Las Emociones
Las Emociones
1
La base neurológica del comportamiento
CIENCIA&
CEREBRO
Dirección científica: Javier DeFelipe
Realización: EDITEC
Diseño cubierta: ec.lluch comunicació grafica
Diseño interior: tactilestudio
© Ilustraciones: Francisco Javier Guarga Aragón
Fotografías: iStock: cubierta; Archivo REA: 55; Science Photo Library:
133a; Getty Images: 133ai; Travelarz-Praca wlasna: 133ad.
Impreso en Liberdúplex
Impreso en España - Printed in Spain
Para México
Edita
REA Editores México, S. de R.L. de C.V. Av. Patriotismo 229, piso 8,
Col. San Pedro de los Pinos, CP 03800, Deleg. Benito Juárez,
Ciudad de México, México
Fecha primera publicación en México: mayo 2020
Editada, publicada e importada por RBA Editores México, S. de R.L. de
C.V. Av. Patriotismo 229, piso 8, Col. San Pedro de los Pinos, CP 03800,
Deleg. Benito Juárez, Ciudad de México, México
Impresa en Liberdúplex, Ctra. BV-2249, km 7,4, Pol. Ind. Torrentfondo
08791 Sant Lloren<; d'Hortons, Barcelona
03 El cerebro emocional 77
Índice 141
Dirección científica: Javier DeFelipe
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08791 Sant Llorern;: d'Hortons, Barcelona
03 El cerebro emocional 77
Índice 141
INTRODUCCIÓN
1 7
zada del mismo gesto contenía una sonrisa que venía a significar
una congelación del instinto de agresión y abría, por tanto, la posi-
bilidad de un acuerdo amistoso.
Las emociones servían también como esquemas instintivos de
respuesta que permitían una salida rápida a un ambiente impre-
decible y peligroso. Por supuesto, la necesidad de una reacción in-
mediata a una amenaza a supervivencia o a un cambio súbito
en ambiente que nos rodea no era exclusiva de la especie hu-
mana, sino que se trata de un requisito fundamental para la adap-
tación de los seres vivos. Pero es en los mamíferos donde alcanza
su máximo desarrollo, y ello porque nuestros cerebros nos permi-
ten un análisis de la información externa mucho más fino y sutil,
así como generar respuestas variadas, modulables y rápidas que
suponen una forma de interactuar con el mundo exterior. En la
actualidad, este sistema emocional sigue siendo fundamental, si
bien ahora coexiste con otros sistemas aparecidos en etapas más
recientes de la evolución y que implican un procesamiento de la
información más sofisticado, caso de las funciones cognitivas.
Gracias a la ciencia hoy sabemos que razón y emoción guían
nuestros pasos, orientan nuestras decisiones y nos permiten afron-
tar nuestro camino en el mundo, especialmente en lo que se refiere
a la relación con los demás. Pero no siempre ha sido así: durante
siglos se ha debatido sobre el predominio de razón o emoción en el
ser humano. Una decisión racional se consideraba buena, mientras
que un comportamiento emocional, y en este sentido irracional,
era malo. A diferencia de entonces, hoy sabemos que razón y emo-
ción no son aspectos contrapuestos, sino dos sistemas complemen-
tarios, desarrollados ambos a través de la evolución y con amplias
interrelaciones uno con otro. Aprovechar razón y la emoción ha
sido, y sigue siendo, la mejor estrategia para la supervivencia.
De hecho, tanto razón como emoción residen en el cerebro. Es
decir, que las emociones, al igual que funciones mentales como la
inteligencia, la memoria o el lenguaje, son un producto de la ac-
8 1
tividad cerebral. Incluso suelen generar esfuerzos de razonamien-
to, como cuando nos preguntamos por qué sentimos inquietud o
miedo ante algo, por qué amamos a otra persona o por qué hemos
tomado un camino con un claro emocional en lugar de otro.
Todo esto significa que no es posible entender las emociones
sin conocer su sustrato cerebral, qué áreas encefálicas se encargan
de ellas. De todas ellas quizá la mejor conocida sea la amígdala, un
conjunto de neuronas situado en el lóbulo temporal del cerebro que
se sabe participa en una emoción tan clara en sus respuestas y fácil
de generar como es el miedo. Su conexión con el hipocampo (otra
estructura cerebral, situada en el lóbulo temporal) es fundamental
para entender la importancia de la memoria en el contexto emocio-
nal. Otra región del cerebro, el hipotálamo, actúa como vínculo entre
el sistema nervioso y sistema endocrino, por lo que su papel es
clave para coordinar la respuesta mental y la orgánica; esto es, los
distintos cambios que se ponen en marcha en el organismo cuando
sentimos una emoción.
Por otro lado, muchas de las emociones que sentimos tienen su
origen en la información sensorial, es decir, en lo que captamos del
exterior a través de los sentidos. tálamo (una estructura neuronal
que se halla en el centro del cerebro) es el encargado de filtrar esa
formación, seleccionando lo más importante. En emociones comple-
jas como los celos o el amor, en las que intervienen aspectos sociales
y culturales, este procesado necesita un nivel más sofisticado, y es ahí
donde entra en juego la corteza cerebral, la zona más externa del cere-
bro, que está constituida por capas de neuronas interconectadas que
posibilitan la existencia de facultades tan intrínsecamente humanas
como el pensamiento o la imaginación. Finalmente, otra región ence-
fálica que en los últimos años está aportando numerosa información
sobre su implicación en las emociones es el cerebelo. No solo regu-
la, como antes se pensaba, ritmo, fuerza y exactitud de nuestros
movimientos, sino también la velocidad, consistencia y capacidad
de nuestros procesos cognitivos y mentales, incluidas las emociones.
1 9
El cerebelo parece trasladar los estados emocionales a respuestas del
sistema nervioso autónomo y el sistema nervioso motor, una nueva
prueba del funcionamiento integrado de todo el organismo.
Además de las diferentes áreas encefálicas, hay un grupo de cé-
lulas que ha suscitado un enorme interés por su importancia en
procesos como la empatía o en enfermedades relacionadas con las
emociones, como el autismo: son las neuronas espejo, un tipo de
neuronas que se activan cuando un individuo ejecuta una acción y
cuando observa esa misma acción ejecutada por otro individuo.
Pero aunque la producción y percepción de las emociones tiene
como base el funcionamiento del cerebro, lo cierto es que no se tra-
ta de un proceso exclusivamente cerebral: las emociones generan
también cambios en el cuerpo, como un aumento de la sudoración,
rubor o dilatación de las pupilas. Otros cambios que se dan tienen
que ver con un aumento de la atención que nos prepara para entrar
en acción. Muchas veces explicamos estas alteraciones con metá-
foras que aluden a la temperatura: así, un estado de alerta alto nos
genera una sensación de ardor, mientras que uno bajo lo vivimos
como algo gélido. De hecho, una persona preparada para la típica
disyuntiva de lucha o huida puede sentir un incremento de la tem-
peratura por todo su cuerpo por el aumento del flujo sanguíneo a
zonas como las piernas, los brazos o la mandíbula que preparan esa
respuesta.
