El Gobierno y La Administración Pública

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El Gobierno y la Administración Pública

1. Estado y Administraciones Públicas

Para que al Estado le sea posible llevar a cabo las funciones dictadas por la
Constitución, le es necesario contar con una serie de medios materiales y personales. La
Administración Pública constituye el principal instrumento empleado por el Gobierno para
desempeñar estas tareas. Por lo tanto, esta representa una organización compleja cuya
finalidad es gestionar la acción del Estado. A su vez, la Administración Pública está sometida
a un régimen jurídico particular.

Las bases de dicho régimen jurídico quedan plasmadas desde el artículo 103 al
artículo 107 del Título IV la Carta Magna. Junto a las mismas, existen una serie de
consideraciones que debemos tomar en cuenta al momento de adentrarnos en estos principios
constitucionales.

Primeramente, la configuración del actual Estado social conlleva una elevada


complejidad respecto a sus funciones y a sus formas de actuación. Junto a las funciones
clásicas del Estado liberal, la Constitución de 1978 atribuye a los poderes públicos un nuevo
conjunto de responsabilidades, las cuales quedan expresadas en el artículo 9.2 de dicho
documento. En consecuencia, es crucial la existencia de una Administración Pública eficiente
y capaz de afrontar estas funciones y los retos que las acompañan.

Asimismo, El Poder Ejecutivo se ve ejercido a través la Administración. Sin embargo,


no encontramos una equivalencia absoluta entre los mimos, puesto que existen determinadas
situaciones en que el Estado encomienda a particulares el cumplimiento de ciertas acciones
públicas mediante diversas técnicas jurídicas; como por ejemplo, la concesión para la
prestación de servicios públicos. También puede tener lugar el caso contrario, en el que
excepcionalmente, la Administración podrá llevar a cabo acciones de personas
jurídico-privadas como exigencia y complemento de su acción central.

Es necesario además, destacar que en determinadas circunstancias, el régimen jurídico


de este sistema resulta inadecuado o excesivamente rígido, por lo que el ordenamiento
establece la posibilidad de combinar elementos públicos y privados, dando lugar a multitud
de instrumentos para asistir en el cumplimiento de algunas tareas.
Cabezas administrativas: autoridades.

Misión estructura administración: con el trabajo de los empleados públicos, deben


cumplir los efectos de las administraciones públicas. La resolución: autoridad. Instruye,
acción, garantías… sujeción a la ley (39/2015) y (40/2015): funcionario

1. Tipos de Administraciones Públicas

Cuando hacemos mención de la Administración Pública, nos referimos a una unidad


vinculada al Estado. No obstante, tanto las particularidades del funcionamiento del Estado
como los factores que obstaculizan el ejercicio de sus competencias, provocan que la
Administración Pública quede seccionada en un conjunto de organizaciones de este tipo.

2.1. Organización territorial y Administración Pública

En nuestra Constitución queda establecido para España el modelo autonómico. Por lo


tanto, surge un doble orden de Administraciones Públicas. Por un lado, la Administración
General del Estado desempeña el ejercicio de las competencias dictadas por el bloque
constitucional. A su vez, las Administraciones Autonómicas desarrollan sus propias
competencias dentro de sus respectivas comunidades. Finalmente, aquellos territorios que no
sean clasificados como provincias, cuentan con las Administraciones Locales para la gestión
de sus intereses, tal y como indica el artículo 137 de la CE.

Esta organización descentralizada repercute en la Administración General del Estado.


Su organización en las unidades territoriales provinciales y autonómicas da lugar a la
Administración Periférica del Estado. En las CC. AA., esta se encuentra dirigida por los
Delegados del Gobierno; mientras que en las Provincias, por los Subdelegados del Gobierno
(art. 69 y ss. LRJSP). Este tipo de Administración no es autónoma, sino que constituye el
conjunto de servicios de la Administración General del Estado que desarrolla su actuación en
ámbitos territoriales infraestatales.

2.2 Administraciones no territoriales

La gestión de determinados intereses generales, en ocasiones, debe ser llevada a cabo


por entes administrativos de base no territorial, los cuales poseen personalidad jurídica propia
y se encuentran, por lo tanto, formalmente fuera de las Administraciones territoriales. Sin
embargo, no se encuentran desvinculadas a estas.

