LA CUESTION ETICA Tramo

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LA CUESTIÓN ÉTICA.

El hombre vive solamente “conociendo”. Tal vez podamos afirmar que el


hombre vive sobre todo “obrando”. Es natural que si para saber se tiende a
preguntarse “¿qué puedo llegar a conocer?”, por su obrar formule la siguiente
pregunta: “¿qué debo hacer?”. En estas tres palabras está formulada la
pregunta ética fundamental, al tiempo que queda planteado el tema del que se
ocupa la ética: el obrar humano o las acciones del hombre.
 ¿qué debo hacer de mi vida?
 ¿cómo tengo que comportarme?
 ¿cuál ha de ser la conducta adecuada?
 ¿cómo debo obrar para relacionarme con los demás?
 ¿a qué llamo conducta buena o conducta mala?
 ¿qué es lo que merece premios o castigos?
Es común encontrar que se usa indistintamente ÉTICA y MORAL por
esa natural inclinación que tenemos a hacer uso apresurado del lenguaje. En
filosofía es oportuno hacer una distinción:
MORAL: Del latín “mos”: costumbre, hábito. Es un término más amplio y
designa al conjunto de normas de acuerdo con las cuales los hombres orientan
sus vidas. Como adjetivo alude a la “conducta humana”, mientras que como
“sustantivo” hace referencia al conjunto de prescripciones admitidas en una
cierta época y en una sociedad determinada.
ÉTICA: Del griego “ethos”: costumbre, hábito. Es el planteo o el
tratamiento, en teorías y especulaciones, sobre los actos morales. Se ocupa
de los objetos morales en todas sus formas y, definida como una rama de la
filosofía, puede caracterizarla como disciplina que indaga la esencia, el valor y
los fines de lo moral. Suele denominársela, también, “Filosofía Moral” o “Teoría
de las Costumbres”.
Es necesario distinguir la Ética como disciplina filosófica de la Moral, en
tanto estudio descriptivo de la conducta humana, es decir en tanto ciencia,
cuyo objeto es el conocimiento “histórico descriptivo” de las costumbres y de
las representaciones morales de los pueblos, las sociedades, las épocas, con
independencia de los juicios de VALOR que puedan merecer esos hombres.
En cada caso, en razón de sus conductas.

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La Ética no tiene carácter eminentemente normativo, como si fuera una
disciplina destinada a mover y determinar la conducta prescribiendo lo que
debe hacerse o lo que debe evitarse.
La Ética es normativa en la medida en que lleva a conciencia del
hombre los principios que han de “orientar”, sus determinaciones, sus
disposiciones, sus valoraciones: se convierte de manera mediata en un
elemento determinante de la acción humana.
La Ética no pierde su carácter especulativo y teórico: es una disciplina
filosófica y como tal debe tomar bajo su análisis los fundamentos y los
presupuestos del OBRAR HUMANO.
La Ética no debe encargarse de determinar, describir o definir el
particular y concreto QUEHACER humano, sino que debe establecer las
pautas para saber CÓMO JUZGAR. Como tal no debe preocuparse, porque no
le compete como disciplina filosófica, por señalar si esta acción es buena o si
aquella acción es mala: debe determinar cuáles son los principios o los
fundamentos que permiten juzgar “todas las acciones” para asignarles un valor
positivo o un valor negativo. 1
ÉTICA: CONCEPTOS FUNDAMENTALES:
1. Actos y conducta humana: El hombre vive obrando, vive
realizando actos. Los humanos se agrupan de modos diversos,
pero desde el punto de vista ÉTICO, los actos son de tres tipos:
ACTOS COMPELIDOS: son los que el hombre realiza sin poder
ejercer control alguno, sin poder darle o negarle su asentimiento.
A veces, sucede esto porque procede de forma inconsciente,
muchas de las funciones que ordenan nuestro organismo, por

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Es necesario distinguir la formación Ética, de la formación Moral: en realidad cuando
afirmamos que “es necesario contribuir a la formación moral de niños y de los adolescentes a través de
una verdadera educación integral” queremos señalar que debemos contribuir a despertar y desarrollar
en cada sujeto humano su capacidad interior para determinar lo que está bien y lo que está mal y, al
mismo tiempo, su capacidad de decisión (su voluntad) para elegir o hacer lo que realmente está bien y
evitar lo que está mal.
Nos interesa, en este caso, que tenga la “mente esclarecida” y la fuerza de voluntad para
encauzar su libertad hacia el bien y hacia el perfeccionamiento de la propia persona.
Si, por el contrario, decimos “esto e suna cuestión de Ética profesional”, lo que queremos decir
es que de acuerdo con los principios que guían a una determinada actividad o profesión hay ciertos tipos
de acciones que están permitidas y otras prohibidas o que no se aconsejan. No se juzga lo que se hace o
se omite, se establece un principio que debe ser respetado.

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ejemplo, y otras porque el individuo es obligado contra su
voluntad a realizar determinadas acciones.
ACTOS LIBRES: son los actos que el hombre realiza
determinando lo que él quiere hacer, conociendo y aceptando las
consecuencias de ese acto, seleccionando su obrar entre varias
posibilidades.
ACTOS MORALES: un acto no es moral por el solo hecho de ser
un acto humano. Para que sea moral debe coincidir con la
intención de realizarlo, debe ser libre, y al mismo tiempo debe ser
objeto de alguna aprobación o alguna censura, debe ser objeto
de alguna valoración, ya que puede haber actos libres, que como
tal, sean indiferentes a la aprobación, censura o valoración.

2. LA CONDUCTA HUMANA EN CUANTO OBJETO DE


VALORACIÓN MORAL: Tiene un agente responsable (cada ser
humano) se halla encaminada hacia un fin. Tiende hacia algo, es
objeto de una valoración (bueno o malo, aprobado o censurado).
Surgen algunos interrogantes que la ética se ha encargado de
desarrollar y ha generado una serie de respuestas que provienen
de la historia misma de la filosofía.
(i) ¿De dónde surge la ley, la obligatoriedad que reclaman al
sujeto, a cada hombre, la respuesta moralmente buena?
(ii) ¿Es la autoridad, la tradición, la voluntad ajena, la que lo
establece? ¿Es por el contrario, una fuerza interior que
surge del propio sujeto?
(iii) ¿Qué es aquello que determina que un acto sea
moralmente bueno o moralmente malo?
(iv) Esa determinación ¿es válida para todos los hombres, para
todos los pueblos, para todas las épocas?
(v) ¿Qué son los valores éticos? ¿A qué llamamos “conducta
valiosa” desde el punto de vista ético?
(vi) ¿Son necesarias las leyes morales, las normas éticas para
ordenar nuestra conducta y para juzgarlas?

