Primer Nivel de Atención y Condiciones Crónicas de Salud CEI - MSP - Tesis Herrmann, Juan

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Universidad Nacional de Rosario

Centro de Estudios Interdisciplinarios


Instituto de la Salud Juan Lazarte
Maestría de Salud Pública

Título tesis:

Primer nivel de atención y condiciones crónicas de salud


La capacidad de un Centro de Salud de la Municipal de Rosario para producir cuidados
longitudinales e integrales en Diabetes Mellitus e Hipertensión Arterial.

Director: Mg. Néstor Raúl Ponce


Tesista: Juan Maximiliano Herrmann

Año: 2013

1
Resumen

Desde hace algunos años diferentes actores sociales (autoridades sanitarias, referentes
académicos, organismos multilaterales, y movimientos sociales) vienen señalando la falta
de adecuación entre la organización de las redes de servicios de salud y los problemas de
salud-enfermedad-cuidado (s-e-c) que afectan mayoritariamente a las poblaciones de las
sociedades contemporáneas: las enfermedades o eventos crónicos no transmisibles (ENT).
Para varios autores los servicios de salud están organizados principalmente para atender
condiciones agudas, y parte de su crisis reside en que aun no pueden generar cambios para
atender adecuadamente las condiciones crónicas. Los sistemas de salud orientados en la
Atención Primaria de la Salud (APS) están en mejores condiciones de producir cuidados
siempre y cuando aseguren, además de la accesibilidad, cuidados longitudinales e integrales
a los usuarios portadores de ENT. El presente trabajo se propone indagar las capacidades
para el cuidado de las condiciones crónicas, tomando como eventos trazadores la
Hipertensión arterial (HTA) y la Diabetes Mellitus tipo II (DBT), de un centro de salud del
primer nivel de la red municipal de la ciudad de Rosario.

Palabras clave: condición crónica, salud-enfermedad-cuidados, atención primaria,


longitudinalidad, integralidad.

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Abreviaturas

ACV: Accidente Cerebro vascular.


AGREE: Evaluación de Guías, Investigaciones y Directrices Clínicas para Europa (del inglés
Appraisal of Guidelines, Reserach and Evaluation for Europe).
AP: Atención primaria.
APS: Atención primaria de la salud.
ATS: Escala Australiana de Triage (del inglés Australasian Triage Scale).
CC: Circunferencia de cintura abdominal.
CCM: Modelo de Atención Crónica.
CdeS: Centro de salud.
CICC: Cuidados Innovadores para Condiciones Crónicas.
COC: Continuidad asistencial (del inglés Continuity of care)
CTAS: Escala Canadiense de Triage (del inglés Canadian Triage Acuity Scale).
CTP: Carnet de tratamiento prolongado-crónico.
DBT: Diabetes Mellitus.
EA: Evento, enfermedad o problema de salud-enfermedad-cuidado agudo.
ECB: Evento, enfermedad o problema de salud-enfermedad-cuidado crónico de base.
ECG: Electrocardiograma.
ENT: Eventos o enfermedades no transmisibles.
ESF: Equipo salud de família del SUS.
ESI: Índice de Severidad en Emergencias (del inglés Emergency Severity Index).
ET: Enfermedades o eventos transmisibles.
FR: Factor de riesgo.
HCF: Historia Clínica Familiar.
HCT: Diurético tiazídico.
HbA1c: Hemoglobina glicosilada.
HTA: Hipertensión arterial.
KP: Kaiser Permanente.
ICM: Índice de Masa Corporal.
MACC: Modelo de Atención de Condiciones Crónicas.
MAT: Modelo Andorrá del Trialge.
MDSS: Modelo de Determinación Social en Salud.
MPR: Modelo de la Pirámide de Riesgos.
NHS: Servicio Nacional de Salud del Reino Unido (del inglés National Health Services)
NPH: Insulina absorción lenta.
OMS: Organización Mundial de la Salud.
OPS: Oficina Panamericana de la Salud.
Pap: Papanicolaou.
PSA: Antígeno prostático específico (del inglés Prostate-Specific Antigen)
P s-e-c: Problemas de salud-enfermedad-cuidado.
RAS: Redes de Atención de Salud.
RISS: Redes integradas de servicios de salud.
RRHH: Recursos humanos.
SOMF: Sangre oculta en materia fecal.
SUS: Sistema Único de Salud de Brasil.
TA: Tensión arterial.
UPC: Continuidad del proveedor habitual (del inglés Usual provider continuity)
VIH/Sida: Virus inmunodeficiencia humana/Síndrome inmuno deficiencia adquirida.
VVAS: Virosis de vías aéreas superiores.

3
Índice

Abreviaturas………………………………………………………………………..………3
Introducción………………………………………………………………………….….…7
Capítulo 1: De la situación problemática al problema-objeto de la investigación..…...9
Organización del capítulo…………………………………………………………...9
La situación epidemiológica en Rosario…………………………………………...11
El peso de las enfermedades crónicas no transmisibles (ENT).…………...11
La respuesta social a la s-e-c: la adecuación del sistema de salud a los
problemas crónicos. ………………………………………………………..13
La Atención Primaria de la Salud………………………………………..………...15
De la “APS” a las APs……………………………………………………...15
El sistema de salud pública de la ciudad de Rosario………………………17
Condiciones de salud crónicas y agudas…………………………………………...23
De enfermedades a condiciones de salud…………………………………..23
Modelos para la atención de las condiciones de salud…………………………..…25
El modelo de las agudas y los modelos para las crónicas……………….…25
De estrategias y modelos…...………………………………………………31
¿Cuál es el problema a investigar? …...……………………………………………31
El problema objeto y el marco lógico de la investigación…………………31
Capítulo 2: El problema de investigación y los objetivos....…………………………....34
El problema de investigación……………………………………………………....34
Objetivos…………………………………………………………………………...34
General………………………………………………………………….….35
Específicos……………………………………………………………….....35
Justificación……………………………………………………………………….35
Capítulo 3: Abordaje Metodológico…………...………………………..……………….36
Cuestiones de método………………..…………………………..…………………36
Los aspectos teóricos……………………………………………………………….37
Las Condiciones crónicas…………………………………………………………..37

4
Los atributos de la APS…………………………………………………………....38
Longitudinalidad……………………………………………………………39
Integralidad…………………………………………………………………47
Integralidad de los cuidados respecto de la ECB………….……….49
Integralidad en los cuidados centrados en la persona………………52
Caracterización del contexto del estudio………………………….……….55
Características del primer nivel de atención municipal…………….55
Características de la población de responsabilidad………………...56
Los aspectos técnicos………………………………………………………………57
Fuentes de información……………………………………………..……...57
La selección de las unidades de información……………..……………….57
Arquitectura del diseño………………………………………………….….58
Plan de análisis……………………………………………………………..59
Capítulo 4: Presentación de resultados……………………………………………….…60
Organización de la presentación……………………………………………………60
Los resultados de la investigación…………………………………………….……60
Características estructurales y organizacionales del centro de salud………60
La población del área de responsabilidad del centro de salud……………...64
Los usuarios portadores de la condición crónica y de las historias clínicas
revisadas……………………………………………………………………66
Longitudinalidad del cuidado de la condición crónica……………………..71
El Motivo de Consulta………………………………………….…..72
Continuidad del terapeuta registrante………………………………75
Relación entre consultas……………………………………………76
Consulta y Enfermedad crónica de base……………………….…...78
Integralidad del cuidado de la ECB……………………………...................80
El Examen físico y la ECB. ……………………………..................81
Exámenes complementarios y ECB. ……………………….……....82
Interconsultas y ECB. ……..………………………………...……..84
Recomendaciones periódicas para la ECB en un año...…………….85
Integralidad del cuidado centrado en la persona…………………….……..87

5
Prácticas de promoción y prevención según sexo y edad en la
consulta. ……………………………………………………………87
Prácticas de promoción y prevención en un año…………………....88
Búsqueda de otros problemas de s-e-c……………………………...90
Abordaje interdisciplinario…………………………………………91
Capítulo 5: Discusión y conclusiones……………………………………………….……94
Discusión de los resultados………………………………………………………...94
Comentarios finales…………………………………………………………….....102
Referencias bibliográficas………………………………………………………………104
Documentación accesoria…………………………………………………………...…..117
Anexo 1. Operacionalización de términos, Variables y Valores de variables…..117
Anexo 2. Guía de la entrevista a trabajadores……………………………………118
Anexo 3. Guía encuesta semiestructurada a trabajadores………………………..129
Anexo 4. Instrumento de recolección y análisis de datos de la HCF…………….120

6
Introducción

Las enfermedades o eventos crónicos no transmisibles (ENT) constituyen una de las


primeras causas de la morbimortalidad en la actualidad. Este hecho, según denuncian
múltiples actores, no ha sido acompañado adecuadamente por la mayoría de los sistemas de
salud, los que persisten en organizar su oferta de servicios para atender principalmente
condiciones agudas.
El cambio en los perfiles epidemiológicos y la preeminencia de las ENT no son
nuevos. En los países desarrollados se produjo en las primeras décadas del siglo XX, donde
las mejoras en las condiciones de vida y los avances en las tecnologías médicas,
contribuyeron a disminuir el peso que las transmisibles tenían a inicios de la
industrialización. En el caso de los países en vías de desarrollo el cambio se produjo
durante la segunda mitad del pasado siglo y como consecuencia del acelerado proceso de
transición demográfica, donde las transmisibles coexisten con las ENT y los problemas de
salud característicos del tercer momento epidemiológico (problemas de salud metal,
adicciones y violencia en sus diferentes formas).
La respuesta social a la enfermedad, plasmada especialmente a través de los sistemas
de salud, también presenta cambios. En las tres últimas décadas múltiples factores
contribuyeron a modificar los sistemas de salud según los lineamientos de la Atención
Primaria de la Salud (APS). Definida como la estrategia más adecuada para dar cuenta de
los problemas de salud-enfermedad-cuidado (s-e-c), la misma debe organizar a toda la Red
de servicios de salud (RAS) con criterios de universalidad y equidad, organizando la oferta
de servicios a modo de garantizar la accesibilidad, la longitudinalidad y la integralidad de
los cuidados.
Ahora bien, las modificaciones en los sistemas de salud no han sido suficientes ni
homogéneas. La APS ha sido reinterpretada de diferentes maneras al punto de no existir
una APS sino varias APs, y el desfasaje de los sistemas respecto de los problemas de s-e-c
hace que la situación del siglo XXI sea respondida socialmente con un sistema de atención
de salud forjado a mitad del siglo XIX, cuando predominaba las condiciones agudas.
La ciudad de Rosario posee una extensa red de servicios públicos de salud. La red
administrada por el Ministerio de Salud de la provincia comparte el territorio con la red

7
administrada por la Municipalidad. Si bien en sus postulados teóricos ambas adscriben a la
APS, diferentes historias, perspectivas y valores han plasmado modelos organizacionales
diferentes.

El presente trabajo tiene por objeto indagar las capacidades del primer nivel de
atención municipal para producir cuidados adecuados a las condiciones crónicas en
términos de longitudinalidad e integralidad.

El primer capítulo introduce a la situación problemática y cierra con la explicitación


del objeto-problema de investigación. Durante el mismo se presentan diversos temas,
conceptos y perspectivas analíticas como: i) la situación epidemiológica de Rosario y el
peso de las ENT; ii) la respuesta social a los problemas de s-e-c y su adecuación a las
enfermedades crónicas; iii) la Atención Primaria de la Salud; iv) la historia de la salud
pública de la ciudad de Rosario; v) el concepto de condición de salud; y vi) los Modelos de
atención propuestos para adecuar la organización de los servicios de salud a las condiciones
crónicas.
En el segundo capítulo se presenta en detalle el problema de estudio, la justificación y
los objetivos.
El tercer capítulo está destinado a aclarar cuestiones de método, a definir y
operacionalizar los conceptos y variables utilizados, y a comentar la arquitectura y el diseño
general del estudio.
En el cuarto capítulo se presentan los resultados, los que son discutidos en el quinto y
último capítulo.
Al final del trabajo se presentan las referencias bibliográficas y la documentación
accesoria (anexos).

8
Capítulo 1: De la situación problemática al problema-objeto de la
investigación.

ORGANIZACIÓN DEL CAPÍTULO

En este capítulo, destinado a presentar la situación problemática, se exponen los


temas y conceptos que hacen posible el recorte del problema-objeto de la investigación.
En un primer momento, con el objetivo de caracterizar la situación epidemiológica de
Rosario, se hace mención a: i) las enfermedades crónicas no transmisibles (ENT) y su
aporte a los actuales perfiles epidemiológicos, tanto a nivel general como local. Para ello
fueron consultadas diversas fuentes epidemiológicas, las que señala el acelerado proceso de
transición epidemiológica que caracteriza a la mayoría de las poblaciones, donde Rosario
no es la excepción; ii) la respuesta social a los problemas de salud-enfermedad-cuidado (s-
e-c) y la adecuación de dicha respuesta a las enfermedades crónicas. Fue revisada la obra de
diversos autores del mundo académico, instituciones sanitarias estatales y organismos
multilaterales, quienes coinciden en señalar la falta de adecuación de los sistemas de salud,
organizados principalmente para dar respuesta a las condiciones agudas, en producir
cuidados adecuados a las crónicas.
El segundo momento está dedicado a la Atención Primaria de la Salud (APS). La
presentación se hace siguiendo dos ejes: i) lo acontecido con la APS desde que fuera
propuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como estrategia para alcanzar la
meta “Salud Para Todos en el año 2000”, donde la evidencia muestra que las realidades
socio sanitarias de cada región moldearon la propuesta original al punto que varios autores
señalan que no se puede continuar hablando de una APS, sino de varias APs; ii) algunos de
los aspectos más sobresalientes de la historia de la salud pública de la ciudad de Rosario,
haciendo énfasis en el proceso formativo de los dos sistemas públicos actuales -uno
municipal y otro provincial- y en los diferentes proyectos político-sanitarios que dieron
sustento a cada uno, lo que explica las marcadas diferencias entre ambos.
En el tercer momento se presenta el concepto de condición de salud. Siguiendo a
Mendes (2011; 2012a), se adoptó la noción de condición de salud en lugar de enfermedad.

9
Dicho concepto tiene la ventaja de centrar la problemática de s-e-c en el encuentro entre el
padecimiento de un usuario y los servicios de salud, donde la temporalidad del mismo
puede ser corta –condición aguda- o larga –condición crónica-. Al desplazar del centro a la
fisiopatología y a la etiología, son asumidos en la misma condición problemas de diferente
naturaleza etiológica. A modo de ejemplo, desde esta propuesta, un portador de VIH/Sida
ha de ser asumido por el sistema de salud como un usuario con una condición crónica, más
allá de tratarse de un evento transmisible (ET), lo que obliga a diseñar un proyecto
terapéutico adecuado a su condición, donde el vínculo usuario-servicios es obligadamente
largo, “crónico”, de por vida. Esta perspectiva permite emparentar problemas de diferente
naturaleza. En tal sentido, es tan crónica la Diabetes (DBT), la Hipertensión arterial (HTA)
como el VIH/Sida, y es obligación de los servicios públicos de salud garantizar el derecho a
una atención adecuada a los ciudadanos portadores de las mismas.
El cuarto momento está destinado al repaso de los diferentes Modelos de atención
propuestos para adecuar la organización de los servicios de salud a las condiciones
crónicas. Además de caracterizarlos, se pone especial énfasis en identificar los
componentes que cada propuesta le debe a la APS. Si bien la idea de modelo para la
atención de las crónicas no está muy difundida en nuestro medio, creemos que dicha
reflexión introduce elementos interesantes para repensar la APS y su adecuación al cuidado
de las condiciones crónicas.
Finalmente, y cerrando el capítulo, se presenta el problema-objeto de la investigación.

10
LA SITUACIÓN EPIDEMIOLÓGICA EN ROSARIO

El peso de las enfermedades crónicas no transmisibles (ENT).


El peso correspondiente a las ENT en el perfil de morbi-mortalidad actual de la
población es un hecho ampliamente reconocido (McKeon et. al., 1986: 10-11; Marrugat et.
al., 1998). En las sociedades industrializadas, las enfermedades crónicas desplazaron a las
enfermedades infecciosas en las primeras décadas del siglo XX, proceso que se consolidó
hacia mediados del mismo siglo. Las mejoras generales en las condiciones de vida, en los
ambientes de trabajo y el desarrollo de tecnologías sanitarias, en especial inmunizaciones y
antibióticos, incrementaron la esperanza de vida al nacer por encima de los 50 años,
generando las condiciones para la emergencia de otros problemas de salud-enfermedad
minoritarios hasta ese momento.
La situación de salud en países en desarrollo es algo diferente (Mendes, 2012a). El
inicio del tercer milenio combina cambios demográficos y epidemiológicos. Un acelerado
proceso de transición demográfica, donde sobresalen el envejecimiento y la urbanización de
las poblaciones, coexiste con un proceso de transición epidemiológica que se expresa en
una triple carga de enfermedad: enfermedades infecciosas aún no superadas, una carga
importante de causas externas y una fuerte presencia de ENT.
A nivel mundial, las principales ENT (cardiovasculares, cáncer, enfermedades
pulmonares crónicas y diabetes) provocan la muerte de tres de cada cinco personas
(Macinko et. al., 2011).
En la región de América Latina y el Caribe, las enfermedades crónicas son hoy la
principal causa de enfermedad y muerte, representando el 68% de las muertes y el 60% de
los años de vida ajustados en función de la discapacidad (Organización Panamericana de la
Salud, 2007). Sólo las enfermedades cardiovasculares son responsables del 35% de las
muertes, mientras que en su conjunto, el SIDA, la tuberculosis, el paludismo y todas demás
las enfermedades infecciosas son responsables del 10% de las muertes. La creciente
exposición a factores de riesgo, juntamente a bajos niveles de acceso a una atención
preventiva, están aumentando las necesidades de salud insatisfechas. Se calcula que entre el
30 y el 60% de la población no realizan los niveles mínimos recomendados de actividad
física y la obesidad está aumentando en forma acelerada. Se estima que esta carga crónica

11
se incrementará como resultado del envejecimiento de la población y la disminución
relativa de la proporción de enfermedades transmisibles, previéndose para las próximas
décadas un incremento de tres veces de casos de diabetes, de cardiopatía isquémica y de
mortalidad por Accidentes Cerebrovasculares (ACV).
En éste marco, la Asamblea General de Naciones Unidas, convocó en septiembre de
2011 a una Reunión de Alto Nivel para que se trate la prevención y el control de las
enfermedades no transmisibles en todo el mundo, pero haciendo especial énfasis en los
países en desarrollo (Naciones Unidas, 2011a). Durante la misma, el propio Secretario
General del organismo instó a los estados miembro a comprometerse en el control de las
ETN, sus repercusiones sociales y económicas, expresando que “es nuestra oportunidad de
concertar un compromiso internacional para ubicar a las enfermedades no transmisibles
en el lugar prioritario de la agenda del desarrollo” (Naciones Unidas, 2011b: p 2).
La importancia respecto del desarrollo social es que si bien las ENT afectan a todos
los grupos poblacionales, el impacto es mucho mayor entre los pobres. La mayor
prevalencia de factores de riesgo, el menor acceso a los servicios de detección y tratamiento
y la menor capacidad para hacer frente a las consecuencias financieras de las enfermedades
crónicas, ubican a las familias pobres en situación de mayor vulnerabilidad (Anderson,
2009). Incluso en países ricos, las desigualdades sociales se manifiestan tanto en término de
enfermedades transmisibles como no transmisibles. El impacto de las ENT entre los pobres
es desproporcionado, situación que se ve agravada por la falta de acceso a servicios
sanitarios de calidad destinados a prevenir y controlar sus consecuencias (The World Bank,
2011).

La provincia de Santa Fe no escapa a esta situación. Según la cartera sanitaria


provincial, las primeras cinco causas de muerte son atribuibles a las cardiovasculares
(23,47%), los tumores (18,2%), las respiratorias crónicas no infecciosas (9,47%), las
externas (6,59%) y la diabetes (2,94%), superando conjuntamente en ocho veces al grupo
de las transmisibles, patrón que se repite con algunas diferencias cuantitativas en todos los
departamentos (Ministerio de Salud de Santa Fe, 2011a). Para el departamento Rosario las
cardiovasculares representan el 24%, seguido por los tumores (18,22%), las respiratorias
crónicas (11%), las externas (7%) y la diabetes (3,3%).

12
La respuesta social a la s-e-c: la adecuación del sistema de salud a las ENT.
No obstante el reconocimiento de los cambios epidemiológicos, varios autores y
actores señalan la baja adecuación de los sistemas de salud para atender esta pandemia,
donde aquellos no han operado aún modificaciones sustantivas para dar una respuesta
adecuada a las (no tan) nuevas problemáticas.
El Ministerio de la Protección Social de Colombia, citando a Bárbara Starfield,
señalaba hace unos años que:

“… la mayoría de los sistemas de salud en los países desarrollados han orientado sus cuidados en
salud hacia las patologías agudas, lo cual conlleva una serie de inconvenientes para abordar
adecuadamente el auge de las patologías crónicas. Esta tradicional orientación supone una atención
fragmentada, discontinua y con dificultad para la participación de los pacientes en la prevención,
promoción y rehabilitación en los diversos estados de salud, así como problemas en la eficiencia y
efectividad de los sistemas de salud” (Ministerio de la Protección Social de Colombia, 2006: p 6).

Eugênio Vilaça Mendes señala que en tanto respuesta social deliberada, todo sistema
de atención de la salud debe guardar coherencia con la situación de salud de la población,
llegando a afirmar que para el caso del Sistema Único de Salud brasilero (SUS), la crisis
fundamental reside en esa falta de adecuación:

“… crisis que es fruto del desfasaje entre la velocidad con que avanzan los factores contextuales (la
transición demográfica, la transición epidemiológica, la innovación y la incorporación de
tecnologías) y la lentitud con la que se mueven los factores internos que representan la capacidad
adaptativa del sistema de salud (cultura organizacional, arreglos organizativos…). De ese desfasaje
resulta que una situación del siglo XXI está siendo respondida socialmente con por un sistema de
atención de salud forjado a mitad del siglo XIX, cuando predominaba las condiciones agudas”
(Mendes, 2012a: p 21)1

El Ministerio de Salud de la Nación, en su Resolución 1083/2009, promueve la


Estrategia Integral Nacional para la Prevención y Control de las Enfermedades Crónicas. El
documento señala que para hacer frente al limitado avance en la prevención de las
enfermedades crónicas, las que constituyen la principal causa de muerte, la estrategia debe

1
Original en portugués. Traducción a cargo del autor de la presente tesis de maestría.

13
desarrollarse en tres líneas de acción: i) La promoción de la salud; ii) La vigilancia de las
ENT y Factores de Riesgo (FR); y iii) La reorientación de los servicios de salud basados en
la Atención Primaria de la Salud y organizados en redes integradas de servicios de salud –
RISS- (Ministerio Salud de la Nación, 2009a: p 10).

Desde una perspectiva analítica, y siguiendo a Mendes, los factores que explican la
falta de adecuación entre las problemáticas de salud de la población y la respuesta social no
solo pueden atribuirse a la estructura y al funcionamiento del sistema, sino también a la
“superestructura” de saberes y prácticas desde la cual se asume la salud-enfermedad-
cuidados de la población. La concepción hegemónica acerca de la noción de enfermedad
busca sus fundamentos en la perspectiva biomédica del fenómeno s-e-c.
Si bien no es el objetivo del presente trabajo profundizar la reflexión en ésta línea, es
importante remarcar algunos aspectos y consecuencias que dicha perspectiva genera al
momento de organizar las posibles respuestas sociales.
El paradigma biomédico asume la enfermedad como un fenómeno natural y ajeno al
devenir existencial de los colectivos y personas. En tal sentido es prioritario determinar las
causas, los factores de riesgo, el período de exposición, el período de estado y la etapa de
resolución de cualquier evento, dando por sentado que la temporalidad en la que dicho
proceso transcurre está claramente establecida y que sus límites han de ser necesariamente
precisos. Este modo de asumir la temporalidad subyace a todos los campos de
conocimiento y de prácticas en salud, desde la epidemiología, donde el modelo causal
tradicional se apoya en los criterios de Bradford Hill (Morabia et. al., 2008: p 64), a la
clínica médica, en tanto tributaria de la microbiología, a través de los postulados de Koch
(Pumarola, 1988), hasta la Medicina Preventiva, según se refleja en el paradigma de la
historia natural de la enfermedad (Andreu Segura, 1998).
En tal sentido, las enfermedades agudas, como es el caso de las transmisibles y las
externas, son el modelo sobre las que tradicionalmente se ha planificado la respuesta
sanitaria en su conjunto: desde un tratamiento antibiótico para la mayoría de las infecciosas,
un tratamiento quirúrgico en caso de apendicitis, hasta una campaña de inmunización para
prevenir brotes estacionales de Influenza. Más allá de las diferencias entre cada situación,
para todas existe un denominador común: transcurren en un tiempo con un principio y un

14
fin claramente establecidos, de tal forma que las intervenciones sanitarias son precisas y
acotadas. Podría hipotetizarse que asumir la enfermedad como fenómeno bien delimitado
en el tiempo, no solo lleva tranquilidad a la racionalidad sanitarista, sino también y de un
modo más profundo, a la humanidad toda. Sería interesante indagar hasta que punto estos
elementos operan como parte de una “superestructura” que se expresa en las condiciones
estructurales y organizacionales de los servicios de salud, y que explican la falta de
adecuación entre un perfil epidemiológico dominado por las enfermedades crónica y un
sistema de servicios de salud dispuesto para atender eficazmente a las enfermedades
agudas.

