MEDITACION

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Escuela Argentina de Yoga y Ayurveda

Personería Jurídica Nº 4.498/19 – fundada en 1998


Cursos avalados por la Embajada de India en Argentina.

Certificados nacional e internacionalmente por la

World Yoga Alliance de Delhi, India.

Miembro fundador de la World Yoga Konfederation.

La meditación como práctica espiritual


“¿Qué es la verdadera meditación?

“ Es transformar todo: toser, tragar, saludar, moverse, estar quieto, palabras, acción, bien y
mal, prosperidad y vergüenza, ganancia y pérdida, correcto y equivocado, en un simple
proceso hacia el despertar y la iluminación.” Hakuin

La meditación es una de las prácticas del ámbito espiritual del ser humano más significativas e
importantes y una de las que puede provocar cambios más contundentes y permanentes en el
mismo a nivel de su conciencia cognoscitiva.

Sin embargo, uno de los problemas más habituales acerca de la misma, es que muchas veces
es mal comprendida o no es comprendida en absoluto.

Esto se debe fundamentalmente a diversos y variados motivos entre los que encontramos la
inadecuada divulgación que realizan pseudo maestros espirituales ampliamente presentados
por los medios masivos de comunicación, la ausencia completa de la misma dentro de los
programas educativos de las escuelas de occidente, la casi inexistencia de practicantes de
meditación en los países occidentales, etc.

Muchas personas, combinando a tientas los pocos elementos teóricos a los que pueden
acceder, logran llegar a una comprensión muy elemental sobre lo que la meditación es,
llegando a conceptos tales como que la meditación es “para alejarse del mundo y de sus
problemas”, “para evadirse de la realidad”, “algo solo de orientales o para hippies”, “solo para
gente iluminada”, etc.

Nuestra finalidad en el siguiente texto es presentar una introducción lo mas completa posible
sobre qué es la meditación y sobre cómo se debe comenzar a practicarla.

Una primera aproximación a su comprensión


La meditación es una práctica, es decir, un proceso de experimentación, mediante el cual
entramos en contacto con aspectos y estratos, tanto de nosotros mismos como del universo,
a los cuales no es posible acceder por otros medios.

De esto se deduce la contundente consecuencia de que si no es a través de la meditación no


llegaremos a conocer en forma experiencial y práctica algunos de los ámbitos mas
importantes, trascendentes e inclusivos de nuestro ser y del universo mismo.

La meditación es evidentemente un práctica cognoscitiva donde no solamente se amplia el


rango de objetos conocidos sino que también se alcanzan tremendas profundidades de
conocimiento de los mismos. Esto significa, dicho de otra manera, que mediante la meditación
se alcanza un conocimiento profundo de ciertos objetos que ya eran conocidos para
nosotros pero que lo eran solamente de una manera muy superficial.

Es importante comprender que si bien la meditación posee fundamentos teóricos, la misma es


eminentemente una práctica o experimentación.

Si, por ejemplo, la comparamos con el hecho de correr maratones por parte del ser humano,
la meditación en si misma es comparable al hecho mismo de correr la maratón y sus
fundamentos teóricos son comparables a los fundamentos teóricos de la maratón entre los
cuales se incluyen la capacidad del ser humano para emprender tal práctica.

Nunca debe confundirse el fundamento teórico de la meditación con la práctica de la misma.

Uno de los errores más comunes de muchos pseudo-maestros espirituales de hoy en día es
que conocen mucho de la teoría de la meditación de tal manera que pueden hablar durante
horas sobre la misma. Y de hecho parecen bastante eruditos. Sin embargo eso no significa que
sean avezados en la práctica.

Comúnmente caen en el grosero error de querer transmitir a otros solamente la teoría sin
orientarlos hacia la práctica misma. Esto es como querer enseñar a alguien a correr maratones
mostrándole gráficos de anatomía humana.

Los dos especies de meditación

Las diversas prácticas meditativas que ha elaborado el ser humano a lo largo de la historia
pueden agruparse en dos grandes grupos o especies:

la meditación concentrativa y la meditación contemplativa .


Es común también que a la meditación concentrativa se la llame Shamata y a la meditación
contemplativa se la denomine Vipassana.

Meditación concentrativa Conduce a un estado de concentración lineal donde se limita el


campo de operación. Se alcanzan los mejores y más significativos resultados

Meditación contemplativa Conduce a un estado de contemplación donde el campo de


atención se expande.