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(vii) Los fundamentos del obrar moral: ¿dependen de Dios?,
¿dependen de la comunidad?, ¿dependen de cada ser
humano?

3. AUTONOMÍA Y HETERONOMÍA. CONCIENCIA.


La ética heterónoma remite a un conjunto de principios que
deben regir la moral de los individuos y de la comunidad como un
marco no formulado por el sujeto, sino respetado por él. Adquiere
validez universal y funciona como un sistema de referencias
(código, principios, disposiciones, reglas) al que debe sujetarse el
agente moral. El individuo se encuentra frente a lo que ya se ha
dispuesto y es ajeno a su formulación. No hacemos juicios de
valor sobre tales formulaciones. Sino una referencia a la manera
en que el sujeto debe ordenar su obrar moral. Tales
disposiciones pueden tener un origen religioso, social, político,
tradiciones y costumbres, etc. No hay posibilidad de revisarlo y
recrearlo, sino obligación de respetarlo y acatarlo. El obrar
moralmente bien depende de esta obligación exterior que
dictamina y delimita lo permitido de lo prohibido, lo aconsejado de
lo censurado. Representa, naturalmente, un estadio natural de
nuestro crecimiento como personas, nacemos dentro de un
marco heterónomo ya que nos movemos en medio de
disposiciones que no hemos formulado, ni seleccionamos y que
debemos obedecer.
En medio culto, en buena parte de nuestra vida, impone un conjunto de
normas y criterios morales a las que debemos adherir. En un alto porcentaje de
conocemos los motivos de tales mandatos: están y deben ser obedecidos. El
paso del tiempo, crecimiento, nos puede “despertar” del sueño de heterónomo
e inquietarnos la conciencia con una serie de interrogantes que se inician con
un planteo acerca de las razones de puntuales disposiciones hasta llegar a la
discusión general de este tipo de imposición.
La ética Autónoma traslada al interior del sujeto mismo, la
obligatoriedad del obrar moral y desde allí legisla con la misma fuerza que
puede provenir del interior. Es el agente moral el que se formula los principios

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del obrar moral que han de guiar sus acciones con una validez que es
universal, porque aspira a reflejar en sus juicios la generalidad que caracteriza
a todos los actos morales.
La autonomía crece como una disposición interior que deberá ser
asumida progresivamente, por parte del sujeto moral que encarne en sí mismo
y no va por la fuerza imperativa exterior. Los criterios que deben regir
moralmente sobrar. Rechaza todo imposición exterior por innecesarias, no por
inválida. Sus mandatos encuentran en su propia estructura su fundamento y
por lo tanto es consciente de su indiscutida validez pero opta por una
formulación Autónoma que puede asegurarle mayor efectividad. Esta fidelidad
a sí mismo no representa ningún relativismo ético, sino que la fuerza de la
obligación la ley moral que dictamina la conducta de cada hombre surge en el
interior del propio sujeto, quién descubre en sí mismo las normas para ordenar
sobrar.
Mientras la heteronomía fuerza como un marco exterior inapelable, la
autonomía puja desde del interior convicciones y coherencia. Nunca podemos
ser totalmente autónomos, ni heterónomos la fortaleza de la moral se
fundamenta en este encuentro de mandatos que atienden al bien integral de la
persona y de la comunidad.
Ambas concepciones éticas remiten a un conflictivo término la
conciencia. El debate obedece simplemente a las múltiples y equivocas
interpretaciones que genera en el uso cotidiano. La conciencia moral aparece
en el lenguaje coloquial en expresiones tales como cuestión de conciencia, su
conciencia lo condena la voz de la conciencia. Está conciencia moral
presupone el funcionamiento de la conciencia como actividad psíquica general,
capacidad del ser humano de reflexionar sobre sus propios actos, registrar su
existencia y sus actividades y establecer cierta distancia de lo real.
Conciencia moral, implica una comprensión valoración y enjuiciamiento
de nuestros actos y de nuestra conducta conforme a las normas. Que ella
misma conoce y asumido como obligatorias la conciencia establece relación
con la obligatoriedad el reconocimiento y archivo del código moral actúa en
nuestro interior para juzgar específicamente los actos concretos y específicos
que nos toca protagonizar.
Ética de bienes o de fines Aristóteles.

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El hombre vive continuamente obrando realizando acciones, cada una
de ellas responde a un motivo lo que hace lo hace porque considera que
realiza un bien o se acerca a algún fin. El bien siempre es el propósito al que
apunta una acción pero los bienes y los fines son muchos y no son todos de la
misma categoría. Algunos bienes no son más que medios para alcanzar otros
bienes, pasos intermedios para lograr el verdadero fin. Por ejemplo: estudio
pensando en lograr una buena base para mi futura carrera Universitaria,
sabiendo que este es un paso intermedio para lograr un ubicación en la
sociedad.
Aristóteles, señala, que es necesario determinar un bien, un fin último y
supremo que pueda dar sentido a todos los demás fines y medios: ¿cómo
tiene que ser ese bien supremo?
 Algo que sea querido por sí mismo, y no como un simple medio
para obtener otros bienes o fines.
 Algo que se basta a sí mismo que no dependa de otro bien o de
otro fin bien autárquico.
Éste bien supremo y fin último según Aristóteles es la felicidad, algo que
siempre elegimos por sí mismo y nunca por otra cosa. Como la felicidad se
denomina en griego eudaimonía, la ética aristotélica fue denominada como una
ética eudemónica que tiene como bien supremo la FELICIDAD.
Pero en qué consiste la felicidad para Aristóteles:
La felicidad no puede encontrarse en el placer (hedonismo) porque eso
nos acercaría a la vida de los animales y nos alejaría de lo específicamente
humano. Además porque en el placer dependemos del objeto de placer,
estamos atados a él, careciendo de la autarquía que le habíamos asignado al
bien supremo.
Tampoco puede encontrarse en los honores, la gloria, el triunfo en la
vida pública, porque también en este caso dependemos de los demás, de
quienes nos tributan honra y honores. La felicidad sólo puede encontrarse en la
virtud. En la excelencia propia del hombre, de aquello en lo que el hombre se
manifiesta como tal. Para Aristóteles la felicidad es la acabada y plena
realización de la actividad propia y distintiva del hombre, aquello que lo
singulariza frente a los demás, es la perfección en el uso de la razón.

