Eusebio Fernández

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LOS DERECHOS HUMANOS

Y LA HISTORIA
EUSEBIO FERNNDEZ
Universidad Carlos III de Madrid
En las pginas que siguen he intentado hacer explcitas algunas ideas
acerca de la conexin entre los derechos humanos y la historia. Detrs de ese
conjunto de afirmaciones, que han de leerse ms como hiptesis de trabajo
que como tesis slida, se encuentran muchas lecturas, muchas sesiones de
trabajo con colegas y en el desarrollo de mi funcin como docente y una
experiencia directa con la investigacin histrica, necesitada an de mayor
dedicacin.
El estudio de la historia de las ideas, en general, es una tarea fascinan-te.
En mi caso, adems, es lo que me ha producido mayores satisfacciones en
mi carrera acadmica. La elaboracin de una historia de los derechos
humanos es una labor compleja y arriesgada. Compleja porque debemos
enfrentarnos a la historia de todo lo humanamente importante; arriesgada,
porque unos deficientes presupuestos tericos y una inadecuada metodologa
pueden echar por tierra muchos esfuerzos. Adems prudentemente hemos de
evitar caer en los extremos de hacer una historia de piezas de mu-seo, es
decir, inanimadas o de hacer una historia a nuestra medida, donde la historia
sea una excusa para hablar del presente. Creo que nadie puede evitar
retratarse a la hora de describir el desarrollo histrico, pero el primer
requerimiento para ser objetivos es ser consciente de este riesgo.
Aqu he deseado insistir en dos ideas que, desde mi punto de vista,
tienen inters:
1.
a
Que el concepto de derechos humanos que hoy manejamos no es un
concepto intemporal que haya acompaado toda la historia de la humanidad.
La universalidad de los derechos humanos es distinta de su eternidad. Se
trata de un concepto histrico del mundo moderno y/occidental. Es un
concepto que surge en un momento histrico y como consecuencia o
215
______________________________________ EUSEBIO FERNNDEZ __________________
resultado de un conjunto de hechos histricos de carcter religioso, poltico,
moral, econmico o jurdico. Como todo lo humano, es una creacin de seres
humanos.
Que esto sea as no significa que exista una fundamentacin histrica o
historicista de los derechos humanos. Lo que debemos hacer es partir de la
consideracin o perspectiva histrica de la gnesis y el desarrollo de los
derechos humanos y dejar que ello nos ayude a elaborar una teora que no
debe nunca olvidar su dimensin prctica. Pero a la hora de fundamentar los
derechos humanos la historia no nos sirve. Los derechos humanos sola-mente
pueden fundamentarse en valores morales, que hay que analizar en clave
histrica. Por tanto, tomarse en serio el papel de la historia en los derechos
humanos no significa defender una fundamentacin historicista.
2.
a
Parte del trabajo presente se podra utilizar para desarrollar la
con-secuencia (lo que no se hace por motivos de espacio) de insistir en el
he-cho de que hay un dato histrico inevitable, tambin creo que un logro
moral de la historia de la humanidad, que es la construccin de la tesis del
individualismo moral, es decir, de la defensa clara de la superioridad moral
de las personas individualmente consideradas. Esta tesis se ha convertido en
un presupuesto moral y terico de cualquier teora de los derechos humanos
fundamentales. Sociedades, patrias y Estados son medios al servicio de un fin
que hoy llamamos respeto de la dignidad humana. La dignidad no se adquiere
por la pertenencia a ningn grupo social, clase, o raza elegida, pas o religin.
La dignidad significa humanidad y pertenece a todos los seres humanos sin
distinciones que la puedan condicionar. La dignidad humana debe entenderse
hoy, bsicamente, como el derecho a tener derechos personales, cvicos,
polticos, econmicos, sociales y culturales. Todos igualmente dignos de ser
protegidos, aunque se puedan establecer jerarquas entre ellos, que deben
seguir criterios morales y no de utilidad social.
Esta postura del individualismo moral casa muy mal con los derechos
colectivos. No creo que la reivindicacin de derechos colectivos deba hacerse
en el mismo plano que los derechos individuales y menos an
sustituyndolos. Los nicos sujetos morales de los derechos humanos son los
individuos concretos. Hablar de derechos colectivos es utilizar un lenguaje
figurado, aplicable a otras cosas distintas a los derechos humanos.
Quiz en algn momento del trabajo presente alguien pueda percibir
rasgos de soberbia occidental. Efectivamente, creo que no hay ninguna razn
concluyente para avergonzarse de pertenecer a Occidente, por muchos
motivos, y, entre ellos, por haber inventado este artificio que se llama
derechos humanos y que entre sus creadores y defensores se ve como el
medio de imponer algo de justicia en un mundo radicalmente injusto.
Sin embargo, el orgullo dura muy poco cuando somos conscientes de que
Occidente tiene una clara responsabilidad histrica, aunque no es la
216
LOS DERECHOS HUMANOS Y LA HISTORIA
nica causa, por accin u omisin, en una inacabada historia de guerras y
pobreza que ha producido que la mayor parte de la humanidad, an no sepa
que son portadores de derechos humanos o que, an sabindolo, no puedan
vivir de acuerdo con esa creencia.
Tambin quiero aadir que, como cualquier otra persona que tome en
serio los derechos humanos, creo que el pluralismo no es solamente un hecho
social, sino tambin un valor que merece la pena mantener por encima de
todo. Por tanto, se impone una discusin sincera con otras culturas, incluidas
las no individualistas, las no igualitaristas o las partidarias de la unidad
intocable entre la religin y el poder poltico. El respeto a los derechos
humanos, que no son occidentales sino universales, puede servir como regla
para movilizar y regular esta discusin, pero siempre y cuando todos los
interlocutores partan de unos mnimos comunes, como es la consideracin de
la misma dignidad. En caso contrario, se tratara de un ejercicio de cinismo y
una prdida de tiempo por ambas partes.
Algo de cinismo y de ingenuidad que se pueden encontrar, por ejemplo,
en algunos tipos de multiculturalismo actual. Si para dialogar, hay que forzar
el sentido de las palabras hasta el punto de desnaturalizarlas, entonces hemos
creado unas bases de la discusin tan ficticia que sern aprovechadas siempre
por los enemigos de los derechos humanos. Y en cuanto a los contenidos
bsicos de carcter normativo que necesariamente se han de respetar, por
muy pragmticos y poco metafsicos que queramos mostrarnos, conviene no
olvidar, como ha admitido recientemente Michael Ignatieff, que no se puede
dejar de pensar en alguna forma de dignidad intrnseca para apoyar la
creencia en los derechos humanos
1
.
Finalmente, voy a realizar una referencia a la inclusin de estas
re-flexiones acerca de los derechos humanos y la historia en un libro
colectivo sobre la Constitucin y los derechos humanos, elaborado por
filsofos del Derecho.
La filosofa con la que se ha escrito este trabajo da por supuesto, y
defiende de manera contundente, los valores y principios que se exponen en
el artculo 1.1, el artculo 9, el artculo 10 y todo el Ttulo I de la Constitucin
espaola de 1978. Salvo opiniones muy concretas y personales coincido
totalmente con la filosofa de la historia que est detrs del texto
constitucional. Es ms, la elaboracin de la Constitucin y su desarrollo
durante estos veinticinco aos no pueden desconectarse de la historia de
Espaa, puesto que la historia es, para los individuos como para las
Constituciones, igual que el aire que respiramos: inevitable.