LA ATENCIÓN PRIMARIA DE LA SALUD

De la “APS” a las APs.


En el año 1978, y con la meta “Salud Para Todos en el año 2000”, la mayoría de los
países miembro de la OMS suscribieron en Alma Atta a la estrategia de Atención Primaria
de la Salud. La misma planteaba que para alcanzar los objetivos propuestos respecto de la
salud-enfermedad, los sistemas de servicios de salud debían reorganizarse de tal manera
que pudiesen ofrecer un abordaje integral, continuo, longitudinal y coordinado de las
problemáticas prevalentes, en base a criterios de equidad, universalidad, eficiencia y
eficacia, promoviendo además la intersectorialidad y la participación comunitaria.
Desde aquel entonces hasta el presente, la APS ha sido uno de los componentes
explícitos más relevantes de las políticas sanitarias en la agenda de los organismos
internacionales, nacionales y locales. Este fenómeno, señalado por algunos autores como
“el mayor pronunciamiento internacional en salud que hasta ahora haya tenido lugar en el
mundo” (Nervi, 2008: p 1), queda reflejado en la casi inexistencia de países que no hayan
introducido cambios en la organización de los servicios y sistemas de salud siguiendo
algunas de las líneas propuestas en el 78´ (OPS/OMS, 2005).
Sin embargo, y más allá de la “mundialización” de la APS, el desarrollo alcanzado
por diferentes sistemas de salud es tan disímil que resulta lícito reconocer que APS es un
concepto que no posee un significado único. Por ello, es más correcto hablar de “APS” o de

15
APs, y que su cristalización en sistemas concretos de salud es resultado de procesos
complejos, donde intervienen factores económicos, políticos, culturales y sanitarios
particulares a cada sociedad.

Esta realidad llevó a identificar diferentes tipologías para describir las APs. Vuori
(citado por Zurro et. al., 1999: p 7), identifica cuatro formas posibles de AP:

1. AP como un nivel de atención. Bajo esta acepción, la APS queda reducida a un


nivel organizacional, a la puerta de entrada al sistema, al “lugar donde se resuelven
la mayor cantidad de consultas”, al “ámbito privilegiado para la promoción de la
salud y la prevención de la enfermedad”, de la “baja concentración de tecnologías y
de la atención de baja complejidad”, en contraposición al hospital, segundo o tercer
nivel, donde se “atiende la enfermedad”, “los problemas complejos”, donde “se
concentra la tecnología y las especialidades médicas”.

2. AP selectiva. Su nombre proviene de la propuesta realizada por Warren & Walsh al


año siguiente de Alma Atta, quienes planteaban que la propuesta original por
“utópica”, debía dar lugar a estrategias más “realistas”, acotadas a los “problemas
prevalentes”, a los “grupos prioritarios” y a las intervenciones de “alto impacto”
(Grodos, et. al.; 1988). De esta forma, la AP quedaba reducida a una propuesta
programática, con claros límites espaciales y temporales. En la experiencia
acumulada, se trata de programas focales que brindan prestaciones restringidas, de
“prevención y promoción” a poblaciones pobres, donde “el resultado concreto de
ésta interpretación es la definición y desarrollo de programas marginales, con
recursos marginales, para poblaciones marginales” (Bloch, 1988: p 14-15).

3. AP integral o APS. Bajo esta denominación se entiende la propuesta original de


Alma Atta, también nombrada como “estrategia de APS” (OPS/OMS, 2005).

4. AP y Derechos Humanos. Durante los últimos años, y a la luz de la resignificación


de la salud en tanto derecho inalienable a ser garantizado por los estados, referentes

16
políticos y sanitarios encolumnados dentro del amplio espectro del “movimiento
antiglobalización”, señalan la importancia de avanzar en el desarrollo de la
estrategia de APS y en asumir la salud como un derecho humano y como parte del
desarrollo sustentable (Movimiento por la Salud de los Pueblos, 2011).

Por lo expuesto, es evidente que las diferencias entre las propuestas no se reducen
exclusivamente a la esfera sanitaria o a los aspectos técnicos que organizan el sistema de
servicios de salud. Las propuestas, de forma explícita o tácita, también expresan diferencias
éticas, ideológicas y epistemológicas. Cabe señalar por último, que estas diferencias no son
meramente especulativas. Las mismas se expresan de manera concreta a nivel de los
resultados y las prácticas en salud (Starfield, 2002a).

El sistema de salud pública de Rosario.


La ciudad de Rosario posee una importante red de servicios públicos de salud, donde
dos administraciones diferentes, una provincial y otra municipal, proveen cobertura regular
de servicios a los sectores de la población de menores ingresos.
La estructura administrada por el Ministerio provincial se conforma de 5 hospitales (1
hospital pediátrico de mediana complejidad, 1 geriátrico, 1 hospital de salud mental y 2
hospitales generales de gran complejidad) y 30 centros de salud del primer nivel. No están
incluidos los establecimientos provinciales de las localidades de Granadero Baigorria y
Villa Gobernador Gálvez (Ministerio de Salud, 2011b). Por su parte, la Secretaría de Salud
Pública municipal administra una red constituida por aproximadamente 50 centros de salud,
6 hospitales (3 establecimientos especializados de alta complejidad y 3 hospitales generales
de mediana complejidad), 1 centro de atención ambulatoria y 1 instituto especializado en
rehabilitación (Municipalidad de Rosario, 2012a).
Si bien en el último lustro ambos sistemas comenzaron un proceso de integración
funcional, con el objetivo de conformar en algún momento un sistema único e integrado, lo
que incluye “… abordar la cuestión del financiamiento, trabajar fuertemente en el
fortalecimiento de los vínculos interinstitucionales, en la formación de los recursos
humanos y las prácticas médicas, superando las intervenciones fragmentadas” (Equipo de
coordinación regional del nodo salud Región Rosario, 2010), cada sistema es producto de

17
procesos políticos y sanitarios muy diferentes, donde el encuentro fue la excepción y la
fragmentación la constante. La decisión de avanzar en un sistema integrado coincide con
que el mismo partido político gobierna provincia y municipio desde finales de 2007 2.

La presente investigación no tiene por objetivo estudiar la rica historia de ambos


sistemas, no obstante es importante señalar algunos de los muchos momentos transitados
para poner en contexto el problema de estudio.

La Dirección de Asistencia Pública municipal, surgida en la últimas décadas del siglo


XIX, y con un fuerte compromiso en dar respuesta a los problemas que generaba la
creciente actividad portuaria para la salud pública, tomó también bajo su responsabilidad la
provisión de servicios médicos a los sectores más pobres de la población y a los grupos con
enfermedades consideradas “pasibles de aislamiento” según los conocimientos y prejuicios
de la época. De aquel entonces son los actuales hospitales Clemente Álvarez, conocido
originalmente como Hospital Rosario, e Intendente Carrasco (Fundación HECA, 2005).
Durante las primeras décadas del siglo XX se inauguran un hospital en la zona sur, el Sáenz
Peña, y uno en el norte, el Hospital Alberdi. Posteriormente el hospital de niños Vilela y la
maternidad Martin, ambos surgidos del primigenio Hospital Rosario como parte del
progresivo desarrollo del conocimiento y la especialización medico-sanitaria.
Durante los primeros años de la recuperación democrática, el gobierno municipal de
entonces tuvo la firme intención de “desprenderse” de los establecimientos de salud, en
consonancia con los discursos que comenzaban a hegemonizar mundialmente la idea acerca
del rol del estado, la economía y las políticas sociales (Rovere, 2005).
En la década del 90´, un nuevo gobierno local decide tomar el compromiso de
garantizar el derecho a la salud de los crecientes sectores empobrecidos, impulsando desde
la Secretaría de Salud una clara política basada en el desarrollo de la estratégia de Atención
Primaria. A partir de entonces, el incremento de recursos para el sector salud, que pasó de
aproximadamente del 8 al 25% del presupuesto municipal, quedaron plasmados en la

2
Para complementar ésta línea ver: Capiello (2010), Fein (2011) y Plan Estratégico Rosario
Metropolitana/PER+10 (2012).

18
progresiva recuperación edilicia de los hospitales, en la ampliación del número de centros
de salud (de un par de centros hacia finales de los 80´, a más de 50 en la actualidad), en la
capacidad resolutiva de todos los niveles de tención, especialmente el primer nivel (equipos
multiprofecionales, provisión de insumos, extracción de muestras para exámenes
complementarios), en la construcción de un segundo nivel que concentra una importante
capacidad técnico-profesional y en la formación de recurso humano de posgrado.

Por su parte, el Ministerio de Salud, surgido en la primera mitad del Siglo XX, fue
quien tomó bajo su responsabilidad la administración de los grandes hospitales, los que
perteneciendo a otras instituciones o administraciones, pasaban a la órbita de la provincia
con motivo de las políticas del momento. Es el caso de los actuales hospitales Provincial y
Geriátrico. Fundados respectivamente a mediados y finales del siglo XIX por la Sociedad
de Beneficencia de Rosario, pasaron a la administración nacional durante el primer
gobierno peronista, quien por intermedio de la Dirección General de Ayuda Social tenía por
objeto absorber todas las instituciones benéficas del país, para pasar finalmente a la órbita
provincial a principio de los 60´ (Sociedad de Beneficencia de Rosario, 2012). Por su
parte, el Centenario, nacido por iniciativa del “tercer sector” en conmemoración del
Centenario de la Revolución de Mayo, estuvo bajo la órbita nacional hasta las últimas
décadas del siglo XX, quedando desde entonces bajo la administración provincial (Hospital
Centenario de Bicentenario, 2004). Finalmente, el Hospital de Niños Zona Norte, surgido
del interés de organizaciones vecinales hacia finales de los 70´, fue asumido casi desde sus
inicios por el Ministerio.
Respecto del primer nivel de atención provincial, los primeros centros de salud se
inauguran en los barrios más pobres de la ciudad hacia principio de los 80´. Conocidos con
el nombre de Centros comunitarios, la gestión de los mismos quedaba comprendida bajo el
Programa de Atención Primaria. Dependiendo de un hospital “base” y formando parte de
“áreas programáticas”, su oferta estuvo fuertemente destinada a brindar cobertura a la
población materno-infantil (Bloch et. al., 1992). La impronta maternoinfantil estaba
reforzada por varios programas (Ministerio de Salud y Medio Ambiente de Santa Fe, 1995).
Éstos, focalizando la mirada en los problemas prevalentes de niños y embarazadas
(Perinatología; Vacunación; Control Crecimiento y Nutrición; Control Infecciones

19
Respiratorias Agudas; y Control Enfermedades Diarreicas Agudas), lo que sumado a la
pobre oferta de servicios y recursos para la atención de otros grupos (adultos mayores,
jóvenes, mujeres no embarazadas), contribuían a reducir los límites de lo posible a la lógica
programática (la extracción de muestras para laboratorio y la ampliación del vademécum,
por citar algunos ejemplos, fueron implementadas recién en la primera década del presente
siglo).
La articulación entre los niveles de atención, si bien demandó una importante cuota
de trabajo para los responsables de la gestión de los servicios (coordinadores de Centros
comunitarios y de áreas programáticas), se veía continuamente dificultada por los marcos
regulatorios nacionales a los que la provincia adscribía. En éste sentido, la implementación
del Régimen del Hospital Público de Autogestión de 1993, reemplazado luego por el de
Gestión Descentralizada (Régimen de Hospitales Públicos de Gestión Descentralizada,
2000), atentaba claramente con la posibilidad de conformar redes integradas de salud, no
solo entre centros y hospitales, sino también entre los mismos hospitales, donde cada uno
en una carrera por proveerse de recursos, trataba por igual las demandas provenientes de un
establecimiento público o de la seguridad social, situación señalada incluso por
observadores ajenos a la realidad socio sanitaria local (Howard, 2005).

Por su parte, y en el mismo momento, la estrategia municipal concebía desde sus


inicios al centro de salud como eje de la red. Débora Ferrandini, por entonces Directora de
Atención Primaria, expresaba en una entrevista que la propuesta tenía que ver con:

“… un cambio cultural profundo,… que tiene tres líneas directrices: equidad, o igual utilización de
servicios a igual necesidad; clínica contextualizante,… privilegiar el ámbito domiciliario-
ambulatorio y considerar a los sujetos en su historia y contexto, promoviendo su autonomía,… y
participación, donde la población-objetivo es toda la población de la ciudad, pero con criterios que
contribuyan a identificar a los grupo más vulnerables” (citada en Rovere, 2005; p 156)

La estrategia municipal promueve que los equipos del primer nivel, “equipos de
referencia”, con una población bajo su responsabilidad, adquieran autonomía suficiente
para organizar el proceso de trabajo, con una mirada clínica ampliada y un enfoque
epidemiológico como herramientas básicas para el conocimiento y la acción. La clínica a

20
desarrollar es la que no pierde de vista al sujeto, la que no divide a la salud de la
enfermedad, la prevención de la recuperación, sino aquella que es capaz de abordar de
manera efectiva e integral los problemas de las personas y familias.
Para acompañar esta reorganización del trabajo se ponía a disposición de los equipos:

“… dispositivos técnico-burocráticos adecuados, tales como: historias clínicas, carné infantil


perinatal y de planificación familiar, formularios de interconsulta e implementación de la referencia
y contrarreferencia, normas de entrega de alimentos, turno programado para las actividades de
prevención y control terapéutico, talleres como instancias de formación y coordinación” (citado en
Rovere, 2005; p 156)

La relación entre los “equipos de referencia” y la población usuaria, dispositivo


conocido como “adscripción”, no se organiza según criterios administrativos. La misma
debe ser construida desde el vínculo y ha de sostenerse aun cuando el usuario precise
interconsultas o cuidados en otro nivel, asegurando la continuidad y la integralidad del
proceso de atención. Con el desarrollo de la estrategia surgieron prácticas innovadoras,
como:

“… las visitas y la internación domiciliaria, el hospital de día, la cirugía ambulatoria, la gestión de


turnos desde el centro de salud. Eso redefiniendo el vínculo con las familias y hacia el interior del
sistema” (citado en Rovere, 2005; p 156)

Otros elementos directrices de la estrategia municipal, y que complementan a la


práctica clínica, son la promoción de la salud y al funcionamiento de los establecimientos
en red. El portal digital de la Secretaría de Salud dice:

“… la estrategia de atención primaria y en este marco, el modelo de promoción de la salud aportan


una visión dinámica, donde la salud se entiende como un recurso para la vida cotidiana más que
una meta final. Esto implica trabajar cotidianamente en un proceso que permite a las personas tener
mayor autonomía sobre su propia vida y al mismo tiempo mejorarla.” (Municipalidad de Rosario,
2012a)

21
Por su parte, el funcionamiento en red “centra sus acciones sobre las necesidades del
paciente, y exige la actualización permanente de muchos conceptos perimidos de la
práctica médica”. La red está conformada por:

“El primer nivel,… espacio de mayor resolutividad,… conformado por los Centros de Salud
Municipales y algunas vecinales, distribuidos estratégicamente en todo el municipio y organizados
distritalmente. El segundo nivel de atención,… constituido por tres hospitales: “Dr. Roque Sáenz
Peña”, “Intendente Gabriel Carrasco” y “Juan Bautista Alberdi”, un servicio de Internación
domiciliaria pediátrica y de adultos, dos maternidades, un Instituto de Rehabilitación (ILAR) y
el Centro de Especialidades Médicas Ambulatorias de Rosario (CEMAR). El tercer nivel,…
constituido por las áreas de mayor tecnología y alta complejidad, con el Hospital de Niños “Víctor
J. Vilela”, la Maternidad Martin y el Hospital de Emergencias “Dr. Clemente Álvarez” (HECA).
Esta red se completa con la distribución gratuita de medicamentos y el Servicio Integrado de
Emergencias Sanitarias (SIES), con ambulancias para traslados y emergencias.” (Municipalidad de
Rosario, 2012a)

En base a lo expuesto queda claro que más allá de compartir un mismo territorio, los
diferentes procesos históricos que impulsaron el desarrollo de cada sector, gestaron
sistemas públicos de salud diferentes, diferencias que habría que indagar también en
término de resultados.

Donabedian (2005), en su clásica propuesta evaluatoria, explica los resultados


producidos en función de la estructura y los procesos, diferenciando a los resultados en dos
tipos o niveles: intermedios y finales. Entre los últimos, pueden situarse la “cura” y la
“prevención”. Lo que caracteriza a este tipo de resultados es que están vinculados al fin
último de la producción de servicios en salud. Por su parte, los intermedios actúan
“intermediando” la estructura y los recursos con el fin de lograr los resultados finales.
Dicho “intermediador” se manifiesta en los procesos, o mejor dicho, es el proceso: de
atención, de gestión, etc. El hecho de que el proceso no garantice necesariamente un
resultado final habilita a diferenciar ambos niveles de resultados.
Para Starfield (2002a), un sistema de salud centrado en la APS puede ser
caracterizado según el logro de ciertos atributos (resultados intermedios): integralidad,
longitudinalidad, continuidad, accesibilidad y primer contacto. Dichos atributos

22
caracterizan tanto al sistema de salud como un todo (sistemas centrados en la APS), como
al proceso de atención de los usuarios (atención integral de los problemas del usuario).

CONDICIONES DE SALUD CRÓNICAS Y AGUDAS

De enfermedades a condiciones de salud.


La noción de enfermedad, en tanto objeto de saber y de práctica, es una categoría
central del campo de la salud. Si bien se la puede abordar desde múltiples perspectivas, la
visión biomédica es la que de modo hegemónico ha impuesto sus premisas respecto de
otras perspectivas. Cabe señalar una vez más que el interés por la reflexión conceptual no
es meramente especulativo, sino por el contrario, tiene profundas implicancias sobre la
práctica. Es así que las formas en que cada sociedad explica y comprende la salud-
enfermedad, conlleva a diferentes respuestas para atenderla, conformando lo que Menéndez
denomina diferentes Modelos de atención de los padecimientos (Menéndez, 2004).
Entre los rasgos más sobresalientes de la biomedicina cabe destacar el biologicismo:

“… en tanto núcleo de formación del médico,… el aprendizaje se hace a partir de contenidos


biológicos, donde los procesos sociales, culturales y psicológicos son anecdóticos,… (Siendo)
excluidos los procesos y factores históricos, sociales y culturales del proceso s-e y de otras formas
de atención consideradas por la biomedicina como formas culturales, y en consecuencia excluidas o
por lo menos subalternizadas” (Menéndez, 2004: p 25)

Samaja diría (2004a), que la biomedicina limita su campo de saber y de práctica al


nivel de la reproducción biológica de la vida de los colectivos.
Cabe agregar también que no solo son excluidos los procesos históricos y sociales,
sino cualquier determinación o nexo que la sitúe en una realidad concreta. Es así como la
enfermedad adquiere entidad propia, al modo de un objeto natural, totalmente aislada del
contexto, estática, siempre igual a sí misma, operación que niega la dimensión procesual
del fenómeno la salud-enfermedad. Desde ésta perspectiva, el paradigma de enfermedad
son las transmisibles, eventos donde puede identificarse un agente externo, generalmente de

23
curso corto y bien delimitado, y donde la salud es asumida como la ausencia de enfermedad
a partir de la curación o la prevención.
En el caso de las enfermedades crónicas no transmisibles, la reflexión sobre la
enfermedad no puede hacerse sin simultáneamente incluir la salud. Canguilhem (2005)
señala la importancia de la fisiopatología en la construcción del objeto-modelo en la
historia de la medicina moderna. Otorgando un lugar central a la disfunción, al desorden, a
la anomalía, en fin, a lo patológico, la medicina no solo profundiza el conocimiento de
dichos fenómenos, sino que también es el lugar desde donde se define lo normal. La
fisiopatología, y la medicina, definen primero lo anormal para luego arribar a lo normal.
Asumida como polos de un continuo, la diferencia entre salud y enfermedad sería de
magnitud, de cuantos, y no de fenómenos cualitativamente diferentes. Citando a Claude
Bernard, padre de la fisiopatología, Canguilhem señala respecto de la diabetes:

“… solo existe una glicemia, la que es constante, ya sea durante la diabetes, ya sea fuera de ese
estado mórbido. Simplemente tiene grados: por debajo de 3 a 4 por mil no produce glucosuria; pero
por encima, esta aparece… el paso del estado normal al patológico es imposible de captar…”
(Canguilhem, 2005: p 45)

En fin, luego de establecer que es lo patológico, se designa la normalidad, y de acá se


desliza la noción de salud.

Mendes (2012a), desde una perspectiva diferente a la de la epistemología, la


sociología y la antropología, también realiza críticas acerca de la centralidad otorgada al
concepto enfermedad en salud pública. Partiendo de reconocer la falta de adecuación entre
la respuesta social y los problemas de salud-enfermedad prevalentes, el autor señala que los
servicios de salud, tradicionalmente organizados para dar respuesta a los eventos agudos,
deben producir cambios para dar respuesta a los crónicos. Seguir asumiendo la enfermedad
al modo de la biomedicina, aislada del sujeto individual y colectivo que la padece, de las
determinaciones sociales e históricas, negando su dimensión procesual y la respuesta social,
torna difícil producir los cambios organizacionales que permitan a los equipos adquirir las
herramientas necesarias para lidiar con procesos de larga duración, con condiciones
crónicas, trabajado a la vez sobre la promoción de salud y la prevención de la enfermedad.

24
Mendes define condición de salud como:

“… las circunstancias en la salud de las personas que se presentan de forma más o menos
persistente y que exigen respuestas sociales reactivas o proactivas, episódicas o continuas,
fragmentadas o integradas, de los sistemas de atención de salud, de los profesionales y de los
usuarios. La categoría condición de salud es fundamental en la atención de la s-e porque solo se
agrega valor para las personas desde los sistemas de atención cuando se enfrenta una situación de
salud mediante un ciclo completo de atención.” (Mendes, 2012a: p 31) 3

Las condiciones agudas, son en general de curso corto, inferior a tres meses de
duración, y tienden a autolimitarse. Al contrario, las condiciones crónicas tienen un período
de duración más o menos largo, y en el caso de muchas enfermedades crónicas, son
definitivos o permanentes (Mendes, 2011).
La noción de condición, al contemplar los modos adoptados por la respuesta social,
posibilita pensar en término de acompañamiento longitudinal, de continuidad y de
integralidad en la atención, atributos todos de la estrategia de APS. Permite también
repensar la clínica: desde una clínica centrada en la enfermedad, a una clínica centrada en el
sujeto, ampliada y reformulada (de Sousa Campos, 2001).

MODELOS PARA LA ATENCIÓN DE LAS CONDICIONES DE SALUD

El modelo de las agudas y los modelos para las crónicas


La bibliografía destinada a analizar la falta de adecuación entre la respuesta social a
los problemas de s-e-c de una población y la real problemática epidemiológica es muy
vasta. Como muestra de ello se puede revisar los señalamientos que vienen realizando
diferentes organismos multilaterales (Organización Panamericana de la Salud, 2007;
Naciones Unidas, 2011a y 2011b; The World Bank, 2011), ministerios de salud (Ministerio
de la Protección Social de Colombia, 2006; Ministerio de Salud de la Nación, 2009a y
2012) y autores del mundo académico y servicios de salud (Wagner, 1998; Terol et. al.,

3
Original en portugués. Traducción a cargo del autor de la presente tesis de maestría.

25
2001; Anderson, 2009; de Andrade Goulart, 2011; Macinko et. al., 2011; Mendes, 2011 y
2012a; Barceló et. al. 2012; Cavalcanti et. al. 2012).
A pesar de las diferencias entre cada fuente consultada, se puede señalar algunos
denominadores: el reconocimiento explicito de la prevalencia de condiciones crónicas; el
“desajuste” entre sistema de servicios de atención y el perfil epidemiológico; la importancia
de avanzar en el desarrollo de AP; y la necesidad de revisar los modelos de atención
vigentes, desarrollados para dar respuesta principalmente a las condiciones agudas, en pos
de implementar modelos más adecuados a las crónicas.