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La virtud que conduce a la felicidad es la que rescata la vida teorética y
contemplativa, una vida dedicada al verdadero conocimiento y al uso de la
razón.
El placer, los honores, las riquezas, tienen su valor, pero no pueden
identificarse con la felicidad ya que tienen un goce transitorio y hacen que
dependamos de cosas o de otras personas y son fáciles de arrebatar.

¿Qué es la virtud?
 Es un acto que es resultado de una elección acción voluntaria.
 Es un hábito, una cierta manera de obrar constante. No son las
simples acciones sino el carácter que revela al individuo como
virtuoso.
 Es la posición intermedia entre dos vicios, uno por exceso y otro
por defecto, determinada por la razón de un hombre prudente.
Ejemplo:

Exceso (vicio) Término Medio (virtud) Defecto (vicio)


Temeridad Valentía Cobardía
Desenfreno Temperancia Insensibilidad
Despilfarro Liberalidad Avaricia
Timidez Modestia Desvergüenza
Envidia Falta de indignación Malevolencia
Vanidad Magnanimidad Humildad
Obsequiosidad Amabilidad Grosería

¿Qué tipo de virtudes reconoce Aristóteles?


La realización del hombre requiere la perfección de las dos partes que
componen al hombre:
1 La parte directiva o propiamente racional.
2 La parte sensitiva correspondiente a nuestro ser animal por ello se
reconocen dos tipos de virtudes:
Virtudes éticas: son las virtudes del carácter, las virtudes aplicadas a la
manera de ser y a la facultad de desear. Son las virtudes morales que ordenan

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las funciones de menor jerarquía. Ejemplo: la generosidad, la templanza, la
justicia…
Virtudes dianoéticas: son las virtudes intelectuales, las relativas a la
vida teorética o racional las específicas del ser del hombre. Es la parte directiva
que expresa en el pensamiento y en la pura actividad contemplativa de la
verdad la perfección de la virtud y de la felicidad.
Ejemplo: el Ingenio, la prudencia, la sabiduría o la ciencia.

Ética formal Kant:


Aporta a la historia de la filosofía, como en otros problemas, un cambio
de óptica. Su ética reúne dos características fundamentales: es Autónoma, la
ley moral se impone por sí misma con una fuerza imperativa propia, sin
condiciones y sin recurrir a ningún elemento exterior como fuerza obligante
(heterónoma). Debo hacer algo, no porque Dios lo ordene para alcanzar la
felicidad o la vida eterna, sino por la fuerza autosuficiente de la ley moral.
Es formal: un acto es bueno o malo moralmente, no por su contenido
mismo o por las consecuencias, sino por el acto mismo, por el querer que guía
la acción y su adecuación a una ley de validez universal.
Ejemplo: ayudar a un amigo en desgracia no es moralmente bueno
porque de este modo agradó a Dios, me siento bien o consigo la felicidad.
Tampoco es moralmente bueno porque la acción es reconocida como buena
por todos y porque en el futuro mi gesto solidario puede beneficiarme. Es
bueno en tanto y en cuanto me guíe la intención de hacer el bien en sí y admita
qué es hacer el bien. Debería ser una ley con validez universal por eso, Kant,
no dice qué está bien y qué está mal, sino como debe procederse para realizar
actos moralmente buenos.
La conciencia moral: la conciencia del bien y del mal, de lo justo y de lo
injusto, de lo que se debe hacer o evitar. Es la conciencia del deber, es
conciencia que manda de modo absoluto, sin admitir ninguna condición: debo
hacer esto o aquello porque es mi deber hacerlo.
No interesa lo que me pueda costar hacerlo, no interesan los beneficios
que pueda producirme u otras razones.

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Ejemplo: no debo robar no porque puedan sorprenderme, por mi honor o
porque no tengo necesidad, no debo robar porque es mi deber no hacerlo, aún
cuando la circunstancia, la necesidad, u otro motivo me fuercen a hacerlo.
La buena voluntad: “Ni en el mundo, ni en general tampoco fuera del
mundo, es posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin
restricción a no ser tan sólo una buena voluntad”.
Hay muchas cosas y cualidades que son buenas, pero que pueden
convertirse en malas, depende del uso que se haga de ellas. Por ejemplo: la
buena voluntad es absolutamente buena, ya que en ninguna circunstancia
puede ser mala. Es buena en sí misma no porque lo acepte o realice, porque
alcance o no determinemos fines. Esa buena voluntad es la que deberá guiar el
valor de los actos moralmente buenos o malos.
Ejemplo 1: mis padres atraviesan por serias dificultades económicas,
hago todo lo posible por resolverles sus problemas, pero no dispongo de
medios y la situación no encuentra solución.
Valor moral: acto de buena voluntad, aunque no se haya obtenido el
éxito deseado.
Ejemplo 2: mis padres atraviesan por dificultades económicas, tengo
proyectos personales, los postergó y acudo en ayuda de mis padres.
Valor moral: tiene el mismo valor que el anterior, porque es
independiente del resultado.
Ejemplo 3: mis padres atraviesan por serias dificultades económicas,
tengo poca comunicación con ellos porque vivo en el exterior, he decidido
enviarles una suma de dinero ignorando que con eso soluciono un grave
problema.
Valor moral: no tiene valor alguno, aunque también se haya encontrado
la solución para el problema.
El deber:
El hombre debe luchar contra una serie de inclinaciones que interfieren
en la realización de sus acciones, la buena voluntad lucha contra las
inclinaciones para alcanzar el deber ser moral. Kant distingue diversos tipos de
actos para certificar cuáles de ellos son los que asumen un indiscutible valor
moral.

