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APUNTE DE CLASE UNIDAD 2

TIPO DE APUNTE: PAPER


MINDFULNESS Y PSICOTERAPIA
ÁMBITOS DE LA EXPERIENCIA Y
NEUROBIOLOGÍA ESENCIAL DEL
MINDFULNESS
Tabla de contenidos

Introducción .................................................................................................. 3

Ámbitos de la experiencia ............................................................................ 4

Yo somático, yo emocional, yo representacional, yo mentalizador/reflexivo y

yo mindful/atento ..................................................................................................... 5

1. Yo somático ....................................................................................................... 5

2. Yo emocional...................................................................................................... 5

3. Yo representacional............................................................................................ 6

4. Yo mentalizador / yo reflexivo ............................................................................. 6

5. Yo mindful / yo atento ......................................................................................... 7

Neurobiología esencial del mindfulness .................................................... 7

Meditación en movimiento ...................................................................... 13

Bibliografía .............................................................................................. 14
3 Apunte de clase

Introducción

Hay muchas maneras de denominar ese “punto interno de referencia” que conocemos como

“yo”. En filosofía, en antropología, en lingüística y en la mística oriental se le identifica con

distintos nombres, que aluden a ciertas facetas o determinados énfasis de la unidad dinámica

e identitaria, que nos constituye como personas. Dentro de la psicología, dependiendo de la

corriente y del autor, se le conoce como sí mismo, self, ipseidad, yo, yo nuclear y ego, entre

otros.

Cualquiera sea el nombre, se trata de nuestro particular modo de ser y estar en el mundo

(como diría Heidegger), que se configura gracias al “conjunto de cuerpo, cerebro y mente

interactuando para generar un punto interno de referencia, que es relativamente estable”

(Wallin, 2015).

Lutz, Dunne y Davidson (2007; Simón, 2006) entienden el yo como “el mínimo sentido

subjetivo en la experiencia”. A su vez, Fulton (2010; Hick y Bien, 2010) destaca el yo como una

“categoría universal de la experiencia”, que se ve configurado tanto por la historia personal

como por las circunstancias del presente. De hecho, Fulton sostiene que la capacidad de

diferenciarnos unos de otros es un logro presente en todas las culturas.

Imagen. 1: El yo como esencia de uno mismo (y conocible por uno mismo). Fuente: www.bienestarconsciente.es
4 Apunte de clase

Ámbitos de la experiencia

Las novedosas investigaciones sobre teoría del apego y aquellas provenientes de las

neurociencias afectivas, además de la evidencia reciente sobre trauma, aportan un hecho de

suma relevancia para efectos del cultivo del mindfulness: los antecedentes más influyentes en

la conformación del yo se relacionan con los vínculos de apego temprano.

Aunque todos intuitivamente sepamos quiénes somos (“yo soy yo, tal como soy”, resume

Fulton, 2010), la riqueza de la experiencia de estar con uno mismo, parece directamente

relacionada con la riqueza vincular de la más temprana infancia.

Como precisa Wallin (2015), “en gran medida son los detalles de la historia de apego los que

determinan el grado de accesibilidad e integración de las diversas dimensiones del yo”. Así,

aunque la práctica sostenida de mindfulness cree las condiciones necesarias para ir

descubriéndose a sí mismo, el grado de riqueza informativa de esta “vuelta hacia adentro”

dependerá en esencia de cómo cada quien se relacione con su propia experiencia. Es decir,

con las “múltiples dimensiones del yo” o planos en los que somos y estamos en la vida: yo

somático, yo emocional, yo representacional, yo mentalizador/reflexivo y yo atento/yo mindful.

De estos, únicamente los 3 primeros son accesibles a la consciencia de modo voluntario; los 2

últimos, la capacidad mentalizadora y la experiencia mindful, son ajenas a la volición, ya que

pueden ocurrir de modo espontáneo, como resultado de una preparación o simplemente no

suceder jamás (Wallin, 2015).


5 Apunte de clase

Yo somático, yo emocional, yo representacional, yo

mentalizador/reflexivo y yo mindful/atento

1. Yo somático

En una muy conocida frase, Freud (1923; Aaron, 2010) declaró que “el ego es primero

que nada un ego corporal”, aludiendo al rol primigenio de las sensaciones físicas (en

especial de la superficie del cuerpo) en la configuración del yo. Años más tarde, el

psicoanalista Donald Winnicott sostuvo que la mente no existe como entidad separada,

sino como “elaboración imaginativa de partes, sentimientos y funciones somáticas; esto

es, de vitalidad física” (Aaron, 2010).