De manera genérica, y siguiendo a Mario Bunge, un modelo puede definirse como:

“Una representación simplificada, generalmente en términos matemáticos, de una determinada


realidad…”, “los modelos son sistemas hipotético-deductivos que se diferencian de las teorías en
tres aspectos. En primer lugar, los modelos tienen un dominio (o clase de referencia) más angosto
que las teorías; en segundo lugar, los modelos son representaciones muy idealizadas (simplificadas)
de la realidad; y en tercer lugar, a diferencia de las teorías, los modelos pueden no contener
leyes",… “en términos metodológicos, un modelo ocupa una posición intermedia entre la realidad y
las teorías”. (Enciclopedia económica, 2012)

Si bien la reflexión original es en torno a la economía y a los modelos económicos, la


definición es adecuada al uso que se hace de él en salud. En éste sentido cabe agregar que
en tanto representación, un modelo también sirve para guiar la práctica. En el caso salud, es
el sustento lógico que organiza la respuesta social para atender los problemas de salud-
enfermedad-cuidados.
Para Mendes, los modelos de atención en salud

“… son sistemas lógicos que organizan el funcionamiento de las Redes de Atención de Salud (RAS),
articulando de forma singular las relaciones entre los componentes de las redes y las intervenciones
sanitarias, definidos en función de la visión prevalente en salud, de la situación demográfica y
epidemiológica, y de los determinantes sociales de la salud, vigentes en determinado tiempo y
sociedad”. (Mendes, 2012b: p 52) 4

4
Original en portugués. Traducción a cargo del autor de la presente tesis de maestría.

26
El autor diferencia a los modelos de atención en modelos para condiciones agudas y
modelos para condiciones crónica.
A pesar de ciertas similitudes no ha confundirse el concepto de modelo de atención
con el término anglosajón Disease Management o Gestión de Enfermedades (Terol et. al.,
2001). Acuñado y difundido en los Estados Unidos durante los 90´ por la Boston
Consulting Group, quién lo define como proceso de optimización en la provisión de
cuidados mediante la coordinación de todos los recursos a lo largo del sistema de salud y
durante todo el ciclo de vida de la persona y su enfermedad, basando las decisiones en
evidencia cierta, orientado a mejorar la calidad y los resultados clínicos y económicos al
menor costo posible. Conceptos y denominaciones íntimamente ligadas a la Gestión de
Enfermedad son: Case Management (Gestión de casos), Care Management (Gestión de
atención o cuidados) y Care Coordination (Coordinación de cuidados).

El modelo de atención para las condiciones agudas está organizado para dar respuesta
a eventos agudos, de corta duración, entre los que se puede incluir las re-agudizaciones de
las condiciones crónicas. Tiene por objeto identificar en el menor tiempo posible la
gravedad de la situación de una persona. El paradigma de atención de condiciones agudas
son los dispositivos diseñados para dar respuesta en situaciones de emergencia y catástrofe.
En base a señales fácilmente reconocibles, estratifican según riesgo de vida y necesidad de
atención (Triage), con el objetivo de dar la mejor respuesta en el menor tiempo posible. El
desarrollo de éste tipo de modelos tiene una larga historia que va de la propuesta pionera de
la Australasian Triage Scale (ATS) de mediados de los 80´, pasando por los modelos
canadienses y norteamericanos, Canadian Triage Acuity Scale (CTAS) y Emergency
Severity Index (ESI) respectivamente, hasta llegar al más actual y difundido entre los
servicios de emergencia, el modelo Andorrá del Trialge (MAT). Puede decirse que la
variable crítica en juego es el tiempo de respuesta del sistema y por ello la necesidad de
clasificar por riesgos (Marques et. al., 2010; Mendes, 2012c).
Fuera del ámbito de la urgencia y la emergencia, la estratificación de riesgo para dar
una pronta respuesta a los problemas de salud de los usuarios, también viene siendo
ampliamente implementada en hospitales y en el primer nivel de atención. Muchos equipos
de AP de la ciudad de Rosario implementaron dispositivos para dar respuesta de “atención

27
rápida” a la demanda de usuarios que difícilmente pueda resolverse a través de la solicitud
de turnos programados. Más allá de que no involucra a servicios de emergencia, la misma
naturaleza de los problemas de s-e-c los transforma en modelos para la “pronta atención” de
situaciones agudas.

Respecto de las crónicas, las primeras propuestas de cambio para la atención de las
mismas datan de finales de la década del 90.
La primera fue el Modelo de Atención Crónica (CCM, del inglés Cronic Care
Model). Reconociendo la alta prevalencia de las ENT y la fragmentación del sistema de
salud estadounidense, sus promotores proponían cambios con el objeto de brindar atención
de mejor calidad. El cambio de modelo no solo produciría mejores resultados sanitarios,
sino también la disminución de los costos (Wagner, 1998). Según la propuesta, los cambios
deben involucra tanto al sistema atención como a la población usuaria. Respecto de los
servicios, los cambios deben apuntar a la re-organizar en función de los problemas de los
usuarios, tanto en su dimensión “soft” como “hard”; apoyar las decisiones clínicas en la
mejor “evidencia científica”, y en acuerdo con los usuarios; introducir registros clínicos
adecuados, que funcionen como recordatorio y que sean de rápido acceso; promover el
autocuidado mediante el “empoderamiento de pacientes”. Respecto de la “comunidad”,
propone otorgar a ésta mayores cuotas de control sobre los servicios.
Como variante del CCM, la Organización Mundial de la Salud en 2003 presentó su
propuesta de Cuidados Innovadores para Condiciones Crónicas (CICC). La misma,
destinada especialmente a los países en desarrollo, propone mejorar la atención de la salud
a nivel macro, meso y micro, por intermedio de “apoyos en los cambios en el paradigma;
gerenciar un ambiente político; desarrollar un sistema integrado de atención de la salud;
articular las políticas sectoriales en salud; aprovechar mejor los RRHH en salud;
centralizar los cuidados de salud en la familia; apoyar a los usuarios en su comunidad”
(Organização Mundial da Saúde, 2003: p 8-9)5, haciendo énfasis en la prevención de la
enfermedad.
Hacia el 2007, la misma OMS invita a ampliar la perspectiva, introduciendo, aunque
de un modo no exento de críticas, la noción de determinantes de la salud (OMS, 2007 y

5
Original en portugués. Traducción a cargo del autor de la presente tesis de maestría.

28
2008). Partiendo del modelo explicativo de Dahlgren and Whitehead, la propuesta,
conocida como Modelo de Determinación Social en Salud (MDSS), define a los
determinantes sociales de la salud como aquellas condiciones en las que las personas viven
y trabajan, donde la vida transcurre. Mendes, de un modo gráfico, resume la idea de
determinante social como “las causas de las causas”, donde la

“… salud de los más pobres, el gradiente de salud dentro de un mismo país y las grandes
desigualdades sanitarias entre los países, son provocadas por una distribución desigual de la
riqueza, comprobable tanto a nivel mundial, nacional como regional”,... “distribución desigual de
experiencias perjudiciales, que no son un fenómeno natural, sino que están socialmente
determinados” (Mendes, 2012c; p 164) 6

Corregir todas estas injustas desigualdades no solo hace a la justicia social, sino que
es también un imperativo ético. Para ello ha de trabajarse en cinco líneas de acción: mejorar
las condiciones de vida de la población; luchar contra la distribución desigual del poder y
de los recursos; medir la magnitud del problema, con el objetivo de evaluar las
intervenciones y ampliar los conocimientos; capacitar al personal de salud en determinantes
sociales de salud; y sensibilizar a la opinión pública.7
Con una mirada más acotada, otra de las propuestas para atender las condiciones
crónicas es el Modelo de la Pirámide de Riesgos (MPR) o Kaiser Permanente (KP), en
alusión a la operadora estadounidense de planes de salud que tuvo mucho que ver en su
formulación (Porter et. al., 2008; Mendes, 2012c). El modelo plantea que la necesidad de
atención de una persona portadora de una condición crónicas debe ser definida en términos
de una tríada conformada por: la duración de la condición, las posibilidades y recursos del
sistema, y la capacidad de autocuidado de quien padece la condición. Estos criterios
permiten estratificar según riesgo en tres grupos: portadoras de condición crónica leve y
con gran capacidad de autocuidado; portadores moderados; y portadores de condición
crónica con un desarrollo severo o inestable y con baja capacidad para autocuidado. Dicho
agrupamiento permite disponer los recursos del sistema en función de las necesidades, las
que están determinadas no solo por el desarrollo de la condición crónica, sino también por

6
Original en portugués. Traducción a cargo del autor de la presente tesis de maestría.
7
Para revisar las críticas a la propuesta del Modelo Modelo de Determinación Social en Salud de la OMS,
consultar en: Movimiento por la Salud de los Pueblos (2011) y Alfaro Porras (2009).

29
la capacidad de auto cuidarse. La propuesta genera un importante impacto racionalizador de
la agenda de los profesionales. En teoría, la oferta de servicios es organiza sobre un
espectro continuo que va desde importantes cuotas de autocuidado a crecientes niveles de
cuidado profesional, todo ello según la estratificación del riesgo. Hay evidencia que este
modelo organizacional impacta positivamente sobre el cuidado de las condiciones crónicas,
siempre y cuando el sistema de servicios pueda garantizar márgenes aceptables de
integración y continuidad (Mendes, 2012c), situación que transcurre muchas veces en
simultáneo con el desarrollo de la AP (Starfield, 2002a).
Finalmente, y en un intento por rescatar los aspectos más sobresalientes de cada una
de las propuestas anteriores, pero reconociendo a la vez la historia y el desarrollo del propio
sistema de salud brasilero, Mendes propone un Modelo de Atención de Condiciones
Crónicas (MACC) para el SUS. Del reconocimiento de la “crisis del SUS”, ubicada a nivel
del “desajuste” entre “la respuesta social deliberada” y los problemas de salud prevalentes,
propone como estrategia el MACC, el que partiendo de los aspectos positivos del sistema
actual (sistema único, con un fuerte desarrollo de la estrategia de AP a través del Programa
Salud de Familia y de Redes de provisión integradas de salud), debería incorporar
progresivamente la estratificación por riesgos de MPR, sin abandonar la idea-eje de
población “adscripta” a equipos de Salud de Familia y el trabajo intersectorial sobre los
determinantes sociales en salud del MDSS (Mendes, 2012c).

Se deduce que cualquiera de las propuestas de modelos de cuidados de condiciones


crónicas, desde las relativamente más restringidas (MPR o CCM) a las más ambiciosas
(MDSS o MACC), son mucho más amplias que el concepto de Gestión de enfermedad.
Mientras este centra su atención a nivel de aspectos singulares del proceso, los “modelos”
interpelan también a los actores, las reglas y las acumulaciones del espacio de lo particular
y de lo general, no solo a nivel de la organización de los sistemas de servicios de salud, sino
también de la organización social en su conjunto (Castellanos, 1990).

De estrategias y modelos…
A modo de cierre del presente capítulo, y previo a plantear la pregunta-problema de
investigación, cabe una reflexión acerca de los conceptos modelos y estrategia.

30
Sin pretender agotar la reflexión, puede decirse que al caracterizar cada AP, según los
atributos más sobresalientes de cada propuesta, incluso la APS estrategia, se está
modelizando, se están elaborando tipos ideales que simplifican la realidad. Cada tipo de AP
es un marco conceptual que pretende describir y explicar de un modo simple la compleja
realidad de los servicios de salud.
Todo modelo o herramienta conceptual, es útil para operar sobre la realidad, pero
también, y por su misma esencia instrumental, puede dificultar la comprensión de la misma.
Más tarde o más temprano se paga el precio al que conduce el uso de herramientas
conceptuales que tienden a sobre-simplificar la realidad. Toda praxis humana, y la praxis
sanitaria no escapa a ello, es un proceso donde se busca producir conocimientos adecuados
acerca de la realidad para operar eficazmente sobre ella. En tal sentido, el proceso se
desarrolla en un espectro que va desde la sobre-simplificación, lo que conduce al
reduccionismo y a la elección de herramientas de limitada eficacia, a la extrema
complejización, lo que inevitablemente conduce a posturas paralizantes.
Es en éste marco que la propuesta municipal evita hacer referencia explícita a
“modelo” y habla de “directrices” (Rovere, 2005). Según esta mirada, el uso del concepto
modelo opera como una estructura ideal con la que se “encuadra” la realidad, congelando el
movimiento y eliminando los múltiples matices, cuando de lo que se trata es de busca
herramientas que permitan lidiar con la realidad cambiante y compleja de los servicios de
salud y los problemas de la población. En tal sentido la idea de “directriz”, en tanto líneas
de acción que guían la estrategia, cobraría valor operativo por sobre la noción de modelo.

¿CUÁL ES EL PROBLEMA A INVESTIGAR?

El problema objeto y el marco lógico de la investigación.


Luego de esta extensa introducción, mezcla de situación problemática y marco
teórico, y a partir de las siguientes premisas, surge la pregunta a indagar en la presente
investigación.
Reconociendo que: i) el perfil epidemiológico de Rosario está muy marcado por el
grupo de las ENT; ii) que el desarrollo del sector público de salud, tanto en términos

31
cualitativos, como cuantitativos, ha sido muy importante; iii) que la estrategia municipal ha
incorporado desde sus orígenes muchos de los aspectos de la APS (equipos de referencia
con población de responsabilidad, condiciones para el acompañamiento continuo,
longitudinal e integral, mayor capacidad resolutiva del primer nivel, articulación con
segundo nivel, etc.); y iv) que no existe definición, al menos explícita, de reorientar la red
municipal en función de las condiciones crónicas, mediante la adscripción a algún modelo
“de atención de crónicas”, es que cabe la pregunta: ¿los cuidados producidos por el primer
nivel de atención municipal, son adecuados para atender las condiciones crónicas de los
usuarios?
La investigación así planteada refiere al campo de la evaluación de servicios
(Dussault, 1995: p 1-5). Se propone evaluar el proceso de producción de cuidados
vinculado a las condiciones crónicas. Se hizo mención previamente al tradicional esquema
aplicado a la evaluación de servicios, y que explica la producción de resultados en función
de la estructura y los procesos. Se señaló también que dicho marco analítico permite
distinguir dos niveles de resultados: los intermedios y los finales. Así como entre los
últimos, puede situarse la “cura” de enfermedades, “fin último del proceso”, entre los
resultados “intermedios”, puede ubicarse a las condiciones del proceso. El hecho de que el
proceso no garantice necesariamente un resultado final, habilita a diferenciar entre
resultados intermedios y finales.
Siguiendo a Starfield, puede decirse que las condiciones del proceso de producción de
cuidados de un sistema de salud centrado en la APS está dado por ciertos atributos:
integralidad, longitudinalidad, continuidad, accesibilidad y primer contacto. Dichos
atributos pueden asumirse como resultados “intermedios”.

Resumiendo, la presente investigación se propone indagar la capacidad del primer


nivel municipal en el cuidado de las condiciones crónicas, buscando sustento lógico en los
esquemas desarrollados para la evaluación de servicios de salud, donde se asumen las
condiciones del proceso de producción de cuidados como resultados “intermedios” pasibles
a ser evaluados.

32
Capítulo 2: el problema de investigación y los objetivos

El problema de investigación

El problema/objeto de estudio de la presente investigación surge de confrontar las


problemáticas prevalentes que hacen al perfil epidemiológico de la población de Rosario
con la red de servicios públicos de salud del municipio.
Siendo las condiciones crónicas uno de los principales problemas de s-e-c de la
población de la ciudad, es interesante indagar la capacidad de acompañamiento por parte
del primer nivel.
Por su parte, la propuesta sanitaria municipal presenta varios elementos que la
distancian de las AP selectivas, focalizadas o primer nivel. Como elementos distintivos
puede citarse: adscripción de población a equipos multiprofecionales; dispositivos de
“pronta atención” en el primer nivel para atender condiciones agudas; segundo nivel
organizado como soporte del primer nivel; autonomía de los equipos del primer nivel para
el diseño de intervenciones singulares y colectivas; difusión de herramientas de soporte
clínico (HCF y Fichero calendario); recursos técnicos destinados a mejorar la capacidad
resolutiva del primer nivel: extracción de muestras biológicas para exámenes
complementarios, amplia provisión de insumos de farmacia, etc. Un rasgo distintivo es que
toda esta estructura de soporte al primer nivel está vigente desde hace más de 15 años,
presentando, aún en momentos de severas crisis económicas como la del 2001-2002, un
desarrollo sostenido.

Es a partir de esta situación, donde la prevalencia de las condiciones crónicas por un


lado y una red de servicios con elementos novedosos, que rescata aspectos claramente
vinculados a la AP como estrategia (APS) por el otro, que surge la pregunta/objeto de
investigación: ¿Qué capacidad tiene el primer nivel de atención municipal para producir
cuidados destinados a las condiciones crónicas?

33
Objetivos

General
Caracterizar el proceso de producción de cuidados en un Centro de salud del primer
nivel de atención municipal en términos de adecuación a la atención de condiciones
crónicas.

Específicos
1. Caracterizar en términos organizacionales y estructurales el Centro de salud.
2. Caracterizar la población del área de responsabilidad desde el conocimiento del
equipo del Centro de salud.
3. Caracterizar al grupo de usuarios portadores de la condición crónica.
4. Indagar la longitudinalidad en el cuidado de condiciones crónicas.
5. Indagar la integralidad de los cuidados centrados en la condición crónica de base.
6. Indagar la integralidad de los cuidados centrados en la persona.

Justificación

El presente trabajo encuentra su justificación en la necesidad de indagar la


adecuación de los cuidados producidos por la red de salud pública municipal de la ciudad
de Rosario. Según se comento, la prevalencia de las enfermedades crónicas degenerativas
en la población es muy alta, generando un importante impacto en términos de calidad de
vida y mortalidad. Simultáneamente, la red de servicios públicos del municipio presenta un
desarrollo estructural y organizacional importante, con elementos innovadores, surgidos de
un proyecto sanitario comprometido con la estrategia de APS que lleva casi dos décadas de
desarrollo. En tales circunstancias es imperioso indagar las capacidades que el primer nivel
de atención desarrolla para producir cuidados de condiciones crónicas.

34
Capítulo 3: Abordaje Metodológico

CUESTIONES DE MÉTODO

En el presente capítulo se desarrollan aspectos técnicos y teóricos destinados a


responder la pregunta objeto-problema de la investigación. La inclusión de lo “teórico”
como parte inseparable de lo metodológico es consecuente con el modo de entender la
producción de conocimiento que reconoce de manera explícita la relación dialéctica entre
ambos términos de la praxis científica, y toma distancia de las propuestas que reducen lo
metodológico a lo meramente “técnico” (Samaja, 2004b). Desde la perspectiva elegida,
tanto la operacionalización de un concepto –algo “teórico”-, como el proceso de selección
de una fuente de información –algo “técnico”-, en tanto pasos necesarios para avanzar en
un proyecto de investigación, encuentran síntesis en lo metodológico.
Las cuestiones teóricas a tratar están destinadas a profundizar conceptos y categorías
presentes en el problema de la investigación, los que necesariamente han ser definidos y
operacionalizados. Esta “función” de la teoría es lo que Samaja denominan el Marco
teórico de la investigación.

“En efecto, la noción de Marco teórico, no “enmarca” a la teoría propiamente hablando, sino al
Objeto (de investigación), siendo desde el objeto de donde deberá proceder el contenido con el que
se llenará la teoría” (Samaja, 1987: p 8-9)

Los aspectos “técnicos” a desarrollar son los vinculados a la explicitación del


universo y la muestra, las unidades de análisis e información, las fuentes e instrumentos de
recolección de datos y el plan de análisis, lo “metodológico” para algunos manuales de
investigación (Sabino, 1996), como lo relativo a la arquitectura de la investigación:
características temporales del diseño -longitudinal o transversal-, relación entre el
investigador y las unidades de información -observación o experimentación- y el nivel de
agregación de la información -“individuado” o agregado- (Almeida Filho y Rouquayrol,
2008).

35
La complejidad del problema planteado exige una estrategia de acercamiento abierta,
a ser construida durante el mismo proceso investigativo, dado que no existe a priori una vía
que permita acceder a la “adecuación de los cuidados”.

LOS ASPECTOS TEÓRICOS

A continuación serán presentados aquellos conceptos, que expresados en el problema


y en los objetivos, deben ser operacionalizados. Si bien en la situación problemática se hizo
mención a varios de ellos, en el presente capítulo se profundizará solo aquellos que integran
el problema. Los conceptos a operacionalizar son: i) condición crónica; ii) longitudinalidad;
e iii) integralidad.

Las Condiciones crónicas


En la presente investigación se asumirá como condición crónica al proceso de
producción de cuidados de usuarios con diagnóstico de Hipertensión Arterial Primaria
(HTA) y/o Diabetes Mellitus Tipo II (DBT) en el primer nivel de atención.
Respecto de la HTA serán excluidas aquellas situaciones con diagnóstico de cuadros
hipertensivos secundarios y/o episodios agudos con compromiso inminente de la vida
(emergencias y urgencias hipertensivas), la hipertensión y el embarazo en todas sus
variantes, la hipertensión secundaria a nefropatías y endocrinopatías, las asociadas al
consumo de drogas y fármacos, y los eventos agudos de reciente inicio.
En el caso de la DBT no serán incluidas la situación de usuarios con diagnóstico de
Diabetes Mellitus Tipo I (“insulinodependiente” o juvenil), como aquellos estados
asociados a situaciones especiales: diabetes gestacional, hiperglucemias secundarias a
tratamientos farmacológicos, etc.
Los motivos de la elección de ambos eventos son: i) figuran entre los diez motivos de
consulta más frecuentes al primer nivel de atención municipal (Secretaría de Salud Pública
de la Municipalidad de Rosario, 2012; Programa Remediar+Redes, 2012); ii) son
condiciones crónicas permanentes, pues ninguna presenta lo que puede asimilarse a la
“curación” que da fin al proceso de producción de cuidados.

36
La temporalidad de la condición crónica será descriptas según:

1. Fecha de adscripción al CdeS. Se asumirá como fecha de adscripción al


establecimiento la primera consulta registrada en la HCF del usuario portador de la
enfermedad crónica.
2. Tiempo transcurrido entre el diagnóstico de la condición crónica y la última
consulta. Se trabajará con condiciones “activas”, considerándose como tal la
existencia de al menos una consulta durante el año previo a la revisión de la HCF.
3. Período de análisis de la condición crónica. Si bien Mendes (2011) define como
condición crónica aquella situación que requiere para su atención un ciclo de al
menos 6 meses, en la presente investigación, las condiciones crónicas serán
revisadas durante un período de dos años. Dicho período de análisis está
comprendido entre la última consulta registrada al momento de la revisión de la
historia y la consulta registrada veinticuatro meses atrás. El criterio se basa en que
veinticuatro meses es un tiempo adecuado para que se establezca y sostenga una
atención longitudinal. Durante dicho período se indagará: i) cantidad total de
consultas; y ii) frecuencia de consultas.

Los atributos de la APS


Starfield (2002b: p 32), al caracterizar la provisión de los servicios de salud
“centrados en la APS”, identifica los siguiente atributos: accesibilidad y primer contacto,
cupo y longitunalidad, relación médico paciente, integralidad y coordinación de la atención.
Los mismos pueden utilizarse para caracterizar la organización y funcionamiento de la red
de servicios (nivel meso), como el proceso de producción de cuidados a nivel micro. La
producción de cuidados adecuados a las condiciones crónicas exige que los servicios de
salud se organicen teniendo en cuenta dichos atributos.
No obstante, es importante señalara que la APS, en tanto estrategia amplia, también
incluye las atención de las condiciones agudas, y que para su adecuada atención se precisa
asegurar también la accesibilidad, la atención integral y la coordinación. Ahora bien, una de

37
las grandes diferencias entre la atención de ambas condiciones es la temporalidad del
proceso de atención. Para las agudas es de corta duración, mientras que para las crónicas es
de larga a muy larga duración (muchas veces es permanente). Varios autores coinciden en
señalar que la fragmentación es uno de los principales problemas para el cuidado adecuado
de las condiciones crónicas, y que dicha fragmentación puede ser tanto del nivel meso (la
organización de la red), como del nivel micro (de la clínica).
Mendes, plantea la necesidad de un cambio en la clínica, y citando a Berwick, dice
que “no se puede seguir practicando la clínica del siglo XIX en el siglo XXI” (Mendes,
2012d: p 241)8, insistiendo que el fracaso de los sistemas de salud se debe en parte a la
fragmentación de la clínica y la atención inadecuada de los problemas crónicos.
En el marco de la presente investigación se apelará a los atributos de la APS
distintivos de procesos de larga duración: longitudinalidad e integralidad.

A continuación se explica el dominio de aplicación de cada concepto. Cabe señalara


que si bien cada atributo posee un dominio más o menos específico, los límites no siempre
son claros, y lo que es más importante aún, hay interdependencia recíproca entre ellos: es
difícil asegurar la integralidad si no existe un mínimo de longitudinalidad, como también es
dificultoso un vínculo longitudinal y un abordaje integral si no existe coordinación del
proceso.

