2024 SanchezPardo ManualAbordajeProcesos
2024 SanchezPardo ManualAbordajeProcesos
2024 SanchezPardo ManualAbordajeProcesos
COORDINACIÓN:
Esther Anaya González. Jesús Morán Iglesias. Rosario Sendino Gómez.
Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas. Ministerio de Sanidad.
AUTOR:
Lorenzo Sánchez Pardo. Director Técnico de Consultoría, Estudios y Gestión de Proyectos S.L.
CITA RECOMENDADA:
Sánchez Pardo, L. Manual para el abordaje de los procesos de incorporación social de las personas
con trastornos adictivos. Madrid: Ministerio de Sanidad. Delegación del Gobierno para el Plan
Nacional sobre Drogas; 2024. 105 p.
EDITA Y DISTRIBUYE:
© MINISTERIO DE SANIDAD
Centro de Publicaciones
© SECRETARÍA DE ESTADO DE SANIDAD
Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas
NIPO: 133-24-039-8
Catálogo de publicaciones de la Administración General del Estado: https://cpage.mpr.gob.es
MANUAL PARA EL ABORDAJE
DE LOS PROCESOS DE INCORPORACIÓN
SOCIAL DE LAS PERSONAS
CON TRASTORNOS ADICTIVOS
BLOQUE 1. 17
CONTEXTO EN EL QUE SE DESARROLLAN LAS INTERVENCIONES DE APOYO A LA
INCORPORACIÓN SOCIAL DE LA POBLACIÓN CON ADICCIONES
BLOQUE 2. 39
PROPUESTA OPERATIVA PARA EL ABORDAJE DE LOS PROCESOS DE INCORPORA-
CIÓN SOCIAL DE LA POBLACIÓN CON ADICCIONES
BLOQUE 4. 89
CRITERIOS BÁSICOS DE CALIDAD E INVESTIGACIÓN EN INCORPORACIÓN SOCIAL
PRÓLOGO
En un contexto como el actual, caracterizado por profundas transformaciones sociales y económicas
en ámbitos como el empleo, los niveles de renta y las relaciones familiares y sociales, amplios sectores
de población se encuentran en situación de vulnerabilidad social o en riesgo o situación de exclusión
social. Esta realidad obliga a los poderes públicos a redefinir sus políticas sociales y a establecer me-
canismos de coordinación interinstitucional que faciliten la plena participación en la vida económica,
social y cultural del conjunto de la población y, en particular, de las personas pertenecientes a colecti-
vos vulnerables.
Hasta ahora, las políticas de incorporación social (IS) se caracterizan por el papel preeminente atribui-
do a las Comunidades Autónomas (CC.AA) en el diseño y la gestión en materia de prevención de la
exclusión y de apoyo a los procesos de IS, y por el protagonismo del Tercer Sector en la gestión, implan-
tación y desarrollo de servicios y programas de IS, muchos de ellos cofinanciados por diferentes admi-
nistraciones públicas. En esta línea, tanto la Estrategia Nacional sobre Adicciones 2017-2024 como el
Plan de Acción sobre Adicciones 2021-24 incluyen entre sus objetivos estratégicos la definición de un
marco común de actuación en el área de IS y el fomento de la participación de las corporaciones locales
y de las entidades privadas sin fin de lucro en los programas de inserción laboral y social.
Uno de los ejes centrales de reformulación de las políticas en materia de exclusión social pasa, necesa-
riamente, por incrementar el protagonismo de las administraciones locales en el diseño e implemen-
tación de las estrategias para prevenir las situaciones de exclusión y facilitar los procesos de IS. Si bien
el actual marco jurídico-legal atribuye competencias limitadas en esta materia a las entidades locales,
existe un amplio consenso acerca de la necesidad de establecer acuerdos de colaboración interinsti-
tucional y estructuras administrativas que faciliten la coordinación y el trabajo en red del conjunto de
recursos y servicios que trabajan en un mismo territorio.
Por estas razones debe avanzarse en la definición de políticas locales que establezcan las estrategias
y actuaciones que los ayuntamientos y otras entidades locales desean promover para avanzar en la
equidad social y la igualdad de oportunidades, y fortalecer la cohesión social. Estrategias y actuaciones
que deben concretarse en planes locales de inclusión social que permitan mejorar la efectividad de las
intervenciones desarrolladas para favorecer la IS de la población con adicciones y de otros colectivos
en riesgo o situación de exclusión.
En paralelo a la formulación de políticas locales en materia de incorporación social, habrá que desarro-
llar herramientas de carácter técnico que faciliten su aplicación. Por eso la Federación Española de Mu-
nicipios y Provincias (FEMP) y la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas (DGPNSD)
han impulsado la elaboración de este “Manual para el abordaje de los procesos de incorporación social
de las personas con trastornos adictivos”. Con esta iniciativa se da continuidad a los esfuerzos que la
FEMP viene realizando en la promoción de estrategias para la prevención de las adicciones, y de apoyo
a los programas y servicios dirigidos a facilitar la IS. Esperamos contribuir así a su progreso y desarrollo.
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MA N UA L PA R A E L ABORDA JE D E LOS PROCE SOS D E I N COR POR ACI ÓN SOCI AL DE L A S PE R SON A S CON T R A STOR N OS ADI C T I VOS
1. INTRODUCCIÓN
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MA N UA L PA R A E L ABORDA JE D E LOS PROCE SOS D E I N COR POR ACI ÓN SOCI AL DE L A S PE R SON A S CON T R A STOR N OS ADI C T I VOS
Introducción
Las políticas desarrolladas hasta la fecha en el campo de las adicciones, tanto en el conjunto de
la UE como a nivel nacional, autonómico y local, han priorizado las intervenciones en los ámbitos
de la prevención del uso y abuso de sustancias psicoactivas y de otros trastornos adictivos y la
asistencia a las personas que han desarrollado diferentes formas de adicción. Una apuesta que
explica el papel secundario que la IS ha tenido en el marco de las políticas aplicadas en las últimas
décadas para hacer frente a los riesgos y daños asociados al consumo de drogas y las adicciones.
Por otra parte, la propia naturaleza de los procesos de IS hace que el diseño de estrategias de apo-
yo destinadas a la población con trastornos adictivos resulte enormemente complejo. Al carácter
multifactorial y multidimensional de la exclusión social se unen otros factores como la estigmati-
zación que siguen sufriendo las personas con adicciones, las dificultades que encuentran ciertos
colectivos en situación de exclusión (como las mujeres y las personas sin hogar) para acceder a
los recursos asistenciales y de apoyo a la IS disponibles, la variedad de servicios y profesionales
intervinientes o implicados en los procesos de IS, la falta de mecanismos estables de coordinación
interinstitucional y la ausencia de un modelo de referencia que permita el desarrollo de interven-
ciones estandarizadas para abordar los procesos de IS de las personas con trastornos adictivos.
El actual marco político y administrativo vigente en España atribuye a las comunidades y ciuda-
des autónomas amplias competencias en el ámbito de la protección social y, particularmente,
en materia de servicios sociales. La descentralización de las políticas de servicios sociales y, en
particular, en materia de incorporación social, en las CC.AA y las administraciones locales dificulta
el establecimiento de estrategias y/o modelos de intervención comunes para el conjunto de las
administraciones públicas competentes en materia de IS y las entidades sociales que trabajan en
este ámbito. A pesar de ello es posible avanzar en la identificación y el diseño de distintos proce-
sos y procedimientos de carácter técnico, claves en materia de IS, que faciliten el trabajo del con-
junto de profesionales intervinientes en estos procesos y que contribuyan a mejorar la eficiencia
y efectividad de las intervenciones llevadas a cabo.
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2. POBLACIÓN DESTINATARIA
Y OBJETIVOS DEL MANUAL
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a. Adaptado al marco jurídico-institucional vigente, que asigna a los servicios de carácter gene-
ralista (servicios sociales, servicios de empleo, etc.) un papel preeminente en materia de IS;
b. el abordaje integral de las necesidades que en el ámbito de la IS presenta la población con
trastornos adictivos;
c. las intervenciones a desarrollar para favorecer los procesos de IS se sustentarán en el trabajo
en red y la coordinación del conjunto de profesionales, entidades y servicios intervinientes y/o
competentes en el ámbito de la IS, a fin de posibilitar una intervención integral y continuada
en el tiempo;
d. ajustado a la capacidad real que los diferentes servicios (centros de tratamiento de las adiccio-
nes y servicios de carácter generalistas y/o específicos para personas con adicciones) tienen de
impulsar y apoyar los procesos de IS;
e. la responsabilidad en el diseño de los programas personalizados de IS recaerá en el personal
de los servicios de tratamiento de las adicciones, sin perjuicio del protagonismo que deben
asumir los servicios generalistas y las entidades sociales en el desarrollo, seguimiento y eva-
luación de los Planes Personalizados de Incorporación Social (en adelante PPIS);
f. la diversidad de perfiles, necesidades, posibilidades e intereses de la población con trastor-
nos adictivos requiere establecer diferentes escenarios e itinerarios para facilitar los procesos
de IS. Los escenarios en torno a los cuales se desarrollarán las intervenciones de apoyo a la
IS estarán determinados, fundamentalmente, por el grado de integración/exclusión de cada
persona y por sus posibilidades reales de alcanzar determinadas metas u objetivos;
g. los diferentes escenarios en torno a los cuales se desarrollen los procesos de IS determinarán
el grado de responsabilidad que los distintos servicios implicados en los procesos de IS asumi-
rán en el desarrollo (ejecución), seguimiento y evaluación de los PPIS;
h. las intervenciones a desarrollar deben contribuir a eliminar la estigmatización de las personas
con adicciones.
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3. CRITERIOS ORIENTADORES DE
LOS CONTENIDOS DEL MANUAL
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Si bien es habitual que los trastornos adictivos se asocien a situaciones de riesgo y/o de exclusión
social, no puede establecerse una relación directa entre ambos fenómenos. Las personas con
trastornos adictivos se sitúan en un continuo que va desde la integración a la exclusión, en el que
ocupan posiciones intermedias a lo largo de su vida, en función de diferentes circunstancias de
índole personal y social.
Esto implica que no todas las personas que reciben tratamiento por trastornos asociados al uso
de diferentes drogas estén en situación de exclusión, lo que explica que no en todos los casos sea
necesario establecer planes para propiciar su IS. Por tanto, sólo cuando hayan sido evaluadas las
necesidades de cada persona concreta en el ámbito de la IS deberá decidirse si procede estable-
cer una estrategia para favorecer la misma (decidir si procede o no el diseño de un PPIS).
La población con trastornos por el uso de drogas en muy heterogénea, tanto en lo relativo a sus
características sociodemográficas (sexo, edad, nivel educativo, estado civil, modo de convivencia,
situación familiar, etc.), como a sus patrones de uso de las sustancias (drogas consumidas, fre-
cuencia de consumo, antigüedad en el uso de sustancias, etc.), su participación en distintos tipos
de tratamientos para superar la adicción (realización o no de tratamientos previos, modalidades
de tratamiento realizadas, etc.), su situación laboral y económica (tipo de actividad laboral, fuen-
tes de ingresos, etc.), su grado de participación social y el tipo de relaciones sociales que mantie-
nen, su estado de salud o la vinculación con el sistema jurídico-penal.
