Ecosistemas

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INTRODUCCIÓN

Los ecosistemas son sistemas complejos que comprenden la interacción


de organismos vivos con su entorno físico y químico. Esta interrelación incluye
tanto a las comunidades biológicas, como plantas, animales, hongos y
microorganismos, como a los componentes abióticos, que abarcan el suelo, el
agua, el aire y la luz solar. Estos sistemas funcionan como unidades integradas
que permiten el flujo de energía y materia, siendo esenciales para el
mantenimiento de la vida en la Tierra. Desde los densos bosques tropicales
hasta los áridos desiertos, cada ecosistema tiene su propio conjunto de
características y funciones que contribuyen a la biodiversidad global y al
equilibrio de nuestro planeta.

La importancia de los ecosistemas trasciende su belleza y diversidad; son


fundamentales para la supervivencia de todas las formas de vida, incluida la
humana. Proporcionan una variedad de servicios ecosistémicos esenciales, que
son los beneficios que los humanos obtienen de la naturaleza. Estos servicios
incluyen la regulación del clima, la purificación del aire y del agua, la polinización
de cultivos, la provisión de alimentos y medicinas, y la conservación del suelo.
La salud de nuestros ecosistemas es, por lo tanto, un reflejo de nuestra propia
salud y bienestar. Sin embargo, a pesar de su importancia crítica, los
ecosistemas del mundo enfrentan una serie de amenazas que ponen en peligro
su integridad y, en última instancia, nuestra propia existencia.

El rápido crecimiento de la población humana, la urbanización, la


industrialización y el uso insostenible de los recursos naturales han llevado a una
degradación alarmante de los ecosistemas. Actividades como la deforestación,
la contaminación, la sobreexplotación de recursos y el cambio climático están
contribuyendo a la pérdida de biodiversidad y a la degradación del medio
ambiente. Se estima que en la actualidad, aproximadamente un millón de
especies se encuentran en peligro de extinción debido a la actividad humana, lo
que representa una crisis de biodiversidad sin precedentes. La pérdida de
biodiversidad no solo significa la extinción de especies, sino también la pérdida
de los servicios que estas especies proporcionan, lo que puede tener
consecuencias devastadoras para los ecosistemas y las comunidades que
dependen de ellos.

Dada la magnitud de estos desafíos, es imperativo que comprendamos la


dinámica de los ecosistemas y la importancia de su conservación. Este ensayo
explorará los diversos aspectos de los ecosistemas, incluyendo su definición y
clasificación, su papel en el mantenimiento de la biodiversidad, los servicios
ecosistémicos que proporcionan, las amenazas que enfrentan y las estrategias
de conservación y restauración necesarias para protegerlos. A medida que
profundizamos en estos temas, se hará evidente que la salud de los ecosistemas
es fundamental para nuestra supervivencia y que nuestra capacidad para
prosperar en el futuro depende de nuestra disposición a proteger y restaurar la
naturaleza.

ENSAYO “ECOSISTEMAS”

1. Tipos de Ecosistemas

1.1 Ecosistemas Terrestres

Los ecosistemas terrestres, que incluyen biomas como bosques,


praderas, desiertos y tundras, son los más diversos en cuanto a sus
características y funciones ecológicas. Los bosques tropicales, por ejemplo,
representan ecosistemas de alta biodiversidad, regulando el clima global al
capturar grandes cantidades de dióxido de carbono y producir oxígeno. Cada
tipo de bioma terrestre tiene un conjunto específico de flora y fauna adaptado a
condiciones climáticas y geográficas únicas. Los bosques templados, ubicados
en zonas de climas estacionales, son ricos en árboles de hoja caduca y
coníferas, proporcionando hábitats variados para diferentes especies. Las
praderas, por otro lado, se caracterizan por vastas áreas cubiertas de pastizales,
que sustentan grandes herbívoros y depredadores adaptados a ambientes con
baja cobertura arbórea. Los desiertos, con su aridez extrema, presentan
organismos altamente adaptados a la escasez de agua, mientras que las
tundras ofrecen un entorno único para especies que soportan bajas
temperaturas y suelos permanentemente helados (permafrost).

