Psicologia
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Otra característica común entre los primeros dos niveles de conciencia, según el
psicoanálisis, es el principio de realidad, por lo que estos sistemas nos permiten
tanto adaptarnos a las circunstancias como postergar nuestro deseo si este no se
puede satisfacer en el momento.
Por el contrario, el inconsciente no tiene esta capacidad, sino que
busca satisfacer su placer y deseo sin capacidad de espera y control ya que en
este caso predomina el principio de placer.
Otra diferencia entre los sistemas del aparato psíquico que describe Freud, en el
desarrollo del psicoanálisis, se refiere a la lógica de realidad.
Mientras que el nivel consciente y preconsciente están prescritos a los códigos de
lenguaje y los contenidos tienen significado literal y no oculto, el inconsciente no
sigue ningún orden lógico, es incoherente y caótico y por tanto tiene significados
que van más allá de lo evidente y literal. El contenido de estas tres instancias es
dinámico y por tanto se mueve y va pasando por los diferentes niveles.
El objetivo en las terapias psicoanalíticas es hacer consciente lo inconsciente.
Al ello, según el psicoanálisis, se le atribuye la característica de “gran reservorio”
de la lívido, de las energías pulsionales y del deseo.
Es descrito por Freud como un caos. Según él, el ello se encuentra en conflicto
con las otras dos instancias (yo y superyó) que describiremos a continuación:
persigue su afán de expresar esa energía y promover la descarga de esta.
El ello designa la parte más inconsciente del hombre, es el depósito de los
instintos humanos, el receptáculo de los deseos reprimidos y no reconocidos en
las profundidades, según la teoría DEL APARATO PSIQUICO psicoanalítico.
Estas necesidades pulsionales necesitan ser canalizadas, en particular a través
de la sublimación (que consiste en realizar un deseo instintivo de forma indirecta).
El ejemplo que da el psicoanálisis de Freud es el artista sublimando sus impulsos
a través del arte.
El yo designa la parte de la personalidad que asegura las funciones conscientes.
Según el psicoanálisis Freudiano, el yo es la parte defensiva de nuestra
personalidad.
Trata, gracias a un rol de mediador, de responder a los intereses respectivos del
ello y del superyó.
El yo es descrito como una pobre criatura que debe obedecer a tres amos: al
mundo exterior, al ello o polo pulsional y al superyó, el juez.
El yo asegura la estabilidad del sujeto, impidiendo que libere sus impulsos en el
día a día mediando entre las demandas del ello y las exigencias del superyó.
El superyó, en el psicoanálisis de Freud representa una interiorización de las
prohibiciones parentales, un poder de interdicción que el yo está obligado a
tener en cuenta. De hecho, durante la infancia, el ser humano sufre una larga
dependencia expresada por el superyó.
El superyó es en el aparato psíquico de Freud, esa voz en nosotros que dice “no
debemos”, una especie de ley moral que actúa sobre nosotros sin comprender
su origen, pero que guarda una fuerte relación con los valores de la(s) cultura(s) y
subcultura(s) en la que estemos inmersos y en la que nos hayamos desarrollado.
De forma simplificada, el superyó es aquella voz que nos dice lo que está mal y
que nos empuja a acercarnos al ideal de aquello que está bien y es correcto.
La concepción clásica: Abarca desde los primeros filósofos hasta la edad media,
estuvo centrada en determinar los orígenes del cosmos, el hombre fue entendido
como parte del cosmos dotado de razón y había una preocupación por establecer
las reglas de las relaciones entre alma y materia. Platón y Aristóteles, hablaron
sobre esto. Platón afirmando que las ideas son afirmadas por la razón, mientras
que las cosas son reveladas por los sentidos y Aristóteles afirmando que materia y
espíritu no pueden existir por separado. Esto es lo que conocemos como
concepción cosmocéntrica.
La concepción cristiana: Va a construirse como teocéntrica, la fuente del
conocimiento se sitúa fuera del hombre en un Dios creador y como la razón ya no
es suficiente, debe acudirse a la fe como un instrumento de conocimiento.