Existen, por tanto, múltiples perfiles de personas con trastornos adictivos en relación con su ma-
yor o menor relación con las situaciones de exclusión social, desde personas relativamente jóve-
nes que mantienen a pesar de su adicción estilos de vida relativamente normalizados (que traba-
jan o estudian y que conviven con su familia de origen o propia y no presentan problemas graves
de salud, sociales o judiciales asociados al consumo de drogas) hasta personas en situaciones cró-
nicas de exclusión (de edad avanzada, con una larga historia de consumo, con un alto deterioro
de su salud física y mental, en paro de larga duración, con ingresos procedentes de prestaciones
sociales, sin vínculos familiares sólidos ni redes sociales de apoyo y un claro aislamiento social).
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Ciertas circunstancias que afectan a las personas con adicciones, como la presencia de otros tras-
tornos mentales o físicos graves, la edad avanzada, un alto grado de estigmatización, un bajo
nivel de compromiso con el tratamiento de la adicción, la ausencia de apoyo familiar y social o
la falta de expectativas respecto de los procesos de incorporación social, determinan que las
posibilidades de conseguir progresos significativos en materia de IS sean reducidas para ciertas
categorías de personas consumidores de drogas.
Del mismo modo que se asume con naturalidad que no todas las personas con adicciones tienen
la capacidad de lograr la abstinencia al uso de sustancias (al menos de forma continuada en el
tiempo) y, en consecuencia, se desarrollan con ellas estrategias centradas en la reducción de
riesgos y/o de daños, debe asumirse que no siempre resulta posible alcanzar unos niveles acep-
tables de IS.
Los procesos de IS siguen en general un modelo lineal basado en la existencia de diferentes fases
que deben superar progresivamente las personas objeto de intervención, hasta completar el iti-
nerario establecido por los servicios de referencia. En el ámbito de los trastornos adictivos el mo-
delo establece la consolidación de ciertas conductas (por ejemplo, participar en algún programa
de tratamiento de las adicciones, mantener la abstinencia, etc.) y la aceptación de ciertas normas
como requisitos previos para poder acceder a determinados recursos y servicios de apoyo a la IS,
como viviendas tuteladas o con apoyo.
Los resultados de este enfoque no siempre resultan efectivos con ciertos colectivos de personas
usuarias de drogas, como ocurre en el caso personas con problemas complejos (pacientes con
patología dual, en situación de calle, etc.). Por ello, en el ámbito de la IS cabe también promover
intervenciones dirigidas a la reducción de daños y el uso de recursos de baja exigencia destinados
a satisfacer determinadas necesidades más básicas (alojamiento, alimentación, vestido e higiene)
con aquellas personas que no puedan participar en los itinerarios lineales. Se trata de asumir que,
con ciertas personas, las intervenciones en materia de incorporación social podrán limitarse a
asegurar la satisfacción de determinadas necesidades sociales básicas sin establecer ningún con-
dicionante, lo cual no implica renunciar a la posibilidad de lograr progresos en la incorporación
de estas personas a centros o servicios más normalizados y con niveles crecientes de exigencia.
Cualquier intervención dirigida a facilitar la incorporación social de las personas con trastornos
adictivos en situación o riesgo de exclusión deberá respetar una serie de derechos reconocidos
al conjunto de personas usuarias de los sistemas de protección social, tales como el derecho a
la dignidad personal, a la autodeterminación y autonomía personal, a la elección entre distintas
alternativas y a la privacidad e intimidad.
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La personalización supone el reconocimiento de las personas como sujetos con fortalezas, ca-
pacidades y preferencias, situándolas en el centro de los servicios y cuidados que reciben (SCIE,
2013). De este modo podrá darse respuesta a las necesidades, deseos y expectativas particulares
de cada persona, adaptando los servicios, prestaciones y apoyos ofertados a su situación.
Este enfoque permite una mayor motivación para el cambio de las personas con las que se in-
terviene, a la vez que facilita el trabajo de acompañamiento social necesario para avanzar en los
procesos de incorporación social.
Las intervenciones a desarrollar para favorecer los procesos de incorporación social se orienta-
rán a la mejora de la calidad de vida de las personas en las que se produzca la intervención. Ello
implica incidir para lograr mejoras en las diferentes dimensiones en torno a las cuales se articula
la calidad de vida, entre las que se incluyen (Shalock & Verdugo, 2013): el bienestar emocional,
las relaciones interpersonales, el bienestar material, el desarrollo personal, el bienestar físico, la
autodeterminación, y la inclusión social y la igualdad de derechos.
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Por su parte, la coordinación interinstitucional y el trabajo en red resultan claves para asegurar la
continuidad de los cuidados prestados por los servicios de atención a las adicciones y el resto de
sistemas de protección social (servicios sociales, de empleo, etc.), teniendo en cuenta la variedad
de problemas y carencias a las que deben hacer frente las personas con trastornos adictivos y la
multiplicidad de agentes intervinientes en los procesos de IS.
Las intervenciones a desarrollar en materia de incorporación social deben evitar cualquier forma
de estigmatización de las personas beneficiarias de las mismas, para lo cual se dará prioridad a la
utilización de recursos y servicios de carácter generalista, se garantizará la equidad de trato a las
personas con trastornos adictivos y se establecerán las mismas condiciones para el acceso a los
servicios que para el conjunto de la población.
Cuando sea posible, el personal técnico implicado en los procesos de apoyo a la incorporación
social y las entidades que trabajan con personas con trastornos por uso de drogas en situación o
riesgo de exclusión social llevará a cabo acciones de información y sensibilización destinadas a la
población general y al personal de los sistemas de salud y de protección social, con el fin de evitar
su estigmatización. Estas acciones se orientarán a modificar las actitudes y creencias negativas so-
bre las personas adictas a las drogas que pueden generar rechazo social, discriminación y reforzar
las situaciones de exclusión social.
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BLOQUE 1.
CONTEXTO EN EL QUE SE DESARROLLAN LAS
INTERVENCIONES DE APOYO A LA INCORPORACIÓN
SOCIAL DE LA POBLACIÓN CON ADICCIONES
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4. LA NATURALEZA DE LOS
PROCESOS DE EXCLUSIÓN
E INCORPORACIÓN SOCIAL
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A pesar de estas dificultades se han desarrollado marcos teóricos para tratar de operativizar la exclusión
social (Macleod et al., 2019; Walsh et al., 2012, Walsh et al., 2017). Estos modelos comparten la existen-
cia de una serie de dominios comunes, que se corresponden con las principales áreas en las que las per-
sonas experimentan exclusión, que ayudan a conceptualizar la exclusión social, entre los que se incluyen:
Es importante tener en cuenta que la exclusión es un proceso dinámico, que cambia a la vez que lo
hacen las circunstancias de las personas, variando a lo largo de su vida. A medida que las necesidades
de las personas se modifican con la edad, también cambia la forma de conceptualizar la exclusión y
los indicadores utilizados para su operativización (Levitas et al., 2007). Así, áreas como la permanencia
en el sistema educativo o la disponibilidad de un trabajo remunerado, que son de especial relevancia
en la infancia o para las personas adultas jóvenes, pueden no serlo para personas de edad avanzada.
De hecho en la vejez se modifican los factores de riesgo, los procesos y los efectos asociados a la
exclusión, que pueden verse amplificados por las vulnerabilidades y desventajas de esta etapa vital,
limitando de forma drástica las posibilidades de mejorar o de evitar situaciones de exclusión social.
Los modelos teóricos que abordan la exclusión social identifican distintas variables que actúan como
impulsoras o generadoras de exclusión social (Barnes et al., 2006; Becker & Boreham, 2009; Kneale,
2012; Levitas et al., 2007; Malgesini y García, 2000; Schar et al., 2005; Subirats et al., 2004; Tezanos,
2001), entre las que se incluyen el género, la edad, el origen étnico, la clase social, la educación,
la disponibilidad y el estado de la vivienda, los ingresos económicos, las prestaciones sociales, la
residencia en áreas depravadas, el estado de salud, la calidad de vida, la presencia de problemas de
salud mental, el acceso al transporte privado o público y ciertos acontecimientos críticos de la vida.
Existen además una serie de variables que pueden mediar o moderar la relación entre deter-
minantes e indicadores de la exclusión, como el acceso a las tecnologías de la información y la
comunicación (Age UK, 2010).
Más allá del impacto que tienen determinados factores personales y microsociales, el riesgo de
exclusión social también depende de una serie de factores macroeconómicos, como las tenden-
cias demográficas, la situación del mercado laboral y la política social (Bradshaw et al., 2004).
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Cuanto mayor es el número de factores de exclusión que convergen sobre una persona, más di-
fícil y complejo es el proceso de inserción social. Además, la estigmatización social que sufren los
sujetos que forman parte de ciertos colectivos o grupos sociales (como ocurre en el caso de per-
sonas con trastorno por uso de sustancias o diagnosticadas con de alguna enfermedad mental)
actúa como un factor que dificulta enormemente la plena incorporación social.
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VULNERABILIDAD EXCLUSIÓN
RIESGO DE
INCLUSIÓN
EXCLUSIÓN
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5. La exclusión es una cuestión política. Si la exclusión social es estructural la misma debe ser
abordada mediante políticas que promuevan prácticas de inclusión.
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PAUTAS PARA ABORDAR LOS PROCESOS DE INCORPORACIÓN SOCIAL DE LA POBLACIÓN CON TRASTORNOS ADICTIVOS
Entre los objetivos del Manual no se incluye el desarrollo de un modelo teórico que defina el con-
tenido de las intervenciones a desarrollar para facilitar la incorporación social de las personas con
trastornos adictivos. No obstante, la literatura científica ofrece una valiosa información acerca de
las estrategias y los contenidos en torno a las cuales deben vertebrarse los procesos de incorpo-
ración social de las personas con trastornos por el uso de drogas:
1. Las intervenciones a llevar a cabo deben dirigirse a asegurar que las personas beneficiarias de
las mismas tengan las oportunidades y los recursos necesarios para participar plenamente y
de manera igualitaria en la vida económica, social y política, así como para disfrutar de unas
condiciones de vida dignas. El objetivo de los procesos de incorporación social es precisamen-
te mejorar las condiciones de vida de las personas, ofreciéndoles las mismas oportunidades
educativas, sanitarias, laborales y económicas de las que disfruta el resto de la sociedad.
4. La IS busca promover una serie de cambios en las personas en riesgo y/o situación de ex-
clusión social que les permitan posicionarse en las dinámicas, relaciones y espacios de la co-
munidad en la que viven, como en el entorno en el que se desenvuelven las personas, que
favorezcan los procesos inclusivos (facilitando el acceso a servicios y recursos normalizados,
combatiendo la estigmatización social, etc.).