1.2 Ecosistemas Acuáticos

En los ecosistemas acuáticos, encontramos dos grandes categorías: los


ecosistemas de agua dulce (ríos, lagos, humedales) y los ecosistemas marinos
(océanos, mares, arrecifes de coral). Los ecosistemas de agua dulce cumplen
funciones esenciales al proporcionar agua potable y mantener especies
acuáticas exclusivas, además de desempeñar un papel clave en la regulación de
ciclos de nutrientes y procesos como la sedimentación. Los océanos, que cubren
más del 70% de la superficie del planeta, regulan el clima al actuar como
grandes sumideros de dióxido de carbono y generar oxígeno mediante la
fotosíntesis del fitoplancton. Dentro de los ecosistemas marinos, los arrecifes de
coral son verdaderos centros de biodiversidad, conocidos como “las selvas del
mar” debido a su gran diversidad de especies, y son esenciales para la
protección de costas y la alimentación de comunidades marinas y humanas.

1.3 Ecosistemas Artificiales o Antropogénicos

Los ecosistemas artificiales, como las áreas urbanas y agrícolas, son


espacios creados o profundamente modificados por el ser humano. Aunque
presentan una menor diversidad biológica en comparación con los ecosistemas
naturales, desempeñan un papel importante al albergar gran parte de la
población humana y las actividades económicas. Las zonas urbanas, por
ejemplo, modifican los flujos de energía y nutrientes y generan retos
medioambientales, como la contaminación y el consumo elevado de recursos.
Las áreas agrícolas, aunque menos diversas, producen alimentos y materias
primas, pero requieren una gestión que minimice el impacto ambiental, como la
erosión del suelo, la contaminación del agua por pesticidas y fertilizantes y la
pérdida de biodiversidad.
2. Funciones de los Ecosistemas

2.1 Producción de Recursos

Los ecosistemas son proveedores de una vasta gama de recursos


indispensables para la vida humana y el desarrollo económico. Entre estos, los
recursos alimentarios, hídricos, de energía y materias primas juegan un papel
crucial. Los bosques, por ejemplo, son fundamentales en la producción de
recursos maderables utilizados en construcción, papel y otros productos
industriales, mientras que ofrecen productos no madereros como frutas, nueces,
plantas medicinales y resinas. Estos recursos vegetales y animales sustentan a
comunidades locales y contribuyen a las economías de países enteros.
Asimismo, los ecosistemas acuáticos, tanto de agua dulce como marinos, son la
principal fuente de pesca y acuicultura, abasteciendo de proteínas a millones de
personas y sosteniendo la economía pesquera y turística en diversas regiones
del mundo.

Otro recurso esencial es el agua dulce, indispensable para el consumo


humano, la agricultura y la industria. Ecosistemas como los humedales, las
cuencas hidrográficas y los glaciares cumplen funciones claves en la regulación
de los suministros de agua dulce, filtrando y reteniendo el agua para reducir los
riesgos de sequías e inundaciones. En términos energéticos, los ecosistemas
proporcionan recursos naturales renovables y no renovables, tales como la
biomasa y los combustibles fósiles. Sin embargo, la extracción y el uso intensivo
de estos recursos pueden causar un desequilibrio ambiental si no se manejan de
manera sostenible.

2.2 Regulación del Clima y Ciclo de Nutrientes

La regulación climática es una de las funciones ecosistémicas más


críticas, especialmente en el contexto de cambio climático global. Ecosistemas
como los bosques y los océanos actúan como "sumideros de carbono",
almacenando grandes cantidades de dióxido de carbono y ayudando a reducir la
concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera. El fitoplancton en
los océanos, al igual que las plantas terrestres, absorbe dióxido de carbono
durante la fotosíntesis y contribuye a la producción de oxígeno. Esta capacidad
de regulación climática es fundamental para el equilibrio térmico de la Tierra y
para evitar fenómenos extremos como el calentamiento global.

Además, los ecosistemas facilitan los ciclos biogeoquímicos que permiten


el movimiento de nutrientes esenciales entre el suelo, el agua y los organismos
vivos. El ciclo del nitrógeno, por ejemplo, depende de microorganismos del suelo
que convierten el nitrógeno atmosférico en compuestos accesibles para las
plantas, las cuales, a su vez, son consumidas por animales. Este ciclo es vital
para la fertilidad del suelo y la productividad agrícola. El ciclo del agua, por otro
lado, se ve facilitado por la vegetación, que contribuye a la evapotranspiración y
ayuda a mantener la humedad en la atmósfera, afectando los patrones de lluvia
y asegurando el suministro de agua en diversos ecosistemas.

