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MARTINEZPIQUERAS

BIBLIOTECARIOS MILITANTES; EL COMPROMISO DE LA \ BIBLIOTECA CON EL CIUDADANO \ Juan Antonio Martínez Piqueras. Biblioteca Pública Municipal De Caravaca De La \ Cruz (Murcia)

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MARTINEZPIQUERAS

BIBLIOTECARIOS MILITANTES; EL COMPROMISO DE LA \ BIBLIOTECA CON EL CIUDADANO \ Juan Antonio Martínez Piqueras. Biblioteca Pública Municipal De Caravaca De La \ Cruz (Murcia)

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BIBLIOTECARIOS MILITANTES; EL COMPROMISO DE LA

BIBLIOTECA CON EL CIUDADANO

Juan Antonio Martínez Piqueras. Biblioteca Pública Municipal De Caravaca De La


Cruz (Murcia)

[email protected]

RESUMEN

Las misiones que la Biblioteca Pública tiene encomendadas resultan de difícil cumplimiento sin
los medios y recursos apropiados y suficientes. Sin embargo encontramos casos en los que la implicación
de los profesionales por encima de lo que se les puede exigir, suple la escasez de medios. Por el contrario,
se conocen casos en los que la abundancia de medios no es suficiente para una correcta política
bibliotecaria, dado que los profesionales se limitan a la realización escueta de su trabajo, atendiendo las
demandas de los usuarios bajo mínimos, sin provocar una interrelación Biblioteca-Usuario que permita a
éste descubrir nuevos campos de realización y despertar nuevas inquietudes, enriqueciéndole
culturalmente y mejorando su calidad de vida.
Cuando pedimos más recursos para las bibliotecas, debemos pedir cantidad y calidad, y en esa
calidad interviene el factor humano, por lo que debemos estar dispuestos a implicarnos en el desarrollo de
todas las misiones encomendadas a la Biblioteca Pública, aunque el usuario no lo demande, puesto que la
ausencia de la demanda no equivale a la ausencia de la necesidad, siendo la ignorancia de los potenciales
de la Biblioteca lo que motiva la falta de demanda-interés del usuario, falta de interés que repercute en
una imagen distorsionada de la Biblioteca, influyendo en la escasez a la hora de asignar recursos por parte
de los poderes públicos y la gran dificultad para que el sector privado patrocine programas bibliotecarios.

PALABRAS CLAVE
Biblioteca Pública, Usuarios, Servicios bibliotecarios, Funciones bibliotecarias, Compromiso ético
Según la filosofía que emana del Manifiesto de la UNESCO sobre la Biblioteca
Pública, y de las distintas directrices y normativas nacionales e internacionales, nuestras
bibliotecas son centros locales de información que facilitan a sus usuarios todas las
clases de conocimiento e información1.
El mismo manifiesto proclama su fe en la biblioteca como fuerza viva para la
educación, la cultura y la información, y como agente esencial para el fomento de la paz
y del bienestar espiritual a través del pensamiento de hombres y mujeres, dado que “la
participación constructiva y la consolidación de la democracia dependen tanto de una
educación satisfactoria como de un acceso libre y sin limites al conocimiento, el
pensamiento , la cultura y la información”.
Sin entrar en demasiados detalles, que nos llevarían a consultar toda la legislación
internacional, nacional y autonómica sobre bibliotecas públicas para hacernos una idea
de qué tipo de misiones y cometidos se nos asignan en cada una de ellas, el manifiesto
nos asigna una serie de misiones clave :

1. crear y consolidar los hábitos de lectura en los niños desde los primeros años
2. prestar apoyo a la educación, tanto individual como autodidacta, así como a la
educación formal en todos los niveles;
3. brindar posibilidades para el desarrollo personal creativo;
4. estimular la imaginación y creatividad de niños y jóvenes;
5. fomentar el conocimiento del patrimonio cultural, la valoración de las artes, de
los logros e innovaciones científicos;
6. facilitar el acceso a las expresiones culturales de todas las manifestaciones
artísticas;
7. fomentar el dialogo intercultural y favorecer la diversidad cultural;
8. prestar apoyo a la tradición oral;
9. garantizar a los ciudadanos el acceso a todo tipo de información de la
comunidad;
10. prestar servicios adecuados de información a empresas, asociaciones y
agrupaciones de ámbito lcal;
11. facilitar el progreso en el uso de la información y su manejo a través de mecios
informáticos,
12. prestar apoyo y participar en programas y actividades de alfabetización para
todos los grupos de edad y, de ser necesario, iniciarlos.”