Comparación de las dos especies de meditación


Comparación de las dos especies de meditación
La meditación concentrativa, la cual se caracteriza por la utilización de mantras u objetos de
atención, conduce a un estado de concentración lineal donde se logra acceder a un estado de
atención muy profundo pero sobre un campo de atención estrecho y limitado.

Por ejemplo, si de considerar el teclado de una computadora se tratara, la meditación


concentrativa intentaría detenerse y profundizar en el conocimiento de una sola de las teclas
del mismo dejando sin considerar al resto de las teclas.

Uno de los problemas que suscita este tipo de meditación y que, en cierta manera limita sus
posibilidades, es que, al atender a un solo aspecto del campo de atención, el resto del campo
queda casi completamente olvidado e ignorado. Esto, claro está, no aumenta nuestra
capacidad de percepción y de integración sino que la limita ampliamente.

Tampoco ayuda a disolver la polaridad sujeto-objeto sino que, más bien, la incrementa.

Por supuesto que esta especie de meditación produce significativos beneficios pero, a nuestra
manera de ver, no logra acceder a todos los beneficios de que es capaz el ser humano
mediante esta práctica

. Algunas técnicas concretas de meditación concentrativa son las siguientes: meditación


trascendental, todas las meditaciones que utilizan mantras, el rezo religioso, el “control
mental”, etc.

La meditación contemplativa no busca limitar el campo de acceso cognoscitivo sino todo lo


contrario.

Volviendo al ejemplo anterior del teclado, esta especie de meditación buscará atender a todas
las teclas de teclado e incluso ir mas allá del mismo internándose dentro de los ámbitos que no
son el teclado mismo como la mesa donde se encuentra el teclado, la habitación, el mundo.

Este tipo de meditación conduce a lo que se suele denominar satori o sabiduría de la


conciencia.

Nosotros consideramos que la práctica de esta especie de meditación es la más adecuada y


completa para el ser humano pues ayuda a incrementar nuestra sensibilidad, integración,
conciencia y sabiduría sobre nosotros y sobre el universo.

Además, y este hecho no es menor, nos coloca en un camino fértil para que la experiencia de
polaridad sujeto-objeto pueda llegar a disolverse.

La doble actividad intelectual Si bien parece ser que la actividad intelectual del ser humano es
una sola y la misma en todos los casos, esto no es verdaderamente así.

Se pueden distinguir dos actividades intelectuales diversas del ser humano

. La primera de ellas puede ser llamada Raciocinio y corresponde a la actividad propiamente


discursiva en la cual la inteligencia se mueve discurriendo entre conceptos y llegando
ocasionalmente a conclusiones a través de ciertas premisas.
El raciocinio se mueve constantemente entre los elementos del pensamiento, como yendo de
unos a otros de entre ellos.

La segunda actividad es llamada Intelección directa y corresponde a la actividad intuitiva y


aprehensiva mediante la cual el ser humano logra captar de manera directa (sin discurrir) la
esencia o naturaleza de las cosas.

La intelección directa no discurre entre los elementos del pensamiento sino que,
prescindiendo ignorándolos, logra llegar a captar en un acto simple el qué de las cosas o, lo
que es lo mismo, su esencia o naturaleza. Este acto de aprehensión no es siempre de una
esencia o naturaleza completa sino que puede ser de una parte limitada o marginal de la
misma.

Con el raciocinio decimos, por ejemplo, que sabiendo que todos los hombres son mortales
podemos llegar a la conclusión de que un determinado hombre es mortal. Aquí se presenta
una actividad de movimiento del pensamiento entre sus diversos elementos los cuales son en
este caso las premisas que se hallan compuestas por conceptos y diversos otros elementos.

Con la intelección, en cambio, podemos ver a un perro y sin discurrir en absoluto podemos
decir “es un perro”.

Logramos aprehender la esencia o naturaleza del perro en forma directa. La intelección no dice
“dado que tiene cuatro patas y ladra es un perro”, lo cual sería discurrir sino que capta y
aprehende directamente lo que el perro es.

Una primera aproximación al proceso meditativo Uno de los errores mas comunes en las
respuestas a la pregunta ¿para qué sirve la meditación? o ¿cuál es su esencia?, es hacer
referencia a algunos resultados del ámbito físico o emocional que puede provocar la misma en
el ser humano los cuales, si bien son notablemente importantes, son beneficios adicionales de
la meditación y no su finalidad por si mismo.

