Soledad Coronada
Soledad Coronada
Soledad Coronada
KNIJRA CANfHAI,
SOLEDAD CORONADA
A Michael Schuessler
30
LA TERNURA CANIBAL
ENRIQUE SERNA
LA TERNURA CANfBAL
Cuando sail del restaurante hasta me di el lujo de saludar a Larry con una inclination de cabeza. Luego camine
hacia la biblioteca silbando una tonadilla de moda, y el resto
de la tarde trabaje con serenidad en el catalogo de literatura
alemana. Entre libros me siento mucho mas comodo que
entre seres humanos. Por la noche, cenando con Oralba,
no quise comentar la conversation que tuve con Jean,
aunque fuera un gran acontecimiento en mi vida. Darle
excesiva importancia a ese encuentro hubiera significado
reconocer que el aislamiento cronico me duele, despues
de haber aparentado tantos anos un glacial desinteres en
el projimo. Mi esposa me considera un ermitano que solo
pucde vivir a gusto alejado del mundo. No me necesita
para liaccr una vida social intensa, porque su don de gentes
nalin;il y esponldneo le hagranjeado infinidad de simpatias
deiilro y I'ucia del ambiente uni vers itario. Recien llegados
a Knoxville intcnld llcvarme a la reuniones de sus amigas en calidad de prlncipe consorte. Animate, hombre, me
deeia, algunos maridos ban venido de colados y se divierten mucho. Pero yo me rehuse por una mezcla de hombria
y dignidad: jbonito me veria mendigando las amistades
de mi mujer!
Mientras acomodabamos vasos y platos Oralba deploro
la mala suerte de su amiga Sharon, la secretaria del vicerrector, que tenia una hija enferma de gripe aviar.
-L a nina se desperto ardiendo de fiebre y con un espasmo
en los bronquios. La llevaron corriendo al Medical Center
pero Sharon esta muerta de miedo, porque si la nina nece
sita terapia intensiva, el seguro medico no le cubre todos
los gastos.
-Pobre mujer -dije con aire distraido-, se va a arruinar
con el tratamiento.
KNKKJUK SI.KNA
I riKKM II SI MNA
un no ;i boeajarro, me oaneelaban a lillima bora con excuri dc una falsedad impccable. Aeabamos eenando con
nlros dos matrimonios invitados por mi esposa, en una
ilmoslera de responso funebre. Ni siquierapudereclamarI. . t I desaire porque en esos casos, la cortesia mexicana
Ih obi be los brotes de indignacion. Si me enojaba, peor
Imu n ml. i Acaso no entendia los valores entendidos del
li ,.|o social? Eso me sacaba por invitar gente a mi casa sin
mi c ortejo previo y prolongado. ^Pero acaso no era mi
iiiviljicidn una muestra de simpatia? Lo era, sin duda y
dlos lo sabian. Solo que al tratar de romper el turron con
. .os extrahos, habia puesto en evidencia la precariedad
dc mi vida social. Si necesitaba recurrir a ellos para una
. clebraeion intima, queria decir que no tenia un circulo de
vcnladeros amigos. Esa confesion implicita me colocaba
uilomaticamente en el bando de los perdedores, donde
nbora milito con orgullo. En Mexico me hicieron el vacio
. on linos modales, aqui de frente y sin disimulos. Salvo
cl code I anual del personal admini strati vo en el Seniors
I lull, no tengo ningun contacto informal con el projimo
donde pueda escapar de mi mismo. Pero de un rechazo a
oho, prcfiero mil veces el de los gringos. Su indiferencia
cquivale a una declaracion de guerra, y esa hostilidad
l it ne la virtud de picarme la cresta, de incitarme al com
bine con pulsiones electricas. Una de las cosas que me
mliinde animos es pensar que ante los demas, mi renuencia
ii cnlablar relaciones sociales debe ser tomada como un
si)-no de Fortaleza. Los companeros de la biblioteca deben
ciecr que no los trato ni los necesito por tener otro circulo
dc amigos mas interesante. Suponer que se han forjado
esa ini a gen de mi es tan consolador que por momentos me
invade la ilusion de haberlos vencido.