5. La integración laboral se considera un proceso clave para sostener la recuperación de las per-
sonas con adicciones y potenciar su crecimiento y autonomía personal, posicionándolas como
miembros activos de su comunidad. Las actuaciones en este ámbito se centran habitualmen-
te en potenciar las habilidades y conocimientos de la persona y en el desarrollo de recursos
para incrementar su empleabilidad y ocupabilidad.
8. Los múltiples problemas o consecuencias que provocan las adicciones hacen necesario un abor-
daje integral de las mismas, con intervenciones que incidan simultáneamente en todos los ám-
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PAUTAS PARA ABORDAR LOS PROCESOS DE INCORPORACIÓN SOCIAL DE LA POBLACIÓN CON TRASTORNOS ADICTIVOS
bitos o dimensiones de la vida de las personas en riesgo y/o situación de exclusión social (rela-
ciones familiares y sociales, salud, educación, empleo, vivienda, situación jurídico-penal, etc.).
10. La IS no es un proceso lineal, sino una sucesión de aproximaciones graduales y sucesivas. Las
fases o etapas por las que transita cada sujeto en su camino para lograr su IS, la rapidez con la
que progrese en su recorrido, los objetivos a conseguir en cada una de las fases y los posibles
“retrocesos” en el proceso dependerán de sus características personales y de su contexto
micro y macro social, así como del conjunto de recursos que participen y apoyen este proceso.
11. Para que las personas con adicciones progresen con éxito en su IS deben cumplirse dos con-
diciones (Funes et al., 1995):
a. En todas las fases, desde la de consumo activo y/o exclusión a la de la integración satisfactoria, de-
ben existir profesionales y recursos que acojan, orienten y realicen un seguimiento de la persona.
12. Los programas de IS deben adecuarse a las características de una realidad social cambiante
y, en particular, al marco jurídico e institucional vigente, en el que se fijan las políticas y se
establecen los recursos existentes en cada momento.
13. Los procesos de IS deben estar centrados en la persona. Ello implica no solo la adecuación de
los servicios prestados a las necesidades individuales específicas y a la fase del proceso de IS
en la que se encuentre cada persona, sino también garantizar la participación del individuo, y
de su entorno más cercano en la definición de los objetivos y los contenidos de las interven-
ciones que van a ser desarrolladas, así como en su evaluación (COPOLAD, 2014).
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6. NECESIDADES EN MATERIA DE
INCORPORACIÓN SOCIAL DE LA
POBLACIÓN CON TRASTORNOS
ADICTIVOS Y PERSPECTIVA DE
GÉNERO
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NECESIDADES EN MATERIA DE INCORPORACIÓN SOCIAL DE LA POBLACIÓN CON TRASTORNOS ADICTIVOS Y PERSPECTIVA DE GÉNERO
A continuación, se describen algunos de los problemas a los que deben hacer frente los progra-
mas e intervenciones de apoyo a la IS de este colectivo.
Necesidad de pertenencia
Los seres humanos tienen una necesidad básica de pertenencia, por ello realizan esfuerzos dia-
rios para establecer y mantener conexiones sociales estables (Baumeister & Leary, 1995; Gabriel,
2021; Lieberman, 2013;). No obstante, las situaciones en las que alguien se siente física o emo-
cionalmente separado de los demás es una experiencia común en la vida de las personas con
trastornos adictivos.
Malestar psicológico
La exclusión a menudo evoca sensaciones de dolor, emociones desagradables (ira, tristeza, ver-
güenza, etc.) y amenaza necesidades psicológicas básicas más allá de la pertenencia, como las ne-
cesidades de autoestima positiva, control y existencia significativa percibida (Eisenberger, 2012;
Williams, 2009). Las personas excluidas a menudo experimentan soledad y desarrollan ansiedad
social y miedo (Cacioppo & Patrick, 2008). En el caso de la exclusión crónica las personas experi-
mentan niveles más altos de síntomas depresivos, impotencia, alienación y falta de sentido exis-
tencial (Riva et al., 2017).
Las personas que pertenecen a grupos estigmatizados tienen más probabilidades de experimen-
tar exclusión crónica (Kurzban & Leary, 2001). Por su parte, el estigma de la enfermedad mental
puede hacer exacerbar los síntomas, generando un ciclo de exclusión adicional (Reinhard et al.,
2020). Por este motivo algunos estudios sugieren que la exclusión social crónica sea tratada como
una forma de trauma, como una experiencia psicológica que implica un daño físico o emocional
intenso que inflige un daño duradero a la salud física o mental (SAMHSA, 2014).
Problemas de salud
Más allá del deterioro a nivel físico que experimentan muchas personas con adicción a las dro-
gas, resulta especialmente preocupante la presencia mayoritaria de otros trastornos mentales
concurrentes entre la población drogodependiente que accede a los servicios asistenciales. Esta
convergencia de un trastorno adictivo y de otro trastorno psiquiátrico en una misma persona
(patología dual) incrementa las dificultades para el éxito de los tratamientos de la adicción, incre-
menta el riesgo de exclusión social y agrava y/o cronifica las situaciones de exclusión social.
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NECESIDADES EN MATERIA DE INCORPORACIÓN SOCIAL DE LA POBLACIÓN CON TRASTORNOS ADICTIVOS Y PERSPECTIVA DE GÉNERO
El estigma alude a las actitudes y creencias negativas existentes sobre las personas adictas a las
drogas que pueden generar discriminación, prejuicios y otras formas de exclusión social, dificul-
tando que reciban el apoyo y los servicios que necesitan. La experiencia del estigma se asocia con
demoras en la búsqueda de tratamiento, con mayores tasas de abandono del tratamiento y con
una mayor implicación en conductas de riesgo (Lloyd, 2010).
El estigma puede crear sentimientos de vergüenza e inseguridad entre la población con adiccio-
nes, dificultando que las personas busquen ayuda y que se mantengan comprometidas con su re-
cuperación. De hecho, el término autoestigma se utiliza para describir el proceso por el cual una
persona con un trastorno adictivo o una enfermedad mental internaliza el estigma y experimenta
una disminución de la autoestima y la autoeficacia, lo que limita las perspectivas de recuperación
(Rossler, 2016).
El estigma puede dificultar que las personas consumidoras de drogas o con problemas de adic-
ción se sientan aceptadas y apoyadas por sus amistades, familiares y la propia comunidad, lo que
dificulta enormemente los procesos de rehabilitación y de incorporación social. También puede
provocar la discriminación en áreas como el empleo o la vivienda, dificultando que las perso-
nas en tratamiento por trastornos adictivos reconstruyan sus vidas y mantengan su recuperación
(SAMHSA, 2019; Wesselmann & Parris, 2021).
Algunas investigaciones (Van Boekel et al., 2013) ponen de relieve que el personal sanitario tam-
bién puede mantener actitudes estigmatizantes hacia las personas consumidoras de drogas ilíci-
tas, con percepciones negativas (falta de motivación o implicación en el tratamiento, búsqueda
de recetas/medicación para fines no médicos, comportamiento violento, etc.) que pueden supo-
ner una barrera para el acceso al tratamiento. La estigmatización de la población con trastornos
adictivos es perceptible en otros ámbitos diferentes a la salud, como los servicios sociales o de
empleo, siendo habitual que los profesionales de estos servicios sientan que carecen de la capa-
citación y las habilidades adecuadas para abordar las necesidades de este colectivo.
Los trastornos por uso de sustancias (TUS) y, en particular, los trastornos por uso de opioides son
una de las condiciones de salud más estigmatizantes (Farnshaw et al., 2019; Kennedy-Hendricks et
al., 2017). No en vano estas personas suelen ser percibidas como peligrosas e impredecibles, suje-
tas a altos niveles de exclusión social, llegando a ser consideradas “indignas” de recibir asistencia
sanitaria o social. Una creciente evidencia muestra que el estigma está asociado con las deficien-
cias o carencias presentes en las personas estigmatizadas (Santos da Silveira et al., 2018). Los im-
pactos del estigma social incluyen un acceso insuficiente a la atención médica, peores indicadores
de educación y empleo y, en consecuencia, un menor nivel de ingresos económicos.
Por todo ello, reducir el estigma de las adicciones y de los trastornos mentales constituye un
objetivo básico de las intervenciones destinadas a prevenir la exclusión social y/o a favorecer los
procesos de incorporación social (Khenti et al., 2019). Para ello se utilizan diferentes enfoques
que van desde la información/formación de la población general y de ciertos colectivos profesio-
nales sobre adicciones y enfermedades mentales a la denuncia de las discriminaciones que sufren
las personas pertenecientes a estos colectivos.
La investigación sobre el estigma asociado a los TUS establece que el mismo opera en tres niveles
o dimensiones diferentes que se refuerzan entre si (Cheetham et al., 2022): nivel macro (estigma
estructural), nivel meso (estigma público) y nivel micro (estigma internalizado).
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NECESIDADES EN MATERIA DE INCORPORACIÓN SOCIAL DE LA POBLACIÓN CON TRASTORNOS ADICTIVOS Y PERSPECTIVA DE GÉNERO
Si bien el estigma surge en los niveles inter e intrapersonal, el mismo se promulga a través de le-
yes y políticas. El estigma va más allá de las personas estigmatizadas y se refleja hacia el exterior
a través de la comunidad en general y hacia el interior a través de las políticas y procedimientos
que guían el tratamiento, incluso a través del personal que brinda atención en los servicios de
salud y sociales.
La separación sistémica de los servicios de tratamiento por uso de sustancias de los servicios de
salud (física y mental) crea una serie de desafíos para las personas afectadas por estos trastor-
nos. Este tipo de políticas institucionales tienen como resultado una falta de coordinación entre
los servicios, que refuerzan el estigma al fragmentar la atención y, al mismo tiempo, producen
peores resultados de salud (Lloyd, 2010; Livingston, 2020).
A nivel meso las normas organizativas del sistema de tratamiento de las adicciones influyen en
las interacciones sociales entre las personas proveedoras de los servicios y las personas usuarias
de los mismos, pudiendo incrementar los prejuicios y la discriminación. Las creencias y percepcio-
nes negativas sobre los TUS y su tratamiento (p. ej., su consideración como pacientes “difíciles”,
el pesimismo sobre la recuperación, etc.) pueden estereotipar a las personas que los padecen
y caracterizarlas como manipuladoras, desmotivadas, que no merecen los servicios y con pocas
posibilidades de lograr una recuperación duradera (Broyles et al., 2014). El estigma de los provee-
dores de atención médica y/o social puede manifestarse como una menor empatía y compromi-
so, enfoques no colaborativos y paternalistas, atención subóptima o interrumpida y exclusión de
ciertos servicios (Knaak et al., 2019; Nyblade et al., 2019; Stone et al., 2021).
