver Texto
(6) CASAS BARQUERO, Enrique, Reflexiones técnico-jurídicas sobre los delitos de falsedad.
Ver Texto
(8) MITCHELL, C. A.: Documents and their scientific examination, Londres, 1935.
Ver Texto
(9) HILTON, O.: The scientific examination of questioned documents, N. York, 1984.
Ver Texto
(10) STEWART, L. F. y otros: «Avances en el fechado de tintas producidos en los Estados Unidos», RIPC, n.º 457.
Ver Texto
Medios técnicos para la investigación
INTRODUCCIÓN
Hoy día no se concibe el peritaje de documentos sin el empleo de medios técnicos que garanticen la fiabilidad y objetividad
de las investigaciones en cualquiera de sus facetas. Vamos a ver en este capítulo que la resolución objetiva de los
problemas, incluso los más comunes, requieren el uso de aparatos de diversa aplicación y diferente complejidad.
El perito actual debe entender que no bastan aquellas sencillas lupas que en épocas pasadas constituían las únicas
herramientas de trabajo, o los rudimentarios cuentahílos que parecían dar mayor empaque a la observación de fenómenos
poco perceptibles. El experto de nuestros días debe contar con un conjunto de aparatos especiales, a todas luces
indispensables para el análisis documental, no por capricho sino porque el avance de la técnica pone a su disposición
instrumentos que hacen más segura y rigurosa su investigación, y porque la evolución a la que asistimos en la creación
documental así lo demanda.
Es ineludible invertir en material de trabajo. Piénsese por un momento que fuéramos a la consulta del odontólogo y
encontráramos que por todo instrumental tuviera solamente unas tenazas para extracciones como las que tenían los
primitivos sacamuelas. Las tenazas del sacamuelas son a la Odontología lo que las lupas y cuentahílos a la
Documentoscopia. Pero tampoco hay que sobrepasar ciertos límites; es una cuestión de equilibrio: por ejemplo, la
microscopía electrónica es inaccesible para un perito privado, pero es lo cierto que apenas si tendría utilidad alguna para
su normal desenvolvimiento. Sin embargo, no le debe faltar nada de lo necesario, entendiendo como tal unas mínimas
herramientas que se detallan en los próximos apartados.
Sin duda alguna hay una relación directa entre equipamiento y capacidad para dar soluciones eficaces; todo experto tiene
que saber hasta dónde puede intervenir de acuerdo con los medios de los que se haya dotado. Los asuntos que
técnicamente le desborden por falta de recursos o de preparación los ha de rehusar.
Por otro lado, los resultados que se obtienen del equipamiento técnico están estrechamente relacionados con la
preparación para manejarlos con eficiencia. Utilizar eficazmente un programa informático o tomar una microfotografía de
calidad, obligan a un adiestramiento en el que hay que invertir, indefectiblemente, tiempo y dinero. No se pueden regatear
esfuerzos a la hora de hacer todo tipo de pruebas para saber qué cabe esperar del instrumental y hasta dónde se ha
adquirido capacitación con ellos.
La actualización técnica es un imperativo en nuestros tiempos. La diversidad de documentos que hoy se producen obliga a
estar en constante experimentación con las modernas tecnologías, so pena de quedar estancados en la rutina de lo
consabido. Lo que se sabe hoy, no es sino parte de un acervo profesional, de carácter transitorio, que es menester
acrecentar.
La afirmación de que es imprescindible tener medios tecnológicos no significa que éstos supongan la solución a los
problemas: las herramientas no actúan solas. Los interrogantes no los resuelve el instrumento sino el ojo del perito
formado.
Si las herramientas juegan su papel (muestran con claridad lo que es dudoso, sacan a la luz aspectos que no es posible
obtener sin ellas), es el experto quien sabe el camino que debe seguir en la investigación y el que interpreta
apropiadamente los fenómenos observados.
Es, como antes se ha dicho, una cuestión de equilibrio. Ni un Stradivarius serviría de nada en las manos de un inexperto,
ni un virtuoso daría su mejor concierto sin un buen violín.
LENTES
Una lente es un cuerpo de vidrio o de otra materia refringente, limitado generalmente por dos superficies esféricas o
dioptrios. En la práctica, una lente normal es una masa de vidrio limitada por dos superficies esféricas cuyos radios pueden
ser iguales o distintos.
La clasificación de las lentes se hace en dos grupos (Figura 85):
• Convergentes, cuyo espesor de los bordes es menor que en el centro o eje principal. Se denominan así porque tienen la
propiedad de hacer convergir los rayos hacia el eje. Admiten la posibilidad de ser biconvexas, planoconvexas o de
menisco convexo.
• Divergentes, cuyos bordes son más anchos que el eje, haciendo que los rayos incidentes en ella diverjan al emerger del
cuerpo. Su estructura puede formarse en tres formas: bicóncavas, planocóncavas y de menisco cóncavo.
Figura 85.Lentes simples: convergente y divergente
Las lentes convergentes se utilizan para obtener imágenes reales de objetos pequeños o grandes (fotografía, cine), como
proyectores de luz, y en los instrumentos ópticos (prismáticos, microscopios), o para obtener una imagen ampliada
situando un objeto entre el foco y la lente. La asociación de varias lentes (grupos) en los objetivos permite corregir las
aberraciones cromáticas, prismáticas, esféricas, etcétera, que producen las propias masas ópticas.
Factor de suma importancia en toda lente es su distancia focal. Como tal, se entiende la longitud a la que la lente es capaz
de mostrar el objeto nítido, considerando que el grado de aumento es proporcional a la distancia focal.
LUPAS
Por lo general la lupa es un soporte de determinada forma (normalmente circular) que tiene montada una lente
convergente. Es la configuración más sencilla, a partir de la cual se puede completar mediante la conjugación de diferentes
lentes, según se quieran obtener diversos grados de aumento, o corregir las deformaciones que aisladamente producen
cada una de ellas (Figura 86).
La lupa común no tiene aplicación alguna en Documentoscopia debido a los muchos inconvenientes que tiene: inestabilidad
para la observación, aberraciones en el tamaño y el color, fatiga visual que provoca, y escasos aumentos.
Figura 87.Lupa a foco fijo. Provista de dos lentes, corrige las aberraciones de las lupas comunes y se obtiene una visión
clara y estable de un amplio campo. Para primeras inspecciones a bajo aumento resulta muy cómoda
La solución más sencilla aplicada al examen de documentos con bajo aumento comienza con las lentes a foco fijo (Figura
87). Se trata de utensilios cuyas lentes van montadas de manera que el enfoque se obtiene con tan sólo apoyarlas sobre
el objeto a examinar. A foco fijo se fabrican de diferentes monturas, algunas de ellas con luz incorporada. Hay un tipo
especial de no muchos aumentos pero con un gran campo visual: las lupas con iluminación montada en un brazo articulado
(Figura 88). Van provistas de dos lámparas que se conectan independientemente, lo que permite obtener una visión libre
de sombra y tridimensional, o bien acentuando el relieve. Su montura y facilidad de movimiento la convierten es un medio
muy apto para inspecciones preliminares.
Figura 91.Acorde con el tipo de observación que se precise, la fuente de luz debe cambiarse para apreciar únicamente los
contenidos del documento (episcopia vertical con luz continua) o su textura (episcopia oblicua con brazos flexibles de
distinto ángulo de incidencia)
• Oculares. Son las dos lentes más próximas al ojo del observador, instaladas en los tubos binoculares. En los microscopios
de cierto nivel son intercambiables para obtener diferentes grados de aumento, y también admiten el cambio de dioptrías
para corregir los defectos visuales de quien mira.
A partir de una configuración como la expuesta, las variaciones que pueden establecerse son numerosas tan sólo
añadiendo o intercambiando accesorios en consonancia con el tipo de examen que se desee realizar, del grado de aumento
al que se quiera llegar, y la necesidad de registrar las imágenes de los análisis: fotografía, vídeo, archivo digital (Figura
91).
Un factor determinante en la elección de una lupa binocular es, sin duda, la combinación óptica que se precisa. Son
fundamentales los siguientes aspectos: distancia de trabajo, aumento total y diámetro del campo visual. Resolución y
profundidad de campo son también determinantes. La distancia de trabajo sólo se puede modificar mediante objetivos de
distancia focal diferente; a mayor aumento del objetivo, menor es su distancia focal, y también menor la distancia de
trabajo.
En un microscopio estereoscópico la imagen de un objeto se obtiene en tres etapas:
El aumento total es, por lo tanto, el producto de los aumentos del objetivo y del ocular, calculándose de la siguiente
manera:
Aob × Aoc × p / 10
donde:
Aob es el aumento del objetivo,
Aoc es el aumento del ocular, y
p es la posición del cambiador de aumentos
Factor importante que se debe tener en cuenta en la observación de documentos es el diámetro del campo visual, es decir,
la superficie que se abarca a través del objetivo. Tanto los objetivos como los oculares ejercen su influencia sobre el
diámetro de este campo, que disminuye a medida que se incrementa el aumento: por ejemplo, en un aumento de 2x el
campo visual es de 102,5 mm, mientras que en un aumento de 160x el diámetro se reduce a 1,5 mm. En consecuencia, la
visión de un determinado fenómeno debe iniciarse con menores aumentos de los que se requieren para examinar sus
partes más pequeñas, aumentando gradualmente hasta centrar el detalle que se busca.
La resolución juega asimismo un papel trascendental en el trabajo. El poder de resolución de un microscopio es su
capacidad para hacer visibles por separado los más pequeños detalles, como por ejemplo distinguir con precisión dos
puntos situados uno muy cerca del otro. Es, como fácilmente se deduce, uno de los parámetros que hay que considerar
detenidamente si se busca calidad en el instrumento.
Sobre la capacidad de aumento de un microscopio se debe aclarar que los detalles que el objetivo no es capaz de recoger,
no podrán ser captados o mejorados por unos oculares de gran aumento; de ello se desprende inmediatamente que el
punto de partida de una imagen de calidad está en la primera etapa de captación que antes se ha dicho.
Por último, la profundidad de campo es otro factor que interviene en la buena visualización de un objeto. Como
profundidad de campo entendemos el margen de distancias (mínima y máxima) entre las cuales puede verse con nitidez
un objeto.
Al contrario que en el poder de resolución, cuanto mayor es el aumento, menor es la profundidad de campo. Éste no es un
gran problema en lo que se refiere a la observación de documentos (generalmente cuerpos planos), si bien a ciertos
aumentos un simple doblez del papel impedirá ver completamente enfocada toda el área abarcada; en tales circunstancias
habrá que operar con la apertura del diafragma, cerrando éste lo más posible, del mismo modo que se hace con los
objetivos fotográficos. En la Figura 92 se muestra el efecto típico que produce una profundidad de campo muy corta
trabajando con un aumento no muy fuerte. El aumento necesario para demostrar con esta microfotografía que las hojas de
papel habían sido grapadas más de una vez, obligaba a captar con nitidez la zona perforada a costa de dejar borrosa la
zona más alta de la grapa, de menor interés al caso.
Figura 92.Microfotografía de la parte posterior de varias hojas engrapadas. El aumento elegido reduce la profundidad de
campo, y de ahí que una parte de la grapa quede desenfocada en favor de una mayor nitidez de los orificios y del
levantamiento de las fibras
Siempre es imprescindible dejar constancia de los fenómenos observados, por lo que se hace indispensable optar por una
lupa trinocular. Vale la pena invertir en un instrumento más completo y versátil, porque al tiempo que se visualiza el
documento permite grabar con cámara de vídeo o fotografiarlo.
La lupa de la Figura 91 lleva interpuesto un sistema de división de rayos entre el tubo binocular y los oculares que, como
se ve, permite instalar en paralelo una cámara fotográfica y otro dispositivo de captura (segunda cámara o vídeo).
EL EMPLEO DE LA LUPA O MICROSCOPIO
A partir de las características detalladas, es lógico deducir que la necesidad de utilizar uno u otro instrumento vendrá
impuesta por la exigencia de alcanzar detalles de cierta exactitud. Por ejemplo, apreciar si un trazo es tembloroso o que
acusa las irregularidades de una superficie de apoyo rugosa, evaluar la presión que tiene un manuscrito a través de los
surcos, o si una impresión procede de un sistema láser o de inyección de tinta son cuestiones que se solventan con lupas
de 10 o 15 aumentos.
En otro supuesto en el que los detalles que deben visualizarse son mínimos, sólo se alcanzan utilizando el microscopio. Así,
esclarecer si el soporte del documento (papel, cartulina) ha sufrido alguna alteración física; si un carácter mecanográfico
presenta algún defecto singular; o si los bordes de una hoja se han cortado con cizalla, tijera u otro utensilio, únicamente
cabe resolverlos si se examinan a gran aumento.
Si bien no todos los documentos han de pasar bajo el microscopio para que un examen sea concienzudo, sí procede
concluir que, al menos, la parte o partes de las que se duda hay que inspeccionarlas minuciosamente después de otras
observaciones preliminares, máxime si con ópticas más sencillas no se llega a descartar la duda de una eventual
alteración.
Aunque pudiera parecer que el empleo de un microscopio es tan sencillo como situarse delante de él y mirar, su manejo no
es tan simple; pero tampoco representa una dificultad extrema adiestrarse en su práctica: hay que aprender a ver otro
nivel distinto de lo que percibimos a simple vista. Quien por primera vez comience a trabajar con aumentos poco comunes
y visión estereoscópica accederá a otra perspectiva que al principio quizá pueda parecerle algo desconcertante por el
horizonte visual al que debe adaptarse. Es sólo cuestión de hábito el llegar a comprender las nuevas percepciones hasta
familiarizarse cómo son los papeles, cómo se comportan las tintas al adherirse en el soporte, etcétera, lo mismo que lo
haríamos con una partitura musical donde se agolpan miles de notas que al principio son incomprensibles, pero que con la
práctica basta un golpe de vista para interpretar todos sus matices.
Los microscopios para el examen de grafismos completos, trazos o caracteres mecanográficos, no alcanzan ni tienen por
qué alcanzar aumentos muy elevados. Un margen suficiente para poder solucionar casi todos los problemas posibles oscila
entre los 10 y los 80x combinando distintos objetivos y oculares.
Es posible, sin embargo, que otras investigaciones más precisas no puedan solventarse con los aumentos de las lupas
binoculares, si el problema obliga a descender hasta la visualización de la estructura que presentan las fibras de los
papeles o se trata de identificar pigmentos de distintos útiles (véanse las imágenes microfotográficas de las páginas 295 y
296). El aumento que exige la captación de este tipo de imágenes se encuentra en otro nivel que comienza en los 40x y
llega a los 400x (rarísimas son las ocasiones en que se deben alcanzar los 1.000x empleando inmersión de aceite), cuyos
requerimientos sólo los cumplen los microscopios biológicos equipados con un revólver y varios objetivos (generalmente
cuatro) con estándares de 4, 10, 40 y 100x (Figura 93).
Figura 93.Microscopio biológico trinocular aplicado al examen de fibras y tintas entre los 40x y los 1.000x de aumento.
Aunque está previsto para la observación de muestras preparadas (colocadas sobre un portaobjetos), es posible utilizarlo
para el análisis de documentos sin necesidad de extraer ningún fragmento, disponiendo la pieza del modo que se ilustra en
la segunda fotografía
MICROFOTOGRAFÍA
Casos como el ejemplificado en la Figura 92 requieren no sólo que el perito corrobore su existencia, sino que lo convierta
en prueba de convicción incontestable a través de un medio objetivo como la fotografía. Una imagen microfotográfica así
no deja lugar a dudas para terceros del estado en que se encuentra el documento, aunque luego sea necesario explicarla
convenientemente para que se comprenda en todo su alcance.
La aportación de evidencias incuestionables de esta naturaleza requiere incorporar al microscopio un módulo especial para
fotografía junto con el correspondiente equipo de iluminación especial.
Por razones puramente físicas, y aunque la óptica del microscopio sea de alta calidad, la fuente de iluminación tiene que
ser especial si se quiere alcanzar el rendimiento que es capaz de ofrecer. De hecho, la luz ambiental o la proporcionada por
otras fuentes convencionales no son bastantes para iluminar adecuadamente un área microscópica.
Todos los fabricantes de microscopía disponen de aparatos especiales que cubren los más variados requerimientos:
episcopia, diascopia, campo claro y oscuro, coaxial, polarizada, monocromática, infrarroja, de fluorescencia. En la Figura
91 se muestra el mismo microscopio con dos sistemas de iluminación episcópica distintas: una anular continúa, que
proyecta luz vertical para eliminar cualquier sombra y, otra, compuesta por dos brazos flexibles (conocidas como cuello de
cisne) que se articulan de modo independiente, con los que realzar el relieve de los objetos y sus propiedades
tridimensionales.
Puesto que la luz es determinante en la observación y fotografía microscópica, se tratarán con detalle sus propiedades un
poco más adelante.
MACROFOTOGRAFÍA
La macrofotografía constituye el nivel de aumento inmediatamente anterior a la fotografía con microscopio. Como
herramienta de análisis imprescindible que es para el perito, merece estudiarse con mayor extensión en el capítulo
dedicado a la reproducción fotográfica de documentos.
INSTRUMENTOS DE MEDIDA
En algunas operaciones periciales es obligatorio hacer verificaciones lo más precisas posibles, usando instrumentos de
medida que van desde los más simples a los más especializados. Cualquiera de los que se describen a continuación tienen
aplicación ocasional, en lo que a los manuscritos se refiere, pero más frecuentemente cuando se trata de comprobar
elementos mecánicos u otras cualidades físicas del documento.
Reglas
Se aplican a la determinación de las medidas más usuales de los grafismos manuscritos o mecánicos: tamaños de letras,
distancia entre palabras y entre líneas, extensión total de una rúbrica, interlineados mecanográficos. Debido a que los
aspectos que hay que medir son pequeños, es conveniente que las reglas tengan divisiones de medios milímetros, lo que
permite reducir el margen de error ya desde un primer momento, sin perjuicio de que posteriormente puedan hacerse
mediciones más exactas. Actualmente en el mercado se consigue con facilidad un tipo de regla metálica (graduada con
medios milímetros) que tiene la propiedad de ser escasamente alterable dentro de un rango amplio de temperaturas
(Figura 94). Son igualmente muy útiles las transparentes, en particular si se utilizan junto con una lupa de foco fijo.
Figura 94.Regla metálica con divisiones de medios milímetros
Lupas con retícula
Ciertas lupas a foco fijo y los monoculares llevan incorporado un accesorio que permite ver el objeto ampliado con una
escala de referencia dividida en décimas de milímetro. Son realmente recomendables tanto por su facilidad de uso como
por la precisión que ofrecen (Figura 95).
Figura 95.Escala de 4 mm que lleva incorporada el monocular ilustrado en la Figura 89 (página 217). A la calidad de la
imagen y del aumento se une la facilidad de calibrar con precisión los detalles que lo requieran
Transportadores
Son útiles de sobra conocidos que sirven para la medición de ángulos. Es necesario que tengan grabada la escala en
fracciones y su graduación abarque toda la circunferencia.
Tipómetros
Reglas anchas metálicas o de plástico transparente con varias líneas de graduación, cada una de las cuales está calibrada
en función de una medida concreta (centímetros, pulgadas, picas, cíceros); de esta forma se pueden convertir medidas
tipográficas en decimales, y viceversa, cuando se trabaja sobre mecanografías.
Plantillas milimetradas
Las plantillas de cuadrícula milimetrada se encuentran impresas en hojas de papel vegetal, acetato, o un material
transparente similar. Superponiéndolas en un documento hace fácil la comparación en un solo acto de distancias verbales,
entre líneas, tamaños de letras o sus variaciones típicas.
Micrómetros
Retículas especiales que se insertan en los oculares del microscopio y miden, con extrema exactitud, el área que interesa
examinar. Normalmente alcanzan la 100.ª de milímetro y su configuración es muy diversa acorde con el uso específico al
que se va a destinar: de ejes perpendiculares, reticulados, etcétera (Figura 96).
Figura 97.Retícula aplicada a un texto mecanográfico empleando una aplicación informática. La frecuencia, en este caso
de 0,5 mm, puede cambiarse según se necesite evaluar el interletraje, el cuerpo de los caracteres o los renglones
Con ayuda del tratamiento informatizado se obtienen valores de todo tipo: lineales, en grados de intersección, radianes,
inclinación o curvatura. La fidelidad de las medidas alcanza un alto grado de exactitud, si se considera que una imagen de
este tipo se puede ampliar hasta el 1.600% de su dimensión real si se trabaja con una resolución de al menos 600 ppp.
ILUMINACIÓN
Si existe un elemento físico de capital importancia para la investigación documentoscópica, ése es la luz. Hasta tal punto
interviene decisivamente en el análisis de los documentos, que el hallazgo de un fenómeno o su inadvertencia dependen
del buen uso de una luz apropiada, con un control exacto de ella. El ejemplo más drástico con el que comprender tan
categórica afirmación es el de su ausencia total: sin luz no hay análisis posible. Una prueba menos tajante pero igualmente
aleccionadora consiste en iluminar con luz roja una habitación (como en un cuarto de revelado); invadido todo por esta
coloración, no sólo no se verán los objetos con sus colores naturales, sino que la oscuridad de unos objetos se acrecentará
mientras que otros se verán blanquecinos.
Tan importante papel juega la luz en el quehacer pericial, que cualquiera que sea el instrumento empleado en la
verificación de documentos debe complementarse con una iluminación eficaz.
Este apartado requiere cierta extensión y comporta la observancia de reglas básicas para conseguir óptimos resultados. Si
nos proponemos controlar con eficiencia la iluminación, es menester hablar primero de las características físicas que posee.
Naturaleza de la luz
La naturaleza de la luz se explica mediante dos teorías:
Geométrica o de propagación rectilínea.
Explica el concepto de rayo luminoso o camino que sigue la luz al viajar de un punto a otro. El rayo es una línea recta,
cuando la luz se transmite por un medio homogéneo, o puede desviarse con distinto ángulo al pasar de una sustancia a
otra de diferentes propiedades físicas (ópticas). Mediante esta teoría tienen explicación las propiedades que posee la luz
para reflejarse y refractarse.
Ondulatoria
Que considera la luz como un fenómeno ondulatorio electromagnético, en cuyas partículas se combinan una propagación
longitudinal y una vibración transversal, es decir, que se traslada por medio de ondas sinusoidales emitidas por un foco. Se
explican así las propiedades de interferencia, polarización y difracción. Toda onda sinusoidal se caracteriza por los
siguientes fenómenos (Figura 98):
Espectro de la luz
Se conoce como espectro al conjunto de radiaciones emitidas por una fuente luminosa. Una cierta gama de ellas son
percibidas por el ojo humano, y el conjunto constituye lo que se denomina espectro visible; abarca las radiaciones del rojo
al violeta, y se ordenan sucesivamente en las siguientes longitudes de onda: por debajo de los 4.000 angstroms se
encuentran los rayos ultravioleta (UV), los rayos X, y más allá de los 7.000, los infrarrojos (IR), así como las frecuencias
de radio, televisión, etcétera.
Cada una de estas longitudes de onda del espectro visible proporciona luz monocromática, dando el conjunto de todas ellas
la luz blanca. Por otra parte, la mezcla de dos radiaciones o colores complementarios originan también el blanco, siendo
complementarios:
rojo-verde naranja-azul amarillo-violeta
El conocimiento de las diferentes longitudes de onda y el emparejamiento de los colores es fundamental a la hora de
aplicar los filtros en la fotografía, para realzar ciertos matices o atenuar la coloración no deseada.
Dispersión, reflexión y refracción
Es de sobra conocido el fenómeno de dispersión que origina el arco iris. Cuando un rayo de luz blanca atraviesa una masa
transparente en forma de ángulo diedro, como por ejemplo, un prisma de vidrio, la luz blanca se descompone en los
colores espectrales visibles. La desviación de cada uno de los colores será tanto mayor cuanto menor sea su longitud de
onda, es decir, que los de color violeta serán los más desviados y los rojos los que menos varíen su trayectoria.
Que la lente de un instrumento disperse la luz es un inconveniente que perjudica a la exacta apreciación de los colores, y
de ahí que se dijera anteriormente que las lupas comunes no tienen utilidad práctica en las labores periciales, pues con
facilidad producen este efecto además de otros asimismo inconvenientes.
Saber cómo se comporta la luz al reflejarse permite evitar destellos no deseados tanto en la observación bajo microscopio
como en las tomas fotográficas, lo que repercute directamente en la captación de imágenes sin interferencias que
produzcan pérdidas provocadas por el brillo.
La luz se refracta cuando un haz luminoso pasa del aire a un medio de distinta densidad. En tal circunstancia se produce
una desviación de la trayectoria, que se acercará al eje de la normal si la densidad del cuerpo que ha de atravesar es
mayor (Figura 100).
Entender los fenómenos de dispersión, reflexión y refracción permiten conocer cabalmente las condiciones físicas de la luz
y los cuerpos que la reciben de tres maneras: interpretando las cualidades específicas de las lentes; saber qué se puede
esperar de ellas; y valorar con propiedad los efectos observados, ya sea a través del microscopio o de una instantánea.
Figura 100.Refracción de un haz de luz al atravesar un plano
La aberración cromática es uno de los efectos ópticos inconvenientes de los que adolecen algunas lentes, especialmente si
no son de calidad. Se origina cuando la luz pasa a través de ellas y las propiedades del cristal no permiten enfocar todos
los colores del espectro en un mismo plano; de ahí resultan diversos tipos de distorsión. Las diferentes longitudes de onda
se disgregan y en una toma fotográfica, por ejemplo, causan en el negativo deformaciones en la forma y en el color
(Figura 101). El defecto suele quedar registrado en las copias positivas a modo de halos de tono amarillento o anaranjado
flanqueando los bordes de las escrituras, aun cuando en el original no existan estos colores. En simple observación
microscópica, los bordes de los trazos manuscritos o las mecanografiadas dejan ver una irisación de los contornos.
Figura 103.Distribución espectral de la luz ultravioleta en dos sistemas distintos: ampolla y tubo
Concebidas para exámenes de diferentes trabajos criminalístico, los fabricantes ofrecen lámparas compactas
multifuncionales que incorporan en el mismo aparato varias longitudes de onda; con tan sólo accionar un interruptor se
selecciona el tipo de radiación: corta, media o larga (Figura 104). Varios de los modelos multifunción se pueden acoplar a
un pie accesorio de sobremesa, tal como allí se ilustra, y las de formato reducido se transportan cómodamente para
exámenes fuera del laboratorio.
Figura 108.Un monitor de gran formato permite trabajar con varias imágenes al mismo tiempo y realizar, entre otras
tareas, cotejos muy precisos con total comodidad. En este ejemplo, con una pantalla de 24 pulgadas
Monitor
La elección del monitor es un asunto de gran importancia para el trabajo pericial por más que a priori pudiera parecer
intrascendente. Sobre la calidad de un monitor para usos en que se requiere precisión, como lo es en Documentoscopia,
sería bastante materia para hacer un capítulo completo. Pero, por obligada brevedad, baste decir que debe ser de un
formato no inferior a 19'' y su nivel de resolución no estar por debajo de los 1.280 × 1.024 puntos (Figura 108). Y aunque
ya se ha convertido en clásico el debate entre quienes prefieren los de TFT y los de tubo (CRT), con ambos hoy ya se
consigue alta calidad visual.
La cuestión de la visualización de calidad no es un simple lujo: sólo se puede saber qué resultados se han obtenido con una
fotografía o una grabación de vídeo si el monitor posee alta definición y, además, se encuentra bien calibrado. Es de suma
importancia seguir las instrucciones de calibración que vienen con el aparato de modo que no se pierda el control sobre la
imagen en uno de los tres pasos esenciales de cualquier proceso visual informático: de la cámara al ordenador, del
ordenador al monitor y del monitor a la impresora. Aparte ya de cualquier consideración sobre gustos, hay una cuestión de
fondo importantísima: el cuidado de nuestra vista. Muchas horas frente a un monitor, incluso siendo de calidad, la
perjudica notablemente; esto es un hecho incontestable. De ahí que haya que decidir entre «cualquier cosa modesta» con
la que trabajar y procurar que una pantalla no sea la causa de un perjuicio irreparable.
Escáner
Un dispositivo que se ha generalizado notablemente como periférico del ordenador es el escáner de sobremesa, capaz de
digitalizar en color o blanco y negro una página en formato DIN A4 (los más comunes) en una sola lectura. Aunque este
instrumento de rastreo y digitalización de imagen se ha hecho habitual, sin embargo, los de alta eficacia siguen siendo algo
raros y costosos; una imagen convencional obtenida con baja resolución es insuficiente para crear una ilustración impresa
de calidad profesional. No obstante la publicidad de algunas marcas sobre el alto número de puntos que pueden alcanzar
sus aparatos por interpolación, lo cierto es que una exploración de calidad comienza a hacerse patente a partir de los 600
u 800 puntos de resolución óptica, o lo que es lo mismo, de captura real.
Y al respecto de la calidad, sí es fundamental prestar atención a la denominada profundidad de color. Si otros aspectos del
escáner pueden ser discutibles, éste de la profundidad de color en la captura no lo es: la obtención de un color preciso
comienza en los 36 bits y se hace deseable contar con aquellos que llegan a 48.
Aun cuando es de esperar que la exploración que hace el escáner sea exacta, es imprescindible comprobar que no produce
deformación alguna, ya sea en sentido lateral o longitudinal. Se puede comprobar fácilmente este extremo explorando un
testigo métrico varias veces y cotejar los resultados mediante superposición parcial con un programa de tratamiento de
imagen (Figura 109).
Figura 109.La precisión que puede dar un escáner se comprueba realizando ensayos como los ejemplificados aquí
Escáner de negativos
Hasta la aparición de la fotografía digital este periférico constituía uno de los elementos que se presentaban como opción,
sin pérdida de calidad, al positivado fotográfico. Su costo y la necesidad de seguir revelando los negativos los han
relegado, si no totalmente, a un segundo plano.
Impresora
Acorde con la calidad que se desee alcanzar al imprimir una imagen, hay que contar con impresoras especiales, de las que
los fabricantes clasifican como «de calidad fotográfica».
En el momento de escribir estas líneas ya hay en el mercado sistemas combinados de chorro de tinta y térmico, y de
sublimación cuyos resultados son, efectivamente, iguales a los de la fotografía convencional.
Ya no es un impedimento, como antes lo era, el costo de la máquina. Ahora son los papeles y las tintas los que determinan
la compra de uno u otro sistema; sabedores los fabricantes de la servidumbre que imponen con los consumibles, han
desorbitado los precios convirtiéndolos en su principal fuente de ingresos. Porque a la postre, si se desea una impresión
perfecta hay que recurrir a los que suministra la marca fabricante de la máquina: los sucedáneos no dan igual rendimiento.
Cámara fotográfica digital
No hace mucho habría que haber dicho que la fotografía digital no daba el rendimiento de una convencional. Pero los
avances de los sensores que incorporan permiten ya optar por esta técnica para reemplazar la analógica sin que por ello
haya que renunciar a la calidad.
De cualquier forma, el perito no puede acercarse a la fotografía como lo hace el aficionado: cualquier cámara polivalente
de las que dicen hacerlo todo de modo automático y «con muchos megapíxeles» no es bastante para acometer un trabajo
profesional. Éste es el punto de partida desde el que comenzar su búsqueda para dotarse de un elemento eficaz que esté a
la altura de su labor.
Tampoco hay que caer en la obsesión de la «megapixelitis» (si se permite el término), que, sin otras consideraciones
importantes, hace creer al comprador de cámaras digitales que la suya de 6 Mp es muchísimo peor que la que acaba de
ver publicitada de 10. Tan importante como la cantidad de píxeles son otras especificaciones que también hay que tener en
cuenta.
Videocámara
La incorporación al microscopio para visualizar imágenes a través de un monitor autónomo o de un ordenador, ofrece toda
clase de ventajas para tratamiento y archivo. Con el adecuado accesorio de captura de vídeo es posible obtener por
impresora imágenes perfectas, controladas visualmente en su mismo origen, aprovechando todas las ventajas de la
microscopía (Figura 110); solamente hay que reparar en que la tarjeta de captura de vídeo sea de tal nivel que no
produzca pérdidas de detalles, menoscabando lo que la óptica del microscopio es capaz de recoger.
Figura 110.Cámara digital acoplada a un divisor de rayos del microscopio. Capta y envía las imágenes al ordenador como
fotografías o vídeo, y permite grabar en ambos formatos
Videoimpresora
El momento de su lanzamiento al mercado hace ya varios años constituyó un avance sorprendente, hoy devaluado por el
nivel de perfección de otro tipo de impresoras, el notable menor coste de éstas y la rapidez con que imprimen.
Programas informáticos
Aunque con los tratamientos de texto actuales pueden realizarse dictámenes de cierta complejidad combinando gráficos,
dibujos, imágenes digitalizadas y textos, sin duda las mejores herramientas son los programas de autoedición o de edición
electrónica. Muy superior a aquéllos en casi todos los órdenes, permiten la confección de documentos muy complejos a la
vez que con gran eficacia.
Los programas de captura digital de imagen son quizá una de las innovaciones más útiles con las que podemos contar. A
partir de periféricos como las cámaras fotográficas digitales, de vídeo, o los escáneres, incluir una imagen en un dictamen
se convierte en una labor relativamente sencilla. Generalmente, este tipo de aplicaciones están concebidas para poder
retocar o transformar imágenes con un sentido artístico que está fuera de los fines periciales; al contrario, si un empleo
especial tiene en Documentoscopia, ése es el de la fidelidad y el rigor en su reproducción respecto al original, de modo que
la copia final sea un trasunto fiel de la pieza analizada. Proyectados para investigaciones biológicas, el examen del color en
la industria gráfica y alimentaria, industrial, etcétera, hay en este momento unos pocos sistemas de análisis de imagen que
alcanzan una notable precisión en el diagnóstico cromático. Con ellos pueden solucionarse algunos problemas
documentales complejos: determinación de iguales o diferentes tintas en añadidos fraudulentos, conocer el predominio de
un componente en la formación de un color... Los únicos inconvenientes de estas aplicaciones son el alto costo y el elevado
rendimiento que exigen de los aparatos con los que trabaja: el propio aparato analizador o elemento de rastreo de la
pieza, el monitor, la rapidez del ordenador, y la efectividad de la impresora con la que plasmar los resultados.
Para la cuantificación y el estudio estadístico de ciertos fenómenos del grafismo manual (inclinación, proporciones,
configuración de los renglones, etcétera) son perfectamente válidas las aplicaciones proyectadas para diseño técnico. La
precisión de las medidas que proporcionan y la posibilidad de tratarlas de muy diversas maneras, hacen sumamente
sencilla la obtención de valores que de otro modo constituían una labor monótona y sujeta o errores (Figura 111).
Figura 111.En esta imagen, tres ejemplos de cotas trazadas sobre un manuscrito utilizando una aplicación informática de
dibujo técnico: vertical, longitudinal y arco. Si así lo requiere el caso, pueden configurarse los parámetros para hacer
mediciones hasta en centésimas de milímetro
Ya se ha dicho que este apartado, como cualquier otro tecnológico, queda necesariamente incompleto, habida cuenta de
los cambios rápidos y permanentes que en los tiempos actuales se producen, tanto en la parte física (hardware) como en
la de programación (software). Muchos de los aparatos que hoy son raros o de uso restringido, a buen seguro no serán ni
lo uno ni lo otro en muy breve plazo.
INSTRUMENTAL BÁSICO PARA UN GABINETE DE PERITACIÓN
Cada perito debe considerar el nivel de equipamiento y preparación al que desea llegar, aunque sin olvidar que se necesita
un mínimo imprescindible si verdaderamente se propone trabajar con eficiencia y rigor.
La solución de los problemas documentales más frecuentes requieren al menos el siguiente instrumental:
• Lupas y monocular a foco fijo que cubran un rango de aumento como el ya comentado.
• Equipo fotográfico. Cuerpo de cámara, objetivos de distinta focal (que incluya un objetivo macro), filtros...
• Laboratorio fotográfico o su equivalente «cuarto oscuro digital».
• Iluminación incandescente, halógena, LED fluorescente de «luz-día», infrarroja y ultravioleta.
• Juego de filtros para la obtención de bandas monocromáticas.
• Negatoscopio.
• Mesa de reproducción de documentos.
• Ordenador y periféricos adecuados para la captura de imágenes.
En el siguiente nivel, es decir, el que permite solucionar cuestiones más complejas, tendrá, además:
• Microscopio trinocular estereoscópico provisto de los correspondientes accesorios para fotografía y vídeo.
No se ha incluido hasta ahora otro tipo de equipamiento o herramientas muy especializadas porque su empleo suele ser
ocasional, incluso para el perito formado en áreas específicas complementarias. Por otra parte, material tan especial como
el que se enumera a continuación suele, o no ser asequible, o tener un destino relacionado con asuntos que competen casi
exclusivamente a organismos oficiales, tales como balística o falsificación de moneda.
Instrumental químico
Específico para análisis comparativos de tintas, para el revelado de huellas dactilares o para el examen de papeles.
Microscopio de comparación
Deliberadamente este instrumento ha quedado fuera de los elementos básicos por varias razones que ahora se explicarán.
Empero, hay que decir, antes que nada, que se trata de un aparato especial y muy complejo en su configuración y
elementos, tal como puede verse en la Figura 112. Su especial diseño está concebido para análisis de alta precisión en
campos de investigación como:
• Exámenes balísticos.
• Verificación de objetos timbrados con marcas de fábrica.
• Confrontación de papel moneda, sellos o cualesquiera otras piezas como documentos de identidad, pasaportes,
visados, timbres oficiales.
• Cotejo de mecanografías, serigrafías u otro tipo cualquiera de impresión mecánica.
• Comparación de acuñaciones monetarias.
• Confrontación de matrículas de vehículos.
• Verificación de fisuras, estrías o imperfecciones en piezas de precisión.
Figura 112.Microscopio de comparación
Figura 113.Detalle de dos fragmentos pertenecientes a un billete de 20 euros. La precisión que debe tener la impresión
no da lugar a ningún tipo de diferencia entre ellos, tal como aquí se muestra
Como se ve, en todos los casos se trata de investigar objetos que se definen por sus características de identidad, es decir,
en los que no cabe que presenten diferencias entre especímenes (Figura 113).
Es de conocimiento general que las estrías que un arma provoca en el proyectil o que las impresiones de papel moneda
son muy exactas, por virtud de lo cual es posible dictaminar con seguridad su origen o su autenticidad a través de una
imagen dividida o sobreimpresa.
Sin embargo, el empleo de este aparato para el cotejo de manuscritos o de firmas se revela menos operativo y seguro. El
grafismo manuscrito se caracteriza, precisamente, por el cambio constante (dentro de unos límites) de un momento a otro,
y en algunas personas tales cambios naturales son extremadamente variables. En esto hay acuerdo general. Siendo así,
¿para qué sirve comparar ciertas partes de dos firmas, si ya se sabe que en mayor o menor grado siempre se producirán
desajustes?; pero hay más, ¿qué diagnóstico puede darse con la ayuda de este instrumento si en dos firmas indubitadas
encontráramos diferencias, no ya de forma, sino de presión, debido a que una de ellas se hubiese hecho sobre una
superficie dura y otra haciendo apoyo en un soporte mullido?
Pese a lo que se puede leer en no pocos informes al respecto de la utilización de este microscopio, «para hacer mediciones
exactas de manuscritos», su empleo ni se justifica ni ofrece garantía alguna. Realicemos un ensayo elemental: háganse
dos firmas seguidas, una con bolígrafo y otra con una estilográfica sobre superficies de distinta rigidez; obsérvense luego,
superponiéndolas en un negatoscopio para ver si ajustan totalmente; a continuación mídanse los grosores de algunos
trazos. Conclúyase si estos autógrafos admitirían o no la consideración de auténticos en la doble imagen (separada o
superpuesta) que proporciona este instrumento.
Figura 114.La superposición mediante transparencia negativa de dos textos mecanográficos es perfectamente apta para
el cotejo, dado el carácter invariable que deben tener. Los desajustes que se producen entre manuscritos, sin embargo, no
tienen nada de insólito, habida cuenta de la naturaleza cambiante a que está sujeto cualquier grafismo manual
Los dos nombres manuscritos de la Figura 114 corresponden a dos firmas indubitadas de la misma persona. La
superposición de ambas pone de manifiesto diferencias en varias dimensiones y formas de las letras. Evaluados sus
tamaños y otros aspectos medibles bajo un microscopio de comparación, habría que reseñar un buen número de
desajustes sobre los que, sin embargo, no cabría asentar una argumentación de falsedad.
Entiéndase que no cabe poner en cuestión la utilidad y eficiencia de esta clase de microscopio. Al contrario, es una
herramienta inapreciable en la detección de falsificaciones monetarias o en otros de los ámbitos ya citados de la
investigación criminológica. Lo que sí procede dejar sentado es que no sirve sino para el tipo de cotejo para el que está
concebido: cuando hay que establecer posibles desajustes milimétricos, e incluso de décimas de milímetro, en
especímenes que no admiten ni siquiera tal variación.
De manera visual muy clara y con un alto índice de precisión puede hacerse una comparación semejante utilizando la
informática. Fotografiando primero los especímenes a comparar con idénticos medios y niveles de aumento en la toma, y
digitalizando las fotografías después se logran imágenes como las que aparecen en la Figura 113, perteneciente a la cifra
de un billete de banco.
Existen aplicaciones informáticas diseñadas ex profeso para trabajar conjuntamente con microscopía (las cámaras de vídeo
acoplables al microscopio disponen de sus propios programas) que permiten realizar toda suerte de operaciones exactas a
partir de tomas de vídeo o fotografías (Figura 115).
Figura 115.Las aplicaciones informáticas para el tratamiento de imagen o las expresamente diseñadas para equipos de
microscopía, permiten hacer divisiones de la pantalla (si es suficientemente grande) para comparar fielmente imágenes
como las ejemplificadas. También, si es que se necesita, realizan mediciones de alta precisión
Debe destacarse al respecto del cotejo de imágenes obtenidas digitalmente, algo que ya se ha dicho pero que conviene
repetir: la resolución del aparato de captura y la impresora deben ser altos, y el programa para el tratamiento de la
imagen no debe ser menor en exactitud de movimiento de 0,01 milímetros. Así, es posible hacer un acoplamiento como el
del ejemplo de la Figura 113; de otro modo, cualquier mínima deformación o desajuste invalidará los resultados.
COMPARADOR ESPECTRAL DE VÍDEO (VSC VIDEO SPECTRAL COMPARATOR)
Sin duda alguna es el mejor medio para la investigación integral de documentos que han sido manipulados con diferentes
métodos: tachados, raspados, alterados químicamente o de parecida naturaleza. Se trata de un conjunto de aparatos
dispuesto para trabajar conjuntamente desarrollado por la firma inglesa Foster & Freeman (Figura 116).
Figura 116.Comparador espectral de vídeo. Actualmente existen modelos de la misma marca más modernos y
perfeccionados que el que aquí se muestra
Lo primero que se debe destacar de este aparato son sus amplias posibilidades analíticas y el hecho de que esté especial y
exclusivamente pensado para la aplicación que se ha dicho.
El comparador de vídeo lo forman un conjunto de elementos coordinados: fuente de luz; cámara de vídeo; unidad de
filtrado con diversas longitudes de onda que actúa entre la cámara y la fuente de luz; y un monitor que recibe las
imágenes captadas por la cámara.
Fuente de iluminación
Proporciona una amplia variedad de luces independientes, que abarcan desde la episcópica visible hasta la infrarroja de
absorción.
Unidad de integración y comparación
Realiza las operaciones de presentación directa o de almacenamiento de imágenes; presentación de imágenes positivas o
en negativo; mezcla de especímenes; y presentación de instantáneas en pantalla dividida.
Cámara de vídeo
Además de incorporar un objetivo de 10x, está preparada para captar las longitudes de onda del infrarrojo. El amplio rango
de longitudes de onda se consigue con juegos de filtros que proporcionan radiaciones entre los 440 y los 1.000 nm.
Opcionalmente se pueden incorporar diferentes accesorios que perfeccionan y hacen más versátil el instrumento, tales
como fuente de luz de xenón, videoimpresora e interfaz para ordenador.
Aunque descrito sucintamente, el vídeo comparador espectral es un instrumento excepcionalmente dúctil que permite
realizar exámenes rápidos y precisos, complicados de obtener con otros medios alternativos. Sin duda, es una herramienta
que cualquier perito debería tener en su laboratorio para hacer más fácil y eficiente su trabajo.
REVELADOR DE SURCOS LATENTES DE ESCRITURA ESDA
Los surcos sin entintar que se crean en una hoja a causa del apriete firme que se ha hecho sobre otra superior que recibe
la escritura directa, se pueden hacer visibles con claridad mediante este aparato cuyo principio de revelado se basa en un
procedimiento electrostático.
Colocado el documento que contiene la escritura latente sobre una plancha metálica a la que se ajusta por acción de vacío,
y recubierta por una fina película de plástico, se aplica una descarga eléctrica que actúa sobre el tóner de fotocopiadora
(sobre la película como elemento revelador); la zona sin surcos, de mayor contacto con la placa metálica, recibe más
cantidad de tóner y, así, se obtiene una imagen negativa de perfecta legibilidad sobre la película plástica. El sistema tiene
la ventaja de producir una imagen con el tamaño real de la escritura, no daña ni ensucia el documento y, por tanto, admite
analizarse con otros medios sin menoscabo alguno.
Como bien se deduce, se trata de un aparato de uso muy restringido y, como instrumento especializado que es, no entra
en el conjunto de útiles imprescindibles que continuamente emplea el perito. Con mayor trabajo y con resultados no tan
nítidos es posible revelar las escrituras latentes por medios fotográficos, de modo que este aparato puede sustituirse por
vías alternativas.
CONSIDERACIÓN FINAL
Bien se puede deducir a través de los instrumentos enumerados y de la descripción de sus características, que la mayor o
menor dotación de medios técnicos es determinante en el nivel de especialización que se desea alcanzar y, como
consecuencia, de las muy diversas posibilidades de resolver casos de diferente complejidad.
La reproducción fotográfica de documentos
INTRODUCCIÓN
Un dictamen pericial es esencialmente un medio de prueba. Como tal, su principal razón de ser consiste en esclarecer los
hechos investigados y mostrar de manera inequívoca y comprensible los resultados obtenidos en tal investigación,
debiendo emplearse para ese fin todos los recursos que sean más idóneos.
Si una prueba de convicción (como lo es el dictamen pericial) alcanza su mayor valor probatorio, es gracias a las imágenes
que el receptor del trabajo puede visualizar y comprender guiado por las explicaciones que en el texto da el perito.
Una época como la presente en la que la imagen forma parte sustancial de la cultura en todos los ámbitos, adquiere en los
peritajes aplicación y relevancia especiales. Nadie concibe hoy un folleto, manual de instrucciones o publicidad de un
producto, en cuyos contenidos deban reflejarse resultados complejos, difícilmente explicables, sólo con palabras, ni un
trabajo pericial sin el apoyo de ilustraciones que respalden el rigor de lo peritado.
De todos los sentidos, es el de la vista el que quizá más información proporciona a la mente. Esta premisa confiere a la
fotografía (o cualquier otro medio visual) una importancia capital como medio probatorio. Aunque se trata de un
procedimiento más de entre los que se han detallado en el capítulo precedente, continúa siendo hoy día el principal medio
de demostración en lo que al documento se refiere. Por ello, no sólo parecía oportuno, sino esencial, hacer un bloque
temático aparte en el que incluir, además de los medios materiales, las técnicas básicas para su adecuada aplicación en el
campo documental.
La reproducción fotográfica de documentos, no obstante basarse en los principios generales de los que parte toda
fotografía, presenta problemas singulares que en otros campos no se revelan como tales (la fotografía publicitaria, por
ejemplo, es sustancialmente «irreal» porque su objetivo es mejorar, hasta límites engañosos, la apariencia de un
producto).
Éste es un mundo amplísimo, y como otros temas de este libro, hay que limitarlo forzosamente en extensión. Empero, se
hará un recorrido lo más completo posible.
LA NECESIDAD DE FOTOGRAFIAR
Fotografiar un documento es documentar su estado permanentemente, con objetividad y de manera incuestionable. Éste
es el fin de la fotografía documental o, en su defecto, la de cualquier otra imagen de similar naturaleza y parecido fin.
La instantánea fotográfica cumple la función de registrar los resultados de una investigación de modo que terceras
personas lleguen a la comprensión primero, y al convencimiento después, de lo que el perito ha encontrado y, desde ese
punto de vista, se convierte en una exigencia. De otro modo, sería harto difícil contarlos con precisión, tal como afirma
Ralph M. EVANS en una interesante obra (1) . De hecho, la razón de que éste o cualquier otro libro contenga fotografías no
se debe a razones estéticas sino a motivos prácticos: el lector ve las ilustraciones, y éstas le permiten comprender con
exactitud las explicaciones que se le ofrecen. Y si en este libro las ilustraciones pueden considerarse algo complementario
que mejora su contenido escrito, en los dictámenes periciales adquieren carácter demostrativo imprescindible. La
importancia de la fotografía como medio criminalístico de prueba está magistralmente recogida en un folleto publicado por
Kodak (2) , que abarca desde el empleo de los filtros, el flash y diversas lentes, hasta las técnicas de iluminación con
ultravioleta e infrarrojo.
También pueden traerse a colación, por oportunas y autorizadas, las palabras de Leonardo da Vinci, bien que referidas al
dibujo (pero imágenes al fin y al cabo): «Oh, escritor, ¿con qué letra escribirías tú con tal perfección la entera figuración
como hace el dibujo?» (3) .
Pero el sentido que para el perito tiene la reproducción fotográfica no es ni mucho menos el que puede tener para un
aficionado al hacer una toma de cualquier motivo o situación. La fotografía pericial debe cumplir un requisito fundamental:
la claridad absoluta del objeto captado ajustándose fielmente, escrupulosamente, a la realidad.
Figura 117.Aunque sorprendente, esta imagen de una firma dubitada ilustraba un informe pericial. Obsérvese
elpixeladoque aparece al agrandarse. La perito remitía a su observación para fundamentar el parecido con las
reproducciones de las firmas indubitadas de no mejor calidad visual
Aún hay quienes emplean mínimamente la fotografía para fundamentar sus afirmaciones, y basan los cotejos en prolijas y
farragosas reseñas que, a la postre, y aun contando con que su capacidad descriptiva fuese extraordinaria, sumen al
destinatario del dictamen en un maremágnum de datos incomprensibles. Tal ausencia de demostraciones visibles, unida a
un lenguaje críptico, provocan confusión. Y también quienes utilizan el escáner como medio sustitutivo, habida cuenta de
la gran calidad que ha alcanzado este aparato al copiar documentos. Porque el escáner no registra todas las calidades que
sí se obtienen con una cámara fotográfica (sin contar las imágenes que no alcanzan un nivel mínimo para darlas por
aceptables, como la del ejemplo de la Figura 117).
Basta visualizar muchas de las imágenes incluidas en cualquiera de los capítulos para comprender que la mayoría no se
conseguirían con el sistema de exploración de este periférico informático.
No hay duda de que la fotografía es un medio ilustrativo idóneo en todos los sentidos (si se ha realizado adecuadamente),
que no reporta más que ventajas:
Permanencia. Las virtudes de hacer permanente una imagen en un soporte como la fotografía nos llevaría a enumerar
gran cantidad de ellas. Basten sólo tres: es manejable, susceptible de reproducirse cuantas veces se necesite, y se evita
tener que manipular repetida e innecesariamente el espécimen original.
Objetividad. Aun cuando una imagen admite ser interpretada, sin embargo no se puede forzar la evidencia objetiva.
Sobre una fotografía que muestre que un soporte (papel, cartulina, etcétera) está alterado podría discutirse acerca del
método usado para la alteración, pero de ningún modo se podrá dudar de ésta. El caso que se ilustra en la Figura 118 es
buena prueba de ello: si bien se podría debatir qué contenidos habría en el área que se ha borrado, nadie podrá objetar la
alteración misma.
Figura 118.La alteración de las fibras del papel en un cheque evidencia de modo incuestionable la acción erosiva que ha
sufrido antes de recibir el nuevo texto mecanográfico. Asimismo se hace patente que la segunda línea se ha emborronado
por frotamiento
Claridad. Una exposición apoyada en una imagen tiene una fuerza indiscutible en cuanto a la facilidad para hacer
comprender a los no expertos un determinado hecho, a la vez que contribuye a la claridad del argumento.
Convicción. Si con algún medio se puede trasladar imparcialmente nuestras convicciones a quien nos solicita un
dictamen, ése es el de la imagen. Este aspecto enlaza con el de la objetividad; al convencimiento se llega por el camino de
probar con hechos manifiestos, incuestionables, que no permiten dudar de lo que se está demostrando.
Disponibilidad del documento. Se trata de uno de los problemas más comunes que encuentra el perito privado. Muchas
veces va a disponer de la pieza original por poco tiempo porque su custodia la tiene un Juzgado, una empresa o una
institución; en consecuencia, deberá obtener una reproducción lo más exacta posible para desarrollar posteriormente su
trabajo.
Seguridad. El sobresalto que produciría cualquier posible daño inadvertido en la pieza original no cabe con las
reproducciones fotográficas.
Mayor comodidad en las observaciones. La posibilidad de hacer distintas tomas de aproximación (macro y
microfotografías) repetidas veces a partir de un negativo (convencional o digital), así como medirlas o acotarlas, hace que
la apreciación de ciertos fenómenos se convierta en algo cómodo de realizar. Por ejemplo, un tablero mural en el que se
haya fijado una secuencia fotográfica a modo de mosaico, permite tener, al tiempo, una visión global y de los detalles más
imperceptibles a ojo desnudo sin tener que recurrir constantemente al microscopio o a la lupa.
EL CONOCIMIENTO DEL PROCESO FOTOGRÁFICO EN LA FOTOGRAFÍA TRADICIONAL
Aunque los avances en la fotografía digital han dejado a la fotografía tradicional casi en desuso, sigue siendo una opción
ilustrativa válida, además de procurar al perito un conocimiento profundo de lo que significa el «revelado digital» y
capacitarle para eventuales análisis de imágenes positivadas a partir de película negativa. De ahí que quienes se iniciaron
en la fotografía convencional posean un conocimiento más perfecto de lo que supone trabajar en el «cuarto oscuro digital»
o de los efectos que se pueden obtener con los filtros digitales, el control del contraste y el brillo, etcétera.
El conocimiento y dominio de las técnicas de revelado y positivado permiten, además, observar una fotografía y evaluarla
en todos sus aspectos, lo que en última instancia le capacita para peritar fotografías: la fotografía, entendida como
variedad documental, también admite ser peritada porque dependiendo del uso que se haga de ella se presta a
manipulaciones, alteraciones o cambios que han escapado inadvertidamente al control en el proceso; evaluar un negativo
y su correspondiente positivo, o solamente este último es una acción pericial que en alguna oportunidad puede
presentarse.
PROBLEMAS PARTICULARES DE LA REPRODUCCIÓN DOCUMENTAL
En la reproducción de un documento siempre hay que enfrentarse a varios problemas específicos, sobre los que hay que
reflexionar si se quiere conseguir imágenes fidedignas:
1. El primero, común a todo tipo de documento, es el contraste. Casi siempre, la fotografía que interesa realizar es una
firma, una mecanografía o partes de ellas, de color oscuro, que contrasta con fuerza sobre el fondo del papel. El problema
radica en la obtención de una instantánea donde el contraste tonal entre los trazos y el soporte no sea tan fuerte, que los
trazos pierdan sus matices y la textura del fondo se convierta en un área totalmente blanca, o viceversa (Figura 119). Se
precisa ejercer un control exacto de las condiciones de la toma para diferenciar con precisión el contenido del soporte
sobre el que se encuentra, sin que ninguno de los dos elementos pierda detalles importantes.
Figura 119.El inadecuado control al calibrar las condiciones de iluminación en la toma fotográfica ha producido en la firma
superior dos deficiencias: un alto contraste del motivo con la consiguiente pérdida de definición en las calidades de los
trazos, y una menor legibilidad de todo el manuscrito
2. El segundo problema, a menudo de solución no fácil, se presenta cuando el documento no puede ser trasladado al lugar
donde se trabaja habitualmente y, por tanto, no se dispone de todos los aparejos para efectuar adecuadamente la toma de
imagen con la que obtener la calidad visual citada.
3. Otro problema particular se suscita por la necesidad de revelar aspectos particulares imperceptibles a simple vista, no
reproducibles con medios fotográficos comunes. Por ejemplo, el caso de piezas retocadas o que han sufrido borraduras que
requieran utilizar fotografía infrarroja o iluminación ultravioleta
4. Los documentos son generalmente hojas lisas cuya condición de objeto plano no presenta ningún obstáculo para
conseguir una imagen nítida cuando se fotografía en aproximación. Únicamente se presentan problemas para obtener una
imagen bien enfocada y sin deformaciones cuando se trata de captar el área de un libro encuadernado, próxima al centro
de la encuadernación. Las piezas que han sido dobladas, y el doblez queda levantado, no suponen ningún obstáculo si se
trabaja con una profundidad de campo adecuada; se hablará de ello más tarde.
MEDIOS BÁSICOS PARA FOTOGRAFIAR
Este apartado está formado por los medios básicos y por aquellos otros que, aun siendo algo especiales, no lo son hasta el
punto de constituir elementos altamente especializados o que estén concebidos para un uso excepcional, como puede ser
el caso de las cámaras fotográficas de medio o gran formato.
La siguiente relación de instrumentos es de aplicación, tanto si se trata de optar por la fotografía analógica como por la
digital. En principio, los materiales que ahora se describen tienen igual consideración genérica, tanto en uno como en otro
sistema de registro.
La cámara
Hablar de cámara fotográfica en un nivel especializado es sinónimo de cuerpo de cámara, es decir, la parte que posee
todos los mecanismos que hacen posible el registro de la imagen. La otra parte esencial es el objetivo. La distinción debe
hacerse porque si importante es que el cuerpo tenga determinadas características, sin duda trascendente es que el
objetivo esté a su altura.
Cámara réflex
La elección de este instrumento de trabajo debe ir orientada al cumplimiento de ciertos requisitos: que se trate de una
cámara réflex, que admita la posibilidad de intercambiar objetivos y, finalmente, que incorpore controles manuales aun
cuando vaya provista de todo tipo de automatismos.
El primer factor es sustancial. Únicamente con este tipo de cámara se visualiza a través del objetivo la imagen que se va a
tomar, evitando así los defectos de paralaje que hay que considerar en las otras. Resulta imprescindible una réflex si se va
a trabajar con macrofotografía, por las razones que en su momento se dirán.
Ópticas intercambiables
La importancia del segundo factor apuntado se hace evidente desde el mismo momento en que las condiciones de la toma
fotográfica varían. Difiere mucho la reproducción de una página completa de un manuscrito, o la captación de pequeños
detalles de la misma. En el primer supuesto, un objetivo normal de 50 mm (el que algunas de las marcas incorporan de
serie) satisfará plenamente los requerimientos de una buena toma y, sin embargo, habrá que trabajar con otro de al
menos 70 mm para cubrir las tomas macrofotográficas (Figura 120). La tendencia actual lleva a los fabricantes a
incorporar como equipo habitual objetivos multifocales dentro de un rango de entre 18-70 mm, 20-80 mm o similares, con
lo que mediante una sola óptica se puede operar en tomas que van desde el gran angular hasta la fotografía de
aproximación.
Figura 120.Dos objetivos distintos en el mismo cuerpo permiten cubrir un amplio rango de distancias focales para cada
necesidad específica
Control manual
El tercer requisito, referente a la posibilidad de controlar manualmente las condiciones de la toma de imágenes, es de gran
utilidad. Afortunadamente se mantienen los criterios de los fabricantes de prever la intervención del fotógrafo en el proceso
de control de las condiciones óptimas para una toma, aparte del hecho de contar con operaciones de autofoco (AF),
automatismos de lectura y apertura del diafragma, etcétera, ciertamente cómodas para el aficionado, pero que constituyen
verdadero impedimento para el profesional que sabe que en determinadas circunstancias la máquina se «equivoca». Las
mejores firmas que hay en el mercado tienen prevista la posibilidad de operar indistintamente en modo automático, en
modo manual o con una configuración mixta de ambos.
Objetivos para las cámaras
Para fines profesionales es imprescindible partir del criterio de calidad. El objetivo ha de ir parejo al nivel de calidad que
tenga el cuerpo de la cámara, porque, en definitiva, recibe la imagen que aquél va a captar. No tiene sentido adquirir un
cuerpo de altas prestaciones y acoplarle objetivos de segunda marca de los que no se sabe a ciencia cierta cuál es su
rendimiento.
De manera semejante a lo dicho cuando se habló de objetivos de microscopía, la calidad de los fotográficos se establece
con dos parámetros: la definición y la resolución. Es verdaderamente difícil, por no decir imposible, reunir ambas
características en uno solo. Dependiendo de la finalidad de cada objetivo habrá que dar primacía a uno u otro aspecto.
Objetivos primarios y multifocales
Se conocen como objetivos primarios o de focal fija los que están fabricados para operar dentro de un rango específico de
distancias, y en ellas es donde dan su mejor rendimiento.
Aunque los objetivos multifocales, es decir, aquellos que abarcan un rango extenso de distancia focal (18-70 mm,
etcétera) tienen una aplicación teóricamente igual que los de focal fija, sin embargo, carecen de la flexibilidad de los
primarios; poder cambiar el objetivo según el nivel de aproximación de la toma que necesite hacerse proporciona una
libertad y unos resultados que no se obtienen con los multifocales. Los objetivos de amplio rango focal se encuentran
siempre restringidos a determinadas medidas y, más allá de ellas, no es factible operar eficientemente. Y el recurso de
ampliar las imágenes obtenidas en el positivado o mediante software ni es la misma cosa ni da resultados satisfactorios.
Por otra parte, los objetivos multifocales necesitan incorporar un mayor número de elementos de cristal que los primarios,
con la consiguiente pérdida de calidad que se manifiesta especialmente en los bordes de las imágenes (presencia de
viñeteado). No en vano todas las marcas fabrican objetivos primarios con todo tipo de focales que cubren las necesidades
que van desde el gran angular a la toma a grandes distancias. Si para un uso general los objetivos multifocales son una
excelente opción, para el trabajo pericial de aproximación se hace imprescindible trabajar con varios objetivos primarios
específicos (Figura 121).
Figura 121.Objetivos primarios de 50 y 105 mm. Las dos focales abarcan un rango suficientemente amplio como para
cubrir todas las necesidades periciales anteriores a la microfotografía
Focal de un objetivo
Todo objetivo fotográfico se caracteriza por peculiaridades bien precisas, el conocimiento de las cuales es esencial para su
correcta aplicación. El concepto más importante es de la distancia focal, de la cual dependen estrechamente las restantes
características. Por distancia focal de una lente convergente se entiende la separación que hay entre el centro de ésta y el
plano de la película. La distancia focal de una lente (denominada simplemente focal) viene determinada por el grado de
curvatura y por el índice de refracción del vidrio óptico con que está fabricada. Debido a que el objetivo fotográfico es un
sistema de lentes (elementos) en conjuntos más o menos numerosos (grupos), la disposición y agrupamiento de sus
elementos rinden sus virtudes ópticas en aquellas distancias para las que están concebidos y, consecuentemente, tienen
una aplicación concreta.
Focal de gran angular. En esta categoría se incluyen todas las ópticas capaces de abarcar un amplio ángulo de campo.
Pueden considerarse así los objetivos con una focal entre 16 y 35 mm.
En la fotografía pericial este tipo de objetivos no sólo no tiene aplicación, sino que, al contrario, debe evitarse a causa de
los inconvenientes que presenta; si en la fotografía de un paisaje no tiene importancia alguna la curvatura que deforma las
líneas del horizonte (e incluso cumple una función artística), en la reproducción documental representa un grave
impedimento para captar cómo es realmente la pieza.
Focal de 50 mm. Es la óptica de focal media que mejor se adapta a las tomas generales sin acusar deformaciones.
Resulta idónea para la fotografía de páginas completas en las que interesa ilustrar de modo global cómo es un documento,
en qué estado se encuentra, sus contenidos, sus calidades de color o textura, etcétera. Por todo ello, el objetivo de 50 mm
deber figurar entre los elementos fotográficos indispensables para el perito.
Focal para macrofotografía. La necesidad de recoger detalles precisos de una parte del documento hace imprescindible
contar con al menos un objetivo de focal larga a partir de los 70 mm. Cualquier objetivo primario o multifocal por debajo
de esta distancia no puede considerarse elemento de macrofotografía.
Figura 122.Dos imágenes de un mismo documento empleando un gran angular para abarcar toda la página (arriba), y un
macro de 105 mm a su máxima aproximación (debajo). El desenfoque de la primera imagen es deliberado
Lo deseable, para conseguir niveles de aproximación suficientemente altos, es contar con una óptica de 100 mm o
superior; la razón no es otra que la de acceder a un grado de aproximación tal que constituya el paso previo a la
microfotografía en ésta mediante la instalación de la cámara en el microscopio. Con un juego de objetivos de 50 y 100 mm
quedarían cubiertas todas las necesidades periciales para reproducir desde una hoja entera en DIN A4 hasta pormenores
de apenas unos pocos milímetros (Figura 122).
Ángulo de campo
En estrecha dependencia de la distancia focal y del formato del fotograma, hay que observar la dimensión del campo que
abarca el objetivo, es decir, el ángulo interno que se produce para que los rayos de luz provenientes del infinito formen
sobre la película una imagen nítida (Figura 123). Cuanto más reducida es la focal del objetivo, tanto más amplio es el
ángulo de campo; por ello, los objetivos de focal muy corta se denominan «gran angular»; al contrario, al aumentar la
longitud focal el ángulo de campo se reduce, como sucede en los objetivos macro y los teleobjetivos. A modo de ejemplo,
la siguiente tabla recoge los valores tomados de una determinada marca, en los que se manifiestan las variaciones
expuestas, sobre un formato normal de 24 × 36 mm:
Figura 123.Representación esquemática de la focal y del campo de cobertura de dos objetivos: normal de 50 mm y macro
de 105 mm
Objetivo Distancia focal Ángulo de campo
Gran angular 16 mm 110º
Normal 50 mm 46,7º
Macro 100 mm 24,4º
Apertura relativa máxima
La distancia focal condiciona también la apertura relativa máxima del objetivo, que viene dada por la relación que existe
entre la focal misma y la apertura efectiva: esto es, del diámetro del haz de rayos provenientes del infinito que pasan a
través de las lentes, cuyo coeficiente se obtiene según la fórmula f = F/a; donde f es la apertura relativa, F es la distancia
focal, y a la apertura efectiva. Un objetivo de 100 mm con una apertura efectiva de 25 mm tendrá una apertura relativa
máxima de 4. Como se deduce, la apertura relativa se mide en «números f/»; la escala de los números f/ de todo objetivo
tiene como valor de partida aquel relativo a la apertura máxima, mientras que los otros valores están basados en una
escala internacional concebida de modo que cada número sucesivo menor indica que la luz que llega a la película es la
mitad. Los valores f/ de la escala completa son: 1 - 1,4 - 2 - 2,8 - 4 - 5,6 - 8 - 11 - 16 - 22 - 32 - 44 - 64. Basta observar
la escala grabada en el objetivo para saber cuál es su capacidad de apertura (Figura 124) (4) .
Figura 124.Datos sobre los pasos de apertura de diafragma y de apertura relativa máxima. Ambas especificaciones son de
gran importancia a la hora de elegir un objetivo, puesto que de ellas depende su luminosidad
Profundidad de campo
La profundidad focal y la profundidad de campo son conceptos interdependientes con los que hay que operar para
conseguir la nitidez deseada en los distintos planos de la imagen. Ya se hizo referencia a los dos conceptos en el capítulo
anterior al hablar de las cualidades del microscopio; a efectos prácticos es lo mismo hablar de óptica para microscopía o
fotografía.
Si la superficie que se va a fotografiar no es perfectamente plana, es necesario cerrar el diafragma de la cámara al valor
mínimo para aumentar la profundidad de campo y evitar el desenfoque de zonas de interés. En la Figura 125 se muestra
esquemáticamente cómo cambia el rango de enfoque al pasar de una focal corta a otra larga, incidiendo en la nitidez de la
toma si el documento está arrugado o simplemente ondulado. En tales circunstancias se debe ajustar la apertura del
diafragma, sabiendo que cuanto mayor es, más se reduce la franja en que los objetos aparecerán nítidos. Cada objetivo
proporciona esta información en una escala que lleva incorporada (Figura 126); ciertas cámaras llevan un dispositivo
mediante el cual se puede visualizar, antes de tomar la fotografía, los planos que se verán nítidos y las áreas
desenfocadas, después de que se hayan establecido los ajustes de apertura y velocidad de obturación.
Figura 125.Representación teórica aproximada de la profundidad de campo en dos objetivos con focales de 70 y 110 mm,
respectivamente
Figura 126.Escala de profundidad de campo que incorpora el objetivo para informar cómo afecta la distancia a los objetos
que se verán nítidos en la instantánea. Junto con los valores expresados en metros (m) y pies (ft) aparece la relación de
reproducción que tendrá la imagen (1:x)
Medición de la luz a través del objetivo
Además de contar con un tipo específico de iluminación, y de cierto método al aplicarla que enseguida se verá, hay que
ajustar la cámara para controlar con qué intensidad conviene que entre hacia la película o el sensor. En este momento hay
que atender a los ajustes que ya se han citado: la apertura y la profundidad de campo.
Para reproducir un documento se necesita una potente y homogénea fuente de luz. Una vez conseguida, se podrá
establecer la distancia de trabajo (normal o macro) y establecer un valor de apertura. Normalmente, las cámaras réflex
incorporan ya un fotómetro de notable precisión TTL (Through The Lens) que automáticamente indica la velocidad
adecuada para impresionar el negativo. Conviene graduar la apertura de forma que la velocidad de obturación, es decir, la
rapidez con que el diafragma va a actuar no sea demasiado lenta porque cualquier mínimo movimiento del objeto
provocará una foto borrosa. Suponiendo que ya se haya establecido la apertura y su correspondiente velocidad, sólo resta
verificar la profundidad de campo. En teoría, con estos tres factores correctamente establecidos se obtendría una imagen
óptima. Ya se verá más adelante que no siempre es así porque intervienen factores adicionales que hay que sopesar si se
quiere que el resultado sea el propuesto.
Objetivos de aplicación específica
En la fotografía de objetos a corta distancia todos los objetivos normales entran en crisis. De hecho, los de uso normal
están corregidos de manera óptima para evitar todas las aberraciones dentro una distancia de reproducción cercana a 50
veces su distancia focal. Esto significa que un objetivo de 50 mm de pequeño formato da sus mejores prestaciones a una
distancia cercana a los 2,5 metros. Aunque esto no es una regla universal, aún constituye la tendencia generalizada de la
industria fotográfica. A mayores distancias de trabajo, el aumento de la profundidad focal compensa en gran parte las
principales aberraciones, y los resultados de calidad son más teóricos que reales.
No ocurre así en las distancias muy próximas, las cuales provocan una disminución de la distancia focal con la consiguiente
manifestación de numerosos defectos. Por ello, muchos objetivos de alta calidad llevan en su sistema óptico las llamadas
lentes flotantes (floating lenses) que compensan las aberraciones prismáticas o esféricas en operaciones de aproximación.
Un defecto que se debe evitar en las lentes es la dispersión cromática, que se subsana con objetivos apocromáticos.
Para prevenir la pérdida de calidad, típica de los objetivos normales a la distancia en la que habitualmente trabaja, el
fotógrafo de documentos se orientará con exclusividad a las ópticas construidas para trabajar de cerca. En el pequeño y
medio formato, estos objetivos se denominan macro, y se caracterizan por un helicoide de enfoque de largo desarrollo, que
aleja el grupo óptico del plano focal hasta permitir un acercamiento máximo. El mejor objetivo macro proyectado para el
pequeño formato llega, sin adición de accesorio alguno, a la relación de reproducción 1:1. Los objetivos de aproximación se
fabrican en diferentes distancias focales (70, 80, 90 mm). Los más comunes poseen una distancia focal próxima a los
normales, pero los más aconsejables son los que la tienen más alta (a partir de 80), capacidad que permite fotografiar con
una alta relación de reproducción manteniéndose a una mayor distancia del objeto. En tales condiciones, la facilidad de
iluminar el documento se revela como algo muy cómodo.
La relación de reproducción (RR)
Una fotografía de aproximación se evalúa conforme a su relación de reproducción (RR). Con estas siglas se indica la
correspondencia entre el tamaño del objeto y el que tendrá su correspondiente imagen en la película (en las cámaras
digitales este concepto ha cambiado). Tal correspondencia se calcula en función de la distancia que media entre el plano de
la película y el objeto, y por el ajuste de enfoque del objetivo. Por ejemplo, si la imagen del fotograma es exactamente
igual de tamaño que el objeto, la RR es 1:1 (uno a uno); si la imagen es dos veces mayor, la RR es 2:1 (o 2x). Por tanto,
lo primero que hay que decidir en la toma macrofotográfica es la escala RR de la imagen que se pretende conseguir, y
luego ajustar el enfoque para obtenerla.
Complementos para la aproximación
Existen varios accesorios proyectados para aumentar las imágenes trabajando con objetivos de focal corta, aunque el
rendimiento no tiene parangón con el que da otro objetivo expresamente concebido para macrofotografía sin necesidad de
complementarlo. Cualquier accesorio añadido comporta siempre modificar un diseño calculado de manera específica, y esto
casi siempre acarrea inconvenientes.
Lentes de aproximación
Uno de estos aditamentos, las lentes de aproximación, no son sino ópticas simples positivas que se añaden al objetivo en
su parte frontal mediante alguno de los sistemas habituales: bayoneta, portafiltros o rosca (Figura 127). No son en ningún
caso la solución a las necesidades de un uso profesional y cumplen únicamente con el fin de hacer económica la
macrofotografía al aficionado, para quien no es rentable la inversión en buena óptica. Las servidumbres de tan precaria
solución son de toda índole: la más destacable es que la profundidad de campo se reduce tan drásticamente que el área de
enfoque apenas cubre un pequeño círculo útil en el centro, y el resto queda borroso y con viñeteado. Por otra parte, la
aberración esférica y prismática es notable. La potencia de las lentes de aproximación se suele expresar en dioptrías y su
uso está restringido a objetivos de distancias focales determinadas, normalmente no superiores a los 55 mm.
Figura 132.El uso de filtros para mejorar las imágenes, sin que por ello sufran alteración alguna, constituye una valiosa
herramienta como en el ejemplo ilustrado. Arriba, el documento tal como se visualiza en una toma sin filtrado; el dibujo de
color amarillo del fondo representa, si no un impedimento grave, sí una incomodidad para visualizar con claridad los
manuscritos. Debajo, el mismo documento fotografiado con un filtro-barrera de amarillo medio; la desaparición de la
filigrana del fondo deja ver con mayor comodidad y con un contraste óptimo las cualidades de la escritura
Otro elemento determinante sobre los matices de la imagen lo constituye la luz empleada, según ésta sea más rica en
radiaciones de una u otra longitud de onda. Aunque toda esta teoría es útil como punto de partida, la conclusión final más
valiosa que puede darse es la de experimentar; son tantas las variables que entran en juego al fotografiar con filtros
(densidad, color, tipo de iluminación, tipo de película, propiedades de la óptica, color y tonalidad del documento...) que
prever todas las situaciones se hace complicado. Hay, sin embargo, empleos específicos en el filtrado de la luz que
cumplen una función valiosa en la fotografía documental que conviene tener presente: la polarización, la radiación y el
control sobre la luz ultravioleta y la infrarroja.
El filtro polarizador
En el capítulo anterior, bajo el epígrafe La naturaleza de la luz, quedó enunciado qué era la luz polarizada. Volvemos ahora
sobre esa teoría para aplicarla a la utilización concreta de la fotografía documental.
En 1852, William B. Herapath descubrió que los cristales de yodosulfato de quinina (desde entonces llamados herapatita)
tenían la propiedad de polarizar la luz que incidía en ellos. Los cristales de herapatita, alineados en una matriz de acetato
de celulosa o de polivinilo, forman el material que hoy conocemos como polaroides.
El efecto inmediato que se observa al colocar un filtro polarizador es que desaparecen o se atenúan los reflejos de la
imagen porque únicamente permite que la luz vibre en un solo plano: se desvían los rayos no deseados causantes de los
destellos, y el objeto toma entonces una apariencia matizada en la que se perciben los detalles y texturas que la reflexión
oculta (Figura 133). La eficacia de los polaroides es máxima cuando el eje óptico del objetivo coincide exactamente con el
rayo reflejado.
Aunque por lo regular la superficie de los documentos no tiene un lustre que provoque reflejos de modo semejante al que
lo hacen los metales o el vidrio, sin embargo, una iluminación cruzada o que proviene de un foco directo con cierta
intensidad pueden causar similares efectos que en los cuerpos pulidos. El empleo del filtro polarizador es particularmente
aconsejable cuando no se trabaja con una mesa de reproducción (con focos adecuadamente dispuestos en ángulo y
equilibrados), sino cuando el ambiente lumínico tiene fuentes que no se pueden controlar, e incluso en condiciones de
iluminación mixta como suele suceder en oficinas (donde se interfieren la fluorescente y la diurna). Asimismo, es un
elemento imprescindible si el soporte del documento es papel cuché u otro similar cuya superficie produce brillos que
ocultan áreas de interés.
Un efecto secundario que producen algunos filtros polarizadores consiste en variar la tonalidad en los colores,
saturándolos. Si se trabaja en color, conviene recordar estos efectos, haciendo otras tomas sin filtro para saber en qué
medida está variando el cromatismo original.
La saturación del color es una ventaja en ciertas ocasiones. Documentos escritos con tintas azules de tono claro adquieren
una profundidad tonal y un contraste acentuados, que mejoran el detalle de sus calidades y revelan con mayor intensidad
los trazos.
Figura 133.La luz que vibra hacia todos los planos se proyecta hacia uno solo al atravesar el polaroide, atenuando o
bloqueando el brillo de los objetos
Filtros para ultravioleta
El empleo del filtro ultravioleta que tiene aplicación en la fotografía documental no es el que comúnmente se acopla al
objetivo para evitar el efecto neblina en la fotografía de paisajes (que apenas tiene un levísimo color perceptible y se
conoce como skylight), sino el de tonalidad oscura, casi opaca. Éste se utiliza junto con fuentes de radiación ultravioleta
para revelar partículas, elementos de seguridad o tonalidades de los papeles que reaccionan de modo particular cuando se
excitan bajo estas longitudes de onda.
Su aspecto, como el de algunos para fotografía infrarroja, es casi opaco, y dependiendo de sus características bloquean
franjas de longitud de onda desde los 250 nm o superiores (Figura 134).
Filtros de transmisión UV
Longitud de onda (nm)
Figura 134.Distintos tipos de filtro permiten bloquear o transmitir longitudes de onda de modo selectivo, de manera que
los contenidos no visibles del documento se hagan manifiestos
El examen y fotografía de los documentos puede hacerse empleando uno solo o combinando dos de ellos; la fluorescencia
del documento o de los elementos de seguridad que lleve añadidos determinarán qué tipo o qué combinación de filtrado se
necesita para evidenciar lo que bajo iluminación natural resulta invisible. Es necesario hacer siempre tomas de prueba que
muestren los resultados al aplicar uno o dos filtros-barrera, debido a que las propiedades físicas de los documentos varían
completamente y las reacciones de fluorescencia que tendrán no son previsibles hasta aplicar esta técnica.
Filtros para fotografía infrarroja
Su empleo es muy concreto: revelar contenidos invisibles (tachados, borrados), difuminados (por efecto del tiempo o por
degradación de las tintas) o para discriminar los diferentes tipos de pigmentos aparentemente idénticos.
Casi todas las marcas dedicadas al campo de accesorios para objetivos tienen en sus catálogos este tipo de filtro especial,
tanto con formato de rosca y circular como de gelatina. La firma Kodak fabrica estos últimos con la especificación
Wratten™ y un número que corresponde a las características del filtrado que hace de la luz visible (Figura 135) cuya
numeración se ha convertido en un estándar.
Figura 135.Los filtros para fotografía infrarroja llevan un número de referencia (en el ilustrado, 87C) que permite saber el
rango de la longitud de onda que bloqueará. A partir de este dato se decide el tipo de película y la iluminación que debe
emplearse
Con todo, y cualquiera que sea el fabricante, el empleo de los diferentes tipos está en función del material sensible con el
que se vaya a trabajar, la radiación cuya aplicación resulte más conveniente (infrarroja, luz natural, tungsteno), y todo lo
anterior, dependiente de lo que se pretenda investigar en el documento.
Normalmente, la luz diurna, las lámparas de tungsteno o las incandescentes proporcionan suficiente emisión de radiación
infrarroja para impresionar el material sensible, pero la que sin duda favorece la obtención de mejores imágenes es la que
proporcionan los radiadores de infrarrojo con una potencia de tan sólo 50 vatios.
En la elección del filtrado es fundamental saber qué longitudes de onda va a transmitir cada uno de ellos, puesto que el
empleo de uno solo permite la transmisión de emisiones de una longitud de onda específica (Figura 136).
Valores de transmisión de filtros
(nm)
Figura 136.Valores de transmisión de longitudes de onda para cuatro filtros diferentes
Como con cualquiera de los otros tipos de filtro (de color, UV, de densidad neutra), el uso de uno u otro tipo depende de
los contenidos del documento porque los pigmentos reaccionan de distinta forma y, por consiguiente, dan una respuesta
espectral de diferente intensidad que la película va a registrar con mayor o menor profundidad.
Escala de grises y de color
Un control exacto del color al positivar una fotografía o la obtención de una imagen en blanco y negro con un perfecto
equilibro tonal, hace necesaria la inclusión de alguno de estos testigos dentro del encuadre de la instantánea (Figura 137).
Constituyen una guía de gran utilidad para saber si en una determinada fotografía los colores son reales o han virado hacia
algún tono, y en el caso de las imágenes en blanco y negro permiten calibrarlas para registrar el mayor número de gamas
tonales sin que ninguna se pierda, bien por exceso o defecto del brillo y el contraste.
Figura 137.La colocación dentro del área de la fotografía de alguno de estos testigos permite obtener reproducciones de
colores reales o con tonos precisos de gris
Trípode
En relación con este accesorio, hay que partir del hecho de que únicamente tiene sentido su uso cuando no sea factible
hacer la toma con mesa de reproducción, es decir, si el trabajo debe hacerse fuera del laboratorio (en dependencias
judiciales, oficinas del cliente, archivo de protocolos notariales, etcétera). Allí la cámara hay que asentarla firmemente
porque por pequeña que sea y aunque se utilice el objetivo más liviano, el conjunto llegará a tener un peso que
difícilmente se podrá sostener con pulso firme. Aún más necesario se hace el trípode si las condiciones de luz son
precarias; con una iluminación no muy intensa, la velocidad de obturación habrá de ser más lenta y será imposible que la
mano mantenga absoluta inmovilidad durante el tiempo de la exposición.
Es una experiencia descorazonadora el que después de haberse desplazado al lugar donde se custodia el documento y
haber invertido tiempo en prepararlo todo, el resultado sea una imagen pobre, o lo que es peor, borrosa.
Figura 138.Utilizando una simple base acanalada donde se inserta una plancha para la sujeción del documento, se
consigue mantener éste en posición vertical. La fijación de la hoja con tan sólo un par de pinzas evita que se separe de la
plancha y que, en los documentos con dobleces, se vea comprometido el enfoque. La apariencia borrosa del documento
aquí ilustrado es intencionada para que el manuscrito no pueda leerse
Pero el trípode presenta un grave inconveniente cuando se trabaja con macrofotografía: no proporciona ninguna referencia
del paralelismo entre el plano de la película y el documento; por tal causa, es muy importante prestar atención al perfecto
enfoque del objeto, dado que cualquier desajuste en este sentido inmediatamente tendrá su traducción en la presencia de
grandes zonas borrosas, máxime si la aproximación es grande. Tampoco en las imágenes captadas con trípode se puede
tener el control exacto sobre el nivel de aproximación con que se han hecho. Se hace imprescindible, pues, insertar junto
al documento un testigo métrico que servirá luego para saber cuántos diámetros de ampliación se están aplicando respecto
del original.
Figura 139.El trípode que incorpora nivel de burbuja y con sistema de rótula graduada permite hacer ajustes precisos
para conseguir el paralelismo necesario con el plano del documento en las tomas macrofotográficas
Las fotografías desenfocadas son inútiles para cualquier fin probatorio. Una solución artesana pero muy útil soluciona el
problema del paralelismo: una sencilla base semiesférica con una acanaladura en la que poder alojar una plancha metálica
con pinza en la parte superior (Figura 138); sujetando el documento por los lados con otras dos pinzas, se obtiene una
fijación plana a la plancha en posición vertical. La comprobación del paralelismo entre el plano del documento y la cámara
se resuelve colocando un pequeño nivel en la base y empleando un trípode con un nivel de burbuja incorporado (Figura
139). El paralelismo de ambos niveles sobre la misma superficie de apoyo permite calibrar con total exactitud la
verticalidad de la plancha y el objetivo. La toma macrofotográfica que se haga estará enfocada en toda el área.
Tablero de reproducción
Ya se habló de este elemento en el capítulo anterior, sobre el que ahora sólo es procedente insistir sobre su utilidad en la
toma de imágenes por el absoluto control que puede ejercerse sobre el enfoque, el paralelismo, la luz y la relación de
reproducción.
Disparador
En muchas ocasiones la fotografía de documentos ha de realizarse con bajas velocidades de disparo, bien por la escasez de
luz, bien porque se trabaje con una sensibilidad también baja. Se necesita entonces sujetar la cámara a un trípode y
utilizar un cable disparador que evite las tomas movidas, borrosas, en suma, inútiles para cualquier propósito ilustrativo.
Si en los antiguos disparadores existía el inconveniente de hacer vibrar la cámara, porque su sistema era mecánico (el
empuje lo hacia un vástago que simplemente sustituía al dedo del fotógrafo), desde hace años esta deficiencia ha
desaparecido porque la acción de los actuales es electrónica y no mecánica; así, no hay movimiento de pulsación y,
consecuentemente, la posibilidad de que la cámara se mueva. Un tipo de disparador más avanzado es el de infrarrojo por
control remoto; eliminado el cable que lo unía a la cámara, no hay posibilidad de que se mueva, ni siquiera por accidente.
El accesorio, si no indispensable, sí es aconsejable cuando se trabaja con trípode.
ILUMINACIÓN DE LOS DOCUMENTOS
La luz es el elemento esencial de la fotografía. Esta consideración tan simple pero tan fundamental hay que tenerla
presente como punto de partida en cualquier trabajo de reproducción; es muy común que en el momento de fotografiar se
preste más atención a otros aspectos que a priori parecen ser más llamativos y se relegue el de la iluminación a un plano
secundario. Se trata de una valoración errónea sobre la que, al tener una imagen deficiente ya positivada, se revela como
un defecto difícil o imposible de solucionar.
Es cierto que el enfoque, por ejemplo, también es importante. Pero nada hay más trascendental en la obtención de una
buena toma que el conseguir controlar con precisión las condiciones de iluminación. De ellas dependen el enfoque, la
exactitud de los colores, la profundidad de campo, la captación de matices, en suma, de todos los demás factores que
determinan la diferencia entre una imagen pobre y otra de calidad apropiada a los fines probatorios que necesita el
peritaje. Porque el peritaje de documentos no sólo necesita imágenes, sino imágenes exactas que demuestren, con un
respaldo objetivo, lo que el perito afirma en su dictamen.
Sabidas ya las propiedades y el comportamiento de la luz que fueron comentados anteriormente, corresponde ahora volver
sobre el asunto para saber cómo emplearla concretamente, es decir, cómo iluminar un documento de la manera más
idónea según los aspectos que sean necesarios registrar (Figura 140).
Figura 140.Cuatro imágenes para ilustrar los resultados que se obtienen variando la luz. En (a) se empleó doble
proyección con episcopia oblicua a 45° para dar prioridad a la legibilidad del contenido. En (b) y (c), uno de los focos se
dispuso con diferente ángulo de incidencia para recoger el relieve sin afectar la claridad de los manuscritos. La imagen (d),
fuertemente contrastada, registra el estado del papel en detrimento de la legibilidad del escrito
Muchas pueden ser las circunstancias que rodeen la toma de fotografías, pero aquí se va a tratar el caso del trabajo en el
propio gabinete, donde se cuenta con los medios necesarios, partiendo del hecho de disponer de un tablero de
reproducción.
Habitualmente, el objeto del trabajo pericial es un documento en papel que se apoya en una superficie plana, y por ello
únicamente hay que preocuparse de que la iluminación cumpla tres requisitos: que la radiación sea suficientemente
intensa, que esté homogéneamente repartida y que tenga la temperatura necesaria para fotografía en color (si el color es
importante para la toma). Las tres condiciones son extremadamente fáciles de obtener con un tablero de reproducción y su
correspondiente sistema de iluminación acoplado (véase la Figura 107 en la página 244).
Disponiendo dos focos laterales ya se consigue una alta luminosidad para el trabajo; pero es siempre más aconsejable
incorporar cuatro fuentes de iluminación para evitar zonas sin cubrir, aunque dos proyectores sean capaces de abarcar un
área amplia (máxime si se considera que la zona a fotografiar es generalmente reducida). Sí hay que hacer hincapié en
que un solo haz de luz dará serios problemas de uniformidad, comprobándose luego que la fotografía acusa defectos de
claridad o con algunas zonas oscuras. Existen tres medios para repartir la luz con eficiencia: utilizar lámparas
opalescentes, de las que se utilizan para las ampliadoras fotográficas; procurarse proyectores halógenos de haz indirecto y
parábola extendida que la difundan con regularidad; o emplear luz continua fluorescente como la que aparece en la Figura
107 del capítulo anterior.
Las mejores condiciones de iluminación se consiguen con fluorescencia de luz continua (sin efecto estroboscópico)
especialmente calibrada para temperatura de color, no sólo porque no genera el calor de la incandescente o halógena, sino
también porque permite reproducir con fidelidad el cromatismo si es que se va a trabajar en color; además, las
dimensiones de los tubos cubren perfectamente la superficie del tablero difundiendo la radiación de forma homogénea. La
opción de iluminación con LED es igualmente idónea.
Luz incidente o episcópica
Con ambas denominaciones se designa la luz que se proyecta desde una fuente luminosa sobre el objeto. Es adecuada
para las reproducciones habituales de un documento, del que se quiere obtener una imagen de conjunto a la vez que se
mantienen sus matices.
La luz episcópica debe proyectarse con incidencia oblicua (Figura 141), para equilibrar los haces sobre la superficie del
documento, evitando así las sombras o los contrastes no deseados; éste es el resultado si la proyección se realiza con un
ángulo de 45° o superior respecto al plano del documento. Al colocar los focos se debe prever que, si el ángulo de
incidencia se aproxima a la vertical, el objetivo recibirá reflejos imprevistos desde el documento o desde los lados del
soporte en el que se encuentra. Recuérdese lo dicho acerca de las propiedades de la reflexión y polarización, porque en
determinados casos se hará imprescindible el uso de polaroides para suprimir los brillos que causarían zonas blancas o
difusas en partes de la pieza.
Figura 141.Disposición de los focos en la iluminación episcópica oblicua. Dispuestos dos focos de la manera que se ilustra,
es posible reproducir claramente en una sola imagen los contenidos y el estado del documento; difícilmente se podría
describir mejor el deterioro que han causado los sucesivos engrapados en esta letra de cambio. Consúltese también la
Figura 140
Luz episcópica rasante
Reduciendo el ángulo de proyección hasta hacerlo coincidir casi con el plano mismo del documento (Figura 142), la luz
acentúa la topografía del documento: incisiones, dobleces, textura del soporte, surco y presión de los manuscritos, marcas
de grapas o de clips, etcétera.
El fuerte contraste que así se crea sobre el documento, normalmente dificulta la legibilidad de los contenidos pero como
contrapartida se realzan los detalles físicos citados cuando lo que interesa es dejar constancia de su estado o de las
texturas.
Luz episcópica anular
En ocasiones especiales se necesita recurrir a una proyección vertical de la luz sobre el documento. Algunas piezas que por
maltrato, fuerte ondulación o dobleces llegan a provocar pérdidas de materia, determinan su aplicación para conseguir
imágenes «planas», sin sombreados que dificulten la lectura o que simplemente no interese registrar.
Figura 142.Iluminación episcópica rasante. Los surcos mecanográficos como los de este ejemplo se realzan proyectando
un solo foco del modo que se muestra en el esquema. Consúltese también la Figura 140.
Para el trabajo de microfotografía se consigue incorporando la fuente de luz al objetivo de la óptica del microscopio
(primera imagen de la Figura 91 en la página 220) o en modo macro, montando un flash de anillo como el ilustrado en la
Figura 143. Los efectos son similares a los de la iluminación oblicua, si bien la proyección vertical elimina las calidades de
las superficies, de modo que aunque tengan fuertes dobleces o arrugas muy marcadas, en la fotografía aparecerán lisos,
sin nada que estorbe la visualización de los contenidos.
Figura 143.La iluminación anular se acopla al extremo del objetivo para macrofotografía
Ya se sabe que una proyección vertical sobre un documento (con texto o imágenes generalmente muy contrastados de
colores negro o azul sobre fondo blanco) devolverá al objetivo un nivel de iluminación muy fuerte que tenderá a «quemar»
la imagen con alto contraste. Por tanto, el control de la iluminación se torna más crítico. La experiencia que cualquier
persona ha tenido al fotografiar personas con flash y obtener un resultado con fuertes zonas de claroscuro y las caras
blancas, es idéntica a la de fotografiar un documento donde las tintas quedan viradas, blanquecinas y gran parte del
fotograma inservible. Bien se puede deducir que el disparo frontal que realiza el flash de las cámaras compactas no sirve,
máxime si se dispone verticalmente respecto al plano (para evitar el defecto de perspectiva) y la cercanía al folio (para
captar algún detalle legible). A través del microscopio se puede calibrar la apertura del diafragma de su óptica, reducir la
intensidad de la fuente de iluminación o intercalando en éstas filtros de densidad neutra con los que atenuar el exceso de
respuesta luminosa. De hecho, actuando así se consiguen unas imágenes con gamas tonales perfectas.
El empleo de flash requiere parecidos ajustes haciendo la lectura a través del objetivo si la cámara y el flash pueden
trabajar sincronizadamente con su sistema TTL. Las tomas utilizando los parámetros preestablecidos como valores
automáticos en las cámaras raras veces dan el equilibrio que se necesita. Se impone ensayar con los ajustes y observar los
resultados para llegar a dominar esta técnica, que no entraña tanta dificultad como en principio parece tener.
La necesidad de disponer de una fuente de luz potente y equilibrada cuando se trabaja fuera del laboratorio, se soluciona
disponiendo en posición cruzada dos anillos de luz, tal como se ilustra en la Figura 144.
Figura 144.Dos anillos de luz LED para macrofotografía, montados sobre pequeños trípodes, realizan una función
semejante a la episcópica de la mesa de reproducción
En realidad este tipo de luz anular está pensada para acoplarse al objetivo de la cámara, tal como se ve en la Figura 143;
sin embargo, su tamaño y ligereza permiten montarlos en pequeños trípodes y llevarse sin esfuerzo a cualquier lugar.
Además de su portabilidad, el tipo concreto que aquí se muestra cuenta con 12 puntos de LED, que proyectan una
iluminación óptima: homogénea y con la temperatura idónea para fotografía en color.
La inclusión de estos pequeños accesorios en el equipo transportable apenas incrementa los útiles con los que hay que
desplazarse y su eficacia compensa con mucho su coste; cuando se utilizan por primera vez uno se pregunta cómo ha
podido trabajar sin ellos hasta entonces en ambientes de iluminación deficitaria o inapropiada.
Otra opción idónea, diseñada específicamente para macrofotografía (generalmente orientado a la fotografía de naturaleza)
es el conjunto de dos flashes que se roscan en el propio objetivo y se pueden orientar con diferente ángulo para evitar la
reflexión perpendicular (Figura 145).
Figura 145.El sistema de doble flash orientable difunde homogéneamente la luz y evita los reflejos en las tomas
macrofotográficas
Luz transmitida o diascópica
Un negatoscopio o, mejor, una mesa de luz para uso fotográfico (ésta provista de iluminación para color) sirven para hacer
traslúcido el documento y observar presumibles manipulaciones del soporte, borraduras, raspados, adición de líquidos
correctores y otras intervenciones similares. La iluminación por diascopia permite también cotejar la opacidad de los
documentos, las características de su masa, las filigranas y el entintamiento de los trazos (Figura 146).
Figura 146.El estado de la masa del papel, la filigrana y las verjuras, el entintamiento de los trazos, etcétera, se revelan
con claridad con iluminación transmitida
Cuando se trabaja con diascopia casi siempre debe ajustarse manualmente el control de la luz. Tanto si se hace la lectura
por medio de un fotómetro externo como si se usa el que la cámara lleva incorporado, se verá que la velocidad de
obturación es alta. A menos que la medición sea muy precisa (como sucede con la matricial de múltiples zonas que
incorporan algunas cámaras), habrá que cerrar el diafragma al menos dos o tres puntos, con el fin de realizar una
exposición más lenta que permita registrar el contenido del documento; de otro modo, no se obtendrá otra cosa que una
imagen de muy alto contraste, casi completamente blanca. Aunque la diascopia puede realizarse de dos maneras (campo
claro y campo oscuro), aquí únicamente interesa la primera porque la condición de superficie plana que comúnmente tiene
el documento hace innecesario el empleo de la segunda técnica aplicable a objetos tridimensionales.
Fotografía con ultravioleta
En el extremo opuesto del espectro, más allá de la longitud de onda visible más corta, se encuentra la radiación
ultravioleta. Los rayos ultravioleta (UV) están presentes en la luz solar y en algunas fuentes de luz artificial de diversa
naturaleza: flash electrónico, lámpara de Wood, lámparas de vapor de mercurio. Aun siendo invisible al ojo humano, son
capaces de afectar a la impresión de las emulsiones fotográficas, hasta el punto de que el fotógrafo de paisajes incorpora
permanentemente un filtro, en particular a determinadas horas del día, para evitar el efecto de neblina que puede
comprometer el equilibrio cromático.
En la fotografía de documentos, la radiación ultravioleta posibilita el revelado de algunas alteraciones o añadidos sucesivos,
y mejora la legibilidad de los textos decolorados. Asimismo permite verificar la autenticidad de ciertos documentos (papel
moneda, loterías, cheques, pasaporte, DNI) que llevan incorporados elementos de seguridad y que reaccionan con
fluorescencia ante esta longitud de onda (Figura 147).
Figura 147.Los elementos de seguridad aparecen al radiarlos con luz ultravioleta. A la izquierda, en una toma directa; a la
derecha, acoplando al objetivo un filtro-barrera se realza la fluorescencia de las tintas invisibles y se distinguen mejor si
existen manipulaciones
Dentro de la luz ultravioleta se pueden distinguir tres tipos o franjas espectrales:
Ultravioleta de onda larga. Cercana al espectro visible (de ahí que se la denomine «luz negra») que ocupa la región del
espectro entre los 400 y 320 nanómetros. Los vidrios ópticos normales utilizados en la fabricación de objetivos son
permeables a este tipo de radiación, lo que permite aprovecharla en fotografía.
La comparación de papeles bajo esta radiación permite distinguir su calidad en función del tratamiento de la materia: tipo
de masa, tipo de blanqueante empleado (oxígeno, cloro) o tratamiento para mejorar la blancura de la pasta (blanqueante
óptico).
Ultravioleta de onda media. Entre los 320 y 280 nanómetros. Responsable del bronceado de la piel y de las quemaduras
cutáneas. No se refracta en el vidrio óptico y su empleo precisa, para que sea útil, trabajar con objetivos de cuarzo y
fluorita.
Con objetivos de vidrio convencional, es posible sacar partido a esta radiación incorporando un filtro-barrera de color
intenso (casi opaco) que bloquea un cierto rango de radiación emitido por los objetos; como en el caso de la iluminación de
onda larga, se hacen así manifiestas ciertas propiedades físicas de los papeles o de sus contenidos y de las eventuales
manipulaciones químicas o mecánicas.
Ultravioleta de onda corta. Aunque por lo común es de menos utilidad en la fotografía, tiene aplicación en situaciones
muy concretas. Produce daños muy graves en los organismos vivientes, y de ahí que se utilice como germicida; también
afecta a los documentos alterando sus condiciones materiales con mayor intensidad que las otras radiaciones más largas,
circunstancia que hay que valorar antes de examinarlos si se prevé hacer análisis de tintas u otros similares con
posterioridad.
Como en el caso de la fotografía infrarroja, cuando al radiar con luz ultravioleta hay que recordar que la distancia entre el
motivo y el objetivo se modifica ligeramente. Aplicando un cierre drástico del diafragma será suficiente para corregir el
enfoque. Si esto no fuera posible, convendrá hacer varias tomas hasta conseguir una imagen definida.
El empleo de las longitudes de onda ultravioleta permite revelar determinadas sustancias colorantes latentes, o resaltar el
contraste que exista entre dos materiales que en una investigación con fotografía normal pueden parecer similares. Es
posible descubrir la falsificación de un documento, considerando que algunas tintas emiten fluorescencia con cierta
intensidad, así como también ciertos tipos de barniz o líquidos decolorantes.
Porque la intensidad de la radiación es normalmente muy baja, y la fluorescencia consiste en una emisión luminosa débil,
es indispensable que una vez hecho el enfoque y el encuadre, todas las demás luces queden apagadas. En un sistema para
fotografiar la fluorescencia el filtrado tiene una importancia capital. El primer filtro, o filtro de excitación, generalmente
viene dado por la propia lámpara a través de un coloreado especial. El segundo filtro, o de barrera, debe anteponerse en el
objetivo con el objeto de impedir que la energía de excitación llegue a la película o al sensor, los cuales deben recibir
únicamente la fluorescencia que emite el objeto. En este caso específico, el filtro de excitación tendrá el cometido de
eliminar toda la luz visible irradiada por la fuente de energía, mientras el filtro barrera eliminará la radiación ultravioleta de
excitación.
Ante la falta del filtro barrera, la radiación ultravioleta (cuya energía es superior a la de la fluorescencia que se quiere
registrar) velará la imagen, superponiéndose a los otros colores de la fluorescencia.
Al igual que en la fotografía de infrarrojo, este otro método tiene numerosos matices de procedimiento. Merece la pena
ampliar conocimientos sobre este campo fotográfico específico, puesto que el análisis de documentos con esta técnica
proporciona una dimensión probatoria muy valiosa.
Precauciones con la luz ultravioleta
Las radiaciones media y corta son perjudiciales y pueden causar daños físicos severos si no se emplean con cuidado. Los
aparatos radiadores de estas longitudes de onda vienen siempre acompañados de gafas especiales (Figura 148) que las
bloquean para proteger la vista, y asimismo se acompañan de instrucciones de uso con las correspondientes precauciones.
Figura 148.Las gafas de protección frente a las distintas radiaciones ultravioleta se suministran en diferentes colores
según la longitud de onda que deba bloquearse
Iluminación infrarroja
El registro sobre película de elementos que no son perceptibles bajo radiación del espectro visible, requiere intensificar el
rango de radiación de la longitud de onda por encima de los 700 nm, es decir, de la región del infrarrojo.
Casi todas las fuentes de luz contienen diferente intensidad de emisión del espectro infrarrojo y, por tanto, son aptas para
revelar contenidos latentes de los documentos si se emplea un filtrado acorde con el tipo de radiación.
No obstante, hay cuatro fuentes lumínicas especialmente útiles para sensibilizar película infrarroja o para llevarla hasta el
sensor de la cámara digital: la luz solar directa, las lámparas de tungsteno, las incandescentes y los radiadores de
infrarrojo. Con las tres primeras se necesita aplicar siempre un filtro-barrera en el objetivo, de modo que sólo llegue a la
película la radiación que sobrepasa los 700 nm; el tipo de filtro, más o menos denso, determinará la captación de una
imagen de distinta intensidad (Figura 149).
Figura 149.Las dos imágenes inferiores son tomas de infrarrojo empleando luz incandescente pero con distintos filtros
(Kodak Wratten 87C y B+W IR 92). En la primera el tachado tiene menos presencia que en la segunda, pero en ésta la
menor densidad del filtro permite obtener mayor definición de los caracteres. Con todo, cualquiera de las dos sirve
perfectamente para resolver el problema de revelar lo que subyace
Si se opta por un radiador infrarrojo como fuente de excitación, es posible que la cámara no necesite filtro alguno, puesto
que la propia fuente radiante ejercerá su acción actínica sobre la película o el sensor sin necesidad de bloquear otras
longitudes de onda (Figura 150). Hay, sin embargo, que hacer pruebas de filtrado para verificar cuáles son los mejores
resultados al combinar los diferentes medios.
Figura 150.Con un foco de tan sólo 50 vatios se obtiene radiación infrarroja suficiente para impresionar la película o para
la toma digital
TÉCNICAS COMBINADAS DE ILUMINACIÓN
En los peritajes de documentos cuyo análisis versa principal o complementariamente sobre las condiciones físicas de la
pieza (alteraciones químicas o mecánicas) es posible emplear la luz combinándola de modo que en una sola instantánea
queden registrados varios aspectos. La iluminación diascópica junto con un foco en episcopia oblicua, permite fotografiar,
graduando la intensidad de cada fuente de luz, las propiedades del soporte al tiempo que la calidad del contenido
manuscrito o impreso. Del mismo modo, la combinación de proyectores con distinta oblicuidad captan el relieve y lo
plasmado en el documento reunidos en una sola ilustración. Son métodos que requieren experimentar con el calibrado de
los ajustes en cada caso particular, según sean las condiciones materiales del documento (opacidad, textura, etcétera),
hasta llegar a obtener la demostración que se persigue (véase la Figura 206 en la página 392).
LA TOMA FOTOGRÁFICA
Tomar una fotografía para fines periciales no es, como bien se puede deducir, presionar el botón de la cámara y... ¡ya
está!
Supuesto el hecho de que en un momento se tenga un documento original para fotografiarlo y sobre la mesa de
reproducción, hay que decidir qué se va a reproducir; esta primera decisión determina el uso de uno u otro objetivo (su
focal) o de complementos para la aproximación. A continuación se decide el tipo de iluminación, cómo emplazarla y si va a
ser preciso o no algún tipo de filtrado. El siguiente paso concierne al enfoque, con mayor o menor profundidad de campo,
lo que determina la velocidad de obturación.
Siguiendo este protocolo, y realizados todos los ajustes metódicamente, es el momento de hacer el disparo. Así planteado
parece algo complicado, pero el proceso se vuelve automático cuando se ha repetido un cierto número de veces. De
cualquier forma, es una destreza que el perito debe dominar inexcusablemente.
FOTOGRAFÍA DIGITAL
Por qué imágenes digitales
Hoy, el mundo de la fotografía está claramente dividido en dos campos: el de la analógica y la digital (6) . Ha sido tal el
grado de perfeccionamiento al que han llegado las cámaras digitales, que han ganado terreno a las convencionales sin
menoscabo alguno en la calidad de los resultados. Esto explica, entre otras cosas, el hecho de su enorme difusión.
Pero hay otras ventajas. La fotografía digital tiene dos alicientes sustanciales:
Figura 151.El calibrado del monitor mediante software permite crear perfiles de temperatura exactos para obtener
resultados impresos siempre con un control preciso
Resolución de la impresora
Concluye todo el proceso de la edición digital en el momento de trasladar al papel todo el trabajo anterior. Y no es difícil
deducir que la impresora interviene decisivamente en ello al igual que el tipo de soporte que se emplee.
La publicidad de los fabricantes de impresoras está dirigida, sin duda, a incentivar la compra de máquinas que dejen
inservibles a las anteriores, «incapaces» ya de satisfacer su apetencia de mayores miles de puntos. Y suelen jugar con un
lenguaje ambiguo manejando los conceptos de resolución de salida y resolución de impresión. La primera no es sino la
manera en que se distribuyen los píxeles de la imagen, lo que determinará el tamaño final de ésta. Al contrario, la
resolución de impresión es la medida para la colocación de los píxeles en el papel: 1.200, 2.400, etcétera, ppp (puntos por
pulgada).
La adherencia de los pigmentos sobre el papel es radicalmente diferente, tanto en la calidad de su distribución como en los
tonos, si se emplean distintas calidades. Después de muchas pruebas con toda suerte de papeles comerciales se puede
comprobar que los mejores resultados siempre se obtienen empleando los papeles de la misma marca que la impresora.
Profundidad de color
En la obtención de colores, tanto al hacer la captura con la cámara como al editar la imagen, la profundidad de bits o
profundidad de color es un aspecto esencial.
Los bits son unidades de información en las que se almacenan los datos de la captura digital, y sus valores posibles
aumentan exponencialmente según su número:
N.º de bits Valores tonales
1 2
2 4
4 16
8 256
12 4.096
16 65.536
Las imágenes digitales se almacenan utilizando 8 o 16 bits para cada uno de los tres canales de color que determinan los
valores finales de los píxeles. Por tanto, la diferencia al trabajar con 8 o 16 bits, es el número de valores tonales que
pueden conseguirse. Una captura de 8 bits alcanzará 256 tonos, y con 16 se obtendrán hasta 65.536, esta última más apta
para realizar los ajustes con un mayor nivel de precisión: las transiciones de color serán más suaves y la nitidez de los
detalles, perfecta.
Imágenes de 16 bits
En la actualidad, algunas cámaras digitales (de las denominadas prosumer: professional consumer) permiten hacer
capturas con una profundidad de 16 bits si soportan archivos RAW (en bruto). Éste es, sin duda alguna, el mejor formato
para hacer ajustes en el proceso de edición, de modo que el perito debería decantarse exclusivamente por el formato RAW
de su cámara. Más adelante se comenta el porqué.
El formato RAW tiene sólo el «inconveniente» de generar archivos muy grandes (de 27 megabytes o mayores), de modo
que en una sesión fotográfica de documentos es fácil que llegue a agotar la capacidad de la tarjeta de memoria y a generar
una carpeta de archivos de varios gigabytes. Por lo demás, todo son ventajas.
La principal es la posibilidad de partir de un negativo digital que contiene la mayor información posible. Porque hay que
tener presente que toda la información de la que no se disponga en la captura no podrá ser añadida en la fase de edición.
Nunca habrá que lamentar el disponer de mayores datos de los que se necesitan, pero sí al contrario.
Modos de color
La imagen digital contiene valores numéricos para cada uno de los píxeles y, así, el modo de color determina el sistema
utilizado, tanto para describir los valores de sus píxeles como para establecer cómo se organizan.
Los modos de color pueden ser varios (RGB, CYMK o LAB), mientras que en el modo de escala de grises únicamente son
blanco y negro.
Escala de grises
Determinadas cámara digitales permiten hacer la toma en escala de grises de 8 bits, es decir, con 256 gradaciones
tonales. Pero, considerando que en la edición puede cambiarse una imagen de color con una profundidad de 16 bits a
escala de grises, las gradaciones de esta conversión resulta más detallada. Sin duda es siempre mejor hacer una toma en
color y transformarla en gris, porque la gama tonal que se consigue es notablemente más amplia y revela detalles de los
documentos que no registra el automatismo de la cámara; con ella no se ejerce el control exacto que sí se obtiene en la
fase de edición.
Modo RGB
Es el estándar más corriente de las cámaras digitales. Almacena la información de la imagen mediante los tres colores
aditivos primarios (rojo, verde y azul, red, green, blue); cada uno de ellos añade una longitud de onda de la luz para
producir el color final. Al mezclar los valores de cada canal pueden llegar a crearse hasta 16,7 millones de colores en
imágenes de 8 píxeles.
Modo CYMK
Este modo de color se basa en cuatro colores sustantivos primarios: cian, magenta, amarillo y negro (cyan, magenta,
yellow, black).
Es raro trabajar con este modo de color, pensado específicamente para proporcionar información a la imprenta sobre la
impresión de las imágenes. Para el peritaje de documentos, este tipo de archivo es muy interesante en separaciones de
cuatricromía, es decir, para observar determinados efectos en cada uno de los canales.
Modo LAB
Para el trabajo de Documentoscopia es un modo de color útil solamente en contadas circunstancias. Antes de trabajar con
él es necesario tener pleno dominio del RGB, puesto que no trata lo colores del mismo modo aditivo; de ahí la necesidad
de comprender primero un proceso para pasar a éste. En realidad, el modo LAB se basa en parámetros de luminosidad,
brillo y contraste, y sobre dos ejes o parámetros: rojo-verde, azul-amarillo. El examen de imágenes operando en modo
LAB puede tener interés en la verificación del estado del documento o de sus características físicas.
Formatos de archivo
Tan importante como los modos de color al trabajar en la edición, es la elección de los formatos de archivo al grabar las
imágenes. Las cámaras no sólo almacenan información tonal de la imagen, sino también el modo (formato) en que se
guarda ésta. Quien haya trabajado ya con imágenes digitales se habrá apercibido de la ingente cantidad de formatos de
archivo que puede elegir. Pero a efectos prácticos, en fotografía digital sólo muy pocos de ellos son útiles para la edición de
imágenes fiables.
Elección del formato de la imagen
Es más que probable que la cámara ofrezca tres o más formatos: en este punto es crucial elegir el más adecuado,
sabiendo cómo se comporta al grabar la imagen y qué se puede esperar de cada uno.
Formato JPEG
La gran ventaja del formato JPEG (Joint Photographers Expert Group, unión de grupo de fotógrafos expertos) es su
universalidad. Cualquier programa informático lo reconocerá y podrá ser editado. Por otra parte, este formato genera
archivos relativamente pequeños porque al almacenar la imagen se aplica una compresión con el fin de ocupe unos pocos
megabytes, sabiéndose que toda compresión lleva aparejada una pérdida de calidad visual.
Es muy común que en la cámara, la elección del formato JPEG tenga, al menos, dos opciones: alta calidad (con una
pequeña compresión) o calidad normal (con una compresión mayor). Si se trata de dar una idea general del documento a
fotografiar (por ejemplo, para mostrarlo totalmente), no representa ningún problema hacer la toma con calidad normal;
pero no así, si la imagen requiere detalle y la mejor definición.
También se puede elegir el tamaño (número de píxeles que se captarán) mediante las opciones large o fine (para
imágenes grandes), normal (tamaño intermedio), o basic (la versión más reducida), tal como aparecen en muchas
cámaras. No es aconsejable optar las versiones media o baja (aunque ahorren espacio) para aquellas fotografías, macro o
micro, que deban mostrar detalles finos.
Una particularidad del formato JPEG a tener muy en cuenta es que cada vez que se guarda el archivo se produce
compresión de datos, de manera que si un mismo archivo se graba varias veces, en cada grabación se irá perdiendo
calidad visual aun cuando se apliquen las compresiones más bajas.
Formato TIFF
El formato TIFF (Tagged Image File Format, formato de archivo de imagen etiquetado) es un archivo que contiene
información diferenciada en dos áreas: la cabecera y el cuerpo del archivo. El cuerpo del archivo es la información
mediante la que se muestra la imagen tal como se ve, es decir, los datos intrínsecos. Un archivo TIFF puede contener una
o varias imágenes. Por otro lado se encuentra la zona de la cabecera, esto es, el área donde se ubican las características
principales de cada imagen como su longitud, anchura, profundidad de color, entre otras. Estas propiedades están
representadas por medio de tags o etiquetas. Cada etiqueta posee un cierto valor y un número determinado que
identificará el sentido de cada valor.
El principal problema de los archivos TIFF reside en su mayor virtud: es un formato sin pérdida porque no aplica
compresión a los píxeles, pero como cada píxel debe tener tres valores de color, el tamaño del archivo será tres veces el
de la resolución de la cámara; por consiguiente, un archivo TIFF de una cámara con 5 megapíxeles ocupará 15 megabytes.
Los archivos RAW
El tipo RAW (término específico de la captura digital) no es un formato de archivo como lo son TIFF, JPEG, etcétera, sino
una denominación genérica aplicada a distintos tipos de tratamiento de la luz y el color.
Cada fabricante de cámaras ha desarrollado su propio tipo de archivo RAW, lo que ha ampliado de modo notable el ya
extenso catálogo de extensiones para archivos de imagen con el consiguiente aumento de la confusión. Por tanto, un
archivo con nombre de extensión .CRW, .NEF, etcétera, es posible que se trate de una captura RAW que únicamente se
puede editar con aplicaciones del propio fabricante o con otras de tratamiento de imagen que tengan la posibilidad de
reconocer esos estándares, si incluyen un plug-in (complemento) específico que permita leerlos.
El concepto (RAW, «en bruto») hace clara referencia al modo en que la cámara registra la toma: datos brutos tal y como
los recoge el sensor de la cámara. Tratándose de imágenes no estándar es necesario convertir los archivos a un formato
normalizado después de haber hecho los ajustes necesarios con el editor de RAW apropiado.
La gran ventaja del archivo RAW radica en la posibilidad de capturar datos de profundidad de color alta, el balance de
blancos, el que la cámara no haga ningún proceso automático, etcétera, circunstancia de gran interés para ejercer un
control preciso y absoluto durante el proceso de edición de la imagen. Todo ello determina que la captura RAW sea el
modo de registro más perfecto que puede hacerse en el origen mismo de la toma, junto con la posibilidad de convertirla
luego al formato estándar que se desee.
Solamente puede objetarse a la captura RAW, como inconveniente menor, el tamaño del archivo que origina:
generalmente de tantos megabytes como megapíxeles tiene la cámara. Por otra parte, este archivo tiene la ventaja de ser
inalterable; se puede editar y hacer ajustes para convertirlo a un formato estándar, pero no se puede modificar. Esto
supone que una colección de imágenes RAW es semejante a un archivo de negativos de película que podemos positivar
tantas veces como sea necesario sin que por ello cambien. Por tanto, en el mundo de la fotografía digital hablar de archivo
RAW es lo mismo que hablar de «negativo digital».
El «revelado» digital
Tanto si se han hecho tomas en RAW como en otros formatos, las imágenes que se encuentran en la tarjeta de memoria
de la cámara hay que «revelarlas», o lo que es lo mismo, editarlas.
Descargar las imágenes
El primer paso del proceso consiste en transferir directamente las imágenes de la cámara al ordenador o a través de un
lector de tarjetas o desde la propia cámara. Para la descarga de los archivos se puede utilizar cualquier software preparado
para este sencillo proceso, puesto que no actúa sobre las imágenes, sino tan sólo las dirige a una carpeta del ordenador.
Se trata de una simple operación de archivo y clasificación.
Edición
En fotografía digital hablar de «edición» es sinónimo de proceso de ajuste de las instantáneas utilizando un programa de
tratamiento de imagen.
La edición entra en otro nivel de complejidad, y en esta fase del tratamiento digital sí se debe contar con herramientas
informáticas que ofrezcan todas las posibilidades para un perfecto ajuste, más allá de las operaciones elementales y
automáticas que ofrecen gratis los fabricantes, tales como girar, controlar el brillo y el contraste, la saturación, y otras
funciones parecidas.
Los programas más conocidos del mercado están orientados principalmente al fotógrafo artístico y prevén todo tipo de
operaciones de transformación de las imágenes con el fin de hacerlas más llamativas o sugerentes, y con ese fin ofrecen
todo tipo de herramientas y efectos especiales. Desde este punto de vista, al perito le sobran la mayoría de los recursos;
porque en la edición de las fotografías documentales es obligado evitar cualquier tratamiento informático que
lo convierta en una alteración (Figura 152).
Figura 152.El cuidado al editar una imagen y realizar ajustes es primordial en la consecución de una reproducción fiel. La
fotografía superior tiene un mejor rango tonal, al contrario que la central, en la que un excesivo contraste provoca
pérdidas en los trazos. Un ajuste excesivo del perfilado origina «ruido digital» en la versión inferior, que desvirtúa el estado
original de la escritura y el papel
El proceso de edición será, por tanto, riguroso, escrupuloso, únicamente orientado a conseguir la mayor fidelidad del
objeto fotografiado, sin intervención alguna que desvirtúe sus cualidades reales (Figura 153). Consecuentemente, en la
edición para fines periciales sólo deberían practicarse las siguientes intervenciones:
Equilibrio de blancos. Procede el ajuste si las condiciones con que se han hecho la toma han producido algún viraje no
deseado (en ambiente de luz fluorescente, con incandescencia, etcétera). El ajuste puede volverse crítico cuando el fondo
del documento tiene un tono específico como el de algunos papeles verjurados o coloreados.
Exposición. El brillo y contraste admiten corrección hasta cierto umbral de sus niveles sin que la imagen se altere. Al igual
que en el revelado analógico, se ha de actuar de modo que no se ocasionen pérdidas en los detalles debidas al exceso de
cada uno de los matices.
Nitidez. Pequeñas correcciones en la nitidez mejoran el detalle del motivo sin desvirtuarlo.
Gama tonal. Usando el histograma se controla la gama tonal, actuando sobre los niveles de manera que las transiciones
de color sean reales.
Matices de color. Una eventual saturación de alguno de los canales de color se corrige fácilmente con la función de
calibrado.
No siempre será necesario actuar con cada uno de estos controles si en el momento de hacer la toma se ajusta la cámara
a las condiciones ambientales de iluminación. Es de suma importancia el calibrado del equilibrio de blancos como primer
paso esencial que, si se ajusta debidamente, evita tener que tratar en el proceso de edición todos aquellos aspectos
relacionados con la reproducción real de los colores, brillo y contraste. La elección del modo de color de la cámara es
también esencial dependiendo del perfil con que se vaya a evitar en la correspondiente aplicación informática; si, por
ejemplo, con la cámara y el programa va a utilizarse el modo de color RGB u otro similar, es seguro que apenas habrá que
hacer correcciones de las tonalidades y la saturación.
Conversión de imágenes RAW
Una vez transferidas y editadas las imágenes, es el momento de convertirlas a un formato de archivo de imagen real para
poder trabajar con ellas.
Quien opte por el formato RAW para la captura (lo que es aconsejable sin reservas), deberá considerar que no todos los
programas de tratamiento reconocen los muchos tipos que hoy existen en el mercado, aunque son cada vez más los que
van incorporando extensiones (plug-ins) específicas de edición.
Lo apuntado en apartados anteriores al respecto de los formatos, tiene en este momento su razón de ser, puesto que la
elección del tipo es sustancial a causa de las dimensiones del archivo, de la compresión que le afecta, etcétera. Conviene
documentarse ampliamente sobre las características de los formatos y del programa que los convierte.
Figura 153.El editor de archivos RAW permite ejercer un control exacto sobre los parámetros de la imagen que necesitan
ajustarse sin que sufra ninguna alteración que la deforme. No tiene, entre sus herramientas de ajuste, ninguna de tipo
artístico o de filtrado que cambie su apariencia real
Archivos de metadatos
La expresión metadatos significa datos sobre datos, y en fotografía digital es el conjunto de la información que recoge la
cámara acerca de las condiciones del disparo: el día y la hora, la focal del objetivo empleado, velocidad, apertura, uso o no
de flash y, así, en una cantidad ingente de referencias que son inseparables de la toma.
Los editores de imagen permiten visualizar toda esta información (Figura 155) que constituye un fondo de referencia muy
útil para conocer, por ejemplo, con qué velocidad se hizo una foto o qué objetivo se empleó, lo que hace innecesario tomar
notas como se acostumbra en la fotografía analógica para hacer un seguimiento de las las condiciones de disparo. Todas
las circunstancias quedan registradas y no hay que memorizar. Y en lo que al peritaje se refiere, dentro de los metadatos
hay un apartado específico referido a la cámara bajo la denominaciónEXIF (Exchangeable Image File, archivo
intercambiable de imagen), que guarda información inalterable sobre la fecha y hora de la imagen, la cámara con que se
hizo, etcétera, que aparece junto a la fotografía incluso si se modifica con algún tipo de tratamiento. En tal caso, la
primera zona de metadatos dará información sobre la modificación hecha al archivo original (Figura 154). Una imagen
digital sin datos EXIF sólo tiene dos explicaciones plausibles: o es un fragmento de una toma fotográfica digital o es una
imagen digital hecha con otro medio (escáner o videocámara).
De entre las buenas prácticas que sobre datos debería observar el perito, una de ellas sería la de conservar los archivos
fotográficos nativos para eventuales comprobaciones sobre la fidelidad de sus tomas.
Figura 154.Un tipo de información de los metadatos se refiere a la toma original de la cámara: modelo, fecha, hora,
etcétera
Cómo visualizar los datos EXIF de la cámara
Seguramente el software que proporciona el fabricante de la cámara incluye una herramienta de visualización de estos
datos bajo la denominación «Datos EXIF», «Información del disparo» u otra similar. También los programas de tratamiento
de imagen profesional lo incluyen. En todo caso, existen programas freeware (software de uso gratuito) que son muy
completos y llevan implementada esta herramienta de consulta; de esta manera, el archivo fotográfico no sólo se puede
revisar con agilidad en lo que a contenidos se refiere, sino también con una valiosa información añadida sobre su origen.
Figura 155.El archivo de metadatos (EXIF) adjunto al de imagen recoge completa información sobre la fotografía
Atención a los ajustes
La facilidad con que se retocan y transforman las fotografías digitales utilizando programas de edición es tal, que no es
difícil caer en la «magia» de los tratamientos automáticos que supuestamente mejoran la imagen de forma óptima; la
experiencia, sin embargo, permite comprobar que rara vez los automatismos no desvirtúan la realidad del documento. Y es
sumamente sencillo traspasar el límite del ajuste y llegar a la manipulación, esto es, a la alteración del objeto fotografiado,
dejándose llevar por tan vistosos automatismos.
Por otra parte, las numerosas opciones artísticas (filtros, transformaciones, efectos) de los programas de tratamiento
pueden hacer pensar que determinadas operaciones son casi milagrosas y aportan datos útiles, no siendo así; por ejemplo,
es muy común encontrar en ellos un efecto de relieve, que crea una ilusión de tres dimensiones, irreal de todo punto
(Figura 156).
Figura 156.Falso relieve creado digitalmente a partir de un fragmento fotográfico. El color de fondo, la dirección de la
«iluminación», el grado de profundidad, etcétera, se pueden variar a voluntad para crear la ilusión óptica y, por tanto, es
una manipulación en regla
Ejemplos como el propuesto exceden el propósito del ajuste de precisión que persigue la reproducción fiel que necesita el
peritaje documental y, por consiguiente, se han de evitar a menos que su uso dé una perspectiva relevante en algún
problema especial. En tal caso, procede justificar el «efecto» y dar una explicación razonada.
LA CÁMARA DIGITAL
Es de conocimiento general que las cámaras digitales se diferencian principalmente de las analógicas por el sistema de
captura: sensor o película.
Del mismo modo que en la fotografía analógica, la elección de la cámara digital para el peritaje parte del hecho de que sea
una réflex de objetivos intercambiables. Los detalles tales como el número de megapíxeles y demás aspectos técnicos
conviene valorarlos en función del tipo de fotografía que se va a hacer. Hoy día, el nivel de calidad de cualquier réflex
digital de estas características es tal, que cualquiera de las disponibles en el mercado cumplirá perfectamente las
expectativas del perito.
Objetivos normales y digitales
Los objetivos de las réflex analógicas pueden usarse sin problemas en las cámaras digitales, especialmente si son de la
misma marca y el tipo de montura es el mismo; los automatismos como el AF (autoenfoque) o la medición TTL de la luz,
funcionarán sin ningún inconveniente.
Pero conviene saber que la dimensión del sensor de las cámaras digitales repercute en la distancia focal efectiva del
objetivo, modificándola con un incremento que está en torno al 1,5x respecto del valor analógico. Así, una distancia focal
de 50 mm se transforma en 75, pasando de ser un objetivo de uso general a otro de aproximación. Éste es un aspecto
esencial que se debe evaluar al cambiar de un sistema de fotografía a otro porque se hará necesario adquirir objetivos de
focal más corta si se quiere abarcar totalmente un documento en una sola toma. Al contrario, los objetivos de focal larga
se benefician de este cambio con ciertas ventajas; un macro de 105 mm se convierte en otro de 157 mm,
aproximadamente, lo que sin duda es una transformación ventajosa en la fotografía de máxima aproximación y nivel
previo a la fotomicrografía.
El sensor de imagen que sustituye a la película es más pequeño y recorta el círculo de imagen que proyecta el objetivo.
Puesto que abarca un área menor del círculo de la imagen, la captura se convierte en una imagen recortada semejante a la
que se hubiese obtenido con un objetivo de mayor focal (Figura 157). Este recorte se conoce como valor FOV (Field Of
Vision) o campo de visión, y también como «magnificación de la distancia focal».
Figura 157.El recorte del círculo de la imagen que proyecta el objetivo determina el cambio a una mayor distancia focal
efectiva
Si este cambio es favorable o resulta un inconveniente depende de los límites que impone la conversión en el valor inferior
y hasta dónde se extiende en su focal máxima. Asimismo depende del área aprovechable que se obtiene: un menor campo
de encuadre supone que la imagen alcance su mejor definición solamente en un espacio central más restringido que con
un fotograma de 35 mm.
Los objetivos específicamente concebidos para las cámaras digitales (identificados con las siglas DX o similares) ofrecen
distancias focales reales y siempre dan una referencia de la equivalente respecto de los analógicos.
Otros accesorios para uso digital
Excepción hecha de los objetivos y del propio cuerpo de la cámara, los restantes accesorios que pueden usarse con las
cámaras digitales en casi nada varían respecto de las analógicas. El empleo de filtros, flash, iluminación en la mesa de
reproducción y otros, es el mismo que habría que considerar trabajando con color en tomas convencionales. Tan sólo hay
que saber que determinados complementos funcionan de un modo distinto frente al sensor, circunstancia que ya se tiene
en cuenta al adquirirlos; en las tiendas es ya costumbre la pregunta ¿es para una cámara analógica o digital? El filtro
polarizador, por ejemplo, solamente puede ser del tipo de polarización circular, o el flash dedicado sólo para el modelo
concreto de cámara de que se trate.
Fotografía digital infrarroja
La mayoría de las cámaras digitales permiten captar las longitudes de onda del infrarrojo. Para comprobarlo basta dirigir
un mando a distancia (del televisor u otro cualquiera) hacia el objetivo pulsando un botón y hacer una toma; si se hace
visible la luz del mando, la cámara está preparada para recoger esta radiación (Figura 158).
Figura 158.Pulsando cualquier botón de un mando a distancia en dirección al objetivo de la cámara se puede probar si es
sensible a la radiación infrarroja
Fotografiar infrarrojo con una cámara digital ofrece todo tipo de ventajas: desocuparse de la crítica conservación de la
película, tratarla en la descarga y el revelado con los especiales cuidados de oscuridad total, etcétera. Y quizá la mayor de
las virtudes sea en este caso la inmediatez; tratándose de un tipo de fotografía en la que el enfoque siempre es crítico,
máxime en tomas macrofotográficas, la visualización inmediata de los resultados es algo que cualquier fotógrafo apreciará
notablemente.
Por lo demás, el tipo de filtro-barrera y la iluminación a emplear para las capturas no difieren en nada de la toma
fotográfica con película; acaso, alguna cámara tendrá más o menos flexibilidad para captar el rango de la radiación en esta
franja del espectro, dependiendo del filtrado de corte que el fabricante haya dado al sensor. También en lo que respecta a
los valores del tiempo de exposición y del diafragmado se hace necesaria la experimentación, puesto que ambos varían de
modo apreciable según sea la capacidad del sensor.
Del mismo modo que con las cámaras analógicas, la visualización a través del visor digital es nula si el filtro es del tipo
Wratten 87C, y con una leve percepción usando el 89B. También sobre esto se impone la experimentación, cosa realmente
fácil por el «revelado» instantáneo que se obtiene.
La reacción de distintas cámaras digitales ante la radiación de infrarrojo es algo diversa, quizá porque el filtro de corte que
lleva el sensor es de diferente nivel. En algunos modelos se puede comprobar que incluso trabajando con el filtro Wratten
87C, la cámara puede enfocar con precisión para hacer la toma, aun cuando a través del visor no se perciba luz alguna.
Para el experto en Documentoscopia esta facilidad de las cámaras digitales de poder fotografiar el infrarrojo puede ser un
aliciente más que le lleve a decantarse por la nueva técnica.
CONSIDERACIÓN FINAL
Vivimos una época en que lo visual juega un papel preponderante en cualquier terreno: señales de tráfico, publicidad,
campañas informativas... En suma, la imagen se ha convertido en una herramienta de comunicación y representación de
conceptos, debido principalmente a la facilidad con que los comprende el destinatario.
La Documentoscopia no puede sustraerse a esta corriente general; y no por simple mimetismo, sino a causa de las
grandes ventajas que la imagen posee como herramienta: la representación visual es, en la investigación de documentos,
un medio probatorio, un instrumento al servicio de la objetividad. Sería hoy día verdaderamente insólito ver una
publicación científica importante en la que no hubiera imágenes fotográficas, dibujos o esquemas, apoyando o siendo el
motivo principal del texto de los artículos.
Empero, la fuerza demostrativa de las imágenes es relativa y no posee en sí misma un carácterquímicamente puro , es
decir, su virtualidad está sujeta al buen oficio y al rigor de quien la crea y del modo en que la emplea. El letrado de una
entidad bancaria a quien un dictamen pericial le perjudicaba, y a falta de otros argumentos con que rebatirlo, objetaba que
las fotografías aportadas en dicho dictamen tenían «un valor relativo porque con las fotografías se podían hacer todo tipo
de trucos». Desde un punto de vista genérico, y hasta cierto punto, no le faltaba razón. De hecho, la mayoría de las
fotografías publicitarias que vemos son el producto de complejas composiciones retocadas, filtradas, es decir,
transformando su condición hasta llegar a lo irreal. Habiéndose constituido en costumbre el que la fotografía se convierta
en un remedo profundamente modificado, no es de extrañar que en determinadas circunstancias despierte recelos.
Ahora se comprenderá por qué en numerosas ocasiones y, aun sabiéndose la redundancia que supone esta afirmación, se
han hecho repetidas referencias a la fidelidad y el rigor en la reproducción y al cuidado que se debe poner al realizarla. Al
perito, que usa la fotografía para demostrar sus hallazgos con escrupulosidad, nada le une al fotógrafo artístico al que sí se
le puede reconocer la licitud de mejorar el asunto que trata o, en cualquier caso, se le ha de conceder que añada su
impronta personal aun a costa de transformar el original. Parece ser que ésta era la distinción que el letrado antedicho no
había comprendido o que, maliciosamente, utilizaba como argumento de oposición.
Por ello no está demás recalcar que la fotografía documentoscópica está al servicio de la verdad técnica, mostrando los
objetos tal como son, y aún más: mostrando de ellos lo que un profano no ve, y con un grado de detalle que a simple vista
no le es manifiesto. Y de esto se deriva la cuestión de la cuantía; porque ¿cuántas reproducciones son necesarias? El
desarrollo del trabajo lo va pidiendo, pero el sentido común lo esclarece: las precisas para mostrar cada uno de los hechos
investigados sin repeticiones innecesarias pero sin carencia alguna que causen vacíos al informar, y mucho menos sobre lo
que es imprescindible dejar probado.
(1) «La fotografía es el registro visible de un momento, al que se puede interrogar con más seguridad que a un testigo. Una descripción verbal puede ser
insuficiente para describir un objeto, un lugar o un suceso» [...] «cuando se convierte en una descripción detallada y compleja de los pormenores de un
objeto, la fotografía va más allá de las posibilidades de la narración oral». EVANS, R.: Eye, film and camera in color photography, Krieger Pub. Co.: New York,
1959.
Ver Texto
(2) Eastman Kodak Co.: «Using photography to preserve evidence», Kodak publication, n.º M-2, Rochester, USA: s.f.
Ver Texto
(4) En los objetivos construidos para la fotografía digital esta escala ya no aparece, porque es el procesador de la cámara el que determina la apertura en función
de los parámetros de velocidad y luz que se elijan para hacer la toma.
Ver Texto
(6) No se tienen en cuenta aquí los aspectos que interesan al público en general, tales como el no tener que acudir a un laboratorio para el revelado, los precios
baratos de las cámaras compactas, etcétera. Son éstas y otras similares, cuestiones que el fotógrafo profesional ni siquiera considera.
Ver Texto
Medios para la producción documental
INTRODUCCIÓN
Es sabido que un documento se materializa con la combinación de diferentes materiales, como por ejemplo, tinta y papel,
y que están realizados con útiles tales como estilográficas, rotuladores, bolígrafos, máquinas de escribir, fotocopiadoras,
impresoras, estampillas. La combinación de los elementos materiales da carácter particular a cada espécimen, pues la
reunión de diversos componentes en calidad y cantidades concretas basta para que se distinga de otros muchos parecidos.
Es más frecuente de lo que fuera deseable centrar la atención en las formas plasmadas en el documento y relegar a un
incomprensible segundo plano las características físicas que posee, cuando éstas proveen gran cantidad de información
para realizar un análisis íntegro.
Dependiendo de la cuestión que suscite el debate, una acción preliminar del perito será la de examinar los materiales con
que está formada una pieza dudosa, pues de los resultados de ese reconocimiento inicial se derivarán actuaciones
periciales distintas. Y es así, porque una vez que se ha terminado de confeccionar un documento, cualquier cambio, ya
deliberado ya accidental, produce variaciones concretas que devienen en algo alterado, o tan sólo corregido o simplemente
dañado. Por consiguiente, en ciertos supuestos será imperativo escrutar y evaluar apropiadamente cada uno de los
materiales para reconstruir luego, hasta donde sea posible, la configuración original del documento.
La tarea del reconocimiento físico obliga a familiarizarse con las propiedades que tienen los útiles y materiales más
difundidos para la confección de documentos, dado que ciertos fenómenos gráficos (manuales o mecánicos) sólo se
explican a partir del conocimiento de sus componentes. Conocer todas las posibilidades que el mercado ofrece se convierte
en algo muy laborioso hoy día. Constantemente aparecen variantes de medios ya conocidos y otros que son novedosos, lo
que complica la labor de la actualización; pero ésta no es sólo una tarea necesaria, sino imprescindible.
Este capítulo trata principalmente de los útiles de escritura que utilizan el común de la gente, porque en definitiva son los
que más difusión tienen en el tráfico documental diario; asimismo se verán los medios mecánicos y los materiales más
usuales y que, por tanto, son el origen de frecuentes intervenciones periciales, junto con algún apunte sobre sus
antecedentes.
Figura 159.Imágenes de un cálamo donde se aprecian en el ángulo de corte de la caña y el vertical para dividir el punto.
No es un instrumento antiguo, sino tan sólo un simple ejercicio de entretenimiento con el fin de reproducir los que se
pueden ver en algunos museos
PLUMAS DE CAÑA O CÁLAMOS
Salvo por el hecho de citarlo a título testimonial, este instrumento pertenece un pasado muy lejano. Los documentos
escritos con este útil entran de lleno en el campo de la Paleografía. El hecho de hacer referencia a este útil tiene un
propósito eminentemente reflexivo: considerar que la forma de su punto (dividido en dos picos) y el sistema de traslado de
la tinta al papel constituyen los antecedentes remotos de las modernas estilográficas (Figura 159). Considerado tan sólo
desde un punto de vista material, da idea de la cantidad de siglos que estuvo vigente este sistema básico hasta la
aparición del bolígrafo, y comprender la revolución que éste supuso en todos los órdenes: estructura material, proceso de
fabricación, sistema de entintado, forma de manejarlo...
