Cristo en Éxodo
Cristo en Éxodo
Cristo en Éxodo
INTRODUCCIÓN
Hoy intentaremos descubrir el fundamento de Cristo en el libro de Éxodo, que es el segundo
libro de la Biblia, el cual originalmente no se llamaba “Éxodo” sino “Estos son los nombres” que son
las primeras palabras del libro. El nombre de “Éxodo” apareció en la primera traducción de la Biblia
de los idiomas hebreo y arameo al idioma griego, llamada la Versión de los LXX o Septuaginta, que
salió a luz aproximadamente en el II siglo antes de Cristo. La palabra “éxodo” significa “salida” o
“camino de salida” y continuó con este nombre en la traducción de San Jerónimo de la Vulgata, y de
todas las versiones de la Biblia en adelante.
Podríamos decir que el libro de Éxodo es la historia fundacional del pueblo de Israel, porque
aquí podemos ver que adquirió por primera vez conciencia de su unidad étnica, religiosa, filosófica y
nacional. Aquí el pueblo de Israel obtiene una identidad propia y distintiva entre todo el concierto de
las naciones.
3. Ambos iniciaron su misión con prodigios y milagros. Moisés comenzó haciendo señales y
prodigios ante su pueblo y luego ante Faraón, y Jesús comenzó haciendo señales y
milagros entre su propio pueblo.
4. Ambos fueron legisladores. Moisés escribió las leyes y los mandamientos, y Jesús los
perfeccionó cuando dijo “oísteis lo que os fue dicho…pero yo os digo”.
5. Ambos fueron artífices de un Pacto. Moisés de un pacto del pueblo de Israel con Dios por
medio de la Pascua, y Jesús de un nuevo pacto por su propia sangre para toda la
humanidad.
6. Ambos fueron incomprendidos y rechazados por su pueblo y ambos fueron vindicados por
Dios. Éxodo 2:14 “Y él respondió: ¿Quién te ha puesto a ti por príncipe y juez sobre
nosotros?...” Entonces Esteban recordó este evento en su discurso de Hechos 7:35 “a
ESTE Moisés, a quien habían rechazado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por gobernante y
juez?, a éste lo envió Dios como gobernante y libertador por mano del ángel que se le
apareció en la zarza.”. En otras palabras, Dios lo puso en alto y lo honró, como lo afirmó el
apóstol Pedro diciendo “Sepa, pues ciertisimamente toda la casa de Israel, que a este
Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hechos 2:36).
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7. Ambos condujeron una gran liberación. Al cruzar el mar Rojo todo el ejército egipcio
sucumbió en las aguas y el pasado quedó atrás y quedó libre para siempre. Y Jesús al
cruzar el rio de la muerte en la cruz, que fue sumergido o bautizado en la muerte, y
resucitó al tercer día, rompiendo el poder del diablo y de todos nuestros enemigos,
dándonos una liberación completa.
En este paralelismo pareciera que ambos tienen la misma importancia, pero no es así. En
Hebreos 3:1-6 nos muestra que Cristo es superior a Moisés, diciendo “Y Moisés a la verdad fue fiel
en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que iba a decir, pero Cristo como hijo
sobre su casa, la cual somos nosotros…”. Moisés fue un siervo de Dios, Cristo es el Hijo de Dios. Y
entre un empleado y el dueño, hay una gran diferencia, como lo comprobaremos en el libro de
Éxodo, donde
Comenzando desde el capítulo 3 de Éxodo, leemos que Moisés estuvo cuidando las ovejas
de su suegro y las llevó a través de un desierto hasta llegar a una montaña, al Monte Horeb, el
monte de Dios, y se sentó para descansar mientras observaba a sus ovejas. Y de pronto algo llamó
su atención. Una zarza se prendió fuego y comenzó a arder. Como esto era muy común en el
desierto, con un clima seco y con altas temperaturas, a veces los arbustos se encendían en una
combustión espontánea. Y probablemente pensó “en un momento se apagará”, pero en lugar de
apagarse el fuego seguía ardiendo. Eso despertó su curiosidad y fue al lugar para ver por qué el
fuego no se apagaba, y cuando se acercó se dio un susto tremendo. Porque desde el fuego
escuchó: “¡Moisés! ¡Moisés!” Entonces Dios se presentó y le dijo “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios
de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob”.
Muchas veces Dios, cuando quiere llevarnos a un lugar y hablarnos despierta nuestra
curiosidad con algo inusual. Y nosotros, como Moisés, ni siquiera imaginamos que es Dios quien nos
está conduciendo hacia él. Comenzamos hacernos preguntas y de pronto Dios se hace presente y
todo cambia a partir de ese momento.
Y después de presentarse, Dios le dijo “Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en
Egipto y he oído su clamor…pues he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos…Ven,
por tanto ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo…”.
