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INTRODUCCIÓN
Los ecosistemas son sistemas complejos que comprenden la interacción
de organismos vivos con su entorno físico y químico. Esta interrelación incluye tanto a las comunidades biológicas, como plantas, animales, hongos y microorganismos, como a los componentes abióticos, que abarcan el suelo, el agua, el aire y la luz solar. Estos sistemas funcionan como unidades integradas que permiten el flujo de energía y materia, siendo esenciales para el mantenimiento de la vida en la Tierra. Desde los densos bosques tropicales hasta los áridos desiertos, cada ecosistema tiene su propio conjunto de características y funciones que contribuyen a la biodiversidad global y al equilibrio de nuestro planeta.
La importancia de los ecosistemas trasciende su belleza y diversidad; son
fundamentales para la supervivencia de todas las formas de vida, incluida la humana. Proporcionan una variedad de servicios ecosistémicos esenciales, que son los beneficios que los humanos obtienen de la naturaleza. Estos servicios incluyen la regulación del clima, la purificación del aire y del agua, la polinización de cultivos, la provisión de alimentos y medicinas, y la conservación del suelo. La salud de nuestros ecosistemas es, por lo tanto, un reflejo de nuestra propia salud y bienestar. Sin embargo, a pesar de su importancia crítica, los ecosistemas del mundo enfrentan una serie de amenazas que ponen en peligro su integridad y, en última instancia, nuestra propia existencia.
El rápido crecimiento de la población humana, la urbanización, la
industrialización y el uso insostenible de los recursos naturales han llevado a una degradación alarmante de los ecosistemas. Actividades como la deforestación, la contaminación, la sobreexplotación de recursos y el cambio climático están contribuyendo a la pérdida de biodiversidad y a la degradación del medio ambiente. Se estima que en la actualidad, aproximadamente un millón de especies se encuentran en peligro de extinción debido a la actividad humana, lo que representa una crisis de biodiversidad sin precedentes. La pérdida de biodiversidad no solo significa la extinción de especies, sino también la pérdida de los servicios que estas especies proporcionan, lo que puede tener consecuencias devastadoras para los ecosistemas y las comunidades que dependen de ellos.
Dada la magnitud de estos desafíos, es imperativo que comprendamos la
dinámica de los ecosistemas y la importancia de su conservación. Este ensayo explorará los diversos aspectos de los ecosistemas, incluyendo su definición y clasificación, su papel en el mantenimiento de la biodiversidad, los servicios ecosistémicos que proporcionan, las amenazas que enfrentan y las estrategias de conservación y restauración necesarias para protegerlos. A medida que profundizamos en estos temas, se hará evidente que la salud de los ecosistemas es fundamental para nuestra supervivencia y que nuestra capacidad para prosperar en el futuro depende de nuestra disposición a proteger y restaurar la naturaleza.
ENSAYO “ECOSISTEMAS”
1. Tipos de Ecosistemas
1.1 Ecosistemas Terrestres
Los ecosistemas terrestres, que incluyen biomas como bosques,
praderas, desiertos y tundras, son los más diversos en cuanto a sus características y funciones ecológicas. Los bosques tropicales, por ejemplo, representan ecosistemas de alta biodiversidad, regulando el clima global al capturar grandes cantidades de dióxido de carbono y producir oxígeno. Cada tipo de bioma terrestre tiene un conjunto específico de flora y fauna adaptado a condiciones climáticas y geográficas únicas. Los bosques templados, ubicados en zonas de climas estacionales, son ricos en árboles de hoja caduca y coníferas, proporcionando hábitats variados para diferentes especies. Las praderas, por otro lado, se caracterizan por vastas áreas cubiertas de pastizales, que sustentan grandes herbívoros y depredadores adaptados a ambientes con baja cobertura arbórea. Los desiertos, con su aridez extrema, presentan organismos altamente adaptados a la escasez de agua, mientras que las tundras ofrecen un entorno único para especies que soportan bajas temperaturas y suelos permanentemente helados (permafrost).