Gracias a nuevas técnicas de neuroimagen -como la tomo-
grafía por emisión de positrones o la resonancia magnética fun-
cional-, ahora podemos observar todas estas emociones en vivo,
medir distintas respuestas fisiológicas y analizar la actividad de
las áreas cerebrales implicadas, su activación o desactivación en
tiempo real. Igualmente, podemos analizar cambios en personas
afectadas por una enfermedad mental -como, por ejemplo, los
trastornos del ánimo-, pero también por un tumor o un derrame
cerebral, y hacerlo en comparación con el análisis de sus variacio-
nes emocionales.
10 1
Como puede apreciarse por todo lo dicho hasta ahora, el estu-
dio de las emociones no es ni mucho menos un tema cerrado. En
la actualidad son enormemente sugerentes las posibilidades que
resultan de combinar la tecnología con las emociones. Y es que el
uso de innovaciones cibernéticas podría ayudarnos a intervenir so-
bre ellas con fines terapéuticos y, en un desafío aún mayor, incluso
nos permitiría incorporar elementos emocionales a sistemas artifi-
ciales. En este sentido, en las últimas décadas se han desarrollado
nuevas metodologías que nos permiten actuar sobre la actividad
cerebral, incluida aquella referida a las emociones, como el uso de
electrodos para activar o inhibir poblaciones neuronales concretas.
Un enfoque más reciente y todavía restringido al ámbito de la in-
vestigación es el que brinda la optogenética, una combinación entre
técnicas de óptica y de genética con la que se consigue «encender»
y «apagar» poblaciones de neuronas específicas. La gran ventaja de
este sistema es que no hace falta implantar electrodos en el interior
del cerebro, lo que elimina el daño que esta actuación conlleva.
Una última posibilidad con diferentes vías abiertas es la de co-
nectar sistemas informáticos y sistemas biológicos a través de inter-
faces. Normalmente se utilizan sensores que registran la actividad
neuronal mediante el análisis de campos eléctricos o magnéticos.
La información obtenida de este modo es luego utilizada para tareas
como mover un exoesqueleto o manejar una prótesis. En lo que se
refiere a las emociones, estas tecnologías nos permitirán interac-
tuar con ellas y avanzar en el tratamiento de patologías en las que
está implicado el cerebro emocional. Un mayor conocimiento de las
emociones es necesario también para diseñar algoritmos que permi-
tan entender las emociones de los seres humanos y posibiliten luego
generar algo comparable en el campo de la inteligencia artificial.
En definitiva, conocer mejor las emociones nos permitirá in-
tegrar la racionalidad de la lógica con la modulación de los senti-
mientos y generar sinergias entre el mundo racional y el emocional,
además de hacer que nos sintamos más satisfechos con nosotros
1 11
mismos. Incluso en un futuro no tan lejano será posible aplicar
todo ese conocimiento al mundo tecnológico, concretamente a
máquinas capaces de leer y responder a las emociones humanas,
y quién sabe si también tener algo parecido a ellas.
Sea lo que sea lo que nos depare ese futuro, una cosa es cierta: las
emociones han sido, son y seguirán siendo una de nuestras princi-
pales herramientas para afrontar los desafíos de la vida; son una
de las claves de la supervivencia del individuo, pero también de la
supervivencia de la especie.
12 1
Las emociones son una parte esencial
de la actividad cerebral humana e
influyen poderosamente en nuestra
calidad de vida. Comprender cómo
funcionan puede abrirnos el camino
al tratamiento de numerosas
enfermedades, a la posibilidad de
controlarlas a voluntad e incluso, en
un futuro próximo, a simularlas en
sistemas.artificiales.
urante siglos las emociones se han considerado un obstáculo
para el pensamiento racional, entendido este como el exponen-
te más elevado de la mente humana. Pero lo cierto es que las emo-
ciones también forman parte de la esencia de nuestra humanidad,
siendo de vital importancia para resolver situaciones en las que es
preciso actuar con rapidez. Cuando los humanos primitivos se en-
contraban con una posible amenaza, debían decidir instantánea-
mente entre luchar o huir, pues no había tiempo para pensar; la
reacción era una cuestión de vida o muerte. La respuesta emocio-
nal nos permite evaluar la situación y nuestras posibles acciones
de forma más rápida que el procesamiento de la corteza cerebral, la
región encargada del raciocinio. En casos especiales, por tanto, las
emociones pueden salvarnos la vida.
Pero aunque los humanos actuales no corramos el riesgo de en-
contrarnos con un tigre dientes de sable ni nos enfrentemos tam-
poco a a situaciones de vida o muerte, esto no implica que
nuestras emociones hayan perdido valor. Los avances de la neuro-
ciencia nos revelado que las emociones no son un residuo su-
_L,~1
J). angulan hacia arriba
Se pierde el foco
en las pupilas
n,1
\
(.~)
Mejillas hacia arriba
las comisuras de los ___jJ='
labios caen ligeramente )
El entrecejo se frunce
AVERSIÓN O ASCO: Por lo general, la expresión IRA: El movimiento de fruncir el cejo suele
de esta emoción es más evidente en un lado del ser más marcado del lado izquierdo si la
rostro que en el otro. acción es deliberada.
MIEDO: Las cejas levantadas que se aproximan SORPRESA: Esta emoción solo dura el
entre sí es un movimiento característico y muy instante en que el individuo se entera de
difícil de hacer voluntariamente. un hecho imprevisto.
Dado que las emociones son un rasgo común y ancestral del ser hu-
mano, los expertos asumen que cumplían funciones útiles antes de
la existencia de nuestras sociedades modernas. Actualmente hay
un amplio consenso en considerar que las emociones son un re-
23
sultado de nuestra historia evolutiva, de modo que heredamos de
nuestros ancestros ciertos mecanismos que en su momento eran
de utilidad para maximizar supervivencia de la especie y aumen-
tar el bienestar del individuo. Así, se cree que las emociones cum-
plen principalmente tres funciones: la
Las emociones no adaptación, la motivación y la comuni-
estorban a nuestro cación.
pensamiento Con respecto a la función adapta-
racional, lo hacen tiva, se propone que las emociones
posible. generan respuestas apropiadas ante
ANTÓNIO DAMÁSIO los desafíos ambientales. Si, por ejem-
plo, no hubiésemos sentido nunca el
miedo frente a una criatura que se agazapa en la maleza, no ha-
bríamos logrado sobrevivir y reproducirnos: cada vez que el ser
humano se hubiera aproximado a un animal para comprobar si
era peligroso o no, en demasiadas ocasiones habría descubierto
que sí lo era cuando ya era demasiado tarde. Sin embargo, las po-
sibilidades de sobrevivir aumentaban si el simple movimiento de
algo escondido entre los arbustos generaba miedo para ponerse
en guardia o sencillamente huir de allí. Así, el miedo fue una ven-
taja evolutiva, ya que quienes lo sentían tenían más probabilidad
de vivir para reproducirse, dejando en herencia los genes respon-
sables de esos miedos y perpetuando esta emoción a lo largo de
las generaciones, aunque nuestro ambiente esté ya exento de esas
especies peligrosas.