Hoy, los datos empíricos muestran que la calidad del vínculo de apego influye en la forma

en que la fisiología en desarrollo modela la receptividad del yo a la propia experiencia

(Wallin, 2015). Esto implica que, si la experiencia corporal es negada, disociada o

distorsionada, el niño –y la persona adulta que será– tendrá serias dificultades para “leer”

su propia corporalidad. Las prácticas mindfulness, en tanto exploración consciente de la

experiencia en el aquí y el ahora, activan las funciones ejecutivas y auto-observadoras

(Ogden, Pinton, Main, 2011), reestableciendo un sentido de existencia propia que

comienza en el cuerpo.

2. Yo emocional

Emoción proviene del vocablo latino “motore” o “movere” (“moverse”), de modo que es

posible comprender las distintas emociones como fruto del desarrollo evolutivo para

suscitar en forma automática ciertos movimientos o “tendencias de acción” (Ogden et.al.,

2011).
6 Apunte de clase

El bebé siente las necesidades de su cuerpo y las comunica mediante la expresión de la

emoción correspondiente. Bowlby (1988; Wallin, 2015) sostiene que “los afectos son el

único medio de comunicación que tenemos en nuestros primeros años de vida”, por lo

que los patrones relacionales que caracterizan los vínculos de apego son, en esencia,

patrones de regulación del afecto. Estos patrones, según Shore (2010), son “el núcleo del

yo”, dado que las sensaciones corporales son la primera forma que adquieren las

emociones. De ahí la afirmación sucinta con la que Wallin (2015) zanja la cuestión: “El yo

emocional se arraiga en el soma”.

3. Yo representacional

Desde la teoría del apego y la teoría de las relaciones objetales, la “representación” es el

conocimiento de uno mismo, los vínculos y el mundo que se obtiene de experiencia

pasada (con un fuerte componente emocional) y que permite hacer proyecciones sobre

la experiencia futura (Wallin, 2015). Así, las primeras representaciones adquiridas en los

vínculos primarios se generalizan y pasan a conformar los “modelos funcionales internos”,

que instalan una forma característica de receptividad ante lo nuevo (Stern, 1985). De

esta manera, si el tipo de apego ha sido seguro, la persona responderá con apertura y

flexibilidad frente a la novedad. En cambio, si los primeros vínculos han sido inseguros

(ambivalente, desorganizado o evitativo), con cada situación inesperada se verá

comprometida la “capacidad de respuesta” (Siegel, 1999; Wallin, 2015).

4. Yo mentalizador / yo reflexivo

Ámbito de la experiencia humana relacionada con “una forma de actividad mental

imaginativa acerca de los otros y de uno mismo”, que permite percibir e interpretar el

comportamiento humano en términos de estados mentales intencionales, como por


7 Apunte de clase

ejemplo necesidades, deseos, sentimientos, creencias, objetivos, propósitos y razones

(Lorenzini, 2015).

Basada en conceptos psicoanalíticos, teoría del apego y teoría de la mente, la

mentalización parte del hecho comprobado que los bebés están en condiciones de atribuir

intencionalidad a las conductas de otros (incluso antes de los 6 meses). Este hallazgo

comprueba que la mentalización es una faceta de la experiencia que viene dada, y que

con el desarrollo posibilita “vernos a nosotros mismos y a los demás como seres con

profundidad psicológica” (Wallin, 2015). Es, en buenas cuentas, tener en mente la mente

del otro.

5. Yo mindful / yo atento

Finalmente, existe un ámbito llamado yo mindful o yo atento, que deriva de la capacidad

inherente del ser humano de tener una experiencia de sí mismo oceánica, amplia, que

incluye los demás aspectos, pero no se circunscribe a ninguno. Este estado de presencia

atenta y consciencia abierta suele cultivarse a través de la meditación, que refuerza el

sentido de un “observador interno” capaz de ser consciente de pensamientos,

sentimientos y sensaciones sin identificarse totalmente con ellos (Wallin, 2015). No

obstante, también puede ser una experiencia súbita y repentina, o que se prolonga, como

ocurre con los personajes que la literatura mística designa como “iluminados”.