1.2 Ecosistemas Acuáticos
En los ecosistemas acuáticos, encontramos dos grandes categorías: los
ecosistemas de agua dulce (ríos, lagos, humedales) y los ecosistemas marinos (océanos, mares, arrecifes de coral). Los ecosistemas de agua dulce cumplen funciones esenciales al proporcionar agua potable y mantener especies acuáticas exclusivas, además de desempeñar un papel clave en la regulación de ciclos de nutrientes y procesos como la sedimentación. Los océanos, que cubren más del 70% de la superficie del planeta, regulan el clima al actuar como grandes sumideros de dióxido de carbono y generar oxígeno mediante la fotosíntesis del fitoplancton. Dentro de los ecosistemas marinos, los arrecifes de coral son verdaderos centros de biodiversidad, conocidos como “las selvas del mar” debido a su gran diversidad de especies, y son esenciales para la protección de costas y la alimentación de comunidades marinas y humanas.
1.3 Ecosistemas Artificiales o Antropogénicos
Los ecosistemas artificiales, como las áreas urbanas y agrícolas, son
espacios creados o profundamente modificados por el ser humano. Aunque presentan una menor diversidad biológica en comparación con los ecosistemas naturales, desempeñan un papel importante al albergar gran parte de la población humana y las actividades económicas. Las zonas urbanas, por ejemplo, modifican los flujos de energía y nutrientes y generan retos medioambientales, como la contaminación y el consumo elevado de recursos. Las áreas agrícolas, aunque menos diversas, producen alimentos y materias primas, pero requieren una gestión que minimice el impacto ambiental, como la erosión del suelo, la contaminación del agua por pesticidas y fertilizantes y la pérdida de biodiversidad. 2. Funciones de los Ecosistemas
2.1 Producción de Recursos
Los ecosistemas son proveedores de una vasta gama de recursos
indispensables para la vida humana y el desarrollo económico. Entre estos, los recursos alimentarios, hídricos, de energía y materias primas juegan un papel crucial. Los bosques, por ejemplo, son fundamentales en la producción de recursos maderables utilizados en construcción, papel y otros productos industriales, mientras que ofrecen productos no madereros como frutas, nueces, plantas medicinales y resinas. Estos recursos vegetales y animales sustentan a comunidades locales y contribuyen a las economías de países enteros. Asimismo, los ecosistemas acuáticos, tanto de agua dulce como marinos, son la principal fuente de pesca y acuicultura, abasteciendo de proteínas a millones de personas y sosteniendo la economía pesquera y turística en diversas regiones del mundo.
Otro recurso esencial es el agua dulce, indispensable para el consumo
humano, la agricultura y la industria. Ecosistemas como los humedales, las cuencas hidrográficas y los glaciares cumplen funciones claves en la regulación de los suministros de agua dulce, filtrando y reteniendo el agua para reducir los riesgos de sequías e inundaciones. En términos energéticos, los ecosistemas proporcionan recursos naturales renovables y no renovables, tales como la biomasa y los combustibles fósiles. Sin embargo, la extracción y el uso intensivo de estos recursos pueden causar un desequilibrio ambiental si no se manejan de manera sostenible.
2.2 Regulación del Clima y Ciclo de Nutrientes
La regulación climática es una de las funciones ecosistémicas más
críticas, especialmente en el contexto de cambio climático global. Ecosistemas como los bosques y los océanos actúan como "sumideros de carbono", almacenando grandes cantidades de dióxido de carbono y ayudando a reducir la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. El fitoplancton en los océanos, al igual que las plantas terrestres, absorbe dióxido de carbono durante la fotosíntesis y contribuye a la producción de oxígeno. Esta capacidad de regulación climática es fundamental para el equilibrio térmico de la Tierra y para evitar fenómenos extremos como el calentamiento global.
Además, los ecosistemas facilitan los ciclos biogeoquímicos que permiten
el movimiento de nutrientes esenciales entre el suelo, el agua y los organismos vivos. El ciclo del nitrógeno, por ejemplo, depende de microorganismos del suelo que convierten el nitrógeno atmosférico en compuestos accesibles para las plantas, las cuales, a su vez, son consumidas por animales. Este ciclo es vital para la fertilidad del suelo y la productividad agrícola. El ciclo del agua, por otro lado, se ve facilitado por la vegetación, que contribuye a la evapotranspiración y ayuda a mantener la humedad en la atmósfera, afectando los patrones de lluvia y asegurando el suministro de agua en diversos ecosistemas.
