Primer Nivel de Atención y Condiciones Crónicas de Salud CEI - MSP - Tesis Herrmann, Juan
Primer Nivel de Atención y Condiciones Crónicas de Salud CEI - MSP - Tesis Herrmann, Juan
Primer Nivel de Atención y Condiciones Crónicas de Salud CEI - MSP - Tesis Herrmann, Juan
Título tesis:
Año: 2013
1
Resumen
Desde hace algunos años diferentes actores sociales (autoridades sanitarias, referentes
académicos, organismos multilaterales, y movimientos sociales) vienen señalando la falta
de adecuación entre la organización de las redes de servicios de salud y los problemas de
salud-enfermedad-cuidado (s-e-c) que afectan mayoritariamente a las poblaciones de las
sociedades contemporáneas: las enfermedades o eventos crónicos no transmisibles (ENT).
Para varios autores los servicios de salud están organizados principalmente para atender
condiciones agudas, y parte de su crisis reside en que aun no pueden generar cambios para
atender adecuadamente las condiciones crónicas. Los sistemas de salud orientados en la
Atención Primaria de la Salud (APS) están en mejores condiciones de producir cuidados
siempre y cuando aseguren, además de la accesibilidad, cuidados longitudinales e integrales
a los usuarios portadores de ENT. El presente trabajo se propone indagar las capacidades
para el cuidado de las condiciones crónicas, tomando como eventos trazadores la
Hipertensión arterial (HTA) y la Diabetes Mellitus tipo II (DBT), de un centro de salud del
primer nivel de la red municipal de la ciudad de Rosario.
2
Abreviaturas
3
Índice
Abreviaturas………………………………………………………………………..………3
Introducción………………………………………………………………………….….…7
Capítulo 1: De la situación problemática al problema-objeto de la investigación..…...9
Organización del capítulo…………………………………………………………...9
La situación epidemiológica en Rosario…………………………………………...11
El peso de las enfermedades crónicas no transmisibles (ENT).…………...11
La respuesta social a la s-e-c: la adecuación del sistema de salud a los
problemas crónicos. ………………………………………………………..13
La Atención Primaria de la Salud………………………………………..………...15
De la “APS” a las APs……………………………………………………...15
El sistema de salud pública de la ciudad de Rosario………………………17
Condiciones de salud crónicas y agudas…………………………………………...23
De enfermedades a condiciones de salud…………………………………..23
Modelos para la atención de las condiciones de salud…………………………..…25
El modelo de las agudas y los modelos para las crónicas……………….…25
De estrategias y modelos…...………………………………………………31
¿Cuál es el problema a investigar? …...……………………………………………31
El problema objeto y el marco lógico de la investigación…………………31
Capítulo 2: El problema de investigación y los objetivos....…………………………....34
El problema de investigación……………………………………………………....34
Objetivos…………………………………………………………………………...34
General………………………………………………………………….….35
Específicos……………………………………………………………….....35
Justificación……………………………………………………………………….35
Capítulo 3: Abordaje Metodológico…………...………………………..……………….36
Cuestiones de método………………..…………………………..…………………36
Los aspectos teóricos……………………………………………………………….37
Las Condiciones crónicas…………………………………………………………..37
4
Los atributos de la APS…………………………………………………………....38
Longitudinalidad……………………………………………………………39
Integralidad…………………………………………………………………47
Integralidad de los cuidados respecto de la ECB………….……….49
Integralidad en los cuidados centrados en la persona………………52
Caracterización del contexto del estudio………………………….……….55
Características del primer nivel de atención municipal…………….55
Características de la población de responsabilidad………………...56
Los aspectos técnicos………………………………………………………………57
Fuentes de información……………………………………………..……...57
La selección de las unidades de información……………..……………….57
Arquitectura del diseño………………………………………………….….58
Plan de análisis……………………………………………………………..59
Capítulo 4: Presentación de resultados……………………………………………….…60
Organización de la presentación……………………………………………………60
Los resultados de la investigación…………………………………………….……60
Características estructurales y organizacionales del centro de salud………60
La población del área de responsabilidad del centro de salud……………...64
Los usuarios portadores de la condición crónica y de las historias clínicas
revisadas……………………………………………………………………66
Longitudinalidad del cuidado de la condición crónica……………………..71
El Motivo de Consulta………………………………………….…..72
Continuidad del terapeuta registrante………………………………75
Relación entre consultas……………………………………………76
Consulta y Enfermedad crónica de base……………………….…...78
Integralidad del cuidado de la ECB……………………………...................80
El Examen físico y la ECB. ……………………………..................81
Exámenes complementarios y ECB. ……………………….……....82
Interconsultas y ECB. ……..………………………………...……..84
Recomendaciones periódicas para la ECB en un año...…………….85
Integralidad del cuidado centrado en la persona…………………….……..87
5
Prácticas de promoción y prevención según sexo y edad en la
consulta. ……………………………………………………………87
Prácticas de promoción y prevención en un año…………………....88
Búsqueda de otros problemas de s-e-c……………………………...90
Abordaje interdisciplinario…………………………………………91
Capítulo 5: Discusión y conclusiones……………………………………………….……94
Discusión de los resultados………………………………………………………...94
Comentarios finales…………………………………………………………….....102
Referencias bibliográficas………………………………………………………………104
Documentación accesoria…………………………………………………………...…..117
Anexo 1. Operacionalización de términos, Variables y Valores de variables…..117
Anexo 2. Guía de la entrevista a trabajadores……………………………………118
Anexo 3. Guía encuesta semiestructurada a trabajadores………………………..129
Anexo 4. Instrumento de recolección y análisis de datos de la HCF…………….120
6
Introducción
7
administrada por la Municipalidad. Si bien en sus postulados teóricos ambas adscriben a la
APS, diferentes historias, perspectivas y valores han plasmado modelos organizacionales
diferentes.
El presente trabajo tiene por objeto indagar las capacidades del primer nivel de
atención municipal para producir cuidados adecuados a las condiciones crónicas en
términos de longitudinalidad e integralidad.
8
Capítulo 1: De la situación problemática al problema-objeto de la
investigación.
9
Dicho concepto tiene la ventaja de centrar la problemática de s-e-c en el encuentro entre el
padecimiento de un usuario y los servicios de salud, donde la temporalidad del mismo
puede ser corta –condición aguda- o larga –condición crónica-. Al desplazar del centro a la
fisiopatología y a la etiología, son asumidos en la misma condición problemas de diferente
naturaleza etiológica. A modo de ejemplo, desde esta propuesta, un portador de VIH/Sida
ha de ser asumido por el sistema de salud como un usuario con una condición crónica, más
allá de tratarse de un evento transmisible (ET), lo que obliga a diseñar un proyecto
terapéutico adecuado a su condición, donde el vínculo usuario-servicios es obligadamente
largo, “crónico”, de por vida. Esta perspectiva permite emparentar problemas de diferente
naturaleza. En tal sentido, es tan crónica la Diabetes (DBT), la Hipertensión arterial (HTA)
como el VIH/Sida, y es obligación de los servicios públicos de salud garantizar el derecho a
una atención adecuada a los ciudadanos portadores de las mismas.
El cuarto momento está destinado al repaso de los diferentes Modelos de atención
propuestos para adecuar la organización de los servicios de salud a las condiciones
crónicas. Además de caracterizarlos, se pone especial énfasis en identificar los
componentes que cada propuesta le debe a la APS. Si bien la idea de modelo para la
atención de las crónicas no está muy difundida en nuestro medio, creemos que dicha
reflexión introduce elementos interesantes para repensar la APS y su adecuación al cuidado
de las condiciones crónicas.
Finalmente, y cerrando el capítulo, se presenta el problema-objeto de la investigación.
10
LA SITUACIÓN EPIDEMIOLÓGICA EN ROSARIO
11
se incrementará como resultado del envejecimiento de la población y la disminución
relativa de la proporción de enfermedades transmisibles, previéndose para las próximas
décadas un incremento de tres veces de casos de diabetes, de cardiopatía isquémica y de
mortalidad por Accidentes Cerebrovasculares (ACV).
En éste marco, la Asamblea General de Naciones Unidas, convocó en septiembre de
2011 a una Reunión de Alto Nivel para que se trate la prevención y el control de las
enfermedades no transmisibles en todo el mundo, pero haciendo especial énfasis en los
países en desarrollo (Naciones Unidas, 2011a). Durante la misma, el propio Secretario
General del organismo instó a los estados miembro a comprometerse en el control de las
ETN, sus repercusiones sociales y económicas, expresando que “es nuestra oportunidad de
concertar un compromiso internacional para ubicar a las enfermedades no transmisibles
en el lugar prioritario de la agenda del desarrollo” (Naciones Unidas, 2011b: p 2).
La importancia respecto del desarrollo social es que si bien las ENT afectan a todos
los grupos poblacionales, el impacto es mucho mayor entre los pobres. La mayor
prevalencia de factores de riesgo, el menor acceso a los servicios de detección y tratamiento
y la menor capacidad para hacer frente a las consecuencias financieras de las enfermedades
crónicas, ubican a las familias pobres en situación de mayor vulnerabilidad (Anderson,
2009). Incluso en países ricos, las desigualdades sociales se manifiestan tanto en término de
enfermedades transmisibles como no transmisibles. El impacto de las ENT entre los pobres
es desproporcionado, situación que se ve agravada por la falta de acceso a servicios
sanitarios de calidad destinados a prevenir y controlar sus consecuencias (The World Bank,
2011).
12
La respuesta social a la s-e-c: la adecuación del sistema de salud a las ENT.
No obstante el reconocimiento de los cambios epidemiológicos, varios autores y
actores señalan la baja adecuación de los sistemas de salud para atender esta pandemia,
donde aquellos no han operado aún modificaciones sustantivas para dar una respuesta
adecuada a las (no tan) nuevas problemáticas.
El Ministerio de la Protección Social de Colombia, citando a Bárbara Starfield,
señalaba hace unos años que:
“… la mayoría de los sistemas de salud en los países desarrollados han orientado sus cuidados en
salud hacia las patologías agudas, lo cual conlleva una serie de inconvenientes para abordar
adecuadamente el auge de las patologías crónicas. Esta tradicional orientación supone una atención
fragmentada, discontinua y con dificultad para la participación de los pacientes en la prevención,
promoción y rehabilitación en los diversos estados de salud, así como problemas en la eficiencia y
efectividad de los sistemas de salud” (Ministerio de la Protección Social de Colombia, 2006: p 6).
Eugênio Vilaça Mendes señala que en tanto respuesta social deliberada, todo sistema
de atención de la salud debe guardar coherencia con la situación de salud de la población,
llegando a afirmar que para el caso del Sistema Único de Salud brasilero (SUS), la crisis
fundamental reside en esa falta de adecuación:
“… crisis que es fruto del desfasaje entre la velocidad con que avanzan los factores contextuales (la
transición demográfica, la transición epidemiológica, la innovación y la incorporación de
tecnologías) y la lentitud con la que se mueven los factores internos que representan la capacidad
adaptativa del sistema de salud (cultura organizacional, arreglos organizativos…). De ese desfasaje
resulta que una situación del siglo XXI está siendo respondida socialmente con por un sistema de
atención de salud forjado a mitad del siglo XIX, cuando predominaba las condiciones agudas”
(Mendes, 2012a: p 21)1
1
Original en portugués. Traducción a cargo del autor de la presente tesis de maestría.
13
desarrollarse en tres líneas de acción: i) La promoción de la salud; ii) La vigilancia de las
ENT y Factores de Riesgo (FR); y iii) La reorientación de los servicios de salud basados en
la Atención Primaria de la Salud y organizados en redes integradas de servicios de salud –
RISS- (Ministerio Salud de la Nación, 2009a: p 10).
Desde una perspectiva analítica, y siguiendo a Mendes, los factores que explican la
falta de adecuación entre las problemáticas de salud de la población y la respuesta social no
solo pueden atribuirse a la estructura y al funcionamiento del sistema, sino también a la
“superestructura” de saberes y prácticas desde la cual se asume la salud-enfermedad-
cuidados de la población. La concepción hegemónica acerca de la noción de enfermedad
busca sus fundamentos en la perspectiva biomédica del fenómeno s-e-c.
Si bien no es el objetivo del presente trabajo profundizar la reflexión en ésta línea, es
importante remarcar algunos aspectos y consecuencias que dicha perspectiva genera al
momento de organizar las posibles respuestas sociales.
El paradigma biomédico asume la enfermedad como un fenómeno natural y ajeno al
devenir existencial de los colectivos y personas. En tal sentido es prioritario determinar las
causas, los factores de riesgo, el período de exposición, el período de estado y la etapa de
resolución de cualquier evento, dando por sentado que la temporalidad en la que dicho
proceso transcurre está claramente establecida y que sus límites han de ser necesariamente
precisos. Este modo de asumir la temporalidad subyace a todos los campos de
conocimiento y de prácticas en salud, desde la epidemiología, donde el modelo causal
tradicional se apoya en los criterios de Bradford Hill (Morabia et. al., 2008: p 64), a la
clínica médica, en tanto tributaria de la microbiología, a través de los postulados de Koch
(Pumarola, 1988), hasta la Medicina Preventiva, según se refleja en el paradigma de la
historia natural de la enfermedad (Andreu Segura, 1998).
En tal sentido, las enfermedades agudas, como es el caso de las transmisibles y las
externas, son el modelo sobre las que tradicionalmente se ha planificado la respuesta
sanitaria en su conjunto: desde un tratamiento antibiótico para la mayoría de las infecciosas,
un tratamiento quirúrgico en caso de apendicitis, hasta una campaña de inmunización para
prevenir brotes estacionales de Influenza. Más allá de las diferencias entre cada situación,
para todas existe un denominador común: transcurren en un tiempo con un principio y un
14
fin claramente establecidos, de tal forma que las intervenciones sanitarias son precisas y
acotadas. Podría hipotetizarse que asumir la enfermedad como fenómeno bien delimitado
en el tiempo, no solo lleva tranquilidad a la racionalidad sanitarista, sino también y de un
modo más profundo, a la humanidad toda. Sería interesante indagar hasta que punto estos
elementos operan como parte de una “superestructura” que se expresa en las condiciones
estructurales y organizacionales de los servicios de salud, y que explican la falta de
adecuación entre un perfil epidemiológico dominado por las enfermedades crónica y un
sistema de servicios de salud dispuesto para atender eficazmente a las enfermedades
agudas.
