BAPL, 24. 1994 (111-144)
LA MEDICINA COMO ARTE LITERARIO EN EL PERU
Javier Maridtegui Chiappe
Discurso de incorporacién pronunciado en la sesién
efectuada el 14 de diciembre de 1993.
INTRODUCCION
Antes de entrar en materia, consideramos obligada la
mencién de quienes marcaron, en alguna medida, nuestra
cercania con las letras y el amor por la lengua. Recuerdo en
primer lugar a Manuel Beingolea, notable cuentista, quien
concurria a la tertulia de mi madre en la libreria de Barranco;
de regreso a su casa en el Malecén de los Ingleses, yo lo
acompafiaba, a guisa de lazarillo. Beingolea estimulé tempra-
nas incursiones a los diccionarios en pos del significado, de
la historia y de la dindmica de las palabras.
Mentor en medida aun mayor en nuestro caso fue Juan
Francisco Valega, maestro oral por excelencia, de quien po-
driamos decir que vivia en la esencia misma de la palabra,
de la que era virtuoso orfebre. Por el cardcter oral de su
magisterio Valega ha dejado escasa obra escrita y queda sélo
el testimonio de sus numerosos amigos, quienes nos benefi-
ciamos de su fecunda siembra idiomatica. Disfrutamos por
décadas de su ancha conversacién, desde los afios finales
1)de la formacién médica en San Fernando hasta semanas
antes de su muerte, a poco de cumplir 93 afios. Su compa-
fifa suponia un grato ejercicio didasc4lico, quinestésico-
verbal, de “pasear conversando”, modalidad de conocimiento
placentero que pudiera resultar insdlito en tiempos actua-
les.
Temprano fue también para nosotros, casi en la nifiez,
el encuentro con los escritos de José Carlos Maridtegui. Desde
entonces, sentimos la gravitacién de su prosa directa, limpia,
de gran fuerza expresiva. La evolucién gradual de su pensa-
miento desde los Escritos Juveniles hasta los 7 Ensayos, se
tradujo por un progresivo pulimento de su prosa, con precisa,
buida, flexible y elegante adjetivacién, aligerada de retérica.
Si sus ideas son vigentes en nuestros dias, se debe, ademaés
del substrato ideolégico que poseen, al cardcter persuasivo e
inspirador de su prosa, puesto que mAs que el estilo —de suyo
valioso— importaba en Maridtegui el mensaje ético de su
contenido.
Obligado a recordar la presencia de médicos en la
Academia, solo puedo sefialar la de Honorio Delgado, quien
participé de las deliberaciones de esta Docta Corporacién desde
1941, afio de su incorporacién, hasta 1969, fecha de su des-
aparicion fisica. E] receso de la Academia de 1892 hasta 1917
explica la ausencia de colegas calificados de fines del siglo
pasado y de las primeras dos décadas del siglo actual. De la
presencia influyente de Honorio Delgado como médico, psi-
quiatra, fil6sofo, esteta y lingiiista, nos ocuparemos més
adelante, con la debida extensién.
Al reiterar mi reconocimiento a los sefiores Miembros
Titulares de la Academia de la Lengua por una designa-
cién que rebasa mis merecimientos personales, quiero men-
cionar a quien sucedo en esta Institucién: mi admirado ami-
go Juan Rios Rey, poeta, dramaturgo y ensayista consagra-
do en la historia de la literatura peruana. Si bien es imposi-
ble reemplazarlo en su entidad intelectual, est a mi alcance
112su ejemplo y su brillante ejecutoria a lo largo de una vida
plena.
Finalmente, debo advertir lealmente a quienes me
escuchan, que s6lo analizo parcialmente la obra de algunos
médicos peruanos, los de mi preferencia, y que omito a los
vivientes, quienes tienen bien ganados méritos personales
para el examen de sus obras pero que exceden los propésitos
de un répido escrutinio del arte literario de los médicos en el
Peru contempordaneo, que serfa el titulo exacto de esta exposi-
cién.
CONSIDERACIONES GENERALES
Existe una relaci6n primaria de la medicina con las
letras que se remonta a la antigiiedad greco-latina: el discurso
médico desde entonces puede reconocerse como la arquitectu-
ra de un saber,! escrito a la manera de una narraci6n literaria
y la tarea del médico escritor se remonta al arte de producir
el relato patogrdfico. La historia clinica fue —y sigue siendo—
el instrumento literario de conocimiento en el que el médico
revela sus mejores disposiciones para la comprensién de las
circunstancias histéricas del paciente, para lograr una vision
integral, antropolégica, de la condicién humana, en la salud
y en la enfermedad. Pedro Lain Entralgo dice en el pértico de
su obra La historia clinica que la historia de la medicina
“puede aparecer a los ojos del estudioso bajo dos especies muy
distintas: la disciplina escolar y el habito intelectual’. Como
disciplina escolar es el relato ordenado de Ja ciencia y el arte
de curar. Como habito intelectual, como formaci6n del discente,
consiste en “ver y hacer ver las cosas segun la verdad... seguin
la historia”.? Existe, pues, una literatura médica, decantada
por la experiencia, que con toda raz6n exige presencia en el
campo vasto de la produccién literaria.
Es importante examinar también el trabajo creativo de
escritores que son al mismo tiempo médicos précticos, en
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