¿Cuáles Son Las Diferencias y Relaciones Entre Un Profesor y Un Investigador Educativo o Pedagógico? ¿Todo Profesor Es/debería Ser Investigador? ¿Por Qué?

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¿Cuáles son las diferencias y relaciones entre un profesor y un investigador

educativo o pedagógico? ¿Todo profesor es/debería ser investigador? ¿Por qué?

EDWIN FELIPE SÁNCHEZ LANCHEROS.

PROF. JOSÉ ANDRÉS FORERO MORA.

UNIVERSIDAD PEAGÓGICA Y TECNOLÓGICA DE COLOMBIA.

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA EDUCACION.

MAESTRIA EN EDUCACIÓN.

EPISTEMOLOGIA.

TUNJA.

2024.
Introducción.

Actualmente, hablar de investigación no es tarea exclusiva de los educadores. Son

muchos los profesionales de la educación y de las ciencias sociales quienes ejercen

funciones en este ámbito, bien sea para conocimiento de un fenómeno o para mejorar una

práctica educativa. En este sentido, Fuentes (2011), visualiza que la formación dentro de un

educador tiene como finalidad capacitar a los profesionales para observar, analizar,

investigar, diseñar, desarrollar y evaluar de una forma científica la propia práctica

La investigación socioeducativa es un proceso complejo de recogida de información

que intenta dar respuestas a un problema previamente definido. Para abordar el estudio de

éste se señalan tres enfoques de la metodología que se utilice: cuantitativa, cualitativa y

sociocrítica. La elección de estas alternativas ofrece distintos enfoques (etnografía,

investigación, acción, estudio de caso, historias de vida, encuesta, diseños experimentales,

observación, evaluación de programas); multitud de instrumentos de recogida de datos

(entrevistas, grupos de discusión, escalas, cuestionarios, hojas de registros, diarios de

campo, pruebas estandarizadas, técnicas narrativas), y diferentes técnicas de análisis y

tratamiento de datos (análisis estadísticos, análisis de contenido) que el investigador irá

decidiendo en función a lo que más se ajuste a su problema de investigación.

En el ámbito educativo, posicionarnos dentro de un paradigma crítico permite el

análisis, evaluación, valoración e investigación y promueve la intervención desde la

orientación, modificación, el cambio y la mejora. Por otro lado, hablar de innovación

supone, en primer lugar, la necesidad de establecer con claridad los diversos significados
que se dan al término y su relación con conceptos como el de cambio y de mejora que, en

muchas ocasiones se utilizan como sinónimos pero que no son tales, aunque su significado

pueda estar estrechamente vinculado con la innovación (Moreno, 1995).

Tradicionalmente se ha considerado que la mejora de la calidad en educación tiene

que ver más con la investigación sobre la eficacia escolar que con la innovación educativa.

Pero mientras la primera apunta a los factores que explican el éxito en el aprendizaje, es

más bien de la segunda de la que podríamos esperar una orientación clara sobre qué

cambios se traducen en una mejora fehaciente de la calidad de los aprendizajes (Pedró,

2015).

La relación entre la docencia, investigación e innovación educativa es un tema

crucial para la formación y práctica de los educadores. A medida que se buscan mejorar las

prácticas pedagógicas y el rendimiento estudiantil, es fundamental entender las diferencias

y relaciones entre un profesor y un investigador educativo, así como discutir si todos los

profesores deberían involucrarse en la investigación. Este ensayo analizará estas cuestiones

utilizando el documento "El florecimiento de las investigaciones" (Díaz et al., 1997) y otras

fuentes académicas, adoptando la perspectiva de un profesor de matemáticas en una

maestría en educación con estudios en neuroeducación.

Diferencias entre Profesores e Investigadores Educativos.

Rol del Profesor.


Un profesor es un facilitador del aprendizaje, cuyo principal objetivo es guiar a los

estudiantes en su proceso educativo. Este rol implica la planificación de lecciones, la

implementación de estrategias didácticas, la evaluación del rendimiento estudiantil y el

apoyo al desarrollo personal de los estudiantes (Shulman, 1987). La práctica docente está

orientada hacia la aplicación práctica de conocimientos y metodologías pedagógicas en el

aula.