Este prejuicio frente a determinados estímulos no siempre acer-
taría, porque en ocasiones el movimiento de las ramas se debería
únicamente al viento, y otras veces la criatura desconocida sería un
animal inofensivo; pero frente a un evento desconocido en el que
no hay tiempo para valorar el riesgo, la preparación para la huida
o el ataque, segregando adrenalina y aumentando los latidos del
corazón y riego sanguíneo de brazos y piernas, era nuestra mejor
baza para sobrevivir.
[IjENCÉFALO:
El cerebro registra 1
el miedo y se
RATÓN activan estructuras
PADRE diferentes que
dejan marcas en el
ADN.
+
El ratón del experimento Se difunde en el Al mismo tiempo, el Desde entonces, siempre
es introducido en una interior el olor a ratón recibe pequeñas que siente ese olor, el
caja. acetofenona. descargas eléctricas. ratón siente miedo.
26
se hallan las instrucciones genéticas que marcan el desarrollo y funciona-
miento de los organismos vivos, así como la transmisión hereditaria). La in-
formación se codificaría epigenéticamente en el ADN de los espermatozoi-
des y, de esta manera, se transmitiría de padres a hijos e, incluso, a nietos.
Representación
esquemática del ADN
[I] ESPERMA: A través del ' Distribución de
esperma, las marcas moléculas pegadas al
epigenéticas del miedo ADN de ratones que
se transmiten a la nunca han tenido miedo.
siguiente generación.
) Distribución de
¡ moléculas en el ADN
de ratones que sí han
sentido miedo.
ADN
27
nemos; por ello suelen brotar de forma incontrolada y son fácilmen-
te identificables. Si, por ejemplo, alguien que nos ha traicionado se
muestra arrepentido mientras llora, es más probable que su arrepen-
timiento sea sincero y que podamos fiarnos de él o ella en lo sucesivo.
En resumen, podemos afirmar que el impacto de las emocio-
nes es muy elevado: marcan nuestras decisiones, determinan con
qué personas nos relacionamos y de qué forma, establecen nues-
tros valores, intervienen en nuestra comunicación y nos permiten
compartir tanto información valiosa como nuestras propias creen-
cias, valores y sentimientos. Podemos así afirmar que las emocio-
nes son el vínculo que nos mantiene unidos, tanto para bien como
para mal. Pero si las emociones son universales en la especie hu-
mana, es lógico pensar que las respuestas fisiológicas vinculadas
a ellas también lo serán. Y en general parece que efectivamente es
así. Aunque en distintas culturas pueden cambiar la frecuencia,
intensidad y duración de las emociones, en todos los casos los hu-
manos compartimos ciertos mecanismos responsables que tienen
su origen en el funcionamiento del cerebro.
I F1G. 2
Figura que muestra la estructura general de una neurona, con sus dos partes
principales bien diferenciadas: el cuerpo o soma y el axón. Especial importancia
en la primera tienen las dendritas, que reciben la señal de otras neuronas.
rFm.3
Impulso nervioso
POLARIZACIÓN
de la membrana,
provocando un impulso nervioso.
- 1-,\-Axón
Vesícula sinápfü:a
con las moléculas - - - - ~
del neurotransmisor ~,ÉLULA PRESINÁPTICA
~\
Receptor del
neurotransmisor
Esquema del proceso por el cual la información pasa de una neurona a otra, a
través de la liberación de los neurotransmisores, salvando la hendidura sináptica
y llega a los receptores de la célula postsináptica.
Ruta
r--t----,--t---;-.,,,,..-~+,- Sustancia
negra
Área tegmental
ventral
- Proyecciones de la dopamina en el sistema nervioso central.
37
conocido como liebre del mar, demostró que un aprendizaje bá-
sico genera cambios en el funcionamiento de las neuronas y en
manera en que se conectan.
Hay tres partes del cuerpo de la Aplysia que nos importan para el
caso: la branquia, el sifón y la cola. Un estímulo táctil en sifón gene-
ra la retracción de la branquia. Los estímulos repetidos generan habi-
tuación, la forma más simple de aprendizaje. Varias sesiones espacia-
das de habituación producen memoria a largo plazo. No obstante, si
al molusco se le aplica un estímulo nocivo, una descarga eléctrica en
la cola, la branquia se retrae de forma brusca, se produce una sensi-
bilización, responde intensamente a estímulos inocuos. Kandel tras-
ladó a este animal, con un sistema nervioso extremadamente simple,
los experimentos que el fisiólogo ruso Iván Pavlov había llevado a
cabo con perros a principios del siglo xx sobre condicionamiento. A
continuación analizó el sistema nervioso de la Aplysia y comprobó
que ese aprendizaje asociativo había generado cambios en el funcio-
namiento y en la manera en que se conectaban las neuronas. Adicio-
nalmente, su grupo de investigación y otros han profundizado en las
bases moleculares de esos cambios, que comportan modificaciones a
corto o largo plazo dependiendo de lo duradero de la memoria. Aun-
que estas investigaciones se desarrollaron en moluscos, se ha podido
constatar su validez en sistemas más complejos, incluyendo los hu-
manos, de modo que sido posible consolidar una teoría general de
la memoria y el aprendizaje en los niveles molecular y celular.
Como resultado de los experimentos de Kandel y de otros inves-
tigadores sabemos que memoria a corto plazo opera cuando expe-
rimentamos algo y lo retenemos en la memoria unos instantes. En
este caso se produce un cambio únicamente funcional: las neuronas
involucradas en este aprendizaje aumentan la intensidad y la fre-
cuencia de los disparos, propiciando que se potencie la liberación de
neurotransmisores en los terminales de sus axones. Esto hace que la
transmisión sináptica sea más eficaz y se facilite comunicac10n.
Ahora bien, cuando tenemos una vivencia que nos queda grabada
Í FtG. 5
Terminal
presináptico
Espina
dendrítica de
la neurona
postsináptica
igos neuronales
- Las emociones faciales evolucionan con las especies y son bastante similares en
especies genéticamente próximas como los chimpancés y los seres humanos.
45
la respuesta emocional? Esta es una incógnita aplicable a otros
casos, ya que si las emociones anticipan un premio o un castigo,
vendrán acompañadas generalmente de un correlato vegetativo,
puramente inconsciente y sin implicación emocional. No es dis-
tinta la situación en humanos. Por ejemplo, un opositor tiene que
hacer una presentación pública y exponerse a las consecuencias
del estrés y de los estímulos emocionales asociados. Si toma una
dosis de propranolol, un fármaco que alivia la ansiedad, mitigará
las consecuencias del estrés reduciendo la taquicardia. En expe-
rimentos controlados en humanos puede contarse con la capaci-
dad declarativa del sujeto para tratar de delimitar los efectos del
medicamento, pero en los animales esto no es posible. Así, si a un
ratón expuesto a una experiencia de miedo se le administra una
dosis de propranolol, ¿se reducirá su miedo? Lo esperable sería
que no, pero la respuesta real es que no lo sabemos. Este tipo de
dificultades limitan las conclusiones que pueden obtenerse de la
experimentación con emociones en los animales.
La incertidumbre se amplía cuando se observa que existen al
menos algunas emociones aparentemente propias de una especie
concreta. Esta posibilidad se ha explorado especialmente en cier-
tos animales de compañía; por ejemplo, los estudios demuestran
que los perros pueden «oler» nuestro estado emocional y adaptar
sus emociones a las de los humanos. En un experimento del neu-
rozoólogo Biagio D'Aniello y su grupo de la Universidad de Nápo-
les (Italia), se recogieron muestras de sudor de grupos de volun-
tarios mientras veían películas de miedo, divertidas o neutras.
