Literatura Española Moderna
Literatura Española Moderna
Literatura Española Moderna
GUAS
DIDCTICAS
Cdigo 453020
NDICE
INTRODUCCIN...........................................................................................................................4
EL SIGLO XVIII............................................................................................................................5
1. LA ILUSTRACIN Y EL NEOCLASICISMO...............................................................................
2. LA PROSA EN EL SIGLO XVIII.................................................................................................
2.1. Prosa didctica y ensaystica. Feijoo, Cadalso, Jovellanos............................................
2.2. Novela. Torres Villarroel, Isla, Montengn...................................................................
2.3. Potica, polmica y crtica literarias............................................................................
3. LA POESA EN EL SIGLO XVIII. JUAN MELNDEZ VALDS...................................................
4. EL TEATRO EN EL SIGLO XVIII. GARCA DE LA HUERTA. FERNNDEZ DE MORATN...........
EL SIGLO XIX............................................................................................................................17
I. LA LITERATURA DE LA POCA ROMNTICA (1800-1850).....................................................17
1. LOS ORGENES DEL ROMANTICISMO...................................................................................
2. ACTITUDES Y TEMAS DEL ROMANTICISMO.........................................................................
3. PLANTEAMIENTOS ESTTICOS Y LITERARIOS......................................................................
4. DESARROLLO DEL ROMANTICISMO EN ESPAA..................................................................
5. EL COSTUMBRISMO. MARIANO JOS DE LARRA.................................................................
6. LA NOVELA EN LA POCA ROMNTICA...............................................................................
6.1. Novela histrica...........................................................................................................
6.2. Novela sentimental.......................................................................................................
6.3. Novela social................................................................................................................
6.4. Novela costumbrista.....................................................................................................
7. LA POESA ROMNTICA. JOS DE ESPRONCEDA..................................................................
8. EL TEATRO ROMNTICO. JOS ZORRILLA............................................................................
II. LA LITERATURA EN LA POCA DEL REALISMO (1850-1900)...............................................36
1. LOS ORGENES DEL REALISMO............................................................................................
2. CARACTERES DE LA LITERATURA REALISTA........................................................................
3. EL NATURALISMO................................................................................................................
4. REALISMO Y NATURALISMO EN ESPAA: LA NOVELA........................................................
4.1. Precedentes e influencias.............................................................................................
4.2. Etapas y caractersticas de la novela realista espaola................................................
4.3. Novelistas espaoles de la poca realista. Pereda, Valera, Galds, Pardo Bazn,
Clarn...................................................................................................................................
5. LA POESA DURANTE LA ETAPA REALISTA...........................................................................
5.1. El germanismo. Eulogio Florentino Sanz....................................................................
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PERIODO DE ENTREGUERRAS
(1915-1939): NOVECENTISMO,
VANGUARDIAS Y
INTRODUCCIN
Antes de que los alumnos utilicen este documento, conviene advertir que las pginas
que van a continuacin no son los tpicos resmenes, generalmente muy esquemticos
y literales, que los estudiantes suelen confeccionar y emplear para repasar la materia y
preparar los exmenes. Estos apuntes son ms bien una refundicin de materiales
diversos, procedentes de libros de texto y de apuntes y esquemas utilizados en clase, que
he reunido y organizado de la forma que he considerado ms til y didctica.
Tambin es importante sealar que este documento es slo una base para iniciar el
estudio de la materia. Debe completarse con los manuales recomendados para la
asignatura, con la lectura de los textos literarios fundamentales de cada poca, y con las
aportaciones de cada lector, que sin duda podr ampliarlo con su trabajo personal, y
adaptarlo a sus necesidades.
Como fuente bsica de informacin he utilizado las Unidades Didcticas editadas por
la UNED y confeccionadas por las profesoras Isabel de Castro (Literatura de los siglos
XVIII y XIX), y Nieves Baranda y Luca Montejo (siglo XX). Tambin me han sido de
gran utilidad, como base para elaborar estos resmenes, los antiguos manuales de
Literatura Espaola de 3 de BUP y COU de la editorial Anaya, preparados por el
profesor Fernando Lzaro Carreter y hoy descatalogados, al haberse extinguido aquel
plan de estudios.
Como observaris, he prestado especial atencin al contexto histrico de cada poca,
fundamental para situar los movimientos y entender las obras. El documento se
completa con unos cuadros cronolgicos y un ndice inicial, que servir de gua para
moverse por sus pginas. Espero que el material os resulte til.
Javier Salazar Rincn
Centro Asociado de la UNED
Curso 2008-2009
EL SIGLO XVIII
Desde el punto de vista econmico y social, el siglo XVIII se caracteriza en Europa
por el hecho de que durante estos cien aos se supera la decadencia del siglo anterior,
de manera que la poblacin europea pasa de 130 a 190 millones de habitantes, y la
espaola de 7 a 12 millones.
Este auge demogrfico viene acompaado, y es consecuencia, de la prosperidad
econmica que se produce en el terreno agrcola, y sobre todo en el industrial y
comercial, en que el auge de la burguesa sienta las bases de la revolucin econmica,
social y poltica que tendr lugar durante el siglo siguiente.
1. LA ILUSTRACIN Y EL NEOCLASICISMO
La corriente ideolgica caracterstica de este siglo, impulsada por la creciente
burguesa y por la aristocracia y el clero reformistas, va a ser la Ilustracin, entre cuyas
ideas bsicas destacan las siguientes:
Frente al tradicional principio de autoridad, se defienden la razn y la
experiencia como medios de conocimiento.
Desmo y defensa de una religin natural frente a las religiones oficiales. En
algunos casos, escepticismo religioso y apoyo a la secularizacin.
Separacin de la Iglesia y el Estado, preservacin los derechos de la Corona
frente a los de la Santa Sede. A esta poltica, encaminada a lograr la supremaca del
poder poltico frente al eclesistico, se la denomin regalista. La oposicin de la
Compaa de Jess contra ella condujo a su expulsin de Espaa en tiempos de
Carlos III (1767), una medida que ya se haba aplicado en Portugal y Francia, de
donde los jesuitas fueron expulsados en 1759 y 1764 respectivamente.
Defensa de la tolerancia y la libertad en las actividades econmicas, la
investigacin, el pensamiento, la difusin de las ideas.
Poltica reformista, encaminada a mejorar la situacin material de la poblacin,
especialmente la de las clases menos favorecidas.
Inters por promover y difundir una cultura de carcter fundamentalmente
prctico, utilitario, por lo que se prefieren los saberes cientficos antes que los
humansticos, y la literatura de tipo didctico frente a la de mero entretenimiento.
Extensin de la cultura y los adelantos cientficos a toda la poblacin, con la
idea de que todo ello contribuye al progreso material y a la felicidad de los pueblos.
Segn Jovellanos, un pueblo que se ilustra puede hacer grandes revoluciones sin
sangre.
Tanto la defensa de la libertad como el programa de reformas econmicas y
culturales propuestas por los ilustrados se combinan con la defensa de un poder
monrquico absoluto, bajo la frmula del Despotismo Ilustrado.
En Espaa los principios de la Ilustracin tambin se difunden, aunque con
mayores dificultades que en otros lugares de Europa, entre otras razones por la
pervivencia de un sistema econmico y social arcaico, en que la aristocracia y la
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Iglesia son propietarios o ejercen el dominio seorial sobre las tierras de cultivo; la
presencia de una mayora de la poblacin rural, dedicada a la agricultura y apegada a
una mentalidad y unas formas de vida tradicionales; el menor desarrollo y empuje
de la burguesa en Espaa, en comparacin con otros lugares de Europa; el
analfabetismo, casi general en el campo y comn en las ciudades se calcula que en
torno al ochenta por ciento de la poblacin es analfabeta en estos aos; la ausencia de
investigacin y ciencia experimental; el anquilosamiento de las universidades,
apegadas a doctrinas y modelos de enseanza arcaicos hasta bien avanzada la centuria;
el peso de los principios religiosos, en que a menudo se entremezclan creencias
supersticiosas; la oposicin de la Iglesia, y la intervencin ocasional de la Inquisicin,
frente a los nuevos principios ilustrados y la literatura que les sirve de vehculo. Como
dato significativo puede sealarse que dos de las novelas fundamentales del siglo, Fray
Gerundio del padre Isla y Eusebio, de Pedro de Montengn, fueron prohibidas por el
Santo Oficio.
En tales circunstancias, y segn Jean Sarrailh, slo una mnima parte de la sociedad
espaola, en torno al uno por ciento, conoci y asimil las ideas ilustradas. Adems, el
triunfo de la Revolucin Francesa en 1789, y el temor a que cundiera su ejemplo, fren
la difusin de tales principios en Espaa y otros pases de Europa.
A pesar de las dificultades indicadas, y de haberse impuesto tras una larga guerra
civil la Guerra de Sucesin que se desarrolla entre 1700 y 1714, que supuso la
implantacin de un modelo poltico centralizado y uniformador en todos los territorios
de la Monarqua slo el Pas Vasco y Navarra conservaron sus antiguos fueros, la
dinasta borbnica1, con el apoyo de la burguesa y de la aristocracia reformista,
contribuy de manera decidida a la difusin y aplicacin prctica de las ideas de la
Ilustracin, mediante diversas medidas entre las que destacan la fundacin de la
Biblioteca Nacional (1712); de la Real Academia Espaola (1713), que en los aos
siguientes publica su primer Diccionario (1726-39), Ortografa (1741) y Gramtica
(1771); la Real Academia de la Historia (1735); la Real Academia de Buenas Letras
de Barcelona (1751); la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1752); el
Jardn Botnico; el Museo del Prado, construido inicialmente para albergar un museo
de historia natural; las Sociedades Econmicas de Amigos del Pas, que en numerosas
localidades promueven la creacin y difusin cultural, y la extensin de los adelantos
cientficos y tcnicos.