Para el cumplimiento de esos cometidos el mismo manifiesto indica una serie de


compromisos que deben asumir las autoridades locales y nacionales, quienes son
responsables de aplicar una legislación específica y de la financiación de las bibliotecas,
así como de garantizar su ubicación en edificios bien situados y accesibles para todos,
con buenas condiciones para la lectura y horario suficiente y apropiado para los
usuarios.
A los bibliotecarios se nos encomienda ser los intermediarios activos entre los usuarios
y los recursos, siendo indispensable nuestra formación profesional y permanente.
Formación que habrá de extender a los usuarios para ayudarles a sacar provecho de
estos recursos.
Ni que decir tiene que estamos plenamente de acuerdo con el contenido del Manifiesto,
si bien también lo estamos con Begoña Marlasca quien, hace ya cinco años, nos advertía
de los retos éticos que se planteaban al bibliotecario ante las innovaciones tecnológicas
y la nueva función social de las bibliotecas.
Pero la biblioteca pública no es un producto novedoso que se presenta por
primera vez ante un público virgen y deseoso de novedades. Un público que asumiría
rápidamente las características y funciones del producto, usándolo y probando todas sus
posibilidades (este comportamiento es el que la mayoría de usuarios de internet adopta
ante el producto de la red de redes).
La biblioteca Pública cuenta con una historia a través de la cual ha transmitido
al público distintas imágenes de qué es y para qué sirve. Imágenes que están en la
conciencia colectiva anterior a las nuevas funciones que se le están asignando y que
dificulta que estas nuevas posibilidades que hoy podemos ofertar, lleguen de forma
nítida a los usuarios.
El plan de Impulso de las Bibliotecas Públicas elaborado en 2000, decía con
respecto a la situación actual de las bibliotecas públicas: “ En los últimos 20 años las
bibliotecas públicas españolas, en su conjunto, han experimentado un intenso proceso
de desarrollo y modernización en todos los aspectos...
Sin embargo, los progresos, aunque muy grandes han sido insuficientes. Su desarrollo
ha sido muy inferior al experimentado por otros servicios públicos, y no es acorde con
el desarrollo general de España.
Las bibliotecas públicas españolas presentan una serie de carencias y déficits en
comparación con las bibliotecas públicas de otros países europeos y también en
relación con las pautas y recomendaciones internacionales en la materia.
Entre esas carencias pueden mencionarse las relativas al índice de bibliotecas públicas
españolas automatizadas, o al de las que disponen de conexión a internet”
Aunque los objetivos del plan se van cumpliendo en parte, sobre todo en la parte
técnica y en lo referente especialmente a internet, debido a la gran aceptación que el
fenómeno de las nuevas tecnologías ha tenido, no podemos olvidar el primero de sus
objetivos concretos es “generar una amplia concienciación social sobre la importancia
de las bibliotecas públicas como centros de información y cultura, así como de fomento
de la lectura, para todos los ciudadanos, rompiendo su imagen de simples depósitos de
libros o de meras salas de estudio para niños y jóvenes”
Creemos que este objetivo no es sólo el primero en orden, sino el primero en
importancia, y sin el cual los demás objetivos no tendrán el éxito deseado. Pero aquí
volvemos otra vez con la historia, esa historia que hace aproximadamente un siglo hacía
verter ríos de tinta en una campaña contra el director de la Biblioteca Nacional, y así, en
un artículo de H. del Villar, decía

“El contenido de esta biblioteca es secreto. No hay catálogos. No hay índices por orden
de materias. Los que hay por orden de autores no son asequibles al público. Si algún
bibliotecario permitiera a éste consultarlos, incurriría ante la dirección en falta que el
reglamento califica de grave. Lo mismo ocurre con el índice general que con los que
existen en ciertas salas. Si algún lector se encuentra, por ejemplo, en la de estampas y
solicita del bibliotecario una obra determinada, éste, al buscar en el índice, procura
advertirle que se aparte para que, ni por casualidad se pueda enterar de lo que hay
alli.....
No es posible concebir mayores precauciones para evitar la propagación de la
cultura....”