A nivel micro internalizar o anticipar el estigma público puede tener un profundo impacto en
el uso de los servicios y en los resultados del tratamiento. En particular, el estigma institucio-
nalizado y el control social asociados a ciertos tipos de tratamientos (por ejemplo, los progra-
mas con sustitutivos opiáceos) pueden reforzar una identidad de “persona adicta” y hacer que el
tratamiento se convierta en una fuente de vergüenza y desempoderamiento (Harris & McElrath,
2012). Cuando se internaliza, la experiencia del estigma puede poner en peligro la recuperación y
la reintegración en la sociedad en general, reforzar un bajo sentido de derecho a una atención de
calidad y hacer que las personas abandonen el tratamiento prematuramente.
Falta de vivienda
Contar con una vivienda estable se considera un componente fundamental para el tratamiento
de las adicciones y los procesos de incorporación social. Contar con un espacio de convivencia
estable es, de hecho, uno de los principales requisitos para poder desarrollar un tratamiento con
ciertas expectativas de éxito. Por su parte, las personas que completan el tratamiento sin dispo-
ner de una vivienda estable tienen graves dificultades para avanzar en su incorporación social,
comprometiendo gravemente los progresos alcanzados durante el tratamiento.
Pese a ello, la falta de vivienda es un problema frecuente entre las personas con trastornos por
consumo de sustancias, que pueden sufrir distintas situaciones de exclusión residencial, en base
a la tipología Europea de Personas sin Hogar (ETHOS):
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NECESIDADES EN MATERIA DE INCORPORACIÓN SOCIAL DE LA POBLACIÓN CON TRASTORNOS ADICTIVOS Y PERSPECTIVA DE GÉNERO
Amplios grupos sociales, como las personas con alguna enfermedad o discapacidad, con baja
cualificación profesional, carentes de experiencia profesional o vinculadas a sectores económi-
cos informales (como los trabajos domésticos), dependen de los sistemas de protección social o
del apoyo familiar para satisfacer sus necesidades básicas. Estas situaciones son especialmente
frecuentes en colectivos como las personas jóvenes, las mujeres o las personas adultas de edad
avanzada.
Las personas con adicciones registran elevadas tasas de desempleo y presentan especiales difi-
cultades para acceder al mercado laboral, a causa de su falta de cualificación y experiencia labo-
ral, sus problemas de salud, la falta de apoyo social o familiar y la estigmatización y el rechazo
social. Esta situación genera con relativa frecuencia la desmotivación personal por la búsqueda
de empleo.
La mitificación del trabajo remunerado como elemento de integración social es criticada por cier-
tos sectores profesionales que cuestionan el peso excesivo que se da al empleo remunerado
como mecanismo básico de incorporación social. Un enfoque que, reconociendo la capacidad
integradora del empleo, cuestiona que no se atribuya un papel relevante a dimensiones como la
participación comunitaria, las relaciones sociales, el ocio o las tareas domésticas o de cuidados en
los procesos de incorporación social (SIIS, 2011).
Problemas jurídico-penales
Las personas que acceden a los centros de tratamiento de las adicciones presentan habitualmen-
te unas elevadas prevalencias de incidencias de tipo jurídico-legal, principalmente detenciones,
implicación en procesos judiciales o ingresos en prisión, por delitos cometidos en la mayor parte
de los casos para financiar su adicción.
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NECESIDADES EN MATERIA DE INCORPORACIÓN SOCIAL DE LA POBLACIÓN CON TRASTORNOS ADICTIVOS Y PERSPECTIVA DE GÉNERO
El género y la orientación sexual condicionan en buena medida el tipo y la intensidad de los pro-
blemas y las necesidades existentes en materia de IS.
Las mujeres tienen mayores dificultades para acceder a los servicios de tratamiento de las adic-
ciones. Factores como la vergüenza (estigmatización), la incomprensión familiar y social y la falta
de apoyo familiar percibido adquieren especial relevancia para explicar por qué las mujeres con
adicciones demoran la solicitud de tratamiento. Este proceso de doble discriminación de las mu-
jeres, caracterizado por un mayor grado de reproche y/o estigmatización social hacia las mujeres
con trastornos adictivos que en el caso de los hombres, se asocia al incumplimiento de las tareas
de cuidados que los roles tradicionales de género asignan a las mujeres, especialmente en el caso
de que tengan hijas o hijos menores.
a. Una mayor pérdida de autoestima y una mayor prevalencia de los problemas de tipo emocio-
nal y afectivos.
b. Mayores dificultades de acceso a los servicios de tratamiento de las adicciones y a los recursos
de apoyo a la IS.
c. Dificultades para compaginar los tratamientos de rehabilitación y los procesos de IS con la
maternidad y el cuidado de personas mayores y/o dependientes.
d. La apuesta por tratamientos que permitan a las mujeres compaginar los mismos con las res-
ponsabilidades en las tereas domésticas y el cuidado de la prole u otros familiares dependien-
tes, aunque los mismos no sean los indicados.
e. La renuncia y/o imposibilidad de participar en tratamientos de carácter residencial o en recur-
sos convivenciales de apoyo a la IS en el caso de tener hijas e hijos menores a su cargo.
f. La peor evolución en los tratamientos de rehabilitación al contar con un menor apoyo familiar
y social.
g. La interrupción (precoz) de los tratamientos para asumir las tareas de cuidados.
Entre los grupos de mujeres con TUS en situación de especial vulnerabilidad se incluyen: mujeres
embarazadas y madres, de sexo no binario, víctimas de violencia machista, involucradas en el tra-
bajo sexual, sin techo, pertenecientes a minorías étnicas, pertenecientes a minorías sexuales, con
patología dual y recluidas en centros penitenciarios.
Por su parte, las personas con adicciones pertenecientes al colectivo LGTBIQ+ se ven con frecuen-
cia sometidas a procesos de estigmatización y rechazo social asociados a su orientación sexual
o identidad de género. Los efectos de estos procesos se traducen en las mayores barreras de
acceso a los tratamientos de rehabilitación y a los programas y servicios de IS (por ejemplo, en el
caso del acceso a recursos de carácter residencial) y al mercado laboral, en desigualdades en las
condiciones laborales y en las mayores dificultades en el ámbito de las relaciones sociales.
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NECESIDADES EN MATERIA DE INCORPORACIÓN SOCIAL DE LA POBLACIÓN CON TRASTORNOS ADICTIVOS Y PERSPECTIVA DE GÉNERO
la distinta influencia que determinados factores tienen en la génesis de las situaciones de exclu-
sión y el diferente impacto que estos procesos tienen en mujeres y hombres.
Esto supone tener presente que los factores y procesos que llevan a la exclusión están condicio-
nados por el género (por ejemplo, la violencia de género y la estigmatización social son variables
transversales en muchas mujeres con trastornos adictivos en situación de exclusión) y que la ex-
clusión afecta de modo diferente a hombres y a mujeres (Damonti, 2014). Por ello, la perspectiva
o mirada de género debe estar presente a la hora de evaluar las necesidades que mujeres y hom-
bres presentan en el ámbito de la IS, en el análisis de sus expectativas, intereses y recursos y en el
diseño de las intervenciones e itinerarios de incorporación social. Asimismo, es preciso tener en
cuenta las barreras de género que encentran las mujeres en los procesos de IS en diferentes ám-
bitos como el personal, el educativo, el profesional, la gestión del tiempo o la participación social
(Cambriles et al., 2007), en particular las relativas al acceso al mercado laboral y a determinados
recursos y programas de apoyo a la IS (servicios residenciales, etc.). Las barreras en el ámbito
personal hacen referencia a los obstáculos que encuentran las mujeres para construir su propia
identidad, que dificultan el desarrollo de un autoconcepto positivo, distorsionan la imagen que
tienen de sí mismas y frenan sus posibilidades de alcanzar sus metas y deseos.
A nivel práctico esto implica que las intervenciones de apoyo a la IS deben prestar mayor atención
a los aspectos emocionales (abordando cuestiones como la autoestima, la autoatribución de fra-
caso o los sentimientos de culpa asociados a la situación de exclusión social), al impacto que los
roles familiares y las responsabilidades de las tareas domésticas y de cuidado tienen en los pro-
cesos de rehabilitación y de IS y a la doble victimización que sufren muchas mujeres en situación
de exclusión social.
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7. MARCO JURÍDICO-INSTITUCIONAL
Y MODELOS DE INTERVENCIÓN
EN INCORPORACIÓN SOCIAL EN
ADICCIONES
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Los procesos de incorporación social de las personas con adicciones están regulados en diferen-
tes normas legales, tanto de carácter general, como específicas para la población con trastornos
adictivos. Asimismo, existen estrategias y planes de acción que definen las políticas a desarrollar
para prevenir los procesos de exclusión social y facilitar la incorporación social de la población en
situación o riesgo de exclusión y, específicamente, de las personas con adicciones.
a. Normas generales que regulan los derechos del conjunto de la población relacionados con la
incorporación social.
• Leyes autonómicas de servicios sociales;
• normas autonómicas reguladoras de las carteras de servicios sociales;
• leyes autonómicas reguladoras del derecho a la inclusión social;
• Ley 19/2021, de 20 de diciembre, por la que se establece el Ingreso Mínimo Vital;
• Ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases del Régimen Local, modificada por la
Ley 11/1999;
• Ley 27/2013, de 27 de diciembre, de racionalización y sostenibilidad de la Administración Local;
• leyes autonómicas de régimen local.
b. Normas sectoriales
• Leyes autonómicas sobre drogas y otras adicciones;
• Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las
personas en situación de dependencia,
• Ley 3/2023, de 28 de febrero, de Empleo.
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También la mayoría de CC.AA disponen de leyes autonómicas sobre drogas y otras adicciones
en las que se abordan los procesos de IS de las personas con trastornos adictivos. Un elemento
recurrente de estas leyes es la referencia expresa de que los procesos de IS deben sustentarse en
el uso de recursos normalizados. Algunas de estas leyes consideran la IS como una fase inherente
a la intervención asistencial para el tratamiento de las adicciones.
Esta categoría agrupa las estrategias y planes de acción promovidos por distintas instituciones
para prevenir la exclusión y la pobreza y favorecer la inclusión social:
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La Estrategia Europa 2020 incluye entre sus objetivos principales la reducción del número de
personas que viven por debajo del umbral de la pobreza o en riesgo de exclusión social.
Entre las líneas estratégicas de la Estrategia de la UE en materia de lucha contra la droga 2021-
2025 se incluye “Garantizar el acceso a tratamientos y servicios asistenciales y reforzarlos”. Para
ello dicha Estrategia contempla, entre otras, las siguientes acciones:
La Estrategia Nacional sobre Adicciones 2017-2024 (ENA) define la IS como un proceso de so-
cialización personalizado y flexible, constituido por acciones e intervenciones que pretenden im-
plicar activamente, responsabilizar, promover y facilitar a las personas su autonomía, desarrollo
y bienestar social, participación y capacidad crítica con su entorno. Considera que el tratamiento
terapéutico por sí solo no parece suficiente para una efectiva recuperación de las personas que
presentan problemas de adicciones, señalando que la IS de estas personas exige una intervención
integral, que incida en todos los ámbitos de su vida (y no sólo en el laboral): personal, relacional y
de ocio, familiar, educativo, sanitario, formativo, laboral, residencial, judicial, etc.
