A 500 Anos de La Fundacion de La Ciudad de Mexico

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A 500 AÑOS DE LA FUNDACIÓN

DE LA CIUDAD DE MÉXICO
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS
Serie Estudios Jurídicos, Núm. 361

COORDINACIÓN EDITORIAL

Lic. Raúl Márquez Romero


Secretario Técnico

Mtra. Wendy Vanesa Rocha Cacho


Jefa del Departamento de Publicaciones

Miguel López Ruiz


Cuidado de la edición

José Antonio Bautista Sánchez


Formación en computadora

Mauricio Ortega Garduño


Elaboración de portada
A 500 AÑOS
DE LA FUNDACIÓN
DE LA CIUDAD
DE MÉXICO
José Luis Soberanes Fernández
Serafín Ortiz Ortiz
Coordinadores

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO


INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE TLAXCALA
México, 2021
Esta edición y sus características son propiedad de la Universidad
Nacional Autónoma de México.

Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio


sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.

Primera edición: 28 de septiembre de 2021

DR © 2021. Universidad Nacional Autónoma de México

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS


Circuito Maestro Mario de la Cueva s/n
Ciudad de la Investigación en Humanidades
Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510 Ciudad de México

Impreso y hecho en México

ISBN (en trámite)


CONTENIDO

A manera de introducción. Conmemoración de Veracruz. . 1


Faustino Martínez Martínez
Rumbo a tierras desconocidas: las expediciones de Fran-
cisco Hernández de Córdoba, 1517, y Juan de Grijalva,
1518 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Emmanuel Rodríguez Baca
Naturaleza y marco histórico-jurídico de la Ciudad de Mé-
xico en los inicios del siglo XVI . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Susana Thalía Pedroza de la Llave
Hernán Cortés y el ius gentium en la fundación de la Nueva
España. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
Rigoberto Gerardo Ortiz Treviño
El rescate de Jerónimo de Aguilar en el interrogatorio ge-
neral presentado por Hernán Cortés para el examen de
los testigos de su descargo (1534). . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
Carlos Conover Blancas
Álvaro Saavedra Cerón y la primera expedición transpací-
fica novohispana, 1527-1535. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
Luis Abraham Barandica Martínez
La fundación de la ciudad de Tlaxcala, 1535, en el contex-
to de la expansión y conquista del Imperio español en
América. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
José Luis Soberanes Fernández

VII
VIII CONTENIDO

Aventureros y conquistadores: Pedro de Alvarado, Bernal


Díaz del Castillo y Cristóbal de Olid y su participación
en la campaña de Hernán Cortés. . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
Serafín Ortiz Ortiz
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A MANERA DE INTRODUCCIÓN.
CONMEMORACIÓN DE VERACRUZ

Faustino Martínez Martínez*

El 22 de abril del año del Señor de 1519, Hernán Cortés, con-


trariando lo que habían sido las instrucciones expresas dadas
por Diego de Velázquez, gobernador de Cuba, y su inmediato
superior, respecto al sentido y alcance de su misión en las costas
mexicanas (exploración del territorio costero situado al oeste de
Yucatán y rescate de los cristianos que allí moraban y de los que
se tenían noticias a partir de las expediciones anteriores, las de
Córdoba y Grijalva), desembarca en tierras mexicanas y procede,
unos días después, el 19 de mayo, a edificar, en lo físico y en lo ju-
rídico, el cabildo o ayuntamiento de la Villa Rica de la Vera Cruz,
que luego cambiará de asentamiento material hasta en dos oca-
siones, pero siempre conservará ese marchamo institucional que
lo convierte en el primer municipio de América que ha llegado a
nuestros días, sin interrupción, funcionando de un modo más o
menos armónico.
Es posible que esa primera fundación fuera simplemente un
artificio jurídico, un papel, un deseo, conforme a la tradición ju-
rídica castellana, y que no tuviera realmente apoyo en el mundo
material, más que la reunión de esas gentes alrededor de chozas
y cabañas, sin mayores solemnidades ni lujos. Sea como fuere,
ese Viernes Santo, y a lo largo del mes que lo sigue, tiene lugar el
asentamiento sólido (porque el derecho lo es o lo pretender ser),

* Departamento de Derecho Romano e Historia del Derecho, Facultad de


Derecho, Universidad Complutense de Madrid.

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2 FAUSTINO MARTÍNEZ MARTÍNEZ

de una institución típicamente europea, occidental, conocida por


el propio Cortés, y se inició el proceso militar, que conducirá, en
un par de años, a la conquista de México-Tenochtitlan. Cortés
crea una ciudad, y una ciudad, en aquel entonces, era una per-
sona jurídica con perfiles autónomos claramente determinados
por su carta o fuero. Una ciudad era la célula política básica que
servía para iniciar la conformación del cuerpo político del reino.
Una ciudad era, sobre todo, el estatuto jurídico particular reco-
nocido a la misma, por encima de edificios, fortalezas, mercados
o burgueses que la habitaban, etcétera. Una ciudad era su dere-
cho particular, su derecho privilegiado.
La jugada realizada por Cortés no es gratuita ni pacífica.
Conforme a las prácticas y estilos desarrollados en los prime-
ros momentos de la conquista u ocupación americana, los di-
versos expedicionarios recibían de los delegados regios unas ins-
trucciones o capitulaciones, donde se documentaban todas las
obligaciones, derechos y privilegios de las partes actuantes, tanto
la Corona como el conquistador y su hueste: títulos conferidos,
régimen de la conquista, sobre todo, del botín, tratamiento de la
población indígena, constitución de encomiendas, etcétera. Ese
documento marcaba los márgenes dentro de los cuales se movía
toda expedición, y salirse de ellos suponía incurrir en delito de
lesa majestad por desobediencia mediata al rey, lo cual, conforme
al régimen de las Partidas, implicaba no sólo la muerte, sino tam-
bién la confiscación patrimonial. Consciente de esto y conocedor
de sus consecuencias (no se olvide que Cortés había cursado unos
años de leyes en la Universidad de Salamanca, un dato que tradi-
cionalmente suele ser soslayado, pero que explica muchos de los
pasos de nuestro hombre y muchas de sus decisiones ulteriores),
Cortés maniobra de una forma magistral para que el impacto de
su incumplimiento o desobediencia sea el menor posible y pueda
hacerse su voluntad, que era tomar esas nuevas tierras y poblar-
las. Al desembarco seguirá, pues, la acción militar, precedida de
unas mínimas construcciones para dar apariencias de poblado a
esa nueva realidad, para diseñar el escenario donde se proyec-

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A MANERA DE INTRODUCCIÓN 3

tará la creación jurídica, la ficción que todo derecho supone o


significa. Otras conductas nos sitúan en esa misma trayectoria de
incumplimiento y de búsqueda de algo más, como sucede al reci-
bir a los emisarios de Moctezuma, el emperador azteca, señor de
Tenochtitlan. Había que intentar romper con el delegado regio,
pero no con el rey, de manera que la traición desapareciera de
su horizonte más inmediato. Había que moverse dentro de esas
sutilezas del derecho, y ello explica ese movimiento arriesgado,
pero que salió bien, y que marcó el destino de la vida americana
durante siglos. La cosa no fue sencilla, porque de inmediato se
formaron dos bandos; pero los cortesianos fueron más hábiles y
rápidos para dar pie a esa política de hechos consumados y de
resultados irreversibles.
Cortés había sido nombrado por Velázquez capitán general
y justicia mayor de la expedición. Cuando tiene la ocurrencia
de crear ese nuevo municipio, siguiendo los patrones castellanos
medievales (la creación de ciudades era un atributo indiscutible
de los reyes, ya por ellos mismos, ya por sus delegados expresos
o tácitos), lo que está haciendo es eliminar el orden jerárquico
dado; esto es, desconocer a Velázquez, pero sin que esto implique
una vulneración de la fidelidad al monarca, a Carlos I, todavía
no emperador. Porque el municipio recién aparecido se colocaba
directamente como parte de la Corona de Castilla y como un
elemento más de todas esas ciudades que dominaban el panora-
ma peninsular y que integraban el reino por pleno derecho. Se
negaba la vinculación con el delegado y se acudía directamente a
la fuente de donde manaba el poder; esto es, la jurisdicción, que
era en esa estructura jerárquica todavía medieval, todavía ligada
al derecho común, la forma prototípica del poder mismo. Se con-
seguía con esto la autonomía inmediata respecto de la más cer-
cana autoridad regia, pero no la independencia respecto a la mo-
narquía, ni mucho menos, sino su correcta incardinación dentro
de la misma, dentro de los órdenes estamentales perfectamente
trazados que en aquélla existían. Junto a nobles y eclesiásticos, el
estamento ciudadano (burgués) completaba la tripartición social

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4 FAUSTINO MARTÍNEZ MARTÍNEZ

y jurídica, que, junto con el rey, integraban el cuerpo político del


reino, todos ellos completamente conformados e interrelaciona-
dos. Si faltaba alguno de ellos, ese cuerpo no podría funcionar de
modo regular y perfecto. La carta del Cabildo, del 10 de julio
de 1519, dirigida a la reina Juana y a Carlos I, certificaría ante
los ojos reales la nueva realidad institucional alumbrada. La pre-
senta como lo que es: una parte de la monarquía al servicio de
la misma
Lograda esa emancipación respecto a Velázquez, que era
el enemigo más temido y más inmediato, la creación del mu-
nicipio trae aparejada una nueva investidura de Cortés con los
mismos títulos, pero ahora recibidos de las manos de esa nueva
comunidad política apenas constituida: es, de nuevo, nombrado
capitán general, justicia mayor y, siguiendo los patrones caste-
llanos, alcalde mayor, lo que le habilitaba para nombrar a las
principales autoridades jurisdiccionales de la nueva comunidad.
Exteriormente, esos nuevos oficios municipales recibirán sus va-
ras de la justicia y tomarán posesión de sus cargos conforme a los
juramentos que se realizaban en los ayuntamientos castellanos.
De sus órdenes derivan los nuevos alcaldes ordinarios, regidores,
capitán, escribanos, alguaciles, contadores, tesoreros, alférez, es-
cribanos, etcétera, mimética reproducción de los cargos existen-
tes en los municipios castellanos de la baja Edad Media y de esa
primera modernidad. Así, fueron designados regidores Alonso
de Ávila, Pedro y Alonso de Alvarado y Gonzalo de Sandoval.
Olid fue nombrado maestre de campo; Juan de Escalante, algua-
cil mayor; Fulano Corral, alférez real; Francisco Álvarez Chico,
procurador general; Gonzalo Mejía como tesorero; el ya citado
Alonso de Ávila, también contador; Ochoa Vizcaíno y Alonso
Romero serían alguaciles del real o menores. Por fin, Diego Go-
doy fungirá como notario o escribano. Es más: para reiterar esa
vinculación indestructible con la monarquía, para hacer ver que
se forma parte de la misma y que no se ha roto ningún esquema
político preconstituido, Portocarrero y Montejo, ambos alcaldes
ordinarios, son enviados a España para hablar con el rey, para

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A MANERA DE INTRODUCCIÓN 5

manifestar así tanto su origen ciudadano y la representación que


ostentan de la ciudad, como la perfecta imbricación de la misma
dentro del cuerpo político de la monarquía. La fidelidad al rey
no se pone en cuestionamiento en ningún instante. A la altura de
mayo, el municipio estaba plenamente operativo. Siguiendo este
patrón, en mayo de 1523, ya con la acción y deseo regios detrás,
Cortés recibirá el nombramiento como capitán general y justicia
mayor de la Ciudad de México, conformándose en marzo de
1524, el día 8 exactamente, el primer cabildo mexicano con un
alcalde mayor, Francisco de las Casas, un alcalde ordinario, el
bachiller Ortega, y cinco regidores (a saber: Bernardino de Ta-
pia, Gonzalo de Ocampo, Rodrigo de Paz, Juan de Hinojosa y
Alonso de Jaramillo). El trasplante castellano había comenzado a
producir efectos, y apenas había rechazos a ese proceso. La ciu-
dad, lo urbano, había acabado por triunfar e imponerse.
Lo interesante, además de la historia que hemos narrado
hasta aquí, es que la Villa Rica de la Vera Cruz se convirtió en
la cabeza de puente para un posterior desembarco de ciudades
en toda América. La dominación castellana que siguió se asentó
sobre ciudades que parcelaron el continente y se erigieron así en
las auténticas realidades políticas relevantes que alumbraron los
tiempos coloniales. Fueron los espacios políticos por antonoma-
sia, con sus ritmos, tiempos y estatutos propios, muy por encima
de los virreinatos, y acaso también de las audiencias, como enti-
dades jurisdiccionales principales. Digamos que la vida cotidia-
na, la vida política, discurría en ciudades, dotadas de un trazado
homogéneo y de unas representaciones del poder, en sus plazas
centrales, también muy claras y evidentes. América se acabó
configurando como una auténtica República, bajo forma monár-
quica, de ciudades, de ayuntamientos y de cabildos, autónomos,
pero sometidos al rey y a su representante (el virrey) y jurisdiccio-
nalmente integradas en los circuitos y territorios de cada una de
las audiencias establecidas. Era en la ciudad donde se decidían las
cuestiones políticas más trascendentales (por ejemplo, el reparto

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6 FAUSTINO MARTÍNEZ MARTÍNEZ

de tributos o los abastecimientos), y cuya voz tenía que ser escu-


chada siempre.
No es casualidad que en los tiempos inciertos, que se inau-
guran en marzo de 1808, fueran precisamente las ciudades las
que tomaran la iniciativa para proteger a la monarquía desca-
bezada, en sentido simbólico, tras las abdicaciones de Bayona,
y que fueran esas mismas ciudades las que alentaran diversas
juntas orientadas a recomponer la monarquía, a rehabilitarla y,
mientras tanto, a gestionar la soberanía desprotegida y sola que
había quedado postrada a uno y otro lado del Atlántico. Fue esa
creación que nos ocupa un último estertor del medievo, pero que
nos conduce, sin quererlo, a la modernidad, e incluso a tiempos
constitucionales ulteriores.

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RUMBO A TIERRAS DESCONOCIDAS:


LAS EXPEDICIONES DE FRANCISCO HERNÁNDEZ
DE CÓRDOBA, 1517, Y JUAN DE GRIJALVA, 1518

Emmanuel Rodríguez Baca*

Sumario: I. Introducción. II. Hernández de Córdoba y la


expedición de 1517: las primeras noticias de las nuevas tierras.
III. El itinerario del castellano Juan de Grijalva de 1518.
IV. Reflexiones finales. V. Bibliografía.

I. Introducción

En 2017 se cumplieron quinientos años de que la expedición co-


mandada por el capitán Francisco Hernández de Córdoba arriba-
ra de manera accidental a las costas de la península de Yucatán en
la hoy llamada área maya. Si bien desde años antes había tenido
lugar el contacto entre españoles y pueblos de tierra firme del con-
tinente americano, este sería el primero que los europeos tendrían
con los pueblos de la región mesoamericana. Nadie imaginaba la
trascendencia que esta expedición, y la que un año más tarde rea-
lizaría Juan de Grijalva, tendrían para España y para los grupos
indígenas de las tierras que acababan de descubrir.
De lo anterior, que desde 2017, gobiernos estatales, institu-
ciones, así como distintas universidades del país y del extranjero,
se han ocupado de analizar de nueva cuenta y desde distintas

* Centro de Investigaciones Jurídico-Políticas, Universidad Autónoma de


Tlaxcala.

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8 EMMANUEL RODRÍGUEZ BACA

perspectivas, la relevancia de dichas expediciones en su quinto


centenario,1 al tiempo de reflexionar sobre otros hechos signifi-
cativos que derivaron de aquéllos, como lo fue el establecimiento
del primer ayuntamiento en Veracruz, el encuentro entre Moc-
tezuma y Hernán Cortés y la caída de Tenochtitlan. El resultado
de estas investigaciones es vasto, lo que nos permite tener nuevas
miradas y profundizar en la significación del proceso de conquis-
ta, que daría pie a la formación de la nación mexicana siglos más
tarde.
El presente texto tiene como propósito hablar sobre los por-
menores de las expediciones que capitanearon el cordobés Fran-
cisco Hernández de Córdoba y el castellano Juan de Grijalva en
1517 y 1518, en qué contexto se llevaron a cabo, algunas de las
peripecias a las que tuvieron que hacer frente en sus derroteros;
pero, sobre todo, pretende distinguir la trascendencia que estas
excursiones tuvieron en el desarrollo de la expansión del imperio
español en América.
Para lograr nuestro cometido disponemos de diversas fuen-
tes de primera mano, desde crónicas, cartas u otros escritos que
nos legaron los protagonistas de aquellas empresas, ya eclesiás-
ticos, funcionarios reales o militares, así como las historias que
se escribieron en las décadas inmediatas a dichas expediciones.
Sin duda, quien mejor aborda la primera de dichas expediciones,
es decir, en la que comandó Hernández de Córdoba, es Bernal
Díaz del Castillo, quien fue partícipe de ella, y quien en su obra
Historia verdadera de la conquista de la Nueva España2 describe de ma-

1 Evidencia de ello son los congresos, coloquios y simposios de corte aca-


démico que a nivel nacional se han realizado, sin olvidar las publicaciones re-
lativas a la expedición de Francisco Hernández de Córdoba, siendo una de las
importantes la de reciente aparición: León Cázares, María del Carmen y Co-
nocer Blancas, Carlos (eds.), Encuentros y desencuentros en las costas de Yucatán (1517),
México, UNAM, Instituto de Investigaciones Filológicas, Centro de Estudios
Mayas, 2020,
2 Para este trabajo se consultó la siguiente edición: Díaz del Castillo, Ber-
nal, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, México, Editorial del Valle
de México, 1991, 801 p.

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RUMBO A TIERRAS DESCONOCIDAS... 9

nera profusa y detallada cómo se planeó, el ambiente que imperó


entre la tripulación, el itinerario que siguió, los incidentes a los
que tuvo que hacer frente, así como el impacto que causó el des-
cubrimiento de las nuevas tierras y su encuentro con otra cultura,
una muy distinta a la peninsular.

II. Hernández de Córdoba y la expedición


de 1517: las primeras noticias
de las nuevas tierras

Los antecedentes de las expediciones de Hernández de Córdoba


y de Grijalva los encontramos en Cuba, isla en la que desde 1511
se habían asentado varios españoles procedentes de la península
ibérica, así como de otros cayos e islas antillanas, en particular
de la de Santo Domingo y Jamaica. A la par de su conquista, la
también llamada isla Fernandina había tenido un papel relevante,
pues desde ahí partían viajes a distintos puntos del mar Caribe, e
incluso de tierra firme en el área centroamericana.
Con base en Díaz del Castillo, sabemos que fueron los es-
pañoles avecindados en Cuba quienes se acercaron a Francisco
Hernández de Córdova, rico hidalgo de la isla, para proponerle
que comandara una expedición con el propósito “buscar y des-
cubrir tierras nuevas”, lo que si bien lo entusiasmó, antes debía
aprobar el gobernador del lugar, Diego de Velázquez.3 Éste la au-
torizó, no sin poner ciertas condiciones. Una de ellas fue que los
barcos que integraran la flota debían recorrer algunas islas para
“cargar los navíos” con los indios que en ellas habitaran.4 En vis-

3
Díaz del Castillo, op. cit., pp. 8 y 9.
4
Ibidem, p. 9. Michel Antochiw ha rebatido la idea de que éste haya sido el
principal objetivo de la expedición; para él, “La magnitud de la empresa dirigi-
da por Francisco Hernández de Córdoba en 1517, no representaba una simple
partida para capturar esclavos y explorar, sino más bien una expedición formal
de conquista que se apoyaba en el conocimiento previo de la existencia de estas
tierras”. Véase Antochiw, Michel, Historia cartográfica de la península de Yucatán,

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10 EMMANUEL RODRÍGUEZ BACA

ta de que una de las naves había sido fiada por Velázquez, éste
pretendía que los indígenas que se lograran capturar servirían
para pagarla. La necesidad de asirse de esclavos era imperiosa,
debido a que en Cuba no había población nativa suficiente para
satisfacer la mano de obra en las minas, como bien apuntaron los
cronistas fray Diego de Landa y Francisco López de Gómara.5
Con la autorización del gobernador Diego de Velázquez, y
después de comprar tres navíos, de conseguir a los pilotos que ha-
brían de guiar cada uno de ellos, de abastecer los barcos con los
insumos y alimentos necesarios, todo quedó listo para emprender
el tan esperado viaje hacia aquellas tierras desconocidas que an-
helaban descubrir; mas todo era incierto, no había seguridad de
que las encontrarían.
Fue así como el 8 de febrero de 1517 la flota al mando de
Hernández de Córdoba zarpó del puerto de Araujo, al parecer
cercano al de Santiago de Cuba.6 No se habían alejado mucho de
esta isla cuando el clima jugó una mala pasada a la expedición:
una tormenta que se postergó por un par de días ocasionó que
ésta perdiera el rumbo, por lo que se vio obligada a cambiar la
ruta que previamente habían trazado; esto no quiere decir que
la suerte le fuera adversa; por el contrario, ya que este incidente
llevó a los peninsulares a encontrar las deseadas tierras. ¡Los aza-
res de la navegación!
Fue así como después de veintiún días de singladura, la tripu-
lación distinguió en el horizonte tierra firme, tierra que en pala-

Pres. Jorge Salomón Azar García, México, Gobierno del Estado de Campeche,
Grupo Tribasa, 1994, p. 89.
5 Landa, Diego de, Relación de las cosas de Yucatán, Intro. Ángel María Ga-
ribay, México, Porrúa, 1986, p. 7, y López de Gómara, Francisco, Historia de la
conquista de México, pról. Jorge Gurría Lacroix, República Bolivariana de Vene-
zuela, Fundación Biblioteca Ayacucho, 2007, p. 13. La primera de estas obras
fue escrita originalmente en 1566, mientras que la segunda, en 1522; debemos
resaltar que sólo de estos dos cronistas, sólo el fraile Landa, estuvo en el conti-
nente americano.
6 Landa, op. cit., p. 7

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RUMBO A TIERRAS DESCONOCIDAS... 11

bras del soldado Díaz del Castillo “jamás había sido descubierta
no se había tenido noticia de ella hasta entonces”.7 No se equivo-
có en su apreciación este personaje, ya que junto con este avista-
miento distinguieron “un gran pueblo”, por el número de perso-
nas que vieron en aquél. Es evidente que la impresión no sólo se
dio entre los españoles, sino que también debió de generarse en
los habitantes de ese pueblo, al que la tripulación llamó el “Gran
Cairo”.8 El contacto entre europeos y los habitantes de aquellas
tierras tardó en ocurrir; los indígenas se acercaron a los recién
llegados en sus “piraguas”, es decir, en canoas; inclusive se tienen
referencias de que algunos de ellos subieron a la nao capitana.
Ahora bien, varias fueron los elementos que llamaron la
atención de los españoles de los pueblos que habitaban las tierras
recientemente descubiertas. En primer lugar, que sus moradores
cubrían sus cuerpos, es decir, que iban vestidos, situación que
no ocurría con los nativos de las islas caribeñas, que tenían por
costumbre el estar desnudos. Fue tal el asombro que esto causó
en Bernal Díaz de Castillo, que años más tarde lo registró en su
Historia verdadera de la siguiente manera:

Venían estos indios vestidos con camisetas de algodón como cha-


quetas, cubiertas sus vergüenzas con unas mantas angostas […] y
tuvímoslos por hombres de más razón que a los indios de Cuba,
porque andaban los de Cuba con las vergüenzas defuera, excepto
las mujeres, que traían hasta los muslos unas ropas de algodón
que llaman naguas.9

No descartamos que uno de los choques o prácticas cultura-


les que más impacto causó entre los hombres que formaron par-
te de esta expedición fue el de los sacrificios humanos, y si bien
ninguno de los que en ella tomó parte fue testigo de uno de estos
actos, sí encontraron indicios en el interior de los cues o tem-
7
Díaz del Castillo, op. cit., p. 11.
8
Ibidem, p. 8.
9
Ibidem, p. 12.

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12 EMMANUEL RODRÍGUEZ BACA

plos. Más conmoción debió de causarles el enterarse de que estas


“ofrendas” humanas las habían hecho los indígenas para pedir a
sus dioses la victoria sobre ellos. En contraposición a la aversión
que esta práctica les provocó, el percibir oro en dichas construc-
ciones fue un incentivo para los españoles, al considerar que de
recaudar suficiente de este metal la expedición habría valido la
pena. “Desde que lo hubimos visto, así el oro […] estábamos
muy contentos porque habíamos descubierto tal tierra”, registró
el ya citado Bernal Díaz.10
Fue en el sitio conocido como Catoche donde tuvo lugar el
primer enfrentamiento armado entre españoles e indígenas. Si
bien el cacique de ese pueblo los invitó a los primeros ir a su al-
dea con promesas de paz, una vez que se internaron en el terri-
torio, “indios de guerra” los hostilizaron lanzándoles flechas. No
sería esta la última vez que intentaron sorprender a los hombres
llegados allende del mar; sin embargo, les quedó de experiencia
para no fiarse en el futuro de los habitantes de estas tierras.
La escuadra continuó su derrotero navegando junto a la cos-
ta; mas la falta de agua los obligó a buscarla en tierra con los
peligros que esto implicaba, el principal, la hostilidad que habían
mostrado los pueblos por los que hasta entonces habían pasado,
todo ello sin olvidar que las tierras les eran desconocidas. Fue
así que se vieron forzados a intentar obtenerla en Pontochan,11
lugar en donde se verificó uno de los combates más fuertes con
los pueblos mayas de esa región, en el que se menciona murieron
alrededor de cincuenta españoles, y hubo varios heridos, siendo
uno de ellos Hernández de Córdoba.
En vista de las condiciones lastimosas en que quedaron los
soldados, sumado a que no habían logrado obtener agua, y sin
tener la posibilidad de hacerlo, Hernández de Córdoba conside-
ró que lo más pertinente era retornar a Cuba. Este tornaviaje no
lo realizó siguiendo la ruta original, es decir, aquella por donde

10
Ibidem, p. 14.
11
Actualmente Champotón, Campeche.

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RUMBO A TIERRAS DESCONOCIDAS... 13

había venido, sino que lo hizo por Florida, punto en donde es-
peraba conseguir el vital líquido, el que, en efecto, obtuvo no sin
algunos incidentes; así, todo estaba listo para regresar a Santiago.
Lo anterior no significó que el viaje se verificara con tranquili-
dad; por el contrario, fue accidentado, pues casi para llegar a la
isla caribeña se averió la nave capitana.
Una vez en Cuba, Francisco Hernández de Córdoba infor-
mó a Diego Velázquez del descubrimiento de las tierras de lo que
hoy conocemos como la península de Yucatán, de las que le in-
dicó tenían grandes poblaciones, así como “tanto oro y labranza
de maizales”.12 En este punto es pertinente mencionar que a los
pocos días de haber llegado a Cuba y rendir su informe referido,
Hernández de Córdoba falleció como consecuencia de las heri-
das de guerra que había sufrido durante la expedición.13

III. El itinerario del castellano


Juan de Grijalva de 1518

Las noticias que Hernández de Córdoba y otros soldados dieron


al gobernador Velázquez lo alentaron para enviar una nueva ex-
pedición a aquella península. En cuanto este plan se concibió,
pronto se difundió en otras islas del Caribe, lo que atrajo a muchos
españoles a Cuba para tomar parte en la expedición que se gesta-
ba, la que el gobernador ordenó que Juan de Grijalva, quien era
sobrino suyo, fuera el capitán general de la exposición, al tiempo
que dispuso que los principales peninsulares que residían en Cuba
se integraran a la misma en calidad de capitanes de navío.14
12 Díaz del Castillo, op. cit., p. 27. En el informe escrito que dieron a Ve-
lázquez, nos informa este autor, le reiteraron que “las gentes naturales de ellas
traían vestidos de ropa de algodón y cubiertas sus vergüenzas”.
13 Al respecto, fray Diego de Landa registró que en Champotón —Ponto-
chán—, Hernández de Córdoba recibió aproximadamente treinta y tres heri-
das, y que en esas condiciones regresó a Cuba.
14 Díaz del Castillo, op. cit., p. 31. Por Bernal sabemos que se hallaban pre-
sentes en Santiago de Cuba en aquella ocasión personajes que no sólo forma-

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14 EMMANUEL RODRÍGUEZ BACA

Como lo había hecho la expedición que la precedió, es decir


después de abastecerse de los alimentos necesarios y otras cosas
básicas, el 8 de abril de 1518 la expedición zarpó del puerto de
Santiago. Por varios cronistas de la época sabemos que doscien-
tos hombres formaron parte de aquella, los que fueron distribui-
dos en cuatro navíos.15
Es importante resaltar en este punto que las órdenes de Die-
go de Velázquez a Juan Grijalva fueron precisas: rescatar “todo el
oro y plata que pudiese, y si viese que convenía poblar o se atre-
vía a ello, poblase, y si no que se volviese a Cuba”.16 Como pode-
mos ver, las instrucciones eran distintas a las que había recibido
Hernández de Córdoba, pues ahora se hablaba de la posibilidad
de poblar esas tierras.
La importancia de esta expedición como bien destaca el his-
toriador Agustín Yáñez, reside en que fue el antecedente inme-
diato y el origen de la que meses más tarde comandaría Hernán
Cortés, pero no solo eso ya que fue ésta la que también llevó más
allá los descubrimientos que un año antes había hecho Francisco
Hernández de Córdoba.17 Se sabe que el capellán mayor de la
armada en esta expedición fue Juan Díaz.
Al igual que la expedición que la precedió, ésta perdió el
rumbo, de ahí que diez días más tarde se encontraron de manera
accidental frente a la isla de Cozumel.18 Su estancia en este lugar

rían parte de la empresa de Grijalva, sino que años más tarde tendrían un papel
destacado en la conquista de Tenochtitlan y otros pueblos del norte y sur del
área mesoamericana, como Pedro de Alvarado, Francisco de Montejo y Alonso
Dávila.
15 Landa, op. cit., p. 8, y Díaz del Castillo, op. cit., p. 31.
16 Díaz del Castillo, op. cit., p. 32.
17 Para tal efecto véase Yáñez, Agustín, “Itinerario de Juan de Grijalva”, en
Crónicas de la conquista, México, UNAM, Dirección General de Publicaciones,
1993, p. 1.
18 “Itinerario de la Armada del Rey Católico a la Isla de Yucatán, en la
India, el año de 1518, en la que fue por Comandante y Capitán Genera Juan
de Grijalva. Escrito para su Alteza por el Capellán Mayor de dicha armada”,
en Crónicas de la conquista, op. cit., p. 4.

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RUMBO A TIERRAS DESCONOCIDAS... 15

fue breve, pues pronto el capitán de la expedición retomó la ruta


que un año antes había realizado Hernández de Córdoba. Una
semana más tarde llegaron a Champotón, en donde encontraron
“ufanos y orgullosos” a los indios que habían derrotado a Fran-
cisco Hernández, quienes no habían cambiado su actitud bélica,
pues recibieron a flechazos a los hombres de Grijalva, incluso
éste recibió tres heridas. Al respecto, Díaz del Castillo dejó el si-
guiente testimonio:

Los indios naturales de él y de otros sus comarcanos se juntaron


todos como la otra vez, cuando nos mataron sobre cincuenta y
seis soldados y todos salimos heridos […] Llegando a tierra nos
comenzaron a flechar, y con las lanzas a dar manteniente, y aun-
que con los falconetes les hacíamos mucho mal, tales rociadas de
flecas nos dieron, que antes de que tomásemos tierra hirieron a
más de la mitad de nuestros soldados […] en esta guerra mataron
a siete soldados, y al capitán Juan de Grijalva le dieron entonces
tres flechazos y le quebraron los dientes, e hirieron sobre sesenta
de los nuestros.19

Este incidente, aunado a la hostilidad mostrada por sus “ene-


migos”, obligó a Juan de Grijalva ordenar la retirarse del lugar.
A partir de entonces, todas las tierras que distinguieron eran
nuevas, ya que ningún europeo había estado en ellas. Su itinera-
rio los llevó a Boca de Términos, puerto natural que creían era
un lugar propicio “para poblar”. Sobre dicho punto, el capellán
mayor de la armada expresó lo siguiente:

Había aquí un río principal donde teníamos asentado el real, y


los nuestros, viendo la calidad de la tierra, reñían pensamiento de
poblarla por la fuerza, lo cual pesó al capitán. Y él fue quien
de todos más perdió, porque le faltó ventura para enseñorearse de
tal tierra, donde tiénese por cierto que dentro de seis meses no
hubiera habido quien hallase menos de dos mil castellanos; y el
rey tuviera más de dos mil: cada castellano vale un ducado y un

19
Díaz del Castillo, op. cit., pp. 35 y 36.

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16 EMMANUEL RODRÍGUEZ BACA

cuarto: y así partimos del dicho lugar muy descontentos por la


negativa del capitán.20

Días más tarde las correrías llevaron a los hombres de Juan


Grijalva a las márgenes del río Tabasco, el que los soldados nom-
braron “de Grijalva” en honor del jefe de la expedición. Fue en
este lugar en donde los indígenas les presentaron oro, que si bien
no era mucho ni de buena calidad, les dijeron a los españoles que
“hacia donde se pone el sol hay mucho; y decían Colúa, Colúa y
México y nosotros no sabíamos qué cosa era Colúa ni aun Méxi-
co”, registraría años más tarde en su Historia verdadera…, Bernal
Díaz de Castillo. Mas era esta la segunda vez que los españoles
escuchaban hablar de México, es decir, de Tenochtitlan.21
Desde del río Coatzacoalcos los expedicionarios observaron
“las grandes sierras nevadas” que había en las nuevas tierras; a su
paso por el río Papaloapan lo renombraron como “de Alvarado”,
en honor del capitán de ese apellido —Pedro de Alvarado— que
fue el primero que penetró en él, mientras que en otro río, en el
Banderas, observaron que había “muchos indios del gran Moc-
tezuma”, quien había tenido noticia de los españoles desde la
expedición de Francisco Hernández.22
En una isla en la que se apearon, encontraron templos, en
cuyos altares había figurillas de dioses; inclusive las crónicas
apuntan que también hallaron cuerpos de personas que habían
sido sacrificadas; de ahí que pusieron a esa isla el nombre de
Sacrificios; a dos kilómetros de ésta había otra isleta, que fue lla-
mada por los europeos San Juan de Ulúa. Ésta, con base en el
testimonio del capellán mayor de la armada, era:

Pequeña y tendrá aun seis millas de bojeo; hallamos algunos edifi-


cios de cal y arena, muy grandes, y un trozo de edificio asimismo
de aquella materia, conforme a la fábrica de un arco antiguo que

20
“Itinerario de la Armada del Rey Católico…”, op. cit., p. 18.
21
Díaz del Castillo, op. cit., p.
22
Ibidem, pp. 45-48.

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RUMBO A TIERRAS DESCONOCIDAS... 17

está en Mérida, y otros edificios con cientos de la altura de dos


hombres, de diez pies de ancho y muy largos; y de otro edificio de
hechura de torre, redondo, de quince pasos de ancho, y encima
un mármol como los de Castilla, sobre el cual estaba un animal
a manera de león hecho asimismo de mármol y tenía un agujero
en la cabeza en que ponían los perfumes; y el dicho león tenía la
lengua de fuera de la boca y cerca de él estaba un vaso de piedra
con sangre, que tendría ocho días…23

La isla a la que hemos hecho referencia, al igual que en otros


pueblos que habían pasado, llamó también la atención de los
expedicionarios, pues en ella encontraron “gentes que andan
vestidas de ropa de algodón; que tienen hasta policía, habitan
en casas de piedra y tienen sus leyes y ordenanzas, y lugares pú-
blicos disputados a la administración de justicia”.24 Horas más
tarde, Grijalva consideró oportuno pasar a tierra firme, pues a
su parecer ésta ofrecía ventajas para poblar; al respecto, Díaz del
Castillo apuntó “había grandes pueblos y mucha multitud de in-
dios”; “los soldados que allí veníamos no éramos bastantes para
poblar”.25 Sin embargo, el capellán Díaz aludió, sin duda a ma-
nera de protesta, que “Y si hubiésemos tenido un capitán como
debería de ser […] por él no pudimos poblar la tierra”.26
Debido a lo anterior, Grijalva acordó enviar un navío a Cuba,
el que tendría como tarea solicitar a Velázquez que enviara más
hombres, pues el jefe de la expedición tenía “muy gran voluntad
de poblar con aquellos pocos soldados que con él estábamos…”.
Así se hizo, y dicha comisión recayó en Pedro de Alvarado, quien
de inmediato, y en el navío de nombre San Sebastián, se dirigió a
Cuba llevando con él todo el oro que hasta ese momento se había
logrado recaudar.27
23
“Itinerario de la Armada del Rey Católico…”, op. cit., p. 14.
24
Díaz del Castillo, op. cit., pp. 49 y 50.
25
Idem.
26
“Itinerario
de la Armada del Rey Católico…”, op. cit., p. 21.
27
Díazdel Castillo, op. cit., pp. 50 y 51. Sobre la llegada de Alvarado a
Cuba, este autor apuntó: “En esta sazón llegó el capitán Pedro de Alvarado a

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18 EMMANUEL RODRÍGUEZ BACA

Ahora bien, a pesar de que una nave había ido a Cuba a


pedir auxilios, las condiciones para los hombres de Grijalva se
hicieron cada vez más adversas entre ellos, que ya “entraba el
invierno, y no había bastimentos y un navío hacía mucha agua;
y los capitanes disconformes porque Juan de Grijalva decía que
quería poblar”, esto en contra de la opinión de otros capitanes,
como Alonso Dávila y Francisco de Montejo, que se oponían a
ello. De ahí que el jefe de la expedición optara por retornar a la
isla Fernandina.
Alvarado, quien ya mencionamos había sido enviado como
avanzada a Cuba para pedir refuerzos, se dio a la tarea de in-
formar a Velázquez de las riquezas que había en las tierras que
acababan de descubrir. Esto fue confirmado días más tarde por
Grijalva y su tripulación a su retorno a la también llamada isla
Fernandina. Gracias a estos informes, en particular el rumor de la
abundancia de oro, fue por lo que dicho gobernador consideró y se
decidió a enviar una nueva expedición, la que se habría de concre-
tar un año más tarde, y que sería comandada por Hernán Cortes.