PLUMILLAS METÁLICAS
Hasta la aparición del bolígrafo hacia la mitad del pasado siglo, la pluma ha sido el instrumento secular para escribir desde
que en los últimos años del siglo XVIII comenzara su fabricación en serie (Figura 161) (1) .
Aparte del uso caligráfico artístico para el que pudieran emplearse, hoy día nadie utiliza aquellas plumas metálicas de
antaño que se acoplaban a un portaplumas o palillero de madera y que sirvieron a varias generaciones atrás para aprender
a formar la letra. La predominancia de otros útiles más efectivos las han dejado en completo abandono, y la razón de
citarlas aquí se debe a que, de cuando en cuando, surge algún documento redactado o firmado con ellas cuya autoría se
cuestiona.
Figura 160.El grosor del punto y su flexibilidad confieren al manuscrito su aspecto más o menos robusto, junto con las
características de pulsación de la mano
Las formas de las plumas y sus diferentes grosores abarcaban un rango muy amplio (Figura 161), aunque para la escritura
de cartas y documentos solían utilizarse las de punto fino o medio, quedando las de corte ancho para caligrafiar letras
ornamentales o especiales: góticas librarias, unciales, etcétera. La anchura del punto determina en cada caso el aspecto
general que caracteriza al conjunto del escrito (Figura 160).
Un manuscrito hecho con plumilla metálica se identifica, en primer lugar, por el aspecto de aguada que adquieren los
trazos a causa del empleo de tintas muy líquidas. Así, al discurrir sobre el papel, el pigmento se absorbe con cierta
irregularidad y deja desiguales matices de tono a lo largo de su curso. En primera observación a ojo desnudo, se
caracterizan asimismo por la diferencia entre gruesos y perfiles, diferencia causada por las variaciones de la presión a las
que eran muy sensibles estos útiles, tanto por la elasticidad del metal como por la relativa longitud de sus picos.
Figura 161.Hasta la mitad del siglo XX las plumillas metálicas fueron de uso corriente. La estilográfica, pero
principalmente el bolígrafo, fueron los útiles que las sustituyeron
Examinados a unos pocos aumentos, en los manuscritos como los del anterior ejemplo son perceptibles dos líneas
paralelas que delimitan los márgenes del trazo, en aquellos tramos anchos donde un pico no se superpone al otro, es decir,
donde el movimiento se realiza en el mismo sentido que el eje de la pluma (Figura 162). Tales líneas paralelas son cauces
abiertos por el roce del metal sobre el soporte; la tinta fluye desde la cavidad de la plumilla por cada uno de los picos y
tiende a depositarse en mayor grado en los pequeños surcos que se han formado a los lados. Así, en trazados gruesos en
los que el apriete hace que el punto se abra, ambos márgenes de la raya adquieren una tonalidad más intensa y dejan en
el centro una tonalidad levemente más clara. Justamente la existencia de surcos con estas características es típica de las
plumas metálicas. Obsérvese en la Figura 163 el leve clareo de la zona central de las líneas formando una especie de vena
interna menos oscura. También es llamativo el contraste entre plenos y perfiles, cuya mayor anchura da idea del tipo de
pluma utilizada y permite por otra parte determinar qué características distinguen la manera de realizar el apriete en cada
zona particular del recorrido (lo que los antiguos denominaban fluere atramentum, «correr de la tinta»).
Figura 162.Tanto la dirección del trazo como el grado de apriete determinan el grosor de la línea en cada recorrido
(imagen superior). En la firma inferior de un documento antiguo concurren los fenómenos que identifican el útil: diferente
intensidad del entintado, presencia de los picos, agotamiento de la tinta en trazos muy anchos, diferencias de grosor entre
plenos y perfiles
Que los textos mostrados se realizaron con pluma metálica lo confirma, además, el que de tanto en tanto la descarga de
tinta se haga más débil e inmediatamente después vuelva a tener un tono intenso. El agotamiento de la tinta en la plumilla
y la necesidad de recargarla a intervalos sumergiéndola en el tintero, hacen aparecer contrastes de una palabra a la
siguiente (un escritor bien adiestrado en su uso no dejaría agotar la carga en medio de una palabra), efecto que es posible
apreciar numerosas veces en un texto suficientemente extenso.
Figura 163.En los márgenes de los trazos que tienen cierta anchura pueden divisarse dos líneas limitantes con una mayor
intensidad tonal, típica de los escritos hechos con plumilla.
Las tintas de antaño tenían, por su propia formulación, un tiempo de secado largo. A causa de ello, un recorrido algo más
intenso tendía a unirse, por la atracción del líquido que aún estaba fresco, con otro muy próximo o directamente
conectado. Obsérvense en la Figura 164 algunas zonas sobrecargadas a causa de este fenómeno.
Figura 164.La recarga o el empastamiento de algunos trazos por atracción de la humedad es un fenómeno muy corriente
de los manuscritos con plumilla y tinta de largo tiempo de secado
El estado del útil tiene influencia lógica en la calidad de los trazos y, por consiguiente, en el acabado de los textos. El
desgaste o el despuntado de estos útiles en uno o en ambos picos determinaban la presencia de rasgaduras en el papel o
simplemente de puntos en los que se clavaban. Unos y otros defectos, si suceden, se hacen manifiestos en análisis
detenido y a bajo aumento. Varias o la totalidad de las cualidades expuestas permiten hacer un diagnóstico certero sobre
el origen de textos y firmas hechos con plumillas metálicas. Adicionalmente, la calidad del papel (textura, filigranas), el
estado de éste y de las tintas, permitirán no sólo establecer el tipo de útil sino también averiguar otras cualidades
asociadas: datación, alteraciones o condiciones de conservación.
El hecho de que las plumillas metálicas dejaran de utilizarse hace mucho tiempo convierte en una rareza el peritaje de
manuscritos o de firmas trazados con estos útiles. Pero aún, de vez en cuando, se presentan casos en los que se aportan
documentos suficientemente antiguos como base de algún pleito o como piezas complementarias que avalan la existencia
de una relación contractual o mercantil, de época en la que se escribía con plumillas. Por ello, este medio material (a
diferencia de lo que sucede con las plumas de ave o caña) sigue teniendo una vigencia ocasional en los peritajes que hoy
en día pueden suscitarse. Conviene en tal caso tener presente la fecha de la documentación para no confundir las
características del útil con otras similares de las estilográficas que las sustituyeron.
ESTILOGRÁFICAS
Aunque los antecedentes remotos de la estilográfica tienen varios siglos, tal como hoy la conocemos, fue una creación de
Lewis Edson Waterman en 1884 que cinco años después George Safford Parker perfeccionaría, mejorando el sistema de
carga de la tinta. Ambos hechos constituyen el punto de partida de la estilográfica o pluma-fuente, que en su ya dilatada
historia ha tenido numerosos cambios y mejoras, tanto en el diseño de sus componentes como en los materiales
empleados para su fabricación.
No hay lugar aquí para pormenorizar todos los detalles de su centenaria existencia, pero sí parece conveniente conocer
algunos de sus hitos, por el interés que tienen desde el punto de vista pericial a efectos, sobre todo, de la datación de
manuscritos. Como cualquier invento coetáneo, su difusión no alcanza niveles populares hasta haber transcurrido un largo
lapso. Por lo que a España respecta, la estilográfica tuvo escasa difusión en los primeros decenios del siglo XX y aún en los
años cincuenta constituía todo un lujo poseer uno de estos instrumentos. Por razones puramente sociales y económicas, la
estilográfica sólo gana amplitud popular bien avanzada la mitad de la centuria. Después de un cierto abandono de la
estilográfica en favor del uso del bolígrafo, nuevamente está resurgiendo su utilización convertida más en moda que en
necesidad y centrada sobre todo en las piezas lujosas o de colección. Este resurgir actual ha dado lugar al incremento de
documentación escrita o firmada con estilográfica que nos obliga a volver al estudio de sus cualidades y características.
Al igual que las plumillas metálicas, las estilográficas admiten una extensa variedad de puntos, tanto en lo que se refiere a
formas como a grosores y cualidades de flexibilidad de los plumines. Si bien los calibres de punto que comúnmente se
utilizan son los cuatro estándares, catalogados como grueso, medio, fino y extrafino, existen amplias gamas intermedias o
que sobrepasan estas medidas comunes. La casa Dupont, por ejemplo, ofrece en un modelo nueve grosores diferentes, y
Parker tiene hasta veintiséis distintos. Imaginemos, pues, la gama de calibres que es posible encontrar en escritos
realizados con estilográfica. La adscripción de un manuscrito a una pluma estilográfica comienza por el establecimiento de
las cualidades que la tinta muestra sobre el soporte. Análogamente a lo visto en aquellas otras plumillas usadas con
palillero, a lo largo de un texto o de una firma, se podrán constatar la presencia de sutiles variaciones en los matices
tonales, distintivos de la característica fluidez de la tinta estilográfica, cuya apariencia acuosa es semejante a la que ofrece
una pintura con acuarela. En los puntos en los que se inicia un trazo, en los lugares donde termina o en las intersecciones,
se apreciarán diversas gradaciones de coloración propias de la desigual absorción e irregular secado del fluido al impregnar
el papel (Figura 165). Sin duda, ésta es una de las características generales que a priori, y sin instrumental de aumento,
identifican un manuscrito realizado con estilográfica.
Figura 165.Los puntos gruesos y blandos recogen toda clase de matices de la pulsación que realizan los dedos: contraste
de calibre, entintamiento claro y profundo, reflujo del entintado, presencia de los picos en los márgenes de las líneas,
etcétera
Otros aspectos que permiten diagnosticar el origen de este tipo de escritura son los siguientes:
Apariencia de los bordes del trazo. Una especie de melladuras redondeadas en los márgenes de las líneas es un
síntoma específico, que debe su aspecto al modo en que la tinta impregna el soporte. El fluido se seca desigualmente,
dejando pequeños entrantes como los que se distinguen en la Figura 166. Estas minúsculas irregularidades a modo de
melladuras resultan más o menos acusadas dependiendo de la textura de la superficie, de la presión ejercida en cada
gesto, así como de las propiedades de suavidad y blandura del plumín.
Figura 166.Detalle macrofotográfico de una firma estampada con pluma estilográfica. Las «melladuras» en los bordes de
los trazos, el entintado acuoso, el reflujo de la tinta y los surcos que dejan los picos del plumín son calidades típicas de la
estilográfica
Conviene distinguir entre suavidad y blandura porque no son términos sinónimos sino diferentes: suave es aquel que se
desliza sobre el soporte sin rayarlo; blando es el plumín que cede con facilidad a la presión y se abre, dando contrastes
visibles entre gruesos y perfiles. Por lo tanto, un plumín puede ser rígido y suave a la vez. Unas y otras cualidades dejan
su impronta distintiva en la escritura, de modo que puede saberse si un escrito procede de un determinado instrumento.
Visibles variaciones en el grosor de los diferentes recorridos debidas a las propiedades elásticas del plumín. Por
ejemplo, es típico que los plumines duros produzcan una escritura de grosor poco diferenciado y, al contrario, los plumines
blandos (cuyos picos son sensibles a la comprensión de los dedos) den escrituras contrastadas con zonas donde los plenos
se ensanchan ostensiblemente.
Cualidades del entintamiento. Ya se ha comentado que una característica distintiva de la escritura de estilográfica es su
aspecto de impregnación acuosa; esto se debe a dos fenómenos físicos: uno, propio de la estilográfica, dependiente de la
regulación de la descarga mediante los mecanismos de alimentación (canal capilar, canal de ventilación, laminillas); el
otro, relacionado con la naturaleza líquida de la tinta y del tiempo de secado. Este segundo condicionante tiene diferentes
manifestaciones (adecuada absorción, migración sobre las fibras, reflujos) acordes con la calidad del papel.
A lo largo de un manuscrito se pueden encontrar zonas con menos entintamiento, coincidiendo con gestos rápidos; otras
de mayor acumulación, particularmente en cruces de trazos; en partes firmemente presionadas y en tramos terminales, en
los cuales el líquido refluye por simpatía con la humedad. Obsérvense todas estas particularidades en la fotografía de la
Figura 165.
Figura 170.El funcionamiento deficiente de un bolígrafo no constituye un inconveniente para la identificación del autor. Al
contrario, el elevado número de peculiaridades que es capaz de registrar lo convierte en instrumento óptimo para la
investigación de todas las cualidades gráficas posibles: presión, características del apoyo, dirección de los trazos,
continuidad, reajuste de la postura de los dedos, etcétera
Es incuestionable la cantidad de matices que en este ejemplo o en cualquier otro deja el puño de quien escribe; ante una
imagen así no se puede seguir sosteniendo que el bolígrafo sea impersonal o no muestre cualidades gestuales reveladoras.
En el ejemplo propuesto bien se ve, además, que el útil no funcionaba bien y de ahí la presencia de estrías o grumos; pero
justamente en el caso del bolígrafo los defectos se convierten en inestimable ayuda para esclarecer singulares hábitos
cinéticos del escritor.
Cualidades diferenciales
Factor diferencial entre el trazo de bolígrafo respecto de otro de tinta estilográfica es la pigmentación. Mientras que la de
estilográfica adquiere un aspecto mate una vez seca en el papel, la tinta de bolígrafo ofrece un brillo céreo característico
debido a la grasa que sirve de vehículo al pigmento, que se mantiene inalterado a lo largo de los años.
Para hacer estable su carga, la tinta es viscosa y contiene aditivos que la hacen secar muy rápido, sustancias éstas que le
dan el citado brillo y consistencia característicos.
Los bolígrafos admiten ser diferenciados por las características de su tinta: particularmente por el color, por el grosor de la
esfera, y por los defectos que pueden aparecer en las líneas. Pruebas no destructivas, incluidas las simplemente visuales,
microscópicas, con radiación infrarroja, o mediante examen a la luz ultravioleta, permiten discriminar claramente la
intervención de uno o más útiles de características similares. Los exámenes de tintas usando filtros dicroicos o
luminiscencia infrarroja dan resultados muy completos en la distinción de dos tintes aparentemente iguales; sin duda, el
comparador espectral de vídeo es el aparato idóneo para la investigación de cuestiones de esta naturaleza o, en su
defecto, la fotografía infrarroja.
Los resultados que se derivan de su especial adherencia a los papeles y cartulinas de diferentes acabados es un método
visual más de establecer que se trata de escritura con bolígrafo y no de otro instrumento que también utilice bola para
transferir la tinta, como en el caso de los llamados rollers ball pen.
Además del brillo graso característico ya mencionado, hay que contar con dos factores determinantes: la compresión que
se ha realizado al trazar y el estado de funcionamiento de la bola. En las zonas donde el rozamiento es suave, puede verse
con facilidad que el pigmento impregna las fibras superficialmente y van quedando sin tinta minúsculas zonas
transversales.
Cuando el empuje de los dedos es vigoroso el pigmento penetra con profundidad en el soporte y rellena el tramado de los
papeles hasta cubrirlos por completo; lo mismo sucede cuando se superponen dos o más trazos y la acumulación de tinta
se concentra en ciertos puntos. Aun en este último supuesto su apariencia es inconfundible, en particular si se observa a
ciertos aumentos. Paradójicamente, el reconocimiento de un manuscrito realizado con bolígrafo es más sencillo si éste
acusa defectos de entintado; el estriado, la descarga de la tinta a borbotones irregulares y la posibilidad de ver cómo está
manchado el soporte en zonas donde el pigmento escasea, constituyen signos esclarecedores de la clase de tinta de que se
trata y del sistema que lo transfiere al papel (Figura 171).
Figura 171.Microfotografía de un trazo de bolígrafo. La estría y las irregularidades de la adherencia al soporte son signos
inconfundibles de este útil
Otras cualidades interesantes, derivadas del comportamiento de las tintas grasas al encontrarse con otros pigmentos de
naturaleza parecida o distinta, serán objeto de atención al hablar del cruce de trazos.
Todas las apreciaciones acerca de la escritura de bolígrafo están basadas en aquellos que incorporan tinta normal. Otro
tipo de bolígrafos con tinta gel, esmalte, líquidas, etcétera, dan resultados sobre el papel que no son los habituales: brillo
matizado, consistencia pastosa, mayor tiempo de secado o gran cubrimiento del soporte. Estos otros tipos pueden no dejar
el estriado que es característico de las tintas boligráficas comunes, y las líneas adquieren un aspecto más regular en el
entintamiento al tiempo que una impregnación de aspecto más apagado.
Cómo funciona
La abundancia de documentos en los que interviene el bolígrafo obliga a conceder especial atención a sus propiedades
físicas y al sistema de funcionamiento del útil. Conocer cómo funciona el bolígrafo permite identificarlo de manera
inequívoca, saber su estado de uso y, consecuentemente, interpretar lo que muestra el registro material de sus trazos.
Es bien sabido que el entintamiento lo realiza una bola metálica que traslada la sustancia al papel después de haberse
impregnado al girar dentro de su alojamiento. Pero el aspecto de los trazos no sólo depende del modo en que se transfiere
la tinta del cartucho al papel, sino también de cómo otras circunstancias afectan al punto (Figura 172).
Figura 172.En estas dos microfotografías del punto de un mismo bolígrafo se distinguen los diversos fenómenos que
afectan al entintamiento de los trazos y, consecuentemente, a su calidad
Defectos singulares
Grumos y rebabas
Es muy común que el engaste acabe teniendo holgura después de un cierto tiempo de uso, y que provoque mayor flujo de
tinta del necesario, formándose cúmulos alrededor del punto, que se desprenderán durante el trazado según se empuñe y
desplace el útil; la presencia de rebabas en los trazos de bolígrafo (anomalía singular de los puntos de bola) también
tienen su origen por esta causa y por el hecho de que la inclinación que adopta el punto en su contacto con el papel haga
rozar en éste el borde del engaste (Figura 173).
Figura 173.Grumos y rebabas se sitúan en los márgenes o sobre el mismo trazo, dependiendo del ángulo de contacto
entre útil y soporte
Hilos
En los bolígrafos de tinta gel, ambos inconvenientes (grumos y rebabas) suelen presentarse aumentados debido a que su
formulación es aún más espesa que la materia de los bolígrafos convencionales, lo que origina no sólo grumos de mayor
tamaño, sino también la aparición de hilos a modo de eco en las líneas (Figura 174).
Figura 174.El exceso de descarga en los bolígrafos de tinta gel provoca cúmulos y, como en este caso, desprendimientos
con aspecto de hilo que ensucian el escrito
Lascas
Por otra parte, los cúmulos secos de un útil que no se ha empleado durante mucho tiempo se transforman en minúsculas
lascas que se depositan en los arranques de la escritura o en los primeros tramos de las líneas.
Estrías y tramos en blanco
Los defectos de ajuste entre la bola y el engaste provocan, asimismo, que el rozamiento deje en la superficie de la esfera
líneas o zonas más amplias en las que no se deposita la tinta, efecto que en los trazos se manifiestan como estrías o
pequeños fragmentos en blanco (Figura 175).
Figura 175.La apariencia e intensidad de las estrías y las zonas sin entintar dependen de varios factores: posición del útil,
estado de uso, velocidad del trazado, momento de reajuste de los dedos
Suciedad adherida
La untuosidad del pigmento es la responsable de las adherencias de polvo y fibras en derredor del punto (desprendidas del
papel o de tejidos), que contribuyen a que los trazos se empasten y el escrito adquiera un aspecto sucio en determinadas
zonas o en todo su curso. A partir de los 10 o 15 aumentos pueden apreciarse las adherencias que ensucian el trazado,
circunstancia que permite en algunos casos relacionar dos o más manuscritos pertenecientes a un mismo bolígrafo.
La repercusión que tiene el movimiento sobre la imagen de los trazos
Vistos los defectos que son inherentes a los bolígrafos en razón de su mecanismo y de las propiedades de su pigmento,
resulta asimismo importante entender cómo tienen lugar los movimientos de la esfera porque de ellos dependen la
cantidad de pigmento con que se carga, los fallos que pueden producirse, dónde aparecen éstos y su intensidad según sea
su estado de uso. Todas estas manifestaciones y su calidad aparecen a lo largo del curso escritural, cada una de ellas
mediante una imagen específica que, conocido su origen, permitirán su cabal análisis y justa valoración dinámica.
Cuando se traza una línea recta o casi rectilínea, la bola gira en el sentido del desplazamiento de modo uniforme,
manteniéndose el eje en línea con la marcha del trazo, tal como se muestra en el esquema A de la Figura 176. Si aparece
estría, ésta se mostrará como una imagen paralela al curso del trazado (centrada o desplazada a un lado, acorde con el
ángulo con que se apoya el útil) formando una línea casi blanca como la que se muestra en la Figura 175.
Figura 176.Representación esquemática del avance y giros que realiza la esfera del bolígrafo según sea el curso del
trazado. El comportamiento al rodar en el sentido de la marcha y la amplitud de la rotación sobre su eje, son
determinantes en la aparición de las características propias de este útil, incluidas sus anomalías identificadoras
En las líneas de trazado curvo, la esfera describe un leve movimiento de rotación en avance, con un suave efecto de giro
lateral (respecto del eje que forma al apoyarse el útil), que es tanto mayor cuanto más pronunciada es la curvatura, al
tiempo que se desplaza en sentido longitudinal (esquema B de la Figura 176).
El estriado aparecerá dibujado sobre la línea en sentido oblicuo y siempre desde la cara interna a la externa respecto del
sentido que lleve el trazo (del modo que se indica en la Figura 177).
Figura 177.Las dos estrías señaladas en este recorrido, que cursan desde la cara interna a la externa del trazo, sirven
para establecer con certeza el movimiento levógiro D con que se ha proyectado
El cambio en la dirección del trazo en sentido dextrógiro lo registra la bola mediante un estriado, que también corre desde
la cara interna a la externa, pero ocupando una ubicación contraria a los de movimiento levógiro (Figura 178). Esta
característica, presente en la escritura de algunos zurdos, permite establecer el curso con que se ha generado;
análogamente, en las rúbricas complejas con volteos en uno u otro sentido facilita el seguimiento de la andadura, dato que
posee especial interés en el esclarecimiento de ciertas falsificaciones que, si bien tienen una apariencia formal grosso modo
similar, su ejecución resulta ser contraria. Cuando la curvatura se vuelve muy cerrada y los dedos efectúan un cambio
drástico de sentido o dirección, se origina otro tipo de revolución análogo al de precesión que tiene la Tierra (esquema C
en la Figura 176) de manera simultánea con el de avance. Tal giro de precesión sobre el eje impide que la bola se
impregne de tinta en una parte de su superficie, y de ahí que en el trayecto inmediatamente posterior se origine un
minúsculo tramo sin pigmento.
También es el momento en que los grumos acumulados en el punto se depositan en el papel, de modo que éstos y el
blanco subsiguiente suelen ir asociados (indicados en la Figura 175.
Figura 178.En la escritura de algunos zurdos que construyen ciertos grafismos con un movimiento progresivo es posible
apreciar que el giro de la esfera crea un estriado que cambia de posición contraria al de los recorridos levógiros
Datos que provee el entintamiento
Pero el sistema de transferencia de la tinta al papel mediante una esfera ofrece aún más datos de utilidad en el análisis de
los escritos: saber qué dirección lleva un trazo y cómo se ha apoyado el útil. El primero de ellos, junto con el de la imagen
de las estrías, es de utilidad especialmente en firmas complejas o confusas en las que los trazos se entremezclan repetidas
veces, permitiendo desentrañar la secuencia de composición (Figura 180).
La clave se encuentra en las fibras del papel, al observar bajo el microscopio cómo quedan impregnadas de tinta; a este
respecto hay que resaltar la extrema sensibilidad de la bola frente a la topografía de la superficie: es capaz de registrar
fenómenos del soporte muy sutiles tales como dobleces, rugosidades o irregularidades de la superficie de apoyo (véase el
esquema de la Figura 179).
Figura 179.Representación del modo en que se deposita la tinta en las fibras del papel a medida que la bola las encuentra
en su curso
Figura 180.El establecimiento de la dirección que llevan los trazos es de inestimable ayuda para esclarecer la secuencia
de trazado en firmas complejas como la de este ejemplo
La imagen de la Figura 181 es buena prueba de ello; el leve contacto de la bola sobre la superficie hace que el pigmento
quede únicamente en la capa superficial: la tinta no llega a penetrar en profundidad y se va acumulando en el lado anterior
de las fibras (que actúan como obstáculo) a medida que las encuentra durante su curso. El hecho de que la descarga del
bolígrafo requiera de la gravedad y la presión de los dedos para depositar el pigmento, determina la intensidad del
entintado y el que éste llegue a distinta profundidad en la masa del papel. En el caso ejemplificado, para captar las
cualidades del movimiento de la mano y, además, con carácter general, para conocer el grado de empuje realizado por la
mano en cada fase concreta del recorrido.
Figura 181.Los tramos donde el bolígrafo roza suavemente la superficie del papel dejan mayor carga de tinta en uno de
los lados de las fibras, demostrando qué dirección tiene el trazado
El apoyo del útil
En lo que respecta al apoyo del útil, estrías y rebabas proveen información de gran interés identificador si el bolígrafo va
acumulando tinta alrededor del punto; este fenómeno como otros típicos del bolígrafo no siempre aparece en los escritos
de una misma persona si uno de ellos se ha hecho con un útil no defectuoso o la superficie de apoyo es dura. Pero es muy
frecuente que suceda.
Al hundirse la bola en el papel, el borde de la caja de engaste roza en él y deja una rebaba paralela al trazo en aquellos
lugares en los que el útil y el soporte forman un ángulo cerrado. En los escribientes diestros es normal que las rebabas se
localicen a la derecha de las líneas que corren en vertical y en la zona inferior de las curvas, debido a la postura que
adopta la mano proveniente de la derecha Algunos zurdos (los que apoyan el útil justamente con un ángulo contrario
al de los diestros ) dejan una rebaba también, pero en el margen contrario del trazo, de características iguales o
semejantes a las que tiene el escrito de la Figura 182.
Figura 182.Los escribientes zurdos, que apoyan el bolígrafo al contrario que los diestros, cambian la ubicación de las
rebabas a los márgenes opuestos (internos inferiores y a la izquierda)
Esta propiedad, como cualquier otra de los manuscritos, no se cumple matemáticamente por lo que es de esperar ciertas
variantes. Pero lo que tiene de importante es que en la autoría de firmas o textos es incompatible el hecho de que la
misma persona pudiera originar rebabas de dos localizaciones opuestas al revisar los márgenes de las líneas.
BOLÍGRAFO DE TINTA DELEBLE
Los bolígrafos de tinta deleble merecen consideración aparte, puesto que su tinta no está compuesta, como en los
convencionales, por una mezcla de vehículos untuosos y colorantes. Lo que los diferencia de los comunes es la materia de
su «tinta», compuesta de goma líquida (que representa entre el 15 y el 45% del volumen) disuelta en sustancias volátiles
que la mantienen fluida hasta que sale del depósito y se traslada al papel, momento en el que comienza su fraguado.
Introducidos en el mercado a principio de los años ochenta, los actuales son delebles siempre que el borrado se haga
dentro de las diez primeras horas (aproximadamente) de realizado el escrito; después se convierten en trazos indelebles.
Figura 183.Pese a no incorporar el mismo tipo de materia que los bolígrafos convencionales, los de pigmento deleble
acusan los mismos defectos. Esta circunstancia demuestra que tales defectos los ocasiona el sistema de transferencia: un
punto con bola encastrada
Comoquiera que los trazos de los bolígrafos que se borran presentan a ojo desnudo iguales propiedades que los
convencionales, es decir, grumos, estrías, zonas en blanco, rebabas (Figura 183), identificar su naturaleza requiere la
observación de las líneas desde los 15 o 20x en adelante. A partir de estos niveles de aumento se hace patente su
diferencia material con los otros bolígrafos comunes (Figura 184). La goma aparece adherida al papel con una apariencia
semejante a la que se produce sobre el agua cuando un helicóptero se encuentra cerca de la superficie; obsérvese el
aspecto ondeado que adquieren las pequeñas masas de pigmento siguiendo la dirección del trazo. Aquí las fibras del
soporte no sólo muestran la acumulación lateral típica de las tintas boligráficas convencionales, sino también una
apariencia deshilachada de la materia.
Figura 184.La goma de los bolígrafos delebles aparece bajo el microscopio como una masa muy consistente, y ondulada
por el arrastre
La ondulación que se produce en el sentido de la marcha de la esfera posibilita, aún más que en los bolígrafos comunes,
saber cuál es el recorrido con que se han originado los grafismos.
LOS ROLLERS
A partir de 1973, fecha en que salieron al mercado, han proliferado los bolígrafos que utilizan un tipo de tinta semejante al
de las estilográficas (roller ball point pen) aunque con cualidades de fluidez y secado distintas.
Se trata de un híbrido de fabricación japonesa cuyo funcionamiento se basa en la estructura del bolígrafo (la descarga la
hace una esfera mediante transferencia por contacto, desde un depósito idéntico) y la tinta es, sin embargo, líquida. Si
bien el aspecto que ofrece un escrito con este utensilio es similar a la pluma, enseguida se aprecian ciertas características
privativas del polígrafo, motivadas por el giro y el rozamiento de la esfera: existencia de surcado típico, ocasionales estrías
«blancas» en los trazos, desigualdad del entintado en los márgenes de las líneas.
Al tratarse de un pigmento muy fluido, lo que le diferencia esencialmente de los vehículos grasos es su mayor infiltración
en el papel, así como una mayor descarga de líquido sobre papeles absorbentes o en los lugares en los que se mantiene
apoyado sin movimiento. Este útil tiene la particularidad de producir descargas intensas de tinta, al igual que el bolígrafo,
pero con resultados dispares por virtud de la fluidez de su vehículo. Como en el caso de la Figura 186, un manchado tan
intenso puede llevar a considerar que las zonas manchadas son reenganches de trazos u otra anomalía similar imputable al
puño del escribiente, no siendo tales.
Figura 185.La vena blanquecina que corre a lo largo de los trazos y la forma en que la tinta mancha el soporte son dos
cualidades que identifica la escritura con roller
Figura 186.Las descargas anómalas de tinta que provoca el desgaste del punto tienen en los rollers una mayor
repercusión en la suciedad del escrito, si como en este caso el papel ha contribuido a dispersar el fluido
Puesto que el sistema de descarga de la tinta es análogo al de los bolígrafos, los rollers pueden dejar un surco con menor
cantidad de fluido, que se localiza en la línea que forma la bola al hacer contacto con el papel y hendirlo (Figura 185).
Junto con el tipo de impregnación que el papel registra en sus fibras, tales surcos permiten establecer que se trata de un
útil esferográfico.
Cronología de los útiles
Conviene prestar atención a las fechas de invención y comercialización de instrumentos como los rotuladores u otras
novedades semejantes, porque el momento de su puesta en circulación puede aportar el dato concluyente para la datación
relativa de un contenido documental, así como para establecer si determinados manuscritos son o no coherentes con la
fecha en que se supone emitido el documento.
Los bolígrafos y los papeles
Tanto en lo referente a estas tintas como a cualesquiera otras, es esencial hacer observaciones directas a medio y alto
aumento para comprender cómo se comportan al depositarse sobre diferentes superficies: papel reprográfico, estucado y
otras calidades de uso común; la experiencia que da la observación atenta es el mejor camino tanto para identificarlas
como para determinar sus posibles alteraciones.
La diversidad de novedades que la industria pone en el mercado casi constantemente obliga al perito a renovar su punto
de vista y hace indispensable la creación de un muestrario propio y extenso con el que poder familiarizarse y al que
remitirse en su momento. No es tarea difícil; basta conseguir unos cuantos trazos sobre el papel para ir incrementando el
archivo de muestras y saber si la visión que se tenía de determinado útil está vigente, debe variarla o se trata de un dato
que complementa lo que ya sabía.
LÁPIZ
Desde una perspectiva histórica el lápiz es un instrumento con bastante antigüedad. Según hoy lo conocemos, el lápiz fue
inventado en Inglaterra en 1564, y a partir de un uso más bien restringido durante el siglo XVI, ganó popularidad por sus
propiedades, hasta el punto de llegar a emplearse en cualquier terreno, teniéndosele como un instrumento más dentro del
campo artístico.
El lápiz se clasifica en diferentes clases, según la composición de sus materiales y de las cualidades de éstos. En general, el
grafito es uno de los componentes básicos, mezclado con arcilla y ceras, y todo ello endurecido mediante una cocción
semejante a la que se hace con las cerámicas. La cantidad de grafito y arcilla, y el tiempo de cocción determinan la dureza
final de la mina y la intensidad del tono.
Hay lápices de extrema dureza, capaces de dejar únicamente una línea ligera incluso ejerciendo gran presión con ellos. En
el otro extremo están los lápices suaves que dejan líneas relativamente oscuras con un ligero apriete.
Resulta muy dificultoso establecer diferencias entre dos trazos hechos con lapicero, particularmente si se desea saber cuál
es el grado de dureza. Como es obvio, también dependerá de las características de la mano que lo haya manejado, e
incluso de la textura de los papeles sobre los que se ha empleado. Análogamente, el cambio de una superficie dura a otra
más mullida basta para influir en el grosor de la línea y en la profundidad del surco dejado.
La calidad de los materiales influye asimismo de manera decisiva. Entre los lápices de baja calidad fabricados con arcillas y
grafito menos refinados y los que utilizan materiales altamente micronizados hay variantes que es posible detectar bajo el
microscopio a partir de los 40x aproximadamente. Bajo este aumento comienzan a vislumbrarse partículas que quedan en
los recorridos, a modo de lascas de mineral, que espejean si se iluminan con luz concentrada en la dirección en que
provocan brillo. Otra característica visible con las mismas condiciones de observación se refiere a las minas cuya base de
compactación son las materias plásticas. Éstas ofrecen una mayor homogeneidad al marcar y un alto brillo sedoso, sin
asomo alguno de partículas sueltas.
Las cuestiones que se suscitan relativas a una o varias autorías con lápiz son comprometidas de dilucidar. Varios hechos
intervienen en ello: grado de dureza del útil, estado de la mina (más o menos afilada), firmeza del soporte. Relativamente
más sencillo es determinar si varias anotaciones en un documento están realizadas con uno o varios lápices, problema que
puede solventarse con microfotografías que revelen las distintas calidades comentadas.
Los exámenes de lápiz están básicamente restringidos al estudio visual utilizando microscopio binocular. Excepto con los
lápices de color, los exámenes con infrarrojo o con ultravioleta no ofrecen ayuda especial, dado que al ser su composición
una materia inactínica reaccionan de manera similar. Estas técnicas son por el contrario útiles cuando precisamente el lápiz
ha sido borrado; entonces sí se detecta parte del grafito que impregnó las fibras del papel. Los nuevos materiales, como
los polímeros en general, y el poliéster en concreto, son muy dificultosos de detectar, por no decir imposibles, con las
técnicas con las que sí pueden hacerse legibles las materias tradicionales.
En circunstancias favorables es posible establecer la sucesión de trazos superpuestos a través de las estrías de los trazos.
A veces sucede que un lápiz de cierta dureza deja un surco irregular formado por rayas continuas que a su vez
interrumpen otras preexistentes; observando al microscopio la línea superpuesta e iluminando con un haz casi rasante en
la misma dirección del trazo, se hace visible con claridad cómo continúa el estriado.
El análisis de trazos de lápiz suele tener en los peritajes gráficos un interés secundario: los documentos importantes no
suelen redactarse, y mucho menos firmarse, con un material que puede ser eliminado o alterado con facilidad.
Figura 187.Aunque el borrado del lápiz se haga con suavidad y poca insistencia, es difícil no descubrir vestigios (restos de
materia y surcos) a menos que la presión ejercida haya sido mínima
Si el estudio del lápiz tiene un interés concreto, éste se centra en el descubrimiento de residuos que hayan podido quedar
tras su eliminación. En tal caso, la inspección con microscopio revelará con facilidad si existen o no restos de pigmento en
la trama del papel: una vez manchadas las fibras es prácticamente imposible hacerlo desaparecer si no es a costa de
erosionar de manera visible el soporte. Será caso excepcional el que un texto de lápiz que haya sido suprimido no deje un
rastro mínimo tiznando las fibras del papel, asociado a surcos que pueden hacerse manifiestos con luz episcópica rasante.
Véanse en la Figura 187 cinco clases de lápiz sobre papel común y satinado, respectivamente, y los resultados que se
producen después de haber sido eliminados con distintos tipos de goma, considerando que en ambos casos la insistencia
en el borrado ha sido la normal para hacer desaparecer una parte.
ROTULADOR
Al japonés Yukio Horie se debe este invento que introdujo en 1962 y, junto con el bolígrafo y el roller, se han convertido en
los útiles más extendidos hoy día. En realidad, fue concebido como instrumento destinado a la caligrafía japonesa para la
que tradicionalmente se utiliza un pincel acabado en punta. A partir de una forma semejante a la de los pinceles
tradicionales, derivó hacia la gran cantidad de distintas variantes que hoy se conocen.
En este grupo genérico se incluyen una amplia variedad, con toda suerte de formas y grosores de punto, cuyo común
denominador es el estar fabricados con punta de nailon u otro producto de síntesis, que poseen propiedades de alta
tenacidad y resistencia al apriete y al desgaste. El trazo se produce por efecto de capilaridad de dicha punta sintética: la
tinta fluye cuando entra en contacto con una superficie. Las variantes que pueden encontrarse hacen poco práctico
clasificarlas. Su identificación hay que hacerla casi por eliminación, en función de las cualidades que poseen los trazos.
Los papeles suelen embeberse de manera análoga a la tinta de estilográfica, si bien los perfiles de los trazos no tienen en
general el aspecto de aguada de éstas. Bajo el microscopio, aunque sea a pocos aumentos, se aprecia un calado del
entintamiento en el soporte algo distinto al de la estilográfica; en ésta el fluido impregna profundamente las fibras del
papel porque necesita cierto tiempo para fijarse, mientras que el rotulador «mancha» superficialmente a menos que la
mano se detenga en un lugar concreto; entonces la porosidad del punto permite la descarga constante y crea un área
borrosa más o menos extensa dependiendo de la absorción del soporte. Otro rasgo distintivo del rotulador es que por regla
general deja un rayado característico al correr sobre el papel, que se hace tanto más manifiesto cuanto más rápido es el
trazado, y la descarga de tinta es escasa o normal.
Lo mismo que con las estilográficas, el grosor del punto determina su capacidad para escribir con más o menos rapidez:
los puntos gruesos y de amplia capilaridad descargan el líquido con mayor facilidad que los finos, estableciéndose una
relación inversa entre la cantidad de tinta absorbida por el papel y la velocidad de trazado.
El rotulador, además de utilizar tinta de secado rápido, se fabrica en una extensa gama de grosores (en algunos casos de
hasta dos centímetros) que lo hacen apto no sólo para escritura sino para aplicaciones artísticas; también ofrece la mayor
gama de colores y tonos que en otros tipos de pigmentos es más difícil conseguir.
Un principio general del que partir en el análisis e identificación de los trazos de rotulador es la monotonía del resultado
gráfico, en especial cuando se trata de puntos gruesos y la superficie de apoyo es rígida. En tales circunstancias, y dado
que el entintamiento mantiene en todo momento un grosor casi uniforme, desaparecen muchas de las propiedades de la
pulsación; se puede afirmar que una escritura hecha con esta clase de punto adolece de »topografía», impide con facilidad
apreciar reenganches, suele transformar la presión real, etcétera.
Pero también como otros útiles, los fenómenos que se manifiestan en manuscritos hechos con rotulador dependen de la
mano del escribiente. Las detenciones en seco, los finales rápidos o la postura con que entra en contacto con el papel, son
algunas de las peculiaridades en las que el instrumento no interviene por sí solo. En el ejemplo de la Figura 188, el escrito
da la impresión de estar realizado con plumilla o estilográfica por los matices de plenos y perfiles que tiene; sin duda, a
ello ha contribuido el hecho de que el punto tuviera una forma casi de espátula por efecto de la presión, pero también la
diferencia del apriete que hicieron los dedos en los diferentes recorridos.
Figura 188.El tipo de punto y la mano del escribiente dan a esta escritura una apariencia de contrastes entre plenos y
perfiles propia de las estilográficas o las plumillas (ampliada al 125% de su tamaño real). Sin embargo, se manuscribió con
un rotulador de punto fino
El grosor del punto sí es un condicionante puramente instrumental que ejerce su influencia en las dimensiones de la
escritura: si es ancho, se precisa agrandar las letras para que los espacios internos no se cieguen y el escrito se vuelva
congestionado o parcialmente ilegible. Los de punto medio o fino permiten, al contrario, hacer una escritura sumamente
pequeña y, así, personas con el hábito de escribir muy menudo eligen los puntos de calibre más fino con los que se sienten
a gusto.
Generalmente, el trazo de rotulador se identifica por su apariencia homogénea en el gro sor, el entintamiento de secado
rápido (que da a los márgenes de las líneas un aspecto menos irregular que el de otras tintas fluidas) y también con
frecuencia por pequeños defectos en la descarga de finas rayas longitudinales (Figura 189).
Figura 189.Trazos realizados con rotulador de fibra. Un gesto rápido como el superior deja ver fallos de entintado en
forma de estrías
En rotuladores con la tinta casi agotada reconocer el útil es aún más sencillo. Las anomalías en la descarga se acrecientan,
permitiendo ver que el trazo se descompone en multitud de pequeños filamentos de los que están compuestos algunos
puntos. Las carencias de tinta a intervalos y los perfiles de los trazos favorecen su positiva identificación (Figura 190).
Figura 190.Aspecto rayado de los trazos que origina un rotulador sin apenas tinta. En todo el recorrido y en los puntos de
remate se perciben con claridad la composición fibrosa del punto que, en condiciones normales, la tinta aglutina y oculta
OTROS ÚTILES DE ESCRITURA MANUAL
En este grupo de instrumentos para escribir cabe hacer una extensa miscelánea:
Casi todos ellos concebidos para rotular y dibujar en grandes superficies, admiten ser peritados como otros instrumentos
clásicos, aunque teniendo en consideración que los planos gráficos distintos a una página normal y a una postura habitual
para escribir actúan como agentes modificadores de ciertos parámetros del grafismo: posición al escribir (horizontal,
inclinada), amplitud de la superficie (pizarra, pared), la textura del soporte (deslizante, rugosa). Por ejemplo, la extendida
práctica de pintar con aerosoles sobre las paredes de edificios puede modificar el sentido espacial del escritor, la dirección,
el enlace de los grafismos, la velocidad, y otros factores desaparecen por completo; consecuentemente, el peritaje de uno
de estos grafitos (5) comporta la observancia de ciertos datos que en condiciones normales no sería preciso valorar. Su
cotejo, pues, con otro manuscrito en una hoja y con un útil corriente cabe abordarse previendo cambios muy notables; la
confrontación de especímenes espacialmente dispares y con medios también muy diversos debe partir sopesando con
especial cuidado todos aquellos fenómenos dependientes o influidos por el sentido espacial y la presión escritural
(particularmente en los grafitos que se dibujan con aerosol). En este último caso, lo que sí se comprueba, pese a la
pérdida de la presión y de las proporciones en las letras, es la correspondencia de diseños entre los manuscritos sobre
papel y los realizados (dibujados) sobre la pared; en muchas ocasiones un grafismo o varios de ellos tienen el mismo
tratamiento de dibujo altamente elaborado, ya sea en un plano o en otro. No hay que olvidar que por lo general los
autores de grafitos son jóvenes que tratan toda su escritura como si de dibujar se tratara, y en sus cuadernos y carpetas
repiten hasta la saciedad diseños propios que son como sus señas de identidad, a falta de otras cualidades gráficas
personales.
TINTAS
Es imposible precisar la antigüedad de este invento tal y como lo concebimos: como un fluido pigmentado que se fija sobre
un soporte.
A través de la abundante documentación romana se sabe que el empleo del atramentum (de ater, negro) se empleaba
para los escritos que debían tener cierta permanencia (a diferencia de las tabellae o tablillas enceradas, de carácter
provisional); en la Edad Media se impuso la denominación de origen griego incaustum y más tarde la de tincta, es decir,
teñida. La preparación solía ser una mezcla de sustancias vegetales, con negro de humo (de ahí su nombre tincta), así
como con sales metálicas, lo que les confería su carácter permanente mientras que la de hollín se eliminaba fácilmente con
una esponja húmeda, spongia deletilis, la de composición metálica requería el raspado con un rasorium o bien con piedra
pómez.
Durante la Edad Media se generaliza el uso de un tipo de tinta hecho con sulfato de hierro, nuez de agallas disuelta en
vinagre y goma arábiga. Esta composición básica permaneció casi inalterada hasta el desarrollo de las modernas tintas
azul Victoria y azul-negra que se usaban en las estilográficas. El desarrollo de las anilinas y otros productos de síntesis
dejó en desuso los pigmentos naturales empleados durante un tiempo para colorear las tintas. Los cambios se verificaron
entre finales del siglo XIX y los comienzos del XX. En los años treinta se desarrollaron pigmentos que requerían soluciones
alcalinas fuertes en lugar de los suaves ácidos anteriores, empleándose el agua como solvente básico en todo este tipo de
tintas.
La invención del bolígrafo al final de los cuarenta supuso también la aparición de una nueva clase de pigmento, asimismo
invención de Biro, quien ya había patentado antes que el bolígrafo una tinta de secado rápido para la imprenta. Se trataba
de un compuesto pastoso compuesto de un disolvente químico orgánico en lugar de agua. Esta clase de tinta se asemeja a
aquellas otras usadas en la fabricación de las cintas mecanográficas o las de imprenta, pero con propiedades específicas
distintivas. En los últimos veinte años, las tintas fluidas con base acuosa alcohólica o con disolventes han extendido su uso
aplicadas a los rotuladores o los anteriormente comentados bolígrafos híbridos: rollers ball pen. Otros tipos de rotuladores
de punta porosa no tienen como base el agua, sino que utilizan solventes químicos de secado instantáneo como el alcohol,
el tolueno o el xileno (ambos cada vez menos, por tratarse de productos volátiles y tóxicos).
Un problema frecuentemente planteado al perito es el de determinar no sólo si existen diferencias entre tintas, sino
identificar el origen de una tinta particular. Muy similares en apariencia, pero de composiciones realmente diversas, las
tintas pueden ser diferenciadas con pruebas apropiadas, pero realizar una identificación positiva del origen de una tinta es
impracticable.
Hasta donde se puede llegar es a establecer que una tinta en cuestión es de la misma clase que otra y que podría tener el
mismo origen. La diferenciación entre tintas puede ser efectuada mediante observaciones y pruebas no destructivas o por
pruebas químicas que por lo general comportan la alteración de partes del documento (cromatografía). Las consideradas
no destructivas son usualmente empleadas como primer paso de cualquier tipo de estudio. Comienzan con el examen de
las tintas en relación con su color y apariencia del trazo sobre el papel, utilizando lupa binocular y distintos tipos de
iluminación. La fotografía infrarroja es determinante en esta clase de análisis: permite discriminar con certeza dos tintas
de igual apariencia sin que el documento se vea afectado.
Los análisis químicos de tipo destructivo permiten acercarse más profundamente a la resolución de problemas concretos
con las tintas. Requieren de equipamiento especial y de una formación en el campo de la Química con suficiente
especialización. Desde los años cincuenta, el análisis químico más común es la cromatografía, en particular la denominada
TLC (ThinLayerChromatography, cromatografía de capa fina). El método precisa cortar o raspar una pequeña porción de
tinta del documento. Por medio de este análisis dos tintas pueden compararse y saberse si son de igual tipo. La TLC parece
ser uno de los análisis químicos más precisos que hasta hoy se conocen.
De entre los interrogantes que suelen plantearse al perito el más común se relaciona con la edad absoluta del documento,
es decir, con la fecha exacta que corresponde a una tinta, para saber en qué momento una escritura o una firma fue
puesta sobre el papel. Sobre este tipo de cuestión y la imposibilidad de dar respuesta efectiva ya se dio noticia en el
epígrafe Posibilidades y limitaciones de la Documentoscopia.
ESCRITURAS MECÁNICAS Y ACCESORIOS
Aclaración del concepto
Hay una razón lógica para no titular el presente apartado con la expresión «Escrituras mecanográficas», siguiendo los
criterios al uso. La denominación «mecanografía» tuvo su origen en los textos que se componían con aquellas pequeñas
máquinas, y así se ha identificado durante mucho tiempo, aplicándose no sólo al sistema de impulso mecánico sino
también, más tarde, a las eléctricas y electrónicas.
Parecía conveniente, por tanto, mantener el concepto para no tener que recurrir a otras perífrasis como «mecanografía
láser», «mecanografía con chorro de tinta», etcétera, puesto que estas escrituras de origen mecánico se distinguen
claramente por la naturaleza del dispositivo que las genera (impresoras de diversos tipos), el modo en que reciben y dan
salida a los datos (como elemento no autónomo), así como lo que concierne a su amplia capacidad de impresión (textos e
imágenes).
Máquinas de escribir
A lo largo de todo el siglo XX, pero en particular hasta la década de los setenta, la escritura mecánica se ceñía
exclusivamente a las grafías de las máquinas de escribir, puesto que, aparte de las estenotipias, no existían otros medios
para la confección de documentos por sistemas diferentes a los manuscritos. La imprenta era caso aparte.
Todo el mundo sabe, grosso modo, cómo funcionan y los resultados que dan. Han formado parte de nuestro mundo
altamente mecanizado, como un utensilio más, y la expansión que antaño tuvieron en empresas e instituciones, y aun
entre los particulares, fue semejante a la proliferación actual de las impresoras láser o de chorro de tinta. De aquella gran
difusión de las máquinas de escribir, derivó la ampliación de los peritajes al campo mecanográfico. Durante muchos años
se produjeron millones de documentos en todo el mundo que han quedado en archivos y que, de tanto en tanto, aún hoy,
originan problemas de autenticidad o sobre su cronología, pese al tiempo que ya ha transcurrido y el desuso en que han
caído.
La generalización de las máquinas de escribir cubrió desde principios del siglo pasado el terreno intermedio entre la
imprenta y la escritura manual, hasta entonces dividido en esos dos únicos campos. Las nuevas máquinas, pequeñas y de
sencillo manejo, aportaban también la ventaja de una escritura limpia, legible e instantánea. Todo eran ventajas, y de ahí
que se adoptaran rápidamente; durante décadas, se constituyeron en elementos imprescindibles de la emisión de
documentos en cualquier oficina empresarial o profesional.
También, por lo que se refiere a la Criminalística, era un medio aún más perfecto que la escritura manual para la comisión
de hechos delictivos de toda especie: anónimos, fraudes, falsificaciones, etcétera. La uniformidad y la aparente «falta de
personalidad» de los tipos mecanográficos favorecían la ocultación de la identidad de quienes los emitían. A través de la
literatura pericial se deduce que paralelamente los expertos en documentos tuvieron que desarrollar técnicas de
identificación, basándose en las características propias que cada fabricante introducía en sus modelos, así como en los
efectos que por razón de sus mecanismos dejaban registrados sobre el papel (desajustes, desgastes, defectos de
fabricación).
Las primeras máquinas de escribir
Comoquiera que hoy día apenas tienen uso y para las generaciones de nuevos peritos seguramente serán casi una rareza,
convendrá que se conozcan sus mecanismos, modo de funcionamiento y demás características, porque la ingente cantidad
de documentos emitidos con ellas son motivo de actuación pericial con cierta frecuencia. En consecuencia, y por más que
en principio pudiera parece que su estudio es anecdótico o inútil, nada más lejos de la realidad.
Los antecedentes más remotos de las actuales máquinas de escribir parece ser que se encuentran en el «artilugio para
escribir mecánicamente» del ingeniero inglés Henry Mill, quien en 1714 patentó el nuevo invento. Entre aquella fecha y
1876 se tienen noticias de al menos una decena de intentos por fabricar distintos tipos que, finalmente, no perduraron.
La máquina de escribir, construida casi como hoy se conoce, fue lanzada al mercado por el norteamericano Remington (6)
en 1876 (hasta entonces dedicado a la fabricación de armas y máquinas de coser), una vez adquiridos los derechos de
explotación a su verdadero inventor, el también norteamericano Christopher Latham Sholes. A partir del tipógrafo de
Sholes, de 1873, Remington introdujo profundas y sucesivas modificaciones que lo perfeccionarían, además de suponer un
avance en las imprentas al propiciar el desarrollo de las componedoras mecánicas. El éxito de la empresa dio lugar más
tarde a la creación de la filial Remington Typewriter Co., dedicada en exclusiva a la fabricación de máquinas
mecanográficas. La evolución de la técnica llevó a la consiguiente transformación de la empresa acorde con los tiempos,
pasando después al mundo de las computadoras. Tras diversas adquisiciones y fusiones ha llegado a ser la conocida Sperry
Rand Corp.
Ya desde sus inicios esta máquina imprimía letra por letra, gracias a los caracteres metálicos en relieve colocados en
brazos de palanca, aunque su defecto era que no se veía lo que se tecleaba. El inconveniente fue subsanado en 1906 por
la marca Underwood, mediante la colocación de las barras portacaracteres en forma de semicírculo, lo que permitía
visualizar el escrito según se iba produciendo. Esta disposición de las barras fue adoptada por la totalidad los fabricantes, y
ha perdurado hasta hoy en todas las máquinas de impulso mecánico.
La máquina de escribir supuso el acercamiento a la calidad y la estética de los textos impresos, puestas al alcance de
millones de usuarios. Se producía un fenómeno parecido a la facilidad de uso y manejabilidad del bolígrafo frente a los
demás útiles.
Máquinas de impulso manual
Desde su aparición en el mercado, las máquinas de escribir no sufrieron grandes cambios en su estructura ni en su técnica
de impresión. La composición de la escritura mediante letras yuxtapuestas ha sido sin duda la razón de que las
transformaciones fueran mínimas, hasta la aparición de las máquinas eléctricas y electrónicas con sistema de impresión de
pelota de golf o de margarita. Por lo tanto, pueden hacerse dos grandes grupos o tipos de máquina, considerando su
estructura material y al modo de obtener la escritura: máquinas de impulso manual y máquinas de impulso eléctrico.
Como se deduce de su nombre, el empuje necesario para plasmar cada carácter depende sólo de la fuerza manual del
mecanógrafo. Sucintamente, sus componentes y principios de funcionamiento son los siguientes:
• Una estructura o armazón metálico (por lo general de fundición o estampado) da firmeza al conjunto del teclado, barras
portadoras de los caracteres, rodillo, etcétera (Figura 191).
• Teclado compuesto por 42 o 43 letras que abarcan el abecedario, los números, signos ortográficos, así como algunos
caracteres complementarios de abreviación (º, ª). Como en las máquinas que se fabricarían posteriormente y dependiendo
del idioma, se incluían teclas de signos específicos. Exceptuando las teclas especiales, la colocación de las letras es casi
universal para todos los idiomas basados en los caracteres latinos, aunque hubo modelos en los que la disposición variaba.
La disposición de teclado más extendida, que hoy constituye norma, es la denominada QUERTY, acrónimo que se forma al
teclear las seis primeras letras de la parte superior izquierda; a partir de esa referencia ya se sobrentiende que la
configuración es la que se ilustró en la Figura 72 de la página 155. En dicho esquema, separado en dos grupos para cada
una de las líneas del teclado, la división es conforme al modo de teclear utilizando los diez dedos. El hecho, en principio sin
mayor importancia, es trascendental en determinadas circunstancias para la identificación de la persona que mecanografió
el documento.
Figura 191.En esta imagen, una máquina de escribir de impulso manual, la Olivetti modelo Lexikon 80, una de las más
difundidas en España
Figura 192.Sobre un bastidor cóncavo, las barras portacaracteres se disponen en abanico tanto en las máquinas
manuales como en algunas de impulso eléctrico
Figura 193.Barras portacaracteres. A la derecha, el extremo de una de ellas donde se encuentra soldado el carácter, vista
de perfil
La construcción genérica de las máquinas de escribir de impulso mecánico es la siguiente:
• Un teclado montado sobre vástagos verticales, que cuando se pulsa la letra la impelen mediante una serie de
articulaciones.
• Un conjunto de barras dispuestas en abanico cóncavo (Figura 192), en cuyos extremos van soldados los caracteres
(Figura 193). Estos cuerpos, generalmente de acero, tienen una estructura estrecha y alargada permitiendo alojar en cada
uno de ellos dos letras (mayúscula y minúscula). Impulsadas por las teclas, estas barras imprimen mediante impacto.
• Un rodillo cilíndrico de metal recubierto de un material flexible como el caucho, sobre el que se arrolla y queda apoyado
el papel. Su grado de plasticidad permite que en el momento en que el carácter golpea, haya un cierto hundimiento,
haciendo que la letra, sin dañarse, traslade el entintamiento de la cinta, aunque la pulsación haya sido excesiva. Va
montado en un carro que se desplaza de derecha a izquierda a cada golpe de tecla, con una determinada medida que se
conoce como paso o escape de máquina.
El último de los elementos comunes a todas las máquinas de escribir es la cinta entintadora. Se aloja en dos carretes a
ambos lados de su estructura, y por medio de una guía, cuyo movimiento está sincronizado con la pulsación de las teclas,
asciende en el momento del impacto del carácter interponiéndose entre éste y el papel; hecha la estampación, vuelve a su
posición más baja para no ocultar la línea que se está escribiendo (Figura 194).
Figura 194.Movimiento de la cinta para la impresión de carácter
Figura 195.Las máquinas portátiles pusieron la mecanografía al alcance de los profesionales y particulares casi en el
mismo nivel que las empresas
Las máquinas portátiles como la representada en la Figura 195 extendieron aún más el uso de la mecanografía, llevándola
a los hogares y con unos resultados similares a los que se obtenían en las empresas y despachos profesionales.
Máquinas eléctricas y electrónicas
Su primera característica distintiva es la de producir la escritura por el impacto que proporciona un motor eléctrico. De este
primer factor se deriva una consecuencia también especial: la regularidad de los resultados en el escrito. Teóricamente,
todas las letras se obtienen con la misma fuerza de impulso.
A partir de esta diferencia genérica respecto a las anteriores máquinas totalmente mecánicas, el modo en que consigue la
escritura son distintos: mediante barras (como aquellas otras), por medio de bola (o pelota de golf), o mediante margarita.
Máquinas eléctricas de impresión por barras
La primera generación de máquinas eléctricas partía de la misma estructura que las de impulso manual (mediante barras
con caracteres soldados), aunque la innovación consistía en que el grado de fuerza empleada en la pulsación estaba
regulada por un motor eléctrico.
Suponía una mayor comodidad para el mecanógrafo y se argumentaba que permitía una mayor velocidad de escritura. Un
segundo paso consistió en variar el paso de las letras o escape, otorgando un espaciado distinto a cada letra según el
ancho de estructura; así, la m ocupaba 3 o 4 espacios respecto de la i, etcétera. Era la mecanografía de espacios
compensados (Figura 196).
Figura 196.Mecanografía de espacios compensados
La razón de mejorar la estética de los escritos y acercarse a las normas tipográficas con este tipo de espaciamiento, si bien
daba resultados más selectos, constituía un verdadero galimatías en los casos de error cuando se trataba de trueque de
letras de distinta anchura, y una tarea farragosa cuando había que retroceder hasta el carácter erróneo en fracciones de
espacio para enmendarlo; cada error de este tipo demandaba mucho tiempo, razón, entre otras, determinante para la poca
aceptación que este sistema tuvo. Raramente el perito se encuentra ante documentos mecanográficos de esta clase.
Máquinas eléctricas de impresión por bola
Se trata del primer sistema de escritura con posibilidad de intercambiar los caracteres de impresión. Un modo de eliminar
las clásicas barras de los caracteres y sus consiguientes problemas (que se estudian más adelante) se obtuvo con el
sistema de esfera o bola (Figura 197). Lo introdujo la norteamericana IBM (International Bussines Machines) en 1961 con
su modelo Selectric. Hasta 1974, la Selectric fue la única máquina de escribir con este sistema, a partir del cual otros
fabricantes crearon modelos similares. Remington Rand se incorporó a esta técnica compartiendo ciertos derechos de
patente con IBM. En 1979, Silver Seiko, de Japón, introdujo el modelo Silver Reed 223C. Las esferas eran intercambiables
entre las tres marcas.
Figura 197.IBM creó en 1961 el sistema de impresión que bautizó como golfball, con el que se podía cambiar en apenas
unos segundos el tipo de escritura (diseño y dimensión)
También lo adoptaron las alemanas Adler y Triumph en 1974 y Royal en 1975. La sueca Facit, asimismo, empezó su
comercialización en 1975 con la primera esfera que contenía 88 caracteres. Hermes (suiza) y Olympia (alemana)
combinaron su desarrollo para producir unas esferas de diseño propio. También Olivetti, en 1975, lanzó un producto muy
singular de diseño propio.
Como puede deducirse, esta modalidad de máquina fue fabricada por todas las empresas importantes del sector y su
adopción por los consumidores fue rápida y bastante generalizada. A causa de tan general aceptación, el número de
documentación surgida de estas máquinas de escribir ha sido muy notable, y por ello la necesidad de su estudio.
Hay, además, otra razón que hace merecedora de estudio las mecanografías de estas máquinas: su cronología. Conociendo
las fechas de lanzamiento al mercado y las propiedades físicas de la mecanografía puede saberse si determinada
documentación es o no extemporánea y, por tanto, datar de modo relativo el documento junto con otros síntomas
adicionales. Identificar correctamente los caracteres que producen estas máquinas comporta conocer cómo funcionan.
La superficie de la esfera estaba dividida en dos hemisferios, en uno de los cuales se encontraban los caracteres de las
minúsculas, los números y otros signos que se imprimían cuando la tecla de acceso a las mayúsculas no se había pulsado
(Figura 198).
Figura 198.Detalles del sistema de impresión por bola de IBM con dos tipografías distintas
Para imprimir las mayúsculas y otros caracteres del teclado, se pulsaba la tecla de mayúsculas, y entonces se producía una
rotación de 180° que colocaba el hemisferio contrario frente al papel. Los caracteres de las bolas IBM y de varias otras
marcas se hallaban dispuestos en cuatro filas horizontales para cada hemisferio y en veintidós columnas verticales. Antes
de iniciarse cualquier movimiento para imprimir, la posición de reposo era la de la letra z (frente al papel), siendo
necesarios tres movimientos para conseguir imprimir algunos otros grafismos (Figura 199):
1) la bola debía rotar hasta alcanzar la posición de la columna central frente al papel;
2) una vez allí, mediante cabeceo, la fila correspondiente debía alcanzar el nivel adecuado;
3) situada ya en su punto justo de impresión, la bola se proyectaba sobre la cinta, y realizaba la estampación;
4) acto seguido, volvía a su posición de partida, iniciándose igual proceso para cada letra, lo que sólo duraba una
fracción de segundo.
El ajuste de la intensidad del impacto era otra de las características que mejoraba la calidad de las copias obtenidas con
papel carbón, aunque un número elevado de copias (por encima de tres) obligaba a seleccionar una presión fuerte que
congestionaba el original y provocaba excesivo relieve. La reducción de este inconveniente se salvada empleando papel
cebolla para el segundo y tercer ejemplares, y un tipo de papel carbón muy fino con aspecto de lámina de plástico con el
que, además, se obtenían copias más nítidas.
Figura 201.Aun cuando la primera mecanografía se hizo con cinta de seda, no tiene la nitidez ni la profundidad de color
de la segunda y tercera de cinta plástica. En esta última, la cinta correctora ha levantado los caracteres sin apenas dejar
huellas; hay que recurrir al aumento para distinguir su presencia
Por último, la posterior incorporación de las cintas correctoras terminaron por perfeccionar la mecanografía al dar limpieza
al escrito incluso teniendo correcciones (Figura 201). En el capítulo 6 ya se habló de ambos perfeccionamientos: cintas
plásticas y cintas correctoras por levantamiento.
Máquinas electrónicas de impresión por margarita
En el terreno de las máquinas que utilizan caracteres intercambiables apareció, durante la década de los años setenta, una
nueva tecnología aplicada a las máquinas de escribir, proveniente del campo de las computadoras: las máquinas
electrónicas con impresión por rueda o margarita (consúltense las imágenes de la Figura 69 en la página 151). En estas
máquinas concurren dos novedades: un nuevo sistema de impresión por impacto, y diferentes automatismos incorporados
a la máquina para facilitar la organización de los textos. Fue el preámbulo de la época del tratamiento de textos. No son
pocas las que aún hoy se utilizan, particularmente para cumplimentar letras de cambio, cheques, pagarés y documentos
similares, más complicados de confeccionar con impresoras.
Las máquinas electrónicas permiten la distribución del texto de una forma versátil, gracias a la incorporación de funciones
de ajuste. Por ejemplo, toman automáticamente el papel y lo emplazan con un margen superior establecido, justifican
líneas, hacen sangrados preestablecidos, resaltan textos en negrita...; memorizan toda suerte de funciones, como el
establecimiento de márgenes, corrección de la última letra, palabra o línea, etcétera. La incorporación de nuevas teclas
que varían las funciones mecanográficas extienden las posibilidades de imprimir muchos más signos y caracteres
especiales, ya generalizados en muchos ámbitos (bancarios, comerciales), tales como &, @, £, ¼, ¥, ‰, ®..., y la
mayoría de las teclas controlan hasta tres o cuatro signos, según qué modalidad o función se seleccione.
La impresión se obtiene por medio de unos discos que tienen los caracteres dispuestos en el extremo de una especie de
espigas radiales (Figura 202), cuyos ejes flexibles (fabricados con materiales plásticos) permiten el desplazamiento desde
su posición de reposo hasta la superficie del papel. El cambio de disco se hace con suma facilidad, por lo que reemplazar
un tipo de letra por otro es tarea que sólo requiere unos segundos. Otra de las ventajas de este procedimiento es la
posibilidad de variar el escape, según las necesidades de tamaño de los caracteres con tan sólo seleccionarlo en una tecla
específica de función (Figura 203).
Figura 202.Detalle del extremo de los radios o «pétalos» de una margarita de impresión electrónica. El material sintético
con el que están fabricados estos discos tiene la necesaria flexibilidad para avanzar hacia el papel y recuperar su posición
original, y un alto grado de tenacidad para resistir los impactos sin que se deformen los caracteres
Figura 203.En las máquinas electrónicas, el cambio del escape proporciona textos tan diversos como los de este ejemplo,
lo que puede parecer un obstáculo para identificar la mecanografía
El principio de funcionamiento del sistema es el siguiente: el disco o margarita va acoplado en un eje perpendicular al
rodillo que, mediante rotación, sitúa el carácter frente al papel; una vez colocado en la posición adecuada, un pequeño
vástago o martillo golpea la cara posterior de la letra hasta que hace impacto sobre el papel (Figura 204). Esta técnica, a
diferencia del sistema de bola, sólo requiere dos movimientos para la impresión de un carácter: rotación y percusión.
Figura 204.Posición del cartucho que contiene la cinta (imagen superior). Debajo, vista de la margarita desde arriba y
modo con que se proyecta el martillo que la impele hacia el papel
Los materiales para la fabricación de tales ruedas son de diversa naturaleza, particularmente en lo que a su acabado se
refiere, aunque tienen en común el que su estructura suele ser de plástico de dos calidades; los caracteres suelen estar
fabricados con fibra de vidrio o metal a los que se da un tratamiento especial, consistente en un revestimiento que
garantiza su tenacidad frente al desgaste y a las deformaciones. Pero como en cualquier elemento físico, las
imperfecciones de fabricación o debidas al uso son casi inevitables.
Cintas mecanográficas
Las cintas para máquinas de escribir, calcular, o para impresoras matriciales se componen de:
Un tejido de algodón, nailon o seda, impregnado de pigmento que permite usarse múltiples veces mediante pasadas de un
lado al otro entre dos carretes en los que se enrolla. Este tipo de cintas han sido cada vez más frecuentemente sustituidas
en las modernas máquinas eléctricas y electrónicas por las que tienen como material de soporte la película de polietileno o
material similar, previstas para un solo uso.
Un colorante seco depositado sobre aquellos soportes de capa fina (cinta plástica), o por entintamiento húmedo (fibras de
algodón, seda o nailon).
Las calidades que se obtienen con cada tipo de cinta son manifiestas a simple vista, y tienen una influencia decisiva en la
identificación de mecanografías. En el caso de las fabricadas con tejido (restringidas hoy al uso de máquinas portátiles,
algunas calculadoras e impresoras de agujas), la definición de los caracteres es menor, puesto que en el entintamiento
aparece, en mayor o menor medida, la trama del tejido, y el espesor de éste influye en la definición de la estampación.
Figura 205.En este fragmento de una cinta plástica (fotografiado sobre un negatoscopio) se comprueba la perfección del
perfilado de los caracteres que se han transferido al papel. Los pequeños desprendimientos que aparecen repartidos por
toda la cinta están causados por el mecanismo de arrastre después de haberse hecho la estampación
Las cintas plásticas consiguen reproducir el carácter con mejor perfilado, porque lo que se transfiere al papel es una
delgada película arrancada del soporte por impacto Figura 205. Tanto por la delgadez de la película como por la ausencia
de tramado que pudiera actuar como interferencia, los caracteres aparecen perfectamente nítidos y, al tiempo, facilita la
reproducción de cualquier defecto que pudieran tener, bien por fabricación o por desgaste. La eventual duda sobre la
naturaleza de una impresión mecanográfica resuelve sin dificultad la cuestión con una macrofotografía o el empleo de una
lupa a bajo aumento.
Cintas correctoras
Las máquinas de escribir eléctricas y electrónicas suelen incorporar, junto a la cinta mecanográfica plástica, otra destinada
a eliminar los errores mecanográficos. Originalmente, este tipo de cintas fue desarrollado por la firma IBM para unos
modelos que llamó Correcting Selectric. El modo de corrección se basa en que la cinta impresora traslada al papel un
carácter, y un segundo impacto sobre el mismo carácter con un producto adhesivo es capaz de despegarlo sin dañar el
soporte, quedando en éste solamente el vestigio, en bajorrelieve, del carácter eliminado (consúltese la Figura 142 en la
página 298). Aunque muy efectivo el sistema, porque suele estar incorporado en máquinas electrónicas que retroceden
con precisión hasta la letra que se ha de corregir, sin embargo, suelen quedar minúsculas partículas (además del impacto)
que permiten establecer, cuando menos, la existencia de alguna modificación.
Otro sistema corrector menos pulcro es el de las máquinas que usan cintas de recubrimiento. Consiste en cubrir con una
sustancia seca de color blanco la letra errónea y superponer la correcta. Frente al otro sistema, y desde el punto de vista
pericial, tiene varias ventajas: el texto cubierto es legible por simple transparencia; a veces un solo impacto no es
suficiente y la operación se repite, dejando la zona tratada con un aspecto obviamente sucio; si el papel es de color, la
modificación, además de poco estética, se hace muy evidente. Esta clase de sustancia es poco consistente y tras un
manejo poco cuidadoso del documento terminan por desprenderse pequeñas zonas que dejan ver fragmentos de la
primitiva mecanografía.
Figura 206.Corrección mediante la aplicación de una capa cubriente. Las diferentes combinaciones de luz ayudan a
establecer cada uno de los contenidos: el inicial y la enmienda
En la Figura 206 se muestran los resultados de una corrección utilizando este método de cubrimiento. La imagen superior
está tomada con luz episcópica oblicua, y en ella se puede apreciar no sólo la existencia de una enmienda sino también
identificar ciertas letras. La fotografía central se hizo mediante diascopia; el contraste sobre el negatoscopio revela con
nitidez la palabra subyacente «Nosotros» y el «Yo» superpuesto. En la toma inferior se utilizaron ambos tipos de
iluminación (episcópica y diascópica) para separar con claridad cuál era la palabra eliminada y cuál la superpuesta, que en
la segunda de las fotografías es más complicado establecer. Como se ve, este tipo de rectificación no presenta obstáculo
alguno para su lectura.
Distinto es el caso de la eliminación de textos mecanográficos de esta clase que se encuentran mezclados con otros útiles
como lápiz, bolígrafo, etcétera. Los efectos que causa la corrección mediante levantamiento con adhesivo proveen
información fiable sobre la secuencia de realización de un documento, es decir, qué parte se cumplimentó antes y después.
Pastas y cintas correctoras de aplicación manual
Se han convertido en un medio muy común de modificar pequeñas o grandes áreas por la comodidad que representa hacer
enmiendas sin antes tener que borrar. Pequeños o extensos tramos de mecanografía o de cualquier otra clase de
contenidos (manuscritos, impresos, fotocopias). La rectificación o eliminación sigue idéntico principio que el de la cinta
correctora de ciertas máquinas de escribir.
Los fabricantes ofrecen diversas presentaciones del producto, dentro de dos variantes generales: líquida y sólida. Los
correctores preparados en líquido tienen diferente fluidez según el modo de envasado para la aplicación; por ejemplo, los
de pasta, se distribuyen con pincel para tratar zonas extensas, tales como líneas, párrafos completos, etcétera; una
aplicación más precisa se consigue con una especie de bolígrafo de punta muy fina que permite eliminar un solo carácter,
una coma o puntuación incorrecta, u otro fragmento de parecido tamaño. En un principio, estos correctores fluidos
utilizaban solventes como el tricloretano que, además de tóxicos, disolvían algunos tipos de tinta e incluso el tóner de las
fotocopiadoras y de las impresoras láser. En cierta medida este defecto favorecía la identificación de manipulaciones a
través de fotocopia al quedar un cerco oscuro causado por la disolución del pigmento en el área eliminada. La fabricación
actual de correctores sin este tipo de diluyentes ha eliminado la posibilidad de apreciar reborde alguno.
Para enmendar o eliminar líneas completas se emplean correctores sólidos, cuya materia va impregnada en una tira que se
traslada al papel presionando y deslizando un aplicador en el que se aloja un rollo semejante al de las cintas adhesivas
transparentes; de esta manera se ocultan líneas y párrafos para recibir nueva escritura. Si el anterior sistema es de
carácter definitivo, hay otro momentáneo de quita y pon que se usa por lo general para fotocopiar documentos
suprimiendo alguna de las partes; este otro sistema consiste en aplicar una tira de adhesivo suave que se puede levantar y
recolocar varias veces sin deteriorar los contenidos, ya sean de bolígrafo, mecanográficos, u otros cualesquiera.
Estos últimos productos, como bien puede deducirse, no se emplean en la falsificación de documentos originales, puesto
que son fácilmente visibles ellos mismos, así como los textos subyacentes; sí se emplean para hacer modificaciones en
documentos que luego se fotocopian. Generalmente, cuando se suscita una duda en relación con un documento corregido,
lo es por la existencia de correctores líquidos con los cuales la acción modificadora es particularmente intensa y repetitiva,
a lo que se añade la confusión de la nueva escritura cuando ésta existe.
La notoria presencia a ojo desnudo de estos productos hace casi innecesaria una investigación especial para detectarlos.
Con todo, el examen de un documento así tratado bajo lámpara de ultravioleta de onda larga mostrará un efecto de
opacidad muy fuerte, casi totalmente negro, en las zonas intervenidas. Análogo efecto puede obtenerse al examinarse
sobre el negatoscopio, tal como anteriormente se ha ilustrado.
Papel carbón
Desde que las fotocopiadoras o los ordenadores han facilitado la emisión de múltiples ejemplares de un mismo documento,
el papel carbón se ha convertido en una rareza. Con todo, de vez en cuando surgen problemas con documentación
relativamente antigua para la que se empleó este ingenioso sistema de duplicación de manera que no es conveniente
dejarlo de lado; fueron muchos los ejemplares así confeccionados los que estuvieron en circulación.
El llamado papel carbón es una película de muy poco gramaje (generalmente de 10 o 15 g/m) recubierta por una sola cara
con una capa pigmentada, para la transferencia a otra hoja subyacente mediante presión. De esta manera se obtenían una
o varias copias simultáneas de mecanografías o manuscritos.
Los documentos obtenidos con papel carbón se originan por la adherencia de un estuco en el que se utilizan pigmentos
coloreados, generalmente de negro de humo y otros colorantes liposolubles, cuyo vehículo se compone de aceites y ceras.
Hay varias clases de papel carbón, según el empleo que vaya a darse: para varios usos, como el destinado a máquinas de
escribir; de un solo uso, intercalado en algunos tipos de formularios o para escritura manual. La copia con papel carbón
presenta una textura característica de contornos difusos observable a simple vista, cuyo origen se confirma de inmediato
empleando una lupa de pocos aumentos e iluminación adecuada. Los grafismos reproducidos ofrecen una apariencia
semejante a la del grafito de los lápices, si bien las cualidades de brillo y tonalidad enseguida se revelan diferentes; la
impresión de que los grafismos tienen una especie de aureola es el rasgo típico que más se destaca (Figura 207).
Figura 207.Una apariencia borrosa, de contornos difusos, junto con las irregularidades de la pigmentación son los
aspectos más destacables de las copias obtenidas con papel carbón
Además de los elementos gráficos copiados por el impacto de una máquina o la compresión de un útil de escritura, sobre la
página aparecerán rastros dispersos de pequeñas manchas difusas, que se producen por la compresión y el arrastre que
efectúan los rodillos de la máquina al introducir las hojas, o simplemente por frotamiento al manejar el conjunto de los
folios; la presencia o ausencia de estos vestigios depende de la resistencia del estucado al desprendimiento por roce.
Las reproducciones mecanográficas hechas con papel carbón duplican con bastante fidelidad todos los aspectos de los
caracteres, hecho que es más perceptible cuanto menor sea el número de veces que se haya empleado la hoja, mejor
perfilado tenga el carácter de impresión, el tipo de cinta de que se trate y el número de copias que se hagan. Con todo,
cualquier copia hecha por este medio presentará en los grafismos bordes menos precisos que cualquier original, que se
acrecentará según el número de hojas que se le hayan antepuesto.
Por su naturaleza de lámina impregnada para la transferencia de la capa de estuco, la cesión del pigmento admite ser
examinada en dos aspectos: a) el pigmento que deja sobre el papel; b) las pérdidas que sufre la lámina misma,
convirtiéndola en una especie de negativo fotográfico. Esta última posibilidad sólo cabe investigarse con cierto éxito
cuando el estado de la hoja aún no ha sufrido un uso excesivamente intenso; en caso contrario nos encontraremos ante un
fárrago de datos entremezclados de dudosa utilidad. Descifrar o reconstruir el contenido de una hoja de papel carbón
puede hacerse por varios sistemas: fotografía de contraste, fotografía infrarroja o exploración con escáner. Si una hoja se
ha utilizado sólo unas pocas veces, es factible obtener una lectura relativamente sencilla de los contenidos, en particular si
son mecanográficos; la alineación de los renglones, los márgenes o la tipografía, ayudan a separar palabras y párrafos y,
en suma, a recuperar los bloques de texto. Aunque la labor de descifrado resulta verdaderamente ardua, a partir de una
fotografía de contraste es factible hacer una reconstrucción completa si el caso tiene la suficiente importancia como para
invertir largas horas de trabajo.
IMPRESIÓN MATRICIAL
Este sistema fue uno de los primeros utilizados en informática para la impresión de datos a gran velocidad, y asimismo
aplicado en algunas máquinas de calcular y cajas registradoras.
Los caracteres y líneas los forma un cabezal que lleva un número variable de agujas (entre siete, ocho y veinticuatro
dependiendo del tipo de periférico), que golpean una cinta entintada semejante a las empleadas en las máquinas de
escribir. Por consiguiente, ciertas características físicas sobre el papel, en lo que a pigmentación se refiere, son similares a
las comentadas en el apartado de cintas mecanográficas textiles.
La composición de los grafismos se obtiene mediante precisos impulsos eléctricos que hacen avanzar hacia el papel un
grupo de pequeñas barras metálicas, cuyo impacto simultáneo forman los caracteres. La estampación se verifica línea a
línea o en grupos de ellas, mediante pasadas laterales de la cabeza impresora que en su trayecto va creando las formas;
bajo la lupa se distinguen las matrices como si se trataran de un mosaico (Figura 208).
Figura 208.Diferentes tipos de impresión matricial cuyo aspecto depende del nivel de calidad elegido al imprimir y del
número de agujas del cabezal
Incluso cuando la impresión se repite para conseguir caracteres en negrita o de mayor calidad de definición, no existe
problema para identificar el sistema y el número de puntos que tiene el cabezal. Este sistema de impresión también se
emplea con impresión térmica; desaparece la cinta entintadora y en su lugar las agujas actúan con calor sobre papeles
termosensibles.
El problema para identificar si este tipo de impresión corresponde o no a un mismo terminal radica en la calidad de las
muestras que se comparen. El mismo terminal impresor puede dar una imagen netamente distinta si a la hora de hacer la
impresión puede elegirse su intensidad. Las matrices de la segunda imagen de la Figura 208 aparecen como puntos menos
definidos por efecto de una doble pasada para generar caracteres en negrita. El cotejo, por tanto, sólo cabe hacerse entre
ejemplares del mismo tipo.
Del mismo modo que cualquier otra máquina, los sistemas matriciales pueden presentar defectos debidos al uso, que
permitirán una identificación positiva cuanto mayor sea la peculiaridad de tales defectos.
Impresión láser (impresoras, copiadoras, telefaxes)
La historia de las impresoras láser comienza con la primera (denominada EARS) desarrollada en el centro de investigación
de Xerox en Palo Alto, California, entre 1969 y 1971. El ingeniero de Xerox Gary Starkweather adaptó la tecnología de
copiado que ya poseía la empresa, añadiendo un haz de láser para convertir la máquina en este tipo específico de
impresión. Así, según Xerox, la primera impresora láser salió al mercado en 1977. Pero no sería hasta 1988 el momento en
que se difundieron como máquinas de uso generalizado.
denominándolo xerografía (del griego , seco, que le sugirió un profesor de la Universidad de Ohio). El desarrollo
definitivo lo hizo la firma Rank Xerox de Londres, que en sus orígenes lo denominó xerocopia. La reproducción es similar a
la descrita en el sistema láser, el cual deriva de este otro primigenio, aunque en las fotocopiadoras las imágenes se crean
electrostáticamente en un tambor por medio de hilos de volframio. Para imprimir también utiliza la termofusión con tóner.
La principal diferencia entre la impresión láser y la xerocopia es la proveniencia de la imagen: en el primer sistema los
datos los proporciona un ordenador; y en este último es un sistema óptico el que analiza el documento colocado sobre un
cristal, y mediante un sistema de iluminación y espejos proyecta sobre el tambor fotosensible la imagen a reproducir.
El método para la confección de imágenes y textos con impresora láser es, como la fotocopia, un sistema indirecto (Figura
209). Se basa en la creación de una imagen electrostática enviada por el ordenador a través de señales digitales con el
siguiente proceso:
1. Carga electrostática (preparación). Comienza el proceso en un tambor electrofotográfico (EP) o el fotoconductor
(OPC). A medida que gira se carga negativamente mediante la llamada corona primaria, que lo prepara para recibir la
imagen virtual.
2. Exposición. La sensibilidad a la luz del tambor OPC o EP permite al láser exponer zonas del tambor mientras éste gira
y, así, «dibujar» la imagen completa de la página con datos que le remite el ordenador mediante impulsos. Las zonas del
tambor afectadas por el láser pierden la carga negativa y se crea el patrón de la página. Una vez que la imagen se ha
«dibujado» magnéticamente y por completo en el tambor, está lista para su «revelado».
3. Revelado. En este momento el tambor tiene una representación completa de la página, que debe hacerse visible o
revelarse. Para ello se utiliza el tóner, cuya carga negativa se adherirá a las zonas de carga positiva que el láser ha
dibujado previamente.
4. Transferencia. El tambor atrae el tóner sobre las zonas de carga positiva hasta el momento de transferirlo al papel.
Mediante la corona primaria, el papel se carga de energía positiva, y el tóner, con carga negativa, salta desde el tambor y
se deposita en su superficie, a medida que la hoja gira y entra en contacto con aquél. La imagen «en positivo» ya está
formada por partículas de tóner sobre el papel, aunque aún sin fijar.
5. Termofusión. La materia en estado de polvo que se ha cargado eléctricamente sobre la hoja, cambia a estado sólido al
hacerla pasar sobre un tambor de termofusión que la calienta a alta temperatura, al tiempo que la comprime para fijarla.
La impresión ya está completada y el tóner se ha convertido en una materia rígida adherida al papel.
El polvo o tóner es un material compuesto por elementos resinosos y metálicos que se depositan sobre la hoja de papel del
modo que se ha descrito. El aspecto de este material se distingue de otros medios de impresión por su apariencia
granulosa derretida, que proporciona un alto brillo cuando se ilumina, y con un color negro profundo; al microscopio
asemeja a la escoria de algunos carbones. Este compuesto fundente forma los grafismos dándoles un ligero relieve visible
bajo la lupa, especialmente si se ilumina con episcopia oblicua o rasante; de hecho, también al tacto se llega a notarse el
resalte (Figura 210).
Figura 210.Pormenores microfotográficos de una impresión láser. En la foto superior, tomada con iluminación episcópica
oblicua, se distingue el aspecto granuloso y rígido del tóner; de hecho, los dos desprendimientos de la letraDy parte del
punto han hecho desaparecer un tramo del trazo manuscrito con rotulador, lo que da idea de la rigidez que adquiere al
fijarse en el papel. Debajo, la misma zona fotografiada con episcopia rasante, deja ver a la derecha de la letra una sombra
producida por el relieve que crea el tóner
Todos estos resultados son similares a los que se observan en las fotocopias, puesto que el tóner de ambos sistemas de
impresión es muy parecido. Sin embargo, se pueden establecer algunas pequeñas diferencias entre uno y otro pigmento.
Los primitivos tipos de tóner que incorporaban las fotocopiadoras e impresoras han ido variando sobre todo en lo que se
refiere a su granulometría, haciéndose ésta más fina para permitir una mayor definición de los contornos de los caracteres
y para conseguir más amplias gamas de grises en las imágenes. De ahí que a veces sea dificultoso establecer si un
documento procede de impresora o se ha fotocopiado, excepto en el caso que se comenta más adelante.
Se ha dicho que la impresión se produce por fusión y mediante un proceso electrofotográfico, circunstancias que obligan a
considerar algunos detalles particulares del pigmento y cómo influyen en él los mecanismos de la máquina:
• Propiedades de la fijación. La fijación no es la misma sobre papel reprográfico preparado para conseguir un grado de
adherencia estable (especial para este uso) que sobre los satinados, y por ello los fabricantes incluyen unos símbolos sobre
el rendimiento para el que están previstos. Así, el acabado de los satinados o de buen calandrado y la naturaleza
quebradiza del tóner ya fundido facilita su desprendimiento en los dobleces o cuando se manipulan excesivamente (Figura
211).
• Distribución sobre la hoja. Como no se trata de un líquido o pasta que pueda embeberse en el soporte, a veces
aparecen pequeñas áreas blancas o difusas en las que el pigmento no se ha depositado y, sin embargo, el resto de la letra
o trazo tienen aspecto normal (Figura 212). No es otra cosa que la falta de magnetización en una pequeña zona que no
atrae suficiente tóner y que por tanto no se cubre; no hay deslizamiento o efecto de capilaridad como en las tintas fluidas.
• Efecto residual o calcado(ghosting). Se manifiesta sobre toda la superficie de la hoja como minúsculos puntos de
tóner dispersos, que pueden deberse, según su intensidad, a la falta de limpieza de los rodillos de arrastre o bien a
pequeñas zonas magnetizadas por el láser incluso en lugares en los que en el original no existe imagen alguna que
reproducir. También es frecuente que el efecto se produzca por un desmagnetizado defectuoso del EP u OPC, una vez ha
terminado el proceso de transferencia de la página desde el tambor a la hoja de papel.
Figura 211.El doblez del documento ha roto la capa de tóner y lo ha desprendido parcialmente
Figura 212.La defectuosa magnetización del tambor de la fotocopiadora produce zonas difusas de pérdida como las de
estos caracteres
• Rayas oscuras o con franjas en blanco. La escasez de tóner o la mala distribución en el cartucho que lo contiene
determina la pérdida de una zona a lo largo del recorrido vertical, pese a que la magnetización del tambor funcione
correctamente. Al contrario, las rayas longitudinales u horizontales a intervalos regulares suelen deberse a la suciedad de
los rodillos de arrastre en alguna zona del recorrido de la hoja, o a un defecto del fusor. Unos y otros son fáciles de
identificar precisamente por su carácter intermitente a lo largo del folio.
• Tipo de composición. Constituye una característica diferencial entre las fotocopias y los documentos impresos
mediante láser el que alguna de aquéllas se genere con trama de puntos (Figura 213). El sistema de fotocopiado más
extendido parece ser el que compone las imágenes mediante la acumulación «desordenada» del pigmento, concentrándolo
más o menos, frente al de trama (común a impresoras y fotocopiadoras); pero encontrar un documento reproducido por
este otro no es infrecuente. Por tanto, la presencia de puntos de retícula es un medio inequívoco para establecer
diferencias o identidades entre dos piezas iguales a simple vista.
Figura 213.Determinados tipos de fotocopiadoras componen mediante un tramado como el de estas dos imágenes. Al
igual que algunos sistemas planográficos, emplean una trama de puntos de diferente densidad para traducir los colores del
original o las distintas tonalidades del mismo color
• Telefaxes. El aspecto físico de las impresiones que genera este periférico tiene la apariencia propia de cualquier imagen
creada con tóner. Pero además muestran una composición singular consistente en la agregación o dispersión de puntos
con una estructura lineal, tal como aparece en el ejemplo de la Figura 214. Esta imagen se distingue de otros tipos de
estructuras basadas en el mismo sistema impresor porque el terminal recibe impulsos eléctricos de la línea telefónica, cuya
información es menos compleja (y precisa) que la recibida por los controladores de las impresoras a través de ordenador.
Figura 214.La estructura de las imágenes en los telefaxes de sistema láser presenta el granulado y los contornos de
aureola propios del tóner, junto con una composición geométrica basada en conjuntos adosados o aislados de puntos
• Fotocopiadoras láser de color. Son muchas las diferencias que distinguen los resultados que da el copiado de las
máquinas convencionales y las de color, circunstancias todas favorables para establecer si un documento en color, de
apariencia original, lo es o no, y qué sistema se ha empleado para su creación.
La dos más importantes son:
1) el tamaño de las partículas del pigmento (aparte de disponer de cartuchos separados para cada color), y
2) el patrón de retícula o trama que emplean, éste distinto de cualquiera de las que operan en blanco y negro.
Por otro lado, las fotocopiadoras láser de color tienen la particularidad de presentar una granulometría distinta para el
tóner negro y los restantes tres colores (cian, magenta y amarillo). Como en el caso de las fotocopias corrientes, el tóner
de color negro se hace visible con no demasiados aumentos pero el aspecto es diferente, puesto que los gránulos son
extremadamente pequeños; los otros tres colores llegan a tal punto de pequeñez que se hace necesario observarlos a gran
aumento para establecer que se trata de partículas y no de tinta fluida en degradado. Pero aún tienen otra característica
especial: las partes de color negro se forman del mismo modo que en las copiadoras comunes, es decir, mediante distinto
grado de condensación y sin un orden visible, mientras que las partes con otros colores quedan formadas mediante trama.
Véase en la Figura 215 cómo los caracteres pertenecientes al logotipo de una empresa, el borde (negro) tiene el aspecto
propio del tóner de cualquier fotocopia corriente, y el relleno (de color violáceo en el original) aparece con un patrón
ordenado en el que intervienen los tres colores citados.
Figura 215.Detalles macrofotográficos de las letras de un logotipo. El borde de color negro se diferencia de la zona interna
(violácea) por su retícula
Hasta aquí quedan expuestos los principios físicos esenciales que se deben atender al iniciar un examen de fotocopias.
Pero su peritaje merece capítulo aparte habida cuenta de la ingente cantidad de documentos que se producen por este
medio y porque, en ocasiones, solamente existe para hacer una peritación de manuscritos o de mecanografías una de
estas reproducciones; y también porque en determinadas circunstancias es la propia fotocopia el objeto mismo de la
investigación. En su lugar se verán las diferencias de sentido y alcance inherentes a uno y otro análisis.
Impresión por chorro de tinta
En este sistema la reproducción se hace por medio de un tipo de tinta líquida, formulada para que seque con rapidez una
vez entra en contacto con el papel. A través de unas toberas finísimas y en unas cantidades que se miden en picolitros, la
tinta se inyecta a intervalos muy rápidos para formar una trama de minúsculos puntos con diferente espaciado; de esta
forma se obtienen imágenes claras o de color muy intenso.
La cantidad de esos pequeños chorros de tinta y de las veces que pueden superponerse para rellenar gradualmente los
espacios, determina la calidad de la imagen final, a lo que también contribuye el número de toberas que posee el cabezal
impresor. Hoy por hoy, las impresoras de este sistema tienen capacidad para dar una resolución de entre 300 y 7.800 ppp.
El control de la resolución, la intensidad del encintado y la saturación de los tonos (vibrantes o apagados) se controla
generalmente por medio de controladores específicos (drivers) que cada marca suministra con sus máquinas (Figura 216).
No es de extrañar, por tanto, que de una misma impresora se obtengan resultados muy diversos en perfilado y coloración,
máxime si la impresión se controla de distinto modo, según los ajustes realizados y en función del papel empleado (Figura
217).
Figura 216.Los controladores de las impresoras permiten variar los resultados mediante la selección del tipo de papel, la
calidad de la impresión y, como en el segundo de los cuadros de diálogo, las cualidades del color y el volumen de tinta.
Cualquiera de los cambios dará resultados muy diversos para un mismo periférico
Tales variaciones en los resultados impresos son un serio inconveniente cuando se han de cotejar dos o más documentos
confeccionados con impresoras de chorro; el aspecto desigual del entintado no es causa bastante para establecer un origen
distinto, como tampoco lo es establecer la identidad sobre la base de una aparente semejanza en la distribución de los
puntos. Se han de ponderar los eventuales defectos o fenómenos específicos (como en cualquier otro medio mecánico), los
únicos que dan carácter singular al impreso.
En el examen de documentos impresos con chorro de tinta hay que valorar el soporte sobre el que están hechos.
Preparadas estas máquinas para imprimir en todo tipo de superficies (papel normal, estucado, acetatos), la base receptora
de la tinta interviene de modo decisivo en los resultados de color y definición; en un papel corriente, el color se muestra
apagado, mientras que en los de gran blancura y con una fuerte opacidad, las tintas adquieren tonalidades muy vivas y
contrastadas.
Figura 217.Con la misma impresora y en el mismo papel, la apariencia del texto impreso ofrece aspectos tan distintos
como en estos tres ejemplos. Para la impresión se han seleccionado, sucesivamente, tres calidades opcionales: modo
borrador, modo normal e impresión óptima
Pero sea cual sea la calidad y medio elegidos, a medio y gran aumento puede verse cómo las gotas calan en el papel de un
modo característico denotando su origen líquido. Cualquiera que sea el soporte, el resultado visible es el de un fluido que
impregna regularmente la superficie con la forma de dispersión que es típica de los pigmentos solubles en agua o alcohol.
Si la máquina y el papel son determinantes en la definición que se obtendrá, también lo es el programa informático que
controla el color, es decir, el modo en que se regulan las mezclas y la superposición de las tintas para formar amplias
gamas tonales. Es característico ver al microscopio la intercalación de los colores básicos que van formando las distintas
coloraciones en todos sus tonos.
De entre las propiedades que mejor identifican a las impresoras de chorro de tinta, el movimiento lateral de la cabeza
impresora es la que provee el dato inequívoco. Tratándose de un cabezal que compone las líneas de texto y las imágenes
con pasadas laterales contrapuestas (derecha-izquierda) quedan en los contornos la huella del modo en que se han
formado (Figura 218).
Figura 218.En una impresión con chorro de tinta de calidad normal se distinguen las rayas que producen las toberas del
cabezal y los dentados, situados a izquierda o derecha de los caracteres según el desplazamiento que haya realizado el
cabezal al formar los renglones
Cuando el cabezal inyector corre hacia la derecha, es en este lado donde aparece una estela de puntos a modo de dentado,
que se invierte al discurrir en dirección opuesta. Obsérvese en esta imagen cómo los caracteres de la primera línea tienen
un perfil dentado a la izquierda mientras que los contornos de la derecha carecen de él, efecto que demuestra el
desplazamiento a la izquierda con que el cabezal ha originado este renglón. Lo contrario sucede en la segunda línea: los
pequeños dentados están a la derecha de los caracteres.
No todas las impresoras de este tipo producen efectos idénticos. Algunas construyen contornos mejor definidos pero en
cambio muestran un rayado minúsculo en los caracteres; los diversos resultados de una u otra máquina permiten, no
obstante, un primer diagnóstico sobre el origen de la composición.
La identificación del sistema apenas representa dificultad alguna, una vez examinado el conjunto de características físicas
enumeradas. Cosa distinta es saber si dos o más impresiones proceden de la misma máquina, hecho que sólo cabe
determinarse a través de fenómenos muy singulares. El cotejo de impresiones por chorro de tinta es verdaderamente muy
limitado, cuando no impracticable, debido al número y calidad de las variables que intervienen actuando con un mismo
dispositivo sobre diferentes soportes.
Impresión por burbuja
El principio es análogo al empleado en el chorro de tinta, aunque aquí se trata de microburbujas de pigmento que dan un
rendimiento algo diferente sobre el papel, y se distinguen muy poco de los puntos generados por aquel otro medio. Cuando
las condiciones de impresión varían, es decir, cuando una calidad de salida es de prueba o, por el contrario, el acabado es
de alta resolución, resulta difícil determinar cuál de los dos medios se ha empleado.
Las dificultades aumentan si cambian a la par las calidades del papel y los cartuchos de tinta incorporados: tricromía,
cuatricromía, con seis tintas o escala de gris. Generalmente, las imágenes y textos procedentes de impresoras por burbuja
muestran perfiles dentados como los de la Figura 219.
Figura 219.En la composición de gráficos (imagen superior) las impresoras de burbuja concentran o dispersan el
punteado para conseguir los perfiles de la imagen, los colores y sus tonos. En los textos (imagen inferior), los bordes
dentados homogéneos son típicos de este medio de impresión
Sublimación (transferencia térmica lineal)
Si en los sistemas de inyección los diferentes colores se obtienen variando la distribución o la densidad de la capa de
puntos de la imagen, en la impresión por sublimación las tintas se distribuyen de un modo más fino y, por tanto, con
mayor perfección en las transiciones tonales.
Figura 220.Detalle de una imagen impresa con transferencia térmica lineal. Los colores y tonos tienen a simple vista la
apariencia de una fotografía convencional por la finura de las líneas con que se componen y las sutiles gradaciones que es
capaz de dar la máquina
Las imágenes se generan por traslación al papel, mediante calor, de un tipo especial de cinta que contiene cada uno de los
tres colores primarios: amarillo, violeta y azul. Cada punto está compuesto por la mezcla de éstos variando su combinación
para conseguir cualquier coloración o tonalidad. El pigmento de las cintas impresoras es tan pequeño que los puntos
forman una trama cuyos resultados se aproximan a los de una fotografía de grano fino. La impresión sólo es posible en
papel especialmente tratado, semejante al fotográfico de brillo, y hay que observarlo con cierto nivel de aumento para
poder apreciar que su composición no es como en la fotografía, mediante gránulos, sino que se forma mediante una
pequeña retícula (Figura 220). Los resultados plasmados en el papel llegan a un nivel de incuestionable perfección que tan
sólo se diferencian de la fotografía convencional por la distribución lineal del tramado.
Si bien con este sistema pueden imprimirse textos, lo cierto es que está orientado a la composición de imágenes digitales
procedentes de cámaras de televisión o vídeo, cámaras fotográficas digitales o escáneres. Lo suelen incorporar las
videoimpresoras y otros aparatos periféricos de ordenador con formatos que van desde el pequeño DIN A6 hasta el A4.
Sistemas mixtos
Bajo las denominaciones comerciales photo realistic, photographic quality, etcétera, se fabrican una serie de sistemas que
tratan de llegar a la calidad fotográfica que prometen combinando diversas técnicas.
Por ejemplo, un método que en efecto produce efectos de gran perfección es el de inyección térmica de tinta. La
combinación de ambas técnicas alcanza tal grado de semejanza con la fotografía convencional, que no es posible
establecer a simple vista si las imágenes son o no fotografías. De cuantos aparatos existen hoy en el mercado concebidos
para la composición de imágenes, sin duda éste es uno de los mejores. El tramado de puntos, además de ser
extraordinariamente pequeño, crea combinaciones de color o en escala de grises con excelentes gradaciones (Figura 221).
Figura 221.En la impresión de inyección térmica desaparecen las líneas típicas de otros medios, y la concentración de los
puntos resulta tan perfecta sobre papeles satinados que es necesario recurrir al microscopio para comprobar que no es una
fotografía convencional
Figura 222.Microfotografía de la trama de una imagen estampada mediante cinta seca
Una conocida marca japonesa desarrolló un sistema impresor que denominó Micro Dry, basado en la generación de puntos
de tinta con sólo 40 micrones de diámetro que deposita un cabezal de sílice, pudiendo imprimir incluso colores
metalizados: plata, oro y azul metálico (Figura 222). En este caso, el pigmento se transfiere desde una cinta semejante a
las de polietileno de las máquinas de escribir, y de ahí su denominación comercial. Pero la perfección de otros sistemas y la
facilidad para conseguir los consumibles que emplean, han relegado este otro método hasta el punto de dejarlo como una
opción minoritaria, hoy parece ser que desaparecida.
Impresión térmica (termografía)
Casi con exclusividad esta técnica se incorpora en los telefax, así como en las cajas registradoras y terminales de
comercios para emitir recibos y facturas de pequeño formato.
Figura 223.Los trazos escalonados son propios de las impresiones termográficas, cuyos puntos a modo de mosaico
revelan la acción del cabezal térmico que tiene este tipo de telefax para realizar la composición
El procedimiento de impresión se realiza sobre papeles especiales recubiertos de sustancias termosensibles que se
desestabilizan ante el calor, y se ennegrecen. El calor, generalmente proporcionado en forma de radiación infrarroja, lo
emite una banda impresora semejante a una resistencia eléctrica que oscila rápidamente según recibe los impulsos
eléctricos desde el terminal emisor (si se trata de un telefax).
Los puntos con que se configuran los grafismos se disponen en líneas horizontales y muy próximos unos a otros (en parte
porque la temperatura se transmite algo más allá de la zona exacta en la que incide), por cuya razón esta clase de
mecanografía reproduce con muy pobre definición las líneas curvas y los trazos rectilíneos oblicuos. Semejante apariencia
punteada junto a una textura especial del papel confirman de inmediato que se trata de una termografía (Figura 223).
Impresión tipográfica
Procedimiento basado en el primitivo sistema de impresión directa, que utiliza formas metálicas en relieve (letras, signos,
líneas), circunscrito hoy casi al exclusivo campo de los formularios sencillos, facturas y recibos.
La presión que con dichas formas metálicas se ejerce sobre el papel para transferir la tinta deja, además de un pigmentado
característico, relieves que identifican con facilidad el método de estampación. Por la mayor dificultad que comporta la
composición y la menor eficacia del sistema frente a otros en uso, ha sido sustituido, entre otros muchos, por la impresión
offset.
La tirada tipográfica posee peculiaridades distintas de cualquier otro tipo de creación mecánica, basada esencialmente en
los defectos de los elementos metálicos así como en los desajustes de éstos entre sí. Así, son típicos los cortes en las
líneas de márgenes, casillas, etcétera, debidos a pequeñas separaciones entre las tiras de metal; también características
son las desalineaciones en las renglonaduras o en diversos tramos de líneas, o melladuras y deformaciones de cualquiera
de los elementos (Figura 224). Al tacto, un impreso con este procedimiento se hace patente, particularmente en el resalte
que se produce en el dorso.
Figura 224.Detalles de dos impresiones tipográficas. Las líneas que forman el ángulo de la casilla superior parecen estar
rotas y desalineadas. En el fragmento inferior, también las líneas de puntos aparecen desniveladas
Dado que los impresos de este tipo se realizan en general por encargo, cada composición suele tener características únicas
que no se repiten de modo idéntico en cada tirada. Por consiguiente, el análisis de dos formularios, iguales en apariencia,
sólo coincidirán si se han hecho con la misma composición de los metales, y casi con seguridad presentarán desemejanzas
si corresponden a tiradas distintas.
Impresión offset
La rapidez en la impresión y la facilidad para la composición han sido los factores decisivos en el afianzamiento de esta
técnica, ampliamente utilizada en grandes y cortas tiradas de impresos, tanto en negro o como en policromía (véase el
esquema de la Figura 225).
Figura 226.Detalles de una impresión offset. Los perfiles, la ausencia de relieve y el tipo de entintado son los típicos de
este medio impresor
• Entintado. Aunque las tintas para imprimir offset son parecidas a las tipográficas, es decir, son tintas grasas
consistentes, sin embargo, deben tener una mayor concentración de pigmentos debido al menor espesor de la materia que
se emplea en la impresión indirecta. Por tanto, los resultados sobre el soporte son desiguales con uno y otro método.
Sistemas menos comunes
Algunos tipos de documentos constituyen hoy día casos que excepcionalmente pueden verse, bien porque los medios
empleados en su confección sean de uso muy especial, bien porque hayan caído en desuso. Citarlos aquí no tiene otra
finalidad que dejar constancia de ellos como rarezas que quizá se presenten.
Entre los primeros cabe citarse los que en determinadas entidades bancarias se utilizaban como impresión de seguridad
para cumplimentar cheques y otros documentos de tráfico mercantil con alto valor monetario. Así, por ejemplo, existían
unas máquinas de escribir que imprimían en relieve y simultáneamente este relieve se entintaba; iban provistas de una
tipografía especial formada por finas líneas. También eran de uso específico de seguridad determinadas máquinas de
escribir cuyos caracteres estaban formados por puntos.
Tampoco se emplean ya las planchas de aluminio sobre las que se grababan en relieve direcciones con las que imprimir
sobres, o las reproducciones con multicopista (aparato para hacer grandes tiradas de un mismo documento antecesor de
las xerocopias).
Muy raras son las ocasiones en que se precisa un peritaje sobre documentos realizados con impresoras de tambor, de
cadena, por peine de bolas o por banda, todos ellos procedimientos que estuvieron vigentes en los años sesenta y setenta
de siglo pasado, utilizados por grandes empresas y organismos.
ESTAMPILLADOS
En nuestro país está por demás extendida la costumbre de poner sellos o estampillas a toda clase de documentos. Este
hábito es perjudicial la mayoría de las veces porque suele suceder que el sello o la estampilla en cuestión se coloca en
zonas que ocultan datos de interés y que dificultan notablemente un examen pericial cuando el documento se vuelve
dudoso.
Particularmente enraizada está en las entidades bancarias en las que se implantan profusamente sellos sobre firmas de
cheques, en el acepto de las letras de cambio, etcétera, cubriendo casi siempre elementos de la mayor importancia e
impidiendo su adecuada legibilidad. Esta circunstancia la aprovechan con frecuencia los falsificadores para enmascarar
retoques fraudulentos haciendo más fácil (y verosímil) su tarea. También con cierta frecuencia se sellan con rótulos
comerciales o con encasillados de toda índole firmas imitadas que, así, quedan parcialmente ocultas y hacen menos
aparente la simulación. En ocasiones, tales sellos superpuestos son sencillos de eliminar con una simple fotografía
convenientemente filtrada, permitiendo la legibilidad clara de lo que hay debajo de ellos.
Distinta casuística es la que se presenta en circunstancias en las que los estampillados no tienen como finalidad la de
ocultar, sino la de hacer verosímil un documento, acorde con la costumbre de la empresa o institución: su ausencia, en tal
caso, llamaría la atención. El peritaje consiste, entonces, en establecer la propia autenticidad y la procedencia. Los cotejos
de los sellos de caucho se tratan en el capítulo dedicado al peritaje de elementos impresos.
PAPELES
El papel es un material complejo y diverso sea cual sea la óptica desde la que se le considere: fabricación, utilidad,
variedades...
Acercarse al conocimiento del papel es introducirse en un mundo casi inabarcable, bien se trate de lo que concierne a su
fabricación o a sus aplicaciones. Baste una cifra: hasta donde puede hacerse una recopilación (sin haber agotado las
posibilidades de indagación) existen, por lo menos, más de doscientas setenta clases de fabricados para los más diversos
usos y con los más variados tratamientos y acabados. Piénsese en la cantidad de cosas que hacemos con él y en las
múltiples actividades en las que interviene: alimentación, instalaciones industriales, fotografía, moneda... y por supuesto
para escribir e imprimir, que es en suma lo que aquí interesa.
Un producto tan importante ha dado lugar, como es natural, a una extensísima bibliografía relacionada con todas sus
facetas y procesos (7) . Aunque sin ánimo de querer hacer del técnico en Documentoscopia un especialista en papeles, sí es
muy recomendable que al menos se familiarice con los tipos que puede encontrarse en su trabajo y que más adelante se
enumeran.
Algunos libros, de lectura imprescindible, proporcionan los rudimentos sobre su composición, fabricación y calidades, que
facultarán al perito para comprender luego con propiedad los efectos que en él producen las manipulaciones fraudulentas o
el deterioro normal.
Tan recomendable como lo anterior es la creación de una colección de muestras, siquiera básica, con los fabricados más
comunes del mercado, que sirvan de guía y adiestramiento en la percepción visual y para ensayar con ellas diversos
medios de escritura e impresión. Por ejemplo, no se obtienen los mismos resultados al escribir con bolígrafo en un
verjurado que en un satinado; y las diferencias son drásticamente distintas cuando hablamos de acabados para impresoras
de chorro de tinta (estucado, brillante...), tan extendidas en la actualidad.
Reseña histórica
Aunque los acontecimientos históricos sobre el descubrimiento del papel son interesantes, no es éste lugar para recoger en
su totalidad la génesis y dilatada evolución.
A modo de síntesis, cabe reseñar que se atribuye al chino Ts'ai Lun, funcionario de palacio, la obtención de las primera
muestras a partir de trapos, corteza de árbol y redes usadas; aunque celosamente guardado el secreto, el gobernador de
Samarcanda supo de su existencia a través de unos prisioneros, fundando una fábrica en aquella ciudad en el año 751. En
el 795 hubo otra en Bagdad y llega a El Cairo en el año 900. Los árabes lo traen a la península Ibérica en 1154, y en
concreto a Játiva, donde se establece la primera papelera de Europa. Continúa su expansión en Fabriano (Italia), y a partir
del siglo XIII se crean otras papeleras en el Continente.
No es hasta el siglo XV cuando su manufactura se difunde lo bastante para sustituir al pergamino, originando una
verdadera revolución en la escritura y la imprenta que, por así decirlo, comienzan a «popularizarse» constituyendo un
cambio radical en la difusión y la fijación del saber mediante nuevas formas.
Manufactura
El concepto general de la manufactura del papel no ha cambiado significativamente su esencia desde que los chinos lo
inventaran, salvando, claro está, lo que afecta a la cantidad en la producción y la automatización y perfección mecánicas.
Se trata de un material en lámina de pequeño espesor y entramado poroso, constituido por fibras entrecruzadas que se
obtiene a partir de una pasta de celulosa en suspensión acuosa (pulpa), que adquiere su consistencia final después de
escurrida en una malla de tela y de un secado y prensado posteriores.
En los primeros tiempos, los materiales de base se trituraban en agua con un producto saponáceo que después se
introducía en recipientes de agua a determinada temperatura. El siguiente paso consistía en colocar pequeñas cantidades
de dicha pasta sobre un molde de rejilla hecha de hilos metálicos cruzados, a cuyo través escurría el agua. Una vez
completamente secas las hojas obtenidas, se disponían sobre fieltros para ser prensadas y posteriormente satinadas con
pedernal. Como huellas de la fabricación quedaban en el papel los llamados puntizones (o líneas transversales) y
corondeles (debidos a los hilos metálicos verticales), que al trasluz ofrecían el aspecto de una cuadrícula clara o verjura
(Figura 227).
Figura 227.Aspecto de los puntizones y corondeles de un papel relativamente moderno (enero de 1854) junto con la
filigrana del fabricante
Esta retícula, presente en todos los papeles fabricados hasta el siglo XVIII en que se inventó la máquina de pasta continua,
se reproduce hoy expresamente en papeles especiales o verjurados (8) , como un producto de superior calidad, tanto para
la escritura como para ediciones de bibliófilo o aplicaciones artísticas.
La elaboración actual sigue los principios de la máquina de pasta continua inventada por el francés Robert en 1799, bien
que con los perfeccionamientos lógicos en todas las fases de fabricación.
Propiedades del papel
Estructura de la madera
Son tres los grupos de sustancias básicas que componen la madera: celulosa, poliosas (hemicelulosas) y ligninas (Tabla 2).
Composición química de la madera
Carbohidratos Lignina Otras sustancias
Resinas
Celulosa
Terpenos
Glucosa
Fenoles
Hemicelulosa
Glucosa
Galactosa
Xylosa
Manosa
Arabinosa
Tabla 2.Principales componentes de la madera
Las fibras vegetales empleadas en la producción del papel están compuestas por largas cadenas de celulosa (un polímero
natural). La celulosa está formada, a su vez, por la repetición sucesiva de unidades de celobiosa, ésta constituida por dos
unidades de glucosa (polisacárido). Por tanto, la fórmula de la celulosa será (C6H10O5)n, donde «n» es el número de
unidades que forman la cadena, denominadogrado de polimerización (GP). Casi todas las fibras empleadas en la
fabricación del papel tienen un GP de entre 600 y 1.500, un diámetro de 10 y 40 µm y una longitud entre 0,5 y 30 mm,
cualidad esta última de especial interés en la observación microscópica del documento.
La fibra de celulosa es una estructura muy firme y altamente resistente a la degradación. Están dispuestas ordenadamente
en la madera y unidas entre sí, formando áreas cristalinas; y tales áreas cristalinas componen aglomerados que se unen a
su vez mediante otras fibras sobresalientes.
El conjunto queda constituido, por tanto, con zonas cristalinas y zonas amorfas de unión. La naturaleza cristalina de la
celulosa está determinada por el alto número de puentes de hidrógeno que intervienen en su estructura, fenómeno que
explica por qué no es soluble en cualquiera de los solventes más comunes. También es la responsable de las propiedades
físicas y mecánicas de la madera que determinan la resistencia y tenacidad de las plantas, e igualmente de las propiedades
que la hacen ser el material básico óptimo para la fabricación de papel por su:
Figura 228.Proceso inicial de la mezcla del agua y la materia base para obtener la pulpa (en este caso, papel reciclado)
Figura 229.Arriba, hélice para el triturado de la pulpa dentro del tanque o «pulper». Debajo, dos detalles del depósito que
recibe la pasta inicial y, mediante rotación, realiza un triturado fino y tamizado antes del envío a la cabecera de la cinta
continua
Figura 230.Máquina de cinta continua. En la cabecera (1) los dosificadores entregan la pulpa a la cinta; durante el primer
tramo (2) la lámina lleva toda el agua que, poco a poco, por efecto de los elementos que hacen vacío (3), va quedando sin
líquido (4). La zona inferior de la cinta (5) recoge el agua del desgote (5)
Figura 231.En la fase de secado la hoja recorre un largo camino entre rodillos de calor hasta que llega al grado de
humedad apropiado
Celulosa y hemicelulosas están unidas mediante una estructura amorfa (la lignina) que actúa como conglomerante para
dar rigidez y consistencia a las plantas. Se trata de una macromolécula de estructura química tridimensional, de compleja
naturaleza polímera, que se sitúa alrededor de la celulosa y las hemicelulosas formando una capa externa.
Estas tres sustancias básicas, celulosa, hemicelulosa y lignina, con diferentes propiedades físico-químicas (unas hidrofílicas
y otra hidrófoba), determinan el tratamiento que se necesita dar a la madera para separarlas y aprovechar sus mejores
características en la obtención de un papel óptimo, tanto desde el punto de vista de su calidad visual como de la
resistencia y estabilidad; en el proceso de preparación de la pulpa de lo que se trata es de separar las fibras celulósicos de
la lignina sin alterar las propiedades de la celulosa.
Figura 232.A la salida del secado, un escáner ( ) controla que el grado de humedad de la hoja sea homogéneo y con el
nivel adecuado, antes pasar al bobinado
Fibras para papel
La Fundación Ecología y Desarrollo afirma que la industria papelera consume el 19% de la extracción mundial de madera
para la fabricación de pasta, «lo que supone que el 42% de toda la madera extraída para usos industriales (todos excepto
el combustible) se destina a la fabricación de pastas vírgenes» y que «actualmente la mayoría de la madera procede de
plantaciones forestales de especies de crecimiento rápido, aunque todavía se siguen explotando los últimos bosques
vírgenes boreales y tropicales que existen en el planeta». La materia prima para la fabricación de papel, según el destino
final del producto, proviene de tres tipos de fibras: madereras, no madereras y recuperadas (Tabla 3).
Fabricación del papel
La fabricación de papel consiste, básicamente, en la obtención de fibras celulósicas en suspensión acuosa de características
determinadas de tamaño, resistencia, flexibilidad, etcétera.
En función de su destino, y siguiendo siempre el criterio de obtener la mejor relación entre la cantidad de pulpa obtenida y
la tonelada de madera empleada, se aplican muy distintos procesos acorde con las cualidades físicas que han de tener los
fabricados: resistencia al plegado, al rozamiento, a la rotura, lisura, blancura...
El acondicionamiento de la materia prima maderera, cuya finalidad es la deslignificación (separación de la lignina de las
fibras celulósicas) pasa por tres fases fundamentales:
Lavado de la madera
Consiste en un lavado a presión para eliminar cualquier materia adherida.
Descortezado
Se trata de eliminar la corteza del árbol para evitar el efecto debilitador que ésta tiene sobre la pasta de papel.
La pérdida de una parte de la madera en tal proceso compensa la mejor calidad final de la pulpa, que es tanto mayor
cuanto menor es la presencia de corteza.
Astillado
Fragmentado de la madera en astillas uniformes que varía en función del tipo de pasta a elaborar.
Cumplidas estas tres fases, comienza la elaboración de la pasta, en la que se separan las fibras celulósicas del resto de los
componentes de la madera. Las pastas son de tres tipos, según sea el proceso de fabricación; en la Tabla 4 se enumeran
sucintamente los principales procesos y ulteriores tratamientos de las pulpas.
Finalmente, con las pastas procesadas según la aplicación que vaya a darse al producto final, se fabrica el papel siguiendo
las fases que brevemente se detallan en la Tabla 5.
El conocimiento de todos los procesos que tienen lugar desde la materia prima (maderas o productos no madereros) hasta
la obtención de la hoja final, permiten comprender con profundidad muchas de las propiedades físicas y del
comportamiento que tiene al recibir escritura manual o impresa.
Aunque expuestos de forma breve, se hacía aconsejable no pasarlos por alto; cuando el perito se enfrenta a un documento
en papel no puede observarlo y valorarlo convenientemente si desconoce su origen o ignora qué puede esperar de
determinadas calidades cuando reciben impresiones o escrituras.
Características físicas
El interés pericial se centra sobre todo en los papeles para escritura e impresión en sus diversas variantes y calidades.
Sabido todo lo anterior en lo que a su origen y tratamiento se refiere, cabe hacer una aproximación somera a las
propiedades que se pueden examinar por medios visuales, es decir, apreciando sus condiciones materiales (los análisis
químicos relativos a composición y antigüedad competen a otros técnicos). Desde el punto de vista físico, lo primero que
se ha de establecer son las clases de papel, acorde con las características que distinguen unos de otros:
Transparencia. El papel es un material traslúcido que, puesto al contraluz, puede observarse la distribución de las fibras.
En un papel con una buena distribución es difícil distinguirlas; cuando en el proceso de fabricación tienen una disposición
irregular en forma de copos es relativamente fácil apreciar una transparencia nubosa, que permite distinguir un tipo de
fabricado de otro similar (Figura 233).
Figura 233.Fotomicrografías de dos tipos de fibras. Arriba, de un papel kraft; debajo, de un papel para escritura de
calidad común
Color. Grado de blancura que posee según patrones de referencia. Igual valoración puede hacerse en los coloreados
(crema, amarfilados o ahuesados, rosáceos, grises) cotejándolos con muestras de color.
Gramaje. O peso por metro cuadrado. Se considera papel a la manufactura de 225 g/m² o menor; cartulina entre 250 y
400 m². A partir de pesos mayores ya se consideran cartoncillos o cartones.
Textura o estructura de la superficie. Dependiente del tipo de proceso dado a la pasta una vez formada la lámina. Los
distintos tratamientos dan papeles robos, satinados o calandrados, simplemente alisados, etcétera. La aplicación de
determinados procesos es un referente de calidad.
Acabado. Se entiende por acabado el tratamiento que se da a la superficie (ahuecado, satinado, glaseado, estucado,
cuché, altobrillo, pergamino, parchemín), aparte de la textura que ésta tenga. El comportamiento de las tintas de escribir o
de imprimir es netamente distinto en un acabado encolado que en otro estucado. De hecho, la especialización en este
sentido es tal, que hoy día se fabrican calidades expresamente concebidas para usos concretos: escritura, reprografía
convencional y de color, impresoras láser, impresoras de chorro de tinta...; los paquetes de papel incorporan estas
especificaciones para obtener los mejores resultados en cada caso.
Formato. Dimensión normalizada con que se comercializa. Aparte de las medidas comunes, en los casos especiales hay
que investigar si determinada pieza concuerda con otra análoga con la que se coteja. Exámenes externos del papel
Exámenes externos del papel
En ciertos peritajes documentales se precisa examinar el soporte como paso previo a cualquier otra labor, no sólo para
establecer algunas de las características físicas que se han citado, sino para certificar que éstas se encuentran indemnes o
con el grado propio de ajamiento debido al tiempo, los agentes ambientales y un manejo normal.
Las cuestiones relacionadas directamente con la naturaleza de los papeles obligan lógicamente a realizar cuantas pruebas
sean necesarias para resolverlas, pero sucede que en otros casos el estado del papel es un problema inesperado que surge
cuando se examina la pieza. Casos hay en que una zona llama la atención en la primera inspección, confirmándose
después una anomalía que estaba fuera de las dudas que el documento suscitaba. En evitación de que algo insospechado
pueda pasarse por alto, parece aconsejable imponerse como rutina preliminar atender a la parte física del espécimen y, si
no en la totalidad porque así se juzgue conveniente, sí al menos a las áreas donde se encuentran los manuscritos o
mecanografías objeto de debate.
Sea por causa directa o indirecta, en el curso de una inspección de papeles deberían cubrirse, al menos, las siguientes
etapas:
• Revisión de la masa. Sobre el negatoscopio, una hoja ofrece una opacidad y una distribución de la masa particulares
que la distinguen de otras al trasluz (aun siendo de idéntico peso) por los tonos de claroscuro que forman. Es un síntoma
de calidad, importante a efectos de reconocimiento pericial, el que los buenos papeles ofrezcan una transparencia casi
homogénea en toda su extensión; en los de fabricación menos cuidada generalmente se ven contrastes producidos por
acumulación irregular de fibras (nubosidades), o áreas de clareo repartidas de manera irregular.
Para dejar constancia visual de las cualidades que tienen dos papeles cotejados, se puede hacer un positivo directo sobre
material fotográfico sensible, introduciendo en el alojamiento del portanegativos de una ampliadora el papel en cuestión,
una vez aplanado entre dos cristales. De este modo se obtendrá una reproducción agrandada y precisa de su trama. Al
tiempo, se conseguirá determinar, gracias a la sensibilidad del papel fotográfico, el grado de opacidad que cada hoja tenga
Figura 234.
Figura 234.Dos hojas dispuestas sobre un negatoscopio y fotografiadas al tiempo permiten establecer su densidad y el
tipo de masa. La dos que aquí se muestran no presentan diferencias ostensibles a simple vista, pero al trasluz se hacen
manifiestas
• Blancura. La valoración de la blancura ha de hacerse por cotejo con unos patrones de referencia, que pueden ser otras
hojas de papel supuestamente de igual o distinto origen. Sin embargo, esta verificación empírica se realiza cotejando
muestras normalizadas de porcelana, que a su vez están basadas en la blancura que proporcionan ciertas sales de
magnesio, la materia más blanca que existe. El ojo humano puede percibir como blanca una superficie que presente un
viraje a tono amarfilado o azulado y, por tanto, la apreciación puede ser subjetiva si no se cuenta con una escala de
blancos con propiedades de reflexión definidas, llegándose a tener como iguales dos hojas cuya blancura sea muy similar.
Para evitar posibles alteraciones en la percepción es imprescindible iluminar los especímenes con luz de descarga de xenón
o LED blanco, cuyas propiedades lumínicas favorecen la menor variación tonal de los blancos. Las cartulinas para
aplicaciones gemológicas (concretamente para determinar la ausencia de color en los diamantes) sirven también a la
perfección para estos fines.
• Dejar constancia de una mínima diferencia en el factor de reflexión de dos hojas de papel utilizando fotografía, es una
labor muy complicada. Empero, puede hacerse; la toma fotográfica ha de realizarse en color, con una luz de temperatura
adecuada, e incluyendo un testigo o carta de colores para que en el proceso de positivado el equilibrio de tonos sea
rigurosamente exacto. La luz ultravioleta de diferentes longitudes de onda constituye la mayoría de las veces la clave para
dilucidar una cuestión sobre blancura. Los blanqueantes empleados en el proceso de fabricación dan fluorescencias
distintas, según que el blanqueo se haya hecho por cloración, con bisulfito de sodio, con oxígeno, o bien por la adición de
un corrector óptico (9) (Figura 235). También bajo estas radiaciones aparecerán, si se encuentran latentes, los efectos de
haber sido manipuladas las páginas con productos químicos. Análogas verificaciones y por medios similares son factibles
con los papeles coloreados.
Figura 235.Cinco hojas de papel bajo radiación ultravioleta. Las dos de la izquierda, poco diferenciadas de tono, no
presentan desigualdad con luz natural; las tres de la derecha que bajo radiación ultravioleta reaccionan de modo tan
dispar, tienen una tonalidad ligeramente amarillenta con luz diurna
• Otro recurso factible consiste en observar las marcas de agua. Este elemento, simple en apariencia, puede resolver
dudas acerca de la confección del documento: iguales o distintas filigranas en la totalidad de las hojas de un mismo
documento. En principio, sirve únicamente como apoyatura de otros hechos más sólidos; un ejemplar puede haber sido
confeccionado con diferentes clases de papel, tan sólo porque a la hora de componerlo se ha recurrido a paquetes
distintos. Lo que ya no es verosímil es que un documento que se presume emitido hace muchos años contenga una hoja
intercalada de papel fabricado recientemente. La mayoría de los fabricantes de papel introducen cambios en sus marcas de
agua según las épocas, lo que ayuda a conocer en qué período ha sido fabricado.
Por muy diversas causas hoy apenas se emplean papeles con marca de agua, y solamente para usos especiales se recurre
a los verjurados. De ahí que la opacidad, la distribución de la masa y el gramaje adquieran mayor importancia a efectos
periciales.
• El peso del papel es otro factor de ayuda. Los productores definen sus calidades de papel mediante el gramaje (entre
otros), es decir, expresando el número de gramos por metro cuadrado. Así, es común encontrar en los paquetes que la
referencia principal del producto indica «80 gr» junto a las dimensiones que correspondan. Comprobar el peso del papel
hoja a hoja no siempre es posible, y aunque lo sea, constituye un dato tan sólo aproximando a menos que se disponga de
una balanza de precisión (tipo monogranatario o similar) con sensibilidad no inferior a 0,01 gramo (Figura 236).
Figura 241.Página cortada por el margen inferior después de haberse doblado. La fotografía sobre la mesa de
reproducción facilita distinguir la irregularidad que el borde inferior presenta respecto del izquierdo no intervenido
• Las pruebas químicas o mecánicas que admiten los papeles son numerosas: desde las de resistencia a la tracción, a
la abrasión o al rasgado, hasta las de resistencia al plegado, al arrancado, a la compresión, al agua... Todas ellas modifican
su estado primitivo, y producen en algunos casos leves alteraciones de su estructura o la destrucción irreversible, es decir,
practicables sólo en casos excepcionales y con la debida autorización del propietario del documento.
Papeles más comunes relacionados con los peritajes
Sería prolijo enumerar todas las variedades que se presentan incluso ciñendo el estudio al terreno de los papeles comunes
para impresión y escritura manual.
Sucintamente, los tipos de papel que con más frecuencia se relacionan con peritajes documentales son los siguientes:
• Papel en hoja para escritura manual de gramaje común, de correo aéreo, reciclado...
• De cuadernos.
• De recibos.
• Para imprimir: mecanográfico, xerográfico, de etiquetas, offset, etcétera, en una gran variedad de calidades y texturas.
• Químico (autocopiativo).
• Papel carbón.
• Térmico (termosensible).
• De sobres.
• Especiales para cheques y pagarés.
• Formularios para transacciones bancarias.
• Letras de cambio.
• Timbres del Estado para contratos.
• Papel para registros empleado en libros rayados de contabilidad, de actas, agendas y otros específicos oficiales y de
instituciones con tratamientos especiales...
La multitud de fabricados que es posible encontrar dentro de cada categoría citada es tan amplia como para merecer un
libro completo, por cuya razón aquí sólo se encuentran mencionados. No obstante su diversidad, la identificación de cada
clase concreta será hasta cierto punto sencilla de contar con una muestra de referencia.
OTROS ELEMENTOS QUE COMPLEMENTAN O TRANSFORMAN EL DOCUMENTO
Introducción
Hasta aquí se ha hecho relación de los elementos materiales más comunes que conforman un documento atendiendo a sus
dos vertientes, contenido y continente, puesto que se trata de componentes esenciales y punto de partida en la
investigación.
Pero con mucha frecuencia, por no decir siempre, al documento ya acabado se le añaden otros elementos que no son
propiamente parte constitutiva sustancial, o bien son tratados y manejados con diversos instrumentos y materiales que
hasta ciertos límites modifican su estado originario. Aunque en una primera valoración pudieran parecer intrascendentes,
su existencia puede ser de tal importancia como para hacer cambiar la consideración inicial del documento, pasando a ser
sospechosa una pieza hasta entonces indubitada. Lo que aquí se examinan no son elementos esenciales para la creación
de la pieza, sino útiles o materiales que se emplean ocasionalmente (y por tanto no indispensables) que la afectarán de
manera visible o latente. En general, se trata de aditamentos, las más de las veces, o de efectos derivados del tiempo y
del manejo a que se somete después de confeccionada.
Según lo argumentado, es a todas luces imprescindible agotar las indagaciones, por decirlo así, principales y secundarias,
susceptibles de proporcionar datos sobre cualquier cambio en la naturaleza inicial de la documentación.
Ciertas intervenciones realizadas sobre un documento original devienen en adulteración. No siempre la adulteración afecta
a pequeñas áreas o presenta pistas adicionales como las que se van a examinar, sino que en su totalidad puede ser falsa,
como en el caso de la inserción de una página completa en un contrato. Otras veces la alteración afecta a un área tan
visible que, de puro obvia, puede pasar sin que se le dé la importancia que tiene.
Gomas y útiles para borrar
Sobre las modificaciones de un documento se ha hablado en parte con anterioridad al tratar de las ni cartografías y del
modo en que se corrigen por levantamiento o mediante recubrimiento. Las modificaciones que ahora se examinan son
complementarias de aquellas otras, dada la diversidad de los medios con que se hacen y de los resultados que producen.
Cualquier materia que se emplee para borrar dejará una huella en el soporte de diversa intensidad. Es muy difícil no
encontrar vestigios sobre el papel cuando se han borrado trazos de lápiz, ya se haya hecho con una goma convencional o
empleando algunas de las nuevas materias, tales como plástico o borradores de fibra de vidrio. Los componentes del lápiz
se esparcen y ensucian las fibras del soporte al ejercer presión, hecho que se puede verificar con certeza bajo el
microscopio.
La complicación para encubrir una borradura se acrecienta cuando de lo que se trata es de eliminar tintas mecanográficas,
de estilográfica, bolígrafo o rotulador, porque si bien los nuevos borradores de fibra u otros parecidos son capaces de
eliminar casi por completo los pigmentos, la supresión se consigue por abrasión de la materia soporte y,
consiguientemente, por el adelgazamiento de la capa. Las fibras removidas, o la desaparición del encolado o el estuco se
manifiestan con claridad a partir de pocos aumentos, si es que no lo son a simple vista. En los papeles estucados o muy
encolados son particularmente problemáticas de enmascarar; en unos, el cambio en el color de la textura y en otros la
pérdida de brillo, delatan las alteraciones abrasivas o químicas.
La clase de papel influye, como es lógico, en los efectos de la abrasión. Un soporte con encolado flojo o una textura
absorbente permiten el embebido profundo de los pigmentos que no es posible suprimir con tanta facilidad como en los
papeles concebidos para resistir el calado de las tintas fluidas. Sólo un tratamiento químico de acción profunda permite la
supresión de pigmentos en todo el espesor de la hoja.
Taladros
Es frecuente que muchos tipos de documentos se perforen para archivarlos. Este hecho, sin especial trascendencia en la
mayoría de los casos, se convierte en un indicio valioso con el que esclarecer determinadas circunstancias sobre la
confección, la conservación y la cronología relativa de un documento.
El taladrado de las hojas no suele servir para la eliminación de contenidos (puesto que suelen tener un diámetro de sólo 5
mm, es decir, un área insuficiente para hacer desaparecer cualquier dato relevante), y su situación marginal sólo
permitiría, en todo caso, suprimir datos situados en una estrecha franja. Pero a veces los taladros aportan información
sobre la secuencia seguida en ciertas manipulaciones.
Por perfecto que pueda parecer un taladro a simple vista, bajo la lupa aparecen pequeños defectos de corte en algún lugar
del perímetro, que originarán en el papel bordes con flecos o melladuras.
La simple constatación de que existen o no estos defectos, así como el lugar donde se producen, darán la respuesta sobre
la intervención de un solo taladrador o de varios. La forma cóncava que tienen los punzones para efectuar el corte del
papel determina, por lo general, dos defectos dispuestos diametralmente; asimismo las melladuras aparecerán en
cualquier otra zona de la circunferencia si en alguna ocasión se han cortado accidentalmente grapas o papeles de gran
consistencia (Figura 242).
Figura 242.Aspecto mellado del punzón de un taladrador (arriba) y de los defectos que produce en los papeles al perforar
una o varias hojas (debajo)
Marcas de grapas, clips y encuadernadores
Los medios empleados para encuadernar o sujetar varias hojas es otra vía de información complementaria para corroborar
una presunta manipulación, las condiciones en que se ha conservado el documento, o constatar un cambio respecto de la
manera primitiva en que se confeccionó un ejemplar de varias páginas. Aunque en el mercado existen diferentes opciones
para agrupar las hojas, los métodos más extendidos son las grapas, los clips y los encuadernadores.
Si bien el uso de grapas ya se conocía en la medicina militar romana (los médicos que acompañaban a las legiones
empleaban finas tiras de cobre para restañar las heridas), las que hoy se aplican al cosido de papeles tienen su origen en
un invento del norteamericano John Maynard, que lo patentó en 1940.
Son diversos los datos que las grapas aportan a la investigación documentoscópica. Cuando se ha podido comprobar que
un documento ha sido engrapado varias veces, la existencia de una sola página intercalada que tiene menos perforaciones
constituye todo un indicio de inserción posterior. Otras veces una misma hoja se saca del conjunto, se manipula y se
vuelve a engrapar; a menos que por azar coincidan al cien por cien los orificios, es casi seguro que encontraremos unas
perforaciones abocardadas que, observadas con lupa, mostrarán síntomas de más de un cosido (consúltese la
microfotografía de la página 222). En aquel ejemplo todas las páginas de un contrato excepto una presentaban síntomas
de haberse engrapado dos veces; junto con otros datos (como el diferente entintado de la impresora o la calidad del
papel), el que la página hubiese sido cosida en una sola ocasión reforzaba la tesis de la sustitución que se sospechaba.
Aunque el tamaño de las grapas está normalizado y casi todas las marcas siguen un estándar, no siempre las medidas son
igualmente perfectas y, consiguientemente, el grosor o la longitud no concuerdan (Figura 243).
Figura 243.Además de los distintos tamaños, la presencia de incisiones peculiares en cada grapa permite establecer su
distinto origen
Asimismo, los defectos en la hoja metálica que presiona la grapa, o el desajuste que hace que apriete más de un lado que
de otro, dejan sobre ella unas estrías características perceptibles a bajo aumento (Figura 244). En teoría, el perfil dentado
de la hoja que arranca la grapa del peine debería dejar multitud de muescas a lo largo de toda su parte superior; pero en
realidad esta hoja metálica suele tener los defectos peculiares de cualquier máquina, que se manifiestan como escotaduras
aptas para la identificación.
Figura 244.Extremo dentado de la hoja metálica de la engrapadora con la que se arranca cada grapa del peine en el que
se encuentra pegada. Al presionar la grapa, este perfil dentado deja marcas equivalentes a las que pueden estudiarse en
balística
Cierto tipo de grapas se oxidan con el paso del tiempo si han estado en ambiente húmedo, a menos que tengan un
tratamiento especial que lo evite (generalmente cobreado, es decir, por recubrimiento de cobre); es también interesante
ver las manchas de óxido que pudieran tener los documentos cuya emisión se supone reciente.
Los surcos que dejan los clips en el papel son prácticamente imposibles de eliminar a poco que la presión ejercida se haya
mantenido cierto tiempo. Una forma concreta de tales huellas (de entre las muchas variantes existentes en el mercado)
puede llevar a constatar si los documentos se han conservado todos juntos o, por el contrario, si provienen de diferentes
archivos. Este vestigio constituye un dato reforzante de otros, en casos en los que la cronología o las circunstancias de su
emisión y conservación son importantes al caso.
Figura 245.Los encuadernadores de tiras planas provocan un abocardado típico en las perforaciones que erosionan ambos
lados del orificio en posición diametral
También los encuadernadores dejan surcos de cierta profundidad en las páginas, demostrativos de que un documento
pudo estar archivado cierto período de tiempo. Los de metal, como las grapas, dejan restos de manchas no sólo cuando se
oxidan, sino incluso por el simple rozamiento sobre el papel.
La evidencia de que un documento perforado se ha conservado con encuadernadores se manifiesta casi siempre por una
doble muesca en disposición diametral, que desboca los orificios circulares de la taladradora (Figura 245).
Cosidos
Los libros de registros tales como los de actas o de caja, se encuadernan por lo general mediante cosido y encolado. Así se
consigue una estructura fuerte y compacta de los cuadernillos para que resistan el uso intensivo que se da a esta clase de
encuadernaciones. Es imposible desencuadernar un libro de estas características y volverlo a componer sin que se delate
de manera evidente la manipulación, bien porque los hilos queden holgados, bien porque los orificios se desboquen en el
recosido (Figura 246).
Figura 246.Aspecto del cosido indemne (izquierda) y de la manipulación realizada en otro cuadernillo del mismo libro
(derecha)
La inserción de un cuadernillo nuevo que no formara parte del primitivo libro, se hará patente también por su desalineación
observando el lomo; un bloque de papel nuevo tendrá, con toda probabilidad, diferencias de color, y tratándose del mismo
papel es posible que el ajuste no quede perfecto (Figura 247).