Neurobiología esencial del mindfulness

El científico chileno Francisco Varela y otros investigadores gatillaron un cambio

paradigmático, cuando pasaron de comprender el cerebro como ente aislado a

demostrar que las cogniciones se sitúan, corporeizan y actúan en el “sistema


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cerebro/cuerpo” y que este, a su vez, está y se ve influido por el mundo (Varela,

Thompson y Rosh, 2011). Pavimentaron así, el camino para los Diálogos Mind &

Life entre el Dalai Lama y la comunidad científica, en los años 90 y para el

surgimiento de las neurociencias contemplativas, un campo multidisciplinario

emergente, que -en buena medida- se alimenta de los estudios acerca de los

mecanismos neurales de la meditación mindfulness (Rossi, 2020).

Imagen 2: Francisco Varela y el Dalai Lama en el 8° Diálogo Mind & Life, 2000.

Fuente: www.minsandlife.org

Los hallazgos de las neurociencias contemplativas son vastos, ya que abarcan

las manifestaciones o consecuencias neurológicas, fisiológicas, epigenéticas,

comportamentales, sociales y cognitivas del estado mental mindful, “caracterizado

como meditativo y a la vez calmo y altruista, aunque consciente del cuerpo” (Rossi,

Grasso-Cladera, Luarte, Riillo y Parada, 2019).

Para revisar las estructuras cerebrales básicas involucradas en la práctica

mindfulness, consideremos el modelo del “cerebro triúnico” o “cerebro triuno”, según

el cual el cerebro puede ser comprendido como la integración de tres cerebros


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separados, cada uno con su propia memoria, inteligencia, subjetividad y sentido del

tiempo y del espacio (MacLean, 1985; Ogden, Minton y Pain, 2011).

Básicamente, el “cerebro reptiliano” (sensaciones) es la base estructural de la

homeostasis, regulando las funciones corporales, a través del tronco encefálico y el

nervio vago. Por eso Shore lo llama “el fondo fisiológico de la mente” (2003; Wallin,

2015)

El “cerebro mamífero” o “límbico” (emociones) se hace cargo de los instintos y

sobrevivencia, e incluye la amígdala, el hipotálamo y el hipocampo. La amígdala es

la responsable de las reacciones viscerales ante la experiencia y su labor es

esencial para sobrevivir, debido a su función en el desencadenamiento de las

reacciones de lucha, huida o parálisis (Shore, 2003; Wallin, 2015). A su vez, el

hipotálamo se hace cargo -entre otras funciones- de la respuesta endocrina frente

a la emocionalidad, mientras que el hipocampo modula la tendencia de la amígdala

a disparar reacciones indiscriminadas e irascibles, ya que activa la respuesta

parasimpática, “lo que permite tranquilizarnos” (Siegel, 1999; Wallin, 2015).

Finalmente, el “cerebro humano” o “neomamífero” (palabras) se aloja en la

corteza cerebral y posibilita la autoconsciencia y el pensamiento consciente (Ogden

et. al., 2011). Incluye el córtex frontal, “cerebro ejecutivo”, responsable de la

atención dirigida, la memoria, el pensamiento abstracto, la planificación y la acción

deliberada. También involucra el córtex prefrontal que se vincula con la inteligencia

cognitiva y el lenguaje (zona dorso lateral) y con la inteligencia emocional y la

memoria funcional (córtex prefrontal medio). Tanto Shore como Siegel (Wallin,
10 Apunte de clase

2015) destacan la importancia del córtex prefrontal medio como inhibidor del

sistema límbico, mediando la conducta de apego, la regulación del afecto, la

comunicación social y la mentalización.

Por otra parte, las prácticas mindfulness, al entrenar la consciencia sensorial, van

recuperando la primacía de la información proveniente de los sentidos. Es decir,

facilitan el acceso a la experiencia directa y fresca, más que a “memorias” sobre las

cosas y los fenómenos. Esto es lo que se conoce como “procesamiento ascendente”

de la información. Paralelamente, al despertar un “yo observador” de las

cogniciones, va modulando el “procesamiento descendente” de la información,

entendido como la capacidad neomamífera de percibir y actuar de acuerdo a la

memoria almacenada y moldeada por experiencias previas (Ogden et. al., 2011).

Con todo esto a la vista, es posible comprender las conclusiones a las que han

arribado recientes investigaciones:

• El procesamiento atencional involucra una serie de redes neuronales

asociados: sistema de alerta, sistema ejecutivo, sistema de orientación y

Red Neuronal por Defecto (Malinovski, 2013).

• Los “ingredientes activos” el mindfulness reducen la impulsividad,

impactando positivamente en la auto-regulación emocional; a saber, “las

estrategias conscientes e inconscientes que usamos para incrementar,

mantener o declinar uno o más componentes de la propia respuesta

emocional” (Gross, 1998; en Guendelman, Medeiros y Rampes, 2017).