En 1908, Ortega y Gasset, preocupado por la europeización de las bibliotecas como


instrumento educativo de la España post noventayochista, nos dice refiriéndose al
reglamento de la Biblioteca Nacional:
“ El principio en que se funda este reglamento es que los libros están en la Biblioteca
para que no se los lleven; no para que sean leídos, sino exclusivamente para que no se
los lleven, aunque nadie los lea.”

Salvando las distancias en el tiempo, queda claro que se trata de dos muestras de
la opinión que, sobre la Biblioteca Nacional, trascendía a los ciudadanos. Opinión de
peso por venir de periodistas e intelectuales, y opinión que, si bien pudo ser exagerada o
mediatizada como diríamos ahora, obedecía a una observación de la realidad tal y como
la percibía el usuario.

Así, las bibliotecas, los bibliotecarios, desde aquella época se dividieron en


España entre los seguidores de Menéndez Pelayo con un concepto elitista y conservador
de la cultura, concebida como tesoro a proteger antes que como bien a difundir, y los
seguidores de las ideas propugnadas por Ortega, “ corriente popular que consideraba
que el libro ofertado por las bibliotecas públicas no debía ser sólo para una minoría
superior dedicada a los estudios históricos, ni, ampliando la oferta, para los que se
dedican al conocimiento del pensamiento moderno. Había, según sus componentes,
numerosas personas, con estudios elementales y medios, que eran los lectores reales y
que tenían derecho a que se formaran bibliotecas para ellos o se reorientaran las
existentes para atender a sus necesidades, lo mismo que estaba sucediendo en Estados
Unidos e Inglaterra, por ejemplo”

Esa corriente popular se iría imponiendo, o quizás se iría imponiendo la


necesidad de callar las voces políticamente incorrectas de quienes se quejaban de esa
manera de nuestra biblioteca nacional, y ya en 1915 se abrieron al público bibliotecas
populares en Madrid y Barcelona, e incluso dos agencias de la de Madrid, con obras de
consulta, entretenimiento y oficios, ya que iban dirigidas a los obreros. En estas
agencias de lectura se introduce otro elemento revolucionario para la época, incluso
para nuestra época; su horario, pues abrían al público por las tardes, de 4 a 10 en
invierno y de 5 a 11 el resto del año, incluso se abría al público en domingos y festivos,
de 4 a 9 . El establecimiento de estos horarios constituye un claro ejemplo de
intencionalidad, de implicación con las necesidades y posibilidades del usuario que,
inevitablemente ha de compaginar su horario laboral con el de la biblioteca.

Esa intencionalidad de una biblioteca pública dedicada al público se ha ido


abriendo paso con los años desde aquella postura inicial de atesorar y conservar, hasta la
actual orientación total hacia el usuario, donde el bibliotecario ya no es la persona que
atesora y conserva, ni siquiera es aquel que se dedica a disponer una colección de
forma que sea accesible, es decir no sólo es eso, sino que debe ir más lejos y convertirse
en intermediario activo entre el contenido potencial de su biblioteca y el usuario. Y
decimos contenido potencial, puesto que la biblioteca pública ya no se puede limitar a
poner a disposición de los usuarios su propio fondo, el que físicamente alberga en sus
instalaciones, sino todo el fondo que potencialmente pudiera tener, en la gran biblioteca
virtual que las nuevas tecnologías nos permiten. Pero vamos más lejos aún y planteamos
si esa disposición debe ser sólo hacia el usuario real, aquel que visita la biblioteca en
demanda de información y ocio, sino del usuario potencial.
Por supuesto es obvio que las bibliotecas están dispuestas para todo usuario que visite
sus instalaciones en demanda de cualquiera de sus servicios. ¿qué reproche cabe hacer
al bibliotecario que con pocos medios y poco personal cuando no solo, consigue
seleccionar, adquirir, sellar, registrar, clasificar, catalogar, ordenar y disponer en las
estanterías una colección formada por diferentes formatos, añadiendo además algún
terminal de acceso a internet, alguna sesión de cuentacuentos, y atiende las visitas
escolares con una jornada de 38 horas semanales? (Tal es el panorama de la mayoría de
las bibliotecas municipales que conozco). A un siglo de la polémica surgida sobre la
funcionalidad real de la Biblioteca Nacional, otro reto se plantea a la biblioteca pública,
pues si el bibliotecario realiza todas estas tareas2 para abrir las puertas de la biblioteca
de forma que haga accesible los fondos a todos de la manera más sencilla posible, sin
embargo la imagen que el ciudadano medio tiene de la biblioteca fue alimentada por
instalaciones frías y estáticas, con bibliotecarios vigilantes del libro y del silencio como
principal actividad de cara al usuario.3