Las ideas ilustradas se difunden sobre todo a travs de gneros didcticos como el
ensayo, el tratado, la oracin o la conferencia. Adems, en su progreso y extensin
tuvieron un papel muy importante las publicaciones peridicas, entre las cuales
destacaron el Diario de los literatos de Espaa (1734-1741), el Diario noticioso,
erudito y comercial (desde 1758), El Pensador (1762) y El Censor (1781).
En la literatura de imaginacin, las ideas ilustradas encontrarn un vehculo
adecuado en la literatura neoclsica, a cuya difusin en Francia contribuy la Potica
(1674) de Nicols Boileau, y en Espaa la Potica (1737) de Ignacio de Luzn. Rasgos
caractersticos de la literatura neoclsica son:
En la lrica se recuperan subgneros y composiciones clsicos como la oda, la
anacrentica, la fbula o el idilio.
En el teatro, aceptacin de la preceptiva clasicista, que Lope y sus seguidores
haban desterrado de la escena, lo cual supone la separacin de la tragedia y la
comedia, la vigencia de la unidad de accin, de tiempo y de lugar.
Defensa de la verosimilitud en todos los gneros. Proscripcin de lo misterioso,
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carcter humanstico. Tales ideas fueron divulgadas, entre otros escritos, en su Oracin
sobre la necesidad de unir el estudio de la literatura al de las ciencias (1797), la
Memoria sobre la educacin pblica (1802), y en el Plan general de instruccin
pblica (1809).
Muy relacionado con el tema de la educacin est el de los espectculos pblicos,
sobre el que Jovellanos disert en su Memoria para la polica de espectculos (1796).
En ella se muestra partidario de fomentar las diversiones y espectculos pblicos, ya
que con ellos se contribuye de manera eficaz a la educacin de la poblacin. En este
terreno es partidario de mantener las fiestas y diversiones tradicionales del pueblo, y
aboga sobre todo por la dignificacin del teatro, al cual deba otorgarse la categora y la
finalidad educativa que siempre debi tener.
Como miembro de la Junta Central, que dirigi la insurreccin contra las tropas de
Napolen, Jovellanos escribi una Memoria en defensa de la Junta Central (1810), en
que apoyaba su actuacin.
Otras obras en prosa de Jovellanos son sus Diarios (1790- 1801), en que, junto a sus
vivencias personales se recogen numerosas noticias sobre la sociedad de la poca y sus
problemas; sus cartas, escritas a familiares y amigos, entre las que destacan las dirigidas
a Antonio Ponz, con curiosas noticias sobre la vida tradicional asturiana; el Elogio de
las bellas artes (1781); la Memoria del castillo de Bellver [Mallorca] (1805), donde
Jovellanos estuvo desterrado por orden de Godoy entre 1801 y 1808.
Dentro de la literatura de imaginacin, segn veremos en los correspondientes
apartados, Jovellanos es autor diversas poesas, entre las que destacan sus stiras y
epstolas, y de dos tragedias, El Pelayo (1769) y El delincuente honrado (1774).
2.2. Novela. Torres Villarroel, Isla, Montengn.
Durante la primera mitad del siglo XVIII, igual que ocurrir en otros gneros, siguen
vigentes las tendencias del barroco, y de moda los autores y modelos narrativos que
alcanzaron mayor xito en el siglo XVII, especialmente Cervantes, la novela picaresca y
las novelas cortas de Mara de Zayas. Durante la segunda mitad, la novela tuvo un
desarrollo menor que el ensayo y los escritos didcticos, y ms que como un gnero
destinado al entretenimiento, fue concebida como un vehculo para difundir las ideas y
principios ilustrados.
Uno de los primeros autores que destaca en este siglo, muy apegado an a los
modelos barrocos, especialmente Quevedo, es DIEGO DE TORRES VILLARROEL (16941770), autor de una curiosa autobiografa novelada, titulada Vida de Diego Torres
Villarroel (1743), que tradicionalmente se ha considerado como una de las ltimas
muestras de la picaresca, si bien faltan en ella los ingredientes fundamentales del
gnero: el protagonista pcaro, sus deseos de ascender socialmente mediante engaos y
falsedades. El influjo de Quevedo es ms patente en sus Visiones y visitas de Torres
con don Francisco de Quevedo por la Corte (1727-1751), obra alegrica, de estilo
conceptista, directamente inspirada en los Sueos de don Francisco.
Novelista muy popular en su poca fue JOS FRANCISCO DE ISLA (1703-1781),
autor de la Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas, alias Zotes
(1758), en que se censura la oratoria sagrada vigente en aquella poca, caracterizada
por la grandilocuencia, la oscuridad y el barroquismo; si bien la petulante retrica de
fray Gerundio es consecuencia de la nefasta formacin acadmica que ha recibido de
manos de su maestro, fray Blas, a quien el padre Isla dirige sus crticas ms acerbas.
Jesuita, como el padre Isla fue otro novelista fundamental de este siglo, PEDRO DE
MONTENGN (1745-1824), autor de dos narraciones de carcter pico, Antenor (1788)
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y Rodrigo (1793), una novela pastoril titulada Mirtilo o los pastores trashumantes
(1795), y dos novelas centradas en el tema de la educacin, Eusebio (1786) y Eudoxia,
hija de Belisario (1793).
En Eusebio, en que Montengn adopta posturas prximas a las que Jean-Jacques
Rousseau expuso en su Emilio (1762), se narra la historia de un nio, rescatado de un
naufragio y educado por un mentor cuquero que sigue un sistema pedaggico basado
en la austeridad, el estoicismo, la virtud y la bondad naturales, al margen de doctrinas
religiosas concretas. En Eudoxia, la protagonista es una joven, rectamente educada en
un ambiente campestre, en medio de la naturaleza, lejos de la malicia y la hipocresa de
la ciudad.
2.3. Potica, polmica y crtica literarias
Un captulo fundamental de la prosa didctica durante la Ilustracin, que a menudo
se olvida, es el de la potica y la crtica literaria, gneros que contribuyeron
decisivamente a arrinconar los gustos posbarrocos y a difundir los modelos neoclsicos.
Como ya indicamos, IGNACIO DE LUZN (1702-1754), siguiendo el modelo de
Boileau, puso al da en su Potica (1737) los modelos y principios de la preceptiva
clasicista, cuyos orgenes se encuentran en las poticas de Aristteles y Horacio.
La pedantera de los poetas y los falsos sabios fue atacada por JOS CADALSO en
Los eruditos a la violeta (1772), y por LEANDRO FERNNDEZ DE MORATN en La
derrota de los pedantes (1789). Moratn tambin llev a cabo un detenido examen de la
historia de nuestro teatro, desde una perspectiva neoclsica, en Orgenes del teatro
espaol, obra que dej indita al morir; y el padre de Leandro, NICOLS FERNNDEZ DE
MORATN, crtico duramente el teatro barroco en sus Desengaos al teatro espaol
(1763).
Junto a ellos destaca el nombre de JUAN PABLO FORNER (1756-1797), quien en sus
Exequias de la lengua castellana (1782) ataca a los malos escritores, que estn
corrompiendo el buen uso del idioma; y en Oracin apologtica por la Espaa y su
mrito literario (1786) defiende los valores de la cultura espaola frente a los ataques de
que haba sido objeto por parte de los enciclopedistas franceses.
3. LA POESA EN EL SIGLO XVIII. JUAN MELNDEZ VALDS
3.1. Igual que ocurre en los dems gneros, la primera mitad del siglo XVIII est
dominada casi por completo por la pervivencia de la poesa barroca, la repeticin
mecnica de frmulas e imgenes ya gastadas, y la imitacin servil de la lrica de
Gngora, Quevedo y Caldern.
GABRIEL LVAREZ DE TOLEDO (1662-1714) representa los rasgos caractersticos de
la lrica barroca tarda. Sus poesas reflexivas, burlescas a veces, de un complicado y
oscuro estilo conceptista, fueron publicadas en Madrid, despus de morir su autor,
gracias a la preocupacin de Diego de Torres Villarroel, con el ttulo Obras pstumas
poticas, con la Burromaquia (1744).
Otro nombre destacado de esta tendencia posbarroca es EUGENIO GERARDO LOBO
(1679-1750), autor de poemas graves e imitador de la poesa festiva de Quevedo. Sus
composiciones fueron reunidas y editadas en los volmenes Selva de las Musas (1717),
Obras poticas lricas (1738) y Obras poticas (1758).
Otro autor destacado dentro de la lrica posbarroca es DIEGO DE TORRES
VILLARROEL, ms conocido por su obra en prosa, y autor de letrillas y seguidillas de
tono desenfadado en que sigue muy de cerca el estilo de Quevedo.
3.2. A partir de la segunda mitad del siglo aparece una poesa de carcter ilustrado
y neoclsico, que entronca con la que predominaba en el Renacimiento (Garcilaso, Fray
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La poesa buclica nos sita en un ambiente pastoril, generalmente idealizado, y en ella suelen estar
presentes los asuntos amorosos. Sus antecedentes son los Idilios de Tecrito, poeta griego del siglo III a.
de J., las Buclicas o glogas de Virgilio, y las glogas compuestas por Garcilaso y sus continuadores a
partir del Renacimiento.
