Cuadernillo 3ro

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CENS 460

LENGUA Y LITERATURA III 2023


Prácticas del Lenguaje

HERRAMIENTAS PARA LA REDACCIÓN TEXTUAL


GÉNEROS LITERARIOS: CUENTO, TEATRO Y POESÍA

PROFESOR: SERGIO S. CASTILLO


ÌNDICE

Códigos de corrección………………………………………………………..1
¿Qué son las figuras literarias?.........................................................................1
Las frases (y citas) mas famosas de la historia……………………………….3
Técnicas de estudio ………………………………………………………..5
Caligrafía ……………………………………………………………………12
Mayúsculas y minúsculas…………………………………………………….13
¿Qué es el acento?.............................................................................................14
Puntos, comas y párrafos……………………………………………………..15
Palabras homófonas…………………………………………………………..17
Textos académicos: la reseña y el informe de lectura…………………..........20
El lenguaje formal e informal (y el eufemismo) ……………………..……...24
Modalidades textuales…………………………………………………..........27
Tesis………………………………………………………………….............29
Recursos argumentativos………………………………………………..…...30
Coherencia y cohesión………………………………………………..……...33

Cuentos
El marica…………………………………………………………………......37
La intrusa………………………………………………………………….....40
El mar cambia……………………………………………………………......41
El ilustre amor …………………………………………………………......44
Cartas de un amor traicionado…………………………………………….....46
Tuya………………………………………………………………………….50
La madre de Ernesto………………….……………………………………...55
A la deriva……………………………………………………………………58
Teatro
La malasangre……………………………………………………………..…59
Poesías………………………………………………………………….……64
PRÓLOGO

Tercer año de Secundaria en el nivel de Adultos es una etapa definitoria para los alumnos y las alumnas
del CENS460 del barrio Las Flores de Moreno, ya que aquí se cierra un ciclo de una larga carrera de educación
y, sobre todo, en el área de lengua y en el de la literatura. Esto supone que el egresado contará con una serie
de conocimientos enciclopédicos y específicos de la materia. El fin de este cuadernillo, entonces, es armar a
los estudiantes con algunas armas para luchar dentro de esta sociedad tan desigual. Comprendiendo que cada
uno elegirá su camino: ya sea laboral o estudiantil, en el ámbito del trabajo o en el de estudios superiores, los
contenidos, tanto de la lengua como los de la literatura, aspiran construir esos caminos.
¿Cómo conseguirlo? Sabemos todos que no es fácil, sobre todo por el contexto que nos toca vivir todos
los días, por las condiciones económicas y familiares propias de la adultez. Moreno es un municipio que se
agiganta todos los años, cada vez mas la densidad poblacional crece, pero no así los recursos monetarios, es
decir, la oferta laboral que hay es por un salario que va entre el valor de la canasta básica y la indigencia. Esto
quiere decir que para participar en esta jungla debemos estar mas preparados para competir con otros por un
puesto de trabajo.
Este espacio partirá de la redacción de textos, pasará por análisis lingüísticos y literarios, para llegar a la
creación de obras académicas y literarias de los estudiantes. Para esto hay actividades prácticas y teóricas de
la lecto-escritura. También es muy importante el aporte de materiales de lectura por partes de los alumnos y
alumnas que permitirán enriquecer el diálogo didáctico. Es decir, en la enseñanza-aprendizaje hay un vaivén.
El profesor aprende todo el tiempo de sus estudiantes.
Temas tales como la comprensión lectora y la expresión escrita son abordados debido a las demandas de las
grandes industrias y las instituciones superiores universitarios y terciarios. Es bien sabido que el conocimiento
no es nada sin el ejercicio de la práctica. Por eso el énfasis estará en poder volcar todo lo que se aprenda en
situaciones problemáticas que las requieran. Esto quiere decir que se la dará un sentido a los textos a partir de
una situación particular. En la parte laboral, un empleado debe distinguir entre una simple anotación y un
informe detallado. Para esto necesitará obrar con mayúsculas, minúsculas, puntos, comas, acentos, tildes,
párrafos y, no menos importante, con coherencia y cohesión textual.
En el ámbito de estudios superiores esto se vuelve mas complejo. La vida del estudiante no es nada fácil,
ya que el pensamiento, la reflexión, requieren mas horas de preparación. El desarrollo intelectual lo obliga.
Decodificar palabras clave, conceptuales, sus respectivas ramificaciones, la llamada red conceptual. Muchas
veces escuchamos: saber leer no es comprender, si bien van de la mano no significa que aquel que lea entienda.
Aquí se ponen en juego variables mentales tales como la concentración, el vocabulario técnico, la relectura
tanto de una oración como de un párrafo o un texto completo.
Estas palabras introductorias son solo una muestra de lo que hay en estas casi setenta páginas. Espero
que no sea exhausto, sino ampliatorio y utilitario. Han quedado fuera numerosas obras literarios y temas del
sistema de la lengua. Eso se compensará de otra forma a lo larga de este año. Temas tales como el ensayo y el
informe de lectura, donde la escritura y su sistema juega un rol importantísimo, donde se ponen en juego todo
lo aprendido, los gustos particulares y las normas de escritura obligatorias de la RAE (Real Academia Española).
Sin mas preámbulos, las y los invito a recorrer el camino de estas hojas que vienen a continuación.
Sergio S. Castillo
Moreno, 17/04/22
CODIGOS DE CORRECCIÓN
Nota global del texto

M Reg. B MB E R

Mal Regular Bien Muy Bien Excelente Rehacer

Trabajo terminado Corregir y volver a


escribirlo

Signos para la revisión de los textos

X Error ortográfico: b/v, s/c/z, h, g/j, ll/y, etc. á Sacar tilde

AB Faltan minúsculas ! Falta signo

aB Mezcla mayúsculas y minúsculas Palabra repetida


ab Faltan mayúsculas Palabra inventada

Falta insertar punto Falta de coherencia

Falta insertar coma ? No se entiende

Punto y aparte Error en construcción de frase


a, Coma demás Error en construcción de párrafo

Punto demás (+) (-) Cosas positivas, cosas por mejorar


a.
Poner tilde Error de conectores
á C

¿Qué son las figuras literarias?

Las figuras literarias son construcciones gramaticales que se apartan de la sintaxis habitual para
aumentar o matizar la expresividad.
Se denomina figuras literarias a ciertas formas de utilizar las palabras en el sentido de que, aunque son
empleadas con sus acepciones habituales, son acompañadas de algunas particularidades fónicas, gramaticales
o semánticas, que las alejan de un uso normal de las mismas, por lo que terminan por resultar especialmente
expresivas. Debido a esto, su uso es característico, aunque en modo alguno exclusivo, de las obras literarias.
De forma coloquial, reciben también el nombre de recursos literarios, recursos estilísticos, recursos retóricos,
figuras retóricas, etc.
Las figuras literarias que estudiaremos son: Comparación o símil - Personificación - Hipérbaton - Hipérbole
- Metáfora - Anáfora - Onomatopeya - Aliteración - Antítesis - Epíteto - Ironía - Perífrasis - Pleonasmo -
Sinestesia – Sinécdoque – Asíndeton – Polisíndeton – Epíteto – Encabalgamiento – Elipsis.

1- Comparación o símil: esta figura consiste en un símil entre dos elementos que tienen algo en común.
Presenta una relación se semejanza directa. Tiene los siguientes conectores: como, tal como, igual que, etc.
Ejemplos: Tus ojos son como dos luceros. Hay algunos que son como los olivos, que sólo a palos dan fruto.
Tenía el cuello largo como un avestruz. Sus muslos como ríos, sus brazos como ramas, sus ojos como un
camino en paz bajo la noche.

2- Personificación: consiste en atribuir una cualidad humana a un objetivo inanimado. Ejemplo: Lloran las
rosas porque no estás aquí. Las estrellas nos miraban mientras la ciudad sonreía.

1
3- Hipérbaton Figura que consiste en la alteración del orden lógico de la oración. Ejemplo: Volverán las
oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar.

4- Hipérbole: exagerar lo que se está interpretando. Ejemplo: Eres lo más grande del cosmos. Tanto dolor
se agrupa en mi costado/ que por doler me duele hasta el aliento.

5- Metáfora: esta designa una realidad con el nombre de otra con la que mantiene alguna relación de
semejanza. Ejemplo: Nuestras vidas son los ríos que van a dar al mar que es el morir. Las perlas de tu
boca. Perlas = dientes. Tus ojos son como el océano. Tu mirada brilla como el sol. El tiempo es oro. Eres
como un sueño. Tus labios son de fresa. Mi trabajo es una locura. Este sitio es el paraíso.

6- Anáfora: repetir una palabra o conjunto de palabras al comienzo de una frase o verso. Ejemplo: Oh luna
que me guiaste, oh luna amable compañera, oh luna mi eterna viajera. ¿Para quién edifiqué torres? / ¿Para
quién adquirí honras? / ¿Para quién planté árboles? Temprano levantó la muerte el vuelo/ temprano
madrugó la madrugada/ temprano estás rondando por el suelo.

7- Onomatopeya: consiste en escribir el sonido. Ejemplo: El tic-tac del reloj despierta a todos alrededor.
Gato - miau. Grillo - cri-cri. Mariposa - rsss rsss. Oveja - beeeee. Pato – cuac cuac. Perro - guau. Pez -
glup glup. Vaca - muuuu. Risa- jajaja.

8- Aliteración: repetir y/o combinar sonidos a lo largo de una misma frase. Su objetivo es conseguir un
efecto lírico sonoro y se usa en básicamente todos los trabalenguas. Ejemplo: En el silencio solo se escucha
un susurro de abejas que sonaba. De finales, fugaces, fugitivos /fuegos fundidos en tu piel fundada (sonido
f).
9- Antítesis: es una contraposición de dos palabras o frases de significación opuesta, que adquieren así
mayor expansividad y viveza. Ejemplo: Que muero porque no muero. Es hielo abrasador, es fuego helado.

10- Epíteto: adjetivo calificativo obvio que no es necesario para el conocimiento del objeto al que califica.
Ejemplo: El pasto verde del estadio.

11- Ironía: es un procedimiento ingenioso por el que se afirma o se sugiere lo contrario de lo que se dice
con las palabras. Así puede quedar claro el verdadero sentido de lo que pensamos o sentimos. Ejemplo: Un
momento y nos vamos. (en realidad no tiene intención de irse pronto).

12- Perífrasis: esta expresión se usa para evitar decir algo vulgar o como adorno. Ejemplo: Me duele ahí
donde la espalda pierde su honesto nombre.

13- Pleonasmo: consiste en la utilización de palabras innecesarias para la comprensión del mensaje.
Ejemplo: Yo lo he visto con estos ojos que se han de comer la tierra.

14- Sinestesia: consiste en mostrar como uno percibe algo con los sentidos y algunas veces es
contradictorio. Ejemplo: Oyen los ojos, miran los oídos. Los colores ácidos de tu vestido.

15- Sinécdoque: consiste en expresar la parte de un objetivo por el todo, o el todo por la parte. Ejemplo: La
sala se inquieta (=espectadores). Tomó dos vasos (=líquido). El pan de cada día (=alimento). Argentina
perdió el partido (=selección argentina).

16. Asíndeton: consiste en la eliminación de los nexos que relacionan los elementos de una frase. El objetivo
de esta figura es obtener un efecto de ímpetu y brevedad. Ejemplos: Desmayarse, atreverse, estar furioso, /
áspero, tierno, liberal, esquivo, / alentado, mortal, difunto, vivo, / leal, traidor, cobarde, animoso. / Acude,
corre, vuela, / traspasa la alta sierra, ocupa el llano, / no perdones la espuela, / no des paz a la mano, / menea
fulminando el hierro insano.

17. Polisíndeton: es la figura retórica contraria al asíndeton. Consiste en la utilización de nexos innecesarios
dentro de la estructura de la oración para transmitir un determinado mensaje. Ejemplos: ¡Y las mujeres, y los
niños, y los viejos, y los enfermos, gritarán entre el fuego, y vosotros cantaréis y yo también, porque seré yo
quien os guíe! Lo presintió en la arena y en las olas, y en la espuma y la sal y el horizonte. Ni nardos ni

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caracolas tiene el cutis tan fino, ni los cristales con luna relumbran con ese brillo.

18. Epíteto: consiste en el uso de adjetivos innecesarios que no añaden ninguna información suplementaria
para describir una idea o concepto. Su función es acentuar el significado de lo que se está describiendo. Suele
ir delante. Ejemplos: Por ti la verde hierba, el fresco viento, / el blanco lirio y colorada rosa /y dulce
primavera me agradaba. (Garcilaso de la Vega).

19. Encabalgamiento: consiste en que las frases no terminan al final del verso sino en el siguiente, es decir,
van "a caballo" entre dos versos. La parte de la frase que queda en el verso que le corresponde es el
encabalgante y la parte de la frase que se pasa al verso siguiente es el encabalgado. Ejemplo: Una tarde parda
y fría/ de invierno. Los colegiales/ estudian. Monotonía/ de la lluvia en los cristales. (Antonio Machado). Oh
Dios. Si he de morir, quiero tenerte/ despierto. Y, noche a noche, no sé cuándo/ oirás mi voz. Oh Dios. Estoy
hablando… (Blas de Otero)

20. Elipsis: es una figura retórica que consiste en la supresión de ciertos términos con el objetivo de construir
oraciones más cortas. Por ejemplo: El oro hace soberbios y la soberbia, [hace] necios.

 EJERCICIO I: copiar diez frases, nombrar la figura a la que pertenece y explicar el por qué (no vale
repetir la figura). Ejemplo:
Llegó toda la policía: es una hipérbole, ya que exagera al decir “toda la policía”.

Llegó toda la policía. Pronto se convirtió en la mano que aprieta el gatillo. Tus dientes blancos como perlas.
Sus ojos azules como el cielo. La arena tan caliente como el sol que la saludaba. Sus cabellos son oro, su frente
campos elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus
dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blancura nieve. Mi bandera nos grita
libertad a los cuatro vientos. Mi reloj está en el hospital por fallo cardiaco. El conejo salió de viaje y no llega
hasta el sábado. A lo hecho, pecho. Su hija es como el sol para él. El viento silbó toda la noche sin cesar. Tres
tristes tigres comen trigo en un trigal. Tiene tres bocas que alimentar y se quedó sin trabajo. Mientras más
fortuna amasaba, más pobre se sentía. A Diana ya las lágrimas le empapaban sus mejillas. En abril, aguas mil.
Pero qué ordenada está tu habitación. La roja sangre le cayó por su frente hasta manchar la blanca nieve en
donde yacía. Todos y cada uno de ustedes deben involucrarse si queremos revertir esta situación. Caerse,
levantarse, volver a intentarlo. La noche hace temer y pensar y extrañar y llorar. Me estoy muriendo de hambre.
El día muere sin remedio. El tiempo es dinero. Se durmió como un bebé. El hombre comió como un león. La
obra de teatro fue eterna. Aquel que me estima, aquel que me conoce, aquel que me quiere. La dupla británica
es la gran favorita para llevarse el oro. El rugido del rinoceronte retumbó repentinamente. La corona decidió
posponer los festejos por el cumpleaños del príncipe. Tanta verdad ayer y tanta mentira hoy. Despejado el
cielo está. El silencio aturdía mis oídos y la oscuridad me encandilaba. ¡Qué corto fue el viaje! La espinosa
rosa le lastimó la mano. La dulce melodía sonó durante toda la escena. Su risa suave le recordó cuánto la
amaba. Merezco unas disculpas de parte de ambos dos. Contaba los segundos, los minutos, las horas, los días,
pero el tiempo no pasaba. Ni tú ni yo ni ella ni nadie tiene la respuesta. La tarde equivocada se vistió de frío.
Una flor o mujer o águila o ángel en oro o plata el joyador cincela. Me embriagaré una noche de cielo negro
y bajo, para cantar contigo, orilla al mar salado. Feliciano me adora, y le aborrezco; Lisandro me aborrece, y
yo le adoro. Poesía adjetiva/ Poesía nasal y gutural/ Poesía arbitraria/ Poesía copiada de los libros/ Poesía
basada. De amor me estoy muriendo.

 EJERCICIO II: elegir diez citas, copiarlas, explicar su significado y nombrar la figura literaria que se
usó.

Las frases (y citas) más famosas de la historia

-Es mejor morir de pie que vivir arrodillado – Dolores Ibarruri


-Ninguna persona merece tus lágrimas, y quien se las merezca no te hará llorar – Gabriel García Márquez

3
-De todos los animales de la creación el hombre es el único que bebe sin tener sed, come sin tener hambre y
habla sin tener nada que decir – John Steinbeck
-El dinero no puede comprar la vida – Bob Marley
-El mundo es bello, pero tiene un defecto llamado hombre – Friedrich Nietzsche
-Lo que no te mata, te hace más fuerte – Friedrich Nietzsche
-Hace falta toda una vida para aprender a vivir – Seneca
-Haz el amor y no la guerra – John Lennon
-La educación es el pasaporte hacia el futuro, el mañana pertenece a aquellos que se preparan para él en el
día de hoy – Malcom X
-Pienso y Luego existo – René Descartes
-De humanos es errar y de necios permanecer en el error – Marco Tulio Cicerón
-Solo sé que no sé nada – Sócrates
-La verdadera sabiduría está en reconocer la propia ignorancia - Sócrates
-El sabio no dice todo lo que piensa, pero siempre piensa todo lo que dice - Aristóteles
-Los amigos se convierten con frecuencia en ladrones de nuestro tiempo - Platón
-La mayor declaración de amor es la que no se hace; el hombre que siente mucho, habla poco - Platón
-Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy seguro de lo segundo - Einstein
-No permitas que ningún ser humano te haga caer tan bajo como para odiarle - Martin Luther King
-Es mejor permanecer callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente - Groucho
Marx
-Estos son mis principios y si no te gustan, tengo otros - Groucho Marx
-La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, realizar un diagnóstico falso y aplicar después
remedios equivocados - Groucho Marx.
-Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo - Nelson
Mandela.
-Me gustan los amigos que tienen pensamientos independientes, porque suelen hacerte ver los problemas
desde todos los ángulos - Nelson Mandela.
-Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera - Pablo Neruda.
-Es tan corto el amor y tan largo el olvido - Pablo Neruda.
-Uno llega a ser grande por lo que lee y no por lo que escribe - Borges.
-Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla - Sigmund Freud.
-Aquel que más posee, más miedo tiene de perderlo - Leonardo Da Vinci.
-La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando - Picasso
-Incluso la gente que afirma que no podemos hacer nada para cambiar nuestro destino, mira antes de cruzar
la calle - Stephen Hawking
-Ojo por ojo y el mundo acabará ciego - Mahatma Gandhi
-Vive como si fueras a morir mañana; aprende como si el mundo fuera a durar para siempre - Mahatma Gandhi
-Si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo - Mahatma Gandhi
-Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo - Beethoven
-Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes
engañar a todo el mundo todo el tiempo - Abraham Lincoln
-El éxito tiene muchos padres, pero el fracaso es huérfano - John Fitzgerald Kennedy
-La mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella - Oscar Wilde
-La duda es la madre de la invención - Galileo Galilei
-El único hombre que no se equivoca es el que nunca hace nada - Goethe
-Vale más hacer y arrepentirse, que no hacer y arrepentirse - Maquiavelo
-No estoy tan enamorado de mis propias opiniones que ignore lo que los
demás puedan pensar acerca de ellas - Copérnico
-Para trabajar basta estar convencido de una cosa: que trabajar es menos
aburrido que divertirse - Charles Baudelaire.
-Cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él - Sartre

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Técnicas de estudio: Conoce los mejores 20 métodos de estudio

Métodos de aprendizaje
En este post te voy a explicar todo sobre las técnicas de estudio y cómo puedes aprovecharlas para mejorar
tu nivel de aprendizaje. Así como los distintos tipos de métodos de estudio y sus ventajas. El momento de
estudiar es uno de los más importantes del día. Durante el mismo, se requiere mantener un elevado nivel de
concentración y disciplina para eliminar las distracciones y enfocarse en el aprendizaje. No obstante, esto
puede resultar bastante difícil en algunos casos. Afortunadamente, existen múltiples técnicas de estudio que
te ayudarán a concentrarte y retener información de forma más sencilla. Te invitamos a continuar con nosotros
para conocer todos los detalles sobre ellas.
¿Qué son las técnicas de estudio?
Las técnicas de estudio consisten en una serie de métodos aplicados al
momento de estudiar, cuya finalidad es facilitar la concentración del estudiante
durante el proceso de aprendizaje.
Algunas de sus ventajas son:
• Retener información con mayor facilidad.
• Definir prioridades para estudiar de manera más
organizada.
• Administrar el tiempo de forma más eficiente y mantenerse motivado.
Una de las características más notorias de estas estrategias es que pueden aplicarse muy
fácilmente a cualquier área de estudio. Al mismo tiempo, son muy sencillas de llevar a cabo, por lo que pueden
ser aprendidas en un período de tiempo muy corto.
Objetivo principal de una técnica de estudio
Tal como se ha destacado con anterioridad, el objetivo principal de una técnica de estudio es ayudar al
estudiante a lograr una mayor concentración al estudiar. Al mismo tiempo, se busca incrementar su capacidad
para retener información, así como su motivación para continuar aprendiendo. Debido a esto, su utilización,
independientemente del área de estudio de su usuario, es muy recomendable: identificar tu forma de aprender.
Antes de aplicar estas técnicas de aprendizaje, es importante determinar cuál es tu forma de aprender al
momento de obtener nuevos conocimientos. Esto consiste en un conjunto de características personales que
determinan las actividades, los medios y los sentidos por medio de los cuales se asimila información con
mayor facilidad. Bien sea por medio de la toma de notas, al observar imágenes o videos, a través de sentidos
como la vista, el oído, el tacto, o bien una combinación de todos ellos.

5
Actualmente se han definido tres formas de aprendizaje generales:
La visual: como su nombre lo indica, la forma de aprendizaje visual se basa en relacionar imágenes con ideas
o conceptos. Los mapas conceptuales son un buen ejemplo de ello. Es la forma de aprendizaje más común
entre las personas.
La auditiva: por otra parte, los individuos que aprenden de manera auditiva suelen retener información de
forma más eficiente al recordar expresiones orales. Si bien no es tan eficiente como el medio visual al momento
de relacionar conceptos, es de gran importancia al estudiar temas como los idiomas o la música.
La kinestésica: finalmente, el sistema kinestésico se encuentra basado en el movimiento y el tacto. Por
ejemplo, al manipular herramientas o instrumentos, o al caminar mientras se recita información. En general,
esta forma de aprendizaje es un poco más lenta que las otras dos. No obstante, tiende a resultar en una mayor
retención de la información.
La mayoría de las personas suele utilizar alguna de ellas más que las otras. Por esto, es muy importante
determinar cuál se ajusta mejor a nosotros antes de comenzar a aplicar las técnicas de estudio.
¿Para qué sirven las técnicas de estudio?
Como se ha destacado con anterioridad, las técnicas de estudio sirven para ayudar a los estudiantes a sacar
el mayor provecho posible a sus rutinas de estudio. Esto se logra al organizar los estudios, crear esquemas de
repaso, incrementar la concentración del estudiante, facilitar la retención de información, desarrollar la
motivación y mucho más, todo a través de las técnicas de aprendizaje.
Tipos de técnicas de estudio
Las técnicas de estudio pueden categorizarse en distintos tipos de acuerdo a la idea básica detrás de su
aplicación. De este modo, cada estudiante puede aplicar aquellas que se ajusten de forma más eficiente a sus
preferencias de estudio. Entre los principales tipos de técnicas de estudio es posible mencionar:
El subrayado: Consiste en resaltar las ideas más significativas del texto con distintos colores de acuerdo con
la importancia del punto que representan.
El Resumen: Este tipo se basa en extraer las ideas de mayor relevancia del texto sin necesidad de realzarlas.
Es una muy buena alternativa para realizar repasos del contenido, afianzando el conocimiento general.
El Esquema: Reúnen las ideas y las organizan de manera lógica. Es una excelente opción cuando se tiene un
buen dominio del tema, pero se desea contar con una herramienta de apoyo para repasar. Los mapas mentales
y conceptuales con un buen ejemplo de este tipo de estrategia.
Los cuadros sinópticos: Exponen un conjunto de ideas interrelacionadas entre sí de forma organizada y fácil
de entender. Son ideales tanto para el estudio como para el repaso.

20 técnicas de estudio
En este punto, de seguro te estarás preguntando qué otros métodos puedes aplicar para optimizar tus
hábitos de estudio. A continuación, te presentamos 20 técnicas de estudio muy eficientes que puedes utilizar
en casa para lograr un aprendizaje mucho
más completo.
1. Pomodoro
2. Mapas mentales
3. Resúmenes
4. Listas
5. Esquemas

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6. Cuadro comparativo
7. Realizar ejercicios
8. Explicar el tema
9. Leer en voz alta
10. Encontrar exámenes pasados
11. Autoevaluación
12. Calendario de estudios
13. Organización del tiempo
14. Grupos de estudios
15. Flash cards, fichas de estudio o tarjetas de estudio
16. Apuntes clásicos
17. Subrayar lo importante
18. Mnemotecnia
19. Método de Cornell
20. Podcast

Cada una de ellas tiene sus ventajas y lo mejor es que todas están disponibles para que las puedas usar en
cualquier momento.
1. Método de estudio Pomodoro
El método de estudio Pomodoro consiste en dividir el tiempo de estudio en plazos de 25 minutos, los cuales
son denominados “Pomodoros”.
Reglas del método pomodoro:
Estos se encontrarán separados por intervalos de descanso que también tendrán una duración establecida,
la cual se irá incrementando luego de cada Pomodoro.
Una vez que finalices el primer lapso de estudio, podrás descansar durante cinco minutos. Luego de ello,
debes continuar estudiando hasta que completar el segundo Pomodoro, cuyo descanso será de 10 minutos.
De esta forma, la tercera pausa tendrá una duración de 15 minutos. Por otra parte, para el cuarto descanso
es recomendable alejarse y dedicarse a cualquier actividad breve para despejar la mente. Luego de ello, se
vuelve a comenzar.
Como puedes ver, el método Pomodoro resulta bastante sencillo, ya que todo lo que se necesita para
llevarlo a cabo es contar con un reloj con alarma y la voluntad de respetar los intervalos, tanto de estudio,
como de descanso.
2. Mapa mental
El mapa mental es una herramienta de estudio bastante útil. Consisten en un diagrama que se utiliza para
representar ideas, palabras, dibujos, imágenes, entre otros elementos que se relacionan a una idea o concepto
central. Se trata de uno de los métodos más eficaces para extraer, organizar y memorizar información, siendo
una técnica de estudio muy popular. Son de gran ayuda al momento de repasar los puntos clave sobre un tema,
permitiendo resumir sus ideas más importantes a través de palabras clave, abreviaturas, dibujos, signos,
códigos, entre otros.

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3. Resúmenes
Los resúmenes consisten en un escrito, generalmente breve, en el que se sintetizan los puntos de mayor
relevancia de un texto de mayor complejidad. De esta forma, se descarta todo el contenido que no sea vital
para la comprensión de la idea principal. Los resúmenes son una técnica bastante recomendable al momento
de repasar o memorizar algún tema en particular.
Pasos para elaborar un resumen:
Para elaborarlos, es necesario leer y comprender el texto original en su totalidad.
Posteriormente, el mismo se separará en párrafos en los que se destacarán las ideas principales y
secundarias. A continuación, los puntos resaltados se transcriben a un papel y se redactan los párrafos
nuevamente haciendo uso de ellos.

Finalmente, es importante leerlo para asegurarse de que la información pueda entenderse y no se haya
omitido ningún punto importante.
4. Listas
Al momento de aprender, es sumamente importante mantener la organización. Las listas consisten en
ordenar los contenidos a repasar de acuerdo a las prioridades del estudiante. De esta forma, se puede definir
el orden en el que se desea estudiar los temas y seguir una secuencia mucho más ordenada y menos estresante.
5. Hacer esquemas
Los esquemas son representaciones gráficas de distintos conceptos o ideas que guardan relación entre sí.
Habitualmente, estas herramientas se elaboran a partir de una idea principal, la cual se une a otros puntos
secundarios que son cruciales para comprender el tema que se estudia. Son una muy buena herramienta cuando
se necesita aprender temas complejos, pues permiten sintetizarlos para entenderlos más fácilmente. Existen
muchos tipos de esquemas que pueden elaborarse de acuerdo a las preferencias de cada estudiante. Sin
embargo, el principio básico detrás de cada uno es el mismo.
De esta forma, se convierten en uno de los mejores métodos de estudio, especialmente
para temas extensos o complejos.
6. Cuadro comparativo
Los cuadros comparativos son herramientas que permiten realizar una comparación entre
dos o más elementos de manera gráfica y organizada. De esta manera, es posible vincular
ambos conceptos y definir sus principales similitudes, diferencias y características.
Ventajas:
Ofrecen una lectura muy ordenada en la que se exponen con claridad los puntos que se desea comparar.
Al clasificar la información de esta manera, resulta mucho más sencillo retenerla y llegar a una conclusión
con respecto a la misma.
En general, los cuadros comparativos se utilizan como una técnica de estudio o de análisis, especialmente
al tratar con temas complejos, pues facilitan mucho su comprensión.
7. Realizar ejercicios
Al momento de realizar ejercicios, se pasa de la teoría a la práctica. Esta técnica de estudio es muy útil
para habituarte a los desafíos que pueden presentarse al momento de realizar test o exámenes, disminuyendo
de esta forma los efectos del estrés y favoreciendo el desarrollo de la memoria activa. Se trata de un método
muy recomendable que brinda a los estudiantes experiencia previa que les permite desempeñarse de manera
satisfactoria durante las pruebas y los exámenes.