La imagen del bibliotecario sigue siendo, en la mayoría de los casos, la de una


persona solitaria, amante del silencio y del orden hasta un extremo enfermizo, y las
bibliotecas siguen relacionándose con lugares de estudio casi exclusivamente, o lugares
donde aparcar a los niños mientras los padres van de compras en el mejor de los casos.
Así, si el Plan de Impulso... pretende acabar con el monopolio del modelo de
biblioteca pública más extendido actualmente, tendrá que plantear una doble lucha a
saber con los propios bibliotecarios para que seamos capaces de afrontar y superar este
nuevo reto, cosa en la que creo firmemente, y, por otra parte con la imagen extendida e
implantada a lo largo de todo el siglo XX4, si bien en unas épocas más que en otras,
entre los usuarios reales y potenciales de las bibliotecas. Y, si en el primer frente la cosa
es más fácil, porque se trata de añadir, de sumar sobre todo, nuevos conceptos y nuevas
formas entre un personal con una formación humanista y flexible que suele tener un
espíritu inquieto, en el segundo frente (la imagen que los usuarios tienen de la
biblioteca), es más difícil el cambio por cuanto se trata de restar, de borrar conceptos
antiguos y escribir encima los nuevos, y eso en un tipo de usuario que tiende a la
comodidad y a recibir las cosas hechas, sin tener que indagar por sí mismo, cada vez
más.
Corresponde al bibliotecario actuar de punta de lanza en esa ruptura, tendente a la
disociación de viejas imágenes sobre bibliotecas, ya que es el primer contacto con el
usuario, y generalmente el único.
Para actuar de esta manera, el bibliotecario necesita estar respaldado por directrices y
normativas acordes, lo cual se está consiguiendo, pero sobre todo por la voluntad
política de aquellos que pueden decidir la aprobación de programas bibliotecarios a
nivel local, municipal, autonómico y nacional, que son quienes tienen que asumir el
espíritu emanado de las distintas normativas, directrices y manifiestos,
transformándolos en legislación y dotar las correspondientes partidas económicas que
hagan posible su ejecución. Sin embargo, estos responsables, los que deciden, no son
bibliotecarios, si no políticos, y su imagen de la biblioteca es la de un usuario; en
muchos casos la de un usuario potencial (un no usuario), por lo que están atrapados en
la misma trampa de imagen heredada expuesta anteriormente, llegando en algunos casos
a adjudicar funciones y parcelas bibliotecarias a otros espacios culturales, como Casas
de Cultura o Aulas de Libre Acceso a Internet, creadas en los municipios como cosa
independiente de la Biblioteca, cuando en realidad las funciones de aquellas son una
extensión más de las de ésta.
La captación de una nueva imagen de la Biblioteca Pública por parte de quien puede
tomar las decisiones a gran escala, sólo puede producirse por presión de los usuarios
que demanden la ampliación de servicios y la adaptación a los nuevas formas de acceso
a la información y el ocio de los espacios bibliotecarios. Y esto nos conduce una vez
más a la soledad del bibliotecario, pues solamente con su implicación ética asentada en
un fuerte compromiso con las metas de su trabajo y con el usuario, será capaz de hacer
cómplice a éste en la labor de transformación y desarrollo de la biblioteca pública,
generando esa “ amplia concienciación social de la importancia de las bibliotecas para
todos los ciudadanos” que nos pide el Plan de Impulso de las Bibliotecas Públicas en
España.
Pero, ¿cómo vamos a generar una amplia concienciación social de la importancia de
las bibliotecas para todos los ciudadanos si actualmente están pensadas y dirigidas
principalmente a dos grupos de ellos, niños y estudiantes? ¿Cómo vamos a convencer
de que las bibliotecas son para todos si nuestros horarios no son para todos? ¿Si nuestro
mobiliario es frío e incomodo salvo si pretendemos escribir o subrayar unos apuntes,
cómo vamos a atraer al que está acostumbrado a leer en el sillón de casa?
Si realmente tan importante es la Biblioteca, ¿por qué no puedo elegir entre ir al fútbol
un domingo con mis hijos o ir a la biblioteca a leer con ellos?. Si realmente la
Biblioteca es tan importante ¿por qué no hay ni una serie de televisión donde se refleje
como es la vida en una biblioteca?, es más ¿por qué en tan pocas películas aparecen las
bibliotecas? ¿Cuál es el último documental que cualquiera de nosotros hemos visto en
casa sobre bibliotecas?, ¿Por qué en ningún sitio es un mérito puntuable en currículo
tener el carné de una biblioteca?
Si realmente tenemos que cambiar la imagen de la biblioteca tenemos mucha
desventaja. Si tenemos que convencer al usuario de que somos un centro de información
y una alternativa al ocio, hemos de saber que el usuario ya tiene otras formas de pasar su
tiempo de ocio, y que durante ese tiempo, generalmente nosotros no estamos
disponibles, aunque le hayamos prestado nuestros fondos. Hasta los video club disponen
de sistemas que permiten retirar películas las 24 horas del día, ¿cuándo vamos a ofertar
ese servicio a los usuarios de nuestros fondos? Si la biblioteca es una forma de
desarrollar la creatividad y el fomento de la paz y el bienestar espiritual, ¿por qué no
compartimos horario con otra formas de desarrollar la cultura y el ocio individual?,
Teatros, cines, cafeterías, pubs,... todos tienen horarios en los que pueden acudir
personas que, sin embargo, no pueden acudir a una biblioteca porque cuando ésta abre
ellos trabajan. ¿Cómo queremos romper la imagen de lugar de estudio si nuestros