Para los miembros de mi generacin la Constitucin de 1978 represent
mucho. Ningn texto poltico y jurdico, aunque sea de la importancia
1
MICHAEL IGNATIEFF, LOS derechos humanos como poltica e idolatra, con Introduccin
de Amy Gutmann y comentario de K.A. Appiah, David A. Hollinger, Thomas W. Laqueur y
Diane F. Orentlicher, ed. Paidos, Barcelona 2003, trad. de Francisco Beltrn Adell, pg. 167.
217
de una Constitucin de un Estado social y democrtico de Derecho, es perfecto
ni est elaborado para lograr unanimidad. Tampoco debe sacralizarse su
contenido, evitando interpretaciones flexibles o necesarias reformas.
Algunos echamos en falta, adems, un desarrollo ms generoso y
progresista de ciertos mandatos constitucionales. No obstante, cualquiera
que compare estos veinticinco aos de Constitucin con el rgimen poltico
anterior debe extraer un resultado muy positivo. Crticos de la Constitucin
los hubo des-de la izquierda y desde la derecha, en el momento de su
elaboracin y en estos veinticinco aos. El pluralismo poltico, como valor
superior del ordenamiento jurdico constitucional, segn la propia
Constitucin en el artculo 1.1, ampara a los disidentes constitucionales y
solamente excluye a los que violentamente quieren romper las reglas de
juego que la Constitucin seala y sostiene.
Como aprendiz de historiador, creo que existen razones que echan por
tierra las fatales predicciones de algunos disidentes originarios, del tipo
que reproduzco, y que, felizmente, suenan a algo muy lejano en el tiempo:
Segn la propaganda poltica extranjera sentenciaba un fraile
dominico y las minoras del vicio, de la subcultura, de la prensa
quiosquera y de los polticos oportunistas y resentidos espaoles, la
pornografa, la prostitucin a todos los niveles sociales, el divorcio
como recambio de cnyuge prcticamente admitido, la honestidad
legal del adulterio despenalizado, es decir, protegido por la ley, y la
santidad de las misticsimas feministas y caritativas aborteras, se
habran convertido desde julio de 1976 en las pruebas contundentes para
la opinin mundial de que Espaa ha optado de una vez por las
autnticas libertades democrticas, o, lo que es igual, que los derechos
humanos comienzan a ser respetados.
Este era el diagnstico sobre los derechos humanos en Espaa del P.
Niceto Blzquez, que ms tarde en nota a pi de pgina explicaba que haba
tenido conocimiento del borrador de una nueva Constitucin para Espaa.
Un borrador o proyecto francamente malo e inadmisible en nombre de la
sana justicia, aada. En el siguiente prrafo del libro, del que tomo estos
textos, titulado La reciente Constitucin espaola y su filosofa,
aparecido una vez ya aprobada y en vigor la Constitucin, aada la
conde-na final: Creo sinceramente que la concepcin de la vida reflejada
en los principios fundamentales de la nueva Constitucin espaola es muy
pobre y carente de originalidad
2
.
2
NICETO BLZQUEZ, LOS derechos del hombre, Biblioteca de autores cristianos, Madrid
1980, pgs. 21 y ss.
218
LOS DERECHOS HUMANOS Y LA H1STORIA
I. UNA EVOCACIN PERSONAL
Cuando en 1974 Gregorio Peces-Barba me coment el proyecto que
tena de elaborar una historia de los derechos humanos y me invit a
colaborar en l, proyecto que cont en 1975 y 1976 con una beca de la
Fundacin Juan March y al que se uni unos meses ms tarde Liborio
Hierro, debo hacer notar que en ese momento mantena una concepcin, si
puede llamarse as, sin duda, de manera muy generosa, de la historia de los
derechos humanos, y tambin del concepto de derechos humanos, muy
diferente a la que ahora tengo. Las lecturas que he hecho durante este
tiempo, el contacto y las discusiones con otras personas de intereses
semejantes, la investigacin directa sobre autores y fuentes histricas y la
experiencia de otros investigadores, me han permitido alcanzar una lnea de
trabajo que, sin ser plenamente satisfactoria parta mi, s han servido de
laboratorio de teora y de aprendizaje. A ello tengo que aadir lo que ha
supuesto dirigir o conocer los resultados de un buen nmero de tesis
doctorales que se han elaborado en el seno de la Universidad de Cantabria y
del Instituto de De-rechos Humanos Bartolom de las Casas de la
Universidad Carlos III de Madrid
3
y que han tenido como contenido, directa
o indirectamente, asuntos relacionados con la Historia de los Derechos
Humanos.
En cuanto a aspectos de carcter metodolgico, no creo que existan
grandes diferencias entre lo proyectado en aquellos aos originarios y hoy.
Estaba claro para nosotros (Gregorio Peces-Barba, Liborio Hierro y yo) que
la historia de los derechos humanos vena a ser una parte de la historia de
las sociedades y que, por tanto, no se trataba de un conjunto de ideas y de
3
Me refiero a las tesis doctorales de Rafael de Ass (Derechos y deberes en la
Constitucin espaola), ngel Llamas (Los valores jurdicos como ordenamiento material),
ngel Pe-layo (Consentimiento, democracia y obligacin poltica), Jos Mara Sauca (A. de
Tocqueville) Javier Ansutegui (Orgenes doctrinales de la libertad de expresin), Andrea
Greppi (Teora e ideologa en el pensamiento poltico de Norberto Bobbio), Jos Ignacio Solar
Cayn (La Teo-ra de la Tolerancia en J. Locke), M. Olga Snchez Martnez (La huelga ante
el Derecho. Conflicto, valores y normas), Jos Mara Lasalle (J. Locke y los fundamentos
modernos de la propiedad), Jos Manuel Rodrguez Uribes (Los discursos democrtico y
liberal sobre la opinin pblica. Dos modelos: Rousseau y Constant), M. del Carmen Barranco
(La teora jurdi-ca espaola de los derechos fundamentales), Rafael Escudero (Sistema
jurdico y justicia. Sobre la relevancia social de la estructura jurdica), Javier Dorado (Las
teoras del fundamental Law en Inglaterra. Orgenes doctrinales del Constitucionalismo),
Miguel ngel Ramiro Avils (Utopa y Derecho. Anlisis de la relacin entre los modelos de
sociedad ideal y los sistemas normativos), M. Eugenia Rodrguez Palop (La nueva generacin
de los derechos humanos: origen y justificacin), Ignacio Campoy Cervera (Dos modelos
tericos sobre el tratamiento debido a los nios), Mara Venegas Grau (Los derechos humanos
en las relaciones entre particulares), Diego Blquez Martn (Libertad e igualdad: la
contribucin de Roger Williams en la Historia de los derechos fundamentales), Isabel Wences
(Ferguson y la sociedad civil) y M. Angeles Bengochea (Igualdad, diferencia y prohibicin de
la discriminacin) y scar Prez de la Fuente (Pluralismo cultural y derechos de las
minoras).
219
normas jurdicas al margen de los problemas y necesidades reales de los
seres humanos. Sin establecer ninguna conexin mecanicista, pensbamos
que el estudio del contexto histrico era un dato imprescindible para
com-prender la gnesis y el desarrollo histrico de los derechos. Tambin la
forma de desplegarse la idea de derechos humanos, las conocidas y tan
citadas generaciones de derechos, se nos aparecan como la respuesta a una
evolucin histrica clara. Creo que esa metodologa es lo que permiti, ms
tarde, llegar a la conclusin de que la idea de derechos humanos es un
concepto histrico del mundo moderno y de la cultura occidental.
