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PRIMER CUATRIMESTRE DE 2023

LITERATURA GRIEGA

MÓDULO 1

Universidad Nacional de Lomas de Zamora


Facultad de Ciencias Sociales
Paidós Studio
Últimos títulos publicados

141. J. R. Searle - El misterio de la conciencia·


142. R. Molina y D. Ranz -La idea del cosmos
143. U. Beck - La democracia y sus enemigos
144. R. Freixas y J. Bassa - El sexo en el cine y el cine de sexo
145. M. Horkheimer -Autoridad y familiá y otros escritos
146. A. Beltrán - Galileo, ciencia y religión
147. H.. G. Gadamer -El inicio de la sabiduría
148. R. A. Spitz - No y sí
150. G. Baumann - El enigma multicultural
151. E. Morin -Los siete saberes necesarios para la educación
del futuro
152. O. Marquard - Filosofia de la compensación
153. C. Geertz - Reflexiones antropológicas sobre temas
filosóficos
154. Z. Bauman - La cultura como praxis
155. M. Canto-Sperber - La inquietud moral y la vida
humana
156. J. Habermas - Acción comunicativa y razón sin tras-
cendencia
157. H.Arendt- Conferencias sobre la filosofía política de Kant
158. C. Taylor - Las variedades de la religión hoy
159. J. Habermas - La ética del discurso y la cuestión de ía
verdad
160. A. Jacquard, P: Manent y A. Renaut - ¿ Una educación
sin autoridad ni sanéión?
161. J.-P. Fitoussi -La democracia y el mercado
162. J. R. Searle - Libertad y neurobiología
163. M. Canto-Sperber y R. - La filosofia nwral y la
vida cotidiana
164. M. Auge y J. P. Colleyn - Qué es la antropología
165. R. Rorty y G. Vattimo - El futuro de la religión
166. R.-P. Droit - Entrevistas con Michel Foucault
167.
168.
J. Butler -Deshacer el género
J. Butler - El género en disputa ÓS

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24 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO
INTRODUCCIÓN 25
Tenemos que tratar comprender, de situar con �xactitud
este corte en la historia lJ.ombre griego. la ,
mitología de la Grefia hun�n susrn. í ces IDllYJ:f.!J!:Ct.a-
mente, segúnl�ha·d��ostrado en particular
en el pasado micénico. en otros dominios se evidencia el helenismo se
una profunda ruptura. en el sigl9.xn antes nues- nudar su contacto con Oriente adquiriera
tra era el poderío micénico se quiebra bajo el avance las sí. Grecia se reconoce en una cierta
tribus dóricas que irrumpen en la Grecia continental, no es en un tipo de 11;,Jt!l;;,'Uu'u
una simple dinastía que sucumbe en el incendio que devo- ginalidad, su
ra sucesivamente a y Micenas, sino que de de que el Rey
monarquía lo que se para siempre; es en el secreto
·nia de vida social, que como centro al que objeto de un
· queda definitivamente es un personaje, �l Rey divi- por parte de unos ciudadanos a quienes se
no, lo que desaparece horizonte griego. les y de los el
sistema micénico desborda ampliamente, en sus conse­ de ias antiguas asociadas a Ya
cuencias, el dominio historia política y social� Repercu­ mitos de soberanía, un nuevo pensamiento trata de fundar
te sobre el hombre griego mismo; modifica su universo espi­ el orden del sobre relaciones
ritual, transforma de sus actitudes psic;ológicas. La brio, de igualdad entre distintos .,,,.,,.h,.,....,,.,
desaparición del Rey pudo desde entonces prep��. al térmi­ el cosmos.
no del largo y sombrío período de aislamiento y retracción Si queremos levantar el acta de nacin11eJnto
que se denomina la Media g:riega, una y sofüla- griega, el por donde
ria innovación: la de la Ciudad y . derSe de una Ul�,UL,,un.1.au
un pensamiento De hecho, cuando y cómo lo ha sutleraLOO,
época geométrica (900-750) los griegos reanudan en Euro- el telón de pasado micénico, este
pa y en Jonia las relaciones interrumpidas varios vm al siglo vn en que Grecia toma una nueva on1enta<:10:n
siglos con Oriente; cuando redescubren, a través las ci- explora los caminos que le son propios:
decisiva que, en el momento mismo en que
l. MAITTtN P. NILSSON, The Minoan-mycenaean refigion and its survival
in greJ!K religion, 2.ª ed. Lund, 1950; cf. también: CHARLES PICARD, Les re- orientalizante, los fundamentos
ligionspréhelléniqu.es, París, y «La formatíon du polythéisme helléni- lis Y asegura, u.11;;1.ua.u,,;;;
que et les récents problemes au linéaire B>>, en Elements orientaux tico, el advenimiento DOlítlCO.
dans la religion grecque ancienne, París, 1960, pp. 168-177; G. PUGLIESE CA­
. RRATELLI, «Riflessi di culti micenei nelle tabelle di Cnosso a en Stu-
di in onore de U. E. Paoli, Florencia, 1965, pp. 1-6; I. S. STELLA, «La reli­
gione greca nei testi micenei», en Numen, 5, 1958, pp. 18-57.

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los albores segundo llll.1i;:;u.1v,
marca todavía,. a una y otra
y Occidente. egeo y la nPTnn,,,,
nan sfo discontinuidad étnica ni �....,• ....,.�,.
la planicie Anatolia, a través del
dadas y Espóradas, y, por el otro, a
cia, Chipre y costa de
�l Irán. Cuando Creta se separa
bían predominado las
en Festo, Malia y Cnosos su nr,m,,r,,
(2000-1700), queda orientada hada
cano Oriente. Entre los palacios cretenses y
excavaciones han descubierto en en el
tes y en Mari, sobre la ruta caravanas que une
tamia con el. mar, las semejanzas han nairecitdo
nantes que se ha podido ver en
escuela arquitectos, pintores y costa si-
1. Cf. LEONARD WoOLLEY. Aforgotten Kingdom, Londres, 1953, y AN­
DRÉ PARROT, Mission archéologique de Mari, U, París, 1958.

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28 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO EL CUADRO HISTÓRICO

los cretenses entraban igualmente en contacto con el Egipto OtrQrn.sg<fde dvilización


del Nuevo Imperio, cuya influencia sobre ellos, aun sin ser pueblos sobre las do� rilJ�ras. _M1�di1terirán,e<
tan decisiva como se podía suponer en la época de Evans, rece mTroya con hombres de 1a en
está, sin embargo, bien testimoniada. Uos» es todavía, en el formulista que Homero recoge
Entre años 2000 y 1900 a. C. irrumpe en lá Gre�ia éon- de una antiquísima el
tinental una población núeva. Sus casas, sus sepulturas, sus qpulencia del país dárdano. reputación
hachas de guerra, sus armas de bronce, sus útiles, su cerámi­ Troya, como la sus tejidos, no fue
ca -esas vasijas grises minianªs, tan. característi.cas- son terés que llevaba a aqueos a -� ·---··-
otros tántos rasgos que caracterizan la ruptura con los hom­ de fa expedición guerrera que, al
bres y la civilización de la edad anterior, la heládica antigua. mo (Tmya VII a), sirvió .de punto de
Los invasores, los minios, forman la vanguardia de las tribus épica. Como los de los
··
que en oleadas sucesivas vendrán a fijarse en la Hélade, se el caballo: debían haber practicado su domestic:acmn
instalarán en las islas, colonizarán el litoral de Asia Menor, en las estepas en que se . su
crecerán en dirección al Mediterráneo occidental y hacia el a Grecia. La prehistoria del muestra que, an-
Mar Negro y llegarán a constituir el mundo griego tal como tes reinar sobre el mar, un Poseidón equino
lo conocemos en la edad histórica. descendido de los pios) asociaba en espíritu de los
Balcanes o llegádo de las estepas de la Rusia meridional, esos ocurría también con otros pueblos ndoeur<)m�os
antepasados del hombre griego pertenece:µ a pueblos indoeu­ caballo a todo un complejo mítico: cal)allo-1ele1mento
ropeo�, ya diferenciados por su idioma y que hablan un dia­ do; caballo-aguas subterráneas, uuui....,v
lecto griego arcaico. �_!l aparición en las playas del Medite- caballo-viento, nube, �,.,"ªIJ'��
. rráneo no constituye un fenómeno aislado. Un empuje importanda, el
·· paralelo se manifiesta por la misma época al otro lado .del ciedad, dependen en
mar, con la llegada de los hititas indoeuropeos al Asia · nes militares. Los primeros griegos que nos
nor y su expansión a través de la planicie anatolia. Sobre el tran a este respecto datan del siglo XVI: en estelas
litoral, en Tróade, la continuidad cultural y étnica que se ha­ descubiertas en el círculo
�ía conservado durante cerca un milenio, desde la Troya (1580-1500), escenas batalla o de carrera rer>re�;en·tan
I hasta la Troya V (comienzo de Troya I: entre 3000 y 2600), guerrero de en su carro, que llevan al
se ha roto súbitamente. El pueblo que edifica Troya. VI llos. esta época hace ya u,..,.,_,.,u
(1900),_<::iudad principesca, más rica y poderosa que nunca, estrechamente mezclados con la población
es pariente próximo de los minios de Grecia. Elabora la mis­ asiático, están establecidos en la
ma cerámica gris, torneada y cocida en hornos cerrados, que
se difunde por la Grecia continental, las islas jonias, Tesalia
2. Cf. F. SCHACHERMEYER, Poseidon.und die Entstehung des Griechis­
y Calcídica. chen G6tterglaubens, Berna, 1948.

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30 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO
EL CUADRO HISTÓRICO

la vida urbana ha comenzado a desarrollarse al pie de las for­ de Pélope, antepasado de la dinastía de los atridas, reyes de
talezas que son residencia de los jefes. Han entrado en con­ Micenas.
tacto con la Creta minoica, en pleno auge tras la renovación
Enomao, reina de Pisa, en la Élida. T iene una hija, Hipodamia.
que siguiera a la reconstrucción de los palacios destruidos por
Quien quiera .casarse con ella, tendrá que ganársela a su padre en
primera vez hacia 1700. Creta les ha revelad.o un modo de vida
una carrera de caballos. La derrota significará la muerte. Se han pre­
y de pensamiento enteramente nuevo para ellos.. Se ha inicia­
sentado muchos pretendientes. Todos ellos han sido derrotados por
do ya esa cretización progresiva del mundo micénico que cul­ el rey, cuyos caballos son invencibles, y sus cabezas decoran los mu­
minará, después de 1450, en una civilización palatina común ros del palacio. Con la ayuda de Hipodamia, Pélope soborna a
a las islas y a la Grecia continental. Pero el carro de guerra, tilo, el auriga del rey, y obtiene su complicidad: el carro de Eno­
el carro ligero tirado por dos caballos, no podría ser un aporte mao, cuyo eje ha sido estropeado, se rompe en plena carrera.
cretense. En la isla el caballo no aparece antes del Minoico triunfa así en la prueba del carro, y, en una sola victoria, gana a
reciente I (1580-14?0). Si ha habido préstamo, los minoicos la doncella domadora de caballos y alcanza la soberanía real. En
serían más bien los deudores en este terreno. Por el contra­ cuanto a Mirtilo, auriga demasiado hábil y demasiado emprende­
rio, los carros acusan todavía las analog1as entre el .mundo dor, Pélope se desembarazará de él en el momento oportuno. Los
micénico o aqueo, en vías de edificarse, y el reino de los hiti­ dioses lo convertirán en la constelación del Auriga, que brilla en el
tas, que adopta hacia el siglo XVI esta táctica de combate, to­ cielo nocturno.
mándola de sus vecinos del este, los hurritas de Mitanni, po­ Este relato de habilitación para la realeza coloca la prueba del ca­
blación no indoeuropea, pero que reconocía la soberanía de rro .bajo el patrocinio de Poseidón, el antiguo dios-caballo, que apa­
rece, en esta fase de la. civilización micénica, no ya en su aspecto
una dinastía indoirania. A los pueblos familiarizados ya con
pastoril, sino como un señor del carro, guerrero y aristocrático. En
la cría del caballo, la carretería hubo de plantearles nuevos
efecto, es el altar de Poseidón en Corinto (un Poseidón Hippios y
problemas de selección y adiestramiento. Un eco de _esto se
Damaios), el que, elegido para señalar el término de la carrera, con­
encuentra en el tratado de hipología redactado por un tal sagr� al vencedor a su llegada. Por otra parte, Pélope está estrecha­
Kikkuli, del país de Mitanni, y que fue traducido al hitita. mente asociado en su leyenda a Poseidón. El joven, después de la
En las relaciones que se establecieron a principios del si­ prueba de iniciación en que muere despedazado y cocido en el cal­
glo XIV entre los hititas y los que ellos lláman los achaiwoi dero de su padre,.renace e inmediatamente es «raptado» por Posei­
(los aqueos o micenios), tuvieron parte las preocupaciones dón. El dios pace de él· su «copero», según una práctica cuyo ar­
de orden ecuestre. Los archivos reales hititas de Hatussa, caísmo se ha conservado en las sociedades guerreras de Creta
entre otras naciones de la Ahhiyawa (la Acaya), consignan Estrabón nos la da a conocer tomándola de Éforo: 3 El rapto está
la residencia de príncipes aqueos, entre ellos Tawagalawas sometido a un protocolo riguroso, con regalos ofrecidos por el rap­
(¿Etéocles?), llegados a la corte para perfeccionarse allí en tor, cuya vida va a compartir el adolescente durante un retiro de dos
la conducción del carro. ¿Habrá que relacionar con el nom­
bre del rey hitita Mursilis el del auriga de Enomao, Mirti­ 3. EsrRABÓN, X, 483, e; cf. LOUIS GERNET, «Droit et prédroit en Gréce
ancienne>>., L' Année Sociologique, 1951, pp. 389 y ss.
lo? De éste se conoce el papel que representó en la leyenda

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32 . LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO EL CUADRO HISTÓRICO 33

meses. En el momento de su. liberación el joven recibe un conjunto en Tróade sobre todo, con la cual las relaciones fueron es­
de obsequios reglamentarios: su equipo bélico, un buey y una copa. trechas y, por último, sobre la costa meridional, en Cilicia
A Pélope le ofrece Poseidón también el regalo que simboliza los po- y en Panfilia. También a principios del siglo XIV los mice­
deres que adquirió en su trato con el dios: un carro. , nios se instalan por la fuerza en Chipre y construyen en En­
komi una fortaleza semejante a las de Argólida. De allí pa­
La técnica del carro, qUe exige un aprendizaje difícil, de­ san a la costa de Siria, vía de tránsito hacia la Mesopotamia
bió reforzar la especialización de la función guerrera, rasgo y haci.a Egipto. En Ugarit, que hace comercio de cobre con
característico de la organización social y de la mentalidad de Chipre, una colonia cretense, en el siglo XV influyó en la cul­
los pueblos indoeuropeos'. Por otra parte, la necesidad de dis­ tura y hasta en la arquitectura de la ciudad. En el siglo si­
poner de una reserva numerosa de carros a fin de concen­ guiente cede el puesto a una población micénica suficiente­
t,rarlos en el campo de batalla, supone un Estado centra,liza­ mente bien equipada como para ocupar un barrio de la
do, suficientemente extendido y poderoso, en que los aurigas, ciudad. En la misma época, Alalakh, a orillas del Orontes,
cualesquiera que sean sus privilegios, estén sometidos a una puerto del Éufrates y de la Mesopotamia, pasa a ser un cen­
autoridad única. tro aqueo importante. Más al sur, los aqueos penetran hasta
Tal debió ser, en efecto, la fuerza militar del reino micéni­
"'
·!. Fenicia, en Biblos, y Palestina. En toda esta región se elabo­
co que, desde 1450 -lo sabemos desde el desciframiento de ra una civilización común chipromicénica, en que los elemen­
la escritura lineal B- pudo dominar Creta, establecerse en el tos minoicos, micénicos y asiáti.cos se funden íntimamente,
palacio de Cnosos y ocuparlo hasta su destrucción final, y que dispone de una escritura derivada, como el silabario
el incendio de 1400, provocado tal vez por una sublevación micénico, de la lineal A. Egipto, que había sostenido, espe­
indígena. La expansión micénica, que se prolongó desde el cialmente a lo largo del siglo xv, un comercio ininterrumpi­
------- do con los cretenses, se abre a los micenios, ·a quienes acoge
siglo XIV hasta el siglo XII, lleva a los aqueos a apoderarse,
en el Mediterráneo oriental, de las paradas de postas de los libremente entre 1400 y 1340. Allí también los keftiou, los cre­
cretenses, a quienes en mayor o menor medida reemplazan tenses, son poco a poco eliminados en beneficio de sus riva­
por todas partes, con ciertos desplazamientos en el tiempo les; Creta ya no desempeña, como en el período anterior, el
. según los lugares. Desde la aurora del sig1o XIV colonizan a papel de intermediario entre Egipto y el continente griego.
Roda.s. Tal vez hayá que situar en· esta isla, al abrigo de los Tal vez hay una colonia micénica en El-Amarna cuando Ame­
ataques del continente, el reino de Ahhiyawa, cU:yo monarca · notep IV, conocido por el no�bre de Akhenatón, se estable­
es tratado por el rey hitita con las consideraciones debidas ce allí entre 1380 y 1350, abandonando la antigua capital de
a un igual. Desde Rodas el rey de Acaya podía controlar los Tebas.
distintos puntos de la costa anatólica en que sus hombres se Así pues, en todas las regiones adonde los ha conducido
habían establecido y habían fundado colonias. La presencia su espíritu· aventurero, los micenios aparecen estrechamente
aquea está testimoniada en Mileto-(la Milawunda o Milawa­ asociados a las grandes civilizaciones del Mediterráneo orien­
ta hitita), en Colofón, en Claros; más al norte de Lesbos, tal, integradas en ese mundo del Cercano Oriente que, pese

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38 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO LA MONARQUÍA MICÉNICA 39

dor del rey, la gran familia hitita agrupa los personajes más misión que une a los distintos dignatarios del palacio con el
próximos al soberano. Son dignatarios del palacio, cuyos tí­ , r.ey: éstos no son funcionarios al servicio del Estado sino ser­
tulos destacan sus elevadas funciones .:i.dministrativas pero que vidores del rey, encargados de manifestar, dondequiera que
ejercen también comandos militares. Junto· con los coín_ba­ su confianza los haya colocado, aquel poder absoluto de man­
tientes que están bajo sus órdenes, f orman elpankus, asam-
• ' •
J
do que se encarna en el monarca. Se comprueba también, den­
blea que representa ·a la comunidad hitita, es decir que agru- tro del cuadro de la economía palatina, junto a una
pa el conjunto de los guerreros con exclusión del resto del ·· a menudo muy detallada de las tareas y a una especializa­
pueblo, según el esquema que contrapone, en las sociedades ción funcional con una verdadera catarata de vigilantes y su­
indoeuropeas, el guerrero al hombre de la aldea, pastor o agri­ pervigilantes, cierta fluctuación en las atribuciones adminis­
cultor. En esta nobleza guerrera, constituida en clase separa"' trativas, que se superponen unas a otras, ejerciendo cada
da y, por lo menos en lo que a los más grandes concierne, representante del rey, por delegación y en su propio nivel, una
alimentada en sus feudos por paisanos afincados en las tie­ autoridad cuyo principio cubre sin límites todo el campo de
rras, se reclutan los aurigas, fuerza principal del ejército hiti­ la vida social.
ta. La institución del pankus puede haber dispuesto, en su El problema no está, pues, en oponer el concepto de mo­
origen, de poderes amplios: la monarquía habría comenza­ narquía burocrática al de monarquía feudal, sino en ,n.,rn.uu.,
do por ser electiva; posteriormente, a fin de evitar las crisis por detrás de los elementos comunes· al conjunto de l¡is so­
de sucesión, se habría sustraído a la asamblea de los guerre­ ciedades de economía palatina, los rasgos que definen más
ros la ratificación del nuevo rey; finalmente, el pankus, del precisamente el caso micénico y que tal vez expliquen por
que se habla por última vez en una proclama del rey Telepino este tipo de soberanía no sobrevivió en Grecia a la caída de
de fines del siglo XVI, habría caído en desuso; la monarquía las dinastías aqueas.
hitita se habría aproximado así al modelo de las monarquías En esta perspectiva resulta fruQ:ífero el parangón con los
absolutas orientales, apoyándose menos en una. clase de no- · hititas, porque destaca en todo su relieve las diferencias que
bles cuyos servicios militares fundaban sus prerrogativas po­ separan al mundo micénico de la civilización palatina de Creta
líticas, que en una jerarquía de administradores directamen­ que le ha servido de modelo. El contraste entre esas dos mo­
te dependientes del rey. 1 narquías se plasma en la arquitectura de sus palacios. 2 Los
El ejemplo hitita ha sido invocado por los eruditos que opo­ de Creta, dédalos de habitaciones dispuestas en aparente de­
nén a la interpretación «burocrática» de la monarquía micé­ sorden en derredor de un patio central, están edificados en
nica un esquema de rasgos «feudales». En realidad, ambas el mismo plano que la tierra circundante, sobre la que se abren
expresiones parecen ser igualmente inadecuadas y, en su mis­ si_n defensa por medio de amplias calles que terminan en el
ma oposición, anacrónicas. En efecto, en todos los peldaños
de la administración palatina hay un vínculo personal de su-
2. J. D. S. PENDLEBURY; A handbook, to the Palace of Minos. Knosos
with its dependencies, Londres, 1954; GEORGE E. MYLONAS, Ancient Myce­
l. Cf. O. R. GORNEY, The Hittites. Londres, 1952. nae, Londres, 1957.

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42 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO
LA MONARQUÍA MICÉNICA 43

dona en plena campaña la conducción de sus ejércitos si sus fructo, parece hab.er im,plicado, como contrapartida, servi­
obligaciones religiosas le exigen retornar a la capital para rea­ cios y prestaciones_ múltiples. Es a menudo difícil resolver si
lizar en ella, en la fecha prefijada, los ritos a su cargo. un término tiene una significación puramente técnica (tierra
Al lado del wa-na-ka, el segundo personaje del reino, el la-:­ inculta, tierras privadas con propietarios, a diferencia de las
wa-ge-tas, representa al(jefe del laós\ propiamente el pueblo tierras de labrantío, tierra de mayor o menor dimensión), o
en armas, el grupo de los guerreros. Los e-qe-ta,i, hepetaz (cf. si designa un ordenamiento social. Sin embargo, se perfila
el homérico hetairoz), los compañeros que llevan como uni­ claramente una ()posición entre dos tipos de tenencia de
forme un manto de modelo especial, son, como la gran fa­ tjerras que designan las dos formas diferentes que te­
milia hitita, dignatarios del palacio que constituyen el séqui­ ner una ko-to-na, un lote o porción de tierra. Las ki-ti-me-na
to del rey, al mismo tiempo que jefes puestos al frente de una ko-to-na son tierra� privadas con propietarios, a diferencia
okha, de una unidad militar, u oficiales que aseguran las re­ de las ke-ke-me-na ko-to-na, �dscriptas al damos, tierras co­
lacion�s de la corte con los comandos locales. Tal vez corres­ munales de los demas aldeanos, propiedades colectivas
pondan igualmente al laós. Io·s te-re-ta, telestái, si se admite grupo rural, cultivadas según el sistema del open-field y que
con Palmer que se trata de hombres del servicio feudal, de tal vez son objeto de una redistribución periódica. También
barones feudales. Tres de ellos serían, según una tablilla sobre este punto L. R. Palmer ha señalado una semejanza
de Pilos, personajes tan importantes como para poseer un té-· sugestiva con el código hitita, que distingue, asimismo, dos
menos, privilegio del wa-na-ka y del la-wa-ge-tas. 6 El -té me­ formas de tenencia del suelo. La del hombre del servicio feu­
nos designa enla epopeya, en la cual es el único de todos los dal, el guerrero, depende directa.mente del palacio y retoma
términos del vocabulario micénico relativo a bienes raíces que a éste cuando se interrumpe el servicio. Por el contrario, los
se ha mantenido, una tierra, de labrantío o vitícola, ofreci­ «hombres de las herramientas», esto es los artesanos,
da, con los campesinos que la ocupan, al rey, a los dioses o nen de una tierra llamada «de la aldea» que la colecu v
a algún personaje importante, en recompensá de sus servi­ rural les concede durante un tiempo y que recupera
cios excepcionales o de sus hazañas bélicas. ellos se van. 8 Recuérdense también los hechos indios que
La tenencia del suelo se presenta como un sistema comple­ prueba de una estructura análoga. Al vaicya, el agricultor
jo, que hace más oscura aún la ambigüedad de muchas ex­
presiones. 7 La plena posesión de una tierra, así como su usu-
sar en qué. formas se la realizaba. Cabe pensar, por otra parte, · que en lo
que concierne a la tierra comunal del damos, las tablillas no mencionan
más que las enajenaciones que se han hecho- de ella, a título transitorio o
6. La interpretación de esta tablilla es discutida. Otros documentos pare­
definitivo. ¿Había, finalmente, aparte del damos y de los esclavos, una po­
cen, por el contrario, asociar estrechamente los te-re0ta al damos. Se trata­
blación servil adscripta a la tierra? No podríamos decirlo.
ría, entonces, de campesinos sometidos a prestaciones.
8. Cf. la interpretación, propuesta por PALMER, del término griego de­
7. La complejidad del régimen territorial se advierte en el vocabulario,
miurgós: no «el que trabaja para el público», sino «el que cultiva una tierra
sumamente diferenciado, muchos de cuyos términos continúan oscuros. Se
de la población»; contra cf. KENTARó MURAKAWA, «Demiurgos», en Histo-
discute acerca del sentido de palabras como ka-ma, ko-to-no-o-ko, wo-wo,
ria, 6, 1957, pp. 385-415.
o-na-to. Este último término designa una locación, sin que se pueda preci-

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44 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO.GRIEGO LA -MONARQUÍA MICÉNICA 45

cf. latín vicus, griego oikos, grupo de casás), es decir al hom­ de los Ancianos, la ke-ro-si-ja (gerousfa), confirma esta rela­
bre de la aldea, se opone el ksatrya, el guerrero (de ksatram: tiva autonómía de la comunidad aldeana. En esta asamblea
poder, posesión), el hombre de la posesión individual, como intervienen, sin duda, los jefes de las casas más poderosas., Los
el barón micénico es el hombre de la ki-ti-me-na ko-to-na, simples �illanos, hombres del damos en sentido propio, que
de la tierra de propiedad individual, en contraposición a la proveen de peonaje al ejército y que, para adoptar la
tierra comunal de la aldea. En consecuencia, l�s dos formas homérica, no cuentan más en el consejo que en la guerra, son,
diferentes de tenencia del suelo· responderían en la sociedad en el mejor de los casos, espectadores, escuchan en silencio
micénica, a una polaridad más fundamental: frente al pala­ a los que tienen título para hablar y no expresan sus
cio, a la corte, a todos los que de él dependen, ya directa­ mientos más que con un rumor de aprobación o descontento.
mente, ya en cuanto a la tenencia de sus feudos, se entrevé_ Otro personaje, el ko-re-te, asociado al basiléus, aparece
un mundo rural, organizado en villorrios con vida propia. como una suerte de prefecto de la aldea. Cabría preguntarse
Esos «demos» aldeanos disponen de una parte de las tierras si esta dualidad de direcciones en el nivel local no corr�spon­
en las cuales se asientan; reglamentan, de conformidad con de a la que hemos comprobado en el cuadro del palacio: como
las tradiciones y las jerarquíasJocales, los problemas que plan­ el ánax, el basiléus tendría prerrogativas principalmente reli­
tean, en su nivel, los trabajos agrícolas, las actividades pas­ giosas (piénsese en los phylobasiléis de la Grecia clásica); el
toriles y las relaciones de vecindad. Es en ese cuadro provin­ ko-re-te, como ella-wa-ge-tas, ejercería una
cial donde aparece, inesperadamente, el personaje que lleva Habría que relacionar el término con koiros, tropa arma­
el título que normalmente hubiésemos traducido por rey, el da; tendría el sentido del kóiranos homérico, casi sinónimo
pa-si-re-u, el basiléus homérico. No es precisamente el rey en de hegemon, pero que, asociado a basiléus, parece indicar,
su palacio, sino un simple señor, dueño de un dominio rural si no una oposidón, por lo menos una popularidad, una
y vasallo .del ánax. Este vínculo de vasallaje, en un sistema f erencia de planos. Por lo demás, el llamado Klumenos, ko­
de economía en que todo está contabilizado, reviste también re-te de la aldea de I-te-re-wa dependiente del palacio de Pi­
la forma de una responsabilidad administrativa: vemos al ba­ los, figura en otra tablilla como comandante de una 1.nuu.au.
siléus que vigila la distribución de las asignaciones en bronce militar; una tercera le da el calificativo de mo-ro-pa
destinada a los herreros que, en suterritorio, trabajan para pas); poseedor de una moira, de un lote de tíerra. 10
el palacio. Y, naturalmente, él mismo contribuye, con otros Por incompleta que sea nuestra información, parece posi­
ricos señores del lugar, según una cuota debidamente fijada, ble extraer de ella algunas conclusiones generales referentes
a esos suministros de metal. 9 Junto al basiléus, un Consejo a los rasgos característicos de las monarquías micénicas.

9. La asimilación del pa-si-re-u al basiléus ha sido recientemente discuti­ 10. MAITTfN S. RUIPÉREZ, «KO-RE-TE et PO-RO-KO-RO-TE-RE, Remar­
da. Según PALMER, se trataría de un oficial provinci¡¡l que controlaba los ques sur l'organisation militaire mycénie¡:me», en Études Mycéniennes. Ac­
equipos de metalúrgicos que trabajaban para el palacio. Cf. L . R. P ALMER, te� du Coi/oque international sur les textes mycéniens, pp. 105-120; contra:
«Linear B texts of economic interest», Serta Phi/ologica Aenipontana, 7-8, J. TAILLARDAT, «Notules niycéniennes. Mycénien Ke-re-te et homérique, en
1961, pp. 1-12. Revue des Études grecques, 73, 1960, pp. 1-5.

015/081
46 LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO
. LA MONARQUÍA MICÉNICA 47

1. Ante todo, su aspecto belicoso. El ánax se apoya tenida dentro de grupos estrictamente cerrados. A los reyes
eh una
aristoéracia guerrera, los aurigas, sometidos a su autor micénicos, aquellos centros especializados .de escribas creten­
idad,
pero que constituyen, dentro del cuerpo social y de ses les suministraron, al mismo tiempo que las técnicas,
la orga­
nización militar del reino, un grupo privilegiado, con esquemas para la administración de sus palacios.
su or�
ganización particular, su modo de vida propio.
2. Las comunidades rurales no. están, respecto del palac Para los monarcas de Grecia, el sistema palatino represen­
. io,
en una dependencia tan absoluta que no puedan subsistir
. .

sin taba un notable instrumento de poder. Daba la


él. Suprimido el control real, el damos continuaría traba de establecer un control riguroso del Estado sobre un exten­
jan'­
do las mismas tierras con las mismas técnicas. Com so territorio. Absorbía y les permitía acumular toda la
o en el
pasado, pero en un marco en adelante ya purament za del país y concentraba, bajo una dirección única, recursos
e aldea­
no, tendría que alimentar a los reyes y a los ricos seño
res del y fuerzas. militares importantes. Posibilitaba también las gran­
lugar por medio de entregas, obsequios y prestaciones des aventuras en países lejanos, para establecerse en tierras
más
o menos obligatorias. nuevas o para ir a buscar, allende los mares, el metal y los
3. La organización del palacio, con su personal adminis­ productos que faltaban en el continente griego. Se advierte
trativo, sus técnicas de contabilidad y de control, su una estrecha relación entre el sistema de economía 1-'"'"'....
regla­ UHL'

mentación estricta de la vida económica y social, presenta la expansión micénica a través del Mediterráneo y el desarro­
un
carácter de imitación. Todo el sistema reposa sobre el empl llo en Grecia misma, junto a la vida agrícola, de una artesa­
eo
de la escritura y la constitución de archivos. Son los escrib nía ya muy especializada, organizada en gremios según el mo­
as
cretenses, pasados al servicio de las dinastías micénicas, delo oriental.
quie­
nes, tran�formando la escritura lineal usada en el palac La invasión dórica destruye todo este conjunto. Kompe, por
io de
Cnosos (lineal A) a fin de adaptarla al dialecto de los nuevo muchos siglos, los vínculos de Grecia con Oriente para con­
s
señores (lineal B), les han aportado los medios de impla vertirse en una barrera. Aislado, replegado sobre sí mmuv,
ntar
en la Grecia continenta,l los métodos administrativos prop el continente griego retorna a una forma de economía pura-
ios
de la economía palatina. La extraordinária fijeza del . mente agrícola. El mundo homérico no conoce ya una
idio­
ma de las tablillas a través del tiempo {más de 150 años sepa­ sión del trabajo comparable a la del mundo micénico ni el
ran las fechas de los documentos de Cnosos y de Pilos empleo en una escala tan vasta de la mano de obra servil.
) 11 y
del espacio (Cnosos, Pilos, Micenas, pero también T irinto Desconoce las múltiples corporaciones de «hombres de las
,
Tebas, Orcómeno), muestra que se trata de una tradición man- herramientas», agrupadas en las cercanías del palacio o si­
tuadas en las aldeas para ejecutar allí las órdenes reales.
11. Si se acepta, en cuanto a los documentos de CNoso
caer el imperio micénico, el sistema palatino se derrumba por
A. J. EVANS. Sobre la controversia que han planteado a
s, la datación de entero; jamás volverá a levantarse. El término desapa­
este propósito L.
R. PALMER y S. Hooo, cf. J RAISON, «Une
controverse sur la chronologie rece del vocabulario propiamente político. Lo reemplaza, en
cnossienne», en Bu!! de l'Ass. Gui!laume Budé, 1961,
pp. 305-319. su empleo técnico, para designar la función real,

016/081
L A MONARQUÍA MICÉNICA 49
LOS ORÍGENES DEL PENSAMIENTO GRIEGO

s. RUIPÉREZ, «Mycenaean land-division and livestock grazing», en Minos,


basiléus, cuyo valor estrictamente local hemos visto y que, 5, pp. 174-207; G. THOMSON, «On greek land tenure», en Studies Robin°
más que a una persona única que concentre en sí todas las son, ll, pp. 840-857; E. WILL, «Aux origines du régime foncier grec», en
formas del poder, designa, empleada en plural, una catego­ Revue des Etudes Anciennes, 59, 1957, pp. 5-50.
ría de grandes que se sitúan, tanto unos como otros, en la
cúspide de la jerarquía social. Suprimido el reinado del anax,
no .se encuentran huellas ya de un control organizado por el
rey, de un aparato administrativo, ni de una clase de escri- .
b as. La escritura misma desaparece, como arrastrada por el
derrumbe de los palacios. Cuando los griegos vuelven a des­
cubrirla, a fines del siglo IX, tomándola esta vez de los feni­
cios, no será sólo una escritura de otro tipo,. fonética, sino
producto de úna civilización radicalmente distinta: no la es­
pecialidad de una clase de escribas, sino el elemento de una
cultura común. Su significación social y psicológica se habr4
transformado -podríamos decir invertido-: la escritura.no
tendrá ya por objeto la creación de arnhivos para uso del rey
en el secreto de un palacio, sino que responderá en adelante
a una función de publicidad; va a permitir divulgar, colocar
por igual ante los ojos de todos, los diversos aspectos de la
vida social y política.

BIBLIOGRAFÍA

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l
r , S, ¿.:>s P:J '2-Avicl.s L /iº .-...e,�:2
7 El surgirnien to de l\1icenas
-J
5 �S. 5

La Ilíada y la Odisea tienen como fondo el mundo aqueo del último


período de la Edad de bronce; su argumento consiste en la descripción de
la guerra de Troya y de los hechos subsiguientes. Sin embargo, los poemas
mismos no alcanzaron la forma monumental con que llegaron hasta nos­
otros hasta muchas generaciones más tarde, en una época ubicada, para
fijar los límites extremos, entre fines del siglo IX y comienzos del siglo VII
a. C. Muchos elementos que encontramos en los poemas no reflejan las
condiciones de su ambientación micénica manifiesta, sino de este último
período de composición en gran escala que tuvo lugar en Jonia. Entre
los dos períodos se interpusieron siglos de oscuridad, la así llamada Edad
media griega, a través de la cual debe haberse transmitido el material aqueo
tradicional, con alteraciones o elaboraciones que fueron sin duda de
gran alcance.
Para comprender cómo fueron compuestos los poemas homéricos, debe­
mos por lo tanto considerar en primer lugar la historia de por lo menos
un milenio completo, que va de 1600 a 600 a. C. aproximadamente. En el
caso de una novela histórica, el crítico tiene que tener en cuenta a la vez
el período descripto y la época en que vi\·en el autor y sus lectores; pero
tratándose de poemas tradicionales también resulta de importancia vital
todo el período que se interpone entre ambos. Ahora bien, la estimación
de este milenio en particular resulta más difícil de lo habitual, porque
aparte del material disponible en escritura linear B proveniente de Cnosos,
Pilos y Micenas, los poemas homéricos, y unas pocas referencias hititas y
egipcias, no existe ningún registro contemporáneo hasta el siglo VIL 1
Buena parte de la reconstrucción debe fundarse, por lo tanto, en la tradi­
ción mitológica posterior, derivada a menudo a su vez de Homero o al
menos afectada por él, y en pruebas arqueológicas, a lo cual podemos
agregar, en uno o dos puntos, los nombres propios no griegos que sobrevi­
vieron en la época histórica. Todos estos tipos de pruebas, particularmente
las primeras dos, son vagas en su alcance y ambiguas en su interpretación.
El último período de la Edad de bronce comenzó en Grecia alrededor
del año 1600 a. C., y sus antecedentes fueron en síntesis los siguientes: Un
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pueblo neolítico o del último período ele la Edad ele piedra, ele raza desco­ blaban griego. Podemos inferirlo así con certeza, basándonos en una
nocida, pero que utilizaba cerámica que prese;1t::i afinidad con la del Cer­ clase particular de nombres no griegos que sobrevivieron en el período his­
cano oriente, había ocupado partes de Grecia central y del Peloponeso tórico, sobre todo nombres topográ ficos, de ríos. montañas o lugares habi­
desde una fecha incierta, quizá5 en el quinto milenio a. C., hasta b incur­ tados, pero también nombres de flores, árbole::, y aun ele unos pocos arte­
sión ele los pueblos que utilizaban el bronce, ocurrida. alrededor del año factos comunes. Estos nombres se caracterizan por el sonido medial
2800.� Se aplica el término "heládico" a las culturas de la Edad ele bronce -nth- (o su probable equivalente -nd- en Anatolia) y también por el
que se desarrollaron luego en el continente, y que son las que nos interesan sonido medial -ss-. Estos grupos consonánticos internos aparecen en
fundamentalmente; el término "minoico" se refiere a las culturas ele la muchos nombres que no parecen ser griegos -pero también en unos pocos
Edad ele bronce ele Creta, y la palabra "cicládico" se refiere a las del Egeo como anthos [flor], ákanthos [acanto], que lo son. Resulta ahora dudoso
central. Para designar el período inicial de esta cultura ele la Edad de bron­ si deben considerarse como no indoeuropeos- esto es, como extraños al
ce que se desarrolló en el continente, se utiliza la expresión "cultura helá­ conjunto del grupo lingüístico a que pertenece el griego. Son ejemplos el;
dica temprana". Parece haber cruzado hacia Grecia desde Asia menor,
tales nombres, en la Grecia continental y en las islas, los siguientes: Erü­
ya que no tiene, en principio, conexiones con el norte, y porque además
manthos [ Erimanto], Tirüns (-nthos) [Tirinto], Kórinthos [ Corinto 1, Kün­
parece haberse hablado en el período heládico temprano una lengua común
thos [Cinto]; Parnassós [Parnaso], Hümettós [Himeto] (con -tt- ática en
no sólo en el continente, en Creta y en las islas centrales, sino también en
lugar de -ss-) K""i!phissós [Cefiso], Láris (s) a [Larisa]: los nombres botánicos
el sudoeste ele Anatolia.3 Entre los años 2000 y 1850 sucedió a la heládica
hüákinthos [jacinto], erébinthos [garbanzo], küpárissos [ciprés], nárkissos
temprana una nueva cultura conocida como heládica media, que fue intro­
ducida por gente que se impuso por la fuerza sobre la población anterior, [narciso], asáminthos ( un tipo de bañera). En Creta: SiJ,rinthos [Sirinto J,
algunas de cuyas fundaciones destruyó y otras reconstruyó. Este nuevo labiÍrinthos [laberinto], Knos ( s) ós [Cnosos], Tülis ( s)ós [Tiliso J. En
pueblo estaba compuesto presumiblemente por inmigrantes, y no por estir­ Anatolia: íliündos [Mindo], Lábranda [Labranda] (y además Lindos [Lin­
pes preheládicas que hubieran resurgido. Pueden haber descendido a Gre­ do] en Rodas), y también Xanthos [Jauto]; ,iliilasa [:\Iilasa], Telmessós
cia desde Europa central, región donde había penetrado ya durante el [Telmeso J. Estos nombres los utilizaban los habitantes de comienzos de la
período heládico temprano una tribu indoeuropea, que se conoce con el Edad de bronce que poblaban estas regiones, pero no son residuos neolíticos:
nombre ele pueblo ele las hachas de batalla. También es posible, sin embar­ esto lo muestra el hecho ele que los encontremos en Creta y en las Cícladas,
go, que hayan avanzado a lo largo ele la costa septentrional del Egeo, desde por ejemplo en el nombre del monte Cinto en Delos, donde no se encon­
Asia menor, y luego hayan girado hacia el sur para penetrar en la penín­ traron residuos neolíticos; y además porque son muy comunes en las
sula griega. Una característica notable de la nueva cultura de este pueblo, zonas donde sabemos que se establecieron poblaciones a comienzos de la
fue la introducción del caballo; otra fue la cerámica hecha al torno, que Edad de bronce. No podemos demostrar en forma incontrovertible que se
contrastaba con los objetos heládicos tempranos, más toscos y fabricados haya introducido el griego en el curso ele la transición del heládico tem­
a mano. La cerámica más característica del heládico medio fue elaborada prano al heláclico medio, pero ya que esa tramición representa la única
mediante la técnica que se llama "miniana", y presenta una superficie muy ruptura cultural importante que ocurrió entre el período antiguo, en que
brnñicla que da la impresión del metal. Los objetos minianos eran habitual­ se hablaba una lengua no griega ele la cual dan testimonios los nombres de
mente grises, pero en ciertas áreas y en determinados períodos son rojos, lugar y de plantas, y el último período de la Edad de bronce, época en
negros o amarillentos.4 Una tercera característica cultural ele los inmigran­ que, según sabemos por las tablillas escritas en linear B así como por lo
tes del heláclico medio fue la fortificación de ciudades.5 No parecen haber que inferimos de Homero, se hablaba con seguridad el griego, es razonable
sido un pueblo particularmente guerrero, pero a diferencia de la mayoría conjeturar que la introducción de la nueva lengua debe ubicarse en este
ele sus predecesores, deben haber alcanzado un estado de desarrollo econó­ punto y asociarse con los invasores del período heláclico medio.G
mico y social en el cual les resultó posible y necesario concentrar sus fun­ La cultura heláclica media del continente sufrió un cambio alrededor
daciones y centros administrativos. Éstos requerirían presumiblemente de­ del año 1600, época en que comienza el período heládico reciente. El
fensa, y en primer lugar contra la población dominada circundante. Una cambio no es ni de lejos tan drástico como el que caracterizó la llegada
cuarta innovación consistía en un tipo especial ele edificios, el mégaron, de la población del heládico medio, y su signo más completo consiste en
sala con gablete, dotada de hogar central y a veces de una pequeña ante­ que la técnica cerámica miniana, ampliamente difundida hasta entonces,
cámara ubicada en uno de los lados más ·angostos. Aunque se ha recono­ cae en desuso. No podemos decir con seguridad si ocurrieron grandes
cido un antecedente de este tipo arquitectural en Tesalia y en Troya desde cambios en la población; por cierto que la persistencia de algunas piezas
el tercer milenio, los invasores de la época heládica media fueron los de cerámica miniana negra y amarilla que se encontraron en las tumbas de
primeros en utilizarlo ampliamente en Grecia. pozo reales de época temprana en Micenas, pueden sugerir que no los
La quinta contribución del heládico medio consistió en el aporte de hubo. Estas tumbas, cuyas máscaras de oro y dagas taraceadas expuso
una nueva lengua: el griego. Los pobladores del heládico antiguo no ha- Schliemann por primera vez ante un mundo atónito, y el segundo grupo
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recientemente encontrado en la ciudad baja, son más amplias y por supues­ Aun antes de que se descifrara la escritura linear D, que se encontró en Creta
to mucho más ricas que las inhum::iciones en cista del heládico medio, solamente en Cnosos, los arqueólogos ya estaban empezando a pensar que
aunque no esencialmente diferentes ele éstas. Sin embargo, las lápidas los ar¡ueos del continente, en particular ele :\Iicenas, debían ele haber obte­
que se encontraron colocadas sobre algunas de ellas, en ciertos casos talla­ nido el control físico de Cnosos alrededor del siglo xv a. C., en el así
das, constituyen un fenómeno nuevo. Esta riqueza del funeral sugiere un llamado período palacial. Graneles ánforas ele estilo palacial eran m:rnu­
gran aumento de poder de Micenas, que había existido como una pequeña facturaclas en el continente y también en Cnosos, pero no en las demás
fundación desde la época heláclica temprana, y en particular ele la extensión ciudades cretenses; los frescos ele Cnosos son los únicos de Creta que mues­
de su intercambio comercial con el exterior. La aparición del ámbar en tran un interés de carácter micénico en escenas de caza y en las que repre­
las tumbas prueba la existencia ele vínculos indirectos con los países más sentan actos de valentía, más bien que en la decoración naturalista ele tipo
alejados del norte. Y lo más importante es que en el siglo XVI comienzan característicamente cretense; las tumbas ele tholos [ cúpula J que se encuen­
a producirse contactos comerciales regulares con Egipto. También aumenta tran en el continente, tienen su paralelo en Cnosos pero no en otros lugares
la influencia de la Creta minoica, con mucho la civilización más rica de Creta, y así sucesivamente. Esta vinculación de la Cnosos del siglo xv
y poderosa del área egea. Por cierto que resulta tentador considerar la con el continente, más bien que con el resto de Creta, recibió hace poco
influencia minoica como un estímulo muy importante en la nueva vitali­ una contundente confirmación con el descubrimiento de que las tablillas
dad micénica, aunque la expansión ocurrida en Micenas en el heláclico re­ escritas en linear B se hallan redactadas, al menos en parte, en griego.
ciente parece comenzar un poco antes ele la fecha más temprana para la Esto sugiere en forma muy convincente que el último palacio de Cnosos,
cual tenemos pruebas ele la existencia de relaciones estrechas con Creta.7 que fue destruido por acción humana aparentemente alrededor del año
Sin embargo, el hecho ele que en este preciso momento se haya introducido 1400, era controlado por aqueos del continente. Pero en ese caso ¿quién
el carro de guerra, que ya había siclo usado en forma devastadora por destruyó Cnosos? Según la antigua hipótesis, de acuerdo con la cual era
los hititas en Asia menor, sugiere la posibilidad de que hayan llegado nue­ Cnosos la ciudad que dominaba a Micenas entre los años 1500 y 1400,
vos grupos desde Asia menor, quizá pocos en número pero portadores ele más bien que a la inversa, esta última ciudad, en tanto constituía el centro
recursos novedosos. La leyenda nos dice que Pélope, ele quien se creía de poder aqueo más importante, era buena candidata para desempeñar el
que había recibido su nombre el Peloponeso, era un inmigrante inmensa­ papel de agresora. Pero ¿qué motivo tendría l\licenas para destruir lo que
mente rico que había venido ele Asia menor y obtuvo en premio a la hija ahora, según todos los indicios, parece ser una ele sus posesiones, excepto
de Enomao, rey de la Élicle, sobornando a l\Iirtilo, cochero de éste, y quizá como represalia ante una rebelión? Es también probable que esa
ganando así una famosa competencia ele carros; l\Iirtilo mismo puede deber misma rebelión haya destruido el palacio.º De entre las otras posibilidades
su nombre al rey hitita l\lursilis. 8 Es prudente abrigar sospechas acerca queda casi excluido un ataque por parte de otros centros minoicos ubicados
de las pruebas genealógicas referentes a la historia griega más antigua, ya en Creta, y::i. que las ciudades más poderosas habían sido a su vez saquea­
que resulta imposible medir, ni siquiera aproximadamente, el grnclo en que das bastante antes de la caída de Cnosos, ocurrida alrededor del año 1400.
las generaciones posteriores comprimieron, omitieron e inventaron, pero No puede excluirse enteramente que se haya producido un ataque por obra
esta tradición en particular presenta ciertas correspondencias notables con ele piratas o de alguna flota merodeadora, particularmente si se atiende a
lo que puede inferirse a partir del material arqueológico. Así, es posible que Cnosos nunca estuvo fortificada. Si la talasocracia o dominio del mar
que el cambio de cultura, rápido y superficial, que acompaña al surgi­ que registran los escritores posteriores se basaba en una tradición genuina,
miento de Micenas, ciudad que llega a ocupar la posición más importante debe haber declinado después del terremoto; y Herodoto nos transmite un
en el mundo egeo, fuera producido al comienzo por nuevos contactos ultra­ relato según el cual la flota se perdió después de un ataque contra Sicilia,
marinos con Egipto y Creta, como así también con los países del norte, por más improbable que esto pueda parecer.10 Subsiste el hecho de que
y por la llegada al Peloponeso de una pequeña corriente de pobladores de Cnosos fue destruida, y de que esta vez no hubo renacimiento.
habla griega que provenían ele Asia menor y traían consigo carros. Pero Por lo tanto, a partir del año 1550 aproximadamente, i\Iicenas se
esto sólo seguirá siendo, en gran medida, una conjetura. transformó en el foco del poder independiente más grande del mundo egeo;
Cnosos, la ciudad más importante ele Creta, no pudo emprender una y siguió siéndolo hasta el colapso final de la Grecia de la Edad de bronce,
expansión correspondiente, a causa ele un desastroso terremoto que alrededor ocurrido más o menos cuatrocientos años más tarde. ( Casi no es necesario
del año 1570 destruyó el gran palacio que allí existía, junto con otras ciu­ decir que todas las fechas referentes a este período son aproximadas. Las
dades palaciales ubicadas en la isla. Creta se recuperó materialmente ele correspondientes a la primera parte del último período de la Edad de
este infortunio en forma espectacular, pero no iba a sobrevivir por mucho bronce pueden aceptarse con mayor confianza, ya que existen sincronismos
tiempo como poder independiente. Parece probable que los motivos y culturales con Egipto, donde es posible establecer una cronología a causa
técnicas minoicos, que se tornaron tan prominentes en el arte del conti­ de la supervivencia de registros históricos escritos; aunque esto mismo
nente en la última parte del siglo XVI, fueron el resultado ele una emigración puede resultar falible.) En lo que respecta a la cultura, aunque no a la
en gran escala ele artesanos desde Creta y particularmente desde Cnosos. mera extensión de su influencia, el período más notable es probablemente
020/081
d que abarca el p rime r s iglo y medio dentro de esta extensión de cuatro­ i rradiaban en dirección al sur hacia :\sine y el puerto de :\auplia, y en
cientos años, época en que Cnosos todavía no había siclo saqueada. Algunos dirección al norte hacia Sición y Corinto y, por el camino que pasa el
rle los más grandes triunfos del arte de Micenas corresponden a l comienzo istmo, hacia los p alacios de Grecia central. La corta ruta que se dirigía
ele esta era. Las famosas dagas de las tumbas de pozo, por ejemplo, de­ al sur, hacia la costa, estab a custodiada por ci udades fortificadas en Miclea
muestran a la vez el gusto señorial del continente y el carácter internacional y Tirinto, que a su vez eran sede de reyes vasallos y estaban ricamente
que tenía gran parte de este arte palacial; lo primero se ve en la caza equipadas con frescos y vas ijas de oro y plata, en tanto la ciudad de Argos,
del león, que s in embargo se expresa con la fluida técnica minoica, en tan­ estrechamente unida con Micenas, mantenía el control sobre los campos más
to que la escena de los gatos que acechan a los pájaros j u nto a un río, entre fértiles de l a llanura argiva.
juncos de papiro, es egipcia.11 No mucho después del año 1500 se cons· Desde la época de la caída ele Cnosos la influencia aquea se fortalece
truyó la p rimera de una serie de tumbas reales de nuevo tipo: l a t umba en otras direcciones, a través del ma r. Las rutas comerciales que evidente­
de tholos, o "cúpula", ejempl if icad a en la forma más cabal con el mal mente se uti lizaban, están apoyadas por fundaciones y estac iones comer­
llamado Tesoro de Atreo. Se suele pensar actualmente que este cambio en ciales: Rodas, colonizada por los aqueos en el s iglo XIV, y probablemente
las costumbres funerarias reales implicó un cambio de dinastía. S in em­ también Chip re, son etapas en el camino de Levante, en tanto Citera y Creta
bargo, esto no se deduce necesariamente; pero al menos simbol iza la nueva están ubicadas en la ruta más directa que lleva a Egipto. En la ciudad de
m agnificencia que Micenas había adquirido y los contactos culturales más Ugarit, en Siria , hay un gran barrio aqueo en la ciudad portuaria, punto
amplios que había realizado. Luego, en algún momento dentro del siglo xv, de llegada de m uchas caravanas que hacen el camino por ti erra. Yolco y
se adaptó al griego l a técnica de la escritura, p resumiblemente por obra de Pepareto están ubicadas en la ru ta de Troya, Mileto constituye un puerto
los escribas p alaciegos de Cnosos. Desde poco antes de la caíd a de esta seguro sobre la costa egea or iental. Hacia la zona occidental de Grecia, en
ciudad, sin embargo, encontramos en Micenas un n uevo estilo de cerámica el Mediterráneo central, las fundaciones aqueas son más pequeñas y difí­
que muestra una reacción contra los cánones tradicionales m inoicos. Los c iles de rastrear, pero la cerámica micénica se abrió tamb ién paso en esa
motivos naturalistas minoicos se vuelven más pequeños, más angulares y zona en cier ta cantidad.
más geométr icos; están rodeados por estructuras que algunos críticos con­ Ésta es entonces la "dorada l\Iicenas" en la cumbre de su grandeza:
sideran como una resurrección de la decoración heládica media. Se observa una pequeña fortaleza que contiene un palacio, rodeada por casas que sólo
además que los artistas evitan conscientemente dejar sin decorar trozos de dejaron unos pocos rastros, aislada en un ángulo rocoso de la fértil llanura
la superficie, a l a vez que muestran una incapacidad perceptiva p ar a nJa­ argiv a (lám. la); pero también el centro de poder de un complejo de
cionar el ritmo de la decoración con la forma del vaso mismo. Alreded()r p alacios, ciudades y emporios que se extendían a través del Peloponeso y
dd año 1250 la producción parece ser a veces resultado de un esfuerzo de la p arte sud de la Grecia central, y en ultramar hacia las costas septen­
penoso, y sugiere la existencia de un aspecto más tosco de la cultura tr ionales del Egeo, Asia menor, Chip re y el Levante, como así también
micénica, luego de la eliminación de la fructífera influencia cretense ( cf. hasta Egipto, y, en menor medida, hacia occidente hasta Sic ilia y aun
Lím. 3b). Sin embargo, la vida de Creta no había sido enteramente olv i­ más allá. Ahora bien, tanto la fuente del poderío de ;\Iicenas, como la
dada. Los grandes fr;scos de Tirinto representan aún el deporte del salto naturaleza de su relación con los otros palacios aqueos o "micénicos" del
sobre el toro de la Creta minoica, aunque este deporte nunca haya alcan­ continente, resultan bastante difíciles de comprender. En contraste con los
zado popularidad en el cont inente -los palacios aqueos, por lo menos, no palacios minoicos de Creta, que eran ciudades en miniatura, l\licenas tal
contenían ningún equivalente del "sector teatral", dotado ele anchos y bajos como sob revive es, como T roya, una colina fortificada que conti ene poco
escalones para los espectadores, que observamos en Cnosos y Festas. más que el barrio real y unas pocas dependencias. Tal como en el caso
Los palacios del continente diferían de los de Creta en más de un de Troya, la industria que contribuyó, al menos en parte, al poderío de
aspecto importante. Poseían fort ificaciones, torres y repositorios de agua l\licenas debe haberse desarrollado en casas de adobe ubicadas fuera de las
protegidos. Después del año 1400 fueron fortalecidas las murallas de murallas, y éstas han desaparecido. La sede de Micenas, empero, no
Micenas y extendido su circuito, y se construyó l a maciza entrada cono­ p uede haber servido n unc a para albergar la parte importante de una c iu­
cida como P uerta de los leones. En la misma época f ueron ence rradas en dad, por más compacta que f uera. Sin embargo, deben haber existido
un doble recinto de piedra, cuidadosamente construido, las viej as tumbas pequeñas aldeas en la vecindad, algunos de cuyos habitantes serían pastores
de pozo ubicadas dentro de las murallas ( círculo A).12 Otros palacios del y granjeros, mientras que otros pueden haber sido alfareros o artesanos.13 La
continente, como los de Amielas y de Pilos Tr if ilia en el Peloponeso (la cerámica era un objeto de exportación cu yo volumen es posible estimar,
Pilos de Néstor, en Mesenia, más al sur, sólo se tornó importante en el aun dejando de lado el hecho de que sobrevive, en tanto otros productos