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La anacrentica es una composicin lrica en verso, de arte menor, que canta los placeres de la vida,
el vino y el amor. Su creador fue el poeta griego Anacreonte (siglo VI a. C.), del cual recibe esta
denominacin. En la literatura espaola el gnero fue aclimatado por Esteban Manuel de Villegas en el
siglo XVII, e imitado en el siglo XVIII, sobre todo por los autores de la escuela salmantina.
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Se denomina fbula a un texto potico breve, escrito en verso, aunque tambin se ha utilizado la
prosa, en que se narra alguna ancdota protagonizada por animales. Generalmente contiene una enseanza
que acostumbra a aparecer formulada al final del poema en forma de moraleja. Sus antecedentes clsicos
son las fbulas de Esopo en Grecia y de Fedro en Roma, y ya en la poca neoclsica, las Fbulas (1668)
de Jean de Lafontaine.
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Fray Luis de Len. En un primer momento predomina en esta escuela el inters por
la poesa buclica y anacrentica, en parte por influencia de Jos Cadalso, que
estuvo destinado en Salamanca como militar; mientras que a partir de los aos
setenta, siguiendo las orientaciones contenidas en la carta de Jovellanos ya citada, se
impone una poesa de tipo cvico y filosfico.
Entre los poetas de la escuela salmantina destacan FRAY DIEGO TADEO GONZLEZ
(1733-1794), admirador de Horacio y de Fray Luis; JOS IGLESIAS DE LA CASA
(1748-1791), autor de epigramas, stiras y poesas buclicas; JUAN PABLO FORNER
(1756-1797), conocido sobre todo como erudito y ensayista.
Junto a ellos, el poeta lrico fundamental de esta escuela, y de todo el siglo XVIII,
es JUAN MELNDEZ VALDS (1754-1817), autor de poesas de tono ligero en que se
exaltan la belleza y el amor, composiciones buclicas y anacrenticas, junto a
poemas de contenido cvico y filosfico, entre los que destacan El filsofo en el
campo, en que se condena la ociosidad de los cortesanos, y Los aradores, que exalta
el trabajo de los labriegos. Sus Poesas fueron reunidas y editadas en 1785 y 1797.
3.2.2. Aunque cultivan la poesa anacrentica y buclica, igual que sus colegas
salmantinos, los poetas de la escuela sevillana se orientan de manera preferente
hacia la poesa de contenido cvico y poltico, influida por las ideas liberales, en que
abundan las referencias a hechos histricos y cuestiones sociales e ideolgicas, y se
advierte un tono sentimental, melanclico, que anuncia el romanticismo. De otro
lado, el estilo, ms retrico y brillante, de los poetas sevillanos, sigue los modelos
de Fernando de Herrera y Francisco de Rioja.
Autores destacados de la escuela sevillana son MANUEL MARA DE ARJONA
(1771-1820); FLIX JOS REINOSO (1772-1841), autor de composiciones
anacrenticas y obras de carcter filosfico, entre las que destaca La inocencia
perdida (1799), en que se recrea el mito del Paraso terrenal; y JOS MARA BLANCO
WHITE (1775-1841), liberal, emigrado a Inglaterra tras producirse la invasin
francesa, y cuya poesa presenta rasgos claramente prerromnticos.
El autor fundamental de la escuela sevillana es ALBERTO LISTA Y ARAGN
(1775-1848), cuyas Poesas, publicadas en 1837, incluyen composiciones de carcter
filosfico, patritico, religioso, amoroso, de carcter legendario. Entre las primeras
destacan las de contenido ilustrado, dedicadas a La felicidad pblica, El triunfo de la
tolerancia, La bondad natural al hombre. En las de carcter legendario se advierten
rasgos romnticos.
3.2.3. Segn se ha indicado antes, los fabulistas merecen un apartado especial
dentro de la poesa del XVIII. Como ya vimos, la fbula es un texto potico breve de
carcter didctico, en que se narra alguna ancdota protagonizada por animales, y
que suele rematarse con alguna moraleja. Sus antecedentes clsicos son las fbulas
de Esopo en Grecia y de Fedro en Roma, y entre los poetas modernos, las Fbulas
(1668) de Jean de Lafontaine.
Entre los fabulistas espaoles del XVIII destacan FLIX MARA DE SAMANIEGO
(1745-1801), en cuyas Fbulas en verso castellano [o Fbulas morales] (1781)
reuni 157 composiciones de este tipo. En ellas, siguiendo los modelos de Esopo,
Fedro y Lafontaine, retrata y censura los vicios humanos tpicos (la astucia, la
desconfianza, la ociosidad, etc.).
TOMS DE IRIARTE (1750-1791) es autor de unas Fbulas literarias (1782) en
que, ms que censurar vicios y virtudes, se establece una especie de preceptiva
literaria de carcter neoclsico, ejemplificada con historias breves protagonizadas por
animales.
3.2.4. Entre los poetas destacados del
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XVIII
EN EL SIGLO XVIII.
GARCA
DE LA
HUERTA. FERNNDEZ
DE
4.1. Igual que ocurri en la poesa, la primera mitad del siglo XVIII va a estar
dominada por la pervivencia de un teatro posbarroco que se limita a repetir los tpicos
y las frmulas de Lope, Caldern y sus respectivas escuelas, pero sin la fuerza
dramtica e intelectual que caracteriz a ambos genios. Tales deficiencias se intentan
compensar con la complicacin de la trama y los recursos efectistas.
Durante esta primera mitad del siglo siguen funcionando los antiguos corrales de
comedias, que paulatinamente se irn convirtiendo en coliseos techados. Se presta una
atencin especial a una escenografa compleja, de recursos espectaculares y efectos
inesperados, entre los que no faltan la mutacin repentina de los decorados, las
tramoyas complicadas, la presencia de monstruos, los desfiles militares, las salvas de
artillera o la aparicin y desaparicin inesperada de personajes, junto a la msica y el
baile. El espectculo se degrada, adems, por la actitud irrespetuosa del pblico, y, en
concreto, por la rivalidad de chorizos, polacos y panduros, partidarios, respectivamente,
de cada uno de los corrales madrileos de La Cruz, El Prncipe y Los Caos del Peral.
Autor destacado dentro de la dramaturgia posbarroca es ANTONIO ZAMORA (16601728), autor de dramas heroicos como La defensa de Tarifa (en ella se recrea la historia
de Guzmn el Bueno, que prefiere la muerte de su hijo antes que entregar a los rabes la
ciudad), de asunto extranjero (La doncella de Orleans, sobre Juana de Arco), dramas de
tema amoroso (Mazariegos y Monsalves, inspirada en Romeo y Julieta), y de una
recreacin del mito de Don Juan titulada No hay plazo que no se cumpla ni deuda que
no se pague.
Dentro del teatro posbarroco tambin destaca JOS DE CAIZARES (1676-1750),
autor muy prolfico, entre cuyas obras destacan la comedia de magia titulada Marta la
Romantina, una comedia de figurn, El dmine Lucas, el drama histrico Las cuentas
del Gran Capitn, y una comedia de inspiracin picaresca, El picarillo de Espaa,
seor de la Gran Canaria.
4.2. Dado el xito que alcanzaron las producciones de los autores que acabamos de
citar, y la pervivencia de los gustos barrocos, el teatro neoclsico ilustrado no
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15
EL SIGLO XIX
I
LA LITERATURA DE LA POCA ROMNTICA (1800-1850)
Durante el Siglo XIX se producen en Europa un conjunto de cambios fundamentales,
con los que se inicia una nueva poca histrica, la Edad Contempornea, cuya fecha
simblica de inicio es 1789, el ao de la Revolucin Francesa. Estos cambios suponen
la desaparicin del Antiguo Rgimen, con sus mtodos de produccin artesanales y su
economa agraria, su organizacin estamental, sus formas polticas monrquicoabsolutistas.
En el aspecto econmico asistimos a la desaparicin de una economa bsicamente
agraria y de subsistencia, y unos mtodos de manufactura artesanales, para dar paso a la
revolucin industrial, impulsada por el empleo de mquinas y de un nmero elevado de
trabajadores, el crecimiento y mejora de las comunicaciones gracias a la utilizacin del
vapor, la consolidacin del sistema de produccin capitalista.
En el terreno social destaca la sustitucin de la sociedad estamental y el rgimen
seorial, dominados por la aristocracia y la Iglesia, por una sociedad de clases en que el
rango del individuo viene determinado por su riqueza y su profesin, y no por el
nacimiento, y en que la burguesa tiene un papel hegemnico. Al mismo tiempo crecen
las clases medias urbanas, y la revolucin industrial trae consigo una emigracin masiva
del campo a la ciudad y la aparicin del proletariado, entre el que pronto gana adeptos el
ideario socialista.
En cuanto a la organizacin y las doctrinas polticas, los cambios aun son ms
espectaculares. La monarqua absoluta es sustituida por el sistema poltico liberal,
basado en los principios de soberana nacional, divisin de poderes, sufragio universal,
parlamentarismo, libertades individuales, y una Constitucin que legitima y reconoce
estos principios.
