Editorial
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Editorial
E l tratamiento del dolor es un derecho universal de los seres humanos consagrado como tal
en la Carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas desde el año 2000.
Según la ASA, el dolor postoperatorio es el que está presente en el paciente debido a la en-
fermedad, al procedimiento quirúrgico y a sus complicaciones o a una combinación de ambos,
y se caracteriza fundamentalmente por ser un dolor agudo, limitado en el tiempo, predecible y
evitable. Su mal control afecta negativamente a la calidad de vida, a la recuperación funcional y
aumenta el riesgo de complicaciones postquirúrgicas, y se asocia a un aumento de la morbilidad
y de los costes, aumentando el riesgo de desarrollar dolor crónico persistente.
El adecuado manejo del dolor es un indicador de buena práctica clínica y de calidad asisten-
cial; es esencial dentro de los cuidados perioperatorios junto con la movilización y la nutrición
de forma precoz (nivel de evidencia 1ª) (1).
A pesar de todo esto su prevalencia varía, pero la mayoría de autores coinciden en que, en
nuestros hospitales, más de la mitad de los pacientes presentan dolor moderado-severo en las
primeras 24 horas tras la intervención, y en un 2,7 % de los casos persiste al alta.
El dolor después de la cirugía es, a menudo, mal manejado incluso en las naciones desarrolladas,
persistiendo una alta prevalencia, lo que conlleva una disminución de la calidad de vida, un aumento
de la morbimortalidad perioperatoria, de la estancia hospitalaria y, por tanto, de los costes.
En varios estudios y encuestas realizadas en los últimos años se ha podido comprobar que este
mal manejo del dolor y de la alta prevalencia es debido a muchos factores. Entre ellos están la
existencia de un deficiente conocimiento y experiencia por parte del personal sanitario que no han
recibido una educación adecuada y que, en algunos países, aún piensan que tener dolor es algo
“normal” tras un proceso quirúrgico. Las pautas de tratamiento analgésico suelen ser inadecuadas
para el tipo de cirugía y de paciente, no existiendo protocolos específicos y un miedo al uso de
determinados fármacos y técnicas analgésicas, como pueden ser los opiáceos, debido a sus efectos
adversos y potenciales complicaciones.
Otro problema es la falta de implantación de Unidades de Dolor Agudo, que son las que van
a asegurar los tratamientos aplicados mediante protocolos y una educación al personal sanitario
y al paciente (2).
2 A. C. PÉREZ-GUERRERO ET AL. Rev. Soc. Esp. del Dolor, Vol. 24, N.º 1, Enero-Febrero 2017
En Italia, dos encuestas sobre dolor postoperatorio (POPSI) realizadas con seis años de di-
ferencia (2006 y 2012) muestran que hay muchas necesidades no satisfechas en el control del
dolor postoperatorio, siendo los resultados de ambas encuestas prácticamente similares. En ellas
se observa que sólo un 47 % de los hospitales encuestados tenían una UDA y que los mayores
obstáculos encontrados por los encuestados para el control óptimo del dolor postoperatorio siguen
siendo organizacionales, culturales y económicos (3).
Durante los últimos años se ha visto que la mejora del dolor postoperatorio pasa por la necesi-
dad de implantar protocolos adecuados para procedimientos específicos durante el perioperatorio,
realizar una predicción del dolor postoperatorio y promover cambios estructurales, culturales,
emocionales y educacionales en todas las personas implicadas: anestesiólogos, cirujanos, enfer-
meras de planta y de UDA, etc. (5).
Desde finales de los años 80 surge una gran preocupación por dar una atención especializa-
da al dolor postoperatorio y se crean las primeras Unidades de Dolor Agudo como estructuras
organizadoras y gestoras en nuestro país, promovidas por el grupo de estudio GREUDA (6).
Desde entonces, en el mundo se han publicado diferentes guías de práctica clínica en las que se
recomiendan pautas para el adecuado control del dolor postoperatorio (7) (Tabla I).
TABLA I
RECOMENDACIONES PARA EL ADECUADO CONTROL DEL DOLOR
POSTOPERATORIO
La APS (American Pain Society) ha publicado también recientemente una guía que incluye
32 recomendaciones para el buen manejo del dolor postoperatorio, promoviendo la aplicación
efectiva y segura del tratamiento, en la que la clave está en el uso de técnicas multimodales, com-
binando medidas no farmacológicas, farmacológicas y técnicas de anestesia regional periférica (8).
Aun así, este proceso de gestión del dolor postoperatorio debe adaptarse al contexto y
características de cada centro hospitalario, debiendo quedar claro que es responsabilidad de
todos: cirujanos, anestesiólogos, enfermeras, farmacéuticos, rehabilitadores y otros profesio-
nales sanitarios. Nunca ha de quedar su manejo circunscrito a un solo estamento o a un solo
grupo de personas.
Tenemos que tener conciencia del problema de salud que tenemos y procurar hacer los cambios
necesarios para mejorar la calidad de atención al paciente mediante la instauración de guías y
protocolos conjuntos, así como la formación del personal y la existencia de una UDA que coordine
y gestione la atención al paciente.
Servicio de Anestesia. Hospital Puerta del Mar. Prof. Titular Universidad de Cádiz
BIBLIOGRAFÍA
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