3 - A - Carla Lois - Técnica, Politica y Deseo Territorial en Cartografía Oficial
3 - A - Carla Lois - Técnica, Politica y Deseo Territorial en Cartografía Oficial
3 - A - Carla Lois - Técnica, Politica y Deseo Territorial en Cartografía Oficial
México, 2009
Historias de la Cartografía de Iberoamérica.
Nuevos caminos, viejos problemas
Primera edición, 16 de enero de 2009
Primera parte
Las representaciones cartográficas
Uma cidade, duas simbologias. Cartografia européia e chinesa
de Macau dos séculos XVI e XVII. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Francisco Roque de Oliveira
Segunda parte
Las cartografías del territorio: estudios de caso
El atlas parcelario del municipio de Llívia (Cataluña) de 1849. . . . . . . . . . . 123
Francesc Nadal
Tercera parte
La cartografía, la técnica y la planificación: aspectos
técnicos de la producción o del uso de las cartografías
A Comissão de Triangulação do município da Corte, 1868-1878. . . . . . . . . 231
Manoel Fernandes de Sousa Neto
Carla Lois
Instituto de Geografía
Universidad de Buenos Aires
A pesar de que, desde la ruptura de los lazos coloniales con España, en 1810, se
habían registrado diversos intentos por organizar tareas cartográficas en sedes
militares,2 todavía en la década de 1880 las únicas cartografías existentes que
ofrecían una descripción integral del territorio del estado correspondían a las
obras de extranjeros, y tenían variable y desarticulada información topográfica.
Desde mediados del siglo XIX, en los tempranos tiempos de la organiza-
ción estatal,3 los gobiernos centrales participaron en diversos emprendimientos
cartográficos, asumiendo que era de vital importancia y trascendencia disponer
de mapas que, al igual que en gran parte de los estados modernos, permitieran
visualizar, gobernar y administrar el territorio del nuevo estado.
En efecto, en la segunda mitad del siglo XX se llevó a cabo un conjunto de
políticas territoriales e institucionales orientadas a definir y consolidar el terri-
1 Este trabajo expone resultados de una investigación financiada por el Programa Universia-
Banco Río, 2005-2006.
2 Entre 1810 y 1850, varios colegios y academias militares que adoptan el modelo curri-
cular español de la enseñanza en matemáticas, aritmética, geometría e ingeniería para la
formación de oficiales e ingenieros militares. Algunos de ellos fueron: Academia Militar de
Matemáticas (1810-1812), Escuela de Matemática y sus aplicaciones al arte militar, Tucu-
mán (1814), Academia Militar de Matemáticas del Consulado de Buenos Aires (1816-1821),
Colegio Militar de la provincia de Buenos Aires (1828-1830). El errático funcionamiento de
esas instituciones, la interrumpida formación profesional y la escasa producción cartográfica
de esos organismos corrobora que los explícitos intentos por reproducir las instituciones de
los ingenieros militares de España quedaron inconclusos.
3 Al referirse a los tiempos tempranos de formación y organización estatal se hace referencia
a la época de la sanción de la primera Constitución federal (1853), acordada por catorce pro-
vincias que, desde la independencia, habían tenido gobiernos relativamente autónomos.
244 . Carla Lois
torio estatal. Probablemente, las acciones más rotundas realizadas en ese senti-
do fueron las avanzadas militares sobre los territorios indígenas de la Patagonia
(1879) y del Chaco (1884): la ofensiva militar y la anexión de las tierras indígenas
no sólo implicó el exterminio y la reducción de las poblaciones indígenas sino
que también se articuló con un acelerado proceso de reparto de tierras y con un
proyecto económico basado en la producción agropecuaria. Las particularidades
de este proceso de formación territorial parecen haber incidido en el desarrollo
de tareas cartográficas (que respondieron a diversas necesidades específicas plan-
teadas en esos contextos).