Desgarros en el papel
En algunas manipulaciones los desgarros son un recurso para eliminar contenidos con aire de verosimilitud. La práctica
afecta sobre todo a recibos y cheques, dado que para separarlos del bloque donde están encuadernados hay que cortarlos
por la línea perforada (trepado) que los une a su matriz.
La supuesta eliminación parcial del contenido de un documento por desgarro tiene posibilidades de determinación cierta si
la rotura ha fraccionado manuscritos o mecanografías. A través del modo en que las tintas han impregnado las fibras es
factible saberse si se encontraban antes o si fueron añadidas después de la rotura.
Figura 247.El pronunciado resalte de un solo cuadernillo en la encuadernación de un libro suele ser indicio de una
manipulación, que se confirmará examinando el cosido y las cualidades físicas de los papeles
Cintas adhesivas
La cinta adhesiva celo tiene su origen en el papel de celofán (primer plástico inventado en el siglo XIX a partir de celulosa).
Dick Drew, científico de la empresa norteamericana 3M, inventó en 1925 una cinta que llamóScotch y que consistía en una
larga tira de celofán con una de las caras impregnadas de adhesivo. Exactamente el mismo producto que hoy podemos
encontrar, aunque con pequeñas variantes en la formulación del soporte y la materia adherente.
Todos los adhesivos actuales son productos de síntesis con fórmulas muy diversas, pero con el denominador común de ser
materias compuestas de burbujas microscópicas. Algunas de ellas, como en el papel celo, actúan como ventosas cuando se
aplastan al presionar la cinta. Una cinta adhesiva que se ha presionado con firmeza es difícil de levantar sin que deje
vestigios muy patentes en la superficie del papel, a menos que se trate de un cuché o un estucado. Por otra parte, el
material adherente de algunas cintas adhesivas reacciona a la luz ultravioleta y los eventuales restos de un levantamiento
se hacen visibles con una simple fotografía bajo este tipo de radiación.
Las cintas adhesivas constituyen no pocas veces la ayuda al encubrimiento de una adulteración fraudulenta, sobre todo en
cheques. La práctica de cubrir los cheques con cinta adhesiva (en principio destinada a ser un elemento de seguridad que
impidiera alteraciones) se ha convertido en arma de doble filo. Si bien es cierto que un cheque así tratado ya no se puede
retocar, también lo es que las enmiendas se ocultan con más facilidad. Por un lado tenemos que un documento borrado
sobre el que se apreciaría enseguida alguna anomalía, mediante el pegado de cinta transparente las fibras del papel
levantadas por la erosión se aplanan, y el efecto de pérdida de grosor en el soporte se disimula. Por otra parte, algunas
cintas adhesivas eliminan el efecto de fluorescencia de las fibras o tintas de seguridad que llevan los cheques al ser
observados con luz ultravioleta, dando en toda la superficie una reflexión mate y homogénea, sin ninguna apariencia
sospechosa. En última instancia, un documento que lleva adherida una cinta adhesiva de seguridad no despierta recelos de
quien recibe el documento, sino que al contrario lo toma como algo más fiable que otro que no la lleva. Conviene examinar
este tipo de documentos con luz diascópica porque será la manera de apreciar las borraduras, sobrescritos u otras
intervenciones anómalas en las que el soporte haya quedado debilitado o retocado en diverso grado.
Pese a que la aplicación de cinta adhesiva en cheques representa un obstáculo contra la manipulación, pueden levantarse
de ciertos papeles sin dañarlos considerablemente y que la adulteración no sea ostensible. Remover la cinta será tanto más
fácil cuanto menos potente sea el adhesivo y más satinada sea la superficie del papel. Los soportes estucados, satinados o
tratados especialmente apenas sufren desperfectos permitiendo un despegado con relativa facilidad que, después de la
alteración, es sencillo restituir para enmascararla. Aunque el desprendimiento de la cinta adhesiva no produzca daños en la
capa del papel, sí los causará el borrado; por ello, bajo una banda adhesiva intacta es posible hallar signos de
transformación como surcos de escrituras que se han eliminado, restos de mecanografías corregidas, trazos que han sido
repasados, añadiduras... (Figura 248).
El deterioro de las fibras en papeles no satinados, ya sea por borradura ya por el arrastre de cinta adhesiva se distingue
perfectamente aunque se haya superpuesto una banda nueva después de realizada cualquier manipulación. Una vez
alterada la textura original de la superficie es posible volver a alisar las fibras levantadas pero ya de un modo distinto y
desorganizado, inconfundible bajo microscopio.
En modo alguno al pegado de una hoja rota se le ha de vincular inmediatamente con alteración o falsedad. Con todo, si
una pieza que está recompuesta generalmente induce a la desconfianza, desde el punto de vista pericial habrá que
estudiar la rotura y el pegado como un aspecto más de su examen integral.
Figura 248.Detalles microfotográficos de un cheque, en la zona de texto que dice «al portador». No obstante la aplicación
de una tira adhesiva de «protección», puede apreciarse la pérdida de pigmento, por abrasión, de la línea impresa y del
carácter«a».Bajo las burbujas del adhesivo han quedado restos de la goma que se utilizó para borrar, imperceptibles a
simple vista
Dobleces
Ya antes se habló de los dobleces con el fin de determinar si una escritura se encontraba antes o después de plegar un
documento, con vistas a establecer una cronología relativa. La observación tiene ahora otro alcance: tratar de establecer si
el modo de doblar un documento tiene algo de singular que permita relacionarlo con otro.
En el caso de cartas y documentos compuestos de una sola hoja, el plegado se hace de modo que quepan en un sobre de
dimensiones normalizadas. Pero aparte de este aspecto genérico, deben observarse los hábitos específicos que el
documento tenga en cuanto al número de veces que se dobla, formas que adopta, etcétera. Especial importancia tiene este
indicio si se trata de una misiva anónima en la que, sin saberlo, el remitente ha plasmado la costumbre de plegar el papel,
quizá de un modo característico.
Huellas dactilares
El solo hecho de sostener una hoja de papel es suficiente para dejar varias huellas dactilares latentes, esto es, no visibles
hasta que son reveladas por diferentes métodos. Las huellas latentes se forman por el sudor de las glándulas de los dedos
(compuesto por agua, materia inorgánica, urea, ácidos fórmico y butírico, albúmina...) y grasa. Estas materias se fijan en
los papeles de modo desigual dependiendo del tipo de acabado y, por tanto, de su absorción. La persistencia de una huella
dactilar está determinada por las condiciones ambientales que haya tenido el documento; generalmente, en un papel
conservado al abrigo de factores ambientales adversos, durará largo tiempo.
El revelado de huellas latentes y la formulación con vistas a la identificación de la persona que manejó un documento es
competencia de la Dactiloscopia. Tan especial y vasta es esta materia que ni siquiera procede sintetizar sus métodos y
técnicas. La inclusión de este apartado sobre huellas dactilares tiene un propósito definido: que el experto en documentos
sepa que en una pieza puede existir información preciosa para la identificación positiva de las personas que la manejaron
y, por tanto, sea cauteloso para no destruirla. Queda a su criterio que se forme en este campo completando su formación
pericial. Quien desee iniciarse en esta disciplina dispone de la muy recomendable obra de Francisco ANTÓN (11) ,
especialista con amplísima experiencia acreditada en la materia.
Calcados accidentales
En el archivo y conservación de algunos documentos puede darse la circunstancia de que un ambiente húmedo provoque el
calcado parcial de una página en el reverso de la anterior. Un fenómeno de esta naturaleza pudiera, en determinadas
circunstancias, probar la existencia de una página añadida o desaparecida en el conjunto de un cuadernillo o bloque de
hojas.
Otro tipo de calcado accidental, a menudo ignorado en la revisión del documento, ocurre cuando un cheque que posee
banda de seguridad (para hacerlo visible por excitación de luz ultravioleta) se cumplimenta sin separarlo antes del
talonario. En su parte posterior queda adherida esa pigmentación invisible que está en la cara anterior del siguiente
cheque. Por virtud de semejante calcado es factible leer claramente (empleando dicha radiación) cuál era el contenido
manuscrito de otro anterior, además de la escritura perteneciente al actual si la presión ejercida es suficiente. Como es
lógico, las escrituras se observarán entremezcladas y dependerá del grado de presión el poderlas separar para descifrarlas.
No tratándose de escritura directa, como cualquier tipo de calcado accidental no es sino un indicio que hay que tomar
como tal, y que, en todo caso, tendrá carácter de dato coadyuvante.
Surcos
Las huellas de surcos sin tinta en un documento (además de corresponder a un posible borrado) se originan cuando éste
ha servido de apoyo para realizar una escritura manual o una mecanografía. Si se ha eliminado una página de una agenda,
de un libro de notas, etcétera, de su existencia únicamente quedará el bajorrelieve en otra correlativa. La mayoría de los
relieves que subsisten como escritos latentes, se hacen legibles con iluminación rasante tal como ya se ha visto en otros
casos (12) .
Indicios de envejecimiento
El estado físico del contenido y del continente suministra importantes informaciones complementarias a las circunstancias
que rodean determinados casos (Figura 249). La frecuente cuestión sobre la edad de los documentos (insoluble en
términos absolutos para tintas y papeles) tiene cierto apoyo para el establecimiento de su vejez relativa en algunos
síntomas físicos, aunque, como queda dicho, con carácter relativo.
El amarilleo del papel es uno de ellos. En todos los papeles, cartulinas u otros materiales como plásticos y acetatos, se
adhieren partículas que el aire tiene en suspensión; también el humo y el hollín, en las zonas expuestas a estos agentes no
visibles. Tan sólo la exposición al aire es suficiente para que una hoja de papel sufra una degradación de sus componentes
por oxigenación, cuya degradación será distinta según el tratamiento del soporte: no reacciona igual un papel
termosensible que otro corriente de reprografía. Por lo general, los documentos que llevan varios años confeccionados
tienden a amarillear por los bordes, es decir, en las zonas en las que en condiciones normales de archivo mantienen más
contacto con el aire. Por ello, es típica la presencia de un degradado de tonos que van desde el ocre al blanco, y desde el
exterior al interior, en documentación que se ha mantenido guardada sin especiales cuidados.
Figura 249.Varios síntomas en el deterioro de este documento hacen verosímil l a antigüedad de la fecha que lleva:
ajamiento de los bordes, amarilleo en los márgenes, dobleces y arrugas
Aun y así, hay que insistir en que se trata de un signo relativo de vejez. Las condiciones que se dan en el archivo de un
despacho administrativo no son las mismas que en el archivo de una oficina aneja a un taller o industria que genere
abundantes residuos de partículas en suspensión, humo, grasa o vapores químicos.
La humedad es otro agente que interviene en la alteración física (según las propiedades de higroexpansividad de la hoja) y
puede denotar envejecimiento. El alabeo del papel, la presencia de hongos y la aparición de cercos por corrimiento de las
tintas son varios de los signos asociados de la acción del tiempo en un ambiente de alta humedad relativa (H.R.). Pero se
ha de tener en cuenta que si bien un papel absorbe rápidamente el agua, requiere tiempo para que los hongos prosperen,
para que las materias inorgánicas se precipiten o para que las tintas reaccionen.
La presencia de daños a modo de múltiples pequeños orificios distribuidos irregularmente en las hojas puede ser indicativa
de la acción de insectos como el Lepisma saccharina o pececillo de plata (insecto doméstico que se alimenta de papel, y
engrudo), el Stegobium paniceum o carcoma del pan, los Liposcelis o piojos de los libros, cucarachas y polillas. Sin duda es
una señal de envejecimiento en la que se precisa cierto tiempo, según la extensión del ataque que haya sufrido la pieza,
aunque su valoración ha de ser relativa desde el momento en que algunos de estos insectos tienen un período larvario
corto de entre 4 o 5 meses.
Indicios de manejo normal o excesivo
De un documento que reúne varios síntomas de deterioro (márgenes deshilachados, desgastados o amarillentos, o con
dobleces muy deteriorados) normalmente hay que deducir que lleva en circulación y manejándose gran cantidad de
tiempo. Pero esto es tan sólo un débil indicio de que, en efecto, sea así.
Figura 250.Pormenor de una hoja con signos de maltrato: doblez desgastado, pequeñas arrugas debidas al manoseo... En
realidad, el documento no es viejo, sino tan sólo deficientemente tratado
Por causas muy diversas, el ajamiento del soporte o del contenido a veces se acelera de tal modo que la valoración de su
edad relativa induce a errores. El tratamiento descuidado, cuando no intensivo, por un constante manejo en corto tiempo,
puede producir desgastes como el que se ilustra en la Figura 250. Los repetidos plegados de esta página y un manejo
intenso produjeron en muy poco tiempo los daños y ajamientos que pueden verse. En este caso concreto, contrastaban los
síntomas citados con la apariencia nueva y casi indemne del resto de la hoja, concentrándose todo el deterioro en las
zonas sometidas a rozamiento una vez que el documento estaba doblado.
No es complicado apreciar los signos de deterioro que causan el cotidiano manejo de una pieza, cuya continúa acción la va
desgastando de un modo paulatino. El desgaste gradual produce diferentes daños asociados: rozamiento de las fibras y,
consecuentemente, un deshilachado tenue; impregnación de suciedad que ennegrece los dobleces y los bordes; alteración
de los tonos en las zonas más expuestas, etcétera.
Figura 251.Aspecto descolorido que presentaba el jaspeado del lomo de un libro de registro. El desgaste por rozamiento
que tienen las hojas del tercio superior se debe a las reiteradas manipulaciones que recibe esta zona del lomo cuando se
abre el libro del modo que se ilustra en laFigura 252
Figura 252.Generalmente, la forma de abrir un libro suele ser la que se ilustra en esta fotografía, causando un desgaste
visible de las tintas o de los bordes del papel en la zona inferior del margen. También hay quienes hacen lo propio pero
rozando la parte superior derecha del folio, con idénticos resultados en el deterioro de esa zona concreta
Con estas características se daba un caso en el que se cuestionaba la verosimilitud de un libro de registros en cuanto a su
pretendida antigüedad. En las hojas de dicho libro concurrían numerosos indicios de prolongada puesta en uso: amarilleo
de los bordes (degradación del papel), dobleces en los márgenes derechos por la zona donde se abría el tomo, signos de
suciedad debidos al apoyo de las manos, tintas desvaídas en las páginas más antiguas, etcétera. Y en este caso concreto,
se vio que las tapas, encuadernadas en tela, tenían los cantos destejidos y que el lomo derecho acusaba un
descoloramiento del dibujo jaspeado que es típico en esta clase de encuadernaciones (Figura 251). La tenue pérdida de
color, el modo en que los cantos de las hojas se desflecaban y la zona afectada por tales deterioros, se sumaban a los
indicios de vejez que se habían constatado en otras partes de la pieza. La costumbre de abrir un libro con formato
apaisado como éste, apoyando el dedo pulgar sobre el lomo (Figura 252), provoca que la parte reiteradamente rozada
pierda el dibujo con el tiempo o le afecten otros daños como los reseñados. Por ello, no era inverosímil que únicamente las
hojas del tercio superior, fueran las más envejecidas: se trataba del grupo de hojas hasta las que llegaban las anotaciones
en el momento del examen
Intentar hacer una compilación de datos a investigar, tales como los ahora comentados, sería una labor tan extensa como
imposible de completar por la diversa casuística que en cada documento puede darse, bien por los aspectos materiales
concretos del documento como por las circunstancias que atañen a su tratamiento. Datos complementarios como el
ejemplificado coadyuvan no poco a esclarecer ciertas cuestiones y a reforzar otros hallazgos quizá más obvios. Pero
merecen ser tenidos en cuenta porque, como aquí ocurría, hubiese sido algo fuera de lo común que se hubiese avejentado
artificialmente un libro en la forma en que éste estaba, y en tantos aspectos, de modo que las manipulaciones fuesen
verosímiles.
Referencias en impresos
Los formularios que se emplean en entidades de crédito, empresas e instituciones suelen incorporar, además del número
de modelo de que se trata, la fecha de puesta en circulación o un código equivalente de referencia. Esta información
adicional, generalmente impresa con caracteres muy pequeños en alguno de los márgenes, proporciona indicios sobre su
data de vigencia o sobre el ámbito de aplicación. En grandes empresas un mismo modelo puede presentar variaciones
tipográficas y de diseño, simplemente porque la impresión se haya encomendado a distintas imprentas y, por tanto, su
distribución se haya hecho en diferentes provincias. Ocurre algo parecido a la numeración de las letras de cambio, de las
que se sabrá dónde se extendieron a través de su clase y número de serie.
En la Figura 253 se incluyen tres imágenes pertenecientes a otros tantos formularios de una entidad financiera. El modelo,
como se ve, mantiene parecido diseño en las filigranas de los márgenes aunque hay varias diferencias entre sí: tamaño de
los dibujos y espaciado, entre otras. Lo más interesante concierne a las fechas de implantación: marzo de 1990, enero de
1991 y abril de 1991. La tipografía, aun siendo de paloseco muy similar, tampoco es exactamente la misma ni del mismo
cuerpo. No obstante la pequeñez de la inserción y lo exiguo de los datos informativos que contienen, adquieren una gran
importancia para el esclarecimiento de ciertos interrogantes, especialmente en los casos en que se cuestiona la edad
absoluta o relativa de la pieza y de su ámbito de emisión y uso.
Figura 253.Detalles ampliados de tres códigos insertos en impresos con las respectivas referencias al modelo y a la fecha
de implantación
Marcas de máquinas de franqueo
Antaño, el matasellado del correo se hacía con máquinas que inutilizaban el franqueo por medio de una banda metálica en
la que aparecía, además de la fecha del manipulado postal, dibujos o lemas de diverso tipo. El paso del sobre por la banda
del matasellos solía ser muy ajustado, lo que unido al resalte metálico de la banda, producía en el sobre y en su contenido
marcas de bajorrelieve que se hacían legibles con relativa facilidad.
Aquel sistema tradicional se ha sustituido en gran medida por otro más moderno sin troqueles de invalidación, lo que da
mayor rapidez a la manipulación de la correspondencia mediante indización y, en consecuencia, hace más ágil el
tratamiento del correo.
El nuevo sistema de clasificación se realiza con medios informáticos tanto en la inserción de los códigos postales como en
su posterior lectura informatizada. Para ello, se imprimen unas marcas en el sobre consistentes en segmentos verticales y
un número realizados con un pigmento de apariencia blanquecina o anaranjada a simple vista y fluorescentes bajo
radiación ultravioleta. La máquina que imprime dichas marcas, además de fijar el pigmento deja, al estamparlas, leves
surcos en el sobre y en el contenido. La ubicación de los segmentos adopta una configuración determinada de acuerdo con
los números que forman el código postal: número de la provincia, unidad de reparto provincial, y otros datos (Figura 254).
Figura 254.Las marcas mecánicas que sirven para codificar la dirección de una carta pueden quedar recogidas en el
documento que contiene el sobre, estableciendo una relación entre éste y el contenido
A través de la composición de los segmentos, del número y de su ubicación en el sobre se logra comprobar algunas veces
la concordancia entre éste y los documentos que contenía. No siempre es posible esta verificación si los surcos son muy
tenues o inexistentes porque la máquina no haya presionado lo suficiente. Pero conviene prestar atención a este dato que
en ocasiones permite relacionar un sobre y su contenido.
Aspecto y estado de los sobres
Tanto por la particular estructura como por su carácter de elemento contenedor, el sobre es susceptible de ofrecer
informaciones especiales relativas a él mismo y a la documentación que ha alojado. Ya se ha visto un ejemplo en el
apartado anterior en lo que toca a la posible correlación entre uno y otra.
Un sobre cerrado, en principio, es un material de más valor que otro que ya ha sido abierto, desde la consideración de que
su contenido no ha podido sufrir alteración o cambio alguno respecto de lo que originalmente se guardó en él. En los casos
de cartas anónimas reiteradas mantener el sobre cerrado evita, por ejemplo, que una o varias personas toquen las páginas
e inadvertidamente implanten sus huellas dactilares mezclándose con las del remitente.
Los sobres abiertos también conservan ciertos vestigios que aportan datos adicionales, a veces relevantes, con los que
formar todo un cuadro sintomático en las investigaciones globales de los documentos que ha contenido. De hecho, el
mismo sobre ofrece pistas acerca de su posible origen, del gusto o las tendencias del remitente y de la vía que se ha
empleado para su remisión; por ejemplo, un envío anónimo sin franqueo dejado en un domicilio de un pueblo apartado
puede indicar, eventualmente, que el emisor pertenece al ámbito geográfico cercano de quien lo recibe.
Los indicios que un sobre puede llevar consigo constituyen una casuística enormemente variada, cuya dependencia muchas
veces se debe a un ámbito geográfico concreto y a las costumbres, disponibilidades materiales, etcétera, del lugar. Aunque
cada vez se da menos, determinadas marcas de sobres o papeles no tienen una comercialización generalizada, sino que se
encuentran preferentemente en ciertas áreas del país, porque los canales de distribución son unos muy concretos. Con las
cautelas propias sobre su verosimilitud, éste podría ser un dato de entre los muchos con que contar para el análisis e
identificación de la procedencia en la totalidad de un envío.
Dorso de los documentos
Como ya se ha dicho en otra parte, el respaldo de los documentos aporta diferentes pormenores complementarios sobre
los contenidos y su modo de realización: surcos, adherencias de pigmentos pertenecientes a otros documentos, indicios
sobre la superficie de apoyo...
No se está considerando, lógicamente, que el dorso de un documento sea un elemento voluntariamente añadido ni
constituya un complemento necesario del mismo. De lo que se trata es de no pasar por alto una circunstancia que, de puro
obvia, deje de examinarse cuando en la pieza se estén cuestionando tanto sus contenidos como su estado físico en
cualquiera de sus cualidades: calidad del soporte, modificaciones a las que presumiblemente se haya sometido,
propiedades materiales que presente, modo en que recibe los pigmentos y otros similares.
Olor
El papel es un material propenso a impregnarse de cualquier olor fuerte desprendido por otros objetos o sustancias que
hayan estado próximas, o incluso del ambiente que lo ha rodeado (humedad, tabaco, perfume). El mismo papel, cuando se
degrada, emite un olor característico a enranciado, causado por la descomposición de alguno o varios de sus componentes.
Ese olor característico a rancio, a papel viejo, sería un síntoma de que la pieza cuenta con años de antigüedad, siquiera en
lo que respecta al material soporte.
Para enfatizar el olor del documento y que éste sea más identificable, basta con introducirlo en un recipiente hermético y
someterlo a una radiación de calor suave (por ejemplo, sobre un radiador de calefacción). Al destaparlo después de cierto
tiempo se podrá percibir mejor a qué corresponde. Conviene extremar el cuidado durante esta operación porque el
calentamiento puede variar las condiciones físicas de ciertas piezas dependiendo de su estado, de los materiales de que
estén hechas, o de cualesquiera otras.
El valor de esta prueba puede no ser eficaz, pero no ha de rehusarse, particularmente en el caso de anónimos en los que
cualquier indicio ayuda a orientar las pesquisas y a evitar mucho trabajo innecesario. Por medio de esta sencilla pista se
puede verificar si el documento ha sido hallado o conservado en el supuesto lugar que se dice.
(1) Aunque en el museo de Cluny existen ejemplares de plumas metálicas que datan del siglo XIII, no será hasta el XVIII cuando su uso comience a extenderse
por obra de la manufactura artesanal; finalmente, es en Birmingham donde comienza la fabricación industrial en 1820.
Ver Texto
(2) Se denomina genéricamente así a la bola soldada en el extremo del plumín, cuyas propiedades de dureza la hacen muy resistente al desgaste. Aunque no
siempre esté compuesta de iridio la denominación se sigue aplicando, por metonimia, como referencia al metal con que primitivamente se fabricaban.
Ver Texto
(3) Tomado el nombre de su inventor, en el habla coloquial de Argentina, Paraguay y Uruguay, se utiliza junto al de birome (acrónimo de Biro y Meyne). Biro
también existe en el inglés británico como sinónimo de bolígrafo (ball point pen).
Ver Texto
(4) MAJADA, A., RIBÓ, L. y RIBÓ, A.: Práctica procesal penal, pág. 456: «Las dificultades suben de punto si se ha utilizado bolígrafo, creador de escritura más
uniforme e impersonal al disminuir las diferencias de pulsación, más manifiestas en la escritura de las antiguas plumillas metálicas y estilográficas; por otra
parte, se aprecia mejor el raspado propio de algunas falsificaciones, dada la composición química de las tintas de bolígrafo».
Ver Texto
(5) Esta «moda» nos parece un invento de nuestro tiempo, pero lo cierto es que su antecedente remoto se encuentra en las antiguas ciudades de Pompeya y
Herculano. En sus muros y paredes han perdurado inscripciones de carácter ornamental o con mensajes espontáneos de muy diferente temática (desde los
obscenos hasta los amenazantes), trazados a punta seca o principalmente con grafito, y a éste debe su denominación por metonimia. El análisis paleográfico
de estos mensajes ha permitido conocer asuntos de la vida diaria de los antiguos romanos, a veces semejantes a los que hoy podemos ver degradando las
paredes de nuestras ciudades.
Ver Texto
(6) Philo Remington (1819-1890) era fabricante de pistolas y de un fusil con sistema de retrocarga, cuyo modelo de 1871 fue adoptado por el Ejército español
como arma reglamentaria hasta 1893.
Ver Texto
(7) KEIM, K.: El papel, AITIPE, Madrid, 1966; NAVARRO SACRISTÁN, J.: Temas de la fabricación del papel, Alcoy, 1970; CLAPPERTON, R. H.: Paper: an historical
account of its making from earliest times to presente day, Oxford, 1963; COLLAR, G.: Historia del papel, Madrid, 1950; KODA, Paul S.: Scientific equipment for
the examination of rare books and manuscripts and documents, L. Trends, 1987.
Ver Texto
(8) También llamados papeles vergé (ambos términos provenientes de verja, debido al aspecto enrejado que ofrecen al trasluz).
Ver Texto
(9) Conocido también como blanqueante óptico, es una sustancia añadida al papel en la pasta de superficie que tiene la propiedad de convertir la radiación
ultravioleta en luz visible, elevando, tan sólo en apariencia, la blancura de la hoja.
Ver Texto
(10) Propiedad física del papel (y en general de los cuerpos) por virtud de la cual sus propiedades de resistencia a la tracción, rasgado, higroexpansividad, etcétera,
son diferentes en sentido longitudinal o transversal.
Ver Texto
(11) ANTÓN BARBERÁ, Francisco: Iniciación a la Dactiloscopia y otras técnicas policiales, Valencia, Tirant lo Blanc, 1996.
Ver Texto
(12) Un grupo de especialistas en documentos de Inglaterra desarrollaron en 1980 una técnica para obtener una imagen de los surcos latentes mediante un
proceso electrostático (Forensic Science International: ELLEN, FOSTER and MORANTZ, Use of electrostatic imaging in the detection of indented impressions).
Ver Texto
Alteraciones y modificaciones en los documentos
INTRODUCCIÓN
Concierne al trabajo pericial en muchos casos examinar una pieza para establecer si ha sido modificada o alterada respecto
de su estado primitivo. Para comprender la trascendencia de la intervención pericial en este tipo de investigaciones no
parece necesario hacer una larga reflexión sobre las repercusiones que tienen en cualquiera de sus vertientes jurídica,
ideológica o económica, incluso política.
Y al respecto de tales posibles modificaciones o alteraciones, lo primero que procede en el inicio de este capítulo es
precisar el significado de cada uno de los términos, siguiendo al pie de la letra las definiciones que de ambos términos da
el DRAE:
alterar. (Del lat. alterāre, de alter, otro).
1. tr. Cambiar la esencia o forma de algo. U. t. c. prnl.
2. tr. Perturbar, trastornar, inquietar. U. t. c. prnl.
3. tr. Enojar, excitar. U. t. c. prnl.
4. tr. Estropear, dañar, descomponer. U. t. c. prnl.
modificar. (Del lat. modificāre).
1. tr. Transformar o cambiar algo mudando alguno de sus accidentes.
2. tr. Fil. Dar un nuevo modo de existir a la sustancia material. Se usa también en sentido moral.
3. tr. p. us. Limitar, determinar o restringir algo a cierto estado en que se singularice y distinga de otras cosas. U. t. c.
prnl.
4. tr. p. us. Reducir algo a los términos justos, templando el exceso o exorbitancia. U. t. c. prnl.
Tenemos, pues, una sutil diferencia, pese a que las dos palabras suelen usarse indistintamente: la modificación supone un
cambio sin variar su naturaleza esencial, a diferencia de la alteración, y de ahí el afijo alter, lo otro, aquello que lo
convierte en otra cosa diferente de lo que fue en su inicio.
Así entendidos estos conceptos, es posible hablar de modificaciones sin alteración, pero no al contrario. Como ejemplo del
primer supuesto, el libro que aparece en la Figura 251 (página 458) ha sufrido la modificación propia del desgaste debida a
una intensa manipulación, pero solamente en esa zona externa concreta; se trata, pues, de un objeto ajado, envejecido,
pero cuyo sentido y alcance en la naturaleza del contenido se conservan indemnes.
Consecuente con lo visto en el capítulo anterior al respecto de los engrapados, el perforado de los folios o la adición de
estampillados, puede considerarse que todas estas labores no alteran la sustancia del ejemplar de un contrato aunque otro
de los ejemplares no reciba ninguno de estos tratamientos adicionales. Hay empresas que estampan un sello de registro a
la entrada de documentos como trámite previo al archivo, en cuyo proceso, sin embargo, ningún otro aspecto físico varía.
Piénsese ahora que por el solo hecho de que la otra parte interviniente no dé el mismo tratamiento al ejemplar que le
pertenece, no puede hablarse de alteración de uno respecto del otro.
Aunque desde el punto de vista pericial el estudio de modificaciones y alteraciones tiene semejante interés (esclarecer
cómo, quién, con qué medios o en qué momento tuvieron lugar) parece oportuno reflexionar sobre el modo en que se
expresa la opinión técnica del modo más preciso haciendo, si conviene, la diferenciación de uno y otro concepto, y siempre
persiguiendo la mayor exactitud en la clarificación de los hechos investigados.
TRANSFORMACIONES
El cambio del estado primigenio de un documento tiene cuatro vertientes fundamentales a considerar a la hora de
investigar sus propiedades materiales o sus contenidos:
1. Las alteraciones intencionadas, comúnmente de naturaleza fraudulenta, que transforman la parte física o sus contenidos
(borrado y reescritura, supresión con productos químicos, supresión por levantamiento, eliminación de una parte de la
pieza mediante corte).
2. Las alteraciones que sin perjudicar físicamente el soporte varían los contenidos primitivos (tachaduras, retoques,
agregado de palabras, líneas o párrafos manual o mecanográficamente, y la estampación de sellos).
3. Los deterioros producidos por el manejo normal de la pieza o las debidas al paso de tiempo (ajamiento del soporte,
dobleces, perforaciones para archivarla, engrapados, degradación del papel...).
4. Los daños intencionados o fortuitos (objeto de otro capítulo específico) que destruyen o arruinan una parte o la totalidad
de la pieza.
Aunque no es frecuente motivo en la solicitud de peritajes el de esclarecer si un espécimen mantiene sus cualidades
originales o ha sufrido transformaciones, ocasionalmente es causa de investigación; entonces, el objetivo gira en torno a
dilucidar si se ha alterado, en qué partes, y qué había en el lugar manipulado antes de la intervención; menos habitual es
que interese saber por qué medios se hizo, puesto que a efectos jurídicos, ideológicos o económicos la constatación de una
maniobra fraudulenta se convierte en el hecho crucial del asunto, y saber si se emplearon tales o cuales útiles pasa a un
segundo plano.
Para el perito, sin embargo, los medios empleados en la transformación son de capital importancia porque sabiendo cuáles
fueron podrá demostrar el porqué de los efectos concretos producidos y no otros cualesquiera, asentando con mayor
firmeza lo que se deriva de su indagación. Si desde una perspectiva jurídica o económica ciertos matices son secundarios
en esta vertiente concreta, desde la pericial no sucede lo mismo; una vez más, y sin que suponga discrepancia u oposición
de los criterios periciales con los legales, el análisis debe atender a lo que desde otra perspectiva posee distinto sentido o
valor.
SISTEMÁTICA DE LAS ALTERACIONES FRAUDULENTAS
Los sistemas más frecuentes de cambiar el estado de un documento admiten clasificarse en cuatro tipos genéricos:
La comprobación de cada una de estas posibles manipulaciones del documento demandará análisis separados porque no es
raro encontrar en una sola pieza diverso tipo de acción fraudulenta; así, se impondrá la necesidad de investigaciones
específicas según en qué partes. También es frecuente que el documento sufra enmiendas parciales en zonas más o menos
extensas, dejando sin tocar aquellas otras que le resultan aprovechables al falsario.
Teniendo presente que uno de los tipos de adulteración es el de la adición de nuevas partes, no siempre la pesquisa del
experto habrá de centrarse en detectar modificaciones físicas muy manifiestas. Pensemos, por ejemplo, en el interlineado
de todo un renglón de texto manuscrito o mecanográfico; desde el punto de vista de su factura serán perfectos. Lo que
procederá en tales casos es averiguar si son producto de una acción original y coetánea respecto a otros contenidos, o si
existen síntomas de ulterior inserción con iguales o distintos útiles.
ALTERACIONES POR SUPRESIÓN
Raspado y borrado abrasivo
Es la forma más común y también la más burda de eliminar una escritura o cualquier contenido existente en un
documento. Aunque modernamente han aparecido otras técnicas para hacer desaparecer textos, la práctica de borrar o
raspar (que en este caso vienen a ser sinónimos por la similitud de los efectos) no está descartada, encontramos que en
no pocas ocasiones el documento dubitado ha sufrido un primer tratamiento por este método, para ser objeto de ulteriores
enmiendas. Pese a que borrado y raspado dejan secuelas muy evidentes en el soporte (efectos de la abrasión), son
sistemas de manipulación que, curiosamente, se dan con mucha frecuencia.
Como ya se ha apuntado, al perito se le suele requerir en relación con estas adulteraciones para que dictamine sobre:
Al hablar del examen del papel en capítulo anterior se expusieron parcialmente las normas que afectan, en este caso
concreto, al examen de las modificaciones físicas del soporte. La transparencia que proporciona el negatoscopio
normalmente revelará si existen o no tales manipulaciones, a menos que éstas sean poco profundas o queden ocultas en
parte por la inserción de otros elementos; de cualquier forma, la observación por contraste y con una lupa de bajo
aumento es suficiente para constatar una manipulación de estas características. Incluso la aplicación de cinta adhesiva no
es suficiente para impedir la apreciación de pérdida de masa en el papel si se examina con iluminación diascópica (Figura
255), efecto que a ojo desnudo queda hasta cierto punto enmascarado.
Figura 255.Macrofotografía mediante diascopia de un texto borrado y reescrito, al que se aplicó posteriormente una cinta
adhesiva para allanar las fibras levantadas
Para obtener un registro efectivo de modo similar al mostrado, se puede hacer un positivado directo de la pieza
manipulada sobre papel fotográfico. Utilizando el portanegativos de la ampliadora (tal como ya se dijo con anterioridad), se
obtiene una imagen clara de las zonas dañadas en las que la masa del papel se ha transformado o ha quedado adelgazada.
La cinta adhesiva transparente enmascara buena parte de los desperfectos que ocasionan las erosiones cuando se observa
el documento a simple vista: las fibras levantadas se aplanan quedando minoradas las diferencias de textura, brillo, masa,
etcétera. No obstante, un examen a bajo aumento y el empleo de macro y microfotografía revelará inequívocamente
cualquier mínimo desperfecto del soporte.
En las fotografías de la Figura 256 se dan tres ejemplos de ello. En la primera, tomada con iluminación episcópica, no sólo
se aprecian oquedades en la superficie del papel debidas a una intervención abrasiva, sino también fibras manchadas de
tinta, externas al trazado de las letras: la cinta adhesiva las ha comprimido desplazándolas fuera de su lugar, después de
que quedaran levantadas por efecto del borrado.
Las otras dos imágenes corresponden al mismo manuscrito, tomadas con objetivo macro y a través de microscopio
respectivamente, empleando diascopia para la primera toma y episcopia en la segunda. En ambas aparecen los bordes de
una segunda cinta adhesiva su propuesta a otra anterior cuyos límites no aparecen en las reproducciones. Si en la primera
macrofotografía se revelan varios fenómenos anómalos asociados (desigual transparencia a la luz, distinto grosor de los
trazos), en el mayor detalle de la segunda se capta la pérdida de entintado en la línea impresa inferior, la presencia de
pigmento del bolígrafo fuera de los trazos, y las cavidades que ha originado la erosión. Frente a los demás contenidos
manuscritos indemnes las diferencias son manifiestas. La fotografía de estos fragmentos con un filtro monocromático
adecuado se estableció que el número 8 era primitivamente un 3 y que su texto correspondiente se había transformado de
«trescientas» a «ochocientas».
Figura 256.Detalle de las alteraciones realizadas en las cifras y el texto de un cheque, a las que se aplicó una banda
transparente para enmascarar los efectos del borrado. La imagen superior corresponde al mismo texto incluido en laFigura
255
De cualquier manera, sea por abrasión insistente, sea con menor pertinacia, raspado y borrado difícilmente eliminan la
totalidad de los pigmentos, ni siquiera los que menos calan las fibras. Suprimir por acción mecánica tintas líquidas (de
estilográfica, tampón, rotulador, roller) es punto menos que imposible, y de ahí que para la eliminación de estas tintas se
recurra a medios químicos. Constatar si existen restos de pigmento en un área que se sospecha alterada puede hacerse a
partir de los 10x de aumento si se usa microscopía estereoscópica.
Figura 257.Los cambios en la textura y brillo del papel pueden fotografiarse disponiendo la cámara con un ángulo
adecuado, empleando la luz natural o mediante un foco intenso que realce los reflejos; es decir, buscando el efecto
contrario que generalmente se quiere evitar en cualquier fotografía: la presencia de brillo
Diferente es dictaminar con certeza la eliminación de contenidos en los documentos cuyo pigmento componente es el tóner
(confeccionados con impresora láser o fotocopia), dadas las especiales características de adherencia de esta sustancia
pulverulenta sobre determinados soportes. El hecho de que su adherencia se produzca mediante una capa que no cala las
fibras del soporte, posibilita el que sobre ciertos papeles satinados ocurran eventuales desprendimientos que no dejan
vestigio alguno en pequeñas zonas (consúltese la Figura 211 en la página 402). Establecer si la desaparición del tóner la
causa el borrado o simplemente el desprendimiento hay que hacerlo a través del estado de la textura, es decir, si las fibras
están removidas, si hay pérdida de materia o por el contrario se encuentran intactas.
También se ha dicho ya que las diferencias en la estructura de un papel y el estado de las fibras son indicios claramente
demostrativos (la mayoría de las veces) de la existencia de manipulaciones. La erosión de áreas concretas en una
superficie, provoca desigualdades en la trama, brillo y grosor de la hoja. A tenor del tipo de método utilizado para eliminar
escrituras, es posible apreciar áreas más apagadas o que por el contrario brillan más no sólo porque el papel tenga un
acabado especial, sino porque algunas gomas dejan restos sobre la superficie manipulada (Figura 258) o, a la inversa,
arrastran la capa de tratamiento que tenga el papel. La inspección de la superficie con luz episcópica dispuesta con
diferentes ángulos de proyección cercanos al rasante, acusará todos estos defectos, incluso si para enmascarar el fraude se
han aplicado sustancias destinadas a hacerlo imperceptible.
Figura 258.Esta toma fotográfica en escorzo con un foco de luz enfrentado ha permitido dejar constancia del resto graso
que dejó la goma en la superficie del papel. El brillo, que en la imagen aparece como una mancha blanca, se obtuvo
contrastando la imagen mediante un filtro de color y positivándola sobre un papel duro
El comportamiento que tienen las tintas de las impresoras de inyección y burbuja es parecido al de los pigmentos líquidos
de estilográfica o rotulador, de manera que para elucidar si se han enmendado o no, hay que seguir las mismas pautas de
análisis que en aquéllas.
Ya se ha comentado que la resistencia al borrado o al raspado no es el mismo en todas las tintas ni los efectos que pueden
producir tales intervenciones son idénticos si los soportes son muy dispares. Hay que tenerlo muy presente.
En la Figura 259 se muestran los efectos de una abrasión suave, poco insistente sobre una estampación offset impresa
sobre una cartulina satinada. La absorción de este tipo de tinta, aun tratándose de una superficie lustrosa, es la suficiente
como para dificultar su total eliminación. Sin embargo, la adherencia del pigmento, algo precaria en soportes de esta
calidad, no impide que parte de la capa superficial desaparezca sin apenas perjudicar las fibras del soporte, impidiendo la
evidencia en la manipulación. Obsérvese que el menor entintamiento de la palabra «destino» bien podría achacarse a una
menor carga en el entintado de la plancha impresora si no fuera porque bajo el microscopio se aprecian fibras cortadas y
levantadas.
Los surcos que producen el bolígrafo o la máquina de escribir actúan como incómodos obstáculos para obtener un borrado
efectivo sin que queden vestigios. La borradura no es suficiente, a veces, para eliminar las hendiduras de los útiles y, en
todo caso, con el roce insistente en la misma zona se hunde toda el área y se crea un bajorrelieve plano; si posteriormente
se sobrescribe, surgirán diferencias muy patentes observando el dorso del documento, plano éste en el que no suele
reparar el falsificador (Figura 260). En ocasiones sucede que un documento se ha confeccionado con una hoja previamente
usada como soporte de otra mecanografía o manuscrito, y todo o parte de él se encuentra surcado; se distinguirá
fácilmente este hecho porque en ningún surco hay restos de tinta ni huellas de manipulación química, y porque el
desajuste de los textos es congruente en cada bloque: el entintado y el latente.
Figura 259.Detalles de una impresión offset eliminada parcialmente con goma de borrar. El frotado suave ha afectado a la
capa superficial de la tinta, hecho que apenas se percibe a simple vista. Las letrasnyade la fotografía central sólo se ven
dañadas en la parte baja, mientras que en el grupo«stin»la supresión ha sido más severa (imagen inferior)
Las cuestiones acerca de lo que había inicialmente en un texto que ha sido alterado por borraduras no siempre tienen una
solución satisfactoria. Las posibilidades de llegar a conseguirlo dependen de la tinta utilizada, del ahínco en el borrado o
raspado, o del posible tratamiento químico con que se hizo la supresión, así como de las propiedades del soporte y del
ulterior manejo que se haya hecho del documento.
Figura 260.Arriba, dorso del cheque en el que ha realizado el borrado y la reescritura. Al igual que en la cara anterior, la
legibilidad de los dos ceros contrasta con la confusión del primer guarismo que, por lógica, debiera ser igualmente legible
con la luz rasante empleada. Si en el anverso del cheque la enmienda queda manifiesta, también el relieve del respaldo
delata con claridad cuál ha sido la zona alterada
Cuando se trata de seguir el rastro a trazados de lápiz hay que operar con los dos medios que posibilitan la búsqueda de
restos que lo identifiquen: la iluminación y la observación microscópica. Variando el ángulo de la luz entre los episcopia
vertical y la rasante, se llega en ciertas ocasiones a determinar si subsisten surcos producidos por la presión, que permitan
reconstruir todo o parte del recorrido de las líneas.
En los casos de escritos realizados con un apriete ligero es seguro que habrá pocas posibilidades de descifrar siquiera un
conjunto o algún retazo de los trazados iniciales. En tales circunstancias sólo se podrá determinar, bajo el microscopio, si
subsisten restos de grafito en las áreas que se presume que existió escritura. Siendo así, podemos encontrar que no es
factible seguir el recorrido del trazado porque al borrar las partículas se hayan esparcido en zonas que no corresponden al
curso original de los trazos (Figura 261).
Es posible que la fotografía infrarroja sea el recurso que permita hacer legible parte del manuscrito original.
La lectura de restos de tinta presenta casi los mismos inconvenientes apuntados, aunque la mayor dificultad para
eliminarlas crea algunas pistas más visibles que se pueden seguir. Si la eliminación ha sido realizada con algún agente
químico, el empleo de iluminación ultravioleta puede ser suficiente para visualizar todo o parte de lo borrado, o cuando
menos establecer qué áreas han sido tratadas.
Figura 261.En las zonas adyacentes a los trazos de esta firma aparecen vestigios de lápiz desigualmente esparcidos.
Puesto que no han quedado vestigios de surcos en el papel, lo único que cabe constatar es la existencia de partículas de
grafito como las que se aprecian en la imagen inferior, y valorarlo como síntoma de un contenido que fue eliminado
Supresiones por levantamiento
El reconocimiento de textos mecanográficos que han sido corregidos mediante levantamiento por adherencia es algo
relativamente más fácil de conseguir por virtud de ciertas características que ayudan al descifrado. Las mecanografías
tienen dos particularidades favorables en este aspecto: a) las letras siempre tienen igual forma (a diferencia de lo que
sucede con las manuscritas), y b) el impacto que dejan los caracteres suele crear un bajorrelieve siempre suficientemente
intenso.
Figura 262.Corrección mecanográfica con banda adhesiva que levanta los caracteres del papel. En la imagen superior
(con iluminación episcópica) se vislumbran restos del pigmento que la banda adhesiva no ha podido eliminar
completamente; en la observación obtenida mediante episcopia rasante (inferior) se llegan a descifrar claramente la
composición del grupo de caracteres
Aprovechando los dos fenómenos es practicable una reconstrucción siguiendo, por un lado, los surcos, y por otro, los
restos de pigmentación. Con los fragmentos de trazos así conseguidos, podrá ser bastante para reducir a una o unas pocas
letras la estructura que subsiste. No es demasiado complicado, en general, entrever en mecanografías superpuestas qué
dos letras o cifras se combinan, si se obtiene una fotografía con luz rasante. Para este tipo de casos así como en otros de
manuscritos, la iluminación intensa y totalmente paralela al plano del papel da unos excelentes resultados para acentuar,
por simple realce del relieve, aquello que desapareció. Aunque las cintas correctoras que incorporan las máquinas de
escribir electrónicas realizan el borrado con gran eficiencia y el impacto del carácter se efectúa con mucha precisión al
retroceder, su nivel de perfección no llega hasta el punto de eliminar por completo la lámina plástica, de la que suelen
quedar restos mínimos adheridos al papel (Figura 262).
Supresiones por medios químicos
Suele denominarse lavado químico a este tipo de alteración, lo que así expresado sugiere la idea de inversión de la pieza
para su tratamiento, tal como se hace en la restauración y limpieza de documentos antiguos. Sin embargo, la realidad del
llamado lavado químico es otra: la manipulación de un área de diversa extensión, pero no del documento completo; carece
de sentido la eliminación de todos los contenidos, a menos que lo que se pretenda es conseguir un determinado formulario
impreso que quede en blanco para rellenarlo completamente con datos nuevos.
Pese a que en muchas obras técnicas se habla de los lavados químicos (de los métodos empleados y de los sistemas para
identificarlos), sus contenidos apenas son hoy utilidad alguna: ni los pigmentos actuales tienen las mismas propiedades
que los de antaño ni, por tanto, se eliminan del mismo modo ni se comportan igual frente a los reactivos que los deberían
hacer visibles.
Por otra parte, el mencionado lavado o siquiera el tratamiento parcial de un documento con agentes químicos no son
métodos comunes de falsificación: se requiere un conocimiento especial de los materiales y asimismo se necesita una
habilidad fuera de lo corriente para practicarlos. Naturalmente, en todo problema hay excepciones; el método de supresión
y su calidad están en relación directa con la importancia del provecho que el falsario pretende obtener con su labor. Por
tanto, y aun tratándose de una técnica infrecuente, no procede descartar que pueda presentarse.
Hay, aún, otra consideración sustancial acerca del análisis de las manipulaciones químicas: no hay ninguna, por pequeña y
minuciosa que sea, que no se descubra mediante un examen sistemático con medios adecuados. Es posible hacer un
pronunciamiento tan taxativo por virtud, sobre todo, de las sutiles propiedades del papel; porque, aunque ciertas tintas
pueden ser eliminadas con relativa facilidad, sin embargo, el soporte acusa cualquier mínima manipulación.
No hay que olvidar que el papel es, a la vez, un material con altas propiedades de resistencia en muchos aspectos
(estiramiento, plegado, rasgado...), pero también una materia sumamente delicada susceptible de alterarse fácilmente en
su nivel más esencial, es decir, en la trama y laminado. Una borradura leve, una mínima cantidad de líquido que se le
aplique, un doblado suave, son lo bastante agresivos para alterar tan sutil entretejido de modo que ya no puede restituirse
por ningún medio. Más aún si la acción sobre las fibras para eliminar los pigmentos adheridos se realiza con algún solvente
que ataque el encolado, el estucado o el color de la hoja si es que tiene alguno de estos tratamientos de calidad; entonces,
la alteración no sólo afectará a la superficie sino a capas más profundas de la masa, causando una imposible reversión de
sus condiciones físicas. Es muy fácil comprobar bajo el microscopio que una vez las fibras se han estirado o removido, no
es posible alisarlas ni reconstituirlas (Figura 263).
Figura 263.El aspecto organizado que presentan las fibras en una superficie indemne (imagen superior) se convierte en
relieve desordenado, de fibras removidas, al manipularse (debajo). Ambas microfotografías con luz rasante
Por lo que se refiere a los documentos de tráfico bancario y otros similares, el lavado químico se vuelve irrealizable al estar
concebidos como piezas de seguridad en las que cualquier manipulación los degrada de manera llamativa. Por ejemplo,
basta emplear sólo agua tratando de eliminar una tinta de estilográfica en un cheque, para que el dibujo de fondo
desaparezca sin dejar rastro (Figura 264).
Figura 264.La inmersión en agua de una parte de un cheque ha eliminado el dibujo de fondo (mitad derecha) que
inicialmente tenía (a la izquierda), y ha creado un cerco en la zona central afectada por la humedad. El ensayo de
solubilidad en agua demuestra lo deleble de este tipo de tintas, que deja una zona casi blanca allí donde se interviene y es
imposible que pase inadvertido a simple vista
Sustancias empleadas en el lavado químico
Las manipulaciones por medios químicos tienen dos efectos algo distintos sobre los pigmentos: la decoloración más o
menos profunda, y la supresión total.
Unos pocos tratamientos químicos elementales pueden llevarse a cabo con ayuda de borratintas o de soluciones químicas
sencillas de tipo casero, que atacan los pigmentos y los decoloran y vuelven desvaídos, aunque sin hacerlos desaparecer
por completo del soporte. El uso de solventes químicos más agresivos para eliminar tintas, no sólo son capaces de remover
los pigmentos de estas, sino que afectan profundamente a toda la masa del papel.
Los agentes químicos pueden catalogarse en cuatro grupos, según su modo de actuar sobre los diferentes pigmentos:
La calidad y el número de indicios son bastantes para que en una revisión detenida no pasen inadvertidas las alteraciones
de esta clase. Y aun sin descartar la investigación mediante la aplicación de reactivos que esclarezcan con mejor definición
las zonas tratadas, el empleo de éstos apenas se hacen necesarios. En la sospecha de una alteración fraudulenta mediante
productos químicos, al perito se le consulta, casi con seguridad, si existen indicios y si se puede probar que el documento
sufrió manipulación, aunque sin entrar a dictaminar qué tipo de tratamiento la produjo.
Figura 265.La pequeña intervención en una cifra con algún solvente no demasiado agresivo, ha provocado que una parte
del trazo se haya visto afectado emborronándolo (imagen superior). Una aplicación de otro producto con mayor capacidad
solvente ha eliminado buena parte de la tinta, pero ha dejado varios vestigios que identifican la manipulación: fibras
desprendidas ( ), migración del pigmento (áreas circunscritas) y debilitamiento de la masa que se manifiesta al trasluz.
Con los medios visuales no destructivos que se han descrito anteriormente (iluminación, fotografía y observación
microscópica) estará en condiciones de pronunciarse con exactitud y asentar con certeza lo que se le requiere,
expresándolo en términos de vestigios denunciadores de operaciones fraudulentas, e incluso ilustrándolas con claridad. La
fotografía infrarroja o ultravioleta deben utilizarse como técnicas básicas para tratar de descifrar el contenido latente que
pueda subsistir, aunque no siempre estos métodos proporcionan una solución concluyente.
Problemas más concretos acerca de la identificación de las técnicas y operaciones químicas de la falsificación, deben
encauzarse hacia expertos químicos que entiendan de la materia.
Supresiones por recubrimiento
Procede considerar como supresión a las modificaciones hechas con pasta correctora, aunque por lo general no tienen la
intencionalidad de eliminación que sí poseen los borrados, los raspados y las eliminaciones con productos químicos; en
realidad, debería hablarse de sustitución por sobrescritura, puesto que con estos productos el contenido primitivo
permanece oculto pero no desaparece.
Se sabe que la aplicación de una capa de fluido corrector es por demás visible (Figura 266) y denota la existencia de
enmiendas de manera incuestionable. Un fuerte foco de luz diascópica es casi siempre suficiente para hacer traslúcida la
lámina de pasta haciendo descifrables los textos subyacentes si la capa de cubrimiento no es muy gruesa (Figura 267). El
descifrado mediante diascopia se vuelve impracticable cuando la aplicación del recubrimiento ha sido intensa. Hacer visible
con nitidez un texto recubierto de pasta correctora es una tarea muy sencilla: basta con aplicar por el dorso gas licuado o
benceno. Los pocos segundos que el gas o el benceno impregnan el soporte, dándole la apariencia de papel vegetal, son
suficientes para hacer una toma fotográfica. Ambos empapan instantánea pero muy brevemente el papel, haciendo que el
manuscrito o la mecanografía recubiertos contrasten con excelente contraste y nitidez al respaldo.
Figura 266.Incluso a simple vista la aplicación de pasta fluida de corrección es por demás evidente. No se trata, por
tanto, de un método de supresión que persiga pasar inadvertido
Figura 267.La iluminación diascópica, en una corrección con capa ligera de pasta, revela con claridad el texto subyacente
Es de señalar que el empleo de gas licuado no disuelve ni dispersa las tintas de bolígrafo, rotulador, tampón, ni siquiera las
de estilográfica aun estando aún algo húmedas; el papel tampoco acusa ningún deterioro de ondulación, ni quedan en él
cercos o manchas.
De todas las pruebas realizadas con diferentes medios materiales, únicamente algún papel químico vira ligeramente el
color debido a los microcomponentes con que se emulsionan éstos para producir los trazos; por ello, antes de aplicar
cualquiera de los dos productos conviene hacer un ensayo aparte con una muestra idéntica o en una parte del documento
donde el posible deterioro no suponga perjuicio alguno frente a una reacción indeseada.
Tachadura y recubrimiento
Comúnmente la aplicación de pasta fluida o de banda seca correctora no persigue la eliminación completa ni se emplea
como recurso para enmascarar una enmienda de modo que sea inadvertida. Se emplea, sin embargo, en la creencia de
que lo enmendado ya no puede hacerse legible.
Distintos son los recubrimientos de partes que previamente se tachan. No hay duda de que el empeño en que la parte
corregida no resulte legible persigue la finalidad de que no pueda descifrarse. Al sobrescribir un texto que previamente se
ha tachado y que después se cubre con un material opaco, la intención de hacerlo desaparecer es incuestionable aunque
pueda apreciarse a simple vista que ha habido una manipulación.
Figura 268.La primera fotografía permite visualizar al vuelto y en espejo, el texto subyacente del texto tachado y cubierto
de pasta blanca opaca. El segundo paso, consistente en reflejarla horizontalmente, facilita la labor de lectura y separación
de la escritura primitiva y del tachado (debajo)
En esta clase de supresiones es posible, mediante la aplicación de gas licuado, de la manera que antes se ha comentado,
visualizar el contenido primitivo y la tachadura realizada sobre él (imagen A de la Figura 268). Obtenida así la primera
fotografía A y reflejándola horizontalmente de la manera que se ilustra en la imagen B, ya se puede comenzar el trabajo de
separación como el que resulta en la imagen C.
Tachadura mediante emborronado
Tachaduras de mayor o menor intensidad y textos emborronados no parece que pudieran darse en documentos de tráfico
comercial (cheques, letras de cambio, pagarés, contratos, solicitudes, órdenes de compraventa, u otros similares), puesto
que se trata de medios en la mayoría de los cuales cualquier tachadura es causa de invalidación, a menos que esté clara y
convenientemente salvada. Y pese a que una tachadura induce a recelar del documento, máxime si es intensiva, en
ocasiones se realiza sin ningún reparo aun tratándose de asuntos de importancia. Sorprende encontrarlas, pero la realidad
es que en la actividad pericial cotidiana las encontramos.
El garrapateado insistente de una palabra, un título, etcétera, sobrecargándolo de tinta de modo que quede totalmente
oculto, es una maniobra que puede resolverse mediante fotografía infrarroja. La mayoría de las veces, la tachadura se
realiza con un tipo de tinta distinto del texto o rótulo que se suprime, circunstancia que posibilita el que frente a la longitud
de onda del infrarrojo cada pigmento tenga una respuesta diferente y, consiguientemente, se haga legible lo suprimido. Tal
como se describió en el capítulo anterior sobre fotografía documental, el descifrado de lo sobrescrito no presenta dificultad
alguna como se demuestra en la Figura 269. Véanse ésta y las otras imágenes citadas al pie.
Figura 269.Imagen de la tachadura practicada sobre un texto impreso y de la fotografía infrarroja correspondiente.
Véanse también las imágenes de laFigura 149 en la página 305
Distinto tratamiento tienen los textos mecanográficos que se han tachado con la misma máquina de escribir o con otra
distinta equipada con igual tipo de pigmento. La diferenciación en estos casos suele ser infructuosa con fotografía
infrarroja, especialmente si se trata de cintas de tipo plástico. Cabe, sin embargo, el descifrado del texto reconstruyéndolo
con medios informáticos (Figura 270).
En tachaduras como la ejemplificada en la Figura 270 la reconstrucción es relativamente sencilla, puesto que las letras X
empleadas para ocultar la palabra no congestionan demasiado el texto subyacente. Eliminando cuidadosamente las zonas
de la X que no se cruzar con la estructura de la letra inferior, el texto inicial recupera su legibilidad con poco trabajo.
Figura 272.Pese a que en este ejemplo la tipografía de la máquina de escribir es muy homogénea de diseño, la
superposición de pares de letras como éstos no concuerdan a la perfección y siempre alguna parte de la estructura de una
de ellas sobresale siquiera mínimamente de la otra, permitiendo su deslinde e identificación
Basándose en tales características, HARRISON (1) ideó un esquema de trazos para la «restauración y descifrado de textos
mecanográficos borrados». No obstante la originalidad de su razonamiento, el sistema era demasiado genérico y,
consecuentemente, poco aplicable a ciertos diseños tipográficos que años después aparecerían en el mercado de las
máquinas de escribir.
La mayoría de las veces es posible la transcripción, incluso si no se distinguen todos los caracteres, partiendo de los se han
podido descifrar. En el ejemplo propuesto, si sólo hubiésemos contado con las tres primera letras, empezaríamos con el
siguiente anagrama incompleto: ¿á¿ita. Recurriendo una vez más a los medios informáticos, esta vez a la búsqueda de
opciones mediante uso de comodines que ofrecen los diccionarios electrónicos, averiguaríamos cuántos anagramas se
pueden formar con las letras conocidas. Las únicas dos palabras castellanas que se obtienen en la versión electrónica del
DRAE son «calcita» y «raicita», ambas sin la a acentuada. Si las voces obtenidas fuesen muchas o con acepciones
distintas, habrá que recurrir al sentido que cada vocablo tenga en el contexto del documento, para encajar la expresión
que tenga más sentido acorde con la redacción.
Corte
La táctica de cortar un documento eliminando una parte de él no es una fórmula habitual de alteración aunque no faltan
casos en los que se opta por tan drástico método fraudulento. La escasa casuística de la supresión mediante corte de un
fragmento se debe en parte a que son muy pocas las piezas que admiten esta clase de manipulación: en los cheques,
contratos, y en general todo formulario impreso obstaculizaría su credibilidad en el inicio mismo de su expedición;
también, porque los medios modernos que permiten componer un documento ex novo, hacen relativamente simple la labor
de eliminación de alguna parte de la pieza.
Ante la falta de vestigios de erosión, manchas o restos químicos, no habría, en principio, motivo para sospechar de una
eliminación parcial. La supresión de una parte del documento cortándolo para hacer cambiar sustancialmente su valor, es
sin duda el fraude más radical y el que menos pistas deja al investigador.
Por ejemplo, un recibo extendido en una hoja de tamaño DIN A4 que se ha doblado verticalmente por su mitad y se ha
rasgado, se ha convertido en un DIN A5, formato de suficiente amplitud para este fin; hasta aquí puede resultar verosímil
y congruente. Si, además, la redacción del recibo tiene una organización lógica del texto y las posibles firmas se
encuentran ubicadas también en áreas lógicas, no debería hacer pensar en la existencia de manipulación alguna (imagen
superior de la Figura 273).
Figura 273.La organización del texto y la firma del recibo superior parecen las lógicas de un documento de este tipo,
extendido en la mitad de un DIN A-4 (se encuentra rasgado a mano por la parte inferior). En el segundo recibo, el formato
DIN A-5 se ha perdido por efecto de un rasgado manual descuidado que ha creado un margen irregular; la pérdida insólita
del formato normalizado y la presencia de dos pequeños trazos en el borde inferior hacen pensar que hay eliminación de
algún contenido mediante recorte
No es, sin embargo, coherente que el mismo tipo de recibo aparezca con un corte que lo hace más reducido, donde el
texto queda desplazado hacia abajo por efecto del cercenado, aparte ya el hecho de tener dos minúsculos trazos quizá de
un texto añadido. En casos así, de cortes fragmentarios de la hoja, sólo se llega a recelar de ellos por la pérdida del
formato estándar (al no concordar con ninguno de los que se comercializan), si el rasgado contrasta llamativamente con
los restantes bordes de la hoja (consúltese también la Figura 241 de la página 442) o porque queden vestigios de algún
escrito o mecanografía.
Es un problema con frecuencia insoluble determinar que existe una efectiva manipulación supresiva, desde el momento en
que falta lo imprescindible para dictaminarlo así: el fragmento con el que completar el resto de la pieza. En tal supuesto
sólo se podrá certificar, si existen, hechos inconsistentes desde un punto de vista pericial: los bordes son distintos y
cortados con diferentes instrumentos.
Huelga decir que nada se puede conjeturar sobre el posible contenido que ha desaparecido ni, por supuesto, demostrarlo.
No obstante, la constatación de la pérdida de formato, así como la existencia de un corte no original en una sola hoja
dentro de un conjunto de ellas, no puede dejarse de lado por exceso de rigor, en algunos casos concretos en que el
documento consta de varios folios. Cuando menos, será un indicio reforzante de alteración el que una parte discuerde o el
que una hoja, y sólo una en un conjunto de varias, no tenga iguales características en sus cuatro bordes (salvando el
hecho de que alguno esté desgastado por el normal manejo).
AÑADIDURAS
Añadiduras, inserciones, etcétera, tienen parecido significado en la manipulación documental. Corresponde exclusivamente
a los casos en que la acción fraudulenta se realiza sobre un contenido previo, interviniéndose sobre él de diverso modo, ya
sea parcial o totalmente. Es condición indispensable para hablar de añadidura el que se mantenga, al menos, una porción
original.
Bajo la denominación genérica de añadido se pueden establecer diferentes categorías que expresan la cualidad o la
cantidad de manipulación hecha en el documento: retoques, enmiendas, intercalado de palabras, de renglones y párrafos;
o inserciones de notas marginales y apostillas.
Retoques y pequeños añadidos manuscritos
El uso que comúnmente se hace de estas palabras es inherente a un sentido de perfección. Retocar o enmendar algo es
darle un mejor acabado, es volver sobre lo ya hecho para concluirlo con mayor precisión y detalle (Figura 274).
Figura 274.Tachaduras, repasos y pequeños añadidos como los de este escrito son prácticas de algunos escribientes que
nada tienen que ver con la adulteración del contenido textual. Al contrario, son por lo regular, prácticas compulsivas para
corregir los fallos de redacción a vuelapluma o para hacer más legible lo que no se consigue en la primera escritura
En principio, no debiera considerarse el retoque o la enmienda como un fenómeno anómalo dado que muchas personas
tienen el hábito de volver sobre lo escrito e incluir pequeños trazos de mejora, de adición de partes complementarias. Así
pues, un retoque no es necesariamente un síntoma de alteración.
Sin embargo, desde un punto de vista pericial, sí es recomendable detenerse a valorar cuándo un retoque se convierte en
una transformación no autorizada. La contestación es simple: el retoque o la subsanación perfeccionistas sólo son eso si lo
hace la persona autora del resto del escrito, es decir, la única legítima para realizarlos. Y aun así, tampoco es totalmente
satisfactoria la valoración si se atiende a la intencionalidad; consideremos que alguien ha firmado un contrato y ha escrito
una fecha determinada. La misma persona puede, con posterioridad, variar el año de otorgamiento del contrato con un
leve retoque, cambiando sustancialmente los efectos del mismo.
Así pues, retoque y falsificación pueden confundirse o variar su significado tan sólo considerando el momento en que tiene
lugar el hecho, el elemento al que afecta, la repercusión del cambio y quién lo hace: no supone lo mismo volver sobre una
letra mal construida para mejorarla, inmediatamente después de trazada, que cambiar un dígito en un importe (por la
misma o distinta persona) incrementando sustancialmente una cantidad de dinero.
Si una o varias añadiduras en un manuscrito no son el objeto mismo del peritaje, convendrá examinarlas para averiguar si
llevan emparejados otros síntomas que denoten falseamiento:
Si lo que se pone en cuestión es precisamente la existencia de adiciones, se precisará analizar las propiedades de los
puntos enunciados y ampliar el análisis a otros que suelen ir asociados para confirmar con qué grado de cambio se verifica
y a qué transformaciones dan lugar. Por lo común, el retoque fraudulento consiste en la añadidura de pequeños elementos
a una letra o cifra, pudiendo transformar su alcance original.
Siendo una alteración como ésta una manipulación ajena, será extremadamente difícil que se haga con un utensilio igual o
muy parecido en tonalidad de color y en grosor del punto, ya se realice con rotulador, bolígrafo, estilográfica u otro útil. Así
pues, los elementos para la demostración de las desigualdades serán básicamente seis:
Figura 275.Las letras añadidas al final de la palabra en un retoque fraudulento han dejado varios vestigios de la
alteración. El diferente grosor de los trazos, poco aparente a simple vista (A); déficit de tensión que se manifiesta como
pequeños temblores (A); distinto útil, revelado en la fotografía infrarroja (B); distinta presión y desigual superficie de
apoyo que se hacen manifiestos al fotografiar el documento por el dorso (C)
Será raro que aun siendo útiles parecidos, las cualidades de brillo y de entintamiento concuerden a la perfección. He aquí
otra vía para mostrar la diferencia. Los bolígrafos, por ejemplo, descargan la tinta de manera distinta según su estado de
uso; la tinta de estilográfica se comporta de diferente modo al pasar sobre un trazo anterior que cuando el papel está en
blanco. Bajo el microscopio la adherencia o la absorción del pigmento ofrecen características bien distintas aun tratándose
de tintas similares. También será fruto de la casualidad que una adición se haga sobre el mismo tipo de superficie (rígida o
mullida, lisa o rugosa) y se consiga, por lo tanto idéntica nitidez en los bordes de los trazos, igual grosor y, eventualmente,
se logre la unión exacta del final de un trazo y el inicio de otro (Figura 275).
El examen sobre el negatoscopio proporciona una excelente visualización tanto de las calidades de los trazos como de las
zonas de superposición y reenganche, datos que permiten conocer con certeza si se trata de un retoque, del añadido de
una estructura completa y cuáles son sus propiedades (Figura 276).
Figura 276.Únicamente con la iluminación transmitida del negatoscopio pueden distinguirse transformaciones como las de
este 7 que inicialmente era un 1. La densidad de la capa de tinta en el trazo oblicuo ofrece una opacidad mayor que los dos
trazos horizontales
Los retoques con útiles de tinta fluida tienen la ventaja añadida, a la de cualquier otro útil (grosor, tonalidad, entintado),
de mostrar el comportamiento del vehículo acuoso al depositarse en el papel, y en especial al fundirse con otro medio
similar o distinto. El efecto de atracción que se produce al contacto con otra tinta fluida, incluso estando ésta seca, no deja
lugar a dudas sobre el elemento retocado y su extensión. Con el empleo de un filtro adecuado al fotografiar que aumente
el contraste de los tonos, se visualiza con perfecta claridad la delimitación de las diferentes partes: la original y la añadida
(Figura 277).
Figura 277.Los útiles de tinta fluida revelan claramente los puntos de reenganche si, como en este caso, también la tinta
preexistente es de estilográfica, rotulador oroller. En la zona de intersección parte del trazo fluye sobre el anterior como
en este ejemplo
Si la extensión de las añadiduras manuscritas lo permite y los trazos no se mezclan o se repasan, es decir, aparecen
aislados, es posible analizar otro factor: el modo en que se ha apoyado el útil de escritura. El seguimiento de trazados
auténticos en ubicaciones análogas constituirá un valioso patrón referente para saber si se cumplen o no las constantes
genuinas en las zonas de las que se duda. Imaginemos por un momento que una manipulación fraudulenta haya sido
realizada por un escritor zurdo y que los manuscritos originales sean de un diestro; el distinto ángulo de contacto entre el
útil y el soporte podría aportar una importante prueba discriminatoria.
Los fraudes realizados mediante retoques o pequeños añadidos son alteraciones relativamente frecuentes en documentos
donde sólo aparecen números, puesto que la labor requiere de muy poco esfuerzo y los resultados suelen pasar
inadvertidos a simple vista. No sucede lo mismo cuando la transformación de una cifra requiere intervenir también sobre la
cantidad en letra: la variación del espacio y la mayor complicación para conseguir una continuidad verosímil con la
escritora genuina, elevan la dificultad y hacen más ostensibles los vestigios de lo manipulado.
Intercalaciones parciales
Como se deduce de su significado, la intercalación comporta el añadido íntegro de palabras, líneas e incluso párrafos
completos a contenidos ya existentes, aprovechando espacios entre palabras o las áreas de interlínea (Figura 278). Esta
variedad de añadidos persigue, por lo general, parecer de la misma autoría y coetáneos.
Figura 278.Como en el caso de los retoques, ciertas intercalaciones carecen de sentido fraudulento. Constituyen una
variante de enmienda que se realiza en el momento y no modifica el sentido del contenido
No existiendo la necesidad de borrar, reescribir o retocar partes preexistentes, el resultado es pulcro y menos susceptible
de despertar sospechas. Naturalmente, en las intercalaciones el falsificador sólo tiene que esmerarse en imitar los
manuscritos originales o emplear útiles de características iguales.
En el estudio de palabras, líneas o párrafos intercalados procede aplicar los mismos métodos que en el caso de los
retoques (exámenes visuales bajo microscopio, fotografía infrarroja o ultravioleta, visualización con diascopia) para
averiguar si pertenecen a la misma mano, se hicieron con el mismo útil de escritura y se realizaron sobre la misma
superficie, datos que en conjunto o de forma aislada proporcionan pistas adicionales sobre la coetaneidad o no de la
acción.
Inserción de notas marginales o de párrafos completos
Como ya se dijo, la inclusión de notas marginales no tiene por qué ser obligatoriamente una alteración fraudulenta, a
menos que los efectos que se deriven de su inserción pudieran transformar o alterar el sentido primitivo del documento, o
causar perjuicio a tercera persona. Al respecto, hay que pensar, sobre todo, en el tipo de inserción que aparece en los
testamentos hológrafos contradiciendo la redacción inicial, los comentarios introducidos en un recibo, en un reconocimiento
de deuda o finiquito.
A menudo las notas marginales o completivas parecen no tener lógica en su significado o suponer paradoja con lo
expresado en otra parte del documento. De ahí que se deban investigar con rigor en cuanto a sus propiedades físicas en
lugar de atender a las ideológicas. Por muy sospechoso que pueda resultar el que aparezca un párrafo manuscrito añadido
en un finiquito mecanografiado, si se comprueba que es de puño y letra de persona legítima, la conclusión de autenticidad
debe predominar sobre las consideraciones de intención o del momento en que se puso. Distinto será si la adición se
obtuvo por coacción o amenaza.
Figura 279.La nota añadida a pie de página en esta carta carece de cualquier signo anómalo. Lo único que puede
discutirse es su validez o pertinencia si quien la ha escrito la reconoce como de su puño y letra. Por lo demás, no cabe otro
diagnóstico que la ausencia de indicios de manipulación
La añadidura de notas en los márgenes laterales, o dispuestas al final de un documento es un recurso de alteración
documental que se realiza sin intervenir en lo ya existente y contribuye a que conserve, siquiera en una parte, su validez.
Si se evita el borrado o la enmienda, la pieza queda con un aspecto ciertamente más limpio y más cercano a la
verosimilitud que se persigue. Esta labor de falsificación se circunscribe a la imitación fiel de la grafía del documento o
simplemente al añadido mecanográfico. En el segundo supuesto será hasta cierto punto comprometido hablar de
adulteración porque alguno de los exámenes cautelares de los que se han citado (modificación del soporte, alteración del
entintado) no evidenciarán anomalías. En todo caso, hay que practicar el cotejo de las máquinas de escribir por si éste
fuera el camino para demostrar discrepancias, cotejo que es igualmente recomendable para investigar las escrituras
manuales.
Casos hay en las inserciones amplias con iguales o distintos medios, en que no hay siquiera opción a valorarlas como
hechos anómalos o fraudulentos. El caso ilustrado en la Figura 279 corresponde a la inserción de una nota al pie del
documento, obviamente escrita después de mecanografiado; no existe en la pieza borradura ni tachadura alguna y el texto
añadido aparece limpio, sin enmiendas. No hay ningún motivo para considerar, desde el punto de vista pericial, que exista
alteración ninguna. Aunque el texto añadido pueda afectar al sentido del documento, no concurren hechos materiales
objetivos para fundamentar una presumible alteración. Lo más que cabría hacer es un estudio sobre el momento en que
fue escrita la addenda (antes o después de estampar la firma u otros datos) si quien refuta el documento pone en cuestión
su validez precisamente por tal causa. Pero no existiendo un método concluyente de datación para las tintas, ni habiendo
un cruzamiento del texto con otros contenidos no es posible dar otra opinión técnica que no sea la ausencia de fenómenos
anómalos y lo impracticable de la datación, salvo que se haga de manera relativa.
Inserción de elementos completos (con o sin sustitución de otros)
Este análisis se refiere a la inclusión de partes completas que en principio no formaban parte del documento, tales como
nuevas páginas (cuando consta de varias), cuadernillos (en libros encuadernados), hojas en formularios que se componen
de varios ejemplares, o bien elementos independientes (como fichas sueltas) y otros parecidos.
Es un hecho estadísticamente contrastado el que en los falseamientos de documentación con varias hojas se recurra a la
sustitución de una o más páginas, incluso cuando contienen elementos diversos: mecanografías y firmas, firmas y
estampillas, papel timbrado y mecanografías. En supuestos así, el reconocimiento de la alteración será tanto más
fundamentado cuanto más diversos son los contenidos: una página que tenga sólo mecanografía resulta más fácil de
reproducir que si se tienen que imitar, simultáneamente, manuscritos, estampillas o impresiones tipográficas.
El añadido o la supresión de un elemento completo requiere, como punto de partida, contar con idéntico papel, cartulina o
formulario. Aunque la casuística admite ser enormemente variada, pueden darse ciertas directrices generales para la
investigación, susceptibles de ampliarse en casos especiales.
Sin que suponga entrar en cuestiones anecdóticas, sino tan sólo por dar idea de la complejidad a que puede llegar la
investigación de un asunto, es aleccionador dar noticia sobre un caso en el que se cuestionaba la validez de un contrato.
Se trataba de un asunto, en el que un acta (que resultó ser válida) se reputaba manipulada y falseada porque había
correcciones y sobrescritura con pasta fluida blanca, inserciones con diferentes máquinas de escribir y párrafos añadidos
en un trozo de papel recortado y pegado. En efecto, en el momento de su realización se cometieron errores y cuando todos
los intervinientes se encontraban ya en la notaría para su firma, se subsanaron con una máquina de escribir del propio
notario y los párrafos añadidos también lo fueron con otra máquina distinta de la misma notaría; luego de recomponerse
todo esto en un ejemplar, se hizo una fotocopia para obtener un ejemplar limpio que hizo las veces de original.
La validez de este espécimen tan complejo y la ausencia de manipulación se pudo establecer a partir de los fragmentos
rotos del primer prototipo (que el letrado de una de las partes conservó) a través del cotejo de las máquinas de escribir de
la notaría y mediante el cotejo de las firmas plasmadas por todos los intervinientes en cada una de las hojas. La parte
demandante, a la vista de las pruebas aportadas en el dictamen sobre todos estos aspectos (y otros más no citados), optó
por admitir la veracidad de la forma en que se había generado el documento y desistió en la demanda.
Conocido el desenlace del asunto, se deduce que a veces hay que enfrentarse a lo muy evidente con circunspección y a lo
menos manifiesto con igual disposición analítica, ahondando en todos los aspectos posibles para concluir con acierto.
Una sustitución o el incremento de un nuevo elemento suele delatarse a veces por pequeños síntomas aislados (el cosido
de un cuadernillo en un libro), o por un conjunto de ellos (tipo de papel, diseño de la estampilla, cualidades del timbrado),
y será verdaderamente raro que todo concuerde con exactitud de modo que nada denuncie la suplantación. La Tabla 6 no
es sino un resumen de algunos aspectos materiales de los que se derivan otros muchos; por ello, en la revisión de
cualquier pieza hay varios indicios que permiten resolver cualquier duda sobre cuestiones de esta naturaleza.
Aspectos básicos que procede investigar en casos de adición o sustitución de elementos completos
Formato Tipo de útil de escritura
Soporte Contenido
Gramaje Sistema de impresión
Color Tipo de tinta
Textura Intensidad del entintado
Opacidad Organización de los textos
Corte Paginación
Acabado Referencias del impreso
Soporte Contenido
Filigrana Características de la estampilla
Taladros, engrapados… Peculiaridades de la impresión
Indicios de deterioro Cualidades de los manuscritos
Vestigios de calcados
Tipo de encuadernación
Dobleces
Tabla 6.Conjunto básico de aspectos que conviene aplicar como rutina de inspección, en los casos de alteración mediante
añadiduras o supresiones
CASOS ESPECIALES DE AÑADIDURAS
Las siguientes cuestiones, aunque tratadas como casos especiales de «añadiduras», no tienen la misma consideración que
las expuestas en anteriores apartados; solamente tienen en común con ellas el hecho temporal, es decir, un «antes» y un
«después» en su ejecución, sin que deba interpretarse siempre que esta condición temporal en la plasmación de los
contenidos constituya una falsedad: a menudo, en estas cuestiones no se duda de la autenticidad de los manuscritos
(textos o firmas) o de las mecanografías, pero sí del conocimiento que pudieron tener los intervinientes en cada una de las
etapas de la ejecución. Cuando se trata de determinar si, por ejemplo, una firma se puso antes que una mecanografía en
un documento, se debe a que la cronología es crucial para la veracidad de lo plasmado en él con las consiguientes
repercusiones sobre su validez. Si la firma que valida un documento era anterior al mecanografiado de lo que en él se dice
(ejemplo típico de abuso de firma en blanco), es incuestionable que la negación del firmante respecto de lo suscrito será
motivo para alegar desconocimiento y eventualmente refutar las presumibles obligaciones.
En buen número de casos, las cuestiones sobre la cronología surgen en torno al debate sobre si determinada persona
estampó o no su firma antes que otra y, en consecuencia, si uno y otro estaban de acuerdo con lo pactado, pero no se
pone en tela de juicio la autenticidad de sus autógrafos.
Desde un punto de vista puramente material, la plasmación de un contenido junto o sobre otro preexistente, cabe
valorarse como añadido, aunque sean partes independientes que no afectan una a la otra, desde el momento en que a lo
ya realizado se agregan uno o varios elementos más. Y particularmente importante desde la perspectiva pericial es el
hecho de que dos o más de ellos se entrecrucen. Éste es el origen del concepto de orden de realización de trazos que se
cruzan que ha dado motivo a numerosos estudios técnicos con los más diversos métodos y enfoques, si bien todos ellos
parciales y la mayoría no concluyentes.
El orden de realización de trazos que se cruzan
Las cuestiones que ahora se siguen tienen la calificación de especiales porque en ellas confluyen diversas circunstancias
que las convierten en casos complejos, tanto por las metodologías que precisan para abordarse como por las dificultades
en la obtención de resultados satisfactorios.
Según ahora se verá, la naturaleza de algunos añadidos condiciona la labor de examen, y demandan investigaciones más
especiales. Como en otros exámenes documentoscópicos, existen problemas que hasta el día de hoy no tienen solución,
que en ocasiones puede haberla pero con numerosas dudas sobre su eficacia, o bien las técnicas propuestas están muy
controvertidas.
Establecer la secuencia de ejecución es un problema frecuentemente solicitado al perito, a cuya solución cierta no siempre
es posible llegar por diversas causas. Para poder investigar la manera en que se efectuaron los añadidos o correcciones, se
tiene que cumplir que entre los elementos objeto de análisis se produzcan una o varias intersecciones. En teoría, el
comportamiento de los trazos en los puntos de encuentro debería revelar ciertas propiedades mediante las cuales saber
qué trazo queda superpuesto al otro. Ahora veremos que las cualidades físicas de tales confluencias no son siempre fáciles
de interpretar.
La respuesta a este asunto ha constituido una preocupación constante en Documentoscopia, como se deduce de los
estudios, artículos y ensayos que se han publicado al respecto, cuyos antecedentes más lejanos parecen remontarse a
1925. Pese a que se trata de una cuestión crucial en ciertos litigios y que su solución ha preocupado a muchos expertos,
no son demasiados los trabajos que se han llevado a cabo (2) y en todos los casos son breves y tratan sólo cuestiones
parciales. Considerando que hay obras difíciles de conseguir a pesar de tener la referencia bibliográfica (3) , no se puede
afirmar que no haya alguna que sea extensa o cuando menos se ocupe del tema con suficiente extensión; es seguro que el
trabajo de Pfister será más vasto dada su condición de tesis doctoral.
Acerca de los estudios sobre cruce de trazos
En modo alguno los siguientes estudios sobre la secuencia cronológica de las intersecciones son exhaustivos. Lo vasto y
complejo del asunto requeriría un solo libro para tratarlo con profundidad; por consiguiente, se trata sólo de hacer una
aproximación abordando la casuística más común y los métodos que permiten dar solución a muchos de los problemas,
pero no a todos.
Los continuos intentos por solventar cuestiones a veces tan cruciales, están dando lugar permanentemente a nuevas vías
de ensayo que con cierta periodicidad recogen las publicaciones especializadas, a las que es obligado remitirse para que
tener noticia actual del estado de las investigaciones y sus progresos.
Cruce de elementos de diferentes tintas
Como primer paso para entrar en materia, iniciaremos el análisis detallando las posibles intersecciones entre distintos
medios, contingencia que en la documentación actual suele darse las más de las veces.
El aumento en la variedad de los sistemas de impresión y de los útiles de escritura, hasta hace poco raros e infrecuentes,
son hoy día algo común. De este modo, no es extraño que cualquier espécimen se componga, por ejemplo, de una
mecanografía láser, que las firmas se hayan plasmado con estilográfica y bolígrafo, que alguna parte se haya corregido con
cinta de recubrimiento y que, finalmente, se haya estampado un sello con tampón. Un caso típico de múltiples
combinaciones de medios gráficos son las letras de cambio; los distintos epígrafes suelen cumplimentarse con máquinas de
escribir equipadas con cintas diferentes en momentos distintos, se le suelen poner varias estampillas durante su
tramitación, y las firmas de los libradores y aceptantes se realizan con útiles variados.
Si nos remitimos a otros tipos de documentación como recibos de seguros, cheques o pagarés, la casuística es la misma:
están invadidos de manuscritos y sistemas mecánicos de validación, además de los omnipresentes estampillados en
cualquiera de sus caras, formando amalgamas casi inextricables.
En la Tabla 7 se recoge, a modo de muestra, el punto de partida: tomando como primer elemento un bolígrafo común,
relacionarlo con otros útiles o medios, también usuales, con los que puede aparecer cruzándose. La inclusión de las
sustancias correctoras se justifica por la abundancia del uso que hoy se hace de los líquidos y cintas adhesivas cubrientes
en toda clase de documentos, incluso en los cambiarios con gran importancia económica. Dicha tabla no es más que un
resumen y, por tanto, tiene el carácter de muestra abreviada. Quien se tome el trabajo de desarrollarla en su totalidad,
cambiando sucesivamente a la columna izquierda cada uno de los de la derecha (o aplique la fórmula matemática
combinatoria con una repetición en los pares de elementos), obtendrá una elevada cifra de posibles cruces de trazos entre
distintos medios.
Componentes más usuales que aparecen entrecruzados en un documento
Útil Útil o medio con el que se cruza
Bolígrafo de tinta convencional
Bolígrafo de tinta fluida (roller)
Bolígrafo de tinta gel
Estilográfica
Rotulador de base acuosa o con solventes
Lápiz de grafito
Lápiz de poliéster
Mecanografía de cinta textil
Bolígrafo de tinta convencional Mecanografía de cinta plástica
Impresión con tóner negro (de fotocopia o impresora láser)
Impresión con tóner de color (de fotocopia o impresora láser)
Impresión de chorro de tinta (inkjet)
Impresión con burbuja (bubblejet)
Estampillado
Impresión offset
Marcador para resaltar textos
Sustancias de recubrimiento (tira o pasta)
Tabla 7.Esquema de partida en la combinación de posibles intersecciones que pueden darse entre medios usuales
El estudio pormenorizado de tal número de grupos sería materia bastante para la redacción de una obra aparte, razón por
la que aquí no se abarcan todas las posibilidades, ni siquiera el dejar citados algunos de ellos. Consecuentemente, el
criterio aplicado en la selección de los ejemplos que a continuación se exponen se basa, o en la mayor frecuencia con que
se presentan en los documentos o, por el contrario, en el interés especial de ciertas intersecciones. Unos y otros son casos
verificados con minuciosidad, cualquiera que haya sido la experiencia en los ensayos: el establecimiento indudable de la
secuencia de cruce o la imposibilidad de conocerla.
Intersección de trazos homogéneos y heterogéneos
La razón que justifica el estudio separado de los cruces entre medios similares y heterogéneos, aun presentando
dificultades en todos los casos y el que a ambos les son aplicables los mismos métodos e instrumentos, tiene su sentido:
cuanto más distintos son los materiales entrecruzados, mayores son las posibilidades de dilucidar la secuencia.
Sin que pierda totalmente la validez de esta valoración inicial, hay que subrayar que el esclarecimiento de cruces con útiles
semejantes no siempre se presenta tan dificultosa ni resulta imposible; es obligado introducir el concepto de relatividad en
la indagación de materiales análogos porque cada intersección específica está condicionada por varios factores que
favorecen o complican el que se pueda llegar al establecimiento de la sucesión:
• Las cualidades del soporte
El ensayo con múltiples instrumentos de escritura y medios de impresión lleva a la constatación de que el soporte es un
factor determinante. Hasta tal punto es así, que los resultados obtenidos al escribir con una estilográfica sobre papel
estucado pueden ser notablemente dispares sobre otro soporte de mayor absorción. Lo mismo sucede con las fotocopias y
aún más con los sistemas de impresión por chorro de tinta (quienes hayan utilizado impresoras de este tipo conocen bien
los diametrales resultados que se obtienen al pasar de un papel reprográfico corriente a otro satinado especial para ese
fin). En suma, el primer fenómeno físico a considerar es la adherencia y, consecuentemente con esto, no hay duda en
calificar como determinante la repercusión que tienen los papeles en la calidad final de lo escrito o impreso, según sea el
tipo de acabado.
• El factor temporal
El tiempo transcurrido entre el asentamiento de un trazo y la superposición de otro es a menudo otro factor decisivo para
la solución. Una vez secas, ciertas tintas no reaccionan igual que si están recientes cuando entran en contacto con otro
trazo.
• La composición de las tintas
Los vehículos empleados para transferir los pigmentos desde el útil al papel, tienen una influencia crucial en la forma en
que se adhieren al soporte. Las tintas convencionales de bolígrafo o las de tipo gel tienen una untuosidad y un tiempo de
secado muy distinto a las acuosas de las estilográficas o a las de base volátil de los rotuladores, cuyas diversas cualidades
no sólo provocan un diferente calado en las hojas, sino también en la migración superficial por las fibras.
Análogos efectos distintivos son apreciables entre una impresora de chorro de tinta y otra láser, entre cintas
mecanográficas textiles de pigmento graso y las de tipo plástico, etcétera.
• El color y tono del pigmento
Debido a que la formulación de las tintas es diferente según el color y la tonalidad, la consistencia, el brillo y capacidad de
cubrimiento de cada pigmento presenta un comportamiento de muy diversa intensidad y matices en el encuentro con otro.
Tanto en la visualización como en la toma fotográfica, estas propiedades constituyen factores que, según su calidad,
favorecen o dificultan la determinación de las superposiciones.
• La presión
El apriete de la mano con el útil de escritura o el impacto de la mecanografía actúan como fenómenos favorables las
mayoría de las veces para resolver cuál es la secuencia de realización.
• La superficie sobre la que se escribe
Es notable la incidencia que tiene sobre los manuscritos el hecho de que la superficie de apoyo ceda al apriete o sea
inflexible. Tanto el ancho del trazo como la cantidad de tinta que descarga el útil se verán afectados por la manera en que
la base ceda o mantenga su rigidez. En las mecanografías, el rodillo de la máquina actúa como agente receptor pasivo
semejante a la mesa o el cartapacio, en la escritura manual.
• El punto del útil
Hay que pensar que los sistemas que descargan la tinta sobre el papel son distintos (aunque todos tengan en común el
rozamiento sobre el soporte) y que sus propiedades físicas actúan de manera radicalmente dispar sobre los trazos
manuscritos o en las impresiones mecánicas. La rodadura del bolígrafo sobre una impresión láser, por ejemplo, es menos
proclive a rascar y levantar el tóner que el punto fino de una pluma estilográfica, máxime si ésta tiene algún defecto en el
iridio o se aprieta mucho al escribir.
• El sistema mecánico de impresión
La manera en que deposita la tinta un sistema de impresión de chorro frente a otro de impacto, como el de las máquinas
manuales o electrónicas, originan trazos de muy diversa naturaleza que al cruzarse con otros medios tienen una reacción
desigual. En las imágenes de los próximos ejemplos se verá. Así pues, los elementos de transferencia del pigmento al
papel son agentes con una repercusión decisiva.
Ya se trate de hacer pruebas de investigación como de analizar intersecciones plasmadas en un documento, las cualidades
que se han enumerado deben tenerse presentes no sólo como factores que influyen, sino que determinan las reacciones
entre medios diversos. No hay que olvidar que se trata de propiedades físicas que van a actuar terminantemente y de
modo singular al encontrarse con otra materia preexistente. Desde esa perspectiva es desde la que se ha abordado el
examen de algunas intersecciones interesantes.
Consideración cautelar
Aunque pueda parecer una afirmación tópica, parece conveniente no olvidar un hecho fundamental: en cualquier
intersección de trazos con diferente tonalidad se produce una ilusión óptica, por virtud de la cual el trazo más oscuro
siempre parece estar superpuesto al más claro aunque realmente sea al contrario.
Intersecciones de bolígrafo y otros medios
Entre el mismo bolígrafo u otros similares
Quizá uno de los casos más frecuentes es el que una firma o un texto hechos con bolígrafo se entremezclen con otros de
similares características. La viscosidad de la tinta boligráfica provoca una amalgama en el punto de cruce la mayoría de las
veces indescifrable, debido a que si en una primera pasada la esfera no entintó con suficiencia, el segundo trazo
superpuesto añade una nueva dosis de pigmento que mancha las fibras ya impregnadas. La confusión que se origina en la
confluencia de los trazos (y de ahí el término amalgama) se debe al carácter no desplazable de la tinta boligráfica: su
untuosidad permite que se fije en las fibras sin que migre por ellas ni cale con profundidad en la masa del papel. Así, no es
raro que dos líneas de bolígrafo poco intensas o de diferente tono formen un punto de cruce de coloración más oscura,
aunque sin cualidades que permitan conocer cuál fue el momento de implantación.
La dificultad se acrecienta cuando la presión de los trazos es débil. Las fibras sólo se impregnan levemente y la
indeterminación es más acusada. Es lo que se suele darse en papeles de calidad común para escribir o imprimir, es decir,
en soportes en los que se supone se emplearán con los útiles más corrientes: pluma, bolígrafo, rotulador o lápiz.
Algunas calidades de papel (calandrado, satinado o alisado por una cara) poseen un encolado especial, o simplemente un
tratamiento de alisado, que mejora el comportamiento frente a las tintas líquidas. Sobre estas superficies, el bolígrafo
muestra una reacción muy distinta: no siendo materias absorbentes o rugosas, el pigmento resbala como si se tratase de
una grasa aplicada sobre un cristal; la tinta no encuentra un entramado rugoso que favorezca la adherencia y, además de
fijarse de modo uniforme en el sentido del trazo, resbala hacia los márgenes del trazo formando un contorno de resalte. La
dificultad para adherirse en una superficie así favorece que el segundo trazo arrastre parte del pigmento anterior y que los
contornos laterales se seccionen visiblemente como se ilustra en la Figura 280.
Figura 280.Manuscrito con bolígrafo sobre un papel satinado. El resbalamiento de la tinta a ambos lados de la esfera crea
un contorno que permite distinguir inequívocamente qué trazo se superpone a otro anterior
Un acabado de más lustre, como el de algunas cartulinas, aumenta la dificultad en la fijación de la tinta viscosa de
bolígrafo. Es el caso que se muestra en la Figura 281. La esfera del bolígrafo resbala a medida que cursa el trazado, e
impide que la descarga de la esfera sea homogénea; a intervalos, aparecen formas semejantes a tejas, además de
cúmulos en los bordes.
Influye también en esta ocasión el que la tinta no se haya secado, tratándose de un soporte que por su acabado necesita
más tiempo para absorber el pigmento. Si en el caso ilustrado no hay intersección con otro medio distinto sobre el que
estudiar la secuencia de dos contenidos disímiles, sí es de gran utilidad para conocer cómo está realizada la firma y, por lo
tanto, qué características tiene su construcción. Una información así permite efectuar un cotejo con mayor fundamento
frente a otras firmas dubitadas.
Figura 281.Firma estampada con bolígrafo sobre una cartulina satinada. Los defectos del entintado y las rebabas de los
bordes los provoca el lustre de la superficie sobre la que se firma. No mediando entre un trazo y otro más tiempo que unos
segundos, el primero aún fresco es arrastrado por el segundo recorrido de la esfera
Ciertos formularios de papel autocopiativo, aparte del especial tratamiento que tienen por el dorso, poseen una textura
especial en el anverso que, si no satinada, sí resulta sedosa al tacto. Este tipo de acabado provoca análogos efectos que
los mostrados anteriormente en cartulinas satinadas (Figura 282). En esta firma se percibe con toda claridad que la parte
ilegible que hace las veces de texto está superpuesta a la rúbrica de configuración horizontal por virtud del arrastre que ha
ocurrido en los puntos de intersección. Sin duda, la presión es un factor coadyuvante para que el fenómeno se manifieste
con la claridad que aquí se ilustra.
Figura 282.Firma estampada con bolígrafo sobre un formulario de papel autocopiativo. La firme presión aplicada con el
útil favorece el deslizamiento de la tinta hacia los márgenes de los trazos, lo que permite que los recorridos superpuestos
seccionen los anteriores
Los fenómenos mostrados en los cruces de las tres ilustraciones no dejan de constituir, hasta cierto punto, algo poco
corriente. No es común el empleo de papeles especiales para la confección de documentos, si se exceptúan las letras de
cambio, lo timbres del Estado o los papeles impresos de algunas empresas que para su desenvolvimiento normal emplean
calidades propias más altas.
Pero lo usual es que cualquier pieza a estudiar se haya extendido en calidades similares a las reprográficas de 80 gr con un
acabado de porosidad media. Sobre este tipo de papeles, la adherencia de las tintas convencionales de bolígrafo forman en
los cruces un empastamiento indistinguible aun cuando se varíen la proyección de la luz, la aplicación de filtros de
contraste, la fotografía infrarroja, el aumento del microscopio, etcétera. Las fibras se impregnan a ambos lados, los
intersticios de la masa del papel se cubren por completo y la zona de encuentro se convierte en un solo cuerpo de
pigmentación entremezclada cuya coloración, aun siendo diferente, es imposible discriminar como en la microfotografía
inferior de la Figura 283. La compactación se incrementa cuanto mayor es la presión de ambos trazos o de uno de ellos: la
esfera empuja a mayor profundidad la tinta, rellenando totalmente cualquier mínimo hueco y la hace más espesa, de modo
que resulta impracticable esclarecer la secuencia mediante cualquier operación de reconocimiento visual o de registro
fotográfico con medios especiales. Es en este tipo de intersecciones donde han fracasado las diferentes técnicas o, en el
mejor de los casos, han dado resultados inciertos y poco fiables, incluyendo métodos que emplean tecnologías muy
avanzas y complejas como la microscopía electrónica de barrido (MEB).
Figura 283.Cuanto mayor es la presión que se ejerce con el bolígrafo, más penetra la tinta hacia la capa inferior del
papel, y vuelve indiscernible el estratificado de cada uno de los trazos, aun cuando tengan diferente color. En ambas
microfotografías del mismo cruce el vertical es de color negro y el horizontal de color azul claro
Hay sin embargo, al día de hoy, una nueva vía de investigación que ha publicado Giuseppe Schirripa, del Departamento de
Ingeniería Electrónica de la Universidad de Roma, utilizando un sistema láser con el que construir un perfil para demostrar
cómo se produce la superposición de las capas de pigmento (4) . Aunque parece ser una técnica más precisa que las hasta
ahora empleadas, tampoco parece que este método aporte la solución definitiva a tan debatido problema, según sus
propias palabras:
«The experiments performed with line crossings database show that the proposed method is able of "positive
identification" of writing sequence in the majority of the tests. In absence of a positive identification, the result has
been "inconclusive" (no false determination did occur in this work)».
Anteriores análisis y técnicas han dado lugar a un buen número de artículos monográficos centrados en diferentes tipos de
cruces y en materiales específicos, aunque, dada la importancia del problema, bien se puede deducir que no son
suficientes ni por cuantía ni por el nivel de certidumbre que se ha alcanzado.
Entre bolígrafo y estilográfica
En la Figura 284 se muestran los efectos de un cruce entre bolígrafo y estilográfica, esta vez sobre un papel de la Fábrica
Nacional de Moneda y Timbre; y en concreto del que se empleaba en los Tribunales unos pocos años atrás.
Figura 284.Detalle de la intersección entre dos firmas. La primera de bolígrafo y la otra con estilográfica, realizadas sobre
papel timbrado de superficie calandrada
La firma con estilográfica se estampa cuando ya figuraba otra anterior realizada con bolígrafo. Como puede verse, la
segunda tinta, más líquida y de base acuosa, es repelida por la grasa de bolígrafo . Pese a que en el trazo
descendente hecho a pluma se ha ejercido una fuerte presión (nótese el grosor producido por la apertura del punto), la
descarga de fluido no ha sido capaz de cubrir la delgada línea del bolígrafo en la parte inferior; en la intersección superior
sólo una parte de la tinta de estilográfica se ha interrumpido debido a que el entintamiento del bolígrafo en esa otra zona
ha sido débil .
Entre bolígrafo y mecanografías
Ya se ha dicho que la solución a la cronología relativa de cruzamientos permite un solución tanto más favorable cuanto
más distintos son los sistemas gráficos y los pigmentos que utilizan.
El hecho de que las máquinas de cinta textil requieran de un impacto relativamente fuerte para transferir el pigmento al
papel que, según la pulsación del mecanógrafo o del carácter de que se trate llegan a traspasar el soporte; así se origina
un relieve que hunde el manuscrito si éste ya se encontraba en la hoja o, al contrario, actúa como accidente topográfico
cuando la esfera del bolígrafo corre sobre él (a lo que ayuda el hecho de que algunos tipos calan más que otros por su
propia estructura o por desgaste de la barra portacaracteres). En los dos casos, la verificación de ambos fenómenos suele
requerir del examen bajo aumento y con diferentes tipos de proyección de la luz de modo que la topografía revele lo que
ha sucedido.
Las diferentes calidades de presión (el impacto de la máquina y el empuje de los dedos) no siempre permiten dilucidar con
certeza el orden de estampación si una y otra confluyen en punto en el que ambas son muy intensas; la intersección de
dos surcos profundos tiene un efecto de anulación y entremezcla que impide deslindarlas. Hay que recurrir, si se da la
circunstancia favorable, a la observación de zonas en las que el manuscrito se haya realizado con relativa suavidad. La
esfera del bolígrafo, muy sensible a los distintos relieves del papel, registrará, si la mecanografía ya existía, una pequeña
interrupción en alguno de los bordes de los tipos (Figura 285).
Figura 285.El relieve de los caracteres mecanográficos ha causado pequeños cortes en el recorrido de los trazos
manuscritos, en una zona en la que el bolígrafo ha rozado con suavidad el papel. Véase que el entintado del trazo manual
no es muy intenso y que las interrupciones se localizan a la derecha de los surcos de los tipos, lo que también permite
saber que la línea de bolígrafo fue puesta con posterioridad a la mecanografía y, asimismo, la dirección ascendente y
progresiva de su curso
Si concurren circunstancias aún más favorecedoras, como en el caso ilustrado en la Figura 286, la solución a la secuencia
de los trazados aparece inequívoca; en esta eventualidad, no sólo la base del tipo ha calado con profundidad en el papel,
sino que también la cinta lo ha dejado sin entintar, dejando ver el «salto» sobre el surco de la línea de bolígrafo pese a que
en el recorrido se ejerció una presión firme (así lo atestiguan el calibre del trazo y la cantidad de pigmento).
Figura 286.El profundo surco que se origina en la base de la letral, unido al hecho casual de que la cinta mecanográfica
no la haya entintado, permiten establecer con certeza que la firma estampada con bolígrafo fue posterior a la mecanografía
Sin duda, en este ejemplo se han dado dos circunstancias idóneas que no siempre aportan tanta facilidad a la resolución
del asunto. Pero son también estas eventualidades las que permiten solucionar un problema concreto; de ahí que en el
examen de los trazos de cualquiera de los dos medios se imponga una visualización exhaustiva con útiles apropiados para
descubrir lo que a ojo desnudo no es manifiesto. Pequeños detalles como éste, examinados apropiadamente, tienen un
valor probatorio incuestionable.
Aunque también las mecanografías de cinta plástica se originan mediante impacto, el resultado material sobre el papel es
otro muy distinto: no hay una impregnación de tinta; lo que produce es la transferencia de una lámina desde la cinta que
la contiene al papel, y crea una capa que no se embebe en el soporte sino que tan sólo se fija superficialmente. El
conocimiento de esta característica material es esencial en el momento de revisar los puntos de cruce, porque tratándose
de una capa superpuesta susceptible de despegarse, el rozamiento del bolígrafo sobre ella puede llegar a deformarla y,
acaso, a desprender alguna parte.
La desemejanza en el método de transferencia es determinante en la investigación de la secuencia de realización que
interesa. El punto de partida en el examen de mecanográficas plásticas cruzadas con otros útiles, comporta observar la
superficie de la cinta en cuestión; pese a la aparente identidad de las calidades a simple vista, con cierto aumento se
comprueba que los fabricantes ofrecen acabados distintos en lo que a su textura se refiere: desde las satinadas hasta las
casi totalmente mates. Unas y otras calidades atraen de modo desigual las diferentes tintas de los útiles manuales.
Además del acabado, y al igual que en la mecanografía de cinta textil, la profundidad del impacto de los caracteres
interviene no poco en la resolución de la secuencia. Al igual que en el caso anterior de mecanografía textil, la solución
puede venir a través de algún cruce en el que la esfera del bolígrafo corra sobre un surco de cierta profundidad y origine
un pequeño tramo en blanco en el segundo borde del trazo; se trata del efecto típico en el rodar de la esfera cuando
encuentra algún obstáculo. Sin embargo, en los cruces de bolígrafo y cinta plástica el efecto más frecuente con que
establecer el orden cronológico se halla en el desprendimiento parcial del algún carácter que haya sido sometido a cierta
presión con el punto del útil (véanse las imágenes de la Figura 287 y Figura 288). Aunque desprendimientos parciales
como el de los ejemplos suelen requerir de un apriete más profundo e insistente para que se produzca alguna rotura, la
aparente estabilidad del laminado y la perfección de los caracteres no son tantas como parecen a priori; y la posibilidad de
que la lámina de impresión se vea afectada por borraduras o sobrescrituras (las segundas aunque de menor acción
abrasiva) es bastante común.
La presencia de desprendimientos como los que se ejemplifican en ambas imágenes permiten concluir con certeza que la
mecanografía era anterior al estampado de la firma con bolígrafo, tanto por las propias pérdidas de los fragmentos como
porque algunas de las partículas levantadas aparecen adheridas en recorridos posteriores del manuscrito: se fijan
momentáneamente en la esfera hasta que vuelve a depositarlas más tarde; realizando un recorrido visual de los
subsiguientes trazos es posible encontrarlas diseminadas. Al primer fenómeno del levantamiento se suma este otro de su
presencia más adelante para establecer con certeza cuál fue el orden que se siguió en la confección del documento.
Figura 287.Microfotografías de los desprendimientos parciales debidos a la sobrescritura del bolígrafo. Los pequeños
fragmentos arrancados suelen quedar adheridos en alguna zona del trazado manuscrito
Tratándose la mecanografía plástica de una fina película que no cala el papel, su material opera como una capa
impermeable que impide el traspaso al soporte de otros pigmentos (sean líquidos o viscosos) y, por tanto, se convierte en
una barrera protectora. El que estas mecanografías no tengan fijación definitiva es lo que permite eliminarlas por el
sistema de levantamiento en las máquinas equipadas con cinta correctora adhesiva. La posibilidad de eliminar los
caracteres uno a uno despegándolos y su naturaleza impermeable posibilita la resolución certera de casos en los que otros
trazos aparecen entrecruzados. Al levantarse un carácter, además de la película, con él se levanta parte del pigmento de
bolígrafo, de rotulador, etcétera, que tiene adherido, y crea un corte en la continuidad del trazo superpuesto más o menos
intenso según sea la densidad del pigmento. Con las tintas viscosas que manchan la capa superficial del papel la
interrupción es notoria, porque deja en blanco un pequeño tramo coincidente con la posición que anteriormente ocupaba el
carácter.
Figura 288.Microfotografías del desprendimiento parcial de una mecanografía con cinta plástica. El número0ha sido
afectado por la esfera del bolígrafo al estamparse la firma
Las tintas líquidas que calan con más profundidad el papel no ofrecen una interrupción tan marcada pero sí dejan vestigios
indiscutibles respecto a la secuencia en la implantación de cada capa (Figura 291). La imagen de esta corrección ofrece un
aspecto más desdibujado de los perfiles en los que se han producido las interrupciones porque es un trazado de
estilográfica el que estaba superpuesto a la mecanografía. La tinta fluida de estilográficas y rotuladores crean menor
definición en los cortes al tratarse de vehículos capaces de calar el soporte desde los bordes de la cobertura plástica hacia
el centro. Véase la representación esquemática de su comportamiento (Figura 289).
Figura 289.Representación del comportamiento de las tintas fluidas al discurrir sobre mecanografías plásticas
La razón de que sea así se debe al efecto de capilaridad: las tintas líquidas de pluma y rotulador, a pesar de encontrarse
con la película impermeable, desbordan los límites del carácter y pasan parcialmente a una capa más profunda del papel
hasta agotar su capacidad de empapamiento o cuando llegan a su tiempo límite de secado. En el grado de calado
interviene de manera decisiva la calidad del encolado del papel, puesto que una buena impermeabilidad o, al contrario, la
abundancia de poros y un encolado débil, serán determinantes en la migración y corrimiento del fluido por las fibrillas y a
través de la masa.
Correcciones como la del ejemplo requieren examinarse con un grado de aumento que generalmente la macrofotografía
soluciona. Obsérvese que las interrupciones son mínimas y que el pigmento de los caracteres no ha desaparecido en su
totalidad. Dándose el caso de que no se haya practicado ninguna corrección, la solución a la cronología relativa se obtiene
despegando los caracteres que tengan líneas cruzadas. Empleando el mismo tipo de banda adhesiva con que van
equipadas las máquinas de escribir, es relativamente sencillo desprenderlos con ayuda de un bastoncillo de los que se usan
para componer textos con letras transferibles (Figura 290).
Figura 290.Un bastoncillo como el que se emplea para la rotulación con letras transferibles es muy adecuado para
despegar una mecanografía plástica
Como con cualquier otra operación de similar naturaleza, se debe tener la certeza de que los materiales que se van a tratar
se comportan de manera previsible, para evitar que el levantamiento se convierta en un ensayo de consecuencias
imprevistas y el documento quede dañado de forma irreversible.
Figura 291.El levantamiento de los caracteres«TA»utilizando la cinta adhesiva de la propia máquina de escribir se ha
llevado tras de sí una parte del trazado manuscrito que se le superponía
Entre bolígrafo e impresión con tóner
Fotocopiadoras e impresoras láser emplean el mismo pigmento en polvo (tóner), de parecidas características en cuanto a
su composición y con idéntico sistema para la formación de textos o imágenes: la fusión térmica.
La impresión con tóner tiene en común con la mecanografía plástica el que ambos medios son depósitos superficiales que
se fijan a la superficie pero no calan en el papel. El tóner, sin embargo, crea un relieve, a veces notable y fácilmente
perceptible al tacto, si la máquina ha producido una gran descarga de materia. Esa protuberancia es suficiente para que los
útiles de escritura lo acusen, dejando vestigios de su encuentro, en particular si al manuscribir se ha hecho con leve o
media presión. Así, por ejemplo, la esfera del bolígrafo acumula tinta en el resalte con el que se encuentra y, al contrario,
salta literalmente sobre el borde de salida y deja sin entintar un minúsculo trecho (Figura 293).
Figura 292.Microfotografía de un trazo de bolígrafo superpuesto a una impresión con tóner
Figura 293.Representación del entintamiento que origina el bolígrafo al discurrir sobre un relieve de tóner
Tal como se dijo al comienzo del epígrafe al respecto de las circunstancias materiales que condicionan estos exámenes, la
claridad en la manifestación del fenómeno dependerá tanto del relieve como de la presión del manuscrito y del tipo de tinta
que se superponga. En la Figura 292, la línea de bolígrafo que corre sobre el tóner no produce idéntica manifestación en el
fuste de la letra l que en el de la h, tan sólo porque la presión en una y otra ubicación es diferente; pero en esta segunda
letra la pequeña banda en blanco del margen derecho del trazo no deja lugar a dudas de que el manuscrito es posterior al
impreso y que el trazo corre de izquierda a derecha.
La constatación de que un trazo manuscrito corre por encima del tóner es posible a veces a través del surco que originan
los útiles de escritura. Comoquiera que el tóner forma una capa granulada relativamente gruesa, el paso de la esfera del
bolígrafo o el punto de la pluma abren una hendidura, y se hace perceptible a medio aumento con iluminación episcópica
adecuadamente orientada. A veces incluso, se producen desprendimientos de materia que es arrastrada unos milímetros
en el sentido de la marcha.
Figura 294.Los dobleces pueden ocasionar desprendimientos del tóner, especialmente si el papel tiene un acabado
satinado, alisado o bien calandrado como aquí sucede
Las cualidades físicas de dureza, compactación, materia quebradiza e impermeabilidad del tóner, así como su peculiar
adherencia al soporte, permiten solventar sin dudas una secuencia de ejecución particular. Accidentalmente, el tóner
tiende a desprenderse del soporte si éste es satinado, si se hace algún doblez (Figura 294) o si se ha conservado en una
carpeta de plástico largo tiempo.
Cualquiera de estas contingencias dan, excepcionalmente, la solución a un caso; las fotografías de la Figura 296 son una
muestra de ello. Un texto compuesto mediante fotocopia sobre papel timbrado de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre
se empleó como original para crear un documento que después firmarían los interesados. El desprendimiento de partes
minúsculas, exactamente en la zona de cruce entre texto y manuscrito, produjo las interrupciones que pueden verse
resolviendo la pregunta planteada sobre la cronología relativa, es decir, si las firmas eran anteriores al texto fotocopiado, o
viceversa.
Figura 295.La disposición de la luz próxima a la verticalidad (como en esta imagen) o totalmente vertical para provocar el
brillo de los pigmentos, es sustancial para resolver algunos problemas de superposición de trazos
Aunque en este ejemplo tan manifiesto el útil que se superpone no es bolígrafo sino rotulador, los efectos que resultan de
un desprendimiento similar con tintas viscosas son los mismos. La capa de cubrimiento que hace el bolígrafo sobre el tóner
tiene aún mayor fijación que los pigmentos fluidos y los bordes de la interrupción aparecen incluso más definidos.
La proyección de la luz con fuerte oblicuidad, o dispuesta perpendicularmente (Figura 295), que en otras circunstancias
debería evitarse, cumple aquí con una función visual clave: provocar el brillo de la capa untuosa del bolígrafo para
comprobar si los trazos tienen o no continuidad en los puntos de intersección (Figura 297).
Las dos imágenes de dicha figura son por demás esclarecedoras. Los trazos de bolígrafo (de color azul claro en el original)
refulgen y adquieren un tono virado hacia el rojo en todo el recorrido, que se comprueba homogéneo incluso sobre los
caracteres fotocopiados. La verificación no puede ser más sencilla e indiscutible, puesto que la opacidad del tóner hubiese
cubierto completamente la zona del manuscrito de haber estado primero éste. La misma certidumbre en la secuencia
puede alcanzarse en los cruces con cinta mecanográfica textil si también se dispone la iluminación de modo que el ángulo
de reflexión sea el apropiado para que la tinta brille (Figura 297).
La comprobación se hace más segura en la visualización directa o en las reproducciones en color, puesto que no sólo ayuda
la continuidad del brillo del pigmento, sino también que la coloración de la superficie no está interrumpida.
Figura 296.Microfotografías de los desprendimientos ocurridos en textos fotocopiados. El tóner se ha desprendido del
papel, fracturándose tal como corresponde al cuerpo rígido en que se convierte al fundirse. Un trecho del manuscrito ha
desaparecido con el fragmento despegado permitiendo conocer que la firma, hecha con rotulador, era posterior. Que no se
trata de una manipulación por abrasión a raspadura se certifica por el estado en que han quedado las fibras del papel,
indemnes como puede verse
Entre bolígrafo e impresión por chorro de tinta
Aunque en este caso de intersección intervienen dos tintas heterogéneas por su grado de densidad y composición, ambas
tienen en común la fuerte adherencia al papel, si bien en el caso de la tinta fluida de la impresora la tinción del soporte
tiene un calado más profundo.
Tratándose de un cruce de un pigmento viscoso y graso, y de otro fluido debiera esperarse que en la confluencia se
produjera una especie de rechazo de la segunda al encontrarse con la primera conforme a la lógica reacción de dos
materias de estas características. Sin embargo, los efectos esperados no aparecen con claridad, a lo que contribuye, sin
duda, el hecho de que la impresión por chorro carezca de relieve y la tinta se absorba en el papel con mayor fuerza que
otra fluida similar de rotulador o estilográfica (considérese que el entintado se realiza mediante inyección).
Figura 297.Tomas microfotográficas del cruce de tóner y bolígrafo, éste sobrescribiendo los caracteres de la fotocopia
(arriba); debajo, el cruce del mismo tipo de útil con mecanografía de cinta textil. Ambas fotografías se han tomado con dos
focos oblicuos, uno de ellos con proyección casi perpendicular buscando provocar el brillo de la tinta del bolígrafo (imagen
inferior)
Pero la inyección de tinta aún cuenta con otra propiedad que dificulta la distinción de las materias superpuestas; se trata
de un fluido que contiene un aditivo para el secado rápido y que esta rapidez es tanto mayor cuanto menor es la calidad
elegida para la impresión: si la cantidad es menor (la consabida «calidad normal») que si se imprime con mayor
pigmentación («alta calidad»); y asimismo es determinante la absorción del soporte.
Figura 298.Microfotografía del cruce entre una impresión de chorro de tinta y un trazo de bolígrafo convencional
preexistente. Ni los bordes del carácter ni su zona central de intersección acusan efecto alguno de repelencia
Figura 299.Microfotografía del cruce entre una impresión de chorro de tinta y un trazo de bolígrafo de tinta gel. No hay
ningún vestigio claro de alteración al depositarse la tinta fluida sobre el trazado más viscoso de bolígrafo
La Figura 298 corresponde a un cruce de trazos en el que los manuscritos de bolígrafo ya estaban en la hoja. La impresora
ha pasado sobre la tinta del bolígrafo sin dejar vestigio alguno de alteración ni repelencia del pigmento graso que debiera
haberse manifestado en el punto mismo de intersección o en los bordes del carácter, habida cuenta de que la cantidad de
entintamiento del bolígrafo es la suficiente para que se hubiese producido rechazo.
Sin duda, la finura, la fuerza en la proyección del pigmento y la rapidez de secado actúan como agentes estabilizadores
que impiden cualquier corrimiento al entrar en contacto con el papel.
La reacción de este tipo de impresión sobre el pigmento de los bolígrafos de tinta gel es similar, como puede comprobarse
en la imagen de la Figura 299. Aun en las zonas en las que el entintado de los útiles manuales es abundante por la
profundidad de la presión, no se detecta síntoma alguno que pueda confirmar de manera visual el orden en que se
realizaron. Algo distinto sucede en el caso inverso, que se muestra en la Figura 300. El cambio en las posibilidades de
esclarecimiento de la secuencia viene dado por el tipo de recubrimiento que hace la tinta de la impresora sobre el soporte:
si bien no forma una lámina rígida e impermeable como en el caso del tóner, sí crea un entintado denso capaz de
concentrarse con suficiente cantidad y profundidad para hacer que el papel sea hasta cierto punto impenetrable a otras
tintas, particularmente si no son líquidas como las de bolígrafo. Véase en la Figura 302 que la densidad que alcanza el
relleno es penetrante, y solamente se ve repelida en algunas de las fibras de la masa.
Figura 300.La tinta de bolígrafo superpuesta a la impresión de chorro crea una capa cuya continuidad se hace visible
iluminando la zona con luz episcópica vertical (véase laFigura 91 en la página 220)
Ahora hay que recordar las cualidades físicas del bolígrafo para comprender el porqué del cambio en la visualización
cuando es este útil el que sobrescribe la impresión por chorro.
Las propiedades de cubrimiento y adherencia de la tinta boligráfica sobre casi cualquier superficie permiten que este
pigmento se deposite en capa consistente, que aparece definida con claridad al proyectar iluminación episcópica vertical; el
brillo de la tinta y la reacción de los rayos proyectados perpendicularmente (recuérdese lo que se dijo al respecto de las
propiedades físicas de la luz) devuelven un brillo hacia la cámara que lo registra como una banda de color gris claro, tal
como el que aquí se aprecia (en la imagen original, que recoge el color azul claro del bolígrafo, es aún más visible el efecto
de continuidad).
Figura 301.Al correr sobre la impresión, el bolígrafo de tinta gel deja dos bordes de acumulación de apariencia continua,
como relejes de ruedas, que permiten establecer la superposición
La consistencia menos grasienta del gel en este otro tipo de bolígrafos favorece un mayor resbalamiento de la materia
hacia los bordes de la esfera, fenómeno que origina el surcado blanco en el centro y el doble resalte en los márgenes de
los trazos (Figura 301). La doble acumulación de mayor cantidad de pigmento en los bordes se mantiene continua, sin
cortes, lo que permite dilucidar que el manuscrito se hizo en último lugar.
Entre bolígrafo y estampillas
El acabado de los papeles tiene una influencia absoluta en el esclarecimiento de la intersección de los dos medios.
Sobre el papel de superficie calandrada, como el de las letras de cambio, las tintas necesitan de un cierto tiempo para
fijarse y hacerse completamente estables. La fotografía de la Figura 303 corresponde a un estampillado sobre el que
después se estampó la firma. Podemos saber que el orden de cumplimentación fue así porque la tinta de tampón, aún
fresca, fue arrastrada por la esfera del bolígrafo un corto trecho en el sentido en el que iban los trazos manuscritos.
Figura 302.Detalle microfotográfico de un carácter impreso con chorro de tinta. Salvo las fibras más superficiales y con
una mayor lisura, la condensación del pigmento aparece muy intensa
Figura 303.Localización de los puntos en los que el bolígrafo se lleva tras de sí parte de la tinta del estampillado
El apriete del útil sobre una tinta que aún no está totalmente seca contribuye a que en algunos puntos el fenómeno se
manifieste con más intensidad. Obsérvense las intersecciones con atención porque la tinta de la estampilla también refluye
un poco cuando el bolígrafo se aproxima a ciertas zonas en lo que parece ser un efecto de atracción de fluidos.
También en el siguiente ejemplo se mezclan tintas de tampón y de bolígrafo y, asimismo, la presión de la mano con el útil
es firme (Figura 304). Varía ahora la composición de la tinta, de menos densidad que la anterior al tener menos
componente graso (las tintas de tampón poseen diferente concentración grasa dependiendo del color de que se trate). Un
medio más fluido estampado sobre un papel de mayor absorción impide el arrastre con facilidad cuando lo surca un útil de
escritura, a diferencia de lo que sucedía en el ejemplo anterior.
Figura 304.Detalles microfotográficos de una firma realizada con bolígrafo que se superpone a una estampilla.
No obstante la menor untuosidad de esta estampilla, el hecho de estar ya implantada tiene su efecto sobre los trazos de
bolígrafo que se le superponen. La esfera del bolígrafo es capaz de transferir la tinta con regularidad en los momentos en
que el firmante aprieta con fuerza (indicado 1), independientemente de que se encuentre o no con el pigmento del
estampillado. Sólo en los momentos en los que el empuje se hace más leve, la esfera del bolígrafo pasa por encima de la
otra tinta sin cubrirla completamente (indicado 2).
Los distintos efectos en el recorrido manuscrito debidos a las diferencias de presión que hemos visto, obligan a tener muy
presente esta cualidad manual (u otras de las citadas, relativas a los útiles) antes de formar un criterio definitivo. Es
posible que lo que en una parte de la andadura gráfica no se manifieste con claridad, aparezca en otra zona de forma
patente, como aquí sucede. Por tanto, se hace imprescindible un examen exhaustivo de toda la andadura para notar cómo
se produce la adherencia de las tintas según los variados momentos de velocidad y empuje de los dedos. Si el modo en
que se utilizan los útiles de escritura interviene decisivamente en las propiedades físicas que se manifiestan sobre el papel
(cuando se trata de analizar únicamente ciertas cualidades del grafismo manual), a la hora de examinar su reacción frente
al encuentro con otros medios gráficos las peculiaridades gestuales adquieren una importancia determinante.
Figura 305.Intersecciones de trazos de estilográfica, realizados sobre idéntico papel y con el mismo útil de escritura, cuya
preparación se hizo con semejante velocidad. En la foto izquierda se aprecia cómo parte de la tinta de los trazos verticales
migra hacia los horizontales preexistentes, porque entre unos y otros apenas media tiempo. La fotografía derecha
corresponde a otro cruce de líneas verticales sobre las horizontales, después de que éstas se pusieran sobre el papel un
mes antes. Esto demuestra que el tiempo de secado tiene una influencia capital en el desplazamiento de los fluidos
Cruce de estilográfica con otros medios
Más aún que el bolígrafo o que las tintas de tampón, la tinta de estilográfica es sensible a la calidad del papel, tanto desde
el punto de vista del acabado como del tramado de las fibras. Un soporte satinado o alisado es capaz de mantener la
acumulación de líquido en ciertos puntos de concentración, de manera que acaban secándose sin migraciones. Los papeles
de baja calidad, por el contrario, se prestan al corrimiento del fluido por capilaridad, provocando los efectos de líneas con
márgenes borrosos que son bien conocidos.
Acerca de las intersecciones de estilográfica (y de los rotuladores y rollers de parecida fluidez) se ha venido manteniendo
un concepto genérico, según el cual siempre se cumplía que cuando dos trazos de esta tinta se entrecruzan, parte del
segundo fluye por el primero del modo en que aparece en la Figura 306. En los cruces de este ejemplo se ha dado la
circunstancia favorable de que la firma se realizó sobre un papel alisado en el que el tiempo de absorción es relativamente
lento. Pero no siempre el fenómeno se manifiesta tan patente.
Figura 306.Pormenor macrofotográfico del cruce de un trazo de estilográfica sobre otros dos preexistentes también del
mismo útil
Las estilográficas de punto fino o extrafino descargan menor cantidad de líquido, que se convierte en escasa cuando la
mano se mueve rápidamente en las rúbricas o en cualquier otro movimiento raudo. Si trazos de estas condiciones se
ejecutan sobre papel de gran absorción y la descarga de tinta es mínima, no se producirá traspaso de líquido a otras líneas
con las que se crucen, o la migración hacia un trazado anterior será mínima como se ve en la Figura 305. Así pues, el
transvase de tinta de un trazo a otro está condicionado por:
factores que originan diferentes fenómenos con desigual intensidad en la intersección, según que uno o varios de los
factores citados se incremente o decrezca.
No todas las tintas de estilográfica reaccionan igual sobre un mismo tipo de soporte ni secan y se fijan de igual manera,
razón por la que los cruces de estilográfica pueden dar reacciones que no cumplen aquella norma general, que parece
lógica, del corrimiento de los fluidos: el segundo migrando sobre el primero.
En la Figura 307 y siguiente se muestran dos excepciones que lo prueban. La intersección de la imagen A corresponde a
los trazos estilográfica donde el vertical se superpone al oblicuo; el pigmento de éste, profundamente fijado y seco, actúa
como suave impedimento para que el segundo fluido vertical se adhiera a él, fenómeno que se refleja mediante un
pequeño estrechamiento por repulsión que en la imagen se registra como una pequeña banda más clara ( ). En la
imagen B hay que recurrir a la fotografía de aproximación para comprobar que una mínima cantidad de tinta del trazo
oblicuo que cursa en descenso ( ), migra por los bordes del surco que originó la primera estilográfica (indicado con las
dos flechas de color blanco) y que en el margen contrario al sentido de la marcha de este segundo trazo también se
produce una pequeña franja en blanco porque no ha sido capaz de cubrir el primero que ya estaba seco ( ). Se
establece, por tanto, que el tipo de pigmento, su fijación, y el punto de las estilográficas son fenómenos físicos que
favorecen el esclarecimiento de la secuencia.
Figura 307.Intersección entre trazos de estilográfica. La distinta dureza de los plumines y la fijación de los pigmentos en
el soporte son claves para dilucidar cómo se ha producido la secuencia
Figura 308.Intersecciones entre trazos de estilográfica con iguales características que las anteriores.
Es fácil encontrar semejantes efectos a los ya vistos en otras intersecciones como las que se muestran en la Figura 310
que, como se ve, las interrupciones o el desigual entintamiento en zonas específicas ofrecen una apariencia diversa. La
reacción ejemplificada en la Figura 284 (página 516) entre bolígrafo y estilográfica es una de las posibles aunque no la
única. La pluma es capaz de entintar un trazado previo de bolígrafo, cinta mecanográfica textil o de tampón si cualquiera
de ellos lleva puesto cierto tiempo sobre un soporte de gran permeabilidad Figura 309.
Figura 309.El cruce de un trazo de estilográfica sobre mecanografía de cinta textil puede verse como en esta imagen. Tan
sólo en la zona superior de lao, la tinta fluida de la pluma parece tener dificultad para cubrir completamente el pigmento
graso mecanográfico ( ). Pero el defecto es tan pequeño que basta para despejar con rotundidad las dudas sobre la
secuencia
Que la repercusión de materias heterogéneas es crucial en los encuentros de dos medios, lo prueban fenómenos tan claros
como los que se muestran en la Figura 311. La fotografía superior corresponde al cruce de trazos de estilográfica con
bolígrafo estampados sobre papel satinado; la claridad del fenómeno ilustrado no deja lugar a dudas sobre la secuencia. En
la macrofotografía inferior, los trazos con bolígrafo de tinta gel, de materia espesa e hidrófuga, han actuado como severo
obstáculo en la fijación del pigmento de vehículo acuoso; en los bordes del bolígrafo se ven con meridiana claridad amplios
trechos de clareo que dan idea de la dificultad que tiene la tinta de la pluma para fijarse después de haber corrido sobre un
medio que repele el agua.
Figura 310.Intersecciones de trazos de estilográfica
No hay duda de que se trata de dos circunstancias favorables pero ni mucho menos excepcionales y, por tanto, nada
difíciles de encontrar en un trabajo pericial y nada complicadas de resolver con certidumbre.
Figura 311.En la macrofotografía superior, intersecciones de trazos de bolígrafo y estilográfica. Debajo, los efectos de la
dificultad que tiene la tinta de estilográfica al pasar sobre trazos de tinta gel
Sobre la mecanografía de tipo plástico, el comportamiento de la tinta líquida puede ser distinto y más claro en cuanto a la
manera en que reacciona al fluir sobre la lámina preexistente. Empleando luz episcópica perpendicular para forzar el brillo
de las dos materias, es posible concluir con seguridad si la tinta se superpone al mecanografiado, puesto que el líquido
tiene la propiedad de impregnarlo sin dificultad (Figura 312).
Entre tóner y otros medios
Aunque anteriormente se han visto algunos puntos de cruce entre el tóner y útiles de escritura manual, conviene volver
sobre ellos pero ahora desde un enfoque operativo distinto: mediante el estudio de métodos para el levantamiento del
tóner o de las tintas. Huelga decir que se trata de intervenciones que alteran de modo irreversible el estado físico de la
pieza y que sólo son practicables con la debida autorización por quien pueda concederla.
Figura 312.Con iluminación episcópica perpendicular al plano se provoca la reflexión de la tinta estilográfica y, como en
esta instantánea, se comprueba que la lámina plástica de la mecanografía se encuentra debajo
Sabidas ya cuáles son sus propiedades materiales de rigidez, adherencia, etcétera, estamos en disposición de realizar dos
operaciones que, o bien lo desprendan del soporte o permitan el levantamiento de las tintas cruzadas: a) mediante doblez,
y b) mediante calor.
De las dos intervenciones es la más sencilla. Basta con plegar el documento (por el dorso, para que en la operación no se
produzcan los arrastres de pigmento y consecuente entremezcla con las fibras levantadas que tendrían lugar si se hace por
su anverso) buscando incidir en el punto de cruce exacto que se desea desprender. Es necesario insistir en el doblez con
ayuda de un útil de extremo romo, que si bien realice una presión firme sobre la zona, tampoco llegue erosionar el papel
hasta el punto de que se rompa. Con reiteración y firmeza, el tóner acabará por desprenderse del modo que se ve en la
Figura 313: se crea un área de fractura limpia en el pigmento sólido pero el entintamiento del bolígrafo, del rotulador o la
estilográfica, no sufren modificaciones.
Figura 313.El doblez realizado en la confluencia del bolígrafo y la impresión de tóner ha desprendido éste arrastrando con
él la línea manuscrita: el trazo de bolígrafo se encontraba sobre el tóner
Figura 314.Al despegarse el tóner por la acción del calor, el trazo de bolígrafo que estaba superpuesto se ha
interrumpido. Aunque subsisten restos de tóner en el área que ocupaba el carácter, el levantamiento es suficiente para
corroborar cuál es la secuencia del cruce
No obstante lo dicho, se impone, antes de pasar a la acción, hacer una comprobación previa para verificar si la capa de
tóner es suficientemente gruesa y si la clase de papel favorecerá el desprendimiento (los de tipo reprográfico normal y
otros similares, más porosos, presentan mayor resistencia a la separación) porque de lo que se trata es de provocar, pero
con más ahínco, lo que de modo natural sucede al plegar una hoja.
Es en absoluto desaconsejable realizar cualquier operación abrasiva por la cara donde se encuentran los trazos,
particularmente en estos tipos de papeles corrientes; el fácil levantamiento de la fibras afectará también al trazo
manuscrito que se encuentre bajo el tóner en la zona de intervención y en la circundante, y se producirá una amalgama
confusa de fibrillas contaminadas de partículas sólidas junto con las de otros pigmentos.
Otra vía de solución es factible mediante el levantamiento por aplicación local de calor. Si como sabemos, el tóner es un
polvo fundente que se fija y adquiere sus propiedades de rigidez cuando se somete a alta temperatura, también con la
aplicación de calor puntual se puede provocar el desprendimiento al contacto con un cuerpo que tenga suficiente
temperatura. Demás está decir que se trata de una operación delicada en la que hay que actuar con mucha precisión del
pulso y controlar con exactitud el tiempo que van a estar en contacto el elemento calefactor y la impresión.
Este tratamiento puede hacerse con una espátula termostática de las que se utilizan en la restauración de documentos
antiguos pero algo modificada: debe cambiarse la intensidad de la temperatura a una mayor porque en aquellas otras el
calor nunca puede ser muy elevado. Si los manuscritos, impresiones de otro tipo o las estampillas están superpuestos al
tóner, se despegará éste junto con el pigmento cubriente, y se creará una interrupción en el recorrido (Figura 314); al
contrario, permanecerán prácticamente incólumes si se encuentran debajo.
Brevemente, y con carácter orientativo para ulteriores investigaciones, el método expuesto tiene la finalidad de proponer
nuevos caminos para la resolución de la cronología relativa en los casos en los que el tóner es una de las materias que
interviene en el cruzamiento. Habida cuenta de la ingente cantidad de documentación que en la actualidad se confecciona
con impresoras láser y fotocopias, la importancia que hay que conceder a estos medios de impresión supera en mucho a
otras ya en vías de desaparición o que se emplean de forma ocasional: mecanografías de cinta textil o plástica,
respectivamente.
El «revelado» químico
Bien puede denominarse así al uso de sustancias químicas solventes para esclarecer el orden de ejecución en las
intersecciones de tintas o pigmentos heterogéneos.
Partiendo del conocimiento de las propiedades físicas de las materias que intervienen en los cruces entre elementos
heterogéneos, debe esperarse que se cumpla un principio físico congruente: que la aplicación de solventes químicos sobre
las tintas (de pigmentación más deleble que el tóner), extraerán éstas en los tramos donde fuesen superficiales pero no en
los lugares en que subyacen; de esta manera, cabe prever la obtención de una línea continua o interrumpida según el
orden de superposición entre ambos elementos.
Pero también el tóner reacciona frente a ciertos disolventes orgánicos como el acetato de etilo, razón por la que el método
de «revelado» hay que abordarlo de un modo relativo y muy cuidadoso, es decir, valorando qué tipo de tinta se entrecruza
con él, de manera que en estas operaciones no ocurra alguna reacción imprevista.
Aunque el revelado de los cruces se presenta como una opción factible, no pueden dejarse de lado varias dificultades que
hacen que el método sea en ocasiones impracticable o de difícil aplicación, inherentes a los propios productos químicos,
cuales son:
• la dificultad para tener dominio exacto sobre sus efectos de expansión (corrimiento sobre el papel) en el área que se
quiere tratar,
• el control del tiempo que debe estar en contacto el solvente y la zona a tratar, y
• el empleo de un soporte idóneo impregnado de solvente que actuará como «negativo» al que se transferirán los
pigmentos cuando reaccionen por disolución.
Cada tipo de tinta y cada color dentro de un mismo tipo poseen diferente fijación y, consecuentemente, reaccionan de
modo muy desigual ante diversos disolventes. Aunque obvia, es una propiedad que no hay que olvidar antes de realizar el
revelado. Aunque en el mercado hay una gran diversidad de marcas cuyas tintas no son exactamente iguales, las
propiedades genéricas permiten hacer una clasificación aproximativa relacionada con el tipo de sustancia química frente a
la que reacciona.
El agua, por ejemplo, es capaz de disolver casi por completo tintas de estilográfica de color azul claro y medio, así como
las de color café, pero no las negras (Figura 315). En los cruces de bolígrafo y estilográfica, un sencillo revelado con agua
proporciona resultados tan claros como el que se muestra en la Figura 317. Con un papel brillante bien empapado y
escurrido (para evitar el emborronado por exceso), y aplicado apenas medio minuto, se obtiene un calco sin que el
manuscrito apenas sufra merma en sus trazos.
Figura 315.Un mismo tipo de tinta tiene diferente comportamiento de solubilidad, como se comprueba en esta tira de
ensayo sumergida en agua. La muestra superior A, de color café, ha desaparecido casi en su totalidad; de la segunda
muestra B, de color azul, quedan vestigios legibles; el color negro C se ha mantenido en la mayor parte, y la tinta fluida de
rotulador D no acusa ninguna modificación
Un comportamiento tan estable de las tintas de estilográfica facilita asimismo la solución a la cronología relativa en otros
cruzamientos cuando la otra tinta es de estampillas, tóner o rotuladores.
Para el revelado de otro tipo de cruces en los que intervienen las tintas de bolígrafo, rotulador, estampillas, máquina de
escribir de cinta textil y tóner, varios disolventes proporcionan buenos resultados: acetona, tolueno, piridina, etanol,
metanol, isopropanol y acetato de etilo (este último el más apropiado para el levantamiento del tóner).
El soporte que actuará como negativo juega un papel muy importante en la transferencia de las tintas: debe tener mucho
cuerpo, una capacidad de absorción homogénea y que la superficie sea lo más lisa posible. Los papeles brillantes de tipo
kote, como el kromekote, el papel fotográfico de brillo y algunos papeles para impresión con chorro de tinta de calidad
fotográfica, cumplen todos estos requerimientos.
El procedimiento es similar en todos los casos: se sumerge una tira de papel en el solvente o en el agua hasta que queda
suficientemente empapada; a continuación se escurre o se elimina el sobrante con papel secante que no suelte fibras; y
finalmente se sitúa sobre el área que interesa revelar presionando con firmeza de modo que haya un contacto completo
(haciendo un emparedado entre dos cristales con un grosor de 6 mm, se consigue un aplanamiento perfecto con bastante
peso durante el tiempo que dure la aplicación).
Los tiempos de contacto entre el solvente y las tintas son muy variables dependiendo de las características de unos y
otras. Es necesario haber ensayado lo suficiente con ellos para saber de antemano qué se va a obtener en evitación de
riesgos.
Con ciertos disolventes no es necesario recurrir a papeles especiales. De hecho, el revelado de la Figura 316 está realizado
sobre papel reprográfico común de 80 gr del que se emplea para casi todo tipo de impresoras y fotocopiadoras.
Figura 316.El acetato de etilo remueve el tóner sin afectar los trazos de bolígrafo y permite saber que, en este caso, la
firma se estampó después de la impresión láser
Precauciones de orden general
Conviene, en cualquier proceso de esta índole, regirse por unas normas esenciales basadas en acciones sistemáticas,
ordenadas, que permitan conocer el origen de posibles cambios en los resultados:
Observar, primeramente, la naturaleza de las tintas que componen los trazos, la clase de soporte en que se encuentran y
la dirección que llevan los recorridos.