15
APs, y que su cristalización en sistemas concretos de salud es resultado de procesos
complejos, donde intervienen factores económicos, políticos, culturales y sanitarios
particulares a cada sociedad.
Esta realidad llevó a identificar diferentes tipologías para describir las APs. Vuori
(citado por Zurro et. al., 1999: p 7), identifica cuatro formas posibles de AP:
16
políticos y sanitarios encolumnados dentro del amplio espectro del “movimiento
antiglobalización”, señalan la importancia de avanzar en el desarrollo de la
estrategia de APS y en asumir la salud como un derecho humano y como parte del
desarrollo sustentable (Movimiento por la Salud de los Pueblos, 2011).
Por lo expuesto, es evidente que las diferencias entre las propuestas no se reducen
exclusivamente a la esfera sanitaria o a los aspectos técnicos que organizan el sistema de
servicios de salud. Las propuestas, de forma explícita o tácita, también expresan diferencias
éticas, ideológicas y epistemológicas. Cabe señalar por último, que estas diferencias no son
meramente especulativas. Las mismas se expresan de manera concreta a nivel de los
resultados y las prácticas en salud (Starfield, 2002a).
17
procesos políticos y sanitarios muy diferentes, donde el encuentro fue la excepción y la
fragmentación la constante. La decisión de avanzar en un sistema integrado coincide con
que el mismo partido político gobierna provincia y municipio desde finales de 2007 2.
2
Para complementar ésta línea ver: Capiello (2010), Fein (2011) y Plan Estratégico Rosario
Metropolitana/PER+10 (2012).
18
progresiva recuperación edilicia de los hospitales, en la ampliación del número de centros
de salud (de un par de centros hacia finales de los 80´, a más de 50 en la actualidad), en la
capacidad resolutiva de todos los niveles de tención, especialmente el primer nivel (equipos
multiprofecionales, provisión de insumos, extracción de muestras para exámenes
complementarios), en la construcción de un segundo nivel que concentra una importante
capacidad técnico-profesional y en la formación de recurso humano de posgrado.
Por su parte, el Ministerio de Salud, surgido en la primera mitad del Siglo XX, fue
quien tomó bajo su responsabilidad la administración de los grandes hospitales, los que
perteneciendo a otras instituciones o administraciones, pasaban a la órbita de la provincia
con motivo de las políticas del momento. Es el caso de los actuales hospitales Provincial y
Geriátrico. Fundados respectivamente a mediados y finales del siglo XIX por la Sociedad
de Beneficencia de Rosario, pasaron a la administración nacional durante el primer
gobierno peronista, quien por intermedio de la Dirección General de Ayuda Social tenía por
objeto absorber todas las instituciones benéficas del país, para pasar finalmente a la órbita
provincial a principio de los 60´ (Sociedad de Beneficencia de Rosario, 2012). Por su
parte, el Centenario, nacido por iniciativa del “tercer sector” en conmemoración del
Centenario de la Revolución de Mayo, estuvo bajo la órbita nacional hasta las últimas
décadas del siglo XX, quedando desde entonces bajo la administración provincial (Hospital
Centenario de Bicentenario, 2004). Finalmente, el Hospital de Niños Zona Norte, surgido
del interés de organizaciones vecinales hacia finales de los 70´, fue asumido casi desde sus
inicios por el Ministerio.
Respecto del primer nivel de atención provincial, los primeros centros de salud se
inauguran en los barrios más pobres de la ciudad hacia principio de los 80´. Conocidos con
el nombre de Centros comunitarios, la gestión de los mismos quedaba comprendida bajo el
Programa de Atención Primaria. Dependiendo de un hospital “base” y formando parte de
“áreas programáticas”, su oferta estuvo fuertemente destinada a brindar cobertura a la
población materno-infantil (Bloch et. al., 1992). La impronta maternoinfantil estaba
reforzada por varios programas (Ministerio de Salud y Medio Ambiente de Santa Fe, 1995).
Éstos, focalizando la mirada en los problemas prevalentes de niños y embarazadas
(Perinatología; Vacunación; Control Crecimiento y Nutrición; Control Infecciones
19
Respiratorias Agudas; y Control Enfermedades Diarreicas Agudas), lo que sumado a la
pobre oferta de servicios y recursos para la atención de otros grupos (adultos mayores,
jóvenes, mujeres no embarazadas), contribuían a reducir los límites de lo posible a la lógica
programática (la extracción de muestras para laboratorio y la ampliación del vademécum,
por citar algunos ejemplos, fueron implementadas recién en la primera década del presente
siglo).
La articulación entre los niveles de atención, si bien demandó una importante cuota
de trabajo para los responsables de la gestión de los servicios (coordinadores de Centros
comunitarios y de áreas programáticas), se veía continuamente dificultada por los marcos
regulatorios nacionales a los que la provincia adscribía. En éste sentido, la implementación
del Régimen del Hospital Público de Autogestión de 1993, reemplazado luego por el de
Gestión Descentralizada (Régimen de Hospitales Públicos de Gestión Descentralizada,
2000), atentaba claramente con la posibilidad de conformar redes integradas de salud, no
solo entre centros y hospitales, sino también entre los mismos hospitales, donde cada uno
en una carrera por proveerse de recursos, trataba por igual las demandas provenientes de un
establecimiento público o de la seguridad social, situación señalada incluso por
observadores ajenos a la realidad socio sanitaria local (Howard, 2005).
“… un cambio cultural profundo,… que tiene tres líneas directrices: equidad, o igual utilización de
servicios a igual necesidad; clínica contextualizante,… privilegiar el ámbito domiciliario-
ambulatorio y considerar a los sujetos en su historia y contexto, promoviendo su autonomía,… y
participación, donde la población-objetivo es toda la población de la ciudad, pero con criterios que
contribuyan a identificar a los grupo más vulnerables” (citada en Rovere, 2005; p 156)
La estrategia municipal promueve que los equipos del primer nivel, “equipos de
referencia”, con una población bajo su responsabilidad, adquieran autonomía suficiente
para organizar el proceso de trabajo, con una mirada clínica ampliada y un enfoque
epidemiológico como herramientas básicas para el conocimiento y la acción. La clínica a
20
desarrollar es la que no pierde de vista al sujeto, la que no divide a la salud de la
enfermedad, la prevención de la recuperación, sino aquella que es capaz de abordar de
manera efectiva e integral los problemas de las personas y familias.
Para acompañar esta reorganización del trabajo se ponía a disposición de los equipos:
21
Por su parte, el funcionamiento en red “centra sus acciones sobre las necesidades del
paciente, y exige la actualización permanente de muchos conceptos perimidos de la
práctica médica”. La red está conformada por:
“El primer nivel,… espacio de mayor resolutividad,… conformado por los Centros de Salud
Municipales y algunas vecinales, distribuidos estratégicamente en todo el municipio y organizados
distritalmente. El segundo nivel de atención,… constituido por tres hospitales: “Dr. Roque Sáenz
Peña”, “Intendente Gabriel Carrasco” y “Juan Bautista Alberdi”, un servicio de Internación
domiciliaria pediátrica y de adultos, dos maternidades, un Instituto de Rehabilitación (ILAR) y
el Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias de Rosario (CEMAR). El tercer nivel,…
constituido por las áreas de mayor tecnología y alta complejidad, con el Hospital de Niños “Víctor
J. Vilela”, la Maternidad Martin y el Hospital de Emergencias “Dr. Clemente Álvarez” (HECA).
Esta red se completa con la distribución gratuita de medicamentos y el Servicio Integrado de
Emergencias Sanitarias (SIES), con ambulancias para traslados y emergencias.” (Municipalidad de
Rosario, 2012a)
En base a lo expuesto queda claro que más allá de compartir un mismo territorio, los
diferentes procesos históricos que impulsaron el desarrollo de cada sector, gestaron
sistemas públicos de salud diferentes, diferencias que habría que indagar también en
término de resultados.
22
caracterizan tanto al sistema de salud como un todo (sistemas centrados en la APS), como
al proceso de atención de los usuarios (atención integral de los problemas del usuario).
23
curso corto y bien delimitado, y donde la salud es asumida como la ausencia de enfermedad
a partir de la curación o la prevención.
En el caso de las enfermedades crónicas no transmisibles, la reflexión sobre la
enfermedad no puede hacerse sin simultáneamente incluir la salud. Canguilhem (2005)
señala la importancia de la fisiopatología en la construcción del objeto-modelo en la
historia de la medicina moderna. Otorgando un lugar central a la disfunción, al desorden, a
la anomalía, en fin, a lo patológico, la medicina no solo profundiza el conocimiento de
dichos fenómenos, sino que también es el lugar desde donde se define lo normal. La
fisiopatología, y la medicina, definen primero lo anormal para luego arribar a lo normal.
Asumida como polos de un continuo, la diferencia entre salud y enfermedad sería de
magnitud, de cuantos, y no de fenómenos cualitativamente diferentes. Citando a Claude
Bernard, padre de la fisiopatología, Canguilhem señala respecto de la diabetes:
“… solo existe una glicemia, la que es constante, ya sea durante la diabetes, ya sea fuera de ese
estado mórbido. Simplemente tiene grados: por debajo de 3 a 4 por mil no produce glucosuria; pero
por encima, esta aparece… el paso del estado normal al patológico es imposible de captar…”
(Canguilhem, 2005: p 45)
24
Mendes define condición de salud como:
“… las circunstancias en la salud de las personas que se presentan de forma más o menos
persistente y que exigen respuestas sociales reactivas o proactivas, episódicas o continuas,
fragmentadas o integradas, de los sistemas de atención de salud, de los profesionales y de los
usuarios. La categoría condición de salud es fundamental en la atención de la s-e porque solo se
agrega valor para las personas desde los sistemas de atención cuando se enfrenta una situación de
salud mediante un ciclo completo de atención.” (Mendes, 2012a: p 31) 3
Las condiciones agudas, son en general de curso corto, inferior a tres meses de
duración, y tienden a autolimitarse. Al contrario, las condiciones crónicas tienen un período
de duración más o menos largo, y en el caso de muchas enfermedades crónicas, son
definitivos o permanentes (Mendes, 2011).
La noción de condición, al contemplar los modos adoptados por la respuesta social,
posibilita pensar en término de acompañamiento longitudinal, de continuidad y de
integralidad en la atención, atributos todos de la estrategia de APS. Permite también
repensar la clínica: desde una clínica centrada en la enfermedad, a una clínica centrada en el
sujeto, ampliada y reformulada (de Sousa Campos, 2001).
3
Original en portugués. Traducción a cargo del autor de la presente tesis de maestría.
25
2001; Anderson, 2009; de Andrade Goulart, 2011; Macinko et. al., 2011; Mendes, 2011 y
2012a; Barceló et. al. 2012; Cavalcanti et. al. 2012).
A pesar de las diferencias entre cada fuente consultada, se puede señalar algunos
denominadores: el reconocimiento explicito de la prevalencia de condiciones crónicas; el
“desajuste” entre sistema de servicios de atención y el perfil epidemiológico; la importancia
de avanzar en el desarrollo de AP; y la necesidad de revisar los modelos de atención
vigentes, desarrollados para dar respuesta principalmente a las condiciones agudas, en pos
de implementar modelos más adecuados a las crónicas.
“… son sistemas lógicos que organizan el funcionamiento de las Redes de Atención de Salud (RAS),
articulando de forma singular las relaciones entre los componentes de las redes y las intervenciones
sanitarias, definidos en función de la visión prevalente en salud, de la situación demográfica y
epidemiológica, y de los determinantes sociales de la salud, vigentes en determinado tiempo y
sociedad”. (Mendes, 2012b: p 52) 4
4
Original en portugués. Traducción a cargo del autor de la presente tesis de maestría.
26
El autor diferencia a los modelos de atención en modelos para condiciones agudas y
modelos para condiciones crónica.
A pesar de ciertas similitudes no ha confundirse el concepto de modelo de atención
con el término anglosajón Disease Management o Gestión de Enfermedades (Terol et. al.,
2001). Acuñado y difundido en los Estados Unidos durante los 90´ por la Boston
Consulting Group, quién lo define como proceso de optimización en la provisión de
cuidados mediante la coordinación de todos los recursos a lo largo del sistema de salud y
durante todo el ciclo de vida de la persona y su enfermedad, basando las decisiones en
evidencia cierta, orientado a mejorar la calidad y los resultados clínicos y económicos al
menor costo posible. Conceptos y denominaciones íntimamente ligadas a la Gestión de
Enfermedad son: Case Management (Gestión de casos), Care Management (Gestión de
atención o cuidados) y Care Coordination (Coordinación de cuidados).
El modelo de atención para las condiciones agudas está organizado para dar respuesta
a eventos agudos, de corta duración, entre los que se puede incluir las re-agudizaciones de
las condiciones crónicas. Tiene por objeto identificar en el menor tiempo posible la
gravedad de la situación de una persona. El paradigma de atención de condiciones agudas
son los dispositivos diseñados para dar respuesta en situaciones de emergencia y catástrofe.
En base a señales fácilmente reconocibles, estratifican según riesgo de vida y necesidad de
atención (Triage), con el objetivo de dar la mejor respuesta en el menor tiempo posible. El
desarrollo de éste tipo de modelos tiene una larga historia que va de la propuesta pionera de
la Australasian Triage Scale (ATS) de mediados de los 80´, pasando por los modelos
canadienses y norteamericanos, Canadian Triage Acuity Scale (CTAS) y Emergency
Severity Index (ESI) respectivamente, hasta llegar al más actual y difundido entre los
servicios de emergencia, el modelo Andorrá del Trialge (MAT). Puede decirse que la
variable crítica en juego es el tiempo de respuesta del sistema y por ello la necesidad de
clasificar por riesgos (Marques et. al., 2010; Mendes, 2012c).
Fuera del ámbito de la urgencia y la emergencia, la estratificación de riesgo para dar
una pronta respuesta a los problemas de salud de los usuarios, también viene siendo
ampliamente implementada en hospitales y en el primer nivel de atención. Muchos equipos
de AP de la ciudad de Rosario implementaron dispositivos para dar respuesta de “atención
27
rápida” a la demanda de usuarios que difícilmente pueda resolverse a través de la solicitud
de turnos programados. Más allá de que no involucra a servicios de emergencia, la misma
naturaleza de los problemas de s-e-c los transforma en modelos para la “pronta atención” de
situaciones agudas.
