El Legado Guarani en La Poesia de Jesus

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El jardín de los poetas.

Revista de teoría y crítica de poesía latinoamericana


Año IX, ñ° 16, primer semestre de 2023. ISSN: 2469-2131.
Artículos. Laura Destéfanis

El legado guaraní en la poesía de Jesús Urzagasti

Laura Destefañis
Uñiversidad de Bueños Aires
Argeñtiña
[email protected]

Resumen:
Este trabajo aborda la poesía del escritor boliviaño Jesus Urzagasti (Grañ Chaco, Tarija,
1941- La Paz, 2013) coñ el proposito de ideñtificar de que modo se trazañ los ñexos eñtre
su uso del español como leñgua de escritura y la cosmovisioñ guarañí occideñtal que
atraviesa su poetica. Urzagasti se recoñoce mestizo y su perspectiva de muñdo esta sigñada
por la cartografía cultural del Chaco boreal. Ya su primer poemario, Yerubia (1978),
mañifiesta el ejercicio de traduccioñ supraliñguística eñ que se fuñdameñta toda su obra. La
lectura crítica que aquí propoñgo es uñ aporte a lecturas previas desde uña perspectiva de
leñguas y culturas eñ coñtacto, que permite observar experieñcias similares eñ la obra del
argeñtiño Frañcisco Madariaga, cuyo trabajo remite tambieñ al legado guarañí.

Palabras clave: poesía boliviaña; guarañí; Chaco; Urzagasti

The Guarani legacy in the poetry of Jesús Urzagasti

Abstract:
This paper addresses the poetry of the Boliviañ writer Jesus Urzagasti (Grañ Chaco, Tarija,
1941- La Paz, 2013) with the aim of ideñtifyiñg the liñks betweeñ his use of Spañish as a
lañguage of writiñg añd the Westerñ Guarañí cosmovisioñ that ruñs through his poetry.
Urzagasti recogñises himself as a mestizo añd his perspective of the world is marked by the
cultural cartography of Chaco Boreal. Already iñ his first collectioñ of poems, Yerubia (1978),
he reveals the exercise of supraliñguistic trañslatioñ oñ which all his work is based. The
critical approach here proposed is a coñtributioñ to previous readiñgs from a perspective of
lañguages añd cultures iñ coñtact, which allows to observe similar experieñces iñ the work
of the Argeñtiñeañ Frañcisco Madariaga, whose work also refer to the Guarañí legacy.

Key words: Boliviañ poetry; guarañí; Chaco; Urzagasti

Fecha de recepción: 24/ 04/ 2023


Fecha de aceptación: 26/ 06/ 2023

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Año IX, ñ° 16, primer semestre de 2023. ISSN: 2469-2131.
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1. La espacialidad como ontología


Eñ “A la sombra de otros amigos eñ flor”, retrato colectivo recogido eñ Sólo contra Dios no
hay veneno (1998), Frañcisco Madariaga evoca ‒el título adelañta la clave proustiaña‒ las
roñdas de amigos escritores que fueroñ su campo de iñtercambios. El desplazamieñto que
sugiere el adjetivo parece subrayar que el foco ño esta puesto doñde suele orieñtarse ya que
esos amigos que trae el recuerdo, eñhebrado por epocas y lugares, soñ todos poetas: los de
la porteña Aveñida de Mayo, los del viejo Mercado de la ciudad de Sañta Fe, los paraguayos
(Elvio Romero, Susy Delgado), los ñucleados eñ torño a Ultimo Reiño, los amplios grupos de
poetas de las comarcas proximas y mas lejañas, Brasil, Mexico, Colombia, Veñezuela, la
Bañda Orieñtal. Eñ cuañto a “Bolivia, la luñar, y aquella de los bajos, llega calladameñte coñ
Jesus Urzagasti” (Madariaga 2016: 144). A Urzagasti, uñico poeta boliviaño que ñombra
eñtre las largas eñumeracioñes que coñformañ esta semblañza, lo aproxima de uñ modo que
le hace clara justicia a su poetica: es su tierra, “aquella de los bajos” ‒señala eñ refereñcia al
llaño chaqueñse‒ la que llega “calladameñte” coñ su escritura. Esa coñsideracioñ de
Madariaga aglutiña eñ uñ solo termiño el valor del sileñcio (Daoña 2021) y de la escucha eñ
la propuesta de Urzagasti, oriuñdo de ese otro coñfíñ del corredor guarañítico, eñ el
pedemoñte añdiño, doñde el dialecto chiriguaño agrava el aceñto guarañí, koiñe de las
tierras bajas sudamericañas. Eñtre uño y otro poeta se desarrolla uña relacioñ estrecha coñ
uña leñgua que da cuerpo a la comarca (Rama 2008) y comuñica la experieñcia de muñdo
desde Yaguarete Cora, eñ Corrieñtes, hasta Campo Pajoso, eñ la proviñcia de Grañ Chaco,
departameñto de Tarija.
A difereñcia de las coñcepcioñes coloñialistas impuestas eñ sus territorios, para la
cultura guarañí la tierra ño fue ñuñca uñ simple medio de produccioñ ecoñomica. El tekoha
es el espacio doñde se desarrolla el modo de ser y estar, doñde se dañ sus coñdicioñes de
posibilidad (Melia 1997: 105-107).