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Acto contrario al deber: es un acto moralmente malo porque mi
inclinación se opone al deber ser que ha de guiar mi obrar. Obro por inclinación
Ejemplo: una persona está siendo amenazada de muerte por un extraño,
reconozco a un antiguo enemigo me alejó sin intervenir.
Acto conforme al deber: se trata de un acto realizado por inclinación,
aunque coincida con el deber que se me impone.
Ejemplo 1: una persona está siendo amenazada de muerte por un
extraño, reconozco a un amigo que tiene pendiente negocios conmigo,
intervengo para salvar su vida (inclinación mediata).
Ejemplo 2: una persona está siendo amenazada de muerte por un
extraño, es una persona que quiero, hago lo imposible para salvarlo (inclinación
inmediata).
Acto por deber: Es un acto exclusivamente por deber, sin ninguna
inclinación, o aún contrariando mis inclinaciones. Este es el único acto
moralmente bueno, hacer el bien no por inclinación, sino por deber.
Ejemplo: una persona está siendo amenazada de muerte por un extraño,
es un desconocido o un enemigo, hago todos los esfuerzos necesarios para
salvarle la vida.
El imperativo categórico.
Para definir los principios de orden práctico que deben guiar toda acción
y definir el obrar moral Kant apunta al principio por el cual todo acto se realiza.
La máxima de una acción es el principio, fundamento subjetivo que me
lleva a obrar. Los imperativos son mandatos que la buena voluntad debe
considerar como la única máxima que guía las acciones el obrar del hombre.
Los imperativos morales son siempre incondicionados, categóricos,
universales.
¿Cómo formula Kant ese imperativo, ese mandato? ¿Qué debe orientar
nuestro obrar?
“Obra de tal modo que la máxima que guía tu acción puede llegar a
convertirse, al mismo tiempo, en una ley universal”.
Ejemplo: puede pensar que la traición se llegue a convertir en ley
universal aún en circunstancias extremas es un acto inmoral.
“Obra de tal modo que trates a la humanidad tanto en tu persona, como
en la persona de cualquier otro, siempre como un fin y nunca como un medio”.

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Ejemplo: utilizar a los otros o esclavizarlos es una forma de convertirlos
en medio (comportamiento inmoral).

John Stuart Mill.

¿Qué es el utilitarismo?

Desde Epicuro hasta Bentham, que mantuvieron la teoría de la utilidad,


entendían por ella el propio placer junto con la liberación del dolor y que en
lugar de oponer lo útil a lo agradable o a lo ornamental, han declarado siempre
que lo útil significa, entre otras cosas, estas cosas.
El credo que acepta como fundamento de la moral, la utilidad, o el
principio de la mayor felicidad, mantiene que las acciones son correctas en la
medida en que tienden a promover la felicidad, incorrectas en cuanto tienden a
producir lo contrario a la felicidad. Por felicidad se entiende el placer y la
ausencia del dolor, por infelicidad se entiende la ausencia de placer y la
presencia del dolor.
Esta teoría a traído a muchas mentes cierto desagrado: “Suponer que la
vida no posea ninguna finalidad más elevada que el placer, lo califican como
totalmente despreciable: como una doctrina solo digna de cerdos.” La
acusación supone que los seres humanos no son capaces de experimentar
más placeres que los que puedan experimentar los puercos. Si las fuentes de
placer fueran exactamente iguales para los seres humanos y para los cerdos,
la regla de vida que fuera lo suficientemente buena para los unos, sería lo
suficientemente buena para los otros.
Empero, los placeres de una bestia no satisfacen la concepción de
felicidad de un ser humano. Estos poseen facultades más elevadas que los
apetitos animales, una vez que son concientes de su existencia no consideran
como felicidad nada que no incluya la gratificación de aquellas facultades.
Los utilitaristas en general, han basado la superioridad de los placeres
mentales, sobre los placeres corporales.

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Un ser con facultades superiores necesita más para sentirse feliz.
Probablemente esta sujeto a sufrimientos más agudos y ciertamente los
experimenta en mayor número de ocasiones que un tipo inferior.

“Mayor cantidad total de felicidad”.

Si puede haber alguna duda acerca de que una persona noble pueda ser
más feliz a causa de su nobleza, lo que sí no puede dudarse es que hace más
felices a los demás y que el mundo en general, gana inmensamente con ello. El
utilitarismo por consiguiente, solo podría alcanzar sus objetivos mediante el
cultivo general de la no9bleza de las personas, aun en el caso de que cada
individuo solo se beneficie de la nobleza de los demás y la suya propia, por lo
que a la felicidad se refiere, contribuya a una clara reducción del simple
beneficio.
La utilidad no solo incluye la búsqueda de la felicidad, sino la prevención
y mitigación de la infelicidad. Cuando las personas que son tolerablemente
afortunada con relación a los bienes externos, no encuentran en la vida goce
suficiente que la haga valiosa para ellos, la causa radica, generalmente, en la
falta de preocupación por los demás.
El predomino del activo sobre el pasivo, y teniendo como fundamento de
toda la felicidad no esperar de la vida, nada más de lo que nos pueda dar.
Todas las fuentes del sufrimiento humano, son en gran medida
eliminables, mediante el empeño y el esfuerzo humano.
La moral utilitarista reconoce en los seres humanos la capacidad de
sacrificar su propio mayor bien, por el bien de los demás. Sólo se niega a
admitir que el sacrificio sea en sí mismo un bien. Un sacrificio que incremente o
tienda a incrementar la suma total de la felicidad se considera como inútil.
La multiplicación de la felicidad es, conforme a la ética utilitarista, el
objeto de la virtud: las ocasiones en las que persona alguna tiene en sus
manos hacer esto a gran escala, no son sino excepcionales y solo en tales
ocasiones se les pide que tome en consideración la utilidad pública. Lo que

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tiene que tener en cuenta la utilidad privada es el interés o felicidad de unas
cuantas personas hasta abarcar la sociedad en general.

Juicio ético sobre el utilitarismo.