Una misma muestra debe examinarse bajo diferentes condiciones de luz variando la disposición, para realzar los aspectos
que interesen, buscando su imagen más elocuente.
Tratar de reproducir (en documento aparte preparado para ensayo) las condiciones más parecidas del documento objeto
de estudio y probar distintas técnicas, si lo que se pretende es hacer análisis en el propio documento.
Evitar en lo posible cualquier levantamiento, revelado u otra acción como las descritas que modifiquen el documento,
agotando, previamente, todas las vías de observación no destructiva.
Figura 317.El revelado con papel para impresión fotográfica empapado en agua da resultados satisfactorios: la imagen
obtenida aparece muy definida, no hay rastro alguno del bolígrafo y los trazos de estilográfica apenas si han sufrido merma
aunque han quedado algo borrosos
Investigación altamente especializada de los cruces de trazos
En la investigación de los cruces hay que hacer un apartado especial, en lo que a métodos y medios tecnológicos
concierne, porque también especiales son los enfoques y medios técnicos que se están desarrollando para dar solución al
problema.
Aparte de la citada perfilometría láser desarrollada por SCHIRRIPA SPAGNOLO (5) , la mayor parte de las investigaciones se
dirigen hacía la vía analítica de la microscopía electrónica de barrido, la microscopía láser de escaneado confocal, o el
análisis molecular mediante TOF-SIMS (Time-of-flight ion mass spectrometry) (6) , así como mediante programas
informáticos desarrollados ex profeso (7) . De entre los trabajos desarrollados con técnica de MEB, quizá uno de los más
interesantes se deba a MOSHE ORON y VARDA TAMIR (8) , cuya investigación abarca no sólo las intersecciones de
manuscritos sino también la distinción entre diferentes sistemas de impresión «[...] en particular, entre tipografía y
offset». Y en sus conclusiones ponen de manifiesto, con carácter concluyente que
«Los trabajos expuestos han mostrado que un orden de operaciones de tratamiento electrónico de las imágenes,
convenientemente elegido, puede permitir poner en evidencia detalles de superficie que, sin él, no son visibles en las
imágenes obtenidas con el microscopio de barrido electrónico. Hasta ahora estos métodos se han aplicado con éxito
para resolver ciertos problemas que se han presentado en el peritaje de documentos. No obstante, pensamos que esos
métodos son de aplicación general y pueden ser utilizados para examinar todo tipo de superficies lisas».
Consecuente con la opinión de estos autores, se abre un campo del mayor interés para la solución del problema de los
cruces en aquellos asuntos que por su trascendencia merezcan someterse a esta técnica analítica, cuando otras no han
ofrecido solución concluyente.
CONSIDERACIÓN FINAL
Este capítulo no es sino un bosquejo esencial de la extensa casuística que el perito se encontrará en su quehacer, y de ahí
que se hayan tratado los tipos que son más comunes.
En lo tocante al problema de la cronología relativa de los trazos que se cruzan, también, y con más motivos que las
alteraciones, la nómina de los casos más comunes aún debería tener mayor desarrollo habida cuenta de su importancia.
Pero la exigencia de todo manual generalista que obliga a la concisión, limita el estudio; por ello es más lo sugerido que lo
expuesto, y se hace obligada la remisión a monografías y artículos especializados para rellenar las grandes lagunas que
aquí quedan.
Diferente es el panorama en el campo de la investigación con medios tecnológicos avanzados: esta vertiente solamente
está al alcance de los organismos oficiales que disponen de recursos públicos para dotarse de aparatos tan costosos, y de
la formación, asimismo costosa, de sus expertos. A lo más que el perito privado puede llegar en este campo es a no estar
ajeno respecto a los avances que se produzcan y a tener una información, siquiera esencial, de lo que son tales medios
tecnológicos que nunca ha manejado.
(1) HARRISON, Wilson R.: Suspect documents, Nelson-Hall, Chicago, 1981, pág. 276. Reimpresión de la edición de 1958.
Ver Texto
(2) VILANOVA, A. C.: «La superposición de los trazos. Determinación del orden cronológico», Revista Internacional de Policía Criminal, n.º 231, octubre 1969;
MEGEVAND, B. A., HURNI, P. A., TAPPOLET, J. A. y MATHYER, J.: «La determinación del orden de sucesión de dos trazos que se cruzan cuando uno de ellos ha
sido realizado con una máquina de escribir equipada con cinta corregible», Revista Internacional de Policía Criminal, n.º 299; BISCHOFF, A. y MATHYER, J.: «El
problema de la determinación del orden de sucesión de dos trazos que se cruzan», Revista Internacional de Policía Criminal; OSBORN, Albert. S.: Questioned
documents, reimpresión de la edición de 1929, publicada por Boyd Print; HILTON, O.: The scientific examination of questioned documents, N. York: Elsevier
Science Publishing Co., 1982; HARRISON, Wilson R.: op. cit.
Ver Texto
(3) TUTTLE, H.: «Some aplications of color photography to questioned document problems», Journal of Forensic Sciences, 1960; WAESCHLE, P. A.: Examination of
line crossings by SEM, Journal of Forensic Sciences, 24, 1979; PFISTER, R.: El empleo del microscopio electrónico de barrido en criminalística con toma en
consideración particular de las posibilidades en el examen de documentos, tesis doctoral, Universidad de Lausana, 1985.
Ver Texto
(4) SPAGNOLO, G. S.: «Potentiality of 3D laser profilometry to determine the sequence of homogeneus crossing lines on questioned documents», Forensic Science
International, 164 (2), págs. 102-109, diciembre 2006.
Ver Texto
(6) LYTER, A. y LINTO, R. W.: In situ molecular analysis of sequential ink writings by TOF-SIMS, Proceeding of 57th Annual Meeting ASQDE 2000: Los Angeles.
Ver Texto
(7) ANTHONY, A.: A software program for line sequence and line quality determinations, Proceeding of 58th Annual Meeting ASQDE 2000: Ottawa.
Ver Texto
(8) ORON, MOSHÉ y VARDA, TAMIR (pertenecientes a la Universidad Hebraica de Jerusalén y a la División de Identificación Judicial, respectivamente): Utilización
del microscopio de barrido electrónico en el examen de documentos manuscritos e impresos, s.f.
Ver Texto
Daños en los documentos
OBSERVACIÓN PRELIMINAR
Si cualquier daño que sufre un documento para alterarlo es de tal calidad que su contenido queda modificado, esta faceta
del análisis documental debería haberse tratado del capítulo anterior. Pero es el caso que aquello que calificamos como
daños suelen afectarlo de tres formas particulares que conviene examinar específicamente:
• una, porque su amplitud excede las meras correcciones, supresiones o adiciones parciales, que se vieron con
anterioridad;
• otra, porque ciertos deterioros pueden no estar originados deliberadamente, sino por causas accidentales;
• finalmente, porque causan damnificaciones irreparables o amplias pérdidas de materia que llegan a invalidar por
completo la pieza, y no hay método alguno que permita recuperar lo dañado.
A la investigación de los diferentes daños no le son aplicables muchos de los recursos que sí favorecen la resolución de
problemas en los casos de alteración o transformación parciales. Pero también, la documentación que ha sufrido distinto
grado de destrucción o deterioro merece un enfoque particular que en ocasiones nada tiene que ver con la sospecha de
fraude.
TIPO DE DAÑOS
Deliberados
En algunas circunstancias, los recursos de que se valen algunas personas para evitar la investigación de un fraude o
simplemente para invalidar un documento consiste en mancharlo o mojarlo dándole una apariencia de accidente; y aún las
más drásticas: eliminar una parte de la pieza mediante recorte o sencillamente quemándola.
Fortuitos
Una situación totalmente distinta, ésta sin intervención voluntaria, es la de hallarnos ante un documento que a causa de
una mala conservación presenta daños por humedad, manchas, desvaído o que esté parcialmente roto o muy ajado.
PLANTEAMIENTOS INICIALES
Excusado es decir que distinguir entre un daño fortuito o intencionado es punto menos que imposible la mayoría de los
casos, a menos que, por ejemplo, cierto documento aparezca quemado junto a otros en algún recipiente, circunstancia que
está lejos de ser una casualidad o un accidente. Pero tampoco es una cuestión crucial para el peritaje. Al contrario, debería
evitarse cualquier tipo de suposición sobre el modo en que se produjeron los hechos porque sólo en contadas ocasiones las
circunstancias permiten establecerla de manera categórica si los deterioros son accidentales o no. Y, por otra parte, poco
sustancial añadirá al proceder en la investigación y a los resultados que se obtengan de los análisis.
Centrando la atención en lo que es la propia materia del caso, los fines periciales son los siguientes:
En tales situaciones, en las que el fin del peritaje es la recuperación o reconstitución, surgen dos interrogantes esenciales:
hasta qué punto son factibles cada una de estas labores y qué resultados caben esperarse.
Como regla general, puede decirse que la mayoría de los problemas son de difícil solución, y que merece la pena abordar
el trabajo sólo si el documento está dañado en partes sustanciales que alteren radicalmente su esencia.
DOCUMENTOS MOJADOS
Un documento que ha sufrido accidental o intencionadamente la acción del agua o de otros líquidos de solución acuosa,
presenta una desaparición importante cuando se trata de una tinta hidrosoluble de estilográfica o de algunos tipos de
rotuladores. Por lo que respecta a estas últimas, su estabilidad es muy diferente: unas permanecen casi inalteradas y otras
se comportan como las de estilográfica, es decir, se borran casi en su totalidad si la acción de lavado es intensa.
Si de lo que se trata es de invalidar un documento mojándolo, la mojadura debiera ser tal que impidiera la legibilidad de lo
que se pretende hacer desaparecer, lo que se presenta como un recurso poco viable. De ahí que los documentos que se
dañan por la acción del agua casi nunca sean intencionados sino, al contrario, fortuitos.
El documento de la Figura 318 es ejemplo de mojadura accidental: en esta circunstancia se planteaba la posibilidad de que
se hubiese querido destruir intencionadamente; ni por las áreas afectadas ni por la cantidad de líquido que recibió el
documento, podía deducirse tal intención. Por el contrario, la destrucción de los márgenes superior e inferior se debía a la
acción prolongada de la humedad: el documento se mojó cuando ya estaba doblado, circunstancia que además de
provocar la pérdida de materia, favoreció la proliferación de una colonia de hongos, en una zona que debió recibir
abundante líquido (Figura 319).
Una de las ventajas de las tintas de bolígrafo es que su pigmento graso se adhiere al papel con más fuerza que las tintas
fluidas, y además son muy estables incluso después de haber estado sometidas a prolongados períodos en contacto con la
humedad.
Pero ya se trate de tintas fluidas o de bolígrafo, es casi seguro que cualquiera de ellas haya dejado un rastro más o menos
intenso en el soporte. El descifrado de los contenidos muchas veces dan resultados satisfactorios examinándolos con
diferentes tipos de iluminación ultravioleta (determinados tipos de pigmentos muestran una reacción de fluorescencia ante
estímulos de luz de una cierta longitud de onda, que permiten la lectura con relativa facilidad) o recurriendo a la fotografía
infrarroja.
Figura 318.Recto y vuelto de un documento afectado por agua. Ninguno de sus contenidos ha sido dañado, y las pérdidas
de papel se localizan en los márgenes superior e inferior, lo que demuestra que se encontraba doblado cuando ocurrió el
accidente
Figura 319.Detalle de la zona inferior del documento reproducido en laFigura 318.La colonia de hongos que se ha
desarrollado en esta área ha necesitado de un largo tiempo antes de que el papel perdiera la humedad y se detuviera el
proceso de crecimiento
PIGMENTOS DETERIORADOS O DESVAÍDOS
Es bien conocido que la luz degrada cualquier materia sometida a su acción, en particular la radiación solar. Por lo que a
los documentos se refiere, no es frecuente que se encuentren afectados por insolación directa y, en consecuencia, no es
una cuestión que desde el punto de vista pericial tenga interés. Son otros agentes ambientales lo que influyen en su
deterioro aun cuando se encuentren al resguardo en archivos.
En lo que a las modernas tintas de rotulador e impresoras se refiere, no ha transcurrido tiempo suficiente para que pueda
saberse cuál es su resistencia y hasta qué punto acusarán daños. Posiblemente, por su formulación, sean más estables que
lo son los modernos papeles; la eliminación en éstos de las fibras de lino o cáñamo que antaño se empleaban y su
reemplazo por las de coníferas, abedul, eucalipto, etcétera, dejan ver ya una degradación que, con toda seguridad, ya cabe
afirmar que no serán tan perdurables como los papeles de siglos pasados.
Tenemos, por tanto, un desequilibrio entre los materiales constitutivos: soporte y contenidos impresos o manuscritos.
Porque la mayoría de las modernas tintas de bolígrafo estilográfica, rotulador o de tampón son casi inalterables frente a
cualquier agente ambiental. No es raro comprobar que documentos firmados con bolígrafo en las décadas de los años
sesenta o setenta del siglo pasado muestran unas propiedades de lustre e impregnación perfectos.
Una eventual exposición a la luz solar directa (circunstancia excepcional) debería ser extremadamente prolongada para
que una tinta acusara un grado de deterioro tal que la convirtiera en un pigmento desvaído; y no es habitual que los
documentos estén así expuestos. El tópico pericial de que determinados aspectos de un documento no pueden analizarse si
han estado expuestos a la luz solar tiene poca consistencia en la práctica totalidad de los casos.
A tenor de lo que se comprueba en documentos de cuarenta años o más, los pigmentos de papel carbón, de cintas
mecanográficas textiles y estampillados son capaces de permanecer sin alteraciones si las condiciones de conservación han
sido las comunes: en carpetas o archivos. Por consiguiente, las causas que debieran provocar un cierto grado de
degradación están en relación directa con la deficiente calidad de los componentes.
Figura 320.En este documento de 1919, tanto la cartulina como las tintas se han degradado y la lectura de los
manuscritos se vuelve imprecisa. La luz ultravioleta «reconstituye» eficazmente las calidades de los manuscritos,
estampilla, manchas y sello
Por lo que respecta a la degradación de las cintas plásticas, el panorama es otro bien distinto. En documentos que fueron
emitidos durante los años setenta no es raro encontrar pérdidas importantes: desprendimientos espontáneos y adherencia
a otras hojas, cuyos perjuicios no son achacables a malas condiciones de conservación. Tales deterioros hacen pensar que
los materiales de las primeras cintas plásticas no fueron los adecuados para mantenerse indemnes.
La recuperación de manuscritos cuyos pigmentos se han decolorado no es un problema muy distinto al que se plantea con
el borrado químico y, por lo tanto, la posibilidad de su lectura comporta las mismas acciones que en aquellos casos. En
particular, la técnica de fotografía con infrarrojo y ultravioleta da excelentes resultados, porque saca a la luz casi por
completo los textos latentes.
Circunstancialmente, un documento muy antiguo como la pieza que se ilustra en la Figura 320, es objeto de peritaje.
Además de otros deterioros debidos a su antigüedad, las tintas aparecen tan débiles que lo escrito es dudoso (el
documento data de 1919). La fotografía con luz convencional sólo permite vislumbrar ciertos manuscritos (imagen
superior) aun cuando en el revelado se ha puesto especial interés en no contrastarla. En esta oportunidad, la luz
ultravioleta soluciona el problema de la legibilidad e incluso revela manchas de otras tintas ajenas al manuscrito o los
restos de goma del timbre adherido en la parte superior derecha.
MANCHAS
Manchar un documento no es un método al que se recurra para impedir su legibilidad o destruirlo parcialmente. Son pocas
las sustancias (a menos que contengan productos corrosivos) que ataquen el papel o las tintas de tal modo que
desaparezcan o se vuelvan ininteligibles.
Con todo, se dan casos en los que determinado documento se mancha accidentalmente con sustancias que lo alteran de
modo parcial: con tintas, pinturas o grasas. Por lo general, las manchas no alteran en profundidad el documento ni lo
vuelven inservible, y casi siempre es innecesario tratarlos en modo alguno para conocer el contenido íntegro. Apenas unas
pocas sustancias pueden atacar el papel hasta tal punto que produzcan en él y en las tintas alteraciones que los
transformen o los destruyan. Las más corrientes en caso de accidente (tinta, café, aceites, pinturas) ni impiden ni
obstaculizan la lectura.
Únicamente en el caso de productos corrosivos susceptibles de atacar los pigmentos puede existir dificultad para desvelar
su contenido original. Pero tales productos ni son comunes ni, por su naturaleza, suelen almacenarse o manipularse en los
mismos lugares en los que habitualmente se conserva documentación.
La desigual absorción de los pigmentos en el papel y el comportamiento que se produce entre ellos (la mayoría de las
veces por repulsión) favorecen la discriminación clara, como en el caso ilustrado en la Figura 321. Pese a que la mancha de
tinta es muy intensa, se trata de un fluido incapaz de entremezclarse con los pigmentos de la mecanografía y del impreso;
y en la práctica totalidad de los supuestos, las desiguales propiedades de los pigmentos (fluidez, untuosidad, densidad,
color, tono) actúan favorablemente en el revelado subyacente como aquí es el caso.
Figura 321.La amplia e intensa mancha de tinta en este documento impide la legibilidad de los conceptos a simple vista.
Pero la desigual absorción de los pigmentos en el papel y el empleo de la técnica fotográfica adecuada permiten su lectura,
tal como se muestra en el fragmento inferior. Aparte de que la mancha haya ocurrido accidental o intencionadamente (esta
última es la hipótesis más verosímil, dadas las características del perfil), la absorción en el papel no destruye los pigmentos
preexistentes como pudiera ocurrir por la degradación que provoca el paso del tiempo
Tan sólo algunos tipos de pintura tienen tal poder cubriente que las técnicas fotográficas especiales resultan inútiles; sin
embargo, una vez secas, el documento puede tratarse del mismo modo que con los correctores de pasta fluida, es decir,
aplicando al dorso iguales productos que allí se dijeron. Si las pinturas han pegado las hojas del documento formando un
bloque compacto, se puede tratar con disolventes específicos según sean o no sintéticas. No obstante, y antes de proceder
a cualquier intervención de este tipo, se ha de valorar con detenimiento que con el empleo de determinados solventes la
masa de pintura se diluye, pero lo escrito puede verse alterado o provocar que se emborrone de modo irreversible. En este
sentido hay que hacer una advertencia importante: el empleo de solventes debe hacerse únicamente cuando se saben
perfectamente las posibilidades de llegar a un resultado positivo ante un problema concreto, y cuando se conocen las
reacciones que causan. Las soluciones más o menos artesanas que en algunos libros se describen, pueden producir daños
irreparables en el objeto que se nos ha confiado, inutilizándolo para ulteriores análisis.
ROTURAS
Un documento roto en numerosos fragmentos no debe ser considerado en todos lo casos como un medio probatorio
irremisiblemente perdido. Por pequeños que sean los trozos, es factible volver a recomponerlo a su forma original, con
paciencia, de modo semejante a un rompecabezas. Ante la circunstancia de encontrar un cúmulo de piezas sueltas, hay
que tomar la precaución de no diseminarlas arbitrariamente si éstas se han encontrado juntas, porque mantendrán un
cierto orden originado en la ruptura, que facilitará la reorganización.
Figura 322.La reconstrucción de una sola pieza es sumamente sencilla, comenzando por los bordes como en este caso. Y
la facilidad aumenta si, como en este ejemplo, los fragmentos no son excesivamente pequeños.
Cuando los pedazos están muy revueltos la tarea es más tediosa, pero en cualquier caso siempre rendirá sus frutos. Una
sencilla actuación metódica que facilita enormemente la reconstrucción consiste en reunir todos aquellos fragmentos que
pertenecen a los márgenes de la pieza para obtener el contorno, y rehacer el documento desde fuera hacia dentro (Figura
322); la labor se realiza con relativa rapidez, si se presta atención a la dimensión de las líneas, a las palabras que han
quedado fragmentadas, a las formas gráficas (si es un manuscrito) que van cambiando su inclinación, a los dobleces del
papel, etcétera. Resulta de gran utilidad recolocar los pedazos sobre un soporte rígido (cartulina, cartón, cristal) sobre el
que previamente se hayan dispuesto tiras, a modo de renglones, de adhesivo no permanente, sobre el que recolocar o
mover eventualmente y con facilidad los fragmentos.
Verificar que la reconstrucción se va haciendo correctamente es posible casando cada uno de los contornos de los trozos,
para comprobar que concuerdan. Si es papel, un primer vestigio que ayuda se encuentra en el deshilachado de igual
aspecto de ambos trozos concordantes; en los papeles de mayor gramaje y en las cartulinas, el rasgado suele presentar un
perfil de separación en capas y, por lo tanto, uno de los extremos tiene la capa inferior de las fibras y el otro la superficial;
el fenómeno se puede apreciar a simple vista y, con todo detalle, a partir de los 10x (Figura 323).
Figura 323.En los papeles de baja calidad y en las cartulinas, el rasgado deja ver una separación de las capas, que al
unirse los dos pedazos no sólo coinciden los contornos, sino también las áreas del deshilachado
Lo factible de la reconstrucción se complica si el documento se encuentra entremezclado con fragmentos de otro u otros
varios. Si concurre la favorable circunstancia de que la mezcolanza de trozos es de papeles algo distintos, ayuda mucho
hacer una inspección bajo iluminación ultravioleta para separar las diferentes calidades; si es así, los fragmentos de uno
reaccionarán con distinta fluorescencia ante la radiación, y la separación podrá hacerse con relativa facilidad (Figura 324).
Figura 324.La diferente reacción de los papeles bajo la luz ultravioleta permite hacer una separación de fragmentos del
mismo tipo (simplemente rotos o, como en este ejemplo, triturados) para intentar la reconstrucción
La rotura de un documento con un destructor de corte en tiras (de uso cada vez más frecuente) permite como en el caso
anterior realizar una primera separación por calidades; pero la dificultad es tanto mayor cuanto menor es la anchura de
corte de la trituradora, y se vuelve casi imposible si el corte es de tira cruzada que reduce las hojas a fragmentos muy
menudos e irregulares, de unos pocos milímetros. En este último supuesto sólo cabría intentar reconstruirlo si el asunto
tiene una relevancia tal que mereciera la pena el esfuerzo de acometer tan ingente tarea.
Lo que de forma manual puede hacerse con un folio destruido en trozos, del modo que se ha mostrado en la Figura 322, es
posible realizarlo con medios informáticos algo más cómodamente, pero no sin gran trabajo. Partiendo de una primera
selección de las tiras del mismo tipo bajo luz ultravioleta, se disponen con cierta verticalidad con adhesivo reutilizable; de
momento, no es necesario que estén colocadas con perfecta verticalidad (imagen superior de la Figura 325). Un segundo
paso consiste en escanear esta primera composición y llevarla, como imagen de conjunto, a un programa de tratamiento
de imagen tal como se ilustra en dicha imagen superior; seguidamente se van seleccionando las tiras una a una con la
herramienta que todos estos programas tienen con la denominación «máscara magnética», «lazo magnético» o similar, de
modo que la tira quede aislada del resto y pueda copiarse; ahora cada una puede manejarse de modo independiente tal
como se haría a mano. En un documento en blanco, abierto en paralelo (imagen inferior derecha de la Figura 325) se
trasladan y reajustan hasta hacer el acoplamiento lateral y vertical que convenga; cada fragmento puede moverse para
hacerlo coincidir con los adyacentes y comprobar la concordancia y conseguir la composición final. No es un trabajo exento
de laboriosidad, aunque una vez se han escaneado los fragmentos y se han aislado fácilmente con las aplicaciones
informáticas, la tarea de mover las tiras resulta más gratificante que la manipulación manual. Se trata, lógicamente, de
familiarizarse con los medios hasta conseguir la soltura necesaria que convierta la tarea en un proceso sencillo.
Figura 325.Ejemplo de la fase inicial de una reconstrucción mediante el empleo de medios informáticos
DOCUMENTOS QUEMADOS
Hacer legible el contenido de un documento quemado no es tarea fácil, principalmente porque la mayoría de las veces de
la pieza queda un resto informe y muy fragmentado, mezclado con otras partes reducidas a polvo.
Si los residuos de la combustión son trozos relativamente grandes, y el papel ha mantenido cierta cohesión sobre la
superficie donde está depositado, el primer problema que se presenta es el de su manejo, o mejor dicho, el de manipularlo
lo menos posible y con máximo cuidado en la operación de traslado. Otro obstáculo lo constituye el tiempo transcurrido
desde que el documento se quemó; está comprobado que la permanencia o desaparición de las tintas están muy
determinadas por la proximidad o lejanía entre el momento de la combustión y el de analizarlas.
La naturaleza del soporte así como de la tinta que contenía condicionan las posibilidades del análisis. Mientras que las
tintas de bolígrafo y pluma no son observables a simple vista, los pigmentos de imprenta o los de tóner de las impresoras
láser se hacen visibles sin ningún tipo de ayuda, a condición de emplear una iluminación adecuada. En el primer caso, la
tinta brilla de una manera especial, de modo que la lectura del contenido puede hacerse, y fotografiarse si se ilumina con
suficiente intensidad haciéndolo con el ángulo de incidencia apropiado para favorecer el brillo; el tóner de la impresión
láser algunas veces se vuelve de color pardo rojizo, muy visible, haciendo extremadamente sencilla la lectura. Raras veces
la iluminación ultravioleta rinde buenos resultados mientras que la fotografía infrarroja, por el contrario, es muy eficaz.
En la calidad de los residuos es determinante el tipo de atmósfera que hubo durante la combustión: reductora (incineración
con escaso flujo de ventilación y, consecuentemente, con poco oxígeno) u oxidante (condición inversa). La primera deja
materias apelmazadas y no del todo calcinadas, y la segunda, restos pulverulentos de manejo impracticable.
Varios han sido los métodos propuestos para el tratamiento de documentos totalmente quemados: TYRREL, DAVIS,
BLACK, GRANT, LOCARD y otros autores. Según aconsejan, para revelar el contenido de un papel quemado recientemente,
se emplaza entre dos papeles fotográficos sin exponer, a modo de emparedado y se presionan firmemente para asegurar
el buen contacto entre ellos; se guarda completamente preservado de la luz durante quince días, y se revelan
normalmente una vez transcurrido ese tiempo. La imagen del negativo que se obtiene es bastante aproximada al original
destruido (1) . Independientemente de que puedan o no discutirse los resultados, el primer escollo sin solucionar se
encuentra en la forma en que deben tratarse los restos para poder trasladarlos y extenderlos sobre el papel fotográfico
para componer el emparedado que se describe.
En la manipulación de documentos quemados también se han ensayado mezclas de glicerina y alcohol (2) que evitan la
disgregación y permiten el análisis mucho tiempo después de haber sido calcinados.
Ambos métodos y otros similares han sido contestados como «no definitivos» en la obtención de resultados satisfactorios,
sin que en ningún caso se hayan dado conclusiones aconsejables.
Hoy día no es difícil encontrar hidrógeno líquido para congelar productos de cocina. Con uno de estos aerosoles y haciendo
una proyección indirecta (para evitar que la presión del chorro disgregue los restos) se solidifican las cenizas durante
suficiente tiempo para ser manejadas y colocadas sobre una superficie de trabajo, que permita una descongelación
paulatina al abrigo de cualquier corriente de aire. La aplicación con cuentagotas de productos aglutinantes (cualquiera de
los empleados en la restauración de papeles antiguos) o de fijadores para dibujos al carboncillo, dan a los restos
flexibilidad y previenen la disgregación. Dependiendo de la consistencia final, en ciertos casos es factible un aplanamiento;
pero en cualquier caso, descartado el peligro de la fragmentación, ya puede acometerse la labor de fotografiar con la
radiación adecuada para obtener un registro estable.
No puede darse una fórmula o pauta definitivas debido a la cantidad de variables que intervienen en la combustión, la
mezcla con otros restos o las calidades de los papeles. Y finalmente, también hay que destacar el hecho de que el peritaje
de este tipo de daños es rarísimo por no decir que inexistente.
CONSIDERACIONES SOBRE ESTE CAPÍTULO
Como se ha visto, la finalidad de este capítulo sobre daños producidos en documentos es más enunciativa que resolutiva.
La razón es sencilla: tratar de reconstruir una pieza deteriorada comporta el uso de técnicas especializadas en unos casos,
y en otros, la aplicación de métodos insuficientemente ensayados que ofrezcan resultados seguros.
En los puntos precedentes se ha hablado de algunos procedimientos que permiten acceder a contenidos documentales que
han desaparecido parcial o totalmente, los cuales son hasta cierto punto simples. Existen otros muchos cuya dificultad
obliga a dejarlos en manos especializadas no sólo por la razones ya expuestas, sino porque multitud de análisis no son
practicables.
En la literatura específica sobre estos temas, si bien se han recogido los procedimientos de MURRAY, LOCARD, ERLICH,
TRAPP, etcétera, estos autores siempre concluyen advirtiendo su relativa utilidad en condiciones concretas, hecho que
suscita la réplica de otros especialistas al respecto. No hay que olvidar que todos esos procedimientos fueron hechos, la
mayoría de ellos, en los primeros decenios del siglo pasado, circunstancia que obliga a valorar hasta qué punto hoy día
están vigentes teniendo en cuenta los materiales tan distintos a los que ahora nos enfrentamos.
(1) Método propuesto por John F. TYRRELL: Journal of Criminal Law and Criminology.
Ver Texto
(2) DOUD, Donald: «Charred documents: their handling and decipherment», Journal of Criminal Law and Criminology.
Ver Texto
Grafismo y escritura
EL ACTO DE ESCRIBIR
La escritura es un acto que depende de la voluntad, y por lo tanto es, en principio, un hecho que hay que atribuir al ámbito
de lo consciente.
Para hacer una primera introducción al terreno del grafismo manuscrito sirve esta primera enunciación, sobre la que más
tarde se verá cómo intervienen otros factores que lo convierten en algo no tan voluntario (compulsiones, automatismos) ni
de tan plena conciencia por parte del escritor.
Pero la escritura es mucho más. Es bien sabido que el acto de escribir constituye uno de los gestos más elaborados y
complejos que puede realizar un ser humano. Porque precisamente es eso, un gesto que, junto con el lenguaje oral,
forman las facultades expresivas más altas de la persona: requieren del funcionamiento adecuado de toda la integridad
mental y física bien coordinadas.
De lo dicho hasta ahora se deduce que la escritura tiene su asiento en una base fisiológica (cerebro, nervios, músculos) y
psicológica, y que cualquier alteración en alguna de sus vertientes determinará modificaciones o alteraciones más o menos
profundas, llegando incluso a la total desaparición.
Al hecho fisiológico se suma el factor psicológico. Si todas las percepciones del individuo pasan por el filtro de la
subjetividad, es decir, de su ser psíquico , la escritura no escapa a este fenómeno y, consiguientemente, está influenciada
por su particular forma de ver y entender el mundo que le rodea.
Al acto voluntario consciente, se le une el plano inconsciente mediante el que se proyectan al exterior las tendencias
internas de la psique. La escritura es, por tanto, un vehículo de manifestación de peculiaridades y características de la
persona, y ahí es donde encuentra su fundamento y razón de ser la Grafopsicología.
EL PROCESO GRAFOGENÉTICO
La génesis y desarrollo del proceso que acaba siendo escritura sigue iguales etapas en todas las personas. La sola
exposición de dichas etapas revela hasta qué punto es complicado un procedimiento que nos parece tan sencillo y
cotidiano como el trazar unos cuantos signos sobre un papel. El siguiente esquema, abreviado, se basa en el hecho de que
la persona esté sana y no tenga menoscabadas ninguna de sus normales funciones físicas o mentales:
• El origen está en una idea, bien originada por la imaginación del sujeto, bien por un estímulo del entorno, o inducida
por terceras personas.
• Acto seguido se inicia la comprensión de la idea o los conceptos relacionados con ella.
• Seguidamente se buscan las palabras que se quiere utilizar para reproducir tal idea según se ha concebido, para
discutirla y desarrollarla, etcétera.
• El cerebro ordena que se active la motricidad necesaria.
• Nervios, músculos y articulaciones generan los movimientos que se convierten en grafismos.
Naturalmente, todo ello depende de otras funciones para las que el individuo se ha capacitado o lleva innatas: el grado de
habilidad para convertir en signos los sonidos que escucha o las ideas propias, la existencia de una memoria adecuada
para almacenar la información histórica, los reflejos para manuscribir con mayor o menor rapidez. Y también, y de manera
fundamental, la intervención de las capacidades visuales, lo que requiere de la adecuada coordinación visuoespacial; algo
tan sobrentendido suele olvidarse, aun cuando el sentido de la vista puede influir sobremanera en la construcción gráfica,
especialmente en personas de avanzada edad o con afecciones visuales severas.
La escritura es sin duda una destreza difícil de adquirir. De esa dificultad habla el hecho de que se requieran largos años de
entrenamiento para poder llegar a dominar los gestos finos de la mano, y ejecutar los movimientos delicados y precisos
que son las formas gráficas. Piénsese, por ejemplo, que desde el primer garabateo del niño de cuatro años hasta la
escritura aún sin consolidar del adolescente de catorce, transcurre lo que se puede calificar de excesivo tiempo para
adquirir una aptitud. Pero, es más, algunas personas no llegan a alcanzar en toda su vida la madurez gráfica necesaria
para escribir con soltura y seguridad, es decir, de modo desenvuelto y automático, y sin reparar en el acto mismo que
están realizando.
Los hábitos consolidados
Todos los procesos neurofisiológicos que intervienen en el acto de escribir devienen, con el paso del tiempo, en hábitos.
Llegado a ese estadio de consolidación, cada faceta concreta y con ellas el todo que singulariza la personalidad gráfica,
adquieren la fijeza gestual propia de los automatismos, de las compulsiones.
Cualquiera que sea el planteamiento en cualquier investigación de manuscritos es imprescindible no olvidar este principio,
tan importante en los casos de escrituras espontáneas como en los supuestos de alteraciones, anomalías o cualquier otro
signo que revele falta de soltura.
La escritura como acto global
Recapitulando lo visto hasta ahora tendremos los tres factores que intervienen en la creación de un escrito: el físico, el
psíquico y los medios materiales que lo fijan.
Partiendo de estas consideraciones sucintas y por obligación, incompletas, no procede dudar en considerar como
imperativo, para comprender profundamente los mecanismos grafogenéticos de la escritura, el estudio de la obra de Michel
HABIB y Georges SERRATRICE (1) , recomendable desde todos los puntos de vista.
Sabidos ya los mecanismos y fundamentos donde se originan los fenómenos gráficos, puede acometerse con propiedad el
estudio de la escritura manual.
GRAFISMOS
Bajo el lema grafismo, el DRAE lo define como: «(De grafo- e -ismo). 1. m. Cada una de las particularidades de la letra de
una persona, o el conjunto de todas ellas».
Sin perjuicio de esta definición normativa, se impone hacer algunas precisiones ajustadas al enfoque pericial y, así,
grafismo se considera a cualquier signo identificable, como un grafema concreto o como una forma convencional
equiparable (letras, cifras, marcas...) que complementan el sistema alfabético, como es el caso de los asteriscos (*), las
barras (/), los signos monetarios (,, $). Se debe extender este concepto, por lógica, a cualquier sistema gráfico (árabe,
griego, cirílico, japonés...) y dentro de ellos a su totalidad, se ajusten o no a los respectivos modelos caligráficos.
PRINCIPIO FUNDAMENTAL DE LA ESCRITURA
La escritura de cada individuo es única. En ella se manifiesta la singular personalidad de su autor.
Este principio, universalmente admitido, constituye el pilar básico de la investigación de los manuscritos, sin cuya
constatación no sería posible hacer de ella toda una ciencia sobre la que trabajar metódica y certeramente.
Que cada persona posee una escritura que jamás será idéntica a la de otra es una afirmación que va más allá de la simple
teoría: lo avala la verificación práctica. Sin duda existen grafismos parecidos y algunas veces muy semejantes, pero
idénticos, nunca.
Todas las manifestaciones relacionadas con facetas psíquicas superiores del ser humano (el habla, la expresión artística,
los gestos corporales) llevan la impronta singular de su personalidad, según afirmaba Ludwig KLAGES, y la escritura, como
proyección personal, también está impregnada de múltiples contenidos individualizados. Si se negara esto, habría que
negar el carácter único e irrepetible de las personas y de sus caracteres.
Sobre el principio fundamental de resultar imposible el encontrar dos escritos iguales, se afianza el aserto de la
imposibilidad de que una falsificación de manuscritos sea idéntica al original, por más que a primera vista parezcan existir
identidades.
Postulado y leyes de la escritura
No hay duda de que una de las mayores contribuciones al estudio y sistematización de los manuscritos se debe a Solange
PELLAT (2) , que en 1927 publicó su obra, ya clásica (expuesta en 1929 ante la Academia de Ciencias Morales y Políticas),
formada por cuatro leyes básicas.
Aunque muy conocidas en sus enunciados, merecen releerse y reflexionar sobre su sentido y alcance.
Postulado general
Parece ser que este postulado no fue expresamente enunciado así, pero su sentido surge de la serie de leyes que, además
de las cuatro siguientes, tuvieron su desarrollo en la Sociedad Técnica de Expertos en Escrituras, de la que PELLAT fue
presidente hasta su muerte, en 1931.
La proposición parte del hecho de que no importan las formas gráficas en sí (alfabetos o ideogramas), porque éstas
llevarán la impronta personal de su autor. Sin embargo, es muy recomendable conocer el sistema de signos de que se
trate, pues de otro modo su interpretación está notablemente menoscabada.
Se precisa saber cuáles son las normas que rigen un sistema particular para estar en condiciones de poder deducir con
certidumbre si un determinado grafismo se origina conforme a un modo habitual o posee alguna cualidad distintiva. Si bien
es verdad que en teoría cualquier experto está en condiciones de indagar sobre la génesis de una escritura en signos que
le son ajenos (árabe, griego...), la práctica revela que únicamente quien conoce las reglas está en condiciones de ver los
matices necesarios para profundizar en ellas y llegar a la identificación inequívoca. Por ejemplo, para analizar un
manuscrito en grafía árabe no basta con disponer de un alifato completo, con sus grafemas aislados; en esta lengua es
imprescindible saber dónde van ubicados y cómo se enlazan con sus adyacentes, cuáles son los que se unen y los que
siempre van aislados, y cómo y cuándo se insertan los diacríticos, etcétera, para poder determinar qué peculiaridades
tienen dos escritores del mismo idioma.
En el ejemplo de la Figura 326 únicamente si se conoce el modo normativo que rige el árabe, podrían percibirse, entre
otras cualidades singulares, el que la letra nûn (1) tenga el punto en su zona interior; que en la yâ (2) los dos puntos
inferiores se conviertan en un pequeño guión; o que la mîm (3) se incurve hacia la derecha en lugar de descender
verticalmente según establecen las normas caligráficas del alifato; y estos ejemplos, por citar sólo algunos.
Figura 326.Texto arábigo manuscrito (arriba) y el mismo en tipografía conforme al modo normativo
1.ª Ley del grafismo
«El gesto gráfico está bajo la influencia directa del sistema nervioso central. Su forma no está modificada por el órgano
escritor si éste funciona normalmente y se encuentra suficientemente adaptado a su función.»
Hoy día se ha convertido en un hecho indiscutible, por probado, que es el cerebro el que escribe y no los músculos que lo
llevan a cabo, aunque sean éstos quienes en última instancia se encarguen de la operación.
Aparte ya de los muy conocidos casos de personas que han perdido las manos y escriben con los pies o la boca
(reproduciendo el mismo tipo de escritura que cuando lo hacían manualmente), la comprobación más cotidiana es la que
se nos ofrece en las escrituras de trabajadores manuales de gran fuerza muscular, que hacen una escritura fina y con
escasa presión, estando potencialmente capacitados para desarrollar una presión notable; sin embargo, su mente no
«trabaja» con la misma fortaleza que sus manos. Solamente la función escritural se verá modificada cuando el grado de
habilidad de la persona no sea el suficiente, o si los brazos y las manos acusan alguna anomalía.
2.ª Ley del grafismo
«Cuando se escribe, el Yo está en acción; pero la sensación casi inconsciente de que el Yo actúa, pasa por alternancias
de intensidad y debilitamiento. Está en su máxima intensidad donde existe un esfuerzo a realizar, es decir, en los
inicios; y en la mínima intensidad donde el movimiento escritural es secundado por el esfuerzo adquirido, es decir, en
los finales.»
Este enunciado fundamenta el fenómeno de los automatismos gráficos. Los hábitos consolidados en el proceso de
aprendizaje de la escritura (y, por lo tanto, compulsivos) tienden a aflorar allí donde la mano se abandona al curso
escritural, una vez ha superado la fase de atención al esfuerzo que está haciendo: crear formas gráficas. Por lo tanto, los
comienzos de un escrito están sometidos a un mayor gobierno consciente que los finales, cuando ya la persona se ha
«olvidado» de que está escribiendo.
En los manuscritos genuinos, la expresión de lo acostumbrado tiene un reflejo espontáneo: el autor exterioriza sin trabas
su modo natural de desenvolverse y, por tanto, no atiende al acto en sí sino únicamente a lo que se encuentra plasmando
en el escrito. Es posible que en un momento concreto preste atención a la buena factura de la escritura (control
consciente), pero poco a poco desatenderá este cuidado en favor de la agilidad eficiente del resultado (debilitamiento de la
consciencia).
El fenómeno es de especial importancia en el peritaje gráfico para distinguir el grado de naturalidad de un escrito, cuando
la muestra se recoge al presunto autor a presencia judicial. Igualmente sustancial resulta en las falsificaciones, puesto que
en los finales será donde eventualmente aparezcan los gestos más involuntarios del falsario, máxime si la imitación se
realiza con agilidad de movimientos.
3.ª Ley del grafismo
«No se puede modificar voluntariamente en un momento dado la escritura natural, si no es introduciendo en el trazado
la marca del esfuerzo realizado para obtener el cambio.»
¿Cuál es la marca de ese esfuerzo? Normalmente, quien desea cambiar su impulso natural para adecuar el gesto a una
escritura distinta, se encuentra con el obstáculo de la duda en algún momento de la andadura gráfica; por ello, debe
pararse, vacila, pierde la orientación, etcétera, lo que se manifiesta a través de temblores, fallos en la presión,
reenganches, cambios insólitos de dirección... Estos síntomas están presentes en los casos de imitación fidedigna de firmas
y escritos así como en los intentos por disimular la escritura habitual. Intentar el cambio de los grafismos que son propios
o asimilar los ajenos para simularlos es tarea imposible, pues en algún momento las tendencias espontáneas se
manifestarán siquiera mínimamente.
SAUDEK experimentó sobre esta hipótesis. Según relata en su obra Experiments with handwriting, lanzó un reto a los
radioyentes de la BBC, para que observaran las cinco principales cualidades de su escritura y trataran de ejecutarlas al
contrario, teniendo como resultado el que «[...] ninguno de los que aceptaron el reto fueron capaces de deformar
simultáneamente las cinco cualidades, e incluso los que modificaron más de dos, después de un rato de estar escribiendo,
volvían a sus hábitos escriturales» (3) .
«Of course, not one of those who accepted my challenge was able simultaneously to produce all five of the features
which were the contrary of those of his own handwriting. Not only were none of the listeners to my brief lecture able to
do so, but there is no one in the whole world who could perform such as task.
In one respect, of course, the experiment had the same result as similar experiments in all other countries: namely,
that one of the experimenters (1) was in position to produce simultaneously more than two features instead of five,
and (2) that even in the case of these two features was, after writing for some time, a lapse into the old habit writing.»
Muchas veces esta afirmación se ha desvirtuado, sacándola de contexto y, como consecuencia, se le ha dado un sentido y
dimensión confundidos. Al respecto de esta circunstancia hay que observar la condición que introduce SAUDEK sobre la
necesidad de que el autor escriba durante un rato de modo que, finalmente, afloren sus compulsiones, lo que enlaza con la
segunda ley en cuanto a las diferentes fases del control consciente que intervienen a lo largo del proceso. Y asimismo hay
que reparar en que de lo que se trata es de escribir y no de firmar.
Porque es perfectamente posible que un firmante hábil, para deformar una firma de configuración sencilla, sí sea capaz de
cambiar simultáneamente varias de sus cualidades naturales. Distinto es la realización de un autógrafo largo y complicado,
o la confección de un texto donde la complejidad gestual y la intervención de los gestos compulsivos impiden (entonces sí)
transformar voluntariamente la totalidad de los modismos que la mano ha consolidado con los años. De ahí que en la toma
de muestras a presencia judicial sea fundamental «cansar la mente» del compareciente de modo que al final afloren sus
automatismos; éste es el verdadero sentido del experimento de Saudek con los radioyentes.
4.ª Ley del grafismo
«El escritor que actúa en circunstancias en que el acto de escribir es particularmente difícil traza, instintivamente, o
formas de letras que le son más habituales, o más simples, con un esquema más fácil de ser construido.»
Éste es el enunciado de lo que se puede calificar de reducción por simplificación, que corresponde a estados excepcionales
para escribir: postura insólita, apoyo inestable, escasez de fuerzas (postración, ancianidad). En tales circunstancias se
suele observar una vuelta a los esquemas primitivos, simplificados, que comúnmente se corresponden con formas del
modelo caligráfico primitivo. De ello resulta una abreviación generalizada en la que se omiten los enlaces, se eliminan los
ligados inusuales, se construyen las formas sólo con los trazos magistrales y, en suma, se tiende a una economía gestual
que facilita la labor compositiva.
El conjunto de dicho postulado y leyes han sido de una enorme utilidad en el peritaje de escrituras, debido a que forman
un cuerpo de constataciones genéricas, con aplicación práctica. La sencillez con que están expuestas no les resta
profundidad ni validez, sino que, al contrario, han tenido la virtud de concitar a los especialistas en un punto común que se
ha revelado como algo fundamental para examinar los manuscritos desde idéntica perspectiva.
Y no está demás recalcar su importancia porque es harto frecuente que, pese a lo extendido que parece ser su
conocimiento en el ámbito especializado, en los peritajes ni se tengan en cuenta ni se haga referencia alguna a sus causas
y efectos, en casos en los que podrían mencionarse para un mejor esclarecimiento de determinados fenómenos dentro del
capítulo de cotejos. Suele recogerse, con carácter doctrinal en el preámbulo del dictamen (perdiendo parte de la fuerza de
su sentido, al estar fuera de contexto), y siempre junto con otros comentarios teóricos más o menos ilustrativos.
OTROS PRINCIPIOS RELACIONADOS CON LOS MANUSCRITOS
Las cuatro leyes anteriores tienen, como corresponden al enunciado de cualquier ley, un sentido genérico que pueden
complementarse con otros matices a los que es pertinente darles el carácter de principios, habida cuenta de su naturaleza
de bases, orígenes o razones fundamentales.
Si al estudiar los manuscritos se tienen presentes las leyes fundamentales de una manera axiomática sobre las que apenas
se ejerce reflexión, estos otros principios complementarios se enfocan concretamente al ámbito de la práctica pericial, por
lo que su razón de ser merece atención especial.
Principio de las variaciones naturales
Cualquiera que sea el sistema gráfico, el talante del escribiente, su nacionalidad, u otras condiciones, la variación es una
característica generalizada, incluso en escribientes con un alto grado de estabilidad; y las transformaciones no sólo
interesan a las formas sino a cualquier factor gráfico (dimensiones, inclinación, continuidad...) como sucede en el ejemplo
de la Figura 327.
Figura 327.Palabras pertenecientes a un mismo escrito realizado en el mismo momento. Sin que parezca existir causa
que lo justifique, salvo la propensión al cambio, el autor realiza variaciones de una misma letra
Porque la variación natural, además de ser un atributo que depende del talante más o menos proclive al cambio que posea
el escribiente (hay personas que emplean con exclusividad una determinada mayúscula para escribir su nombre y otro
diseño distinto del mismo grafema cuando escriben topónimos, otros antropónimos, etcétera), depende también de la
estructura de los grafismos y del lugar que ocupen.
En el comienzo mismo de cualquier peritaje se impone establecer cuáles son las cualidades definitorias de los manuscritos
dubitados e indubitados a este respecto, sin cuyo conocimiento no es posible valorar con justeza el alcance que tendrán los
aspectos concordantes o discrepantes de las formas gráficas.
Principio de los usos nacionales
Que el ámbito geográfico influye en la forma de escribir de toda una comunidad es algo incuestionable, entendiendo como
tal comunidad una extensión que a veces excede las fronteras de un Estado. Y en ese ámbito de influencia juega un papel
crucial el modelo caligráfico adoptado en las escuelas. Es el caso del sistema creado en Estados Unidos por A. N. PALMER
hacia 1888 y presentado en 1894 por su autor como Método Palmer de caligrafía comercial (Figura 328). La popularidad de
este método, si bien tuvo un cierto declive hacia la mitad del pasado siglo, la repercusión que tuvo en varias generaciones
de estadounidenses fue tan profunda, que no es difícil identificar este tipo de escritura por los ostensibles vestigios
(algunas veces cercanos a la pura caligrafía) que subsisten aun después de que cada persona haya aportado su toque
personal.
Figura 328.Las formas típicas de la caligrafía Palmer y su configuración se identifican con facilidad. Destacan, entre otras
características, la cohesión de las letras, el espaciado entre ellas, y los recorridos en vaivén ( ) en los enlaces, cuya
manifestación más clara en este ejemplo se encuentra en las
El método Palmer no sólo tuvo notable éxito en Estados Unidos (en 1921 se vendieron un millón de ejemplares), sino que
se extendió por muchos países hispanohablantes donde se adoptó con similar fuerza entonces, y aún sigue vigente, bien
que con algunas variaciones que le han dado un aire nuevo. Los cuadernos de caligrafía tipo Palmer se siguen vendiendo
en países como México, o Venezuela, y en áreas de Estados Unidos con fuerte presencia de hispanoamericanos.
Del mismo modo, el método alemán SÜTTERLIN (Figura 329) marcó todo un estilo para muchos escribientes germanos
hasta muy avanzado el siglo XX, impregnando sus escritos de abundantes rasgos complicados, y de ángulos muy marcados
que se combinan con otros netamente curvos en un contraste singular.
Junto a la influencia de los modelos, hay otros usos nacionales que son casi privativos de un ámbito determinado, como el
empleo de las comillas dobles y superiores en las áreas anglosajonas (" "), alternativamente bajas y altas (" ") en Alemania
y Rusia o latinas (« ») en España. Algunos de los usos han trascendido las fronteras, y así, los españoles de un tiempo a
esta parte suelen omitir el signo de interrogación al comienzo (¿) por influencia del hábito anglosajón.
Figura 329.Abecedario de la escritura Sütterlin alemana (arriba). Debajo, el texto «Ejemplo de Caligrafía Sütterlin»
Pequeños indicios relacionados con estos usos singulares ofrecen claves valiosas, especialmente en los peritajes de textos.
A diferencia de otros principios complementarios, el que atañe a la influencia de los modelos caligráficos hay que tomarlo
con un sentido restrictivo, puesto que no en todas las escuelas se enseña el mismo modelo (actualmente, ni siquiera uno
concreto), y así ha sucedido siempre. Concretamente en España, donde más énfasis se hacía en la enseñanza de los
modelos era en los colegios religiosos y bien se podía deducir dónde se había educado una persona por el tipo de letra que
tenía.
En consecuencia, no es aplicable el concepto de la influencia caligráfica en sentido lato, ni para los escritos de años atrás y
aún menos para los de tiempos actuales. Véanse, al final del capítulo, las reflexiones sobre la moderna globalización.
Principio del influjo de la época
Alguien dijo que «los hombres se parecen más a su época que a sus padres». En lo que a la escritura se refiere, el
aforismo se sostiene sobre una verdad incuestionable que se constata fácilmente cuando se examinan las escrituras de
personas cuyo aprendizaje tuvo lugar a lo largo de un mismo período.
Si en el pasado fueron los modelos caligráficos la misma base del aprendizaje para varias generaciones, cuyos vestigios
modélicos comunes podían verse con claridad en muchos escribientes (Figura 331), también hoy (abandonados aquellos
métodos normativos) es posible apreciar un sustrato similar, unos modismos comunes, que constituyen usos compartidos
pese a la mayor libertad en el adiestramiento escriturario. Baste un ejemplo: la moderna costumbre de utilizar un pequeño
círculo en lugar de puntuar las íes o las jotas (Figura 330). Y así otros muchos tics que se propagan como una moda en un
momento determinado.
Figura 330.La costumbre de poner círculos en lugar de puntos es una moda muy extendida, relativamente moderna
De la misma manera que este ejemplo es sin duda un signo perteneciente a una época precisa (identificable a
modernidad), así también ocurría en el pasado con las firmas, que se adornaban con rúbricas amplias y complicadas, con
abundantes florituras y volutas, hoy desaparecidos excepto en firmantes de escasa madurez gráfica (Figura 331).
En dos vertientes concretas tienen aplicación los signos que se corresponden con los modismos de una época determinada:
como apoyatura aproximativa para la datación, y como gesto compulsivo en los casos de anónimos.
Figura 331.Es típico de los firmantes con escasa evolución gráfica pertenecientes a una época pasada, el rubricado que
adorna el texto con formas similares a las de este ejemplo
Principio de la evolución natural
Salvo en los casos en los que la falta de suficiente instrucción haya impedido que el escribiente evolucionara, lo común es
que a lo largo de los años se produzca un proceso de cambio (Figura 332), que es especialmente intenso en la fase vital
que va desde la adolescencia a la juventud.
La evolución de la escritura es un fenómeno esperable de índole natural cualquiera que sea el sistema gráfico y en
cualquier ámbito geográfico, porque no depende más que de la persona, y de ahí que pueda otorgársele el carácter de
principio. Evolucionar no es otra cosa que transformar para dar singularidad, por lo general mediante la abreviación a
formas más sencillas, o por la inclusión de gestos que contravienen lo normativo, pero que confieren al escrito un aire
tanto más peculiar cuanto menor es el parecido con lo que suele ser común.
Figura 332.Los cambios habidos en los dieciocho años que separan estas dos firmas no son sino transformaciones
evolutivas lógicas
Corresponde hacer un análisis preliminar del grado de variabilidad de las firmas o los textos, como rutina previa a
cualquier cotejo porque no tiene igual enfoque el cotejo de la grafía de escribiente estable que otro que origina continuas
variaciones.
Es fundamental establecer en el punto de partida con qué intensidad y dónde pueden esperarse cambios, y dónde existen
características estables antes de hacer la comparación con otro grupo (dubitados o indubitados). E igualmente, de cara a
una aproximación en la datación de textos y firmas, las cualidades del escribiente en un momento concreto ayudan a
establecer la congruencia o no respecto de un espécimen dubitado.
Principio de coetaneidad
De lo dicho en el punto anterior se colige la necesidad de que en el análisis de manuscritos se cumpla el deseable principio
de coetaneidad entre los especímenes; y si en los casos en que el lapso entre ellos no es muy extenso (o no corresponde a
una fase vital en la que quepa esperar grandes transformaciones) la condición es deseable, en el caso de grandes
distancias temporales se convierte en una exigencia. Basta hacer una observación de las firmas propuestas en la Figura
332 para justificar este principio.
Principio de los mecanismos fisiológicos
La totalidad de los mecanismos fisiológicos que originan los gestos gráficos dependen del estado del sistema nervioso
central. Por tanto, hay una correlación directa entre la calidad de los movimientos y la condición física del escribiente
(Figura 333).
Figura 333.Cualquier elemento a lo largo del curso gráfico registra las alteraciones del pulso, con mayor o menor
acentuación y con desiguales manifestaciones según sea el estado de salud
Desde el mismo momento en que alguna parte de la fisiología se altera, la escritura lo acusa indefectiblemente, tanto si el
mal funcionamiento se origina en el cerebro como si interesa al resto del circuito.
Poco más hay que añadir sobre un hecho tan palmario y verificado, que además se encuentra enunciado como factor
condicionante en la primera Ley del Grafismo.
En los peritajes de testamentos hológrafos, o en los de textos y firmas con evidentes signos de alteración física es
fundamental evaluar tales indicios en la fase inicial de la investigación, para conocer si son reales o fingidos, si son
congruentes o no con lo que muestra la mano del autor legítimo.
Principio de los mecanismos psíquicos
Del mismo modo que hay una relación directa entre los mecanismos fisiológicos y los movimientos gráficos, también existe
otra dependiente del psiquismo del escribiente. Es de aceptación general.
La manera de concebir el espacio gráfico, de enfrentarse a él y de ocuparlo, tienen en cada individuo manifestaciones
dispares respecto de otros que se plasman a través de multitud de factores y matices: expansión o concentración en el
desenvolvimiento, ubicación cuidadosa o desorganizada de los elementos, con avance resuelto o contenido, mediante
gestos progresivos o regresivos... En suma, de todas las posibles especies y géneros grafonómicos que son materia de
estudio en Grafopsicología por lo que tienen de complejo cuadro de tendencias relacionadas con el psiquismo.
Bajo un enfoque más específico hay que considerar, asimismo, aquellas manifestaciones que entran en la valoración de
estados patológicos, «categoría especial» aparte porque sus efectos alteran, menoscaban gravemente, o anulan por
completo la capacidad de escribir.
Principio del dinamismo
Decir dinamismo es decir velocidad gestual en la ejecución del trazado, cualquiera que sea el grado de actividad que le
imprima su autor habitualmente: desde la lentitud hasta la precipitación, pasando por todos los posibles niveles
intermedios.
En cualquiera de los enunciados de las leyes fundamentales se da por sobrentendido que la escritura se produce con un
ritmo normal, acorde con la capacidad o el temperamento del autor. Pero uno de los factores que más puede transformar
la escritura es, sin duda, la velocidad cuando ésta se ve forzada por algún imperativo especial: necesidad de anotar algo
rápidamente para no olvidarlo, tomar unos apuntes de clase o en una conferencia...
La necesidad de variar la rapidez habitual para incrementarla provoca casi todo tipo de transformaciones en cualquiera de
los elementos formales y estructurales, particulares o en un conjunto de ellos: inclinación, pautado, dirección, continuidad,
puntuación y acentuación, presión, dimensiones, organización y proporciones. El paso de un ritmo normal en el que la
mano puede desenvolverse conforme a su costumbre a otro de mayor dinamismo, provoca en cada individuo
modificaciones imposibles de prever hasta que se le pone en tal tesitura. Ante estímulos que fuerzan a incrementar la
rapidez de los movimientos siempre se origina algún tipo de transformación.
Esta circunstancia es de particular interés en los casos en que se necesita la formación de cuerpos de escritura a presencia
judicial, o cuando el material indubitado de que se dispone para los cotejos son anotaciones muy vivaces.
Como dinamismo (en definitiva, energía) también debe entenderse el empuje de los dedos sobre el papel con el útil de
escritura. La presión y los movimientos son los dos factores dinámicos que, simultáneos, son necesarios para producir un
manuscrito; ambos van interrelacionados e interactúan condicionándose y aun determinándose, y son independientes de
los restantes aspectos gráficos estructurales: una escritura más o menos inclinada, más o menos conectada, más o menos
grande, con desigual ascenso y dirección, puede realizarse con diferente apriete y desigual agilidad. Sin embargo, una
presión fuerte al escribir actuará como factor retardante, y viceversa, los movimientos raudos pueden influir en el grado de
empuje haciendo que el escrito resulte con una presión más ligera.
Principio de los condicionamientos materiales
Los textos o firmas de un mismo autor aparecen con diferente calidad de trazado si cambia alguno de los elementos
materiales que han intervenido en la escritura de diferentes momentos. De su repercusión ya se ocupó hace muchos años
Jacques MATHYER (4) en un artículo en el que a su vez citaba a OSBORN y LOCARD al respecto de esta cuestión (referida
entonces a las diferencias entre manuscritos realizados con lápiz o estilográfica), circunstancia que demuestra el interés de
examinar especímenes que tengan las mismas características físicas de trazado.
Aparte ya de la muy distinta apariencia que existe entre un escrito con estilográfica o bolígrafo, por ejemplo, y de cuál sea
el grosor del punto de uno y otro útil, también ejercen una influencia determinante las características del soporte y de la
superficie de apoyo (Figura 334).
Figura 334.La apariencia de minúsculos temblores en el trazado de la imagen superior está producida por la textura de la
superficie que ha servido de apoyo al escribir, tal como se revela en la imagen inferior obtenida con luz rasante
Cada uno de estos elementos y todos reunidos pueden dar unos resultados notablemente distintos que se reflejan en los
trazos mediante diversa profundidad en el apriete, grosor, concentración, textura, entintamiento, contraste sobre el papel,
fluidez en el movimiento.
Principio de los condicionamientos posturales
La adopción de una mala postura al escribir repercute sobre el movimiento del brazo y la mano. Los cambios que una
postura incómoda o forzada registra en el escrito están directamente relacionados con el grado de deformación del cuerpo,
desde la espalda hasta el puño, que se manifiestan desde pequeños temblores irregularmente repartidos hasta visibles
distorsiones en las formas. Escribir o firmar de pie reclinándose sobre la mesa o sobre un apoyo inestable, ocasiona en la
escritura deficiencias accidentales difíciles de distinguir de otras anomalías y, consiguientemente, complica su identificación
respecto de otras alteraciones debidas al mal estado físico del escribiente.
Principio de la adaptación al plano
La obligatoriedad de amoldarse a un espacio reducido para escribir o estampar la firma supone un inconveniente frente al
cual las reacciones resultan muy dispares según la idiosincrasia personal, pero de un modo especial en escribientes cuya
grafía se encuentra comprendida entre dimensiones normales o grandes.
Ante un área restringida que es insuficiente para desenvolverse con gestos libres, los mecanismos visuoespaciales realizan
una operación de reajuste que normalmente tienden a conservar las formas, las proporciones, la inclinación, etcétera,
conforme a una unidad de acción que inicialmente es de plena consciencia y después se transforma en compulsión
(intervención de los factores psíquicos).
Figura 335.Obligado por la estrechez del margen en el primer folio del documento, el mismo firmante varía la inclinación
para reajustarlo a la franja disponible. En este caso apenas hay otras transformaciones dignas de mención
La adaptación al marco suele ser tanto más fácil cuanto mayor es el nivel de destreza del escribiente, y en el reajuste
apenas si suelen originarse transformaciones importantes que puedan constituirse en condicionantes deformadores graves
(Figura 335). Las personas con escasa aptitud gráfica son muy refractarias a la adaptación, no por voluntad propia, sino
por la falta de recursos para cambiar unos gestos que tienen muy consolidados; es un fenómeno muy común entre éstas
su incapacidad para cambiar el tamaño y tiendan a sobrepasar cualquiera de los límites del área, al tiempo que reducen las
letras finales en un intento de reajuste forzado.
Principio de la equivalencia de formatos
Consecuente con lo expuesto en el punto anterior, en el análisis pericial debe procurarse que los documentos objeto de
estudio posean idéntico o muy parecido formato, en evitación de las transformaciones que pueden aparecen por virtud de
la ley de adaptación al plano, derivadas del cambio de un espacio amplio y sin restricciones (donde el movimiento puede
hacerse con libertad) a otro menor o preestablecido (casillas o líneas impresas, antefirmas mecanografiadas, sellos
estampados previamente, franjas delimitadas por los márgenes del documento).
La comparación de documentos de igual o similar formato permite agotar todas las vías de investigación y, por
consiguiente, alcanzar la certeza en la conclusión.
Principio de equivalencia de estructuras
Sólo es posible relacionar manuscritos cuyas estructuras posean análogas características compositivas: textos con textos y
firmas con firmas. Y aun dentro de esta analogía general los que tengan similar concepto de trazado, es decir, mayúsculas
con mayúsculas, minúsculas con minúsculas, firmas completas con otras similares, cifras con cifras, etcétera.
Figura 336.La firma y el visé de un mismo autor pueden diferir entre sí tanto como en estos dos ejemplos, y de ahí que
los cotejos de una y otro sólo sean factibles con otras estructuras análogas
De manera más específica, en el análisis de firmas no son susceptibles de cotejo diferentes versiones (ya sea por
abreviación o porque se trate de una variante) aunque correspondan a un mismo autor. El caso de las firmas abreviadas o
visés es un claro ejemplo del supuesto en el que la diversidad compositiva que muestra un mismo firmante puede ser tan
drástica, que a priori pudieran parecer de distinta mano; el visé es a menudo una abreviación extrema que, o guarda
escasa relación con la firma completa, o incluso se compone de forma contraria en diversos aspectos (Figura 336). Aunque
entre las mayúsculas y las minúsculas de un mismo escribiente no suele haber contrastes tan acusados, cada una de las
categorías admite tener factores distintivos que no son comunes entre sí.
Principio del nivel de destreza
Nadie puede conseguir, ni por accidente ni por más que se lo proponga, simular mayor grado de destreza del que posee.
Sin duda, simular impericia por parte de un escribiente hábil es posible, pero no al contrario (Figura 337).
Figura 337.Aun prescindiendo de otros muchos fenómenos discordantes, la firma dubitada (inferior) posee una fluidez de
trazado de la que carece la indubitada (superior). El nivel de destreza de la imitación supera al del autógrafo auténtico.
En el análisis de esta característica no hay que dejar de lado, si es que existen indicios ostensibles de ineptitud o anomalía,
otros enfoques relacionados con aspectos ya referidos de posible mal estado físico o psíquico, de alteraciones debidas a los
medios materiales, etcétera.
La percepción del nivel de destreza que tiene una firma o texto es de suma importancia en los casos de falsificaciones de
firmas realizadas por personas con escasa instrucción (donde una mano hábil puede simular impericia), en testamentos
hológrafos (por la presencia de eventuales contradicciones), en cartas anónimas (con vestigios de gestos compulsivos del
autor), o cuando haya indicios bastantes para sospechar que existe una deformación deliberada.
Figura 338.Aunque con sus características singulares, cada uno de estos cuatro manuscritos tiene un sustrato común
inspirado en el modelo script.
LA GLOBALIZACIÓN Y LA ESCRITURA
Desde mediados del siglo pasado estamos asistiendo a un fenómeno de globalización que, si bien tuvo su origen en el
terreno económico, también se ha propagado al ámbito cultural debido al desarrollo, entre otros factores, de las
telecomunicaciones, a la facilidad que el transporte ofrece para ir de un país a otro o la influencia del cine y la televisión.
Costumbres que en su inicio tuvieron una razón de ser concreta y geográficamente muy localizadas (las tendencias
musicales, la forma de vestir, la alimentación) han trascendido las fronteras, de manera que muchas de ellas tienen similar
representación en América, Europa, o Japón aunque no tengan las mismas connotaciones.
Si hoy es posible encontrar la misma tienda de moda en Nueva York y Madrid (por no citar el mundo de las marcas
«universales»), también parece que lo mismo le está sucediendo a la escritura por una razón muy concreta: el abandono
de la enseñanza de la Caligrafía en las escuelas de muchos países. Desechado un modelo singular de características
propias, se ha ido imponiendo un sistema más «libre» que en palabras de algunos de sus seguidores «permite un
aprendizaje más rápido por parte del niño que, libre de reglas estrictas, comienza a crear escritura antes». Se trata en
muchos casos de hacer una escritura de tipo script, esto es, de letras desligadas, con aspecto tipográfico, trasunto casi de
los textos impresos; en definitiva, también este sistema comporta la adscripción a un modelo, aunque más simple y
estandarizado (Figura 338).
Naturalmente, como también sucede en las escrituras caligráficas, siempre existe un toque personal porque de no ser así
estaríamos ante escrituras clónicas. Pero en lo que atañe a la distinción de las áreas geográficas o culturales de antaño, la
identificación parece que se va volviendo más difusa y el principio de los usos nacionales muestra síntomas de
desaparición. Esta apreciación es sin duda subjetiva y si se afianzará o no en el futuro es impredecible.
NOTA FINAL
Conocidos todas las leyes y principios relacionados con los manuscritos, parece lógico que el peritaje deba iniciarse con
una visión de conjunto, teniendo aquéllos presentes antes que practicar cualquier otro examen más detallado de las
facetas particulares.
Antes que éstas, solamente se justifica la realización de otras inspecciones que atañen al estado físico del documento y
determinan que el peritaje discurra con otro enfoque: los daños que haya sufrido y la existencia de modificaciones o
alteraciones.
(1) SERRATRICE, Georges y HABIB, Michel: Escritura y cerebro. Mecanismos neurofisiológicos, Barcelona, Masson, 1997.
Ver Texto
(2) PELLAT, Solange: Les lois de l'écriture, París: Vuibert, 1927. Esta cita bibliográfica está tomada de la obra de Bruno VETORAZZO, Grafologia giudiziaria, Milán:
Giuffrè, 1987. La obra de PELLAT no puede conseguirse ni en librerías especializadas ni en librerías de viejo; tampoco parece que se haya reeditado desde
aquella primera publicación.
Ver Texto
(3) SAUDEK, Robert: Experiments with handwriting, Sacramento (California): Books for Professionals, 1978; págs. 136 y 137.
Ver Texto
(4) MATHYER, Jacques: «The influence of writing instruments on handwriting and signatures», The Journal of Criminal Law, Criminology, and Police Science, vol.
60, n.º 1 (mar., 1969), págs. 102-112.
Ver Texto
Aproximación al análisis de los manuscritos
EL DESENVOLVIMIENTO GESTUAL
Sin olvidar la complejidad psíquica que determina múltiples facetas en la manera de concebir la escritura, en el análisis
pericial de los manuscritos deben tenerse presentes la totalidad de los factores que constituyen el fundamento físico, así
como la diversidad de circunstancias que condicionan o determinan los gestos gráficos:
Las diversas articulaciones de la mano (dedos y puño) toman el útil de escritura con la fuerza necesaria para sostenerlo;
• el modo de empuñar el útil determina el ángulo de contacto con el papel (Figura 339);
Figura 339.Según se sostenga el útil, el contacto con el papel dará trazos de diferente calidad, que se reflejará en
diversos aspectos pero especialmente en los márgenes de los trazos
• la articulación de la muñeca describe movimientos de traslación lateral mediante leves rotaciones (Figura 340);
• los dedos realizan los gestos finos de abducción , flexión , rotación y proyección lateral ,
sincronizadamente, para crear las formas (Figura 341);
• además, los dedos ejercen el necesario apriete del útil sobre el soporte;
Figura 340.El brazo y el puño van reajustando la postura mediante leves giros coordinados de apertura, a medida que se
compone el renglón
Figura 341.Los gestos finos de los dedos intervienen en el conjunto de traslaciones con que se generan las formas, según
el grado de rectitud o curvatura, y dirigidas hacia cualquier zona del plano gráfico
Figura 342.Dos escribientes diestros crean distinto tipo de trazo tan sólo por el cambio de orientación de la hoja: el útil de
escritura entra en contacto con el papel con distinta postura
• a todo ello se añade un movimiento de impulso lateral del antebrazo para permitir que la mano varíe su posición al
desplazarse sobre el papel (Figura 342);
• el codo queda algo estático en una postura que facilita la rotación del antebrazo con un recorrido de amplio radio,
permitiendo que las líneas se conformen de manera rectilínea;
• la cabeza, el cuello, los hombros y la espalda adoptan determinada inclinación relacionada con la postura del brazo que
escribe, y asimismo con el otro que sujeta el papel;
• la postura, según que el escribiente sea diestro o zurdo, hace variar la colocación del brazo, la muñeca y los dedos
(Figura 343).
Figura 343.La postura de brazo y mano, pero también la colocación de papel, afectan al resultado de los trazos tanto en
escribientes diestros como zurdos
Figura 344.El mantenimiento del codo casi inmovilizado obliga a reajustar el puño a medida que se construye el renglón,
lo que a su vez determina que el útil varíe el ángulo de contacto con el papel
Como se deduce, solamente las condiciones físicas del propio escritor condicionan multitud de posibles variables en el
proceso. Y todas ellas tienen su reflejo en los trazados, diversos de apariencia como es natural, según el útil empleado.
Las variantes debidas a la postura de un escribiente zurdo o diestro admiten, incluso, el examen de matices según la zona
del escrito que se esté examinando. En los escritos con renglones suficientemente extensos se pueden percibir los leves
cambios que causa el reajuste de la postura entre el comienzo y el final del texto, si el escribiente actúa como se muestra
en la secuencia de la Figura 344.
Y si la condición de diestro o zurdo da a la totalidad del manuscrito determinadas características generales, en las
diferentes zonas quedan registrados los matices de dicho reajuste postural. Son peculiaridades que no sólo no hay que
descuidar, sino que deben examinarse escrupulosamente cuando se están cotejando manuscritos que tienen similar
extensión y composición (analogía de formatos).
Lo dicho hasta aquí acerca de la postura y el desenvolvimiento de los gestos al escribir es algo que en muy pocos informes
periciales se cita, quizá porque en el análisis se pasa por alto.
Es frecuente encontrar prolijas descripciones de formas y recorridos de los trazos sin que aparezcan estas otras
propiedades gráficas «invisibles» que tanto sentido dan a la génesis de los manuscritos. Y si hay algún aspecto de un
manuscrito sobre el que merezca la pena llegar al fondo de los detalles (de entre los varios que son verdaderamente
definitorios), uno de ellos es éste del modo en que el autor se coloca al escribir.
La manera de empuñar el útil es una característica que se fija durante la fase del aprendizaje, en los primeros tiempos de
la infancia, y subsiste hasta los últimos días, y solamente cambia por motivos fortuitos o transitorios (fracturas,
torceduras, vendajes, intervenciones quirúrgicas) que si no dejan secuelas permiten volver a los usos acostumbrados.
La experiencia diaria acredita esta constatación por demás evidente y que parece no llamar la atención, precisamente, de
los expertos: no es raro encontrar personas adultas, con alta formación y cultura gráficas, con elevado nivel intelectual,
que sostienen el útil de forma extraña o cuando menos singular, respecto de la ortodoxia caligráfica que establece el uso
de los dedos pulgar e índice para empuñarlo y los restantes como elementos de apoyo; véase la forma de sostener el
bolígrafo en la imagen izquierda de la Figura 339 y el modo menos natural de la Figura 344, no siendo éste el más extraño
que se puede encontrar.
EL «PERITO CALÍGRAFO» Y LA CALIGRAFÍA
No hay conocimiento cabal de los fenómenos sin haberlos experimentado. El espíritu que infunde cualquier investigación
científica en cualquier campo tiene su razón de ser en este axioma.
Es aquí donde adquiere plena justificación la antigua designación de perito calígrafo y el que fuesen éstos, los calígrafos,
los que entendieran de los asuntos de la escritura, porque quiénes más capacitados que ellos para distinguir una buena o
mala calidad de los manuscritos en épocas en las que el saber leer y escribir no eran habilidades comunes, según hoy las
entendemos y nos parecen cosa corriente.
En tiempos pasados, cuando cualquier escribiente debía sujetarse lo más posible a las normas de una escritura bella,
ornada, gobernada por directrices estrictas de los modelos, únicamente los maestros (con pleno dominio de la Caligrafía),
bibliotecarios, archiveros, escribanos públicos, clérigos y personas de alta formación, poseían este bien que formaba parte
de su acervo cultural. Y de ahí que fuesen algunos de ellos los llamados a dictaminar sobre escrituras: sólo ellos conocían
cómo formar las letras, de qué modo debían articularse, etcétera, y, en consecuencia, los que poseían perfecto
conocimiento para pronunciarse sobre si un escrito concreto podía atribuirse a determinada persona.
Salvadas las distancias de todo tipo entre aquellos tiempos y hoy, el actual experto en documentos debería iniciar su
formación práctica en los comienzos mismos (si es que en su juventud nunca lo hizo) ejercitando la Caligrafía con plumillas
como las incluidas en la Figura 161 (página 337). Ante semejante exigencia, que no sugerencia, surgirán sin duda
preguntas como: ¿se pretende que el técnico en Documentoscopia retroceda al nivel de simple calígrafo?, ¿cómo, después
de haberse afirmado que esta disciplina nada tiene que ver con la Caligrafía, se puede incurrir en tal contradicción? En
modo alguno se trata de una incongruencia ni mucho menos de desandar lo recorrido. Antes al contrario, de lo que se trata
es de que quien se tiene que ocupar de analizar escritos posea profundo conocimiento de la técnica compositiva de la
escritura, de la dificultad que requiere el realizar los gestos, del comportamiento del útil, de los efectos que producen los
distintos tipos de apoyo y levantamiento, etcétera. En suma, que se dote de una experiencia exhaustiva y directa que le
faculte para valorar con criterio todos los fenómenos físicos que muestran los trazos a lo largo de su curso, trascendiendo
la apariencia externa de las formas para llegar al conocimiento de cómo se han formado. Se trata de una distinción crucial
en los peritajes: comprender la diferencia que existe entre forma y formación.
Forma y formación no es un simple juego de palabras sino algo más: dos conceptos bien diferenciados y relacionados. Uno,
referido a la imagen que queda conformada sobre el papel, y otro, el conjunto de procesos y recursos gestuales (con todos
los matices personales) que intervienen en la génesis de tales imágenes gráficas.
Iniciarse en el ejercicio de la Caligrafía con plumilla metálica es un punto de partida en el conocimiento de las posibilidades
de la escritura que, más que aconsejable, resulta imprescindible. Su especial flexibilidad, las calidades que es capaz de
registrar a través de leves cambios de la pulsación, el delicado equilibrio en la descarga de la tinta según la presión
ejercida y los dispares resultados derivados de la forma de contacto con el papel, son primordiales para entender el porqué
de lo plasmado sobre la hoja y luego valorar con justeza a qué se debe cada uno de los fenómenos resultantes. No es
ninguna exageración afirmar que quien nunca ha escrito con plumilla desconoce todas las posibilidades que posee la mano
para realizar gestos finos y precisos.
Los ejercicios con estilográfica constituyen el siguiente paso para entender las diferencias de manejo respecto de las
plumillas, así como de los resultados que se obtienen en los trazos. Y si en la actualidad aquéllas no se emplean (y desde
el punto de vista pericial sólo sirven para explorar los matices gestuales), éstas sí se usan con relativa frecuencia en la
escritura de textos y firmas, razón por la que el conocimiento que se ha de tener de ellas es de aplicación práctica en los
análisis periciales.
Del bolígrafo, los rotuladores o los híbridos rollers, debería ser excusado recalcar lo imprescindible que resulta conocer
todas sus posibilidades: defectos típicos que les son inherentes y calidades que proporcionan al trazado; pero, a tenor de
la completa ausencia de referencias a estas condiciones físicas en los dictámenes periciales, es ineludible llamar la atención
sobre la necesidad de que el perito atienda a propiedades tan sustanciales, las cite y las explique en sus trabajos.
Una vez cubiertas las anteriores etapas de ejercicios con las plumillas y estilográficas, y sabiendo el diferente modo de
manejarlas respecto de los útiles esferográficos, el experto en escrituras habrá abarcado toda la gama de posibilidades y,
consecuentemente, ya estará en disposición de interpretar con criterio claro qué es lo que se revela en un manuscrito,
cómo se ha originado, y si tal origen es el mismo que otro dubitado o no.
Todo este proceso de capacitación que debe poseer el perito no puede ser interpretado como una disciplina rígida,
encorsetada, de regresión a usos anticuados. Por el contrario, se trata de ampliar las capacidades de quien se va a ocupar
de algo en apariencia tan sencillo como distinguir un trazado de otro muy similar o dispar.
REPERCUSIÓN DE LOS MEDIOS MATERIALES
En el capítulo anterior ya se hizo mención a esta circunstancia condicionante, y también anteriormente se dijo que en el
cotejo de manuscritos hay que tratar de conseguir la deseable equivalencia de especímenes por la incidencia que puede
tener el uso de diferentes útiles y distintas calidades del soporte.
Figura 345.Las características del punto, de la tinta y del sistema condicionan, como en este caso, algunas variantes. La
dimensión se acrecienta a medida que aumenta el grosor del punto (quizá para evitar una excesiva congestión de las
letras), también cambian la fluidez y la ligadura
El empleo de estilográfica, bolígrafo o rotulador interviene de manera directa sobre los gestos del escribiente. Si está
habituado a manejar indistintamente cualquiera de los útiles, la repercusión será escasa o nula, pero no será así si alguno
le resulta incómodo o desacostumbrado. Las consecuencias en la escritura tendrán un alcance muy diferente en lo que se
refiere a los aspectos que se verán afectados: malformaciones, rectificaciones, cambios en la dimensión o la continuidad...
(Figura 345).
En lo que concierne a la calidad del soporte, se trata, por así decirlo, de un elemento «pasivo», es decir, en el que no
interviene el gesto del escribiente y en cuyos resultados los cambios pueden ser radicalmente distintos según sea el
acabado del material o la textura de la superficie.
Igualmente de carácter «pasivo», sin concurso de quien escribe, tiene la calidad de las tintas. Su influencia, según sean
viscosas o fluidas pueden desvirtuar en la parte las características de la pulsación al entrar en contacto con el papel, si la
combinación de los materiales no es adecuada (Figura 346).
Figura 346.El empleo de un rotulador sobre papel inadecuado ha provocado pequeños corrimientos que parece desvirtuar
la pulsación del firmante. Se precisa un examen detenido de estas calidades para no errar en la valoración de los
movimientos
Un tercer condicionante ajeno al escribiente atañe al funcionamiento del útil de escritura. La pérdida parcial de trazos, la
falsa apariencia de alteraciones en la presión, las transformaciones de algunos recorridos pueden, eventualmente, deberse
al mal estado del punto, a un deficiente entintamiento de los mecanismos de descarga (en ocasiones intermitentes) o al
agotamiento de la tinta (Figura 347). La imagen fotográfica superior de dicha ilustración, es ejemplo de un caso típico; al
fallar el entintamiento de la estilográfica cuando el firmante ya ha realizado diversos movimientos, reanuda el autógrafo
con bolígrafo a partir de la primera estructura legible, y de ahí que se entremezclen trazos débiles con otros mejor
definidos sin interconexión ni relación de continuidad entre sí, aunque dispuestos en paralelo, lo que provoca un efecto de
doble imagen.
Figura 347.Los débiles trazos inconexos y la primera estructura a modo de letrafdestacados en la imagen inferior,
corresponden a recorridos realizados con estilográfica y tinta de color azul oscuro, que apenas se diferencian de los
restantes, éstos de bolígrafo y color negro
Finalmente, la superficie sobre la que descansa la hoja al escribir provoca cambios que pueden parecer anomalías del pulso
o manipulaciones (consúltese el ejemplo de la Figura 334 en la página 589).
De nuevo procede destacar la total carencia de estudio o siquiera de alusiones a estas condiciones físicas en los
dictámenes periciales, carencia que denota olvido por parte del perito cuando se lee el desarrollo de los cotejos, aun
cuando en determinadas circunstancias las diferencias de los manuscritos sean muy evidentes y se deban a la repercusión
de los materiales.
Consecuente con todo lo visto acerca de los medios materiales tendremos que, si en un cotejo los medios son distintos, la
primera cautela será la de considerar éstos y sus posibles efectos como agentes del cambio entre manuscritos. Si son
idénticos y los cambios ostensibles, sin aparente justificación, habrá de considerarse la posibilidad de estar ante un hecho
accidental de índole física o psicológica que afecta al escribiente, o quizá frente algún otro tipo de alteración fraudulenta.
VARIACIONES DE LA ESCRITURA
Se tiene por axiomático que la escritura de la misma persona nunca es igual, del mismo modo que se admite sin reservas
que cada individuo tiene un grafismo personal e irrepetible, que no concuerda con cualquier otro por parecido que sea.
Cualquier persona siente y observa que su escritura cambia de un día a otro incluso en diferentes horas de una misma
jornada. Esta constatación empírica de nivel elemental no es otra cosa que el fenómeno que en Documentoscopia se da en
llamar variaciones naturales.
La escritura no es inmutable. Al contrario, muchas de sus características acusan cambios, ya de carácter natural, ya por
motivos circunstanciales o accidentales. A pesar de ello, siempre permanece un «fondo» constante, en el que, por así
decirlo, reside la personalidad gráfica. El estudio de la escritura de algunas personas a lo largo de toda su vida ha
demostrado que, pese a la existencia de fases de cambio muy notables, siempre mantiene un sustrato constante y singular
por el cual se la puede reconocer en cualquiera de sus etapas; pero no pueden establecerse normas generales acerca de
tales variaciones porque cada individuo tiene una evolución propia.
Las cualidades de la personalidad se transforman en el curso de los años en mayor o menor medida, y esa transformación,
como forma de exteriorización de la conducta, se refleja en la escritura. Algunas veces los cambios son tan drásticos que
podría parecer que el individuo ha adquirido otra personalidad, a partir de la disimilitud en su factura (consúltense las
firmas de la Figura 81 en la página 180). Aunque sin entrar en el terreno de la Grafología, sin embargo no puede pasarse
por alto el hecho de que algunas transformaciones tienen su origen en cambios psíquicos que pueden o no ser de etiología
patológica, o que corresponde tan sólo a la evolución natural del paso de una etapa vital a otra.
Nunca escribimos exactamente igual. El movimiento de la mano no se repite siempre de manera idéntica (puesto que no es
un elemento mecánico), si bien existen cambios singulares en cada escribiente que permitirán identificarle. Tales
modificaciones provienen del hecho de que los movimientos no son constantes ni homogéneos; el ritmo, la flexión y la
presión del brazo, de la mano y de los dedos son, hasta cierto punto inestables, e impiden la perfecta concordancia. Por
ejemplo, cada vez que se ejecuta una firma, ésta contiene ciertas mutaciones (que hay que buscar y determinar en cada
caso) cuya mayor o menor intensidad permiten hacer una identificación personalizada, obteniendo así cuáles están dentro
de las variaciones normales y qué otras podrían ser accidentales o contradictorias.
Las causas por las que una escritura puede variar es posible agruparlas en cuatro apartados: naturales, accidentales,
fraudulentas y por efecto de los materiales.
Las variaciones naturales
Al decir que nunca se escribe exactamente igual, incluso entre dos momentos en los que apenas han transcurrido unos
segundos, ya se ha enunciado el primer fundamento de las variaciones naturales (Figura 348).
Figura 348.De una a otra firma tan sólo median unos segundos y, como se comprueba, tienen ciertas variaciones
naturales
El segundo motivo de la variación natural lo provoca una gran distancia temporal entre manuscritos, esto es, las diferentes
fases vitales en las que se realizan las escrituras.
Las fases gráficas
Un factor sustancial en el examen e identificación de escrituras comporta atender al período gráfico en que están
realizadas. En el análisis inicial de todo peritaje (después de haber revisado el estado físico de los documentos) es
imprescindible verificar sus fechas (Figura 349).
Figura 349.Entre estas dos firmas indubitadas media un lapso de ocho años en el que se han producido varias
transformaciones. De ahí que al recabar muestras para cotejo con especímenes indubitados se deba considerar la distancia
temporal y observar el principio de coetaneidad que, como se ve, puede influir de modo decisivo en la investigación
Por lo común, cada fase de la vida tiene unas connotaciones de mayor o menor cambio personal que se reflejan en el
escrito.
Puede hacerse una división aproximada en cuatro momentos gráficos relacionados con otros tantos estadios vitales, pero
con una total flexibilidad en el establecimiento de los hitos, puesto que cada persona tiene un decurso vital peculiar:
• El primero, que comienza en el aprendizaje infantil de la escritura y llega hasta el fin de la adolescencia, momento en
que comienzan a fijarse las cualidades propias del grafismo.
• El segundo, que abarca desde la primera juventud hasta la madurez.
• El tercero, un extenso que período que va desde la madurez hasta el comienzo de la vejez.
• El cuarto, que corresponde a la ancianidad.
No siempre se cumple este ciclo. Es el caso de la persona que deja la escuela a temprana edad y no desarrolla un hábito
gráfico, con el consiguiente estancamiento de su habilidad en este terreno (Figura 350).
Figura 350.Catorce años separan estas dos firmas, en las que los cambios son visibles aunque las transformaciones no
hayan sido importantes
Acorde con las cualidades físicas y psíquicas del individuo, la madurez gráfica puede darse con anticipación, o en personas
de avanzada edad mantenerse «joven». El esquema anterior sirve a título orientativo para valorar con propiedad la
escritura que se examina, pero en modo alguno es algo rígido y que necesariamente cumpla cada uno de los procesos.
Otro problema de la cronología estriba en que es muy difícil deslindar las fronteras entre inmadurez o madurez gráfica,
entre madurez y vejez cronológicas. No sin cierta arbitrariedad cabe establecer dos hitos, uno alrededor de los 21 años, y
el segundo, cercano a los 50.
Sí es factible, sin embargo, dar algunas claves generales sobre cada uno de los ciclos expuestos, dado que son fenómenos
que se identifican con claridad en el grafismo. En el primero de los estadios gráficos, la escritura se caracteriza por ser,
sobre todo, ensayo y descubrimiento aunque ya desde la infancia se presentan ciertas tendencias singulares. En la
siguiente fase, es habitual que la escritura tenga un trazado lento y con formas cercanas al modelo caligráfico que las
originó; al final de esta fase comienzan a aparecer algunos gestos «inventados» o transformados por su autor, bien debido
al afán distintivo que quiere procurar a su escritura, bien por economía en el esfuerzo.
En el período de madurez se verifican las mayores transformaciones. Se cambian las formas, los enlaces se ejecutan con
mayor eficiencia, se tiende a simplificar la estructura, y suele aumentar la velocidad. Las propiedades gráficas se
consolidan con rasgos que van a perdurar mucho tiempo sin grandes cambios. Los hábitos se han automatizado con un
alto grado de destreza.
El último ciclo, en el que el escritor ha llegado a la vejez, estará muy condicionado por su estado físico. La pérdida de
fuerza o la aparición de enfermedades ocasionan cambios radicales y muy rápidos afectando a multitud de elementos
gráficos hasta entonces estables. Es el momento en que el experto puede hallarse ante mutaciones muy profundas en un
corto período de tiempo, que remiten por virtud de una modificación drástica en la salud del escribiente.
En escrituras de este período pueden surgir muchas dudas que es menester analizar con extremo cuidado considerando
que sólo serán válidos para contrastar los documentos que cumplan perfecta coetaneidad.
Edad gráfica y edad cronológica
No ocurre necesariamente que los años maduren a la persona como fuera de esperar. Muchas causas de índole social o
psicológica hacen que el sujeto avance mentalmente muy pronto, o por el contrario, retrase ese proceso a un período más
tardío. Este momento crítico (generalmente se abre una crisis psicológica, afectiva, de intereses, etcétera) suele ocurrir
con mayor frecuencia en el tránsito de la adolescencia a la mayoría de edad.
Es importante, si se trata de escrituras producidas en este período, constatar qué transformaciones se producen y de qué
intensidad, para evitar errores de valoración.
El fenómeno de la evolución gráfica «normal»
El entrecomillado para el calificativo «normal» viene a propósito de la cautela que se debe poner en el contenido
conceptual. Por «normal» únicamente ha de entenderse aquí lo que es común o generalizado, lo que sucede en la mayoría
de los casos, sin que tenga ninguna connotación con su antónimo (anormal, defectuoso, anómalo). Por lo tanto, es normal
que la escritura evolucione a partir de un modelo sobre el que se ha aprendido, y paulatinamente se vaya abandonando,
más o menos conscientemente, hasta llegar a personalizarse. En determinados casos, y en razón del talante de la persona,
la evolución es menor si se adscribe con más fuerza a ese modelo, haciéndolo parcialmente suyo. Sí cabría calificar de
anómalo el que una persona con suficientes medios y condiciones para haberse formado intelectualmente mantenga una
caligrafía escolar cuando llega a la madurez cronológica. No es el mismo caso el del individuo al que le ha faltado un
mínimo de instrucción por carencia de medios, y como consecuencia no ha podido desarrollarse como persona en otros
muchos órdenes de la vida y, en concreto, en este específico de la escritura.
Cambios ocasionales o accidentales
Igual sentido que en otros órdenes tiene su aplicación a los escritos el término accidental: cualquier acontecimiento que
sucede de manera imprevista y provoca la pérdida del control de los gestos.
Como variación accidental se entiende un hecho fortuito y ocasional que modifica los límites del cambio natural que de
ordinario realiza un escribiente. Puede deberse a un mal estado físico transitorio, a una alteración psicológica pasajera y,
en suma, a una circunstancia sobrevenida.
Los cambios provocados voluntariamente que dan aspecto de alteración a la escritura, son objeto de otro análisis diferente,
que ya se verá en el capítulo de las falsificaciones gráficas.
Cambios de índole física
Bajo este enunciado se consideran dos situaciones: bien la de naturaleza física que afecta al cuerpo de escritor debida a un
agente externo, bien la que se ve influida por la postura en el momento de efectuar un escrito o una firma.
En condiciones saludables, una persona puede ver alterada su escritura de forma ocasional por la acción de excesivo frío o
calor, o tras haber realizado un esfuerzo más o menos notable y continuado. Los cambios que opera la acción de calor
causan, por lo general, un aumento del tamaño del grafismo así como un mayor peso en los trazos. El frío entumece el
puño y provoca falta de flexibilidad en los dedos con la consiguiente disminución de la soltura en los movimientos; por lo
general, el tamaño de las letras decrece, en las formas aparecen ángulos que de ordinario no están presentes, y se
presentan pequeños temblores en numerosos puntos del trazado; los cortes en la continuidad también son mayores y la
puntuación se vuelve débil o imprecisa; todos estos signos, si un escrito es lo bastante extenso, van desapareciendo a
medida que el escritor recupera temperatura y su circulación sanguínea se estabiliza.
Algo parecido sucede después de haber realizado un esfuerzo intenso. Cierta rigidez de la mano y de los dedos impide el
normal movimiento de los gestos, que se traduce, entre otras manifestaciones, mediante temblores (la respiración
acelerada o entrecortada colapsa parcialmente el dominio del gesto), o de cortes inesperados en los trazos; ambos efectos
remiten con el paulatino sosiego una vez han recuperado los dedos sus capacidades normales. El haber cargado con un
gran peso momentos antes de escribir menoscaba la sensibilidad de la mano; como compensación para recuperar el
dominio del movimiento se siente la necesidad de apretar con fuerza el útil de escritura y la presión gráfica se perturba.
Escribir en una postura que no es cómoda (de pie y reclinado, en un lugar estrecho, o con escaso espacio para acomodar
los brazos) introduce algunos cambios que al ser cotejados con otra grafía «normal» se revelan como hechos extraños:
prolongaciones inusuales, pérdidas de control generalizadas, arranques inestables, remates desviados o inhibidos,
etcétera, según qué circunstancias se hayan dado al apoyar el puño. En ocasiones, el propio documento facilita la clave del
porqué de tales fenómenos; resulta frecuente encontrar este tipo de variaciones en firmas que se estampan en los
márgenes de documentos voluminosos donde, por razón de su grosor, o bien no se ha podido asentar bien la mano
(márgenes externos), o bien la escritura se realiza sobre una superficie abombada (márgenes internos).
Como se ve, resulta complejo hacer una exposición exhaustiva de todas las variables que originan situaciones accidentales
de orden físico, psicológico o patológico, y de sus consecuencias. Puesto que sus efectos pueden llegar a ser muy distintos
y altamente deformantes, determinar a qué corresponden es una tarea de especial dificultad y la causa de muchas dudas.
Cambios de origen psicológico
Es un hecho comprobado en el vivir diario que diferentes estados de ánimo afectan a la actividad vital, y cómo no, a la
energía que se necesita para escribir. Cualquiera sabe lo costoso que resulta si no se tiene suficiente presencia de ánimo.
Es desde esta perspectiva de naturaleza no enfermiza desde la que se deben entender los cambios de índole psicológica
que aquí interesan. Corresponden sobre todo a estados anímicos esporádicos, que duran un período de tiempo
relativamente corto (las alteraciones prolongadas deben tratarse desde un enfoque patológico).
En general están relacionados con la emotividad, estimulando una reacción que se refleja en el escrito. El estado de
nerviosismo al realizar un cuerpo de escritura por citación judicial (para quien no está acostumbrado a moverse en ese
ámbito) provoca temblores, vacilaciones, agitaciones, cambios en la velocidad y otras anomalías. La euforia agranda la
letra y las líneas se proyectan en ascenso, ocurriendo lo contrario en el caso de ánimo depresivo. Conviene saber, al
respecto de estas modificaciones, cómo se tomó la muestra de escritura para ser cotejada o, si el perito hizo
personalmente la prueba, anotar cuidadosamente dónde la persona mostró renuencia, duda o agresividad.
Al respecto de esta área y de la relacionada con patologías, no hay estudios completos y contrastados que permitan
identificar de modo inequívoco cuáles son los signos aislados o que aparecen asociados, por lo que se hace aconsejable
evitar cualquier afirmación sobre este particular en un dictamen. Si en textos o firmas hay algún fenómeno modificador de
esta clase es casi seguro que no damnificará el manuscrito hasta el punto de hacerlo radicalmente distinto de otro
realizado en condiciones de ánimo equilibrado y, por consiguiente, subsistirán suficientes rasgos gráficos que sean aptos
para la identificación.
Cambios de origen patológico
En lo tocante a esta vertiente sólo cabe hacer una referencia genérica sin entrar a pormenorizar todas las posibles
disfunciones que la patología física o psíquica pueden afectar a los manuscritos.
Tratar de incluir siquiera una breve reseña es entrar en el vasto campo de la patología gráfica, que merece, por su
importancia, un tratado completo. Por otro lado, si bien es cierto que muchas enfermedades físicas y psíquicas han sido
investigadas desde esta perspectiva, también es verdad que otras muchas están sin estudiar.
Comoquiera que determinadas patologías afectan profunda y visiblemente a la escritura, su análisis debe hacerse
ajustándose al registro físico con que se manifiesta, pero tan sólo con la intención de hacerlas comprensibles al
destinatario del dictamen en lo que tienen de identificadoras.
Puesto que el perito no es médico ni psiquiatra, debe abstenerse de emitir diagnóstico sobre la salud física o mental a
través del escrito que se le proporciona. Su labor sobre este tenor se ciñe con exclusividad a identificar una grafía si ésta
presenta inequívocos signos de patología, explicando los fenómenos y esclareciéndolos con las oportunas ilustraciones. El
caso ilustrado en la Figura 351 es demostrativo de la secuencia en el deterioro de la salud de una persona; si como aquí
sucede, el número de muestras indubitadas es tan rico en contenidos, no será necesario saber las causas que alteran el
pulso sino tan sólo definir cuáles son y si tienen relación con los ejemplares dubitados.
Figura 351.La constatación del deterioro gestual no siempre se presenta tan clara como en esta secuencia
(reproducciones a tamaño real). En casos como éste, donde aisladamente observados cada uno de los autógrafos pudieran
inducir a pensar en una presumible falsificación, es imprescindible contar con especímenes coetáneos
CAMBIOS DE NATURALEZA FRAUDULENTA
Cumple solamente enunciarlas en este momento, sin entrar a pormenorizar sus características distintivas, porque más
adelante serán tratadas al estudiar los tipos de falsificaciones e imitaciones.
LOS CAMBIOS DE INFLUENCIA MATERIAL
Puesto que ya se han visto anteriormente, sólo conviene ahora recordar los posibles efectos que pueden introducir en la
escritura cuando los documentos que se están estudiando se han confeccionado con materiales de distintas calidades.
LAS CONTRADICCIONES GRÁFICAS
Dentro del proceso de las observaciones que requieren descender hasta el detalle, el examen de las contradicciones
adquiere un valor singular, porque su presencia suele ser el culmen que ayude a perfeccionar, completando, todo un
conjunto de fenómenos identificadores en los asuntos de imitación o disfrazamiento.
Una contradicción escritural es un fenómeno insólito, opuesto o discrepante respecto de todos los demás que lo rodean, sin
justificación plausible en el contexto desde ninguna de las circunstancias condicionantes expuestas hasta aquí (materiales,
cronología, patología, etcétera). Por ejemplo, no es creíble que puedan darse grafismos realizados muy velozmente en un
entorno de escritura lenta, a menos que a lo largo de un escrito se pueda establecer que el autor cambia de manera
notable la velocidad en algunas zonas; tampoco es congruente que aparezcan estructuras evolucionadas coexistiendo en
un todo en el que el nivel de destreza sea de tipo elemental. Como es natural, una contradicción no se puede interpretar
como una variación normal ni accidental, sino como una presencia extraña que no encaja con las restantes características
dinámicas o de destreza que tiene el resto del conjunto.
La contradicción es un fenómeno de carácter relativo, es decir, siempre relacionado con el entorno restante. En un
contexto gráfico sin anomalías visibles, con ausencia de signos que demuestren algún obstáculo para su desenvolvimiento
normal, la presencia aislada de un gesto insólito habrá de examinarse con detenimiento para tratar de establecer a qué
posible causa es debida. Un hecho mínimo, sin aparente importancia, puede ser indicativo de una contradicción y, por lo
tanto, de un falseamiento o disfraz.
Lo que tiene de evidente la contradicción es que su existencia supone la contravención de alguna característica de
cualquier índole: momento en que se hace un trazado, en que se implanta un acento o se puntúa, en el recorrido al formar
un grafismo... (Figura 352).
Hay que llamar la atención sobre el hecho de que las contradicciones apenas son objeto de análisis en los dictámenes,
pese a ser más reveladoras que los «gestos-tipo». Y tienen mayor importancia porque la contradicción surge casi siempre
sin apercibimiento, sin que el imitador sepa en lo que está incurriendo, y se da en pequeñas zonas, en gestos casi
imperceptibles; por otra parte, tienen el valor adicional de manifestarse sobre todo en manuscritos realizados con agilidad
(imitaciones libres), allí donde la mano se ha comportado con desenvoltura natural o rapidez forzada. En última instancia,
lo trascendente desde el punto de vista gestual es que nadie realiza un gesto contrario a su costumbre (relacionado con la
memoria cinestésica), como puede ser un cambio en el recorrido como el que requiere la construcción de los números 8 de
las tres imágenes inferiores de dicha Figura 352.
Figura 352.Ejemplo de una contradicción. En la construcción del número 8, la zona de arranque y los recorridos, aparte
ya de las desiguales proporciones, nada tienen que ver entre unos y otros. Arriba, dos cifras dubitadas; las tres inferiores,
indubitadas
CASOS ESPECIALES DE CAMBIOS
Si al respecto de la coetaneidad de las muestras para cotejo, de su cuantía, de la equivalencia de formatos, etcétera, son
exigencias imprescindibles para evitar la comisión de errores, en lo que respecta a las muestras que se le facilitan al perito
para su trabajo la experiencia aconseja la mayor de las circunspecciones. El aviso tiene un carácter de especial prevención
si tales muestras se han tomado a presencia judicial por funcionarios de los Juzgados que poco o nada saben del modo de
tomarlas y de los requisitos que deben cumplir para que sean útiles. La cautela debe ser, en tales casos, tanto mayor
cuanto más difieren las apariencias de los textos o firmas que se nos entregan.
No son pocos los casos en que el compareciente tiene la suficiente habilidad para deformar su grafía natural o que, como
en el caso de los manuscritos de la Figura 353, el autor es ambidiestro y no sólo posee la capacidad de escribir con las dos
manos de modo desenvuelto, sino que con la mano derecha (imagen inferior) realiza dos tipos de escritura de articulación
y forma muy distintas.
Figura 353.Hallar que una persona es capaz de producir escrituras tan variadas y realizadas con ambas manos es una
circunstancia que el perito siempre debe tener presente como posible en cualquier trabajo, cuando se encuentra ante
escritos muy distintos que se le ofrecen ya confeccionados
Puede parecer que este ejemplo es algo verdaderamente excepcional, y sin duda lo es. Por ello, la solicitud de ampliación
de las muestras, la repetición de los cuerpos de escritura o la petición de un mayor aporte documental con manuscritos y
firmas espontáneos en el momento inicial en que se recopilan los documentos, es fundamental para tener la seguridad de
que se va a trabajar con los materiales idóneos.
Frente a escribientes con tales aptitudes para la transformación perecería que dan al traste las leyes y principios que
sustentan el peritaje de manuscritos, y en particular la teoría de Saudek que se mencionó en el capítulo anterior. No es así.
Más allá de las formas (que no son sustanciales por sí mismas), el análisis iría proporcionando, poco a poco, los rasgos
idiosincrásicos comunes que identificarían el mismo origen de las tres muestras, no sin un mayor trabajo y necesitado de
mayores argumentaciones.
Así pues, los exámenes rigurosos y exhaustivos basados en los fundamentos que a diario acreditan su eficiencia, siguen
siendo válidos como lo demuestra el hecho de que los anónimos (aún con mayores cambios que los mostrados en este
ejemplo) se resuelvan positivamente cuando los especímenes indubitados son suficientes y aptos.
CASOS ATÍPICOS
La postura pericial de estar siempre prevenido para cualquier situación insólita es esencial. Porque si bien es cierto que en
la mayoría de las circunstancias las escrituras cumplen unas ciertas reglas, hay ocasiones en que cabe encontrar
excepciones que son atípicas.
Figura 354.El autor de estos textos escribe exclusivamente con letras mayúsculas, y lo hace con una gran rapidez y
efectividad como lo demuestran los enlaces originales que ha desarrollado para la construcción de los grafemas y las
uniones entre ellos. Se trata de un caso excepcional de uso exclusivo de un tipo gráfico que los ha convertido en sustitutivo
de las minúsculas
El manuscrito de la Figura 354 pertenece a un escribiente que siempre utiliza letras mayúsculas para redactar cualquier
tipo de texto y no sólo los rótulos o encabezamientos. Tal como puede comprobarse, ha desarrollado varias soluciones
originales para construir los grafemas, seguramente obligado por la necesidad de obtener un grado de eficiencia en los
resultados semejante a la que debiera conseguir con una composición en minúsculas cursivas. Desde el punto de vista de
la velocidad se trata de una solución eficiente. El abandono de la escritura en minúsculas a edad temprana le impide
manuscribir como es común en la mayoría de las personas, y tiene que esforzarse por recordarlas. Se trata de un caso
excepcional que, sin duda alguna, en la toma de un cuerpo de escritura haría recelar no poco al perito sobre su
incapacidad real para componer un texto en minúsculas y, de no tener otros datos, podría quedar pensando en su falta de
cooperación o en el intento de disfrazar su modo espontáneo de escribir. Pero también, y de ahí el traerlo como ejemplo,
debiera considerar la hipótesis de que tal incapacidad no fuese fingida.
Figura 355.Cada una de las partes constitutivas de este autógrafo se realiza con diferente posición del folio, tal como se
ilustra aquí
Asimismo atípico es el ejemplo de la Figura 355, correspondiente a un firmante zurdo, en este caso por el modo de
componerlo. Lo especial de la ejecución reside en el cambio que hace de la postura del papel para estampar cada parte: el
texto lo escribe situando la hoja como es habitual (en vertical); a continuación, la gira 90 grados a la derecha y lanza la
rúbrica cuando el folio se encuentra en posición apaisada.
Un cambio de esta naturaleza deja en los trazos los vestigios de una contradicción que se presenta como algo inexplicable
a priori cuando se examinan las estrías, las rebabas y demás características del bolígrafo que permiten establecer la
postura de los dedos. No es sino después de visualizar cómo entra en contacto la esfera del útil con el soporte y las
propiedades del entintamiento, siguiendo el trazado de la rúbrica, cuando se obtiene la solución.
Casos como los expuestos no son comunes, pero constituyen la prueba real de que en cada ocasión se ha de tener una
postura pericial predispuesta a lo inusual, por más que en principio el asunto se presente como algo corriente o ya sabido y
pretenda abordarse con igual tratamiento que otros trabajos precedentes.
La escritura como registro físico
REFLEXIÓN PRELIMINAR
No está elegido el título del capítulo al azar o por capricho (1) . De hecho, y con más frecuencia de lo que comúnmente se
cree, en los peritajes de manuscritos se omite algo que es fundamental: que se trata de un registro físico, que, por virtud
de ciertas condiciones dinámicas y mediante el empleo de materiales concretos, queda fijado de modo permanente (2) .
La manera con que se encauzan los peritajes (según con lo que se desprende de su lectura) deja ver un olvido total de tan
primordial y evidente circunstancia. Sin duda sorprendentes fueron las variadas respuestas que dio un grupo de alumnos
sobre la siguiente proposición: ¿qué os parece que es la escritura? Las contestaciones fueron muy diferentes y algunas
peculiares; «una manifestación de poder a través de la palabra», «un medio eficaz para la demagogia», y la consabida «la
expresión de ideas»... Pero ninguno reparó en lo más simple y empírico de lo que tenían ante sus ojos: un poco de
pigmento aplicado manualmente a un papel.
Y es el caso que un poco de tinta sobre una hoja contiene una amplia historia de su autor. Eso es el peritaje: descubrir
poco a poco, «interrogando» a los trazos para saber cómo se comportó la mano, de qué manera concibió el escrito al
ponerse frente al folio, cómo organizó los elementos, etcétera, y, en última instancia, toda su historia genética (gestual)
desde el momento mismo de la preparación hasta que al fin se materializó.
LA ESENCIA DE LA ESCRITURA: APRIETE Y DESPLAZAMIENTO
Siguiendo en la misma directriz de evaluar un manuscrito como un hecho puramente material, es obvio que para crearlo se
necesita la acción de la mano y, por tanto, de dos fenómenos dinámicos simultáneos: la fuerza necesaria para presionar el
útil y un movimiento de traslación hacia cualquier dirección o sentido. Reducida a su esencia física, la escritura es presión y
desplazamiento.
Comprendido esto, y sin olvidarlo en ningún momento, se estará en disposición de entender cabalmente su significado y el
de todos los factores que se relacionan con ellos, porque cualquiera que se considere (dimensión, organización,
proporciones, velocidad, continuidad, inclinación) no son sino facetas derivadas, que se articulan en infinitas
combinaciones.
ELEMENTOS FORMALES DE LA ESCRITURA
En sentido lato, un manuscrito es el resultado de una composición compleja formada por palabras, cifras y signos.
En su construcción intervienen multitud de trazos, unidos o desligados, que forman las palabras, que a su vez son parte
constituyente de los renglones y párrafos. Y análogamente, con mayor o menor grado de ligazón, los trazos conforman las
unidades básicas: las letras completas o fraccionadas en partes.
Así pues, categorizando las estructuras desde las más simples a las más complejas tenemos: trazos, letras, palabras,
renglones, párrafos y páginas.
Si la letra es la unidad formal básica, el trazo es el elemento constitutivo esencial.
Siguiendo la distinción que hace VAL LATIERRO (3) de dichos elementos esenciales, conforme a un doble sentido práctico:
«[...] nos adentraremos en el estudio de los elementos constitutivos del grafismo, cuyo conocimiento y
denominaciones interesan al grafocrítico, tanto para profundizar en el estudio del escrito, como para el informe que
debe emitir cuando para ello sea requerido.»
Éstos se diferencian en trazos (si forman parte esencial de la letra) y rasgos (ni no forman parte esencial de ella).
Trazos
Aunque tal división en dos categorías es sin duda útil a los efectos de localizar con precisión los fenómenos explicados en
un dictamen, no siempre es fácil deslindar qué es rasgo y qué es trazo, particularmente en los enlaces, donde es crítico
saber dónde acaba una letra y dónde se inicia la siguiente. La situación puede esclarecerse perfectamente en los
dictámenes con tan sólo acotar la parte que se esté tratando; la acotación cumple, al tiempo, con la finalidad de que el
perito deje claro cuál ha sido el criterio que ha seguido para valorar uno y otro elemento y, en un eventual contraste con
otro experto, puedan evitarse confusiones en la identificación del fenómeno de que se trate (Figura 356).
Figura 356.Conviene acotar la separación de rasgos y trazos de manera clara, tanto para que se localice con precisión el
fenómeno concreto que se estudia como para conocer el criterio que se ha seguido en su deslinde
Varios autores, entre ellos VAL LATIERRO y LOCARD (4) , hacen una descripción del número de trazos de cada letra,
estableciendo, por ejemplo, que las minúsculas o y c solamente tienen uno, que la a consta de dos, es decir, que toda
forma curva se valora como un solo elemento.
Semejante evaluación no está del todo clara y merece matizarse reflexionando sobre el modo en que se construye, a partir
de los gestos que es necesario realizar para conformarla. No se trata de entrar en un debate bizantino introduciendo
confusión donde parece que no la hay; pero es el caso que desde el punto de vista gestual semejante valoración no se
sostiene. Veámoslo.
Se inicie donde se inicie una forma circular u oval, como la que se requiere para trazar una o, es necesario realizar dos o
más movimientos contrapuestos: unos de abducción y otros de flexión, o viceversa, dependiendo del lugar de arranque
(Figura 357). Es cierto que en la ejecución de un gesto curvilíneo el movimiento se hace de continuo, pero no es menos
cierto que la curvatura requiere uno o más cambios de la postura de los dedos, al pasar de la zona izquierda a la derecha o
al contrario. Véase la prueba en la secuencia de la Figura 357.
Figura 357.Debido a la posición del arranque y el remate de esta letra, se han necesitado tres cambios en el recorrido,
con las consiguientes variaciones de la postura de los dedos, aunque se hayan realizado de continuo
A la vista de esta secuencia no puede afirmarse que el óvalo se haya formado con un solo trazo:
1) en el primer gesto los dedos se flexionan hasta llegar a la zona más baja;
2) a partir de ese punto se extienden realizando una rotación progresiva y ascendente;
3) después de alcanzar su punto más alto, rotan de nuevo hacia la izquierda y se dirigen al encuentro con el arranque.
No parece que en algo tan evidente haya que extenderse más. Si el ejemplo anterior es claro, aun cuando los trazos son
formas curvilíneas, el establecimiento de la cantidad de gestos se hace todavía más patente en letras de carácter anguloso
como la presentada en la Figura 358, debido a que las formas angulosas no pueden realizarse sin interrupción: la
contraposición de movimientos para crear un ángulo agudo requiere, necesariamente, un momento de pausa, siquiera
mínimo, en el vértice.
Figura 358.Con sólo dos gestos se ha formado la estructura de esta letra de apariencia angulosa (sin considerar el rasgo
de escape)
El mismo criterio basado en el número de gestos realizados, sirve para establecer la secuencia gestual al estudiar cualquier
otra estructura de mayor complejidad. Aunque a priori pareciera que detenerse a identificar cada una de las unidades
básicas de una letra o palabra es algo baladí, a la hora de localizar características precisas en los grafismos para probar
determinado hecho, el método se revela de gran utilidad sin necesidad de realizar complejas descripciones que puedan
sumir al lector del dictamen en el desconcierto. El ejemplo de la Figura 359 es buena muestra de ello; para llamar la
atención sobre un aspecto específico sólo habrá que referirse al número de la secuencia. Sin más palabras que «véase el
fragmento 1» o referencia similar, el lector lo identificará rápidamente de manera inequívoca.
Figura 359.Ejemplo de una secuencia de ocho trazos para construir una estructura compleja, numerada de modo que
resulte fácil la observación de una fase concreta sin necesidad de recurrir a farragosas descripciones
Este mismo ejemplo sirve para demostrar de un modo práctico que cada unidad básica coincide con cada uno de los
movimientos de los dedos en una dirección o sentido determinados desde el principio al fin. Por tanto, puede enunciarse el
concepto de «elemento constitutivo» como: cualquier gesto que realizan los dedos, curvo o rectilíneo, hasta que tienen que
cambiar de dirección o sentido, ya se trate de un rasgo o un trazo.
Rasgos
Siguiendo las útiles directrices para la identificación de los elementos constitutivos que enunció VAL LATIERRO:
«Si las líneas no forman parte esencial de las letras, se denominan rasgos, los cuales obedecen, en esencia, a un
principio ornamental, y se denominan iniciales, cuando comienzan letra; finales, cuando la terminan, y enlaces,
cuando, siendo iniciales o finales, están en medio de una palabra y sirven de unión entre trazos magistrales de la
misma o diferente letra.»
Definidas así las partes constitutivas de los grafismos, disponemos de una herramienta eficiente para identificarlas con la
oportuna concreción, haciendo más fácil la lectura del dictamen, la comprensión de los fenómenos que se señalan y la vía
que sigue el perito en la investigación, circunstancias todas que no sólo son deseables sino imperativas del buen quehacer
pericial.
Figura 360.Sobre los dos ejemplos de letras mayúsculas con elementos de ornamentación se han destacado los recorridos
que pueden evaluarse como rasgos, considerando el carácter caligráfico
Pero como ocurre en casi todas las facetas de la escritura, en la determinación precisa de lo que es rasgo o trazo no
siempre es factible la perfecta concreción. En los dos ejemplos de grafía adornada de la Figura 360 no cabe duda de que
existen rasgos (cuya extensión aproximada se ha resaltado en las dos reproducciones a la derecha); no sería raro que esta
apreciación fuese distinta en el criterio de otro perito, que considerase mayor o menor el recorrido señalado. Aquí sí sería
irrelevante entrar en el debate de cuánto faltaría o sobraría de lo marcado; bastaría entonces cotejar con análogas letras
de otro texto para comprobar si se correlacionan o no en su diseño, extensión, y otros matices, no importando dónde
habría de establecerse el punto de corte que delimitara el carácter de las partes constitutivas. Y aún más dificultosa se
presentaría la separación en la letra s, cuya peculiar estructura no favorece una demarcación incuestionable. También sería
irrelevante en este caso la averiguación.
Rasgos de ataque o arranque
Tratándose de un elemento constitutivo más en la sucesión de unidades con que se compone la estructura de cualquier
grafismo, los rasgos de arranque admiten toda suerte de formas, extensión, direcciones en el recorrido, nivel de presión,
velocidad, carácter progresivo o regresivo. Por ello, hacer una descripción detallada de todas sus posibilidades resultaría
una labor tan prolija como inútil: siempre aparecería, en algún escrito, un tipo de forma con unas cualidades singulares de
la pulsación que no se hubiese enumerado.
Por el contrario, el punto de apoyo del útil merece un estudio circunstanciado, que tiene pleno fundamento en tres
motivos:
• Se trata del inicio mismo de la escritura, y revela el modo en que el escribiente aproxima el útil al papel.
• En la toma de contacto del útil y el papel se manifiestan cualidades que pertenecen al ámbito de los gestos
consolidados.
• Y quizá el motivo más importante se deba a que es un acto poco sentido, es decir, escasamente percibido por quien lo
realiza de modo espontáneo, y también poco premeditado en los casos de imitación.
La experiencia cotidiana confirma el carácter imperceptible sobre lo dicho en este último punto. No es raro comprobar
cómo el destinatario de un dictamen al que se le muestran las propiedades de los puntos de apoyo de una firma, repara
por primera vez cómo lo hace él no obstante haber estado escribiendo toda su vida.
Si en lo que atañe a las formas, al tamaño, la inclinación, etcétera, es decir, a lo más ostensible de su grafía sí tenía clara
conciencia del modo de hacerlo, sobre esta otra faceta el desconocimiento era absoluto y se le presenta como un
descubrimiento semejante al que experimentaba el personaje de Molière al descubrir que, de las dos posibles formas de
hablar, él dominaba la de hacerlo en prosa. Se confirma con ello que la manera de asentar el útil para iniciar la escritura es
de las menos premeditadas (o, si se quiere, de las de carácter más automático) y asimismo de las menos ostensibles.
De un modo simplificado (susceptible luego de matizarse) pueden establecerse dos categorías genéricas para los
arranques:
Partiendo de dichas categorías, la gama de matices que es posible encontrar es muy variada, aunque desde el punto de
vista gestual se originen de dos modos similares.
Figura 361.La aproximación gradual del útil de escritura en ambos recorridos de arranque crea sendos perfiles afilados
que paulatinamente aumentan de calibre y entintamiento
Figura 362.Los arranques afilados pero cortos se originan por un acercamiento del útil gradual y vivo, con un rápido
incremento de la presión. La duración del apriete suave tiene una duración menor que en el caso anterior, factor sustancial
en la diferenciación de los gestos
Los dos arranques acotados en la Figura 361 corresponden al primer tipo, de apoyo suave y aspecto afilado, que
progresivamente va ganando en grosor y profundidad del entintado como consecuencia del también progresivo aumento
de la presión. El afilamiento del arranque permite otras gamas de variación según cómo se combinen los tres factores
determinantes que intervienen en su origen: grado de presión que se aplica, velocidad con que se verifica y duración del
apriete durante el trayecto de inicio.
Si el acercamiento del útil se realiza suave y de modo gradual como en el anterior ejemplo, pero el aumento de la presión
tiene lugar en corto espacio de tiempo, la línea incrementa rápidamente el grosor y el afilamiento resulta corto, como en la
muestra de la Figura 362.
Si bien ambas variantes aparecen en textos según aquí se ha demostrado, las letras con amplios desarrollos ornamentales
y las rúbricas son las formas que mejor se prestan al afilamiento largo, donde la mano puede describir en el aire gestos
amplios y con una aproximación paulatina larga. La comprensión de las diferencias que distinguen una y otra variantes es
sustancial para «visualizar» el movimiento de aproximación y presión que se da en un determinado recorrido cuando hay
que realizar un cotejo con pleno conocimiento del dinamismo.
La diferencia sustancial entre el arranque afilado, sea corto o prolongado, con el de apoyo firme, no es otra que la manera
en que la mano mueve el instrumento de escritura al asentarlo.
Aquel primero necesita, obligatoriamente, que los dedos se desplacen en cualquiera de las direcciones o sentidos posibles (
casi en blanco, como en el ejemplo de la última imagen (acotado ). El punto de la estilográfica no permite que el
impacto sea tan fuerte como con el bolígrafo, pero sí el aplicar un grado de presión firme que queda reflejado en el punto
de inicio con apariencia de contorno romo, tal como se aprecia en la imagen intermedia (obsérvense las acotaciones ).
Entre las modalidades de apoyo firme es frecuente encontrar que en el punto de apoyo aparece un engrosamiento, a modo
de pequeño botón, como los ilustrados en la Figura 364. Lo que a primera vista parece una descarga excesiva de tinta se
debe, sin embargo, a una fluctuación preparatoria que realizan los dedos antes de comenzar a desplazarse para ejecutar el
trazo. De la desigual presión y oscilación en ese apoyo que podría calificarse de «estático» (requiere una pausa), resultan
formas con diferente aumento y sobrecarga de tinta pero siempre identificables como gesto preliminar cuando se observan
con aumento.
Figura 363.Al afianzar con gesto vertical y directo el útil de escritura queda registrado en el ataque la imagen del punto,
característica que permite saber qué tipo de apoyo se hizo
Figura 364.La apariencia engrosada del arranque se debe a un movimiento fluctuante del útil sobre el punto de inicio,
antes de que los dedos comiencen a desplazarse
Puede resultar esclarecedor del modo en que se acomete ese primer acto, la valoración de su desarrollo: si es amplio,
medio, corto o casi inexistente. La concepción del trazado de la letra parte desde el momento mismo en que la mano se
apresta a su materialización; he ahí su interés.
Rasgos de remate, escape o finales
Iguales características genéricas que se han mostrado en los arranques tienen su representación en los rasgos de remate,
bien que con las peculiaridades debidas al momento en que se realizan.
En las anteriores ilustraciones pueden verse con claridad las diferencias entre los remates afilados y los gruesos y
redondeados, que corresponden a dos modos gestuales contrastados: el levantamiento del útil se hace de forma gradual y
dan al trazo un aspecto de suave debilitamiento del entintado hasta desaparecer (imagen a la izquierda en la Figura 364);
y, al contrario, la conclusión mediante detenimiento seco y manteniendo el nivel de presión hasta el final (representado en
la barra de la t en la Figura 363).
Figura 365.Además del modo característico de prolongar los remates, el escribiente ejerce una presión profunda hasta el
final, que en ocasiones no sólo se mantiene, sino que aumenta considerablemente
También, como en el caso de los arranques, es la combinación dinámica de presión, velocidad y desplazamiento la que
determina la apariencia de la zona de remate. En los ejemplos de la Figura 365, los remates no sólo muestran un nivel de
presión continuada, sino que en algún caso se incrementa hasta que termina.
Tanto en los arranques como en los remates hay un tercer matiz a considerar, que por su naturaleza no puede adscribirse
con claridad a uno u otro de los tipos genéricos citados: las formas con aspecto de gancho o arpón que aparecen en
diferentes localizaciones del grafismo (Figura 366).
Esta forma particular de los arranques y remates no es privativa de un tipo especial de escribiente sino que, al contrario,
es un fenómeno muy generalizado del que puede afirmarse que ninguna persona carece en su escritura. No es difícil
encontrar en cualquier escrito o firma algún grafismo que en su inicio o final no tenga ganchos de mayor o menor
extensión. Tratándose de un fenómeno tan común su presencia no será significativa de cara a la identificación, a menos
que de un análisis minucioso pueda establecerse una frecuencia característica tanto en su cuantía como en la ubicación.
Figura 366.Desde los amplios y visibles a los más cortos y de presión más sutil, la presencia de estos pequeños
elementos es común en la escritura de la mayoría de los escribientes
Figura 367.Antes de realizar el primer trazo de abducción, los dedos aproximan el útil al papel cuando aún se están
desplazando en diagonal descendente, revelando la zona de la que provienen antes de iniciar el trazado del grafismo
propiamente dicho
El porqué de su origen se encuentra, en buena medida, en la rapidez de movimientos con que se realiza una escritura,
aparte ya de la propensión a «arrastrar» el útil de escritura que tienen algunas personas. Porque una circunstancia crucial
para comprender su naturaleza radica en que no se trata de un gesto voluntario, construido deliberadamente (Figura 367).
Desde el momento en que el gancho o arpón no corresponde a la construcción de una forma deliberada para adornar o
completar un grafismo, su naturaleza debe considerarse, hasta cierto punto, accidental. Ésta es la faceta que confiere a los
ganchos un carácter especial que se suma a la singularidad de su forma, su extensión, o la zona desde la que parte y a la
que se proyecta. Y como antes se ha dicho, su explicación hay que buscarla en la velocidad de los gestos, y más
concretamente en la descoordinación que, por causa de tal celeridad, se produce entre el movimiento que realizan los
dedos para aproximar el útil al papel y la traslación para ejecutar un trazado.
Los ganchos tienen la mayoría de las veces una apariencia fina y tendente a la brevedad porque su condición es sobre todo
la de un roce producido instantes antes de que comience el trazado propiamente dicho; la anticipación en la toma de
contacto del útil con el papel, mientras los dedos aún se están desplazando para situarse en la zona en la que van a iniciar
la escritura, deja ver la proveniencia del gesto en el aire que, precisamente a través de la forma que se origina, denota el
recorrido que trae de una posición opuesta a la que tendrá el primer trayecto del grafismo.
Sin que la velocidad sea un factor necesario que determine la presencia de mayor o menor número de ganchos en un
escrito, sí es imprescindible que haya un nivel mínimo de agilidad en el trazado para que se produzca dicha
descoordinación. No es raro comprobar que en las escrituras de grafismos tipográficos o de ejecución lenta su presencia
sea escasa o totalmente ausente, y en su lugar se sustituyan por remates generalmente breves y detenidos con sequedad.
Figura 368.La rapidez de trazado no sólo favorece que se originen ganchos en los arranques y los remates, sino también
otros efectos de desincronización gestual. En este caso, además del pequeño gancho en el arranque de laf, entre lasy la
barra de la segundat, aparecen indebidas líneas débiles de arrastre.
Igual descoordinación gestual explica el origen de los ganchos en los remates, como el que se encuentra en la letra V de la
Figura 365. En esta otra localización se justifica aún más su presencia, máxime si tras la letra que se concluye, los dedos
se dirigen a la posición de arranque de otra siguiente; y lo mismo vale para los diversos trazos de un mismo grafema como
la t, que requiere de dos de ellos para construirse. La celeridad con que se resuelven letras como la t o la ñ, o la inserción
de puntos y acentos lo favorece, como también propicia la aparición de los llamados ligados anormales (Figura 368).
Figura 369.Las más variadas formas y desarrollos aparecen como tendencia constante o combinados. En el texto 1, los
remates tienen la extensión justa para que la letra no quede inacabada. En el 2, y aunque la escritura muestra suficiente
agilidad, son suficientes o algo cortos. El contraste entre cortos y prolongados resulta evidente en las escrituras 3 y 4. No
hay duda de que la nota dominante en la escritura 5 es la de dar un desarrollo holgado a la letra final de la palabra
No parece necesario conceder tanta atención a las formas de los arranques y remates como a sus condiciones dinámicas,
puesto que los diseños pueden ser muy heterogéneos, y en lo que a la identificación se refiere susceptibles de imitarse (si
son lo bastante manifiestos y singulares). Un intento de ilustrarlos no pasaría de ser un muestreo y, como tal, sumamente
incompleto; y en última instancia, sea cual sea su aspecto, y aunque singulares, siempre habrá que recurrir al estudio de
sus propiedades gestuales para dilucidar su origen.
En cambio, la longitud del trazo de remate tiene otra consideración: se trata del momento en el que la mano trae un
impulso adquirido en los recorridos precedentes, y donde el discurrir del gesto resulta menos controlado, es decir, cuando
la mano se desenvuelve con naturalidad; en los casos de falsificación, y especialmente si se recurre al método de imitación
libre, es una de las zonas donde peor se ejerce el control voluntario al rematar la estructura.
Conviene tener en cuenta esta circunstancia del desenvolvimiento manual en la observación de los principales tipos de
remate (prolongados, normales, cortos o inhibidos) desde la perspectiva de que la rapidez puede ser un factor de
influencia en la longitud del lanzamiento (Figura 369).
Por las causas que se han dicho, merece también atención el modo en que se proyectan para dirigirse a las letras
siguientes o cuando se localizan al final de las palabras. Más que en los arranques, los remates de letras situadas en
posiciones intermedias proveen valiosa información de hábitos y modismos singulares para la identificación de su autor.
Compruébese en la Figura 368.
Enlaces
Es un elemento claro de conceptuar: rasgo de unión entre dos grafismos, se atenga o no las normas caligráficas
establecidas.
Figura 370.Además de los consabidos curvos o angulosos de las zonas superiores e inferiores, los enlaces pueden ser,
como en este caso, rectilíneos y situados en la zona media
Comúnmente se clasifican en dos categorías acorde con su forma: curvos o angulosos. Así considerados, lo que se evalúa
son las dos posibles variantes que dependen del tipo de movimiento, es decir, si los gestos son combados, fluidos y
continuos o, por el contrario, tienden a describir un trayecto más rectilíneo y formar un ángulo con vértice neto, ubicados
siempre en la posición baja habitual cuando siguen, grosso modo, los preceptos caligráficos. No siempre la distinción
formal admite ser tan taxativa y, por consiguiente, cabe introducir una tercera categoría intermedia de enlace,
semianguloso o, si se quiere, semicurvo; y aun una cuarta, el rectilíneo (Figura 370).
Resulta curioso que en cualquier clasificación al uso que se consulte siempre se hace referencia a la zona inferior del
manuscrito y se omita la superior y la media, que tienen la misma importancia. Baste hacer una observación de la zona
baja y la superior de los dos ejemplos de la Figura 371 para comprobar que cada uno de los escribientes realiza
movimientos con desemejante diseño, lo que nos habla de una marcada tendencia al movimiento curvo, en el primero, y al
rectilíneo y anguloso el siguiente.
No obstante los especímenes inequívocamente curvos y angulosos ejemplificados en esta Figura 371, los tipos suelen no
ser tan puros y definidos. De hecho, la mezcla de unos u otros elementos suele ser lo más usual, ya se trate de uniones
entre letras o entre las partes de ellas.
Figura 371.Dos modos contrastados de solucionar los enlaces entre las letras y entre los elementos constitutivos de ellas
Los enlaces constituyen elementos de singular importancia en determinados contextos, desde el momento en que en las
escrituras cursivas (y también las tipográficas y en versales) aparecen en igual número que las propias letras. También se
debe tener presente que una de sus peculiaridades estriba en que pueden adoptar una apariencia «independiente» de la
letra, presentándose cortos dentro de un contexto gráfico de letras amplias, angulosos junto grafismos curvos, etcétera.
Aun no siendo un elemento del que pueda decirse que tiene poca presencia, suele ocurrir que en los escritos imitados se le
concede menor atención que a las formas de las letras y se descuidan muchas de sus propiedades dinámicas y
estructurales.
Tratándose de un elemento de transición entre grafismos, sus variantes formales son las ya citadas (curvos, rectilíneos,
angulosos y semiangulosos), y su ubicación admite tres posibilidades: en la base, en la zona media o en la zona superior.
Tal como queda acreditado en las imágenes anteriores, el enlace es un gesto que contribuye a la fluidez escritural,
fenómeno que está íntimamente ligado al modo en que la persona crea las formas y les procura una secuencia especial.
Desde el punto de vista de la evaluación pericial debe concedérsele, sin ninguna duda, el singular valor que tiene respecto
a las cualidades del escribiente en cuanto a su capacidad para mantener el curso escritural, la frecuencia con que lo realiza
y dónde; en definitiva, qué tipo de ritmo sigue en la construcción de las palabras.
Enlaces «anormales»
Poco afortunada esta expresión para designar a los no convencionales o insólitos, que es en definitiva lo que se quiere
significar cuando un rasgo de enlace conecta dos elementos cuya situación y forma de resolverse no se corresponden con
lo que es normativo desde el punto de vista caligráfico.
El origen de tales enlaces no hay duda de que está en la ligereza de los gestos y en su simplificación, ésta mediante la
omisión de los levantamientos que sería necesario realizar para construir estructuras consecutivas separadamente.
Aun sin que falten enlaces insólitos que nada tienen que ver con la rapidez, sin embargo, la presencia de ligaduras
inusuales en un escrito no es un rasgo que surja aislado sino con profusión; porque, en definitiva, el rasgo insólito no es
sino una solución gestual eficiente, acorde con la ley del mínimo esfuerzo. Y no hay que olvidar que como gesto
evolucionado que es, supone la posesión de un cierto nivel de destreza que adquiriría pleno carácter de improbabilidad en
un contexto gráfico de escasa evolución o manifiestamente torpe, es decir, constituiría una contradicción inexplicable; en la
identificación de la autoría tienen, por tanto, especial significado.
Los enlaces de esta clase que aparecen con más frecuencia en los escritos de ejecución rápida interesan principalmente a:
unidos a la letra siguiente, de modo que su carácter de fenómeno no convencional se ha convertido en una costumbre
común y casi esperable, asociada a otros signos de velocidad: ganchos en los remates, simplificación de las formas,
etcétera (Figura 372).
Figura 372.Hoy día no es infrecuente encontrar que en los manuscritos ágiles aparezcan soluciones de enlazamiento como
cualquiera de las mostradas aquí
El carácter no convencional que se debe atribuir a soluciones del trazado como las ejemplificadas en dicha ilustración es
hoy tan frecuente que pierde parte de su naturaleza de gesto excepcional. Otros, sin embargo, siguen siendo en verdad
peculiares y en tal caso deben considerarse ya dentro del ámbito de los llamados «gestos-tipo» o singulares.
Al examinar los enlaces «anormales» hay que ir más allá de lo simplemente formal, porque proveen valiosa información
adicional para la identificación: el momento en que se producen. Más delante se estudiará al tratar de la secuencia de
ejecución, esto es, en las características de la génesis gráfica.
Gestos singulares, idiosincrásicos, distintivos («gestos-tipo»)
El concepto de «gesto-tipo» fascina a muchos peritos. De tal manera es así, que en los informes dedican someras
argumentaciones a muchos otros aspectos escriturales, que sin embargo son de suma importancia, y se explayan con
éstos; y sus conclusiones se fundamentan casi con exclusividad en ellos.
No se trata de restar importancia al alcance que tienen estos rasgos singulares, porque, en efecto, poseen un valor
especial, pero sí se impone hacer una revisión cabal de lo que significan, y ponerlos en el nivel exacto de trascendencia
que se les ha de conceder dentro del contexto en el que aparecen. Porque es el caso que muchas veces, la imprecisión
conceptual de estos términos son la causa de desacuerdos, confusiones y disparidad de interpretación por parte de dos o
más expertos ante un mismo signo.
Es preferible utilizar el concepto de singular, al de idiotismo (5) porque según los respectivos significados que da el DRAE
sólo el primero en sus dos primeras acepciones se acomoda al sentido pericial:
«singular.
(Del lat. singulāris).
adj. solo (∥ único en su especie).
2. adj. Extraordinario, raro o excelente.»
«idiotismo.
«idiosincrasia.
puesto que en su concepto lleva inherente la condición de «temperamento particular», y ya sabemos que la escritura
refleja multitud de facetas del talante personal, lo que le distingue del resto de los humanos.
Del «gesto-tipo» hacen algunos expertos la panacea: ¡eureka!, descubrí uno, luego ya tengo la solución. Es posible que, en
efecto, el rasgo singular sea tan exclusivo, que dé la clave de la autoría; pero también es posible que, debido a su peculiar
apariencia, sea objeto de atención por parte del falsificador y haya que valorarlo con extrema cautela. Dependerá, en
buena medida, del contexto en el que aparezca.
Hechas las precisiones iniciales que son de rigor, hay que empezar por el principio: determinar qué es un «gesto-tipo»
(expresión que en adelante se omitirá porque no favorece la comprensión de su esencia por parte del lector lego de un
dictamen, y la claridad es objetivo irrenunciable para el experto). Proviene este concepto de la Grafología en cuyo campo
se utiliza para referirse a elementos muy concretos, clasificados formal, estructural y dinámicamente. En la obra del
grafólogo Augusto Vels aparecen tratados en el capítulo XII, «El gesto-tipo», en el que los describe con exhaustividad a lo
largo de setenta y dos páginas, haciendo la siguiente introducción conceptual:
«Del mismo modo que en cada individuo hay siempre una modalidad de ademán que se repite a cada instante, especie
de "tic", de rasgo o de actitud que lo caracteriza y al que debe muchas veces el origen de su mote o apodo, en cada
escritura hay también una modalidad de rasgo o de letra que llama la atención porque imprime al trazado una
fisonomía especial que ningún otro podría reproducir de la misma manera.
Ese "algo" especial, característico de cada persona y de cada escritura, se denomina «gesto-tipo», gesto que nos
refiere una particularidad anímica especial, que refleja un peculiar modo de reaccionar del sujeto. Se puede decir que
el «gesto-tipo» es la marca de la personalidad» (6) .
Por tanto, ya tenemos un punto de partida: estamos ante gestos gráficos idiosincrásicos o singulares que dan a la escritura
un «toque» que la personaliza. Acorde con esta formulación, el gesto idiosincrásico debe cumplir dos requisitos:
• Que constituya una manifestación singular, ya se trate de un diseño (en trazo o rasgo), ya de la manera de
componerlo.
• Que sea estable. La presencia de una sola forma o composición fuera de lo común puede deberse a una causa
accidental o a una alteración transitoria, lo que constituiría, tan sólo, el resultado de un fenómeno sobrevenido que no
forma parte de los hábitos del escribiente.
Cuanto más alejado de lo convencional sea el rasgo y más compleja sea la composición de los elementos, tanto más valor
tendrá como clave de identificación. No obstante lo dicho, a veces basta un pequeño signo, una mínima estructura, pero
especialísima, para discriminar un texto o firma de otros semejantes en apariencia. La idiosincrasia gráfica admite
modalidades insospechadas, como también sorprendentes son las restantes manifestaciones humanas de la voz, la
conducta, las habilidades, el movimiento...
No es fácil en ocasiones establecer cuál es la línea divisoria entre un gesto idiosincrásico de otro personalizado, éste común
a numerosos individuos. Porque hay rasgos, como los enlaces inusuales con que se unen los puntos y acentos, o las barras
y tildes con las letras siguientes (véanse los ejemplos de la Figura 372) que aun siendo usos no convencionales, tampoco
alcanzan el grado extraordinario que se precisa para elevarlos a la categoría de singulares.