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8. Explicar el tema
Explicar el tema que se estudia, tanto a uno mismo como a otra persona, es una de las mejores formas de
aprender. El estudiante debe haber alcanzado una conclusión con respecto al tema y contar con un elevado
nivel de entendimiento sobre el mismo. De esta forma, no solo podrá reafirmar sus conocimientos, también
tendrá la oportunidad de obtener un punto de vista diferente del tema, o de generar incógnitas que quizás no
hubiera podido alcanzar por medio de otras técnicas.
9. Leer en voz alta
Leer en voz alta te permite reafirmar los conocimientos adquiridos. Al aplicarla, la información no solo
será captada por los ojos, sino también por los oídos. Resulta bastante útil al momento de escribir artículos,
resúmenes o ensayos. Leer en voz alta nos permite identificar errores y encontrar incoherencias. De esta forma,
al estudiar en voz alta resulta más sencillo memorizar el contenido. Sin embargo, se trata de un método que
requiere bastante concentración por parte del estudiante.
10. Encontrar exámenes pasados
Buscar exámenes pasados en internet puede darte una idea del tipo de preguntas que encontrarás al
momento de presentar la evaluación. Gracias a ello, podrás tener una referencia sobre los puntos en los que
debes enfocarte al estudiar. Sin embargo, esta técnica de estudio no es infalible, ya que las interrogantes del
examen final podrían ser totalmente diferentes a las encontradas en la web, por lo que no se recomienda abusar
de ella.
11. Autoevaluación
La autoevaluación es una de las técnicas de aprendizaje prácticas más recomendables. Como su nombre
lo indica, consiste en plantearse un test o un examen a uno mismo para determinar qué tanto conocimiento se
tiene sobre el tema que se aprende. La autoevaluación debe contener preguntas desafiantes que estimulen a la
mente. Es preferible no conocer una respuesta en una autoevaluación y continuar estudiando que fallar en el
examen real. Otra alternativa muy recomendable es pedir a un familiar o amigo que prepare la evaluación para
nosotros. De esta manera, podremos conocer qué puntos dominamos y en cuáles debemos
esforzarnos un poco más.
12. Calendario de estudios
Un calendario de estudios, también conocido como “Cronograma de estudios”, es un
horario en el que se definen todas las horas del día en las que se dispone de tiempo para
estudiar, así como los plazos establecidos para cada tema o asignación. Se trata de una
herramienta de estudio muy recomendable que te permitirá planificar tu día y tus rutinas de aprendizaje de
forma mucho más eficiente.
13. Organización del tiempo
Organizar el tiempo es uno de los factores más importantes al momento de aprender. Como se ha
mencionado en el punto anterior, resulta necesario asignar un momento específico para el repaso de cada
materia. Al mismo tiempo, es aconsejable que la hora de estudio sea la misma diariamente. De esta forma, el
cerebro se encontrará más dispuesto a retener información en ese momento, lo cual será una gran ayuda.
14. Grupos de estudios
Estudiar con amigos es una de las técnicas de aprendizaje más eficaces que existen. Al hacerlo, es posible
intercambiar ideas, conocer distintas opiniones, reforzar conocimientos, plantear preguntas y mucho más. Los
grupos de estudio permiten que sus integrantes se apoyen mutuamente para lograr comprender el tema de
forma más completa, al generar interrogantes, compartir puntos de vista y mucho más. No obstante, es
importante que los grupos de aprendizaje mantengan la disciplina y dejen a un lado las distracciones para
enfocarse en aprender. Si se logra será una de las técnicas de estudio más completas.

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15. Flash cards, fichas de estudio o tarjetas de estudio
Las flash cards, fichas de estudio o tarjetas de estudio, son herramientas que contienen una serie de
palabras, números, símbolos o imágenes, las cuales sirven como apoyo para repasar y memorizar el contenido
que se estudia. Son utilizadas en una gran variedad de asignaciones, como la física, la química, la matemática,
la historia, la literatura, entre otros. Habitualmente, en un lado de la ficha o tarjeta se coloca una pregunta y
en el otro la respuesta a la misma. También son utilizadas para escribir fórmulas, fechas, palabras clave y
mucho más. Son una técnica de estudio muy didáctica que puede utilizarse en juegos educativos y otras
actividades con el fin de facilitar la memorización.
16. Apuntes clásicos
Pocas técnicas de estudio tienen tanta eficacia como tomar tus propios apuntes. De esta forma,
interpretarás el contenido que deseas aprender antes de escribirlo. Además, al plasmarlo en papel, el cerebro
reafirmará y conservará estos conocimientos. De esta forma, será mucho más sencillo retenerlos de forma
definitiva al momento de estudiar. A causa de ello, tomar apuntes, hacer resúmenes y en general, escribir el
tema que se repasa es uno de los mejores métodos para garantizar el aprendizaje.
17. Subrayar lo importante
El subrayado consiste en destacar las ideas más importantes de un texto haciendo uso de un resaltador o
un lápiz de color. Se trata de una técnica sencilla, la cual no requiere de mucho esfuerzo. Debido a ello, no
ofrece los resultados más eficientes. Sin embargo, puede ser de utilidad al momento de resaltar puntos
importantes para la elaboración de una herramienta de estudio diferente, como un mapa mental, un esquema
o un cuadro comparativo.
18. Mnemotecnia
Esta técnica de aprendizaje consiste en generar imágenes o palabras clave
mentales que puedan asociarse con el concepto que se estudia. Es un truco muy
efectivo y estimulante para la memoria, cuyos resultados están comprobados. Sin
embargo, es una técnica que requiere de mucha práctica para poder dominarla. Si bien
no es difícil, es necesario acostumbrarse a su funcionamiento. Es especialmente útil al
momento de recordar conceptos complejos, listas, palabras en otros idiomas, o
distintos temas que requieran razonamiento por parte del estudiante.
19. Método de Cornell
El método de Cornell es un sistema que se emplea al momento de tomar notas. A través de él, es posible
condensar y organizar apuntes de manera eficiente. Para emplearlo, el estudiante debe dividir su hoja de
trabajo en dos columnas. Una para apuntes y otra para preguntas o palabras clave relacionadas con el tema.
Al mismo tiempo, se dejarán unas cinco o siete líneas en blanco al final de la hoja. De esta forma, las notas
tomadas durante la clase se colocan en la columna para apuntes, parafraseando las ideas extensas y utilizando
abreviaturas para las oraciones largas. Mientras tanto, las observaciones y preguntas relevantes se colocarán
en la otra columna. Una vez que se finalice la toma de notas, se elaborará un pequeño resumen en las líneas
libres, el cual será de gran ayuda para comprender el tema al momento de estudiar. Durante el estudio, el
alumno utilizará sus apuntes para intentar dar respuesta a las preguntas que ha planteado. Por ello, se verá en
la necesidad de consultar sus apuntes frecuentemente, favoreciendo la retención de la información.
20. Podcast
Actualmente uno de los formatos más populares de entretenimiento es el «podcast», sin embargo, para
quienes son auditivos es una buena forma de aprender. Puedes encontrar podcast de prácticamente todos los
temas. Si bien el más popular a nivel educativo son los audiolibros (que no forman parte del formato podcast),
existen canales de YouTube y personas en plataformas como Spotify que se dedican a difundir temas
académicos por medio de este tipo de plataformas.

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¿Cómo elegir la mejor técnica de estudio?
Como se ha demostrado con anterioridad, la selección de técnicas de estudio disponibles actualmente es
sumamente amplia. Debido a ello, en algunos casos puede ser un poco complicado determinar cuál de ellas
utilizar. Si deseas encontrar el mejor método de estudio para ti, inicialmente debes determinar tu forma de
aprendizaje, tal y como se mencionó previamente. Basándote en esto, podrás seleccionar aquellas técnicas que
se ajusten a tu manera de aprender, bien sea con metodologías basadas en el aspecto visual, auditivo o
kinestésico. Una vez que hayas conseguido determinar el tipo de técnica que te favorece, podrás probar los
distintos métodos comprendidos en dicha categoría para descubrir cuál de ellos resulta más eficiente de
acuerdo a tus preferencias de estudio.
Hábitos de estudio
Además de las distintas técnicas de aprendizaje mencionadas con anterioridad, puedes
recurrir a algunos hábitos de estudio que serán de ayuda para aprender de forma más eficiente
y segura.
Entre estos se destacan:
Definir un objetivo de estudios: es muy común no acabar nada por no tener objetivos de
estudio. Lo mejor es que establezcas una meta y la cumplas, de esa forma podrás medir tu avance.
Estudia siempre a la misma hora: con esto podrás crear un hábito con el que tu cerebro se irá acostumbrando
a estudiar en determinado momento del día.
No descuides tus horas de sueño: está comprobado que el nivel de aprendizaje de una persona que no cuenta
con las horas de sueño suficientes disminuye considerablemente.
Desactiva las notificaciones de tu teléfono: la distracción más común son las redes sociales. Al momento de
estudiar asegúrate de quitar todas las distracciones posibles.
Recompensa tu esfuerzo: después de una jornada de estudio date un gusto. Míralo como una recompensa por
tus esfuerzos, puede ser algo sencillo como una partida o tu postre favorito. Si logras definir y respetar tus
metas, te será mucho más sencillo enfocarte en el aprendizaje e ignorar las distracciones. Si logras establecer
y posteriormente mantener estos hábitos de estudio, en definitiva, lograrás aprender de forma mucho más
eficiente e incrementarás tu rendimiento académico de manera notoria.
¿Por qué son importantes los métodos de estudio?
Los métodos de estudio son sumamente importantes, ya que permiten corregir los malos hábitos de estudio
y ayudarnos a mejorar nuestro rendimiento académico. Al mismo tiempo, son de gran ayuda para estimular la
mente y desarrollar la memoria a futuro. Debido a ello, son herramientas muy valiosas que cualquier estudiante
debe conocer.
¿Cómo mejorar el aprendizaje? Además de las distintas formas de aprendizaje mencionadas con
anterioridad, existen ciertas estrategias de aprendizaje que pueden ser de gran utilidad al optimizar este
procedimiento de manera muy notoria.
Estrategias de aprendizaje vs. técnicas de estudio
Las estrategias de aprendizaje se desarrollan desde diferentes puntos de vista y tomando en consideración
distintos aspectos. De acuerdo con Schmeck (1988) y Schunk (1991), estas estrategias pueden definirse como
una secuencia de planes o procedimientos por medio de los cuales se busca alcanzar una meta académica en
específico. Estas estrategias no deben confundirse con las técnicas de estudio, las cuales son
elementos particulares que tienen lugar dentro de esta secuencia. De esta forma, las estrategias
de aprendizaje son procedimientos mucho más avanzados que buscan la solución de ciertos
problemas o inconvenientes académicos en los cuales se incluye una o varias técnicas de
estudio.

11
Organización y disciplina al momento de estudiar
Si bien las distintas técnicas de estudio mencionadas con anterioridad son bastante efectivas, ninguna de
ellas surtirá efecto si el estudiante no mantiene el orden y la disciplina al momento de estudiar. Si no consigues
organizar los temas que se estudiarán de acuerdo a su prioridad, no logras eliminar las distracciones y no tienes
la intención y la voluntad de aprender, estos métodos perderán toda su eficacia. Por ello, al momento de
estudiar es muy importante ser disciplinado. Sigue horarios establecidos, busca un lugar tranquilo y silencioso
en donde te sea posible concentrarte y mantén tu Smartphone y cualquier otra distracción lejos de ti.
Es muy importante que seas disciplinado con tus descansos
Excederte con tus estudios no te ayudará a aprender, de hecho, tendrá el efecto contrario. Debido a esto,
debes asegurarte de hacer pausas y respetar tus horas de sueño. De esta forma, las técnicas de estudio
mencionadas con anterioridad sin duda te ayudarán a aprobar cualquier evaluación y superar todos los retos
que te propongas.

CALIGRAFÍA

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REGLAS DE MAYÚSCULAS
Reglas y pautas para evitar los errores de escritura más frecuentes

Uso general de mayúsculas y minúsculas

Se escriben con inicial mayúscula los nombres propios (o


específicos) y las palabras que siguen a un punto (Juan, Mariela,
etc).
Los nombres comunes (o genéricos) se escriben con minúscula (árbol, casa, penicilina, etc).
Las únicas palabras que se escriben con mayúscula siempre son las siglas y los números romanos (ONU,
XVI).
No es correcto usar las mayúsculas (ni en toda la palabra ni en la letra inicial) como recurso para destacar.
Las mayúsculas llevan tilde según las reglas generales de acentuación, igual que las minúsculas (ÁGUILA,
PANAMÁ, Álvaro).

Se escriben con mayúscula


1. Los nombres oficiales de instituciones, organismos, corporaciones, partidos políticos, iglesias, empresas,
comercios, etc., cualquiera sea su importancia: Partido Socialista Obrero Español, Iglesia de los Santos de
los Últimos Días, Fiat, etc.
2. Períodos históricos, épocas, movimientos o hechos políticos, históricos o culturales, ya consagrados por el
uso: Edad Media, Romanticismo, La Toma de la Bastilla, La Batalla de las Piedras.
3. Festividades patrióticas, religiosas o populares: Día de la Independencia, Navidad, Carnaval.
4. Acontecimientos deportivos o culturales: Copa del Mundo, Marcha por la Paz.
5. Nombres de los poderes del Estado y de sus órganos: Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial; Ministerio
de Educación y Cultura, Oficina de Planeamiento y Presupuesto.
6. Entidades abstractas cuyos nombres no son oficiales, pero tienen un uso muy extendido: el Estado, la
República, el Parlamento, la Cancillería, la Justicia.
7. Nombres (aunque no sean oficiales) de países y zonas geográficas: Patagonia, Mesopotamia.
8. Denominación completa de leyes, declaraciones y tratados internacionales: Tratado de Tordesillas, Pacto
de Varsovia, etc.
9. Denominación completa de congresos, ferias, simposios, festivales, etc.: XV Festival de Cine
Independiente.
10. Nombres de periódicos, sean diarios, semanarios, revistas, etc.: La Diaria, El País, Brecha, Rolling
Stone.
11. Nombres de equipos deportivos y grupos artísticos (musicales, teatrales, etc.): Real Sociedad, Racing,
Nirvana.
12. Marcas de todo tipo: Fiat, Dove, Absolut.
13. Después de dos puntos, cuando sigue una cita: Según Oscar Wilde: “Revelar el arte y ocultar al artista,
es la finalidad del arte”. Sin embargo, va minúscula en una explicación: El sustantivo: es un tipo de
palabra…
14. Después del encabezamiento de una carta.
15. Todos los nombres, apellidos, sobrenombres y apodos; sean de
personas, animales u objetos; reales, míticos o imaginarios;
independientemente de que creamos en su existencia o no: José Artigas,
Peter Pan, el Chino Recoba, Palas Atenea, Scooby Doo.

13
¿Qué es el acento?

El acento es la entonación de mayor


intensidad que se le da a ciertas sílabas de
una palabra, este sonido más fuerte recae en lo que se conoce como sílaba
tónica y puede o no representarse de forma gráfica a través de una tilde.
Ahora bien lo opuesto a la sílaba tónica es la sílaba átona.

Existen 2 tipos de acentos:

• El Acento Ortográfico o tilde: es aquel que se escucha y se escribe.


• El Acento Diacrítico: es aquel que se escucha, pero no se escribe.
Reglas de Acentuación
Las reglas de acentuación nos van a permitir saber cuándo vamos a colocar acento ortográfico o tilde en
las palabras. Las palabras se dividen en 4 tipos:
Palabras agudas
Palabras graves
Palabras esdrújulas
Palabras sobreesdrújulas
Reglas de acentuación en las palabras AGUDAS
Las palabras agudas son aquellas cuyo acento recae en la última sílaba y van a llevar tilde siempre y
cuando terminen en n, s o vocal.
Ejemplos con tilde: car-tón, com-pás, vi-si-tó Ejemplos sin tilde: te-ne-dor, pas-tel

Reglas de acentuación en las palabras GRAVES


Las palabras graves son aquellas cuyo acento recae en la penúltima sílaba y todas van a estar acentuadas
con tilde, excepto si terminan en n, s o vocal.
Ejemplos con tilde: ár-bol, ca-dá-ver, cár-cel Ejemplos sin tilde: man-za-na, jue-gan, to-
mas

Reglas de acentuación en las palabras ESDRÚJULAS


Las palabras esdrújulas son palabras cuyo acento recae en antepenúltima sílaba y todas las palabras
esdrújulas van a llevar tilde.
Ejemplos con tilde: quí-mi-ca, fí-si-ca, tó-ni-ca, es-drú-ju-la

Reglas de acentuación en las palabras SOBREESDRÚJULAS


Las palabras sobreesdrújulas tienen el acento antes de la antepenúltima sílaba y en el tipo de palabras
que podemos encontrar este acento son en los adjetivos para pasarlos a
adverbios y en cierto tipo de ordenes, peticiones o mandatos.

Ejemplos con adverbios: di-fí-cil-men-te, á-gil-men-te es un adverbio


Ejemplos con ordenes: có-me-te-lo, llé-va-te-lo
Palabras Monosílabas
Son palabras que solo tienen una sílaba y estás nunca van a llevar tilde, pero existen excepciones, ya que
sí pueden tener acento diacrítico.
El Acento Diacrítico

El acento diacrítico nos ayuda a marcar una diferencia de significado entre palabras que suenen igual y se
escriban igual.
CON ACENTO SIN ACENTO
aún: significa todavía aun: significa incluso
dé: del verbo dar de: es una preposición

14
él: pronombre personal singular de tercera persona el: artículo determinado
masculino
más: cantidad mas: sinónimo de pero
mí: pronombre mi: adjetivo posesivo

sí: adverbio de afirmación o pronombre si: nexo condicional

té: infusión o bebida te: pronombre


tú: pronombre personal singular de tercera persona tu: adjetivo posesivo

éste, ése, aquél: pronombre demostrativos este, ese, aquel: adjetivos demostrativos
cómo, cuándo, dónde, qué, quién, cuál: sentido como, cuando, donde, que, quien, cual: se utiliza
exclamativo o interrogativo cuando no se tiene una interrogación o exclamación
presente
por qué: indica una pregunta o interrogación por que: cuando se puede introducir un elemento entre
por y que
porqué: sinónimo de razón o motivo, es decir, un porque: nexo causal
sustantivo
Fuente: https://ahorasipaso.com/leccion/el-acento/

El punto
En punto significa que hay que hacer una pausa en la
lectura. Se utiliza para indicar el fin de una oración.
Después de un punto siempre se comienza con mayúscula.
El punto y seguido separa enunciados que integran un párrafo. Se
continúa escribiendo en la misma línea: Dieron un paseo. La mañana era
espléndida.
El punto y aparte separa dos párrafos distintos. La primera línea del nuevo párrafo debe tener
un margen mayor, es decir, ha de quedar sangrada. El punto y final es el que cierra un texto. El
punto se utiliza también después de las abreviaturas. Ejemplos: Sra., a.C.

Usos
Es una pausa más larga que el punto y coma, y se usa para:

1. Separar dos oraciones relacionadas


2. Para separar dos párrafos
3. Punto y final de un texto
A mi abuela le encanta contar historias, seguramente por eso es que todos los días me cuenta alguna
de sus vivencias. (1) Es impresionante
como sus relatos me atrapan.(2) Mi
hermano, por su parte, es un poco más
reservado con sus experiencias, pero le
encanta opinar y crear debates. (3)
4. Abreviaturas: Dr. Dra. Atte. Lic.

15
La coma

* Se emplea coma (,) para separar dos o más palabras de una enumeración. Ejemplo: Acudió toda la
familia: abuelos, padres, hijos, cuñados, etc.
*Se usa coma para separar las oraciones de un enunciado. Ejemplo: Antes de irte, corre las cortinas,
cierra las ventanas, apaga la luz y cierra.
*Las comas separan estas expresiones: esto es, es decir, o sea, en fin, por último, por consiguiente, sin
embargo, no obstante, además, en tal caso, por lo tanto, en cambio, en primer lugar, etc.
*Se escribe coma para aislar el vocativo: Julio, ven acá. Si el vocativo va en medio del enunciado se
escribe entre dos comas: Estoy alegre, Isabel, por el regalo.
*Se usa coma para aislar una oración explicativa que se intercala en una frase. Ejemplo: Ella es, entre
mis amigas, la más querida.
*Hay coma cuando se invierte el orden regular de las partes de un enunciado. Ejemplo: Dinero, ya no
le queda.

Usos
Indica una pequeña pausa y se usa para:
• Separar elementos: Me gustan las milanesas, el pollo, la pizza y el helado de vainilla.
• Separar incisos: Fui a caminar, miré el cielo y pude observar el resplandor del sol.
• Invertir el orden lógico de los elementos de la oración: La piscina estaba helada, yo estuve ahí.
(Estuve en una piscina helada)
• Delante de conjunciones adversativas: Él era lindo, pero tenía una pésima ortografía.
• Antes y después de un vocativo: Profesora, me duele el estómago.
• Antes y después de conectores: Tengo hambre, no obstante, no debería comer demasiado.

Ejercicios:
1. Colocar comas
a. Enumeración
- Pagó el balón la camiseta el llavero y la cazadora.
- Tengo perros canarios tortugas y gatos.
- Hoy hace un día gris lluvioso frío y desapacible.
- Acudió toda la directiva: presidente secretario tesorero y
vocales
- No sé si iremos el martes el miércoles el jueves o el
viernes.

b. La coma para marcar aclaraciones


Las palabras o frases que se usan como incisos, interrumpiendo una oración, ya sea para aclarar o
ampliar lo dicho, se escriben entre comas.
Ejemplo: cuando llegó Marta, la sobrina de Paco, todo se aclaró.

c. La coma para marcar los enlaces


Se escriben entre comas los enlaces que actúan introduciendo explicaciones en las expresiones como:
es decir, esto es, así pues, ahora bien, al parecer, por consiguiente, por lo menos, por ejemplo, sin
embargo y otras parecidas.
Ejemplo: ayer, al parecer, te marchaste de viaje.
1. No has terminado sin embargo puedes marcharte. 2. Ha aprobado todo es decir tiene las
vacaciones aseguradas. 3. Esta casa perteneció al parecer a Fernando Villalón. 4. No has pagado la
entrada por consiguiente te quedarás sin entrar en la fiesta. 5. Al bautizo fueron por lo menos
cincuenta invitados. 6. Te he dicho cuánto sé así pues no haré más comentarios. 7. Tu vecino desde
luego tiene un aspecto descuidado. 8. Tales incidentes sin embargo no se repitieron.

16
d. La coma ante las partículas adversativas
Se antepone una coma en las proposiciones coordinadas adversativas introducidas por conjunciones
como: pero, mas, aunque, sino. Ejemplo: puedes llevarte mi cámara de fotos, pero ten mucho cuidado.
1. Juntaron muchas cerezas aunque todas picadas por los pájaros. 2. No sólo no
vendrás a la excursión sino que tampoco saldrás el fin de semana. 3. Pienso que
quieres pegarme pero ahora te resultará imposible. 4. Esperamos asistir a la
ópera pero todavía no tenemos la entrada. 5. Quieres ser el primero pero no lo
conseguirás. 6. Pensaba vender el piso pero la crisis me lo impidió. 7. Estoy
buscando a mi novia pero no la veo. 8 Hazlo si quieres pero luego no te
arrepientas. 9. El jueves viene mi primo aunque por dos días. 10. No podía dejar
de temblar mas no era de miedo. 11 Esta manzana no es roja sino verde.

e. La coma ante las partículas consecutivas


Se antepone una coma en las proposiciones consecutivas introducidas por
conjunciones como con que, así que, de manera que, así es que, luego. Ejemplo:
prometiste acompañarle, con que ya puedes ponerte en marcha.
1.La luna se refleja en el río así que tendré que hacerle una fotografía. 2. Estás
muy nervioso luego te pasa algo. 3.Hay mucho tráfico así que ten mucho
cuidado. 4. No estoy para bromas con que estate quieto. 5. No conseguí la
entrada así que no iré al futbol. 6. Estoy agotado con que déjame tranquilo. 7. Está lloviendo así que
vayamos a casa. 8. Habló mal de ti luego no te puedes fiar. 9. Prometiste acompañarle así que ahora
no te hagas el remolón. 10. El sol me está dando en la cara así que tendré que cambiar de butaca.

f. La coma ante las partículas casuales explicativas


Se antepone una coma en las proposiciones coordinadas causales explicativas, introducidas por
conjunciones como pues, puesto que, ya que, dado que. Ejemplo: no puedo confirmarle nada, pues no
vi el accidente.
1.No ganó el premio ya que fue descalificado. 2. No acostumbro a usar el GPS ya que me parece más
cómodo preguntar.3. Hay que clasificar la basura ya que hay residuos domiciliarios peligrosos. 4. Es
noble porque tiene un título nobiliario. 5 Es un partido especial para mí ya que estará lleno de
recuerdos. 6. No celebro cumpleaños puesto que nadie viene. 7. No salgo de casa pues quizá venga mi
prima. 8. Apoyó las medidas tomadas con su hermano puesto que tiene su custodia. 9. Hay que
cambiar de servidor puesto que no reconoce al proveedor. 10. En consecuencia dado que no hay
pruebas, procede ordenar el archivo del expediente.

Extraídos de www.reglasdeortografía.com/coma01.php

PALABRAS HOMÓFONAS
Las palabras homófonas son aquellas que suenan igual, pero tienen distinto significado y suelen tener
distinta grafía. Por ejemplo:
Echo (verbo “echar”) / hecho (verbo “hacer”).
Abría (verbo “abrir”) / habría (verbo “haber”).
Cura (sacerdote) / cura (verbo “curar”).
En la oralidad, el sentido de las palabras homófonas puede desambiguarse por el contexto. Por ejemplo:

• Te echo de menos. / Ha hecho mucho frío este invierno.


• El niño abría sus ojos asombrado. / Habría que comprar provisiones.
• El cura abandonó la iglesia. / El médico cura a los enfermos.

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En español, las palabras homófonas pueden ser homógrafas o no. Esto se da cuando, además de
pronunciarse igual, se escriben de la misma manera. Por ejemplo: vino (bebida alcohólica) y vino (verbo
“venir”).
Ambos tipos de fenómenos son casos particulares de homonimia, esto es, cuando dos palabras comparten su
forma, pero tienen un origen distinto y su significado es muy distante. Por ejemplo: llama (animal)
/ llama (fuego); hola (saludo) / ola (onda del mar).

Para tener en cuenta: La tilde diacrítica es una forma habitual de diferenciar las palabras homófonas en la
escritura, dado que sirve para distinguir términos que se pronuncian igual, pero significan cosas distintas.
Por ejemplo:

• dé (verbo “dar”) / de (preposición);


• él (pronombre personal) / el (artículo);
• más (adverbio) / mas (conjunción);
• sé (verbo “saber”) / se (pronombre).

Ejemplos de palabras homófonas

ay Interjección que generalmente expresa ¡Ay, me apreté el dedo con la puerta!


dolor.
hay Conjugación del verbo “haber”. Hay muchas librerías para recorrer en mi
zona.
botar Arrojar, tirar, echar fuera. Voy a botar la basura.
votar Emitir un voto. Echar juramentos. Los diputados están listos para votar.
hacia Preposición que indica dirección o Iremos hacia el sur.
movimiento.
Asia Nombre propio de un continente. Me gustaría conocer Asia.
seda Tipo de tejido o de hilo. Sustancia que Esta camisa es de seda natural.
segregan algunos animales.
seda Conjugación del verbo “sedar”. Si seda al animal, comenzaremos con la
cirugía.
ceda Conjugación del verbo “ceder”. Ceda el paso a los peatones.
cabe Conjugación del verbo “caber”. Toda esa ropa no cabe en la maleta.
cave Conjugación del verbo “cavar”. Aunque cave, no encontrará el tesoro.
bienes Plural de “bien”: patrimonio, caudal, La casa de sus padres es uno de
beneficio, utilidad. sus bienes más preciados.
haz Conjugación del verbo “hacer”. Haz lo que yo digo y no lo que yo hago.
haz Conjunto de rayos luminosos. Atado de Por la ventana entraba un haz de luz.
hierba, leña o cosas semejantes.
has Conjugación del verbo “haber”. ¿Has ido al médico últimamente?
as Carta de una baraja. Persona que se Siempre tengo un as bajo la manga.
destaca en algo.
cause Conjugación del verbo “causar”. No creo que la noticia le cause gracia.
cauce Lecho de los ríos y los arroyos. El río desbordó de su cauce con la
tormenta.
hierba Planta pequeña de tallo tierno. Esta es una hierba autóctona del sur del
país.
hierva Conjugación del verbo “hervir”. No debes dejar que el agua hierva.
ves Conjugación del verbo “ver”. Si cierras los ojos, no me ves.
vez Ocasión o alternación de las cosas por Recuerdo cuando la vi por primera vez.
turno.