Las revoluciones liberales llevarn al poder a la burguesa surgida de la revolucin
industrial, que suplanta a la Iglesia y a la antigua aristocracia terrateniente, aunque el
proceso fue lento, de manera que durante la primera mitad del siglo XIX asistimos a la
lucha entre la burguesa liberal, que intenta llevar a la prctica su programa, y la
reaccin absolutista, que trata de frenarlo a fin de mantener intactos, bajo nuevas
formas, los privilegios del rey, la aristocracia y la Iglesia.
Inseparable de la revolucin liberal y del Romanticismo fue el Nacionalismo, que en
el siglo XIX presenta dos manifestaciones diferentes. Por un lado, las doctrinas surgidas
de la Revolucin Francesa conciben la nacin como una entidad poltica
supraindividual, formada por el conjunto de los ciudadanos de un estado, la cual detenta
la soberana que tradicionalmente corresponda a los reyes. De otro, bajo el empuje del
Romanticismo, en Alemania especialmente, surge un nacionalismo de tipo histricocultural que concibe la nacin como un conjunto de individuos unidos por una serie de
lazos comunes entre los que destacan la historia, la raza, el territorio, la lengua, la
tradicin, la religin, la cultura, y que constituyen una comunidad diferenciada con una
identidad propia.
La Espaa del XIX presenta rasgos comunes con el resto de Europa, aunque tambin
difiere en ciertos aspectos del panorama que hemos descrito.
Aunque la poblacin espaola pasa de 12 a 15 millones de habitantes entre 1800 y
1850, el comercio prospera y se consolidan las actividades financieras, no se produce en
Espaa una revolucin industrial como la que conocen Alemania o Gran Bretaa, y,
salvo en ncleos aislados, la economa sigue siendo bsicamente agraria, y la propiedad
16
sino tal como son percibidas y concebidas por nuestros sentidos e inteligencia, y, en
consecuencia, establece una distincin clara entre el fenmeno el objeto tal como se
nos muestra y como lo conocemos, y el nomeno el objeto tal como sera en s. De
ello se deduce que es el sujeto quien construye el objeto del conocimiento, que nuestro
pensamiento es independiente de la experiencia, que la consciencia no tiene su
fundamento, o no lo tiene totalmente, en el llamado mundo real, que el conocimiento
no parte ya del fenmeno, sino que se vuelve creacin del sujeto conocedor. A partir de
estas premisas el idealismo pone el acento en la vida del espritu, concebido como
fuerza creadora en permanente movimiento, y en la exaltacin del yo, dominado por un
ansia de infinito imposible de satisfacer, de donde nace la conciencia desgraciada y la
sensacin de no plenitud que caracteriza a esta poca.
Todo ello tendr importantes consecuencias de orden esttico, ya que frente la
literatura ilustrada, presidida por los principios de la verosimilitud y la razn, el
idealismo romntico, en nombre del poder creador del espritu, va a reclamar los
derechos de la imaginacin, la fantasa, el sentimiento y el sueo, desligados del
conocimiento sensible y las reglas de la lgica, y, frente a la armona equilibrada y la
perfeccin formal de la literatura neoclsica, preferir el dinamismo, la intensidad
expresiva, la fuerza de los sentimientos, y dar entrada a lo irracional y misterioso.
1.2. Desde el punto de vista social y poltico, el Romanticismo surge como un acto
de protesta contra el mundo burgus que ha surgido bajo el impulso de la revolucin
liberal, aunque desde posturas frecuentemente contradictorias, ya que esa insatisfaccin
se da por igual entre quienes haban puesto en ese triunfo todas sus ilusiones el
romanticismo liberal, pero quedan defraudados, y en quienes lo rechazan desde
posturas de un tradicionalismo inmovilista el romanticismo conservador. De ah que
la revolucin romntica sea ante todo vital, y su protagonista tpico, el hombre
disconforme, angustiado, en permanente rebelda contra el mundo que le rodea.
Teniendo en cuenta ese doble origen del Romanticismo, en la historia literaria suelen
distinguirse dos tendencias y momentos en la evolucin del movimiento:
Coincidiendo con la restauracin de las monarquas absolutas tras el Congreso
de Viena (1814-1815), surge un primer Romanticismo conservador y reaccionario,
que se levanta contra la mentalidad ilustrada y contra la uniformidad del arte y la
literatura neoclsicos, que Napolen haba intentado extender por toda Europa.
Frente al liberalismo burgus, propugna el retorno al pasado, exalta las
particularidades nacionales, lucha por restaurar los valores religiosos, patriticos y
tradicionales que el racionalismo ilustrado y el liberalismo trataban de arrinconar, y,
frente a los gustos neoclsicos, se inclina por lo barroco y lo medieval.
Representantes tpicos de este romanticismo inicial seran, en Alemania Novalis y
los hermanos Schlegel, en Francia el vizconde de Chateaubriand, que en 1802
adquiri fama con la publicacin de El genio del Cristianismo, en Gran Bretaa el
novelista escocs Walter Scott.
A partir de la revolucin francesa de 1830 surge un Romanticismo de carcter
liberal, que viene a ser la manifestacin artstica e ideolgica del liberalismo
revolucionario. Aspectos tpicos de este segundo romanticismo sern el idealismo, el
individualismo, la subjetividad, la pasin, la rebelda, la defensa de la libertad y la
originalidad.
La exaltacin idealista de estos jvenes romnticos, que no ven realizados sus
ideales personales y colectivos los principios revolucionarios han sido traicionados,
sustituidos por un mezquino juego de intereses y por nuevas formas de opresin,
provoca un sentimiento de angustia y de frustracin, que a menudo conduce a la
desesperacin e incluso al suicidio.
19
mantener una postura diametralmente opuesta a la que estuvo vigente en el siglo XVIII:
Frente a la contencin y el buen gusto de los neoclsicos, el romntico muestra
un espritu febril, desasosegado, y una clara preferencia por las formas inquietas,
dinmicas, distorsionadas, y por una esttica del dramatismo y la intensidad.
Mientras que el clasicismo se haba propuesto plasmar lo universal, la idea, lo
genrico y lo humano abstracto, al romntico le interesa el hombre concreto, y con
l, lo individual, lo especfico, lo pintoresco y lo nico.
En lugar de una literatura controlada y gobernada por la razn, el artista
romntico se dejar guiar por el sentimiento, y da rienda suelta a temas o
inquietudes que antes quedaban proscritos en nombre del buen gusto y el pudor.
La idea de la utilidad y la finalidad didctica que presidi la creacin literaria a
lo largo del siglo XVIII, es sustituida por la idea de que el artista debe emocionar y
conmover, que sus producciones no deben dirigirse a la inteligencia del espectador o
del lector, sino a su imaginacin, procurando conmoverlo, despertar sus sentimientos.
En abierta rebelda frente a la preceptiva clasicista, se rechazan los cnones,
las normas y las reglas. Adems de contravenir la unidad de accin, tiempo y lugar
en el teatro, los romnticos rompen las estrictas barreras que separaban los gneros y
las formas, los tonos y los estilos, de manera que en una misma obra podrn
mezclarse la prosa y el verso, lo cmico y lo trgico, lo sublime y lo grotesco 5. En
este sentido, la esttica romntica es absolutamente opuesta a la neoclsica, y enlaza
con la prctica literaria vigente en nuestro Siglo de Oro, especialmente en la comedia
nueva de Lope y sus seguidores y en el arte de Caldern.
La peculiar sensibilidad romntica se refleja en una serie de particularidades
estilsticas, presididas por el mximo desarrollo de las connotaciones emotivas de
la palabra. Alcanzan especial frecuencia los sustantivos procedentes de los campos
semnticos del sentimiento, el dolor, la insatisfaccin, la muerte frenes,
arrebato, quimera, ilusin, delirio, sombra, tumba, en combinacin con una
adjetivacin altamente sugerente misterioso, lnguido, ttrico, mgico, sombro,
horrendo, temerosas voces, pavorosos fantasmas, plida luna, densas tinieblas,
impenetrable misterio, aborrecible tormento.
La vehemencia sentimental y expresiva explica la sobreabundancia de
exclamaciones, frases entrecortadas, hiprboles y, en general, el tono de exaltacin
retrica que caracteriza a la literatura de este periodo.
4. DESARROLLO DEL ROMANTICISMO EN ESPAA
Aunque la penetracin del Romanticismo en Espaa fue tarda, nuestro pas puede
considerarse pionero en este terreno, ya que su historia, su literatura, su cultura y sus
paisajes sirvieron de modelo de inspiracin y precedente indirecto al Romanticismo
que se estaba gestando en Europa.
5
Victor Hugo lo haba expuesto en el prefacio de Cronwell (1830), un texto que suele considerarse el
manifiesto fundacional del Romanticismo en Francia. En l sealaba que de la ntima unin entre lo
grotesco y lo sublime surge el genio moderno, denso, complejo, vario, inagotable, alejado de la
simplicidad de lo antiguo; y en el prefacio de El moro expsito (1834) del Duque de Rivas, escrito por
Antonio Alcal Galiano, se lee, a propsito de esa mezcla de estilos y de registros: Tal vez con ello
escandalizar a no pocos de sus lectores; pero no es culpa suya que en la Naturaleza anden revueltos lo
serio y tierno con lo ridculo y extravagante.
22
Entre los relatos que contribuyeron a crear y difundir esa imagen tpica de una Espaa romntica y
primitiva, debidos fundamentalmente a la pluma de escritores franceses muy conocidos, es imprescindible
citar los siguientes ttulos: Notes de voyage (1830), de Prosper Mrime, autor a su vez de Carmen
(1845); Memoires dun touriste (1837), de Stendhal; Un hiver Majorque (1838), de George Sand;
Voyage en Espagne (1840), de Thophile Gautier; Mes vacances en Espagne (1844), de Edgard Quinet;
Impressions de voyage de Paris Cadix (1847-1848), de Alejandro Dumas; y LEspagne (1862), del
barn Charles Davillier, publicado en Pars, en 1874, con ilustraciones de Gustave Dor.