Figura 373.Observadas aisladamente las letrastadoptan una apariencia de letrad, personalización que entra
inequívocamente en el terreno de lo idiosincrásico
Figura 374.La construcción de las letrasdtiene un tratamiento singular no sólo por su diseño sino por el modo particular
de trazar los astiles: se implantan después de formada la caja de minúsculas
Figura 375.La interpretación de lam, convertida casi en unaw, es sin duda un rasgo peculiar, aunque no tiene el nivel de
personalización que las letrasddel anterior ejemplo
Hay que encontrarse ante conceptos compositivos como el de la Figura 374 para establecer sin duda alguna que se trata
de un hábito idiosincrásico excepcional. Primero, porque el óvalo y el fuste de las letras d se conciben como elementos
separados, hecho que no es convencional y que contraviene las normas de cualquier sistema caligráfico; segundo, porque
supone un especial modo de entender la continuidad escritural; y en última instancia, porque comporta retrotraer el gesto
una vez se ha formado el cuerpo central, creando una secuencia de trazado que no es al uso.
Es indudable la personalización de la letra m en el ejemplo de la Figura 375, que se aparta de lo usual por la decidida
forma de u que se da a las dos combas consecutivas. Pero lo que más influye en el alejamiento del aspecto común en este
tipo de trazado en comba, es el remate regresivo (D), determinante para la mutación de un grafema a otro. Como se
comprueba, basta un pequeño gesto final para completar una transformación, y convertir un grafema de apariencia
común, como es una m cursiva, en un grafismo peculiar. El hecho de formar un astil con un diseño como el que aparece en
la Figura 373 junto con una barra unida a él para configurar la t, es una notable transformación que no cabe interpretarse
de otro modo en palabras como las seleccionadas, donde también está presente la d, pero que en otras expresiones bien
pueden dar lugar a confusión. Semejante metamorfosis es a todas luces una interpretación muy personal del grafema.
Figura 376.A la especial interpretación de los enlaces de las íes en estas palabras les son aplicables, sin duda, la
calificación de idiosincrásica
En los ejemplos de la Figura 376 concurren las dos categorías de enlaces inusuales. Uno, en la unión de las letras «to» de
la expresión «finiquito» que no puede elevarse a la categoría de idiosincrásico, puesto que de un modo parecido aparece
en multitud de escribientes al unir la barra de la t con la siguiente o. En el otro tipo, por el contrario, los enlaces de los
puntos de las íes con los trazos siguientes son muy singulares; obsérvese de qué manera tan original se unen con la n, la a
y el acento en la palabra «financiación» ( ), y especialmente entre estos dos últimos elementos: puntuación y
acentuación (imagen inferior). A la originalidad de las formas, el recorrido de los enlaces y la agilidad en el curso, se une el
hecho del momento en que se colocan sobre la i final y el acento. Son sin duda soluciones fuera de lo convencional, y de
ahí que estos otros sí entren en la calificación de idiosincrásicos.
Admitido sin reservas el hecho de que las escrituras son todas singulares, también sobre las posibles variantes de los
rasgos idiosincrásicos debe aceptarse igual principio: los habrá semejantes o con gran parecido, aunque nunca idénticos.
Este reducido muestreo en cuatro ejemplos sirve, sin embargo, para dar una idea de que lo singular aparece en cualquier
faceta gráfica. Como es lógico, unos rasgos son más raros y excepcionales que otros y, en consecuencia, su valor en la
identificación no será el mismo. Pero sea del nivel que sea el rasgo idiosincrásico, no puede constituir por sí solo el
fundamento sobre el que basar una autoría, por más que llame la atención. Precisamente por su carácter peculiar, la
probabilidad de atraer la atención en una eventual imitación, se acrecienta de manera proporcional respecto de su
originalidad. De ahí que no pueda admitirse la renuncia al análisis de los demás factores del grafismo y obnubilarse el
perito de tal modo que éstos pasen a un plano desvalorizado. El gesto idiosincrásico será, en todo caso, el colofón del
análisis que refuerce los demás signos en un sentido u otro (autenticidad o falsedad).
Una advertencia necesaria
Toda prevención es poca cuando de lo que se trata es de evitar la comisión de errores. Pese a que estamos hablando de
gestos idiosincrásicos, singulares, distintivos, o de cualquier otro concepto con sentido de atributo único, no está demás
detenerse a reflexionar, ante un presumible rasgo extraordinario, sobre la eventualidad de que no lo sea. Y tal reflexión se
impone, aún con mayor necesidad, si es que tal rasgo no posee auténtico carácter excepcional o cuando menos suscite
dudas sobre su naturaleza. Por ejemplo, nada de excepcional e identificador tiene el hecho de que concuerden en ser
tipográficas las letras r de la Figura 626 (en la página 1067). Consúltense.
Frente a la atracción del rasgo idiosincrásico como principal directriz, contamos con que la totalidad del texto aporta mayor
seguridad debido al elevado número de elementos con los que operar para la formación de un criterio. Será improbable
que al ir desgranando cada uno de los factores, no vaya constituyéndose un cuadro sintomático que desvele su origen sin
que haya que esperar a encontrar una rareza que no siempre se va a presentar. No hay que olvidar que las escrituras
comunes, estandarizadas, con poca personalidad, es lo habitual y, por tanto, su apariencia será a priori semejante a otras
muchas, hasta llegar al nivel del examen con detalle. En palabras de dos reputados especialistas (7) ,
«Los rasgos salientes son lo que el caricaturista sabe fijar en un esbozo. Pero, el investigador de la escritura sólo
consigue ponerlos de relieve mediante una ordenada descripción o examen, y verificados éstos a su vez, por el control
metódico.»
LA IMAGEN DE LOS TRAZOS BAJO LA LUPA
Objeto de este estudio
En el Capítulo 6 («Medios para la producción documental») se describieron los útiles de escritura y los medios mecánicos, y
se detallaron las particularidades de cada uno de ellos. Ahora conviene dar un paso más en lo que se refiere al
conocimiento de su esencia cuando se observan con medios de aumento, y asimismo los efectos que tienen los diferentes
tipos de pulsación, con diferentes útiles en cada escribiente, cualidades que en algunos casos van a necesitar de una
inspección con distintos grados de acercamiento. Y también lo que cabe esperar del aumento visual en las impresiones
mecánicas.
El aspecto general de los objetos a simple vista se nos aparece de una determinada manera, a la que estamos
acostumbrados, en razón de nuestras capacidades visuales. Sin embargo, cuando nos auxiliamos de algún elemento que
amplía esas capacidades, parecen ocurrir cambios drásticos (que en realidad no lo son) tan sólo porque descubrimos un
mundo fuera de nuestra percepción habitual. Este planteamiento, válido para todos los objetos que nos rodean, es
aplicable también al grafismo y, por tanto, el perito tiene que haber desarrollado la destreza de ver ese otro nivel de modo
que pueda interpretar apropiadamente los matices, tanto en la apreciación a ojo desnudo como con la ayuda de elementos
ópticos.
Figura 377.El aspecto normal de laEa simple vista parece convertirse en un trazado defectuoso (melladuras,
irregularidades) a medida que se aumenta la imagen. Microfotografías a 6,5, 25 y 40x
Los niveles de observación
A partir de los 10x de aumento, los trazos parecen presentar mutaciones, a modo de defectos, que no son tales:
simplemente se accede a un nivel visual hasta entonces no alcanzado; ocurre sobre todo con el perfilado de las líneas, que
cuando se observan con gran ampliación, todas, incluso las más tersas, parecen defectuosas (Figura 377). Por ello, es
sustancial conocer qué es verdaderamente lo normal y lo anómalo. Y en consecuencia, cualquier aspecto de los trazos ha
de ser examinado con lupas y microscopio no sólo para distinguir posibles hechos imperceptibles o latentes, sino para
abarcar todas las propiedades que se revelan en la apreciación «normal» y su correspondiente imagen ampliada.
En función de las condiciones de observación, podemos dividir en tres los niveles de percepción:
En la mayoría de las ocasiones los dos primeros niveles solventan los problemas más comunes, si bien resulta
imprescindible recurrir al tercero para pronunciarse con seguridad sobre determinadas cuestiones especiales.
Límites de los trazos
Derivadas de las características físicas del útil concreto de escritura y del soporte en que se realiza, un trazo tiene siempre
una topografía particular.
Siguiendo el criterio de este capítulo, considerando al grafismo como un hecho físico, un trazo tiene tres propiedades
espaciales: longitud, anchura y profundidad; es algo obvio pero no por ello debe desestimarse sino que, al contrario, es de
obligado examen cuando se necesita descubrir matices muy precisos.
Figura 378.La microfotografía de este trazo firmemente presionado muestra un entintamiento homogéneo, más oscuro en
el centro. Los márgenes son prácticamente iguales, como corresponde a un recorrido de traslación lateral apoyando el
bolígrafo casi en vertical
Figura 379.Al sostener el bolígrafo con los dedos muy extendidos, el ángulo interno se reduce considerablemente y el
alojamiento del engaste roza el papel creando un surco sin entintar. Éste aparece como una sombra paralela en la parte
inferior (la luz está proyectada con una inclinación próxima al plano rasante para que pueda percibirse la acanaladura)
La longitud es un valor que importa más desde otras perspectivas (extensión, velocidad, dirección) cuyo examen es posible
hacer sin recurrir a instrumentos especiales ni a mediciones milimétricas. Al contrario, la profundidad y el grosor de la línea
es relevante como hechos que permiten analizarse «aislados» (8) . Es posible que la profundidad resulte casi nula en
algunos casos (escribir sobre un soporte duro la reduce al simple aplastamiento de la masa del papel), pero un trazo
siempre poseerá, indefectiblemente, una anchura determinada.
Todo trazo está configurado por cuatro limitantes: el arranque, el remate, y dos bordes o márgenes, éstos de dispar
regularidad en sus perfiles. Por lo que se refiere a estos últimos, es frecuente que presenten propiedades adicionales:
surcos, sombras, estrías, dentados, rebabas, empastamientos (9) . Tales propiedades no las producen todos los útiles de
escritura, porque aparte del hecho de cómo se mueva la mano, dependen esencialmente del sistema de descarga de la
tinta el que puedan o no presentarse.
Sin duda, el útil que más informaciones de todo tipo aporta es el bolígrafo; ya se dijo en otra ocasión anterior. Permite
analizar la presión, el entintamiento, los fallos mecánicos, la formación de los bordes y el apoyo que con él se hace,
algunas de cuyas cualidades también se manifiestan en los rollers.
Márgenes
Al hablar de los útiles de escritura ya se estudió el distinto comportamiento de las diversas tintas o del grafito, de los
papeles, y cómo se interrelacionan y de qué modo determinan estos medios el aspecto final de las líneas.
De lo que ahora se trata es de hacer un seguimiento visual de los contornos laterales de los trazos, y extraer los datos
valiosos que proporcionan: su historia postural. Algunos, como enseguida se verá, tienen una aplicación trascendente,
tanto en la identificación del autor de un escrito como en el establecimiento del tipo de útil con que se hizo.
Bolígrafo
Bajo la lupa o el microscopio los trazos hechos con bolígrafo presentan márgenes cuya apariencia es diferente dependiendo
de tres circunstancias:
Estas tres circunstancias dependen, a su vez, de la desigual inclinación con que los dedos sostengan el útil al trazar líneas
rectas (Figura 380); y asimismo, en los de rotación: durante los recorridos de las curvas superiores el ángulo interno es
menor que en los inferiores. A efectos del examen microscópico, la situación del tramo que se esté visualizando es
determinante.
Un trazo de recorrido lateral en el que los márgenes superior e inferior tienen aspecto uniforme, es demostrativo de que
los dedos han empuñado el útil verticalmente o muy próximo a la verticalidad, y la esfera distribuye la tinta con
homogeneidad en ambos márgenes durante el recorrido. En la Figura 378, el efecto es sintomático de un apoyo vertical, si
se tiene en cuenta que se trata de una microfotografía a 25x. Los bordes únicamente presentan las melladuras propias de
una tinta viscosa al cubrir las fibras del papel; ninguno de ellos se diferencia del otro y no ofrece indicio alguno al
observarse el fragmento, como lo prueba el hecho de que se puede girar la página 180 grados sin que la imagen adquiera
un aspecto diferente.
También firmemente presionado, el trazo de la Figura 379 muestra bajo el entintado la marca que ha dejado la caja donde
se aloja la esfera al rozar el papel. En esta circunstancia, como el bolígrafo no tenía acumulada tinta o suciedad alrededor
de la esfera, no ha creado la típica rebaba sino tan sólo el bajorrelieve que como línea paralela corre a lo largo del trazo.
Pero este surco y una mayor irregularidad en el perfil inferior, demuestran el apoyo, con los dedos extendidos, con que se
sostuvo el bolígrafo.
Consideramos ahora la postura que adopta la mano al apoyar el bolígrafo respecto al eje del cuerpo: inclinado desde la
izquierda (imagen A en la Figura 381) propia de la posición que tienen algunos zurdos; o desde la derecha (B), como lo
colocan la mayoría de los escribientes diestros.
Figura 380.El apoyo con desigual extensión de los dedos al sostener el bolígrafo determina diferentes ángulos internos de
contacto con el papel y su correspondiente registro particular en los trazos
Figura 381.La postura con diferente centrado respecto al eje del cuerpo deja su registro en los trazados de curso vertical
y curvo mediante la irregularidad de uno de sus márgenes, según que el apoyo del bolígrafo se haga con inclinación
izquierda o derecha (Figura 382)
Figura 382.En los dos trazados con apoyo del útil desde la diestra hay dos manifestaciones distintas en la irregularidad
del margen derecho. Pero en ambos casos es éste el que acusa mayores imperfecciones en su perfil
Cada una de estas posturas deja, en uno de los márgenes, las características posturales, según la siguiente tendencia: el
margen irregular aparece en el ángulo interno que forman el bolígrafo y el papel. Así, con un apoyo del útil desde la
derecha, es el margen derecho el irregular, y viceversa.
Los trazos que se muestran en la Figura 382 pertenecen a dos escribientes diestros. El primero, casi rectilíneos, solamente
acusa una leve irregularidad a la derecha, al tratarse de un gesto de aducción ( ) que solamente requiere de la flexión de
los dedos. El segundo, con una leve rotación hacia la izquierda al tiempo que se flexionan los dedos ( ), determina que el
ángulo interno sea más cerrado y no sólo el margen derecho es más irregular que el izquierdo sino que aparece una sutil
rebaba.
Algunos escribientes zurdos adoptan una postura contraria al de los diestros y al de los demás zurdos que colocan el útil
como en la posición A de la Figura 381. Emplazando el bolígrafo de la manera que se ilustra en la Figura 383 es lógico
deducir que la apariencia de los trazos presentará diferencias de perfilado en los márgenes, cualquiera que sea el tipo de
línea que se considere: trazada en horizontal, en vertical o con recorrido curvo.
Si el bolígrafo no provoca defectos notables, lo único que se establecerá es la ya conocida diferencia entre uno y otro perfil,
que en este caso se localizará «invertida», es decir, en posición contraria a la que se ha mostrado en las anteriores
microfotografías.
Figura 383.Las posturas de algunos zurdos, como las ilustradas en las imágenes superiores, es completamente contraria
a la de los restantes zurdos y de la mayoría de los escritores diestros. Esta colocación particular se refleja mediante un
desigual perfilado en los márgenes, análogo al mostrado en las microfotografías precedentes
Los ejemplos mostrados hasta aquí son los que normalmente se observan cuando el funcionamiento del útil no presenta
especiales deficiencias: la descarga de tinta se realiza con regularidad y el desgaste de la esfera no acusa notables
desperfectos.
El que un bolígrafo funcione deficientemente, bien porque ya tenga un alto grado de desgaste o porque sea de una mala
calidad, no es un obstáculo para el análisis que interesa ahora: al contrario, cada uno de los efectos particulares y todos en
conjunto, se convierten en inestimable fuente de información sobre la manera que tiene el escribiente de empuñarlo.
Aunque ya se dijo esto mismo en otro capítulo anterior, su importancia es tal que no sobra la reiteración (10) . Consecuente
con lo dicho al respecto de las «virtudes» de los bolígrafos que funcionan defectuosamente, es de gran provecho
analizarlas y considerarlas como fenómenos que refuerzan otras características igualmente definitorias.
Figura 384.En estos manuscritos la reducción del ángulo entre el útil y el papel tiene lugar desde la parte superior de la
letra hasta la zona media de la izquierda, momento en que la postura se reajusta hacia la vertical y desaparece la rebaba.
Como se puede deducir, la colocación del bolígrafo es la que se indica de modo aproximado ( )
Rebabas
Como ya es sabido, se trata de una mancha lateral en el ángulo interno del trazo por la acumulación de tinta alrededor del
engaste de la esfera (Figura 386), que aparece cuando la inclinación del útil es tal que la hace entrar en contacto con el
papel a lo largo de cierto recorrido (mientras que se mantiene la inclinación cerrada entre el útil y el papel).
Su localización indica, precisamente, la postura del puño al sostener el bolígrafo y, entre otros datos, si el escribiente es
diestro o zurdo. Pero también si dos escritores diestros empuñan el bolígrafo con diferente postura lateral: en el caso B de
la Figura 381, si la aproximación al eje es mayor o menor. La intensidad y longitud de su presencia no sólo dependerá del
mal funcionamiento del útil, sino también de la inclinación que se le dé y del tiempo que se mantenga la postura tumbada;
en una misma letra, el trazado se vuelve neto cuando los dedos reajustan la posición hacia la verticalidad respecto al plano
(obsérvense la totalidad del trazado de los tres ejemplos que se muestran en la Figura 384).
Figura 385.También la postura del bolígrafo es semejante a la anterior, pero el leve cambio en la posición de la rebaba
demuestra una ligera diferencia al empuñar el útil
Figura 386.Con el mismo útil, en el mismo estado de funcionamiento, la variación de la postura determinará el cambio en
la localización de la rebaba
A la vista de la Figura 386 puede comprenderse con claridad cómo cambiará la situación de la rebaba en el trazo al variar
el ángulo de contacto que se da al bolígrafo.
La zurdería se identifica con facilidad en algunos casos a través de los efectos que provoca esta deficiencia del entintado.
Cualquiera que sea el modo en que el zurdo empuñe el bolígrafo, el tipo contrario de contacto del útil con el papel surgirá
en alguna zona de la andadura, y en particular en aquellos recorridos en los que se cierra el ángulo (Figura 387); la
intensidad de la manifestación va a depender del estado de uso del útil y mostrará características análogas a las que se
ejemplifican en la escrituras de diestros (Figura 384 y Figura 385).
Figura 387.El sombreado a la izquierda del trazo que crea la rebaba es sintomático del apoyo diagonal desde la izquierda,
que originan los zurdos del primer tipo que se muestra en el esquema de laFigura 383
Los casos expuestos son sin duda favorables pero no siempre ofrecen el grado idóneo de nitidez visual, si bien bajo la lupa
será difícil no hallar algún vestigio en los perfiles de los márgenes o en las rebabas que demuestren cómo se ha sostenido
el bolígrafo.
Cúmulos de tinta
Este otro tipo de deficiencia, también exclusivo de los esferógrafos, provee información adicional junto con los dos
anteriores. Es lógico deducir que si un apoyo con desigual apertura angular respecto del papel origina un roce distinto con
éste, la descarga súbita de la tinta que se acumula alrededor de la esfera tenga una localización también diferente cuando
cambia la postura de los dedos (Figura 388).
Figura 388.Variando el ángulo de contacto sobre el papel, varían asimismo las ubicaciones de los cúmulos que deja el
bolígrafo en su curso
Rebabas y grumos no sólo van asociados como efecto, sino que ambos tienen el mismo origen (la acumulación de la tinta
alrededor de la esfera porque el engaste se ha abocardado [consúltense las microfotografías de la Figura 172 en la página
352]), sino que también se relacionan en cuanto a su ubicación (Figura 389). En este último manuscrito la postura vertical
del útil determina que al girar de la esfera, arrastre el cúmulo y lo sitúe en posición centrada pero sin presencia de rebaba.
El efecto es el que aproximadamente se representa en el boceto de la Figura 390.
Ejemplo de ese cambio en la situación de ambos fenómenos asociados, se constata claramente en los escritos de zurdos
que colocan el bolígrafo como se indica en la postura A de la Figura 381. La disposición diagonal desde la izquierda y desde
abajo, determina que el momento de la descarga de la tinta y el rozamiento del punto se sitúen a la derecha de formas
ovales o circulares como las ejemplificadas en la Figura 392. Volviendo a revisar ahora las fotografías de la Figura 384 es
fácil hacer una representación mental del distinto modo de sostener el útil de una y otra mano.
Figura 389.La ubicación centrada en el trazo se debe a un apoyo vertical del bolígrafo, o muy cercano a la verticalidad
Figura 390.Representación del cambio en la ubicación del cúmulo de tinta que se desprende del punto del bolígrafo, al
variar el ángulo de apoyo
Estrías
Asimismo, el estriado de los trazos de bolígrafo ayuda al conocimiento del modo en que se sostiene el útil, si es que no
provoca con suficiente intensidad los anteriores defectos de grumos y rebabas.
Partiendo de la observación de la Figura 172 (en la página 352) se comprende el origen del estriado: el contacto de la bola
al girar en su alojamiento roza con una pequeña zona del borde, lo que impide el entintamiento en una estrecha banda; tal
rozamiento es el origen de la acumulación de tinta que luego se desprende, cuando el grumo alcanza cierto volumen
(Figura 391).
No es difícil encontrar un manuscrito con bolígrafo que presente estrías, máxime si ha tenido mucho uso o es de una
calidad corriente. Los fabricantes de primeras marcas se esmeran en el empleo de materiales especiales para evitar éste y
los demás efectos indeseados, pero es difícil evitar el desgaste que ocasiona la fricción de dos metales aun cuando la
propia tinta actúe como lubricante que minora la abrasión.
Figura 391.Al rozar la bola con el borde del engaste se crea una franja sin entintar, y en el mismo punto de rozamiento se
va acumulando la tinta hasta formar un grumo ( )
Comprender el porqué de su origen, por qué aparece en una determinada situación dentro del trazo y por qué la estría se
desplaza de modo característico es llegar al entendimiento de los gestos que ha realizado el escribiente y, en última
instancia, identificar un modo gestual concreto.
Figura 392.La aparición de grumos en la zona superior derecha de los óvalos se debe a una colocación del útil dispuesto
en diagonal contraria ( ). Consúltese el efecto opuesto en laFigura 384
Figura 393.En el estriado que aquí se muestra, desde la cara interna de los trazos hacia la externa, se comprueba que se
trata de un giro inverso, típico de algunos zurdos
Ya en el esquema de la Figura 176 (véase en la página 355) se expuso de qué manera el giro de la bola producía este
fenómeno y la representación de sus resultados en las dos ilustraciones siguientes. Consúltense. El desplazamiento desde
la cara interna a la externa según el sentido de la marcha, se explica precisamente por el grado de oblicuidad con que se
asienta sobre el papel: la esfera no rueda de modo lineal sino con un efecto de derivación hacia el lado en que se está
ejerciendo la presión (véase la representación B de la citada ilustración). Si al realizar un movimiento de flexión se empuña
el útil con una colocación vertical o con un contacto casi perpendicular, la estría aparece colocada a modo de vena central,
casi equidistante de ambos márgenes del trazo.
En lo que se refiere a la posición de la estría dentro del trazo, no hay una distinción muy clara entre escribientes diestros y
zurdos, porque la forma en que los dedos lo sostienen es lo que definitivamente determina esta característica. Por tanto,
aunque la postura de la mano sea diferente, será la oblicuidad en el contacto lo que determine su posición. En cambio, sí
permite establecer cuándo se trata de un trazado inverso, del tipo que realizan algunos escribientes zurdos, observando
desde qué margen parte el estriado y hacia cuál se dirige, según antes se dijo (Figura 393).
Figura 394.Como se comprueba en la imagen superior, la aparición de blancos dentro de los trazos sucede principalmente
en recorridos curvilíneos y en el centro de las líneas. Debajo, junto con las estrías, las pequeñas áreas sin entintar
«Blancos»
Se trata de pequeñas áreas sin tinta que aparecen en las líneas. Difieren de las estrías en que su amplitud es mayor en
anchura pero no corren a lo largo del trazado como aquéllas. También su origen es distinto que el del estriado aunque
concuerden en el hecho de ser defectos en la transferencia de la tinta.
Los «blancos» se producen por el efecto de rotación de la bola respecto de su eje vertical, que tiene lugar en los momentos
en que cambia el recorrido del trazo con un movimiento curvilíneo (véase el esquema C en la Figura 176 de la página 355).
Durante la ejecución del vértice, la bola no rueda en sentido longitudinal sino en revolución horizontal, lo que impide que
haya entintamiento de su superficie; se crea, entonces, un área vacía de pigmento que aparece inmediatamente después
del cambio de sentido en el movimiento curvo. Ésta es la causa más frecuente de la presencia de blancos. Pero estas
pequeñas pérdidas de trazado también pueden deberse al fluir irregular de la tinta hacia la bola, y la interrupción en la
entrega del pigmento causará pérdidas en zonas que no son propiamente curvas (Figura 394).
La ubicación de los blancos permite saber, al igual que con las rebabas y los grumos, cómo se ha sostenido el útil. En la
imagen superior de dicha Figura 394 la situación centrada en la línea es sintomática del asentamiento en vertical, además
de los datos que en este mismo sentido proporcionan los márgenes: ausencia de rebabas y homogeneidad de ambos
perfiles.
Figura 395.En los escritos realizados con tinta gel no hay presencia de estrías o blancos, efecto que es tanto más patente
cuanto más fino es el punto del útil. Arriba, los trazos con un bolígrafo de punto medio; debajo, con un punto fino
Bolígrafos de tinta gel
Puesto que el sistema de transferencia de la tinta es el mismo que el de los bolígrafos convencionales, los efectos en los
trazos son similares a primera vista. No obstante, este otro útil tiene algunas particularidades que lo distinguen de aquél,
es decir, cómo se adhiere la sustancia al papel y, como consecuencia, qué efectos resultan en las propiedades físicas al
plasmarse: cualidades de los márgenes de las líneas y de la zona central.
La diferencia clave, y de ahí su distinción esencial y la razón de su denominación «gel», es la viscosidad de la tinta:
• frente a la untuosidad del bolígrafo común, otra distinta, brillante y con una capacidad de cubrimiento estable,
• el de tinta gel se compone de un vehículo de consistencia gelatinosa de menos densidad, con menor brillo, que al
adherirse al papel tiene un comportamiento de ligera dispersión por las fibras, propiedad que da al trazado ligero aspecto
borroso (Figura 395).
Una menor consistencia de la materia favorece que su corrimiento sobre el soporte resulte más fácil (es la sensación de
resbalamiento que tiene la mano). Y de ahí que la presión que ejerce la bola impulse la tinta hacia los márgenes del trazo y
aparezca la vena central que, como un surco de tono más claro, se aprecia en las líneas (Figura 396). Es algo así como las
rodaduras de un automóvil al pasar por una zona de tierra reblandecida por el agua.
Siendo un pigmento menos graso que el de los bolígrafos comunes, la materia tiende a secarse alrededor del punto y
forma una capa consistente (Figura 397) que en los bolígrafos comunes, por el contrario, se mantiene en forma de
aglomerado de sustancia fresca.
La acumulación de pigmento alrededor del punto provoca la aparición de grumos en los trazos, del mismo modo que en los
otros bolígrafos normales. Sin embargo, y dadas las propiedades de mayor fluidez de la sustancia, no poseen ni la misma
densidad ni el mismo brillo (Figura 396). Y la ausencia de migración por las fibras que presenta el entintado graso (Figura
400) lo que da unos perfiles bien definidos bajo aumento, en los bolígrafos de gel se muestra como una leve difusión en los
bordes; el examen de los márgenes del deja ver las gradaciones de tonalidad que lo causan.
Figura 396.Los márgenes borrosos con apariencia de líneas «desenfocadas», el aspecto sin untuosidad del pigmento y la
presencia de una vena central en el trazado son cualidades propias de los bolígrafos de tinta gel
Cabría esperar que en razón del sistema de entintado mediante bola y la acumulación de sustancia alrededor del punto,
también la tinta gel provocara abundantes rebabas. Pero porque el pigmento tiene un tiempo de secado relativamente
rápido, enseguida se forma la capa sólida que se aprecia en la imagen de dicha Figura 397 y solamente se producen
desprendimientos de grumos cuando hay formado un cúmulo considerable. Por ello, los contornos son borrosos pero el
delineamiento tiene una apariencia limpia a simple vista.
Asimismo, la poca densidad de la sustancia determina el hecho de que la tinta de gel no produzca ni estrías ni tramos en
blanco (Figura 398). Un vehículo más fluido favorece el entintado ininterrumpido, así como la transferencia al papel sin
interrupciones; desaparecen, por tanto, las deficiencias propias ocasionadas por la dificultad que tiene la esfera al
impregnarse en su alojamiento cuando gira en precesión, o simplemente cuando va rotando en sentido longitudinal a
medida que el punto rueda sobre el papel.
Si por un lado el trazo queda mejor constituido (incluso cuando aparece la vena central), la capacidad de esta tinta para
impregnar la esfera de modo más eficiente priva al manuscrito de las ventajas ya comentadas de evidenciar los fenómenos
de movimiento y apoyo de la mano. Lo que son defectos desde el punto de vista de la calidad final de la escritura, son
ventajas desde la perspectiva pericial.
Figura 397.Debido a que la tinta gel no es untuosa, se seca con facilidad y forma una capa compacta alrededor del punto.
La protección que llevan estos útiles en el capuchón ( ) para evitar que se seque permite que la tinta aparezca, como
aquí se ve, fresca y con un aspecto acuoso; pero también provoca el arrastre hacia abajo y el consiguiente cúmulo de
suciedad en derredor
Figura 398.Aspecto de un manuscrito con tinta gel con dos niveles de aumento. La densidad y adherencia sobre el papel
que puede verse en las imágenes microfotográficas son distintas de las que se observan en trazos de bolígrafo
convencional, como se comprueba al examinar éstos en laFigura 395
Útiles híbridos: losrollers
De entre los instrumentos de escritura que en la actualidad son comunes, éstos y los rotuladores (conocidos también como
marcadores) se cuentan entre los más utilizados, aun cuando por muchas razones debieran ser desterrados: la principal de
ellas, desde la perspectiva pericial, por la falta de «personalidad» que confieren al escrito.
Este útil, como los bolígrafos, funciona con el mismo principio de transferencia mediante una esfera que toma la tinta de
un tubo, pero en este caso la tinta ni es grasa ni de gel, sino de un tipo con semejante fluidez al de las estilográficas. Los
resultados de los trazos son, pues, de aspecto acuoso pero con un surco que las estilográficas no originan. Es posible que
su difusión se haya debido a los argumentos de los fabricantes de ofrecer una escritura limpia, sin los inconvenientes de
los bolígrafos comunes, que a la mano resulta suave al trazar y con fácil deslizamiento. Y en efecto, así es; hasta tal punto
es suave su rozamiento sobre el papel que la pulsación se vuelve crítica y, como la presión que se ha de ejercer es
mínima, el surcado que debiera producir la bola queda minorado al extremo de no crear un surco que permita conocer
dónde se enfatiza y dónde se alivia el apriete que hacen los dedos; a eso se debe su falta de topografía. De estas
«excelencias» que sin duda es un magnífico argumento del fabricante, se deriva una escritura más homogénea, monótona,
impersonal, carente de los matices necesarios para profundizar en su génesis.
Figura 399.La plantilla de calibración del microscopio en la imagen derecha da idea de la pequeñez de la bola y del grosor
del trazo que se conseguirá con un útil así
A los inconvenientes de estas carencias se une el hecho de que algunos rollers son de un calibre tan fino (Figura 399), que
las posibilidades de análisis del trazado se reducen aún más en una observación sin instrumentos; se hace necesario
recurrir a la observación bajo la lupa para obtener alguna característica distintiva.
La anchura del punto interviene como factor que determina la presencia o ausencia de ciertos fenómenos de la pulsación y
de los defectos del entintado. Basta que el calibre del útil sea más o menos fino para que dé resultados tan dispares como
los ilustrados en la Figura 404.
Y como en otros muchos aspectos periciales, no todos son inconvenientes, pese a lo afirmado con anterioridad. El grosor
del punto actúa como elemento del que depende el grado de entintamiento en distintas condiciones dinámicas, y posibilita
el análisis relativo de la velocidad de ejecución de dos o más escritos con igual tipo de instrumento (Figura 404). Por lo que
acabamos de ver, conviene recordar de nuevo la importancia que tiene el cotejo de especímenes con análogas condiciones
físicas.
Figura 400.Sobre el papel, la tinta untuosa se muestra estable, sin migraciones. De ahí que aunque el entintamiento sea
intenso, los perfiles de los márgenes no tengan la apariencia borrosa que se aprecia en la ilustración anterior
Rotuladores (o marcadores) de punta de fibra
Es sin duda el útil de cuantos existen que menos información provee al analizar la topografía de los trazos, por cuanto su
sistema de transferencia lo realiza un aglomerado de fibra de poliéster o material similar, de alta resistencia a la
compresión (Figura 401), que reparte el pigmento con regularidad sobre el área de contacto, lo que produce líneas con
escasos o nulos matices.
Figura 401.Aunque de gran resistencia, el punto de poliéster de los rotuladores se deforma por el uso intensivo, y hace
cambiar el grosor de las líneas tal como aparecen en el ejemplo 4 de laFigura 404
No obstante ofrecer menos indicios que bolígrafos y rollers, tampoco es tan neutro como pudiera parecer en una valoración
inicial, porque la conformación de los trazos no sólo depende de la forma del punto, del estado de uso, de su grosor y de
cómo traslada la tinta al papel, sino también, y principalmente, de la pulsación de la mano (Figura 404). Los cuatro
manuscritos de esta ilustración son ejemplos de la diversa apariencia que pueden adquirir los trazos en función de las
condiciones que se han citado. No hay ninguna dificultad para distinguir cómo en los dos primeros hay matices en el
distinto calibre que corresponden a momentos de mayor o menor presión; e igualmente puntos de arranque y remate que
revelan el dinamismo con que se acometieron y se concluyeron las letras.
Figura 402.Fotografiados con idéntica ampliación, el distinto grosor de las líneas deja ver los cambios debidos a la
velocidad: la diferencia de calibre del punto provee desigual entintado y, en consecuencia, los trazos quedan más o menos
nutridos
Un punto en buen uso y un manejo muy regular en la velocidad dan al tercero de los manuscritos un aire algo monótono,
sin gradaciones entre los diferentes movimientos de abducción o flexión; pero tampoco faltan datos sobre la forma de
sostener el útil y el movimiento al iniciar y rematar los grafismos. Los contrastes entre perfiles y plenos del último
fragmento, semejante al que producen las plumas con corte caligráfico (Figura 405), se deben a la deformación que ha
sufrido el punto de poliéster quizá por una presión excesiva: bajo el empuje de los dedos, el punto cede y se aplana,
tomando contacto con el papel con distinta amplitud al ascender, rotar y descender, y de ahí la forma contrastada de las
líneas. Los haces de rayas que aparecen en algunos de sus tramos son producto del mal fluir de la tinta por agotamiento;
se refleja entonces la zona del punto a través de la que fluye (Figura 407), lo que en circunstancias normales no sucede
porque un flujo suficiente se encarga de aglutinar y dar homogeneidad a la línea.
Figura 403.Detalle macrofotográfico de un rotulador de fibra de poliéster. La forma y características del material no
siempre tienen este aspecto, pero se trata del punto más común en estos útiles destinados a la escritura
Esa misma homogeneidad de las líneas confiriéndoles una apariencia topográficamente «neutra», se acrecienta cuando se
trata de un rotulador de punto medio o grueso, de material sintético poroso como el ilustrado en la Figura 406. La intensa
descarga de fluido, que tiene efecto con tan sólo apoyar el útil, no sólo determina una escritura de calibres gruesos, sino
también una sobrealimentación de tinta que, en última instancia, provoca congestiones y delineamientos sobrecargados sin
apenas matices de la pulsación.
Figura 404.Cuatro muestras de manuscritos con rotuladores de diferente grosor y estado de uso
Figura 405.Con el corte ancho y plano como el de esta pluma para caligrafía se obtienen los plenos y perfiles. En algunas
escuelas españolas se está volviendo a la enseñanza de los métodos caligráficos empleando este tipo de pluma, que para
evitar los inconvenientes de la recarga en tintero, incorpora cartuchos
Aunque con diferencias en sus manifestaciones, cualquiera de estos útiles nos privan de buena parte de los datos que se
revelan en la escritura con bolígrafo, tal como queda demostrado a través de las imágenes precedentes.
Figura 406.El punto poroso y de grosor medio como el de este ejemplo permite un abundante flujo de tinta, cuyos efectos
son trazos muy nutridos e incluso sobrecargados
Figura 407.Después de un uso prolongado, el poliéster llega a deformarse y se abre el material. Junto con el insuficiente
suministro de fluido, provoca el rayado de los trazos como los que se muestran en el manuscrito inferior de laFigura 404
Al contrario de lo que sucede con los bolígrafos convencionales y los de tinta gel, estos otros útiles reducen las
posibilidades de analizar en profundidad la escritura, tanto si tienen un buen funcionamiento (por la abundancia de fluido)
como si adolecen de algún defecto (por pérdidas más o menos intensas de los recorridos). Consecuentemente, en los
cotejos de manuscritos realizados con rotulador cabrá esperar diferencias de calidades muy notorias cuando no se han
hecho con el mismo tipo, si este aspecto particular es de interés al caso.
Estilográficas
Se ha venido manteniendo que la estilográfica es el instrumento idóneo para ahondar en el análisis de escrituras. Esta idea
de antaño, asociada a la mayor limpieza de sus trazos si se comparaba con los bolígrafos, y que se pensara que la tinta
boligráfica era fácilmente deleble, hizo que estuviesen prohibidos en las oficinas de los registros oficiales durante muchos
años el uso de cualquier otro instrumento que no fuera la plumilla o la pluma-fuente. Ni uno ni otro argumento se
sostienen hoy día merced a la mejora en la fabricación de los bolígrafos y la comprobada estabilidad y permanencia de sus
tintas, y a que las estilográficas tienen un uso reducido.
Figura 408.Diferentes trazos de estilográficas con distintos grosores y velocidad en la ejecución. Frente a las calidades de
otros útiles ya mostrados, no presentan ventajas especiales para el perito
Según se ha mostrado hasta aquí, es posible afirmar que desde el punto de vista pericial la escritura con pluma no
proporciona ventajas analíticas sobre otros instrumentos.
Sabidas ya las consecuencias que se derivan de apoyar y pulsar con los otros útiles, y de la imagen que procuran a los
trazos, hágase una revisión metódica de las muestras aportadas en la Figura 408 pertenecientes a diferentes trazos de
pluma para comprender hasta qué punto merece seguir ocupando la primacía cualitativa que se le ha venido otorgando.
Bolígrafos delebles
Establecer la identificación de este útil como tal es de las tareas más sencillas, por virtud de las especiales características
de su pigmento, de las que ya se habló con anterioridad.
Determinar si en varios documentos la escritura con este instrumento es de la misma mano comporta examinar cada una
de las propiedades ya vistas en los bolígrafos convencionales y de gel, habida cuenta de que también los de tinta deleble
acumulan materia alrededor del punto y, por consiguiente, originan parecidos efectos en los trazos: rebabas, descargas de
grumos y blancos, aunque no estrías. Lo mismo que el bolígrafo de tinta untuosa, ofrece la posibilidad de establecer con
certidumbre la dirección del trazo examinando en qué lado de las fibras se acumula el pigmento (Figura 409).
Figura 409.Imagen microfotográfica de un trazo de tinta deleble
Trazos en papel autocopiativo
No puede valorarse este tipo de trazo con el mismo sentido que en los casos precedentes, puesto que las escrituras
obtenidas mediante papel autocopiativo son grafías «indirectas» desde el punto de vista del entintamiento, esto es, no hay
contacto entre el útil y el soporte, y siendo así no hay adherencia directa de tintas.
Como es bien sabido, los trazos del papel autocopiativo se obtienen ejerciendo presión, con la que se desencadena una
reacción química entre el dorso de la hoja que se presiona y el anverso de la que se encuentra debajo, ambas recubiertas
de sustancias reactivas; de ahí que también se conozca este tipo de fabricado como papel químico (Figura 410).
De la desigual presión ejercida depende que los trazos obtenidos adquieran diferente anchura, y se produzca desigual
concentración de las partículas reactivas que originan las diferencias tonales. Lo que en realidad hace el empuje de los
dedos es romper unas pequeñas cápsulas en el dorso de la primera hoja que hacen reaccionar químicamente la capa de
estucado especial que tiene el anverso de la segunda (Figura 412). Este sistema de pequeñas partículas que al romperse
«manchan» la cara estucada, dan a la escritura un tono débil y una apariencia borrosa a los contornos (Figura 411).
El hecho de que las líneas no tengan entintamiento directo impiden varios de los exámenes que son de interés de cara a la
identificación: cómo es en realidad el apoyo del útil, si existen o no rebabas en el original, etcétera. Pero el peritaje de
firmas y textos de esta naturaleza tiene muchas posibilidades que posibilitan la aproximación a sus propiedades
grafogenéticas, entre ellas, la presión; otros factores como las dimensiones, las proporciones, inclinación, son
perfectamente válidos, e incluso la continuidad puede analizarse si el escribiente ha pulsado con suficiente energía y no ha
provocado pérdidas.
El ejemplo de la Figura 413 es buena prueba de la abundante cantidad de elementos que hacen factible un
pronunciamiento con alto índice de certeza. Siendo la presión uno de los principales factores de su génesis, cada caso,
cada firmante particular, condicionará de modo decisivo las posibilidades de estudio.
En la Tabla 8 se enumeran las posibilidades y los obstáculos que intervienen en el estudio de esta clase de manuscritos,
considerando que los formularios de papel químico se cumplimentan con útiles de punto duro y con un grado mínimo de
presión para que pueda formarse sobre la hoja receptora.
Figura 410.Dorso de dos tipos de papel autocopiativo vistos mediante iluminación episcópica y diascópica. A partir de los
40x es posible distinguir las cápsulas de mayor tamaño y vislumbrar las mucho más pequeñas entre las fibras del papel
UNA MIRADA AL INTERIOR DE LOS TRAZOS
Sin duda excepcionales son los casos en los que se necesita llegar al conocimiento profundo de las propiedades de los
trazos, porque generalmente la macrofotografía soluciona las dudas sobre cualquier característica de un escrito o firma: de
qué útil se trata y qué usos particulares posee el escribiente, manifestados a través de los signos físicos que ya
conocemos.
Es sobre todo en los documentos que constan de varias páginas, donde además de cuestionarse la identidad entre ellas,
surge la necesidad de establecer si todas corresponden al mismo útil como dato coadyuvante en la determinación de la
unidad de acto y, en suma, su cronología relativa. O acaso, si el útil es o no el mismo, como signo reforzante de una
presumible falsificación: si otras características son discrepantes, el hecho de que uno de los autógrafos sea de una tinta
diferente ratificará la certidumbre de la manipulación.
Las cualidades físicas ya enumeradas tienen complemento de especial valor probatorio con las que aporta el estudio
microscópico: las calidades de sus materias, cómo se incorporan al soporte, cómo interviene en la adherencia el tipo de
punto que deposita la tinta, y si de sus características materiales puede demostrarse que se encuentran indemnes o hay
vestigios de alteración.
Las siguientes ilustraciones son un compendio básico de análisis fotomicrográfico hacia el interior de las líneas, análisis que
perfecciona los exámenes de los mismos tipos de trazos mostrados en los puntos anteriores, luego de haberse visto las
propiedades de sus márgenes, rebabas, cúmulos, blancos y estrías.
Figura 411.Dos detalles de trazos obtenidos en papel autocopiativo. El aspecto «puntillista» de su aspecto y los pequeños
elementos dispersos sobre la hoja son elementos típicos que los identifican
Bolígrafos convencionales
Lo que principalmente caracteriza al bolígrafo de tinta untuosa convencional de otros útiles son dos propiedades: la
ausencia de migración del pigmento más allá de la zona en que entran en contacto la esfera y las fibras del papel, y la
desigual profundidad del calado en razón de la viscosidad del vehículo graso.
Figura 415.Microfotografías diascópicas de un trazo de bolígrafo de tinta gel. La ausencia de intersticios en blanco se debe
a la mayor fluidez del pigmento, capaz de penetrar en profundidad
Su mayor fluidez favorece que la tinta corra con facilidad por las fibras durante un corto trecho antes de secarse y, así,
queda registrado en todo el ancho del trazo, pero especialmente en los márgenes, que no poseen el perfilado de los del
bolígrafo común, sino que, al contrario, toman una apariencia difuminada.
Figura 416.La tinta de los rollers se extiende con facilidad por las fibras del papel y afecta en profundidad a la trama, y de
ahí que bajo el microscopio ofrezca una apariencia nebulosa y menos pastosa que en los trazos de bolígrafo
Losrollers
Aún mayor efecto de capilaridad al correr por las fibras tienen las tintas líquidas de estos útiles híbridos.
En este caso, la esfera no tiene otra función que la de facilitar la escritura mediante un tipo de punto que es, desde una
estricta perspectiva de manejo, menos problemático que el que requiere desenvolverse con una estilográfica. La esfera
transfiere la tinta desde el depósito, pero a diferencia de los bolígrafos, no la estabiliza en la zona de apoyo, sino que la
derrama a lo largo de la superficie de contacto; de hecho, basta apoyar el útil sobre un punto y mantenerlo inmóvil, para
comprobar que se produce un aumento espontáneo por expansión de la tinta, que fluye durante breve tiempo antes de que
actúen los aditivos de secado que incorpora. El líquido cala con más profundidad en el tramado de fibras, pero siendo su
materia menos consistente, el reparto del fluido es más suave y da a los trazos una apariencia de difuminado nebuloso,
que en los márgenes del trazo se desdibuja del modo que se ve en la Figura 416.
Rotuladores (marcadores, trazadores)
Los rotuladores, marcadores o trazadores se encuentran en el mercado con dos sistemas bien distintos, pese a la
denominación única con que se comercializan: los de punto fino que utilizan esfera, que son en realidad rollers; y los de
punta de fibra que ya se ilustraron anteriormente.
Figura 417.Si bien algunos rotuladores se comercializan como tales, sin embargo, se trata de esferográficos análogos a
los rollers, y, por consiguiente, los trazos poseen similares características que en aquéllos
Los primeros, confieren al trazo las mismas características de dispersión que los rollers y con una vena central de tono más
claro que origina la bola en el recorrido longitudinal de mayor apriete (Figura 417).
La otra variedad del útil, más acorde con la naturaleza del rotulador en sus orígenes, emplea el sistema de descarga de
tinta con punta de fibra de poliéster mediante el principio de capilaridad. La punta de fibra, especialmente si no es muy
fina, hace un reparto del entintamiento sin clareos como los que provocan los sistemas esferográficos, manchando las
fibras y rellenando las oquedades de la trama (Figura 418).
Como pigmento líquido que es, y aunque el tiempo de secado es muy corto, los efectos en los bordes son similares a los de
tinta gel o los trazadores de sistema esferográfico, es decir, con cierto desplazamiento de dispersión hacia los bordes en
las fibras más gruesas, que aun teniendo un buen encolado provocan la atracción del líquido.
Figura 418.Los rotuladores de punta de fibra producen un entintado del trazo que es propio de los pigmentos líquidos.
Estos fluidos pueden llegar a congestionar la trama de modo muy intenso. En zonas donde el movimiento es rápido dejan
menos carga, y allí se ve cómo se impregna el soporte y el fluido corre por los filamentos, como en este ejemplo
Bolígrafos de tinta deleble
Su particular materia de entintamiento lo hace reconocible con suma facilidad, tal como ya se mostró en otras ilustraciones
anteriores.
Pero con mayor aumento la tarea resulta aún más sencilla (Figura 419): la apariencia de materia pegajosa arrastrada que
se crea al escribir no la presenta ningún otro útil. Como bien se ve, las fibras actúan como obstáculo al encuentro con la
esfera, y aunque la presión ejercida sea firme, no hay una penetración profunda de la materia.
Figura 419.La falta de corrimiento sobre las fibras, el escaso cubrimiento de éstas y la falta de relleno en las oquedades al
depositarse la materia, son tres características principales de los trazos de tinta deleble, aparte de la apariencia que
provoca el que la materia sea una goma «frotada»
La sustancia, de menor viscosidad que las tintas boligráficas comunes, no favorece su adherencia más allá de un nivel
superficial y no se produce el relleno que hacen los vehículos fluidos, como tampoco de las zonas de apriete firme a las que
se ven impelidas las de bolígrafo untuoso. La superficialidad en el depósito sobre la trama favorece, aún mucho más que
cualquier otro entintamiento, determinar la dirección del trazo que, como en las imágenes del siguiente ejemplo, cursa de
izquierda a derecha como lo prueba el que las fibras presenten cúmulos en la zona izquierda.
Estilográfica
Su naturaleza acuosa y el tiempo de secado más largo que otras tintas fluidas, determinan que la penetración en la masa
del papel sea más intensa y que, por lo tanto, haga un relleno de mucho más cubrimiento con igual cantidad de depósito
que con los demás útiles.
Si bien las tintas de estilográfica también incorporan aditivos que aceleran el secado, no son de tipo volátil y precisan de
un mayor tiempo para que finalmente la tinta se estabilice y detenga su correr. No es raro ver en muchas ocasiones que el
líquido traspasa el papel y aparece al dorso si éste no tiene un buen encolado, al igual que sucede con algunos rotuladores
aunque por causas distintas (los solventes de algunos de éstos atacan la cola y la disuelven).
La imagen de los trazos de estilográfica ejemplificados en la Figura 420, así como el incluido anteriormente en la Figura
408 de la página 680, no muestran las líneas de los picos del punto que en muchos manuales se citan como signo
particular que identifica a los manuscritos hechos con este instrumento. Y es que las plumas actuales se fabrican con
puntos menos blandos y flexibles de lo que lo eran las plumillas metálicas y las primeras estilográficas. Los dos ejemplos
citados son, por tanto, los casos menos favorables pero sí los más usuales que cualquier perito puede encontrar en su
quehacer, y parece conveniente que esté avisado en evitación de confusiones: los dos surcos que claramente se distinguen
en la firma de la Figura 166 que se ilustra en la página 342 no siempre son tan manifiestos ni se presentan en todos los
manuscritos, y de ahí que su ausencia no deba ser motivo para descartar que determinada escritura no corresponda a una
estilográfica. Recoger sólo los supuestos que más fácilmente se identifican no sería ni lo apropiado para el adiestramiento
visual que aquí se pretende, ni reflejaría la realidad.
Figura 420.Un trazo de estilográfica nutrido con normalidad cubre y rellena la masa del papel proporcionando fuerte
opacidad. Aunque parecidos a los de otras tintas fluidas, los bordes tienen un contorno más definido porque el vehículo
acuoso no corre por las fibras con la misma facilidad que las sustancias volátiles
Lápiz
No se incluyó con anterioridad el estudio de los trazos de lápiz, puesto que no es lógico, por inseguro, escribir o firmar
documentos de importancia dado su carácter deleble. Así pues, no parecía necesario incorporarlo junto con los que
proveen permanencia. El porqué tratarlo ahora tiene su justificación desde una sola perspectiva: la posibilidad de detectar
su eliminación, si es que aparecen restos de grafito coexistiendo con trazos de bolígrafo, estilográfica, etcétera, lo que
podría ser sintomático de un diseño previo en determinados casos de falsificación.
En el nivel microscópico en el que ahora nos movemos es difícil no descubrir cualquier tipo de modificación física de las
tintas y, naturalmente, de restos de partículas de lápiz, aun cuando la supresión de los trazos se haya hecho con un
cuidado extremo tratando de no remover las fibras del papel. Los tres ejemplos de la Figura 421 son demostrativos de la
imposibilidad de eliminar totalmente los restos de grafito, con tan sólo emplear cierto tiempo y tener paciencia para
rastrear el área objeto de sospecha, deslizando el nonius del microscopio suavemente en sus dos sentidos, horizontal y
vertical.
Las dos imágenes inferiores del caso ejemplificado muestran un conglomerado de fibras sin levantamientos ni remociones,
demostrativas ambas circunstancias de que el borrado se realizó con suavidad. Y lo que a ojo desnudo no es perceptible,
con aumento suficiente se desvela la presencia de partículas que subsisten en un nivel algo profundo de la trama, que se
hacen visibles a 100 y 400x.
Las propiedades materiales, de fragmentos con formas no definidas, no se confunden con otras materias como pueden ser
las partículas de tóner de fotocopiadoras o impresoras láser; éstas tienen características formales especiales que serán
objeto de estudio en otro capítulo posterior dedicado a las escrituras mecánicas.
CONSIDERACIÓN FINAL
Hasta cierto punto, este capítulo tiene un enfoque «estático» si se considera la forma fragmentaria en la clasificación
(trazos, rasgos...) y en la observación en distintos niveles de sus condiciones físicas (en aproximación, bajo microscopio).
También, desde otro punto de vista, la inclusión de todos estos análisis detallados pudieran parecer contradictorios
respecto a las fases del examen que han de seguirse al examinar un documento: atender al conjunto para pasar luego a la
investigación de los detalles.
Figura 421.Partículas de grafito observadas a 40, 100 y 400x, respectivamente, empleando filtros de contraste y
polarización para obtener mejor visibilidad
Se justifican una y otra circunstancia por la necesidad de que el perito posea, antes de entrar al estudio global de la pieza
que se le ofrece, la suficiente destreza visual para:
Es posible, según indica la experiencia, que ante un cotejo de manuscritos que se presenta con los visos propios de un
asunto habitual, haya que dar un giro copernicano o simplemente modificar la perspectiva de estudio, al encontrar en estas
apreciaciones de carácter físico circunstancias que en principio no se preveían. No se trata, de ninguna manera, de
comenzar un estudio a partir de fenómenos aislados y fragmentarios (los gestos singulares, los pequeños detalles de los
remates o finales), a partir de los cuales desarrollar el análisis pericial, sino de que, llegado el momento, la capacitación
del experto sea tal que de ningún modo dude y se confunda simplemente porque nunca se ha acercado al origen mismo de
los materiales y, desconociéndolos, yerre en una valoración tan elemental.
Dicho esto, ese carácter «estático» en la exposición de los elementos físicos fundamentales, cobra otra dimensión si, como
se ha venido exponiendo, se interpretan apropiadamente las cualidades del registro material desde la perspectiva de
fenómenos resultantes de un dinamismo particular al plasmarlos en el papel.
Cubiertas todas las etapas de adiestramiento visual y de manejo de los instrumentos, ante un manuscrito con grumos,
rebabas, etcétera, no sólo no lo interpretará a priori como un hecho anómalo, sino que estará en condiciones de prestarle
la justa atención con perfecto conocimiento de causa, de saber la naturaleza del útil y de aprovechar los signos extraídos
para dar un pronunciamiento mejor fundado a sus conclusiones.
(1) En este capítulo al decir solamente «escritura» se entiende que es la manual.
Ver Texto
(2) Puede considerarse así, permanente, porque de no concurrir causas que alteren o destruyan el documento, su duración puede ser tan larga como lo han sido
los papiros egipcios que han llegado hasta nuestros días o las tablillas cerámicas de Asiria.
Ver Texto
(4) LOCARD, Edmond: Manual de técnica policíaca, Barcelona, José Montesó, 1963.
Ver Texto
(5) También este término es un parónimo interlingüístico, o falso amigo, del francés idiotisme, donde sí tiene el significado de «modismo», que ha llegado al
peritaje por la vía de la Grafología, y más concretamente de la francesa.
Ver Texto
(6) VELS, Augusto: Escritura y personalidad, Barcelona, Ed. Herder, 1982, págs. 285 y ss.
Ver Texto
(7) ANTÓN BARBERÁ, Francisco y MÉNDEZ BAQUERO, Francisco: Análisis de textos manuscritos, firmas y alteraciones documentales, Valencia, Tirant lo Blanc,
1998.
Ver Texto
(8) Esta aserción debe entenderse en términos relativos: nada en la escritura se puede examinar como fenómeno aislado. La profundidad y el grosor dependen de
la presión manual; la tensión de la velocidad; a su vez, la velocidad condiciona la presión, etcétera.
Ver Texto
(9) Algunos autores utilizan el término «pastosidad» para referirse al grado de entintamiento que tiene el trazo, por lo que tal calificativo supone una cualidad más
de la escritura.
Ver Texto
(10) También se comprenderá en este momento el porqué de haber afirmado en el Capítulo 3 la necesidad de emplear el mismo tipo de útil para la formación de los
cuerpos de escritura a presencia judicial. E igualmente el porqué de la necesidad de que ese trámite lo lleve a cabo el perito y no un funcionario de los
Juzgados que, lógicamente, desconoce la repercusión que puede tener, entre otras circunstancias, la observancia del principio de los condicionamientos
materiales de cara a un cotejo más perfecto y mejor fundado.
Ver Texto
La escritura como hecho dinámico
PREÁMBULO
En los tres capítulos precedentes se ha tratado el hecho gráfico desde distintas perspectivas: qué es el acto de escribir
como gesto humano, qué factores son inherentes al hecho de escribir, y qué evidencias materiales quedan plasmadas.
También los elementos constitutivos básicos: trazos y rasgos. Pero si el análisis se quedara en esos niveles de detalle, tan
sólo tendríamos las teselas de un mosaico cuya imagen final no se podría comprender, por más que cada parte constitutiva
hubiese sido objeto del más exhaustivo reconocimiento.
Ahora entramos en otro ámbito (sin duda el más relevante para el perito) que consiste en averiguar de qué manera se
crean los manuscritos. El propósito, por tanto, es claro y la metodología esencial: se trata de un enfoque analítico
eminentemente dinámico e integrador para cuyo análisis deben considerarse la totalidad de las propiedades que es capaz
de transmitir la mano al crear la escritura.
Aunque en ningún momento se ha considerado que un manuscrito sea algo inmóvil (se expuso en el capítulo 11 su
esencia: presión y desplazamiento), conviene enfatizar que de lo que ahora se trata es de entenderlo y explicarlo como el
producto de la singular motricidad de cada individuo. Por dicha razón es preciso deslindar claramente dos conceptos
relacionados: formas gráficas y génesis gráfica. El primero de ellos es un resultado, el segundo su origen. Por ejemplo, dos
letras o reducidas a una simple elipse pueden parecerse en su forma (ser semejantes en dimensión, tener el lugar de
cierre en sitio similar, poseer parecida apariencia, presentar análoga inclinación, etcétera) y, sin embargo, una de ellas
haberse producido mediante un movimiento contrario a las agujas del reloj ( ) y la otra inversamente ( ): la
génesis, la formación, de cada una sería distinta.
Frente a la prevalencia de los aspectos morfológicos que «inspiran» las investigaciones periciales de letras parecidas,
basadas en exclusivas similitudes o diferencias de sus diseños, este otro enfoque abarca la totalidad del hecho escritural:
La observación de las partes de un manuscrito viene a ser como encontrarse ante una secuencia cinematográfica: cada
fotograma muestra una imagen quieta, un fragmento temporal que, unido a los precedentes y a los subsiguientes, da la
totalidad de la escena. Así también se verifica el hecho escritural: cada parte, aunque mínima, constituye una porción del
todo que finalmente produce trazos, letras, sílabas, palabras, y líneas, esto es, la totalidad del decurso.
GÉNESIS Y CINETISMO GRÁFICOS
Quizá porque es muy evidente, el estudio de la escritura muchas veces se concentra en la mera forma y en las
articulaciones muy visibles, dejando en segundo plano un hecho esencial: que no existe hecho gráfico sin movimiento, y
que el primero debe su origen al segundo; porque todo fenómeno escritural tiene su principio en un gesto motor, es decir,
mediante la traslación más o menos continua sobre el papel.
Incluso en conjuntos de pocos elementos aparecerán formaciones que se desarrollan en las cuatro posibles dimensiones
del plano ( ) o mediante gestos rotatorios ( ), además de una quinta dimensión (pocas veces
atendida como se merece pero de no menor importancia) correspondiente a la profundidad que se les da al presionar el útil
(Figura 422).
La preeminencia de cualquiera de los factores (forma, tamaño, continuidad, presión, velocidad...) forma siempre un
conjunto de cualidades distintivas.
Al hacer el análisis completo de los factores gráficos, es imprescindible considerar con detenimiento cuál es la posible
interacción entre ellos; por ejemplo, cómo puede condicionar la presión a la velocidad, y viceversa. Es un tópico tan
extendido como inconsistente, la afirmación de que una letra grande determina que una escritura sea lenta, lo que no es
del todo cierto (Figura 423). Como tampoco tiene que suceder necesariamente que la letra pequeña sea rápida. La lentitud
es una cualidad singular de cada escribiente, e independiente de otras características que, si además hace letras grandes,
favorece que una se sume a la otra. Cosa distinta, por ejemplo, es que a igualdad de dimensión entre la escritura de dos
personas, una pueda ser precipitada y otra notablemente premiosa.
Figura 422.Independientemente de las formas y la articulación, en este autógrafo es cualidad definitoria la profundidad de
la pulsación. En ocasiones resulta revelador observar el dorso del documento para acceder a una visión particular del
dinamismo de la mano, que complementa las percepciones del trazado del anverso
Esta reflexión viene al hilo del cinetismo gráfico como fundamento demostrativo de que el registro físico que es la escritura
resulta de un conjunto de características (y no sólo una de ellas), que se reúnen de modo particular en cada mano y
convierte su carácter dinámico en algo distintivo. Aunque este aserto es una verdad de Perogrullo, se trata de una
evidencia que en los peritajes suele obviarse.
LA CONSECUCIÓN DEL MOVIMIENTO
Ya se ha visto en los capítulos anteriores que los trazos, aisladamente considerados, proporcionan información sobre
algunas de las propiedades dinámicas del puño: presión, velocidad, postura, etcétera. Sin embargo, en lo que a la
comprensión global y exacta de la manera en que se ha originado un manuscrito, es imprescindible concebirlo a la luz de la
integración de todos los fenómenos gestuales; sólo mediante el agrupamiento factorial completo puede llegarse a
establecer un cuadro gráfico singular.
Figura 423.Aunque el primer texto es de menores dimensiones que el segundo, la rapidez de éste lo supera, y aún mayor
sería la diferencia de efectividad en el tiempo de ejecución si se tratase de una escritura más ligada
La reunión de todos los factores desentraña, además, las particularidades de la secuencia con que se han verificado los
gestos, de modo semejante a lo que en su momento se ha dicho como símil cinematográfico.
De manera análoga al desarrollo de una investigación policial, la reconstrucción de los hechos es posible en virtud de todos
los datos que provee el complejo acto de construir las palabras, al que sólo hay que saber «interrogar» adecuadamente. El
principio básico sobre el que se apoya este análisis cinético es el de introducirse mentalmente en el curso de los trazos y
reconstruir el decurso del puño, a partir de usos específicos:
Arranque
• Dónde comienza (alto, bajo, en la zona media, adelantado, retrasado...) respecto de una determinada referencia:
renglón, casilla impresa, epígrafe mecanografiado.
• Qué orientación lleva (directa, contraria, variada). Muestra de qué manera se desarrolla el inicio, si manteniendo desde
un principio el mismo recorrido que se va a dar al trazo, o si se ejecuta más de un gesto previo a éste con otro sentido o
dirección.
• Con qué grado de presión se acomete y continúa: débil, intensa, alternante.
Cuerpo del trazo
• Hacia dónde se dirige (dextrógiro, levógiro, ascendente, horizontal, descendente, sinuoso).
• Qué forma adquiere (curva, recta, angulosa, torciéndose, ondulada...).
• Con qué inclinación se articula (vertical, inclinado a la derecha, tumbado a la izquierda).
• Cómo progresa: ligado con el siguiente trazo o interrumpido...
• Qué tipo de presión se aplica: pulsación homogénea, con cambios graduales, con variaciones bruscas...
• Con qué velocidad se ejecuta: lento, rápido, lanzado, precipitado...
• Cómo tiene lugar el avance. Si la fluidez es normal o presenta alguna anomalía que la altere: temblores, roturas, con
saltos.
Remate
• En qué lugar finaliza (alto, bajo, medio...) respecto de la línea de pauta o de otro contenido impreso.
• Qué apariencia tiene: detenimiento directo, con cambio de sentido o dirección, grado de presión...
• Hacia dónde se dirige (hacia abajo, hacia arriba, en horizontal...). Aparte del lugar relativo en que termine, el sentido
final puede ser distinto.
Visto en su totalidad este panorama global de factores y articulaciones, se habrá reunido la información necesaria para
comprender cabalmente el desarrollo exacto de su génesis y, lógicamente, todos los matices del comportamiento gestual.
Un intento de catalogación de las posibles variantes en cada una de las tres fases en que se ha dividido la génesis de los
grafismos, sería siempre incompleta, si se piensa en el alto número de posibles combinaciones que podrían obtenerse.
Parece más provechoso hacer un ejercicio práctico de seguimiento visual sobre dos muestras con propiedades bien
diferentes (Figura 424).
Una primera apreciación de ambos fragmentos revela la disparidad con que se concibe la composición global de cada uno.
Huelga mayor comentario. En una segunda instancia, de cara ya a la apreciación de los matices, es sumamente productivo
realizar el recorrido de los grafismos con detalle haciendo que el ojo sustituya al punto del útil que los ha trazado (Figura
426). De inmediato surgen todos los modismos distintivos: letras de movimientos amplios, frente a otras micrográficas;
composición prácticamente desligada frente a otra agrupada; escritura ágil de movimientos homogéneos, frente a
precipitación e irregularidad; verticalidad en la articulación frente a fluctuación aleatoria y constante...
Figura 424.Muestras a tamaño real de dos manuscritos realizados con útiles diferentes sobre folios en blanco
Las dos palabras de la Figura 425 permiten comprender, ejercitando una observación continua de principio a fin, los
distintos conceptos relativos a su formación pese a que a priori, y someramente, pudieran parecerse por su configuración
externa. Ambas tienen un tamaño similar, parecidas proporciones entre la caja de minúsculas cortas y las prolongadas,
análoga solución predominantemente curvilínea, presión equivalente, velocidad afín, inclinación aproximada, etcétera. Y
frente a la semejanza de conjunto, las diferencias menos ostensibles pero más demostrativas de dos modos de conducir la
mano:
• La primera de ellas, construida mediante tres interrupciones, tan sólo tiene dos en la segunda, es decir, que en ésta el
movimiento es más continuado. Obsérvense las respectivas zonas destacadas con pequeños cuadrados.
Figura 425.El análisis del curso de estas dos palabras con cierta semejanza formal revela importantes diferencias de
formación
• De la diferencia anterior se establecen dos momentos distintos para la inserción de la barra de la t: en el primer caso se
realiza inmediatamente después de construido su respectivo astil, mientras que en el segundo tuvo que hacerse después
de la segunda interrupción o quizá una vez acabada la palabra.
• Las letras se relacionan de distinta manera por virtud del distinto modo que tienen los rasgos de enlace. Véanse las áreas
destacadas en las dos imágenes inferiores.
• Las tres diferencias anteriores determinan dos ritmos distintos de ejecución, a las que se unen las desiguales
dimensiones de las letras g o la forma de rematar la palabra.
Aun no siendo este análisis todo lo exhaustivo que cabe hacerse, sirve como sugerencia de lo que comporta comprender la
escritura desde la perspectiva de concebirla como una totalidad compleja de fenómenos dinámicos asociados.
En realidad, este planteamiento tiene su razón de ser en algo sumamente sencillo y racional: captar cómo discurre cada
una de las unidades esenciales. Otorgando a cada una idéntico papel principal, se obtienen las cualidades expresivas que
se producen en cada momento por las particulares variaciones de la pulsación de los dedos y la traslación del puño. La
Figura 426 es un ejemplo de lo dicho, en el que solamente se compara la formación de las cuatro últimas letras para no
hacer larga en exceso la secuencia; en dicho ejemplo se resume el modo de ejercitar un análisis de estas características,
huyendo de concentrar la atención, más o menos justificada, en lo que resulta más llamativo.
Llegado hasta aquí el detallado examen propuesto, se tendrá un alto número de datos relativos al desarrollo gestual, que
tienen su complemento indispensable en aquellos otros que no corresponden a trazado efectivo, es decir, al movimiento no
visible.
EL MOVIMIENTO NO VISIBLE
La ubicación y la forma del arranque, junto con el desarrollo de los trazos y la manera de concluirlos permiten investigar el
movimiento fijado sobre el papel. Pero ¿qué ocurre en las interrupciones, donde no existe un registro visible, es decir,
desde que se separa el útil de escritura y nuevamente entra en contacto para iniciar otra letra u otra palabra? En ese
transcurso temporal y espacial la mano evoluciona mediante un gesto cualquiera para dar continuidad al conjunto,
describiendo un recorrido en el aire que hasta cierto punto se puede seguir, dependiendo de los atributos de los grafismos
relacionados.
Figura 426.El examen visual detenido como el que se muestra en estas dos secuencias, siguiendo el trazado completo de
las palabras, permite percibir las cualidades de cada unidad esencial con una secuencia lógica, es decir, en el contexto
exacto. Cómo tienen lugar, con qué características, en qué momento, y qué relación tienen con sus precedentes y
subsiguientes, proveen un conjunto de datos que se pierden o se desvirtúan en los exámenes de fragmentos aislados que
sólo atienden al detalle
Para poder establecer el hilo conductor desde que un trazo acaba y empieza el siguiente, el primer paso es determinar con
seguridad el final del primero. Esta primera certeza hace factible un afianzamiento inicial y el poder seguir deduciendo el
paso siguiente, que es dirigirnos al próximo arranque. En la Figura 427, en la palabra «está» tenemos la seguridad,
conforme al orden lógico del desenvolvimiento gráfico, que después de la sílaba «es» la continuación tiene lugar en el astil
de la t. En el presente caso es relativamente sencillo saberlo porque el enlace de la a con la barra de la t que sigue, deja
aislado a este trazo vertical; cabría objetarse tan sólo que el escritor hubiese podido ir en contra del sentido lógico y haber
ejecutado el astil tras el lanzamiento de dicho enlace. Si así fuera, nos encontraríamos con un hecho bien distinto: después
de escrita la primera sílaba la mano se hubiese emplazado al comienzo de dicha barra de t. La respuesta a esta posible
duda podríamos seguirla en un gesto idéntico de otra parte del texto donde despejar la duda. Como se ve, el intento de
seguir con fidelidad un recorrido gráfico puede plantear numerosos problemas no siempre de solución factible.
En determinadas ocasiones son las formas de arranques y remates los que facilitan la clave del recorrido que sigue la
mano cuando separa el útil de escritura del papel. Especialmente cuando se trata de escrituras rápidas, la presencia
frecuente de ganchos o de trazos afilados posibilita este seguimiento. Unos y otros se comportan a modo de testigos poco
aparentes de la traslación del puño «cuando se ha dejado de escribir» e inicia su marcha en el aire para buscar la nueva
localización.
Figura 427.Reconstrucción aproximada del movimiento en el aire, a partir de las características de los remates y los
arranques, y de la propia estructura de las letras
Siguiendo con el mismo ejemplo, es posible apreciar que tras dar por finalizada la s, el escribiente cambia el sentido y
dirección de la marcha (desde la izquierda hacia la derecha y desde abajo hacia arriba) para realizar el astil de la t. Los dos
pequeños ganchos y su orientación nos hacen deducir con verosimilitud el itinerario entre los respectivos final y principio.
Otro tanto cabe deducirse del modo de arranque de la barra de lat .
No siempre las características de los arranques y remates son suficientemente claras para establecer los vínculos entre
unos y otros. Ante unos trazos en los que el arranque o el final se presentan dudosos la solución será posible mediante el
examen del entintamiento de las fibras del papel, las estrías o los blancos, para conocer cuál es el recorrido, conforme a
las propiedades físicas del entintamiento que se expusieron en el capítulo anterior.
Después de completado el examen visual riguroso de los elementos esenciales y de las relaciones que se establecen entre
los gestos que no originan trazado alguno, se habrá llegado a la construcción de un cuadro gestual singular con la totalidad
de las cualidades que lo caracterizan: grupos que forman grafemas o grafemas fragmentados, agrupaciones silábicas,
conjuntos que abarcan más de una sílaba, palabras, etcétera.
LA PROGRESIÓN Y LOS SISTEMAS CALIGRÁFICOS
Todo aprendizaje escritural tiene como referencia un sistema o modelo, ya sea éste de tipo caligráfico, ya sea más «libre»
sin sujeción a normas formales estrictas. Las tendencias actuales van más en este sentido, es decir, sin que al educando se
le proporcione el clásico modelo caligráfico que hasta hace unos años se le obligaba a seguir (hasta ahora sin demostrar
que sea superior en resultados, ni más apto para la enseñanza). Es de resaltar aquí la importancia que han tenido los
modelos de Caligrafía por varios motivos: son muchas las personas que se han iniciado con un patrón concreto; de ellas,
también quedan un buen número que lo adoptaron con fuerza y lo mantienen casi invariable; aunque otras lo han
transformado notablemente, sin embargo, incluyen algunos elementos típicos del modelo original; un considerable número
de documentos escritos o firmados están realizados por ese grupo de población, aún en actividad. Es de innegable
importancia considerar (aun no sabiendo el modelo concreto) si la persona tuvo un tipo de enseñanza u otra, sobre todo
cuando en los casos de falsificación la mano escribiente tiene los dejes propios de una etapa antigua y el imitador
pertenece a una generación de aprendizaje gráfico más moderno.
En la progresión de la escritura, en su andadura, se puede afirmar que el gesto viene dado en parte por el carácter del
autor y en parte por la educación gráfica que recibió en sus primeros pasos de escribiente. Algunas veces el fenómeno no
es fácil de deslindar, en el sentido de saber qué es lo que prima y cuál es el punto de partida, debido a las circunstancias
que pueden rodear el posterior desarrollo a ese aprendizaje. Pongamos un ejemplo: el niño de una escuela recibe el mismo
tipo de formación que su compañero de mesa; los dos parten de igual patrón de referencia y uno lo mantiene a lo largo de
su vida, mientras que el compañero lo transforma parcialmente, o lo abandona en su totalidad. A veces ocurre que la
adscripción a ese molde primigenio es «obligado» porque el individuo deja de practicar (de evolucionar, en suma) la
escritura. La falta de hábito gráfico se constituye en factor determinante y se constituye en escritura rústica o elemental.
Tenemos entonces que, si bien algunos aspectos de la fuerza del carácter van a surgir en su grafismo, sin embargo, la
carencia de adiestramiento restringe su completo desarrollo.
Así pues, tanto la condición del ámbito cultural como el patrón de partida son componentes que no hay que perder de vista
al examinar el tipo de progresión de un escrito con la influencia de alguno de ellos (Figura 428).
Figura 428.Los continuos movimientos regresivos, la amplitud de los rasgos de enlace, los arranques y remates
prolongados de la caligrafía Palmer, son determinantes en el análisis del tipo de avance de los manuscritos que tienen su
origen en este sistema concreto, máxime si el escribiente se ajusta con tanta fidelidad a él como en este caso
Es de sobra sabido que existen las que se pueden denominar caligrafías nacionales por el sustrato general que se aprecia
en la mayoría de los escritores de un país o ámbito cultural común. Ya se habló de ello en ocasión anterior. En el peritaje
de escrituras posee un valor distintivo muy especial todo lo que se acaba de comentar, no ya por las formas de las propias
letras, sino también por los enlaces, que condicionan el curso de la andadura (Figura 429). La tendencia a conceder toda la
importancia a la arquitectura del grafema dejando de lado el modo en que se conecta con sus adyacentes es sin duda un
error clamoroso.
Figura 429.Si a simple vista los rasgos de enlace, arranque y remate en el manuscrito de laFigura 428poseen gran
relevancia dentro del contexto general, una visualización pormenorizada confirma la importancia de su amplitud, formas,
grado de constancia, zona de conexión, etcétera. En esta imagen se han retirado los elementos esenciales de las letras de
manera que cobraran énfasis las características mencionadas; así, haciendo abstracción de las estructuras principales de
los grafemas, deben observarse estas otras zonas de importancia equiparable
El estudio detallado de los enlaces tiene un interés incuestionable. Según lo confirma la experiencia, en las falsificaciones
se presta poca atención a este momento de «transición» entre los grafismos. Y no es raro que así ocurra, si se tiene en
cuenta que la mayoría de los peritos, con más profundidad de conocimientos, también desatienden el análisis de esta
faceta.
El haber seleccionado el sistema Palmer para ejemplificar este aspecto radica en que su singular y manifiesto movimiento
de vaivén hace fácil la comprensión del desenvolvimiento en la andadura. De modo análogo, otros sistemas caligráficos
dan parecidos resultados con tan sólo «olvidarse» de la forma principal de la letra.
CASO PARTICULAR: LA ESCRITURA DE LOS ZURDOS
Introducción
La construcción gráfica de quienes escriben con la mano izquierda es, en término genéricos, idéntica a la de escritores
diestros porque el sistema de aprendizaje es el mismo.
Tanto los elementos de que se compone y de la posible articulación de éstos se atienen a iguales normas, por lo que cabría
esperar semejantes resultados en cualquier fenómeno gráfico susceptible de ser analizado: velocidad, presión, inclinación,
dimensiones...
Considerado el hecho de que la escritura de algunos zurdos se realiza con una postura contraria a la de los diestros y que,
como ya se dijo con anterioridad, deja en los trazos signos particulares, parecía de interés ampliar su estudio a otros
factores gráficos para tratar de llegar a la determinación de algún cuadro sintomático distintivo de estos escribientes, con
la garantía de que ha sido debidamente contrastado. Ésta sería ya causa bastante para suscitar el interés en la indagación,
pero aún hay otra complementaria: si en un caso de imitación se puede establecer la intervención de un zurdo, el intento
de llegar a adscribir la autoría a una determinada persona sería factible dentro de un en torno concreto, puesto que por su
inferioridad numérica aumentaría la posibilidad de reducir el círculo de hipotéticos autores.
No se pretende tratar la cuestión de la zurdería como algo atípico o raro; tan sólo la consideración como «singular» de esta
opción estriba en el interés de indagar si es posible saber con qué mano se realizó un escrito, porque de tal circunstancia
pueden derivarse importantes ventajas en la identificación gráfica. Piénsese, por ejemplo, en una falsificación de firmas
hecha por un zurdo a partir de la grafía original de un diestro, o de un supuesto testamento hológrafo de un zurdo
manipulado con añadidos de un diestro. La hipotética existencia de alguna cualidad, supondría contar con certidumbres de
notable ayuda.
Si se ha afirmado que la zurdería no es un caso raro ni anómalo, entonces, ¿por qué el enunciado de este apartado, como
caso particular? Simplemente porque la mano adopta una postura contraria (1) y lógicamente los trazos debieran acusarlo,
atestiguándolo de algún modo, bien en la construcción formal, bien en la articulación de esas formas, o quizá en cualquiera
de las cuatro dimensiones espaciales de los trazos.
Para poder explicar cualquier característica, se hace necesario partir de la posición que estos escribientes adoptan. En la
Figura 430 se ilustran las principales posturas de brazos, manos y soporte:
1. En el primer caso, la posición del papel toma un sentido semejante al que dan la mayoría de los escritores diestros
(girado hacia la izquierda). A partir de esta posición del plano gráfico, la mano construye la escritura «desde arriba», es
decir, apoyando el útil con un ángulo respecto al cuerpo, que es contrario al que habitualmente adoptan los diestros. Mano
y antebrazo discurren paralelos al borde superior del papel en dirección ascendente.
2. Esta otra colocación es similar al modo de escribir diestro, aunque situando el papel justamente en ángulo contrario (a
la derecha). El fenómeno podríamos calificarlo como «de espejo», ya que ésta sería casi la imagen exacta resultante si la
viéramos reflejada (véase en la ilustración). Hay que observar que en estos escritores podemos encontrar que el ángulo de
contacto entre útil de escritura y papel puede cambiar de estar sesgado hacia la izquierda o la derecha indistintamente.
3. El tercer supuesto, consistente en colocar el brazo que escribe en ángulo recto respecto al cuerpo, está determinado por
el hecho de trazar la escritura de arriba hacia abajo, una vez se ha acomodado el papel girándolo 90 grados.
Figura 430.Las tres variantes ilustradas son las más comunes entre los escribientes zurdos. Pero, como en el caso de los
diestros, las posturas de las manos o la colocación de la hoja son susceptibles de tener posiciones intermedias
Estudio detallado de manuscritos zurdos
Características de los grupos de muestras
El siguiente estudio de manuscritos de escribientes zurdos se ha realizado sobre doscientas muestras de personas mayores
de 20 años, todas con pleno dominio y destreza escriturales, y con un grado de formación comprendido entre el
bachillerato y el doctorado universitario. Y en todos los casos, con un desarrollo natural de su zurdería, sin los obstáculos o
coerciones que se les imponían a estos escribientes hace décadas, que devinieron en zurdos contrariados o reeducados.
Queda así garantizado que entre los fenómenos gráficos observables no se darán anomalías debidas a circunstancias que
pudieran haber impedido un desarrollo espontáneo.
La escritura de los zurdos
Aspecto
Tendencias Porcentaje
considerado
Arranques y
Ninguna tendencia concreta es reseñable.
remates
Rasgos
No muestran los zurdos mayor ni menor tendencia a la realización de estructuras de carácter singular.
idiosincrásicos
El recorrido que algunos zurdos realizan para iniciar una letra desde el remate de otra precedente, tiene unas características que
Curso del recorrido
no han aparecido en las muestras de los diestros (Figura 433). Considerado el escaso número con que se han presentado, 2%
en astiles y pies
solamente deben evaluarse como indicio aunque no como fenómeno inequívoco de zurdería.
Curso del recorrido Solamente en los escribientes zurdos han aparecido letras o con un trazado de sentido horario aunque en muy escaso número.
7%
en las formas Sin embargo, en otras estructuras análogas como las panzas de las p o las q, se han encontrado en escribientes diestros (Figura
0,1%
ovales 431).
Barras de las
Si bien algunos diestros trazan las barras y travesaños en sentido inverso, su número apenas es apreciable. Pero aun así, es
letrast y 0,2%
suficiente para invalidarlo como rasgo típico de zurdería, pese a que es mayor el porcentaje de zurdos que también los realizan
travesaños de las 6%
(Figura 432).
haches
Enlaces Ni por extensión, ni por ubicación, ni por otra cualidad hay distinciones.
Acentuación,
puntos de las íes y Salvo las tildes de las eñes, que en muy bajo porcentaje corren en sentido inverso, nada hay por lo demás que resulte distintivo.
tildes de las eñes
Anomalías en el No es privativo de los zurdos la presencia de algún tipo de anomalía, tales como torsiones, roturas en la continuidad de los trazos
trazado esenciales, cambios súbitos en la presión, etcétera. Por consiguiente, nada los diferencia.
Sencillez /
La gama de soluciones en las estructuras gráficas van, como en los diestros, desde la sencillez más absoluta a la complicación en
complicación
cualquiera de los elementos.
estructurales
La creencia de que los zurdos tienen un movimiento menos desenvuelto que los diestros queda descartada al cotejar ambos
Grado de fluidez grupos de muestras. Todo indica que esta capacidad no depende ni de la lateralidad cerebral ni de la postura al manuscribir, sino
tan sólo de la idiosincrasia personal.
Esta característica es la única que se ha revelado con mayores posibilidades para constituirse en fenómeno específico de
zurdería. Para identificar al escribiente sólo debe cumplirse, sin embargo, que el útil de escritura sea bolígrafo convencional (el
Apoyo del útil que más datos aporta), de tinta gel (el segundo en proporcionar datos definidos), y roller.
Del total de 200 muestras, 138 fueron confeccionadas con bolígrafo común, e identificadas en pruebas ciegas hasta el 96%. Con
las de tinta gel el porcentaje desciende hasta el 77% y con elroller un 38%.
Tabla 9
Con el fin de que el estudio tuviera el necesario valor de hecho contrastado, se analizaron asimismo otras doscientas
muestras de escritores diestros. Los útiles de escritura de los zurdos fueron bolígrafos convencionales y las pertenecientes
a los diestros con tres útiles distintos, dada la imposibilidad que manifestaron algunos de los escribientes de emplear otro
útil que no fuera el habitual; fue preferible mantener su criterio de invariabilidad para evitar alteraciones que desvirtuaran
la muestra. Y todos los manuscritos sin excepción se hicieron sobre papel común de 80 gr/m².
La escritura de los zurdos
Aspecto
Tendencias Porcentaje
considerado
Organización
de los textos No es posible establecer ninguna tendencia particular al ocupar la página que sea distinta de los escritores diestros.
en la página
Espaciado
Sólo un bajo porcentaje tiende a la irregularidad en el espaciado entre las palabras, por lo que no llega a tener categoría de
entre letras y 17%
significativo.
palabras
Situación de la 53%
En muchos casos la firma se sitúa hacia el centro del texto, si bien hay un claro predominio a ubicarla próxima al margen derecho
firma 82%
Dimensiones / No se revela ninguna tendencia concreta al evaluar el cuerpo central de las minúsculas cortas respecto de las minúsculas
proporciones prolongadas y sus respectivas mayúsculas, ya sea en longitud o en anchura.
17%
Contrariamente a lo que cabría esperar, la inclinación hacia la izquierda aparece en muy bajo número; la inclinación vertical y hacia
42%
Inclinación la derecha tienen casi la misma presencia. La inclinación netamente fluctuante tampoco da valores distintos de los que aparecen en
38%
los escritores diestros.
3%
No hay una propensión clara que distinga estas escrituras respecto de los manuscritos de diestros. La dirección de las líneas en
Dirección
descenso, ascendentes, etcétera, tienen análoga representación en ambos grupos de muestras.
71%
Un alto número de muestras presentan escritura desligada; la escritura agrupada en conjuntos silábicos o algo mayores no es
24%
Continuidad especialmente significativa; y tampoco es particularmente revelador el número de manuscritos que presentan reenganches. Las
4%
escrituras hiperligadas, como en el caso de los diestros, apenas tienen representación.
0,2%
Con una diferencia muy leve respecto de los diestros, en los escribientes zurdos hay una propensión a la escritura pausada. Los
Velocidad
casos en que los manuscritos se ejecutan con agilidad o claramente veloces son equivalentes a los diestros.
Presión Ningún fenómeno especial cabe reseñar al respecto.
Análogamente a lo comprobado en la dirección de la renglonadura, las formas onduladas, en altibajo, escalonadas, etcétera, no se
Forma del
diferencian de los diestros. En contra de lo esperado, los zurdos no parecen perder especialmente la idea de horizontalidad más de lo
renglón
que lo hacen aquéllos.
Grado de
La condición de lateralidad no parece tener una influencia decisiva en la aparición de rasgos regresivos, puesto que esta tendencia
progresión /
alcanza solamente a un tercio de los textos.
regresión
Formas de los En los diseños de los grafismos mediante elementos curvos o rectilíneos no hay una tendencia clara que pueda identificar a los
trazos zurdos.
Apertura y
Con un leve mayor porcentaje que en el caso de los diestros, los zurdos propenden a ubicar el inicio y cierre de las formas ovales en
cierre de los
la zona inferior o a la izquierda. Pero la diferencia no llegar a ser en modo alguno sintomática.
óvalos
Tabla 10
Aspectos gráficos examinados
Como no podía ser de otro modo, el análisis ha abarcado cualquiera de los aspectos que es posible investigar en todo
manuscrito: cualidades de los elementos constitutivos (trazos y rasgos), organización del texto y sus respectivas firmas,
dimensiones, continuidad, inclinación, dirección, presión, velocidad, etcétera; en suma, la totalidad del curso escritural, tal
como se ha descrito en apartados anteriores de este capítulo.
Punto de partida en las observaciones
Pese a que algunos fenómenos especiales parecían avalar a priori la existencia de ciertos rasgos de zurdería, se imponía la
idea de abandonar cualquier predisposición a encontrarlos para no cometer errores de valoración. Al ir investigando cada
factor en sucesivas etapas, surgirían solos o agrupados, si es que efectivamente existían, y podían reputarse como hechos
sintomáticos seguros.
Resultados obtenidos
La primera de las conclusiones extraídas del estudio es que no hay ninguna cualidad de entre las que se exponen en la
Tabla 9 y Tabla 10 que pueda correlacionarse con la edad o el nivel de formación.
Figura 431.Arriba, el trazado inverso de la letrao, que coexiste con el habitual de la letraqen la escritura de un zurdo.
Debajo, el mismo tipo de recorrido inverso en laq, esta vez en un escribiente diestro
Figura 432.Un bajo número de zurdos trazan las barras de lasty los travesaños de lashen sentido inverso al caligráfico tal
como aquí se ejemplifican. Sin embargo, no faltan los casos de escribientes diestros que también hacen un recorrido
semejante
La síntesis recogida en dichas tablas adolece, como cualquier resumen, de las obligadas omisiones que impone la
abreviación. Por ello, los casos más representativos se acompañan con ilustraciones de ejemplo.
Figura 433.El arranque de algunos astiles por la parte contraria al recorrido que debieran llevar, es un rasgo que aparece
en las escrituras de determinados zurdos que, como en el presente caso, se combinan con otros de carácter habitual como
en la construcción del astil de lad
Conclusiones
Aunque escuetamente expuesto en las tablas anteriores, en el análisis completo de otros rasgos menores no ha podido
hallarse un factor identificador de zurdería que no sea el de la postura del bolígrafo, éste tanto más favorecedor de la
identificación cuanto mayores defectos de entintado tenga. En ocasiones favorables, cuando en los trazos quedan
registrados los fallos del bolígrafo formando un cuadro de signos inequívocos del modo en que el útil y el papel entraron en
contacto, este dato será bastante para poder afirmar la zurdería del escribiente con total certidumbre. Una aproximación a
la identificación de la zurdería es posible cuando confluyen varios de los rasgos señalados en las tablas anteriores que, sin
ser exclusivos de los zurdos, se reúnen de modo sintomático y unos refuerzan la existencia de los otros.
CASOS EXTRAORDINARIOS
En el peritaje de manuscritos surgen a veces especímenes verdaderamente excepcionales, y de ahí el calificarlos así.
Firmas de invidentes o con visión residual
Es bien sabido que los ciegos se sirven de aparatos de lectoescritura para grabar y reproducir en escritura Braille, y no
emplean los útiles convencionales. Las ventajas, por sabidas, hacen innecesario citarlas. Incluso en la actualidad, la
Informática ha puesto a su alcance programas de voz que reproducen cualquier texto (características particulares
incluidas) a través de ordenador. Pero los ciegos sí firman documentos que son los habituales del tráfico mercantil u otros
propios de la actividad empresarial: cartas, informes, etcétera, siempre ayudados por una persona que indica dónde se ha
habilitado el espacio para escribir. Por consiguiente, estampan su autógrafo en cheques, etcétera, del mismo modo que
cualquier persona con visión. Si operan en estos ámbitos como cualquier persona sin ceguera, ¿por qué entonces
considerar las firmas de los ciegos como caso extraordinario? La respuesta es sencilla y lógica: su menor número hace que
las probabilidades de un conflicto en un documento firmado por ellos sean también mucho menores; y también, porque
toman especiales cautelas de lo que firman, qué destino tiene el documento suscrito, y porque restringen a lo
estrictamente necesario el uso del autógrafo. Así las cosas, es verdaderamente raro que la firma de un ciego sea causa de
controversia; empero, casos ha habido.
Por lo que respecta a los escribientes con visión residual, la situación es algo distinta. Se trata de personas que han tenido
visión pero que la han perdido casi totalmente y, por lo tanto, poseen una estructura mental clara de las formas gráficas,
de su composición, y, naturalmente, de la manera de construir la firma que a lo largo de los años han venido usando sin
apenas obstáculos. Algunas de estas personas perdieron la vista hasta quedar al borde de la ceguera, en una edad en la
que ya su personalidad gráfica estaba consolidada y se les adiestra para que conserven la capacidad de escribir y firmar,
especialmente esta última, contando con una base fundamental: la memoria cinestésica.
Características especiales
Aun cuando cualquier escritura se origina con los mismos mecanismos cerebrales y musculares, y por lo tanto los
principios que la informan son idénticos a todas las personas, tanto en los firmantes ciegos como en los de visión residual
no son de esperar resultados semejantes, puesto que no existe la coordinación visuoespacial que gobierne el gesto con la
precisión que requiere la escritura para formar grupos gráficos y renglones. Esta carencia se revela como factor crucial en
la calidad de los trazos porque los gestos no poseen la seguridad que da el control visual del plano y el dominio en la
sucesión de los gestos.
Por tanto, uno de los rasgos principales que caracterizan las firmas de los invidentes reside en la falta de tensión en los
trazos, consecuencia de unos movimientos que no se ejecutan con total seguridad; o, dicho de otro modo, en la presencia
generalizada de trazos flojos y levemente temblorosos (Figura 434). Tales cualidades, que en otro contexto serían motivo
para sospechar que algo anómalo sucede, en este otro carece de cualquiera de estas connotaciones.
Asimismo es previsible que las variaciones formales sean más acentuadas que en otro firmante con visión y que la
composición de los elementos esté sujeta a mayores cambios a la hora de relacionarlos. Pero aquí juega también, como en
cualquier otro firmante, la idiosincrasia personal: mayor o menor tendencia al cambio, a realizar gestos del mismo o
diferente desarrollo, etcétera.
(1) Considerada tan sólo desde el punto de vista de la mayoría. El hecho de que numéricamente haya más diestros que zurdos no significa que sea mejor opción
ni que aquéllos sean más hábiles que éstos.
Ver Texto
(2) ALLENDE DEL CAMPO, Juan: Grafopatologías, Buenos Aires, Ed. Lasra, 2007.
Ver Texto
La articulación de los grafismos
CONCEPTO
Se entiende por articulación de los grafismos el modo en que cada escribiente utiliza los elementos básicos (trazos, rasgos,
puntuación y acentuación, signos complementarios), combinándolos de manera particular de modo que con los mismos
recursos, diferentes personas realizan distintas composiciones.
Hemos visto ya en los capítulos anteriores los aspectos fundamentales de la escritura:
Origen psicofísico del acto de escribir
• Grafogénesis.
• Leyes y principios.
Desenvolvimiento gestual
El hecho dinámico
• Génesis y cinetismo.
• Movimiento visible y no visible.
• Casuística particular.
Así, estamos en disposición de abordar otro nivel superior en el que se reúnen todos los aspectos anteriores, es decir,
cómo se construyen los grafismos y de qué manera se agrupan para formar las palabras, las líneas, los párrafos y,
finalmente, el folio completo; todo ello sin perder de vista ninguna de las facetas enumeradas, puesto que todas añaden
matices de diversidad y, como es lógico, acrecientan la diferencia entre dos o más manuscritos de apariencia similar.
TAXONOMÍA
En lo tocante a la clasificación de las escrituras, hay entre los grafólogos tanto debate y desacuerdos del modo en que
deben catalogarse, como existe al respecto de las denominaciones (no hay que olvidar que este ámbito de la
Documentoscopia es claramente tributario de la Grafología).
Desde que el grafólogo francés CRÉPIEUX-JAMIN definiera 176 especies gráficas clasificadas en 7 géneros, allá por 1930 (1)
, se han hecho diversas revisiones y comentarios, y aun críticas, añadiendo nuevos matices y desgloses a sus enunciados
iniciales.
Pero no obstante las posibles objeciones a su método, a los efectos prácticos del peritaje de escrituras su clasificación es
de incuestionable utilidad, en particular para el perito principiante, porque constituye una guía para la revisión sistemática
de la totalidad del manuscrito. Y durante ese proceso guiado verá cómo van surgiendo otras facetas complementarias que
más adelante se expondrán.
Dejando claro que la clasificación que se da a continuación tiene el carácter de guía básica inspirada en la de CRÉPIEUX-
JAMIN, se recogen en ella los aspectos fundamentales que deben investigarse en los manuscritos. Queda luego, a la
discrecionalidad del perito optar por una u otra escuela, por una u otra tendencia, según sus gustos o la valoración de que
tal o cual término refleje mejor el concepto que quiere transmitir; pero eso sí, con una advertencia ya adelantada en el
capítulo 2 sobre el empleo de la terminología: que si se emplean expresiones que al destinatario del dictamen pericial
puedan llevarle a la perplejidad (como «escritura gladiolada», «plena», «brisada», etcétera), debe inexcusablemente
explicar qué significan.
Especies gráficas
(Grafonomía)
1. Orden, organización
1.1. Clara
1.2. Confusa
1.3. Legible
1.4. Ilegible
1.5. Organizada
1.6. Desorganizada
1.7. Márgenes ausentes
1.8. Márgenes ocupados
1.9. Margen superior
1.9.1. Ausente
1.9.2. Pequeño
1.9.3. Normal
1.9.4. Grande
1.9.5. Excesivo
1.10. Margen inferior
1.10.1. Ausente
1.10.2. Pequeño
1.10.3. Normal
1.10.4. Grande
1.10.5. Excesivo
1.11. Margen izquierdo
1.11.1. Ausente
1.11.2. Pequeño
1.11.3. Normal
1.11.4. Grande
1.11.5. Excesivo
1.11.6. Regular
1.11.7. Irregular
1.11.8. Creciente
1.11.9. Decreciente
1.11.10. Cóncavo
1.11.11. Convexo
1.11.12. Rígido
1.11.13. Zigzag
1.12. Margen derecho
1.12.1. Ausente
1.12.2. Pequeño
1.12.3. Normal
1.12.4. Grande
1.12.5. Excesivo
1.12.6. Regular
1.12.7. Irregular
1.12.8. Creciente
1.12.9. Decreciente
1.12.10. Cóncavo
1.12.11. Convexo
1.12.12. Rígido
1.12.13. Zigzag
1.13. Párrafos
1.13.1. Punto y aparte
1.13.2. Sangrado
1.13.3. Sin sangría
1.13.4. Regular
1.13.5. Cambiante
2. Velocidad
2.1. Lenta
2.2. Pausada
2.3. Rápida
2.4. Precipitada
2.5. Lanzada
2.6. Contenida
2.7. Desigual
3. Forma
3.1. Curva
3.2. Angulosa
3.3. Semiangulosa
3.4. Redonda
3.5. Cuadrada
3.6. Filiforme
3.7. En arcadas
3.8. Con guirnaldas
3.9. Modélica
3.9.1. Caligráfica
3.9.2. Caligrafiada
3.9.3. Tipográfica
3.10. No modélica
3.11. Sencilla
3.12. Simplificada
3.13. Adornada
3.14. Complicada
3.15. Extraña
3.16. Desigualdades en las formas
3.17. Óvalos (propiedades de la apertura y cierre)
4. Tamaño
4.1. Pequeño
4.2. Normal
4.3. Grande
4.4. Regular
4.5. Irregular
4.6. Creciente
4.7. Decreciente
4.8. Aumentos bruscos
4.9. Aplastadas
4.10. Estrechas
4.11. Dimensiones de astiles y jambas
4.11.1. Sobreelevada
4.11.2. Baja
4.11.3. Prolongada
4.11.3.1. Hacia abajo
4.11.3.2. Desde abajo
4.11.3.3. Invasión de la zona inferior
4.11.4. Achatada
4.11.5. Rebajada
4.12. Dimensión de los espacios
4.12.1. Entre letras
4.12.1.1. Estrecho
4.12.1.2. Adosado
4.12.1.3. Normal
4.12.1.4. Espacioso
4.12.2. Entre palabras
4.12.2.1. Estrecho
4.12.2.2. Espacioso
5. Continuidad
5.1. Hiperligada
5.2. Ligada
5.3. Agrupada
5.4. Desligada
5.5. Desigualdades de cohesión
5.6. Mayúsculas
5.6.1. Ligadas
5.6.2. Desligadas
5.6.3. Alternantes
5.7. Reenganches
5.8. Fragmentaciones
5.9. Retoques
5.10. Lapsos de cohesión
5.11. Monótona
5.12. Rítmica
5.13. Vacilante
5.14. Progresiva (dextrógira)
5.15. Regresiva (sinistrógira, levógira)
6. Inclinación
6.1. Vertical
6.2. Inclinada a la izquierda
6.2.1. Levemente inclinada
6.2.2. Muy inclinada
6.2.3. Tumbada
6.3. Inclinada a la derecha
6.3.1. Levemente inclinada
6.3.2. Normal
6.3.3. Tumbada
6.4. Oscilante
6.5. Desigual
6.6. Rígida
7. Dirección
8. Presión
9. Anomalías
9.1. Temblores
9.2. Interrupciones
9.3. Cegamientos
Figura 438.Aunque condicionado por la situación del sello de la empresa y la mecanografía de la antefirma con sus datos,
el firmante de estas cartas muestra siempre el mismo comportamiento en el desenvolvimiento: sobrepasa los límites
superior e inferior de los contenidos preexistentes
Hay quienes toman una referencia visual que se les aparece como algo restrictivo, y quienes, pese a las limitaciones de
sellos o mecanografías, las sobrepasan y sobrescriben sin ningún «respeto». Incluso en estos casos en los que se obliga al
firmante a dirigirse a una zona predeterminada, subsisten varios matices del modo en que se desenvuelve: zona de inicio,
límites a los que se ciñe o rebasa, adecuación o no al marco (Figura 438).
Es interesante hacer un seguimiento de estas peculiaridades del hábito del firmante a lo largo de abundante
documentación en un amplio lapso, para esclarecer si es o no constante, sobre todo en los supuestos en que se sospeche
que la firma pudo estamparse en blanco. El caso ilustrado en la Figura 439 es un ejemplo de ello. No es verosímil que, tras
comprobar cómo una persona que durante treinta y dos años (y a través de cincuenta y cinco muestras indubitadas) se
establezca que coloca invariablemente el autógrafo bajo un sello de antefirma (muestra B), sólo en un único documento
(de importante contenido económico que le perjudica) figure en la ubicación de la muestra A.
Figura 439.A lo largo de treinta y dos años y en cincuenta y cinco documentos, el firmante ocupa la posición que se
ejemplifica en el documento B, y sólo en un único espécimen (A) está su firma desplazada a la derecha y alejada del texto
que suscribe. Tales discrepancias en esta segunda pieza no se justifican salvo en el caso de que el formulario se firmase
cuando aún no estaba mecanografiado
Los ejemplos propuestos no son sino un repertorio mínimo de las posibilidades que ofrece el estudio de la organización de
textos y firmas. Al hacer una búsqueda detenida de los matices enumerados en el punto 1 de las especies gráficas van
surgiendo poco a poco otros muchos datos no tratados aquí que, además, necesitan ponerse en relación con las
dimensiones del espaciamiento de las palabras, los renglones y las letras, dado que ambas facetas pertenecen al recorrido
que realiza el puño al trasladarse.
VELOCIDAD
Si respecto a la anterior especie gráfica se dijo que era lógico empezar haciendo una visualización de conjunto, también
ahora procede decir lo mismo por una razón fundamental: el grado de rapidez y desenvoltura en la confección de textos y
la estampación de firmas determina, en múltiples ocasiones, el que la investigación tome unas u otras vías.
Todos los especialistas convienen en admitir que un manuscrito con deficiencias en la calidad de los trazos (temblores,
torsiones, desviaciones en el trazado) o anomalías (interrupciones del curso escritural, cambios súbitos en la presión)
deben ser objeto de sospecha cautelar hasta que se verifique si cualquiera de estos fenómenos concuerda o no con lo que
aparece en los especímenes indubitados y, por tanto, mantienen una correlación lógica o resultan contradictorios. Así pues,
la primera impresión de conjunto sobre la calidad del trazado es un aspecto importante en la investigación.
Figura 440.Los trazos tersos, los matices graduales en la presión, la sencillez formal, el barrado de lat, etcétera,
constituyen una reunión de fenómenos determinantes para afirmar que este manuscrito se ha compuesto con movimientos
rápidos
El nivel de agilidad en la ejecución de los manuscritos, sea éste de carácter pausado, lento, vivaz o precipitado, da a las
formas gráficas la impresión de naturalidad y desenvoltura, es decir, origina grafismos con tensión: la fluidez del
movimiento genera trazos tersos (sean rectilíneos o curvos), sin ninguna de las perturbaciones mencionadas (Figura 440).
Pero no sólo la tensión del trazado es el único dato significativo de una realización ágil. Constituyen un cuadro sintomático
de ejecución fluida los aspectos recogidos en la Tabla 11 y Tabla 12 (páginas 749 y 752). Como es lógico pensar, cuantos
más fenómenos confluyan de todo este conjunto de factores, tanto más fluido será un manuscrito y, en términos
cuantitativos conforme a la siguiente razón matemática: cantidad de grafismos/unidad de tiempo. Al igual que en otros
aspectos de los manuscritos carece de mucho sentido evaluarlos de modo milimétrico (en este caso aquilatando los
segundos que puede durar la construcción de una palabra). Porque ¿qué podría aportar el hecho de que entre un
manuscrito dubitado y otro indubitado el hecho de que hubiese una diferencia de un segundos o quizá una fracción de
segundo? No siempre la tonicidad de quien escribe es idéntica, como no lo es su capacidad en la respuesta de sus reflejos
o su estado de ánimo. Siendo así, ¿las diferencias cronometradas serían lo bastante representativas?, y ¿en qué grado?, y
habiéndose obtenido una muestra genuina perfectamente medida, ¿cómo saber con la misma exactitud el tiempo que duró
la dubitada?
Figura 441.Los cambios en las zonas de enlace, la presencia de pequeños ganchos, las variaciones paulatinas de la
presión, y los «arrastres» entre letras, hablan de rapidez en la ejecución del manuscrito
Son demasiadas las incógnitas que debieran considerarse antes de intentar reducir a números cualquier aspecto, por más
que los datos con regusto matemático den la impresión de ser más científicos y exactos que los que no poseen una base
numérica tan precisa. A la vista de los cuantiosos aspectos que denotan velocidad o retardo en la escritura, no es errado
afirmar que según progresan los exámenes se irá formando, poco a poco un bosquejo, por acumulación de fenómenos, que
inclinará la valoración hacia uno u otro lado sin necesidad de recurrir a cronómetros ni porcentajes (Figura 441).
Figura 442.Trazos con cambios graduales en la presión, tensos, junto con el arranque y el remate afilado que se muestra
en esta firma, solamente es posible obtenerlos con movimientos ágiles
Figura 443.La presión ejercida con el útil es muy leve aunque no se han producido pérdidas en los trazos. Semejante
levedad, que apenas constituye un roce sobre el papel, es una de las condiciones que favorecen la rapidez de ejecución
Figura 444.Cuando el apoyo del útil es rápido y contundente provoca la deformación de los arranques de diversas
maneras: desviaciones, engrosamientos, ausencia de entintamiento en pequeños tramos, etcétera, según el tipo de útil
empleado
Figura 445.La aparición de ganchos es casi siempre sintomática de una ejecución rápida, aunque también los provocan
determinadas deficiencias en la estabilidad del pulso
Figura 446.Los puntos y acentos se deforman y van cambiando su proyección cuando, como en este caso, se implantan
con mucha rapidez
Figura 447.Tanto la unión de la tilde de lañcomo la barra de lata la siguiente letra es un síntoma de rapidez en la solución
de la continuidad
Figura 448.La fluidez del movimiento, aun en escrituras que no son muy veloces, mejora con enlaces singulares como el
de la palabra «informe». El acento proyectado en horizontal también es un síntoma de agilidad
Figura 449.Los movimientos regresivos de lassy laf, las letras de tipo caligráfico como lar, y los frecuentes cortes de la
continuidad actúan como factores de lentificación en este escrito
Figura 450.Las formas angulosas o con tendencia a la formación de ángulos carecen de la fluidez que poseen las
curvilíneas para construir análogas estructura
Figura 451.Deficiencias en el movimiento de los dedos debidas a problemas musculares (la autora se queja de la
imposibilidad de mantener un ritmo fluido) deforman la escritura como en este ejemplo. Sin embargo, es capaz de escribir
con una rapidez inusitada
En las citadas tablas se ha omitido a propósito afirmar que la escritura inclinada a la derecha es más rápida que la
inclinada a la izquierda (véase en la Figura 446 que el manuscrito tiende a ser invertido).
Ninguna razón respalda el hecho de que una línea de trazado invertido (\) tenga que ser forzosamente más lenta que otra
oblicua que se atiene a las normas caligráficas (/). Distinto es que ambas aparezcan en el mismo escrito, fluctuando
constantemente. Tampoco puede afirmarse que una forma en arco ( ) sea obligatoriamente más lenta que la trazada
como una guirnalda ( ). El cambio en el recorrido, por la zona superior o la inferior en nada afecta a la presteza del
gesto.
Sobre otros fenómenos, sin embargo, sí pueden hacerse aserciones taxativas: no hay línea tersa sin un mínimo de agilidad
gestual. La lentitud favorece e incluso provoca pequeñas desviaciones y sutiles temblores aun tratándose de un pulso sin
afecciones.
Fenómenos demostrativos de agilidad al manuscribir
Apariencia Causa
La rapidez de los movimientos favorece el cambio paulatino en el empuje que realizan los dedos, que varía en función del
Presión con matices recorrido de que se trate (abducción, flexión, rotación) y en la manera peculiar de la pulsación que posee cada persona (Figura
442).
La traslación es sin duda más fácil y fluida cuanto menor esfuerzo se ha de emplear en el apriete del útil. La presión fuerte o
Presión leve
excesiva es causa de lentificación: la energía en el apriete resta facilidad a la traslación de los dedos (Figura 443).
Afilamiento de los arranques y Consecuente con lo dicho respecto al cambio en la presión, la presencia de arranques y remates afilados se debe a un fluir
remates raudo de la mano mientras acerca el útil al papel o en el momento de finalizar (Figura 442).
El correr rápido de la mano favorece la imprecisión al acercar el útil. En ocasiones, este acercamiento es, en puridad, un golpe
Arranques engrosados, desviados
contra el soporte, y de ahí que los arranques deformados, aumentados y distorsionados sean corrientes en manuscritos
o con deformidades
apresurados (Figura 444).
Éste es otro efecto derivado de la rapidez. En realidad se trata de una descoordinación entre los movimientos que
Presencia de ganchos en
simultáneamente realizan los dedos al descender hacia el papel mientras la mano se traslada hacia el punto de arranque, o al
arranques y remates
contrario, cuando finaliza una estructura (Figura 445).
Formas sencillas, simplificadas o
Es casi excusado decir que cualquiera de los tres supuestos favorece una realización rápida de las palabras.
inacabadas
Puntos de i, con apariencia de
La falta de precisión que provoca la velocidad interviene decisivamente en la forma de los acentos. Cuanto mayor es la
acentos y acentos que se unen al
ligereza en el movimiento, más fácil resulta que los puntos pier-
siguiente grafismo
Puntos de i, con apariencia de dan su condición de tales y se transformen en pequeños segmentos de muy diversa orientación, extensión, presión, etcétera
acentos y acentos que se unen al (Figura 446). La presencia de puntos de i unidos a la letra que sigue es también un fenómeno que denota celeridad en el
siguiente grafismo movimiento (Figura 448).
Tilde de la ñ prolongada o unida a Un gesto ágil en el momento de implantar la tilde a la ñ facilita que este el evento de la letra se prolongue o que se una a la
la letra subsiguiente letra que sigue: si no hay levantamiento del útil el trazado resulta más eficiente, más sencillo de llevar a cabo (Figura 447).
Barra de la t unida a la siguiente Lo mismo que con las tildes de las letras ñ, las barras de las letras t unidas al siguiente grafismo favorece la rapidez de
letra ejecución.
Unión del travesaño de la q o laf a La misma eficiencia gestual que se aplica a la solución de continuidad de los anteriores enlaces inusuales (puntos, de i, barras
la letra siguiente de t, o tilde de la ñ,) es de igual sentido en este caso.
No hay duda de que del enlazamiento de todas las letras resulta una relación grafismos/tiempo más eficaz en términos
Abundantes enlaces
cuantitativos, que la construcción de palabras mediante agrupamientos de letras o con todas ellas desligadas.
No es difícil comprobar, sin necesidad de medir o cronometrar, que la mayor dimensión entre los enlaces de las letras requiere
Dimensiones cortas en los enlaces
más duración, y viceversa.
Tabla 11.Fenómenos relacionados con la velocidad escritural
Debe tenerse en cuenta también que al hablar de fluidez se incluyen cualesquiera de los tipos de velocidad: desde la
pausada que se realiza sin gran celeridad, hasta la fulgurante de algunos escribientes. Sin duda, una escritura tendente a
la lentitud mostrará un cuadro de signos distinto a otra muy veloz, pero como ésta, poseerá rasgos tensos y sin
deficiencias como las que se dan en los manuscritos con alguna anomalía motriz u otra de diverso origen. Así pues, las
escrituras lentas o pausadas no cabe minusvalorarlas, como tampoco cabe hacerlo con las aptitudes de respuesta en otros
órdenes que muestran ciertas personas al verse en la tesitura de reaccionar frente a estímulos visuales o verbales,
acciones todas que suelen concordar en la persona: quien no es capaz de reaccionar con rapidez de reflejos tampoco
muestra capacidad para la ejecución de gestos rápidos, entre ellos los de manuscribir.
Fenómenos demostrativos de agilidad al manuscribir
Apariencia Causa
Dimensión absoluta Al igual que en el concepto anterior, las escrituras de gran tamaño requieren mayor tiempo de realización que otras de características
media o pequeña semejantes (con igual grado de continuidad, etcétera) pero más reducida.
Todo tipo de irregularidad demanda mayores y constantes cambios de recorrido que otra de tamaño semejante pero de gestos más
Ausencia de
homogéneos, sin fluctuaciones. Las oscilaciones en la inclinación, en la dimensión, en la dirección o sentido del curso escritural, etcétera,
irregularidades
son factores retardantes.
Astiles o pies cortos Estos elementos, sobresalientes o caídos, se ejecutan en menor tiempo que sus contrarios prolongados (Figura 446).
La constancia en la proyección de los gestos hacia la derecha determina mayor fluidez en la realización y, por consiguiente, en la
Gestos progresivos consecución rápida. Al contrario, los retrocesos hacia la izquierda obligan a invertir tiempo en el subsiguiente trazado a la derecha,
lentificando el resultado final (Figura 449).
Homogeneidad de los La mayor linealidad de los renglones permite un trazado en menor tiempo que otra escritura equivalente con proyección desigual y con
renglones cambios continuos.
Situación adelantada de
El hecho de retrotraer poco el gesto al insertar las barras de las t, los puntos de las íes y los acentos, permite dar al escrito mayor
puntos en las íes,
agilidad (Figura 446).
acentos, barras de t…
Los signos ortográficos en cualquiera de sus tres categorías (diacríticos, auxiliares o sintagmáticos), cuya inserción se realiza con gestos
Colocación regular de
regulares y dimensiones proporcionadas respecto de los grafismos, permite mayor efectividad con la consiguiente ganancia de tiempo en
los signos ortográficos
el resultado del conjunto.
Lo que principalmente caracteriza la realización de cualquier diseño curvo es la continuidad del movimiento; al contrario, las formas
Prevalencia de las
angulosas necesitan, aunque mínimamente, una detención en el vértice donde se produce el cambio de dirección o sentido que es causa
formas curvas
de lentificación (Figura 450).
Ausencia de deficiencias Si la desenvoltura en los movimientos no acusa ningún impedimento, la consecución de los trazos se desarrollará sin perjuicio de ninguna
motrices de sus facetas gestuales.
Cuanto mayor es el número de gestos singulares de enlace, más eficiente resulta el escrito; el no tener que levantar el útil determina que
Enlaces singulares el escrito tenga una mejor fluidez con el consiguiente ahorro de tiempo. La unión de barras de t, puntos de i, acentos, etcétera, citados
en otro apartado anterior, son algunos de los gestos que agilizan el curso escritural.
Casi es innecesario decir que la soltura para solucionar formas complejas es un factor decisivo en la ejecución de cualquier manuscrito.
Nivel de habilidad Las personas con un hábito gráfico escaso o deficiente lo confeccionarán con una mayor premiosidad, que será tanto más acusada cuanto
más sea la atención que deban prestar al «dibujo» de los grafismos.
Tabla 12.Fenómenos relacionados con la velocidad escritura (cont.)
No parece obligado, sino desaconsejable, dar en los peritajes datos porcentuales que, en el mejor de los casos, serán cifras
sólo aproximativas y como tales sin eficacia para la conclusión. Bastará reseñar que la cantidad de aspectos que se
acumulan en cierto sentido, que sin duda se opone a los reunidos en otro, o viceversa. También de esta forma se estará
haciendo una cuantificación, aunque sin el impreciso apoyo porcentual, sino sobre la acumulación simple de fenómenos
visibles y constatables que se han desbrozado a lo largo del dictamen, lo que ciertamente proveerá un apoyo más firme en
la argumentación.
DIRECCIÓN
Renglones
Como norma general para el examen de la dirección hay que partir del hecho de que las piezas a cotejar cumplan con el
principio de la equivalencia de formatos, es decir, si uno de los documentos está extendido sobre página en blanco,
también el otro deberá estarlo (Figura 452).
En lo que al modo en que se proyecta el renglón se refiere, las líneas impresas de los formularios y los cuadernos pueden
interferir en la horizontalidad de la renglonadura sin que pueda saberse con certeza cuál es la tendencia especial del autor
al formar el conjunto.
La dirección de los renglones no es de los datos más relevantes con los que se puede contar para llegar a una
identificación.
El mantenimiento o no de la horizontalidad ideal es, como sabemos, de las facetas escriturales sujetas a notables cambios
según el tono físico o las circunstancias anímicas. De ahí que en lo posible, el cotejo de la dirección de los renglones se
verifique en más de un ejemplar para establecer la constancia del fenómeno de que se trate: líneas caídas, cóncavas,
ondulantes, escalonadas...
Figura 452.Dentro de los distintos matices que posee la dirección de la escritura, la observación del renglón en su
totalidad da una primera referencia del comportamiento global del escribiente al formar el texto
Comprobada la autoría de ciertos anónimos a través de otros factores, los renglones tenían una proyección ascendente que
no se daba en las muestras tomadas a presencia judicial. Es muy posible que las circunstancias emocionales del momento
en que se redactaban los anónimos influyeran como causa de excitación que en la comparecencia judicial no concurrían.
Asimismo, un simple cambio en la colocación de la hoja es bastante para producir cambios en la dirección de los renglones.
Por ello, ya se advertía en el capítulo 3, en el apartado «Modo de obtener la muestra de una firma o texto», que en la
formación de un cuerpo de escritura a presencia judicial se le debía entregar al compareciente el folio y darle la
oportunidad de que lo acomodara a su gusto.
Palabras
A medida que se forman las letras para componer las palabras deberían, idealmente, ir asentándose sobre una teórica
línea de pauta horizontal para que el renglón quedara rectilíneo. Sin embargo, en el sucesivo asentamiento de los
grafismos cada escribiente tiene un comportamiento que no siempre se ajusta a dicha línea teórica, y de ahí que las
variantes de esta faceta escritural sean de lo más heterogéneas. De la particular colocación de las letras, con mayor o
menor acoplamiento sobre la pauta imaginaria, resulta lo que se ha dado en llamar perfil de pauta, esto es, un contorno
poligonal que se obtiene uniendo sucesivamente y mediante segmentos tangentes los puntos de apoyo de los grafismos
(Figura 453).
Figura 453.A través del contorno que forman los grafismos sobre su zona de asiento (perfil de pauta) se obtiene una
imagen realzada del comportamiento gestual del escribiente, es decir, cómo los sitúa sobre la línea imaginaria a medida
que avanza el escrito
Aunque en ejemplos como éstos ya se aprecian a simple vista las notorias diferencias que los distinguen, el trazado del
perfil de pauta es un recurso visual que permite transmitir con toda claridad al lector del dictamen las tendencias
singulares de cada uno, y asimismo el grado de homogeneidad o fluctuación en el comportamiento gestual de este aspecto
concreto.
Sin necesidad de dar cifras milimétricas sobre este comportamiento, sin embargo, la obtención del perfil de pauta resulta
de utilidad probatoria en varios sentidos:
• permite comprender a simple vista y de modo global las citadas tendencias gestuales sin recurrir a tablas complejas que
el destinatario tendría que revisar y que no podría comprobar salvo que hiciera las mismas mediciones que el perito (de
hecho, a la vista de las imágenes de la anterior figura el lector puede hacer su propio análisis y eventual crítica sobre la
exactitud o la pertinencia de lo evaluado);
• permite la comprobación exacta de los elementos cotejados y, por tanto, la verificación de que los parámetros evaluados
son idénticos;
• se obtiene una visión general del perfil del renglón (composición larga) o de cada palabra aislada (composición corta);
• se aprecia, asimismo, cuál es el movimiento de desplazamiento entre palabras y de qué modo mantienen la linealidad o
si entre ellas existe ascenso o caída, y, finalmente,
• el tipo de imbricación que se da entre las palabras por virtud de los citados ascensos o caídas.
Sobre el criterio de evaluación de todos estos aspectos caben dos enfoques específicos: uno, de orden global, con el que
establecer cuál es el nivel aproximado de linealidad o de altibajo que muestra el escribiente; otro, más concreto, referido a
palabras idénticas, para comprobar si hay algo significativo que identifique o no a dos escribientes de parecidas
características.
En lo que respecta al trazado de las líneas que originan el perfil poligonal hay que decir que no se trata de hacer un estudio
grafométrico y, naturalmente, no se persigue la obtención de milímetros o medios milímetros con los que crear una tabla
de datos con apariencia de intenso análisis matemático. No. Se persiguen los fines enumerados más arriba y, en todo caso,
sacar a la luz de modo visualmente destacado lo que sucede en una faceta de la escritura, a menudo poco patente (y que
por ello mismo se descuida en los casos de falsificación), y siempre sobre la idea de esclarecer los sucesos desde el punto
de vista de las tendencias; es seguro que analizando largas series de muestras (quizá cientos de ellas) se obtendrían datos
estadísticos ajustados, pero el problema de partida sería conseguir esos cientos de especímenes, por no hablar de la
monotonía al examinarlos.
Quien se interese en ensayar esta otra sencilla vía, no exenta de trabajo si se hace con rigor, se encontrará con resultados
de gran aproximación y, en determinadas circunstancias, con algunas identidades que en principio no cabrían esperarse.
De lo ilustrado en el anterior ejemplo (es obligado recordarlo) se desprende que la existencia o no de líneas impresas
cambia algo el panorama del cotejo; quien construye renglones ascendentes puede adscribirse a la referencia visual del
pautado impreso y modificar su natural tendencia horizontal.
Con todo, la fuerza de este rasgo de naturaleza compulsiva es tal, que el escribiente de palabras «a brincos», onduladas,
caídas, etcétera, no suele perder su carácter y lo plasma en documentos impresos (Figura 454).
Figura 454.La preexistencia de líneas impresas no ha sido impedimento para que este escribiente desajustara las letras
aun habiéndose acercado a la horizontalidad en la zona final
Sobre el modo de componer las palabras hay que destacar el hecho de que la horizontalidad o los desajustes son
independientes de las dimensiones, de las proporciones, de las formas, del carácter de las letras (mayúsculas o
minúsculas) o de cualquier otra faceta relacionada con su estructura. La extensión y flexión de los dedos para construir los
grafemas con un tamaño determinado, o las rotaciones que realizan para formar los enlaces o sus partes constitutivas
tienen, por así decirlo, total independencia de este otro concepto espacial, como también lo tienen respecto del
espaciamiento entre ellas y entre las mismas palabras y renglones. Los mismos ejemplos de la Figura 454 lo certifican:
como se ve, las letras cambian de dimensión pero cursan sobre la línea de modo parecido.
Más que la dirección de los renglones, el movimiento sobre la pauta (ostensible o casi ausente) constituye un rasgo estable
en cada escritor si no hay causas que impidan su motricidad normal. Por tanto, tenemos un fenómeno de carácter estable
y ejecución impensada que provee valiosa información sobre el modo de emplazarlas. La práctica fundamenta esta
afirmación: quien tiene el hábito de hacer fluctuar los grafismos lo mantendrá en todas las circunstancias, incluso
aplicando atención y esfuerzo por allanar la escritura, y quien, al contrario, posee un hábito de horizontalidad, lo plasmará
sin esfuerzo alguno de modo automático.
En último término, una consideración de interés. No será raro que un escribiente que realiza acusados altibajos con las
letras, no los repita de la misma manera en dos palabras idénticas; en muchas ocasiones, lo único que es factible constatar
entre dos escritos fluctuantes del mismo individuo es sólo eso, que fluctúa, lo que por otra parte ya permite distinguirlo de
otro que no lo sea.
INCLINACIÓN
Ya se sabe, por lo fácil que es constatarlo en la vida diaria, que la inclinación de los grafismos es un fenómeno gráfico
sujeto a variaciones ostensibles entre escritos más o menos próximos en el tiempo e incluso dentro de una misma jornada.
Siendo así, su valor como fenómeno identificador debería ser escaso o prácticamente nulo de no hacerse mayores
precisiones sobre él.
Pero el movimiento de los dedos hacia la derecha o la izquierda del plano gráfico al articular las estructuras ( ), al
tiempo que realizan los gestos de extensión y flexión ( ), es una compleja reunión gestual que posee matices especiales
en cada mano; y una de las peculiaridades que ya se gesta en la primera etapa del aprendizaje (observable en niños de
corta edad) y se consolida cuando el acto escritural se convierte en algo automático, es en concreto la relación que se
establece entre los dos tipos de movimiento. Por tanto, de lo que en el análisis de la inclinación se trata es de desentrañar
cuál es esa relación, esto es, qué particularidades tiene en cada escribiente.
Figura 455.Ejemplo del trazado de segmentos para establecer los ejes de las letras y la tendencia en el grado de
fluctuación
Persiguiendo el mismo fin de conocer tendencias, que no los grados exactos o décimas de grado en la oblicuidad de los
grafismos, es posible hacer visibles algunos fenómenos especiales dentro de un conjunto que a simple vista ya se aprecie
el sesgo que tiene (tendente a la verticalidad, inclinado a la derecha o a la izquierda, oscilante), y si en cada una de las
categorías hay constancia y hasta qué punto.
Además del modo global de articular la escritura con un determinado sentido de oblicuidad, existe una peculiaridad
subyacente de especial interés: el grado de fluctuación que presenta cada autor, es decir, los niveles máximo y mínimo
que está acostumbrado a dar a las letras en los dos sentidos laterales ( ) dentro de ciertos límites (esquema
inferior de la Figura 455); límites en el ladeo que se coordinan con los ya citados de extensión y flexión. Las pruebas con
escrituras fluctuantes permiten establecer la existencia de un rango típico, una franja de especial amplitud en la que se
desarrolla el movimiento, incluso cuando el valor absoluto de la oblicuidad haya variado en razón del cambio en la postura
del folio (una de las causas que puede afectar a la variación).
El trazado de segmentos sobre las letras para establecer su eje y cómo se articula, tal como se describe en los análisis
grafométricos, es sin duda de utilidad para visualizar los matices dentro de lo que a priori ya se percibe en el conjunto. Se
prestan especialmente a esta evaluación los grafismos prolongados con astiles o pies (b, d, f, g...) aunque en ausencia o
escasez de ellos puede extenderse el examen a los restantes cortos (a, c, e...) si se trabaja con imágenes ampliadas, de
modo que las posibles inexactitudes en el trazado queden minimizadas (Figura 455).
Es bien conocido el recurso de los autores de anónimos y de algunos de quienes realizan cuerpos de escritura a presencia
judicial, de modificar de forma ostensible la inclinación habitual de su grafía tratando de desfigurarla. Siendo la inclinación
algo tan evidente, creen que cambios tan visibles serán lo bastante llamativos para desorientar al observador. En la
práctica, se comprueba que es el cambio en la inclinación de las letras uno de los subterfugios al que más se recurre, junto
con las variaciones de las formas, incluso entre quienes poseen cierto conocimiento de las cualidades escriturales; varios
grupos de alumnos a quienes se les pidió que intentaran desvirtuar su modo natural de escribir, recurrieron a estas
sencillas estrategias.
No están exentos de dificultades el método y el criterio para llevar a la práctica las mediciones propuestas, porque no
siempre es sencillo precisar cuál es la inclinación de determinados grafismos, particularmente los cortos. El ejemplo de la
letra d en el manuscrito anterior es una muestra de ello, ante la que cabe preguntarse: ¿qué define realmente la
inclinación de este grafema compuesto de dos partes, la panza o el astil? Parece lógico contestar que el astil, por extenso,
es el que mejor define la capacidad de su autor al extender los dedos hacia lo alto mientras que se dirige hacia un lado
concreto del plano (el derecho); pero ¿y ante la última s? Ésta admitiría la que se ha delimitado con el segmento, pero
también otra, más ladeada hacia la derecha, desde la zona superior hacia el punto donde termina; también en este caso se
estaría evaluando la capacidad del movimiento dactilar entre la máxima extensión y su máxima flexión. Sin duda,
cuestiones así darían lugar a complicados debates que parece útil dejar de lado porque poco aportan a los fines del estudio
documentoscópico. En todo caso, la regla de oro a este respecto (y al de otros aspectos mensurables semejantes) es la de
seguir el mismo criterio en todas las mediciones, de modo que si en el documento dubitado se opta por evaluar de la
manera ilustrada, en los dubitados se haga de modo idéntico, es decir, manteniendo un criterio equivalente.
Prevenidos sobre la variabilidad a que está sujeta la inclinación de la escritura por muy diversos motivos, se impone
recordar que una valoración significativa sólo dará frutos si se cotejan especímenes coetáneos o si se cuenta con mayor
abundancia en lo que se refiere al lapso que abarcan, el estudio de amplias muestras que permitan determinar cómo se
producen variaciones, con qué intensidad y en qué períodos.
Figura 456.Aunque con un claro sesgo a la izquierda, esta escritura no es en absoluto lenta. Al contrario, la tensión,
matices de presión, curvatura, arranques y remates, y dimensiones de las minúsculas, son factores que hablan de una
notable agilidad en los movimientos
Y en último término, y porque la velocidad de ejecución juega un papel crucial, también el nivel de dinamismo que revela
el escrito de cara a conocer con qué desenvoltura y espontaneidad pudo haberse realizado. Se dijo ya anteriormente al
tratar la velocidad, que la escritura inclinada a la derecha no tiene por qué ser más rápida que la invertida: ninguna razón
demuestra esta aserción, que aunque tópica, parece haberse convertido en axioma. Si una escritura invertida (ladeada a la
izquierda) es más lenta que otra inclinada a la derecha, únicamente se deberá a la facilidad del escribiente para rasguear
con habilidad hacia uno u otro lado o, en todo caso, la lentitud se justificaría por el intento voluntario de deformar la
tendencia natural. Escribientes hay que, ladeando su escritura a la izquierda, no sólo son rápidos sino muy hábiles (Figura
456).
CONTINUIDAD (O COHESIÓN)
Averiguar cómo se comporta un escribiente en el proceso de formación de los grafemas y los grupos de ellos al construir
las palabras, requiere conceder especial atención a esta faceta, sin duda una de las más interesantes, por las siguientes
causas:
1. Se trata de un hábito que en general es muy estable.
2. Surge de forma impremeditada, circunstancia que debe valorarse como compulsión, es decir, como cualquier otra acción
de naturaleza automática.
3. Influye de manera terminante (en términos absolutos) sobre la rapidez o lentitud en la confección de un escrito: mayor
número de enlaces evitan los levantamientos del útil haciendo más productivo el resultado final, y viceversa.
4. El grado de enlazamiento de los grafismos es uno de los factores que interviene en la creación de un ritmo singular; la
tendencia global (agrupada, desligada, hiperligada) ofrece, ya a priori, información valiosa sobre la capacidad y costumbre
de la persona para mantener o no la continuidad de la andadura (Figura 460).
5. Determinadas maneras de unir o separar las letras revelan modismos identificadores, que son tanto más singulares
cuanto mayor es la contravención de las normas caligráficas (Figura 457). Las partes de las letras que se unen a otras de
modo inusual (trazos, rasgos, puntos, acentos o tildes) confieren al escrito un mayor grado de personalización y, en
consecuencia, favorecen la discriminación respecto de otras escrituras similares.
6. Iguales letras en posiciones distintas (inicial, media o final) suelen tener diferente tratamiento, tanto en lo que respecta
al grado de unión como al modo en que se unen a sus adyacentes (Figura 461).
7. Las mayúsculas iniciales se relacionan con sus respectivas minúsculas de un modo particular según la costumbre de su
autor, mediante tres posibles soluciones: enlazadas, separadas o alternativamente unidas o desligadas.
8. Los textos redactados en mayúsculas o con letras tipográficas admiten tener, según la idiosincrasia del escribiente, un
tratamiento semejante al de las minúsculas cursivas: yuxtapuestas, ligadas o agrupadas (Figura 459).
9. La tendencia a la formación de reenganches que da a un escrito apariencia de continuidad es asimismo una propiedad
singular de naturaleza compulsiva y, por consiguiente, corresponde analizarla con la especial consideración que hay que
conceder a los factores que atañen al ámbito de los gestos automatizados (Figura 458).
10. En la misma línea de especial valor pericial para la identificación se encuentra otro fenómeno gestual de origen
automático (Figura 462): el momento en que se insertan los puntos de las íes, los acentos, las barras de las letras t (o de
las letras q cuando así lo acostumbra el escribiente), las tildes de las eñes, las diéresis, o los diacríticos y partes
constitutivas de los grafemas de algunos idiomas (cedilla francesa o portuguesa, umlaut alemán, virgulilla del portugués,
apóstrofos...).
Figura 457.Los enlaces inusuales tienen un alto valor identificador, que son tanto más significativos cuanto más se alejan
de lo corriente
Figura 458.Los reenganches, si no se producen por retoque como en este ejemplo, constituyen un modo natural en la
progresión del escrito
Figura 459.La cursividad en la composición de rótulos y textos con letras mayúsculas o tipográficas favorece la aparición
de enlaces semejantes a los que pueden tener los manuscritos con minúsculas
Figura 460.El autor de este escrito realiza unos movimientos muy rápidos al formar las letras, pero efectúa constantes
levantamientos del útil al articularlas por separado. Así pues, lo que gana en velocidad de ejecución de las estructuras lo
pierde entre una y otra
Figura 461.He aquí un típico ejemplo de las variaciones que se establecen en los enlaces de iguales letras, acordes con la
posición que ocupan en la palabra y de los grafemas con los que se relacionan
La secuencia de movimientos que efectúa cada persona para puntuar, completar una estructura de dos partes (por
ejemplo, f, t, ñ, q o z) o acentuar, se encuentra entre las prácticas que se consolidan desde el mismo momento en que se
alcanza el dominio escritural, y ya después, de forma poco sentida, aflora en la escritura con notable espontaneidad. Dado
el carácter aparente de «añadido» a las letras a las que pertenecen, estos elementos suelen descuidarse en los casos de
imitación, deformación, o en la escritura de anónimos, circunstancia a tener muy en cuenta desde la perspectiva de su
grafogénesis.
Tal como se deduce de esta enumeración, los matices de la continuidad aportan multitud de datos sobre el
comportamiento gestual frente otros aspectos gráficos que o proveen menos información o están sujetos a mayores
cambios. Así por ejemplo, la dirección de los renglones o la velocidad son susceptibles de acusar notorias variaciones, que
en lo referente a este otro factor no tienen. Asimismo, la relación que se establece entre la diferente continuidad y las
características de los enlaces (entre letras, entre acentos y letras, entre tildes y letras, etcétera), la riqueza de matices es
parangonable a las formas y sus proporciones, pero no a las características que se revelan, por ejemplo, en la organización
del escrito.
Figura 462.En las dos palabras superiores primero se construyen las letras de continuo y luego se insertan las barras de
lasty el punto, respectivamente. En la inferior, cadaise puntúa inmediatamente, acabada la estructura principal. La forma
automática con que suceden las diversas secuencias gestuales hace imprescindible tomar muestras de idénticas palabras o
idénticos grupos de grafemas en los casos de cuerpos de escritura realizados a presencia judicia
Dada la profusión de datos que de la continuidad pueden extraerse, cada uno de los matices del modo en que se produce
el desarrollo de la andadura merece un estudio detenido para descubrir cómo se verifican los movimientos de la mano. Y,
en cualquier caso, al valorar la continuidad relacionándola con la velocidad de ejecución, es obligado precisar cómo es una
u otra: si rápida en todos sus aspectos (ejecución de los grafemas y los enlaces) o, como en el caso del manuscrito de la
Figura 460, únicamente veloz en la construcción de las letras aunque retardada por la total yuxtaposición; en suma,
especificando los aspectos concretos a los que afecta.
Acerca de las características de la continuidad, como sobre cualquier otro aspecto de la escritura, no cabe esperar que se
cumplan siempre de forma rígida porque personas hay cuya variabilidad llega a tales niveles que incluso en los factores
más estables para el común de la gente, estas otras introducen variantes inusitadas.
PRESIÓN
Acerca de la presión que se ejerce cuando se escribe hay que destacar las mismas propiedades que ya se han dicho sobre
la velocidad de ejecución y la continuidad:
Pese a que ninguno de los factores de la escritura debe analizarse como parcela aislada (aun cuando aspectos como la
inclinación, por ejemplo, admiten un estudio con menores interrelaciones respecto de otros fenómenos), la presión
solamente cabe evaluarse a la luz de la relación que puede establecerse con la velocidad y el modo en que ambos
fenómenos son susceptibles de tener una influencia recíproca: una presión firme o excesiva es, sin duda, un factor que no
favorece la rapidez, aunque siempre haya que indagar si esta premisa se cumple o no.
Al abordar el análisis de la presión es sustancial tener en cuenta lo que ya en ocasión anterior se dijo acerca de los
condicionantes materiales y las eventuales circunstancias modificadoras del pulso del escribiente:
Útil de escritura. La costumbre o no de manejar un determinado instrumento influye, entre otros, en los matices de la
pulsación, pudiendo condicionar la variabilidad o la presencia de ciertos matices (véanse los ejemplos de la Figura 345 en
la página 603).
Propiedades del soporte. La textura y el acabado de la superficie son elementos que influyen en la desigual fluidez y
que, por consiguiente, provocan el cambio de alguno o varios de los matices de la pulsación. Asimismo, influyen en la
definición y aspecto de los trazos, de manera que a primera vista pudiera parecer que discuerdan en el apriete; éste es un
aspecto relativo que se debe estudiar con escrupulosidad.
Superficie de apoyo. Sin duda una condición material importante. La desigual flexibilidad de la superficie y el relieve que
pudiera tener (si es que el apoyo se hace directamente sobre un soporte rígido) confiere a los trazos, como ya sabemos,
calidades de nitidez, profundidad, etcétera, sumamente distintos con tan sólo hacerlo sobre materiales diferentes. La
presencia de pseudotemblores que provocan los laminados de algunas mesas no pueden confundirse con los que causan
las alteraciones del pulso, es decir, con los temblores reales. Consúltense los ejemplos de la Figura 334 en la página 589.