Utilitarismo y pragmatismo
La base del utilitarismo es el placer y el dolor. De está manera, para los
utilitaristas, lo que proporciona placer es bueno y lo que nos causa dolor es
malo.
El utilitarismo es una variedad del hedonismo ético. El hedonismo
sostiene que el bien que las personas deben buscar es la felicidad o el placer.
No simples placeres físicos u hormonales, sino situaciones placenteras, que
pueden incluir placeres más nobles (intelectuales, sociales, espirituales)
Aristóteles sostuvo que lo que todo hombre en definitiva busca es la
felicidad. Todo lo demás es medio para ese fin. La felicidad tiene un valor
intrínseco. Pero para los utilitaristas, el resultado que debemos buscar en
todas nuestras acciones es la felicidad, por que es el único bien en sí.
Tradicionalmente se reconoce a Jeremy Bentham como padre del
movimiento filosófico llamado utilitarismo esta corriente de pensamiento tuvo y
ha tenido una gran influencia no solo en ética, sino también en política y
economía, especialmente en el mundo anglosajón.
El utilitarismo de Bentham se inspira en la doctrina de Epicúreo, esta
teoría del Epicureismo es importantísima, pues es uno de los grandes intentos
por hacer compatible el materialismo con la libertad y con la ética.
El epicureismo afirma que el hombre como ser material, su finalidad es
material. El fin del hombre es el placer. El sentido y la finalidad de nuestra
vida es llevar a cabo una vida lo más placentera posible.
No debemos confundir el Epicureismo con el Hedonismo burdo.
Hedoné significa placer en griego. El hedonista burdo pone la felicidad del
hombre en la búsqueda desesperada de placeres sin más, y se dedica a gozar
de la vida sin freno alguno. El hedonismo puede resumirse en dos frases
vulgares “comamos y bebamos que mañana moriremos” y “vamos a darle vuelo
a la hilacha”.

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Epicúreo no es un hedonista burdo. El es lo suficientemente inteligente
como para darse cuenta que la búsqueda desenfrenada e irracional del placer
termina por producir dolor, fastidio, hastío. Por ejemplo, un hedonista piensa
que, si a una persona le gustan las cubas, debe beber cuanto quiera hasta
embriagarse. Un epicureista razonaría de la siguiente manera:
Emborracharse con ron provoca un placer de dos o tres horas, pero el otro día
tendrás dolor de cabeza, malestar estomacal y sed por seis o siete horas.
Embriagarse nos pone en peligro de matarnos o matar alguien y esto traería
consecuencias dolorosas. Además no podemos emborracharnos todos los
días pues lo más probable es que nos enfermaríamos y esto traería por
consecuencia dolor. Luego emborracharse no es un placer que convenga.
Es un placer demasiado costoso y trae demasiados riesgos de dolor. Es
mucho mejor beber moderadamente, pues causa placer y no trae dolor.
El verdadero placer, piensa Epicúreo, consiste en evitar el mayor
número posible de dolores, inquietudes y ansiedades. Para ello, el hombre
debe llevar una vida moderada, ordenada, no debe vivir desenfrenadamente.
Epicúreo es un economista del placer. NO propone la vida moderada por
motivos virtuosos. El motivo de Epicúreo es la búsqueda del placer. Epicúreo
calcula las inversiones y se da cuenta que es mejor invertir en las empresas
que produzcan intereses pequeños, pero constantes, y no arriesgar su capital
en empresas que pueden generar unas ganancias fabulosas, pero que hay un
alto riesgo de perderlo todo.
Epicúreo fomenta su teoría en que es mejor pequeños placeres, pero
constantes y sin dolores, que placeres intensos, pero pasajeros y
acompañados de grandes dolores.
El principio de utilidad de Bentham aprueba o desaprueba cualquier
acción de acuerdo con la tendencia que parece tener en cuanto aumentar o
disminuir su felicidad de las partes interesadas. Es decir que las acciones son
buenas cuando el resultado es la felicidad de la partes interesadas . Es decir
las acciones son buenas cuando el resultado es la felicidad y malas cuando el
resultado es la infelicidad. Las virtudes, incluso son medios para un fin: la
felicidad y la satisfacción.
Así por ejemplo, James Mill (1773-1836) y Jhon Stuart Mill(1806-1873),
tenían una posición social que les permitía influir en el gobierno ingles. mas

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tarde, el movimiento norteamericano pragmatista se inspiraría en algunas ideas
del utilitarismo ingles.
John Stuart Mill, define al Utilitarismo como:
“La doctrina que acepta como fundamento de la moral a la utilidad o
principio de la máxima felicidad, sostiene que las acciones son correctas en
proporción a su tendencia a promover la felicidad, e incorrectas si tienden a
producir lo contrario a la felicidad. Por felicidad se entiende el placer y la
ausencia de dolor; por infelicidad al dolor y la privación del placer” (Utilitarismo,
ii, 1863).
El pragmatismo norteamericano afirma que la verdad es la practica: algo
es verdadero cuando sirve, cuando es practico, cuando funciona y da
resultados. representantes del pragmatismo son Charles Peirce (1839-1914),
William James (1842-1910) y Jhon Dewey (1859-1952) (Lat. utilis, útil).
El utilitarismo es una forma moderna de la teoría ética hedonista en la
que su principal preocupación es la felicidad en la conducta humana, y por lo
tanto la diferencia entre el comportamiento bueno y malo es en consecuencia el
placer y el dolor.
Jeremy Bentham nació en Inglaterra en 1748 y murió en 1832. Hombre
culto, desarrollo mucho interés en la política y administración publica, en su
teoría ética, reducía los motivos de la conducta al placer y al dolor; la
moralidad, al acto útil (Utilitarismo), sus ideas y acciones fueron decisivas para
reformar el sistema de las cárceles inglesas, que además de excesivamente
rigurosas eran escuelas de crimen.
Bentham, como muchos otros filósofos ingleses, es un empirista, el
conocimiento primordial es la experiencia sensible. todo el saber humano debe
intentar parecerse a las ciencias empíricas y matemáticas. No se puede
entender la ética de Bentham si se olvida que es un empirista.
El utilitarismo se basa en que todo ser humano busca por naturaleza el
placer y evita el dolor. Bentham decía: “La naturaleza ha colocado a la
humanidad bajo el gobierno de dos señores soberanos, el dolor y el
placer(...). Ambos nos gobiernan en todo lo que hacemos, en todo lo que
decimos, en todo lo que pensamos: Cualquier esfuerzo que hagamos para
liberarnos de nuestra sujeción a ellos, no hará si no demostrarla y
confirmarla”. La moralidad, según Bentham, puede ser calculada