2.3 Soporte para la Biodiversidad
Los ecosistemas proporcionan hábitats para una increíble diversidad de
especies, desde microorganismos hasta grandes depredadores. Esta biodiversidad no solo es valiosa en términos de conservación, sino que garantiza la estabilidad y resiliencia de los ecosistemas frente a cambios ambientales o perturbaciones. La biodiversidad permite la existencia de redes tróficas complejas, donde cada especie cumple un papel dentro del ecosistema, ya sea como productor, consumidor o descomponedor. Por ejemplo, los arrecifes de coral ofrecen un entorno de alta complejidad estructural que sustenta miles de especies de peces, invertebrados y algas. La interacción entre estas especies crea un equilibrio ecológico, donde los organismos regulan mutuamente sus poblaciones y contribuyen al flujo de nutrientes.
Además, la biodiversidad proporciona servicios genéticos y
farmacológicos, ya que muchas especies de plantas y animales contienen compuestos que pueden ser utilizados en medicina, agricultura y biotecnología. La pérdida de biodiversidad disminuye la capacidad de los ecosistemas para adaptarse a los cambios ambientales y reduce las oportunidades de descubrir nuevos recursos genéticos y medicinales.
3. Dinámicas y Equilibrios en los Ecosistemas
3.1 Ciclos Biogeoquímicos
Los ciclos biogeoquímicos son los procesos que regulan el flujo de
elementos como el carbono, el nitrógeno, el fósforo y el agua, permitiendo que los ecosistemas se mantengan en equilibrio. Estos ciclos dependen de interacciones entre seres vivos y factores inertes, como el suelo y la atmósfera. El ciclo del carbono, por ejemplo, implica procesos de fotosíntesis, respiración, descomposición y combustión, que permiten la transferencia de carbono entre la atmósfera, los seres vivos y los depósitos geológicos. Los océanos desempeñan un papel importante en este ciclo, ya que actúan como grandes reservas de carbono, almacenando carbono en forma de bicarbonato y ayudando a amortiguar el cambio climático.
Otro ciclo esencial es el del nitrógeno, que es fundamental para la
producción de proteínas en plantas y animales. Los microorganismos del suelo desempeñan un papel clave en este ciclo al fijar el nitrógeno atmosférico y transformarlo en compuestos asimilables por las plantas. Finalmente, el ciclo del fósforo, necesario para la formación de ADN y ATP, depende de la erosión de las rocas y la actividad de organismos descomponedores.
3.2 Cadenas y Redes Tróficas
Las cadenas tróficas representan la secuencia de transferencia de
energía entre los organismos de un ecosistema, comenzando con los productores primarios, como las plantas, y avanzando hacia los consumidores secundarios y terciarios, como los depredadores. Las redes tróficas, a diferencia de las cadenas lineales, son más complejas y describen las interacciones interdependientes entre múltiples especies. Por ejemplo, en un bosque, los herbívoros pueden alimentarse de diferentes tipos de plantas, y a su vez, pueden ser presa de varios depredadores. Esta red de interacciones permite que los ecosistemas sean más resilientes, ya que, si una especie disminuye en número, otras pueden cubrir su función dentro del sistema.
3.3 Sucesión Ecológica
La sucesión ecológica es el proceso mediante el cual un ecosistema se
desarrolla y cambia a lo largo del tiempo después de una perturbación. Existen dos tipos principales de sucesión: la sucesión primaria y la sucesión secundaria. En la sucesión primaria, los organismos comienzan a colonizar una superficie desnuda, como una zona volcánica o un glaciar recién derretido. A medida que las especies pioneras, como líquenes y musgos, se establecen y alteran el suelo, crean condiciones que permiten la llegada de otras especies, incrementando la complejidad del ecosistema.
La sucesión secundaria ocurre en áreas que han sido perturbadas, como
un bosque talado o un campo abandonado. En este caso, el suelo y algunos organismos ya están presentes, lo que acelera el proceso de recuperación. La sucesión ecológica permite que los ecosistemas se renueven y alcancen una etapa de madurez o clímax, donde las condiciones son más estables y las especies están en equilibrio con el ambiente.