Alteraciones por el estado físico del escribiente. Por lo general, muy evidentes, merecen ser objeto de especial
análisis para verificar la concordancia entre piezas dubitadas e indubitadas, de modo que pueda saberse si son constantes,
episódicas, alternantes por recidivas, incrementales, etcétera. Se impone, en la duda, recopilar abundantes muestras
coetáneas para verificar si lo que en principio se presenta como anomalía lo es efectivamente, y concuerda con otras
alteraciones de igual naturaleza, o si por el contrario se constituye en fenómeno incongruente e injustificable. Aunque el
traerlo a colación ahora sea redundante (ya se habló de ello y se mostraron ejemplos en la Figura 351 de la página 615),
no parece ocioso por la trascendencia que tiene una acertada valoración del fenómeno en la identificación de los
manuscritos.
Figura 463.En una sola palabra como la de este ejemplo aparecen multitud de matices en los diferentes recorridos (desde
el mismo momento en que se apoya el útil hasta los remates de laao la barra de lat), que permiten ahondar en las
características de la fluidez en el movimiento, además de las propias de la pulsación que en cada fase realizan los dedos.
Ambos factores conjuntados ofrecen muy completa información sobre la gestualidad del autor
Consecuente con la importancia que la presión tiene dentro del conjunto de las propiedades gráficas, su estudio se eleva a
la condición de imprescindible en cualquier trabajo pericial. En el análisis meticuloso de los sucesivos recorridos, desde el
momento en que se apoya el útil en el arranque hasta el remate, se revelan multitud de facetas de la pulsación además del
propio dinamismo con que se resuelven las diferentes y sucesivas estructuras (Figura 463); por ello, en igualdad de
condiciones materiales o de características muy similares, este estudio posibilita el conocimiento cabal de facetas gestuales
no siempre bien investigadas.
Una de las principales razones por la que el examen de la presión cobra especial relieve en cualquier peritaje, radica en
que los matices de la pulsación son extremadamente difíciles de imitar. Y si esta dificultad es de por sí elevada en el caso
de las firmas (aun contando con que no sea muy abundante el número de grafismos), cuando se trata de textos de cierta
amplitud la labor se vuelve imposible. De hecho, junto con la calidad en la tensión de los trazos (esto es, la velocidad) y la
continuidad, constituyen el conjunto básico que en la mayoría de los casos denuncian la existencia de una falsificación.
DIMENSIÓN
Este factor gráfico es de notable complejidad y riqueza de matices, razón por la que su análisis merece figurar entre los
principales de la labor pericial.
Del mismo modo que la presión o la velocidad, el tamaño que se da a la escritura entra en el ámbito de lo que se ejecuta
de modo poco sentido; sin que nos lo propongamos, escribimos las letras, las palabras, los párrafos, conforme a unas
pautas que nos son acostumbradas y que tuvieron su momento de fijación en las primeras etapas del aprendizaje. En
consecuencia, lo primero que debe comprenderse al analizarlo son sus principales valores definitorios: habitualidad
(verificándola a lo largo de las muestras) e impremeditación.
No obstante lo afirmado, hay circunstancias que condicionan cambios de las dimensiones habituales, en razón del espacio
de que se disponga para escribir o firmar (se habló de ello con anterioridad, denominándolo principio de adaptación al
plano). En tal tesitura es lógico que, de forma inconsciente, se produzca una readaptación global que a priori pudiera
presentarse como cambio.
La abundante información que las dimensiones gráficas aportan atañen no sólo al módulo general de las letras (pequeña,
media, grande, etcétera), sino que se extiende a todas las facetas relacionadas con éstas en cuanto a las proporciones que
se establecen internamente, con las que forman un todo que se comprueba están interrelacionadas en cada escribiente
(Tabla 13).
Aun sin ahondar más en los matices de cada uno de los once puntos enumerados, bien se puede deducir hasta qué punto
las combinaciones resultantes darían lugar a un altísimo número de variantes, cuyos datos por sí solos ya permitirían
establecer claras discriminaciones o concordancias entre dos o más manuscritos (Figura 464).
Datos a considerar en el estudio de las dimensiones
1. Espacio interliteral 2. Espacio interverbal
3. Espacio entre renglones 4. Espacio entre párrafos
Elementos proporcionales
Mayúsculas 5. Minúsculas cortas
6. Minúsculas sobresalientes
7. Minúsculas caídas
8. Minúsculas sobresalientes
Minúsculas cortas
9. Minúsculas caídas
Minúsculas sobresalientes 10. Minúsculas caídas
Letras 11. Cifras
Tabla 13.Esquema simplificado de los aspectos que cabe valorar en el estudio de las dimensiones
Figura 464.Con tan sólo las dimensiones de los grafemas y las proporciones de las tres zonas de la caja caligráfica, los
datos que se obtienen son de gran variedad. De las variantes y sus combinaciones resultan un alto número de modalidades
en otros manuscritos, tanto o más contrastadas que las propuestas en estos dos ejemplos
Y si bien es cierto que en los casos de deformación voluntaria de la escritura la dimensión sufre algunos cambios muy
notables, también es verdad que la idea de la proporcionalidad suele subsistir: la fijeza en el automatismo de los gestos y
del concepto mental que se traslada al papel son muy fuertes y difíciles de inhibir con éxito. En los supuestos en los que la
disponibilidad de espacio para desenvolverse no es un obstáculo y los manuscritos son espontáneos (como suele ser, por
ejemplo, en la adveración de testamentos hológrafos), el conjunto de fenómenos relacionados con las dimensiones y las
proporciones revela interesantes aspectos para la identificación.
En última instancia no conviene olvidar que como en cualquier otro factor, las condiciones físicas del autor, su edad,
etcétera, originarían cambios que tendrían explicación si se contara con muestras de un amplio lapso en el que se
incluyeran especímenes coetáneos.
FORMA
Tratándose de una de las facetas más visibles, las formas de los grafismos deben examinarse desde una perspectiva un
tanto particular, otorgándoles un valor relativo que será tanto menor cuanto más especiales y llamativos sean los diseños
(Figura 465). Pero tampoco deben rebajarse al nivel de lo intrascendente. Es cierto que las formas por sí mismas no son
esenciales para la solución de un caso, desde el momento que son objeto de atención primordial en las imitaciones; la
réplica debe parecerse al modelo, al menos en la mayor parte de los supuestos de falsedad de firmas (en un próximo
capítulo se verá que no siempre la falsificación tiene parecido con la firma del autor legítimo).
Figura 465.Un manuscrito con tal cúmulo de características singulares (prolongaciones de los pies, tamaño de las comas,
inclinación, proporciones entre los astiles y los pies, etcétera) es seguro que llamarían la atención si trataran de imitarse
Si bien es un hecho generalmente admitido en Documentoscopia que lo más evidente no es lo decisivo, en la práctica, la
mayoría de los dictámenes periciales no son otra cosa que cotejos reducidos a lo puramente formal, cuando lo que procede
es la circunspección hasta que el conjunto de los análisis permitan conocer si las semejanzas son auténticas y no imitadas,
o las diferencias son reales y no el producto de la desfiguración voluntaria; o quizá debidas a la impericia del escribiente.
La perspectiva pericial que en este momento interesa destacar es la inherente a la apariencia de los grafismos, los enlaces,
etcétera, pero como consecuencia que son de los gestos realizados con un dinamismo particular. Entonces, el aspecto
formal constituye la expresión de algo más que una mera figura, esto es, de toda una compleja reunión de movimientos.
Desde esta perspectiva, en la que el diseño se investiga junto con otros fenómenos gráficos expresivos, es cuando la
configuración cobra un valor pericial que está lejos de ser irrelevante.
No está demás subrayar que es ésta la diferencia entre el simple cotejo de elementos formales en que se fundamentan los
llamados métodos caligráficos o grammatomórficos y el que se concibe como el conjunto de factores dinámicos que
interactúan entre sí, es decir, como un todo inseparable.
Ciñendo ahora el interés a lo que es estrictamente la apariencia de los grafismos, el intento de hacer una relación siquiera
mínima de las innumerables variantes sería una labor inabarcable. Cabe en todo caso, como guía orientativa, remitir al
lector a la síntesis recogida en la taxonomía del punto 3 de las especies gráficas incluidas en las primeras páginas de este
mismo capítulo. Es seguro que aquella referencia genérica le servirá de pauta para catalogar los nuevos especímenes que
se le presenten con los distintos y particulares matices que éstos puedan tener.
LA RELACIÓN ENTRE FENÓMENOS GRÁFICOS
Abundando en la idea de que los fenómenos gráficos no deben evaluarse aisladamente, puesto que varios de ellos tienen
una incuestionable relación dinámica, en la Figura 466 se muestra un esquema de los posibles vínculos entre ellos. Pero
comoquiera que todo esquema es siempre una visión sintética con la que es difícil transmitir su significación completa,
merecen hacerse algunas precisiones.
Los factores de presión, continuidad, forma y dimensión, son necesariamente inseparables respecto de la velocidad, puesto
que aquellos cuatro intervienen, cada uno en distinto grado, en la efectividad final del tiempo que se invierte al
confeccionar un escrito; mayor continuidad facilita que la consecución sea rápida y, al contrario, la complicación formal
determina que el escrito sea algo más lento o incluso premioso.
Otros factores del esquema no tienen por qué relacionarse. Así, por ejemplo, la continuidad y la dimensión tienen
cualidades propias entre las que no se producen influencias recíprocas. Y asimismo entre forma y continuidad, continuidad
y presión, etcétera. Sin embargo, los seis primeros factores (supeditados a las circunstancias materiales y las propias del
escribiente) mantienen entre sí particulares influencias que determinan la existencia de un ritmo gráfico singular.
Figura 466.Esquema de los factores gráficos que interactúan en el proceso escritural y que, conjuntamente, confieren al
escrito un tipo de ritmo singular
Habitualmente el concepto ritmo gráfico no se estudia como el resultado de un conjunto complejo de fenómenos como los
aquí reunidos, sino como una subcategoría dentro de la especie continuidad. Empero, el ritmo es algo más que una
subcategoría, un matiz del grafismo, puesto que en él concurren varias cualidades que dependen no sólo de la mayor o
menor ligazón de las letras; quizá por ello su descripción resulte difícil como lo atestigua el hecho de que al rastrear la
literatura grafológica y pericial los autores necesiten describirlo de manera compleja. Así, uno de los grafólogos más
renombrados de España, Augusto VELS (2) , da la siguiente detallada definición de la escritura rítmica:
«Movimiento espontáneo, libre y sin trabas de la onda gráfica en todos sus aspectos, revelando un flujo y reflujo del
impulso gráfico, un ir y venir de la pluma en el trazado de las letras, donde tanto las formas como el espacio gráfico no
sufren perturbaciones, detenciones o saltos bruscos.
Una escritura rítmica tiene siempre un aspecto de movimiento fácil y continuo, sin regularidad y sin rigidez, pero
conservando un cierto orden inconsciente en la relación del movimiento, forma y espacio.»
Los grafólogos LEFEBURE y VAN DEN BROEK (3) recogen así el concepto:
«Para cualquier grafólogo, el término ritmo evoca a Ludwig Klages, que lo definió como una especie de vuelta
periódica, pero no idéntica de los gestos escriturales: esto es, una continuidad de alternancias variadas, y gracias a
ellas vivas, por oposición a la cadencia métrica, que es una repetición idéntica, casi mecánica.
[...] Los grafólogos alemanes, a partir de C. Gross, revisaron la escritura bajo los tres aspectos del movimiento, de la
forma y el reparto espacial, distinguiendo un ritmo del movimiento, un ritmo en la creación de la forma y un ritmo en
el reparto espacial, tres componentes, donde el conjunto constituye el ritmo de la escritura.»
Estos dos fragmentos dan idea del modo de entender la génesis de la escritura desde la perspectiva de los fenómenos
dinámicos que intervienen en la creación del ritmo (nótese que la idea del movimiento, del dinamismo, presiden todo el
desarrollo conceptual). Por ello, y aun no figurando el ritmo como una especie en sí misma, desde el punto de vista del
peritaje tiene una importancia capital para el esclarecimiento de su origen y desarrollo, porque en definitiva se trata de
comprender cómo tiene lugar la gestación de una escritura en particular, entendida como fenómeno íntegro.
En el esquema de la Figura 466 faltan las especies dirección y orden. Ninguna de las dos son determinantes para la
consecución de un ritmo concreto; es posible crear un escrito lento y bien organizado o lento y anárquico, como también
escribir con rapidez y con una presión leve proyectando los renglones en ascenso o caídos. Cualquiera de estas dos
especies tienen, por así decirlo, un desarrollo propio, aunque en última instancia contribuyan a dar al conjunto de la página
mayor o menor sensación de esa armonía asociada a las escrituras denominadas rítmicas.
Se dijo en el segundo punto del capítulo 11 que la escritura es en esencia presión y desplazamiento, pero una vez
considerados los factores del presente capítulo se impone perfeccionar aquella primera definición: un manuscrito se origina
presionando un útil, haciendo movimientos de traslación, en cuyo desenvolvimiento intervienen numerosos modos
gestuales reunidos de manera peculiar.
Figura 467.Desde la composición legible y con elementos textuales coherentes con sus respectivos textos, hasta las
reducciones más drásticas, las firmas admiten cualquier variante en su composición
LA ARTICULACIÓN DE LAS FIRMAS
La firma constituye una parcela aparte dentro del conjunto general de la producción manuscrita, y como tal fenómeno
diferente precisa abordarse desde un plano algo distinto al de los textos.
En la práctica diaria se constata hasta qué punto los textos y la firma de una misma persona pueden ofrecer una
apariencia formal muy distinta, y aun de aparente contradicción, dando la impresión de pertenecer a diferentes manos.
Esta circunstancia no es ni rara ni infrecuente, particularmente en firmantes españoles.
En nuestro país (a diferencia de lo que sucede en el ámbito anglosajón), y en los países que han recibido su influencia,
existe la costumbre de firmar construyendo formas ilegibles, con grafismos convencionales, empleando estructuras
complejas y con profusos adornos, con rúbricas de diversa extensión y complicación, o, en el extremo contrario, autógrafos
donde la simplificación llega a la extrema parquedad de los elementos constitutivos, convirtiéndose en apenas un
monograma (Figura 467).
Así pues, en contraste con lo que sucede con los textos, en los que al menos sus estructuras deben conservar cierto nivel
de legibilidad y coherencia respecto de los grafismos que representan, en las firmas es admisible cualquier forma con
cualquier desarrollo, sin sujeción a norma alguna.
En el examen de firmas es importante partir del concepto de que en su realización no hay más lógica que la que impone su
autor. Las estructuras no textuales o con grafemas transformados se convierten en diseños que poco o nada tienen que
ver con letras y donde caben todo tipo de creaciones de un modo totalmente libre, sin sujeción a ninguna regla.
En un próximo capítulo dedicado al cotejo de firmas y textos se examinarán las condiciones y requisitos necesarios para
abordar la comparación con la mayor seguridad, especialmente en el caso de los autógrafos con escasos elementos
constitutivos como los ilustrados en las dos últimas imágenes de dicha Figura 467.
PUNTUACIÓN, ACENTUACIÓN, SIGNOS DIACRÍTICOS, SIGNOS ACCESORIOS
Ofrecen una información nada despreciable en el análisis de textos, tanto por la abundancia con que pueden aparecer a lo
largo de la redacción como por la forma y el nivel dinámico con que se insertan. Los puntos de las íes, las tildes de las
eñes, los acentos, la puntuación sintagmática, parecen ocupar un lugar «menor», escasamente apreciable dentro del
contexto de un manuscrito, que precisamente por su escasa presencia debe investigarse con sumo cuidado. Los puntos de
pausa, las comas, etcétera, tienen la virtud de «no formar parte de las letras» y ser elementos altamente automatizados,
de ejecución impremeditada; ésta es la principal razón para conceder especial atención al conjunto de tales accesorios
sabida la importancia que tienen los gestos de carácter espontáneo.
Además de su diseño y grado de soltura en la ejecución, el análisis de los signos ortográficos (auxiliares, diacríticos o
sintagmáticos), la tilde de la ñ o la barra de la f, t, q y z tienen el valor adicional del momento en que se colocan, del que
se habló en el punto 10 de la continuidad. Y desde el punto de vista de los modismos o gestos idiosincrásicos, añaden
información de su uso peculiar, y en definitiva, más precisión a los análisis.
En el estudio de documentos anónimos se han de valorar con enfoque relativo los supuestos errores o las omisiones que a
priori indiquen poca cultura del autor, dado que en ambas circunstancias puede tratarse de una estrategia para confundir
al destinatario sobre el nivel de formación de la persona que lo ha remitido. Al contrario, en piezas espontáneas como los
testamentos hológrafos, sus características tienen otra interpretación bien distinta.
En ocasiones, la ausencia de puntuación o de acentuación es un dato más para corroborar o refutar una autoría. No son
raros los casos en que determinada persona omite puntos y acentos en la letras de su firma tan sólo porque así lo
acostumbra y no por falta de instrucción o porque desconozca que deban ponerse unos u otros.
CIFRAS
Entre las cifras y los textos de una misma persona pueden darse las mismas diferencias que se presentan entre texto y
firma. A menudo la visión que se tiene de las cifras es diferente a las letras, algo así como un campo aparte que en
apariencia no guarda completa coherencia, de modo que unas y otras se articulan con distinta inclinación, tamaño,
espaciamiento y análogas desemejanzas.
En documentos complejos donde existen diferentes epígrafes y las cifras aparecen separadas de los textos (como en el
caso de los formularios con múltiples casilleros) no debe darse por hecho que todos los contenidos proceden de la misma
mano aun cuando a primera vista no haya discordancia en el tipo de útil empleado. Los números y los signos accesorios
que comúnmente los acompañan (#, $...) se han de tratar aparte, con su correspondiente estudio pormenorizado, como si
de otro peritaje se tratara, a menos que la correlación de las estructuras de las cifras y las letras tengan una clara
vinculación en lo que a los recursos estructurales se refiere; de cualquier manera y aun dándose esta última condición, los
cotejos deben enfocarse siguiendo el principio de equivalencia de estructuras.
NIVEL DE HABILIDAD
Se trata de un concepto difícil de definir con precisión, máxime si de lo que se trata es de colocar en cada uno de sus
niveles exactos dos manuscritos pertenecientes a escribientes hábiles, que demuestren desenvoltura.
En general, el nivel de habilidad comporta que los movimientos revelen agilidad, fluidez, con rasgos vivaces, junto con
otros signos demostrativos de automatismo. Sin duda, ésta es una definición incompleta y susceptible de perfeccionarse
con multitud de matices, pero en lo que al peritaje respecta tales matizaciones son casi irrelevantes. Lo que sí tiene gran
relevancia es la constatación de que dos o más escrituras muestren iguales síntomas de habilidad en la ejecución, o lo
contrario, hecho que surgirá paulatinamente a través del cotejo de los diferentes factores.
La locución grado de habilidad se viene utilizando en no pocos dictámenes periciales como argumento para reforzar el
hecho probable de que una determinada persona pudiera ser la autora de una falsificación, expresándose con aserciones
como «tiene suficiente habilidad para ser el autor de la firma dubitada», «muestra un alto grado de habilidad escritural y
por lo tanto es capaz de haber realizado la firma dubitada» u otras parecidas. Y siempre es un argumento que queda sin
demostrar, pero que se enuncia de tal modo asertivo que parece constituirse en hecho indudable.
Es una calificación inadmisible utilizar la presunción partiendo de un concepto tan vago, con el fin de dar por hecho firme el
que una persona capaz de realizar con habilidad «su» escritura sea necesariamente hábil para imitar «otra» escritura. De
ningún modo puede equipararse la destreza para desenvolverse con la escritura que a una persona le es propia con la
capacidad para conseguir una imitación. Por más que pudiera parecer lógica esta correlación, sin embargo, no se cumple
necesariamente; para llevar a cabo la réplica de una firma ajena no es suficiente ser hábil con la mano, también se
requieren otras facultades (éstas sí, necesarias) como la capacidad para captar el conjunto y todos los matices del modelo
a imitar, poseer memoria visual y coordinación cinestésica, y lo que es aún más importante, versatilidad: la facultad para
despojarse de la mayoría de los propios hábitos para asimilar otros distintos o contrarios. Y no todo escritor hábil es
versátil. Tal conjunto de capacidades no siempre van emparejadas en escribientes con destreza gráfica.
Nos encontramos, por tanto, ante una suposición, que como tal debe erradicarse taxativamente de la labor pericial; el
perito no trabaja con prejuicios o conjeturas, y mucho menos con elucubraciones (4) infundadas.
En consecuencia, debe dejarse bien sentado que aunque en las expresiones antes referidas se advierta la buena intención
del experto por dar más firmeza al peritaje, no deja de ser una falacia que entra en conflicto y contraviene el rigor y la
objetividad que son inherentes a la verificación de los hechos sobre los que fundamenta su peritación.
El argumento de contrario es, sin embargo, un axioma: nadie con escasa capacidad gráfica puede elevar su nivel de
destreza, siquiera ocasionalmente, para formar conjuntos gráficos de aspecto desenvuelto. En lo que a la escritura se
refiere, como destreza que se adquiere mediante el aprendizaje, se desarrolla y perfecciona con la práctica, y llega a
determinado nivel según las capacidades individuales, en nada se diferencia de otras destrezas que es capaz de desarrollar
el ser humano; así, por ejemplo, nadie puede esperar que un principiante del violín interprete los Capricci de Paganini.
CONSIDERACIÓN FINAL
Cubierta ya la vertiente que se refiere a la articulación de los elementos gráficos, queda completo el ciclo de las diferentes
perspectivas que consideradas en conjunto explican el origen y los resultados materiales de la escritura manual, cuyos
primeros cuatro puntos quedaron enunciados al comienzo de este capítulo bajo el epígrafe «Concepto». Ahora tiene el
perito todos los detalles pormenorizados y conoce las relaciones entre ellos, lo que le faculta para calar en la esencia de los
manuscritos y valorarlos cabalmente.
El recorrido que se ha hecho desde el capítulo 9 hasta el presente no es casual ni arbitrario, sino que constituye una base
fundamental para abordar los capítulos siguientes.
(1) CREPIÉUX-JAMIN, J.: ABC de la graphologie, París, PUF, 1930.
Ver Texto
(2) VELS, Augusto: Diccionario de Grafología y términos psicológicos afines, Barcelona, Ed. Herder, 1983.
Ver Texto
(3) LEFEBURE, Fanchette y VAN DER BROEK D'OBRENAN, Claude: Le trait en Graphologie, París, Masson, 1989
Ver Texto
No merece la pena entrar en mayores comentarios sobre este procedimiento. Con lo ya dicho queda suficientemente clara
la inconsistencia de los aspectos que se manejan y la facilidad de errar en el diagnóstico. Un cotejo según el cual las
igualdades y diferencias más sencillas de apreciar determinan un resultado concreto, está lejos de ser solvente y fiable.
Veamos un ejemplo de este tipo de peritajes, a través de los hechos en que se basa cierto perito para establecer la autoría
de dos firmas en su informe:
«1. Existe una tendencia a realizar rasgos enrrollados [sic] sobre sí mismos. 2. Todos los rasgos en donde existen
enrrollamientos [sic] son más altos que anchos. 3. El último rasgo vertical de la firma dubitada, termina en un giro a la
izquierda, formando un triángulo, cuya línea final cruza el mencionado rasgo vertical, al igual que sucede en la firma
indubitada.»
De inmediato se comprende por qué el peritaje de documentos cuenta aún con escépticos y detractores entre los jueces y
profesionales del Derecho, y que lo tilden de inseguro e inconsistente. Lo que acabamos de leer puede hacerlo cualquier
persona medianamente minuciosa, es decir, describir lo que ve, yuxtaponiendo hechos que aprecia, pero siendo incapaz de
relacionarlos ni de explicar sus causas.
No se necesita la intervención de un experto para afirmar lo evidente. Si todo lo que vemos igual es de la misma mano y
todo lo que es distinto es imputable a diferente autor, entonces ¿para qué recurrir a un perito y a su peritaje? La respuesta
queda a la reflexión del lector.
«MÉTODO» CALIGRÁFICO
Se puede describir esta práctica como el medio empleado por quienes ejercen funciones de perito titulado según prevé
nuestra legislación vigente: maestros, archiveros y bibliotecarios. A causa de la denominación que establecen las leyes
(peritación caligráfica, cotejo de letras) estos especialistas dan al análisis de escritos una orientación literal, es decir,
basada en las formas, aunque prestando atención a las cualidades de los trazados: mecánica de los trazos, grado de
calidad, posibles anomalías, habilidad del puño, etcétera.
Supone, pues, un estadio algo más avanzado que el método anterior aunque sigue dejando de lado cuantiosos aspectos
relativos a la dinámica gestual, y no considera otros fenómenos importantes relacionados con ella.
MÉTODO GRAFONÓMICO
Tal como se desprende de los diferentes artículos publicados, trabajos periciales y libros, este método parece tener
sentidos contradictorios o, cuando menos, con distinto enfoque según quien lo plantee.
El significado Grafonomía en sí mismo (el nombre de los grafismos) no permite catalogarlo como método si solamente es
eso: el cometido de denominar la escritura según sus cualidades externas. Desde luego, no es afortunada la palabra para
dar contenido a una metodología. Más bien parece, a priori, que se trata de una herramienta auxiliar de la
Documentoscopia. La palabra ha dado pie a que se confunda con la comparación morfológica, y así hay quienes pretenden
hacer Grafonomía cuando lo que hacen es estrictamente compulsa de hechos formales (superficiales como se ha visto).
Es muy posible que su origen se deba a Solange PELLAT, puesto que aparece así en el siguiente escrito de su autoría (1) :
«Les principes d'expertise rationnels constituent ce que l'on appelle la méthode graphonomique. Mais l'expression
"expertise d'écritures" recouvre en réalité des problèmes très diffèrentes, les expertises en écritures sont varieés et il
n'existe pas, à proprement parler, de méthode générale qui permetten de résoudre toutes leurs énigmes ou, s´il y a
une, elle se réduit à cette formule: raisonner logiquement en s'appuyant sur les lois naturelles de l´écriture.»
(«Los principios del peritaje racional constituyen lo que se denomina método grafonómico. Pero la expresión "peritaje
de escrituras" abarca en realidad problemas muy diferentes. Los peritajes de escrituras son diversos y no existe, a
decir verdad, un método general que permita resolver todos sus enigmas o, si hay uno, se reduce a esta fórmula:
razonar lógicamente apoyándose en las leyes naturales de la escritura.»)
Si es así, ya se comprueba que el alcance es mayor que la mera categorización de las especies gráficas y la identificación
de los tipos de manuscritos. Pero, como se ve, la proposición del método grafonómico es ciertamente abierta («[...] abarca
en realidad problemas muy diferentes [...]») a la vez que imprecisa («[...] no existe, a decir verdad, un método general
[...]»); pero lo que más importa al caso sobre su contenido es sin duda el modo de proceder («razonar lógicamente
apoyándose en las leyes naturales de la escritura»).
Es el camino que parecen seguir algunos peritajes. En otras palabras, la aplicación de un método con el que profundizar
más y con mejores criterios en el análisis de la escritura manual. En realidad, muchos especialistas lo que quieren decir al
utilizar la expresión método grafonómico no es sino la investigación de la escritura tanto en sus aspectos más evidentes
como los menos perceptibles (con preferencia estos últimos), razonando las causas de su materialización y los
fundamentos que les llevan a emitir su conclusión en el sentido correspondiente: autenticidad o falsedad.
Se aleja así del restricto concepto, en cuanto a su finalidad, si se toma tal como lo presenta VAL LATIERRO (2) :
«Al estudiar el grafismo nos vemos, además, en la necesidad de clasificarlo y denominarlo con arreglo a sus constantes
predominantes; de esto se ocupa la Grafonomía.»
MÉTODO GRAFOMÉTRICO
Decir Grafometría vale decir medida de la escritura. De nuevo discuerda la denominación con los fines, puesto que el
sentido de éstos, conforme al modo en que se describen sus métodos, debiera llamarse Grafoestadística, tal como se verá
a continuación.
En esencia, la Grafometría consiste en medir distintos aspectos cuantificables de la escritura. Así, la identificación gráfica
se obtiene por la concordancia de múltiples fenómenos cuyos resultados se sintetizan con cifras.
Aunque el primero en utilizar la denominación fue Pierre HUMBERT, se debe a LANGENBRUCK el sentido de método para la
identificación de las escrituras por sus trazados geométricos. Después de un largo período de dudas y de expectativas
frustradas, debidas a las investigaciones de SCHNEICKERT y MEYER (quienes llegaron a recomendar a los peritos alemanes
que no utilizaran este método), Edmond LOCARD volvió a considerar sus posibilidades, bien que dándoles una nueva
orientación y aportando nuevas experiencias con las que hacerla más fiable.
Sin embargo, es el mismo LOCARD (3) quien establece los fines de la Grafometría y delimita los casos precisos para los que
resulta eficaz:
«Es un método que tiene por objeto descubrir en las falsificaciones por disimulación y por imitación, los caracteres
cuantitativos proporcionales que definen un escrito y que el falsario no modifica porque no son aparentes.»
A partir de tales premisas describe minuciosamente los pasos a seguir, estableciendo 7 reglas generales y 27 operaciones
esenciales. Dada la importancia que tienen para la comprensión y valoración del método, se transcribe el contenido de
modo abreviado:
• Reglas generales
1.ª Las medidas se practicarán con la mayor precisión, preferiblemente sobre ampliaciones fotográficas (todas ellas con el
mismo grado de ampliación).
2.ª Las medidas, en medios milímetros, siempre se harán con el mismo útil.
3.ª Cualquier medida es válida si es susceptible de ser comparada. Cualquier técnica es aceptable siempre que se aplique
con igualdad de criterio.
4.ª Para cada operación se hará el mayor número de mediciones.
5.ª El principio general del método consiste en representar mediante gráficas de líneas las series de datos medidas. La
concordancia o discrepancia entre textos que resulte, expresarán la identidad o no de las escrituras, cualquiera que sea la
apariencia de ellas.
6.ª Las mediciones pueden hacerse sobre un gran número de elementos, que se agrupan en cuatro órdenes:
a. Dimensiones relativas: alturas de las minúsculas, longitud de las barras de t, o índices de curvatura.
b. Direcciones, interpretadas en valores angulares.
c. Interrupciones, apreciadas en estadísticas de frecuencia.
d. Formas, interpretadas igualmente en estadísticas de frecuencia.
7.ª Antes de cualquier operación grafométrica se debe medir en cada texto la altura media de las minúsculas (entre 100 o
200 grammas) cuyo valor, m, servirá de base a una serie de cálculos.
• Operaciones esenciales
A través de 27 apartados describe con suma prolijidad cada uno de los aspectos gráficos que se han de poner en relación:
desde la equivalencia de las alturas de las letras minúsculas, hasta la frecuencia de los cortes en la cohesión, pasando por
los índices curvimétricos y el grosor de los trazos.
Después de terminada tan completa exposición del método, añade una Observación general importantísima, de cara a la
aplicación restrictiva de la Grafometría. Advierte no sólo de lo innecesario de aplicar todo el análisis grafométrico en cada
caso, sino de aquellos otros supuestos en los que no es aplicable total o parcialmente (alfabetos extraños, escritos con la
mano izquierda, falsificación por calco). Y a renglón seguido nuevamente previene:
«Firmas Falsas. El caso en que sólo la firma ha de ser comparada es en extremo desfavorable»,
para subrayar la trascendencia de contar con abundante número de datos para la comparación.
Si a este método se le ha prestado particular atención y hemos tratado de comprenderlo, no ha sido en vano. La
Grafometría ha entusiasmado a muchos expertos que, con mayor o menor conocimiento de sus repercusiones, la han
utilizado indiscriminadamente; unas veces por ignorancia, y otras con una intención algo sesgada. En la época en la que
vivimos está muy extendido el pretender validar cualquier cosa si va revestida de aire científico, con argumentos como
«las estadísticas demuestran», «comprobado científicamente», «matemáticamente contrastado». Ante una afirmación que
va respaldada por una gráfica de representación, con un histograma o mediante un pictograma, casi todo el mundo
entenderá, tácitamente, que detrás existe una investigación concienzuda y rigurosa, con el aval de lo matemáticamente
exacto. Nada más erróneo. La estadística misma y los criterios para su representación son un arma de doble filo: datos
complejos pueden hacerse «fáciles de digerir» con eficiente sencillez o, en el otro extremo, desvirtuar hechos simplísimos
(4) .
Es de suponer que ha quedado claro que la Grafometría, como medio analítico a través de las mediciones de diversos
aspectos gráficos, se expresa con la ayuda de otra ciencia instrumental: la Estadística. El fin no es otro que el inherente a
muchos de los análisis cuantitativos de parecida naturaleza, tomar una decisión ante una incertidumbre, lo que en lo
tocante al peritaje de manuscritos se traduciría en la identificación de un escrito, tratando de eliminar, o reduciendo, las
posibilidades de error.
Objeciones al método grafométrico
Siendo uno más de los posibles exámenes a que puede someterse la escritura, representa a lo sumo, un apoyo
complementario para afianzar ciertos aspectos de la identificación de manuscritos. Además de lo que el propio Locard
desaconseja, el método grafométrico tiene serios inconvenientes sobre los que hay que recapacitar:
• Uno de los principales problemas de fondo es el contar con suficientes documentos de los que extraer las mediciones
necesarias. Algo ciertamente criticable a este respecto, es la cifra de mediciones que propone LOCARD para utilizarlo
(entre 100 y 200), lo que a priori se antoja más el producto de su intuición que de un fundamento contrastado ¿Por qué
100 y no 80 medidas? ¿No serían también suficientes 85 o 90? En ninguna parte explica el porqué de esos mínimos. No
hay duda alguna de que una mayor cuantía de hechos muestran mejor una tendencia; pero si el caso es que se trata de
extraer valores medios, ¿qué importa prescindir de 10 o 15 mediciones, si el margen de variación final resulta
prácticamente despreciable?
• La base del estudio grafométrico es la media resultante de los factores evaluados. Pero ¿es representativo un valor
medio en una escritura?, ¿qué nos indica? Los valores medios pueden ser ilustrativos si las series medidas poseen una
cierta homogeneidad en el fenómeno considerado. Ante una escritura notoriamente decreciente la obtención de la media
del tamaño de las letras no aporta datos aprovechables. Porque si lo reducimos a una cifra, ¿no tendríamos parecido
resultado con otra escritura con el efecto contrario, es decir, notablemente creciente? El planteamiento puede parecer
capcioso, pero está basado en la realidad. Lo mismo puede llevarse al terreno de la inclinación gráfica, la línea de pauta,
etcétera.
• No es practicable en los casos (que hay muchos) de personas que originan notables variaciones al escribir textos o
firmar, incluso en breve espacio de tiempo. Porque en tal supuesto habría que partir de un problema de fondo: ¿qué
muestra elegir que sea representativa?, ¿y si sólo tenemos una muestra dubitada para cotejar con otra auténtica, qué
expresarían estos primeros resultados al compararlos con otra indubitada que nos aportaran después?
• Tampoco resulta útil evaluar grafismos elementales que provienen de la mano de personas que apenas tienen destreza
gráfica. Es común que escrituras de estas personas presenten tal grado de cambio, que sea imposible establecer algún
elemento aprovechable para ilustrar una tendencia.
• Existe cierto peligro en la concordancia casual de algún factor concreto, que unido a otros discordantes pueden favorecer
la perplejidad no sabiendo a cuál de ellos conferirle mayor importancia.
• Las circunstancias que de diferente forma pueden intervenir como condicionantes en una escritura (estado de salud,
distancia temporal, postura, factores materiales) no pueden separarse del contexto del grafismo. Por consiguiente, una
desviación en las cifras debidas a una de estas causas debiera ser incorporada a la representación numérica, pero ¿cómo?
• Aunque medir cualquier aspecto gráfico no es tarea difícil si se utiliza una ampliación fotográfica suficiente (con lo que se
reduce de manera notable el margen de error), sin embargo, puede suponer una labor monótona y fatigante.
• Estableciendo una relación que revele la eficacia entre trabajo y resultados se verá que vale poco la pena invertir tanta
energía para tan escaso rendimiento.
• Un rasgo idiosincrásico tan importante como la presión difícilmente puede medirse con precisión y representarse con
claridad. Medir los paulatinos cambios de la pulsación en un solo trazado comportaría una labor casi inabarcable que, por
otra parte, puede cotejarse con sencillez y demostrarse visualmente mediante el uso de la fotografía (Figura 468); por este
medio, tanto el destinatario del dictamen como la eventual revisión de los cotejos por parte de otro experto, permiten una
comprensión incuestionable que las cifras no poseen.
• Una última y sustancial objeción es que las cifras registran «asépticamente» los fenómenos gráficos sin que expliquen las
causas que los originan, lo cual supone una abstracción difícil de admitir sin, al menos, dudar de su bondad.
Al final, el fenómeno gráfico, que en conjunto es un hecho vivo y complejo en el que todo se relaciona, queda reducido al
mínimo de su esencia, como algo estático y, sin exagerar, diríase que muerto.
Pudiera parecer, al plantear todas estas críticas, que existiera algún interés en desacreditar este método de trabajo. No es
así. Es tan sólo que la experiencia viene a demostrar que estadísticamente se resuelven más casos mediante otros
exámenes que a través de esta técnica; y al decir estadísticamente es obligado dejar abierta la opción de que en algún
caso constituya una ayuda.
Figura 468.Incrementando el contraste de una fotografía como aquí se ejemplifica, salen a la luz poco a poco las
características del entintamiento de los trazos, es decir, la presión ejercida en cada recorrido, de un modo más claro y
probatorio que a través de medidas y cifras de éstas
Más adelante se verá de qué manera es posible utilizar ciertos enfoques de los que se ocupa la Grafometría, aunque
considerados desde otra óptica más directa, sin necesidad de sacarlos de su contexto.
Proyección geométrica de las firmas
Con un enfoque parecido al que tienen determinadas facetas grafométricas, la proyección grafométrica de las firmas va en
la línea de extraer ciertos sucesos de índole espacial, con el fin de averiguar si es posible identificar dos o más firmas
similares, mediante el contraste de las formas poligonales que resultan al circunscribirlas por sus límites.
Hacer una proyección geométrica consiste en delimitar la firma, uniendo mediante segmentos rectilíneos los puntos
externos de los grafismos, de cuya delimitación se obtiene una forma poligonal particular.
El enfoque, de carácter grafométrico, se debe asimismo a LANGENBRUCK (5) , quien trató de establecer determinadas
proporciones internas, poco visibles, que se producen en las firmas. Este aspecto, sin duda muy interesante, junto al
problema de las llamadas «líneas de cierre», lo volvió a considerar F. ENKLAAR (6) como «una técnica que pueda aumentar
nuestra certeza [...]» independientemente de otros estudios gráficos. En la revista Interpol (agosto de 1971), el experto en
escrituras de La Haya S. V. MARGADANT expuso con todo detalle una revisión del método de LANGENBRUCK y de la
ponencia de ENKLAAR, llegando al convencimiento de que su aplicación da resultados certeros en la identificación de
firmas, incluso cuando el autor de ellas deforma deliberadamente los grafismos. Básicamente, el método sigue las líneas
del citado Langenbruck y las enlaza con las demostraciones que Werner WOLFF (7) había comprobado, relativas a la
posesión inconsciente de ciertas medidas que todo escritor tiene «en los dedos».
El método de las líneas de cierre para la comparación grafométrica consiste, en esencia, en el trazado de líneas
equivalentes uniendo ciertos puntos de la estructura gráfica, a través de los cuales se verifican una serie de
correspondencias que, en palabras de MARGADANT, obedecen a «la memoria cinestésica (inconsciente) del escritor».
Perfeccionando el planteamiento original de LANGENBRUCK, inserta otro conjunto de líneas en puntos centrales, mediante
los cuales va desentrañando las correspondencias entre dos escritos (el caso que propone está basado en dos firmas de
apariencia absolutamente distinta, tanto de forma como de articulación).
Después de considerar esta otra propuesta de LANGENBRUCK, procede preguntarse por qué la Grafometría que describió
Locard tuvo tan amplia difusión, y este otro enfoque ha quedado tan olvidado como lo fue en su momento el segundo
artículo de Langenbruck.
Se debe incluir también a Paul BROSSON (8) como otro de los expertos que en su momento se ocupó de esta faceta
grafométrica, con el ánimo, manifestado en la introducción del citado artículo, de «suscitar las discusiones de buen grado,
e incluso voluntariamente, ya que en último término no pueden sino servir a la causa de la ciencia».
Desde un punto de vista esencialmente práctico, hay ocasiones en las que se comprueba que delimitar los autógrafos
proporciona algunas orientaciones sobre el comportamiento de dicha memoria cinestésica y que, por tanto, ayuda como
dato complementario a asentar una certeza. Pero la práctica también revela que no siempre es así, que algunas veces es
poco demostrativa, y aún más, que para ciertos firmantes resulta inaplicable.
MÉTODO ESTADÍSTICO
Aunque si bien se mira, el método grafométrico es en realidad una técnica basada en el análisis estadístico. Parecía
conveniente mantener la denominación debido a la carta de naturaleza que ha adquirido entre los expertos, mediante la
cual se comprenden perfectamente sus acciones y sus objetivos.
Como método estadístico hay que referirse al desarrollado por Alain BUQUET y Philippe MANCHON, cuya exposición
metodológica hicieron a través de cuatro artículos publicados en la revista Interpol (9) . Fundamentan su estudio en la
comprobación cuantitativa de los fenómenos gráficos a través de la proporción de concordancias-discordancias y del
sistema estadístico de análisis de varianza de una vía. Este último, aplicable principalmente a las escrituras semíticas (el
ejemplo tomado como base de estudio corresponde a la lengua árabe), a las firmas o a las rúbricas de carácter informal.
Las razones para la aplicación de un método estadístico a partir de unos datos grafométricos quedan expuestas en el
primero de los artículos:
«Nos proponemos ver qué apoyo puede aportar eventualmente el método estadístico llamado estadística paramétrica.»
El carácter de ensayo buscando su validación está presente a lo largo del detallado desarrollo que en cada caso realizan.
También los fines están claramente expresados en cada una de las investigaciones
«[...] la utilización de un test estadístico en el peritaje de documentos, nos hizo tomar conciencia de que sería
interesante aplicar, en los casos difíciles de peritaje de escrituras, tests estadísticos apropiados que reforzaran las
observaciones visuales, y posteriormente poder formular conclusiones más precisas, más netas o más matizadas.»
La propuesta es clara: reforzar y concluir con más precisión, es decir, se trata de un instrumento complementario. La
misma directriz se refleja en este otro párrafo:
«El método que proponemos no viene a sustituir el trabajo de investigación de las concordancias y discordancias del
perito, ni su juicio para asentar su convicción. Tiende simplemente a completar ese trabajo, dando al perito una
herramienta estadística que le permita fijar con qué probabilidad puede pronunciarse.»
En síntesis, lo que ambos autores nos procuran es el acercamiento a la certeza, o mejor dicho, la reducción al mínimo de
las posibilidades de errar en el diagnóstico de una autoría (estadística paramétrica del error reducido), cuando otras
pruebas no han sido suficientemente eficaces en el afianzamiento de una conclusión.
Como en el caso del método grafométrico, no parecen tenerse en cuenta los posibles fenómenos extrínsecos de la
escritura, de lo que se deduce que los documentos comparados deben de haber presentado características normales de
ejecución, así como analogía en las condiciones materiales.
MÉTODOS BASADOS EN LA GRAFOLOGÍA
Hay que reconocer que es incompleto y poco adecuado incluir en un solo apartado todos los métodos de análisis de la
escritura cuyo origen y sustento están en la Grafología. Y debe admitirse así porque supone agrupar a autores tan diversos
como CRÉPIEUX-JAMIN, KLAGES, PULVER, SAUDEK, HÉGAR o PÉRIOT, cuyas obras son muy distintas pese al punto común
del que parten.
Una primera cuestión a plantear es la posible función de la Grafología dentro del campo pericial, siendo que esta materia
se ocupa del estudio de la personalidad del individuo a través de su escritura espontánea. A causa de la finalidad que tiene
el estudio grafológico, podría parecer fuera de lugar el que de algún modo se incorporara en los exámenes periciales, toda
vez que para dictaminar sobre una autoría gráfica no importa cómo sea el carácter del individuo. Entendidos así los
cometidos de uno y otro examen de la escritura, la conclusión es radical: la identificación de un escrito se obtiene
exclusivamente de los registros físicos que observamos, y el diagnóstico de la personalidad se obtiene de facetas
psicológicas expresadas por medio de los gestos gráficos. Tal es el modo en que muchos autores han entendido la división
entre Grafología y peritaje gráfico. Particularmente radical se muestra OSBORN (10) en un capítulo dedicado a desprestigiar
la Grafología y a los grafólogos, denominándola «pseudociencia» y equiparándola a la Astrología y a la Numerología,
además de tildarla de «habilidad semiocultista». Menos beligerante, aunque mostrando gran escepticismo, HARRISON (11)
entiende que se trata de una ciencia en fase de experimentación que aún no tiene suficientemente contrastados los hechos
que dice interpretar. El mismo LOCARD dice textualmente:
«[...] la Grafología propiamente dicha, o el retrato grafológico, es decir, el análisis grafológico de la grafía, está fuera
del marco destinado a este trabajo puramente criminalístico.»
No es éste el lugar para entrar en debate, por lo extenso del tema sobre lo acertado o equivocado de las afirmaciones de
los autores que exclusivamente se fundamentan en hechos físicos o «característicos» de la escritura. Sin embargo, es
pertinente hacer una precisión inicial, antes de hacer otras más detalladas, en favor de no invalidar totalmente la
Grafología en los trabajos de identificación gráfica: si la escritura es producto de un gesto humano y nadie duda en
reconocer en ella una singularidad tal, hasta el punto de admitir que cada grafía es única, entonces ¿cómo rechazar la
intervención del psiquismo siendo un ingrediente sustancial del acto gráfico? La explicación física del tono muscular, de la
postura, del modelo aprendido, del grado de destreza, etcétera, como variables que introducen infinitas combinaciones, no
es suficiente. Lo demuestra el hecho de que trabajadores con gran fortaleza física hacen escrituras con presión suave, o
individuos de avanzada edad se desenvuelven con una energía envidiable.
Los mismos autores que no conceden valor a los contenidos psíquicos de la escritura son los que admiten que un estado
emocional alterado, o una enfermedad mental severa desvirtúan un trazado gráfico.
Al dar esta semblanza general de cómo se concibe la Grafología en el contexto de la peritación de documentos se
pretende, sobre todo, poner de manifiesto que no es posible hacer deslindes taxativos, sino, al contrario, comprender que
existen numerosos vínculos que se funden inextricablemente como consecuencia del proceso psicofísico que es el acto de
escribir. Precisamente las bases de un gran número de interpretaciones grafológicas vienen dadas por la experiencia de
considerar la escritura como un proceso y no como un resultado. No olvidemos que los más importantes grafólogos no se
dedicaron a la especulación infundada, sino que basaron sus afirmaciones en hechos de naturaleza física, bien que para
darles una interpretación psíquica. Muchos de ellos han quedado como directrices valiosas en el campo de la Grafística, lo
que no siempre es lo bastante conocido. Hay que recordar cómo SOLANGE-PELLAT en el postulado general previo a las
Leyes de la escritura comienza estableciendo la relación fisiológica entre escritura y sistema nervioso, y cómo dichas leyes
tienen unos fundamentos en los cuales es imposible separar lo psíquico y lo físico. Otro tanto hay que afirmar sobre los
estudios de SAUDEK, que con un pragmatismo indudable sostiene que las primeras investigaciones que deben realizarse en
la escritura son las que llevan a considerarla como elemento físico, analizando y explicando su dinamismo; lejos de dar un
enfoque abstracto, se preocupó por conocer la génesis (la dinámica) que da lugar a los gestos gráficos, empleando medios
tan modernos para su época como la cinematografía.
No cabe dejar de citar a otros autores asimismo interesantes, cuyos estudios van en la misma línea, así como de
recomendar la lectura de sus obras clave. KLAGES, PULVER, PÉRIOT, POPHAL o HÉGAR contribuyen de distinto modo a
concebir la escritura como un fenómeno profundo, cuya relación cerebro-psiquismo-fisiología es el eje común sobre el que
todas giran.
UN MÉTODO ECLÉCTICO
Este enunciado es el mejor resumen que puede hacerse a la hora de recomendar un posible método de análisis del
grafismo manuscrito. Y no se trata de hacer un tótum revolutum.
A excepción de los métodos morfológico y caligráfico (¿métodos?), que no aportan nada valioso a la peritación, los
restantes contienen interesantes fundamentos con diferentes líneas de investigación. Es curioso constatar que en casi
todos ellos subyace un criterio común, mediante el que se intenta explicar la escritura como el hecho complejo que es,
debido a la serie de factores dinámicos, fisiológicos, psíquicos y materiales que están interrelacionados de modo
inseparable.
Convencido quien esto escribe de que no hay un método perfecto que haya demostrado su incuestionable utilidad, no
parece que haya que concebir de manera encorsetada la adscripción (muchas veces irracional) a uno concreto propugnado
por una escuela, «bunkerizándose» en él. Al contrario, procede más bien propugnar una labor global: el análisis de la
escritura relacionando los efectos con las causas que la originaron, concediendo a cada elemento la importancia relativa
que posee en su contexto de acuerdo con los criterios técnicos de valoración de cada fenómeno. ¿Qué significa todo esto?
En suma, utilizar el eclecticismo como medio para la comprensión de la génesis gráfica y contrastarla con otra parecida o
disímil.
No parece estar calificado el método que se expone seguidamente. Si hubiera que bautizarlo con un nombre, quizá le
cuadrarían los de grafodinámico, grafocinético, o el más completo de grafogenético. Grafocinético, si se tiene en
consideración que la escritura sólo es posible con movimiento (Der. del gr. , movimiento). Aún mejor,
grafodinámico, porque ya sabemos que los manuscritos son, en esencia, movimiento y presión, esto es, dinamismo
(«energía activa y propulsora» según el DRAE). Pero sin duda el más apropiado por su sentido lato, es el de grafogenético,
porque resume los contenidos de los dos anteriores; la grafogénesis involucra la totalidad de los procesos gestuales. A la
postre, lo que más interesa es el sentido de «acto vivo» que corresponde dar al enfocar el peritaje de manuscritos.
Tanto el término grafocinético como el de génesis gráfica aparecen en la obra de los señores DEL PICCHIA (12) , con el
mismo sentido de análisis integrador en el conocimiento de la formación de los trazos.
Las etapas de indagación
Este momento de la labor pericial es el que corresponde al descubrimiento de todos los hechos, fenómenos, accidentes,
etcétera, sean coincidentes o discrepantes. Ambos se han de establecer y considerar, para que la investigación no sea
parcial ni sesgada hacia un pronunciamiento concreto: la identificación debe surgir del contraste. Si la imparcialidad que
debe caracterizar al perito es particularmente valiosa en algún momento, ése es en el que ahora estamos.
Al tratar de los cotejos en el capítulo siguiente habrá ocasión de ver con mayor profundidad el número y cualidades de
estas etapas, y por ello aquí solamente quedan enunciados.
Relación de los fenómenos gráficos
Comprender los fenómenos de la escritura obliga necesariamente a relacionarlos entre sí, porque muchos de ellos
mantienen una interdependencia o una subordinación más o menos directa. La base principal de este planteamiento no es
otra que la de comprender conjuntos de características y sus interconexiones, dado que un manuscrito se individualiza de
los demás por la concurrencia especial de las cualidades que se reúnen (cuantitativas o cualitativas).
Un hecho tan simple y esencial se olvida a menudo, a pesar de que cualquier experto sabe que un cierto número de
fenómenos distintivos le sirven para identificar un preciso modo de escribir. La valoración aislada de ellos puede en
algunos casos resultar semejante entre dos especímenes y eventualmente ser errónea, tan sólo porque muchos grafismos
pueden participar de semejantes articulaciones globales (inclinación, forma, tamaño, dirección). Sin embargo, ¿en qué se
distinguen?: en la manera en que se encuentran asociados entre sí y las cualidades particulares que surgen de esa
vinculación.
Piénsese en la escritura de modo similar a un cuerpo humano. No hay en éste parte, por mínima que sea, que no tenga
una relación con otras varias y que cualquier alteración no repercuta en otra u otras muchas; y lo importante al respecto
consiste en saber qué partes están directamente relacionadas, cómo unas dependen de otras y hasta dónde llegan sus
efectos. Y piénsese también que los cambios en partes ínfimas (a escala celular) determinan severas transformaciones en
los órganos y, finalmente, en grandes áreas del organismo. Del mismo modo, al observar un conjunto gráfico habrá de
valorarse lo que revela su totalidad, descubrir qué factores están más o menos vinculados, e ir descendiendo de nivel
hasta llegar a las manifestaciones mínimas de los trazos; este decurso es imprescindible para ejercer cabalmente todas las
operaciones que requiere el proceso de comprensión.
El proceso de comprensión
Las investigaciones en la cuales se compara exhaustivamente hasta el último de los detalles gráficos como apartados
distintos, llevan tan sólo al desmenuzamiento, a la simple categorización del hecho físico observado. Son, sin duda alguna,
procesos esenciales que discriminan las unidades mínimas del conjunto, pero en modo alguno explican su última esencia.
Aplicando un criterio cuantitativo, se podría decir que cuanto mayor sea el número de las coincidencias, más nos
acercamos a la identidad entre dos escritos, y viceversa. Rotundamente esto no es cierto, y si no, recordemos los
supuestos de falsificación mediante calcado. ¿Qué sucedería también, cuando existieran igual cantidad de concordancias y
discrepancias?
A veces, unos pocos hechos singulares dan la clave de la identificación frente a numerosas concordancias (caso de las
falsificaciones por imitación libre). Si el número no es significativo, ¿qué es lo que define la individualidad gráfica? Aquí es
donde entramos de lleno en el plano trascendental de entender los fenómenos para poder aplicarles una valoración técnica
correcta: mediante la formación de un cuadro de síntomas extraídos del análisis del fondo y no de la forma, relacionando
todos los fenómenos.
Acerca del proceso de comprensión de la escritura hay que destacar una circunstancia que constantemente se ignora. La
escritura es un fenómeno complejo formado por multitud de elementos que se relacionan mediante sencillas
interrelaciones, y éstas dan lugar a otros fenómenos singulares: el total de los factores es mucho más que la suma de
todos ellos.
Considérese, por ejemplo, cómo la esencia de un país es algo más que el resultado de sumar todas sus ciudades y cómo
éstas no se pueden explicar únicamente por el número de sus habitantes o por su extensión.
CONSIDERACIONES FINALES
Pese a todos los esfuerzos por abarcar al máximo los fenómenos gráficos, para el pronunciamiento cierto sobre una
identificación no hay una fórmula única y siempre válida. El perito se encuentra con que en cada supuesto que se le
consulta ha de reorganizar sus esquemas, acomodar su labor a las condiciones de cada pieza documental y, en suma,
utilizar la ductilidad para aplicar lo más pertinente en cada coyuntura, observando tan sólo las reglas imprescindibles:
operar con lógica, de forma sistemática y ordenadamente.
Aunque pudiera parecer lo contrario, son tantas las variables en la investigación documentoscópica que jamás hay dos
casos idénticos. Y a ello tiene que amoldarse constantemente, aun cuando el armazón metodológico sea siempre uno.
Como fácilmente se deduce, y admitido el hecho de que las escrituras son siempre distintas, no puede haber un proceso
analítico rígido, cerrado, unívoco. La actitud del perito en cada caso debe estar supeditada a encontrar siempre algo nuevo
y, paradójicamente, esperar lo inesperado.
Respecto de lo dicho en el presente capítulo, cada uno de los modos o procedimientos formulados no están pensados como
algo exhaustivo ni para excluir cualesquiera otras aportaciones pertinentes que no sean las meramente superficiales.
Aquéllos son, más que una obligación, una orientación; más que un dogma, una sugerencia.
¿QUÉ MÉTODO HA SEGUIDO EN SU INVESTIGACIÓN?
Ésta u otra similar es la pregunta que formulan algunos abogados en las vistas orales cuando vienen asesorados por otros
peritos, tratando de enervar el dictamen de contrario cuya conclusión les perjudica. Son los famosos (y desafortunados)
recursos de los «contraperitajes».
En la creencia de que el método que se propone desarbolar es «peor» que otro (éste sí, excelente) sobre el que les han
instruido, lleva a unos interrogatorios tan baldíos como confusos.
Las cuestiones sobre metodologías solamente son eficaces cuando concurren al mismo acto los respectivos expertos para
exponer los fundamentos de la técnica y esclarecer su alcance. Si no es así, jueces y abogados quedan en ayunas, cuando
no desconcertados, ante la exposición de las informaciones (seguro que muy abundantes y muy técnicas) aportadas por
las diferentes partes.
La estrategia de deslucir el trabajo contrario por esta vía de interrogatorio unilateral debería abandonarse.
Distinto es interrogar sobre la cantidad de aspectos investigados, sobre si los medios técnicos empleados son idóneos o no,
de la falta de claridad en las demostraciones, de las carencias en los análisis y otras cuestiones semejantes que sí son de
provecho para el esclarecimiento.
Asimismo, puede admitirse como pertinente el análisis que un experto puede hacer sobre el dictamen de otro, a condición
de que su labor sea la de aportar luz con argumentos ecuánimes sobre si los procesos que el perito sometido a cuestión
son suficientes, los métodos tienen sólido fundamento u otros aspectos semejantes.
El informe de cualquier experto tiene la virtualidad de «hablar»; ahí es donde se encuentran todas las claves del desarrollo
del trabajo aunque la metodología no se haya manifestado explícitamente. Y por esa vía es por donde puede objetarse la
bondad o no del trabajo realizado.
(1) El subrayado es del propio autor, en un manuscrito inédito propiedad de Alain BUQUET, que aparece ilustrando la portada de la obra de éste: L'Expertise des
écritures manuscrites, París, Masson, 1991.
Ver Texto
(3) LOCARD, Edmond: Manual de técnica policíaca, Barcelona-Buenos Aires, José Montesó, 1963.
Ver Texto
(4) Para iniciarse en estos problemas de un modo sencillo, e incluso divertido, puede consultarse la obra de D. HUFF: How to lie with statistics, Nueva York, W. W.
Norton, 1981.
Ver Texto
(5) Además del primer artículo publicado en 1913, introduciendo la utilización de la Grafometría, este autor publicó en el mismo año otro complementario de sus
experimentos dando explicaciones sobre la forma en que debía aplicarse su método. Este segundo artículo pasó (lamentablemente) inadvertido, a causa del
violento ataque que hicieron SCHNEIKERT y MEYER de la primera publicación; como suele suceder en los casos en que nadie se detiene a verificar
profundamente la proposición de una teoría, todos sus contemporáneos negaron radicalmente el valor del método y durante cincuenta años estuvo en el
olvido. Pero lo cierto es que ni SCHNEIKERT ni MEYER explicaron sus deficiencias, particularmente porque basaron su crítica en la primera publicación sin leer
la segunda. Incluso el mismo LOCARD, en su libro L'expertise des documents écrits, cita detalladamente el primer artículo y omite la existencia del segundo.
Ver Texto
(6) F. ENKLAAR era Inspector Jefe de Policía de La Haya. Sobre el interés del método de Langenbruck y de los experimentos que realizó con la metodología de
éste, presentó un informe en la 3.ª Conferencia Internacional sobre Peritaje de Documentos, organizada en Toronto por la International Association of Forensic
Sciences, en 1969.
Ver Texto
(8) BROSSON, Paul: «La firma y su proyección geométrica. Nuevo procedimiento de peritaje», Revista Interpol, n.º 125, 1966.
Ver Texto
(9) Revista Internacional de Policía Criminal, mayo de 1984, noviembre de 1985, septiembre de 1988, septiembre de 1989. En los tres primeros exponen, bajo el
común epígrafe de El peritaje de escrituras, los resultados de sus investigaciones sobre manuscritos, y en el cuarto aplican la metodología al examen de
documentos mecanografiados.
Ver Texto
(10) OSBORN, Albert. S.: Questioned Documents, Albany, 1929. En el capítulo denominado «Graphology and the identification of handwriting» expone toda clase
de razones por las cuales la Grafología no le merece crédito. Curiosamente en otras partes del libro admite que la escritura posee cualidades únicas, singulares
en cada escritor, que dependen no sólo del tono muscular, sino también de su esquema mental: «These invisible muscular habits, as well as the mental
patterns, differ in a marked manner in different individuals...».
Ver Texto
(12) PICCHIA, José DEL y Celso DEL PICCHIA: Tratado de Documentoscopia. La falsedad documental, Buenos Aires, Ed. La Rocca, 1993.
Ver Texto
Las falsificaciones de manuscritos
CONCEPTO DE PARTIDA
Conviene recordar lo que ya se expuso en el Capítulo 3 sobre los términos falsedad y falsificación, poniendo énfasis en la
etimología de falsum (engaño) para clarificar algunas denominaciones no muy afortunadas que se utilizan constantemente
en el peritaje de firmas.
DISTINCIÓN DE LAS FALSIFICACIONES
A efectos prácticos se hace necesario realizar un deslinde de las falsificaciones de manuscritos: firmas y textos de diferente
extensión. Si ambos tipos tienen su origen en la acción manual, ¿por qué separarlos en esas dos categorías? Porque se
trata de dos operaciones psicológicamente distintas que pueden parecer, en muchos casos, y a priori, no tener casi nada
que ver entre sí.
Por una parte, la escritura es un conjunto de palabras que expresan contenidos; por otro, la firma, contiene la afirmación,
la aceptación por parte de quien la hace, de un compromiso que queda resumido por ese exiguo manuscrito. Firmar (lat.
firmare, afirmar) supone reconocer, autorizar, aceptar, suscribir, legalizar, refrendar, acordar, y cualquier otro significado
análogo mediante el que la persona se vincula de un modo explícito, distinto del que puede hacer a través un texto en el
que sólo exprese un enunciado.
El análisis y cotejo de las firmas sólo es factible entre elementos homólogos. Esta orientación analítica es de especial
importancia en países como España donde con frecuencia el autógrafo no guarda una correlación con su correspondiente
texto. Es muy corriente ver cómo muchos españoles poseen una firma que difiere del texto en la mayoría de sus
cualidades; algo así como si las grafías pertenecieran a dos personas distintas al observarse en un primer momento. En el
análisis más detenido, indudablemente se descubrirán factores de filiación entre ambas demostrativos del mismo origen.
Este distingo es especialmente importante cuando se hayan de cotejar especímenes diferentes (por ejemplo, texto
dubitado y firma auténtica). Se insistirá en este aspecto al hablar de los cotejos y los informes periciales.
CLASIFICACIÓN DE LOS TIPOS
Los métodos a los que se recurre para falsificar pueden clasificarse en nueve tipos:
Respecto de la primera, se considera ya estudiada en el referido capítulo. En lo concerniente al octavo tipo, una parte se
verá ahora y la que corresponde a las falsificaciones con medios de impresión tendrá tratamiento al examinar éstos.
ADVERTENCIA FUNDAMENTAL
En el estudio de las falsificaciones, sean éstas de cualquiera de los tipos enunciados, hay que tener en cuenta un dato
fundamental: la destreza del imitador para reproducir grafías ajenas o, en el caso de la deformación deliberada, la
capacidad para realizar múltiples cambios a un tiempo.
El énfasis puesto en el hecho de reproducir grafías ajenas es de suma importancia. Ya se dijo en ocasión anterior que el
grado de destreza de una persona para escribir conforme a su costumbre no tiene por qué, necesariamente, facultarle para
la copia; copiar con pericia comporta poseer un conjunto de aptitudes que no siempre tiene el escribiente hábil.
En lo que respecta a la descripción de las características distintivas de los diversos tipos de falsificación, la relación no es
exhaustiva. Si bien tales características son las más notables y definitorias, los cuadros sintomáticos han de quedar
abiertos, a expensas de encontrar en el proceso de cotejo mayor o menor número de fenómenos reveladores, según sea la
pericia del falsificador. Falsificaciones hay que cumplen con algunos de los requisitos que se darán, pero será necesario
añadir otros que se irán descubriendo en el análisis.
FALSIFICACIÓN, IMITACIÓN, COPIA
Falsificar es el acto de desvirtuar una realidad (en nuestro caso un manuscrito) haciendo pasar por auténtico otro no
realizado por la persona a quien se atribuye.
En principio pudiera parecer que falsificar es siempre sinónimo de imitar o copiar un modelo. No es siempre así. Existen
circunstancias en las cuales un documento se falsifica (con el que se engaña) sin imitar la firma de alguien.
Al concepto «imitación» (lat. imitāri) le es inherente la intención de «esforzarse por hacer algo lo mismo que otro o según
el estilo de otro» tal como lo recoge el DRAE en su tercera acepción. Por tanto, la semejanza con el modo en que firma o
escribe un texto una persona, realizados por mano ajena, lleva implícita la intencionalidad de simular la autoría de aquélla.
Para poder calificar de imitación un determinado manuscrito, no basta con que haya algunas semejanzas formales y que se
den ciertas coincidencias de naturaleza contingente; ha de cumplirse que el grado de parecido induzca a la confusión del
observador de modo que pueda creer que se trata del autor legítimo. La copia tiene el mismo sentido que imitación, es
decir, reproducir exactamente algo para que parezca genuino.
FALSIFICACIONES SIN IMITACIÓN NI COPIA
Así dicho parece un contrasentido, pero a veces en el engaño no se persigue la imitación escrupulosa, ni siquiera
aproximada, del modo de firmar o de escribir de tercera persona (Figura 469).
Ciertamente, siempre existe la intención de atribuirlos a alguien supuesto o imaginario. Lo que no siempre se cumple es
que esa atribución se haga con el intento de que coincida con los usos de una persona determinada. Y tiene su razón de
ser en alguna de las siguientes circunstancias:
En la práctica, todo este planteamiento suscita controversias de naturaleza legal, que poco interesan al perito para su
labor. Lo que sí interesa al experto, desde un punto de vista estrictamente técnico, es si determinada grafía corresponde o
no a una persona concreta a quien se supone debiera pertenecer.
Casi siempre existe una razón para todo. En la primera de las circunstancias expuestas, la falsificación se suele hacer
firmando algún documento en nombre de un tercero.
Figura 469.La firma inferior, en la que puede leerse «Izquierdo», se estampa con el apellido de la persona a la que se
involucra (arriba), pero sin copiar el más mínimo rasgo de aquélla. Teniendo como única referencia el conocimiento del
nombre y apellidos, se construye un autógrafo sin semejanza alguna
La particularidad radica en que la persona que lo hace puede no conocer a dicho tercero, del que sólo sabe su nombre, y lo
plasma de dos posibles maneras: con la escritura propia (la del falsario), o mediante un rasgueo más o menos legible. En
el primer supuesto refleja sin temor su escritura porque está seguro de que una vez descubierto el fraude nadie lo va a
poder relacionar con el sujeto acriminado y él no va a ser descubierto. En la segunda circunstancia, se toma la seguridad
de enmascarar su modo habitual de escribir como prevención para no ser reconocido. Al final, el resultado concreto es que
se ha producido un falseamiento eficaz para los fines propuestos, aunque sin acercarse siquiera a la similitud gráfica del
pretendido firmante.
La necesidad de contar con un documento creíble con el que cometer fraude, lleva a veces a crear una persona ficticia que
supuestamente lo rubricó. Un ejemplo de esto, nada insólito, consiste en firmar el acepto de una letra de cambio haciendo
aparecer un hipotético aceptante de la obligación.
En realidad, se trata de una firma de trámite, es decir, cumple la función de «ocupar un hueco» con la finalidad de que el
documento quede completo, que no carezca de un requisito tan importante, y le dé la necesaria verosimilitud para la
comisión del fraude, pero sin que entre la firma genuina y la imitada existan siquiera parecidos (Figura 469).
En la práctica cotidiana se encuentran casos en los que quienes falsifican sí conocen el modo de firmar o de escribir del
sujeto perjudicado, y sin embargo, en el documento que se le va a atribuir no se esfuerzan en imitarlo. Suele darse entre
personas más o menos próximas del círculo familiar ante las cuales negarán, si llega el caso, el haber sido ellos los autores
del engaño. A la vez cumple otro fin, cual es el de exculpar a la persona comprometida, porque obviamente la grafía
presenta diferencias ostensibles.
Figura 470.Al recurrir a los archivos de firmas del Ministerio del Interior se supo que la señora que supuestamente había
intervenido en un contrato de compraventa (imagen superior) no sabía firmar (ficha de su DNI, debajo)
Hasta tal punto algunas firmas son el producto de la suposición, que el falsificador no sigue un modelo o se despreocupa
por imitarlo; en el caso que se ilustra en la Figura 470, aconteció que la señora que supuestamente había suscrito un
contrato de compraventa no sabía firmar. Caso como éste, sin duda insólito, ilustra el extremo hasta el que llegan algunas
personas en sus manipulaciones. Y sirve, sin duda, para prevenir al perito cuando se encuentra ante una firma
extremadamente dispar respecto de otra indubitada, abriéndole la puerta ante una posible disyuntiva: o no existe ánimo
de imitación o se halla ante una deformación deliberada del modo habitual de manuscribir.
La torpeza del falsario de este último caso es llamativa, pero es que no son muchas personas las que saben que ante un
presunto caso de falsedad hay expertos que son capaces de descubrirla.
Características distintivas
No parece que deba caerse en la idea simplista de que apenas representa dificultad alguna reconocer que en estos casos
no existe ningún factor de semejanza, visto el asunto superficialmente.
La labor del perito no sólo se circunscribe a confirmar la impresión primitiva de discrepancia absoluta respecto a la grafía
auténtica, sino a cumplir todas las comprobaciones de rigor.
Lo primero que se apreciará es que la desemejanza formal es máxima o al menos muy numerosa. Pero como ya sabemos
que a través de las formas aparentes no se puede concluir una autoría en ningún sentido, habrá que atender, además, a
las disparidades en los siguientes puntos:
• Propiedades del conjunto. Divergencias en el predominio de elementos constitutivos curvilíneos o angulosos, cómo se
combinan éstos y dónde se localizan.
• Organización de los elementos. Aun no pudiéndose cotejar formas análogas, el modo de combinar las estructuras será
suficientemente expresivo del distinto sentido al concebir los grafismos y cómo ocupar el espacio disponible con ellos.
Como complemento, el espaciado entre elementos o el grado de concentración acrecentarán las diferencias entre
manuscritos.
• Velocidad. Sin duda, el movimiento y, como consecuencia, la tensión de los trazos, será uno de los factores más
reveladores de la presencia de diferencias o contradicciones.
• Presión. Incluso no existiendo formas homólogas para comparar, casi siempre aparecerán movimientos equivalentes con
los que confirmar que la pulsación de los dedos es distinta.
• Características de la continuidad. Es posible que la frecuencia en los levantamientos del útil tenga cierta correspondencia,
pero será difícil que especímenes dubitados e indubitados concuerden con exactitud.
• Propiedades del ritmo. Continuidad, dimensiones globales, proporciones, organización, presión y velocidad constituirán
un cuadro sintomático notablemente dispar y aun antagónico, esto es, probatorio de orígenes grafogenéticos distintos.
Quizá en dos firmas haya cierto número de aspectos concordantes (algunas formas convencionales, inclinación, dirección u
otros), pero será difícil que concuerden aquellos otros más particulares como los enumerados, reunidos en modo y cuantía
idénticos; y mucho menos probables los que conciernen a gestos idiosincrásicos.
Comoquiera que en alguno de estos casos el falsario, no se esfuerza en controlar su gesto gráfico, ni en forzarlo para
simular otro ajeno deja, o la totalidad de su escritura natural, o buen número de características propias. A partir de estas
constataciones pudiera suceder que se precisara pasar, no ya al establecimiento de la autenticidad, sino a la determinación
de la autoría.
Figura 471.La apariencia entre la firma genuina (arriba) y la imitada de memoria (debajo) es sin duda notable a simple
vista. Pero el seguimiento de los sucesivos factores escriturales revela de inmediato numerosas diferencias y
contradicciones. En este caso, el olvido del acento es uno de los síntomas del fallo en el recuerdo, que en una imitación
libre, con el modelo a la vista, seguramente no hubiese ocurrido
FALSIFICACIÓN MEMORÍSTICA
Es posible encontrar en este tipo de falsificación resultados de muy dispar apariencia, y en otros casos con apariencia muy
aceptable, por verosímiles, cuya consecución depende no sólo de la pericia del imitador y su retentiva, sino también del
grado de proximidad y reiteración en el contacto que haya tenido con la persona involucrada: cercanía familiar, laboral,
etcétera, y, por tanto, del conocimiento que tenga de la composición del autógrafo auténtico.
Características distintivas
Se ha de considerar el hecho de que no teniendo a la vista el modelo genuino y que, por tanto, la ejecución tiene que
realizarse con cierta libertad de movimientos, tendrá por lo general un aspecto natural aunque, como ahora veremos, con
ciertas contradicciones (Figura 471).
• Semejanza de conjunto. Grosso modo, es de esperar que el conjunto mantenga semejanza con las firmas indubitadas.
• Incoherencias de aspectos particulares. Puesto que la reproducción se confía a la memoria, llamará la atención la
desigualdad formal de algunos diseños concretos: grafismos, enlaces, rúbricas.
• Desigual espaciamiento y concentración. Será difícil que ambos factores mantengan concordancia con el modelo, máxime
si en la ejecución se ha optado por un movimiento libre.
• Continuidad. Replicar las características de los enlazamientos e interrupciones será tanto más crítico cuanto mayor sea el
grado de enlace del manuscrito original y mayor sea el número de elementos. Se impone revisar con detenimiento los
agrupamientos de los grafismos para determinar si existen o no reenganches.
• Velocidad. Una de las claves importantes para dilucidar la autoría reside en este factor escritural. Tratándose de
contrastar especímenes con formas semejantes, la calidad de los trazados demostrarán múltiples diferencias gestuales en
los diversos recorridos.
• Omisión o inclusión de elementos. No es raro que la imagen mental que conserva el falsario de la firma original le
traicione, y omita partes del contenido original, o bien incluya alguna otra de su propia escritura.
• Nivel de destreza. Uno de los aspectos clave en el establecimiento del tipo de imitación puede obtenerse a través del
desigual nivel de destreza de la mano, particularmente en los casos en los que el escribiente legítimo posee un bajo nivel y
el plagiario lo supera. En tal caso, es frecuente hallar incongruencias llamativas.
Hasta cierto punto, las falsificaciones de memoria pueden confundirse en un primer momento con las ejecutadas a mano
lanzada (dado que comparten con ellas la desenvoltura en los movimientos), o con las que deliberadamente se deforman
para luego negarlas.
En las imitaciones memorísticas son sobre todo las incongruencias, omisiones o añadiduras de elementos, así como los
ostensibles cambios en determinados grafismos especiales, los que denotan el no haber tenido un modelo que seguir
visualmente.
IMITACIÓN ESTRICTA (SERVIL) (1)
El enunciado expresa con claridad el método que se sigue en este caso: tomando como modelo una firma o escritura
auténticas, se realiza una reproducción en la que se copian minuciosamente todos los detalles. En otras palabras, una
réplica exacta.
El falsificador poco hábil recurre a este tipo de plagio, al ser incapaz de asimilar, siquiera mínimamente, el modelo que
tiene ante él. Quienes poseen más dotes para estos menesteres recurren con preferencia a la imitación libre. Una imitación
estricta puede confundirse fácilmente con otra de tipo libre, si la copia se está realizando a partir de un modelo de
escritura elemental o de un conjunto gráfico que tiene deficiencias motrices. La factura no podrá entonces ser desenvuelta
y deberá ajustarse por necesidad a tales defectos.
Es también previsible que favorezca la confusión con un calcado. En ambos métodos, la necesaria coerción del movimiento
obliga a ajustarse a unos recorridos precisos que provocan varios de los síntomas comunes a la falta de fluidez gestual:
paradas en seco, cambios rápidos en la presión, temblores, desviaciones de los trazos, reenganches, etcétera. Ante
conjuntos de síntomas de esta naturaleza se impone una valoración detenida para identificar uno u otro tipo, si es que
interesa definir el tipo de falseamiento.
Figura 472.La notable semejanza de las formas y del número de elementos entre las dos firmas contrasta con la falta de
tensión en los trazos, la monotonía en la pulsación, en esta imitación estricta. Arriba, la firma auténtica; debajo, la
cuestionada
Características distintivas
Las características distintivas esenciales son:
• Semejanza formal. Inmediatamente se ha de deducir que en tales falsificaciones son imprescindibles las extremas
semejanzas de conjunto respecto a las escrituras originales (Figura 472).
• Trazos defectuosos. Teniendo en cuenta que la mano tiene que seguir un recorrido (unas formas) ajenas al imitador, éste
se obliga a inhibir sus gestos espontáneos para atenerse al modelo que observa. Tal circunstancia determina que los trazos
posean una calidad que casi con seguridad se verá perjudicada por la contradicción entre sus conclusiones y el mandato de
la voluntad consciente para modificarlas. Aparecen entonces diversas alteraciones específicas, que en su conjunto tienen la
calificación de deficiencias: torsiones, desviaciones, empastamientos, elementos sobrescritos, retoques, temblores,
«abolladuras», detenimientos anómalos y otros semejantes.
• Diferencias de velocidad. La variación en la velocidad no es un fenómeno anómalo en sí mismo, puesto que algunas
personas poseen esta característica en su escritura natural. Sin embargo, en las imitaciones estrictas es un indicio
reforzante de falseamiento junto con los otros indicados. Sucede, porque la realización de determinados grafismos pueden
resultar más familiares o más próximas a las que posee el imitador; en consecuencia, soltará más la mano en ellas y se
refrenará en las que más difieren. Precisamente esto último hay que tenerlo en mente cuando se coteja un escrito
sospechoso con una muestra de escritura de un presunto falsario, si de lo que se trata es de determinar la identidad del
autor. Con todo, la velocidad se presentará en general más bien atenuada, cuando no premiosa.
• Diferencias de presión. Una cualidad como la presión, tan expresiva de la personalidad del escritor, suele ser el mayor de
los fracasos en la imitación. En las falsificaciones estrictas la presión resulta monótona, sin los matices propios del original,
máxime si éste tiene cierto nivel de destreza o de riqueza gestual. Presiones totalmente dispares son, sin duda,
reveladoras de puños distintos. Un fenómeno por demás típico es la pesadez global del conjunto falso que, en buena
lógica, se relaciona estrechamente con la ausencia de dinamismo al gesticular: la atención prestada al seguimiento del
trazado, distrae de la apreciación de esta propiedad gráfica sustancial.
• Disparidades en la cohesión. El fraccionamiento de las palabras, de las sílabas y aun de las letras, en unidades singulares
o «momentos gráficos» son normales en toda escritura. Adquiere su carácter de anómala, cuando la cohesión es contraria
o distinta a la original, o se produce en momentos insólitos o de modo forzado. La dificultad en el trazado de algunas
formas y la fatiga de mantener la andadura gráfica de modo no natural, obliga a practicar paradas diferentes a las que
pueden hallarse en el escrito-modelo. Aquí se han de evaluar cuáles son las tendencias peculiares del original, puesto que
el modo de fraccionar o agrupar la escritura reviste cualidades por lo regular muy estables incluso en el caso de algunas
grafías elementales.
• Gestos de indecisión. La pérdida momentánea de la orientación, unida a la tensión por conseguir la afinidad, suele causar
movimientos de indecisión y corrección simultáneos. Por ello, inexplicablemente aparece un trazo que divaga en un trecho
(cambia la orientación o la dirección), se tuerce o tiembla, y de nuevo reanuda la marcha con mayor dinamismo y mejor
factura. Pequeñas extensiones revelan una ejecución contradictoria coexistiendo con otros niveles no equivalentes.
• Temblores. Es una de las consecuencias de la indecisión y de la lentitud. Se trata, en palabras de Solange Pellat, una de
las huellas del esfuerzo requerido para modificar voluntariamente los gestos habituales. Dentro de un contexto en el que
conviven con movimientos sueltos y de alto nivel, el temblor revela la duda al conducirse, el cansancio de la atención, el
temor a equivocarse.
• Reenganches. Algunas desorientaciones o dudas se suplen mediante el fraccionamiento y la yuxtaposición de elementos
simples (letras, sílabas). De esa manera se consigue una mayor calidad de trazado, una apariencia de soltura que no
induzca a la sospecha. El disfrazamiento de los múltiples cortes en la continuidad se consigue reenganchando los trazos, de
modo que no sean evidentes. Dada la peculiaridad del fenómeno, hay que descubrirlos y evaluarlos: el reenganche de
trazos puede, precisamente, constituir un hecho distintivo del manuscrito original; sólo se apreciará como hecho anómalo
si se encuentran fuera de su localización típica o posee cualidades especiales distintas entre las dos grafías que se
comparan.
• Retoques. Determinadas personas prefieren ejecutar la imitación «de un tirón» para soslayar fallos que sean ostensibles.
El retoque se les presenta como alternativa para reconstruir las deficiencias producidas durante la labor. Comúnmente
tienden a evitarse por lo llamativo de su presencia, y en todo caso se suelen practicar en zonas de inicio o finales, es decir,
en localizaciones que por lo general no despiertan tanto recelo.
Del número y de las cualidades que se pueden encontrar en este tipo de falseamientos se deduce cierta facilidad en
descubrirlos. Y tanto más sencillo será cuando, además de percibirse una apariencia muy similar entre la escritura original
y la dubitada, suceda que, al mismo tiempo, se den el mayor número de estos síntomas anómalos (Figura 473).
Figura 473.Semejanzas muy visibles en las formas y la organización de los conjuntos, coexisten con las deficiencias en los
trazos (por lentitud), en el fraccionamiento de las dos primeras letras, y en la monotonía de la presión de la firma
cuestionada (inferior)
FALSIFICACIÓN MEDIANTE CALCADO
En contra de lo que pudiera esperarse, este tipo de falsedad no es nada común, frente a la mayor frecuencia de las
imitaciones estrictas o libres.
El calcado de escrituras o de firmas cabe dividirse en tres grupos:
1) calcado minucioso,
2) calcado con movimientos libres, y
3) réplicas compuestas con varios elementos.
Estas tres categorías se ajustan de los diversos resultados que de ellas se obtienen, además de las características
particulares que cada una ofrece al ser investigadas.
Figura 474.Comprobación del calcado superponiendo la firma auténtica (1) con las dubitadas (2 y 3) mediante
transparencia en negativo
Calcado minucioso
Características distintivas
En cualquiera de los dos métodos antedichos, un calcado es una operación que comporta ciertas contrariedades y
servidumbres ineludibles. Siendo así, en ambas operaciones aparecerán las siguientes propiedades comunes:
• Identidades formales absolutas. Aún más que en el caso de las imitaciones estrictas, en estas otras todo el conjunto
revela ajustes perfectos del espécimen dubitado con el auténtico al colocarlos sobre el negatoscopio o en la superposición
fotográfica (Figura 474).
• Articulaciones exactas. Dimensiones, inclinación, dirección, modos de enlace, línea de pauta, orden escritural,
proporciones y cualquier diseño peculiar, son concordantes con exactitud.
• Trazados monótonos. Las gradaciones en la presión están reducidas al mínimo, o son inexistentes o resultan
contradictorias. La presión gráfica no es tan sencilla de imitar cuando se calca, incluso si es un fenómeno que se ha
percibido en el original (obsérvense las propiedades de la presión en las dos dubitadas de la Figura 474).
• Cohesión. Especialmente en los calcados simples, las interrupciones en la continuidad son frecuentes y se recurre a la
solución del reenganche.
• Velocidad. A lo largo del curso gráfico el falsificador ha de estar atento para no desviar los trazos, hecho que fatalmente
retarda la andadura y le da un aspecto algo inerte, sin vivacidad.
• Ataques y remates. Son dos puntos críticos difíciles de solventar mediante el calcado. Si en el momento de inicio el punto
de apoyo revela discordancias (con aspecto vacilante o de apriete rotundo), en los finales también las discrepancias serán
el producto de la falta de soltura para solucionar las estructuras.
• Retoques. Ocasionalmente pueden darse, si la labor no ha quedado con la debida precisión.
Algunas de las anomalías expuestas coinciden con las detalladas para los casos de imitación estricta. Las diferencias entre
aquéllas y éstas corresponden al modo específico en que se aúnan los signos de adulteración.
La concordancia casi milimétrica de los perfiles de una firma o texto dubitado con otros ejemplares auténticos en el
examen por transparencia, se comprueba con facilidad colocando sobre un negatoscopio ambos conjuntos. Es un axioma
con verdadero fundamento, la afirmación de que cuando se comparan así dos firmas y se superponen casi a la perfección,
la dubitada es falsa y el sistema elegido es el calcado. El convencimiento se ve reforzado si, además, ocurre lo mismo con
varias dubitadas, como en el caso; las dubitadas números 2 y 3, son, como puede verse, plenamente coincidentes con la
indubitada 1, y asimismo entre las mismas calcadas. En tal eventualidad no hay duda: un mismo patrón ha servido de
plantilla para sucesivas adulteraciones.
No es en absoluto baldío tomar la costumbre de examinar sobre el negatoscopio los escritos de apariencia muy similar,
como paso previo a ulteriores exámenes periciales; la verificación apenas si lleva tiempo y suele rendir frutos
sorprendentes.
En algún examen por transparencia se manifiestan identidades perfectas a tramos, aunque el conjunto presente cierto
grado de desajuste; algo así como una imagen borrosa en partes concretas. Tratando de hacer coincidir cada una de esas
partes sucede que, a retazos, la superposición es idéntica. El fenómeno puede deberse a que el calco se ha practicado en
distintas fases y no se ha conseguido colocar con exactitud cada parte ya ejecutada antes de proseguir con la siguiente.
Si un conjunto de hechos se presentan como típicos de esta clase de adulteraciones y la transparencia no revela esa
identidad que se ha dicho, no puede concluirse con certeza que no se trate de una grafía calcada. Sencillamente ocurriría
que no se ha cotejado la falsificación con el modelo concreto que se copió. No hay que olvidar que las escrituras auténticas
nunca son exactas, y que aquella que se pudo tomar como plantilla pudo ser otra muestra genuina distinta de la que
tenemos en nuestra mano. Raro será que aunque eso haya sucedido, los demás síntomas no permitan aseverar
firmemente que estamos ante un calco.
Como en otras circunstancias en las que el número de muestras indubitadas resulta esencial para realizar un trabajo
adecuado, la obtención de un mayor aporte documental es de gran importancia en el caso de los calcados. Si no siempre
es posible encontrar la pieza donde se encuentra la firma que sirvió de guía, la solicitud del perito de ampliar la búsqueda
de documentación puede fructificar en alguna ocasión; y aún más posibilidades habrá de que la busca sea productiva si,
una vez examinada la firma dudosa, puede encuadrarse dentro de un cierto período (en ocasiones la firma tomada como
modelo no es coetánea de la fecha del documento, sino de otro período distinto).
Calco directo
La denominación obedece a que la copia se obtiene poniendo la escritura que se va a copiar debajo del soporte sobre el
que se escribe.
El falsificador recurre al efecto de trasluz para visualizar la imagen que «dibuja». No suele darse la casualidad de que
cuente con un aparato tan específico como un negatoscopio, y hará traslúcido el documento con la luz del día sobre una
ventana, o bien iluminando una mesa de cristal desde abajo. En ambos supuestos es seguro que dos circunstancias afecten
a la calidad del escrito: una mala postura en la que el apoyo manual y el pulso son inseguros causantes del temblor o las
desviaciones; una superficie dura (generalmente cristal) que neutraliza en gran parte los matices de presión haciendo la
escritura «plana». La falsificación hecha de esta manera adolece de los defectos comentados con anterioridad. Hay que
destacar como nueva circunstancia que al copiar directamente sobre un original éste queda surcado cuando el útil
empleado es un bolígrafo o similar. Y suele hacerse con bolígrafo debido a que lo pastoso de su tinta no traspasa el papel
y, por lo tanto, no mancha el documento que se copia, lo que no se tendría garantizado al hacerlo con útil de tinta fluida.
Si se da el caso favorable de contar con el original sobre el que se ha operado, subsistirá una doble imagen latente
perceptible con iluminación rasante, producto del surco abierto por la presión.
El calco con varios materiales
Otra modalidad alternativa, en la que el proceso es más elaborado que el anterior, requiere varios pasos y el empleo de
diversos materiales para obtenerla.
Uno de los posibles modos consiste en «repasar» un original con bolígrafo o lápiz, intercalando una hoja de papel carbón
para obtener la primera imagen imitada. A partir de esa impronta inicial, se recubre toda ella con otro útil de punta más
gruesa (bolígrafo, rotulador o estilográfica). Por lógica, el original que sirve de plantilla queda inservible. Al tratarse el
papel carbón de una sustancia algo grasa, o cuando menos de pigmento resbaladizo, las tintas que la cubren acusan un
cierto efecto de repulsión, fenómeno que hay que indagar bajo el microscopio; con suficientes aumentos podrán percibirse
unas líneas ajenas al propio útil, de distinto tono, a lo largo de todo el recorrido de las líneas. Y si la labor no ha sido muy
perfecta, habrá zonas en las que no han sido cubiertas y podrá determinarse si corresponden a papel carbón u otro medio
de transferencia.
El calco cubriendo el dorso del documento original con lápiz, crea una capa de grafito que hace las veces de papel carbón.
Repasando luego la escritura original se obtiene una imagen tenue sobre la que se trabaja de la manera dicha. Sólo resta
borrar el lápiz del dorso original, lo que deja pocos vestigios si el repaso para obtener la copia se ha hecho también con
lapicero. No obstante, algo de surco quedará en ese original, así como restos del grafito en ambas caras que se puede
descubrir bajo el microscopio.
Normalmente, en una acción como la expuesta la acción de borrado no acaba de eliminar los residuos untuosos del grafito,
y además quedan vestigios de la goma de borrar, a menos que la abrasión haya sido tan insistente, que en su lugar se
produzcan alteraciones en las fibras del papel.
La posibilidad de fotocopiar una firma, imprimir un texto y luego repasar con un útil de pigmento más cubriente que
enmascare el fotocopiado, es un calco que se resuelve con facilidad mediante fotografía infrarroja. En la sospecha de este
tipo de adulteración, la observación bajo microscopio y luz diascópica permite verificar la existencia de dos recorridos
superpuestos; la opacidad del tóner se presentará a modo de nervadura interna en la mayor parte del recorrido y
sobresaliendo en algún trayecto donde el trazado superpuesto no lo haya cubierto por completo.
El calcado «libre»
Método híbrido, distinto del que sigue estrictamente el modelo, se efectúa con movimientos más ágiles, con menor
sujeción a la concordancia de las formas del original y, como consecuencia, visto sobre el negatoscopio los ajustes no
coinciden con precisión.
En la práctica son casos que apenas aparecen porque quien calca persigue, sobre todo, la idea del parecido impecable
respecto del original.
Pero a veces surgen, y si bien en ocasiones no son fáciles de distinguir (puesto que las calidades de los trazos son
semejantes a las que se consiguen en las imitaciones libres), tampoco la mayor soltura de movimientos permite eliminar
por completo los vestigios de indecisión o deficiencias en alguna zona de los trazados.
FALSIFICACIÓN LIBRE
La imitación libre es sustancialmente eso, libertad de movimientos en la ejecución. Este tipo de falsedad comporta poseer
un mayor nivel de destreza manual; se necesita un alto grado de versatilidad gestual y coordinación visuoespacial para
obtener una réplica creíble (Figura 475).
La imitación libre consiste en replicar un texto o firma de manera desenvuelta, con fluidez en la factura, para evitar
producir cuantos fenómenos anómalos delatan la labor falsificadora estricta: detenciones, temblores, anomalías en la
presión, u otras deficiencias.
Figura 479.Los cambios en autógrafos temporalmente muy distantes hacen parecer a priori que algunas formas son
ajenas y que pueden sustentar la tesis de la falsificación
No es lo que técnicamente se puede denominar falsedad gráfica, puesto que la escritura es la auténtica de quien suscribe
el documento. Es el caso en el que el titular del documento niega que el escrito o firma sea de su mano, desconociendo
que mediante un estudio pericial puede determinarse la autoría gráfica. A veces constituye una estrategia para retrasar un
proceso judicial, aun cuando al final se sepa que la identificación será positiva. Se trata de una labor en la que el perito se
sorprende de la claridad del asunto, en cuanto a demostrar la autenticidad del escrito o firma, centrando su trabajo en
probar la concordancia de todos los fenómenos que examina. No obstante la presunta sencillez de partida, conviene la
prudencia y no extraer conclusiones anticipadas que pudieran llevar a confundirlo con un caso de imitación libre.
Al respecto de estos casos tan sencillos hay que hacer una llamada de atención sobre los argumentos que se le dan al
perito para que «vea y no le queden dudas de las discrepancias», tanto por el interesado como por su abogado, cuando se
trata de actuar a instancia de parte.
Aun presuponiendo la buena fe del experto en su actuación, no debe dejarse conducir por argumentos tan inconsistentes,
es especial si, además, los manuscritos sobre los que versa su trabajo no son coetáneos o las muestras indubitadas no son
suficientes para poder formar un criterio técnico con seguridad. Porque, en efecto, hay cambios muy pronunciados en
manuscritos entre los que media un lapso extenso, que no son otra cosa que variaciones naturales evolutivas (Figura 479).
FIRMAS O ESCRITOS AUTÉNTICOS REPUTADOS COMO FALSOS
La situación es casi idéntica a la anterior, aunque en este supuesto la persona acriminada niega con rotundidad la autoría
del escrito o firma, a la vez que manifiesta haber sido éstos objeto de imitación o de manipulación, sin que aduzca ninguna
otra razón que no sea la del mero rechazo. Igual cautela que la recomendada en el punto precedente debe considerarse en
la presente circunstancia.
ALTERACIÓN DE DOCUMENTOS CON FIRMAS O ESCRITOS AUTÉNTICOS
Estamos ante un tipo de falsificación un tanto especial por la circunstancia y la manera de llevarse a cabo, porque tan sólo
interviene el autor legítimo del documento suscrito. Un ejemplo tomado de un caso real esclarece el modus operandi.
Determinada persona suscribe como arrendador un contrato de alquiler, que firma en lugar y fecha concretos en dos
ejemplares como es costumbre: original y copia. Años después, por las causas que sean, decide añadir en uno de los
ejemplares que conserva, una nueva cláusula y firma, que en la copia que conserva la otra parte interviniente no puede
añadir. Pasado el tiempo surgen un desacuerdo entre las partes y aparece este original enmendado, con el que se
pretende modificar condiciones o resolver el contrato, descubriéndose entonces que los documentos difieren entre sí.
Aunque desde un punto de vista legal existe una acción fraudulenta, desde la consideración técnica todo ello es auténtico,
es decir, está producido por la misma mano. A raíz de la intervención pericial en la que se establece dicha autenticidad, lo
que sí es factible es que a continuación se solicite dilucidar la contemporaneidad de los diferentes contenidos. Como se ve,
es una circunstancia singular en la que según cómo se requiera el dictamen habrá que darle un enfoque diferente.
CAUTELAS ANTE INDICIOS DE ALTERACIONES MUY OSTENSIBLES
La circunspección que debe presidir cualquier investigación pericial debe extremarse, si cabe, en los casos de presumibles
adulteraciones de apariencia muy acusada y con numerosas deficiencias, del mismo modo que ante grafías con aparentes
síntomas de alteración física o psíquica; y no es inútil poner en práctica una suerte de escepticismo ante hechos tan obvios
como los ejemplificados en la (Figura 480).
La hipótesis de presunta falsificación que mantenía una de las partes en litigio, en contra de lo dictaminado, la esclareció
uno de los testigos en la vista oral al explicar cómo se firmaban los documentos: apoyando el documento sobre un camión
hormigonera con el motor en marcha y la cuba en funcionamiento, a la entrada de una planta de preparación de cementos.
No es preciso que el perito sepa tales circunstancias; las puede deducir e ir demostrando a través de los trazos (cómo
rompen el papel o surgen las protuberancias del apoyo) si es que ha examinado con detalle las propiedades del útil de
escritura y del soporte, después de comprobar que otros fenómenos identificadores tienen analogía grafogenética.
Figura 480.Estampar la firma sobre superficies inestables y con rugosidades provoca fuertes deformidades y defectos en
el trazado, como los de estos dos autógrafos
VERIFICACIÓN COMÚN A TODOS LOS CASOS
En cualquiera de los anteriores supuestos de falsificación se impone verificar las características del apoyo del útil, en
particular cuando los manuscritos se hacen con bolígrafo. Como ya se vio en el Capítulo 11 al examinar las diferentes
propiedades de los trazos según el tipo de instrumento, las distintas maneras de empuñarlo dejan a veces vestigios
posturales de alto valor identificador, especialmente si el útil es bolígrafo (véanse las imágenes de las páginas 660 a 664).
Es verdaderamente difícil, por no decir imposible, que quien falsifica se haya apercibido de tan especiales matices y, por
consiguiente, el modo de sostenerlo será el habitual, y dejará otra impronta distinta en los márgenes de los trazados.
NOTA FINAL
La complejidad y riqueza de la escritura permite en la mayoría de los casos realizar estudios exhaustivos que permiten al
experto pronunciarse con certeza en algún sentido. Excepcionalmente, los grafismos objeto de estudio son tan exiguos, o
el estado de los documentos tan desfavorable, que muchos de los aspectos desaparecen. No es entonces descabellado,
sino lógico y conveniente, el que algunas conclusiones las exponga el perito en términos de duda o de probabilidad, e
incluso como caso irresoluble.
Contando con la situación óptima en cuanto al número y calidad de los documentos que ha podido examinar, conseguir la
determinación de falsedad o no, así como del método seguido por el falsario, es casi siempre factible. Con todo, a veces,
tras ir aislando efectos y síntomas, no queda claro si una adulteración corresponde, por ejemplo, a imitación servil o al
calcado. Su esclarecimiento puede pasar a un segundo plano si como contrapartida se cuenta con la certidumbre de la
falsedad o autenticidad, porque a la postre el que en un falseamiento se haya seguido uno u otro método tendrá menos
trascendencia que el daño producido, cualquiera que haya sido el método para conseguirlo o el grado de destreza del
ejecutor.
El hecho de que en este capítulo se hayan clasificado los tipos de falsificación según los diversos métodos
(independientemente de que se exprese o no en el dictamen), no tiene otro objeto que exponerlos con un criterio
organizado y acorde con la estricta realidad, y con el solo objeto de explicar cuáles son los fenómenos relacionados que se
manifiestan y las causas que los originan; y en definitiva, y como fórmula metodológica, para disponer de una visión
panorámica que sirva de guía en la investigación.
El afán por etiquetar con precisión un determinado tipo de falsificación es entrar en la disquisición, poco útil, sobre «si son
galgos o sin son podencos», restando importancia al hecho mismo de la constatación del fraude. Este interés lleva al
desconcierto de jueces y abogados en las vistas orales en juicio, sirviendo sólo para introducir más desacuerdos sobre los
ya existentes en las denominaciones, métodos y escuelas. Si queda probada con rotundidad la existencia de falsificación,
qué duda cabe que la demostración del método será una apoyatura; pero en la duda, es más práctico no provocar
situaciones de disensión que alargan sin necesidad la exposición y aclaraciones en la sala, y desvían la atención de las
cuestiones cruciales.
(1) Ninguna de las acepciones de la palabra «servil» tiene en castellano el sentido de fiel, exacto, preciso, riguroso, que sí tiene el vocablo «estricto», y de ahí que
sea preferible el uso de éste al primero.
Ver Texto
Cotejos de firmas y textos
RECOPILACIÓN DE CONOCIMIENTOS
Los capítulos 9 al 15 comprenden las diferentes facetas que son de imprescindible conocimiento y de carácter previo al
análisis de los manuscritos: su origen gestual, las propiedades físicas, su carácter psíquico, su naturaleza dinámica, las
condiciones determinantes o modificadoras, así como los posibles métodos a aplicar y los tipos de falsificación que surgen
con más frecuencia. Todos estos conocimientos forman, conjuntados, la herramienta de la que va a valerse
permanentemente el experto en el momento mismo de afrontar cualquier cuestión pericial sobre escrituras manuales.
No es en absoluto ocioso hacer hincapié en la idea de que el perito debe, antes que nada, poseer dicho compendio de
formación, al que tiene que sumar el conocimiento de las técnicas y el empleo de los medios instrumentales que le
permitirán la investigación:
• Examinar una pieza y reconocer si está o no alterada de forma natural o tiene alguna manipulación.
• Ante la manipulación, identificar de qué tipo se trata y qué instrumentos debe emplear para resolverla.
• Establecer, en los manuscritos dubitados con alteraciones, a qué causas se deben y probar el porqué a través de las
muestras indubitadas adecuadas.
• Saber seleccionar los documentos, de entre los disponibles, los que mejor demuestren la existencia de falsedad o, por
el contrario, que ésta no existe.
• Valorar con propiedad la calidad de los materiales e instrumentos con que se confeccionó la pieza y demostrar cómo
influyen en la creación de la escritura.
• Dominar plenamente el uso de todos los instrumentos para aportar pruebas irrefutables de las observaciones que ha
practicado y los fenómenos hallados, de modo que sus afirmaciones no queden en meras aserciones carentes de un
respaldo probatorio indiscutible.
Existen otras cuestiones que no están estrictamente relacionadas con la naturaleza de las piezas: qué se le ha solicitado al
perito que investigue, y a qué documentación, que se le ha proporcionado, debe ceñirse en su estudio. Se tratarán en un
capítulo dedicado al dictamen pericial.
No se le escapa a quien esto escribe que lo relatado en este apartado es redundante. Y la razón de reiterar se debe a que
no es raro comprobar en la inmensa mayoría de los peritajes que ni se citan estas circunstancias que tienen carácter
condicionante (cuando no determinante), ni, por supuesto, se tienen en cuenta a la hora de comparar. Tal es la influencia
de las formas, de las apariencias, de la búsqueda del pequeño gesto; y, así, los cotejos se transforman en una amalgama
de datos farragosos, enunciativos, inconexos e incomprensibles, donde se encuentran ausentes cualesquiera referencias al
porqué de la identidad o discrepancia de un determinado tipo de trazado por el hecho de estar realizado, por ejemplo, con
iguales o distintos materiales.
PASOS INICIALES
Este capítulo es de difícil síntesis dada la gran diversidad de documentos que son susceptibles de peritaje, por el diferente
estado en que se hallen, por la variedad de modificaciones o alteraciones que hayan sufrido, por la proximidad o lejanía
temporal entre ellos, por los materiales que los forman y, en última instancia, por la cuestión que sobre ellos se haya
suscitado.
A través de los siete capítulos ya citados han quedado expuestos muchos de los aspectos que atañen a la comparación de
cada variante documental. Y al tratar específicamente cada uno de ellos ya se tuvo en cuenta su problemática de manera
fragmentaria. Lo que procede ahora es dar una serie de pautas en las que puedan integrarse casi todos los problemas de
los cotejos de firmas y textos manuscritos.
1. Exámenes físicos del documento
Reconocimiento Afectan a la totalidad de la pieza Afectan al área de la firma o del texto Constatación de las condiciones
Roturas, dobleces, degradación, manchas,
Roturas, dobleces, manchas, mojaduras, Fotografiar el documento completo para dejar
mojaduras, perforaciones, marcas de grapas
Estado del papel perforaciones, fragmentos que se han constancia del estado en que se recibe. Véase la
o clips, fragmentos perdidos, zonas
perdido, aspecto desvaído o ilegible. Figura 318 en la página 556.
desvaídas o ilegibles.
Entintamiento de aspecto normal, trazos Entintamiento de aspecto normal, trazos Fotografiar el área de la firma o del texto que se
emborronados o con retoques; tachaduras, emborronados o con retoques; tachaduras, va a estudiar, empleando la iluminación que
sobrescritos, presencia de varios útiles, sobrescritos, presencia de varios útiles, convenga y la técnica fotográfica más apropiada
Estado de los
presencia de surcos. Comprobación de que presencia de surcos. Comprobación de que que permita su mejor legibilidad: luz diascópica,
contenidos
los trazos manuscritos no se han realizado los trazos manuscritos no se han realizado rasante, ultravioleta, fotografía infrarroja (véanse
con algún tipo de impresión mecánica con algún tipo de impresión mecánica como ejemplos la Figura 320 y la Figura 321 en
(chorro de tinta, láser, etcétera). (chorro de tinta, láser, etcétera). las páginas 558 y 560).
2. Organización de la documentación
Agrupamiento según los útiles
Ordenación cronológica Agrupamiento según los formatos
empleados
Puesto que un amplio lapso introduce variaciones naturales en la Partiendo del hecho de que el espacio disponible Diferentes útiles puede dar distintos
escritura, es necesario ordenar las muestras indubitadas y los para escribir o firmar sea distinto en diversos resultados, motivo por el que también la
documentos dubitados de manera que en los cotejos puedan documentos; deben tenerse en cuenta los concordancia o no de los útiles empleados
confrontarse con propiedad los manuscritos que sean coetáneos y, al condicionamientos espaciales que pueden influir ha de considerarse como medio material
tiempo, hacer un seguimiento de los posibles cambios. en las variaciones de los manuscritos. que puede provocar cambios.
3. Estudio preliminar de los manuscritos
Factores genéricos Aspectos específicos Aspectos reforzantes
La desigual amplitud de los textos permite, en un estudio No todos los textos tienen igual tratamiento
En una primera fase de estudio es frecuente que,
preliminar, establecer cuántos factores escriturales pueden en los cotejos, cuyas características están
tratarse; no ofrecen iguales posibilidades pequeños sujetas al tipo de documento en el que se además de los factores genéricos y específicos, ya se
fragmentos que apenas alcancen una línea que los párrafos encuentren: folios en blanco, con líneas pongan de manifiesto algunos detalles singulares que
de varios renglones. impresas, con casillas, etcétera. refuerzan los que se ha revelado en aquellos otros.
Asimismo la desigual complejidad de las firmas determina la Del mismo modo, el espacio en el que se Es el caso del tipo de apoyo del útil; la secuencia en
cantidad de factores que son susceptibles de análisis: los ubican las firmas requerirá o no analizarlas la construcción de los grafismos y palabras; la
autógrafos compuestos con textos y rúbricas tienen una bajo la perspectiva particular de la sucesión de los gestos al puntuar y acentuar; los
indudable mayor extensión en la investigación que los disponibilidad del espacio del que ha recorridos progresivos o regresivos con que se
reducidos a formas esquemáticas. dispuesto el firmante. originan algunas formas, etcétera.
Tabla 14.Procesos preparatorios de carácter general para cualquier cotejo de manuscritos
La realización del examen, es decir, del cotejo, arranca de los condicionantes relativos a la clase de documentación de que
se trate y a las cuestiones concretas que se hayan formulado. Esto que parece tan obvio, es oportuno recalcarlo. Durante
la fase inicial en la que se empieza a «conocer» los documentos no es aconsejable adoptar ningún plan de estudio de
forma rigurosa, hasta que el propio caso «dirija» la investigación por el camino más adecuado.
Un proceso genérico a partir del cual ir incorporando otras acciones más específicas es el que de modo resumido se recoge
en los dos esquemas de la Tabla 14:
1. A la recepción de los documentos se debe dejar constancia del estado en que se encuentran. La reproducción fotográfica
de las piezas es de inestimable ayuda para demostrar cuál ha sido el punto de partida en la investigación, pero también
con el propósito de evitar que se dude sobre el trato que el perito les ha dispensado. Muchas veces los documentos que al
perito se le desglosan de los autos, se encuentran en mal estado porque al incorporarse a las actuaciones del Juzgado se
perforan, grapan o se arrancan del engrapado eliminando alguna parte (Figura 481).
Figura 481.Las perforaciones sucesivas que se han hecho para encuadernar primero, y para unirlo a las actuaciones
después, han eliminado parte de la firma de esta pieza. Es importante dejar constancia en el dictamen las condiciones en
las que se recibe
Si en lo que a la totalidad de la pieza se refiere es fundamental registrar sus daños, lo es aún más cuando, como en el caso
ejemplificado, hay alguna pérdida o cualquier otro desperfecto que afecte al manuscrito.
Siendo susceptible de manipulación cualquier documento, mecánica o químicamente, se impone un examen rutinario de
todos los ejemplares con exhaustividad y con los necesarios medios técnicos, tanto si se le advierte al perito de la
existencia de una presunta manipulación como si no se le ha hecho advertencia alguna.
Es esencial comenzar los exámenes gráficos asentándolos en la certeza de que el documento posee sus cualidades
originales y que, por consiguiente, en lo que se refiere a sus condiciones físicas se encuentran como se supone que deben
estar: inalteradas. Es el momento de ayudarse de los instrumentos: negatoscopio, lupas, microscopio, fotografía,
iluminación especial...
El hecho de que se presente una manipulación en un documento del que no se esperaba ninguna anomalía, cambia por
completo el sentido de la investigación, la manera de enfocar el asunto y los medios técnicos a emplear. Y aún más, ante
una eventualidad así, es posible que no sea necesario realizar el trabajo. De ello, un ejemplo: de entre las firmas
indubitadas facilitadas por una empresa para realizar un dictamen pericial, una de ellas resultó estar impresa en color con
chorro de tinta, que a simple vista tenía la apariencia de haber sido estampada con bolígrafo azul; la revisión rutinaria bajo
la lupa binocular evidenció la trama de puntos de este tipo de impresoras (Figura 482); lógicamente hubo de rechazarse
como tal espécimen indubitado.
Figura 482.Los puntos diseminados alrededor de los trazos (de colores en la imagen original) y las características del
entintamiento son las propias de las impresoras de chorro de tinta; a 10x de aumento se perciben con claridad todas estas
propiedades de la impresión. En el momento de hacer la inspección rutinaria del ejemplar indubitado que se ofrecía como
original, quedó comprobado que no lo era
2. Organizar los documentos conforme a un orden cronológico. No es algo que deba descuidarse, por banal que parezca,
puesto que la disposición secuencial de cada grupo aclara muchos aspectos de la evolución gráfica cuando se ordenan con
una secuencia que puede observarse en conjunto. Por idénticas causas de apreciación visual de conjunto, el agrupamiento
de los especímenes según el formato de los documentos y las calidades de los útiles de escritura, se presenta como una
necesidad que desde un primer momento aporta claridad, ya sea porque concuerden, ya porque discrepen.
3. Hacer un estudio previo tomando en consideración las anteriores condiciones permite esbozar un guión de trabajo
específico y claro, perfectible a medida que avancen los exámenes. Una vez realizado, se sabrá qué aspectos tendrán un
tratamiento global, qué otros de índole más específica, qué otros aportan refuerzo a los anteriores para completar el
trabajo y, a partir de todo ello, trazar un plan para las tomas fotográficas necesarias (de conjunto, ampliaciones de áreas
concretas, macrofotografías de detalles, con luz ultravioleta, etcétera). En definitiva, diseñar el proceso de modo que no
quede nada al albur, a la improvisación o en el olvido. La redacción de un esquema con notas ordenadas es sin lugar a
dudas una guía muy útil.
Y a este respecto, y como adelanto de lo que se dirá con mayor detalle al hablar de la confección del dictamen, hay que
rechazar taxativamente la idea de hacer «plantillas» para aplicarlas a casos parecidos en los que el perito ha trabajado con
anterioridad.
COTEJO DE FIRMAS
Supuesto el hecho de que en el proceso preparatorio de revisión se verificase que los documentos se encontraran
indemnes, que se han tomado las reproducciones fotográficas necesarias y que el plan de trabajo está esbozado, se
cumplen todas las condiciones para iniciar la labor.
Como es bien sabido, las firmas difieren mucho entre sí en un aspecto fundamental para su análisis, decisivo para la
consecución del estudio: la cuantía de los elementos constitutivos. A partir de esta condición fundamental, han de
clasificarse en seis tipos básicos:
1. Textuales completas (1) . Compuestas con nombre y uno o dos apellidos. En ocasiones llevan un rubricado añadido.
2. Textuales reducidas. Normalmente sólo con el nombre y alguna rúbrica.
3. No textuales. Su construcción se realiza con grafismos ilegibles, sin que ninguno de ellos pueda identificarse con algún
grafema concreto. Generalmente están compuestos con una serie de rasgueos entremezclados de diferente forma y
dimensión, de los que no puede deslindarse qué parte corresponde a formas más o menos evolucionadas y qué otras son
exactamente rúbricas.
4. Mixtas. Contienen alguna letra legible (por lo general, iniciales mayúsculas) y se completan con otros grafismos no
convencionales. Comúnmente se rematan con rúbrica.
5. Dentro de esta tipología, se encuentra otra variante compuesta con iniciales mayúsculas y alguna parte a modo de
minúsculas que se remata con rúbrica de desigual complejidad.
6. Simplificadas. Su estructura se reduce a formas sencillas o con un diseño esquemático de extremada simplificación.
Carecen de rúbrica accesoria.
7. Medias firmas o visés. Se trata de una segunda modalidad de firma muy reducida, algo así como un signo que puede
tener o no parecido con alguna estructura del autógrafo completo. Se usa como signatura en documentos compuestos por
muchos folios y permite al autor dejar constancia de la toma de conocimiento del contenido de cada uno de ellos sin tener
que extenderse en demasía. Su propósito se justifica por la economía de esfuerzo sin renunciar al uso, además, de la firma
completa.
Este modo compositivo de las firmas parece ser de tipo universal, tal como se comprueba en firmantes cuya lengua
materna es el árabe, ruso y otros sistemas gráficos. Pero no obstante tales semejanzas genéricas, habrá un apartado
específico para los autógrafos basados en alfabetos no latinos o ideográficos.
Como es lógico en cualquier clasificación, y ésta no iba a ser una excepción, existen tipos intermedios con ligeras
variantes. Así pues, en cualquiera de los seis tipos enumerados son esperables diferencias que aquí no se recogen.
Firmas textuales completas
Dentro de esta categoría conviene hacer dos subapartados: firmas textuales completas y evolucionadas y firmas textuales
completas pero elementales. Su razón de ser se justifica por las características que respectivamente tienen las escrituras
gráficamente maduras y las que corresponden a escribientes con escasa formación.
Hasta cierto punto es difícil calificar con acierto este tipo de firmas, en las que sin duda el firmante ha evolucionado en su
manera de escribir, porque en ocasiones subsisten elementos de aspecto caligráfico, ornamentado, que recuerdan
vagamente los modelos del aprendizaje. El concepto «evolucionadas» hace referencia, sobre todo, al modo desenvuelto,
fácil, con destreza, que surge sin necesidad de prestar atención a los gestos que originan el escrito, respecto del tipo
«elemental» con evidentes rasgos de escasa evolución, propios de los escribientes que por falta de instrucción quedaron
anclados en el modelo del aprendizaje; en este último supuesto no hay que confundir la elementalidad de las formas con la
ausencia de rasgos personales porque siempre hay una impronta singular, algo distintivo en la manera de manuscribir.
Firmas textuales completas y evolucionadas
Son, en puridad, un conjunto de dos o más palabras cuya composición y formas siguen las mismas pautas que la escritura
de textos del mismo autor. Suelen presentar algunas diferencias, aunque mínimas, respecto de sus textos e incluyen por lo
general un rubricado completivo (Figura 483). No es un tipo que hoy día tenga mucha presencia en España; frecuente en
las primeras décadas del siglo pasado (y aún más en épocas anteriores), hoy se ha abandonado casi por completo.
La firma textual constituye uno de los tipos más gratificantes de peritaje y de los que más posibilidades ofrecen respecto
de la certidumbre en las conclusiones, porque admiten el examen de casi todas las características que es factible realizar
sobre un manuscrito, a excepción de los márgenes. Y gratificante también, porque eleva la dificultad de la falsificación
facilitando al perito llegar a conclusiones fundamentadas con solidez.
Firmas textuales como la ejemplificada en esta Figura 483, sin diferencias entre los dos elementos manuscritos, permiten
extender el cotejo del autógrafo con otros indubitados de la misma persona si es que no se dispone más que de uno,
circunstancia que facilita la perfección del análisis. También desde este punto de vista las firmas textuales sólo reportan
ventajas. Únicamente debe tenerse en cuenta el hecho de que ciertas letras de la firma (en general, las mayúsculas)
pueden tener un diseño especial que el escribiente sólo emplea al escribir su nombre o apellido; son, las que bien podrían
denominarse letras exclusivas, dada esta circunstancia.
Figura 483.La coherencia entre esta firma textual y su texto es absoluta. Todas las características se mantienen de tal
modo, que únicamente se distinguen entre sí por la existencia de la sencilla rúbrica suscrita
En términos generales, el examen de las firmas textuales comprende los factores listados a continuación. Aunque en dicha
enumeración se recogen muchos matices de los principales aspectos, es posible extender el examen a otros detalles
haciendo una revisión de la taxonomía que figura al comienzo del capítulo 13. Conviene consultarla de modo que no se
pase por alto algún dato que contribuya al refuerzo de los citados.
Velocidad
• Evaluación global.
• Delimitación de los elementos con mayor y menor dinamismo.
Nivel de destreza
• Evaluación global.
• Elementos complejos que requieren habilidad en la ejecución.
Presión
Organización
• Grado de concentración.
• Espacio interliteral.
• Espacio interverbal.
Dimensiones
• Valoración global.
• Tamaño de los grafismos ancho-alto.
• Regularidad o irregularidad en las letras.
• Aumento o disminución de ciertos grafemas.
• Palabras crecientes o decrecientes.
Proporciones
Formas
Continuidad
Enlaces
Inclinación
Dirección
• Tendencia de todo el conjunto.
• Tendencia de cada palabra y modo en que quedan relacionadas.
• Analogía o diferencia entre la rúbrica y la parte textual.
Perfil de pauta
Tipo de avance
Ritmo
Gestos idiosincrásicos
• Cualquier modismo singular no previsto en los modelos caligráficos que se constituya en fenómeno altamente
identificador, aparte ya de los enlaces inusuales.
• Modo en que quedan relacionados espacialmente el texto y la rúbrica (centrados, a la izquierda o derecha).
• Modo de aproximar o alejar la firma respecto del texto.
• Ubicación de la firma respecto de los márgenes de la hoja.
• Propiedades del espaciamiento en firmas constituidas por dos renglones.
• Seguimiento de los trazos para verificar posibles indicios de zurdería o cualquier dato referente al contacto entre el útil
y el papel (dentados, rebabas).
• En los casos en que los útiles son los mismos, establecer la concordancias o diferencias del entintado que denoten
identidad o diferencia de los movimientos manuales (cúmulos de tinta, empastamientos, estrías, blancos, cegados).
Figura 485.Firmas textuales completas de tipo elemental. Obsérvense las características comunes que se citan en la tabla
precedente
Con todo, y aun siendo autógrafos carentes de desenvoltura, tienen siempre una impronta personal como queda
demostrado de modo incuestionable en imágenes como las propuestas. Y tanto en el análisis global como en los detalles
particulares es importante considerar, además, el hecho de que a la falta de destreza en el movimiento se le añadan las
anomalías propias de la edad, sabiéndose que muchos de estos autógrafos son de la autoría de personas mayores cuyo
pulso registra las deficiencias motrices lógicas que acarrean los años, incluso estando perfectamente saludables.
Es frecuente encontrar dificultades para adscribir con exactitud a una categoría concreta un tipo de autógrafo, en especial
cuando las formas son de decidido diseño modélico pero la ejecución no revela signos de impericia. No siempre en las
formas de aspecto caligráfico hay una correlación necesaria con la falta de destreza del firmante. Procede en tal caso
sopesar, sobre todo, la facilidad en su realización, ésta sí, propiedad decisiva para situarla en un determinado nivel de
pericia. En la duda, carece de importancia el que se pueda o no catalogar con precisión. Lo que importa es constatar en los
cotejos si se cumplen o no las propiedades de una firma dubitada en otra indubitada y, por lo tanto, afirmar o no la
autoría, sea cual sea la categoría a la que corresponda.
Aspectos específicos que se pueden considerar en el análisis de las firmas textuales completas de carácter elemental:
Desenvolvimiento
Un rasgo característico en estos firmantes es la desigual destreza con que solucionan los diferentes elementos. No es un
fenómeno extraño comprobar que el acabado de las diferentes letras es muy desigual, y que los mismos grafemas tienen
un diseño algo o muy distinto.
Organización
La apariencia desorganizada también es característica del conjunto, determinada sobre todo por la irregularidad en el
espaciamiento de letras y palabras.
Pauta
A la apariencia irregular y desorganizada contribuye en buena medida la tendencia al desajuste de los grafismos sobre la
línea de pauta, aspecto que no es raro que varíe de una firma a otra.
Inclinación
Constituye otro de los factores gráficos que propician el aspecto desordenado de este tipo de firmas. Es muy común que
existan fuertes y constantes oscilaciones a lo largo de la andadura, que forman conjuntos con impresión de inestabilidad.
Continuidad
La falta de enlazamiento entre letras, los reenganches y el fraccionamiento al construir ciertos grafismos son, asimismo,
rasgos característicos de este tipo de manuscritos. De tales condiciones se derivan irregularidades en la existencia o no de
rasgos de enlace y, en el caso de existir éstos, ostensibles diferencias en su extensión.
Progresión
La presencia de indecisiones en determinados momentos del avance no es nada insólito en los manuscritos elementales, de
modo que el conjunto quedará formado por diferentes niveles dinámicos de ejecución. Las indecisiones se traducen en
pequeños trazos desviados, oscilaciones, etcétera, tanto en los arranques como en los remates o en zonas del curso
intermedio.
Presión
Suele ser común que la falta de desenvoltura se compense aferrando con fuerza el útil de escritura. La compresión de los
dedos sobre el útil propicia un firme apriete y que tal firmeza se desarrolle con bastante monotonía; los recorridos de
abducción y flexión apenas llegan a distinguirse entre sí, y en este sentido todo el conjunto ofrece una gran homogeneidad
que por lo regular sólo cambia en arranques y remates.
Posibles anomalías
Considerado el hecho de que la mayoría de estas firmas pertenecen a personas de avanzada edad, cabe esperar la
presencia de signos patológicos o que simplemente se deban a la ancianidad.
Figura 486.Las firmas no textuales ofrecen, no obstante su composición ilegible, amplias posibilidades de análisis a través
de sus diversos elementos constitutivos. La complejidad de las formas y el modo complicado con que se combinan
favorecen una mayor aproximación a la certidumbre de su identificación, puesto que ambas circunstancias las hacen más
difíciles de imitar
Firmas no textuales
En nuestro país constituyen uno de los tipos más comunes dentro del grupo de firmas que se forman mediante elementos
ilegibles. Su composición suele realizarse con formas inespecíficas, muchas veces derivadas de lo que en su origen fueron
grafismos concretos, y que, ya por abreviación, ya por transformación, devienen en diseños como los ejemplificados en la
Figura 486, en los que ninguna parte puede relacionarse de modo cierto con alguna letra concreta.
Careciendo de un texto legible, de palabras y letras que posibiliten un exhaustivo análisis de todas las facetas escriturales,
el peritaje de esta clase de firmas ofrece, sin embargo, amplias posibilidades de investigación, que son tanto más extensas
cuanto mayor es el número de las elementos constitutivos. La firma de la Figura 487, que desde el punto de vista de la
legibilidad puede considerarse no textual, tiene, no obstante, un diseño con numerosos datos para la realización de un
peritaje muy completo.
Figura 487.No se trata de una firma de carácter estrictamente textual, pero los elementos equivalentes a mayúsculas y
minúsculas y la abundancia de matices constituyen un conjunto con multitud de peculiaridades para un amplio cotejo
En tipos como los ejemplificados el peritaje permite escrutar un extenso número de facetas grafogenéticas, para formar un
cuadro sintomático con el que emitir un pronunciamiento certero:
Nivel dinámico
• Como paso inicial y común a cualquier tipo de manuscrito, el análisis del nivel dinámico es esencial para establecer la
línea de investigación. Las calidades de la tensión de los trazos derivadas del tipo de movimiento proporcionan una primera
referencia sobre el comportamiento gestual y, en consecuencia, de las posibles discrepancias o no entre los autógrafos
dudosos y los genuinos. Ya se sabe que las anomalías en firmas dubitadas sin que exista correlación en las indubitadas,
son signos indiciarios de presunta falsificación. Por tanto, el análisis de la calidad general del trazado se revela como
necesario punto de partida, del mismo modo que lo es el estado físico de la pieza.
Grado de constancia o variación
• Tratándose de elementos no identificables como lo son las letras, el establecimiento del grado de variación es un factor
primordial. El cambio en la forma de una letra siempre permite establecer con seguridad que se trata de eso, de una
variante natural que tiene su lógica relación entre la «intención» de construirla de una cierta manera y lo que la mano
materializa en realidad. En el caso de formas arbitrarias, es necesario acotar qué partes están sujetas a cambios y qué
otras se mantienen, de modo que al cotejar con los especímenes dubitados se sepa dónde cabe esperar transformaciones y
dónde estructuras invariables. Esta constatación es de capital importancia; el omitir esta valoración en el principio mismo
de cualquier cotejo sería una circunstancia que fácilmente pudiera inducir a error, máxime si se dispusiera de escaso
material indubitado para contraste.
Si en lo que al respecto de los diseños se refiere la constatación es imprescindible en el punto de partida, también lo es
verificar qué sucede con las dimensiones de los diferentes elementos constitutivos. Sólo a partir del establecimiento de las
partes que son estables o variables es factible un cotejo apropiado sin incurrir en fallos de apreciación.
Igualmente es imprescindible en una primera revisión conocer si el número de elementos constitutivos se mantiene, si está
sujeto a pequeños o grandes cambios entre una firma y otra, y si aparecen o se omiten uno o varios de ellos. Establecer
cuál es el comportamiento del autor genuino al rasguear reiteradamente (como ocurre en los autógrafos de la Figura 496,
página 876) es crucial para no confundirse, tan sólo porque en otro autógrafo no existiera el mismo número de recorridos.
Figura 488.Separación de los elementos constitutivos pertenecientes a la segunda firma que aparece en laFigura
486(arriba). Debajo, la secuencia de los recorridos con que se forma el segundo de ellos para establecer el número de
gestos, su amplitud, sus propiedades formales, las zonas en que se concentran o dispersan los trazos y, en suma, una
visualización completa de su génesis
Composición
El traslado al papel del concepto mental compositivo es una faceta de enorme interés, en particular cuando la estampación
de la firma es ágil y su ejecución está altamente automatizada. En el estudio de firmas imitadas libremente, y más aún en
las de reproducción memorística, el modo de concebir el conjunto y de organizar los elementos adquiere una dimensión
especialmente reveladora de determinado modo de desenvolverse sobre el plano disponible; aun cuando quien copie siga
un modelo, siquiera grosso modo, la tendencia a moverse con más o menos insistencia dentro de un área determinada es
algo que se realiza de manera impremeditada y que ocasiona con frecuencia graves contradicciones respecto de la firma
auténtica, a pesar de que la réplica final dé la impresión de semejanza.
Se ha de considerar con detenimiento qué propiedades presenta la tendencia a concentrar o dispersar los grafismos,
haciendo un estudio de todo el conjunto, y de forma separada después, atendiendo a los componentes del modo que se
muestra en la zona superior de la Figura 488. Una separación de los elementos así, no sólo aporta claridad incontestable a
la argumentación de la semejanza o discrepancia, sino que sirve a la perfección para analizar (y demostrar visualmente)
otros varios aspectos que, entremezclados, no son tan patentes al observador lego.
Proporciones
Antes de hacer cotejo alguno sobre esta característica se necesita hacer un análisis detallado del grado de constancia o
variabilidad que muestra el firmante indubitado. Una sola firma indubitada o varias de ellas no coetáneas son insuficientes
si el firmante no es muy estable o, quizá, propende a variar sólo las dimensiones de algunas de las partes. Contar con una
muestra indubitada amplia permite establecer en qué rango se mueve y, entonces sí, cotejar con el espécimen dudoso
sabiendo de antemano si las posibles diferencias se encuentran dentro de dicho rango de variabilidad.
Inclinación
La separación de los elementos como la que se ha ilustrado facilita la determinación de este otro factor escritural, una vez
tenidas en cuenta las mismas cautelas que las citadas en el punto anterior acerca de la cuantía y la coetaneidad de los
especímenes.
Dirección
Los autógrafos sin texto no siempre permiten hacer un análisis de la dirección, a menos que, como en el ejemplo que
seguimos, haya lanzamientos de remate o rúbricas suscritas que den la pauta que ha seguido el firmante al disponer con
más o menos horizontalidad el conjunto de los grafismos que actúan como elemento textual.
Presión
Acerca de la pulsación en las firmas no cabe hacer distingo alguno respecto de la que se debe investigar en otro tipo de
manuscrito: texto, cifras o signos. Únicamente insistir en que la investigación del modo de presionar el útil es una faceta
sustancial que no debe omitirse.
Continuidad
Siendo el autógrafo uno de los actos escriturales más personales, y por lo tanto, muy consolidado, el tipo de continuidad
que se aplica a su construcción constituye un dato de sustancial relevancia en la identificación de su origen. El estudio de
esta característica es de singular interés en firmas cuyos elementos aparecen entremezclados del modo que se ejemplifica
en la Figura 488, o aún con mayor complejidad, puesto que la tarea de deslindarlos, si difícil para el perito, lo es aún más
para quienes desconocen las cualidades del entintamiento de los trazos que permiten hacer el seguimiento de los
recorridos; semejante obstáculo suele provocar que en las imitaciones aparezcan formas semejantes aunque interrumpidas
o conectadas de modo contrario al que realiza el firmante legítimo.
Secuencia de realización
Continuidad y secuencia de realización son facetas que van relacionadas y que precisan estudiarse de modo correlativo.
El establecimiento del número de elementos constitutivos (dónde se interrumpen, cuántas veces hay interrupciones) es
una cualidad de la ejecución de enorme interés porque atañe a un tipo de automatismo gestual que cada firmante efectúa
de manera compulsiva. Cualquier discrepancia en este sentido supondría una contradicción injustificable: en la plasmación
de la firma hay una secuencia lógica que ni siquiera por accidente se contraviene. Por tanto, la reunión de discrepancias en
la continuidad y la secuencia, son siempre sintomáticas de imitación formal en las que los errores de formación son
característicos.
Recorridos del movimiento en el aire
La relación gestual que se establece entre el final de una estructura y el comienzo de la siguiente sigue las mismas pautas
automáticas que se han dicho en los dos puntos anteriores. Así pues, cualquier diferencia a este respecto entre firmas
indubitadas y cuestionadas hay que valorarla como acción injustificable: el firmante legítimo reajusta la posición de los
dedos entre un final y el subsiguiente arranque, con el sentido de reiteración que es propio de las estructuras fijas, tanto
en lo que se refiere a su diseño como a su emplazamiento.
Figura 489.Cada uno de los dos elementos de esta firma se realiza con el sentido contrapuesto que indican las flechas. El
recorrido de los trazos es de especial interés en la comprobación de posibles contradicciones en una firma dubitada, dado
que a simple vista la característica no es muy manifiesta y con facilidad pasa inadvertida
Progresión
En los grafismos ilegibles puede hacerse un seguimiento similar al que es posible hacer en las letras, en el sentido de
indagar cuáles son las tendencias del firmante: si propende a efectuar gestos progresivos a medida que avanza o, por el
contrario, tiende a realizar movimientos de retracción más o menos insistentes. Es lógico que una u otra tendencia esté
determinada por la forma de las estructuras, aunque no siempre éstas determinan el sentido de los gestos (Figura 489);
también esta faceta formal constituye un rasgo característico del modo de concebirlas que, en autógrafos como el
ejemplificado, tiene un enorme interés porque el conocimiento del modo en que se estampa cada uno de los elementos no
es sencillo de percibir por quien no es especialista.
El establecimiento de la progresión de los trazos se ha convertido para los peritos nacionales (y seguro que en toda
Europa) en algo sobre lo que hay que reparar detenidamente. Es de sobra conocido el notable aumento de la población
inmigrante de varios países cuya lengua y grafía maternas son el árabe, que si bien usan con facilidad la escritura de
caracteres latinos (muchos de ellos la aprendieron a través del francés), en lo referente a la firma conservan el sentido del
movimiento de su primer aprendizaje, esto es, escribir de derecha a izquierda.
El solo hecho de que el nombre del firmante sea de origen árabe ya debe prevenir sobre las características del tipo de
recorrido que pudiera tener la construcción de la firma, como en el ejemplo de la Figura 490.
Figura 490.El curso de los trazos de esta firma perteneciente a un magrebí es el natural de la escritura árabe: de derecha
a izquierda
Aunque en este ejemplo los puntos de arranque y remate pueden dar una primera pista sobre su construcción hacia la
izquierda, no siempre el fenómeno se presenta igualmente claro, particularmente para quien desconoce tal peculiaridad y
realiza una imitación de trazado contrario. Tal es el caso ilustrado en la Figura 491; el imitador, además de realizar una
copia con formas burdas y gesto indeciso, no se ha apercibido de que las estructuras corren en sentido inverso,
comenzando el trazado de izquierda a derecha como sería natural en un firmante que usara habitualmente escritura con
caracteres latinos. La contradicción es a todas luces injustificable aunque comprensible desde el punto de vista de la falta
de análisis.
Figura 491.En la imitación de la firma genuina de un escribiente de grafía árabe (imagen superior), el falsario comete el
error de realizarla de modo contrario. Ni siquiera por accidente, el firmante legítimo hubiese incurrido en el error de
contravenir su hábito natural de manuscribir de derecha a izquierda
Gestos idiosincrásicos
A semejanza de otras facetas de los manuscritos, en los autógrafos no textuales es posible encontrar algún tipo de
modismo que llame la atención por su originalidad o por la solución que se dé al diseño. Así, por ejemplo, el hecho de que
la firma de la Figura 489 se construya con movimientos de recorrido contrapuesto es, en regla, una cualidad idiosincrásica;
se ha de tener en cuenta que no siempre lo que consideramos fenómeno peculiar atañe a las formas y su apariencia, sino
también, como en este ejemplo, a la manera peculiar de la composición mediante recorridos contrarios.
Ubicación
Sea un autógrafo completo o sin texto, la costumbre de emplazar la firma en un área determinada dentro de un espacio
que permite elegir su localización, es un hábito que se plasma independientemente de su complejidad. Por consiguiente, la
valoración de tal costumbre no difiere en nada al examinar uno u otro tipo, a menos que la escasez de espacio condicione
su ubicación o la libertad de movimiento para desarrollarlos.
Firmas de tipo mixto
Sin llegar a tener un texto completo pero tampoco realizadas sólo con elementos convencionales que resultan ilegibles, las
firmas que pueden denominarse de tipo mixto suelen contener algunos grafemas identificables (mayúsculas, algún
fragmento en minúsculas), además de otras estructuras complementarias: rúbricas, accesorios de desigual forma y
extensión, puntuación, etcétera (Figura 492).
Figura 492.A medio camino entre las firmas de texto y las no textuales, las de tipo mixto suelen incluir una parte que es
parcialmente legible en el nombre o los apellidos, además de incluir los restantes elementos complementarios: rúbricas,
accesorios, etcétera
Posibilitan el cotejo de casi todos los fenómenos gráficos de las firmas textuales, con excepción del espacio interverbal. En
consecuencia, admiten, como en aquéllas, una extensa investigación de los restantes factores con los que establecer la
autoría con alto nivel de certidumbre.
Firmas simplificadas
Se trata de autógrafos donde los elementos constitutivos son tan escasos que apenas son otra cosa que una especie de
esqueleto de lo que en un principio pudieron ser grafismos (Figura 493).
Estructuras tan esquemáticas como las dos de este ejemplo merman considerablemente los aspectos que pueden
analizarse. Dificultan no poco las posibilidades de pronunciar una conclusión categórica sobre su autoría si no se dispone
de abundantes muestras genuinas con las que cotejar.
En estos supuestos, la necesidad de contar con numerosos especímenes-patrón se convierte en requerimiento
indispensable, que se acrecienta si un autógrafo dubitado es, además, de fecha muy distante de la que datan los
indubitados que se facilitan para el estudio. En la eventualidad de que el firmante sea poco estable, eleva notablemente el
nivel de dificultad para esclarecer la autoría o determinar la falsificación.
Los pocos fenómenos gráficos que ofrecen esta clase de firmas obligan a profundizar de manera especial en el estudio de
las características dinámicas de su ejecución: velocidad, tensión, presión, forma de apoyar el útil, así como todos los
aspectos relacionados con el tipo de avance, la secuencia de realización y los movimientos de reajuste en el aire de los
dedos.
Demás está decir que la falta de muestras apropiadas en cuantía y coetaneidad puede hacer inviable una identificación
categórica, en cuyo caso lo procedente es dar un pronunciamiento de carácter aproximativo. Si de lo que se trata es de
hacer una valoración previa antes de iniciar una acción judicial, es fundamental que el solicitante tenga conocimiento de tal
limitación para poder solucionar del caso.
Figura 493.La parquedad de elementos constitutivos de las firmas simplificadas como las de estos dos ejemplos, reducen
drásticamente los aspectos que pueden analizarse. Los cotejos requieren, por tanto, mayor aporte de muestras genuinas
que en cualquiera de los casos anteriores.
Medias firmas ovisés
Esta especie de exiguo signo que se suele emplear como segunda modalidad de firma sólo cabe cotejarse con otros
ejemplares análogos. A menudo, entre esta abreviatura y la firma completa, apenas si hay datos que puedan
correlacionarse de manera segura, ya sea por la diferencia en el número de los componentes como por el cambio en las
formas, su configuración e incluso el distinto dinamismo con que se ejecuta. No hay que olvidar que se trata de un gesto
en extremo reducido al que se recurre para dejar constancia de conocer y suscribir el contenido que tienen los documentos
compuestos de muchos folios, y es frecuente que los conceptos espacial, formal y de articulación sean muy dispares y en
un primer momento den la impresión de estructuras sin relación alguna. Si bien es cierto que en algunos casos existe
cierta analogía entre la firma completa y la reducida, no suelen ser bastantes para abordar un cotejo que posibilite la
certidumbre. A la vista de ejemplos como los propuestos en la Figura 494 queda claro que la comparación debe hacerse
tan sólo entre muestras del mismo tipo. Y en lo que respecta a las posibilidades de identificación de un visé, la restricción
de los aspectos que es factible analizar son las mismas que ya se han citado en las firmas abreviadas.
Figura 494.Aun existiendo cierto parecido entre la firma completa y el visé de la misma persona (ambas imágenes
superiores), las diferencias que suelen darse entre ellos (imágenes inferiores) hacen imprescindible que el cotejo se haga
entre muestras del mismo tipo.
Análisis cronológico de firmas
Tratar de establecer la fecha de estampación de una firma, junto con la datación de otros aspectos documentales, se
encuentra entre las cuestiones que con frecuencia son motivo de solicitud al perito, dada la trascendencia a que está sujeta
la validez de los contenidos en contratos, cláusulas de subrogación, recibos, reconocimientos de deuda, finiquitos, etcétera,
en función de la fecha de emisión.
Figura 495.Muestra extensa como la de este ejemplo hace posible adscribir a un período determinado, una firma de la
que se quiere saber su data aproximada
Determinar cuándo se estampó una firma es posible en determinados casos a través de la evolución de la escritura si se
cumplen ciertos requisitos:
• que exista suficiente cantidad de muestras con las que poder hacer el seguimiento de sus transformaciones;
• que con dichas muestras se abarque un extenso período anterior y posterior a la fecha de la que se duda;
• que durante el período anterior, el coetáneo y el posterior respecto de la firma que se pretende datar, el lapso entre las
indubitadas sea tanto menor cuanto más preciso se necesite establecer el período al que corresponde;
• que el firmante muestre claras transformaciones evolutivas como las que se ejemplifican en la Figura 495 dentro del
período interesado.
