Latín
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Latín
El latín (autoglotónimo: Lingua Latina o Latīnum) es una lengua itálica perteneciente al subgrupo latino-
falisco,2 y a su vez a la familia de las lenguas indoeuropeas,3 que fue hablada en la Antigua Roma y Latín
posteriormente durante la Edad Media y la Edad Moderna, llegando hasta la Edad Contemporánea, pues se
mantuvo como lengua científica hasta el siglo xix. Su nombre deriva de una zona geográfica de la península Lingua Latīna, Sermo Latinus
itálica donde se desarrolló Roma, el Lacio (en latín, Latium).
Adquirió gran importancia con la expansión de Roma,4 y fue lengua oficial del Imperio romano en gran
parte de Europa, África septentrional y Oriente Próximo, junto al griego. Como las demás lenguas
indoeuropeas en general, el latín era una lengua flexiva de tipo fusional con un mayor grado de síntesis
nominal que las actuales lenguas romances, en la cual dominaba la flexión mediante sufijos, combinada en
determinadas veces con el uso de las preposiciones, mientras que en las lenguas modernas derivadas
dominan las construcciones analíticas con preposiciones, mientras que se ha reducido la flexión nominal a
marcar solo el género y el número, conservando los casos de declinación solo en los pronombres personales
(estos tienen, además, un orden fijo en los sintagmas verbales).a
El latín originó un gran número de lenguas europeas, denominadas lenguas romances, como el español, Misal romano conservado en el Museo de arte
francés, franco-provenzal, friulano, gallego, istriano, istrorrumano, italiano, ladino, ligur, lombardo, Religioso de Comayagua, Honduras.
meglenorrumano, napolitano, occitano, piamontés, portugués, romanche, rumano, sardo, siciliano, valón,
Región Originalmente en la península itálica,
véneto, aragonés, arrumano, asturleonés, catalán, corso, emiliano-romañol, y otros ya extintos, como el luego en la zona de influencia del
dalmático, panonio y el mozárabe. También ha influido en las palabras de las lenguas modernas debido a Imperio romano y posteriormente en
que durante muchos siglos, después de la caída del Imperio romano, continuó usándose en toda Europa aquellos Estados europeos con
como lingua franca para las ciencias y la política, sin ser seriamente amenazada en esa función por otras presencia de la Iglesia católica.
lenguas en auge (como el español en el siglo xvii o el francés en el siglo xviii), hasta prácticamente el Hablantes 1 000[cita requerida] (actualidad)
siglo xix. 20-30 millones (c. 14 d. C.)
Nativos
La Iglesia católica lo usa como lengua litúrgica oficial (sea en el rito romano sea en los otros ritos latinos),
0
aunque desde el Concilio Vaticano II se permiten además las lenguas vernáculas.5 También se usa para los Otros
nombres binarios de la clasificación científica de los reinos animal y vegetal, para denominar figuras o 1 000
instituciones del mundo del Derecho, como lengua de redacción del Corpus Inscriptionum Latinarum, y en
Familia Indoeuropeo
artículos de revistas científicas publicadas total o parcialmente en esta lengua. Itálico
Latino-falisco
El alfabeto latino, derivado del alfabeto griego (en sí derivado del alfabeto fenicio), es ampliamente el
Latín
alfabeto más usado del mundo con diversas variantes de unas lenguas a otras. El estudio del latín, junto al
del griego clásico, es parte de los llamados estudios clásicos, y aproximadamente hasta los años 1970 fue Escritura Alfabeto latino
estudio casi imprescindible en las humanidades. Hasta el día de hoy, en países como Alemania, en los Estatus oficial
Gymnasien se enseña latín o griego junto a lenguas modernas. Oficial en Santa Sede
Regulado Pontificia Academia de
Historia por
Latinidad1
Orígenes y expansión
El latín aparece hacia el año 1000 a. C. en el centro de
Italia, al sur del río Tíber, con los Apeninos al este y el
mar Tirreno al oeste, en una región llamada Latium
(Lacio), de donde proviene el nombre de la lengua y
el de sus primeros habitantes, los latinos; sin embargo,
los primeros testimonios escritos datan del
siglo vi a. C., como la inscripción de Duenos y otras
similares.
Después del periodo de dominación etrusca y la invasión de los galos (390 a. C.), la
ciudad se fue extendiendo, en forma de República, por el resto de Italia. A finales del
siglo iv a. C., Roma se había impuesto a sus vecinos itálicos. Los etruscos dejaron su
impronta en la lengua y la cultura de Roma, pero los italiotas presentes en la Magna Grecia
influyeron más en el latín, dotándolo de un rico léxico.
El latín de la ciudad de Roma se impuso a otras variedades de otros lugares del Lacio, de
las que apenas quedaron algunos retazos en el latín literario. Esto hizo del latín una lengua
con muy pocas diferencias dialectales, al contrario de lo que pasó en griego. Podemos
calificar, pues, al latín de lengua unitaria.