Entre estos beneficios, muchos de ellos ampliamente difundidos mediante cuidadosas


investigaciones,

 se encuentran la disminución y estabilización en valores normales de la presión


sanguínea,
 el aumento de la actividad intelectual,
 el aumento de la actividad inmunológica del organismo lo cual implica menor
propensión a las enfermedades,
 la disminución de los contenidos plasmáticos de ciertas hormonas asociadas al stress,
etc.

Si bien, como mencionamos anteriormente, estos beneficios son notables e importantes, no


son en absoluto la finalidad de la meditación sino beneficios adicionales y secundarios a la
práctica de la misma.

Me causa mucha gracia escuchar a médicos, psicólogos y psiquiatras recomendar la


meditación para alcanzar este tipo de resultados dejando de lado y sin mencionar su finalidad
propia y específica. El problema, claro está, no es que se recomiende la meditación de forma
incorrecta sino que, muy por el contrario, no se explique su sentido último y esencial.

Por supuesto que, y esto se encuentra ampliamente probado, todas las prácticas que ejercita
el ser humano sin conocer el sentido último y fundamento de las mismas caen en poco tiempo
en desuso y dejan de ser practicadas.

La perfección del hombre se alcanza mediante la puesta en acto (o


puesta en práctica) de su potencia cognoscitiva mas perfecta.”
Aristóteles

La meditación es un proceso experiencial cognoscitivo en el cual interviene especialmente la


actividad intelectual denominada Intelección directa.

El fundamento y esencia última de la meditación es hacer que el ser humano alcance


mayores grados de perfección y plenitud actualizando su potencia cognoscitiva mas
perfecta, como dice Aristóteles, la cual es su inteligencia

. Estos mayores grados de perfección y plenitud implican un mayor conocimiento y toma de


conciencia de realidades que se encuentran más allá del mundo físico y que son el fundamento
del mismo.

Esto significa que mediante la meditación llegamos al conocimiento de los reinos más
significativos del universo los cuales son el estrato fundamental del reino material y de otros
reinos menores a los cuales estamos ampliamente acostumbrados y en contacto cotidiano.

Su práctica nos introduce de lleno en el ámbito de las realidades más elevadas entendiendo
por esto a las realidades existentes en el reino espiritual del universo.

Estos reinos “inmateriales” son más perfectos e inclusivos que sus hermanos menores, es
decir, los reinos de la materia, el cuerpo, la psique e incluso la mente.

Comenzando a meditar No intentaremos dar aquí un instructivo del tipo “Aprenda a meditar
en 10 minutos” pues la práctica de la meditación debe comenzarse mediante la guía de un
maestro espiritual adecuadamente calificado.
Sin embargo, intentaremos hacer una fenomenología de la experiencia meditativa para
ilustrar los distintos aspectos y estadios de la misma a la vez que intentaremos que pueda
llegar a comprender intelectualmente su función y finalidad.

Experiencias meditativas iniciales

Una de las primeras evidencias con las que el meditador incipiente se encuentra es que existe
en su actividad intelectual, básicamente mediada por el raciocinio, una gran cantidad de
actividad espúrea y aberrante compuesta por aleatorios pensamientos concientes o
inconscientes los cuales influyen notablemente nuestra actividad durante la vigilia fuera de la
meditación.

Este “charloteo mental” es como un filtro mediante el cual vemos al mundo y, especialmente
durante las actividades cotidianas, influyen notablemente el modo en que nos sentimos
llegando incluso a identificarnos con es parloteo.

Uno de los conceptos básicos que la meditación echará por tierra es la identificación que
poseemos con nuestra actividad mental e intelectual.

De hecho, creemos que aquello que nos caracteriza y define como seres humanos en nuestra
mente

En la meditación, sin embargo, llegamos a la experiencia cognoscitiva de que si podemos


observar a esos elementos como en una pantalla no somos nosotros mismos esos elementos
sino algo distinto de ellos

Somos un testigo de los mismos. Ya no podremos identificarnos con nuestra mente pues
llegaremos a la evidencia contundente de que somos aquél que ve los procesos mentales y que
no somos, por ende, la mente misma

Estas experiencias meditativas iniciales se caracterizan por permitirnos estar “como en el cine
mirando una película”. La película que miramos asombrados esta compuesta por la gran
cantidad de contenidos mentales que van y vienen y que de desplazan de aquí para allá sin
rumbo ni sentido aparente.

