T #35 Tejido Muscular
T #35 Tejido Muscular
T #35 Tejido Muscular
Liso, involuntario
EL MIOCITO
Es la célula de los tejidos musculares especializada en la
contracción. Pueden tener 3 formas:
Cilíndricas.
Cónicas.
Fusiformes.
Son células de longitud variable (entre 10-100 micras,
aunque las hay incluso hasta de 30cm). Son
multinucleadas, tienen muchos núcleos situados en
posiciones periféricas.
La membrana del miocito se denomina SARCOLEMA y
el citoplasma se llama SARCOPLASMA.
También encontramos y especializaciones responsables
de la contracción que son las MIOFIBRILLAS.
Musculo Estriado.
Miocito (Célula por excelencia)
Larga
Estriadas
Multinucleadas
Actúa de forma independiente
Inervación propia
Presente en el musculo esquelético.
Movimiento voluntario (SN Somático)
Musculo estriado.
Presenta haces musculares.
Epimicio (Musculo total)
Perimicio (Fasciculo)
Endomicio (Fibra)
Depende del arco reflejo.
Miofibrillas
Características de las miofibrillas
Son especializaciones citoplasmáticas, en
forma de bandas con alternancia de
bandas oscuras y claras. Hay una unidad
base o fundamental llamada SARCÓMERA
BANDA DE LA SARCÓMERA. Cada una
de las zonas paralelas entre sí, que
constituyen la estructura sarcomérica del
músculo estriado. Las bandas de la
sarcómera son la banda I, la banda A y la
banda H.
Miofibrillas
Miofibrilla
Sarcomero
○ Miofilamentos
Actina
Miosina
Calcio
Musculo Cardiaco
Estriado pero involuntario.
Presenta disco intercalares (Medio de
unión)
Tejido muscular: Músculo liso (intestino
delgado)
Capa muscular externa.
Fibras musculares lisas.
Núcleo de las fibras.
Capa muscular interna.
Fibras musculares lisas.
Núcleo de la fibras
Intestino Delgado
Intestino Delgado
Intestino Delgado
Consejos de Esculapio
¿Quieres ser médico, hijo mío?
¿Has pensado bien en lo que ha de ser tu vida? Tendrás que renunciar a
la vida privada; mientras la mayoría de los ciudadanos pueden, terminada
su tarea, aislarse lejos de los inoportunos, tu puerta quedará siempre
abierta a todos; a toda hora del día o de la noche vendrán a turbar tu
descanso, tus placeres, tu meditación; ya no tendrás hora que dedicar a la
familia, a la amistad o al estudio; ya no te pertenecerás.
Los pobres, acostumbrados a padecer, no te llamarán sino en casos de
urgencia; pero los ricos te tratarán como esclavo encargado de remediar
sus excesos; sea porque tengan una indigestión, sea porque estén
acatarrados; harán que te despierten a toda prisa tan pronto como sientan
la menor inquietud, pues estiman en muchísimo su persona. Habrás de
mostrar interés por los detalles más vulgares de su existencia, decidir si
han de comer ternera o cordero, si han de andar de tal o cual modo
cuando se pasean. No podrás ir al teatro, ausentarte de la ciudad, ni estar
enfermo; tendrás que estar siempre listo para acudir tan pronto como te
llame tu amo.
Eras severo en la elección de tus amigos; buscabas a la sociedad de los
hombres de talento, de artistas, de almas delicadas; en adelante, no podrás
desechar a los fastidiosos, a los escasos de inteligencia, a los
despreciables. El malhechor tendrá tanto derecho a tu asistencia como el
hombre honrado; prolongarás vidas nefastas, y el secreto de tu profesión te
prohibirá impedir crímenes de los que serás testigo.
Tienes fe en tu trabajo para conquistarte una reputación; ten presente que
te juzgarán, no por tu ciencia, sino por las casualidades del destino, por el
corte de tu capa, por la apariencia de tu casa, por el número de tus criados,
por la atención que dediques a las charlas y a los gustos de tu clientela. Los
habrá que desconfiarán de ti si no gastas barbas, otros si vienes de Asia;
otros si crees en los dioses; otros, si no crees en ellos.