Paralelamente a la expansión territorial de Roma, el latín se desarrolló como lengua literaria y como lingua franca a la vez que el griego, que había tenido estos
papeles antes. Desde el siglo ii a. C., con Plauto y Terencio, hasta el año 200 d. C. con Apuleyo tenemos una forma de latín que no tiene ninguna variación
sustancial.7
El idioma original de los grupos latinos, al desarrollarse en la península itálica, se vio influido por el contacto con hablantes de otros grupos lingüísticos presentes
en la Italia antigua, tanto indoeuropeos hablantes de otros subgrupos de lenguas itálicas, principalmente de la rama osco-umbra (oscos, umbros, samnitas,
picenos…), como hablantes de lenguas indoeuropeas no itálicas (mesapios, griegos, celtas…), así como hablantes de lenguas preindoeuropeas (etruscos, ligures,
nuragicos…). Suelen distinguirse tres tipos de influencia sociolingüística:
sustrato, debido al bilingüismo de pueblos que previamente a su adopción definitiva del latín usaban también otras lenguas,
superestrato, entendida como influencia de lenguas procedentes de grupos que ocuparon territorios donde se hablaba latín, en el latín esta
influencia no fue muy considerable durante los primeros siglos, a diferencia de lo que sucedería posteriormente con las lenguas románicas,
adstrato, provocada por el contacto con otros pueblos y lenguas de prestigio contemporáneas del latín.
Esta distinción, sin embargo, puede no resultar del todo operativa; por ejemplo, el etrusco pudo haber sido a la vez substrato, adstrato y superestrato en diferentes
épocas.
Influencia sustrato
Los habitantes de las regiones de la antigua Italia en las que posteriormente se difundió el latín eran hablantes nativos de otras lenguas, tanto indoeuropeas del
grupo itálico (como el latín), como de otros grupos de lenguas indoeuropeas y preindoeuropeas, que al ser asimilados finalmente a la cultura latina ejercieron cierta
influencia lingüística de sustrato. A veces, para indicar estas lenguas, se habla de sustrato mediterráneo, que proporcionó al latín el nombre de algunas plantas y
animales que los indoeuropeos conocieron al llegar. Son lenguas muy poco conocidas, pues quedan solo unos pocos restos escritos, algunos aún sin descifrar. Un
sustrato del latín arcaico en la ciudad de Roma y alrededores fue claramente la lengua etrusca.
En cuanto a la influencia del sustrato indoeuropeo osco-umbro, resulta interesante el hecho de que prefigura algunas de las características fonéticas y fonológicas
que más tarde aparecerían en las lenguas romances (ciertas palatalizaciones y monoptongaciones), pues muchos hablantes de lenguas itálicas al romanizarse
conservaron ciertos rasgos fonéticos propios, incluso (marginalmente) dentro de las lenguas románicas.
Fenómenos de este tipo son la influencia céltica a la que se atribuye la lenición de las consonantes intervocálicas o la [y] francesa, el vasco (o alguna lengua
parecida), al que se atribuye la aspiración de la /f/ española en /h/, o el influjo eslavo, responsable de la centralización de las vocales rumanas.
Sustrato etrusco: La influencia del etrusco en la fonología latina se refleja en el hecho de desarrollar algunas aspiradas (pulcher, 'hermoso') y la tendencia a cerrar
-o en -u. Las inscripciones etruscas muestran una tendencia a realizar como aspiradas oclusivas sordas previamente no-aspiradas, y poseía un sistema fonológico de
solo cuatro timbres vocálicos /a, e, i, u/, teniendo este último una cualidad entre [o] y [u] que habría influido en la tendencia del latín a cerrar algunas /*o/ en [u].
Además los numerales latinos duodeviginti ('18') y undeviginti ('19') son claramente calcos lingüísticos formados a partir de las formas etruscas esl-em zathrum
('18') thu-nem zathrum, '19' (donde zathrum es la forma etrusca para '20', esl- '2' y thun- '1'). También es un hecho de sustrato del etrusco en latín el sufijo -na en
palabras como persona, etc.
Influencia superestrato
Durante un tiempo, Roma tuvo importantes contingentes de población de origen etrusco, por lo que el etrusco fue tanto una lengua substrato como una lengua
superestrato, al menos durante el período que abarca la monarquía romana y, en menor medida, la república romana. La influencia del etrusco es particularmente
notoria en ciertas áreas del léxico, como la relacionada con el teatro y la adivinación. Roma también sufrió invasiones de los galos cisalpinos, aunque no parecen
existir importantes indicios de influencia celta en el latín. Sí existen algunas evidencias en el vocabulario de préstamos léxicos directos de lenguas osco-umbras, que
constituyen la principal influencia de tipo substrato en el latín clásico.
Por otra parte, si bien desde antiguo los romanos tenían contactos con pueblos germánicos no existen fenómenos de influencia léxica en latín clásico. A diferencia
de lo que sucede con las lenguas románicas occidentales que, entre los siglos v y viii, recibieron numerosos préstamos léxicos del germánico occidental y del
germánico oriental. Esto contrasta con la profunda influencia que el latín ejerció en el predecesor del alto alemán antiguo. Igualmente, existen abundantes rastros de
la administración romana en la toponimia de regiones que hoy son de habla germánica, como por ejemplo Colonia. Los elementos germánicos en la Romania
occidental proceden del período del Bajo Imperio, y constituyen el principal superestrato en latín tardío. El flujo no se interrumpió en la formación de las lenguas
románicas. Las influencias de los pueblos godo, alemánico, borgoñés, franco y lombardo en las lenguas románicas se da mayoritariamente en el campo de la
toponimia y la antroponimia. Aparte de estos, el número de préstamos es bastante reducido.
Influencia adstrato
Es la debida al contacto con pueblos que convivieron con los latinos sin tenerlos dominados ni depender de ellos. Este tipo de influencia se nota más en el estilo y
el léxico adquiridos que en los cambios fónicos de la lengua. Los adstratos osco, umbro y griego, son responsables del alfabeto y sobre lo relacionado con la
mitología, pues los romanos tomaron prestados los dioses helenos, aunque con nombres latinos.