En este trabajo se analiza el desarrollo de los proyectos y las tareas cartográ-
ficas oficiales del Estado argentino, desde los primeros tiempos de organización
nacional hasta la sanción de la ley que ordena y prescribe los modos y los marcos
institucionales bajo los cuales se harán o autorizarán los mapas reconocidos y
aceptados por el Estado, en 1941.
En el primer apartado se presentarán los primeros estudios geográficos y
cartográficos que ofrecieron una imagen integral de la Argentina, y se analizarán
algunos aspectos centrales y característicos de las obras de este periodo relativos
a la interpretación del territorio del nuevo estado federal.
En el segundo se indagarán dos cartografías de los territorios indígenas
anexados, realizadas con materiales tomados en las campañas militares y se verá
qué alternativas proponen en la representación de esas regiones respecto de los
mapas anteriores.
En el tercero se hará referencia a la relación que hubo entre cartografía y
política internacional para analizar tanto el uso de mapas en demarcaciones limí-
trofes y conflictos diplomáticos en zona de frontera como la intervención sobre
la geografía representada en los mapas con vistas a utilizar dichos mapas como
documentos probatorios.
Finalmente, en el cuarto apartado se repasarán los proyectos y las tareas
técnicas realizadas durante la primera mitad del siglo XX con los que se pretendió
llevar adelante la elaboración de una cartografía topográfica de todo el territorio
estatal.
de producir un mapa integral del territorio estatal habían sido elaboradas por
extranjeros.4 En efecto, la participación de extranjeros en diferentes esferas de la
administración pública y, especialmente, en los ámbitos de la ciencia, fue uno de
los motores de los proyectos de modernización encarados por las elites gobernan-
tes: en los campos de la geografía y la cartografía, ante la falta de especialistas
y profesionales argentinos capacitados para encarar ese tipo de proyectos, la
“importación” de técnicos y científicos permitió superar esa carencia, y disponer
de textos y mapas modernos que mostraran a los europeos las potencialidades de
este estado nuevo.
El primer antecedente de este tipo de literatura geográfica es la obra de Wo-
odbine Parish,5 Buenos Ayres and the Provinces of the Rio de la Plata from their
discovery and conquest by the Spaniards to the establishment of their political inde-
pendence publicada originalmente en Londres, en 1852, le siguieron dos ediciones
castellanas realizadas en Buenos Aires, en 1852 y 1853. En rigor se trataba de una
especie de manual para inversores, donde se reseñaban las características físicas del
territorio argentino y sus potencialidades económicas. Si bien la edición inglesa
sólo incluyó planos de Buenos Aires, la primera edición castellana ya contaba con
el mapa “The provinces of the Río de la Plata and adjacent countries” (tanto el
título del mapa como todas sus inscripciones aparecen en inglés; Figura 1).
Este mapa, dibujado por el reconocido cartógrafo August Peterman, repre-
sentaba las tierras que se extienden desde el sur de la provincia de Buenos Aires
hasta el norte del Gran Chaco (en rigor, hacia el norte alcanza hasta los 15º de
latitud Sur). Aunque se pueden identificar los topónimos de las antiguas audien-
cias, no hay traza de límites jurisdiccionales que permita diferenciar los territo-
rios de las provincias.6 Acompaña la inscripción El Gran Chaco, en letras más
4 Aunque por razones de espacio no se analizará en este trabajo, cabe señalar que algunos
autores incluyen la Description physique de la République Argentine, d’après des observations
personnelles et étrangères (París y Buenos Aires, 1876) en este corpus primario de literatura
geográfica escrita por extranjeros (Navarro y Mc Caskill, 2004; Quintero, 2002).
5 Woodbine Parish (1796-1882) había sido designado por el ministro británico George
Canning para desempeñarse como Cónsul General en el Río de la Plata. Antes de partir,
el ministro habría ordenado: “Enviadme todos los datos que podáis y mapas si los hay”
(Busaniche, 1958:9). Tras su arribo en 1824 envió varios reportes que fueron publicados
en The Geographical Journal, de la Royal Geographical Society (de que la fue miembro y
llegó a ser vicepresidente). Parish también formó parte de la Sociedad Geológica (Londres),
la Sociedad de Estadística (París) y del Instituto Histórico y Geográfico Brasilero (Río de
Janeiro).