A continuación los investigadores presentaron estas muestras a
varios perros y monitorizaron su comportamiento y su frecuencia
cardíaca. La conclusión fue que los perros que olieron «a miedo»
mostraban más signos de estrés que aquellos expuestos a olor «a
felicidad» o neutro. Ante ese mensaje emocional de miedo tenían
una mayor frecuencia cardíaca, buscaban más la seguridad de
sus propietarios y evitaban el contacto social con extraños. Esta
- Las emociones faciales evolucionan con las especies y son bastante similares en
especies genéticamente próximas como los chimpancés y los seres humanos.
45
modulación de la empatía mediada por estímulos emocionales
ha sido ratificada en otros estudios en los que se ha demostra-
do que los rostros de los canes son más expresivos cuando saben
que las personas los están mirando. Para ello, el grupo de inves-
tigadores de la psicóloga evolutiva Juliane Kaminski, de la Uni-
versidad de Portsmouth (Reino Unido), situó a los perros frente a
humanos que los miraban directamente o dirigían la vista hacia
otro lado, al tiempo que se les ofrecía comida o no. Las expre-
siones eran mucho más variadas cuando la persona los miraba,
pero no había nada que indicase que los perros intentaban ofrecer
un mejor aspecto cuando querían algo de los humanos. Aun así,
se ha visto que cuando se saben observados levantan las cejas de
una forma particular que hace que parezcan tristes o tengan más
aspecto de cachorro, lo que alienta una respuesta empática por
nuestra parte.
A pesar de las dificultades de estos estudios, disponemos en
la actualidad de un repertorio amplio de modelos de análisis de
las emociones en los animales que invitan a quedarnos con una
conclusión: al menos los mamíferos poseen la capacidad de res-
ponder a estímulos emocionales con perfiles que son compara-
bles a los de las emociones primarias de los humanos, aunque
cada especie haya desarrollado especificidades que responden
a sus adaptaciones evolutivas. Fuera de los mamíferos, en otros
grupos de vertebrados o en invertebrados, estas respuestas emo-
cionales son menos aparentes. Este hecho sugiere que los niveles
superiores corticales del cerebro dirigen la expresión de las emo-
ciones, por cuanto en especies menos complejas el desarrollo de
la corteza cerebral es menor, mientras que el subcortical (tálamo,
hipotálamo) está igualmente presente. Parece, pues, que en efec-
to las emociones no son un rasgo exclusivamente humano, y que
a lo largo de la evolución han servido a funciones de vital impor-
tancia en innumerables especies. Sin embargo, como veremos en
el próximo capítulo, la relación entre las emociones y la razón no
r FJG.1
Estímulo
sensorial Percepción
del estímulo
TEORÍA DI:
JAMl:S-LANGE
r FIG.2
sensorial Percepción
del estímulo
Corteza
del cíngulo
Núcleo
anterior
-------------- Fórnix
Arriba, partes del cerebro implicadas en el circuito de Papez; abajo, esquema del
funcionamiento de ese circuito: la corteza del cíngulo proyecta al hipocampo, este
al hipotálamo, este al núcleo talámico anterior y este a la corteza del cíngulo.
LÓBULO TEMPORAL
Centro de
Área del
comportamiento
y las emociones
CEREBELO
Centro del equilibrio
y coordinación
muscular.
71
hubo cambios. En la siguiente fase se les pidió que realizasen una
serie de problemas de inferencia lógica (sentencias del tipo cuando
sucede p, entonces q), que en teoría se resuelven con un estricto ra-
zonamiento. Los resultados mostraron que los participantes con un
estado emocional positivo tenían unos resultados mejores que los
que habían sido conducidos a un estado de ánimo negativo y, curio-
samente, los dos grupos superaban a los que presentaban un estado
de ánimo neutro. Es decir, el estado emocional, positivo o negativo,
influye en los resultados de una prueba que supuestamente es pura-
mente racional. Esto significa que las emociones afectan al desem-
peño de nuestra inteligencia.
En este sentido, los educadores saben que se aprenden mucho
mejor las cosas que se viven en un entorno de emociones positivas.
Los pensamientos y las funciones cognitivas e intelectuales (ideas,
pensamientos, atención, memoria, planificación, dirección de la
conducta) están modulados por las emociones y por actividades aso-
ciadas (recuerdos, miedos, deseos, intereses). La investigación está
revelando cómo las regiones cerebrales que se encargan de la res-
puesta emocional tienen la potestad de facilitar o bloquear el apren-
dizaje y la memoria. Cuando una persona está bajo los efectos del
estrés o la ansiedad, las rutas de procesamiento de la información
reclutan menos circuitos neuronales y la formación de nuevas co-
nexiones es menor, por lo que es más difícil o imposible aprender en
esas circunstancias.
En resumidas cuentas, la práctica totalidad de las teorías actua-
les sobre las emociones consideran que hay una íntima relación en-
tre emoción, cognición y conducta.
El cerebro emocional 1 79
Muchos de los elementos controlados por el sistema nervioso
autónomo funcionan inconscientemente en la vida cotidiana. Solo
nos percatamos de su existencia cuando algo va mal, por ejemplo
cuando el dolor nos avisa de que hay algún problema. No es extra-
ño que ante un impacto emocional el conjunto de reacciones autó-
nomas igualmente se desarrolle de forma automática, sin control
consciente. No obstante, las emociones incorporan adicionalmen-
te componentes cognitivos, tanto a nivel consciente como incons-
ciente. De esta manera, las emociones influyen explícita e implíci-
tamente en nuestra cognición y en nuestra vivencia subjetiva de
los acontecimientos. Eso se manifiesta en diversos aspectos con-
ductuales: expresiones faciales, movimientos corporales, tono de
voz, volumen, ritmo, etc. Esta integración permite, por un lado, la
existencia de conductas con una potencial utilidad comunicativa
y, por otro, generan respuestas rápidas, más de lo que lo serían las
procesadas por los niveles analíticos de nuestra corteza cerebral.
De esta forma las emociones permiten dar salida a situaciones que
comprometen nuestra supervivencia.
Así pues, hoy en día se asume que cualquier experiencia emo-
cional posee sus propios mecanismos y correlatos cerebrales que
en algunos casos pueden verse solapados, pues a fin de cuentas es
la pauta general en el funcionamiento cerebral. Veamos, pues, cuá-
les son las estructuras y procesos cerebrales implicados en la gene-
ración de las experiencias emocionales.
80 1 El cerebro emocional
Hipotálamo
El cerebro emocional 81
otro, lo que parece sugerir también su implicación en el procesa-
miento de las emociones.