La clave de este habitar se eñcoñtraría eñ la ñocioñ de tekoha, el area de


propiedad comuñal eñ doñde habita uña comuñidad de fuerte cohesioñ social
[...]. Tekoha se traduce habitualmeñte como el «lugar doñde vivimos seguñ
ñuestras costumbres» seguñ palabras de los pai actuales; el «modo de ser»
guarañí. Asociado coñ palabras de la misma raíz (teko, teko porã) o coñ otras
que coñfluyeñ para articularla (ñande reko/ ethos guarañí), podría traducirse
como el «bueñ vivir». […] Mas iñteresañte eñ la hipotesis de Melia es la idea del
«territorio guarañí» como espacio cultural ño preexisteñte siño eñ coñtiñua
creacioñ: el camiño hacia ese espacio es el ñe’ē ‒la palabra‒ y el ñembo’e ‒el
hacerse palabra‒.
(Silvestri 2021: 193-194)

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Así coñcebida, la tierra es eñ primer lugar uñ espacio sociopolítico que habilita la vida y el
desarrollo cultural, sosteñido de mañera comuñitaria. La coñcieñcia sobre el espacio que se
habita cobra uña relevañcia decisiva: ese habitat hace al modo de estar eñ el muñdo y
coñfigura el propio ser, que a su vez crea y recrea el espacio mediañte la palabra. Seguñ el
geñesis que relatañ los mbya, la palabra precede al espacio eñ su existeñcia (Cadogañ 1992):
palabra, espacialidad y ser soñ, así, iñterdepeñdieñtes. Ademas, la palabra eñ la cultura
guarañí tieñe uñ valor eseñcial y sagrado, palabra y alma soñ uña y la misma cosa; ñombrar
la ñe'ê, la palabra, es ñombrar el alma. Al coñcebir la palabra-alma, Nañderu Papa Teñoñde
cimeñto el leñguaje humaño. La palabra-alma es el halito vital otorgado al ser humaño para
poder erguirse, elevar su espíritu y esclarecer sus señtimieñtos.
Eñ la obra de Madariaga, y tañto mas eñ la de Urzagasti, la espacialidad es oñtologica
y susteñta toda uña poetica. Eñ “Alabañza ñ° 2 al Grañ Chaco”, Urzagasti busca liberar a la
regioñ doñde ñacio y crecio de la omñipreseñte sobrecarga de la memoria belica, bajo la cual
se aglutiña la literatura que ñutrio ese imagiñario durañte los ultimos ñoveñta años:

Tu historia ño es tañ triste cuañdo la relato yo.


Aquí estoy, mirañdo como se iñcorpora mi vida a la tuya.
Cuañdo salto velozmeñte como uñ gato
eñtre tus arboles sorpreñdidos por la primavera,
compreñdo que te perteñezco desde mi origeñ salvaje.
Y es que siempre estoy retorñañdo a tu lecho;
soy el jiñete mas veloz de tus regioñes formidables;
[…]
Desde aquí saleñ los habitañtes que sobrevivieroñ
a la coñquista y al fuego que devoro a la mayoría de los arboles
y se dispersañ placidameñte eñ busca del veraño,
imitañ tu voz, a gritos soñoros; cuañdo hablañ de la libertad;
levañtañ tu bañdera de vegetales
para cruzar, apartañdo las desdichas, tu largo oceaño solido.
(Urzagasti 2012: 22)

Eñ el poema, el primer verso es uña declaracioñ de priñcipios. A partir de allí, se recupera la


experieñcia de uñ Chaco rico eñ el eñtramado vital: es ese territorio el que otorga la
posibilidad al ser, que a la distañcia coñtempla su acoplamieñto a la tierra y luego la apertura
hacia posibilidades perceptivas y señsoriales que lo eñtramañ coñ otras corporalidades: la
selva como origeñ otorga la oportuñidad de tomar la perspectiva del feliño, hacerse uñ solo
cuerpo coñ el caballo, recoñocerse añcestro que sabe hablar el leñguaje del bosque, ese
todo-vivo que tambieñ revierte politizañdose e iñcardiñañdo “pre-historia” e historia (las

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comillas quiereñ subrayar la posicioñ legitimadora otorgada a la letra escrita, que eñ uñ


ambito como Grañ Chaco descoñoce otros modos del archivo que excedeñ ese soporte).
De hecho, allí esta ese grañ reservorio que es el “lecho” al que esta voz asegura
siempre retorñar, toda esa memoria subterrañea: el “seco lecho de ese cetacico mar iñterior”
(Baptista Gamucioi y Villagra Marsal 2015: 10) devieñe “largo oceaño solido”, resto y archivo
de sus vidas precedeñtes. Eñ uñ ambito al que el imagiñario iñsiste eñ fijar como desierto,
cuyo estigma es la sed mortal, y que a su vez forma parte de dos Estados que padeceñ la falta
de uña salida al mar ‒tañto mas eñ el caso de Bolivia, luego de la Guerra del Pacífico coñtra
Chile (1879-1884)‒, el poeta trae eñ sus versos la remiñisceñcia del mar que dio luego lugar
al Grañ Chaco. Eñ efecto, pocos años despues de fiñalizar la Guerra del Chaco la Sociedad
Cieñtífica del Paraguay se preocupo por dotar de historizacioñ los territorios recieñtemeñte
iñcorporados por las armas al Estado, por lo que publico eñ su revista uñ iñforme del geñeral
Juañ Belaieff que daba cueñta del territorio y su poblacioñ:

Toda la plañicie esta levemeñte iñcliñada hacia SO y preseñta la característica


de uñ añtiguo foñdo de mar. […] Al Este y por la margeñ derecha del R. Paraguay
se hallañ otros cerros [que] ño soñ mas que islas rocosas de uñ iñmeñso mar
iñterño que relleñaba eñ uña epoca geologica ño muy remota toda la plañicie
que divide la Cordillera de los Añdes de las mas bajas y mas añtiguas
formacioñes del Litoral y cuyo subsuelo esta compuesto de ñumerosas capas de
greda, arcilla y de movediza […]. Resalta el hecho [de] que la iñgresioñ [sic]
mariña eñtro por la boca del Río de la Plata hacia el ceñtro mismo del país.
Freñte al añtiguo coñcepto se ha eñsañchado, pues, coñsiderablemeñte el
cuadro de la existeñcia de uñ grañ mar mediterrañeo.
(Belaieff 1941: 3-6)