6 La única excepción es la delimitación de “Chile”. Se representan la red hidrográfica y las
ciudades. La cordillera es apenas visible en el mapa: dice Andes y hay algunas cotas señaladas.
246 . Carla Lois
En cambio, las dimensiones y las formas del relieve se aprecian mejor en los perfiles topográ-
ficos que hay en los laterales.
7 Victor Martin de Moussy (1810-1869) propuso sistematizar la información obtenida en
viajes exploratorios realizados por el territorio argentino con el objetivo de publicar una des-
cripción física de la Argentina y un atlas. Por esos trabajos, el gobierno le suministraría un
sueldo mensual de 300 pesos fuertes (asignados por el decreto del 8 de enero de 1855) que le
fueron entregados regularmente con la excepción de un breve periodo durante la presidencia
de Derqui (1860-1861; Cutolo, 1968:690-692).
8 Cabe señalar que todas las ediciones mencionadas están íntegramente realizadas en fran-
cés. La primera edición castellana es de 2005 y fue realizada por la Academia Nacional de
la Historia.
9 La obra de Victor Martín de Moussy, el Atlas de la Confederación Argentina (1863) fue
considerada como el documento cartográfico oficial hasta la elaboración del altas del Ins-
tituto Geográfico Argentino (García Aparicio, 1913; Orellana, 1986; IGM, 1979). Todavía
en 1913, el director del Instituto Geográfico Militar sostiene que “la obra de De Moussy es,
sin ninguna duda, uno de los grandes documentos de nuestra cartografía, resultado de un
trabajo de dieciséis años del ilustre geógrafo en la cuenca del Río de la Plata (1841-1859)”
(IGM, 1913:4).
248 . Carla Lois
geográficos,10 se puede ver que, hacia fines del siglo XX, la interpretación del
territorio de la entonces Confederación que había hecho De Moussy ya no era
funcional a la política territorial del estado. Citemos sólo un caso. En diversas lá-
minas del Atlas de De Moussy, se nombra a los indios: tanto en la primera lámina
general,11 como en la correspondiente a América del Sur y en la de la Confede-
ración Argentina, se individualizan toponímicamente muchas tribus indígenas.
Además, las láminas correspondientes a la Patagonia y al Chaco tienen por título:
Carte du territoire indien du sud et de la région des pampas (la primera) y Carte
du Grand Chaco (territoire indien du nord) et des contrées voisines. Es decir que, al
igual que Parish, había un reconocimiento explícito de la presencia y del dominio
indígenas en gran parte del territorio atribuido a la Confederación.
La lámina general de la Confederación (Figura 2) abarca una superficie si-
milar a la que se encuentra en la obra de Parish (es decir, que no incluye la Patago-
nia).12 A continuación de la lámina del territoire indien du sud hay una Carte de
la Patagonie et des archipels de la Terre de Feu; el título se encuentra acompañado
por la siguiente leyenda: Il n’existe d’autres points habités dans la Patagonie que
10 Las críticas que hicieron blanco en el atlas de De Moussy son una muestra del tipo de
objeciones a las que se sometió a la cartografía circulante para fundamentar y justificar la
necesidad de emprender una nueva obra cartográfica con el apoyo estatal. La opinión gene-
ralizada de los especialistas coincidía con la del Plenipotenciario argentino en Brasil, Luis
Domínguez, quien aseguraba que “el Atlas de Moussy en que el Gobierno Nacional gastó
tanto dinero, está plagado de errores, especialmente en los datos que consigna relativos a la
Geografía Histórica, ramo tan interesante para el estudio y resolución de las cuestiones de
límites con los Estados vecinos” (IGA, 1880: T. I, 266). En el mismo sentido se expresó Ze-
ballos, presidente del Instituto Geográfico Argentino: “Las cartas modernas desde las de De
Moussy hasta la de Petterman, son igualmente imperfectas, porque las exploraciones eran to-
davía una vaga aspiración en las épocas en que ellas fueron grabadas” (IGA, 1882: T. III, 161).