Dentro de esta categoría, distinguimos entre los entes de base corporativa y los de
base institucional. En el primer caso, las Corporaciones Públicas poseen una estructura
basada en el elemento personal. Por otro lado, los Organismos Públicos (art. 88 y ss. LRJSP)
tienen naturaleza institucional y como objetivo el cumplimiento de un determinado fin
público de tipo administrativo (Organismos autónomos) o empresarial (Entes públicos
empresariales) (art. 43 LOFAGE). Algunos ejemplos de este tipo de administraciones son los
entes encargados de la administración sanitaria, de la seguridad social o relacionados con la
actividad económica-empresarial del Estado.

A pesar de poseer personalidad jurídica propia, las Administraciones no territoriales


dependen en cierta medida de las territoriales. Por lo tanto, existen entes corporativos e
institucionales de naturaleza pública de ámbito estatal, autonómico o local.

2.3 Otras Administraciones Públicas:

Además de las Administraciones mencionadas anteriormente, existen otras ajenas a la


organización territorial del Estado. Es este el caso de los órganos constitucionales. Estos
necesitan contar con un aparato administrativo propio para la gestión de sus asuntos, el cual
sea independiente del resto de órganos y administraciones.

Los órganos que representan los poderes del Estado, como las Cortes Generales, el
Tribunal Constitucional y el Consejo General del Poder Judicial necesitan de un aparato
administrativo independiente del de la Administración del Estado. Otros ejemplos de ello es
el Poder Judicial, que se ve asistido por la Administración de Justicia; y otros órganos
establecidos en la Constitución como el defensor del Pueblo y el Tribunal de Cuentas.

Debemos también resaltar la Administración Electoral establecida en la LOREG, cuyo


fin es garantizar la transparencia y objetividad del proceso electoral (art. 8.1)

Así como en el ámbito estatal, a nivel autonómico; las Asambleas Legislativas de las
Comunidades Autónomas o los órganos de fiscalización similares al Defensor del Pueblo o al
Tribunal de Cuentas, poseen también sus estructuras administrativas propias.
3. Los Principios Constitucionales de la Administración

Los artículos 103 a 107 de la Constitución marcan los principios clave de la


Administración Pública, ampliados en la Ley de Régimen Jurídico del Sector Público. Estos
principios se basan en modelos de administración modernos, inspirados en la Revolución
Francesa y adaptados al Estado de Derecho. Otros aspectos constitucionales también tratan
este tema, agrupados en diferentes secciones.

3.1. El sometimiento de la Administración al ordenamiento jurídico

El principio de sometimiento de la Administración a la ley y al Derecho establece que


la Administración está sujeta al ordenamiento jurídico en su totalidad, incluyendo la
Constitución, las leyes, los reglamentos y los principios generales del derecho. Esto significa
que debe actuar de acuerdo con todas estas fuentes legales.

El principio de legalidad en la acción administrativa significa que esta solo puede


actuar cuando la ley le otorga autorización previa. Además, según el artículo 103.1 la
Administración debe someterse al ordenamiento jurídico, lo que implica que sus acciones
pueden ser revisadas por los jueces según lo establecido en el artículo 106.1 de la
Constitución Española.

3.2. Administraciones Públicas y estructura del Estado

El artículo 149.1.18 de la Constitución Española establece las reglas generales sobre


el régimen jurídico de las Administraciones Públicas desde el punto de vista de la
organización territorial del Estado. Esto significa que corresponde a los poderes centrales
definir las normas principales sobre cómo funcionan las diferentes Administraciones
Públicas, cómo trabajan los funcionarios en ellas y cuáles son sus reglas de actuación.

3.3. Organización y estructura de las Administraciones Públicas

El artículo 103 de la Constitución establece principios sobre la organización de las


Administraciones Públicas, aplicables a todas sin importar su territorio, según el Tribunal
Constitucional.

o El texto trata sobre el principio de jerarquía en la organización administrativa del