Un lapso tan extenso como el que se abarca a través de estas firmas constituye un grupo de muestra idóneo para fijar un
determinado autógrafo dentro de una etapa concreta, que en este caso podría cifrarse en años, dependiente de los
intervalos entre los DNI. Pese a tratarse de una muestra idónea, es posible que en casos similares no dé la solución que se
busca si de lo que se trata es de establecer una fecha ajustada dentro de un período más corto, como por ejemplo, de un
año. La reducción del período a considerar eleva el nivel de dificultad en la precisión, puesto que los cambios notorios
suelen darse en tiempos algo extensos y de manera gradual. Empero, todo depende de la fase vital del firmante y su
idiosincrasia, y de la cantidad de muestras con que se cuente para cierto período; sabido es que en determinados
momentos se verifican cambios muy pronunciados en cuestión de meses, y que tales cambios son más drásticos de los que
posteriormente, y como consecuencia de la evolución natural, van a tener lugar. Las transformaciones entre la primera y la
tercera firmas del ejemplo son buena prueba del cambio ocurrido en esa primera fase vital, y sin duda el más notorio entre
el primer y segundo autógrafo.
Pero tampoco esto puede darse como norma universal. En no pocas ocasiones se comprueba que personas cincuentañeras,
de las que por lógica no cabrían esperarse grandes variaciones en su escritura, cambian, inesperadamente, no sólo un
aspecto, sino varios de modo simultáneo. Por consiguiente, es imprescindible no partir de hechos juzgados, sino, al
contrario, estar a la expectativa de que pueda surgir cualquier fenómeno imprevisto.
En la datación relativa de firmas se da una circunstancia muy favorable cuando se trata de seguir los autógrafos de
personas que firman muchos documentos a diario; sucede entre el personal directivo de las compañías e instituciones. La
abundancia de documentación que cada día suscriben, proporcionan al perito el mejor de los materiales para indagar si en
efecto se producen o no variaciones y, en consecuencia, qué posibilidades existen o no de fijar el momento de ejecución de
un autógrafo concreto.
Figura 496.Estas tres firmas son un ejemplo clásico de trueque en la secuencia lógica que debiera esperarse de un pulso
patológico. Las tres están dispuestas según su cronología; como se comprueba, la primera de ellas es la más deficiente; en
la segunda hay cierta mejora, aunque con dificultades para conformar los trazos curvos de la base y, finalmente, la
tercera, es la que revela un mejor dominio de los gestos finos. De no tenerse la certeza de sus fechas (las tres obrantes en
protocolos notariales) se diría que el orden debiera ser el inverso acorde con las deficiencias del pulso
En personas afectadas por algún tipo de patología o simplemente por su edad provecta, las deficiencias que registra el
pulso ofrecen valiosas pistas de la fase en que se pudieron estampar las firmas. Las imágenes aportadas en la Figura 351
de la página 615 son un ejemplo del curso de la enfermedad que deterioraba el control gestual de la firmante y que, en
función del progresivo deterioro, podía situarse temporalmente un determinado autógrafo. Con todo, también en esta
eventualidad procede tomar precauciones: hay enfermedades que cursan con períodos de mejora a los que siguen fuertes
recidivas que invalidan este esquema, a priori lógico, de un previsible aumento constante e incremental de las deficiencias
en el deterioro del pulso (Figura 496).
COTEJO DE MANUSCRITOS
Ya se dijo en ocasión anterior que los manuscritos son los que mejores condiciones presentan para el análisis integral,
puesto que pueden proporcionar no sólo las características de los grafismos, las palabras y los renglones, sino también
todos los matices que intervienen en el modo de ocupar el espacio disponible: concentración o espaciado entre renglones,
organización de los párrafos, sangrado, configuración de los márgenes e interrelación del texto y la firma, los signos, cifras
y puntuación sintagmática. En definitiva, la integridad de los factores que se enumeraban en la taxonomía sobre especies
gráficas que se dio al inicio del capítulo 13.
Como ya sabemos, la aplicación de la totalidad de la taxonomía se ve restringida por el hecho de que los manuscritos se
encuentren en formularios con renglones o casilleros impresos, en los que es necesario ajustarlos a un área condicionante.
En tales circunstancias, se debe tener presente que las comparaciones necesitan cumplir el principio de equivalencia de
formatos. Sin embargo, a pesar la pérdida de algunos datos de interés (márgenes, espacio entre renglones, etcétera), la
cuantía de los restantes datos proporcionan los elementos necesarios para la consecución de un estudio muy completo.
Testamentos hológrafos
El examen de los testamentos hológrafos motiva el que deban hacerse algunas reflexiones particulares a causa de cuatro
razones importantes porque:
En lo concerniente a la espontaneidad y contenidos, constituyen sin duda alguna circunstancias que favorecen la expresión
de todos los hábitos naturales del redactor al conformar todo tipo de estructuras.
La presencia de posibles anomalías en el pulso debidas a la edad o al estado físico debe ser objeto de minuciosa atención
para establecer qué puede ser lógico de una motricidad alterada o qué fenómenos pudieran ser sospechosos de imitación.
El hecho de que las muestras indubitadas sean de formatos muy diferentes supone un pequeño inconveniente, pero no un
obstáculo insalvable. Si no es factible ampliar el examen a la forma de organizar los manuscritos (distancia entre
renglones, forma de crear los párrafos), las demás características relativas a la concentración interliteral, interverbal, las
cualidades de los enlaces, perfil de pauta, inclinación, etcétera, no sólo dan suficiente, sino más que amplia información
para el cotejo.
Consideradas estas condiciones particulares (y una vez comprobado que la pieza hológrafa está indemne, sin vestigio
alguno de manipulación), los cotejos no requieren de más atención específica que la que se aplicaría al análisis de
cualquier otro tipo de manuscrito. En todo caso, habrá que estudiar con especial aplicación las correcciones, interlineados,
o añadidos marginales (que es relativamente frecuente que aparezcan en este tipo de documentos), para constatar que
proceden de la misma mano aunque en tales documentos es normal que se salven por el propio otorgante.
Cotejos de manuscritos de otros sistemas gráficos
Si nos atenemos a la teoría enunciada por Solange Pellat en sus leyes de la escritura, y más concretamente en la primera
de ellas («Las leyes de la escritura son independientes de los alfabetos utilizados»), el peritaje de manuscritos en grafías
distintas a la latina, no debería diferenciarse de ésta a la hora de abordar el análisis de sus características: organización,
velocidad, inclinación y demás factores. En efecto, cualquier escribiente de cualquier lengua refleja sus cualidades en el
apriete del útil, en la forma de ocupar el espacio gráfico, en la manera de proyectar los renglones... e incluso en la
composición de la firma mediante texto, la combinación de texto y rúbrica, o cualquiera de las modalidades que se han
visto hasta aquí; parece que es una costumbre universal el que la firma tenga sus propias características respecto del texto
(Figura 497).
Pero si en lo que concierne al estudio de las firmas es plenamente válido el enunciado de Solange PELLAT, la cuestión no
es tan sencilla cuando se trata de manuscritos cuyas reglas caligráficas son ajenas o contrarias al perito que sólo ha
trabajado con el alfabeto latino.
Figura 497.A tenor de lo que demuestra la experiencia, las firmas de cualquier sistema gráfico se configuran del mismo
modo en sus diferentes variantes: textuales, no textuales, de tipo mixto... Estos ejemplos corresponden, respectivamente,
a firmantes de origen ruso, chino, árabe y griego. Véase también la ilustrada en laFigura 491de la página 870 de un
firmante iraní
Procede hacer una excepción con el alfabeto cirílico porque en éste lo único que varía respecto de los modelos caligráficos
latinos son las formas de los grafemas; en lo demás, como la ligadura de las letras, el curso escritural, todo es parejo al
nuestro. Por tanto, la única restricción que se le presentará al perito desconocedor de la grafía cirílica será en el nivel de
los gestos idiosincrásicos, de aquellos modismos que, como en toda lengua, cada escribiente transforma en algo personal
(Figura 498), aparte de conocer datos esenciales como que en la lengua rusa no existen acentos, o que los entrecomillados
se colocan de diferente forma, como también los signos de entonación.
Figura 498.En estos dos fragmentos hay diferentes niveles de personalización que sólo son perceptibles si se conoce el
alfabeto cirílico y sus normas caligráficas
Sin duda, a la vista de las dos muestras de esta ilustración se pueden constatar muchas diferencias de ejecución
(continuidad, formas, dirección, dimensiones, proporciones, concentración) que permiten un peritaje altamente
aproximado sin necesidad de conocer la lengua rusa. Sin embargo, los gestos personales se perderán si se desconoce
cómo se realiza la escritura cursiva. Por ejemplo, el pequeño guión bajo el renglón inferior (indicado ) no es sino la
interpretación personal de la letra shcha (Щ) cuyo apéndice inferior derecho, el autor lo ha separado de la estructura
principal y lo coloca suscrito; la misma letra en el otro escribiente se transforma en un diseño que en lugar de tener tres
elementos tiene cuatro. Detalles así, importantes en un manuscrito de distinta fecha o con eventuales deformaciones por
cursividad (por no citar los que pudieran estar deformados deliberadamente) serían fácil causa de errores. Por tanto, sólo
es practicable el cotejo con garantías de certeza si se va más allá de los signos globales del sistema gráfico en cuestión.
Más dificultoso es el peritaje de manuscritos de cualquiera de las variantes idiomáticas del árabe, no sólo porque su
composición corre en sentido inverso al resto de los sistemas gráficos, sino porque la percepción cabal de sus
características sólo es posible conociendo cómo tiene que escribirse, partiendo del conocimiento de sus normas (Figura
499). Inútil es proveerse de un alifato y a partir de ahí identificar las formas; se precisa algo más que el conocimiento (de
la norma general) de que la lengua árabe es sustancialmente ligada y que, por consiguiente, tal condición es determinante
al manuscribir. Porque también hay reglas que jamás se vulneran (incluso cuando se trate de escritos altamente
personalizados), que establecen qué letras tienen que escribirse totalmente aisladas, qué otras se unen a la anterior pero
no a la subsiguiente, etcétera, además de saberse que no existen las mayúsculas y que, según sea la posición de la letra,
adquiere una u otra apariencia y cambia el tipo de ligadura; en éste como en otros muchos sentidos, el árabe es una
lengua matemática con normas muy precisas.
Figura 499.Manuscritos como los de este ejemplo serían difíciles de atribuir a una misma persona o refutarlos, sin saber si
las variaciones de la apariencia formal se deben o no a distinto grado de cursividad. Se precisan mayores conocimientos
del sistema gráfico para abordar con garantías su análisis
Frente a los dos ejemplos de esta ilustración un perito no adiestrado se encontraría sin duda perplejo a la hora de
solventar cuestiones tan sencillas como: ¿dónde comienzan y terminan las palabras y, en consecuencia, cómo es el
espaciado?; ¿la extensión de las letras es normal, corta o amplia y consiguientemente, hay o no mucha concentración?;
¿existe alguna letra fraccionada que rompa la norma caligráfica de trazarlas de continuo?; ¿qué hay de personal en cada
una de ellas y, de haberlo, dónde se localiza? Y, así, multitud de cuestiones sustanciales para la identificación.
Pero aún es más importante, y sin duda más difícil, establecer si en un manuscrito determinado hay o no síntomas de
deformación deliberada, si el útil de escritura empleado ha sido determinante en las variaciones y, finalmente, si la
ejecución es natural o está forzada.
Si frente a los sistemas gráficos cirílico y árabe hay que partir del conocimiento de sus normas caligráficas para poder
evaluar los fenómenos de manera acertada, otro tanto corresponde hacer frente a grafías cuya ejecución se rige por reglas
muy diferentes y que, por consiguiente, no pueden abordarse de la misma manera que en la escritura latina. Quien en el
antiguo bachillerato o en las carreras de letras estudió griego, sabe, por ejemplo, que la escritura desligada tiene carácter
normativo y que los enlaces son algo infrecuente en la composición de las palabras, por lo que un escrito como el que se
muestra en la Figura 500 no podría calificarse de desligado sino común; y en todo caso la presencia de trazos de enlace
tendrían que valorarse como gestos personalizados derivados de la velocidad del escribiente. Ejemplos como el manuscrito
chino ya no resulta insólito encontrarlos en el quehacer pericial de nuestro país, por el auge de la población inmigrante en
todo el territorio nacional.
Figura 500.Al igual que en los sistemas gráficos anteriores, frente a los manuscritos en griego, chino o japonés, el análisis
comporta cambiar el esquema en la valoración acorde con las características de sus normas caligráficas específicas
Escritos de la misma persona realizados en diferentes sistemas gráficos
No es una cuestión que se plantee comúnmente, pero por las causas que ya se han dicho acerca de la presencia de
población extranjera, no faltan los casos en que interesa establecer si determinado manuscrito es de la autoría de alguien
que utiliza el alfabeto latino como segundo sistema de expresión al suyo original. Es éste un tipo de cotejo altamente
dificultoso y en un gran número de casos insoluble, por varias razones condicionantes:
1.ª El momento de iniciarse en el nuevo sistema gráfico. Al igual que en el aprendizaje oral, la adquisición en edades
tempranas determina drásticas diferencias en el grado de destreza; los países donde la segunda lengua que se aprende
durante la infancia es el inglés o el francés, dan escribientes perfectamente diestros en el manejo de los distintos sistemas.
2.ª El uso más o menos frecuente que se haga del segundo alfabeto. La práctica constante del nuevo sistema es crucial en
el desarrollo de una grafía en la que van a aparecer o no gestos idiosincrásicos, así como en la agilidad con que se
ejecutan los movimientos, lo que influye decisivamente en el grado y número de matices singulares.
3.ª La propia idiosincrasia personal del escribiente. Al pasar de un sistema a otro, hay personas que emplean ciertos
recursos formales de su sistema originario, y los trasladan al nuevo para construir ciertas partes de la estructura de los
grafemas.
Figura 501.La construcción de tipo caligráfico y la agilidad en la composición del texto en castellano no tienen relación
alguna entre estos escritos pertenecientes al mismo autor Ya en este primer acercamiento a las cualidades dinámicas de
ambos textos se presenta un importante escollo para el establecimiento de la autoría
Todos estos condicionantes elevan el nivel de dificultad a un grado muy superior al que tienen los cotejos entre dos
manuscritos de la misma grafía. Por ello, y como punto de partida en una investigación de esta naturaleza, el primer
análisis imprescindible atañe a la determinación del grado de agilidad que se revela en la ejecución de los ejemplares a
cotejar. Las muestras de la Figura 501 dan buena idea de los obstáculos que surgen para identificar con certidumbre dos
escritos realizados en distintas grafías por el mismo escribiente, partiendo ya del hecho de su desigual nivel de soltura para
componer uno y otro texto. Porque si bien es indudable la habilidad que ha alcanzado para escribir en castellano, la
composición de tipo caligráfico y los de detenimientos en seco en los remates de algunas letras (acotados ), no tienen
equivalencia con la evidente cursividad y soltura que manifiesta cuando escribe en su lengua natal: carente ésta de todo
vestigio caligráfico y de gestos raudos y resueltos, tanto en la formación de los trazos principales como en los remates.
Conviene, a la vista de este ejemplo, recordar si los análisis grafométrico o estadístico darían alguna respuesta eficaz, sin
valorar matices tan importantes como la fluidez gestual o el tipo de estructura de cada texto.
En esta clase de cotejos juega un papel primordial el tipo de grafía que se vaya a cotejar con el texto en caracteres latinos,
porque la semejanza o no de los grafismos de la otra lengua mantendrán o no cierta relación formal como punto de
partida; y tal semejanza formal intervendrá decisivamente en la facilidad para trasladarse al sistema latino con gestos
parecidos o, al contrario, con un mínimo o ningún vestigio.
Los fragmentos de la Figura 502 permiten comprobar hasta qué punto son determinantes las analogías o diferencias de los
sistemas. Los dos primeros fragmentos contienen evidentes paralelismos estructurales, compositivos, en la organización,
etcétera, porque únicamente difieren uno y otro en el diseño de grafismos particulares; el autor no tiene más que dar
diferente forma a los grafemas e incluir los que no son propios de su alfabeto sin necesidad de variar los restantes hábitos.
Como contrapunto, los dos textos siguientes, a priori, discrepan en todo. El autor construye el texto castellano de forma
infantil, acorde con la falta de soltura para desenvolverse en el nuevo sistema; separa los renglones más que cuando
manuscribe en chino; las dimensiones y proporciones no tienen equivalencia entre ambos textos, etcétera.
En definitiva, la falta de cualquier analogía gráfica se constituye en agente diferenciador de las distintas facetas que son
susceptibles de examen; y se hace necesario agotar todas las posibilidades de investigación para ir descubriendo qué
tienen en común ambos manuscritos.
Figura 502.Dos ejemplos contrapuestos que diferencian las posibilidades de identificación de manuscritos provenientes de
la misma mano, en función de las desigualdades en el diseño de los grafismos de cada sistema
Partiendo de las características de estas muestras, se deduce que sólo es posible acometer la comparación previo
conocimiento del modo constructivo de su lengua original (Figura 504), estableciendo después lo que hay de personal en
los ideogramas chinos y, finalmente, dónde aparecen los fenómenos comunes.
Análogas premisas son de imprescindible conocimiento al analizar el sistema gráfico hebreo, que difiere del sistema latino
en dos aspectos básicos: movimiento hacia la izquierda (como el árabe) y de ejecución esencialmente desunida (Figura
503). Sobre el estudio de manuscritos en dos sistemas gráficos diferentes es conveniente consultar dos trabajos de sendos
autores israelíes, Isaac HAGGAG (2) y Moshe PARAN (3) , que, aunque con dos enfoques distintos, aportan al análisis
pericial experiencias muy interesantes.
Figura 503.La formación desligada de las palabras en el texto castellano es un trasunto del hábito compositivo en hebreo,
que el autor repite en ambos casos acorde con su costumbre de aislar los grafemas
Sobre el peritaje de la escritura japonesa, Masakazu YOSHIDA y Yoko SEKI publicaron un magnífico artículo de
recomendada lectura, en la revista Interpol (4) . Y asimismo una magnífica y amplia documentación sobre diversos
aspectos de la escritura japonesa, analizada desde enfoques tan diversos como interesantes, se publicó en 1993 por la
Universidad Tohoku Fukushi de Sendai, Japón (5) , que también es de obligada lectura para hacer una inmersión didáctica
en aquel sistema gráfico.
Figura 504.Una aproximación somera a la comprensión de las características de la escritura china, pasa necesariamente
por el conocimiento de las reglas compositivas: orden que han seguir los trazos, relaciones que se establecen entre ellos y
modo de encuadrar el ideograma dentro de una caja teórica de cuatro espacios cuadrados
Siquiera de un modo somero, el bosquejo que se ha dado sobre los diferentes sistemas que pudieran ser objeto de
peritaje, tiene el propósito de advertir al experto de la diversidad de condiciones y dificultades a las que se enfrentaría en
semejantes casos. Le queda ahora reflexionar sobre tales condiciones y concluir sobre su capacidad para peritar este tipo
de manuscritos, considerando si posee los rudimentos necesarios para acometer la empresa. Y en función de tales
requerimientos y su capacitación aceptar la labor o rehusarla.
MENSAJES ANÓNIMOS
Tanto por las propias características del documento como por las circunstancias que rodean su confección y forma de
comunicarse, su estudio necesita encauzarse con una perspectiva algo diferente a la que generalmente se aplica para los
textos dubitados que no tienen esa condición específica de ocultación de la personalidad.
Concepto
Tal como aparece en la cuarta acepción del DRAE, el lema anónimo es la «carta o papel sin firma en que, por lo común, se
dice algo ofensivo o desagradable». Y éste es el sentido sobre el que se trabaja en los peritajes, aunque con un enfoque
lato, sin restringirlo a la «carta o papel», sino a cualquier mensaje sobre cualquier soporte (Figura 505). Deliberadamente
se titula el presente capítulo mensajes anónimos en lugar de cartas anónimas como viene siendo usual, a causa de que no
siempre estos documentos tiene una forma o estilo únicos; si bien es cierto que pueden adoptar la forma epistolar,
también es común, como queda demostrado, que se haga mediante panfleto, circular, cartel, pintada...
Figura 505.Una tabla colgada de una puerta es en este caso el medio empleado para dejar un mensaje anónimo de
carácter injurioso
En Documentoscopia, el concepto de mensaje anónimo se refiere a cualquier documento emitido por alguien que oculta su
identidad, y que coincide con lo que vulgarmente se entiende que suelen distinguirlos: contenido ofensivo, calumnioso,
injurioso, amenazante, es decir, los que, llevando o no firma, persiguen el perjuicio directo o indirecto del destinatario;
asimismo, el beneficio personal del emisor, ya sea de índole material o psicológica.
Punto de partida
El trabajo del perito no siempre es diferente al enfrentarse a esta especie documental, aunque invariablemente su trabajo
se inicia a partir de una situación interrogante sobre la autoría. Son las circunstancias que rodean al documento anónimo
las que sí cambian la manera de concebir el estudio y el modo de emprender ciertas acciones con las que llegar a la
identificación del autor. De otra parte, los documentos anónimos reúnen particularidades exclusivas que los hacen
singulares desde varios puntos de vista:
1.ª A diferencia de otra clase de documento, el objeto del trabajo siempre se encamina con exclusividad a identificar quién
es el autor del comunicado.
2.ª Es bastante común que en un primer momento, junto con el documento en cuestión, no se proporcione al experto otros
sospechosos. Se inicia el caso analizando sólo la pieza anónima para establecer sus características; dependiendo de los
fenómenos hallados, se dirigirán las pesquisas hacia un grupo determinado de posibles escritores conforme a algún criterio
que el análisis haya proporcionado (de edad, de ámbito, de cierto nivel de formación, etcétera).
Figura 506.En la redacción de anónimos como en este ejemplo se advierte la contradicción propia de quien pretende
presentarse bajo una advertencia amistosa «Lamento comunicarte...», «Un amigo», que no logra enmascarar el verdadero
propósito: el insulto final
3.ª Los anónimos no se reducen a una firma, sino que contienen un mensaje donde aquélla suele estar ausente como tal, y
en su lugar figure una frase o cierto lema sustitutivo (Figura 506).
4.ª El contenido, la finalidad y el alcance de los anónimos son distintos respecto de otro tipo de documentos dubitados.
5.ª Son casos que invariablemente contienen una carga psicológica negativa, ya porque aparezca explícita en la actitud del
emisor, ya porque así la viva el receptor, dada la concurrencia de dos condiciones particulares: lo inesperado del hecho y la
ocultación de la personalidad del remitente.
6.ª Se dirigen a un destinatario concreto (persona individual o grupo escogido). En este sentido, los anónimos tienen toda
la fuerza del concepto documento, tal como se definió en su momento, en el sentido de mensaje, de contenido de ideas
que se desean transmitir.
7.ª No siempre el anónimo es un mensaje directo. Hay cierto tipo de comunicación, en la que se suplanta la personalidad
de determinado individuo, y en su nombre se dirige a terceras personas, compañías o proveedores para suscribir servicios
o solicitar productos; el objetivo, claramente perverso, es el de sorprender al destinatario con alguna obligación o
mercancía que no ha comprado y que, en principio, le obligaría a atenderla.
Clasificación de los anónimos
Si bien la categorización de los tipos no es algo que revista especial interés, a los únicos efectos de tener una visión de
conjunto cabe establecer varias categorías siguiendo diversos criterios: materiales, formales, o en razón de la intención.
Según sus materiales
Una de las facetas particulares de los anónimos radica en la gran variedad de formas empleadas para la emisión de los
mensajes. Los siguientes son los que en la práctica aparecen con más frecuencia:
Manuscritos
Mecanográficos
Fotocopiados
• Papeles corrientes.
• Muros y paredes.
• Tablas o cartones.
• Pancartas.
• Automóviles.
Sin firma
Según la intencionalidad
Hacer una distinción de este tipo no es fácil porque muchas veces existe una mezcla de sentimientos o intereses
ciertamente complicados de deslindar, y aun de llegar a saber cuáles de ellos son los verdaderos (Figura 506). Es posible,
sin embargo, intentar hacer dos grandes grupos de anónimos en función de sus propósitos básicos:
Entre los primeros se encuentran los que tienen la intención de atemorizar, difamar, calumniar, desestabilizar el curso
normal de la vida, extorsionar, etcétera, de cuyas consecuencias el comunicante sacará un provecho más o menos directo,
bien de índole material, bien de orden moral. La casuística es muy extensa y ocuparía por sí sola un capítulo completo. Tan
sólo cumple señalar que los casos más frecuentes se relacionan con el daño de alguna especie (injuria, difamación); con el
deseo de afectar la imagen social o profesional a través de la posible propalación de hechos del pasado más o menos
oscuros; inquietar o atemorizar con amenazas más o menos violentas; ofender la sensibilidad del receptor con toda clase
obscenidades, las más de las veces en tono pornográfico; intimidar a las personas que tienen ciertos cargos profesional o
socialmente relevantes.
Los segundos suelen ser comunicaciones de individuos que no quieren implicarse por causa de su aviso o por la delación
que hacen de los hechos, los cuales van a afectar negativamente a la persona advertida. No suelen tener un interés directo
ni mala intención, aunque en ocasiones tampoco queda del todo claro que el trasfondo sea poco aséptico tal como parecen
querer transmitir.
Otra faceta presente en esta clase de escritos, son las razones que los motivan, pues la complejidad de los móviles es tan
extensa como lo es la de los estados de ánimo que puede tener la persona respecto a la que se dirige: animadversión,
rencor, envidia, celos...
Anónimos manuscritos
En regla, el proceso de investigación de un escrito anónimo es el mismo que el de cualquier documento dubitado. Así pues,
todos los factores gráficos posibles se estudian con idénticas pautas que las ya mencionadas con anterioridad, confiriendo
a cada factor su valor relativo respecto al contexto en el que se encuentra.
Figura 507.Las escrituras pertenecientes a las dos manos que intervienen en la redacción de este anónimo presentan una
ejecución espontánea. Es propio de los casos en los que no se prevé que en algún momento el manuscrito pueda ser
objeto de investigación y, por tanto, no hay afán por desvirtuarlo
Particularmente aplicables son estas normas en los casos en que el documento aparece redactado con visos de naturalidad
y en ausencia de cualesquiera de los síntomas que induzca a pensar en deformaciones, disfrazamiento, u otras formas
artificiosas de manuscribir (Figura 507).
Por raro que pudiera parecer se da el caso de que algunos anónimos los escribe una persona que se considera a sí misma
«libre de toda sospecha» y, consiguientemente, no tiene ningún reparo en escribir según es su costumbre. También con
toda naturalidad en la composición son los que se redactan por tercera persona fuera del circuito de los sospechosos.
Como puede suponerse, los peritajes de esta naturaleza se desarrollan sin distinción alguna.
La dificultad surge en el momento de tomar los cuerpos de escritura necesarios donde el imputado, sabedor del análisis
que se va a hacer con su manuscrito, tratará de deformar su modo natural de escribir.
Manuscritos con letras mayúsculas o tipográficas
Cada vez son más numerosas las personas que escriben exclusivamente con letras mayúsculas o con las llamadas «letras
de molde», en particular entre las últimas generaciones de jóvenes. Así pues, un escrito anónimo hecho con esta clase de
letras no es sintomático de ocultación de la personalidad, al menos, en principio.
Como contrapartida de lo afirmado, tenemos que sí constituye un recurso muy usual el que la persona que emite un
anónimo sustituya su letra cursiva por letras mayúsculas, recurso que normalmente se adopta como un medio para
enmascarar o, cuando menos, despersonalizar la escritura o la firma. En tal caso, utiliza tal diseño con las modificaciones
propias de quien desea desfigurar su grafía:
Consiguientemente, las líneas de investigación deberán ser análogas a las especificadas en capítulo anterior acerca del
disfrazamiento gráfico (Figura 508).
Figura 508.Aunque en este anónimo es indudable la intención de ocultar la escritura espontánea (cambios en las formas,
en la inclinación, construyendo ciertas letras en dos partes...), el autor ha dejado numerosas características de sus hábitos
que tienen un concepto singular de ejecución: letrast, s, espaciamientos, dirección de los renglones, etcétera
En un texto como el de este ejemplo hay que atender, con especial cuidado, el final del manuscrito, puesto que el esfuerzo
aplicado para desvirtuarlo deja sus vestigios: si desde un principio la letra t surge de un modo automático, a medida que
avanza deja traslucir mayor cantidad de modismos.
Para quienes sí tienen por costumbre escribir en mayúsculas, la opción de ocultarse va por otros derroteros, y recurren a
alguno de los siguientes subterfugios:
• Formando las letras mediante líneas simples. Tal sistema de abreviación o simplificación de las letras, las despoja de los
adornos y complementos característicos para que los gestos más aparentes no sean reconocibles.
• Fraccionando las letras en cada uno de sus trazos principales. Procura un aspecto artificioso a la escritura, al tiempo que
simula impericia de la mano.
• Mezclando mayúsculas con minúsculas de manera arbitraria. Provoca un aspecto de desconcierto, de desorganización,
que curiosamente practican personas que tienen el hábito contrario.
Manifestaciones como estas últimas no deben extrañarle al perito, lo mismo que son de esperar otras de análogo cariz en
los tipos de anónimo que se tratan a continuación.
No es del todo cierto, como a veces se ha dicho, que la escritura tipográfica o con mayúsculas no pueda ser investigada
porque carezca de los elementos individualizadores típicos de su autor. Nuevamente debemos considerar el caso concreto
en cada circunstancia. Muchas personas desarrollan en estas modalidades gráficas hábitos comunes semejantes (grado de
cohesión, dimensiones generales, dirección de las líneas, perfil de pauta, secuencia de los trazos, concentración o
espaciamiento de letras y palabras) que permiten relacionarse con las mayúsculas que usan en los inicios de párrafos. Tan
sólo existe el obstáculo, para llevar a cabo con fiabilidad un cotejo de esta especie, la cantidad de escritura que es
necesario comparar; unas pocas mayúsculas de un texto cursivo será por lo general un material escaso para la
identificación, en parte, porque factores como la proporción, modo del enlazamiento, etcétera, no podrán contrastarse. Los
impedimentos desaparecen si se obtiene un cuerpo de escritura de igual realización; cotejar mayúsculas con mayúsculas, o
caracteres tipográficos con otros semejantes, es imprescindible para escrutar los hábitos y tendencias.
Distinto es enfrentarse a un cotejo en que los manuscritos son de composición dispar (mayúsculas con minúsculas, letras
cursivas con tipográficas, letras con cifras...). Entonces sí hay que adoptar cautelas. Por igual razón que ya se dijo al
hablar del cotejo entre firmas y textos, se puede esperar que entre una grafía y la otra existan tales divergencias que
apenas si puedan reconocerse unos pocos fenómenos concordantes.
Escrituras con la mano no adiestrada
No es correcto denominar este tipo de anónimos como hechos con la mano izquierda, porque sería tanto como ignorar que
existen escritores zurdos. Así pues, la mano contraria, no habitual o no adiestrada, son las mejores definiciones para
designar este procedimiento de encubrir (transformando) los gestos gráficos, cuando se actúa con la que normalmente no
se utiliza. La destreza y la comodidad en el uso de determinada mano condicionan bastante la persistencia o la alteración
de numerosos fenómenos (Figura 509). Este supuesto de escrituras con mano contraria es quizá de entre los más
laboriosos que puede encontrar el perito en su quehacer, debido a la cuantía de los aspectos que ha examinar, al gran
número de transformaciones que se originan, pero sobre todo a la imposibilidad de obtener un patrón equivalente para el
cotejo.
Figura 509.En los anónimos con la mano no adiestrada surgen todo tipo de deformaciones y anomalías junto con la
acentuada caída de los renglones
El perito cuenta siempre con que el grado de destreza varía de modo notable de una persona a otra, criterio que en el
presente supuesto no debe cambiarse. En consecuencia, será de esperar que lo más frecuente es que se carezca de un
mínimo de maña para escribir con la mano no habitual. La falta de adiestramiento, o la carencia innata de facultades para
escribir indistintamente con ambas manos, tiene múltiples y muy variados efectos en la grafía ejecutada con este
forzamiento:
• Formas: Es normal que el aspecto general sufra un desbaratamiento acentuado, cuyas consecuencias se traducen en
escrituras que pudiéramos llamar destruidas. Los óvalos se aplastan, se tornan angulosos, y se abren o cierran por todas
sus posibles zonas. Se generaliza un aspecto filiforme en el intento de dar la continuidad que habitualmente se tiene. Las
letras parecen propias de alguien inexperto porque el escritor trata de construir formas primarias, sencillas de realizar,
dejando aparte la mayoría de los ligados insólitos y los gestos personalizados. Por ejemplo, es común que las formas de las
letras m o n habitualmente trazadas mediante combas se ejecuten mediante arcadas con la mano contraria. Muchas letras
se fragmentan si construirlas de continuo tiene particular dificultad.
• Trazos: Aparecen deformados por todo tipo de efectos: temblores, abolladuras, desviaciones súbitas, torsiones, roturas.
• Ataques y remates: Unos y otros son indecisos, reflejo del titubeo de la mano al tratar de orientarse adecuadamente
para construir la forma que se desea. En general, se aprecian fuertes caídas.
• Presión: Notablemente cambiante a tramos, unas veces se debilita y otras es excesivamente fuerte. Es típico que los
gruesos y perfiles se encuentren en localizaciones que son contrarias a las habituales.
• Cohesión: La modificación de las formas interviene en el modo de conectarse entre ellas. También decisiva en este
sentido resulta la dificultad de mantener el propio útil de escritura, y así se presentan cortes en la continuidad en lugares
imprevistos y multitud de reenganches...
• Dirección: Salvo que el escritor tenga cierta facilidad para el uso de su otra mano, este aspecto también se transforma
en profundidad. El efecto más normal es el de líneas caídas, o tomando un sentido justamente contrario al que posee con
la mano habitual. Asimismo, es frecuente que la dirección sea ondulada por el intento de recuperar la horizontalidad al
componer las sucesivas palabras.
• Tildes y marcas de pausa: Si bien algo transformados en cuanto a soltura y con aspecto de inseguridad, no obstante
tienden a permanecer en su ubicación original y se mantiene el momento en que se colocan. Los puntos de pausa son
quizá los que menos se alteran, de modo que los párrafos se estructuran con el mismo carácter original.
• Orden: Instintivamente el escritor reproduce todas las cualidades que tiene por norma dar a sus escritos referentes al
espaciamiento de los márgenes, líneas, párrafos, etcétera. Son susceptibles de hacerse irregulares los perfiles de los
márgenes aunque manteniendo la tendencia general. La traslación irregular del puño interviene en la alteración profunda
del distanciamiento entre palabras y letras; con frecuencia se adosan grafismos que habitualmente no se ejecutan así.
• Enlaces: Este factor se ve tanto más alterado cuanto mayor es la torpeza para manejar la mano no adiestrada. En
muchos casos es un factor por completo irreconocible, circunstancia que deja al perito desprovisto de él a menos que las
ligaduras más sintomáticas surjan en lugares especialmente singulares.
• Proporciones: En un alto número de casos es un factor del todo inservible. Son muy pocas las escrituras que siguen
manteniendo sus equivalencias y, aun así, acusan variaciones que hacen dudar de los valores que se obtienen.
• Movimientos no visibles: Si las formas cambian y los enlaces se transforman, parece lógico que los movimientos «en
el aire» tampoco sigan su curso normal. Pese a todo, hay que analizarlo con detalle, porque es cierto que la mano
conserva (en muchas ocasiones con un curioso efecto de espejo) sus propiedades de traslación entre la finalización de una
letra y el comienzo de la siguiente; que no se consiga es otro asunto, pero frente a unos trazos divagantes e inseguros,
multitud de gestos demuestran que el camino que ha intentado seguir la mano es de igual sentido que en la escritura
normal.
• Tipo de apoyo: Al empuñarse el útil de escritura con la mano contraria se hace por lo general al lado opuesto,
adoptando una postura en la que el ángulo de contacto con el soporte posee parecido valor.
• Formación gráfica: En algunos escritores manejar la mano contraria cambia el sentido del movimiento al curso
contrario, lo que produce, por ejemplo, que los óvalos se tracen en el sentido de las agujas del reloj.
De tal cantidad de factores alterados pudiera deducirse que apenas si queda un resto escritural que poder utilizar para
llegar a indagar algo cierto. En realidad, el panorama no es tan desalentador como se presenta a priori, porque tampoco
todos estos aspectos cambian al mismo tiempo, ni en grado tal, que se hagan siempre irreconocibles. Según las
capacidades de quien escribe, un conjunto de aspectos variarán y otros fenómenos permanecerán más estables, pues es
posible comprobar que muchas tendencias acusan menor grado de perturbación.
Hechos por persona o personas distintas
En cualquiera de sus modalidades (manuscrito, micrográficas, impreso), el anónimo puede estar hecho por una persona
distinta de la que parte la idea, o bien estar realizado con intervención de varias manos.
Las ventajas para el inductor del anónimo, al contar con personas totalmente ajenas al receptor de la misiva son obvias: la
imposibilidad de relacionarle con los hechos en un eventual cotejo de su letra auténtica. No es extraño ver que en cartas o
panfletos hay grafías espontáneas que difieren entre sí claramente. Según los sucesos que interesen al caso, las
investigaciones habrán de dirigirse a identificar uno o varios autores. Tampoco es infrecuente el que tras de recoger
múltiples patrones de comparación no sea factible relacionar ninguno de ellos con algunas de las escrituras que forman el
documento sospechoso.
Anónimos mecanografiados
Con máquina de escribir
Tanto si se trata de un documento anónimo como de cualquier otro sin este carácter pero con un contenido dubitado, el
examen, así como la eventual identificación de máquina y mecanógrafo, se estudian en capítulo aparte.
Realizados con impresora
También los documentos realizados con distintas impresoras son objeto de tratamiento en el capítulo dedicado a las
mecanografías.
Fotocopiados
El hecho comúnmente admitido de que el falsificador va «por delante» del perito, es algo a lo que en ocasiones hay que
enfrentarse. Quienes con más o menos asiduidad se dedican a falsificar saben que uno de los obstáculos que se le presenta
al experto es el de trabajar con fotocopias, porque también saben que con ese sistema de reproducción eliminan una
buena parte de los aspectos necesarios para obtener conclusiones fiables.
La eliminación de posibles indicios de identificación tiene efectos muy positivos para el autor, si una vez manuscrito o
mecanografiado un texto, se fotocopia. Ante cualquiera de las dos circunstancias cabe hacer una vez más hincapié, en
relación con los anónimos, de las mismas reservas y precauciones que si de otro documento fotocopiado cualquiera se
tratara. Si a la dificultad propia de examinar una escritura «normal» se le añaden todas las que se han dicho, por ejemplo,
al ejecutarse con la mano contraria, las trabas de no poder ir afianzando sucesivos factores se aúnan para imposibilitar una
conclusión asertiva.
Con otros medios y sobre diversos soportes
En la sociedad actual se ha extendido rápida y universalmente la fórmula de hacer pintadas en las paredes, por lo general
con mensajes de contenido político, reivindicativo, amenazante; e incluso iluminados con vivos colores, se han constituido
en recurso expresivo para algunos individuos que dicen hacer de ello un nuevo arte callejero. A esta clase de pintadas se
les ha dado en reconocer con el plural italiano graffiti, que curiosamente ha sido adoptada y es de empleo muy extendido
en el ámbito anglosajón.
Figura 510.La facilidad y la rapidez necesarias para dejar el mensaje encuentran en los rotuladores un medio idóneo:
funcionan como cualquier bolígrafo sobre un papel, su tinta fluida se adhiere a cualquier superficie y el grosor del punto
favorece que los trazos resultantes sean tan visibles como los que se hicieron en esta puerta
No tan adornadas, desde luego, ni con tanto esmero y color, estos grafitos (sobre paredes habitualmente) también son el
medio de los autores de anónimos para difundir mensajes ante colectivos, o para dirigirse a alguien concreto pero con la
máxima publicidad del hecho. La pintura y las brochas de antaño han cedido el paso a los más modernos y cómodos
rotuladores (Figura 510) y aerosoles de pintura, con los que casi siempre los vemos realizados.
Partimos en el estudio de dos efectos condicionantes y restrictivos: la postura y el medio para escribir. Salvando estas
circunstancias que obligan a enfocar de modo distinto ciertos aspectos del grafismo (velocidad, presión, continuidad,
inclinación, dirección de los renglones...), sin embargo, todas la cualidades relativas al gesto permanecen. Por ello, al
peritaje de escrituras sobre paredes se deben aplicar, en principio, todos los criterios usuales de los manuscritos comunes,
en especial si están hechas con rotuladores u otros útiles parecidos y los tamaños de los caracteres están más próximos a
una escritura normal.
Los carteles de gran formato pintados con aerosol son susceptibles, en este sentido, de evaluarse en términos de
proporción. Las cualidades gráficas aprovechables en cada caso suelen ser muy variadas y, normalmente, suficientes para
llevar a cabo un estudio completo. En estos casos se suele objetar la diferencia existente entre escribir en un plano
vertical, de pie, y hacerlo con postura normal sobre una mesa. Si la escritura es muy grande, el desplazamiento y la
postura del brazo es semejante al reajuste del punto cuando se completa una línea. Sin duda, el resultado no es el mismo
en lo que a la dirección se refiere. Pero por otro lado, la concepción del plano gráfico en la persona no suele variar: el
escritor de letras grandes o de tamaño muy reducido vuelca su propensión en cualquier plano. Tan sólo se han de tomar
ciertas cautelas de índole parecida para no errar.
La imposibilidad de trasladar el objeto al laboratorio para estudiarlo se suple a la perfección con una toma fotográfica
adecuada, con la que hacer transparencias y todas las apreciaciones que proceden practicarse con cualesquiera otras
escrituras. Aún más, una fotografía aventaja en muchos casos al estudio directo sobre el plano, máxime si éste es rugoso,
se encuentra a una cierta altura, está en lugar poco iluminado, se entremezcla con otras pintadas... Con una reproducción
suficientemente ampliada es posible medir, acotar, percibir tendencias de conjunto con más precisión, y demás
características.
Una precaución al respecto: colocar en el momento de la toma un testigo métrico que permita conocer todas las
dimensiones así como las de ubicación (altura respecto al suelo, proximidad a otros muros). El emplazamiento de la
cámara en este tipo de tomas fotográficas es importante, así como el tipo de lente usada; el gran angular hay que
desecharlo porque, si bien tiene la ventaja de abarcarlo todo en una sola instantánea, produce una deformación típica que
deja inservible muchos factores.
Igual precaución ha de atenderse para evitar fotografías desde un ángulo muy pronunciado (picado o contrapicado), sea
por la altura, sea por la lateralidad al colocarse, que provoque deformaciones del tipo barril o, el contrario, de tipo cojín.
Anónimos con recortes o con letras transferibles
Las misivas construidas a partir de recortes de impresos (periódicos, revistas) son impenetrables a la investigación. No
cabe esperar mucho de ellas si no existen otros elementos que aporten algún dato adicional (huellas dactilares, que el
sobre se haya manuscrito o mecanografiado). Los aspectos de orden espacial, concentración, etcétera, son poco
consistentes para la identificación cierta. Iguales obstáculos, inconvenientes y limitaciones son los que concurren en los
documentos compuestos con letras transferibles.
Únicamente una labor complementaria de investigación (por lo regular fuera del ámbito del perito) podría ser decisiva para
llevar a buen término la identificación de la lámina utilizada en la confección de un anónimo. Pero también ahí quedaría por
dilucidar, si no existen más vestigios, qué persona lo habría podido componer.
DOCUMENTOS FIRMADOS Y SIN FIRMAR
Desde el punto de vista cuantitativo, el hecho de que un documento anónimo no lleve firma puede ser hasta cierto punto
irrelevante si se cuenta con un amplio texto sobre el que trabajar, considerando que la mayor parte de las veces aquélla es
simulada. Si existe como tal, o como texto alternativo, tanto mejor; nunca un mayor aporte de datos es desdeñable. En los
documentos anónimos que contienen firma hay que tener en cuenta lo siguiente:
Si pudiera tratarse de la grafía desfigurada del autor.
Si es una firma imitando los modos de otra persona. En este supuesto, bien pudiera constituir una falsa pista para atribuir
a un tercero la autoría.
Sea como fuere, este elemento admite los exámenes particulares que en toda firma han de hacerse.
Idénticas observaciones son válidas para el caso de que el lugar destinado a la firma estuviese ocupado por un texto
sustitutivo. Se puede calificar de tradicional el uso de seudónimos o de frases que «sugieren» quién es el firmante, tales
como «Quien tú sabes», «Un amigo»... Si desde el punto de vista de la identificación que se nos «ofrece» es
imprescindible la duda, su importancia como hecho gráfico es, sin embargo, pareja a la del texto.
CONTENIDOS DE LOS ANÓNIMOS: HECHOS RECURRENTES
Junto a las deformaciones típicas de las formas y la composición de la escritura, el autor de un anónimo incluye a veces
«informaciones» más o menos explícitas, «indicios» de manera más o menos subrepticia. El fin siempre es el mismo:
reforzar la dificultad de su identificación desviándola a otro ámbito. Para ello, incluye, a veces con agudeza de ingenio,
pequeñas pistas, que no son sino señuelos para derivar la atención de los receptores a otro terreno bien distinto del real.
Es casi una norma el que ciertos hechos extraídos de la lectura del anónimo se conviertan en sus contrarios o, cuando
menos, se «pongan en boca de otro posible comunicante». Esto lo veremos en los siguientes apartados.
Simulación de personalidad
Al hilo de lo que se acaba de decir, un remitente anónimo masculino que en su carta incluye una expresión de género
femenino induce a pensar que la misiva la envía una mujer. En otras circunstancias habrá datos que dirigirán la atención
hacia un compañero de trabajo, familiar, vecino, que desembocan en un entorno concreto.
Casi siempre, en un caso de anónimo, figura como primera cuestión el saber si el remitente es hombre o mujer. Esta
pregunta se presenta como dato sustancial para poder, una vez elucidada, recoger muestras de escritura de unas u otras
personas sospechosas.
Es una creencia muy generalizada creer que el perito (o el grafólogo) puede determinar el sexo por medio de la escritura.
Quienes tienen experiencia en el peritaje grafístico o han estudiado Grafología saben que éste es un dato imposible de
concluir por dos causas esenciales: la masculinidad o femineidad no dan carta de naturaleza a una persona para ser como
es y, por lo tanto, no existe ningún factor definitorio, inequívoco, de su condición en ese sentido.
Es posible pensar no obstante en el sexo del comunicante en algunos casos, aunque con reservas. Por ejemplo, cabe
pensarse en una mujer de una edad concreta si las formas gráficas son netas del estilo sâcre coeur. Pero atención,
también puede ser una trampa para imputar el escrito a un tercero imitando sus modos externos.
Presunto analfabetismo
Harto frecuente es la simulación de analfabetismo a través de numerosas faltas de ortografía (normalmente acompañando
una escritura de tipo elemental).
Estos pretendidos errores son por lo regular de tamaña ignorancia, que despiertan en el perito exactamente el efecto
contrario. Compréndase que no se trata de reparar en expresiones erróneas comunes (esas que suenan bien porque están
en boca hasta de los ministros) como por ejemplo, «a nivel de», «en orden a...», «pienso de que...», «el onceavo lugar»,
sino de palabras más simples, de lenguaje más cotidiano, «aora», «cojer», «villetes», que carecen de credibilidad por lo
que tienen de abultadas.
Se impone entonces desentrañar otros factores de la redacción para corroborar la presunta ignorancia o la circunstancia
contraria: modos de expresión elaborados, construcción sintáctica especial, utilización de perífrasis, cultismos, y otros
aspectos similares.
Falsas pistas
Otro modo de desviar la investigación hacia un ámbito distinto se consigue sin hacer referencias explícitas pero a la vez
muy llamativas.
Un impreso con el logotipo de alguna compañía, una carta con membrete de un hotel, un sobre impreso, o cualquier papel
semejante llamará la atención del receptor sobre ello desconcertándolo o llevándolo a pensar en posibles autores
relacionados con el establecimiento en particular o de su estancia allí.
Igualmente, la remisión de una carta desde otro punto geográfico al del afectado, o desde una zona en particular de la
misma ciudad es una estratagema típica del remitente de anónimos sobre la que hay que detenerse. En buen número de
casos la artimaña surte los efectos deseados por la persona que lo envía.
Otros elementos a considerar
Lenguaje
Aparte de las comprobaciones dichas en las simulaciones de ignorancia, o independientemente de ellas, es interesante
examinar con profundidad todos los medios expresivos del comunicante. Si al hablar de las leyes de la escritura se decía
que «nadie puede introducir en su grafismo mayor nivel del que realmente posee», en este terreno sucede otro tanto.
Es posible que una persona de alto nivel cultural intente parecer iletrada, pero cambiar radicalmente su modo de pensar (y
por lo tanto de estructurar el pensamiento) le resultará difícil. Como le resultará difícil también desprenderse del léxico que
mejor conoce y tiene costumbre de utilizar. En cualquier palabra o expresión podrá dejar traslucir un tecnicismo, un
vocablo de uso regional, algún modismo típico de un ambiente o de una zona. Por ejemplo, las personas bilingües suelen
tener dudas ortográficas o sintácticas causadas por el uso de las dos lenguas, cometiendo usos impropios, o dejando
entrever alguna traducción literal en su modo de expresarse.
Relato de datos confidenciales
Es un hecho recurrente en los anónimos introducir narración de hechos que tan sólo conoce la víctima y un reducido grupo
de personas, por lo general relacionados con un entorno familiar o de amistad. Son sucesos a los que ha accedido el
desconocido por algún medio indirecto y los utiliza como si los hubiera vivido de forma directa, como si él mismo
participara de esa confidencialidad. Es, obviamente, una manera de crear dudas e inquietud entre un grupo relacionado,
con más o menos fuerza, por el afecto.
Edad
Estamos ante un planteamiento semejante al del sexo. No hay un factor indicador exclusivo, a la vez que hay muchos
síntomas. En ningún caso hay signos específicos para las personas de cuarenta, cincuentañeras, etcétera. Sí sabemos que
la ancianidad provoca en la escritura debilitamientos, temblores y síntomas análogos, pero esas mismas manifestaciones
provienen, en otros casos, de estados patológicos. Puede ser hasta cierto punto fácil diferenciar el pulso de una persona
sana de veinte y otra también saludable de setenta, si previamente se ha verificado que en esta última no existen señales
de falseamiento.
Factores educacionales o sociales
Independientemente del estrato social al que pertenezcan, las personas han recibido unas normas de comportamiento que
se traslucen en algunos anónimos. Sobre todo en aquellos que no son malintencionados, comienzan o terminan
disculpándose por el hecho mismo del anónimo y de lo que en él cuentan. Si no se observara segunda intención u otros
datos que lo contradigan, es posible adscribirlos a un grupo de personas que en mayor o menor medida poseen un sentido
de la empatía propiciada por un estilo de educación basado en las buenas maneras, en lo que antaño se conocía como
«buena urbanidad».
Nacionalidad
Las formas modélicas y el uso del lenguaje son dos posibles indicadores de una determinada nacionalidad. Aunque no
todos los ciudadanos de un país escriben del mismo modo, sí es cierto que pueden participar de un sustrato general cuyo
aspecto recuerda de inmediato un estilo de lenguaje peculiar. Particularmente expresivos son algunos detalles mínimos,
casi inapreciables, no relacionados directamente con una caligrafía concreta, pero que tienen su origen en los usos
nacionales.
Sobres
En el estudio de cartas anónimas, testamentos hológrafos u otros supuestos, los sobres proveen información
complementaria de los modos y las tendencias del escritor repartidas por sus diversos elementos:
• Estructura de los datos del destinatario. Separación entre nombre y dirección, posición lateral o en altura, separación
de datos con guiones, inserción de comas...
• Tipo de abreviaturas utilizadas en las denominaciones: c/., Pza., Sr., Srta., D., Don, Dña., D.ª.
• Paréntesis, barras (/), signos especiales (&, #).
El sobre puede contener otras pistas sobre el presunto remitente o la procedencia: olores, manchas de cualquier tipo,
datos del matasellado; pero éstos, como las huellas latentes en el papel, son ya aspectos más específicos de investigación
extragráfica, aunque apunten en alguna dirección en cuanto a centrar el asunto sobre un grupo más reducido de
presumibles autores.
Recopilación de material para cotejo
Contar con patrones de cotejo adecuados resulta en verdad complicado.
Por una parte, la mayoría de las muestras que se ofrecen están recopiladas aleatoriamente de entre aquellas personas de
las que se sospecha, y cuya selección no está guiada por ningún criterio más que el de la lógica (a veces, lejos de la
realidad). Por otra parte, una vez hecho el primer análisis y establecido un grupo al que dirigir la investigación, los
documentos que se entregan al perito tienen la más diversa forma y muy distinta extensión y contenidos; desde
anotaciones hechas en una hoja de calendario hasta apuntes tomados a vuelapluma sobre un soporte inestable, o quizá el
borrador de un escrito.
Todo esto es consecuencia del sigilo con que en la mayoría de las ocasiones quiere el receptor del anónimo que se trate el
asunto. No procede, pues, ni se puede, sentar a un individuo a pedirle una muestra de escritura, si sobre él no se tiene
más que la «impresión» de ser el autor. Cualquiera puede imaginar cómo reaccionaría alguien al que se instara a escribir
para incluirle en una lista de personas de dudosa conducta.
Siempre se han de medir las repercusiones de cualquier actuación en este sentido. Si bien es tarea de los letrados evaluar
el alcance legal, sí es conveniente que el profesional sepa en qué terreno se mueve, porque no es insólito que se pida al
perito alguna actuación poco ortodoxa al respecto, que, aun cuando desde el punto de vista pericial fuese rigurosa,
adecuada y necesaria, excedería los límites de su competencia.
Posibilidades de certidumbre en el peritaje de anónimos
En esta vertiente pericial no puede ocultarse que son muchos los problemas que quedan sin resolver. Es una circunstancia
esperable desde el principio ante un asunto de esta naturaleza.
En ocasiones, tras un largo trabajo de examen del anónimo y de comparación con gran cantidad de material sospechoso,
no se obtienen resultados positivos. Algunas veces se llega a conocer la idiosincrasia del remitente a través de sus gestos,
de sus expresiones o de sus manías (porque es corriente la insistencia en el envío de misivas), pero nada más. El autor
queda, tal cual se lo propone, en el anonimato. Las causas se deben a uno o varios motivos:
Los indicios reunidos se quedan en eso, indicios, pero no son bastantes para incriminar a alguien.
COTEJO DE CIFRAS
Equivalencia de los cotejos
Quedó enunciada en el Capítulo 9, bajo el epígrafe Principio de equivalencia de estructuras, la necesidad de contrastar
elementos análogos. La razón es puramente práctica: no es nada raro ni insólito que las cifras se articulen de un modo
especial y algo distinto respecto de los textos de la misma mano. Así, alguien que dispone sus letras de manera vertical al
redactar textos, inclina los números; o que, teniendo la costumbre de concentrar las letras, hace una separación amplia de
las cifras (Figura 511). Y análogamente, cualesquiera otras variaciones en su articulación.
Figura 511.La misma persona que tiende a concentrar las letras e incluso a adosarlas, separa los números y, al tiempo,
varía su inclinación de un modo distinto al de los textos. Sin embargo, laOmayúscula y los ceros tienen idéntica estructura
Dicho esto, no debe entenderse que haya que desvincular del todo letras y cifras como si de dos escribientes distintos se
tratara, puesto que otros factores gráficos mantienen una indudable correlación, tal como se comprueba en el ejemplo
propuesto. De lo que se trata es de estudiar específicamente cada faceta escritural, porque las cifras, lo mismo que los
signos complementarios, son a menudo concebidas con características algo diferentes en varias de sus propiedades
respecto de los textos del mismo autor (Figura 512). Y con tal enfoque, dichas diferencias serían susceptibles de
interpretación errónea si se estudiaran desvinculadas, es decir, si no se contrastaran con muestras de igual naturaleza.
Figura 512.Estos dos fragmentos reproducidos con la misma escala, dan idea de los cambios en el tratamiento de textos y
cifras que realiza el mismo autor, y la necesidad, por tanto, de comparar elementos de semejante naturaleza
Variaciones naturales y morfología
Respecto al concepto analítico de las cifras, signos complementarios y marcas, no hay distinción en cuanto a las previsibles
variaciones naturales que es posible encontrar. Los cambios en las dimensiones, las variantes en el número de trazos
dentro de ciertos límites y demás factores son, al igual que en los textos, fenómenos lógicos y esperables.
También, como en el caso de las letras, la morfología es tan amplia que el intento de mostrar siquiera un muestrario
mínimo sería tarea poco práctica. Siempre quedaría sin ejemplificar algún tipo especial por más que la recopilación tratara
de ser exhaustiva.
No es raro encontrar que las cifras participan de diseños comunes con algunas letras; no es otra cosa que la aplicación de
los mismos recursos formales a diferentes estructuras (Figura 513).
Propiedades especiales de las cifras
Pero sin duda, el aspecto que distingue sustancialmente la ejecución de letras y cifras es la obligada menor variación a que
están sujetas éstas. La razón es sencilla: las cifras necesitan de una precisión que no es exigible a las letras. Cualquiera
puede comprender que en un texto donde aparece una o de mala factura que parece semejar una a o quizá una e, o que
incluso quede inacabada, el contexto facilitará deducir de qué letra se trata. Pero los números no admiten ni deducciones
ni ambigüedades; un 1 que pudiera confundirse con un 4, o éste con un 9 sería catastrófico en el caso de que tuviera que
facilitarse una medición, una temperatura, una cotización bursátil, por no hablar de las drásticas diferencias cuando de lo
que se está tratando son contratos, cheques, pagarés... (no obstante la precaución de repetir en éstos las cantidades en
letra). Huelga dar más ejemplos.
Figura 513.Al pasar del texto a las cifras, este escribiente introduce varios cambios simultáneos: regularidad en las
dimensiones y en la inclinación, más homogeneidad en el asiento sobre la pauta, mejor legibilidad, etcétera, pero utiliza la
misma estructura para construir laGy el número6
En consecuencia, y aunque las formas de los guarismos entre diferentes autores puedan ser muy notables, el margen de
variación se circunscribe a ciertos límites, de modo que siempre se mantiene una estructura esencial que no es difícil
identificar.
Por otra parte, la numeración arábiga (1234567890) tiene la virtud de la universalidad (salvo en algunos países arabófonos
que emplean la numeración de origen indio [que en la opinión generalizada se tiene por árabe [ ])
y que, al contrario que los textos, se escribe de izquierda a derecha).
Ésta es la principal razón de que letras y números se presenten en apariencia discrepantes o con propiedades particulares
en una misma mano y que, pese a las diferencias entre autores, los números difieran en menor medida que las letras. Otra
característica singular de las cifras es su naturaleza desligada. Precisamente, en razón de la claridad que deben tener, los
números se colocan separados, sin enlaces, salvo en el caso de los ceros que, en pares (por lo general en los decimales) o
en trío (para los millares), suelen ligarse por la zona superior con un tratamiento semejante a las letras o de tipo cursivo. Y
es que la propia estructura esencial de los números se presta poco al enlazamiento; piénsese en los números 4, 9 y 3
consecutivos, o cualesquiera otros, y la ambigüedad que comportaría unirlos.
Aspectos especiales objeto de estudio
Consecuente con lo afirmado hasta aquí, el estudio de los dígitos debe enfocarse aparte (sin perjuicio de que en algún
momento puedan establecerse relaciones como la citada en la Figura 513), en parte porque también suele ocurrir que en
una letra de cambio, pagaré o cheque, la cumplimentación no la haga una sola persona.
El análisis de los números proporciona diferentes datos y características, dependiendo de la cuantía de sus unidades
esenciales:
Número 1
Esencialmente, el número 1 sólo requiere de un gesto para quedar conformado e identificarse; es la solución más simple
(véase la imagen A en la Figura 514). A partir de ahí, su estructura puede verse mejorada en los dos trazos que en general
suele tener (B); y ya, como elemento accesorio, con una base a modo de remate tipográfico (C).
Figura 514.Desde la forma más simple a variantes con más elementos, el dígito1ofrece información menos completa que
los restantes
Excusado está decir la escasa información que aporta la solución mediante un solo trazo aun cuando pueda analizarse bajo
todas sus cualidades de articulación: inclinación, velocidad, presión... Este dígito, en todo caso, proporcionará datos
complementarios de otros más complejos, si es que su configuración es la más sencilla.
Número 2
Las tres partes que se necesitan para construirlo (Figura 515) admiten multitud de variaciones, razón por la que este dígito
es de entre los que más interés tiene.
Figura 515.Como norma, el dígito2debe tener tres elementos constitutivos, sobre los cuales se realizan los cambios de
composición de estilo personal
La curva superior puede dar paso a otra, también curva (imagen A en la Figura 516), o adoptar una solución casi
tipográfica de recorrido rectilíneo (B); a su vez, continuar ésta con las mismas posibles dos variaciones y la inclusión en su
punto de inflexión de un ovalillo (C, E); y finalmente, el remate dirigirse a cualquiera de las direcciones posibles: en
ascenso, descendente... (D, E).
Las combinaciones posibles de estos tres elementos básicos son muy elevadas (aparte ya de su articulación); para ejecutar
los números de las imágenes E y F, por ejemplo, se precisan hasta seis gestos. Semejante riqueza gestual permite una
mayor precisión al dilucidar su autoría.
Figura 516.Con las múltiples formas, dimensiones, proporciones, etcétera, los tres elementos principales del número2dan
un elevado número de combinaciones y variantes y, con ellas, gran cantidad de información sobre su génesis
Número 3
La forma básica de dos elementos cóncavos dispuestos en vertical que se unen mediante un ángulo central, origina con tan
sólo dos componentes, multitud de versiones debidas la mayor parte de ellas, a la falta de simetría que en principio y por
norma debieran tener. A través de la pequeña muestra de esta Figura 517 es posible deducir la gran variedad estructural
de su posible configuración con los dos citados elementos y un punto intermedio de inflexión, y por consiguiente, de las
numerosas interpretaciones singulares en cada mano.
Figura 517.Desde las formas totalmente curvas hasta las angulosas, desde la disposición vertical a la apaisada, desde la
simetría a la desproporción entre los dos elementos, el dígito3puede configurarse con multitud de variantes
Número 4
Aun cuando el número 4 tiene una forma que normativamente consta de dos elementos básicos, curva y pie, cada uno de
ellos admite muy diferentes configuraciones de las que resultan un amplio catálogo polimórfico, tanto si van unidos como si
se trazan en dos fases (Figura 518).
Figura 518.Una de las características que favorece la diversidad compositiva del4reside en la posibilidad de conformarlo
en dos partes independientes
El hecho de tener dos formas diferenciadas que se puedan concebir como estructuras independientes (en tamaños,
recorridos, proporciones, apertura...) se prestan a la diversificación compositiva; a todo lo cual se añade la situación en
altura del primer elemento, la extensión del pie, así como los demás aspectos estructurales de inclinación, continuidad,
velocidad, presión de cada parte, etcétera. En suma, un dígito con gran aporte de datos para la investigación.
Número 5
Lo dicho al respecto del diseño del número 2 es de aplicación a este otro, aunque con posibilidades de variación ampliadas
por el hecho de que su estructura pueda tener también tres elementos que se combinen con numerosos matices en
cualquiera de sus aspectos formales; de que el trazo superior admita ser independiente (en muchos casos ejecutado en
último lugar); y con una construcción de recorrido continuo partiendo desde la zona superior derecha, tal como está
solucionado en el segundo ejemplo de la Figura 519.
Figura 519.Algunas de las versiones del número5basadas en el desigual desarrollo y forma de sus elementos
Número 6
Los dos elementos curvos de que consta la cifra no admite el mismo grado de diversificación que el 2, el 4 o el 5. En
general, sus variantes sólo afectan al grado de curvatura de ambos elementos, el modo en que se establecen sus
proporciones, o que el escape sea o no prolongado.
Con todo, la disposición de la elipse, la apertura o cierre, la forma oval tendente a hacerse más o menos circular, son datos
grafogenéticos interesantes de su configuración.
Figura 520.Grado de curvatura, proporciones entre ambos elementos y modo de dejar abierto o cerrado el dígito son
algunas de las características más sobresalientes
A diferencia de otros números, el 6 admite una construcción de recorrido contrario al normativo, es decir, de abajo arriba,
que muestran ciertos escribientes zurdos (último ejemplo de la Figura 520). Si bien esta característica no es privativa de
los zurdos, puesto que también algunos diestros lo construyen así, es interesante investigarla junto con los otros posibles
signos de zurdería que ya se comentaron.
Número 7
Con tres elementos, uno de ellos de trazo independiente (si es que aparece como parte completiva), admite composiciones
de gran diversidad. Las versiones con travesaño aumentan las variantes en razón de su ubicación (disposición lateral o
colocación en altura), y la proyección ascendente o caída. De otra parte, el grado de curvatura o angulosidad de los dos
elementos continuos, las proporciones entre ellos, y el que el travesaño pueda estar unido desde la base, tal como se
muestra en el último ejemplo de la Figura 521, acrecientan notablemente el número de diseños que ofrece este dígito.
Unido a todo ello, las características de los arranques y remates, se constituye en un grafismo con amplias facetas de
estudio.
Figura 521.Selección de algunas de las posibles combinaciones de elementos que admite el número7
Número 8
Es de todos los dígitos el más completo en cuanto a su formación y, por tanto, el que mejor identifica gestualmente a su
autor. Por tales causas es el que en las imitaciones puede mostrar las mayores contradicciones, en particular cuando tiene
cierto trazado con características especiales que pasan inadvertidas al plagiario.
En esencia, y tal como dicta la norma caligráfica, la formación del número 8 consta de dos elementos de recorrido
convexo-cóncavo reflejados horizontalmente que se ejecutan de continuo, con inicio y remate en la zona superior derecha
del dígito; éste es el punto de partida normativo.
La complejidad y riqueza gestual que comporta el dígito reside en la cantidad de movimientos que son necesarios para
formarlo del modo que se ha dicho; es sencilla la comprobación mediante una toma cinematográfica (la difusión de las
cámaras de vídeo ponen al alcance del perito esta posibilidad) con la que hacer una visualización de las diversas posturas
que han de adoptar los dedos: cómo se desplazan, dónde se reajustan y, en consecuencia, cuántos movimientos se
necesitan. Las imágenes de la Figura 522 imitan ese modo cinematográfico, mediante el tratamiento digital de un modelo
casi normativo.
En un ejemplo como el propuesto se requieren hasta nueve reajustes de la postura dactilar, considerando que la
construcción tiene el carácter fluido que es propio de los delineamientos curvilíneos. La cantidad de gestos depende en
cada caso del grado de curvatura aplicado a cada recorrido, porque es un fenómeno muy frecuente encontrar que algunas
de las partes se solucionan con gestos decididamente rectilíneos (véanse los ejemplos de la Figura 523).
Figura 522.Secuencia del trazado de un número8de tipo convencional. El número de partes se corresponde con los
recorridos que los dedos realizan sin tener que reajustar la postura
Figura 523.Es algo muy común encontrar que algunos de los trazos del número8no se resuelvan con gestos curvos
Figura 524.Las zonas de arranque y remate pueden situarse en cualquier ubicación y con diferente grado de cierre o
apertura
Figura 525.La propia estructura del número favorece, junto con la agilidad al ejecutarlo, que aparezcan pequeños
elementos que parecen adornos
Figura 526.Es relativamente frecuente encontrar personas que construyen el8mediante dos círculos o elipses
superpuestos
La riqueza de los movimientos, de los aspectos formales y estructurales se acrecienta extraordinariamente si se
consideran, además, los siguientes fenómenos:
• Que el inicio o el remate pueden ubicarse en cualquiera de las posiciones posibles (superior izquierda, superior
derecha, inferior izquierda, centro), si es que el número se ejecuta sin interrupción (Figura 524).
• Que en tales ubicaciones exista o no cierre.
• Que tanto al iniciar el número como al rematarlo, se prolongue el trazado y aparezcan rasgos innecesarios con aspecto
de adorno (Figura 525).
• Que las proporciones entre los dos espacios internos sean o no equilibradas.
• Que dichos espacios internos adopten formas más o menos elípticas, articuladas con diferente inclinación.
• Que se configure mediante dos formas ovales ejecutadas por separado y superpuestas (Figura 526). Esta solución
incrementa las variables según sean sus formas, las proporciones, modo de apertura y cierre, etcétera, cualidades que
son comunes a los óvalos de las letras a y o.
Y como características complementarias, todos aquellos fenómenos que deben estudiarse en cualquier grafismo:
inclinación, velocidad, situación sobre la pauta...
Así pues, la importancia de este dígito dentro del contexto de las cifras se revela especialmente valiosa en su ejecución, ya
concurran circunstancias que revelen espontaneidad o que, por el contrario, haya síntomas de artificiosidad. En un caso,
para establecer las propiedades idiosincrásicas, y en el otro para valorar las contradicciones.
Figura 529.Sobre todo en cheques y pagarés, estos signos actúan como cierre de la cuantía en cifras
Los diferentes elementos con que se componen los dos signos de abreviación ordinal con caracteres voladitos proporcionan
cierta amplitud al cotejo a través de su colocación, proporciones, distanciamiento, existencia o no de puntuación (ésta,
normativa ortotipográficamente), por lo que sus características amplían los datos sobre el modo de crear todo el conjunto
(Figura 530).
Figura 530.En las abreviaciones ordinales los elementos se conjugan de numerosas maneras y con diferentes sentidos de
la proporción entre el dígito y el signo, además de las propias formas de ambos elementos
Resultan de especial utilidad en la identificación de los hábitos del escribiente cuando se toman al dictado en la formación
de cuerpos de escritura a presencia judicial. No siendo sentida por el autor como una parte fundamental del escrito, sino
como un pequeño rasgo accesorio, en la mayoría de las ocasiones surge con la naturalidad propia de los automatismos.
El empleo y forma de los guiones de separación silábica son de interés en los testamentos hológrafos, algún tipo de
anónimo, y en la redacción de textos extensos con renglones donde se hace necesario fraccionar las palabras (si es que el
autor acostumbra a dividirlas cuando llega al margen derecho). Ocasionalmente, ofrecen pistas sobre el uso singular de los
guiones el hecho de que la división sea incorrecta o con alguna peculiaridad en sus dos versiones: situada a la derecha de
la sílaba o bajo la última letra. En la inserción de los guiones se debe considerar cuál es el recorrido; algunos escribientes
zurdos los trazan de derecha a izquierda como en el caso de la imagen inferior de la Figura 531.
Figura 531.La inserción de los guiones tiene como característica gestual, común con los de puntuación, notación,
etcétera, el lanzamiento automático hacia la zona acostumbrada
Signos matemáticos
Por su naturaleza, los signos matemáticos tienen un ámbito de aplicación muy restringido en cuanto al tipo de documento
en el que aparecen. Salvo que se trate de documentación financiera o similar no son corrientes e incluso puede afirmarse
que insólitos. Por lo que al peritaje respecta, no hay diferencia alguna en los aspectos que se han de examinar respecto de
los textos o las cifras (Figura 532).
Figura 532.Tratándose de una extensión de los textos y las cifras, la configuración de los signos matemáticos, el modo de
articularlos, etcétera, presentan también usos particulares de su autor
Signos ortográficos diacríticos y letras con punto
Puntos y signos acentuales siempre merecen un concienzudo análisis. Son varios los motivos que fundamentan esta
afirmación. La razón principal reside en su carácter de gesto altamente automatizado, en el que concurren hábitos
específicos:
Presencia u omisión de los puntos en las letrasiyj, y si tienen o no carácter aleatorio. La precipitación de algunos
escribientes al correr de la mano o el hecho de centrar la atención en el mensaje, les lleva a elidir la puntuación de
cualquiera de ambas letras (Figura 533).
Figura 533.Posiblemente por la rapidez al escribir o por distracción, el autor del texto omite los puntos en ambas jotas y
en laide la palabra «interposición». En este caso no se trata de una duda ortográfica, sino, como puede deducirse, de
alguna de las dos posibles causas citadas. En cualquier caso, y sea por lo que fuere, la reiteración a lo largo de un amplio
texto permite afirmar que es un rasgo singular de su conducta gráfica
Presencia u omisión acentual (bien por descuido, bien por error ortográfico), cuando se comprueba que hay
espontaneidad en el manuscrito (Figura 534).
Nivel dinámico con que se ejecutan (Figura 535).
Grado de presión, acorde con la velocidad en su inserción (Figura 535).
Localización respecto de la letra a la que pertenecen. En el manuscrito de la Figura 535 se comprueba cómo el
escribiente coloca puntos y acentos adelantados respecto de los ejes de las letras, sin que se deba esta circunstancia a la
velocidad con que se realizan. En este caso se trata, tan sólo, de una costumbre singular.
Momento de la implantación, si es que los datos que se obtienen de la continuidad permiten establecerlo (Figura 536).
El momento de inserción es de especial interés gestual, porque tiene relación directa con la capacidad que posee el
escribiente para mantener ininterrumpido el curso escritural; normalmente, tras construirse la estructura principal de la i,
la j, la ñ o la t, se interrumpe el trazado para completarla, ocasionando que las palabras con varias de ellas tengan tantos
fragmentos como puntos, tildes o barras de t.
Figura 534.Una omisión típica por descuido es la que se muestra en la expresión «última». En el resto del documento y
en expresiones de mayor dificultad ortográfica, como en el demostrativo «ésta», el autor acentúa correctamente
Figura 535.La lentitud en los movimientos, pero también la costumbre de insertar los puntos y acentos con minuciosidad,
dan como resultado formas algo pesadas pero inequívocas, como las de este ejemplo. Y la parsimonia de toda la
composición se extiende también a los signos ortográficos sintagmáticos; obsérvense iguales características en las comas y
el punto
Figura 536.La ejecución ininterrumpida de las letras en ambos ejemplos permite saber que la puntuación de lai(al igual
que el travesaño de lat) solamente pudo colocarse una vez terminadas las palabras
Formas que adoptan. Existe una lógica relación entre la deformación de los puntos y acentos y la celeridad con que se
verifica el gesto de implantación. En los puntos ejecutados con rapidez, la falta del control gestual preciso que impone la
velocidad origina formas combadas, angulosas, con apariencia de acento circunflejo, como pequeños ganchos u otras
similares; es el natural resultado de los movimientos raudos o precipitados (Figura 537). Pero algunos escribientes trazan
los puntos con aspecto de acentos sin que en ocasiones la transformación sea por causa de la velocidad, sino tan sólo
porque así lo acostumbran; por tanto, un diseño particular que no está deformado por la agilidad es un gesto
idiosincrásico.
Figura 537.La apariencia cambiante y una forma indefinida son propias de los puntos y acentos realizados con rapidez
(ambas imágenes superiores). Distinto es el caso de la imagen central, cuya apariencia combada únicamente se debe al
gusto del escribiente por realizar una forma diferente del punto convencional
Figura 538.En la proyección de estos dos puntos no es determinante la velocidad de ejecución, sino tan sólo la costumbre
de su autor de trazarlos de modo contrario al habitual
Proyección. Es lógico encontrar que los puntos, y aún más los acentos, tengan un trazado descendente, si se considera
que después de construida la parte esencial de la letra los dedos realizan un recorrido en el aire de derecha a izquierda por
la zona superior de las letras; pero tal sentido lógico lo contravienen algunos escribientes sin otra justificación que un
hábito gestual singular. Y como tal singularidad, cobra especial valor identificador, además del hecho de que se trate de un
fenómeno poco aparente en el que hay que detenerse para apreciarlo; ambas condiciones son las que elevan un modismo
como éste a un mayor nivel de singularidad, tanto en los supuestos de imitación como en los de deformación deliberada
(Figura 538).
Figura 539.Un pulso inestable deforma notablemente los puntos y los acentos. Al apoyar el útil de escritura los temblores
producen congestiones como las de estos manuscritos
Deformaciones debidas a una motricidad deficiente. Los gestos incontrolados a causa de enfermedad o ancianidad
provocan fuertes alteraciones en la puntuación; los temblores de los dedos al poyar el útil pueden ser incluso más
acentuados en esta acción que cuando realizan los trazos de las letras, como en los ejemplos de la Figura 539. Fenómenos
anómalos como éstos permiten corroborar su espontaneidad y distinguirla de los simulados.
Signos ortográficos sintagmáticos
Los signos sintagmáticos de puntuación (. , ; : ...) deben ser asimismo objeto de análisis específico. Excepción hecha del
momento en que se realizan (porque necesariamente han de colocarse tras el final de las palabras), los demás aspectos
citados en los diacríticos tienen un carácter común: situación, forma, grado de dinamismo, proyección, extensión... (Figura
540).
Figura 540.Alejamiento o proximidad a las palabras, altura sobre el renglón, velocidad, presión, forma, dimensiones...
Son muchos los factores gestuales de especial utilidad en la identificación que contiene la puntuación sintagmática
Figura 541.En personas con formación técnica, científica o financiera es muy frecuente encontrar el uso de la notación
decimal ubicada en la zona superior
Todos estos signos ortográficos se van colocando de modo poco consciente al progresar el escrito; y aun puede decirse que
son más reveladores del comportamiento gestual que puntos y tildes, porque de ordinario se ejecutan con un nivel de baja
consciencia. Y, por otra parte, tienen dos virtudes añadidas: la constancia en su ejecución cuando el manuscrito es
espontáneo, y el que no suelen ser objeto de deformación deliberada cuando se toman cuerpos de escritura.
Son frecuentes los signos sintagmáticos de entonación en los documentos anónimos (en particular el de exclamación) con
el propósito de enfatizar una palabra o frase (consúltese la Figura 509 en la página 897). Aun cuando se trata de un simple
segmento puntuado, ofrece algunos datos de interés al examinarse cómo se combinan los dos elementos. Menos común es
encontrar el de interrogación, salvo en llamadas especiales junto a datos o cifras y muchas veces a modo de anotación
marginal. Tanto su estructura como la relación entre ambos elementos dan información provechosa y refuerzan la
identificación junto con otros gestos singulares.
Signos monetarios
Recibos, cheques, pagarés y letras de cambio se extienden con las cuantías en cifras y letras en las que aparecen los
signos monetarios. A menudo, aunque estos signos se basan en una letra con uno o dos guiones, con uno o dos segmentos
verticales (¢ £ £ ¥ $ $ )), su escritura no sigue una correlación exacta con las mayúsculas del mismo texto; el mismo
escribiente suele componerlas de modo algo distinto, concibiendo el signo como un símbolo «aparte», a semejanza de lo
que hace con los números respecto de las letras.
Así, en el ámbito europeo del euro su estructura adopta una apariencia específica que es conveniente examinar del mismo
modo que las cifras, es decir, como un grafismo más que es susceptible de presentar diferencias respecto de las
correspondientes mayúsculas del mismo autor (Figura 542).
Figura 542.Como sucede con las cifras, en los signos monetarios no siempre se emplean los mismos recursos formales, y
tampoco siguen siempre las mismas pautas de articulación: inclinación, proporciones, dimensiones y demás factores.
Todos los fragmentos están reproducidos con idéntica escala entre sí
Notación de cantidades
Todas las características cotejables en la puntuación sintagmática lo son también en la notación de las cifras (puntos de los
millares y comas decimales) desde el momento en que todos los signos tienen estructuras análogas. La notación decimal
solamente tiene de particular el hecho de que en ocasiones aparezca situado en la zona alta de las cifras, y que en la
separación de los dígitos se incline hacia la izquierda con mayor frecuencia que al trazar las comas de pausa (Figura 541).
Las posibilidades de combinación de los tres elementos constitutivos del signo porcentual (Figura 541) dan un elevado
número de variantes, con tan sólo cambiar las dimensiones de aquéllos y sus proporciones; la manera de unirlos o
separarlos, su disposición y cómo quedan relacionados, etcétera. Sus rasgos singulares pueden ser, pues, muy distintos
respecto de otros de semejante apariencia. Conviene tenerlos en cuenta dentro del cuadro general en los cotejos de las
cifras y sus notaciones accesorias.
Las letrasf, qyz
Traer las tres letras a un apartado específico tiene la finalidad de llamar la atención sobre el frecuente olvido que se hace
de ellas en los manuales y los peritajes. Es curioso comprobar cómo, a diferencia de otras letras de composición análoga
como la ñ y la t, cada una con dos elementos, sean objeto de estudio en lo que al enlace de la tilde y barra
respectivamente se refiere (por no hablar de las formas singulares como las ejemplificadas en la Figura 544), y no se haga
lo propio con los tres grafemas que nos ocupan.
Porque en estos otros tres casos es común que se construyan con trazos cruzados (o barras) que propician la aparición de
enlaces singulares con las subsiguientes letras o, si no se unen, posean características personalizadas dignas de estudio
(Figura 543). A la vista de estas imágenes es fácil constatar la influencia que tiene un pequeño segmento en el curso
escritural (apenas un guión en muchas ocasiones), y en diferentes factores que no sólo condicionan la continuidad sino
también otras facetas de la ejecución:
Casos similares influyen en la relación que se establece entre la z con las letras siguientes, salvado el hecho de que hay
dos variantes esenciales en su estructura: con pie o sin él. A su vez, la segunda de ellas admite, como fenómeno singular
(y ciertamente confuso), presentarse con aspecto de letra r en cuyo caso hay que deducir de qué letra se trata por el
contexto.
Figura 543.Son muchas las características gestuales que se derivan de la existencia o no de barra en el pie de las letras,
sea que aparezcan unidas o desligadas de la letra siguiente
Pero lo mismo que con la tilde de la ñ y la barra de la t, las soluciones constructivas admiten una significativa variedad y,
como en aquéllas, interpretaciones personales en la secuencia del trazado. Véanse ambos aspectos en las muestras de la
Figura 545. Por los dos motivos citados, estos dos grafemas merecen igual valoración pericial que ñ y t cuando se trata de
la versión corta y con travesaño.
Figura 544.Formas tan singulares como las que tienen las barras de las letrastserían objeto de especial estudio en
cualquier peritaje, sobre todo quienes basan preferentemente sus investigaciones en los «gestos-tipo»
Figura 545.Las versiones cortas y con barra de las letraszdan lugar a múltiples formas de solucionar su construcción y la
secuencia de ejecución por el solo hecho de tener que añadir este segmento completivo
CONSIDERACIONES FINALES
Teniendo en cuenta que la mayoría de los peritajes versan sobre la autenticidad de firmas y textos, es posible que lo
estudiado en este capítulo constituya uno de los ejes de mayor interés (junto con los medios técnicos con los que
investigar).
Acorde con la disponibilidad y calidad de la documentación las posibilidades de llegar a la solución de los problemas podrán
ser muy distintas, pero será excepcional que un caso se presente insoluble si en el proceso de indagación se obra con
minuciosidad hasta agotar todos los aspectos susceptibles de análisis. Según se ha visto en los puntos precedentes, son
muy amplios.
Tal como queda de manifiesto en los apartados anteriores al respecto de los signos, no todos se han examinado con la
misma extensión ni están la totalidad de los que ocasionalmente aparecen en los diversos documentos según sea su
naturaleza. En este último grupo se incluyen los que, si bien son corrientes en cartas y notas de todo tipo, solamente van
ser objeto de peritaje en situaciones excepcionales.
Lo más destacable de los que se han estudiado y de los que quedan excluidos, es su carácter de grafismo con
características propias que, como ya se ha dicho en ocasión anterior, deben cotejarse tan sólo con muestras análogas. Y
asimismo, que no por su menor apariencia dentro del contexto gráfico global deben pasarse por alto, y en particular los
diacríticos y la puntuación; éstos corresponden al ámbito de los gestos que se realizan de modo instintivo, casi maquinal, y
por ende, con el alto valor pericial que hay que dar a toda acción que se efectúa casi de forma inconsciente.
(1) La acepción «textual» tiene en este caso, como es lógico, el sentido adjetival «De(l) texto» que registra el Diccionario del español actual (Manuel SECO,
Olimpia ANDRÉS, Gabino RAMOS).
Ver Texto
(2) HAGGAG, Isaac: «Caracteres comunes en las escrituras de diversos alfabetos correspondientes a una misma persona», Revista Interpol, n.º 166, 1971.
Ver Texto
(3) PARAN, Moshe: «La Grafología desde otro planeta», Revista Gramma, Asociación Grafopsicológica, diciembre 1989.
Ver Texto
(4) YOSHIDA, MASAKAZU y SEKI, Yoko: «El peritaje de la escritura japonesa», Revista Interpol, n.º 424, mayo-junio 1990.
Ver Texto
(5) Ist and Ind International Forum of the Study on Handwriting an «Sho», Sendai, Japón, Tohoku Fukushi University, 1993.
Ver Texto
El peritaje de escrituras impresas
NOTAS SOBRE LA TIPOGRAFÍA
Que para acometer un peritaje de escrituras impresas es necesario tener conocimientos tipográficos es una obviedad que
debería omitirse para no ofender la inteligencia del lector.
Pero su mención se justifica por una razón sustancial: la diferente naturaleza y consideración con que han de evaluarse las
tipografías de las máquinas de escribir, y las que actualmente se componen con impresoras a través de aplicaciones
informáticas con ordenador. Son radicalmente distintas en su origen y resultados, aunque hoy día las empresas que
comercializan las fuentes tipográficas digitales sigan llamándose fundiciones (foundries).
Por tanto, no está demás recalcar esta distinción fundamental, máxime cuando se comprueba que en los dictámenes
periciales se da el mismo enfoque pericial a las mecanografías y a los documentos impresos con láser o chorro de tinta,
aunque se originan con muy distintos medios y sobre el papel ofrecen una apariencia y calidad bien diferentes.
Aunque en el Capítulo 2 se dieron algunas directrices en el glosario de «Términos para las escrituras mecánicas» y se
proporcionaron unas pocas denominaciones tipográficas esenciales (Figura 79 de la página 160), le conviene al perito
ahondar en el reconocimiento de las formas (aquí sí, fundamentales) y denominaciones, teniéndose en cuenta que más de
quinientos años de tradición de imprenta han dado lugar a términos consagrados a los que hay que ajustarse para que la
comunicación sea inteligible entre expertos, sin perjuicio de que para el lector lego se expliquen de modo conveniente
mediante acotaciones como las que figuran en dicha página 160. En buenas librerías es fácil encontrar obras especializadas
que ponen al alcance de cualquier interesado en la materia, desde los conocimientos básicos a los más avanzados.
La Tipografía y sus términos han entrado en lo cotidiano por virtud de las aplicaciones informáticas para el tratamiento de
textos. Hoy, cualquier usuario de ordenador maneja términos como «versalitas», «negrita», «fuente», «justificación» y
otros similares, que hace años eran desconocidos y privativos del ámbito de los tipógrafos profesionales. Y también se ha
familiarizado con los nombres de los tipos clásicos como Garamond, Bodoni, Univers, Helvética..., aun cuando desconozca
sus orígenes, puesto que muchas de ellas vienen incorporadas como parte de los sistemas operativos o dichos programas
de tratamiento de textos. De hecho, hay usuarios que tienen repletos sus ordenadores de las fuentes más variopintas, y de
ahí que en muchos documentos actuales aparezcan numerosas y pintorescas mezclas en la confección de una simple carta,
en la creencia de que la multiplicidad enriquece.
Esta nueva situación obliga a tener el mayor conocimiento posible de las fuentes digitales que están al alcance de todo
usuario de ordenador. Otras más especiales pensadas para la maquetación y la edición electrónica no suelen ser de gran
difusión porque las colecciones (de aproximadamente dos y tres mil tipos) tienen un costo que se eleva a varios miles de
euros, lo que restringe el acceso a ellas.
LAS ESCRITURAS MECÁNICAS Y SU PARTICULAR ENFOQUE
¿Por qué debe enfocarse de modo distinto el estudio de las escrituras mecánicas? Sencillamente porque a diferencia de las
manuales tienen la propiedad (al menos, como punto teórico de partida) de ser invariables en sus formas y en sus
medidas, y más en concreto en lo que toca a las mecanografías de las máquinas electrónicas, eléctricas y manuales.
Así pues, en este terreno las mediciones se convierten en algo no sólo necesario sino imprescindible, y son de aplicación
los elementos de medida como los tipómetros y plantillas similares (Figura 546) o las retículas acopladas a los oculares de
las lupas (consúltese la Figura 95 en la página 227).
Consecuente con todo lo anterior, procede hacer dos grupos de estudio diferenciados según los medios con lo que se
confeccionan los textos.
Figura 546.Plantilla transparente con distintos sistemas para la medición de tipografías
CARACTERES Y TIPOS
Puesto que las características y funcionamiento de las máquinas de escribir ya se expusieron en el Capítulo 6, corresponde
ahora examinar algunas de las particularidades de los caracteres, tipos o letras, que son, en última instancia, los motivos
de la investigación pericial.
Las características del diseño de los tipos y los problemas inherentes a esta parte física de la impresión mecanográfica
fueron, desde sus comienzos, parecidos a los que ya tuvo su predecesora, la imprenta. Lograr una buena escritura
conciliándola con los problemas técnicos que presentaba la máquina de escribir primigenia, fue una de las primeras
cuestiones que Latham Sholes ya se planteó. El equilibrio que se buscaba pretendía aunar dos cualidades: legibilidad y
aspecto depurado. La influencia de la imprenta marcó la búsqueda de grafismos para las máquinas de escribir, que en una
primera etapa se ciñó solamente a las letras mayúsculas, hasta que en 1878 se introdujeron también las minúsculas.
Sobre el diseño mecanográfico hay que partir del estudio de los dos tipos de obligada referencia, puesto que ambos fueron
los que tomaron carta de naturaleza en las primeras máquinas de escribir y subsistieron durante décadas. Son los tipos
denominados pica y élite. Cualquiera que haya leído un manual de especificaciones técnicas habrá podido encontrarse
estas denominaciones junto a las actuales fuentes digitales Courier, Italic, Etiquette, Letter Gothic, como las más
frecuentes.
La letra denominada pica se tomó como patrón-modelo en las primeras máquinas de escribir por sus cualidades de
legibilidad, escaso espacio que ocupaban y el buen acabado que tenían. En realidad, el nombre procede de una unidad de
medida básica en el sistema tipográfico angloamericano (basado en la pulgada inglesa, de la que es la sexta parte) que
tiene 12 puntos. Por lo tanto, no sólo el apelativo pica corresponde a una letra determinada, sino a la medida de referencia
para toda una gama de caracteres. La creación de la letra llamada élite, específicamente mecanográfica (a diferencia de la
anterior, ésta no provenía de la Tipografía), estuvo basada en el modelo precedente, y en este caso difería el tamaño, que
se fijó en 10 puntos.
Los caracteres gráficos
Tipos gráficos, familias, estilos y series son conceptos que están explicados convenientemente en el Capítulo 2 dentro del
apartado «Términos para las escrituras mecánicas». En consecuencia, se da por hecho que ya se conocen y allí se pueden
consultar durante la lectura de los siguientes párrafos.
Los conceptos que se exponen a continuación también figuran en dicho Capítulo 2, pero conviene volver sobre ellos por su
aplicación directa al peritaje mecanográfico y por medios informáticos.
MÁQUINAS DE ESCRIBIR
Cuerpo de los caracteres e interlínea
Se llama cuerpo a la distancia entre el límite superior de las letras con astas o trazos ascendentes y el límite inferior de las
minúsculas con astas o trazos descendentes, más un poco de espacio en blanco proporcionado en las zonas superior e
inferior para que no se toquen las letras en las líneas de espaciado sencillo.
En las máquinas de escribir era necesario que la distancia mínima entre esas dos líneas de impresión fuera, también, igual
a una pica (4,21 mm), lo que suponía que en una pulgada (25,4 mm) cabían aproximadamente 6 líneas. Esta medida,
grosso modo, fue la que se estableció como pauta en las muescas de las ruedas que hacen girar el rodillo de las máquinas
de escribir, sirviendo para obtener el interlineado simple, doble o triple.
Si bien éstos son los datos de partida, la diversificación ha llegado a tal número de variantes que, en cada caso, habrá que
evaluar las medidas con independencia del tipo de carácter de que se trate. La clásica división entre pica y élite se ha roto
y ha dado lugar a numerosas subespecies, tanto en las formas como en las medidas del interlineado.
El «escape» o «paso de máquina»
Lo mismo que el cuerpo determina la distancia del interlineado, los tipos poseen una medida a lo ancho que determina el
llamado escape o paso de máquina. La anchura de una letra pica era en sus orígenes de 1/10 de pulgada, esto es, 2,54
milímetros, manteniendo entre ellas un espacio en blanco suficiente para no tocarse. Por lo tanto, el escape es la medida
del tipo en sí, más el citado trecho de separación.
Cuando ha de establecerse qué paso o escape tiene una máquina concreta, se define por el valor, en milímetros, que
resulte de medir 100 caracteres incluyendo los huecos entre palabras. De este modo, al expresar que una máquina tiene
un escape de 250, significa que en 250 milímetros pueden escribirse 100 caracteres. Estos valores son adecuados para
definir e identificar una máquina de paso fijo, es decir, aquellas de impulso mecánico o eléctricas que dan a cada letra la
misma anchura. En las eléctricas de espacios compensados, electrónicas, o en los demás medios de impresión que
justifican texto, esta consideración deja de ser válida porque es la máquina (o el procesador) el que intercala los huecos
necesarios de diferente medida para que todas las líneas tengan la misma anchura.
Tenemos, pues, los tres factores esenciales de los que parte el peritaje de las mecanografías: el cuerpo del carácter, el
escape y el interlineado.
EL PERITAJE MECANOGRÁFICO
En el peritaje de mecanografías casi todas las cuestiones planteadas se relacionan con la finalidad de establecer la falsedad
total o parcial de un documento, o la identificación de la persona que lo hizo.
De estas dos líneas maestras de investigación se derivan otras posibles cuestiones:
Otra consideración inicial de las mecanografías es su aspecto formal. Si en el grafismo manuscrito las formas no son
determinantes para la identificación, sino un hecho más a evaluar en términos relativos, ahora nos encontramos con lo
contrario: la medida, la morfología de los caracteres impresos, son determinantes; hasta tal punto, que no se precisa
entrar en indagaciones complementarias si unas pocas letras tienen diseños distintos dentro del mismo documento, aun
cuando el aspecto general se asemeje o se trate de igual tipo y de idéntica marca. Por ejemplo, la existencia de letras de
distinto diseño como las siguientes (a a b b) en un documento que no ha sufrido manipulaciones, no deja lugar a la duda
de que se compuso con máquinas distintas.
Identificación
La mayor parte de las cuestiones comportan, en primer término, saber con qué máquina de escribir se realizó un
documento. Genéricamente, las máquinas de escribir se identifican de acuerdo con sus características físicas para imprimir.
Aspecto de la impresión
Las propias condiciones físicas facilitan una primera adscripción de la mecanografía a un grupo concreto de máquinas. Y es
así, por el simple hecho de que aquellas que imprimen con cintas plásticas siempre son eléctricas o electrónicas, y, al
contrario, las de impulso mecánico emplean cintas textiles.
Tabla 15.Esquema para el establecimiento de la fórmula mecanográfica
El reconocimiento de unas y otras cintas es sencillo. Las textiles, incluso las de tramado más fino, dan unos perfiles algo
irregulares en los caracteres, además de dejar cierta cantidad de minúsculos puntos del tejido en la estructura, alrededor
de las letras o en los espacios internos de ellas. Aunque existen diferentes calidades de cintas plásticas, los resultados que
se plasman sobre el papel son bastantes similares en cuanto a las formas impresas: contornos bien delimitados, color
profundo, tonalidad homogénea; bajo el microscopio, en algunos tipos de impresión plástica es posible apreciar parte de
los bordes no adheridos totalmente al papel, lo que evidencia el sistema de impresión. En general, a simple vista se
distinguen las calidades obtenidas en una y otra mecanografía citadas. El conjunto de la escritura hecha con cinta plástica
es de mayor definición, más perfecta, con mayor profundidad tonal.
Fórmula mecanográfica
Cuando aún no existía la posibilidad de discriminar una máquina de otra por su principio de funcionamiento, se intentó
delimitar los aspectos morfológicos con una sencilla fórmula de clasificación, y con ello reducir a un pequeño grupo las que
se debían estudiar en un caso de identificación. En su origen, esta pequeña fórmula, debida a Schneeberger, permitía no
tanto identificar una máquina concreta como dirigir la investigación a un grupo de ellas con ciertas características
comunes. Dicha fórmula se basaba en tres elementos (Tabla 15):
Así, por ejemplo, si a través de un escrito se llegaba a determinar que la fórmula mecanográfica era 250/2b, significaba
que dicho escrito correspondía a una máquina que:
Parece que se debe a A. MERTENS (1) el haber incluido un cuarto elemento identificador, añadiendo las notaciones I o II,
respectivamente, según que la letra f tuviera barra asimétrica o centrada en el fuste.
Con posterioridad, la fórmula se completó con la adición una quinta notación, consistente en las siglas A o B, cuando el
ángulo de la letra M (formado por los montantes centrales) llegaba hasta la base de la línea o quedaba más alto que ésta.
Se hizo algo más precisa la definición del tercer elemento en lo que a la consideración formal de los guarismos se refería,
separándose los que tenían formas a modo de bucles o cerrados, y aquellos otros cuadrados y abiertos.
Hasta hoy, esta última formulación no se ha variado. Esquemáticamente, éstas son las tablas de fórmula y características
para la clasificación.
La inclusión de una fórmula secundaria obedece a la necesidad de aquilatar más la identificación, dado que en ocasiones
sucede que la fórmula principal no es bastante ajustada para reducir el número de máquinas objeto de estudio.
Una aproximación más precisa
Pese a la innegable utilidad de manejar estos parámetros, no siempre en un texto mecanográfico se encuentran cifras, o
alguna de las letras que componen la fórmula no aparecen. Obviamente se aleja la posibilidad de llegar a la certeza. Pero
las fórmulas anteriores son tan sólo aproximativas. Para perfeccionarlas contamos con toda una serie de aspectos (también
generales) que aportan datos inequívocos a los factores genéricos ya vistos. Algunos de ellos son los siguientes:
• Que entre los numerales exista como tal el número 1 sin que haya que recurrir al uso de la letra l para sustituirlo.
• Que las letras tengan remates terminales en su parte superior e inferior, o solamente en una de ellas. O por el contrario,
sea del tipo paloseco.
• Que las jambas de las letras g e y sean abiertas o cerradas, rectas o curvas.
• Que las letras a tengan o no remate inferior derecho, y que éste se curve hacia arriba, sea horizontal, etcétera.
Es fácil comprender que si las fórmulas principal y secundaria no son bastantes para sustentar por sí solas una
identificación inequívoca, o faltaran alguno de sus elementos, quedan muchos más recursos para completar las identidades
entre los caracteres mecanográficos dubitados y auténticos.
De lo expuesto en este apartado surgen algunas objeciones a dichas fórmulas, tanto por incompletas como por los
elementos que se manejan. Algunos de esos reparos son:
• La falta de las medidas de los caracteres, siendo éste un factor determinante para incluir o excluir en una investigación
determinado grupo de mecanografías. El tamaño de las letras, por demás visible e imposible de variar (como podría
suceder en las escrituras manuales), parece dato imprescindible que añadir.
• Aunque ya existen pocas máquinas de espacios compensados, sin embargo, ante un escrito hecho con este espaciado se
excluirían de inmediato todos los realizados con espaciamiento fijo.
• Si bien las letras que actúan como referentes en la formulación (t, f, M y u) son de uso frecuente en todos las lenguas, es
posible que alguna de ellas no aparezca en el texto, en particular la M mayúscula. Sin embargo, todas las vocales son
necesarias en la totalidad de los idiomas, y es raro que en un escrito, por corto que sea, no aparezcan las cinco. De ello se
infiere que sería más lógico y útil incluirlas, conforme a sus características formales.
• Presencia o ausencia de determinados caracteres. Una vez hecha la aproximación a un grupo de máquinas, si alguna de
ellas carece de ciertos caracteres sería causa bastante para descartarla de la investigación, suponiendo que en el escrito
dudoso aparecieran signos especiales como asteriscos, símbolos matemáticos o monetarios, etcétera (*, $, #, &).
Por todo lo argumentado, el orden lógico para una clasificación que permitiera discriminar con mayor rapidez un posible
grupo de máquinas, debería ser el siguiente:
• Notación para caracteres con remates terminales o sin ellos. Partiendo de esta sola condición se pueden separar dos
tipos de máquina que tuvieran igual escape, el mismo tamaño de los caracteres, etcétera, sin necesidad de llegar a
discernir si las barras de f o t son o no simétricas.
• Tamaño (en milímetros) de las mayúsculas y minúsculas. Incluso si el escape fuese el mismo, las dimensiones de los
tipos (alto y ancho) proporcionarían diferencias radicales para no necesitar mayores indagaciones.
• Morfología de los aspectos ya conocidos en las letras t y f.
• Aspecto de las cifras, siguiendo la identificación tradicional.
• Morfología concordante o discrepante en los signos de acentuación, comas, punto y coma, interrogación, etcétera. Si
algún idioma carece de acentos (inglés) u otros no tienen tanta variedad (castellano), sí se utilizan los signos de pausa
sintagmática. Estos pequeños accesorios adoptan formas muy variadas en el diseño y en el calado al golpear el papel.
• Paso o escape de la máquina. Deliberadamente ha quedado en último término este factor porque en las máquinas
electrónicas (que en su momento tuvieron gran difusión y aún se emplean para confeccionar sobres, cheques, letras de
cambio, etcétera) han perdido su condición de identificación inequívoca; una misma máquina, y por lo tanto, con todas las
cualidades idénticas antes expuestas, varía su paso o escape con tan sólo seleccionar diferente medida del espaciado
interliteral (véase la Figura 203 en la página 388). Así pues, en distintos documentos producidos con ella cabría
encontrarse todas las cualidades anteriores idénticas y como único dato discrepante el escape, lo que no podría
interpretarse como perteneciente a distinta máquina. Este dato, antaño punto de partida en la identificación, sigue siendo
válido para las mecanografías de impulso mecánico pero con una perspectiva relativa en las electrónicas.
Características distintivas
De los resultados obtenidos en la primera formulación se obtendrá un grupo de máquinas de una marca y modelos
concretos que poseen las características generales que se han visto. A partir de ese punto procede indagar otros aspectos
más singulares que afecten a una máquina en particular.
Defectos de los tipos
Constituye uno de los principales fenómenos para identificar una máquina en concreto. Existen tres clases de defectos:
Figura 547.A lo largo del documento, y pese a la distinta intensidad en la pulsación, la pérdida del remate superior
izquierdo de este carácter confirma que se trata de un defecto constante independientemente de la fuerza que se aplique
Figura 548.Cuatro imágenes del mismo carácter obrantes en el mismo documento. La distinta fuerza con que se ha
tecleado las hacen desemejar a priori en forma, pero sobre todo en tamaño: un mayor impacto hace aumentar el grosor
del cuerpo, cambiando levemente sus medidas
En las mecanografías de impulso manual, la apariencia de los caracteres está supeditada a la homogeneidad de las
pulsaciones, y es posible que una misma letra parezca defectuosa tan sólo porque no se ha presionado con suficiente
fuerza, o viceversa (Figura 548). De ahí que la tarea de cotejo de dos textos no pueda limitarse a unos pocos caracteres,
so pena de errar: las diferencias de impacto son determinantes en la variación de la dimensión y «peso» de la letra.
En la toma de muestras para cotejo (si es que existe la posibilidad de encontrar la máquina con que se supone se hizo un
escrito), es imprescindible pulsar con distinta fuerza la misma tecla para obtener toda la gama de matices del carácter, de
modo que el desigual grado de entintamiento (y en ocasiones congestión) no desvirtúe una evaluación correcta. También
se ha de considerar cómo cambian las dimensiones por virtud del mayor calado que tienen los caracteres que se hunden
en el papel cuando la pulsación es muy enérgica.
Aunque un defecto se deje ver constantemente en diferentes ubicaciones del escrito, será difícil determinar si arranca
desde su fabricación, o si se ha provocado por un mal uso, en el caso de que se trate de máquinas que imprimen por
palanca. Sucede con mucha frecuencia en las máquinas de impulso manual que al teclear rápidamente, una barra hace
impacto sobre otra que aún no ha retrocedido y el segundo carácter choca contra el primero (Figura 549); este accidente,
repetido cierto número de veces, provoca que los tipos acusen alguna deformación de alineamiento (las barras porta
caracteres se desajustan), o el relieve de la letra quede mellado.
Cuando un defecto tiene su origen en la fabricación, es seguro que afectará a un gran número de máquinas. Esta posible
circunstancia no debe obviarse.
Figura 549.Aunque los tipos tienen una extraordinaria dureza, el choque de la superficie que imprime contra la trasera de
otro, acaba por deteriorarlo; y un trabado repetido entre las barras también influye en el desajuste lateral que acabará
teniendo alguna de ellas
Figura 550.Dos defectos reunidos de modo tan especial, que se repiten en distintos documentos y en diferentes lugares
de ellos, son inequívocos de su pertenencia a la misma máquina
Las máquinas que imprimen mediante bola o margarita también llegan a tener defectos por el uso, aunque de distinta
naturaleza que en las accionadas por palancas. En aquellas dos, las anomalías ocurren cuando en el recubrimiento especial
que tienen los caracteres (níquel u otro material) se producen pequeños desprendimientos, que se traducen en minúsculas
imperfecciones tan sólo apreciables con aumento, ya sea en la impresión, ya en la propia bola o margarita.
El establecimiento inequívoco de una deficiencia en la impresión imputable a los tipos, ya tenga su origen en la fabricación
(eventualidad extrañísima) o en el uso, hay que verificarlo exhaustivamente para darlo como tal y, en última instancia,
para identificar con certidumbre dos o más documentos. Esta clase de deficiencia no es usual; empero, casos hay, como lo
atestigua el ejemplo de la Figura 550.
Las «mordeduras» de las letras n (indicadas V y S) tienen, en distintos documentos y en distintas ubicaciones de todos
ellos la misma apariencia: el tipo arranca la capa plástica de la cinta con idéntico fallo. Semejante repetición con tal
exactitud es indiscutible. El fenómeno tiene además, para la identificación, la virtud de reunir dos defectos (los indicados),
circunstancia que si con un solo fallo tan característico como el que se da en la cara interna ya sería bastante para una
identificación asertiva, la pérdida de un fragmento en el terminal acrecienta la certidumbre sobre el tipo de que se trata y
la máquina de donde proviene el documento.
Figura 551.Detalles del bastidor de una máquina manual. El desgaste de las acanaladuras que alojan las barras
portacaracteres provocan desajustes, que son variables según la fuerza con que se pulse una misma tecla. Los dos
fragmentos inferiores, pertenecientes al mismo documento, muestran los efectos de desajuste vertical en ambas letras L,
efecto lógico, puesto que ambos caracteres se encuentran en la misma barra portacaracteres
Desajustes de la alineación vertical
En una máquina nueva los caracteres tienen perfecta alineación vertical, de modo que todas las letras son paralelas entre
sí. Pero en las máquinas de palancas, la holgura que sufren los ejes por el rozamiento, los efectos de entrechocar dos
barras portacaracteres a un tiempo, o el desgaste del bastidor donde se alojan dichas barras (Figura 551) provocan la
aparición de desajustes en la verticalidad de uno o varios caracteres.
Así pues, será el grado de deterioro de los elementos donde se alojan las barras portacaracteres los que incidan en el
defecto de la oblicuidad que presente uno o varios caracteres. Es típico que este defecto se aprecie en unas pocas letras
(lógicamente las más usadas) y que otros signos mantengan su verticalidad original. Se podrá deducir hasta cierto punto el
punto de desgaste o defecto si una misma letra se inclina a la derecha o la izquierda alternativamente, según la intensidad
que se aplique en la pulsación; la diferente fuerza del impulso al proyectarse el tipo y su consiguiente grado de inclinación
hará posible establecer un valor angular máximo y mínimo. Este dato, si es posible evaluarlo, es de interés para la
identificación.
No es éste un fenómeno que ocurra en las máquinas de impresión por margarita, a menos que el defecto sea de origen.
Aun en ese caso es extremadamente raro encontrarlo. Las bolas de impresión sí permiten la presencia del fenómeno, dado
que el eje al que va anclada la bola es susceptible de desgastes mecánicos o de estar bajo la influencia de un deficiente
funcionamiento del motor (Figura 552).
Figura 552.Los defectos mecanográficos de estos caracteres impresos con sistema de bola son, sin duda, debidos al
desgaste de alguno o varios de sus elementos.
Desajustes en la alineación horizontal
Por iguales causas que las expuestas, las máquinas totalmente mecánicas también suelen acusar defectos en la manera en
que las letras se ajustan a la línea del renglón. Si una palanca ha quedado holgada en su anclaje, el carácter ganará más o
menos altura sobre la línea de pauta. Es un hecho que por lo general se aprecia con facilidad (Figura 553). Al igual que en
el desajuste vertical, este otro suele coincidir con alguna de las letras que tienen un uso mayor.
Figura 553.Es notoria la caída de las letraside esta mecanografía aun sin necesidad de trazar una línea horizontal de
pauta
También es difícil que se produzca en el sistema de impresión por margarita. El hecho de que los caracteres estén fundidos
sobre unos radios cuyo movimiento previo al impacto sea el giro, posibilita una perfección notable de este aspecto. Las
esferas, sin embargo, no están exentas de este tipo de desajuste, por el consabido sistema de rotación y cabeceo
necesarios para alinear el carácter antes de percutir sobre el papel; es precisamente en el movimiento basculante cuando
una mala posición provoca el salto o la caída respecto de la pauta.
Desajustes en el espaciamiento
En teoría, todos los caracteres se van colocando con una distancia idéntica entre ellos (si no se trata de mecanografías de
espacios compensados). De nuevo hay que remitirse a los fenómenos de desgaste normal o a un uso anómalo de la
máquina para entender el porqué algunas letras aparecen más próximas a otras, es decir, que han perdido su correcta
ubicación lateral (Figura 554).
Figura 554.Aunque es por demás ostensible el desajuste lateral de la letraa, también en la palabra«de»se observan
defectos del espaciado. La presencia de varios defectos es sintomática de las máquinas muy usadas, con un alto grado de
envejecimiento
La holgura del bastidor en las máquinas mecánicas, un carácter mal soldado en una reparación, o el vicio del mecanógrafo
de bloquear dos o más barras, son las causas más frecuentes que los provocan. El defecto es independiente del desajuste
vertical del mismo carácter en unos casos, o en otros va asociado. Por lo tanto, no será extraño comprobar que la misma
letra que se inclina a un lado, también presenta una modificación de la equidistancia con los restantes caracteres. Dado
que los fallos suelen tener un origen común (el deterioro de las piezas que las mueven), también comunes y simultáneos
suelen ser los resultados que se ocasionan.
Aquí interviene otro factor, además de los enunciados: el movimiento del carro. En coordinación con la pulsación de las
palancas, éste se desplaza un cierto trecho hacia la izquierda (en el caso de poder seleccionarse, acorde con el paso
elegido para imprimir). En consecuencia, cualquier mal funcionamiento de la coordinación mecánica o en el avance del
carro, tendrá análogas manifestaciones aun cuando las barras, palancas y resortes de los caracteres funcionen bien. En las
máquinas eléctricas y electrónicas se mueve la cabeza impresora, pero los efectos finales son análogos: cualquier
impedimento que encuentre en su recorrido la bola o la margarita, es causa de que el emplazamiento de las letras se
altere regular o irregularmente.
Defectos del paralelismo
Cuando un carácter hace impacto para imprimir, ha de encontrarse perfectamente paralelo al plano del rodillo, de manera
que la superficie de contacto sea igual en toda la extensión de la letra. No siendo así, y en función de qué parte incida con
mayor superficie de contacto, las posibles deficiencias de impresión serán las siguientes:
• Mayor grosor y profundidad del carácter en su lado izquierdo. El tipo se ha abierto hacia la izquierda, e impacta con
menos apoyo en el lado derecho (Figura 555).
• Mayor grosor y profundidad de la letra en su lado derecho. Anomalía contraria a la anterior (Figura 555).
• El carácter queda más marcado en la zona superior. El cabeceo del tipo ataca sobre el rodillo en posición más baja de lo
normal (Figura 556).
• El carácter está más marcado en su zona inferior. Efecto inverso al precedente (Figura 556).
Figura 555.Esquema de la posición del tipo sobre el rodillo que provoca defectos laterales en el pisado
Figura 556.Arriba, representación esquemática de las posiciones defectuosas del tipo al pisar sobre el rodillo. Debajo, los
efectos que tales defectos han provocado en las letrasAyO
Tanto una deficiente posición del rodillo como el mal alineamiento de los tipos son la causa de las estampaciones
irregulares. La aparición de uno de estos efectos en algunas letras de manera constante, se habrán de interpretar como
desajuste de esas letras en concreto. Si cualquiera de los fallos de paralelismo se repite en todos los caracteres a lo largo
de las líneas, afectando a iguales zonas de él, es seguro que será el rodillo el que esté en posición incorrecta (Figura 557).
No se trata siempre de una anomalía, sino tan sólo de que la palanca que permite acercarlo o alejarlo para dar introducir
mayor número de copias, está en la posición más atrasada pero sólo se ha introducido una hoja de papel. Es necesario
verificar cualquiera de las dos posibilidades antes de considerarlo como defecto particularizador.
Figura 557.Debido a la posición adelantada del rodillo, los caracteres con pie acusan pérdidas: el tipo apoya más sobre la
zona superior y apenas toca con la inferior (véase el primer esquema de laFigura 556)
Respecto del examen de este aspecto, la imagen de la escritura bajo el microscopio utilizando luz rasante realza con toda
perfección el fenómeno. Y aún más expresiva si cabe es la visualización de todo el dorso de la hoja; al no existir el
«impedimento» del entintado, sólo se manifiestan un cierto número de relieves que aparecen a lo largo de las líneas
acentuándose en zonas concretas.
El defecto de desajuste sobre la pauta puede ser algo circunstancial, imputable al mecanógrafo, si solamente se verifica en
letras mayúsculas y de modo esporádico. Tan sólo se produce en máquinas de acción manual, y se debe a la
descoordinación entre los gestos de presión sobre la palanca que coloca el bastidor en la posición de las mayúsculas
mientras se está pulsando la tecla de la letra correspondiente; ambas acciones, que tienen lugar con simultaneidad,
ocasionan que el carácter golpee sobre el rodillo cuando aún se encuentra en una posición intermedia, o bien visiblemente
desplazado sobre la línea de pauta (Figura 558).
Figura 558.El notorio desplazamiento hacia arriba de la mayúscula no se debe a un defecto, sino a la mala posición del
tipo: la palanca que desplaza el bastidor para situar la zona de las mayúsculas en posición de imprimir no se ha presionado
suficientemente y, por tanto, no ha alcanzado la altura adecuada. No es un defecto achacable a la máquina sino a quien la
maneja
Irregularidades del interlineado
Cualquiera de los tipos de máquina de escribir, por el hecho de introducir y retener la hoja de papel sobre un rodillo, es
susceptible de producir defectos en el avance del folio y, por consiguiente, en la equidistancia de los renglones
mecanografiados (Figura 559).
Figura 559.Desajustes en el interlineado de una máquina de escribir manual con mucho uso no son infrecuentes,
circunstancia que deja de tener valor en los cotejos. La pérdida de información no es relevante, puesto que subsisten otros
muchos datos que posibilitan la identificación
Con todo, son más proclives a los desajustes del interlineado las de acción manual, no sólo porque al actuar con el rodillo
no se haga un movimiento de giro lo bastante amplio, sino también porque los pequeños cilindros que aprietan el papel
contra el rodillo del carro ejerzan insuficiente presión o porque permitan el resbalamiento de la hoja mientras la hacen
avanzar.
Defectos del impacto
Resulta prácticamente imposible presionar con igual firmeza todas las teclas de una máquina de impulso manual, ya sea
cuando se escribe con todos los dedos, ya cuando se emplean uno o dos de cada mano. Si a ello se suma la mayor o
menor facilidad del deslizamiento de determinadas barras portacaracteres (las menos usadas suelen embazarse por el
polvo), determinará que el impacto de algunas será, casi siempre, mayor que las restantes.
La homogeneidad en el golpeteo de los caracteres es una característica exclusiva de las máquinas movidas eléctricamente.
Pero el paso del tiempo también actúa en éstas deformando su homogeneidad, en especial las eléctricas de bola y de
palancas. El hecho de que las impresiones con margarita se consigan con un único martillo para todas las letras elimina
casi por completo las diferencias de impacto, a menos que dicho martillo tenga una avería discontinua.
Algo que hay que saber acerca de las máquinas electrónicas es la posibilidad que ofrecen de controlar la intensidad del
impacto; la fuerza con que puede imprimir una misma máquina varía solamente cambiando la presión desde el nivel 1 (el
que normalmente se recomienda para uso general) hasta los niveles 4 o 5 (utilizados cuando se trabaja con varias copias o
con formularios de papeles autocopiativos).
Imperfecciones
Son diversas las causas que originan la aparición de imperfecciones en la impresión, algunas de las cuales ya se han visto
en anteriores epígrafes porque corresponden a fenómenos de origen concreto. En este caso se trata de observar los
defectos que se plasman en el papel, y cuyo origen pueden ser de diferente naturaleza.
En las mecanografías de máquinas mecánicas la impresión de ciertas letras muestra una especie de doble imagen o
sombreado. Se debe por lo regular al mal funcionamiento del carro, que se desplaza mientras la letra está golpeando. Los
mecanismos que realizan el movimiento de tracción no ejercen igual potencia de arrastre a lo largo de todo el recorrido, lo
que provoca que los defectos tiendan a manifestarse de manera desigual en diferentes ubicaciones (a la izquierda o la
derecha del renglón).
Las máquinas equipadas con cinta plástica originan en ocasiones la desaparición de una parte del carácter; así ocurre
cuando la cinta no está bien colocada en su guía y al no cubrir por completo el área de impacto del carácter, parte de éste
golpea fuera de ella y queda sin estampar una zona. Sin embargo, el surco en blanco del carácter se percibe con claridad.
Si en las mecanografías con cinta textil la atenuación de la intensidad entre dos escritos de la misma máquina es la lógica
consecuencia del agotamiento de la tinta que impregna el tejido, el fenómeno no tiene equivalencia en las cintas plásticas
que están previstas para una sola pasada. Éstas, sin embargo, tienen como particularidad el deterioro de la capa de
pigmento por dos razones principales: porque sean de mala calidad y tengan un período útil muy corto, o porque
conservadas un tiempo excesivo hayan perdido sus propiedades de adherencia; como cualquier producto, tienen un plazo
de utilidad a partir del cual se degradan. Cualquiera de las causas determinan que en la mecanografía aparezcan
fragmentos que congestionan las letras, defecto que no es imputable a los tipos, una vez se ha comprobado que el
fenómeno no es constante (Figura 560). Una circunstancia así es todo un indicio de la proveniencia del documento, y más
concretamente para adscribirlo a un período, habida cuenta de la duración que es previsible que tenga una cinta de esta
clase: sólo puede mecanografiar un determinado número de documentos y luego se ha de desechar, a diferencia de las
textiles, que pasan de un carrete a otro multitud de veces y se sustituyen cuando los caracteres se vuelven desvaídos.
Figura 560.De una cinta plástica en mal estado se desprende no sólo la zona perfilada de los tipos, también se arrancan
fragmentos como los que congestionan las letrasade este texto. Que no se trata de un defecto de los tipos lo corrobora el
hecho de que la deficiencia no es constante en la misma letra
Defectos del cilindro
Examinar una mecanografía dubitada requiere establecer qué sucede en cada parte del renglón, concediendo especial
atención a los extremos laterales. Dependiendo del estado de las diferentes zonas de rodillo la impresión de los caracteres
puede variar considerablemente, proporcionando imágenes bien dispares de una misma letra. La flexibilidad del caucho
sobre el que se asienta el papel pierde parte de su plasticidad con el tiempo (se reseca), y acusa un apelmazamiento
mayor en las zonas centrales, es decir, allí donde han recibido más impactos. Por lo tanto, si una misma letra (en especial
las de mecanografías mecánicas) muestra cierto grado de variación, el hecho no puede tener carácter concluyente si existe
la posibilidad de que se trate de distinta máquina (Figura 561).
Generalmente se suele achacar al mal paralelismo del cilindro el que determinadas letras tengan mayor bajorrelieve en
unas zonas que en otras. Es menester detenerse a considerarlo. Si en realidad fuese así, todas las letras revelarían el
mismo defecto. Sucediendo tan sólo en algunas, la conclusión es clara: el desajuste corresponde a esas pocas letras pero
no del rodillo.
Figura 561.Estriado que presenta un rodillo que ha tenido un uso intensivo. El relieve que han originado los impactos
afectará a la mecanografía, sobre todo en los desajustes del pisado
Anomalías del entintado
Ante una mecanografía desvaída no siempre se debe atribuir al envejecimiento de la pieza que causa el paso del tiempo,
sino también a posibles efectos del entintamiento ya desde su origen. El simple agotamiento de los pigmentos en las cintas
textiles dan unos resultados pobres de color. Otro caso es el de las desapariciones parciales. Repetidas deficiencias en el
mismo carácter serán sin duda que el tipo está deteriorado, porque la falta de un pedazo de metal imposibilita el
entintamiento, ya sea éste mayor o menor, se trate de cinta sintética o textil.
La acumulación de suciedad que embota los huecos de los tipos (en las letras e, o, b, p...) introducen cambios transitorios
en las formas, además de los que afectan a la definición de sus perfiles (huecos, terminales...). Por consiguiente, estos
fenómenos no son defectos, sino matices de un «estado pasajero» que es preciso valorar debidamente en su contexto.
Otros aparentes defectos, relacionados con las mecanografías de cintas plásticas, proceden de diversas causas que no
siempre corresponden al mecanografiado. Sobre todo en documentos de cierta antigüedad, los desprendimientos de alguna
parte de los caracteres parecen deficiencias del pisado no siendo así; la conservación de documentos en carpetas de
plástico durante largo tiempo llega a producir una adherencia entre los dos materiales que, al extraer el documento lo
dañan. Si ha ocurrido así, es sencillo comprobarlo bajo la lupa binocular porque los bordes de la rotura son tajantes,
irregulares y con perfiles muy definidos, manteniéndose indemne el resto de la letra (Figura 562). De ahí que la
conservación de los documentos que se le confían al perito deba hacerse en carpetas o contenedores de polipropileno,
aunque no vaya a tenerlos guardados mucho tiempo.
Figura 562.Al extraerse el documento de la carpeta de plástico donde se encontraba, se produjeron multitud de pequeños
fragmentos arrancados que afectaron a toda la mecanografía, del modo que se ve en este carácter
Figura 563.Una mínima parte de la capa plástica del carácter se ha levantado por efecto del doblez. El resto de la letra
aparece nítido, puesto que la pérdida no es producto de una impresión deficiente
Este material no se adhiere a la lámina plástica mecanográfica ni al tóner. Si a ojo desnudo una pérdida parcial de la
mecanografía coincide con un doblez, no hay duda de la causa (Figura 563). La lámina adherida al papel sufre daños
parecidos a los que afectan al tóner de las fotocopias e impresoras láser, puesto que en ambos casos se trata de
materiales que se fijan a la superficie de los papeles pero que, a diferencia de las tintas, no calan en él.
Figura 564.No hay ninguna deformidad ni pérdida de pigmento en este carácter situado sobre un pliegue del documento.
Por tanto, solamente pudo haberse mecanografiado después de estar doblado el papel
Precisamente la naturaleza alterable de las cintas plásticas al doblez y la abrasión permite hacer una valoración de la
secuencia con que se hizo la mecanografía. El ejemplo de la Figura 564 es el caso contrario ilustrado en la anterior; el
carácter, sin deformaciones ni pérdidas y que coincide con un pliegue del documento no pudo haberse estampado sino
después de que el documento ya hubiese sido doblado. Según en qué contexto y en qué circunstancias, el fenómeno puede
ser demostrativo de un añadido a una pieza emitida tiempo antes junto a otros vestigios que apunten en la misma
dirección.
Acerca de los fenómenos singulares
No obstante la calidad y la cuantía de los fenómenos singulares (por características o defectos) que permiten precisar el
origen de dos o más mecanografías, procede hacer algunas reflexiones sobre su naturaleza a la hora de cotejar:
1.ª Algunos defectos identificadores pueden ser comunes a varias máquinas de un mismo modelo o de igual marca. Sobre
esta circunstancia se ha de tener especial prevención cuando se trata de documentos de grandes empresas, dado que las
máquinas del mismo modelo y marca se compran en partidas y se asignan a distintos departamentos; por tanto, no podría
precisarse su origen hasta el punto de llegar a una máquina determinada y a una persona en particular.
2.ª La concurrencia de varios defectos, reunidos en cuantía y cualidades concretas, reducen el número de máquinas con
las que pudo emitirse el documentos del que se duda. Y tanto más, cuanto mayor sea el número de ellos y la singularidad
del defecto.
3.ª Un único defecto sería suficiente para emitir una conclusión certera, si éste fuera de tal naturaleza que lo distinguiera
de otros probables sin ningún género de duda.
4.ª Sólo es factible admitir como defectos que identifican de manera inequívoca aquellos que poseen una característica
singular reiterada, después de considerado el hecho de las variaciones que se producen por virtud de la intensidad en la
pulsación, de la zona del rodillo más o menos deteriorada, etcétera.
COTEJO DE MECANOGRAFÍAS
Primeros pasos
Ya se han anticipado ciertas cautelas a observar cuando se han enumerado los defectos peculiares de las máquinas.
Siempre que sea posible, antes de pasar al cotejo propiamente dicho, es necesario contar con algunas circunstancias que
pueden intervenir en la modificación parcial u ocasional de las muestras recibidas o de las que realice el perito ex profeso
para los cotejos. Son éstas:
Averías intermitentes: Los documentos han podido ser confeccionados mientras la máquina tenía un cierto tipo de avería
que después se ha reparado.
Reparaciones recientes: Algún fenómeno que afecte a uno o varios documentos dubitados (debidos a un fallo mecánico)
ha desaparecido, aunque se mantengan otros defectos muy significativos. Es la consecuencia lógica después de una
reparación.
Cambio de cinta: Como ya se ha comentado, es una eventualidad que siempre hay que tener presente y valorarla como
probable.
Cambio del cabezal: El mal funcionamiento de este elemento que percute los caracteres de las margaritas incide
decisivamente en la intensidad, la regularidad, etcétera, de la impresión.
Cambio de bola o margarita: La versatilidad de ambos sistemas obliga a contar con la contingencia del cambio de los
caracteres (y por consiguiente de su dimensión y escape) no con ánimo de alteración, sino tan sólo porque se empleen
distintos tipos de letra para diferentes documentos.
Proceso del cotejo
En todo cotejo mecanográfico se ha de limitar, si es que se da el hecho, al grupo de máquinas con las que se presume se
creó un documento, o bien pasar directamente al establecimiento de las características de las distintas mecanografías. En
cualquier caso, los pasos son idénticos una vez se dispone de muestras indubitadas y sospechosas.
Primero
Establecimiento de las características físicas que sean relevantes o condicionantes de los cotejos que se vayan a practicar:
Quizá uno o varios de estos hechos merezcan, en los cotejos, que se vuelva a tratar de ellos si son causantes de duda. Por
ejemplo, el grosor de un sobre es determinante (por lo regular en la aparición de defectos) en muchos aspectos de la
impresión, mientras que una hoja lisa de papel no los registra. Si no se dispone de muestras equivalentes, es inviable la
reconstrucción de idénticas condiciones; será procedente, por lo menos, reseñarlo, pues de otro modo parecería que
quedan olvidadas o que se están obviando datos arbitrariamente.
Segundo
• Examen y comparación de los parámetros típicos de las mecanografías, según han quedado especificados:
• Examen de los elementos que componen la fórmula mecanográfica.
• Estudio de otras formas que completan y precisan su morfología.
• Investigación de los defectos y anomalías peculiares.
• Determinación del alineamiento de los márgenes.
• Establecimiento del interlineado.
Tercero
Aparte del necesario uso de microscopio para indagar aquellos defectos cuya observación sólo se puede practicar con
suficiente aumento, se impone trabajar con reproducciones fotográficas.
En el caso de las mecanografías hay que extremar los cuidados en las tomas para no introducir ciertas deformaciones que
originan los objetivos macro o las cámaras digitales portátiles multifocales (que dicen fotografiar en modo macro) por la
intensa aberración esférica que producen, lo que las hace inservibles para cualquier valoración. Fotografiar una línea
completa con una de estas lentes no es posible sin deformar la horizontalidad original del documento. Por lo tanto, las
reproducciones de grandes superficies sólo deben agrandarse en el momento de positivar, no en el de hacer la
instantánea. Establecer direcciones de líneas o determinar desajustes verticales en tales reproducciones resulta muy
crítico, situación que se salva incluyendo en el encuadre una regla que actúe de referente.
Al contrario, el estudio de los espaciamientos, del desajuste horizontal, del análisis de las cintas, o de cualquier otra
característica de detalle es necesario hacerlo con macrofotografías (es del todo desaconsejable trabajar con lentes de
aproximación). Sobre estas tomas fotográficas sí se pueden establecer medidas de todo tipo con menor margen de error
que si se practican sobre el original, y sobre todo se pueden ilustrar claramente los fenómenos que interese demostrar.
Sólo hay que realizar las tomas y tratarlas con idénticas condiciones, sin variar en absoluto la posición de la cámara en la
mesa de reproducción.
Estos considerandos llevan a incidir de modo especial en los medios de trabajo que procede emplear. Primero, la necesidad
de contar con una mesa de reproducción; segundo, la evitación de todos los posibles errores en ese proceso, si las
medidas se practican con micrómetros específicos incorporados en los oculares del microscopio y se fotografía con ellos.
Habiendo optado por las reproducciones fotográficas, la ilustración de los distintos fenómenos se lleva a cabo con exactitud
utilizando plantillas de acetato que contengan las cuadrículas que en cada caso se precisen. Que las plantillas tengan
precisión para que realmente sean útiles es imprescindible, puesto que cualquier desviación errónea, por mínima que sea,
invalida ya en el punto de partida las mediciones que con ellas se realizarán. Existen diferentes medios de conseguirlas,
uno de los cuales consiste en imprimir sobre acetato la imagen de una hoja de papel milimetrado, previamente captada
con un escáner; la película ortocromática utilizada en la industria gráfica para tramas y líneas (que se positiva y se revela
como un papel fotográfico cualquiera) también es muy adecuada para estos fines. Ambos materiales poseen la
transparencia y resistencia que la labor requiere. Asimismo, hay fabricantes de materiales para el diseño que tienen
diversas clases de plantillas normalizadas, o que hacen bajo encargo otras más especiales, con extremada precisión.
Cuarto
Si fuese el caso, se determinarían las áreas, palabras, letras, etcétera, que hubiesen sido objeto de manipulación y,
además, los añadidos, interlineados, o textos complementarios insertados con posterioridad.
Otros indicios
Los pasos anteriores abarcan buena parte de las acciones necesarias para establecer una identidad mecanográfica. Pero
además, ciertas máquinas proporcionan otros pequeños indicios ciertamente típicos. Uno de ellos es la pequeña mancha
que dejan al introducir una página, sobre, cartulina, etcétera. En las máquinas antiguas existían una especie de solapas
que conducían el papel al introducirlo, que quedaban muy por debajo de la guía de la cinta de impresión. Desde el
momento en que el papel empezaba a asomar bajo el rodillo, y hasta que se emplazaba en la primera línea de escritura, la
sola tensión de la hoja hacía que ésta tropezase con la guía de la cinta que solía estar manchada de tinta. Esto provocaba
la presencia de un pequeño trecho oscuro en el borde superior de la página, que se hacía especialmente visible cuando
varias de ellas juntas se miraban de canto. No siempre esas manchas ocupaban la misma posición, porque dependía del
lugar en que se encontrara el carro. Aún hoy en ciertas máquinas de pequeño formato el defecto subsiste.
Algunas deficiencias de funcionamiento o de desgaste provocan la aparición de rayas o marcas oscuras (a modo de
manchas o de estrías) a lo largo de la página. Sucede en aquellas máquinas que por desgaste de los rodillos que sujetan el
papel contra el cilindro del carro, o porque la descomposición de las gomas de unos y otro marcan el documento a
intervalos regulares. Es un fenómeno adicional que conviene tener en cuenta.
En ocasiones una identificación positiva la ofrece la propia cinta de la máquina si es que se dispone de ella. Como ya se
explicó, las de base plástica desprenden su pigmento por percusión, y sucede de modo que ninguna letra se superpone a
otra. Por lo tanto, en ella queda una imagen «en negativo» de lo que se ha escrito; da la ventaja de poder leer los textos
con toda claridad y sencillez. Sacándola de su alojamiento, y con paciencia, se verá, en recorrido inverso, la sucesión de
letras, aunque sin espaciamientos que indiquen dónde comienza o termina una palabra, párrafo o página. De ahí se
obtienen varias informaciones capitales para establecer la relación entre máquina y escrito:
1.ª El refuerzo de la identificación que se haya encontrado a través de los análisis, respecto de los demás factores
morfológicos y los defectos peculiares.
2.ª La posibilidad de determinar cuántos tipos de letra (bolas o margaritas) se han empleado.
3.ª Las palabras, frases, etcétera, que se hayan subrayado automáticamente, así como la utilización de textos en
negrita.
4.ª Posible determinación de errores frecuentes al mecanografiar y modo de subsanarlos.
No siempre es factible disponer de la máquina y su cinta, e incluso ocurrir que ésta se haya cambiado y la nueva carezca
de la información que se necesita. Se trata de una serie de coincidencias cuya reunión es casi producto del azar. Con todo,
hay que contar con la probabilidad de que concurran y no descartar la posibilidad de utilizarlas.
IDENTIFICACIÓN DE LA MÁQUINA
No es una cuestión sencilla relacionar con toda certeza que dos o más documentos correspondan a la misma máquina,
tanto por las razones que se han dicho con anterioridad al respecto de los posibles cambios de las cintas, los cabezales y
demás contingencias, como por el hecho de no disponer de ella. Pero tampoco es un problema crucial, si el objeto de la
investigación es el de relacionar dos o más documentos como provenientes del mismo origen. En esta tesitura, la
identificación de la máquina pasa a un segundo lugar o incluso deja de tener interés.
Figura 565.Dos ejemplos de posibles fichas para confeccionar una base de datos mecanográfica. Al dorso, figuran los
datos del país y la fecha de fabricación
La necesidad de adscribir un documento en concreto con determinado tipo de máquina sin disponer de ella, es decir, el
establecimiento de la marca y modelo, se vuelve labor casi imposible. El intento de crear una base de datos de referencia
es de tal magnitud, que el tiempo que se ha de invertir y la duda permanente de saber si se conocen todas las marcas que
se comercializan en un área determinada, lo hacen impracticable; cuando se cree que un fichero como cualquiera de los
dos que se ejemplifican en la Figura 565 es exhaustivo, se encuentra un documento cuya tipografía se comprueba que no
está registrada.
Sólo sería operativo recurrir a un fondo documental de estas características (en el que, además del juego de caracteres,
figurasen al dorso lugar y fecha de fabricación), si hubiese una colaboración entre los fabricantes y los organismos
oficiales; la iniciativa privada se revela inabarcable. Baste un ejemplo de la tarea: un fichero de 838 ejemplares
(recogiendo muestras pacientemente en los lugares donde se iban encontrando máquinas de diferentes tipos y
características) no es suficiente para garantizar el agotamiento de las posibilidades. Y aun en el caso de que tal
colaboración entre fabricantes y destinatarios existiera, necesitaría crearse una base de datos muy bien proyectada para
que su consulta fuese eficaz, partiendo de grupos genéricos (tipografías de máquinas manuales y eléctricas; de tipos con
remates o paloseco) de modo que llevara de inmediato al diseño que se busca.
LA IDENTIFICACIÓN DEL MECANÓGRAFO
Este propósito es en todo paralelo al de rastrear un anónimo manuscrito, salvadas las lógicas diferencias que existen entre
las deformaciones que pueden realizarse manualmente y las mucho menores de los caracteres mecanográficos hasta
ciertos límites inmutables. Por lo demás, y en lo que al contenido se refiere, el seguimiento de los modismos particulares
tienen un mismo enfoque, según ahora se verá: modo de ocupar el espacio, redacción, etcétera.
Las máquinas de impulso mecánico permiten el análisis de las distintas pulsaciones del mecanógrafo, la utilización de los
márgenes, los fallos de coordinación, es decir, de un mayor aporte de información relacionada con todos los hábitos
formales y físicos de quien la maneja.
Pero cuanto mayor es la automatización, menores son las cualidades que quedan reflejadas en los escritos. La
disponibilidad de operaciones automáticas de centrado, de sangrados preestablecidos, de márgenes justificados, además
de la homogeneidad del impacto o la regulación de éste, van reduciendo la libertad de decisión del mecanógrafo y, por
tanto, desdibujan su «personalidad». Por ello, en el intento de dilucidar qué persona mecanografió un texto, es esencial
contar con dos matices derivados del sistema de funcionamiento de la máquina, debido a que cada medio ofrece distintos
vestigios que investigar. Sin embargo, al igual que en el caso de los anónimos, hay que atender a cualquier indicio
peculiar, ya sea del instrumento, ya de quien lo usa. Los dos matices antedichos conciernen al mayor o menor número de
automatismos de la máquina:
• Márgenes superior, inferior e izquierdo. El concepto espacial también en la mecanografía recoge muchas de las
tendencias del escritor al ocupar el papel. El margen derecho hay que desestimarlo si el texto está justificado.
• Espaciado entre líneas y párrafos. El gusto por concentrar o separar las líneas obedece la mayoría de las veces a los
mismos hábitos antes comentados. En ambos casos es preciso valorar el tipo de documento o el medio en que se produce.
Por lo regular, en ciertas instituciones u organismos públicos existen modelos y usos muy precisos (normas de estilo
interno) a los que la mayoría de las personas se ajustan con fidelidad. El espaciamiento de los títulos respecto al resto del
texto, así como la distancia entre letras al titular un capítulo o epígrafe son hábitos indicativos.
• Sangrías. Aunque la máquina posea funciones establecidas, su medida y forma corresponde en muchos casos a la
elección personal, como por ejemplo, cuando se trata de abrir un párrafo después de dos puntos, etcétera.
• Signos especiales. La utilización de signos específicos revela, aparte ya la preferencia del mecanógrafo, la existencia
del mismo en el teclado de la máquina (Figura 566).
• Abreviaturas. Particularidades de las más comunes y de otras más específicas. Por ejemplo, está muy extendido el
error de abreviar la palabra «número» sin punto intermedio (nº), que ortotipográficamente debe ser «n.º»; e igualmente
las abreviaturas «primero», «primera»: «1.º», «1.ª». Tan pequeña desemejanza en la confección de dos contratos, por
ejemplo, marca la diferencia que existe entre un redactor y otro.