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Oraciones con palabras homófonas
Haya, halla, aya, allá
1. Espero que haya provisiones en el refugio.
Haya. Conjugación del verbo “haber”, funciona como auxiliar o expresa obligación o existencia.

2. El haya es un árbol que se encuentra en climas templados.


Haya. Árbol de la familia de las fagáceas.

3. La niña no halla su juguete.


Halla. Conjugación del verbo “hallar”, encontrar, descubrir.

4. La aya se ocupará de los niños esta noche.


Aya. Niñera o institutriz.

Baya, vaya y valla


5. No creo que vaya a la fiesta porque estoy engripado.
Vaya. Conjugación del verbo “ir”, moverse de un lugar a otro, dirigirse.

6. Pusimos una valla en el campo para que no entren los animales.


Valla. Conjugación del verbo “vallar”, cercar un sitio con vallado. Como sustantivo, construcción que
delimita algo.

7. Esa baya podría ser venenosa.


Baya. Tipo de fruto pequeño y carnoso.

Echo o hecho
8. Siempre ha hecho lo que le parecía correcto.
Hecho. Conjugación del verbo “hacer”, producir, fabricar, ejecutar, realizar, entre los usos más frecuentes.

9. Todos los días les echo agua a mis plantas.


Echo. Conjugación del verbo “echar”, arrojar algo, hacer que algo caiga en un lugar determinado, despedir.

Ralla o raya
10. Esta superficie se raya fácilmente.
Raya. Conjugación del verbo “rayar”, hacer rayas. Como sustantivo, línea o marca.

11. El hombre ralla queso para agregar en su plato de pastas.


Ralla. Conjugación del verbo “rallar”, desmenuzar algo con un rallador.

A, ha y ah
12. La a es una vocal abierta.
A. Primera letra del abecedario.

13. Ah, ya recuerdo lo que me dijo.


Ah. Interjección que denota admiración, pena, sorpresa, emoción, entre otros.

14. ¿Ha ido usted a París?


Ha. Conjugación del verbo “haber”, funciona como auxiliar o expresa obligación o existencia.

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Cuidado: Hay palabras que son homófonas en determinadas regiones hispanohablantes, pero no
en otras, puesto que la pronunciación de ciertos sonidos del español puede variar entre países.

Por ejemplo, en América Latina no hay diferencia entre la pronunciación de la s, la c y la z. Por


eso, ciervo (animal) y siervo (esclavo) son palabras homófonas. Sin embargo, esto no es así en
ciertas zonas de España, donde la s y la c en su sonido suave tienen distinta pronunciación. Lo
mismo sucede con el dígrafo ll y la y. En algunos países, vaya (verbo “haber”) y valla (cercado)
serán homófonos, mientras que en otros no.

TIPOS DE TEXTOS ACADÉMICOS

Existen diversos textos académicos de acuerdo con su finalidad, se pueden clasificar en resumen, reseña,
informe, ensayo, monografía, artículo científico o tesis, entre otros. Cada texto presenta características
particulares en cuanto a redacción, estructura y voz del autor. En este recurso se
revisarán algunas de ellas.

La reseña
Cómo escribir una reseña en 10 pasos

Hacer o escribir una reseña de un libro es algo que muchos lectores y estudiantes necesitan hacer para dar
cuenta de una lectura o un libro importante que les haya impactado.

¿Qué es una reseña literaria? una reseña es una respuesta del lector frente a la información que ha leído y
el conocimiento que ha adquirido, por lo tanto, a diferencia del resumen, siempre incluye un comentario
crítico, una recomendación de lectura o por lo menos una opinión personal.
¿Cómo hacer una reseña literaria? Tiempo necesario: 10 minutos.

A continuación se presentan 10 pasos importantes para guiar a los lectores y estudiantes que quieren
escribir una reseña literaria, bien sea una reseña de una novela, de un cuento, de una obra de teatro, de un
poemario o un libro de otro género.

1. Incluye los datos de la publicación del


libro

Incluye los datos de la publicación y bibliográficos del libro, cuál edición es, de qué año y cuál editorial.
Muchas veces estos datos dicen cosas interesantes sobre el libro. Por ejemplo, si has leído la décima edición
quiere decir que éste se ha agotado nueve veces en el mercado, y que lo han vuelto a imprimir debido a la
alta demanda que tiene. Una nueva edición significa que el libro ha sido exitoso.
Otra información como el traductor, el prologuista o características particulares de la edición, también
enriquece la reseña. Hay diferencias entre las distintas ediciones de una misma obra; cada editorial incluye
detalles de forma y a veces cambia de traductor.

2. Escribe cómo comienza y cómo termina el libro

Presta atención a cómo empieza y cómo acaba el libro: la primera página contiene muchas claves de lo
que será toda la historia (no confundir con la primera página del prólogo). En la historia de la literatura hay
párrafos iniciales memorables (El primer párrafo de Cien años de soledad es un buen ejemplo). Cómo
empieza y cómo termina una narración son las puertas de entrada y de salida de la lectura.

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3. Añade frases memorables de los personajes y el autor

Tomar nota de los aspectos interesante o frases destacadas en un hábito común en todo buen lector. En
los libros hay verdaderas joyas del pensamiento humano expresadas en frases brillantes que dan cuenta de
toda una época, una ideología, un sentimiento profundo o una reflexión poderosa.
Las frases memorables, las que te han hecho pensar y sentir algo especial, son clave a la hora de definir
cómo escribir una reseña.

4. Identifica el carácter de los personajes

Identificar la personalidad y carácter de los personajes principales es clave en toda lectura. Cómo se
expresan, qué les gusta, que dice el relato sobre sus hábitos y filosofía. Pregúntate si los personajes son
verosímiles, si crees lo que dicen. En el arte dramático siempre hay dos personajes que tienen algún
conflicto, un héroe y un villano, dos fuerzas que chocan.

5. Incluye un esquema y línea de tiempo (opcional)

Hacer un esquema de la trama o de los personajes, o hacer una línea de tiempo, puede ser útil,
especialmente en las novelas largas donde hay muchos personajes y cierta complejidad en la narración. Un
buen esquema puede ser una buena «hoja de ruta» para no perderse en los libros con mucha información.
Esto es especialmente útil en libros de filosofía, ciencias sociales y libros de divulgación científica.
6. Descubre cuál es el tema y reflexión de fondo

Identificar el tema de fondo y su relación con la vida real es leer con más profundidad. Hay mucha
literatura que cuenta con verdaderas reflexiones filosóficas, como la literatura de Borges.
Hay muchas obras que tienen una reflexión de fondo trascendental y que crean un vínculo entre la ficción
literaria, los mitos, nuestras creencias y la vida cotidiana. Por ejemplo, libros tan conocidos como la saga de
El señor de los anillos nos habla de la lucha entre el bien y el mal, y las fábulas siempre traen una moraleja
que, nacida en la ficción, busca aplicarse a la vida real.

7. Escribe algunos datos pertinentes del autor

Es innegable que hay un autor. Aunque en los estudios literarios se comenta que la obra, el mundo
literario, es independiente del autor, alguna literatura puede tener marcados rasgos autobiográficos. Es
común que el autor refleje algo de su vida y momento histórico en su obra. Por ejemplo, Aurore Dupin
publicó bajo el seudónimo masculino George Sand, lo cual refleja la dificultad que tenían las mujeres para
publicar sus obras en el siglo XIX.

8. Aporta tu experiencia personal y comentario crítico

Cuando compartes la experiencia personal que has tenido al leer un libro, cuando dices qué has
aprendido, qué te ha hecho pensar o soñar, dialogas con la obra. Y también conectas con otros lectores que
han tenido sus propias emociones y aprendizajes leyendo el mismo libro.
La experiencia personal y subjetiva de leer un libro es el efecto de esa información y conocimiento
contenido en él. Da igual si es una obra literaria o una crónica periodística (como el libro Relato de un
naúfrago), un libro de ciencias sociales o de divulgación científica (como el libro Viaje al poder de la mente
de Punset).
Adicionalmente, en el caso de la reseña literaria crítica, se incluye un comentario crítico sobre el contenido;
es una opinión más profunda y mejor argumentada que sirve como punto de partida para un posterior
análisis literario.

9. Comparte tu recomendación de lectura

Finalmente, después de una lectura atenta ¿podrías recomendar la lectura del libro? ¿A qué publico lo
recomendarías? La recomendación de lectura es muy importante porque puede influir, positiva o

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negativamente, en las ventas de una publicación. La recomendación tiene un valor muy importante en esta
época digital en la cual las redes sociales sirven para compartir comentarios y valoraciones de todo tipo de
productos. Si la lectura de un libro te ha dejado algo ¿Por qué no compartir esto con los demás?

10. Responde si el libro tiene alguna conexión con otras publicaciones

La literatura está conectada. Los libros no son islas perdidas en el océano del entretenimiento. Están
conectados a través del tema que tratan, su autor, su género, estilo o momento histórico. Todos los libros de
ciencia ficción comparten una base común; todas las publicaciones del realismo mágico o de la literatura
fantánstica también tienen puntos de contacto. Incluye qué conexiones encuentras para enriquecer tu reseña.

Complementariamente a los 10 pasos mencionados, lo más importante para hacer o escribir una reseña
de calidad es haber leído el libro con interés y respeto. Es decir, una lectura superficial no genera verdaderos
aprendizajes, y por lo tanto, nada se puede comentar a partir de eso. Por el contrario, una lectura
comprometida está en la base de todo proceso de aprendizaje.

El Perseguidor de Cortázar es mucho más que una imagen biográfica sobre Charlie Parker. Es una
reflexión sobre el tiempo, la búsqueda de una esencia y el “otro lado”. ¿El otro lado de la vida?
Posiblemente. O el otro lado de uno mismo, un lado más verdadero. Dice en el epígrafe del libro “Oh make
me a mask”, una frase de Dylan Thomas.

Julio Cortázar no conoció personalmente a


Charlie Parker, pero encontró en él a un
referente para construir al personaje Johnny
Carter y plantear grandes temas. Hay muchas
cosas en este cuento que hablan sobre Cortázar,
su propia búsqueda y obras posteriores como
Rayuela. Esta entrada en Lectura-Abierta.com
es un mix entre reseña, comentario personal y
análisis de El perseguidor.

Informe de lectura
Informe de lectura: Estructura, elaboración y
ejemplo

Agosto 26, 2022, por Andrés Rivas

El Informe de lectura es un texto descriptivo en el cual se detalla los aspectos llamativos, partes
interesantes, opiniones y críticas de un manuscrito; en pocas palabras, el reporte de lectura resume
cuidadosamente una obra en base a la experiencia de otro autor (En éste caso un lector o estudiante). El
objetivo del reporte de lectura es hacer que el manuscrito suene lo más interesante posible. Incluso si fue
horrible y/o aburrido, el autor debe hacer que éste parezca interesante y lograr atrapar al lector.

¿Cómo hacer un informe de lectura?


No existen reglas específicas para la realización del informe de lectura, en sí, este tipo de trabajo es
categorizado como escrito libre; sin embargo, muchas instituciones educativas brindan recomendaciones y
diferentes pautas que todo estudiante debe tener en cuenta a la hora de hacer éste tipo de reportes.

Leé el libro, historia, cuento en su totalidad


¿Cómo empezar el informe de lectura si no se conoce el propósito general del libro? El primer paso para
identificar una obra es captar las ideas por medio de la lectura total; mientras se lee es importante resaltar o

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anotar en un borrador las palabras claves o partes que más llaman la atención.

Iniciá un borrador (Incluye todo tipo de material)


En otros artículos se ha mencionado la importancia del borrador para cualquier trabajo académico. Escribe
en éste pequeños párrafos con pensamientos propios, criticas o partes de la obra que más atrapen al lector;
puede ser de mucha ayuda responder las siguientes preguntas:

a. ¿Qué partes de la obra (libro, cuento) fueron las que más llamaron la atención?
b. ¿Qué pensamientos, dudas o conclusiones se generaron con la lectura?
c. ¿Por qué se realizó la elección de este libro y no de otro?
d. ¿Qué género es la obra, acaso es un libro de terror, fantasía, ciencia ficción o comedia?
e. ¿A qué tipo de lector va dirigido el manuscrito?

Realizá una investigación del libro


Realizar una investigación no es lo mismo a obtener el resumen o copiar un informe de lectura ya hecha
por otro autor. El propósito de este punto es conocer información general y complementaria de la obra, es
decir:
a. ¿En qué año fue publicada y quién fue su autor?
b. ¿La obra o el autor han ganado premios desde su publicación?
c. ¿Cuál es el pensamiento de otros autores con relación de la obra?

Creá un párrafo en base a la información indagada. Los informes de lectura suelen incluir un párrafo dando
crédito o detalles del manuscrito; en éste se debe escribir sobre: ¿Quién lo escribió, cuándo y en qué contexto?

Escribí la parte descriptiva (¿De qué trata el manuscrito?)


Escribí dos o tres párrafos con un resumen general del manuscrito; en esta parte también se puede abarcar
sobre el tema principal de la obra: Problemas en la familia; temas políticos, religiosos; amoríos, dinero, etc.
Cada autor debe escribir en al menos un párrafo una reseña/calificación al manuscrito.

a. ¿Cuál fue el resumen del manuscrito?


b. ¿Recomendarías está obra?
c. ¿Qué críticas o dudas surgen en medio de la lectura?
d. ¿Del 1 al 10 que te pareció el manuscrito?
e. ¿Cuáles fueron los puntos a favor y débiles
encontrados?

Armá la estructura (Juntá las ideas)


Leé, revisá, y volvé a leer la información plasmada en el borrador; realizá las correcciones gramaticales
y eliminá las partes innecesarias o fueras del tema principal. Intentá unir unos párrafos con otros, verás como
poco a poco los argumentos y el desarrollo del reporte se va generando.

Recordá realizar las correcciones necesarias en el borrador y luego iniciar un nuevo borrador, pero esta
vez con las ideas más ordenadas, realiza las correcciones necesarias y finaliza con el informe final.

¿Cuál es la estructura del informe de lectura?


El informe de lectura es un escrito libre, no obstante, debe tener una estructura clásica para su
presentación. Lo anterior le permite al lector encontrar una redacción coherente y un ordenado planteamiento
de ideas.

Los informes de lectura suelen ser breves. En periódicos, reportes y escritos académicos, rara vez superan
las 1.000 palabras. Sin embargo, se pueden encontrar informes y comentarios más extensos. En cualquier caso,
se recomienda que todos sean cortos, detallados y argumentativos.
Portada
La portada se puede definir como la primera página de un trabajo escrito en la cual se suele encontrar los

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datos que refieren del autor del reporte: Título, Nombre, Institución, año de publicación, ciudad.

Bibliografía
No es obligatoria de incluir, asegúrese de consultar con su instructor/institución para confirmar la
preferencia; si es su caso, en la bibliografía se suele encontrar datos referentes al autor del manuscrito: Nombre
completo del autor/es, título del manuscrito, editorial, año y ciudad de publicación, número de páginas.

Introducción
En cualquier trabajo académico, la introducción debe presentar información, hallazgos, temas principales
y/o complementarios, palabras claves, importancia y aspectos llamativos; eso sí, breve pero de tal forma que
logre atraer al lector. En pocas palabras este espacio tiene como objetivo dar una idea precisa para poner al
tanto del lector de la información que se desarrollará en las siguientes partes del informe de lectura.

Metodología o sinopsis
Presentá la trama principal del manuscrito, partes llamativas, eventos y características claves; lo anterior con
el objetivo de que el lector cree un esquema mental (Se haga una idea) de la obra. En esta parte del Informe
de lectura debe presentar una sinopsis. Puede ser de mucha ayuda responder las siguientes preguntas:

a. ¿Cuál es la idea general del manuscrito?


b. ¿Quiénes son los personajes principales?
c. ¿Dónde y cuándo se desarrolla la historia?
d. ¿Quién narra la historia?
e. ¿Cómo se desarrolla la historia a lo largo del libro?
f. ¿Al final logran resolver el problema/diferencias? (De acuerdo al
género).

Reseña (Valorización del manuscrito)


Una de las características principales del reporte de lectura es la valorización del autor; la reseña brinda
información detallada de un manuscrito a personas que no hayan leído la obra, deseen obtener datos o
recomendaciones. Éste espacio permite al autor escribir una crítica/juicio directamente al escrito.

Cierre o conclusión
El cierre/conclusión debe llevar nuestra opinión acerca del manuscrito. La conclusión del informe de un
libro es donde se resumen lo presentado en el escrito, además de ofrecer una opinión propia de la lectura o
con relación a la obra. Por ejemplo: ¿Recomiendas el manuscrito?

Guía APA aquí: https://normasapa.in/informe-de-lectura/

El lenguaje formal e informal (y el eufemismo)

Lenguaje formal
El lenguaje formal es aquel que se emplea entre personas que no tienen familiaridad o
confianza entre sí. Este lenguaje se vale de una serie de códigos lingüísticos propios deun
ámbito restringido, como puede ser el entorno académico, científico, laboral o diplomático.
Por ejemplo:

Estimado Carlos:
Me dirijo a usted para hacerle llegar la invitación al cóctel de fin de año
que se llevaráadelante en (…)
Saludos cordiales .
Pablo Pérez

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EL EUFEMISMO

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En cambio, ese mismo mensaje, escrito en un lenguaje informal, que es más distendido y se utiliza entre
personas que tienen familiaridad y confianza, podría ser redactado de la siguiente manera:
Hola Charly, ¿cómo estás?
Te quería invitar al cóctel de fin de año. Te paso las coordenadas: (…) Nos
vemos
Características del lenguaje formal

- Se utiliza en un ámbito específico: laboral, académico,


gubernamental, diplomático.
- Respeta en forma estricta las reglas gramaticales y ortográficas.
- Se vale de un vocabulario amplio y nutrido para evitar las redundancias.
- La pronunciación es clara y correcta.
- No se vale de vulgarismos, modismos ni muletillas.
- Las frases y oraciones siempre están bien construidas.
- La información se presenta de manera estructurada y coherente.
- Las oraciones son largas y complejas.
Ejemplos de oraciones con lenguaje formal
Formal: Alumnos, por el presente correo les informamos que la
próximaclase se llevará adelante en la sala 1 del 2° piso. Saludos
cordiales. / Informal: Chicos, la próxima clase será en la sala 1 del 2P.
Saludos!!
Formal: ¿Me permite hacerle una consulta? Informal: Che, te hago
unapregunta…
Formal: Disculpe, ¿me podría decir la hora? Informal: ¿Qué hora es?
Formal: Si tiene alguna duda, por favor, no dude en consultarme.
Informal: Cualquier cosa, me avisas.
Formal: Estimados colegas, por el presente les quería informar que
este será mi último día en la compañía. Ha sido un placer trabajar con
ustedes. Les envío un afectuoso saludo, Ramón García. Informal:
Chicos, como saben, hoy es mi último día en la empresa. La pasé
muy bien con ustedes. Les mando un fuerte abrazo y seguimos en
contacto. Raymond.
Formal: Profesor, no me quedó claro cuál es la diferencia entre la
célula eucariota y procariota. Por favor, ¿la podría repetir? Informal:
No entendí la diferencia entre las dos células. ¿La dices de nuevo?
Formal: Hace mucho calor aquí adentro, ¿Le podría pedir que abra la
ventana? Informal: Che, ¿te abrís la ventana? Hace un lorca.
Formal: Aquí atrás se escucha muy bajo, por favor, ¿podría repetir lo
último? Muchas gracias. Informal: No se escucha nada. ¿Qué fue lo
último que dijiste?
Formal: ¿Sería mucho pedirle que se corra a un costado así yo
tambiénsalgo en la foto? Informal: ¿Te corres así yo también salgo en la foto?
Formal: El profesor Martínez es un muy puntual. Estoy segura de que llegará en cualquier minuto. Informal.
Juan siempre nunca llega tarde. Ya debe estar por llegar.
Formal: ¿Me podría repetir su nombre? Informal: ¿Cómo te llamabas? Me olvidé.
Formal: Fue un placer que nos hayamos conocido personalmente, luego de tantas conversaciones telefónicas.
Informal: Después de tanto hablar por teléfono, por fin nos vemos las caras.
Formal: ¿Vio lo que acaba de suceder? Informal: ¿Viste lo que pasó?
Formal: Estimados clientes. Por ser de nuestros clientes más fieles, por medio del presente correo electrónico
les hacemos llegar una serie de descuentos a los que podrán acceder. Saludos cordiales. Informal: Hola! Te
adjudicamos un listado con los descuentos que estamos ofreciendo. Ojalá visites pronto nuestros locales.
Saludos!!! Formal: ¿Existe la posibilidad de hablar con el doctor? Informal: Quiero charlar con el doctor,
¿podré?

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Actividades
¿Qué sería la lengua estándar?
¿Para qué se utiliza generalmente esta lengua?

A. ¿Qué sería el proceso de estandarización?


B. ¿De qué maneras se estandariza la lengua? Explicar y dar ejemplos
C. ¿Qué sería el lenguaje formal?
D. ¿En qué se diferencia el lenguaje formal del lenguaje informal?
E. ¿Cómo se caracteriza el lenguaje formal?
F. Observá los ejemplos de lenguaje formal y lenguaje informal y armá tres ejemplos propios en
donde se vea claramente la diferencia entre ambos

Las modalidades textuales

Los textos presentan cuatro modalidades básicas: narración, descripción, exposición y argumentación, a las
que algunos estudiosos añaden el diálogo. Cada una de ellas tiene unas características lingüísticas y textuales
específicas. Las modalidades, solas o frecuentemente combinadas con otras, aparecen tanto en la lengua oral
como en la lengua escrita y se utilizan con distintos objetivos comunicativos: informar, explicar, compartir una
experiencia o sentimiento, divertir, persuadir, demostrar un saber determinado, crear un mundo de ficción,
etcétera. De este modo, las modalidades están presentes en todas las clases o tipos de textos según su ámbito de
uso: literarios (líricos, narrativos, dramáticos), científicos o técnicos, humanísticos, jurídicos y administrativos,
periodísticos y publicitarios.

La narración
Narrar consiste en contar unos hechos que han sucedido o referir una
historia ficticia. La narración se emplea con diferentes fines: informar,
entretener, explicar y persuadir. Es la modalidad con mayor presencia en
los actos comunicativos orales y escritos, y en los textos literarios. Los
textos narrativos pueden incluir otras modalidades, sobre todo, la
descripción (del espacio y los personajes) y el diálogo (entre personajes).
Elementos y partes de una narración: Los elementos básicos de una
narración son los personajes (humanos o antropomorfos, reales o
ficticios, individuales o colectivos) y las acciones, que siguen un orden
causal y cronológico y se desarrollan en un espacio y un tiempo. La
estructura básica de una unidad narrativa o un episodio es la
siguiente: Un estado o situación inicial de la que se parte. Un
conflicto o peripecia que altera esa situación y que desarrolla el
proceso narrativo (acciones que originan cambios de diversos tipos).
Una resolución o desenlace, que dará lugar a un estado o situación
final.

La descripción
La descripción consiste en la representación lingüística de objetos,
seres, sentimientos, paisajes o procesos, reales o imaginarios
La descripción tiene distintas finalidades: informar, explicar, argumentar… Aunque existen textos puramente
descriptivos (en biología, por ejemplo), suele ser complementaria de otras modalidades.
Tipos de descripción y puntos de vista En general, se describen las cualidades que definen el objeto o ser
(naturaleza y clase, forma, tamaño, color, sonidos, movimientos…), las partes de que consta y las funciones, si
corresponde; las circunstancias espaciales o temporales en que se halla, y las relaciones con otros objetos y
seres. El punto de vista y la posición de quien describe determinan dos jtipos de descripciones y distintas
visiones de la realidad: Perspectiva. Según la actitud del emisor, puede ser objetiva (con

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rasgos y datos precisos y objetivos; por ejemplo, en textos científicos,
técnicos o periodísticos) o subjetiva (incluye sensaciones y valoraciones
del mundo descrito; por ejemplo, en cartas personales, artículos de
opinión o textos literarios). Posición y movimiento. Según el lugar y el
movimiento del emisor y el objeto, paisaje o ser descrito, se puede
hablar de visión pictórica (objeto y sujeto inmóviles), visión
cinematográfica (objeto móvil y sujeto inmóvil) y visión topográfica
(objeto inmóvil y sujeto en movimiento).

La exposición o explicación
La exposición es una explicación o desarrollo de un tema, de un modo
claro, ordenado y coherente.
Esta modalidad puede ser oral o escrita, y se utiliza en distintos tipos de
textos: científicos, técnicos, humanísticos, periodísticos, etc. Aunque
puede presentarse sola, suele aparecer combinada con otras modalidades discursivas (argumentación, narración
o descripción).

La argumentación
La argumentación es una modalidad en la que se alegan razones para
justificar o probar una determinada afirmación.
A diferencia de la demostración científica, que presenta datos y hechos
objetivos y verdaderos para probar la validez de una tesis, la argumentación
se plantea respecto de opiniones, de creencias, de valoraciones… de
carácter polémico, discutible, ante las que pueden existir posiciones
enfrentadas. La argumentación está presente en diversas situaciones
comunicativas y en distintos géneros orales y escritos, tanto como
modalidad principal como formando parte de otras prácticas discursivas,
sobre todo de la exposición.
Las falacias: Las falacias son argumentos falsos, que pretenden parecer válidos. Entre las más frecuentes,
podemos citar:
Ataque personal: Esa profesora no sabe explicar.
Recurso a la compasión: No se lo digas a mi padre, que me castiga.
Falsa relación de causalidad entre dos hechos: Suspendí porque ese profesor es muy exigente.
Argumento demagógico: Si apoyáis mi propuesta, trabajaréis menos.
Falsa autoridad: Es así, lo han dicho los de la otra clase.
Generalización: Todos los profesores tienen manía a alguien.
Circularidad: Predomina la función expresiva porque expresa algo

Actividades
Modalidades textuales
1- ¿Para qué se utilizan las modalidades textuales?
2- ¿Qué sería un ámbito de uso?
3- ¿Por qué se usa la narración?
4- ¿Por qué dice en una narración hay otras
modalidades?
5- ¿Qué importancia tiene el punto de vista en la
descripción?
6- ¿Qué relación hay entre la exposición o explicación
y la escuela? Explicá con tus palabras
7- Reflexionar: ¿Por qué se puede decir que la
argumentación se encuentra en la política, la religión
y hasta en un anuncio publicitario?
8- ¿Qué sería un argumento falso?
9- ¿Por qué una persona trataría de pasar esos argumentos falsos como válidos? Justificar
10- ¿Quiénes utilizan, generalmente, falacias en la vida real?
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Tesis

La tesis de un texto es la opinión relativamente corta del autor o autora, demostrándolo o fortaleciendo
con argumentos en el desarrollo o cuerpo del mismo.

Formas de identificar la tesis de un texto


Deberás analizar y encontrar palabras que estén relacionadas con conclusión o afirmación debido que es
la forma más común de expresar una opinión.
Palabras como “en conclusión, en resultado de, ya que, porque, en consecuencia, por lo tanto, entonces”
hacen referencia a una conclusión.
Palabras como “son, es, ciertamente, realmente” hacen referencia a una afirmación.

Ejemplos, paso a paso

1. Con base en el texto, identifique la tesis.

Las redes sociales son un excelente instrumento para potenciar distintas formas de enseñanza y aprendizaje.
En este sentido, se concebirán las redes como una herramienta de democratización de la información que
transforma a las personas en receptores y en productores de contenido. El uso de las redes en ambientes
educativos permite al estudiante expresarse por sí mismo, entablar relaciones con otros, y atender a las
exigencias propias de educación (…)
Analiza el texto y encuentra palabras relacionadas con conclusión o afirmación. Teniendo en cuenta de no
tomar los argumentos que soportan la tesis u opinión del autor.

Buscan dentro de las opciones y selecciona tu respuesta.

2. Con base en el texto, identifique la tesis.

La idea de que las casas editoriales se encuentran en crisis es falsa. Desde Gutenberg, todas las empresas
editoriales han estado en crisis. Lo que llaman crisis es algo inherente a la edición, es lo que diferencia a la
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edición de cualquier otra actividad comercial. Hay algo de magia en este negocio que fascina y precipita la
derrota de ciertos espíritus hechizados. Fundar una editorial, publicar libros, aún es una aventura arriesgada
como la de Marco Polo y Cristóbal Colón. Construir una editorial y soñar con su éxito, es como tratar de alcanzar
la luna solo dando brincos.
Analiza el texto y encuentra palabras relacionadas con conclusión o afirmación. Teniendo en cuenta de no
tomar los argumentos que soportan la tesis u opinión del autor.

Buscar dentro de las opciones y selecciona tu respuesta.