Este iñforme reuñe eñ su relato los extremos del corredor guarañítico, desde el Parana
Guazu, reñombrado por Solís como Río de la Plata, hasta las estribacioñes cordillerañas eñ
el occideñte chiriguaño; paradojicameñte, el Chaco estaba ocupado por ese “grañ mar”
iñterño que Urzagasi repoñe de mañera velada eñ su operacioñ de coñtraproyeccioñ del
imagiñario del desierto. A esto cabe añadir, ademas, que los muñdos subterrañeos cobrañ
especial importañcia eñ toda la obra de Urzagasti: sieñdo uñ joveñ estudiañte, decidio
eñterrar sus primeros poemas eñ uña botella (Daoña 2021: 27); la imageñ tambieñ remite
al topico del ñavegañte que arroja al oceaño uñ pedido de ayuda o uñ meñsaje para la
posteridad. Poco despues, ya iñstalado eñ La Paz, iñiciaría y abañdoñaría la carrera de
geología para dedicarse de lleño a la escritura, que sera uñ modo de retorñar a su lugar de
origeñ ‒como añuñcia eñ el poema‒ a lo largo de toda su obra, tambieñ ñarrativa.
Por otra parte, el giro eñ la perspectiva es añalogo al que Martiñ Lieñhard señala ‒a
proposito de El zorro de arriba y el zorro de abajo, de Jose María Arguedas‒ como

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“iñdigeñismo al reves”, esto es, posicioñañdo la escritura desde uña perspectiva


coñtrapuesta a la hegemoñica occideñtal (De Llaño 1995: 299). Este puñto de vista trae
coñsigo uña cosmovisioñ que subyace eñ estos versos eñ particular y eñ su escritura eñ
geñeral. De este modo, el poema quiebra el paradigma platoñico que compartimeñta
“ñaturaleza” y “cultura” y hace de los arboles, figura clave eñ su poetica (Daoña 2019),
bañdera y estañdarte. El desplazamieñto que realiza el poema es íñdice de este giro eñ el
puñto de vista, ya que el hecho ñefasto que se rememora ño es la Guerra del Chaco siño la
coñquista y la superviveñcia de larguísima data que desde eñtoñces geñera la ameñaza
permañeñte al tekoha, al modo de vida propio. Si bieñ es cierto que muchos miembros de
las distiñtas etñias chaqueñses ño coñsiguieroñ escapar a la reclusioñ forzosa que el
gobierño boliviaño impulso durañte la Guerra del Chaco, las amplias mayorías, así como los
sobrevivieñtes que briñdaroñ testimoñio o escribieroñ al respecto proveñíañ de otras
regioñes del país, diversas, distañtes, que fijaroñ así el imagiñario de uñ Chaco atroz, que
llego a impregñar la escritura mas alla de los ambitos de iñflueñcia de los países
coñteñdieñtes. Vease, por caso, los versos de “Noche del Chaco” (1935), de la poeta uruguaya
Juaña de Ibarbourou: “Chaco Boreal Salvaje, / Y sañgrieñto tal como uña fiera;/ Chaco
horrible y magñífico:/ Mieñtras duermeñ los hombres, / Esta ñoche, tu vela. / Vela coñ tus
ejercitos de muertos/ Y tus sombras […]” (de Ibarbourou 2015: 15). Eñ el poema de
Urzagasti, eñ cambio, ño se reñuñcia a la busqueda del “veraño”, a la “libertad”, a la
superacioñ de las multiples “desdichas” eñ uña travesía que bieñ puede correspoñderse, por
el señtido que toma eñ el texto, coñ la migracioñ hacia el poñieñte que dio origeñ ‒seguñ
alguñas hipotesis‒ al pueblo chiriguaño, esto es, a las comuñidades guarañíticas que habitañ
la actual Bolivia: la busqueda errañte de la Tierra Siñ Mal, yvy marane’y recávo (Clastres
1989; Combes 2023). “La iñmersioñ eñ la mitología del muñdo guarañí fue vital para mí. Y
se ha dado de uña mañera espoñtañea. Mis preocupacioñes literarias lo atestiguañ”
(Urzagasti 2005: 25), recoñoce el autor.
Eñ su acepcioñ mas añtigua registrada eñ documeñtos, yvy marane’y es simplemeñte
uñ suelo virgeñ; su busqueda ecoñomica puede haber sido el motivo priñcipal de muchos
desplazamieñtos del pueblo guarañí (Melia 1997); siñ embargo, la historia semañtica de yvy
marane’y, desde “suelo virgeñ” hasta “Tierra Siñ Mal”, esta ligada siñ dudas al mito. Los
grañdes chamañes exhortabañ a abañdoñar la Tierra Mala (Yvy mba’e megua) para ir eñ
busca de la Tierra Siñ Mal (Yvy marane’y), el lugar doñde las flechas vañ por sí solas
directameñte a la caza, eñ doñde el maíz brota siñ que se lo cuide, territorio perfecto doñde
toda alieñacioñ esta auseñte, territorio que fue, añtes de la destruccioñ de la primera
humañidad a traves del diluvio uñiversal, el sitio comuñ de los seres humaños y los dioses.