Adstrato griego: la entrada masiva de préstamos y calcos áticos y jónicos puso en guardia a los latinos desde tiempos muy tempranos, encabezados por Catón el
Viejo en el siglo iii a. C. Pero en la Edad de Oro de la literatura latina los romanos se rindieron ante la evidente superioridad del idioma griego antiguo. Bien
pueden resumir este sentimiento los famosos versos de Horacio: «Graecia capta ferum victorem cepit et artis / intulit agresti Latio» («La Grecia conquistada
conquistó a su fiero vencedor e introdujo las artes en el rústico Lacio»).8
Esta entrada masiva de helenismos no se limitó a la literatura, las ciencias o las artes. Afectó a todos los ámbitos de la lengua, léxico, gramatical y estilístico, de
modo que podemos encontrar el origen griego en muchas palabras comunes de las lenguas románicas.
Después de la Edad Clásica, el cristianismo fue uno de los factores más potentes para introducir en la lengua latina hablada una serie de elementos griegos nuevos.
Ej: παραβολή > parábola. Encontramos esta palabra dentro de la terminología retórica, pero sale de ella cuando se usa por los cristianos y adquiere el sentido de
parábola, es decir, predicación de la vida de Jesús. Poco a poco va adquiriendo el sentido más general de «palabra», que sustituye en toda la Romanía al elemento
que significaba «palabra» (verbum). El verbo que deriva de parabole (parabolare, parolare) sustituye en gran parte de la Romanía al verbo que significaba
«hablar» (loquor).
Literatura latina
El cuerpo de libros escritos en latín, retiene un legado duradero de cultura de la Antigua Roma. Los romanos produjeron una extensa cantidad de libros de poesía,
comedia, tragedia, sátira, historia y retórica, trazando arduamente al modo de otras culturas, particularmente al estilo de la más madura literatura griega. Un tiempo
después de que el Imperio romano de occidente cayese, la lengua latina continuaba jugando un papel muy importante en la cultura europea occidental.
La literatura latina normalmente se divide en distintos períodos. En lo que respecta a la primera, la literatura primitiva, solo restan unas pocas obras sobrevivientes,
los libros de Plauto y Terencio; se han conservado dentro de los más populares autores de todos los períodos. Muchas otras, incluyendo la mayoría de los autores
prominentes del latín clásico, han desaparecido, aunque bien algunas han sido redescubiertas siglos después.
El periodo del latín clásico, cuando la literatura latina es ampliamente considerada en su cumbre, se divide en la Edad Dorada, que cubre aproximadamente el
periodo del inicio de siglo i a. C. hasta la mitad del siglo i d. C.; y la Edad de Plata, que se extiende hasta el siglo ii d. C. La literatura escrita después de la mitad del
siglo ii es comúnmente denigrada e ignorada.
En el Renacimiento muchos autores clásicos fueron redescubiertos y su estilo fue conscientemente imitado. Pero sobre todo, se imitó a Cicerón, y su estilo se ha
apreciado como el perfecto culmen del latín. El latín medieval fue frecuentemente despreciado como latín macarrónico; en cualquier caso, muchas grandes obras de
la literatura latina fueron producidas entre la antigüedad y la Edad Media, aunque no sea de los antiguos romanos.
La literatura latina romana indígena ha dejado muy pocos vestigios y solo nos ofrece fragmentos verdaderamente arcaicos e intentos de
arcaísmo deliberado que proceden fundamentalmente de tiempos de la República, de los emperadores y principalmente de los Antoninos.
La literatura latina romana imitada ha producido composiciones en que la inspiración individual se junta a la imitación más feliz, obras
numerosas y elegidas que nos han llegado enteras. A veces, se han confundido las obras de origen italiano, producciones más toscas del
genio agrícola o religioso de los primitivos romanos (que ofrecen un carácter más original), con las copias latinas de las obras maestras de
Grecia, que ofrecen un encanto, una elegancia y una suavidad correspondientes a una civilización culta y refinada. En este último aspecto
señalamos la tendencia de dos escuelas retóricas de origen griego que tuvieron gran influencia en Roma: el asianismo y el aticismo. Desde
los tiempos de Cicerón estas dos tendencias estilísticas del griego entraron de lleno en latín y perduraron durante varios siglos en la literatura
latina.
Literatura temprana
Poesía: Ennio
Tragedia: Pacuvio, Lucio Accio
Comedia: Cecilio, Terencio, Plauto
El plebeius sermo tenía un vocabulario muy reducido y tomó palabras originarias de distintas provincias dominadas por los romanos, desconocidas por el sermo
nobilis. De igual manera, en el latín vulgar se dieron fenómenos tales como la reducción del significado de muchas palabras, la ampliación del significado de otras,
el cambio de significado de términos usuales en el latín literario o el cambio de significado en otros casos.
Asimismo, en la lingua romana rustica se fueron dando diferencias en la pronunciación de las palabras y en la duración de las vocales. El latín clásico era sintético,
es decir, que expresaba varias ideas en una sola palabra, mientras que el latín vulgar explicaba los conceptos a través de muchos términos; se volvió una lengua
analítica. El sermo vulgaris hace uso del artículo demostrativo para precisar el género y número del sustantivo al que acompañan: ille vir (el hombre) - illa femina
(la mujer). En el latín vulgar se pierden las terminaciones que indicaban los seis casos del singular y del plural, conservando el acusativo. El género neutro se
vuelve masculino, por ejemplo: baculum (báculo), corpus (cuerpo), damnum (daño), frigus (frío), cor (corazón).