I riKKM II SI MNA
un no ;i boeajarro, me oaneelaban a lillima bora con excuri dc una falsedad impccable. Aeabamos eenando con
nlros dos matrimonios invitados por mi esposa, en una
ilmoslera de responso funebre. Ni siquierapudereclamarI. . t I desaire porque en esos casos, la cortesia mexicana
Ih obi be los brotes de indignacion. Si me enojaba, peor
Imu n ml. i Acaso no entendia los valores entendidos del
li ,.|o social? Eso me sacaba por invitar gente a mi casa sin
mi c ortejo previo y prolongado. ^Pero acaso no era mi
iiiviljicidn una muestra de simpatia? Lo era, sin duda y
. Ilos lo sabian. Solo que al tratar de romper el turron con
. .os extranos, habia puesto en evidencia la precariedad
d. mi vida social. Si necesitaba recurrir a ellos para una
. rlebracion intima, queria decir que no tenia un circulo de
vn dndcros amigos. Esa confesion implicita me colocaba
uilomaticamente en el bando de los perdedores, donde
nbora milito con orgullo. En Mexico me hicieron el vacio
. on linos modales, aqui de frente y sin disimulos. Salvo
.1 code I anual del personal admini strati vo en el Seniors
I bill, no tengo ningun contacto informal con el projimo
donde pueda escapar de mi mismo. Pero de un rechazo a
oho, prcfiero mil veces el de los gringos. Su indiferencia
cquivale a una declaracion de guerra, y esa hostilidad
licne la virtud de picarme la cresta, de incitarme al combnle con pulsiones electricas. Una de las cosas que me
mlunde animos es pensar que ante los demas, mi renuencia
ii cnlablar relaciones sociales debe ser tomada como un
si)-no de Fortaleza. Los companeros de labiblioteca deben
i icer que no los trato ni los necesito por tener otro circulo
de amigos mas interesante. Suponer que se han forjado
esa ini a gen de mi es tan consolador que por momentos me
invade la ilusion de haberlos vencido.
Pero cucntame algo de tu vida. /,Que haces aqui, adeni.is de hablar con las paredes?
Ignord su sarcasmo con una sonrisa forzada.
I ,a soledad no me molesta, es mas, la disfruto. Soy un
Pobinson Crusoe rodeado de libros. Por suerte me gusta
lo que hago. Mi jefa es una tipa grunona, ya la viste, pero
, itn contenta con mi trabajo.
Aeucslate con ella y veras como deja de grunirte.
Soy un monogamo fiel y anticuado. Jamas he tenido
i i i i i i avcntura. Me sentiria ridiculo con otra mujer.
I ,e confese que ni siquiera habia tenido valor para conquistar a mi esposa. Diez anos atras, en una tarde lluviosa
dr julio, cuando salimos juntos de la academia de yoga,
( )i nlba habia tornado la iniciativa y me pidio que la acompuftnra con el paraguas hasta su casa.
Si, claro, las mujeres siempre nos seducen. Yo tampoco hice nada para conquistar a Florence. Me distraje un
momento y ya la tenia metida en la cama.
Brindamos por la astucia de nuestras violadoras entre
i isotadas machistas y fanfarronas. Libre de mi personalidad
delensiva, que deje caer al suelo como una molesta botarga,
me atrcvi a despotricar contra el mundillo academico, en
cl que tantos egos arrogantes me han pisoteado.
I N H IO III
''I U N A
I .A TISRNURA C A N lB A L
en la esquina opucsta a la de Jean (una posicion muy desventajosa para participar en la charla), comprendi que mi
amigo se habia unido al grupo atraido por la guapa morena
de languidos ojos y senos imperiales que lo miraba con
viva curiosidad, mientras mordia la aceituna de su martini
seco. Una tentacion muy fuerte para un mujeriego como
el, pero /,no habiamos venido a charlar en privado? /Por
que me obligaba a departir con extranos? Los dos profe
sores de edad madura, el calvo seboso Peter McBride y
el negro jamaiquino Martin Cummings -viejos conocidos
mios, a quienes he atendido muchas veces en la biblioteca,
sin cruzar palabra mas alia de lo indispensable-, felicitaron
a Jean por una reciente aportacion cientifica imposible de
entender para un lego como yo.
-Despues de esto no te pueden negar el Nobel -comento
Mac Bride-. Le cerraste la boca a todos los escepticos que
te habian atacado.
-Pero tengo muchos enemigos en la academia sueca, no
creo que me tomen en cuenta. Para ganar el premio hacen
falta buenos padrinos -Jean se volvio hacia a la muchacha/ Y tu tambien eres biologa?
-Estoy terminando el doctorado -la morena sonrio con
coqueteria-. Soy ayudante de investigacion en el departamcnto de Genetica.
-/,Y cual es tu especialidad?
-Animales transgenicos.
Se trenzaron en un animado dialogo cientifico, ignorando al resto de los presentes. Como los otros profesores
conversaban por su lado sobre las rebatinas politicas para
obtener un fondo de investigacion, me quede aislado y
expectante, implorando con la mirada unas migajas de simpatia. Por supucsto, nadie me las arrojo. Yo era un oscuro
L A TERNURA C ANIBAI.