IV. Reflexiones finales

De las expediciones de 1517 y 1518 que aquí hemos abordado,


debemos resaltar que si bien al momento de desembarcar en dis-
tinto puntos tanto Francisco Hernández de Córdoba y Juan de
Grijalva tomaron posesión de esas tierras por su majestad del rey
de España, ninguno de los dos realizó fundación alguna, limitán-
dose ambos a rescatar oro y piedras preciosas. Los combates que
en tierra, mar y ríos sostuvieron los soldados que participaron en
estas expediciones vaticinaron y fueron un ensayo de los que meses
más tarde sostendrían las tropas de Cortés y sus aliados contra las
fuerzas de Moctezuma en la zona lacustre del valle de México.

Cuba con el oro, ropa y dolientes, y con entera relación de lo que habíamos
descubierto. El gobernador vio el oro que llevaba Alvarado, que como estaba
en joyas parecía mucho más de lo que era”.

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RUMBO A TIERRAS DESCONOCIDAS... 19

Otro elemento que debemos resaltar de dichas expediciones


en tierras desconocidas es que en ellas tomaron parte muchos
individuos que tendrían un papel significativo como capitanes
en la empresa que encabezaría Cortés, entre los que podemos
mencionar a Francisco de Montejo, Alonso de Ávila, Pedro de
Alvarado, Gonzalo de Sandoval, quienes no sólo participaron
eficazmente en la conquista del imperio mexica, sino de otros
lugares del territorio que el propio Cortés pondría por nom-
bre Nueva España, como Yucatán y Guatemala, al tiempo que
ocuparían cargos como funcionarios en las instituciones que se
establecieron.
Las expediciones que salieron de Cuba en 1517 y 1518, co-
mandadas por Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Gri-
jalva, fomentaron, como ya señalamos en este breve texto, el in-
terés de otros españoles para viajar a las tierras que se acababan
de descubrir, todo ello debido a la riqueza que se mencionó había
en ellas. Pero sin duda lo más importante, y que se debe resaltar,
es que fueron el antecedente inmediato de la empresa que me-
ses más tarde encabezaría Hernán Cortés, que culminaría con
la ocupación de la ciudad de Tenochtitlan en 1521. Ésta no sólo
significó el colapso del imperio mexica, pues sería precisamente
en ese espacio en donde años más tarde se fundaría la ciudad de
México, que sería la sede de la capital del virreinato de Nueva Es-
paña, que se estableció en 1535. No menos importante de men-
cionar es que el control de los antiguos territorios subordinados a
los mexicas permitió al imperio español la exploración y conquis-
ta del septentrión novohispano, así como la expansión hispana en
el continente asiático en el devenir del siglo XVI.

V. Bibliografía

Antochiw, Michael, Historia cartográfica de la península de Yucatán,


Pres. Jorge Salomón Azar García, Intro. Feliciano Sánchez
Sinencio, México, Gobierno del Estado de Campeche,
Coordinación General de Asesores, Grupo Tribasa, 1994.

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20 EMMANUEL RODRÍGUEZ BACA

Cortés, Hernán, Cartas y relaciones de Hernán Cortés al emperador


Carlos V, corregidas e ilustradas por don Pascual de Gayangos de la Real
Academia de la Historia de Madrid, correspondiente del Instituto de
Francia, París, Imprenta Central de los Ferro-Carriles Achaix
y Ca., 1866.
Crónicas de la conquista, introducción, selección y notas de Agustín
Yáñez, México, UNAM, Dirección General de Publicaciones,
Coordinación de Humanidades, 1993.
Díaz del Castillo, Bernal, Historia verdadera de la conquista de la
Nueva España, México, Editorial del Valle de México, 1991.
“Itinerario de la Armada del Rey Católico a la Isla de Yucatán,
en la India, el año de 1518m en la que fue por Comandante y
Capitán General Juan de Grijalva. Escrito para su Alteza por
el Capellán Mayor de la dicha armada”, Crónicas de la conquista.
Landa, Diego de, Relación de las cosas de Yucatán por el P. Fray Diego de
Landa, obispo de esa Diócesis, 13a. ed., introd., Ángel María Garibay
K., con un apéndice en el cual se publicaron documentos
importantes y cartas del autor, México, Porrúa, 1986.
León Cázarez, María del Carmen y Conocer Blancas,
Carlos (eds.), Encuentros y desencuentros en las costas de Yucatán (1517),
México, UNAM, Instituto de Investigaciones Filológicas,
Centro de Estudios Mayas, 2020.
López de Gómara, Francisco, Historia de la conquista de México,
Pról. y bibliografía de Jorge Gurría Lacroix: actualización,
cronología y bibliografía Mirla Alcibíades, República Bolivariana
de Venezuela, Fundación Biblioteca Ayacucho, 2007.

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NATURALEZA Y MARCO
HISTÓRICO-JURÍDICO DE LA CIUDAD DE MÉXICO
EN LOS INICIOS DEL SIGLO XVI

Susana Thalía Pedroza de la Llave*

Sumario: I. Consideración introductoria. II. El concepto ur-


banístico de ciudad y su naturaleza jurídica. III. El origen de
México-Tenochtitlan. IV. La destrucción de Tenochtitlan y la
creación de otra ciudad. V. La Ciudad de México durante los
inicios y la mitad del siglo XVI. VI. Reflexiones finales. VII.
Fuentes de información.

I. Consideración introductoria

Señoras y señores: agradezco la invitación que me hizo el doctor


José Luis Soberanes Fernández, para participar en este simposio
500 años de la fundación de la Ciudad de México, en donde mi ponencia
lleva por título “Naturaleza y marco histórico-jurídico de la Ciu-
dad de México en los inicios del siglo XVI”.
En primer término, abordaré cuál es el concepto urbanístico
de ciudad y su naturaleza jurídica. En segundo lugar, veremos
el origen del llamado México-Tenochtitlan; su destrucción, y la
creación de otra ciudad. Finalmente, abordaremos particular-
mente a la Ciudad de México durante los inicios hasta la mitad
del siglo XVI, así como algunas breves reflexiones en la materia
y las fuentes de información utilizadas.
* Centro de Investigaciones Jurídico-Políticas, Universidad Autónoma de
Tlaxcala.

21

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22 SUSANA THALÍA PEDROZA DE LA LLAVE

II. El concepto urbanístico de ciudad


y su naturaleza jurídica

Es en el siglo XVI cuando cambia el concepto urbanístico que lle-


vaba muchos años: el de la llamada “villa medieval”, esto por los
nuevos valores proclamados por el humanismo, en los que la “ciu-
dad” se entenderá como el marco de la vida del hombre, como
civitas, donde las calles y los edificios serán el reflejo de los nuevos
factores ideológicos, simbólicos y estéticos, convirtiéndola en un
centro urbano monumental y original de primer orden, modelo
del urbanismo de la Edad Moderna. En ese contexto, destacan los
edificios culturales, los religiosos, los de las fundaciones, y los de
las instituciones.1

III. El origen de México-Tenochtitlan

Hace casi setecientos años, para ser precisa 696 años, en el siglo
XIV, se dio origen a Tenochtitlan en medio del lago de Texco-
co, considerada como una de las ciudades más importantes en
el mundo: México-Tenochtitlan, capital de imperio mexica, que
llegó a tener una mayor cantidad de habitantes que una ciudad
europea, incluso, que las de hoy en día, ya que la población de
México-Tenochtitlan era superior a los quinientos mil habitantes.
A ese respecto, la fundación de Tenochtitlán principia espe-
cíficamente en 1325, producto de una profecía, en donde los az-
tecas, conforme a su dios Huitzilopochtli, debían encontrar una
hermosa águila sobre un nopal, con las alas extendidas, y alre-
dedor tendrían que existir muchas plumas de los colores verde,
azul, rojo, amarillo y blanco provenientes de pájaros, y sobre di-
chas plumas estaría posada una hermosa águila; así, ello sería o

1 Historia: siglos XVI y XVII | Guía histórico-arqueológica de las ciuda-


des patrimonio de la humanidad de España (guiaarqueologicaciudadespatri-
monio.org), consultada el 13 de febrero de 2021.

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NATURALEZA Y MARCO HISTÓRICO-JURÍDICO... 23

se trataría del lugar donde tendrían que construir una ciudad con
el nombre de Tenochtitlan.
Asimismo, y de acuerdo con la citada profecía, el águila
encontrada ahí tenía como origen el corazón del hijo de una
hechicera llamada Copil, que fue aventado en una piedra, y
en esa piedra nació el nopal en donde se posó la espectacular
águila. Con relación a lo anterior, nadie hubiera podido ima-
ginar que este símbolo perduraría por más de 696 años como
el escudo nacional de una patria con millones y millones de
habitantes como es México o Estados Unidos Mexicanos o Re-
pública mexicana.
Los primeros habitantes (mujeres y hombres) pertenecían a
siete tribus que salieron de cuevas, y que provenían de Aztlán
(“Lugar de las Garzas”); éste era un lugar en el norte, pero hasta
nuestros días se desconoce su ubicación exacta.
De acuerdo con la leyenda, las siete tribus caminaron años y
años hasta encontrar el lugar que señaló la profecía de Huitzilo-
pochtli; esto es, a los límites del lago de Texcoco, justo en medio
de un islote al centro de dicho lago.
La elección de dicho sitio fue excepcional, porque su aisla-
miento natural tenía ventajas militares y económicas. Esta región
era dominada por el señorío de Azcapotzalco. Los últimos pobla-
dores en arribar fueron los mexicas, fundándose la más grande
metrópoli, junto con sus aliados de Tlacopan y Texcoco, los cua-
les dominaron cerca de 300,000 km cuadrados.
Como marco jurídico en esa época se encuentra el Códice
Mendocino, que muestra la escena en la que empieza a cimen-
tarse la capital del imperio más poderoso de Mesoamérica, con
una extensión de casi 15 kilómetros cuadrados; con 300 mil habi-
tantes, aunque este número aumentaba hasta 700 mil, contando
a las poblaciones que la iban rodeando; su traza estaba formada
por una red geométrica de canales en un cuadrilátero de tres ki-
lómetros por lado con superficie de casi mil hectáreas.
A ese respecto, Tenochtitlan no era la única ciudad en el valle
de México, sino que existía el Imperio de las Tres Cabezas: Tex-

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24 SUSANA THALÍA PEDROZA DE LA LLAVE

coco, Tlacopan y Tenochtitlan, y otros lugares, como Ecatepec,


Tenayuca, Tizapán, Chalco, Mixquic, Cuautitlán, sólo por citar
algunos.2 En esa época toda Roma ocupaba 386 hectáreas más.
El centro ceremonial de la nueva ciudad alcanzó una superfi-
cie de más de 100,000 metros cuadrados, que casi duplica a nues-
tra actual Plaza de la Constitución —que hace referencia a la
Constitución de Cádiz de 1812)— o el Zócalo o Plaza Mayor.
Sobresale que muchos canales cruzaban la capital azteca, y
por ellos transitaban miles de canoas. En el centro de la ciudad
existían templos y palacios; entre éstos el Templo Mayor, dedica-
do a Tláloc, dios de la lluvia, y a Huitzilopochtli, dios del Sol, a
quien los aztecas consideraban su protector.
Es de resaltar que existía un impresionante desarrollo en la
infraestructura de los servicios públicos, sobre todo en cuanto a
la limpia; por ejemplo, las calles de México-Tenochtitlan eran
tan limpias, que aunque la planta de un pie descalzo de una per-
sona fuera muy delicada, ésta no recibiría el menor daño.
La limpieza de los templos, gradas y patios también lo es-
taban. Se ha estimado que mil es el número de hombres que se
empleaban en la limpieza.
De igual manera, la sanidad y el alumbrado público eran
muy avanzados, más que en la Europa del siglo XVIII, ya que
en las calzadas de la ciudad se disponía de mecanismos de ser-
vicio público para recoger ordenadamente los excrementos hu-
manos, para destinarlos a fertilizantes de suelos, e iluminaban
sus calles con rajas de ocote, luminarias que se apagaron con la
conquista.3
Así, los españoles llegaron a Iztapalan en julio de 1519, y los
recibió Cuitláhuac. Posteriormente, siguieron su camino por la
calzada de Iztapalapan, que unía la ribera de Xochimilco con el

2 León-Portilla, Miguel y otros, Visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la


conquista, 9a. ed., México, UNAM, 1982, p. XIII.
3 La historia de la Ciudad de México-Matador Español (matadornetwork.
com), consultada el 3 de febrero de 2021, e Historia-Distrito Federal (inafed.gob.
mx), consultada el 9 de febrero de 2021.

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NATURALEZA Y MARCO HISTÓRICO-JURÍDICO... 25

islote de México, en lo que hoy es la esquina de las calles de Pino


Suárez y República de El Salvador.
En el centro de México se encontraron Moctezuma Xoco-
yotzin y las tropas de Hernán Cortés en noviembre de ese año.
Moctezuma les dio alojamiento en el palacio de Axayácatl. Al ha-
llarse ambos personajes —Moctezuma y Hernán Cortés— frente
a frente comenzaron una exploración sensitiva precedida por el
temor y el asombro del otro, impresiones nacidas de aquellos que
los describieron antes del encuentro. Al segundo, hombre prácti-
co, lo que le interesaba era sacar fruto material de sus conquistas,
y le gustaba actuar cuando ya sabía todos los secretos.4
Moctezuma envió a sus mensajeros para que dieran cuenta
de los españoles; éstos le señalaron que ellos no dejaban de pre-
guntar por el gobernante azteca; querían saber qué persona era,
si viejo, si mozo, si era de mediana edad o si tenía canas. Esa cu-
riosidad se mantuvo entre los peninsulares hasta que lo tuvieron
en persona; al mismo tiempo, Moctezuma deseaba saber todo
sobre los españoles, y fueron los mismos mensajeros quienes re-
lataron lo que vieron en su entrevista con Hernán Cortés; fue
entonces que Moctezuma se espantó mucho y comenzó a temer;
pero también se maravilló de algunos de los objetos de los espa-
ñoles, como fue su armamento, especialmente del arcabuz, que
tronaba quebrando los oídos, del fuego que salía por la boca, y
del hedor de la pólvora, que parecía cosa infernal; los españoles
traían impregnada la fetidez en la ropa, mezclada con el olor de
la madera quemada de las fogatas y el olor corporal, que les era
natural a cada uno de los soldados hispanos.
A ese respecto, Moctezuma no olía igual, no sólo porque no
experimentó las vivencias que tuvo Hernán Cortés y sus hombres,
sino porque en el mundo prehispánico el olor a poseía fue un
valor simbólico y social, y oler mal tenía una cualidad negativa.5
4
Villoro, Luis, Los grandes momentos del indigenismo en México, México, El Co-
legio de México-Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 23.
5 Moctezuma II y Hernán Cortés frente a frente | Relatos e historias en Méxi-
co, consultada el 14 de febrero de 2021.

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26 SUSANA THALÍA PEDROZA DE LA LLAVE

Seis días después, Moctezuma, el tlatoani mexica, fue preso


por Hernán Cortés y, en 1520, Pedro de Alvarado, en ausencia
de Hernán Cortés, orquestó la famosa matanza de Texcoátl.6

IV. La destrucción de Tenochtitlan


y la creación de otra ciudad

El siglo XVI es el periodo que se extiende desde el 1 de enero de


1501 hasta el 31 de diciembre de 1600 d. C., según el calenda-
rio gregoriano. Así, y de acuerdo con la periodización tradicional
de la historia, forma parte de la Edad Moderna. Este es un siglo
identificado por una importante transición en todos los sentidos,
caracterizado también por la expansión europea, especialmente
la de España y Portugal, sobre América y las amplias regiones de
Asia y África. En concreto: los territorios que habían sido explora-
dos desde las últimas décadas del siglo XV, y que en el siglo XVI
comenzaron a ser conquistados y ocupados; por ejemplo, Méxi-
co-Tenochtitlan, que transitó a ser la Ciudad de México. De ese
modo, empezaron a formarse los imperios coloniales modernos.
En Europa occidental, el Renacimiento de los siglos XV y
XVI seguía siendo la principal atmósfera. Ese renovador movi-
miento cultural, científico y humanista tuvo su epicentro en Italia.
De esta etapa surge una concepción distinta del ser humano y del
mundo. Se rompe con el dogmatismo establecido durante la Edad
Media. Su desenvolvimiento es coincidente con la gestación de la
Edad Moderna: el derrumbe del feudalismo; el surgimiento de
la burguesía, y la consolidación del capitalismo más la novedad
del nexo entre Europa y el nuevo continente debido a las incursio-
nes, entre otras, de España; sin embargo, la ola renacentista llegó
de manera tardía a los territorios americanos recién descubiertos.7

6
HistoriaCDMX ~ Caminando por la Ciudad (shernandezg.blogspot.com),
consultada el 10 de febrero de 2021.
7 WikiMexico - México y el mundo en el siglo XVI, consultada el 14 de
febrero de 2021.

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NATURALEZA Y MARCO HISTÓRICO-JURÍDICO... 27

A ese respecto, el imperio español consolidó sus posiciones


en América e inició la conquista efectiva del territorio con diver-
sas estrategias; por ejemplo, España tomó posesión del territorio;
inició guerras de conquista contra los pueblos americanos; fundó
ciudades, e incorporó el territorio a su imperio, convirtiéndose
España en una potencia mundial, situación que, incluso hoy en
día, enorgullece a varias y varios estudiantes y catedráticos espa-
ñoles.
Asimismo, se inició el comercio de esclavos africanos que eran
capturados en África y transportados hasta América, donde
eran vendidos como esclavos. Lo anterior es considerado por al-
gunos autores como un periodo poco conocido en la historia de la
trata de esclavos.8 Asimismo, se fundó la Compañía de Jesús, una
orden católica orientada a combatir la herejía y el paganismo, que
tuvo una fuerte influencia en la evangelización americana.9
En 1521, con la llegada de los españoles, la ciudad de Te-
nochtitlan, como ciudad que albergó el corazón y el cerebro del
imperio más extenso y poderoso de Mesoamérica e incompara-
ble empresa en la historia del hombre y evidencia de la vocación
constructora de los aztecas, empezó a ser destruida, y en su lugar
se construyó otra ciudad: la Ciudad de México.
El avance español sobre el territorio americano se aceleró.
Hernán Cortés, aliado con diversos pueblos enemigos de los az-
tecas, conquistó la ciudad de Tenochtitlan y finalizó con el Im-
perio azteca. Asimismo, sus alrededores también fueron modifi-
cados poco a poco, y no quedó nada de ésta, transformándose
en una ciudad colonial como algunas similares que hasta hoy en
día existen.
Los monumentos fueron demolidos, y con sus mismas piedras,
los mexicas sobrevivientes tuvieron que edificar los templos de dio-
ses ajenos bajo la esclavitud y sometimiento de la conquista de
8
La vida de los esclavos africanos en el México del siglo XVI (nationalgeo-
graphic.com.es), consultada el 15 de febrero de 2021.
9 Siglo XVI - ¿Qué fue?, características, acontecimientos importantes y
más (enciclopediadehistoria.com), consultada el 12 y 13 de febrero de 2021.

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28 SUSANA THALÍA PEDROZA DE LA LLAVE

México-Tenochtitlan, que culminó el 13 de agosto de ese mismo


año de 1521, y los españoles en ese año fundaron en Coyoacán,
como si fuera un cuartel general, el Ayuntamiento de México, con
base en el sistema municipal castellano, que fue introducido por
Hernán Cortés en la Villa Rica de la Vera Cruz en 1519.
De 1521 a 1523 se realizaron trabajos de traza, dirigidos
por un soldado de Hernán Cortés que tenía conocimientos en
topografía, de nombre Alonso García Bravo, de limpieza y de
construcción de la nueva ciudad española, coordinados por los
encargados del Ayuntamiento de México en Coyoacán; éstos
considerados como miembros del ayuntamiento y de la institu-
ción municipal.
A ese respecto, actualmente, en el número 17 de la calle Justo
Sierra del Centro Histórico de la Ciudad de México, se descu-
brieron los restos de una casa virreinal que fue construida en el
siglo XVI, que es un ejemplo de un templo prehispánico adapta-
do a una casa española.10
Como otro evento jurídico, el escudo de armas de la Ciudad
de México fue concedido por Carlos V de Alemania y I de Espa-
ña el 4 de junio de 1523 a solicitud de Hernán Cortés. Cuando
el rey español concedió tal honor, se refirió a estas tierras como
“Ciudad tan insigne y noble y el más principal pueblo”. El uso
de dicho escudo permaneció durante toda la Nueva España y se
utilizó mucho para papeles oficiales, ceremonias, etcétera.11
Tres años después de la caída de Tenochtitlan, el mapa de Nu-
remberg de 1524, es decir, el mapa más antiguo de la Ciudad de
México moderna, fue enviado por Hernán Cortés a Carlos V, lo
que lo convirtió en la primera imagen que se vio en Europa de
la que una vez fue la capital mexica.12
10 “La asombrosa casa del siglo XVI que descubrieron en el Centro Histó-
rico”, Travesías (travesiasdigital.com), consultada el 15 de febrero de 2021.
11 Disponible en: https://www.archivo.cdmx.gob.mx/cdmx/sobre-nuestra-ciudad,
consultada el 12 de febrero de 2021.
12 La historia de la Ciudad de México-Matador Español (matadornetwork.
com), consultada el 8 de febrero de 2021, e Historia-Distrito Federal (inafed.gob.
mx), consultada el 9 de febrero de 2021.

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NATURALEZA Y MARCO HISTÓRICO-JURÍDICO... 29

Después de la violenta conquista de la ciudad, y sobre los


templos y palacios semidestruidos, comenzó a construirse el nue-
vo centro político. El espacio sagrado indígena fue cubriéndose
poco a poco mientras que la plaza mayor de la ciudad española
se armaba en la explanada que se extendía entre los antiguos pa-
lacios de los reyes mexicas. Desde entonces, esta plaza se volvió
un centro, el cuadrángulo al que llegaban las principales calles y
las calzadas de la urbe, y el paradigma sobre el que se construye-
ron las otras ciudades del país. Las sedes de las máximas autori-
dades de la Colonia se establecieron frente a la Plaza Mayor, en
los antiguos palacios de Axayácatl y Moctezuma, ambos propie-
dad de Hernán Cortés.13

V. La Ciudad de México durante los inicios


y la mitad del siglo XVI

A partir de la colonización española, las epidemias generaron una


enorme disminución en la población indígena —acaecida en la
Nueva España en el siglo XVI—. Muchas fueron las epidemias
que se padecieron. Entre todas éstas destacan particularmente
cuatro: 1) la viruela, nombrada como “gran lepra”, que tuvo lugar
al tiempo de la caída de Tenochtitlan, y en donde Cuitláhuac,
penúltimo tlatoani mexica, fue una de las víctimas; 2) el sarampión,
conocido como “pequeña lepra”; 3) la plaga, que era una afección
de las vías respiratorias, y uno de sus síntomas era el sangrado
nasal abundante, y 4) la segunda plaga. Dicha epidemia no sólo
afectó a los habitantes de la Ciudad de México, sino también a sus
alrededores.14
La ciudad de Tenochtitlan había quedado destruida, y Her-
nán Cortés, como ya lo mencionamos, decidió establecer el go-

13
“La Plaza Mayor de la ciudad de México en los siglos XVI y XVII”,
Arqueología Mexicana (arqueologiamexicana.mx), consultada el 15 de febrero de 2021.
14 #CULTURA “Epidemias en el siglo XVI, una «catástrofe demográfica»
en México”, IBERO, consultada el 15 de febrero de 2021.

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30 SUSANA THALÍA PEDROZA DE LA LLAVE

bierno español en la población de Coyoacán, al sur del lago de


Texcoco. Desde allí gobernó con el título de capitán general y
justicia mayor, y estableció el primer cabildo y ayuntamiento de
América. En 1527, y a causa de conflictos entre Hernán Cortés
y el Ayuntamiento de México, se inició el juicio de residencia de
Hernán Cortés. En 1528 fue establecida la primera audiencia
de México, encabezada por Nuño de Guzmán.15
En lo relativo a las epidemias, por ejemplo, en 1530 existió
una fosa común en el antiguo Hospital Real de San José de los
Naturales, para pacientes indígenas durante dichas epidemias.16
En estos años, la Corona española determinó fundar la Real Au-
diencia de México, con características de ministerio de gobierno,
formado por un presidente y cuatro oidores, y posteriormente,
en 1535, el primer virrey de la Nueva España fue Antonio de
Mendoza. Ese fue su estatuto jurídico durante siglos hasta la cul-
minación de la guerra de Independencia.17
El 25 de enero de 1553 se inauguró la Real y Pontificia Uni-
versidad de México,18 cuya estructura era el rector, el maestrees-
cuela, el claustro de diputados, de doctores y consiliarios, cada
uno de los cuales se encargaba de diferentes aspectos del gobier-
no de la Universidad. Asimismo, ésta tenía relación con los pode-
res externos: el cabildo catedralicio, la audiencia, el clero secular,
etcétera.19
En 1555, 34 años después de la victoria de los españoles so-
bre los mexicas, la ciudad tenía totalmente otra imagen distinta,
lo que se puede observar en el mapa de Upsala, donde se encuen-

15
“La Plaza Mayor de la ciudad de México en los siglos XVI y XVII”,
Arqueología Mexicana (arqueologiamexicana.mx), consultada el 15 de febrero de
2021.
16
#CULTURA “Epidemias en el siglo XVI, una «catástrofe demográfica»
en México”, IBERO, consultada el 15 de febrero de 2021.
17
Disponible en: 5.pdf (unam.mx), consultada el 12 de febrero de 2021.
18
Disponible en: https://t.co/drhobdS8jB, consultada el 3 de febrero de 2021.
19
Saber y poder en México. Siglo XVI al XX (unam.mx), consultada el 14
de febrero de 2021.

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NATURALEZA Y MARCO HISTÓRICO-JURÍDICO... 31

tran construcciones coloniales, y lo único que se conservaba de


Tenochtitlan fue su trazado urbanístico. Ahí se aprecia la cate-
dral, símbolo del final de la gloria mexica.
Durante la época colonial, la ciudad tenía suntuosas edifi-
caciones para el culto religioso y edificios destinados a la admi-
nistración o residencias de elite criolla y peninsular, en contraste
con la mayoría de la población indígena, que vivía en la miseria
en los barrios de la periferia, pueblos ribereños o montañosos
cercanos a la ciudad.20 Se conservaron los tianquiztli o mercados
indígenas de la Ciudad de México después de la conquista espa-
ñola; en ese sentido, unos permanecieron y otros fueron nuevos,
todo ello en el siglo XVI. Éstos se fueron adaptando a la presen-
cia de los nuevos compradores y de nuevos productos.21
Posteriormente, cambiaron la sede del Ayuntamiento de
México en Coyoacán a la Ciudad de México, que los propios
españoles llamaban “México Tenustitan”, expresión que cam-
bió a partir de 1585, en la que quedó jurídicamente como “La
Ciudad de México”, según consta en las actas de las sesiones de
cabildo.
Más adelante, las autoridades se dedicaron a rellenar con
tierra el lago, para centralizar sus edificios administrativos y su
gobierno, hasta llegar al siglo XX, en donde en los planos de la
Ciudad de México mostraban una ciudad enorme, ausencia de
lagos, y las colonias Doctores, Obrera, Morelos, Juárez y Roma,
estas últimas dos fueron consideradas “para las clases altas”. La
Ciudad de México se había convertido en el centro económico
y laboral para los habitantes de estados “lejanos”, como Puebla,
Hidalgo, Oaxaca y Michoacán.22

20 Historia CDMX ~ Caminando por la Ciudad (shernandezg.blogspot.com),


consultada el 12 de febrero de 2021.
21 Los tianguis de la Ciudad de México en el siglo XVI - Dialnet (unirioja.es),
consultada el 14 de febrero de 2021.
22 La historia de la Ciudad de México-Matador Español (matadornetwork.
com), consultada el 8 de febrero de 2021.

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32 SUSANA THALÍA PEDROZA DE LA LLAVE

VI. Reflexiones finales

Primera. Con la conquista de América en marcha, España se ocupó


de la organización territorial. Se fundaron los primeros virreina-
tos, el de Nueva España y el de Perú, junto con las principales
ciudades españolas en América: Lima, México, Buenos Aires, Bo-
gotá, Cartagena de Indias, Santiago de Chile, Córdoba, Salta y
Jujuy, entre otras.
Segunda. La ciudad más importante de Nueva España, la de
México, fue el escenario de cambios sociales, políticos y cultu-
rales, de catástrofes naturales y de crisis demográficas causadas
por las continuas epidemias y hambrunas, que afectaron a su
población, y que seguramente determinaron su perfil demo-
gráfico.
Tercera. La actual Ciudad de México —como ahora se le de-
nomina con motivo de una reforma realizada a partir de 2016,
sustituyendo a la denominación de Distrito Federal— nació en el
siglo XVI, ya que en 1535 por disposición de los españoles surgió
ese estatuto jurídico.
Cuarta. Constitucionalmente, la Ciudad de México se fundó
al entrar en vigor la Constitución Federal de los Estados Unidos
Mexicanos (1824),23 que la reconoció como sede de los poderes
de la Unión (Ejecutivo, Legislativo y Judicial); sin embargo, con
anterioridad, ya en el siglo XVI, en 1535, ésta tenía ese estatuto
jurídico, y no la de Distrito Federal.
Quinta. La Ciudad de México es la capital de la República
mexicana, sede de los poderes federales y la ciudad más poblada
del país. Su historia es centenaria. Tiene 1,485 km2 de extensión,
y es uno de los centros financieros y culturales más importantes
del continente americano.

23 Soberanes Fernández, José Luis, Introducción de los debates en torno al Acta


Constitutiva de la Federación de 1824 y Constitución Federal de la Estados Unidos Mexica-
nos 1824, México, Cámara de Diputados, 2014, pp. VII en adelante.

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NATURALEZA Y MARCO HISTÓRICO-JURÍDICO... 33

VII. Fuentes de información

#CULTURA “Epidemias en el siglo XVI, una «catástrofe


demográfica» en México”, IBERO, consultada el 15 de febrero
de 2021.
5.pdf (unam.mx), consultada el 12 de febrero de 2021.
Historia CDMX - Caminando por la Ciudad (shernandezg.blogspot.
com), consultada el 10 y 12 de febrero de 2021.
Historia - Distrito Federal (inafed.gob.mx), consultada el 9 de febrero
de 2021.
Historia: siglos XVI y XVII | Guía Histórico-Arqueológica
de las Ciudades Patrimonio de la Humanidad de España
(guiaarqueologicaciudadespatrimonio.org), consultada el 13 de febrero
de 2021.
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/6/2891/5.pdf,
consultada el 12 de febrero de 2021.
https://t.co/drhobdS8jB, consultada el 3 de febrero de 2021.
https://www.archivo.cdmx.gob.mx/cdmx/sobre-nuestra-ciudad,
consultada el 12 de febrero de 2021.
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0186-
03482016000300006, consultada el 14 de febrero de 2021.
“La asombrosa casa del siglo XVI que descubrieron en el Centro
Histórico”, Travesías (travesiasdigital.com), consultada el 15 de
febrero de 2021.
“La historia de la Ciudad de México”, Matador Español (matador
network.com), consultada el 3 y 8 de febrero de 2021.
“La Plaza Mayor de la ciudad de México en los siglos XVI y
XVII”, Arqueología Mexicana (arqueologiamexicana.mx), consultada
el 15 de febrero de 2021.
“La vida de los esclavos africanos en el México del siglo XVI”
(nationalgeographic.com.es), consultada el 15 de febrero de 2021.

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34 SUSANA THALÍA PEDROZA DE LA LLAVE

León-Portilla, Miguel et al., Visión de los vencidos. Relaciones


indígenas de la conquista, 9a. ed., México, UNAM, 1982.
“Los tianguis de la Ciudad de México en el siglo XVI”, Dialnet
(unirioja.es), consultada el 14 de febrero de 2021.
“Moctezuma II y Hernán Cortés frente a frente”, Relatos e historias
en México, consultada el 14 de febrero de 2021.
Saber y poder en México. Siglo XVI al XX (unam.mx), consultada
el 14 de febrero de 2021.
Siglo XVI - ¿Qué fue?, características, acontecimientos importan-
tes y más (enciclopediadehistoria.com), consultada el 12 y 13 de
febrero de 2021.
Soberanes Fernández, José Luis, Introducción de los debates en torno
al Acta Constitutiva de la Federación de 1824 y Constitución Federal de las
Estados Unidos Mexicanos, 1824, México, Cámara de Diputados,
2014.
Villoro, Luis, Los grandes momentos del indigenismo en México, México,
El Colegio de México-Fondo de Cultura Económica, 1996.

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HERNÁN CORTÉS Y EL IUS GENTIUM


EN LA FUNDACIÓN DE LA NUEVA ESPAÑA

Rigoberto Gerardo Ortiz Treviño*

Sumario: I. Síntesis. II. Planteamiento introductorio. III. La


guerra contra los mexicas y el ius gentium. IV. La Escuela
de Salamanca y la guerra contra los mexicas. V. Conclusiones.
VI. Bibliografía

I. Síntesis

El emperador Carlos V buscó soluciones jurídicas sobre la legiti-


midad del dominio español en el Nuevo Mundo, contando, como
principal fuente, a la Escuela de Salamanca, donde destacaban
profesores como los dominicos Domingo de Soto y Francisco de
Vitoria. De conformidad con el ius gentium vigente, la alianza entre
tlaxcaltecas y Hernán Cortés fue el título que prevaleció.

II. Planteamiento introductorio

El presente ensayo es sólo una breve reflexión en torno a la le-


gitimación del dominio español sobre las Indias. En concreto, lo
argumentado en la Escuela de Salamanca y motivado por la alian-
za entre Hernán Cortés y los tlaxcaltecas —entre otros pueblos
indígenas— para hacer frente a las atrocidades cometidas por los

*
Facultad de Derecho, Universidad Nacional Autónoma de México.

35

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36 RIGOBERTO GERARDO ORTIZ TREVIÑO

mexicas. Hay que partir de la siguiente premisa: España fue un


imperio generador, como lo precisó Gustavo Bueno:

Un Imperio es generador cuando, por estructura, y sin perjuicio


de las ineludibles operaciones de explotación colonialista, deter-
mina el desenvolvimiento social, económico, cultural y político de
las sociedades colonizadas, haciendo posible su transformación
en sociedades políticas de pleno derecho. Ejemplos históricos: el
Imperio de Alejandro Magno, el Imperio Romano y el Imperio
español, la Unión Soviética y los Estados Unidos de América; a
través de sus actos particulares de violencia, de extorsión y aun
de esclavización, por medio de los cuales estos imperios universa-
les se desarrollaron, lo cierto es que el Imperio romano terminó
concediendo la ciudadanía a prácticamente todos los núcleos ur-
banos de sus dominios, y el Imperio español, que consideró siem-
pre a sus súbditos como hombres libres, propició las condiciones
precisas para la transformación de sus Virreinatos o Provincias en
Repúblicas constitucionales.1

Esto permite comprender la motivación cortesiana y desca-


lificar toda falacia negrolegendaria. Recuérdese que junto con el
obispo fray Juan de Zumárraga, Hernán Cortés fue el fundador
de la Nueva España. Se trató de una proeza que inició el 22 de
abril de 1519, cuando el aventurero extremeño de nombre com-
pleto Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano (1485-
1547) —y que en su momento será honrado como marqués del
Valle de Oaxaca— fundó el Ayuntamiento de la Villa Rica de la
Vera Cruz. Lo acompañaron Francisco de Montejo (1479-1553) y
Alonso Hernández Portocarrero (1495-1523), quienes fueron los
primeros alcaldes de tal ciudad. La conquista de México-Teno-
chtitlan ya se había consumado desde el 13 de agosto de 1521.
ocho años después, Nuño Beltrán de Guzmán (1490-1550) partió
en 1529 al noroeste de la Nueva España, iniciando la expansión de

1 Bueno, Gustavo, “Imperios depredadores / Imperios generadores: dia-


léctica entre fines particulares (moleculares) / fines del Imperio (molares)”, dis-
ponible en: https://www.filosofia.org/filomat/df723.htm.