La ENA establece distintos objetivos en materia de IS, entre los que se incluyen:
• Definir un modelo común de actuación en IS, tanto en los aspectos conceptuales como en el
establecimiento de procesos de continuidad de la atención y en los itinerarios individualizados
de las personas beneficiarias de los programas;
• ampliar la oferta y adecuar los servicios y programas a los nuevos perfiles de las personas
atendidas, al diferente impacto de las adicciones en mujeres y hombres y a las necesidades
diferenciales de las personas drogodependientes de más edad;
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• fomentar la participación de las corporaciones locales y de las entidades privadas sin fin de
lucro en los programas de inserción laboral y social,
El Plan de Acción sobre Adicciones 2021-2024 plantea como objetivos estratégicos del área de
IS la definición de un marco común de actuación, la mejora de la calidad de las intervenciones
(adecuándolas a las diferentes necesidades de la población atendida) y la ampliación de su cober-
tura mediante la colaboración interinstitucional y con organizaciones sociales.
Entre las acciones del Plan de Acción en al ámbito de la IS se incluye un “Proyecto de mejora y exten-
sión de los programas de Incorporación Social, con especial atención a las necesidades de las mujeres”.
El actual marco jurídico-institucional que regula las intervenciones para facilitar los procesos de
IS de las personas con trastornos adictivos establece una serie de postulados (Figura 2) que con-
dicionan el trabajo a desarrollar con esta población:
Figura 2. Pautas para el desarrollo de actuaciones de apoyo a la IS de personas con trastornos por uso
de sustancias.
Protagonismo de los
La implicación de los servicios generalistas responde a la ne-
servicios generalistas
cesidad de lograr la eficiencia de los servicios (atención por
en la satisfacción
servicios ya existentes) y de evitar reforzar el estigma de las
de las necesidades
personas con adicciones con la creación de servicios específi-
de la población con
cos paralelos
trastornos adictivos
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BLOQUE 2.
PROPUESTA OPERATIVA PARA EL ABORDAJE DE
LOS PROCESOS DE INCORPORACIÓN SOCIAL DE LA
POBLACIÓN CON ADICCIONES
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8 . E S C E N A R I O S B Á S I C O S PA R A E L
DESARROLLO DE LAS INTERVENCIONES
DE APOYO A LA INCORPORACIÓN SOCIAL
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Con este objetivo se han establecido tres escenarios básicos en torno a los cuales se desarrollarán
las intervenciones de apoyo a los procesos de IS, en función del perfil de la población con trastor-
nos adictivos y de sus necesidades en materia de IS.
En función de las diferentes necesidades y de los recursos personales disponibles para abordar
situaciones de riesgo y/o de exclusión social, se establecen tres perfiles básicos de personas con
trastornos adictivos respecto de los procesos de IS:
Figura 3. Perfiles básicos de personas con trastornos adictivos en relación a los procesos de IS
La diferencia sustancial entre los perfiles 2 y 3 no radica tanto en las necesidades existentes en
materia de IS, puesto que ambos incluyen a personas en riesgo o situación de exclusión social,
sino en la capacidad y/o el interés de las personas que integran ambos grupos para abordar de-
terminados objetivos y acciones vinculadas a los procesos de IS. En el caso de las personas que
responden al perfil 3 su deteriorado estado de salud física y/o mental condiciona los objetivos a
plantear en el marco de los PPIS, restringe el tipo de intervenciones a desarrollar (por ejemplo,
dando prioridad a las intervenciones destinadas a asegurar una alternativa residencial temporal
o permanente con algún tipo de soporte frente a las destinadas a facilitar el acceso al mercado
laboral) y hace necesario dispensarles un apoyo y acompañamiento en el proceso de IS que reque-
rirá de la colaboración o implicación del personal de los CAA.
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Esta apuesta, que puede ser objeto de controversia puesto que idealmente el rol de referente de los
procesos de IS debería corresponder a los sistemas de servicios sociales y de empleo, responde a la
necesidad de garantizar el apoyo efectivo a los procesos de IS de las personas con TUS. En este senti-
do, debe tenerse presente la capacidad real de intervención en apoyo a los procesos de IS que ofrecen
actualmente los servicios sociales y de empleo, ambos con una importantísima sobrecarga de trabajo.
Existen otras razones que justifican la decisión de asignar a los CAA la responsabilidad
en el diseño de los PPIS, que estarían relacionadas con:
Si bien la responsabilidad del diseño de los contenidos de los PPIS recae en el personal de los
CAA, la ejecución, seguimiento y evaluación de los mismos corresponderá a diferentes servicios,
en función de las características de cada caso. Para ello se establecen tres posibles escenarios
donde tendrán lugar estos procesos:
ESCENARIO 1
• Ejecución: servicios culturales, deportivos, de ocio, etc.).
(Intervenciones
con personas • Seguimiento y evaluación: CAA.
del Perfil 1)
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Figura 5. Procesos claves para abordar situaciones de exclusión y/o riesgo de exclusión.
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Evaluación necesidades
en materia de IS
Trabajador/a social del CAA
Chequeo de variables indicativas de
situaciones de riesgo y/o exclusión
¿Existen NO (Perfil 1)
problemas SALIDA DEL PROCESO
relevantes IS?
SI (Perfiles 2 y 3)
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Este proceso se dirige a identificar y evaluar la presencia de necesidades o problemas que la per-
sona presenta en diferentes ámbitos o dimensiones y que impiden o dificultan su participación
social o se asocian a situaciones de riesgo o exclusión social, entre las que se incluyen:
La ejecución de este proceso debe servir para asignar a la persona objeto de intervención a uno
de los tres perfiles básicos en relación a la IS, descritos en el capítulo precedente.
PROCEDIMIENTO A SEGUIR
Siempre que se tenga conocimiento de que la persona tiene o ha tenido en el pasado con-
tacto con otros servicios o recursos (servicios sociales municipales, servicios de salud mental,
programas dependientes de entidades sociales, etc.), se solicitará a los mismos información
complementaria que permita mejorar la evaluación de necesidades y los contenidos del diseño
de los PPIS.
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• Ausencia de amistades;
• relaciones sociales centradas en otras personas en tratamiento de la adicción;
• relación habitual con otras personas consumidoras de sustancias;
• carencia de redes sociales de apoyo (formales e informales);
• pertenencia a redes sociales con presencia de “conductas disruptivas”;
• estigmatización y/o rechazo social percibido por parte del entorno social;
• aislamiento social;
• falta de pertenencia a asociaciones o grupos organizados.
• Antecedentes de detenciones;
• antecedentes penitenciarios (número y períodos de estancia en prisión);
• procesos judiciales pendientes;
• medidas restrictivas de la libertad en vigor (libertad condicional, tercer grado penitenciario, etc.).
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La personalización de las respuestas para favorecer la IS pasa por reconocer a las personas como
sujetos con fortalezas, capacidades y preferencias, situándolas en el centro de los cuidados y ser-
vicios (Carr, 2012). Con ello se pretende que sea cada persona quien identifique sus propias nece-
sidades y tome decisiones acerca de los apoyos que quiere recibir, tras obtener la información y
el asesoramiento necesario para poder adoptar decisiones informadas (SCIE, 2013). Este enfoque
permite dar respuesta a las necesidades, expectativas y deseos de cada persona, adaptando los
servicios y las prestaciones que se le ofertan a su situación, a la vez que propicia una mayor mo-
tivación de las mismas, permitiendo un trabajo de acompañamiento social imprescindible para
abordar las situaciones de exclusión social. Con ello se favorece además el empoderamiento de
las personas con las que se interviene y se reconoce su derecho a la autodeterminación, factores
que redundan en la mejora de la efectividad de las intervenciones realizadas.
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detectadas en materia de IS, evaluar sus expectativas y el nivel de compromiso de cara al proceso
de IS e identificar los recursos familiares y sociales disponibles para facilitar la IS de la persona.
PROCEDIMIENTO A SEGUIR
• Actitudes de la persona hacia el empleo (interés por trabajar, valor otorgado al trabajo,
implicación en la búsqueda de empleo, etc.);
• actitudes de la persona respecto a las relaciones sociales (interés por conocer nuevas per-
sonas y mantener relaciones sociales al margen del círculo familiar, disposición a abando-
nar amistades “de riesgo”, disposición a participar en actividades comunitarias que brinden
oportunidades de conectar y relacionarse con otras personas, disposición a incorporarse a
grupos, colaborar con entidades sociales, realizar tareas de voluntariado, etc.);
• actitudes de la persona en relación a los procesos formativos (interés y disposición a parti-
cipar en actividades dirigidas a mejorar su nivel académico, y/o su nivel de empleabilidad,
su conocimiento y manejo de las tecnologías de la información y la comunicación, etc.).
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Para la elaboración del diagnóstico de IS se contará con “diagnósticos parciales” de los diferentes
ámbitos directamente relacionados con los procesos de IS (por ejemplo, diagnóstico de salud,
familiar, de empleabilidad, de sociabilidad, etc.).
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El diagnóstico de IS es un proceso clave que facilita la toma de decisiones sobre una serie de as-
pectos relevantes como son:
• La magnitud de los problemas o dificultades que presenta cada persona en materia de IS;
• la necesidad y la viabilidad de diseñar un PPIS en cada caso concreto;
• la jerarquización de las necesidades detectadas y la identificación de los factores asociados a
las situaciones de riesgo y/o de exclusión social;
• la identificación de las prioridades de actuación a implementar para revertir las situaciones de
riesgo y/o exclusión social;
• la identificación de los ámbitos o áreas donde debería incidir el PPIS y de los objetivos y actua-
ciones a incorporar en el mismo.
PROCEDIMIENTO A SEGUIR
Para determinar la necesidad o no de diseñar un PPIS se sugiere chequear las siguientes variables,
cuya presencia indicaría la presencia de problemas relevantes en materia de IS (Sánchez, 2007):
Área de salud
• Presencia de trastornos mentales graves que impidan o dificulten el desarrollo de las activi-
dades cotidianas;
• presencia de patología orgánica grave o situaciones de discapacidad que impiden o dificultan
el desarrollo de las actividades cotidianas.
Área económica
Área residencial
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Área laboral
Área educativa
Área jurídico-legal
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Por tanto, una vez completado el diagnóstico, deberá decidirse si es necesario y viable el diseño
y desarrollo de un PPIS.
Los términos del PPIS deberán ser negociados y aceptados por la persona interesada y
estar adaptados a sus expectativas y capacidades de superación o mejora. Esto supone
que los objetivos a incluir en el PPIS y las actuaciones comprometidas deben ser “realis-
tas”, lo que a nivel práctico se traducirá en un proceso de negociación y/o ajuste de las
expectativas depositadas en el PPIS por parte de la propia persona, su familia y/o pareja
y el equipo profesional responsable de su atención (equilibrio entre las necesidades de
la persona, sus deseos y su capacidad real de mejora).
