Cultura Cuadernillo3
Cultura Cuadernillo3
Cultura Cuadernillo3
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cuadernillo de trabajo # 3
cultura 2015
Programa de Rehabilitación
Áreas Históricas Cochabamba
PRAHC - UMSS
Cochabamba-Boliva
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Programa Integral de Rehabilitación Áreas Históricas Cochabamba
PRAHC - UMSS
Facultad de Arquitectura y Ciencias del Habitat
Universidad Mayor de San Simón
Compiladores:
Marina Sturich Tamaín
Directora PRAHC.UMSS
Camilo Kunstek Salinas
Investigador PRAHC.UMSS
Prohibida su Venta
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ÍNDICE
Pág.
1 Presentación 9
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PRESENTACIÓN
www.prahc.umss.edu.bo
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JÓVENES Y REDES INSTITUCIONALES:
DINÁMICAS ACTUALES DE LA GESTIÓN CULTURAL
La construcción social de los jóvenes más allá de los indicadores etáreos, pasa por
una oscilación que les identifica con posibilidad de futuro y, al tiempo, con actores
potencialmente desestabilizadores del presente porque sus búsquedas incluyen
reclamos sobre el Estado de bienestar al que tuvieron acceso sus antecesores.
Víctimas o victimarios, la criminalización de la juventud es un tema latente, al que
México no escapa.
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les conviertan en actores corresponsables de la construcción de su propio bienestar: la
Red de Fábricas de Artes y Oficios –Faros de la Ciudad de México- y la Red de Colectivos
Culturales Comunitarios: Jóvenes de Tamaulipas.
Desde 1997, el primer Gobierno Electo de México D.F., realizó una serie de transformaciones
en las políticas culturales de la ciudad, posibilitando la ampliación de los circuitos, la
profesionalización del sector, la recuperación de espacios públicos y la restructuración de
la institucionalidad vigente. Estas formas de intervención, constituyeron las condiciones
para que en 1998, el Instituto de Cultura de la Ciudad de México, diera curso a la creación
de la Fábrica de Artes y Oficios de Oriente: Faro de Oriente.
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El centro cultural, ubicado en una de las zonas con mayor concentración poblacional
y marginalidad urbana, se edificó en un terreno de 25 mil m2, rehabilitando una
construcción abandonada que se había convertido en un basurero, con serios
problemas de seguridad e impacto negativo sobre la imagen urbana. En junio
del 2000, se inauguró el Faro de Oriente1, con una oferta de servicios: culturales y
educativos a través de talleres libres en artes y oficios, y de vinculación comunitaria.
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Lo que marca el origen de una nueva etapa en la relación entre espacios culturales,
desarrollo de la creatividad, fortalecimiento del tejido social y mejoramiento de
condiciones de convivencia, desde la perspectiva de la cohesión social.
Este diálogo con la comunidad, constituye uno de los ejes centrales de la política
cultural, ya que a través de todos los recursos que ofrece el arte y la estética –
gestores y artistas- lograron un espacio para la emergencia de los lazos de confianza
con una comunidad que requiere certezas de continuidad institucional, respeto
a las decisiones y prácticas comunitarias, así como un despliegue programático
que permitiera desde diferentes perspectivas aumentar el repertorio cultural de los
usuarios, garantizando la emergencia de capacidades expresivas para el desarrollo
humano y el bienestar.
En 20052, se plantea que el futuro del Faro de Oriente “pasa por la creación de otros
Faros, con el reto de transformarse en un modelo de promoción cultural novedoso y
2 “A lo largo de este periodo se ha reducido su presupuesto de manera gradual, sus instalaciones no han recibido el mantenimiento indispensable
para su óptimo rendimiento; el proyecto incluía una fase B de construcción que ya cuenta con proyecto ejecutivo para poderlo realizar de
inmediato, se tiene maquinaria parada por no contar con las instalaciones adecuadas y existe una falta de materiales para la elaboración de
piezas, esto ha generado que se eleven voces solicitando apoyo inmediato, voces que deben ser atendidas, porque de no ser así, se pone en riesgo
el proyecto mismo”. “Dos años de artes y oficios”. Benjamín González Pérez. 29 de junio de 2002. Secretaría de Cultura. Faro de Oriente. 2006.