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HERNÁN CORTÉS Y EL IUS GENTIUM... 37

la que será la provincia española más extensa. En 1535, Antonio


de Mendoza y Pacheco (circa 1490-1552) será nombrado virrey.

III. La guerra contra los mexicas


y el ius gentium

Como se adelantaba, la provincia seguiría expandiéndose, siguien-


do las huellas cortesianas, con sus naturales claroscuros, siendo
mayores las luces que las sombras. ¿Qué inspiró a Cortés al mar-
car tal senda? El conquistador extremeño fue bachiller de Sala-
manca y escribano en Valladolid. Nunca falta el listillo que despre-
cie los estudios jurídicos de Cortés ¿tiene sentido preguntarse si los
adquirió en Salamanca o en Valladolid? Ya fuera contemplando
al Tormes o al Pisuerga, el derecho vigente era el castellano, y en
torno al Nuevo mundo, la reina Isabel ya había sentado las bases
para todo explorador y conquistador de lo que será la América es-
pañola. El punto de partida fueron las Capitulaciones de Santa Fe
de Granada, del 17 de abril de 1492. El orden jurídico que inspiró
a Cortés se robusteció cuando el almirante genovés presentó a un
grupo de nativos a Isabel. Debe ponerse el acento en la persona
de Isabel, puesto que la reina castellana, de profunda fe católica,2
no vio en tales personas un prometedor horizonte de poder o de
riquezas: además de posibles metales preciosos o la adquisición
de nuevos esclavos, Isabel vio almas a las que reconocer como va-
sallos y enseñar el Evangelio. En el testimonio escrito del cronista
Francisco López de Gómara (1511-1566), una media docena de
indígenas fueron bautizados ese día. Ese talante fue plasmado por

2 “El carácter de esta princesa se formó en un ambiente austero, sin las


galas y los halagos que pudo haber disfrutado por su jerarquía, pues su madre,
la reina viuda, fiel a las tocas de su luto, vivió siempre apartada de la Corte; por
eso vemos constantemente, en todo momento de la vida de Isabel, la firme hue-
lla de aquella austera educadora de sus primeros años”. Gairrois de Ballesteros,
Mercedes, “Isabel la Católica”, Universitas, Barcelona, Enciclopedia cultural,
1967, p. 101.

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38 RIGOBERTO GERARDO ORTIZ TREVIÑO

la propia Isabel el 23 noviembre 1504, en Medina del Campo, en


el capítulo XII de su Testamento (en un codicilio):

Capítulo XII (Indios, su evangelización y buen tratamiento)


Cuando nos fueron concedidas por la Santa Sede Apostólica
las islas y tierra firme del mar Oceano, descubiertas y por des-
cubrir, nuestra principal intención fue al tiempo que le suplica-
mos al Papa Alejandro VI de buena memoria nos hiciese la dicha
concesión, de procurar inducir y traer los pueblos de ellas, y los
convertir a nuestra santa Fe católica y enviar a las dichas islas y
tierra firme prelados y religiosos, clérigos y otras personas doctas
y temerosas de Dios, para instruir los vecinos y moradores de ellas
a la Fe católica y los doctrinar y enseñar buenas costumbres, y
poner en ello la diligencia debida, según más largamente en las
letras de dicha concesión se contiene.3

3 “Cláusula del testamento de la muy Católica reina doña Isabel”. Véase el


texto en Walsh, William Thomas, Isabel de España, las adecuaciones para facili-
tar su lectura son responsabilidad del autor:
“Ytem. Por cuanto al tiempo que nos fueron concedidas por la Santa Sede
Apostólica las islas e tierra firme del mar Océano, descubiertas e por descubrir,
nuestra principal intención fue, al tiempo que lo suplicamos al Papa Alejandro
sexto de buena memoria, que nos fizo la dicha concesión, de procurar inducir
e traer los pueblos dellas e los convertir a nuestra Santa Fe católica, e enviar a
las dichas islas e tierra firme del mar Océano perlados e religiosos e clérigos e
otras personas doctas e temerosas de Dios, para instruir los vecinos e moradores
dellas en la Fe católica, e les enseñar e doctrinar buenas costumbres e poner en
ello la diligencia debida, según como más largamente en las Letras de la dicha
concesión se contiene, por ende suplico al Rey, mi Señor, mui afectuosamente,
e encargo e mando a la dicha Princesa mi hija e al dicho Príncipe su marido,
que ansí lo hagan e cumplan, e que este sea su principal fin, e que en ello
pongan mucha diligencia, e non consientan e den lugar que los indios vecinos
e moradores en las dichas Indias e tierra firme, ganadas e por ganar, reciban
agravio alguno en sus personas e bienes; mas mando que sea bien e justamente
tratados. E si algún agravio han recibido, lo remedien e provean, por manera
que no se exceda en cosa alguna de lo que por las Letras Apostólicas de la dicha
concesión nos es infungido y mandado,
E porque de los hechos grandes e señalados que el Rey, mi señor, ha hecho
desde el comienzo de nuestro reinado, la Corona real de Castilla es tanto au-
mentada que debemos dar a Nuestro Señor muchas gracias e llores; especial-

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HERNÁN CORTÉS Y EL IUS GENTIUM... 39

Conviene tener presente que el codicilio fue redactado luego


de las bulas pontificias de Alejandro VI y el Tratado de Tordesi-
llas firmado entre Portugal y Castilla y León en 1494. Las Parti-
das de Alfonso X guiaban el itinerario jurídico:

El que hace las leyes debe amar a Dios, y temerle y tenerlo ante
sus ojos mientras las hace, para que sean derechas y cumplidas,
debe amar la justicia y el procomunal de todos y entender del de-
recho del tuerto y no debe tener vergüenza en mudar o enmendar
sus leyes, cuando otros le mostraran la razón para hacerlo pues
gran derecho es el de enderezar cuando erraren los demás, que lo
sepa hacer consigo mismo.4

mente, según es notorio, habernos su Señorí­a ayudado, con muchos trabajos


e peligros de su real persona, a cobrar estos mis Reinos, que tan enagenados
estaban al tiempo que yo en ellos sucedí­, y el dicho Reino de Granada, según
dicho es, demás del gran cuidado y vigilancia que su Señorí­a siempre ha tenido
e tiene en la administración de ellos. E porque el dicho reino de Granada e Islas
de Canarias e Islas e Tierra firme del mar Océano, descubiertas e por descu-
brir, ganadas e por ganar, han de quedar incorporadas en estos mis Reinos de
Castilla y León, según que en la Bula Apostólica a Nos sobre ello concedida se
contiene, y es razón que su Señoría sea en algo servido de mi y de los dichos
mis Reinos e señoríos, aunque no puede ser tanto como su Señoría merece e
yo deseo, es mi merced e voluntad, e mando que, por la obligación e deduda
que estos mis Reinos deben e son obligados a su Señoría, por tantos bienes e
mercedes que su Señoría tiene e ha de tener por su vida, haya e lleve e le sean
dados e pagados cada año por toda su vida, para sustentación de su estado
real, la mitad de lo que rentasen las Islas e Tierra firme del mar Océano, que
hasta ahora son descubiertas, e de los provechos e derechos justos que en ellas
hubiese, sacdas las costas que en ellas se hicieren, así­en la administración de la
justicia como en la defensa de ellas y en las otras cosas necesarias; e más diez
cuentos de maravedí­s cada año por toda su vida, situados en las rentas de las
alcabalas de los dichos maestrazgos de Santiago e Calatrava e Alcántara, para
que su Señoría lo lleve e goce e haga dello lo que fuere servido; con tanto que
después de sus dí­as la dicha mitad de rentas e derechos e provechos e los dichos
diez cuentos de maravedí­s, finquen e tornen e se consuman para la Corona real
de estos mis Reinos de Castilla. E mando a la dicha Princesa, mi hija, e al dicho
Prí­ncipe, su marido, que así­lo hagan e guarden e cumplan por descargo de sus
conciencias e de la mía)”.
4 Alfonso X, Las Siete Partidas, Alfonso X El Sabio. El libro del fuero de las Leyes,
edición de José Sánchez-Arcilla, p. I, ley 10, Madrid, Reus, 2004.

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40 RIGOBERTO GERARDO ORTIZ TREVIÑO

Aprovechando el ambiente salmantino, hagamos un salto en


el tiempo para abordar la figura de Hernán Cortés, quien fuera
bachiller de tal universidad. Hernán Cortés de Monroy y Piza-
rro Altamirano nació en Medellín, Extremadura, en 1485, y la
Providencia hizo de él no sólo un guerrero con dotes de hombre
de Estado, sino también un celoso evangelizador. Tras su paso en
Salamanca y Valladolid, en 1504 dejó las aulas y las Cortes, por
la aventura americana. Era un hombre a caballo entre el medie-
vo y la Edad Moderna. El soldado leal y escritor fuera de serie,
Bernal Díaz del Castillo, lo describió como un hombre bien pa-
recido y muy dado a las mujeres y, sin embargo: “Rezaba por las
mañanas en unas Horas e oía misa con devoción. Tenía por su
muy abogada a la Virgen María Nuestra Señora”.5 No hay duda
alguna de que Cortés conoció las Siete Partidas, y fue, por tanto,
el vehículo que permitió la recepción del ius commune en el Nuevo
Mundo, como lo explica Faustino Martínez Martínez:

(…) el derecho común se producirá, de la misma forma que acon-


teció en Castilla, a través del recurso a ese ordenamiento toman-
do como punto de partida el sistema de prelación de fuentes cas-
tellano: la remisión que el Ordenamiento de Alcalá y las Leyes de
Toro hacían a las Partidas se concibió como una puerta abierta a
la aplicación sin excepciones del derecho común (…).6

Hombre imperial, Cortés también intentó hacer de la Nueva


España un virreinato —debe enfatizarse que el concepto de vi-
rreinato es el propio del marco castellano y no aragonés, toda vez
que Castilla había patrocinado y dirigido desde 1492 la explora-
ción ultramarina—. No sólo lo visualizó —y solicitó— el obispo
franciscano fray Juan de Zumárraga, pero Cortés en 1528 era

5 Díaz del Castillo, Bernal, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España,


Madrid, Historia 16, 1984, p. 204.
6 Martínez Martínez, Faustino José, “Acerca de la recepción del ius commune
en el derecho de Indias. Notas sobre las opiniones de los juristas indianos”,
Anuario Mexicano de Historia del Derecho, 15, México, 2003, pp. 459 y 460.

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HERNÁN CORTÉS Y EL IUS GENTIUM... 41

sujeto a un duro desgaste desde las intrigas de Nuño de Guzmán


hasta las calumnias más viles de personajes menores: “Pérez Bus-
tamante ha destacado el desorden en Méjico, durante la desgra-
ciada expedición de Cortés a las Hibueras, y como el Obispo de
Méjico, Fr. Juan de Zumárraga, propuso el nombramiento de una
persona de prestigio, que ostentando el título de Virrey, pusiera
freno a las usurpaciones y ambiciones”.7 Pero Cortés, inspirado
en Isabel de Castilla, no obedecía a usurpaciones ni ambiciones,
jamás vio en los indígenas esclavos potenciales, sino vasallos de
Su Majestad. El 15 de octubre de 1524, Hernán Cortés, en su
cuarta carta de relación al emperador Carlos, escribió:

Como a mí me convenga buscar toda la buena orden que sea po-


sible para que estas tierras se pueblen y los españoles pobladores
y los naturales de ellas se conserven y perpetúen y nuestra santa
fe en todo se arraigue, pues vuestra majestad me hizo merced de
darme cuidado y Dios Nuestro Señor fue servido de hacerme me-
dio por donde viniese en su conocimiento y debajo del imperial
yugo de vuestra alteza, hice ciertas ordenanzas y las mandé pre-
gonar y porque de ellas envío copia a vuestra majestad, no tendré
que decir sino que, a todo lo que acá yo he podido sentir, es cosa
muy conveniente que las dichas ordenanzas se cumplan.
De algunas de ellas los españoles que en estas partes residen
no están muy satisfechos, en especial de aquellas que los obligan a
arraigarse en la tierra; porque todos o los más, tienen pensamien-
tos de haberse con estas tierras como se han habido con las Islas
que antes se poblaron, que es esquilmarlas y destruirlas y después
dejarlas.8

No obstante, Carlos V no quería conquistadores como go-


bernantes, y menos como virreyes; por ello, en 1529 sólo conce-

7 Lalinde Abadía, Jesús, “El régimen virreino-senatorial en Indias”, Anuario


de Historia del Derecho Español, 37, Madrid, 1967, p. 88.
8 Cit. por Martínez, José Luis, Documentos cortesianos III: 1528-1532, sec-
ciones V a VI (primera parte), México, Fondo de Cultura Económica-UNAM,
1994.

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42 RIGOBERTO GERARDO ORTIZ TREVIÑO

dió a Cortés el título de Capitán General de la Nueva España y


costa del Sur:

Por cuanto vos, D. Fernando Cortés, marqués del Valle, habeis


fecho muchos y grandes y señalados servicios á los Católicos Re-
yes, nuestros señores, padres y abuelos (que santa gloria hayan) é á
nos, é de cada dia nos lo haceis y esperamos y tenemos por cierto
que nos los hareis de aquí adelante, continuando vuestra lealtad
y fidelidad, y teniendo respeto á vuestra persona y servicios, y
confiando en vuestra suficiencia y habilidad, y porque entende-
mos que así cumple á nuestro servicio é á la paz é sosiego de la
Nueva-España é costas é provincias del mar del Sur della, que
vos descubrísteis y poblásteis, que son en los límites y paraje de la
dicha Nueva-España; es nuestra merced y voluntad que agora y
de aquí en adelante, cuanto fuere nuestra voluntad, seais nuestro
Capitan general de la dicha Nueva España, y costas y provincias
de la mar del Sur della.9

Como es sabido, Nuño Beltrán de Guzmán fue el primer


presidente de la Audiencia de México (1528-1530). Cabe decir
que había sido enviado a tal ciudad para hacer contrapeso a
Hernán Cortés. Pero Beltrán no fue un personaje ni digno de
confianza ni merecedor del afecto y respeto que sí fue concedido
al de Medellín. El trato que Guzmán propinó a los indígenas le
granjeó la enemistad —con toda razón— del obispo francisca-
no fray Juan de Zumárraga, quien invocó en su contra las Leyes
de Burgos de 1512.10 Las quejas in situ de Zumárraga, y desde

9 Título de Capitán General de la Nueva España y costa del Sur, expedido

a favor de Hernán Cortés por el Emperador, por Carlos I de España y V de


Alemania, 6 de julio de 1529, citado por Martínez, op. cit., pp. 55 y 56.
10 “Otrosí porque de las Islas comarcanas se han traído e traen e cada día
traerán muchos indios ordenamos y mandamos que a los tales los doctrinen y
enseñen las cosas de la fe según e de la forma y manera que tenemos mandado
que se den a los otros indios de la dicha isla e asimismo les den hamacas y a cada
uno de comer por la forma susodicha y mandamos que sean visitados por los di-
chos visitadores salvo si los tales indios fueren esclavos porque es estos tales cada
uno cuyos fueren los puede tratar como el que quisiere pero mandamos que no

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HERNÁN CORTÉS Y EL IUS GENTIUM... 43

la península, de Cortés, llevaron a Carlos V a remover a toda la


audiencia:

Viendo que la gente que yo traje de España y otra mucha que por
acá había ociosa no se ocupaban en servir a vuestra majestad, y
que yo gastaba el tiempo mal gastado, comuniqué con los Oido-
res, que sería bien emplearlos en algo (...) y así fue acordado que
se debía de enviar a poblar unas provincias que había muchos
días que yo las tenía descubiertas y pacíficas, y que llevasen ins-
trucción suya de lo que había de hacer, y así fueron y yo envié por
capitán con ellos a don Luis de Castilla (...) y cuando llegaron a
aquellas provincias hallaron que Nuño de Guzmán, que había ido
huyendo de esta ciudad, por no dar cuenta del tiempo que tuvo
por cargo de presidente, no había podido hallar paso para pasar
adelante, y volvióse (...).11

IV. La Escuela de Salamanca


y la guerra contra los mexicas

El teólogo dominico Francisco de Vitoria (1483-1546) examinó


el problema de los justos títulos en la Relectio de indis, dictada en
la Universidad de Salamanca, de la que era catedrático de prima
teología. Sólo para no dejarlo en el tintero:

Las relecciones debían darse en día de vacación y la asistencia era


pública para todos los alumnos de la Universidad. Esto explica

sea con aquella riguridad y aspereza que suelen tratar los otros esclavos si no
con amor e blandura lo más que ser pueda para mejor inclinados a las cosas de
nuestra santa fe católica”. Ordenanzas Reales para el buen regimiento y tratamiento de
los Indios (Leyes de Burgos), concedidas el 27 de enero de 1512 para la isla Española; el 23
de enero 1513 para las islas de Puerto Rico. Ordenanzas reales sobre los indios (las leyes de
1512-13), estudio y edición por Antonio Muro Orejón, Sevilla, Consejo Supe-
rior de Investigaciones Científicas, Escuela de Estudios Hispano-Americanos,
1957, pp. 417-471.
11 Hernán Cortés, de la Carta al Emperador Carlos, 20 de abril de 1532.
Cfr. Martínez, José Luis, Hernán Cortés, México, Fondo de Cultura Económica,
2013, p. 474.

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44 RIGOBERTO GERARDO ORTIZ TREVIÑO

que, con motivo de tales actos, sobre todo tratándose de maestros


insignes y de temas interesantes, se pudiera reunir un numeroso
auditorio y que las repercusiones de las doctrinas se hicieran sen-
tir, a veces profundamente, en el ambiente universitario e incluso
en el ámbito nacional. Habían de ser pronunciadas con soltura,
no permitiéndose la lectura de un texto previamente redactado,
ni una dicción lenta a modo de dictado rápido; sin que fuera obs-
táculo el que el disertante pudiese tener delante el texto escrito,
para apoyar la memoria y para leer breves fragmentos cuya im-
portancia pidiese una formulación precisa y de ninguna manera
improvisada. La duración solía ser de unas dos horas; esto explica
la longitud del texto de las relecciones que poseemos, aunque no
pocas veces la amplitud del tema escogido hiciera que sólo par-
cialmente pudiese ser tratado.12

En opinión de Alfred Verdross, Vitoria es junto con Erasmo


de Rotterdam (1466-1536) uno de los fundadores del humanismo
cristiano. Permítaseme diferir. Es cierto que Vitoria desarrolla
su investigación y docencia en el siglo XVI, pero lo hace desde
una plataforma escolástica, quizá no pura, en virtud del influjo
de determinados contenidos nominalistas, pero que no afectan
en su rigurosa ontología.13 En realidad, Vitoria poseía una visión
antropológica más profunda que la de Ockam, Lutero, Calvino
y el propio Erasmo. El teólogo burgalés había estudiado en París
bajo la tutela de Pierre Crockaert, quien había retomado la Sum-
ma Theologica de santo Tomás de Aquino, permitiendo un resurgi-
miento del pensamiento escolástico de mayor ortodoxia. Por ello,
Vitoria consideraba que, contra el error luterano, el pecado ori-
ginal no había destruido de manera absoluta la naturaleza huma-
na, sino que ésta quedaba intacta y, más aún, la gracia, en todo

12 Brufau Prats, Jaime, “Domingo de Soto y su relección «De Dominio»”, en


La Escuela de Salamanca ante el descubrimiento del Nuevo Mundo, Salamanca, Editorial
San Esteban, 1989, p. 84.
13 Verdross, Alfred, La filosofía del derecho del mundo occidental. Visión panorámica
de sus fundamentos y principales problemas, México, UNAM, Instituto de Investiga-
ciones Filosóficas, 1986, p. 146.

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HERNÁN CORTÉS Y EL IUS GENTIUM... 45

caso, la perfeccionaba (gratia ordinum naturae non mulat, sed perficit).


La razón humana, desde la consideración antropológica tomista,
sería la capacidad de la persona humana para conocer la ley na-
tural y poder actuar con libertad y, por ende, moralmente. Esto
le permitió comprender con toda precisión el problema ético al
margen de la doctrina teológica abordada en la Junta de Burgos
anclada en las coordenadas del derecho bajomedieval:

Frente al derecho de raigambre medieval se considera carentes de


capacidad jurídica y de todo derecho a los infieles salvajes, los do-
minicos oponen el derecho natural, conforme lo había enunciado
Santo Tomás, que concede a todo hombre, aunque sea infiel y
salvaje como los indios, la plena capacidad y los mismos derechos
que al cristiano civilizado.14

Esto fue superado primero por Domingo de Soto en la relectio


de Dominio de 1535:

Importa señalar la afirmación sotiana de que el dominio natu-


ral es el que fluye, por así decirlo, de la misma naturaleza y es a
ella, por sus principios, debido. El hombre, al estar compuesto
de cuerpo corruptible, tiene el derecho a todo lo que se requiere
para su conservación, como es el derecho sobre todas las crea-
turas inferiores a él (…) Soto quiere ahondar en la misma natu-
raleza del dominio. Y para ello distingue entre el dominio en sí
mismo considerado, su causa y su título; es decir, entre potestad,
aquello de lo que ésta promana y aquello por razón de lo cual se
concede el dominio.15

Desde luego que pensar en las fechas de 1535 o 1539 invita


a reflexionar, toda vez que en 1521 la guerra contra el pueblo

14 García Gallo, Alfonso, “Génesis y desarrollo del derecho indiano”, en


Icaza Dufour, Francisco de (coord.), Recopilación de las leyes de los reynos de las
Indias, Estudios histórico-jurídicos, coordinación México, Miguel Ángel Porrúa Edi-
tor, 1987, p. XII.
15 Brufau Prats, op. cit., p. 90.

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46 RIGOBERTO GERARDO ORTIZ TREVIÑO

mexica había concluido en favor de España. El propio Vitoria


reconoce que había llegado tarde al debate indiano: “En cuanto
a la primera parte, antes que nada, parece que esta discusión es
algo inútil y ocioso entre nosotros (...) Puede (...) parecer inútil
y hasta temerario resolver sobre estas cuestiones”.16 Para David
Brading, hay motivos de peso que hicieron que Vitoria tuviera la
necesidad de abordar el problema americano: “No cabe duda de
que fue la serie de informes llegados de las Indias, especialmente
los que derivaban de los mendicantes, lo que movió a Vitoria en
1539 a pronunciar su famosa Relectio de Indis, conferencia en que
trató de aplicar sus doctrinas filosóficas a los problemas del Nue-
vo Mundo”.17 Los informes describían abusos sobre los indíge-
nas, causando conflictos de conciencia en el emperador Carlos.
Por ello, la Relectio resultó oportuna y ejerció una considerable
influencia:

Para empezar, Vitoria atacó la teoría de que los indios eran es-
clavos por naturaleza, al observar que los informes empíricos
enviados desde Perú y México, atestiguaban que los naturales
de aquellos países eran racionales, poseían propiedades y leyes
y eran gobernados por monarcas debidamente constituidos. El
hecho de que los reyes fueran idólatras no ofrecía ningún motivo
para despojarlos de su autoridad.18

Así las cosas, el error del argumento de John Wicleff, quien


descalificaba la capacidad de dominio natural de los infieles (no
bautizados),19 quedaba superado, y en la primera parte, el bur-

16 Vitoria O. P., Francisco de, Doctrina sobre los indios, ed. facsimilar, trans-
cripción y traducción de Ramón Hernández. (Los Dominicos y América), Sala-
manca, Editorial San Esteban, 1989, p. 62.
17 Brading, David, Orbe indiano: de la monarquía católica a la Republica criolla,
1492-1867, México, Fondo de Cultura Económica, 1992, p. 102.
18 Ibidem, p. 103.
19 “Escritor y reformador probablemente nacido en Hipswell cerca de Ri-
chmond, en Yorkshire, 1324, fallecido en Lutterworth, Leicestershire, 31 dic.,
1384. (…). Sus primeros escritos son principalmente lógicos y metafísicos.

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HERNÁN CORTÉS Y EL IUS GENTIUM... 47

galés concluía: “Queda, por tanto, cierta esta conclusión: antes

Pertenecía a la Escuela Realista y se confesaba discípulo de S. Agustín, pero


fue su actitud en las cuestiones prácticas y políticas de la pobreza evangélica y
gobierno de la Iglesia las que le dieron influencia. La cuestión de la pobreza
evangélica fue un tema ardiente durante el siglo catorce, asunto de agrias dis-
cusiones en las filas de los Frailes Menores que se extendió y en el que tomaron
parte los principales escritores teológicos de aquellos días. Cuando el papado se
inclinó a favor de los moderados, los extremistas con sus partidarios literarios
como Marsilio Patavino, Guillermo de Ockham y otros tomaron una actitud de
hostilidad hacia Roma y pronto se vieron reclamando una organización eclesial
sin propiedad y prácticamente bajo control de Estado. Así pues, Wicleff heredó
de los Mendicantes su odio a los beneficios monásticos y clericales y en ello no
muestra gran originalidad.
A lo largo de todo el Medievo la riqueza del clero era susceptible de ser
atacada hasta por los más ortodoxos. Lo que es característico de Wicleff es el
argumento, medio feudal, medio teológico con en el que fundamenta su ataque
al clero y a los monjes., aunque era en parte tomado prestado de Richard Fitz-
Ralph, un maestro de Oxford, que desde entonces había llegado a ser arzobispo
de Armagh. Fitz-Ralph había sido enemigo de los mendicantes, pero Wicleff
encontró en su teoría del «señorío» una forma conveniente y novedosa de for-
mular el antiguo principio anárquico de que no se debe respeto alguno a los
mandatos de la propiedad de los malos. «Dominion is founded in grace», frase
que resume el argumento y dominium, hay que recordar, es una palabra que se
puede decir que contiene toda la teoría feudal porque significa al mismo tiempo
soberanía y propiedad. «Dominion», «señorío» pertenecen solamente a Dios.
Cualquier señorío de una criatura se le quita a Dios y es pecado, porque un
pecado mortal es una alta traición a Dios, El Señor Supremo. Fitz-Ralph había
utilizado este argumento para justificar la distinción entre «propiedad» y «uso»
que los franciscanos moderados habían adoptado y rechazado los extremistas.
Wicleff sin embargo, lo bajó a la plaza del mercado al aplicarlo a las posesiones
clericales. Y fue más allá de lo que le autorizaba el argumento porque vino a
sostener que ningún monje o clérigo, ni aunque fueran justos, podían tener
posesiones temporales sin pecar, y más aún, que era legal que los príncipes les
privasen de los que retenían ilegalmente.
Lógicamente la doctrina de Wicleff sobre el señorío podía aplicarse a los
señores temporales y espirituales, pero él no dio este paso y no contribuyó in-
tencionalmente a la Revolución de los Campesinos de 1381. Pero los asaltos de
un hombre tan conocido a las propiedades de la iglesia deben haber animado
al movimiento (de lo que hay muchas evidencias) y los «pobres sacerdotes»,
que estaban menos conectados con laicos de posesión y propiedad, fueron más
allá que su maestro en dirección hacia el comunismo”. Disponible en: https://
ec.aciprensa.com/wiki/John_Wyclif.

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48 RIGOBERTO GERARDO ORTIZ TREVIÑO

de la llegada de los españoles a aquellas tierras, los indios eran


verdaderos dueños, tanto pública como privadamente”.20 Poste-
riormente, desarrolla siete títulos ilegítimos de la ocupación de
las Indias por los españoles: “Supuesto que eran verdaderos due-
ños, debemos examinar ahora con qué título pudieron los cris-
tianos apoderarse de aquella región. Primeramente, expondré
los títulos que podrían pretenderse, pero que no son idóneos ni
legítimos”.21 Los títulos ilegítimos son los siguientes:
1º El Emperador es Señor Universal.
2º Poder Temporal y Suprasoberano del Papa.
3º Ius-Inventionis.
4º El rechazo del Credo Cristiano por los indios.
5º Los pecados de los indios.
6º La elección coaccionada.
7º La predestinación divina.
Los dos primeros títulos no legítimos resultan de vital impor-
tancia en su época. Brading opina que “En unos cuantos sucin-
tos renglones, Vitoria refutó así las dos razones más comunmen-
te alegadas por defender los derechos especiales al Imperio de
América”.22 Veamos la contundencia de Vitoria al proponer las
siguientes afirmaciones: “El emperador no es señor de todo el
orbe”23 ni por derecho natural ni divino no de gentes. Posterior-
mente, señala que “El Papa no es señor temporal de todo el orbe,
si hablamos de dominio en sentido propio”.24 Lo que es bien sin-
tetizado por Verdross, como un principio fundamental en el pen-
samiento vitoriano: “Ni el papa ni el emperador poseen una pre-
tensión legítima al dominio del mundo, pues ni Dios ni los pueblos
les ha otorgado tal derecho”.25 La doctrina de Vitoria respecto

20
Vitoria, op. cit., p. 74.
21
Ibidem, pp. 74 y 75.
22
Brading, op. cit., p. 103.
23
Vitoria, op. cit., p. 74.
24
Ibidem, p. 84.
25
Verdross, op. cit., pp. 146-148.

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HERNÁN CORTÉS Y EL IUS GENTIUM... 49

del poder pontificio resultó audaz para su tiempo: “el Papa no


tiene poder temporal alguno sobre los indios bárbaros ni sobre los
otros Infieles; a los bárbaros que no quieren reconocer dominio
alguno del Papa no se les puede por eso hacer la guerra ni ocupar
sus bienes (...)”.26 Asimismo, los argumentos del discurso vitoriano
terminan por desacreditar el título que derivaba de la supuesta
donación pontificia en favor de Castilla y luego de la monarquía
hispánica, lo que en el fondo constituía una valiente oposición a
la doctrina de Enrique de Susa,27 tan invocada en el momento.
Quedaba desacreditada, por tanto, la tesis del ostiense, que reci-
taba aquello de Unum caput est tantum, scilicet papa, unus debet tantum
esse caput nostrum dominus spiritualium et temporalium.28 En cuanto al
título del ius inventionis o derecho de descubrimiento alegado por
España, en virtud de la máxima de Gayo: Quod nullius est, id naturali
ratione occupanti conceditur,29 Vitoria no tiene dudas para desecharlo:

Sobre este título, que es el terreno, no es necesario gastar muchas


palabras, pues, como probamos antes, eran verdaderos dueños,
tanto en el orden privado como en el orden público. Es un dere-
cho de gentes que se concedan los bienes que no son de nadie a

26 Zavala, Silvio, Las instituciones jurídicas en la conquista de América, México,


Porrúa,1988, p. 19.
27 “Beato Enrique de Segusio fue un canonista italiano del siglo XIII, a me-
nudo llamado «Hostiensis»; nació en Susa (en la antigua Diócesis de Turín); mu-
rió en Lyon el 25 de octubre de 1271. Se dedicó al estudio del derecho romano y
al derecho canónico en Bolonia, donde parece haber enseñado y haber hecho su
grado «utriusque juris». Enseñó derecho canónico en París, y pasó algún tiempo
en Inglaterra, de donde el rey Enrique III lo envió en una misión al Inocencio
IV. Luego se convirtió en preboste de Antibes, y capellán del Papa y pronto fue
promovido a la Sede de Sisteron (1244), luego a la Arquidiócesis de Embrun
(1250). Se convirtió en cardenal-obispo de Ostia y Velletri el 4 de diciembre de
1261, de ahí su nombre Hostiensis. Su salud lo obligó a dejar el cónclave que,
luego de una vacante de tres años en la Santa Sede, eligió al Gregorio X (1271-
1276)”, disponible en: https://ec.aciprensa.com/wiki/Beato_Enrique_de_Segusio.
28 Gómez Robledo, Antonio, Fundadores del derecho internacional (Vitoria, Gentili,
Suárez, Grocio), México, UNAM, 1989, p. 30.
29 Gai Institvtionvm Commentarivs Secundus, disponible en: https://www.thelatinli-
brary.com/gaius2.html.

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50 RIGOBERTO GERARDO ORTIZ TREVIÑO

aquel que los ocupa (...) Ahora bien, los bienes de los indios no
carecen de dueño; por tanto, no caen bajo este título (...) Es igual
que si ellos nos hubieran descubierto a nosotros.30

Los títulos cuarto y quinto también resultan innovadores


para su época. Vitoria es un precursor del moderno concepto
de libertad religiosa, que en el caso del magisterio católico sería
excelentemente expresado en el documento Dignitatis humanae del
Concilio Vaticano II. El burgalés consideró que la infidelidad no
menoscababa derechos dominiales, como tampoco los pecados
mortales de los naturales. El sexto título —la elección volunta-
ria— atacaba frontalmente al empleo del Requerimiento de Pa-
lacios Rubios. Vitoria es contundente al afirmar que al exponerse
el requerimiento, los indígenas estaban llenos de miedo e igno-
rancia, amén de que su contenido resultaba ilegítimo. El título
de la predestinación divina cae por su propio peso. Sin embargo,
Vitoria admite siete títulos y un octavo dudoso:
1º La sociedad internacional natural y el consiguiente dere-
cho a la comunicación.
2º La predicación del cristianismo.
3º La protección de los conversos.
4º Dar un príncipe cristiano a los conversos.
5º Defensa de los inocentes (sacrificios humanos y antropo-
fagia).
6º Elección verdadera, voluntaria.
7º Alianzas voluntarias.
Dudoso: La amencia de los naturales.
Tales ideas convirtieron a Francisco de Vitoria en el padre
del derecho internacional moderno.31 En cuanto la Relectio de In-
dis, Vitoria concluye lo que sigue:
De toda la discusión parece seguirse que si faltaran todos estos
títulos, de tal modo que los bárbaros no dieran ningún motivo

30
Vitoria, op. cit., p. 84.
31
Gómez Robledo, op. cit.

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HERNÁN CORTÉS Y EL IUS GENTIUM... 51

para guerra justa ni quisieran tener príncipes españoles, etcétera,


cesaría toda expedición y comercio, con gran perjuicio de los es-
pañoles, y aun vendría gran detrimento al interés del príncipe, lo
que no sería tolerable.
Se responde, primero: el comercio no conviene que cese, por-
que, como ya se ha declarado, son muchas las cosas que abundan
entre los bárbaros y que por cambio pueden venir a los españoles;
y hay también otras muchas que éstos tienen abandonadas o que
son comunes a todos los que las quieren ocupar. Y los portugueses
tienen gran comercio con gentes semejamos, a las que no some-
tieron, y con gran provecho.
Segundo, las rentas del rey acaso no fueren menores. Pues
equitativa y justamente puede imponer tributo sobre el oro y pla-
ta que se traiga de los bárbaros, ya sea la quinta parte o aun
mayor, según la calidad de la cosa, por la razón de que la nave-
gación fue descubierta por el príncipe y por su autoridad están
protegidos los mercaderes.
Tercero, es claro que, una vez que allí se ha producido la
conversión de muchos bárbaros, no sería conveniente ni lícito al
príncipe abandonar enteramente la administración de aquellas
provincias.32

Carlos V se inquietó con el problema, y nunca tuvo una solu-


ción clara para éste. Lo cierto es que América pasó a dominio de
Castilla-León por conquista, alianzas y ulterior plebiscito. Ante
los hechos consumados y la destrucción de toda autoridad preco-
lombina, los nativos tuvieron que sujetarse a la Corona española,
aunque hubo casos excepcionales, y estos son los más descollan-
tes, de expresa aceptación, como sucedió con los tlaxcaltecas y
cempoaltecas al formar una milicia para enfrentar a los mexicas.
Se trató de alianzas acordes al ius gentium vigente:

15. Otro título puede ser por la tiranía, o de los mismos se-
ñores de los bárbaros, o también por las leyes tiránicas que inju-
rian a los inocentes, sea porque sacrifican a hombres inocentes

32
Vitoria, op. cit., p. 105.

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52 RIGOBERTO GERARDO ORTIZ TREVIÑO

o porque matan a otros sin culpa para comer sus carnes. Digo
también que sin autoridad del Pontífice pueden los españoles pro-
hibir a los bárbaros toda costumbre y rito nefasto, porque pueden
defender a los inocentes de una muerte injusta. Esto se prueba,
porque Dios mandó a todos cuidar de su prójimo, y todos ellos
son prójimos; luego cualquiera puede defenderles de tal tiranía y
opresión, y esto corresponde sobre todo a los príncipes. También
se prueba por Prov. 24, 11: «Salva a los que lleven a la muerte, y a
los que son llevados al degolladero no dejes de librarlos.» Esto no
solo se entiende del acto de ser conducidos a la muerte, sino que
también pueden obligar a los bárbaros a que cesen en tal rito; y si
no quieren, por esta razón pueden hacerles guerra y perseguirles
con los derechos de guerra. Y si de otra manera no puede quitar-
se el sacrílego rito, pueden cambiar a los señores e introducir un
nuevo principado... Y no obsta que todos los bárbaros consientan
en estas leyes y sacrificios, y no quieran ser librados de ello por los
españoles; pues en esto no son de tal modo sui iuris que puedan
entregarse a si mismos o a sus hijos a la muerte. Y este puede ser
el quinto título legítimo.
16. Otro título puede ser, por verdadera elección voluntaria
como si estos bárbaros, comprendiendo la prudente administra-
ción y la humanidad de los españoles, quisieran en adelante tomar
como príncipe al rey de España, tanto los señores como los otros.
Pues esto puede hacerse y sería titulo legítimo y de ley natural. Pues
cada República puede constituir para sí a su señor, sin que para
ello sea necesario el consentimiento de todos, ya que parece bastar
el consentimiento de la mayor parte; pues como en otra parte se
discutió, en lo que afecta al bien de la República se observa lo que
se establece por la mayor parte, aunque otros lo contradigan, pues
en otro caso nada podría hacerse en utilidad de la República, por
ser difícil que todos convengan en una opinión. De donde, si en
alguna ciudad o provincia la mayor parte fueren cristianos y ellos,
en favor de la Fe y por el bien común, quieren tener un príncipe
cristiano, creo que pueden elegirlo, aun con la oposición de otros,
dejando a los otros señores infieles. Y digo, que pueden elegir prín-
cipe no sólo para ellos, sino para toda la República...33

33
Ibidem, pp. 102 y 103.

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HERNÁN CORTÉS Y EL IUS GENTIUM... 53

El mejor testimonio de las atrocidades perpetradas por los


mexicas fue el franciscano Toribio de Benavente (1482-1569), de
nombre religioso Motolinía,34 quien en 1555 había desmontado
las calumnias de Bartolomé de las Casas contra Cortés, mediante
una extensa carta al Emperador Carlos V:

Tres cosas principalmente me mueven a escribir ésta a V. M., y


creo serán parte para quitar parte de los escrúpulos que el de las
Casas, Obispo que fue de Chiapa, pone a V. M. y a los de vuestros
Consejos, y más con las cosas que ahora escribe y hace imprimir:
la primera será hacer saber a V. M. como el principal señorío
de esta nueva España cuando los Españoles en ella entraron, no
había muchos años que estaba en México o en los Mexicanos, y
cómo los mismos Mexicanos lo habían ganado o usurpado por
guerra; porque los primeros i propios moradores de esta nueva
España era una gente que se llamaba Chichimecas y Otomíes,
y estos vivían como salvajes, que no tenían casas sino chozas y
cuevas en que moraban: estos ni sembraban ni cultivaban la tie-
rra, mas su comida y mantenimiento eran hierbas y raíces, y la
fruta que hallaban por los campos, y la caza que con sus arcos y
flechas cazaban seca al sol la comían; y tampoco tenían ídolos ni
sacrificios, más de tener por dios al Sol, e invocar otras criaturas:
después de éstos vinieron otros indios de lejos tierra que se llama-
ron de Culhua, estos trajeron maíz y otras semillas y aves domés-
ticas; estos comenzaron a edificar casas y cultivar la tierra, y a la
desmontar; y como éstos se fuesen multiplicando y fuese gente de
más habilidad y de más capacidad que los primeros habitadores,
poco a poco, se fueron enseñoreando en esta tierra que su propio
nombre es Anáhuac: después de pasados muchos años vinieron
los Indios llamados Mexicanos, y este nombre lo tomaron o les
pusieron por un ídolo o principal dios que consigo trajeron, que
se llamaba Mexitie, y por otro nombre se llama Texcatlicupa; y

34 Adoptó el nombre de Motolinía, en virtud de que los indígenas le reco-


nocían su pobreza material. Motolinía proviene de la lengua náhuatl cuyo sig-
nificado es “que es pobre o que se aflige”. Las comparaciones son odiosas, pero
fray Bartolomé de las Casas O.P. jamás recibió un calificativo así, que implicaba
una especie de reconocimiento moral de los indígenas.