4. Amenazas Actuales para los Ecosistemas
Las amenazas que enfrentan los ecosistemas en la actualidad son
complejas y multifacéticas. Muchas de estas amenazas están impulsadas directamente por actividades humanas que modifican, degradan y fragmentan los hábitats naturales a una escala sin precedentes. A continuación, se detallan algunas de las principales amenazas que ponen en riesgo la estabilidad y funcionalidad de los ecosistemas.
4.1 Deforestación y Pérdida de Hábitat
La deforestación y la pérdida de hábitat son dos de las amenazas más
graves para la biodiversidad. La deforestación se produce principalmente en regiones tropicales, donde los bosques son talados para dar paso a actividades agrícolas, ganaderas y de extracción de minerales. En Brasil, por ejemplo, grandes extensiones del Amazonas han sido transformadas en tierras de cultivo y pastoreo, lo que ha llevado a la destrucción de hábitats cruciales para una amplia gama de especies.
Además, la urbanización rápida y sin planificación adecuada fragmenta
los hábitats y reduce las áreas disponibles para la vida silvestre. La expansión de ciudades, carreteras y otras infraestructuras en áreas naturales obliga a muchas especies a desplazarse a zonas cada vez más limitadas y restringidas, lo que aumenta la competencia por recursos y reduce las tasas de supervivencia. La fragmentación del hábitat también afecta negativamente a los ecosistemas al interrumpir las redes tróficas y disminuir la diversidad genética, lo que reduce la capacidad de las especies para adaptarse a cambios ambientales y pone en riesgo su supervivencia a largo plazo.
4.2 Contaminación
La contaminación es una amenaza omnipresente que afecta tanto a los
ecosistemas terrestres como a los acuáticos. Los desechos plásticos, por ejemplo, han invadido los océanos y los suelos, afectando a la vida marina y terrestre. Las especies marinas, como tortugas, aves y peces, ingieren o quedan atrapadas en los plásticos, lo que lleva a daños físicos y, a menudo, a la muerte. Los microplásticos, fragmentos diminutos de plástico, se han infiltrado en las cadenas tróficas y han comenzado a aparecer en organismos a niveles cada vez más altos, lo que plantea graves riesgos para la salud de los ecosistemas y de los humanos que consumen productos marinos.
En los ecosistemas terrestres, la contaminación del suelo y el agua con
pesticidas, fertilizantes químicos y otros contaminantes afecta gravemente la salud de los suelos, disminuye la biodiversidad y altera la composición de los nutrientes esenciales. La contaminación del aire, causada principalmente por la industria y el tráfico vehicular, también es una gran amenaza. Los gases como el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno contribuyen a la lluvia ácida, que afecta los bosques, lagos y cuerpos de agua dulce, dañando a las plantas, los peces y otros organismos. Esta contaminación afecta el equilibrio de los ecosistemas y puede llevar a la pérdida de especies sensibles y la alteración de los ciclos naturales de nutrientes.
4.3 Cambio Climático
El cambio climático es una de las amenazas más significativas para los
ecosistemas a nivel global. El aumento de las temperaturas, el cambio en los patrones de precipitación, el deshielo de glaciares y casquetes polares, y el incremento de eventos climáticos extremos afectan a prácticamente todos los ecosistemas del planeta. Los ecosistemas árticos, por ejemplo, están experimentando una reducción del hielo marino, lo que afecta directamente a especies como los osos polares, las focas y otras que dependen del hielo para cazar, reproducirse y sobrevivir.
En las regiones tropicales y templadas, los cambios en la temperatura y
en la disponibilidad de agua afectan a las especies vegetales y animales, alterando sus ciclos reproductivos, sus patrones de migración y su comportamiento alimenticio. En los ecosistemas marinos, el aumento de la temperatura del agua y la acidificación de los océanos están causando blanqueamiento de corales y disminución de la biodiversidad en los arrecifes. Esto afecta no solo a los corales, sino a todas las especies que dependen de estos ecosistemas como refugio y fuente de alimento.