Longitudinalidad

La longitudinalidad implica que una persona usuaria de servicios de salud posea una
“fuente habitual y continua de atención” (Zurro, et. al., 1999: p 9). La fuente puede ser un
médico, un equipo o un establecimiento. Los usuarios, al identificar la fuente como
“propia”, buscan periódicamente atención en ella y no en otras. Para Starfield, en el
contexto de la APS, la longitudinal se define como el “seguimiento y maduración de
individuos o grupos a lo largo del tiempo” (Starfield, 2002c: p 153).
Un concepto próximo es continuidad de la atención. La diferencia entre ambos
términos radica en la calidad del vínculo. Mientras que para la continuidad, lo característico

8
Original en portugués. Traducción a cargo del autor de la presente tesis de maestría.

38
del vínculo reside en lo cuantitativo (número de visitas a la fuente habitual de consulta),
para la longitudinalidad también cuentan los aspectos cualitativos (visitas por motivos que
van más allá de un problema de salud-enfermedad). Para Starfield, ambos atributos pueden
desarrollarse juntos o no.
Es interesante señalar que un vínculo de estas características se sostiene a partir de la
existencia de un “contrato” entre usuarios y proveedores. Este contrato puede ser más o
menos formal, y no solo es una condición de primer orden para la producción de cuidados a
lo largo del tiempo, sino también para la atención de una amplia variedad de situaciones
(integralidad).
Según se mencionó, el vínculo longitudinal puede ser con un médico, un equipo o un
establecimiento. Cada una de estas variantes presenta ventajas e impone desafíos. El
vínculo centrado en un médico de referencia puede garantizar el conocimiento más
profundo y detallado de ciertos problemas, pero también puede ser un límite al abordaje
integral de los mismos. Es sabido que la complejidad exige abordajes interdisciplinarios.
Por su parte, la referencia a un CdeS tampoco garantiza de buenas a primeras cuidados
longitudinales si no existe simultáneamente una adecuada coordinación.
Varios estudios citados por Starfield señalan las ventajas de la atención longitudinal:
utilización más eficiente de los servicios de salud, mejor cumplimiento de tratamientos
farmacológicos en situaciones de larga duración, mayor probabilidad de identificar
problemas no planteados como demanda por el usuario, inclusión y consecución de
aspectos preventivos, menores tasas de hospitalización y mayores niveles de satisfacción de
los usuarios. Las ventajas resultan comparativamente mayores cuando la longitudinalidad
se apoya en un médico por sobre un establecimiento (Starfield, 2002c). No obstante cabe
señalar que ninguno de los estudios mencionados incluye a equipos de referencia, punto
clave en la propuesta de Mendes, quién apunta las ventajas que esta modalidad
organizacional presenta –equipos multiprofesionales de salud de la familia- en el caso de
las condiciones crónicas (Mendes, 2012d).
Para Starfield, las ventajas de la atención longitudinal se explican por las
características particulares del vínculo entre usuarios y servicios de salud. El contacto
continuo y periódico con un mismo médico, genera confianza y conocimiento recíproco,
fortaleciendo el vínculo y las condiciones para la atención longitudinal. Por todo lo

39
anterior, queda claro que la atención longitudinal es una dimensión clave para la
producción de cuidados de condiciones crónicas.

Según la bibliografía consultada, la atención longitudinal puede “medirse” apelando a


diversas fuentes de información. Por un lado, los usuarios pueden referir si cuentan o no
con una fuente de atención habitual, las características de la fuente (un médico, un equipo,
un establecimiento de salud) y los modos de utilización (“urgencias”, “controles”,
“actividades de prevención”). Por el otro, a través de la información producida por los
servicios de salud, también puede indagarse la longitudinalidad a partir de los modos de
utilización de los mismos. En tal sentido, y apelando a los registros clínicos, Starfield
(2002c; 169) menciona algunos indicadores posibles: Continuidad del proveedor habitual,
Continuidad asistencial, Probabilidad de continuidad, Índice de continuidad modificado,
etc. La Continuidad del proveedor habitual (UPC, del inglés usual provider continuity) es el
indicador más fácil de obtener. Se calcula a partir del número de visitas a la fuente habitual
(médico o establecimiento de referencia), dividido por el número de visitas totales a otros
médicos o servicios en igual período de tiempo. Por su parte la Continuidad asistencial
(COC, del inglés continuity of care), al agregar mayor detalle de cada consulta, permite
corregir ciertas sobreestimaciones del anterior. A modo de ejemplo, la visita de un usuario a
un especialista del segundo nivel (fuente no habitual) a partir de la solicitud del médico de
referencia (fuente habitual), si de longitudinalidad se trata, debe incluirse en el numerador.
La autora recomienda que los períodos a tener en cuenta para el cálculo del indicador no
sean menores a dos años.

Para la presente investigación, la longitudinalidad, definida como la presencia de una


fuente habitual para la atención de las enfermedades crónicas elegidas, será indagada a
partir de la información provista por los “servicios de salud”, mediante la revisión de
historias clínicas de usuarios con diagnostico de HTA y/o DBT y de entrevistas a
trabajadores de salud del primer nivel de atención.

La Historia Clínica Familiar (HCF) fue desarrollada e implementada por la Dirección


de APS para el primer nivel en 2001. Dicha herramienta vino a reemplazar los anteriores

40
formatos (historias clínicas individuales e historias por aéreas específicas: perinatológica,
pediátrica, del adulto, odontológica, ginecológica, etc.), teniendo por objetivo el registro
centrado en la familia y el seguimiento integral de los problemas de éstas y sus integrantes
(Dirección Atención Primaria, 2001). Consta de dos grandes capítulos o apartados: i) el
dedicado al registro de la información de la familia (integrantes, familiograma, historia de
vida, recursos y problemas familiares); y ii) el destinado al registro de la información de
cada integrante (datos filiatorios, antecedentes personales, problemas relevantes,
actividades de prevención y promoción, y “Hojas de evolución”). Ambos apartados
admiten la posibilidad de actualizar la información en función del tiempo, registrando el
dato en cuadros doble entrada: las “grillas” u “Hojas de seguimiento”.
Indagar el atributo a partir de la HCF no permite generar indicadores como los
propuestos por Starfield. Para ello sería indispensable contar con la información de todas
las consultas que los usuarios realizan a los establecimientos de la red, tarea dificultosa si se
tienen en cuenta los actuales sistemas informáticos. Para subsanar dicho obstáculo se
profundizará la búsqueda de información en la HCF, buscando la información tanto en
apartados de “seguimiento” como de “evolución”.

Las “Hojas de seguimiento” posibilitan la lectura rápida de los problemas, de las


prácticas realizadas y de las intervenciones pendientes (exámenes complementarios, ajustes
de medicación, recomendaciones, etc.). Como su nombre lo indica, son útiles para el
seguimiento longitudinal. Los datos a registrar deben ser acotados y precisos (Gené Badía,
et. al., 1999; Ministerio Salud Nación, 2010). Por su parte, las de “evolución” no presentan
a prori limitantes a lo registrable. El registro en éstas, a diferencia la regularidad del dato en
las “seguimiento”, es extremadamente “abierto”. Registrado a veces en forma coloquial por
medio de extensos relatos que describen la situación de la consulta, en otras, mediante
frases sintéticas o siglas (“TA”, “control”, “ajuste NPH”, “agrego HCT”), el dato presenta
una importante variabilidad y riqueza. Se plantea al respecto que:

“… el nivel de detalle y los ítems por considerar serán sometidos a la discreción de los
terapeutas,… (la información) debería servir de guía a fin de contextualizar nuestras intervenciones.
Consideramos que esta es la única justificación ética para registrar estos datos de las personas.

41
Puede entonces omitirse o agregarse la información que se considere útil ocultar o
mostrar.”(Dirección de Atención Primaria, 2001; p 2).

No obstante las diferencias entre ambas “hojas”, en la práctica cotidiana de los


servicios, la consulta se registra indistintamente en cualquiera de ellas, ya sea por separado
o en conjunto, obligando una vez más a buscar la información en “seguimiento” y
“evolución”.
La Dirección de APS plantea también que el registro debe ser realizado por todo
trabajador del CdeS en contacto con los problemas del usuario. La HCF contribuye a
explicitar el “contrato” entre usuarios/familias y equipos de referencia. En teoría los
equipos responsables están conformados por un médico especialista en alguna de las
clínicas básicas (pediatra, clínico o generalista) y un enfermero (Dirección de Atención
Primaria, 2003), el “mini equipo”, pero en la práctica, el equipo se constituye en función de
la situación concreta, participando también otras disciplinas y oficios (psicología, trabajo
social, administrativos, etc.), quienes también deben registrar las intervenciones en la
historia clínica.

La longitudinalidad será indagada a partir de las siguientes variables:

1. El Motivo de Consulta o Diagnóstico consignado por trabajador de salud en cada


consulta realizada durante el período de análisis de la condición crónica. Los
motivos o diagnósticos posibles pueden ser:
a. Eventos agudos (EA) no relacionado a la enfermedad crónica de base
(ECB). Bajo esta categoría se agruparán todos aquellos eventos agudos, de
corta duración, generalmente autolimitados, que motivaron la consulta y que
no guardan relación con el evento marcador de cuidados crónicos. Ejemplo:
diagnósticos nosográficos (neumonías, anginas, etc.), síntomas aislados
(dolores varios, malestares, etc.) o situaciones diversas (problemáticas
sociosubjetivas, etc.)
b. EA asociable a ECB. Este grupo engloba aquellas situaciones agudas que
guardan relación a la enfermedad crónica de base. Pueden ser producto de la
evolución natural o de una complicación de la misma. Ejemplos: eventos

42
vasculares agudos (Accidente Cerebro Vascular, Infarto Agudo de
Miocardio, Obstrucción arterial aguda), infecciones y DBT (Pié diabético,
infecciones urinarias, etc.), descompensación diabética (hiperglucemia,
coma hipoglucémico, etc.).
c. “Control” EA de la consulta anterior. Este grupo contempla aquellas
consultas que tienen por objetivo monitorear la evolución de los eventos
agudos por los que el usuario consultó anteriormente.
d. “Control” de la ECB. Este grupo incluye todas las consultas que guardan
relación con la enfermedad crónica de base. El motivo de la visita puede ser
un “control rutinario”, una visita para actualizar exámenes complementarios
relacionados con la condición crónica, visitas para ajustar medicación, etc.
Dada la variabilidad posible del registro de esta situación se considerará
como tales aquellas consultas donde: i) se hace referencia explícita a la
ECB: “control de enfermedad”, “DBT”, etc.; ii) se hace referencia al ajuste
de la medicación de la ECB: “aumento dosis insulina”, “se indica
antihipertensivo”, etc.; iii) se hace referencia a exámenes complementarios
relacionados a la ECB: “se solicita laboratorio”, “resultado de laboratorio:
glicemia alta”, “Hemoglobina glicosilada”, etc.; iv) se hace referencia
explícita a cuidados generales para la ECB: “medidas higiénico-dietéticas”,
“se sugiere realizar actividad física”, “no fumar”, etc.; v) se hace referencia
explícita a los contenidos del examen físico recomendado para la
enfermedad crónica de base: “control peso”, “control TA”, registro de peso
o TA, “examen de pies”, “pulsos”, Índice de masa corporal, etc.
e. Control EA consulta anterior y ECB. Reúne criterios de c y d.
f. Práctica de promoción y prevención según condición, sexo y edad. Consulta
destinada a actividades de promoción de la salud y la prevención de la
enfermedad según el momento del ciclo vital y sexo. En el registro se
consigna tanto la solicitud, la recepción y/o el resultado. Ejemplo: “solicito
Papanicolaou (Pap)”, “tomo Pap”, “Pap normal”, “sugiero vacuna
antigripal”, “recibo mamografía”, consejos “higiénico-dietéticos”,

43
sugerencia de realizar “actividad física” y de abandonar “hábito tabáquico”,
etc.
g. Nueva EC. Situaciones donde se diagnostica una nueva enfermedad crónica.
Ejemplo: “diagnóstico de Artritis Reumatoidea”, “VIH/Sida”, etc.
h. Ausente. Situaciones donde la consulta previamente programada no se
concreta porque el usuario no concurrió. Esta situación puede ser registrada
como: “ausente”, “no vino”, “está internado”, etc.

2. Continuidad del terapeuta registrante. Según se desprende de la bibliografía


consultada, buena parte de la literatura asocia longitudinalidad con la existencia de
un médico como fuente regular de atención. Dado que la HCF promueve el registro
de todos los trabajadores del CdeS, y en especial del “mini equipo” responsable del
cuidado del usuario, se incluirá a todos los potencialmente registrantes, sean estos
individuales (trabajadores individuales) o colectivos (equipos).
La variable será indagada a través de la identificación del terapeuta registrante,
pudiendo asumir los valores: i) Si: se trata del mismo terapeuta que atendió al
usuario en la consulta anterior; ii) No: es otro terapeuta; iii) Indeterminado: no se
puede identificar quién registró la consulta; iv) No corresponde: cuando por las
características intrínsecas de la consulta no cabe indagar esta variable. Ejemplo:
primer consulta del período de análisis de la condición crónica.

3. Relación entre consultas. Un aspecto de la atención longitudinal es la existencia de


un “hilo conductor” entre las consultas del proceso. A diferencia de lo que ocurre
con la atención de condiciones agudas, donde un serie reducida de consultas cierra
el proceso de atención (generalmente una sola consulta, como ocurre con la
atención por “guardia”), la atención longitudinal de las crónicas exige la existencia
de continuidad entre las sucesivas consultas.
La variable será indagada mediante la comparación de pares de consultas sucesivas
a través de: i) La existencia de registro explícito en la consulta actual respecto de la
consulta anterior. Ejemplos: “control de… (Diagnóstico realizado en la anterior
consulta)”, “recepción exámenes complementarios solicitados con motivo de…

44
(Diagnóstico realizado en la anterior consulta)”, etc.; ii) La existencia de registro
que refiera al ajuste de la medicación del problema de s-e-c de la consulta anterior.
Ejemplos: “se baja dosis medicación de… (Diagnóstico realizado en la anterior
consulta)”, “se suspende tratamiento de… (Diagnóstico realizado en la anterior
consulta)”, etc.; iii) La existencia de registro que refiera a la solicitud de exámenes
complementarios en función del problema de s-e-c de la consulta anterior. Ejemplo:
“solicitud de laboratorio para… (Diagnóstico realizado en la anterior consulta), etc.;
iv) La existencia de registro que refiera a la realización de un examen físico en
función de la consulta anterior. Ejemplos: “TA normalizada”, “continúa con
espasmo”, “infección en pie controlada”, etc.
La variable puede adoptar los siguientes valores: i) Si: cuando en la consulta hay
referencia a la consulta inmediatamente anterior; ii) No; cuando no hay mención a la
consulta anterior; y iii) No corresponde: cuando por las características intrínsecas de
la consulta, no cabe indagar esta variable. Ejemplo: primer consulta del período de
análisis de la condición crónica.

4. Consultas y Enfermedad crónica de base. Finalmente, y dado que el objeto de la


presente investigación remite a la adecuación de la atención de las condiciones
crónicas, se procederá a indagar la longitudinalidad en relación a la enfermedad
crónica. Para ello se revisará en cada consulta la mención a la ECB: i) existencia de
registro explícito a la ECB. Ejemplos: “paciente hipertenso”, “DBT”; ii) la
existencia de registro que refiera al ajuste de la medicación de la ECB. Ejemplos:
“se baja dosis medicación de… (ECB)”, “se retira medicación… (ECB)”, etc.; iii) la
existencia de registro que refiera a la solicitud de exámenes complementarios en
función de la ECB. Ejemplos: “solicitud de laboratorio de rutina… (ECB),
“solicitud de glucemia/Hemoglobina glicosilada”, “solicitud de Ecodoppler”, etc.;
iv) la existencia de registro que refiera a la realización de examen físico en función
de la ECB. Ejemplos: “toma de TA”, “examen de pies”, “pulsos arteriales
disminuidos”, registro de los valores de la Tensión arterial, el peso corporal o el
Índice de Masa Corporal (IMC), etc.

45
La variable puede adoptar los siguientes valores: i) Si: cuando en la consulta hay
referencia a la ECB; ii) No; cuando no se hace mención a la ECB.

Integralidad
El concepto de integralidad en salud remite a dos órdenes o niveles. Por un lado la
integralidad como un atributo del proceso de producción de cuidados, a nivel de lo micro,
como característica del espacio de la clínica. Por el otro, la integralidad como atributo de la
red de servicios, en tanto integración de niveles de atención (Zurro et. al.; 1999). Si bien
existe una fuerte interdependencia entre ambas, pues la fragmentación de la red es un
obstáculo real para la integralidad del cuidado, desde una perspectiva analítica es posible
trabajarlas por separado. En la presente investigación, la integralidad será trabajada como
atributo de la práctica clínica a nivel del CdeS, de la producción de cuidados a nivel micro.
Starfield (2002d: p 198) la define como la “disponibilidad y provisión de los servicios
precisos para satisfacer todas las necesidades de la población (a excepción de las
infrecuentes)”. La autora asimila fuertemente integralidad a prevención: los aspectos
curativos de los preventivos; la prevención en “salud pública” y la prevención en la
“clínica”; las estrategias “universales” de prevención y las estrategias “focalizadas”.
Cabe señalar que el binomio “curación/prevención” estructura parte del discurso
entorno a la “APS”. Hay discursos que sostienen que la “AP es el ámbito natural de la
prevención”, siendo su contraparte el hospital, lugar de la “cura y la enfermedad”, tesis
refutada por quienes entienden que “curación y prevención” son parte de un mismo
proceso, y deben ser asumidas conjuntamente en una estrategia integral. En el presente
trabajo se adhiere a ésta posición.
Entre las formas que Starfield propone para dar cuenta de la integralidad, se destacan
aquellas que indagan la variedad de los servicios ofertados, ya sea por un establecimiento
ambulatorio, una compañía aseguradora, una red de servicios o un médico. Desde ésta
perspectiva, la integralidad tiene mayores chances de ser garantizada si las instituciones
ofrecen simultáneamente servicios curativos y preventivos.
Mendes, por su parte, introduce el concepto de “atención centrada en el usuario”.
Propone que los equipos de salud de la familia (ESF), en el contexto del Sistema Único de

46
Salud de Brasil, deben mudar su práctica de una atención prescriptiva centrada en la
enfermedad, a una atención colaborativa centrada en la persona. No solo se trata de ofertar
servicios variados, sino también de comprometer a los equipos de salud a generar vínculos
diferente con los usuarios, buscando aumentar las cuotas de autonomía respecto de su s-e-c
y de su vida, según el lema que guía las recientes reformas del Servicio Nacional de Salud
del Reino Unido –NHS-: “Ninguna decisión sobre mí, sin mi participación” (Mendes,
2012d; p 243)9.
Puede decirse que Mendes radicaliza la noción de la “necesidad de la población”
introducida por Starfield, donde los equipos no solo proveen servicios sino que están al
servicio de los ciudadanos.
Un conceptualización muy emparentada a integralidad es la acuñada por Gastón
Wagner de Souza Campos (de Souza Campos, 2001) a través del concepto de “clínica
ampliada”. Este autor diferencia al menos tres formas de practicar la clínica: i) La “clínica
clínica”, como aquella práctica centrada exclusivamente en la dimensión biomédica del
proceso s-e-c, hegemónica en los ámbitos académicos y en muchos espacios de práctica; ii)
La “clínica degradada”, en tanto práctica empobrecida por las condiciones del entorno
social y sanitario, la que también centrada en lo biomédico, es incapaz de garantizar
cuidados que incorporen los desarrollos científicos y tecnológicos que caracterizan a la
anterior, restringiéndose a intervenciones sintomáticas y de baja calidad; y iii) La “clínica
ampliada” centrada en el sujeto, donde la enfermedad es contextualizada al incorporar la
dimensión sociosubjetiva del enfermar y morir, como también del vivir. Esta clínica
demanda de sujetos, asumiendo como tales no solo a los usuarios sino también a los
trabajadores de salud.
Dado que la presente investigación tiene como fuentes de información a los
“servicios” (HCF y entrevistas a trabajadores), las que no permite rescatar la perspectiva de
los usuarios, la integralidad es asumida como la provisión de cuidados destinados a la
promoción de la salud, a la prevención, al tratamiento y a la rehabilitación de la
enfermedad.

9
Original en portugués. Traducción a cargo del autor de la presente tesis de maestría.

47
La misma será operacionalizada mediante una serie de variables que remiten a la
variedad de cuidados ofrecidos y/o concretados en cada consulta. Desde una perspectiva
analítica, el atributo será indagado mediante dos ejes: i) Integralidad de los cuidados
respecto de la ECB; e ii) Integralidad de los cuidados centrados en la persona. Dado que
ambas variables remiten mayormente a recomendaciones protocolizadas, la información
será cotejada con guía clínicas oficiales, considerando como tales las normas y
recomendaciones difundidas por ministerios y secretarías de salud, en especial las del
Ministerio de Salud de la Nación. Las mismas están disponibles en la Web.

Integralidad del cuidado de la ECB. Existen varias guías para el abordaje clínico de
las ENT. A nivel nacional, y como parte de la “Estrategia Nacional de Prevención y
control de Enfermedades Crónicas no transmisibles”, el Ministerio de Salud viene
difundiendo guías para el manejo de la Diabetes Mellitus tipo 2 (Ministerio de Salud de la
Nación, 2010) y las cardiovasculares (Ministerio de Salud de la Nación, 2009a y 2009b).
La primer guía es resultado de un proceso de adecuación de recomendaciones
internacionales de elevada calidad propuestos por la colaboración AGREE (Appraisal of
Guidelines, Reserach and Evaluation for Europe), mientras que la segunda surge de la
adaptación de la Guía elaborada por la OMS en 2007.
Ambas guías clínicas ofrecen a los equipos del primer nivel elementos para
categorizar según riesgo a los portadores de HTA y/o DBT, recomendaciones
farmacológicas y no farmacológicas, actividades de promoción-prevención y criterios para
el seguimiento adecuado, apoyado todo en la mejor evidencia actualmente disponible. En
tal sentido presentan una serie de recomendaciones traducibles a intervenciones, “…
dirigidas a contribuir al mejoramiento de la atención de los pacientes con enfermedades
crónicas a nivel de los servicios de salud,… de alto grado de evidencia,… que debe recibir
periódicamente la persona” (Ministerio de Salud de la Nación, 2010: p 5).
Las recomendaciones giran en torno a: i) Aspectos organizacionales (contar con
Historia clínica por problemas); ii) Aspectos del examen físico: Talla, Peso, Índice de Masa
Corporal (ICM), circunferencia de cintura (CC), tensión arterial (TA), inspección de pies,
pulsos arteriales de miembros inferiores, sensibilidad de los pies y reflejos en miembros
inferiores; iii) Aspectos vinculados a la solicitud de exámenes complementarios: glucemias,

48
Hemoglobina glicosilada (HbA1c), lípidos en sangre, examen de orina, Albumina en orina
(Microlabuminuria), Creatinina y Electrocardiograma; iv) Aspectos vinculados a las
interconsultas a especialidades del segundo nivel: interconsulta con Oftalmología (incluye
realización de fondo de ojo y prueba de agudeza visual), Odontología, Endocrinología,
Nefrología y Cardiología (incluye la realización de Ergometría); y v) Aspectos vinculados a
los cuidados generales: actividad física, recomendaciones alimentarias y “habito
tabáquico”. La guía aclara que todas las recomendaciones deben ser singularizadas en la
clínica y adecuarse al “caso por caso”. También establece la periodicidad de las mismas.

En el marco del presente trabajo las recomendaciones serán utilizadas como variables para
operacionalizar la integralidad respecto de la ECB.

1. El Examen físico y la ECB. Los valores de la variable pueden ser: i) Si: cuando
existen registro en la consulta que refiera a aspectos del examen físico (Ejemplos:
valor de TA, valor del Peso y Talla, “examen de pies”, “pulsos arteriales”, etc.).
Este valor será asignado a las consultas con examen físico completo; ii) No: cuando
no hay registro en la consulta de aspectos del examen físico; iii) Parcial: cuando se
registran algunos de los aspectos. Esta última situación no es necesariamente
negativa, ya que si la longitudinalidad está asegurada, la complitud del examen
físico puede alcanzarse en las sucesivas consultas. De hecho, no se recomienda la
mensura de las variables antropométricas en toda consulta, ya que en algunos casos
la medición periódica no reporta mayor información (Ejemplo, la Talla); y iv) No
corresponde: cuando la situación de la consulta no lo hace posible (Ejemplo:
consulta efectuada por un familiar).

2. Exámenes complementarios y ECB. A diferencia del examen físico los exámenes


complementarios no son realizados por el terapeuta solicitante ni en el CdeS. Para
ésta variable hay que distinguir entre solicitud y realización. No obstante, y en el
marco de la presente investigación, ambas posibilidades serán consideradas en
conjunto como consecución de los exámenes complementarios. En tal sentido, los
valores de la variable pueden ser: i) Si: cuando existe registro referido a la solicitud

49
y/o a la recepción de un examen complementario (Ejemplos: “se solicita
laboratorio”, “se recibe ECG”, o el registro de los valores de las determinaciones,
etc.); ii) No: cuando no hay registro de solicitud y/o recepción de los examen
complementarios recomendados; y iii) No corresponde: cuando la situación de la
consulta no lo hace posible (Ejemplo: consulta efectuada por un familiar; ausente).

Para esta variable no cabe el valor de incompleto/completo, ya que por las


características inherentes a la práctica ambulatoria difícilmente en una consulta se
soliciten o reciban todos los exámenes complementarios recomendados para la
condición crónica. Para dar cuenta de la complitud se utilizará una cuarta variable
(ver más adelante).

3. Interconsultas y ECB. Los valores de la variable son: i) Si: cuando existe registro
explícito de la solicitud y/o recepción de una interconsulta (Ejemplos: “se recibe
contrarreferencia”, “se consulta a…”, “el interconsutor sugiere…” o la presencia de
hoja de Referencia/contrarreferencia en la HCF, etc.); ii) No: no hay registro de la
solicitud o la recepción de interconsultas; y iii) No corresponde: cuando la situación
de la consulta no lo hace posible (Ejemplo: consulta efectuada por un familiar).
Por los mismos motivos que para los Exámenes complementarios, para esta variable
no cabe evaluar complitud en cada consulta. Dicho valor será indagado con la
siguiente variable.