Respecto de las crónicas, las primeras propuestas de cambio para la atención de las
mismas datan de finales de la década del 90.
La primera fue el Modelo de Atención Crónica (CCM, del inglés Cronic Care
Model). Reconociendo la alta prevalencia de las ENT y la fragmentación del sistema de
salud estadounidense, sus promotores proponían cambios con el objeto de brindar atención
de mejor calidad. El cambio de modelo no solo produciría mejores resultados sanitarios,
sino también la disminución de los costos (Wagner, 1998). Según la propuesta, los cambios
deben involucra tanto al sistema atención como a la población usuaria. Respecto de los
servicios, los cambios deben apuntar a la re-organizar en función de los problemas de los
usuarios, tanto en su dimensión “soft” como “hard”; apoyar las decisiones clínicas en la
mejor “evidencia científica”, y en acuerdo con los usuarios; introducir registros clínicos
adecuados, que funcionen como recordatorio y que sean de rápido acceso; promover el
autocuidado mediante el “empoderamiento de pacientes”. Respecto de la “comunidad”,
propone otorgar a ésta mayores cuotas de control sobre los servicios.
Como variante del CCM, la Organización Mundial de la Salud en 2003 presentó su
propuesta de Cuidados Innovadores para Condiciones Crónicas (CICC). La misma,
destinada especialmente a los países en desarrollo, propone mejorar la atención de la salud
a nivel macro, meso y micro, por intermedio de “apoyos en los cambios en el paradigma;
gerenciar un ambiente político; desarrollar un sistema integrado de atención de la salud;
articular las políticas sectoriales en salud; aprovechar mejor los RRHH en salud;
centralizar los cuidados de salud en la familia; apoyar a los usuarios en su comunidad”
(Organização Mundial da Saúde, 2003: p 8-9)5, haciendo énfasis en la prevención de la
enfermedad.
Hacia el 2007, la misma OMS invita a ampliar la perspectiva, introduciendo, aunque
de un modo no exento de críticas, la noción de determinantes de la salud (OMS, 2007 y
5
Original en portugués. Traducción a cargo del autor de la presente tesis de maestría.
28
2008). Partiendo del modelo explicativo de Dahlgren and Whitehead, la propuesta,
conocida como Modelo de Determinación Social en Salud (MDSS), define a los
determinantes sociales de la salud como aquellas condiciones en las que las personas viven
y trabajan, donde la vida transcurre. Mendes, de un modo gráfico, resume la idea de
determinante social como “las causas de las causas”, donde la
“… salud de los más pobres, el gradiente de salud dentro de un mismo país y las grandes
desigualdades sanitarias entre los países, son provocadas por una distribución desigual de la
riqueza, comprobable tanto a nivel mundial, nacional como regional”,... “distribución desigual de
experiencias perjudiciales, que no son un fenómeno natural, sino que están socialmente
determinados” (Mendes, 2012c; p 164) 6
Corregir todas estas injustas desigualdades no solo hace a la justicia social, sino que
es también un imperativo ético. Para ello ha de trabajarse en cinco líneas de acción: mejorar
las condiciones de vida de la población; luchar contra la distribución desigual del poder y
de los recursos; medir la magnitud del problema, con el objetivo de evaluar las
intervenciones y ampliar los conocimientos; capacitar al personal de salud en determinantes
sociales de salud; y sensibilizar a la opinión pública.7
Con una mirada más acotada, otra de las propuestas para atender las condiciones
crónicas es el Modelo de la Pirámide de Riesgos (MPR) o Kaiser Permanente (KP), en
alusión a la operadora estadounidense de planes de salud que tuvo mucho que ver en su
formulación (Porter et. al., 2008; Mendes, 2012c). El modelo plantea que la necesidad de
atención de una persona portadora de una condición crónicas debe ser definida en términos
de una tríada conformada por: la duración de la condición, las posibilidades y recursos del
sistema, y la capacidad de autocuidado de quien padece la condición. Estos criterios
permiten estratificar según riesgo en tres grupos: portadoras de condición crónica leve y
con gran capacidad de autocuidado; portadores moderados; y portadores de condición
crónica con un desarrollo severo o inestable y con baja capacidad para autocuidado. Dicho
agrupamiento permite disponer los recursos del sistema en función de las necesidades, las
que están determinadas no solo por el desarrollo de la condición crónica, sino también por
6
Original en portugués. Traducción a cargo del autor de la presente tesis de maestría.
7
Para revisar las críticas a la propuesta del Modelo Modelo de Determinación Social en Salud de la OMS,
consultar en: Movimiento por la Salud de los Pueblos (2011) y Alfaro Porras (2009).
29
la capacidad de auto cuidarse. La propuesta genera un importante impacto racionalizador de
la agenda de los profesionales. En teoría, la oferta de servicios es organiza sobre un
espectro continuo que va desde importantes cuotas de autocuidado a crecientes niveles de
cuidado profesional, todo ello según la estratificación del riesgo. Hay evidencia que este
modelo organizacional impacta positivamente sobre el cuidado de las condiciones crónicas,
siempre y cuando el sistema de servicios pueda garantizar márgenes aceptables de
integración y continuidad (Mendes, 2012c), situación que transcurre muchas veces en
simultáneo con el desarrollo de la AP (Starfield, 2002a).
Finalmente, y en un intento por rescatar los aspectos más sobresalientes de cada una
de las propuestas anteriores, pero reconociendo a la vez la historia y el desarrollo del propio
sistema de salud brasilero, Mendes propone un Modelo de Atención de Condiciones
Crónicas (MACC) para el SUS. Del reconocimiento de la “crisis del SUS”, ubicada a nivel
del “desajuste” entre “la respuesta social deliberada” y los problemas de salud prevalentes,
propone como estrategia el MACC, el que partiendo de los aspectos positivos del sistema
actual (sistema único, con un fuerte desarrollo de la estrategia de AP a través del Programa
Salud de Familia y de Redes de provisión integradas de salud), debería incorporar
progresivamente la estratificación por riesgos de MPR, sin abandonar la idea-eje de
población “adscripta” a equipos de Salud de Familia y el trabajo intersectorial sobre los
determinantes sociales en salud del MDSS (Mendes, 2012c).
De estrategias y modelos…
A modo de cierre del presente capítulo, y previo a plantear la pregunta-problema de
investigación, cabe una reflexión acerca de los conceptos modelos y estrategia.
30
Sin pretender agotar la reflexión, puede decirse que al caracterizar cada AP, según los
atributos más sobresalientes de cada propuesta, incluso la APS estrategia, se está
modelizando, se están elaborando tipos ideales que simplifican la realidad. Cada tipo de AP
es un marco conceptual que pretende describir y explicar de un modo simple la compleja
realidad de los servicios de salud.
Todo modelo o herramienta conceptual, es útil para operar sobre la realidad, pero
también, y por su misma esencia instrumental, puede dificultar la comprensión de la misma.
Más tarde o más temprano se paga el precio al que conduce el uso de herramientas
conceptuales que tienden a sobre-simplificar la realidad. Toda praxis humana, y la praxis
sanitaria no escapa a ello, es un proceso donde se busca producir conocimientos adecuados
acerca de la realidad para operar eficazmente sobre ella. En tal sentido, el proceso se
desarrolla en un espectro que va desde la sobre-simplificación, lo que conduce al
reduccionismo y a la elección de herramientas de limitada eficacia, a la extrema
complejización, lo que inevitablemente conduce a posturas paralizantes.
Es en éste marco que la propuesta municipal evita hacer referencia explícita a
“modelo” y habla de “directrices” (Rovere, 2005). Según esta mirada, el uso del concepto
modelo opera como una estructura ideal con la que se “encuadra” la realidad, congelando el
movimiento y eliminando los múltiples matices, cuando de lo que se trata es de busca
herramientas que permitan lidiar con la realidad cambiante y compleja de los servicios de
salud y los problemas de la población. En tal sentido la idea de “directriz”, en tanto líneas
de acción que guían la estrategia, cobraría valor operativo por sobre la noción de modelo.
31
cualitativos, como cuantitativos, ha sido muy importante; iii) que la estrategia municipal ha
incorporado desde sus orígenes muchos de los aspectos de la APS (equipos de referencia
con población de responsabilidad, condiciones para el acompañamiento continuo,
longitudinal e integral, mayor capacidad resolutiva del primer nivel, articulación con
segundo nivel, etc.); y iv) que no existe definición, al menos explícita, de reorientar la red
municipal en función de las condiciones crónicas, mediante la adscripción a algún modelo
“de atención de crónicas”, es que cabe la pregunta: ¿los cuidados producidos por el primer
nivel de atención municipal, son adecuados para atender las condiciones crónicas de los
usuarios?
La investigación así planteada refiere al campo de la evaluación de servicios
(Dussault, 1995: p 1-5). Se propone evaluar el proceso de producción de cuidados
vinculado a las condiciones crónicas. Se hizo mención previamente al tradicional esquema
aplicado a la evaluación de servicios, y que explica la producción de resultados en función
de la estructura y los procesos. Se señaló también que dicho marco analítico permite
distinguir dos niveles de resultados: los intermedios y los finales. Así como entre los
últimos, puede situarse la “cura” de enfermedades, “fin último del proceso”, entre los
resultados “intermedios”, puede ubicarse a las condiciones del proceso. El hecho de que el
proceso no garantice necesariamente un resultado final, habilita a diferenciar entre
resultados intermedios y finales.
Siguiendo a Starfield, puede decirse que las condiciones del proceso de producción de
cuidados de un sistema de salud centrado en la APS está dado por ciertos atributos:
integralidad, longitudinalidad, continuidad, accesibilidad y primer contacto. Dichos
atributos pueden asumirse como resultados “intermedios”.
32
Capítulo 2: el problema de investigación y los objetivos
El problema de investigación
33
Objetivos
General
Caracterizar el proceso de producción de cuidados en un Centro de salud del primer
nivel de atención municipal en términos de adecuación a la atención de condiciones
crónicas.
Específicos
1. Caracterizar en términos organizacionales y estructurales el Centro de salud.
2. Caracterizar la población del área de responsabilidad desde el conocimiento del
equipo del Centro de salud.
3. Caracterizar al grupo de usuarios portadores de la condición crónica.
4. Indagar la longitudinalidad en el cuidado de condiciones crónicas.
5. Indagar la integralidad de los cuidados centrados en la condición crónica de base.
6. Indagar la integralidad de los cuidados centrados en la persona.
Justificación
34
Capítulo 3: Abordaje Metodológico
CUESTIONES DE MÉTODO
“En efecto, la noción de Marco teórico, no “enmarca” a la teoría propiamente hablando, sino al
Objeto (de investigación), siendo desde el objeto de donde deberá proceder el contenido con el que
se llenará la teoría” (Samaja, 1987: p 8-9)
35
La complejidad del problema planteado exige una estrategia de acercamiento abierta,
a ser construida durante el mismo proceso investigativo, dado que no existe a priori una vía
que permita acceder a la “adecuación de los cuidados”.
36
La temporalidad de la condición crónica será descriptas según:
37
las grandes diferencias entre la atención de ambas condiciones es la temporalidad del
proceso de atención. Para las agudas es de corta duración, mientras que para las crónicas es
de larga a muy larga duración (muchas veces es permanente). Varios autores coinciden en
señalar que la fragmentación es uno de los principales problemas para el cuidado adecuado
de las condiciones crónicas, y que dicha fragmentación puede ser tanto del nivel meso (la
organización de la red), como del nivel micro (de la clínica).
Mendes, plantea la necesidad de un cambio en la clínica, y citando a Berwick, dice
que “no se puede seguir practicando la clínica del siglo XIX en el siglo XXI” (Mendes,
2012d: p 241)8, insistiendo que el fracaso de los sistemas de salud se debe en parte a la
fragmentación de la clínica y la atención inadecuada de los problemas crónicos.
En el marco de la presente investigación se apelará a los atributos de la APS
distintivos de procesos de larga duración: longitudinalidad e integralidad.
Longitudinalidad
La longitudinalidad implica que una persona usuaria de servicios de salud posea una
“fuente habitual y continua de atención” (Zurro, et. al., 1999: p 9). La fuente puede ser un
médico, un equipo o un establecimiento. Los usuarios, al identificar la fuente como
“propia”, buscan periódicamente atención en ella y no en otras. Para Starfield, en el
contexto de la APS, la longitudinal se define como el “seguimiento y maduración de
individuos o grupos a lo largo del tiempo” (Starfield, 2002c: p 153).
Un concepto próximo es continuidad de la atención. La diferencia entre ambos
términos radica en la calidad del vínculo. Mientras que para la continuidad, lo característico
8
Original en portugués. Traducción a cargo del autor de la presente tesis de maestría.
38
del vínculo reside en lo cuantitativo (número de visitas a la fuente habitual de consulta),
para la longitudinalidad también cuentan los aspectos cualitativos (visitas por motivos que
van más allá de un problema de salud-enfermedad). Para Starfield, ambos atributos pueden
desarrollarse juntos o no.
Es interesante señalar que un vínculo de estas características se sostiene a partir de la
existencia de un “contrato” entre usuarios y proveedores. Este contrato puede ser más o
menos formal, y no solo es una condición de primer orden para la producción de cuidados a
lo largo del tiempo, sino también para la atención de una amplia variedad de situaciones
(integralidad).
Según se mencionó, el vínculo longitudinal puede ser con un médico, un equipo o un
establecimiento. Cada una de estas variantes presenta ventajas e impone desafíos. El
vínculo centrado en un médico de referencia puede garantizar el conocimiento más
profundo y detallado de ciertos problemas, pero también puede ser un límite al abordaje
integral de los mismos. Es sabido que la complejidad exige abordajes interdisciplinarios.
Por su parte, la referencia a un CdeS tampoco garantiza de buenas a primeras cuidados
longitudinales si no existe simultáneamente una adecuada coordinación.
Varios estudios citados por Starfield señalan las ventajas de la atención longitudinal:
utilización más eficiente de los servicios de salud, mejor cumplimiento de tratamientos
farmacológicos en situaciones de larga duración, mayor probabilidad de identificar
problemas no planteados como demanda por el usuario, inclusión y consecución de
aspectos preventivos, menores tasas de hospitalización y mayores niveles de satisfacción de
los usuarios. Las ventajas resultan comparativamente mayores cuando la longitudinalidad
se apoya en un médico por sobre un establecimiento (Starfield, 2002c). No obstante cabe
señalar que ninguno de los estudios mencionados incluye a equipos de referencia, punto
clave en la propuesta de Mendes, quién apunta las ventajas que esta modalidad
organizacional presenta –equipos multiprofesionales de salud de la familia- en el caso de
las condiciones crónicas (Mendes, 2012d).
