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Realidades Ilusorias
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Realidades Ilusorias
Libro electrónico76 páginas50 minutos

Realidades Ilusorias

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Información de este libro electrónico

Realidades ilusorias abarca cinco historias que ahondan por distintos géneros, en ellas nos encontramos con la realidad cotidiana en la que irrumpe lo ilusorio o lugares desconocidos que guardan un sentido implícito. Los protagonistas transitan terrenos que empiezan a ser invadidos por otro plano en un mundo conocido, onírico o un futuro distópico, terminarán por alcanzar lo esperado o encontrar lo temido.

¿La realidad es evidente? Es posible que algo más allá de lo que vemos aguarde nuestro descubrimiento. La manera en que suceden los acontecimientos puede esconder un propósito que ignoramos.

IdiomaEspañol
EditorialMariano Diani
Fecha de lanzamiento14 abr 2024
ISBN9798224795222
Realidades Ilusorias
Autor

Mariano Diani

Mariano Diani, Argentina (1988), lic. en diseño gráfico, escritor. Autor de los libros El umbral, Realidades ilusorias y un estudio que versa sobre las características de la animación japonesa. Colaboró en diversas revistas literarias y en antologías, tradujo y publicó al inglés su primera obra, The threshold, y el relato distópico de ciencia ficción Promises of snow. Estos trabajos abarcan diferentes géneros y temáticas plurales; suspenso, policial, ciencia ficción, el drama o lo fantástico. En general, el estilo narrativo recurre a una narración fluida, con impronta propia.

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    Realidades Ilusorias - Mariano Diani

    Realidades Ilusorias

    Mariano Diani

    Published by Mariano Diani, 2024.

    This is a work of fiction. Similarities to real people, places, or events are entirely coincidental.

    REALIDADES ILUSORIAS

    First edition. April 14, 2024.

    Copyright © 2024 Mariano Diani.

    Written by Mariano Diani.

    REALIDADES ILUSORIAS

    Mariano Diani

    REALIDADES ILUSORIAS

    © Mariano Diani, 2020, Córdoba, Argentina. Por lo dispuesto en la ley 11.723, está prohibida la reproducción, comunicación o transformación, total o parcial de esta obra por cualquier medio, sea digital, impreso o de grabación, que no cuente con la autorización previa, expresa y por escrito del autor.

    Diseño de cubierta y diagramación: © Mariano Diani.

    ÍNDICE

    INVERNADERO
    DESCENSO
    ADVENIMIENTO
    REALIDADES ILUSORIAS
    PROMESAS DE NIEVE

    INVERNADERO

    En el bosque observó nubes y estrellas. Los leños crepitaron, las llamas de la fogata iluminaron el semblante severo del indio, sentado con piernas cruzadas sobre pieles de animales, las arrugas surcaban su rostro pintado de blanco, los ojos negros le brillaron, su sombra flotaba en las paredes de la carpa. Le acercó un cuenco, su expresión denotó obediencia, estiró el brazo, tomó el recipiente, el líquido bullía, levantó la vista, el indio arqueó los labios, asintió con el ceño fruncido. Bebió el brebaje de dos tragos insoportables de amargura. Mareado, aspiró una bocanada de aire, el indio lo observó como un juez a punto de dictar una condena, dijo palabras incomprensibles, la pronunciación áspera lo atemorizó. Se desmayó.

    Dormía en la silla, apoyado en una estantería, contenía fertilizantes, palas, tijeras, macetas de las que colgaban enredaderas.

    Gotas, producto del calor, se deslizaron por la lona, cayeron al suelo de tierra, una cruzó su frente ancha y la ceja gruesa.

    Le costó despertar, se estiró. En su mente persistía la mirada del indio.

    El ritual del sueño pareció real, proveniente de otra vida, le perturbó la idea de no despertar.

    La somnolencia persistente recorría sus extremidades fornidas. Se entusiasmó al imaginar la cena.

    La gravilla humedecida del sendero brilló por la luz de la linterna en la oscuridad de la noche.

    Subió los tres escalones del porche, abrió la puerta, en la mesa de madera dejó los guantes y el cinturón con instrumentos de jardinería. Alimentó el fuego del hogar con leña de la pila, lo acomodó con el brasero.

    Dibujó símbolos en las cenizas. No adivinó de dónde provenían, ni el significado.

    «Tonterías» —pensó. Ladeó los labios, contorneados por la barba negra y espesa.

    Puso el sartén al fuego, salteó vegetales y carne.

    Repasó las preguntas; quién lo construyó, cuándo, otros podrían haber presenciado las interpretaciones, quizá el invernadero quiso revelarse.

    Creía en los mensajes ocultos de las representaciones. El invernadero concedía quietud, nada faltaba por hacer o esperar.

    Le llevó meses conocerlas. Evitar inhibirlas, cortar tallos secos, controlar la humedad. Instaló estufas automáticas, luz artificial, usó fertilizantes e instrumentos de podar nuevos.

    Despertó una noche de verano por la lluvia torrencial y los truenos. Intuyó la perturbación. Salió de la casa bajo el diluvio, con las herramientas indispensables.

    Gotas estrepitosas golpeaban la lona que los tallos friccionaban, algunas estacas se desprendieron del suelo, amenazando el derrumbe, no pudo hacer mucho.

    Después de la tormenta, proporcionó soporte a la estructura. En el interior colocó varas de metal verticales, sujetadas con cables de acero, amarrados a estacas que fueron cubiertas por hiedras.

    A veces, creía que el invernadero no subsistiría sin alguien que lo cuidara.

    Terminó algunos ajustes, al doblar un recodo, por descuido, golpeó una maceta con el codo, se partió contra el suelo, raíces se retorcieron en la tierra desparramada. Apresurado, buscó en el estante sustrato, llenó una maceta y la plantó.

    Después de este incidente le impidieron acercarse, al intentarlo, caía y sufría una pesadilla. Escapaba por una selva oscura, llegaba al fin de un camino bloqueado por rocas, la silueta de una fiera y sus ojos amarillos crecían, recortada en el cielo nocturno, la respiración ronca y caliente movía el cuello harapiento de la camisa, en el instante en que lo atacaba, él se convertía en la bestia.

    Lo necesitaban, las pesadillas menguaron, supo que podía

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