3 - A - Carla Lois - Técnica, Politica y Deseo Territorial en Cartografía Oficial

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 38

Historias de la Cartografía de Iberoamérica.

Nuevos caminos, viejos problemas

Héctor Mendoza Vargas


Carla Lois
Coordinadores

México, 2009
Historias de la Cartografía de Iberoamérica.
Nuevos caminos, viejos problemas
Primera edición, 16 de enero de 2009

© D.R . Instituto de Geografía


Universidad Nacional Autónoma de México
Ciudad Universitaria, Delegación Coyoacán,
04510, México, D. F.
www.igeograf.unam.mx

© D.R . Instituto Nacional de Estadística y Geografía


Av. Héroe de Nacozari Sur, núm. 2301
Fracc. Jardines del Parque
20270, Aguascalientes, Ags.
www.inegi.gob.mx

Portada: Zolipa, Veracruz, 1573,


31 x 40 cm, México (AGN)

Prohibida la reproducción parcial o total


por cualquier medio, sin autorización escrita
del titular de los derechos patrimoniales.

La presente publicación presenta los resultados


de una investigación científica y contó con dictámenes de
expertos externos, de acuerdo con las normas editoriales
del Instituto de Geografía. Esta dependencia agradece
la colaboración del Instituto Nacional de Estadística y
Geografía para la publicación de esta obra.

Geografía para el siglo XXI


Serie Libros de Investigación
ISBN (Obra general) 970-32-2976-X
ISBN 978-607-02-0419-7

Impreso y hecho en México


Sumario
Viejos temas, nuevas preguntas: la agenda de la historia
de la cartografía iberoamericana hoy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Héctor Mendoza Vargas y Carla Lois

Primera parte
Las representaciones cartográficas
Uma cidade, duas simbologias. Cartografia européia e chinesa
de Macau dos séculos XVI e XVII. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Francisco Roque de Oliveira

Orden simbólico y orden práctico: operaciones gráficas sobre


la ciudad (Buenos Aires, 1740-1820) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
Graciela Favelukes

Deconstruyendo un mapa, reconstruyendo un paisaje: la Pintura


de Huaxtepec, 1580. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93
Francisco Javier Moreno Núñez

Segunda parte
Las cartografías del territorio: estudios de caso
El atlas parcelario del municipio de Llívia (Cataluña) de 1849. . . . . . . . . . . 123
Francesc Nadal

El mapa del norte de Marruecos a escala 1:500 000


y la conferencia de Algeciras de 1906 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139
Luis Urteaga
Construyendo el territorio. El desarrollo de la cartografía
en Nueva España. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161
José Omar Moncada Maya

Los mapas del Pacífico novohispano: apropiación


y defensa de los litorales durante el siglo XVIII . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 183
Guadalupe Pinzón Ríos

La exploración de la Patagonia central y los mapas


de Llwyd Ap Iwan. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211
Fernando Williams

Tercera parte
La cartografía, la técnica y la planificación: aspectos
técnicos de la producción o del uso de las cartografías
A Comissão de Triangulação do município da Corte, 1868-1878. . . . . . . . . 231
Manoel Fernandes de Sousa Neto

Técnica, política y “deseo territorial” en la cartografía oficial


de la Argentina (1852-1941). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243
Carla Lois

O mapa fabricado entre o campo e o gabinete: dimensões técnicas


e discursivas da Comissão Geográfica e Geológica de Minas Gerais,
Brasil (1891-1930) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275
Maria do Carmo Andrade Gomes

De Palas a Minerva: panorama de la representación técnica


en el Río de la Plata 1789-1866 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 307
Teresa Zweifel

En las fronteras del arte: topografía, cartografía y pintura


en la Expedición de la América Meridional a fines del siglo XVIII . . . . . . . . . 329
Marta Penhos
Cuarta parte
El Estado y la cartografía: mapas nacionales,
profesionales e ingenieros militares
El archivo en el campo: espacio, conocimiento y deslindes
en la reforma agraria mexicana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 353
Raymond B. Craib

Cordillera, frontera e identidad: representaciones cartográficas


de la gobernación de Chile en el siglo XVI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 379
Alejandra Vega Palma

Paradigmas en la cartografía cubana del siglo XIX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 401


Jorge Macle Cruz

Límites y cartografía en la frontera argentina durante el


último tercio del siglo XIX . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 427
Malena Mazzitelli Mastricchio

Cartografía de los ingenieros militares en Nueva España,


segunda mitad del siglo XVIII . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 441
María del Carmen León García

El mapa geológico de México y Brasil, 1850-1900. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 467


Héctor Mendoza Vargas y Silvia Fernanda de Mendonça Figueirôa
Técnica, política y “deseo territorial” en la cartografía
oficial de la Argentina (1852-1941)1

Carla Lois
Instituto de Geografía
Universidad de Buenos Aires

A pesar de que, desde la ruptura de los lazos coloniales con España, en 1810, se
habían registrado diversos intentos por organizar tareas cartográficas en sedes
militares,2 todavía en la década de 1880 las únicas cartografías existentes que
ofrecían una descripción integral del territorio del estado correspondían a las
obras de extranjeros, y tenían variable y desarticulada información topográfica.
Desde mediados del siglo XIX, en los tempranos tiempos de la organiza-
ción estatal,3 los gobiernos centrales participaron en diversos emprendimientos
cartográficos, asumiendo que era de vital importancia y trascendencia disponer
de mapas que, al igual que en gran parte de los estados modernos, permitieran
visualizar, gobernar y administrar el territorio del nuevo estado.
En efecto, en la segunda mitad del siglo XX se llevó a cabo un conjunto de
políticas territoriales e institucionales orientadas a definir y consolidar el terri-
1 Este trabajo expone resultados de una investigación financiada por el Programa Universia-
Banco Río, 2005-2006.
2 Entre 1810 y 1850, varios colegios y academias militares que adoptan el modelo curri-
cular español de la enseñanza en matemáticas, aritmética, geometría e ingeniería para la
formación de oficiales e ingenieros militares. Algunos de ellos fueron: Academia Militar de
Matemáticas (1810-1812), Escuela de Matemática y sus aplicaciones al arte militar, Tucu-
mán (1814), Academia Militar de Matemáticas del Consulado de Buenos Aires (1816-1821),
Colegio Militar de la provincia de Buenos Aires (1828-1830). El errático funcionamiento de
esas instituciones, la interrumpida formación profesional y la escasa producción cartográfica
de esos organismos corrobora que los explícitos intentos por reproducir las instituciones de
los ingenieros militares de España quedaron inconclusos.
3 Al referirse a los tiempos tempranos de formación y organización estatal se hace referencia
a la época de la sanción de la primera Constitución federal (1853), acordada por catorce pro-
vincias que, desde la independencia, habían tenido gobiernos relativamente autónomos.
244 . Carla Lois

torio estatal. Probablemente, las acciones más rotundas realizadas en ese senti-
do fueron las avanzadas militares sobre los territorios indígenas de la Patagonia
(1879) y del Chaco (1884): la ofensiva militar y la anexión de las tierras indígenas
no sólo implicó el exterminio y la reducción de las poblaciones indígenas sino
que también se articuló con un acelerado proceso de reparto de tierras y con un
proyecto económico basado en la producción agropecuaria. Las particularidades
de este proceso de formación territorial parecen haber incidido en el desarrollo
de tareas cartográficas (que respondieron a diversas necesidades específicas plan-
teadas en esos contextos).
En este trabajo se analiza el desarrollo de los proyectos y las tareas cartográ-
ficas oficiales del Estado argentino, desde los primeros tiempos de organización
nacional hasta la sanción de la ley que ordena y prescribe los modos y los marcos
institucionales bajo los cuales se harán o autorizarán los mapas reconocidos y
aceptados por el Estado, en 1941.
En el primer apartado se presentarán los primeros estudios geográficos y
cartográficos que ofrecieron una imagen integral de la Argentina, y se analizarán
algunos aspectos centrales y característicos de las obras de este periodo relativos
a la interpretación del territorio del nuevo estado federal.
En el segundo se indagarán dos cartografías de los territorios indígenas
anexados, realizadas con materiales tomados en las campañas militares y se verá
qué alternativas proponen en la representación de esas regiones respecto de los
mapas anteriores.
En el tercero se hará referencia a la relación que hubo entre cartografía y
política internacional para analizar tanto el uso de mapas en demarcaciones limí-
trofes y conflictos diplomáticos en zona de frontera como la intervención sobre
la geografía representada en los mapas con vistas a utilizar dichos mapas como
documentos probatorios.
Finalmente, en el cuarto apartado se repasarán los proyectos y las tareas
técnicas realizadas durante la primera mitad del siglo XX con los que se pretendió
llevar adelante la elaboración de una cartografía topográfica de todo el territorio
estatal.