siglo XIII), o Atenas, Tebas y Orcómenos al norte del istmo de Corinto, son han perecido. Sin embargo, los hallazgos de cerámica "micénica" en ultra­
similares en cultura y a veces más grandes en extensión física y potenciali­ mar, aunque testimonian q ue el alcance del comercio aqueo era grande, no
dad de recursos n atur ales. Sin embargo, Micenas fue el centro político y sugieren directamente que este comercio fuera bastante amplio como para
militar. En su inmediata vecindad encontramos rastros de caminos que constituir el apoyo principal de la economía de Micenas misma. Los otros
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palacios del continente presumiblemente se autoabastecían, al menos en los fue capaz de explotar de esta manera el poderío de los desguarnecidos
tipos más ordinarios de mercaderías, y quizá participaran en cierta medida palacios cretenses, se facilita la solución de muchos problemas importantes.
en el comercio de ultramar. i\Iicenas también exportaba otros artículos más Creta poseía, a fines de la Edad de bronce, el poderi0 natural y comercial
valiosos de su artesanía, sobre todo objetos de metal, joyería y muebles que }Iicenas no parece haber tenido, al menos en medida tal que permita
decorados, aunque en este renglón sufrió desde el siglo XIV en adelante la explicar fenómenos como la existencia de los tesoros encontrados en los
competencia de los productos de los artesanos aqueos emigrados que residían círculos de tumbas o la preeminencia posterior de que goza Agamemnon,
en Chipre y Ugarit, o de sus aprendices nativos. En lo que respecta a la tal como se refleja en la Ilíada. Lo que Micenas si poseyó, desde comien­
riqueza agrícola de la Argólida, era considerable, pero también tuvo que zos del período heládico reciente, fue el poder militar; esto es lo que
abastecer a un gran número de fundaciones. resalta especialmente si se observa su posición y sus restos arquitecturales.
Resulta difícil establecer en qué medida Micenas se benefició de los Pero Micenas debe haber tenido también la capacidad de asimilar la rique­
recursos de otros palacios del continente. Orcómenos era reputada por su za y los recursos que la buena suerte y a la vez su potencia militar
gran riqueza y por ello se la recuerda en la Ilíada (IX, 381), * y otro pusieron a su alcance. En efecto, sería erróneo negar que Micenas haya
tanto debe haber ocurrido con Tebas. Aunque es poco lo que se ve del poseído también algunas dotes para la vida pacifica. Su cerámica, aun
período micénico de Tebas o de Orcómenos, es razonable conjeturar, par­ después de la declinación de la influencia cretense, y aunque tuvo sus exce­
tiendo de la naturaleza de sus respectivas sedes y de la comparación que sos, es técnicamente buena y en sus formas más simples constituye un cabal
podemos hacer con el último palacio de Pilos (lám. lb) -cuyos amplios logro artístico (lám. 3a). El trabajo en metal que allí se realizaba, así
restos han sido sistemáticamente traídos a la luz por arqueólogos norteame­ como los objetos de joyería, no son una mera imitación de los modelos
ricanos y griegos-, que ambas eran más amplias y potencialmente más de tipo minoico o provenientes del Cercano oriente. El arte de la pintura
productivas que Micenas misma.14 En realidad, la fuente del comercio de frescos se desarrolló tanto en el continente como en Creta; en Micenas
ultramarino "micénico" no era la ciudadela y el palacio de Micenas por misma sobrevivió poco de este material a causa de la naturaleza rocosa
sí solo, ni siquiera Micenas junto con Argos y las otras fundaciones de la de su sede, pero los muros de los departamentos oficiales que observamos
Argólida, sino la libre federación de todas las ciudades griegas del conti­ en Tirinto y Pilos estaban ricamente decorados con escenas de pesca, peces,
nente. Es un hecho reconocido que las tablillas de Pilos y Micenas no monos, buitres, aves, un tocador de lira, mujeres en procesión.
sugieren en absoluto la existencia de un comercio exterior o de vínculos La relevancia que tienen las reflexiones anteriores acerca de la posición
muy estrechos entre los palacios, más allá de lo que implica el hecho de de Micenas es la siguiente: si el poder de los aqueos en el continente se
que tuvieran sistemas sociales, económicos, administrativos y caligráficos basaba, en gran medida, sobre el poderío y la capacidad inventiva que éstos
similares, pero las tablillas, como las indicaciones que encontramos en la obtuvieron de Creta, resulta más fácil comprender por qué fue declinando,
Odisea, donde no se sugiere mucho más que la existencia de relaciones como lo vernos por la producción artesanal, cuando la influencia cretense
personales entre los diferentes jefes, corresponden al período en que el se iba extinguiendo y Cnosos yacía en ruinas. Si el poder de la dorada
imperio declina y se aproxima a su fin, momento en que es de esperar Micenas misma se basaba tanto en sus aspiraciones militares como comer­
que ocurra cierta desintegración. De esto no se deduce que hayan preva­ ciales, si ejerció su hegemonía sobre los otros palacios micénicos especial­
lecido las mismas condiciones en tiempos de mayor esplendor, como son los mente sobre esta base, resulta más comprensible la causa subyacente de
que van de 1550 a 1300. las guerras de agresión que debilitaron progresivamente a todo el mundo
Es de presumir que una parte importante del poderío de Micenas, y aqueo, sobre todo los ataques contra Tebas y el sitio de Troya. La posi·
quizás en menor grado de otros palacios continentales, derivó directamente ción dinástica en Micenas, tal como la representa Homero, es confusa. Aga­
de Creta. Ya hemos visto que hubo una fuerte influencia artística y técnica; memnon es el rey ele Micenas y quizá con este solo título haya sido el líder
y es posible que algunos cretenses adinerados, así como artesanos, se hayan de todo el ejército aqueo; pero vive también en Argos y tiene influencia
trasladado al continente desde la isla, luego que ésta fue devastada por el sobre Lacedemonia, donde su hermano menor i\Ienelao es rey; si nos atene­
terremoto en el curso del siglo XVI. Cuando Cnosos cayó directamente mos al libro noveno de la Ilíada, por lo menos, domina una parte de
bajo el dominio de Micenas, sus recursos comenzaron además a ser dre­ Mesenia. No resulta claro por qué los otros príncipes de Acaya se unen
nados hacia el continente. Los otros palacios cretenses, la mayoría de los a esta expedición contra Troya. La leyenda sugiere que hubo una empresa
cuales, como Palaicastro, sucumbieron antes que Cnosos misma, fueron anterior por parte de los muchos pretendientes reales de Helena, y Homero
menciona alguna clase de promesa; pero Tucídides considera que la alianza
quizás objeto de expediciones de saqueo o represalia por parte de grupos
fue más bien resultado del poder preeminente de Agamemnon.15
micénicos con base en Cnosos -y al decir "micénicos" me refiero aquí
específicamente a aqueos de Micenas. Esto es conjetural, pero si Micenas La Ilíada y la Odisea muestran una sociedad, o una especie de destila­
ción de diferentes sociedades, en la cual los jefes de las ciudades de la
* Las citas de libro en números romanos corresponden a la Ilíada; los libros Grecia aquea estaban ligados unos con otros no tanto por el parentesco, que
de la Odisea se citarán en números arábigos. operaba en ciertos casos, como por u :�plejo sistema de donativos,
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cuando se trata de nombres propios. Podemos ver, en efecto, que en tivas ele agres1on, las que a su vez debilitaron h::ista tal punto el poder
Homero los troyanos de menor jerarquía reciben a menudo los mismos central, que éste fue incapaz de defenderse contra invasores nuevos, ansio­
nombres que l os aqueos de menor jerarquía. Una proporción sorpren­ sos de l a posesión de tierras.
dentemente amplia de los nombres "homéricos" encontrados en las tablill as de Podemos preguntarnos en este punto en qué medida la civilización
Pilos, que pertenecen a gentes que habitaron esa ciudad en el sig lo XII!, que constituye el fondo de los poemas homéricos correspondió realmente a
aparecen en la Ilíada aplicados no a aqueos sino a troyanos -lo cual una época heroica. ¿Tenía razón Hesíodo al incluir entre la Edad de
puede sugerir, sin embargo, no que los troyanos históricos tuvieran nom­ bronce, sedienta ele sangre, y su propia época escuálida, una Edad de hé­
bres griegos, sino que los trovadores épicos utilizaban nombres con los roes en que la mayor parte de las cosas eran buenas? La vida que trans­
cuales estaban familiarizados en sus propias ciudades, para designar a per­ curría entre las campañas bélicas, en la Grecia del último período de la
sonajes ficticios o de menor alcurnia, fueran griegos o no griegos.23 Edad de bronce, ¿era tan ordenada y próspera como nos lo harían creer
Otro factor común llamativo en la historia del área mediterránea las descripciones de Pilos y Esparta de los libros tercero y cuarto ele la
oriental durante el segundo milenio, lo constituye l a relativa frecuencia Odisea? En cierto sentido éstas son preguntas que nos inducen a error,
de terremotos desastrosos. La tradición no nos dice virtualmente nada de ya que la civilización "micénica" abarcó un prolongado período -tan
estos graneles cataclismos. ¿Podemos creer real mente, entonces, qué tan­ largo como el transcurrido desde Cristóbal Colón hasta nuestros días­
tas famosas ciudades, incl uidas Cnosos y otros centros cretenses al rededor y varió grandemente en calidad. Las tradiciones que utilizaba Homero
de 1570 y Troya VI alrededor de 1275, hayan sido afectadas por terremo­ comprimían este período reduciéndolo a más o menos tres o cuatro gene­
tos tan drásticos como para provocar rupturas importantes en el desarrollo raciones, como suele hacerlo la tradición, y seleccionaban materiales de
cultural y político? Yo creo que podemos. En condiciones ideales el re­ diferentes fases de él, así como lo tomaban de l a vida totalmente dife­
gistro arqueológico distingue entre destrucción por terremoto y destrucción rente ele la Grecia postmicénica. En unos pocos aspectos la Ilíada y la
humana: en el primer caso encontramos murallas agrietadas y derrum­ Odisea reflejan probablemente los días de esplendor de los siglos XVI, XV
badas en forma neta y no observamos signos de que haya habido un y XIV, la época ele los reyes de las tumbas de pozo y de sus suceso­
asedio precedente o preparativos militares. E l incendio y el saqueo van res de las tumbas de tholos, de los constructores de l::i gran muralb y
acompañados por estas dos operaciones. Al comienzo los arqueólogos se de l a Puerta de los leones, cuando Micenas estaba a la cabeza de un
mostraban poco dispuestos a admitir que fue fundamentalmente un terre­ imperio en expansión, heredera del poderío y ele la potencia marítima de
moto lo que destruyó Cnosos en el siglo XVI, aunque l as pruebas materiales Creta, con los recursos del continente detrás de sí y el comercio oriental
l o sugieren vivamente. Sin embargo, en los últimos cuarenta años han temporariamente en sus manos. Pero más a menudo Homero reproduce
surgido nuevas demostraciones efectivas del poder y la frecuencia de los cualidades más adecuadas para los siglos siguientes, en que la vida era
terremotos en el Mediterráneo central y oriental: Me-;ina y Corinto a co­ más circunscripta y precaria, el comercio más dificil y ya muy poco
mienzos del siglo XIX, las ciudades de las islas jónicas, Santorín/Tera y podía obtenerse ele Creta; cuando Asia menor y Siria estaban a su Yez
partes de Tesalia en la pasada década; y en algún momento dentro del en estado ele agitación y Egipto se mostraba hostil. En ese momento deben
segundo milenio a. C. Tera fue literalmente destrozada por un terremoto haberse hecho sentir diferencias en el poderío natural entre los palacios
cataclísmico o una explosión volcánica. No es difícil imaginar el efecto micénicos, que alentaron los celos y hs querellas dinásticas. Quienes
que tal catástrofe habrá producido en un Estado palacial populoso y su­ se habían hecho ricos con facilidad en el pasado, así como el complicado
percentralizado como Cnosos, especialmente cuando los Estados vecinos no cuerpo administrativo de los palacios, l le\·aron a una declinación que
tendían a responder a ella con el aporte de medicinas y frazadas sino con bien puede l lamarse decadencia, cuyas víctimas intentaron el recurso del
el asesinato y el gusto por el pillaje. saqueo, tanto fuera del imperio como dentro de él, para seguir funcio­
Los palacios del mundo micénico tuvieron bastante fortuna como para nando. El retrato que Homero hace de sus personajes principales, com­
escapar a este tipo de destrucción. La mayoría de ellos, como l'vlicenas plejo como es, coincide grosso modo con lo que podríamos esperar de
misma, no estaban situados directamente en la zona abarcada por el una amalgama de cualidades de estas dos épocas tan diferentes, y ele la
terremoto. La decadencia de l a cultura aquea, por lo contrario, se debió que vino a continuación. Agamernnon como jefe supremo de "Argos y
probablemente a la estagnación económica que condujo a guerras inter­ muchas islas" deriva muy probablemente, en forma torcida e indirecta,
nas, y a la presión gradual de una nueva oleada de invasores de lengua de recuerdos del período de grandeza; Agamemnon como líder de una
griega, los dorios, que se habían idÓ fofiltrando en dirección al sur desde expedición incómoda y a veces desobediente contra Troya, que había
la Grecia noroccidental a partir del siglo XIII por lo menos. El fin de Mice­ sido antes buena clienta para las exportaciones micénicas, pertenece a la
nas tiene su paralelo no sólo en el de otras ciudades continentales sino época de desintegración. Muchos elementos que encontramos en los poe­
también en l a destrucción de Boghaz Keui, Ugarit y Alalakh. También mas provienen de esta época tardía, y es natural que los recuerdos de un
en este caso el eclipse de culturas locales establecidas desde antiguo fue pasado más distante sean menos en número y menos específicos. Los
provocado por dificultades económicas que condujeron a guerras destruc- viajes individuales con propósitos oportunistas o de saqueo, como los
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que imponía obligaciones recíprocas sin que ex1st1eran alianzas formales tar que el nombre akhkhijawa se refiere a los akhaiwoi o ar¡ueos, que es
o la necesidad de una jerarquía entre los Estados. 18 Al mismo tiempo, el que los griegos micénicos, según Hornero, se aplir:ab::rn más común­
;\n-amemnon es reconocido en los poemas como el rey aqueo supremo, con mente a sí mismos. Sin embargo, los aqueos de las tablillas hititas parecen
u�a autoridad en la que todos consienten y que no puede explicarse simple­ haber pertenecido, en su mayor parte, a una colonia exterior a la Grecia
mente sobre la base de relaciones familiares o de obligaciones semicomer­ continental; el lugar mi, verosímil en que podemos ubicarlos es quizá
ciales. Es posible, entonces, que Micenas haya sido aceptada el urante largo Roc!Js. Roelas tenía sin eluda ambiciones respecto de la costa licia, y éstas
tiempo como líder militar ele las ciudades del continente. Parece haber se reflejaron probablemente en b lucha c¡ue ocurre en la Ilíacla entre
iniciado el ataque contra Cnosos, como lo hizo con seguridad contra Sarpeclón de Licia y Tlepólernos ele Roelas. Resulta significativo además
Troya. Las expediciones de los Siete contra Tebas y ele los hijos ele éstos, que en algunas partes ele Panfilia, durante el período histórico, se utili­
que tuvieron más éxito, fueron emprendidas desde Argos. No sabemos qué zara una forma ele la lengua griega que era afín a los dialectos arcadio
excusa se alegó para el asalto contra Cnosos, pero la mitología ofrece y chipriota, los que a su vez constituyen con seguridad un remanente del
explicaciones matrimoniales y dinásticas para los otros dos ataques. El griego "micénico" o del que se hablaba en la Edad ele bronce reciente.
factor común en los tres casos lo constituye quizá la riqueza ele la ciudad Los hititas nunca controlaron el extremo norocciclental de Asia menor,
sometida al ataque; Tebas, sin embargo, como era una ciudad aquea y pues estaba establecida allí desde comienzos del tercer milenio a. C. una
no extranjera, debe haber dado algún motivo adicional. Micenas, que ciudad poderosamente fortificada que se llamaba Ilios o Troya.19 Troya
había obtenido la parte del león en el pillaje cretense, y p oseía menos fue capturada por invasores, que no eran los hititas, en una época en que
recursos naturales que algunos de los otros Estados griegos para man­ los hititas mismos se estaban extendiendo por el norte y el centro de
tenerse en la situación a la que se había acostumbrado, fue la iniciadora Asia menor. Estos nuevos pobladores, que construyeron y habitaron la
natural de esta guerra ele saqueo, y estaba en condiciones ele manifestar sexta ciudad sucesiva ubicada en el mismo lugar (Troya VI), se estable­
su desagrado a cualquier otra ciudad -como por ejemplo a Tebas misma­ cieron tan sólidamente en su ventajoso y nuevo hogar que evitaron com­
que se rehusara a unírsele sobre la base ele una división desigual ele plicaciones con los hititas, de modo que las tablillas de éstos que han
los despojos. llegado hasta nosotros los ignoran casi totalmente, o quizá totalmente.
Mientras la Creta minoica y luego las potencias aque;is del continente Troya se erguía en la entrada occidental ele los Darclanelos, y en el cruce
dominaban el área egea en el período medio y reciente de la Edad de ele una ruta no muy importante que iba desde el norte hacia el sur por
bronce, el interior del Asia menor era controlado por los hititas -un pue­ la costa de Asia menor. Esta posición puede haberle procurado una cierta
blo indoeuropeo que llegó a la península alrededor del año 1900 a. C.-, en prosperidad desde época temprana, aunque parece dudoso que Troya haya
el momento mismo en que gentes ele habla griega del heládico medio se participado en forma notable durante el segundo milenio antes ele Cristo, en
movían hacia Grecia y la pobtación ele Troya VI estaba llegando a Troya. el comercio con el interior. Los resultados de la reciente reexcavo.ción
La civilización hitita creció hasta volverse poderosa e imponente, especial­ realizada por arqueólogos norteamericanos en el mismo lugar en que la
·nente bajo Suppiluliumas, alrededor ele 1350, durante la época ele la excavación original ele Schliernann, en los primeros tiempos ele la arqueo­
!randeza ele Micenas.17 El palacio ele la ciudad capital ele los hititas, Hat­ logía científica, hizo estragos con la estratificación, muestran que el poder
usas (la actual Boghaz Keui) era un laberinto ele habitaciones y depósitos y la riqueza ele la ciudad aumentaron quizás en forma considerable por
tgrupados en torno ele un amplio patio central, como en Cnosos; otros obra ele la nueva población; y que este poder se basaba no tanto en los
lalacios del Cercano Oriente, correspondientes a la época media y reciente derechos de peaje que cobraban a los comerciantes ele paso, según se solía
le la Edad de bronce, eran más o menos similares, y éste fue incluclable­ pensar, como en la producción textil y en la crianza ele caballos. La parte
nente un tipo ele construcción muy difundido, que refleja las vinculaciones fortificada de Troya ocupaba un lugar muy pequeño dedicado al palacio
lirectas o indirectas ele estas culturas con las civilizaciones del valle del real y sus dependencias; tal como en el caso de l\Iicenas, la mayoría de
::ufrates. Un gran archivo ele tablillas de arcilla descubierto hace poco en la población debe haber vivido fuera ele las murallas. Los hallazgos ele la
:oghaz Keui muestra que existió en ese lugar una economía palacial alta­ nueva excavación sugieren que el comercio ele la ciudad se dirigía hacia
nente centralizada, del tipo ele la que encontrarnos también en Nuzi, Alalakh, el oeste más bien que hacia el este; en un área muy limitada de la nueva
Iari, Cnosos y Pilos. El imperio hitita se derrumbó alrededor del año 1200, exploración se descubieron fragmentos de más de 700 vasijas importadas
de Micenas, mientras que faltan virtualmente productos provenientes del
uego de agotadoras luchas contra Egipto y de pasar un período de
Oriente. Esta poderosa ciudad fue destruida, aparentemente por un terre­
iscordias crecientes con Estados sometidos más pequeños en Asia menor
1isma. Uno ele los pueblos mencionados en las tablillas hititas es el de los moto, poco después del año 1300, y la sucedió rápidamente una fundación
más pobre, construida sobre la anterior y entre las ruinas por los sobrevi­
khkhijawa, que tenían evidentemente su. centro fuera ele Asia menor pero
oseían intereses a lo largo ele la costa, ;¡ sudoeste y al sur -intereses vientes. Esta fundación, conocida como Troya VIIa, fue a su vez destruida
los cuales se dedicaban unas veces con la aprobación y otras con la sólo una generación o dos más tarde; los excavadores ubican este evento
"<trema desaprobación del rey hitita. 18 Los eruditos tienden ahora a acep- en los años 1240 a 1230 aproximadamente. Esta vez la destrucción no la

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Gausó un terremoto sino un a invasión: hay huesos humanos en las calles
ces que las poblaciones de h::ibla griega del heládico medio de la Grecia
v una devastación sistemática tal como sólo podría provocarla un saqueo
continental y los troyanos de Troya YI estuvieran vinculados entre sí,
;::n gran escala. Luego del desastre persistieron un os pocos sobrevivien tes,
aunque su pasado inmediato haya sido bastante diferente como para pro­
hasta que sucumbieron también a un nuevo ataque llevado a cabo por una
ducir muchas divergencias superficiales de cultura. En este caso el con­
banda de bárbaros del norte. Poco tiempo después el milenario lugar que­
traste existente entre los aqueos griegos y los troyan os bárbaros, bien
dó aban donado hasta fines del siglo Vlll a. C.
ejempl ificado en Herodoto, podría inducirnos a error. Las diferencias
La Ilíada y la Odisea, y la tradición un iversal de los griegos, nos
cultural es se expli carían no sólo por las experiencias distintas de las dos
dicen que Troya fue saqueada después de un largo sitio ( de duración sin
tribus antes de que alcanzar an sus hogares even tuales, sino también por
duda exagerada) a que la sometieron los aqueos bajo el liderazgo de
las diferencias existentes entre las poblaciones que ellas dominaron y ab­
Agamemnon, rey de Micenas. De acuerdo con el cálculo antiguo más di­
sorbieron. En efecto, así como los pueblos del heládico medio deben
fundido esto ocurrió en el año 1184 -o, para utilizar los límites más am·
haber sido alterados en forma notable por las tradiciones y la manera de
plios, después de 1300 y antes de 1100. 2º Sólo una de las destrucciones vida de sus predecesores y súbditos del heládico antiguo, también los
históricas importantes de Troya concuerda con esta tradición: es la que
ciudadanos de Troya VI y Vlla fueron afectados, no sólo cultural sino
puso fin a Troya Vlla, probablemente alrededor de los años 1230 ó 1240.
también físicamente, por la raza anterior que construyó y pobló la ciudad
Muchos otros elementos coinciden en mostrar que en este caso, como en
en las cinco primeras fundaciones. Igualmente significativo debe haber
tan tos otros, la tradición mitológica se basaba en un hecho histórico. Se
sido el relativo aislamiento de Troya respecto de sus vecinos durante el
encontró en una de las calles una punta de flecha de tipo micénico; y las
segundo milenio, en una época en que Micenas sufrió una revolución cul­
relaciones con el mundo aqueo parecen haberse vuelto tensas desde la
tural tremenda a través de su contacto con Creta, que poseía un a civiliza­
p rimera parte del siglo XIII, cuando cesaron casi del todo las importacio­
ción totalmente distinta y probablemente no indoeuropea. Deben haberse
nes micénicas. Además, la destrucción de Troya Vlla se produjo al cabo
p roducido también vinculaciones matrimoniales minoico-micénicas, que com­
de un largo sitio, como nos dice la tradición que ocurrió la conquista de
pli caron aun más los ingredientes raciales de los aqueos. La probabilidad
Agamemnon; eso es lo que nos muestra el apiñamiento de chozas apresu­
de que haya existido una afinidad étnica entre aqueos y troyan os aumen ­
radamente c0nstruidas dentro de las murallas y la gran cantidad de vasijas tará considerablemente si la exploración arqueológica de Asia menor, que
de almacenaje recién enterradas en el suelo. Es evidente que no existen
se va extendiendo desde hace poco, llega a confirmar una sugerencia
indicaciones en las tumbas y ruin as de las ciudades aqueas, de que haya
reciente, que hasta ahora se basaba sobre todo en hal lazgos superficiales,
ocurrido en ellas un pillaje del tipo troyan o; pero esto se debe a que el
según la cual los pueblos del heládico medio que trajeron la lengua griega
bolín consistía seguramente en mujeres, caballos y objetos de metal pre­
a Grecia n o vinieron de la región ele las l lanuras hún garas sino a través
cioso que, como no igualaban en técnica a los que Micenas p roducía en
del Asia men or, para rodear luego la costa septentrion ::il del Egeo o cruzar
ese período, deben haber sido fundidos.
directamente el mar. �1
Comienza a aparecer un a cierta simultaneidad de acontecimientos.
Es evidente que la existencia de parentesco raci ::il entre troyanos y
Grupos de habla griega e ntran en la península alrededor del año 1900 y
aqueos explicaría ciertas cosas que observamos en Homero: el hecho, p or
exactamente en este período otro pueblo in doeuropeo, los hititas, se tras­
ejemplo, de que aparte de la afición de tipo or ien tal que muestra Príamo
ladan hasta Asia menor y una nueva población se posesiona de Troya. Hay
por el concubinato, y el carácter vocinglero del ejército troyano (aunque
que añadir a esto que los troyanos de Troya VI, corno el pueblo del
esto se debe sobre todo a los aliados), las costumbres y religión de los
heládico medio de la Grecia continen tal, utilizaban la técn ica cerámica
troyanos, y por cierto la mayor parte de sus n ombres, son en gr an parte
miniana, que se distingue netamen te, y enton ces se presentan dos posibili.
iguales a los de los griegos. Esto se debe naturalmente, en gran medida, a
dades vinculadas entre sí: la primera, que los pobladores de Troya VI,
la simplificación poética. Pero si los troyanos hubieran sido siempre re­
aunque no idénticos a los hititas, fueran del mismo origen indoeuropeo
cordados realmente como "bárbaros" en el sentido griego -o sea no
y se hubieran visto impulsados hacia Asia menor por la misma corriente griegos por su lengua y por lo tanto por sus costumbres-, los poetas épi­
de migración; y la segunda, que las similitudes que existen entre Troya VI cos deberían haber destacado entonces muchas de sus peculiaridades, para
y la cultura heládica media impliquen un cierto grado de parentesco racial aumentar el efecto dramático y pictórico de sus poemas. Es evidente que
entre troyanos y aqueos. Desdichadamente no sabemos nada acerca de si esto se lleva muy lejos, se correría el riesgo de reducir l as dimensiones
la lengua que se hablaba en Troya VT y Vlia; no se encontró ninguna heroicas de toda la expedición; pero podría haber llegado bastante más
tablilla como las que se utilizaban para registros o inventarios por parte allá de lo que llega en nuestra Ilíada y Odisea. Aparte de las costumbres
de los hititas o de los aqueos, una vez que éstos aprendieron el arte de similares, hay una o dos vinculaciones genealógicas sorprendentes entre
escribir de los minoicos de Creta. Es posible que los troyanos no cono· los aqueos y troyanos homéricos, que resultarían quizá más comprensibles
cieran ese arte. En todo caso, no se conoce hasta ahora ninguna razón si las dos naciones estuvieran íntimamente vinculadas .22 Sin embargo, ta­
por la cual su lengua no pueda ser de tipo indoeuropeo. Es posible enton- les coincidencias pueden deberse a las limitaciones de la invención poética,
025/081
1prendidos por Menelao después de la caída de Troya o por el Ulises
los falsos cuentos en la Odisea, pertenecen al fin de la edad micé­ Notas
:a y a la Edad media sucesiva, y probablemente correspondan también
esas épocas la conducta anárquica de Tersites, las expediciones a· la
squeda de ganado y las de represalia que i\éstor recuerda en la Ilíada,
la encarnizada resistencia de los hombres de Pilos que lucharon a sus
denes contra los invasores del norte simbolizados por Heracles.24
Sería fácil exagerar la magnitud de las fisuras implicadas en la poesía
,mérica. El individualismo egoísta de algunos de los héroes principales
e sin duda exagerado durante el desarrollo de la tradición. No todos
, síntomas de decadencia imperial podrían corresponder a una misma
oca, y sin duda muchos individuos, incluidos quizás hasta los cantores
poesías, llevaban una vida relativamente tranquila en la última genera­
)n de Pilos o aun de Micenas. Desde que Ventris descifró las tablillas
critas en linear B, podemos estimar en forma más realista algunas de
; condiciones de vida que reinaban en un palacio aqueo un poco antes
su caída. Así lo haremos en el capítulo siguiente. l. La ubicación cronológica ele Hesíodo constituye un problema siem­
pre abierto, pero me inclino a colocarlo en fecha no anterior a los comien­
zos del siglo VII. Véase la pág. 253; y para la cronología de la Ilíada y
la Odisea mismas, el cap. 13, § 3.
2. Chester G. Starr, The Origin of Greek Civilization (Nueva York,
1961), pág. 21 y sigs.; Sterling Dow, "The Greeks in the Bronze Age",
Xle Congres international des sciences historiques (Estocolmo, 1960),
pág. 4 y sigs. Ambas obras son valiosas para este y otros problemas del
mismo período, y contienen referencias bibliográficas útiles. Véase tam­
bién ahora G. L. Huxley, Crete and the Luwians (0:dord, 1961).
3. Dow, CBA, pág. 3 y notas 4 y 5; Starr, Origin, pág. 25.
4. Conocemos predecesores de los vasos "minianos" que se remontan
a comienzos del período heládico, pero con todo es significati\·o el nota­
ble mejoramiento técnico y el aumento en la cantidad de objetos en­
contrados.
5. Dimini, en Tesalia, y Lerna, en la Argólida, fueron fortificadas a
comienzos del período heládico, pero se trata de hechos excepcionales.
6. Esto es cuestionado por L. R. Palmer, Trans. of the Philol. Soc.
(1958), págs. 36-100; Mycenaeans and Minoans (Londres, 1961), cap. 7.
Palmer piensa también que el palacio de Cnosos no fue incendiado alre­
dedor de 1400 sino de ll50 a. C. (op. cit., cap. 6), pero hasta ahora no
parece haber presentado una argumentación convincente o adecuadamente
documentada. También están en el aire algunos ajustes de los sincronismos
egipcios respecto del comienzo del período minoico medio/heládico me­
dio. Si bien no se ha fij aclo aún definitivamente la cronología del segundo
milenio a. C. para el área egea, me parece improbable que pueda verse
seriamente alterado el esquema general de los acontecimientos que he pre­
sentado en este capítulo.
7. La argumentación al respecto la formula claramente Dow, GBA,
pág. 9 y sig.
3. Tucídides, 1, 9, 2; Píndaro, Ol. 1, 67-39; T. B. L. Webster, From
Mycenae to Homér (Londres, 1958), pág. 121 (Myrtilus).
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9. Cf. Dow, GBA, págs. 16-19, quien apora la idea ele la de�trucción 23. I\ombres homéricos en las tablillas: Ventris y Chadwick, Docu­
,1bandono por parte de .Micenas, debido a la intranoigencia de la pobla­ ments, pá;; . 10.3 y sigs.; D. H. F. Gray, ]HS, í3 (1958), 4.3 y sigs. Aunque
·m cretense nativa. Troya fuera realmente una ciudad "bárbara", pueden haberse conservado
10. En favor de alguna especie <le talasocracia minoica: Dow. GBA, sólo unos pocos nombres no griegos, tales como Príamo, Hécuba, Paris.
igs. 8-13; en contra, Starr, Origin, pág. 33. La piratería ("una gran Alejanclro ha sido a menudo explicado como una asimilación del hitita
rrería marítima"): N. G. L. Hammoncl, .-1 History of Greece to 322 B. c. Alaksaundos, pero ahora ha aparecido a-ra-ka-sa-da-ra, Alejandra, en una
)xfo rcl, 1959), pág. 35. Sicilia: Herodoto, VII, 170. tablilla en linear B, excavada en iviicen:is en 1953.
ll. Cf. Webster, MH, pág. 23 y sig. y en general el cap. 2, que si 24. Menelao: 4, 90 y sigs.; Uises: 14, 24.S y sigs.; Tersites: II, 211 y
:agera en algo, es en lo que respecta al carácter internacional del arte sigs.; Néstor: VII, 132 y sigs., XI, 670 y sigs., 690 y sigs. (Heracles.)
icénico.
12. A. J.· B. Wace, il,Jycenae (Princeton, 1949), págs. 132-4, colocaba
tos acontecimientos en la última parte del heládico reciente III A, alre­
�dor de 1350-1330 a. C. G. E. Mylonas, Ancient Mycenae (Londres,
J57), pág. 31 y sigs., arguye en favor del HT III B y del siglo XIII.
ylonas puede tener razón (véase además la reseña de la señora Vermeule,
JA, 62 (1958,), ll5-18), pero sería sorprendente que la lujosa Puerta
, los leones hubiera sido construida en época tan cercana al comienzo
,1 ataque contra Troya -si, como muchos piensan, este ataque fue un
ntoma de presión económica.
13. Wace, op. cit., pág. 33; Mylonas, op. cit., pág. 39.
14. Tebas: A. D. Keramopoulos, Arkhaiologikon Dheltion, 3 (1917),
pecialmente pág. 253 y sigs.; pero esto ya no es muy satisfactorio, y la
tuación de Tebas en la época micénica necesita urgentemente un trata­
iento renovado. Orcómenos: H. Bulle, Orchomenos, 1 (1907), 69 y si-
1ientes. Pilos: ha informado anualmente acerca de los progresos realizados
W. Blegen (o Blegen y l\I. Lang), en AJA, desde el vol. 57 (1953) en
lelante.
15. Los seguidores de Helena prometieron vengar toda infracción a su
atrimonio: Hesíodo, fr. 96 Rzach, versos 40-9 (del Catálogo). Alusiones
,méricas: II, 236, IV, 267, cf. XIII, 669, XXIII, 297. Tucíclides: 1, 9, l.
16. Finley, WO, cap. IV.
17. O. R. Gurney, The Hittites (Pelican, 1961), págs. 23-32.
18. Gurney, op. cit. pás. 46-58; D. L. Page, I!Hl, cap. I; G. L. Huxley,
chaeans and Hittiles (Oxforcl, 1960).
19. C. W. Blegen y otros, Troy (4 vols., Princeton, 1950-53). Sobre
i tamaño y carácter de Troya VI y VIIa, Page, H H!, págs. 53-74.
20. ll84/3 a. C. fue la fecha a que llegó Eratóstenes: Clemente de Ale­
,nclría, Stromateis, I, 21, 139.
21. Véase J. Mellaart, AJA, 62 (19.58), 9 y sigs.; J. M. Cook, Archaeo-
1gical Reports far 1959-60 (suplemento a ESA y JHS), pág. 29.
22. Por ejemplo a Ec¡ uepolo, rey de Sición, se le llama "descendiente
e Anc¡uises", en L"'<:III, 296, y Anc¡uise_s sólo es conocido como el padre
royano de Eneas; pero puede haber una confusión con un Equepolo
·oyano, descendiente de Talisias, muerto en IV, 458. Hay un rey Eric­
mio en la línea real troyana, así como lo hay en la de la Atenas micénica,
· el nombre de su padre Dárdano era arcadio, de acuerdo, por ejemplo, con
'ausanias (VIII, 24, 3).

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Los griegos micénicos 15
16 Martín S. Rui¡z.érez - José L. Melena
lado, la sociedad minoica y su civilización alcanzan su plena madurez, estaño.
mientras en el continente se asiste a los humildes comienzos de una En la ruta comercial de estos metales desde las civilizaciones
cultura que iba a alcanzar su pleno desa1Tollo en los siglos posteriores, centroeuropeas y danubianas hacia Creta, Micenas se encontraría en
ya que estas gentes continentales son los antepasados directos de los una posición ventajosa, ya que, además, domina la ruta más rápida
micénicos y, por tanto, el núcleo sobre el que se va.a fom1ar la Grecia hacia el este a través de la Argólide y a lo largo del golfo de Corinto.
clásica. Este nuevo poblamiento debió alcanzar la Grecia Central por El testimonio arqueológico de la vinculación de Micenas a estas rutas
el siglo XX a.C., procedente del norte o del este, o de ambas lo consituye sin duda los hallazgos de ámbar báltico.
direcciones a la vez. Hablaban un habla de la familia indoeuropea que En una rápida marcha ascensional, hacia 1150 Micenas es , política
con el tiempo y gracias al contacto con las gentes del HA se convertirá y artísticamente, un centro rico e influyente en la península, que irá
en lo que denominamos griego, siendo su primera documentación las creciendo en fuerza en proporción inversa al declive de Creta. Las
tablillas micénicas que permiten la realización de esta obra. relaciones con la isla, comerciales a iniciativa minoica, como dijimos,
En contraste con Creta y las Cíclades, el continente experimento en un primer momento, debieron tomarse depredatorias, atraídos los
durante el HM un período de estancamiento. Los contactos con el micénicos por el brillo de la civilización egea. El resultado, en
Egeo se mantuvieron, pero no parecen haber afectado mucho al cualquier caso, es una asimilación generalizada de la civilización
continente, cuya sociedad era, en comparación con la egea, atrasada, minoica por parte de los micénicos, una «minoización» que abarca
debido quizá al bajo número de pobladores y a una falta de tanto los aspectos materiales y externos, con objetos y técnicas
organización y de recursos. Sólo en la fase final del HM hay una decorativas minoicas producidas en suelo micénico, como
mejora que se aprecia fundamentalmente en las tumbas y que sugiere organizativos, entre los cuales hay que situar la adopción del sistema
un aumento de los recursos y un incremento de la influencia minoica. de escritura minoica para la notación del griego. Pero en este proceso
Hasta esta fase Micenas parece haber sido un asentamiento sin de las relaciones entre ambas civilizaciones, la minoica y la micénica,
apenas importancia. Su paso a una potencia de primera línea lo jugó un papel esencial uno de los cataclismos históricos de mayor
testimonian dos círculos de tumbas de pozo, en los que se inhuman envergadura jamás conocidos.
reyes y personas de familia real o altos dignatarios. El ajuar funerario A comienzos del MR la mayor parte de Creta fue devastada y
está integrado por objetos de desarrollo continental, por claras abandonada por sus pobladores por un tiempo indefiinido. Hoy día, los
importaciones minoicas y por novedades producidas de la fusión de nuevos elementos de juicio nos pe1miten conocer la causa del desastre
ambas tradiciones. El estudio de los huesos ha revelado que los y adivinar sus proporciones y consecuencias. Si repasamos una serie
hombres eran más altos y más corpulentos que la media del HM y esto de yacimientos, vemos fácilmente que los restos ponen de manifiesto
se ha atribuido a una selección natural física y a una mejora de la dieta la existencia de un desastre. Así Tiliso, Sklavókambo, Nirú Jani,
alimentaria. Este grupo selecto parece ser un grupo humano más Amniso, Gumía, Psira, Mojlos, Palékastro, Festo, Malia, Zacro y la
esbelto que la media y esta ventaja fisica ha sido puesta en relación propia Cnoso conocen una violenta destrucción en el MR I B, de unas
con el manejo del nuevo armamento hallado en las tumbas. Por lo características tales que no pueden atribuirse a la acción humana.
tanto, las bases del poderío de Micenas pueden haber estado muy bien Excluida ésta, los fenómenos naturales responsables sólo pueden haber
en este tipo de hombres. Estas gentes de las tumbas de pozo pueden sido o un terremoto o las consecuencias de la actividad volcánica. El
haber representado un grupo local que amplió su poder probablemente abandono generalizado de la mayor parte de los lugares mencionados
por todo el Peloponeso nororiental mediante la adpoción de nuevos parece excluir una explicación basada en un terremoto aislado y se ha
métodos de combate. En otros lugares surgen grupos dirigentes atribuido a la actividad volcánica de la isla de Santorín, Tera, unos 120
similares. Los contenidos de las tumbas muestran materias primas km. al norte de Creta, la estela de destrucción que cierra el período
ilimitadas, artesanos de elevada cualificación e intensos contactos con MRIB.
el Oriente. Se ha señalado que en el proceso de construcción de las ,Ji La isla de Santorín es en realidad la caldera de un volcán. El cono
unidades organizativas micénicas no es ajeno el impulso cretense actual, llamado Nea Kairneni, ha conocido erupciones en 1701, 1866 y
originado por la búsqueda de materias primas, en especial el cobre y el 1926, y en menor escala en 1939-1941 y 1950-1951. La mayor parte