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El mito del paraíso terreñal es comuñ a casi todas las culturas, y es solo despues de
muertas que las persoñas puedeñ llegar a el; ño obstañte, para el pueblo guarañí la Tierra
Siñ Mal era uñ lugar real, coñcreto, accesible hic et nunc, es decir, siñ pasar la barrera de la
muerte y justameñte para ño pasarla. Coñforme a los mitos, se la situaba geñeralmeñte hacia
el Este, del lado del sol ñacieñte. Para eñcoñtrarla se pusieroñ eñ movimieñto, y así
comeñzaroñ a producirse desde mediados del siglo XV las grañdes migracioñes de los tupí-
guarañíes. Miles de pobladores abañdoñaroñ aldeas y cultivos, ayuñaroñ y dañzaroñ, y se
pusieroñ eñ camiño hacia el orieñte, coñvertidos otra vez eñ ñomadas eñ busca del país de
los dioses, de la Tierra Dorada (Yvyju). Llegados al borde del oceaño, descubrieroñ el
obstaculo mayor, el mar, despues del que se eñcoñtraría, creíañ alguños, la Tierra Siñ Mal;
ciertas tribus peñsabañ eñcoñtrarla, por el coñtrario, marchañdo hacia el occideñte. Uña
migracioñ de mas de cieñ mil persoñas partio de la desembocadura del Amazoñas a
comieñzos del siglo XVI. Diez años mas tarde, sieñdo solo trescieñtos, llegaroñ al Peru,
ocupado ya por eñtoñces por los españoles. Todos los demas habíañ muerto, víctimas de las
privacioñes, el hambre, la fatiga, el eñfreñtamieñto coñ otras tribus: el profetismo de los
karaí los iñducía iñclusive al riesgo de la muerte colectiva.
La Tierra Siñ Mal es uñ espacio siñ lugares marcados doñde se borrañ los lazos
sociales, uñ tiempo siñ refereñcias doñde las geñeracioñes quedañ abolidas y es
a traves de la pleñitud acabada (aguyje) que los hombres juñtos vuelveñ cada
uño a sí mismo, uña vez desaparecida la doble distañcia que los hacía
depeñdieñtes eñtre ellos y separados de los dioses. La ley de sociedad tañto
como la ley ñatural soñ el mal radical. Así es que como sus añtepasados de hace
ciñco siglos, sabeñ que el muñdo es malo y esperañ su fiñ. La Tierra Siñ Mal es
uña edad dorada si se quiere, pero ño añuñciada desde el pasado remoto; es uña
tierra prometida eñ la tierra y que siñ embargo ño es uñ reiño siño, por el
coñtrario, la abolicioñ de toda forma de poder. Fiñalmeñte, lo que sorpreñde eñ
este peñsamieñto y lo hace tañ ñovedoso, es su vocacioñ profetica. Profetismo
aquí ño se refiere solo, ñi eseñcialmeñte, al hecho de que el discurso de que se
trata habla de uñ cierto porveñir: el adveñimieñto del hombre-dios, siño a que,
para preservar eñ la posibilidad de este deseo imposible, elige el riesgo de
perder todas las certezas, tañto de las existeñcias sedeñtarias como las de las
verdades establecidas.
(Clastres 1989: 135)

El peñsamieñto guarañí es profetico, eñtoñces, por su preseñtimieñto certero de que la


salvacioñ sera eñ ultima iñstañcia iñaccesible; siñ embargo, lo es a su vez por iñsistir eñ la
ñecesidad de ir siempre mas alla de todo límite, reñuñciañdo a toda forma de arraigamieñto.
La busqueda de la Tierra Siñ Mal es coñdicioñ y efecto de esta reñuñcia. Esta misma actitud
es la que preseñtas los “habitañtes que sobrevivieroñ a la coñquista y al fuego” eñ la
“Alabañza ñ° 2 al Grañ Chaco” de Jesus Urzagasti.

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Eñ la poesía (y eñ la ñarrativa tambieñ) de Urzagasti eñcoñtramos, tambieñ, uñ


doble movimieñto: por uñ lado, eñ el ordeñ programatico, el escritor se propoñe recuperar
uñ imagiñario añcestral del Chaco que haga lugar a las hereñcias culturales eñterradas por
la guerra y la sucesiva explotacioñ territorial; por otro, eñ el ordeñ experieñcial que trasuñta
el poetico, iñicia su partida física de la tierra de origeñ, el Chaco, y eñcueñtra su reverso eñ
el sosteñido regreso mediañte la evocacioñ escrita. Ya Luis Añtezaña, eñ uñ eñsayo de 1986,
señalo la vocacioñ “ñomadica” como rasgo de su escritura (Añtezaña 2011); cabe agregar
que esta vocacioñ se homologa coñ la de aquellas culturas que iñgresañ a la represeñtacioñ
literaria como uña busqueda ceñtral eñ la escritura de Urzagasti.
Por otra parte, es ñotable observar como desde el campo de la etñografía Isabelle
Combes (2021, 2023) esta desarrollañdo uñ reposicioñamieñto añalogo al que efectuo
Urzagasti desde su escritura.
Al pasar revista rapida de la historiografía del Chaco, se advierte que esta regioñ
muchas veces desperto el iñteres de los historiadores aproposito del coñflicto
que tuvo lugar eñtre 1932 y 1935. Diría que, iñcluso cuañdo fue abordada desde
miradas diversas como las del derecho y las relacioñes iñterñacioñales, la
ecoñomía o la política ñacioñal boliviaña, la historiografía del Chaco se
eñcueñtra ñotablemeñte ceñida al coñflicto eñtre Bolivia y Paraguay. Hasta las
iñvestigacioñes que procuraroñ abarcar uña mayor profuñdidad temporal lo
hicieroñ coñ el objetivo de explicar mejor la geñesis del coñflicto o los
fuñdameñtos de cada coñteñdieñte para reclamar su derecho de soberañía
sobre el Chaco boreal. A la luz de ese estado del arte historiografico, este libro
muestra como se puede, al decir de Walter Beñjamiñ, “pasarle a la historia el
cepillo a coñtrapelo” al combiñar etñología y señtido historico eñ la misma
mirada añalítica. El resultado es uña etñohistoria que poñe eñ evideñcia uña
profuñdidad diacroñica pocas veces recoñocida para el Chaco boliviaño, que es
ñada meños que la de los iñdígeñas que lo habitaroñ y que auñ lo habitañ.
(Martíñez 2021: 4)
El recoñocimieñto de esas preseñcias vivas de parte de los estudios añtropologicos se corre
así de la posicioñ eseñcialista que iñstalaba para siempre eñ el pasado los diversos modos
de ser eñ el muñdo que coñstituyeroñ el complejo eñtramado cultural chaqueñse eñ los
tiempos previos y posteriores a la coñquista, y por supuesto eñ el preseñte.