Edad Media
Tras la caída del Imperio romano, el latín todavía fue usado durante varios siglos como la única lengua escrita en el mundo posterior al estado romano. En la
cancillería del rey, en la liturgia de la Iglesia católica o en los libros escritos en los monasterios, la única lengua usada era el latín. Un latín muy cuidado, aunque
poco a poco se vio influido por su expresión hablada. Ya en el siglo vii, el latín vulgar había comenzado a diferenciarse originando el protorromance y después las
primeras fases de las actuales lenguas romances.
Con el renacimiento carolingio del siglo ix, los mayores pensadores de la época, como el lombardo Pablo el Diácono o el inglés Alcuino de York, se ocuparon de
reorganizar la cultura y la enseñanza en su imperio. En lo que se refiere al latín, las reformas se dirigieron a la recuperación más correcta de forma escrita, lo que le
separó definitivamente de la evolución que siguieron las lenguas romances.
Luego, con el surgimiento de las primeras y pocas universidades, las enseñanzas dadas por personas que provenían de toda Europa eran rigurosamente en latín.
Pero un cierto latín, el que no podía decirse que fuera la lengua de Cicerón u Horacio. Los doctos de las universidades elaboraron un latín particular, escolástico,
adaptado a expresar los conceptos abstractos y ricos en elaborados matices de la filosofía de la época. El latín ya no era la lengua de comunicación que fue en el
mundo romano; todavía era una lengua viva y vital, todo menos estática.
Renacimiento
En el siglo xiv, en Italia, surgió un movimiento cultural que favoreció un renovado interés por el latín antiguo: el Humanismo. Comenzado ya por Petrarca, sus
mayores exponentes fueron Poggio Bracciolini, Lorenzo Valla, Marsilio Ficino y Coluccio Salutati. Aquí la lengua clásica empezó a ser objeto de estudios
profundos que marcaron el nacimiento, de hecho, de la filología clásica.
Edad Moderna
En la Edad Moderna, el latín aún se usa como lengua de la cultura y de la ciencia, pero va siendo sustituido paulatinamente por los idiomas locales. En latín
escribieron, por ejemplo, Nicolás Copérnico e Isaac Newton. Galileo fue de los primeros científicos en escribir en un idioma distinto del latín (en italiano, hacia
1600), y Oersted de los últimos en escribir en latín, en la primera mitad del siglo xix.
Gramática
Al conjunto de formas que puede tomar una misma palabra según su caso se le denomina paradigma de flexión. Los paradigmas de flexión de sustantivos y
adjetivos se denominan en gramática latina declinaciones, mientras que los paradigmas de flexión de los verbos se llaman conjugaciones. En latín el paradigma de
flexión varía de acuerdo con el tema al que está adscrita la palabra. Los nombres y adjetivos se agrupan en cinco declinaciones, mientras que los verbos se agrupan
dentro de cuatro tipos básicos de conjugaciones.
Sustantivos
En latín, el sustantivo, el adjetivo (flexión nominal) y el pronombre (flexión pronominal) adoptan diversas formas de acuerdo con su función sintáctica en la
oración, formas conocidas como casos gramaticales. Existen en latín clásico seis formas que pueden tomar cada sustantivo, adjetivo o pronombre («casos»):
1. nominativo: es usado cuando el sustantivo es el sujeto o atributo (o predicado nominal) de la oración o frase.
2. vocativo: identifica a la persona a la que se dirige el hablante, se podría decir que es una llamada de atención. Incluso, puede servir como
saludo.
3. acusativo: se usa, sin rección de preposición alguna, cuando el sustantivo es el objeto directo de la frase, o bien como sujeto del denominado
infinitivo «no concertado»; cuando va regido por una preposición, pasa a desempeñar la función sintáctica de complemento circunstancial.
4. genitivo: indica el complemento y las características del nombre (sustantivo o adjetivo).
5. dativo: se usa para señalar el objeto indirecto, con ciertos verbos y, a veces, como agente (en la conjugación perifrástica pasiva) y poseedor
(con el verbo sum).
6. ablativo: caso gramatical que denota separación o movimiento desde un lugar. El latino además, incluía en él la causa, el agente, usos como
instrumental, locativo y adverbial. También se pone en ablativo el término de una comparación de superioridad, inferioridad o igualdad.
Existen además restos de un caso adicional indoeuropeo: el locativo (indicando localización, bien en el espacio, bien en el tiempo): rurī 'en el campo', domī 'en (la)
casa'.
El adjetivo también tiene formas flexivas, dado que concuerda necesariamente con un sustantivo en caso, género y número.
Verbos
A grandes rasgos hay dos temas dentro de la conjugación del verbo latino, infectum Tema infectum Tema perfectum
y perfectum: en el infectum están los tiempos que no indican un fin, una Presente presente mittit pretérito perfecto misit
terminación, como el presente, el imperfecto y el futuro; son tiempos que no
Pasado imperfecto mittebat pretérito pluscuamperfecto miserat
señalan el acto acabado, sino que, sea que está ocurriendo en el presente, ocurría
con repetición en el pasado (sin indicar cuando acabó), o bien un acto futuro. En Futuro futuro imperfecto mittet futuro perfecto miserit
este tema del verbo la raíz no cambia, al contrario que con el perfectum, que tiene
su propia terminación irregular (capere: pf. cepi — scribere: pf. scripsi — ferre pf. tuli — esse pf. fui — dicere pf. dixi).
El perfecto (del latín perfectum, de perficere 'terminar', 'completar') en cambio indica tiempos ya ocurridos, terminados, que son el pretérito, el pluscuamperfecto y
el futuro perfecto.