Figura 566.No todas las máquinas de escribir tienen el mismo juego de caracteres especiales. La incorporación de un
signo netamente tipográfico, como es en este caso la pleca (véase la indicación), no es común. En otras, por contra, falta
el asterisco o el signo de suma (+) o los corchetes ([ ]), etcétera
• Subrayados y textos en negrita. La segunda posibilidad la poseen algunas máquinas electrónicas. Se consigue
mediante una doble impresión de la misma letra, que avanza ligeramente en el segundo impacto para incrementar el
grosor (Figura 567). El hábito de subrayar es en muchas personas una compulsión de la que se sirven constantemente
para enfatizar conceptos, y recurren al subrayado hasta el hartazgo. Desde el punto de vista ideológico, tiene el mismo
valor que los demás usos idiosincrásicos de los manuscritos, aunque en este caso entre la mano y el papel se haya
interpuesto la máquina.
Figura 567.Para conseguir caracteres en negrita, las máquinas electrónicas haces dos impactos ligeramente desplazados y
así consiguen más peso. El efecto del desplazamiento es especialmente visible en el punto, que se convierte en una forma
ovalada
Figura 568.Probablemente, el uso del acento grave en este texto se deba al mal desplazamiento del dedo al pulsar la
tecla, muy próxima en el teclado a la del acento agudo
• Numerales y cantidades. Aparte de la posible utilización del guarismo «1» o su alternativa, la letra «l», es
interesante atender al modo de tratar las cantidades, máxime si éstas tienen decimales. Suele ser un aspecto poco
establecido, cuyas posibilidades van desde la coma y guión (1.000,-), con dos guiones (1.000,--), o los usos de influencia
claramente anglosajona de trocar puntos y comas (1,000.00) (1.000'00).
• Acentuación. Tendencias de cualquier tipo, bien sean por duda ortográfica, omisión, o empleo incorrecto (Figura 568).
• Ortografía. Sobre este aspecto, más que indagar en hechos muy llamativos como pudieran ser los acentos, es
interesante fijarse en esos otros usos menos aparentes, que atañen a la construcción sintáctica y al nivel de la redacción.
Idéntico enfoque que al estudiar los anónimos manuscritos. Y no sólo de los modos, sino especialmente el de las erratas.
Por ejemplo, son reveladores ciertos usos:
La relación es larga porque son defectos del habla que están muy extendidos y, a la vez, por curioso que parezca, muchos
de ellos tienen su propagación por parecer biensonantes. De ahí su interés.
• Signos de pausa. Reparar en el uso del punto y coma, punto y aparte, punto y seguido, dos puntos.
• Estilo de la redacción. Períodos cortos o largos. Sintaxis. Estilo sencillo o complicado. Entrecomillados, interrogaciones,
signos de entonación y otros semejantes.
• Uso de tecnicismos o regionalismos.
• Tachaduras. No es infrecuente, en las máquinas no equipadas de cinta correctora, optar por tachar las palabras en
lugar de borrarlas.
• Trueques de letras. Suele ser un tic especial en cada mecanógrafo, con tendencia a invertir determinados pares o
grupos de caracteres.
• Uso de mayúsculas. En textos en los que se hace referencia a personas, empresas, instituciones, etcétera, la duda
ortográfica puede manifestarse con propiedades concretas. Algo muy extendido en la denominación de los meses y de los
días.
Particularidades de las máquinas de impulso mecánico
En las máquinas totalmente manuales deben considerarse de manera específica, además de todas las particularidades
dichas, las siguientes:
• Margen derecho. No poseyendo modo de ajuste automático, queda bajo el total control del mecanógrafo la elección:
acercándose mucho o poco a él; dándole una forma irregular o procurando interrumpir las palabras casi con igual
regularidad; fraccionando las palabras con guiones o subrayas; separando las sílabas correctamente o no.
• Intensidad de la pulsación. Un texto con una extensión suficiente permitirá saber qué tendencias sigue el escritor: en
qué letras presiona más y qué otras aparecen más débiles.
Aunque son numerosos los rasgos que un cierto mecanógrafo deja en sus escritos, sin embargo es preciso tratarlos con
sumo cuidado al evaluarlos. Idénticamente al modo con que se examinan las escrituras manuales éstos son valiosos
cuando su singularidad y número forman un conjunto peculiar que no obedecen a la casualidad.
Los escritos mecanográficos se prestan bien al copiado casi con absoluta fidelidad si el propósito es el de imputarlo a una
tercera persona o hacerlo aparecer como proveniente de determinado ámbito. Utilizando una misma máquina es
relativamente sencillo conseguir una reproducción verosímil que asemeje la obra de otro mecanógrafo, máxime si los
textos transcritos son idénticos, pues el imitador no tiene que intervenir siquiera en la redacción.
Textos con distintas máquinas
Como se ha dicho al principio del capítulo, ésta es una de entre las diferentes cuestiones que comúnmente se suscitan
sobre los documentos dubitados que están confeccionados con mecanografías. En la determinación del hecho no hay más
que actuar de manera metódica sobre los factores que hasta aquí se han pormenorizado: formas de los caracteres y signos
accesorios, formulación mecanográfica, establecimiento de detalles concretos, estudio de los defectos particulares.
No son casos que revistan especial dificultad, porque incluso en el supuesto de que se hayan mecanografiado con distintas
máquinas y éstas tengan la misma tipografía, la concordancia perfecta no existe; cada fabricante introduce variaciones en
los diseños, siquiera mínimas, que son particularmente evidentes en las formas de los puntos, las comas, los acentos y
demás signos complementarios (Figura 569). Aun dentro del mismo diseño global (en este ejemplo de caracteres cúbicos)
abundan las diferencias en su estructura; y será raro que incluso teniendo un parecido mayor que el de estas muestras, no
aparezca en el texto una coma o un acento que sirva para confirmar que se trata de igual o distinta tipografía.
Figura 569.Dentro de la misma línea de diseño, los caracteres y sus accesorios tienen bastantes y ostensibles diferencias
para distinguir si se trata o no de igual mecanografía. Basta a veces revisar las letras más comunes (sobre todo las
vocales) para establecer con seguridad igual o distinta proveniencia sin tener que recurrir a mediciones o fórmulas
Interlineaciones y añadidos
Son dos de las variantes a las que se recurre para alterar documentos mecanografiados sin tener que manipular los textos
preexistentes. Resultan más efectivas y pulcras, y por lógica delatan menos la maniobra de adulteración. Como
contrapartida, son difíciles de colocar con precisión respecto de lo ya escrito, tanto con referencia a los márgenes laterales
como a la distancia de la interlínea. En ambos casos resulta sencillo determinar qué partes pertenecen a un bloque
realizado en un solo acto, y qué otro se incluyó después, trazando los ejes gráficos de las letras. Trabajando con la
necesaria precisión, enseguida se obtienen las concordancias y discrepancias de estos ejes que atravesando varias líneas
han de ir coincidiendo (exceptuado el caso de las mecanografías de espacios compensados). Por ejemplo, una letra a de la
primera línea de texto mantendrá su ubicación lateral con otra situada en la sexta o la décima. Varias de ellas a lo largo de
varios renglones permitirán resaltar si existe algún fenómeno de desviación, producto de una añadidura (Figura 570).
Figura 570.El desajuste de los ejes verticales y de la horizontalidad confirma que el último párrafo de la carta se hizo en
un segundo momento, aunque el contenido de este caso no está relacionado con ninguna acción fraudulenta
Si el eje de una letra posee una situación determinada, en las adyacentes sucede lo propio con igual medida hasta llegar a
los márgenes. Éste es un punto de referencia sustancial, porque tangencialmente a éstos se puede trazar una línea que
permita saber si los caracteres siguen el alineamiento o se desvían en algún sentido. La verificación del interlineado es algo
más comprometida porque se necesita disponer de varios renglones, de manera que el paralelismo entre ellos quede
definido con claridad y exactitud. Iguales constataciones y medidas que en el caso anterior revelarán la incorporación o no
de un nuevo texto.
Es lógico esperar que la añadidura de un solo renglón o de varios pase inadvertida. Y también es esperable que el color y
grado de entintamiento traten de igualarse, contando con que la máquina sea la misma. Conseguir tal homogeneidad en la
apariencia con las cintas plásticas no representa ningún problema, dado que a simple vista no difieren unas de otras.
Verificar que se trata de la misma calidad requiere el examen bajo la lupa en torno a los 10 y los 40x; disponiendo la
iluminación con diferentes grados de incidencia en episcopia, se revelan las principales propiedades de brillo, impacto y
perfilado, que corroboran o no la homogeneidad de los caracteres.
Con todo, un bloque de texto cuyos márgenes y ejes gráficos que discreparan de otro hecho con idéntica máquina, no es,
en principio, otra cosa que la constatación de que para componerse, se sacó el papel de la máquina cuando se había hecho
una parte y se volvió a introducir para hacer la siguiente. Pero cualquiera sabe que no es insólito que así ocurra, sin que
existan otras causas que las de completar algo que quedó olvidado o incluir a posteriori textos cuya inclusión no se
preveía. Equiparar un añadido a una manipulación no está al alcance del perito porque carece de constancia sobre la
intención y las causas que llevaron a redactar los textos en dos partes. En todo caso, podrá deducir si el añadido es o no
anómalo por la acumulación de otros fenómenos decididamente sospechosos.
MANIPULACIONES DE TEXTOS EXISTENTES
Cada una de las alteraciones que se vieron en el capítulo de manuscritos, a excepción del calcado, también se presentan
en las mecanografías.
Las borraduras y las supresiones con productos químicos para posterior reescritura, demandan iguales pautas de
observación e indagación del soporte y de lo escrito (exámenes con microscopio, iluminación ultravioleta, fotografía con
infrarrojo), por lo que huelga insistir más en este punto. Tan sólo es necesario considerar que los borrados se enmascaran
mejor en las mecanografías por dos razones: una, porque la eliminada y la nueva ocupan un mismo espacio; la segunda,
porque en el caso de las cintas plásticas corregibles, el levantamiento del escrito es limpio aunque afecte al relieve del
papel.
DOCUMENTOS CONFECCIONADOS CON IMPRESORAS
El hecho de tratar en bloque el peritaje de los documentos confeccionados con diferentes impresoras, sean cuales sean los
tipos de ellas, se debe a una razón fundamental: son textos que proceden de una aplicación informática en la que se
pueden establecer los mismos parámetros compositivos (márgenes, sangrías, interlínea, tipo de letra, dimensiones de
ésta...), donde el medio de impresión es un «elemento periférico» que opera con la información que recibe desde un
ordenador.
Aunque los resultados físicos sobre el papel sean bien distintos (con tintas fluidas inyectadas por cabezales, o con
pigmentos secos), la composición en su origen es idéntica: con igual programa informático y desde el mismo ordenador, la
información de un documento se puede enviar a distintos medios para imprimirse. Si es que interesa al caso, y una vez
conocido el tipo de medio de que se trata a través de sus propiedades materiales (como ya se expuso con anterioridad),
los aspectos cotejables de la documentación confeccionada con cualquier periférico son idénticos.
Obstáculos y limitaciones
Desde el punto de vista pericial, el análisis de documentos compuestos por medios informáticos presenta serios
impedimentos cuando no la imposibilidad de dar respuestas a cuestiones sobre el origen y la autoría.
Si ya en las máquinas electrónicas se perdían muchos datos de la mano del autor respecto a las de impulso manual por el
hecho de que «actuaran» sin una intervención directa del mecanógrafo, en este otro terreno los vestigios que se revelan
sobre las particularidades del autor y el medio impresor son mucho menores. Hay un paso de gigante en la pérdida de
datos entre aquellas máquinas electrónicas y las impresoras. En la composición de los textos, los impedimentos aumentan
de modo exponencial cuantos más elementos y funciones automáticas se interponen entre la mano del autor y la impresión
sobre el papel.
El primero de ellos, presente ya en las máquinas de impulso eléctrico, concierne a la desaparición de la pulsación del
escribiente. Los siguientes, aún más dificultadores, están en estrecha relación con los procesadores de texto, programas
que han llevado a extender la globalización también en este terreno:
• Una misma empresa o un mismo particular pueden hacer uso de las plantillas que ofrece el programa en cuestión, de
modo que todos los documentos tengan uniformidad formal. De hecho, en determinados despachos profesionales y
empresas, por no citar los organismos oficiales, hay establecidos estilos precisos de carácter interno que deben respetarse.
Por tanto, se han de tener presentes a la hora de peritar un documento que se supone emitido dentro de su ámbito; en
algunos casos son reglas de estilo interno que no pueden variarse a voluntad (2) .
• Asimismo, el empleo de las tipografías que vienen implementadas de serie en los mismos programas de uso generalizado
es un factor que contribuye a la despersonalización del estilo.
• Las funciones automatizadas, incluidas las de corrección ortográfica y gramatical, contribuyen a «homogeneizar» el
documento, difuminando la personalidad del autor: desaparecen muchos de los errores ortográficos y gramaticales que lo
distinguirían; le proporcionan las mismas opciones a la hora de la separación silábica de las palabras; aumentan los
recursos sobre su capacidad para el empleo de sinónimos que por sí mismo no tendría, etcétera.
Considerados estos aspectos, nada especial puede aportar, en principio, el estudio de los márgenes, el tipo de letra
empleado u otros muchos matices relativos a los contenidos textuales. Los ha «creado» el programa con sus plantillas.
Otro obstáculo importante en el peritaje actual, por ejemplo, radica en la posibilidad de replicar con exactitud un modelo
de carta o formulario, si se dispone del tipo de letra empleada en los genuinos, con tan sólo aplicar las medidas de ellos.
Con estos medios no hay posibilidad de dar al documento resultante la personalidad propia de quien lo escribe; en la labor
de copiado queda eliminada la imprecisión de la mano de quien lo hace y desaparecen las dificultades que sí encontraría el
falsario para reproducir un escrito ajeno.
Posibilidades de identificación
No obstante lo dicho al respecto de los obstáculos, las posibilidades de análisis no son nulas como en principio pudiera
parecer, porque no todos son insalvables aun cuando muchos de ellos sean limitantes. Veamos sus posibilidades:
1.ª No supone contradicción alguna hablar ahora del examen de la composición cuando previamente se ha dicho que
existen plantillas, estilos y composiciones muy automatizadas, y que son los programas informáticos los que en buena
medida controlan la compaginación (3) . Es muy frecuente también que no haya ningún plan compositivo en la redacción de
una carta, un recibo, un contrato o cualquier otra pieza semejante, porque el conocimiento que tenga el autor del medio
que utiliza sea escaso o de muy poco nivel. En estos documentos es factible valorar el uso que ha hecho de ellos,
sabiéndose de antemano que alguna de sus funciones (como justificar y sangrar) pueden ser las comunes, sin ninguna
modificación de tipo personal.
2.ª Otro tanto cabe decir de la tipografía empleada. Personas hay que no se interesan por este aspecto, y quienes, al
contrario, demuestran un marcado gusto por ciertos diseños singulares o por la combinación pintoresca de varios de ellos.
Consecuentemente, cuanto más especial sea la tipografía elegida o más curiosa la mezcla de diseños, tanto más acerca al
perito a la personalidad del autor.3.ª Entrando ya en el nivel más cercano a los gustos personales, cualesquiera datos
singulares (equivalentes a los gestos idiosincrásicos de los manuscritos) permiten aproximarse a la identidad o diversidad
entre dos o más piezas. Entran en esta consideración de singulares los más variados recursos que la Informática
proporciona. Por ejemplo, la inclusión de símbolos especiales; la construcción de tablas; las listas con viñetas; el empleo
de la negrita, versales y cursivas; el uso de letras capitulares; la manera de diseñar los títulos... La nómina de
posibilidades es muy amplia. El fragmento de la Figura 571 es un típico ejemplo de las posibilidades de análisis que provee
una simple carta, donde se constatan varios usos específicos, demostrativos del modo de aplicar los recursos: el amplio
sangrado del párrafo; la interlínea sencilla; el empleo de guiones en vez de paréntesis; la justificación del texto (deducible
por la desigual distancia entre palabras); la utilización de comillas para destacar una palabra; el uso de la negrita y
subrayado simultáneos para enfatizar conceptos. El resto de la carta proporciona aún mayores datos sobre la composición
que le da el autor.
Figura 571.Aun en un pequeño fragmento pueden seguirse múltiples usos particulares de entre los muchos a los que se
puede recurrir con los procesadores de texto
4.ª Otros aspectos más específicos demostrativos de una confección más especial. En esta categoría entra el modo experto
de controlar ciertas propiedades que escapan al conocimiento de la mayoría de los usuarios. Uno de ellos atañe al
espaciado de pares entre caracteres; la mayoría de los usuarios desconocen cómo se pueden corregir los efectos ópticos
entre letras para conseguir el mejor de los resultados (Figura 572). Otro, asimismo, poco conocido se refiere al control de
la distancia entre párrafos sin tener que emplear la tecla «Entrar» (en las máquinas manuales la palanca de retroceso)
para cambiar a una nueva línea.
5.ª En los programas de procesamiento más modernos se han impuesto los llamados «estilos», es decir, la aplicación de
un mismo formato para iguales bloques de texto o títulos, haciendo que el documento tenga coherencia en su composición
(párrafos, títulos, apartados con iguales tipografías y tamaños). Si el documento es lo bastante extenso, es casi seguro
que se pondrá en evidencia la aplicación o no de esta forma congruente y ordenada de compaginar.
6.ª Control de líneas viudas y huérfanas. Así se llama a los renglones que quedan aislados al final o al comienzo de la
página (Figura 573). Tampoco es una característica que sea de conocimiento corriente por la mayoría de los usuarios,
razón por la que su presencia en un determinado documento se deberá considerar, sin duda, como algo especial.
Figura 572.Los programas específicamente diseñados para el control de las tipografías ofrecen información sobre el
comportamiento del interletraje (número de parejas de espaciado)
Figura 573.En documentos largos se puede evitar que queden renglones sueltos al comienzo y al final de la página,
estableciéndose un número mínimo de los que deben quedar juntos
Como se deduce, son varios los datos de carácter singular que subsisten aun dentro de los automatismos y posibles
plantillas aplicables y, también, como en la escritura manual, muchos de ellos casi inconscientes pese a que es normal
hacer revisiones y retoques previos a la impresión.
Dentro de todo este entorno de automatismos y de plantillas informáticas normalizadas, la redacción se constituye en
elemento fundamental para el establecimiento de cualquier autoría. Lo dicho en el anterior apartado «La identificación del
mecanógrafo» respecto a las máquinas de escribir es de aplicación a este otro medio, bien que con las lógicas
prevenciones sobre la posible intervención del corrector ortográfico y gramatical incorporados en los procesadores de
texto.
Aparte de las observaciones enumeradas en el apartado antedicho (que corresponden al nivel de lengua, sintaxis,
expresiones peculiares, etcétera), hay que valorar ahora otras específicas, de las que se encuentran en el siguiente
repertorio abreviado (4) :
• palabras polisémicas,
• palabras biacentuales,
• alternancias grafemáticas,
• la aplicación de criterios ortográficos (por ejemplo, acentuar o no el adverbio «solo» según que pueda existir o no
anfibología con el adjetivo),
• abreviaturas (muchas de ellas aparecen como palabras de grafía errónea en los programas),
• galicismos del tipo «es por eso que...»,
• uso incorrecto de la preposición «a» con infinitivo: «... problema a resolver»,
• empleo de las mayúsculas en abreviaturas, para citar cargos o instituciones...,
y todo aquello que atañe a los contenidos ideológicos que los programas no son capaces de distinguir. Éstos son los que
dan al perito las claves sobre el redactor. Afortunadamente, los programas no son tan «inteligentes» y permiten la
comisión de impropiedades y aun de errores, así como el dejar cierto margen a la manifestación de la personalidad del
escribiente.
EL MATERIAL DE COTEJO
Del mismo modo que frente a los manuscritos, en los documentos mecanografiados hay una dependencia directa de las
características de las piezas de referencia que se le proporcionan al perito, es decir, partiendo de una situación dada, o
bien que, disponiendo de una mecanografía, se le señalen una o varias máquinas con las que se puedan preparar las
muestras. Las situaciones son sustancialmente distintas.
En el primero de los supuestos no hay otra opción que la de investigar el mayor número de elementos sobre el material
con el que se cuenta. La segunda situación es idónea por varias razones. Es posible reproducir íntegramente el documento
dubitado, con lo que la comparación alcanza mayor precisión sobre la totalidad de los aspectos: líneas, espacios, grupos de
letras, grado de pulsación, constatación de defectos en los propios tipos, estudio de las cintas mecanográficas, etcétera, lo
que provee al experto de todo lo que necesita.
La investigación sobre documentos confeccionados con impresoras corre casi pareja: la evaluación del mayor número de
aspectos, en el primer caso, pero también la posibilidad de reproducirlo empleando los mismos parámetros para confrontar
cada uno de los elementos de la composición. Para el perito es muy clarificador y didáctico el intento de replicarlos con
exactitud, porque le ayuda no sólo a encontrar poco a poco todas las claves, sino también a entender profundamente los
matices de la realización y, por ende, a ilustrarlos con claridad en su dictamen.
PARTICULARIDADES DE LAS IMPRESORAS
En el análisis de una sola pieza o los cotejos entre varias, el punto de partida de la investigación es el mismo que se aplica
a las mecanografías de origen manual o electrónicas: formas de los caracteres, número de máquinas o impresoras
empleadas para la confección, y eventuales añadiduras o correcciones.
A partir de ahí ya sabemos que las formas de los márgenes y demás aspectos que conciernen al formato del documento
varían conforme intervienen mayores automatismos en la composición.
Una vez establecidas las imprescindibles características iniciales que son comunes, en las impresoras hay que valorar
también otros aspectos particulares, que son independientes del sistema de composición (láser, chorro, burbuja...):
• Cuerpo de los caracteres. No todos los diseños tienen sobre el papel unas dimensiones iguales aun cuando se
establezca la misma medida en puntos al seleccionar la familia gráfica con la que se va a trabajar. Esto es debido a que
entre el cuerpo del tipo y la altura x las proporciones no siempre son las mismas; consúltense los conceptos en la Figura
79 de la página 160. La observación y medida de los caracteres con las plantillas adecuadas son imprescindibles antes de
dar una medida concreta sobre cierta tipografía que a simple vista pudiera parecer mayor o menor que otra (Figura 574).
No es difícil valorar mal el tamaño si no se tiene la precaución de medir el cuerpo y sus correspondientes espacios
interlineales: blancos superior e inferior.
Figura 574.Las proporciones del diseño entre altura x y el cuerpo de tipo varían la apariencia de diferentes familias
tipográficas aun siendo todas del mismo tamaño en puntos, tal como se demuestra en estos ejemplos de tipos muy
comunes
• Calidad de la impresión. Un mismo carácter, generado con las distintas calidades que ofrece la misma impresora son
determinantes en la apariencia, sin contar con que se trate de letra en negrita (Figura 575).
• Calidad del soporte. Los papeles dan un rendimiento distinto en papeles reprográficos comunes, estucados o satinados,
especialmente cuando se imprime con chorro de tinta o burbuja. Las gotas de líquido que inyecta la misma impresora se
dispersan o concentran según la capacidad de absorción que tenga el soporte, lo que redunda en el tiempo de secado y,
asimismo, en la profundidad tonal y nitidez de los caracteres (Figura 576). La advertencia que a este respecto hacen los
fabricantes de que sólo la combinación de tinta y papel adecuados dan resultados óptimos, es real la mayoría de las veces.
La elección del acabado óptimo provoca un ligero aumento de la anchura del carácter, y cambia levemente la dimensión de
los renglones, de modo que al variar el tipo de impresión también varían las palabras que pasan a la línea siguiente, si es
que se trabaja con márgenes justificados y sin división silábica.
Algo semejante sucede con las impresoras láser y los distintos papeles con los que obtener diferentes resultados en la
calidad de la impresión. El mismo pigmento adquiere diferente tono, concentración y adherencia según se seleccionen las
diversas opciones a través de los controladores de la propia impresora o del procesador de textos.
Figura 575.Con la misma impresora y sobre el mismo tipo de papel reprográfico común, se obtienen resultados distintos:
calidad borrador, normal y óptima, respectivamente
Menor incidencia tiene el acabado del soporte en el caso de las impresoras matriciales (que todavía en la actualidad tienen
una presencia bastante amplia) en lo que respecta a la dispersión del pigmento, puesto que la tinta de las cintas textiles, al
no ser fluida, se comporta prácticamente igual sobre todas las superficies. En este sistema las diferencias de calidad se
obtienen por el tipo de concentración del impacto de las agujas o por una doble pasada de éstas para conseguir caracteres
de tono más profundo y con unos mejores perfiles (Figura 577).
Figura 576.Al seleccionar en la impresora dos calidades de papel distintas para un tipo de impresión normal, varía la
inyección de tinta y produce resultados netamente diferentes como los de estos ejemplos
Figura 577.Bien porque el número de matrices sea mayor o porque éstas realicen más de una pasada al conformar los
caracteres, la apariencia de los textos resultan tan dispares como las de estos tres ejemplos
El número de agujas sí es determinante en la definición de los caracteres que, como es lógico, generan una mejor
composición de los trazos oblicuos y curvos cuanto mayor es su número.
• Defectos. Ningún sistema impresor está exento de defectos y cada uno tiene su seña de identidad. Las deformaciones
de los caracteres originados por una impresora matricial (Figura 578) son los típicos del mal impacto que realiza algún
grupo de agujas, que provoca trazos «mellados» o con desplazamientos. El defecto más común de las impresoras de
chorro y burbuja es el de la aparición de bandas de pérdida en blanco que corren en horizontal por todo el renglón, por el
mal funcionamiento de algún grupo de inyectores del cabezal impresor.
Figura 578.Cuando algún grupo de agujas realizan un mal impacto aparecen defectos como los ilustrados. La
comprobación de que efectivamente se trata de un mal funcionamiento hay que seguirla a lo largo de todo un texto, dado
que los caracteres compuestos por impacto de matrices no tienen la apariencia regular que sí poseen los caracteres de las
máquinas de escribir
Puesto que en los sistemas de impresión láser no se imprimen los caracteres uno a uno, sino que toda la página se forma
en el tambor como si se tratara de una imagen fotográfica, las deficiencias hay que buscarlas no sólo en las letras, sino
también en las áreas en blanco interlineales o entre palabras. En esta clase de impresión, las aparentes deficiencias de los
caracteres (Figura 579) suelen deberse a un escaso magnetizado del tambor donde se forma la imagen (y la débil
atracción que hace del tóner), porque al enviar los datos a la impresora se ha seleccionado un tipo de calidad media o
baja, o porque esté a punto de agotarse el cartucho.
Figura 579.La irregularidad de los trazos de estos caracteres impresos con láser monocromo, no es defecto en sí misma,
sino la escasez de pigmento cuando se selecciona un tipo de impresión de baja calidad o el documento ya adolece de
definición
La eventual identificación sobre si varias páginas proceden de la misma impresora es muy dificultosa y punto menos que
imposible; basta seleccionar distintos tipos de calidades para que los caracteres cambien radicalmente, y de ahí que la
proveniencia de determinado conjunto de documentos sólo sea factible por la vía de descubrir algún defecto singular y
constante, que no deje lugar a la duda.
Y tanto en la búsqueda de fenómenos identificadores como en la de defectos, hay que operar de modo distinto si la
impresora láser tan sólo puede imprimir monocromo o en color. En ésta, el depósito de pigmento que hace cada uno de los
cartuchos tiene lugar de manera distinta, como se aprecia en el detalle de la Figura 580.
Figura 580.Detalle de una impresión láser de color. Los caracteres en negro, y el fondo con un tono ligeramente azul
De lo razonado acerca de las particularidades de las impresoras y de la influencia de los pigmentos y la calidad del soporte,
surgen cuatro aspectos de especial atención al examinar los documentos porque atañen a la certidumbre en la
identificación de las máquinas:
1.º Que es necesario partir del establecimiento de las medidas y la familia tipográfica de los textos.
2.º Que es asimismo necesario analizar la documentación con útiles de aumento para verificar con certidumbre de qué
tipo de impresión se trata.
3.º Que tan sólo con dichos útiles es factible la investigación de los defectos singulares y constantes que identifican de
forma inequívoca una determinada impresora.
4.º Que al cotejar varios documentos no es bastante que coincidan tipografías, medios materiales y tipo de impresora
para reputar un mismo origen, si no existen fenómenos singulares de categoría indubitable en los que fundamentar dicha
identidad.
LA CERTIDUMBRE EN LA IDENTIFICACIÓN
En cualquier cuestión relacionada con la identificación de una máquina de escribir, aparte de las eventuales dudas sobre la
personalidad del autor, se deben tener como referencias permanentes algunos puntos básicos:
• Por razón de su versatilidad, en las máquinas de escribir eléctricas y electrónicas será factible identificar, en todo caso,
un determinado cabezal de impresión (margarita o bola), pero no siempre a la propia máquina.
• Si se llegaran a obtener dos fórmulas iguales en distintas mecanografías, y no se detectan defectos singulares en
alguna de ellas, es posible que sean o no de la misma máquina.
• Varios escritos con igual fórmula, con la misma morfología de sus caracteres, y con defectos idénticos, estarán
confeccionados con la misma máquina.
• Varios escritos, aunque de igual formulación, tamaño, morfología, etcétera, con defectos dispares o cambiantes,
pueden o no proceder de igual máquina.
Los mismos condicionantes son aplicables a los distintos sistemas de impresión, exceptuado el aspecto de las fórmulas
mecanográficas.
Como se deduce, son varias las circunstancias que han de confluir para solucionar un problema mecanográfico o de
impresión. Aparte del carácter «neutro» que los caracteres mecánicos ofrecen, el factor humano sigue interviniendo
decisivamente en el proceso compositivo. Hay que tenerlo presente.
SELLOS DE CAUCHO
Observación preliminar
Se justifica incluir dentro del capítulo de escrituras impresas las obtenidas con los sellos de caucho, y con el mismo sentido
lato que las producidas con impresoras a través de ordenador, es decir, ampliando el concepto a símbolos y figuras.
Introducción
En ocasiones, los estampillados con sellos son objeto de peritaje como cuestión que amplía y corrobora la falsedad
documental.
Por lo general, la presencia de un estampillado no autentica por sí solo determinado documento y su validez, pero sí se
añade a otros elementos de validación (sobre todo en entidades de crédito), porque así lo tienen establecido; de ahí que
en determinados peritajes, además de las firmas o datos impresos, se requiera al perito para que establezca la
autenticidad del sello.
Ocasionalmente, quedan certificados con la sola estampación de un sello en un recibo, documento de caja, albarán, copia
de carta y otros de parecida naturaleza; de este modo también, se constituye en el único y bastante elemento para que
ciertos documentos sirvan como justificante de que se ha recibido otro ejemplar idéntico o que se han entregado los
materiales, cantidades en dinero, etcétera, que en él se especifican. Por ejemplo, la documentación que se entrega en las
oficinas de registro de los Juzgados únicamente llevan estampado un sello, y de esta forma queda testimoniada con plena
validez su presentación a tiempo.
Tipos de fabricados
Hace ya muchos años que ha caído en desuso la fabricación artesanal de los sellos de caucho, como es propio de los países
industrializados donde la eficacia de los procesos se dirige, sobre todo, a la optimización de los costes de producción. No es
fácil, por tanto, encontrar sellos tallados a mano. Son los otros cuatro tipos de fabricados los que el perito se encuentra en
su quehacer: de goma vulcanizada, de fotopolímeros endurecidos, mediante corte láser y de silicona.
Cada uno de ellos tiene un proceso muy distinto y deja en el sello características distintivas. Con carácter de breve apunte,
estos procesos consisten en:
• El fundido o vulcanizado del caucho, cuya propiedad más distintiva es la aparición de vestigios provocados por burbujas,
pequeños cortes en las líneas o redondeado de los bordes de filetes y grafismos; alrededor de los caracteres se aprecian
elementos semejantes a los que tienen los caracteres al componer las galeradas con linotipia (Figura 581).
Figura 581.Elementos de impresión que conforman la estampilla. En torno a los caracteres aparecen los perfiles
correspondientes a los moldes empleados para componer los textos
Figura 582.La fabricación mediante tallado con láser se identifica por el estriado del fondo, similar al que se aprecia en
este ejemplo
• El revelado de fotopolímero, con un proceso similar al de la fotografía convencional, donde también se producen
pequeñas burbujas, aunque su perfilado suele ser muy exacto.
• El tallado informatizado a partir de un diseño o matriz, que un láser corta para crear el relieve, se identifica en la
estampilla por el estriado paralelo del fondo (Figura 582); el fabricado deja pocas o nulas imperfecciones en el relieve de
estampación.
• El fraguado con silicona (Figura 583), que consigue una superficie de estampación muy precisa, y muestra en los bordes
de los caracteres una especie de aureola líquida en niveles que corresponde a los diferentes momentos de solidificación de
la materia.
Figura 583.En el fraguado de la silicona se advierten perfiles y burbujas como las que aquí se muestran
Independientemente de su distinta calidad final, cada uno es susceptible de presentar algún tipo de señal, de «huella
dactilar» que lo identifica.
Características físicas de los sellos
Sea cual sea la forma del diseño, el material y los métodos de fabricación, toda estampilla tiene dos niveles en lo que se
refiere a la zona de impresión: la superficie que imprime y el fondo en que se asienta el relieve (Figura 584).
La distinta perfección de los acabados de dichos dos niveles son esenciales para la impronta (y, lógicamente, en el peritaje
del estampado), que afecta a los perfiles de los grafismos y a la ocasional aparición indeseada de los fondos (Figura 585).
La capa de caucho que forma parte del cuerpo de impresión se asienta en otra inferior de esponja que actúa como
amortiguación, para permitir un mejor ajuste a la superficie. Tanto el caucho como la esponja sufren el deterioro propio del
paso del tiempo: pierden flexibilidad y hacen una estampación más imprecisa; es un factor a tener en cuenta cuando se
trata de hacer peritajes sobre sellos con un lapso grande entre ellos.
Figura 586.Un defecto de nivel como el que aquí se ilustra influirá en la aparición de irregularidades
Figura 587.El declive en el montaje de la superficie impresora sobre la base va a condicionar la aparición de
desigualdades, produciendo un mayor contacto de la zona superior del rótulo
Figura 588.Las cinco líneas circundantes que aquí aparecen corresponden a los rebordes del sello. La estampación con un
golpe seco y el hecho de que dichos rebordes tengan un resalte inapropiado son el origen de su presencia
Por otra parte, los cortes defectuosos del perímetro del sello influyen en la estampación a poco que al manejarlo se haga
rozar el borde contra el papel; un reborde con resalte o que sobrepasa la zona de impresión es fácil que se manche al
ponerlo sobre la almohadilla y aparecerá como un contorno ajeno al texto o la imagen del sello (Figura 588).
Contenidos de la impresión
Es muy común que los sellos no se limiten a una leyenda de texto con más o menos datos de la persona o empresa, sino
que también incluyan otro tipo de imágenes: logotipos, dibujos (en el caso de los ex libris), símbolos y filetes (5) . Cuantos
más elementos contenga el sello y más variados sean, tanto más completo será el análisis que pueda hacerse. Es una
obviedad, pero no por ello debe olvidarse.
La creación de diseños complejos que tienen algunos logotipos y figuras se prestan a la aparición de pequeños defectos,
deficiencias muy sutiles que aportan datos de extraordinaria importancia cuando se trata de peritar estampaciones en las
que se presume que ha podido haber una duplicación fraudulenta. El fabricante al que se le proporciona el diseño para que
confeccione uno nuevo a partir de la muestra, incluirá, a buen seguro, alguna variación involuntaria aunque sea mínima.
Materiales que condicionan la estampación
Los resultados sobre el papel están determinados por los tres medios que intervienen:
• Tinta. En el mercado se encuentran cada vez más las tintas para tampón con base acuosa en lugar de las de tipo graso
que antaño eran las únicas. Las propiedades de cada uno de los vehículos empleados para diluir el pigmento dan imágenes
con distinto perfilado de las estampillas, cuyas características de definición se perciben con aumento. Por tanto, en los
cotejos hay que partir de las condiciones materiales para evaluar la calidad de la impresión, como también a la hora de
tomar muestras para análisis, si es que el sello está disponible.
• Porosidad y absorción del soporte. La calidad de los papeles es determinante en la imagen estampada. El que los
perfiles tengan una apariencia con más o menos definición está en relación directa con el grado de absorción del papel y el
tiempo de secado, condiciones esenciales para que el fluido migre o se estabilice con rapidez y, al cabo, la estampación sea
o no borrosa.
• Almohadilla (o tampón). Se puede seguir en algunos casos la calidad de su tejido cuando la carga del sello es muy
escasa, porque el entintado suave permite apreciar la trama (Figura 588); no es, por tanto, un defecto sino tan sólo una
circunstancia. La cantidad de tinta que tiene la almohadilla resulta crucial en la imagen final. Con abundante o excesiva
tinta, las estampaciones se ven recargadas o con los grafismos congestionados y, al contrario, con muy escasa cantidad
parecen producirse pérdidas o defectos del sello que en realidad no existen.
• Partículas de suciedad en el sello. En ocasiones, el sello y la almohadilla impregnada de tinta recogen distinto tipo de
partículas que los ensucian, tales como polvo, briznas y fibras, que se trasladan al papel y que por su carácter eventual
aparecen o desaparecen en distintas impresiones. También, como en otras características, hay que establecer si su
naturaleza es permanente o variable.
Modificaciones físicas debidas al tiempo
El uso intensivo causa un paulatino desgaste del relieve, el endurecimiento del caucho y la esponja de base, con la
consiguiente pérdida de flexibilidad. El endurecimiento de la superficie de impresión lleva emparejada una ligera reducción
de sus dimensiones, que en los sellos con muchos años de uso se concreta en una merma muy leve. Cuando se trate de
comparar estampaciones en documentos de fechas muy alejadas, también se ha de esperar la posibilidad de que las
medidas no concuerden con exactitud aun en impresiones obtenidas con semejante grado de firmeza en el apriete.
Asimismo, el tiempo interviene, indefectiblemente, en la congestión de los pequeños espacios internos de letras, dibujos y
símbolos. Poco a poco, los perfiles se van transformando en contornos difusos o empastados, efecto que es natural en
sellos con un largo tiempo de uso, dato que en determinadas circunstancias acredita su vejez relativa.
Impresión
Como cualquier otro tipo de contenido que se plasma en el papel, el estampillado presenta peculiaridades estrechamente
relacionadas con su fabricación. Por lo tanto, en su examen deben considerarse los siguientes aspectos básicos:
Figura 591.Con los sellos automáticos se evitan muchos de los defectos de irregularidad al presionar que origina la mano
con los sellos de pomo
Cotejos
Un primer supuesto de cotejo se refiere al caso en que se dispone de uno o varios sellos que se supone pudieran
corresponder a una impresión dubitada.
La toma de muestras para cotejo siempre debe ser variada, tratando de reflejar todas las posibilidades de reproducción
que pueda ofrecer su impronta: apoyo suave, apriete intenso, estampación por golpe y diferente impregnación de tinta que
se hace en el tampón, porque lo que se persigue es recrear las características que tiene el espécimen dubitado. Asimismo,
hay que acercarse en lo posible a las condiciones materiales en lo referente al tipo de tinta y papel, sin olvidar que la
superficie de apoyo también influye en esta recreación.
Las imágenes de la Figura 593 constituyen un ejemplo típico de las variantes realizadas con un sello disponible para cotejo
con la estampación de la Figura 592. En la primera, reproducida con un apoyo firme y vertical, en la que se ha intentado
evitar cualquier deformación, se obtiene una buena imagen general de todos los elementos. Con todo, quedan registrados
los tres defectos señalados más ostensibles, aunque en una visualización detallada de los perfiles se aprecian más
defectos, tanto en la continuidad como en las diferencias de grosor. La segunda, obtenida con semejante apriete, pero ya
con menor carga de tinta, los mismos defectos aparecen ligeramente acentuados, cuya permanencia demuestra que son
deficiencias de fabricación. La tercera, realizada con un fuerte golpe seco, ha eliminado parte de los defectos anteriores
(además de producirse el lógico efecto borroso por el impacto); las zonas que con un empuje normal no llegan a tocar el
papel, aquí sí tienen contacto aunque el corte indicado R subsiste. Las deficiencias estables de las impresiones anteriores
concuerdan con el estampillado de la Figura 592, pese a que la débil carga de tinta ha producido aquí mayores pérdidas.
Figura 592.Espécimen de comparación con las impresiones de laFigura 593. Además de las pérdidas que ha causado un
entintamiento débil, concuerdan las más específicas allí señaladas
Figura 593.Diferentes estampaciones del mismo sello para obtener todos los matices que aparecen en cada variante.
Aunque de todas ellas se han eliminado los datos identificadores, la cantidad de fenómenos que se revelan en los dos
filetes de la elipse hacían aconsejable proponerlos como ejemplos
Examen de los sellos de caucho
Objeto de investigación Detalles de la estampación Detalles del sello
Vulcanizado.
Fotopolímero.
Propiedades físicas
Láser.
Silicona.
Tipo de tinta.
Materiales condicionantes Tipo de papel.
Almohadilla.
Dimensiones y cualesquiera medidas.
Proporciones de los elementos.
Morfología.
Características formales Alineamiento de textos, símbolos, figuras, etcétera.
Distancias interverbales y del interletraje en los textos.
Zonas que revelan mayor o menor presión al apoyar el sello.
Grado de entintamiento.
Sin horizontalidad en la zona de impresión.
Defectos singulares En cualquier zona de la estampación que pueda ser debida a la Relieve inclinado respecto del soporte en el que se encuentra
fabricación. pegado.
(2) Hoy día son multitud las personas que hablan del mismo programa y discuten las mismas funciones con los mismos términos con que vienen expresados en la
aplicación, en una suerte de nuevo lenguaje globalizado que todo el mundo entiende. Son las ventajas de poder interpretar lo mismo aunque haya quienes
piensen que esto lleva a la clonación cultural.
Ver Texto
(3) Con esta denominación se hace referencia en el ámbito tipográfico al total de las tareas necesarias para componer un documento que contiene textos,
fotografías, logotipos, dibujos y, en suma, toda la variedad de recursos para la confección de cualquier publicación destinada a la estampa.
Ver Texto
(4) Ni ésta ni la anterior lista de aspectos susceptibles de cotejo lingüístico es exhaustiva, sino tan sólo una referencia de lo que es más usual. En todo caso, este
tipo de análisis debe encargarse a un filólogo.
Ver Texto
(5) Así se denominan en el ámbito tipográfico a las líneas de distinto grosor, únicas o combinadas, que enmarcan textos, tablas e imágenes.
Ver Texto
El peritaje de fotocopias
INTRODUCCIÓN
Dedicar un capítulo exclusivo al estudio de las fotocopias, tratándose de documentos cuyo sistema de impresión es
semejante al de las impresoras láser, se justifica por tres motivos:
1.º Por una parte, la abundancia de documentos que hoy día se confeccionan por este medio.
2.º Por otra, las características específicas (que las distingue de los documentos creados con impresoras láser) y los
problemas que les son inherentes.
3.º Finalmente, las dos posibles vías de análisis que admiten: el peritaje a través de fotocopias, y el peritaje de las
fotocopias mismas.
• los resultados de la impresión no son aptos para una investigación exhaustiva, máxime si la calidad visual es
deficiente;
• la sencillez con que se pueden ocultar datos a voluntad, y
• la facilidad para crear composiciones fraudulentas reuniendo fragmentos de distintos documentos auténticos.
Pero incluso después de valorar estos tres inconvenientes tampoco puede llegarse al punto de invalidar su utilidad para la
investigación.
Desde luego, y con norma general a seguir, es aconsejable no realizar peritajes a través de documentos fotocopiados, y
llegar a rehusarlos rotundamente si son tan deficientes que los contenidos sobre los que versa el estudio apenas llegan a
vislumbrarse (Figura 594).
Figura 594.Por razones opuestas, ninguna de estas fotocopias son aptas para hacer un análisis gráfico siquiera
aproximativo. El dibujo de fondo del DNI en el primer caso, impide saber cuáles son realmente los trazos de la firma y sus
mínimas cualidades. En la firma inferior, las pérdidas son tales, que únicamente es posible percibir algo del modo en que
está compuesto el conjunto
Distinto es el caso en que la pieza tiene buenas condiciones de legibilidad, y es posible apreciar fenómenos sutiles de los
manuscritos o las mecanografías y, en suma, permite captar detalles ínfimos, demostrativos de un copiado de calidad
donde el medio no ha desvirtuado las características esenciales de lo que contiene la pieza original.
Alcance de los peritajes a través de fotocopias
Cualquier perito se ha encontrado en la tesitura de tener que hacer un peritaje preliminar de manuscritos a través de
fotocopias, bien porque el documento original se ha perdido, bien porque sabiéndose de su existencia no puede obtenerse.
En tales ocasiones ese primer peritaje sirve a los efectos de iniciar un procedimiento con el que recabar la aportación del
original en poder de la parte contraria, comprobando luego sobre él lo indagado y ampliando los aspectos que no se
pudieron analizar en la etapa inicial.
Incluso en los supuestos en que las reproducciones son de buena calidad, estos peritajes deben quedar en el nivel de
trabajos aproximativos. Tanto por rigor pericial como por la imposibilidad de agotar los fenómenos que pueden
investigarse en el espécimen original, no admiten otra estimación. En consecuencia, no alcanzan la categoría de
concluyentes hasta no haberse examinado los originales. Por ello, hay que poner especial cuidado al expresarlo así en el
dictamen, de modo que los destinatarios sepan en todo momento que se trata de una labor preliminar, aproximativa, no
categórica, o cualquier otra denominación similar que deje bien sentada la naturaleza de la documentación y no quede
margen para la ambigüedad.
Limitaciones y obstáculos de los peritajes basados en fotocopias
El peritaje indirecto comporta impedimentos y restricciones en los exámenes que conciernen a los siguientes aspectos:
1.º Imposibilidad de conocer el estado del soporte. Cualquier cotejo de manuscritos, mecanografías, estampillados u
otros, debe, para ser categórico, partir de la certeza de que el papel se encuentra indemne, circunstancia que en la
xerocopia queda oculta. Si, por ejemplo, una parte del documento se ha borrado o raspado, únicamente se percibe en el
espécimen original.
2.º Imposibilidad de detectar otras alteraciones. Las posibilidades de apreciar algún calcado, existencia de surcos de
otras escrituras o restos de lápiz (en las falsificaciones primeramente ensayadas) son nulas.
3.º Dificultad para saber si el documento es o no una composición. Algunas piezas que se suponen obtenidas de un
original, no son sino una composición mediante elementos tomados de diversas procedencias (membretes, estampillas,
firmas, mecanografías) con las que se forman un documento nuevo que la fotocopia se encarga de homogeneizar. El
resultado, verosímil en conjunto, es en tales casos una pieza ficticia compuesta ex novo para un fin concreto. Salvo en
casos excepcionales, las composiciones a modo de collage son dificultosas de descubrir.
4.º Desaparición de las alteraciones químicas y de correctores. Los tan extendidos correctores de pasta blanca fluida
o en tiras adhesivas dejan pocos vestigios si la fotocopia se ha realizado con baja intensidad de tóner. Por la misma razón,
las manipulaciones químicas no se pueden detectar.
5.º Dificultad para establecer la cohesión gráfica. Las interrupciones en el curso de un manuscrito pueden ofrecer
dudas sobre su existencia real, en particular cuando es un ejemplar de tono débil o la máquina ha originado pérdidas por
mal funcionamiento, que en los trazos se presentan como cortes aparentes.
6.º Dificultad en algunos casos para determinar el tipo de útil empleado. Las xerocopias cuyo contraste es muy
acusado o se ha impreso con bajo nivel de tóner complican el llegar a determinar qué tipo de útil (y de tinta) se ha
empleado para realizar un manuscrito: no se pueden apreciar estrías, blancos, rebabas, reflujos ni cualquier otra evidencia
del tipo de útil con que se realizó.
7.º Dificultades para establecer las características de la superficie que sirvió de apoyo al documento escrito.
Este aspecto, de gran interés en ciertos peritajes de manuscritos, queda menoscabado, cuando no oculto.
8.º Desaparición de los colores. Aunque las diferencias de tono que recogen permiten saber las diferentes partes de que
se compone un documento, sin embargo, no hacen factible una separación segura de los elementos cuando varios
contenidos se entrecruzan o son del mismo color.
9.º Difícil apreciación de los reenganches. Este gesto, anómalo en muchas ocasiones y con frecuencia asociado a los
casos de falsificación, queda enmascarado la mayoría de las veces. Estando en relación directa con el grado de continuidad
de la escritura, ni éste ni aquél son susceptibles de análisis certero.
10.º Imposibilidad de determinar si existen añadidos, repasos, retoques o sobrescrituras. No pudiéndose
apreciar si los útiles de escritura y las tintas son iguales o diferentes, cualquier adición a un contenido existente queda
oculta.
11.º Incertidumbre en la determinación de la calidad de los trazos. Lo que en ocasiones parecen ser temblores o
falta de tensión no son sino el producto de una reproducción deficiente, por exceso o defecto de la carga de tóner u otras
deficiencias de la máquina.
12.º Imposibilidad de examinar las cualidades originales del papel. Las propiedades de brillo, textura, acabado,
color, tono, tramado, filigrana, gramaje y corte del papel, no tienen reflejo alguno en las reproducciones. Así pues, se
pierde la posibilidad de comprobar si un documento concreto tiene correlación con otros similares emitidos por la misma
persona, empresa u organismo.
13.º Imposibilidad de establecer el recorrido que llevan los trazos, particularmente cuando hay abundantes
entremezclas y no hay suficiente definición en los puntos de arranque y remate.
14.º Dificultad para conocer si hay defectos en las mecanografías y, si se percibe alguno, definir si corresponde al
original o es un fallo de la máquina.
15.º Imposibilidad de determinar qué elemento se superpone a otro en los casos en que se cruzan manuscritos con
mecanografías, sellos u otros elementos.
Posibilidades de investigación
Como contrapartida, sobre una fotocopia pueden establecerse con alta fiabilidad y, en consecuencia, son útiles para el
cotejo, los siguientes aspectos:
1.º Dimensiones absolutas. Saber el tamaño de los grafismos es factible a través del formato del papel reproducido, de
mecanografías, timbrados, estampillas y otros contenidos, incluso si la pieza se ha ampliado o reducido en algún
porcentaje.
2.º Proporciones. Independientemente de las dimensiones absolutas, las fotocopiadoras replican el documento de modo
proporcional sea cual sea la escala aplicada al copiar. Así, los fenómenos gráficos relacionados con este factor son
plenamente válidos para el análisis.
3.º Composición del conjunto. El copiado en nada afecta a la ubicación absoluta y relativa de una firma o un texto. Por
ello, el concepto espacial que el firmante refleja al ocupar la página es del todo válido.
4.º Dirección de la renglonadura. Tampoco esta peculiaridad escritural se ve alterada en el proceso de copiado. Aun
suponiendo que el documento no se encuentre bien encuadrado en la reproducción, los márgenes de la hoja o los
contenidos impresos permitirán su justo análisis.
5.º Inclinación. El modo en que se comporta el escribiente a este respecto es, asimismo, susceptible de análisis sin duda
alguna. Al igual que ocurre con la dirección del renglón, la oblicuidad de los grafismos cabe analizarse de manera absoluta
(tomando referencias de otros contenidos del documento), o relativa (teniendo como referencia la propia dirección del
renglón escrito).
6.º Formas. Cualquier letra, grafismo, cifra, etcétera, se reproducirá acorde con la imagen de la pieza original, si bien este
factor se vuelve más dudoso que los anteriores cuando hay trazos que se mezclan repetitivamente y ya en el original
existe cierta confusión.
7.º Presión relativa. Si bien el apriete real que se hace con el útil de escritura sólo es posible analizarlo con profundidad
en la pieza original, sí resulta factible llegar a una evaluación aproximada considerando el grado proporcional con que la
fotocopiadora reproduce los diferentes trazos manuscritos a través del grosor y la gradación tonal de los distintos
recorridos.
8.º Grado de concentración de los textos y firmas. La fotocopia no cambia estos atributos, y por consiguiente, la
evaluación es fiable.
9.º Calidad del trazado. La tersura de los trazos o la presencia de temblores y torsiones pueden establecerse sin
problemas si la reproducción ofrece calidad visual. Distinto es precisar su naturaleza y los matices.
10.º Velocidad relativa. Partiendo de la calidad de los trazos y las propiedades de la presión es posible hacer un análisis
relativo de la velocidad de los manuscritos en ejemplares no deficientes.
11.º Continuidad. Al contrario de lo afirmado en el punto 5.º de las limitaciones, las fotocopias que han recogido matices
y gradaciones tonales, sin pérdidas, hacen factible el seguimiento fiable de los enlaces, asimismo si existen
fragmentaciones de letras y demás cualidades de la andadura.
El haber citado varias veces la calidad de la copia como fenómeno que condiciona el análisis de un factor, se debe al hecho
lógico de que se aprecien o no el conjunto de fenómenos necesarios para que el trabajo sea de máxima aproximación a la
certidumbre. Una fotocopia bien realizada, con amplia gama de tonos, posibilita la investigación de muchas de sus
características (Figura 595), y otra deficiente no sirve siquiera para observar lo esencial (véanse los ejemplos de la Figura
594). Con las fotocopias sucede lo mismo que con las fotografías mal iluminadas: de una instantánea oscura, subexpuesta,
pueden rescatarse datos latentes que parecen inservibles; en las áreas blancas de otra sobreexpuesta la pérdida es
irrecuperable. Así pues, es siempre preferible una oscura y saturada (Figura 596) a otra blanquecina con partes que se han
eliminado. Un fuerte oscurecimiento dejaría al descubierto la eventual composición de elementos mediante el recorte y
pegado de diferentes partes; ésta es otra de las razones que hacen preferible el trabajo analítico a través de
reproducciones saturadas.
La conversión del color en las fotocopias
Al trabajar con una fotocopia se deben tener en cuenta ciertos aspectos relacionados con el modo en que las máquinas
captan los colores originales y cómo los convierten a escala de grises (Figura 597). En general, los tonos azules claros
tienden a desvanecerse y desaparecer; los colores verdes aparecen como gradaciones tonales medias; y los rojos se
oscurecen profundamente dando la apariencia de ser negros en el original. Otros tonos, como los anaranjados y rosáceos
aparecen medianamente intensos y los azules oscuros se asemejan en contraste a los rojos.
En documentos que tienen un suave dibujo de fondo (como medio de seguridad frente a la manipulación), como los
cheques y pagarés, el fotocopiado puede eliminarlo parcial o totalmente, si es de tono azul suave o si la máquina se ha
preparado para reproducir con un elevado contraste (Figura 598). En este ejemplo, la desaparición del fondo del cheque no
impide hacer una revisión preliminar del documento; pero tal eliminación parcial de los tonos azules débiles también puede
afectar en parte a los manuscritos si éstos están hechos con tinta de color azul claro. La debilidad de los trazos y las
ocasionales pérdidas en algunos tramos hay que interpretarlas con sumo cuidado si se está estudiando la cohesión y la
presión relativa, para no confundir lo que es propio de la pulsación y lo que ha provocado la máquina.
Figura 595.Pormenores macrofotográficos de una firma original y sus correspondientes fotocopias (éstas enmarcadas). La
reproducción ha recogido con gran detalle todos los matices de la presión, y fenómenos tan precisos como las estrías y
grumos del entintado. Una fotocopia de tan buena calidad visual permite hacer una labor analítica altamente aproximada a
la certeza, y también alejar la posibilidad de una eventual composición
Figura 596.Siempre es preferible el análisis de los trazos en una reproducción así de oscura que el efecto inverso. En una
fotocopia con exceso de pigmentación se tiene casi la certeza de que no se han perdido elementos sustanciales y que no
existe composición mediante recorte y pegado de diversos elementos
Figura 597.La conversión a grises de los colores modifica, dentro de ciertos límites, la apariencia original del documento.
De arriba abajo: azul claro, amarillo, verde, rosado, naranja, rojo y azul oscuro
No siempre los fondos oscuros como el que presenta la Figura 596 se deben al mal funcionamiento de la máquina. Los
papeles especiales que tienen tonos pastel o los reciclados de tono grisáceo y marrón dan a la copia un fondo gris
homogéneo, que es distinto de la saturación provocada por el magnetizado defectuoso imputable al mal funcionamiento de
la máquina; se distinguen, precisamente, por la uniformidad de la tonalidad en toda la pieza y no sólo en una parte de ella.
Por lo general, los papeles coloreados de calidad especial que se emplean para cartas, suelen tener un acabado que,
además del color, tienen verjura; los dos efectos se recogen con una apariencia que a priori pueden parecer defectos pero
que en realidad son el resultado de la reproducción más o menos intensa de tales características; véase el efecto en la
Figura 533 de la página 924.
Figura 598.Fotocopia y fotografía, respectivamente, del mismo documento. El tono azul que tiene el logotipo que sirve
como fondo ha desaparecido en la fotocopia
Efectos de los sucesivos fotocopiados
Las sucesivas fotocopias de otras anteriores originan defectos que van incrementándose en la última, aun contando con
que la máquina funcione correctamente y la selección de los valores de brillo y contraste esté en niveles medios. En
consecuencia, fotocopiar otra fotocopia tiene un efecto incremental en la pérdida de detalles o en la aparición de
deformaciones, dependiendo de que se hagan contrastadas o saturadas. Así, cuantas más fotocopias se hagan
sucesivamente de la última obtenida, mayores serán las deficiencias en la definición de los trazos que componen los
manuscritos, las mecanografías o las imágenes (Figura 599). Este ejemplo ilustra los efectos acumulativos de al menos dos
fotocopiados, en los que el contraste no ha sido muy fuerte: los trazos aún conservan cierta diferenciación del grosor, no
hay interrupciones abruptas (aunque sí pequeñas melladuras), pero no se pueden apreciar con seguridad la naturaleza de
los arranques y remates ni saberse de cierto si los empastamientos estaban o no en el original.
La imperfección en los resultados se hace más drástica cuanto mayor sea el contraste que se dé a la nueva copia, hasta el
punto de que si es muy acusado, convierte su contenido en un cúmulo de pequeños fragmentos cuando se observa ya a
simple vista (Figura 600).
Figura 599.Las repetidas fotocopias deforman el grosor de los trazos, crean congestiones donde en el original no existen y
originan cortes que no son reales. Por tanto, impiden todos los análisis relativos a las calidades del trazado
Figura 600.Sucesivas fotocopias contrastadas dan, al final, deformaciones en los trazos e interrupciones como las
ilustradas
Esta calidad ni siquiera sirve para una aproximación somera. Limita la apreciación de multitud de aspectos que son
esenciales para que el perito se forme una idea sobre las propiedades dinámicas de los manuscritos, y de cómo éstos se
han originado; al respecto de las mecanografías, las deficiencias no permiten establecer los fenómenos de partida:
fórmula, cuerpo, posibles desajustes del paralelismo horizontal y vertical, y demás aspectos imprescindibles.
Sistemas de fotocopiado
Hay que partir del hecho de que la máquina reproduce una imagen completa, a modo de fotografía, que traslada en bloque
al tambor donde se crea la imagen virtual, mediante impulsos magnéticos emitidos por un láser (Figura 601).
Figura 601.Representación esquemática de la composición en bloque que hacen las fotocopiadoras para componer la
página
No todas las fotocopiadoras utilizan el mismo sistema para la reproducción de las imágenes. Son dos los sistemas más
usuales: el llamado dispersión ordenada por puntos y el de trama (Figura 602). A bajo aumento es posible distinguirlos
aunque a simple vista pasen inadvertidos (consúltese también la Figura 213 en la página 403).
En el primero de ellos, la composición de la imagen se realiza por medio de distinta concentración de partículas de tóner
para conseguir las diversas gradaciones del color negro: desde el tono gris suave hasta el negro intenso, pasando por el
mayor número de degradados. Para el segundo tipo, los degradados se consiguen con mayor o menor densidad de tóner a
través de un patrón regular de puntos como el que se ilustra en la imagen inferior de la Figura 602.
La obtención de extensas gamas sólo se logra cuando la máquina tiene un buen funcionamiento y los controles con los que
se selecciona la cantidad de pigmento y contraste se encuentran en valores medios; en ocasiones, si la impresión no
resulta suficientemente legible porque los colores tienden a desvanecerse, se suele recurrir al incremento de la cantidad de
tóner, aunque a costa de oscurecer el fondo.
Figura 602.A través de estos dos detalles ampliados se comprueba cómo cada uno de los sistemas distribuye y concentra
de distinta manera el mismo pigmento para conseguir las gradaciones de gris de las respectivas imágenes. Arriba,
mediante puntos; debajo, con trama
Deficiencias particulares del fotocopiado
Si en las mecanografías y los documentos confeccionados con impresoras la presencia de defectos son rarezas, en las
fotocopias ocurre lo contrario: lo inusual es que estén exentas de ellos.
Por lo general, los defectos son imputables a los elementos impresores y al hecho de que son máquinas con un uso
intensivo que requerirían un mantenimiento casi diario para que funcionaran siempre en condiciones óptimas.
Y a diferencia del sistema equivalente (la impresora láser), en las copiadoras intervienen otros dos elementos que
propician la aparición de imperfecciones: la superficie de cristal donde se sitúa el documento, y los componentes ópticos de
rastreo (lentes y espejos). Cada uno de ellos aporta, por así decirlo, su porción de defecto a la copia final, además de los
propios que son inherentes a los sistemas que imprimen con tóner: intensidad del láser, residuos de los rodillos de
arrastre, magnetización irregular del tambor y proceso de limpieza de éste una vez compuesta la página (Figura 603):
Figura 603.Esquema de algunas deficiencias en el funcionamiento del tambor fotorreceptor que afectan a la copia
Figura 604.Arriba, dos fotocopias del mismo documento (que se han solapado para la toma fotográfica) con idéntico
defecto ( ). Debajo, el fragmento del documento original al que pertenecen
• No es infrecuente que el cristal sobre el que se sitúa el documento se encuentre manchado de tinta, con huellas
dactilares o con restos de pasta correctora fluida procedente de un documento copiado con anterioridad (Figura 604). La
idéntica forma del defecto en la misma situación no sólo identifica la misma procedencia, sino también, de modo relativo,
la proximidad temporal con que fueron realizadas. Por tanto, lo que desde el punto de vista de la limpieza de la copia es un
inconveniente, se convierte en valioso indicio para la identificación y la cronología relativa. A diferencia de las manchas de
los rodillos de arrastre o de los tambores, ésta es única y siempre situada en la misma ubicación, puesto que el cristal no
es un elemento móvil.
Figura 605.Aunque con distinta intensidad, las idénticas bandas transversales que presentan los tres folios identifican la
misma máquina con que se hicieron las fotocopias. A menudo, bandas como éstas actúan a modo de código de barras
durante el tiempo que funciona mal
• La acumulación de residuos en los rodillos que realizan el arrastre de la hoja provoca manchas de distinta amplitud y
forma en cualquier zona, cuya presencia puede seguirse a lo largo del folio a intervalos regulares (Figura 605). El
fenómeno puede durar largo tiempo porque su desaparición solamente se soluciona en los plazos de revisión que se tengan
acordados para el mantenimiento de la máquina, circunstancia que puede facilitar la comprobación del origen y el lapso en
el que se produjeron una serie de ejemplares.
• Lentes y espejos determinan la nitidez de la copia (si tienen o no polvo acumulado) y la representación en el envío de la
imagen al tambor fotorreceptor (si están o no mal alineados y, por tanto, producen áreas blanquecinas o con
deformidades).
• Si el láser no envía una señal de intensidad uniforme, el magnetizado del tambor será desigual y lo transmitirá
irregularmente a diferentes zonas de la hoja. Este funcionamiento deficiente ocasiona, por lo general, la aparición de
bandas en blanco transversales o longitudinales en aquellas zonas donde el magnetismo ha sido débil o nulo (Figura 606).
Más que otros defectos, éste suele tener una duración prolongada, porque su reparación tan sólo la soluciona un técnico y
no cualquier usuario; tiene, por tanto, de cara a la identificación de la proveniencia de dos o más piezas, una consideración
algo más consistente en lo que a la cronología se refiere.
Figura 606.La banda en blanco que recorre el documento a lo largo se debe probablemente a un defecto del magnetizado
del tambor (la apariencia borrosa del documento es deliberada; el original es perfectamente legible)
• La acumulación de suciedad en el mecanismo que limpia los restos del tambor fotorreceptor, tras haber trasladado el
pigmento a la hoja, es una de las causas más frecuentes en la aparición de amplias zonas oscuras (véase un detalle en la
Figura 607). La amplitud y distribución permiten establecer el mismo origen de varios folios para un momento
determinado, aunque la falta de concordancia entre dos o más de ellos no sería sintomática de distinta procedencia si entre
el copiado de uno y otro se hubiese revisado y reparado la máquina. Al igual que en el defecto anterior, el valor del
síntoma tiene más consistencia que los defectos susceptibles de corregirse por cualquier usuario.
Valoración de las fotocopias para el peritaje, según su calidad visual
Tipo de
Características y posibilidades de análisis
copia
Ejemplar cuyo principal obstáculo reside en la pérdida de numerosos trazos de los manuscritos o mecanografías (segunda imagen de la Figura 594), o
con grandes espacios en blanco sin contenido donde no se puede constatar si en el original había o no algo. Fotocopias muy contrastadas de faxes, o
Copia con mezclas inextricables de manuscritos y textos, etcétera. Al contrario, fotocopias oscuras en exceso, donde los trazos se funden con los fondos del
inservible documento y no es posible delimitar su estructura (primera imagen de la Figura 594). Por lo general se trata de fotocopia de otras fotocopias
anteriores, es decir, una reproducción de segunda o tercera generación. Tales deficiencias visuales impiden el pronunciamiento cierto sobre algún
fenómeno y por lo tanto no aportan soluciones técnicas válidas.
Reproducción con legibilidad general pero «neutra», sin matices. Únicamente sirve como apoyatura de otros documentos originales, para conocer la
composición general de las firmas o textos, pero con escasa definición para dilucidar fenómenos gráficos importantes. Carece de matices en los
Copia trazos, y sus altos niveles de contraste producen pequeñas pérdidas a modo melladuras en las líneas, que impiden saber con certidumbre el modo en
insuficiente que se han realizado los manuscritos o las mecanografías. Según el contraste y los niveles de tóner aplicados al reproducir, aparecen deformidades en
las líneas a modo de empastamientos o aumentos del calibre que el original no tiene (Figura 599). Suele ser copia de otra anterior en la que ya
faltaban definición y adecuada gradación de tonos. La aproximación a la certeza queda en un nivel lejano.
Ejemplar que no recoge matices y detalles muy precisos, pero está exenta de deformaciones. No acusa pérdidas de elementos, no tiene un alto brillo
ni contraste y, en suma, es posible percibir propiedades esenciales de los manuscritos (tersura de los trazos, propiedades de los arranques y remates,
Copia apta cualidades de la continuidad…), así como particularidades significativas de las mecanografías.
En copias de este tipo la cercanía a la certeza es muy alta, aunque no pueda certificarse categóricamente que el documento no sea una composición
con elementos de diversa procedencia.
Ejemplar que procede del fotocopiado directo del documento. Recoge con excelente detalle todas las características del original mediante amplias
gradaciones tonales de grises (Figura 595). Se puede comprobar con claridad las propiedades de los manuscritos, los dibujos de fondo de los papeles,
Copia
y cualquier matiz de la pieza original de modo que puede establecerse, incluso, el tipo de útil o medio impresor.
idónea
Las restricciones del estudio son mínimas, porque se puede descartar la composición fraudulenta mediante el recurso de unir elementos con los que
formar una pieza nueva de aspecto genuino.
Tabla 17.Clasificación convencional de las fotocopias
• A medida que se agota el tóner, la extracción de éste desde el cartucho hacia el tambor que previamente ha
magnetizado el láser se va haciendo irregular si no se extrae aquél y se agita para repartir homogéneamente la carga. La
escasez de polvo en alguna de las zonas del cartucho provoca el debilitamiento en la profundidad del tono e incluso origina
franjas longitudinales en blanco a lo largo del folio. También este indicio es de carácter circunstancial, pero aún más
pasajero que otros, es decir, en un mismo día puede corregirse el efecto con tan sólo extraer el contenedor del tóner,
agitarlo y volverlo a insertar, operación para la que no se necesita de personal técnico.
• Un mal funcionamiento del magnetismo en el tambor fotorreceptor ocasiona a veces el oscurecimiento del fondo del
documento, en su totalidad o en franjas transversales de diferente extensión que, no obstante, no afectan de manera
significativa a las imágenes. En éstas se produce un «efecto de halo» blanquecino alrededor de los trazos sin apenas
desvirtuarlos (Figura 607). No supone un grave inconveniente para la visualización de los trazados, tal como se ve en dicha
ilustración.
Figura 607.Fotocopia con «efecto halo». El oscurecimiento del fondo no suele afectar a los trazos principales de la
imagen, como sucede en este ejemplo
• Entre las deformaciones que causan los sucesivos fotocopiados de otras fotocopias, la que más obstaculiza un examen
aproximativo es la que bien podría denominarse de atracción de fluido por su semejanza con el fenómeno físico que hemos
visto en muchas ocasiones: el comportamiento de magnetismo entre dos gotas de agua cuando se encuentran muy
próximas. Algo parecido a dicho fenómeno físico del agua se da en la «interpretación» óptica que hace la máquina cuando
la cercanía de dos trazos se vuelve crítica. La falta de resolución (1) de la unidad de exploración y las lentes causan un
engrosamiento por la fusión entre trazos cercanos o que se entrecruzan, y originan amalgamas y rellenos donde en el
original no existen (Figura 608). La congestión que de este efecto se deriva hace inseguro el análisis de la presión (siquiera
relativamente), de la tensión de los trazos, de la continuidad o de su velocidad aproximada.
Puesto que son múltiples los elementos mecánicos y electrónicos que intervienen en todo el proceso, a veces surgen otros
defectos no recogidos aquí que, por su nivel de deficiencia, no merecen especial análisis. En particular, son los derivados
del mal arrastre de la hoja en algún momento de su recorrido o simplemente de la inadecuada colocación del ejemplar
sobre el cristal; se identifican con facilidad por los efectos de alargamiento (o de acortamiento) en el primer caso, y por el
de «perspectiva» en el segundo. Cualquiera de los dos invalida buena parte de los datos de análisis, porque se pierden las
dimensiones y proporciones reales, el calibre de los trazos, las formas de los caracteres mecanográficos, el diseño de las
estampillas y otros aspectos similares.
Figura 608.La pérdida de resolución por sucesivos fotocopiados originan un «efecto de atracción» entre los trazos,
congestionando los cruces y los recorridos muy próximos, lo que desvirtúa la calidad de las formas originales
Fotocopias de telefax
Si alguna fotocopia reúne todos los obstáculos y limitaciones posibles que impiden la aproximación al estudio de cualquiera
de los contenidos (manuscritos, mecanografías, estampillas, impresos) ésa es la fotocopia de un telefax.
Figura 609.Pese a que se utilizó en un peritaje, la ínfima calidad visual de esta fotocopia de un fax apenas da idea de la
composición. Es a todas luces inservible para la obtención de cualquier otro dato aprovechable que sirva a los efectos de
identificar fenómenos que sirvan como prueba
Las que se obtienen a partir de telefaxes con sistema de impresión láser presentan parecidos inconvenientes que los que
resultan de fotocopiar otra fotocopia u otro documento procedente por el mismo medio impresor, dado que los elementos
que forman la imagen son semejantes (véase con detalle en la Figura 214 de la página 404), caso de copias de ejemplares
procedentes de faxes que imprimen sobre papel termosensible, la deficiente calidad visual que de por sí presenta este
medio se acrecienta hasta el punto de carecer de toda utilidad (consúltese el ejemplo de la Figura 223 de la página 412);
en todo caso, y con todo tipo de reservas sobre su aspectos, sirven para tener una idea somera sobre la composición,
grosso modo, que tiene una firma o texto, sabiéndose que el telefax puede deformar de modo notable los contenidos por
virtud de un mal arrastre de la hoja en el momento de transmitirse; y otro tanto sucede en el terminal receptor si el rollo
de papel no corre con regularidad. Pero aun contando con que no suceda nada de esto y que la transmisión y recepción
sean las normales, al fotocopiar el documento transmitido hay una importante pérdida de detalles, y la posibilidad de
obtener datos útiles más allá de lo que es una percepción de conjunto es casi nula (Figura 609).
Recapitulación y valoración
Una vez vistas qué características tienen los sistemas de fotocopiado, sus límites y posibilidades, cómo convierten los
colores y qué defectos singulares provocan, cumple valorar en qué casos son factibles los peritajes a través de este medio
de reproducción en función del valor visual que tiene la copia (Tabla 16).
Tal como se deduce de lo expuesto en dicha tabla, cada caso necesita un estudio particular acorde con los fenómenos que
puedan percibirse y el distinto grado de seguridad que provean. El número y calidad de los fenómenos fijan el valor de la
reproducción, y marcan los límites de hasta dónde se puede llevar el análisis. La utilidad final que tiene la pieza surge por
sí sola: a medida que se revisan los factores necesarios para operar, el campo del peritaje se amplía o reduce y, a la
postre, el perito encontrará si tiene suficientes herramientas para dar determinada opinión técnica y, a tenor de todo ello,
si opta por realizar o no la labor que se le solicita.
LOS PERITAJES DE FOTOCOPIAS
Cuestiones de partida
Ahora es la fotocopia misma el objeto del peritaje, con una primera cuestión crucial sobre su carácter: ¿es la fotocopia una
fiel reproducción del original? Este interrogante es el origen que fundamenta la duda sobre el valor que se le puede
atribuir, en razón de la sencillez con que pueden manipularse, y que sirve como argumento principal para recelar de su
autenticidad.
Las fotocopias, consideradas no ya como un medio sino como el objeto mismo de la investigación, tienen un enfoque muy
distinto. No se trata de cotejar con otras piezas para establecer la concordancia o no entre ellas, de determinar la
autenticidad o autoría de firmas y textos, etcétera, aspectos que quizá ni siquiera lleguen a discutirse porque no se dude
de que los manuscritos sean auténticos de quien se suponen que son.
Es posible que uno de los aspectos cuestionados sí tenga relación con otro ejemplar, como con frecuencia encontramos en
la práctica con manifestaciones como: «Ésa es mi firma, pero yo no he firmado ese contrato», o «Yo firmé ese contrato,
pero las condiciones que figuran en mi ejemplar no son las mismas que las que aparecen en esa fotocopia».
De la duda genérica sobre la fidelidad o no de la fotocopia se pasa a otras más concretas: ¿existe manipulación?, ¿a qué
partes afecta? y ¿cómo se ha realizado? Son los tres ejes principales de la investigación, se haga necesario o no
contrastarlos con otros documentos.
Manipulaciones posibles
Sabemos ya cómo se produce el proceso de fotocopiado; sabemos qué características físicas se observan sobre el papel;
conocemos cómo reproducen los colores y qué efectos tiene la selección de los controles al copiar; y, asimismo, los
defectos que pueden aparecer tan sólo porque la máquina no funcione bien o tenga poco mantenimiento. Todo este
conjunto de datos son de ineludible valoración antes de abordar el examen integral de la pieza.
La manipulación de documentos utilizando la fotocopia se pueden dividir en cuatro tipos:
1. Supresión. Se trata de una tarea fácil cuando se aplican correctores de pasta fluida o tiras. En el mercado hay
productos especialmente concebidos para cubrir mecanografías sin que aparezcan vestigios en las reproducciones. Lo
mismo puede hacerse con textos manuscritos sin dejar rastros de la operación. La eliminación de una parte mediante corte
y posterior fotocopiado para recuperar el tamaño normalizado es, asimismo, una labor sencilla, de resultados pulcros e
imperceptibles si la copia se realiza con un alto brillo para que los fondos aparezcan blancos y sin bordes que delaten la
supresión.
2. Borrado y reescritura. Después de aplicados algunos de los correctores citados, o tras una operación de borrado
cuidadoso, el reemplazo de un texto mecanográfico o manual por otro nuevo da resultados verosímiles en el ejemplar que
se obtiene. Sólo es necesario, como en el supuesto anterior, que en la reproducción no aparezca ninguna huella de aspecto
sombreado en los contornos que denuncie las zonas intervenidas.
3. Composición mediante añadidos. La fotocopia se presta muy fácilmente al añadido de pequeñas o grandes partes,
que en la reproducción final serán imperceptibles a simple vista, a condición de que para las añadiduras se empleen las
mismas máquinas, el mismo tipo de impresora o partes manuscritas del mismo autor. Partiendo siempre de una pieza de
base, la adición de nuevos elementos puede hacerse mediante nuevos fotocopiados o con otro medio de impresión.
4. Composición íntegra. Confección de un documento con fragmentos de otros varios.
El peritaje y la calidad de la copia
A diferencia de los peritajes de manuscritos o mecanografías a través de fotocopia, y comoquiera que el objeto del peritaje
es la copia en sí, no importa cuál sea la calidad de la reproducción: hasta qué punto se perciben o no detalles del original,
qué número de defectos acusa, etcétera. Lo importante al caso es el aspecto del conjunto, con independencia del nivel de
matices que tenga la pieza. Esto nos lleva a plantear un principio básico, aplicable a cualquier fotocopia sea cual sea su
acabado.
Principio básico en el peritaje de fotocopias
Puede llamarse así a la finalidad de estos exámenes, que consiste en establecer la congruencia de sus contenidos. Es
primordial recordar que, a diferencia de otros medios de impresión, no es sino una imagen completa captada por un
sistema de lentes y espejos, que se forma virtualmente de una sola vez, y también de una sola vez se traslada al papel.
Quiere esto decir que el ejemplar obtenido debería tener, a lo largo de toda la hoja, las mismas características de
definición e intensidad tonal, aparte de que su calidad sea o no aceptable como antes se ha dicho: o toda la copia tendrá
un nivel de deficiencia equivalente o toda ella clara y con matices también iguales. Por tanto, de principio a fin, el grado de
detalle de todo lo que contiene el documento que se encuentra sobre el cristal será igual, coherente, bien que con las
variaciones de matiz que cada parte proporcione (manuscritos, mecanografías, imágenes de logotipos...) según los
materiales y colores del original.
Congruencia de la reproducción y defectos
Parece un contrasentido esperar congruencia de principio a fin en la impresión, cuando sabemos que pueden surgir
defectos intermitentes transversales que producen aclarado o ennegrecimiento de la hoja (los longitudinales no
representan problema porque siempre quedará alguna franja vertical indemne que permitirá el seguimiento).
Esta consideración constituye paso previo a los siguientes exámenes más detallados. Porque una vez establecidos los
defectos pertinentes, las partes restantes habrán de ser, como antes se ha dicho, congruentes.
Detección de manipulaciones
Añadir partes a un documento o confeccionar uno completo con varios elementos de otros distintos, comporta, si es que se
trata de mecanografías, colocar con exactitud las alineaciones de renglones y párrafos de modo que en una apreciación
global no se hagan evidentes los desajustes de la composición. Realmente son muy pocos los casos en que se recurre a
este sistema por la dificultad para encajar lo añadido, y porque en la mayoría de las ocasiones sólo interesa modificar o
agregar pequeñas partes esenciales sobre la fotocopia de un documento auténtico.
Las adulteraciones suelen partir de la reproducción de un documento genuino. La eficacia y la facilidad están en el origen
de esta práctica: se aprovechan los membretes, las firmas y antefirmas, y cualquier otro elemento (referencias del
impreso, datos mercantiles si se trata de una empresa, sellos, etcétera). Este primer ejemplar, base del documento final,
es la pieza sobre la que se opera, a la que se añaden nuevos conceptos con mecanografía o pegado, que finalmente se
fotocopia para hacerlo homogéneo, de modo que la apariencia última tenga el aspecto de una reproducción directa. Ya en
el documento resultante se producirá una diferencia de definición y detalle entre las zonas de la primera copia y la parte
agregada, que será perceptible a cierto aumento aunque no se manifieste a simple vista.
El ejemplo de la Figura 611 es un caso típico de este tipo de adulteración. Se conserva el membrete, y el conjunto que
forman antefirma y firma, y se redacta un nuevo texto; como la firma es genuina no hay sospecha sobre su autenticidad y,
así, el documento resulta creíble. Dándose el caso favorable de contar con dos cartas para la comparación, es sencillo
comprobar que firma y antefirma de la carta número 2 proceden de la número 1. En primer lugar, por la pérdida de
detalles de aquélla (un menor grosor de las líneas manuscritas, la desaparición parcial del recorrido de arranque y cierto
adelgazamiento del cuerpo de las mecanografías); de otra parte, la constatación de la perfecta identidad de antefirma y
firma al superponer los dos conjuntos (Figura 610).
No siempre la composición de documentos con fotocopia se hace con este único medio, aunque en apariencia dé la
impresión de haberse hecho así.
Al iniciar el análisis (y no está demás insistir en ello) debe hacerse una inspección de la totalidad de la hoja con medio
aumento para que puedan apreciarse las calidades de la impresión. Dicha primera inspección proporciona indicios sobre la
homogeneidad del medio o, en su caso, de la presencia de pigmentos con distintas propiedades procedentes de diferentes
sistemas impresores.
Las dos facturas reproducidas en la Figura 614 tienen un aspecto similar a simple vista, es decir, como dos ejemplares que
se hubiesen fotocopiado de sendos documentos. Pero en la revisión detallada de sus textos se comprueba que la impresión
de las diversas partes es diferente (Figura 612). El membrete, las casillas del formulario, y el conjunto que forman firma y
sello, están compuestos con trama, tal como corresponde a un determinado tipo de fotocopiadora; los conceptos de ambas
facturas y las cuantías, sin embargo, están impresos mediante el sistema de dispersión ordenada de puntos.
Semejante incongruencia de dos medios distintos en una misma hoja no puede ser otra cosa que la cumplimentación de
tales conceptos y cuantías sobre un formulario-base, que procede de otro anterior, del que se suprimieron las partes que
interesaba alterar. La prueba de que ambas facturas son gemelas en su composición «de fondo» tiene fácil demostración al
superponerlas del modo que se ilustra en la imagen inferior de la Figura 614.
Figura 610.Superposición en negativo de las dos firmas y las correspondientes mecanografías que aparecen en la figura
precedente. La perfecta igualdad de ambos conjuntos (ligeramente desplazados para que se aprecie con claridad la
concordancia) no deja lugar a dudas sobre el copiado
Tan sólo ha sido necesario rotar levemente hacia la derecha la primera, para que todos los conceptos no modificados
coincidan. Que se hubiese utilizado como formulario común una fotocopia para emitir varias facturas, nada tendría de
anómalo si no fuese porque los sellos y las firmas concuerdan a la perfección, concordancia idéntica que no es posible que
se produzca en dos firmas distintas aun del mismo día.
En documentos únicos en los que no es posible el cotejo con otro, el análisis de la congruencia en la reproducción sigue las
mismas pautas que los anteriores. Y, como en los casos precedentes, es lógico esperar que una fotocopia revele las
mismas características a lo largo de la hoja, pero no varias como sucede en el reconocimiento de deuda ilustrado en la
Figura 613. En él hay tres calidades discordantes (véanse los tres fragmentos bajo la reproducción del documento
completo):
1.ª La de trama, que se corresponde con la totalidad de los textos a excepción del epígrafe «RECONOCE JUAN...» y la
firma suscrita.
2.ª La de dicho epígrafe, impresa mediante dispersión ordenada de puntos.
3.ª La que presenta la firma, también de dispersión de puntos, pero con peor definición que el epígrafe.
Se comprueban con facilidad las tres características en una revisión detenida. Si las dos primeras incongruencias apenas
necesitan más demostración por evidentes, la tercera requiere una revisión circunstanciada. Son por demás visibles los
numerosos cortes en los trazos de la firma y la deficiente reproducción de toda la andadura gráfica, que carece de
cualquier matiz que no sea el contraste entre los recorridos continuos y los interrumpidos. Al contrario, la mecanografía
inmediatamente anterior no sufre ningún corte semejante.
Figura 611.Ejemplo del aprovechamiento que se hizo del conjunto de antefirma y firma en una carta, para crear otra
nueva
En buena lógica, y si el fotocopiado se hubiese realizado a partir del mismo ejemplar, cabría esperar que detalles críticos
como los terminales de los caracteres, cada uno de los montantes de la izquierda en las letras A y los fustes verticales de
la N hubiesen acusado algún tipo de merma similar, al tratarse de perfiles muy finos. Tal como se ve, los caracteres han
mantenido su estructura sin más menoscabo que el debido a un fotocopiado normal. Asimismo, la diferencia en la
profundidad de las tonalidades denota distintas procedencias.
La facilidad con que pueden organizarse los textos utilizando un procesador (que permite medir con exactitud los espacios)
hace sencilla la labor de composición con impresoras de chorro de tinta o de burbuja. Aún más sencillo es establecer, en
tal caso, la diferencia de medios, considerando que con poco aumento se pueden apreciar las características que se vieron
en capítulos.
Figura 612.Detalles ampliados de diferentes partes pertenecientes a las facturas que se recogen en laFigura
614.Claramente se aprecian los dos tipos de impresión que no es posible obtener en un solo fotocopiado. Las partes de
negro intenso y perfecto perfilado corresponden a impresión láser
Figura 613.Documento y detalles del mismo, donde se aprecian las incoherencias entre distintas áreas
IMÁGENES PARA ILUSTRAR LOS PERITAJES DE FOTOCOPIAS
Ilustrar adecuadamente, con una calidad visual que tenga valor probatorio, requiere que el perito descarte el uso de
fotocopias. Se impone la fotografía y, en todo caso, el uso del escáner aunque en el empleo de este periférico hay que
observar ciertas precauciones.
Conocido el hecho de que la fotocopia de otra anterior disminuye la finura de los detalles originales, es lógico que el perito
emplee para sus demostraciones imágenes carentes de cualquier mengua. De otro modo, queda desvalorizado el
fundamento de su demostración.
La fotografía es sin duda el medio idóneo. Con todo, se han de tomar algunas prevenciones, tanto si se trata de fotografía
convencional como si se opta por la digital; ya se sabe que en ambos casos es necesario revelar («revelado digital» en el
segundo supuesto). Sea cual sea el medio fotográfico o la captura de imágenes con escáner, el problema es el mismo:
evitar las pérdidas de información por exceso o defecto, y la modificación de cualquier detalle sustancial que sea necesario
para el fin probatorio.
Según se deduce de las ilustraciones que habitualmente se incluyen en los dictámenes periciales, hay una manifiesta
propensión a «mejorar» de forma automática los fallos cometidos en la toma, con los consabidos programas informáticos
de edición de imagen, del mismo modo que lo haría un aficionado, es decir, aplicando los «tratamientos inteligentes» de
los que dice encargarse la aplicación.
En estos programas de edición hay, en efecto, filtros y efectos digitales sorprendentes, idóneos para la fotografía creativa
del aficionado al paisaje, el retrato y bodegón, que al experto en Documentoscopia no sólo no le sirven, sino que
constituirían, de emplearse, incurrir en la desvirtuación de la imagen original. Estos filtros y efectos son un peligro en lo
que a la fidelidad se refiere porque acarrean transformaciones que, si espectaculares en lo artístico, son inadmisibles en el
plano técnico (ya se mostró un ejemplo de modificación irreal al respecto del falso relieve que puede crear un programa en
la Figura 156 de la página 324). Tan taxativo rechazo tiene su razón de ser en el hecho de que los cambios que realizan
modifican, a veces de manera notable, las propiedades de lo representado.
Uno de los efectos deformantes más comunes al que se recurre para mejorar una imagen que en la toma fotográfica no se
obtuvo adecuadamente, es el de la ecualización automática: mediante algoritmos, el programa calcula las zonas claras y
oscuras, y reajusta los valores de brillo y contraste según la amplitud de las áreas del fondo o los tonos del contenido
(Figu- ra 615). Los automatismos de los escáneres operan de modo parecido, aunque lo hacen en el mismo momento del
escaneado, si no se desactivan los controles «inteligentes» que actúan sobre el tono y la nitidez (Figura 618); la imagen,
por tanto, debe capturarse sin ellos.
El «ruido digital» es otro defecto que surge en el intento por perfilar una imagen que se ha tomado desenfocada. Y sucede
que lo que no se ha podido captar nítidamente con la cámara, no se puede reparar con medios informáticos; por el
contrario, se añade este efecto indeseado del «ruido», que se manifiesta a modo de granulado fino en toda la imagen, pero
que se hace más patente sobre los fondos (Figura 616). Si estas intervenciones no son deseables en aras de una
reproducción fiel, huelga decir que los restantes efectos digitales de retoque ni siquiera deben aplicarse.
Figura 614.Un primer documento fotocopiado (del que se ha conservado el membrete, la firma y sello) ha servido para
componer dos facturasde diferente cantidad y concepto, para conseguirla impresión de sendos originales.
Figura 615.La ecualización automática puede producir cambios en los tonos de la fotocopia como los ilustrados aquí. Si
bien la primera imagen sigue siendo legible y se perciben detalles, la precisión de los trazos se ha visto alterada y no
refleja con la misma exactitud las gradaciones de la fotocopia que se han recogido en el segundo caso, al operar sin
automatismos
Muy distinta consideración merecen los ajustes de la tonalidad utilizando la herramienta digital que se conoce como control
de curva, con la que se pueden calibrar a la perfección las gamas tonales y hacen óptima la reproducción fotográfica digital
o de escáner.
Figura 616.Los trazos desenfocados no se han conseguido mejorar aplicado un perfilado digital a la toma fotográfica. Al
contrario, ha provocado la presencia de un fino granulado típico («ruido digital») que no ayuda a la legibilidad del
manuscrito
Figura 617.Más de una treintena de controles permiten actuar sobre las imágenes de archivos RAW para ajustar
perfectamente las condiciones visuales, y de este modo mostrar las características exactas de las tomas
En los programas para la edición de imágenes aparece alguno de estos modos (ilustrados en la Figura 619). Y aún más
perfectos, por completos, son los controles sobre las imágenes fotográficas de archivos RAW. La información que se graba
en esta modalidad de archivo en bruto, permite hacer ajustes exactos de todos los parámetros hasta hacerlos coincidir
fielmente con las características del original: exposición, brillo, contraste, saturación, corrección del viñeteado, equilibrio de
blancos, definición, etcétera; en suma, de todo lo que contribuye a la perfecta concordancia de la imagen con el original
(Figura 617).
Figura 618.Las dos imágenes se han capturado con el mismo escáner e idéntica resolución. En el primer caso es el
escáner quien «decide» la nitidez y el tono; en el segundo se han desactivado. El tono azul suave del original aparece con
la claridad que es propia y, asimismo, el ligero tono del fondo del papel, que en la captura automática ha perdido todos los
matices. Los cambios de estos ejemplos originales aún se incrementan en piezas fotocopiadas
Si en lo que se refiere a los originales en color la herramienta es imprescindible, no lo es menos cuando se trata de
imágenes fotográficas monocromas de fotocopias, en las que es necesario presentar el mejor detalle del modo en que se
encuentra el documento. Considerado todo lo dicho acerca de los medios para ilustrar los aspectos investigados de un
modo inequívoco, bien se deduce que si las imágenes de escáner son adecuadas, las fotográficas son idóneas. Sutil
diferencia que, en algunas circunstancias, puede ser determinante para demostrar de forma incontestable un fenómeno
concreto.
Admitiendo como aptas las imágenes escaneadas para ilustrar fenómenos que no requieran especial exactitud en la
visualización, hay que plantear, sin embargo, una exigencia mínima respecto a su resolución: nunca se debería trabajar
por debajo de los 600 puntos por pulgada, máxime si se necesita ampliar algún detalle parcial que sea digno de destacar.
En la ampliación, los detalles se vuelven difusos y, en consecuencia, inservibles para un fin probatorio (Figura 620). Todas
las imágenes de esta figura están ampliadas; como se ve, únicamente resulta de utilidad la última de ellas, con una
resolución de 1.200 puntos, y un nivel de definición que se acerca a la fotografía.
Figura 619.La función de la herramienta «curva» no es la de retocar sino la de ajustar con precisión la gama de tonos con
la que perfeccionar los detalles
Figura 620.Los tres detalles ampliados se han escaneado con el mismo aparato e idénticas condiciones de tono y nivel de
nitidez, a 300, 600 y 1.200 puntos por pulgada, respectivamente
(1) En el campo de la Óptica, se entiende por resolución al poder que tiene una lente para discriminar con claridad dos objetos muy próximos que a simple vista
parecen estar unidos. La propiedad es de suma importancia, por ejemplo, en los telescopios y en los objetivos macro.
Ver Texto
El dictamen pericial
NOTA ACLARATORIA
Exceptuando ciertos epígrafes que tienen carácter de imprescindibles, la mayoría de los que se enumeran en este capítulo
no tienen la condición de normativos: más se trata de sugerir que de imponer, más de invitar a la reflexión que de
pontificar.
Y en lo que a la elección personal de cómo confeccionar un dictamen se refiere, la total libertad de criterio cuyos límites
indispensables no son otros que la claridad y la ordenación lógica en la exposición de sus partes para que, al avanzar la
lectura, el destinatario vaya comprendiendo poco a poco el relato.
Éstos son los fines esenciales del presente capítulo, además de otros complementarios que se relacionan con aspectos
puramente técnicos.
Adicionalmente, y a tenor de lo que en la práctica diaria se ve en los dictámenes aportados a las actuaciones judiciales,
parece conveniente revisar varias facetas que no tienen relación con lo técnico: usos impropios y tópicos que no tienen
razón de ser, no sólo por indebidos sino también por ilógicos. Unos y otros abundan en la mayoría de los trabajos, y de ahí
el presente análisis (a veces incisivo y siempre con sentido común) de ciertas rutinas que, si para el perito novel tienen
sentido informativo, para el veterano intenta invitarlo a la deliberación.
¿INFORME O DICTAMEN?
Sin duda alguna, dictamen. Ése es el trabajo del experto en Documentoscopia, aunque en los códigos ambas
denominaciones se den como sinónimas y el uso las haya consagrado como equivalentes. Las causas son las que ya se
expusieron en el Capítulo 2 al definir la expresión «Dictamen».
ESTRUCTURA DEL DICTAMEN
No hay una regla estricta para redactar un dictamen, y cada quien puede optar por la que considere mejor, a condición de
que sea inteligible por los destinatarios. Hay, sin embargo, una secuencia lógica que parece conveniente seguir en aras de
la claridad didáctica: a través del dictamen se enseña y se demuestra. Por ejemplo, no parece lógico entrar en los cotejos
sin antes haber descrito los documentos examinados, y de hecho nadie organiza así su trabajo.
Un dictamen coherente y bien estructurado debe tener, al menos, siete partes convenientemente deslindadas para que sea
fácil distinguir su contenido y la consulta de cada una de ellas:
1.ª Antecedentes. Donde consta una breve presentación del perito y del solicitante del dictamen. De este modo, se
cumple la doble finalidad de que el receptor conozca la cualificación de quien emite el dictamen y asimismo quién ha
solicitado sus servicios (a instancia de parte o por designación judicial).
2.ª Documentos examinados. Capítulo en el que se describen ordenada y sucintamente los documentos dubitados e
indubitados sobre los que versa el peritaje. Es muy aconsejable, de cara a la vista oral en juicio, designarlos con precisión
y claridad, y más que una descripción prolija de sus características y contenidos, reproducirlos en las subsiguientes páginas
con un tamaño suficiente para que se puedan identificar de manera inequívoca.
3.ª Objeto del dictamen. Exposición de la finalidad que se le ha interesado al perito. Se hace aconsejable seguir al pie de
la letra el objeto del peritaje, repitiendo literalmente, si es preciso, lo solicitado.
4.ª Notas técnicas. Es un capítulo que rara vez se ve en las peritaciones, por no decir que no aparece nunca como tal. Y
es sustancial en algunos supuestos. Como tales notas técnicas debe entenderse la exposición de las circunstancias que
presentan los documentos al respecto de las características que tienen que ver con el peritaje de manera directa e
importante:
• Naturaleza de los documentos (originales o fotocopias). En el caso de éstas, pormenorizar sus posibilidades y
limitaciones, acorde con la calidad de las copias; y siempre, expresando el carácter aproximativo del peritaje.
• Estado físico. Indemnes, dañados, desvaídos, manchados, con pérdidas parciales...
• Cuantía de las muestras indubitadas. Óptima, suficiente o restringida.
• Cronología. Si existe o no coetaneidad entre la documentación dubitada e indubitada y de qué modo facilita o impide el
análisis.
• Formato de los documentos. Si es coincidente o no y las diferencias que caben esperarse de la eventual falta de
equivalencia.
• De los cuerpos de escritura tomados a presencia judicial. Si no los ha tomado el perito, qué condiciones tienen y si son
adecuados o no para el buen fin del trabajo. Si ha intervenido en el acto, exponer lo que sea reseñable.
• Útiles empleados para los manuscritos o mecanografías. Especialmente si las diferencias suponen algún obstáculo para
la investigación y qué repercusión tienen.
• De los medios técnicos empleados. Si se ha hecho necesario recurrir a alguna técnica especial, detallar cuál es y con
qué fines se empleó.
• Cualquier otra circunstancia relevante que incida de manera directa en el desarrollo de la investigación y las
conclusiones.
5.ª Cotejos realizados. Junto con la valoración y las conclusiones forman el verdadero núcleo del trabajo. Es la parte en
la que el perito pone en juego todos sus conocimientos, aplica todas las técnicas que domina y demuestra los hechos
verificados en el proceso de cotejo.
6.ª Valoración de los resultados. A menudo es un capítulo inexistente, cuya ausencia no sólo es injustificable sino
reprensible. No puede haber un salto entre la exposición del estudio y la conclusión a no ser que en el mismo proceso
probatorio (mientras se desarrolla cada uno de los puntos del cotejo) se vayan explicando los porqués de los fenómenos
dentro de su contexto. Ésta es la fórmula idónea.
7.ª Conclusiones. Capítulo final en el que es exigible la máxima claridad, brevedad y concreción.
De una forma esquemática éstos son los puntos o capítulos esenciales, de entre los que el cuarto se encuentra casi
siempre ausente, pese a la importancia que tiene informar al receptor cómo condicionan o limitan algunas circunstancias,
cómo favorecen o dificultan las investigaciones.
Aquí quedan enunciados, sin perjuicio de que más adelante se amplíen algunos aspectos concretos que por su
trascendencia merecen una exposición mejor circunstanciada.
REQUISITOS OBLIGATORIOS
Aparte ya de cualquier consideración técnica, de la que se supone está dotado el perito, y entendiendo también que su
dictamen comprende todo lo anterior, el trabajo debe estar apoyado en los siguientes requisitos:
•Debe ser veraz. Tanto en lo que se refiere a su persona como en todo lo concerniente al trabajo realizado.
•Debe contener información relevante. No cabe la inclusión de circunstancias ajenas al trabajo, anecdóticas o con
referencias a fuentes poco fundadas.
•El dictamen pericial, a menos que se solicite otra cosa, no es un estudio grafopsicológico. Por tanto, cuando
se trate de manuscritos no procede hacer observaciones referentes a la personalidad del sujeto.
•Deben quedar meridianamente expuestos qué fenómenos son inequívocos, cuáles son probables, qué otros
son inciertos o imposibles de analizar.
•Debe ser claro. La información tiene que ser ilustrativa, esclarecedora, y en lo posible, exenta de tecnicismos (y si su
empleo es necesario, se explicarán debidamente).
•No debe ser innecesariamente extenso.
•En la conclusión no tienen que reproducirse hechos que ya se han expuesto en el capítulo de cotejos.
•Debe ser respetuoso con las personas. Se trata de investigar la escritura sin entrar en calificativos de índole
personal. Ante una escritura poco evolucionada se pueden hacer las debidas precisiones técnicas que esclarezcan los
fenómenos gráficos de interés sin necesidad de hablar de torpeza, incapacidad u otras calificaciones parecidas.
SÍES Y NOES
Aun cuando no hay una norma universal para redactar un dictamen, el sentido común y la reflexión sobre la forma de
enfocar el trabajo aconsejan emplear algunos recursos y descartar algunas prácticas. En los siguientes puntos se pone
énfasis en la crítica de ciertos tópicos, siguiendo para ello el mismo orden de la estructura del dictamen antes expuesta:
Presentación
Sí es admisible y necesario que en primer lugar el perito haga su presentación y dé cuenta de su preparación como
técnico. E igualmente, que especifique otras cualificaciones que tengan relación con la peritación documental: «Diplomado
en fotografía científica», «Experto químico en análisis de tintas», «Experto en análisis de papel», etcétera.
No es admisible que incluya, con la categoría de méritos, ciertas destrezas, actividades, conocimientos o circunstancias
personales que poco o nada tienen que ver, o con el peritaje o con las técnicas necesarias para desarrollar la labor pericial.
Por ejemplo, están fuera de lugar títulos como: «Licenciado en Ciencias Políticas», «Licenciado en Ciencias de la
Información», «Doctor en Derecho», «Diplomado en Balística forense»; y otras circunstancias pintorescas tales como:
«Colabora con Radio X», «Presidente de la Asociación X» o «Director de la Academia Z». Ni el colaborar con tal emisora de
radio, ni ser presidente de tal asociación, ni periodista, ni director de un centro de enseñanza, etcétera, capacitan para el
ejercicio de la peritación.
En realidad, quien así se presenta, con una larga lista de los más variopintos conocimientos, no hace otra cosa que crear
una puesta en escena para deslumbrar al destinatario y, con un tamaño adecuado del cuerpo tipográfico, llenar una página
de la que apenas ocuparía unas pocas líneas si sólo incluyera lo pertinente y con un cuerpo tipográfico menor.
No parece que en las demandas o en las contestaciones a éstas algún letrado haga una relación semejante. Con el solo
enunciado de su titulación y colegiación ya se le supone capaz.
Documentos examinados
Sí es necesario detallarlos, pero con brevedad. Con una pequeña reseña de lo más singular es bastante, si se reproducen
inmediatamente después con el tamaño suficiente para que puedan ser consultados en el momento en que se haga una
referencia a ellos durante el proceso de cotejo.
No es imprescindible pormenorizar todo su contenido con puntos y comas, puesto que puede leerse en la reproducción. Y
tampoco se deben enumerar de forma confusa, que haga difícil la lectura del dictamen; por ejemplo, denominaciones como
«Firma I-1-A-b, Firma I-1-B-c» resultan farragosas cuando se pueden denominar sencillamente «F1, F2, A1, A2», etcétera.
Generalidades sobre firmas
No procede aquí aplicar un sí. Es una costumbre extendida en España (aunque parece ser que se ha exportado, porque
aparece de idéntica forma y con iguales contenidos en algunos países hispanoamericanos) el incluir este apartado de
doctrina que, desde el punto de vista de ilustrar al lector, es incompleto, improcedente y, al cabo, baldío.
Invariablemente, se incluye como parte de una plantilla (de la que se hablará más tarde), que no tiene ninguna razón de
ser. Y no la tiene, porque si de lo que se trata es de instruir al lector, la instrucción no debería ser parcial sino exhaustiva.
El título «Generalidades...» está bien escogido porque es una somera exposición doctrinal que casi todo lo abarca y en
nada profundiza, dejando al lector con la sensación de que todo lo interesante se lo queda ignorando. En suma, al
destinatario se le proporciona un poco de casi nada y, por tanto, se le deja sin enseñar casi todo.
Al contrario, si ciertos aspectos teóricos aportan claridad y justificación a un fenómeno concreto en la fase de cotejos, será
de pertinencia que allí hable de tal o cual fundamento gráfico, o de determinado enfoque técnico del examen.
Por cierto, que el interés doctrinal que suele volcarse en este apartado al hablar de los manuscritos no se aplica cuando se
trata, por ejemplo, de mecanografías. Cuando de éstas se trata en el trabajo, no hay ninguna referencia a su fabricación, a
sus propiedades mecánicas ni a los defectos que caben esperarse de ellas. Es una de las muchas incongruencias que se
han hecho clásicas en los dictámenes periciales.
MÉTODOS APLICADOS
El dictamen pericial no es un examen de conocimientos y de ahí que la introducción de un capítulo sobre metodología sea
superfluo: el perito no tiene que demostrar cuánto sabe; la verdadera dimensión de su acervo se verá una vez puesto el
trabajo sobre la mesa. Este argumento enlaza con lo anterior en cuanto a la inclusión innecesaria de un capítulo doctrinal.
Sería provechosa la enumeración de los métodos, si el abogado, el juez o el empresario receptores tuviesen conocimiento
de la bondad o defectos de las diversas metodologías, valorando entonces su alta preparación. No siendo así, el catálogo
de todos los métodos que ha seguido sólo sirve para crear confusión y, claro está, para ganar altura profesional. Frente a
declaraciones tales como:
«Métodos aplicados: Método documentoscópico, grafonómico, grafométrico, grammatomórfico, caligráfico, señalético-
descriptivo, grafográfico y, escopométrico, con criterios globalizadores adaptados a las investigaciones grafoanalíticas y
documentoscópicas», no hay duda de que el receptor del dictamen tendrá un alto concepto del perito, aun cuando de tal
retahíla no pueda saber qué hay de adecuado o no en semejante miscelánea metodológica.
TÉCNICAS Y MATERIALES EMPLEADOS
De esta manera se encabeza el capítulo en algunos dictámenes.
Ya desde el enunciado es impropio, porque los «materiales» a los que se refiere el perito y que inmediatamente describe
no son sino instrumentos y las «técnicas» son métodos (o metodologías). Y desde el punto de vista de la claridad
conceptual, la mezcla de técnicas con materiales pone de manifiesto la confusión del dictaminante al reunir bajo un mismo
epígrafe facetas que debieran separarse.
Es común que después de tal enunciado el perito se prodigue detallando el instrumental del que se ha servido en sus
indagaciones y, por ejemplo se dice:
«Se ha llevado a cabo el examen de los documentos con microscopio estereoscópico, microscopio portátil, cuentahílos,
lupas con y sin luz de varios aumentos, plantillas transparentes milimetradas, escuadra y cartabón, así como cámara
digital marca X, escáner marca Y, ordenador Pentium Z con software de última generación» (1) .
Inmediatamente se deduce que tanto aparato debiera dar sus frutos en el capítulo de cotejos, a través de imágenes
demostrativas precisas.
Si es que al experto le parecen importantes los aparatos para obtener determinadas pruebas, no debería citarlos sin más,
sino decir para qué los empleó; por ejemplo, «Se han fotografiado determinadas zonas de las firmas con una cámara de
alta resolución a través de una lupa binocular, a 15 y 25x, para demostrar la existencia de reenganches entre letras, tal
como se muestran en las ilustraciones 1 y 2 de los cotejos...».
En definitiva, la mera relación de aparatos «en abstracto» sin la aplicación concreta que se les ha dado no tiene otra
función que «epatar», puesto que los destinatarios poco sabrán de microscopía o de fotografía documental y cómo
utilizarla. Y la cita de la marca del aparato, como aval de los resultados, debe calificarse, cuando menos, de cándida; de
manifestaciones como «software de última generación» no es menester entrar en el análisis de la pretenciosidad que
encierran.
FINALIDAD DEL DICTAMEN
Se presta poco este capítulo a divagaciones, aunque no faltan los casos en los que se expresan de forma poco clara,
porque a veces también suele intervenir en la oscuridad de la redacción el hecho de que ciertos letrados al solicitar las
pruebas lo hagan de forma incomprensible. Conviene, en tal ocasión, pedir que se reformule y aclare la petición.
COTEJOS
Objetivo
Aquí es donde el perito refleja su buen oficio y vuelca todo sus conocimientos. Y aquí es donde tiene que demostrar
racionalmente y con claridad los hechos investigados para que este capítulo no sea una simple relación de las formas que
tienen los grafismos, sino que se eleve al rango de medio de prueba.
También, donde citar los medios técnicos y cómo los ha utilizado, relacionándolos con imágenes concretas, de manera que
cualquier otro perito pueda verificarlos o, en su caso, contradecirlos; por ejemplo: «Imagen 1. Detalle macrofotográfico de
un reenganche de trazos fotografiado a través de lupa binocular, a 20x de aumento», o «Figura 2. Fotografía de contraste
tomada con iluminación diascópica para visualizar el estado indemne del papel», u otras similares.
Aunque todo esto es obvio y ningún especialista lo discute, lo cierto es que en la realización de los cotejos se han
convertido en inveterados ciertos hábitos, algunos de los cuales se comentan en los siguientes puntos.
Recursos ilustrativos
Cualquier recurso visual es admisible, y aún más, imprescindible, en pro de la claridad en la demostración de los hechos
investigados, los resultados obtenidos y la valoración técnica que se les atribuye.
Pero tales recursos visuales deben cumplir, al menos, los siguientes requisitos:
1.º Que sirvan para el fin demostrativo que se pretende (Figura 621). Los ejemplos de esta imagen permiten hacer
comprensible el desigual concepto espacial y proporcional que aplica el firmante indubitado y el que ha producido el
falsificador.
Figura 621.Este tipo de esquema sirve, por ejemplo, para destacar las distintas proporciones de las dos estructuras
principales de cada autógrafo (arriba, el dubitado; debajo, el auténtico). La primera y tercera imágenes fotográficas, tal
como se encuentran en los respectivos documentos, y en todos los casos con la misma escala de representación
2.º Que no deformen la realidad o saquen el fenómeno de contexto. La inclusión en la misma Figura 621 de las
fotografías originales, tal como aparecen en los respectivos documentos, permite demostrar que los dos esquemas de la
representación se corresponden fielmente con los originales.
3.º Que lo mostrado sea íntegro y no una «selección» de la que se excluyan posibles desemejanzas o
contradicciones. Las imágenes de la Figura 622 corresponden al cotejo completo de los mismos elementos gráficos entre
varios textos. Es imprescindible incluir toda la variedad de versiones de los especímenes dubitados e indubitados.
Figura 622.Los cotejos deben incluir todas la variantes de unos y otros documentos para demostrar las analogías o las
diferencias entre ambos grupos, y que cualquiera que sea el resultado pueda comprobarse
4.º Que de ningún modo produzcan alteraciones o deformaciones. En la comparación deben conservarse las
proporciones de los elementos por si alguno de los factores (dimensión o proporción) es de interés y porque pueden ser
revisados por otro experto (Figura 623).
5.º Que el tratamiento que se hace de las imágenes esté debidamente explicado y razonado. Las imágenes de la
Figura 623 se han tratado digitalmente para demostrar cómo está resuelto cada autógrafo. Así, el destinatario del
dictamen puede entender qué características tienen una y otra: la composición del conjunto, la construcción de cada
elemento y la relación entre ellos. Tan sólo hay que explicar la labor realizada, junto con las tomas fotográficas.
Figura 623.Las separaciones de elementos como las que aquí se muestran hacen más claro el entendimiento de las
diferencias que existen entre la firma dubitada y la auténtica. Al separar cada una de las estructuras se han conservado
sus posiciones absolutas, de modo que, además de las proporciones, también quedan demostradas las discrepancias
espaciales
Además de las ilustraciones ahora citadas, véanse otras posibilidades de representación que facilitan la demostración de
diversos fenómenos en las imágenes de las próximas páginas o en las empleadas hasta aquí.
Incongruencias
En los cotejos sí es pertinente que el perito hable de los aparatos utilizados y cómo los ha empleado, aportando todos los
datos y características que requiera el contexto.
En contradicción con lo que se acostumbra a hacer en el capítulo de «Materiales empleados», a lo largo de los cotejos no
hay referencia a ellos, y ante una imagen en concreto, el destinatario no sabe cómo se ha tomado, si es fotografía o
reproducción escaneada, qué criterio se ha seguido en su obtención, por qué se muestra un fragmento y no la totalidad de
un manuscrito, etcétera. Y el proceso de comparación se reduce a la aportación arbitraria de más o menos imágenes con
las que apoyar el relato.
También resulta incongruente que no se hable de la cronología de los documentos, del formato, de los útiles y materiales
con que están confeccionadas las piezas, cuyas circunstancias materiales o temporales pueden explicar el porqué de lo que
a priori pueden parecer discrepancias.
Cotejos enunciativos
En su mayoría, las «pericias caligráficas» se resuelven con una simple enunciación de hechos del siguiente tenor:
Así, hasta diez puntos, completan un dictamen concreto. Ni microscopios, ni negatoscopios ni lupas aparecen mencionados
en esta exposición que es un simple catálogo. Pero lo más destacable de este tipo de cotejos es que cualquier persona con
un mínimo sentido analítico sería capaz de describir aspectos como éstos aunque finalmente no pudiera decantarse por la
autenticidad o la falsificación.
Cotejos descriptivos apoyados en varias teorías
Hay peritajes más elaborados que se apoyan en varias teorías y con abundantes referencias bibliográficas de lo que dice tal
o cual autor, pero con idéntico fondo: la descripción superficial de las formas, sin que se aporte explicación verosímil
alguna sobre los fenómenos gráficos que concuerdan o discrepan. Para cada fenómeno concordante o contradictorio se
entresacan diversas teorías, y todo queda asentado en antecedentes de apariencia sólida:
«En la morfología de estos grafemas nos atenemos a las claves grafonómicas del conjunto de la Escuela de Crepieux-
Jamin, y así mismo el análisis evaluativo y valorativo se hace en base a la escuela interpretativa de Max Pulver, que
descubren las claves del potencial gráfico que rige la proyección cerebro-mano, esta [sic] como órgano ejecutante.»
El destinatario no tiene por qué saber si hay una o más escuelas y qué investiga cada una. Hay que proporcionarle pruebas
y demostraciones comprensibles en lugar de empacharle con nombres y teorías que nada le aportan; lo que espera del
perito son explicaciones y fundamentos inteligibles. Lo demás sobra.
Cotejos grafométricos
En el otro extremo están los grafométricos a ultranza, en los que se incluyen tablas y esquemas hasta la saciedad,
mostrando medidas de todo lo imaginable. Dan la impresión de ser muy rigurosos (nada mejor que las matemáticas para
ser científico) y muy elaborados (y de hecho medir tantos elementos gráficos es una enorme labor) y conducen al lector a
la confianza: los aspectos gráficos tan prolijamente medidos no tienen más remedio que ser ciertos.
La conclusión se extrae partiendo de la cuantificación de los resultados, y tal cuantificación se convierte en fundamento
para llegar a la solución: si la concordancia porcentual es alta, la firma es auténtica, y viceversa, incluso cuando se trata
de un solo autógrafo (pese a que Locard lo desaconseja en su método).
Cotejos mediante tablas comparativas
Otros hay que se solventan mediante tablas comparativas del siguiente estilo:
Firma dubitada Firma indubitada
Forma Semiangulosa Angulosa/curva
Inclinación Poco inclinada Bastante inclinada
Cohesión Agrupada No muy agrupada
Proyección Muy proyectada Poco proyectada
Y así, el cotejo de todos los factores gráficos posibles y, como en los anteriores, sin consideración alguna del porqué de
cada fenómeno ni la causa de que discrepen o concuerden, ni su significación dentro de todo el contexto. El tipo de
valoración se apoya en tendencias genéricas y, grosso modo, el perito se inclina por al autenticidad o la falsificación según
que encuentre más o menos parecidos entre dichas tendencias.
Cotejos basados en «gestos-tipo»
En regla, no se trata de cotejos en los que únicamente se analicen estas características, sino que éstas son las de mayor
peso. Los dictámenes regidos por el criterio de los «gestos-tipo» se distinguen de otros porque contienen unos pocos
análisis de factores «seleccionados» (al decir del experto, que manifiesta no haber hecho más exámenes por no parecerle
relevante) y cargan el acento en los fascinantes gestos minúsculos, en los usos idiosincrásicos, esos que dan la clave en la
identificación aunque numerosos fenómenos y de relevante calidad se opongan. No es infrecuente que determinado diseño
o cierto rasgo se valore como fenómeno idiosincrásico no siendo lo bastante especial, no alcanzando la categoría de
singular, porque puede encontrarse en la escritura de muchos individuos.
Generalmente se ciñe a la descripción prolija de lo que es más ostensible y superficial. Y aunque se hagan ciertos análisis
de otros factores, son las supuestas «formas especiales» las que en última instancia determinan la conclusión.
Cotejos deslavazados
En la lectura de los cotejos se comprueba la falta de relación entre factores, pese a que en la parte doctrinal se suele
hablar de los mecanismos que necesitan relacionarse para que se produzca la escritura: neurofisiológicos, musculares,
posturales, patológicos, etcétera.
Y habiéndose afirmado también que todo en la escritura está vinculado, al cotejar, no se explican las influencias recíprocas
que tienen, por ejemplo, la presión y la velocidad, o éstas con la tensión del trazado.
Y en total olvido, las posibles diferencias o concordancias que existen entre dos o más manuscritos por el solo hecho de
estar realizados con uno u otro tipo de útil o en fechas distantes.
Cotejos erráticos
Son aquellos que no siguen ningún criterio en el análisis y van dando saltos de un factor a otro, sin establecer relación
alguna entre ellos, de manera que se analiza, por ejemplo, la presión de una letra, luego la inclinación, y se vuelve al
examen de la presión en otra más delante, etcétera.
Por lo general, se advierte en ellos una parcelación de los elementos, el zigzagueo de un tema a otro, como si los primeros
grafismos y los últimos de una misma escritura fuesen cosas distintas; y así, la relación de hechos no permite el
seguimiento lógico del conjunto para comprender lo peritado.
Cotejos inertes
Siendo la escritura puro dinamismo, la ausencia de cualquier demostración sobre su génesis (por más que se den datos
matemáticos, estadísticos o formales) convierte a los cotejos en una exposición inerte. La vida que emana de los trazos a
través de la presión que han hecho los dedos, de la tensión que producen los movimientos raudos, los matices del apoyo
en los arranques y remates, etcétera, quedan resumidos en unos pocos enunciados o tablas que se complementan con
varias imágenes con las que se supone quedan probados los hechos.
Dictámenes con plantillas
Los procesadores de texto han permitido alcanzar un alto grado de eficiencia y complejidad en la composición,
posibilitando, entre otros aspectos, el disponer de una maqueta para cada tipo de trabajo: carta, informe, memorando.
Algo impagable de los procesadores es la facilidad para realizar tareas repetitivas como dar formato a los párrafos, elegir
una tipografía o establecer la alineación del texto, entre otras. Pero la automatización también tiene sus trampas y sus
vicios de uso. Y entre estos últimos está el de reproducir siempre un mismo bloque de texto en todos los trabajos,
evitándose así tenerlo que mecanografiar de nuevo: el copiar y pegar del que tanto uso hacen los actuales estudiantes
para sus trabajos de clase. Aun la costumbre va más allá: aplicar prácticamente todo el contenido de un dictamen anterior
a un nuevo trabajo de características similares.
Desde el punto de vista del rigor pericial esta práctica es inaceptable. Pero además, este cómodo recurso puede llevar a la
comisión de errores de bulto como el que se deslizó en cierto caso de peritaje sobre mecanografías, en el que se incluían
los consabidos párrafos de «Generalidades sobre firmas» y con generosas explicaciones sobre el proceso «neuromotor con
que se originan los autógrafos y los textos manuscritos»; e incluía, como refuerzo ilustrativo, reproducciones de brazos con
músculos, tendones y ligamentos, escaneados de un libro.
Parecido error al trabajar con una plantilla se leía en un dictamen sobre fotocopias en el que se afirmaba: «Se ha utilizado
microscopía binocular para apreciar hasta los detalles más ínfimos de los trazos de la tinta del bolígrafo, los
reenganches...».
Y, finalmente, la anécdota sobre cierto informe en un asunto de lo penal que empezaba citando el nombre de un imputado
que nada tenía que ver con el procedimiento.
Tópicos
En este sentido son muy ricos los dictámenes periciales, quizá porque se quieran enfatizar aspectos que no tienen nada de
extraordinario, sino que, por el contrario, forman parte de la rutina. Por ejemplo, es muy frecuente leer «Se ha procedido a
un examen exhaustivo de las firmas». ¡Faltaría más que no lo hubiese sido! Sería sorprendente que nuestro cirujano nos
dijera: «Le he operado la retina exhaustivamente». Ya lo suponemos.
Otro tópico muy frecuente son las referencias a la nada, del tipo: «La inclinación es variada como se comprueba en las
fotografías». ¿En cuál de ellas?, ¿en qué página figuran?; o bien «Los autores más prestigiosos afirman que...». ¿Qué
autores?, ¿qué dicen exactamente?, ¿en qué obra o artículo? En el otro extremo, los que abundan hasta el cansancio con
citas de eminentes grafólogos.
Cotejos mal ilustrados
No es una cuestión accesoria o baladí el que un dictamen esté perfectamente ilustrado si se concibe el trabajo pericial
como lo que es, como un medio probatorio donde los hechos que se demuestran tienen que alcanzar la categoría
de inequívocos e incuestionables. Aunque ya con anterioridad se ha tratado este aspecto del trabajo pericial, cumple
reiterarlo porque un dictamen mal ilustrado pierde en buena medida su valía e impide que otros expertos comprueben el
curso de la investigación y las razones en las que se fundamenta.
Las ilustraciones sobrecargadas de anotaciones y marcas con las que se señalan hechos particulares es otra práctica muy
común (véase el ejemplo de la Figura 80 en la página 176.
Sin duda es muy conveniente hacerlas para mostrar al lector la ubicación exacta de un determinado fenómeno que su ojo
lego no percibiría, pero hay alternativas para destacar lo que interesa sin perjudicar la inteligibilidad de las imágenes:
basta con aportar la fotografía original y, paralelamente, incluir la imagen ya anotada con las acotaciones y marcas sobre
las zonas sobre las que se quiere llamar la atención (Figura 624).
La práctica de anotar el documento original no es sólo una intervención reprensible, sino aún más, que debe prohibirse
totalmente. Si es que se le ha entregado la pieza original, el perito debe tratarla con cuidado exquisito porque no es más
que un custodio temporal de la pieza, pero no su propietario. Por tanto, no sólo ha de cuidarla para que no sufra
modificaciones respecto del estado en que se le confió, sino que tampoco debe doblarla, graparla, adherirle etiquetas, ni
tan siquiera hacer anotaciones a lápiz (aunque luego se borren), pensando siempre que otros expertos pueden necesitar
examinarla después.
Figura 624.Ejemplo del modo de ilustrar la ubicación de ciertos fenómenos especiales que el lector debe visualizar. En la
primera imagen se hacen las acotaciones pertinentes, y paralelamente se le ofrece la imagen original. De este modo,
aunque el número de indicaciones en la primera pueda obstaculizar la percepción clara de su estructura, tiene a su
disposición la imagen original sin ningún impedimento visual.
La imagen superior de la Figura 625 es un ejemplo de mala práctica pericial a este respecto; quien manejó el documento
por primera vez, hizo numerosas indicaciones con bolígrafo de color rojo que acrecentaban la confusa percepción de los
autógrafos, ya de por sí poco claros a causa de las líneas impresas. Con este material tan «contaminado» su utilización en
un nuevo dictamen impedía demostrar nítidamente ciertos fenómenos gráficos, por lo que hubo que despejarlos por
medios digitales para conseguir estructuras diáfanas (imagen inferior).
Figura 625.Anotaciones en el documento original como las que se aprecian en la imagen superior constituyen una mala
práctica pericial. Para conseguir una visualización diáfana de las estructuras hubo que retirarlas digitalmente, junto con las
líneas impresas y los fondos
Dejando aparte la deficiente calidad de ciertas imágenes, el que las ilustraciones aparezcan al final del trabajo como
elementos fuera de texto obstaculiza en buena medida la cabal comprensión del peritaje, porque obliga al lector a la
constante consulta de un lado a otro. Lo cierto es que cada vez son más los trabajos que se maquetan incluyendo la
imagen junto al texto explicativo, precisamente por el empleo de los procesadores de texto.
La prohibición de intervenir de cualquier modo que pueda modificar el estado del documento debe ser especialmente
enérgica si de lo que se trata es de realizar pruebas dañinas: es el caso de la extracción de muestras para hacer análisis de
papel o tintas, puesto que son destructivas e irreversibles. No puede el perito, motu proprio, sin consultar antes y obtener
la autorización correspondiente, practicar este tipo de ensayos, máxime si no se le han solicitado.
Cotejos incompletos
Se trata de una variedad de dictamen donde tan sólo aparecen recogidos los aspectos que concuerdan o que difieren,
según que la conclusión sea de autenticidad o falsedad. No existe en ellos ninguna referencia a discrepancias o
contradicciones respecto de lo que se busca demostrar. Aun presuponiendo la buena fe del perito, un cotejo de esta
naturaleza «conduce» al lector a un solo campo. El receptor, faltándole explicaciones fundadas o una valoración técnica del
significado dentro del contexto, se ve arrastrado al convencimiento del perito y no tiene posibilidad de obtener una visión
alternativa, salvo que se asesore con otro experto sobre el modo en que ha discurrido la investigación.
Desde un punto de vista pericial hay que tacharlos de incompletos, por no calificarlos de parciales, o peor aún, sesgados.
Un dictamen pericial debe incluir todo: lo que concuerda y lo que discrepa, explicando en cada caso el valor de la
concordancia o discrepancia, y no es admisible la justificación que se da en ocasiones de que se ha omitido tal o cual
aspecto porque no se consideraba importante (esto último choca con la manifestación de haberse hecho un análisis
exhaustivo; pues si así ha sido, es imprescindible dejarlo probado).
Tal como se deduce de la lectura de estos dictámenes, y de no presuponerse la buena praxis del perito, se diría que hay un
acentuado interés por encontrar lo que se va buscando, es decir, por seleccionar sólo las pruebas que apoyan la
conclusión.
Por ejemplo, parece cuando menos incomprensible el que en los cotejos de la Figura 627 se den como argumentos para
asentar la misma autoría las dos razones siguientes: que en ambos casos los pares de letras G y r se encuentran unidos, y
que la r tipográfica presenta idéntica morfología. Y sin duda sorprendente es el hecho de que no se comente ninguna de las
diferencias y contradicciones de todo orden entre ambos pares de grafismos: proporciones, presión, número de trazos
constitutivos, colocación sobre la línea de pauta...
En la misma línea de conceder gran importancia a ínfimos detalles sin que se explique el porqué de la exclusión de los
fenómenos discrepantes, es el ejemplo de la Figura 626. El corto tramo de arranque dentro de la letra d es el que «da la
clave» de la autoría, aun cuando las restantes características, o son diferentes o contradictorias.
Figura 626.El fenómeno «clave» que aquí se señalaba para fundamentar la autoría de los manuscritos residía en el
pequeño trazo inscrito dentro del óvalo de la letrad.Los restantes factores no se estudiaban
Figura 627.En opinión del perito al comparar estas imágenes, los fenómenos indicados son idénticos, abstrayéndose de
los restantes fenómenos gráficos que hablan de lo contrario.
VALORACIÓN
Un buen dictamen contiene una valoración sólida y bien razonada sobre la base de lo hallado en la investigación. Para que
la conclusión a la que precede sea comprensible y justificada, la evaluación debería ir haciéndose a medida que se estudian
los fenómenos gráficos, mencionando la importancia que tiene cada uno en su contexto. Así, poco a poco, el destinatario
iría verificando cómo la génesis de una firma, por ejemplo, se va alejando de otra parecida, o viceversa, y al llegar a la
conclusión, la entendería.
La carencia de valoraciones produce un vacío entre lo detallado en los cotejos y la conclusión, y deja al lector sin saber el
porqué de ésta. Después de un largo detalle de formas, rasgos, y «gestos-tipo» un perito finaliza:
«A la vista de lo expuesto el perito informante según su leal saber y entender y recta conciencia llega a las siguientes
Conclusiones: [...].»
Algo más elaborada, pero sin aportar mayor claridad al criterio que ha seguido en la valoración de los resultados obtenidos,
es esta otra:
«Considerado todo lo anteriormente expuesto y valorados los pros y los contras de los puntos básicos analizados, se
llega a las siguientes conclusiones: [...].»
No hay peso alguno en afirmaciones tan genéricas. El receptor del dictamen se queda ayuno de las causas que llevan al
perito a concluir sobre la autenticidad o falsedad, y lo único que se le ofrece como argumento son «el leal saber y
entender» o el haber considerado «los pros y los contras de los puntos básicos.»
CONCLUSIONES
Con más o menos circunloquios, las conclusiones suelen ser breves. Con todo, hay que insistir en que debieran ser «muy
breves», lacónicas incluso. Si en los cotejos se han expuesto con la necesaria amplitud los detalles de la investigación, al
concluir sería bueno utilizar fórmulas como «La firma dubitada no es de la autoría de don Fulano de Tal». No más.
Incluso en los casos dudosos, la expresión de la duda no debiera exceder la fórmula «No es posible establecer la autoría de
la firma dubitada».
En ocasiones, sin embargo, la exposición es obligadamente más extensa si son varios los aspectos sobre los que se ha
pedido dictamen.
Hay conclusiones largas y farragosas (que incluyen datos propios de los cotejos) y que sumen al destinatario en la
perplejidad, tanto por la forma de exponerlas como por lo ininteligible, cuando no ambiguo, de su contenido:
«Considerados todos los elementos grafodocumentoscópicos, y otros de origen exógeno o alteradores de la fisiología
de la persona que ha esgrafiado las firmas indubitadas, todo parece indicar que es la autora de las firmas dubitadas
pero no es posible afirmarlo con rotundidad porque también es posible que no sean de su puño y letra.»
«Con respecto a las firmas referenciadas X-1, X-1.1, X-2, X-1.2, A-1.a, A-1.b, a pesar de que se observan ciertas
diferencias entre ellas, lo que es normal ya que si dos firmas son idénticas una de ellas es falsa, se ha realizado un
estudio minucioso de cada una de ellas, buscando las semejanzas y diferencias entre ellas, tanto a nivel cualitativo
como cuantitativo, buscando la posibilidad de que pudiera existir algún intento de ocultación de la personalidad gráfica
o de autofalsificación de la propia escritura en alguna de ellas, y una vez realizado este estudio, del que se ha podido
extraer un perfil de la firma de don Fulano de Tal, se llega a la conclusión de las firmas referenciadas X-1.1, X-1.2, han
sido realizadas por don Fulano de Tal.»
CONTRAPERITAJES
La Ley de Enjuiciamiento Civil española prevé el supuesto de que un perito pueda hacer crítica del dictamen pericial
aportado por la contraparte (Ley 1/2000, art. 347.5). No obstante estar previsto en dicha Ley y, por tanto, ser legítimo, se
trata de un terreno particularmente delicado, máxime cuando en el «contraperitaje» se suscitan cuestiones sobre métodos
documentoscópicos, grafísticos o documentológicos, porque habría que partir del esclarecimiento de cuál de todos ellos es
el más contrastado, el más científico, el que más certidumbre aporta. Y desde luego, la sede judicial no es el foro más
adecuado para este tipo de debates.
Como ya se dijo al hablar de los métodos de investigación, la adscripción de cada perito a determinada escuela o
metodología le llevará a valorar como mejor opción la suya frente a la del contrario. Es un callejón sin salida.
De otra parte, debería también suponerse que el perito que critica tiene igual o más preparación que el criticado, iguales o
mejores medios técnicos con los que contrastar las investigaciones, la misma o mayor experiencia.
El hecho de entrecomillar el término contraperitaje se debe al uso que, sobre todo, hacen de él los letrados, con un claro
sentido de atacar (permítase tan beligerante término) un dictamen que les quita la razón. Así entendido, el trabajo que se
le solicita al perito, cuando lo es a instancia de parte, tiene tintes radicales que sobrepasan lo puramente técnico
abarcando peritaje y perito. A nadie le es ajeno el hecho de que el letrado lucha por los intereses de su cliente y dentro de
su estrategia está la de enervar o invalidar cualquier prueba en contra con todos lo medios a su alcance.
Tal estrategia no debe pasarse por alto, porque lo que se desprende de la ley es que lo que se somete a crítica es el
dictamen y no la persona. Se entiende que el texto legal le encomienda la opinión y valoración de los aspectos que el otro
perito ha tratado, observar cómo los ha expuesto, comprobar qué posibles carencias u omisiones ha cometido y hasta qué
punto los razonamientos tienen sustento verosímil conforme a la buena praxis pericial. Enfocado así, es factible hacer un
juicio ecuánime y respetuoso.
Por tanto, cualquier perito debería tener un concepto claro al respecto: no se le da patente de corso para hacer
comentarios o juicios sobre la persona. No está demás recalcarlo en un ámbito como el de los «peritos calígrafos», donde,
a nadie se le oculta, las rencillas y discrepancias no sólo van dirigidas al campo de lo doctrinal.
No hay mejor contraperitaje que otro trabajo elaborado en paralelo en el que se den mejores fundamentos,
con mejores demostraciones y argumentos, con evidencias incuestionables y, en definitiva, con mayor peso
probatorio. Cuando los trabajos lleguen finalmente a la mesa del juez se verá cuál merece más confianza.
EL PERITO EN LA VISTA ORAL
El dictamen pericial no acaba al imprimirlo y entregarlo al solicitante (Juzgado, empresa o particular). Termina después de
haber asistido a la vista oral y tras haber contestado a las preguntas que las partes o el Tribunal le hayan formulado. Esta
circunstancia debiera estar en el ánimo del perito desde el inicio mismo del trabajo. Su labor está sujeta al pedido de
aclaraciones e incluso más, a todo tipo de objeciones por la parte a quien perjudique. También es una circunstancia que,
sobre todo el perito novel, debe tener presente: la labor del letrado a quien la conclusión le es adversa consiste en enervar
el peritaje, en buena lógica para conseguir el buen fin del pleito.
Sabido esto, y entendido como una parte más de su quehacer pericial, estará en las mejores condiciones para elaborar el
trabajo porque, adelantándose a las objeciones y cuestiones que pudieran planteársele en la sala, puede ir desarrollando
en los cotejos todos aquellos aspectos susceptibles de duda y exponer las circunstancias que los expliquen. Esta postura
frente al trabajo tiene dos ventajas: a la vista oral en juicio irá perfectamente preparado para resolver cualquier punto del
trabajo, y por otra parte, reducirá el número de cuestiones aun cuando siempre queden algunas que no son fáciles de
prever. Pero serán las menos.
Las manifestaciones orales son continuidad y complemento de lo expresado en el dictamen. Por consiguiente, debe existir
perfecta coherencia entre lo escrito y las aclaraciones que dé en la Sala, lo que comporta un repaso profundo, previo a la
comparecencia, que evite ambigüedad en las respuestas, titubeos, inseguridad o cualquier afirmación contradictoria. La
declaración en juicio es el colofón de la labor y, a menos que tuviese que modificar algún aspecto concreto o iniciar la
comparecencia rectificando algún error del que se hubiese apercibido después de entregado el trabajo, no debería provocar
incertidumbre con sus respuestas.
UN APUNTE SOBRE CONDUCTA PERICIAL
Es innecesario hablar de ética pericial a quienes, adultos, tienen sin duda capacidad para distinguir lo que es o no conducta
recta. Cada quien sabe en su fuero interno si su proceder ante un asunto es o no ético. Este epígrafe tiene otro sentido
que, sobre todo para los principiantes, tiene la finalidad de ser aviso y prevención.
Prevención, porque debe estar atento a los mensajes que el cliente o su letrado (si actúa a instancia de parte) le van a dar
para que «vea con claridad» la autenticidad o la falsificación de los documentos, informándole de circunstancias que son
externas a su trabajo: «El documento lo firmó delante de mí», u otras parecidas. La experiencia enseña que todas estas
informaciones no sólo son perjudiciales sino inútiles (el perito no puede utilizar conjeturas ni hechos que no estén
reflejados en el papel), y salvo que haga un firme ejercicio de ecuanimidad, puede verse influido. Por consiguiente debería
evitar:
• Conocer detalles del asunto que nada tienen que ver con el objeto de su peritaje.
• Oír a testigos que «saben» cómo se hizo el documento. En el mejor de los casos, y presuponiéndoles buena fe, pueden
estar confundidos y ser otro parecido el que creen reconocer.
• Dar una primera opinión basada en documentos insuficientes o que se le han seleccionado (quizá sesgadamente).
• Dejarse dirigir a determinado terreno sin tener todas las piezas de comparación necesarias.
• Pronunciar una hipótesis «instantánea» con tan sólo un examen superficial.
• Adherirse o contradecir otras opiniones periciales sin haber hecho su propio estudio.
También debe estar avisado sobre otras circunstancias que no siempre se perciben con la debida claridad en la relación
que se establece entre cliente y perito, y que tiende a cumplirse en la gran mayoría de los casos. Es decir, la familiaridad y
el trato de casi amistad con que se le regala al perito durante la realización de su trabajo, estableciendo con él una
comunicación excesivamente cordial. Un prudente distanciamiento que no tiene por qué convertirse en frialdad, es una
postura de lo más aconsejable, de modo que el perito no se «integre» en el grupo abogado-cliente y se haga partícipe de
sus filias y fobias frente al otro litigante o al otro perito que haya podido dictaminar sobre el mismo asunto.
Porque el perito novel debe saber que durante su actuación todo serán mieles y atenciones por parte de los solicitantes,
pero que una vez terminado su trabajo todo aquello se olvidará. Dicho de una manera cruda, pero completamente real y
práctica, cada cliente es un ave de paso. No puede haber mejor imagen de esta situación que la expresada por CALDERÓN
en La vida es sueño:
Ni que decir tiene que aún peor es la postura de quien se aviene a participar de las estrategias del cliente y su abogado
para hacer un peritaje inducido o arremeter contra otro colega.
Y debe ser consciente de que ha de seguir su carrera profesional después de haber cumplido el encargo, y puede quedar
en no muy buen lugar para actuaciones futuras si en su comportamiento ha excedido el cometido que le corresponde.
Extralimitarse en actuaciones viscerales acarrea quedar en evidencia frente al juez de turno, los abogados contrarios (e
incluso los que le han encargado el asunto) y los compañeros de profesión. Porque si lo deseable es que su trabajo le
entusiasme, de ninguna manera extienda ese entusiasmo a las tesis de quienes requieren sus servicios. El rigor y la
ecuanimidad en la actuación es un valor a largo plazo: rinde muy buenos réditos con el transcurrir de los años.
Lo dicho en este último epígrafe, aunque tratado con más acierto y extensión, se encuentra en la obra de los señores
LÓPEZ PEÑA y DIEGO CASÁ (2) , cuya lectura es altamente recomendable para los peritos aunque los autores declaren no
estar dirigida a los calígrafos sino a «[...] los abogados, a los magistrados, funcionarios y a toda persona lega en la materia
[...]».
(1) Tomado literalmente de un «Informe pericial grafodocumentoscópico y grafístico-analítico».
Ver Texto
(2) LÓPEZ PEÑA, Fernando y DIEGO CASÁ, Eduardo: La prueba pericial caligráfica, Buenos Aires: Abeledo-Perrot, 1997.
Ver Texto
Consejo de Redacción
Autor
Páginas de crédito
Dedicatoria
Prólogo
Presentación
Introducción. Antecedentes
Terminología
Bases de la investigación pericial
Medios técnicos para la investigación
La reproducción fotográfica de documentos
Medios para la producción documental
Alteraciones y modificaciones en los documentos
Daños en los documentos
Grafismo y escritura
Aproximación al análisis de los manuscritos
La escritura como registro físico
La escritura como hecho dinámico
La articulación de los grafismos
Métodos para el estudio de los manuscritos
Las falsificaciones de manuscritos
Cotejos de firmas y textos
El peritaje de escrituras impresas
El peritaje de fotocopias
El dictamen pericial