2.3 Soporte para la Biodiversidad

Los ecosistemas proporcionan hábitats para una increíble diversidad de


especies, desde microorganismos hasta grandes depredadores. Esta
biodiversidad no solo es valiosa en términos de conservación, sino que garantiza
la estabilidad y resiliencia de los ecosistemas frente a cambios ambientales o
perturbaciones. La biodiversidad permite la existencia de redes tróficas
complejas, donde cada especie cumple un papel dentro del ecosistema, ya sea
como productor, consumidor o descomponedor. Por ejemplo, los arrecifes de
coral ofrecen un entorno de alta complejidad estructural que sustenta miles de
especies de peces, invertebrados y algas. La interacción entre estas especies
crea un equilibrio ecológico, donde los organismos regulan mutuamente sus
poblaciones y contribuyen al flujo de nutrientes.

Además, la biodiversidad proporciona servicios genéticos y


farmacológicos, ya que muchas especies de plantas y animales contienen
compuestos que pueden ser utilizados en medicina, agricultura y biotecnología.
La pérdida de biodiversidad disminuye la capacidad de los ecosistemas para
adaptarse a los cambios ambientales y reduce las oportunidades de descubrir
nuevos recursos genéticos y medicinales.

3. Dinámicas y Equilibrios en los Ecosistemas

3.1 Ciclos Biogeoquímicos

Los ciclos biogeoquímicos son los procesos que regulan el flujo de


elementos como el carbono, el nitrógeno, el fósforo y el agua, permitiendo que
los ecosistemas se mantengan en equilibrio. Estos ciclos dependen de
interacciones entre seres vivos y factores inertes, como el suelo y la atmósfera.
El ciclo del carbono, por ejemplo, implica procesos de fotosíntesis, respiración,
descomposición y combustión, que permiten la transferencia de carbono entre la
atmósfera, los seres vivos y los depósitos geológicos. Los océanos desempeñan
un papel importante en este ciclo, ya que actúan como grandes reservas de
carbono, almacenando carbono en forma de bicarbonato y ayudando a
amortiguar el cambio climático.

Otro ciclo esencial es el del nitrógeno, que es fundamental para la


producción de proteínas en plantas y animales. Los microorganismos del suelo
desempeñan un papel clave en este ciclo al fijar el nitrógeno atmosférico y
transformarlo en compuestos asimilables por las plantas. Finalmente, el ciclo del
fósforo, necesario para la formación de ADN y ATP, depende de la erosión de
las rocas y la actividad de organismos descomponedores.

3.2 Cadenas y Redes Tróficas

Las cadenas tróficas representan la secuencia de transferencia de


energía entre los organismos de un ecosistema, comenzando con los
productores primarios, como las plantas, y avanzando hacia los consumidores
secundarios y terciarios, como los depredadores. Las redes tróficas, a diferencia
de las cadenas lineales, son más complejas y describen las interacciones
interdependientes entre múltiples especies. Por ejemplo, en un bosque, los
herbívoros pueden alimentarse de diferentes tipos de plantas, y a su vez,
pueden ser presa de varios depredadores. Esta red de interacciones permite que
los ecosistemas sean más resilientes, ya que, si una especie disminuye en
número, otras pueden cubrir su función dentro del sistema.

3.3 Sucesión Ecológica

La sucesión ecológica es el proceso mediante el cual un ecosistema se


desarrolla y cambia a lo largo del tiempo después de una perturbación. Existen
dos tipos principales de sucesión: la sucesión primaria y la sucesión secundaria.
En la sucesión primaria, los organismos comienzan a colonizar una superficie
desnuda, como una zona volcánica o un glaciar recién derretido. A medida que
las especies pioneras, como líquenes y musgos, se establecen y alteran el
suelo, crean condiciones que permiten la llegada de otras especies,
incrementando la complejidad del ecosistema.

La sucesión secundaria ocurre en áreas que han sido perturbadas, como


un bosque talado o un campo abandonado. En este caso, el suelo y algunos
organismos ya están presentes, lo que acelera el proceso de recuperación. La
sucesión ecológica permite que los ecosistemas se renueven y alcancen una
etapa de madurez o clímax, donde las condiciones son más estables y las
especies están en equilibrio con el ambiente.