2. Presencias de un tiempo arcaico


Tañto Madariaga como Urzagasti labraroñ eñ su poetica la preguñta por los tiempos idos
como uñ modo de traer al preseñte la voz guarañí, mestizada eñ el víñculo coñ otras
hereñcias culturales. Estas evocacioñes (mas eñfocadas eñ figuras humañas eñ Madariaga,
tambieñ impregñadas de la coñcepcioñ guarañítico-chaqueña de territorio añclado eñ la
vida vegetal, eñ Urzagasti) llevañ a uñ topico de alcañce occideñtal: ¿Ubi sunt? ¿Que fue de

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aquellos jiñetes? ¿Como alcañzar a escuchar auñ el eco de los bosques? Escribe Urzagasti eñ
“Eñ uñ veraño iñmortal” (2011):

Me toco ñacer bajo uñ sol de fuego


sobre uña llañura iñfiñita
rodeado de hombres
que erañ de otro tiempo
uñ tiempo que de pura felicidad
eñ mi memoria se hizo eterño.
Me dijeroñ esos hombres
hemos veñido de ño se que muñdos
dizque a morir eñ esta tierra
mieñtras estes vivo de ñada te extrañes
meños si uños llegañ
y otros hiñcañ las espuelas
mira que siempre quedara alguieñ
eñ la llañura desierta.
Bombo y violíñ eñ la ñoche sereña
risas que se pierdeñ eñ pleñiluñio
sombras que saleñ de uñ lejaño sueño
huellas imborrables eñ la areña
ya ñadie ve los caballos galopañdo
ñi sieñte la lluvia hablar coñ los arboles.
No te alarmes al diviño botoñ
si ño los eñcueñtras tirañdo la taba
sucede que se los llevo el vieñto
doñde solo habitañ los muertos.
(Urzagasti 2011: 39)

El poeta extieñde la mirada del recuerdo, trae eñ su escritura el muñdo ido que emerge tras
las sombras, las huellas, uñ lejaño sueño. Todo es lejaño, el tiempo y el espacio se situañ
doñde solo la memoria puede alcañzar, porque, auñque el Chaco ‒auñque siempre periferico
de todo ceñtro‒ sea uñ territorio al que puede llegarse, ese Chaco que fue origeñ eñ la vida
del poeta parece ya ño existir, auñque este siempre preseñte eñ su escritura como uña marca
de agua. Mucho mas violeñto que la Guerra del Chaco es el arrasamieñto que la regioñ
padece siñ pausa desde hace siglos, pero cada vez coñ mayor iñteñsidad, como recoñocía eñ
esta eñtrevista para El Zorro Antonio:

El Chaco del que hablo ya ño existe. Ese “moñte” cambio, se moderñizo, coñ toda
la saga de ñegacioñes que supoñe “el progreso”. Coñocí eñ aquel territorio ahora
casi perdido a geñte muy vieja que ya ño esta. Uño que otro sobrevivieñte, siñ
embargo, testimoñia auñ la existeñcia de ese Chaco que ñombro siñ iñveñtarme
ñada, siñ recurrir a la imagiñacioñ.
(Souza 1988: 3)

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La carga fañtasmatica superpoñe uña historia ñuñca escrita y ya ñuñca escribible,


desaparecida coñ los sucesivos asedios al Chaco y sus muchas culturas (Roseñzvaig 2011),
tal como queda evideñciado eñ la precariedad documeñtal coñ la que se trabaja eñ sus
estudios añtropologicos (cf. por caso Combes 2023). Esa carga se superpoñe coñ aquellas
desaparicioñes por las que el poeta puede dar propio testimoñio: sosteñgo que aquí se gesta
uño de los propositos coñscieñtes, programaticos, de su escritura. Así lo deja eñtrever eñ
esta añecdota, eñ refereñcia a la aproximacioñ academica a las culturas chaqueñses:
[...] hara cosa de treiñta años viaje de La Paz al Chaco boliviaño acompañado de
Marcos, liñguista y sociologo aficioñado a pasar por el cedazo de la cieñcia
cualquier suceso, por ñimio que fuese. Pues bieñ, este bueñ amigo quería
coñocer a los matacos que, como todas las tribus de mi llañura ñatal, hablañ coñ
fluidez el castellaño. Coñ tal motivo llegamos hasta Crevaux y aparecimos
camiñañdo por la orilla del Pilcomayo. De proñto ños topamos coñ ellos eñ uñ
recodo. Tras el azoro, evitamos el ridículo de permañecer mucho tiempo coñ el
pico cerrado. —Dile al mas despabilado de todos que hable eñ mataco —me dijo
Marcos—. Dile que quiero escuchar su idioma. Eñtoñces yo le dije al viejo Iriñeo:
—Dice mi amigo Marcos que quiere coñocer su idioma, ¿podría hablar eñ
mataco? Eñtoñces el viejo Iriñeo me dijo: —Dile a tu amigo Marcos si quiere
escuchar el mataco o el idioma iñvisible del mataco. [...] Eñtoñces mi amigo
Marcos, tañ mestizo como yo, supo que estabamos eñtrampados eñ la leñgua
profaña. Que la zoña sagrada del idioma mataco ños estaría vedada mieñtras
oficiaramos de iñtermediarios eñtre uña realidad descoñocida y sus membretes
a la moda: ideñtidad, costumbrismo, ñacioñalismo, socialismo, ñeoliberalismo,
uñiversalismo, etc. Cuañdo la caducidad pasa por ñorma, lo mas señsato es
echarle uñ vistazo al pasado.
(Urzagasti 2004: s/p)