Te gusta la sencillez; habrás de adoptar la actitud de un augur. Eres activo,
sabes lo que vale el tiempo, no habrás de manifestar fastidio ni impaciencia;
tendrás que soportar relatos que arranquen del principio de los tiempos
para explicarte un cólico; ociosos te consultarán por el solo placer de
charlar. Serás el vertedero de sus disgustos, de sus nimias vanidades.
Sientes pasión por la verdad; ya no podrás decirla. Tendrás que ocultar a
algunos la gravedad de su mal; a otros su insignificancia, pues les
molestaría. Habrás de ocultar secretos que posees, consentir en parecer
burlado, ignorante, cómplice.
Aunque la medicina es una ciencia oscura, a quien los esfuerzos de sus fieles van
iluminando de siglo en siglo, no te será permitido dudar nunca, so pena de perder todo
crédito. Si no afirmas que conoces la naturaleza de la enfermedad, que posees un
remedio infalible para curarla, el vulgo irá a charlatanes que venden la mentira que
necesita.
No cuentes con agradecimiento; cuando el enfermo sana, la curación es debida a su
robustez; si muere, tú eres el que lo ha matado. Mientras está en peligro te trata como un
dios, te suplica, te promete, te colma de halagos; no bien está en convalecencia, ya le
estorbas, y cuando se trata de pagar los cuidados que le has prodigado, se enfada y te
denigra.
Cuanto más egoístas son los hombres, más solicitud exigen del médico. Cuanto más
codiciosos ellos, más desinteresado ha de ser él, y los mismos que se burlan de los dioses
le confieren el sacerdocio para interesarlo al culto de su sacra persona. La ciudad confía
en él para que remedie los daños que ella causa. No cuentes con que ese oficio tan
penoso te haga rico; te lo he dicho: es un sacerdocio, y no sería decente que produjera
ganancias como las que tiene un aceitero o el que vende lana. Te compadezco si sientes
afán por la belleza; verás lo más feo y repugnante que hay en la especie humana; todos
tus sentidos serán maltratados. Habrás de pegar tu oído contra el sudor de pechos sucios,
respirar el olor de míseras viviendas, los perfumes harto subidos de las cortesanas, palpar
tumores, curar llagas verdes de pus, fijar tu mirada y tu olfato en inmundicias, meter el
dedo en muchos sitios. Cuántas veces, un día hermoso, lleno de sol y perfumado, o bien
al salir del teatro, de una pieza de Sófocles, te llamarán para un hombre que, molestado
por los dolores de vientre, pondrá ante tus ojos un bacín nauseabundo, diciéndote
satisfecho: "Gracias a que he tenido la preocupación de no tirarlo". Recuerda, entonces,
Hasta la belleza misma de las mujeres, consuelo del hombre, se
desvanecerá para ti. Las verás por las mañanas desgreñadas, desencajadas,
desprovistas de sus bellos colores y olvidando sobre los muebles parte de
sus atractivos. Cesarán de ser diosas para convertirse en pobres seres
afligidos de miserias sin gracia. Sentirás por ellas más compasión que
deseos. ¡Cuántas veces te asustarás al ver un cocodrilo adormecido en el
fondo de la fuente de los placeres!
Tu vida transcurrirá como la sombra de la muerte, entre el dolor de los
cuerpos y de las almas, entre los duelos y la hipocresía que calcula a la
cabecera de los agonizantes; la raza humana es un Prometeo desgarrado
por los buitres.
Te verás solo en tus tristezas, solo en tus estudios, solo en medio del
egoísmo humano. Ni siquiera encontrarás apoyo entre los médicos, que se
hacen sorda guerra por interés o por orgullo. Únicamente la conciencia de
aliviar males podrá sostenerte en tus fatigas. Piensa mientras estás a tiempo;
pero si indiferente a la fortuna, a los placeres de la juventud; si sabiendo que
te verás solo entre las fieras humanas, tienes un alma bastante estoica para
satisfacerse con el deber cumplido sin ilusiones; si te juzgas bien pagado con
la dicha de una madre, con una cara que te sonríe porque ya no padece, o
con la paz de un moribundo a quien ocultas la llegada de la muerte; si ansías
conocer al hombre, penetrar todo lo trágico de su destino, ¡hazte médico, hijo
mío!
Mil Éxitos…
Gracias…