Sin embargo, aunque Gregorio Peces-Barba tuvo siempre muy claro que
existan precedentes de los derechos humanos (prehistoria de los derechos
humanos) e historia de los derechos humanos (a partir del trnsito a la
modernidad) yo no comparta los mismos planteamientos en su totalidad.
La visin que tena en aquel momento responda ms bien a una
filoso-fa de la historia entendida como progreso lineal y acumulativo.
Movido por estos planteamientos dediqu varios meses a estudiar la historia
de las religiones y de la filosofa, la de las ideas polticas, la de las
instituciones polticas y de las normas jurdicas en el Antiguo Egipto,
Mesopotamia, Israel, Grecia, Roma, la Edad Media, etc, intentando
encontrar una lnea comn y continua que conectara las culturas,
civilizaciones y etapas histricas de la Antigedad con la aparicin de la
idea de que los seres humanos eran portadores de ciertos derechos, por su
propia naturaleza y por ser sta comn a todos ellos.
Sin duda mi intento estaba llamado al fracaso, ya que era fcil advertir
que de historia lineal y acumulativa haba muy poco. Precedentes de inters
s encontr, porque algunos de esos momentos histricos, pinsese en la
filosofa griega, las instituciones jurdicas y polticas romanas o el cris-
tianismo antiguo, han marcado las posteriores reflexiones morales, polticas
y jurdicas de la modernidad occidental, pero con frecuencia era consciente
de que estaba forzando demasiado los datos que tena entre manos.
Aunque recordaba que el propio T. Kuhn, con motivo de las repercusio-
nes de la publicacin de su libro La estructura de las revoluciones cient-
ficas, en 1962, haba advertido de lo inadecuado de pretender aplicar su
teora de los paradigmas cientficos y de la evolucin de la ciencia a las
ciencias sociales y humanas, esta obra me permiti analizar la gnesis de la
idea de los derechos naturales (antecedente inmediato de nuestros derechos
humanos) como un autntico cambio de paradigma
4
. Por tanto, no me
4
No desconozco las dificultades de definir el trmino paradigma y los aadidos de
aplicarla a la historia de los derechos humanos. M. Mastermann encontr hasta 21 sentidos
diferentes en la utilizacin del trmino por parte de Kuhn. El propio T. KUHN en Segundos
pensamientos sobre paradigmas, 1969-70 (Ed. Tecnos, Madrid 1978, pgs, 12-13), respondi
a los que le criticaban por usar un trmino tan vago: Un paradigma es aquello que los
miembros de una comunidad cientfica, y slo ellos, comparten y a la inversa, es la posesin
de un pa-
220
encontraba ante un desarrollo acumulativo en la idea de dignidad humana y
sus exigencias que, en un momento dado, da a luz a la concepcin de que
los seres humanos son portadores de derechos, sino ms bien de un cambio
cualitativo desde un paradigma al que la idea de derechos individuales le es
totalmente ajena, por muy importantes que sean sus aportaciones en otros
campos, a un nuevo paradigma mental y social que har girar todo lo
humanamente importante en torno a un individuo con derechos. La tarea
que estaba por delante era explicar las razones histricas por las que tuvo
lugar ese cambio tan notable, en el razonable supuesto de que nada ocurre
en la historia por simple azar.
Hasta hoy no he encontrado una hiptesis de trabajo mejor y sta es la
que he desarrollado, a la vez que me ha servido de presupuesto, en mis
trabajos sobre la filosofa y la historia de los derechos humanos.
El cambio de paradigma tiene que ver, por tanto, con un cambio en la
imagen del mundo y en las creencias compartidas por un con junto notable
de telogos, juristas, filsofos y cientficos, literatos y artistas que empiezan
a ver al hombre como el centro de la creacin y del mundo, concepcin que
a lo largo de este trabajo ser definida como individualismo moral y que
alcanzar su culminacin con la idea kantiana de la humanidad como fin.
Hannah Arendt lo apunt muy bien al comentar sobre la Declaracin
francesa de 1789 lo siguiente:
La Declaracin de los Derechos del Hombre a finales del siglo XVIII
fue un momento decisivo en la Historia. Significaba nada ms ni nada
menos que a partir de entonces la fuente de la Ley debera hallarse en el
Hombre y no en los mandamientos de Dios o en las costumbres de la
Historia. Independientemente de los privilegios que la Historia haba
conferido a ciertos estratos de la sociedad o a ciertas naciones, la decla-
racin sealaba la emancipacin del hombre de toda tutela y anunciaba
que haba llegado a su mayora de edad. Ese hombre completamente
emancipado y completamente aislado, que llevaba su dignidad dentro de
radigma comn lo que constituye un grupo de personas en una comunidad cientfica, grupo
que de otro modo estara formado por miembros inconexos.
Sobre la advertencia de aplicar su teora a otros campos ver su postdata de 1969, incluida
en la traduccin castellana de La estructura de las revoluciones cientficas, F.C.E, Mxico
1.971, trad. De Agustn Contn.
De la ingente bibliografa que existe sobre el tema pueden verse el prlogo de JAVIER
MUGUERZA a la traduccin castellana de La critica y el desarrollo del conocimiento. Actas
del Coloquio Internacional de Filosofa de la Ciencia celebrado en Londres en 1965, Ed.
Grijalbo, Barcelona 1975, pgs. 13 y ss.; BARRY BARNES, Thomas Kuhn, en El retorno de la
gran teora en las ciencias humanas. Compilacin de Quentin Skinner, Alianza Editorial,
Madrid 1988, trad. de Consuelo Vzquez de Parga, pgs. 86 y ss.; BARRY BARNES, T.S. Kuhn
y las ciencias sociales, F.C.E., Mxico 1986, trad. de ROBERTO HELIER y JAVIER ECHEVERRA,
Introduccin a la Metodologa de la ciencia. La filosofa de la ciencia en el siglo XX, Ed.
Ctedra, Madrid 1999, pgs. 113 y ss.
221

s mismo, comprendi que contaba con la existencia de un derecho a
tener derechos
5
.
II. LOS DERECHOS HUMANOS Y LA HISTORIA Y LA HISTORIA DE LOS DERE-
CHOS HUMANOS
En varias ocasiones Gregorio Peces-Barba (de manera insistente y quiz,
entre nosotros, el autor que siempre ha mostrado mayor sensibilidad hacia la
importancia de la historia para una cabal comprensin de los derechos
humanos
6
y yo mismo
7
(y esa ha sido una de las lneas metodolgicas
seguidas en la elaboracin de la Historia de los Derechos Fundamentales,
tanto en el primer tomo dirigido por ambos, como en los tres volmenes del
Tomo II, en cuya direccin tambin colabor Rafael de Ass) hemos hecho
hincapi en la afirmacin de que los derechos humanos son un concepto
histrico del mundo moderno. A esta idea hemos unido otra menos pacfica,
que es la de la correspondencia con la modernidad occidental.