El testigo que mira esa película, el cual somos nosotros mismos, se des identifica de todos
esos elementos mentales sabiendo que él no es ellos. Esto implica un gran avance cognoscitivo
de la conciencia pues dejamos de cargar con elementos que creíamos que eran necesarios
para nosotros.

Así llegamos a la comprensión de que existe en nuestro ser un núcleo esencial, un testigo de
todo lo que pasa pero que no es todo lo que pasa, donde encontramos paz, plenitud y
descanso.

Por primera vez en nuestras vidas encontramos, tal vez, un verdadero refugio seguro y
permanente donde descansar y contemplar, es decir, donde llevar a cabo las actividades
esencialmente espirituales del ser humano. Y, vaya paradoja, este refugio se encuentra en
nuestro interior y no hay que pagar tarifa cinco estrellas para acceder a el.

Habiendo trascendido la estructura mental con la cual nos hallábamos identificados, la


meditación nos abre de par en par las puertas para acceder al conocimiento de quién somos
verdaderamente.

En esta dimensión inicial de la meditación comenzamos a descubrir que no somos quienes


creíamos que éramos cuando nos identificábamos con los contenidos y el parloteo mental sino
que somos algo mas profundo, esencial, permanente y perfecto que eso.

¡Que buena noticia! Empezamos, por primera vez en nuestra vida, a descubrir la grandeza que
duerme dentro nuestro y lo extraordinario y perfecto que es el ser humano.

El conocimiento experiencial de este tipo de hechos no puede más que llenarnos de paz y
felicidad, además de ofrecernos un espectro más amplio del conocimiento de la concepción lo
que es el ser humano, su sentido y el del mismo universo.

En muchas tradiciones filosóficas a toda esa actividad mental espúrea con la que nos
identificábamos antes de tener esta experiencia meditativa se la denomina Ego.

Si lo tomamos en este sentido, con estas experiencias meditativas el ego comprendido de esta
forma comienza a morir hasta desaparecer.

Y esto es una buena noticia pues lo que muere es la ilusión de que nosotros éramos solamente
eso. Ahora hemos descubierto no solo que no somos eso sino que empezamos a vislumbrar
que somos algo mucho más grandioso de lo que jamás nos hubiéramos imaginado.

La expansión de la conciencia y de nuestra identidad

Si ya no nos identificamos con nuestro ego en el sentido de que advertimos que no somos eso,
comenzaremos a identificarnos con ese sujeto testigo mas permanente y estable del cual
hablábamos anteriormente. Ya no somos ni nos identificamos como siendo “un manojo de
pensamientos encontrados” sino un testigo permanente de ellos.
La toma de conciencia sobre la existencia de este sujeto-testigo logra expandir la conciencia
de quienes somos en realidad llegando a vislumbrar que formamos parte de una comunidad
universal de seres con un estrato, fundamento y origen común.

En este punto preciso comienza a expandirse la noción sobre la dignidad del ser humano y sus
fundamentos. Y no solamente los de el mismo sino la de todos los seres existentes.
Comenzamos a darnos cuenta que el materialismo que dominó nuestra vida hasta este
momento comienza a desvanecerse y desintegrarse.

Comenzamos a vislumbrar la evidencia de que no somos solamente “este cuerpo” sino que
también somos el sustrato inmaterial que lo anima. Justamente alma en lengua latina se dice
“anima” o, lo que es lo mismo, “lo que anima (desde adentro)”.

De esta manera el ser humano comienza a mostrar todas sus dimensiones entre las que
encontramos la material-corpórea, la psíquica-emocional, la mental y la espiritual. La
comprensión de que el ser humano no es unidimensional sino multidimensional nos salva de
caer en alguno de los reduccionismos tan comunes de nuestros días.

Entre los reduccionismos más comunes, algunos de ellos ampliamente utilizados por los
medios masivos de comunicación y por la publicidad, encontramos al materialismo que
pretende reducir al ser humano a su estrato o dimensión material.

Cuando el ser humano es considerado de esta manera lo único importante para el mismo es
su “superficie”, es decir, su aspecto exterior.

Convertir a las modas, a las cirugías estéticas y al culto a la belleza exterior en lo más
importante para el ser humano es alimentar el mencionado reduccionismo materialista.

