El Neolítico en España
El Neolítico en España
El Neolítico en España
ESPAÑA.
Hoz del calcolítico, Museo de Guadalajara 2600-1600 a. de C.
Ajuar funerario de los Zumacales,
Simancas, 4000-3000 a. de C. Museo
Arqueológico de Valladolid.
Espada de
Puertollano de
bronce
arsenicado,
Cultura argárica.
Museo
Arqueológico
Nacional, Madrid
Las diferentes situaciones sociales se reflejan en los ajuares funerarios con que se
enterraban los príncipes de la cultura argárica. Aunque hay enterramientos sin ajuar, en
otros hay armas de bronce bien fabricadas (puñales, espadas, alabardas), objetos de oro
y plata (como la diadema de Cehegín) y vasos cerámicos de cocción anaerobia para ser
usados por el difunto en el más allá. Las fosas tienen 1 o 2 m. de profundidad y el
cadáver se depositaba rodeado de grandes losas de piedra.
En la cultura argárica es habitual la
inhumación en posición fetal dentro
de una tinaja o una gran urna
fabricada en tierra cocida con forma
de huevo, cerrada con una tapa.
Cerámica del Argar. Los
ajuares cerámicos del Argar
son piezas muy sencillas, de
superficie lisa, muy brillante
por estar pulidas y barnizadas.
Los príncipes argáricos se
enterraban con ellas en la
creencia de que las
necesitarían en el más allá.
En la Edad del Bronce hispana, entre el 2500 y el 1800 a. de C. se fabricaba un tipo de
vaso funerario que conocemos como vaso campaniforme, porque tiene la apariencia de
una campana invertida. La identidad de formas, decoraciones y contextos arqueológicos
ha hecho pensar que puede corresponder a pastores, metalúrgicos itinerantes o acaso a
guerreros de prestigio. Suele asociarse a ritos inhumatorios en los que el cadáver era
enterrado en posición fetal (se entra y se sale de la vida en la misma postura). Durante
el sepelio, se bebía cerveza o caelia en honor del difunto. Terminado el rito del último
banquete, los vasos y las armas del difunto (puntas de flecha fundidas en una sola pieza)
eran colocados junto al cadáver y se sepultaban bajo la tierra.
En general, el vaso campaniforme se ajusta a la cerámica de cocción anaerobia y su
decoración es incisa, cubierta de un engobe en blanco, dibuja zig-zags que
simbolizan el agua en movimiento. La base del recipiente suele dibujar un punto
central del que parten cuatro acequias decoradas con zig-zags, que simbolizan
cuatro ríos. Es interesante señalar la afinidad de la idea de vida después de la
muerte, asociada a una estructura geométrica de apariencia cruciforme, con la
descripción del Jardín de Edén que se hace en el “Génesis” 2, en el que el Paraíso
es un vergel con una fuente en el centro y cuatro ríos que vierten sus aguas a los 4
puntos cardinales. La sacralidad de la cruz como símbolo de renovación de la vida
tras la muerte es mucho más antigua de lo que a primera vista podría parecer.
Indudablemente, las necrópolis del vaso campaniforme nos demuestran lo
profundas que eran las creencias religiosas de algunos pueblos de la Edad del
Bronce, que identificaban el agua como fuente dadora de vida que regaba la
totalidad de la tierra. A veces hay brazaletes de oro batido.
Los más interesantes ejemplos de este
tipo cerámico se encontraron en
Ciempozuelos (Madrid). Algunos de
los vasos de la necrópolis se conservan
en el Museo Arqueológico Nacional de
Madrid, mientras que otros se guardan
en la Real Academia de la Historia y el
Museo Arqueológico Regional de
Alcalá de Henares.