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Los griegos micénicos 17 18 Martín S. Ruie_érez - José L. Melena

de la isla está cubierta de una mezcla de ceniza volcánica y piedra La catástrofe de Tera se situa, pues, al comienzo del Bronce
pómez conocida como tephra, y cuya estratificación refleja las Reciente. Ya dijimos que en el continente la designación de Micénico
distintas fases de la actividad del volcán: así una capa de pómez pura sustituye al Heládico Reciente, debido a l papel principal que
refleja la fase de eyección, una franja coloreada la erupción secundaria desempeña la cultura micénica en este período. En efecto, en el
y la erupción principal y la explosión están representadas por el estrato Micénico II, el poder de Micenas no hace más que afirmarse en el
de ceniza. No sabemos si las tres fases se produjeron en un corto continente y en el Egeo. Hacia el 1425 la capital de la civilización
período de tiempo y los desajustes cronológicos entre la explosión del minoica, Cnoso, está en poder micénico, inaugurando un período de
cráter y las capas de destrucción en Creta siguen causando problemas. simbiosis cultural, proceso donde se ha querido situar también la
Podemos hacernos una idea del desastre, si comparamos la adopción de la escritura. Sea como fuere, el carácter ahora letrado de
explosión de este volcán de Santo1in con la del volcán de las isla de la civilización micénica constituye un acontecimiento de primera
Krakatoa, en el mar de Java, ocurrida en 1883, ya que las importancia, ya que supone la posesión de un instrumento de primer
características de ambos volcanes son similares. Se trata de dos islas, orden para la organización administrativa y para su expansión
si bien el área encerrada por la caldera de Santorín es cuatro veces comercial.
mayor que la del Krakatoa. En los dos casos, la eyección de inmensas Eliminada Creta, el poderío de Micenas inicia una prodigiosa
cantidades de piedra pómez y ceniza terminó con el colapso del cono. expansión por todo el Mediterráneo oriental a lo largo de los siglos
La fase eruptiva del Krakatoa duró cien días, principiando el 20 de XIV-XIII a. C. La cerámica micénica aparece en Troya, en Sicilia y en
mayo de 1883 con la emisión de una elevada columna de ceniza. Italia y las costas del Mediterráneo oriental se pueblan con factorías
Durante los meses de junio, julio y agosto se suceden numerosos micénicas (Mileto, Rodas, Licia, Panfilia, Cilicia y Chipre) y han de
terremotos. El 26 de agosto, con la columna de ceniza ya de unos 30 suponerse barrios micénicos en Ugarit y quizá Naucratis, donde se
km. de altura, se inician una serie de explosiones que culminan al día establecen los puntos de contacto entre las culturas semita y egipcia
siguiente con cuatro gigantescas explosiones y la desintegración de con la occidental micénica. Las menciones de A!Jbiyawa en los textos
Krakatoa. Las consecuencias del desastre son significativas: la ceniza hititas hacen referencia a algún asentamiento micénico vecino y sus
es llevada por el viento a más de 5.000 km. de distancia, haciendo que reyes están considerados en pie de igualdad con los de Asiria,
en las zonas limítrofes la oscuridad sea total durante 57 horas (en un Babilonia y Egipto.
radio de más de 80 km.). Las corrientes marinas desatadas forman lo Poco antes de 1210 a. C., que es la fecha generahnente admitida
que se conoce con el término japonés de tsunami, un raz de marea que para el final de subperíodo Micénico III B 2, un grave colapso afectó
el 27 de agosto acabó con la vida de más de 36.000 personas en las al poderío político y comercial de los griegos micénicos.
costas de Java y Sumatra, cuyo litoral quedó completamente arrasado. Efectivamente, mientras que la cerámica del Micénico ITT A y B, se
Si multiplicamos los efectos conocidos en Krakatoa por cuatro encuentra abundantemente en las colonias micénicas del Mediterráneo
podemos hacemos una idea de la desolación que pudo ocasionar en las oriental y presenta una notable uniformidad en toda el área de la
áreas aledañas y en especial en Creta la explosión del volcán de cultura micénica, la del Micénico III C que se encuentra fuera de
Santorín. Esta debió ser responsable de la emisión de una gigantesca Grecia es escasa. Ello debe ponerse en relación con otro hecho
nube de ceniza, que llevada por el viento del noroeste debió importante revelado por la arqueología. Se trata de que en Micenas
depositarse en llanuras y valles de Creta convirtiendo los campos en cierto número de importantes edificios, situados fuera de las murallas
estériles desiertos de ceniza por algunos años. El raz de marea, cuyas y llenos de cerámicas del tipo III B, fueron destruídos por el fuego, al
proporciones son fáciles de colegir, debió provocar la destrucción de parecer intencionadamente, antes de que surgiese la cerámica del tipo
todo el litoral norte de Creta y de los barcos varados en los puertos III C, y al mismo tiempo que también era arrasado el gran poblado de
septentrionales. Los terremotos que preceden a la desintegración de la talleres de alfarería de Berbati.
caldera debieron causar la destrucción de las edificaciones palaciales, Lo cierto es que Micenas fue atacada y que la ciudadela resistió (ya
dada la especial arquitectura de las mismas, sin que puedan descartarse que estuvo habitada en el período de la cerámica III C). Las relaciones
asimismo la existencia de ondas de choque. con los centros de cultura micénica del Mediterráneo no parecen

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Finley, M.!.
Grecia primitiva : la edad ue brox,ce y se 0 nrca,ca. - Jaed. la reimp. -
Buenos Aires : Eudeba, 24.7.
229 Po 08X0. CM os;
Traducido por: Delia W.::unás
| ISBN 978-955-23-1353-5
]. Histor... de Grecia. :. Delia Vaunás, ¿5ax. il. Título
|. CDD938 e
Eudeba
Universidad de Buenos Aires
Título de la obra original: Early Greece: the Bronze and Archaic Ages
Chatto and Windus, Londres, 1970
Traducida por Delia Maunás
Revisión técnica de Amelia Aguado
4" edición: marzo de 2005
4" edición, 1* reimpresión: agosto de 2007
O 2005
Editorial Universitaria de Buenos Aires
Sociedad de Economía Mixta
Av. Rivadavia 1571/73 (1033) Ciudad de Buenos Aires
Tel.: 4383-8025 / Fax: 4383-2202
www.eudeba.com.ar
Impreso en la Argentina
Hecho el depósito que establece la ley 11.723
- CAPITULO 1

INTRODUCCIÓN

En el estudio de la historia primitiva del hom-


bre, lo que se observa con mayor claridad y más
rápidamente es su progreso tecnológico. Esa es
la razón por la cual existe la norma de larga tra-
dición que consiste en dividir la historia antigua.
en grandes períodos de acuerdo con los materiales
duros con que se fabricaban herramientas cortan-
tes y armas: piedra, cobre, bronce, hierro, en ese
orden. Luego, conforme aumentó el conocimiento
del pasado, los períodos largos se subdividieron de
distinta forma. Cuando se advirtió, por ejemplo,
que en determinado momento la técnica utilizada
para' dar filo al pedernaly demás piedras había
pasado del tallado al pulido, la Edad de Piedra se
dividió en Antigua. (Paleolítico) y Moderna (Neo-
lítico). Pronto se hizo necesario hablar de Paleo-
lítico Inferior, Medio y Superior (o Avanzado),
de un período Mesolítico Intermedio, de Bronce
Primitivo y Tardío, y así sucesivamente. De la
misma manera se diferenció cada edad de acuerdo
con la región o civilización.- Se creó asi una no-
menclatura cuyo uso persiste a pesar de que cada

17
vez se tiene más conciencia de que ella es poco
adecuada e incluso de que tiende a confundir. Des-
pués de todr, si bien la madera, el hueso, la arci-
lla para alfacería, lus pieles y los textiles son mate-
riales igu...mente impo:tantes, también es cierto
que no duran lo suficiente como para subsistir
iosta nuestros días. Su <plicación traspasa la línea
de evolución de piedra-bronce-hierro y deben ig-
norarse en el esquema convencional. Además, en
el curso de las edades tradicionales se han produ-
cido profundos cambios en la economía, en la es-
tructura social y en el poder político. En la actua-
lidad se coincide, por ejemplo, en que el signo
fundamental que señaló la división entre el paleo-
lítico y el neolítico fue la introducción de la agrí-
cukura y no un cambio en el método de trabajar
el pedernal. Por último, hubo escalas de tiempo
muy diferentes en el progreso tecnológico y social
de las distintas regiones de Europa y de Asia occi-
dental, por no mencionar los demás continentes.
Llegado a este punto (y volveremos sobre el
mismo más adelante), hay que reconocer que aún
son necesarias algunas de esas normas para rese-
fiar los miles de años de la prehistoria. El inves-
tigador actual sólo cuenta con las pruebas arqueo-
lógicas o restos materiales para estudiar la época
anterior al descubrimiento del arte de la escritura
y su empleo por parte de una civilización deter-
minada para registrar sus actividades, creencias e
historia. No dispone de agrupamientos lingúísticos
o nacionales, ni de dinastías reales o formas de
gobierno, ni tampoco de revoluciones o guerras
para utilizarlos como elementos de clasificación.
Asimismo, no tendría sentido dividir por siglos el
período desde el 40.000 hasta el 4,000 a.C. En
rigor. el final de la prehistoria no tuvo lugar an-
tes del 3000 a.C. aproximadamente en la Mesopo-
tamia (actual Irak) y Egipto, del 2000 a.C. en
18
Asia Menor y Siria y del 1000 a.C. en Grecia, pro-
duciéndose aún más tarde en todas las demás
regiones situadas hacia. el occidente. Para ser más
exactos, ésas son las fechas, aproximadamente, en
que la prehistoria se convierte en historia. El em-
pleo (y supervivencia) de la escritura fue por largo
tiempo tan restringido que las pruebas arqueoló-
gicas continúan siendo esenciales y a menudo pre-
dominantes.
En Grecia la Edad de Bronce comenzó alrede-
dor del 3000 a.C. o poco después de esa fecha, a
raíz de la adopción de las técnicas que se habían
desarrollado en zonas situadas más hacia el oriente
no por invención propia. El hecho de que se
ubieran producido migraciones hacia Grecia es
incierto y muy discutido. No se puede pretender
que ellas den cuenta de la llegada de los metales
pero no existe la menor duda de que ello fue
posible: el mar Egeo era una ruta por la que
viajaban hombres e ideas incluso en los. primeros
tiempos neolíticos (y quizá mucho antes). Los
granos cultivados y los animales domesticados que
marcan la iniciación de la Era Neolítica fueron
importados de Oriente, presumiblemente del Asia
Menor. No puede determinarse en qué forma via-
jaron, pero, en la misma época (en el 6000 a más
tardar), el vidrio volcánico negro Mamado obsidia-
na que se usaba para herramientas en una región
que se extendía desde el sur de Macedonia hasta
Creta provenía en su totalidad de la isla de Melos
(como resulta del análisis espectográfico de los
hallazgos). No obstante, en la misma Melos no
se han encontrado todavía vestigios de poblacio-
nes tan antiguas. Por lo tanto, parecería que el

1 Véase C. Renfrew y ol, “Obsidian in the Aegean”,


Annual of the British Sci at Athens, n? 60 (1985), págs.
225-247,

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hombre neolítico primitivo de Grecia continental
(y, por supuesto, también de Creta) se sentía lo
suficientemente cómodo en el mar como para visi-
tar Melos con regularidad a fin de explorar sus
canteras de obsidiana. De ser así, las primeras
plantas y animales domesticados podrían haber
llegado por el Egeo en vez de por tierra y más
probablemente acompañados a una auténtica mi-
gración que sin ella. En consecuencia, el hecho
de que el arte de la metalurgia siguiera el mismo
camino 300 años después constituiría un mero
acto de rutina.
La península griega, en síntesis, no era una uni-
dad aislada. En realidad no lo ha sido en modo
alguno hasta hace poco tiempo (e incluso en la
actualidad no existe acuerdo acerca de los límites
de “Grecia”), Tanto en el período prehistórico
como en el histórico, Grecia formaba parte de un
complejo egeo más amplio que abarcaba Grecia
continental, las islas (incluyendo Creta y Chipre)
y la costa occidental de Asia Menor. En términos
generales, esta región compartía un mismo clima y
terreno, con recursos similares y poseía, por lo
tanto, idéntico sistema de vida. A causa de su
ubicación, el mundo egeo servía también como
puente, por un lado, entre Egipto y el Cercano
Oriente, y, por el otro, entre Europa oriental y cen-
tral. ,
La ocupación de Grecia por el hombre se re-
monta, según estudios recientes, a la Era Paleolí-
tica Media, 40.000 años atrás (fecha ésta suminis-
trada por una muestra de carbono de Epiro).
Se ha descubierto un cráneo tipo Neanderthal en
Calcídica, al este de Macedonia, habiéndose en-
contrado asimismo concentraciones de restos paleo-
líticos en Macedonia occidental, Epiro, Corcira
(actual Corfú), la llanura de Tesalia, Beocia y el
noroeste de Olimpia, en Élida. No obstante, sólo

21
en uno de estos sitos —en Epiro debajo de lioan-
nina— se obse.van signos de población constante
hasta e: Neolíticu y 14 Edad de Bronce. La cerá-
mica nev.ítica zucestrz allí similitud con hallazgos
provenie.ves de ¿odia y no de otros sitios de Grecia,
como 20: .¡emplo Nieva Nicosuedia en Macedonia.
Casi to“ us estoz Zosov brimientos se han producido
desde nes de l£ cécada de 1950, por lo tanto
carecería de sentido en la actualidad generalizar
acerca de la duración del Paleolítico griego o dis-
cutir sus orígenes y conexiones. No se han hallado
restos paleolíticos en Nueva Nicomedia, por ejemplo,
lugar en que existía alrededor del 6200 (fecha
extraída también de una única muestra de car-
bono 14) una población que cultivaba trigo, ce-
bada, lentejas y arvejas, que al mismo tiempo
criaba ovejas, cerdos, cabras y ganado vacuno y
fabricaba canastos y cuatro estilos de cerámicas
diferentes. Da la impresión de que en Nueva Nico-
media se practicó, desde los primeros días de su
-existencia, toda la gama de las artes nuevas, mien-
tras que otros centros neolíticos primitivos, como
'Sesklo en Tesalia, atravesaron por una fase prece-
rámica. Cada mueva excavación suministra más
variaciones y enigmas, demostrando una y otra vez
que, dentro del complejo griego en general (por
no mencionar el egeo), la variación es parte esen-
cial de su prehistoria. Sin embargo, como suele
suceder cuando dependemos exclusivamente de
objetos materiales para recopilar información, las
razones de este fenómeno, se nos escapa.
Las regiones conocidas del neolítico primitivo
donde se fabricaban objetos de cerámica y se prac-
ticaba la agricultura están tan diseminadas que
resulta fácil llegar a la conclusión de que estas
innovaciones fundamentales fueron llevadas a Gre-
cia por una migración (o migraciones). Estas
primeras poblaciones eran pequeñas, aproximada-
22
mente de cien habitantes, y sus viviendas —cons-
tituidas por un único cuarto— se encontraban dis-
persas dentro del: área del pueblo, diferencián-
dose así de los densos y atestados poblados del
Cercano Oriente. Los tres mil años siguientes evi-
denciaron un aumento considerable de la pobla-
ción, lo que queda demostrado por la aparición
de nuevas áreas habitadas así como por la mayor
densidad de los pobladores antiguos. El crecimien-
to y el desarrollo se manifestaron de formas dife-
rentes: en la proliferación de las variedades de
alimentos, en el refinamiento y la mayor especia-
lización de herramientas y armas, en la cerámica
y su decoración, en el transporte y en la arqui-
tectura. Si las deducciones extraidas del estudio
de otras comunidades agrícolas primitivas y más
conocidas son válidas, cabe suponer que también
existió cierta división del trabajo (que no era
posible en sociedades que vivían de la caza y la
recolección de alimentos) y un principio de estra-
tificación social. Asimismo, se produjeron cam-
bios decisivos en el medio ambiente físico, no todos
necesariamente favorables en última instancia, cau-
sados por el desmonte de los bosques, por los cul-
tivos continuos y el constante uso del terreno para
pastoreo.
Por último, cerca del 3000 a.C., comenzaron a
utilizarse los conocimientos metalúrgicos que es-
taban ya muy avanzados en el Cercano Oriente,
pero en los siglos inmediatamente posteriores los
objetos de metal continuaron siendo rarezas en el '
Egeo. En algunas regiones como Creta casi. no
se ha encontrado ninguno. La mayor parte de
éstos —de bronce, plomo o plata— consistía en ar-
mas, piezas decorativas u objetos relacionados qui-
zá con la religión. Las herramientas de metal ape-
nas si aparecen, y en tal caso corresponden al arte-
sano y no al agricultor. En síntesis, el metal
comenzó :iendo un lujo en el mundo egeo y, si
bien tuvo una vigencia considerabio, se supone
Que Tesucina amucuolbea la cluse social r. ás pu-
diente Que hab... sirvico durante el período Neo-
ico precriente, dra, la arcilla refruciaria,
el hueso y ¿ia maoera continuarcu sic.::Go 1: máte-
TLaes QUrís (y £. uoeno tene: en cuenca Gue nun-
ca fuero.. desplazauos totalmente) hasta que, por
ú:timo, en la segunda mitad del tercer mienio, se
produjo en todo el Egeo un marcado aumento en
la cantidad Je metal utilizado, así como en la es-
cala de su er.pleo en «a producción.
La llegada de la verdadera era de los metales
introdujo problemas radicalmente nuevos. La so-
ciedad que depende de ellos, incluso en forma
parcial, debe hallar un lugar dentro de su estruc-
tura social para un nivel de especialistas que
antes no necesitaba y debe ocuparse activa y cons-
tantemente de obtener estas escasas materias pri-
mas. El mundo egeo es pobre en metales, Para
las reducidas necesidades de sus primeros arte-
sanos metalúrgicos quizá habría bastado con sus
pequeños depósitos aislados. Algunos de éstos han
sido localizados en exploraciones contemporáneas,
pero no en todos los distritos donde se efectuaron
hallazgos de objetos de metal. Conforme creció
la demanda se hizo necesario importar estaño y
cobre (y posteriormente hierro). Al principio se
los traía de otras sociedades más avanzadas en el
uso de los mettales pero más tarde fue necesario
recurrir a Europa central y occidental. La segunda
etapa fue particularmente complicada pues im-
plicó que los pueblos del Egeo debieron efectuar
ellos mismos los cateos, organizar luego las minas
y la fundición, y capacitar a los hombres del lugar
en técnicas que no poseían, teniendo finalmente
que transportar el cobre o el estaño a largas dis-
tancias. Hay pruebas arqueológicas de la existen-
24
cia de minas de cobre en Transilvania (en los
Cárpatos del sudeste) y en España que datan de
antes del 2000 a.C., cuyos responsables deben ser
los exploradores de Anatolia o del Egeo. Incluso
se ha formulado una hipótesis atractiva sobre Tro-
ya, donde se practicó la metalurgia desde la pri- -
mera población, en el sentido de que ésta debe
parte de su primitiva prosperidad a su ubicación
privilegiada sobre la ruta de los metales entre el
Asia Menor, el mundo egeo y el Danubio inferior.
El rápido desarrollo de las industrias metalúrgi-
cas locales puede demostrarse ocasionalmente en
muchas zonas egeas por la presencia de depósitos
de escoria y otros vestigios de verdaderos talle-
res, pero con más frecuencia por las variantes en
el estilo y en la técnica de los productos termina-
dos. También está probado arqueológicamente el
intenso comercio que se practicaba dentro del Egeo
en contraste con los siglos precedentes. Los pue-
blos y aldeas que perduraban desde épocas ante-
riores tienen ahora un aspecto de mayor solidez
“urbana” —algunos de ellos cuentan con murallas
de piedra— y están situados preferentemente so-
bre colinas bajas o lomas próximas al mar o a los
lagos interiores. Pero éste es el único indicio que
poseemos de que el aumento de la riqueza, la
mayor especialización y los varios requerimientos
del comercio exterior de los metales tuvieron, en
conjunto, un efecto significativo en la organización
y la estructura de las clases sociales. Ni siquiera
existe es menor indicio acerca de las relaciones
políticas entre las distintas comunidades.
Resulta tentador tratar de llenar las lagunas de
nuestro conocimiento sobre la base de los desarrollos
mas . menos contemporáneos de Egipto o ae la Me-
sopotamia, pero tenemos que abstenernos decidida-
mente de intentarlo, No hace falta más que echar
una mirada a los informes arqueológicos para

25
comprobar con qué rapidez las civilizaciones del
Cercano Oriente habían aventajado totalmente a
las del Egeo en el tamaño y la complejidad de
las comu...Cades individuales (y en los objetos que
éstas fab..caban), así como en la extensión de su
poder hasz las regiones circundantes. Ni siquiera
Troya es ..na excepción valedera. Debemos apro-
ximarnos « los grandes palacios de Creta después
del 2000 a.C., para encontrar apenas los primeros
hallazgos realmente grandiosos del mundo egeo.*
Además, por sobre todo esto nos encontramos con
la ausencia de cualquier forma de escritura y,
cuando ésta hizo finalmente su aparición en Grecia
y Creta, tuvo una difusión lenta e incompleta
(nunca llegó a Troya, por ejemplo) y su empleo
fue tan restringido que aún es correcto hablar de
prehistoria y no de historia en los siglos en que
se usaban las escrituras Lineales A y B (tratadas
en los caps. IV y V) para los registros de palacio.
La ignorancia de la lectura y la escritura, que
ya es una limitación' bastante seria para la socie-
dad misma, resulta frustrante para el historiador.
Los “conocimientos” de toda la prehistoria del
Egeo pueden contarse con los dedos de la mano.
Se los conoce únicamente a través de mitos y tra-
diciones muy posteriores y son, en el mejor de
los casos, muy problemáticos, según veremos más
adelante. La arqueología revela los cataclismos,
pero no puede 'informar acerca de las circunstan-
2 Para poder determinar su tamaño, Stuart Piggott, An-
cient Europe (Edinburgh University Press; Chicago, Aldine
Press, 1965), pág. 122, ha hecho estos interesantes cálculos:
Troya Il encajaría detro del círculo del terraplén de la pri-
mera fase de Stonehenge; el palacio mesominoico de Mallia
en Creta es casi igual, por su tamaño, a la villa romana de
Woodchester en Oxfordshire; el palacio de Pilos abarca apro-
ximadamente la mitad de la superficie de la población de la
Edad de Hierro de Clastonbury, en Somerset.
2
cias concurrentes o de las personas que tuvieron
participación en ellos, aun cuando en unos pocos
casos importantes puedan hacerse deducciones ge-
nerales con un margen considerable de proba-
bilidad. Asimismo, se advierte la falta de perso-
nalidades individuales no sólo debido a la natu-
raleza de los escasos textos escritos, sino también
a la ausencia notable de monumentos. No se en-
cuentran obeliscos con hermosas incripciones; ni
los palacios ni las tumbas presentan estatuas o
pinturas murales que puedan compararse con las
de los omnipresentes gobernantes, nobles, guerre-
ros, escribas, sacerdotes y dioses del Cercano Orien-
te. Los gobernantes de Cnosos, Misenas y Trova
descuidaron perpetuar su memoria. Estamos en
libertad de creer, si así lo deseamos, que los reyes
Minos de Cnosos, Agamenón de Micenas y Pría-
mo de Troya fueron personajes históricos y no
figuras de leyenda. Sin embargo, no se ha en-
contrado ninguna representación de ellos en el
lugar y ni siquiera figuran sus nombres en una
lápida o la piedra de un anillo de sello.
La consecuencia derivada de todos estos puntos
negativos es una gran frustración y la incertidum-
bre acerca de la cronología. Entre los objetos fe-
chados provenientes del mundo egeo, algunos de
los cuales tienen un valor incalculable, no hay uno
solo que no sea importado. Por lo tanto, todas
las fechas son arqueológicas. La cronología relativa
se establece con la base de la evolución estilística
de'la alfarería y a los estratos o capas de los yaci-
mientos de cada zona en particular. Se fijan en-
tonces los pivotes, o fechas “absolutas”, mediante
sincronizaciones, que hacen posibles a su vez los
objetos importados y exportados, con algunas fe-
chas conocidas de Egipto y Siria. Dicho en forma
esquemática, el método básico consiste en distri-
buir upa cantidad de estilos de alfarería —Micéni-

27
co IL A, B y C, por ejemplo— en un período dado
de años que se estima de acuerdo con el número
de objetos recuperados y la” duración del cambio
estilístico, Los desarrollos arquitectónicos sumi-
nistran un elemento de comprobación adicional.
Además, en caso de que haya, por ejuxipio, objeto»
egipcios que admiten la determinación de una
fecha, la escala de tiempo relativa puede tradu-
cirse a fechas reales.
El punto más débil de este procedimiento radi-
ca en la imposibilidad de fijar con suficiente pre-
cisión el momento en que se producen los cambios
de estilos y de técnicas de alfarería y de fabrica-
ción de otros objetos, así como los de estratifica-
ción. Siempre debe contemplarse un margen de
error, incluso en las nuevas pruebas científicas
como la de carbono 14. Sin embargo, aun cuando
un margen de 100 años pueda parecer poco impor-
* tante cuando hablamos de un milenio o más, no
debemos olvidar que ese período cubre tres gene-
raciones humanas completas. De ahí que un error
de tal magnitud pueda originar ideas falsas acerca
del crecimiento, cambio o migración en cuestión,
multiplicándose los riesgos cada vez que se con-
frontan dos o más culturas. Por lo tanto, cuando
los arqueólogos dan fechas tan precisas como 1440
ó 1270 a.C., es porque están excediendo los límites
de lo razonable y envolviendo sus cálculos en un
halo falso de certidumbre. :
aceptados estos 1mites. 7... “nas aproximadas
resultan útiles y verdaderamente indispensables.
La sección dedicada a la Edad de Bronce en el
cuadro cronológico del comenzo de este volumen
presenta una sincronización de Grecia, Creta, Chi-
pre y Troya. Lo único que pretendemo: con ella
es que refleje un esquema que muchos a “ueólogos
aceptarían como razonable, dado el est: 's actual
de los conocimientos. A raíz de un convenciona-
28
lismo inofensivo, los períodos se denominan He-
ládico en Grecia, Minoico en Creta y Cicládico en
las islas del Egeo central (aunque hoy se cuestio- ”
na la validez de este último como categoría). Por
otra norma convencional aparece una nueva divi-
sión en tríadas dobles: Primitivo, Medio y Tardío,
estando cada una de éstas a su vez subdividida
en 1, II y III. Si bien así puede crearse un cuadro
estéticamente agradable, a pesar de la desigualdad
de tiempo entre el Heládico, el Minoico y el Ci-
cládico, y detectarse a veces con bastante claridad
el período inicial, medio y final de cada etapa,
debemos considerar que, por otra parte, este sis-
tema no ofrece suficientes garantías para muchos
sitios y ha conducido a la aplicación de métodos
bastante violentos para forzar la ubicación de una
prueba evidente y molesta dentro de un marco que
se creó en los primeros tiempos de la arqueología
egea. Para los sitios aislados, el mejor procedi-
miento es el adoptado por los excavadores de Troya
y de otras ciudades, que consiste en numerar cada
estrato por orden, comenzando con 1 y prosiguien-
do así mientras resulte necesario, pero para las
regiones más extensas es preferible un esquema
más general. Las tríadas convencionales se man-
tienen en este libro por razones de referencia ya
que por el momento no existe otra alternativa.
CAPÍTULO11

LA “LLEGADA DE LOS GRIEGOS”

La debilidad de esta división convencional y ex-


cesivamente simétrica de la Edad de Bronce en
tríadas y subtríadas resulta evidente al admitirse
que la interrupción más abrupta y extensa de la
cronología arqueológica se produce entre el He-
ládico Primitivo 11 y III y no al comienzo del
Heládico Primitivo 1 o en la transición del Helá-
dico Primitivo al Medio (generalmente ubicado
alrededor del 1900 a.C.). En una fecha que puede
precisarse por los hallazgos de alfarería en las
proximidades del 2200 6-2100, se observa una des-
trucción más o menos completa en varios lugares
importantes de la Argólida —Lerna, Tirinto, Asine,
Ziguriés, probablemente Corinto— y el Ática, cuyos
efectos parecen haber alcanzado también a las
Cícladas. Todavía no se ha determinado la am-
plitud que esta devastación pudo tener en Grecia.
Si bien no fue universal, tampoco podemos consi-
derar mera coincidencia el hecho de que el incen-
dio y la destrucción acontecidos en los últimos
siglos del tercer milenio resulten igualmente evi-
dentes atravesando el Egeo, en Troya Il, más al

31
A
sur —cerca del nacimiento del río Meandro-. en
Beycesultán, y en muchos otros lugares, ineluso
en Palestina.
La palabra “interrupción” debe entenderse en
su sentido más amplio. A pesar de que los infor-
mes arqueológicos están repletos de cambios de
todo tipo, no es frecuente encontrar en ellos uno
que, abarcando una extensión semejante, sea tan
MACEDONIA
Nea
* Nicomedia
loanina
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“Tebas
4
Eleusis A>
Corinto $
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Kilómetros
2. Grecia en la Edad de Bronce
32
masivo y abrupto como el que se produce en esta
época en particular, En Grecia no se ha de. pro-
ducir nada comparable a éste hasta fines de la
Edad de Bronce, mil años más tarde. Centros que,
para su tiempo, eran ricos y poderosos y que ha-
bían tenido una larga trayectoria de estabilidad
y continuidad, prácticamente se derrumban y los
que les siguen difieren radicalmente en escala y
categoría. La arqueología no puede, como regla
general, asignar nombres a las personas ni precisar
el contenido de un desastre pero, en esta combina-
ción particular de desastres, es legítimo pregun-
tarse si éstos no son testigos de la llegada conco-
mitante —a las orillas occidental y oriental respec-
tivamente del Egeo— de inmigrantes que habla-
ban una forma primitiva del griego y de pueblos
que hablaban otras lenguas indoeuropeas interre-
lacionadas: el hitita, el luvi y el palavi.
Existe una comprensible falta de interés en plan-
tear esa pregunta en forma tan directa. La ten-
dencia a poner en un plano de igualdad lenguaje
y raza desquició el estudio de la prehistoria y de
-la historia desde que se descubrió que las lenguas
enropeas, asiáticas y norafricanas pueden clasifi-
carse en “familias” de acuerdo, en principio, con
sus similitudes estructurales (que a menudo sólo
puede captar un experto luego de un análisis pro-
fundo). La gran familia indoeuropea incluye las
lenguas antiguas de la India (sánscrito) y Persia,
el armenio y las lenguas eslavas; varios idiomas
bálticos (como por ejemplo el lituano), el griego
y el albanés, las lenguas itálicas, entre las que se
encuentran el latín y sus descendientes modernos,
el grupo céltico, del que aún hoy mantienen cierta
' vitalidad el gaélico y el galés, las lenguas germá-
nicas y varias lenguas .muertas que se hablaban
en los Balcanes (como el ilirio) o en el Asia Menor
(como el hitita y el frigio). Los investigadores

33
A
serios ya han abandonado la concepción román-
tica (o peor calificada) de una “raza indoeuropes”
que, con su temperamento, costumbres € institu-
ciones ceracterísticas, habría arrasado la zone reezn-
olazanco las culturas que eucontraba a su paso
or la propia, que sus integra::tes buuan su vez
¿e una ":ipotétic; cuna origine! Ni ea G.ecia rá
en Asia Menor hay pruebas que justifiquen naca
semejante. Las instituciones y la cultura del gra
Imperío hitita, que en la segunda mitad del se-
gundo milenio controló el Asia Menor y extendió
su influencia aún más lejos, sobre las que tenemos
tantos documentos (en la escritura cuneiforme que
los hititas adoptaron de Babilonia), eran producto
de desarrollos acontecidos en Anatolia (Asia Me-
nor) y no algo totalmente preexistente y llevado
a esa región en su conjunto por una única migra-
ción conquistadora, Es probable que en Grecia
* sucediera lo mismo en el período posterior al 2200
a.C., pero no contamos con documentos anteriores
a las tablillas,
de Lineal B.
No obstante, llegado a este punto todavía queda
un difícil aspecto de la realidad por tener en cuen-
ta. Se avecinaba el momento, muchos antes de
finalizar el primer milenio a.C., en que gran parte
de Europa y distritos extensos de Asia Occidental
y Central hablarían una u otra lengua indoeuropea.
Estas lenguas no eran nativas de toda esta vasta
región desde tiempos inmemoriales y hay pode-
rosas razones para creer que habían tenido rivales
dentro de su propio territorio en el transcurso de
la Edad de Bronce (cosa que, para los tiempos
históricos, puede probarse en algunas zonas). Por
lo tanto, no podemos eludir la conclusión de que
hubo algún movimientos de pueblos implicada en
ese proceso. La arqueología ha sugerido —y podría
decirse que ha demostrado— que el último mapa
lingúístico no es la resultante de un movimiento,
Y
sino de varios, acaecidos en períodos diferentes,
provenientes de centros distintos y que tomaron
direcciones diversas. No hay otro motivo que ex-
plique, por ejemplo, la gran afinidad existente
dentro de la familia indoeuropea entre el sánscrito
y el lituano.
Uno de estos movimientos parece reflejarse en.
las grandes destrucciones de Grecia, Troya y otros
lugares de Anatolia a fines del tercer milenio a.C.
Pero no hay modo en la actualidad de compro-
bar esta hipótesis. Con frecuencia las pruebas ar-
queológicas no pueden iluminar directamente la
historia de los idiomas y dialectos e incluso sobre
migraciones que se conocen a través de otras fuen-
tes o de deducciones indiscutibles. Por ejemplo,
no hay un solo rastro arqueológico incontestable
de los dorios, ni durante la migración ni luego de
su llegada a Grecia propiamente dicha. Tampoco
los hunos, por mencionar un caso muy posterior,
han sido identificados claramente a través de la
arqueología de Europa central. Sin embargo, al-
guien tuvo que introducir el dinlecto dórico en el
sur de Grecia, donde éste desplazó al griego “mi-
cénico”,1 y sabemos con absoluta seguridad que
los hunos hicieron una irrupción devastadora en
Europa. Nuestras dificultades se hacen mayores
aún con el comportamiento impredecible del len-
guaje luego de una conquista. Los normandos no
pudieron imponer su francés en Inglaterra a pesar
de la conquista y el dominio totales que lograron,
mientras que el magiar (húngaro), miembro de
la familia uralo-altaica, ha perdurado hasta nues-
tros días como una isla lingiiística rodeada. por
idiomas indoeuropeos sin relación alguna con él
(alemán, rumano y varias lenguas eslavas).

1 Volveremos sobre el tema de los dorios al comienzo del


capítulo VII.

35
Por consiguiente, resulta necesario definir con
más precisión lo que implica la hipótesis de la apa-
rición de cvueblos de lengua indoeuropea en el
Egeo ante Jel :200 a.C. y también lo que no
immcdica. C..00 primer paso, deben rechazarse con
iiomeza tocas las implicancias racistas: «s absurdo
imaginar que ellos ya can los “griegos” y que
tenían alguna misteriosa afinidad con los gober-
nantes de Micenas de 700 u 800 años más tarde,
por no mencionar a Safo, Pericles o Platón. Tam-
poco es indispensable creer que al tiempo de su
aparición ya hablaran un idioma que pudiera iden-
tificarse rápidamente como Griego. Es más pro-
bable que esta lengua, según la conocemos noso-
tros, adquiriera conformación difinitiva en la mis-
ma Grecia, siendo influida la de los recién legados
por la de la población más antigua de la península.
Ésta apareció a más tardar en el período micénico
(como resulta de las tablillas del Lineal B), cuando
dos o tal vez tres dialectos griegos íntimamente
relacionados parecen haberse difundido por toda
la zona, con excepción de las regiones montañosas
y aisladas del Noroeste, donde se desarrolló el dia-
lecto dórico. El cuadro completo de dialectos clá-
sicos —jónico, eólico y dórico, con sus variantes
y subcategorías como el ático— debe situarse en-
tonces en el período posterior a la caída del mundo
micénice, es decir, después del 1200 a.C. (mapa 4).
Gran parte de la compleja historia de la lengua
griega puede explicarse por simple evolución lin-
gúística. Por tanto, es innecesario presentar las
sucesivas olas de inmigrantes de habla griega, cada
una con su propio dialecto, como solía hacerse en
épocas pasadas. Lo dicho no excluye la posibili-
dad de que se hubieran producido otras migracio-
nes después del 2200 6 2100, desde el otro lado
del Egeo, por ejemplo, pero no las exige para la
historia del lenguaje. Y aquí nos encontramos con
36
el enigma más notorio de la interpretación de los
datos arqueológicos. El hecho de que en el se-
gundo milenio afluyeran a Grecia elementos e
impulsos culturales nuevos resulta evidente en mu-
chos lugares. Pero, ¿de qué manera llegaron? ¿con
los mccaderes, con los artesanos ambulantes o con
las migraciones y conquistas? La última es una
explicación demasiado fácil ya que en el Heládico
Medio existieron dos innovaciones que merecen
mayor consideración.
La primera es la llamada cerámica miniense, un
estilo de alfarería característico de textura “sapo-
nácea”. Por estar notablemente difundida en Gre-
cia, en las islas y en algunas partes de Anatolia
occidental desde el 1900 aproximadamente, o sea
desde el comienzo del Heládico Medio 1, muchos
estudiosos la consideraron rasgo sobresaliente de
una nueva cultura trasmitida por inmigrantes a
quienes algunos han identificado como “los griegos”.
No obstante, la cerámica torneada que fuera ha-
llada en Lerna y en otros sitios del Heládico Pri-
mitivo III no presenta grandes diferencias con la
miniense, excepto que es de una variedad anterior
y más primitiva, Por consiguiente no hace falta
adjudicar a una migración la gran popularidad
de la cerámica miniense de alrededor del 1900 a.C.
En la actualidad, el conjunto de las pruebas ar-
queológicas se manifiesta en favor de una fecha
anterior: 2200 ó 2100 a.C.
En segundo lugar aparece una nueva práctica
de inhumación muy difundida a principios del pe-
ríodo Heládico Medio, Se excavaban cámaras se-
pulcrales poco profundas (del tipo denominado
cista). A veces los costados eran de piedra y el
fondo de guijarros; contenían un solo cuerpo y las
cerraba una lápida. Al principio se observa una
tendencia a las dimensiones reducidas, de modo
que los cuerpos quedaban en posición encogida

37
E
(o fetal); además, no están acompañadas de ali-
mentos y utensilios. Con el tiempo adquirieror
mayor tamano y se hicieron más trulajadas. Lo
que constituye una novedad no es este procedi-
miento —¿1€ ya estava difuacdido en lis Cicladas
ez siglos anceriores—, sino la costumt-. Je cclocar
lúy cámaras sepulcrases de lc. ¡iños, y Ocsiomui-
mente du 10s adultos, centro de las casas, debajo
del piso o detrás de los. muros. Acá aparece una
nueva perspectiva, Pero, ¿requiere este hecho una
migración? De ser así, la nueva población debería
haber sido sumamente numerosa y haber conquis-
tado todo el territorio para imponer con tanta
rapidez ese nuevo tipo de rito funerario; asimismo,
es extraño que los cementerios de las afueras de
los pueblos continuaran en uso para los adultos.
El caso es que en la región del Egeo, durante la
Edad de Bronce así como en los tiempos históri-
cos, hubo una asombrosa variedad de prácticas
de inhumación que cambiaban según las regiones
y el momento y que coexistían a menudo por lar-
gos períodos en la misma comunidad. Los cuerpos
se enterraban en forma individual y en grupos
familiares, en clases distintas de recipientes; a ve-
ces se los exhumaba luego de producirse la des-
composición para volver a' enterrar los huesos;
eventualmente también la cremación complemen-
taba el entierro. Por lo común se nos escapa la
concepción subyacente en estas variantes, de la
costumbre, pero una cosa es segura: la mayoría de
los cambios surgieron sin que mediara una migra-
ción. Por lo tanto, no existe razón especial para
pensar que la introducción de la sepultura intra-
mural implique por sí sola un evento de esta na-
turaleza,
El Egeo fue siempre una ruta de tránsito de
ideas, técnicas e instituciones, tanto al comienzo
del segundo milenio como en otras épocas. Es un
38
hábito curioso el hecho de mo adjudicarle nunca
al pueblo en cuestión originalidad alguna, hacién-
dolo prestatario de otro que es el innovador. De
todos modos, la originalidad jamás implica crear
de la nada y no pierde valor hi importancia si se
basa en una idea proveniente de una fuente dis-
tinta. Si, según parece, la Argólida fue el centro
de la destrucción provocada por los intrusos alre-
dedor del 2200 a.C., se deduce en consecuencia
que en este distrito fértil y bien irrigado creció y
se difundió la cultura de los períodos Heládico
Primitivo 111 y Heládico Medio, de los que emer-
gió a su vez la civilización del Heládico Tardío
(o micénica). Esto es muy diferente del cuadro
romántico de que la conquista abarcó la totalidad
o la mayor parte de Grecia de una sola vez. La
“llegada de los griegos” significó, en otras palabras,
la introducción de un nuevo elemento que se com-
binó con sus predecesores para crear lentamente
otra civilización y extenderla cómo y hasta donde
fuera posible,
La destrucción de centros de poder de épocas
anteriores, como el de Lerna, con sus grandes for-
tificaciones, no implica que sus habitantes hayan
sido masacrados o que una destrucción compara-
ble se haya producido en el interior del territorio.
Algunos lugares fueron abandonados por períodos
más o menos cortos, mientras que otros no. Ade-
más, la Edad de Bronce no se limitó en Grecia a
algunas ciudades fortificadas como Lerna en el
Heládico Primitivo JI o Micenas en el Heládico
Tardío. A raíz de que la cantidad de lugares
excavados es todavía una pequeña fracción del to-
tol y de que los arqueólogos tratan, como es natu-
ral, de dedicar su tiempo y recursos escasos a los
lugares que prometen ser más fructíferos, se tiene
como resultado una ilusión de grandeza. Por eso
constituye una experiencia tranquilizadora leer un

39
catálogo publicado recientemente acerca de los lu-
gares conocidos que fueron habitados en el SuG-
oeste del Pelops..eso. En use espacio reducido,
liriitado or el su Alfeo, el monte Taigeto, el
guifo de ¿eseniz y el mar Jénico, el total de po-
bis.ciones o? Heládico Tardío puede ezar « ciento
dinciséis, ientras que, respecto del Heládico Me-
dio, pueóc llegar quizá a cincuenta y uno segúa
las prueb:s actuales que por cierto son- incom-
pletas. La mayoría de ellas fueron aldeas y muchas
quedaron Jeshabitadas en las postrimerías de la
Elad de Bronce. Estas citras reflejan, por un
lado, la “colonización interior” de Grecia que pro-
venía de varios centros y por otro el aumento con-
tinuo de las cifras de población absoluta. En esta.
evolución, resulta imposible separar a los recién
llegados de sus predecesores. Lo mismo puede
decirse acerca de sus respectivas contribuciones
a la cultura —o mejor dicho, al complejo cultural—
en incipiente desarrollo. En suma, todos contri-
buyeron de uno u otro modo, incluso los pueblos
cercanos a la península griega, como los de Creta,
los de las Cícladas y los de Anatolia.
Lamentablemente, poco puede decirse re: pecto
de la nueva cultura que comienza a princip:os del
1600 a.C. con la aparición del poder y la lujosa
opulencia reveladas por las tumbas en chimenea
de Micenas. Durante quinientos o seiscientos años,
desde los primeros tiempos del Heládico Primi-
tivo III hasta fines del Heládico Medio, los restos
materiales son tan pobres que nos encontramos
con poca preparación para la gran era que co-
mienza. Las aldeas (a Lerna misma no podemos
asignarle más que ese nombre en este momento)
tienen un aspecto general uniforme: situadas ge-
2 W. A. McDonald y R. Hope Simpson, American Journal
of Archaeology, 68, 1964, págs. 229-245,
40
neralmente sobre colinas o lomas bajas, de tra-
zado irregular, desordenadas, carentes de fortifi-
caciones y de palacios u otros edificios importantes.
Las herramientas y las armas de metal son rudi-
mentarias, Estas últimas son asimismo escasas y
. demasiado preciosas como para desperdiciarlas en-
tre los efectos personales que acompañarán a) di-
funto en la otra vida. A pesar de que los hallaz-
gos de cerámica sugieren algún contacto entre la
Argólida y las islas occidentales de Itaca y Lén-
cade, así como probablemente con las islas de
Lípari al norte de Sicilia, éstos dan una sensación
de uniformidad gris y de aislamiento en el período
Heládico Medio. Sólo el aspecto de los objetos
cretenses, así como las influencias de esta isla,
suministran desde el principio una' nota diferente:
ocasionalmente se "encuentra una taza O vaso cre-
tense importado en una tumba del interior del
territorio, y Jos artesanos alfareros de Atenas y
otros sitios comienzan a introducir formas mihoicas
en sus piezas.
Es difícil decir lo que significan con exactitud
estas conexiones con la isla, pero no hay razón para
creer en la existencia de algún tipo de autoridad
cretense en Grecia en los siglos xvi o xvu. Ade-
más, en los escasos restos materiales nada revela
la evolución de la organización social y de las
ideas que, como es razonable suponer, sirvieron
de base a la civilización micénica posterior. La
pista indicadora de que algo significativo estaba
ocurriendo, aunque de manera muy lenta, la en-
contramos únicamente em la mayor cantidad de
poblados y en el aumento implícito de la pobla-
ción, al que ya hemos hecho referencia, :

41
V.- J ,.\_ \'J e�-i..,t /Av5},,,

C1n>!!í.lLO 2

EL MUNDO HOM?RICO

Et mwulo mfoinico
La 4tlsjo.da de fos g.r.iegos en fa, Arúigüe.:fud conocio aos grandes
fases bien difo:renc:aadas: la mejor conqcida y a fa .vez más impor­
U:.líl,; � ·fa··rus-tm:-fo. de !a G.r!la,� de ]as ciudades, que comkm::u 11 con­
i:.¡¡ur-arsse, ;;proxirru.;.1,kimcntc, w. el siglo VIU., al final de fu. c,fad' os­
cw:..1., ;_::!, 1/:orr.de:iJ.ZO ¡.fo i� época an::akia• .li?ero cronoiógtcnmcnlc es, por
�í. d;;;.::k, la segunda Jt1istorla de Gr�a, pues ·esh.t110 p.reccilid.n p-ot·
¡_¡ i � bí.tm �fü1;1.ri:mim fa, de In Orcc:b1, micfoicn, fo 1!fo fo Edad de .llrom;c,
.E;;t:a no €S fa hlstorfai de fas ciudades, sm.o lr, de los :reinos minuscu­
kii ,;;�1?1thillmdores y burocmticos., en cierta medida model�dos se•
gun fa:.¡ dvíi1::.:m;iones wetán"'..as: de Orleni:c Próximo. Fwi.damcnta1·
m�nte, � ,.:omx::emos, por mia parte. grachis a .los ücscubrimicnto,;
arq1_¡cológkos fo¡:¡ugurados d il.Ígto pas;:ido por Ildnrkh. Sci1licnmrm
v continuados posleriorm<inte.. Dichos descubr}mientns sacaron a lo.
Íu.; r.os grandes· palacios de Mic.mas, Tl:dn.te, Pilos y otros y.¡.cirnfon.
H,s.. Por iQU-a -p..--u-ü:. gracias a la labor dcl arquitecto mgr&s Michaiai
V,;;ntrl;;; {¡U� en 1952 descifró la.1 J.abfüJas s::n escrlturn sfüfüicn ll.im;i•
J;, !incut ll, procc.i.k�uics <l� Cnos:sos, MkCDr.is y .Pifos {y en l,1 ,11::;tua­
fofa<l trunb!én d� Tcbas}, dcsci!rnmfonto quo reveló en detalle d
fondormmicnto <le .fos grimdes palacios centl!'alizadores, que cont.i­
b1fü.uban ,:;ru;, e;;traordinai'!¡¡¡ .minuciosidad toda fu aclivi<Jad econó­
mica. Este mundo micénico dCSclparcció a lo fa:rgo del siglo x.rr, {po­
ca en la qtic toda fa cucnc.i..o.r.ienml del Mcdi.tcrninco se vio turbada
por grandes agitaciones. Con él desapar�ió dcfmitivamente de la
!1istorla de Grecia ei. tipo de estructura socfol que ¡¡-cpresl!lltnba, y
todo lo que con. él se relacionaba, en el terreno de Iás instituciones
y en cl de los hechos de civilización. La Historfa de Grecfa en la
época dásica dejará de ser Wllll histo.rm de palacio ioontabillzador y
burocrático, para oomrerfuse en la hisftm:ia de sus ciudades. La fisu­
ra que se produjo a finales de la Edad de Bronéc rcsuila, pues, fa
más pr-0funda que !1n conocido la historia de Greda}
. ... ,.

É. Para M il visíón del tema, véase Fínley, M. I.: Les Premias ump:; de fo
Grl!ce, trad. de F. Hllftog, París, l.973.