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matemáticamente como balance de satisfacciones y sufrimientos, resultado de
determinadas acciones cualesquiera que sean. En otras palabras, todas
nuestras acciones están dirigidas a huir del dolor y obtener placeres. cuando
damos un regalo a nuestra madre, cuando estudiamos química, cuando
salimos a bailar, cuando nos levantamos de madrugada para llegar al trabajo,
cuando perdonamos a nuestra novia, en todas nuestras acciones estamos
buscando un placer o evitando un dolor.
Para Bentham, ”placer” es un termino muy amplio. sexo y comida no son
los únicos placeres, ni siquiera los mas importantes. escuchar música, leer un
libro, sentirse bien por haber dado limosna, la satisfacción de haber cumplido
con el deber, son también placeres. El ser humano va detrás del placer o
huyendo del dolor en todos sus pensamientos, deseos y acciones. El hombre
no hace nada que no le brinde alguna satisfacción.
En el utilitarismo la vida buena para ellos es la misma que en los
clásicos: la vida feliz. Sin embargo Jeremy Bentham, el padre del utilitarismo
decimonónico, no distingue ni jerarquiza placeres a la hora de establecer su
supremacía. Parecer que el placer es el mismo más allá de la diversidad de
situaciones, sentimientos o sensaciones que puedan ocasionarlo. Sólo varía
en su cantidad.
Por supuesto, esta concepción es del todo básica y superficial, aunque
hoy sea la posición dominante. Los objetos del deseo humano son
irreductiblemente heterogéneos y, aunque no fuese así, igual no nos serviría,
precisamente porque el gozo, de por sí, no nos proporciona ninguna buena
razón para emprender un tipo de actividad antes que otra. El placer
acompaña, puede confundirse con ella. Pero no es el fin, sino un adjetivo del
fin.
Semejante falencia en lo antropológico no son menores en lo político.
El utilitarismo, en su formulación más simple, sostiene que el acto o la política
moralmente correcta es aquella que genera la mayor felicidad entre los
miembros de la sociedad. "La mayor felicidad para el mayor número". El
potencial democrático del principio es incuestionable, pues hay un único criterio
para definir el bien común: lo que establezca la mayoría. ¿Y si la mayoría se
equivoca? Esta es la debilidad del planteamiento rousseauniano al encerrar
un peligroso relativismo. Y no digo peligroso porque si: puede ser el caldo de

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cultivo para el nazismo o para otros “excesos políticos” similares. El bien
común no puede ser, solamente, lo que diga la mayoría.
En Bentham, el carácter metafísico y mecanicista en la concepción de la
moralidad (“aritmética moral”) se completa con la apología franca de la
sociedad capitalista, por cuanto se declara que la satisfacción del interés
particular (“principio del egoísmo”) es el medio que permite “lograr la mayor
felicidad para el mayor número de personas” (“principio del altruismo”).
Criticaba la teoría del derecho natural. Negaba la “religión natural”, que
construía el concepto de Dios por analogía con los soberanos de la tierra, y
defendía la “religión revelada”. En la teoría del conocimiento, era nominalista.
Sobre la base de los manuscritos de Bentham, Boole formuló la teoría de la
cuantificación del predicado. Obra principal: “Deontología o ciencia de la
moral” (1834).
El placer como criterio de moralidad
¿Qué es lo bueno?
Las definiciones de bueno y malo varían dependiendo de cada persona
o grupo de personas.
Según el utilitarismo es “lo que causa placer, o mejor dicho, lo que causa
el placer más intenso” y durante más tiempo, una acción será más buena en la
medida en que nos traiga mas placer.

Es decir Bentham considera que para que un placer sea verdaderamente


bueno deberá tener dos propiedades: pureza y fecundidad.
a) Por pureza de un placer, Bentham entiende que vengan sin mezcla de
dolor. Un placer perfectamente puro es un placer que no trae ningún dolor; un
placer impuro es un placer que viene acompañado de dolor. por ejemplo, el uso
de las drogas duras (morfina, cocaína, etc) son placeres impuros, pues traen
como consecuencia inmediata una resaca, un deterioro de la salud física y
mental, una dependencia. Escuchar música, lo mismo da que sea Bethoveen
que a Luis Miguel, es un placer puro, pues nadie tiene vomito y nauseas
después de haber escuchado quinta sinfonía de Bethoveen o el ultimo CD de
Luis Miguel.

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Sin embargo, hay una cuestión más profunda aún: ¿es posible
establecer a través del placer o el dolor de una acción, la felicidad humana?.
Puede que una acción cause dolor, como por ejemplo prepararse físicamente
para una competencia pero que más tarde cause la alegría del triunfo logrado.
b)Fecundidad de un placer significa que traiga consigo otros placeres,
que nos capacité para obtener mas placeres. por ejemplo, el uso de la cocaína
es infecundo, pues nos quita la posibilidad de obtener muchos otros placeres,
cómo lo son la salud física, el equilibrio mental, tener riquezas, triunfar
profesionalmente o la estima y respeto de la sociedad. En cambio el catador
de vinos bien distinto del borracho y del alcohólico cultiva un placer fecundo,
pues el catar un excelente vino le facilita el disfrutar más otros vinos un buen
catador puede saborear vinos y además le pagan por hacerlo, catar vinos es un
placer fecundo.
El principio de utilidad o principio de máxima felicidad

La relación directa entre “mayor placer” y mayor “felicidad” se conoce como el


principio de utilidad o principio de la máxima felicidad posible. este principio
según Bentham, no solo es valido para el individuó, sino también para la
comunidad: Nuestro deber es buscar la máxima felicidad para mayor numero
de personas. De aquí deriva la idea tan extendida de que la única finalidad del
estado seria proporcionar bienestar material a los ciudadanos.
Las acciones son buenos en la medida en que aumentan el placer o
disminuya el dolor; las acciones son malas en la medida en que disminuye el
placer aumenta el dolor. el principio de máxima felicidad viene a decir que es
mejor la acción que logra mas placer durante mas tiempo mayor numero de
personas. el alcoholismo de un padre de familia no seria la mejor acción, pues
el no puede estar gozando todo el día del alcohol, y hace sufrir a su familia
luego las acciones que conducen al alcoholismo no son las mejores acciones
posibles, no son acciones útiles.
Para Bentham, placer ,felicidad y utilidad se identifican. “La utilidad es
cualquier propiedad de cualquier objeto por la cual este tiende a producir
provecho, ventaja o placer ,bien o felicidad , o evitar que se produzca
daño ,dolor, mal o infelicidad”.
La aritmética del placer