La Argentina dibujada por extranjeros

Hacia 1880, en pleno proceso de incorporación del estado Argentino en el sis-


tema económico mundial, tres de las principales obras de literatura geográfica
que tuvieron por tema central la geografía de la Argentina y que se ocuparon
Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 245

de producir un mapa integral del territorio estatal habían sido elaboradas por
extranjeros.4 En efecto, la participación de extranjeros en diferentes esferas de la
administración pública y, especialmente, en los ámbitos de la ciencia, fue uno de
los motores de los proyectos de modernización encarados por las elites gobernan-
tes: en los campos de la geografía y la cartografía, ante la falta de especialistas
y profesionales argentinos capacitados para encarar ese tipo de proyectos, la
“importación” de técnicos y científicos permitió superar esa carencia, y disponer
de textos y mapas modernos que mostraran a los europeos las potencialidades de
este estado nuevo.
El primer antecedente de este tipo de literatura geográfica es la obra de Wo-
odbine Parish,5 Buenos Ayres and the Provinces of the Rio de la Plata from their
discovery and conquest by the Spaniards to the establishment of their political inde-
pendence publicada originalmente en Londres, en 1852, le siguieron dos ediciones
castellanas realizadas en Buenos Aires, en 1852 y 1853. En rigor se trataba de una
especie de manual para inversores, donde se reseñaban las características físicas del
territorio argentino y sus potencialidades económicas. Si bien la edición inglesa
sólo incluyó planos de Buenos Aires, la primera edición castellana ya contaba con
el mapa “The provinces of the Río de la Plata and adjacent countries” (tanto el
título del mapa como todas sus inscripciones aparecen en inglés; Figura 1).
Este mapa, dibujado por el reconocido cartógrafo August Peterman, repre-
sentaba las tierras que se extienden desde el sur de la provincia de Buenos Aires
hasta el norte del Gran Chaco (en rigor, hacia el norte alcanza hasta los 15º de
latitud Sur). Aunque se pueden identificar los topónimos de las antiguas audien-
cias, no hay traza de límites jurisdiccionales que permita diferenciar los territo-
rios de las provincias.6 Acompaña la inscripción El Gran Chaco, en letras más
4 Aunque por razones de espacio no se analizará en este trabajo, cabe señalar que algunos
autores incluyen la Description physique de la République Argentine, d’après des observations
personnelles et étrangères (París y Buenos Aires, 1876) en este corpus primario de literatura
geográfica escrita por extranjeros (Navarro y Mc Caskill, 2004; Quintero, 2002).
5 Woodbine Parish (1796-1882) había sido designado por el ministro británico George
Canning para desempeñarse como Cónsul General en el Río de la Plata. Antes de partir,
el ministro habría ordenado: “Enviadme todos los datos que podáis y mapas si los hay”
(Busaniche, 1958:9). Tras su arribo en 1824 envió varios reportes que fueron publicados
en The Geographical Journal, de la Royal Geographical Society (de que la fue miembro y
llegó a ser vicepresidente). Parish también formó parte de la Sociedad Geológica (Londres),
la Sociedad de Estadística (París) y del Instituto Histórico y Geográfico Brasilero (Río de
Janeiro).
6 La única excepción es la delimitación de “Chile”. Se representan la red hidrográfica y las
ciudades. La cordillera es apenas visible en el mapa: dice Andes y hay algunas cotas señaladas.
246 . Carla Lois

Figura 1. “The provinces of the Rio de la Plata and adjacent countries”.


Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 247

pequeñas, la siguiente leyenda: occupied by various tribes of indians. Por debajo de


los 34º de latitud sur, la densidad toponímica e iconográfica disminuye, y apare-
ce la presencia indígena en su diversidad: Puelches or eastern indians; Pehuenches
indians; Ranqueles indians; Huilliches or southern indians. En un cuadro lateral
y con una escala mayor, se agrega el cono patagónico: apenas un contorno (con
nombres de puertos y accidentes costeros) y el interior en blanco (sólo un par de
ríos de la vertiente atlántica) parecen elocuentes respecto del estado de descono-
cimiento de esas zonas.
Unos años más tarde, el médico francés Victor Martin de Moussy7 encaró
la publicación de una de las obras geográficas y cartográficas que mayor tras-
cendencia ha tenido en el campo intelectual local, cuya vigencia (no exenta de
discusiones e, incluso, impugnaciones) se prolongó hasta bien entrado el siglo
XX. Su Description géographique et statistique de la Confédération Argentine constó
de tres tomos (el primero, publicado en 1860; los dos siguientes, en 1864) y un
Atlas de la Confédération Argentine (cuya primera edición parisina es de 1865 y la
reedición del Atlas en Buenos Aires, de 1873).8
Reconocida como una obra de referencia,9 la Description… pronto comenzó
a ser objeto de críticas. Sin embargo, aunque las críticas supieron centrarse en
aspectos relacionados con los límites, y la localización de pueblos y elementos

En cambio, las dimensiones y las formas del relieve se aprecian mejor en los perfiles topográ-
ficos que hay en los laterales.
7 Victor Martin de Moussy (1810-1869) propuso sistematizar la información obtenida en
viajes exploratorios realizados por el territorio argentino con el objetivo de publicar una des-
cripción física de la Argentina y un atlas. Por esos trabajos, el gobierno le suministraría un
sueldo mensual de 300 pesos fuertes (asignados por el decreto del 8 de enero de 1855) que le
fueron entregados regularmente con la excepción de un breve periodo durante la presidencia
de Derqui (1860-1861; Cutolo, 1968:690-692).
8 Cabe señalar que todas las ediciones mencionadas están íntegramente realizadas en fran-
cés. La primera edición castellana es de 2005 y fue realizada por la Academia Nacional de
la Historia.
9 La obra de Victor Martín de Moussy, el Atlas de la Confederación Argentina (1863) fue
considerada como el documento cartográfico oficial hasta la elaboración del altas del Ins-
tituto Geográfico Argentino (García Aparicio, 1913; Orellana, 1986; IGM, 1979). Todavía
en 1913, el director del Instituto Geográfico Militar sostiene que “la obra de De Moussy es,
sin ninguna duda, uno de los grandes documentos de nuestra cartografía, resultado de un
trabajo de dieciséis años del ilustre geógrafo en la cuenca del Río de la Plata (1841-1859)”
(IGM, 1913:4).
248 . Carla Lois

geográficos,10 se puede ver que, hacia fines del siglo XX, la interpretación del
territorio de la entonces Confederación que había hecho De Moussy ya no era
funcional a la política territorial del estado. Citemos sólo un caso. En diversas lá-
minas del Atlas de De Moussy, se nombra a los indios: tanto en la primera lámina
general,11 como en la correspondiente a América del Sur y en la de la Confede-
ración Argentina, se individualizan toponímicamente muchas tribus indígenas.
Además, las láminas correspondientes a la Patagonia y al Chaco tienen por título:
Carte du territoire indien du sud et de la région des pampas (la primera) y Carte
du Grand Chaco (territoire indien du nord) et des contrées voisines. Es decir que, al
igual que Parish, había un reconocimiento explícito de la presencia y del dominio
indígenas en gran parte del territorio atribuido a la Confederación.
La lámina general de la Confederación (Figura 2) abarca una superficie si-
milar a la que se encuentra en la obra de Parish (es decir, que no incluye la Patago-
nia).12 A continuación de la lámina del territoire indien du sud hay una Carte de
la Patagonie et des archipels de la Terre de Feu; el título se encuentra acompañado
por la siguiente leyenda: Il n’existe d’autres points habités dans la Patagonie que

10 Las críticas que hicieron blanco en el atlas de De Moussy son una muestra del tipo de
objeciones a las que se sometió a la cartografía circulante para fundamentar y justificar la
necesidad de emprender una nueva obra cartográfica con el apoyo estatal. La opinión gene-
ralizada de los especialistas coincidía con la del Plenipotenciario argentino en Brasil, Luis
Domínguez, quien aseguraba que “el Atlas de Moussy en que el Gobierno Nacional gastó
tanto dinero, está plagado de errores, especialmente en los datos que consigna relativos a la
Geografía Histórica, ramo tan interesante para el estudio y resolución de las cuestiones de
límites con los Estados vecinos” (IGA, 1880: T. I, 266). En el mismo sentido se expresó Ze-
ballos, presidente del Instituto Geográfico Argentino: “Las cartas modernas desde las de De
Moussy hasta la de Petterman, son igualmente imperfectas, porque las exploraciones eran to-
davía una vaga aspiración en las épocas en que ellas fueron grabadas” (IGA, 1882: T. III, 161).
Por otra parte, otros se dedicaron a puntualizar tales errores, como también se ha señalado
que Rudecindo Ibazeta, después de una expedición, le escribe al Inspector y Comandante
General de Armas de la República Luis M. Campos que:
M. de Moussy y obras muy competentes en sus mapas y datos geográficos del Chaco han
cometido errores notables en diferentes sentidos. Moussy, por ejemplo, pone el pueblo de
Rivadavia más arriba de Esquina Grande, siendo todo lo contrario; sufriendo la misma
equivocación en la determinación de otras poblaciones (SHE, caja 8, Documento 1372).
11 Se trata de la Carte de l’empire espagnol dans les deux Amériques en 1776 à l’epoque de la
fondation de la Vice Royauté de la Plata (1867).
12 Aunque en su título indica Carte de la Confédération Argentine / divisée en ses différentes
provinces et territoires / et des pays voisins (…), los límites de las jurisdicciones aparecen inte-
rrumpidos. No obstante ello, las láminas del atlas proponen y siguen una división político
administrativa de las unidades que componen la Confederación.
Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 249

Carmen sur le Rio Negro, et la colonie chilienne de Punta-Arenas, dans la Péninsule


de Brunswich, à l’extrémité du continent. Las autres points que nous avons marqués
pour l’exactitude historique, telles que les colonies de Viedma, les fortins de la côte et
du Rio Negro, sont tous inoccupés maintenant. En Araucanie, il n’existe au pouvoir
des Chrétiens que la ville de Valdivia, sur la côte. Les colonies Allemandes commen-
cent seulement à s’ étendre et sont en dehors du domaine des Araucans.
Es decir, en diferentes instancias, tanto el mapa de Parish como las diver-
sas láminas del atlas de De Moussy reconocen y afirman el dominio indígena
sobre territorios en los que, hacia 1880, el Estado encararía agresivas campañas
de conquista y colonización basándose en la negación del derecho a la propie-
dad de las comunidades aborígenes. Dicho en pocas palabras: en vísperas de
las grandes campañas militares los mapas más conocidos y difundidos dejaban
ver vastos territorios indígenas. Eso parece explicar que estas cartografías tan
prestigiosas en los años 1860 quedaran desacreditadas dos décadas después: en
los años 1880, esas tierras pobladas por indígenas (y más aún, sólo por indíge-
nas), ¿no formaban un paisaje poco deseable para una sociedad que parecía (o
pretendía) ubicarse entre las más modernas? Esos mapas habitados por indios,
¿no eran una imagen poco satisfactoria para aquellos que invertían dinero y
prestigio, y hasta arriesgaban sus propias vidas en la conquista militar de tie-
rras indias? No parece muy osado sugerir que la gran visibilidad que tenían
los indígenas en las cartografías mencionadas, sumada al aspecto “mutilado”
del mapa debido a la exclusión de la Patagonia ha sido un argumento muy po-
tente para desacreditar estas cartografías, independientemente de la precisión
que hubieran tenido en la localización de puntos. Volveremos sobre esto en el
apartado siguiente.
Hasta entonces, esas obras geográficas y cartográficas habían contado con
apoyo (fundamentalmente económico) de los diferentes gobiernos, pero el di-
seño y la ejecución del proyecto siempre se había mantenido como una prerro-
gativa del autor o responsable. Hacia fines de la década de 1860, en el marco
de una serie de emprendimientos de producción de información estadística,13
la cartografía también comenzó a planearse en forma institucional dentro de
la burocracia estatal. En ese contexto, se reorganizó la antigua Oficina de In-
genieros bajo el nombre de Departamento de Ingenieros Nacionales (1869).
Una de las tareas que se le encomendó a esta repartición fue la elaboración de
un mapa general de la República que se base en información estadística produ-
13Aquí interesa citar la organización y el desarrollo del Primer Censo Nacional de Población
en 1869, bajo la presidencia de Domingo F. Sarmiento. La publicación de este primer censo
no incluyó ningún mapa. Todos los censos siguientes incluyeron cartografías.
250 . Carla Lois

Figura 2. “Carte de la Confederation Argentine”.


Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 251

cida por las oficinas estatales. Con motivo de organizar la presentación oficial
que la República Argentina llevaría a la Exposición de Filadelfia de 1876, fue
convocado Richard Napp, un profesor alemán que trabajaba en la Universidad
Nacional de Córdoba, para coordinar la elaboración de una obra de geografía
que consistiría en la presentación oficial. El resultado fue Die Argentinische
Republik,14 una obra que contaba con veinticinco capítulos temáticos y seis
mapas. Uno de ellos es el Mapa de la República Argentina, realizado por la
Oficina Nacional de Ingenieros en 1875 bajo la responsabilidad de Arthur von
Seelstrang15 y A. Tourmente (Figura 3), cuyas trayectorias los hacían merito-
rios de confianza y libres de la sospecha de favorecer otros intereses que no sean
los de la nación.16 Ese mapa ha sido considerado el primer mapa oficial de la
Argentina y se le ha reconocido la particularidad de haber sido la primera obra
que incluyó “en forma explícita y concreta a toda la Patagonia en el mapa del
territorio argentino” (Navarro y Mc Caskill, 2004:103).
Sin embargo, a pesar de tratarse de un mapa realizado en una oficina pública
y con la intención de promocionar la modernidad argentina (de modo de atraer
inmigrantes e inversores extranjeros), el mapa se transformó en objeto de un duro
conflicto diplomático: el límite con Brasil fijado en este mapa fue uno de los ar-

14 La obra de Napp fue publicada por el Comité Central Argentino para la Exposición de
Filadelfia, en 1876 en Buenos Aires, en castellano, francés, alemán e inglés. Además de haber
sido entregada en la Exposición, fue distribuida en los consulados argentinos en Europa.
15 El ingeniero y topógrafo prusiano Arthur von Seelstrang llegó a Buenos Aires en 1863
contratado por el gobierno. Aquí participó en el trazado del ferrocarril a San Nicolás. Obtu-
vo el título de agrimensor en el Departamento Topográfico de Santa Fe (1866) y en Córdoba
(1872). Para la reválida de su título en Buenos Aires presentó un trabajo titulado Idea sobre
la triangulación y mapa general de la República, donde desarrolló por primera vez un esque-
ma de triangulación fundamental, algo inédito en la Argentina. Luis Brackebusch lo llevó
a Córdoba donde fue nombrado profesor de Topografía y, junto a él, publicó Ideas sobre la
exploración científica de la parte noroeste de la República (IGA, 1882: v III 312-315 y 323-331).
En 1880 asumió como miembro activo de la Academia de Ciencias de Córdoba y en 1882
pasó a la categoría de miembro directivo de la misma Academia. En los períodos 1883-1886
y 1894-1896 se desempeñó como decano de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Natu-
rales (Cutolo, 1968:T I, 40). Además, actuó como Jefe Científico de la Comisión de Límites
con el Brasil presidida por el General Garmendia.
16 La expresión corresponde a Estanislao Zeballos: en ocasión de criticar un trabajo de Se-
elstrang por “errores” en la demarcación limítrofe afirma que dicha traza “es contraria a los
intereses argentinos, lo cual me extraña, pues Seelstrang es celoso de ellos” (citado en Sanz,
1985:20).
252 . Carla Lois

Figura 3. Mapa de la República Argentina.


Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 253

gumentos utilizados por el Baron de Rio Branco para fundamentar los reclamos
de Brasil sobre los territorios en disputa.17
En la década siguiente, el prusiano Seelstrang encaró un nuevo proyecto
cartográfico monumental, esta vez en la sede del Instituto Geográfico Argen-
tino.18 El atlas tuvo por título “Atlas de la República Argentina. Construido y
publicado por el Instituto Geográfico Argentino, bajo los auspicios del Exmo.
Gobierno Nacional. Buenos Aires. 1892 (1886)”19 y fue realizado con base en
una minuciosa recopilación de fuentes.20 El antecedente de Rio Branco y la mi-
rada atenta del cónsul Estanislao Zeballos21 volvieron a poner sobre el tapete la
importancia que tenía el diseño de los límites en las cartografías que llevaran el
17 El barón de rio Branco también recurrió al mapa de los ingenieros Allan y Campbell
(1855), y a los del Atlas de Martin de Moussy (1865), (Sanz, 1985:22).
18 La fundación del Instituto Geográfico Argentino en 1879 fue una propuesta de Esta-
nislao Zeballos, apoyada por un grupo de individuos de formación muy diversa, entre los
que se incluían abogados, marinos, militares e ingenieros, y a la que adherían importantes
personalidades de la ciencia y la política. Diversos trabajos han establecido vinculaciones
entre la Campaña de Roca (1879) y la institucionalización de una sociedad interesada “par-
ticularmente en promover la exploración y descripción de los territorios, costas, islas y mares
adyacentes de la República Argentina” (IGA, 1879:T I, 79). Véase Navarro, 2004; Zusman,
1996; Minvielle y Zusman, 1995; Lois, 2004).
19 El Instituto Geográfico Argentino formó una Comisión de la Carta en la Sección Córdoba
(bajo la presidencia honoraria de Bartolomé Mitre), patrocinado por el gobierno nacional y
bajo la dirección de Arthur von Seelstrang, en 1886 publicó un atlas compuesto por veintio-
cho cartas. La introducción del Atlas estaba firmada por el presidente de la Nación Julio A.
Roca e incluía una reproducción del proyecto de ley aprobado por el Senado y la Cámara de
Diputados para el financiamiento de la impresión.
20 “Con motivo de la construcción del mapa de la República, de que se ocupa el Instituto, y
de la necesidad de que aquello sea lo más exacto posible, la Comisión Directiva había resuelto
dirigirse a los Gobernadores de las provincias pidiéndoles la remisión de datos geográficos
sobre los territorios de su jurisdicción” (firmado por Zeballos; IGA, 1883:T IV, 46).
Por tales medios el Instituto logró reunir en su oficina cartográfica, mil ciento cincuenta
mapas, planos, croquis publicados o inéditos que han servido a la elaboración del Atlas
después de un escrupuloso examen comparativo y depurativo en que han tomado parte
personas y profesores de competencia reconocida, estando la revisión final del trabajo so-
metida a una Comisión de geógrafos y eruditos (IGA, T V, 266).
21 Estanislao Zeballos, abogado y doctor en jurisprudencia, se desempeñó como director
y redactor del periódico La Prensa, diputado provincial en la Legislatura de Buenos Aires
(1879), diputado nacional electo por la Capital Federal (1880-1884) y diputado nacional
electo por Santa Fe (1884-1888), y llegó a presidir la Cámara de Diputados en 1887. Fue
ministro de Relaciones Exteriores de Juárez Celman, cargo que reasumió en 1891 durante
la presidencia de Pellegrini. Fue profesor de Derecho Internacional Privado en la UBA, vi-
254 . Carla Lois

escudo nacional. El canciller en persona seguía atentamente la publicación del


atlas del Instituto Geográfico Argentino y, en varias oportunidades, reclamó la
rectificación de límites interprovinciales e internacionales. El IGA supo enmen-
dar algunos “errores” pero en otros casos, por ejemplo en los que las láminas se
encontraban grabadas, el IGA optó por “mejorar” el trazado con un coloreado ad
hoc que diera cuenta del límite (pretendidamente) correcto.22 A sugerencia del
propio Zeballos, las enmiendas a las láminas del Atlas quedaban asentadas en el
libro de Actas del Instituto.
Los conflictos desatados en torno a los mapas de De Moussy y de Seelstrang
presagian los aspectos nodales que motorizarán la política cartográfica del estado
argentino: los territorios indígenas, los límites internacionales y la preocupación
por producir un mapa “científico”.