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Recursos argumentativos
Los recursos argumentativos son herramientas lingüísticas que se utilizan en una argumentación para reforzar
la postura del emisor ante un determinado tema. Por ejemplo: ejemplificación, analogía, datos estadísticos.
Estas herramientas son muy utilizadas en los debates y exposiciones para persuadir, convencer o hacer
cambiar
de postura al auditorio.
Tipos de recursos argumentativos
• Pregunta retórica. El emisor plantea un interrogante no para recibir una respuesta, sino con el objetivo de que
el receptor reflexione sobre alguna situación.
• Analogía. Establece similitudes o semejanzas entre dos elementos o situaciones que tienen puntos en común.
Con este recurso se explica algo desconocido a partir de algo ya conocido o sabido por el auditorio. Algunos
conectores utilizados son: tal como, como sí, así como, es igual que, es lo mismo.
• Cita de autoridad. Se cita a un especialista o autoridad en un tema para reforzar y darle valor a la postura que
tiene el emisor. Algunos conectores utilizados son: como señala, como dice, como afirma, siguiendo a, según,
citando a.
• Datos estadísticos. Se brinda información numérica o estadísticas confiables que refuerzan y le dan mayor
veracidad a la hipótesis planteada por el emisor. Los datos ayudan a ilustrar el planteo.
• Ejemplificación. Por medio de ejemplos se presenta, comprueba o demuestra una hipótesis. Algunos
conectores utilizados son: por ejemplo, pongo el caso de, como muestra, tal como.
• Contraejemplo. Marca una excepción a una regla general para demostrar que una afirmación es falsa.
• Generalización. Se presentan numerosos hechos particulares para compararlos y relacionarlos entre sí. Este
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recurso muestra que todo funciona de la misma manera. Algunos conectores utilizados son: generalmente, casi
siempre, casi todos, la mayoría de las veces, en general.
Ejemplos de recursos argumentativos
1. Existen muchas mujeres poderosas y exitosas en el ámbito de la política. Por caso, en la última década la
Argentina, Chile y Brasil tuvieron presidentas mujeres. (Ejemplificación)
2. La mitad de los niños son pobres en nuestro país, ¿no sería hora de que la clase política tome medidas para
revertir esa situación y deje de preocuparse por lo que sucede en el otro extremo del planeta? (Pregunta
retórica)
3. Así como en Japón los trabajadores redoblan su trabajo como medida de protesta, aquí los trabajadores del
tren deberían levantar los molinetes y extender los horarios del servicio para generarle pérdidas a la compañía.
(Analogía)
4. La emergencia alimentaria sigue siendo una amenaza a nivel mundial pese a que el planeta produce alimentos
para el doble de su población. De acuerdo a la FAO, 113 millones de personas de 53 países experimentaron
niveles elevados de inseguridad alimentaria en 2018. (Datos estadísticos)
5. Dicen que a todos los argentinos les gusta el fútbol. Pero no es así, yo soy argentino y a mí no me gusta el
fútbol. (Contraejemplo)
6. No podemos pretender que el actual presidente resuelva todos los problemas de la noche a la mañana. Hay
cuestiones estructurales que llevan años revertir y, para ello, se necesita también de la voluntad de los sectores
más variados, no solo de los políticos. Por ejemplo, de los sindicatos, el empresariado y las universidades. Ya
lo decía Aristóteles: “La política es el arte de lo posible”. (Cita de autoridad)
7. Casi no hay mujeres ingenieras, a las mujeres no les atrae la carrera de Ingeniería. (Generalización)
8. En América Latina surgieron algunos de los escritores más lúcidos de la historia. Pongo como ejemplo a
Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y Mario Vargas Llosa. (Ejemplificación)
9. El volumen de migrantes crece año a año. De acuerdo a la ONU, en 2019 el número de personas que migraron
a nivel mundial alcanzó los 272 millones. Esto es 51 millones más que en 2010. La mayoría de los migrantes
se alojaron en Europa (82 millones) y en América del Norte (59 millones). (Datos estadísticos)
10. La última vez, el Oscar a la mejor película fue para una producción surcoreana: Parasite. ¿No deberíamos, de
una vez por todas, dejar de idealizar al cine estadounidense y abrir nuestros horizontes? (Pregunta retórica)
11. No deberíamos leer aquello que no nos hace feliz. La vida es muy corta y la cantidad de libros infinita como
para desperdiciarla leyendo aquello que no nos interesa. Como bien dijo Borges: “Si un libro aburre, déjelo”.
(Cita de autoridad)
12. La Argentina se caracteriza por tener figuras míticas, como Evita, El Che Guevara, Maradona y el papa
Francisco. (Ejemplificación)
13. Ningún político está al servicio del pueblo. Todos llegan al poder y terminan corrompiéndose.
(Generalización)
14. Los médicos deciden sobre nuestra vida (o muerte) tal como si fueran un dios. (Analogía)
15. Escucho decir que en este país no está permitida la venta libre de ningún tipo de droga. Y no es cierto: el
alcohol es una droga y se vende libremente a todo aquel que sea mayor de edad. (Contraejemplo)

Fuente: https://www.ejemplos.co/recursos-argumentativos/#ixzz8078HzRWM

Actividad: Reconocer y marcar recursos argumentativos en los siguientes textos

El uso del celular en los jóvenes


Los celulares llegaron hace tiempo para quedarse. En un mundo cada vez más globalizado, las
herramientas para acortar las distancias y facilitar las comunicaciones entre las personas, evolucionan a un
ritmo sin precedentes como nunca antes se ha dado en la historia.
En su momento, la Revolución Industrial fue un verdadero boom tecnológico que marcó un punto de
inflexión en la historia, al modificar todos los aspectos de la vida social y económica.
Así mismo, los cambios enormes introducidos en esta nueva era globalizada, van afectando todas las
esferas de una persona. El uso de los celulares forma parte del abanico de este torrente de herramientas que
han revolucionado, y, por ende, facilitado la forma en que nos comunicamos
¿Quién iba a pensar, hace cincuenta años atrás, que sería posible una videollamada entre una persona que
esté en un continente y con otra que esté al otro lado del mundo?
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Comunicarse, nunca ha sido tan fácil. Aun así, el abuso de estos aparatos ha generado una controversia y
preocupación, especialmente en los jóvenes
El celular en las escuelas
Este es uno de los temas más controvertidos en la actualidad en lo que respecta a los teléfonos inteligentes
Phubbing y nomofobia
Según la revista de divulgación Muy interesante, "Phubbing (término formado a partir de las palabras
inglesas phone ysnubbing) consiste en el acto de menospreciar a quien nos acompaña al prestar más
atención al móvil u otros aparatos electrónicos que a su persona. Ha sido recientemente bautizado en
EE.UU. y son muchas las plataformas virtuales que combaten activamente este descortés hábito".
Está claro que estamos presente ante una herramienta que sirve para estar en contacto. El problema
consiste en el abuso del aparato, y que, puede llegar a constituirse en una manera de aislarnos de las personas
que están más cerca de nosotros.
La persona que está muchas manipulando su telefóno, es muy probable que esté socializando con otras
personas, pero, al precio de socializar menos con quienes estén a su lado.
Es una actitud sin duda de descortesía, como mirar a otro lado mientras estamos charlando con una
persona. Se transmite la idea de no querer estar en ese lugar. Y por tanto, nuestro interlocutor puede sentirse
incomodo con justa razón.
La nomofobía proviene del inglés no-mobile-phone phobia. Es decir, traducido en forma literal significa
la fobia a estar sin el móvil.
Diversos estudios han concluido que la nomofobia es un verdadero trastorno a quedarnos sin el uso de
estos aparatos, ya sea por no llevarlo con nosotros, o algún otro motivo que nos prive de su utilización.
El nomofóbico entra en crisis al sentirse que no puede estar todo el tiempo en comunicación. Los
síntomas de este trastorno son sensación de ansiedad, taquicardias, pensamientos obsesivos, dolor de cabeza y
dolor de estómago.
By Orlando Cáceres Ramírez
Updated on November 01, 2019

Texto argumentativo sobre el uso del celular en las escuelas.


El debate sobre si permitir o no que los niños usen teléfonos celulares en la escuela es controvertido, con
opiniones divididas. Sin embargo, es importante reconocer las numerosas desventajas asociadas con permitir
que los niños usen teléfonos celulares en la escuela.
El psiquiatra estadounidense Dr. Jean Twenge, en su libro «iGen: Por qué los niños súper conectados de
hoy en día están creciendo menos rebeldes, más tolerantes, menos felices y completamente desprevenidos para
la edad adulta» argumenta que el uso excesivo de los dispositivos móviles puede estar relacionado con el
aumento de la depresión, la ansiedad y el suicidio entre los jóvenes. Según Twenge, el uso de los celulares
puede afectar negativamente la calidad del sueño, la actividad física, las relaciones interpersonales y la
autoestima de los jóvenes, lo que puede tener consecuencias negativas para su salud mental a largo plazo.
Una de las desventajas más importantes de permitir que los niños usen teléfonos celulares en la escuela es
la posibilidad de distracción. Con aplicaciones de redes sociales, mensajería y acceso a Internet al alcance de
la mano, los estudiantes corren el riesgo de perder el enfoque en sus estudios. Esto puede conducir a una
disminución del rendimiento académico y a la pérdida de oportunidades de aprendizaje.
Otra preocupación es el potencial de ciberacoso. Con los teléfonos celulares, los estudiantes pueden
acceder fácilmente a plataformas de redes sociales, aplicaciones de mensajería y otras herramientas de
comunicación en línea que pueden usarse para intimidar o acosar a sus compañeros. El ciberacoso puede tener
graves consecuencias emocionales y psicológicas para las víctimas y no debe tomarse a la ligera.
Además, permitir que los niños usen teléfonos celulares en la escuela puede crear un riesgo de seguridad.
Los estudiantes pueden usar sus teléfonos para tomar fotos o grabar videos sin permiso, lo que puede ser
invasivo y perturbador. También existe la posibilidad de que los estudiantes usen sus teléfonos celulares para
hacer trampa durante los exámenes, lo que socava la integridad del sistema educativo.
Por último, el uso excesivo de teléfonos celulares se ha relacionado con una serie de problemas de
salud, como fatiga visual, dolor de cuello y espalda, y patrones de sueño interrumpidos. Dado que los
estudiantes ya pasan una cantidad significativa de tiempo mirando pantallas durante el horario escolar,
permitirles usar teléfonos celulares durante la clase puede exacerbar estos problemas.
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En conclusión, hay varias desventajas asociadas con permitir que los niños usen teléfonos celulares en
la escuela, incluida la distracción, el ciberacoso, los riesgos de seguridad, las trampas y los posibles problemas
de salud. Las escuelas deben sopesar cuidadosamente los beneficios y las desventajas del uso de teléfonos
celulares y tomar decisiones informadas para garantizar un entorno de aprendizaje seguro y productivo para
todos los estudiantes.

Actividad: Inventar un texto argumentativo con el tema: uso del celular


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Coherencia y cohesión
¿Qué son la coherencia y la cohesión textuales?
Para que un texto sea comprensible y se pueda identificar el tema que aborda es necesario que su construcción
interna presente dos elementos cruciales

LA COHERENCIA Y LA COHESIÓN

Observar la siguiente oración: Carlos fue a la playa, llevó su poncho y sus guantes

¿Poncho y guantes en la playa? Seguro te has dado cuenta que esta oración no tiene lógica, es incoherente.
Entonces, ¿qué es la coherencia? Es un recurso lingüístico formal que tiene la finalidad de organizar el texto
de manera tal que las ideas presenten conexión entre sí para entregar un mensaje comprensible.

La coherencia
Para que un texto tenga coherencia debe tener en cuenta lo siguiente:

-Las ideas no se deben contradecir


-Las ideas deben ser claras y precisas
-Las ideas deben tener una relación entre sí

Por ello, es importante ejercitar la lógica dentro de las oraciones

¿Cómo saber si un texto es coherente?


Si puedes responder a la pregunta “de qué trató lo que leí”, entonces sí había coherencia en él. Existen dos
tipos de coherencia:

-Coherencia global: se observa cuando a lo largo de un texto, ya sea de una o quinientas páginas, es posible
determinar una idea clara o un tema preciso.
-Coherencia local: corresponde a las relaciones que se establecen en las distintas partes de un texto, entre
oraciones y párrafos
1. Explicar con argumentos si las siguientes oraciones son coherentes o incoherentes
a. Después de llegar al campus, me fui a mi habitación y deshice el equipaje. Nunca he sabido por
qué mis padres se compraron aquel coche
b. Los niños se alegraron al abrir los regalos que estaban junto al árbol de navidad. Las clases estaban
acabando y ya tenían ganas de que llegaran las navidades.
c. Hay varias ideas en que se defienden en el libro. La obra es una crítica feroz contra la
globalización.

2. Escribir bien las oraciones y unirlas a todas (agregando información si hace falta).

La cohesión
¿Qué es la cohesión? Es una propiedad fundamental del texto que le proporciona sentido tanto a los
enunciados (frases u oraciones) como al conjunto de estos. La cohesión de un texto dependerá de la distribución
y del orden de los elementos que componen una oración, estos pueden ser palabras que funcionan como
conectores o signos de puntuación.
La cohesión facilita la comprensión de un texto. Esta se da en el interior de un texto y funciona como un
conjunto de enlaces entre palabras. Para la cohesión utilizamos distintos recursos, tales como: pronombres,
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artículos, conjunciones, conectores, etc. que sirven para relacionar entre sí los distintos componentes de un
texto. Esta es una característica de todo texto bien formado, que no presenta repeticiones innecesarias y que
resulta claro para el receptor.
Los principales mecanismos de cohesión son: referencia, sustitución, elipsis, reiteración y conjunción.

Referencia
Las relaciones de referencia se dan a través del uso de los pronombres posesivos (referencia personal), de los
pronombres y adverbios demostrativos (referencia demostrativa); del artículo (referencia asociativa) y la
comparación (referencia comparativa).

Sustitución
Una sustitución se utiliza para evitar la repetición de un ítem en particular. El sustituto tiene la misma categoría
que el presupuesto con el que se enlaza.

Elipsis
Consiste, básicamente, en suprimir por completo una información cuya existencia se presupone
contextualmente. Es un depurativo del texto, lo limpia de la redundancia.

Reiteración
Consiste en la repetición de un término a lo largo de un texto con el fin de enfatizar una idea. La reiteración
léxica puede darse de forma idéntica (repetición), de forma similar (por sinonimia) o de forma parcial (por
generalidad o hiperónimo).

Conjunción
La conjunción son cohesionantes porque permiten interrelacionar premisas. Existen cuatro tipos básicos de
conjunciones: aditivas (además, por otra parte, por otro lado), temporales (después, antes, a continuación),
causales (a causa de ello, pues, porque) y adversativas (pero, sin embargo, no obstante).

En resumen: la cohesión hace que el texto tenga relación entre sí y la coherencia hace que tenga sentido.

3. ¿Cuál de los siguientes escritos, te parece que es un texto?

a. Este mes se llevará a cabo un encuentro de científicos argentinos. Sin embargo, el blanco y
el negro se seguirán usando. Entonces el prisma es un cuerpo.

b. Este mes se llevará a cabo un encuentro de científicos argentinos. Se reunirán en la ciudad


de Córdoba. Pero aún no conocemos la nómina de participantes.

4. ¿Qué elementos tuviste en cuenta para decidirlo?


5. Cada una de las oraciones de 1 ¿está bien construida? ¿Tienen sentido en forma individual?
6. A partir de esos dos ejemplos, ¿podrías nombrar algunas características que debe tener todo
texto?

Como ves, un acto de comunicación no se realiza mediante la simple acumulación de oraciones. Para que
nuestros mensajes sean comprendidos, las oraciones que los componen deben relacionarse entre sí “tejiendo”
una estructura que dará origen a un texto. La propiedad que define un texto bien formado es la textualidad. Los
factores esenciales de la textualidad son la coherencia y la cohesión.

La COHERENCIA de un texto se logra a través de la correcta organización de la información sobre un


determinado tema.
La COHESIÓN es la relación de dependencia entre dos elementos de un texto que pertenecen a distintas
oraciones.
Vamos a leer el siguiente texto. No te asustes por los carteles que lo acompañan. Ya vamos a aclararlos poco a
poco

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La luna

La luna es el satélite de la Tierra, es decir, gira en torno a la misma. Carece de luz propia. La vemos
iluminada por reflejar luz solar.
Su volumen es cincuenta veces menor que el de nuestro planeta. El radio tiene 1737 km. Es el astro mas
próximo a la Tierra, lo separa una distancia de 384.000 km. Carece de atmósfera. Por esta causa, los rayos
solares inciden directamente sobre la superficie lunar, registrándose temperaturas superiores a 100 grados
durante el día lunar y de 150 bajo cero durante las noches. No tiene agua.
Otra consecuencia de la ausencia de atmósfera es que no se produzcan vientos, nubes, precipitaciones,
factores todos que contribuyen a transformar el relieve.
Por eso, el satélite no presenta alteraciones propias de la Tierra. Su superficie está formada por una base
sólida grisácea y algo arenosa. Cubierta de cráteres de variado tamaño, desde muy pequeños hasta algunos que
llegan a 200 km.

Veamos ahora qué significan las diversas marcas que se han apoderado del texto

La referencia
Las palabras que quedaron encerradas en los rectángulos no tienen significado propio, se refieren a otraspalabras
o frases que ya han aparecido en el texto. Vamos a descubrir cuáles son.

7. Podés transcribirlas abajo y colocar al lado el referente. Te damos un ejemplo.


Elementos de referencia Referente

a la misma la Tierra

Vemos, en estos casos, que para interpretar una palabra o una construcción necesito la referencia a otraspalabras.
Algo que ya ha sido nombrado entra nuevamente en el texto. Gracias a este procedimiento de referencia
evitamos las repeticiones que podrían confundir al receptor de un texto.

Como verás, las palabras que funcionan como elemento de referencia son los pronombres. El pronombre es
una clase de palabra que siempre requiere que busquemos la información a la que hace referencia en otra parte
del texto o fuera del mismo (este último caso lo veremos más adelante). Algunos ejemplos: yo, tú, él, nosotros,
ese, este, aquel, sus, mis, las, los.

La elipsis
La elipsis es la supresión de un verbo o un sustantivo (o frase verbal o nominal), que se utiliza
para norepetir palabras.
Por ejemplo:
• Manuel vino en automóvil, Miguel en bicicleta. …
• Anoche compramos pizza y cervezas también. …
• En la huerta cultivamos el tomate, y el pepino también. …
• Nosotros traeremos el vino, ustedes el pan, ellos la mesa. …
• El año pasado llovió muchísimo, en cambio este año no tanto. …
• Las rosas son rojas, el cielo azul.

8. ¿Qué palabras se suprimieron?

La sustitución
9. ¿Qué otras palabras se utilizaron para nombrar a la Tierra y a la Luna? Una ayudita:
estánsubrayadas.
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La Luna ………………………………….
………………………………….
La Tierra ………………………………….

Aquí se sustituyó una palabra por otra diferente (o por una construcción) pero que se refiere al mismo objeto.

Los conectores (o conjunciones)


Los elementos destacados con elipse nos indican que el contenido de esa oración se conecta con laanterior y
reciben el nombre de conectores.

10. Completar con conectores de causa y efecto:

Conectores Plantean una relación de -------------------


causales causa y efecto entre las oraciones -------------------
.
11. Explicar con tus palabras el significado de los siguientes conectores y escribir un ejemplo.
Conectores Significado Ejemplo
Además
Por otra parte
Después
A continuación
Sin embargo
No obstante
Porque

12. Tratar de mejorar la cohesión de estos breves textos y explicar qué recursos cohesivos usaron:
a-El otro día en la calle me encontré con unos amigos. Los amigos me contaron que habían comprado una moto.
Habían comprado la moto con un dinero que habían ganado en verano. En verano habían estado trabajando para
ganar dinero y comprar una moto.
b-Tener animales en casa es muy agradable. También tener animales en casa tiene problemas. Tienes que sacar
a los
animales a pasear y tienes que llevarlos al veterinario. Hay personas que no quieren tener animales en su casa.
No quieren tener animales por varias razones.
c-Algunas personas tienen alergia a los animales. Otras personas no pueden cuidar a los animales.
Mis padres vivían en una casa junto a un campo de fútbol. Mis padres siempre van a ver los partidos de fútbol
y antes también iban a ver los partidos. Ahora mis padres viven en el campo. Se mudaron al campo porque
quieren vivir ahora una vida más tranquila y siempre han vivido junto a un campo de fútbol. Hay mucho ruido
junto a un campo de fútbol.

13. Elegir uno de estos tres temas:


a. La comida vegetariana frente a la comida tradicional
b. Vivir en el campo o vivir en la ciudad
c. Vacaciones en la playa o en el campo
14. Ahora escribí un texto breve exponiendo las ventajas e inconvenientes de una u otra opción,
y defendé tu preferencia.

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El cuento realista
El cuento realista posee varios recursos que nos acercan a la idea de realidad. Entre ellos se encuentran el
lenguaje coloquial, la descripción sumamente precisa de paisajes y hechos, el uso de metáforas y analogías, la
cantidad reducida de personajes, el tipo de narrador, la observación directa de los hechos.
Este cuento posibilita la reflexión sobre la idea de “el otro como semejante”. Para hacerlo es importante,
primero, pensar en las distintas formas que toma “la relación con el otro”, pero para ello es necesario dilucidar
“quién es ese otro, cómo se lo concibe, qué lugar se le otorga”. No todas las personas piensan, sienten y actúan
de la misma manera, ni tienen los mismos intereses. En un grupo estas diferencias se manifiestan de distintas
maneras entre quienes puede haber acuerdos en algunos aspectos, pero también grandes discrepancias en otros.
Y esto puede dar lugar, o no, al surgimiento de conflictos. Recordemos que los conflictos son parte de las
relaciones humanas y, por eso, son inherentes al vínculo con los otros. Partiendo de estas ideas es posible
analizar el cuento “El marica” de Abelardo Castillo.

El marica
Abelardo Castillo

Escúchame, César, yo no sé por dónde andarás ahora, pero cómo me


gustaría que leyeras esto, porque hay cosas, palabras, que uno lleva mordidas
adentro y las lleva toda la vida, hasta que una noche siente que debe escribirlas,
decírselas a alguien, porque si no las dice van a seguir ahí, doliendo, clavadas para siempre en la vergüenza.
Escúchame.
Vos eras raro, uno de esos pibes que no pueden orinar si hay otro en el baño. En la Laguna, me acuerdo,
nunca te desnudabas delante de nosotros. A ellos les daba risa. Y a mí también, claro; pero yo decía que te
dejaran, que cada uno es como es. Cuando entraste a primer año venías de un colegio de curas; San Pedro
debió de parecerte algo así como Brobdignac. No te gustaba trepar a los árboles ni romper faroles a cascotazos
ni correr carreras hacia abajo entre los matorrales de la barranca. Ya no recuerdo cómo fue, cuando uno es
chico encuentra cualquier motivo para querer a la gente, solo recuerdo que un día éramos amigos y que siempre
andábamos juntos. Un domingo hasta me llevaste a misa. Al pasar frente al café, el colorado Martínez dijo
con voz de flauta adiós, los novios, a vos se te puso la cara como fuego y yo me di vuelta puteándolo y le
pegué tan tremendo sopapo, de revés, en los dientes, que me lastimé la mano.
Después, vos me la querías vendar. Me mirabas.
–Te lastimaste por mí, Abelardo.
Cuando dijiste eso, sentí frío en la espalda. Yo tenía mi mano entre las tuyas y tus manos eran blancas,
delgadas. No sé. Demasiado blancas, demasiado delgadas.
–Soltame –dije.
O a lo mejor no eran tus manos, a lo mejor era todo, tus manos y tus gestos y tu manera de moverte, de
hablar. Yo ahora pienso que en el fondo a ninguno de nosotros le importaba mucho, y alguna vez lo dije, dije
que esas cosas no significan nada, que son cuestiones de educación, de andar siempre entre mujeres, entre
curas. Pero ellos se reían, y uno también, César, acaba riéndose, acaba por reírse de macho que es y pasa el
tiempo y una noche cualquiera es necesario recordar, decirlo todo.
Yo te quise de verdad. Oscura e inexplicablemente, como quieren los que todavía están limpios. Eras un
poco menor que nosotros y me gustaba ayudarte. A la salida del colegio íbamos a tu casa y yo te explicaba las
cosas que no comprendías. Hablábamos. Entonces era fácil escuchar, contarte todo lo que a los otros se les
calla. A veces me mirabas con una especie de perplejidad, una mirada rara, la misma mirada, acaso, con la que
yo no me atrevía a mirarte. Una tarde me dijiste:
–Sabes, te admiro.
No pude aguantar tus ojos. Mirabas de frente, como los chicos, y decías las cosas del mismo modo. Eso
era.
–Es un marica.
–Qué va a ser un marica.
–Por algo lo cuidas tanto.
Supongo que alguna vez tuve ganas de decir que todos nosotros juntos no valíamos ni la mitad de lo que
él, de lo que vos valías, pero en aquel tiempo la palabra era difícil y la risa fácil, y uno también acepta –uno
también elige–, acaba por enroñarse, quiere la brutalidad de esa noche cuando vino el negro y habló de verle
la cara a Dios y dijo me pasaron un dato.
–Me pasaron un dato –dijo–, por las Quintas hay una gorda que cobra cinco pesos, vamos y de paso el
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César le ve la cara a Dios.
Y yo dije macanudo.
–César, esta noche vamos a dar una vuelta con los muchachos. Quiero que vengas.
–¿Con los muchachos?
–Sí, qué tiene.
Porque no solo dije macanudo sino que te llevé engañado. Vos te diste cuenta de todo cuando llegamos al
rancho. La luna enorme, me acuerdo. Alta entre los árboles.
–Abelardo, vos lo sabías.
–Callate y entra.
–¡Lo sabías!
–Entra, te digo.
El marido de la gorda, grandote como la puerta, nos miraba como si nos midiera. Dijo que eran cinco
pesos. Cinco pesos por cabeza, pibes. Siete por cinco, treinticinco. Verle la cara a Dios, había dicho el negro.
De la pieza salió un chico, tendría cuatro o cinco años. Moqueando, se pasaba el revés de la mano por la boca,
nunca en mi vida me voy a olvidar de aquel gesto. Sus piecitos desnudos eran del mismo color que el piso de
tierra.
El negro hizo punta. Yo sentía una pelota en el estómago, no me animaba a mirarte. Los demás hacían
chistes brutales, anormalmente brutales, en voz de secreto; todos estábamos asustados como locos. A Aníbal
le temblaba el fósforo cuando me dio fuego.
–Debe estar sucia.
Cuando el negro salió de la pieza venía sonriendo, triunfador, abrochándose la bragueta. Nos guiñó un
ojo.
–Pasa vos.
–No, yo no. Yo después.
Entró el colorado; después entró Aníbal. Y cuando salían, salían distintos. Salían hombres. Sí, esa era
exactamente la impresión que yo tenía.
Entré yo. Cuando salí vos no estabas.
–Dónde está César.
–Disparó.
Y el ademán –un ademán que pudo ser idéntico al del negro– se me heló en la punta de los dedos, en la
cara, me lo borró el viento del patio porque de pronto yo estaba fuera del rancho.
–Vos también te asustaste, pibe.
Tomando mate contra un árbol vi al marido de la gorda; el chico jugaba entre sus piernas.
–Qué me voy a asustar. Busco al otro, al que se fue.
–Agarró pa aya –con la misma mano que sostenía la pava, señaló el sitio. Y el chico sonreía. Y el chico
también dijo pa aya.
Te alcancé frente al Matadero Viejo; quedaste arrinconado contra un cerco. Me mirabas. Siempre me
mirabas.
–Lo sabías.
–Volvé.
–No puedo, Abelardo, te juro que no puedo.
–Volvé, animal.
–Por Dios que no puedo.
–Volvé o te llevo a patadas en el culo.
La luna grande, no me olvido, blanquísima luna de verano entre los árboles y
tu cara de tristeza o de vergüenza, tu cara de pedirme perdón, a mí, tu hermosa
cara iluminada, desfigurándose de pronto. Me ardía la mano. Pero había que
golpear, lastimar; ensuciarte para olvidarse de aquella cosa, como una arcada,
que me estaba atragantando.
–Bruto –dijiste–. Bruto de porquería. Te odio. Sos igual, sos peor que los
otros.
Te llevaste la mano a la boca, igual que el chico cuando salía de la pieza.
No te defendiste.
Cuando te ibas, todavía alcancé a decir:
–Maricón. Maricón de mierda.
Y después lo grité. Escúchame, César. Es necesario que leas esto. Porque hay cosas que uno lleva
mordidas, trampeadas en la vergüenza toda la vida, hay cosas por las que uno, a solas, se escupe la cara en el
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espejo. Pero, de golpe, un día necesita decirlas, confesárselas a alguien. Escúchame. Aquella noche, al salir de
la pieza de la gorda, yo le pedí, por favor, no se lo vaya a contar a los otros. Porque aquella noche yo no pude.
Yo tampoco pude.
FIN
Actividades.
5- ¿Quiénes son los personajes principales? ¿Cuál es su relación?
2- ¿Por qué sus compañeros discriminan a César? Extraer una cita en la que se note alguna actitud de César
que genere su rechazo.
3- ¿A qué refiere en el relato la expresión: “vos eras raro…”? Describan.
4 - ¿A dónde se lo llevan a César para cambiarlo?
5- ¿Cómo influye en ellos el comentario: “adiós los novios”? ¿Cómo nos condiciona la mirada y la opinión
de los otros?
- ¿Por qué piensan que Abelardo tiene contradicciones con respecto a los sentimientos que él tiene hacia Cesár?
- ¿Qué nos enteramos al final del cuento? ¿Hay para ustedes situaciones de maltrato y/o de violencia?
¿Cuáles?
¿Les parece que estas situaciones están condicionadas por una valoración social sobre la homosexualidad?