Por otra parte, otros se dedicaron a puntualizar tales errores, como también se ha señalado
que Rudecindo Ibazeta, después de una expedición, le escribe al Inspector y Comandante
General de Armas de la República Luis M. Campos que:
M. de Moussy y obras muy competentes en sus mapas y datos geográficos del Chaco han
cometido errores notables en diferentes sentidos. Moussy, por ejemplo, pone el pueblo de
Rivadavia más arriba de Esquina Grande, siendo todo lo contrario; sufriendo la misma
equivocación en la determinación de otras poblaciones (SHE, caja 8, Documento 1372).
11 Se trata de la Carte de l’empire espagnol dans les deux Amériques en 1776 à l’epoque de la
fondation de la Vice Royauté de la Plata (1867).
12 Aunque en su título indica Carte de la Confédération Argentine / divisée en ses différentes
provinces et territoires / et des pays voisins (…), los límites de las jurisdicciones aparecen inte-
rrumpidos. No obstante ello, las láminas del atlas proponen y siguen una división político
administrativa de las unidades que componen la Confederación.
Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 249
cida por las oficinas estatales. Con motivo de organizar la presentación oficial
que la República Argentina llevaría a la Exposición de Filadelfia de 1876, fue
convocado Richard Napp, un profesor alemán que trabajaba en la Universidad
Nacional de Córdoba, para coordinar la elaboración de una obra de geografía
que consistiría en la presentación oficial. El resultado fue Die Argentinische
Republik,14 una obra que contaba con veinticinco capítulos temáticos y seis
mapas. Uno de ellos es el Mapa de la República Argentina, realizado por la
Oficina Nacional de Ingenieros en 1875 bajo la responsabilidad de Arthur von
Seelstrang15 y A. Tourmente (Figura 3), cuyas trayectorias los hacían merito-
rios de confianza y libres de la sospecha de favorecer otros intereses que no sean
los de la nación.16 Ese mapa ha sido considerado el primer mapa oficial de la
Argentina y se le ha reconocido la particularidad de haber sido la primera obra
que incluyó “en forma explícita y concreta a toda la Patagonia en el mapa del
territorio argentino” (Navarro y Mc Caskill, 2004:103).
Sin embargo, a pesar de tratarse de un mapa realizado en una oficina pública
y con la intención de promocionar la modernidad argentina (de modo de atraer
inmigrantes e inversores extranjeros), el mapa se transformó en objeto de un duro
conflicto diplomático: el límite con Brasil fijado en este mapa fue uno de los ar-
14 La obra de Napp fue publicada por el Comité Central Argentino para la Exposición de
Filadelfia, en 1876 en Buenos Aires, en castellano, francés, alemán e inglés. Además de haber
sido entregada en la Exposición, fue distribuida en los consulados argentinos en Europa.
15 El ingeniero y topógrafo prusiano Arthur von Seelstrang llegó a Buenos Aires en 1863
contratado por el gobierno. Aquí participó en el trazado del ferrocarril a San Nicolás. Obtu-
vo el título de agrimensor en el Departamento Topográfico de Santa Fe (1866) y en Córdoba
(1872). Para la reválida de su título en Buenos Aires presentó un trabajo titulado Idea sobre
la triangulación y mapa general de la República, donde desarrolló por primera vez un esque-
ma de triangulación fundamental, algo inédito en la Argentina. Luis Brackebusch lo llevó
a Córdoba donde fue nombrado profesor de Topografía y, junto a él, publicó Ideas sobre la
exploración científica de la parte noroeste de la República (IGA, 1882: v III 312-315 y 323-331).
En 1880 asumió como miembro activo de la Academia de Ciencias de Córdoba y en 1882
pasó a la categoría de miembro directivo de la misma Academia. En los períodos 1883-1886
y 1894-1896 se desempeñó como decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Natu-
rales (Cutolo, 1968:T I, 40). Además, actuó como Jefe Científico de la Comisión de Límites
con el Brasil presidida por el General Garmendia.