4. Recomendaciones periódicas para la ECB en un año. Con esta variable se pretende


eliminar el artefacto que produce referir a una sola consulta una serie de
recomendaciones propuestas para un período anual. Dado que el vínculo entre
usuarios y equipos de salud es un bien a construir en el tiempo, es importante
comprender que la integralidad no es posible sin la longitudinalidad, y que en el
marco del cuidado de las condiciones crónicas, muchos de los aspectos relacionados
al examen físico, a los exámenes complementarios y a las interconsultas, pueden
realizarse en un lapso variable de tiempo, cosa por otro lado deseable sino se quiere
“espantar” con una “avalancha” de solicitudes a un usuario que consulta de primera
vez, y por tal motivo no solo debe ordenar sus tiempos para cumplimentar la serie
50
de solicitudes, sino que también tiene la necesidad de comenzar a tramitar
subjetivamente su condición de “enfermo crónico”.
Considerando cada uno de los dos años del período de análisis, las recomendaciones
serán asumida como: i) Completas: hay registro de que las 20 recomendaciones
fueron solicitadas y/o realizadas en un año calendario; ii) Medianamente completo:
cuando hay registro de que se solicitaron y/o realizaron hasta 10 recomendaciones
en un año calendario. iii) Incompleto: cuando el registro permite aseverar que las
recomendaciones realizadas y/o solicitadas no alcanzan a 10 en un año calendario.

Integralidad de los cuidados centrados en la persona. Respecto de los cuidados


recomendados según el momento del ciclo vital, el sexo, y la situación particular de la
persona, existen diversas guías. Se trata de aquellas prácticas que no están incluidas en las
recomendaciones de seguimiento de la ECB, como por ejemplo el Papanicolaou en una
mujer y las inmunizaciones. Las mismas difieren en número y han de ajustarse según la
edad y el sexo.
Una de las guías más completas es la elaborada periódicamente por el Servicio de
Salud de Mérida, y que contempla una variada cantidad de situaciones y momentos del
ciclo vital de las personas (Servicio Extremeño de Salud, 2011), como las presentadas en
textos clínicos de medicina general y familiar para la “APS” (Ciurala Misol et. al., 1999).
En nuestro país, la mayoría de las recomendaciones preventivas están incluidas dentro de
las actividades programáticas de los ministerios provinciales y de los programas nacionales.
Es el caso de la prevención del Cáncer Cervicouterino y Ginecológico (Ministerio de Salud
de la Nación, 2008b; Ministerio de Salud de Santa Fe, 2009), de las ENT (Ministerio Salud
de la Nación, 2008a), de recomendaciones alimentarias (Ministerio Salud de la Nación,
2008c), del control del habito de fumar (Ministerio Salud de la Nación, 2009c) y de las
inmunizaciones (Ministerio de Salud de Santa Fe, 2011c). La Secretaría de Salud de
Rosario incorpora también varias de estas recomendaciones a la práctica de los equipos
(Municipalidad de Rosario, 2012b).

El eje será operacionalizado a través de las siguientes variables.

51
1. Prácticas de promoción y prevención según sexo y edad en cada consulta. La
variable puede adoptar los siguientes valores: i) Si: existe registro de la solicitud o
realización de una práctica preventiva destinadas a la prevención primaria de las
neoplasias más frecuentes (Mama, cuello de Útero, Colon y Próstata), las
inmunizaciones y la promoción de hábitos saludables (cesación tabáquica,
alimentación “saludable” y ejercicio físico); ii) No: no hay registro de solicitud o
realización de prácticas preventivas acordes al sexo y momento del ciclo vital; y iii)
No corresponde: cuando la consulta no lo permite (Ejemplos: ausente, consulta de
un familiar, etc.).
Al igual que las recomendaciones en el acompañamiento de la condición crónica de
base no es posible -ni deseable- que las mismas se concentren en una sola consulta,
ni que se indaguen en todas las consultas. Es más, hay consultas, donde el motivo
de la misma corresponde a un problema determinado y el terapeuta aprovecha para
realizar una recomendación preventiva, mientras que hay consultas que son
programadas especialmente para una acción de promoción-prevención (Toma de
Papanicolaou).

2. Prácticas de promoción y prevención en un año. Esta variable pretende dar cuenta


de la complitud de las prácticas de promoción y prevención recomendadas por la
Guías y Programas vigentes, según condición, sexo y edad. A diferencia de la
variable anterior, donde la indagación se refiere a una consulta, ésta remite a cada
uno de los años observados. En tal sentido, las prácticas de promoción serán
asumida como: i) Completas: hay registro de que todas las recomendaciones, según
condición, edad y sexo, fueron realizadas o solicitadas en un año calendario
(Ejemplo: Pap, Examen ginecológico, Mamografía, Colposcopia, Métodos
anticonceptivos, Inmunizaciones, Prevención cáncer colon, Prevención cáncer de
próstata, recomendaciones “higiénico-dietéticas”, etc.). No se incluyen las
recomendaciones que hacen al acompañamiento de la condición crónica; ii)
Medianamente completo: cuando hay registro de que se realizaron o solicitaron
algunas de las recomendaciones en un año calendario. iii) Incompleto: cuando no

52
hay registro de solicitud o realización de prácticas de promoción o prevención en un
año calendario.
A diferencia de las recomendaciones para la ECB, las prácticas de promoción y
prevención varían mucho de acuerdo a la situación particular, la edad y el sexo de
cada usuario: no son las mismas para una mujer joven que para un varón adulto
mayor, más allá que los dos padezcan DBT y/o HTA. Es por ello que no puede
determinarse la complitud/incomplitud aplicando un valor estándar a todo el grupo,
sino que debe determinarse uno por uno.

3. Búsqueda de otros problemas de s-e-c. Esta variable pretende indagar la actitud de


los equipos en la búsqueda de problemas de s-e-c diferentes a la ECB. Pueden ser
problemas de índole biológica como del orden sociosubjetivo. El reconocimiento de
los mismos radica en una real ampliación de la clínica por el equipo de salud y
excede los aspectos claramente preventivos. En tal sentido es un indicador sensible
de integralidad.
Los problemas pueden ser buscados a través del examen físico, de exámenes
complementarios y/o interconsultas. El valor asumido por esta variable puede ser: i)
Si: cuando hay registro explicito de otras problemáticas de s-e-c diferentes a la
ECB. La variable adoptará dicho cuando el problema sea “buscado” o haya sido
“confirmado” (Ejemplo: “se solicita laboratorio por… (Diagnóstico diferente de la
ECB)”, “se solicita interconsulta por… (Diagnóstico diferente de la ECB)”, “se
recibe interconsulta de salud mental…”, etc.); ii) No: no hay registro de búsqueda
de otras problemáticas; y iii) No corresponde: cuando la consulta no lo permite
(Ejemplo: Ausente).

4. Abordaje interdisciplinario. Con esta variable se pretende indagar la complejización


en el abordaje de los problemas. Al igual que la tercera variable, esta excede el
ámbito de la promoción y la prevención, y es un indicador de la ampliación de la
clínica. Los valores de la variable pueden ser: i) Si: existencia de registro que da
cuenta de un abordaje con otra disciplina (Ejemplo: registro realizado
conjuntamente entre dos disciplinas, “se charla situación con salud mental”, “se

53
presentara el problema a Trabajo social”, “enfermería comenta que…”, etc.); ii) No:
cuando no hay registro de abordaje multidisciplinarios o interdisciplinario; y iii) No
corresponde: cuando la consulta no lo permite (Ejemplo: Ausente, consulta de un
familiar, etc.).

Queda claro que las variables 3 y 4 no poseen ni admiten una guía o protocolo de
pesquisa. En tal sentido, su búsqueda tiene valor ya que sugieren abordajes integrales y
singularizados.

En el Anexo 1 se presenta un resumen con cada uno de los atributos, las variables que
permiten operacionalizarlos y los valores posibles que éstas pueden adoptar.

Caracterización del contexto del estudio

Con el objetivo de conocer el contexto poblacional e institucional donde se produce el


cuidado de las condiciones crónicas, se procederá a caracterizar la población del área y el
primer nivel de atención.

Características del primer nivel de atención municipal. El primer nivel de atención


será caracterizado en términos estructurales y organizacionales/funcionales.
Los ítems a tener en cuenta son: i) Años de inauguración del centro; ii) Hechos
sobresalientes en la historia del centro (ampliaciones, cambio de domicilio, etc.); iii)
Aspectos edilicios (consultorios, enfermería, secretaría y archivo de HC, sala espera,
farmacia, lugar para la extracción de laboratorios, etc.); iv) Disponibilidad de tecnologías
para el cuidado de condiciones crónicas (balanzas, tensiómetros, tiras reactivas, historias
clínicas y otros registros clínicos, insumos de farmacia, boca de extracción de laboratorio,
acceso a interconsultas con especialistas del segundo nivel, informatización, etc.); v)
RRHH: cantidad, especialidades y disciplinas; vi) Características funcionales: población de
responsabilidad, adscripción de población a equipos/médicos de referencia, proceso de
adscripción (mecanismo para la asignación de usuarios a equipos/médicos de referencia,

54
equidad en la asignación de adscriptos a cada equipo/médico de referencia, número de
usuarios adscriptos por médico/equipo de referencia), acceso a la atención (turnos, atención
de la urgencia, visitas domiciliarias), uso de registros (registros identificatorios de usuarios,
farmacia, HCF y “Ficheros calendarios”).

Características de la población del área de responsabilidad. Se indagarán las


características de población del área de responsabilidad a partir del conocimiento que el
equipo de salud tiene de ella. La misma será caracterizada según criterios
sociodemográficos que permitan delimitar áreas, grupos o familias en diferente situación de
vulnerabilidad, haciendo posible valorar la correspondencia entre la organización de la
oferta, las necesidades de la población y la equidad en la provisión de servicios.
Los aspectos a tener en cuenta son: i) población del área de responsabilidad: número
habitantes, grupos etáreos y sexo, migración, pueblos originarios; ii) condiciones materiales
de vida: urbanización, servicios públicos, instituciones estatales (educativas, sanitarias,
otras), instituciones no gubernamentales (recreativas, religiosas, educativas, etc.); iii)
condiciones de trabajo: situación laboral de la población económicamente activa,
principales estrategias de supervivencia, cobertura social; aéreas o microáreas con
vulnerabilidad diferencial.
Castel (1997) define vulnerabilidad como una situación a la que pueden arribar los
grupos, familias e individuos, según el nivel de deterioro de las redes laborales y sociales
que otorgan soporte en una sociedad. El concepto rescata la dimensión procesual,
identificando situaciones de vulnerabilidad diferencial y procesos de vulnerabilización.
Según se expresen las dos dimensiones de la vulnerabilidad, trabajo y redes sociales, la
situación de un sujeto es definida como “afiliado” (inserción laboral estable y redes
sociales fuertes), “desafiliado” o “excluido” (ausencia de trabajo y redes sociales de
soporte) o vulnerable (trabajo más o menos estable o redes de soporte más o menos firmes).
El concepto, además de rescatar la dinámica respecto de la “inserción” social, incluye los
recursos que cada sujeto dispone para enfrentar las situaciones de infortunio. El abordaje de
vulnerabilidad presenta ventajas respecto del abordaje de riesgo (Ayres et. al., 2006). La
importancia de indagar a nivel del equipo de salud si reconoce la situación de

55
vulnerabilidad de la población reside en que es un elemento para visualizar si éste organiza
los servicios con criterios de equidad.

LOS ASPECTOS TÉCNICOS

Fuentes de información
Se utilizaran dos tipos de fuentes de información: i) fuentes secundarias: Historia
Clínica Familiar; y ii) fuentes primarias: entrevistas y encuesta semi estructuradas a
informantes clave (trabajadores del Centro de salud, autoridades del nivel “central” de la
Secretaría y responsables de la formación de los médicos residentes)

La selección de las unidades de información


En la presente investigación se trabajara con un solo CdeS. La misma reviste carácter
exploratorio. El proceso de elección de las unidades de información contempla varias
etapas.
En un primer momento se identificará junto a la Secretaría de Salud todos aquellos
centros que presentan adecuadas condiciones para la atención de las enfermedades crónicas.
Los criterios a utilizar, además del conocimiento que las propias autoridades tienen acerca
de los 50 centros, son: centros con al menos cinco años de funcionamiento, presencia de
médicos clínicos y/o generalistas en el equipo, presencia de mecanismos tendientes a
garantizar la accesibilidad de los usuarios (turnos programados, comunicación fluida con
los otros niveles de atención, etc.), existencia de farmacia con horarios amplios de atención
(mañana y tarde), existencia de un boca de extracción de laboratorio “generosa” (sin cupo
de muestras y varios días a la semana).
De la totalidad de los centros identificados será seleccionado uno: el que mejores
condiciones presente para acceder al campo (deseo del equipo de participar de la
investigación).

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Una vez seleccionado el CdeS, se procederá a solicitar a los médicos “de cabecera”
cinco (5) HCF de pacientes adscriptos con HTA y/o DBT, según los criterios definidos
anteriormente para la condición crónica.
Estos médicos, al igual que otros trabajadores del CdeS, como autoridades del nivel
central, serán entrevistados y encuestados.

Grafico N0 1: Esquema de selección de unidades de información y análisis.

Primer momento: Identificar CdeS con condiciones adecuadas para el acompañamiento de las crónicas (Con
autoridades nivel “central”)

Segundo momento: Seleccionar un CdeS (Con coordinadores distritales y equipos de salud)

Tercer momento: Identificar y seleccionar HCF de usuarios portadores de HTA y/o DBT (Con médicos de
“cabecera”)

Cuarto momento: Identificar informantes claves para entrevistas y encuesta (Con trabajadores del CdeS y
autoridades nivel “central”)

Arquitectura del diseño


La investigación responde a un estudio de caso, siendo el CdeS la unidad de análisis.
Es en este nivel donde se procederá a valorar la adecuación del cuidado producido para
atender las condiciones crónicas.
La investigación además reviste un carácter exploratorio. En tal sentido se propone
describir los rasgos particulares del proceso de producción de cuidados.
La muestra seleccionada no permite realizar generalizaciones al resto de los
establecimientos del primer nivel municipal.
Respecto del tratamiento de las unidades de información, la indagación de la HCF
responde a la lógica de un estudio longitudinal de tipo retrospectivo. Las historias serán
revisadas durante un período que va de la última consulta a los dos años anteriores a la
misma. Dicho abordaje es adecuado para poner de manifiesto la dimensión procesual de la
producción de cuidados en general, como de las condiciones crónicas en particular.

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Por su parte, la lógica temporal de entrevistas y encuestas responde a un abordaje
transversal. Con las mismas se pretende dar cuenta de las opiniones e impresiones que los
trabajadores poseen acerca del cuidado de las condiciones crónicas (la guía de la entrevista
está disponible como Anexo 2), las características sociodemográficas de la población del
área y las características organizacionales y estructurales del CdeS (la guía de la encuesta
está disponible como Anexo 3).

Plan de análisis.
Para el análisis de la información de la HCF se generó un instrumento de recolección
de datos que rescata de cada consulta del período analizado los valores de las variables que
operacionaliza los conceptos indagados (Anexo 4).
El tratamiento de los datos para su análisis corresponde a lo que Minayo (2004)
denomina Análisis del contenido. Para la autora, si bien el análisis de un texto puede
realizarse mediante diferentes abordajes, existen dos modos claramente diferenciables: el
tratamiento cualitativo del texto, con la hermenéutica como opción paradigmática, o el
tratamiento cuantitativo, que busca la regularidad de contenidos manifiestos con el objeto
de cuantificarlos. En la presente investigación el material recabado de las historias clínicas
será tratado conforme a la segunda propuesta, donde los contenidos del texto son indagados
de acuerdo a su presencia explícita o no en el relato, para ser traducido luego a valores
cuantificables.
Diferente tratamiento se dará al material de las entrevistas y las encuestas
semiestructuradas. En las mismas se buscarán las opiniones, las impresiones y el sentidos
que los trabajadores poseen respecto al cuidados de las condiciones crónicas, las
características del CdeS y de la población del área (Mercado et. al, 2007).
La información surgida de las fuentes primarias “dialogará” con la información de las
historias clínicas.

58
Capítulo 4: Presentación de resultados

ORGANIZACIÓN DE LA PRESENTACIÓN

En el presente capítulo se presentan los resultados de los diferentes momentos del


trabajo de campo: la revisión de Historias clínicas familiares (HCF), las entrevistas y las
encuestas semiestructuradas a trabajadores del centro y a funcionarios de la Secretaría de
Salud. Los hallazgos se presentan de acuerdo a los objetivos específicos.
Durante el trabajo de campo se revisaron 27 HCF, se realizaron 12 entrevistas y 4
encuestas semiestructuradas. Las entrevistas, grabadas en soporte digital, fueron realizadas
al Coordinador del Distrito donde se ubica el CdeS, a la Jefa de CdeS, a siete médicos “de
cabecera” -6 médicos generalistas y 1 médico clínico-, a una enfermera, a un administrativo
y a la Coordinadora de la carrera de posgrado de Especialización en Medicina General de la
Universidad Nacional de Rosario. Los entrevistados desempeñan la función desde al menos
2 años, con la excepción de una médica que trabaja en el centro desde hace siete 7 meses.

LOS RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN

Características estructurales y organizacionales del Centro de salud


La información proviene de encuestas semiestructurada y entrevistas.

El CdeS seleccionado se ubica en el Distrito noroeste de la ciudad, en el barrio


Empalme Graneros. Fue inaugurado hacia principios de la década del 90 como parte de la
reformulación y expansión de la red de servicios públicos municipales. Dispone de un
edificio nuevo, inaugurado hace tres años, que cuenta con cinco consultorios totalmente
equipados (camilla, escritorio, sillas, balanza, tensiómetro, estetoscopio, etc.), un
consultorio odontológico, enfermería con dos ambientes intercomunicados (uno para

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prestaciones generales –inyectables, extracción de sangre, nebulizaciones, curaciones
menores- y otro para internaciones abreviadas), una oficina de administración (la
“Administración”), una farmacia con deposito para medicamentos, un salón de usos
múltiples, seis baños (tres para el público y tres para el personal), una cocina, dos patios
con depósito para residuos patológicos y equipo compresor, y una amplia sala de espera. El
centro atiende durante una amplia franja horaria, de lunes a viernes de 7:00 a 19:00 horas.

Con respecto al plantel profesional, el equipo está conformado por 35 trabajadores de


diversas disciplinas y oficios: cuatro enfermeros, una trabajadora social, dos psicólogas, dos
odontólogos, tres administrativos, una fonoaudióloga, dos mucamas, dos farmacéuticas y
diecisiete médicos (siete generalistas, un clínico, una pediatra, dos tocoginecólogos y seis
residentes de medicina general). El recambio de trabajadores es importante, en especial
entre los médicos, donde “al menos dos médicos cambian por año”. Los cambios tienen
que ver con traslados “internos” dentro de la misma Secretaría de Salud o con la
finalización del ciclo de formación (médicos residentes). El traslado surge por múltiples
motivos, principalmente a solicitud de los trabajadores a raíz del “agotamiento” que
produce la gran demanda de trabajo en el centro, aunque también la solicitud puede tener
que ver con la proximidad de otro establecimiento al domicilio del trabajador y la
comodidad que ello implica. En algunas oportunidades, con motivo de “conflictos
internos”, es la “gestión de APS” quien decide trasladar al trabajador a otro centro.
En palabras de la enfermera entrevistada:

“… el recambio es muy importante,… es un centro con una gran demanda de la población, con
problemas muy complejos,… una demanda continua y que no para,… no es un centro tranquilo,… la
gente (los trabajadores) después de un tiempo se agota…” (Enfermera)

El equipo, coordinado por uno de sus integrantes (la “Jefa del centro”), trabaja con la
lógica de un médico o un “mini equipo” responsable con “población adscripta”. El proceso
de adscripción comenzó hace aproximadamente 9 años. En la actualidad casi la totalidad de
los usuarios cuentan con un médico de “cabecera”. Excepto los ginecólogos y los residentes
de los primeros años, todos los médicos son “adscriptores”. Los criterios para asignar
usuarios y/o familias a cada médico están explicitados y son compartidos por todos los

60
integrantes del equipo. En un primer momento, cada médico explicitó quienes eran “sus
familias y pacientes”, luego, y en base a la complejidad de las situaciones, se acordaron
pautas para que la asignación sea equitativa: familias en situación de extrema
vulnerabilidad (“familias críticas”), usuarios con problemas de s-e-c que requieren mayores
cuidados (“pacientes complejos”), familias recién llegadas al barrio (“familias nuevas”),
etc. Actualmente, la cantidad de adscriptos por médico varía entre 600 y 1.000 familias y/o
usuarios, y es “Administración” quién asigna nuevos adscriptos en función del “espacio en
la lista de cada médico”. El médico de “cabecera” es quien coordina el proyecto
terapéutico. De él depende convocar a otros profesionales del equipo para producir
cuidados, lo que muchas veces conduce a que la responsabilidad sea asumida por un “mini
equipo” (médico/enfermero, médico/trabajadora social, médico/psicólogo, etc.). Los
entrevistados refieren que la mayoría de los usuarios reconoce a “su médico,… pidiendo
por él cuando buscan un turno” (Administrativo).

Para acceder a la atención los usuarios disponen de varias alternativas: i) Turnos


programados por “ventanilla”, tramitados por el usuario para consultas a realizarse a partir
de las 48 horas y con un horizonte máximo de 30 días; ii) Turnos programados por
médicos, acordado entre usuario y médico de “cabecera”; y iii) Dispositivo de “Pronta
atención”, donde el usuario puede consultar ante un problema inesperado, obteniendo una
respuesta inmediata: atención por enfermería o un médico. Se trata principalmente de
consultas por eventos agudos, siendo enfermería quién realiza la primera evaluación –
Triage- para una posterior consulta médica, “si la situación amerita” (Enfermera)
Según el relato de una médica de “cabecera”,

“… este mecanismo garantiza el acceso, especialmente entre los adultos portadores de


enfermedades crónicas,… refuerza la relación médico-paciente, que es fundamental para cualquier
seguimiento de las patologías crónicas” (Médica clínica)

El dispositivo de “Pronta atención” no solo resuelve un problema agudo del usuario,


sino también refuerza la estrategia vincular entre éstos y el equipo. Estas consultas también
son registradas en la HCF. Existe un acuerdo interno de que toda intervención, al menos las
médicas, deben registrarse. Antes de cada consultorio “Administración prepara las

61
carpetas (HCF)”. En caso de consultas no programadas son los médicos los principalmente
encargados de buscar la historia clínica en el archivo para registrar la práctica.

El CdeS trabaja con HCF, siendo un registro clínico universal. Algunos médicos
utilizan también un “Fichero calendario” como herramienta que ayuda a organizar las
visitas de “sus pacientes”. Las historias clínicas están numeradas a partir del 1.000,
llegando en la actualidad a las 9.500. Los responsables del equipo calculan un promedio de
5 integrantes por historia y 40.000 individuos adscriptos. La gestión de la HCF, esto es el
armado, asignación de número y llenado, está casi exclusivamente a cargo del médico
responsable.
Las historias se guardan en “Administración” y no existe una única base para
ubicarlas en el archivo. Las antiguas bases del CdeS -“carpetas de HCF” (formato papel)-
se fueron desactualizando progresivamente a medida que cada médico de “cabecera”
confeccionaba su propio “listado”. Hoy cada médico posee y actualiza su “lista” (en
formato papel y/o digital), dejando una copia en el CdeS. Para superar la dificulta que ello
representa, un integrante del equipo está trabajando desde hace varios meses para armar una
“lista única de historias en una base Excel”. No contar con un único listado es un obstáculo
para el uso de la HCF, ya que si bien existe el acuerdo de que “toda consulta debe ser
registrada”, el tiempo que insume la búsqueda y el acondicionamiento de la misma
(agregar hojas, etc.), es tiempo que se “quita a la atención y al registro” (Médica
generalista 1).

El equipo sostiene múltiples estrategias para sostener y reforzar el vínculo con los
usuarios: médicos que adscriben población, HCF, dispositivos de “Pronta atención”,
turnos programados, visitas domiciliarias, visitas en la internación, etc. Todas apuntan a
estrechar la referencia, la que se da principalmente en la figura de un médico.
A modo de ejemplo es interesante comentar como enfermería y farmacia aportan
cotidianamente a ello. La enfermería, servicio con una importante capacidad de alojamiento
y escucha, trabaja activamente para referenciar a los usuarios a un nuevo profesional
cuando el de “cabecera pidió el traslado”. En palabras de una enfermera:

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“… conocemos a los pacientes crónicos porque vienen seguido a controlarse por enfermería,… le
programamos un turno con los médicos nuevos cuando se fue el (médico) de cabecera…, de esa
manera no se pierden (los usuarios),… no se empieza de cero” (Enfermera)

La farmacia por su parte, deja registro toda vez que un “paciente crónico” retira
medicación, lo que ocurre mensualmente. El “Fichero de medicación crónica” permite
visualizar qué usuarios estarían discontinuando el tratamiento:

“… la farmacéutica me avisa cuando mis pacientes no vienen a retirar la medicación crónica”


(Médica generalista 3)

El equipo sostiene reuniones semanales, de las que participan la totalidad de sus


miembros. En ellas se problematiza la situación de los “pacientes complejos” y las
“familias críticas” y se planifica la oferta de servicios. La “reunión de equipo” es además el
espacio donde se gestan y revisan los acuerdos colectivos (modalidad de atención, criterios
de adscripción, licencias, etc.). El equipo participa a través de un responsable de las
reuniones territoriales -“reuniones de Distrito”-, espacio que congrega a los otros
establecimientos de salud del distrito (CdeS, segundo y tercer nivel, servicios de apoyo).
Las mismas tienen una frecuencia semanal y es el espacio donde se trabajan los problemas
de la red: derivaciones, insumos, situaciones de “pacientes complejos”, etc.