Estado. Establece una estructura piramidal en la Administración del Estado, con el
Gobierno en la cima y los Ministerios y sus subdivisiones en niveles inferiores. Las
relaciones son mayormente jerárquicas, guiando la toma de decisiones y su ejecución.
o El principio de descentralización distribuye poder y responsabilidades entre niveles de
gobierno. Aunque mencionado en la Constitución Española, su significado no es
claro. Implica acercar decisiones y acciones administrativas al ciudadano mediante
entidades especializadas.
o La desconcentración acerca decisiones y gestión administrativa a ciudadanos. A
diferencia de la descentralización, afecta solo a una Administración, con el fin de
ejecutar acciones administrativas a nivel local.
o El principio de coordinación en la Administración Pública exige trabajo conjunto y
eficiente entre sus elementos, más allá de la jerarquía. Herramientas coordinadas son
necesarias para cumplir funciones públicas racional y efectivamente, conforme a la
Constitución.
o El principio de legalidad orgánica establece que los órganos de la Administración del
Estado deben ser creados, dirigidos y coordinados conforme a la ley (art. 103.2 CE),
dando respaldo legal y legitimidad democrática a la organización administrativa. El
Tribunal Constitucional permite al Gobierno complementar y desarrollar estas
normas, siempre que estén en línea con lo establecido por el legislador.

3.4. Principios relativos a la acción administrativa

Se discute el principio constitucional de objetividad en la Administración Pública, que


requiere imparcialidad y neutralidad en beneficio del interés general. Respaldado por la
Constitución Española en los artículos 103.1 y 103.3, destaca la imparcialidad de los
funcionarios en sus funciones.

o La Adm. Pública, parte del poder ejecutivo, debe ser objetiva, siguiendo las
directrices gubernamentales y las leyes para garantizar justicia y evitar arbitrariedades
al ejecutar la política gubernamental dentro de límites legales.
o El principio de eficacia (Art. 103.1 CE) requiere que la Administración sea efectiva,
logrando resultados concretos respetando el Estado de Derecho y los límites legales,
ejemplificado en normativas como las facultades de expropiación. Es vital que la
eficacia administrativa respete los principios del Estado de Derecho y no excuse
acciones fuera de la ley.
o El principio de participación ciudadana en la Administración es esencial en
democracia. Reglas para que los ciudadanos sean escuchados en leyes, accedan a
archivos y participen en procedimientos. La Administración debe informar, pero la
publicidad puede tener límites por otros valores constitucionales. Transparencia
administrativa regulada por la Ley de Transparencia y Buen Gobierno.
o En lo referente al principio de responsabilidad de la Administración, esta debe
responder por daños causados a ciudadanos en su ejercicio, aún sin responsabilidad
personal de empleados. E igualmente garantiza el Estado de Derecho, asegurando el
cumplimiento de obligaciones y compensación por perjuicios.

3.5. El régimen de los funcionarios públicos

Se explica que los funcionarios, como servidores del gobierno y encargados de los
intereses públicos, tienen un conjunto específico de leyes que regulan su estatus. En la
Constitución Española, el Título IV establece algunas reglas generales para el estatuto legal
de los funcionarios públicos.

La segunda regla permite crear reglas especiales para la sindicación de los


funcionarios públicos debido a su función y la estructura jerárquica de la Administración.
Reconoce su derecho a sindicarse y da la opción de establecer normas específicas para este
ejercicio.

El artículo 103.3 de la Constitución Española muestra que el legislador debe


establecer normas sobre las incompatibilidades de los funcionarios y garantías para asegurar
su imparcialidad en el cumplimiento de sus deberes. Esto significa que el legislador tiene la
responsabilidad de crear reglas que aseguren que los funcionarios sean imparciales en su
trabajo, cumpliendo así con el principio constitucional de objetividad en la administración
pública. 21 / 21

El Art. 103.3 CE indica que el régimen de funcionarios se establece por ley, siguiendo
el principio de legalidad en la administración. Las normas deben crearse por leyes, pudiendo
complementarse por normas de menor rango.

3.6. Previsiones sobre determinadas Administraciones Públicas

La Constitución tiene reglas específicas para ciertas Administraciones Públicas y


órganos que realizan funciones administrativas. Se menciona la importancia de la
Administración de Justicia como parte esencial de la función jurisdiccional, además destaca
la existencia del Ministerio Fiscal con su propia organización administrativa.

El artículo 149.1.18 de la Constitución Española afirma que hay varias


administraciones territoriales relacionadas con las entidades autónomas, y es responsabilidad
del Estado establecer las regulaciones básicas para ellas.