En ningn caso estas afirmaciones significan menosprecio a otras tradi-
ciones culturales con ideas interesantes sobre los valores y virtudes humanas
o sobre la dignidad humana, pero que no dieron el paso a la conversin de la
dignidad humana en el reconocimiento del derecho a tener ciertos derechos
bsicos
8
. Tampoco significan que la pertenencia de los derechos
5
HANNAH ARENDT, LOS orgenes del totalitarismo, tomo 2, Imperialismo, Alianza Edito
rial, Madrid 2002, trad. de Guillermo Solana, pgs. 422, 423 y 430.
6
Desde la primera edicin de su texto Derechos fundamentales. I Teora General, Gua
diana de Publicaciones, Madrid 1973, pgs. 63 y ss. hasta su ltimo libro La dignidad de la
persona desde la Filosofa del Derecho, Instituto de Derechos Humanos Bartolom de las
Casas y Ed. Dykinson, Madrid 2002, y desde la primera edicin, en colaboracin con LlBORIO
HIERRO, de Textos bsicos sobre derechos humanos, Seccin de Publicaciones de la Facultad
de Derecho de la Universidad Complutense, Madrid 1973, hasta la ltima Textos Bsicos de
Derechos Humanos. Con estudios generales y especiales y comentarios a cada texto nacional
e internacional, con la colaboracin de ngel Llamas, Carlos Fernndez Liesa, M. Carmen
Barranco, Elvira Domnguez, Rafael Escudero, Juan Antonio Pavn y Jos Manuel Rodrguez
Uribe, Editorial Aranzadi, Navarra 2001.
7
Ver los trabajos recogidos en mi libro Dignidad humana y ciudadana cosmopolita, ed.
Dykinson e Instituto de Derechos Humanos Bartolom de las Casas de la Universidad Car
los III, Madrid 2001.
8
No creo necesario entrar aqu en el problema de si una sociedad con derechos es mo-
ralmente superior a una sociedad desconocedora de que sus miembros tienen algn tipo de
derecho que reclamar. Sin embargo s es preciso apuntar que el campo de los derechos no
agota, en ningn caso, el campo de lo moral o tico. Los derechos humanos han de ser vistos
como el contenido de la tica pblica de las sociedades democrticas y han traducido al len
guaje jurdico exigencias morales muy importantes para la convivencia social, pero existen
ideas del bien y del mal y valores y virtudes, adems de un mbito privado de la tica y de
beres morales no necesariamente conectados con los derechos. Creo que tiene razn Mary
Warnock, al sealar que: Por esencial que sea el ideal de la justicia para la moral pblica,
hay otros aspectos de la moral que ataen necesariamente a los individuos, a sus motivacio-
222
LOS DERECHOS HUMANOS Y LA HISTORIA
se limite hoy a los miembros de la modernidad occidental sino que, a pesar
de su gnesis histrica, se proclama su universalidad. Quiz la caracterstica
de la universalidad sea el rasgo ms distintivo hoy de los derechos humanos.
De afirmar que los derechos humanos son un concepto histrico se puede
derivar como ha sealado F. Javier Ansutegui, consecuencias im-
portantes en lo que se refiere a la comprensin de los derechos. En efecto
aade su historicidad implica negar su existencia en cualquier momento
y contexto histrico. Constituyen una realidad que, como tal, adquiere
sentido desde el momento en que concurren un conjunto de elementos, po-
lticos, sociales, econmicos y culturales, en ocasiones de difusos contornos
pero vinculados entre s
9
.
Una mirada a la historia de los derechos humanos nos tiene que mover a
preguntarnos y a pensar cules son los motivos por los que la idea de que las
personas son portadores de derechos, que traducen su dignidad o valor, ha
surgido en un determinado contexto histrico y no en otro, o en una cultura
y no en otras. Y una vez que surge esa idea, cmo se producen variaciones
en los derechos, al mismo tiempo que van naciendo otros nuevos y todo
como resultado de las transformaciones de la historia de la humanidad.
Indudablemente, desde finales de la Edad Media hasta la actualidad, todos
los hechos histricos de importancia, en el plano ideolgico, econmico,
poltico, cientfico, etc., acaecidos en Occidente, han tenido claras
repercusiones en los derechos humanos. Cada momento histrico ha
significado un nuevo captulo de la historia de los derechos humanos, que ha
extendido su alcance a los aspectos ms determinantes de la vida humana.
Unas nuevas fases han complementado las ya existentes, en un proceso sin
duda acumulativo y progresivo aunque en ningn caso lineal.
Estos momentos sucesivos, segn ha enunciado Gregorio Peces-Barba,
corresponden a las cuatro fases de positivacin de los derechos, generaliza-
cin de los derechos (entendida en la doble direccin de los titulares como
de los derechos), proceso de internacionalizacin y proceso de especifica-
cin. Tambin hay que subrayar que el paso de una fase a otra no significa
que la precedente est cerrada, sino que cada una de las cuatro fases va
respondiendo a las innovaciones y cambios que tienen lugar en la historia de
las sociedades.
En todo caso, la historia de los derechos humanos siempre ser una
historia abierta pues as lo es la historia de la humanidad.
nes, personalidades y conciencias... una moral fundada sobre el concepto de derechos sera
una moral empobrecida, por ser esencialmente pblica, en An Intelligent Person's Guide to
Ethics, Gerald Duckwont 1998. Hay traduccin castellana, de Pedro Tena, por la que se cita,
en Pondo de Cultura Econmica, Mxico 2.002, pgs. 111 y 112.
' F. JAVIER ANSUTEGUI, La historia de los derechos humanos, en Diccionario Crtico
de los Derechos Humanos, dirigido y coordinado por Ramn Soriano Daz, Carlos Alarcn
Cabrera y Juan Mora Molina, Universidad Internacional de Andaluca, Sede Iberoamericana,
2000, pg. 71.
223
___________________________________________ EUSEBIO FERNANDEZ _____________________________
Es de sobra conocida, y ha sido varias veces utilizada entre nosotros, la
postura de Norberto Bobbio acerca del fundamento de los derechos huma-
nos y la conexin que existe entre esa cuestin terica y la historia de los
derechos humanos. Existen traducciones castellanas tanto del texto origina-
rio tomado directamente de las Actas de los encuentros de L'Aquila de 1964,
como de la versin italiana aparecida en el n. 42 de la Revista
Inter-nazionale di Filosofa del Diritto (1965)
10
.
La perspectiva de la que parte Bobbio es la de fijarse en la evolucin
histrica de los derechos humanos para desde all derivar algunos asuntos
previos a la ineludible pregunta sobre su fundamento. Creo que a pesar del
paso del tiempo y de la existencia de trabajos de calidad posteriores, tam-
bin entre los autores espaoles que nos dedicamos a estas tareas, las ideas
del profesor turins, all expresadas, no han perdido inters por su agudeza y
claridad.
En primer lugar por cuestionar lo que l llama la ilusin del fundamento
absoluto de los derechos humanos es decir son sus palabras la ilusin
de que, a fuerza de discutir razones y argumentos, acabaremos por encontrar
la razn y el argumento irresistible al que ninguno podr negarse a adherir.
El ejemplo mejor para comprender esa ilusin del fundamento absoluto nos
la brinda la teora iusnaturalista sobre los derechos humanos, interpretados
siempre en clave de derechos naturales. Durante siglos esta ilusin
seala Bobbio fue comn a los iusnaturalistas, quienes creyeron haber
logrado que ciertos derechos (pero no siempre los mismos) quedaran a salvo
de toda posible refutacin derivndoles directamente de la naturaleza del
hombre. Pero la naturaleza del hombre se demostr muy frgil como
fundamento absoluto de derechos irresistibles.