16 La expresión corresponde a Estanislao Zeballos: en ocasión de criticar un trabajo de Se-
elstrang por “errores” en la demarcación limítrofe afirma que dicha traza “es contraria a los
intereses argentinos, lo cual me extraña, pues Seelstrang es celoso de ellos” (citado en Sanz,
1985:20).
252 . Carla Lois
gumentos utilizados por el Baron de Rio Branco para fundamentar los reclamos
de Brasil sobre los territorios en disputa.17
En la década siguiente, el prusiano Seelstrang encaró un nuevo proyecto
cartográfico monumental, esta vez en la sede del Instituto Geográfico Argen-
tino.18 El atlas tuvo por título “Atlas de la República Argentina. Construido y
publicado por el Instituto Geográfico Argentino, bajo los auspicios del Exmo.
Gobierno Nacional. Buenos Aires. 1892 (1886)”19 y fue realizado con base en
una minuciosa recopilación de fuentes.20 El antecedente de Rio Branco y la mi-
rada atenta del cónsul Estanislao Zeballos21 volvieron a poner sobre el tapete la
importancia que tenía el diseño de los límites en las cartografías que llevaran el
17 El barón de rio Branco también recurrió al mapa de los ingenieros Allan y Campbell
(1855), y a los del Atlas de Martin de Moussy (1865), (Sanz, 1985:22).
18 La fundación del Instituto Geográfico Argentino en 1879 fue una propuesta de Esta-
nislao Zeballos, apoyada por un grupo de individuos de formación muy diversa, entre los
que se incluían abogados, marinos, militares e ingenieros, y a la que adherían importantes
personalidades de la ciencia y la política. Diversos trabajos han establecido vinculaciones
entre la Campaña de Roca (1879) y la institucionalización de una sociedad interesada “par-
ticularmente en promover la exploración y descripción de los territorios, costas, islas y mares
adyacentes de la República Argentina” (IGA, 1879:T I, 79). Véase Navarro, 2004; Zusman,
1996; Minvielle y Zusman, 1995; Lois, 2004).
19 El Instituto Geográfico Argentino formó una Comisión de la Carta en la Sección Córdoba
(bajo la presidencia honoraria de Bartolomé Mitre), patrocinado por el gobierno nacional y
bajo la dirección de Arthur von Seelstrang, en 1886 publicó un atlas compuesto por veintio-
cho cartas. La introducción del Atlas estaba firmada por el presidente de la Nación Julio A.
Roca e incluía una reproducción del proyecto de ley aprobado por el Senado y la Cámara de
Diputados para el financiamiento de la impresión.
20 “Con motivo de la construcción del mapa de la República, de que se ocupa el Instituto, y
de la necesidad de que aquello sea lo más exacto posible, la Comisión Directiva había resuelto
dirigirse a los Gobernadores de las provincias pidiéndoles la remisión de datos geográficos
sobre los territorios de su jurisdicción” (firmado por Zeballos; IGA, 1883:T IV, 46).
Por tales medios el Instituto logró reunir en su oficina cartográfica, mil ciento cincuenta
mapas, planos, croquis publicados o inéditos que han servido a la elaboración del Atlas
después de un escrupuloso examen comparativo y depurativo en que han tomado parte
personas y profesores de competencia reconocida, estando la revisión final del trabajo so-
metida a una Comisión de geógrafos y eruditos (IGA, T V, 266).
21 Estanislao Zeballos, abogado y doctor en jurisprudencia, se desempeñó como director
y redactor del periódico La Prensa, diputado provincial en la Legislatura de Buenos Aires
(1879), diputado nacional electo por la Capital Federal (1880-1884) y diputado nacional
electo por Santa Fe (1884-1888), y llegó a presidir la Cámara de Diputados en 1887. Fue
ministro de Relaciones Exteriores de Juárez Celman, cargo que reasumió en 1891 durante
la presidencia de Pellegrini. Fue profesor de Derecho Internacional Privado en la UBA, vi-
254 . Carla Lois
pos no explorados, algo que el mapa de Olascoaga sólo sugiere con el recurso del
espacio en blanco.