horarios se adaptan principalmente a este grupo de usuarios?, aún más, ¿cómo no
difundir esa imagen, si esos mismos estudiantes sólo pueden visitar la biblioteca cuando
están estudiando?, pues después está cerrada, aunque ellos tienen tiempo libre que
podrían aprovechar usando otros servicios de la biblioteca (mediateca, hemeroteca,
internet...)
Por supuesto podemos tener buenas colecciones en nuestros fondos, podemos tener
muchas actividades de animación, exposiciones, editar guías de lectura, recibir colegios,
formar usuarios, ofrecer libre acceso a internet, formatos audiovisuales e informáticos,
servicios personalizados de aviso de novedades, felicitaciones de onomásticas para
nuestros usuarios, ... pero si nos quedamos ahí, esperando a que el usuario entre en la
biblioteca para ponernos a su servicio, seguiremos fracasando. Podemos usar toda la
empatía e incluso simpatía con aquel que viene a nuestro mostrador, aún así sólo
estaremos atendiendo a un porcentaje bajísimo de todo el colectivo que es propietario de
la biblioteca y que paga nuestro salario.
La biblioteca tiene que ir no sólo al colegio, tiene que entrar en el hogar de cada uno,
y tiene que hacerlo como lo han hecho los policías, los médicos, los periodistas y
cuantos colectivos han sido protagonistas de series televisivas con los componentes
necesarios para contar historias humanas al tiempo que divulgaban el ambiente de una
determinada profesión. La biblioteca tiene que estar presente en el supermercado y tiene
que usar las reglas mercantilistas, creando en el usuario la necesidad de su uso como si
se tratase de una ropa de marca, de una bebida refrescante o un coche de último modelo.
Esas técnicas publicitarias que nos hacen asociar ideas placenteras con el consumo de
determinados productos son las que tenemos que usar si queremos romper para siempre
con las viejas imágenes heredadas de las bibliotecas, que nosotros sabemos que ya no
existen, pero que el público aún cree que son así, y más si no tiene oportunidad de ir a
una biblioteca a comprobarlo.
Tenemos un producto cada vez más diversificado en formatos y servicios, tenemos un
personal cada vez mejor preparado, disponemos cada vez más de nuevas tecnologías,
hagamos que el resultado de nuestro esfuerzo sea necesario para un público que
desconoce las posibilidades de la biblioteca. Ampliemos y diversifiquemos nuestros
horarios. Hagamos presente nuestro producto en cada casa metiéndolo por la misma
ventana que se mete la pasta de dientes y el jabón de nuestra lavadora, y creemos en el
público la necesidad de acudir a nuestras bibliotecas, hagamos que se sienta mal si no
tiene el carné de socio, porque cuando consigamos esto estaremos más cerca de cumplir
los objetivos de la biblioteca pública.
Los bibliotecarios vivimos cotidianamente acuciados por la inmediatez de problemas
a corto plazo. Presupuestos, subvenciones, proyectos de animación, catalogación,
informatización.... Inmersos en ese bosque que los árboles nos impiden ver, perdemos
de vista a menudo nuestros objetivos reales o los confundimos pretendiendo que nuestra
biblioteca tenga más fondos, más lectores, más actividades, más presupuestos, más
subvenciones. Cuando no, nos vemos desanimados ante la falta de estímulo y de
reconocimiento social, acompañado de un salario que tiende a la mínima, y, como
decíamos antes ¿qué se nos puede reprochar al fin y al cabo?
Pero al otro lado de nuestro mundo bibliotecario sigue estando el usuario, un usuario
que cada vez más está perdido entre el ruido de la información que se produce
diariamente, y de la que sólo le llega aquella parte que reporta algún beneficio
económico al mercado, sin importar cual sea el beneficio que de ese producto obtiene
realmente el usuario.
Los bibliotecarios tenemos en nuestras manos un producto altamente beneficioso para
el usuario, es más, tenemos el don de otorgar al usuario la capacidad para discernir cual
es el producto que le beneficia en un determinado momento. Si la información es poder,
ese don, nos confiere la responsabilidad de asegurar que los usuarios reciben su cuota de
poder, el poder que les permitirá ejercer libremente su derecho a la información, su
derecho al ocio creativo, su derecho a la formación autodidacta, su derecho al apoyo en
el estudio, su derecho a crecer espiritualmente en la tolerancia y en la democracia.
Necesitamos más medios para realizar un marketing agresivo, necesitamos más
personal para ampliar nuestros horarios, necesitamos más presupuestos para adecuar
nuestro producto a las necesidades del usuario en un mundo en el que éstas cambian de
un día para otro, pero sobre todo necesitamos el compromiso ético de todos nosotros
para saber distinguir y no confundir nunca nuestros intereses como colectivo
profesional, con los intereses del usuario, aunque él mismo no los conozca actualmente.
NOTAS
1
Nos llama especialmente la atención, que, repasando los horarios de las bibliotecas pública
municipales, que son las más cercanas al ciudadano de todo tipo, encontramos una inadecuación entre
necesidad y posibilidad con respecto a ese mismo grupo de usuarios, los trabajadores, a cuyos horarios no
se adaptan la mayoría de las bibliotecas públicas, que suelen cerrar al público a las 8 o 9 de la tarde y por
supuesto nunca abren en domingos o festivos, salvedad hecha de los sábados en algunos casos y de las
salas de estudio que suelen abrir sus puertas más tiempo, aunque dedicadas al usuario estudiantil y
universitario preferentemente, y carentes de servicios de préstamo y lectura en sala por carecer de fondos
normalmente.