11 Apunte de clase

• Además de circuitos atencionales, la práctica activa regiones

relacionadas con la regulación emocional y autoconsciencia (Tang, 2015).

• La capacidad de pensar en lo que no está sucediendo, vinculada a la

mente errante de la Red Neuronal por Defecto, es un logro cognitivo, pero

tiene un costo emocional (Killingworth y Gilbert, 2010).

• El bienestar y otras características pro-sociales se mejoran con la

práctica, al impedir el crecimiento de algunos sectores de la amígdala y

potenciar al hipocampo, lo opuesto a lo que ocurre con el estrés moderado

a severo (Davidson y McEwen, 2012).

• Siegel (2007; en Stahl y Goldstein, 2015) sostiene que la práctica potencia

las funciones integradores de la corteza con, al menos, 9 efectos directos

en la neurobiología: regulación corporal, comunicación con otros,

equilibrio emocional, flexibilidad de respuesta, empatía,

autoconocimiento, modulación del miedo, intuición y moralidad.

Los estudios e investigaciones son vastos y aumentan de manera exponencial.

De modo general, se puede afirmar que las prácticas mindfulness ofrecen los

siguientes resultados empíricos (Rossi, 2020):

• Regulación emocional (y menor rumiación).

• Disminución de la reactividad y mayor flexibilidad de respuesta.

• Mejoría de las relaciones interpersonales, ya que aumenta el nivel de

satisfacción, la capacidad de responder constructivamente al estrés de la

relación, la habilidad para identificar y comunicar emociones y la empatía.


12 Apunte de clase

• Protege contra los efectos emocionalmente estresantes de los conflictos

interpersonales.

• Se asocia positivamente con la capacidad de expresión en diversas

situaciones sociales.

• Impacta beneficiosamente en la salud física, incluyendo un mayor

funcionamiento inmune.

En términos de neuroplasticidad (las conexiones producidas en el cerebro como

resultado de la experiencia), la práctica de meditación altera la estructura física del

cerebro y su funcionamiento a través de cambios en la estructura, lo que incluye

regiones cerebrales asociadas con la atención, procesamiento sensorial y

sensibilidad a estímulos internos, distintas concentraciones de materia gris y tallos

cerebrales más gruesos, lo que puede dar cuenta de beneficios a nivel cognitivo,

emocional e inmunorreactivos.

• Incrementa la velocidad de procesamiento de la información.

• Disminuye el esfuerzo en ejecución de tareas cognitivas.

• Los estados experimentados durante la meditación eventualmente pueden

convertirse en rasgos sin esfuerzo, sostenidos en el tiempo.

• Los terapeutas que practican meditación pueden tener una mayor

capacidad de estar presentes para sus pacientes.


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Meditación en movimiento

Originada en la cultura viva más antigua que hay en la Tierra, la palabra “yoga”

proviene de la raíz sánscrita “yuj”, que significa ligar, juntar o poner bajo el yugo,

apuntando a la cualidad unificadora de la disciplina, que recupera la unión entre

mente y cuerpo, adentro y afuera, femenino y masculino e individuo y universo

(Andrade, 2014).

El “maletín yóguico” es vasto, ya que data de hace 25 siglos, pero en mindfulness

se suelen emplear solo 2 de sus herramientas: 1) la ejecución de posturas de yoga

(asanas), unidas en lentas secuencias; y 2) la realización del “escáner corporal”

para despertar la “agencia atencional” rotando la consciencia lenta y

sistemáticamente por las distintas partes del cuerpo. Como ya se ha dicho, ambas

son prácticas formales y están incluidas en los cursos estandarizados, desde que

Jon Kabat-Zinn creó el Programa de Reducción de Estrés basado en Mindfulness.

Imagen 3: Práctica: yoga de pie

Fuente: Kabat-Zinn, J. (2003). Vivir con plenitud la crisis. Barcelona: Kairós.


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Bibliografía

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15 Apunte de clase

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Varela, F.; Thompson, E. y Rosh, E. (2011). De cuerpo presente. Las ciencias

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Wallin, D. (2012). Las múltiples dimensiones del yo (2st. pp.105-115). En El apego

en psicoterapia. Barcelona: Desclée De Brouwer.


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Si usted desea referenciar este documento, considere la siguiente

información:

Andrade, P. (2020). Ámbitos de experiencia y neurobiología esencial del

mindfulness. Apunte de clase unidad 2, Mindfulness y Psicoterapia, Universidad

UNIACC.
18 Apunte de clase

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