El plano de Olascoaga ha filtrado la información sobre los indígenas y ha
sobreimpuesto una nueva matriz sobre los territorios anexados, básicamente una
red de infraestructura de comunicaciones moderna (en gran parte, todavía inexis-
tente, aunque figura como “planificada”). En efecto, mientras que los mapas de
De Moussy y de Parish hablan del pasado (recordemos que tienen inscripciones y
relatos de exploraciones realizadas en los doscientos años previos), los mapas mi-
litares se dedican al futuro: telégrafos, ferrocarriles, líneas de fortines y colonias
(algunos reales y otros, apenas proyectados) componen una nueva geografía.
Sobre el mapa de Olascoaga y otro de Moyano sobre la Patagonia, Jens An-
dermann ha dicho que “son imágenes declamatorias más que representaciones
técnicas, iconografías de un proyecto de nación más que topografías operativas
para el manejo administrativo-geográfico de esa masa territorial” (Andermann,
2000:119). En el caso del Chaco, el mapa elaborado en el marco de la campaña
militar de 1884 involucra mecanismos análogos en la representación de los terri-
torios indígenas.
Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 257
ubicado en el ángulo superior derecho, es «Plano nuevo de los territorios del Chaco
argentino. Confeccionado con los datos de las Comisiones Topográficas que acompa-
ñaron las columnas expedicionarias al mando del Comandante en Jefe del Ministro
de Guerra y Marina General Benjamín Victorica en 1884 y, por su orden, por los
oficiales de la IV Sección del Estado Mayor General capitanes Jorge Rohde y Servando
Quiroz, 1885. Escala de 1:800.000” y está firmado por el Jefe de la IV Sección del
Estado Mayor del Ejército, Czetz.27
El mapa no tiene leyenda y, a primera vista, parece que se trata de una zona
completamente conocida, repleta de íconos diversos. No obstante, en letras muy
pequeñas y perdidas en una superficie coloreada y sembrada de signos que sim-
bolizan vegetación se indica “Tierras inexploradas” y “Terrenos altos cubiertos de
bosques impenetrables”. El hecho de que el conocimiento geográfico es desparejo
sólo puede apreciarse en una lectura atenta y que recorra todas las inscripciones
(topónimos, relatos y descripciones) del mapa; nunca, en la lectura inicial.
Se podría dudar si esta estrategia gráfica tiene la intención de sugerir un
territorio totalmente apropiado y dominado. Sin embargo, la hipótesis cobra
fuerza cuando se compara el diseño de la superficie gráfica correspondiente a
la República del Paraguay: al otro lado del límite internacional con Paraguay se
interrumpe totalmente la continuidad de íconos y éstos son reemplazados por el
blanco absoluto (un blanco que, incluso, contrasta con las superficies tenuamente
tonalizadas de los otros países limítrofes).
Hacia el oeste de la denominada “Gobernación del Chaco Central” dismi-
nuye la densidad de los íconos indicadores de vegetación, en clara concordancia
con el menor grado de conocimiento que se tenía de los terrenos del oeste cha-
queño. En rigor, se trataba de zonas sin explorar y bajo control absoluto de los
indígenas.
Las formas de asentamiento representadas son: colonias, fortines y tolderías.
Por la densidad de los íconos desplegados en el mapa, se destacan las dos formas
más deseadas desde el punto de vista de la empresa civilizadora de la campaña
militar: las colonias y los fortines. Los pueblos y las colonias, así como los for-
tines de suerte errática, están señalados con pequeños círculos, cuadraditos y
27 Juan F. Czetz fue un militar nacido en Hungría que, tras casarse en España con una sobri-
na de Juan Manuel de Rosas, radicó en la Argentina y trabajó en sucesivas secciones del Ejér-
cito en tareas de mensura y relevamiento topográfico. Antes de la guerra contra el Paraguay,
siendo el Jefe de la Sección Ingenieros de la Inspección General de Obras, estuvo abocado en
la confección de un mapa de los límites de la República Argentina. Fue el primer director del
Colegio Militar (1870-1874) y también participó en su organización. Desde 1885 hasta su
retiro fue Jefe de la IV Sección del Estado Mayor del Ejército (IGM, 1979:264).
Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 259
28 Con cuadrículas se señalan, sobre el eje fluvial del Paraná: Timbó (desde donde partió la
expedición de Victorica), C. Ocampo, Las Toscas, C. Florencia de Longworthy, Resistencia,
Corrientes (con letras mayúsculas) y Puerto Bermejo; sobre el río Bermejo, Puerto Expedi-
ción y, la más septentrional, Presidencia Roca.
29 Aunque, como se ha mencionado, no existe una leyenda que normalice en forma precisa
la decodificación de los símbolos, dos de esos íconos podrían indicar vegetación: uno de esos
íconos, el que aparece con más frecuencia, es usado convencionalmente como indicador de
vegetación en la mayor parte de las cartografías de la época; el otro (una suerte de palmera
simplificada) resulta fácilmente asociable a un tipo de vegetación y, por otra parte, en el Atlas
de Moussy es señalado toponímicamente como “palmeras caranday”.
260 . Carla Lois
33 Moyano, que había viajado por la Patagonia entre 1877 y 1880, publicó la Carta General
de la Patagonia en 1881. Fue presentada en los salones del Instituto Geográfico Argentino y
reproducida en su boletín.
34 Por ejemplo, La frontera argentino brasileña. Estudios y demarcación general 1887-1904.
(1910), División de Límites Internacionales. T. I. Impreso en Talleres Gráficos de la Peniten-
ciaría Nacional, Buenos Aires.
Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 263
Tras algunos trabajos aislados realizados en el siglo XIX,37 a principios del siglo
XX todavía se discutía sobre cómo proceder para el levantamiento de una carta
topográfica general de la República y sobre la conveniencia de realizar trabajos
geodésicos y topográficos de primer orden. En 1912, el Instituto Geográfico Mi-
litar (en adelante, también IGM) presentó al Estado Mayor del Ejército un plan
para elaborar el mapa general de la República Argentina, que fue avalado por la
38 Este plan fue el proyecto central en torno del que se organizó el Instituto Geográfico
Militar. El primer Anuario del IGM (1912) fue dedicado íntegramente a la presentación de
este plan. La Memoria que el presidente del IGM llevó al Congreso de Geografía de Roma
también versó sobre el plan. En un trabajo anterior se ha analizado este plan y su relevancia
institucional y científica en el desarrollo cartográfico de la Argentina (Lois, 2004).
39 La primera triangulación fue realizada en 1906 en Campo de Mayo (provincia de Buenos
Aires). La segunda, en 1909, en una franja costera del Río de la Plata, desde Zárate hasta
Chascomús. En esta última se fijó el punto trigonométrico de la Iglesia de Flores.
Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 265
40 Para las provincias de Entre Ríos y Corrientes se utilizaron las catorce estaciones esta-
blecidas por la Comisión Astronómica del Litoral, a cargo del Dr. Guillermo Schulz (IGM,
1979: 63).
41 El plan original proponía levantar dos redes de puntos. La triangulación fundamental
buscaría coincidir con los límites políticos para facilitar el levantamiento de cartografía topo-
gráfica y catastral. En las cadenas de primer orden, la posición relativa de sus vértices tendría
una precisión mínima de 1:100.000 y “tales puntos se fijarían dando a los lados de los trián-
gulos una longitud media de 40 a 60 km, de acuerdo con el terreno. La medición lineal sería
por medio de cintas o alambres de invar que dan una máxima precisión a la triangulación”
(IGM, 1979: 53).