4.4 Especies Invasoras
La introducción de especies invasoras es otra amenaza significativa para
los ecosistemas. Estas especies, que pueden ser introducidas accidental o intencionalmente, pueden desplazar a las especies nativas, competir por los mismos recursos y alterar las redes tróficas. En algunos casos, las especies invasoras no tienen depredadores naturales en el nuevo entorno, lo que les permite proliferar sin control. Un ejemplo clásico es el del mejillón cebra en cuerpos de agua de América del Norte, que se ha expandido rápidamente, desplazando a especies nativas y alterando los ecosistemas acuáticos. Las especies invasoras también pueden ser portadoras de enfermedades que afectan a las especies nativas. Por ejemplo, el hongo Batrachochytrium dendrobatidis, que causa la enfermedad de la quitridiomicosis, ha afectado a las poblaciones de anfibios en todo el mundo, llevando a la extinción de varias especies. La presencia de especies invasoras puede desestabilizar los ecosistemas, reduciendo su biodiversidad y resiliencia frente a cambios ambientales.
5. Estrategias para la Conservación y Restauración de los Ecosistemas
Dado el alcance y la gravedad de las amenazas actuales, es fundamental
implementar estrategias efectivas de conservación y restauración de los ecosistemas. Estas estrategias requieren la colaboración entre gobiernos, organizaciones no gubernamentales, comunidades locales y el sector privado, y deben basarse en principios de sostenibilidad y respeto por la biodiversidad.
5.1 Conservación de Hábitats
La creación y protección de áreas naturales es una de las estrategias más
efectivas para conservar los ecosistemas y su biodiversidad. Las áreas protegidas, como parques nacionales, reservas de la biosfera y áreas marinas protegidas, actúan como refugios para especies amenazadas y permiten que los ecosistemas funcionen sin la presión de la actividad humana. Estas áreas también proporcionan oportunidades para la investigación y la educación ambiental, fomentando la conciencia sobre la importancia de los ecosistemas.
Además de establecer nuevas áreas protegidas, es crucial mejorar la
gestión de las ya existentes y establecer corredores ecológicos que permitan a las especies moverse entre diferentes hábitats. Estos corredores son especialmente importantes en áreas fragmentadas, ya que facilitan la migración, la dispersión de semillas y el flujo genético entre poblaciones. Sin embargo, la conservación de hábitats no debe limitarse a las áreas protegidas; es importante fomentar prácticas sostenibles en zonas agrícolas, urbanas e industriales para reducir el impacto humano en los ecosistemas naturales. 5.2 Restauración Ecológica
La restauración ecológica es el proceso de recuperar ecosistemas
degradados mediante la reforestación, la eliminación de especies invasoras y la restauración de suelos y cuerpos de agua. Esta estrategia es especialmente importante en áreas que han sido deforestadas, contaminadas o sobreexplotadas. La restauración puede ayudar a recuperar la biodiversidad y mejorar la salud del ecosistema, aumentando su resiliencia frente a futuros cambios.
La restauración no solo implica la reintroducción de especies nativas, sino
también el restablecimiento de las condiciones ecológicas necesarias para su supervivencia. Por ejemplo, en proyectos de reforestación, es importante seleccionar especies de árboles que sean adecuadas para el clima y el tipo de suelo del área y considerar las relaciones entre plantas, animales y microorganismos que forman el ecosistema. La restauración ecológica también puede mejorar la calidad de vida de las comunidades locales, proporcionando servicios ecosistémicos como la regulación del clima y la purificación del agua.
5.3 Uso Sostenible de Recursos
El uso sostenible de los recursos naturales es esencial para reducir el
impacto ambiental de las actividades humanas y garantizar que estos recursos estén disponibles para futuras generaciones. La pesca sostenible, por ejemplo, busca mantener las poblaciones de peces en niveles saludables mediante la regulación de la captura y la protección de hábitats marinos críticos. La agricultura sostenible, por otro lado, promueve prácticas que conservan la biodiversidad, protegen el suelo y reducen el uso de pesticidas y fertilizantes químicos.
La adopción de prácticas sostenibles también implica la implementación
de la economía circular, en la que los recursos se reutilizan y reciclan en lugar de desecharse, lo que reduce la demanda de materias primas y disminuye la presión sobre los ecosistemas. La colaboración entre gobiernos, empresas y consumidores es fundamental para fomentar la adopción de prácticas sostenibles a nivel global y reducir el impacto ambiental de nuestras actividades.