Ambos cuentan con los siguientes modos gramaticales (a excepción del imperativo, que no existe en perfectum): el indicativo, que expresa la realidad, certeza, la
verdad objetiva; el subjuntivo expresa irrealidad, subordinación, duda, hechos no constatados, a veces usado como optativo; el imperativo, que denota mandato,
ruego, exhortación, y el infinitivo, una forma impersonal del verbo, usada como subordinado ante otro, o dando una idea en abstracto. Con seis personas en cada
tiempo —primera, segunda y tercera, cada una en singular y plural— y dos voces —activa cuando el sujeto es el agente y pasiva cuando el sujeto padece una
acción no ejecutada por él—, más los restos de una voz media, un verbo no deponente normalmente posee unas 130 desinencias.
Los verbos en latín usualmente se identifican por cinco diferentes temas de conjugaciones Tema en 1.ª persona 3.ª persona futuro infinitivo
(los grupos de verbos con formas flexivas similares): el tema en -a larga (-ā-), el tema en -e
1.° ā amō amat amābit amāre
larga (-ē-), tema en consonante, tema en -i larga (-ī-) y, por último, el tema en -i breve (-i-).
2.° ē habeō habet habēbit habēre
Básicamente solo hay un modo de la conjugación latina de los verbos, pero vienen influidos
por cierta vocal que provoca algunos cambios en sus desinencias. Por ejemplo, en su 3a consonante dīcō dīcit dīcet dīcere
terminación de futuro: mientras lo común era indicarlo mediante un tiempo proveniente del 3b i "impura" faciō facit faciet facere
subjuntivo, en los verbos influidos por E o A larga, el futuro sonaría exactamente igual que el 4.° ī audiō audit audiet audīre
presente, por lo que tuvieron que cambiar sus desinencias.
Sintaxis
El objeto de la sintaxis es organizar las partes del discurso de acuerdo con las normas de la lengua para expresar correctamente el mensaje. La concordancia, que es
un sistema de reglas de los accidentes gramaticales, en latín afecta a género, número, caso y persona. Esta jerarquiza las categorías gramaticales, de tal manera que
el verbo y el adjetivo adecúan sus rasgos a los del nombre con el que conciertan. Las concordancias son adjetivo/sustantivo o de verbo/sustantivo. Obsérvese el
ejemplo: «Animus aequus optimum est aerumnae condimentum» («Un ánimo equitativamente bueno es el condimento de la miseria»).9
Mediante la construcción se sitúan los sintagmas en el discurso. En latín el orden de la frase es S-O-V, o sea, primero va el sujeto, el objeto, y al final el verbo. Esta
idea de construcción supone que las palabras tienen ese orden natural; no es tan fácil de establecer en rigor. Un ejemplo de orden natural sería «Omnia mutantur,
nihil interit» («Todo cambia, nada perece»).10 Por oposición, al orden que incluye desviaciones de la norma, por razones éticas o estéticas, se le da el nombre de
figurado, inverso u oblicuo, como en «Vim Demostenes habuit», donde Demostenes ha sido desplazado de su primer lugar propio (el primer lugar en la frase podía
usarse para señalar la palabra más importante: puesta en relieve).
Fonética y fonología
El latín se pronunciaba de forma diferente en los tiempos antiguos, en los tiempos clásicos y en los posclásicos; también era diferente el latín culto de los diversos
dialectos de latín vulgar. Al ser el latín una lengua muerta, no se sabe con exactitud la pronunciación de la grafía latina: históricamente se han propuesto diversas
formas. Las más conocidas son la eclesiástica (o italiana) que se acerca más a la pronunciación del italiano que a la del latín clásico11 , la pronuntiatio restituta
(pronunciación reconstruida), que es el intento de reconstruir la fonética original, y la erasmista. La Pronunciación
comparación con otras lenguas indoeuropeas también es importante para determinar el probable valor Letra
Clásica Vulgar
fonético de ciertas letras.
ă A breve [a] [a]
No hay un acuerdo entre los estudiosos. Pero parece ser que el latín, a lo largo de su historia, pasó por ā A larga [aː] [a]
períodos en los que el acento era musical y por otros en los que el acento era de intensidad. Lo que está
ĕ E breve [ɛ] [ɛ]
claro es que el acento tónico depende de la cantidad de las sílabas según el siguiente esquema:
ē E larga [eː] [e]
1. Se puede decir que en latín no hay palabras agudas (acentuadas en la última sílaba). Sin
embargo, puede ser que un número muy reducido de palabras, por ej. adhūc, haya tenido ĭ I breve [ɪ] [e]
el acento al final. ī I larga [iː] [i]
2. Toda palabra de dos sílabas es llana.
ŏ O breve [ɔ] [ɔ]
3. Para saber la acentuación de las palabras de tres o más sílabas, hemos de conocer la
cantidad de la penúltima sílaba. Si esta sílaba es "pesada" o "larga" por tener una vocal ō O larga [oː] [o]
larga o por terminar en consonante, la palabra es llana; si es "ligera" o "breve", la palabra
es esdrújula. ŭ V breve [ʊ] [o]
4. El latín tiene cuatro diptongos, que son: ae, au, eu, oe. ū V larga [uː] [u]
/ă/ breve /ĕ/ breve /ĭ/ breve /ŏ/ breve /ŭ/ breve
/ā/ larga /ē/ larga /ī/ larga /ō/ larga /ū/ larga
Los siguientes son algunos ejemplos de pares contrastivos donde la diferencia es solo la duración de una vocal.