23
como la poesa intimista de Bcquer y Rosala, junto a las primeras muestra del
realismo. La gaviota (1849), de Fernn Caballero, impregnada todava de
costumbrismo romntico, se considera la primera manifestacin espaola de este
movimiento.
5. EL COSTUMBRISMO. MARIANO JOS DE LARRA
El costumbrismo, entendido como la descripcin de tipos, usos y costumbres
sociales, especialmente los ms arraigados y tradicionales, tena importantes
precedentes en la literatura espaola. En el siglo XVII autores como Antonio Lin y
Verdugo, Juan de Zabaleta o Francisco de Santos 7 ya haban compuesto piezas breves de
tipo satrico o moralizante, a medio camino entre la novela corta y el cuadro de
costumbres. Las stiras de Quevedo presentan no pocos elementos de este tipo, y en las
obras de Torres de Villarroel, Cadalso e Isla no faltan los pasajes en que se retratan y
satirizan tipos y costumbres. Sin embargo, lo peculiar del Romanticismo es que el
cuadro de costumbres se desgaja de las obras ms extensas para constituir un gnero
independiente.
Como ya hemos indicado, el auge que el costumbrismo conoce durante la primera
mitad del XIX, obedece en unos casos al inters de los romnticos por rescatar y retratar
lo peculiar, lo nacional y lo tradicional, frente a las tendencias uniformadoras de la
cultura dieciochesca, en otros, a la finalidad crtica y reformadora que para muchos
romnticos, lo mismo que para los ilustrados, debe tener la obra literaria, lo cual explica
que el cuadro de costumbres oscile entre la descripcin pintoresca y amable y la stira
picante y hasta mordaz, si bien en ambos casos la descripcin va acompaada de la
irona y el tono desenfadado, que proporcionan amenidad al mensaje.
Entre los rasgos comunes caractersticos del costumbrismo romntico, suelen
destacarse los siguientes:
Aunque el cuadro de costumbres se publica a menudo como pieza suelta, hay
ocasiones en que las distintas escenas se enlazan mediante el recurso epistolar, que
Cadalso ya emple en sus conocidas Cartas marruecas, o mediante el viaje o el
paseo fingidos.
El cuadro puede presentar un argumento incipiente, ofrecrsenos como un
cuento o novela breve, y en l suele insertarse algn dilogo.
Los personajes son tipos, es decir, representan a la clase, al grupo social o la
actividad profesional que se intenta retratar o sobre los que se ejerce la stira.
Tcnicas frecuentes son el perspectivismo, o contraste entre distintos pareceres
enfrentados respecto a lo que se est describiendo, y la caricaturizacin y
deformacin de ambientes y caracteres.
Entre los costumbristas fundamentales del Romanticismo espaol destacan RAMN
MESONERO ROMANOS (1803-1882), autor de Escenas matritenses (1834-1842) y Tipos
y caracteres (1843-1862), y de unas interesantes memorias, fundamentales para conocer
el periodo, tituladas Memorias de un setentn (1880); y SERAFN ESTBANEZ
CALDERN (1799-1867) autor de unas Escenas andaluzas (1847). El xito del gnero
explica la publicacin de colecciones de artculos de costumbres de diferentes autores,
entre las que destac la titulada Los espaoles pintados por s mismos (1843).
7
Antonio Lin y Verdugo es autor de Gua y avisos de forasteros que vienen a la Corte (1620), obra
pionera del gnero; Juan de Zabaleta public dos curiosas colecciones tituladas Da de fiesta por la
maana (1654) y Da de fiesta por la tarde (1659); y Francisco de Santos, Da y noche de Madrid (1663).
24
Los artculos de costumbres son los fundamentales. En ellos pasa revista, con
irona y agudo sentido crtico, a costumbres y tipos muy diversos. Entre ellos
destacan El casarse pronto y mal, sobre el matrimonio precipitado entre los jvenes;
La educacin de entonces, sobre el atraso del sistema educativo; Vuelva usted
maana, sobre la lentitud de la administracin espaola y la pereza del espaol en
general; El castellano viejo, sobre la excesiva campechana, que raya en la mala
educacin, de ciertos tipos castizos; En este pas, sobre la inveterada costumbre
espaola de sacudirse la responsabilidad propia para echrsela al pas.
Los artculos de tema poltico y social son fundamentales para adentrarnos en
la agitada poca que conoci el escritor. En ellos se pasa revista a los ltimos aos
del reinado de Fernando VII, cuya poltica represiva satiriza Larra en las Cartas de
Andrs Niporesas; el levantamiento carlista, denunciado en Nadie pase sin hablar
con el portero, La planta nueva o el faccioso, o El hombre menguado; el arribismo
del poltico profesional, en El ministerial; la moderacin y espritu pacato de las
reformas llevadas a cabo por los primeros gobiernos liberales, en Los tres nos son
ms que dos, Cartas de un liberal de ac a un liberal de all.
A medio camino entre el artculo de costumbres y los de contenido poltico estn
El da de difuntos de 1836 y La Nochebuena de 1836, en que el autor nos ofrece un
desolador panorama de su vida personal y de la situacin poltica del pas, y en que
se preludia su suicidio.
En los artculos de crtica literaria, Larra examina los principales dramas
estrenados en su poca, aunque no se limita a los aspectos externos, sino que los
analiza con cierta profundidad, tratando de hallar la conexin del teatro con la vida
real y los problemas sociales fundamentales.
Larra tambin es autor de un drama histrico, Macas (1834), y una novela histrica,
El doncel de don Enrique el Doliente (1834), que comentamos en los apartados
correspondientes a estos gneros.
25
novelas histricas, hoy suelen destacarse unos cuantos ttulos fundamentales, entre los
que sobresalen:
RAMN LPEZ SOLER (1806-1836): Los bandos de Castilla o El caballero del cisne
(1830). Ambientada en la poca de las luchas entre los reinos de Castilla y Aragn,
durante la primera mitad del siglo XV, narra los amores imposibles de don Ramiro de
Linares, vasallo del rey de Aragn, y doa Blanca, prometida del hijo de don lvaro de
Luna, todopoderoso privado del rey Juan II de Castilla.
MARIANO JOS DE LARRA (1809-1837): El doncel de don Enrique el Doliente
(1834). Trata sobre la figura del legendario trovador Macas, cuyos amores adlteros
con doa Elvira terminan trgicamente con la muerte de ambos.
JOS ESPRONCEDA (1808-1842): Sancho de Saldaa o el castellano de Cullar
(1834). Historia de amores igualmente trgica, ambientada en la poca del
enfrentamiento entre Sancho IV y su padre, Alfonso X de Castilla.
ENRIQUE GIL Y CARRASCO (1815-1846): El seor de Bembibre (1843). Historia de
amores, tambin desgraciada, entre los jvenes Beatriz y lvaro, pertenecientes a las
casas leonesas de Arganza y Bembibre, tradicionalmente enemistadas.
6.2. Novela sentimental
Difundida mediante el folletn o la entrega peridica, la novela histrica tuvo su
versin popular, lacrimgena, melodramtica y destinada al gran pblico, en la llamada
novela sentimental o histrico-folletinesca, en que la veracidad histrica decae, y los
grandes ideales romnticos pierden bro, o se hallan ausentes casi por completo, para
dar paso al simple entretenimiento.
Dentro del gnero destac el prolfico MANUEL FERNNDEZ Y GONZLEZ (18211888), autor de Men Rodrguez de Sanabria (1853), Los monjes de la Alpujarra (1856)
y El pastelero de Madrigal (1862).
6.3. Novela social
El folletn y la novela por entregas fueron los principales medios de difusin de las
novelas sociales, un tipo de narracin que a partir de los aos cuarenta del siglo XIX
alcanz gran xito entre las clases populares de las ciudades, cada vez ms
aficionadas a la lectura, y a las que la novela social, a pesar de sus carencias estticas e
ideolgicas, ayud a tomar conciencia de clase. Rasgos tpicos de estas novelas son:
Historias situadas en la poca contempornea, generalmente en un ambiente
urbano, en que suele estar presente alguna trama de tipo sentimental y el
inevitable final desgraciado.
El ncleo temtico de estas novelas gira en torno a algn problema o conflicto
de tipo social, que suele plantearse y resolverse de forma simplista y maniquea
como un conflicto entre los poderosos y ricos, habitualmente malvados, y los pobres,
inocentes e indefensos.
Los protagonistas suelen ser desheredados como el jornalero, el enfermo sin
recursos, la hija del obrero, la viuda, el hurfano; y, en el otro lado, el comerciante o
el noble sin escrpulos.
Los escenarios suelen ser los barrios pobres de las grandes ciudades, o, en
contraste con ellos, las mansiones nobiliarias.
Abundan la exageracin, la truculencia, el melodrama, tanto en las
27
El epigrama es un poema que expresa de forma breve y aguda un pensamiento festivo, laudatorio o
satrico, y cuyo modelo latino son los epigramas que compusieron Catulo y Marcial.