4. Amenazas Actuales para los Ecosistemas

Las amenazas que enfrentan los ecosistemas en la actualidad son


complejas y multifacéticas. Muchas de estas amenazas están impulsadas
directamente por actividades humanas que modifican, degradan y fragmentan
los hábitats naturales a una escala sin precedentes. A continuación, se detallan
algunas de las principales amenazas que ponen en riesgo la estabilidad y
funcionalidad de los ecosistemas.

4.1 Deforestación y Pérdida de Hábitat

La deforestación y la pérdida de hábitat son dos de las amenazas más


graves para la biodiversidad. La deforestación se produce principalmente en
regiones tropicales, donde los bosques son talados para dar paso a actividades
agrícolas, ganaderas y de extracción de minerales. En Brasil, por ejemplo,
grandes extensiones del Amazonas han sido transformadas en tierras de cultivo
y pastoreo, lo que ha llevado a la destrucción de hábitats cruciales para una
amplia gama de especies.

Además, la urbanización rápida y sin planificación adecuada fragmenta


los hábitats y reduce las áreas disponibles para la vida silvestre. La expansión
de ciudades, carreteras y otras infraestructuras en áreas naturales obliga a
muchas especies a desplazarse a zonas cada vez más limitadas y restringidas,
lo que aumenta la competencia por recursos y reduce las tasas de
supervivencia. La fragmentación del hábitat también afecta negativamente a los
ecosistemas al interrumpir las redes tróficas y disminuir la diversidad genética, lo
que reduce la capacidad de las especies para adaptarse a cambios ambientales
y pone en riesgo su supervivencia a largo plazo.

4.2 Contaminación

La contaminación es una amenaza omnipresente que afecta tanto a los


ecosistemas terrestres como a los acuáticos. Los desechos plásticos, por
ejemplo, han invadido los océanos y los suelos, afectando a la vida marina y
terrestre. Las especies marinas, como tortugas, aves y peces, ingieren o quedan
atrapadas en los plásticos, lo que lleva a daños físicos y, a menudo, a la muerte.
Los microplásticos, fragmentos diminutos de plástico, se han infiltrado en las
cadenas tróficas y han comenzado a aparecer en organismos a niveles cada vez
más altos, lo que plantea graves riesgos para la salud de los ecosistemas y de
los humanos que consumen productos marinos.

En los ecosistemas terrestres, la contaminación del suelo y el agua con


pesticidas, fertilizantes químicos y otros contaminantes afecta gravemente la
salud de los suelos, disminuye la biodiversidad y altera la composición de los
nutrientes esenciales. La contaminación del aire, causada principalmente por la
industria y el tráfico vehicular, también es una gran amenaza. Los gases como el
dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno contribuyen a la lluvia ácida, que
afecta los bosques, lagos y cuerpos de agua dulce, dañando a las plantas, los
peces y otros organismos. Esta contaminación afecta el equilibrio de los
ecosistemas y puede llevar a la pérdida de especies sensibles y la alteración de
los ciclos naturales de nutrientes.

4.3 Cambio Climático

El cambio climático es una de las amenazas más significativas para los


ecosistemas a nivel global. El aumento de las temperaturas, el cambio en los
patrones de precipitación, el deshielo de glaciares y casquetes polares, y el
incremento de eventos climáticos extremos afectan a prácticamente todos los
ecosistemas del planeta. Los ecosistemas árticos, por ejemplo, están
experimentando una reducción del hielo marino, lo que afecta directamente a
especies como los osos polares, las focas y otras que dependen del hielo para
cazar, reproducirse y sobrevivir.

En las regiones tropicales y templadas, los cambios en la temperatura y


en la disponibilidad de agua afectan a las especies vegetales y animales,
alterando sus ciclos reproductivos, sus patrones de migración y su
comportamiento alimenticio. En los ecosistemas marinos, el aumento de la
temperatura del agua y la acidificación de los océanos están causando
blanqueamiento de corales y disminución de la biodiversidad en los arrecifes.
Esto afecta no solo a los corales, sino a todas las especies que dependen de
estos ecosistemas como refugio y fuente de alimento.