Amígdala
82 1 El cerebro emocional
embargo, el miedo es un proceso complejo y se ha visto que pacien-
tes con lesiones bilaterales de las amígdalas siguen siendo capaces
de reconocer esa sensación a partir de estímulos variados, aunque
no la experimenten con la misma claridad, lo que indica que la
percepción del miedo no requiere in-
defectiblemente la contribución de la La amígdala analiza
amígdala o que distintas vías pueden el ambiente de forma
confluir en esa emoción negativa. continua en busca
La amígdala es una de las zonas en- de estímulos que
cefálicas donde hay evidencias de di- predigan el peligro.
morfismo sexual; es decir, de diferen- WULF HAUBENSA
El cerebro emocional 1 83
tivos de una forma física, poniendo en marcha los músculos. La
amígdala izquierda ayuda al recuerdo de los detalles de un suceso
emocional y parece estar más vinculada al pensamiento que a la
acción en respuesta a un estímulo emocionalmente estresante, lo
que podría explicar la ausencia de respuesta física en las mujeres.
No obstante, conviene ser cauto con estas extrapolaciones, pues
suelen caer en la tentación de explicar procesos complejos, y con
una fuerte base cultural, como pueden ser la distinta expresión
de emociones y sucesos implicados en las emociones entre hom-
bres y mujeres, como un mecanismo sencillo e inmediato. No es
así, los hombres podemos tener una respuesta más física por ese
mecanismo unilateral de la amígdala, pero es imposible descontar
los efectos de la agresividad, de las hormonas masculinas y de una
educación y crianza que ha primado tradicionalmente la respuesta
física y, en ocasiones, el uso de la violencia.
Aunque esta variedad de funciones fue esgrimida en un prin-
cipio como argumento para afirmar que las emociones no tenían
una firma neural única, lo que realmente indica es que la visión de
adscribir emociones a regiones cerebrales en un proceso uno a uno
es demasiado simplista. Las ideas actuales enfatizan que la diver-
sidad funcional va en paralelo con la complejidad de los circuitos
de la propia amígdala y sus conexiones con otras zonas cerebrales,
lo que permite que pueda participar en muchas funciones depen-
diendo de cuál o cuáles de esas redes se activan. Entender estos
procesos, los cambios en esos circuitos amigdalinas según la emo-
ción y también según el contexto puede ser de enorme importancia
porque la amígdala está implicada en todos los problemas neuro-
lógicos y psiquiátricos con un componente social, tales como las
adicciones, los trastornos del espectro del autismo o los trastornos
de ansiedad.
Veamos brevemente cómo es el proceso que ya se apuntó en el
capítulo anterior. La emoción se registra en la amígdala y desde
ahí, esa información puede ir a la corteza frontal directamente o a
84 1 El cerebro emocional
la corteza frontal indirectamente, pasando por el hipotálamo, que
envía señales neurohormonales hacia el cuerpo. La amígdala no
requiere un procesamiento cognitivo previo para que el sujeto pro-
duzca una reacción emocional. Sin embargo, existen conexiones
directas que permiten que la amígdala reciba información senso-
rial desde el tálamo, de modo que se produzca una respuesta inme-
diata, una reacción anterior al conocimiento consciente del suceso
que la causó, algo que puede ser fundamental para salvar la vida. La
ruta de comunicación es tálamo-amígdala-hipotálamo.
Pero como ya hemos comentado, la amígdala también recibe in-
formación sensorial desde la corteza, a través del tálamo, pero esta
vía de transmisión es más larga y más lenta que la vía tálamo-amíg-
dala, conocida como atajo de LeDoux. El miedo condicionado uti-
liza este atajo, activa la amígdala, y de ahí pasa la información al
hipotálamo, al tronco del encéfalo y a la corteza cerebral.
Este miedo condicionado se considera un tipo de memoria. No
es una memoria consciente, sino que lo que hace la amígdala es
reconstruir el estado corporal que se produjo la primera vez que se
vivió esa situación, una reacción instintiva de miedo inconsciente
a un estímulo determinado. De este modo, la primera vez que se
recibe un estímulo, del tipo que sea, y la situación produce miedo,
la emoción queda registrada en la amígdala y es aprendida. Poste-
riormente, cuando se perciba un estímulo similar, la amígdala des-
encadenará la misma reacción de manera casi inmediata, antes de
que la corteza registre qué es lo que está pasando. Esa rapidez es
fundamental para la supervivencia.
Corteza cerebral
El cerebro emocional 1 85
>EL SISTEMA LÍMBICO, CLAVE DE LA EMOCIÓN
Las emociones, lo mismo que los sentimientos o los instintos, se encuen-
tran entre las más importantes actividades cerebrales que guían nuestro
comportamiento. El principal regulador de las mismas es el sistema lím-
bico, término derivado del latín limbus, que significa «límite», «borde». Se
Corteza cerebral
Recibe, clasifica e interpreta
la información sensorial, toma
las decisiones racionales y
activa distintas respuestas
comportamentales.
Tálamo
Es la principal estación
de relevo para la
información sensorial.
Hipotálamo
Vigila nuestros sistemas
reguladores internos e
informa al cerebro de lo que
sucede dentro del cuerpo.
Amígdala
Dota de contenido emocional
a muchas memorias y
comportamientos.
86
trata de una serie de estructuras interconectadas -que pueden observarse
en la figura- que juegan también un papel destacado en la memoria. Tal
es su importancia, que se cree que puede imponerse sobre el pensamiento
racional y sobre muchas respuestas innatas.
Hipocampo Tálamo
Participa en la
consolidación de las
memorias, en particular VÍA
de la memoria espacial. Tálamo-amígdala
Amígdala
Es la que sustenta el
Cerebelo condicionamiento simple. Realiza
Interviene en el control un procesamiento muy rápido
motor, pero también en la de la información sensorial
atención, el lenguaje y la que permite dar respuestas RESPUESTA
regulación de respuestas casi instantáneas a estímulos
como el miedo o el placer. eventualmente peligrosos.
Corteza
Tronco encefálico
sensorial
Regula aspectos básicos
como la función cardíaca
y la respiratoria, pero
también otras nerviosas
como la consciencia o el VÍA LENTA
ciclo sueño-vigilia. Tálamo-
-corteza-amígdala
Esta segunda vía
proporciona a la amígdala Amígdala
una información mucho más
detallada, lo que se traduce en
respuestas precisas y complejas. -;,
capaces de dar lugar a acciones RESPUESTA
voluntarias, planificadas y
adaptativas a una situación dada.
87
atención, la percepción, la cognición, el pensamiento, lenguaje
y la consciencia, entre otros. La corteza cerebral también intervie-
ne en las emociones. Recibe información desde el hipotálamo, la
amígdala, los órganos sensoriales vía el tálamo y registra los cam-
bios causados por la acción del hipotálamo en todo el organismo.
La corteza integra y modula toda esa información y con ella regula
de vuelta la actividad del hipotálamo y la amígdala, controlando de
esta manera las emociones, como una respuesta integral del cuerpo.
La parte principal de la corteza implicada en las emociones son
los lóbulos frontales, que presentan numerosas conexiones bidi-
reccionales con el tálamo, la amígdala y otras regiones subcortica-
les, y son importantes en la expresión emocional.
La corteza frontal tiene multitud de funciones y distintas sub-
divisiones. En concreto, es corteza orbitofrontal la más impli-
cada en la modulación de las emociones (adecuación social de la
conducta, control de los impulsos, empatía emocional). La corteza
orbitofrontal recibe información del tálamo y proyecta de forma di-
fusa a las áreas límbicas.