ENRIQUE SERNA
44
I NUK.tl II NI KNA
rosbif de la cena tumbado en el sofa de la sala, volvf el esl6mago por un impulso inconsciente y descubri los encantos
de la bulimia. jOh, placer de dioses! Rumiar la comida
que me sacaba de las entranas significaba trasladar a un
piano fisiologico el reciclaje obsesivo de mis pensamientos. Comia y hablaba a espaldas del mundo, en un perpetuo
reflujo de palabras y sabores, pero no me consideraba por
ello un salvaje, solo un critico radical de la civilizacion. De
la soledad extrema puede brotar una bulimia del alma, una
depuracion contemplativa del intelecto que tal vez atrofie la
afectividad, como se atrofia la circulacion sanguinea en una
vena con trombosis multiple, pero ennoblece a cualquiera
que haya dominado sus ansias de compania.
Mi* hallaba en la plcnitud de mi felicidad egoista, es
dceir, c o n la angnslia sublimada hasta el delirio, cuando
iccibi 1.1 Icrceia visila de Jean Alcorta. Entro sigilosamente
.1 ini despaeho enando trabajaba en la computadora y me
dm un buen susto zarandeandome por los hombros.
jSorpresa! Vengo a invadir tu cueva de anacoreta.
Por instinto defensivo di un salto que le arranco una
risotada.
-^Com o has estado, hermano? -d ijo -. Seis meses sin
saber nada de ti.
Habia engordado un poco y ahora la panza presionaba
los botones de su camisa. Tenia la tez colorada como un
camaron, la sonrisa franca de un montanes, las facciones
distensas de un hombre que duerme bien.
-A qui, trabajando como siempre.
tu? ^Como te fue
aquella noche en el bar? ^Te ligaste a la muchacha?
-No, resulto fiel a su novio. Perdona que me haya pasado a
la mesa de esa gente, pero no me pude negar. Comprendo
que te hayas sentido mal entre tanto desconocido.
I Ina excusa demasiado tardia, que denotaba menospreeio y falta de tacto. Pero no le quise dar el gusto de respirar
por la hcrida.
Estaba un poco engentado, eso fue todo.
~l,No hardfeelings'1.
-Claro que no -m enti con enfasis- Yo no me enojo por
tonterias.
-M e alegra mucho, pues eres un tipo a quien respeto
de verdad.
No habia en su voz un tono de burla y sin embargo
sospeche que me estaba usando como objeto de estudio,
para observar la conducta de un ser humano en aislamiento
absoluto. Solo le faltaba inyectarme un sedante en la vena
y guardarme en una jaula de vidrio, junto con sus ratones
de laboratorio.
- f Y tu como has estado? -pregunte, incomodo por su
elogio- <?,Ya te adaptaste a este maldito pueblo?
Adaptarme del todo no, pero trato de aprovechar lo
bueno que tiene. Disfruto mucho los bosques de los alrededores. Sobre todo ahora que esta empezando la primavera.
-Cuando llegamos a trabajar aca, Oralba y yo nos ibamos de camping los fines de semana -com ente- Hay paisajes maravillosos y nos encantaba darle de comer a los
ciervos.
-Pues si les gusta el campo te propongo un plan. Nosotros
estamos alquilando una cabana en Great Smoky Mountains.
/,Por que no vienen a pasar con nosotros el fin de semana?
Temo haberme ruborizado de entusiasmo, pues llevaba
anos esperando una invitacion as 1. Jean habia comprendido que yo no era un vulgar companero de farras a quien
sc puede relegar a segundo piano, y en desagravio, me
propoma estrcchar nucstra amistad con una larga convi-
l a t e r n u u a c a n Ib a i .
semana con
olios y di por soguro quo harla buenas migas con la mujer
do Joan. Pero do pronto advert! en el fiances una mirada <Je
m isericordia que me lastimo en came viva. Tal vez su mano
lendida no t e a sino un gesto caritativo y condescendiente
QuizS venla a rescatarme de la incomunicacion y la soledad
porque estaba preocupado por mi salud mental. Pensana que
estaba desmoronandome de tristeza, con un hervidero de
monologos en las meninges. Seis meses despues de haberme
puesto en ridlculo, se presentaba muy campante para mvitarme a su cabana como si acabaramos de vemos ayer. Me
pregunte como se tomarla esa inesperada reapancion una
persona normal y aceptada en la sociedad. Pomendo quiza
una cara de extrafieza que denotara el enfriamiento natural
de la relation. Jean crela que un pobre diablo como yo no
se podia dar esos lujos, y por eso regresaba a mi vida muy
quitado de la pena, tronandome los dedos con aires de gran