Los PPIS son una respuesta estructurada y coordinada a los problemas que en materia de IS pre-
senta una parte relevante de la población con trastornos adictivos, en los que se concretan los
objetivos a alcanzar, las actuaciones a implementar para permitir el logro de los objetivos, los
servicios y recursos intervinientes (implicados en el desarrollo del PPIS) y los plazos establecidos
para la realización de las actuaciones previstas.
Entre los objetivos que tratan de alcanzarse con el diseño de los PPIS se incluyen los siguientes:
• Establecer los itinerarios de IS a seguir con cada persona (la secuencia de actuaciones a realizar y
los recursos y prestaciones puestos a disposición de la persona para la gestión de su proceso de IS);
• identificar los objetivos a lograr para avanzar en los procesos de IS en las diferentes áreas de
intervención seleccionadas, ajustando los mismos a las necesidades, potencialidades, expec-
tativas y recursos de la persona;
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La determinación del profesional que, en cada caso concreto, asumirá la tutoría del pro-
ceso de IS o el rol de profesional de referencia es una cuestión crítica para asegurar la
continuidad de los apoyos a lo largo del tiempo y facilitar el logro de los objetivos esta-
blecidos en el PPIS. Puesto que el desarrollo de los procesos de rehabilitación e IS im-
plica, habitualmente, la participación de múltiples profesionales y servicios, es esencial
establecer quién asume en cada fase o etapa de la intervención dicho rol, centralizando
los flujos de información asociados al proceso.
En general, en las fases iniciales del tratamiento de las adicciones el grueso de las intervenciones
de apoyo a la IS las realiza el personal de los CAA, reduciéndose la intensidad y frecuencia de
estas intervenciones a favor de profesionales y servicios normalizados (no específicos para perso-
nas con adicciones) con el transcurso del tiempo.
Las personas que asumen la tutoría del proceso y el rol de profesionales de referencia desempe-
ñan dos funciones básicas:
a. Facilitar el proceso de IS, ayudando a la persona a encontrar los medios y recursos que le permitan
la puesta en marcha de ciertas actividades y la consecución de los objetivos previstos en el PPIS.
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PROCEDIMIENTO A SEGUIR
1. Diseño por parte del profesional de referencia de una propuesta inicial de contenidos del
PPIS.
a. Una breve justificación de la necesidad de diseñar el PPIS (síntesis del diagnóstico de la situa-
ción en materia de IS);
b. una propuesta de objetivos a cubrir en diferentes ámbitos o áreas de intervención previamen-
te seleccionadas;
c. una relación de actuaciones a llevar a cabo en cada una de las áreas de intervención;
d. la relación de recursos y o profesionales que participarían en el desarrollo de las actuaciones
previstas;
e. el calendario previsto para la ejecución de las diferentes intervenciones;
f. una propuesta con los mecanismos a utilizar para el seguimiento y evaluación del PPI;
La propuesta inicial de contenidos del PPIS será trasladada a la persona interesada en el marco de
una reunión convocada específicamente para tal fin. En la misma se informará a la persona de los
objetivos y actuaciones propuestas, argumentando las razones de dicha selección.
Una vez presentada la propuesta, la persona interesada deberá valorar la misma, explicitando
cuáles de los objetivos y actuaciones está en condiciones de asumir o planteando nuevos obje-
tivos e intervenciones. En base a la posición de la persona se procederá al diseño definitivo del
PPIS, que deberá incluir, exclusivamente, los objetivos y actuaciones libremente aceptadas por la
persona interesada.
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Se sugiere que los compromisos asumidos por la persona objeto de intervención queden refleja-
dos por escrito, bien en el propio diseño del PPIS, bien en un documento independiente a modo
de “contrato” entre las partes.
Con la única finalidad de facilitar el diseño de los PPIS y de armonizar su contenido se formula una
propuesta de posibles objetivos y de actuaciones a realizar en diferentes áreas de intervención,
que tienen una función meramente orientativa.
Familiar y
Residencial Salud Económica Laboral
convivencial
Posibles objetivos:
Posibles actuaciones:
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Área residencial
Posibles objetivos:
Posibles actuaciones:
Área de salud
Posibles objetivos:
Posibles actuaciones:
Área económica
Posibles objetivos:
Posibles actuaciones:
• Gestión de prestaciones sociales (ingreso mínimo vital, renta activa de inserción, rentas míni-
mas de inclusión/inserción, etc.);
• abandono de actividades marginales y/o ilícitas para la obtención de ingresos económicos;
• búsqueda activa de empleo.
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Área laboral
Posibles objetivos:
• Obtener formación prelaboral que facilite la adquisición hábitos, aptitudes y habilidades nece-
sarias para el acceso al mercado laboral;
• obtener una formación profesional básica;
• facilitar orientación y asesoramiento laboral;
• propiciar la reconversión laboral en el caso de desempeñar profesiones de riesgo que puedan
propiciar recaídas en el consumo de sustancias;
• propiciar el autoempleo.
Posibles actuaciones:
Área educativa
Posibles objetivos:
Posibles actuaciones:
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Posibles objetivos:
Posibles actuaciones:
Posibles objetivos:
Posibles actuaciones:
Área jurídico-legal
Posibles objetivos:
Posibles actuaciones:
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Completado el diseño de los contenidos del PPIS se procederá al desarrollo del conjunto de ac-
tuaciones previstas en el mismo, de acuerdo al cronograma establecido. Este proceso conlleva,
en todos los casos, la participación de diversos servicios de carácter generalista. En función de la
relevancia de las intervenciones a realizar por dichos servicios y recursos, podrán utilizarse dos
procedimientos de acceso a los mismos:
a. Acceso directo de la persona sin mediación de ningún profesional (por ej. inscripción en una
actividad deportiva cuando la misma se considere pertinente para facilitar las relaciones socia-
les y/o para favorecer formas de ocio saludables).
b. Mediante derivación formal por parte del profesional responsable del diseño del PPIS (traba-
jador/a social del CAA) a los diferentes servicios y programas implicados en la ejecución del
PPIS (centros de servicios sociales, servicios de empleo, etc.).
PROCEDIMIENTO A SEGUIR
En los casos donde se realice una derivación formal a otro servicio o programa la misma irá prece-
dida de un contacto telefónico del trabajador/a social del CAA con el profesional del servicio que
asumirá la ejecución de las intervenciones previstas en el PPIS. Este contacto inicial debe servir para:
Tras este contacto telefónico, el trabajador/a social del CAA procederá a remitir el Diagnóstico en
materia de IS y el PPIS al profesional del servicio receptor de la derivación.
El proceso de seguimiento del PPIS tiene por finalidad verificar si el desarrollo del plan se ajusta,
en general, a las previsiones y compromisos establecidos en el mismo o si se han producido de-
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terminados hechos que han impedido su ejecución o que han obligado a reformular los objetivos
y las actuaciones inicialmente previstas.
De forma complementaria a estos objetivos, el proceso de seguimiento del PPIS tendrá por finali-
dad asegurar la continuidad del apoyo y acompañamiento profesional a la persona durante todo
el proceso de IS. El control de la continuidad de los apoyos debe extremarse en el momento de la
transición de la persona de un servicio a otro.
Para poder cubrir estos objetivos es fundamental establecer mecanismos que permitan el in-
tercambio de información y la coordinación entre los diferentes profesionales intervinientes en
desarrollo del PPIS, que deberán contar con el consentimiento informado de la persona titular
del PPIS. Atendiendo a las características singulares de ciertos grupos o colectivos (por ejemplo,
mujeres con adicciones víctimas de violencia de género o personas con adicciones en situación de
calle), en ocasiones será necesario establecer protocolos de actuación conjunta, que regulen la
actuación de los equipos profesionales implicados en la atención de la persona y en el desarrollo
del PPIS.
PROCEDIMIENTO A SEGUIR
El seguimiento del desarrollo del PPIS requiere de contactos periódicos, tanto con la persona
titular del mismo, como con el personal técnico de los diferentes servicios intervinientes en el
desarrollo del PPIS.
Para ello el profesional que en cada momento asuma la tutoría del proceso de IS (profesional de
referencia) mantendrá reuniones periódicas con la persona para analizar el desarrollo del PPIS,
las actuaciones realizadas hasta el momento y las previstas para el futuro, los progresos alcan-
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Los mecanismos a establecer para el seguimiento del PPIS deben ser flexibles, debiendo ade-
cuarse a la naturaleza de cada caso (el perfil de las personas objeto de intervención), al número
y tipo de los servicios implicados en el desarrollo del PPIS, a la carga de trabajo de los servicios
implicados en la ejecución de PPIS y al tipo y/o intensidad de las intervenciones contempladas en
el PPIS. En todo caso, debería mantenerse al menos una reunión trimestral para valorar la evalua-
ción del PPIS.
En base a los contactos mantenidos por el profesional de referencia con la persona titular del
PPIS y con el resto de programas y servicios implicados en su desarrollo se decidirá la convenien-
cia de modificar el contenido del PPIS y, en su caso, los nuevos objetivos y/o actuaciones com-
prometidas. En caso de que finalmente se decida la actualización del PPIS, se harán constar por
escrito los cambios acordados.
La evaluación del PPIS tiene por objetivo verificar el grado de cumplimiento de las acciones (eva-
luación de procesos) y de los objetivos (evaluación de resultados) comprometidas en el marco
del PPIS. Con independencia de la evaluación continua que realicen el conjunto de profesionales
participantes de las intervenciones realizadas a lo largo del proceso de seguimiento, el diseño del
PPIS debe establecer cuándo se realizará la evaluación general del mismo, quién asumirá la res-
ponsabilidad de llevar a cabo la evaluación, qué profesionales participarán en la misma (además
de la persona interesada) y qué indicadores se utilizarán para evaluar el PPIS.
Los resultados de la evaluación deben permitir, además de verificar el grado de ejecución y/o
de cumplimiento de las actuaciones y los objetivos del PPIS, la identificación de las necesidades
y problemas que persisten en materia de IS tras las actuaciones realizadas. Por ello, uno de los
efectos inmediatos de la evaluación debe ser establecer si es preciso o no diseñar un nuevo PPIS
con el que hacer frente a la nueva realidad o situación de la persona en relación a su IS tras las
intervenciones llevadas a cabo hasta el momento (retroalimentación del proceso de planificación
y de las futuras intervenciones a llevar a cabo para favorecer la IS).
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Un aspecto crítico del proceso de evaluación, máxime en un ámbito tan complejo como
es el de la IS, es la selección previa de las variables que serán objeto de observación o
monitoreo y los indicadores de evaluación a utilizar para registrar de forma objetiva y
precisa los cambios registrados en la persona en diferentes ámbitos.