Pares contrastivos
Ejemplo 1 Ejemplo 2 Equivalente español del ejemplo 1 Equivalente español del ejemplo 2
ōs os boca hueso
La y (i græca) originalmente no formaba parte del sistema vocálico latino y solo aparecía en préstamos cultos griegos. Su pronunciación en el griego clásico
correspondía aproximadamente a la de la u francesa o ü alemana [y]. En latín generalmente se pronunciaba como una i, pues para la población poco educada
resultó difícil pronunciar la /y/ griega. Otras evidencias a favor de la existencia del sonido /y/ en latín es que era una de las tres letras claudias, concretamente la
llamada sonus medius (escrito como: Ⱶ) se creó para representar un sonido intermedio entre [i] y [u], muy probablemente [y] (o tal vez [ɨ]) que aparecía estar detrás
de ciertas vacilaciones como OPTUMUS / OPTIMUS 'óptimo', LACRUMA / LACRIMA 'lágrima'.
Tanto unas como otras podían darse en cualquier posición; es decir, no tenían ninguna relevancia fonológica el acento ni la intensidad.
El tratamiento de las vocales del latín clásico varía según el tipo de sílaba en que se encuentran. Estaban muy influenciadas por el acento. El acento original de la
lengua “mater” del latín era musical y libre, pero ese sistema desapareció y ya no estaba reflejado en el latín clásico, en el que el acento carga sobre la penúltima
sílaba si esta es larga y sobre la antepenúltima si la penúltima es breve. Sin embargo los estudiosos están divididos en lo que respecta a sus opiniones sobre la
naturaleza del acento latino, aunque la opinión de la mayoría de los lingüistas cree que el acento tonal o musical es la que se mantuvo hasta el siglo iv d. C.
Las vocales del sistema fonológico latín clásico eran a, e, i, o, u, que podían ser largas o breves, y las combinaciones en diptongo de las tres primeras con las
semivocales o sonantes i, u, r, l, m, n. El tratamiento de estos sonidos heredados en latín varía según el tipo de sílaba en que aparecen. Pueden dividirse en sílaba
inicial, sílaba media y sílaba final. En el latín más antiguo estas vocales estaban acentuadas, y por ello se mantienen con regular constancia.
Sílabas iniciales14
/ə/
este sonido
de la lengua mater
de dar razón
de ecuaciones
como păater.
Sílabas no iniciales14
En sílabas no iniciales, como hemos visto más arriba, las vocales breves y diptongos breves experimentaron alteraciones que diferían según la sílaba terminase en
vocal o consonante. Todo esto lo podemos resumir bajo los epígrafes de las sílabas abiertas y las cerradas.
Sílabas no iniciales
Sílabas abiertas Sílabas cerradas
a a: e, y o: u; e, i y u permanecen inalteradas.
e a
o e
i o
u u
au: ū
oi
e e
o: e i
i: e u
o: u
Diptongos
ai ei oi ei: ī
Las sonantes
Ciertos tipos de sonidos, según el contexto fonético en que se hallen, funcionan como vocales o consonantes, es decir, como centro silábico o no.
Sonantes
Ĭ en posición inicial se conservó. ŭ se conservó en posición inicial ante vocales y entre vocales. r ṙ l İ en latín aparece como ol. m ṁ n ṅ
Consonantismo12 14
Las consonantes F, K, L, M, N, P, S se pronunciaban como en español. La B, D, G eran siempre oclusivas sonoras. La C representaba los sonidos [k] y [g] en latín
arcaico, aunque en latín clásico se reservó solo para el sonido [k] al crearse la letra G. El dígrafo QU correspondía en latín tardío a [kw] (en latín arcaico
seguramente era una labiovelar [kw]). La pronunciación de R sencilla no está clara. Podría haber sido como la del español (que según la posición es [ɾ] vibrante
simple o [r] vibrante múltiple) o tal vez como la del italiano (que muchas veces es [ɾ] incluso en inicio de palabra); entre dos vocales podría haber sido igual a la
"rr" del español (por lo que CARŌ sonaría con la misma de "rr" de "carro") o tal vez una geminada [ɾː]. La letra V representaba según el contexto la semiconsonante
/w/ o las vocales /ŭ, ū/. En latín tardío V pasó a [β], reforzándose en [b] inicial en algunos dialectos occidentales y fricativa dándose [v] en la mayor parte de la
Romania. La x tenía el sonido [ks], como en éxito. La Z originalmente no formaba parte del alfabeto latino y aparecía solamente en algunos préstamos griegos y
correspondía, al principio, al sonido [dz] como en la palabra italiana gazza, luego terminó fricativizándose en [z].
No se sabe con certeza la pronunciación exacta de la s latina. Teniendo en cuenta que era la única sibilante en el sistema consonántico latino, y que en el desarrollo
del francés podría haber sido la causa del desarrollo de la vocal [a] del francés medieval a [ɑ] antes de ella (ej. casse, del latín CAPSA, pronunciada originalmente
[kasə] y luego [kɑsə]), muchos lingüistas consideran que tenía un sonido de realización apicoalveolar o predorsodental de /s/, parecido al del español del medio y
norte de España. Algunos han propuesto que en muchas lenguas con una única sibilante el alófono principal de /s/ es apicoalveolar, ya que no existe la necesidad
de distinguirlo de otro fonema que sería la [ʃ]. Aunque por otra parte, sí existen lenguas con una sibilante donde la /s/ no es apicoalveolar, por ejemplo el español de
América. Quizás este hecho sea el origen del rotacismo intervocálico latino en palabras como FLOS > FLŌRĒS (< *floses).