De ah concluir Bobbio que: No se trata de hallar el fundamento ab-
soluto empresa sublime pero desesperada sino, en cada caso, los dis-
tintos fundamentos posibles. Pero tampoco esta bsqueda de los fundamen-
tos posibles empresa legtima y no destinada como la otra al fracaso
tendr alguna importancia histrica si no va acompaada del estudio de las
condiciones, los medios y las situaciones en que ste o aquel derecho pueda
realizarse. Tal estudio es tarea de las ciencias histricas y sociales.
En segundo lugar, y se desprende fcilmente del texto anterior, porque
N. Bobbio nos invita a observar bien la historia para no fracasar en el intento
de buscar razones para los derechos, tanto para los ya positivizados
jurdicamente, como para los que siendo an exigencias morales pretenden
convertirse en normas jurdicas.
10
N. BOBBIO, Sul fondamento di diritti dell'uomo, en L'eta dei/diritti, Giulio Einaudi,
editore, Torino 1990, pgs. 5 y ss. Anteriormente publicado en // Problema della guerre e la
vie della pace, II Mulino, Bologna, 1979, pgs. 119 y ss.
Hay traduccin castellana, de Rafael de Ass, en Editorial Sistema, Madrid 1991, pgs. 53
y ss., y en Diccionario Crtico de los Derechos Humanos, ya citado, pgs. 9 y ss.
224
LOS DERECHOS HUMANOS Y LA HISTORIA
En este sentido, seala: La lista de los derechos del hombre se ha
modificado y sigue hacindolo con el cambio de las condiciones histricas,
es decir de las necesidades, los intereses, las clases en el poder, los medios
disponibles para su realizacin, las transformaciones tcnicas, etc. Derechos
que haban sido declarados absolutos a finales del siglo XVIII, como la pro-
piedad sagrada e inviolable, han sido sometidos a radicales limitaciones en
las declaraciones contemporneas; derechos que las declaraciones del siglo
XVIII no mencionaban siquiera como derechos sociales, resultan proclama-
dos con gran ostentacin en todas las declaraciones recientes
11
. No es difcil
prever que en el futuro podr surgir nuevas exigencias que ahora no
logramos apenas entrever, como el derecho a no llevar armas contra su pro-
pia voluntad, o el derecho de respetar la vida incluso de los animales y no
slo de los hombres.
La conclusin de N. Bobbio, que afecta necesariamente al concepto y al
fundamento de los derechos humanos, es:
Todo esto prueba que no existen derechos fundamentales por natu-
raleza. Lo que parece fundamental es una poca histrica o en una civi-
lizacin determinada no es fundamental en otras pocas o culturas. No
s cmo puede darse un fundamento absoluto de derechos histricamen-
te relativos
12
.
Cuando en 1982 publiqu mi trabajo sobre El problema del fundamento
de los derechos humanos
13
, haba tomado buena nota de estas ideas de
Norberto Bobbio, sobre todo para hacer hincapi en los obstculos tericos
de una fundamentacin iusnaturalista, para animar a que se tuviera en cuenta
el punto de vista histrico, que no fundamentacin histrica, a la hora de
elaborar una filosofa o teora rigurosa de los derechos humanos (en este
caso hablo de rigor como la virtud terica ms alejada de emotivismos y
retrica, y de un discurso ms efectista y manipulable polticamente que
slidamente argumentado) y porque me pareci que encajaba muy bien con
11
Recurdese que estamos en 1964. Hoy, tambin por motivos histricos, la cosa no es
as, por desgracia (tambin histrica).
12
N. BOBBIO, L'illusion du fundament absolu, en Le fondement des droits de l'homme,
Actes des entretiens de L'Aguila (14-19 septiemvre 1964), Institut International de Philosophe,
La Nuova Italia, Firenze 1966, pg. 5.
13
Publicado en el Anuario del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Com
plutense, n. 1, Madrid 1982. Se trata de un resumen del Curso que impart en el primer ao
de andadura del Instituto, al hacerme cargo de la asignatura Concepto y fundamento de los
derechos humanos. Ms tarde se incluy en el libro Teora de la Justicia y Derechos Huma
nos, Ed. Debate, Madrid 1984.
Excusado por la tendencia a la vanidad, que se va acrecentando con la edad, de los pro-
fesores universitarios, pero tambin con el sano objetivo de hacer historia, me permito sealar
que se trata de uno de los primeros trabajos que en Espaa reflexionaron sobre el fundamento
de los derechos humanos.
225
____________________________________________EUSEBIO FERNNDEZ __________________________________
una fundamentacin tica de los derechos humanos y con un concepto que
respondiera a ella y para cuyo objetivo tom prestado de C. Santiago Nino,
aunque utilizndolo en un sentido ms amplio que l, la expresin derechos
morales (posteriormente tuve conocimiento de la historia de esta expresin
y de su uso muy contextualizado en la tradicin de la filosofa moral, pol-
tica y jurdica inglesa y estadounidense).
Sin embargo, siempre me ha presionado, desde aquel tiempo, la necesi-
dad de aadir alguna matizacin a las tan razonables reflexiones De N.
Bobbio. Ms o menos, y a vuela pluma, seran las dos siguientes:
1. Los derechos humanos, variables y heterogneos hasta el punto de
no admitir un nico fundamento absoluto, s contaran con distintos funda-
mentos posibles que podemos elaborar y analizar siempre a partir del estu-
dio de las condiciones histricas de la gnesis y desarrollo de cada derecho.
No obstante, s cabra aunar distintos derechos como traduccin de un nico
fundamento (nico fundamento para un tipo de derechos, se entiende) con lo
que la categora de distintos fundamentos posibles se rebajara mucho. Es
decir, valores como la vida, la autonoma personal, la seguridad, la libertad
o la igualdad, cada uno de ellos podra recoger toda una familia de derechos
variables histricamente pero respondiendo a exigencias histricas
similares. As, por ejemplo, entre las libertades polticas que gozaba el
ciudadano ateniense bajo el sistema democrtico y los derechos polticos de
las actuales democracias, existe un contexto histrico condicionado por
situaciones muy diferentes y razones muy distintas para defender la libertad
poltica y sistemas diferentes para ejercerlas. Sin embargo, todas las razones
apoyadas en la historia de las libertades polticas no gozan de independencia
como para posibilitar un fundamento posible para la libertad poltica griega
y otro fundamento posible, totalmente diferente, para las libertades polticas
actuales.
2. Es cierto, como seala Bobbio, que No se ve cmo puede darse un
fundamento absoluto de derechos histricamente relativos. Sin embargo, si
entendemos los derechos humanos hoy como los contenidos materiales del
valor justicia, como la posibilidad de una tica globalizada, como la
comprobacin de una sociedad decente, etc., entonces tenemos que conce-
der un estatus especial a este tipo de derechos humanos que son fundamen-
tales, tanto por ser el fundamento de una vida digna como por ser la base
sobre la que constituir los sistemas sociales, polticos y jurdicos que pre-
tenden estar a la altura de la correspondencia con las exigencias del valor
que se atribuye a los seres humanos o dignidad humana.
De esta categora de derechos humanos fundamentales, dentro de una
ms general de derechos, necesitamos proclamar tambin fundamentos es-
peciales. En definitiva, creo que se podra aadir a la proposicin de N.