Rol del Investigador Educativo

Un investigador educativo se dedica al estudio sistemático de los procesos de

enseñanza y aprendizaje, con el objetivo de generar conocimiento que pueda mejorar la

práctica educativa. Las actividades de un investigador incluyen la formulación de hipótesis,

la realización de estudios empíricos, y la publicación de sus hallazgos en revistas

académicas (Creswell, 2012). Este rol requiere una formación específica en métodos de

investigación y análisis de datos.

La investigación proporciona al docente una forma de adquirir habilidades y

estrategias innovadoras con las que afrontar distintas situaciones diarias en el aula, en la

escuela, etc. Forero (2024), Afirma que centrar la atención en cómo aprendemos desplaza el

lugar de las practicas mismas de enseñanza, de su lugar y del lugar del educador que

enseña. En consecuente, la innovación educativa es necesaria para poder producir un

conocimiento que sea útil, tanto para elaborar nuestras propuestas intelectuales como para

dar respuestas prácticas a un asunto concreto. La innovación se produce mediante la


investigación. Esto supone que debe mantener la mayor objetividad posible en tanto que no

pueda renunciar a sus ideales, valores, intereses, etc.

Relaciones y Sinergias entre la Docencia y la Investigación.

A pesar de sus diferencias, existen importantes sinergias entre la docencia y la

investigación educativa:

Enriquecimiento de la Práctica Docente.

La investigación educativa puede proporcionar a los profesores herramientas y

estrategias basadas en evidencia que mejoren su práctica diaria. Por ejemplo, estudios en

neuroeducación han demostrado que el uso de técnicas que consideran los procesos

cognitivos puede mejorar significativamente el aprendizaje (Sousa, 2016). Díaz et al.

(1997) argumentan que la incorporación de perspectivas críticas y reflexivas en la práctica

docente puede conducir a una enseñanza más efectiva y consciente del contexto socio-

cultural de los estudiantes.

Prácticas Basadas en la Evidencia.

Integrar los hallazgos de la investigación en la práctica docente puede llevar a la

adopción de metodologías más efectivas y a una mejora en los resultados educativos. Hattie
(2009) destaca la importancia de las prácticas educativas basadas en evidencia para el logro

estudiantil, y cómo los profesores pueden beneficiarse de la investigación para optimizar

sus métodos de enseñanza.

Impacto Bidireccional.

La docencia también puede informar la investigación educativa, proporcionando un

contexto real en el que se pueden observar y estudiar los fenómenos educativos. Díaz et al.

(1997) señalan que las prácticas pedagógicas y sus relaciones de poder pueden ofrecer

importantes insights para la investigación, identificando problemas prácticos que pueden

ser investigados y solucionados.

Debate: ¿Debe Todo Profesor Ser Investigador?

El debate sobre si todos los profesores deberían ser investigadores presenta

argumentos a favor y en contra.

Argumentos a Favor.

Mejora de la Calidad Educativa:

Ser investigador permite a los profesores mantenerse actualizados con las últimas

tendencias y hallazgos en educación, lo que puede traducirse en una enseñanza más efectiva
(Hattie, 2009). Según Díaz et al. (1997), la investigación crítica puede ayudar a los

profesores a cuestionar y mejorar sus propias prácticas pedagógicas.

Desarrollo Profesional Continuo:

La investigación fomenta un enfoque reflexivo y crítico de la práctica docente,

contribuyendo al desarrollo profesional continuo y a la mejora de competencias (Cochran-

Smith & Lytle, 1999). Los profesores que investigan pueden desarrollar una comprensión

más profunda de los procesos de enseñanza y aprendizaje, lo que en última instancia

beneficia a sus estudiantes. Forero. J (2024) afirma que el docente investigador es aquel que

se replantea, recapitula, analiza, retroalimenta y reconstruye su propia “praxis” es decir

siempre está pensado en mejorar su práctica pedagógica a partir de la autosugestión.