Pero Moisés no se sintió capacitado para tamaña empresa y dijo “¿Quién soy yo?”, pero Dios
insistió “Vé, porque yo estaré contigo”. Porque no importa quienes somos, o qué hemos logrado en
la vida, no importan nuestros títulos sino solamente que Dios esté con nosotros.
Entonces Moisés dijo “He aquí que llego yo a los hijos de Israel y le digo: El Dios de vuestros
padres me ha enviado a vosotros. Si ellos preguntaren ¿Cuál es su nombre? ¿qué les responderé?
Éxodo 3:14 “Y respondió Dios a Moisés: Yo soy EL QUE SOY. Y dijo: "Así dirás a los hijos de Israel:
YO SOY me envió a vosotros”.
El nombre de Dios es “Yo soy”. No es el Dios del pasado, del “YO FUI”, ni el Dios del futuro
“YO SERÉ”, sino el Dios que siempre está en el presente. Dios es el YO SOY, porque no hay otro
dios.
Y cuando escuchamos hablar a Jesús, nos dice las mismas palabras. Dice en Juan 8:28, 58
“Les dijo, pues, Jesús: Cuando hayáis levantado al Hijo del Hombre, entonces conoceréis que yo
soy, y que nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo” (58) “Jesús les
dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, YO SOY”.
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Cuando lo oyeron los religiosos judíos quisieron matarlo porque dijo que era igual a Dios.
Ellos entendieron bien el mensaje. Jesús les dijo que él es el YO SOY, es el Dios que se le apareció
a Moisés en el monte Horeb.
Para entender esto, quiero darles un ejemplo. Cuando recibimos un video o una película, la
podemos ver desde el principio o con el cursor adelantarla a la mitad o hasta el final, porque la
edición está completa. En el libro de Apocalipsis Juan vio el final, vio cielos nuevos y nueva tierra.
Vio el gobierno eterno de Dios, y nadie puede ver lo que no existe. Juan escribió “yo vi”. Así que vio
el triunfo final de Cristo sobre todo. La obra ya está completa. Cristo, el YO SOY tiene la edición total
de la historia de la humanidad y el universo. En el gran conflicto universal entre el bien y el mal,
entre las fuerzas de Satanás y las de Dios, quiero darte una buena noticia: Cristo ha ganado. Juan
vio el final y nada lo puede cambiar. Todo lo que ocurrió en el pasado está en el presente, y todo lo
que ocurrirá en el futuro también está en el presente para Cristo, cuyo nombre es YO SOY.
Así que si recibiste a Cristo, estás en el YO SOY, estás en Cristo quien completó todo. Y si te
llama sabe lo que hace, porque ya lo hizo, y nada te podrá separar del amor de Dios, ni la vida, ni la
muerte, ni el presente ni el porvenir.
Analogía significa comparación que existe entre dos cosas que son diferentes. Y podríamos
afirmar que prácticamente toda la enseñanza de Jesucristo está repleta de analogías. Veamos dos
de ellas que fueron tomadas del libro de Éxodo.
Jesús es el pan del cielo que da vida, es el pan que alimenta al alma de significado y
propósito; es el pan que sacia nuestros anhelos más profundos. Por eso, el que viene a
Cristo y lo recibe se siente completo y realizado en él.
En consecuencia vemos que el maná nos habla de Cristo, que es el verdadero pan que
descendió del cielo que solamente tienes que recibirlo para que llene tu vida.
CONCLUSIÓN
En realidad, Cristo es la roca y Cristo es el agua de vida; Cristo es la roca donde podrás estar
seguro y protegido, y Cristo es el agua de vida para todos los que en él creen. Cristo es también el
pan de vida que satisface todas nuestras necesidades más profundas, él es el pan que descendió
del cielo y da vida a los hombres. Y también Cristo es el YO SOY, más allá del tiempo y el espacio,
es el Todopoderoso Dios que sacó a Israel de Egipto y lo condujo a una tierra que fluía leche y miel.
Y también es todopoderoso para sacarte de la esclavitud del pecado, es poderoso para romper tus
cadenas y ataduras, es poderoso para sacarte de tus prisiones y llevarte a una vida de bendición.
Sin embargo, aun sabiendo que esto es cierto y que la palabra de Dios no miente, aun
sabiendo que Dios tiene todo poder, aun dudamos. No dudamos de Dios, sino de nosotros mismos,
dudamos de estar a la altura de lo que Dios espera de nosotros, dudamos de nuestra capacidad de
perseverar en medio de las pruebas. Si es así, recordemos Cristo es el YO SOY, que todas sus
obras fueron completadas desde el principio del mundo. Recuerda que si recibiste a Cristo estás en
Cristo, y como diría Pablo “todo es tuyo”, “todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios” y
por lo tanto nada te podrá separar del amor de Dios. Y Cristo está siempre, siempre presente,
porque su nombre es YO SOY.