Bobbio de que no se ve cmo puede darse un fundamento absoluto de
226
LOS DERECHOS HUMANOS Y LA HISTORIA
derechos histricamente relativos, esta otra de que tampoco se ve como
puede darse un fundamento relativo de derechos histricamente fundamen-
tales. Es decir, la historia tambin nos puede ayudar a distinguir entre lo
menos fundamental, aunque importante, y lo fundamental, por imprescindi-
ble, con lo cual el propio relativismo histrico se encuentra a s mismo
relativizado.
Creo que, entre nosotros, un autor conocedor de la historia de las ideas,
como Francisco J. Laporta, cuando ha utilizado la expresin derechos mo-
rales no lo ha hecho desde supuestos inmutables, ni desde la ilusin de
bsqueda de ningn fundamento absoluto, sino desde la apertura a lo hist-
rico, pero a partir de una seleccin que da una fuerza especial a ciertas
exigencias morales. As me parece que ocurre cuando seala que la nocin
de derechos morales es sin embargo particularmente apta para dar cuenta de
la especial naturaleza que adscribimos a los derechos humanos como
manifestacin privilegiada de una idea de justicia
14
o cuando asigna a los
derechos humanos los rasgos fundamentales de tratarse de derechos
universales, absolutos e inalienables.
Indudablemente, dentro de los defensores de esa concepcin moral que
cree y defiende ciertos derechos humanos como fundamentales, porque sin
su reconocimiento nos situamos por debajo de una vida digna, concepcin
moral que es el resultado de una tradicin histrica determinada (aquella
que entendi que hablar de dignidad humana significaba el derecho a tener
derechos) ha pasado a un lugar marginal la ilusin por buscar un fundamen-
to absoluto, pero tampoco est satisfecha con los fundamentos relativos y
exige razones, siempre teniendo en cuenta la enseanza de la historia, es-
pecialmente slidas y contundentes.
III. LA POSIBILIDAD Y TENTACIN DE MANIPULAR LA HISTORIA. ENTRE
LO
PARTICULAR Y LO UNIVERSAL
En 1947 la Unesco llev a cabo una investigacin acerca de los proble-
mas tericos a que daba lugar la elaboracin de una Declaracin Universal
de Derechos del Hombre. Para ello se envi un cuestionario a un nmero
significativo de pensadores y escritores, elegidos entre las naciones perte-
necientes a la propia UNESCO
15
. Entre las respuestas al cuestionario se
14
FRANCISCO J. LAPORTA, El concepto de los derechos humanos, en Diccionario crti
co de los derechos humanos, op. cit., pgs. 17 y ss.
Ver tambin en la Revista Doxa su trabajo sobre el concepto de derechos humanos, los
comentarios de A. E. Prez Luo [Concepto y concepcin de los derechos humanos (Acota-
ciones a la ponencia de Francisco Laporta)] y la posterior respuesta de F. Laporta, n. 4,
Alicante 1988, pgs. 23 y ss., y pgs. 75 y ss., respectivamente.
15
Las respuestas pueden encontrarse en el libro publicado en 1949 por la Unesco, bajo el
ttulo Human Rights. Comments and Interpretation. A Simposium. Introduction by J. Maritain.
Aqu se cita por la edicin aparecida en la Editorial Laia, Barcelona 1973, con traduccin de M.
Villegas de Robles, M. Frenk de Alatorre, M. Snchez Sarto, A. Alatorre y T. Ortiz.
227
_____________________________________ EUSEBIO FERNNDEZ ______________________________________
encuentran las de Benedetto Croce, Mahatma Gandhi, Aldous Huxley,
Harold Lasky, Salvador de Madariaga, Jacques Maritain o Pierre Teilhard de
Chardin.
En el Memorandum y Cuestionario, acerca de las bases tericas de los
derechos del hombre distribuido por la Unesco, se seala que la formula-
cin originaria de las declaraciones clsicas de los derechos del hombre tiene
lugar en el siglo XVIII, basndose en un concepto intrnseco de los
derechos del hombre individuales como absolutos e innatos y como meta de
un camino preparado por dos sucesos histricos: primero, la Reforma, con
un llamamiento a la autoridad absoluta de la conciencia individual, y,
segundo, la rebelin del capitalismo incipiente, con su insistencia en la li-
bertad de iniciativa individual contra la sujecin de la Iglesia y el Estado.
Sin embargo, tambin se apunta en el texto, el desarrollo posterior, durante
los siglos XIX y XX, iba a revelar las omisiones de esas declaraciones al
acentuar la falta de respuesta a nuevos problemas planteados por el desa-
rrollo histrico, tanto en el plano occidental como internacional. Hasta llegar
a la presente situacin de confrontacin de las dos concepciones vigentes
de los derechos humanos: la una corresponde a la premisa de los derechos
individuales innatos y a un prejuicio contra una autoridad central
poderosa, la otra se basa en principios marxistas y en la premisa de un
gobierno central poderoso... planificacin total... y gobierno de un solo
partido. No obstante el contenido del texto irradia optimismo (no olvidemos
que estamos en 1947), en el sentido de pensar que ambas concepciones
enfrentadas se han ido modificando y tanto la una como la otra se van
encaminando hacia su opuesta. Por ello, prosigue indicando el texto, una de
las tareas principales que tenemos por delante en el futuro inmediato es el
encontrar claramente algn denominador comn para el desarrollo futuro de
las dos tendencias o, en trminos de dialctica marxista, lograr una re-
conciliacin de las dos contrarias en una sntesis superior.
El Memorandum tambin aade otro punto de inters, que puede inter-
pretarse como una llamada de atencin para no descuidar el hecho de que
en otras partes del mundo han surgido otras teoras de derechos humanos y
siguen surgiendo o surgirn. No s si, tambin en este caso, el texto es
demasiado generoso al atribuir, como otra teora de derechos humanos,
los puntos de vista de un hombre como el Mahatma Gandhi, o de los
numerosos pensadores de la India que creen en la importancia social y en el
valor individual de la meditacin y de la experiencia mstica. Y podemos
estar casi seguros de que el fermento de pensamiento ya visible en los pue-
blos de piel negra, parda o amarilla, desde Africa al Lejano Oriente, est
destinado a producir otras declaraciones. Generoso o no, aunque siempre
bienintencionado, desde 1947 al 2004 podemos comprobar la exactitud de
esas predicciones sobre la produccin de otra teora y otras declaraciones de
derechos humanos. Comprobacin que, como es suficiente conocido por
228
LOS DERECHOS HUMANOS Y LA HISTORIA
el estudioso de estos asuntos, no est exenta de agudas e interesadas, a la vez
que interesantes, polmicas. Pero el texto no deja dudas sobre su cometido,
sin poder esquivar nunca el difcil equilibrio entre la deseada unidad y la
inevitable diversidad. Se trata de desarrollar un conjunto comn de ideas y
principios. Uno de stos es una declaracin comn de derechos del hombre.
Una declaracin que sirva para reconciliar lo divergente y que sea a la vez
precisa, dada su vocacin prctica, pero tambin suficientemente general
y flexible para as poder aplicarse a todos los hombres y poder ajustarse
a los pueblos que se encuentran en diferentes fases de desarrollo social y
poltico.