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flexible para la población que no tiene acceso al arte y la cultura” . Año en cual, la II
Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó la creación de dos nuevos espacios
y posteriormente se impulsó un tercer espacio. En 2006, el Gobierno de la Ciudad da
curso a tres nuevos faros: Tláhuac, Milpa Alta y Cuautepec, este último reubicado y
reinaugurado como Faro Indios Verdes en 2009, con la intención de replicar el modelo
de intervención y cualificar la atención cultural en las periferias de la ciudad.
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festivales) y servicios comunitarios (horticultura, estimulación temprana, lenguaje de
señas, náhuatl, conferencias de desarrollo humano, etc).
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Uno de los ejes fundamentales de los Faros es que el proceso se gesta entre lo
institucional público y lo excluido social, económico y cultural, generando una
dinámica inédita en los circuitos culturales convencionales.
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Por otra parte, la participación de artistas reconocidos de los diferentes circuitos
en una relación horizontal y abierta, permite conectar la ciudad de las artes con la
ciudad de los márgenes, esa que en los periódicos se escribe con tinta roja.
Al asumir que la creatividad es un bien que poseemos todos y que todo ser humano
es potencialmente un productor cultural, la relación deja de ser vertical y posibilita
dinámicas convergentes en los procesos de aprendizaje, más enfocados a la ecología
de saberes que a la transmisión de técnicas.
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La Red de Colectivos Culturales Comunitarios.
Jóvenes de Tamaulipas: Voluntariado y construcción de
ciudadanía
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fin, se estructuró el taller: “La Participación de los Jóvenes en el Desarrollo Cultural
Comunitario”1, que se realizó en 6 municipios con alta incidencia de violencia, por ser
los más poblados y significativos en las dinámicas económicas del Estado: Tampico-
Madero, Victoria, Mante, Matamoros y Reynosa.
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Es una red de tipo distribuida, estable, dinámica y transparente, de estructura horizontal
y autónoma, que se vincula con un centro estratégico que es el ITCA y con el resto
de los nodos, que corresponden a los colectivos y a sus integrantes. Cuenta con un
conglomerado de Núcleos de Animadores Comunitarios (NAC), que son grupos de
niños o vecinos de las comunidades con quienes los nodos replican su formación y
aumentan el protagonismo de las comunidades en su desarrollo cultural.
José Antonio Mac Gregor, el gestor cultural que promovió la creación de la Red
desde el ITCA, los define así: “un Colectivo Cultural Comunitario es una agrupación de
jóvenes que comparten una Misión, una Visión y Valores necesariamente vinculados
a lo mejor del ser humano: la capacidad de servir y el compromiso de facilitar a las
comunidades el ejercicio de sus derechos culturales: identidad, memoria, patrimonio
cultural, acceso y participación en la vida cultural, educación, formación, información
y comunicación; un Colectivo Cultural Comunitario, enfatiza su acción hacia las
comunidades más desfavorecidas” .
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sido el compromiso ético de las y los jóvenes, la necesidad de participar activamente
en el desarrollo cultural y el interés por capacitarse en temas de promoción cultural.”
Otro mecanismo de cohesión de la Red son los Encuentros Estatales, donde participan
algunos representantes de todos los colectivos y se realizan actividades, formativas,
colaborativas e intervenciones comunitarias en espacios públicos. Por su parte, la
vinculación de los colectivos con el Gobierno del Estado y con las autoridades de
cada municipio es fundamental para garantizar la coordinación de las acciones y
las alianzas con las comunidades. Cabe mencionar que se han adelantado procesos
organizativos para trabajar en comisiones: vinculación, comunicación, planeación y
presupuesto, que permitan fortalecer y ampliar la potencialidad de la Red.
En su conjunto, los jóvenes organizados en la RCCC han realizado hasta junio del 2014,
más de 600 acciones de animación sociocultural, beneficiando a 40 mil habitantes
de 34 municipios del Estado. Una de sus mayores fortalezas, es la construcción de una
organización de voluntarios comprometidos con los ciudadanos y el fortalecimiento
de la participación comunitaria a través de recursos expresivos que permiten
desarrollar la creatividad y ampliar el rango de oportunidades, tanto para los mismos
jóvenes como para sus comunidades de referencia.