034/081
�-·:
. .;
;4 t!COH"01,fll lí SOC:U:DAD :eN U li...'ITJA.:ut GRECU rn.. HUNDO !i OrJfRlC(l 4-¡
6
Entonces., ¿ñ,,!n·.i. que considcr;;r 1os poemas homéricos ccm10 !e:s­
Lrts 1*1e.i1ws hrmiérkc.s romo fucni:t ltWóricn tímonios tlc su proP.io tiempo, es decir (según la d;.Laciún mtis cr:­
i' rrientemenlc arlmithia hoy día) oeJ siglo vm, pur:sia que fa JJiad:i
La/ historia tlcl mundo mkéruco desborda cl marco de la presen- .se sfüm a principios de dicho siglo o poco ar.les, y la Odisea c:n su
te obta;
sin embarrgo, :no podrlamos omitir en dla una bre'l/'e e;roca­ segu.ooa, mitad?
ción de ese mundo. El �r testlmonio hish5rlco que nos ba llegado Este punto rie vista se haHa menos difumlído que el antalor,
despdés de ia t:a.ída dei mundo micénko, y fa primera obra fücrarfa pero también ha sjdo defem.fülo. En efecto, han potlido e:ttraerse ras­
de fa !m.storn de G1"1:cia, son los poemas homéric:os de fa llíada. y fa gos descriptivos que probablemente pertenecen al mundo en. ei que
O.dis�. "Estos poemás se presentan como 'CDa -evOQción de sucesos 11nriem c1 poeta, merced a fos cuales ha podido se:ñaiarse la Viji.C'.ila­
que 1t"inieron. lugnr'en el mundo mkénko durante la Edad· de .Brom:c. dón existente entre !a Odisea y :tos comienzos de la <.o.loni-¡:;¡ción
ta �ti6n de saber i. qué época histórica se pueden referir los tes­ occidental, que se sitúa en !a segum:ia mitad del siglo vni. S in_.s_n2-
füno�ios de Homero.• y en qué :medida podemos utilizarlos eomo fuen­ ba!:&!!, .P9t �tro lado, los poemas homéricos no pue�cn _considerarse
te his¡iá:ric:n. ha ici:m:stitmdo el ob�to de un largo debate. que se halla una descripción füerat del mundo en el que viviera d powi. Deber:.\.
!ejos :de lmber concluido, pero an� el cual no puede evitarse unll. icném :;.'ic-mpre pn:seriie el volunfarismo arcaí:1:alflle del r..oc1a que
1omn ¡& poskiió.'1. Bn otnl$ �bras, ¿qué represe:ntl.\ cl mundo her mira al pasndo, hacia un m.u.mdo clcsnparcdtlo que fotenta evocar_
m&icp como fuente hlstárllCII.? � 'néne roncicncla de loo gnmdes cambios que se p,:-odujewn en una
· � algmloo. ros :más �. ros poemas homem:os ronsti-­ focha n;Jaxivamcrte n:cimte, pero se abstiene de mencionarlo�, .P.e
iak.íajn simp.iemente mwa represmtaci6n .más o � ñcl del desa-­ ése-modo, oi.si nada dice de .los dorios {tan sólo una alusión}, cuyo
paltetjdo mufflio m�: ]m,bri;¡¡ que � a .Hornero. junto a ase:niamienio m Grecia siguió a fa caída de fo.s p:ilitdos micénicos,
k>s d�brlmi.mtas im¡ueo� y los del lmeal B. como principal :ni de la migrnclón griega a Asia Menor duranlc la edad osc.urn. Pre­
tesUnkmio de la bistorla de G� du.nnte la Edad de Bronce. Pero, tendía �r mm :sociedad desaparecida, perol!! fattab..,n 1otlos lo.s
aun�e este punto de �a se ��ta ampliamente dh�dido, :resulta puntos de referencia. Probablemente. lo .que describe no era ni d
i�s�fuie. LO$ �a hmnérlcos pm�den -ser, en efee<:i.o, un:1 m'lmÓQ mkxnk:o ni m propia época, sino mi mum!o intumcdio en
d�pción de � ffitlOOO desapairecido. mciuso se ha descubícrt� d tiempo (-pero n.l"necesariamente en Jas mstitudones) entre .ambos.
en ct¡os cierta cantidad de cl�nios míoéniioos ilesa�recidos con el mundo griego de la edad oscura de los siglos x y n, po-sicrior a
in ca'ds de ]os pamclo:s, pero CU],'ll! �. {nombires óe lugares, fa caída de los palados micénicos. pero ooterior a[ desarroUo de la
,objehfs, costumbres, etc.} guam6 Homero. Pero. en demútivn, todo poli$ en el siglo vm. koomeoo que immgurn mia é� compk:hn- ·
e!ID �Ha msipfficmte cmnpinadc con kl que Homero ha oMda­ mente nul!WI en la historia de Grecia.�
dc � iim.mdo micénk:o en el � -de 13.s �Utuclon:es y de los Pero no. podeml0$ lllfernmoos sfmplemeñte a esao y p¡¡¡-tlr de fa
� de ciriih:nclm. Asb:msmo., � en él mm serie de anacro­ equivalencia mumio homérico= mundo griego de la edad osOJ..i,
nlsm+ que ioo coca.jan m el ma:rco del :mundo mic:énko� sino que Descnoir la sociedad homérica no es �ctamente describhr la so-.
perlen� cfeciimmente,, a.. la épm::a inmediatamente posterior. m dcdad griega de los siglos ·x·IX. Ante todo hay que tener en cuenta
· descl�.!eiralo del !weal B ha ·:resaltado aún am mayor clarldad fo los anaoi:m�mos en un �Udo y en otro. Esquemáticamente pode­
dife� entre. cl mmidc micénico y h. wciedad homérica: los ¡m- mos decir� existen tre:t" niveles htstódcos: en Homeiro: el mundo
1aclos1j mkénicos. am Al. minuciosa buwaacia, se hallan abismal­ micénico que el poel� trata de e:vocar� la edad oscura y !a época en
menlef � de lliq� de los � � infinitamente la que vivió el poeta: y no siempR :resultara fádi ilistinguir con cJa.
Yrum0$ CQnlp-lejos C.1m W m:pmmcioo Y ffl los que TIC aiste h escrí­ rldad lo que pertenece a uno u otro nivel.
tu� � detemdnmtc en el mundo�. De éste a Homero, se .Por lo demás, falta aún :mu.cho psm que estos problema;; agoten
ecli� ddimtm y emitfflamente w¡¡ tipo de sociedad. sin que los el interés; hls1órlro flnclu._yendo en él lo que ahora nos ccop�) de
grl� da � pos¡reriores opu:,dii:nm. duda alguna al respecto.'
Tlu! lal'lg¡IO:e mid Ba�k¡jromld 1>f llonw-, editado wr G. S. Kirk, C:lmbrlr!ge,
H 2. Y.� Vidat.Naq¡..�, l'.: "H� et le mmme m�ien, a propos tl'un 1964. � 19!-:m. ,
q�
" �t et d� ��A� 13,. 1%3. pág!I\. �li9. • 4.. Tal es 1a p0$!um que adopia Fmley, M.. !.: Le .111,mde d"'Uf,-ss,; t,-adui:-
J. Sob.,e wi � �lil!lll\, � � M. ¡� «Hmner- i<nd �e: ?ro­ dó,;¡¡ h=�. :Pads, 1Yti51', con bibliografia adlapt:>.da po. f. Vidaí-.N:,;quct. {Tns,L
p;::;;w �
¡
T��. llli:knm,, 6, J9SJ. )l>llgs. ill--1:B, q,¡se ll4? pubU!:1!1 .!t>ini v.::c e;¡ =�-i:!fl mm1dr; d� Oifüi:a, ?, C. R.,, Mmlllrid, 191!0.)

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·1S ,,,Cf)NO f.lÍII 'l SOCH;UAU EN. LA Ji.HTJ.GU/1 GHECíl\. :m. MUlfüO H O M.úmco 49'
b obr;i de Homero. Ese enorme di;;curso -poético puede y debe ser Finalmente, hal:mi. que insistir sobre todo en la::. <llícrc11ci.:m c:n­
tr;:11.:i.tlo como un tHscurso cuyas leyes deben es,udiarsc. /\parcccu en i.rc fa !liada y Ja Odisea...� En :realidad, no existe una «socledml homé­
él oposiciones concurn:ntcs n lo largo de toda la civilizadón griega. · rica» , sino dos sociedades: fo. de l.i. llfada. y lu de fa Odisea. E11. pri­
Así,, cuando constatamos que Homero opone fundruncntuimc:nlc los mer lugar 1my una dlicrcncfa. .de .c<lmk Ju. Wada rcllcja un munclo
consumidores <le pan, cultivadores del suelo, ganaderos y sacrifica-· más arcaico y menos .iblcrto- qu.e ia Odisea. Existo asimfamo una di.­
<lores -que son los hombres, y que aparecen en la Odisea en Pilos, forencia de lema: fa Jlía.da muestra un;:i sociedad en guerra, en la que
Espo.na e llaca-, ·al conjunto de las no humanos -monstruos i.u aristocracia guerrera desempeño. un papel eser11::iai por fa supre�
nn!ropófagos, skcnas o diosas que encuentra Uiises en sus viajes-, macfa militar que ostenta, y en 1n quc el papcl de las clases iufc.
esta oposición in1scienúc Ia cucsli6n de saber si ki Pi los ele: Nés\or ;d9rcs queda, por consiguiente�ás dcsilibujado, pues ... ni en la gu�­
es i<lér.!ica n fa que ios :uqucólogos de CincinnaU han 1/.lcscubicrto .rm ni cu ci consejo cucn1:mi:1.!J 1.,,¡;L.9.c{�-�- c_ap:aJ;>io, iliii unn im�
.cri E.páno-l!ngliáno. Sin que ello sea moL!vo de tlistracdón pnrn d �<:�_El_q�!;o_�1ás detallada de la sociedad y de lo que nosotrós llama,:
his�orfat.lor. Así, d episodio dd Cíclope en el canto lX de b. Odiset1 mos cconomfa. Sobre todo, presta mnyor alención al .imlivi.duo; los
<lcscrfüc a la vez n unos s.ikajcs en d sentido mítico del termino ( unos humih.iés�- cuyo papel en la !Uada. :resulta muy .restringido, tlcmm
gam1deros o:bárb.aros,., del esiilo de los que pudienm conocer los iimyorpro�gonismo y el poeta se interesa mucho más por su sucrlc..
g,rr.g.os), y una tierra acerca de la cual se hacia una invitación . de Rcsuitaña ·dükil "intentnr ti� un cuadro de l� sociedad de fa. !líe.� .i \

co:-tc r:e<1Hsla n fa colonlzación. Dti i;ualgukt modo, para volver a ios da. Lo que se describe a oontlm.1aclón. puede aplicarse ante iodo a la
probfomas más concretos, i::ons!atarcmos que Homero era conscieo­ . \'
Odisea. Siempre que sea posible se señalaran fas difo.n:mcias con l11
tc de! hecho de que el desaparecido mundo micénico era más rico ltiado..
y más poderoso ,que aquel en (:l, que él vivfa.
Rccn:a ese mundo tnl como él se fo representaba, y para dio exa­
gera imluutarlamcnlc fa .riqueza de sus :n:ycs. No podemos tomar Caracteristlcas del 111m1dy 11r1mt!rico
;r,l píe de fa letra fas descr!pcioncs de los palados homéricos con sus
grandes tesoros y su cantidad ingente de esclavos: la precisión de
los dalos ie.stadisticos es tan sólo :aparente y no ikbe confundirnos, Dado que c.nda uoo de ¡¡¡¡osotros · pari.imos de unli cierta klea <le­
E11 v.i110 buscaremos en fa nrqueolog!a de los siglos x-!x fas huellas fa civilización gricgn como civilización de la ¡,clis, empecemos por
Je éüííicios como l.i gron casa de Uliscs en Itaai. 'fa! �orno lo revc­ :sm1alar una :i:iuscncl�
!En fa-; c."tcavaclcmes, la imagen del mundo griego de esa época es mu­ La primera caractcríslica cscm::ial dd mundo bomérioo, tanto de
cho más opaca: cmuobrecimicnto de la civilización material, aban­ fo. !liada como de la Odisea, es la inexistencia de la polis en el scnl!,
do clásico. �Juego, se encuen!�IL!m.Jjomcro rcfcrcncias_�.E
-
dono de iiumcrosos cmpfa.:amicntos e inlenupción de las relaciones
con el e;,¡L.nmjero. Lentamente d mundo griego logro resta.� �•;L;¡n,.J:l sentido �!! agiom�1;2dón urbana, con un cenir� (d :ógo:
.Y consofüfa_t!i_� superadas las viclsHudcs que marc:iron el final ¡fo ln !ª) en ei que se rc(mc J:i gente. Ademas, es.is dmfad� son el único .
.::.
r;poc;:n �icéclca.1 tipo <le-ascntamiento . hummm conocido por el poeta: en la obra de
·Por otro fado, ln sociedad J10mérica es dcmasfo.do uniforme en }Iomero no se mcnciomm aldeas. que, :sm
embargo, debieron cxis·
"!ir entonces en numerosas regiones dci mundo griego, como igual­
· sus Jnstiluciones: no da· ningwia sensación de divcrsiililtl entre las
disOntas regiones del mundo griego de fa época. RcsuHn dificil c.rcer mente fas h:ibrín más t.irdc. Pero, tnnlo en Jo intc1mo como en fo
que en fa realidad ocurriera fo misµ:¡o. Lo que, en casi todas fas épo­ éxtcrno, tas ducmdc:s homéricns no son paleis, iil menos si se i.as ima­
cas, cnracledz6 ia ll[storla de Greda es la desigualdad de desarrollo girm como C(lmunidadcs que agrupan n todos los dudadanos y que
habiida entre ]as distintas regiones del .mundo griego. Pc;;o, para la fo.rman asociaciones polfücns indcpcnilicnlcs y sobe.ranas, Si bien es
derlo que se encuentran en Homero fos términos demos, polis, poU­
�P� É _9.�� .�ui��;nia _gtc§¡o YH�ª?.. !a_ sociedad homctica, fa!­ tai, que e;:;presarán luego dklms nociones, su conl.enido no fümc en
. 1an llos�.:a.
medios de controi: Ja imagen del 1mmdo !)mmé,ko, pues, dc-
!1crzy._ gu.ir<l;:ir siempre cict!a gr.ido de abstracción. absoluta fa plenitud -que ':.nJqulrirlin más tan.la. El__sc.nti!p.ícnto .fO�

s. Pan1 um1 puc:sta al i,H11 nccrc;a de fa arqucolÓg!a. t,le los siglos- oscuros, 6. .Acen:a de este p!lllltt y de los que ·siguen, vimsc Mck. Alfonso: SixlcilJ.
\'6'sc Snotlgmu, A.: T11e Dark Age of Gnece: .ua archtie:ólogical $11nrey of ¡fu¡ e la11cm1. ?1ei paemi ambicl, N.i¡_,mes, . 1%1!,
Hll! ,o flie 8th ce,iti11ii:s D•. C., Edimburgo, 1!171. 1. flituJa, u, 202.
·'1

036/081
50 ECONOMl/1. Y SOCI.El}A!J EN U ,il.ITTIGUA GRECIA El, MUN!JO HOMÉRICO Si.
1
mun11axio cxis� ya en Home.ro, pero sufre aún hduc:rtc competencia oikos, taniOs. .más scnrklores tendrá. .A&.11�'9...ci...ai,!:gs,..PUU..Scniit'.c
<ld joder del olkos ilrlstocratico.ij PJ!f?.!n�l}!l_: hwa�no, .•!!?.J!;i__una..)rl>'titt1dQnc. fo1�ifa.11J�t1!iJrla_¡;_;;t. i.,:loi-
·· ·· .
.--i$riomeroja'_:auscnda de la ciu®d en sentido clásico compórln··:_ ·u1fnie e�- �rentesoo.
fa faílta de nociones. que se vinculan. a la institución de la dudad: P.:ro la noción de aikos se refiere _a D1go mi>s que un simrlc: grup,,
el. d�arro:Uo de estas nociones co.rresponde muy de cerea al dP.sarro­ humano. Engloba toda clase de bienes, muebles e inmuc.bks, insc:pa­
no df Jn propia polis. �. nR.��cu�� �.J:!!?mc� !a :m:1clón, po�­ rables en la práctica del grupo humano, puesto que son elfos los t1u;:;:
teríonnente fümlamentaI, de ollWidanm, de los derechos y deberes aseg!ltan su,exis:lenda material. Por con:iíguiente, forman p,H'i� de­
Ja-:dfu&.drino,-:-pg¡ -�nsiguiente tam�co_ 1a noción m.titétka tle él fas tien:as, los edificios, el ganado, fas resexv.;s de todas ..:fases, d
'no ,;: 1 a ano, de =trafio a la comunidad política. p antítesis entre material, etc. El oikQs es una unidad económica al mfamo tiempo que
F.om · re Hbre y·esclavo, en cambio, existe :ya en cierta medida, 1.unque Wla unidad humana, y es gobernado p07," el jefe dcl oikos, que en d
Igualpiente tampoco resulte ciana. En el. mundo bomérico existen mundo .homérico será un gran jefe guerrero, <::omo Mendao o U!i.ses.
E'.!;.d�vos. como los hnbm i:m todns las épocas de in historia de Gre­ le.t:on6micamente. ei .ideal de! -olkos: � fa autarqufa (ideal que tendrá

"ªí!O
cl.:;, � fa csd:;avllud romo fosllguclón e3 ¡prnscn!:nda por d pocln comu ...
�lu;al®Pl!WD la mdf� tft.lre/�. g} es que $® �. no tiene
fa �lrldad .-q.te ,adqulrlt*A ·lll!n fo �d cl� del tipo �ierden.,;c,w ·
imlli lar_gn h!S�orl;,a 1m _e) mundo griegó): el oikcs; debe bnst:i;-� � s�
mismo en la mayor l!lilcdiw posible,, debe p�h' e¡¡¡ s:1.1. se-no 1o<lo,
lo que nca::síta parn su Cldstencia• .B��}nll::!,loi:_no caben los intc::_
Ah!!n-a dcp:r-emos de �r en rondón del futuro: el papel prln- cambios: toda 1a producdón se roncentm en :manos dd jclc lld oikos•
. dpallen el.mundo homérico fo-� cl oilt.os �tko. Los g��.rcpa�:=_s�n-�.�rl���o..Por lo�ª��º�.:: �J�-v��-ün�·
gr.an4es héroes o�pan d primer phmo de la escena y actwin, por unidad de producc!ón y de consumo, y la maycir parte de sus ncc.:s,-
lo gapernl, l\\Utónomamcnt-e., eomo si no edstiera la oomunidad. Sin uides ·mateiiaies se satisfacen al margen de .::uaJqüler ·contacto
cmba\rgo se vl.slumhm, por ejemplo en m �ena del � de Itaol el ,mundo at«ior '1 de cuálquler intercambio comercial.
. .
�n el!c:a:'.!tO n da la Odls-M. la mstiencm de deirto, $ellmmtinto comu­ -· �� qué COD.$b.Ua fa rlque:w. mat_eria1 _de w o!ka; nl."istocci!k:o?
nitn� 1l wces en conrucw latente COOi maspirac� de los hé-­ !!nJrlmer_lugar.�;,:H��P.�'t!�--��ros eran anle t��:
n:ws: j existe, pues. cierta hmsi6¡¡_ entte la ciudad homérlaa y el oikos rrnteni�!��.Xs.i:� {lo�� �it._,�Í¡¡. el mno:pao �!? !&tj;�!!� como
.:.dsiqcráUco. fundamento de 111; c1vilizaciónJ!'la tiC'mll es uplotada en iooas sus
¿-qué es tm cikos1 El ténniru, se traduce a veces por 'll:familia",11 fornías: �gncultüiñ('ru1iivó'sde a:rbustmi (viñas, olivos, árbofos {ru.
pero �ta trndnoclún es. ffi irreall&d. pum precisa y poede prestane tales}, de hortalizas, pero � esencia predominó la o:cmomla pc,cu�.
a c��ioncs. Un mk�mcluso desde el p '!l11bJ de vista _estricts­ rra..11 La rlqu� de los grandes jefes se: medía sobre todo por el m.i­
mell!!U-.WDnno._�-�e -tma &:milla en �estra . acepción actwi:1 mero de cabezas de ganado, prlnclp:almente de bm:yes, que_·tcnfan
� d$��� �i�o!. �- gr;upo_ d� ,w.ares-h!J�}•. � est1: sentido, en sus. territorios. Junio a fa propiedad de tierras:, de Jos rebaño..
nuesiro r.oncepto de «wñUia11> resulta. fuimduclblc � griego homé-':., .. (y de: fos esclavos. que pueden con!!i1rse entre los biel'ms del oíko.s).
né�l?ñ ":sü aspecto ·purilmente iium11100ª cl-oiioi tendrá. en efecto, tlcbc contiibilizar:se el "tesoro,. acumulado, .que se ¡;-.tardaba en una
Ün gJppo [amlliar más o mfflOS. extenso m su centro. Pero incluirá, habitación especiru en el �tro dd palado. Hallaremos en él n:s:cr·
simuJJá�mentc. a todas las �nru¡. b"bms o esclaws, que depen• vas de alimentos. lr.igo, vasijas de v.ino y aceite, y también telas
den �:rect�ente del jefe del mkos, � decir. a todos l!os servidores --preciosas, melales, co:rrienti:s y rnros, en.Jingotes o .en forma de nr.
dcd.h::ados a ·las numero.su -� � panll la "rida eo:mómica mas:, trlpodes. calderos. La posesión de un tesoro lo mas cuantío.so.
:1eI .otkos. Nn��nte, cmmto más :gnmde y_ más poderoso. :sea el; posible no obedecía .sólo a .imperativos estrictamente utilitarios
·.. . . . . ..
1 •
que existan, ,.� más adelante:), sino que también Tesponde a con�
1
Wwc lioi!� W.: ...Dm Pcliz lid lfomer:,, Ft::itM:l:ri/! fllr BrnÍ:o S1'iell, sídieraciones de .prestigfo. El poderlo del nobfo guerrero se mediri,
1256, págs. 153-.165. � de mii- m Zar �Jdi!ffl 8tt.ats1mmle, cnlrc otros palroncs, por fa magni.lud de su lesoro y por la -magnl�
por P. 0-lldmiliZel', �!ti:, 19$, � il3-138.
,..V�_pw.���l�-� 4�
��-ño -toml11n!a al j\'lle de la letra. lm d11Eos � ll. Véase Yldal'.Naquet, P.: <>Valll!tln n:Il¡¡:ieuscs et .myd1lqucs de, fa ie= e!
:.ob ,::sclimmd: -.ie �. :,, A:: ZJIFÁ Sll:lm,er$l im rlf7� imdl du i;;ac:rUlce·dans l'O�, Anrniies, :ZS, mo. p.ip, · Jl7ll-!297,
hcrw1�lill$ Grlechim&114, �d� del nm», Wl=baúm. i!l,S,S. _ U. Lt.1Mi11tos homtrl:ros :relathro, il 1n mgrlcul!'IS1'?. se hallan irwnl.:!c.;, �!'I l:i.
!'.l. Así, � � cea� I.iaeqi, W. !t.: Tlm Fmnlliy In C�SsfClll Greece., ohn de lR.lehleT, W.� Die l.midwirtscha# fm homm:Khm Zdt,il!er, Goii11¡::ill 0
Lm . , 1%!.. !%!\; d!:sgrndadamtnte :se 11,:ilCl:l!mt.nn me:r.cl:idos con Jos 1n!cénit::Qs.

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038/081
54 \ ECONO W!'!. Y SOCIE!JAD ai LA /INUiTüll GRECI/1. U "lJl'QCi\ 11.RC,HCII. 55
!
feados, al pesar -de dio, comerciantes. marlfunos? No fümen :r.elación do en· la ·geslión -del oikas.- E11mco recibió ·de Ulises un pcr.la:w -d�
alguna c4n el mundo =terlor y tmre los ext:rsnjeros sólo sienten "tíérra y un� mujer, y 2demás pudo comprarse un esdavo. No hábia
desconf�hza_ No viven del romen::iti nmrltimo, sino rlc la tierra. El sido liberarlo {la noción de liberación la desconoce !O<favfa Home­
pueblo n\arlnero de ios feudos reclmza el comerdo: en la :propia ro), pero era como si lo hubiera sido. El rango de f.umco potl�
fo:rrn f�dn Ulises rcdbht1 el más grmre insulto, ni ser acus:ufo de parecer superior nl de ciertos hombres iibrcs,
se, un 'l>�igar comerclnnte, pr�do por su mcr-canda y su pro-­
Sin embargo, no parece que haya que m;gar toda signiiicadón
vedlo, ini;;uUo . que sólo podrá hon'al" demostrando ¡mJ¡mbiem.ente a 1� antítesis entre. libre y escl..'1.VO, Por un fado el !hes de ,A.quiles
su excclepda füi� y por ella su calidad de hé.oe.
puede ser un caso atí:pko; su condición podía. vatfar en la tC<Jlid::id
y no :representa necesariamente un término inferior bien definido.
i

Las cws4 .sociales bajas = Homero Lo mi:shlo podemos decir de Emneo: es un caso excepcionai, y·.
suerte w:I i=seiavo en fa Odisea es por fo general menos envidiable ..
,a.
Hom.ei-o se a:ntrn solne todo en los hé.ocs.: no nos infonna, pues� · · "J.•cr-o, n pesa, de los. pri-vUcgios de que gozaba, Eumeo no se iibciaba,
a ia p� acerca de fas das.es � bajias. No son impor.an- sino que sctlUfa vlrocri!ado nl oikos de Ulises. Varios pas::ijes h;ii::cn
1.::s en Iá /Jliadti; pero m, la Odisea se int� más por enas. no :sólo, · pensar- que ya se sentía con focr:w la uifcirencia cnlre libre y csda­
como grupo, sino también mmo índividoos {en esto la difuern:ia de �o; para un hombre libre no hay m..1yor- desgrndn que la esclavitud,
tema d�pe:m :también su papel}. A pesar de ltooo, cl l'l'Wgen de pues .,z.eus d 1ommte arrebata al várón la mUad de su fuer-a desde
insegurld� sigue .siendo grande: por Jo �lo Ja jeirarqwa de ias cla­ �! día en que en hace presa la vil servidumbre».%1
a
ses social/es bajas resulta muy conb:o� !:alia .mfo�tjó!! _�t:!..F<:a.��. !�� demás. miembro�..<le.!a soci.::daxl 1
Según J derio punm de mhii muy difundido. el aiterio esencial S!-_�µévé � -�encia_d�.E?,Stl?!� independientes, sin que se sepa
para esta¡bkl:er m CODfficlón da un hombre en d nmndo lwn:lérico gran -cosa ;de sia suerte. No hay rasliro de campesinos dependientes.
no en la. �seslón o :no de la h�tad perwmi1. snro su .simación ron �s��lrn_f��-��.#��a.�i?, fo 9:r,i1;___!l(!__ si�ilica que TI�
r-especlo aI oikos. I..a ammclón de un hombre :no e define en abs­ ��i-�-� ���4c Hom;:ro. Un grupo apane parece esra:r for�
tr.3.cto, rujo :rcl"en:nte a su �a o 1JO a un grupo. y en el mundo mado por los -�m?gOS». No se trata especialmente de artes:mos
oomérlco1 Ja m1idad Msb es d oVws mstocritico 1 no la polk Por puesto que entre ellos se i�luyen también los oficios de profeta, mej
consiguiente. se dice que la shmcl6n �or no es la de esclavo� sino dko� sTqu�ect�· aedo ª y heraldo.lll 9_,�lt��n. t�����!!ªs, acfüá
ia de a,el e! hombre Ubre que no posee mwa. viéndose.. pues, obu.. �ad�_especialbadas f:tU=. n o se -�jerg!J1 �n �.Jn�r�t:t d_e;1 _oikps:.1�s :f!e-
gado a �u sus scniclos a o� �do bajo su depet1dencla ,. �s ..son cspeclilis:as itinerantes. que ofrecen sus sc;rvídos a la
sm tenerjn! siquiera ia seprldad de alcam:u el salario fflipulado. . " comunidad (!.al es el sentido de fa palabra)r y cúya hahllídad les con·
Aquiles declara en �l imicmo., que preferirla ser un ilies en la ticrm» !leí-e nn nmgo. en cierta medidn, espccint
trnlmj.mñp ni scrvkm de 11n hombro pdtm:. q11� Tcmm; SQbrc todos T:.sla cs., .i gi:andcs rasgos, fa socicdnd ¡Je lm Odisea. L.1 <li,;l;mcía
fo� muer� � d pafs de }Jades. La Qbkmcla de este tlce em bas­ que: separn eslc'mundo de fa polis clásica. es c.vilfonlc:mc-nk grande:
t.mt-e p�a: no 1enía mngún vfnwlo con el oikos aristocrático ni no hny que insistir más en dio. Nos parece mfis intcres.inte hacer
fonnaba p.arte de él � d esclaw, que desde este poole de vista hmaipié sobre las .continuidades y parecidos en!re este munoo (o me­
.@' más *1°ll� que a. jor dicho, �tn� su efü:a y su sistema de valores) y d de !os s¡glos
!·or oh-a parte,, es derl@ 1:1ue Ja amdlídón dd esclavo podía ser posteriores.
:muy vari�blt:.. la distinción entn!. Ubirc y esclavo ne/ pasa por la na. El siguiente testimonkl litcrnrlo de fa l1istorÍll. de Grecia, Hesíodo.
u.1mleza �el trabajo que :rea.Unn {hasla los héroes sen capaces de 11os informa ac.en::a de todo un aspecto de la. sociedad griega más o
particlp� en rugums � romo ya hemos visto, d prejuicio hacia menos desatendido por Homero, a saber, fa vida dcl pequeño c;am,
el inibaj* romo tal no es· tan :ootable C0010 llegara a rerlo después). ¡resino. Hesíodo difiere de Homero en un punto capital: rec:b.a.a to­
I:i conaiclón dcl est:llilVó m el inieñoir del olkci es wrlab1e: entre aalmenfe li! violencia y ·fa guerrn. Pero, guardando laii clcb¡<l,,s dis-
·los �cla�. liombres y ::muj� que forman paira-e del clkos de un.
ses se di�&gmm dos grupos. Junto a los esclavos comentes que sólo 21. Odisu, :nin, .322-313; véase el �nlíleslo temor de Htc!or ll�tla b. p<::r•
están pat¡n ejecub!it" Jo que se les orde;m, existe �u:i grupo de privile­ si:,na .de And!"omaeo. I!fll.d,¡, 'lf, 4s¡:¡.q153_
giados q* gozan de fa confümza y :la estima de sus a-mos. particlpan- 22.. Odi=r, xvn. 38t-.3!l6.
23. Ocfüra, :tll, 135..

039/081
\
56 1\C•)NOML\ Y socw.n.w EN U !I.NTH.!JA. '(J:fil:.CIA

t,mcias, su iclcal <le inucpcndcnda no es ooslauncntc disUnlo .:ihlel


oikos homérico, y la é!ica del regalo y su correspondencia !lll 1e re­
sulta extraña. La concepción homérica. del comercio se halla singular·
merite cercana a las co.o.si(]eracion� que Aristóteles harta algunos
siglos ·más t::irdc: el comercio es vH, por cuanlo busca el provecho,
y ha de ser csencfoJmenle obra de eit.tranjeros; sólo son admisfüles CAPÍHJ!.O 3
los intercambios de carácter no comi:rdal que aseguran la autarquía.
La umbídón de los héroes homcr.kos consiste en a<lquirk por sus l..i\ EPOCA ARCAICA (SIGLOS VUINI}
1ta7...ifio.s una glorfa hn¡:ll,:rcccuc:r.n; este mismo ideal se Jmll.n. ,mcv�­
rnenl.e, pero arasladndo a fa ci;cala c:fv.ica y en el marco de fas !uc.hns
cntre las ciudades grfogas, expresado por Pmcles en !os discursos tle El desarrolle de la � poii.s1>
Tuddides.
Por ultimo, bay qui:: insistir en un epi.sodio de ]n Odisea, porque La éPC>l:?.. arc_aka es probablemente el pcdodo más .importante de
:p.irece vaticinar el futuro: se trai.i de la utopía de los fcacios, la fa .historia de. Grecia. Aunque la Greda de la época clásica. más bri·
:primera utop!a de la füer.itura griega. lU- mundo :real di:! la Odisea, Hnntc y mejor conocida, sen fo. mós narayeute, no puede com::c.bh:se
d tlc l t.:ica, no es un mundo de !CSpedallsias. En el pnfocio de U!iscs sin d período qu.e fa precedió. Efc:ctivllmcnte, en la épocn araiica se
b.s mujc¡-cs han aprendido a .nmfü:n:r lodos los imbajos; entre cllns, dieron innovaciones capitales en todos los terrenos.
fos únicas cspccfaUstas son lns mujc.rcs que 1mcen la moUcmfo, y
una de e!las se queja de su suerte,l4 A pesa¡;- de ser una isla Il.aca. per­ E..� el plano de !ns instituciones fa mayor novedad es cl desarrollo
m::inecc como un mundo de tierra adentro, Contrnriai:m:nte, en..�ea· <le ra-póiis, que sera aw:anle varios siglos el mareo esencial para cl..
dcsarrofüi Je la d11ilizadún griega h::ista la épocn bcl.cnlstlca.
cia las mujeres se rcpnrten entre sí las diversas fündones, y, ade­ El ,mcimicnto qc la pelis iresuUn oscuro. Intcn!lll" sclialnr. un prín,.
más, esa cspec.iafü.aclón di: las !unciones se corrclaci.ona con la ha·
bi!idad madnera de los feacios. En dicha utop.ia se nnuncla intuil.hra• cipiu absoluto es vcrdadcrnmenle dlHdt: la pci!is ;rcprescnla un tipo
mente y con varios siglos de antclooión el perfü de fa Alenns clús.ica, ideal, y todo depcndem dcl. criterio que se adopte. Por otra parte, la
Jo cual sugiere, por supuesto, que el modclo ateniense no es en polis :no se desarrolla en todos los ámbitos del inundo griego (volve­
absolulo ninguna innovación, hecho que habhl. comprendido perfoc• remos a insistir sabre este. punto en el capitulo 4), ni siguió el mis­
mo ritmo en todos sus asentamientos. Por lo demás, los testimonios
ta.mente Tuc:fdides, cuam:lo en su Arqueología fo remonta al pasado. contemporáneos son escasos y poco c:ii;p!icitos. Y':a lll:!mos visto nn­
A pesar de ioclo, los fcuclos, ,a los que se considera sus .i.ntecesores.
no son j,Js héroes de In Odisea. Incluso en fo época oc fas primeras icriormente fo mal definido que está cl papel de la polis en Home.ro.
�Egún Los trabajos y los dias de Hesíodo, parece que en Beocia hacia
aventuras marineras y colonia.les, Homero se i:;onvicr-ile en el eanlor �I '100 a. C., fa unill.cación entre la ciudad y el �mpo, cani.ctcrl.süca
de un mundo que vive tierra adentro. íundamenlal �e la ciudad_arcalca y clásica, todavfa no se había rea­
Jrzado: desde! su aldea de. Ase�, Hesíodo· ve fa ciudad <le Tespias
. j
como un mundo lejano y .hostil en el que reinan «los n:yes devora­
�fo:rcs de presentes,,. Los. textos. füerarios verdadcramenle e.-..plícito:;
no se remonfan más aUá de la segunda mitad del siglo \f!Ll La uJr"­
queologfa. no e.s de gran ayuda: urbanización n.o significa automá!i�
camente desarrollo de 1a polis, y además la urbaniuadón pxppb.men­
§� te dicha parece que fue bastante lenta, excepto en Asfa Menor (ex­
cavaciones de Esmirna nnUgua) Yu consigui�tcmcnte. en fas colo-

l. Vénse E11rcobcrg, V.: ,when dld the l'ofü; dse7.., Jormu,.l of IT<i!lll!"íc so,-.
dll!5, 51, 1937, ptig¡;. !4'J'.lS9; ld., "AA EarJy SQurcc of .Polls.ConsliluJlon•, Classlcai
Qmtlt:rly, 31, 1943, pág�. H-18, ambos de nuevo publiau:los e11 Pofls w1d lmpt:•
rium, Zilrkb, 1965, págs. 83·97, y 9&-104 rcspet:tivamcnle.
R Oáis�a, x.s:, 105-H9.

040/081
Ana R.· Mayor gas 2. ÜRALIDAD FRENTE A ESCRITURA:
UNA TEORÍA REVOLUCIONARIA

LA ARQUEOLOGÍA
DE LA PALABRA

ÜRALIDAD Y ESCRITURA EN EL 2. l. LA RACIONALIDAD DE LA ESCRITURA


MUNDO ANTIGUO La investigación actual sobre el fenómeno de la oralidad y de la escritura se
convirtió en un tema controvertido y de actualidad a partir de los años se­
senta. En ese momento comienzan a aparecer trabajos de gran difusión, ma­
yoritariamente en lengua inglesa, dedicados de forma exclusiva a este tema,
que han planteado un debate más que fructífero. Desde ese momento se ha
multiplicado de forma vertiginosa el número de publicaciones sobre la in­
vención y difusión de las escrituras, y su relación con las formas de pensa­
miento y las estructuras políticas, sociales y económicas. En la actualidad,
esta cuestión no sólo recibe una atención mucho más profunda que en déca­
das anteriores, sir¡.o que además ha captado la atención de especialistas de
distintas áreas de investigación, más allá de aquellos interesados en la lin­
güística o la Semiología. Sin embargo, hay que reconocer que, en la primera
mitad del siglo XX, algunos trabajos ya habían apuntado de forma clara ha­
cia esta misma dirección. Es el caso de ciertos proyectos, planteados desde la
perspectiva de la psicología marxista, llevados a cabo en la antigua Unión
Soviética, como, por ejemplo, los de Lev Vygotsky, quien ya contemplaba la
escritura como un instrumento semiótico de trascendencia en los procesos de
aprendizaje y de configuración de la mente humana. También es de gran re­
levancia el trabajo de campo realizado en los años treinta por su discípulo,
Alexander Luria, en el que se analizaba el funcionamiento del pensamiento
en una población ágrafa (Luria, 1976). Las investigaciones de estos dos auto­
res, publicadas de forma tardía en lengua inglesa, han ejercido una influen­
cia decisiva, como veremos, en la literatura anglosajona.
bellaterra arqueología Desde estas primeras investigaciones comenzó a verse con claridad que la
utilización o no de un sistema de escritura por parte de una sociedad, o por

041/081
20 LA ARQUEOLOGÍA DE LA PALABRA ÜRALIDAD FRENTE A ESCRITURA 21

parte de algunos de sus miembros, podía tener repercusiones más importan­ visión extrema entre las sociedades que ellos denominan non-literate y lite­

tes que el simple ahorro de tiempo y esfuerzo en la comunicación. Este, sin ra te (y que nosotros denominaremos sociedades orales o ágrafas, y alfabeti­
duda, era manifiesto, pero el uso de un soporte duradero y de un código de zadas, teniendo en cuenta que este último término hace referencia a cual­

signos tenía además consecuencias mucho más drásticas. Los estudios poste­ quier tipo de escritura y no exclusivamente al alfabeto), a la vez que se

riores no han hecho sino profundizar en esta interpretación: el medio que se intenta demostrar que el uso de la escritura tiene repercusiones de largo al­

usa para transmitir información es capaz de modificar el contenido o dicho cance que en última instancia afectan al funcionamiento de la sociedad en

de forma más radical the medium is the message, como afirma lvI. McLuhan su conjunto.

(Finnegan, 1988: 25). Las consecuencias del uso de la escritura son tan evi­ Según estos autores, en las sociedades orales, en las que la comunicación

dentes que es posible establecer claras diferencias en la forma que una so­ se realiza de forma directa entre individuos, la información transmitida está

ciedad ágrafa y una alfabetizada tienen de aprehender la realidad y confi­ estrechamente vinculada al interlocutor y al escenario en que se realiza. Los

gurar el conocimiento del mundo que las rodea. Por ello la investigación ha conceptos que reflejan la cosmovisión del grupo son ratificados a diario por

girado, en gran medida, en torno a dos conceptos, que en realidad no son el uso cotidiano, y dado que no cuentan con un sistema de conservación de

completamente opuestos, pero que sí articulan dos polos diferenciados de la información que no sea el de la propia mente humana , todo aquello que ca­

comunicación. Estos conceptos son los de oralidad y escritura. En la actuali­ rezca de vital importancia para la vida de la comunidad simplemente cae en

dad existen pocas sociedades estrictamente orales, en las que la comunica­ el olvido. Por lo tanto, de una generación a otra la tradición es reinterpreta­

ción de información se realice de forma personal a través del diálogo, aun­ da a partir de la experiencia presente, adaptada a las necesidades del mo­

que todavía podemos encontrar algunas, por desgracia en vías de extinción. mento y despojada del contenido que ya no tenga relevancia objetiva para el

Lo más frecuente, desde la formación de los estados complejos, es que en una grupo. Este proceso, que Goody y 'vVatt denominan homeoestasis, supone un

misma cultura convivan la oralidad y la escritura, en una relación que casi constante reajuste entre pasado y presente; y lo que es más importante la

siempre dista mucho de ser sencilla. Sin embargo, durante miles de años el preeminencia del segundo con respecto al primero. De este modo, lo que no­
sotros consideramos Historia, no es para una sociedad oral más que la expli­
ser humano vivió sin necesidad de un código escrito y, por tanto, su creación
puede muy bien considerarse un elemento contingente para la humanidad. cación de la situación actual en la que vive, y por tanto carece de cualquier

Es contingente pero no superficial en cuanto a la trascendencia, por ello la entidad en sí misma. Trabajos de campo realizados en sociedades africanas

investigación desde el comienzo ha tratado de establecer las consecuencias han llegado a esta misma conclusión y han puesto de manifiesto igualmen­

de la dicotomía oralidad/escritura. te no sólo la inestabilidad del recuerdo oral, sino su dependencia absoluta

El famoso artículo de Jack Goody y Ian Watt, «Las consecuencias de la con respecto a la situación política y social que vive la sociedad que se impo­

cultura escrita», publicado inicialmente en 1968 (1996: 39-82), representa el ne la tarea de recordar el pasado (Vansina, 1985: 94-123; Bastide, 1960).
primer·esfuerzo por conceptualizar el funcionamiento diverso de la tradi­ Frente a esta imagen de constante olvido y reajuste del conocimiento de

ción en sociedades con y sin escritura. Desde una postura conservadora y et­ una comunidad, el uso de la escritura introdujo un elemento de desequili­

nocéntrica se había enfatizado siempre la existencia de un «pensamiento brio. Goody y Watt (1996) consideran que el ejemplo más evidente de este

primitivo» en contraposición con el «pensamiento lógico y racional» que ca­ cambio se puede observar en la sociedad griega antigua. En realidad, como

racterizaba el mundo occidental (Pareto, 1968; Lévy-Bruhl, 1978: 21-33), es bien sabido, el origen de la escritura data de mucho más antiguo. Pero los

aceptando que tales discrepancias en la forma de comprender el mundo se signos cuneiformes que pueden encontrarse desde el VI milenio a.C. en ade­

debían a que los pueblos primitivos tenían una mente prelógica y mística lante en Mesopotamia, al igual que otras escrituras próximoorientales como

que no razonaba como la del hombre moderno. Tal presupuesto ha sido am­ el hitita o el jeroglífico egipcio, adolecen de una complejidad excesiva que

pliamente rebatido en la segunda mitad del siglo XX, hasta el punto de que las hace imposibles de manejar, si no es después un largo .proceso de apren­

se han minimizado por completo aquellos aspectos en los que anteriormen­ dizaje. De este modo, sólo un reducido número de especialistas, los escribas,

te se percibía un claro distanciamiento entre sociedades simples y complejas, tiene una estrecha relación con la escritura, y por ello ésta actúa en dichas

o se han puesto en relación y dependencia directa con una determinada es­ sociedades como una poderosa fuerza conservadora que reifica y reafirma el

tructura social (Fabian, 1983). Es precisamente en este contexto en el que orden social y natural. Según estos autores, por el contrario, la creación del

hay que situar la propuesta de Goody y Watt. En ella se rechaza cualquier di- alfabeto griego en el siglo VIII a.C. y su extensión introdujo una novedad sig-

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22 LA ARQUEOLOGÍA DE LA PALABRA ÜRALIDAD FRENTE A ESCRITURA 23

nificativa: los signos gráficos no representan esta vez ideas o cosas, sino ex­ rencia crítica y polémica de unos a otros en busca de la verdad, lo que Ass­
clusivamente sonidos (consonantes y vocales), de forma que, según estos mann denomina el «horizonte hipoléptico» (1997: 235-246).
autores, pueden expresar de un modo más preciso los matices del pensa­ Goody y Watt (1996) destacan otro aspecto relevante del uso de la escri­
miento individual. La economía del alfabeto griego, cuyo manejo no obliga tura en la Grecia antigua: sus consecuencias sociales. Por un lado, la existen­
a recordar más de una veintena de símbolos, contribuyó además a que la po­ cia de un cuerpo de ciudadanos en gran medida alfabetizados, capaces, por
blación de las ciudades-estado de la Grecia continental y de Jonia tuviera un tanto, de leer las leyes y otros documentos públicos, facilitó, según estos
mayor conocimiento de la escritura y presentara un mayor nivel de alfabeti­ autores, el desarrollo de sistemas de gobierno más democráticos. Pero al mis­
zación. El carácter «democrático» del alfabeto griego, que ya puso de relieve mo tiempo, introdujo un nuevo elemento de diferenciación social inexisten­
D. Diringer (1968), se vio asistido por otros factores importantes que favore­ te hasta entonces, pues el dominio de cualquier escritura, no sólo la alfabéti­
cieron su conversión en un elemento cultural revolucionario, como la ine­ ca, está vinculado a una educación superior, que no siempre está al alcance
xistencia de un poder político fuertemente centralizado, los contactos co­ de todos. Por ello, en las sociedades con escritura, la diferencia de estatus so­
merciales y culturales con el Este, la importación de papiro, etc. cial, marcada por la posesión de riquezas y la vinculación a una familia no­
Como resultado de todo ello, según Goody y Watt (1996), la sociedad ble, se ve reforzada igualmente por el uso de la escritura. Estos autores su­
griega comenzó a hacer un uso extenso de la escritura, conservando y acu­ gieren, igualmente, que cuando ese grupo de privilegiados tiene un amplio
mulando documentos, de fácil acceso, que hicieron imposible el anterior dominio del alfabeto y un hábito de escritura y de lectura arraigado desa­
funcionamiento autorregulador de la memoria oral. El alfabeto les obligó, rrolla también una percepción más individual de su experiencia vital, que
por decirlo de algún modo, a enfrentarse a la palabra escrita que ellos mis­ les distancia cada vez más de la solidaridad de grupo en la que el individuo
mos habían producido en el pasado y que transmitía sus creencias y su cono­ está completamente definido por sus lazos sociales y humanos. En este sen­
cimiento. Las consecuencias culturales de este desafío fueron, para estos tido se podría decir que la escritura contribuye a distanciarse de la realidad
autores, de gran relevancia y desde entonces estarían presentes en toda so­ y en cierto sentido a dominarla mediante la representación, y esta es preci­ _[_
'-
ciedad que alcanza un grado elevado de alfabetización (Goody, 1985: 21-26 y samente una de las claves de la formación de una identidad individual como
47-63). La primera de ellas fue el paso de un pensamiento mítico a uno ló­ ha puesto de manifiesto Almudena Hernando (2002: 53-63). Dado que la
gico-empírico que vemos reflejado en la obra de los filósofos griegos. En este crítica a la tradición ha acabado con esa transmisión homeoestática del cono­
sentido la escritura contribuyó a crear una nueva relación más abstracta y cimiento que ofrecía una única visión coherente del pasado, el individuo al­
general con el orden natural y social, que va a poner en duda la anterior vi­ f abetizado se encuentra ante la posibilidad de discriminación y de selección
sión mítica del mundo. Esta nueva visión afecta igualmente a la noción de de sus creencias, especialmente aquel que podemos denominar intelectual.
pasado, que se convierte en un objeto de investigación al mismo nivel que la La vinculación que establecen Goody y Watt entre la escritura y el desa­
naturaleza y hace surgir una historiografía crítica, basada en la autopsia del rrollo de un pensamiento racional y crítico es una propuesta revolucionaria
documento y en la información contrastada. De este modo, el escepticismo y y, en gran medida, provocadora, pues en última instancia pretende explicar
la crítica, que en las sociedades orales se producen de forma aislada y cir­ en términos culturales claramente identificables lo que hasta ese momento
cunstancial, sin mayor trascendencia para las generaciones posteriores, se se había relacionado con nebulosos conceptos como los de «mente primitiva»
convirtieron en la sociedad griega en el instrumento básico para reinterpre­ o «espíritu griego». Su iniciativa, además, no es un hecho aislado. Poco antes
tar la realidad en contra de la visión tradicional del mundo. Goody y Watt en 1963 otro autor, esta vez un clasicista, había publicado una obra, Prefacio
señalan a la escritura como el f actor determinante de todo este proceso epis­ a Platón, en la que igualmente desafiaba esta visión romántica de la cultura
temológico que desembocó en la formación de diferentes áreas de actividad y pensamiento helenos. Su autor, Erick Havelock, considera igualmente que
intelectual, que se convirtieron a su vez en otras tantas disciplinas cognitivas la alfabetización está en la base del desarrollo conceptual que· s� percibe en
autónomas, vigentes hasta el presente en el mundo occidental. La clave de el pensamiento griego arcaico y ha dedicado gran parte de su investigación
esta nueva forma de conocimiento era una cultura de lo escrito que nada tie­ a explicar de qué forma una sociedad oral, educada a través de los poemas
ne que ver con la escritura religiosa y estatal del Próximo Oriente. En ella épicos, creó y utilizó un nuevo tipo de escritura que finalmente acabaría por
los autores establecen un diálogo que supera las limitaciones de espacio y de reordenar y reconfigurar el pensamiento tradicional (González García,
tiempo de la comunicación oral y que se manifiesta en una continua refe- 1991: 105-111). Como punto de partida, Havelock analiza la educación que
043/081
24 LA ARQUEOLOGÍA DE LA PALABRA ÜRALIDAD FRENTE A ESCRITURA 25

existía en Grecia en el siglo VIII a.C. y en la que desempeñaba un papel in­ flejo de esa cultura oral. Pero, según Havelock (1994: 187-198), la transcrip­
discutible la épica oral. En este contexto el término clave es el de mímesis, es ción del conocimiento tradicional va a provocar algo más profundo que un
decir, la «imitación» en el sentido de «representación», que realizaba el aedo simple almacenamiento de información. El nuevo soporte permite que tan­

para transmitir los relatos heroicos a su público (Havelock, 1994: 49-92). to lector como autor puedan analizar y considerar el contenido de los poemas
Este era el modo en que las jóvenes generaciones aprendían las claves cultu­ con un distanciamiento que era impensable en las recitaciones del aedo, en
rales de la sociedad en la que vivían, es decir, aprendían a ser griegos. Los las que la audiencia se identificaba emocionalmente con el relato represen­
poemas épicos eran, por tanto, una especie de enciclopedia tribal, como él tado. El ojo va a sustituir al oído en el proceso de comunicación, y el conte­
mismo los denomina, porque contenían los actos, actitudes, juicios y proce­ nido de esa cultura oral va a pasar a convertirse en objeto de reflexión y de
dimientos que regían en la sociedad de ese momento, pero nada tenían que pensamiento. Según Havelock (1994: 219-253) esto es precisamente lo que
ver con una educación libresca, sino que eran transmitidos en el contexto refleja la obra de Platón, en especial la República, en la que se critica la edu­
festivo de las recitaciones. En tales reuniones, el aedo se convertía en el pro­ cación tradicional de los aedos. Platón, como representante de una cultura
tagonista principal y mediante la melodía, el ritmo, la música y el movi­ escrita, consideraba la poesía simple opinión infundada, y frente a ella se es­
miento, más que enseñar en el concepto moderno del término, hipnotizaba fuerza por crear un nuevo discurso con un nuevo vocabulario, en el cual la
y encantaba a la audiencia. palabra queda despojada de su particularidad espacio-temporal para alcan­
Para Havelock la invención y difusión del alfabeto griego modificó nota­ zar el nivel de un concepto abstracto. Este pensamiento conceptual, aunque
blemente esta dinámica. Al igual que Goody, considera que la escritura alfa­ no se origina completamente con él, sí alcanza en este momento una nueva
bética es una herramienta objetivamente superior a cualquier otro código de dimensión con la formulación de la teoría de las Formas, y su aparición debe

signos que existiera anteriormente (1982: 60-88). Y esto es así no sólo por el entenderse en el contexto de la transformación de la educación oral en una

hecho de que requiera únicamente el manejo de un número reducido de cultura literaria que en mayor medida depende y se basa en la palabra es­
elementos gráficos, sino porque su desciframiento es más fácil y evita en crita.
Posiblemente estas dos publicaciones de Goody y Havelock han sido las
-E
gran medida las ambigüedades que acompañan a la escritura silábica. Si­
guiendo la clasificación de Ignace Gelb (Havelock, 1976: 193-201), Have­ más influyentes en el campo de investigación de la oralidad y la escritura; y
lock insiste en que las escrituras semíticas antiguas, incluido el fenicio, no la obra posterior de ambos autores no ha venido sino a reforzar y detallar las

pueden situarse al mismo nivel que el alfabeto griego. No son, por tanto, ver­ premisas originales de las que partieron. Tanto para uno como para otro, la

daderos alfabetos, sino silabarios, algo más complejos por el hecho de que las escritura, y en especial la escritura alfabética, marca un punto de no retorno

vocales no quedan registradas. A partir de este modelo, los griegos alcanza­ en la evolución de una sociedad, cuya mayor consecuencia es el abandono
ron un grado más de abstracción en la representación del lenguaje, por el progresivo de una percepción mítica de la realidad para dar paso a un cono­
cual el discurso oral se dividió en sus partículas más reducidas, los fonemas. cimiento más lógico y racional. De este modo, estas teorías permiten con­
De este modo, por vez primera la escritura distinguía dos elementos que no cluir que existe una evidente diferencia entre los pueblos que son por com­

tenían existencia independiente en la realidad, vocales y consonantes. Estas pleto ágrafos o que utilizan de forma muy circunstancial la escritura y