Para Starfield, las ventajas de la atención longitudinal se explican por las
características particulares del vínculo entre usuarios y servicios de salud. El contacto
continuo y periódico con un mismo médico, genera confianza y conocimiento recíproco,
fortaleciendo el vínculo y las condiciones para la atención longitudinal. Por todo lo
39
anterior, queda claro que la atención longitudinal es una dimensión clave para la
producción de cuidados de condiciones crónicas.
40
formatos (historias clínicas individuales e historias por aéreas específicas: perinatológica,
pediátrica, del adulto, odontológica, ginecológica, etc.), teniendo por objetivo el registro
centrado en la familia y el seguimiento integral de los problemas de éstas y sus integrantes
(Dirección Atención Primaria, 2001). Consta de dos grandes capítulos o apartados: i) el
dedicado al registro de la información de la familia (integrantes, familiograma, historia de
vida, recursos y problemas familiares); y ii) el destinado al registro de la información de
cada integrante (datos filiatorios, antecedentes personales, problemas relevantes,
actividades de prevención y promoción, y “Hojas de evolución”). Ambos apartados
admiten la posibilidad de actualizar la información en función del tiempo, registrando el
dato en cuadros doble entrada: las “grillas” u “Hojas de seguimiento”.
Indagar el atributo a partir de la HCF no permite generar indicadores como los
propuestos por Starfield. Para ello sería indispensable contar con la información de todas
las consultas que los usuarios realizan a los establecimientos de la red, tarea dificultosa si se
tienen en cuenta los actuales sistemas informáticos. Para subsanar dicho obstáculo se
profundizará la búsqueda de información en la HCF, buscando la información tanto en
apartados de “seguimiento” como de “evolución”.
“… el nivel de detalle y los ítems por considerar serán sometidos a la discreción de los
terapeutas,… (la información) debería servir de guía a fin de contextualizar nuestras intervenciones.
Consideramos que esta es la única justificación ética para registrar estos datos de las personas.
41
Puede entonces omitirse o agregarse la información que se considere útil ocultar o
mostrar.”(Dirección de Atención Primaria, 2001; p 2).
42
vasculares agudos (Accidente Cerebro Vascular, Infarto Agudo de
Miocardio, Obstrucción arterial aguda), infecciones y DBT (Pié diabético,
infecciones urinarias, etc.), descompensación diabética (hiperglucemia,
coma hipoglucémico, etc.).
c. “Control” EA de la consulta anterior. Este grupo contempla aquellas
consultas que tienen por objetivo monitorear la evolución de los eventos
agudos por los que el usuario consultó anteriormente.
d. “Control” de la ECB. Este grupo incluye todas las consultas que guardan
relación con la enfermedad crónica de base. El motivo de la visita puede ser
un “control rutinario”, una visita para actualizar exámenes complementarios
relacionados con la condición crónica, visitas para ajustar medicación, etc.
Dada la variabilidad posible del registro de esta situación se considerará
como tales aquellas consultas donde: i) se hace referencia explícita a la
ECB: “control de enfermedad”, “DBT”, etc.; ii) se hace referencia al ajuste
de la medicación de la ECB: “aumento dosis insulina”, “se indica
antihipertensivo”, etc.; iii) se hace referencia a exámenes complementarios
relacionados a la ECB: “se solicita laboratorio”, “resultado de laboratorio:
glicemia alta”, “Hemoglobina glicosilada”, etc.; iv) se hace referencia
explícita a cuidados generales para la ECB: “medidas higiénico-dietéticas”,
“se sugiere realizar actividad física”, “no fumar”, etc.; v) se hace referencia
explícita a los contenidos del examen físico recomendado para la
enfermedad crónica de base: “control peso”, “control TA”, registro de peso
o TA, “examen de pies”, “pulsos”, Índice de masa corporal, etc.
e. Control EA consulta anterior y ECB. Reúne criterios de c y d.
f. Práctica de promoción y prevención según condición, sexo y edad. Consulta
destinada a actividades de promoción de la salud y la prevención de la
enfermedad según el momento del ciclo vital y sexo. En el registro se
consigna tanto la solicitud, la recepción y/o el resultado. Ejemplo: “solicito
Papanicolaou (Pap)”, “tomo Pap”, “Pap normal”, “sugiero vacuna
antigripal”, “recibo mamografía”, consejos “higiénico-dietéticos”,
43
sugerencia de realizar “actividad física” y de abandonar “hábito tabáquico”,
etc.
g. Nueva EC. Situaciones donde se diagnostica una nueva enfermedad crónica.
Ejemplo: “diagnóstico de Artritis Reumatoidea”, “VIH/Sida”, etc.
h. Ausente. Situaciones donde la consulta previamente programada no se
concreta porque el usuario no concurrió. Esta situación puede ser registrada
como: “ausente”, “no vino”, “está internado”, etc.
44
(Diagnóstico realizado en la anterior consulta)”, etc.; ii) La existencia de registro
que refiera al ajuste de la medicación del problema de s-e-c de la consulta anterior.
Ejemplos: “se baja dosis medicación de… (Diagnóstico realizado en la anterior
consulta)”, “se suspende tratamiento de… (Diagnóstico realizado en la anterior
consulta)”, etc.; iii) La existencia de registro que refiera a la solicitud de exámenes
complementarios en función del problema de s-e-c de la consulta anterior. Ejemplo:
“solicitud de laboratorio para… (Diagnóstico realizado en la anterior consulta), etc.;
iv) La existencia de registro que refiera a la realización de un examen físico en
función de la consulta anterior. Ejemplos: “TA normalizada”, “continúa con
espasmo”, “infección en pie controlada”, etc.
La variable puede adoptar los siguientes valores: i) Si: cuando en la consulta hay
referencia a la consulta inmediatamente anterior; ii) No; cuando no hay mención a la
consulta anterior; y iii) No corresponde: cuando por las características intrínsecas de
la consulta, no cabe indagar esta variable. Ejemplo: primer consulta del período de
análisis de la condición crónica.
45
La variable puede adoptar los siguientes valores: i) Si: cuando en la consulta hay
referencia a la ECB; ii) No; cuando no se hace mención a la ECB.
Integralidad
El concepto de integralidad en salud remite a dos órdenes o niveles. Por un lado la
integralidad como un atributo del proceso de producción de cuidados, a nivel de lo micro,
como característica del espacio de la clínica. Por el otro, la integralidad como atributo de la
red de servicios, en tanto integración de niveles de atención (Zurro et. al.; 1999). Si bien
existe una fuerte interdependencia entre ambas, pues la fragmentación de la red es un
obstáculo real para la integralidad del cuidado, desde una perspectiva analítica es posible
trabajarlas por separado. En la presente investigación, la integralidad será trabajada como
atributo de la práctica clínica a nivel del CdeS, de la producción de cuidados a nivel micro.
Starfield (2002d: p 198) la define como la “disponibilidad y provisión de los servicios
precisos para satisfacer todas las necesidades de la población (a excepción de las
infrecuentes)”. La autora asimila fuertemente integralidad a prevención: los aspectos
curativos de los preventivos; la prevención en “salud pública” y la prevención en la
“clínica”; las estrategias “universales” de prevención y las estrategias “focalizadas”.
Cabe señalar que el binomio “curación/prevención” estructura parte del discurso
entorno a la “APS”. Hay discursos que sostienen que la “AP es el ámbito natural de la
prevención”, siendo su contraparte el hospital, lugar de la “cura y la enfermedad”, tesis
refutada por quienes entienden que “curación y prevención” son parte de un mismo
proceso, y deben ser asumidas conjuntamente en una estrategia integral. En el presente
trabajo se adhiere a ésta posición.
Entre las formas que Starfield propone para dar cuenta de la integralidad, se destacan
aquellas que indagan la variedad de los servicios ofertados, ya sea por un establecimiento
ambulatorio, una compañía aseguradora, una red de servicios o un médico. Desde ésta
perspectiva, la integralidad tiene mayores chances de ser garantizada si las instituciones
ofrecen simultáneamente servicios curativos y preventivos.
Mendes, por su parte, introduce el concepto de “atención centrada en el usuario”.
Propone que los equipos de salud de la familia (ESF), en el contexto del Sistema Único de
46
Salud de Brasil, deben mudar su práctica de una atención prescriptiva centrada en la
enfermedad, a una atención colaborativa centrada en la persona. No solo se trata de ofertar
servicios variados, sino también de comprometer a los equipos de salud a generar vínculos
diferente con los usuarios, buscando aumentar las cuotas de autonomía respecto de su s-e-c
y de su vida, según el lema que guía las recientes reformas del Servicio Nacional de Salud
del Reino Unido –NHS-: “Ninguna decisión sobre mí, sin mi participación” (Mendes,
2012d; p 243)9.
Puede decirse que Mendes radicaliza la noción de la “necesidad de la población”
introducida por Starfield, donde los equipos no solo proveen servicios sino que están al
servicio de los ciudadanos.
Un conceptualización muy emparentada a integralidad es la acuñada por Gastón
Wagner de Souza Campos (de Souza Campos, 2001) a través del concepto de “clínica
ampliada”. Este autor diferencia al menos tres formas de practicar la clínica: i) La “clínica
clínica”, como aquella práctica centrada exclusivamente en la dimensión biomédica del
proceso s-e-c, hegemónica en los ámbitos académicos y en muchos espacios de práctica; ii)
La “clínica degradada”, en tanto práctica empobrecida por las condiciones del entorno
social y sanitario, la que también centrada en lo biomédico, es incapaz de garantizar
cuidados que incorporen los desarrollos científicos y tecnológicos que caracterizan a la
anterior, restringiéndose a intervenciones sintomáticas y de baja calidad; y iii) La “clínica
ampliada” centrada en el sujeto, donde la enfermedad es contextualizada al incorporar la
dimensión sociosubjetiva del enfermar y morir, como también del vivir. Esta clínica
demanda de sujetos, asumiendo como tales no solo a los usuarios sino también a los
trabajadores de salud.
Dado que la presente investigación tiene como fuentes de información a los
“servicios” (HCF y entrevistas a trabajadores), las que no permite rescatar la perspectiva de
los usuarios, la integralidad es asumida como la provisión de cuidados destinados a la
promoción de la salud, a la prevención, al tratamiento y a la rehabilitación de la
enfermedad.
9
Original en portugués. Traducción a cargo del autor de la presente tesis de maestría.
47
La misma será operacionalizada mediante una serie de variables que remiten a la
variedad de cuidados ofrecidos y/o concretados en cada consulta. Desde una perspectiva
analítica, el atributo será indagado mediante dos ejes: i) Integralidad de los cuidados
respecto de la ECB; e ii) Integralidad de los cuidados centrados en la persona. Dado que
ambas variables remiten mayormente a recomendaciones protocolizadas, la información
será cotejada con guía clínicas oficiales, considerando como tales las normas y
recomendaciones difundidas por ministerios y secretarías de salud, en especial las del
Ministerio de Salud de la Nación. Las mismas están disponibles en la Web.
Integralidad del cuidado de la ECB. Existen varias guías para el abordaje clínico de
las ENT. A nivel nacional, y como parte de la “Estrategia Nacional de Prevención y
control de Enfermedades Crónicas no transmisibles”, el Ministerio de Salud viene
difundiendo guías para el manejo de la Diabetes Mellitus tipo 2 (Ministerio de Salud de la
Nación, 2010) y las cardiovasculares (Ministerio de Salud de la Nación, 2009a y 2009b).
La primer guía es resultado de un proceso de adecuación de recomendaciones
internacionales de elevada calidad propuestos por la colaboración AGREE (Appraisal of
Guidelines, Reserach and Evaluation for Europe), mientras que la segunda surge de la
adaptación de la Guía elaborada por la OMS en 2007.
Ambas guías clínicas ofrecen a los equipos del primer nivel elementos para
categorizar según riesgo a los portadores de HTA y/o DBT, recomendaciones
farmacológicas y no farmacológicas, actividades de promoción-prevención y criterios para
el seguimiento adecuado, apoyado todo en la mejor evidencia actualmente disponible. En
tal sentido presentan una serie de recomendaciones traducibles a intervenciones, “…
dirigidas a contribuir al mejoramiento de la atención de los pacientes con enfermedades
crónicas a nivel de los servicios de salud,… de alto grado de evidencia,… que debe recibir
periódicamente la persona” (Ministerio de Salud de la Nación, 2010: p 5).
Las recomendaciones giran en torno a: i) Aspectos organizacionales (contar con
Historia clínica por problemas); ii) Aspectos del examen físico: Talla, Peso, Índice de Masa
Corporal (ICM), circunferencia de cintura (CC), tensión arterial (TA), inspección de pies,
pulsos arteriales de miembros inferiores, sensibilidad de los pies y reflejos en miembros
inferiores; iii) Aspectos vinculados a la solicitud de exámenes complementarios: glucemias,
48
Hemoglobina glicosilada (HbA1c), lípidos en sangre, examen de orina, Albumina en orina
(Microlabuminuria), Creatinina y Electrocardiograma; iv) Aspectos vinculados a las
interconsultas a especialidades del segundo nivel: interconsulta con Oftalmología (incluye
realización de fondo de ojo y prueba de agudeza visual), Odontología, Endocrinología,
Nefrología y Cardiología (incluye la realización de Ergometría); y v) Aspectos vinculados a
los cuidados generales: actividad física, recomendaciones alimentarias y “habito
tabáquico”. La guía aclara que todas las recomendaciones deben ser singularizadas en la
clínica y adecuarse al “caso por caso”. También establece la periodicidad de las mismas.
En el marco del presente trabajo las recomendaciones serán utilizadas como variables para
operacionalizar la integralidad respecto de la ECB.
1. El Examen físico y la ECB. Los valores de la variable pueden ser: i) Si: cuando
existen registro en la consulta que refiera a aspectos del examen físico (Ejemplos:
valor de TA, valor del Peso y Talla, “examen de pies”, “pulsos arteriales”, etc.).