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En la forma de ética no deja afuera a Dios, al contrario deja claro que Dios
desea nuestra felicidad, que fuimos creados para ser felices, el problema es
que tipo de felicidad.
El cálculo de Bentham supone que la felicidad consta de siete elementos
o categorías:
Intensidad (que tan intensa es la felicidad que logro).
Duración (por cuanto tiempo).
Certeza (que tan seguro estoy de los resultados que espero).
Proximidad (que tan pronto).
Fecundidad (conduciría a placeres semejantes) .
Pureza (que tanto dolor le acompaña).
Extensión (a cuantos afecta).
Para cada acción que nos proponemos realizar debemos medir cuantas
unidades de placer obtenemos o esperamos obtener para cada categoría. La
acción más correcta será la de un total más de puntos.
El cálculo de Bentham es puramente cuantitativo: lo que importa es
cuánto placer recibimos no la calidad de ese placer.
Según Bentham, el arte del bien vivir consiste en saber calcular los
placeres que determinadas acciones nos van a proporcionar a nosotros y a la
comunidad. el objetivo es obtener el mayor numero posible de placeres durante
el mayor tiempo posible. Pongamos un ejemplo, sí un medico X no tiene
dinero, y lo necesita para llevar una vida placentera, puede hacer dos cosas:
robar un banco conseguir un empleo. el medico x deberá hacer un calculo
robar un banco me puede proporcionar 900 millones de pesos. con ese dinero
puedo viajar, comprar una casa, levantarme tarde todos los días, comer caviar
y salmón, etc., pero el robo tiene dos inconvenientes; primero, que hay un 80%
de probabilidad de fallar, y entonces o me mataran o me encerraran 50 años en
la cárcel; segundo, si logro tener éxito, no podré gastarme el dinero tan
fácilmente, pues seré prófugo de la justicia, y un hombre que de la noche a la
mañana se hace rico no puede pasar inadvertido, por lo tanto, robar un banco
puede implicar mucho sufrimiento. En cambio si me dedico a la medicina con
intensidad por un tiempo, puedo retirarme en 20 años y dedicarme a viajar sin
tenerme de policía. además, trabajar duramente no impide que tenga

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vacaciones y fin de semana. en consecuencia, el trabajo es una mejor
elección ,pues asegura un aceptable nivel de placeres.
Bentham fue criticado dentro y fuera de Inglaterra por un lado, él calculo
de placeres algo difícil nunca sabremos con exactitud que tanto placer o dolor
puede traer una decisión por otra parte, aunque Bentham no haya legimitado la
corrupción de los funcionarios, al contrario, se opuso a ella, es muy fácil que
algunos gobernantes ”hagan sus propios cálculos de placer” y opten por
explotar a los demás. Este es solo uno de los riesgos de tomar el placer como
medida de la felicidad.
Pero sobre todo, el placer es algo subjetivo y pasajero, subjetivo por que
hay situaciones que a unos causan placer y a otros no; pasajero porqué, por
muchos cálculos que hagamos, siempre querremos un placer mas permanente.
en definitivamente, el utilitarismo de Bentham se estrella con que la felicidad
que deseamos es algo perfecto, imposible de satisfacer con los placeres
limitados que tenemos a la mano. El cálculo o utilitarismo de Bentham no hace
feliz al hombre.
Sin embargo, él utilitarismo es coherente con el empirismo: sí el hombre
es fundamentalmente una realidad sensible, una realidad animal, entonces la
búsqueda de placer se convierte en la norma moral. el que nunca podré
satisfacer su ansia de felicidad con el placer, lo que le causa, tarde o temprano,
una profunda decepción.

Habermas:
Jurgen Habermas nació en Dusseldorf, Alemania, en 1929. Estudió en
Gottinga y en Bonn, doctorándose con una tesis sobre Schelling y fue ayudante
de Adorno desde 1956 a 1959 en el Instituto de Investigación Social de
Francfort. Entre 1961 y 1964 ejerció como Profesor en Heidelberg, luego fue
profesor titular de Sociología y de Filosofía en Francfort desde 1964 a 1971, y
dirigió a partir de este último año el Instituto Max Planck de Starnberg. En 1983
regresa a Francfort. Realiza importantes trabajos empíricos sobre
comunicación de masas y socialización política: considera al pragmatismo
americano como una interesante propuesta para compensar las debilidades de
la teoría marxista de la sociedad. Recientemente ha sido galardonado con
el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2003.

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En 1976 desarrolla la teoría de la acción comunicativa con la intención
de lograr una reconstrucción del materialismo histórico. Critica fuertemente al
marxismo por descuidar el aspecto superestructural y hacer fuerte hincapié en
lo económico- material. En 1981 su interés se centra en la filosofía práctica:
moral, ética, derecho y justicia. La noción clave es la idea de “comunidad ideal
de comunicación”.
Tomada en su conjunto, la obra de Jürgen Habermas resulta de difícil
acceso. La variedad de los intereses y el rigor de sus planeamientos teóricos,
junto con la continua referencia y aprovechamiento de investigaciones de áreas
diversas, lo revelan como un pensador polémico. Su temática es tanto
sociológica y filosófica como científica y política. Influido por Heidegger, Hegel y
Lukács, se pone en contacto con los “temas de izquierda”. Lee a Marx,
Benjamin, Marcuse, Horckheimer y Adorno. Espantado por el nazismo - quizá
la expresión más dolorosa del proyecto moderno- se esfuerza
desesperadamente por encontrar en el ámbito intersubjetivo de la
comunicación la clave que permita reanudar ese proyecto, reinterpretarlo y
realizarlo.
Por sus estudios en sociología entra en contacto con trabajos empíricos
de comunicación de masas y sociología política, y con la obra
de Durkheim,Weber y Parsons. En esa época escribe “Historia y crítica de la
opinión pública” y “Teoría y praxis”, en un intento de proseguir el marxismo
hegeliano y weberiano de los años 20. De forma simultánea se dedica a la
filosofía del lenguaje y a la teoría analítica de la ciencia. Considera al
pragmatismo americano como una interesante propuesta para compensar las
debilidades de la teoría marxista de la sociedad. Todo ello lo conducirá a la
idea de una pragmática universal desarrollada ampliadamente en su Teoría de
la acción comunicativa.
En “Ciencia y técnica como Ideología” y en “Conocimiento de interés”,
del mismo año, distingue la acción racional con orientación utilitaria de la
acción comunicativa. Esta distinción apunta al desarrollo de una teoría de la
comunicación. Deja en claro además que es tarea de una crítica de la ciencia
que escape a los engaños del positivismo admitir el carácter “interesado” de
aquella: no hay conocimiento neutral. Más aún, hay diversos intereses
científicos: uno es el técnico de las ciencias empíricas; otro, el práctico,