El sistema consonántico del latín clásico estaba formado por cuatro subsistemas: el de las consonantes nasales, el de las líquidas, el de las semivocales y el de las
orales no líquidas:
1. Nasales: el subsistema de las nasales tenía cuatro fonemas: /m/ /n/ /mm/ /nn/.
2. Líquidas: el subsistema de las líquidas tenía también cuatro fonemas: /l/ /r/ /ll/ /rr/.
3. Semivocales: solo había dos fonemas: /ḽ/ y /ṷ/.
4. Orales no líquidas: se agrupan en los llamados “haces de correlación”. El español tiene cuatro, pero el latín tiene tres: labiales, dentales y
velares.
Orales no líquidas
Labiales Dentales Velares
Los fonemas consonánticos comprendían una riza variedad de oclusivas, sordas (p, t, k, q y qʷ), sonoras (b, d, g, y gʷ), con los correspondientes sonidos aspirados.
La única fricativa era la s. El latín no distingue entre la serie palatal y la velar ni entre aspiradas sordas y sonoras. Del sistema mencionado, el latín conservó
generalmente p, t, k, (q), qʷ y b, d, g, (g), afectando los cambios importantes a las labiovelares sonoras y a las oclusivas aspiradas.
Palatales k g kh gh
Fricativas s z - -
qʷ gh: x: h
gʷ
Ya en el ámbito de la gramática, habría que destacar los siguientes fenómenos: en el sistema verbal, la creación de formas compuestas (normalmente mediante la
combinación de habere con el participio pasado de otro verbo) paralelas al paradigma sintético ya existente; y la construcción de la pasiva con el auxiliar ser y el
participio del verbo que se conjuga (el francés y el italiano también emplean ser como auxiliar en los tiempos compuestos de verbos de «estado» y «movimiento»).
Los seis casos de la declinación latina se redujeron y posteriormente se reemplazaron con frases prepositivas (el rumano moderno mantiene un sistema de tres
casos, tal vez por influencia eslava; hasta el siglo xviii también algunas variantes romanches de Suiza tenían caso). Si en latín no había artículos, los romances los
desarrollaron a partir de los determinantes; son siempre proclíticos, menos en rumano, lengua en la que van pospuestos al sustantivo.
En cuanto a los demostrativos, la mayoría de las lenguas románicas cuenta con tres deícticos que expresan «cercanía» (este), «distancia media» (ese) y «lejanía»
(aquel). Sin embargo, el francés, el rumano y el extinto romance andalusí distinguen solo dos términos (uno para «proximidad» y otro para «lejanía»). El género
neutro desapareció en todas partes menos en Rumania, Galicia y Asturias, en la que existen algunos sustantivos no contables con terminación en neutro (-o) y una
terminación propia igual en el adjetivo cuando concuerda con sustantivos no contables o "de materia", ya acaben en -a, -o, -u o consonante. El orden sintáctico
responde a la libre disposición de los elementos en la oración propia del latín. Aun así domina ordenación sintagmática de sujeto + verbo + objeto (aunque las
lenguas del sureste permiten mayor flexibilidad en la ubicación del sujeto).
Cambios fonéticos
El latín tardío o latín vulgar cambió muchos de los sonidos del latín culto o clásico (1 (http://recursos.cnice.mec.es/latingriego/Palladium/latin/esl132ca2.php)).
Los más importantes procesos fonológicos que afectaron al consonantismo fueron: la edición de intervocálicas (las sordas se sonorizan y las sonoras desaparecen) y
la palatalización de consonantes velares y dentales, a menudo con una africación posterior (lactuca > gallego, leituga; español, lechuga; catalán, lletuga). Ambos
procesos tuvieron mayor incidencia en el Oeste (de las lenguas occidentales, el sardo fue la única que no palatalizó). Otra característica es la reducción de las
geminadas latinas, que solamente preservó el italiano.
Los fonemas /k/ y /t/ se palatalizan si les precede una yod:
Si a <c, qu> /k/ sigue una /e/ o /i/ muta a /tʃ/ en la Romania oriental y /ts/ en la occidental (y según la evolución de cada lengua romance,
posteriormente a /s/ o /θ/).
Si a /t/ sigue una /i/ en diptongo muta a /ts/.
Palatización del fonema /g/ hacia una [ʤ] ante e, i que después muy pronto se fricativizó en la Romania occidental resultando en una [ʒ]; este
último sonido fue el que se conservó en francés, catalán y portugués, mientras que en español, primero se ensordeció dando una [ʃ] que
luego terminó velarizándose en el sonido moderno de la jota /x/ durante los siglos xvi y xvii.
Los diptongos ae y oe pasaron a ser /ε/ (e abierta) y /e/ (e cerrada) y el diptongo au, da paso a ou y finalmente /o/.
El sistema de 10 fonemas vocálicos, 5 largos y 5 breves, se fue perdiendo, pasando a ser de 7, sufriendo luego más cambios en las lenguas
romances. Así en el español, por ejemplo, las variantes abiertas [ε] y [ɔ] se convirtieron en los diptongos ie [je] y ue [we], respectivamente,
mientras que en el sardo se fusionaron con las variantes cerradas /e/ y /o/; por lo tanto estos dos idiomas cuentan con solo cinco vocales: /a,
e, i, o, u/.
Todas las oclusivas finales (t, d, k, p, b) y la nasal /m/ se perdieron por lenición.
Aquí también se podrían agregar algunos otros cambios fonéticos, como la pérdida de la /d/ intervocálica en español o la pérdida de la /n/ y /l/ en portugués,
gallego, catalán y occitano.