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54 RIGOBERTO GERARDO ORTIZ TREVIÑO

este fue el ídolo o demonio que más generalmente se adoró por


toda esta tierra, delante el cual fueron sacrificados muy muchos
hombres: estos Mexicanos se enseñorearon en esta nueva España
por guerras; pero el señorío principal de esta tierra primero estu-
vo por los de Culhua en un pueblo llamado Culhuacan, que está
dos leguas de México; y después también por guerras estuvo el
señorío en un señor y pueblo que se llama Ascapulco (Azcapot-
zalco), una legua de México (…).35

La realidad histórica demuestra que la Relectio vitoriana se


impuso de manera parcial dentro del debate indiano. Sobre todo,
tales ideas llegarían a su madurez práctica en las Ordenanzas
de descubrimientos, nueva población y pacificación de las In-
dias de 1573, mediante la influencia del presidente del Consejo
de Indias, Juan de Ovando. Vitoria concluye que, dado el gran
número de conversos al cristianismo, no le es lícito al emperador
español abandonar la empresa americana. Por otra parte, el de-
recho internacional público tiene que hacer frente a situaciones
de hecho, y a menudo actúa a posteriori, es decir, que la comuni-
dad internacional reconoce la existencia de un Estado. La incor-
poración de América a Castilla-León fue un hecho consumado,
y a la luz del ius gentium quedó firme su dominio:

Francisco de Vitoria está seguro de haber encontrado unos ca-


minos verdaderos (en su relectio De Indis), y en sí mismo absolutos,
pero, como todas las normas morales, tienen que tener en cuenta
las diversas circunstancias de las situaciones humanas para su cer-
tera o legítima o justa aplicación. Esto les será difícil de advertir
a los conquistadores, pero para eso están los asesores moralistas
o teólogos.

35
“Carta de Fray Toribio de Motolinía al Emperador Carlos V, 2 de enero
de 1555”, en Colección de documentos para la historia de México, t. I, Publicada por
Joaquín García Icazbalceta. Edición digital a partir de la edición de Joaquín
García Icazbalceta, México, Librería de J. M. Andrade, 1858. Edición facsímil:
México, Porrúa, 1980. Digitalizado por Cervantes Virtual en: http://www.cer-
vantesvirtual.com/servlet/SirveObras/68048408217915506322202/index.htm.

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HERNÁN CORTÉS Y EL IUS GENTIUM... 55

La piedra de toque en toda su argumentación ha sido para Vi-


toria el derecho natural y el de gentes; ésta es la cantera que ofre-
ce a las futuras generaciones. Sus discípulos corregirán algunas
de sus aplicaciones, pero eso no quita mérito a su descubrimiento,
que va a estar presente en toda su escuela, y que se muestra igual-
mente válido para nuestros días.36

V. Conclusiones

Si bien es cierto que Hernán Cortés no fue nombrado virrey de la


Nueva España, el emperador Carlos le concedió el marquesado de
Oaxaca, que no fue título menor, sino signo de honra y gratitud
de un hombre del Imperio más grande que ha visto la historia, y
cuyo ordenamiento jurídico y celo apostólico sigue siendo ejem-
plar. El emperador Carlos buscó respuestas teológico-morales so-
bre la legitimidad del dominio español en el Nuevo Mundo, con-
tando, como principal basa, a la Escuela de Salamanca, donde
destacaban pensadores como Domingo de Soto y Francisco de
Vitoria. De conformidad con el ius gentium vigente, la alianza entre
tlaxcaltecas y Hernán Cortés fue el título que prevaleció.

36 Hernández, Ramón, Francisco de Vitoria. Vida y pensamiento internacionalista,


Madrid, Bac, 1995, p. 341. Véase “(…) cuando ante el hecho del Descubrimien-
to Francisco de Vitoria se planteó la cuestión de los títulos jurídicos que podían
legitimar la presencia de los españoles y su dominio sobre nuevos territorios y
sus poblaciones (en su Relectio de Indis recenter inventis, de 1539), no sólo abordó el
problema ético de la conquista sino que, además, contribuyó decisivamente a
la creación del moderno Derecho internacional al rechazar los títulos tradicio-
nales y, en particular, la pretendida autoridad universal del Pontífice. De este
modo, al afirmar el derecho natural de los autóctonos a constituir sociedades
políticas independientes y no admitir otro título que el ius communicationis, Fran-
cisco de Vitoria y la escuela de teólogos y juristas que se conoce con el nombre
de Escolástica española sentaron las bases de una concepción universal de la
comunidad internacional, constituida por Estados soberanos e independien-
tes”. Carrillo Salcedo, José Antonio, El derecho internacional en perspectiva histórica,
Madrid, Tecnos, 1991, p. 17.

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56 RIGOBERTO GERARDO ORTIZ TREVIÑO

VI. Bibliografía

“Beato Enrique de Segusio”, disponible en: https://ec.aciprensa.


com/wiki/Beato_Enrique_de_Segusio.
“Carta de Fray Toribio de Motolinía al Emperador Carlos V, 2 de
enero de 1555”, Colección de documentos para la historia de México, t. I,
Publicada por Joaquín García Icazbalceta. Edición digital a partir
de la edición de Joaquín García Icazbalceta, México, Librería
de J. M. Andrade, 1858. Edición facsímil: México, Porrúa, 1980.
Digitalizado por Cervantes Virtual en: http://www.cervantesvirtual.
com/servlet/SirveObras/68048408217915506322202/index.htm.
“John Wycliff”, disponible en: https://ec.aciprensa.com/wiki/John_
Wyclif.
Alfonso X, Las Siete Partidas, Alfonso X El Sabio. El libro del fuero de
las Leyes, edición de José Sánchez-Arcilla, p. I, ley 10, Madrid,
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Brufau Prats, Jaime, “Domingo de Soto y su relección «De
Dominio»” en La Escuela de Salamanca ante el descubrimiento del Nuevo
Mundo, Salamanca, Editorial San Esteban, 1989.
Bueno, Gustavo, “Imperios depredadores / Imperios generadores:
Dialéctica entre fines particulares (moleculares) / fines del
Imperio (molares)”, disponible en: https://www.filosofia.org/
filomat/df723.htm.
Carrillo Salcedo, José Antonio, El derecho internacional en
perspectiva histórica, Madrid, Tecnos, 1991.
Díaz del Castillo, Bernal, Historia verdadera de la conquista de la
Nueva España, Madrid, Historia 16, 1984.
Gai Institvtionvm Commentarivs Secundus disponible en: https://www.
thelatinlibrary.com/gaius2.html.
García Gallo, Alfonso, “Génesis y desarrollo del derecho
indiano”, en Icaza Dufour, Francisco de (coord.), Recopilación

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HERNÁN CORTÉS Y EL IUS GENTIUM... 57

de las leyes de los reynos de las Indias, Estudios Histórico-Jurídicos,


México, Miguel Ángel Porrúa Editor, 1987.
Gómez-Robledo, Antonio, Fundadores del derecho internacional
(Vitoria, Gentili, Suárez, Grocio), México, UNAM, 1989.
Hernández, Ramón, Francisco de Vitoria. Vida y pensamiento inter-
nacionalista, Madrid, Bac, 1995.
Lalinde Abadía, Jesús, “El régimen virreino-senatorial en Indias”,
Anuario de Historia del Derecho Español, 37, Madrid, 1967.
Martínez Martínez, Faustino José, “Acerca de la recepción del
ius commune en el derecho de Indias. Notas sobre las opiniones
de los juristas indianos”, Anuario Mexicano de Historia del Derecho,
15, México, 2003.
Martínez, José Luis, Documentos cortesianos III: 1528-1532,
secciones V a VI (primera parte), México, Fondo de Cultura
Económica-UNAM, 1994.
Martínez, José Luis, Hernán Cortés, México, Fondo de Cultura
Económica, 2013.
Ordenanzas Reales para el buen regimiento y tratamiento de los Indios (Leyes
de Burgos), concedidas el 27 de enero de 1512 para la isla Española; el
23 de enero 1513 para las islas de Puerto Rico. Ordenanzas reales sobre
los indios (las leyes de 1512-13), estudio y edición por Antonio
Muro Orejón, Sevilla, Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1957.
Verdross, Alfred, La filosofía del derecho del mundo occidental. Visión
panorámica de sus fundamentos y principales problemas, México,
UNAM, Instituto de Investigaciones Filosóficas, 1986.
Vitoria O. P., Francisco de, Doctrina sobre los indios, ed. facsimilar,
transcripción y traducción de Ramón Hernández (Los dominicos
y América), Salamanca, Editorial San Esteban, 1989.
Walsh, William Thomas, Isabel de España, traducción de Gloria
Esteban Villar, Madrid, Palabra, 1993.
Zavala, Silvio, Las instituciones jurídicas en la conquista de América,
México, Porrúa,1988.

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EL RESCATE DE JERÓNIMO DE AGUILAR


EN EL INTERROGATORIO GENERAL
PRESENTADO POR HERNÁN CORTÉS
PARA EL EXAMEN DE LOS TESTIGOS
DE SU DESCARGO (1534)

Carlos Conover Blancas*

Sumario: I. Introducción. II. El juicio de residencia de


Hernán Cortés. III. El rescate de Jerónimo de Aguilar en el
“Interrogatorio general…” de Hernán Cortés. IV. Conclusio-
nes. V. Bibliografía.

I. Introducción

Antes de desembarcar en las playas de Veracruz, Hernán Cortés


procuró incorporar a su hueste a unos náufragos que vivían en
la península de Yucatán. Tras su arribó a la isla de Cozumel,
durante los últimos días de febrero y los primeros de marzo de
1519, el conquistador concertó el auxilio de unos comerciantes
mayas locales para buscar a los infortunados en los diferentes
cuchcabales de la región. Uno de sus principales motivos era con-
tar con españoles que conocieran el “secreto de la tierra”, es de-
cir, la lengua, la cultura, la geografía humana, la geografía física
y la política de las tierras recién descubiertas. Pero la otra moti-
vación trascendental que impulsó sus acciones era cumplir uno

*
Instituto de Investigaciones Filológicas, Universidad Nacional Autónoma
de México.

59

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60 CARLOS CONOVER BLANCAS

de los principales deberes de todo cristiano del reino de Castilla:


el rescate de cautivos.
De manera general, puede plantearse que el cautivo era el
cristiano esclavizado por los musulmanes tras una acción bélica,
una cabalgata, una razzia, una acción pirata, o cualquier otro
medio. Posteriormente, era llevado a algún Estado musulmán,
donde vivía en las condiciones de privación de la libertad y, la
mayoría de las veces, de servidumbre. El cautivo podía recuperar
su libertad si se realizaba el pago de un rescate o era intercambia-
do por un cautivo musulmán en tierras cristianas.1
Los náufragos de Yucatán fueron catalogados por sus con-
temporáneos a través de la categoría jurídica del “cautivo” des-
de el inicio de la conquista de México-Tenochtitlan.2 El prime-
ro en realizarlo fue Diego Velázquez de Cuéllar, gobernador de
la isla de Cuba, en la “Instrucción” destinada a Hernán Cor-
tés, hecha en Santiago de Cuba y firmada el 23 de octubre de
1518. Declaró en el documento que el rescate de los cautivos
era uno de los motivos principales para enviar la expedición,
y dio a su capitán general unas instrucciones precisas para su

1 Para más información sobre la materia véase Martínez Torres, José An-
tonio, Prisioneros de los infieles. Vida y rescate de los cautivos cristianos en el Mediterráneo
musulmán (siglos XVI-XVII), Barcelona, Bellaterra, 2004, 224 p.
2 No se conoce con certeza el número de náufragos españoles que vivían
en la península de Yucatán a inicios de 1519. Procedían del Darién, en el istmo
panameño, y habían naufragado en el litoral de Jamaica a inicios de 1512. Los
mayas de la costa oriental de Yucatán los repartieron entre sí y probablemente
sacrificaron a algunos. Tampoco se sabe con certeza cual fue la categoría social
en la cual vivieron dentro de la sociedad maya yucateca del posclásico terminal.
Jerónimo de Aguilar, el único que pudo incorporarse a la hueste muy proba-
blemente fue un h-k’os, es decir, una especie de sirviente. Mientras que Gonzalo
Guerrero, el otro náufrago que pasó a la historia, fue un hombre libre y un
guerrero. Por tanto, no debe entenderse el “cautiverio” como la realidad de sus
vivencias entre los mayas, sino como la interpretación que hicieron sus con-
temporáneos sobre ellas bajo la luz de la categoría del derecho castellano del
“cautivo”. Para más información véase Conover Blancas, Carlos, Del buen cautivo
y del mal salvaje: naufragios y cautiverios de Jerónimo de Aguilar, México, UNAM/CE-
PHCIS, 2013, pp. 83-94, 117-123.

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EL RESCATE DE JERÓNIMO DE AGUILAR... 61

liberación.3 Posteriormente, el cabildo de la Villa Rica de la


Vera Cruz también catalogó a los náufragos de Yucatán como
cautivos, en su carta al emperador, escrita en la Villa Rica de
la Vera Cruz el 10 de julio de 1519.4
Más de quince años después, cuando la conquista de Méxi-
co-Tenochtitlán había culminado, y Jerónimo de Aguilar, el úni-
co español rescatado en Yucatán había muerto, Hernán Cortés
incluyó el tema de los náufragos de 1519 en su interrogatorio
general para sus testigos de descargo, como parte de su juicio de
residencia.5 El presente capítulo desea comprender cuales fueron
3 Velázquez de Cuéllar, Diego, “Instrucción que dio el Adelantado Diego
Velázquez a Hernán Cortés, que iba por capitán de la armada que se despachó
para las islas y tierra nuevamente descubiertas en la mar océano, fecha en la
isla Fernandina a 23 de octubre”, Santiago de Cuba, 23 de octubre de 1528, en:
Martínez, José Luis, Documentos cortesianos, México, Fondo de Cultura Económi-
ca,1991-1992, vol. I, pp. 47-48 y 53. Por otra parte, para todos los detalles sobre
el viaje de Hernández de Córdova véase León Cázares, María del Carmen y
Carlos Conover Blancas (eds.), Encuentros y desencuentros en las costas del Yucatán
(1517), México, UNAM, Instituto de Investigaciones Filológicas/Centro de Es-
tudios Mayas, 2020, 187 p. Mientras que, para todos los detalles del viaje de
Grijalva, véase Ortiz Lanz, José Enrique, Las verdaderas historias del descubrimiento
de la Nueva España. Hernández de Córdova y Grijalva.1517-1518, México, Cámara
de Diputados, LXIII Legislatura, 2018, pp. 89-255.
4 Cortés, Hernán, Cartas de relación, 22a. ed., México, Porrúa, 2004, p. 14.
Por otra parte, para todos los detalles sobre la organización del primer ayun-
tamiento de la Nueva España, véase Martínez Martínez, María del Carmen,
Veracruz 1519. Los hombres de Cortés, León, Universidad de León, 2013, 303 pp.
5 Jerónimo de Aguilar nació hacia 1490 en Écija, Andalucía. Alcanzó el
grado clerical de diácono, pero en lugar de seguir una carrera eclesiástica,
acompañó a Marcos de Aguilar, alcalde mayor del gobernador de Indias, Diego
Colón, rumbo a La Española en 1509. Aguilar, de espíritu aventurero, aban-
donó la casa de su protector para participar en una expedición que deseaba
colonizar la gobernación de Veragua, establecida en las tierras de América cen-
tral. Los conquistadores sufrieron uno de los peores desastres de la colonización
española del siglo XVI. Los sobrevivientes se instalaron en el pueblo del Darién
(Panamá) bajo el liderazgo de Vasco Núñez de Balboa. Aguilar formó parte de
la tripulación de una nave enviada por Balboa a La Española para solicitar la
ayuda del gobernador Diego Colón a inicios de 1512. Pero nunca llegó a su des-
tino, pues el bergantín que lo transportaba naufragó en las aguas de Jamaica.
La corriente del Caribe llevó a los náufragos a la península de Yucatán, donde

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62 CARLOS CONOVER BLANCAS

las intenciones del conquistador para rememorar aquel pasaje de


su vida pública como parte de su estrategia de defensa jurídica.

II. El juicio de residencia


de Hernán Cortés

El juicio de residencia fue un procedimiento del derecho castellano


que permitía juzgar a los funcionarios públicos tras el final de su
gestión. Su objetivo era vigilar la conducta de las autoridades y
posibilitar que, de forma oportuna y en el espacio de residencia
del oficial, se conocieran y castigaran sus actos indebidos. El juez
responsable de ejecutar el juicio debía hacerlo público durante dos
meses, para que todos los posibles agraviados pudieran concurrir.
Por lo general, se hacían interrogatorios para que los declarantes
convocados tanto por la parte acusadora como por la parte defen-
sora contestaran bajo juramento de decir la verdad. Tras finalizar
todas las averiguaciones, el expediente, que podía ser de cientos de
fojas, se cerraba y se enviaba al Consejo de Indias. Dicho órgano
colegiado dictaba la sentencia y declaraba el juicio por terminado.6

los mayas salvaron sus vidas Los naturales repartieron a los infortunados entre
las diferentes unidades políticas de la región, por lo que Jerónimo de Aguilar
se transformó en sirviente de un sacerdote pagano del macroasentamiento Tu-
lum-Tancah. Siete años después, Jerónimo de Aguilar logró incorporarse a la
expedición de Hernán Cortés cuando su armada estaba en la isla de Cozumel.
El náufrago se desempeñó como intérprete durante la conquista del imperio
mexica al lado de la famosa Malintzin. Tras el triunfo sobre los mexicas, se casó
con Elvira Toznenitzin, una mujer noble del señorío tlaxcalteca de Tepeyanco,
y gozó de varias encomiendas. No se conoce con certeza la fecha de su muerte,
pero ocurrió entre 1530 y 1535. Para todos los detalles sobre el rescate de Agui-
lar, véase Conover, cit., pp. 95-103.
6 Este tipo de juicio tuvo sus orígenes en el derecho romano, y fue definido
en las Siete Partidas del rey Alfonso X. De manera más específica, fue abordado
en la partida 3, título 4, ley 6. Las Siete Partidas de Alfonso El Sabio, Guadala-
jara, Colegio de Notarios del Estado de Jalisco, 2009, p. 103, versión digital
disponible en: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/8/3588/2.pdf. El
juicio de residencia fue regulado posteriormente por otras leyes, entre las cuales
destacan el Ordenamiento de Alcalá de 1348, las Cortes de Toledo de 1480 y

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EL RESCATE DE JERÓNIMO DE AGUILAR... 63

La Corona envió a Luis Ponce de León como gobernador de


la Nueva España y responsable de realizar el juicio de residencia
de Hernán Cortés a inicios de 1526. El conquistador tenía poco
tiempo de retornar de su duro viaje al golfo de Honduras, destino
al cual marchó en 1524 tras conocerse la rebelión de Cristóbal de
Olid.7 Sorpresivamente, Ponce murió en julio de 1526, y su su-
cesor, el licenciado Marcos de Aguilar, aplazó el inicio del juicio.
La Corona lo reabrió en 1528, cuando se organizó la primera
Audiencia de la Nueva España. Nuño de Guzmán, presidente del
nuevo cuerpo y enemigo del conquistador, agilizó su ejecución.
De modo paralelo, por una cédula firmada el 5 de abril de 1528
Cortés fue convocado por el emperador, para que su presencia en
la Nueva España no obstaculizara el proceso.
Se formuló un interrogatorio general de 53 preguntas para
juzgar a Hernán Cortés. Unas 38 preguntas abordaron asuntos
públicos de administración, gobierno, hacienda y justicia, por lo
que son conocidas como el “Interrogatorio general”. Otras 15
preguntas trataron tanto asuntos de la vida privada como pública,
por lo que son conocidas como el “Capítulo secreto”. Unos 22
testigos se presentaron para rendir sus declaraciones acusatorias,
llamadas “de cargo” en la época, entre el 23 de enero y el 7 de
abril de 1529; entre los cuales puede mencionarse a Bernardino
Vázquez de Tapia, Gonzalo Mejía y el mismo Jerónimo de Agui-
lar. También, durante abril se convocaron a noventa personas,
entre las cuales figuraron varios de los veintidós declarantes origi-
nales, para abundar en ciertos puntos. Gracias a sus testimonios,
se registraron los cargos contra Cortés el 8 de mayo de 1529.
Los procuradores para la defensa de Hernán Cortés fueron
Diego de Ocampo, Juan Altamirano y García de Llerena. Hicie-

la Pragmática para Corregidores y Jueces de Sevilla de 1500. Bolio Ortiz, Juan


Pablo, “Origen del juicio de residencia. El caso de Hernán Cortés”, Antrópica.
Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, vol. 5, núm. 9, 2019, pp. 218 y 219.
7 Martínez Martínez, María del Carmen, “De Tenochtitlan a las Hibueras:
la quinta carta de relación de Hernán Cortés”, e-Spania: Revue Interdisciplinaire d’
Études Hispaniques Médiévales et Modernes, núm. 26, febrero de 2017, disponible
en: https://journals.openedition.org/e-spania/26346.

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64 CARLOS CONOVER BLANCAS

ron constar las irregularidades en el juicio en un primer docu-


mento dirigido a la Audiencia, fechado el 13 de mayo de 1529.
Denunciaron que todos los declarantes para la formulación de
los cargos eran enemigos conocidos públicamente del conquista-
dor. De igual modo, destacaron que habían pasado los 90 días del
plazo del juicio y que el acusado estaba ausente. Posteriormente,
en septiembre de 1529, recusaron a los tres jueces porque eran
parciales, debido a que tenían pleitos personales contra Cortés.
Además, García de Llerena entregó a la Audiencia los “descar-
gos”, es decir, los argumentos a favor del procesado, el 12 de oc-
tubre de 1529.
La reina Juana I ordenó a los integrantes de la primera Au-
diencia, por medio de una real cédula, que el expediente del jui-
cio fuera remitido al Consejo Real y Supremo de Indias el 22 de
marzo de 1530. Cabe mencionar que, de modo paralelo al jui-
cio de residencia, el conquistador afrontó otros procesos, siendo
el más importante el juicio por el posible asesinato de Catalina
Xuárez Marcaida, su primera esposa.8
Como un príncipe triunfante que encabezaba toda una corte,
Hernán Cortés retornó a la Nueva España a mediados de 1530.9
Ostentaba el título nobiliario de Marqués del Valle, había recibi-
do aproximadamente 23,000 indígenas, y negoció exitosamente
el permiso para explorar la Mar del Sur.10 De hecho, a partir de
1532 se dedicó a la organización de expediciones de descubri-
miento por el Pacífico más allá de los límites de la Nueva Galicia.11

8 Ilarregui,Gladys, “La amortajada: Catalina Xuárez la marcaida, Nueva


España 1522”, IUS. Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla A.C., núm. 20,
2007, pp. 312-325.
9 Martínez Martínez, María del Carmen, “Hernán Cortés, entre dos mun-

dos (1485-1547)”, Péndulo: Revista de Ingeniería y Humanidades, núm. 29, 2018, p. 70.
10 Miralles Ostos, Juan, Hernán Cortes: inventor de México, México, Tusquets,
2001, publicación en formato electrónico disponible en línea.
11 El mismo conquistador se embarcó en 1535 rumbo al Septentrión, y fun-
dó un establecimiento en la bahía de La Paz (Baja California Sur). Para todos
los detalles sobre los viajes cortesianos al Pacífico véase León-Portilla, Miguel,
Hernán Cortés y la Mar del Sur, 2a. ed., Madrid, Algaba Ediciones, 2005, 214 p.

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EL RESCATE DE JERÓNIMO DE AGUILAR... 65

En lo referente a su juicio de residencia, Cortés solicitó a la


Corona, permiso para entregar nuevas declaraciones de sus testi-
gos de defensa en octubre de 1533. El conquistador, seguramen-
te auxiliado por sus abogados y conquistadores leales, elaboró
un “Interrogatorio general” para los testigos de su descargo.12 El
documento consta de 380 preguntas, que tenían el objetivo de
confirmar un relato común sobre la actuación pública y privada
de Hernán Cortés tanto durante la conquista del imperio mexica
como en los años iniciales de la Nueva España.13
La conquista de México-Tenochtitlan es abordada en el “In-
terrogatorio general…” de la pregunta 19 a la 172. El tema en
el cual se abundó más fue la confrontación con la expedición
comandada por Pánfilo de Narváez, al cual se dedicaron 45 pre-
guntas. De manera general, las materias abordadas en el cuestio-
nario fueron las siguientes: los preparativos de la expedición en
Cuba durante 1518 y 1519 (preguntas 19 a 36); la travesía de la
armada por Cozumel y Yucatán, así como el rescate de Jerónimo
de Aguilar (preguntas 37 a 52); el arribo a la desembocadura del
Grijalva, la batalla de Centla y la posterior pacificación de los
mayas chontales (preguntas 53 a 79); el desembarco en Veracruz
y la determinación de poblar la nueva tierra (preguntas 80 a 91);
la alianza con los totonacas, así como las conquistas de Tlaxcala
y Cholula (preguntas 92 a 94); la llegada a México-Tenochtitlan,
la amistad con Moctezuma y su vasallaje a Carlos I de Espa-
ña (preguntas 95 a 98); el enfrentamiento con Pánfilo de Narváez
(preguntas 99 a 144); problemas en el ayuntamiento de la Vera
Cruz (preguntas 145 y 146); los tesoreros Alonso Dávila y Gon-
12 El investigador José Luis Martínez nombró al documento como “Interro-
gatorio general presentado por Hernán Cortés para el examen de los testigos
de su descargo”, México, 1534, Martínez, José Luis (ed.), Documentos cortesianos,
México, UNAM/FCE, 2014, vol. 2, p. 221. Por otra parte, para un acercamien-
to al círculo cercano de Hernán Cortés véase Gimeno Gómez, Ana y Martí-
nez Martínez, María del Carmen, “Los amigos de Hernán Cortés”, en Nieto
Ibáñez, J. María (coord.), Lógos hellenikós: homenaje al profesor Gaspar Morocho Gayo,
León, Universidad de León, 2003, vol. 2, pp. 867-874.
13 Martínez, José Luis, Hernán Cortés, México, UNAM/FCE, 1990, p. 579.

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66 CARLOS CONOVER BLANCAS

zalo Mejía ( preguntas 147 y 148); la rebelión de los mexicas y


la huida de México-Tenochtitlan (preguntas 149-162); el refugio
en Tlaxcala y la campaña de Tepeaca (163-168), y, finalmente, la
reconstrucción de la Cuidad de México (preguntas 169 a 173).14
Hernán Cortés y sus defensores convocaron a 26 testigos para
responder al “Interrogatorio general…”. El licenciado Alonso
Maldonado, oidor de la segunda audiencia, fue el responsable de
presidir las sesiones para escuchar y registrar sus declaraciones
entre el 21 de abril de 1534 y el 27 de agosto de 1535. Durante
cada una de las sesiones, que podían prolongarse hasta ocho ho-
ras, era necesario tomar el juramento del testigo, leerle cada una
de las preguntas, asentar sus respuestas y repetirle su declaración
para que la ratificara y firmara.
Los 25 convocados fueron personajes de un gran prestigio en
la naciente sociedad novohispana, entre conquistadores, religio-
sos y autoridades. A continuación se les nombra: Alonso de Villa-
nueva, Francisco Dávila, Luis Marín, Martín Vázquez, Juan de
Cáceres Delgado, Andrés de Tapia, Alonso de Navarrete, Fran-
cisco Flores, Alonso de la Serna, Juan López de Jimena, Gaspar
de Guernica, Francisco de Solís, bachiller Juan de Ortega, Fran-
cisco de Terrazas, Juan de Cuéllar Verdugo, Gonzalo Rodríguez
de Ocaña, Pero Rodríguez de Escobar, fray Toribio Motolinía,
fray Pedro de Gante, fray Luis de Fuensalida, Juan Jaramillo,
Francisco de Montejo, Francisco de Santa Cruz, Rodrigo de Se-
gura, Juan de Salcedo y Juan González de León.15
Las sesiones en las cuales se tomaron las declaraciones de los
testigos convocados por la defensa de Hernán Cortés constituye-
ron un gran suceso en la historia de la naciente Nueva España,

14 “Interrogatorio general…”, Martínez (ed.), Documentos cortesianos, vol. 2,


pp. 225-252.
15 Para más información sobre el juicio de residencia de Hernán Cortés
véase Martínez, José Luis, Hernán Cortés, cit., pp. 542-615; Manzo Robledo,
Francisco, Yo, Hernán Cortés: el juicio de residencia, Madrid, Editorial Pliegos, 2013,
429 p.

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EL RESCATE DE JERÓNIMO DE AGUILAR... 67

y un momento muy importante del juicio de residencia del con-


quistador.

III. El rescate de Jerónimo de Aguilar


en el “Interrogatorio general…”
de Hernán Cortés

Hernán Cortés seleccionó con cuidado los pasajes de la conquis-


ta de México-Tenochtitlan que preguntó a sus testigos de descar-
go durante su juicio de residencia. Guardó silencio sobre asun-
tos polémicos, como la masacre del Templo Mayor. En cambio,
abundó en otros episodios de la historia de la conquista. Uno de
ellos, precisamente, fue el rescate de Jerónimo de Aguilar, realiza-
do en la costa oriental de la península de Yucatán durante marzo
de 1519.
Como se mencionó en el apartado anterior, la estancia de la
armada en la isla de Cozumel y el rescate de Jerónimo de Agui-
lar fueron abordados en las preguntas 37 a 52 del “Interrogato-
rio…”. Dentro de la sección, la incorporación del náufrago a la
hueste cortesiana es tratada de la pregunta 45 a la 51. Las dos
primeras inquieren lo siguiente:

45. Ítem: si saben que los naturales desta isla dijeron e avisaron al
dicho don Hernando Cortés, quen la tierra que se llama Yucatán,
estaban dos cristianos que había mucho tiempo que habían apor-
tado allí en una barca, e que un señor de aquella tierra los ternía
e se servía dellos como cabtivos.
46. Ítem: si saben quel dicho don Hernando Cortés rogó a los
dichos indios de la dicha isla de Cozumel, que inviasen algunos
dellos en canoas a la otra tierra de Yucatán, e llevasen una ca-
sulla a aquellos cristianos que decían que allí estaban; los cuales
dijeron, que no osarían ir, porquel señor en cuyo poder estaban,
los mandaría matar si lo sopiese. E si saben quel dicho don Her-
nando Cortés les dio ciertas cosas de resgate, porque fuesen, e invió
con ellos un bergantín e dos barcas, los cuales estovieron en la

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68 CARLOS CONOVER BLANCAS

otra tierra de Yucatán seis días, esperando a aquellos mensajeros


volviesen, e como no volvieron, se vinieron.16

Posteriormente, en las preguntas 47 a 50 se narra cómo la


escolta que acompañó a los comerciantes de Cozumel a Yucatán
regresó a la isla cuando finalizó el plazo de espera. Cortés se vio
obligado a desistir de su intención de rescatar a los náufragos
porque no había un puerto en toda la costa oriental de la penín-
sula que fuera capaz de dar abrigo a la flota entera. Por tanto,
los barcos levaron anclas; pero tuvieron que regresar a la isla de
Cozumel poco después, porque la nave dirigida por Pedro de Al-
varado hizo agua. Cuando la armada estaba lista para partir de
nuevo, los vigías avistaron una canoa que se aproximaba a Co-
zumel. El capitán general envío a unos españoles y unos indios
para descubrir la identidad de aquellos navegantes, presintiendo
que se trataba de alguno de los náufragos. La pregunta 51 explica
lo sucedido:

51. Ítem: si saben que los dichos españoles e indios que fueron en
la canoa, llegaron a tierra e vieron que vernían en ella los mensa-
jeros que dicho don Hernando Cortés había inviado con la carta
a los españoles questaban captivos entre los indios, e con ellos el
uno de los dichos españoles, que se llamaba Gerónimo de Aguilar,
el cual vernía desnudo, con un arco e unas flechas en la mano, e
no les acertaba a hablar en nuestra lengua; e ansí le trujeron antel
dicho don Hernando Cortés; e deste español se sopo, como él e
otros se habían perdido atravesando dende la Tierra Firme a las
islas, en unos bajos que se llamaban las Víboras, cerca a la isla
de Jamaica, en un navío de un Francisco Niño, piloto, natural de
Moguer; e que en la barca se habían metido los quen ella copie-
ron, y el tiempo les había traído a la punta de Yucatán; e cuando
llegaron se habían muerto más de la mitad por la mar, e de sed e
de hambre, en la barca; e los que llegaron vivos, que serían hasta
ocho o nueve, llegaron tales, que si los indios no los remediaran,

16 “Interrogatorio general…”, Martínez (ed.), Documentos cortesianos, vol. 2,


pp. 230 y 231. Las cursivas son mías.