Existen reglas especiales para ciertos órganos del Estado, como las Fuerzas Armadas
y los Cuerpos de Seguridad, debido a las funciones específicas que realizan. El artículo 107
de la Constitución establece el Consejo de Estado como un órgano administrativo importante.

4. El control de la Administración
La Administración Pública está sometida a distintos controles, en especial, el control
político y el control jurídico.

En cuanto al control político, son las Cortes Generales las que se encargan de
controlar al Gobierno y, por lo tanto, este control se proyecta también en la Administración.

En cuanto al control jurídico, tal y como dice el art. 9.1 CE, la Administración, al ser
un poder público, está sometido a la Constitución y al ordenamiento jurídico. Este control
jurídico se divide en controles jurisdiccionales y controles no jurisdiccionales.

4.1. Controles jurisdiccionales

Según el art. 106.1 CE, son los Tribunales los que se encargan de controlar la potestad
reglamentaria y la legalidad de la Administración. Concretamente, el control jurisdiccional se
ve reflejado en el orden contencioso-administrativo.

En principio, toda actuación de la Administración Pública es susceptible de ser


controlada para ver su adecuación al ordenamiento jurídico. Sin embargo, se debe aclarar que
esta afirmación debe verse de forma más flexible en algunos casos. Por ejemplo, aunque el
ordenamiento jurídico delimita detalladamente la actuación administrativa, no se puede
esperar que estén premeditados todos sus elementos, pues la Administración debe contar con
un margen de discrecionalidad no fiscalizable jurídicamente para que esta pueda realizar sus
funciones. Asimismo, se puede ver reflejado este margen en las actuaciones del Gobierno que
van más allá de su función ejecutiva y administrativa, pues existen elementos que no son
controlables por los tribunales ya que corresponden a la libertad de acción del Gobierno. Un
ejemplo sería la decisión de disolver las Cámaras por parte del Presidente, pues la acción en
sí misma no puede ser controlable, aunque sí puede serlo el que dicha acción se adopte por
Real Decreto. En cualquier caso, se busca siempre que haya un equilibrio entre el control del
ordenamiento jurídico y la libertad de actuación del Gobierno y la Administración.

Volviendo al inicio, como ya se ha mencionado anteriormente, es normalmente el


orden contencioso-administrativo el encargado del control de la Administración a través de
los recursos contencioso-administrativos. Sin embargo, algunas actuaciones de la
Administración (normalmente ligadas a la protección de derechos fundamentales del
individuo) están sujetas a procedimientos especiales, como lo es por ejemplo el habeas
corpus. Asimismo, el Tribunal Constitucional también controla algunas actuaciones de la
Administración, que en general ocurre cuando se han acabado los recursos que el
ordenamiento otorga ante los tribunales ordinarios (como es el caso del recurso de amparo),
aunque también se puede acudir directamente al Tribunal Constitucional en temas
relacionados con el control del reparto de competencias entre el Estado y las Comunidades
Autónomas o el control de constitucionalidad de actos de las Comunidades Autónomas a
petición del Gobierno.

4.2. Controles no jurisdiccionales

Los controles no jurisdiccionales están vinculados con la protección de los derechos


fundamentales. Dentro de estos controles podemos encontrar la Agencia de Protección de
Datos y el Defensor del Pueblo.

La Agencia de Protección de Datos se encarga de proteger los derechos del ciudadano


frente al uso de la informática y al tratamiento automático de datos.

El Defensor del Pueblo, según el art. 54 CE, es el alto comisionado de las Cortes
Generales, y se encarga de supervisar la actividad de la Administración y de defender los
derechos consagrados en el Título Primero de la CE. El Defensor del Pueblo está regulado
por la ley orgánica 3/1981 de 6 de abril, y su función principal es defender los derechos de
los ciudadanos que se han visto vulnerados por la Administración Pública o empresas que
prestan servicios públicos. El Defensor del Pueblo recibe las quejas de los ciudadanos de
forma gratuita (ya sean españoles, extranjeros, menores de edad...) mediante una consulta en
persona, una carta o a través de su web, donde tendremos que explicar nuestro problema y
aportar la documentación necesaria para que el Defensor del Pueblo trabaje ante las
instituciones y organismos públicos y defienda esos derechos no reconocidos. Hay que
destacar que el Defensor del Pueblo solo puede actuar en el ámbito público, es decir, frente a
problemas relacionados con la Administración, y este problema no puede estar en trámite
judicial.