últimas, especialmente, impronunciables sin sonidos vocálicos que las acom­ aquellos que la han interiorizado de tal forma que difícilmente podrían vi­

pañen, representan el nivel máximo de abstracción de la escritura alfabética vir sin ella. Ambos se comunican y perciben el mundo que los rodea de for­

que de este modo era capaz de reproducir de forma más ajustada el discurso ma muy diferente. No obstante, habría que insistir en que tales diferencias
oral. Esta novedad es, para Havelock, la clave que explica la literatura grie­ no deben percibirse de forma dicotómica y por completo excluyente. En este

ga. Sólo un sistema alfabético puede abandonar los estrechos cauces de la es­ aspecto Goody (1985: 11-20) ha insistido en más de una ocasión en que no
critura de los escribas, artesana, mnemotécnica (en el sentido de que sim­ pretende fomentar divisiones radicales entre formas de pensamiento opues­
plemente ayuda a recordar ideas) y conservadora, para abrirse a nuevos tas, por ello rechaza los modelos interpretativos que han utilizado antropó­

pensamientos y experiencias. Sólo el alfabeto podía transcribir la compleji­ logos e historiadores para distinguir a las sociedades, como pensamiento pri­

dad de la cultura oral y eso es precisamente para lo que sirvió en un princi­ mitivo y avanzado, mágico y lógico-empírico, salvaje y domesticado, etc. Así
pio en la Grecia arcaica. pues, al hablar de sociedades ágrafas y alfabetizadas no quiere que estos tér­

Los poemas homéricos y en general la poesía arcaica son, por tanto, re- minos se interpreten nuevamente como elementos de un binarismo etno-

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26 LA ARQUEOLOGÍA DE LA PALABRA ÜRALIDAD FRENTE A ESCRITURA 27

céntrico que promueve una división insalvable entre «nosotros» (se entiende critura es muy probable que las novedades y los hallazgos sean incorporados
el mundo occidental) y «ellos» (el resto de sociedades pasadas y presentes). rápidamente y de forma anónima a la tradición, mientras que en aquellas en
Por el contrario, entre ambos términos existe una gradación importante que las que el conocimiento se transmite mediante la escritura el pensamiento
se refleja en el conocimiento y manejo diversos de la escritura por parte de puede tener autoría y en él se pueden enfrentar de forma dialéctica sus par­
una sociedad y en su relación con la tradición oral, que puede dar pie a una ticipantes. Esta similitud original, sin embargo, se desvanece rápidamente a
variedad de situaciones y contextos que no encajan fácilmente en un esque­ ojos de los que utilizan la escritura para codificar ese pensamiento, pues el
ma binario. Además, del mismo modo que el uso prioritario de la escritura hecho mismo de utilizar un soporte duradero que conserva el discurso para
no supone la desaparición de los mecanismos de transmisión oral del cono­ la posteridad le otorga una dimensión superior. Este prejuicio es evidente ya
cimiento, tampoco las sociedades que desconocen por completo los signos en el mundo antiguo. En gran parte, en él se sustentaba la crítica de Platón
gráficos dejan de manifestar en cierta medida algunos de los elementos cog­ a los poetas que vivían inmersos todavía en una cultura oral y también se ob­
noscitivos que se han vinculado estrechamente con la escritura. Esta per­ serva en la percepción que los romanos tenían de los primeros habitantes de
meabilidad de la oralidad y la escritura, que no hay que perder nunca de vis­ la ciudad, a los que se concedía más capacidad de acción que de pensamien­
ta, no invalida, sin embargo, según Goody, el hecho de que la invención o to, y se tildaba de indoctos por no conocer las disciplinas académicas que se
adopción de un código de signos gráficos facilite y fomente un cambio en la practicaban a fines de la República (Rodríguez Mayorgas, 2005: 557-568).
adquisición y transmisión del conocimiento.
Por ello, aunque en los estudios sobre la oralidad y la escritura se insiste
en el papel determinante que puede tener el signo gráfico en la evolución de 2.2. DE LAS LISTAS A LA IMPRENTA
una sociedad, con ello no se quiere, en ningún caso, insistir en el tradicional
prejuicio que relega a un segundo plano intelectual a aquellos grupos hu­ La teoría de la escritura, por lo tanto, hace hincapié en la invención de una
manos que se comunican exclusivamente de forma oral. La escritura no nueva tecnología de la comunicación como motor de cambio. Pero este cam­ -1

inaugura un pensamiento superior, aunque esto es precisamente lo que las bio no se produce, en ningún caso, de forma inmediata. El uso de la escritu­
sociedades alfabetizadas han pensado siempre. Por el contrario, los trabajos ra no supone una transformación automática del pensamiento. El proceso
de Goody y Havelock han llamado la atención y han denunciado el prejuicio requiere un uso constante y extendido del signo gráfico en determinados
claramente perceptible en las sociedades actuales hacia aquellas personas sectores si no en la comunidad al completo, para que se perciban modifica­
que han quedado excluidas del sistema educativo dominante y por extensión ciones en la forma de adquirir y ordenar el conocimiento. Es necesario que
hacia toda sociedad ágrafa (Goody, 1985: 29-45; Havelock, 1982: 39-59). En la escritura se interiorice, es decir, se utilice de forma prácticamente incons­
realidad, con o sin escritura el ser humano ha desarrollado siempre un com­ ciente y se convierta en un elemento insustituible para el desarrollo de la
plejo sistema epistemológico para descifrar y comprender el mundo que le vida cotidiana y para el funcionamiento de la sociedad. Por ello, en el caso
rodea y en el que habita. Y en toda sociedad ha existido siempre la figura del que nos ocupa del Mediterráneo y el Próximo Oriente antiguos, la invención
intelectual, por mucho que nosotros estemos acostumbrados a utilizar dicho del cuneiforme a finales del IV milenio no fue más que un primer paso. Hi­
término exclusivamente en el contexto académico y literario. Desde una cieron falta otros avances como el desarrollo de un sistema de escritura más
perspectiva antropológica habría que considerar que un intelectual es aque­ simple y fácil de aprender, el alfabeto, y la invención de una máquina que
lla persona dentro de una comunidad que maneja y transmite de forma es­ replicara textos a mayor velocidad y con mayor precisión de lo que lo hacía
pecial símbolos y referencias abstractas para referirse al ser humano, a la so­ un monje medieval -la imprenta- para que la palabra escrita ganara terre­
ciedad, a la naturaleza y al cosmos (Shills, 1968). Ya se trate de una figura no sobre la comunicación oral en la transmisión de la cultura. Fue entonces,
religiosa con dedicación parcial o de un personaje en la cúspide del sistema desde mediados del siglo XV, cuando la escritura comenzó· a contar con los
académico occidental, en ambos casos cumplen una misma función como ad­ medios necesarios para hacerse universal.
ministradores de un saber superior que están capacitados para transmitir al No obstante, esto no implica que los primeros usos de la escritura en Me­
resto de la comunidad, tanto para satisfacer su curiosidad como para contri­ sopotamia pasaran inadvertidos para la sociedad, o no tuvieran repercusión

buir a su buen funcionamiento. En ambos casos está presente la reflexión in­ alguna en los procesos cognoscitivos. Los testimonios que conservamos de
telectual y la creatividad, aunque, como apunta Goody, en sociedades sin es- esta cultura apuntan, precisamente, en la dirección opuesta. Como es bien

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28 LA ARQUEOLOGÍA DE LA PALABRA ÜRALIDAD FRENTE A ESCRITURA 29

sabido, el uso y conocimiento del cuneiforme estaban restringidos a una mi­ elementos inventariados puedan ser ordenados según diversos criterios: so­
noría de escribas. Sólo ellos eran capaces de manejar ese complejo sistema nido, número, categoría, etc. En resumidas cuentas, transforma las palabras
gráfico, que les requería un largo proceso de aprendizaje dado el número ele­ pronunciadas en objetos materiales manipulables mentalmente y por ello las
vado de signos que debían memorizar. La clave de esta escritura, como vere­ abstrae y las desconecta del contexto particular de la enunciación. En este
mos más adelante, se basaba en una combinación de pictografía y fonetismo, sentido, las listas no son una transcripción de un discurso oral, sino una ela­
y ambos elementos daban pie a ref orzar una concepción más abstracta de la boración que se manifiesta esencialmente en el lenguaje escrito. Estas tabli­
realidad (Bottéro, 1995: 31-43). En efecto, los pictogramas, o dibujos que re­ llas eran utilizadas en gran medida como textos de estudio para aquellos que
presentaban ideas, suponían un proceso de uniformización de los objetos del comenzaban el aprendizaje del cuneiforme; y manifiestan un grado de siste­
mundo exterior que debían encajar en las categorías que creaban los signos. matización y de formalización importantes, como sucede con el texto botá­
Dicho de otro modo: los dibujos, que estaban estandarizados, no representa­ nico-zoológico de Tell Harmal (Irak) que data de principios del II milenio,
ban una realidad concreta e individual, sino una categoría o un concepto que y en el que están inscritos y agrupados por categorías cientos de nombres de
englobaba una diversidad de realidades particulares. De este modo, la escri­ árboles, cañas, objetos de madera y pájaros. Más relevancia aun tienen, si
tura afianzaba y representaba materialmente la categorización que ya esta­ cabe, las listas de signos cuneiformes silábicos en las que se establece un or­
ba implícita en el lenguaje. El proceso era aún más complejo porque en rea­ den por sonido, o por forma, o se relacionan en dos columnas los términos en
lidad cada signo no correspondía a una sola idea, sino que abarcaba un sumerio con su equivalente en acadio. Esta manipulación de las palabras
abanico de significados para incluir conceptos afines; así, el dibujo de un pie mediante la escritura demuestra una comprensión del lenguaje como enti­
no sólo representaba esta extremidad corporal, sino todas aquellas activida­ dad abstracta separada del discurso oral y, según Goody (1985), podría estar
des en las que éste desempeñaba un papel esencial: deambular, transportar, en la base de la creación de la escritura alfabética por los fenicios.
etc. Finalmente con el fonetismo, que nunca desbancó por completo la pic­ La invención del alfabeto permitió, sin duda, que se agilizara el aprendi­
tografía, el signo gráfico se apartaba más aún de la realidad inmediata. Cada
signo, además de representar ideas, transmitía sonidos, fonemas.
zaje. El código de signos se redujo drásticamente y, con él, el tiempo y el es­
fuerzo necesarios para dominar esta tecnología. En gran medida, la teoría de
-E
La escritura cuneiforme, por tanto, promovía la abstracción, pero no es la escritura, como hemos visto, gira en torno al sistema alfabético, porque su
menos significativo a este respecto el uso que los escribas mesopotámicos hi­ simplicidad contribuyó a que saliera del reducido grupo de especialistas que
cieron de ella. Su misión principal era poner por escrito información relati­ lo custodiaban en las culturas mesopotámica y egipcia. No obstante, incluso
va, en su mayor parte, a cuestiones económicas y administrativas. Con el en los períodos de mayor expansión, como la Grecia clásica o la Roma impe­
paso del tiempo los textos se hicieron más complejos y se diversificaron. Pero rial, donde la exposición pública de documentos pone de manifiesto su rele­
desde los momentos más tempranos del cuneif orme, la mayoría de los docu­ vancia en la vida cívica, la plena alfabetización siguió reducida a una mino­
mentos atestiguados siguen siendo registros, algunos de los cuales adoptan la ría que recibía una educación completa (Harris, 1989). Una de las razones
forma de listas, que se copiaron durante cientos de años (Nissen, 1985: 353- básicas para ello era que la producción de textos seguía siendo una tarea ar­
354, 360; Englund, 1998: 82-85). Probablemente servían como material de tesanal lenta. El precio de los materiales de escritura, especialmente del pa­
estudio para el aprendizaje de la escritura, pero lo interesante de estos lista­ piro, era además elevado y su conservación difícil.

dos es precisamente que reflejan una ordenación del pensamiento que difie­ A mediados del siglo XV, sin embargo, se produjo un hecho que revolu­
re esencialmente del discurso oral. El ejemplo más destacado es el de las nu­ cionaría el mundo de la escritura en Occidente. El alemán ]ohannes Guten­
merosas tablillas sumerias que contienen listas lexicales, una especie de berg concibió y construyó la primera imprenta de tipos móviles. Nacía de
protodiccionarios que presentan inventarios de conceptos (Goody, 1985: 90- este modo la tipografía y, con ella, la posibilidad de reproducir de forma me­

105; Glassner, 2003: 194-197). Frente a la continuidad, contextualización y cánica y a gran velocidad cualquier documento escrito. La-rápida expansión
fluidez de la comunicación oral, las listas de palabras imponen una ordena­ de este invento junto con el uso del papel como nuevo soporte, que había lle­
ción del pensamiento que sólo puede producirse si las ideas se transmiten a gado a Europa hacia el siglo XIII, proveniente de China donde fue creado en
un soporte fijo mediante la escritura. La permanencia del texto facilita que el siglo II a.C., facilitó la difusión de la cultura escrita en el Viejo y en el
su contenido pueda ser leído y releído en diferentes direcciones, de arriba Nuevo Mundo. Que la tipografía había jugado un papel decisivo en el Rena­
hacia abajo, de izquierda a derecha y viceversa. Permite, además, que los cimiento, era algo evidente que :había sido siempre ampliamente reconocí-

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ÜRALIDAD FRENTE A ESCRITURA 31
30 LA ARQUEOLOGÍA DE LA PALABRA

una actividad privada y la presentación del conocimiento como un objeto


do. Sin embargo, a principios de los años sesenta, coincidiendo en gran me­
impersonal y aislado del emisor en forma de libro, una obra independiente
dida con los trabajos de Goody y Havelock, Herbert McLuhan volvió a plan­
y completa en sí misma, identificada por un título y expuesta a la observa­
tear la cuestión desde una nueva perspectiva. Su teoría principal, que verte­
ción y juicio del lector.
bra la compleja obra La galaxia Gutenberg, era precisamente que la
La investigación posterior ha dado la razón a la genial intuición de
expansión de la tipografía había modificado las formas de expresión y de
McLuhan y ha insistido en la necesidad de estudiar con detenimiento la am­
percepción del mundo por parte del ser humano. La cultura de la imprenta
plitud y profundidad del impacto que causó la imprenta en la cultura
había reemplazado a la cultura tradicional del manuscrito, y esta ruptura se­
europea, de la educación a la ciencia, de la vida privada a las manifestacio­
paraba dos mundos tan diferentes como lo eran los de un pueblo ágrafo y
nes religiosas (Eisenstein, 1968). En este sentido, la extensión de la doctrina
uno alfabetizado. En realidad, la imprenta no había hecho más que fomen­
protestante y el fenómeno de la Contrarreforma o el desarrollo de la ciencia
tar el proceso de interiorización de la escritura y potenciar, de ese modo, lo
moderna son fenómenos que no pueden entenderse sin la presencia de los li­
que ya se encontraba implícito en la tecnología del alfabeto. Para McLuhan
bros impresos (Eisenstein, 1979: 303-375; 422-450; 453-488; 683-708). Lo
esto se resumía en un cambio sensorial, en la sustitución del oído por el ojo
que a nosotros nos interesa destacar es que el fenómeno de la tipografía pone
en la percepción de la realidad (1962: 18-21). Lejos de ser un hecho anecdó­
nuevamente de manifiesto que el canal por el que se transmite el conoci­
tico, esta alteración de los sentidos era la piedra angular de la nueva cultura
miento no es un medio neutro e independiente del contenido, sino que afec­
de la imprenta en la que el conocimiento se aprehendía y se fijaba de forma
ta directamente a las formas de pensamiento y de comprensión. En el caso
visual y no ya auditiva. La lectura antigua y medieval de textos no había
de la imprenta, esto se llevó a cabo con la producción uniforme de textos que
conseguido dar este paso por la propia esencia del manuscrito, una copia ma­
facilitaron la consulta y lectura de las obras antiguas y la creación de nuevos
nual de un documento, sin puntuación sistemática o separación clara de pa­
libros, contribuyendo decididamente a la acumulación y progreso del cono­
labras y no carente normalmente de errores (1962: 82-94). Todo ello hacía
que su lectura se asemejara más a un desciframiento, en el que el lector
cimiento. La información, además, fue ordenada de forma más racional me­
diante índices, tablas y catálogos que facilitaban su consulta y asimilación
-E
transmitía oralmente el discurso que estaba contenido en el libro. Efectiva­
(Eisenstein, 1979: 43-159; 1983: 41-77). Esta communication revolution,
mente, hasta la época moderna la lectura en voz alta había sido la predomi­
corno la denomina Elizabeth Eisenstein, en un primer momento afectó de
nante, porque en gran medida los textos eran simplemente depositarios de
forma más directa a aquellos sectores de la población que dominaban la es­
un saber que debía memorizarse y transmitirse oralmente, de ahí la impor­
critura y la lectura, y sobre todo al grupo de estudiosos europeos que estaba
tancia del arte retórico que enseñaba a recordar y pronunciar los discursos.
más estrechamente vinculado con el conocimiento escrito. Sus consecuencias
La llegada de la imprenta, por el contrario, modificó notablemente los
culturales, sin embargo, deben entenderse en el marco del coajunto de la so­
hábitos de lectura (McLuhan, 1962: 111-130; Üng, 1987: 118-132). Los tex­
ciedad, que de un modo u otro estaba en contacto con la palabra impresa. A
tos tipografiados no sólo eran mucho más uniformes y legibles que los ma­
largo plazo, la extensión de la alfabetización en los siglos XIX y XX -proceso
nuscritos, sino que eran fácilmente reproducibles, lo que contribuyó a que la
al cual contribuyó activamente la imprenta- convirtió prácticamente en
lectura privada e individual en silencio ganara terreno. Por el contrario, la
universal la palabra escrita e hizo que a día de hoy la transmisión del cono­
retórica y la dialéctica perdieron sentido como instrumentos del pensamien­
cimiento sea impensable sin los libros impresos.
to y comenzaron a declinar (Üng, 1976). El conocimiento dejó de ser un dis­
Un ejemplo destacado del cambio de la cultura del manuscrito a la de la
curso auditivo, fluido, dinámico e interactivo -mediante la glosa y el co­
imprenta es la evolución de la representación gráfica. La imprenta contri­
mentario- para convertirse en una imagen cerrada, estática y lineal. De este
buyó no sólo a que los mapas fueran reproducidos de forma fiel y se multi­
modo, la imprenta reforzó aún más la imagen material del lenguaje, y con­
plicaran desde la segunda mitad del siglo XV, sino a que fueran cada vez
tribuyó a diferenciarlo del pensamiento. McLuhan insiste también en el he­
más estandarizados y representaran la realidad de forma más convencional,
cho de que la relación entre el autor y el lector cambió radicalmente con la
a lo que colaboró también la mejora de los sistemas de medición. El resul­
introducción de la imprenta. La venta de ejemplares se convierte en un ne­
tado fue que, frente a los tradicionales portulanos, el nuevo mapa del mun­
gocio y aparece la idea de un público lector que consume obras escritas cada
do integraba información de cualquier localización en una sola imagen
vez más variadas (1962: 130-158). Sin embargo, los dos acontecimientos más
para todo el planeta. De este modo, se convirtió en el soporte teórico con el
destacados con respecto al pensamiento son la conversión de la lectura en
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32 LA ARQUEOLOGÍA DE LA PALABRA ORALIDAD FRENTE A ESCRITURA 33

que explorar las tierras ignotas y a través del cual se concebía espacialmen­
2.3. LA COMPOSICIÓN POÉTICA ORAL Y LA PSICODINÁMICA DE
te la Tierra. Sólo entonces nace la idea del explorador, que se mueve con el
LA ORALIDAD·
mapa como principal guía -y no ya exclusivamente con la observación de
las estrellas y del paisaje-, y que utiliza esta representación gráfica para lo­
La teoría de la escritura que venimos analizando hace hincapié en el papel
calizarse a sí mismo en el espacio y para orientarse sin necesidad de cono­
determinante que esta tecnología, en un primer lugar con la invención y di­
cer previamente cada una de las regiones que atraviesa (Ülson, 1994: 195- fusión del alfabeto y más tarde con la de la imprenta, desempeñó en el desa­

.,
221). rrollo del pensamiento, especialmente en el caso de Occidente. Esta afirma­
Mediante los mapas y los textos tipografiados, la imprenta modificó drás­
ción no supone,-en modo alguno, que no pueda existir pensamiento complejo
ticamente los hábitos de lectura y, con ello, la asimilación del conocimiento.
sin la mediación de la escritura. Este prejuicio, como ya vimos, es muy co­
El contexto de oralidad en el que todavía estaban insertos los textos terminó
mún entre los pueblos alfabetizados, pero es evidentemente falso. Sin em­
por desaparecer casi por completo y la distancia entre el discurso escrito, ob­
bargo, sí sostiene que la escritura es una causa directa del surgimiento de la
jeto de conocimiento, y el lector aumentó significativamente, porque, como
crítica y del discurso racional que son la base del conocimiento en el mundo
McLuhan señala, el oído y la vista son sentidos que imponen un régimen di­
moderno tal y como nosotros lo concebimos. De este modo, deja abierta una
ferente; mientras que el oído une, el ojo separa y aísla: El discurso intelec­
cuestión de extrema relevancia: ¿cómo piensan entonces los pueblos ágrafos?
tual, de este modo, abandonó el medio dinámico del diálogo y del enunciado
Esta es, sin duda, una de las preguntas que requiere una respuesta con más
oral para encerrarse en gran medida en los libros. Esto no significa, sin em­
urgencia si se pretende mantener la anterior afirmación. Por ello los inves­
bargo, que toda la cultura renacentista automáticamente se transmitiera
tigadores han prestado especial atención a las formas de transmisión del co­
mediante libros impresos, ni que desaparecieran los manuscritos o que la
nocimiento en sociedades ágrafas y a las consecuenciJ3.s que estas formas pue­
oralidad se convirtiera exclusivamente en el medio del conocimiento popu­ den tener en la percepción de la realidad, o para decirlo en palabras de
lar. En realidad, a pesar de la trascendencia que a largo plazo tuvo la im­ Walter Üng, a la psicodinámica de la oralidad.
prenta y su vinculación directa con la razón y el progreso que siglos poste­ En esta investigación el fenómeno que mayor atención ha recibido es el
riores proclamaron, en ningún caso sustituyó por completo a los demás de la poesía. Como veremos en el siguiente apartado, el conocimiento que
medios de comunicación e incluso despertó ciertas dudas en un primer mo­ puede transmitirse oralmente en una sociedad excede con mucho el forma­
mento en cuanto a su utilidad en algunos círculos (Bauza, 1999: 27-29). El to poético. Pero el hecho de que sea la más llamativa de todas las manifesta­
documento impreso y el manuscrito convivieron estrechamente en los siglos ciones culturales de un grupo por su compleja elaboración y el carácter es­
XVI y XVII. Se diferenciaban no tanto por sus contenidos como por las necesi­ pecial de su contenido (religioso o épico las más de las veces) ha contribuido
dades comunicativas del momento; de este modo, mientras que la Corona y ostensiblemente a que ocupe un lugar privilegiado en el estudio de la trans­
la Iglesia recurrían al primero cuando se buscaba rapidez y bajo coste, estos misión oral del pensamiento. El origen de este interés vuelve de nuevo a lle­
mismos elementos lo hacían poco deseable para textos que requerían solem­ varnos a la Grecia arcaica porque fue en gran medida la contribución que el
nidad y privacidad. En ese caso el manuscrito, especialmente si era hológra­ clasicista americano Milman Parry hizo a la llamada «cuestión homérica» la
fo, es decir, de puño y letra del autor, satisfacía el requisito de exclusividad que activó la investigación sobre la composición oral de la poesía (Üng, 1987:
(Bauza, 1999: 71-74). La revolución que supuso la imprenta, por tanto, no 26-31; González García, 1991: 37-89; Havelock, 1996: 32, 80-83; Signes Co­
excluyó por completo el uso del manuscrito ni de la transmisión oral que doñer, 2004: 140-150). Los poemas homéricos habían recibido tradicional­
continúan en la actualidad formando parte de la transmisión del conoci­ mente el título de obras literarias; es más, eran considerados y ensalzados, en
miento. No obstante, como demuestran los trabajos de Fernando Bauza, el especial la Díada, como los primeros ejemplos de literatura occidental y el
significado y trascendencia de estos últimos a partir del Renacimiento sólo responsable de su creación era un personaje casi por·cómpleto desconocido,
puede establecerse en el marco comunicativo que impuso la aparición de la Homero, al que, no obstante, los propios antiguos ya habían reconocido como
imprenta. su autor. Partiendo de esta consideración, que se percibía como irrefutable,
los estudiosos de los poemas épicos discutían a principios del siglo XX sobre
la formación del texto final: los «analistas» creían que la narración era el re­
sultado de la suma de diferentes obras independientes, mientras que los
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34 LA ARQUEOLOGÍA DE LA PALABRA ÜRALIDAD FRENTE A ESCRITURA 35

«unitarios» valoraban más la armonía del conjunto que los elementos dis­ mismas condiciones métricas para expresar una determinada idea esencial,
cordantes y entendían, por ello, que sólo podía haber sido creada por un úni­ mientras que el tema hace referencia a los contenidos narrativos que apare­
co autor. La propuesta de Parry (1971) situó el debate en un contexto com­ cen de forma repetitiva en los poemas, como la escena del consejo o la de la
pletamente diferente. En su tesis doctoral defendida en París en 1928 formación de las tropas. Fórmulas y temas articulan la poesía oral y facilitan
sostenía que las fórmulas literarias relacionadas con nombres propios, que se su memorización y repetición, de manera que hacen posible recordar exten­
repetían de manera constante en los poemas, respondían a las necesidades de sas composiciones métricas. Sin embargo, se comprobó también que la repe­
la composición oral, que se servía de fragmentos métricos fijos y los utiliza­ tición de lós poemas no era nunca completamente fiel, ni siquiera por boca
ba de forma estandarizada para cr:ear nuevos versos. En su origen, por tanto, del mismo recitador, a pesar de que ellos insistían en que estaban represen­
lo que se había considerado un elemento estilístico, no era más que un re­ tando siempre el mismo poema. Este fenómeno, lejos de ser un hecho aisla­
curso fácil para favorecer la recitación. Por lo tanto, los poemas que conser­ do, refleja una de las características de la composición en verso, y en general
vamos no podían tener una fecha concreta de elaboración, sino que se habían de la transmisión oral del conocimiento. Así Goody ha reconocido esta mis­
formado con el paso del tiempo. Se trataba, pues, de una obra colectiva que ma indiferencia por la repetición perfecta en el caso de los lodagaa del nor­
había pasado de un recitador a otro, lo que explicaba satisfactoriamente la te de Ghana, quienes conservan un poema mítico, el Bagre, que da cuenta de
mezcla de elementos eólicos y jonios de distintas épocas que se habían de­ su origen y de determinados ritos de iniciación (Goody, 1972; 1977: 30-42;
tectado. 1987: 167-182). Mientras el denominado Bagre blanco, vinculado a una re­
La tesis oralista chocaba frontalmente con el persistente prejuicio deci­ presentación fija que deja poca oportunidad para la variación, parece haber­
monónico de que la liíada y la Odisea habían nacido como obras escritas y se se mantenido más estable con el paso del tiempo, en las versiones que se han
debían al genio literario de Homero (González García, 1991: 165-171). documentado de 1951/52 y 1969/70 del Bagre negro se perciben variacio­
Consciente de ello, Parry decidió buscar una prueba fehaciente de la exis­ nes evidentes. Lo que estos ejemplos ponen de manifiesto no es realmente
tencia de poesía oral compleja transmitida de generación en generación. Y que las culturas orales tengan menos interés por mantener el conocimiento
la encontró en la épica tradicional de la ex Yugoslavia, donde todavía a prin­ inalterado en su estado primigenio, sino que en una cultura que desconoce
cipios de siglo se componían y representaban poemas épicos de considerable cualquier tipo de escritura no existen los conceptos de «versión original» y
longitud. El resultado de su trabajo de campo, en el que colaboró Albert B. de «creador» o «autor» como los que manejamos en una alfabetizada. Sólo
Lord, fue la creación de un importante corpus de textos sureslávicos que es­ con la aparición del texto escrito surgen estas ideas, porque se convierte en el
tán en el origen del Centro de Estudios de Literatura Oral de Harvard. La referente fijo con el que contrastar cualquier repetición posterior del conte­
primera constatación que se hizo evidente con el ejemplo de las actuaciones nido. Nada de eso existe en una sociedad ágrafa, porque no hay nada antes,
de los bardos yugoslavos que quedaron registradas fue que era posible la ni después, de la recitación concreta, que significa en sí misma el momento
transmisión de extensas composiciones orales en verso. No era necesario, por de creación.
tanto, suponer que los poemas épicos habían sido creados por escrito. Esta no Estas características de la poesía se han observado en el resto de géneros
era más que su última fase, a la que habrían llegado después de circular in­ orales: cada representación debe entenderse como una obra prácticamente
definidamente por Grecia en boca de los bardos. Su aspecto final, en la ver­ independiente, y cada recitador un autor diferente, y no un simple transmi­
sión que nos ha llegado, no puede considerarse, sin embargo, una transcrip­ sor, porque en realidad su función no es exclusivamente la de conservar una
ción directa de una recitación oral, sino más bien una elaboración escrita de tradición recordándola de memoria, sino la de recrearla, contribuyendo a
un poema épico tradicional (Goody, 1987: 107-108; Havelock, 1996: 32-33). ello, eso sí, con su propia originalidad (Finnegan, 1970: 2-25). Por eso resulta
Pero, además, el estudio pormenorizado de un número importante de re­ inapropiada y contradictoria, en gran medida, la denominación de literatu­
presentaciones y la observación del aprendizaje de los jóvenes recitadores ra oral que han recibido estas recitaciones y presentaciones, que Üng prefie­
permitió comprender en profundidad el proceso de composición y transmi­ re designar como tradición oral o formas artísticas verbales, pues el término
sión de la poesía oral (Lord, 1981: 13-123; 1982: 243-257). Sin la mediación «literatura» ya implica irremediablemente el uso de la escritura en el pro­
de la escritura, los poemas épicos eran creados mentalmente sobre la base de ceso creativo y todo lo que éste conlleva. De este modo, la creación oral no
dos elementos estructurales: la fórmula y el tema. La primera es, según la deja de entenderse como una variante incompleta o a medio camino de la
definición de Parry, un grupo de palabras que se usan regularmente en las verdadera literatura (Üng, 1987: 19-24). En realidad, se trata de dos fenó-

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ÜRALIDAD FRENTE A ESCRITURA 37 36 LA ARQUEOLOGÍA DE LA PALABRA

tante. La falta de un texto canónico que fije la tradición permite explicar, menos radicalmente distintos, que sólo pueden tener lugar en sociedades
además, las alteraciones y transformaciones a las que se puede ver sometida donde las formas de transmisión cultural son esencialmente diferentes y, por
sin necesidad de que se perciba como una novedad, del mismo modo que los ello, conviene no interpretar uno partiendo de la base del otro.
bardos no consideran que estén ofreciendo una versión diferente cada vez que Esta misma advertencia es válida igualmente para cualquier otra forma
recrean un poema (Goody, 2000: 36-40). Por ello, en cierta medida las socie­ de conocimiento, y tiene repercusiones más importantes que el simple hecho
dades ágrafas no son tan inmovilistas y conservadores como se puede pensar de que en las sociedades orales no exista una reproducción literal de las
en un primer momento, y sí son capaces de adaptarse al cambio sin que su­ ideas. En realidad, del mismo modo que, desde nuestra perspectiva de socie­
ponga un desafío a su tradición. Además de la homeoestasis se han destacado dad alfabetizada, tendemos a ver las formas de expresión verbales como lite­
otros rasgos que son el resultado del predominio de la comunicación oral ratura oral, también existe la inclinación a suponer que lo único que dife­
(Üng, 1987: 38-80). Así, por ejemplo, se ha puesto de manifiesto en repetidas rencia a una cultura que no tiene un registro escrito es que maneja una
ocasiones que frente al desarrollo de la vista como principal sentido en la re­ menor cantidad de información, que el mundo actual en que vivimos no está
cepción del conocimiento que caracteriza las sociedades modernas, en las tan alejado de esa situación porque los medios de comunicación oral son
ágrafas es el oído el que actúa en estos casos. El pensamiento no tiene otro es­ esenciales todavía para la vida cotidiana, especialmente con el desarrollo del
pacio que el de la fluida y efímera transmisión verbal. No existe realmente teléfono, la radio y la televisión en el siglo XX (Havelock, 1996: 55-59). Exis­
por sí mismo. Y la comunicación está íntimamente asociada con el emisor del te, sin embargo, una notable distancia entre la oralidad primaria, es decir, la
mensaje. Por ello se le concede una fuerza creadora a la articulación sonora oralidad en sociedades que desconocen por completo la escritura, y la orali­
de las palabras, en especial de los nombres, como si tuvieran el poder de dar dad secundaria. Los cambios que supone para el pensamiento la utilización
vida o de quitarla (Tambiah, 1968: 182-184). Los ejemplos más elocuentes, de signos gráficos no son en modo alguno reversibles. Una vez que una so­
sin duda, aparecen en la Biblia donde por un lado Dios crea el mundo asig­ ciedad ha interiorizado el uso de la escritura, sus consecuencias no se redu­
nándole nombres (Génesis, 1.5): «dijo Dios: "Haya luz" y hubo luz»; y más cen exclusivamente al espacio de la comunicación escrita, sino que afectan a
tarde traspasa al ser humano esa función (Génesis, 2.20) de forma que Adán cualquier ámbito del conocimiento y modifican radicalmente sus formas de
nombra a los animales. Está presente también en otras composiciones de Pró­ adquisición y transmisión. En estos casos la oralidad secundaria no puede
ximo Oriente como el Poema de la Creación babilónico, donde para explicar equipararse con la de aquellos grupos que desconocen la escritura, pues di­
que la Tierra y el Cielo no existían todavía se dice que «no habían sido nom­ recta o indirectamente su funcionamiento se verá influido por la tendencia
brados» (Bottéro, 1995: 26-27). También tiene como consecuencia que el con­ a la ordenación, a la abstracción o a la repetición literal que promueve el sig­
tenido de los mensajes no pueda desvincularse del contexto de comunicación. no gráfico. Así sucede, por ejemplo, con los textos sagrados de los hindúes
Mientras que la escritura abre el camino al aislamiento de la actividad inte­ -los Vedas- que, a pesar de ser una tradición escrita, son memorizados y re­
lectual y al distanciamiento del pensamiento con respecto a su creador, en las citados por los brahamanes, quienes insisten en el carácter oral de estas com­
sociedades orales el discurso sólo tiene pleno sentido en el escenario en que posiciones (Goody, 1987: 110-122). La oralidad secundaria, por lo tanto, re­
tiene lugar; y la acción e interacción humanas dependen en mucha mayor quiere un tratamiento especial en el que se tomen en consideración las
medida del intercambio verbal entre las personas. Por ello han recibido el interrelaciones entre textos y formas de expresión verbales, que no tienen
nombre también de culturas verbomotoras, porque el diálogo acompaña de por qué ajustarse a un único esquema.
forma generalizada cualquier acción. Por el contrario, la oralidad primaria se caracteriza por la ausencia total
El princípal argumento de la teoría de la escritura, según vimos, señala de escritura y por la preeminencia absoluta de la c01nunicación oral. Este he­
la existencia de una estrecha relación entre el uso de esta tecnología y el de­ cho impone ciertas pautas en la adquisición y transmisión del conocimiento
sarrollo del escepticismo, la lógica y en general la abstracción (Goody, 1985: e influye en las formas de pensamiento y de expresión de tal modo que es po­
55-56; 1987: 219-221). Esta vinculación se ve confirmada en gran medida sible establecer ciertos rasgos como particulares o más característicos de las
por la tendencia al lenguaje proverbial y al conocimiento situacional de las sociedades ágrafas. Es lo que Üng ha denominado la psicodinámica de la ora­
sociedades orales (Üng, 1987: 41-62). En efecto, los discursos que caracteri­ lidad. Para Goody, como ya vimos, una de las consecuencias fundamentales
zan la oralidad primaria tienden, por una parte, a la repetición del conteni­ de la ausencia de escritura es el predominio de un olvido que podríamos lla­
do y a su acumulación en estructuras coordinadas; y están bastante alejados, mar estructural, que mantenía la cultura en un proceso de homeoestasis cons-

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38 LA ARQUEOLOGÍA DE LA PALABRA ÜRALIDAD FRENTE A ESCRITURA 39

por tanto, de la sintaxis compleja que desarrollan los discursos textuales. ne marcado por un discurso especial, que actúa en cierta medida como un al­
Pero, además, utilizan refranes y proverbios que son el equivalente de las macén de la memoria, lo más parecido a la escritura que existe en un con­
fórmulas en poesía. Su función es sintetizar el pensamiento, pero lo hacen texto oral. Así, en una sociedad oral el medio principal por el que se preser­
siempre a través de ejemplos y situaciones concretas y no de expresiones abs­ va la tradición y se transmite el código cultural que educa a las jóvenes
tractas (Havelock, 1996: 110-112). Este lenguaje se emplea especialmente en generaciones es lo que él denomina el habla artificial o ritualizada (contri­
mensajes de carácter ético o legal, como «ojo por ojo», «diente por diente» o ved speech), es decir, un lenguaje no cotidiano regido por la música y el rit­
«divide y vencerás». Así, por ejemplo, el dicho «a quien a buen árbol se arri­ mo que permite memorizar y recordar el contenido con mayor facilidad. El
ma buena sombra le cobija» refleja en un enunciado típicamente oral lo que mejor ejemplo de este tipo de discurso es la poesía, ya que la rigidez del ver­
el pensamiento abstracto formularía como «la búsqueda de influencias es
so, de las fórmulas y de los temas recurrentes fija con mayor facilidad el co­
siempre una buena política». El pensamiento situacional hace referencia
nocimiento tradicional. Posiblemente Goody (1987: 293-300) esté en lo cier­
igualmente a la tendencia a lo concreto e individual por encima de las cate­
to al considerar que Havelock tiende a presentar la tradición en un sentido
gorías y conceptos abstractos, que son el resultado del desarrollo de la escri­
demasiado estático, ya que incide sobre todo en la capacidad que tiene la
tura. Eso es lo que observó Havelock (1978) en su estudio del concepto grie­
poesía de conservar inalterado el pensamiento. En realidad, como ya vimos,
go de justicia, que con anterioridad a los tratados presocráticos y platónicos
el discurso rítmico no puede equipararse en ningún caso a la escritura. A pe­
no existía salvo en un sentido operacional. Pero, sin duda, el estudio más in­
sar de su rigidez, la falta de un referente textual y la recreación que ejecuta
fluyente a este respecto ha sido el que realizó Luria (1976: 161-164) entre la
cada bardo hacen que se modifique sensiblemente de generación en genera­
población analfabeta, en distintos grados, de Uzbekistán y Kirghizia en la ex
ción y se adapte a las nuevas circunstancias. Pero además se podría añadir
Unión Soviética. Las respuestas a las preguntas y tareas que se les planteaba
que la teoría de la oralidad primaria que propone Havelock está posible­
a aquellos que no habían recibido ninguna educación eran claramente dife­
mente demasiado condicionada por su objeto de estudio, es decir, por la Gre­
rentes de las de aquellos que sabían leer y escribir. De este modo, por ejem­
cia arcaica y por la relevancia de la épica en este período de la cultura hele­
plo, siempre identificaban los dibujos con representaciones de cosas reales,
na. Por ello concede una importancia extraordinaria a la poesía como
no eran capaces de agruparlo en categorías, sino desde el punto de vista de
elemento principal de conservación de la tradición, sin reparar en que pro­
situaciones prácticas, nunca definían los objetos de forma abstracta sino me­
bablemente en otras sociedades, como es el caso de Roma, el fenómeno de la
diante ejemplos concretos y no parecían operar en ningún momento con ra­
épica no existía o no tenía un papel cultural tan destacado, y sobre todo en
zonamientos silogísticos. Todo ello induce claramente a considerar que en
que existen otros elementos, a parte del habla ritualizada, que pueden trans­
realidad el pensamiento abstracto y la lógica, tal y como nosotros la conce­
mitir la memoria. En este apartado nos ocuparemos de este fenómeno.
bimos, no son en ningún caso procedimientos básicos de la mente humana,
En un famoso pasaje del Fedro (27 4c-275a) en el que Sócrates recuerda
sino el resultado de un desarrollo que está íntimamente relacionado con la
una conversación que el dios Amón tuvo con el dios Thot, inventor de la es­
escritura. Esto no significa evidentemente que los pueblos ágrafos sean por
critura, Platón lanza una dura acusación contra la escritura:
completo «ilógicos» (en el sentido de irracionales) y que carezcan de con­
ceptos, sino que razonan y expresan su pensamiento siguiendo otras pautas
este invento dará origen en las almas de quienes lo aprendan al olvido, por descui­
que tienen más que ver con la experiencia inmediata que con la ordenación
do del cultivo de la memoria, ya que los hombres, por culpa de su confianza en la
de la mente que facilita y promueve la escritura (Goody, 1986: 182).
escritura, serán atraídos al recuerdo desde fuera, por unos caracteres ajenos a ellos,
no desde dentro, por su propio esfuerzo. Apariencia de sabiduría y no sabiduría
verdadera procuras a tus discípulos.
2.4. LA MEMORIA ORAL MÁS ALLÁ DE LA POESÍA
Sin signos escritos, por el contrario, la memoria se robustecía significati­
Cuando no existe soporte material alguno, es evidente que el medio básico, vamente. Encontramos la misma idea en Roma, en un comentario de César
aunque no el único, de conservar la información es la memoria humana; y sobre los galos, quienes, según él, no hacían mucho uso de la escritura grie­
ésta puede llegar a ser extremadamente longeva y duradera si se ejercita ga, pese a que la conocían, para evitar así que los jóvenes confiaran excesi­
adecuadamente. En opinión de Havelock (1996: 103-112), este ejercicio vie- vamente en las letras y abandonaran la práctica de la memoria ( Guerra de

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40 LA ARQUEOLOGÍA DE LA PALABRA ÜRALIDAD FRENTE A ESCRITURA 41

las Galias, 6.14.3-5). Aunque estas afirmaciones puedan parecer lógicas en tante, y es aquí donde reside la validez de la apreciación de Goody, en una
un primer momento, no se ha demostrado en ningún caso que la ausencia de sociedad oral la falta de documentos escritos juega a favor de aquellos que
escritura contribuya a que el ser humano desarrolle una mayor capacidad ostentan poder y conocimiento, mientras que la acumulación de archivos y
memorística. En realidad, lo que sí parece claro es el fenómeno opuesto, es de libros supone un importante reto para aquellos que quieren interpretar el
decir, que la alfabetización y la educación escolar obligan al individuo a ejer­ pasado. Por otro lado, tampoco habría que caer en el error de considerar el
citar su memoria de forma constante en el proceso de aprendizaje (Neisser, olvido simplemente como una irremediable consecuencia de la falibilidad
1982: 21-242). Estos comentarios son, sin embargo, interesantes, porque de la mente humana. Aunque exista una gran diferencia en términos cuan­
muestran hasta qué punto los antiguos veían en la escritura un alivio para la titativos entre aquellas sociedades que confían su pasado a la escritura y las
memoria, pero también un estorbo para el pensamiento. que no, en realidad el hecho de olvidar, como el de recordar -ambos, podría
A pesar de esta confianza en la memoria, es evidente que la capacidad considerarse, son las dos caras de una misma moneda-, es en gran medida
humana para recordar tiene un límite y que con el paso del tiempo los acon­ una decisión cultural tomada consciente o inconscientemente. Por ello in­
tecimientos que vivieron las generaciones anteriores van perdiéndose pro­ cluso en los contextos en los que no existe la escritura, la memoria de un
gresivamente. De hecho, según Vansina (1985: 162-173), los sucesos de lo pueblo puede variar de forma ostensible de unos casos a otros.
que nosotros podríamos llamar historia reciente no sobreviven más allá de El recuerdo del pasado que conservan los pueblos ágrafos no se limita a
tres generaciones, es decir, no superan la vida de los nietos. A partir de ese los acontecimientos más recientes. En realidad una parte fundamental de
momento, lo más probable es que se olviden de forma irremediable. Si por esa memoria la constituyen los relatos sobre los orígenes tanto del mundo
alguna razón tienen un interés especial para la comunidad, porque contri­ como del propio grupo. Frente a la vaguedad y esquematismo con que pue­
buyan a hacer comprensible el mundo que les rodea, la situación presente en den transmitirse a veces los sucesos más cercanos, los mitos de origen, por el
la que viven y su propia identidad como grupo, es decir, si no tienen un sim­ contrario, suelen estar cargados de detalles e información pormenorizada,
ple carácter anecdótico, en ese caso habrá más posibilidades de que se con­ que explican de forma coherente la existencia del mundo en su forma actual
serven por más tiempo en la memoria colectiva (lo que no quiere decir para y de los seres humanos que lo habitan. Huelga decir que tanto estos relatos
siempre), aunque lo harán de forma simplificada y según unas estructuras como las historias recientes carecen por completo de una cronología fija
significativas recurrentes. Este olvido es parte esencial, de la homeoestasis, -algo propio de las organizaciones estatales, preocupadas por controlar el
en la que no sólo es difícil, sino poco deseada, la acumulación de conoci­ tiempo a través de los calendarios (Goody, 1968; 1986: 94-96)- y como mu­
miento. No obstante, habría que puntualizar que este olvido impuesto por la cho consiguen organizarse en una inestable cronología relativa, que suele
falta de un registro escrito no siempre sirve de forma totalmente coherente adoptar la forma de genealogías (Henige, 1974: 4). Pero posiblemente lo
los intereses y preocupaciones del grupo. En ocasiones la memoria es perti­ más importante, como ha puesto de manifiesto Vansina, es que esta ordena­
naz, y conserva hechos y personajes que ya no encajan perfectamente con la ción temporal está sujeta a una evolución permanente. Como descubrió Van­
situación actual y de los cuales, sin embargo, no es fácil deshacerse (Vansina, sina (1985: 17-24) en su trabajo de campo en África el punto fijo lo marcan
1985: 120-123). De este modo, los cambios sociales y culturales pueden dar siempre los mitos de creación que se sitúan en el origen más lejano. El otro
lugar, de forma inmediata, a nuevas aportaciones y reinterpretaciones de la extremo de la línea temporal lo ocupan los acontecimientos más cercanos
tradición, sin que aquellos elementos que han perdido su antiguo significa­ que no remontan más allá de la generación de los abuelos. A partir de ese
do se desvanezcan con la misma rapidez. Esta dinámica pone de manifiesto punto las historias y relatos que se transmiten son mucho más escasos, por lo
que en realidad tanto en las sociedades orales como en las ágrafas el pasado tanto existe un verdadero lapso temporal de la memoria entre el origen y la
no es una materia de recuerdo tan manipulable como normalmente se da historia más reciente, que avanza a medida que se suceden las generaciones.
por sentado. En realidad no sólo el ser humano carece de completa libertad Este floating gap (lapso flotante) como lo ha denominado Vansina, cada vez
para modelarlo a su antojo, sino que además hay que tener en consideración abarca un espacio de tiempo mayor conforme las nuevas generaciones olvi­
precisamente el fenómeno contrario, es decir, hasta qué punto no nos vemos dan en gran medida lo que vivieron y recordaron sus bisabuelos y tatarabue­
abocados a interpretar y vivir el presente a través de lo que consideramos ha los. Recientemente Jan Assmann (1995:125-133 y 1997: 23-30) ha retomado
sido nuestro pasado (Schudson, 1989). Este puede convertirse a veces en un este mismo esquema para proponer una teoría de la memoria en el mundo
provocador desafío más que en una herramienta de legitimación. No obs- antiguo basada igualmente en dos tipos de recuerdo, el de los orígenes, sa-