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EL RESCATE DE JERÓNIMO DE AGUILAR... 69

no escapara nenguno; e ansí murieron todos, ecebto dos, de los


cuales era éste, Gerónimo de Aguilar, el uno, y el otro, un Mo-
rales, el cual no había querido venir, porque ternía ya horadadas
las orejas, y estaba pintado como indio, e casado con una india, e
ternía hijos con ella.17

Como se mencionó previamente, Hernán Cortés incluyó


este tema en su interrogatorio general para demostrar que había
cumplido uno de los principales deberes de todo cristiano del rei-
no de Castilla: el rescate de cautivos.
Los juristas castellanos de la baja Edad Media consideraron
al cautivo como una persona digna de protección, que tenía una
serie de derechos y obligaciones como vasallo de su rey.18 Los
cautivos fueron definidos en las Siete Partidas, redactadas duran-
te el reinado de Alfonso X, llamado el Sabio (1221-1284).19 El títu-
lo XXIX de la partida segunda, llamado “De los cautivos y de sus
cosas”, está dedicado a ellos. El título está conformado por doce
leyes que regulan, principalmente, el rescate de los cautivos y la
disposición de sus bienes durante su ausencia.20 Conforme a la ley
17
Ibidem, vol. 2, pp. 231-232. Las cursivas son mías.
18
De hecho, los juristas castellanos de la Edad Media continuaron el dere-
cho romano de postliminium, es decir, aquel que buscaba “…el regreso a territo-
rio romano del cives prisionero, reco­brando la titularidad de todos los derechos
que le pertenecían antes del momento de la captura...”. Calderón Ortega, José
Manuel y Díaz González, Francisco Javier, “El rescate de prisioneros y cautivos
durante la Edad Media hispánica. Aproximación a su estudio”, Hid, núm. 38,
2011, pp. 11 y 12.
19 Una de las obras fundamentales para el estudio contemporáneo de las
Siete Partidas del rey Alfonso X es: García-Gallo, Alfonso, “El Libro de leyes de
Alfonso el Sabio”, Anuario de Historia del Derecho, tomo XXI-XXII, 1951-1952,
pp. 345-528. Por otra parte, cabe mencionar que los cautivos fueron tratados
en los fueros del reino de Toledo y Castilla la Nueva desde el siglo XII. Por
ejemplo, en el fuero de Toledo de 1166 se especificaba: “Y si algún cautivo cris-
tiano fuera canjeado por un cautivo moro, que no pague portazgo”. Chamocho
Cantudo, Miguel Ángel, Los fueros del reino de Toledo y Castilla la Nueva, Madrid,
Boletín Oficial del Estado, 2017, p. 48.
20 Para un análisis sobre el título XXIX de la segunda partida, y otras leyes
de las Siete Partidas relativas a los cautivos, véase Díaz González, Francisco

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70 CARLOS CONOVER BLANCAS

I, “Qué quiere decir cautivo y qué diferencia hay entre preso y


cautivo”, las definiciones de cautivo y preso eran las siguientes:

Cautivos y presos como ya que sean una misma cosa en cuanto


a forma de apresamiento, con todo eso hay gran diferencia entre
ellos, según las cosas que después les suceden; porque presos son
llamados aquellos que no reciben otro mal en sus cuerpos, sino
es preso en cuanto a forma de aquella prisión en que los tienen,
o si llevan alguna cosa de ellos por razón de gastos que hayan
hecho teniéndolos presos, o por daños que de ellos hayan recibido
queriendo por tanto tener enmienda. Pero con todo esto, no los
deben después matar por sorpresa, después que los tuvieren en su
prisión, ni darles pena, ni hacer otra cosa por cuál muera, excepto
si fuesen presos por razón de justicia.
Porque de otra manera no tuvieron por bien y por derecho los
Sabios Antiguos, que después que tuviesen preso al hombre que
matasen, no diesen gran tormento por cual hubiese de morir, ni
los pudiesen vender, ni servirse de él como de siervo, ni deshon-
rasen a su mujer delante de él, ni separasen a ella ni a sus hijos
de él para venderlos, separándolos unos de otros; pero esto se
entiende de los presos de una ley, así como cuando fuese guerra
entre cristianos.
Pero cautivos son llamados por derecho aquellos que caen en
prisión de hombres de otra creencia; porque estos los matan des-
pués que los tiene presos, por desprecio que le tienen a su ley, o los
atormentan de muy crudas penas, o se sirven de ellos como sier-
vos, poniéndolos a tales servicios que preferirían antes la muerte
que la vida; y sin todo esto, no son señores de lo que tienen, pa-
gándolo a aquellos que les hacen todos estos males, o los venden
cuando quieren. Y aún hacen mayor crudeza, porque separan
lo que Dios unió, así como marido y mujer que se hace por ley y
por casamiento; también separan la unión natural, así como hijos
de padres o madres, o hermanos de hermanos, o de los otros pa-
rientes que son como una sola sangre, y también los amigos que
es muy fuerte cosa de separar unos de otros; porque bien como

Javier, “La normativa sobre los prisioneros y los cautivos en la España cristiana
medieval”, Revista de Estudios Histórico-Jurídicos, XXXII, pp. 298-306.

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EL RESCATE DE JERÓNIMO DE AGUILAR... 71

la unión del amor pasa y vence el linaje y todas las otras cosas,
así es mayor la aflicción y el pesar cuando se separan. Donde por
todas estas aflicciones por otras muchas que sufren son llamados
con derecho: cautivos, porque esta es la mayor desgracia que los
hombres pueden tener en este mundo.21

Conforme a la definición, la diferencia entre preso y cautivo


no era menor. El preso era capturado por otros cristianos, mien-
tras que el cautivo lo era por personas que profesaban otra reli-
gión.22 Conforme a ello, el preso sufría la privación de la libertad,
mientras que el cautivo podía ser asesinado, torturado, separado
de su familia y sus amigos, vendido y ser utilizado como sirvien-
te. Los juristas castellanos consideraron al cautiverio “la mayor
desgracia que los hombres pueden tener en este mundo” porque,
acorde a la tradición jurídica romana, el cautivo se transformaba
en una cosa.23
Por tanto, la liberación de los cautivos era uno de los prin-
cipales deberes de los súbditos de la Corona de Castilla. La ley
II del mismo título, llamada “Cómo deben ser liberados los que
pemanecieren en cautiverio”, lo estableció con toda claridad. La
letra de la norma es la siguiente:

Liberar deben los hombres a los que permanecen en cautiverio


por cuatro razones: la primera porque complace mucho a Dios

21
Partida segunda, título XXIX, ley I. Las Siete Partidas de Alfonso El Sabio,
pp. 338 y 339, versión digital disponible en: https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv.
22 Cabe mencionar que las definiciones dadas en las Siete Partidas de “pre-
sos” y “cautivos” tuvieron un impacto en la historia de la lengua castellana.
La palabra “cautivo” se generalizó para nombrar al cristiano apresado por los
practicantes de otra religión. Chaulet, Rudy, “Figuras del cautivo: evolución del
uso de la palabra desde la Antigua Roma hasta la España moderna”, en Cam-
pagno, Marcelo et al. (eds.), Rapports de subordination personnelle et pouvoir politique
dans la Méditerranée antique et au-delà. Buenos Aires, du 31 août au 2 septembre 2011.
Actes du XXXIVe Colloque International du GIREA. III Coloquio Internacional del PEFS-
CEA, Besançon, Presses Universitaires de Franche-Comté, 2013, pp. 253-269.
23 Calderón Ortega, José Manuel y Díaz González, Francisco Javier, op. cit.,
p. 11.

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72 CARLOS CONOVER BLANCAS

que el hombre tenga dolor por su hermano cristiano, porque se-


gún él dijo, así debe el hombre amar como a sí mismo en cuanto
a la Fe; la segunda por mostrar allí piedad natural que deben los
hombres tener de aquellos que reciben algún mal, porque son de
una naturaleza y una forma; la tercera por razón de tener recom-
pensa de Dios y de los hombres cuando le fuere necesario; porque
bien así como el quisiere ser socorrido si estuviese en cautiverio,
también él debe socorrer al que así estuviere. La cuarta por hacer
daño a sus enemigos recuperando a los que tienen presos, quitán-
dolos de su poder.
Porque está es cosa en que queda provecho y honra a los que
lo hacen, y los otros reciben en ello pérdida y mengua. Y por
tanto, todos deben socorrer en tal aflicción como esta y dar allí
de lo suyo de voluntad, pensando en todas las razones que arriba
fueron dichas, y no se deben agraviar de lo que allí dieren; porque
las posesiones pasan según el mundo y se pierde no quedando de
él otro recuerdo sino cuando es bien empleado. Y sin todo esto,
deben los hombres pensar mucho y temer la palabra que dijo
nuestro Señor, que el día del juicio daría recompensa a los que
vieron a alguno en la cárcel y le socorrieron, y pena a los otros
que no lo quisieron hacer.24

La ley explicaba los motivos religiosos, éticos y sociales que


debían impulsar al buen cristiano a rescatar al cautivo. Incluso,
puede plantearse que la norma consideraba la liberación de los
cautivos una de las principales maneras de trascender en esta
vida y en la siguiente.
Profundamente ligado a lo anterior, la tercera ley enumeró
los “parentescos” que obligaban a los súbditos castellanos a res-
catar a los cautivos. La letra de la norma especificó:

Sacar a los hombres de cautiverio es cosa que complace mucho


a Dios porque es obra de piedad y de misericordia, y está bien
en este mundo a los que lo hacen, según mostramos en esta ley.

24 Partida segunda, título XXIX, ley II. Las Siete Partidas de Alfonso El Sabio,
pp. 339-340, versión digital disponible en: https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv.

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EL RESCATE DE JERÓNIMO DE AGUILAR... 73

Y los parentescos que hallaron los Sabios Antiguos por cuales


los hombres están obligados para hacer estos, son en cinco ma-
neras: La primera es, por unión de Fe, así como es mostrada en
la ley antes mencionada. La segunda es, por unión de linaje.
La tercera por convenio. La cuarta es, por señorío o vasallaje. La
quinta es, por amor de voluntad. Porque en estas cinco cosas
se encierran todos los parentescos que tienen los hombres unos
con otros para socorrerse cuando estuvieren afligidos.25

La ley enfatizó que los “parentescos” enunciados englobaban


todos los vínculos sociales de la época. De este modo, puede afir-
marse que el rescate de los cautivos era un deber común a todos los
súbditos cristianos de la Corona de Castilla.26 Debido a ello, el res-
cate de cautivos se transformó en una empresa social a partir del
siglo XIII. La Corona procuró liberar directamente a numerosos
cautivos, de modo particular tras alguna batalla desafortunada
librada tanto en el mar como en la tierra. La Corona también
consolidó al alfaqueque, es decir, a la persona especializada en
la salvación de cautivos. De hecho, el título XXX de la segunda
partida, está dedicado a ellos.27 Existieron tanto alfaqueques mu-
nicipales como un alfaqueque mayor del reino, el segundo ins-
25 Partida segunda, título XXIX, ley III. Las Siete Partidas de Alfonso El Sabio,
p. 340, versión digital disponible en: https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv.
26 Para un análisis detallado de las fuentes jurídicas de estas tres leyes puede
consultarse: Ortuño Sánchez-Pedreño, José María, “Fuentes romanas y canó-
nicas de Partidas 2.29.1-3 (Del concepto de cautivo y del deber de redimirlo)”,
Ivs Fvgit, núm. 8-9, 1999-2000, pp. 357-370. Cabe mencionar que las Cortes
castellanas procuraron resolver varias cuestiones legales relacionadas con el
proceso de liberación de los cautivos durante los siglos XIV y XV. Para una vi-
sión sintética véase Calderón Ortega, José Manuel y Díaz González, Francisco
Javier, “Los intercambios de prisioneros en la península ibérica hasta el final de
la Edad Media: notas para su estudio”, Anuario Facultad de Derecho, núm. 2, 2009,
pp. 422-424.
27 El título sólo está conformado por las siguientes tres leyes: “Qué quiere
decir alfaqueque y qué cosas deben tener en sí”, “Cómo deben ser escogidos y
hechos los alfaqueques, y quién los puede hacer”, “Qué cosas deben guardar los
alfaqueques después que fueren hechos, y que recompensa deben tener cuando
hicieren bien su oficio, y que pena cuándo lo hicieren mal”, partida segunda,

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74 CARLOS CONOVER BLANCAS

tituido durante el siglo XV.28 Además, las órdenes de caballeros


también se involucraron en la redención de los cautivos, particu-
larmente la de Santiago.29 Sin embargo, la principal corporación
que se dedicó a la tarea fue la Orden Real y Militar de Nuestra
Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos, fundada
por San Pedro Nolasco en Aragón hacia 1235.30
Por otra parte, es preciso explicar que una de las principales
maneras de liberar a un cautivo era por medio del pago de un
rescate.31 Éste solía consistir en una suma de dinero, siendo lo
habitual de siete mil a diez mil maravedíes por un villano de la
frontera durante la década de 1470.32 Los familiares del cautivo
solían vender sus propiedades para financiar el rescate, por lo

título XXX. Las Siete Partidas de Alfonso El Sabio, pp. 348-351, versión digital
disponible en: https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv.
28 Calderón Ortega, José Manuel y Díaz González, Francisco Javier, “La
intervención de alfaqueques y exeas en el rescate de cautivos durante la Edad
Media”, Anales de la Facultad de Derecho, núm. 28, 2011, p. 151.
29 Porras Arboledas, Pedro Andrés, “La obligación de rescatar cautivos y
la orden de Santiago (1517-1535)”, Hispania Sacra, vol. LXIX, núm. 139, 2017,
pp. 195-219.
30 León Cázares, María del Carmen, Reforma o extinción: un siglo de adaptacio-
nes de la Orden de Nuestra Señora de la Merced en Nueva España, México, UNAM/IIF/
CEM-IIH, 2004, pp. 17-22.
31 Ríos Saloma, Martín, “La frontera entre cristiandad e islam: un modelo
para el estudio de las realidades medievales en la península ibérica”, en Kume,
Junko (ed.), Beyond the Seas: A Medievalists’ Meeting in Tokyo, Tokyo, Tokyo Uni-
versity of Foreing Studies-Institute for Global Area Studies, 2019, p. 53. El
pago del rescate por un cautivo era una práctica que remonta sus raíces a la
antigüedad. Los romanos establecieron el pago de un rescate como una de las
principales maneras de liberar a los soldados hechos cautivos por los enemigos.
El Senado era el responsable de decidir sobre el rescate de los soldados, y de
gestionar los recursos públicos necesarios para el pago, durante la época de la
Republica. El emperador fue el encargado de realizar el rescate de los cautivos
durante la época del Imperio. Hernández Tejero, Manuel, “Aproximación his-
tórica al origen del ius postliminii”, Gerión, núm. 7,1989, p. 58.
32 Cabrera Muñoz, Emilio, “Cautivos cristianos en el reino de Granada du-
rante la segunda mitad del siglo XV”, en Segura Graíñ, Cristina (ed.), Relaciones
exteriores del Reino de Granada: IV del Coloquio de Historia Medieval Andaluza, Madrid,
Instituto de Estudios Almerienses, 1988, p. 231.

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EL RESCATE DE JERÓNIMO DE AGUILAR... 75

general sus bienes raíces. De igual modo, era usual que pidieran
préstamos, cuyos intereses anuales solían ser superiores al 30%.33
Cuando esto no era suficiente, se recurría a mandas testamenta-
rias, se pedía ayuda económica a las cofradías religiosas y al con-
sejo municipal, y se tramitaba un permiso para pedir limosna.34
Conforme a todo lo anterior, Hernán Cortés incluyó las pre-
guntas sobre el rescate de Jerónimo de Aguilar en su juicio de re-
sidencia para demostrar que había procurado cumplir esta obli-
gación establecida en las Siete Partidas, de modo específico con
las tres primeras leyes del título XXIX de la partida segunda. De-
finió a los náufragos españoles que vivían en Yucatán como cau-
tivos en la pregunta 45, conforme a la ley primera. Expresó que
emprendió acciones para su rescate en la pregunta 46, conforme
a las leyes segunda y tercera. Incluso, en la misma pregunta men-
cionó los auxiliares para realizar el rescate: los dos comerciantes
cozumeleños que conocían la ubicación de los infortunados; un
rescate, es decir, un pago para lograr la libertad de los españoles;
y un destacamento de soldados que atravesó el canal de Cozumel
a bordo de una embarcación menor para esperar a los mayas.
De todos estos auxiliares, los más importantes fueron los comer-
ciantes mayas. No es casualidad que se aluda a ellos de nuevo en
la pregunta 51. Por el contrario, la mención intenta demostrar
que gracias a su intermediación el capitán general culminó la
redención.

IV. Conclusiones

Hernán Cortés afrontó su juicio de residencia durante dieciocho


años de su vida. De hecho, murió sin que el Consejo de Indias dic-

33 Serrano del Toro, Andrés, El cautiverio en la frontera murciano-granadina en


el siglo XIV: un fenómeno socio-económico, tesis para obtener el grado de doctor en
historia, Murcia, Universidad de Murcia, 2015, p. CCCLXXIX.
34 Melo, Diego y Vidal Castro, Francisco, “Rescate de cautivos cristianos en
las treguas entre Castilla y el emirato Nazarí de Granada (siglos XIII-XV): una
propuesta de análisis”, Imago Temporis. Medium Aevum, vol. XII, 2018, p. 650.

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76 CARLOS CONOVER BLANCAS

tara la sentencia. Dentro de este complicado y largo proceso, uno


de los principales momentos fue la elaboración del “Interrogatorio
general presentado por Hernán Cortés para el examen de los tes-
tigos de su descargo” durante 1534. Gracias a él, el conquistador
pudo articular un relato de la conquista de México-Tenochtitlan
que enaltecía su epopeya.
Conforme a este documento, Hernán Cortés valoró la “re-
dención de los cautivos de Yucatán” como uno de los principa-
les actos de su vida pública durante la conquista de México-Te-
nochtitlan y los primeros años de la Nueva España. No en balde
dedicó a esta materia, que para un lector contemporáneo podría
parecer intrascendente, más preguntas (5) que a la mismísima ce-
remonia por la cual Moctezuma otorgó el vasallaje al emperador
Carlos I de España (3).
Hernán Cortés, como un conocedor del derecho castellano,
debió de estar consciente de la importancia jurídica que tenía la
redención de los cautivos. Su mención en las preguntas del “Inte-
rrogatorio general…” formó parte de la estrategia para su defen-
sa. Sin embargo, tampoco debe descartarse que, como un hom-
bre de su tiempo, considerara que, junto al sojuzgamiento de
vastos imperios, la redención de cautivos fuera una de las princi-
pales formas de lograr la trascendencia en esta vida y la posterior.
No debe olvidarse que en el otoño de su vida, el conquistador
acompañó al emperador a la expedición de Argel de 1541, que
era una de las principales urbes musulmanas del norte de África,
donde miles de cautivos esperaban su redención.

V. Bibliografía

Documentos editados

“Interrogatorio general presentado por Hernán Cortés para el


examen de los testigos de su descargo, México, 1534”, en Mar-
tínez, José Luis (ed.), Documentos cortesianos, México, UNAM-
FCE, 2014, vol. 2.

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EL RESCATE DE JERÓNIMO DE AGUILAR... 77

Velázquez de Cuéllar, Diego, “Instrucción que dio el


Adelantado Diego Velázquez a Hernán Cortés, que iba por
capitán de la armada que se despachó para las islas y tierra
nuevamente descubiertas en la mar océano, fecha en la isla
Fernandina a 23 de octubre”, Santiago de Cuba, 23 de octubre
de 1528, Martínez, José Luis (ed.), Documentos cortesianos, México,
Fondo de Cultura Económica,1991-1992, vol. I.

Artículos y libros

Bolio Ortiz, Juan Pablo, “Origen del juicio de residencia. El


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Humanidades, vol. 5, núm. 9, 2019.
Cabrera Muñoz, Emilio, “Cautivos cristianos en el reino de
Granada durante la segunda mitad del siglo XV”, en Segura
Graíño, Cristina (ed.), Relaciones exteriores del Reino de Granada:
IV del Coloquio de Historia Medieval Andaluza, Madrid, Instituto de
Estudios Almerienses, 1988.
Calderón Ortega, José Manuel y Díaz González, Francisco
Javier, “El rescate de prisioneros y cautivos durante la Edad
Media hispánica. Aproximación a su estudio”, Hid, núm. 38,
2011.
Calderón Ortega, José Manuel y Díaz González, Francisco
Javier, “La intervención de alfaqueques y exeas en el rescate de
cautivos durante la Edad Media”, Anales de la Facultad de Derecho,
núm. 28, 2011.
Calderón Ortega, José Manuel y Díaz González, Francisco
Javier, “Los intercambios de prisioneros en la península ibérica
hasta el final de la Edad Media: notas para su estudio”, Anuario
Facultad de Derecho, núm. 2, 2009.
Chamocho Cantudo, Miguel Ángel, Los fueros del reino de Toledo
y Castilla la Nueva, Madrid, Boletín Oficial del Estado, 2017.

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palabra desde la Antigua Roma hasta la España moderna”,
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Buenos Aires, du 31 août au 2 septembre 2011. Actes du XXXIVe Colloque
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Besançon, Presses Universitaires de Franche-Comté, 2013.
Conover Blancas, Carlos, Del buen cautivo y del mal salvaje: naufragios
y cautiverios de Jerónimo de Aguilar, México, UNAM-CEPHCIS,
2013.
Cortés, Hernán, Cartas de relación, 22a. ed., México, Porrúa,
2004.
Díaz González, Francisco Javier, “La normativa sobre los
prisioneros y los cautivos en la España cristiana medieval”,
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García-Gallo, Alfonso, “El Libro de leyes de Alfonso el Sabio”,
Anuario de Historia del Derecho, t. XXI-XXII, 1951-1952.
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María (coord.), Lógos hellenikós: homenaje al profesor Gaspar Morocho
Gayo, León, Universidad de León, 2003, vol. 2.
Hernández Tejero, Manuel, “Aproximación histórica al origen
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Ilarregui, Gladys, “La amortajada: Catalina Xuárez la
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Las Siete Partidas de Alfonso El Sabio, Jalisco, Colegio de Notarios
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León Cázares, María del Carmen, Reforma o extinción: un siglo
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Martínez Torres, José Antonio, Prisioneros de los infieles. Vida y
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80 CARLOS CONOVER BLANCAS

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cautivos y la orden de Santiago (1517-1535)”, Hispania Sacra,
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ÁLVARO SAAVEDRA CERÓN


Y LA PRIMERA EXPEDICIÓN TRANSPACÍFICA
NOVOHISPANA, 1527-1535

Luis Abraham Barandica Martínez*

Sumario: I. Introducción. II. Estado de la cuestión y las


fuentes históricas. III. Hernán Cortés y la oportunidad. IV. La
organización de la empresa náutica en la Nueva España. V. Ál-
varo de Saavedra Cerón, nuevos datos. VI. La expedición trans-
pacífica novohispana, los dos intentos de tornaviaje y el desalojo
de las islas Molucas. VII. Conclusiones. VIII. Fuentes.

I. Introducción

En las empresas marítimas ibéricas los expedicionarios se enfren-


taron con problemas técnicos y obstáculos naturales. Desafiaron
enfermedades y el riesgo de morir en naufragio en alta mar y
lejos de casa. No obstante, la codicia, las ansias de aventura y de
riquezas, así como el deseo de ascender en la escala social y la
falta de trabajo u ocupación, los llevaron a superar tales contra-
riedades, y encontraron en los viajes una posibilidad para ganar
honra, reconocimiento y botín. No fueron los únicos interesados
en las ganancias; también lo estuvieron aquellos que apostaban
su caudal, los inversionistas, que sin duda posibilitaron la realiza-
ción de las travesías. Luego de los viajes colombinos y las explora-
ciones de las nuevas tierras, un nuevo impulso surgió cuando en
*
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de Mé-
xico.

81

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82 LUIS ABRAHAM BARANDICA MARTÍNEZ

1513 Vasco Núñez de Balboa divisó un mar al que nombró Del


Sur.1 Las flotas ahora sabían que allende la tierra delineada por
Colón, Américo Vespucio y otros,2 estaba un mar navegable que
podría convertirse en el camino para las ansiadas riquezas del
este y sureste de Asia.
Con el fin de competir con los lusitanos, que ya en 1511
habían conquistado Malaca,3 puerto clave en el intercambio
asiático, se organizó una escuadra promovida por el portugués
Fernando de Magallanes, quien se asoció con oficiales reales e
inversionistas para descubrir una ruta hacia las riquezas de la
Especiería o islas Molucas o el Maluco, que era un archipiélago
de donde procedían ciertos productos endémicos como las espe-
cias del clavo o nuez moscada. Magallanes navegó por el Atlán-
tico hacia el sur en búsqueda de un estrecho, que efectivamente
atravesó hallando la otra mar, que bautizó como Pacífico.4 Con
las alturas —los grados de latitud con relación al ecuador— se
dirigió hacia las Molucas surcando por primera vez para los ibé-
ricos el océano Pacífico. Magallanes murió en un enfrentamiento
en Mactan, una isla en la actual Filipinas, y sería Juan Sebastián
Elcano quien regresaría a la península en 1522. Iba al mando
del navío Victoria, con una carga de especias y tras dar la primera
vuelta al mundo. La ganancia sufragó las pérdidas económicas.
La avaricia despertó a más interesados. La segunda expedición
estaba comandada por fray García Jofre de Loaisa, seguiría la
ruta de Magallanes y se organizó no sólo para comerciar, sino

1 Casas, Bartolomé de las, fray, Historia de las Indias, México, Fondo de Cul-
tura Económica, 1986, vol. 2, pp. 594-600.
2 Gerbi, Antonello, De la naturaleza de las Indias nuevas. De Cristóbal Colón
a Gonzalo Fernández de Oviedo, trad. de Antonio Alatorre, México, FCE, 1992,
562 p.
3 Barandica Martínez, Luis Abraham, Los oficiales de las Coronas castellana y
lusitana en los enclaves ibéricos en el sureste asiático desde las primeras expediciones hasta la
década de 1620, tesis de doctorado en historia, México, UNAM, 2008, pp. 15-27.
4 Elcano, Juan Sebastián, Maximiliano Transilvano y otros, La primera vuelta
al mundo, Madrid, Mirtaguano-Polifemo, 1989, 187 p.

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ÁLVARO SAAVEDRA CERÓN... 83

para conquistar las Molucas.5 Uno de los navíos de esta armada


arribaría a Tehuantepec.
El mismo año en que zarpó Magallanes, 1519, zarpó otro
Fernando, o Hernando, como aparece en alguna documenta-
ción: Hernando Cortés. En la Nueva España, y con el inversio-
nista Cortés se organizó una tercera armada hacia las Molucas;
sería la primera expedición transpacífica novohispana, y es la
que se analiza en este trabajo.

II. Estado de la cuestión


y las fuentes históricas

Las fuentes históricas con las que contamos para reconstruir el


proceso del apresto y despacho de la primera armada transpa-
cífica novohispana son un nutrido número de documentos que
dan cuenta de su organización. Incluyen cartas de Hernán Cortés,
cédulas reales, recibos y libramientos de pago, relaciones de gas-
tos, instrucciones. Una ventaja se encuentra en el hecho de que
ya están reunidas no con fines de investigación histórica, sino en
un pleito de los sucesores de Cortés contra la Corona por la re-
tribución de los gastos. En efecto, en el siglo XVIII el sucesor de
Cortés era el duque de Terranova y Monteleone; residía en Italia
y promovió un proceso por medio del gobernador del marquesado
del Valle don Miguel de Larrea y Victoria en 1769. Su objetivo era
continuar una petición centenaria para lograr la indemnización
de los gastos que hizo el primer marqués del Valle (Cortés) en la
expedición hacia las Molucas. Ésta se basó en el reclamo llevado
por Hernán Cortés a la Corona en 1532, y que propugnaba la re-
tribución a partir de la cédula real fechada el 18 de abril de 1529
en Zaragoza, donde Carlos I ordenaba a la Audiencia de la Nueva

5 Barandica Martínez, Luis Abraham, De la Nueva España hacia las Islas del
Poniente: la organización y viaje de los participantes en la expedición marítima al man-
do de Ruy López de Villalobos, 1542-1549, tesis de maestría en historia, México,
UNAM, 2004, p. 84.

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84 LUIS ABRAHAM BARANDICA MARTÍNEZ

España que le pagara a Cortés; este pago jamás se efectuó.6 Por


tal motivo, se sufragó un traslado de los materiales en los archivos
tanto en España como en los propios del marquesado, constitu-
yendo el expediente que se encuentra en el Archivo General de la
Nación de México.7 Es posible cotejar esos materiales con sus “ori-
ginales” en el Archivo General de Indias, que cabe decir, algunos
de ellos son también traslados (copias), aunque certificados.8 Hay
otros documentos en los que se hallan papeles sueltos, principal-
mente recibos, incluso con la firma de Cortés.9 En lo que toca al
trayecto náutico, existen tres relaciones del viaje, dos escritas por
el marinero Vicencio de Nápoles —cuyas versiones se encuentran
duplicadas en el AGN y en el AGI— y que han sido publicadas.
El tercer relato es obra del mismo Saavedra Cerón, como se argu-
mentará más adelante, y se halló entre los papeles del escribano
Francisco Granados. Los documentos y relaciones fueron trabaja-
dos por Juan Bautista Muñoz y Martín Fernández de Navarrete,
quienes los copiaron de archivos en España. Han sido publicados
por Martín Fernández de Navarrete en su Colección de viajes10 y en
las colecciones documentales decimonónicas DIAO y DIU.11 En
cuanto a las colecciones que giran en torno a la figura de Hernán

6 “Orden a Audiencia México para que pague los gastos del apresto de la

armada a Cortés”, Archivo General de Indias (AGI), Patronato, 43, N.2, R.7.
7 “El Estado y Marquesado del Valle sobre la satisfacción de lo que erogó

Don Fernando Cortés en la expedición del descubrimiento de las Yslas de Ma-


luco y otras”, Archivo General de la Nación México (AGNM), Hospital de Jesús,
legajo 438, exp. 1.
8 “Testimonio presentado por Hernán Cortés en la Audiencia de México.

Cortés pide se le satisfagan los gastos que suplió en el armazón y despacho de


la armada. 1532” AGI, Patronato, 43, N.2, R.8.
9 “Ordenes y recibos de pagos de la organización de la Armada a la Espe-

ciería”, en AGNM, Hospital de Jesús, legajo 203, papeles sueltos.


10 Fernández de Navarrete, Martín, Colección de viajes y descubrimientos que hi-
cieron por mar los españoles desde fines del s. XV, Madrid, Atlas, 1955, vol. 3.
11 Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y coloniza-
ción de las posesiones españolas en América y Oceanía (D.I.A.O), Joaquín F. Pacheco,
Francisco de Cárdenas y Luis Torres de Mendoza Editores, Madrid, 1864-84,
vols. V, XIV, XVI. Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista

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ÁLVARO SAAVEDRA CERÓN... 85

Cortés son relevantes los cuatro tomos de documentos compila-


ción de José Luis Martínez, sin descartar los precedentes.12
Varias crónicas e historias de la época recogieron las noticias
del viaje transpacífico novohispano; dos son relevantes: Oviedo y
Herrera, aunque hay menciones en otras obras. El primero tuvo
a sus informantes de primera mano en dos sobrevivientes espa-
ñoles que vivieron en las Molucas y fueron testigos de la llegada
de Saavedra Cerón.13 Antonio de Herrera y Tordesillas, cronista
real, incorporó noticias en su obra.14 Son numerosos los trabajos
historiográficos —además de los extractos de Fernández de Na-
varrete— que han aprovechado la impresión de los documentos.
Fue hasta Ione Stuessy Wright15 cuando se trata monográfica-
mente esta expedición. Se podrían identificar dos vertientes ge-
nerales en el estudio de la expedición de Saavedra: la primera se
centra en la figura de Cortés; en ella encontramos los trabajos de
Luis Romero Solano, José Luis Martínez y Miguel León-Portilla,
éstos emplean material documental; por ejemplo, Romero Sola-
no recupera los papeles sueltos del legajo 203, pero no los analiza
sistemáticamente.16 Por su parte, la biografía cortesiana de Mar-
tínez y los volúmenes de documentos compilados incorporaron
material hasta entonces inédito. León-Portilla también centró su

y organización de las posesiones españolas de ultramar (D.I.U.), Madrid, Real Academia


de la Historia, 1885-1932 (25 vols.), vol. II.
12 Cortés, Hernán, Cartas y documentos, México, Porrúa, 1963, 614 p.; Martí-
nez, José Luis, Documentos cortesianos I. 1518-1528, México, FCE-UNAM, 1990,
528 p.
13 Fernández de Oviedo, Gonzalo, Historia general y natural de las Indias, t. II,
Madrid, Atlas, 1959, pp. 212-304 (BAE, 118).
14 Herrera y Tordesillas, Antonio de, Historia general de los hechos de los castella-
nos en las islas i tierra firme del Mar océano, Madrid, Imprenta Real, 1601, década
IIII, libro I, fol. 11-13.
15 Wright, Ione Stuessy, “The First American Voyage across the Pacific,
1527-1528: The Voyage of Alvaro de Saavedra Cerón”, Geographical Review, vol.
29, núm. 3, julio 1939, pp. 472-48; y su libro: Voyages of Alvaro de Saavedra Cerón,
1527-1529, Florida, University of Miami Press, 1951, 127 p.
16 Romero Solano, Luis, Expedición cortesiana a las Molucas, 1527, México, Jus,
1950, 315 p.

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86 LUIS ABRAHAM BARANDICA MARTÍNEZ

estudio en la actividad de Cortés y recuperó las publicaciones


anteriores.17 La segunda vertiente se enfoca en la expedición: en
ésta se encuentra Wright y una serie de trabajos comenzando
con el publicado en el Boletín del AGN en 1950 por Ignacio Ru-
bio Mañé,18 además del texto de Martha de Jarmy Chapa,19 y de
Luis Abraham Barandica.20 En esta segunda perspectiva la nave-
gación, sus circunstancias y contexto son donde se encuentra el
centro del discurso, aunque todas recuperan la acción de Cortés.
En este trabajo se incorporan en el análisis documentos, si bien
algunos ya descubiertos aún no trabajados, que aportan datos
concretos y posibilitan nuevas afirmaciones.

III. Hernán Cortés y la oportunidad

En 1521 se consumó la conquista de la ciudad de México Te-


nochtitlan por las fuerzas aliadas encabezadas por Hernán Cor-
tés. Una vez destruida la hegemonía mexica, Cortés pactó con
sus aliados militares indígenas y estableció un nuevo régimen. En
ciertos aspectos no era distinto del anterior: someterían a la pobla-
ción a tributo, exceptuando en un primer momento a sus aliados
de la elite indígena. Pero el proceso fue complejo, y la organiza-
ción de la Nueva España no fue el único interés del conquistador,

17 León-Portilla, Miguel, Hernán Cortés y la Mar del Sur, Madrid, Cultura


Hispánica, 1985, 200 p.; León-Portilla, Miguel, Cartografía y crónicas de la Anti-
gua California, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, 2001,
210 p.
18 Rubio Mañé, Ignacio, “La expedición de Miguel López de Legazpi a
Filipinas”, Boletín del Archivo General de la Nación México, tomo V, núm. 3-4, julio-
diciembre 1964, pp. 427-798.
19 Jarmy Chapa, Martha de, La expansión española hacia América y el océano Pa-
cífico. II. La mar del Sur y el impulso hacia el Oriente, México, Fontamara, 1988, 515
p.
20 Barandica Martínez, Luis Abraham, En busca de la ruta occidental hacia el
Oriente. La expedición de Álvaro de Saavedra Cerón, tesis de licenciatura en historia,
México, UNAM, 2001, 169 p.

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ÁLVARO SAAVEDRA CERÓN... 87

quien pronto obtuvo los cargos de gobernador y capitán general,21


y también se interesó en las noticias de las costas sureñas. En su
tercera carta-relación apuntó su despacho de exploradores con el
fin de tomar posesión de aquella mar.22 Era la Mar del Sur, que
ya en 1513 había sido avistada por los hispanos en el Darién. Más
tarde, Pedro de Alvarado23 le aseguraba que en sus correrías hacia
el sur se encontraba con noticias de la cercanía de un estrecho que
conectaría los mares. Esa noticia, entre otros asuntos, motivó
que Cortés explorara hacia las Hibueras desde octubre de 1524
hasta mayo de 1526.
En ausencia del “conquistador”, los españoles que se que-
daron en la Nueva España se disputaron el poder. Al volver a la
ciudad en 1526, Cortés halló que sus enemigos habían despojado
del poder a quienes él había nombrado, y esperaban lograr su
exclusión definitiva.24 La situación empeoró, pues llegó a la Ciu-
dad de México su juez de residencia: el licenciado Luis Ponce de
León, quien le sustrajo a Cortés el cargo de gobernador.25 Entre
las acusaciones sobresale la expresada en las cartas al rey del es-
cribano Diego de Ocaña, que anotaba el peligro que Cortés re-
presentaba, pues tenía muchos pueblos indígenas sujetos y hom-
bres armados fieles, e insidiosamente afirmaba que podría “morir
con Corona”. Además, Ocaña proponía que se continuase la bús-

21 “Real Cédula de nombramiento de Hernán Cortés como Gobernador


y Capitán General de la Nueva España, Valladolid, 15 de octubre de 1522”,
Documentos Cortesianos I., cit., pp. 250-253.
22 Cortés, Hernán, “Tercera carta relación, 15 mayo 1522”, Cartas y docu-
mentos, México, Porrúa, 1969, pp. 191-192.
23 “Relación hecha por Pedro de Alvarado a Hernán Cortés, 11 abril 1524”
en Historiadores primitivos de Indias, Madrid, Atlas, 1946, vol. 1, p. 459 (BAE, 22).
24 “Memoria de lo acaecido en la Ciudad de México desde la salida de
Hernán Cortés a la muerte de Rodrigo de Paz, Temixtitan, 1526”, Documentos
Cortesianos I, cit., pp. 423-431.
25 El juicio de residencia de Hernán Cortés se suspendió por la muerte de
Ponce de León y de su sucesor, Marcos de Aguilar. Ponce de León murió el 20
de julio de 1526; Aguilar murió en marzo de 1527. A su muerte, el tesorero
Alonso de Estrada se encargó de la gobernación de la Nueva España. Martínez,
José Luis, Hernán Cortés, México, FCE, 2003, pp. 447-496.