2
• Atiende las demandas de información de los usuarios, les orienta y da respuesta a sus
preguntas.
• Atiende las visitas de los proveedores, efectúa la selección y confecciona la propuesta de los
pedidos
• Realiza el registro, análisis documental y mantenimiento de la documentación existente en la
biblioteca, así como el recuento y expurgo de la misma.
• Difunde los recursos de la colección por medio de informes temáticos, listas de novedades,
guías de lectura, páginas web y cualquier otro medio adecuado a este fin.
• Realiza la estadística diaria con el fin de conocer el grado de desarrollo y de aceptación de los
servicios de la biblioteca, elaborando memorias e informes que reflejan la actividad de la
misma.
• Programa, realiza y evalúa actividades de animación a la lectura de formación de usuarios y
otras de difusión cultural. Mantiene contactos con diferenetes instituciones del área de
influencia de la biblioteca (junta de vecinos, colegios e institutos, asociaciones culturales, cajas
de ahorros, etc...)
• Establece la distribución de las diferentes secciones de la biblioteca, según los servicios de las
mismas, adaptándolas a las necesidades de las mismas.
• Es responsable del personal a su cargo
• Elabora las propuestas del presupuesto de la biblioteca y realiza el seguimiento y control del
mismo
• Participa en la elaboración de proyectos comunes de trabajo
• Utiliza medios informáticos para la gestión bibliotecaria y para tareas administrativas
• Realiza todas aquellas tareas complementarias que le asigne el superior relacionadas con el
contenido general del puesto.
• Supervisa el buen estado de las instalaciones de la Biblioteca, comunicando a su superior o
servicio de mantenimiento correspondiente, cualquier deficiencia que se detecte.
• Realiza la apertura y cierre de las instalaciones de la biblioteca, en los horarios que se tengan
establecidos, según las directrices de su superior.
• Atiende la sala y realiza el préstamo de fondos de la Biblioteca.-
• Realiza el registro y mantenimiento de la documentación existente en la biblioteca y colabora en
las tareas de recuento y expurgo de la misma.
• Colabora en la elaboración de las memorias e informes que efectúe el Responsable de la
Biblioteca
• Cumplimenta la documentación de los nuevos usuarios o socios
• Realiza tareas de ayuda y colaboración en la realización de las propuestas del presupuesto de la
biblioteca.
• Utiliza paquetes ofimáticos integrados de todo tipo de diversa complejidad para la gestión y
funcionamiento de la Biblioteca. Utiliza máquinas de escribir, calculadoras y terminales de
ordenador
• Realiza todas aquellas tareas complementarias que le asigne el superior relacionadas con el
contenido general del puesto
3
un usuario que ignora que el personal bibliotecario que está a su servicio, debería disponer de
las siguientes cualidades y habilidades:

> Habilidad para comunicarse positivamente con las personas.
> Conocimiento del material que forma la colección de la biblioteca y como acceder a él.
>Capacidad parar comprender las necesidades de los usuarios.
>Comprensión y simpatía con relación a los principios del servicio público.
>Habilidades para identificar cambios y organizar de manera flexible su gestión.
> Disposición para cambiar métodos de trabajo frente a nuevas situaciones que se planteen.
¬ Imaginación, visión y apertura hacia nuevas ideas y prácticas.”

4
A lo largo del siglo XX, la imagen de la biblioteca pública cambiaría según la política
bibliotecaria nacional. Durante los primeros años y sobre todo durante la segunda República, la idea
predominante era la de extender la cultura a todo el pueblo, si bien sólo consiguió que hubiese 196
bibliotecas municipales en toda España, si bien a estas se sumaban las que surgieron en casinos, ateneos,
sociedades recreativas, colegios, academias... Tras la guerra civil, la idea que pasó a ocupar el lugar
predominante fue de nuevo la de la investigación histórica y patrimonialista de lo genuinamente español
según la denominación oficial del régimen, instaurando la censura, haciendo así las bibliotecas accesibles
a todos, pero impidiendo que ciertos conocimientos e ideas fuesen accesibles a las bibliotecas. Durante 40
años, la idea que de la biblioteca pública va a percibir el usuario es la de un lugar serio, frío, donde los
niños acuden a hacer los deberes y los mayores a sacar libros en préstamo, un lugar que es el santuario de
la cultura, siendo el bibliotecario el gran sacerdote que regenta ese santuario, y los usuarios los feligreses
humildes y avergonzados de su ignorancia.

BIBLIOGRAFÍA

Manifiesto de la UNESCO sobre la Biblioteca Pública 1994, Spanish versión. IFLANET. Section of
Public Libraries. www.ifla.org/VII/s8/unesco

MARLASCA, BEGOÑA. 2001: Una odisea ética por el espacio bibliotecario. Actas del VII Congreso
Nacional de Anabad, Toledo, 22ª 24 de abril de 1999 en Boletín XLXIX (1999) 3-4 de ANABAD.
Madrid: 1999, pg. 465-472

Plan de Impulso de las Biblioteca Públicas Españolas. Las Bibliotecas Públicas, puerta de entrada a una
sociedad de la información para todos. Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas. Madrid,
marzo de 2000.

H. DEL VILLAR. Bibliotecas y Museos; una desamortización necesaria. en revista Nuestro Tiempo.
Madrid, agosto 1910. cit. En Escolar,Hipólito.El compromiso intelectual de bibliotecarios y editores.
Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 1989

ORTEGA Y GASSET, J. Pidiendo una Biblioteca. En El Imparcial, Madrid, 21 de febrero de 1908. cit
en Escolar,Hipólito.El compromiso intelectual de bibliotecarios y editores. Madrid : Fundación Germán
Sánchez Ruipérez, 1989

ESCOLAR, HIPÓLITO. Historia de las bibliotecas . Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1987

GÓMEZ HERNÁNDEZ, JOSE ANTONIO. Biblioteconomía Conceptos Básicos de Gestión de


Bibliotecas. Murcia: Universidad, 1999.

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