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ÜRALIDAD FRENTE A ESCRITURA 43
grado y ritualizado, la memoria cultural, y el reciente que se mantiene en la
sentes en lugares sagrados en los que se celebran sacrificios: y las represen­
esfera informal de la comunicación diaria, la memoria comunicativa.
taciones pictográficas que los ojibwa de Canadá escribían sobre rollos de cor­
En proceso continuo de homeoestasis y estructurada según un modelo
teza de abedul eran utilizados por el chamán para enseñar a los aprendices
temporalmente desequilibrado de recuerdo, la memoria en las sociedades
el viaje de un héroe o la migración de un clan (Vansina, 1965: 36-39 y Goo­
ágrafas depende exclusivamente de la comunicación repetitiva de la inf or­
dy, 2000: 29-33; Glassner, 2003: 86-91). Los maoríes de Nueva Zelanda te­
mación, de padres a hijos, de una generación a otra. La forma más percepti­
nían bastones de madera con forma de sierra que les permitían conservar el
ble de esta transmisión es el discurso directo. Por ello podría considerarse en
recuerdo de sus genealogías, de forma que los jóvenes recitaban el nombre
un primer momento que la verbalización del conocimiento es el medio prin­
de los antepasados en relación con cada una de las muescas del bastón (Gaur,
cipal por el que los jóvenes aprenden todo lo necesario para poder reconocer
1985: 25). Entre los Juba del Congo, sólo los miembros de una sociedad se­
su pertenencia al grupo y para desempeñar la función que se les ha enco­
creta podían manejar los Jukasa, paneles de madera transportables, decora­
mendado en la sociedad. Este discurso, que puede adoptar la forma de cuen­
dos con conchas y cuentas o tallados (fig. 1). Se concebían como la expresión
to o mito, se transmite normalmente en un contexto específico y como vere­
mos forma parte de toda una representación -en esta categoría entrarían los
poemas homéricos según Havelock-. Pero sería un error considerar que sólo
la palabra puede conservar la memoria, porque posiblemente tan vital para
el recuerdo como lo es el discurso Jo· sean también los artefactos que crea el
ser humano y su comportamiento en sociedad cuando éste está cargado del
simbolismo del ejemplo -este último aspecto es lo que Paul Connerton ha
llamado bodily practices o incorporating practices (1989: 72-79). Por lo que
respecta al mundo material en el que vivimos, tanto psicólogos (Radley,
1990) como arqueólogos (Kuechler, 1987; Rowlands, 1993: 143-146; Lillios,
1999) han puesto de manifiesto en repetidas ocasiones el destacado papel que
desempeñan los objetos materiales en la construcción de nuestra memoria.
Ya sea conscientemente, a través por ejemplo de monumentos funerarios o de
memoriales, o inconscientemente, mediante artefactos de uso más cotidiano
cuya principal función no es inicialmente la de mantener el recuerdo, el ser
humano percibe el pasado a través de los objetos que lo representan y lo sim­
bolizan. En ocasiones estos artefactos están estrechamente vinculados a la
transmisión verbal del conocimiento y sirven de forma activa como recursos
mnemotécnicos (mnemonic devices, aide-mémoire) que, si bien no facilitan en
sentido estricto que la información se conserve de forma inalterada como su­
cede con la escritura, sí al menos estimulan el recuerdo y le dan forma física.
Existen bastantes ejemplos antropológicos de esta estrecha relación entre
la memoria y determinados elementos de la cultura material de un pueblo.
Se trata siempre de objetos que no tienen un uso cotidiano, sino que están en
relación con momentos muy particulares de la vida de un determinado pue­
blo. Tampoco suelen ser de dominio público. Muy al contrario, sólo un de­
terminado grupo de personas tienen normalmente acceso a ellos y son capa­
FIGURA l. Lukasa del pueblo luba (República Democrática del Congo). Las caras hu­
ces de interpretarlos gracias al conocimiento que les ha sido transmitido
manas representan jefes, personajes históricos y miembros de la sociedad secreta
oralmente. Así, por ejemplo, el trono real de los asante de Ghana ayudaba al
mbuyde. Los rectángulos y círculos reflejan la casa de reuniones y las posesiones del
heraldo de la monarquía a contar su historia junto con otros elementos pre-
jefe. Museo Metropolitano de Nueva York (1977: 467.3).
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44 LA ARQUEOLOGÍA DE LA PALABRA ÜRALIDAD FRENTE A ESCRITURA 45
de un recurso exclusivo de sociedades ágrafas. Los cristianos católicos, por
ejemplo, se sirven hasta el día de hoy, para rezar el rosario, de una sarta de
cuentas circular de la que cuelga una cruz. Esta cadena, que recibe igual­
mente el nombre de rosario, tiene cinco series de diez cuentas más tres cuen­
tas que cuelgan, que sirven para marcar los avemarías y los padrenuestros
que componen la oración, y por tanto ayudan a recordar el orden correcto de
ésta. En el lVIediterráneo antiguo tenemos también ejemplos de recursos
mnemotécnicos como las máscaras que desfilaban en los funerales de los
miembros de la aristocracia romana. Estas imágenes, que, según nos cuenta
Polibio en sus Historias (6.53-54), eran llevadas por personas de la misma es­
tatura y complexión que el muerto cuya máscara portaban, representaban
cada uno de los antepasados del difunto y lo acompañaban en el cortejo fú­
nebre. Los actores vestían además la toga, que tenía un color o decoración di­
ferente dependiendo del cargo que hubiera alcanzado ese antepasado en
vida. Una vez en el tribunal del foro se sentaban en fila en sillas de marfil; y
el orador, normalmente el hijo del fallecido, pronunciaba un discurso en el
que recordaba no sólo los méritos y magistraturas del difunto, sino también
los de sus antepasados comenzando por el de mayor antigüedad. Es evidente
que en este contexto las máscaras y el vestido ayudaban al orador y al públi­
co a recordar la gloria de la familia gentilicia a través de cada uno de los
miembros, antes de que los elogios comenzaran a ponerse por escrito (Flo­
wer, 1996).
En estos ejemplos el recuerdo se materializa en pequeños objetos trans­
portables, manipulados por el ser humano en determinadas circunstancias,
FIGURA 2. Churinga de un miembro del tótem de la rana compuesto por círculos y lí­ pero la materialidad de la memoria puede también manifestarse en el pai­
neas que representan elementos vegetales (según Spencer y Gillen, 1914: 146-147). saje natural (Bradley, 2000), y en aquel que transforman los seres humanos
mediante la construcción de monumentos (Tilley, 1994). En ambos casos,
determinados lugares vinculados a acontecimientos o a personajes relevan­

escultórica de revelaciones divinas y se utilizaban para transmitir enseñan­ tes actúan nuevamente como recursos mnemotécnicos al permitir que se

zas políticas, mitológicas y morales a los iniciados. Pero posiblemente el mantenga vivo el recuerdo de hechos pasados. Estos mnemotopoi, como los

ejemplo más conocido sean las churingas.de los aborígenes del centro de ha denominado Assmann (1997: 33-34), no sólo tienden a mantenerse inal­
Australia, objetos sagrados, sobre todo placas de piedra o de madera con di­ terados con el paso del tiempo, sino que en muchas ocasiones, además, se

bujos abstractos grabados, que estaban asociadas a tótems, es decir, a ances­ sitúan en lugares conspicuos y relevantes en el medio físico en el que se de­

tros protectores sobrehumanos y tenían un papel relevante en determinadas senvuelve la vida cotidiana, lo que refuerza en gran medida su valor mne­

ceremonias (fig. 2). Sólo los iniciados tenían acceso a estos objetos, que esta­ motécnico. Pero, además, no es inusual que estos mnemotopoi tengan un es­
ban envueltos en misterio: únicamente los ancianos sabían interpretar los trecho vínculo con las creencias religiosas del grupo y, por ello, sean el

símbolos, espirales, círculos, semicírculos, curvas y líneas, que representaban escenario de ceremonias y rituales en los que de forma explícita, y conscien­

los elementos clave de la historia del tótem (Spencer y Gillen, 1914: 128- te esta vez, la comunidad recuerda colectivamente el pasado. Posiblemente

166; Black, 1964: 63-70). el ejemplo más relevante de esta semantización del paisaje desde el punto de

Aunque todos estos objetos mnemotécnicos pertenecen a culturas en las la memoria sea el estudio que Maurice Halbwachs (1941: 117-164) hizo de
que no existía indicio alguno de escritura, no es del todo cierto que se trate la topografía legendaria de Tierra Santa. En esta obra se analiza en detalle

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46 LA ARQUEOLOGÍA DE LA PALABRA ÜRALIDAD FRENTE A ESCRITURA 47

el proceso por el que los pasajes conocidos de ia vida de Jesús, su muerte y su do por una sociedad al que hemos venido haciendo referencia ha desapare­
resurrección fueron localizados y fijados en la geografia de Palestina, y muy cido por completo o se encuentra recluido en la tradición familiar.
especialmente en la ciudad de Jerusalén, para convertirse en símbolos de Paisaje y cultura material son los dos elementos principales en los que se
toda la cristiandad. Sin duda, la ciudad santa por excelencia es un ejemplo refleja la memoria, que es transmitida de generación en generación y que no
difícilmente equiparable en lo que se refiere a la semantización del paisaje necesita de la comunicación verbal. Pero como ya comentamos, en la memo­
urbano, pero, en cualquier caso, lo que la obra consigue demostrar clara­ ria no sólo tiene una función significativa el recuerdo positivo, sino también
mente, a un nivel más general, es la estrecha relación que el recuerdo del pa­ el olvido intencionado; y a ésto puede contribuir igualmente el mundo ma­
sado puede tener con el paisaje. Hay que entender, sin embargo, el paisaje en terial. El ejemplo más evidente es lo que los antiguos denominaban damna­
un sentido amplio, no exclusivamente como el medio urbano construido ar­ tio memoríae, es decir, la destrucción física de aquellos objetos, como monu­
tificialmente, sino en general como el medio físico que habita el ser huma­ mentos o casas, que habían pertenecido a una determinada persona o
no. Así lo demuestran los recientes trabajos antropológicos que han mostra­ familia. Una vez muerto, exiliado o desaparecido el personaje en cuestión, la
do un especial interés por esta cuestión y que independientemente de su aniquilación de todo aquello que pudiera traerle a la memoria de la comu­
objeto de estudio, ponen de manifiesto unánimemente el poderoso valor nidad contribuía activamente a anular cualquier recuerdo posible. Esto es
mnemotécnico del paisaje (Morphy, 1995; Stewart y Strathern, 2003). En precisamente lo que pretendía el tribuno de la plebe, Clodio, cuando, tras la
este sentido, se puede afirmar, como ha hecho Donald McKenzie (2005: 56- salida de Cicerón de Roma en marzo del 58 a.C., hizo aprobar una serie de
57), que la topografía puede tener una clara función textual, es decir, puede medidas que legalizaron el saqueo sufrido por su villa de Túsculo y por la
actuar como un texto porque sobre sus rasgos físicos y visuales pueden des­ casa en el Palatino, que fue reconvertida en. un lugar de culto a la Libertad.
cansar la caracterización, el contenido descriptivo, la acción y el sentido sim­ En este caso, no obstante, los planes no salieron del todo bien para el enemi­
bólico que forman una narración. go del orador, ya que éste regresó al año siguiente y recuperó sus posesiones.
Sin abandonar la cuestión de la materialización de la memoria, cabría Sin embargo, otros ejemplos de la historia de Roma demuestran la efectivi­
mencionar a otro autor que ha acuñado un término de gran éxito, los luga­ dad de la damnatio memoríae, como la que sufrió el gobernador de Siria,
res de la memoria (les lieux de mémoire), aunque de difícil aplicación en la Gneo Pisón, acusado de envenenar a Germánico durante el reinado de Ti­
tarea que nos ocupa, requiere un breve comentario (Nora, 1984: XIX-XXV). berio (Flower, 1996: 56-57, 248-254).
En la introducción a la inmensa obra colectiva sobre la memoria nacional de Los artefactos, no obstante, pueden tomar parte activa en el proceso so­
la Francia contemporánea que él mismo dirige, Pierre Nora hace hincapié, cial del olvido de una forma mucho más sutil, por ejemplo, mediante la ex­
como ya hiciera Halbwachs, en la diferencia entre memoria e historia. Esta clusión u omisión de determinados elementos en la construcción de un mo­
última es el paradigma existente en la sociedad actual a través del cual com­ numento que pretende erigirse en memorial o pueden causar el efecto
prendemos y asimilamos el pasado. Es un estudio que se dice crítico y cien­ contrario al deseado cuando el abandono de un edificio o de un objeto, lejos
tífico de unos hechos y personajes con los que difícilmente nos identificamos de facilitar, contribuye a mantener el recuerdo (Forty, 1999: 8-12). El paisa­
ya. La memoria, sin embargo, es el fenómeno cotidiano que nos hace vivir y je, por su parte, puede favorecer igualmente el olvido, a pesar de que su ubi­
sentir un vínculo con el pasado, que excluye cualquier atisbo de razona­ cuidad y permanencia pudieran indicar lo contrario en un primer momen­
miento o análisis. En el mundo en que vivimos esta memoria espontánea ha to. La razón de ello está en la propia agencia humana y en la decisión
desaparecido casi por completo, y de ella no quedan más que restos, atrofia­ consciente de un pueblo de olvidar el pasado o al menos determinados as­
dos y petrificados por el predominio de la historia. Son estos restos a los que pectos de éste. Para ello no se requiere otra cosa que evitar cualquier acción
Nora denomina lieux de mémoire, y con el término «lugar» no hace referen­ sobre el medio que pudiera ser reconocible en un futuro como humana. Este
cia únicamente a un espacio físico -no son exclusivamente mnemotopoi-, es el caso, por ejemplo, de los avatip de Papúa Nueva Guinea, que viven en
sino a cualquier elemento que todavía produce un cierto sentimiento de per­ un paisaje pantanoso y cambiante del río Sepik, sobre el .que consciente­
tenencia, aunque sea con evidente frialdad y orquestado de forma oficial por mente no dejan ninguna huella que no pudiera ser obra igualmente de la
el estado, del Panteón al 14 de julio, de la Marsellesa a la conmemoración de naturaleza. Borrando de este modo su intervención en el medio físico que les
la muerte de Víctor Hugo. Por lo tanto, tal y como los concibe Nora los Juga­ rodea pueden mantener una interpretación mítica del paisaje del que hacen
res de la memoria surgen una vez que el recuerdo oral del pasado compartí- responsables únicamente a los antepasados totémicos (Harrison, 2004).
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50 LA ARQUEOLOGÍA DE LA PALABRA
ÜRALIDAD FRENTE A ESCRITURA 51

municación verbal. Por ello se resisten a reducir el número de signos, a pe­


Ese es el caso del desarrollo de formas de gobierno democráticas, que en el
sar de su cuantía.
ejemplo griego se entendía como el resultado de la expansión del alfabeto, y
Este hecho pone de manifiesto que las interpretaciones tradicionales de
que más tarde, sin embargo, Goody ha desvinculado de la utilización de la
la escritura han tomado como punto de referencia el alfabeto como ejemplo
escritura (Goody, 1986: 120). A pesar de todas las críticas y reconsideraciones
de sistema gráfico ideal y a través de él han evaluado el resto de escrituras.
de la teoría inicial, hay que reconocer, sin embargo, que gracias a él se ha
Por ello se ha considerado que el fonetismo y el número limitado de carac­
planteado como objeto de estudio de gran relevancia la relación entre el
teres determinaban su superioridad porque lo convertían en el mejor siste­
pensamiento y la escritura (Bloch, 1989: 15).
ma para transcribir el discurso oral. Esta interpretación evolucionista de la
La importancia y trascendencia de la teoría de la escritura puede apre­
escritura ha recibido con razón duras críticas y la más elemental de todas
ciarse claramente en el detenimiento con que sus detractores han elaborado
ellas es que no se puede valorar la escritura simplemente como representa­
sus réplicas. En alguna ocasión, la crítica se ha convertido en una enmienda
ción del discurso, sino como un sistema propio de comunicación (Harris,
a la totalidad, que sólo concede el hecho, por otra parte evidente, de que los
textos permiten acumular más información que la mente humana, de modo
1986: 57-75; 1999: 35-39). En este sentido, no cabe considerar unos sistemas
más eficaces que otros. También ha sido objeto de debate la definición de
que cada generación de pensadores puede basar su trabajo sobre un cúmulo
«alfabeto». Como veíamos, Gelb y Havelock defendían que únicamente el
de obras previas (Halverson, 1992: 314-316). Sin embargo, las más de las ve­
sistema de escritura griego podía recibir dicho nombre, dado que el semíti­
ces se reconoce que la escritura es un factor importante en el desarrollo del
co seguía siendo un silabario en el que no se especificaban las diferencias vo­
pensamiento, pero se disiente abiertamente en la posición que ese factor ocu­
cálicas. Sin embargo, utilizar un solo símbolo consonántico para representar
pa en el devenir histórico. De este modo, para muchos las afirmaciones de
varias sílabas diferentes es un cambio muy significativo, porque supone una
Goody no son directamente falsas, sino simplemente algo exageradas. Po­
importante simplificación y el descubrimiento de un elemento común a di­
dríamos resumir las críticas que la teoría de escritura ha recibido en tres
puntos centrales: la falsa superioridad del alfabeto, el etnocentrismo y el de­
ferentes signos (Ülson, 1994: 83-84). El sistema fenicio es, por tanto, un al­
fabeto y está mucho más cerca del sistema griego que de cualquier código de
terminismo tecnológico.
escritura silábico anterior.
Por lo que respecta a la primera, el representante más destacado ha sido,
La acusación de teoría etnocéntrica tiene, en parte, mucho que ver con
sin duda, Havelock, pero en líneas generales esta idea subyace en muchos
todo lo dicho hasta ahora. Tomar como punto de referencia el alfabeto y la
otros autores, y en última instancia está implícita en las obras clásicas de
imprenta significa partir de una visión occidental de la escritura. Incons­
Gelb (1976) y Diringer (1968) en las que se presenta la historia de la escri­
cientemente éste ha sido el punto de referencia de la investigación. Por ello
tura como una evolución hacia el alfabeto. Desde este punto de vista, la fi­
puede percibirse la tendencia a analizar en negativo a otras culturas, mien­
nalidad de cada nuevo sistema de signos creado era representar de forma
tras se toma como «normal» el desarrollo que la escritura ha tenido en Euro­
más precisa y económica el discurso oral y el último de ellos, el alfabeto, se­
ría el más eficaz y habría alcanzado, de este modo, la fase última de desarro­
pa (Street, 1987: 7-10). Esto es evidente si tenemos en cuenta que las teorías
sobre la escritura se han formulado siempre sobre la base de un ejemplo con­
llo. La deducción que se impone es que la complejidad de los demás sistemas
creto, la Grecia clásica. Y este ejemplo se ha tomado como la norma, cuando
debería contribuir a que progresivamente desaparecieran en beneficio del
muy posiblemente haya que verlo como la excepción. En este sentido, Goody
alfabeto, que terminará por imponerse. La predicción de esta interpretación
exclusivamente utilitarista de la escritura, sin embargo, está lejos de cum­
(2000: 4-5) ha utilizado el término escritura restringida (restricted literacy)
para referirse a aquellos sistemas que no utilizan de forma plena las posibi­
plirse. Un ejemplo elocuente es el de Japón donde existe un complejo siste­
lidades técnicas del alfabeto o aquellos en los que está limitada por causas re­
ma mixto, silábico y logográfico, que está ampliamente extendido entre la
ligiosas como en el cristianismo y el islam primitivos. Esta ter:rninología, sin
población y que, en ningún caso, tiende a simplificarse hacia un alfabeto. Se­
embargo, apunta claramente al uso actual de la escritura como el modelo en
gún Bloch (1989: 29-34), la razón de ello es que los japoneses no conciben la
el que se cumplen las potencialidades inherentes al código de signos gráficos
relación entre oralidad y escritura en los mismos términos que hacemos los
y sigue considerando que a este modelo tenderían el resto de manifestacio­
occidentales. Si para nosotros la escritura es simplemente un reflejo del dis­
nes, si no fuera por impedimentos externos a la propia tecnología de la es­
curso oral, para ellos, especialmente cuando utilizan los caracteres logográ­
critura.
ficos. de origen chino, ésta es capaz de transmitir más información que la co-

057/081
52 LA ARQUEOLOGÍA DE LA PALABRA ÜRALIDAD FRENTE A ESCRITURA 53

Pero, sin duda, la crítica más reite;ada desde distintos sec tores es la que punto retoma la antigua clasificación de «mente p rimitiva» y «men t e ac­

denuncia un a clara tendencia al determinismo por parte de los defensores de tual» que defendía Lévy-Bruhl, cambiando simplemente las etiquetas (F in­
la teor ía de l a escritura. La insistencia en que simplemente una tecnología negan, 1973: 143-144; 1988: 151). En otras palabras, se ha afirmado que ni
concreta es capaz de producir profµndos cambios en el pensamiento -abs­ las sociedades alfabetizadas son del todo racionales, lógicas y esc épticas, ni las
tracc ión, lógica y escepticismo- se puede leer como una defensa abierta de la ágrafas carecen por completo de estos elementos. En este sentido los estudios
mon ocausalidad, tendencia que a ctualmente no despierta gran simpatía en­ con sociedades orales han puesto de manifiesto que puede existir cierta con­
tre los historiad ores. Por ello sus detr actores han insistido en que es necesa­ cienc ia sobre el lenguaje y sobre las distintas interpret aciones de un discur­
rio comp render cada escritura en su contexto, tener en cuenta el uso que se so sin necesidad de que medie escritura alguna (Feldman, 1998: 47-65),
le confiere y las condiciones sociales y culturales en las que se inserta (Fin­ m ientras que soc iedades que conocían esta tecnología, como la medieval, no
negan, 1988: 160-161; Street, 1984: 64-65). En ningún cas o es posible aislar experiment.aron ningún cambio en sus formas de pen samiento, dado que la
el fenómeno de la escritura de estas variables, y analizarlo como un elemen­ utilizaron no como un sustituto de la memoria, sino como una ayu da para
to autónomo es excesi vamente simplifica d or. En este sentido, el propio ésta. En efecto, la cultural medieval era más memorística que d ocumental,
ejemplo de Grecia, como veíamos, pone de manifiesto que la situación his­ es decir, que se basaba no en la acumulación y conservación de document os
tórica en la que surgi ó el alfabeto era favorable a un cambio en el pensa­ p ara su posterior consulta como sucede en el mundo actual, sino en la reme­
m iento que resulta inimaginable en Mesopotamia o Egipto por la existencia morac ión y meditación del pensamiento de los autores con los que el lecto r
de una minoría religiosa que monopolizaba el conocim iento y el poder. Por entablaba un diálogo (Carruther s, 1990: 156-188).
lo tanto , habría que conclu ir que la escritura no impone dir ec tamente deter­ Estos ejemplos pueden utilizar se para relativizar el papel que desempeña
minados mod elos cognosc itivos, pero debe considera rse un fac tor necesari o la escri tura en las formas de pensamiento y sobre todo son un aviso impo r­
en ese proces o , según unos, o al menos un elemento coadyuvante, según tante contra las interpretaciones simplistas que aceptan de forma ríg ida una
o tros (F innegan, 1988: 159; Larsen, 1989: 8). Por ahor a no hay acuerdo sobre división entr e pueblos con y sin escritura. Sin embargo, están lejos de sup o­
estas dos últimas p o sibilidades, que matizan la trascendencia del uso de la ner un argumento definitivo en su contra. En primer lugar, porque sus de­

escritura, aunque lo que parece innegable en el estado actual de la investi­ fensores en ningún caso afirman que las sociedades ágrafas sean incapaces
gac ión es que su aparición inevitablement e afectó a las formas de pensa­ de reflexionar so bre sus propias afirmaciones, n i ser críticas con sus creen­
miento. cias. Sin duda, pueden s erlo, pero estas cr ít icas no sobreviven al momento
El determinism o tecnológico supone además que un s olo elemento cul­ concreto de su enunciac ión o a su emisor, y sobre todo no se convierten en un
tural es c apaz de dividir a la humanidad en dos grupos claramente diferen­ princ ipio de pensamiento para las generaciones venider as. Esto e s difíc il­

ciados respecto a algo tan trascendental como las formas de conocimiento. mente realizable sin la e scritura y la conservació n de los textos. Pe ro a un
En efecto, los defensores de la teoría de la escritura consideran que, una vez mismo tiempo, e ste fenómeno no asegura que inmediatament e la sociedad
interiorizada esta tecnología, no hay vuelta atrás en el pro c eso de cambi o alfabetiza da experimente una revolución en sus formas de adquisic ión y
gnoseológico y cualquier resurgimiento de l a comuni cación oral en es te tipo transm isión del conocimiento. La exis tencia de la escritura puede foment ar­
de sociedades, como el que sucedió en el siglo XX con la aparición de la radio, lo, si el uso que recibe, lo posibilita.
el teléfono y la televisión, no invierte en modo alguno el fenómeno. Por ello, En este sentido, es especialmente relevante el trabajo de c ampo realizado
a ésta la denominan «oralidad secundaria», frente a la «oralidad primaria» por Scribner y C o le (1981: 126-133) con los vai de Liberia en el que se ponía
de las comuni d ades en las que se descono ce por completo la escritura. Esta de manifiesto que era la escolarización de corte occidental, y no simplemen­
clasificación ofrece pocas posibilidades para seguir estudiand o la oralidad en te el c onocimiento de la escritura, ya fuera el árabe o su propio sistema vai,
su e stado orig inario, porque actualmente no existen muchas sociedades que lo que fomentaba en los estudiantes un desarrollo de las .. capacidades cogni­
no estén en contacto con el mundo occidental y por ende con la escritura . tivas. De este modo, sólo aquellos que habían pasado por las aulas desempe­
Pero, al mismo tiempo , asegura que hi stóricamente los primeros grupos hu­ ñaban correctamente tareas que r equerían de un razonamiento silog ístico .
manos que n o se servían de esta tecnología compartían una serie de caracte­ Pero, como ha subrayado correctamente Ülson (2009: 388-391), este estudio
rísticas que lo s dife renciaba de las sociedades ac tuales. Las críticas, en este no contradice, c omo algunos han querido deducir, la teoría de la escritura,
caso, han subrayado que la división e s en exceso rígida y que hasta cierto da do que la escolarización no es otra cosa que el uso continuado y la interio-

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54 LA ARQUEOLOGÍA DE LA PALABRA

rización de un sistema de escritura. Efectivamente tener un conocimiento


básico del código gráfico y hacer un uso relativo de él no marca una gran di­
ferencia. Pero aquellos que, como Goody, han defendido un cambio en el
pensamiento están dando por sentado que se parte de la base de una utiliza­
ción significativa de la escritura y de la existencia de una «cultura de lo es­
crito» dentro de esa sociedad.
En cualquier caso, todos estos trabajos demuestran que hay que ser pre­
cavidos a la hora de aplicar cualquier teoría sobre la oralidad y la escritura
de forma automática o simplista, porque más allá de las generalidades en
cada caso y en cada contexto existen elementos y factores diversos que con­
dicionan la escritura y; por tanto, pueden limitar aquellos aspectos que el có­
digo gráfico de forma teórica favorece, y que de forma efectiva ha supuesto en
Occidente. Es en este ámbito donde incluso los más reticentes a aceptar la
existencia de diferentes modos de pensamiento entre las sociedades ágrafas
y las alfabetizadas reconocen que la escritura ha creado un hábito de des­
contextualización del conocimiento muy alejado de la práctica que impera
en la comunicación oral (Denny, 1998: 107-116). De este modo, lo que bási­
camente nos diferencia de aquellos grupos cuya cultura no descansa, como la
nuestra, en la escritura es que no han llegado a asimilar que los enunciados
pueden convertirse en realidades independientes del pensamiento o inten­
ción inicial de sus creadores y que el lenguaje puede convertirse también en
un objeto de reflexión (Ülson, 1994: 257-271; 1998: 343-354; 2009: 391-401).
Nosotros, por el contrario, no sólo hemos reconocido las reglas de la lógica y
de la gramática que ordenan nuestro discurso, sino que una vez descubiertas
las aplicamos conscientemente para estructurar nuestro pensamiento.

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� <! 6 final del verso, y cuando quería decir "para los troyanos" con una par­
V
tícula conjuntiva en la última parte del verso, Troessi de (o te) era en
VVI- �V,

'¡' '¡' j '' ,_ esa posición la manera natural e inevitable de hacerlo. El ejemplo 1
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_s
se compone entonces, en su totalidad, de tres fórmulas yuxtapuestas. Pue­

L
den ocurrir repetidamente breves expresiones estructurales en otras sec­
ciones del verso, demasiado pequeñas como para clasificarlas entre las
divisiones principales: así en 3 has phato es una fórmula que sucede al
comienzo de muchos otros versos de la Ilíada y la Odisea. El siguiente
1 Zeus hüpsibremetes, Troessi de bóuleto niken (XVI, 121; hay 4 ejem­ grupo de palabras que aparece en 3 rígesen de, es también una fórmula,
plos homéricos más de la fórmula subrayada aquí. Las fórmulas cons­ aunque no tan acabada. Se presenta en la misma posición en I un pasaje
tituidas por nombre-epíteto ubicadas al comienzo de verso tienden a ser más de la Odisea en que este verbo aparece, mientras que en la liíada
continuación del verso anterior). ocurre siete veces (incluyendo variantes suptrficiales), aunque habitual­
2 Mürmidones, hétaroi Peíeiádeo Akhiteos (XVI, 269 +
7 ejemplos más). mente al comienzo mismo del verso y no ante la cesura trocaica. Por otra
3 Has phato, rígesen de polütlas dios Odüsséus (5, 171 + 37).
parte, otros verbos formados por tres sílabas largas seguidas por de o te,
caen naturalmente en ·esta última posición. Además, en 4 el predicado de
4 ton d'apameibómenos prosephe polümetis Odüsséus (7, 207 + 81). la primera parte del verso es una fórmula, tal como lo es el grupo nombre­
epíteto que ocupa la parte final : ton rl!apameibómenos prosephe constituye
5 Has ara phonesas kóriith' héileto pháidimos Héktor (VI, 494 + 28). una expresión absolutamente standard para la significación: "le contestó
como sigue", y con variantes menores (ten [ a ésta] o taus [a éstos] en
Estos ejemplos ilustran el uso formular de las expresiones compuestas por lugar de ton [a éste] ; -omene [habiendo dirigido la palabra]; prosephonee
nombre y epíteto en' primera instancia, aunque contienen también otros [ dirigía la palabra] ; prosephes [ dirigiste la palabra] ) ocurre más o menos
giros fijos. Existen muchos otros tipos de fórmulas verbales o adverbia­ 70 veces en la Odisea y 40 en la Ilíada, diferencia que, digamos al pasar,
les, o formadas por nombres comunes en una variedad de casos. Es obvio puede tener significación para el problema de la paternidad (véanse págs. 263
que si el poeta oral tiene a su disposición -o sea en su memoria- una y siguientes). En los casos en que el cantor desea describir un tema mé­
cantidad de frases al ternativas para cualquier concepto dado, de las cua­ tricamente más extenso, como la respuesta a alguien, entonces usa una
les cada una posee un valor métrico levemente diferente y correspondiente fórmula más breve y levemente distinta:
a los intervalos principales que hay que llenar en el verso examétrico,
una gran parte de su tarea, consistente en versificar en forma improvisada, polütlas días 'Odüsséus
ton d'eméibet' épeita { e etcetera.
se logra con un gasto mínimo de esfuerzo, y el poeta puede concentrarse . h"ippota N'esior
Ger_e, mos
en llenar el resto del verso con otras palabras, fórmulas o combinaciones
de fórmulas, de modo de expresar sus propios contenidos significativos Esta forma (con la inclusión de ten en lugar de ton, etcétera) aparece 72,
particulares. veces en los dos poemas. La elección de una fórmula más larga o más
Puede resultar revelador estudiar las otras fórmulas, así como los breve para indicar respuesta es sin duda un poco arbitraria cuando el
grupos formados por nombre y epíteto que existen en nuestros cinco ejem­ sujeto es un dios mayor o un héroe, dado que éstos pueden ser descriptos
plos. En el ejemplo 1 la frase bóuleto niken [quería la victoria] ocupa con expresiones alternativas compuestas de nombre y epíteto, más breves o
la misma posición en el verso (la misma del grupo nombre-epíteto en 5, más largas; pero hay muchos otros personajes cuya especificación requiere
entre la diéresis bucól ica y el final del verso) que tiene en otros cuatro un espacio mayor que el que deja el predicado, si se elige la forma
versos diferentes de la Ilíada. Uno de éstos tiene bóuleo y no bóuleto, más larga.
pero se trata de una típica variación menor; al final de otro verso aparece Es sorprendente, en efecto, el escaso número de veces que las fórmulas
élpeto niken [ esperaba la victoria] que se basa claramente en la misma se duplican innecesariamente en Homero. Consideremos, por ejemplo,
estructura formular. En uno de los cuatro casos en que ocurre en otro la cantidad bastante amplia de expresiones compuestas de nombre y epíteto
pa,;aje (VII, 21), bóuleto nikén está precedido, como en 1, por Troessi de que se hallan en caso nominativo: la tabla que figura en las págs. 50 y
[para los troyanos]. Estas palabras constituyen tambifn un uso formular, siguientes del clásico estudio de Parry, L'Épithete traditionnelle chez Homere
dado que ocurren en una posición equivalente, o sea antes de la diéresis (París, 1923), muestra que en el caso de 11.dioses y héroes prominentes
bucólica, en otros pasajes: así, Troessi de pháidimos Héktor [a los troya­ existen no menos de 324 usos de 55 fórmulas diferentes en la Ilíada y la
nos el noble Héctor] (XX, 364) y Troessi de loigón alalkoi [apartaría Odisea en conjunto. Estas fórmulas, algunas de las cuales son por supuesto
de los troyanos la calamidad] (XXI, 138 = 250). Así, cuando el poeta muy frecuentes (poliÍmetis Odüsséus se repite 31 veces), llenan los cuatro
quería expresar la idea "él deseaba la victoria", usaba bóuleto niken al segmentos métricos más comunes del verso, o sea los ejemplificados en

74 75
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1 los números 1, 3, 4 y 5, más arriba. El tipo 2, que abarca el espacio que
va desde la cesura masculina hasta el fin del verso, es algo menos común
que los otros, pero si agregáramo s las fórmulas de este tipo, el total
llegaría naturalmente a una cifra superior a 824. De estos 824 usos sólo
15, que se limitan a tres fórmulas diferentes, son reduplicativos, en el sen­
tido de que constituyen equivalentes métricos exactos de otros más comu­
""-

pies que es preciso llenar: -en otras palabras, atendiendo a si la frase va


después de una cesura bucólica, heptemímera o trocaica. Las fórmulas son
neós eíses, neós amphielisse:s y neós küanoproiroio: nótese que la f orma de
la palabra "nave" mísma sólo varía por razones métricas. Si el caso can:,
bia y se ne�esita por ejemplo · un dativo después de la cesura bucólica
-debido a que los otros conceptos que hay que expresar utilizan el resto
.
''1i.I..'.
:

nes: por ejemplo steropegereta Zeus (que aparece sólo una vez) es una del verso hasta ese punto-, entonces puede haber que cambiar también
variante no funcional del Zeus terpikéraunos ( que aparece cuatro veces). el epíteto, y neós eíses se transforma en neí melainei. Esto no se debe a
Así, en el amplio sistema de nombre-epíteto en nominativo, se revela una que las naves que están en dativo sean más negras y menos proporcionadas
so rprendente economía de expresio nes, no más que el 5 % de reduplica­ que las que están en genitivo, ni a que una nave en un contexto particular
ción. Al mismo tiempo, la amplitud o extensión es casi igualmente llama­ se presente más bien como negra que como proporcionada: es negra sólo y
tiva. Las cuatro partes principales del verso que hay que llenar, en el caso simplemente porque después de la palabra nei y para llenar el espacio
de estos once personajes prominentes, dan una posibilidad de 44 grupos u-':!, se requiere un epíteto que tenga esa �;tructura y comience , con una
formados por n ombre-epíteto. Dos de estas posiciones n o pueden ser llena­ consonante -pnesto que nei termina en vocal. Eisei no resulta adecuad o,
das en ningún caso por determinados no mbres, a causa de su valor métrico, e n cambio melainei sí. También las preposiciones pueden incorporarse a
pero de las 42 restantes encontramos fórmulas para no menos de 37, lo estos grupos formados por nombre-epítet o, y pueden requerir nuevos epí­
cual hace más o menos un 88 % de casos en que la coincidencia en exten­ tetos con valores métricos nuevos: así, si se quieren llenar los 2 1/2 íiltimos
sión es perfecta. pies con una expresión donde entren las palabras "sobre una nave", esto
Este grado de amplitud y economía no puede ser accidental; tampoco. implica reemplazar el epíteto habitual del grupo simple nombre-epitel:o que
puede ser creación de un solo poeta. Ningún cantor p odría construir un suele ocnpar ese lngar, o sea "curvada", por una palabra más corta,
sistema tan rico en ,alternativas métricas y al mismo tiempo tan cuidado­ "hueca", koíl:es epí neós en lugar de neós amphielisses.
samente despojado de variaciones no funcionales. Aun un autor provisto Otros tipo s comunes de fórmula expresan el verbo, o el verbo y su
de lápiz y papel se hubiera visto muy apurado para completar un sistema objeto, etcétera, y están destinados a llenar la primera o la segunda parte
semejante, y para hacerlo así hubiera tenido que comportarse no c·omo un del verso, y a juntarse a menud o con una fórmula-sujeto apropiada, que
poeta sino como un criptógrafo -o un erudito en filología clásica-; y su se encuentra en la otra parte. Así, los giros autar ha mermiTixe [per o
éste vaciló], ton d'aute proséeipe [le contestó a su vez J, o autar epé.i to g'
1,1,
esfuerzo sería totalmente inútil, ya que el único propósito razonable de
una construcción semejante es el de posibilitar al poeta oral y no letrado ákouse [luego que oyó esto], por ejemplo, pueden ir segui�1os por un
la asimilación e incremento de un gran repositorio de cantos heroicos grup o cualquiera constituido por n o mbre-epíteto, de 3 1¡;'1 pies, que empiece
tradicionales. El sistema es tan amplio porque cantores individuales agre­ por una consonante. Tales fórmulas están a su vez construidas a menudo
garon una nueva expresión aquí y otra allá, generación tras generación, a partir de co mponentes fijo s más corto s; así, hay muchas frases diferentes
a medida que la necesidad de sus contextos particulares lo requería; y es que empiezan con autar [pero, luego]: autar ho [pero éste] con diferentes
tan económico, sobrio y frugal, porque las alternativas innecesarias, que verbos, autar epéi o epeidi [luego J, autar ebe [luego se marchó J, etcétera.
constituían un mero estorbo para el cantor, eran eliminadas sistemática­ En los versos ofrecidos como ejemplo en la página 74, tanto 3 como 5
mente, aunque en forma gradual. Como el ingenio humano es falible, y comienzan con has [así], seguido por phato [hablóJ y ara [pues] respec­
la urgencia creativa no siempre responde a sistemas, se agregaría natural­ tivamente; ambas frases se repiten en muchos otros versos de Homero.
mente de tiempo en tiempo una alternativa nueva y no funcional, de modo Has ara phonesas [habiendo hablado así, pues] es una fórmula habiitual de
que la economía en un período cualquiera no sería del t o do completa. resumen después de un discurso; y la frase que sigue en 5, kórüth' héileto
Un examen más atento de los detalles del sistema formular muestra [tomó el casco], tiene el tipo de una fórmula en la cual el objeto del
cómo éste ayuda al poeta a recordar los versos tradicionales; en efecto, si verbo puede ser reemplazado p or cualquier equivalente métrico que se
un verso se divide en tres unidades familiares de expresión, digamos, desee, tal como lithon [ una piedra], geras [ el botín], phrenas [ el cora­
más bien que en diez o doce unidades verbales, es evidentemente más fácil zón], dorü d' [la lanza].
recordarlo y reproducirlo. También le ayuda a co mponer sus propios Los cantores de la tradición oral jónica adaptaban a veces una frase
versos nuevos con el mínimo de esfuerzo. Los epítetos están estandardiza­ a una nueva posición o a un nuevo nso sin estar muy conscientes de ello,
dos no sólo en lo que respecta a personas sino también a muchos objetos mediante el oído o por instinto. La fórmula en su uso y forma estándar
familiares, y varían a su vez según la porción del verso que eL poeta tiene un valo r métrico familiar, y parece haberse supuesto, a veces equi­
desea llenar. Si la idea "de una nave" tiene que expresarse en la parte vocadamente, que este valor persistía incluso después de alterar levemente la
final de un verso, la nave se describirá como "pro porcionada"; "curvada" forma estandarizada; o quizás sería más exacto decir que no había suposi­
o "de negra proa", ajustándose simplemente al espacio final ele 2, 2 Yz ó 31/,¡, ción consciente de ninguna clase, que este problema es de un tipo que a

76 77
074/081
á
cepc10n de la may or parte de los l ectores u oyentes . Cua nto más larga
. m enudo no se le presenta al cantor oral. Así, por ej emplo, meropon anthro­ e s la palabra tanto menos p erceptible es su fij eza; existen p or e jemplo
pon. [ de h ombre s intelige ntes] e s u na fórmula muy cono cida, desarrollada sólo d os posiciones que pue de o cupar una p alabra como philoptolémoisi
evi de ntemente para u tiliz arla e n caso g enitivo , q ue ocurre al final de verso [para los que aman la guerra], sin p erturbar las articulaciones n aturales
sie te veces en la Ilíada y dos veces en la Odisea. Se la adapta con éxito del verso examétrico. Sin embargo , aun palabras bisilábicas como titar o
una vez ·en la Ilíada al caso dativo , merópessi brotoisin, pero vem os que
aoma muestran una fuerte preferencia p or ocupar una o quizás dos p oú­
en XVIII, 288, un cant or no muy cuidadoso necesitó en algún momento ciones en el verso, mientras que teór icamente e xisten v arias en las cuales
un giro en nominativo que significara "hombres" para o cupar la misma
podrían ubicarse. (véase la pág. 120); y p aidós, paidí e vitan regularmente
p arte del verso , y transpu so entonces la fórmula familiar cambiándola en el final de verso (de 61 ejemplos, sólo una v ez están e n esa p osición ),
m érnpes ánthropoi, produciendo así un error técnico de metro. Durante mientras paicla y las formas del plu ral no muestran esa t endencia, A veces·
la representación, el cantor disimularía pre sumiblemente esta falta prolon­ esta prefe rencia se debe al h ech o d e q ue la palabra en cuestión o curr e
gando artificialmente la terminación -es, y el auditorio no notaría proba­ pre dominantemente en una fó rmula particular, ¿imitada a s u ve z a ocup ar
blemente la d iferencia. En f orma semejante, m uchos ejemplos homéricos esa posición. Cuando éste n o es el caso, la tendencia hacia la fije za surge
de hi ato -o s ea, el he cho de dejar intacta u na vocal final delante de una en parte de u n proceso puramente me cánico del ve rso examétric o, aspecto
vocal inici al siguiente- son resultado de adaptaciones menores de frases que aún no logramos entende r del todo ; p ero al menos una lectura cuid a­
fijas; no obstante, Parry exageraba al considerar que ésta era la causa d osa del artículo de Eugene O'Neill Jr. acer ca de los tipos métricos de
primordia l de la s anomalías métri cas, dado q ue muchos casos de hiato son palabra e n e l exáme tro griego , mue stra que la te ndencia había alcanzado
provocados por la pérdida de la digamma o de otras semivocales iniciales, un grado considerable de forma liz ación o estilización en l os poemas ho­
o por la suposición de tal pérdida, o por la sensación de que el hiato no méricos. 5 Así, son formulares en Home ro los valores métricos ele l as p a­
tiene a veces importan cia, si ocurre en las divisio nes más fuertes del verso. 4 labras, más bien que las palabras individuales en p articular, y e sta apa­
Un resultado a nálogo del empleo desc uidado de las fórmulas, es la inade­ rente restricción, como la impuesta por las frase s fijas, era t al que p odía
cuación no de metro sino de sentido. Así, para expresar la idea básica ayu dar a la composición rápida más bien que obstaculizarla. El cantor
"con la mano" se utiliza a m enudo la fórm ula kheirí pakheíei [con mano comienza a cristalizar un p ensamiento cuyo eje ce ntral es el concepto "casa":
robusta] , e n la cua l el epíteto "robu sta" ayuda a llenar la p arte del asigna la palabra doma, por ejemplo, a su p osición preferida, y luego puede
ve]·so q ue sigue a la ces ura bucólica. Cuando este epíteto no s e aplica al adecuar tranquilamente fórmulas verbales y otras de tipo nominal en
puñ o poderoso de un guerrero , como debe h aber sido s u función habitual torno de ella. Su ve rso se construye con el mínimo de esfuerzo consciente.
y "apropiada", sino a la mano delicada de la r efinada (a veces demasiado
re:liinada) Penélope, el resultado, si se llega a reparar-en él, es ridículo.
Lo, mismo ocurre co n el "irreprochable Egisto" (1, 29) y quizás con la 3. La tradición oral y el advenimiento de la escritura
"venerable madre (18, 5) del repugnante Iro -no estoy seguro de que en
este último caso se p erciba ninguna contradicción. Éstos son casos obvios Espero haber esbozado los amplios princ1p1e; s de la composició n for­
y familiares, p ero existen otros e n que el re desplegamiento de una fórmula mular, y mostrado me diante un p equeño número ele ejemplos que Homero
se mue stra de una manera más s util; así, en el caso de un par de pasaje s
revela la extensión y economía de una tradición or al desarrollada. Para
r e]jl etidos, el ajuste forzado de u na fórmula co mponente puede re velar que ilustrar t odas las complejidades y potencialidades d e este tip o de compo­
u no es tá adaptado a partir del otr o, o a partir d e l tipo d el c ual el otro es un
sición, sería necesario escribir un libro entero ; ni siq uiera P arry ha
represe ntante fiel. producido una elucidación de tal alcance, ni hay ne cesidad de ella. Lo
¿ Cuál es la longit ud mínima de una fórmula? La máxima puede ser que se requiere es captar el principio. Una consecuencia de la demostra­
de vario s verso s completos, corre spondientes a un pasaje que se repite al ción de Parry es que cada ve rso e n p articular de los grandes p oe ma s debe
describir un a e scena típica, como la preparació n de un banquete o sacrificio, ser valorado teniendo en cuenta un le nguaje tradicional y formalizado y
la botadura de un� nave o la maniobra por la cual se la tira a seco . La un contenido tradicion al. Las conclusiones de Parry suscitaro n elogios hi­
longitud pued e ser de dos palabras, co mo has phato o Troessi de, si insi s­ p erbólicos, y algunos estudio sos hasta han intentado defende r la afirmación
timos en -la fórmula como unidad c o nstituida por una expresión. Pero u nilateral de que la única manera en que podía progresar la erudición
aun palabras aisladas muestran tendencias formulares definidas, ya que homérica era me diante un examen muy de tenido del sistema formul ar.
gravita n fue rtemen te en c iertas posicion e s del Ye rso de acuerdo con su valor Pese a esto, se ha l ogrado relativamente poco desde la mue rte de Parry. 6
métrico; y existen menos alternativas métricas exactas de palabras aisladas Una atención aun menor se ha de dicado a la consideració n de la poesía
de significación simi lar, que las q ue u no e nc ontraría en la poesía escrita, examétrica posthomérica desde ·e ste punto de vista. 7 La Teogonía de Hesíodo
aunque más que las que se encuentran en el caso de la mayoría de las y los muy numerosos fr agmentos de s us Catálogos, están compuestos en un
expresi o nes formula res. La fijeza de p osició n de las palabras individuales sentido característicamente h omérico , algo desna turalizado p ero tradicion al
dentro del ve rso es por c ierto no table , aunque escapa to talmente a la per-

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en su esencia. Hay muchas expresiones nuevas, algunas de las cuales se objeto comparativamente precioso e indestructible de esa clase puede ha­
repiten varias veces y tienden a transformarse en fórmulas propiamente berse conservado durante muchas décadas antes de su enterramiento. Al­
dichas; tales expresiones se limitan fundamentalmente a los temas nuevos. gunos fragmentos de copas de arcilla de poco valor, encontrados en el
Donde el tema es tradicional -como por ejemplo en muchos de los frag­ Monte Himeto en Ática, en los cuales están grabadas inscripciones alfa-·
mentos de los Catálogos- se utiliza el lenguaje tradicional, aunque a béticas, deben situarse alrededor del año 700, mientras que el bronce de
menudo con adaptaciones drásticas. El argumento de Obras y Días, por Manticlós y las inscripciones de Peracora, que a menudo se citan como
otra parte, es tan diferente de los que presenta la narrativa heroica habitual, más tempranas, podrían bajar en fecha hasta el año 650 aproximada­
que requiere centenares de· palabras y expresiones nuevas. Los poetas mente.10 Entre las inscripciones pintadas (a diferencia de las que se reali­
beocios nativos pueden haber desarrollado una tradición que incluyera zaban mediante incisiones ), la más antigua es probablemente la' que se
poesía didáctica y gnómica, de modo que aun el lenguaje no homérico de encuentra en un fragmento de una placa correspondiente al período geomé­
Obras y Días quizá sea también de carácter oral y formular. Desdichada­ trico reciente, descubierta por J. Boardman en Egina: este autor afirma que
mente, no hay ningún material contemporáneo que nos permita realizar "puede ... difícilmente ser posterior a la década que va de 720 a 7lü ...
comparaciones, ni se ha evaluado en detalle la economía y extensión de las y muy bien podría ser anterior".11 Yo me atrevo a disentir, y a ubicar
nuevas frases; pero Hesíodo puede muy bien haberse valido de la es­ este fragmento alrededor del año 700. Estos doc_umentos sugieren que el
critura, de una u otra manera, en las partes genuinas de este poema poste­ alfabeto griego debe haberse desarrollado, sin duda en su origen para
rior. Es probable que los Himnos "homéricos" más antiguos, particular­ usos más esenciales, en una época anterior al año 725.12 Derivii por
mente los dedicados a Deméter, Apolo y Afrodita, sean enteramente orales. s�puesto de la escritura fenicia, y tuvo que sufrir un cierto grado de
Se apartan muy a menud� del vocabulario homérico, y contienen muchas adaptación, sobre todo en lo que respecta a determinados signos fenicios
expresiones nuevas; pero éstas, especialmente las decorativas y líricas, pre­ que se adoptaron para la representación de las vocales, no expresadas por
sentan el estilo de ciertos elementos relativamente tardíos en Homero, como letras separadas en la escritura semítica. Por esta razón el proceso presu­
la Seducción -de Zeus en los libros XIV y XV de la Ilíada, donde no hay pone muy probablemente el contacto repetido con algunas culturas de rasgos
motivo para establecér una vinculación con la escritura, y que en verdad fenicios, durante varios años; aunque no puede descartarse la posihilidad
mantienen una extensión y economía que la excluye. En lo que respecta a de que algún comerciante muy ingenioso haya adquirido rápidamente los
los pocos fragmentos supérstites de los poemas del Ciclo homérico, son en rudimentos de un sistema de registro que resultaba tan práctico, durante
su mayor parte fácilmente discernibles en su estilo respecto de Homero. ¡':!i
el curso de viajes ultramarinos esporádicos. La penetración fenicia en
Los poemas cíclicos posteriores, como la Telegonía de Eugammon, per­ aguas griegas es difícil de fechar con seguridad, pero no hay duda de que
tenecen casi con seguridad a la literatura escrita. Los más antiguos, como había fenicios establecidos en Chipre desde el siglo IX; se enc.ontró en la
la Etiopeida y la llíou Persis de Aretino, pueden haber sido compuestos no isla una inscripción fenicia de esa época, que está ahora en el museo de
mucho después del año 700, en la manera oral decadente de ciertas expan­ Nicosia.13 El comercio entre el continente griego y Chipre se restauró al­
siones posteriores de Homero (págs. 193-6, 301 y sig.). rededor del año 800, y es concebible que la transmisión del alfabeto haya
Sin embargo, en la época probable de la composición de la Teogonía, tenido lugar a comienzos del siglo VIII e_n Chipre. El hecho de que se
la Etiopeida y el Himno a Deméter, ninguno de los cuales es probablemente· conservara en muchos lugares de Chipre una derivación del viejo sistema
muy posterior al año 650, la escritura estaba alcanzando el punto en que silábico micénico, no excluye, a mi juicio, esta posibilidad, aunque así lo
podía ser utilizada para finalidades literarias. Arquíloco, que era con se­ hayan creído muchos críticos. Existen varias otras posibilidades, incluida
guridad un autor letrado, se refiere a un eclipse de sol que debe de haber la transmisión a través de Al Mina.14 En verdad, la escritura fenicia se
sido el del año 648. Además, inscripciones tipo graffito que se encontraron había difundido ampliamente por lo menos desde comienzos del siglo XII,
en ciertas jarras de factura humilde, muestran que ya en las últimas dé­ época a la que probablemente se remonta, a más tardar, la inscripció11 de la
cadas del siglo VIII la escritura era utilizada en diferentes partes del tumba de Ahiram, en Biblos; y hasta puede haber sido accesible a algunos
mundo griego, y a veces para finalidades casuales e intrascendentes. La comerciantes micénicos que se establecieron en Ugarit. 15 Yo no ,quiero
jarra de premio de Dípilon, que contiene una estrofa examétrica donde sugerir seriamente que el alfabeto fue importado en la época del m'tcénico
dice que el mejor de los bailarines [ ¿recibirá este premio?], puede datarse, Cadmo, como creía Herodoto; lo que sí quiero mostrar es la vague,fad de
por su forma y decoración, en el año 730 aproximadamente (lám. 6a) ; 8 nuestros criterios y la índole extremadamente provisional de cualquier con­
la copa de ítaca, que contiene otro verso heroico, es posterior, del año 700 clusión posible.
aproximadamente, y lo mismo vale probablemente para el pequeño pote En todo caso, la cuestión de si la escritura alfabética comenzó .a esta­
excavado en Isquia en 1954, que lleva grabada una estrofa referente a la blecerse en Grecia a comienzos del siglo VIII, o antes o después, tiene sólo
famosa copa de Néstor mencionada en el libro XI de la Ilíada.9 El ar­ una importancia limitada respecto de Homero, aunque sigue atrayendo la
queólogo que la. extrajo quería asignarla a una fecha algo anterior, sobre atención de muchos eruditos homéricos, que aceptan sucesivos veredictos
la base de un escarabajo que se encontró en la misma tumba, pero un cuasi-arqueológicos con conmovedora credulidad. Sabemos que la eocritura