La corteza está también implicada en la expresión de las emo-
ciones fingidas, sofisticadas, voluntarias y conscientes, mientras
que cuando una emoción es auténtica, su expresión es controlada
por el tronco encefálico y existe una simetría en la expresión facial.
Cuando la emoción es fingida, la simetría facial es más imperfecta.
Eso se aprecia sobre todo en la sonrisa, entre una social y otra sin-
cera (fig.1).
Las heridas en cabeza sufridas por soldados en la guerra de
Vietnam ayudaron a distinguir dos zonas en la corteza prefrontal
asociadas a dos tipos de experiencia emocional. Según las lesiones
sufridas, los veteranos que tenían lesiones en la corteza prefron-
tal dorsolateral mostraban un pobre desempeño en la inteligencia
emocional «experiencial», esto es, la capacidad de juzgar las emo-
ciones de otras personas. Por el contrario, los soldados que habían
tenido lesiones en la corteza prefrontal ventromedial presentaban
88 1 El cerebro emocional
íFIG. 'I
SONRISA SOCIAL
Las áreas conscientes del ~ - - - - Corteza premotora
cerebro envían señales
a la corteza motora.
La contracción de
los músculos en torno a
la boca estira lateralmente ~ - - - Músculo cigomático menor
los labios.
SONRISA SINCERA
Esta sonrisa requiere emoción, r--'------ Corteza motora
lo que se aprecia en la activación -sr:"~·-•c-,
no solo de la boca, sino también
del área de los ojos.
El cerebro emocional 1 89
separadas del cerebro. No obstante, y tal y como hemos planteado
en este libro, el concepto de inteligencia emocional está muy sujeto
a críticas y las respuestas emocionales y las racionales no pueden
ser contradictorias entre sí, sino aspectos complementarios de una
misma estrategia de supervivencia.
La corteza prefrontal se relaciona también con la inhibición de
la depresión, que puede considerarse como una tristeza extrema
y crónica. Esta parte del cerebro es la responsable de la sensación
de que las cosas tienen sentido. Si admitimos que las emociones
son fundamentales para la supervivencia, la alegría da impulso a la
vida. Estar alegre aumenta las defensas del organismo, un ejemplo
de la conexión entre sistema inmunitario y sistema nervioso, y nos
hace estar más despiertos, mientras que al parecer la tristeza favo-
rece la aparición de infecciones probablemente por una alteración
en nuestro sistema de defensa.
En definitiva, podernos afirmar que el proceso de las emocio-
nes en estas zonas actúa secuencialmente: primero se produce
una percepción en la corteza (por ejemplo, vernos un animal que
se dirige hacia nosotros enseñando los dientes). La corteza manda
señales al hipotálamo que actúa a través de la hipófisis y las glán-
dulas suprarrenales generando una respuesta neurohormonal. Las
suprarrenales producen adrenalina que, a su vez, genera cambios
fisiológicos con los que el organismo se prepara para la respues-
ta de lucha-huida: dilatación de las pupilas, ensanchamiento del
tórax, aumento de la frecuencia del latido cardíaco y de la presión
arterial, contracción de los músculos, liberación de glucosa desde
el hígado y dilatación de los bronquios.
Estos cambios generados por el hipotálamo son percibidos por
la corteza, que es la responsable de la expresión de la emoción, y la
amígdala registra esa experiencia y dota a las memorias de un com-
ponente emocional. Pero estas no son las únicas áreas implicadas,
pues más recientemente se ha descubierto la importante implica-
ción del cerebelo.
90 1 El cerebro emocional
Cerebelo
El cerebro emocional 1 91
separadas del cerebro. No obstante, y tal y como hemos planteado
en este libro, el concepto de inteligencia emocional está muy sujeto
a críticas y las respuestas emocionales y las racionales no pueden
ser contradictorias entre sí, sino aspectos complementarios de una
misma estrategia de supervivencia.
La corteza prefrontal se relaciona también con la inhibición de
la depresión, que puede considerarse como una tristeza extrema
y crónica. Esta parte del cerebro es la responsable de la sensación
de que las cosas tienen sentido. Si admitimos que las emociones
son fundamentales para la supervivencia, la alegría da impulso a la
vida. Estar alegre aumenta las defensas del organismo, un ejemplo
de la conexión entre sistema inmunitario y sistema nervioso, y nos
hace estar más despiertos, mientras que al parecer la tristeza favo-
rece la aparición de infecciones probablemente por una alteración
en nuestro sistema de defensa.
En definitiva, podemos afirmar que el proceso de las emocio-
nes en estas zonas actúa secuencialmente: primero se produce
una percepción en la corteza (por ejemplo, vemos un animal que
se dirige hacia nosotros enseñando los dientes). La corteza manda
señales al hipotálamo que actúa a través de la hipófisis y las glán-
dulas suprarrenales generando una respuesta neurohormonal. Las
suprarrenales producen adrenalina que, a su vez, genera cambios
fisiológicos con los que el organismo se prepara para la respues-
ta de lucha-huida: dilatación de las pupilas, ensanchamiento del
tórax, aumento de la frecuencia del latido cardíaco y de la presión
arterial, contracción de los músculos, liberación de glucosa desde
el hígado y dilatación de los bronquios.
Estos cambios generados por el hipotálamo son percibidos por
la corteza, que es la responsable de la expresión de la emoción, y la
amígdala registra esa experiencia y dota a las memorias de un com-
ponente emocional. Pero estas no son las únicas áreas implicadas,
pues más recientemente se ha descubierto la importante implica-
ción del cerebelo.
90 1 El cerebro emocional
Cerebelo
El cerebro emocional 1 91
cuitos cerebelares, aunque se ha sugerido que hay una preferencia
por las negativas. El consenso de los estudios clínicos, experimen-
tales, neurofisiológicos y de neuroimagen es que el cerebelo es par-
te de las redes corticolímbicas que se encargan del procesamiento
de las emociones.
Una derivada importante de estos resultados es que el cerebe-
lo presenta alteraciones en trastornos psiquiátricos y neurales,
como el autismo o la esquizofrenia, donde hay una alteración en
el procesamiento de las emociones. El cerebelo podría encargarse
de generar representaciones coherentes del mundo. Los pacientes
afectados por lesiones del cerebelo mostrarían esos déficits porque
tendrían afectada la integración entre los aspectos cognitivos y los
emocionales.
92 1 El cerebro emocional
Con respecto al circuito del caudado, recibe copia de las órde-
nes que la corteza motora envía a los músculos, procesa esta copia
y la devuelve a la corteza, sobre todo a la corteza prefrontal cuya
implicación en las emociones vimos con anterioridad. Desde esta
perspectiva, el circuito del caudado dispone de conexiones privi-
legiadas tanto para informar a la corteza de los movimientos para
que tengamos consciencia de los mismos, como para conectar los
movimientos con la esfera emocional.
Estos núcleos parecen estar adicionalmente implicados en el
sistema recompensa que se activa cuando tiene lugar un es-
tímulo que el cerebro tacha de deseable, y se les considera una in-
terfaz entre sistema límbico, sistema motor y corteza. Su función
sería integrar la motivación y la acción, es decir, reconocer situa-
ciones importantes para el organismo para que se desarrolle una
acción adecuada. Intervendría de esta manera en procesos como la
ingesta de alimentos, la conducta sexual, consumo de drogas y
los sistemas de recompensa, entre otros.