No estamos diciendo que las “superficies” no sean importantes sino que no son lo más
importante o a lo que todo el resto del ser humano ha de reducirse

. Lo exterior y material del ser humano debe encontrar su importancia dentro de otras
dimensiones humanas tan o más importantes que ella en función de jerarquías que le son
propias.
La verdadera trascendencia Si ya no somos solamente “este cuerpo” sino un ser
multidimensional conformado por diferentes estratos, cada uno de ellos con su actividad
propia y específica, comenzamos a intuir una jerarquía entre ellos.

Esta jerarquía no es caprichosa sino que se fundamenta en los progresivos grados de


perfección que encontramos en las diferentes dimensiones humanas mencionadas.

De esta manera podemos avanzar desde lo corpóreo a lo psíquico y mental y, desde allí, al
alma espiritual.

El testigo de la meditación, el cual curiosamente no puede ser visto (no puede verse a si
mismo), reside en la dimensión espiritual mas elevada del ser humano y es el que se halla en
una íntima conexión con todos los seres existentes del universo y con el universo mismo

En la meditación logramos intuir que este testigo es uno con el resto del universo como
pareciendo que entre el y todas las cosas existentes existe una especie de conexión. Esto no
significa, claro está, que el sujeto-testigo se disuelva en el universo sino que, muy por el
contrario, logra acceder a la en realidad llegando a vislumbrar que formamos parte de una
comunidad universal de seres con un estrato, fundamento y origen común.

En este punto preciso comienza a expandirse la noción sobre la dignidad del ser humano y sus
fundamentos. Y no solamente los de el mismo sino la de todos los seres existentes.
Comenzamos a darnos cuenta que el materialismo que dominó nuestra vida hasta este
momento comienza a desvanecerse y desintegrarse.
Comenzamos a vislumbrar la evidencia de que no somos solamente “este cuerpo” sino que
también somos el sustrato inmaterial que lo anima

Justamente alma en lengua latina se dice “anima” o, lo que es lo mismo, “lo que anima (desde
adentro)”. De esta manera el ser humano comienza a mostrar todas sus dimensiones entre las
que encontramos la material-corpórea, la psíquica-emocional, la mental y la espiritual.

La comprensión de que el ser humano no es unidimensional sino multidimensional nos salva


de caer en alguno de los reduccionismos tan comunes de nuestros días. Entre los
reduccionismos más comunes, algunos de ellos ampliamente utilizados por los medios masivos
de comunicación y por la publicidad, encontramos al materialismo que pretende reducir al ser
humano a su estrato o dimensión material.

Cuando el ser humano es considerado de esta manera lo único importante para el mismo es
su “superficie”, es decir, su aspecto exterior.

Convertir a las modas, a las cirugías estéticas y al culto a la belleza exterior en lo más
importante para el ser humano es alimentar el mencionado reduccionismo materialista. No
estamos diciendo que las “superficies” no sean importantes sino que no son lo más importante
o a lo que todo el resto del ser humano ha de reducirse

. Lo exterior y material del ser humano debe encontrar su importancia dentro de otras
dimensiones humanas tan o más importantes que ella en función de jerarquías que le son
propias.

La verdadera trascendencia Si ya no somos solamente “este cuerpo” sino un ser


multidimensional conformado por diferentes estratos, cada uno de ellos con su actividad
propia y específica, comenzamos a intuir una jerarquía entre ellos. Esta jerarquía no es
caprichosa sino que se fundamenta en los progresivos grados de perfección que encontramos
en las diferentes dimensiones humanas mencionadas.

De esta manera podemos avanzar desde lo corpóreo a lo psíquico y mental y, desde allí, al
alma espiritual. El testigo de la meditación, el cual curiosamente no puede ser visto (no puede
verse a si mismo), reside en la dimensión espiritual mas elevada del ser humano y es el que se
halla en una íntima conexión con todos los seres existentes del universo y con el universo
mismo.

En la meditación logramos intuir que este testigo es uno con el resto del universo como
pareciendo que entre el y todas las cosas existentes existe una especie de conexión.
Esto no significa, claro está, que el sujeto-testigo se disuelva en el universo sino que, muy por
el contrario, logra acceder a la comprensión de que su ser posee algo en común con todo lo
existente.

Tiene algo en si que comparte con todos los seres existentes y con el universo mismo lo cual
nos orienta en el sentido de un origen común a todos ellos.