Aprendizajes y oportunidades
Las dos Redes que en 2014, fueron destacadas como Buenas Prácticas por la Agenda
21 de la Cultura, son ejemplos centrales en el desarrollo cultural comunitario de México
por su capacidad de reorientar la gestión pública de la cultura hacia la construcción
de ciudadanía.
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Son proyectos que encuentran un diálogo entre lo gubernamental y lo colectivo, el terreno
propicio para construir desde lo público políticas culturales que provean: el derecho a las
identidad, al territorio, el derecho al ejercicio del ser que es la autonomía, y la posibilidad
de ejercer públicamente la solidaridad, permitiendo constituir desde lo político y en un
escenario concreto una perspectiva colectiva de futuro.
algunas posibilidades que para ser extensivas como aprendizajes en otras latitudes, requieren
ser estructuradas acorde con las dinámicas culturales particulares. Sin embargo, contienen
oportunidades que pueden promover un desarrollo cultural territorial orientado al ejercicio
de los derechos culturales.
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BIBLIOGRAFÍA
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Imaginarios sobre el patrimonio
Estelí Puente B.
Marina Sturich Tamain
…Lo interesante para nosotros es que esta manera de plantear las cosas entraña
consecuencias importantes para la promoción y la política cultural.
Por ejemplo, no hay razón para empeñarnos solamente en mantener incólume,
muchas veces con mentalidad de anticuarios, el “patrimonio cultural” de un grupo o
las tradiciones populares contra la voluntad del propio grupo, so pretexto de proteger
identidades amenazadas.. (Giménez Gilberto. 2005c)
El tema del patrimonio encarado desde una mirada que no lo concibe como el simple
“acopio” de bienes preciados, cuya pervivencia dependa exclusivamente de
su catalogación y resguardo, sino entendido como una construcción social surgida
desde las percepciones de los actores sociales involucrados, en una coyuntura y
espacio determinados.
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El patrimonio, entonces, no es un conjunto canónico de bienes físicos o
inmateriales, sino un proceso relacionado con la actividad y la agencia humanas, un
instrumento de poder simbólico independientemente de la época histórica en que se
examine. En ese sentido, el patrimonio nunca es inerte, sino una constante recreación
asociada a la formación de identidades individuales, grupales o nacionales. Por
tanto, lo que importa del patrimonio es la forma como son percibidos los objetos
de memoria. De aquí la variedad en las formas de definirlo, aunque por lo común,
toda definición ha puesto atención en su carácter heredado […] o en su apoyo a los
procesos de identidad (NIVON, 2010:20).
Desde esta mirada, no hay en los objetos -en sí mismos- unas virtudes taxativas que
los forjen valiosos. La determinación patrimonial de los objetos, reside en aquella zona
donde la materialidad, se articula a un conjunto de imaginarios que propugnan su
“patrimonialidad”. De este modo se les otorga a los objetos un nuevo valor y tambien
otras funciones, muchas veces muy distintas de aquellas para las cuales fueron
originalmente pensados.
El patrimonio se construye desde los imaginarios, por ello hay que analizar desde
una mirada amplia e integral esta concepción patrimonial. Hay que mirarlo desde
muchos entornos, donde los actores sociales resultan fundamentales, pues construyen
y sustentan.
Toda la construcción cultural. Hay que mirarlo desde las instancias del Estado, por las
políticas que influyen directamente en el enfoque y la preservación del patrimonio.
Pero tambien hay que examinarlo desde la mirada de la academia, que pretende
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debatir sus bases teóricas y metodológicas. De este modo podremos tener una visión
crítica sobre el patrimonio, que se construye a través de la mirada de quienes lo usan
física o simbólicamente.
Sin los actores sociales el patrimonio no tiene valor alguno y sin los objetos se abandona
parte de la identidad de los grupos sociales. Este vínculo, entre objetos y actores
sociales, tiene gran importancia para el abordaje de los paradigmas del patrimonio
y pone en debate las políticas públicas basadas en los objetos.