4.4 Especies Invasoras

La introducción de especies invasoras es otra amenaza significativa para


los ecosistemas. Estas especies, que pueden ser introducidas accidental o
intencionalmente, pueden desplazar a las especies nativas, competir por los
mismos recursos y alterar las redes tróficas. En algunos casos, las especies
invasoras no tienen depredadores naturales en el nuevo entorno, lo que les
permite proliferar sin control. Un ejemplo clásico es el del mejillón cebra en
cuerpos de agua de América del Norte, que se ha expandido rápidamente,
desplazando a especies nativas y alterando los ecosistemas acuáticos.
Las especies invasoras también pueden ser portadoras de enfermedades
que afectan a las especies nativas. Por ejemplo, el hongo Batrachochytrium
dendrobatidis, que causa la enfermedad de la quitridiomicosis, ha afectado a las
poblaciones de anfibios en todo el mundo, llevando a la extinción de varias
especies. La presencia de especies invasoras puede desestabilizar los
ecosistemas, reduciendo su biodiversidad y resiliencia frente a cambios
ambientales.

5. Estrategias para la Conservación y Restauración de los Ecosistemas

Dado el alcance y la gravedad de las amenazas actuales, es fundamental


implementar estrategias efectivas de conservación y restauración de los
ecosistemas. Estas estrategias requieren la colaboración entre gobiernos,
organizaciones no gubernamentales, comunidades locales y el sector privado, y
deben basarse en principios de sostenibilidad y respeto por la biodiversidad.

5.1 Conservación de Hábitats

La creación y protección de áreas naturales es una de las estrategias más


efectivas para conservar los ecosistemas y su biodiversidad. Las áreas
protegidas, como parques nacionales, reservas de la biosfera y áreas marinas
protegidas, actúan como refugios para especies amenazadas y permiten que los
ecosistemas funcionen sin la presión de la actividad humana. Estas áreas
también proporcionan oportunidades para la investigación y la educación
ambiental, fomentando la conciencia sobre la importancia de los ecosistemas.

Además de establecer nuevas áreas protegidas, es crucial mejorar la


gestión de las ya existentes y establecer corredores ecológicos que permitan a
las especies moverse entre diferentes hábitats. Estos corredores son
especialmente importantes en áreas fragmentadas, ya que facilitan la migración,
la dispersión de semillas y el flujo genético entre poblaciones. Sin embargo, la
conservación de hábitats no debe limitarse a las áreas protegidas; es importante
fomentar prácticas sostenibles en zonas agrícolas, urbanas e industriales para
reducir el impacto humano en los ecosistemas naturales.
5.2 Restauración Ecológica

La restauración ecológica es el proceso de recuperar ecosistemas


degradados mediante la reforestación, la eliminación de especies invasoras y la
restauración de suelos y cuerpos de agua. Esta estrategia es especialmente
importante en áreas que han sido deforestadas, contaminadas o
sobreexplotadas. La restauración puede ayudar a recuperar la biodiversidad y
mejorar la salud del ecosistema, aumentando su resiliencia frente a futuros
cambios.

La restauración no solo implica la reintroducción de especies nativas, sino


también el restablecimiento de las condiciones ecológicas necesarias para su
supervivencia. Por ejemplo, en proyectos de reforestación, es importante
seleccionar especies de árboles que sean adecuadas para el clima y el tipo de
suelo del área y considerar las relaciones entre plantas, animales y
microorganismos que forman el ecosistema. La restauración ecológica también
puede mejorar la calidad de vida de las comunidades locales, proporcionando
servicios ecosistémicos como la regulación del clima y la purificación del agua.

5.3 Uso Sostenible de Recursos

El uso sostenible de los recursos naturales es esencial para reducir el


impacto ambiental de las actividades humanas y garantizar que estos recursos
estén disponibles para futuras generaciones. La pesca sostenible, por ejemplo,
busca mantener las poblaciones de peces en niveles saludables mediante la
regulación de la captura y la protección de hábitats marinos críticos. La
agricultura sostenible, por otro lado, promueve prácticas que conservan la
biodiversidad, protegen el suelo y reducen el uso de pesticidas y fertilizantes
químicos.

La adopción de prácticas sostenibles también implica la implementación


de la economía circular, en la que los recursos se reutilizan y reciclan en lugar
de desecharse, lo que reduce la demanda de materias primas y disminuye la
presión sobre los ecosistemas. La colaboración entre gobiernos, empresas y
consumidores es fundamental para fomentar la adopción de prácticas
sostenibles a nivel global y reducir el impacto ambiental de nuestras actividades.