Este valor será asignado a las consultas con examen físico completo; ii) No: cuando
no hay registro en la consulta de aspectos del examen físico; iii) Parcial: cuando se
registran algunos de los aspectos. Esta última situación no es necesariamente
negativa, ya que si la longitudinalidad está asegurada, la complitud del examen
físico puede alcanzarse en las sucesivas consultas. De hecho, no se recomienda la
mensura de las variables antropométricas en toda consulta, ya que en algunos casos
la medición periódica no reporta mayor información (Ejemplo, la Talla); y iv) No
corresponde: cuando la situación de la consulta no lo hace posible (Ejemplo:
consulta efectuada por un familiar).
49
y/o a la recepción de un examen complementario (Ejemplos: “se solicita
laboratorio”, “se recibe ECG”, o el registro de los valores de las determinaciones,
etc.); ii) No: cuando no hay registro de solicitud y/o recepción de los examen
complementarios recomendados; y iii) No corresponde: cuando la situación de la
consulta no lo hace posible (Ejemplo: consulta efectuada por un familiar; ausente).
3. Interconsultas y ECB. Los valores de la variable son: i) Si: cuando existe registro
explícito de la solicitud y/o recepción de una interconsulta (Ejemplos: “se recibe
contrarreferencia”, “se consulta a…”, “el interconsutor sugiere…” o la presencia de
hoja de Referencia/contrarreferencia en la HCF, etc.); ii) No: no hay registro de la
solicitud o la recepción de interconsultas; y iii) No corresponde: cuando la situación
de la consulta no lo hace posible (Ejemplo: consulta efectuada por un familiar).
Por los mismos motivos que para los Exámenes complementarios, para esta variable
no cabe evaluar complitud en cada consulta. Dicho valor será indagado con la
siguiente variable.
51
1. Prácticas de promoción y prevención según sexo y edad en cada consulta. La
variable puede adoptar los siguientes valores: i) Si: existe registro de la solicitud o
realización de una práctica preventiva destinadas a la prevención primaria de las
neoplasias más frecuentes (Mama, cuello de Útero, Colon y Próstata), las
inmunizaciones y la promoción de hábitos saludables (cesación tabáquica,
alimentación “saludable” y ejercicio físico); ii) No: no hay registro de solicitud o
realización de prácticas preventivas acordes al sexo y momento del ciclo vital; y iii)
No corresponde: cuando la consulta no lo permite (Ejemplos: ausente, consulta de
un familiar, etc.).
Al igual que las recomendaciones en el acompañamiento de la condición crónica de
base no es posible -ni deseable- que las mismas se concentren en una sola consulta,
ni que se indaguen en todas las consultas. Es más, hay consultas, donde el motivo
de la misma corresponde a un problema determinado y el terapeuta aprovecha para
realizar una recomendación preventiva, mientras que hay consultas que son
programadas especialmente para una acción de promoción-prevención (Toma de
Papanicolaou).
52
hay registro de solicitud o realización de prácticas de promoción o prevención en un
año calendario.
A diferencia de las recomendaciones para la ECB, las prácticas de promoción y
prevención varían mucho de acuerdo a la situación particular, la edad y el sexo de
cada usuario: no son las mismas para una mujer joven que para un varón adulto
mayor, más allá que los dos padezcan DBT y/o HTA. Es por ello que no puede
determinarse la complitud/incomplitud aplicando un valor estándar a todo el grupo,
sino que debe determinarse uno por uno.
53
presentara el problema a Trabajo social”, “enfermería comenta que…”, etc.); ii) No:
cuando no hay registro de abordaje multidisciplinarios o interdisciplinario; y iii) No
corresponde: cuando la consulta no lo permite (Ejemplo: Ausente, consulta de un
familiar, etc.).
Queda claro que las variables 3 y 4 no poseen ni admiten una guía o protocolo de
pesquisa. En tal sentido, su búsqueda tiene valor ya que sugieren abordajes integrales y
singularizados.
En el Anexo 1 se presenta un resumen con cada uno de los atributos, las variables que
permiten operacionalizarlos y los valores posibles que éstas pueden adoptar.
54
equidad en la asignación de adscriptos a cada equipo/médico de referencia, número de
usuarios adscriptos por médico/equipo de referencia), acceso a la atención (turnos, atención
de la urgencia, visitas domiciliarias), uso de registros (registros identificatorios de usuarios,
farmacia, HCF y “Ficheros calendarios”).
55
vulnerabilidad de la población reside en que es un elemento para visualizar si éste organiza
los servicios con criterios de equidad.
Fuentes de información
Se utilizaran dos tipos de fuentes de información: i) fuentes secundarias: Historia
Clínica Familiar; y ii) fuentes primarias: entrevistas y encuesta semi estructuradas a
informantes clave (trabajadores del Centro de salud, autoridades del nivel “central” de la
Secretaría y responsables de la formación de los médicos residentes)
56
Una vez seleccionado el CdeS, se procederá a solicitar a los médicos “de cabecera”
cinco (5) HCF de pacientes adscriptos con HTA y/o DBT, según los criterios definidos
anteriormente para la condición crónica.
Estos médicos, al igual que otros trabajadores del CdeS, como autoridades del nivel
central, serán entrevistados y encuestados.
Primer momento: Identificar CdeS con condiciones adecuadas para el acompañamiento de las crónicas (Con
autoridades nivel “central”)
Tercer momento: Identificar y seleccionar HCF de usuarios portadores de HTA y/o DBT (Con médicos de
“cabecera”)
Cuarto momento: Identificar informantes claves para entrevistas y encuesta (Con trabajadores del CdeS y
autoridades nivel “central”)
57
Por su parte, la lógica temporal de entrevistas y encuestas responde a un abordaje
transversal. Con las mismas se pretende dar cuenta de las opiniones e impresiones que los
trabajadores poseen acerca del cuidado de las condiciones crónicas (la guía de la entrevista
está disponible como Anexo 2), las características sociodemográficas de la población del
área y las características organizacionales y estructurales del CdeS (la guía de la encuesta
está disponible como Anexo 3).
Plan de análisis.
Para el análisis de la información de la HCF se generó un instrumento de recolección
de datos que rescata de cada consulta del período analizado los valores de las variables que
operacionaliza los conceptos indagados (Anexo 4).
El tratamiento de los datos para su análisis corresponde a lo que Minayo (2004)
denomina Análisis del contenido. Para la autora, si bien el análisis de un texto puede
realizarse mediante diferentes abordajes, existen dos modos claramente diferenciables: el
tratamiento cualitativo del texto, con la hermenéutica como opción paradigmática, o el
tratamiento cuantitativo, que busca la regularidad de contenidos manifiestos con el objeto
de cuantificarlos. En la presente investigación el material recabado de las historias clínicas
será tratado conforme a la segunda propuesta, donde los contenidos del texto son indagados
de acuerdo a su presencia explícita o no en el relato, para ser traducido luego a valores
cuantificables.
Diferente tratamiento se dará al material de las entrevistas y las encuestas
semiestructuradas. En las mismas se buscarán las opiniones, las impresiones y el sentidos
que los trabajadores poseen respecto al cuidados de las condiciones crónicas, las
características del CdeS y de la población del área (Mercado et. al, 2007).
La información surgida de las fuentes primarias “dialogará” con la información de las
historias clínicas.
58
Capítulo 4: Presentación de resultados
ORGANIZACIÓN DE LA PRESENTACIÓN
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prestaciones generales –inyectables, extracción de sangre, nebulizaciones, curaciones
menores- y otro para internaciones abreviadas), una oficina de administración (la
“Administración”), una farmacia con deposito para medicamentos, un salón de usos
múltiples, seis baños (tres para el público y tres para el personal), una cocina, dos patios
con depósito para residuos patológicos y equipo compresor, y una amplia sala de espera. El
centro atiende durante una amplia franja horaria, de lunes a viernes de 7:00 a 19:00 horas.
“… el recambio es muy importante,… es un centro con una gran demanda de la población, con
problemas muy complejos,… una demanda continua y que no para,… no es un centro tranquilo,… la
gente (los trabajadores) después de un tiempo se agota…” (Enfermera)
El equipo, coordinado por uno de sus integrantes (la “Jefa del centro”), trabaja con la
lógica de un médico o un “mini equipo” responsable con “población adscripta”. El proceso
de adscripción comenzó hace aproximadamente 9 años. En la actualidad casi la totalidad de
los usuarios cuentan con un médico de “cabecera”. Excepto los ginecólogos y los residentes
de los primeros años, todos los médicos son “adscriptores”. Los criterios para asignar
usuarios y/o familias a cada médico están explicitados y son compartidos por todos los
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integrantes del equipo. En un primer momento, cada médico explicitó quienes eran “sus
familias y pacientes”, luego, y en base a la complejidad de las situaciones, se acordaron
pautas para que la asignación sea equitativa: familias en situación de extrema
vulnerabilidad (“familias críticas”), usuarios con problemas de s-e-c que requieren mayores
cuidados (“pacientes complejos”), familias recién llegadas al barrio (“familias nuevas”),
etc. Actualmente, la cantidad de adscriptos por médico varía entre 600 y 1.000 familias y/o
usuarios, y es “Administración” quién asigna nuevos adscriptos en función del “espacio en
la lista de cada médico”. El médico de “cabecera” es quien coordina el proyecto
terapéutico. De él depende convocar a otros profesionales del equipo para producir
cuidados, lo que muchas veces conduce a que la responsabilidad sea asumida por un “mini
equipo” (médico/enfermero, médico/trabajadora social, médico/psicólogo, etc.). Los
entrevistados refieren que la mayoría de los usuarios reconoce a “su médico,… pidiendo
por él cuando buscan un turno” (Administrativo).
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carpetas (HCF)”. En caso de consultas no programadas son los médicos los principalmente
encargados de buscar la historia clínica en el archivo para registrar la práctica.
El CdeS trabaja con HCF, siendo un registro clínico universal. Algunos médicos
utilizan también un “Fichero calendario” como herramienta que ayuda a organizar las
visitas de “sus pacientes”. Las historias clínicas están numeradas a partir del 1.000,
llegando en la actualidad a las 9.500. Los responsables del equipo calculan un promedio de
5 integrantes por historia y 40.000 individuos adscriptos. La gestión de la HCF, esto es el
armado, asignación de número y llenado, está casi exclusivamente a cargo del médico
responsable.
Las historias se guardan en “Administración” y no existe una única base para
ubicarlas en el archivo. Las antiguas bases del CdeS -“carpetas de HCF” (formato papel)-
se fueron desactualizando progresivamente a medida que cada médico de “cabecera”
confeccionaba su propio “listado”. Hoy cada médico posee y actualiza su “lista” (en
formato papel y/o digital), dejando una copia en el CdeS. Para superar la dificulta que ello
representa, un integrante del equipo está trabajando desde hace varios meses para armar una
“lista única de historias en una base Excel”. No contar con un único listado es un obstáculo
para el uso de la HCF, ya que si bien existe el acuerdo de que “toda consulta debe ser
registrada”, el tiempo que insume la búsqueda y el acondicionamiento de la misma
(agregar hojas, etc.), es tiempo que se “quita a la atención y al registro” (Médica
generalista 1).
El equipo sostiene múltiples estrategias para sostener y reforzar el vínculo con los
usuarios: médicos que adscriben población, HCF, dispositivos de “Pronta atención”,
turnos programados, visitas domiciliarias, visitas en la internación, etc. Todas apuntan a
estrechar la referencia, la que se da principalmente en la figura de un médico.
A modo de ejemplo es interesante comentar como enfermería y farmacia aportan
cotidianamente a ello. La enfermería, servicio con una importante capacidad de alojamiento
y escucha, trabaja activamente para referenciar a los usuarios a un nuevo profesional
cuando el de “cabecera pidió el traslado”. En palabras de una enfermera:
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“… conocemos a los pacientes crónicos porque vienen seguido a controlarse por enfermería,… le
programamos un turno con los médicos nuevos cuando se fue el (médico) de cabecera…, de esa
manera no se pierden (los usuarios),… no se empieza de cero” (Enfermera)
La farmacia por su parte, deja registro toda vez que un “paciente crónico” retira
medicación, lo que ocurre mensualmente. El “Fichero de medicación crónica” permite
visualizar qué usuarios estarían discontinuando el tratamiento:
El equipo no cuenta con datos censales actualizados para caracterizar la población del
área de responsabilidad. Por tal motivo se trabaja con información generada a partir de un
relevamiento realizado entre 2004 y 2005 por el mismo CdeS, cuando comenzó el proceso
de adscripción, relevamiento que no incluyó a toda la población del área, sino a la de las
dos microáreas consideradas como más vulnerables, “las microáreas críticas”: la población
de la etnia Qom (“Toba”), con aproximadamente 500 familias, y la población del área
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“precaria”, con aproximadamente 700 familias. No hay datos de la población del la tercera
microárea, la “no precaria”, la más numerosa, con “varios miles de familias”.
Los criterios establecidos por el equipo para delimitar las microáreas son: i)
condiciones de vida: características de la vivienda, provisión regular de servicios básicos
(especialmente energía eléctrica, agua potable y recolección de residuos), urbanización del
espacio público (pavimentación y mejorado de calles, zanjas a cielo abierto, espacios
verdes, terrenos baldíos y basurales, terrenos inundables, etc.); ii) condiciones de trabajo:
estabilidad y precariedad en el trabajo, otras estrategias de supervivencia; iii) migración; iv)
características culturales: pertenencia a pueblos originarios, presencia de instituciones y
dispositivos vecinales, barriales y culturales, etc.
Dichos criterios trazan el perfil de la población de las dos microáreas más
vulnerables. Para ambas las condiciones medioambientales de vida son bastante adversas.
Situadas al margen del arroyo Ludueña, la amenaza de inundación está presente con cada
tormenta importante, que de no producirse, genera también inconvenientes: “calles
intransitables por el barro, acumulación de agua en lugares bajos, ingreso de agua a las
viviendas”, etc. A ello se suman los tendidos y conexiones precarias al agua potable y a la
energía eléctrica, las zanjas a cielo abierto donde se vuelca los líquidos domiciliarios y la
presencia de basurales producto del cirugeo. Respecto del trabajo, muchas de las familias
desarrollan actividades informales, poco estables y/o precarias, principalmente el cirugeo y
las actividades poco calificadas: albañilería y servicio doméstico. Un número importante de
mujeres perciben los beneficios de las políticas sociales nacionales: Asignación Universal
por Hijo y Embarazo. Respecto de la migración, las familias de las dos microáreas
presentan un alto movimiento, ya sea entre barrios de Rosario o con localidades de la
provincia del Chaco, donde parte del pueblo Qom tiene su ancestral origen. Éste grupo vive
además con las enormes dificultades que la cultura le impone, donde representaciones,
prácticas e idioma son factores que continuamente juegan en contra al momento de
establecer y estrechar vínculos en el territorio.