Primeros mapas militares: expansión territorial sobre territorios


indígenas y cartografía

Desde los primeros intentos de centralización de las milicias en el periodo de


organización nacional, uno de los objetivos estratégicos del Ejército fue establecer
el control estatal sobre las extensas zonas ocupadas por comunidades indígenas:
el Chaco y la Patagonia.23
En las diversas expediciones exploratorias participaron comisiones cientí-
ficas y se realizaron cartografías parciales, principalmente dedicadas al estable-
cimiento de itinerarios y a la planificación de poblados y colonias. Pero en las
dos grandes campañas (la de la Patagonia, en 1879; la del Chaco, en 1884) se
confeccionaron sendos planos generales, éstos, originalmente incluidos en los
informes oficiales, fueron también reimpresos e incluidos en diversas publicacio-
nes académicas, políticas y diplomáticas. Tenían la particularidad de ofrecer una
imagen inédita de territorios que, hasta entonces, habían aparecido como “tierras
inexploradas” en la mayoría de los cartografías o, como se ha visto, ni siquiera
habían sido incluidos en los mapas generales de la Argentina.

cedecano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (1895) y Decano de la Facultad de


Derecho de la UBA (1919), (Sanz, 1985).
22 En la lámina de la provincia de Catamarca se extendió el color amarillo, asignado a la Ar-
gentina, hasta el meridiano 68º y hacia el Sur para incluir territorios que aparecían grabados
como chilenos (Sanz, 1985:20).
23 La suma de la superficie de ambas áreas alcanza el 40 % del territorio estatal.
Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 255

El título completo del plano elaborado en ocasión de la Campaña al Desier-


to es: Plano del territorio de la Pampa y Río Negro y las once provincias chilenas que
lo avencindan por el oeste. Comprende el trazo de la batida y exploración general
hecha últimamente en el desierto hasta la ocupación definitiva y establecimiento de
la línea militar del Río Negro y Neuquén por el Ejército Nacional a órdenes del Sr.
Gral. D. Julio A. Roca. Construido en vista de planos, croquis parciales, itinerarios
de los jefes de las divisiones y cuerpos espedicionarios (sic) de los ingenieros militares
que los acompañaron y según exploraciones y estudios propios por el Tte. Cnel. Ma-
nuel J. Olascoaga, Jefe de la Oficina Topográfica Militar (Figura 4).
En la leyenda del mapa se privilegian los itinerarios de las tropas, así como
las diversas líneas de fortines (que permiten visualizar diversas etapas en el avance
de la frontera) y las “demarcaciones de terrenos reservados por el gobierno nacio-
nal para fortines y colonias”; también se señalan las líneas de telégrafos militares,
los ferrocarriles y los caminos. La alusión a los indios en la leyenda remite a una
clasificación basada en la política de avance militar: “toldos habitados” y “toldos
abandonados”. En una columna lateral se organiza un vocabulario de términos
indígenas porque se entiende que “los nombres indios son siempre descriptivos de
la topografía u otros accidentes importantes de los lugares a que se aplican. Así
que he creído útil incluir acá la traducción de los que contiene este Plano”. Esa
aparentemente ingenua traducción es un indicio acerca de las múltiples formas
en que, durante el proceso de formación territorial argentino, los saberes indíge-
nas fueron apropiados y cooptados; además, en este caso, como en otro tipo de
traducciones, se trataba también de una estrategia orientada a la racionalización
del territorio bajo una lógica homogeneizadora.
El firmante del plano, Manuel Olascoaga,24 tuvo acceso a los planos más re-
cientemente elaborados sobre el área. Una de sus fuentes fue la Carta topográfica
de La Pampa y de la línea de defensa (actual y proyectada) contra los indios (Figura
5). El responsable de este plano fue el Sgto. Mayor Melchert, de la Oficina de
Ingenieros Militares.25 Gran parte de la información topográfica y militar del
mapa de Olascoaga está tomada de aquí, pero en el plano de Melchert, la zona
ubicada más allá de la línea de fortines tiene, reiteradamente, la inscripción: cam-

24 Manuel Olascoaga fue un militar, topógrafo, periodista y funcionario de diversos gobier-


nos en la Argentina. Participó en expediciones militares e hizo levantamientos topográficos
(con base en los cuales publicó cartografías y tratados). Después de la campaña a los territo-
rios indígenas del sur fue designado gobernador de los territorios anexados.
25 Este mapa también fue incluido en Richard Napp, Die Argentinische Republik (1876, Bue-
nos Aires). En esa obra, Melchert, además, escribe dos artículos sobre cuestiones militares y
frontera.
256 . Carla Lois

Figura 4. Plano del territorio de la Pampa y Río Negro...

pos no explorados, algo que el mapa de Olascoaga sólo sugiere con el recurso del
espacio en blanco.
El plano de Olascoaga ha filtrado la información sobre los indígenas y ha
sobreimpuesto una nueva matriz sobre los territorios anexados, básicamente una
red de infraestructura de comunicaciones moderna (en gran parte, todavía inexis-
tente, aunque figura como “planificada”). En efecto, mientras que los mapas de
De Moussy y de Parish hablan del pasado (recordemos que tienen inscripciones y
relatos de exploraciones realizadas en los doscientos años previos), los mapas mi-
litares se dedican al futuro: telégrafos, ferrocarriles, líneas de fortines y colonias
(algunos reales y otros, apenas proyectados) componen una nueva geografía.
Sobre el mapa de Olascoaga y otro de Moyano sobre la Patagonia, Jens An-
dermann ha dicho que “son imágenes declamatorias más que representaciones
técnicas, iconografías de un proyecto de nación más que topografías operativas
para el manejo administrativo-geográfico de esa masa territorial” (Andermann,
2000:119). En el caso del Chaco, el mapa elaborado en el marco de la campaña
militar de 1884 involucra mecanismos análogos en la representación de los terri-
torios indígenas.
Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 257

Figura 5. “Carta topográfica de La Pampa y de la línea de defensa (actual y proyectada)


contra los indios”.

El mapa confeccionado con los datos obtenidos durante la Campaña Militar


de 1884 a cargo de Benjamín Victorica fue adjuntado al Informe oficial publi-
cado (Victorica, 1885) tal como se consigna en la portada.26 El título completo,

26 El texto de la portada es el siguiente: “Campaña del Chaco / Expedición llevada a cabo /


bajo el comando inmediato del Exmo. señor ministro de guerra y marina general / Dr. D.
Benjamín Victorica / en el año 1884 / para la exploración, ocupación y dominio de todo el
Chaco argentino / Parte general y diario de marcha con todos los documentos relativos, los
partes de los Jefes de las diversas columnas militares e informes de las Comisiones Científicas
&&/ Precedido de una introducción ilustrativa y acompañado del Plano General Topográfico
/ Publicación oficial / Buenos Aires / Imprenta Europea, Moreno 51, esquina Defensa/ 1885”
(Victorica, 1885; las cursivas son nuestras).
258 . Carla Lois

ubicado en el ángulo superior derecho, es «Plano nuevo de los territorios del Chaco
argentino. Confeccionado con los datos de las Comisiones Topográficas que acompa-
ñaron las columnas expedicionarias al mando del Comandante en Jefe del Ministro
de Guerra y Marina General Benjamín Victorica en 1884 y, por su orden, por los
oficiales de la IV Sección del Estado Mayor General capitanes Jorge Rohde y Servando
Quiroz, 1885. Escala de 1:800.000” y está firmado por el Jefe de la IV Sección del
Estado Mayor del Ejército, Czetz.27
El mapa no tiene leyenda y, a primera vista, parece que se trata de una zona
completamente conocida, repleta de íconos diversos. No obstante, en letras muy
pequeñas y perdidas en una superficie coloreada y sembrada de signos que sim-
bolizan vegetación se indica “Tierras inexploradas” y “Terrenos altos cubiertos de
bosques impenetrables”. El hecho de que el conocimiento geográfico es desparejo
sólo puede apreciarse en una lectura atenta y que recorra todas las inscripciones
(topónimos, relatos y descripciones) del mapa; nunca, en la lectura inicial.
Se podría dudar si esta estrategia gráfica tiene la intención de sugerir un
territorio totalmente apropiado y dominado. Sin embargo, la hipótesis cobra
fuerza cuando se compara el diseño de la superficie gráfica correspondiente a
la República del Paraguay: al otro lado del límite internacional con Paraguay se
interrumpe totalmente la continuidad de íconos y éstos son reemplazados por el
blanco absoluto (un blanco que, incluso, contrasta con las superficies tenuamente
tonalizadas de los otros países limítrofes).
Hacia el oeste de la denominada “Gobernación del Chaco Central” dismi-
nuye la densidad de los íconos indicadores de vegetación, en clara concordancia
con el menor grado de conocimiento que se tenía de los terrenos del oeste cha-
queño. En rigor, se trataba de zonas sin explorar y bajo control absoluto de los
indígenas.
Las formas de asentamiento representadas son: colonias, fortines y tolderías.
Por la densidad de los íconos desplegados en el mapa, se destacan las dos formas
más deseadas desde el punto de vista de la empresa civilizadora de la campaña
militar: las colonias y los fortines. Los pueblos y las colonias, así como los for-
tines de suerte errática, están señalados con pequeños círculos, cuadraditos y

27 Juan F. Czetz fue un militar nacido en Hungría que, tras casarse en España con una sobri-
na de Juan Manuel de Rosas, radicó en la Argentina y trabajó en sucesivas secciones del Ejér-
cito en tareas de mensura y relevamiento topográfico. Antes de la guerra contra el Paraguay,
siendo el Jefe de la Sección Ingenieros de la Inspección General de Obras, estuvo abocado en
la confección de un mapa de los límites de la República Argentina. Fue el primer director del
Colegio Militar (1870-1874) y también participó en su organización. Desde 1885 hasta su
retiro fue Jefe de la IV Sección del Estado Mayor del Ejército (IGM, 1979:264).
Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 259

cuadrículas de diferentes tamaños acompañados por sus respectivos nombres. El


hecho de graficar pequeños poblados y poco estables con cuadrículas,28 que, por
definición, remiten a un referente de urbe ideal planificada, absolutamente racio-
nal, también refuerza la idea de que el Chaco había dejado de ser un desierto para
convertirse en un espacio potencialmente fértil para el desarrollo económico.
Las numerosas tolderías y tribus fueron representadas con mayor densidad
en las márgenes del río Teuco, alejadas de las zonas “civilizadas”. Fueron consig-
nadas toponímicamente por su nombre conocido o por el de su cacique y están
representadas con un pequeño triángulo. Es notable la similitud entre este icono
triangular y otros dos que indicarían vegetación:29 de no ser por la inscripción
correspondiente, se confundirían con facilidad, lo que diluiría la presencia in-
dígena en la espesura de los “bosques impenetrables”. Así, las dificultades que
planteaba la resistencia indígena fueron resueltas gráficamente homologando
aborígenes y vegetación. De hecho, en este momento histórico donde la ocupación
sistemática del territorio chaqueño era apenas incipiente, los asentamientos indí-
genas predominaban respecto de los del hombre blanco. Sin embargo, se multi-
plican las retóricas gráficas que visualmente ofrecen una imagen que representa
el ideario territorial de la época: un territorio íntegro y bajo el dominio efectivo
del Estado.
Abundan los itinerarios de diversas expediciones y exploraciones realizadas,
en donde se consignan el trazado del recorrido, el oficial a cargo y la fecha en que
se desarrolló. Con mayor minuciosidad se detallan los recorridos efectuados por
las distintas comisiones de la expedición de Victorica. Estos itinerarios servían
tanto para explicar y fundamentar retrospectivamente el dominio sobre estas
áreas como para “llenar” el espacio cartográfico con elementos que indiquen ci-
vilización.
En esos tiempos de campañas militares se asiste a un proceso de moderni-
zación y profesionalización del Ejército, que incluía reformas en el organigrama,