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la existencia y todo aquello que no cabe en él, o lo contradice, pasa a formar parte
de un más allá, que, por su sola existencia, delimita y desborda la condición
humana, socialmente definida y, por ende, nuestra capacidad de explicar y dominar
la realidad. La redefinición de esta externalidad como sobrenaturalidad nos
permite reintegrarla jerárquicamente en la experiencia cultural bajo la forma de
religión, magia u otros sistemas de representación. Esos sistemas de representación
no son mutuamente excluyentes y difieren relativamente de una cultura a otra y
dentro de una misma cultura en distintos momentos de su historia. (Prats: 2005)
Prats plantea las interrogantes que deberíamos abordar directamente: ¿por qué el
patrimonio? ¿por qué se recurre a los procesos de patrimonialización, con
mayor intensidad que a otros sistemas de símbolos, como una especie de religión
laica, para legitimar identidades, empresas, discursos? ¿por qué lo que había sido
despreciado o explotado como baldío, viejo o excéntrico, es ahora preservado y
celebrado en templos ad hoc? ¿por qué esta percepción del patrimonio se difunde
progresivamente hasta los rincones más recónditos de la sociedad capitalista
occidental y sus zonas de influencia? Pero, sobre todo ¿por qué se perpetúa con tal
fuerza hasta nuestros días?
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A partir de estos principios compartidos, se produce una segunda construcción social
en el proceso de patrimonialización. Se trata de la puesta en valor o activación, es
relevante subrayar la diferencia entre “poner en valor” elementos patrimoniales y
activarlos. Los procesos de activación del patrimonio estan en manos de los poderes
políticos, claro que dichos poderes tambien deben consensuar con otros poderes
efectivos y con la misma sociedad.
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La relación entre patrimonio cultural y territorio, entre las expresiones culturales
patrimoniales, los procesos de patrimonialización y las estrategias de gestión
del territorio, se hace evidente en el momento de establecer los mecanismos de
patrimonialización de aquellas expresiones culturales con validez simbólica. Asumir
la perspectiva de que el territorio es un elemento indisociable de la cultura y de las
identidades, requiere abordar los conceptos de cultura y patrimonio cultural. Ambos
son fundamento teórico base en la discusión de los procesos de construcción territorial.
Este abordaje conceptual permitirá luego identificar múltiples valores patrimoniales
y comprender los distintos aspectos de la relación del patrimonio cultural, con el
territorio.
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Entender así la cultura, permite abordar los diferentes “sistemas de interacción de
signos interpretables” que la componen (Geertz 1973: 26). Estos sistemas en interacción
posibilitan su descripción de manera suficientemente densa para lograr un profundo
nivel de análisis que permita comprender diferentes procesos sociales. Sin embargo,
el hecho de abordar la cultura como un texto simbólico legible, no significa que sea
estática, sino y más bien, se sostiene que la cultura debe ser concebida como una red
de significaciones cuya reinterpretación constante es necesaria, para comprender
las dinámicas sociales que la construyen.
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La cultura es además un espacio de lucha política en sí misma; no sólo es un instrumento
de poder, sino que durante los procesos de su construcción entran en juego fuerzas
que determinan los conflictos y diálogos que reconfiguran las identidades. Se conciben
relaciones sociales que se desarrollan dentro de un espacio simbólico compartido y se
introduce así el paradigma de la interculturalidad, procurando conocer las dinámicas
relacionales derivadas del encuentro de dos o más culturas diferentes.
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Por otra parte, los encuentros entre culturas son tan antiguos como las culturas mismas
y los procesos que implican estos encuentros hoy se han intensificado, a causa de las
condiciones instauradas por la globalización.
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Las identidades colectivas son concebidas como “entidades relacionales que se
presentan como totalidades diferentes de los individuos que las componen” (Giménez
1997: 11). Estas identidades colectivas, según Gilberto Giménez, “están constituidas
por individuos vinculados entre sí por un común sentimiento de pertenencia, lo que
implica … compartir un núcleo de símbolos y representaciones sociales y, por lo
mismo, una orientación común a la acción” (1997: 11).
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patrimoniales a un repertorio o a una expresión cultural (Prats 1997). Estas cualidades
varían según el contexto cultural y las expresiones a ser activadas como patrimoniales.