Desde una perspectiva de equidad, el equipo del CdeS, destina los mayores esfuerzos
para garantizar el acceso y atender los problemas de la población de las microáreas más
vulnerables. Visitas domiciliarias periódicas, experiencias de trabajo intersectorial (con
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otros establecimientos de salud, con la escuela, la Secretaría de Desarrollo Social, la
Secretaría de Derechos Humanos, la Empresa Aguas Santafesinas, el Centro cultural Nan
Qom, etc.), abordajes interdisciplinario de los problemas de s-e-c, son parte de las
estrategias desarrolladas.
Los siguientes comentarios refuerzan la idea de que se trata de una población muy
vulnerable, en especial los integrantes del pueblo Qom, lo que conduce al equipo a ser
mucho más activo a la hora de atender sus necesidades:
“… pasa que los Tobas pueden quedarse sentados varias horas en la sala de espera si no los
llamas,… pueden estar con un problema grave y no lo dicen si no le das lugar… se van calladitos a
su casa y no reclaman si no los atienden,…” (Médica generalista 1)
“… son muy cerrados (los Tobas), cuesta mucho comunicarse,… pasa a veces que las mujeres no
hablan castellano y es el esposo el que le traduce” (Enfermera)
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cuidados de la condición crónica. En los 12 restantes el diagnóstico de la ECB fue posterior
a la adscripción.
El número de consultas durante el período analizado fue de 422, con un promedio de
7 consultas/año, y una variabilidad entre 2 y 19. Esto es, usuarios que consultaron 2 veces
en un año y usuarios que tuvieron hasta 19 visitas al año.
Respecto del sexo, los usuarios presentaban la siguiente situación.
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La HCF mostró que varios usuarios padecían otra comorbilidad pasible de ser
asumidas como condición crónica. Entre ellas se destaca: Miocardiopatías: Coronariopatía
crónica (2), Estenosis valvular (2) y Arteriopatías periféricas (1); Secuelas de Accidentes
Cerebrovasculares (1); Insuficiencia Renal Crónica (2); Colagenopatías: Lupus Eritematoso
Sistémico (2) y Artritis reumatoidea (1); Endocrinopatías: Hipotiroidismo (3) y Obesidad
(5); Trastornos subjetivos graves: Psicosis (1); Lepra (1); Neoplasias: cáncer de Colon (1);
Glaucoma (1); Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (2). Si bien algunas pueden
corresponder a complicaciones del evento de base, otras no guardan relación con él. El
registro y seguimiento de dichos problemas de s-e-c muestra la complejidad de las
situaciones abordadas por el primer nivel, donde la condición crónica no se reduce a un
solo evento.
Respecto de la HCF, los apartados del capítulo dedicado a los registros de la familia
son los que en general mayor incomplitud presentaban. Para esta sección excepto la primera
página, donde figuran los datos filiatorios de cada integrante y el familiograma, el resto de
los apartados presentaban escasos datos registrados, y aquellos que presentaban algo,
estaban muy desactualizados al momento de la revisión.
Por su parte, de los apartados destinados a cada integrante de la familia, la “Hoja de
evolución” es el lugar mayormente utilizado para el registro. La cantidad de páginas
destinadas a la “evolución” varía entre 3 y 52, con una mediana de 9 páginas. El resto de las
páginas son poco utilizadas, y aquellas que presentan algún dato, está generalmente
desactualizado. Dentro de este grupo se encuentran los apartados de “seguimiento” o
recordatorio de actividades periódicas para el adecuado seguimiento de la patología de base
(exámenes complementarios y “controles periódicos”), la promoción de la salud y la
prevención de la enfermedad (vacunas, cribado de cáncer ginecológico, etc.). Dichos
apartados facilitan la producción de cuidados en el marco de una condición crónica,
contribuyendo a recordar lo que “falta” a partir de lo “realizado” en función de las
recomendaciones clínicas.
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En base a estos hallazgos, la búsqueda de datos para dar cuenta del cuidado de la
condición crónica debió buscarse principalmente en las “Hojas de evolución”, exigiendo un
esfuerzo importante, dado lo “abierto” y poco sistematizado del registro. La variabilidad del
registro es muy amplia, reduciéndose a veces a frases cortas, de un par de palabras
(“control TA”, “trae laboratorio”; etc.), junto a relatos extensos y pormenorizados que
llegan a ocupar más de una página.
Como comentario final puede decirse que las HCF revisadas estaban bien ordenadas,
permitiendo reconstruir los trazos “gruesos” del proceso de producción de cuidados de la
condición crónica. Esto es: nombre del usuario, fecha de inicio del proceso de atención,
principal problema de s-e-c sobre el que se desarrolla el proceso de cuidados, primera y
última consulta, y contenidos de cada consulta (fecha, motivo, proyecto terapéutico).
Los entrevistados, si bien reconocen que el formato de la HCF es más complejo que
otros modelos de historia, expresan una alta valoración por la misma:
“… permite hacer el seguimiento del paciente”, “… conocer sus problemas y los de la familia desde
mucho antes de que toma contacto con el actual médico” (Médica generalista 1)
“… conocer la historia de los pacientes cuando se atendían en otra lugar, como se comportaban con
otro médico,… muchos llegan al centro trayendo la historia del otro centro y eso está bueno”
(Médica clínica)
“… está claro que el médico de cabecera debe registrar la atención del paciente, pero no queda
claro quién registra lo familiar” (Coordinador de Distrito)
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El relato pormenorizado en las “Hojas de evolución” trae tranquilidad a los médicos,
aun cuando ello signifique escribir más y torne más engorrosa la futura revisión para
reconstruir la historia. La tranquilidad se asocia a la idea de una mayor protección ante
potenciales demandas legales:
“… es importante el registro,… hay que registrar exhaustivamente todo, los valores del laboratorio,
del examen físico, hoy el paciente puede ser mío y mañana no, y el médico tiene que saber cómo se
comportaba,… también por lo legal…” (Médica clínica)
“… me hice cargo de la población de una clínica que trabajó más de diez años,… tuve que armar la
historia de las (“Hojas de”) evoluciones,… lleva mucho tiempo, pero se puede hacer” (Médica
generalista 3)
Los trabajadores no médicos, los médicos con varios años de servicio y los médicos
con una especialidad diferente a la medicina general, nunca recibieron instrucción en el uso
de la HCF: “… la historia llegó hace varios años y la empezamos a aplicar sin ninguna
capacitación” (Médica clínica). Ello explica en parte el desconocimiento general entre los
trabajadores:
“… solo los generalistas tuvieron formación en la herramienta,… sería interesante ver qué pasó
con la HCF en estos diez años desde que se introdujo en APS,… se la usa muchas veces como una
historia de hospital” (Coordinador de Distrito)
“… pasa que la Secretaría a veces no manda las hojas para armar la historia clínica,… a veces
sobreabunda y otras veces no hay nada,… se agregan hojas borradores o de recetarios para
evolucionar a los pacientes, … es a lo que más le dan importancia (presencia “Hojas de
evolución”)…, las otras si no hay, no se quejan” (Administrativo)
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residentes de la carrera de posgrado de Medicina General aprenden con la HCF. El lugar
asignado en la etapa de formación profesional es importante. La misma es considerada,
junto al Fichero calendario, la herramienta privilegiada de registro “… para desarrollar
una clínica ampliada y asegurar el seguimiento longitudinal” (Coordinadora carrera
posgrado Medicina general). Tal es la importancia asignada durante la carrera de
especialización, que sobre ella asienta buena parte de la evaluación del proceso
enseñanza/aprendizaje de los residentes. Esta mirada relativiza el peso que la falta de
insumo papel puede tener en la elaboración de la misma, ya que es el modo de registro el
que da cuenta si las práctica se adecuan al seguimiento de la condición crónica.
Los entrevistados reconocen que es un instrumento utilizado principalmente por los
médicos. Si bien enfermería recibe muchas consultas (evaluaciones de “Pronta atención”,
“control de TA”, “control de glicemias”), rara vez registra en la HCF:
“… antes registrábamos las prestaciones,… ahora no, solo las vacunas,… con los hipertensos
anotamos la toma de presión en un papel y él se la lleva a su médico,… igual con los diabéticos, con
las tiras reactivas (para determinar niveles de azúcar en sangre) lo anotamos en un papel, no en la
historia…” (Enfermera)
A diferencia de los médicos, para quienes el registro tiene además de una importante
función instrumental para el “seguimiento de pacientes” una fuerte connotación legal, para
enfermería es un evaluador privilegiado de la productividad:
“Hoy no registramos nada, antes si registrábamos todo,… en el centro viejo había pilas de papeles
con las prestaciones de enfermería,… si nos miran por ese lado es como que enfermería no hace
nada” (Enfermera)
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El Motivo de Consulta. Esta variable aparece en todas las consultas revisadas, y si
bien, potencialmente puede ser registrado por cualquier trabajador de salud, para la
totalidad de las consultas fue un médico quién consignó el dato. Según se detalló en el
capítulo correspondiente al abordaje metodológico, los valores que la variable podía asumir
son: i) Eventos agudos (EA) no relacionado a la Enfermedad crónica de base (ECB); ii) EA
asociable a ECB; iii) “Control” del EA de la consulta anterior; iv) “Control” de la ECB; v)
“Control” del EA de la consulta anterior y la ECB (reúne criterios de iii y iv); vi) Práctica
de promoción/prevención según condición y edad; vii) Nueva EC; y viii) Ausente.
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Gráfico N0 1: Motivos de consulta durante el período analizado.
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De las entrevistas surge que el número de consultas que los adscriptos realizan con su
médico, es alto. Ello esta facilitado por el vínculo entre usuarios-médicos y los mecanismos
para mejorar el acceso:
“… para un buen seguimiento de los pacientes crónicos es fundamental construir el lazo y asegurar
la accesibilidad,… eso permite que consulten con mayor frecuencia que si fuesen personas
desconocidas,… mis pacientes vienen directamente sin turno, incluso no pasan por administración,
me vienen a buscar directamente,… no sé cuantas consultas recomienda la OMS (para seguimiento
de HTA y/o DBT), seguro debe haber un mínimo establecido, lo que es mis pacientes consultan
muchas veces…” (Médica clínica)
“… me puedo comunicar fácilmente con los pacientes, hoy por hoy la mayoría tiene celular…”
(Médica generalista 2)
Éste vínculo es leído por algunos entrevistados como un mayor “compromiso del
equipo con la población”, lo que indefectiblemente genera mayor responsabilidad:
“… éste es un centro muy complicado, una población muy compleja,… hay mucho trabajo y mucha
demanda,… mucho compromiso con el paciente” (Enfermera)
“…es un centro con mucha demanda comparado con otros que conozco,… hay compromiso,… el
médico comprende más a la gente” (Administrativo)
“…el seguimiento de pacientes crónicos por los centros del distrito es bueno, lógicamente no todos
son iguales, pero es bueno,… en particular en éste centro es muy bueno,… se trabaja mucho para
mejorar la accesibilidad…” (Coordinador de Distrito)
Los médicos entrevistados refieren planificar las visitas según el “riesgo del
paciente”. Quienes presentan comorbilidades o tienen “descompensada” su ECB, son “re-
citados con mayor frecuencia que los estables” (Médica generalista 4). En la valoración del
riesgo y del diseño del proyecto terapéutico también se tiene en cuenta la situación de
vulnerabilidad sociosubjetiva de la persona:
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“… los pacientes crónicos que están adscriptos hace años saben de su patología, saben que les toca
el control bianual y vienen solos,… los de los sectores críticos exigen más atención, hay que ir a
buscarlos si no vienen, para que no se pierdan…” (Médica generalista 3)
Continuidad del terapeuta registrante. Esta variable puede asumir los siguientes
valores: i) Si: se trata del mismo terapeuta que atendió al usuario en la consulta anterior; ii)
No: es otro terapeuta; iii) Indeterminado: no se puede identificar quién registró la consulta;
iv) No corresponde: cuando por las características intrínsecas de la consulta, no cabe
indagar esta variable (Ejemplo: primer consulta del período de análisis de la condición
crónica).
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Los datos muestran que fue posible identificar al terapeuta responsable en la totalidad
de las consultas del período analizado (0% de indeterminación). Para el 100% de los casos
se trató de un profesional médico. La continuidad del terapeuta respecto de la consulta
anterior (71%), fue mayoritaria respecto de la no continuidad (23%). Para el 6% de las
consultas no correspondió indagar el atributo, número que coincide con la cantidad de
usuarios evaluados (29), y que corresponde a la primera consulta del período analizado.
“… los pacientes llegan y piden por su médico,… salvo que no esté ese día o tenga mucho trabajo es
raro que no lo termine viendo el propio médico” (Administrativo)
“… ahora que se fueron (…) y (…) (dos médicos de “cabecera” que solicitaron traslado a otros
establecimientos), desde enfermería redireccionamos a los pacientes crónicos que circulan,… es un
trabajo extra pero lo hacemos porque es importante para que no queden colgados, sin
tratamientos,… lo hacemos porque conocemos la población” (Enfermera)
“… si el médico adscriptor no está en ese turno y llega un paciente para Pronta atención, lo atiende
el que está y le programa un turno de control con su médico” (Médica generalista 4)
Relación entre consultas. La variable puede adoptar los siguientes valores: i) Si:
cuando en la consulta actual hay referencia explícita a la consulta inmediatamente anterior;
ii) No; cuando no hay mención a la consulta anterior; y iii) No corresponde: cuando por las
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características intrínsecas de la consulta, no cabe indagar esta variable (Ejemplo: primer
consulta del período de análisis de la condición crónica).
Los datos muestran que en el 43% de las consultas se hace mención explícita a la
visita anterior, porcentaje muy próximo a las consultas donde no hay registro de lo
acontecido en la última consulta (41%). Para el 16% de las consultas restantes no
correspondió indagar el atributo. Se trató de consultas correspondientes a la primera visita
del período bajo análisis y al registro de diferentes situaciones relacionadas con eventos
aislados: comunicación telefónica del médico de cabecera para acordar una visita,
elaboración de receta, etc.
