PLG 1 Año 10.8
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una fel icidad apac ible y silenciosa, hasta que la salud (,1 '
de la muj er co mi enza J fl aqu ea r y nadi e compre nde el motivo ...
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. . miró con ext ravío, miró la alfomb ra , vo1VJó .
; ~ Allcta 1o .
y des pué s de largo rato de estupe facta con.
-No se -le dijo a Jordan en la puerta de calle. con .
a mirar 1o. ., ,
la voz todav1a baja-. Tiene una gran de bilidad que no . se seren ó. Sonno Y tomo entre las suyas la
frontac10n , . .,
me e>.-. plico. y sin vonuto s . nada ... Si mañ ana s e des- arido acanc1 andola tembla ndo .
mano d e s U m ' ,
pierta como hoy. llamem e ensegu ida. su s alucina ciones mas p orfiada s , hubo un an.
En t r e
Al otro d1a Alicia seguia peor. Hubo consult a . Cons- o en .la alfomb ra sobre los dedos , CJUe
tropo1•de*, apoyad
tatose una anemia de marcha agud1sima, completa- tenía fijos en ella los OJOS .
mente inexpli cable. Alicia no tuvo mas desmay os . pero Los médicos volvieron inútilm ente. Había allí delante
se iba \·isible mente a la muerte . Todo el dia el dormito- de ellos una vida que se acabab a, desang rándose día
rio estaba con las luces prendid as y en pleno silencio . a dia, hora a hora, sin saber absolu tament e cómo. En
Pas abans e ho ras sin 01r el menor ruido. Alicia dor- la última consult a Alicia yacía en estupo r mientras ellos la
mitaba . Jordan vivrn casi en la sala. tambié n con toda pulsaba n, pasánd ose de uno a otro la muñec a inerte. La
la luz encend ida. Paseab a.se sin cesar de un extremo a observa ron largo rato en silencio Y siguier on al comedor.
otro. con incansa ble obstina cion. La alfombra ahogab a -Pst ... -se encogi ó de hombr os desalen tado su mé-
sus pasos . A ratos entrab a en el dormitorio y proseguía dico-. Es un caso serio ... poco hay que hacer. ..
su mudo vaiven a lo largo de la cama. mirand o a su mu- -¡Solo eso me faltaba ! -resop ló Jordán . Y tambori-
jer cada vez que can1ina ba en su dirección.
leó brusca mente sobre la mesa.
Pronto Alicia comenz ó a tener alucinaciones, confu-
Alicia fue extingu iéndos e en subdeli rio* de anemia,
sas y flotant es al principio, y que descen dieron luego a
agravado de tarde , pero que remitía siempre en las
ras del suelo. La joven , con los ojos desmes uradam ente
primera s horas . Durant e el día no avanza ba su enfer-
abierto s . no hacía sino mirar la alfomb ra a uno y otro
medad , pero cada mañan a amane cía lívida, en síncope
lado del respald o de la cama. Una noche se quedó de
casi. Parecía que únicam ente de noche se le fuera la
repent e mirand o fijament e. Al rato abrió la boca para
vida en nuevas alas de sangre . Tenía siempre al des-
gritar. y sus narices y labios se perlaro n de sudor.
- ¡Jordán ! ¡Jordán ! -clan1ó , rígida de espanto , sin pertar la sensac ión de estar desplo mada en la cama
dejar de mirar la alfomb ra. con un millón de kilos encima . Desde el tercer día este
Jordán corrió al dormitorio , y al verlo aparece r Alicia hundim iento no la abando nó más . Apena s podia mover
dio un alarido de horror. la cabeza . No quiso que le tocaran la cama, ni aun que
- ¡Soy yo , Alicia , soy yo! le arregla ran el almoha dón. Sus terrore s crepusculares
avanza ron en forma de monstr uos que se arrastraban
hasta la can1a y trepab an dificul tosame nte por la colcha.
# ~ J
Perdió luego el conoci miento . Los dos días finales
deliró sin cesar a media voz . Las luces continu aban
fúnebr emente encend idas en el dormit orio y la sala.
En el silencio agónic o de la casa no se oía más que
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antropoide A .
subdelir io · ~~lal con fo rma semejan te a la huma _ª·
11
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1
4. Señalen en el cuento tres indicios de la causa
Nació en Salto, Uruguay, y falleció en Buenos de la muerte de Alicia.
Aires . Fue periodista, profesor de castellano Y
literat ura, y tamb ién trabajó como fotógrafo, t 5. En su carpeta, reescriban el siguiente
ent re otras profesio nes a las que se dedicó.
• fragmento como un narrador testigo.
Reconoci do como uno de los maestros del cuento
Nivel
1
la t inoame ricano, sus histo ri as muchas veces son
sombrías y muest ran un enfrentamiento entre
el homb re y ta natu raleza . Se lo ha asoc iado al
padre de l cuento mod erno, Edga r All an Poe .
Alicia murió, por fin. La sirvienta, que entró
después a deshacer la cama, sola ya, miró un rato
extrañada el almohadón.
- ¡Señor! - llamó a Jordán en voz baja- . En el
r:
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Lo qur no ~e conore . Pasó gran partr almohadón hay manchas que parecen de sangre.
de su vid a en la se lva mi sione ra junto
con sus hijo s, y de est e pai sa je obtu vo
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6. Propongan un nuevo título qu e no mencione la
inspirac ión para mu cho s de sus relat os.
ca usa de la muerte de Alici a.
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