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[.é._,

era utilizada en_ inscripciones breves d e una n aturaleza vagamente literaria,


más o menos en las últimas décadas del sigl o vm; no nos cabe duda de que Este autor se concentró sobre todo en los temas m ás amplios y en los
debe haberse dispuesto· de e ll a para finalidades comerciales, que eran presu­ motivos consistentes en un c uento ; yo creo que el tratamiento que hace
miblemen te anteriores a las literarias, y quizás p ara alguno s otros usos, el p oeta or al de incidentes típicos ele n:enor importancia) tiene l a mism a

en época algo anterior a ésta. Sin embargo, t a mbién p odemos estar seguros transcenden cia, porque muestra cómo fue p osible la composición oral, p or
de que la Ilíada y la Odisea son poemas oral es, cre ad os de a cuerdo con un agregación sucesiva, ele poemas tan complic ados como la llí ada y la
sistema muy bien elaboradp que se deb ilita r ápi da mente cuando el poeta Odisea. Lord y sus seguidores no creen, evi den temente, q ue esto fuera
empieza a componer por e scrito: y que hay una repentin a profusión de posible sin la ayuda de la escritura. Piensan q·ue la Ilíada y la Odisea son
literatura indudablemente escrita, a partir de medi ados _del siglo VII en textos orales dictados (véanse la pág. 102 y sigs.). Es evidente que la
a d elante, lo cual sugiere que la nueva prácti ca h abía invadi do el campo
poesía de H omero es mucho m ás complej a y mucho más pulida e n sus
literario no mucho antes. El cuadro resulta entonces relativamente claro detalles y estructura que la clase ele poesía oral que podemos estudi ar
elll sus rasgos principales. en l as sociedades modernas. Sin embargo, tal como e n griego la unidad
constituida por un verso épico e s más complicada y e strech amente contro­
Estos factores, incluidas l as características e speci ales del sistema oral
l ada que su eqÚivalente e n la poesía oral r usa o yugoslava, y aunque es
de fórmulas, no son necesariamente incompati bles con l a sugerencia de que
seguro que la producían cantores orales nt, ayudados por la escritura , así
los p oeta s monumentales tomaban n o tas para ayudarse en l a construcción
también puede resultar que la te xtura del episodio e incidente homérico,
de su complicado relato. Personalmente, yo no encuentro m ucho atractivo
i nfinitamente más fina, se halle dentro de las p osi bilidades del aoidós o
en es ta suge ren cia, porque el estudio d e l os p oetas orales e n Rusia y Yu­
go slavia muestra que el enhebrado de temas, realizad o con un buen grado cantor grieg o, sin ay uda de dictado , anotación o escrit ura de ningun a
clase.
de coherenci a, no es cosa difícil p ara un p oeta que trab aja de m emoria
con un amplio repertorio de canci ones. Lo h ace sin ningún esfuerzo percep­ En e l tratamiento que sigue pondremos el é nfasis sobre todo en la
tible, casi de la misma manera en que combi na uni dades de expresión Ilía cla , dado que su estructura, aunque menos sofisticada y cronológicamente
ha clici onales. Está familiarizado no s ól o con una c an.ticlad de pasa jes for­ m ás simple que la de la Odisea, es más detallada en l o que respecta a sus
cara cteres o i ncidentes me nores, p articularme nte en la descripción mi nu­
m ulares que describen acciones rep etidas, sino tambié n con una masa de
, ·temas tradicionales; como son el del guerrero afrentado, la lista de los ciosa de los acontecimientos que ocurren en el camp o de bat alla. Esto
jefes, el duelo heroico (terminado con un acto de traición o por i nt er­ hace que en compara ción con la Odisea, la Ilíada resulte aun más difícil ,,¡1i
:,

vención divina ), el marido ausente d esde l argo tiemp o, el i ndividuo astuto de considerar como obra de un poeta oral que careció enteramente de la
que triunfa sobre enemigos más fuertes, el prí ncipe oprimido, el m odo de ayuda de la escri tura, hasta que uno toma en cuenta el carácter form ul ario
manejar a los pretendientes. El cantor reú ne y rel ata t ales temas princi­ de su estructura temática. La s ecuencia de los eventos principales es l ó­
p ales, y una cantidad de otros. m ás detall ad os, con una facilidad que po­ gica, está._ bie n definida y resulta f ácil de recordar: Críses, la querell a, la
drf amos •calificar de semi -autom ática, nacida de una larga fami liaridad, cólera, la p romesa de Zeus, los catálogos de los ejércitos, los duelos e i nnu­
c¡ue le permite desplegar fórmulas f raseoló gicas famili ares de manera de merables encuentros, la embajada enviada a Aquiles, las her idas que su­
construir nuevos versos. Debe tener un notable i ngeni o y t alent o creador frier on l os caudillos aqueos, la i rrupción troyana dentro del campamento , la
p ara producir versos o tramas. com o l os ele la Ilí acl a o la Odise a ;. lo que i ntervención y muerte de Patroclo, el olvi do ele la cólera p or p arte ele
debemos señalar es que la composición en gran escala, por menos usual Aquiles y su venganza sobre Héctor, el funeral d e Patroclo, y el rescate
que sea , cae dentro de la competencia de.l p oeta completamente oral. No del cuerpo de Héctor. La división en libros puede n o ser temprana en su
es p osible refutar a quienes insisten en que Homero debe h ab er tenido su forma actual (págs. 276 y sigs.), pero muchos de los libros, t al c omo
memorándum, pero la insistenci a ele éstos p arece surgir e n gran medida de aparec en ahora, coinciden con las articulaciones naturales de la tra ma y
su propia experiencia como literatos y de su f alta d e f amiliaridad con los pueden recordars� en tanto contienen episodios prominentes y cerrados en·
procedimientos y capacidades ele l os p oetas iletrad os. sí mismos (por ej emplo l a embajada, la Dolóneia, la ba talla j unto a las
n aves, la lucha p or el cuerpo de Patroclo, l a fabricación de la nueva arma­
dura destinada a Aquiles), con los cuales se h allan fácilmente vincul ados
4. El uso que hace el p oeta oral de los t emas e stablecidos c:iertos episodios menores, que a su. vez están interrelacionados en tre sí. .N o
es difícil recordar qu e ya al comienzo del poema se vinculan con los c atá­

Esta c uestión de la ,composición por tema constituye un campo i mpor­ logos el sueño engañoso enviado p or Zeus a Agammenon, e l p ánico de los
aqueos y ·el episodio de Tersites. Otra .característica estructural bien mar­
tante para el estudioso de Homero, y apenas se l o ha examinado hasta
ahora. El erudito norteamericano A. B. Lord n os ha prest ado un excelente c;ada de la Ilíada es la serie de dil aciones que obstaculizan la esperada
se rvicio al atraer n uestra atención hacia su i mportanci a, sobre t odo en su derrota de los aqueos, entre los libros II y XII, o sea por m ás de un tercio
libro muy reciente titulado The Singer of Tales (C ambridge, Mass., 1960). del p oema . El propósito probable de estas dilaciones es en p arte dramá­
tico , ya que aumenta la tensión al hallarse los aqueos al b orde del desastre,

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y en parte monumental, porque t ransmite la idea de toda una lucha de diez replica. Luego se arrojan lanzas por segunda vez, y una de ellas habitual­
años. La · secuencia de los episodios dilatorios carece a menudo de una mente da en el blanco; el vencedor se vanagloria, la víctima muer,e y se
lógica interna especial, pero es bastante fácil de recordar: el duelo de le quita la armadura. Entonces el poeta prosigue con un incidente nuevo,
París y Menelao en el libro III, la ruptura de la tregua y la inspección que puede tener una estructura similar. En esta estructura hay muchas
de las t ropas por Agammenon en el IV, las victorias de Diomedes en el V, variaciones menores: cuando se arrojan las lanzas por primera vez, puede
la vuelta de Héctor a Troya y sus encuentros con Andrómaca, Helena y que no resulte herida la víctima a la que se apunta sino su amigo o auriga;
París en el VI, etcétera. los héroes pueden echar mano a hs espadas; a veces la víctima resulta herida
Hasta este punto, nuestro análisis de los temas más importantes sólo más bien que muerta directamente, y luego sus camaradas la llevan a lugar
sirve para mostrar q11e la amplia estructura del poema no es difícil de seguro; o puede caer de alguna manera no habitual, 'O formuhr una
súplica o amenaza de moribundo. No obstante, el curso gf\neral ,del en­
domina r. Posee una cier ta simplicidad que debe haber facilitado tanto la
cuentro heroico es fijo, y el poeta selecciona a voluntad entre un orden
composición oral como la reproducción oral. Los temas principales mismos, ·
limitado de variantes bien conocidas. Puede inventa r ocasionalmemte una
generales como son, deben haber ocurrido en utros poemas heroicos corres­
nueva; a veces, como ocurre cuando Anñloco ·hiere al cochero Midón
pondientes a los siglos anteriores a Homero. Los catálogos de guerreros, la
en V, 580 y sigs. y éste cae desde su carro en ·la arena· blanda, donde
abstención de un héroe c rucial, la represión de un amotinamiento poten­ queda por un rato con su cabeza enterrada y sus piernas en el aire, el
cial, el duelo destinado a decidir todo el asunto, la mutilación de un
resultado es forzado y casi ridículo (págs. 170 y sigs.). El lugar donde
enemigo interrumpida de alguna manera por los dioses: temas como estos
no eran invención de Homero, ni siquiera quizás de los cantores de los se p roduce. una herida, el modo de la muerte, son temas de ingeniosa va­
riación (pero también en este caso resulta evidente la base formular de los
cuales él los derivó inmediatamente, sino lugares comunes de la narración ejercicios contruidos sobre este tema).
épica. Y también lo eran muchos motivos más restringidos; y esto resulta
más importante para la cuestión de la composición oral. Consideremos · El encuentro en sí mismo es sólo un aspecto de la lucha. Otros pasajes
una parte del poema ,donde los episodios de lucha son más tupidos y, pa ra describen, a menudo con la ayuda de un símil,· cómo se forman los ej ér­
el lector moderno casual, a menudo monótonos y carentes de variedad: citos y avanza uno hacia otro, o uno de los bandos se reagrupa para la
los libros XI a XII. Aun aquí ocurre una división mediante episodios defensa, o es derrotado por un héroe humano o un portento divino, y cómo 11,

notables de carácter no bélico, como el engaño de Zeus, la escena entre los hombres huyen como ciervos, o los carros pasan sobre el cadáver y son
salpicados por la sangre; o cómo Áyax se Vt? aislado y debe retroceder :i!
Patroclo y Aquiles al comienzo del libro XVI, la fabricación de la nueva 11 , 1

armadura de Aquiles por Hefesto, la reconciliación de Aquiles y Agamem­ paso a paso, o un héroe busca a un compañero en. especial, o a un enemigo
non en XIX. Además, dentro de las escenas mismas de batalla hay ciertos en especial, a lo la rgo de los puentes de guerra; o cómo apa rece un dios en
episodios memorables, aun dejando de lado la crisis de la muerte de Pa­ el campo de batalla, disfrazado o abiertamente, para traer el pánico o el
troclo, adecuados para articular toda la masa de material, que a primera consejo, o Zeus, en el monte Ida o en el Olimpo, pesa los hados de los ,; ¡
1

vista puede parecer más bien amorfa: las heridas de los caudillos en XI, dos sectores en su balanza, o truena, o arroja un rayo.
Áyax peleando desde las popas de los barcos anclados en XV, la muerte Éstos son los momentos típicos de la gue rra·. Tales temas se utilizan
de Sarpedón, el hijo de Zeus, en XVI, la lucha de Aquiles con el río en una y otra vez, expresados por medio ele giros formulares diferentes o com­
XXI. De estos episodios, el segundo y el cuarto son muy insólitos y binaciones distintas de tales giros, y elecorados de tiempo en tiempo con
constituyen seguramente una creación individual. No se trata de temas for­ detalles nuevos, los nombres ele guerreros de menor importancia, por
mulares; son episodios no típicos. Brillantes y d ramáticos por su con­ ejemplo, de sus padres y ciudades de nacimiento, y quizás información
tenido y posición, pueden muy bien ser p roducto de la invención del más gráfica acerca. ele si eran buenos pa ra correr, para la crianza de
compositor principal mismo. La mayor parte de los demás incidentes de caballos o para agasajar a los extranjeros. Sin embargo, aun detalles tales
lucha son mucho más genéricos en su calidad, y es más probable que · como éstos contienen un fuerte elemento de carácter genérico, y tienden a
hayan ocurrido, en una u otra forma, en muchos poemas diferentes de tema desplegarse en más de una situación específica .. De las figuras menores,
bélico correspondientes a. los largos siglos de la tradición épica, que van algunas eran presumiblemente individuos de existencia histórica, pero la
desde fines del período micénico hasta la época probable de Homero, en mayoría están construidas como tipos históricos. Lejos del campo de ba­
el siglo VIII. talla, la estructura de la peripecia resulta asimismo más bien estereotipada:
Las cosas que pueden suceder en la batalla son a su vez limitadas, y los capitanes aqueos. deliberan junto a las naves o en la llanura, Ag2memnon
las descripciones de éstas, dentro de una convención oral formular que no irradia tristeza o desesperación, Néstor rememora o da curiosos consejos,
estimula el análisis matizado o introspectivo, lo son ·aun más. Así, dos Aquiles rumia su cólera junto a su cabaña. A los visitantes se los recibe
héroes, uno de cada bando, se encuentran en el entrever"o de la batalla; formalmente, se los agasaja con comida y bebida, se les pide noticias o
p rofieren amenazas y frases jactanciosas; si están en el carro, bajan de él; consejos. En Troya, el pueblo sitiado observa desde las muralla::., celebra
uno de ellos arroja una lanza, que habitualmente erra el blanco; el otro consejo u ofrece plegarias a los dioses; las mujeres de estirpe real se mue-

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L.:.:_._

ta no sólo a lo que se
ven ansiosamente en segundo plano, acomp añ ad as por sus sirvientes. En que la c ompos1c10n del discurso, en lo que respec
a cómo se lo , no es t area difícil p ara un cantor
· el monte Olimpo o en el monte Ida, desde el cual se tenía la perspectiva dice sino t ambién dice

del campo de batalla, los eventos son un poco más impredecibles -pues cap acitado.
uye u n incidente
los dioses son volubles, poderosos y extraordinariamente inconstantes­ El p asaje en que P atroclo se dirige a Aquiles con stit
de los ejes d l tr m a central de l a
pern aun así su gama es limitada: los dioses proaqueos conspiran para bi en destacado y es por cierto uno
e a a

ayudar a s us favoritos, o Zeus los refrena; Hefesto trabaja en s u forja o d un p nto en l cual el ·p oeta estaba p rep arado p ara
Ilíada. Se trata e u e
ble que se pudieran
reconcilia las querellas divinas; Zeus reconforta y reconviene, o se afana crear su propio m aterial, donde era quizá improba
en s us conquistas fem eninas; se preparan las carrozas divinas, se despa­ m te largas tir d s de po esía ya ex ist ente. Result a de
reutilizar simpl� en a a
ción, per o q uizá l o sea
c ha n los II1ensajeros divin os, se p aladea c on complace_ncia el sabor · del utilidad en este caso e l método temático de composi
sacúficio. En u n sentido, el contenido de l a Ilí ada es inconmensurable­ ompon e y m m izar l s Í.nn u m erables detalles q1ue integran
aun más p ara. c r e or o
de los c ual es constituye
mente vasto, ya que abarca una extensi_ón que va desde el ciel� hasta el el monótono progreso de l a batalla mism a, ninguno ele
infierno ; en otro, está est rechamente comprimido, ya que ocurren pocos a solut mente p tin nte p a ra l a -tr_am a. L a m ejor m aner a
un elemento b a er e
típ
, consist e en om a r un trozo ico
hechos que caigan f uera del ámbito limitado de la mentalidad y los i deales mostrar cómo procede este método
t
entes. Tom aré a
heroicos, bravas hazañas en la batalla, el deseo de honor y conquist a, el de poesía bélica y analizarlo en sus episodi os - compon
versos a p rtir e XVI, 102 en ade l ante, y a q ue
saqueo de los bienes del enemigo, la honra a los dioses o la tentativa de m anera de ejemplo unos 200 a d

vencerlos. En un s entido, en la Ilíada no ocurre casi nada realmente ines­ este t:i:oz o sigue a la conversación
entre P at roclo y Aquiles a l a q ue ya
p erado. Esto es el resultado de la composición oral, que se basa en el hemos hecho referencia. Tam b ién forma p arte de un libro crucial, que p ro­
itor monu­
usa, de un leng uaje estandarizado y de temas e n gran p arte fijos y tra­ bablemente contenía mucho material producido por er compos
dicionales. Tal circ unstancia contri buye tam bién en medida impor tante a y m cho q éste. la boró para ad ecu arlo a sus especi alés
mental mismo, u ue e
umaria f or mul ar de l a
q ue el poema logre su efecto de · autenticidad y concent-ración. requerimiento s. En XVI_, 101 hay una expresión s
rid ent e P troclo y Aq u iles: " así hablaron". S e enfoca el
Los temas estandarizados no 'tienen por q ué expresarse necesariamente escena ocur a r a
se (102), sojuzgado
en un lenguaje estandarizado o formular·. La utilización particular de un progreso de la batalla : Áyax se· ve forzado a retirar
los t oyanos (103); s casco res uena bajo los golpes, le duele
tema p uede requerir que se emplee un lenguaje especial, o que se varíen o por Ze u s y r u

adapte n fórmulas _ e stab lecidas. Es n at ural q ue ciertos temas limitados, el brazo q ue sostiene el escudo,
le mana sudor (104-11) -todo esto es
corno la difusión del pánico en un ejército y su puesta en foga precipitada, m at eri al t e mátic o h ab itual, q u e resume la idea del guerrero heroico abru­
tiendan a expresarse con las mismas p a la bras, de modo que encontramos mado p or una gran p resión. (L a p la br a "tem a" ap arecerá entre p aréntesis
los que pued;m recono­
versos y pasajes repetidos. Una parte s ustancial de la Ilíada y la Odi sea después de otros motivos básicos similares, o de
sob l b se d n e st r o cono cimiento lim1t ado de la
consiste en ta les v ersos, y su uso constituía una importante ay uda para el cer se como tales re a a e u
s que digan al cantor
ca ntor oral. Aunq ue se trata en ·rea lidad de fór m ulas ver bales exte nsas, épica griega.) En 112- y sig., se pide a l as Musa
nzó l f go a pode s e d e l as naves. Hé ctor rompe
ayudan a la expresión de las p artes narrativas, más bien que a la estructura (tem a) cómo com e e ue a rar
que le q ueda en la
narra tiva misma. Es aquí donde r es ulta tan importante el repertorio de la lanza de .Ayax con s u espada, Áyax arroja el t rozo
e l act ión e n dios, y s e _retira (114-22) (todo tema) ;
incidentes genéricos. Cuando el po eta · va componiendo s abe que en un mano, recono c a uac d u
se siente p erturbado y
momento dado desea describir a Patroclo, p or ejemplo, pidiendo a Aquiles los ·troyan os incendian una nave (122-4). Aquiles
(124-9 ) (¿te a?) .. Pat r oclo s e arm a (130-9) (tema).
que le permita luchar. Primero hace decir a Patroclo q ue los argivos pasan apura a P atroclo m
) (el arm a especial
por angustias desesperadas, sus jefes están heridos. Luego, que Aquiles es L uego se describe la lanza de fresno de P eleo (140-4
ye un te a) . Se d e scri b en los c aballos de Aquiles y
implacable, que sus p adres no f ueron Peleo y Tetis, sino el mar y la de un héroe constit u m
arma a los mirmi dones,
roca; que si Aquiles es retenido lejos de la batalla por un mensaje o por­ cómo se los unce al yugo (145-54) (tema), Aquiles
reúnen como lobos -un l a rgo símil (155-67 ) (tem a). Sigue una
tento divino, puede por lo menos enviar a su amigo al combate. Nada de que se
, con det ll s de nacimiento (168-97);
esto s e repite exacta mente en ningún otr o p as aje de Homero; sin em bargo, lista de los jefes mirmidones (tema) a e

s- primero s naciero n· de ma d res sed ucidas por un dios (tema), los


es difícil dudar de que cada u no de esto s p untos sea de carácter genérico, los d o
dones (tema),
y consista en el tipo de cosa que se cantaba en muchas ocasiones diferentes. otros t res _se describen al pasar. Aquiles exhorta a los mirmi
rí an por su inac tivid ad ( ¿ tema? ) (198-
El p oe ta q ue compuso este pasaje t al com o nos ha llegado en la Ilíada, rec ordándoles· l as q uejas q ue pr ofe
edras de una m uralla
no• t uvo con seg uridad que elaborar el tropo acerca del m ar y la roca; 210) ; se reúnen en filas t an apretadas como l as pi
se destacan ent:re
ésl a era una manera común de decir q ue alg uien tenía el corazón duro. (211-17) (tem a). Dos líderes, Patroclo y Automedonte,
a)"; Aq il s toma n cop especi al y vierte una
El po eta lo sabía, e introdujo la im agen de manera enteramente casual, los demás (218-20) (te m u e u a a
por el éxito de P atroclo y- su
j unto con otros tem as de detalle, dentro del discurso que pronuncia P atroclo. libación (220-32) (tem a); ruega a Zeus
) (¿te a?). Zeus conced e una de l as p leg arias
Puede haber tenido que recrear su expresión particular en este pasaje, aun­ retorno a salvo (233-48 m
apiñ an como avisp as
que valiéndose del aparato form ular habitual; lo que importa des tacar es pero no l a otra (249-56) (¿tem a?). · Los mirmidones se

86
87
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, , _ . , , � .... � '.J�,· ' J
cz.¿__

"mons truoso" ·o "po- -


1 radición ni ha bían sido sometidos al proceso tradici onal de simplificación. normales y con determinada intención. Así pewrios,
r l c mún para cal ificar a Áyax , se aplica dos veces
l'or otra 1;arte, a cada uno de los héroes principales se le atribuye un cleroso", re servado p o o o
_ en la p os ición (inme d iatamente antes de la
mínimo de ca racterísticas especiales que se expresan c on uno o dos epíte tos a Aquiles y una vez a Héctor,
era evid ntem nte habit u al una palabra m uch o
estandarizados : Aqui les es "el ele los pies ve loces", Héctor tiene un yelmo diéresis bucólica) en la c u al e e
-palabra esta última que se
brillante. Diómedes e s buen o para el grito de guerra, Ulises es astuto y más g eneral, diíphilos "querido para Zeus" e n de
da a Aq il s y c u atr o a Héctor. Un exam
emplea cinco veces aplica
u e
nmy sufrido . Estos epíte tos e specíficos e stán vinculados con otros gené­ r métr am nte e quiva­
p e
los pasajes en que apare ce el epíteto más rar
o e o ic
ricos co mo días "di vino", de m odo de constituir una estructura compleja
com o particularment e plenos
de fórmulas integradas p or n ombre y epíteto, que llenan to das u la mayoría len te, mues tra que pintan a Aquiles o Héc tor
en e fecto constituir un ale ja­
de las part es cruciales del verso exa métrico. Al mismo ti empo, la inclivi­ de amenaza; el uso de este epíteto parece
int nci nad del v oca b u lari o formular qu,e se aplica
dualicla cl de los personaj es humanos o divinos se tr aduce en Homero por sus miento deliberado e e o o
ej mpl _qu e prese nta Parry de es ta
aco;i ones y reacciones, y n o depende ex clusivamente ni siquiera principal­ habit ualmente a estos hér oes. L os e os
n lle­
p rtic lar zad o de e xpr esiones que p or lo demás h abí a
mente ele, los epítetos es tandarizados que se les aplican . También debemos clase de uso a u i
ca -y algun os de e sos ej emp los están
dc,,ir que las fórmulas dis tintas ele las compuestas p or el grupo n ombre­ gado a ser tradicionales y genéri s
común era tal u so en los
cp'iteto, com o es el c aso ele las fórmulas ele acción ("lueg o él marchó", "así lejos de ser seguros-, muestran cuán p oco
19 Perm an ce incólu mne la verdad· general ele que en
le habló el la", "blandiendo [su lanza ] la arro jó"), no contienen esto s p oemas homéricos . e
aba gran m edida fij ado por
la épica gri ega primitiva el lenguaje es
t en
ra:,gos particulares mínimos, ya que son p or esencia genéricas y pueden i a la p od er osa originalidad ele Ho­
tradici ón; y n o se ha ce n ingún s e rvi c o
reducirse al nivel ele expresi ones individuales adecuadas a cualquier u so.
La pree minencia de fórmulas, versos, pasajes y temas repetidos, no mero al pretend er que e sto n o es así.
signijic a que Homero, e l cantor de la Ilíada en gran escala, no sea original.
Su originalidad no residía en la ele cción de epítetos o expresiones espe­
ral en Yugoslavia
cialmente apropiados, sino, por una parte, en la concepción y e scala del 6. El estudio comparativ o ele la épica o
poema en su conjuntó, y p or otra en el tra ta miento coherentemente fluido
derna se observa la misma ten­
y ext re madamente hábil ele la fraseología tradicional, algo n o fácil de En la épica oral de la Yugoslavia mo la p oesía
estudio c omparativo d e
i<1grar. N.o cualqúier cantor de su ép oca sería capaz de creación siste- dencia al uso genérico ele epítet os. El ev ; el i nt erés en las
r ativa m nt e n u o
h eroica oral cons tituye un tema el e
1rnitica , de c onstruir versos tales como los suyos, de e liminar las locuciones
y también en las ele Yugoslavi a,
desmañ a das con la misma efectividad c on que lo hizo e l compositor prin­ tradiciones vivientes ele Rusia y Grecia, tar on
os d el sigl pa sado en adelante, y �e ano
se desarrolló de sde c omienz
o
c·ip al de la I líada, o de la Odisea. Además n o hay razón p ara neg ar a n trad u cción
se publicar on sea e
,•se os autores originalidad lingüística en un gran númer o . de casos no a mano una cantidad de p oemas que luego al mat erial yug os­
a en nc s pr es tó ate nció n
o en su lengua original. Y
to es e
cubiertos por la fraseología tradicional. Aunque la au sencia de poesía pre­ y
ción cuidadosa d e las técnicas
lwmérica ·hace to talmente imposible de terminar cuáles de las frases que lavo, pero sólo fue posible una evalua an P arry co menzó
oral m d rn os , cuand o Milm
capacidades ele los poe tas
es o e
,1parecen sólo una vez en Homero se deben a los c ompositores en gran de registr os fonográ­
ción sistemática y amplia
,·sra la, podemos estar totalmente seguros de que muchas de ellas, especial­ e n 1933 a hacer una c olec
yug l v , llama d os gusla ri (lám. Se). Parr y
mente las que describen situ aciones en apariencia n o hab1tuales, son sustan­ ficos de los cant ores oral es os a os
br estuviera c ompleta .
d que o a
murió muy p oco después, mucho antes
e su
ei,1lmente nuevas. Cada poeta oral creador extiende, al m enos en cierta a que
d te mat e rial co n stituyó una t area he rcúle
medida, el ámbito del vocabulario tradicional y del material temático he­ La edición y traducción e es
c lab r d or de P arry,
un alum y o o a
fue continuada admirablemente por
no
redado. Tant o en la Ilíacla como en la Odise a debe de haber infinidad de
ha aparecido d primer v olumen de
}':1.saj es conectivos, destinados a servir de transición entre temas y episodios A. B. L ord. Hasta este momento sólo
ic Song s, I (Cambridge, Mass., 1954)
que ya exis tían en poemas más breves cantados p or p oetas anteriores; estos la publicación : Serbocroatian Hero men con­
o material). E ste volu
p:':sajes fueron creados según el m olde tr adicional p or los compositores (II es la versión servio-cr oata del mism cción inglesa y con
de canci nes, en tr a du
tiene una abundante selección
o
rrincipales, tal como lo fueron muchas o tras descripciones de nuevos inci­
Pazar, ubicada en l a parte sur del
,iwtes. Podemos estar Yirtu almente seguros de esto; pero también podemos notas, provenientes ele la región ele Novi s­
ntrev i ta s fa scinantes, literalme nte tran
p aís. Incluye t ambién alguna s e s
t,··:1er casi la misma seguridad ele que cuando ya existían medios adecuados próxi m v um n, que
os cantores mismos . El o ol e
¿, e xpresión o una explicación sa tisfact oria de un m otivo en p articular, cripta s, celebrad as c on l
a, contendrá cancion es de
l distrito cercano ele
L•., cantores monumentales no los alteraban. Parece c laro . que sólo rara­ esperamos con impacienci
12.00 0 v ers os de Avdo Mededovic,
:::cnt e se adaptaría una frase o epíteto tradicional a un uso enteramente Bi jelo Polje, incluido el p oema épico en
, s bre "La b o da d e Smailagic Meho". Ya
,::1evo, dado que esto acarrearía el aband_ono de l concepto g enérico central. el cantor profesional ele Par:ry o
ele este p oeta .y sus métodos y
En forma similar, hay sólo un mero puñado de pasajes e n que un epíteto ha aparecido cierta información acerca
The Singe r of Tales, per o dado que puede habeT
:\io, tradicional y genérico, se utiliza fuera de su s vinculaciones formulares canciones en A. B. Lord,

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ORALIDAD
Y ESCRITURA
Tecnologz'as de 'Ca palabra

Traducción de
ANGlh.ICA ScHERf

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1
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FONDO DE CULTURA ECONÓMICA
Mé,xico


I. LA ORALIDAD DEL LENGUAJE

LA CAPACIDAD DE LEER Y EL PASADO ORAL

EN t..AS décadas pasadas el mundo erudito ha despertado nuevamente al


carácter oral del lenguaje y a algunas de las implicaciones más profun-
das de los contrastes entre oralidad y escritura. Antropólogos, sociólogos
y psicólogos han escrito sobre su trabajo de campo en sociedades orales.
Los historiadores culturales han ahondado más y más en la prehistoria,
es decir, la existencia humana antes de que la escritura hiciera posible
que la forma verbal quedase plasmada. Ferdinand · de SaussurC
(1857-1913), el padre de la lingüística mbderna,·llamó la atención sobre
la primacía del habla oral, que apuntala toda· comunicación verbal, así
como sobre la tendencia persistente; auh entre hombres de letras, de con-
siderar la escritura como la forma básica del lenguaje. La escritura, afmn-
tó, posee simultáneamente "~tilidad, defectos y peligros" (1959, pp.
23-24). Con todo, concibió la escritura como una clase de complemento
para Cl habla .oral, no como transformadora de la articulación (Saussu-
rc, 1959, pp, 23-24). .
A partir de Saussure, la lingüística ha elaborado estudios sumamente
complejos de fonología, la manera como el lenguaje se halla incrustado
en el sonido. Un contemporáneo de Saussure, el inglés Henry Sweet
( 1845-1912), había insistido previamente en que las palabras se compo-
nen no de letras sino de unidades funcionales de sonido o fonemas. No
obstante, a pesar de toda su atención a los sonidos del habla, hasta fe-
chas muy recientes las escuelas modernas de lingüística han atendido só-
lo de manera incidental -si es que lo han hecho si"quiera- las maneras
como la oralidad primaria, lá de las culturas a las cuales no ha llegado
la escritura, contrasta con esta última (SarÍlpson, 19BO) Los estructura-
listas han analizado la tradición oral en detalle, pero por lo general sin
contrastarla explícitamente con compoSiciones escritas (Maranda y Ma-
rartda, 1971). Hay una bibliografía extensa sobre diferr.ncias entre el len-
guaje escrito y el hablado, que cOmpara el lenguaje escrito y el hablado
de personas que saben leer y escribir (Gumperz, Kalttnann y O'Con-
rtor, 1982 o 1983, bibliografía). Éstas no son las diferencia~ que con·
ciernen fundamentalmente al presente estudio. La oralidad aqtií tratada
es esencialmente la oralidad primaria, la de personas que desconocen
por completo la escritura. ··
De manera reciente, sin embargo, la lingüística aplicada y la sociolin-

15
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.,. .
16 LA ORALIDAD DEL LENGUAJE LA ORALtDAD DEL LENGUAJE l7

~· güística han estado comparando cada vez más la dinámica de la articu- la historia del hombre, sólo alrededor de 106 nunca han sido plasmadas
.•.. ·..
•i ),'...
·-~
por escrito en un grado suficiente para haber producido literatura, y la
''f, :J :·.!· lación oral primaria con la de la expresión verbal escrita. El reciente libro
~- . mayoría de ellas no han llegado en absoluto a la escritura. Sólo 78 de
dcjack Goody, The Domestication of the Savage Mind ( 1977), y la antología
anterior de trabajos suyos y de otros, Literacy in Traditional Societies ( 1968 ), las 3 mil lenguas que existen aproximadamente hoy en día poseen una
·.. •
proporcionan descripciones y análisis inapreciables de los cambios en es- literatura (Edmonson, 1971, pp. 323, 332). Hasta ahora no hay modo
tructuras mentales y sociales que son inherentes al uso de la escritura .. de calcular cuántas lenguas han desaparecido o se han transmutado en
Chaytor, mucho antes (1945), Ong (1958b, 1967b), McLuhan (1962), otras antes de haber progresado su escritura. Incluso ac.tual~entc, cien-
Ha u gen ( 1966), Chafe ( 1982), Tannen (1980a) y otros, aportan más da- tos de lenguas en uso activo no se escriben nunca: nadte ha td~ado una
tos y análisis lingüísticos y culturales. El estudio expertamente enfocado manera efectiva de hacerlo. La condición oral básica del lenguaJe es per-
de Foley (1980b) incluye una bibliografía extensa. · mánente.
El magno despertar al contraste entre modos orales y escritos de pen- No nos interesan aquí los llamados ''lenguajes'' de computadora.' que
samiento y expresión tuvo lugar no en !a lingüística, descriptiva o cultu~ se asemejan a lenguas humanas (inglés, sánscrito, malayalam, el dtalec-
ral, sino en los ·estudios literarios, partiendo claramente del trabajo de f' to de Pekín, twi o indio shoshón, etcétera) en ciertos aspectos, pero que
Milman Parry (1920-1935) sobre el texto de la 1/íada y la Odisea, llevado siempre serán totalmente distintos de las lenguas humanas por ~ua':to
a su terminación, después de la muerte prematura de Parry, por Albert no se originan en el subconsciente sino de modo directo en la conc¡encta.
B. Lord, y complementadO por la obra posterior de Eric A. Havelock Las reglas del lenguaje de computadora (su "gramática") se formulan
y otros. Publicaciones de lingüística aplicada y sociolingüística que ver- primero y se utilizan después. Las "reglas" gramaticales de los lengua-
san sobre los contrastes entre la oralidad y la escritura, en teoría o me- jes humanos naturales se emplean primero y sólo pueden ser for~nuladas
diante trabajo de campo, regularmente citan estas obras así como otras a partir del uso y establecidas explícitamente en palabras con dtficultad
relacionadas con ellas (Parry, 1971; Lord, 1960; Havelock, 1963; McLu- y_nunca de manera íntegra. . .
han, 1962; Okpewho, 1979; etcétera). La escritura, consignación de la palabra en el cspac10, exttende lapo-
1\ntes de abordar los descubrimientos de Parry en detalle, será con- tencialidad del lenguaje casi ilimitadamente; da una nueva estructura al
veniente preparar el campo aquí, planteando el interrogante de por qué pensamiento y en el proceso convierte ciertos dialectos en "grafolectos"
el mundo erudito tuvo que volver a despertar al carácter Oral del lengua- (Haugen, 1966; Hirsch, 1977, pp. 43-48). Un 'gr~folecto es ~na len¡¡ua
je. Parecería ineludiblemente obvio que el lenguaje es un fenómeno oral. transdialectal formada por una profunda dedtcacton a la escntura. Esta
Los seres humanos se comunican de innumerables maneras, valiéndose otorga a un grafolecto un poder muy p~r encima .del ~e cu~lqu~er dialec-
de todos sus sentidos: el tacto, el gusto, el olfato y. particularmente la to meramente oral. El grafolecto conocido como mgles oficial tiene ~cc~e­
vista, además del oído (Ong, 1967b, pp. 1-9). Cierta comunicación no so para su uso a un vocabulario registrado de por lo menos. un. m Ilion
verbal es sumamente rica: la gesticulación, por ejemplo. Sin embargo, y medio de palabras, de las cuale~ se conoce~ no sólo l~s stgmficados
en un sentido profundo el lenguaje, sonido articulado, es capital. No só- actuales sino.también cientos de mtles de acepciOnes antenores. Un sen-
lo la comunicación, sino el pensamiento mismo, se relaciona de un mo- cillo dialecto oral por lo regular dispondrá de unos cuantos miles de pa-
do enteramente propio con el sonido. Todos hemos oído decir que una labras, y sus hablantes virtualmente no tendrán cOnocimiento alguno de
imagen equivale a mil palabras. Pero si esta declaración es cierta, ¿por la historia seinántica real de cualquiera de ellas. .
qué tiene que ser un dicho? Porque una imagen equivale a mil palabras Sin embargo, en todos los maravillosos mundos que descub~e la cs.-
sólo en circunstancias especiales, y éstas comúnmente incluyen un con- critura, todavía les es inherente y en ellos vive la palabra hablada. ~o­
texto de palabras dentro del cual se sitúa aquélla. dos los textos escritos tienen que estar relacionados de alguna manera,
·Dondequiera que haya seres humanos, tendrán un lenguaje, y en ca- directa o indirectamente, con el mundo del sonido, el ambiente nat~ral
da caso uno que existe 'básicamente como hablado y oído en el mundo r r.'' del lenguaje, para transmitir sus significados. ':Lee~" u~ texto qwere
¡·
del sonido (Siertsema, 1955). No obstante la riqueza de la gesticulación,' decir convertirlo en sonidos, en voz alta o en la tmagmactón, sflaba por
los complejos lenguajes gestualcs son sustitutos del habla y dependen de sílaba en la lectura lenta o a grandes rasgos en la rápida, acost_umbrada
sistemas orales del mismo, incluso cuando son empleados por los sordos en las cultUras altamente tecnológicas. La escritura nunca puede pres-
de nacimiento (Kroeber. 1972; Mallery, 1972; Stokoe, 1972). En efecto, cindir de la oralidad. Adaptando un término empleado con prop~sit?s
el lenguaje es tan abrumadoramcnte ?ral que, de entre las muchas miles un poco diferente por .Jurij Lotma,n ( 1977 • PP· 21, 4~-61; véas.~ ~simts­
de lenguas -posiblemente decenas de miles- habladas en el curso de mo Champagne, 1977-1978}, podemos llamar a la escntura un sistema

··.¡: 1,
18 LA ORALIDAD DEL LENGUAJE LA ORALIDAD DEL LENGUAJE 19
secundario de modelado", que depende de un sistema primario ante- oral, aunque siendo un "arte" o ciencia sistematizado o reflexivo -por
rior: la lengua hablada. La expresión oral es capaz de existir, y casi siem- ejemplo, en el Arte Retórica de Aristóteles-, la retórica era y tuvo que ser
pre ha existido, sin ninguna escritura en absoluto; empero, nunca ha un producto de la escritura. Rhitoáki, o retórica, significaba básicamen-
habido escritura sin oralidad. te el discurso público o la oratoria que, aun en las culturas tipográficas
No obstante, a pesar de las raíces orales de toda articulación verbal, y con escritura, durante siglos siguió siendo irreflexivamente, enlama-
durante siglos el análisis científico y literario de la lengua y la litenltura yoría de los casos, el paradigma de todo discurso, incluso el de la escritu-
ha evitado, hasta años muy recientes, la oralidad. Los textos han clama- ra (Ong, 1967b, pp. 58-63; Ong, 1971, pp. 27-28). Así pues, desde el
do atención de manera tan imperiosa que generalmente se ha tendido principio la escritura no redujo la oralidad sino que la intensificó, posi-
a considerar las creaciones orales como variantes de las producciones es- bilitando la organización de los" principios" o componentes de la orato-
critas; o bien como indignas del estudio especializado serio. Apenas en ria en un ''arte" científico, un cuerpo de explicación ordenado en forma
fechas recientes hemos empezado a lamentar nuestra torpeza a este consecutiva que mostraba cómo y por qué la oratoria lograba y. podía
respecto (Finnegan, 1977, pp. 1-7). ser dirigida a obtener s.us diversos efectos específicos.
Salvo en las décadas recientes, los estudios lingüísticos se concentra- No obstante, era dificil que los discursos -u otras producciones ora-
ron en los textos escritos antes que en la oralidad por una razón que re- les cualesquiera- estudiados como parte de la retórica, pudieran ser las
sulta fácil comprender: la relación del estudio mismo con la escritura. alocuciones mientras éstas eran recitadas oralmente. Después de pronun-
Todo pensamiento, incluso el de las culturas orales primarias, es hasta ciar el discurso, no quedaba nada de él· para el análisis. Lo que se em-
.. ,. cierto punto analítico: dividé sus elementos en varios componentes. Sin pleaba para el "estudio" tenía que ser el texto de los discursos que se
embargo, el examen abstractamente explicativo, ordenador y consecuti- habían puesto por escrito, comúnmente después de su declamación y por
vo de fenómenos o verdades reconocidas resulta imposible sin la escritu- lo regular mucho más tarde (en el mundo antiguo nadie, salvo los ora-
ra y la lectura. Los seres humanos de las culturas ora1es primarias, aqueUas dores vergonzosamente incompetentes, solía hablar con base en un texto
que no conocen la escritura en ninguna forma, aprenden mucho, poseen preparado de antemano palabra por palabra; Ong, 1967b, pp. 56-58).
·.. '
i., • • ¡~". ~ y practican gran sabiduría, pero no "estudian". De esta manera, aun Jos discursos compuestos oralmente se estudiaban
Aprenden- por medio del entrenamiento -acompañapdo a cazadores no como tales, sino como textos escritos.
experimentados, por ejemplo-; por discipulado, que es una especie de Por otra parte, además de la transcripción de las producciones orales
aprendizaje; escuchando; por repetición de lo que oyen; mediante el do.., tales como los discursos, con el tiempo la escritura produjo composicio-
minio de los proverbios y de las maneras de combinarlos y reunirlos; por nes rigurosamente escritas, destinadas a su asimilación a partir de la su-
asimilación de otros elementos formularios; por participación en una es- perficie escrita. Tales composiciones reforzaron aún más la atención a
pecie de memoria corporativa; y no mediante el estudio en sentido estricto~ los textos, pues las composiciones propiamente escritas se originaron só-
Cuando el estudio, en la acepción rigurosa de un extenso análisis con- lo como textos, aunque muchas de ellas por lo común fueran escuchadas
secutivo, se hace posible con la incorporación de la escritura 1 a menudo y no leídas en silencio, desde las historias Tito Livio hasta la Comedia
una de las primeras cosas que examinan los que saben leer es la lengUa de Dante y obras posterior-es (Nelson, 1976-1977; Biiuml, 1980; Goldin,
misma y sus usos. El habla es inseparable de nuestra conciencia; ha fas- 1973; Cormier, 1974; Ahern, 1982).
•. ..,· .. -
cinado a los seres humanos y prov9cado reflCxión seria acerca de sí mis-
t.' .k
ma desde las fases más remotas de la conciencia, mucho antes de que
.. ~:,_,~.,~ ;\ '
¿DIJO "t.l't'EI<ATUH.A ORAl."?
la escritura llegara a existir. Los proverbios procedentes de todo el m un~
·>~.t-" do son ricos en observaciones acerca de este fenómeno abrumadoramen-
. ,. .La concentración de los especialistas en los textos tuvo consecuencias ideo-
te. humano del habla en su forma oral congénita, acerca de sus poderes, lógicas. Con la atención enfocada en los textos, con frecuencia prosiguie-
sus atractivos, sus peligros. El mismo embeleso con el habla oral conti~ ron a suponer, a menudo sin reflexión alguna, que la articulación verbal
•,'.
.núa sin merma durante siglos después de entrar en uso la escritura.· oral era en esencia idéntica a la expresión verbal escrita con la que nor-
En Occidente, entre los antiguos griegos, la fascinación se manifestó malmente trabajaban, y que las formas artísticas orales en el fo,ndo sólo
'!i;'
'., .• ;:., en la elaboración del arte minuciosamente elaborado y vasto de la retóri~ eran textos, salvo en el hecho de que no estaban asentadas por escrito.
~~';f.~ ~.r ca, la materia académica más completa de toda la cultura occidental du- Se extendió la impresión de que, aparte del discurso (goberna~o por re-
.• rante dos mil años. En el original griego, technlrhitorikl, "arte de hablar" glas reté:-icas escritas), las formas artísticas orales eran fundament.Umente
(por lo común abreviado a solo rhttorikt), en esencia se refería al discurso desmañadas e indignas de examen serio. .
•.
r..
~r·­

20 LA ORALIDAD DEL LENGUAJE LA ORALIDAD DEL LENGUAjE 21


No todos, sin embargo, se rigieron por estas suposiciones. A partir tos, cada vez más agudamente conscientes de la manera vergonzosa co-
de mediados del siglo XVI, se intensificó un sentido de las complejas re- mo revela nuestra incapacidad para representar ante nuestro propio
laciones entre la escritura y el habla (Cohen, 1977). Empero, el dominio espíritu una herencia de material organizado en forma verbal salvo co-
inexorable de los textos en la mente de los eruditos se hace evidente en mo cierta variante de la escritura, aunque no tenga nada en absoluto
el hecho de que ha8ta hoy día aún no se formulan conceptos que ayuden que vn con esta última. El título de la gran Colección Milman Parry
a comprender eficazmente, y menos aún con elegancia, el arte oral co- de Liter·atura Oral en la Universidad de Harvard es un monumento al
mo tal, sin la referencia (consciente o inconsci'entc) a la escritura. Ello estado de conciencia de una generación anterior de eruditos, que no al
es cierto a pesar de que las formas artísticas orales que se produjeron de sus <.kfen:mres recientes.
durante las decenas de miles de años anteriores a la escritura obviamen- Podría ar ¡4üirse (como lo hace Finncgan, 1977, p. 16) que el. término
te no tenían ninguna conexión en absoluto con esta última. Tenemos tér- "literatura", aunque creado principalmente para las obras escntas, sólo
mino "literatura", que básicamente significa "escritos" (en latín literatura1 se ha extendido para abarcar otros fenómenos afines como la narración
de litera1 letra del alfabeto), para cubrir un cuerpo dado de material es- oral tradicional en las culturas que no tienen conocimientos de la escri-
crito -literatura inglesa, literatura infantil-, pero no contamos con nin- tura. Muchos términos originalmente específicos han sido generalizados
guna palabra o concepto similarmente satisfactoria para referirn?s a una de esta manera. Sin embargo, los conceptos tienen la peculiaridad de
herencia meramente oral, como las historias, proverbios, pleganas y ex- conservar· sus etimologías para siempre. Los elementos a partir de los
presiones de JOrmula orales tradicionales (Chadwick, 1932-1940, pasimm), cuales se compone un términ(), por regla general, acaso siempre, subsis-
u otras produc<;iones orales de, digamos, los lakota sioux de Norteamé- ten de algún modo en los significados ulteriores, tal vez en la oscuridad
rica, los mande del África occidental o los griegos homéricos. pero a menudo con fuerza y aun irreductiblemente. Aden~á:, como ~e
,_.. Según se apuntó párrafos atrás, llamo' 'oralidad primaria'' a la orali- verá en detalle m~s adelante, la escritura representa una actrvrdad parti-
dad de una cultura que carece de todo conocimiento de la escritura o cularmente imperialista y exclusivista que tiende a incorporar otros ele-
de la impresión. Es "primaria" por el contraste con la "oralidad secun- mentos aun sin la ayuda de las etimologías.
daria" de la actual cultura de alta tecnología, en la cual se mantiene una Aunque las palabras están fundadas en el habla oral, la escritura las
nueva oralidad mediante el teléfono, la radio, la televisión y otros apara- encierra tiránicamente para siempre en un campo visual. Una pcrsor1<1
tos electrónicos que para su existencia y funcionamiento dependen de que sepa leer y a la que se le pida pensar en la expresión ''no obstante'',
la escritura y la impresión: Hoy en día la cultura oral primaria casi no por regla general (y tengo graves sospechas de que siempre) se hará al-
existe en sentido estricto puesto que toda cultura conoce la escritura y guna imagen al menos vaga de la palabra escrita, y será enteramente
tiene alguna experiencia de sus efectos. No obstante, en grados variables incapaz de pensar alguna vCz en la expresión "no obstante" durante,
muchas culturas y subculturas, aun en un ambiente altamente tecnoló- digamos, 60 segundos sin referirse a las letras sino sólo al sonido. Es de-
gico, conservan gran parte del molde mental de la oralidad primaria. cir, una persona que ha aprendido a leer no puede recuperar plenamen-
La tradición meramente oral, u oralidad primaria, no es fácil de con- te el sentido de lo que la palabra significa para la gente que sólo se
cebir con precisión y sentido. La escritura hace que las "palabras" pa- comunica de manera oral. En vista de esta preponderancia del conoci-
rezcan semejantes a las cosas porque concebimos las palabras como marcas miento de la escritura, parece absolu.tamente imposible emplear el tér-
visibles que señalan las palabras a los decodificadores: podemos ver y mino ''literatura'' para incluir la tradi.·c~ón y la repr·csentación oral.cs sin
tocar tales "palabras" inscritas en textos y libros. Las palabras escritas reducir de algún modo, sutil pero irremediablemente, a éstas a varrantes
constituyen remanentes. La tradición oral no posee este carácter de per- de la escritura.
manencia. Cuando una historia oral relatada a menudo no es narrada de Considerar la tradición oral o una herencia de representación, géne-
hecho, lo único que de ella existe en ciertos seres humanos es el potencial ros y estilos orales como "literatura oral" es algo parecido a pensar en
de contarla. Nosotros (los que leemos textos como éste) por lo general es: los caballos como autornó.viles sin ruedas. Desde luego, es posible inten-
tamos tan habituados a la lectura que rara vez nos sentimos bien en una tarlo. Imagínese escribiendo un tratado sobre caballos (par~ la gente que
situación en la cual la articulación verbal tenga tan poca semejanza con nunca ha visto ninguno) que comience con el concepto, no del faballo,
una cosa, como sucede en la tradición oral. Por ello -aunque ya con una sino de "automóvil", basándose en la experiencia directa de los lectores
frecuencia ligeram_ente reducida-, en el pasado la crítica engendró con los automóviles. Procede a profundizar sobre los caballos,_ refirién-
conceptos tan monstruosos como el de "literatura oral". Este término dose siempre a ellos como "automóviles sin ruedas"; explica a los lecto-
sencillamente absurdo sigue circulando hoy en día aun entre los erudi- res muy acostumbrados al automóvil, que nunca han visto un caballo,
~---~---