Comprender adecuadamente este punto es esencial para no caer en los panteísmos baratos
tan comunes de las filosofías de la Nueva Era o “New Age” donde el ser humano se disuelve en
una sopa de seres donde finalmente no se sabe donde empieza uno y termina el otro.

Esta experiencia de “conexión” con el resto del universo es un verdadero paso a la conciencia
de la trascendencia.

A nuestra conciencia ya no seremos mas un ser aislado y solitario del universo sino que
formamos parte de una trama perfecta que se interrelaciona con todos los seres. No somos,
como dirían los existencialistas, “un ser para la nada” sino un ser que con su grandiosa
presencia logra iluminar los vacíos y soledades del universo.

El ser humano no es “un ser mas” del universo sino el ser esencial, tal vez el mas importante y
relevante dentro del mundo físico.

El universo espera que “traigas a la luz” esa grandeza que duerme dentro de ti. Ese es el
motivo por el cual esa misma grandeza radica dentro de él.

Si el universo no esperara que la pongas en acto, no tu hubiera brindado la potencia para ella.
Estas no son, sin duda, preguntas menores.

La experiencia avanzada de meditación Si hasta aquí se ha sentido como en la montaña rusa


debo decirle que esto no es todo. Aún hay mucho más.

Cuando la práctica de la meditación se torna un hábito comenzamos a desarrollar cierta


destreza en el “atestiguar” del testigo de tal manera que cada vez vamos siendo más conciente
de realidades cada vez más sutiles de nosotros mismos y del universo.

En un determinado momento la “pantalla de cine” que el testigo atestigua no posee ninguna


película. En este momento la mente-ego ha cesado completamente su actividad lo que nos
permite percibir el sustrato mismo y común entre la película del cine y el testigo. Esto significa
que el testigo descubre un sustrato completo de plenitud pero ausente de formas, de ideas o
de elementos. No hay allí nada para ver y sin embargo allí esta todo pues ese es el escenario
en el que todo ocurre. Llegamos, por primera vez, a la aprehensión del sustrato último de toda
experiencia.

Allí es justamente donde las experiencias ocurren, lo cual significa que hemos trascendido el
estrato tradicional de la experiencia. La única manera de ilustrar ese estado es solamente
mediante metáforas.

A mi me da la especial sensación de estar en un basto océano iluminado con una tenue luz,
completamente pleno y perfecto

Algunas filosofías orientales llaman a estos estados “vacuidad” pues allí no hay nada que ver
en el sentido de que no hay formas, seres o elementos mentales que apreciar.

Todo es como un gran escenario perfecto y pleno pero sin nada que apreciar sobre el mismo.
Evidentemente, como podrá apreciar el lector, la intención de ilustrar con palabras estos
estados es sumamente difícil y solamente se puede dar una aproximación cognoscitiva
mediante el uso de metáforas.

La conciencia radical de este estado nos transmite la certeza de que esa “vacuidad” o
“sustrato” es común y esencial a nosotros de tal manera que podemos pensar que somos
parte de eso

. Ese estrato no es de este mundo sino de todos los mundos, es algo completamente presente,
perfecto, eterno y radical y, sin embargo, es como si fuera nada. ¿Cómo sentirse separado de
la trama íntima del universo luego de tamaña experiencia? La cumbre del proceso meditativo

Si somos cuidadosos en el análisis del proceso meditativo que hemos explicado hasta aquí,
nos puede dar la idea de que hay un progresivo alejarse del mundo de la forma o mundo
manifiesto.

Sin embargo, la cumbre del proceso meditativo implica la integración de los elementos que
anteriormente se mostraban separados, a saber, el testigo, el sustrato, la vacuidad, etc.

El proceso meditativo alcanza su punto culmine cuando el testigo se reconoce como un canal a
través del cual ocurre la manifestación del mundo.
El testigo y todo lo existente es, a la vez, una realidad en si misma y una realidad a través de la
cual se conforma el mundo.

Todos los seres manifiestan su conexión ineludible con un sustrato de “ser” común a todos
ellos a la vez que ellos mismos sirven como canales de manifestación

El testigo ya no es, en este estrato, el que experimenta el “sustrato” sino que, más bien, es
como una especie de apertura a través de la cual el sustrato se manifiesta.

Somos algo propio en nosotros mismos pero a la vez somos el canal a través del cual algo, que
no somos nosotros, viene a traer algo de si al mundo.

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