Concepción moderna: Se puede señalar la aparición del método experimental en
el siglo XVII y la separación de la física de la filosofía como un primer momento de
lo que fue todo un proceso. El hombre pasa a ser valorado como sujeto de
conocimiento y un referente para la construcción del significado del universo, la
mayor referencia, para esta edad de la razón fue Descartes, quien abrió un
dualismo entre lo fisiológico y lo psicológico. Que genera una división, por un lado,
un conocimiento organicista y mecánico del ser corporal y biológico del hombre y
por otro un conocimiento espiritualista introspectivo del alma humana. Intento de
constitución de una psicología independiente a partir del modelo de las ciencias
físico-naturales del siglo XIX.
En Europa del siglo XIX, la filosofía mantenía la idea de hombre como ser racional
dotado de consciencia, por lo tanto, la psicología se continuó como la explicación
racional de los hechos de consciencia. La defensa de la ciencia experimental
aparece Aguste Comte. Comte decía, que el espíritu humano daba a renunciar y a
reconocer la esencia de las cosas, ilimitarse a la relación de los hechos de la
experiencia y de sus relaciones y variables. O sea, toda proposición que no pueda
reducirse a un hecho no puede ofrecer ningún sentido real.
Otro acontecimiento del siglo XIX fue la teoría de la evolución de Darwin que
afianzó la idea del hombre como ser natural, dejándolo así, como fuera de ser el
privilegiado de la creación para convertirse en un objeto más del conocimiento.
Posiblemente esto es un primer momento en el que permite descifrar el objeto de
la psicología, a partir del momento en el que el ser humano, es concebido como
un producto de la cultura, indiscutiblemente liado a ella. A partir del estudio de
Comte, Darwin y la aparición de Wundt, la psicología solo puede percibir su
diploma de ciencia en medida que demuestre la utilización del método
experimental y se ajuste a los principios y conocimiento de las ciencias naturales.
Wundt, decide romper con la psicología metafísica, basada en la introspección y
fundan a la psicología experimental que busca cumplir los requisitos de las
ciencias naturales. Es en este momento de ruptura de la psicología como rama de
la filosofía y la psicología como ciencia experimental, que se sientan las bases de
una discusión epistemológica que va a atravesar la historia de la psicología hasta
el día de hoy. Por un lado, los que apostaron que la psicología debe adaptar, los
criterios de la ciencia experimental positiva y por otro los que afirman que el
estatuto de cientificidad de la psicología debe adaptarse a través de los criterios
radicalmente diferentes a los criterios de la ciencia naturales.
Construcción de los sistemas psicológicos contemporáneos
Para entender las cuestiones que plantea la psicología contemporánea hay que
entender las raíces y contextos históricos en que siguieron diferentes escuelas o
corrientes teóricas. El estudio de la psicología se distingue en tres etapas. La
primera la psicología precientífica o filosófica, estrechamente ligada a la
evolución de las cosmovisiones filosóficas dependía como parte de la filosofía.
La segunda, la psicología funcional del S. XIX, que surge a partir de la separación
de la filosofía reclamando para sí el rango de la ciencia independiente. En tercer
lugar, los desarrollos psicológicos contemporáneos que, a partir del siglo XX,
intentan una distinción de los conceptos teóricos y metodológicos que
caracterizaron a la psicología decimonónica. Así como la primera busca
deslindarse de la psicología del alma por considerar sus nociones especulativas y
carentes de fundamentos científicos. La segunda apunta a los tres pilares de la
psicología del siglo XIX, consciencia introspección y elementalísimo. Esto nos
permite comprender el surgimiento casi simultáneo de los grandes sistemas
teóricos contemporáneos, que partiendo de diferentes conceptos
epistemológicos intentan explicar diversos aspectos de diversidades psíquicas, el
psicoanálisis el conductismo, la teoría de Gestalt y las teorías constructivistas.