28 Con cuadrículas se señalan, sobre el eje fluvial del Paraná: Timbó (desde donde partió la
expedición de Victorica), C. Ocampo, Las Toscas, C. Florencia de Longworthy, Resistencia,
Corrientes (con letras mayúsculas) y Puerto Bermejo; sobre el río Bermejo, Puerto Expedi-
ción y, la más septentrional, Presidencia Roca.
29 Aunque, como se ha mencionado, no existe una leyenda que normalice en forma precisa
la decodificación de los símbolos, dos de esos íconos podrían indicar vegetación: uno de esos
íconos, el que aparece con más frecuencia, es usado convencionalmente como indicador de
vegetación en la mayor parte de las cartografías de la época; el otro (una suerte de palmera
simplificada) resulta fácilmente asociable a un tipo de vegetación y, por otra parte, en el Atlas
de Moussy es señalado toponímicamente como “palmeras caranday”.
260 . Carla Lois

nuevos planes de estudio y renovados emprendimientos relacionados con tareas


de reconocimiento y cartografiado de las tierras ganadas a los indígenas.
Con la creación del Estado Mayor General del Ejército (1884), la Oficina
Topográfica Militar pasó a constituir la Cuarta Sección de Ingenieros Militares
del Estado Mayor, bajo la jefatura de Manuel Olascoaga (que, en el mismo año
fue reemplazado por Juan Czetz). Tras algunas reorganizaciones, esta dependen-
cia se consolidó bajo la designación Instituto Geográfico Militar (IGM) en 1904
(y, en las primeras décadas del siglo XX, pasó a concentrar el control de toda la
actividad cartográfica oficial de la Argentina). Al mismo tiempo, la organización
de las dependencias del Ejército para desempeñar tareas cartográficas se orientó
hacia la especialización técnica de las secciones geográficas y cartográficas. Dicha
especialización técnica se inscribió en el contexto de la profesionalización del
Ejército y de la formación de ingenieros militares en el Estado Mayor del Ejército
(a partir de 1886).30
Con esta propuesta profesional el IGM se posicionaba como una institución
capaz técnica, financiera y profesionalmente para producir mapas basados en la
mensura geodésica y la precisión técnica.
Hacia fines del siglo XIX, los trabajos cartográficos de estas secciones mili-
tares se concentraron, cada vez más, en el levantamiento de planos de las “fron-
teras interiores”, acompañando la expansión militar sobre territorios indígenas.
Esos planos solían graficar fuertes y construcciones militares, líneas de fortines y,
cuando fuera necesario, planos nuevos que mostraran la incorporación de tierras
indígenas a las jurisdicciones estatales.
Aunque en otros marcos institucionales y con prácticas profesionales leve-
mente diferentes a las mencionadas en este apartado, algunos de estos militares
también participaron de otro de los ámbitos dedicados a tareas cartográficas con-
sideradas estratégicas en el proceso de formación del territorio estatal: las comi-
siones de límites en que se dibujaban las líneas interestatales.

30 La formación académica de los aspirantes a oficiales de Ingenieros se basaba en cono-


cimientos de ingeniería civil y militar y en el dominio de las matemáticas. Se impartían
cursos tales como Álgebra Superior, Trigonometría Rectilínea y Esférica, Dibujo Lineal y
Topográfico, Caminos y Ferrocarriles, Geometría Analítica, Geodesia I, Dibujo, Puentes,
Fortificación Pasajera, Cálculo Diferencial e Integral, Fortificación Permanente, Geodesia
II y Astronomía. Además, en forma complementaria debía cursarse en la Facultad: Geo-
metría Descriptiva I, Geometría Descriptiva II y Mecánica y Arquitectura (Martin et al.,
1976:240).
Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 261

Cartografía, límites y política internacional

Un conjunto de conflictos diplomáticos condensados en torno a las demandas


territoriales de los países vecinos pusieron el foco de atención sobre las cartogra-
fías: resulta que, como se ha visto, algunos de los mapas de la Argentina, finan-
ciados con fondos públicos y firmados por funcionarios de diversos organismos
del Estado eran utilizados por países extranjeros como fuente para legitimar sus
reclamos de terrenos que la Argentina pretendía para sí.
En ese contexto, el presidente Juárez Célman firmó, el 20 de noviembre de
1889, una resolución presidencial por la cual se desconocía todo carácter público
a las cartas geográficas publicadas en el país o fuera de él, que no fueran apro-
badas por el Ministerio de Relaciones Exteriores (por ese entonces, a cargo de
Estanislao Zeballos). Este ministro, que había fundado el Instituto Geográfico
Argentino en 1879, estaba particularmente familiarizado tanto en los temas li-
mítrofes como en asuntos cartográficos. Considérese sintomático de su perfil el
hecho de que a su llegada a la cancillería ordenó la reorganización de la mapoteca
y la elaboración de un catálogo de mapas; y encargó esta tarea al ingeniero geó-
grafo Carlos Beber (Sanz, 1985:19).31
Al mencionado caso sobre el límite con Brasil en el mapa de Seelstrang y
Tourmente, se sumaron otros. En 1890, la presentación oficial del gobierno ar-
gentino ante la Exposición de París incluyó el Mapa de la República firmado por
Luis Brackebusch.32 En este mapa, el límite oeste de la Argentina (lindante con
Chile) estaba trazado según la demarcación de realizada por Bertrand (geógrafo
francés asesor de la cancillería chilena), que, a su vez, era la traza recuperada
por Seelstrang. El mapa en cuestión fue utilizado por Chile en sus reclamos y, a

31 Decreto 7 de diciembre de 1891.


32 Luis Barckebusch (1849-1906) fue un geólogo nacido en Northeim (Alemania). Después
de haberse graduado en la Universidad de Gotinga, trabajó como geólogo auxiliar en el Ins-
tituto Geológico de Prusia. En 1872 llegó a Buenos Aires contratado por el gobierno con el
objetivo de participar en diversos emprendimientos científicos. Sucedió a Alfred Stelzner en
la cátedra de Mineralogía y Geología de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales
de la Provincia de Córdoba; en 1880 fue nombrado decano de la misma Facultad y miem-
bro de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba. También colaboró con la Sociedad
Científica Argentina. Su producción cartográfica incluye las siguientes publicaciones: Plano
General de la Provincia de Córdoba, escala 1:1 000 000 (1876); Mapa interior de la República
Argentina, construido sobre los datos oficiales y sus propias observaciones, escala 1:1 000 000
(1885), Mapa General de la República Argentina y de los países limítrofes (1889) con 13 lámi-
nas; Relieve de la República, en yeso, escala 1:1 000 000 (1889) y Mapa Geológico de la Repú-
blica, publicado por la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba.
262 . Carla Lois

raíz de ello, el Ministro de Relaciones Exteriores Zeballos lo desautorizó y quitó


de circulación, con una recomendación explícita al Ministerio de Instrucción
Pública para que adopte medidas contra su autor en su calidad de profesor uni-
versitario (Sanz, 1985).
En ese entonces, funcionaban dos comisiones bilaterales de límites: una con
Brasil y otra con Chile. Ambas realizaban tareas de mensura y levantaban planos
topográficos que se discutían en las comisiones binacionales. Pero esos resultados
cartográficos, en su carácter de documentos técnicos, eran de circulación restrin-
gida, y por tanto no solían ser volcados en la producción de otras cartografías.
Con la intención de resolver esas diferencias, el 21 de diciembre de 1891 se creó
la Oficina de Límites Internacionales, bajo la órbita del Ministerio de Relaciones
Exteriores. Su dirección quedó a cargo del Capitán de Fragata Carlos M. Moya-
no.33 Entre sus principales funciones, la oficina debía: a) reunir y organizar todos
los datos históricos, geográficos y topográficos concernientes a las fronteras de
la República; b) asegurar el trazado de los límites internacionales según títulos y
derechos de los tratados sobre fronteras en el mapa de la República; y c) coordinar
las tareas de las comisiones de límites (Brasil, Chile) y conservar los materiales
elaborados por ellas.
Como se ha mencionado, tanto las comisiones como la Oficina de Lími-
tes llevaron adelante demarcaciones y triangulaciones en zonas de frontera: co-
misiones argentino-brasileras efectuaron reconocimientos y determinaciones
astronómicas en la región comprendida entre los ríos Pequirí y San Antonio
(1887-1888) y, más tarde, se realizaron operaciones de demarcación realizadas
bajo la dirección del Ingeniero Ezcurra (1901-02). En la frontera chilena se desa-
rrollaron operaciones de demarcación (1892-1906) para la ejecución del tratado
suscrito en 1881, en diversas zonas de la Cordillera de los Andes desde la latitud
23º hasta la parte austral de Tierra del Fuego. En las fronteras con Paraguay y
Bolivia hubo operaciones y trabajos de base entre 1894 y 1907. Si bien parte de
esa cartografía fue publicada en las Memorias e Informes correspondientes,34
en la mayoría de los casos fueron mapas que siguieron siendo documentos de
circulación restringida.