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88 LUIS ABRAHAM BARANDICA MARTÍNEZ

queda de la ruta hacia las islas Molucas, que podrían obtenerse


riquezas y consolidar el poderío universal español.26 No obstante
las adversidades políticas, Cortés —al igual que Ocaña— evalua-
ba la pertinencia de seguir buscando la ruta a la Especiería, y por
ello emprendió los preparativos de sus propios navíos para ofre-
cerlos al servicio del rey.27 La propuesta cortesiana fue bien vista
por el Consejo de Indias, y se le permitiría utilizar sus naves, por
medio de una cédula real del 20 de junio de 1526.28
Los intereses de Cortés se vieron auxiliados con un elemento
no esperado: la llegada a Tehuantepec del patache Santiago, de
la expedición de frey García Jofre de Loaisa. La embarcación se
separó de la flota a causa de una tormenta en mayo de 1526, y
después de navegar hacia el norte —pues había traspasado el es-
trecho de Magallanes— llegó a la Nueva España antes que la cé-
dula real de junio de 1526, que llegó a su destino a finales de julio
de 1526, posiblemente en agosto. El capitán del patache, Santia-
go de Guevara, no pudo desembarcar. En circunstancias difíciles
desembarcó Juan de Areizaga, quien llegó a tierra junto con al-
gunas mercaderías. Areizaga fue rescatado por los naturales, que
lo llevaron a su pueblo, donde el gobernador indígena ayudó a
los marineros y mandó un emisario al gobernador español para
dar aviso a México. Debido a que el sitio donde tocaron tierra

26 Uchmany, Eva Alexandra, “De algunos cristianos nuevos en la conquista


y colonización de la Nueva España”, Estudios de Historia Novohispana, México,
UNAM, IIH, vol. 8, 1985, pp. 280-284; “Cartas de Diego de Ocaña contra
Hernán Cortés, México, 31 de agosto y 9 de septiembre de 1526”, Documentos
cortesianos I, cit., pp. 391-401.
27 Cortés, Hernán, “Quinta carta relación, Tenuxtitan 3 septiembre 1526”

en Cartas y documentos, cit., p. 320.


28 “...he visto que por vuestras cartas relaciones que habéis enviado, hacéis
memoria de las cuatro carabelas o bergantines que tenidas hechos y echados
al agua en la costa del Mar del Sur... para el propósito de descubrimiento de la
Especiería... he acordado de encomendaros a vos este negocio”, en “Cédula de
Carlos V a Hernán Cortés, en que le encarga prepare una armada para buscar
las de García de Loaisa y Sebastián Caboto, Granada 20 de Junio de 1526”, en
Documentos cortesianos I, cit., pp. 373-376.

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ÁLVARO SAAVEDRA CERÓN... 89

era Tehuantepec, que se encontraba relativamente bien comuni-


cado con el altiplano, la noticia de su llegada llegó con rapidez.
El capitán Guevara planeó ir a la Ciudad de México para
conversar con Cortés —quien conservaba aún el cargo de capi-
tán general, al que renunciaría el 6 de septiembre 1526—. Gue-
vara murió en Oaxaca en noviembre.29 Entonces, Areizaga pre-
sentó en México una relación del viaje de la armada de Loaisa.
Ésta narraba a grandes rasgos el viaje de la flota desde que zarpó
de España, pasando por los sucesos en el estrecho y concluyendo
con el arribo del patache. 30
Cortés no desaprovechó las circunstancias, ya que planeaba
enviar, junto con el navío Santiago, los barcos de su propiedad para
formar una pequeña escuadra. La decisión tenía sólo una dificul-
tad: Cortés se encontraba en plena disputa política y no contaba
con autorización real, y si actuaba en este periodo de tensión lo
podían acusar de autónomo y de rebelde al reino, confirmando
sospechas —como las de Ocaña—. El patache Santiago llevaba el
derrotero y las cartas de navegar de la expedición de Magallanes-
Elcano. Había zarpado con la noticia de la fundación de Panamá
en 1519 y la conquista de la Nueva España en 1521, pues salió en
1525. Además, se sumarían a los planes de Cortés los marineros y
el piloto Ortuño de Arango. Es importante aclarar que el mismo
Cortés afirmó tener dichos papeles al momento de organizar la
armada: “y seguiréis vuestro camino para las dichas islas del Ma-
luco, donde Hernando de Magallanes fue, conforme a las figuras
e cartas que lleváis del viaje que él hizo”.31
Cortés sabía que las islas Molucas estaban en disputa cosmo-
gráfica y que hacía falta reclamar los derechos del emperador en
29 “Autos de los herederos de los vecinos de Guetaría que fueron al Maluco
en la armada de Loaisa, 1556”, AGI, Patronato, 40, N.1, R.5.
30 “Relación que dio Juan de Areizaga de la navegación de la armada de
Loaisa hasta desembocar el estrecho, y de los sucesos de la nao Santiago, que se
separo allí y aporto a Nueva España”, Colección de viajes, pp. 113-114. (BAE, 77).
31 “Instrucción dada por Hernán Cortés a Álvaro de Saavedra Cerón para
el viaje a las islas del Maluco, Temixtitan, 28 de mayo de 1527”, Documentos
cortesianos I, cit., p. 441.

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90 LUIS ABRAHAM BARANDICA MARTÍNEZ

aquellas islas. Por fin, la cédula llegó a manos de Cortés en sep-


tiembre de 1526, fecha que se deduce de los datos de la carta a
Sebastián Caboto en mayo de 1527, donde culpó de ocho meses
de negligencia a los funcionarios reales novohispanos que retra-
saban sus preparativos.32 En la misma misiva mencionó la forma-
ción de la armada ‘cumpliendo’ lo mandado. De este modo, la
cédula funcionó como autorización, pues él ya había empezado
los preparativos para la expedición transpacífica.

IV. La organización de la empresa


náutica en la Nueva España

El poder económico de Cortés, cimentado en el botín de la con-


quista, se incrementó con su amplia actividad empresarial pos-
terior al hecho de armas. Invirtió en todos los negocios que se
consideraban redituables: ganadería, cultivo del trigo y la caña de
azúcar, la explotación minera, la renta de inmuebles, entre otros.
Al atender tantas empresas fue necesario hacerse de personal de
confianza, y por tal motivo fueron los cercanos, sus familiares, a
los que confirió mando y responsabilidad. Así, Álvaro Saavedra
Cerón, Nicolás López de Palacios Rubios, García de Llerena y
Alonso Valiente, se encargaron de la compra de materiales, con-
tratación de marineros y soldados, así como de las pagas y de coor-
dinar los viajes y la transportación, como lo demuestra la docu-
mentación de recibos y libramientos.
Confiando en Álvaro Saavedra, Cortés lo nombró capitán
general de los navíos de la Mar del Sur. La más temprana refe-
rencia data del 15 de febrero de 1527, cuando Saavedra se encar-
gó de contratar y pagar a ciertos marineros.33 Nicolás López de

32 “Carta de Hernán Cortés a Sebastián Caboto, informándole de las orde-


nes que tiene para socorrer su armada y la del comendador Loaisa, Temixtitan,
28 de mayo de 1527”, Documentos cortesianos I, cit., pp. 454-456.
33 “Recibo de pago de Miguel Marroquino y Francisco de Gaet, 15 febrero
1527”, AGNM, Hospital de Jesús, legajo 203, f. 85.

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ÁLVARO SAAVEDRA CERÓN... 91

Palacios Rubios realizó algunos pagos y tomó los recibos de los ma-
rineros y soldados de la armada, mientras que García de Llerena
recibió varias ordenes de pago de Cortés para satisfacer los co-
bros de marineros y otras compras. Por último, Alonso Valiente,
mayordomo y gran amigo de Cortés, también estuvo inmiscuido
en el pago a marineros.
La armada se preparó en la provincia y villa de Zacatula o
Zacatollan. En ese lugar se fundó una villa en 1522, por el ca-
pitán Juan Rodríguez de Villafuerte, que se pobló rápidamente,
alentada por las noticias de extracción de oro del río Zacatula.34
Cortés mandó construir en ese lugar un astillero; aseguraba en
1524: “ (...) a la mar del Sur, adonde yo tenia y tengo poblada una
villa que se dice Zacatula (...), y allí tengo en un astillero cuatro
navíos para descubrir por la mar del Sur todo lo que a mi fuere
posible(...)”.35 Al regreso de Cortés de las Hibueras en mayo de
1526 y el despacho de la expedición en noviembre de 1527, se
ubican los roces con los funcionarios reales, primero con Marcos
de Aguilar, y posteriormente con el tesorero Alonso de Estrada.
En este tiempo se dedicó a la organización de la expedición y en-
vío recursos a Zacatula. La villa estaba en la rivera sur del tramo
del río Balsas, que en su última etapa antes de desembocar tomó el
nombre de río de Zacatula. En la “Relación de la villa de Zaca-
tula” elaborada en 1580 se describe como una región “...muy
caliente y húmeda, de pocas aguas. Son las aguas en los meses de
Junio y Julio, agosto y septiembre, el viento con que generalmen-
te llueve es el viento sureste... toda esta provincia por la mayor
parte es serranía y tierra muy doblada, de pocos llanos y mon-
toso (...)”.36 En ese entonces existían sólo dos rutas para llegar a
la provincia y villa de Zacatula. La primera de ellas era pasando
por Michoacán: de la Ciudad de México a Tzintzuntzan y de allí

34
Acuña, René (ed.), Relaciones geográficas del siglo XVI: Michoacán, vol. 9, Mé-
xico, UNAM-IIA, 1987, pp. 437-462.
35 Cortés, Hernán, “Cuarta carta relación 15 octubre 1524”, Cartas y docu-
mentos, p. 204.
36 Relaciones geográficas del siglo XVI: Michoacán..., cit., pp. 437-462.

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92 LUIS ABRAHAM BARANDICA MARTÍNEZ

a Ario, y bajando a la costa hasta llegar a Zacatula. El segundo


camino era por Toluca-Sultepec y por un brazo del río Balsas. El
transporte por fuerza humana produjo una alta mortandad de la
población indígena.37
Cortés, además de Zacatula, contó con Tehuantepec.38 En la
documentación de la organización de la armada son corrobora-
bles las acciones entre estos puertos, pues los barcos podían cons-
truirse y equiparse entre ambos. “Y por si el navío [el patache
Santiago] trujese alguna necesidad de reparo, envie también un
piloto para que lo trujese [de Tehuantepec] al puerto de Zacatu-
la, donde yo tengo tres navíos muy a punto para se partir a descu-
brir por aquellas partes y costas, para que allí se remedie (...)”.39
En otro registro dentro de la propia organización de la armada
de Saavedra, en marzo de 1527 se apunta: “Palacios Rubios de
los pesos que son a vuestro cargo dad a Juan Tenorio (...) e yo se los
mando dar por su salario que se devén por ir a llevar el navío que
esta en Teguantepeque al Puerto Zacatula y tomad carta de pago
(...)”.40 Cuando Cortés decidió mandar la expedición, aprovechó
los barcos ya construidos en su astillero en Tehuantepec, mismos
que llevó al puerto en el río Zacatula. Con respecto al patache
Santiago, terminó por ser inservible para la travesía náutica. El
propio Cortés se quejó agriamente:
(...) como el navío de la compañía del dicho comendador estaba a
ciento e treinta leguas de esta ciudad, como he dicho supe como
por el mal recabdo e negligencia que hobo en su despacho, le
echaron al través, porque como estuvo ocho meses en aquel puer-

37 “Cédula Real del 17 de octubre 1532”, en Documentos inéditos relativos a


Hernán Cortés y su familia, México, Talleres Gráficos de la Nación-Secretaría de
Gobernación, 1935, p. 26.
38 Sandoval, Fernando B., “El astillero del carbón en Tehuantepec 1535-
1566”, Boletín del Archivo General de la Nación, México, 1950, tomo XXI, núm. 1,
pp. 1-21.
39 Cortés, Hernán, “Quinta carta relación 3 septiembre 1526”, Cartas y do-
cumentos, cit., p. 320.
40 “Libramiento de pago a Juan Tenorio, 30 marzo 1527”, AGNM, Hospital
de Jesús, legajo 203, f. 24.

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ÁLVARO SAAVEDRA CERÓN... 93

to [Tehuantepec], comióse de broma, y luego despache para que


la gente que en él había de ir fuese en estos otros...41

Cortés, como hombre pragmático, decidió en junio de 152742


reciclar sus materiales y no el barco. Muy pronto, los tres navíos
se aprestaron a zarpar en busca de la Especiería. Romero Solano
afirma que fueron hechos en el astillero de Tehuantepec; ello no
impide que la preparación de la armada en cuanto dotar a los
barcos de pertrechos, provisiones, tripulación, velamen y cargas
se haya llevado a cabo en Zacatula. Se puede afirmar que la pre-
paración de la armada se efectúo en Tehuantepec y Zacatula.43
En mayo de 1527, en vista de la proximidad de las lluvias y
tormentas, que inician en junio, se retrasó la partida. Los navíos
eran: dos carabelas, naves ágiles y pequeñas de máximo cincuenta
toneladas; y un bergantín de diez a veinte toneladas. El bergantín
fue nombrado Espíritu Santo. Las carabelas se nombraron Santia-
go y Florida.44 La tripulación registrada de la armada fue de 110
hombres, que se repartieron entre las tres embarcaciones: en la
carabela capitana la Florida viajaron 38 hombres de tierra y doce
de mar, un total de cincuenta tripulantes. En la carabela Santiago,
que retomó el nombre de Patache Perdido, fueron 45 hombres. Y
en el bergantín Espíritu Santo sólo fueron quince hombres. Cabe
mencionar que entre la tripulación había sobrevivientes del pa-
tache Santiago como el piloto Ortuño de Arango, y otros mari-
neros.45 Además de esclavos tanto indígenas de la Nueva España
como de África, estos últimos no están registrados en los 110.
41 Cortés, Hernán, “Carta a Sebastián Caboto, Temixtitan 28 de mayo
1527”, Documentos cortesianos I, cit., p. 455.
42 Cortés, Hernán, “Carta a Álvaro de Saavedra Cerón, junio 1527”, Docu-
mentos cortesianos I, cit., p. 470.
43 Barandica Martínez, Luis Abraham, En busca de la ruta occidental hacia el
Oriente, cit., pp.77-79.
44 “Relación de Vicencio de Nápoles”, AGN, Hospital de Jesús, leg. 438, fs.
37-67v. también en AGI, Patronato, 43, N.2, R.11 y AGI, Patronato, 43, N.2, R.9.
45 Cortés, Hernán, “Carta a Sebastián Caboto, Temixtitan 28 de mayo de
1527”, Documentos cortesianos I., cit., p. 455.

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94 LUIS ABRAHAM BARANDICA MARTÍNEZ

Cortés con el auspicio de la cédula real designó como capita-


nes a personas de su confianza. Al mando de la armada quedaron
Álvaro Saavedra Cerón como capitán general de la armada del
Mar del Sur y de la nave Florida; Luis de Cárdenas Carcamo,46
capitán del navío Santiago; y Pedro de Fuentes (Sifuentes) capitán
del bergantín Espíritu Santo.47 De entre los otros cargos sobresa-
le un caso, el de Álvaro Saavedra “el Mozo”, que también fue
miembro de esta armada, sólo que se negó a ser veedor.48 Gra-
cias al nuevo documento que se analiza adelante, es posible fijar
el parentesco, pues en la historiografía se ha identificado como
hijo del capitán Saavedra, por el trato que recibía. Diego de Sa-
linas sería el oficial real que resguardaría los intereses de la Co-
rona; este cargo lo designó el oficial Alonso de Estrada.49 Existen
recibos a nombre de Juan Baez donde se le paga en calidad de
piloto. Si hubo un tercer piloto —además de Arango— no quedó
registrado. Como escribano participó Francisco Granados.50 Por
un poder otorgado a Julián de Nápoles se le puede ubicar como

46 El conquistador lo declaró en la carta de junio a Saavedra Cerón al re-


cordar al capitán general álvaro de Saavedra se encargue de “(...) las cosas de
Álvaro de Saavedra [el Mozo] y de Francisco Rodriguez e Luis de Cardenas, e
todos esos caballeros e personas de casa(...)”, Documentos cortesianos I., cit., p. 469.
47 Pedro de Fuentes llegó a la Nueva España en 1526. Existieron dos ho-
mónimos, su padre y un sobrino. Álvarez, Victor M., Diccionario de conquistadores.
Abarca-Laserna, México, INAH, 1975, pp. 186-187.
48 Veedor: funcionario encargado de vigilar el manejo de las mercancías de
rescate.
49 “Poder al teniente de tesorero, 27 de marzo de 1527”, en Millares Carlo,
Agustín y José Ignacio Mantecón, Índice y extractos de los protocolos del Archivo de
Notarias de México, D.F., México, El Colegio de México, 1945, vol. 1, p 127.
50 “Relación del viaje por Álvaro de Saavedra desde Nueva España has-
ta las Islas Molucas para el descubrimiento de la Especería”, Biblioteca Virtual
de Defensa, disponible en: https://bibliotecavirtual.defensa.gob.es/BVMDefensa/i18n/
consulta/registro.do?control=BMDB20160045864. “Relación del viaje que hizo Ál-
varo de Saavedra desde la costa occidental de Nueva España a las islas del
Maluco. Está sacada del libro que trajo Francisco Granados, escribano de la
armada”, en Colección de viajes, cit., pp. 266-272 (BAE, 77).

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ÁLVARO SAAVEDRA CERÓN... 95

contramaestre de la Florida, y a los firmantes como parte de la


tripulación. 51
En la dotación de equipo de la armada se distinguen tres ele-
mentos primordiales: las provisiones, los pertrechos y los rescates.
La enorme dificultad e importancia que significó proveer de ca-
ñones de bronce es clara cuando el mismo Cortés encarece este
punto.52 Además, son de notar los rescates, que son las mercade-
rías cuyo destino era el de ser pieza de intercambio. Cortés el em-
presario envió mercancías de la Nueva España, de Michoacán y
de la región del altiplano: coseletes pintados, banderas de pluma,
naguas labradas, mantas de indios, cueros de venado, chalchues
(chalchihuites), rodelas, diademas, cascabeles, conchas, objetos no
comunes, como un collar de pluma rica y un puñal de turquesa;
y le recuerda a Saavedra Cerón que tuviera mucha vigilancia en
el trueque y en sus cuentas.53
Al analizar los costos de la armada, hay que considerar que
era un registro de algo que todavía corría, es decir, sólo son to-
tales parciales. No obstante, en la “Relación de gastos” que no
incluye barcos o transportes, suman 40,289 1/2 pesos, con una
variación de +38 pesos del total que apunta el mismo documen-
to. En algunos elementos es imposible determinar un costo exac-
to debido a que fueron por tributo y sometimiento.
En una confrontación de los precios de los materiales adqui-
ridos por Hernán Cortés en la Nueva España con el precio en la
península de los mismos materiales en los mismos años se obtiene
una disparidad.

51 Barandica Martínez, Luis Abraham, “Pilotos y navegantes en la primera


expedición transpacífica novohispana, ca. 1525-1535”, Red de Estudios Superiores
Asia Pacífico, México, año 3, vol. 5, diciembre 2017, pp. 141-159.
52 “Esa artillería os encomiendo mucho que se ponga a buen recaudo, por-
que es la principal cosa de que os habéis de valer allá y no se puede haber acá
cada día”, “Carta de Hernán Cortes a Álvaro de Saavedra, junio 1527”, Docu-
mentos cortesianos I., cit., pp. 469-470.
53 “Instrucciones a Álvaro de Saavedra Cerón, 28 mayo 1527”, Documentos
cortesianos, I., cit., pp. 439-449.

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96 LUIS ABRAHAM BARANDICA MARTÍNEZ

Precio en la península Adquiridos


Material 152654 por Cortés
sartén de hierro 1 por 110 maravedís* 5 pesos
asador 6 por 130 mrvds 1 por 3 pesos
azúcar rosado libra 40 mrvds [no preciso] 12 pesos
* Un peso de minas =450 maravedís=1.6 de oro común. Un peso de oro

tepuzque =270 maravedís=8 reales. Véase Gonzalbo Aizpuru, Pilar (coord.),


Índice y catálogo de escrituras del s. XVI. Archivo histórico de la Ciudad de México, México,
El Colegio de México, 1988, p. 8.

En una lista de precios del trabajo del herrero acordada por


el cabildo de la Ciudad de México el 15 de marzo de 152455 y los
adquiridos por Cortés en 1527 se lee:

Material/Trabajo En 1524 Adquirido por Cortés


escoplo 1 peso 2 pesos
azulea 2 pesos [1 peso 1/2]** 2 pesos
sierra brazal (común) 4 pesos [3 pesos] **
5 pesos
tenazas por 1 : 2 pesos por 4: 10pesos
[1 1/2]**
** Este precio era dándole el hierro al herrero.

Cortés tuvo la oportunidad de adquirir los materiales para su


armada en un mercado ya establecido, con precios y regulacio-
nes, pero aún así la diferencia se puede corroborar en la primera
comparación.

54
Carande Thobar, Ramón, Carlos V y sus banqueros, Madrid, Sociedad de
Estudios y Publicaciones, 1967, vol. 3, p. 507.
55 Actas de Cabildo de la Ciudad de México. Primer libro de actas, México, Edición
del Municipio Libre, 1889, p. 70.

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ÁLVARO SAAVEDRA CERÓN... 97

V. Álvaro Saavedra Cerón, nuevos datos

Álvaro Saavedra Cerón era hijo de Martín Cerón Nicuesa y de


Marta Martínez de Altamirano, naturales de Baeza. Tenía un her-
mano, Jorge Cerón.56 Álvaro llegó a la Nueva España en 1522.57
Era primo de Cortés, como lo nombra en una carta que data del
mes de junio de 152758 y en su testamento en 1547,59 probable-
mente por parte de su madre, Catalina Pizarro Altamirano. Cuan-
do Saavedra Cerón llegó a la Nueva España trajo consigo algunas
mercaderías. Con ellas pensó iniciar un negocio, y asentarse en las
Indias. Se estableció en la villa de Medellín60 y Villa Rica, donde
su primo Hernán lo nombró teniente de gobernador.61 Sirvió en
las expediciones a Pánuco, Michoacán, y a Honduras con Fran-
cisco de las Casas. En la crisis de poder por ausencia de Cortés en
1526, a Saavedra se le imputó sobre la muerte de un contrario por

56 “Real Cédula a Jorge Cerón prorrogando año y medio más la licencia


que dio el virrey Antonio de Mendoza para venir a estos reinos y llevar a su
mujer e hijos, e otros asuntos, Valladolid, 8 de julio de 1538”, AGI, México,1088,
L. 3, f. 108r-108v.
57 Según Jorge Cerón, su hermano Álvaro al irse quedó endeudado por seis
mil pesos en la Nueva España, y él los pagó. Francisco de Icaza, Diccionario auto-
biográfico de conquistadores y pobladores de la Nueva España sacado de los textos originales,
Madrid, Imprenta de “El adelantado de Segovia”, 1923, núm. 529, s/p.; Boyd
Bowman, Peter, Índice geobiográfico de cuarenta mil pobladores españoles de América en el
siglo XVI, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1964, vol. II, p. 168.
58 “Carta a Álvaro de Saavedra Cerón, junio 1527”, Documentos cortesianos I.,
cit., p. 470
59 “Testamento de Hernán Cortés”, Cartas y documentos, cit., p. 566.
60 “Álvaro de Saavedra Cerón, vecino de la villa de Medellín, otorga poder
a Francisco Camacho, estante en Tenuxtitan para cobrar de quien los tenga,
un sayón de calzas, varios jubones de terciopelo, una gorra y unos zapatos, 22
de noviembre de 1525”. En Archivo General de Notarías de la Ciudad de México, Es-
cribano Juan Fernández del Castillo, vol. 52, fol. 478-479. En línea. Ivonne Mi-
jares (coord.), Seminario de Documentación e Historia Novohispana, México, UNAM,
Instituto de Investigaciones Históricas, 2014, disponible en: http://cpagncmxvi.
historicas.unam.mx/catalogo.jsp.
61 Documentos cortesianos I., p. 394

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98 LUIS ABRAHAM BARANDICA MARTÍNEZ

despoblar las villas a su cargo y por otros delitos.62 Como vimos,


al regreso del conquistador, sus fieles tuvieron un refugio, y en
estas circunstancias se involucra en la organización de la armada.
Entre los papeles de ésta aparece un Álvaro de Saavedra que José
Luis Martínez apunta que podría ser el hijo de Saavedra Cerón.
La documentación de la organización del viaje nos ofrece indi-
cios de las labores de Saavedra Cerón y de Álvaro Saavedra, que
se tratarán en el siguiente apartado. Cabe apuntar que durante
las labores de la armada, Saavedra Cerón otorgó un poder a un
criado suyo, Francisco Márquez63 y posteriormente su apoderado
Francisco Terrazas dio otro poder a Alonso Dávila sustituyendo
a Márquez64 para que velara por sus negocios. Recordemos que
como favorecido de Cortés tenía pueblos encomendados. Peter
Gerhard lo identifica como el encomendero de Cempoala.65 In-
cluso durante el viaje y cuando aún no se tenía noticia de su suerte
se expidió una real cédula para la Primera Audiencia de la Nueva
España para que no le quite sus pueblos encomendados, y no sólo
a él, sino también a otros involucrados en la expedición.66 La do-

62
Idem.
63
“Poder de Álvaro de Saavedra Cerón vecino de la Villa Rica de la Ve-
racruz a su criado Francisco Márquez, 3 de febrero de 1527”, Escribano Juan
Fernández del Castillo, vol. 53, fol. 116-116v, disponible: http://cpagncmxvi.histo-
ricas.unam.mx/catalogo.jsp.
64 “Francisco Terrazas, vecino de Tenuxtitan como apoderado de Alvaro
de Saavedra Cerón, en virtud del poder a su favor y al de Alonso Dávila que
se traslada íntegro, sustituye en Francisco Márquez el poder, 28 de marzo de
1528”, Escribano Juan Fernández del Castillo, vol. 54, fol. 511-514, disponible
en http://cpagncmxvi.historicas.unam.mx/catalogo.jsp.
65 Gerhard, Peter, Geografía histórica de la Nueva España 1519-1821, trad. de
Stella Mastrangelo, México, UNAM, 2000, pp. 372 y 373.
66 “Real cédula al presidente y oidores de la [Primera] Audiencia de Mé-
xico, para que no quiten ni remuevan a Álvaro de Sayavedra Cerón, a Luis
de Cárdenas, Esteban de Guzmán y otros, por haber estado ausentes cuando
fueron a descubrir la Especiería, los pueblos de indios que tenían encomendados
en Nueva España, 13 de diciembre de 1529”. AGI, México, 1088, L.1, f. 130-
131. No obstante, la Audiencia reasignó la encomienda de Saavedra Cerón en
el contador Rodrigo de Albornoz, para posteriormente estar bajo la Corona
después de 1544.

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ÁLVARO SAAVEDRA CERÓN... 99

cumentación de la expedición da cuenta de los sucesos del viaje,


y en las relaciones se anota la muerte del capitán Saavedra. Pero
no se había incorporado un testamento otorgado por el mismo
Álvaro de Saavedra Cerón antes de morir en la travesía del segun-
do intento de volver a la Nueva España. Fue descubierto por el
investigador de la Real Biblioteca, Anastasio Rojo Vega, y pro-
fesor de historia de la ciencia de la Universidad de Valladolid;
lamentablemente no da la referencia archivística completa, una
verdadera omisión. No obstante, ofrece una fotografía del docu-
mento y una transcripción completa.67 Probablemente es parte de
un protocolo notarial de la ciudad de Valladolid, pues Rojo Vega
publicó precisamente Datos sobre América en los Protocolos de Valladolid.
Siglos XVI-XVIII.68 Este documento no ha sido contemplado en
las investigaciones modernas. Existen varios pasajes reveladores:
señala que dejó testamento en la Nueva España, que a la fecha
no se ha descubierto, donde disponía de sus bienes tanto en la
península como en la Nueva España. En el que dictó en altamar
“no se entienda sino solamente de los bienes mios que se halla-
ren en este navio donde al presente estoy por capitán”. El Álvaro
de Saavedra —que algunos suponían su hijo— en verdad era su
primo, como lo apunta: “Y porque en mi conserva y conpañía
salio de la nueva rspaña alvaro de sahavedra mi primo el qual se
arredro de mi en un navio el qual no parece piensome ser muer-
to”. Se identifican a tripulantes que fallecieron y de los que se
dispusieron de sus bienes: Hernán Rodríguez, herrero, maestre
Francisco cirujano y Gutierre Tuñón. Con relación a los esclavos
que llevaba, indica que quedan libres su “moço natural de la mue-
va españa... y un esclavo loro que yo tengo en el dicho navio que
se dice Vasco”. Señala que lleva otros tres esclavos: “dos negros de

67 “1529. Testamento de Álvaro de Saavedra Cerón, explorador del océano


Pacífico”, paleografía de Anastasio Rojo Vega, disponible en https://investigado-
resrb.patrimonionacional.es/uploads/2013/06/1529-ALVARO-SAAVEDRA.pdf.
68 Rojo Vega, Anastasio, Datos sobre América en los protocolos de Valladolid. Siglos
XVI-XVIII, Valladolid, Publicaciones Municipales, Ayuntamiento de Vallado-
lid, 2007, 751 p.

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100 LUIS ABRAHAM BARANDICA MARTÍNEZ

guinea y uno natural de dabueque que se dize antonillo que los


tomó de Hernán Cortés”, uno lo empleó para pagarle a “diego de
seguida maestre hombre de la mar por que viniese esta jornada”.
Un aspecto interesante es lo siguiente: “Otrosi digo y declaro que
fernando cortes capitan general de la nueva españa me mando
venir por capitan general de tres navios que dende aquella tierra
salieron a descobrir la especieria y a que sirvo en el dicho viaje
tres años poco mas o menos sin me señalar salario mis albaçeas
cobren del dicho fernando cortes o de sus herederos la cantidad
que mereçe un honbre de mi manera que sirve semejante viaje de
mi ofiçio”. Nombró como albaceas a “Macías de[l Poyo] piloto
deste dicho navio y anton sardo maestre”. Además del escribano
estuvieron como testigos “biçençio de napoles y jacome ginoves
contramaestre deste dicho navio y anton ginoves, marinero y mon
santos y alonso bonedo”. Con ello es posible identificar a tripulan-
tes en el viaje de la Florida. La fecha del testamento señalada es
29 de octubre de 1529.
Entre los documentos con que Cortés despachó la armada
de Saavedra Cerón hacia las Molucas existen indicios acerca de
lo que él esperaba de la expedición, es decir, sus expectativas. Es
de resaltar en las instrucciones la indicación de que Saavedra Ce-
rón debía escribir a Cortés: “muy larga e particular relación de
todo”. En otras palabras, tenía que llevar una bitácora detallada.
A manera de atribución es posible identificar como autor de la
relación del viaje sacado del libro de Francisco Granado al mis-
mo Saavedra Cerón. Para explicar esta situación es importante
recapitular: el original está perdido, y sólo se conservan traslados
o copias. El primer traslado y en el que todos se basan se en-
cuentra en la Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial en
la clasificación Manuscritos, 2-&-7.69 De esa primera copia una
transcripción incompleta la publicó Martín Fernández de Nava-
rrete en su Colección de viajes titulada “Relación del viage que hizo
Alvaro de Saavedra desde la costa Occidental de Nueva-España
69 Disponible en: https://rbmecat.patrimonionacional.es/cgi-bin/koha/opac-ISBD
detail.pl?biblionumber=424.

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ÁLVARO SAAVEDRA CERÓN... 101

á las islas del Maluco. Está sacada del libro que trajo Francisco
Granado, escribano de la armada. (Copia de aquel tiempo, pero
defectuosa y de mala letra...)”. En la redacción no es clara la au-
toría, por lo que en la historiografía se ha supuesto obra del mis-
mo escribano, no obstante la inconsistencia de estar redactada en
primera persona como la cabeza de la expedición; por ejemplo:
“zarpé”, “salí”, “surgí”, “llegué”, “me hurtaron un ancla”, etcé-
tera. Por otra parte, una segunda copia basándose en la primera,
pero cotejándola con el manuscrito resguardado en El Escorial,
cubre el hueco dejado en la primera, y se encuentra en el Museo
Naval. Está titulada más certeramente como “Relación del viaje
por Álvaro de Saavedra desde Nueva España hasta las Islas Mo-
lucas para el descubrimiento de la Especería”. Es decir, la autoría
está reconocida, y es accidental que se encuentre en los papeles
del escribano Granados. La primera copia incompleta es la que
se ha empleado en la historiografía; la segunda puede consultarse
en su copia digital.70 Como corolario en este texto se asignará la
autoría a Álvaro Saavedra Cerón.

VI. La expedición transpacífica novohispana,


los dos intentos de tornaviaje y el desalojo
de las islas Molucas

Los navíos estaban listos para zarpar en mayo de 1527, y tras una
expedición costera71 se dispusieron para emprender la navegación
transpacífica. El 31 de octubre de 1527,72 la pequeña flota salió de
la cercanía del río, villa y provincia de Zacatula. Costeó el litoral
70 “Relación del viaje por Álvaro de Saavedra desde Nueva España hasta
las Islas Molucas para el descubrimiento de la Especería”.
71 Núñez Maldonado registró los datos geográficos relevantes del viaje del ber-
gantín Espíritu Santo. “Relación de Pedro Nuñez Maldonado del viaje del bergantín
capitaneado por Saavedra Cerón”, AGN, Hospital de Jesús, legajo 438, exp. 1.
72 “Copia de la relación de los buques que componían la armada al mando
de Saavedra Cerón, su cabida, bastimentos, nombres y apellidos y empleos de
los que iban al Maluco”, AGI, Patronato,43, N.2, R.8.

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102 LUIS ABRAHAM BARANDICA MARTÍNEZ

esperando condiciones propicias, y el primero de noviembre de


1527 zarpó desde el puerto de Zihuatanejo, al sur de Zacatula
unas seis leguas. El rumbo que siguió la flota fue oeste-sur-oeste,
con algunas variaciones hacia el oeste. Cabe anotar que los rum-
bos se fijaban según la rosa de los vientos. En algunas islas el piloto
de la armada, Ortuño de Arango, calculó el 12 de diciembre la
altitud de la flota en 11o 02’ norte.73 En la noche del 15 de diciem-
bre, una tormenta dispersó la flota. Los navíos Espíritu Santo y San-
tiago pasaron de largo y se perdieron. A partir del 16 de diciembre
la Florida navegaría sola. Ancló en una pequeña isla el primero de
enero de 1528; ahí, el piloto calculó la altitud en 11° N.74 Poco
después, el 25 de enero de 1528, Ortuño de Arango murió en
altamar.75 Se continuó navegando al oeste, hasta que encontró la
isla de Mindanao el 2 de febrero de 1528. En una isleta cerca-
na rescataron a sobrevivientes de otras expediciones castellanas,
y gracias a sus informes, la Florida corrigió el rumbo para llegar a
la Especiería. Fueron 95 días de viaje y calcularon 1,923 leguas.
La nave Florida llegó cerca de la isla Ternate, una de las Mo-
lucas, donde fue recibida por embarcaciones lusitanas. Al cercio-
rarse de que eran castellanos, los portugueses se retiraron para
buscar refuerzos. El mismo día se acercó a la nave una flotilla
de tres barcos indígenas aliados de los hispanos. En éstos venían
castellanos. La sorpresa debió de ser grande, al constatar que el
navío venía de la Nueva España. Mientras tanto, los lusitanos
que antes se habían retirado volvieron, pero en esta ocasión fue-
ron a hundirlo. Con la guía de los castellanos veteranos la Florida
huyó hacia la isla de Gilolo, y posteriormente a la isla de Tidore,
el 30 de marzo de 1528. Llegaron sólo veinticinco de los 110 tri-
pulantes que zarparon.
Los castellanos del navío Florida reforzaron a los contingentes
hispanos que estaban en guerra contra las fuerzas portuguesas;
73 “Relación del viaje por Álvaro de Saavedra desde Nueva España hasta
las Islas Molucas para el descubrimiento de la Especería”.
74 Idem.
75 “Relación de Vicencio de Nápoles”.