PARTE II – ACTIVIDAD DE PRODUCCIÓN ESCRITA


Escribí un texto en el que reflexiones sobre esta historia. El mismo debe tener como mínimo 12 renglones. Te
dejamos aquí varias preguntas orientadoras que te ayudarán a analizarlo y a contarnos tus impresiones. No
hace falta que las respondas en orden ni que las respondas por separado, lo importante es que te ayuden a
escribir tu propia lectura de este cuento. Entonces, tómalas como guía para escribir tu reflexión sobre la historia
que leíste.
Preguntas orientadoras:
¿Cómo trataban los muchachos a César? ¿Qué diferencias aparecen entre César y el resto del grupo?
¿Qué piensan ustedes acerca de la sensibilidad y la ternura en la relación de amistad que tienen César y
Abelardo?
¿Cómo ve la sociedad la demostración de afecto de los varones y entre ellos?
¿Qué opinan ustedes sobre las diferentes orientaciones sexuales? ¿Y sobre las cargadas, los chistes, los
apodos, como por ejemplo, “el marica”?
¿Es posible disentir con lo que piensa el grupo de amigos o “la mayoría”? ¿Por qué te parece que César le
dice a Abelardo: “Sos igual, sos peor que los otros”?
¿Por qué creés que Abelardo siente la necesidad de escribir este relato dedicado a su amigo de la adolescencia
tanto tiempo después?

PARTE III – Los recursos del relato realistas:


PERSONAJES: Suelen ser personas comunes con características propias de la época en la cual transcurre el
relato. VOCES: El modo de hablar de cada personaje brinda información sobre su edad o el lugar y tiempo en
el que vive, y permite caracterizarlo.
DESCRIPCIONES: Permite mostrar de manera realista el espacio en el que transcurre el relato.
VEROSIMILITUD: Todorov menciona que “Se hablará de verosimilitud de una obra en la medida en qué ésta
trate de hacernos creer que se conforma a lo real y no a sus propias leyes.” Significado de verosímil: «apariencia»
de verdadero. El género realista representa la realidad tal como la conocemos. Si miramos a nuestro alrededor
veremos personas comunes, lugares comunes y situaciones comunes. Presenta hechos que podrían suceder en
la vida real o formar parte del mundo como lo conocemos.
Veamos el fragmento de “El marica”: “No te gustaba trepar a los árboles ni romper faroles a cascotazos ni
correr carreras hacia abajo entre los matorrales de la barranca.” Esta es una escena típica de niño de pueblo,
describe acciones y acontecimientos. El tipo de narrador, testigo de los hechos le da carácter de verosimilitud
al relato. Lo mismo sucede con los elementos (barrancas, matorrales) que describen un lugar específico,
semejante con la realidad.
ACTIVIDAD: Les propongo identificar los recursos utilizados para la construcción de verosimilitud, en el
cuento “El marica”, de Abelardo Castillo. Exponiéndolos de la forma ejemplificada en el fragmento anterior.

39
La intrusa
Jorge Luis Borges

Dicen (lo cual es improbable) que la historia fue referida por Eduardo, el menor
de los Nelson, en el velorio de Cristián, el mayor, que falleció de muerte natural,
hacia mil ochocientos noventa y tantos, en el partido de Morón. Lo cierto es que
alguien la oyó de alguien, en el decurso de esa larga noche perdida, entre mate y
mate, y la repitió a Santiago Dabove, por quien la supe. Años después, volvieron a
contármela en Turdera, donde había acontecido. La segunda versión, algo más
prolija, confirmaba en suma la de Santiago, con las pequeñas variaciones y divergencias que son del caso. La
escribo ahora porque en ella se cifra, si no me engaño, un breve y trágico cristal de la índole de los orilleros
antiguos. Lo haré con probidad, pero ya preveo que cederé a la tentación literaria de acentuar o agregar algún
pormenor.
En Turdera los llamaban los Nilsen. El párroco me dijo que su predecesor recordaba, no sin sorpresa,
haber visto en la casa de esa gente una gastada Biblia de tapas negras, con caracteres góticos; en las últimas
páginas entrevió nombres y fechas manuscritas. Era el único libro que había en la casa. La azarosa crónica de
los Nilsen, perdida como todo se perderá. El caserón, que ya no existe, era de ladrillo sin revocar; desde el
zaguán se divisaban un patio de baldosa colorada y otro de tierra. Pocos, por lo demás, entraron ahí; los Nilsen
defendían su soledad. En las habitaciones desmanteladas dormían en catres; sus lujos eran el caballo, el apero,
la daga de hojas corta, el atuendo rumboso de los sábados y el alcohol pendenciero. Sé que eran altos, de
melena rojiza. Dinamarca o Irlanda, de las que nunca oirían hablar, andaban por la sangre de esos dos criollos.
El barrio los temía a los Colorados; no es imposible que debieran alguna muerte. Hombro a hombro pelearon
una vez a la policía. Se dice que el menor tuvo un altercado con Juan Iberra, en el que no llevó la peor parte,
lo cual, según los entendidos, es mucho. Fueron troperos, cuarteadores, cuatreros y alguna vez tahúres. Tenían
fama de avaros, salvo cuando la bebida y el juego los volvían generosos. De sus deudos nada se sabe y ni de
dónde vinieron. Eran dueños de una carreta y una yunta de bueyes.
Físicamente diferían del compadraje que dio su apodo forajido a la Costa Brava. Esto, y lo que ignoramos,
ayuda a comprender lo unidos que fueron. Malquistarse con uno era contar con dos enemigos.
Los Nilsen eran calaveras, pero sus episodios amorosos habían sido hasta entonces de zaguán o de casa
mala. No faltaron, pues, comentarios cuando Cristián llevó a vivir con él a Juliana Burgos. Es verdad que
ganaba así una sirvienta, pero no es menos cierto que la colmó de horrendas baratijas y que la lucía en las
fiestas. En las pobres fiestas de conventillo, donde la quebrada y el corte estaban prohibidos y donde se bailaba,
todavía, con mucha luz. Juliana era de tez morena y de ojos rasgados; bastaba que alguien la mirara, para que
se sonriera. En un barrio modesto, donde el trabajo y el descuido gastan a las mujeres, no era mal parecida.
Eduardo los acompañaba al principio. Después emprendió un viaje a Arrecifes por no sé qué negocio; a
su vuelta llevó a la casa una muchacha, que había levantado por el camino, y a los pocos días la echó. Se hizo
más hosco; se emborrachaba solo en el almacén y no se daba con nadie. Estaba enamorado de la mujer de
Cristián. El barrio, que tal vez lo supo antes que él, previó con alevosa alegría la rivalidad latente de los
hermanos.
Una noche, al volver tarde de la esquina, Eduardo vio el oscuro de Cristián atado al palenque En el patio,
el mayor estaba esperándolo con sus mejores pilchas. La mujer iba y venía con el mate en la mano. Cristián le
dijo a Eduardo:
-Yo me voy a una farra en lo de Farías. Ahí la tenés a la Juliana; si la querés, usala.
El tono era entre mandón y cordial. Eduardo se quedó un tiempo mirándolo; no sabía qué hacer. Cristián
se levantó, se despidió de Eduardo, no de Juliana, que era una cosa, montó a caballo y se fue al trote, sin apuro.
Desde aquella noche la compartieron. Nadie sabrá los pormenores de esa sórdida unión, que ultrajaba las
decencias del arrabal. El arreglo anduvo bien por unas semanas, pero no podía durar. Entre ellos, los hermanos
no pronunciaban el nombre de Juliana, ni siquiera para llamarla, pero buscaban, y encontraban razones para
no estar de acuerdo. Discutían la venta de unos cueros, pero lo que discutían era otra cosa. Cristián solía alzar
la voz y Eduardo callaba. Sin saberlo, estaban celándose. En el duro suburbio, un hombre no decía, ni se decía,
que una mujer pudiera importarle, más allá del deseo y la posesión, pero los dos estaban enamorados. Esto, de
algún modo, los humillaba.
Una tarde, en la plaza de Lomas, Eduardo se cruzó con Juan Iberra, que lo felicitó por ese primor que se
había agenciado. Fue entonces, creo, que Eduardo lo injurió. Nadie, delante de él, iba a hacer burla de Cristián.
La mujer atendía a los dos con sumisión bestial; pero no podía ocultar alguna preferencia por el menor,
que no había rechazado la participación, pero que no la había dispuesto.
Un día, le mandaron a la Juliana que sacara dos sillas al primer patio y que no apareciera por ahí, porque
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tenían que hablar. Ella esperaba un diálogo largo y se acostó a dormir la siesta, pero al rato la recordaron. Le
hicieron llenar una bolsa con todo lo que tenía, sin olvidar el rosario de vidrio y la crucecita que le había dejado
su madre. Sin explicarle nada la subieron a la carreta y emprendieron un silencioso y tedioso viaje. Había
llovido; los caminos estaban muy pesados y serían las once de la noche cuando llegaron a Morón. Ahí la
vendieron a la patrona del prostíbulo. El trato ya estaba hecho; Cristián cobró la suma y la dividió después con
el otro.
En Turdera, los Nilsen, perdidos hasta entonces en la mañana (que también era una rutina) de aquel
monstruoso amor, quisieron reanudar su antigua vida de hombres entre hombres. Volvieron a las trucadas, al
reñidero, a las juergas casuales. Acaso, alguna vez, se creyeron salvados, pero solían incurrir, cada cual por su
lado, en injustificadas o harto justificadas ausencias. Poco antes de fin de año el menor dijo que tenía que hacer
en la Capital. Cristián se fue a Morón; en el palenque de la casa que sabemos reconoció al overo de Eduardo.
Entró; adentro estaba el otro, esperando turno. Parece que Cristián le dijo:
-De seguir así, los vamos a cansar a los pingos. Más vale que la tengamos a mano.
Habló con la patrona, sacó unas monedas del tirador y se la llevaron. La Juliana iba con Cristián; Eduardo
espoleó al overo para no verlos.
Volvieron a lo que ya se ha dicho. La infame solución había fracasado; los dos habían cedido a la tentación
de hacer trampa. Caín andaba por ahí, pero el cariño entre los Nilsen era muy grande -¡quién sabe qué rigores
y qué peligros habían compartido!- y prefirieron desahogar su exasperación con ajenos. Con un desconocido,
con los perros, con la Juliana, que habían traído la discordia.
El mes de marzo estaba por concluir y el calor no cejaba. Un domingo (los domingos la gente suele
recogerse temprano) Eduardo, que volvía del almacén, vio que Cristián uncía los bueyes. Cristián le dijo:
-Vení, tenemos que dejar unos cueros en lo del Pardo; ya los cargué; aprovechemos la fresca.
El comercio del Pardo quedaba, creo,
más al Sur; tomaron por el Camino de las
Tropas; después, por un desvío. El campo iba
agrandándose con la noche.
Orillaron un pajonal; Cristián tiró el
cigarro que había encendido y dijo sin apuro:
-A trabajar, hermano. Después nos
ayudarán los caranchos. Hoy la maté. Que se
quede aquí con su pilchas, ya no hará más
perjuicios.
Se abrazaron, casi llorando. Ahora los
ataba otro círculo: la mujer tristemente
sacrificada y la obligación de olvidarla.
FIN

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El mar cambia
Ernest Hemingway

-Está bien -dijo el hombre-. ¿Qué decidiste?


-No -dijo la muchacha-. No puedo.
-¿Querrás decir que no quieres?
-No puedo. Eso es lo que quiero decir.
-No quieres.
-Bueno -dijo ella-. Arregla las cosas como quieras.
-No arreglo las cosas como quiero, pero, ¡por Dios que me gustaría hacerlo!
-Lo hiciste durante mucho tiempo.
Era temprano y no había nadie en el café, con excepción del cantinero y los dos
jóvenes que se hallaban sentados en una mesa del rincón. Terminaba el verano
y los dos estaban tostados por el sol, de modo que parecían fuera de lugar en París. La joven llevaba un vestido

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escocés de lana; su cutis era de un moreno
suave; sus cabellos rubios y cortos crecían
dejando al descubierto una hermosa frente.
El hombre la miraba.
-¡La voy a matar! -dijo él.
-Por favor, no lo hagas -dijo ella. Tenía
bellas manos y el hombre las miraba. Eran
delgadas, morenas y muy hermosas.
-Lo voy a hacer. ¡Te juro por Dios que lo
voy a hacer!
-No te va a hacer feliz.
-¿No podías haber caído en otra cosa? ¿No te podrías haber metido en un lío de otra naturaleza?
-Parece que no -dijo la joven-. ¿Qué vas a hacer ahora?
-Ya te lo he dicho.
-No; quiero decir, ¿qué vas a hacer, realmente?
-No sé -dijo él-. Ella lo miró y alargó una mano-. ¡Pobre Phil! -dijo.
El hombre le miró las manos, pero no las tocó.
-No, gracias -declaró.
-¿No te hace ningún bien saber que lo lamento?
-No.
-¿Ni decirte cómo?
-Prefiero no saberlo.
-Te quiero mucho.
-Sí; y esto lo prueba.
-Lo siento -dijo ella-; si no lo entiendes …
-Lo entiendo. Eso es lo malo. Lo entiendo.
-¿Sí? -preguntó ella-. ¿Y eso lo hace peor?
-Es claro -la miró-. Lo entenderé siempre. Todos los días y todas las noches. Especialmente por la noche. Lo
entenderé. No tienes necesidad de preocuparte.
-Lo siento…
-Si fuera un hombre…
-No digas eso. No podría ser un hombre. Tú lo sabes. ¿No tienes confianza en mí?
-¡Confiar en ti! Es gracioso. ¡Confiar en ti! Es realmente gracioso.
-Lo lamento. Parece que eso es todo lo que pudiera decir. Pero cuando nos entendemos, no vale la pena
pretender que hacemos lo contrario.
-No, supongo que no.
-Volveré, si quieres.
-No; no quiero.
Después no dijeron nada por un largo rato.
-¿No crees que te quiero, no es cierto? -preguntó la joven.
-No hablemos de tonterías.
-Realmente, ¿no crees que te quiero?
-¿Por qué no lo pruebas?
-Haces mal en hablar así. Nunca me pediste que probara nada. No eres cortés.
-Eres una mujer extraña.
-Tú no. Eres un hombre magnífico y me destroza el corazón irme y dejarte…
-Tienes que hacerlo, por supuesto.
-Sí -dijo ella-. Tengo que hacerlo, y tú lo sabes.
Él no dijo nada. Ella lo miró y extendió la mano nuevamente. El cantinero se hallaba en el extremo opuesto
del café. Tenía el rostro blanco y también era blanca su chaqueta. Conocía a los dos y pensaba que formaban
una hermosa pareja. Había visto romper a muchas parejas y formarse nuevas parejas, que no eran ya tan
hermosas. Pero no estaba pensando en eso, sino en un caballo. Un cuarto de hora más tarde podría enviar a
alguien enfrente para saber si el caballo había ganado.
-¿No puedes ser bueno conmigo y dejarme ir? -preguntó la joven.
-¿Qué crees que voy a hacer?
Entraron dos personas y se dirigieron al mostrador.
-Sí, señor -dijo el cantinero y atendió a los clientes.
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-¿Puedes perdonarme? ¿Cuándo lo supiste? -preguntó la muchacha.
-No.
-¿No crees que las cosas que tuvimos y que hicimos pueden influir en nuestra comprensión?
-“El vicio es un monstruo de tan horrible semblante” -dijo el joven con amargura- que… -no podía recordar
las palabras-. No puedo recordar la frase -dijo.
-No digamos vicio. Eso no es muy cortés.
-Perversión -dijo él.
-¡James! -uno de los clientes se dirigió al cantinero-. Te ves muy bien.
-También usted se ve bien, señor -replicó al cantinero.
-¡Viejo James! -dijo el otro cliente-. Estás un poco más gordo.
-Es terrible la manera como uno se pone -contestó el cantinero.
-No dejes de poner el coñac, James -advirtió el primer cliente.
-No. Confíe usted en mí.
Los dos que se hallaban en el bar miraron a los que se encontraban en la mesa y después volvieron a mirar al
cantinero. Por la posición en que se encontraban les resultaba más cómodo mirar al encargado del bar.
-Creo que sería mejor que no emplearas palabras como esa -dijo la muchacha-. No hay ninguna necesidad de
decirlas.
-¿Cómo quieres que lo llame?
-No tienes necesidad de ponerle nombre.
-Así se llama.
-No -dijo ella-. Estamos hechos de toda clase de cosas. Debieras saberlo. Tú usaste muchas veces esa frase.
-No tienes necesidad de decirlo ahora.
-Lo digo porque así te lo vas a explicar mejor.
-Está bien -dijo él-. ¡Está bien!
-Dices que eso está muy mal. Lo sé; está muy mal. Pero volveré. Te he dicho que volveré. Y volveré en
seguida.
-No; no lo harás.
-Volveré.
-No lo harás. A mí, por lo menos.
-Ya lo verás.
-Sí -dijo él-. Eso es lo infernal, que probablemente quieras volver.
-Por supuesto que lo voy a hacer.
-Ándate, entonces.
-¿Lo dices en serio? -no podía creerle, pero su voz sonaba feliz.
-¡Ándate! -dijo el hombre. Su voz le sonaba extraña. Estaba mirándola. Miraba la forma de su boca, la curva
de sus mejillas y sus pómulos; sus ojos y la manera cómo crecía el cabello sobre su frente. Luego el borde de
las orejas, que se veían bajo el pelo y el cuello.
-¿En serio? ¡Oh! ¡Eres bueno! ¡Eres demasiado bueno conmigo!
-Y cuando vuelvas me lo cuentas todo -su voz le sonaba muy extraña. No la reconocía. Ella lo miró
rápidamente. Él se había decidido.
-¿Quieres que me vaya? -preguntó ella con seriedad.
-Sí -dijo él duramente-. En seguida. -Su voz no era la misma. Tenía la boca muy seca-. Ahora -dijo.
Ella se levantó y salió de prisa. No se volvió para mirarlo. Él
no era el mismo hombre que antes de decirle que se fuera. Se
levantó de la mesa, tomó los dos boletos de consumición y se
dirigió al mostrador.
-Soy un hombre distinto, James -dijo al cantinero-. Ves en mí
a un hombre completamente distinto
-Sí, señor -dijo James.
-El vicio -dijo el joven tostado- es algo muy extraño, James. -
Miró hacia afuera. La vio alejarse por la calle. Al mirarse al
espejo vio que realmente era un hombre distinto. Los otros dos
que se hallaban acodados en el mostrador del bar se hicieron a
un lado para dejarle sitio.
-Tiene usted mucha razón, señor -declaró Jame,.
Los otros dos se separaron un poco más de él, para que se
sintiera cómodo. El joven se vio en el espejo que se hallaba
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detrás del mostrador.
-He dicho que soy un hombre distinto, James -dijo. Y al mirarse al espejo vio que era completamente cierto.
-Tiene usted :muy buen aspecto, señor -dijo James-. Debe haber pasado un verano magnífico.
FIN

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El ilustre amor (1797)
Manuel Mujica Laínez

En el aire fino, mañanero, de abril, avanza oscilando por la Plaza Mayor la


pompa fúnebre del quinto Virrey del Río de la Plata. Magdalena la espía hace rato
por el entreabierto postigo, aferrándose a la reja de su ventana. Traen al muerto desde
la que fue su residencia del Fuerte, para exponerle durante los oficios de la Catedral
y del convento de las monjas capuchinas. Dicen que viene muy bien embalsamado,
con el hábito de Santiago por mortaja, al cinto el espadín. También dicen que se le
ha puesto la cara negra.
A Magdalena le late el corazón locamente. De vez en vez se lleva el pañuelo a
los labios. Otras, no pudiendo dominarse, abandona su acecho y camina sin razón por
el aposento enorme, oscuro. El vestido enlutado y la mantilla de duelo disimulan su figura otoñal de mujer que
nunca ha sido hermosa. Pero pronto regresa a la ventana y empuja suavemente el tablero. Poco falta ya. Dentro
de unos minutos el séquito pasará frente a su casa.
Magdalena se retuerce las manos. ¿Se animará, se
animará a salir?
Ya se oyen los latines con claridad. Encabeza la marcha
el deán, entre los curas catedralicios y los diáconos cuyo
andar se acompasa con el lujo de las dalmáticas. Sigue el
Cabildo eclesiástico, en alto las cruces y los pendones de
las cofradías. Algunos esclavos se han puesto de hinojos
junto a la ventana de Magdalena. Por encima de sus
cráneos motudos, desfilan las mazas del Cabildo. Tendrá
que ser ahora. Magdalena ahoga un grito, abre la puerta
y sale.
Afuera, la Plaza inmensa, trémula bajo el tibio sol,
está inundada de gente. Nadie quiso perder las
ceremonias. El ataúd se balancea como una barca sobre
el séquito despacioso. Pasan ahora los miembros del Consulado y los de la Real Audiencia, con el regente de
golilla. Pasan el Marqués de Casa Hermosa y el secretario de Su Excelencia y el comandante de Forasteros.
Los oficiales se turnan para tomar, como si fueran reliquias, las telas de bayeta que penden de la caja. Los
soldados arrastran cuatro cañones viejos. El Virrey va hacia su morada última en la Iglesia de San Juan.
Magdalena se suma al cortejo llorando desesperadamente. El sobrino de Su Excelencia se hace a un lado,
a pesar del rigor de la etiqueta, y le roza un hombro con la mano perdida entre encajes, para sosegar tanto
dolor. Pero Magdalena no calla. Su llanto se mezcla a los latines litúrgicos, cuya música decora el nombre
ilustre: “Excmo. Domino Pedro Melo de Portugal et Villena, militaris ordinis Sancti Jacobi…”
El Marqués de Casa Hermosa vuelve un poco la cabeza altiva en pos de quién gime así. Y el secretario
virreinal también, sorprendido. Y los cónsules del Real Consulado. Quienes más se asombran son las cuatro
hermanas de Magdalena, las cuatro hermanas jóvenes cuyos maridos desempeñan cargos en el gobierno de la
ciudad.
-¿Qué tendrá Magdalena?
-¿Qué tendrá Magdalena?
-¿Cómo habrá venido aquí, ella que nunca deja la casa?
Las otras vecinas lo comentan con bisbiseos hipócritas, en el rumor de los largos rosarios.
-¿Por qué llorará así Magdalena?
A las cuatro hermanas ese llanto y ese duelo las perturban. ¿Qué puede importarle a la mayor, a la
enclaustrada, la muerte de don Pedro? ¿Qué pudo acercarla a señorón tan distante, al señor cuyas órdenes
recibían sus maridos temblando, como si emanaran del propio Rey? El Marqués de Casa Hermosa suspira y
menea la cabeza. Se alisa la blanca peluca y tercia la capa porque la brisa se empieza a enfriar.
Ya suenan sus pasos en la Catedral, atisbados por los santos y las vírgenes. Disparan los cañones
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reumáticos, mientras depositan a don Pedro en el túmulo que diez soldados custodian entre hachones
encendidos. Ocupa cada uno su lugar receloso de precedencias. En el altar frontero, levántase la gloria de los
salmos. El deán comienza a rezar el oficio.
Magdalena se desliza quedamente entre los oidores y los cónsules. Se aproxima al asiento de dosel donde
el decano de la Audiencia finge meditaciones profundas. Nadie se atreve a protestar por el atentado contra las
jerarquías. ¡Es tan terrible el dolor de esta mujer!
El deán, al tornarse con los brazos abiertos como alas, para la primera bendición, la ve y alza una ceja.
Tose el Marqués de Casa Hermosa, incómodo. Pero el sobrino del Virrey permanece al lado de la dama cuitada,
palmeándola, calmándola.
Sólo unos metros escasos la separan del túmulo. Allá arriba, cruzadas las manos sobre el pecho, descansa
don Pedro, con sus trofeos, con sus insignias.
-¿Qué le acontece a Magdalena?
Las cuatro hermanas arden como cuatro hachones.
Chisporrotean, celosas.
-¿Qué diantre le pasa? ¿Ha extraviado el juicio? ¿O habrá habido algo, algo muy íntimo, entre ella y el
Virrey? Pero no, no, es imposible… ¿cuándo?
Don Pedro Melo de Portugal y Villena, de la casa de los duques de Braganza, caballero de la Orden de
Santiago, gentilhombre de cámara en ejercicio, primer caballerizo de la Reina, virrey, gobernador y capitán
general de las Provincias del Río de la Plata, presidente de la Real Audiencia Pretorial de Buenos Aires, duerme
su sueño infinito, bajo el escudo que cubre el manto ducal, el blasón con las torres y las quinas de la familia
real portuguesa. Indiferente, su negra cara brilla como el ébano, en el oscilar de las antorchas.
Magdalena, de rodillas, convulsa, responde a los Dominus vobis cum.
Las vecinas se codean:
¡Qué escándalo! Ya ni pudor queda en esta tierra… ¡Y qué calladito lo tuvo!
Pero, simultáneamente, infíltrase en el ánimo de todos esos hombres y de todas esas mujeres, como algo
más recio, más sutil que su irritado desdén, un indefinible respeto hacia quien tan cerca estuvo del amo.
La procesión ondula hacia el convento de las capuchinas de Santa Clara, del cual fue protector Su
Excelencia. Magdalena no logra casi tenerse en pie. La sostiene el sobrino de don Pedro, y el Marqués de Casa
Hermosa, malhumorado, le murmura desflecadas frases de consuelo. Las cuatro hermanas jóvenes no osan
mirarse.
¡Mosca muerta! ¡Mosca muerta! ¡Cómo se habrá reído de ellas, para sus adentros, cuando le hicieron
sentir, con mil alusiones agrias, su superioridad de mujeres casadas, fecundas, ante la hembra seca, reseca,
vieja a los cuarenta años, sin vida, sin nada, que jamás salía del caserón paterno de la Plaza Mayor! ¿Iría el
Virrey allí? ¿Iría ella al Fuerte?
¿Dónde se encontrarían?
-¿Qué hacemos? -susurra la segunda.
Han descendido el cadáver a su sepulcro, abierto junto a la reja del coro de las monjas. Se fue don Pedro,
como un muñeco suntuoso. Era demasiado soberbio para escuchar el zumbido de avispas que revolotea en
torno de su magnificencia displicente.
Despídese el concurso. El regente de la Audiencia, al pasar ante Magdalena, a quien no conoce, le hace
una reverencia grave, sin saber por qué. Las cuatro hermanas la rodean, sofocadas, quebrado el orgullo.
También los maridos, que se doblan en la rigidez de las casacas y ojean
furtivamente alrededor.
Regresan a la gran casa vacía. Nadie dice palabra. Entre la belleza insulsa
de las otras, destácase la madurez de Magdalena con quemante fulgor. Les
parece que no la han observado bien hasta hoy, que sólo hoy la conocen. Y en
el fondo, en el secretísimo fondo de su alma, hermanas y cuñados la temen y la
admiran. Es como si un pincel de artista hubiera barnizado esa tela deslucida,
agrietada, remozándola para siempre.
Claro que de estas cosas no se hablará. No hay que hablar de estas cosas.
Magdalena atraviesa el zaguán de su casa, erguida, triunfante. Ya no la dejará.
Hasta el fin de sus días vivirá encerrada, como un ídolo fascinador, como un
objeto raro, precioso, casi legendario, en las salas sombrías, esas salas que
abandonó por última vez para seguir el cortejo mortuorio de un Virrey a quien
no había visto nunca.
FIN

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CARTAS DE AMOR TRAICIONADO
Isabel Allende