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orientador de la acción por su comprensión de sentidos; y el tercero, el
emancipador de la teoría crítica de la sociedad.
En 1976 recurre a la teoría de la comunicación para lograr una
“reconstrucción” del materialismo histórico. Reconstrucción, esto es,
descomposición y reconstrucción en forma nueva de una teoría con el fin de
ver y alcanzar mejor su meta. Aceptada la diferencia entre trabajo e interacción
simbólicamente mediada, la crítica del marxismo se deduce fácilmente: tiene
que ver con su énfasis en lo económico y su descuido de lo superestructural.
Critica las contradicciones y tendencias de la crisis del capitalismo
tardío- burocrático, las cuales derivan de la falta de consenso racional con
respecto al principio de organización de la sociedad vigente. Es decir, apunta a
la consideración de lo particular en detrimento de lo argumentativamente
generalizable. Sin embargo, es una censura moral con la cual un Habermas no
puede contentarse. Hay que tener en cuenta sobre todo las tendencias
concretas a la crisis del capitalismo, las cuales se ubican no sólo en el plano
económico administrativo, sino también en el sociocultural de las legitimaciones
y motivaciones. Por otro lado, no se puede concluir con certeza la
autosupresión del principio capitalista de organización, ni tampoco predecir la
necesidad de una crisis.
En 1981 publica su monumental obra “Teoría de la acción
comunicativa”. Es una obra sociológica, una teoría global de la sociedad:
el origen, la evolución y las patologías de la sociedad. Habermas abandona
el programa de la filosofía de la conciencia o del sujeto y se ubica en el de la
intersubjetividad comunicativa o del entendimiento lingüístico. Desde
este punto de vista, considera entre otras cosas que el modelo de
acuerdo con el cual hay que pensar la acción social no es ya el de una
acción subjetiva orientada por fines egoístas de sujetos individuales, sino
el de una acción orientada al entendimiento en el cual los sujetos
coordinan sus planes de acción sobre la base de acuerdos motivados
racionalmente, a partir de la aceptación de pretensiones. La pragmática
universal intenta identificar y reconstruir las condiciones universales de
todo entendimiento posible en el medio específico del habla.
Junto con el concepto de acción comunicativa, Habermas introduce una
noción complementaria: el mundo de la vida, único horizonte desde el cual y

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sobre el cual puede producirse la reproducción simbólico-social en acciones
lingüísticamente mediadas.
Sin embargo, una teoría sociológica no puede reducirse a mera teoría de
la comunicación sino que se requiere además de una teoría sistémica. La
sociedad queda así enfocada como mundo de la vida por un lado, como
sistema por otro. Con estos elementos puede afrontar el carácter paradójico del
proyecto ilustrado: la creciente racionalización del mundo de la vida corre
paralela a la creciente complejidad sistémica. Esta última desborda su esfera
propia y “coloniza” el mundo de la vida: de ahí la pérdida de sentido y libertad.
En “El discurso filosófico de la modernidad” y en “El pensamiento
posmetafísico”, Habermas refleja el debate que se instaura en los ´80 en los
medios académicos. En el primero califica la llamada “filosofía posmoderna” de
neoconservadora, y aboga por una nueva apropiación crítica del proyecto
moderno teniendo en cuenta problemas que la modernidad no resolvió.
Concluye que lo agotado no es hoy la racionalidad moderna, sino el paradigma
del sujeto o de la conciencia, y que el “espíritu moderno” sigue aún vigente en
el vivir la historia como proceso marcado por la crisis, en la actualidad como
relámpago que alumbra difíciles encrucijadas y en el futuro como apremio de lo
no resuelto. Mientras que en el segundo texto nombrado señala la necesidad
de tomar en serio el prefijo “pos” y de tener en cuenta los motivos del
pensamiento actual.
Desde 1981 en adelante su interés se centra en la filosofía práctica:
moral, ética, derecho y justicia. En “Conciencia moral y acción comunicativa” y
en “Moralidad y ética”, de 1986, intenta fundamentar una ética en un
universalismo normativo y afrontar así el escepticismo de nuestro tiempo. La
noción clave es la idea regulativa de “comunidad ideal de comunicación”, libre
de coerciones de intereses particulares. En ese concepto está supuesto que la
moral individual es una abstracción, pues siempre está involucrada en la
eticidad concreta de un concreto mundo de la vida. Se entiende así que
también la ética sea para Habermas una ciencia reconstructiva que no deja a
un lado elementos histórico-culturales.
Digamos en primer término que el universalismo relativiza la propia
forma de existencia y la tradición propia, y da lugar a otras formas de vida a los
extraños; ésta es la universalidad abstracta que, como la demanda de libertad

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Ilustrada, desemboca en terror. Pero hay otro tipo de universalidad: una
comunidad en la que los participantes comparten un sentido de la vida, lo que
da lugar a la moral y la política en toda su concreción. Sin embargo, en este
punto se corre un riesgo, ya que las democracias deben reconocer las
comunidades sin permitir la caída en nacionalismos totalitarios-
homogeneizantes.
Habermas confía en la estrategia de la “ética del discurso”: el discurso
representa una forma de comunicación en la medida en que su fin es lograr el
entendimiento entre los hombres, por lo cual apunta aún más allá de las formas
de vidas singulares, es decir que se extiende a la ya mencionada “comunidad
ideal de comunicación”, que incluye a todos los sujetos capaces de lenguaje y
acción. Se garantiza así una formación de la voluntad común que da
satisfacción a los intereses de cada individuo sin que se rompa el lazo social
sustancial a cada uno con todos.
Comprometido con el objetivo de asegurar la validez y no sólo la
vigencia de las normas éticas, del derecho y a la constitución fáctica de los
estados democráticos, esta necesidad de “moralizar” la política no supone
confundir esferas diferentes: la pretensión de legitimación del derecho positivo
no puede agotarse en la validez moral. Una norma jurídica es tal en la medida
en que se agrega un componente empírico, el de su imposición a todas las
personas por igual. Queda justificado así el poder político y sus instituciones,
claro que generando nuevos conflictos derivados del contraste entre una
idealidad deseada y una pragmática factibles.

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