A cualquier estudioso o interesado en la historia de la humanidad, y
deberamos ser las dos cosas a la vez, puesto que la historia sigue y seguir
cumpliendo ese eterno papel de maestra de la vida, no le pasar desaper-
cibido que estas preocupaciones de 1947 siguen vigentes hoy, aunque desde
ese tiempo al actual se han experimentado ya distintas prcticas que deben
ser tenidas en consideracin.
Creo tambin, ya que nuestro tema es el papel de la historia y su relacin
con los derechos humanos, que se desprende fcilmente de todos los textos
anteriormente citados tanto la historicidad de toda convivencia humana como
la dependencia de lo histrico por parte de toda la invencin o construccin
de los seres humanos. Y, sin duda, una de esas creaciones histricas es la
idea de que todos los seres humanos tienen derechos morales que han de
serles reconocidos y garantizados social, poltica y jurdicamente.
Y sin salirnos de nuestra pequea historia, la particular de la Declaracin
Universal de la ONU de 1948, existe otro documento de inters, Las bases
de una declaracin internacional de derechos del hombre, redactada por una
comisin de expertos de la Unesco, en julio de 1947, tomando como base las
diversas contribuciones tericas a la encuesta antes mencionada.
Aqu se conecta el papel institucional de las Naciones Unidas con una
declaracin internacional de derechos del hombre, que tiene que ser tanto la
expresin de una f que hay que mantener como un programa de actos para
realizarla. Para ello, se insiste, se precisa de una comprensin comn de
convicciones que tambin han de ser comunes, es decir, convicciones
universalmente compartidas por los hombres, por grandes que sean las di-
ferencias en sus circunstancias y en su manera de formular los derechos del
hombre. De todas formas en estas Bases no se pasa por alto que com-
partir principios comunes no significa dejar de anticipar algunas de las
dificultades y las diferencias de interpretacin que de otra manera pudiera
retrasar o impedir un acuerdo sobre los derechos fundamentales que entran
en la declaracin.
La mencin continua a la bsqueda de este equilibrio entre los principios
comunes de la paz, la democracia y, sobre todo la fe en la dignidad
229
EUSEBIO FERNNDEZ
intrnseca de los hombres y mujeres y, por otro lado, las culturas varia-
das y las instituciones diferentes sirve para hacernos una idea de que,
para los autores de estas bases filosficas de una declaracin internacional y
universal de derechos humanos, la bsqueda de ese equilibrio era una
preocupacin real y autntica. Ello sirve para relativizar en gran medida el
alcance de la acusacin que hoy hacen los multiculturalistas a la Declaracin
de 1948, como una declaracin de derechos, producto de la cultura
occidental, que bajo la envoltura de la universalidad pretende imponer los
valores occidentales. Y no creo que ninguna persona que pretenda un estu-
dio histrico objetivo y riguroso pueda poner muchas objeciones, salvo las
interesadas desde el punto de vista ideolgico, o sentirse atacados en su
sensibilidad cultural por textos tan imperialistas como el que sigue:
La historia de la discusin filosfica de los derechos del hombre,
de la dignidad y de la hermandad del hombre, y de su comn ciudada-
na en la gran sociedad, es larga: se extiende ms all de los estrechos
lmites de la tradicin occidental y sus comienzos en el Occidente tanto
como en el Oriente coinciden con los de la filosofa. Por otro lado, la
historia de las declaraciones de derechos del hombre es breve y sus co-
mienzos se encuentran en el Occidente en el Bill de Derechos ingls y
en las Declaraciones de Derechos de los Estados Unidos y Francia, for-
mulados el primero en el siglo XVII y las segundas en el XVIII,
aunque el derecho del pueblo a rebelarse contra la opresin poltica se
reconoci y se estableci hace ya mucho tiempo en China.
En este ambiente intelectual previo a la Declaracin parece claro que la
historicidad de las declaraciones de derechos (dependencia histrica occi-
dental y moderna) no es incompatible con la universalidad de los derechos
humanos, entendida en el sentido de que los derechos proclamados perte-
necen a todos los hombres de todas las partes del mundo sin diferencia de
raza, sexo, idioma o religin. Por qu seguir dando pbulo a los paranoi-
cos que han convertido una idea noble en conspiracin imperialista y
occidental?, no habr otras razones y excusas, menos culturales y ms
interesadas en mantener un statu quo negador de esos derechos universales?,
por qu tomamos en serio a los que quieren seguir negando los derechos a
la vida, la libertad de convicciones, las libertades polticas o los derechos
econmicos, sociales y culturales a los miembros de las culturas no
occidentales?, es que se trata de incompetentes bsicos, condenados a no
alcanzar nunca la madurez ni la autonoma individual para preservar as los
derechos colectivos de tribus, patrias, religiones, clases sociales o gneros?
Tambin los expertos reunidos por la Unesco en Pars, en julio de 1947,
se adelantaron a muchas objeciones posteriores y que han alcanzado especial
notoriedad en la bibliografa actual sobre teora de los derechos humanos. Es
el caso del texto siguiente, donde se distingue entre un consenso sobre
derechos (sobre lo justo, diramos hoy) y un consenso doctrinal (so-
230
LOS DERECHOS HUMANOS Y LA HISTORIA
bre lo bueno o el bien). Distincin que es imprescindible para garantizar el
pluralismo de todo tipo. Dice as:
Pero la Comisin est convencida de que el problema filosfico que
supone una declaracin de derechos del hombre no es el de conseguir
un acuerdo general de carcter doctrinal, sino, ms bien, un acuerdo so-
bre los derechos, y tambin sobre las medidas encaminadas a realizar y
defender los derechos, acuerdo que puede estar justificado por razones
doctrinales muy divergentes
16
.
La prudencia de la Comisin, inteligente y oportuna, al distinguir entre
esas tipos de acuerdos no debe utilizarse como punto final sino como punto
de partida (por otro lado nada fcil). Con ello quiero decir que la historia
posterior no ha dejado de ser muestra de que los desacuerdos doctrinales se
convierten en falta de acuerdos sobre derechos o sobre alcance y jerarqua de
derechos humanos. A ello se refiri J. Maritain en el Prlogo del libro y con
su mencin nos situamos en lnea ms directa con el tema del papel de la
historia en un teora de los derechos humanos.
Para J. Maritain, en el terreno de las doctrinas filosficos, existen dos
grupos diferenciados y opuestos: los que aceptan ms o menos explcita-
mente y los que rechazan ms o menos explcitamente la ley natural como
fundamento de dichos derechos. El rechazo o aceptacin de la ley natural
afecta al concepto de derechos humanos, puesto que para unos el dato ms
definitivo es su inmutabilidad, mientras que, para los otros, lo es su
variabilidad histrica. As, para los primeros, el hombre, en razn de las
exigencias de su esencia, posee ciertos derechos fundamentales e ina-
lienables anteriores (por su naturaleza) y superiores a la sociedad y por ella
misma, nace y se desarrolla la vida social, con cuantos deberes y derechos
implica. Para los segundos, el hombre en razn del desarrollo histrico de la
sociedad, se ve revestido de derechos de continuo variables y sometidos al
flujo del devenir y que son el resultado de la sociedad misma, a medida que
progresa a comps del movimiento de la historia.
