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V.

Razonamiento Jurídico
El razonamiento jurídico es el proceso mediante el cual los jueces y otros
operadores del derecho analizan y resuelven los casos que se les presentan.
Este razonamiento se basa en la aplicación de normas jurídicas a los hechos
concretos, buscando siempre una solución que sea congruente con el
ordenamiento jurídico y que, además, respete los principios de justicia y equidad.
Es fundamental para garantizar la coherencia y la predictibilidad en la
administración de justicia.
MAC CORMICK (1978) sostiene que hay tres elementos particulares del
razonamiento jurídico que destacan el papel de la razón en los asuntos prácticos.
Primero, el análisis de la justificación deductiva demuestra cómo se pueden
deducir conclusiones normativas particulares a partir de premisas normativas y
fácticas. Segundo, el argumento de la consistencia exige reconciliar normas
aparentemente en conflicto mediante la interpretación o rechazar una de ellas.
Tercero, el argumento de la coherencia va más allá, insistiendo en mantener una
idea de sistema que no sea contradictoria en todos sus elementos y objetivos.
V.1. Tipos de Razonamiento Jurídico
El razonamiento jurídico abarca diversas clasificaciones. Incluye el razonamiento
lógico, caracterizado por su imposición intelectual; el razonamiento retórico,
destinado a persuadir; y el razonamiento puramente jurídico, que se fundamenta
en presunciones u otros factores establecidos por la legislación. Para transitar
por estos diferentes tipos de razonamientos jurídicos, los profesionales del
derecho emplean diversos métodos lógicos, como los razonamientos inductivos
y deductivos.
V.1.1. Razonamiento Deductivo
El razonamiento deductivo parte de premisas generales para llegar a
conclusiones específicas. En el ámbito jurídico, implica aplicar normas generales
a casos particulares. Por ejemplo, si una ley establece que "quien cause daño a
otro debe repararlo", y se prueba que una persona ha causado un daño, la
conclusión lógica es que debe repararlo. Este razonamiento es común en la
interpretación y aplicación de leyes, donde los jueces aplican reglas generales a
situaciones específicas.
V.1.2. Razonamiento Inductivo
El razonamiento inductivo, por otro lado, se basa en la observación de casos
particulares para llegar a conclusiones generales. De este modo, se busca
realizar y analizar múltiples casos similares para identificar una tendencia o
principio general. Este tipo de razonamiento es útil para el desarrollo de la
jurisprudencia, ya que permite establecer precedentes basados en la experiencia
judicial. Los jueces utilizan este razonamiento para identificar patrones y formular
principios generales que guíen futuras decisiones.
V.1.3. Razonamiento Analógico
El razonamiento analógico consiste en resolver un caso nuevo mediante la
comparación con casos ya resueltos que presentan similitudes relevantes. Este
tipo de razonamiento es crucial en sistemas jurídicos basados en el precedente,
como el common law. La analogía permite a los jueces aplicar soluciones de
casos anteriores a situaciones nuevas, asegurando coherencia y continuidad en
la interpretación del derecho. Los jueces, al utilizar el razonamiento analógico,
buscan garantizar que las decisiones judiciales sean consistentes y previsibles,
basándose en el tratamiento previo de casos similares.
V.2. Clasificación de las Razones Jurídicas
Una clasificación importante de las razones jurídicas en el razonamiento
justificativo de los jueces la divide entre razones formales, sustantivas e
institucionales. Las razones formales o autoritativas se basan en apelar a algún
tipo de autoridad jurídica, como la ley o el precedente. Por otra parte, las razones
sustantivas derivan su fuerza justificativa de consideraciones morales,
económicas, políticas y sociales; las razones finalistas apoyan decisiones que
contribuyen a un fin valioso, mientras que las de corrección se basan en normas
morales válidas aplicables a la situación. Las razones institucionales, en cambio,
son razones de los otros tipos vinculadas a roles o procesos institucionales
específicos.
En el contexto de los Estados constitucionales, se observa una jerarquía débil
en la interpretación del Derecho, donde las razones sustantivas tienden a
prevalecer sobre las formales o autoritativas. Esto implica que los intérpretes del
Derecho deben priorizar satisfacer las razones subyacentes a las normas, que
son de carácter sustantivo, aunque las razones autoritativas establecen límites
insuperables. Dentro de las razones sustantivas, las de corrección tienen una
prioridad inicial, pero en ciertas circunstancias pueden ser superadas por
razones de fines sociales o institucionales. La importancia atribuida a estos
diferentes tipos de razones varía según la orientación formalista o sustancialista
del ordenamiento jurídico en cuestión.
V.3. La Lógica Jurídica en el Razonamiento Jurídico
V.3.1. Lógica de lo Razonable
La lógica formal se ocupa de las reglas del razonamiento necesarias para
alcanzar la corrección. Esta corrección es el objetivo inmediato del razonamiento
jurídico, que se considera instrumental porque permite lograr distintos grados de
certeza, estos grados pueden ser autoevidentes, demostrables, plausibles o
aparentes. Para que el discurso jurídico sea aceptado como razonable, es
necesario integrar y complementar tanto la lógica formal como la lógica
dialéctica, lo cual es esencial, ya que el razonamiento jurídico debe basarse en
criterios de corrección que establezcan consideraciones sobre lo "justo".
En la filosofía general, las operaciones del espíritu se dividen en aprehensión,
juicio y razonamiento. Estas operaciones permiten producir conceptos
expresados por palabras, unir o dividir conceptos, y agrupar proposiciones para
dar complejidad al pensamiento. Esta última operación, el razonamiento,
fundamenta la acción o forma de pensar mediante la argumentación, de tal
modo, justifica las acciones y predica la verdad o verosimilitud de los
argumentos, basándose en la necesidad de una razón demostrativa adecuada a
las necesidades del espíritu.
V.3.2. Lógica Jurídica
La lógica jurídica, a diferencia de la lógica formal, se aplica a situaciones
concretas o contingentes. Esta lógica opera mediante enunciados o
proposiciones que dependen de la intención del operador, con el objetivo de
convencer al público. Formalmente, la lógica jurídica examina las operaciones
intelectuales del jurista y los productos mentales resultantes de estas
operaciones, como conceptos, divisiones, definiciones, juicios y raciocinios
jurídicos.
En el contexto judicial, la lógica jurídica no produce la decisión final, sino que
sirve como herramienta para evaluar si una decisión es razonada. Proporciona
criterios para controlar la racionalidad de una decisión, rechazando
interpretaciones absurdas y optando por la más racional. Esto implica convertir
un derecho general y abstracto en un derecho concreto, emitido por el juez en
una sentencia, este proceso requiere un análisis lógico jurídico, una
interpretación de la ley y la verificación de que esta ley se ajuste al sistema
jurídico.
El sistema jurídico debe operar bajo tres condiciones fundamentales: unidad,
coherencia y plenitud. En primer lugar, la unidad jurídica exige que las leyes
estén en armonía con la constitución, esto asegura su validez material y formal,
facilitando la resolución de conflictos normativos de manera coherente y
consistente. En segundo lugar, la coherencia jurídica requiere que las normas se
subordinen a principios y valores relevantes. Esto permite equilibrar la
especificidad del derecho con la necesidad de que las normas reflejen principios
generales, resolviendo problemas a través de principios como jerarquía,
especialidad y cronología. Por último, la plenitud del ordenamiento jurídico
implica que siempre debe haber una norma para regular cada caso, evitando
lagunas.

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