22 LA ORALIDAD DEL LENGUAJE LA ORALIDAD DEL LENGUAJE 23


todos los puntos de diferencia, en un esfuerzo por extirpar toda noción orales se apreciarían como ''vocalizaciones'', o sea, lo que son. Sin em-
de "automóvil" al concepto "automóvil ~in ruedas", a fin de dotar al bargo, el significado más usual del término épica -poesía épica (oral;
término de un significado estrictamente equino. En vez de ruedas, los véase Bynum, 1967)- interferiría de alguna manera con un significado
automóviles sin ruedas tienen uñas agrandadas llamaqas cascos; e·n lu- genérico atribuido a todas las creaciones orales. "Vocalizaciones" pare-
gar de faros o quizás espejos retrovisores, ojos; a cambio de una capa ce tener demasiadas asociaciones competidoras, aunque si alguien lo cree
de laca, algo llamado pelo¡ en vez de gasolina como combustible, heno; lo suficientemente boyante para botarlo, ciertamente apoyaré los esfuer-
y así sucesivamente. Al final, los caballos sólo se componen de Jo que zos por mantenerlo a flote. Empero, aún nos encontraríamos sin un tér-
no son. Sin importar cuán precisa y minuciosa sea tal descripción por orni- mino más genérico que abarcase tanto el arte exclusivamente oral como
sión, los lectores conductores de automóviles que nunca han visto un ca- la literatura. En este caso continuaré una práctica común entre las per-
ballo y que sólo oyen hablar de "automóviles sin ruedas~> con seguridad sonas informadas y recurriré, cuando sea preciso, a circunlocuciones que
se llevarían un extraño concepto de un caballo. Sucede lo mismo con aque- se expliquen por sí mismas: ''formas artísticas exclusivamente orales'',
llos que hablan de la "literatura oral", es decir, de la "escritura oral". '' ''formas artísticas verbal_es'' (que comprenderían tanto las orales como
No es posible describir un fenómeno primario com.enzando con otro se- las compuestas por escrito, y todo lo que hubiera entre una y otra) y de
cundario poSterior y reducir poco a poco las diferencias sin producir una tipos semejantes.
deformación grave e inoperante. En efecto, haciendo las cosas al revés En la actualidad, el término "literatura oral" afortunadamente está
-colocando el carro delante del caballo-, resulta absolutamente impo- perdiendo terreno, pero es muy posible que toda batalla librada para eli-
sible descubrir las verdaderas diferencias. minarlo del todo nunca se gane por completo. Para la mayoría de los
Aunque el término "prealfabetí"smo" resulta en sí útil y a veces nece- que pueden leer, la consideración de las palabras como separadas de ma-
sario, si se emplea de modo irreflexivo también plantea problemas igua- nera íntegra de la escritura sencillamente representa una tarea demasia-
les a los del término "literatura oral", aunque no tan dogmáticos. do ardua para emprenderla, aunque lo requiera el trabajo lingüístico o
'' Prealfabetismo'' revela la oralidad -el ''sistema primario de antropológico especializado. Las palabras siguen llegándole a uno por
modelado"- como una desviación anacrónica del "sistema secundario escrito, sin importar lo que se haga. Por otra parte, la separación de las
de modelado" que le siguió. palabras de la escritura resulta psicológicamente peligrosa, pues el senti-
De acuerdo con los términos "literatura oral" y "prealfabetismo", do de dominio sobre la lengua que tienen los que leen está estrechamen-
también oímos mencionar el "texto" de una expresión oral. "Texto", te vinculado con las transformaciones visuales de la misma: sin los
de una raíz que significa ''tejer'', es, en términos absolutos, etimológi- diccionarios, las reglas gramaticales escritas, la puntuación y todo e1 res-
camente más compatible con la expresión oral que "literatura", la cual to del mecanismo que convierte las palabras en algo cuyo significado puede
se refiere a las letras en cuanto a su origen (literae) del alfabeto. El dis- averiguarse, ¿cómo podrán vivir los que leen? Aquellos que utilizan un
curso oral por lo general se ha considerado, aun en medios orales, como grafolecto como el inglés oficial tienen acceso. a vocabularios cientos de
un tejido o cosido: rhap.sOidein, ''cantar'', en griego básicamente significa veces más extensos de lo que puede abarcar cualquier lengua oral. En
"coser canciones". Pero en realidad cuando los que saben leer utilizan un mundo tan lingüístico, los diccionarios son esenciales. Resulta des-
hoy en día el término "texto" para referirse a la producción oral, pien- moralizador recordarnos que no existe diccionario alguno en la mente;
san en él por analogía con la escritura. En el vocabulario del lector, el que el aparato lexicográfico constituye un agregado muy tardío a la len-
''texto'' de una narración hecha por una persona de una cultura oral gua como tal; que todas las lenguas poseen gramáticas elaboradas y que
primaria representa una derivación regresiva: otra vez el caballo como crearon sus variaciones sin ayuda alguna de la escritura; asimismo, que
automóvil sin ruedas. fuera de las culturas de tecnología relativamente avanzada, la mayoría
· Dada la vasta diferencia entre el habla y la escritura, ¿qué puede ha- de los usuarios de las lenguas siempre han podido arreglárselas bastante
cerse para idear una alternativa al término "literatura oral" anacróni- bien sin transformaciones visuales algunas del sonido vocal.
co y contradictorio en sí mismo? Adaptando una proposiciót; hecha por Las culturas orales producen, efectivamente, representaciones verba-
N orthrop Frye para la poesía épica, en The Anatomy of Crz"tici.sm ( 195 7, les pujantes y hermosas de gran valor artístico y humano, las cu~les pier-
pp. 248-250, 293-303), podemos referirnos a todo arte exclusivamente den incluso la posibilidad de existir una vez que la escritura ha tomado
oral como ''épica'', que tiene la misma raíz del protoindoeuropeo, wekw, posesión de la psique. No obstante, sin la escritura la concien~ia huma-
corno la palabra latina vox y su equivalente inglés, voia, y que por lo tan- na no puede alcanzar su potencial más pleno, no puede producir otras
to se basa firmemente en lo vocal, lo oral. Así pues, ~as producciones creaciones intensas y hermosas. En este sentido, la oralidad debe y está

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24 LA ORALIDAD DEL LENGUAJE

destinada a producir la escritura. El conocimiento de esta última, como


se verá más adelante, es absolutamente menester para el desarrollo no
sólo de la ciencia sino también de la historia, la filosofía, la interpreta-
ción explicativa de la literatura y de todo arte; asimismo, para esclarecer
la lengua misma (incluyendo el ha!;la oral). Casi no queda cultura oral
o predominantemente oral en el mundo de hoy que de algún modo no 11. EL DESCUBRIMIENTO MODERNO DE
tenga conciencia del vasto conjunto de poderes eternamente inaccesible CULTURAS ORALES PRIMARIAS
sin la escritura. Esta conciencia representa una extrema zozobra para
las personas que permanecen en la oralidad primaria, que desean con
UNA CONCIENCIA TEMPRANA DE I.A TRAD!Cl(.lN ORAl.
vehemencia conocer la escritura, pero que saben nwy bien que introdu-
cirse en el emocionante mundo de esta última significa dejar atrás mu-
ELNu..:vo despertar, en años recientes, a la oralidad del habla, no ocu·
cho de lo que es sugerente y profundamente amado en el mundo oral
rrió sin antecedentes. Varios siglos antes de Cristo, el autor seudónimo
anterior. Tenemos que morir para seguir viviendo.
del libro del Antiguo Testamento que se conoce por su nom de plume he·
Por fo1tuna el conocimiento ele la escritura, pese a que devora sus propios
breo, Qohelcth ("predicador"), o por su equivalente griego, Eclesias·
antecedentes oraJes y, a menos que se encauce con cuidado y aunque
·tés, alude claramente a la tradición oral en la que se basa su escrito: "Y
destruye la memoria de éstos, tainbién es infinitamente adaptabl~. Del
cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó sabiduría al pue-
mismo modo puede restituirles su memoria. Es posible emple3r el cono-
blo; e hizo escuchar e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios.
cimiento de la escritura con el objeto de reconstituir para nosotros mis~
Procuró el Predicador hallar palabras agradables y escritura recta, pala-
mos la conciencia humana prístina (totalmente ágrafa), por lo menos para
bras ele verdad." (Eclesiastés, 12: 9-10).
recobrar en su mayor parte -aunque no totalmente- esta conciencia
''Escritura recta''. Las personas letradas, desde los coleccionistas me-
(nunca logramos olvidar lo bastante nuestro presente conocido para re-
·¡.' '~· dievales de florilegios hasta Erasmo ( 1466-1536) o Vi~esimus K no~
construir en su totalidad cualquier pasado). Esta reconstrucción puede
( 1752-1821) y otros, han seguido reuniendo en textos lo dtcho por 1~ tra·
resultar en una mejor comprensión de la importancia del mismo conoci-
dición oral, aunque resulta significativo que, a más tardar a pa~·ur del
miento de la escritura para la formación de la conciencia humana y has-
medioevo y la época de Erasmo, por lo menos en la cultura ocode~~al
ta llegar a las culturas altamente tecnológicas. Tal entendimiento, tanto
la mayoría de ellos no recogieron lo dicho directamente por la exprcs10n
de la oralidad corno de la escritura, es lo que este libro, por necesidad
hablada sino que lo tomaron de otros escritos. El romanticisrno se carac·
una obra escrita y no una representación oral, procura alcanzar en al-
terizó por el interés en el pasado remoto y la cultura popular. Desde .en·
gltn grado.
tonces, cientos de coleccionistas, comenzando por James Mc.Pherson
(1736-1796) en Escocia, Thomas Percy (1729-1811) en Inglaterra, los
hermanos Grimm: Jacob (1785-1863) y Wilhelm (1786-1859) en Alema-
nia, o Francisjam~s Child (1825-1896) en Estados Unidos, han rehecho
en forma más o menos directa algunas partes de la tradición oral, cua-
sioral o semioral, otorgándoles una nueva respetabilidad. Para el inicio
de nuestro siglo, que ya está envejeciendo, el erudito escocés Andrcw
Lang (1844-1912) y otros habían desvirtuado bastante la opinión de que
el folklore oral representaba solamente los desechos de una ~~t~logía_ lit;-
raria "superior": juicio producido naturalmente por el preJUICIO caligra·
fico y tipográfico tratado en cJ capítulo anterior. .
Los antiguos lingüistas se habían resistido a la idea deJa distinción
..·' entre las lenguas hablada y escrita. A pesar de sus nuevas in~ursiones
en la oralidad, o tal vez debido a ellas, Saussure -al igual que Edward
Sapir, C. Hockett y Leonard Bloomfield- sostiene la opinión de que
la escritura simplemente representa en forma visible la lengua hablada
(1959, pp. 23-24).El Círculo Lingüístico de Praga, especialmente]. Va-

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26 CULTURAS ORALES PRIMARIAS CULTURAS ORALES PRIMARIAS 27

chck y Ernst Pulgram, advirtió cierta diferencia entre la lengua escrita sía primitiva cualidades que su propia época encontraba fundamental·
y la hablada, aunque, al concentrarse en los universales lingüísticos an~ mente atractivas. Más que cualquier otro investigador anterior, el
tes que en los factores de desarrollo, hizo poco uso de la distinción (Goody, clasicista estadunidense Milman Parry (1902-1935) logró socavar esta
1977,p. 77). patriotería cultural, a fin de penetrar en la poesía homérica'' primitiva''
en las condiciones propias de la misma, aunque éstas se oponían a la
opinión aceptada de lo que debían ser la poesía y los poetas.
LA CUESTIÓN HOMÉRICA Algunos trabajos anteriores habían presagiado vagamente el de Parry
en lo referente a que la adulación general de los poemas homéricos a me-
Dadas una conciencia de larga data entre los letrados de la tradición oral, nudo estuvo acompañada de cierta inquietud. Con frecuencia se consi-
y la demostración, por Lang y otros, de que las culturas exclusivamente deraba que los poemas no cuadraban del todo. En el siglo xv11. Fran¡;ois
orales podrían producir complicadas formas artísticas verbales, ¿qué hay Hédelin, Abbé d'Aubignac et de Mcimac (1604-1776), en un espíritu
de nuevo en nuestra comprensión moderna de la oralidad? más de retórica polémica que de erudición verdadera, acusó a la /Uada
·.. La nueva interpretación evolucionó por varios caminos, pero acaso y la Odisea de tener tramas mal delineadas, de pobreza en la descripción
pueda seguirse mejor en la historia de la "cuestión homérica". Durante de sus personajes y de ser ética y teológicamente despreciables; prosigue
más de dos milenios, los estudiosos se han entregado al estudio de Ho- para argumentar que nunca existió un Homero y que las epopeyas a él
mero, con variadas mezclas de penetración, información errónea y pre- atribuidas se reducían a colecciones de rapsodias de otros. El erudito clá-
juicio, consciente e inconsciente. En ninguna parte se manifiestan en un sico Richard Bentley ( 1662-1742), famoso por demostrar que las llama-
contexto más rico los contrastes entre oralidad y conocimiento de la es- das Epístolas de Falo.ris eran falsificadas y por ocasionar de manera indirecta
critura, o los puntos débiles de la mente caligráfica o tipográfica irre- la sátira antitipográfica de Swift, The Battle of the Books, opinó que en rea-
flexiva. lidad existió un hombre llamado Homero, pero que los diversos cantos
La "cuestión homérica" como tal se originó en la crítica superior de que "escribió" no fueron reunidos en los poemas épicos hasta poco más
Homero en el siglo XIX, que había madurado junto con la crítica superior o menos 500 años después, en tiempos de Pisístrato. El filósofo italiano
de la Biblia, pero cuyas raíces se remontaban hasta la antigüedad clási- de la historia, Giambattista Vico (1668-1744), creyó que no había exis-
ca. (Véase Adam Parry, 1971, referencia fundamental a lo largo de las tido ningún Homero, sino que las epopeyas homéricas de algún modo
siguientes páginas.) Los hombres de letras de la antigüedad clásica occi- representaban las creaciones de todo un pueblo.
dental una que otra vez habían revelado cierta conciencia de que la Ilz'a- Robert Wood (ca. 1717-1771), diplomático y arqueólogo inglés, quien
da y la Odisea diferían de una poesía griega distinta y de que sus orígenes cuidadosamente identificó algunos de los sitios mencionados en la llz'ada
eran oscuros. Cicerón sugirió que el texto existente de los dos poemas y la Odisea, al parecer fue el primero cuyas conjeturas se aproximaron
homéricos era una revisión de Pisístrato a la obra de Homero (misma a lo que Parry finalmente demostró. Wood opinaba que Homero no sa-
que Cicerón concebía, sin embargo, como un texto); y Josefa propuso bía leer y que la capacidad de la memoria fue lo que le permitió producir
incluso que Homero no sabía escribir, cosa que hizo a fin de argumentar esa poesía. Wood sugiere extraordinariamente que la memoria desem-
que la cultura hebrea era superior a la cultura griega más antigua pues peñó un papel bastante diferente en la cu1tura oral del que tuvo en la
aquélla conocía la escritura, antes que para explicar algo del estilo u otras letrada. Aunque Wood no pudo explicar exactamente cómo funcionó la
características en las obras homéricas. mnemotecnia de Homero, sí propone que el etlws del verso homérico era
Desde el principio, profundas inhibiciones han interferido en nuestra popular antes que culto. Juan Jacobo Rousscau ( 182.1, pp. 163-164 ), ci-
visión de lo que en realidad son los poemas homéricos. Desde la antigüe- tando a Perc Harclouin (niriguno es mencionado por Adam Parry), cre-
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dad hasta el presente, la !Nada y la Odisea comúnmente han sido conside- yó muy probable que Homero y sus contemporáneos entre los griegos
r~das como los pocn;¡as seculares más inspirados, más puros y rríás no hubieran conocido la escritura. Rousseau sí considera como un pro-
CJemplar·es de la herencia occidental. Para explicar su excelencia recono- blema, sin embargo, el mensaje sobre un díptico que, en el carlto v1 de
cida, cada era se ha inclinado a interpretarlos como una mejor realiza- la Ilíada, Belerofonte llevó al rey de Licia. Pero no hay evidcncia•de que
ción de lo que, según ella, hacían o pretendían hac~r sus poetas. A pesar los "signos" sobre el díptico, que pedían la ejecución del propio Bclero·
de que el romanticismo había dado una nueva interpretación a lo "pri- fonte, formasen una verdadera escritura (véase más adelante, pp: 88-89).
mitivo''? como una etapa favorable antes que lamentable de la cultura, De hecho, en el relato homérico parecen más bien como una especie de
los eruditos y los lectores por lo general tendían aún a atribuir a la poe- ideogramas toscos.
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28 CULTURAS ORALES PRIMARIAS CULTURAS ORALES PRIMARIAS 29


El siglo XIX presenció el desarrollo de las teorías homéricas de los Ha- ras orales y las estructuras de personalidad que éstas provocaban; lamcn-
ruados Analistas, iniciadas por Friedrich August Wolf ( 1759-1824) con tablemcnt<:, la obra de Jousse no se ha traducido al inglés; (véase Ong,
su Proiegomena de 1795. Los analistas interpretaban los textos de la llíada I967b, pp. 30, 147-148, 335-336). La concepción de Milman Parry in-
y la Odisea como combinaciones de poemas o fragmentos anteriores, y cluyó y fundió todas estas y otras ideas para proporcionar una explica~
se propusieron determinar. por análisis cuáles eran los trozos y cómo ha- ción demostrable de lo que fue la poesía homérica y de cómo fue
bían sido integrados. Sin embargo, como apunta Adam Parry (1971, pági- conformada por las condiciones en las cuales fue producida.
nas xiv-xvii), los Analistas supusieron que los trozos que se reunían eran sim- A pesar de que la concepción de Parry fue anticipada hasta cierto
plemente textos, ya que no se les había ocurrido otra posibilidad. Era punto por estos eruditos anteriores, le corresponde por entero pues cuando
ine~ita?le que a los Analistas les siguieran, a principios del siglo xx. los surgió por primera vez en su rncnle a principio~ de los años veinte del
Umtarws, por lo regular literarios piadosos, sectarios inseguros que se presente siglo, aparentemente no estaba enterado siquiera de la existen-
aferraban a cualquier cosa y que sostenían que la /Hada y la Odisea esta- cia de cualquiera de los investigado,·es mencionados en el párra~o ante-
ban tan bien estructuradas, eran tan congruentes en la representación rior (Adarn Parry, 1971, p. xxii). Sin duda, por supuesto, sutiles
de los personajes y, en general, eran manifestaciones artísticas tan elevadas, influencias de la época, que habían sido importantes para estudiosos an-
que resultaba imposible que fueran obra de una sucesión desordena- teriores, también lo habían sido para él.
~a de redactores, sino que debían ser la creación de un solo hombre. Como lo maduró y demostró en su tesis doctoral de París (Milman
Esta era la opinión más o menos prevaleciente cuando Parry era estu- .Parry, 1928), el descubrimiento de .Parry puede expresarse de esta ma-
diante y comenzaba a formar sus propios juicios. nera: virtualmente todo aspecto característico de la poesía homérica se
debe a la economía que le impusieron los métodos orales de composi-
ción ..Éstos pueden reconstruirse mediante un análisis cuidadoso del verso
EL DESCUBRIMIENTO DE Mll.MAN PAR KY mismo, una vez que se prescinde de las suposiciones acerca de la expre-
sión y los procesos de pensamiento, profJ..mdamente arraigadas en la ps(-
Como muchos trabajos intelectuales innovitdores, el de Milman Parry que por muchas generaciones de cultura escrita. Este descubrimiento fue
surgió de introspecciones tan profundas y sólidas que n:sultaron difíciles revolUcionario en los círculos literarios y tendría repercusiones extraor-
de expresar. El hijo de Parry, el fallecido Adam Parry (1971, pp. ix.txii), dinarias en otros campos de la historia cultural y psíquica. ·,;
delineó extraordinariamente la fascinante evolución del pensamiento de ¿Cuáles son algunas de las implicaciones más trascendentes de este
su padre, desde su tesis de maestría en la Universidad de California en hallazgo, y particularmente del empleo que Parry dio al axioma apunta~
Berkeley, a principios de los años veinte, hasta su muerte prematura en do anteriormente: ''La dependencia en la selección de palabras y las for-
1935. mas de las palabras en la construcción del verso en hexámetro''? Düntzer
No todos los elementos en la concepción global de Parry eran entera- había observado que los epítetos homéricos aplicados al vino eran todos
mente nuevos. El axioma fundamental que rigió su pensamiento a partir métricamente distintos y que el uso de un epíteto dado no estaba deter~
de principios de los años veintt:, "la dependencia, en la selección de pa- minado tanto por su significado preciso como por las necesidades rnétri-
labras y las formas de las palabras en la construcción del verso en hexá- cas del pasaje en el cual aparecía (Adam Parry, 1971_, p. xx). La aposición
metro [compuesta oralmente]" de los poemas homéricos (Adam Parry, del epíteto homérico ha sido devota y desmesuradamente exagerada. El
1971, p. xix), fue anticipado en la obra de J. E. Ellendt y H. Düntzer. poeta oral contaba con un abundante repertorio de epítetos, lo bastante
Otros factores de la introspección original de Parry también habían sido variados para proporcionar uno para cualquier necesidad métrica que
previstos. Arnold van Genncp había advertido una estructuración for- pudiera surgir conforme desarrollaba su relato (de manera distinta en
mularia en la poesía de las culturas orales de la época moderna, y M. cada narración, pues los poetas orales, como se demostrará, normalmente
Murko había reconocido la ausencia de una memoria exacta, palabra no se concentran en la retención palabra por palabra de sus versos).
por palabra, en la poesía oral de tales culturas. Más importante aún, Ahora bien, resulta evidente que; de uno u otro modo, -las ilecesida-
Maree! Jousse, clérigo y erudito jesuita criado en un ambiente campesi~ des métricas determinan la selección de palabras hecha por todo poeta
no residualmente oral en Francia y que pasó la mayor parte de su vida que compone en métrica. Sin embargo, el supuesto generalizado fue que
....
·.- .•
r adulta en el Medio Oriente, absorbiendo su cultura oral había estable-
cido una diferencia clara entre la producción oral en tales,culturas y toda
los términos métricos apropiados de algún modo venían a la imagina-
ción poética de manera fluida e imprevisible en su mayor parte relacio-
composición escrita. Jousse (1925) había llamado verhomoteur a las cu1tu- nada solamente con el "genio" (es decir, con una habilidad en esencia
30 CUI.. TC?~;\S ORALES PRIMARIAS CULTURAS ORALES PRIMARIAS 31
inexplicable). No se esperaba que los poetas, según su idealización por Esta idea resultó particularmente amenazadora para los letrados de
las culturas caligráficas y aún más por las tipográficas, utilizaran mate- grandes vuelos, pues los letrados so? alec~i?nados para, en principio, no
riales prefabricados. Si un poeta llegaba a repetir trozos de poemas ante- utilizar nunca lugares comunes. ¿Como VIVIr con el hecho de que los poe-
riores, se esperaba que los transformara a su propio "estilo". Ciertas mas homéricos parecían cada vez más estar compuestos de clisés, o de
prácticas, es verdad, contradecían esta hipótesis, sobre todo el uso de elementos muy semejantes a ellos? En resumen, a m~dida que a~anzaba
libros de frases que suministraban formas corrientes de expresar las co- el trabajo de Parry y que era continuado por estudiosos postenores: se
sas a aquellos que escribían poesía posclásica en latín. Florecían los Ji- hizo evidente que sólo una diminuta fracción de las palabras en la llzada
. bros de frases en latín, en particular después de que la invención de y la Odisea no representaba partes de fórmulas y, hasta cierto punto, de
la imprenta volvió fácilmente reproducibles las recopilaciones, y siguie- fórmulas abrumactoramente predecibles.
ron prosperando hasta muy avanzado el siglo XIX, cuando el uso del Gra- Además, las fórmulas unificadas se agrupaban alrededor de temas
dus ad Pamassum estaba muy difundido entre los colegiales (Ong, 1967b, igualmente uniformes, tales c?mo el consejo, la r:unión de~ ~jércit~, el
pp. 85:86; 1971, pp. 77, 261-263; 1977, pp. 166, 178). El Gradus propor- desafio, el saqueo de los vencidos, el escudo del heroe, y as1 mtermma-
cionaba locuciones adjetivales y otras de Jos poetas clásicos del latín, con blemente (Lord, 1960, pp. 68-98). Un repertorio de temas similares se
todas las sílabas largas y cortas convenientemente marcadas para el ajuste halla en la narración oral y demás discurso oral por todo el mundo. (La
métrico, de modo que eJ aspirante a poeta podía armar un poema ba- narrativa y otros tratados escritos también emplean temas, por necesi-
sándose en el Gradus así como los muchachos ensamblan una estructura dad, pero éstos son infinitamente más variados y menos monót?r~os.)
con un juego de mecanos. La disposición general podía ser de su propia Como mejor se explicaba el lenguaje entero de los poemas homcncos,
invención, pero todas las partes existían antes de que él apareciera. con su curiosa mezcla de peculiaridades eólicas y jónicas .tempranas y
Esta clase de procedimiento, sin embargo, se consideraba como tole- tardías, era no como una superposición de varios textos, sino como una
rable sólo en Jos principiantes. Al poeta diestro le correspondía crear sus lengua creada a ti-avés de los años por los poetas épicos, los cuales utili-
propias frases en métrica. Se podían aceptar pensamientos comunes, pe- zaban antiguas expresiones lijas que guardaban o refundían principal-
ro no un lenguaje trillado. En An Essay on Criticism ( 1711 ), Alexander mente por motivos métricos. Después de ser moldeadas y v_ueltas a
Pope contaba con que el "ingenio" del poeta garantizara que, cuando moldear siglos antes, las dos epopeyas fueron puestas por escnto en el
trataba "lo que se pensaba a menudo", lo hiciera de tal manera que los nuevo alfabeto griego alrededor de 700-650 a. de C., las primeras com-
lectores lo encontrasen "nunca tan bien expresado". La manera de ex- posiciones extensas que se consignaran en este alfabeto (Havclock, .1963,
poner la verdad reconocida tenía que ser original. Poco después de Po- p. 115). Su lengua no era un griego que se hubie~a hablado nun~a en
pe, la época del romanticismo exigió más originalidad aún. Para el la vida cotidiana, sino un lenguaje perfilado especialmente a traves del
romántico extremo, el poeta perfecto debía ser idealmente como Dios uso de los poetas que generación tras generación aprendían el uno_ del
mismo y crear ex nihi/o: cuanto mejor fuera él o ella, menos previsible otro. (Los rastros de un lenguaje distintivo equipa:able son conoc~1dos
resultaba todo y cualquier cosa en el poema. Sólo los principiantes o los aun hoy en día; por ejemplo, en las fórmulas pecuharcs que todav1a se
poetas permanentemente malos utilizaban elementos prefabricados. hallan en el inglés empleado para los cuentos de hadas). .
Según el consenso de los siglos, Homero no era un poeta principiante ·Cómo era posible que una poesía tan descaradamente fonnulana,
n1 un mal poeta. Acaso fuera incluso un Hgenio" de nacimiÚito, que tancUena de partes prefabricadas, con todo fuera tan buena? Milman Parry
nunca había pasado por ninguna etapa primaria sino que supo-volar desde enfrentó decididamente esta interrogante. De nada servía negar el he-
el momento cuando salió del cascarón (como el precoz Mwindo, héroe cho, conocido ya, de que los poemas homéricos apreci~ban y de algur~a
de la epopeya Nyanga, el "pequeño que apenas nacido, caminó"). En manera sacaban partido de lo que a los lectores postenorcs se les hab1a
todo caso, el Homero de la Ilíada y la Odisea era considerado un poeta educado en principio a despreciar, o sea, la frase dada, la fórmula, el
consumado, excelso. Sin embargo, empezaba a decirse que mentalmcn-· calificativo esperado; para decirlo de manera más contundente, el lugar
te había recurrido a algún género de libro de frases. El análisis detallado común.
del tipo que hacía Milman Parry mostró que repetía fórmula tras fórmu- Algunas de estas implicaciones más amplias fueron tratad~s tnás tar·
la. El significado del término griego "cantar", rhapsuidtin, Hcoser un can- de con mayor detalle por Eric A. Havelock (196~). Los gnegos de la
to" (rhaptein, coser; oide, canto), resultó nefasto. Homero unió partes edad de Homero valoraban los lugares. comunes porque no sólb los poe-
prefabricadas. En lugar de un creador, se tenía a un obrero de línea de tas sino todo el mundo intelectual oral o el mundo del pensamiento de-
montaje. pendía de la constitución fOrmularia del pensamiento. En una cultura
32 CULTURAS ORALES PRIMARIAS CULTURAS ORALES PRIMARIAS 33

oral, el conocimiento, una vez adquirido, tenía que repetirse constante- te en las mismas condiciones métricas para expresar una idea esencial
mente o se perdía: los patrones de pensamiento formularios y fijos eran dada" (Adam Parry, 1971, p. 272). Dicho estrato fue explorado de ma-
esenciales para la sabiduría y una administración eficaz. Sin embargo, nera más intensiva por David E. Bynum en The Dacmon in the Wood (1978,
para la época de Pbtón (¿427?-347 a. de C.) había sobrevenido un cam- pp. 11-18, y passim). Bynum apunta que las" 'ideas esenciales' de ~a~~y
bio: los griegos por fin habían interiorizado efectivamente la escritura, rara vez son enteramente tan simples como puede indicar la conCiswn
lo cual tomó varios siglos después deJ desarrollo del alfabeto griego alre- de la definición de Parry o la brevedad usual de las fórmulas misma~,
dedor de 720-700 a. de C. (Havclock, 1963, p. 49, citando a Rhys Car- el convencionalismo del estilo épico o la trivialidad en la referencia lexi-
penter). La nueva manera de almacenar el conocimiento no consistía en cográfica de la mayor parte de las fórmulas" (1978, p. 13). Bynum d_is·
fórmulas mnemotécnicas sino en el texto escrito. Ello liberó a la mente tingue entre elementos "formularios" y "frases estrictamente formulanas
para el pensamiento más abstracto y original. Havelock muestra que Pla- (repetidas con exactitud)" (cfr. Adam Parry, 1971, p. xxxiii, n. 1). Aun-
tón en esencia (aunque no conscientemente-del todo) excluyó a los poe- que estas últimas caracterizan la poesía oral (Lord, 1960, pp. 33-65), en
tas de su república ideal porque él mismo se hallaba en un mundo ella ocurren y se repiten en grupos (en uno de los casos de Bynum, _por
intelectual nuevo 1 formado caligráficamente, en el cual la fórmula o el ejemplo, elevados árboles presencian la agitación provocada por el acercamiento
lugar común, queridos por todos los poetas tradicionales, resultaban an- de un terrorifi.co guerrero; 1978, p. 18). Las agrupaciones constituyen los prin-
ticuados y contraproducentes. cipios de organización de las fórmulas, de modo que la "idea esencial"
,, Todas ellas representan conclusiones inquietantes para una cultura no está sujeta a una expresión directa y clara, sino antes bien representa
...... occidental que se ha identificado íntimamente con Homero, como parte una especie de conjunto ficticio mantenido unido en gran medida en el
de una antigüedad griega idealizada. Prueban que la Grecia homérica inconsciente.
cuhivaba, como una virtud poética e intelectual, lo que nosotros hemos El notable libro de Bynurn se concentra en gran part,e alrededor de
considerado como un vicio, y muestran que la relación entre la Grecia la ficción elemental que él llama el patrón de los "Dos Arboles'' y que
homérica y todo lo que simbolizó la filosofía después de Platón de hecho identifica en la narración oral y la iconografía de todo el mundo, desde
era, por armónica y continua que pareciera en la superficie, profunda- la antigüedad mesopotámica y mediterránea hasta la narración oral en
• mente antagónica, aunque con frecuencia en un nivel incOnsciente antes la Yugoslavia moderna, el África del Centro y otros lugares. En todas- par-
" que consciente. El conflicto atormentaba el propio inconsciente de Pla- tes, "Jos conceptos de separación, dádiva y un peligro imprevisible" se
tón. En el Fedro y su Carta VIl, Platón expresa severas reservas acerca de agrupan alrededor de un árbol (el árbol verde) y "las ideas de un~fica·
la escritura, como una manera inhumana y mecánica de procesar el co- ción, recompensa, reciprocidad" se reúnen alrededor del otro (el arbol
nocimiento, insensible a las dudas y destructora de la rnemoria 1 aunque, seco, madera cortada); 1978, p. 145. El interés de Bynum en esta y otra
como ahora sabemos, el pensamiento filosófico por el que luchaba Pla· ''ficción elemental'' característicamente oral nos ayuda a establecer al-
tón dependía totalmente de la escritura. No es de extrañarse que las im- gunas diferencias, más claras de las que previamente f~~ron ~os~bles,
plicaciones aquí presentes se hubieran resistido por tanto tiempo a salir entre la organización narrativa oral y la de la narracwn cahgrafico-
a la superficie. La importancia de la antigua civilización griega para el tipográfica.
mundo entero comenzaba a aparecer bajo una luz completamente nue- Tales diferencias serán estudiadas en este libro sobre bases diferentes
va: marcó el punto en la historia humana cuando el conocimiento de la de las de Bynum, pero asociadas con ellas. Foley (1980a) ha mostrado
escritura' alfabética, profundamente interiorizado, por primera vez cho- que la constitución exacta de una fórmula oral y su funcionamiento_de-
có de frente con la oralidad. A pesar de la inquietud de Platón, en ese penden de la tradición dentro de la cual se utilice, pero que hay suficten-
tiempo ni él ni nadie estaba o podía estar claramente consciente de que te materia de fundamento común en todas las tradiciones para hacer válido
eso era lo que estaba sucediendo. el concepto. A menos que se indique claramente lo contra_rio, aquí com-
El concepto de Parry sobre la fórmula fue desarrollado en el análisiS prenderé fórmula, formulario y formulaico como referencias del ~odo ge-
del hexámetro griego. Puesto que otros lo han tratado y ampliado, ine- néricas a frases o expresiones fijas repetidas más o menos exactamente
vitablemente se han originado diversas controversias respecto a cómo (como proverbios) en verso o en prosa, las cuales, como se verá más a~~­
abarcar, extender o adaptar la definición (véase Adam Parry, 1971, p. lante, en la cultura oral tienen una función innegablemente más deCist·
xxviii, n. I). Un motivo de ello es que el concepto de Parry encierra un va y penetrante que cualquiera que puedan desempeñar en una que
estrato más profundo de significado, no inmediatamente aparente en su conozca la escritura, la impresión o la electrónica (cfr. Adam Parry, 1971,
definición de la fórmula: "grupo de palabras que se emplea regularmen- página xxxiii, n. 1).
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34 CULTURAS ORALES PRIMARIAS ¡· CULTURAS ORALES PRIMARIAS 35

, El pensamiento y la expresión formulaicos orales galopan en lo pro-


fundo de 1~ conciencia y del inconsciente, y no se esfuman tan pmnto
-.•· ~.· bién para otros, desde la antropología hasta la historia literaria. Adam
Parry (1971, pp. xlivlxxx) describió algunos de los efectos inmediatos de
corno algu1cn acostumbrado a ellos toma una pluma. Finnegan ( 1977, la revolución producida por su padre, Holoka (1973) y Haymes (1973)
p. 70), aparentemcnt.e con cierto asombro, comenta la observación de registraron muchos más en sus inapreciables investigaciones bibliográfi~
Üpl~nd de q_~e, cuando los_ poetas xhosa _aprenden a escribir, su poesía '·. cas. Aunque se ha atacado y enmendado la obra de Parry en algunos
cscnt.a tamb1en :-;e caractcnza por un. estilo formulaico. De hecho sería de sus detalles, las pocas reacciones totalmente contrarias a su trabajo
sumamente sorprendente si pudieran manejar cualquier otro, en parti- ~), ya fueron dejadas de lado si1pplcmente, en su mayor parte, como pro-
cular porque éste distingue no sólo la poesía sino, más o menos, todo . ductos de la mentalidad caligráfico-tipográfica irreflexiva que al princi-
pe_nsamicnto, y cx~rcsión en la cultura oral primaria. Según parece, la . pio dificultó toda comprensión real de lo que Parry decía y que su obra
pnrnera poes1a cscnta de todas partes, al principio consiste necesariamente -~.~: misma ha hecho ya obsoleta.
en una imitación por escrito de la producción oral. Originalmente, la * Los eruditos aún están estudiando y sopesando las implicaciones más
importantes de los descubrimientos y de las ideas de Parry. En un prin-
mente no cvu~nta con recur::;os propiamente caligráficos. Se garabatean en _f
una supcrftcie las palabras que se supone se pronuncian en voz aJta en 1 cipio Whitman (1958) los complementó con su ambicioso esbozo de la
algu~a situación verbal factible. Sólo muy gradualmente la escritura se f· ·: llíada como estructurada por la tendencia formulaica de repetir al final
convierte en una composición por escrito, en un tipo de discurso -poético de un episodio elementos del principio del mismo; según el análisis de
...
·: - u otro- que se arma sin la sensación de que quien escribe efectivamente Whitman la epopeya está construida como una caja china; es decir cajas
est.á habland~ en voz alta (como es muy posible que lo hayan hecho los dentro de cajas. Para comprender la oralidad contrastada con el conoci-
pnmeros cscntores). Como se apunta más adelante, Clanchy explica cóv miento de la escritura, sin embargo, las innovaciones más significativas
mo aun Eadmer de Canterbury, del siglo XI, parece considerar la prov que sucedieron a las de Parry fueron aportadas por Albert R. Lord y Eric
ducciór. por escri~o corno ''dictar a sí mismo" (1979, p. 218). Los hábitos A. Havelock. En The Singer of Tales ( 1960), Lord amplió y completó la
orales de pensamiento y expresión, incluso el empleo generalizado de elev obra de Parry con esmero convincente, reseñando largos trabajos de cam-
mentos formulaicos, sostenidos en el uso en gran parte por la instruc~ po y grabaciones extensas de los relatos orales de cantantes épicos servo~
ción de la antigua retórica clásica, todavía caracterizaí·on el estilo de la croatas y de prolongadas entrevistas con ellos. Tiempo atrás, Francis
prosa de casi todo tipo en la Inglaterra de los Tudor unos dos mil años Magoun y aquellos que estudiaron con él y con Lord en Harvard, sobre
dcsp,u,és de la carn_rañ? de Platón contra Jos poetas orales (Ong, 1971, todo Robert Creed y Jess Bessinger, ya estaban aplicando las ideas de
pp. 23-47). En el wgles fueron exterminados efectivaruente, en suma- Parry al análisis de la antigua poesía inglesa (.Foley. 1980b, p. 490).
yor parte~ apenas con el romanticismo, dos siglos más tarde. Muchas El Prefac:e to Plato ( 1963), de Havclock, extendió los descubrimientos
cult~ras !nod~rna~ q~e han conocido la escritura desde hace siglos, pero de Parry y de Lord, acerca de la oralidad en la narración épica oral a
que Jamas la mtenonzaron por completo, como la cultura arábiga y al- toda la cultura griega antigua oral, y demostró de manera contundente
gunas otras del mediterráneo (v.gr. la griega; Tannen, 1980a), aún dc- cómo los inicios de la filosofía griega estuvieron relacionados con la es~
p~ndcn en gran medida del pensamiento y la expresión formulaicos. j ahlil tructuración del pensamiento originada por la escritura. La exclusión de
G1brán ha hecho una profesión de proporcionar productos formularios los poetas de su República, en efecto, representó el repudio de Platón
orales im1:resos a norteamericanos instruidos, quienes encuemran·origi- al pensamiento prístino en el estilo oral, paratáctico y acumulativo per-
n~les l~ts frases. que parecen proverbios, los cuales, según un amigo liba- petuado por Hornero, en· favor del análisis incisivo o la disección del m un~
nes miO, los Ciudadanos de Beirut consideran lugares comunes. do y del pensamiento mismo posibilitados por la incorporación del alfabeto
en la psique griega. En un estudio más reciente, Origins of Western Lite-
racy ( 1976), Havclock atribuye el predominio del pensamiento analítico
ÜBRAS I'OSTERIORES griego a la introducción de vocales en el alfabeto. El alfabeto original,
inventado por pueblos semíticos, consistía únicamente en c.onsOnantes
'?la ro está, ~uchaS de las conclusiones y los intereses de Milman Parry y algunas semivocales. Al introducir las vocales, los griegos alcanzaron
!ucro.n modificados en cierto modo por la investigación posterior (véase, un nuevo grado de transcripción visual, analítica y abstracta del esquivo
por CJem~lo, Stoltz y Shannon, 1976), pero el mensaje fundamental acerca mundo del sonido. Este logro presagiaba sus posteriores hazañas inte-
~e la oraltdad y sus imp.licaci.oncs para las estructuras poéticas y la esté- lectuales de la abstr.acción y las llevó a la práctica.
oca ha resultado revolucwnano para los buenos estudios homéricos y tam- El curso del trabajo cmpez_ado por Parry todavía espera ser incorpora-
36 CULTURAS ORALES PRIMARIAS CULTURAS ORALES PRIMARIAS 37
do en la investigación de los muchos campos con los que puede unirse cas, demasiado simples para 31lgunos lectores, pero con frecuencia pro-
fácilmente. Pero ya se han establecido algunos enlaces importantes. Por fundamente esclarecedoras. El las llamó "sondeos". Por regla general
ejemplo, en su magistral y juiciosa obra sobre The Epic in Africa (1979), pasaba prontamente de un :·so~?eo". a ot_ro, sin p.reo~~~arse.~ucho, ~al
Isidorc Okpewho aplica los conceptos y los análisis de Parry (en este ca- vez nada, por dar una exphcac10n mmuctosa de tipo lmcal (es dectr,
so, como fueron elaborados en la obra de Lord) a las formas artísticas analítico). Su lema gnómico principal, ''el medio es el mensaje'', mani-
orales de culturas muy distintas de las europeas, de modo que la epope- festó su aguda conciencia de la importancia de la evolución desde la o~a­
ya africana y la antigua epopeya griega aportan datos que ayu<;Ian a com- lidad a través de la escritura y desde la imprenta hasta los medios
··~ prenderlas mejor entre sí. Joseph C. Miller ( 1980) trata la tradición oral electrónicos. Pocas personas han tenido un efecto tan vivificante como
y la historia africanas. Eugenc Eoyang ( 1977) muestra cómo el pasar por Marshall McLuhan sobre tantas mentes distintas, incluyendo a los que
•. alto la psicodinámica de la oralidad ha conducido a conceptos erróneos no estaban de acuerdo con él, o creían que no lo estaban.
de la narración china antigua, y otros autores, reunidos por Plaks ( 1977), No obstante, aunque la atención a los complicados contrastes entre
analizan los antecedentes fonnularios de la narración literaria china. Zwet- la oralidad y el conocimiento de la escritura aumenta ~n algunos cí~c~­
. ""tler aborda la poesía árabe clásica (1977). Bruce Rosenberg (1970) estu- los aún es poco común en muchos campos donde pudiera resultar utd.
dia la supervivencia de la antigua oralidad en los predicadores populares Po~ ejemplo, los estados de conciencia temprar:o y tardío ~ue}~lianjay­
norteamericanos. En homenaje a Lord, John Miles Foley (1981) reúne nes (1977) describe y relaciona con los cambios neurofisi~logicos de la
nuevos estudios sobre la oralidad de los Balcanes, Nigcria y Nuevo Mé- mente bicameral, también parecen prestarse en gran med1da a una des-
··,.P· •>¡.; ••
t ... ¡ xico, y del mundo antiguo hasta la actualidad. Asimismo, otros trabajos cripción mucho más sencilla y comprobable, en ~u~ción del paso de l.a
~· especializados comienzan a salir a la luz. oralidad al conocimiento de la escritura. Jaynes distmgue un estado pn-
'' Los antropólogos han entrado más directamente en la materia de la
oralidad. Recurriendo no sólo a Parry, Lord y Havclock, sino también
mitivo de conciencia en el cual el cerebro era intensamente "bicameral"
y el hemisferio derecho producía "voces" incontrolables atribuidas a los
a la obra de otros, incluso mis primeros análisis sobre el efecto de la im- dioses y que el hemisferio izquierdo trans(ormaba en habla. Las "vo-
presión en los procesos de pensamiento del siglo XVI (Ong, 1958b; cita- ces'' comenzaron a perder su eficacia entre los años. 2000 y 1000 a. ?e C.
do por Goody de una reimpresión de 1974), Jack Goody (1977) ha Este periodo, como se observará, está dividido preCisamente ~or la mven
mostrado convincentemente cómo los cambios hasta la fecha clasificados ción del alfabeto alrededor del año 1500 a. de C., y Jaynes considera que la
como evoluciones de la magia a la ciencia; del llamado estado de con- escritura contribuyó a causar la desintegración del estado bicamcral
ciencia "prelógico" a uno cada vez más "racional"; o del pensamiento originario. La /líada le proporciona ejemplos del estad? bicameral en ~us
"salvaje" de Lévi-Strauss al pensamiento domesticado, pueden expli- personajes inconscientes de sí. J ayncs estima qu~ la Odzsea fue cread~ c1cn
carse de manera más escueta y coherente como cambios de la oralidad ·( años después de la Ilíada, y cree que el astuto Odtseo represent~ una Irrup-
a diversos estados del conocimiento de la escritura. Propuse anteriormente ¡: l ción en la mente moderna consciente de sí, libre ya del gobierno de las
(1967b, p. 189) que muchos de los contrastes a menudo establecidos en-. ,L
tre perspectivas "occidentales" y otras, parecen reducibles a diferencias
entre el conocimiento profundamente interiorizado de la escritura y los
f • 'voces''. Sin importar lo que se piense de las _teorías de Jaynes, no P;:'-
demos menos que impresionarnos con la semeJanza entre ~as caractens-
ticas de la psique temprana o "bicamcral", como es descnta por Jaynes
estados de conciencia más o menos residualmente orales. La muY cono- !.::. -falta de introspección, de proeza analítica, de preocupación por lavo-

!f;.·
cida obra del fallecido Marshall McLuhan (1962, I964) también da gran luntad como tal, de un .sentido de la diferencia entre el pasado y el

irnportancía a los contrastes entre oído y ojo, entre lo oral y lo textual, • futuro-, y los rasgos de la psique en las culturas orales, no s~lo d~l pa-
llamando la atención sobre la conciencia anticipadamente aguda deJa- ; sado sino aun hoy en día. Los efectos de estados orales de conCiencia son
m.es Joycc de las polaridades entre el oído y el ojo, y relacionando con '
extraños a la mente que conoce la escritura y llegan a producir compli-
tales polaridades un grqn conjunto de investigación erudita, de otro mo- cadas explicaciones que pueden resultar superfluas. Es ~asible que e_l es-
do muy divergente, reunido por el vasto saber ecléctico de McLuhan y ' . tado bicameral signifique simplemente oralidad. La cuestiÓn de la orahdad
por sus asombrosas introspecciones. MeLuhan atrajo el interés no sólo ! .·: y del estado bicameral quizá requiera más investigación.
de los eruditos (Eiscnstcin, 1979, pp. x-xi, xvii), sino también de perso-
nas ocupadas en los medios de comunicación, de autoridades en los ne-
gocios y del público entendido en general, en gran parte debido a la
fascinación provocada por sus muchas declaraciones gnómicas o proféti-

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