Escena Extendida
Escena Extendida
Escena Extendida
—No, ven acá, tú te sientas aquí —palmeó sus piernas sin dejar de
verme con actitud intimidante.
—Su respiración entrecortada me roba choca con la mía que cada vez
es más forzosa, evito ver su cara porque encontrarme con sus ojos
sería lo único que frenaría mis intenciones, mis intenciones de
cogermela sin piedad, con todo el ímpetu que guardo para ella. Mis
manos viajan directo a sus pechos...
Con la cabeza recostada en su pecho y los ojos cerrados, gemí cuando
la lectura se volvió más descriptiva, escuché su risita en mi oído
mientras contenía el deseo de apretarme los senos sola, tal y como él lo
estaba leyendo, de un momento a otro sentí un pellizco en uno de mis
pezones que envió una corriente a todo mi cuerpo, abrí los ojos
sobresaltada esperando encontrar las manos de Santi sobre mi
cuerpo, pero él continuaba sosteniendo el libro y sujetando mi cintura,
eran mis manos, ambas, las que estaban dentro de mi camisa y sobre
mis senos.
Las frases que salían de los labios de Santi eran cada vez más
explícitas, había escuchado a ese hombre decirme muchas cosas
subidas de tono cuando teníamos sexo, pero nada así de intenso como
lo que leía esa noche, quería escapar de ese estado donde mi mente no
dominaba a mis instintos, pero la neblina de lujuria que me rodeaba no
me lo permitía.
Leyó un par de líneas más antes de hacer otra pausa, sentí sus labios
húmedos en mi cuello dejando besos y breves mordiscos que me
hacían encoger los dedos en un acto reflejo del placer, con la palma de
la mano rozaba el contorno de mi cintura, deteniéndose justo debajo
de mis senos, la punta de su lengua recorría uno de mis hombros,
mientras yo movía mi trasero sintiendo la presión de su erección cada
vez más fuerte. Retomó la lectura de forma repentina privandome de la
deliciosa sensación de sus labios en mi piel, un temblor recorrió mi
cuerpo cuando comenzó a describir con aquellos términos que sabía
utilizar muy bien, el placer que experimentaba al deslizar los dedos en
mi entrepierna empapada. Seducida por su voz y cayendo con
facilidad en su juego, arrastré mi mano derecha por mi vientre, lo
escuché jadear, lo sentí apretando mi cintura , presionándome hacia su
pelvis.
—Yo… Yo nunca había hecho algo así —dije entre balbuceos, odiaba
sentirme así de tímida pero tampoco podía evitarlo, Santi me
descoloba demasiado.
Ambos gemimos a la vez cuando comenzó jugar con mis senos, con
movimientos lentos y luegos más intensos, pellizcó mis pezones a la vez
que comencé a restregar mi trasero sobre su erección con más ímpetu,
sus labios en mi cuello aumentaban las sensaciones placenteras que
me recorrían y me hacían jadear y suspirar con mucha más frecuencia,
la mezcla de dolor y placer aumentaba la humedad que se
concentraba entre mis muslos. Cerré los ojos cuando guió mi mano
hacia mi vientre bajo, me instaba a tocarme con esas frases cargadas
de erotismo que susurraba a mi oído.
Tuve otro orgasmo al escucharlo llamarme así, abrí los ojos al instante
encontrándome con su mirada que parecía consurmirme, sonrió
supuse que por la expresión que seguramente tenía mi rostro y acercó
su rostro al mío para darme un beso breve en los labios.