266 . Carla Lois
42 Esas hojas eran Iguazú, Asunción, Pilcomayo, Corrientes, Posadas, Misiones, Goya, Paso
de los Libres, Entre Ríos Norte y Sur, M. Caseros, Buenos Aires, La Plata, Azul, Mar del
Plata, Gral. Alvarado, Tres Arroyos, N. Huapi, Alumine, Neuquen, A. Mahuida, San Rafael
Oeste, San Rafael, Mendoza Oeste, Mendoza, San Juan Oeste. La hojas de Bahía Blanca,
San Juan, Chilecito, Los Andes, Salta, La Quiaca, S. de Atacama y Tarija estaban en trabajo
de recopilación (IGM, 1926).
43 Entre 1927 y 1928 había comenzado a funcionar, además, el Servicio Internacional de la
Hora, que, a los efectos del asunto cartográfico que se aborda en este trabajo, resulta signifi-
Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 267
Esta “nacionalización de los técnicos”, que hacia los años cuarenta se vuel-
ve compulsiva y normativa, no es, en rigor, una novedad sino que, como se ha
señalado, puede rastrearse en otras medidas tomadas con anterioridad. En ese
sentido, tanto la Ley de la Carta como otros dispositivos legales que fijaron las
condiciones en las que se producirá y levantará la cartografía son otro de los
esfuerzos sostenidos que se llevaron a cabo para supervisar la imagen oficial del
territorio de la República Argentina.
Ahora bien, la ley de la Carta no sólo se ocupa de cómo debe hacerse la
cartografía sino que también habla del estado de situación del por entonces in-
acabado proceso de levantar una cartografía topográfica. Al imponer que debe
procederse a una compensación de los distintos trozos de la cadena de triangula-
ción y, con ello, a definir con urgencia el elipsoide de referencia,46 está indicando
también la falta de sistematicidad alcanzada en los trabajos geodésicos y topográ-
ficos que servirían para la elaboración de una cartografía moderna del territorio
del estado.
Conclusiones
rada por europeos y a lo largo de estas páginas se procuró demostrar que, a pesar
de que la condición de extranjero de sus autores fue usada como argumento para
desacreditar sus obras, habrían sido las nuevas coyunturas políticas, económicas
y territoriales que emergieron fuertemente en los años ochenta las que están en el
trasfondo de esas críticas y de la necesidad de repensar las producción de mapas
oficiales de la Argentina. Como se ha anticipado, la participación de extranjeros
no sólo había sido deseable sino necesaria (recordemos que muchos de ellos llega-
ron contratados por el gobierno) para suplir la falta de personal idóneo en la tarea
de construir un corpus estadístico, cartográfico y científico para el Estado argen-
tino. En las primeras décadas del siglo XX comenzó a registrarse un progresivo
proceso de “nacionalización” de técnicos y funcionarios en los diferentes ámbitos
públicos y científicos.47 Sin embargo, en las cuestiones cartográficas la aparente
incongruencia entre los intereses nacionales y el hecho de que los encargados de
diseñar el mapa nacional fueran extranjeros, parece haber entrado en conflicto
antes de lo que se hizo evidente en otras esferas.48 Estas geografías vistas con ojos
extranjeros no parecen haber sido demasiado sensibles a los intereses del nuevo
estado.
Pero hacia fines de siglo, esas cartografías dejan de ser satisfactorias y, para
desautorizarlas, a menudo se recurrió al simplista argumento de que los extran-
jeros producían mapas “erróneos por no estar comprometidos con la causa na-
cional”. Los motivos que explicarían la emergencia temprana de afirmaciones de
corte nacionalista en temas relacionados con la producción de mapas parecen ra-
dicar en una combinación de factores: por un lado, la inexistencia de cartografía
oficial y los conflictos diplomáticos centrados en cartografía producida en la Ar-
gentina por especialistas extranjeros; por otro, la profesionalización del Ejército
y la organización de programas de formación de especialistas locales, que pronto
aportaría una cantera de profesionales dispuestos a trabajar articuladamente en
un programa cartográfico centralizado. Sin embargo, tras décadas de proyectos
(y sus respectivos ajustes), a mediados del siglo XX todavía no se había concluido
Fuentes
a) Documentos impresos
b) Documentos de Archivo
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