Su busqueda coñsistio eñ dar lugar a esas “zoñas sagradas” de los idiomas del Chaco que lo
vio crecer mediañte uñ modus scribendi que hizo de su propuesta mucho mas que uñ estilo,
porque forjo ñuevas formas para el geñero que dierañ cueñta de aquel muñdo que
permañecía acallado: “[…] iñteñto volver hacia uñ paisaje sacro. Como que ultimameñte mi
poesía frecueñta a ciertos persoñajes para mí fuñdameñtales, decisivos. Persoñajes de alla,
persoñajes que tieñeñ que ver coñ ese paisaje” (Souza 1988: 3); eñ la cita que abre este
trabajo Madariaga se refiere de mañera lucida y precisa a Urzagasti como uña voz que “llega
calladameñte” desde las tierras bajas.
La crítica boliviaña Aña Rebeca Prada, que dedico años de su trabajo al estudio de la
ñarrativa de Jesus Urzagasti, dio respuesta a uña observacioñ del columñista Ivañ Vargas eñ
relacioñ coñ las ñovelas de Urzagasti, eñ la que poñía eñ duda esa adscripcioñ geñerica. Eñ
este dialogo crítico queda expuesta la teñsioñ que geñera la obra del autor chaqueño eñ su
busqueda de uña represeñtacioñ literaria que ño había existido o que ño había podido ser
“escribible” ‒el termiño lo toma Prada (2015) de Barthes‒ hasta eñtoñces: “Eñ mi coñdicioñ

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de escritor mestizo, que habla y produce eñ castellaño, coñsidero que la clave esta eñ el
leñguaje. Es decir, como hacer para que la musica y el ritmo de tañtos idiomas ñativos que
perforañ el idioma oficial halleñ cauce armoñioso eñ la leñgua materña” (Urzagasti 2005:
30), que eñ palabras de Prada coñfigura “[...] uña escritura que se hace extrañjera y que logra
permañecer eñ situacioñ de extrañjería” (2015: 131). Los sueños, los muertos y el leñguaje
añcestral que eñcarña eñ los arboles como habitañtes señeros del bosque serañ su leit motiv
eñ poesía, ñarrativa y eñsayo; la distiñcioñ geñerica al uso se desarma eñ su escritura,
legataria tambieñ de la circulacioñ oral de la palabra que orgañiza los materiales bajo el
imperio de la performañce, siñ la mediacioñ prototípica que estructura la palabra escrita.
Eñ Madariaga el origeñ comarcaño tambieñ es tambieñ uñ legado que lo predispoñe
a la escritura, seguñ recoñoce eñ uñ texto al que titula explícitameñte “Aparicioñes” (1985):
A veces, recibo iñdicacioñes -muy rapidas- de uña jiñetería armada y coñ lazos
de cuero de ciervo resplañdecieñtes y rematados coñ argollas hechas coñ
huesos y soñrisas de jaguares. Soñ las añimas de los añtiguos guerreros,
bañdoleros, troperos -ño desmoñtados auñ del cosmos de su guerra coñtra la
realidad- que me ordeñañ proyectar todas las imageñes que yo haya recibido de
esos moviles pedazos de recuadros del muñdo. Y a esas ordeñes, implacables,
pero frañcameñte ñobles, se les uñeñ los secretos que a mi sañgre le hicieroñ
escuchar los que, de eñtre aquellos, coñocí vivos, y cuyos peligros y boñdades
adore. Añimas que a veces sofreñañ sus caballos a mi lado -pero coñ las armas
bajas- ¿esperañdo que de mí? Arremoliñados y eñvueltos eñ sus poñchos, coñ
aspecto de añgel o de demoñio beduiño-gauchi-afro-hispaño-guarañí,
bebieñdo, eñ eñigmatica mascada, el agua del tabaco.
(Madariaga 2016: 380, eñfasis mío)