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ÁLVARO SAAVEDRA CERÓN... 103

ambos tenían aliados en los sultanatos isleños. La tripulación no-


vohispana, además de participar en los combates contra los lu-
sitanos, adquirió sesenta quintales de clavo. El navío estaba listo
para zarpar de regreso a la Nueva España en mayo de 1528.76
La nave zarpó de Tidore el 12 de junio. En su tripulación iban
dos pilotos nuevos: Macias del Poyo77 y el portugués Simón de
Brito.78 La Florida recorrió 250 leguas hacia el este, y llegó a una
isla que nombraron “de Oro”. Aquí, el piloto portugués Ximón
de Brito, junto con algunos lusos más, hurtaron el batel79 y regre-
saron. El capitán Saavedra decidió continuar hasta los 14º N. En
esta coordenada los fuertes vientos la obligaron a retornar a las
islas Molucas, donde llegó el 19 de noviembre de 1528. En Tido-
re se encontraron con Ximón de Brito, quien había contado que
la nave había naufragado. Inmediatamente, el capitán Saavedra
pidió justicia, Brito fue juzgado y ejecutado.80
La Florida se reparó. Le sugirieron al capitán Saavedra que
fuera por el camino de la Buena Esperanza, pero él decidió ir
nuevamente hacia la Nueva España. La nave zarpó nuevamente
en junio de 1529. El piloto Macías del Poyo y el capitán Saavedra
Cerón siguieron el mismo curso que la vez anterior, hasta llegar

76
“Derrotero de viaje y navegación de la armada de Loaisa desde su salida
de la Coruña hasta el 1 de junio de 1526; sucesos de la nao Victoria después de
separada de la armada y descripción de las costas y mares por donde anduvo”,
Colección de viajes, cit., p. 161 (BAE, 77).
77 “Relación Sumaria del viaje del Comendador Loaisa que dieron An-
drés de Urdaneta y Macias del Poyo y de sus propios sucesos desde el 24 de
julio de 1525 hasta el 4 de septiembre de 1536”, Colección de viajes, pp. 204 y
205 (BAE, 77).
78 “Carta de Pedro de Montemayor escrita desde Cochin al rey de Portugal
refiriéndole los sucesos ocurridos en el Maluco hasta el año 1533”, Colección de
viajes, p. 193 (BAE, 77).
79 “Declaraciones dadas por Andrés de Urdaneta y Macías del Poyo, en el
interrogatorio que se les hizo por el consejo de Indias sobre el viaje de Loaisa”,
Colección de viajes, cit., p. 221 (BAE, 77).
80 “Relación escrita y presentada al Emperador por Andrés de Urdaneta
de los sucesos de la Armada del comendador Loaisa, desde 24 de julio de 1525
hasta el año 1535”, Colección de viajes, cit., p.236

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104 LUIS ABRAHAM BARANDICA MARTÍNEZ

a los 26° N cuando murió el capitán Saavedra Cerón, luego de


dar testamento. La nave quedó en manos del maestre y del pi-
loto Macías del Poyo, quienes siguiendo las últimas órdenes de
Saavedra llegaron hasta los 31° N, desde donde retornaron a las
Molucas.
Mientras la nave Florida navegaba, la guerra por la posesión
de las islas se decidió. En octubre de 1529, el capitán luso Jorge
de Meneses y sus aliados isleños atacaron decididamente la forta-
leza y la capturaron el 29 de octubre de 1529. 81 El navío regresó
a Tidore el ocho de diciembre de 1529;82 iban sólo veintidós tri-
pulantes. Al enterarse de la derrota castellana, los marineros de
la nave se dirigieron hacia Gilolo, donde estaban refugiados los
castellanos al mando de Hernando de la Torre. El viaje de la Flo-
rida hacia Gilolo fue su última travesía, pues su madera se pudrió.
Poco tiempo después, conjuras y rebeliones en Ternate, por
la intromisión portuguesa, incrementaron el recelo a los castella-
nos, ya que si llegaban refuerzos podrían traicionarlos; por ello,
se les permitió enviar a Pedro de Montemayor a Goa para ob-
tener un salvoconducto en 1532. Los castellanos en esas fechas
sólo eran 27 o 28 hombres. El 26 de noviembre de 1533 llegó el
capitán portugués Tristán de Taide para desalojarlos de las Mo-
lucas.83 Se embarcaron hacia la India. Llegaron a España sólo
ocho, entre ellos el escribano de la nave Florida, Francisco Gra-
nados, quien recibió seis ducados en 1536, y en 1538 otros 3750
maravedís. Antes de ser despachado a la Nueva España para que
en México se le pagaran sus sueldos.84
81 “Carta de Pedro de Montemayor escrita desde Cochin...”, cit., p. 194
(BAE, 77).
82 “Relación de Hernando de la Torre de lo ocurrido en las Molucas contra
los portugueses de la isla de Terranete desde su ingreso en aquellas islas hasta
fin del año 1533”, Colección de viajes, pp. 196-198 (BAE, 77).
83 “Relación de Hernando de la Torre...”, cit., p. 200.
84 “Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación para que pa-
guen a Francisco Granado que vino de las islas del Maluco, 3.750 maravedís a
cuenta de lo que se le debe de su sueldo, 1538-07-19”, AGI, Indiferente,1962,
L.6, f. 93v-94r; “Real cédula a Antonio de Mendoza, virrey de Nueva España y

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ÁLVARO SAAVEDRA CERÓN... 105

VII. Conclusiones

Las expediciones transpacíficas hispanas fueron impulsadas por


una confluencia de intereses. El objetivo era llegar a las regiones
asiáticas, y éste se buscaba desde tiempos de Colón, y no termi-
nó con las Indias occidentales, sino que siguió motivándolas. La
competencia con los portugueses generó acuerdos en fronteras o
regiones exclusivas; por ejemplo, el Tratado de Tordesillas (que
siguió a los desacuerdos tras las bulas alejandrinas) firmado en
1494, y que delimitaba los ámbitos de acción en el océano Atlán-
tico entre lusos y castellanos. La línea resguardaba los derechos
entre estos competidores e ignoraba a otros (tanto conocidos
como desconocidos). Esta frontera estaba difusa en su proyec-
ción en el hemisferio contrario del globo; por ello, una disputa
cosmográfica acompañaba a las expediciones que se organiza-
ban para Asia.
El complejo proceso de conquista, en particular de la Nueva
España, no estuvo ajeno a ese gran interés, como lo demuestra
la actividad de Cortés, y el plan también estaba en el campo de
los oficiales, como Ocaña. Sin embargo, la balanza estaba en el
caudal del conquistador que destinó para esta empresa —entre
otras—, y consiguió sortear las disputas que le acompañaron en
la Nueva España, y que lo llevarían a ser alejado. Con relación
a la armada al mando de su primo Álvaro Saavedra Cerón (en
los documentos también aparece como Álvaro de Saavedra), es
común afirmar que fue un fracaso económico. Sin embargo, si
entendemos que la situación de Cortés era difícil y llena de ten-
sión, se puede afirmar que él podía invertir en empresas reditua-
bles, pero por ellas no podía obtener fama de fiel a la Corona,

al marqués del Valle para que averigüen con los oficiales reales lo que Francisco
Granado hubo de haber por el viaje que hizo desde esa Nueva España a las islas
de los Malucos y le paguen los dichos oficiales lo que se le debiere por 16 meses
que se pudo ocupar en la dicha armada en la ida y la vuelta, descontando 26
ducados que acá se le han mandado pagar 19 de julio de 1538”, AGI, Méxi-
co,1088, L.3, f.109r-109v.

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106 LUIS ABRAHAM BARANDICA MARTÍNEZ

de servirla, de seguir sus mandados. Eso no impide que buscara


ganancias, pero sería más importante ofrecer sus recursos a la
Corona, con el fin de mantener una buena disposición en la cor-
te. Esta situación lo resguardaba, relativamente, de sus enemigos,
que sólo podían insinuar acusaciones. Es este contexto, lo ante-
rior constituye un elemento más para evaluar lo conseguido por
Cortés con la expedición de Saavedra Cerón.
En la experiencia de navegación, dicha armada fue pionera:
estableció la ruta desde la Nueva España hacia las islas Molu-
cas; en los dos intentos de volver a la Nueva España dejó una
experiencia importante para viajes posteriores; en su navegación
transpacífica de ida y vuelta descubrió islas y reconoció las condi-
ciones físicas del Pacífico. En cuanto a los tripulantes, en la docu-
mentación se sigue la trayectoria de aquellos que escribían, pero
no de los que no lo podían hacer; por ello es muy relevante el
caso de Antón Corço. El genovés Antón Corço85 fue el encargado
de preparar las naves en puerto y apertrecharlas con lo necesa-
rio para la navegación. Además, realizó viajes de cabotaje.86 Se
puede suponer que era hombre de confianza de Cortés, ya que su
labor era importante. Navegó con Saavedra Cerón en la Florida,
viviendo muchos de los sucesos de la flota. Es el primer hombre
que puede seguirse documentalmente en dos viajes alrededor del
mundo, pues una vez concluida la expedición de Saavedra volvió
a la Nueva España y se contrató en la escuadra de Ruy López de
Villalobos organizada por el virrey Antonio de Mendoza, tam-

85 “Real Cédula al presidente y oidores de la audiencia de México, encar-


gándoles administrar justicia en el pleito entre Antonio Corzo, genovés, y el
adelantado Pedro de Alvarado por deuda de 1.500 pesos Valladolid, 27 de no-
viembre de 1548”, AGI, México, 1089, L. C4, f.22v.
86 “[…] en diez y nueve días del mes de mayo año […] se depositaba y
entregaba los navíos en forma y manera que los recibieron los dichos Diego de
Seguida e Antón Corço y Antón Yarcido en el señor Capitán General Álvaro
de Saavedra Cerón el cual dijo que los recibía y se daba por entregado en ellos
[…]”, “Testimonio de Francisco González, escribano, sobre los navíos de la Ar-
mada de Álvaro Saavedra Cerón, 15 de Mayo 1527”, AGNM, Hospital de Jesús,
leg. 203, f. 57.

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ÁLVARO SAAVEDRA CERÓN... 107

bién en la Nueva España, en 1542.87 Ésta también se perdería y,


tras un penoso retorno, Corço se encuentra en México solicitan-
do su salario.88

VIII. Fuentes

Archivo General de Indias, AGI


Patronato
Indiferente
México

Archivo General de la Nación México, AGNM


Hospital de Jesús
Mercedes

Actas de Cabildo de la Ciudad de México. Primer Libro de Actas, México,


Edición del Municipio Libre, 1889.
Acuña, René (ed.), Relaciones geográficas del siglo XVI: Michoacán, vol.
9, México, UNAM-IIA, 1987.
Álvarez, Víctor M., Diccionario de conquistadores. Abarca-Laserna,
México, INAH, 1975.
Barandica Martínez, Luis Abraham, “Pilotos y navegantes
en la primera expedición transpacífica novohispana, ca. 1525-
1535”, Red de Estudios Superiores Asia Pacífico, México, año 3, vol.
5, diciembre de 2017.
Barandica Martínez, Luis Abraham, Los oficiales de las Coronas
castellana y lusitana en los enclaves ibéricos en el sureste asiático desde las

87 “Nombramiento de Patrón de Rivera a Anton Corço, 20 agosto 1542”,


AGNM, Mercedes, vol. 1, f. 136. Barandica Martínez, Luis Abraham, “Pilotos
y navegantes en la primera expedición transpacífica novohispana, ca. 1525-
1535”.
88 Varela, Consuelo (ed.), El viaje de Don Ruy López de Villalobos a las Islas del
Poniente, 1542-1547, Roma, Cisalpino-Goliardica, 1983.

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108 LUIS ABRAHAM BARANDICA MARTÍNEZ

primeras expediciones hasta la década de 1620, tesis de doctorado en


historia, México, UNAM, 2008.
Barandica Martínez, Luis Abraham, De la Nueva España hacia
las Islas del Poniente: la organización y viaje de los participantes en la
expedición marítima al mando de Ruy López de Villalobos, 1542-1549,
tesis de maestría en historia, México, UNAM, 2004.
Barandica Martínez, Luis Abraham, En busca de la ruta occidental
hacia el Oriente. La expedición de Álvaro de Saavedra Cerón, tesis de
licenciatura en historia, México, UNAM, 2001.
Boyd Bowman, Peter, Índice geobiográfico de cuarenta mil pobladores
españoles de América en el siglo XVI, Bogotá, Instituto Caro y
Cuervo, 1964, 2 vols.
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Sociedad de Estudios y Publicaciones, 1967, 3 vols.
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ÁLVARO SAAVEDRA CERÓN... 109

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110 LUIS ABRAHAM BARANDICA MARTÍNEZ

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Pacific, 1527-1528: The Voyage of Alvaro de Saavedra Cerón”,
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(coord.), Seminario de Documentación e Historia Novohispana,
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historicas.unam.mx/catalogo.jsp.
Biblioteca Virtual de Defensa, disponible en: https://bibliotecavirtual.
defensa.gob.es.
Portal de Archivos Españoles, disponible en: http://pares.culturay
deporte.gob.es/inicio.html.
Rojo Vega, Anastasio, disponible en: https://investigadoresrb.patri
monionacional.es.

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LA FUNDACIÓN DE LA CIUDAD DE TLAXCALA,


1535, EN EL CONTEXTO DE LA EXPANSIÓN
Y CONQUISTA DEL IMPERIO ESPAÑOL
EN AMÉRICA

José Luis Soberanes Fernández*

Sumario: I. Introducción. II. Exploración y fundaciones en


el centro y sur del continente americano. III. La presencia espa-
ñola y las primeras ciudades en el área mesoamericana. IV. La
fundación de la ciudad de Tlaxcala. V. Importancia de la erec-
ción de Tlaxcala. VI. A manera de conclusión. VII. Fuentes.

I. Introducción

A la par de las exploraciones de los territorios descubiertos a fina-


les del siglo XV en “la América”, los personajes que participaron
en estas empresas de conquista tomaron posesión de dichas tie-
rras en nombre de su majestad el rey de Castilla, después de lo
cual se dieron a la tarea de fundar ciudades. El acto era simbólico;
no obstante, dejaba patente la presencia del monarca en aquellos
lugares. La erección de estas ciudades, y los ayuntamientos que en
ellas se instalaron, es interesante, ya que nos permite ver cómo los
españoles buscaron implantar las formas de gobierno europea en
sus posesiones en el nuevo mundo.
De lo anterior, que la presente exposición tiene por objetivo
distinguir cómo fue el proceso de la fundación de la ciudad de
*
Instituto de Investigaciones Jurídicas, Universidad Nacional Autónoma
de México.

111

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112 JOSÉ LUIS SOBERANES FERNÁNDEZ

Tlaxcala y los factores que lo permitieron, todo ello enmarcado


en el contexto de las expediciones y conquista que llevó a cabo la
monarquía hispánica en el siglo XVI en el continente americano.

II. Exploración y fundaciones en el centro


y sur del continente americano

La villa de la Isabela, en la isla de Santo Domingo, fue la primera


ciudad que los españoles erigieron en tierras americanas, lo que
tuvo lugar en 1494; sin embargo, como podemos ver, esto se dio en
las Antillas, no en tierra continental. Tendrían que pasar dieciséis
años para que en 1510 se fundara Santa María de la Antigua Da-
rién, en la actual Colombia, es decir, ya en “tierra firme”.1
Con la penetración y avance en distintos puntos del conti-
nente, el establecimiento de ciudades de impronta española se
multiplicó, de ahí que las fundaciones y el control de los territo-
rios recién descubiertos fue una simbiosis; para esto último, pues,
era indispensable lo primero, ya que las ciudades sirvieron como
punto de partida de futuras expediciones. Entre las urbes más
importantes que se erigieron en las primeras décadas del siglo
XVI destacamos la llamada “Ciudad de los Reyes”, Lima, funda-
da por Francisco Pizarro en 1535,2 cuya erección, en palabras de
este conquistador trujillano, correspondió porque así convenía
“al servicio de su Majestad”, argumento semejante al que dieci-
séis años antes refirió Hernán Cortés a Carlos I de España; otra
fue la de Nuestra Señora de la Asunción, por Juan de Salazar, en
1537; Santiago de la Nueva Extremadura, por Pedro de Valdivia
en 1541; la de Bogotá en 1538, por Gonzalo Giménez de Que-

1
Lucerna Salmoral, Manuel, Vasco Núñez de Balboa, descubridor de la Mar del
Sur, México, Red Editorial Iberoamericana, 1991, pp. 27 y 28. Este autor men-
ciona que no fue sino hasta noviembre de 1510 cuando “se procedió a elegir
un cabildo o regimiento de la ciudad de Santa María, mediante la asamblea o
reunión de todos los pobladores”.
2 Díaz-Trechuelo López-Spínola, María de Lourdes, Francisco Pizarro el con-
quistador del fabuloso Perú, México, Red Editorial Iberoamericana, 1989, p. 106.

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LA FUNDACIÓN DE LA CIUDAD DE TLAXCALA... 113

zada; la de San Francisco de Quito en 1534, por Sebastián de


Benalcázar; la de Santa María del Buen Ayre en 1536, por Pedro
de Mendoza,3 y la de Nuestra Señora de la Paz, doce años más
tarde, es decir, en 1548.
Es importante distinguir que estas fundaciones, así como
otras que se hicieron en el continente americano en el transcurso
de aquella centuria, fueron hechos jurídicos, en los cuales debía
existir un fundador autorizado legalmente para ello, ya fuera por
el rey de España o bien por el gobernador de alguna provincia.
De lo anterior, no es de extrañar entonces que muchos de los
conquistadores y fundadores fueran nombrados por los cabidos
que se establecieron en esas ciudades, capitanes, gobernadores
de provincia, o bien que formaran parte de los mismos ayunta-
mientos; así ocurrió, por ejemplo, con Pedro de Valdivia y Fran-
cisco Pizarro, por mencionar sólo algunos ejemplos.4
Por otro lado, es pertinente mencionar que en la mayoría de
los casos pasarían años antes de que el monarca español en turno
expidiera la cédula real a través de la cual otorgaba de manera
oficial el título de ciudad a las mismas, es decir, con ésta se con-
solidaba la fundación legal de aquellos asentamientos. No menos
importante es que generalmente aquella cédula era acompañada
de otro documento real que concedía los respectivos escudos de
armas a las ciudades.5 Esto no fue exclusivo del sur del continen-
te, pues lo mismo ocurrió con más de una de las ciudades que los

3 Mencionamos la primera fundación en 1580, pues la historiografía ar-


gentina menciona que fue refundada por Juan de Garay una vez que se instaló
un primer cabildo.
4 Al respecto, pueden consultarse las siguientes obras: Díaz-Trechuelo
López-Spínola, op. cit., Miro Caballos, Esteban, Francisco Pizarro: una nueva visión
de la conquista del Perú, Barcelona, Crítica, 2018, 412 p., y Pumar Martínez, Car-
men, Pedro de Valdivia fundador de Chile, México, Red Editorial Iberoamericana,
1990, 128 pp.
5 En este sentido, podemos mencionar que para el caso de la “Ciudad de
los Reyes”, Lima, le fue otorgado hasta 1537, es decir, dos años después de su
fundación; a Quito, Ecuador, en 1541, mientras que a la ciudad de La Paz,
Bolivia, se le dio en 1555.

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114 JOSÉ LUIS SOBERANES FERNÁNDEZ

españoles fundaron en nuestro país a la caída de Tenochtitlan,


como se verá en el presente artículo.

III. La presencia española y las primeras


ciudades en el área mesoamericana

Hernán Cortés fundó la Villa Rica de la Vera Cruz en abril de


1519, al tiempo que integró el primer ayuntamiento6 al estilo
europeo en las tierras descubiertas por Francisco Hernández de
Córdoba y Juan de Grijalva.7 Este hecho fue válido desde el pun-
to legal, debido a que el capitán extremeño había conseguido la
venia de las autoridades españolas, que le otorgaron la potestad
de conducirse libre del gobernador de Cuba, Diego Velázquez, de
quien él era subordinado.8 Debemos resaltar que con esta funda-
ción se pretendía dar la mayor cantidad de beneficios a la Corona;
así lo manifestó el propio Cortés en una de las cartas que envió
a Carlos I. Sus palabras fueron confirmadas por Bernal Díaz del
Castillo, quien estuvo presente en el momento de la fundación de
la Villa Rica, y quien al respecto registró en su Historia verdadera:
“Platicamos con dicho capitán Fernando Cortés diciendo que esta
tierra era buena […] por tanto nos parecía que nos convenía al
servicio de vuestras majestades”.9
En este contexto, y como parte del proceso de expansión y
conquista de otras provincias, no sólo de las que habían formado

6
Cienfuegos Salgado, David, “Acerca de la fundación de la Villa Rica de
la Vera Cruz”, en Cienfuegos Salgado, David (coord.), La fundación del primer
Ayuntamiento de México. La Villa Rica de la Vera Cruz. Quinto Centenario, 1519-2019,
México, Altres Costa-Amic-El Colegio de Veracruz-El Colegio de Guerrero,
2020, pp. 15-27.
7 Cortés, Hernán, Cartas y relaciones de Hernán Cortés al emperador Carlos V,
corregidas e ilustradas por don Pascual de Gayangos, París, Imprenta Central de los
Ferro-Carriles Achaix y Cía., 1866, pp. 3-37.
8 Díaz del Castillo, Bernal, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España,
México, Editorial del Valle de México, 1991, pp.143-145.
9 Idem.

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LA FUNDACIÓN DE LA CIUDAD DE TLAXCALA... 115

parte del imperio mexica o cuyos pueblos habían sido sus tribu-
tarios, los españoles se dieron a la tarea de explorar y de fundar
varias ciudades a lo largo y ancho de los vastos territorios que
descubrían. La empresa no fue sencilla; por el contrario, la re-
beldía de los grupos indígenas para someterse y adaptarse a las
dinámicas que implantaron los españoles complicó la tarea. A
pesar de estas peripecias, en el siglo XVI los españoles fundaron
algunos de los centros poblacionales más importantes del que se-
ría llamado virreinato de Nueva España.
Las fundaciones aludidas respondieron a disímiles motivos,
de ahí que algunas se erigieron con fines defensivos para con-
trarrestar incursiones indígenas, como puntos de frontera, como
protección de los caminos, por el descubrimiento de vetas de pla-
ta, e incluso para celebrar acuerdos de paz.10 Es significativo alu-
dir, que más de una de estas ciudades sería punto de partida de
futuras expediciones en la segunda mitad del siglo XVI, y tam-
bién la primera del XVII, que permitieron el reconocimiento y
la ocupación de nuevas tierras, sobre todo en el septentrión no-
vohispano, como apuntó Atanasio G. Saravia.11
Si duda, una de las fundaciones más significativas fue la de
la ciudad de México, aquella que se convirtió en la capital de la
Nueva España —sin olvidar que sería la capital de la nación una
vez consumada la independencia—, y que fue recocida por cédu-
la real de julio de 1523 como ciudad “tan insigne y noble” por el
monarca Carlos I, quien además le concedió a su ayuntamiento

10 Tal fue el caso de San Luis de la Paz, en el actual estado de Guanajuato,


que adquirió ese nombre debido al tratado de paz que se firmó entre los otomís,
aliados de los españoles, y los grupos chichimecas de aquella región, el que se
acordó el 25 de agosto, día de San Luis de Francia, de 1552. Apuntes sobre
fechas de fundación de varias ciudades del estado de Guanajuato: Silao, San Mi-
guel de Allende, San Felipe, León, Celaya, Salamanca, Irapuato, etc. San Luis
de la Paz. Archivo General del Gobierno del Estado de Guanajuato, Poder Eje-
cutivo del Gobierno del Estado, colección Agustín Lanuza Dresdier, exp. 128.
11 Saravia, Atanasio G., Apuntes para la historia de la Nueva Vizcaya, México,
UNAM, Coordinación de Humanidades, 1978-1982, 4 vols.

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116 JOSÉ LUIS SOBERANES FERNÁNDEZ

un escudo de armas.12 Siguieron a ésta en la década de 1540,


Morelia, Guadalajara, Zacatecas, San Francisco de Campeche13
y Mérida,14 mientras que en el último tercio del siglo XVI se fun-
daron Guanajuato, 1570; la villa de Nuestra Señora de las Aguas
Calientes, 1575; San Luis Potosí en 1592, y Monterrey en 1596.15
Ahora, las fundaciones de las ciudades a las que hemos he-
cho mención fueron tardías con relación a las de aquellas que se
dieron en los años inmediatos a la caída de Tenochtitlan en las
provincias o zonas cercanas a ésta, como fue el caso de las ciu-
dades de Puebla y Querétaro, ambas fundadas en 1531, y la que
nos ocupa, Tlaxcala, esta última en 1535.16 Pero veamos cómo
se dio este proceso y a qué factores obedeció la fundación de
Tlaxcala.

IV. La fundación de la ciudad


de Tlaxcala

La llamada Confederación o República de Tlaxcala, como aliada


de las huestes comandadas por Hernán Cortés, había tenido un
destacado papel en la conquista de su añeja rival, la capital del
12
Torres Puga, Gabriel, “La ciudad novohispana. Ensayo sobre su vida po-
lítica 1521-1800)”, en Rodríguez Kuri, Ariel (coord.), Historia política de la ciudad
de México (desde su fundación hasta el año 2000), México, El Colegio de México,
Centro de Estudios Históricos, 2012, p. 71.
13 Campeche, ciudad fortificada, disponible en https://campeche.travel/destinations/

ciudad-fortificada/ consultado el 20 de abril de 2021


14 Bricker, Victoria Reifler, El cristo indígena, el rey nativo. El sustrato histórico
de la mitología del ritual de los mayas, trad. de Celia Paschero, México, Fondo de
Cultura Económica, 1993, p. 42.
15 Sobre las fechas de fundación de estas ciudades, se consultaron distintas
obras monográficas, en particular de la serie “Breves Historias de los Estados
de la República Mexicana”, publicada por el Fondo de Cultura Económica y El
Colegio de México.
16 Otra ciudad que se fundó de manera temprana en la década de 1530 fue
la de Oaxaca, en 1532, cuyo título le fue concedido en abril de ese año. Véase
Gay, José Antonio, Historia de Oaxaca, México, Imprenta del Comercio, de Du-
blán y Cía., t. I, 1881, p. 327.

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LA FUNDACIÓN DE LA CIUDAD DE TLAXCALA... 117

imperio mexica, no sólo por el apoyo militar que brindó a los espa-
ñoles, sino porque fue en esa provincia en donde, en 1520, se con-
feccionó el plan de asedio y sitio para la ciudad de Tenochtitlan, que
como, sabemos, finalmente cayó el 13 de agosto de 1521. Estos
servicios, así como la alianza que desde 1519 habían establecido
con Cortés, serían expuestos por los representantes de la provincia
de Tlaxcala ante el emperador Carlos I para solicitarle, años más
tarde, que les diera el privilegio de fundar una ciudad.
De lo anterior, que en este punto es necesario preguntarnos
cómo se consiguió esto. La respuesta la podemos encontrar en
las gestiones que llevó a cabo una embajada tlaxcalteca que para
tal fin viajó a España en 1534. Ésta fue encabezada por Diego
Maxixcatzin, entonces gobernador de la provincia de Tlaxca-
la e indio principal de Ocotelulco, en compañía de Sebastián y
Martín,17 como registró el cronista Juan de Buenaventura Za-
pata y Mendoza en su obra Historia cronológica de la noble ciudad de
Tlaxcala.18 La comitiva llegó a la península a finales del mismo
año. Podemos imaginar que el choque o impacto cultural para
los integrantes del séquito debió de ser grande, pues las costum-
bres distintas, la lengua, las construcciones, etcétera, debieron de
impactarlos. Un primer inconveniente al que se debieron enfren-
tar fue el clima, si consideramos que arribaron a la península en
pleno invierno.
Ya en la sede del imperio español, Madrid, la embajada tuvo
audiencia con el monarca Carlos I, a quien presentaron su peti-
ción para que erigiera a Tlaxcala a rango de ciudad. La audien-
cia de los representantes tlaxcaltecas con el emperador, en pala-
bras del historiador Fernando Herrera Valdez, fue exitosa. No se
equivoca este autor en su observación, debido a que Maxixcatzin

17 Díaz Serrano, Ana, “La República de Tlaxcala ante el rey de España


durante el siglo XVI”, Historia Mexicana, México, El Colegio de México, vol.
LXI, núm. 263, enero-marzo, 2012, pp. 1049-1107.
18 Zapata y Mendoza, Juan Buenaventura, Historia cronológica de la noble ciu-
dad de Tlaxcala, Tlaxcala, Universidad Autónoma de Tlaxcala, Centro de Inves-
tigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 1995, p. 140.

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118 JOSÉ LUIS SOBERANES FERNÁNDEZ

y sus compañeros recaudaron para la provincia de Tlaxcala pri-


vilegios significativos: el primero, que el augusto emperador, por
real provisión del 22 de abril de 1535, le otorgó a Tlaxcala el títu-
lo de “muy noble y leal ciudad”, documento que acompañó con
aquel que le dio la facultad de usar un escudo de armas.19 Este
reconocimiento, como bien menciona Martínez Baracs, corres-
pondió a los servicios “que los principales y pueblos de la dicha
provincia” habían hecho a la monarquía.20
Pero ¿qué decía la real cédula fechada en la villa de Madrid
en abril de 1535? Después de presentar todos y cada uno de los
títulos acumulados por el monarca español en la denominada
“cláusula de intitulación”, es decir, en la presentación del docu-
mento, se inscribió:

Don Carlos, por la divina clemencia, Emperador de los Roma-


nos, augusto Rey de Alemania, Doña Juana su madre y el mismo
D. Carlos, por la gracia de Dios Rey de Castilla […] Por cuanto
D. Diego Maxixcatzin, gobernador de la ciudad é provincia de
Tlaxcala en nombre de la dicha ciudad nos suplicó que, acatan-
do los servicios que nos ha hecho é que hasta ahora ha estado la
dicha provincia en nuestra cabeza, fuésemos servidos de señalar
armas á la dicha ciudad según de cómo las tienen las otras ciu-
dades y villas de nuestras, unas con título de lealtad, pues aquella
provincia la había tenido ante esta Corona Real, o como la nues-
tra merced […] Y por la presente hacemos merced y queremos
y mandamos que de ahora y aquí adelante la dicha Ciudad de
Tlaxcala se llame é entitule la Leal Ciudad de Tlaxcala y que
haya y tenga por sus armas conocidas un escudo […]21

19 Real cédula manuscrita sobre la fundación de la ciudad de Tlaxcala, Vi-


lla de Madrid, 20 de abril de 1535, Centro de Estudios de Historia de México
Carso, Fondo: CDLXIV.
20 Martínez Baracs, Andrea, Un gobierno de indios: Tlaxcala 1519-1750, Méxi-
co, Fondo de Cultura Económica-Fideicomiso Colegio de Historia de Tlaxcala,
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 2008,
pp. 42-48.
21 Real cédula manuscrita sobre la fundación de la ciudad de Tlaxcala…,
op. cit.

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LA FUNDACIÓN DE LA CIUDAD DE TLAXCALA... 119

Una descripción física, desde el punto de vista artístico, de


la real provisión, la explica de manera detallada e interesante
el historiador Luis Fernando Herrera Valdez, con las siguientes
palabras:

Dicho documento jurídico-diplomático fue escrito sobre perga-


mino doble folio, en el que destaca un minucioso trabajo de mi-
niatura que, a manera de cenefa, enmarca casi en su totalidad el
área reservada al texto caligráfico. En la parte central quedó pin-
tado el escudo concedido, inscrito en un cuadrete azul bordeado
por un marco dorado. La parte superior de la cenefa, realizada
con un fondo bicolor azul y rojo, contiene en el centro las “gran-
des armas” de Carlos V de Alemania y I de España que expresan
el estatus y la presencia virtual del soberano otorgante, que desde
lo alto de la composición sugiere, en efecto, que emite y avala
todo lo que contenido en la real provisión.22

El segundo privilegio, apunta Ana Díaz Serrano, consistió


en la garantía que se otorgaba a Tlaxcala de pertenecer siempre a
la Corona de Castilla; es decir, con ello se le liberaba de la enco-
mienda.23 El propio Herrera Valdez redondea la importancia de
esta dispensa al mencionar que ella “implicaba que su gobierno
[…] el patriciado indio de la civitas, sólo rendiría cuentas direc-
tamente el rey y a sus representantes en Nueva España”, en este
caso al virrey.24
Una vez que obtuvieron su cometido por el que habían via-
jado a España, Maxixcatzin y sus compañeros regresaron a Tlax-
cala a mediados de 1535. Su tornaviaje coincidió con el que tam-
bién hizo Antonio de Mendoza, quien había sido nombrado por
el monarca español primer virrey de Nueva España; es más, se

22
Herrera Valdez, Luis Fernando, Heráldica cívica novohispana: el escudo de ar-
mas de Tlaxcala, tesis de maestría en historia del arte, México, UNAM, Facultad
de Filosofía y Letras, 2014, p. 4.
23 Díaz Serrano, op. cit., p. 1056.
24 Herrera Valdez, op. cit., p. 21.

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120 JOSÉ LUIS SOBERANES FERNÁNDEZ

sabe que el barco que trasladó a la embajada y el que lo hizo con


el funcionario real eran parte de la misma flota.
Los privilegios del augusto monarca hacia los tlaxcaltecas no
terminaron con la real cedula de abril de 1535, pues éstos se re-
frendaron dos años más tarde, el 11 de febrero de 1537, cuando
los nombró señores de montes y aguas, al tiempo que se refirió
a ellos como primos, no en el sentido de parentesco de nuestros
días, sino más bien como una categoría feudal de nobleza, aun-
que inferior en relación con las que en ese momento existían.25 El
referido documento reza:

Hago saber a todos mis virreyes, los que ahora son, y en adelante
fueren, cómo por informe de lealtad y firmeza con que anduvie-
ron mis primos los tlaxcaltecas cuando mi capitán Hernán Cortés
llegó a dicha ciudad de Tlaxcala (…) por lo que expido esta real
cédula (…) pues los hago señores de montes y aguas y que en sus
cabildos, que si acaso tuviera voz la justicia eclesiástica, no sean
repugnados; que no paguen pecho, cohecho, ni derecho: que pue-
dan ser gobernadores de la dicha insigne y siempre leal ciudad de
Tlaxcala; que les den sus terrazgos y señoríos.26

Regresemos al tema de la fundación. Una vez que el empera-


dor firmó la real cédula que otorgó a Tlaxcala el título de ciudad,
se procedió a buscar un sitio adecuado en donde establecerla de
manera permanente. Se eligió la ribera izquierda del río Zahua-
pan, en donde, de antemano, existían asentamientos indígenas.
Esta reubicación tenía ante todo un fin político, ya que al tener
una nueva capital se restaría importancia a las cabeceras indíge-
nas.27 Con esta reubicación, el objetivo era mostrar que a pesar
de las concesiones que se habían hecho a los gobernantes de la
25
Martínez Baracs, op. cit., pp. 256 y 257.
26
Ibidem, 258.
27 Teroba Lara, Cesáreo, “Caras y máscaras: la fundación de Tlaxcala”,
El Sol de Tlaxcala, Tlaxcala, 3 de octubre de 2018, disponible en: https://www.
elsoldetlaxcala.com.mx/analisis/caras-y-mascaras-2042588.html, consultado el 20 de
abril de 2021.

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LA FUNDACIÓN DE LA CIUDAD DE TLAXCALA... 121

región, el poder máximo seguía siendo el de la Corona. El hecho


de tener un cabildo de indios bajo la jurisdicción española tam-
bién reflejaba la fusión entre ambas culturas y al mismo tiempo
simbolizaba la aceptación voluntaria de la supremacía europea.
Ahora bien, se había dado el primer paso: el de la fundación
de la ciudad de Tlaxcala; sin embargo, más adelante se presen-
taría el problema de estructurar y hacer funcionar el gobierno
indígena con su nueva sede. El proceso para dar forma a las dis-
posiciones que habrían de gobernar al cabildo tlaxcalteca sería
paulatino, y poco a poco se expedirían las ordenanzas para la
organización y funcionamiento del gobierno, en las que se esta-
blecerían los alcances, así como la jurisdicción que dicho ayun-
tamiento tendría frente a los poderes del gobernador español y
los de Puebla. Por otro lado, Teresa Meade refiere que no fue
sino hasta 1555 cuando se hizo el trazo de la ciudad de Tlaxcala,
año en el que también se construyeron la mayoría de los edificios
públicos, lo que en cierta medida se logró gracias a la ayuda del
cabildo y de los habitantes.28

V. Importancia de la erección
de Tlaxcala

Ya mencionamos al inicio del presente artículo que algunas ciu-


dades, tanto en Nueva España como en otras posesiones espa-
ñolas en el sur del continente, debieron su fundación a distintos
fines e intereses de la Corona, de ahí que en este punto debemos
preguntarnos por qué o para qué fundar la ciudad de Tlaxcala.
Es natural que nos surja este cuestionamiento, y la respuesta a
esta interrogante nos puede permitir ver las diferencias y las com-
paraciones con otras ciudades que se erigieron en el siglo XVI.
En esta exposición se proponen cuatro posibles razones de dicha
fundación.
En primer lugar, el establecimiento de la nueva ciudad de
Tlaxcala, cercana además a la ahora capital virreinal, permitiría
28
Idem.

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122 JOSÉ LUIS SOBERANES FERNÁNDEZ

a los españoles llevar a cabo la evangelización de manera más


sistemática (algo que, por la legitimidad que otorgaba este es-
fuerzo a la empresa liderada por Cortés, era prioritario para la
mayoría del contingente español); una segunda razón era la de
reiterar, sin duda, la nueva realidad de que la Corona primaba
sobre cualquier otra potestad, aunque ciertamente se respetaría
la autonomía peculiar de la “república” tlaxcalteca. En tercer
lugar, se puede aducir que por su ubicación geográfica, se consi-
deró a Tlaxcala como privilegiada y estratégica, al ser un punto
intermedio entre la ciudad de Puebla y la de México, así como
otras poblaciones; y, por último, el mantener el acuerdo inicial
que el pueblo tlaxcalteca hizo entre Hernán Cortés y la alianza
entre ellos forjada. Con la prevalencia de esta coalición, ambas
partes se verían beneficiadas: para la Corona, tener una nueva
ciudad con aliados leales y las riquezas que le podrían generar,
mientras que para los tlaxcaltecas, la protección y beneficios que
traía consigo ser parte del Imperio español, y no una población
colonizada, como el resto de las poblaciones de la ahora llamada
Nueva España.29

VI. A manera de conclusión

La fundación de la ciudad de Tlaxcala representó un logro más


que presentar a la Corona, es decir, un símbolo del poderío es-
pañol en las tierras recientemente descubiertas, que se manifestó
al mover el centro político a donde más convenía a sus intereses.
Para los tlaxcaltecas, este hecho de ninguna manera fue deme-
ritorio, puesto que continuaron manteniendo su autonomía, sin
olvidar que obtuvieron otros privilegios, entre ellos títulos nobilia-
rios y la protección de sus nuevos amigos. En ese sentido, puede
decirse que siempre se mantuvo una buena relación entre ambas
partes: la unificación de la nueva Tlaxcala fue uno de los primeros
29 Muñoz Camargo, Diego, Historia de Tlaxcala, México, Oficina Tip. de la
Secretaría de Fomento, 1892, pp. 69-79.