La población del área de responsabilidad del centro de salud


La información proviene de encuestas semiestructurada y entrevistas.

El equipo no cuenta con datos censales actualizados para caracterizar la población del
área de responsabilidad. Por tal motivo se trabaja con información generada a partir de un
relevamiento realizado entre 2004 y 2005 por el mismo CdeS, cuando comenzó el proceso
de adscripción, relevamiento que no incluyó a toda la población del área, sino a la de las
dos microáreas consideradas como más vulnerables, “las microáreas críticas”: la población
de la etnia Qom (“Toba”), con aproximadamente 500 familias, y la población del área

63
“precaria”, con aproximadamente 700 familias. No hay datos de la población del la tercera
microárea, la “no precaria”, la más numerosa, con “varios miles de familias”.
Los criterios establecidos por el equipo para delimitar las microáreas son: i)
condiciones de vida: características de la vivienda, provisión regular de servicios básicos
(especialmente energía eléctrica, agua potable y recolección de residuos), urbanización del
espacio público (pavimentación y mejorado de calles, zanjas a cielo abierto, espacios
verdes, terrenos baldíos y basurales, terrenos inundables, etc.); ii) condiciones de trabajo:
estabilidad y precariedad en el trabajo, otras estrategias de supervivencia; iii) migración; iv)
características culturales: pertenencia a pueblos originarios, presencia de instituciones y
dispositivos vecinales, barriales y culturales, etc.
Dichos criterios trazan el perfil de la población de las dos microáreas más
vulnerables. Para ambas las condiciones medioambientales de vida son bastante adversas.
Situadas al margen del arroyo Ludueña, la amenaza de inundación está presente con cada
tormenta importante, que de no producirse, genera también inconvenientes: “calles
intransitables por el barro, acumulación de agua en lugares bajos, ingreso de agua a las
viviendas”, etc. A ello se suman los tendidos y conexiones precarias al agua potable y a la
energía eléctrica, las zanjas a cielo abierto donde se vuelca los líquidos domiciliarios y la
presencia de basurales producto del cirugeo. Respecto del trabajo, muchas de las familias
desarrollan actividades informales, poco estables y/o precarias, principalmente el cirugeo y
las actividades poco calificadas: albañilería y servicio doméstico. Un número importante de
mujeres perciben los beneficios de las políticas sociales nacionales: Asignación Universal
por Hijo y Embarazo. Respecto de la migración, las familias de las dos microáreas
presentan un alto movimiento, ya sea entre barrios de Rosario o con localidades de la
provincia del Chaco, donde parte del pueblo Qom tiene su ancestral origen. Éste grupo vive
además con las enormes dificultades que la cultura le impone, donde representaciones,
prácticas e idioma son factores que continuamente juegan en contra al momento de
establecer y estrechar vínculos en el territorio.

Desde una perspectiva de equidad, el equipo del CdeS, destina los mayores esfuerzos
para garantizar el acceso y atender los problemas de la población de las microáreas más
vulnerables. Visitas domiciliarias periódicas, experiencias de trabajo intersectorial (con

64
otros establecimientos de salud, con la escuela, la Secretaría de Desarrollo Social, la
Secretaría de Derechos Humanos, la Empresa Aguas Santafesinas, el Centro cultural Nan
Qom, etc.), abordajes interdisciplinario de los problemas de s-e-c, son parte de las
estrategias desarrolladas.
Los siguientes comentarios refuerzan la idea de que se trata de una población muy
vulnerable, en especial los integrantes del pueblo Qom, lo que conduce al equipo a ser
mucho más activo a la hora de atender sus necesidades:

“… es una población muy sumisa, no se quejan si no se pudo sacar la interconsulta al hospital,… no


es como en otros centros donde la gente se enoja mucho…” (Administrativo)

“… pasa que los Tobas pueden quedarse sentados varias horas en la sala de espera si no los
llamas,… pueden estar con un problema grave y no lo dicen si no le das lugar… se van calladitos a
su casa y no reclaman si no los atienden,…” (Médica generalista 1)

“… son muy cerrados (los Tobas), cuesta mucho comunicarse,… pasa a veces que las mujeres no
hablan castellano y es el esposo el que le traduce” (Enfermera)

Los usuarios portadores de la condición crónica y de las HCF revisadas.


Fueron revisadas 27 historias clínicas de usuarios portadores de alguno de los eventos
crónicos no transmisibles elegidos como evento trazador. La totalidad de historias tenían
formato familiar, respetando los dos grandes capítulos de la misma: los apartados dedicados
al registro de la información de la familia y los apartados destinados al registro de la
información de cada integrante. Se trata de historias “activas”, es decir, HCF de usuarios
que han consultado al menos una vez durante el último año.
Por tratarse de HCF, una misma historia puede contribuir con más de un portador de
la condición crónica. Ante esta situación fueron incorporados todos los integrantes de la
familia que cumpliesen con los criterios de inclusión: usuarios portadores de HTA y/o
Diabetes Mellitus tipo II, con al menos dos años de adscripción y registros en la HCF del
CdeS. Las 27 historias aportaron 29 casos de usuarios portadores de la condición crónica.
El tiempo de adscripción de los usuarios al CdeS varía entre los 17 y los 2 años, con
un promedio de 10,7 años. En 17 casos, la adscripción coincide con el inicio de los

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cuidados de la condición crónica. En los 12 restantes el diagnóstico de la ECB fue posterior
a la adscripción.
El número de consultas durante el período analizado fue de 422, con un promedio de
7 consultas/año, y una variabilidad entre 2 y 19. Esto es, usuarios que consultaron 2 veces
en un año y usuarios que tuvieron hasta 19 visitas al año.
Respecto del sexo, los usuarios presentaban la siguiente situación.

Tabla N0 1: Usuarios portadores de condición crónica según sexo.


Sexo Número de casos
Mujeres 16
Varones 13
Total 29
Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

Según edad, los usuarios se distribuyen en los siguientes rangos.

Tabla N0 2: Usuarios portadores de condición crónica según edad.


Rango etáreo (años) Número de casos
Menor de 29 3
Entre 30 y 39 0
Entre 40 y 49 2
Entre 50 y 59 9
Entre 60 y 69 12
Mayor de 70 3
Total 29
Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

Respecto de la condición crónica, el evento de base resultó ser:

Tabla N0 3: Usuarios portadores de condición crónica según evento de crónico base.


Evento crónico de base (ECB) Número de casos
Diabetes Mellitus Tipo II (DBT) 6
Hipertensión Arterial (HTA) 3
DBT e HTA 20
Total 29
Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

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La HCF mostró que varios usuarios padecían otra comorbilidad pasible de ser
asumidas como condición crónica. Entre ellas se destaca: Miocardiopatías: Coronariopatía
crónica (2), Estenosis valvular (2) y Arteriopatías periféricas (1); Secuelas de Accidentes
Cerebrovasculares (1); Insuficiencia Renal Crónica (2); Colagenopatías: Lupus Eritematoso
Sistémico (2) y Artritis reumatoidea (1); Endocrinopatías: Hipotiroidismo (3) y Obesidad
(5); Trastornos subjetivos graves: Psicosis (1); Lepra (1); Neoplasias: cáncer de Colon (1);
Glaucoma (1); Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (2). Si bien algunas pueden
corresponder a complicaciones del evento de base, otras no guardan relación con él. El
registro y seguimiento de dichos problemas de s-e-c muestra la complejidad de las
situaciones abordadas por el primer nivel, donde la condición crónica no se reduce a un
solo evento.

Respecto de la HCF, los apartados del capítulo dedicado a los registros de la familia
son los que en general mayor incomplitud presentaban. Para esta sección excepto la primera
página, donde figuran los datos filiatorios de cada integrante y el familiograma, el resto de
los apartados presentaban escasos datos registrados, y aquellos que presentaban algo,
estaban muy desactualizados al momento de la revisión.
Por su parte, de los apartados destinados a cada integrante de la familia, la “Hoja de
evolución” es el lugar mayormente utilizado para el registro. La cantidad de páginas
destinadas a la “evolución” varía entre 3 y 52, con una mediana de 9 páginas. El resto de las
páginas son poco utilizadas, y aquellas que presentan algún dato, está generalmente
desactualizado. Dentro de este grupo se encuentran los apartados de “seguimiento” o
recordatorio de actividades periódicas para el adecuado seguimiento de la patología de base
(exámenes complementarios y “controles periódicos”), la promoción de la salud y la
prevención de la enfermedad (vacunas, cribado de cáncer ginecológico, etc.). Dichos
apartados facilitan la producción de cuidados en el marco de una condición crónica,
contribuyendo a recordar lo que “falta” a partir de lo “realizado” en función de las
recomendaciones clínicas.

67
En base a estos hallazgos, la búsqueda de datos para dar cuenta del cuidado de la
condición crónica debió buscarse principalmente en las “Hojas de evolución”, exigiendo un
esfuerzo importante, dado lo “abierto” y poco sistematizado del registro. La variabilidad del
registro es muy amplia, reduciéndose a veces a frases cortas, de un par de palabras
(“control TA”, “trae laboratorio”; etc.), junto a relatos extensos y pormenorizados que
llegan a ocupar más de una página.
Como comentario final puede decirse que las HCF revisadas estaban bien ordenadas,
permitiendo reconstruir los trazos “gruesos” del proceso de producción de cuidados de la
condición crónica. Esto es: nombre del usuario, fecha de inicio del proceso de atención,
principal problema de s-e-c sobre el que se desarrolla el proceso de cuidados, primera y
última consulta, y contenidos de cada consulta (fecha, motivo, proyecto terapéutico).

Los entrevistados, si bien reconocen que el formato de la HCF es más complejo que
otros modelos de historia, expresan una alta valoración por la misma:

“… permite hacer el seguimiento del paciente”, “… conocer sus problemas y los de la familia desde
mucho antes de que toma contacto con el actual médico” (Médica generalista 1)

“… conocer la historia de los pacientes cuando se atendían en otra lugar, como se comportaban con
otro médico,… muchos llegan al centro trayendo la historia del otro centro y eso está bueno”
(Médica clínica)

“Pienso que sin historia clínica no hay APS” (Enfermera)

Dicha valoración no se traduce necesariamente en un uso más adecuado, hecho


reconocido por los entrevistados: las “Hojas de seguimiento” y las “familiares” se usan
poco y los trabajadores no médicos rara vez registran. Es así que predomina el registro de
lo “médico” y lo individual. El médico se siente responsable por el registro de la consulta
individual, ahora bien, no está claro quién o quiénes son responsables de registrar lo
“familiar”, donde:

“… está claro que el médico de cabecera debe registrar la atención del paciente, pero no queda
claro quién registra lo familiar” (Coordinador de Distrito)

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El relato pormenorizado en las “Hojas de evolución” trae tranquilidad a los médicos,
aun cuando ello signifique escribir más y torne más engorrosa la futura revisión para
reconstruir la historia. La tranquilidad se asocia a la idea de una mayor protección ante
potenciales demandas legales:

“… es importante el registro,… hay que registrar exhaustivamente todo, los valores del laboratorio,
del examen físico, hoy el paciente puede ser mío y mañana no, y el médico tiene que saber cómo se
comportaba,… también por lo legal…” (Médica clínica)

“… me hice cargo de la población de una clínica que trabajó más de diez años,… tuve que armar la
historia de las (“Hojas de”) evoluciones,… lleva mucho tiempo, pero se puede hacer” (Médica
generalista 3)

Los trabajadores no médicos, los médicos con varios años de servicio y los médicos
con una especialidad diferente a la medicina general, nunca recibieron instrucción en el uso
de la HCF: “… la historia llegó hace varios años y la empezamos a aplicar sin ninguna
capacitación” (Médica clínica). Ello explica en parte el desconocimiento general entre los
trabajadores:

“… solo los generalistas tuvieron formación en la herramienta,… sería interesante ver qué pasó
con la HCF en estos diez años desde que se introdujo en APS,… se la usa muchas veces como una
historia de hospital” (Coordinador de Distrito)

Otro factor que contribuye a la subutilización de la historia es la recurrente falta de


insumos para el armado de la misma:

“… pasa que la Secretaría a veces no manda las hojas para armar la historia clínica,… a veces
sobreabunda y otras veces no hay nada,… se agregan hojas borradores o de recetarios para
evolucionar a los pacientes, … es a lo que más le dan importancia (presencia “Hojas de
evolución”)…, las otras si no hay, no se quejan” (Administrativo)

Durante la formación médica de grado se enseña historia clínica en base al formato


tradicional: centrado en la enfermedad y la internación. Este modelo de historia
difícilmente permite recuperar procesos largos y centrados en la persona. Por su parte, los

69
residentes de la carrera de posgrado de Medicina General aprenden con la HCF. El lugar
asignado en la etapa de formación profesional es importante. La misma es considerada,
junto al Fichero calendario, la herramienta privilegiada de registro “… para desarrollar
una clínica ampliada y asegurar el seguimiento longitudinal” (Coordinadora carrera
posgrado Medicina general). Tal es la importancia asignada durante la carrera de
especialización, que sobre ella asienta buena parte de la evaluación del proceso
enseñanza/aprendizaje de los residentes. Esta mirada relativiza el peso que la falta de
insumo papel puede tener en la elaboración de la misma, ya que es el modo de registro el
que da cuenta si las práctica se adecuan al seguimiento de la condición crónica.
Los entrevistados reconocen que es un instrumento utilizado principalmente por los
médicos. Si bien enfermería recibe muchas consultas (evaluaciones de “Pronta atención”,
“control de TA”, “control de glicemias”), rara vez registra en la HCF:

“… antes registrábamos las prestaciones,… ahora no, solo las vacunas,… con los hipertensos
anotamos la toma de presión en un papel y él se la lleva a su médico,… igual con los diabéticos, con
las tiras reactivas (para determinar niveles de azúcar en sangre) lo anotamos en un papel, no en la
historia…” (Enfermera)

A diferencia de los médicos, para quienes el registro tiene además de una importante
función instrumental para el “seguimiento de pacientes” una fuerte connotación legal, para
enfermería es un evaluador privilegiado de la productividad:

“Hoy no registramos nada, antes si registrábamos todo,… en el centro viejo había pilas de papeles
con las prestaciones de enfermería,… si nos miran por ese lado es como que enfermería no hace
nada” (Enfermera)

Longitudinalidad del cuidado de la condición crónica


A continuación se presenta la información para cada una de las variables que
operacionalizan el atributo longitudinalidad. Según se comentó previamente, la información
de la HCF se obtuvo principalmente de las “Hojas de evolución”. La misma es
complementada con información de entrevistas.

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El Motivo de Consulta. Esta variable aparece en todas las consultas revisadas, y si
bien, potencialmente puede ser registrado por cualquier trabajador de salud, para la
totalidad de las consultas fue un médico quién consignó el dato. Según se detalló en el
capítulo correspondiente al abordaje metodológico, los valores que la variable podía asumir
son: i) Eventos agudos (EA) no relacionado a la Enfermedad crónica de base (ECB); ii) EA
asociable a ECB; iii) “Control” del EA de la consulta anterior; iv) “Control” de la ECB; v)
“Control” del EA de la consulta anterior y la ECB (reúne criterios de iii y iv); vi) Práctica
de promoción/prevención según condición y edad; vii) Nueva EC; y viii) Ausente.

Los valores hallados son los siguientes:

Tabla N0 4: Motivos de consulta durante el período analizado.


Motivo de consulta/diagnostico Número consultas Porcentaje
EA no relacionado a ECB 105 25%
EA asociable a ECB 32 4%
Control EA consulta anterior 44 9%
ECB 183 43%
Control EA consulta anterior y ECB 38 7%
Práctica de promoción y prevención 15 3%
Nueva EC 1 0,25%
ECB y Nueva EC 2 0,5%
Ausente 2 0,5%
Total 422 100%
Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud. Elaboración: propia.

71
Gráfico N0 1: Motivos de consulta durante el período analizado.

Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud. Elaboración: propia.

Los datos muestran que el principal motivo de consulta es el “Control” de la ECB


(43%), seguido de consultas por un EA no relacionado con la ECB (25%), su “Control”
posterior en la siguiente consulta, ya sea solo (9%) o junto con el “Control” de la ECB
(7%), los EA asociables a ECB (4%) y las Prácticas de promoción/prevención (3%). Las
categorías restantes presentan muy baja frecuencia, alcanzando en conjunto al 1,25% del
total (Nueva EC, ECB y nueva EC, Ausente).
De lo anterior se desprende que los portadores de la condición crónica que
consultaron durante el período observado lo hicieron mayoritariamente por dicha
condición: la enfermedad o evento crónico de base. Las consultas relacionadas con la ECB,
ya sea como único motivo (“Control de la enfermedad”) o asociada a la consulta por un
evento agudo representan el 50% del total de las consultas.
También son cuantitativamente importantes las consulta por problemas de s-e-c
agudos (EA no relacionado a ECB; “Control” posterior del evento agudo, solo o junto a la
ECB; EA asociables a ECB), con el 45% de las consultas.
Las consultas destinadas a las Prácticas de promoción/prevención solo alcanzan al
3%, porcentaje bajo si se tiene en cuenta que se trata de usuarios mayoritariamente adultos,
grupo para el que existe una serie importante de recomendaciones. Por último, es
interesante señalar que el ausentismo es muy bajo.

72
De las entrevistas surge que el número de consultas que los adscriptos realizan con su
médico, es alto. Ello esta facilitado por el vínculo entre usuarios-médicos y los mecanismos
para mejorar el acceso:

“… para un buen seguimiento de los pacientes crónicos es fundamental construir el lazo y asegurar
la accesibilidad,… eso permite que consulten con mayor frecuencia que si fuesen personas
desconocidas,… mis pacientes vienen directamente sin turno, incluso no pasan por administración,
me vienen a buscar directamente,… no sé cuantas consultas recomienda la OMS (para seguimiento
de HTA y/o DBT), seguro debe haber un mínimo establecido, lo que es mis pacientes consultan
muchas veces…” (Médica clínica)

“… me puedo comunicar fácilmente con los pacientes, hoy por hoy la mayoría tiene celular…”
(Médica generalista 2)

Éste vínculo es leído por algunos entrevistados como un mayor “compromiso del
equipo con la población”, lo que indefectiblemente genera mayor responsabilidad:

“… éste es un centro muy complicado, una población muy compleja,… hay mucho trabajo y mucha
demanda,… mucho compromiso con el paciente” (Enfermera)

“…es un centro con mucha demanda comparado con otros que conozco,… hay compromiso,… el
médico comprende más a la gente” (Administrativo)

“…el seguimiento de pacientes crónicos por los centros del distrito es bueno, lógicamente no todos
son iguales, pero es bueno,… en particular en éste centro es muy bueno,… se trabaja mucho para
mejorar la accesibilidad…” (Coordinador de Distrito)

Los médicos entrevistados refieren planificar las visitas según el “riesgo del
paciente”. Quienes presentan comorbilidades o tienen “descompensada” su ECB, son “re-
citados con mayor frecuencia que los estables” (Médica generalista 4). En la valoración del
riesgo y del diseño del proyecto terapéutico también se tiene en cuenta la situación de
vulnerabilidad sociosubjetiva de la persona:

73
“… los pacientes crónicos que están adscriptos hace años saben de su patología, saben que les toca
el control bianual y vienen solos,… los de los sectores críticos exigen más atención, hay que ir a
buscarlos si no vienen, para que no se pierdan…” (Médica generalista 3)

Continuidad del terapeuta registrante. Esta variable puede asumir los siguientes
valores: i) Si: se trata del mismo terapeuta que atendió al usuario en la consulta anterior; ii)
No: es otro terapeuta; iii) Indeterminado: no se puede identificar quién registró la consulta;
iv) No corresponde: cuando por las características intrínsecas de la consulta, no cabe
indagar esta variable (Ejemplo: primer consulta del período de análisis de la condición
crónica).

Tabla N0 5: Continuidad del terapeuta entre las consultas.


Continuidad médico Número consultas Porcentaje
Si 297 71%
No 96 23%
Indeterminado 0 0%
No corresponde 29 6%
Total 422 100%
Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

Gráfico N0 2: Continuidad del terapeuta entre las consultas.

Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

74
Los datos muestran que fue posible identificar al terapeuta responsable en la totalidad
de las consultas del período analizado (0% de indeterminación). Para el 100% de los casos
se trató de un profesional médico. La continuidad del terapeuta respecto de la consulta
anterior (71%), fue mayoritaria respecto de la no continuidad (23%). Para el 6% de las
consultas no correspondió indagar el atributo, número que coincide con la cantidad de
usuarios evaluados (29), y que corresponde a la primera consulta del período analizado.

Los comentarios que surgen de las fuentes primarias -entrevistas y encuestas


semiestructuradas- apoyan estos datos. El equipo otorga un lugar central al vínculo estable
entre usuarios y trabajadores, estrategia asumida y sostenida como política explícita por
todo el equipo del CdeS, y reforzada cotidianamente por los dispositivos de acceso a la
consulta:

“… este mecanismo garantiza el acceso, especialmente entre los adultos portadores de


enfermedades crónicas,… refuerza la relación médico-paciente, que es fundamental para el
seguimiento de las patologías crónicas” (Médica clínica)

“… los pacientes llegan y piden por su médico,… salvo que no esté ese día o tenga mucho trabajo es
raro que no lo termine viendo el propio médico” (Administrativo)

A pesar del recambio profesional, la continuidad con un médico de “cabecera” es un


valor a ser garantizado. En tal sentido todos los trabajadores aportan a ello:

“… ahora que se fueron (…) y (…) (dos médicos de “cabecera” que solicitaron traslado a otros
establecimientos), desde enfermería redireccionamos a los pacientes crónicos que circulan,… es un
trabajo extra pero lo hacemos porque es importante para que no queden colgados, sin
tratamientos,… lo hacemos porque conocemos la población” (Enfermera)

“… si el médico adscriptor no está en ese turno y llega un paciente para Pronta atención, lo atiende
el que está y le programa un turno de control con su médico” (Médica generalista 4)

Relación entre consultas. La variable puede adoptar los siguientes valores: i) Si:
cuando en la consulta actual hay referencia explícita a la consulta inmediatamente anterior;
ii) No; cuando no hay mención a la consulta anterior; y iii) No corresponde: cuando por las
75
características intrínsecas de la consulta, no cabe indagar esta variable (Ejemplo: primer
consulta del período de análisis de la condición crónica).

Tabla N0 6: Relación consulta actual respecto consulta anterior.


Relación consulta actual respecto consulta anterior Número consultas Porcentaje
Si 181 43%
No 174 41%
No corresponde 67 16%
Total 422 100%
Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

Gráfico N0 3: Relación consulta actual respecto consulta anterior.

Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

Los datos muestran que en el 43% de las consultas se hace mención explícita a la
visita anterior, porcentaje muy próximo a las consultas donde no hay registro de lo
acontecido en la última consulta (41%). Para el 16% de las consultas restantes no
correspondió indagar el atributo. Se trató de consultas correspondientes a la primera visita
del período bajo análisis y al registro de diferentes situaciones relacionadas con eventos
aislados: comunicación telefónica del médico de cabecera para acordar una visita,
elaboración de receta, etc.

76
La variable pretende recuperar el “hilo conductor” del proceso de producción de
cuidados, el trazo “fino” que da cuenta si entre consulta y consulta hay continuidad, que la
historia clínica está compuesta por una sucesión de hechos encadenados entre sí y no por la
suma de situaciones estáticas e independientes. Los datos muestran que la posibilidad de
recuperar el trazo “fino” del proceso es similar a la posibilidad de no recuperarlo.

Por el contrario, de las entrevistas surge que es factible rescatar la hilación del
proceso a partir de la HCF, ya que hay “información suficiente”, y más si se suma la que
cada médico tiene en su “cabeza”. La mayoría de los entrevistados asume que la
información registrada permite reconstruir la historia de un modo aceptable, hecho que
quedaría corroborado cada vez que los usuarios se ven obligados a cambiar de médico con
motivo del traslado de su “actual médico”:

“… me hice cargo de la población de una clínica que trabajó más de diez años,… tuve que armar la
historia de las (“Hojas de”) evoluciones,… lleva mucho tiempo, pero se puede hacer,… sería más
fácil si se registra en las hojas de seguimiento” (Médica generalista 3)

Consulta y Enfermedad crónica de base. La variable puede adoptar los siguientes


valores: i) Si: cuando en la consulta actual hay referencia explícita a la ECB; ii) No; cuando
no se hace mención a la ECB; y iii) No corresponde: cuando la consulta no amerita indagar
dicha posibilidad.

Tabla N0 7: Relación de la consulta actual con la ECB.