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La variable pretende recuperar el “hilo conductor” del proceso de producción de
cuidados, el trazo “fino” que da cuenta si entre consulta y consulta hay continuidad, que la
historia clínica está compuesta por una sucesión de hechos encadenados entre sí y no por la
suma de situaciones estáticas e independientes. Los datos muestran que la posibilidad de
recuperar el trazo “fino” del proceso es similar a la posibilidad de no recuperarlo.
Por el contrario, de las entrevistas surge que es factible rescatar la hilación del
proceso a partir de la HCF, ya que hay “información suficiente”, y más si se suma la que
cada médico tiene en su “cabeza”. La mayoría de los entrevistados asume que la
información registrada permite reconstruir la historia de un modo aceptable, hecho que
quedaría corroborado cada vez que los usuarios se ven obligados a cambiar de médico con
motivo del traslado de su “actual médico”:
“… me hice cargo de la población de una clínica que trabajó más de diez años,… tuve que armar la
historia de las (“Hojas de”) evoluciones,… lleva mucho tiempo, pero se puede hacer,… sería más
fácil si se registra en las hojas de seguimiento” (Médica generalista 3)
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Gráfico N0 4: Relación de la consulta actual con la ECB.
Los datos muestran que en el 60% de las consultas se hace mención explícita a la
ECB, en el 39,5% no hay registro de la misma y en el 0,5% no correspondió evaluar dicho
atributo.
De lo anterior se desprende que el proceso de producción de cuidados está referido
principalmente a la ECB. El dato no contradice el análisis anterior, donde se concluyó que
las posibilidades de reconstruir el proceso en sus detalles más finos a partir del registro
clínico, entre consulta y consulta, son similares a no poder reconstruirlo. Este dato pone en
evidencia que, en términos generales, se trata de historias clínicas centradas
mayoritariamente en la ECB que hace a la condición crónica.
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los hospitales y con el segundo nivel, quienes frecuentemente no remiten “ni la
contrarreferencia” a la interconsulta solicitada.
Respecto de la profundidad del registro hay comentarios contradictorios. Si bien
surge la demanda que debe registrarse con el mayor detalle posible, exigencia que cobra
mayor vigor cuando el destinatario es otro profesional, en la práctica se registra lo “básico”
a raíz de la “falta de tiempo”. Quienes exigen un registro detallado, incluyen aspectos tan
específicos como el valor de los exámenes complementarios especializados:
“… me gusta que escriban (los médicos) todo en la historia, por ejemplo los valores del
Ecocardiograma, y no que pongan “Ecocardio normal”,… es importante saber cómo vinieron los
estudios anteriores cuando se compara con los nuevos” (Médica clínica)
“… quizá para eso está buena la grilla de exámenes complementarios (“Hojas de seguimiento”),
para recordarte que hay que actualizar el Papanicolaou por ejemplo, y no andar pegando cartelitos
que te avisen,… yo no las uso” (Médica clínica)
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El Examen físico y la ECB. Los valores que la variable puede adoptar son: i) Si:
cuando en la consulta existe registro que da cuenta del examen físico (valor de TA, valor
del peso y la talla, cálculo del IMC, “examen de pies”, “pulsos arteriales”, “sensibilidad”,
etc.). Este valor será asignado a las consultas con un examen físico completo según las
recomendaciones vigentes; ii) No: cuando no hay registro en la consulta; iii) Parcial:
cuando se registran algunos de los aspectos que hacen al examen físico; y iv) No
corresponde: cuando la consulta no amerita las anteriores posibilidades.
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Los datos muestran que el registro de lo que se indaga con el examen físico es pobre.
La ausencia de registro de datos del examen físico alcanza al 68% de las consultas. En el
otro extremo, y con un 14%, aparecen las consultas donde el registro da cuenta de la
totalidad de los ítems recomendados por las guías clínicas vigentes (Toma de TA, peso,
talla, cálculo del IMC, evaluación de pulsos arteriales, evaluación de la sensibilidad en
miembros inferiores y búsqueda de lesiones en los pies). Entre ambos, el 16% de las
consultas presenta un registro parcial.
De las entrevistas surge que él “no registro” no significa que la práctica no haya sido
realizada. Interrogados directamente sobre este hallazgo, la mayoría de los médicos
comenta no haber reparado en ello. Como respuestas surge que: si bien la práctica se hace,
“falta de tiempo” para registrar; lo rutinario de la operación de examinar físicamente al
paciente, hace pasar por alto el registro; se jerarquiza registrar información de otra calidad,
en especial lo “subjetivo del paciente”; el desconocimiento de las “Hojas de seguimiento”;
el conocimiento que los médicos poseen sobre sus “pacientes” relaja el registro, lo que es
considerado a su vez como paradójico, pues se sabe que seguramente el vínculo no va a ser
por siempre.
Exámenes complementarios y ECB. Los valores que la variable pueden adoptar son:
i) Si: cuando existe registro que refiere a la solicitud y/o a la recepción de algún examen
complementario recomendado por las guías clínicas para el seguimiento de la enfermedad
de base; ii) No: cuando no hay registro en la consulta de solicitud y/o recepción de los
examen complementarios recomendados; y iii) No corresponde: cuando la situación de la
consulta no lo hace posible.
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Tabla N0 9: Exámenes complementarios en la consulta según recomendaciones vigentes para la ECB.
Examen complementarios según recomendaciones vigentes Número Porcentajes
consultas
Si 201 48%
No 217 51%
No corresponde 4 1%
Total 422 100%
Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.
Los argumentos expresados para esta situación son similares a los vertidos respecto
del examen físico: los exámenes complementarios generalmente se hacen pero no se
registran, en particular las determinaciones más frecuentes. Por el contrario, aquellos
exámenes complementarios no tan frecuentes, y en especial si dependen de una
especialidad crítica del segundo nivel, rara vez no se registran:
“… es importante registrar un estudio como una Ergometría,… un laboratorio de rutina, que es más
fácil de hacer, se puede pasar” (Médica clínica)
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Todos los médicos conocen al menos una guía clínica y reconocen también que la red
de salud ofrece un soporte adecuado para el cuidado de las enfermedades crónicas, no
habiendo excusas por esa vía para no cumplimentar con la mayoría de los exámenes
complementarios. En la opinión de una médica de cabecera:
“… el centro de salud y la red están muy bien provistos para atender patologías crónicas, el
laboratorio es amplio y los resultados regresan rápido,… la provisión de medicamentos básicos es
importante, es raro que falte…, hasta insulina y tiras reactivas para control de la diabetes, lo que
facilita mucho el seguimiento.” (Médica clínica)
Interconsultas y ECB. Los valores de la variable son: i) Si: cuando existe registro
explicito de la solicitud o recepción de una interconsulta recomendada por las guías clínicas
de seguimiento; ii) No: no hay registro de la solicitud o la recepción de interconsultas; y iii)
No corresponde: cuando la situación de la consulta no lo hace posible.
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El registro de interconsultas con especialidades del segundo nivel de atención, según
las recomendaciones vigentes, alcanza al 22% de las consultas. Para ésta variable, el valor
que predominó, fue la ausencia de registros con el 77,5% de las consultas. El porcentaje de
consultas donde no correspondió indagarla es muy bajo, con el 0,5%.
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Gráfico N0 8: Recomendaciones periódicas para la ECB en un año.
“… quizá para eso está buena la grilla de exámenes complementarios (“Hojas de seguimiento”),
para recordarte que hay que actualizar el Papanicolaou por ejemplo, y no andar pegando cartelitos
que te avisen,… yo no las uso” (Médica clínica)
“… la hoja de seguimiento es útil, antes la usaba, desde hace un tiempo no,… incluso habíamos
agregado una grilla impresa con las recomendaciones periódicas, pero no lo pudimos sostener,…
demandaba esfuerzo extra fotocopiar y agregar las hojas.” (Médica generalista 2)
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Integralidad del cuidado centrado en la persona.
Tabla N0 12: Prácticas de promoción y prevención según sexo y edad en cada consulta.
Prácticas de promoción y prevención Número consultas Porcentajes
Si 79 19%
No 340 80,5%
No corresponde 3 0,5%
Total 422 100%
Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.
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Prácticas de promoción y prevención en un año. Esta variable remite a todo el
período de observación (2 años), siendo el denominador de referencia 29, número que
corresponde a los usuarios portadores de alguna de las enfermedades crónicas elegidas.
Considerando cada año del período de observación, las prácticas de promoción serán
asumida como: i) Completas: hay registro de que todas las recomendaciones, según
condición, edad y sexo, fueron realizadas en un año calendario; ii) Medianamente
completo: cuando hay registro de que se realizaron solo algunas de las recomendaciones en
un año calendario. iii) Incompleto: cuando no hay registro de realización de prácticas de
promoción o prevención en un año calendario.
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Durante el período de análisis predominan las HCF con ausencia de registros de
prácticas de promoción y prevención. Para quince (15) usuarios la ausencia de registros fue
total, mientras que para ocho (8) se presentaron medianamente completas (8). Solo seis (6)
presentaron prácticas completas.
“Con los alumnos de la Práctica final obligatoria (estudiantes de medicina que realizan pasantía de
pregrado en el CdeS) implementamos un consultorio de Pap a libre demanda,… fue muy usado por
las mujeres que estaban en el centro por otros motivos y por las mujeres que contactábamos en las
visitas al barrio”, “… durante esa semana se tomaron más Pap que en todo el trimestre”, “… la
mayoría eran adscriptas al centro” (Jefa del CdeS)
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Los entrevistados reconocen también falencias respecto a incluir consejos
relacionados con la “alimentación saludable”, el ejercicio físico y la cesación tabáquica.
Hay limitaciones en cuanto al conocimiento de cómo trabajar dichos contenidos: “estaría
bueno la atención con un nutricionista y en espacios comunitarios” (Enfermera)
Búsqueda de otros problemas de s-e-c. El valor asumido por esta variable puede ser:
i) Si: cuando hay registro explícito de otras problemáticas de s-e-c diferentes a la ECB. La
variable adoptará dicho cuando el problema fue “buscado” y/o “confirmado”; ii) No: no
hay registro de búsqueda de otras problemáticas; y iii) No corresponde: cuando la consulta
no lo permite.
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La existencia de registro que da cuenta de la búsqueda de problemas de s-e-c
diferentes a la ECB solo aparece en el 26% de las consultas. Por su parte la ausencia de
registro para este atributo alcanza al 76% de las consultas. En el 1% de las consultas no
correspondió la búsqueda del atributo.
De las entrevistas surge que es frecuente abordar e indagar otros problemas de s-e-c,
además de la ECB. Un lugar destacado ocupan las problemáticas complejas que exigen de
abordajes interdisciplinares y/o e intersectoriales, situaciones que son reconocidas como
frecuentes y prevalentes, en especial entre las “familias críticas”. Dichas situaciones, por su
misma naturaleza, demandan un tiempo considerable al equipo, reconociendo que el
registro generalmente no da cuenta de las mismas:
“… son casos muy complejos,… demandan mucho trabajo y tiempo, y es difícil de escribir en la
historia todo lo que se hizo y los que intervinieron” “…, seguro que interviene la psicóloga o la
trabajadora social, pero ellos lo anotan en su cuaderno,… es raro que anoten en la historia clínica”
(Médica generalista 1)
90
Gráfico N0 12: Abordaje interdisciplinario.
“…en la historia clínica puede haber un breve mención del trabajo interdisciplinario de un
problema,… una señal que hay que tirar como de un hilo e ir preguntando a otros
compañeros sobre la misma, pero es raro que se registre todo ” (Médica generalista 3)
91
“Administración” a pedido del médico mientras esperan por una “Pronta atención”), pone
interrogantes éticos acerca del detalle y los límites del registro.
Por último, varios entrevistados reconocen cierta tensión entre el seguimiento
centrado de la enfermedad y los cuidados centrados en la persona. No obstante consideran
que dicha contradicción es pasible de ser superada en tanto y en cuanto se fortalezca el
vínculo. Si bien centrar la producción del cuidado en la enfermedad crónica puede estrechar
los límites de la clínica, para algunos médicos es un ordenador que permite con el tiempo
ampliar la mirada a otros problemas de la persona. Por el otro lado, hacer lugar a problemas
de s-e-c diferentes de la enfermedad crónica de base, permite con el tiempo incluir los
cuidados adecuados a la misma.
92
Capítulo 5: Discusión y conclusiones
Con una franja horaria de lunes a viernes de 12 horas diarias, y una estructura
adecuada, el CdeS viene implementado diferentes estrategias destinadas a sostener y
reforzar el vínculo con los usuarios: médicos que adscriben población, HCF, dispositivos
de “Pronta atención”, turnos programados, visitas domiciliarias, visitas en la internación,
contacto telefónico, etc. Si bien en el discurso aparece como deseable la referencia de
usuarios y familias a “mini equipos” (médico/enfermera; médico/trabajadora social;
médico/psicólogo), en la práctica todo apunta a que esta se dé principalmente en la figura
de un médico de “cabecera”.
La población del área es reconocida no solo cuantitativamente, sino que está adscripta
a un médico, siendo caracterizada además según vulnerabilidad a través de los siguientes
criterios: condiciones de vida, de trabajo y aspectos culturales. Dos microáreas presentan
las condiciones más desfavorables, la comunidad Qom y el sector “crítico”. Entre ambas
rondan las 1.200 familias.
Los usuarios portadores de la enfermedad crónica están adscriptos al CdeS desde
hacía varios años (10,7 años de promedio, con una variabilidad entre 2 y 17 años), estando
la HCF “activa” al momento de la revisión. Respecto de la enfermedad crónica, 6 padecían
DBT, 3 HTA y 20 ambas patologías (Tabla N0 3). La cantidad de consultas realizadas por
el grupo durante el período analizado es elevada, con 422 consultas en 24 meses (7
93
consultas al año en promedio, con una variabilidad entre 2 y 19). Es posible que la gran
cantidad de consultas se explique no solo por la ECB sino también por otras
comorbilidades y problemas que el grupo presenta.
Entre los elementos que atentan contra el seguimiento longitudinal aparece con fuerza
el recambio de trabajadores del equipo, especialmente de médicos, donde al menos “dos
médicos cambian cada año”, siendo uno de los factores imputados el “agotamiento” que la
gran demanda produce en los trabajadores. A pesar de éste serio problema, las estrategias
implementadas por el equipo serían adecuadas para disminuir el impacto negativo que el
recambio frecuente de trabajadores produce en el vínculo con los usuarios. La totalidad de
94
las HCF revisadas presentaba al menos un cambio de médico de “cabecera” durante el
período analizado, hecho que no impidió continuar con la atención del usuario.