Cambios morfosintácticos
Declinación
Latín clásico El latín de ser una marcada lengua sintética pasó a ser poco a poco una lengua analítica, en la que el orden de las Latín clásico
Nominativo: bonus
palabras es un elemento de sintaxis necesario. Ya en el latín arcaico empezó a constatarse la desestima de este Nominativo: rosa
modelo y se advierte su reemplazo por un sistema de preposiciones. Este sistema no se propició de forma
Acusativo: bonum Acusativo: rosam
definitiva hasta que ocurrieron los cambios fonéticos del latín vulgar. Esto provocó que el sistema de casos fuera
Genitivo: bonī difícil de mantener, perdiéndolos paulatinamente en un lapso relativamente rápido. Genitivo: rosae
Nominativo: bonus separado genitivo-dativo con vestigios de un vocativo en las voces femeninas. Nominativo: rosa
Acusativo: bonu Acusativo: rosa
La distinción entre el singular y el plural se marcaba con dos formas diferentes en las lenguas romances. En el
Genitivo: boni norte y en el oeste de la línea Spezia-Rimini, al norte de Italia, el singular usualmente se distingue del plural por Genitivo: rose
Dativo: bonu una /s/ final, que se presenta en el antiguo plural acusativo. Al sur y al este de esta misma línea, se produce una Dativo: rose
Ablativo: alternancia vocálica final, proveniente del nominativo plural de la primera y la segunda declinación. Ablativo:
Deixis
La influencia del lenguaje coloquial, que prestaba mucha importancia al elemento deíctico o señalador, originó un profuso empleo de los demostrativos. Aumentó
muy significativamente el número de demostrativos que acompañaban al sustantivo, sobre todo haciendo referencia a un elemento nombrado antes. En este empleo
anafórico, el valor demostrativo de ille (o de ipse, en algunas regiones) fue desdibujándose para aplicarse también a todo sustantivo que se refiriese a seres u objetos
consabidos. De este modo, surgieron los artículos definidos (el, la, los, las, lo) inexistentes en latín clásico y presentes en todas las lenguas romances. A su vez, el
numeral unus, empleado con el valor indefinido de alguno, cierto, extendió sus usos acompañando al sustantivo que designaba entes no mencionados antes, cuya
entrada en el discurso suponía la introducción de información nueva. Con ese nuevo empleo de unus, surgieron los artículos definidos (un, una, unos, unas) que
tampoco existían en latín clásico.
Determinantes
En latín clásico los determinantes solían quedar en el interior de la frase. Sin embargo, el latín vulgar propendía a una colocación en que las palabras se sucedieran
con arreglo a una progresiva determinación, al tiempo que el período sintáctico se hacía menos extenso. Al final de la época imperial este nuevo orden se abría paso
incluso en la lengua escrita, aunque permanecían restos del antiguo, sobre todo en las oraciones subordinadas.
Las preposiciones existentes hasta ese momento eran insuficientes para las nuevas necesidades gramaticales y el latín vulgar tuvo que generar nuevas. Así, se
crearon muchas preposiciones nuevas, fusionando muchas veces dos o tres que ya existiesen previamente, como es el caso de detrás (de + trans), dentro (de +
intro), desde (de + ex + de), hacia (facie + ad), adelante (adenante + ad + de + in + ante).
Véase también
Gramática latina Latín vulgar Pontificia Academia de español
Locuciones latinas Latín medieval Latinidad Anexo:Abreviaturas latinas en
Literatura en latín Latín contemporáneo Anexo:Comparación de los bibliografía científica
inventarios fonéticos latino y Anexo:Abreviaturas latinas
Nombres romanos Latín macarrónico
Notas
a. Otras modernas lenguas indoeuropeas, como por ejemplo el inglés, son aún más analíticas, marcando las relaciones gramaticales mediante
un estricto orden por la falta casi completa de la flexión tanto nominal como verbal.
Referencias
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Enlaces externos
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William Gardner Hale (1849-1928): The Art of Reading Latin: How To Teach It (El arte de leer en latín: cómo enseñarlo).
Texto inglés (http://www.perseus.tufts.edu/hopper/text?doc=Perseus%3atext%3a1999.04.0066), con índice electrónico, en el Proyecto
Perseus.
Textos latinos ordenados por siglos (http://www.hs-augsburg.de/~harsch/a_chron.html) en el sitio (http://www.hs-augsburg.de/~harsch/augusta
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Por orden alfabético de autores (los anónimos, por orden alfabético de títulos) (http://www.hs-augsburg.de/~harsch/a_alpha.html); en el
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Auxiliaria (http://www.hs-augsburg.de/~harsch/a_auxil.html); en el mismo sitio.
Periódico Ephemeris (http://ephemeris.alcuinus.net/index.php) (en latín clásico)
Nuntii Latini (YLE Radio 1) (http://areena.yle.fi/radio/1385982), estación de radio finlandesa que transmite un noticiero en latín, Nuntii Latini
(algunas secciones de la página están traducidas al inglés y al alemán)
Dionisio Catón (Dionysius Cato, s. iii o iv): Dísticos (Catonis Disticha). Estos escritos morales se empleaban en la Edad Media para el
aprendizaje del latín, y con frecuencia se siguieron empleando hasta el siglo xviii con el mismo propósito.
Textos (http://remacle.org/bloodwolf/fabulistes/caton/distiques1.htm) en verso francés en el sitio (http://remacle.org/) de Philippe Remacle
(1944-2011); ed. de 1802, en París.
Textos bilingües (http://remacle.org/bloodwolf/fabulistes/caton/distiques.htm) latín - francés, con introducción en este idioma, en el
mismo sitio; Garnier,[1] (https://www.classiques-garnier.com/) 1864.
Definición de «catón» (http://lema.rae.es/drae/?val=cat%C3%B3n) en el sitio (https://web.archive.org/web/20151104145435/http://lema.ra
e.es/drae/) del DRAE: véase la 2.ª acepción.
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