PROCEDIMIENTO A SEGUIR
Para realizar la evaluación de procesos y de resultados del PPIS deberán ponerse en marcha di-
ferentes mecanismos que permitan la recogida sistemática de información sobre las actuacio-
nes realizadas y los logros alcanzados. Estos instrumentos de recogida y registro de información
deberán aportar datos actualizados sobre una serie de indicadores de evaluación previamente
seleccionados.
Como es lógico, los indicadores de evaluación deberán ser seleccionados en función de los obje-
tivos y las actuaciones previstas en cada uno de los PPIS. No obstante, se ofrecen a continuación
algunos de ejemplos de posibles indicadores a utilizar en la evaluación de los PPIS, con una fina-
lidad meramente orientativa.
Indicadores de proceso:
• Número de encuentros mantenidos con madres/padres u otros familiares en el último mes (en
los casos en que el titular del PPIS no conviva con la familia de origen);
• número de encuentros mantenidos con sus hijas e hijos en el último mes, en el caso de que no
conviva con ellos;
• número de llamadas realizadas/recibidas con distintos familiares en el último mes;
• actividades de carácter socioeducativo de apoyo a los procesos de IS en las que participan
madres, padres, pareja u otros familiares;
• número de integrantes de la unidad familiar que participan en grupos y/o actividades de ca-
rácter psicoterapéutico;
• número de familiares participantes en terapia familiar;
• número y tipo de intervenciones realizadas en el marco de los servicios de educación familiar
y/o de educación social.
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Indicadores de resultados:
• Número de familiares con los que la persona titular del PPIS mantiene contacto regular;
• grado de satisfacción con las relaciones mantenidas con madres, padres y otros familiares;
• grado de satisfacción con las relaciones de pareja;
• grado de satisfacción de las relaciones mantenidas con hijas e hijos;
• grado de satisfacción con el apoyo recibido por parte de la pareja y/o la familia para el desa-
rrollo del PPIS.
Área residencial
Indicadores de proceso:
Indicadores de resultados:
Área de salud
Indicadores de proceso:
• Número y tipo de servicios de salud en los que ha recibido asistencia sanitaria en el último
trimestre;
• número de fármacos prescritos y de fármacos realmente administrados/consumidos;
• existencia de familiares, profesionales o personas voluntarias encargadas de supervisar la
toma de la medicación prescrita;
• número y tipo de vacunas administradas;
• número de deportes practicados en el último mes;
• número de días a la semana en los que sale a caminar y/o en los que practica deporte;
• número de comidas realizadas a lo largo del día y tipo de alimentos ingeridos;
• número promedio diario de horas de sueño/descanso;
• frecuencia de consumo de tabaco y bebidas alcohólicas en el último mes;
• prestaciones del sistema para la autonomía y atención a la dependencia solicitadas.
Indicadores de resultados:
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Área económica
Indicadores de proceso:
Indicadores de resultados:
• Fuente principal de ingresos procedente de actividades laborales y/o del trabajo autónomo;
• importe de los ingresos mensuales procedentes del trabajo o la actividad profesional;
• número y tipo de prestaciones sociales recibidas e importe de las mismas;
• asistencia a recursos y programas que atienden necesidades sociales básicas.
Área laboral
Indicadores de proceso:
Indicadores de resultados:
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Área educativa
Indicadores de proceso:
• Número y tipo de cursos/programas de formación para personas adultas en los que se ha ins-
crito/matriculado la persona titular del PPIS;
• ciclos formativos de formación profesional reglada en los que se ha matriculado;
• matriculación en bachillerato y/o estudios universitarios;
• inscripción en talleres sobre manejo de las tecnologías de la información y la comunicación.
Indicadores de resultados:
Indicadores de proceso:
• Número y tipo de programas y/o talleres para la mejora de habilidades y competencias perso-
nales en los que se ha participado la persona;
• número y tipo de programas y/o talleres para la mejora de habilidades sociales en los que ha
participado la persona.
Indicadores de resultados:
Indicadores de proceso:
Indicadores de resultados:
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Área jurídico-legal
Indicadores de proceso:
Indicadores de resultados:
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BLOQUE 3.
PROPUESTA DE INSTRUMENTOS A UTILIZAR PARA
LA EJECUCIÓN DE LOS PROCESOS DE APOYO A LA
INCORPORACIÓN SOCIAL
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En este capítulo se proponen una serie de instrumentos que tienen por finalidad facilitar el de-
sarrollo de diferentes procesos claves en materia de IS, varios de los cuales incluyen referencias
a datos personales de las personas objeto de intervención. Para garantizar los derechos esta-
blecidos por la legislación vigente en materia de protección de datos de carácter personal de la
población beneficiaria de los servicios y programas de IS, el personal técnico responsable de la
cumplimentación, procesamiento y/o archivo de estos instrumentos deberá adoptar las medidas
pertinentes para asegurar el ejercicio de tales derechos.
Por este motivo se considera de utilidad la utilización de herramientas que ayuden a recopilar de
forma sistemática una serie de informaciones que permitan identificar la presencia de factores
o situaciones que impiden o dificultan la plena participación en la vida social, económica y cultu-
ral de las personas con TUS. Para facilitar esta tarea se sugiere el uso de la “Hoja de registro de
necesidades en materia de IS”, para cuya cumplimentación se podrá solicitar información com-
plementaria a distintos profesionales de los CAA o de los servicios y programas de los que exista
constancia que han estado en contacto o intervenido con la persona objeto de intervención.
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FAMILIA AMISTADES
ESPACIOS
COMUNIDAD DE LA VIDA
COTIDIANA
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Nombre y apellidos:
Servicio/entidad en la que trabaja:
Nombre y apellidos:
Dirección:
Teléfono de contacto:
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Área residencial
Área de salud
Área económica
Área laboral
Área educativa
Área jurídico-legal
SI
NO (en caso negativo explicar las razones por las cuales no se considera
viable el diseño y desarrollo de un PPIS)
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CONTENIDOS DEL PPIS (en las áreas de actuación seleccionadas en cada caso)
Área familiar y convivencial
Objetivos:
Actuaciones:
Área residencial
Objetivos:
Actuaciones:
Área de Salud
Objetivos:
Actuaciones:
Área económica
Objetivos:
Actuaciones:
Área laboral
Objetivos:
Actuaciones:
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Área educativa
Objetivos:
Actuaciones:
Objetivos:
Actuaciones:
Objetivos:
Actuaciones:
Objetivos:
Actuaciones:
Objetivos:
Actuaciones:
Plazo de ejecución de las actuaciones:
Las personas abajo firmantes se comprometen a realizar las actuaciones indicadas en el PPIS en
los plazos previstos.
Firma de la persona titular del proceso Firma del/de la profesional que diseña el PPIS
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Evolución del trastorno por uso de sustancias y del tratamiento del mismo:
Descripción de las principales actuaciones llevadas a cabo por la propia persona y el personal técnico de
los diferentes servicios y entidades intervinientes:
Motivo de la derivación (referencia al objetivo cuyo logro se trata de alcanzar con la derivación):
Acciones concretas que se solita que realice el servicio o entidad a la que se realiza la derivación:
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Objetivos a revisar/modificar:
Actuaciones a revisar:
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Acuerdos adoptados:
Fecha de la reunión:
Cuestiones abordadas:
Acuerdos adoptados:
Cuestiones abordadas:
Acuerdos adoptados:
Fecha de la reunión:
Profesionales asistentes a la reunión:
Cuestiones abordadas:
Acuerdos adoptados:
Acuerdos adoptados:
Fecha:
Cuestiones abordadas:
Acuerdos adoptados:
Acuerdos adoptados:
Fecha:
Nombre del/de la profesional:
Servicio o entidad en el que trabaja:
Cuestiones abordadas:
Acuerdos adoptados:
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Nombre y apellidos:
Nos gustaría que evaluara diferentes aspectos relacionados con el desarrollo del PPIS, puntuan-
do los mismos del 1 (la puntuación más baja o negativa) al 5 (la puntuación más alta o positiva).
ASPECTOS A VALORAR 1 2 3 4 5
Objetivo 1
Objetivo 2
Objetivo 3
Actuación 1
Actuación 2
Actuación 3
Para finalizar nos gustaría que indicara los aspectos positivos y negativos que destacaría de su
participación en el PPIS:
a. Aspectos positivos
b. Aspectos negativos
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Nos gustaría que evaluara diferentes aspectos relacionados con el desarrollo del PPIS, puntuan-
do los mismos del 1 (la puntuación más baja o negativa) al 5 (la puntuación más alta o positiva).
ASPECTOS A VALORAR 1 2 3 4 5
Objetivo 1
Objetivo 2
Objetivo 3
El grado de cumplimiento de las actuaciones acordadas en el marco del PPIS, en base a los
indicadores seleccionados
Actuación 1
Actuación 2
Actuación 3
Para finalizar nos gustaría conocer su opinión respecto a las siguientes cuestiones:
d. Las razones que han permitido o impedido el logro de los objetivos previsto en el PPIS
f. Las mejoras de tipo técnico u organizativo que sugiere introducir para facilitar el éxito de
futuros PPIS:
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Por ello los sistemas de información y registro son valiosos instrumentos para el diseño de las po-
líticas y planes a implementar a nivel local, autonómico y estatal para prevenir la exclusión social
y/o para favorecer la IS de las personas o colectivos en situación o en riesgo de exclusión.
Entre los componentes básicos o elementos comunes a todos los sistemas de información y re-
gistro se incluyen los siguientes:
b. El conjunto de variables o indicadores a recoger (la relación de datos que deben ser aportados
al sistema).
c. El circuito que deben seguir los datos registrados desde el servicio encargado de su recogida
o registro hasta la unidad central encargada de su procesamiento, análisis y difusión.
En el caso que nos ocupa los datos a recopilar son los que se incluyen en la “Hoja de registro de
programas y servicios de IS” (Anexo XI-1). Dicha hoja debería ser remitida por la institución o enti-
dad titular del programa/servicio/recurso al departamento designado en cada una de las CC.AA,
que procesará dicha información y cumplimentará el Anexo XI-2, remitiéndolo a la Delegación del
Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas.
Para facilitar el funcionamiento del sistema de información sobre las actuaciones realizadas en
materia de IS se establece un conjunto mínimo de datos a registrar por parte de las instituciones
que disponen de programas y servicios en este ámbito, susceptibles de ser utilizados por la pobla-
ción con trastornos adictivos (Anexo XI-1).
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ÁMBITO GEOGRÁFICO DE COBERTURA DEL PROGRAMA O SERVICIO (poner una X donde proceda):
Nacional
(*) En el caso de que una misma institución o entidad gestione dos o más programas o servicios debería
cumplimentar una Hoja de registro por cada programa/servicio.
(**) Aunque es frecuente que un mismo programa o servicio incida sobre varios ámbitos se deberá consig-
nar, exclusivamente, una sola de las categorías propuestas.