9
El protagonista, Don Flix de Montemar, haba seducido y luego abandonado a Doa Elvira, que
muere de dolor tras el suceso. Una noche Don Flix contempla, en una visin fantasmagrica, su propio
entierro. Luego se ve conducido a la cripta de una iglesia por una extraa figura femenina, blanca,
misteriosa e irresistible. Llegados al templo ella le invita a una danza vertiginosa y macabra. Don Flix
descubre horrorizado que la figura tapada es el esqueleto de su antigua enamorada. En el transcurso de
esta danza el caballero muere. Cuando amanece circula en Salamanca la noticia de que el diablo, en forma
de mujer envuelta en una tnica blanca, haba venido por fin a llevarse el alma pecadora de Montemar.
29
El argumento es una recreacin libre del mito de Fausto: el viejo que entrega su alma a cambio de la
juventud perdida. El protagonista se convierte en un nuevo Adn, joven, vigoroso e inocente, que ha
olvidado su pasado, y que descubre el amor, experimenta el placer y vive una serie de complicadas
peripecias: da con sus huesos en la crcel, visita un palacio, entra en una taberna, se asoma a la vida de un
prostbulo, donde presencia la desolacin de una madre ante la muerte de su hija.
11
La leyenda, que debi circular en una cantar pico durante la Edad Media, cuenta como don
Rodrigo de Lara, a instancias de su mujer doa Lambra, que cree que la han ofendido en el da de su
boda, prepara una terrible venganza contra su hermano, Gonzalo Gustios, y sus sobrinos, los siete infantes
de Lara. A aquel lo enva a Crdoba con una carta en que pide a Almanzor que lo mate, pero el caudillo
rabe se apiada de l y se limita a retenerlo en la ciudad. Los infantes caen en una emboscada y mueren a
manos de los moros. El padre de los infantes, que segua preso en Crdoba como consecuencia de la
traicin de su hermano, tiene amores con la hermana de Almanzor, y engendra a un hijo, Mudarra, que
volver a Castilla para vengar la muerte de sus hermanos. En la versin del duque de Rivas, Mudarra est
enamorado de Kerima, pero el protagonista ha matado involuntariamente al padre de la mujer. Kerima,
que por amor a Mudarra se ha bautizado, se negar sin embargo a desposarse con quin mat a su padre.
El eplogo del poema da cuenta de que esta se retira a un convento y Mudarra Gonzlez volver para
casarse despus de consumada la venganza de sus hermanos.
30
Entre los poetas considerados menores dentro de la lrica romntica destacan JUAN
AROLAS (1805-1849), que en sus Poesas (1840-1843) incluye composiciones orientales
y caballerescas influidas por Victor Hugo; NICOMEDES PASTOR DAZ (1811-1863), en
cuyas Poesas, publicadas en 1840, predomina el tono pesimista, melanclico y a veces
ttrico; GABRIEL GARCA TASSARA (1817-1875), autor de una coleccin de Poesas
(1872) en que la preocupacin poltica y social es predominante; GERTRUDIS GMEZ DE
AVELLANEDA (1814-1873), autora de Poesas (1841) de carcter amoroso y religioso; y
CAROLINA CORONADO (1823-1911), en cuyas Poesas, reunidas en 1852, se combinan
la ternura apasionada y la musicalidad.
8. EL TEATRO ROMNTICO. JOS ZORRILLA
A una concepcin desgarrada y dramtica del mundo, tena que corresponder el
auge del drama, uno de los gneros ms caractersticos del Romanticismo.
El xito del gnero en la Espaa de los aos treinta hay que atribuirlo, en primer
lugar, al influjo directo de los dramas romnticos que por aquellas fechas se
estaban estrenando en Francia12, donde haban residido muchos liberales exiliados,
como el duque de Rivas o Martnez de la Rosa, quienes, tras su regreso del destierro en
1833, trataron de aclimatarlo en Espaa.
Si en Francia el drama romntico vino a romper con el clasicismo, cuyos cnones
venan aceptando la mayora de los autores desde la poca del Renacimiento, en Espaa
los nuevos gustos vinieron a enlazar con el teatro barroco, especialmente en lo que se
refiere a la libertad de creacin y el anticlasicismo, por lo que en nuestro pas, ms que
una ruptura, el drama romntico supuso el retorno de unos gustos teatrales fuertemente
arraigados entre el pblico.
Entre las caractersticas fundamentales del drama romntico pueden destacarse las
siguientes:
Los asuntos acostumbran a ser legendarios y caballerescos, ambientados en la
Edad Media y el Siglo de Oro, y en ellos no faltan los amores imposibles, las
pasiones ilcitas, la rebelda contra una sociedad opresora, las venganzas, desafos y
suicidios, todo presidido por la desmesura.
Los temas, expresin de las principales preocupaciones del Romanticismo, son
el amor, la pasin, la defensa de la libertad, la rebelda, el destino, la visin del
mundo como conflicto, el sentimiento de no plenitud, la frustracin y la muerte.
El protagonista, portador de un destino fatal, insoslayable, que atrae sobre s y
sobre los otros toda suerte de infortunios, puede ser un hroe gallardo y generoso, o
bien amoral y cnico. Junto a l no faltan los seres extraos, los tipos marginales, los
rebeldes y conspiradores.
La escenografa contribuye a establecer la atmsfera pattica, grandiosa o
sublime que el drama intenta recrear, y en ella son corrientes los paisajes agrestes, las
ruinas, los cementerios, los castillos y lugares abandonados.
La trama se complica para mantener la tensin y la emocin, y el dramaturgo
suele recurrir a toda clase de efectismos, contrastes y sorpresas. El autor busca
12
En 1827, Vctor Hugo haba estrenado Cronwell, en cuyo prefacio se definan las caractersticas que
deba poseer el drama romntico frente al neoclsico. En los aos posteriores Alejandro Dumas estrena
Enrique III y su corte (1829), y Vctor Hugo, Hernani (1830), drama de ambiente espaol con el que se
inicia el triunfo definitivo de los nuevos gustos y tendencias.
31
El protagonista, Ruggiero, es un personaje de oscuros orgenes que forma parte del grupo de nobles
que conspiran para acabar con la tirana del poderoso Consejo de los Diez. Uno de los miem bros ms
influyentes de este Consejo es Pedro Morosini, to de Laura, joven casada en secreto con Ruggiero.
Descubierta la conspiracin, Ruggiero es encarcelado, juzgado y condenado a muerte; el descubrimiento
de que el condenado es hijo del propio Morosini no evita el trgico final.
14
Don lvaro, de misterioso origen, apuesto y generoso, tiene amores con Leonor, hija del Marqus
de Calatrava. Cuando se propone raptarla muere el marqus en un accidente involuntario provocado por
don lvaro. Este hecho se interpone entre el amor de los jvenes y el protagonista se ve obligado a huir.
En Italia se bate en duelo con el hermano de Leonor, que tambin muere. Desesperado, don lva ro se
retira a un convento y all le encuentra don Alfonso, otro hermano de Leonor, que le reta en duelo y cae
herido a manos de don lvaro. Don Alfonso, herido, mata a su hermana creyndola culpable. Don
lvaro, en su desesperacin, increpa a Dios por su desgraciado destino y se arroja a un precipicio
pidiendo ser tragado por el infierno.
15
El trovador Manrique, hijo de una gitana, est enamorado de Leonor, dama de noble cuna, a la que
tambin pretende el Conde de Artal. Pero ella ingresa en un convento porque cree que Manrique ha
muerto. Cuando este aparece, los enamorados deciden la fuga, pero el Conde los detiene y Manrique es
condenado a muerte. Leonor se suicida y la madre del trovador intenta sin xito evitar la condena de
Manrique confesando al Conde de Artal que ste es su hermano.
32
16
Diego Marsilla, cautivo de los moros, se entera de que los padres de su amada, Isabel de Segura, la
prometen a otro hombre. La muerte desesperada de Diego provoca la de Isabel.
17
En la primera escena, don Luis Meja y don Juan Tenorio se dan cita en la Hostera del Laurel de
Sevilla, durante los carnavales, para comparar las fechoras que han logrado llevar a cabo durante un ao,
y sobre las que haban hecho una apuesta. A continuacin, don Juan seduce a doa Ana de Pantoja,
prometida de don Luis, y a la novicia doa Ins, a la que rapta del convento y conduce hasta una quinta a
orillas del Guadalquivir. All, don Juan se enamora perdidamente de doa Ins, se arrepiente sinceramente
de su pasado, pero ha de huir cuando irrumpen en la casa don Luis Meja y don Gonzalo de Ulloa, a los
que don Juan mata.
Don Juan huye de Sevilla, regresa al cabo de diez aos y visita el panten donde descansan don
Gonzalo y doa Ins, que se le aparecen y le advierten que su muerte est prxima y que debe
arrepentirse. Sus amigos Avellaneda y el capitn Centellas aparecen en ese momento, y don Juan, en un
gesto fanfarrn, invita a la estatua del Comendador a cenar en su casa aquella noche junto a sus dos
amigos. El espectro de Gonzalo se presenta en casa, mientras Centella y Avellaneda se quedan
adormecidos. Cuando despiertan tienen con su anfitrin un altercado que termina en un duelo en que don
Juan muere. Antes de morir, doa Ins, convencida de su verdadero amor, intercede por don Juan, y ste
salva su alma.