La madre de Analía Torres murió de una fiebre delirante cuando ella


nació y su padre no soportó la tristeza y dos semanas más tarde se dio un
tiro de pistola en el pecho. Agonizó varios días con el nombre de su mujer
en los labios. Su hermano Eugenio administró las tierras de la familia y
dispuso del destino de la pequeña huérfana según su criterio. Hasta los seis
años Analía creció aferrada a las faldas de un ama india en los cuartos de
servicio de la casa de su tutor y después, apenas tuvo edad para ir a la escuela, la mandaron a la capital, interna
en el Colegio de las Hermanas del Sagrado Corazón, donde pasó los doce años siguientes. Era buena alumna
y amaba la disciplina, la austeridad del edificio de piedra, la capilla con su corte de santos y su aroma de cera
y de lirios, los corredores desnudos, los patios sombríos. Lo que menos la atraía era el bullicio de las pupilas
y el acre olor de las salas de clases. Cada vez que lograba burlar la vigilancia de las monjas, se escondía en el
desván, entre estatuas decapitadas y muebles rotos, para contarse cuentos a sí misma. En esos momentos
robados se sumergía en el silencio con la sensación de abandonarse a un pecado. Cada seis meses recibía una
breve nota de su tío Eugenio recomendándole que se portara bien y honrara la memoria de sus padres, quienes
habían sido dos buenos cristianos en vida y estarían orgullosos de que su única hija dedicara su existencia a
los más altos preceptos de la virtud, es decir, entrara de novicia al convento. Pero Analía le hizo saber desde
la primera insinuación que no estaba dispuesta a ello y mantuvo su postura con firmeza simplemente para
contradecirlo, porque en el fondo le gustaba la vida religiosa. Escondida tras el hábito, en la soledad última de
la renuncia a cualquier placer, tal vez podría encontrar paz perdurable, pensaba; sin embargo su instinto le
advertía contra los consejos de su tutor. Sospechaba que sus acciones estaban motivadas por la codicia de las
tierras, más que por la lealtad familiar. Nada proveniente de él le parecía digno de confianza, en algún resquicio
se encontraba la trampa. Cuando Analía cumplió dieciséis años, su tío fue a visitarla al colegio por primera
vez. La Madre Superiora llamó a la muchacha a su oficina y tuvo que presentarlos, porque ambos habían
cambiado mucho desde la época del ama india en los patios traseros y no se reconocieron.
-Veo que las Hermanitas han cuidado bien de ti, Analía -
comentó el tío revolviendo su taza de chocolate-. Te ves sana y
hasta bonita. En mi última carta te notifiqué que a partir de la
fecha de este cumpleaños recibirás una suma mensual para tus
gastos, tal como lo estipuló en su testamento mi hermano, que
en paz descanse.
-¿Cuánto? -Cien pesos. -¿Es todo lo que dejaron mis
padres? -No, claro que no. Ya sabes que la hacienda te
pertenece, pero la agricultura no es tarea para una mujer, sobre
todo en estos tiempos de huelgas y revoluciones. Por el
momento te haré llegar una mensualidad que aumentaré cada
año, hasta tu mayoría de edad. Luego veremos.
-¿Veremos qué, tío? -Veremos lo que más te conviene. -
¿Cuáles son mis alternativas?
-Siempre necesitarás a un hombre que administre el campo,
niña. Yo lo he hecho todos estos años y no ha sido tarea fácil, pero es mi obligación, se lo prometí a mi
hermano en su última hora y estoy dispuesto a seguir haciéndolo por ti.
-No deberá hacerlo por mucho tiempo más, tío. Cuando me case me haré cargo de mis tierras.
-¿Cuando se case, dijo la chiquilla? Dígame, Madre, ¿es que tiene algún pretendiente?
- ¡Cómo se le ocurre, señor Torres! Cuidamos mucho a las niñas. Es sólo una manera de hablar. ¡Qué
cosas dice esta muchacha! Analía Torres se puso de pie, se estiró los pliegues del uniforme, hizo una breve
reverencia más bien burlona y salió. La Madre Superiora le sirvió más chocolate al caballero, comentando que
la única explicación para ese comportamiento descortés era el escaso contacto que la joven había tenido con
sus familiares.
-Ella es la única alumna que nunca sale de vacaciones y a quien jamás le han mandado un regalo de
Navidad -dijo la monja en tono seco.
-Yo no soy hombre de mimos, pero le aseguro que estimo mucho a mi sobrina y he cuidado sus intereses
como un padre. Pero tiene usted razón, Analía necesita más cariño, las mujeres son sentimentales.
Antes de treinta días el tío se presentó de nuevo en el colegio, pero en esta oportunidad no pidió ver a su
sobrina, se limitó a notificarle a la Madre Superiora que su propio hijo deseaba mantener correspondencia con
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Analía y a rogarle que le hiciera llegar las cartas a ver si la camaradería con su primo reforzaba los lazos de la
familia. Las cartas comenzaron a llegar regularmente. Sencillo papel blanco y tinta negra, una escritura de
trazos grandes y precisos. Algunas hablaban de la vida en el campo, de las estaciones y los animales, otras de
poetas ya muertos y de los pensamientos que escribieron. A veces el sobre incluía un libro o un dibujo hecho
con los mismos trazos firmes de la caligrafía. Analía se propuso no leerlas, fiel a la idea de que cualquier cosa
relacionada con su tío escondía algún peligro, pero en el aburrimiento del colegio las cartas representaban su
única posibilidad de volar. Se escondía en el desván, no ya a inventar cuentos improbables, sino a releer con
avidez las notas enviadas por su primo hasta conocer de memoria la inclinación de las letras y la textura del
papel. Al principio no las contestaba, pero al poco tiempo no pudo dejar de hacerlo. El contenido de las cartas
se fue haciendo cada vez más útil para burlar la censura de la Madre Superiora, que abría toda la
correspondencia. Creció la intimidad entre los dos y pronto lograron ponerse de acuerdo en un código secreto
con el cual empezaron a hablar de amor.
Analía Torres no recordaba haber visto jamás a ese primo que se firmaba Luis, porque cuando ella vivía
en casa de su tío el muchacho estaba interno en un colegio en la capital. Estaba segura de que debía ser un
hombre feo, tal vez enfermo contrahecho, porque le parecía imposible que a una sensibilidad tan profunda y
una inteligencia tan precisa se sumara un aspecto atrayente. Trataba de dibujar en su mente una imagen del
primo: rechoncho corno su padre con la cara picada de viruelas, cojo y medio calvo; pero mientras más
defectos le agregaba más se inclinaba a amarlo. El brillo del espíritu era lo único importante, lo único que
resistiría el paso del tiempo sin deteriorarse e iría creciendo con los años, la belleza de esos héroes utópicos
de los cuentos no tenía valor alguno y hasta podía convertirse en motivo de frivolidad, concluía la muchacha,
aunque no podía evitar una sombra de inquietud en su razonamiento. Se preguntaba cuánta deformidad sería
capaz de tolerar.
La correspondencia entre Analía y Luis Torres duró dos años, al cabo de los cuales la muchacha tenía una
caja de sombrero llena de sobres y el alma definitivamente entregada. Si cruzó por su mente la idea de que
aquella relación podría ser un plan de su tío para que los bienes que ella había heredado de su padre pasaran a
manos de Luis, la descartó de inmediato, avergonzada de su propia mezquindad. El día en que cumplió
dieciocho años la Madre Superiora la llamó al refectorio porque había una visita esperándola. Analía Torres
adivinó quién era y estuvo a punto de correr a esconderse en el desván de los santos olvidados, aterrada ante
la eventualidad de enfrentar por fin al hombre que había imaginado por tanto tiempo. Cuando entró en la sala
y estuvo frente a él necesitó varios minutos para vencer la desilusión.
Luis Torres no era el enano retorcido que ella había construido en sueños y había aprendido a amar. Era
un hombre bien plantado, con un rostro simpático de rasgos regulares, la boca todavía infantil, una barba
oscura y bien cuidada, ojos claros de pestañas largas, pero vacíos de expresión. Se parecía un poco a los santos
de la capilla, demasiado bonito y un poco bobalicón. Analía se repuso del impacto y decidió que si había
aceptado en su corazón a un jorobado, con mayor razón podía querer a este joven elegante que la besaba en
una mejilla dejándole un rastro de lavanda en la nariz. Desde el primer día de casada Analía detestó a Luis
Torres. Cuando la aplastó entre las sábanas bordadas de una cama demasiado blanda, supo que se había
enamorado de un fantasma y que nunca podría trasladar esa pasión imaginaria a la realidad de su matrimonio.
Combatió sus sentimientos con determinación, primero descartándolos como un vicio y luego, cuando fue
imposible seguir ignorándolos, tratando de llegar al fondo de su propia alma para arrancárselos de raíz. Luis
era gentil y hasta divertido a veces, no la molestaba con exigencias desproporcionadas ni trató de modificar
su tendencia a la soledad y al silencio. Ella misma admitía que con un poco de buena voluntad de su parte
podía encontrar en esa relación cierta felicidad, al menos tanta como hubiera obtenido tras un hábito de monja.
No tenía motivos precisos para esa extraña repulsión por el hombre que había amado por dos años sin conocer.
Tampoco lograba poner en palabras sus emociones, pero si hubiera podido hacerlo no habría tenido a nadie
con quien comentarlo. Se sentía burlada al no poder conciliar la imagen del pretendiente epistolar con la de
ese marido de carne y hueso. Luis nunca mencionaba las cartas y cuando ella tocaba el tema, él le cerraba la
boca con un beso rápido y alguna observación ligera sobre ese romanticismo tan poco adecuado a la vida
matrimonial, en la cual la confianza, el respeto, los intereses comunes y el futuro de la familia importaban
mucho más que una correspondencia de adolescentes. No había entre los dos verdadera intimidad. Durante el
día cada uno se desempeñaba en sus quehaceres y por las noches se encontraban entre las almohadas de
plumas, donde Analía -acostumbrada a su camastro del colegio- creía sofocarse. A veces se abrazaban de prisa,
ella inmóvil y tensa, él con la actitud de quien cumple una exigencia del cuerpo porque no puede evitarlo. Luis
se dormía de inmediato, ella se quedaba con los ojos abiertos en la oscuridad y una protesta atravesada en la
garganta. Analía intentó diversos medios para vencer el rechazo que él le inspiraba, desde el recurso de fijar
en la memoria cada detalle de su marido con el propósito de amarlo por pura determinación, hasta el de vaciar
la mente de todo pensamiento y trasladarse a una dimensión donde él no pudiera alcanzarla. Rezaba para que
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fuera sólo una repugnancia transitoria, pero pasaron los meses y en vez del alivio esperado creció la animosidad
hasta convertirse en odio. Una noche se sorprendió soñando con un hombre horrible que la acariciaba con los
dedos manchados de tinta negra. encontraba junto a la carretera y a poca distancia de un pueblo próspero,
donde cada año se celebraban ferias agrícolas y ganaderas. Legalmente Luis era el administrador del fundo,
pero en realidad era el tío Eugenio quien cumplía esa función, porque a Luis le aburrían los asuntos del campo.
Después del almuerzo, cuando padre e hijo se instalaban en la biblioteca a beber coñac y jugar dominó, Analía
oía a su tío decidir sobre las inversiones, los animales, las siembras y las cosechas. En las raras ocasiones en
que ella se atrevía a intervenir para dar una opinión, los dos hombres la escuchaban con aparente atención,
asegurándole que tendrían en cuenta sus sugerencias, pero luego actuaban a su amaño. A veces Analía salía a
galopar por los potreros hasta los límites de la montaña deseando haber sido hombre. El nacimiento de un hijo
no mejoró en nada los sentimientos de Analía por su marido. Durante los meses de la gestación se acentuó su
carácter retraído, pero Luis no se impacientó, atribuyéndolo a su estado. De todos modos, él tenía otros asuntos
en los cuales pensar. Después de dar a luz, ella se instaló en otra habitación, amueblada solamente con una
cama angosta y dura. Cuando el hijo cumplió un año y todavía la madre cerraba con llave la puerta de su
aposento y evitaba toda ocasión de estar a solas con él, Luis decidió que ya era tiempo de exigir un trato más
considerado y le advirtió a su mujer que más le valía cambiar de actitud, antes que rompiera la puerta a tiros.
Ella nunca lo había visto tan violento. Obedeció sin comentarios. En los siete años siguientes la tensión entre
ambos aumentó de tal manera que terminaron por convertirse en enemigos solapados, pero eran personas de
buenos modales y delante de los demás se trataban con una exagerada cortesía. Sólo el niño sospechaba el
tamaño de la hostilidad entre sus padres y despertaba a medianoche llorando, con la cama mojada. Analía se
cubrió con una coraza de silencio y poco a poco pareció irse secando por dentro. Luis, en cambio, se volvió
más expansivo y frívolo, se abandonó a sus múltiples apetitos, bebía demasiado y solía perderse por varios
días en inconfesables travesuras. Después, cuando dejó de disimular sus actos de disipación, Analía encontró
buenos pretextos para alejarse aún más de él. Luis perdió todo interés en las faenas del campo y su mujer lo
reemplazó, contenta de esa nueva posición. Los domingos el tío Eugenio se quedaba en el comedor discutiendo
las decisiones con ella, mientras Luis se hundía en una larga siesta, de la cual resucitaba al anochecer,
empapado de sudor y con el estómago revuelto, pero siempre dispuesto a irse otra vez de jarana con sus amigos.
Analía le enseñó a su hijo los rudimentos de la escritura y la aritmética y trató de iniciarlo en el gusto por
los libros. Cuando el niño cumplió siete años Luis decidió que ya era tiempo de darle una educación más
formal, lejos de los mimos de la madre, y quiso mandarlo a un colegio en la capital, a ver si se hacía hombre
de prisa, pero Analía se le puso por delante con tal ferocidad, que tuvo que aceptar una solución menos drástica.
Se lo llevó a la escuela del pueblo, donde permanecía interno de lunes a viernes, pero los sábados por la
mañana iba el coche a buscarlo para que volviera a casa hasta el domingo. La primera semana Analía observó
a su hijo llena de ansiedad, buscando motivos para retenerlo a su lado, pero no pudo encontrarlos. La criatura
parecía contenta, hablaba de su maestro y de sus compañeros con genuino entusiasmo, como si hubiera nacido
entre ellos. Dejó de orinarse en la cama. Tres meses después llegó con su boleta de notas y una breve carta del
profesor felicitándolo por su buen rendimiento. Analía la leyó temblando y sonrió por primera vez en mucho
tiempo. Abrazó a su hijo conmovida, interrogándolo sobre cada detalle, cómo eran los dormitorios, qué le
daban de comer, si hacía frío por las noches, cuántos amigos tenía, cómo era su maestro. Pareció mucho más
tranquila y no volvió a hablar de sacarlo de la escuela. En los meses siguientes el muchacho trajo siempre
buenas calificaciones, que Analía coleccionaba como tesoros y retribuía con frascos de mermelada y canastos
de frutas para toda la clase. Trataba de no pensar en que esa solución apenas alcanzaba para la educación
primaria, que dentro de pocos años sería inevitable mandar al niño a un colegio en la ciudad y ella sólo podría
verlo durante las vacaciones.
En una noche de pelotera en el pueblo Luis Torres, que había bebido demasiado, se dispuso a hacer
piruetas en un caballo ajeno para demostrar su habilidad de jinete ante un grupo de compinches de taberna. El
animal lo lanzó al suelo y de una patada le reventó los testículos. Nueve días después Torres muríó aullando
de dolor en una clínica de la capital, donde lo llevaron en la esperanza de salvarlo de la infección. A su lado
estaba su mujer, llorando de culpa por el amor que nunca pudo darle y de alivio porque ya no tendría que
seguir rezando para que se muriera. Antes de volver al campo con el cuerpo en un féretro para enterrarlo en
su propia tierra, Analía se compró un vestido blanco y lo metió al fondo de su maleta. Al pueblo llegó de luto,
con la cara cubierta por un velo de viuda para que nadie le viera la expresión de los ojos, y del mismo modo
se presentó en el funeral, de la mano de su hijo, también con traje negro. Al término de la ceremonia el tío
Eugenio, que se mantenía muy saludable a pesar de sus setenta años bien gastados, le propuso a su nuera que
le cediera las tierras y se fuera a vivir de sus rentas a la ciudad, donde el niño terminaría su educación y ella
podría olvidar las penas del pasado.

48
-Porque no se me escapa, Analía, que mi pobre Luis y tú nunca fueron felices -dijo.
-Tiene razón, tío. Luis me engañó desde el principio.
-Pos Dios, hija, él siempre fue muy discreto y respetuoso contigo. Luis fue un buen marido. Todos los
hombres tienen pequeñas aventuras, pero eso no tiene la menor importancia.
-No me refiero a eso, sino a un engaño irremediable.
-No quiero saber de qué se trata. En todo caso, pienso que en la capital el niño y tú estarán mucho mejor.
Nada les faltará. Yo me haré cargo de la propiedad, estoy viejo pero no acabado y todavía puedo voltear un
toro.
-Me quedaré aquí. Mi hijo se quedará también, porque tiene que ayudarme en el campo. En los últimos
años he trabajado más en los potreros que en la casa. La única diferencia será que ahora tomaré mis decisiones
sin consultar con nadie. Por fin esta tierra es sólo mía. Adiós, tío Eugenio.
En las primeras semanas Analía organizó su nueva vida. Empezó por quemar las sábanas que había compartido
con su marido y trasladar su cama angosta a la habitación principal; enseguida estudió a fondo los libros de
administración de la propiedad, y apenas tuvo una idea precisa de sus bienes buscó un capataz que ejecutara
sus órdenes sin hacer preguntas. Cuando sintió que tenía todas las riendas bajo control buscó su vestido blanco
en la maleta, lo planchó con esmero, se lo puso y así ataviada se fue en su coche a la escuela del pueblo,
llevando bajo el brazo una vieja caja de sombreros.
Analía Torres esperó en el patio que la campana de las cinco anunciara el fin de la última clase de la tarde
y el tropel de los niños saliera al recreo. Entre ellos venía su hijo en alegre carrera, quien al verla se detuvo en
seco, porque era la primera vez que su madre aparecía en el colegio.
-Muéstrame tu aula, quiero conocer a tu maestro -dijo ella.
En la puerta Analía le indicó al muchacho que se fuera, porque ése era un asunto privado, y entró sola. Era
una sala grande y de techos altos, con mapas y dibujos de biología en las paredes. Había el mismo olor a
encierro y a sudor de niños que había marcado su propia infancia, pero en esta oportunidad no le molestó, por
el contrario, lo aspiró con gusto. Los pupitres se veían desordenados por el día de uso, había algunos papeles
en el suelo y tinteros abiertos. Alcanzó a ver una columna de números en la pizarra. Al fondo, en un escritorio
sobre una plataforma, se encontraba el maestro. El hombre levantó la cara sorprendido y no se puso de pie,
porque sus muletas estaban en un rincón, demasiado lejos para alcanzarlas sin arrastrar la silla. Analía cruzó
el pasillo entre dos hileras de pupitres y se detuvo frente a él.
-Soy la madre de Torres -dijo porque no se le ocurrió algo mejor.
-Buenas tardes, señora. Aprovecho para agradecerle los dulces y las frutas que nos ha enviado.
-Dejemos eso, no vine para cortesías. Vine a pedirle cuentas -dijo Analía colocando la caja de sombreros
sobre la mesa. -¿Qué es esto? Ella abrió la caja y sacó las cartas de amor que había guardado todo ese tiempo.
Por un largo instante él paseó la vista sobre aquel cerro de sobres.
-Usted me debe once años de mi vida -dijo Analía.
-¿Cómo supo que yo las escribí? -balbuceó él cuando logró sacar la voz que se le había atascado en alguna
parte.
-El mismo día de mi matrimonio descubrí que mi marido no podía haberlas escrito y cuando mi hijo trajo
a la casa sus primeras notas, reconocí la caligrafía. Y ahora que lo estoy mirando no me cabe ni la menor duda,
porque yo a usted lo he visto en sueños desde que tengo dieciséis años.
¿Por qué lo hizo? -Luis Torres era mi amigo y cuando me pidió que le escribiera una carta para su prima
no me pareció que hubiera nada de malo. Así fue con la segunda y la tercera; después, cuando usted me
contestó ‘ya no pude retroceder. Esos dos años fueron los mejores dé mi vida, los únicos en que he esperado
algo. Esperaba el correo.
-Ajá.
-¿Puede perdonarme?
-De usted depende -dijo Analía pasándole las
muletas.
El maestro se colocó la chaqueta y se levantó.
Los dos salieron al bullicio del patio, donde todavía
no se había puesto el sol.

49
Tuya
Claudia Piñeiro

1.
Para aquel entonces hacía más de un mes que Ernesto no me hacía el
amor. O quizá dos meses. No sé. No era que a mí me importara demasiado.
Yo llego a la noche muy cansada. Parece que no, pero las tareas de la casa,
cuando una quiere tener todo perfecto, te agotan. Si por mí fuera, apoyo la
cabeza en la almohada y me quedo dormida ahí mismo. Pero una sabe que si
el marido no la busca en tanto tiempo, no sé, se dicen tantas cosas. Yo pensé,
lo tendría que hablar con Ernesto, preguntarle si le pasaba algo. Y casi lo
hago. Pero después me dije, ¿y si me pasa como a mi mamá que por preguntar
le salió el tiro por la culata? Porque ella lo veía medio raro a papá y un día
fue y le preguntó: "¿Te pasa algo, Roberto?". Y él le dijo: "¡Sí, me pasa que no te soporto más!". Ahí mismo
se fue dando un portazo y no lo volvimos a ver. Pobre mi mamá. Además, yo más o menos me imaginaba lo
que le estaba pasando a Ernesto. Si trabajaba como un perro todo el día, y cuando le sobraba un minuto se
metía a hacer algún curso, a estudiar algo, ¿cómo no iba a llegar agotado a la noche? Y entonces me dije: "Yo
no voy a andar preguntando, si tengo dos ojos para ver, y una cabeza para pensar". Y lo que veía era que
teníamos una familia bárbara, una hija a punto de terminar la secundaria, una casa que más de uno envidiaría.
Y que Ernesto me quería, eso nadie lo podía negar. Él nunca me hizo faltar nada. Entonces me tranquilicé y
me dije: "El sexo ya volverá cuando sea el momento; teniendo tantas cosas no me voy a andar fijando justo en
lo único que me falta". Porque además uno ya no vive en los años sesenta, ahora uno sabe que hay otras cosas
tanto o más importantes que el sexo. La familia, el espíritu, llevarse bien, la armonía. ¿Cuántos hay que en la
cama se llevan como los dioses y en la vida se llevan a las patadas? ¿O no?
¿Para qué iba a buscarle la quinta pata al gato, como hizo mi mamá?
Pero al poco tiempo me enteré de que Ernesto me engañaba. Fui a buscar
una lapicera y como no encontraba ninguna, abrí su maletín y ahí estaba: un
corazón dibujado con rouge, cruzado por un "te quiero", y firmado "tuya". Una
reverenda grasada, pero la verdad es que en ese momento me dolió. Estuve a
punto de ir ahí mismo y refregarle el papel por la cara y decirle: "¡Pedazo de
hijo de puta, ¿qué es esto?!". Pero por suerte conté hasta diez, respiré hondo, y
dejé todo como estaba. Me costó fingir en la cena. Lali estaba en uno de esos
días en que nadie la soporta, excepto Ernesto. A mí ya ni me afectaba, así era
nuestra hija y estaba acostumbrada. Pero a Ernesto le costaba. Él le hablaba y
ella contestaba con monosílabos. Yo no estaba en condiciones de aportar nada;
con lo que había descubierto tenía suficiente. Pero tenía miedo de que se me
notara. Yo siempre tapo todos los silencios, cubro los baches cuando una
conversación no está bien armadita. Es como un don que tengo. Para evitar
sospechas les dije que me sentía mal, que me dolía la cabeza. Creo que me
creyeron. Y mientras Ernesto monologaba con Lali yo me iba imaginaba qué
le iba a decir. Porque mi primera reacción de preguntarle "¿qué es esto?", ya la
había descartado. ¿Qué me iba a contestar? Un papel, con un corazón, un te quiero,
una firma. No, ésa era una pregunta estúpida. Lo importante era saber si ese papel significaba algo importante
para él, o no. Porque en definitiva, y por más que a una le pese, a toda mujer, en algún momento, le meten los
cuernos. Es como la menopausia, puede tardar más o menos, pero ninguna se salva. Lo que pasa es que hay
algunas que nunca se enteran. Y ésas la pasan mejor, porque para ellas la vida sigue igual. En cambio, las que
nos enteramos empezamos a preguntarnos quién será ella, dónde fallamos, qué tenemos que hacer, si tenemos
que perdonar o no, cómo cobrarles a ellos lo que nos hicieron, y para cuando el susodicho ya dejó a la otra, el
enredo mental que nos armamos es tan grande que ya no podemos volver atrás. Hasta corremos el riesgo de
terminar inventando una historia mucho más grave y rebuscada que la verdadera. Y yo no quería equivocarme
como se equivocan tantas mujeres. Porque en definitiva, una mujer que dibujaba un corazón con rouge y
firmaba "tuya" no podía ser alguien importante en la vida de Ernesto. Yo lo conocía a Ernesto, él detestaba
ese tipo de cosas. "Se debe estar sacando alguna calentura", pensé. Porque hoy por hoy las mujeres están muy
lanzadas. Ven a un tipo y lo buscan, lo buscan, y el tipo si no hace algo se siente un imbécil. "La verdad", me
dije, "para qué lo voy a ir a encarar a Ernesto y hacerle todo un planteamiento, cuando dentro de una semana
esta mujer ya va a ser historia antigua". ¿O no?
Lo único importante era mantenerse alerta, estar segura de que la relación no avanzaba. Por eso empecé a
50
revisarle los bolsillos, a abrirle la correspondencia, a controlarle la agenda, a escuchar del otro teléfono cuando
él hablaba. Todo ese tipo de cosas que haría cualquier mujer en un caso como éste. Como me imaginaba, no
encontré nada importante. Alguna que otra notita más, pero poca cosa. Hasta que empecé a notar que Ernesto
llegaba cada vez más tarde, trabajaba los fines de semana, no estaba nunca. Lo único que no desatendía eran
las reuniones por el viaje de egresados de Lali. Pero en todo lo demás, ausente sin aviso. Entonces me preocupé
porque si salía siempre con la misma mujer, la cosa se podía poner fea. Un día lo seguí. Fue un martes, me
acuerdo del día exacto porque veníamos de una reunión informativa por el viaje de Lali. Ernesto ya estaba
mal, pero no me sorprendió porque ese viaje lo tenía loco. A mí me parecía que exageraba un poco, se sabe
que esos viajes son medio caóticos, pero uno tiene que confiar en la educación que le dio a su hija. ¿Qué más
se puede hacer? Ernesto quería controlar todo, todo le parecía que estaba mal organizado. Apenas llegamos
Lali se encerró en su cuarto, vive encerrada en ese cuarto. Nosotros fuimos a la cocina a comer algo. Ahí fue
cuando sonó el teléfono y Ernesto atendió. Era tarde, diría que una hora inapropiada para llamar a una casa de
familia. Ernesto se puso nervioso, más de lo que estaba, empezó a discutir, y en un momento se fue al escritorio
para hablar más tranquilo. Yo levanté el tubo de la cocina y llegué a escuchar que ella le decía: "Si no venís
ahora mismo no respondo por mí". Y cortó. Ernesto volvió a la cocina, disimulaba pero los ojos le brillaban y
tenía la mandíbula rígida. "Hubo un problema muy serio en la oficina, se cayó el sistema." "Anda, anda
tranquilo a levantar el sistema, Erni", le dije. Salí detrás de él, me subí a mi auto y lo seguí. Yo no soy de
manejar, y menos de noche, pero era un caso de fuerza mayor. No iba a llamar a un taxi y decirle: "¡Siga a ese
auto!", como en las series. ¡Qué sabía yo con lo que me iba a encontrar! Fue a los bosques de Palermo y
estacionó junto al lago. Yo apagué las luces para que no me viera, estacioné a unos cien metros, me bajé del
auto y me acerqué caminando. Me escondí detrás de un árbol. Enseguida llegó ella, Tuya, caminando. Era
Alicia, su secretaria, nunca me hubiera imaginado que esa mujer podía escribir con rouge un corazón y un "te
quiero" a un hombre casado. Si hasta me caía simpática. Una rica chica, sencilla, con un estilo muy parecido
al mío. Ella se le acercó y se le prendió del cuello. Lo quiso besar, pero él la apartó. Ernesto parecía enojado.
Discutieron. Ella lloraba y lo abrazaba, él estaba cada vez más furioso. Yo me empecé a tranquilizar,
evidentemente no era una relación que funcionara. A mí Ernesto nunca en la vida, en los diecisiete años que
llevábamos de matrimonio, me trató de esa manera. Él se quiso ir y ella trató de detenerlo. Él se deshizo de
ella. Ella insistió, y él terminó empujándola. Con tanta mala suerte que fue a dar justo con la cabeza en un
tronco que había en el piso, y se quedó seca. Ernesto se puso como loco, la zamarreaba, le tomó el pulso, hasta
trató de hacerle respiración boca a boca. Pero nada, una desgracia. Yo no sabía qué hacer, no me iba a presentar
así como así, y decirle "Ernesto, ¿te doy una mano?".
Entonces me fui para casa, era lo más sensato.

2.
—Hola... ¿Paula?
—Sí, ¿quién es?
—Lali...
—Ah, no te conocí la voz estoy medio dormida.
—…
—Estás llorando.
—No, estuve, pero ahora no.
—¿Hablaste con tu viejo?
—No, no sé si voy a hablar. ¿Viste lo denso que estuvo hoy?
—Sí, la verdad...
—Nada le venía bien.
—¿Siempre es así?
—No, siempre no. Pero con este viaje está atacado.
—Tiene miedo, pobre.
—Sí, si vamos en avión porque vamos en avión; si vamos en micro
porque vamos en micro.
—Nena, de lo que tiene miedo tu viejo es de que curtas. ¡Pobre!
—¡Qué boluda!
—Es un chiste. Pero no me digas que no es gracioso...
—A mí no me causa ninguna gracia.
—Reíte un poco. Te pasaste todo el día llorando.
—Tengo mis motivos.
51
—Sí, ya sé.
—…
—¿Y si hablas con tu vieja?
—Cero. Mi vieja no existe.
—Bueno, con alguien tenés que hablar.
—Pensé llamarlo a Iván.
—No, córtala, picase. Por ese lado ya fuiste y te fue como el
culo.
—…
—Ay, no llores...
—Bueno, no hables con nadie. Déjalo para después del viaje,
¿okey?
—Mi viejo se muere.
—Por eso, mejor que se muera después del viaje.
—Vas a terminar haciéndome reír...
—Prométeme que no vas a llamar a Iván.
—…
—Prometeme, dale.
—Okey, chau.
—Chau.