CONCLUSIÓN
Los ecosistemas son la base de la vida en la Tierra, y su salud es
fundamental para la supervivencia de todas las especies, incluida la humana. Proporcionan recursos y servicios esenciales, tales como el aire limpio, el agua potable, la polinización de cultivos, el control de plagas y la regulación del clima. Estos sistemas complejos y dinámicos mantienen el equilibrio de los ciclos naturales y sustentan la biodiversidad. La interdependencia de los seres vivos y sus entornos resalta la importancia de los ecosistemas como redes de vida que facilitan la adaptación, la resiliencia y la evolución.
Sin embargo, las amenazas actuales que enfrentan los ecosistemas,
como la deforestación, la contaminación, el cambio climático y las especies invasoras, están causando un deterioro acelerado y una pérdida de biodiversidad alarmante. La deforestación, impulsada principalmente por la expansión agrícola y la urbanización, no solo destruye hábitats críticos, sino que también contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero, exacerbando el cambio climático. La contaminación, por su parte, contamina suelos y cuerpos de agua, afectando no solo la vida silvestre sino también la salud humana. El cambio climático altera los patrones de clima y afecta la migración, reproducción y alimentación de numerosas especies, poniendo en peligro su supervivencia. Además, la introducción de especies invasoras amenaza a las especies nativas y desestabiliza las dinámicas ecológicas, lo que puede llevar a la extinción de especies vulnerables.
Los efectos de este deterioro no solo afectan a la fauna y flora, sino
también a la humanidad. La calidad de vida y la supervivencia de nuestras sociedades dependen de la salud de los ecosistemas. La pérdida de biodiversidad y la degradación del medio ambiente pueden traducirse en escasez de alimentos, crisis de agua, y un aumento en la frecuencia e intensidad de desastres naturales, afectando especialmente a las comunidades más vulnerables que dependen directamente de los recursos naturales para su subsistencia. Así, la interconexión entre los ecosistemas y el bienestar humano hace imperativa la acción en pro de la conservación y restauración de estos sistemas.
En respuesta a estas amenazas, es fundamental implementar estrategias
efectivas de conservación y restauración de los ecosistemas. La creación y protección de áreas naturales son esenciales para resguardar la biodiversidad y permitir que los ecosistemas funcionen sin la presión de las actividades humanas. La restauración ecológica, que busca recuperar ecosistemas degradados, ofrece la oportunidad de revitalizar la biodiversidad y mejorar la salud ambiental. Además, promover un uso sostenible de los recursos es crucial para garantizar que podamos satisfacer nuestras necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para hacerlo.
A medida que enfrentamos estos desafíos, es vital que todos, desde
individuos hasta gobiernos y organizaciones, reconozcamos nuestra responsabilidad hacia el medio ambiente. La educación y la concienciación sobre la importancia de los ecosistemas y la biodiversidad son herramientas poderosas para movilizar a las comunidades y fomentar un cambio positivo. La colaboración entre sectores, la inversión en tecnologías sostenibles y la adopción de políticas que prioricen la salud del planeta son pasos cruciales hacia la mitigación de la crisis ecológica actual.
En última instancia, el futuro de nuestros ecosistemas y de la humanidad
está entrelazado. Proteger y restaurar los ecosistemas no es solo una cuestión de conservar la naturaleza; es una cuestión de garantizar un futuro habitable para todos. La salud del planeta depende de nuestras acciones hoy, y es nuestra responsabilidad colectiva trabajar hacia un mundo en el que los ecosistemas florezcan y continúen sustentar la vida en todas sus formas. Solo a través de un compromiso renovado con la conservación y el respeto por la naturaleza podremos asegurar un equilibrio sostenible y una coexistencia armoniosa entre los seres humanos y el mundo natural. BIBLIOGRAFÍA García, A. F., & Díaz, J. F. (2019). Ecosistemas y biodiversidad: Una aproximación a su conservación. Ediciones de la Universidad de Salamanca. León, J. R., & Gómez, A. (2018). La importancia de los ecosistemas en la conservación de la biodiversidad. Revista de Ciencias Ambientales, 51(1), 37-48. Recuperado de http://revistas.unam.mx/index.php/rci/article/view/65009 Müller, R. (2020). Servicios ecosistémicos: La clave para el desarrollo sostenible. Revista de Ecología, 25(3), 251-262. Recuperado de http://www.revistaecologia.org