33 Moyano, que había viajado por la Patagonia entre 1877 y 1880, publicó la Carta General
de la Patagonia en 1881. Fue presentada en los salones del Instituto Geográfico Argentino y
reproducida en su boletín.
34 Por ejemplo, La frontera argentino brasileña. Estudios y demarcación general 1887-1904.
(1910), División de Límites Internacionales. T. I. Impreso en Talleres Gráficos de la Peniten-
ciaría Nacional, Buenos Aires.
Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 263

En una coyuntura de conflicto con los países vecinos y de arbitrajes de terce-


ros, la vigilancia sobre la cartografía de firma nacional se volvió un problema acu-
ciante. Los antecedes de Chile y Brasil significaron un alerta para las autoridades
y, en 1893, un nuevo decreto establecía que los trabajos sobre geografía nacional
(y eso incluía especialmente la cartografía) serían reconocidos como oficiales sólo
si estaban acompañados por una declaración especial del Ministerio de Relacio-
nes Exteriores. Y queda claro que esa declaración se obtendría sólo si el mapa era
congruente con la posición oficial respecto de los reclamos.35 Esta medida ponía
a resguardo la diplomacia frente a la circulación de obras que habían sido enfáti-
cas y públicamente apoyadas por el gobierno. Y no fue la única: desde entonces,
fueron reiteradas las intervenciones normativas sobre la imagen cartográfica.36
Para el cumplimiento de estas disposiciones se recurría a los planos elaborados
por las comisiones y recopilados por la Oficina de Límites.
En suma, estos episodios diplomáticos y los ensayos institucionales y nor-
mativos que buscaron apuntalar la producción cartográfica oficial no hacían sino
poner de relieve las dificultades que acarreaba el hecho de no contar con una
cartografía topográfica de base geodésica sobre la que establecer claros criterios
de demarcación limítrofe.

Los trabajos técnicos y científicos de la nueva cartografía topográfica


del siglo XX

Tras algunos trabajos aislados realizados en el siglo XIX,37 a principios del siglo
XX todavía se discutía sobre cómo proceder para el levantamiento de una carta
topográfica general de la República y sobre la conveniencia de realizar trabajos
geodésicos y topográficos de primer orden. En 1912, el Instituto Geográfico Mi-
litar (en adelante, también IGM) presentó al Estado Mayor del Ejército un plan
para elaborar el mapa general de la República Argentina, que fue avalado por la

35 “A raíz de estas disposiciones gubernamentales es que algunos mapas argentinos, que


erróneamente indicaban a las islas Lennox, Picton y Nueva como chilenas, las muestran en
adelante correctamente como argentinas” (Sanz, 1985:22).
36 Un análisis de las disposiciones legales que afectaron la producción y la imagen cartográ-
fica del estado argentino, véase Mazzitelli y Lois, 2004.
37 La IV Sección del EMGE realizó trabajos de determinación astronómica con la intención
de organizar los procedimientso de triangulación del territorio nacional. En 1893, el alférez
Agustín P. Justo y el ingeniero Julio Lederer iniciaron algunos cálculos siguiendo ese objetivo
(IGM, 1979:18).
264 . Carla Lois

creación de la Comisión de la Carta de la República, decretada por el presidente


Sáenz Peña en enero de 1912. En los aspectos técnicos, el plan aspiraba a la de-
terminación de una red de puntos fijos (planimétricos y altimétricos), al cálculo
exacto del área del territorio estatal y al levantamiento topográfico. Estas tareas
permitirían la publicación de una carta general de la República Argentina, ya no
basada en recopilaciones y fuentes eclécticas, sino en nuevas y modernas técnicas
de mensura y posicionamiento.
Según el plan previsto, la Carta de la República se publicaría a cuatro
escalas:

a) 1:2 000 000; resultaría un mapa mural “demostrando los lineamientos


generales de nuestro territorio”;
b) 1:1 000 000; las hojas de la Carta de la República publicadas a esta escala
tenían un orden y una numeración preestablecidos de acuerdo con las
normas fijadas en la convención de Londres (1909), que ya había par-
ticionado la superficie terrestre y había propuesto la elaboración de un
mapa mundial al millonésimo;
c) 1:100 000; las hojas a esta escala formarían la carta del Estado Mayor y
el atlas general de la República para usos civiles;
d) 1:25 000; no se haría un relevamiento general a esta escala; sólo se la uti-
lizaría para “regiones especiales”, que no se detallan (IGM, 1912:25).38

Existían algunos antecedentes de trabajos de triangulación que dieron algu-


nos puntos fijos de primer orden.39 Sin embargo, las primeras tareas sistemáticas
se iniciaron entre 1916 y 1918, cuando se puso en marcha la triangulación de la
ciudad de Buenos Aires, con el apoyo de un convenio entre el IGM y la Munici-
palidad de Buenos Aires. Al mismo tiempo, se creó también en 1916 la Comisión
Astronómica Expeditiva, que funcionó hasta 1919 con el propósito de proporcio-
nar coordenadas astronómicas al IGM. Los puntos de la red estarían distribuidos
por todo el territorio de la República y se priorizó la selección de estaciones que

38 Este plan fue el proyecto central en torno del que se organizó el Instituto Geográfico
Militar. El primer Anuario del IGM (1912) fue dedicado íntegramente a la presentación de
este plan. La Memoria que el presidente del IGM llevó al Congreso de Geografía de Roma
también versó sobre el plan. En un trabajo anterior se ha analizado este plan y su relevancia
institucional y científica en el desarrollo cartográfico de la Argentina (Lois, 2004).
39 La primera triangulación fue realizada en 1906 en Campo de Mayo (provincia de Buenos
Aires). La segunda, en 1909, en una franja costera del Río de la Plata, desde Zárate hasta
Chascomús. En esta última se fijó el punto trigonométrico de la Iglesia de Flores.
Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 265

permitieran localizar y orientar trabajos públicos y privados preexistentes.40 En


la primera campaña de la Comisión se realizaron trabajos en la zona norte para-
lela al Río de la Plata.
En la década del 20 se produjo la primera revisión del Proyecto de la Carta
de la República. En primer lugar, la triangulación principal no seguiría los
límites internacionales e interprovinciales41 sino que se desarrollaría a lo largo
de los paralelos y meridianos, formando cuadriláteros de 2º de latitud por 2º de
longitud. A partir de 1923 se adoptó el elipsoide Hayford para los cálculos geo-
désicos. La red de triangulación se complementaría con una red de nivelación,
cuyo primer ensayo preliminar (que sería la base de otro más definitivo) estuvo
terminado en 1926. En algunos casos, esas mediciones corregían otras ante-
riores que no resultaban satisfactorias: las redes de nivelación que habían sido
realizadas entre 1912 y 1919 en la provincia de Santa Fe fueron reconfeccio-
nadas con el objetivo de obtener una nivelación de mayor precisión. Además,
en esta década se abandonó la proyección poliédrica y se adoptó la proyección
Gauss-Krüger (IGM, 1927).
En el transcurso de los años veinte se hicieron cartas basadas en procedi-
mientos rápidos, esto es, “a base de levantamientos expeditivos, reconocimientos
rápidos y levantamientos estereofotogramétricos”. Las hojas levantadas con este
método corresponden a las cartas al cien mil de Jujuy y alrededores, Tandil y
alrededores, y la carta que comprende el Valle de Calamuchita y Sierra de los
Cóndores correspondiente a la provincia de Córdoba (IGM, 1926:155).
A su vez se comenzaba a organizar la homogeneización de los signos car-
tográficos altimétricos (curvas de nivel) para las cartas publicadas por el IGM,
ya que “en los levantamientos topográficos efectuados (...) desde 1901 a 1930, la
altimetría, si bien ha sido representada por curvas de nivel no lo fue siguiendo un
criterio estrictamente técnico” (IGM, 1930:52). En 1931 se estableció un regla-
mento para la representación de las curvas de nivel (que fijaba el tipo de línea y

40 Para las provincias de Entre Ríos y Corrientes se utilizaron las catorce estaciones esta-
blecidas por la Comisión Astronómica del Litoral, a cargo del Dr. Guillermo Schulz (IGM,
1979: 63).
41 El plan original proponía levantar dos redes de puntos. La triangulación fundamental
buscaría coincidir con los límites políticos para facilitar el levantamiento de cartografía topo-
gráfica y catastral. En las cadenas de primer orden, la posición relativa de sus vértices tendría
una precisión mínima de 1:100.000 y “tales puntos se fijarían dando a los lados de los trián-
gulos una longitud media de 40 a 60 km, de acuerdo con el terreno. La medición lineal sería
por medio de cintas o alambres de invar que dan una máxima precisión a la triangulación”
(IGM, 1979: 53).
266 . Carla Lois

equidistancia que se utilizarían), con lo que se pretendía representar la altimetría


con la mayor “fidelidad, evidencia y claridad posible” (IGM, 1933:53).
El Instituto contaba, además, con la autoridad suficiente para realizar con-
venios con los diferentes Ministerios y/o Direcciones, como la División de Minas
y Geología, y el Ministerio de Agricultura, con el fin de acelerar y evitar la super-
posición de los trabajos. Así fue que se realizaron convenios con las provincias de
Mendoza, Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires para realizar “trabajos astronó-
micos, geodésicos y topográficos (planimétricos y altimétricos) necesarios para la
obra del catastro y del mapa de la provincia” (IGM; 1919:235), en los que quedaba
establecido que los datos resultantes podían ser usados por el IGM en el marco del
proyecto de la Carta de la República.
Evidentemente, la velocidad con que se desarrollaban estas tareas no garan-
tizaba la producción de la carta topográfica de todo el territorio nacional. Y ante
la evidente urgencia por contar con una Carta de la República que satisfaga “las
necesidades de todo orden relacionadas con la cartografía, hay que recurrir forzo-
samente a la recopilación de cartas y mapas” (IGM, 1926:155). Este nuevo proyec-
to recibió el nombre de Carta Militar provisional. Con el método de recopilación
se terminaron en 1926 veintiséis hojas al 1:500 000,42 de las cuales se publicaron
cuatro, a saber: Posadas, Paso de los Libres, Tres Arroyos y Chos Malal.
En los años treinta se iniciaron levantamientos regulares a escala 1:100 000,
y se continuaron los trabajos:

destinados a suministrar la longitud fundamental de punto de arranque, para el


cálculo de las coordenadas geográficas con vértices trigonométricos, transpor-
tándose al Observatorio Nacional de Córdoba la longitud obtenida con la de-
terminación inalámbrica de la diferencia de la misma entre Potsdam y Buenos
Aires (IGM, 1932:9).