Empoderamiento del Profesorado:

Los profesores-investigadores pueden sentirse más empoderados y valorados al

contribuir activamente al conocimiento educativo, lo que puede aumentar su motivación y

satisfacción profesional (Day, 1999). Díaz et al. (1997) destacan que la capacidad de

cuestionar y reflexionar críticamente sobre las prácticas pedagógicas fortalece el rol del

docente como agente de cambio.

Argumentos en Contra.

Sobrecarga de Responsabilidades:
Integrar la investigación a las tareas diarias de la enseñanza puede resultar en una

sobrecarga de responsabilidades, afectando negativamente la calidad tanto de la enseñanza

como de la investigación (Ball & Cohen, 1999). Díaz et al. (1997) también reconocen las

limitaciones prácticas que enfrentan los profesores al intentar equilibrar la enseñanza y la

investigación.

Falta de Recursos y Tiempo:

Muchos profesores enfrentan limitaciones de tiempo y recursos que dificultan la

realización de investigaciones de calidad. Esto puede llevar a una investigación superficial

que no aporte beneficios significativos (Berliner, 2002).

Especialización Necesaria:

La investigación educativa requiere habilidades y conocimientos específicos que no

todos los profesores poseen. La falta de formación adecuada puede resultar en

investigaciones mal diseñadas o interpretadas incorrectamente (Creswell, 2012). Díaz et al.

(1997) argumentan que la investigación educativa crítica requiere una formación y un

compromiso significativos, lo que puede no ser viable para todos los profesores.

Conclusión.
En conclusión, aunque existen diferencias claras entre las funciones de un profesor

y un investigador educativo, las relaciones y sinergias entre ambos roles son innegables y

beneficiosas. La integración de la investigación en la práctica docente puede enriquecer la

enseñanza y contribuir al desarrollo profesional de los profesores. Sin embargo, no todos

los profesores deberían ser investigadores, ya que esto puede resultar en una sobrecarga de

responsabilidades y en investigaciones de baja calidad. Es crucial encontrar un equilibrio y

proporcionar el apoyo necesario para aquellos profesores que deseen involucrarse en la

investigación, asegurando así que ambas actividades puedan llevarse a cabo de manera

efectiva y complementaria.

Referencias.

Ball, D. L., & Cohen, D. K. (1999). Developing practice, developing practitioners: Toward

a practice-based theory of professional education. In G. Sykes & L. Darling-

Hammond (Eds.), Teaching as the Learning Profession: Handbook of Policy and Practice

(pp. 3-32). Jossey-Bass.

Berliner, D. C. (2002). Educational research: The hardest science of all. Educational

Researcher, 31(8), 18-20. Recuperado de

https://doi.org/10.3102/0013189X031008018

Cochran-Smith, M., & Lytle, S. L. (1999). The teacher research movement: A decade later.
Educational Researcher, 28(7), 15-25. Recuperado de

https://doi.org/10.3102/0013189X028007015

Creswell, J. W. (2012). Educational research: Planning, conducting, and evaluating

quantitative and qualitative research (4th ed.). Pearson.

Conde, S. (2018). Apuntes de clase. Investigación e innovación en educación.

Day, C. (1999). Developing teachers: The challenges of lifelong learning. Falmer Press.

Díaz, M., Muñoz, J. A., & Vasco, C. E. (1997). Pedagogía, discurso y poder. Corporación

para la Producción y Divulgación de la Ciencia y la Cultura (CORPRODIC).

Forero, J. (2024). Apuntes de clase. Maestría en educación. Universidad pedagógica y

Tecnológica de Colombia.

Hattie, J. (2009). Visible learning: A synthesis of over 800 meta-analyses relating to

achievement. Routledge.

Moreno, G. M. (1995). Investigación e innovación educativa. Revista de Educación y

Cultura, 7. (p.p. 21 -25).

Pedró, F. (2015). Las políticas de investigación e innovación educativa: una perspectiva

supranacional. Bordón, 67. (p.p. 39 – 56).


Shulman, L. S. (1987). Knowledge and teaching: Foundations of the new reform. Harvard

Educational Review, 57(1), 1-22.

Sousa, D. A. (2016). How the brain learns (5th ed.). Corwin.

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