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LA FUNDACIÓN DE LA CIUDAD DE TLAXCALA... 123

símbolos de fusión cultural, y de ahí la importancia de su funda-


ción en el contexto de la conquista y expansión del imperio español
en América en el siglo XVI. No menos importante de resaltar es
que a diferencia de otras ciudades de la América española, debió
su fundación por los servicios que su pueblo había prestado a la
Corona en el proceso de conquista del imperio mexica, es decir, a
manera de reconocimiento, reconocimiento que no tuvieron otros
pueblos y ciudades del continente.

VII. Fuentes

Bricker, Victoria Reifler, El cristo indígena, el rey nativo: el sustrato


histórico de la mitología del ritual de los mayas, trad. de Celia Paschero,
México, Fondo de Cultura Económica, 1993.
Campeche, ciudad fortificada, disponible en: https://campeche.travel/
destinations/ciudad-fortificada/ consultado el 20 de abril de 2021.
Cienfuegos Salgado, David, “Acerca de la fundación de la
Villa Rica de la Vera Cruz”, en Cienfuegos Salgado, David
(coord.), La fundación del primer ayuntamiento de México. La Villa Rica
de la Vera Cruz. Quinto Centenario, 1519-2019, prólogo de Eugenio
Vázquez Muñoz, México, Altres Costa-Amic-El Colegio de
Veracruz-El Colegio de Guerrero, 2020.
Cortés, Hernán, Cartas y relaciones de Hernán Cortés al emperador
Carlos V, corregidas e ilustradas por don Pascual de Gayangos de la Real
Academia de la Historia de Madrid, correspondiente del Instituto de
Francia, París, Imprenta Central de los Ferro-Carriles Achaix
y Ca., 1866.
Díaz del Castillo, Bernal, Historia Verdadera de la conquista de la
Nueva España, México, Editorial del Valle de México, 1991.
Díaz Serrano, Ana, “La república de Tlaxcala ante el rey de
España durante el siglo XVI”, Historia Mexicana, México, El
Colegio de México, vol. LXI, núm. 263, enero-marzo 2012.

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124 JOSÉ LUIS SOBERANES FERNÁNDEZ

Díaz-Trechuelo López-Spíndola, María de Lourdes, Francisco


Pizarro el conquistador del fabuloso Perú, México, Red Editorial
Iberoamericana México, 1989.
Gay, José Antonio, Historia de Oaxaca, México, Imprenta del
Comercio de Dublán y Cía., 1881, t. 1.
Herrera Valdez, Luis Fernando, “Heráldica cívica novohis-
pana: el escudo de armas de Tlaxcala”, tesis de maestría en
historia del arte, México, UNAM, Facultad de Filosofía y
Letras, Posgrado en Historia del Arte, 2014.
Lucerna Salmoral, Manuel, Vasco Núñez de Balboa, descubridor
de la Mar del Sur, México, Red Editorial Iberoamericana, 1991.
Martínez Baracs, Andrea, Un gobierno de indios: Tlaxcala 1519-
1750, México, Fondo de Cultura Económica-Fideicomiso
Colegio de Historia de Tlaxcala, Centro de Investigaciones y
Estudios Superiores en Antropología Social, 2008.
Mira Caballos, Esteban, Francisco Pizarro: una visión de la conquista
del Perú, Barcelona, Crítica, 2018.
Muñoz Camargo, Diego, Historia de Tlaxcala, publicada y
anotada por Alfredo Chavero, México, Oficina Tip. de la
Secretaría de Fomento, 1892.
Pumar Martínez, Carmen, Pedro de Valdivia, fundador de Chile,
México, Red Editorial Iberoamericana, 1990.
Saravia, Atanasio G., Apuntes para la historia de la Nueva Vizcaya.
introd., compilación, bibliografía e índices de Guadalupe Pérez
San Vicente, México, UNAM, Coordinación de Humanidades,
1978-1982, 4 vols.
Teroba Lara, Cesáreo, “Caras y máscaras: la fundación de
Tlaxcala”, El Sol de Tlaxcala, 3 de octubre de 2018.
Torres Puga, Gabriel, “La ciudad novohispana. Ensayo sobre su
vida política 1521-1800)”, en Rodríguez Kuri, Ariel (coord.),
Historia política de la Ciudad de México (desde su fundación hasta el
año 2000), México, El Colegio de México, Centro de Estudios
Históricos, 2012.

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LA FUNDACIÓN DE LA CIUDAD DE TLAXCALA... 125

Zapata y Mendoza, Juan Buenaventura, Historia cronológica


de la noble ciudad de Tlaxcala, transcripción paleográfica, trad.,
presentación y notas de Luis Reyes García y Andrea Martínez
Baracs, Tlaxcala, Universidad Autónoma de Tlaxcala, Centro
de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología
Social, 1995.

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AVENTUREROS Y CONQUISTADORES:
PEDRO DE ALVARADO, BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO
Y CRISTÓBAL DE OLID Y SU PARTICIPACIÓN
EN LA CAMPAÑA DE HERNÁN CORTÉS

Serafín Ortiz Ortiz*

Sumario: I. Introducción. II. Orígenes y antecedentes de los


conquistadores. III. En la expedición de Cortés. IV. El asedio
y toma de Tenochtitlan. V. En otros escenarios del continente
americano. VI. Referencias bibliográficas y hemerográficas.

I. Introducción

“Adelante, compañeros, que Dios es con nosotros”, fueron las pa-


labras que el capitán y cronista de la Nueva España, Andrés de
Tapia, refiere Hernán Cortés pronunció a sus soldados para ani-
marlos en el momento más álgido del célebre combate que sostu-
vieron con los indios del pueblo de Centla, en el actual estado de
Tabasco, el 14 de marzo de 1519.1 El referido Tapia, testigo pre-
sencial de aquel hecho de armas, fue uno de los más de quinientos
hombres que formaron parte de la empresa comandada por el
capitán de origen extremeño que apenas un mes antes había zar-

* Centro de Investigaciones Jurídico-políticas, Universidad Autónoma de


Tlaxcala.
1 Tapia, Andrés de, Relación de algunas cosas de las que acaecieron al muy Ilustre
señor Don Hernando Cortés Marqués del Valle, desde que se determinó a ir a descubrir tierra
en la tierra firme del mar océano, en Crónicas de la Conquista, México, UNAM, Coor-
dinación de Humanidades, 1991, pp. 27-78.

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128 SERAFÍN ORTIZ ORTIZ

pado con la flota española de la isla Fernandina, hoy Cuba, y que


tomarían parte en el asedio y toma de la ciudad de Tenochtitlan
dos años más tarde.
Muchos fueron los hombres que tomaron parte no sólo en
la campaña de Hernán Cortés de los años 1519-1521, sino que
lo hicieron también en las dilatadas empresas de descubrimien-
to, expansión, conquista y poblamiento que emprendió el impe-
rio español en el continente americano en el transcurso del siglo
XVI. De estos “soldados de la conquista”, como se ha llamado
a esta pléyade de aventureros, se ha escrito de manera prolí-
fera a través de los años en estudios prosopográficos, como los
de Francisco Castrillo, El soldado de la conquista,2 Charles Flecher,
Los conquistadores españoles del siglo XVI: vindicación de la acción colo-
nizadora española en América,3 Los conquistadores de América, de Pons
Fábregues,4 e Indios y conquistadores españoles en América del Norte, de
Jean-Michel Sallmann, por mencionar sólo algunos de trabajos
que se han dado a la tarea de estudiarlos en su conjunto.5
Ahora bien, a los conquistadores también se les ha estudiado
de modo individual a través de biografías, aunque, como es evi-
dente, predominan aquellas referentes a los personajes más repre-
sentativos, es decir, de aquellos que tuvieron un papel destacado
en dichas empresas, como Francisco Pizarro, Pedro de Valdivia,
Vasco Núñez de Balboa, Gil Gonzáles de Ávila, Pedro de Here-
dia, Pánfilo de Narváez, Juan Díaz de Solís, Gonzalo Jiménez de
Quesada, Alonso de Ojeda Hernando de Soto y, por su puesto,

2
Castrillo Mazeres, Francisco, El soldado de la conquista, Madrid, Mapfre,
1992, 316 p.
3 Lummis, Charles Flecher, Los conquistadores españoles del siglo XVI: vindica-
ción de la acción colonizadora española en América, México, Latino Americana, 1956,
270 p.
4 Pons Fabregues, M., Los conquistadores de América. Vasco Núñez de Balboa,
Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Cristóbal de Olid, Fernando de Magallanes, Juan Ponce
de León, Sebastián Cabot, etc., etc., Barcelona, Imprenta de Henrich y Cía., 1912,
118 p.
5 Sallmann, Jean-Michel, Indios y conquistadores españoles en América del Norte.

Hacia el otro El Dorado, Madrid, Alianza Editorial, 2018, 360 p.

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AVENTUREROS Y CONQUISTADORES... 129

Hernán Cortés, por mencionar sólo algunos, pues la lista de ex-


ploradores y soldados es extensa, de ahí que las biografías que
sobre éstos se han escrito sean copiosas. En este punto es perti-
nente mencionar que de otros conquistadores poco es lo que se ha
dicho, y en algunos son nulos los trabajos que hablen de su par-
ticipación en estas empresas de conquista en tierras americanas.
De lo anterior, que el presente artículo tiene como finalidad
distinguir el papel de tres expedicionarios: Pedro de Alvarado,
Bernal Díaz del Castillo y Cristóbal de Olid, quienes tomaron
parte en la campaña de Hernán Cortés, es decir, en aquella
que comenzó en la villa de Santiago de Cuba6 el 18 de diciem-
bre de 1518, y que culminaría de manera simbólica el 13 de
agosto de 1521 con la caída de Tenochtitlán, capital del llamado
imperio mexica. Gracias a las crónicas de militares, de frailes, así
como otros de sus coetáneos, e incluso de ellos mismos, conoce-
mos parte de su intervención y la manera en que nuestros prota-
gonistas se condujeron en dicha aventura, no sólo en el altiplano
central mexicano, sino en otros puntos del área mesoamericana
y del continente americano.

II. Orígenes y antecedentes


de los conquistadores

Antes de hablar de la labor de los aventureros de los que me ocu-


paré en este artículo durante los años de 1519-1521, considero
necesario hacer algunas referencias de sus antecedentes y for-
mación. En primer lugar, destacamos que los tres nacieron en el
último cuarto del siglo XV en distintas comunidades de España;
Pedro de Alvarado lo hizo en 1485, en Badajoz, Extremadura;7 el
andaluz Cristóbal de Olid vio la luz en Baeza, provincia de Jaén,

6
Ésta fue fundada el 25 de julio de 1515 por Diego de Velázquez.
7
Vallejo García-Hevia, José María, Juicio a un conquistador: Pedro de Alvarado.
Su proceso de residencia en Guatemala (1536-1538), Madrid, Marcial Pons Historia,
2008, t. I, p. 125.

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130 SERAFÍN ORTIZ ORTIZ

en 1487,8 mientras que Bernal Díaz del Castillo vino al mundo en


Medina del Campo, Valladolid, en 1495,9 es decir, era el más jo-
ven de nuestra tríada de expedicionarios y conquistadores.
Como muchos hombres de su generación, nuestros protago-
nistas, en palabras del primer cronista de Indias, Gonzalo Fer-
nández de Oviedo, fueron hijosdalgo, es decir, individuos que
pertenecieron a la baja nobleza española, y quienes en su ma-
yoría estuvieron emparentados con comendadores, alcaides y
señores de distintas vecindades. Por el mismo cronista sabemos
que más de uno de estos “nobles” se decidió atravesar el océano
Atlántico, tan “solo con una espada”, debido a las noticias que
de las tierras recién descubiertas, y de su riqueza, llegaban a la
península, de ahí que se aventuraran a venir a este continente a
buscar fortuna y labrarse un futuro.10
Lo anterior fue motivo para que el janes, el pacense y el puce-
lano11 se trasladaran a América. El primero en hacerlo fue Pedro
de Alvarado. No se conoce con certeza en qué año lo hizo; no
obstante, para 1510 radicaba ya en la isla La Española, hoy Santo
Domingo y Haití, precisamente en el año en que Hernán Cortés,
su futuro comandante en la expedición de 1519, se desempeñaba
como escribano público en ese lugar.12 Díaz del Castillo fue el se-

8 Valle, Rafael Heliodoro, Semblanza de Cristóbal de Olid, México, Fondo de

Cultura Económica, 1998, p. 3. No obstante que en esta obra Valle menciona que
Olid nació en 1487, en otra obra apunta que fue un año antes, es decir, en 1488.
9 Móbil, José A., 100 personajes históricos de Guatemala, Guatemala, Servipren-

sa Centroamericana, 1991, p. 30.


10 Fernández de Oviedo, Gonzalo, Historia general y natural de las Indias, Islas
y Tierra Firme del Mar Océano, Madrid, Impr. de la Real Academia de la Historia,
1851-1855, 4 vols. A lo largo de su obra, este cronista hace alusión a los oríge-
nes y antecedentes de algunos conquistadores y las condiciones en que pasaron
al continente americano.
11 Gentilicios de los oriundos de Jaén, Medina del Campo y Badajoz, es
decir, de las provincias de origen de Cristóbal Olid, de Bernal Díaz del Castillo
y de Pedro de Alvarado.
12 Gutiérrez Escudero, Antonio, Pedro de Alvarado, el conquistador del país de los
quetzales, México, Red Editorial Iberoamericana, 1991, pp. 10-14; Martínez,

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AVENTUREROS Y CONQUISTADORES... 131

gundo en cruzar el océano, lo que realizó en 1514 como parte del


séquito de Pedro Arias Dávila, quien había sido nombrado por los
reyes católicos gobernador de Tierra Firme, actual territorio cen-
troamericano. Cristóbal de Olid fue el último en hacer la travesía,
pues no fue sino hasta 1517 cuando pasó a América, es decir, un
año antes de que zarpara la expedición de Cortés.
La Española se convirtió en la base desde la cual se llevó a
cabo la exploración y conquista de nuevas tierras, de ahí enton-
ces que fue el punto de donde partieron expediciones a otras islas
del Caribe o de las Antillas, como Jamaica, Puerto Rico y Cuba,
llamada entonces “Isla Fernandina”, en honor de Fernando de
Aragón. La ocupación de esta última, en la que participaron Al-
varado y Díaz del Castillo, fue por demás importante, debido a
que ocuparía un papel trascendental en las correrías que se reali-
zaron a Centroamérica, a la zona meridional de Estados Unidos,
así como aquella que terminaría con la conquista de la capital del
imperio mexica. Fue por la importancia que comenzó a ganar
Cuba que más de un español que vivía en La Española, así como
otros lugares de Tierra Firme, solicitaron pasar a ella; este fue el
caso de Alvarado, Díaz del Castillo y Olid, entre otros persona-
jes que tendrían una actividad sobresaliente en la conquista de
México-Tenochtitlan.

III. En la expedición de Cortés

Fue de la isla Fernandina de donde zarparon las expediciones de


Francisco Hernández de Córdova en 1517, y la de Juan de Grijal-
va, un año más tarde, 1518, las que a su regreso a la isla de Cuba
comunicaron a su gobernador, Diego Velázquez, las riquezas que

José Luis, “La persona de Hernán Cortés”, Arqueología Mexicana, México, Raí-
ces, núm. 49, mayo-junio 2001, pp. 36-40, y Prien, Hans-Jüergen, “La justifica-
ción de Hernán Cortes de su conquista de México y de la conquista española de
América”, Revista Complutense de Historia de América, Madrid, Universidad Com-
plutense de Madrid, Servicio de Publicaciones, núm. 22, 1996, p. 17.

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132 SERAFÍN ORTIZ ORTIZ

hallaron en las tierras que acababan de descubrir. Sus informes


motivaron al funcionario a enviar una nueva empresa de explora-
ción a aquéllas, como en efecto lo hizo, y nombró comandante de
la misma a Hernán Cortés. Dispuesto todo, la expedición salió del
puerto de Santiago el 18 de noviembre de 1518; antes de partir a
su destino final, se detuvo en algunas villas para asirse de provisio-
nes y más hombres, lo que logró sin problema. El insigne escritor e
historiador Rafael Heliodoro Valle menciona que a su paso por la
villa de Trinidad se le incorporaron “los más intrépidos jóvenes de
la isla, entre ellos los cinco hermanos Alvarado y otros que sabían
montar muy bien a caballo como el apóstol Santiago, uno de ellos
Cristóbal de Olid”.13
No fue sino hasta febrero de 1519 cuando la flota compues-
ta de once navíos y 518 hombres dejó el puerto de Guaniguaico
[sic] en la costa cubana; antes de hacerlo, con base en Andrés de
Tapia, Hernán Cortés se dio a la tarea de nombrar a los capi-
tanes de cada barco, confiando el mando de uno a Cristóbal de
Olid, y de otro, a Pedro de Alvarado. Ahora bien, bajo el man-
do de este último quedó el soldado Bernal Díaz del Castillo. No
sólo eso, también conocemos que Cortés proporcionó las instruc-
ciones sobre la ruta que dichos navíos debían seguir y “cómo se
habrían de regir e gobernar la gente que cada uno llevaba”.14 El
itinerario no era nuevo; sería el mismo que habían realizado las
dos expediciones que lo habían antecedido.
Para dos de nuestros protagonistas las tierras a las que se diri-
gían no eran desconocidas, pues habían participado en los viajes
de exploración que apenas dos y un año antes realizaron Fran-
cisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva. El más experi-
mentado en este sentido era Díaz del Castillo, que formó parte
de sendos derroteros; Alvarado lo había hecho sólo en el segun-

13
Valle, Rafael Heliodoro, Cristóbal de Olid, conquistador de México y Honduras,
México, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, tesis de doctorado en ciencias
históricas, 1948, 149 p.
14 Tapia, op. cit., p. 28.

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AVENTUREROS Y CONQUISTADORES... 133

do, mientras que Olid era el único de los tres que no había pisado
suelo de lo que hoy se conoce como el área mesoamericana.
Sobre el aspecto físico de estos personajes, Bernal Díaz, coe-
táneo a ellos, dice lo siguiente:

[Alvarado] fue de muy buen cuerpo y bien proporcionado, e te-


nía el rostro e cara muy alegre, e en el mirar muy amoroso, e por
ser tan agraciado le pusieron por nombre los indios mexicanos
Tonatio, que quiere decir el Sol; era muy suelto e buen jinete y
sobre todo ser franco y de buena conversación, y en vestirse era
muy polido y con ropas costosas e ricas. Era de muy buen cuerpo
y ligero, y facciones y presencia, así en el rostro como el hablar, en
todo era agraciado, que parecía que estaba riendo.15

Mientras que De Olid apuntó lo siguiente: “Era de edad de


hasta treinta y seis años […] y su presencia y altor era de buen
cuerpo. Era algo rubio, y tenía muy buena presencia en el rostro,
y traía en el bezo de abajo siempre como hendido a manera de
grieta”.16 A diferencia de estos personajes, de Díaz del Castillo
no disponemos de un testimonio que nos deje ver cómo era su
aspecto físico y su personalidad.
No es la intención del presente artículo hacer un recuento
detallado del itinerario y de las peripecias de la armada de Cortés
en su travesía entre Cuba y tierra firme del continente america-
no, así como de su contacto con los pobladores del área maya
y de la mesoamericana, pero sí mencionar que al igual que las
expediciones que lo precedieron, en algunos lugares fue bien re-
cibido, mientras que en otros le hicieron la guerra.
Después de pasar por la isla de Cozumel, Isla Mujeres, el río
Tabasco y la isla de San Juan de Ulúa, Cortés y sus hombres des-
embarcaron en Veracruz, punto en donde Alvarado y De Olid
fueron de los capitanes que proclamaron al extremeño capitán
15 Díaz del Castillo, Bernal, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España,
México, Editorial del Valle de México, 1991, pp. 280 y 281.
16 Ibidem, p. 609.

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134 SERAFÍN ORTIZ ORTIZ

general y desde donde enviaron una carta al monarca español


Carlos I, en la que resaltaron las cualidades de don Hernán para
que quedara al frente de la expedición del territorio al que aca-
baban de llegar —lo que también apoyó Díaz del Castillo en su
calidad de soldado—, después de lo cual se fundó la Villa Rica, al
tiempo que se nombraron autoridades, siendo una de ellas Olid,
quien fue nombrado maestre de campo y electo regidor del ayun-
tamiento que ahí se estableció.17
Una vez que se verificó lo anterior, y en vista de las noticias
que día a día recibían de la existencia de la ciudad de Tenochti-
tlan y de las riquezas que poseía su monarca, Moctezuma, Cortés
ordenó la marcha hacia aquélla. La empresa que emprendía no
fue del todo pacífica, pues estaría acompañada de algunos en-
frentamientos con los grupos indígenas que encontraron en su
camino, mas en otros lugares pudo establecer alianzas, las que
serían muy importantes en su empresa de conquista.
Las crónicas de aquella época refieren que en Tlaxcala tan-
to Pedro de Alvarado como Cristóbal de Olid se distinguieron
como buenos soldados, dando muestras de valor y de capacida-
des militares en el derrotero hacia el altiplano central. De Bernal
es poco lo que se sabe de su labor; no obstante, es gracias a él que
se conocen las proezas de sus compañeros. Este cronista registró
en su Historia verdadera… que después de establecerse una alianza
entre los señores de aquélla y los españoles, Xicoténcatl ofreció
a Cortés a las hijas de los principales para que con ellas hicieran
una “generación”. Hernán entregó algunas de ellas a Alvarado y
a Olid para que las tomaran por esposas; no sólo eso, ya que este
último fue padrino de los señores de Tlaxcala, quienes fueron
bautizados.18 Esto de alguna manera deja en evidencia la con-
fianza que el capitán de la expedición tenía en ellos.

17
Valle, Semblanza…, op. cit., p. 42.
18
Díaz del Castillo, op. cit., pp. 264-267.

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AVENTUREROS Y CONQUISTADORES... 135

IV. El asedio y toma de Tenochtitlan

No fue sino hasta el 8 de noviembre de 1519 cuando Cortés y


nuestros protagonistas entraron a la capital del imperio mexica.19
Del personaje que más información se dispone sobre su partici-
pación en esos días es de Pedro de Alvarado; Olid se pierde por
momentos; lo mismo ocurre con Díaz del Castillo; no obstante,
gracias a la Historia que este último nos legó se conocen algunos
detalles de cómo se condujeron todos ellos durante su estancia en
la ciudad de Tenochtitlan. Así, de Alvarado sabemos que fue de
los capitanes que semanas más tarde tomaron prisionero a Mocte-
zuma, que Olid fue el encargado de mantener una estrecha vigi-
lancia sobre él en su palacio debido a que Cortés lo designó capi-
tán de la guardia. Si bien esto ocasionó tensión entre españoles y
mexicas, no hubo una confrontación armada.
La aparente calma se interrumpió una vez que Cortés tuvo
que salir de Tenochtitlan para enfrentar a Pánfilo de Narváez,
quien traía órdenes de Cuba para aprehenderlo.20 Antes de hacer-
lo, dejó a Alvarado encargado de la ciudad, mientras con él par-
tieron Díaz del Castillo y Olid, quienes se distinguieron en la lu-
cha contra sus compatriotas, la que finalmente llevó a la rendición
de Narváez. La breve ausencia de Cortés trajo complicaciones
en la sede del imperio, pues Alvarado, aparentemente, confun-
dió una ceremonia religiosa con una conspiración, al menos así
lo justificó, de ahí que ordenó una matanza en el templo mayor.
Al enterarse de esto, Cortés regresó de inmediato para pedirle
a Moctezuma que calmara el levantamiento; si bien éste rehusó
hacerlo, bastaron las palabras amorosas que le dirigió Olid para
convencerlo. Sabido es lo que pasó en ese momento: el monarca

19 Tovar Esquivel, Enrique y Jiménez Codinach, Guadalupe, “Moctezuma


II y Hernán Cortés frente a frente. A quinientos años del histórico encuentro”,
Relatos e Historias, México, noviembre de 2019, p. 50
20 Con relación a la presencia de Narváez, véase López de Gómara, Fran-
cisco, Conquista de México: segundo parte de la Crónica general de las Indias, México,
Imprenta de I. Escalante, 187, t. I, pp. 302-310.

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136 SERAFÍN ORTIZ ORTIZ

recibió una pedrada en la cabeza que le causó la muerte, y se


nombró a Cuitláhuac para sustituirlo, mientras que los españoles,
no sin muchos esfuerzos, abandonaron la ciudad el 30 de junio
en la llamada “Noche Triste”, éxodo en el que se distinguieron
por su coraje y arrojo los tres conquistadores. Todos participaron
en los posteriores combates que se desarrollaron en Otumba, así
como en la campaña de Tepeaca, después de lo cual, junto a su
capitán general, comenzaron a planear el asalto a Tenochtitlan.
Fue precisamente en esta ciudad, Tlaxcala, en donde los es-
pañoles elaboraron el plan para apoderarse de la capital mexica.
No fue sino hasta el 26 de diciembre de 1520 cuando las fuerzas
comandadas por Cortés y las tlaxcaltecas salieron rumbo a Te-
nochtitlan, a la que llegaron cinco días más tarde; comenzó así
el sitio sobre aquélla. La tarea no se presentaba sencilla, pues los
“muros de agua” que rodeaban la ciudad la hacían casi inexpug-
nable. Como todo sitio militar, se trató de dejarla sin suministros,
de ahí que los hombres del capitán extremeño se ocuparon de
controlar las poblaciones cercanas que la abastecían de alimen-
tos, faenas en las que participación activamente Olid, Alvarado
y Díaz del Castillo, incluso al primero se le encomendó vigilar
el camino a Veracruz, al tiempo que participó en la defensa de
Chalco y en el ataque a Xochimilco y a Cuernavaca, mientras
que el segundo, dentro de sus vastas actividades, logró cortar el
suministro de agua que provenía del cercano cerro de Chapul-
tepec. La llegada de los bergantines que Cortés había mandado
construir le permitieron dar el tan esperado golpe final sobre la
capital del imperio mexica.
Para lograr lo anterior, Cortés dividió a su ejército en tres
capitanías, y siendo Cristóbal de Olid y Pedro de Alvarado sus
hombres de mayor confianza, les otorgó, en unión de Gonzalo
de Sandoval, el mando de las mismas. En la tercera carta de re-
lación que el extremeño remitió al rey Carlos V, le mencionó las
disposiciones que tomó para el asedio y las órdenes que de ma-
nera oportuna les dio a Olid y Alvarado. He aquí lo que le refirió
al monarca:

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AVENTUREROS Y CONQUISTADORES... 137

El segundo día de Pascua mandé salir a toda la gente de a pie y


de caballo a la plaza de esta ciudad de Texcoco, para ordenar y
dar a los capitanes la que habían de llevar para tres guarniciones
de gente que se habían de poner en tres ciudades que están en
torno de Tenochtitlan; y de la una guarnición hice capitán a Pe-
dro de Alvarado y le di treinta caballos y diez y ocho ballesteros y
escopeteros, y ciento y cincuenta peones de espada y rodela y más
de veinticinco mil hombres de guerra de los de Tlaxcala, y estos
habían de asentar su real en la ciudad de Tacuba.
De la otra guarnición fice capitán a Cristóbal Olid al cual di
treinta y tres caballos, y diez y ocho ballesteros y escopeteros, y
ciento y sesenta peones de espada y rodela, y más de veinte mil
hombres de guerra de nuestros amigos, y estos habían de asentar
su real en la ciudad de Coyoacán.
De la tercera guarnición fue capitán Gonzalo de Sandoval
[…] por la ciudad de Iztapalapa.21

No fue sino hasta el 28 de junio de 1521 cuando Cortés orde-


nó el asalto a la ciudad. Todos nuestros protagonistas cumplieron
de manera cabal con las órdenes que se les dieron; sin embargo,
la toma de aquélla no se logró hasta medio día después de ser
capturado el emperador Cuauhtémoc. Esto marcó el fin de la
resistencia y el triunfo de las fuerzas españolas y sus aliados. Con
ello concluía también la empresa que había iniciado el 18 de di-
ciembre de 1518 en Santiago de Cuba. La victoria fue festejada
en Coyoacán por Cortés, quien, además, agasajó a sus capitanes
con un banquete, al que asistieron, obviamente, Pedro de Alva-
rado y Cristóbal de Olid, así como el soldado Bernal Díaz del
Castillo, quienes habían tenido un papel destacado no sólo en
la ocupación de la capital del imperio mexica, sino en toda la
campaña; todos habían peleado en ella y la habían padecido de
distinta manera.

21 Cortés, Hernán, Cartas y relaciones de Hernán Cortés al emperador Carlos V,


colegidas e ilustradas por don Pascual de Gayangos, París, Imprenta Central de los
Ferro-Carriles, 1866, pp. 206 y 207.

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138 SERAFÍN ORTIZ ORTIZ

V. En otros escenarios del continente


americano

La caída de Tenochtitlan no ocasionó que Alvarado, Díaz del


Castillo y Olid terminaran su participación en las empresas de
conquista, es decir, que permanecieran sedentarios en el altiplano
central, pues su espíritu y carácter aventurero, aunado a su deseo
de hacerse de un nombre, prestigio y fortuna, los llevó a aceptar
nuevos lances y retos, ya hacia el occidente, hacia el sur o hacia el
sureste de los territorios controlados por el imperio mexica, aquel
que acababan de vencer.
Aquí debemos preguntarnos qué hizo cada uno de ellos. El
más activo fue Pedro de Alvarado, quien comandó la campaña
contra los indígenas de Tehuantepec; años más tarde lo hizo en
tierras guatemaltecas y chiapanecas, e incluso llegó al lejano Cuz-
co, en Perú. Su labor se vio recompensada al ser nombrado por el
rey primer gobernador y capitán de Guatemala, cargo que ocu-
paría en cuatro ocasiones entre los años de 1524 y 1540. No de-
bemos dejar de mencionar que fue el fundador de las ciudades
de Santiago de los Caballeros en Guatemala y San Pedro Sula en
Honduras.22 Por su parte, Cristóbal Olid formó parte de la con-
quista de los actuales estados de Michoacán y de Colima; en 1524
partió, por órdenes de Cortés, a tomar parte en la conquista de
Honduras, territorio en el que fundó el pueblo de Triunfo de la
Cruz. Bernal Díaz fue quien tuvo una actividad más reservada, ya
que participó como soldado en la conquista de Chiapas y Guate-
mala, incluso acompañó a Cortés en su expedición a Honduras.
Años más tarde, sirvió como regidor en Santiago de Guatemala.
Ninguno de nuestros protagonistas regresó a su natal Espa-
ña, al menos no a pasar sus últimos días. Todos habrían de morir
en América, en las tierras que ellos habían descubierto y ayuda-
do a conquistar, en distintas circunstancias y escenarios. El pri-
mero fue Cristóbal de Olid, quien a los treinta y siete años fue

22
Gutiérrez Escudero, op. cit., pp. 56-82.

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AVENTUREROS Y CONQUISTADORES... 139

decapitado en Naco, Honduras, en 1524,23 es decir, en las pos-


trimerías de la caída de Tenochtitlán; la causa: el haber pactado
con el gobernador de Cuba, Diego de Velázquez, y traicionar a
Cortés. Sobre su muerte, su antiguo compañero de armas, Díaz
del Castillo, apuntó: “esta ambición de mandar y no ser manda-
do lo cegó”.24 Pedro de Alvarado falleció en la ciudad de Guada-
lajara, luego de regresar de Guatemala, como consecuencia de
un accidente que había sufrido en un combate cerca de Nochi-
tlán, Jalisco, en el contexto de la guerra del Mixtón; esto ocurrió
el 4 de julio de 1541. El llamado Tonatiuh por los mexicas tenía
entonces 56 años.25 El último fue el autor de la Historia verdadera
de la conquista de la Nueva España, es decir, Bernal Díaz, quien ade-
más fue el más longevo de los tres, pues murió a los 89 años en
Antigua, Guatemala, ciudad en la que se había asentado desde
década atrás.
Como podemos ver, la participación de Cristóbal de Olid,
Bernal Díaz del Castillo y Pedro de Alvarado en el nuevo mundo
no se limitó a la conquista de México-Tenochtitlan; ésta estuvo
lejos de ser el colofón de sus actividades. Todos ellos padecieron
las penas de la campaña, pero también se vieron recompensados
por ello, tanto por la encomienda que se les dio como porque
Hernán Cortés los distinguió con su confianza, lo que quedó en
evidencia en las comisiones que en distintos momentos les otor-
gó. Su papel, en todas las empresas, fue, sin duda, importante, y
por ello fueron protagonistas de la conquista de México.

VI. Referencias bibliográficas


y hemerográficas

Castrillo Mazeres, Francisco, El soldado de la conquista, Madrid,


Mapfre, 1992.

23
Heliodoro Valle, “Cristóbal de Olid”, op. cit., pp. 102-105.
24
Díaz del Castillo, op. cit., p. 609.
25
Gutiérrez Escudero, op. cit., p. 115.

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140 SERAFÍN ORTIZ ORTIZ

Cortés, Hernán, Cartas y relaciones de Hernán Cortés al emperador


Carlos V, corregidas e ilustradas por don Pascual de Gayangos de la Real
Academia de la Historia de Madrid, correspondiente del Instituto de
Francia, París, Imprenta Central de los Ferro-Carriles Achaix y
Cía., 1866.
Díaz del Castillo, Bernal, Historia verdadera de la conquista de la
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Fernández de Oviedo, Gonzalo, Historia general y Natural de las
indias, Islas y Tierra Firme del Mar Océano, por el capitán Gonzalo
de Fernández de Oviedo y Valdés, primer cronista del Nuevo Mundo.
Publícala la Real Academia de la historia, cotejada con el códice original,
enriquecida con las enmiendas del autor e ilustrada con la vida y el juicio de
las obras del mismo por D. José de los Ríos, Madrid, Impr. de la Real
Academia de la Historia, 1851-1855, 4 vols.
Gutiérrez Escudero, Antonio, Pedro de Alvarado, el conquistador
del país de los quetzales, México, Red Editorial Iberoamericana,
1991.
López de Gómara, Francisco, Conquista de México. Segunda parte de
la Crónica general de las Indias, México, Imprenta de I. Escalante,
1870, t. I.
Lummis, Charles Flecher, Los conquistadores españoles del siglo XVI:
vindicación de la acción colonizadora española en América, México,
Latino Americana, 1956.
Móbil, José A., 100 personajes históricos de Guatemala, Guatemala,
Serviprensa Centroamericana, 1991.
Pons Fabregues, M., Los conquistadores de América. Vasco Núñez
de Balboa, Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Cristóbal de Olid,
Fernando de Magallanes, Juan Ponce de León, Sebastián Cabot, etc., etc..
Barcelona, Imprenta de Henrich y Cía., 1912.
Sallmann, Jean-Michel, Indios y conquistadores españoles en América
del Norte. Hacia el otro El Dorado, Madrid, Alianza Editorial, 2018.
Tapia, Andrés de, Relación de algunas cosas de las que acaecieron al
muy Ilustre señor Don Hernando Cortés Marqués del Valle, desde que
se determinó a ir a descubrir tierra en la tierra firme del mar océano,

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en Crónicas de la conquista, México, UNAM, Coordinación de


Humanidades, 1991.
Tovar Esquivel, Enrique y Jiménez Codinach, Guadalupe,
“Moctezuma II y Hernán Cortés frente a frente. A quinientos
años del histórico encuentro”, Relatos e Historias, México, Raíces,
núm. 135, año XII, noviembre de 2019.
Valle, Rafael Heliodoro, Cristóbal de Olid, conquistador de México y
Honduras, México, UNAM, Facultad de Filosofía y Letras, tesis
de doctorado en ciencias históricas, 1948.
Valle, Rafael Heliodoro, Semblanza biográfica de Cristóbal de Olid,
México, Fondo de Cultura Económica, 2003.
Vallejo García-Hevia, José María, Juicio a un conquistador:
Pedro de Alvarado. Su proceso de residencia en Guatemala (1536-1538),
Madrid, Marcial Pons Historia, 2008, t. I.

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A 500 años de la fundación de la Ciudad de México, edita-
do por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
UNAM, se publicó en versión digital el 28 de sep-
tiembre de 2021. En su composición tipográfica se
utilizó tipo Baskerville en 9, 10 y 11 puntos.

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