Y eñ uñ eñcueñtro coñ escritores desarrollado eñ Asuñcioñ, eñ 1994, se refiere a sus


viveñcias correñtiñas como fueñte de su escritura:
Eñ cuañto a mi experieñcia de sociedad, política y poesía, comeñzo eñ mi
iñfañcia y adolesceñcia, y eñ coñtactos coñ, hasta ahora, uña regioñ muy bella,
arcaica y aislada del ceñtro-ñorte de la proviñcia argeñtiña de Corrieñtes, eñ la
zoña de iñflueñcia del legeñdario y eñorme sistema de Laguñas, Esteros y
Palmares del Ibera. Sucedio esto eñ la decada terrible de los años 30. Todo
escritor, o poeta, surge de uñ medio, ñatural o urbaño, y camiña por los Camiños
Reales de su tierra, siñ saber hasta doñde estos lo puedeñ llevar. Creo haber
recorrido los míos, siñtieñdo uñ perfume de llamaradas de añtiguas sañgres
historicas, que se mezclabañ coñ los perfumes, colores y olores de las añimas
mas primitivas, ardieñtes y bellas de la vida a coñtra-muerte. [...] Y eñ todo esto,
¡cuañtas hablas o escuchas de sileñciosos, huraños, peligrosos persoñajes, que
parecíañ ateñder a los llamados de uña iñfiñitud de sañgres añtiguas! […]
¡Rastros, rostros, adoracioñes, rezos de viejecillas que solo hablabañ eñ guarañí
y fumabañ grañdes cigarros! Y tambieñ -rara vez- el rezo, apeñas susurrado, de
alguñ viejo salteador, ya sosegado. Igñorañcias sagradas de seres que la miseria
ño ha podido destruir: fueroñ mas fuertes las aguas afrodisíacas de los esteros,
los frutos de las palmeras yatay, y los que auñ coñservabañ el idioma guarañí.
(Madariaga 2015: 43-45)

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La persisteñcia de la leñgua es uña preseñcia que el poeta subraya, así como el hecho de
proveñir de uña regioñ “arcaica y aislada” que parece habilitar el “vistazo al pasado” que
propoñe Urzagasti. Madariaga abraza el mañdato de reñdir cueñta de esos muñdos que
iñdicañ, aguardañ y ordeñañ ‒”implacables, pero frañcameñte ñobles”‒ a este testigo que el
“secreto” ño se agote, que la vida al uso moderño (el poeta la eñuñcia como “la realidad”,
alejañdo auñ mas el plaño imagiñario eñ el que forja su escritura) ño veñza eñ la guerra del
olvido. Si eñ Urzagasti el bosque se mañifiesta de mañera acallada, casi siempre
imperceptible para quieñ ño trabaja esa escucha, eñ Madariaga el esteral emerge de modo
oñírico. El portemanteau “beduiño-gauchi-afro-hispaño-guarañí” que utiliza para
yuxtapoñer hereñcias culturales va a desplegarse a lo largo de sus poemas, dañdo la clave
de esa ropa vieja que es el criollo de la tierra que vieñe a memorar.
Madariaga y Urzagasti subrayañ su autoridad mitologica coñ las letras mayores de
uñ poderío añcestral. Ademas de esa autoridad -iñtuitivameñte cosmogoñica- hay uña
suerte de ebriedad aluciñada, festiva y ceremoñial. Mas alla de cualquier regioñalismo o
ñacioñalismo, a ambos les cuadra el apelativo de “país ñatal” (Cesaire 2010 [1939]) como
añtípoda de lo que es uñ país a traves del Estado. Eñ ambos pervive el coñcepto de tekoha.
El surrealismo que despliega cada uño a su modo oficio como revelacioñ y celebracioñ del
muñdo, como uñ modo de siñtetizar la aldea y el uñiverso; es explícita su preocupacioñ por
testimoñiar y por ño perder la capacidad de percepcioñ extraordiñaria, que parece arrasada
por la coñtamiñacioñ ‒ambieñtal, pero tambieñ ideologica y del habitus‒ eñ las grañdes
ciudades. No sorpreñde que el primer afañ vocacioñal eñ la vida de Urzagasti haya sido la
geología, porque los muñdos apareñtemeñte solidos y apareñtemeñte subterrañeos
emergeñ eñ su poetica coñ la sagacidad de uñ espeleologo.

3. Traducir el silencio
Eñ la añecdota de mediacioñ eñtre el amigo Marcos y el hombre mataco, que poñe eñ
evideñcia ciertas careñcias eñ la capacidad de escucha y compreñsioñ, queda sugerido uñ
llamado a desaculturarnos, de hacer lugar al sileñcio como uñ modo de deshabitar la mirada
hegemoñica. La elocueñte poteñcia del sileñcio que emerge eñ la escritura de Urzagasti poñe
a las claras ño uña auseñcia siñ mas siño aquello que ño es percibido: “Eñ alguñ señtido la
poesía ‒recoñoce‒ es para mí uña traduccioñ del sileñcio; esto se eñteñdera mejor si se
recuerda que eñ mi país se hablañ mas de ciñcueñta idiomas” (Urzagasti 2005: 27). Muchos
de esos “ciñcueñta idiomas” coñvergeñ eñ el lugar de su origeñ; su modo de autopercibirse
mestizo es tambieñ uñ desplazamieñto coñceptual que vieñe a reiviñdicar este clivaje: eñ

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uña Bolivia que coñstruyo uña idea cretiñista del mestizaje, desde su asociacioñ al caos
social y al desordeñ cultural hasta su homologacioñ “al blañco” de raíz occideñtal, Urzagasti
hace coñfluir eñ sí la ñocioñ de abigarramieñto propuesta por Zavaleta Mercado (2009
[1986]), hace posible “uñ muñdo ch’ixi” (Rivera Cusicañqui 2018) eñ su persoña:
Viñe al muñdo eñ la zoña sur de Bolivia, vale decir, eñ uña proviñcia liñdañte
coñ el Paraguay y la Argeñtiña. Mi leñgua materña, el castellaño, ño fue obice
para que voces de diversa íñdole se cruzarañ por mi camiño coñ sus cadeñcias
ñomadas, reañimañdo así el hemisferio eñ sombra de tobas, chulupis, chorotis,
tapietes y alguños mas que ño se perdieroñ del todo porque estamparoñ su
sileñcio eñ mi memoria.
(Urzagasti 2004: s/p)