CONCLUSIÓN

Los ecosistemas son la base de la vida en la Tierra, y su salud es


fundamental para la supervivencia de todas las especies, incluida la humana.
Proporcionan recursos y servicios esenciales, tales como el aire limpio, el agua
potable, la polinización de cultivos, el control de plagas y la regulación del clima.
Estos sistemas complejos y dinámicos mantienen el equilibrio de los ciclos
naturales y sustentan la biodiversidad. La interdependencia de los seres vivos y
sus entornos resalta la importancia de los ecosistemas como redes de vida que
facilitan la adaptación, la resiliencia y la evolución.

Sin embargo, las amenazas actuales que enfrentan los ecosistemas,


como la deforestación, la contaminación, el cambio climático y las especies
invasoras, están causando un deterioro acelerado y una pérdida de
biodiversidad alarmante. La deforestación, impulsada principalmente por la
expansión agrícola y la urbanización, no solo destruye hábitats críticos, sino que
también contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero, exacerbando el
cambio climático. La contaminación, por su parte, contamina suelos y cuerpos de
agua, afectando no solo la vida silvestre sino también la salud humana. El
cambio climático altera los patrones de clima y afecta la migración, reproducción
y alimentación de numerosas especies, poniendo en peligro su supervivencia.
Además, la introducción de especies invasoras amenaza a las especies nativas
y desestabiliza las dinámicas ecológicas, lo que puede llevar a la extinción de
especies vulnerables.

Los efectos de este deterioro no solo afectan a la fauna y flora, sino


también a la humanidad. La calidad de vida y la supervivencia de nuestras
sociedades dependen de la salud de los ecosistemas. La pérdida de
biodiversidad y la degradación del medio ambiente pueden traducirse en
escasez de alimentos, crisis de agua, y un aumento en la frecuencia e intensidad
de desastres naturales, afectando especialmente a las comunidades más
vulnerables que dependen directamente de los recursos naturales para su
subsistencia. Así, la interconexión entre los ecosistemas y el bienestar humano
hace imperativa la acción en pro de la conservación y restauración de estos
sistemas.

En respuesta a estas amenazas, es fundamental implementar estrategias


efectivas de conservación y restauración de los ecosistemas. La creación y
protección de áreas naturales son esenciales para resguardar la biodiversidad y
permitir que los ecosistemas funcionen sin la presión de las actividades
humanas. La restauración ecológica, que busca recuperar ecosistemas
degradados, ofrece la oportunidad de revitalizar la biodiversidad y mejorar la
salud ambiental. Además, promover un uso sostenible de los recursos es crucial
para garantizar que podamos satisfacer nuestras necesidades actuales sin
comprometer la capacidad de las futuras generaciones para hacerlo.

A medida que enfrentamos estos desafíos, es vital que todos, desde


individuos hasta gobiernos y organizaciones, reconozcamos nuestra
responsabilidad hacia el medio ambiente. La educación y la concienciación
sobre la importancia de los ecosistemas y la biodiversidad son herramientas
poderosas para movilizar a las comunidades y fomentar un cambio positivo. La
colaboración entre sectores, la inversión en tecnologías sostenibles y la
adopción de políticas que prioricen la salud del planeta son pasos cruciales
hacia la mitigación de la crisis ecológica actual.

En última instancia, el futuro de nuestros ecosistemas y de la humanidad


está entrelazado. Proteger y restaurar los ecosistemas no es solo una cuestión
de conservar la naturaleza; es una cuestión de garantizar un futuro habitable
para todos. La salud del planeta depende de nuestras acciones hoy, y es nuestra
responsabilidad colectiva trabajar hacia un mundo en el que los ecosistemas
florezcan y continúen sustentar la vida en todas sus formas. Solo a través de un
compromiso renovado con la conservación y el respeto por la naturaleza
podremos asegurar un equilibrio sostenible y una coexistencia armoniosa entre
los seres humanos y el mundo natural.
BIBLIOGRAFÍA
García, A. F., & Díaz, J. F. (2019). Ecosistemas y biodiversidad: Una
aproximación a su conservación. Ediciones de la Universidad de
Salamanca.
León, J. R., & Gómez, A. (2018). La importancia de los ecosistemas en la
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Müller, R. (2020). Servicios ecosistémicos: La clave para el desarrollo sostenible.
Revista de Ecología, 25(3), 251-262. Recuperado de
http://www.revistaecologia.org

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