También el hipocampo, que se encuentra íntimamente relacio-
nado con la amígdala, parece intervenir en las emociones. Se cree
que la amígdala modula las implicaciones emocionales en los re-
cuerdos mientras que el hipocampo compararía las condiciones de
una amenaza actual con experiencias similares del pasado, permi-
tiendo elegir la mejor opción para garantizar la supervivencia.
Otra región implicada en las emociones es el tálamo. Las lesio-
nes o la estimulación de los núcleos mediodorsal y anterior del
tálamo generan cambios en la reacción emocional. Sin embargo,
como sucede en otras de las zonas vistas, parece que la importancia
de esos núcleos en la regulación de las emociones no se debe tanto
al propio tálamo sino a sus conexiones con otras estructuras cere-
brales. El núcleo mediodorsal establece sinapsis con neuronas de
la corteza prefrontal y del hipotálamo. El núcleo anterior conecta
con los cuerpos mamilares y, a través de ellos, con el hipocampo
y con la corteza del cíngulo, parte del circuito de Papez.
El cerebro emocional 1 93
Una última zona a mencionar es el tronco del encéfalo. Se le
suele relacionar con las respuestas emocionales de otros grupos
de vertebrados como reptiles y anfibios, y zonas clave serían la for-
mación reticular y el locus coeruleus. Sin embargo, las funciones de
estas zonas estarían más cerca de respuestas reflejas que de unos
procesos complejos como las emociones de los humanos. Aun así,
estas regiones están también presentes y activas en los humanos y
es posible que modulen las respuestas emocionales, por ejemplo,
ajustando el nivel de alerta. Otro ejemplo es el área tegmental ven-
tral que está situada en la parte mesencefálica del tronco del encé-
falo y que interviene en el circuito de recompensa, lo que puede ser
clave para establecer el carácter placentero o negativo de las emo-
ciones. Finalmente, otras estructuras del tronco, como los núcleos
de los nervios craneales, recibirían información desde la corteza y
el estriado y serían responsables de muchos de nuestros cambios
faciales asociados a las emociones: nuestro rostro de alegría, triste-
za, miedo, ira, etc. Se trata de un factor clave en la comunicación de
las emociones a otras personas.
En definitiva, parece que la intervención de zonas encefálicas en
la gestión de las emociones es bastante amplia, como demuestran
algunos intentos de estudiar emociones básicas en los seres huma-
nos, tales como la agresión o la rabia. Cuando a los participantes
se les pide que vean expresiones faciales mostrando miedo pare-
ce que la amígdala se activa junto con otras zonas, pero en otros
estudios, cuando se pide a los participantes que reaccionen ante
otros tipos de emociones se ve que se reclutan, además de la amíg-
dala, zonas diferentes. La conclusión es que, para cada emoción,
la amígdala recluta un grupo específico de estructuras cerebrales
con las que interacciona. Estos cambios en los circuitos de la amíg-
dala muestran un proceso dinámico del procesamiento individual
de las emociones y explican algo que hasta hace poco era incom-
prensible: cómo es posible que cada emoción ponga en marcha un
grupo de respuestas perceptuales, cognitivas y motoras diferentes.
94 1 El cerebro emocional
FUNCIONES CEREBRALES Y E OCIONES
El cerebro emocional 1 95
f FIG.2
Hemisferio izquierdo Hemisferio derecho
Razonamiento Intuición
Lenguaje
Imaginación
hablado
Lenguaje Sentido
escrito artístico
Habilidad Sentido
científica musical
Habilidad Percepción
numérica tridimensional
Control de la Control de la
mano derecha mano izquierda
96 1 El cerebro emocional
forma de pensar, el hemisferio izquierdo se fijaría en los detalles, en
el conocimiento, en la percepción de patrones, en las estrategias,
en las cosas prácticas, sería el lugar de
las matemáticas y la ciencia, y actuaría Lo práctico, lo
sobre seguro. El derecho, por el con- analítico y lo
trario, se fijaría en las grandes panorá- emocional son
micas, en el presente y el futuro, en las conductas tan
creencias y la fantasía, sería impetuoso complejas que no
y tomaría riesgos, y sería el lugar de la fi- se pueden hacer
'losofía y la religión, de algo que podría- exclusivamente con
mos llamar una visión emocional del un lado del cerebro.
mundo. En el fondo se trata de una vi- PEDRO MALDONADO
sión simplista y poco acorde con cómo
funciona el cerebro en realidad. Es sugerente, pero no es así: hay un
único cerebro que funciona de una manera integrada.
Ello no quiere decir que ambos hemisferios sean idénticos. Algu-
nas tareas aritméticas, como contar o recitar las tablas de multiplicar,
reclutan más neuronas en el hemisferio izquierdo que en el derecho,
mientras que otros aspectos, como estimar cuántos objetos similares
hay en un dibujo, reclutan más en el derecho que en el izquierdo. Pero
en realidad, todas las personas usamos uno y otro hemisferios. La
información fluye entre ambos a través del cuerpo calloso en fre-
cuentes viajes de ida y vuelta, y el cerebro recluta más o menos zo-
nas, incluso en el hemisferio opuesto, según la necesidad de procesa-
miento. Un ejemplo llamativo de esto son los ajedrecistas: a la hora de
identificar piezas y sus tipos de movimiento un jugador principiante
usa unas regiones corticales ventrales en el hemisferio cerebral iz-
quierdo, pero un gran maestro recluta zonas similares también en el
derecho, estableciendo un procesado en paralelo que probablemente
posibilita la enorme habilidad que demuestra en el juego.
Con el tiempo, la neurociencia ha dejado claro que la doctrina lo-
calizacionista de Broca supuso un avance en la comprensión de que
las funciones mentales se asentaban en el cerebro, pero se distancia-
El cerebro emocional 1 97
ba de la realidad en tanto la correspondencia estricta entre regiones
cerebrales y funciones no existe para muchas actividades, aunque
haya especializaciones de la corteza. Los progresos de la investiga-
ción han puesto de manifiesto que el funcionamiento cerebral ra-
dica en el procesado de sus microcircuitos formados por neuronas,
distribuyéndose en el conjunto de regiones con frecuencia de forma
redundante, lo que permite que algunas lesiones no tengan conse-
cuencias deletéreas, aunque otras causan un daño llamativo, como
sucedía en los casos recogidos por Broca, Wernicke y otros.
Esta cierta asimetría también se observa en el caso de las emo-
ciones. El área frontal derecha está implicada en el control de la
emoción y de la información relevante para las emociones y parece
estar más implicada en la expresión de las emociones negativas. El
área frontal izquierda, en cambio, está relacionada con el control
de la acción o activación y parece estar más implicada en la expre-
sión de las emociones positivas.