Otro elemento que dificulta el seguimiento longitudinal es la utilización inadecuada
de los registros clínicos. Si bien para los médicos la HCF permite recuperar información
para dar continuidad a la atención crónica, la misma está subutilizada. La pobre utilización
de las “Hojas de seguimiento” y su reemplazo por las de “evolución” tornan tedioso,
cuando no dificultoso reconstruir el proceso de producción de cuidados, donde la
posibilidad de reconstruir en detalle el “trazo fino” del proceso, es la misma que no
reconstruirlo. Los valores hallados para la variable que indaga la existencia de referencia
explícita entre las consultas, Relación entre consultas (Tabla N 0 6), lo demuestran. Los
registros extensos y pormenorizados no garantizan la reconstrucción del “hilo conductor”
entre consulta y consulta. Por el contrario, generalmente se asemejan más a una sucesión de
fotografías independientes que no permiten ver la película. Esta variable cobra mayor
relevancia en el marco del cuidado de condiciones crónicas. Según se comentó en los
primeros capítulos, el desafío de adecuar la red de servicios de salud al cuidado de las
crónicas pasa por superar el abordaje de las condiciones agudas, situaciones que transcurren
en una temporalidad acotada, pues poseen un final necesario. Para éstas, el abordaje puede
ser a partir de la sucesión de situaciones aisladas, donde una angina, una neumonía, una
operación de apéndice, por más que sean padecidas por un mismo individuo, son eventos
que pueden ser abordados eficazmente sin la necesidad de una historia de “largo aliento”.
No ocurre lo mismo con la DBT o la HTA, condiciones crónicas sin fecha de curación,
donde la eficacia está estrechamente ligada al seguimiento continuo y longitudinal, y donde
los modos de registro –en tanto parte del proceso- presentan también el desafío de recuperar
el hilo de la historia.
95
proporción que disminuye si se piensa en todo el plantel de trabajadores de la Dirección de
APS. A una década de su implementación sería interesante revisar cómo cada equipo se
apropió de la HCF, quiénes y cómo la utilizan. Es indudable que se trata de una herramienta
que supera a otros formatos, que es adecuada a la estrategia de APS y que goza de
aceptación entre los trabajadores del centro. No obstante hay que revisar los modos de uso
para mejorar el registro del seguimiento de los problemas individuales y familiares, y la
utilización sistemática por todos los trabajadores.
Según los entrevistados, los insumos de farmacia y de laboratorio son adecuados para
el seguimiento longitudinal de las crónicas. La valoración de la red de laboratorios entre los
trabajadores es alta. La organización y la cobertura de la misma permiten disponer de
exámenes complementarios adecuados en tiempo y forma. Algo similar ocurre con la
farmacia, donde un vademécum amplio hace de soporte al trabajo de los equipos,
permitiendo ampliar las capacidades en la producción de cuidados en el primer nivel.
Respecto de las interconsultas, si bien la red de salud municipal ha avanzado bastante
en la tarea de disminuir las barreras de acceso al segundo nivel (Centro de Especialidades
Medicas de Rosario, solicitud de turnos telefónicos, “cupo de turnos” por centro,
especialistas de referencia para los CdeS de un mismo Distrito, etc.-), es posible que aun
queden aspectos de índole organizacional y cultural a reformular para hacerla más efectiva.
En tal sentido, la propuesta de especialistas del segundo nivel responsables de brindar
soporte clínico a varios CdeS, atendiendo interconsulta y dudas de los clínicos del primer
nivel en los mismos CdeS, debería ser una estrategia a profundizar. No se trata de que los
especialistas de segundo nivel tengan una población de usuarios a cargo, ni que los usuarios
portadores de una condición crónica accedan directamente al especialista, sino de fortalecer
las capacidades resolutivas del primer nivel de atención a partir de contar con este recurso
lo más próximo y accesible para el apoyo de los médicos de “cabecera”.
96
subdimenciones trabajadas, integralidad centrada en la persona e integralidad centrada en la
ECB, presentaron valores poco favorables.
97
hacen muchas cosas que no quedan registradas” (Médica generalista 2). Por el contrario, el
desconocimiento de las recomendaciones no parece ser un problema. Si bien refieren
conocer diversas guías, e incluso cierta desactualización por parte de algunos médicos,
manifiestan que esto no es significativo: las guías no difieren sensiblemente entre sí, ni
tampoco una misma guía a lo largo del tiempo.
Por su parte el “no registro” está condicionado por otros factores que difieren según
se trate de recomendaciones que hacen al examen físico, a los exámenes complementarios o
las interconsultas. Mientras que para las dos primeras el “no registro” se asocia a lo
“rutinario”, al punto de no jerarquizar en el registro lo que efectivamente se ha realizado,
con las interconsultas surgen otro tipo de problemas. Por un lado, dificultades para acceder
a algunas especialidades del segundo nivel de atención (oftalmología, electromiografía,
medicina física y rehabilitación, etc.), las que no pueden ser reemplazadas con los recursos
disponibles en el CdeS (en realidad es “no realización” más que “no registro”). Por el otro,
la ausencia de contrarreferencia por parte de muchas especialidades, donde los especialistas
que informan adecuadamente los resultados de la evaluación del paciente son la excepción.
En resumen, los médicos de “cabecera” sostienen que más allá de la ausencia de
registros en la HCF, el abordaje que realizan es integral. La falta de registro sería
compensada con lo que cada médico recuerda de su paciente y con la programación de
turnos según el “riesgo” (se recita al paciente tantas veces sea necesario).
98
Respecto de la Integralidad del cuidado centrado en la persona, solo dos de las cuatro
variables utilizadas en la operacionalización son traducibles a recomendaciones
establecidas en guías clínicas: i) Prácticas de promoción y prevención según sexo y edad en
cada consulta y ii) Prácticas de promoción y prevención en un año (Tablas N0 12 y 13). Se
trata de básicamente de prácticas destinadas a la prevención primaria de las neoplasias más
frecuentes (Mama, cuello de Útero, Colon y Próstata), inmunizaciones (están excluidas las
recomendaciones contempladas en el seguimiento de la ECB) y hábitos saludables
(cesación tabáquica, alimentación “saludable” y ejercicio físico). Las otras dos, Búsqueda
de otros problemas de s-e-c y Abordaje interdisciplinario, no, sino que dependen de cada
situación singular (Tablas N0 14 y 15).
Para las dos primeras, el resultado hallado en la HCF muestra una baja cobertura. Si
bien es cuestionable la referencia de las mismas al denominador consulta, pues tiende a
sobredimensionar la “no realización”, tampoco se observa una mejoría al referir las
recomendaciones a un año, donde solo 6 (seis) usuarios presentaban recomendaciones
completas, 8 (ocho) medianamente completas, y la mayoría, 15 (quince) incompletas. Los
entrevistados comparten este diagnostico. Para ellos la consecución de prácticas de
prevención y promoción son bajas.
Como factores condicionantes de la baja cobertura señalan: la falta de planificación
local, la ausencia de registros y las dificultades para el acceso a ciertas prácticas que solo se
realizan en el segundo nivel (mamografía y urología). Los médicos de “cabecera”
reconocen que si bien los usuarios consultan muchas veces, recuérdese que el grupo en
cuestión lo hizo en promedio 7 veces en un año, la mayoría de las consultas están dedicadas
a atender problemas de s-e-c, incluida la enfermedad crónica de base, relegando a un
segundo plano las prácticas de promoción. La falta de un registro adecuado, como ser la no
utilización de las “Hojas de seguimiento” o el “Fichero calendario”, contribuyen a ello, ya
que al no disponer de una señal adecuada que alerte de la falta, la recomendación pasará
desapercibida. Ante esta situación, la falta de un registro adecuado contribuye a la no
planificación y a la no realización de la práctica.
El cribado del cáncer Cervicouterino mediante la toma del Papanicolaou es una de las
prácticas de prevención atravesadas por ésta problemática. A pesar de estar difundida y
99
apropiada por el primer nivel, y donde la mayoría de los médicos “adscriptores” están
capacitados para hacerla, a lo que hay que sumar dos tocoginecólogos, el CdeS presenta
bajas coberturas, las que mejoran levemente a partir de intervenciones extraordinarias,
como las campañas ad hoc. Seguramente la cobertura sería diferente si la práctica es
ofertada sistemáticamente a través de turnos programados y la misma queda registrada en la
HCF.
La situación con las inmunizaciones es un tanto diferente. Al ser una práctica
realizada por enfermería de manera autónoma, y donde dicho servicio no registra en la
HCF, es posible que el problema pase por el “no registro”. Los entrevistados reconocen
también falencias respecto a incluir, y registrar, consejos relacionados con la cesación
tabáquica, la “alimentación saludable” y ejercicio físico. Respecto de estos consideran que
podrían trabajarse adecuadamente con servicios u ofertas específicas: “atención con un
nutricionista” y “actividad física programada y ofrecida en espacios extra asistenciales”.
100
Más allá de no figurar entre los objetivos indagar la accesibilidad, otro de los
atributos de APS, los datos reflejan que las condiciones de acceso promovidas por el equipo
del CdeS a través de los múltiples dispositivos, son buenas. Los usuarios pueden acceder y
utilizar los servicios para el “Control” de la ECB a través de un turno programado como
también ante eventos de s-e-c agudos e inesperados -no panificables-. La proporción
semejante de consultas donde el motivo se relaciona con la ECB y con eventos agudos,
junto al bajo ausentismo, reflejan buenas condiciones de acceso al CdeS (Tabla N 0 4).
Comentario final
A partir de los resultados hallados, puede decirse que el CdeS indagado presenta una
capacidad aceptable para producir cuidados destinados a la atención de condiciones
crónicas, en particular si de DBT e HTA se trata. Dicha capacidad está asociada al
desarrollo de varios atributos de la estrategia de APS, en especial longitudinalidad e
integralidad, pero también accesibilidad, “cupo” o población a cargo y equidad.
101
Los principales factores a trabajar para mejorar la utilización de la HCF pasan por
promover el registro en los apartados destinados al “seguimiento”, tanto de problemas
individuales como familiares, y en involucrar a los trabajadores no médicos en su
utilización. Si bien esto puede realizarse a nivel local, una propuesta de educación
permanente promovida por la Secretaría, y que involucre a todos los trabajadores del APS,
sería más adecuada.
102
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115
Documentación accesoria
116
3. Incompleto
117
Anexo 2. Guía de la entrevista a trabajadores
Según se trate de un médico de “cabecera”, un enfermero o una autoridad del nivel
central, los ejes cobran mayor relevancia.
6. Para finalizar: ¿Algún comentario o aporte referido a la temática de la HCF y del seguimiento de
pacientes con enfermedades crónicas (HTA/DBT) que quiera realizar no contemplado en las
anteriores preguntas?
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Anexo 3. Guía encuesta semiestructurada a trabajadores del CdeS.
Eje para indagar las características del área de responsabilidad
1. ¿Reconoce un área-microárea de responsabilidad?: Si/No/No sabe
2. ¿Qué criterios utiliza para definir dicha área-microárea?: Geográficos/Administrativos/Otros/No
sabe
3. ¿Dispone de mapa del área-microárea?: Si/No/No sabe
Eje para indagar características de la población del área de responsabilidad
1. ¿Reconoce una población de responsabilidad?: Si/No/No sabe
2. ¿Qué criterios utiliza para definir dicha población?: Geográficos/Administrativos/Otros/No sabe
3. ¿Conoce las características socio demográficas de la población de responsabilidad?: Si/No/No sabe
4. ¿Reconoce grupos y familias con vulnerabilidad diferente al interior de área? : Si/No/No sabe
Eje para indagar características población usuaria del centro de salud
1. ¿Posee una base que permita identificar nominalmente a los usuarios del centro de salud?
2. Si/No/No sabe
3. ¿Puede dar la cifra de usuarios del centro de salud?______________
4. La base de usuarios:
a. ¿Tiene formato papel (Libro, carpeta, cuaderno)? Si/No
b. ¿Tiene formato digital (Base Excel, SiCap, otro)? Si/No
c. ¿Es una única base para todo el centro? Si/No
d. ¿Cada trabajador tiene su base? Si/No
5. Historias clínicas
a. ¿Qué cantidad de Historias clínicas hay en el centro de salud?____
b. Formato:
i. ¿Se trata de Historias clínicas familiares?________
ii. ¿Se trata de Historias clínicas individuales?______
iii. ¿Se trata de Historias clínicas por profesional?_____
c. ¿Reconoce la existencia de usuarios sin Historia clínica? Si/No/No sabe
Eje para indagar condiciones de accesibilidad al CdeS
1. ¿Se trabaja con criterio de población de responsabilidad o adscripta? Si/No/No sabe.
2. En caso de trabajar con criterio de adscripción:
a. ¿Existe un criterio relativamente formal en el equipo o la adscripción es totalmente
aleatoria? Si/No/No sabe.
3. ¿Qué cantidad de adscriptos tiene cada médico/equipo de
referencia?____________________________
4. Acceso a la atención:
a. ¿Qué modalidades de acceso a turnos dispone el centro?
i. Programado con antelación por “ventanilla” (a solicitud del usuario) Si/No/No
sabe.
ii. Programado con antelación por “equipo” (tramitado por cualquier integrante del
equipo) Si/No/No sabe.
iii. “Libre demanda” (por orden de llegada y en el día) Si/No/No sabe.
b. ¿Existe dispositivos de “pronta atención” (atención de los “sin turno”)? Si/No/No sabe.
c. En caso de existir dispositivo de “pronta atención”:
i. ¿Es propio de cada profesional? Si/No/No sabe.
d. ¿Es único para todo el equipo? Si/No/No sabe.
5. Los integrantes del equipo, ¿efectúan visitas domiciliarias en caso de necesidad? Si/No/No sabe.
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Numero consulta
ad
Fecha consulta Temporalid
Motivo de Consulta
Abordaje
Integralidad centrada en
multidisciplinario/interdisciplinario
Anexo 4. Instrumento de recolección y análisis de datos de la HCF
Examen complementarios/período
Para información registrada en “Hojas de evolución” y/o “seguimiento”
Practicas de promoción y
prevención/período observado según
condición y edad recomendados
Integralidad en período
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