Relación consulta actual respecto de la ECB Número consultas Porcentajes
Si 255 60%
No 164 39,5%
No corresponde 3 0,5%
Total 422 100%
Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

77
Gráfico N0 4: Relación de la consulta actual con la ECB.

Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

Los datos muestran que en el 60% de las consultas se hace mención explícita a la
ECB, en el 39,5% no hay registro de la misma y en el 0,5% no correspondió evaluar dicho
atributo.
De lo anterior se desprende que el proceso de producción de cuidados está referido
principalmente a la ECB. El dato no contradice el análisis anterior, donde se concluyó que
las posibilidades de reconstruir el proceso en sus detalles más finos a partir del registro
clínico, entre consulta y consulta, son similares a no poder reconstruirlo. Este dato pone en
evidencia que, en términos generales, se trata de historias clínicas centradas
mayoritariamente en la ECB que hace a la condición crónica.

De las entrevistas surge que la información registrada es útil para reconstruir el


proceso de cuidado de la enfermedad crónica de base, especialmente cuando el cuidado es
asumido por un nuevo médico a partir de la “ida” del profesional que hasta ese momento
“atendía al paciente”. También se puede reconstruir la atención de la enfermedad crónica
de la copia de la historia que traen a veces usuarios que se atendían en otros
establecimientos. Este hecho se da con relativa frecuencia entre los establecimientos del
primer nivel de atención, donde ofrecen al paciente que se muda de barrio una copia del
registro para que continúe su atención en otro centro. Por el contrario, rara vez ocurre con

78
los hospitales y con el segundo nivel, quienes frecuentemente no remiten “ni la
contrarreferencia” a la interconsulta solicitada.
Respecto de la profundidad del registro hay comentarios contradictorios. Si bien
surge la demanda que debe registrarse con el mayor detalle posible, exigencia que cobra
mayor vigor cuando el destinatario es otro profesional, en la práctica se registra lo “básico”
a raíz de la “falta de tiempo”. Quienes exigen un registro detallado, incluyen aspectos tan
específicos como el valor de los exámenes complementarios especializados:

“… me gusta que escriban (los médicos) todo en la historia, por ejemplo los valores del
Ecocardiograma, y no que pongan “Ecocardio normal”,… es importante saber cómo vinieron los
estudios anteriores cuando se compara con los nuevos” (Médica clínica)

Para el caso de las enfermedades agudas se registra lo mínimo, en especial cuando se


trata de “algo banal”, incluso con siglas (“VVAS por virosis vías aéreas superiores”), pues
se sabe que el “paciente vuelve para control dentro de las 48 horas”, ya que es el mismo
médico quien programa el turno, por lo cual “no se pierde tiempo en registrar más de la
cuenta” (Médica generalista 1).
En el equipo no hay una reflexión profunda acerca de cómo debería registrase para
aprovechar mejor la HCF, hecho que se refleja en los comentarios anteriores y en las
contradicciones presentadas: del “que escriban todo” al no “registrar más de la cuenta”. De
manera tibia se plantea que quizá es allí donde cobra importancia la “Hoja de seguimiento”.

“… quizá para eso está buena la grilla de exámenes complementarios (“Hojas de seguimiento”),
para recordarte que hay que actualizar el Papanicolaou por ejemplo, y no andar pegando cartelitos
que te avisen,… yo no las uso” (Médica clínica)

Integralidad del cuidado de la ECB


La información de las variables que operacionalizan integralidad, al igual que las de
longitudinalidad, también fueron indagadas principalmente en las “Hojas de evolución”.
Los datos obtenidos de la HCF son complementados con las entrevistas.

79
El Examen físico y la ECB. Los valores que la variable puede adoptar son: i) Si:
cuando en la consulta existe registro que da cuenta del examen físico (valor de TA, valor
del peso y la talla, cálculo del IMC, “examen de pies”, “pulsos arteriales”, “sensibilidad”,
etc.). Este valor será asignado a las consultas con un examen físico completo según las
recomendaciones vigentes; ii) No: cuando no hay registro en la consulta; iii) Parcial:
cuando se registran algunos de los aspectos que hacen al examen físico; y iv) No
corresponde: cuando la consulta no amerita las anteriores posibilidades.

Tabla N0 8: Examen físico en la consulta según recomendaciones vigentes para la ECB.


Examen físico según recomendaciones vigentes Número Porcentajes
para la ECB consultas
Si 61 14%
No 285 68%
Parcial 68 16%
No corresponde 8 2%
Total 422 100%

Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

Gráfico N0 5: Examen físico en la consulta según recomendaciones vigentes para la ECB.

Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

80
Los datos muestran que el registro de lo que se indaga con el examen físico es pobre.
La ausencia de registro de datos del examen físico alcanza al 68% de las consultas. En el
otro extremo, y con un 14%, aparecen las consultas donde el registro da cuenta de la
totalidad de los ítems recomendados por las guías clínicas vigentes (Toma de TA, peso,
talla, cálculo del IMC, evaluación de pulsos arteriales, evaluación de la sensibilidad en
miembros inferiores y búsqueda de lesiones en los pies). Entre ambos, el 16% de las
consultas presenta un registro parcial.

De las entrevistas surge que él “no registro” no significa que la práctica no haya sido
realizada. Interrogados directamente sobre este hallazgo, la mayoría de los médicos
comenta no haber reparado en ello. Como respuestas surge que: si bien la práctica se hace,
“falta de tiempo” para registrar; lo rutinario de la operación de examinar físicamente al
paciente, hace pasar por alto el registro; se jerarquiza registrar información de otra calidad,
en especial lo “subjetivo del paciente”; el desconocimiento de las “Hojas de seguimiento”;
el conocimiento que los médicos poseen sobre sus “pacientes” relaja el registro, lo que es
considerado a su vez como paradójico, pues se sabe que seguramente el vínculo no va a ser
por siempre.

Exámenes complementarios y ECB. Los valores que la variable pueden adoptar son:
i) Si: cuando existe registro que refiere a la solicitud y/o a la recepción de algún examen
complementario recomendado por las guías clínicas para el seguimiento de la enfermedad
de base; ii) No: cuando no hay registro en la consulta de solicitud y/o recepción de los
examen complementarios recomendados; y iii) No corresponde: cuando la situación de la
consulta no lo hace posible.

81
Tabla N0 9: Exámenes complementarios en la consulta según recomendaciones vigentes para la ECB.
Examen complementarios según recomendaciones vigentes Número Porcentajes
consultas
Si 201 48%
No 217 51%
No corresponde 4 1%
Total 422 100%
Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

Gráfico N0 6: Exámenes complementarios en la consulta según recomendaciones vigentes para la


ECB.

Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

La presencia de registros referidos a exámenes complementarios recomendados es


levemente inferior al no registrado, con 48 y 51% respectivamente.

Los argumentos expresados para esta situación son similares a los vertidos respecto
del examen físico: los exámenes complementarios generalmente se hacen pero no se
registran, en particular las determinaciones más frecuentes. Por el contrario, aquellos
exámenes complementarios no tan frecuentes, y en especial si dependen de una
especialidad crítica del segundo nivel, rara vez no se registran:

“… es importante registrar un estudio como una Ergometría,… un laboratorio de rutina, que es más
fácil de hacer, se puede pasar” (Médica clínica)

82
Todos los médicos conocen al menos una guía clínica y reconocen también que la red
de salud ofrece un soporte adecuado para el cuidado de las enfermedades crónicas, no
habiendo excusas por esa vía para no cumplimentar con la mayoría de los exámenes
complementarios. En la opinión de una médica de cabecera:

“… el centro de salud y la red están muy bien provistos para atender patologías crónicas, el
laboratorio es amplio y los resultados regresan rápido,… la provisión de medicamentos básicos es
importante, es raro que falte…, hasta insulina y tiras reactivas para control de la diabetes, lo que
facilita mucho el seguimiento.” (Médica clínica)

Interconsultas y ECB. Los valores de la variable son: i) Si: cuando existe registro
explicito de la solicitud o recepción de una interconsulta recomendada por las guías clínicas
de seguimiento; ii) No: no hay registro de la solicitud o la recepción de interconsultas; y iii)
No corresponde: cuando la situación de la consulta no lo hace posible.

Tabla N0 10: Registro de interconsultas según recomendaciones vigentes para la ECB.


Interconsultas según recomendaciones vigentes Número consultas Porcentajes
Si 92 22%
No 327 77,5%
No corresponde 3 0,5%
Total 422 100%
Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

Gráfico N0 7: Registro de interconsultas según recomendaciones vigentes para la ECB.

Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

83
El registro de interconsultas con especialidades del segundo nivel de atención, según
las recomendaciones vigentes, alcanza al 22% de las consultas. Para ésta variable, el valor
que predominó, fue la ausencia de registros con el 77,5% de las consultas. El porcentaje de
consultas donde no correspondió indagarla es muy bajo, con el 0,5%.

De las entrevistas surge que, a diferencia de los exámenes complementarios y el


examen físico que por lo general si se realizan aunque no se registren, las interconsultas no
son tan frecuentemente solicitadas. Los motivos tienen que ver con la escaza oferta de
algunas especialidades del segundo nivel (oftalmología, electromiografía) y con la “buena”
capacidad del primer nivel para acompañar situaciones crónicas. Los médicos refieren
conocer al menos una guía clínica vigente de seguimiento de crónicas.

Recomendaciones periódicas para la ECB en un año. Esta variable remite a todo el


período de observación (2 años), por lo cual el denominador es 29 (número de usuarios
portadores de alguna ECB elegidas). Considerando cada año del período de análisis, las
recomendaciones fueron asumida como: i) Completas: hay registro de que las 20
recomendaciones fueron realizadas en un año calendario; ii) Medianamente completo:
cuando se realizaron al menos 10 recomendaciones en un año; y iii) Incompleto: cuando las
recomendaciones realizadas no alcanzan a 10 en un año calendario.

Tabla N0 11: Recomendaciones periódicas para la ECB en un año.


Recomendaciones periódicas en el año Número
casos
Completo 3
Medianamente completo 12
Incompleto 14
Total 29

Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

84
Gráfico N0 8: Recomendaciones periódicas para la ECB en un año.

Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

Las Prácticas periódicas recomendadas para asegurar un seguimiento adecuado e


integral de la ECB fueron registradas de forma completa en solo tres (3) de las HCF,
medianamente completas en doce (12) e incompletas en catorce (14).

De las entrevistas surge que el problema estaría más en el registro que en la


consecución de las prácticas. Entre los entrevistados surge como hipótesis que la “Hoja de
seguimiento” puede contribuir a mejorar el registro de las prácticas recomendadas
periódicamente:

“… quizá para eso está buena la grilla de exámenes complementarios (“Hojas de seguimiento”),
para recordarte que hay que actualizar el Papanicolaou por ejemplo, y no andar pegando cartelitos
que te avisen,… yo no las uso” (Médica clínica)

“… la hoja de seguimiento es útil, antes la usaba, desde hace un tiempo no,… incluso habíamos
agregado una grilla impresa con las recomendaciones periódicas, pero no lo pudimos sostener,…
demandaba esfuerzo extra fotocopiar y agregar las hojas.” (Médica generalista 2)

85
Integralidad del cuidado centrado en la persona.

Prácticas de promoción y prevención según sexo y edad en cada consulta. La


variable puede adoptar los siguientes valores: i) Si: existe registro de la solicitud o
realización de prácticas preventivas recomendada según edad y sexo; ii) No: no hay registro
de solicitud o realización de prácticas preventivas; y iii) No corresponde: cuando la
consulta no lo permite.

Tabla N0 12: Prácticas de promoción y prevención según sexo y edad en cada consulta.
Prácticas de promoción y prevención Número consultas Porcentajes
Si 79 19%
No 340 80,5%
No corresponde 3 0,5%
Total 422 100%
Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

Gráfico N0 9: Prácticas de promoción y prevención según sexo y edad en cada consulta.

Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

Solamente en el 19% de las consultas se hace referencia a la solicitud o realización de


alguna práctica de promoción y prevención recomendadas según sexo y momento del ciclo
vital. Por su parte resultan mayoritarias las consultas donde hay ausencia de registros: en el
80,5% de las consultas no hay mención a dichas prácticas. Las consultas donde no
correspondió indagar el atributo representan el 0,5%.

86
Prácticas de promoción y prevención en un año. Esta variable remite a todo el
período de observación (2 años), siendo el denominador de referencia 29, número que
corresponde a los usuarios portadores de alguna de las enfermedades crónicas elegidas.
Considerando cada año del período de observación, las prácticas de promoción serán
asumida como: i) Completas: hay registro de que todas las recomendaciones, según
condición, edad y sexo, fueron realizadas en un año calendario; ii) Medianamente
completo: cuando hay registro de que se realizaron solo algunas de las recomendaciones en
un año calendario. iii) Incompleto: cuando no hay registro de realización de prácticas de
promoción o prevención en un año calendario.

Tabla N0 13: Prácticas de promoción y prevención en un año.


Prácticas de promoción y prevención en un año Número
casos
Completo 6
Medianamente completo 8
Incompleto 15
Total 29

Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

Gráfico N0 10: Prácticas de promoción y prevención en un año.

Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

87
Durante el período de análisis predominan las HCF con ausencia de registros de
prácticas de promoción y prevención. Para quince (15) usuarios la ausencia de registros fue
total, mientras que para ocho (8) se presentaron medianamente completas (8). Solo seis (6)
presentaron prácticas completas.

De las entrevistas surge la percepción que las prácticas de promoción y prevención no


asociadas a la enfermedad crónica de base no se logran hacer según establecen las
recomendaciones. Entre los motivos aparecen: la dificultad para acceder a turnos del
segundo nivel –mamografías, urología-, el desconocimiento de algunas recomendaciones, y
muy especialmente, la relevancia de los problemas que ponen en contacto a los usuarios
con el equipo, ya sea la enfermedad de base u otras problemáticas de s-e-c, lo que conduce
a que las prácticas preventivas queden en segundo plano: “… la complejidad es tan grande
que quedan para otro momento” (Médica generalista 1)
Esta situación abarca incluso al Papanicolaou, práctica ampliamente reconocida,
valorada y apropiada por el primer nivel de atención, donde se reconoce que la “cobertura
de Pap es baja”, más allá de que la mayoría de los médicos “adscriptores” están en
condición de practicarla (siete generalistas) y de contar con dos tocoginecólogos en el
equipo. Los entrevistados reconocen acá un déficit en la propia planificación de sus turnos,
ya que la “enfermedad” se lleva la mayor cantidad de turnos, lo que sumado a la falta de
registro, perpetúan el círculo vicioso falta de registro/falta de recomendación/no realización
de la práctica, circuito que por momentos “se rompe” cuando se implementan estrategias
extraordinarias:

“Con los alumnos de la Práctica final obligatoria (estudiantes de medicina que realizan pasantía de
pregrado en el CdeS) implementamos un consultorio de Pap a libre demanda,… fue muy usado por
las mujeres que estaban en el centro por otros motivos y por las mujeres que contactábamos en las
visitas al barrio”, “… durante esa semana se tomaron más Pap que en todo el trimestre”, “… la
mayoría eran adscriptas al centro” (Jefa del CdeS)

Con las inmunizaciones la situación es diferente. Al depender de enfermería, la


práctica se realiza y registra en la “Base de vacunas”, único registro que enfermería
mantiene, pero no en la HCF.

88
Los entrevistados reconocen también falencias respecto a incluir consejos
relacionados con la “alimentación saludable”, el ejercicio físico y la cesación tabáquica.
Hay limitaciones en cuanto al conocimiento de cómo trabajar dichos contenidos: “estaría
bueno la atención con un nutricionista y en espacios comunitarios” (Enfermera)

Búsqueda de otros problemas de s-e-c. El valor asumido por esta variable puede ser:
i) Si: cuando hay registro explícito de otras problemáticas de s-e-c diferentes a la ECB. La
variable adoptará dicho cuando el problema fue “buscado” y/o “confirmado”; ii) No: no
hay registro de búsqueda de otras problemáticas; y iii) No corresponde: cuando la consulta
no lo permite.

Tabla N0 14: Búsqueda de otros problemas de s-e-c.


Indagación de otros eventos y problemas de s-e-c Número consultas Porcentajes
Si 111 26%
No 306 73%
No corresponde 5 1%
Total 422 100%
Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

Gráfico N0 11: Búsqueda de otros problemas de s-e-c.

Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

89
La existencia de registro que da cuenta de la búsqueda de problemas de s-e-c
diferentes a la ECB solo aparece en el 26% de las consultas. Por su parte la ausencia de
registro para este atributo alcanza al 76% de las consultas. En el 1% de las consultas no
correspondió la búsqueda del atributo.

De las entrevistas surge que es frecuente abordar e indagar otros problemas de s-e-c,
además de la ECB. Un lugar destacado ocupan las problemáticas complejas que exigen de
abordajes interdisciplinares y/o e intersectoriales, situaciones que son reconocidas como
frecuentes y prevalentes, en especial entre las “familias críticas”. Dichas situaciones, por su
misma naturaleza, demandan un tiempo considerable al equipo, reconociendo que el
registro generalmente no da cuenta de las mismas:

“… son casos muy complejos,… demandan mucho trabajo y tiempo, y es difícil de escribir en la
historia todo lo que se hizo y los que intervinieron” “…, seguro que interviene la psicóloga o la
trabajadora social, pero ellos lo anotan en su cuaderno,… es raro que anoten en la historia clínica”
(Médica generalista 1)

Abordaje interdisciplinario. Los valores de la variable pueden ser: i) Si: existencia de


registro que da cuenta de un abordaje junto a otras disciplinas (registro realizado
conjuntamente entre dos disciplinas, “se charla situación con salud mental”, “se presentara
el problema a Trabajo social”, “enfermería comenta que…”, etc.); ii) No: cuando no hay
registro de abordajes interdisciplinarios; y iii) No corresponde: cuando la consulta no lo
permite.

Tabla N0 15: Abordaje interdisciplinario.


Abordaje interdisciplinario Número consultas Porcentaje
Si 90 21,3%
No 329 78%
No corresponde 3 0,7%
Total 422 100%
Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

90
Gráfico N0 12: Abordaje interdisciplinario.

Fuente: Historia Clínica Familiar Centro de Salud.

La presencia de registros que dan cuenta de abordajes interdisciplinarios en las


consultas del período estudiado alcanzó al 21,3% de las mismas. La ausencia de registro
para esta modalidad de abordaje fue mayoritaria: 78% de las consultas.

De las entrevistas se desprende que el registro de los abordajes interdisciplinarios está


en relación inversa a lo “complejo”, y que frecuentemente el registro de las mismas queda
fragmentado: mientras que los médicos registran en la HCF, los trabajadores no médicos lo
hacen en sus propios registros (“Base de vacunas”, “Cuaderno de notas del psicólogo”,
“Registro de trabajo social”, etc.). Al igual que para el punto anterior, para los
entrevistados se trata más de la falta de registro en la historia que la ausencia de abordaje
interdisciplinar.

“…en la historia clínica puede haber un breve mención del trabajo interdisciplinario de un
problema,… una señal que hay que tirar como de un hilo e ir preguntando a otros

compañeros sobre la misma, pero es raro que se registre todo ” (Médica generalista 3)

Un elemento que atenta contra el registro de las situaciones complejas es la


sensibilidad del dato. Se trata de datos que hacen a la intimidad de la persona, lo que
sumado a que frecuentemente los usuarios toman contacto con su HCF (retiro de

91
“Administración” a pedido del médico mientras esperan por una “Pronta atención”), pone
interrogantes éticos acerca del detalle y los límites del registro.
Por último, varios entrevistados reconocen cierta tensión entre el seguimiento
centrado de la enfermedad y los cuidados centrados en la persona. No obstante consideran
que dicha contradicción es pasible de ser superada en tanto y en cuanto se fortalezca el
vínculo. Si bien centrar la producción del cuidado en la enfermedad crónica puede estrechar
los límites de la clínica, para algunos médicos es un ordenador que permite con el tiempo
ampliar la mirada a otros problemas de la persona. Por el otro lado, hacer lugar a problemas
de s-e-c diferentes de la enfermedad crónica de base, permite con el tiempo incluir los
cuidados adecuados a la misma.

92
Capítulo 5: Discusión y conclusiones

Discusión de los resultados

La capacidad del primer nivel de atención para producir cuidados adecuados de


condiciones crónicas está estrechamente vinculada al desarrollo y consecución de la APS
(Mendes, 2012a).

El presente trabajo se propuso indagar la capacidad de un CdeS municipal en producir


cuidados en torno a la DBT e HTA, enfatizando en la longitudinalidad y la integralidad de
los mismos.

Con una franja horaria de lunes a viernes de 12 horas diarias, y una estructura
adecuada, el CdeS viene implementado diferentes estrategias destinadas a sostener y
reforzar el vínculo con los usuarios: médicos que adscriben población, HCF, dispositivos
de “Pronta atención”, turnos programados, visitas domiciliarias, visitas en la internación,
contacto telefónico, etc. Si bien en el discurso aparece como deseable la referencia de
usuarios y familias a “mini equipos” (médico/enfermera; médico/trabajadora social;
médico/psicólogo), en la práctica todo apunta a que esta se dé principalmente en la figura
de un médico de “cabecera”.

La población del área es reconocida no solo cuantitativamente, sino que está adscripta
a un médico, siendo caracterizada además según vulnerabilidad a través de los siguientes
criterios: condiciones de vida, de trabajo y aspectos culturales. Dos microáreas presentan
las condiciones más desfavorables, la comunidad Qom y el sector “crítico”. Entre ambas
rondan las 1.200 familias.
Los usuarios portadores de la enfermedad crónica están adscriptos al CdeS desde
hacía varios años (10,7 años de promedio, con una variabilidad entre 2 y 17 años), estando
la HCF “activa” al momento de la revisión. Respecto de la enfermedad crónica, 6 padecían
DBT, 3 HTA y 20 ambas patologías (Tabla N0 3). La cantidad de consultas realizadas por
el grupo durante el período analizado es elevada, con 422 consultas en 24 meses (7

93
consultas al año en promedio, con una variabilidad entre 2 y 19). Es posible que la gran
cantidad de consultas se explique no solo por la ECB sino también por otras
comorbilidades y problemas que el grupo presenta.

Con respecto a la longitudinalidad, la revisión de historias clínica, mostró resultados


favorables para la mayoría de las variables propuestas para dar cuenta del atributo (Tablas
N0 4, 5 y 7). Los porcentajes mayoritarios de consultas donde el motivo está asociado a la
ECB (50%), de la continuidad de un médico registrante (70%) y de los contenidos
explícitos a la ECB (60%), dan la pauta que los cuidados producidos por el equipo están
centrados en la enfermedad crónica, que existe continuidad –elemento básico de un cuidado
longitudinal- y que los mismos se sostienen en un período largo (24 meses).
Los resultados permiten aseverar que existe una condición crónica, ya que el vínculo
entre los servicios y los usuarios portadores de la enfermedad crónica supera largamente los
seis meses (Méndez, 2011).
El hallazgo coincide con la opinión de los entrevistados, donde todos aseguran que el
equipo garantiza un adecuado seguimiento longitudinal de los “crónicos”. Es muy probable
que el vínculo entre médicos-usuarios, y por momentos entre equipo-usuarios, sea la base
de la longitudinalidad. Los múltiples dispositivos y estrategias implementados por el
equipo apuntan a construirlo y fortalecerlo: médicos de referencia con población adscripta,
turnos programados, dispositivos de “Pronta atención”, visitas domiciliarias, delimitación
de microáresa con vulnerabilidad diferente, organización del servicio con perspectiva de
equidad, referenciación a un mismo médico por parte de los otros integrantes del CdeS, uso
de las nuevas tecnologías (contacto telefónico por medio de celular con usuarios), etc., son
mecanismos que contribuyen a ello.

Entre los elementos que atentan contra el seguimiento longitudinal aparece con fuerza
el recambio de trabajadores del equipo, especialmente de médicos, donde al menos “dos
médicos cambian cada año”, siendo uno de los factores imputados el “agotamiento” que la
gran demanda produce en los trabajadores. A pesar de éste serio problema, las estrategias
implementadas por el equipo serían adecuadas para disminuir el impacto negativo que el
recambio frecuente de trabajadores produce en el vínculo con los usuarios. La totalidad de

94
las HCF revisadas presentaba al menos un cambio de médico de “cabecera” durante el
período analizado, hecho que no impidió continuar con la atención del usuario.
Otro elemento que dificulta el seguimiento longitudinal es la utilización inadecuada
de los registros clínicos. Si bien para los médicos la HCF permite recuperar información
para dar continuidad a la atención crónica, la misma está subutilizada. La pobre utilización
de las “Hojas de seguimiento” y su reemplazo por las de “evolución” tornan tedioso,
cuando no dificultoso reconstruir el proceso de producción de cuidados, donde la
posibilidad de reconstruir en detalle el “trazo fino” del proceso, es la misma que no
reconstruirlo. Los valores hallados para la variable que indaga la existencia de referencia
explícita entre las consultas, Relación entre consultas (Tabla N 0 6), lo demuestran. Los
registros extensos y pormenorizados no garantizan la reconstrucción del “hilo conductor”
entre consulta y consulta. Por el contrario, generalmente se asemejan más a una sucesión de
fotografías independientes que no permiten ver la película. Esta variable cobra mayor
relevancia en el marco del cuidado de condiciones crónicas. Según se comentó en los
primeros capítulos, el desafío de adecuar la red de servicios de salud al cuidado de las
crónicas pasa por superar el abordaje de las condiciones agudas, situaciones que transcurren
en una temporalidad acotada, pues poseen un final necesario. Para éstas, el abordaje puede
ser a partir de la sucesión de situaciones aisladas, donde una angina, una neumonía, una
operación de apéndice, por más que sean padecidas por un mismo individuo, son eventos
que pueden ser abordados eficazmente sin la necesidad de una historia de “largo aliento”.
No ocurre lo mismo con la DBT o la HTA, condiciones crónicas sin fecha de curación,
donde la eficacia está estrechamente ligada al seguimiento continuo y longitudinal, y donde
los modos de registro –en tanto parte del proceso- presentan también el desafío de recuperar
el hilo de la historia.

