Sobre El Xxii Congreso Del Partido Comunista de La Union Soviética
Sobre El Xxii Congreso Del Partido Comunista de La Union Soviética
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EDUARDO BLANCO RODRÍGUEZ
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E L xxn CONCRESO DEL PARTIDO COMUNISTA DE LA UNIÓN SOVIÉTICA-
Pero era falso relacionar todas las victorias del partido y del pueblo»
con el nombre de un solo hombre. Era desnaturalizar groseramente el
estado real de la situación...
... En su crítica severa del principio del culto de la personalidad
nuestro Partido se ha inspirado en las indicaciones de Lenin y de
su testamento. Se sabe que Lenin apreciaba a Stalin, pero veía sus
defectos e incluso sus taras. Preocupado por los destinos del Partido
y del Estado soviético Vladimiro Ilicht, en diciembre de 1922, es
decir, poco después de la elección de Stalin para el puesto de secreta-
rio general del Comité Central, escribía en una carta dirigida al
Congreso Ordinario de Partidos:
«El camarada Stalin, llegado a secretario general, ha concentra-
do entre sus manos un poder ilimitado y yo no estoy seguro de que:
pueda 6Íempre servirse de él con circunspección... Stalin es dema-
siado brutal y este defecto, perfectamente tolerable en nuestro me-
dio y en las relaciones entre nosotros comunistas, no lo es en las
funciones de secretario general. Propongo, pues, a los camaradas
estudiar un sistema para destituir a Stalin de este puesto y nombrar-
en su lugar a otra persona, aunque no tenga en todas las cosas
sobre el camarada Stalin más que una sola ventaja: la de ser más
tolerante, más leal, más cortés y más atento hacia los camaradas, de.
humor menos caprichoso, etc..»
«Como puede verse, Vladimiro Ilicht comprendía bien que los
defectos de Stalin podían hacer un gran daño al Partido y al Estado..
Por desgracia, la advertencia de Lenin y sus consejos no fueron to-
mados en consideración en tiempo oportuno y el Partido y el país-
tuvieron que atravesar muchas dificultades engendradas por el culto
de la personalidad. En el XX Congreso, el Partido ha criticado el
culto de la personalidad. Conforme a las decisiones del Congreso
puso fin a las alteraciones, corrigió los errores y adoptó medidas para
excluir en el porvenir la repetición de semejantes fenómenos. Era-
una decisión valerosa...»
Para los lectores occidentales era hace tiempo archisabido todo cuanta
Jruschov expuso en el XX Congreso en forma secreta y declaró ahora abier-
tamente en el XXII. Los kravchencos de todas las razas y de todos los.
idiomas lo habían repetido con una coincidencia tal en los testimonios
que la duda sólo era posible para los compañeros de viaje del comunismo,
en quienes se produce con frecuencia la amnesia voluntaria, que es uno-
de los síntomas del carácter esquizofrénico.
Para los rusos, como hemos dicho, también era sabido el asunto no>
sólo porque decenas de millones de hombres, mujeres e incluso niños—y
en esta mención de los niños no hay ningún recurso de malintencionada pro-
paganda, ya que fueron citados en los abracadabrantes relatos que siguie-
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No es necesario una exégesis muy profunda para ver que esa política
extranjera de la Unión Soviética trata solamente de ganar tiempo de guerra
fría para lograr con un mínimo riesgo la victoria del comunismo, que es
a su vez la suya. Todos los demás países son utilizados por la Unión Sovié-
tica como medio para lograr esa finalidad, pero ninguno de ellos merece
una consideración especial en cuanto al problema de su acceso al comu-
nismo. La Unión Soviética presentó en el XXII Congreso el programa de
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«Se puede encontrar toda una serie de otros argumentos que echan
por tierra a los planteamientos antiyugoslavos del Proyecto deL Pro-
grama, pero no es necesario por la sencilla razón de que sus autores
saben que todas estas afirmaciones han sido inventadas. Por eso
es evidente que la «preocupación» por el socialismo yugoslavo y
todas esas supuestas aclaraciones teóricas exteriorizadas en dicho
documento sobre el llamado revisionismo yugoslavo, les sirven de
pretexto para las presiones, ejercidas hasta ahora, y para las que
tal vez van a ejercer en el futuro, sobre el desarrollo independiente
de Yugoslavia, o sea, para justificar la actitud discriminadora frente
a la Yugoslavia socialista; para alimentar las combinaciones que
tienden a aislar políticamente a Yugoslavia y para proporcionar a
los «críticos» el papel de arbitros políticos y monopolistas en lo que
se refiere a la interpretación de las verdades científicas del marxis-
mo-leninismo. Y lo más importante de todo ello es el hecho de que
esos «críticos» de la Yugoslavia socialista no han renunciado todavía
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las riquezas del pueblo entero y entonces, con el tiempo nosotros podremos
satisfacer todas las necesidades de los hombres. Pero lo mismo que en la
abeja existen parásitos que las mismas abejas y el apicultor se esfuerzan en
expulsarlos del mismo' en nuestra colectividad soviética se encuentran gen-
tes que sin dar nada a la sociedad quieren vivir a sus expensas. Hay to-
davía entre nosotros personas inclinadas a pensar que el comunismo es
una sociedad en la que reina la desocupación y la ociosidad. Desgraciada-
mente, en nuestra propaganda oral e impresa sucede con frecuencia que la
sociedad del porvenir sea planteada de una manera simplista y superficial se
imagina que bajo el comunismo el hombre no tendrá que sembrar ni moler:
no tendrá más que hincharse de pastelillos. Tal imagen del comunismo
es propia de los pobres de espíritu, de los filisteos y de los pará-
sitos.»
En esc párrafo de la colmena están como resumidos todos los defectos
de la Sociedad soviética, entre los que tal vez no sea el menor la abundan-
cia de esos «pobres de espíritu» y esos parásitos que unas veces, porque lo
sean en realidad, y otras porque con esos nombres designa Jruschov a los
enemigos de su política o a los enemigos lisa y llanamente del comunismo,
constituyen un problema importante dentro de la U. R. S. S. También
Jruschov muestra en las anteriores líneas que la famosa «Jauja» y la edad
de oro soñada no diferirán gran cosa de la situación actual. Y la situación
actual no es como para hacerse demasiados ánimos...
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