A lo largo de la década se continuaron con los trabajos geodésicos, de trian-


gulación y nivelación:43 se calcularon los vértices de diferentes cerros; se realiza-

42 Esas hojas eran Iguazú, Asunción, Pilcomayo, Corrientes, Posadas, Misiones, Goya, Paso
de los Libres, Entre Ríos Norte y Sur, M. Caseros, Buenos Aires, La Plata, Azul, Mar del
Plata, Gral. Alvarado, Tres Arroyos, N. Huapi, Alumine, Neuquen, A. Mahuida, San Rafael
Oeste, San Rafael, Mendoza Oeste, Mendoza, San Juan Oeste. La hojas de Bahía Blanca,
San Juan, Chilecito, Los Andes, Salta, La Quiaca, S. de Atacama y Tarija estaban en trabajo
de recopilación (IGM, 1926).
43 Entre 1927 y 1928 había comenzado a funcionar, además, el Servicio Internacional de la
Hora, que, a los efectos del asunto cartográfico que se aborda en este trabajo, resulta signifi-
Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 267

ron trabajos de medición en el sur de la Gobernación del Neuquén, en el Delta


del Paraná y regiones adyacentes, y Buenos Aires. En la provincia de Entre Ríos
se efectuó una triangulación que abarcó una superficie de 6 500 km2.
Para esa época se organizó la Comisión Argentina del Arco de Meridiano,
que funcionó entre 1936 y 1943. Si bien parece haberse constituido como una
institución eminentemente científica y técnica, y con relativa autonomía de otros
organismos existentes, lo cierto es que, durante los años de su funcionamiento,
mantuvo estrechos vínculos con el Instituto Geográfico Militar. Se mencionan
sólo tres cuestiones que plantean esos vínculos: a) el director de la Comisión,
el astrónomo argentino ingeniero Félix Aguilar (1884-1943) también se había
desempeñado como jefe de la sección Geodesia del IGM, profesor de astronomía y
Geodesia en la Escuela Superior de Guerra del Ejército y, más tarde, de la Escuela
Superior Técnica; b) el IGM proporcionó expertos formados en el área de geodesia
para que se desempeñen en la Comisión del Arco; y c) a la muerte del titular de
la Comisión, el personal fue reasignado al IGM (por el decreto del 2 de octubre
de 1944) y pasó a depender de él (hasta 1954, cuando pasó a depender de la
Secretaría de Guerra).44 Al mismo tiempo, no parece haber sido una casualidad
que el titular de la Comisión del Arco también haya aparecido, a principios de la
década de 1940, como miembro de las comisiones directivas y de campañas de
las comisiones de límites con Chile y Bolivia.
En un interesante trabajo, Eduardo Ortiz afirma que:

hasta esa fecha [mediados de la década de 1930] había habido la tendencia a


agrupar esfuerzos en el campo de la cartografía, geodesia, hidrografía y oceano-
grafía alrededor de instituciones militares, principalmente el Instituto Geográ-
fico Militar y el Servicio Hidrográfico de Marina. La historia de la Comisión
del Arco sugiere una intención de apertura hacia sectores considerablemente
más amplios, que incluyen más directamente a la comunidad científica local.

Y, en parte, lo atribuye a “la imagen técnica que la Argentina deseaba pro-


yectar sobre el escenario latinoamericano contemporáneo” (Ortiz, 2005:108).
Pero esto puede hacerse extensivo a la organización burocrática del IGM y a su
plan de trabajo, ya que una de sus particularidades fue el perfil técnico de sus
cativo porque era útil para proporcionar la longitud del punto de arranque en el cálculo de
las coordenadas de los vértices trigonométricos.
44 Al momento de su cierre, había alcanzado el 40 % del plan geodésico proyectado. Todos
los datos sobre la Comisión del Arco del Meridiano y algunas de las hipótesis aquí sugeridas
están basados en el trabajo Ortiz, 2005.
268 . Carla Lois

emprendimientos y la pretensión de elaborar cartas topográficas con base geodé-


sica. Sin embargo, el desarrollo de las tareas cartográficas permite avizorar que
los proyectos para el mapeado del territorio del Estado pendularon entre las po-
sibilidades que ofrecía la técnica y las coyunturas que exigía la política, tanto en
la justificación de decisiones de método como en la publicación (o impugnación)
de obras cartográficas.
Llegados a este punto parece evidente que una compleja trama de persona-
jes, instituciones y proyectos políticos cruzados entre sí fue el andamiaje en torno
del cual se desarrollaron las tareas cartográficas oficiales en la Argentina. Por
otra parte, las necesidades políticas, económicas y simbólicas que tenía el Estado
de contar con cartografía actualizada deben, a su vez, encuadrarse dentro de un
conjunto de movimientos orientados a producir mapas según los parámetros fija-
dos por los países más modernos. Aquí cabe incluir, por ejemplo, la presentación
de trabajos cartográficos en las exposiciones y los congresos internacionales de
geografía.45
Sólo si se comprende esa red entramada puede avizorase cuál es la situación
que se pretende ordenar con la sanción de la Ley de la Carta (1941), que asigna
al IGM la autoridad máxima sobre la producción de cartas topográficas y sobre la
fiscalización de toda la cartografía publicada en el país. Esa ley ordena en su artí-
culo 1º “realizar todos los trabajos geodésicos fundamentales y el levantamiento
topográfico de todo el territorio de la Nación”, los cuales deberán ajustarse –según
el artículo 4º– “a las prescripciones de los congresos científicos internacionales”.
De esta manera, se excluye de la producción de cartografía a otros sujetos u orga-
nismos y comienzan a estandarizarse en forma oficial y prescriptiva proyecciones,
escalas y simbología. Además, en 1950 se adenda un artículo (que quedará como
el 3º, aunque fue sancionado originalmente como la Ley No 13.976) en el que
se reafirma el “carácter nacional” de la producción cartográfica en los siguientes
términos:

45 Al mencionado caso de Filadelfia de 1876 hay que agregar especialmente la premiada


participación en el Tercer Congreso y Exposición Internacional de Geografía (Venecia, 1881)
en la que se presentó la Description physique de la République Argentine, de Hermann Burmeister
y donde fue premiado el plano de la Patagonia que realizó Carlos Moyano. También se
destaca la participación en el Congreso Internacional de Geografía de Roma (1913) en el que
se presentó el primer plan de la Carta de la República, a cargo del IGM. Sobre la relación entre
los trabajos científicos y las estrategias científico-culturales de reconocimiento político en la
comunidad internacional, véase Zusman y Lois, 2004.
Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 269

El personal técnico que se destine para el cumplimiento de la ley y desempeñe


funciones tanto en el campo como en el gabinete, deberá ser argentino. [...]
Únicamente por excepción, la que se producirá cuando deban realizarse tareas
de carácter técnico para cuya realización no exista disponible personal capacita-
do argentino en el país, podrán ser utilizados los servicios técnicos de personal
extranjero (contratado) siempre que posean la capacidad y condiciones intelec-
tuales y morales necesarias.

Esta “nacionalización de los técnicos”, que hacia los años cuarenta se vuel-
ve compulsiva y normativa, no es, en rigor, una novedad sino que, como se ha
señalado, puede rastrearse en otras medidas tomadas con anterioridad. En ese
sentido, tanto la Ley de la Carta como otros dispositivos legales que fijaron las
condiciones en las que se producirá y levantará la cartografía son otro de los
esfuerzos sostenidos que se llevaron a cabo para supervisar la imagen oficial del
territorio de la República Argentina.
Ahora bien, la ley de la Carta no sólo se ocupa de cómo debe hacerse la
cartografía sino que también habla del estado de situación del por entonces in-
acabado proceso de levantar una cartografía topográfica. Al imponer que debe
procederse a una compensación de los distintos trozos de la cadena de triangula-
ción y, con ello, a definir con urgencia el elipsoide de referencia,46 está indicando
también la falta de sistematicidad alcanzada en los trabajos geodésicos y topográ-
ficos que servirían para la elaboración de una cartografía moderna del territorio
del estado.

Conclusiones

En las décadas centrales del siglo XIX, cartografías, manuales y descripciones


geográficas elaborados por viajeros y profesionales extranjeros proporcionaron
–tanto al público local como al europeo– las primeras imágenes de la geografía
argentina. Gran parte de esos emprendimientos individuales y colectivos fueron
apoyados y sostenidos por los gobiernos nacionales y, en algunos casos, sus res-
ponsables fueron contratados e incorporados en diferentes cuadros de la burocra-
cia estatal. Hacia 1880 gran parte de la cartografía reconocida había sido elabo-
46 En 1946 se fijó que el punto de tangencia para los cálculos geodésicos sería el vértice
trigonométrico Campo Inchauspe (en la base ampliada de Pehuajó). Así fue establecido en
la Disposición Permanente 440, firmada por el General de Brigada Otto Helbling (IGM,
1979:56-58).
270 . Carla Lois

rada por europeos y a lo largo de estas páginas se procuró demostrar que, a pesar
de que la condición de extranjero de sus autores fue usada como argumento para
desacreditar sus obras, habrían sido las nuevas coyunturas políticas, económicas
y territoriales que emergieron fuertemente en los años ochenta las que están en el
trasfondo de esas críticas y de la necesidad de repensar las producción de mapas
oficiales de la Argentina. Como se ha anticipado, la participación de extranjeros
no sólo había sido deseable sino necesaria (recordemos que muchos de ellos llega-
ron contratados por el gobierno) para suplir la falta de personal idóneo en la tarea
de construir un corpus estadístico, cartográfico y científico para el Estado argen-
tino. En las primeras décadas del siglo XX comenzó a registrarse un progresivo
proceso de “nacionalización” de técnicos y funcionarios en los diferentes ámbitos
públicos y científicos.47 Sin embargo, en las cuestiones cartográficas la aparente
incongruencia entre los intereses nacionales y el hecho de que los encargados de
diseñar el mapa nacional fueran extranjeros, parece haber entrado en conflicto
antes de lo que se hizo evidente en otras esferas.48 Estas geografías vistas con ojos
extranjeros no parecen haber sido demasiado sensibles a los intereses del nuevo
estado.
Pero hacia fines de siglo, esas cartografías dejan de ser satisfactorias y, para
desautorizarlas, a menudo se recurrió al simplista argumento de que los extran-
jeros producían mapas “erróneos por no estar comprometidos con la causa na-
cional”. Los motivos que explicarían la emergencia temprana de afirmaciones de
corte nacionalista en temas relacionados con la producción de mapas parecen ra-
dicar en una combinación de factores: por un lado, la inexistencia de cartografía
oficial y los conflictos diplomáticos centrados en cartografía producida en la Ar-
gentina por especialistas extranjeros; por otro, la profesionalización del Ejército
y la organización de programas de formación de especialistas locales, que pronto
aportaría una cantera de profesionales dispuestos a trabajar articuladamente en
un programa cartográfico centralizado. Sin embargo, tras décadas de proyectos
(y sus respectivos ajustes), a mediados del siglo XX todavía no se había concluido