3.
De camino a casa empezó a llover. Más que eso, diluviaba. Las escobillas del limpiaparabrisas iban y
venían pero no daban abasto para desagotar tanta agua. Para colmo la izquierda barría mal. Tenía que hacer
demasiado esfuerzo para poder ver. Maldije la lluvia. Pero enseguida le encontré el lado positivo. A mí siempre
me gusta buscarle el lado positivo a las cosas. Si llovía, las huellas del accidente se iban a borrar, y eso sería
de gran ayuda para Ernesto. Para todos.
Miré por el espejito retrovisor. La ruta estaba vacía. Me preguntaba qué estaría haciendo Ernesto. No se
me ocurría que hubiera ido a la policía a contar lo que había pasado. Para qué andar ventilando trapitos al sol.
El accidente fue un accidente. Si Ernesto iba a la policía, le harían demasiadas preguntas incómodas. Por qué
se citaron en los bosques de Palermo. Por qué discutían. Qué tipo de relación los unía. Incómodas y, sobre
todo, inútiles. Si Tuya ya estaba muerta. En los accidentes no hay culpables sino víctimas. Y en este accidente
las víctimas eran dos. Una, la muerta, por la que preocuparse, a esa altura, no conducía a nada. Y la otra,
Ernesto, que se vio involucrado en un hecho lamentable. No, seguro que no había ido a la policía. La realidad
era la realidad, y los únicos testigos, vivos, de lo que pasó esa noche fuimos Ernesto y yo. Los dos sabíamos
que en el episodio en cuestión, nadie tenía la culpa de nada. La culpa es "guacha" como decía mi papá. Y mi
mamá le contestaba: "El guacho sos vos".
Lo que Ernesto y yo teníamos que hacer era tratar de olvidar ese episodio, y tirar para adelante. En cuanto
Ernesto me contara todo, yo se lo diría. Estaba preparada, hasta lo había ensayado. Y él se debía morir de
ganas de contarme todo. ¡Lo conocía tanto! Nosotros siempre nos contamos todo. Estábamos juntos desde los
diecinueve años. Alguna que otra cosa, tal vez. Cosas sin importancia. O cosas que mejor no decir para cuidar
al otro. Porque en la pareja hay que cuidarse todos los días; si no, la convivencia te mata. De hecho él, hasta
ese momento, nunca me había contado de Tuya, lo cual se entiende y le agradezco. Lo que decía, me cuidó. Y
lo que también me daba la pauta de que no era un asunto importante. Si hubiera sido importante Ernesto habría
venido de frente, me habría dicho las cosas como eran, y me habría dejado. Ernesto no sirve para andar
ocultando cosas. Yo tampoco.
Llegué a casa, estacioné el auto en el garaje y lo sequé. Era difícil justificar que estuviera mojado. No
quería andar inventando algo. Que una farmacia, que un dolor de muelas, no iba a tener el mal gusto de inventar
un velorio justo esa noche. Además, a mí no me gusta andar inventando. Cuando invento algo me vende la
cara.
Subí a la planta alta. Lali dormía. Eso era importante, cuanto menos supiera del movimiento de la casa
esa noche, mejor.

4.
—Hola...
52
—…
—¡Hola!
—¿Está Iván?
—¿Quién le habla?
—Una amiga.
—Las amigas de mi hijo tienen nombre.
—Laura...
—Laura... o Lali...
—Sí...
—Iván está pero no te puede atender. Está durmiendo.
—Ah, bueno...
—¡Espera, no cortes! Iván me contó todo. ¿Sabías?
—No.
—Yo, realmente, estoy muy apenada por vos, por lo que
estás pasando.
—…
—Soy mujer y te entiendo, ¿viste?
—…
—Pero justamente como mujer que soy te voy a decir algo, vos no lo tenés que llamar más a Iván. Este
problema es exclusivamente tuyo...
—…
—Y mira que, como le digo a Ivi, yo no pongo en duda tu buena fe, ni dudo de que esto haya sido un accidente,
¿viste?
—...
—Porque otro podría dudar.
—…
—Pero, bueno, te vas a tener que hacer cargo de tu error.
—…
—Porque el error fue tuyo, ¿estamos de acuerdo, no?
—Mi hijo no sabía que podía pasar esto. Si vos no le avisas, ¿cómo iba a saber?
—Yo...
—Una mujer siempre tiene que avisar.
—Nosotras dos sabemos que lo que hiciste vos no fue leal, ¿o no?
—Pero yo...
—No sé qué dirán tus padres de todo este asunto, no los conozco. Ni los quiero conocer, no me malinterpretes.
Pero yo, como madre de Iván, tengo muy claro cómo fueron las cosas, y quiero que a mi hijo lo dejes tranquilo,
¿me entendés, querida?
—…
—Y si tus padres tienen algo que decir, que me llamen directamente a mí o a mi marido. Porque si vos o
alguien de tu familia siguen molestando a mi hijo, voy a tener que hacer la denuncia.
—…
—¿Estás ahí?
—Sí, pero tengo que cortar.
—Es una suerte que hayas llamado así pudimos aclarar estas cosas, ¿no?
—Tengo que cortar.
—Que estés bien y no vuelvas a llamar.
—…
—Chau, querida.
—…

5.
Me metí en mi cuarto. Me moría por saber qué estaba haciendo Ernesto en ese momento. Descartada por
inútil la posibilidad de que hubiera ido a la policía, pensé que a lo mejor se había tomado un tiempo para
arrastrar el cuerpo al lago. Para que se hundiera. Eso dificultaría más la tarea de quien tuviera que investigar
la, entonces tal vez, desaparición de Tuya. ¡Esa sí que era una idea! Si hubiera podido llamar a Ernesto y
decírselo. Pero no podía. El no sabía que yo también era parte de esa historia. Por un momento pensé en usar
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la misma táctica que para mi cumpleaños. Una especie de asociación libre inducida. "Ernesto, anoche soñé
con vos. Soñé que me regalabas para mi cumpleaños una campera de cuero color borravino que me tiene loca,
una que venden en el local tres de la planta baja de las Galerías Pacífico. No sabes, fue un sueño re lindo. Talle
cuarenta y dos." Pero en el caso en cuestión, tendría que haberlo llamado y haberle dicho algo al estilo de:
"Ay, querido, discúlpame que te moleste pero tuve una pesadilla, te vi arrastrando un cuerpo al lago de
Palermo". Demasiado traído de los pelos, se iba a dar cuenta.
Tenía que mantener la calma, cosa que me costaba. Reconozco que estaba nerviosa. Me di cuenta porque
no sabía qué hacer. Yo siempre sé qué hacer, siempre tengo las cosas claras. Pero esta vez, estaba confundida.
Está bien que uno no ve matar a una mujer todos los días; y mucho menos que quien la mate sea su marido, el
de una. Pero bueno, tampoco "matar", que suena tan rotundo, tan de dedo índice agitado en el aire, tan de
maestra ciruela. "Accidentar" tal vez sea un término más apropiado. O mejor "empujar y desnucar sin querer".
"Desnucar" tampoco es una palabra de lo más feliz. "Preterintencional." Ésa la busqué en un diccionario
jurídico la semana pasada, por las dudas. Que a causa de un empujón "preterintencionado" ella se hubiera
muerto, ya era otra cosa. Porque Ernesto no puso ahí el tronco donde fue a dar la cabeza de Tuya. Eso fue cosa
del destino que quiso que esa mujer terminara así. O de Dios. Y yo en esas cosas creo. Y las respeto. Y busco
el mensaje. Porque ¿por qué esa mujer terminó desnucada en los bosques de Palermo y no paseando con mi
marido por la Recoleta? Las cosas son como son por algo.
Pero volviendo a lo de mi confusión, porque yo en el tema del accidente y de las culpas tenía todo bastante
claro, lo confuso para mí era decidir si era mejor esperar a Ernesto en la cama y hacerme la dormida, o esperarlo
sentada en el living. Porque si Ernesto venía, como yo suponía, desesperado por contarme lo que le había
pasado, y me encontraba dormida, tal vez no se atrevía a despertarme. Pero si me encontraba despierta, ¿qué
podía decirle para justificar mi desvelo? Si era más de la una de la mañana y yo a las diez de la noche ya estoy
durmiendo como un tronco. Justo "tronco" se me tenía que venir a ocurrir.
Me puse el pijama y me metí en la cama. Estaba incómoda. Daba vueltas para un lado y el otro. Traté de
relajarme. Respiración profunda y esas cosas. Nada. Me levanté y bajé al living. Me senté en el sillón. La
lluvia era cada vez más fuerte. Me imaginé el barro que habría en los bosques de Palermo para ese entonces.
Me imaginé a Ernesto dando vueltas con el auto para poner en claro sus ideas. Me lo imaginé en la ruta de
camino a casa, manejando bajo esa lluvia. Me acordé de las escobillas, de las de mi auto. De esa que no barría
y que tendría que haber cambiado hacía meses. La izquierda. Y me dije: "Mejor ocuparme en algo útil mientras
espero". Y fui al garaje a cambiar las escobillas. Ernesto siempre tiene repuestos para el auto. Bujías, fusibles,
esas cosas. Yo sé bastante de mecánica, pero él no sabe que sé, porque ocuparse de los autos es una tarea de
los hombres, y como decía mi mamá, el día que cambias un cuento, sonaste, porque ya creen que sos plomera
diplomada y no agarran un destornillador ni que se esté inundando la casa. Abrí la caja donde Ernesto guardaba
los repuestos y la revolví. Las escobillas estaban debajo de todo. En realidad, debajo de todo no; cuando saqué
las escobillas encontré un sobre que, por supuesto, abrí. Porque yo tengo mucha intuición, y sabía que tenía
que abrirlo. ¿Y qué había adentro? Más cartas de Tuya. Con el rouge de Tuya. "¡Qué diálogo de mierda hay
que tener para necesitar tanta carta!", pensé. Las leí. Eran una asquerosidad. "Este hombre es un reverendo
idiota", pensé, "¿en cuántos lugares de la casa habrá dejado pistas de su romance?". Tiré las escobillas al
cuerno y me puse a hacer una revisión a fondo de toda la casa. Yo ya le venía revisando desde hacía un tiempo
bolsillos, attaché, cajones del escritorio, la mesita de luz, la guantera. Pero la caja de repuestos del auto supera
la imaginación de cualquiera. Agité libros, desarmé bollos de medias, saqué fondos de valijas y bolsos. Sólo
encontré una foto carnet de Ernesto, atravesada por los labios de Tuya. Adentro de una cajita de preservativos.
La foto tenía una dedicatoria: "Para que los disfrutemos juntos". Fue en ese momento en que me quedó claro
por qué Dios puso ese tronco donde lo puso. Guardé la foto y los preservativos con el material que había
encontrado en mi primera revisión, unas semanas atrás. Pensé en quemar todo antes de que viniera Ernesto.
Dadas las circunstancias, no se podía correr el riesgo de que alguien las encontrara. Pero no sé, las guardé.
Una nunca sabe. Yo había armado una especie de escondite
en el garaje cuando todavía no había abierto mi cuentita en el
banco. Un trabajo verdaderamente prolijo: había aflojado un
ladrillo, lo había sacado limpito, lo había partido al medio, y
otra vez al lugar de donde lo había sacado. Pero esta vez sólo
la mitad del ladrillo. Con los billetitos atrás claro. Los
billetitos ahora están en un lugar más seguro. "¡Vaya uno a
saber dónde terminan estas porquerías!", pensé mientras
doblaba las fotos y las notas para que entraran.
En ese momento llegó Ernesto. Me agaché detrás de mi
auto para que no me viera. Me parecía muy fuerte que bajara
54
del auto y me encontrara ahí en el garaje. Se iba a sentir espiado. Era mejor dejarlo tomarse su tiempo antes
de que me largara todo el rollo. Tal vez un whisky, unos mimos si hiciera falta. No sé, algo que lo entonara.
Y después la charla y el alivio de una vez por todas. Ernesto salió y le di tiempo a que subiera. Sabía
perfectamente lo que yo tenía que hacer: ir a la cocina y calentar un poco de leche. Después subir y decirle:
"Hola, mi amor, me desvelé. ¿Vos todo bien?".
Antes de salir del garaje me detuve a observar el auto de Ernesto. Tenía barro hasta la manija. Se me hizo
evidente que, por un tiempo, iba a tener que pensar por los dos.

La madre de Ernesto
Abelardo Castillo

Si Ernesto se enteró de que ella había vuelto (cómo había vuelto), nunca lo
supe, pero el caso es que poco después se fue a vivir a El Tala, y, en todo aquel
verano, solo volvimos a verlo una o dos veces. Costaba trabajo mirarlo de frente.
Era como si la idea que Julio nos había metido en la cabeza -porque la idea fue de
él, de Julio, y era una idea extraña, turbadora: sucia- nos hiciera sentir culpables.
No es que uno fuera puritano, no. A esa edad, y en un sitio como aquel, nadie es
puritano. Pero justamente por eso, porque no lo éramos, porque no teníamos nada
de puros o piadosos y al fin de cuentas nos parecíamos bastante a casi todo el
mundo, es que la idea tenía algo que turbaba. Cierta cosa inconfesable, cruel. Atractiva. Sobre todo, atractiva.
Fue hace mucho. Todavía estaba el Alabama, aquella estación de servicio que habían construido a la salida
de la ciudad, sobre la ruta. El Alabama era una especie de restorán inofensivo, inofensivo de día, al menos,
pero que alrededor de medianoche se transformaba en algo así como un rudimentario club nocturno. Dejó de
ser rudimentario cuando al turco se le ocurrió agregar unos cuartos en el primer piso y traer mujeres. Una
mujer trajo.
–¡No!
–Sí. Una mujer.
–¿De dónde la trajo?
Julio asumió esa actitud misteriosa, que tan bien conocíamos –porque él tenía un particular virtuosismo de
gestos, palabras, inflexiones que lo hacían raramente notorio, y envidiable, como a un módico Brummel de
provincias–, y luego, en voz baja, preguntó:
–¿Por dónde anda Ernesto?
En el campo, dije yo. En los veranos Ernesto iba a pasar semanas a El Tala, y esto venía sucediendo desde
que el padre, a de aquello que pasó con la mujer, ya no quiso regresar al pueblo. Yo dije en el campo, y después
pregunté:
–¿Qué tiene que ver Ernesto?
Julio sacó un cigarrillo. Sonreía.
–¿Saben quién es la mujer que trajo el turco?

Aníbal y yo nos miramos. Yo me acordaba ahora de la madre de Ernesto. Nadie habló. Se había ido hacía
cuatro años, con una de esas compañías teatrales que recorren los pueblos: descocada, dijo esa vez mi abuela.
Era una mujer linda. Morena y amplia: yo me acordaba. Y no debía de ser muy mayor, quién sabe si tendría
cuarenta años.
–Atorranta, ¿no?
Hubo un silencio y fue entonces cuando Julio nos clavó aquella idea entre los ojos. O, a lo mejor, ya la
teníamos.
–Si no fuera la madre…
No dijo más que eso.
Quién sabe. Tal vez Ernesto se enteró, pues durante aquel verano solo lo vimos una o dos veces (más
tarde, según dicen, el padre vendió todo y nadie volvió a hablar de ellos), y, las pocas veces que lo vimos,
costaba trabajo mirarlo de frente.
–Culpables de qué, che. Al fin de cuentas es una mujer de la vida, y hace tres meses que está en el
Alabama. Y si esperamos que el turco traiga otra, nos vamos a morir de viejos.
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Después, él, Julio, agregaba que solo era necesario conseguir un auto, ir, pagar y después me cuentan, y
que si no nos animábamos a acompañarlo se buscaba alguno que no fuera tan braguetón, y Aníbal y yo no
íbamos a dejar que nos dijera eso.
–Pero es la madre.
–La madre. ¿A qué llamás madre vos?: una chancha también pare chanchitos.
–Y se los come.
–Claro que se los come. ¿Y entonces?
–Y eso qué tiene que ver. Ernesto se crió con nosotros.
Yo dije algo acerca de las veces que habíamos jugado juntos; después me quedé pensando, y alguien, en
voz alta, formuló exactamente lo que yo estaba pensando. Tal vez fui yo:
–Se acuerdan cómo era.
Claro que nos acordábamos, hacía tres meses que nos veníamos acordando. Era morena y amplia; no tenía
nada de maternal.
–Y además ya fue medio pueblo. Los únicos somos nosotros.
Nosotros: los únicos. El argumento tenía la fuerza de una provocación, y también era una provocación
que ella hubiese vuelto. Y entonces, puercamente, todo parecía más fácil. Hoy creo –quién sabe– que, de
haberse tratado de una mujer cualquiera, acaso ni habríamos pensado seriamente en ir. Quién sabe. Daba un
poco de miedo decirlo, pero, en secreto, ayudábamos a Julio para que nos convenciera; porque lo equívoco, lo
inconfesable, lo monstruosamente atractivo de todo eso, era, tal vez, que se trataba de la madre de uno de
nosotros.
–No digas porquerías, querés -me dijo Aníbal.
Una semana más tarde, Julio aseguró que esa misma noche conseguiría el automóvil. Aníbal y yo lo
esperábamos en el bulevar.
–No se lo deben de haber prestado.
–A lo mejor se echó atrás.
Lo dije como con desprecio, me acuerdo perfectamente. Sin embargo, fue una especie de plegaria: a lo
mejor se echó atrás. Aníbal tenía la voz extraña, voz de indiferencia:
–No lo voy a esperar toda la noche; si dentro de diez minutos no viene, yo me voy.
–¿Cómo será ahora?
–Quién… ¿la tipa?
Estuvo a punto de decir: la madre. Se lo noté en la cara. Dijo la tipa. Diez minutos son largos, y entonces
cuesta trabajo olvidarse de cuando íbamos a jugar con Ernesto, y ella, la mujer morena y amplia, nos
preguntaba si queríamos quedarnos a tomar la leche. La mujer morena. Amplia.
–Esto es una asquerosidad, che.
–Tenés miedo –dije yo.
–Miedo no; otra cosa.
Me encogí de hombros:
–Por lo general, todas estas tienen hijos. Madre de alguno iba a ser.
–No es lo mismo. A Ernesto lo conocemos.
Dije que eso no era lo peor. Diez minutos. Lo peor era que ella nos conocía a nosotros, y que nos iba a
mirar. Sí. No sé por qué, pero yo estaba convencido de una cosa: cuando ella nos mirase iba a pasar algo.
Aníbal tenía cara de asustado ahora, y diez minutos son largos: Preguntó:
–¿Y si nos echa?
Iba a contestarle cuando se me hizo un nudo en el estómago: por la calle principal venía el estruendo de
un coche con el escape libre.
–Es Julio –dijimos a dúo.
El auto tomó una curva prepotente. Todo en él era prepotente: el buscahuellas, el escape. Infundía ánimos.
La botella que trajo también infundía ánimos.
–Se la robé a mi viejo.
Le brillaban los ojos. A Aníbal y a mí, después de los primeros tragos, también nos brillaban los ojos.
Tomamos por la calle de los Paraísos, en dirección al paso a nivel. A ella también le brillaban los ojos cuando
éramos chicos, o, quizá, ahora me parecía que se los había visto brillar. Y se pintaba, se pintaba mucho. La
boca, sobre todo.
–Fumaba, ¿te acordás?
Todos estábamos pensando lo mismo, pues esto último no lo había dicho yo, sino Aníbal; lo que yo dije
fue que sí, que me acordaba, y agregué que por algo se empieza.
–¿Cuánto falta?
56
–Diez minutos.
Y los diez minutos volvieron a ser largos; pero ahora eran largos exactamente al revés. No sé. Acaso era
porque yo me acordaba, todos nos acordábamos, de aquella tarde cuando ella estaba limpiando el piso, y era
verano, y el escote al agacharse se le separó del cuerpo, y nosotros nos habíamos codeado.
Julio apretó el acelerador.
–Al fin de cuentas, es un castigo –tu voz, Aníbal, no era convincente–: una venganza en nombre de Ernesto,
para que no sea atorranta.
–¡Qué castigo ni castigo!
Alguien, creo que fui yo, dijo una obscenidad bestial. Claro que fui yo. Los tres nos reímos a carcajadas y
Julio aceleró más.
–¿Y si nos hace echar?
–¡Estás mal de la cabeza vos! ¡En cuanto se haga la estrecha lo hablo al turco, o armo un escándalo que
les cierran el boliche por desconsideración con la clientela!
A esa hora no había mucha gente en el bar: algún viajante y dos o tres camioneros. Del pueblo, nadie. Y,
vaya a saber por qué, esto último me hizo sentir audaz. Impune. Le guiñé el ojo a la rubiecita que estaba detrás
del mostrador; Julio, mientras tanto, hablaba con el turco. El turco nos miró como si nos estudiara, y por la
cara desafiante que puso Aníbal me di cuenta de que él también se sentía audaz. El turco le dijo a la rubiecita:
–Llevalos arriba.
La rubiecita subiendo los escalones: me acuerdo de sus piernas. Y de cómo movía las caderas al subir.
También me acuerdo de que le dije una indecencia, y que la chica me contestó con otra, cosa que (tal vez por
el coñac que tomamos en el coche, o por la ginebra del mostrador nos causó mucha gracia. Después estábamos
en una sala pulcra, impersonal, casi recogida, en la que había una mesa pequeña: la salita de espera de un
dentista. Pensé a ver si nos sacan una muela. Se lo dije a los otros:
–A ver si nos sacan una muela.
Era imposible aguantar la risa, pero tratábamos de no hacer ruido. Las cosas se decían en voz muy baja.
–Como en misa – dijo Julio, y a todos volvió a parecernos notablemente divertido; sin embargo, nada fue
tan gracioso como cuando Aníbal, tapándose la boca y con una especie de resoplido, agregó:
–¡Mirá si en una de esas sale el cura de adentro!
Me dolía el estómago y tenía la garganta seca. De la risa, creo. Pero de pronto nos quedamos serios. El que
estaba adentro salió. Era un hombre bajo, rechoncho; tenía aspecto de cerdito. Un cerdito satisfecho. Señalando
con la cabeza hacia la habitación, hizo un gesto: se mordió el labio y puso los ojos en blanco.
Después, mientras se oían los pasos del hombre que bajaba, Julio preguntó:
–¿Quién pasa?
Nos miramos. Hasta ese momento no se me había ocurrido, o no había dejado que se me ocurriese, que
íbamos a estar solos, separados –eso: separados- delante de ella. Me encogí de hombros.
–Qué sé yo. Cualquiera.
Por la puerta a medio abrir se oía el ruido del agua saliendo de una canilla. Lavatorio. Después, un silencio y
una luz que nos dio en la cara; la puerta acababa de abrirse del todo. Ahí estaba ella. Nos quedamos mirándola,
fascinados. El deshabillé entreabierto y la tarde de aquel verano, antes, cuando todavía era la madre de Ernesto
y el vestido se le separó del cuerpo y nos decía si queríamos quedarnos a tomar la leche. Solo que la mujer era
rubia ahora. Rubia y amplia. Sonreía con una sonrisa profesional; una sonrisa vagamente infame.
–¿Bueno?
Su voz, inesperada, me sobresaltó: era la misma. Algo, sin embargo, había cambiado en ella, en la voz.
La mujer volvió a sonreír y repitió “bueno”, y era como una orden; una orden pegajosa y caliente. Tal vez fue
por eso que, los tres juntos, nos pusimos de pie. Su deshabillé, me acuerdo, era oscuro, casi traslúcido.
–Voy yo –murmuró Julio, y se adelantó, resuelto.
Alcanzó a dar dos pasos: nada más que dos. Porque ella entonces nos miró de lleno, y él, de golpe, se detuvo.
Se detuvo quién sabe por qué: de miedo, o de vergüenza tal vez, o de asco. Y
ahí se terminó todo. Porque ella nos miraba y yo sabía que, cuando nos
mirase, iba a pasar algo. Los tres nos habíamos quedado inmóviles, clavados
en el piso; y al vernos así, titubeantes, vaya a saber con que caras, el rostro
de ella se fue transfigurando lenta, gradualmente, hasta adquirir una
expresión extraña y terrible. Sí. Porque al principio, durante unos segundos,
fue perplejidad o incomprensión. Después no. Después pareció haber
entendido oscuramente algo, y nos miró con miedo, desgarrada, interrogante.
Entonces lo dijo. Dijo si le había pasado algo a él, a Ernesto.
Cerrándose el deshabillé lo dijo. FIN
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A la deriva
Horacio Quiroga

El hombre pisó algo blancuzco, y en seguida sintió la mordedura en el pie. Saltó


adelante, y al volverse con un juramento vio una yaracacusú que, arrollada sobre sí
misma, esperaba otro ataque.
El hombre echó una veloz ojeada a su pie, donde dos gotitas de sangre engrosaban
dificultosamente, y sacó el machete de la cintura. La víbora vio la amenaza, y hundió
más la cabeza en el centro mismo de su espiral; pero el machete cayó de lomo,
dislocándole las vértebras.
El hombre se bajó hasta la mordedura, quitó las gotitas de sangre, y durante un
instante contempló. Un dolor agudo nacía de los dos puntitos violetas, y comenzaba a invadir todo el pie.
Apresuradamente se ligó el tobillo con su pañuelo y siguió por la picada hacia su rancho.
El dolor en el pie aumentaba, con sensación de
tirante abultamiento, y de pronto el hombre sintió
dos o tres fulgurantes puntadas que, como
relámpagos, habían irradiado desde la herida hasta
la mitad de la pantorrilla. Movía la pierna con
dificultad; una metálica sequedad de garganta,
seguida de sed quemante, le arrancó un nuevo
juramento.
Llegó por fin al rancho y se echó de brazos sobre la rueda de un trapiche. Los dos puntitos violeta
desaparecían ahora en la monstruosa hinchazón del pie entero. La piel parecía adelgazada y a punto de ceder,
de tensa. Quiso llamar a su mujer, y la voz se quebró en un ronco arrastre de garganta reseca. La sed lo
devoraba.
-¡Dorotea! -alcanzó a lanzar en un estertor-. ¡Dame caña1!
Su mujer corrió con un vaso lleno, que el hombre sorbió en tres tragos. Pero no había sentido gusto alguno.
-¡Te pedí caña, no agua! -rugió de nuevo-. ¡Dame caña!
-¡Pero es caña, Paulino! -protestó la mujer, espantada.
-¡No, me diste agua! ¡Quiero caña, te digo!
La mujer corrió otra vez, volviendo con la damajuana. El
hombre tragó uno tras otro dos vasos, pero no sintió nada en la
garganta.
-Bueno; esto se pone feo -murmuró entonces, mirando su pie
lívido y ya con lustre gangrenoso. Sobre la honda ligadura del
pañuelo, la carne desbordaba como una monstruosa morcilla.
Los dolores fulgurantes se sucedían en continuos relampagueos
y llegaban ahora a la ingle. La atroz sequedad de garganta que el
aliento parecía caldear más, aumentaba a la par. Cuando pretendió
incorporarse, un fulminante vómito lo mantuvo medio minuto con la frente apoyada en la rueda de palo.
Pero el hombre no quería morir, y descendiendo hasta la costa subió a su canoa. Sentose en la popa y
comenzó a palear hasta el centro del Paraná. Allí la corriente del río, que en las inmediaciones del Iguazú corre
seis millas, lo llevaría antes de cinco horas a Tacurú-Pucú.
El hombre, con sombría energía, pudo efectivamente llegar hasta el medio del río; pero allí sus manos
dormidas dejaron caer la pala en la canoa, y tras un nuevo vómito -de sangre esta vez- dirigió una mirada al
sol que ya trasponía el monte.
La pierna entera, hasta medio muslo, era ya un
bloque deforme y durísimo que reventaba la
ropa. El hombre cortó la ligadura y abrió el
pantalón con su cuchillo: el bajo vientre
desbordó hinchado, con grandes manchas
lívidas y terriblemente doloroso. El hombre
pensó que no podría jamás llegar él solo a
Tacurú-Pucú, y se decidió a pedir ayuda a su
compadre Alves, aunque hacía mucho tiempo que estaban disgustados.
La corriente del río se precipitaba ahora hacia la costa brasileña, y el hombre pudo fácilmente atracar. Se
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arrastró por la picada en cuesta arriba, pero a los veinte metros,
exhausto, quedó tendido de pecho.
-¡Alves! -gritó con cuanta fuerza pudo; y prestó oído en vano.
-¡Compadre Alves! ¡No me niegue este favor! -clamó de
nuevo, alzando la cabeza del suelo. En el silencio de la selva no se
oyó un solo rumor. El hombre tuvo aún valor para llegar hasta su
canoa, y la corriente, tomándola de nuevo, la llevó velozmente a
la deriva.
El Paraná corre allí en el fondo de una inmensa hoya, cuyas
paredes, altas de cien metros, encajonan fúnebremente el río. Desde
las orillas bordeadas de negros bloques de basalto, asciende el
bosque, negro también. Adelante, a los costados, detrás, la eterna
muralla lúgubre, en cuyo fondo el río arremolinado se precipita en
incesantes borbollones de agua fangosa. El paisaje es agresivo, y
reina en él un silencio de muerte. Al atardecer, sin embargo, su
belleza sombría y calma cobra una majestad única.
El sol había caído ya cuando el hombre, semitendido en el fondo de la canoa, tuvo un violento escalofrío.
Y de pronto, con asombro, enderezó pesadamente la cabeza: se sentía mejor. La pierna le dolía apenas, la sed
disminuía, y su pecho, libre ya, se abría en lenta inspiración.
El veneno comenzaba a irse, no había duda. Se hallaba casi bien, y aunque no tenía fuerzas para mover la
mano, contaba con la caída del rocío para reponerse del todo. Calculó que antes de tres horas estaría en Tacurú-
Pucú.
El bienestar avanzaba, y con él una somnolencia llena de recuerdos. No sentía ya nada ni en la pierna ni
en el vientre. ¿Viviría aún su compadre Gaona en Tacurú-Pucú? Acaso viera también a su ex patrón míster
Dougald, y al recibidor del obraje.
¿Llegaría pronto? El cielo, al poniente, se abría ahora en pantalla de oro, y el río se había coloreado
también. Desde la costa paraguaya, ya entenebrecida, el monte dejaba caer sobre el río su frescura crepuscular,
en penetrantes efluvios de azahar y miel silvestre. Una pareja de guacamayos cruzó muy alto y en silencio
hacia el Paraguay.
Allá abajo, sobre el río de oro, la canoa derivaba velozmente, girando a ratos sobre sí misma ante el
borbollón de un remolino. El hombre que iba en ella se sentía cada
vez mejor, y pensaba entretanto en el tiempo justo que había pasado
sin ver a su ex patrón Dougald. ¿Tres años? Tal vez no, no tanto. ¿Dos
años y nueve meses? Acaso. ¿Ocho meses y medio? Eso sí,
seguramente.
De pronto sintió que estaba helado hasta el pecho.
¿Qué sería? Y la respiración…
Al recibidor de maderas de mister Dougald, Lorenzo Cubilla, lo
había conocido en Puerto Esperanza un viernes santo… ¿Viernes? Sí,
o jueves…
El hombre estiró lentamente los dedos de la mano.
-Un jueves…
Y cesó de respirar.
FIN

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La malasangre
Griselda Gambaro
Escena I
Un salón hacia 1840, las paredes tapizadas de rojo granate. La
vestimenta de los personajes varía también en distintas tonalidades de rojo.
Una gran mesa de roble lustrado, enteramente vacía, un sofá, tres sillas de
alto respaldo y un pesado mueble, aparador o cómoda, con candelabros. Un
piano en un extremo. Dos puertas laterales y a foro una ventana con cortinas.
El PADRE, que viste de rojo muy oscuro, casi negro, está de pie, de espaldas,
enteramente inmóvil, y mira hacia abajo a través de los vidrios de la ventana.
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Después de un momento, entra la MADRE. Trae una bandeja con un botellón de cristal y dos copas.