Incluso en una misma zona coexisten distintos subsistemas. El
principal subsistema de la corteza cerebral humana implicado en la
percepción de los rostros, clave en la comunicación de las emocio-
nes, está formado por el área facial fusiforme, el área facial occipital
y el surco temporal superior. El área facial occipital participa en el
reconocimiento de los componentes faciales, el área facial fusiforme
realiza el reconocimiento de siluetas faciales y el surco temporal su-
perior es el responsable del procesamiento de aspectos plásticos de
las caras, tales como la expresión o la mirada. Estas áreas implicadas
en el rostro son mayores y están normalmente localizadas con más
frecuencia en el hemisferio derecho que en el izquierdo.
Neuronas espejo
98 1 El cerebro emocional
> N DE LOS H os
La idea de que una persona piensa más con el lado derecho o el izquierdo
del cerebro es solo un mito. No obstante, es indudable que hay diferencias
funcionales entre los dos hemisferios. La extensión de esta lateralización
(cuando un proceso ocurre más en un lado que en el otro) se pudo demos-
trar gracias a un experimento llevado a cabo con unos pacientes epilépticos
a los que se les había practicado una callosotomía [corte del cuerpo callo-
so]. Si se les mostraba un martillo a su hemisferio derecho [es decir, en el
campo visual izquierdo) y a continuación se les pedía que lo describieran
verbalmente, eran sencillamente incapaces de decir nada. Pero sí podían
coger el objeto con su mano izquierda, prueba de que el hemisferio derecho
(que controla la mano izquierda) sabía identificar el martillo. En cambio,
cuando el mismo objeto se mostraba al hemisferio izquierdo, la respuesta
verbal era exacta y rápida. La mayor diferencia entre los dos hemisferios,
por tanto, es la habilidad para el lenguaje. En nuestro cerebro, el habla se
genera casi exclusivamente en el lado izquierdo.
Hemisferio Hemisferio
izquierdo verbal derecho no verbal
99
nominó neuronas espejo. Estas células fueron descubiertas en un es-
tudio donde se analizaba la actividad eléctrica en la corteza premoto-
ra ventral del macaco, especializada en acciones de la mano y la boca.
Este científico y su equipo vieron que había un grupo de neuronas
que se activaba cuando al mono se le dejaba que cogiera trozos de
comida y los investigadores podían medir sus respuestas en distintos
movimientos. La sorpresa fue que vieron que algunas de las neuro-
nas mostraban actividad no solo cuando el mono cogía alimentos,
sino también cuando veía a una persona hacer lo mismo. Se habló de
«neuronas mono ve, mono hace». Posteriormente, el equipo de Pier
Francesco Ferrari vio que también respondían a gestos faciales.
Es importante recordar, como ha hecho el neurocientífico cog-
nitivo Christian Jarrett, que la mayoría de investigaciones sobre es-
tas células se ha hecho en monos, que hay muchos tipos diferentes
de neuronas espejo, que todavía se discute si existen en humanos
y si serían comparables a las presentes en monos, dudas que hacen
que muchas hipótesis sean arriesgadas en su interpretación. Aun
así, hay numerosos experimentos que son imposibles en el cere-
bro humano y de momento debemos asumir que no debería ser tan
diferente en nuestro caso de lo que se detecta en otros primates,
aunque, como decimos, sea un salto sin red.
A la hora de establecer una homología entre las neuronas espe-
jo de monos y las posibles estructuras homólogas en humanos se
ha visto una actividad consistente con lo registrado en la corteza
cerebral de monos en distintas zonas de la corteza cerebral huma-
na, incluyendo la corteza premotora, la corteza parietal anterior, la
corteza somatosensorial primaria y el área motora suplementaria.
Originalmente se encontraron en una subdivisión de la corteza pre-
motora del mono, el área FS, pero luego se han encontrado también
en el lóbulo parietal inferior. Los estudios con neurofisiología y
neuroimagen han proporcionado evidencias claras de que en hu-
manos existe un circuito frontoparietal con propiedades similares
al sistema de neuronas espejo descrito en monos.
r FIG.3
Corteza
premotora medial posterior
Esquema de las regiones corticales del encéfalo humano donde podrían estar
localizadas las neuronas espejo, células implicadas tanto en la observación como
en la ejecución de un comportamiento dirigido hacia un objetivo concreto.
Tristeza
113
tros generan respuestas consistentes en estructuras sensibles a las
emociones, incluida la amígdala. Evidentemente, estas contradic-
ciones radican en la dimensión individual de las emociones, que
con frecuencia incorpora componentes aprendidos que dependen
de la trayectoria de cada sujeto y de su entorno cultural.
El uso de técnicas de neuroimagen para el estudio de las emo-
ciones se ve también limitado por la dificultad de determinar cuán-
do alguien está experimentando una emoción y cómo cuantificarla
para establecer comparaciones y evaluaciones. A ello no ayuda el
hecho ya citado de que no exista una clasificación con un respaldo
mayoritario entre los investigadores, ni unas escalas de intensidad
y valencia emocional validadas y claramente definidas. Se espera
que en el futuro estas variaciones puedan superarse para analizar
las emociones y encontrar regularidades con la intención de dis-
poner de una capacidad predictiva que permita estimar la proba-
bilidad de que una reacción emocional suceda y poder aumentar o
disminuir esa probabilidad a conveniencia.
ACTUAR EN EL C EB co LAR
E OCIONES
Estimulación cerebral
conectados
al cerebro
1
Cerebro
de rata
Centro
del placer
Figura que muestra el RoboRat: los electrodos en la corteza hacen que el animal
sienta sensaciones en sus bigotes, mientras que el colocado en el fascículo
medial telencefálico genera la sensación de placer que sirve de recompensa.
Optogenética
En los últimos años estas técnicas se han vuelto mucho más sofis-
ticadas gracias a nuevos avances, tales como la optogenética. Esta
técnica, cuyo nombre señala que es una combinación de óptica
y genética, se basa en que hay proteínas que son sensibles a la luz y
permiten a los científicos activar y desactivar neuronas a voluntad
mediante pulsos de luz. Es una tecnología que permite un control
Interfaces
Índice 1 141
Descartes, René 51, 53, 54 instinto de agresión 8
desconcierto 42 instinto de ataque 116
deseo sexual 113 inteligencia
dolor 28, 53, 56-57, 80, 102 artificial 11, 16, 129-130, 133
dopamina 34-35, 37 emocional 72-75, 88-90, 136
Duchenne, Guillaume 54-55, racional 72-73
58 ira 19-22, 41-42, 73, 94, 113
142 1 Índice
Papez, James 63 sistema límbico 19, 35, 40, 66-67,
pasiones 17, 53-54 86,93
Pavlov, Ivan 38 sistema nervioso 9, 30, 38, 42, 90
postura 7, 43, 60, 91 autónomo 10, 80, 91, 104
central 37, 79, 81, 115
reacciones fisiológicas 59-60 motorlO
receptor AMPA 39 periférico 81
receptor NMDA 39 sorpresa 19, 20-21, 42, 58
rencor19
repugnancia 42 técnicas de neuroimagen 10, 41,
resonancia magnética funcional 112,114
(IRMf) 10, no, 113 teoría
Russell, James 23 de Cannon-Bard 60-62
de James-Lange 59-60
sentido del humor 57
sentimientos morales 17 vergüenza 42, 57, 113
síndrome de Klüver-Bucy 66
sistema endocrino 9, 81 Watson, James 118
Índice 1 143