47 Un ejemplo de ello es la designación del ingeniero y astrónomo Félix Aguilar al frente de


varias instituciones: tanto cuando asumió al frente de la sección de geodesia del IGM (1921)
como cuando fue designado como responsable del Observatorio de La Plata, su posiciona-
miento significó el desplazamiento de profesionales extranjeros (Ortiz, 2005:111).
48 La contratación de profesores y especialistas extranjeros siguió siendo una práctica habitual
en campos académicos y científicos diversos. Algunos estudios de caso pueden consultarse
en dos recientes compilaciones de trabajos sobre historia de la ciencia argentina (Montserrat,
2000 y Lorenzano, 2005).
Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 271

un mapa topográfico de la República basado en mediciones geodésicas y topo-


gráficas de primer orden.
Las “buenas intenciones” de llevar a cabo un proyecto cartográfico en diá-
logo con los que encaraban los principales estados modernos, muchas veces se
vieron truncadas por coyunturas que se han zanjado no con innovaciones técni-
cas sino con iniciativas políticas (desde títulos promisorios para los mapas que
representaban los territorios ganados a los indios hasta las leyes que fijaron el tipo
de imagen cartográfica que se publicará en el país).
Los mapas oficiales de la República Argentina y, en particular, el proyecto de
un mapa topográfico a gran escala han sido, en gran medida, el resultado de un
“deseo territorial” antes que el resultado de operaciones geodésicas. En el siglo
XIX, los mapas han conquistado y “civilizado” territorios antes que las fuerzas
militares los vaciaran de indios. De la misma manera, en el siglo XX (y aun en
el siglo XXI), los mapas oficiales expresan renovados deseos territoriales: suman
casi el doble de la superficie territorial al incluir territorios sobre los que el Esta-
do no ejerce soberanía pero cuyo reclamo sostiene (las islas Malvinas y el sector
Antártico).

Fuentes

a) Documentos impresos

IGA (1879-1910), Boletín del Instituto Geográfico Argentino, tomos I a XXIV.


IGM (1912-1951), Anuario del Instituto Geográfico Militar de la República Argentina, IGM,
Buenos Aires.
IGM (1979), 100 años en el quehacer cartográfico del país (1879-1979), IGM, Buenos
Aires.
SGA (1881-1890), Revista de la Sociedad Geográfica Argentina, siete tomos.
Seelstrang, A. (1876), Informe de la Comisión Exploradora, Eudeba, Buenos Aires, [hay
edición de 1976].
Victorica, B. (1885), Campaña del Chaco, Publicación oficial, Imprenta Europea.

b) Documentos de Archivo

Biedma (1883), Diario de la campaña al Chaco. Archivo General de la Nación, Buenos


Aires.
Servicio Histórico del Ejército, Documentos de la Campaña contra los indios del Norte,
Cajas 1 a 10, Estado Mayor General del Ejército, Buenos Aires.
272 . Carla Lois

Cartografías y atlas

Czetz, J. (1885), Plano nuevo de los territorios del Chaco argentino, IV Sección del Estado
Mayor del Ejército. Buenos Aires.
De Moussy, (1865), Atlas de la Confédération Argentine [Buenos Aires, 1873].
Instituto Geográfico Militar (2005), Mapa de la República Argentina, Ministerio de De-
fensa. Secretaría de Planeamiento. Buenos Aires. [http://www.igm.gov.ar/]
Instituto Geográfico Argentino (1886), Atlas de la República Argentina. Buenos Aires.
Olascoaga, M. (1879), Plano del territorio de la Pampa y Río Negro, Oficina Topográfica
Militar, Buenos Aires.
Seelstrang y Tourmente (1875), Mapa de la República Argentina, Oficina Nacional de
Ingenieros, Buenos Aires.

Bibliografía

Andermann, J. (2000), “Entre la topografía y la iconografía. Mapas y nación, 1880”, en


Montserrat, M. (comp.), La ciencia en la Argentina entre siglos. Textos, contextos e
instituciones, Manantial, Buenos Aires, pp. 101-126.
Busaniche, J. (1958), “Estudio preliminar”, en Parish, W. Buenos Aures y las provicnias
del Río de la Plata, desde su descubrimietno y conquista por los españoles (tra-
duccion aumentada con nota y apuntes de Justo Maeso), Hachette, Buenos Aires,
pp. 7-29.
Capel, H. (1982), Geografía y Matemáticas en la España del siglo XVIII, Editorial Oikos-
Tau, Barcelona.
Capel, H., J. E. Sánchez y O. Moncada (1988), De Palas a Minerva. La formación cien-
tífica y la estructura institucional de los ingenieros militares en el siglo XVIII, SERBAL/
CSIC, Barcelona-Madrid.
Cutolo, J. (1968), Nuevo diccionario biográfico argentino, Editorial Elche, Buenos Aires.
García Aparicio, B. (1913), La Carte de la Republique, Instituto Geográfico Militar,
Buenos Aires.
Goicoechea, H. N. (1970), El Instituto Geográfico Argentino Historia e Índice de su Boletín
(1879-1911, 1926-1928), Instituto de Historia, Facultad de Humanidades, Univer-
sidad del Nordeste, Resistencia.
Jacob, C. (1992) L’empire des cartes, Albin Michel, Paris.
Lois, C. (2004), “La invención de la tradición cartográfica argentina”, en Litorales. Teo-
ría, método y técnica en geografía y otras ciencias sociales, año 4, no. 4 [http://litorales.
filo.uba.ar/web-litorales5/art-1.htm]
Lorenzano, C. (Comp. 2005), Historias de la Ciencia Argentina II, Universidad Nacional
Tres de Febrero, Buenos Aires.
Técnica, política y “ deseo territorial” en la cartografía oficial de la Argentina (1852-1941) . 273

Martin, M. H., A. De Paula y R. Gutiérrez (1976), Los ingenieros militares y sus precurso-
res en el desarrollo argentino, vol. I, Fabricaciones Militares, Buenos Aires.
Mazzitelli, M. (2005), “’La Carta de la República’: antecedentes, plan y desarrollo del
proyecto cartográfico del Instituto Geográfico Militar”, Xo Jornadas Interescuelas /
Departamentos de Historia, 20 al 23 de septiembre de 2005, Rosario, Argentina,
(mimeo).
Mazzitelli, M y C. Lois (2004), “Pensar y representar el territorio: dispositivos legales
que moldearon la representación oficial del territorio del Estado argentino en la
primera mitad del siglo XX”, en 4o Congreso Virtual de Antropología y Arqueología
NAyA, Mesa 4.- Geopolítica y economía latinoamericana, Buenos Aires.
[http://www.naya.org.ar/congreso2004/mesa_geopolitica_economia.htm]
Minvielle, S. y P. Zusman (1995), “Sociedades Geográficas y delimitación del territorio
en la construcción del Estado-Nación argentino”, en V Encuentro de Geógrafos de
América Latina, La Habana, Cuba (mimeo).
Montserrat, M. (comp.; 2000), La ciencia en la Argentina entre siglos. Textos, contextos e
instituciones, Manantial, Buenos Aires.
Nadal, F. y L. Urteaga (1990), “Cartografía y Estado. Los mapas topográficos nacionales
y la estadística en el siglo XIX”, en Geocrítica, Cuadernos Críticos de Geografía
Humana, núm. 88, Facultad de Geografía e Historia, Universitat de Barcelona,
Barcelona, pp. 7-93.
Navarro Floria, P. (comp.; 2004), Patagonia, ciencia y conquista. La mirada de la primera
comunidad científica argentina, Centro de Estudios Patagónicos, General Roca.
Navarro Floria, P. y A. Mc Caskill (2004), “La ‘Pampa fértil’ y la Patagonia en las prime-
ras geografías argentinas”, en Navarro Floria, P. (comp.), Patagonia, ciencia y con-
quista. La mirada de la primera comunidad científica argentina, Centro de Estudios
Patagónicos, General Roca, pp. 101-117.
Orellana, R. (1986) “La cartografía básica de interés nacional. Su evolución”, en Contri-
buciones científicas, Congreso Nacional de Geografía, XLVIII Semana de Geografía,
Sociedad Argentina de Estudios Geográficos, Córdoba, pp. 56-62.
Ortiz, E. (2005), “El debate de la Comisión Argentina del Arco de Meridiano, 1936-
1943”, en Lorenzano, C. (comp.), Historias de la ciencia argentina II, Universidad
Tres de Febrero, Buenos Aires, pp. 107-125.
Quintero, S. (2002), “Del relato de viaje a la descripción geográfica. La narración del te-
rritorio argentino en las obras de Parish, de Moussy, Burmeister y Napp”, III Jorna-
das Interdisciplinarias “Formas y representaciones del territorio y la ciudad”, Buenos
Aires (mimeo).
Sanz, L. (1985), Zeballos. El Tratado de 1881, Guerra del Pacífico. Un discurso académico
y seis estudios de historia diplomática, Pleamar, Buenos Aires.
274 . Carla Lois

Zusman, P. (1996), Sociedades Geográficas na promoção do saber ao respeito do território.


Estratégias políticas e acadêmicas das instituições geográficas na Argentina (1879-1942)
e no Brasil (1838-1945), tesis de Maestría, Departamento de Geografia, Universida-
de de São Paulo, Universidad de Buenos Aires.
Zusman, P. y C. Lois (2004), “Geografía y política en el proceso de consolidación del
Estado argentino: estrategias científico-culturales de reconocimiento político inter-
nacional”, VI Congreso de Historia de las Ciencias y la Tecnología, “20 años de histo-
riografía de la ciencia y la tecnología en América Latina”, Sociedad Latinoamericana
de Historia de las Ciencias y la Tecnología, Buenos Aires (mimeo).

También podría gustarte