Expuestas de esta manera las dos posturas, nos damos enseguida cuenta
de que los ejemplos puros que podemos extraer del cumplimiento de las
caractersticas as establecidas son ms bien pocos. Hasta el iusnaturalista
ms cerrado tiene que admitir que hablar de los derechos inherentes al ser
humano y anteriores a la sociedad no es una descripcin, sino la construc-
cin de una teora moral que desea hacer hincapi en que toda sociedad que
se pretenda justa debe reconocer ciertos derechos, bsicos y fundamentales,
a sus miembros. La idea de anterioridad no es histrica o cronolgica,
sino moral. Y tambin ese mismo iusnaturalista admitir que no todos
16
La Comisin estuvo constituida por Edward H. Carr, Richard Mckeon, Pierre Auger,
Georges Friedmann, Harold Laski, Chug-Shu Lo y Luc Somerhausen.
231
EUSEBIO FERNNDEZ
los derechos tienen el mismo valor y que el desarrollo histrico puede llegar
a relativizar esa supuesta inmutabilidad.
Y algo similar ocurre con el positivista-historicista. An admitiendo que
los derechos han ido apareciendo como respuesta al desarrollo histrico de
la sociedad, tendr que aceptar que entre los derechos que se hallan en las
declaraciones hay unos que no varan de forma continua sino que se man-
tienen bastante constantes en cuanto a su contenido. Para entender esta idea
podemos ayudarnos con la comparacin entre los derechos de seguridad y
autonoma y los derechos de carcter econmico y poltico. Mientras los
derechos de participacin poltica y los econmicos y sociales varan como
resultado de los cambios sociales concretos en el mbito poltico y econ-
mico, es difcil pensar en los derechos humanos fundamentales sin incluir lo
nuclear de los derechos a la vida, a la integridad fsica o moral o a la
libertad de pensamiento. Es decir, la historia de los derechos humanos ha
ido desplegando distintos tipos de derechos, las generaciones de derechos,
al responder a necesidades humanas generadas en sociedades histricas,
pero a partir de la idea bsica de que hay que crear las condiciones sociales,
tambin bsicas, que respeten la dignidad o valor de las personas. Por ello
me parece que hay que matizar la respuesta que dio Benedetto Croce a la
encuesta de la Unesco. Para l hay que abandonar la consideracin de los
derechos humanos como derechos universales del hombre y reducirlos a
derechos del hombre en la historia: Esto equivale a decir seala que
los derechos son aceptados como tales para hombres de una poca particu-
lar. No se trata, por consiguiente, de demandas eternas, sino slo de dere-
chos histricos, manifestaciones de las necesidades de tal o cul poca, e
intentos de satisfacer dichas necesidades.
Del estudio de la historia de la cultura occidental y de la historia y ac-
tualidad de otras culturas parece desprenderse un acuerdo general con lo ex-
presado por B. Croce. Los derechos humanos son aceptados como tales
para hombres de una poca particular. Todos los derechos son derechos
histricos. Incluso podramos pensar en una poca futura donde los seres
humanos dejaran de pensar que tienen derechos inherentes, de la misma
manera que, a lo largo de la historia, en la mayor parte de las pocas y las
culturas, no han sabido que tenan derechos. Sin embargo mi matizacin
va en el sentido de que una vez que los seres humanos, a partir de un mo-
mento histrico determinado, han sido conscientes y han reivindicado la
idea de que les pertenecan ciertos derechos humanos fundamentales y b-
sicos, reflejo histrico-moral de una determinada versin de su dignidad,
sostuvieron tambin la idea de que esos derechos a los que se referan eran
algo ms que slo derechos histricos. Una teora actual de los derechos
humanos tiene que fundamentar y estructurar, moral, poltica y jurdicamente
ese algo ms.
Hace ya varios aos insist en que haba que distinguir entre una visin
232
LOS DERECHOS HUMANOS Y LA HISTORIA
histrica de los derechos humanos y una fundamentacin historicista de los
derechos humanos
17
. Hoy me mantengo en esa idea.
Efectivamente, el estudio y anlisis de la historia de los derechos hu-
manos no permite otra concepcin distinta a la de stos como derechos en la
historia. No son demandas eternas, sino respuesta a necesidades sociales e
histricas. Pero aunque la historia sea la referencia sobreutilizada por los
defensores de la fundamentacin historicista, una visin histrica de los
derechos humanos puede y suele ser compartida por los defensores de otros
conceptos y otros fundamentos de los derechos humanos. Es ms, me atre-
vera a decir que es incorrecto hablar de fundamentacin historicista de los
derechos humanos, porque la historia no fundamenta nada. El estudio de la
historia nos puede ayudar a comprender las razones y causas de los aconte-
cimientos sociales, puede auxiliarnos a la hora de tomar decisiones prcticas
y as evitar errores pasados, pero no sirve para justificar o legitimar un
determinado orden social o poltico, un sistema jurdico o una declaracin
de derechos.
Creo que la integracin del punto de vista histrico o de la dimensin
histrica en el anlisis del concepto y del fundamento de los derechos hu-
manos es algo muy asumido en la mayor parte de los filsofos del Derecho
espaoles, independientemente de las convicciones ideolgicas de unos y
otros. Y ello tanto en los trabajos sobre derechos humanos anteriores a la
Constitucin de 1978 como en los posteriores. A ello hay que aadir tam-
bin las propias evoluciones tericas personales y la apertura hacia plan-
teamientos ms flexibles y pluralistas, incluidos los distintos tipos de
ius-naturalismos defensores de los derechos humanos
18
.
17
EUSEBIO FERNNDEZ, Teora de la Jurdica y derechos humanos, op. cit., pg. 103.
18
Valgan como ejemplo (necesariamente parcial) los siguientes trabajos de filsofos del
Derecho que, a pesar de la heterogeneidad terica y del pluralismo ideolgico, no han olvida
do la perspectiva histrica: el estudio preliminar de ANTONIO TRUYOL Y SERRA, Los derechos
humanos. Declaraciones y Convenios Internacionales, Ed. Tecnos, Madrid 1968 (con varias
reimpresiones y ediciones), pgs. 11 y ss.; ANTONIO-ENRIQUE PREZ LuO, El proceso de
positivacin de los derechos fundamentales, pgs. 173 y ss. de JOS Luis CASCAJO CASTRO,
BENITO DE CASTRO CID, CARMELO GMEZ TORRES, ANTONIO-ENRIQUE PREZ LUO, LOS de
rechos humanos. Significacin, estatuto jurdico y sistema. Publicaciones de la Universidad de
Sevilla, Sevilla 1979; ANTONIO FERNNDEZ-GALIANO, Derecho Natural. Introduccin filosfi
ca al Derecho, Ed. Ceura, Madrid 1986 (quinta edicin, corregida y aumentada), pgs. 301 y
ss.; NICOLS MARA LPEZ CALERA, Introduccin al estudio del Derecho, Granada 1987 (2*
edicin, corregida y aumentada), pgs. 273 y ss.; GREGORIO PECES-BARBA, Sobre el puesto
de la historia en el concepto de los derechos fundamentales, en Escritos sobre derechos fun
damentales, Eudema, Madrid 1988, pgs. 227 y ss.; JOS MARTNEZ DE PISN, Derechos Hu
manos: historia, fundamento y realidad, Egido Editorial, Zaragoza 1997, pgs. 57 y ss.; BENI
TO DE CASTRO CID, IGNACIO ARA PINILLA, y otros, Introduccin al estudio de los derechos
humanos, Editorial Universita, Madrid 2003, pgs. 27 y ss.
233

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