Caminando Cerca Del Maestro
Caminando Cerca Del Maestro
Caminando Cerca Del Maestro
(2°Timoteo 3:10-11a)
“Pero tú has seguido de cerca mi enseñanza, conducta, propósito, fe, paciencia, amor,
perseverancia, persecuciones y aflicciones, como las que me sobrevinieron en Antioquía,
Iconio y Listra…”.
Un buen discípulo tiene que ser Un Testigo De Primera Mano en cuanto a las cosas
que hace su maestro:
Pablo añade: También, has seguido de cerca mi “propósito”. Timoteo conocía muy
bien que el propósito del ministerio del apóstol era: evangelizar a los perdidos y edificar a los
creyentes. Pablo no andaba preocupado demasiado por los programas, o los métodos
atrayentes de su tiempo. A él sólo le interesaba que los hombres sean salvos y edifiquen sus
vidas hacia el Señor, y esto no es falsa piedad, esto es entrega y servicio.
Pablo agrega: También, has seguido de cerca mi “fe”. Timoteo había visto con sus
propios ojos que la fortaleza de su mentor no venía de su interior, venía de Dios quien le dio
fe para seguir en el ministerio pese a toda circunstancia.
También dice: Has seguido de cerca mi “paciencia”. Pablo era un hombre que podía
mantener en control sus impulsos, tenía dominio propio. Y Timoteo lo sabía, lo había visto
varias veces confrontarse con personas exasperantes, pero él supo mantener la compostura,
mostraba que su carácter y temperamento eran controlados por el Espíritu Santo.
Siguiendo con la misma línea: También, has seguido de cerca mi “amor”. ¿Qué
impulsaba a Pablo al punto de arriesgar su propia vida por los incrédulos? Timoteo lo sabía,
era el amor. Y esto no es cursilería barata, pues se trata del amor que Dios sembró en el
corazón de Pablo, para que éste aprendiera a amar primero a Dios y luego a su prójimo. Por
eso las palabras del maestro resuenan en la mente del alumno: ni siquiera estimo preciosa mi
vida. ¿A cuántos pastores y maestros en la iglesia conocemos que tengan esta clase de amor?
Otra cosa más: Has seguido de cerca mi “perseverancia”. Porque estaba dispuesto a
llegar hasta el final de la carrera, no se rendiría hasta cruzar la línea de meta, hasta ver cara a
cara a quien lo llamó y lo tuvo por fiel para el ministerio, su Señor. Por tal motivo, estaba
dispuesto a sufrir “persecuciones y aflicciones”. Timoteo lo sabía, también había
experimentado en carne propia tales persecuciones, y había visto correr por las mejillas de su
maestro el dolor de sus aflicciones. Por ejemplo: “como las que me sobrevinieron en
Antioquía, Iconio y Listra”.
No pretendo robar la identidad de nadie, pero al leer estos 2 versículos, puedo entender
a Timoteo cuando estaba leyendo estas líneas. Sé que Cristo es mi Maestro por
excelencia, pero Él me concedió en su gracia a un hombre más. Tal vez, su nombre no
es Pablo, ni el mío Timoteo, pero he caminado miles de kilómetros junto a él.
Si quieres ser un verdadero discípulo del Maestro, tienes que seguir sus mismas
pisadas. Pero, espera un momento… las pisadas lo llevaron a la cruz…
¿Estás dispuesto?