33
II
LA LITERATURA EN LA POCA DEL REALISMO (1850-1900)
La Europa posterior a 1848 fecha de la revolucin que da paso en Francia a la
Segunda Repblica se caracteriza por el rpido crecimiento demogrfico,
especialmente urbano, la expansin econmica, el avance de la industrializacin y el
progreso cientfico y tcnico. Todo ello viene acompaado e impulsado por la
consolidacin de la burguesa, que se instala definitivamente en el poder al tiempo que
se vuelve conservadora y a menudo autoritaria. Es la poca del segundo imperio de
Napolen III en Francia (1852-1870), de la unificacin de Alemania y el mandato del
canciller Bismarck (1871-1890), de la reina Victoria en Inglaterra (1837-1901).
Paralelamente, la revolucin industrial trae como consecuencia el aumento del
nmero de trabajadores, emigrados del campo en su mayora, que viven en
condiciones precarias, sin seguridad ni derechos laborales, pero que pronto empiezan a
organizarse en partidos y sindicatos obreros de orientacin marxista o anarquista18.
La consolidacin de la burguesa, unida al progreso de la ciencia y de la tcnica,
explica que el pensamiento idealista, predominante durante la poca romntica, sea
sustituido por la filosofa positivista impulsada sobre todo AUGUSTE COMTE, autor,
entre otras obras, del Cours de Philosophie Positive (1842) , que no admite otro
mtodo de conocimiento que aqul que proviene de hechos sensibles, observables y
medibles, y que rechaza, por consiguiente, cualquier especulacin de tipo idealista. El
influjo que ejercieron estas doctrinas en el desarrollo de la literatura realista fue muy
notable, como veremos en el lugar oportuno.
Aunque durante el reinado de Isabel II (1843-1868), y tras la Restauracin de la
monarqua en 1875, se produce un cierto avance y modernizacin del pas, si la
comparamos con el resto de Europa, la Espaa de la segunda mitad del siglo XIX sigue
ofreciendo el aspecto de un pas atrasado, de economa bsicamente agraria, y en
muchos aspectos anclado en el pasado.
Se ha producido un crecimiento demogrfico notable, de manera que la poblacin
espaola pasa de 15 a cerca de 18 millones de habitantes entre 1850 y 1900, pero a
finales del siglo XIX un 68% de la poblacin activa trabaja en la agricultura.
La tierra se encuentra repartida de manera desigual, el latifundismo predomina en el
tercio sur de Espaa, la mitad de la tierra cultivable pertenece al dos por ciento de los
propietarios agrcolas, y sobre una poblacin de 18 millones de habitantes, hay dos
millones de obreros agrcolas que trabajan en explotaciones ajenas. En el norte, en la
franja cantbrica sobre todo, pervive el minifundismo, que genera pobreza, falta de
alicientes, pervivencia de tcnicas arcaicas para cultivar el suelo, junto a graves
problemas de comercializacin y exportacin. La tierra no da para todos, y la
emigracin hacia las ciudades, y sobre todo hacia los pases de Hispanoamrica, es
constante durante todo el periodo, y se prolonga hasta mediados del siglo XX.
Aunque el sector financiero ha conocido un desarrollo importante, la
industrializacin es escasa, circunscrita a las zonas de Barcelona y Bilbao, y sus
productos resultan muy poco competitivos en el exterior, por lo que el Estado se ve
forzado a asegurarles el mercado interior mediante fuertes medidas proteccionistas.
Como consecuencia de todo ello, el protagonismo poltico y el influjo social de la
18
En 1848 Karl Marx haba formulado en su Manifiesto comunista las bases tericas y polticas del
movimiento obrero. En 1864 se funda en Londres la Asociacin Internacional de Trabajadores (A.I.T.),
que agrupa a los principales partidos y sindicatos obreros, y en la que pronto surgen dos tendencias: la
corriente anarquista, que controlar la A.I.T. desde 1872, y el socialismo o socialdemocracia, de
inspiracin marxista, que en 1889 se organiza en la Internacional Socialista o Segunda Internacional. El
auge de las luchas sociales y polticas durante estos aos trae consigo insurrecciones y fenmenos
revolucionarios como la Comuna de Pars (1871).
34
El krausismo toma su nombre de Karl Friedrich Krause, filsofo alemn que vivi entre 1781 y
1832, y en cuya doctrina se distinguen dos formas bsicas de ser, la naturaleza y el espritu, de las cuales
el ser humano, compuesto de cuerpo y alma, es una sntesis. El hombre, como sntesis perfecta de esos
dos principios, forma adems parte de un ser Superior, aunque sin perder su autonoma. Por ello Krause
rechaza el pantesmo, y denomina a su doctrina panenteista: el mundo es una realidad finita que se
desarrolla en el seno de la infinitud de Dios, pero sin agotar en l su esencia.
Las ideas de Krause tuvieron vigencia enorme en Espaa gracias a la difusin de estas doctrinas por
parte de Julin Sanz del Ro (1814-1869), quien, despus de estudiar en Alemania, las divulg desde su
ctedra y a travs de sus obras a partir de 1857.
Junto a las ideas expuestas, el krausismo tuvo en Espaa una importante dimensin tica y
pedaggica, y entre sus principios pueden destacarse la necesidad de que el hombre se perfeccione a
travs del esfuerzo individual y el conocimiento, la idea de que los principios ticos tienen su origen en el
propio espritu y no en las imposiciones externas, el concepto del deber y el amor al trabajo, el
patriotismo entendido como servicio a la comunidad, la importancia concedida a la educacin como
medio de elevar al individuo hacia ese ideal de perfeccin moral, la actitud antidogmtica en el terreno
religioso.
35
realista pretendi trasladar al mundo de las artes las doctrinas de tipo positivista
vigentes en aquel momento.
Para lograr este propsito, los novelistas se documentan minuciosamente, toman
apuntes sobre el terreno, estudian el ambiente, las gentes, la indumentaria y los tipos
que pretenden retratar, o buscan en los libros los datos necesarios para conseguir la
mayor exactitud en sus relatos. Ya en 1842, Balzac se propona estudiar la sociedad
como el cientfico estudia la naturaleza, y sabemos que Flaubert consult tratados
mdicos para describir la muerte por envenenamiento de Madame Bovary.
2.2. Esta observacin minuciosa se aplica al estudio de los caracteres y de los
ambientes, y ello da lugar a dos tipos bsicos de novela: aquella que se interesa por lo
psicolgico y la que insiste en lo social, si bien en la mayora de las grandes obras
realistas as ocurre en La Regenta de Clarn, por ejemplo, la descripcin minuciosa de
la sociedad en que la historia transcurre va acompaada por un estudio detenido y
profundo de los caracteres20:
Los novelistas ms preocupados por pintar ambientes y costumbres suelen
ofrecernos amplios frescos de la sociedad contempornea. As ocurre en Balzac,
Dickens o Galds, en cuya obra se retratan una gran diversidad de tipos y escenarios,
si bien predominan los de carcter urbano, y entre los grupos sociales, la burguesa y
las clases medias, que en cierta manera se convierten en protagonistas de una novela
que, tanto por su transfondo ideolgico como por el origen de los autores, puede
calificarse de burguesa21. Junto a la mesocracia tpica de aquel periodo, en la novela
realista tambin suelen estar presentes los aristcratas, los clrigos, los burcratas y
rentistas, retratados como los parsitos de la sociedad, y tampoco falta el pueblo
humilde, al que se observa con una mezcla de prevencin y de conmiseracin.
Como ya hemos indicado, la pintura de caracteres da origen a la gran novela
psicolgica, en la que se analizan con detalle los temperamentos y las motivaciones
de los personajes. La atencin al detalle, igual que ocurre con la pintura de
ambientes, lleva a la captacin de los rasgos particulares de cada tipo: cualidades o
lacras, manas y hasta deformidades. Stendhal, Flaubert, Dostoievski, Galds o
Clarn nos han dejado retratos inolvidables por su complejidad y hondura.
2.3. El estudio concienzudo de caracteres y ambientes explica que muchas novelas
realistas se caractericen por una minuciosidad descriptiva y un detallismo analtico
excesivos. As, es frecuente que el autor dedique los captulos iniciales, a veces la mitad
de la novela, como ocurre en La Regenta, a explicarnos los antecedentes de la historia
mediante un examen pormenorizado del carcter y fisonoma de los personajes y una
descripcin completa de los ambientes en que la historia tendr lugar. Todo ello produce
en el lector la sensacin de realidad, de lo visto y lo vivido, pero aleja estas novelas de
20
los gustos del pblico actual, acostumbrado a que la historia arranque desde las
primeras pginas y a que el autor vaya al grano.
2.4. La descripcin minuciosa de la sociedad, o de ciertos tipos caractersticos dentro
de ella, no es un fin en s mismo, sino un medio puesto al servicio de alguna finalidad
de carcter poltico o ideolgico, por lo que la intencin social y la actitud crtica
suelen estar presentes en todas estas novelas. Se descubren lacras o se denuncian abusos
y defectos con la idea de que la novela contribuya a la reforma o el cambio de la
sociedad, en un sentido o en otro, segn cual sea la orientacin ideolgica del autor. As,
Balzac lleva a cabo una crtica de la sociedad burguesa desde un enfoque conservador,
Stendhal desde posturas liberales; Galds examina la sociedad espaola contempornea
desde posiciones reformistas, de un liberalismo radical, Pereda desde posturas
tradicionalistas. Hay, naturalmente, excepciones. Flaubert, por ejemplo, afirmaba: La
realidad, para m, no es ms que un trampoln; y, aunque retrat minuciosamente esa
realidad, su objetivo no fue otro que la perfeccin artstica.