Si bien en las entrevistas surgieron múltiples argumentos para explicar el inadecuado


uso de la HCF (falta periódica de insumo papel, sobrecarga médica en la gestión de la
historia -armado, asignación de número, búsqueda en el archivo-, etc.), es posible que el
mayor limitante sea la falta de capacitación en el empleo de la herramienta. Solo los
médicos generalistas tuvieron una instancia formal de capacitación, y si bien son mayoría
entre los profesionales médicos del CdeS, representan la quinta parte del equipo,

95
proporción que disminuye si se piensa en todo el plantel de trabajadores de la Dirección de
APS. A una década de su implementación sería interesante revisar cómo cada equipo se
apropió de la HCF, quiénes y cómo la utilizan. Es indudable que se trata de una herramienta
que supera a otros formatos, que es adecuada a la estrategia de APS y que goza de
aceptación entre los trabajadores del centro. No obstante hay que revisar los modos de uso
para mejorar el registro del seguimiento de los problemas individuales y familiares, y la
utilización sistemática por todos los trabajadores.

Según los entrevistados, los insumos de farmacia y de laboratorio son adecuados para
el seguimiento longitudinal de las crónicas. La valoración de la red de laboratorios entre los
trabajadores es alta. La organización y la cobertura de la misma permiten disponer de
exámenes complementarios adecuados en tiempo y forma. Algo similar ocurre con la
farmacia, donde un vademécum amplio hace de soporte al trabajo de los equipos,
permitiendo ampliar las capacidades en la producción de cuidados en el primer nivel.
Respecto de las interconsultas, si bien la red de salud municipal ha avanzado bastante
en la tarea de disminuir las barreras de acceso al segundo nivel (Centro de Especialidades
Medicas de Rosario, solicitud de turnos telefónicos, “cupo de turnos” por centro,
especialistas de referencia para los CdeS de un mismo Distrito, etc.-), es posible que aun
queden aspectos de índole organizacional y cultural a reformular para hacerla más efectiva.
En tal sentido, la propuesta de especialistas del segundo nivel responsables de brindar
soporte clínico a varios CdeS, atendiendo interconsulta y dudas de los clínicos del primer
nivel en los mismos CdeS, debería ser una estrategia a profundizar. No se trata de que los
especialistas de segundo nivel tengan una población de usuarios a cargo, ni que los usuarios
portadores de una condición crónica accedan directamente al especialista, sino de fortalecer
las capacidades resolutivas del primer nivel de atención a partir de contar con este recurso
lo más próximo y accesible para el apoyo de los médicos de “cabecera”.

Respecto de la integralidad del cuidado, los resultados hallados presentan diferencias


según la fuente de información consultada. De las entrevistas surge que los cuidados
producidos serían integrales, mientras que los datos obtenidos de la HCF contradicen dicha
opinión. La mayoría de las variables seleccionadas para operacionalizar las dos

96
subdimenciones trabajadas, integralidad centrada en la persona e integralidad centrada en la
ECB, presentaron valores poco favorables.

La integralidad centrada en la ECB fue operacionalizada mediante variables


traducibles a recomendaciones plasmadas en las guías clínicas de seguimiento de HTA y
DBT. Dichas guías plantean la consecución de las recomendaciones en un período
determinado, generalmente un año. En base a ello se puede cuestionar el modo en que
fueron presentados los datos del examen físico, los exámenes complementarios y las
interconsultas (Tablas N0 8, 9 y 10), donde los mismos son referidos a la consulta como
denominador. Presentarlo de ese modo, sobreestima la “no realización”. Ahora bien, al
presentar las recomendaciones referidas a un año calendario (Tabla N 0 11), tampoco se
observa una real mejoría, pues solo tres de los veintinueve usuarios muestran que las
mismas fueron realizadas de manera completa.
Cabe recordar una vez más que la mayoría de las recomendaciones son de fácil
realización para los actuales recursos disponibles en la red municipal. La evaluación física
se puede realizar sin mayor dificultad con las tecnologías disponibles en el CdeS (balanza,
estetoscopio, tensiómetro, diapasón y los procedimientos propios del método clínico:
constatación de pulsos arteriales, sensibilidad miembros inferiores, lesiones de piel y
faneras, etc.). Las determinaciones de laboratorio tampoco presentan grandes dificultades
para su realización. Las “facilidades” que presenta el CdeS y la red municipal para su
consecución son evidentes: i) posibilidades de extraer muestras para análisis bioquímicos
cuatro días a la semana; ii) amplios márgenes de muestras a solicitar, tanto en calidad como
en cantidad, donde todas las determinaciones recomendadas para el seguimiento de la DBT
y la HTA están admitidas: Glicemia, HbA1c, Prueba de tolerancia a la glucosa, Glucosuria,
Lipidograma, Proteinuria de 24 horas, Creatinina, Tasa de filtración glomerular, Cultivo de
orina, etc.; iii) procesamiento de las muestras y disponibilidad de resultado en tiempo
adecuado (no mayor a una semana); iv) posibilidad de solicitar otros exámenes
complementarios dentro de la red en tiempo y forma: ECG, Ergometrías, Electromiografías,
Ecografías bidimensionales, Doppler y Radiografías, etc.
Para los trabajadores, especialmente los médicos de “cabecera”, el problema estaría
relacionado principalmente al “no registro” más que a la “no realización”, donde “… se

97
hacen muchas cosas que no quedan registradas” (Médica generalista 2). Por el contrario, el
desconocimiento de las recomendaciones no parece ser un problema. Si bien refieren
conocer diversas guías, e incluso cierta desactualización por parte de algunos médicos,
manifiestan que esto no es significativo: las guías no difieren sensiblemente entre sí, ni
tampoco una misma guía a lo largo del tiempo.
Por su parte el “no registro” está condicionado por otros factores que difieren según
se trate de recomendaciones que hacen al examen físico, a los exámenes complementarios o
las interconsultas. Mientras que para las dos primeras el “no registro” se asocia a lo
“rutinario”, al punto de no jerarquizar en el registro lo que efectivamente se ha realizado,
con las interconsultas surgen otro tipo de problemas. Por un lado, dificultades para acceder
a algunas especialidades del segundo nivel de atención (oftalmología, electromiografía,
medicina física y rehabilitación, etc.), las que no pueden ser reemplazadas con los recursos
disponibles en el CdeS (en realidad es “no realización” más que “no registro”). Por el otro,
la ausencia de contrarreferencia por parte de muchas especialidades, donde los especialistas
que informan adecuadamente los resultados de la evaluación del paciente son la excepción.
En resumen, los médicos de “cabecera” sostienen que más allá de la ausencia de
registros en la HCF, el abordaje que realizan es integral. La falta de registro sería
compensada con lo que cada médico recuerda de su paciente y con la programación de
turnos según el “riesgo” (se recita al paciente tantas veces sea necesario).

Más allá de la opinión de los trabajadores entrevistados respecto de la atención


integral de la ECB, la ausencia de datos en la historia clínica interpela el cuidado
producido. La siguientes preguntas otorgan densidad a la discusión: ¿Más allá que las
recomendaciones sean realizadas, con qué información cuenta el equipo para el
seguimiento?, ¿Cómo monitorea el proyecto terapéutico si los datos del examen físico y de
los exámenes complementarios son escasos e incompletos?, ¿Que información permite
evaluar la progresión de la ECB y sus complicaciones?
Ante esta realidad es llamativo que no haya una interpelación más firme al modo de
registro. Si bien reconocen que las “hojas de seguimiento” facilitan el trabajo, no parece
haber un cambio en la práctica que tienda a ello. Mientras tanto se continúa registrando en
las “Hojas de evolución”, espacio que como se vio, no resulta ser el más adecuado.

98
Respecto de la Integralidad del cuidado centrado en la persona, solo dos de las cuatro
variables utilizadas en la operacionalización son traducibles a recomendaciones
establecidas en guías clínicas: i) Prácticas de promoción y prevención según sexo y edad en
cada consulta y ii) Prácticas de promoción y prevención en un año (Tablas N0 12 y 13). Se
trata de básicamente de prácticas destinadas a la prevención primaria de las neoplasias más
frecuentes (Mama, cuello de Útero, Colon y Próstata), inmunizaciones (están excluidas las
recomendaciones contempladas en el seguimiento de la ECB) y hábitos saludables
(cesación tabáquica, alimentación “saludable” y ejercicio físico). Las otras dos, Búsqueda
de otros problemas de s-e-c y Abordaje interdisciplinario, no, sino que dependen de cada
situación singular (Tablas N0 14 y 15).
Para las dos primeras, el resultado hallado en la HCF muestra una baja cobertura. Si
bien es cuestionable la referencia de las mismas al denominador consulta, pues tiende a
sobredimensionar la “no realización”, tampoco se observa una mejoría al referir las
recomendaciones a un año, donde solo 6 (seis) usuarios presentaban recomendaciones
completas, 8 (ocho) medianamente completas, y la mayoría, 15 (quince) incompletas. Los
entrevistados comparten este diagnostico. Para ellos la consecución de prácticas de
prevención y promoción son bajas.
Como factores condicionantes de la baja cobertura señalan: la falta de planificación
local, la ausencia de registros y las dificultades para el acceso a ciertas prácticas que solo se
realizan en el segundo nivel (mamografía y urología). Los médicos de “cabecera”
reconocen que si bien los usuarios consultan muchas veces, recuérdese que el grupo en
cuestión lo hizo en promedio 7 veces en un año, la mayoría de las consultas están dedicadas
a atender problemas de s-e-c, incluida la enfermedad crónica de base, relegando a un
segundo plano las prácticas de promoción. La falta de un registro adecuado, como ser la no
utilización de las “Hojas de seguimiento” o el “Fichero calendario”, contribuyen a ello, ya
que al no disponer de una señal adecuada que alerte de la falta, la recomendación pasará
desapercibida. Ante esta situación, la falta de un registro adecuado contribuye a la no
planificación y a la no realización de la práctica.
El cribado del cáncer Cervicouterino mediante la toma del Papanicolaou es una de las
prácticas de prevención atravesadas por ésta problemática. A pesar de estar difundida y

99
apropiada por el primer nivel, y donde la mayoría de los médicos “adscriptores” están
capacitados para hacerla, a lo que hay que sumar dos tocoginecólogos, el CdeS presenta
bajas coberturas, las que mejoran levemente a partir de intervenciones extraordinarias,
como las campañas ad hoc. Seguramente la cobertura sería diferente si la práctica es
ofertada sistemáticamente a través de turnos programados y la misma queda registrada en la
HCF.
La situación con las inmunizaciones es un tanto diferente. Al ser una práctica
realizada por enfermería de manera autónoma, y donde dicho servicio no registra en la
HCF, es posible que el problema pase por el “no registro”. Los entrevistados reconocen
también falencias respecto a incluir, y registrar, consejos relacionados con la cesación
tabáquica, la “alimentación saludable” y ejercicio físico. Respecto de estos consideran que
podrían trabajarse adecuadamente con servicios u ofertas específicas: “atención con un
nutricionista” y “actividad física programada y ofrecida en espacios extra asistenciales”.

Las dos últimas variables, Búsqueda de otros problemas de s-e-c y Abordaje


interdisciplinario, son las que más claramente dan cuenta de una clínica ampliada. Los
resultados obtenidos de la historia clínica no pueden ser interpretados a la ligera. No existen
protocolos que sugieran cuáles problemas han de buscarse y si los mismos precisan a priori
un abordaje interdisciplinar. La dimensión singularidad de cada situación es la que
determina en qué sentido y dentro de que límites ha de ampliarse la clínica. No obstante
ello, la Búsqueda de otros problemas en el 26% de las consultas, como el Abordaje
interdisciplinario en 21% de las mismas, está señalando que la ampliación de la clínica
mismo existe, resultado que coincide con la opinión de los trabajadores, para los cuales hay
abordaje integral de los problemas de la persona, en especial las situaciones complejas:
problemas sociosubjetivos, violencia familiar, desafiliación, etc. Cabe recordar que los
profesionales señalan que el registro de lo complejo, valga la redundancia, es complejo. No
está claro donde, quién y con que extensión ha de realizarse, y a diferencia de lo
protocolizable, no admite una secuencia preestablecida en el registro. No obstante, es
posible que el mínimo dato consignado en la “evolución” sea suficiente, como “… una
señal que hay que tirar como de un hilo e ir preguntando a otros compañeros sobre la
misma”, y que no sea necesario, ni conveniente, registrar en detalle “todo”.

100
Más allá de no figurar entre los objetivos indagar la accesibilidad, otro de los
atributos de APS, los datos reflejan que las condiciones de acceso promovidas por el equipo
del CdeS a través de los múltiples dispositivos, son buenas. Los usuarios pueden acceder y
utilizar los servicios para el “Control” de la ECB a través de un turno programado como
también ante eventos de s-e-c agudos e inesperados -no panificables-. La proporción
semejante de consultas donde el motivo se relaciona con la ECB y con eventos agudos,
junto al bajo ausentismo, reflejan buenas condiciones de acceso al CdeS (Tabla N 0 4).

A modo de síntesis, lo anterior conduce a reconocer que el CdeS despliega elementos


de la estrategia de Atención Primaria, garantizando el cuidado de condiciones crónicas, a
partir del seguimiento longitudinal, y en menor medida, del abordaje integral. En los
resultados hay elementos que hacen a otros atributos de la APS: accesibilidad,
reconocimiento explicito de la población de área de referencia y equidad, como así también
de algunos de los elementos esbozados en los modelos propuestos para el abordaje de las
condiciones crónicas: población adscripta, vínculo estable, valoración del riesgo, etc.

Comentario final

A partir de los resultados hallados, puede decirse que el CdeS indagado presenta una
capacidad aceptable para producir cuidados destinados a la atención de condiciones
crónicas, en particular si de DBT e HTA se trata. Dicha capacidad está asociada al
desarrollo de varios atributos de la estrategia de APS, en especial longitudinalidad e
integralidad, pero también accesibilidad, “cupo” o población a cargo y equidad.

La HCF es un instrumento adecuado para el seguimiento longitudinal e integral de


condiciones crónicas, y más allá de su amplia aceptación por el equipo, no es utilizada
adecuadamente. Ello no sería tan preocupante si el uso inadecuado no tiene implicancias
adversas en el cuidado: ¿Cómo monitorea el equipo un proyecto terapéutico si los datos
registrados no están completos?

101
Los principales factores a trabajar para mejorar la utilización de la HCF pasan por
promover el registro en los apartados destinados al “seguimiento”, tanto de problemas
individuales como familiares, y en involucrar a los trabajadores no médicos en su
utilización. Si bien esto puede realizarse a nivel local, una propuesta de educación
permanente promovida por la Secretaría, y que involucre a todos los trabajadores del APS,
sería más adecuada.

La presente investigación, de carácter exploratoria y partiendo del estudio de un caso,


puso especial énfasis en comprender la capacidad de producir cuidados a nivel de un CdeS
en el contexto local de la APS municipal. La complejidad del problema de investigación, y
los tiempos académicos, impedían en una primera instancia abordajes más extensivos. No
obstante, y luego de esta primera experiencia, sería interesante ampliar la investigación a
otros centros municipales, y por qué no provinciales.

Futuras propuestas deberían involucra también la perspectiva del usuario, ya que es


importante conocer cómo vive una condición crónica, que espera de los servicios de salud,
como evalúa los cuidados recibidos, que sentido otorga al “control” de la enfermedad, a las
prácticas de promoción y a los problemas de s-e-c agudos.

También sería interesante indagar resultados “finales”. El presente trabajo ha


enfatizado en el proceso de producción de cuidados, en los resultados “intermedios”,
entendiendo que los mismos son la condición mediadora que hace posible el resultado
“final”. Para el caso, la integralidad y la longitudinalidad en el cuidado de condiciones
crónicas son los resultados “intermedios” a garantizar para lograr los resultados “finales”:
la progresión acelerada de la enfermedad y la disminución de las complicaciones. En fin, la
evaluación de los resultados “finales” implica nada más y nada menos que evaluar la
estrategia de APS y la red de servicios en su integralidad (Starfield, 2002a y 2002b).

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s/Peer-Reviewed-Publications/WBDeepeningCrisis.pdf (Consultado 21 enero de 2013)

87. Wagner, E. H. (1998): Chronic disease management: ¿what will take to improve care
for chronic illness? Effect Clin. Pract. 1998: 1: pp. 2-4.

88. Zurro, A. y Cano Pérez, J. F. (1999): “Atención Primaria de Salud”. Volumen 1, en


Atención Primaria. Conceptos, organización y práctica clínica. Coordinadores: Zurro,
A. y Cano Pérez, J. F. Harcourt. Cuarta Edición. Barcelona: pp. 3-15.

115
Documentación accesoria

Anexo 1. Operacionalización de términos, variables y valores de variables


Concepto Variables que operacionalizan al Valores adoptados por la variable
concepto
Temporalidad de Fecha de adscripción al centro de salud: Años
los cuidados de la Tiempo transcurrido entre el diagnóstico Años
condición crónica de la condición y la última consulta.
Período de análisis de la condición Numero consultas Período de análisis de la
crónica: condición crónica
 Cantidad de consultas Numero de consulta/12 meses
 Frecuencia consulta Tiempo entre consultas (meses o días)
Longitudinalidad Motivo de Consulta 1. EA no relacionado a ECB
del proceso 2. EA asociable a ECB
cuidado condición 3. Control EA consulta anterior
crónica 4. ECB
5. Control EA consulta anterior y ECB
6. Práctica de promoción/prevención según
condición y edad (realización o revisión
resultado)
7. Nueva EC
8. Ausente (turno programado)
Continuidad del terapeuta registrante 1. Si
2. No
3. Indeterminado
4. No corresponde
Relación entre consultas 1. Si
2. No
3. No corresponde
Consulta y Enfermedad crónica de base 1. Si
2. No
Integralidad del El Examen físico y la ECB. 1. Si
cuidado de la ECB 2. No
3. Parcial
4. No corresponde
Los Exámenes complementarios y la ECB. 1. Si; Se solicita
2. Si: Se recibe resultado
3. No
4. No corresponde
Interconsultas y ECB 1. Si: Se solicita
2. Si: Se recibe resultado
3. No
4. No corresponde
Recomendaciones periódicas para la ECB 1. Completo
en un año 2. Mediana mente completo
3. Incompleto
Integralidad de los Prácticas de promoción y prevención 1. Si: Se solicita
cuidados centrados según sexo y edad en cada consulta 2. Si: Se recibe resultado
en la persona. 3. No
4. No corresponde
Prácticas de promoción y prevención en un 1. Completo
año 2. Mediana mente completo

116
3. Incompleto

Búsqueda de otros problemas de s-e-c. 1. Si: Se “busca un problema”


2. Si: Se “confirma un problema”
3. No
4. No corresponde
Abordaje interdisciplinario 1. Si: Se solicitan
2. Si: Se recibe resultado
3. No
4. No corresponde

117
Anexo 2. Guía de la entrevista a trabajadores
Según se trate de un médico de “cabecera”, un enfermero o una autoridad del nivel
central, los ejes cobran mayor relevancia.

Eje referido a la Historia Clínica Familiar (HCF)


1. ¿Conoce y usa la HC familiar?
2. ¿Qué opinión tiene sobre la HC familia?
3. ¿Contribuye al seguimiento de sus pacientes?, ¿Por qué?
4. ¿Qué apartados le resultan útiles?, ¿Cuáles inútiles?
5. Dado que es imposible registrar todo: ¿Qué dato registra en cada consulta?, ¿Cuáles son los
criterios para registrar o no registrar algo?
6. ¿Ha recibido capacitación para su uso?

Eje referido al seguimiento de usuarios con HTA y/o DBT


1. Piense en la atención que usted brinda a los pacientes con HTA/DBT.
a. ¿Considera importante el seguimiento longitudinal de los mismos?, ¿Por qué?
b. ¿Considera importante el abordaje integral de los mismos?, ¿Por qué?
2. ¿Sabe si los mismos buscan atención por dicho problema en otros establecimientos? De ser
positivo, ¿Por qué motivos?
3. En una escala que va de 1 a 10, ¿Cómo evalúa el seguimiento de sus pacientes portadores de
HTA/DBT?
a. ¿Qué aspectos del seguimiento longitudinal/integral considera usted que se cumplen
satisfactoriamente?, ¿Cuáles no? (Interconsultas, exámenes complementarios y físico,
provisión medicamentos, “abandono del paciente”, etc.)
b. ¿Qué factores considera usted aseguran el seguimiento longitudinal/integral?, ¿Cuáles
no?
4. ¿Conoce las guías clínicas vigentes para el control HTA/DBT?, ¿cuáles son?
5. ¿Establece algún score de riesgo para planificar el seguimiento de sus pacientes portadores de
HTA/DBT?

6. Para finalizar: ¿Algún comentario o aporte referido a la temática de la HCF y del seguimiento de
pacientes con enfermedades crónicas (HTA/DBT) que quiera realizar no contemplado en las
anteriores preguntas?

118
Anexo 3. Guía encuesta semiestructurada a trabajadores del CdeS.
Eje para indagar las características del área de responsabilidad
1. ¿Reconoce un área-microárea de responsabilidad?: Si/No/No sabe
2. ¿Qué criterios utiliza para definir dicha área-microárea?: Geográficos/Administrativos/Otros/No
sabe
3. ¿Dispone de mapa del área-microárea?: Si/No/No sabe
Eje para indagar características de la población del área de responsabilidad
1. ¿Reconoce una población de responsabilidad?: Si/No/No sabe
2. ¿Qué criterios utiliza para definir dicha población?: Geográficos/Administrativos/Otros/No sabe
3. ¿Conoce las características socio demográficas de la población de responsabilidad?: Si/No/No sabe
4. ¿Reconoce grupos y familias con vulnerabilidad diferente al interior de área? : Si/No/No sabe
Eje para indagar características población usuaria del centro de salud
1. ¿Posee una base que permita identificar nominalmente a los usuarios del centro de salud?
2. Si/No/No sabe
3. ¿Puede dar la cifra de usuarios del centro de salud?______________
4. La base de usuarios:
a. ¿Tiene formato papel (Libro, carpeta, cuaderno)? Si/No
b. ¿Tiene formato digital (Base Excel, SiCap, otro)? Si/No
c. ¿Es una única base para todo el centro? Si/No
d. ¿Cada trabajador tiene su base? Si/No
5. Historias clínicas
a. ¿Qué cantidad de Historias clínicas hay en el centro de salud?____
b. Formato:
i. ¿Se trata de Historias clínicas familiares?________
ii. ¿Se trata de Historias clínicas individuales?______
iii. ¿Se trata de Historias clínicas por profesional?_____
c. ¿Reconoce la existencia de usuarios sin Historia clínica? Si/No/No sabe
Eje para indagar condiciones de accesibilidad al CdeS
1. ¿Se trabaja con criterio de población de responsabilidad o adscripta? Si/No/No sabe.
2. En caso de trabajar con criterio de adscripción:
a. ¿Existe un criterio relativamente formal en el equipo o la adscripción es totalmente
aleatoria? Si/No/No sabe.
3. ¿Qué cantidad de adscriptos tiene cada médico/equipo de
referencia?____________________________
4. Acceso a la atención:
a. ¿Qué modalidades de acceso a turnos dispone el centro?
i. Programado con antelación por “ventanilla” (a solicitud del usuario) Si/No/No
sabe.
ii. Programado con antelación por “equipo” (tramitado por cualquier integrante del
equipo) Si/No/No sabe.
iii. “Libre demanda” (por orden de llegada y en el día) Si/No/No sabe.
b. ¿Existe dispositivos de “pronta atención” (atención de los “sin turno”)? Si/No/No sabe.
c. En caso de existir dispositivo de “pronta atención”:
i. ¿Es propio de cada profesional? Si/No/No sabe.
d. ¿Es único para todo el equipo? Si/No/No sabe.
5. Los integrantes del equipo, ¿efectúan visitas domiciliarias en caso de necesidad? Si/No/No sabe.

119
Numero consulta

ad
Fecha consulta Temporalid

Motivo de Consulta

Continuidad médico consulta anterior


Longitudinalidad

Relación consulta anterior

Relación consulta ECB


ECB

Examen físico ECB función ECB

Examen complementarios en función


ECB
Integralidad en función

Interconsultas en función ECB

Indagación de otros Eventos y


problemas de s-e-c.
la persona

Practicas de promoción y prevención

Abordaje
Integralidad centrada en

multidisciplinario/interdisciplinario
Anexo 4. Instrumento de recolección y análisis de datos de la HCF

Examen complementarios/período
Para información registrada en “Hojas de evolución” y/o “seguimiento”

observado en función ECB según


recomendaciones
observado

Practicas de promoción y
prevención/período observado según
condición y edad recomendados
Integralidad en período

120

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