MADRE. — Acá está el vino. (Con una sonrisa tímida) Te lo quise traer yo.
PADRE. — Te lo agradezco. (Una pausa. Secamente) ¿Por qué dos copas? ¿Quién bebe conmigo?
MADRE. — Pensé…
PADRE. — Mejor que no pienses. (La Madre deja la bandeja sobre la mesa. El PADRE vuelve a mirar por
la ventana, el rostro ácido y malhumorado) Ninguno me gusta. Ninguno me gusta de todos esos. No hay
uno que valga nada. Creen que van a venir acá y que soy ciego y tonto.
MADRE. — (se acerca y mira con él) El tercero…
PADRE. — (fríamente) El tercero, ¿qué?
MADRE. — Parece agradable.
PADRE. — (oscuro) Sí.
MADRE. — (pierde seguridad) Va a estar en la casa.
PADRE. — Sí. ¿Y con eso?
MADRE. — (tímidamente) Es mejor que sea agradable, ¿no?
PADRE. — Sí. Y también parece inteligente, (la remeda) ¿no?
MADRE. — (insegura) No sé.
PADRE. — ¿Y qué otras condiciones tiene? (Le toca un seno groseramente) Mi mujercita sagaz.
MADRE. — (se aparta) Benigno, por favor.
PADRE. — (la rodea con un brazo, la hace mirar por la ventana. Con dulzura) Miremos juntos. Dos ven
más
que uno. ¿Qué más ves?
MADRE. — Tiene aspecto… (Se interrumpe)
PADRE. — Sí.
MADRE. — Es muy atildado.
PADRE. — Querés decir buen mozo.
MADRE. — No. Que está bien vestido. Con guantes… rojos.
PADRE. — ¡Qué vista penetrante! ¿Y qué más ves? Estuve atinado en pedirte que miráramos juntos.
MADRE. — (insegura) Y… y no veo más.
PADRE. — Sí. Ves más. ¡Te gusta la cara! (La empuja brutalmente) ¡Fuera!
MADRE. — ¿Pero por qué?
PADRE. — ¡Solo mi cara tenés que mirar, puta!
MADRE. — Te miro, ¡y no me insultes!
PADRE. — (como si hubiera oído mal, se toca la oreja. Mira a su alrededor, divertido) ¿Qué? Yo dicto la
ley. Y los halagos. Y los insultos. Dije lo que dije, y lo puedo repetir. (Muy bajo) Puta.
MADRE. — Te pedí que no me insultes.
PADRE. — ¿Por qué?
MADRE. — Por respeto.
PADRE. — (como siguiéndole el juego, alarmado) ¡Y pueden oír!
MADRE. — Sí.
PADRE. — No. Lo dije muy bajo. ¡Y lo puedo gritar alto! Nadie oye lo que yo no quiero. Oyen, pero no
entienden. ¡Fuera, fuera de aquí!
MADRE. — (se aleja hacia la puerta, se vuelve. Suavemente) Te odio.
PADRE. — (se dirige hacia ella) ¿Qué?
MADRE. — No quise decirlo.
PADRE. — ¿Qué? (Le toma el brazo, como si quisiera hacerle una caricia. Pero después de un momento se
lo tuerce) ¿Qué? Yo tampoco entiendo lo que no me gusta oír. (Le tuerce más el brazo) ¿Qué?
MADRE. — (aguanta el dolor, luego) Te amo.
PADRE. — (dulcemente) ¡Después de tanto tiempo! Otra vez…
MADRE. — (guarda silencio un momento, luego, como el PADRE acentúa la presión) Te… amo.
PADRE. — (la suelta, la besa en la mejilla. Con naturalidad) Gracias, querida. Ahora dejame. Hace frío en
el patio. Deben de estar congelados. No quiero que esperen más. (La MADRE sale. El PADRE toca el
cordón del timbre. Mira por la ventana. Se asoma FERMÍN. Es alto y robusto, se advierte que entre el
PADRE y él hay una especie de complicidad, de acuerdo tácito en sus respectivos roles)
FERMÍN. — ¿Señor?
PADRE. — (mira por la ventana) El tercero que se vaya. Hace frío.
FERMÍN. — Sí, señor.
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PADRE. — ¡Fermín! Si tarda, podés empujarlo.
FERMÍN. — (como siguiendo un juego) ¿Cómo sé que tarda? ¿Debe correr? (El PADRE se encoge
puerilmente de hombros. FERMÍN, con una sonrisa) Lo haré, señor. (Sale)
PADRE. — (mira por la ventana) Tomaste frío tontamente. Se va a mirar en el espejo y desconfiará
de su cara o de sus uñas roñosas bajo los guantes. (Se vuelve. Infantil) ¿Qué hice, qué hice? ¿Por qué
me echan? Yo estaba ahí en la fila, ¡buenito! ¡Y me compré guantes rojos! (Mira) ¡No con tanta brusquedad,
Fermín! ¡Qué bruto es! (Ríe espasmódicamente, se atora. Ácido) Ninguno me sirve de todos esos. El primero
demasiado orgulloso, el segundo demasiado alto, el tercero no está, el cuarto… Y ese
que sale de la fila, ¿cómo se atreve? ¿Es que “yo” dije que podían saltar como canguros para entrar en
calor? (Mira algo que lo sorprende, se vuelve) ¡Oh! ¡Oh, oh, Dios mío! (Ríe espasmódicamente, con alegría.
Sacude el cordón del timbre) Dios mío, te agradezco: Te agradezco la consideración a mis deseos,
yo pecador. (Canturrea) La madre se me calienta, la hija se me enamora… (Se asoma FERMÍN) El que da
vueltas… El que menos luce…
FERMÍN. — ¿Lo echo a patadas?
PADRE. — ¡No! Traelo aquí.
FERMÍN. — ¿Los otros?
PADRE. — Que esperen. El frío es sano. Baja los humos. (FERMÍN sale. El PADRE se sirve vino y bebe.
Contento) Veremos si con este ocurre lo mismo. (Ríe espasmódicamente. Canturrea) La madre se me
calienta, la hija se me enamora…
FERMÍN abre la puerta a RAFAEL, quien entra y se inclina. Viste un traje de tela liviana, está amoratado
de frío. Tiene rostro muy hermoso, sereno y manso. Su espalda está deformada por una joroba y camina
levemente inclinado.
PADRE. — (con una sonrisa cordial) Adelante. (Avanza hacia RAFAEL. No le da la mano. Lo rodea y le
mira la espalda. Ríe con su risa espasmódica) Sí… Es contrahecho…
RAFAEL. — Señor…
PADRE. — Estará bien con nosotros. Como ve, tengo buen carácter. (RAFAEL sorbe) Hacía frío afuera,
¿no? Me levanté tarde, la cama estaba caliente. Por eso esperaron tanto. Pero acá no. No hace frío. ¿O sí?
RAFAEL. — No… No, señor, no hace frío.
PADRE. — (tímido) Quiero pedirle… (Se interrumpe)
RAFAEL. — ¿Qué?
PADRE. — No lo tome a mal. Soy brusco, nadie me quiere, pero no se puede pedir a la gente que lo quiera
a uno. Si no hay un interés… Usted tiene un interés.
RAFAEL. — Sí, señor.
PADRE. — Entonces… no digo amor, pero comprenderá.
RAFAEL. — (no entiende) Sí, señor.
PADRE. — (en un arranque) ¡Bueno, se lo pido! (Se queda en silencio, inmóvil. Luego camina nervioso. Se
d detiene, mira a RAFAEL como si esperara algo)
RAFAEL. — A sus órdenes.
PADRE. — ¡Es lo que quería oír! ¡Después no se queje! (Ríe, nervioso y espasmódico. Una pausa. Luego,
tierno y casi lascivo) Desnúdese.
RAFAEL. — ¿Qué?
PADRE. — ¡Dijo que sí, dijo que sí!
RAFAEL. — (retrocede) No…
PADRE. — Vamos… Entre hombres. Mi mujer quería quedarse, pero la eché.
RAFAEL. — ¿Por qué?
PADRE. — ¿Por qué la eché?
RAFAEL. — No. Por qué usted quiere…
PADRE. — ¡Nunca vi! (Ríe, se atora)
RAFAEL. — (humillado) No soy una curiosidad.
PADRE. — Yo tampoco. Y me desnudo. ¡Solo cuando me baño! (Tierno y confidencial) A oscuras. Lo otro
a oscuras. Con un agujero en el camisón. (Ríe, se tapa
la boca, con vergüenza)
RAFAEL. — No puedo. (Saluda inclinándose y se aleja hacia la puerta)
PADRE. — ¡Señor! (RAFAEL se vuelve) ¿Vio cuántos esperan en el patio?
RAFAEL. — Sí.
PADRE. — Una larga fila. Muertos de frío. Saben que mi casa es rica, que mi trato es bueno. Y yo los miré,
hace rato que los miro, y cuando apareció usted dije: ese. Ese.
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RAFAEL. — ¿Por qué?
PADRE. — (remeda) ¿Por qué, por qué? Por su linda cara. (Se acerca y le da vueltas alrededor) Y es
limpio.
(Le pasa el pulgar por la mejilla) Afeitado. (Señala la joroba) ¡Pero esto! ¿Me deja… tocarla? Da suerte.
(Ríe) ¡Hombre afortunado!
RAFAEL. — (pálido de humillación) Soy un buen profesor.
PADRE. — (suavemente) Lo veremos. (Ansioso) ¿Me permite?
RAFAEL. — No.
PADRE. — (se acerca a la ventana, aparta la cortina y mira) Llueve. Y no se van. Ni se guarecen bajo el
alero. Disciplinados y en fila. Saben hacer buena letra. Saben que todo camino empieza con la buena letra.
(Se vuelve hacia RAFAEL) Pero yo ya elegí. A usted.
RAFAEL. — Soy un buen profesor.
PADRE. — (blandamente) Eso cuenta también. Desnúdese. (Ríe) Hasta la cintura. Más no. (Le toca la ropa)
Limpia, pero raída. Liviana. Afeitado, pero macilento. Eso se llama hambre. Y no todos, en esta ciudad
(ríe), quieren tener a un contrahecho en casa. Pero yo sí. Y no será un criado. Tendrá cuarto aparte. Se
sentará a la mesa con nosotros. Y comerá. Nos trataremos de igual a igual.
RAFAEL. — Gracias.
PADRE. — Váyase, si quiere. Un silencio. Se oye la lluvia.
RAFAEL. — No quiero irme.
PADRE. — ¡Trato hecho! Ordenaré que se vayan los otros. Carece de sentido hacerlos esperar. (Sacude el
cordón del timbre) Llueve mucho y el puesto está tomado.
FERMÍN. — (en la puerta) ¿Señor?
PADRE. — El puesto está tomado.
FERMÍN. — Me alegro, señor. (Una pausa) ¿Me necesita?
PADRE. — ¿Yo?
FERMÍN. — Usted llamó, señor.
PADRE. — ¿Que yo llamé? No me acuerdo qué quería. ¿Qué quería?
FERMÍN. — Ya entramos las jaulas con los pájaros.
PADRE. — ¡Ah! ¡Eso! ¡Llueve tanto!
FERMÍN. — Usted sabe que a los pájaros los cuido. No debiera preocuparse, señor.
PADRE. — Gracias, Fermín. (FERMÍN se retira. PADRE sonríe a RAFAEL) Debiera preguntarle qué
materias enseña.
RAFAEL. — Francés y latín, señor. Botánica, matemáticas.
PADRE. — ¿Matemáticas también? ¡Soberbio! A mí me enseñará matemáticas, las niñas solo necesitan
saber que dos más dos son cuatro. (Vagamente lascivo) ¿Y… y lo que le pedí…? (Bajo) Desnúdese.
RAFAEL. — ¿Para qué?
PADRE. — (bromista) Para saber si no miente.
RAFAEL. — No miento. (Con una sonrisa crispada) Tengo joroba desde la infancia. Mi padre quizás fue
jorobado también… Nadie pudo decirme cómo la conseguí. Si usted quiere, puede tocarla.
PADRE. — (seco) No a través de la ropa.
RAFAEL. — No… puedo.
PADRE. — (dulce y ansioso) Quiero verla. Por favor.
RAFAEL lo mira fijamente. Después, con lentitud, se deshace el nudo de la corbata, se quita la chaqueta,
la camisa.
PADRE. — (se acerca y observa con curiosidad, como a un animal extraño) Nunca había visto. ¿Es un
hueso?
RAFAEL. — (con mortificación) Hueso y carne.
PADRE. — Es muy lisa.
RAFAEL. — Sí, muy lisa.
PADRE. — (tiende la mano con asco, toca apenas) Es la primera vez que veo, que toco. Me da asco. Fuerte,
compacta. ¿No le pesa? Pobrecito, debe pesarle. Como cargar una bolsa con piedras. Siempre. Cuando
duerme y come y camina. Y… hace el amor.
RAFAEL. — No.
PADRE. — (ansioso) ¿No hace el amor?
RAFAEL. — No me pesa.
PADRE. — Los genes se acoplaron mal. (Se tienta. Ríe espasmódicamente) ¡Qué capricho! (Se despereza,
enderezando su espalda) Cúbrase. ¡A ver si se le resfría! (Ríe) Brindemos. Lo acepto. (Sacude el
62
cordón del timbre. Sirve dos copas. Tiende una a RAFAEL, quien se está vistiendo torpemente. Espera
con la copa tendida. Risueño) Ligero… Al amo no se lo hace esperar. (RAFAEL toma la copa, nervioso,
intenta beber, se la tira encima. El PADRE lo observa, ríe) Casi perfecto. (Canturrea) La madre se me
calienta, la hija se me enamora… (Un poco antes ha entrado FERMÍN, respondiendo al llamado. Con
curiosidad burlona ha observado los gestos torpes de RAFAEL.)
FERMÍN. — La corbata, señor, ¿se la anudo?
RAFAEL. — No, gracias.
PADRE. — (a FERMÍN) Que vengan las damas. Está el profesor. (Sale FERMÍN) Usted jamás hubiera
pensado tener tanta suerte… Ni le pido referencias. Suerte, ¿eh? ¿Y por qué?
RAFAEL. — No sé, señor. Se lo agradezco.
PADRE. — ¡Su joroba! ¡Muchacho, le da suerte! (Ríe)
RAFAEL. — Sí, señor.
PADRE. — (se asoma a la ventana) Llueve. Dicen que en estos tiempos nadie es capaz de obstinarse en
nada. (Ríe) ¡Pero esos de ahí abajo! ¡Qué buena madera! La necesidad es la mejor obstinación… Esperan y
no se convencen… ¡de que ya están sonados!
(Entran DOLORES y la MADRE. DOLORES es una hermosa muchacha de veinte años, de gestos vivos y
apasionados, y una especie de fragilidad que vence a fuerza de orgullo, de soberbio desdén.)
PADRE. — Mi mujer, mi hija Dolores. (A RAFAEL) ¿Cuál es su nombre?
RAFAEL. — Rafael Sánchez.
PADRE. — Rafael, digamos. (A DOLORES) Te enseñará latín y francés. Botánica. ¿Sabés lo que es
botánica?
DOLORES. — Sí.
PADRE. — Cómo son las hojitas y los árboles y los pajaritos en los árboles. (Alusivo) ¿Te lo enseñaba el
otro?
(DOLORES le vuelve la espalda) Y dibujo. (A RAFAEL)
¿Dibujo sabe?
RAFAEL. — Sí, señor.
PADRE. — ¡Una alhaja! Dolores, podés darle la bienvenida. (A RAFAEL) Estaba muy encariñada con su
viejo
profesor. Bueno, no tan viejo, ¿no?
DOLORES. — (lo mira desafiante) No.
MADRE. — (tímidamente) No estuvo mucho tiem…
PADRE. — (la hace callar con una mirada) Ese es el peligro. Si son viejos son ñoños, y si son jóvenes son
aprovechados. Pero algunos ya entran con el pie torcido en la vida, o la espalda (festeja riendo con
una corta risa que interrumpe cubriéndose la boca) y no son peligro para nadie. (A la MADRE) Traete
tu bordado y sentate allí. (Le señala el sofá) Pero te autorizo a ausentarte. (Ríe espasmódicamente y sale)
(DOLORES mira a RAFAEL, seria e inamistosamente.)
MADRE. — (con una sonrisa torpe) Bienvenido. Estará cómodo con nosotros. Dolores es…
DOLORES. — (la interrumpe, secamente) Como soy.
MADRE. — Siéntese.
RAFAEL. — Gracias. (Pero no lo hace, ya que DOLORES y
la MADRE están de pie)
DOLORES. — (lo mira. Después de un silencio) Es mejor morirse de hambre que aceptar lo que no
merecemos.
RAFAEL. — Soy un buen profesor.
DOLORES. — O lo que merecemos por taras.
MADRE. — (confusa) No le haga caso. Siéntese. (Se sienta. RAFAEL hace lo mismo) ¿Comerá con
nosotros?
(Teme haber hablado de más. Se levanta. RAFAEL hace lo mismo) O… tal vez con los criados. Pero la
comida es buena. La misma. Sin vino.
RAFAEL. — Comeré con ustedes, señora. El señor ha tenido esa bondad.
DOLORES. — ¡Qué extraordinario! Papá es demasiado bondadoso. (Con una sonrisa torcida) Ya lo verá
usted. Una bondad desbordante como un río… (borra la sonrisa) que ahoga. Mamá, te mandaron a buscar tu
bordado. Y todavía estás acá. ¡Vaya, perrito!
MADRE. — ¡Dolores!
DOLORES. — Y después venga, pero no habrá peligro. Lo dijo papá (mirando a RAFAEL) ¡y es cierto!
MADRE. — (torpe, a RAFAEL) En seguida vuelvo. Si quieren empezar… (Sale)
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DOLORES. — (furiosa, va hacia el gran aparador, abre un cajón. Saca cuadernos, libros, una carpeta con
dibujos. Arroja todo sobre la mesa) ¡Acérquese!
RAFAEL. — No sabía que tenía otro profesor. Entonces seguiremos…
DOLORES. — ¡Nada! Tenía otro, ¡con la espalda derecha! (Una pausa) Perdóneme. Quería decir… que no
era servil.
RAFAEL. — Yo tampoco. (Una pausa) O sí. (Como ella lo mira, burlona) No hay límites muy claros,
señorita.
DOLORES. — Para algunos. (Abre la carpeta) Acérquese. Esto es lo que dibujo. Nada torpe, ¿no?
RAFAEL. — (mira) No. Está muy bien.
DOLORES. — Tengo talento.
RAFAEL. — Diría que sí.
DOLORES. — (ríe) Me los hacía mi profesor. A mí me tiemblan las manos. Odio el dibujo.
RAFAEL. — Yo haré que a usted le guste.
DOLORES. — ¿Sí? (Lentamente) Nadie hace que me guste nada. ¡Nadie hace gustarme nada!
RAFAEL. — Quiero decir…
DOLORES. — Le haré salir canas verdes.
RAFAEL. — ¿Por qué?
DOLORES. — Porque lo eligió mi padre.
RAFAEL. — También al otro.
DOLORES. — Al otro lo elegí yo. Sin mostrar demasiado interés, por supuesto. Duró quince días. Para mí
era un viejo, pero a mi padre le parecía buen mozo, sospechaba. (Ríe, ácida) No solo de mí, también de
mi madre.
RAFAEL. — (mansamente) No sospechará conmigo.
DOLORES. — (lo mira) No. Es evidente.
RAFAEL. — No me agreda.
DOLORES. — ¿Yo? No me tomo el trabajo. Usted ya está agredido por naturaleza. (Como RAFAEL va a
hablar) ¡No me conteste! ¿Quiere vino?
RAFAEL. — No.
DOLORES. — ¿Cómo va a tomar vino sin permiso? Yo sí. (Se sirve y alza la copa hacia RAFAEL. Con una
furia helada) Brindo por usted. Bienvenido a esta casa. (Bebe. Arroja la copa contra la pared. Entra la
MADRE. Mira con sorpresa. DOLORES, con hipócrita dulzura) Se me voló la copa, mamá. Quería servirle
al profesor y se me voló la copa.

Poesías

Los amantes
Julio Cortázar

¿Quién los ve andar por la ciudad si todos están ciegos?


Ellos se toman de la mano: algo habla entre sus dedos, lenguas dulces
lamen la húmeda palma, corren por las falanges, y arriba está la noche llena de ojos.

Son los amantes, su isla flota a la deriva hacia muertes de césped, hacia puertos que se abren entre sábanas.
Todo se desordena a través de ellos, todo encuentra su cifra escamoteada; pero ellos ni siquiera saben
que mientras ruedan en su amarga arena hay una pausa en la obra de la nada,
el tigre es un jardín que juega.

Amanece en los carros de basura, empiezan a salir los ciegos,


el ministerio abre sus puertas.
Los amantes rendidos se miran y se tocan una vez más antes de oler el día.

Ya están vestidos, ya se van por la calle.


Y es sólo entonces
cuando están muertos, cuando están vestidos, que la ciudad los recupera hipócrita

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y les impone los deberes cotidianos.

Me caigo y me levanto
Julio Cortázar

Nadie puede dudar de que las cosas recaen. Un señor se


enferma, y de golpe un miércoles recae. Un lápiz en la mesa
recae seguido. Las mujeres, cómo recaen. Teóricamente a
nada o a nadie se le ocurría recaer pero lo mismo está sujeto,
sobre todo porque recae sin conciencia, recae como si nunca antes. Un jazmín, para dar un ejemplo perfumado.
A esa blancura, ¿de dónde le viene su penosa amistad con el amarillo? El mero permanecer es recaída: el
jazmín, entonces. Y no hablemos de las palabras, esas recayentes deplorables, ni de los buñuelos fríos, que
son la recaída clavada.
Contra lo que pasa se impone pacientemente la rehabilitación. En lo mas recaído hay siempre algo que
pugna por rehabilitarse, en el hongo pisoteado, en el reloj sin cuerda, en los poemas de Pérez, en Pérez. Todo
recayente tiene ya en sí a un rehabilitante pero el problema, para nosotros los que pensamos nuestra vida, es
confuso y casi infinito. Un caracol segrega y una nube aspira; seguramente recaerán, pero una compensación
ajena a ellos los rehabilita, los hace treparse poco a poco a lo mejor de sí mismos antes de la recaída inevitable.
Pero nosotros, tía, ¿cómo haremos? ¿Cómo nos daremos cuenta de que hemos recaído si por la mañana estamos
tan bien, tan café con leche, y no podemos medir hasta dónde hemos recaído en el sueño o en la ducha? Y si
sospechamos lo recayente de nuestro estado, ¿cómo nos rehabilitaremos? Hay quienes recaen al llegar a la
cima de una montaña, al terminar su obra maestra, al afeitarse sin un solo tajito; no toda recaída va de arriba
a abajo, porque arriba y abajo no quieren decir gran cosa cuando ya no se sabe adónde se está. Probablemente
Ícaro creía tocar el cielo cuando se hundió en el mar epónimo, y Dios te libre de una zambullida tan mal
preparada. Tía, ¿cómo nos rehabilitaremos?
Hay quien ha sostenido que la rehabilitación sólo es posible alterándose, pero olvidó que toda recaída es
una desalteración, una vuelta al barro de la culpa. Somos lo más que somos porque nos alteramos, porque
salimos del barro en busca de la felicidad y la conciencia y los pies limpios. Un recayente es entonces un
desalterante, de donde se sigue que nadie se rehabilita sin alterarse. Pero pretender la rehabilitación alterándose
es una triste redundancia: nuestra condición es la recaída y la desalteración, y a mí me parece que un recayente
debería rehabilitarse de otra manera, que por lo demás ignoro. No solamente ignoro eso sino que jamás he
sabido en qué momento mi tía o yo recaemos. ¿Cómo rehabilitarnos, entonces, si a lo mejor no hemos recaído
todavía y la rehabilitación nos encuentra ya rehabilitados? Tía, ¿no será ésa la respuesta, ahora que lo pienso?
Hagamos una cosa: usted se rehabilita y yo la observo. Varios días seguidos, digamos una rehabilitación
continua, usted está todo el tiempo rehabilitándose y yo la observo. O al revés, si prefiere, pero a mi me gustaría
que empezara usted, porque soy modesto y buen observador. De esa manera, si yo recaigo en los intervalos de
mi rehabilitación, mientras que usted no le da tiempo a la recaída y se rehabilita como en un cine continuado,
al cabo de poco nuestra diferencia será enorme, usted estará tan por encima que dará gusto. Entonces yo sabré
que el sistema ha funcionado y empezaré a rehabilitarme furiosamente, pondré el despertador a las tres de la
mañana, suspenderé mi vida conyugal y las demás recaídas que conozco para que sólo queden las que no
conozco, y a lo mejor poco a poco un día estaremos otra vez juntos, tía, y será tan hermoso decir: «Ahora nos
vamos al centro y nos compramos un helado, el mío todo de frutilla y el de usted con chocolate y un
bizcochito.»

El futuro
Julio Cortázar

Y sé muy bien que no estarás.


No estarás en la calle
en el murmullo que brota de la noche
de los postes de alumbrado,
ni en el gesto de elegir el menú,
ni en la sonrisa que alivia los completos en los subtes
ni en los libros prestados,
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ni en el hasta mañana.
No estarás en mis sueños,
en el destino original de mis palabras,
ni en una cifra telefónica estarás,
o en el color de un par de guantes
o una blusa.
Me enojaré
amor mío
sin que sea por ti,
y compraré bombones
pero no para ti,
me pararé en la esquina
a la que no vendrás
y diré las cosas que sé decir
y comeré las cosas que sé comer
y soñaré los sueños que se sueñan.
Y se muy bien que no estarás
ni aquí dentro de la cárcel donde te retengo,
ni allí afuera
en ese río de calles y de puentes.
No estarás para nada,
no serás mi recuerdo
y cuando piense en ti
pensaré un pensamiento
que oscuramente trata de acordarse de ti.

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Pablo Neruda

ME gustas cuando callas porque estás como ausente,


y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma


emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.


Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio


claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.


Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

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Piu Avanti
Pedro Bonifacio Palacios, “Almafuerte”

No te des por vencido, ni aun vencido,


no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.

Ten el tesón del clavo enmohecido


que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.

Procede como Dios que nunca llora;


o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora…

Que muerda y vocifere vengadora,


ya rodando en el polvo, tu cabeza!

El caballo muerto
Raúl González Tuñón

Media noche. Sobre las piedras


De la calzada hay un caballo muerto.
Aún faltan cinco horas
Para que venga el carro de “La Única”
Y se lo lleve. Ese caballo viejo,
hedoroso de sangre coagulada,
ese pobre vencido, fue un obrero.
Un hermano del pájaro, un hermano del perro.
Fue el hermano caballo que anduvo bajo el sol,
que anduvo bajo el agua, que anduvo entre los vientos
tirando de los carros
con los ojos cubiertos.
Fue el hermano caballo. Ninguno irá a su entierro.

FIN DEL CUADERNILLO

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