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Hablar de elementos o expresiones patrimonializadas significa hablar de símbolos que
representan identidades: Son símbolos reconocidos como tales, por los mismos sujetos
a los que representan desde una estructura ideológica determinada. Según Giménez
“el proceso de patrimonialización responde en primer término a una demanda
social de las expresiones culturales son aquellas manifestaciones resultantes de los
diferentes procesos sociales de carácter cultural, sin importar su forma o soporte.
Los campos culturales son las unidades de análisis identificadas para agrupar las
expresiones culturales según su naturaleza predominante. Es posible encontrar una
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expresión cultural analizada dentro de uno de los campos, que a la vez pueda
corresponder a otros campos en función de sus características. El objetivo es facilitar
el análisis de las expresiones culturales a partir del proceso de activación y de la
relación entre cada campo de expresiones y las identidades de cada comunidad.
Las ideas planteadas por Gilberto Giménez (2001), enfatizan que por mantener una
relación dialéctica, el territorio es un elemento determinante de las identidades y
está a su vez determinado por ellas: el territorio y el patrimonio cultural son entonces,
dos campos socioculturales inseparables. Al no poder separar el patrimonio cultural
del territorio, no es posible separar al territorio de la identidad. Estas dos afirmaciones
finales se las considera fundamentales y resaltables.
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Bibliografía
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identidades”. San Andrés Totoltepec. Giménez Gilberto. 2007. “La concepción simbólica de la cultura”.
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Sociedad Civil y Cultura
Por “sociedad civil” entendemos como todo aquello que no pertenece al Estado.
Habermas, plantea que “sociedad civil”, es también aquel espacio que no pertenece
al mercado. A partir de Marx y Gramsci, se define como distinta de la base económica
de la sociedad, la sociedad civil es una “esfera”, no es un dato, sino el “ejercicio
colectivo de la crítica y de la racionalidad comunicativa” (Habermas: 1987).
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En el ser y hacer ciudadanos, se mide la participación en una sociedad. El actor
social, es un sujeto comprometido con la participación política activa, la ciudadanía
contiene sin duda, referentes territoriales.
Por otra parte, la cultura, sobrelleva una fuerte fase de mercantilización, históricamente
implica la subordinación masiva de los bienes culturales a la lógica del valor de
cambio y al mercado. Esto significa que la cultura se vea jalada simultáneamente por
el Estado y el mercado. Se ha convertido en un actor importante de la economía, un
elemento para medir el “crecimiento económico” y obviamente para la especulación
y el comercio. Ello implica que se encuentra en un peligroso proceso donde tiende
a perder su reputación de gratuidad y su especificidad como esfera identitaria, de
comunicación y cosmovisión, para convertirse en una mercancía.
El concepto de cultura, tiene que ver con su noción como espacio simbólico,
indispensable en los procesos de socialización, esencia misma de las relaciones
sociales. Esta lectura es importante en un contexto como el de Bolivia, ya que
la posibilidad de pensar a los diferentes grupos como depositarios de una misma
concepción a partir de su similar capacidad creadora simbólica, es un aspecto
esencial para poder reconocer la variedad de formas de vida desde una mirada
significativa integral.
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vertientes de participación sociocultural, se estimula el desarrollo de vínculos y
articulaciones entre los actores sociales. Pero, esta concepción “dignificadora” de
la cultura para todos los grupos sociales, es contrastante con una realidad donde sus
relaciones históricamente fueron y son evidentemente asimétricas.
Las culturas están en cambio contínuo, por innovación, por extraversión, por
transferencia de significados, por fabricación de autenticidad o por “modernización”,
pero esto no significa que sus portadores cambien de identidad. Azurmendi, nos
dice sobre el debate del multiculturalismo, la idea que subyace es la necesidad de
reconocer las diferencias y las identidades culturales (Azurmendi: 2002).
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lejos de ser una condición singular de la cultura moderna, el multiculturalismo es la
condición normal de toda cultura.
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conocimiento y formación otorgado por esa educación humanística no ha disminuido
los niveles de violencia e injusticia en las sociedades occidentales contemporáneas.
A modo de cierre, pienso que podemos investigar y desarrollar variados debates pero
al final concluiremos que la cultura es parte de la superestructura y que las culturas
subordinadas tienen un arduo y extenso trabajo, rompiendo viejas estructuras para
que el discurso teórico, se cumpla.
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