Como dato curioso, he de decir que la Administración acepta +75% de las


resoluciones del Defensor del Pueblo, por lo que se debe apreciar su papel como control no
jurisdiccional de la Administración.

Nace en lugares escandinavos, que luego será aceptado por la mayoría de los estados
democráticos. La UE también tiene y las CCAA también (síndico de agravios en CV).

Defensa y protección DDFF de particulares, pero cuando se ven dañados por parte de
la administración (actividades, normas…). Puede concluir interviniendo el recurso de amparo

4.3. El Consejo de Estado

El Consejo de Estado es definido por el art. 107 CE como el órgano supremo


consultivo del Gobierno, y, por lo tanto, de las Administraciones Públicas del Estado. Este
está regulado por la LO 3/1980, de 22 de abril, y sirve como control de la legalidad de los
proyectos legislativos emanados del Ejecutivo (proyectos ley), de la responsabilidad
patrimonial de la Administración, de la revisión de oficio de actos administrativos, y de la
resolución, interpretación y modificación de contratos públicos. Es por eso que su función
principal es de tipo consultivo y consistente en la emisión de dictámenes sobre la
conformidad jurídica de tales actos.

De la misma forma en la que existe el Consejo de Estado, también existen los


Consejos Consultivos de las Comunidades Autónomas, encargados de la supervisión en el
ámbito de la administración autonómica y las entidades locales.

El Consejo de Estado se compone de un Presidente, Consejeros permanentes


(inamovibles), Consejeros electivos (mandato de 4 años) y Consejeros natos. Mientras que el
Presidente, los Consejeros permanentes y los Consejeros electivos son escogidos por el
Consejo de Ministros y necesitan ocupar puestos prestigiosos en el Gobierno o en la
Administración, los Consejeros natos lo son al ocupar un cargo en determinados órganos de
la Administración o al haber sido Presidente del Gobierno.

4.4. El Tribunal de Cuentas

El Tribunal de Cuentas es definido por el art. 136 CE como órgano supremo de


control contable del Estado y del sector público. Este está regulado por la LO 2/1982 del
Tribunal de Cuentas, y está designado por las Cortes como órgano con independencia
funcional.

El Tribunal de Cuentas se compone de 12 Consejeros designados por las Cortes que


formarán el Pleno durante 9 años, de los cuales uno será el Presidente nombrado por el Rey.

La competencia del Tribunal de Cuentas es general para toda España y cubre todas las
actuaciones de la Administración Pública. Sin embargo, también existen instituciones
homólogas en algunas Comunidades Autónomas para el control contable el sector público
autonómico.

Aunque el Tribunal de Cuentas depende de las Cortes Generales (pues ejerce sus
funciones por delegación de las Cortes), también posee jurisdicción propia relativa al
enjuiciamiento contable de las infracciones detectadas en las cuentas del Estado y del sector
público. Las funciones principales del Tribunal de Cuentas son examinar todas las cuentas
públicas, auditar la Cuenta General del Estado y comprobar las cuentas de los partidos
políticos, todo esto con el objetivo de mejorar y optimizar la gestión económica del sector
público.

La función de fiscalización contable del Tribunal de Cuentas se encarga de controlar


el sometimiento de la actividad económica del sector público a los principios de legalidad,
eficiencia y economía. Además, examina la Cuenta General del Estado en un plazo de 6
meses para después publicar en el BOE su informe del examen. Asimismo, presenta
anualmente un informe a las Cortes de toda su labor de fiscalización y remite un informe a las
Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas respecto de sus presupuestos.

Por otra parte, la jurisdicción propia de carácter contable del Tribunal de Cuentas se
ejerce sobre quienes manejan bienes públicos. Es por eso que puede exigir responsabilidad
contable a quienes causen daño a los presupuestos públicos por actuar en contra de la ley. Sin
embargo, hay que destacar que el Tribunal de Cuentas se limita exclusivamente a la
jurisdicción contable y no tiene competencias en la jurisdicción contencioso-administrativa ni
en la ordinaria penal.