(***) En los casos en los que las intervenciones de apoyo a los procesos de IS se desarrollan en exclusiva
por parte de los CAA estos servicios deberán registrar el número de hombres, mujeres y personas no
binarias que disponen de un PPIS.
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H M PNB DESC.
Programas/servicios de formación
PPIS desarrollados
(*) Los datos a incluir en el resumen anual harán referencia a las actuaciones realizadas en materia de IS a lo
largo del período comprendido entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de los respectivos años.
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BLOQUE 4.
CRITERIOS BÁSICOS DE CALIDAD E INVESTIGACIÓN
EN INCORPORACIÓN SOCIAL
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Los criterios de calidad que se describen a continuación serían de aplicación tanto para los pro-
gramas y servicios promovidos por las administraciones públicas y entidades sociales, como para
las intervenciones desarrolladas en el marco de los PPIS.
Para facilitar su presentación estos criterios se han agrupado por ámbitos y/o categorías:
1. Se garantiza la protección de los derechos de todas las personas beneficiarias de los ser-
vicios, programas e intervenciones, en particular el derecho a la autonomía (incluyendo su
capacidad para decidir si participan o no en los programas e intervenciones propuestas), la
igualdad de oportunidades y de trato, la confidencialidad y la protección de los datos de
carácter personal.
2. Se garantiza el derecho a la información acerca del conjunto de servicios, programas y pres-
taciones disponibles en los diferentes sistemas de protección social para la cobertura de las
necesidades de la población objeto de intervención.
3. Los servicios ofertados y las intervenciones a realizar se adaptan a las necesidades de la po-
blación beneficiaria de las mismas.
4. Los datos de la población beneficiaria son tratados confidencialmente y se solicita el consen-
timiento informado para su cesión a otros profesionales y servicios implicados en el desarro-
llo de las actuaciones de apoyo a la IS.
5. Existen mecanismos y procedimientos que facilitan la participación de la población beneficia-
ria en todas las fases de la intervención (evaluación de necesidades y recursos, diagnóstico de
situación y diseño, implementación y evaluación de las intervenciones y programas).
6. El personal técnico responsable del diseño y ejecución de las intervenciones mantiene una
actitud respetuosa, empática, de apoyo y acompañamiento con las personas con las que
interviene, evitando realizar juicios o valoraciones morales sobre sus opiniones, actitudes y
conductas.
Recursos personales
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11. El equipo técnico responsable del desarrollo de los planes, programas o intervenciones parti-
cipa en estructuras de coordinación y cooperación generales existentes en el territorio donde
se implementan los mismos.
12. Los planes, programas o intervenciones de apoyo a la IS propician el uso de recursos de ca-
rácter generalista.
13. Se contemplan procedimientos de derivación a otros recursos o servicios comunitarios para
la atención de las necesidades de su población beneficiaria.
Accesibilidad
Aspectos organizativos
16. Las instituciones y entidades promotoras de las intervenciones de apoyo a la IS han implan-
tado la gestión por procesos, identificando cómo se ordenan los mismos para asegurar la
calidad y el logro de los objetivos previstos y los procedimientos y métodos a seguir para
implementar los distintos procesos.
17. Se dispone de un plan para evaluar las intervenciones realizadas en el que se establece, entre
otros elementos, el contenido de la evaluación y los procedimientos, instrumentos e indica-
dores a utilizar en la misma.
18. El plan de evaluación contempla la participación de la población beneficiaria en la evaluación
del proceso y de los resultados de las intervenciones a desarrollar.
19. El plan de evaluación contempla la evaluación de la satisfacción de la población beneficiaria
con la atención recibida y los logros alcanzados.
20. Se evalúan de forma sistemática las necesidades en materia de IS que presenta habitualmen-
te la población potencialmente beneficiaria de las intervenciones.
21. Se ha analizado la influencia que el entorno social y económico ejercen sobre los procesos de
exclusión e integración social de la población potencialmente beneficiaria de las intervencio-
nes de apoyo a la IS, en particular de las actitudes y estereotipos dominantes entre la comuni-
dad donde se desarrollarán las intervenciones hacia las personas con TUS y las medidas para
apoyar su IS.
22. Se han identificado los recursos existentes en la comunidad destinados a apoyar los procesos
de IS de colectivos y personas en situación o riesgo de exclusión.
23. Se utiliza un enfoque centrado en la persona en la recogida de información sobre sus aspira-
ciones, intereses y capacidades.
24. Se han establecido mecanismos y procedimientos que aseguren la disponibilidad de un diag-
nóstico en materia de IS.
25. La recogida de la información necesaria para la elaboración del diagnóstico de IS se realiza a
través de instrumentos estandarizados.
26. Los objetivos que se pretenden alcanzar están formulados de manera clara y precisa para
permitir su evaluación mediante el uso de indicadores.
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27. Los objetivos de los PPIS son realistas y tienen en cuenta, tanto los recursos y las limitaciones
de la población beneficiaria, como las dificultades existentes en el entorno en el que se desa-
rrollarán las intervenciones.
28. Los planes y programas incluyen estrategias de intervención amplias, destinadas a incidir en las
diferentes dimensiones o ámbitos que condicionan los procesos de IS de la población con TUS.
29. Las intervenciones propuestas son coherentes con la evidencia disponible y/o las recomenda-
ciones de buenas prácticas establecidas en materia de IS.
30. Se oferta a todas las personas beneficiarias de las intervenciones, cuya valoración diagnóstica
revele la existencia de dificultades graves en materia de IS, el diseño de un PPIS, comple-
mentario a los planes de tratamiento en que los que las personas con TUS pudieran estar
participando.
31. Los contenidos de los PPIS son flexibles, dependiendo de la situación de partida de la perso-
na (sus problemas y estado de salud), su actitud y compromiso para el cambio, sus recursos,
capacidades, habilidades personales y de las redes sociales y familiares de apoyo de las que
disponga.
32. Los contenidos de los PPIS son elaborados, negociados y consensuados con las personas ob-
jeto de intervención.
33. Los PPIS identifican todas las actividades que está previsto llevar a cabo, estableciendo de
forma precisa las entidades o profesionales responsables de ejecutar las mismas, su secuen-
cia y el cronograma para su implementación.
34. Cuando en la ejecución del PPIS participan distintos profesionales, recursos e instituciones se
establece qué institución o profesional asumirá el seguimiento del proceso de IS en las dife-
rentes fases de la intervención (identificación del profesional que actuará como profesional
de referencia o que asumirá la tutoría del proceso de IS).
35. En el supuesto de que la persona beneficiaria del PPIS esté recibiendo tratamiento por pro-
blemas de adicción a las drogas, se establecen procedimientos para coordinar las intervencio-
nes a desarrollar con cada sujeto y realizar el seguimiento de su evolución.
36. Existe un registro de las personas beneficiarias de los planes, programas, servicios e interven-
ciones de apoyo a la IS.
37. Se monitorizan y registran todas las actuaciones desarrolladas en el marco de los PPIS.
38. Los sistemas de información y registro de los planes, programas o servicios permiten obtener
información desagregada por sexo, edad y otras variables relevantes que resultan claves para
realizar una evaluación permanente de las necesidades de sus poblaciones beneficiarias, así
como de los efectos derivados de la participación en los mismos.
39. Se registra la situación que la población beneficiaria de los planes, programas o servicios pre-
senta de forma previa y posterior a su participación en los mismos, a fin de facilitar la evalua-
ción de sus resultados.
40. Se contempla la colaboración con los sistemas de información locales, autonómicos o nacio-
nales, mediante la utilización de indicadores y procedimientos de recogida de información
estandarizados y la cesión de los datos recopilados a “unidades centrales de información”
para su procesamiento y explotación.
41. Se dispone de guías de procesos y procedimientos que permiten una implementación armo-
nizada de las intervenciones de apoyo a la IS.
42. Existen manuales y documentación de apoyo para facilitar la implementación de las interven-
ciones y servicios.
43. Se contempla la evaluación externa de resultados.
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b. La identificación de las intervenciones que han demostrado su efectividad para prevenir situa-
ciones de exclusión social y/o para facilitar la IS en diferentes poblaciones.
Para identificar qué estrategia, programa o servicio resulta adecuado para favorecer la IS de
determinadas personas o colectivos, es imprescindible evaluar de forma rigurosa los resulta-
dos de las intervenciones desarrolladas.
Con el fin de disponer de una base empírica acerca de la efectividad de las diferentes estrate-
gias a implementar en materia de IS resulta perentorio promover investigaciones que evalúen
de modo sistemático los resultados de los programas y servicios desarrollados hasta la fecha.
Para ello es esencial que las intervenciones objeto de evaluación tengan un diseño lógico (que
dispongan de un modelo de referencia identificado, con objetivos evaluables mediante el uso
de indicadores, que las actuaciones previstas sean coherentes con los objetivos, etc.) y que el
diseño de la evaluación incluya mediciones previas y posteriores a la intervención y, cuando
sea posible, el uso de grupos de control.
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Los proyectos a financiar en el marco de esta convocatoria deben contener objetivos que se
encuadren en alguna de las áreas de actuación previstas en la Estrategia Nacional sobre Adic-
ciones 2017-2024, entre las que se incluye la IS. Asimismo, los proyectos susceptibles de reci-
bir financiación deberán integrarse en alguna de las siguientes áreas de investigación: básica,
clínica, social, epidemiológica, de salud pública o servicios de salud.
Podrán beneficiarse de estas ayudas los centros españoles de I+D públicos o privados, con los
que los servicios de IS pueden establecer alianzas para tener la posibilidad de realizar investi-
gación en esta área.
Las ayudas objeto de la convocatoria están destinadas a financiar programas que se adecúen
a las áreas de actuación y objetivos estratégicos de la ENA 2017-2024 y, en su caso, a las accio-
nes previstas en el Plan de Acción sobre Adicciones 2021-2024.
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2. Programas plurirregionales cofinanciados con el Fondo Social Europeo y/o Fondo Social
Europeo Plus para la lucha contra la discriminación, el fomento de la educación y el empleo
y la inclusión social de grupos de población en situación de vulnerabilidad.
En esta categoría tienen prioridad, entre otros, los programas dirigidos a mejorar el conoci-
miento, las buenas prácticas y desarrollo de nuevas metodologías que faciliten la inserción
sociolaboral de personas con problemas de adicciones que se encuentren en tratamiento
o rehabilitación.
d. Convenios entre la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas y las Co-
munidades / Ciudades Autónomas con cargo al Fondo de Bienes Decomisados
Una de las líneas prioritarias de financiación por esta vía es la de mejora y extensión de los
programas de IS con especial atención a las necesidades de las mujeres, atendiendo así a lo
establecido en el Plan de Acción sobre Adicciones 2021-2024 para esta área.
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14. ACRÓNIMOS
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ACRÓNIMOS
IS Incorporación social
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MANUAL PARA EL ABORDAJE
DE LOS PROCESOS DE INCORPORACIÓN
SOCIAL DE LAS PERSONAS
CON TRASTORNOS ADICTIVOS