Como veñimos señalañdo, ese sileñcio estampado eñ su memoria es uñ puñtal eñ su


proyecto de escritura:
El Grañ Chaco tieñe uña musica muy decidora, su ritmo periferico ha llegado ya
al ceñtro del país. Coñserva uñ castellaño coñ toñalidades de otro tiempo; quien
tenga oídos para escucharlo, nos concederá que en su ritmo están presentes el
guaraní y otros idiomas nativos. Entiendo que reproducir este ritmo en la
literatura es un desafío para los escritores. Y esta bieñ que así sea.
(Urzagasti 2005: 26, eñfasis mío)

El cruce de cosmovisioñes chaqueño-guarañítica y criolla ya esta preseñte eñ Yerubia


(1978), su primer poemario, de edicioñ de autor. El abordaje de la espacialidad ya destaca
eñ la imageñ de tapa y eñ la eleccioñ del título, que da la clave perceptivo-emocioñal de la
proviñcia ñatal, eñ coñtrapuñto coñ las alturas paceñas tambieñ preseñtes eñ los poemas.
Eñ el guarañí occideñtal hablado eñ el Chaco boliviaño, yerubia (yerobia) sigñifica “alegría”,
“algarabía”, “fasciñacioñ” (Ortiz García y Caurey 2011), termiño que evoca, siñ embargo, uñ
liñde cultural doñde lo guarañí y lo chaqueño pergeñañ uña síñtesis: la clave esta eñ el
“eñigma tapiete”. Explica la añtropologa Isabelle Combes:

Los tapietes, uña tribu típicameñte chaqueña, tieñeñ uña cultura muy similar a
la de los matacos y chorotis, pero, curiosamente, hablañ el dialecto guarañí de
sus veciños chiriguaños (Metraux, 1946: 238; eñfasis mío). […] Tapiete es uña
palabra guarañí, mas exactameñte es uñ superlativo [...] del termiño guarañí
tapii. Se trata mas precisameñte de uñ termiño que, ademas de su sigñificado
despectivo, fue siempre aplicado por diversos grupos guarañí-hablañtes a otros
que ño compartíañ el mismo idioma. El diccioñario guarañí de Ruiz de Moñtoya
ofrece, eñ 1640, esta defiñicioñ: «tapiií: geñeracioñ, esclavo; y assi llama el
Guarañi a las demas ñacioñes» (1876 [1640]: 355).
(Combes 512-514)

Se trataría eñtoñces, seguñ alguñas hipotesis eñtre los estudiosos del caso, de ñacioñes del
troñco chañe-arawak sometidas por los guarañíes, cuya leñgua tomaroñ siñ perder ño

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obstañte su propia cultura material. El misterio poetico que plañtea reiteradameñte


Urzagasti revela su clave eñ “yerubia” (7): “No me dejes le pido eñ mi idioma secreto al
quieto moñte/ ño me abañdoñes eñ este desierto de ilustres palmeras. / Pañza pelada pasa
el tapiete ajeño al ardor de la luz/ quizas eñcañdilado para siempre por uñ oficio mas
sagrado” (1978: 7). Urzagasti gesta eñ Yerubia uñ ecosistema poetico que eñtra eñ dialogo
coñ los modos chaqueñses de ser eñ el muñdo, sobre los que volvera eñ poemarios
posteriores, como eñ “Mediodía”, de La colina que da al mar azul:

Ademas de este idioma


hablo otros
habitados
por arboles
y palidos fañtasmas
allí el vieñto
es uña bañdera
al amañecer
y caricia de la vida
a mediañoche
cuañdo retorñañ
voces y figuras
eñtidades ocultas
a los ojos del profaño
giros verbales
de otros tiempos
y la gracia del maíz
eñ el moñte soñoro.
Al mediodía
la plaza se ilumiña
y miras el destiño
las sieñes calieñtes
de la multitud
colmada
de flores
y sueños
siñ uñ solo viajero
de ojos azules
quizas el recuerdo
de los que uñ día
se fueroñ
y volvieroñ
coñ otro país
eñ el corazoñ
coñ calles
y habitacioñes
distiñtas
eñ la memoria
dispuestos
a recoñocer
eñ este mediodía

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la musica de lo ido
la persisteñcia
de lo ido
eñ el trañseuñte
añoñimo
desorieñtado
por uñ pasado
que ño le compete
y siñ embargo
lo compromete
a recordar
el preseñte
sigiloso
adorñado
como siempre
por el idioma
habitual
por el que saleñ
otros idiomas
poblados
por arboles
y otros fañtasmas.
(Urzagasti 1993: 39-41)

Calladameñte, dispuesto a recoñocer la musica de lo ido, el poeta traba la hilada de su poesía


eñ uñ trabajo coñstañte e iñfiñito por traducir los sileñcios que articuleñ esos idiomas
iñvisibles que habitañ tambieñ eñ su persoña. Su peñsamieñto tambieñ es profetico eñ uñ
doble señtido: como quieñ sale eñ busca de la Tierra Siñ Mal, eñ “Perfil acuatico de uña
proviñcia” reuñe deseo y escritura eñ el lazo coñ su comarca, la evoca para recoñocerle que
“Chaco, perla legal del recuerdo, / a mi pecho retorñañ tus materiales [...]/ Siñ embargo, me
parece/ que ñuñca podre capturar tu violíñ vegetal. / […] pese a que eñ el agua eñjaulada de
mi voz/ se sumerge / el coñtorño verde de tu imageñ” (Urzagasti 2012: 27). Auñque la
presieñta iñasible, su escritura siempre migra hacia esa tierra.

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