5. La Administración Militar y Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad

Como hemos resaltado en apartados anteriores, debido a las particularidades de sus


funciones, existen determinadas instituciones dentro del Estado que requieren un régimen
jurídico especial. Es este el caso de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad. Es en estas donde reposa el monopolio del uso legítimo de la fuerza atribuido al
Estado. Debido a su importancia, la Constitución estudia su régimen jurídico-administrativo
en los artículos 8 y 104.

A las Fuerzas Armadas les corresponde garantizar la soberanía e independencia de


España, defender la integridad territorial y el ordenamiento constitucional (art. 8 CE) y a las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado la protección del libre ejercicio de los derechos y
libertades y garantizar la seguridad ciudadana (art. 104 CE). De manera resumida, las Fuerzas
Armadas se encargan de la actuación fundamentalmente en el exterior, mientras que los
Cuerpos y Fuerzas de Seguridad se enfocan en el ámbito del orden público interno.

5.1 Las Fuerzas Armadas

El régimen jurídico de las Fuerzas Armadas se basa en la estructura fuertemente


jerarquizada que se requiere para garantizar un correcto cumplimiento de sus funciones, lo
cual no implica que queden excluidas del cumplimiento del ordenamiento jurídico y
constitucional que deben defender (art. 8 CE). Relacionado con ello, el art. 34 de las Reales
Ordenanzas de las Fuerzas Armadas establece que cuando las órdenes dictadas sean
contrarias a la Ley o la Constitución, los militares tienen la posibilidad de desobedecerlas,
asumiendo las consecuencias de su acción u omisión.

Como establece la Carta Magna, la jurisdicción militar es externa el resto del


ordenamiento, limitando su aplicación al ámbito castrense (art. 117.5). Junto al mismo, los
miembros de las Fuerzas Armadas quedan sujetos al Código Penal Militar. Además, a
diferencia de la Administración Civil (art. 25.3 CE), el régimen disciplinario de las Fuerzas
Armadas podrá imponer penas que impliquen la privación de libertad.

Es fundamental, asimismo, destacar cómo al formar parte de las Fuerzas Armadas, se


ve afectado el ejercicio de derechos fundamentales. Algunos ejemplos de ello son los
artículos 28 y 29 de la Constitución, a través de los cuáles se posibilita la exceptuación o
limitación del derecho a libertad sindical y la prohibición de la petición colectiva
respectivamente. El resto de limitaciones vienen expuestas en las Reales Ordenanzas de las
Fuerzas Armadas y en otras normas legales.

El principio de unidad estrictamente jerarquizada que define a las Fuerzas Armadas,


se traduce en la existencia de un mando supremo único atribuido al Jefe de Estado (art. 62
CE). Sin embargo, este es de carácter mayormente simbólico, ya que le corresponde al
Gobierno determinar la política militar y la defensa (art. 97 CE).

Finalmente, resaltaremos que las Fuerzas Armadas se encuentran divididas en tres


ejércitos: Ejército de Tierra, Armada y Ejército de Aire (art. 8).

b) Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad

Al igual que las Fuerzas Armadas, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad se encuentran
también bajo un régimen jurídico particular y, ya que dependen del Gobierno, su organización
jerárquica no se encuentra fuera de las pautas de funcionamiento ordinarias establecidas en la
Constitución.

Es de vital importancia destacar la STC 55/90. En esta se expresa cómo las Fuerzas y
Cuerpos de Seguridad son fundamentales para velar por el orden público, pero ya que
cuentan con el uso legítimo de la fuerza y de medidas de coacción, pueden tener lugar
situaciones en que peligre la libertad y seguridad de los ciudadanos, así como derechos y
bienes constitucionales de la persona.

Cambiando de enfoque, desde un punto de vista organizativo, existen Fuerzas y


Cuerpos de Seguridad de distinto nivel territorial al no ser la seguridad pública una materia
exclusiva de los poderes centrales del Estado. A nivel estatal, está el Cuerpo Nacional de
Policía y la Guardia Civil, ambos dependientes del Ministerio del Interior (art. 9 LO de
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad). También nos encontramos con la policía judicial, integrada
por unidades adscritas a órganos judiciales o del Ministerio Fiscal (art. 126 CE), pero que
pueden seguir perteneciendo a los cuerpos estatales. En el ámbito territorial, las CCAA han
creado policías propias según lo habilitado por el artículo 149.1.29 de la Constitución; y
dentro de los municipios puede haber también policías locales.

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