2.5. El ya sealado propsito de exactitud en el reflejo de los hechos va unido a un
ideal de objetividad, de manera que el autor adopta preferentemente la actitud de un
cronista fiel y tiende a desaparecer del relato. Tal propsito de objetividad imparcial
est reido, sin embargo, con el punto de vista omnisciente en que suele situarse el
narrador, lo cual le lleva a transmitirnos una informacin que, desde una postura
estrictamente positivista, resulta imposible de obtener. Ese ideal de objetividad tambin
entra en contradiccin con las habituales incursiones del narrador-autor, que con
frecuencia orienta la interpretacin y el sentido de los acontecimientos con sus
observaciones y juicios personales.
2.6. Para evitar los peligros de manipulacin propios de la narracin omnisciente,
la novela realista recurre a otras tcnicas cuya finalidad es que el lector tenga
conocimiento directo de los hechos a partir de la voz del personaje, sin la intervencin
de una narrador-cronista exterior a ellos.
As, en algunas novelas, como El amigo Manso de Galds, el narrador adopta un
modelo de narracin autobiogrfica, de manera que es el protagonista quien refiere
los sucesos en primera persona.
En otros casos se recurre al monlogo interior con el fin de lograr el acercamiento entre lector y personaje, como ocurre en numerosos pasajes de La Regenta
de Clarn22.
Finalmente, los diarios y las cartas, que forman el contenido fundamental de
novelas como Pepita Jimnez de Juan Valera, sustituyen en ocasiones la voz del
narrador omnisciente y favorecen el acercamiento directo entre el personaje y el
lector.
2.7. En cuanto al estilo, en la novela realista conviene distinguir dos tipos bsicos de
discurso, uno correspondiente a la voz del narrador y otro a las voces de los
personajes. El primero se caracteriza por un estilo preciso, sobrio, cuidado y culto. En
cambio el segundo es muy variable como lo son los distintos personajes que lo
encarnan; as, se mezclan en la novela los lenguajes culto, popular, coloquial y vulgar,
se insertan a menudo regionalismos, o trminos y locuciones localistas, y adquiere gran
22
Conviene advertir que el narrador de esta novela transcribe los pensamientos del personaje como un
discurso ordenado y coherente, como el hablado, y no en la forma desordenada y catica en la que fluyen
los pensamientos, como pretendi la tcnica del flujo de conciencia, caracterstica de la novela del siglo
XX.
39
4.1.4. La crtica tambin suele sealar una importante presencia del realismo en la
literatura clsica espaola, especialmente en la picaresca y en la obra de Cervantes, lo
cual supuso un importante aliciente y una base firme para el desarrollo de la esttica
realista en la poca contempornea. El propio Galds lo seal en el prlogo que
escribi para La Regenta de Clarn en 1901, en el cual record la existencia de un cierto
realismo naturalista en la narrativa de nuestro Siglo de Oro, que los novelistas del XIX se
habran limitado a restaurar. De otro lado, la crtica ha sido unnime al sealar que,
aunque de forma indirecta, el Quijote se encuentra en los orgenes del realismo europeo,
y fue una obra admirada e imitada por muchos grandes novelistas del XIX, por Galds
especialmente.
4.1.5. Finalmente, la cuestin de si en la literatura espaola hubo un tipo de novela
que pueda considerarse naturalista, ha sido un asunto muy debatido. Las obras de
Zola fueron conocidas pronto en nuestro pas, y a partir de 1880 se divulgan sus tratados
tericos sobre esta cuestin Le roman exprimental (1880) y Les romanciers
naturalistes (1881), lo cual suscit apreciaciones violentamente enfrentadas. Los
autores conservadores reaccionaron inmediatamente y de forma indignada contra el
Naturalismo, al que consideraron una doctrina anticristiana y repulsiva, y le achacaron
todos los horrores e inmoralidades. Por el contrario, los liberales se alinearon sin
pensrselo del lado de aquellas teoras que tanto escandalizaban a sus adversarios,
aunque con importantes reservas.
Una buena fuente para conocer el estado de la cuestin, son las colecciones de
artculos tituladas La literatura en 1881 (1881) y Del Naturalismo (1882) de Leopoldo
Alas Clarn, y La cuestin palpitante (1881-1883) de Emilia Pardo Bazn, en que
ambos autores exponen y discuten las teoras de Zola. Y aunque es difcil sintetizar su
postura, y la de otros novelistas espaoles supuestamente influidos por el Naturalismo,
puede decirse que, en general, nuestros escritores rechazaron las bases tericas del
movimiento, especialmente el materialismo y el determinismo, e intentaron llevar a la
prctica un naturalismo limitado a cuestiones formales y literarias, que fuese compatible
con el cristianismo, con un vago idealismo, o con la idea de que existe una actividad
espiritual desvinculada de lo estrictamente material. Un naturalismo puramente formal,
artstico y literario, como seal Zola a propsito de Pardo Bazn, y no terico o
doctrinal, como el de los novelistas franceses23.
23
En La cuestin palpitante, con un gran conocimiento de causa, Pardo Bazn estudia los precedentes
del Naturalismo y expone las ideas de Zola. Por un lado alaba la fuerza creadora del novelista francs y lo
defiende contra quienes lo acusan de inmoral: Zola dice nunca hace apologa del mal, y se limita a
ejercer el derecho del artista a mostrar las lacras humanas y sociales. Pero, por otro lado, doa Emilia
rechaza enrgicamente el determinismo y las dems bases ideolgicas de la escuela, en nombre de una
concepcin cristiana. De Zola critica su visin materialista del hombre y su concepcin utilitaria de la
novela. La primera le pareca radicalmente condenable desde el punto de vista del pensamiento cristiano,
y la segunda, segn ella, iba en contra del ideal de todo arte, que es realizar la belleza. Si el naturalismo es
condenable, no es por su inmoralidad u obscenidad, como predicaban sus enemigos, sino por su carcter
fatalista, el fondo de determinismo que contiene, la anulacin de la voluntad humana, el
positivismo que lo envuelve, su falta de gusto y de seleccin artstica.
Frente a la postura de Zola, Pardo Bazn se declara partidaria de un realismo nuestro, como frmula
ms ancha y larga que la de Zola, que comprenda y abarque lo natural y lo espiritual, el cuerpo y el
alma, y concilie y reduzca a unidad la oposicin del naturalismo y el idealismo. El mismo Zola, al tener
noticia de que la escritora espaola era tildada de naturalista, manifest su extraeza de que se pudiera
ser, a la vez, naturalista y catlica. Y, con acierto, sentenci que el naturalismo de esa seora es
puramente formal, artstico y literario.
Clarn, por su parte, se adhiere al citado movimiento desde sus inicios en Espaa, aunque no deja de
manifestar una serie de reservas, acentuadas, sobre todo, en su ltima etapa. En concreto, Alas rechaza la
adhesin del naturalismo al positivismo filosfico y su pretensin cientifista, especialmente su
fisiologismo. Clarn no acepta la dependencia de la literatura respecto a ninguna filosofa.
Frente a las doctrinas naturalistas, Clarn opta por un Naturalismo personal, matizado, rebajado, o
combinado con creencias y criterios de otro tipo. Admite la influencia de lo fsico sobre lo espiritual, tal
42
los estragos del progreso y manifestar su aoranza por la idlica vida campesina de
antao. EMILIA PARDO BAZN (1851-1921), en cambio, fustiga en sus novelas rurales el
caciquismo, el sometimiento del campesinado al poder del clero y de los seores, y
denuncia el atraso de los aldeanos y sus costumbres primitivas. BENITO PREZ GALDS
(1843-1920), por su parte, satiriza la vida tradicional en la imaginaria y atrasada ciudad
episcopal de Orbajosa, donde se desarrolla la accin de Doa Perfecta (1876); y otro
tanto ocurre en Vetusta, la ciudad en que est ambientada La Regenta (1883-1884) de
LEOPOLDO ALAS CLARN (1852-1901).
El enfrentamiento entre posturas polticas no se limita a los temas y asuntos de las
novelas, sino que tambin alcanza a las tcnicas literarias. En lneas generales puede
decirse que los escritores progresistas llevarn ms lejos el enfoque realista y, aunque
con reservas, aceptarn las propuestas del Naturalismo, mientras que los de mentalidad
tradicional y conservadora impondrn claros lmites al realismo, rechazarn ciertos
temas y ambientes que eran usuales en los novelistas extranjeros lo hediondo y lo
feo, con palabras de Menndez y Pelayo, y sometern la realidad a una mayor
idealizacin.
Naturalmente, la consolidacin y desarrollo del realismo espaol durante las tres
ltimas dcadas del siglo XIX pas por distintas fases cuyas caractersticas
enumeramos:
Desde 1868 hasta 1880 aproximadamente, predomina la llamada novela de
tesis. Los autores se adhieren a un ideario tradicionalista o liberal, y los temas, los
personajes, la trama y el asunto de sus novelas quedan supeditados a la defensa de
una determinada opcin de tipo ideolgico o poltico cuya validez se pretende
demostrar, por lo que no es raro que en las obras de esta poca predominen los
personajes previsibles, planos y con escasos matices, abnegados y heroicos en unos
casos, brutales o fanticos en otros, dependiendo de la postura poltica adoptada por
el escritor.
En 1870 se publica La Fontana de Oro, de Benito Prez Galds, con la que se
abre esta etapa. Tras ella se editan las dos primeras series de Episodios Nacionales y
otras novelas galdosianas consideradas de tesis24, en las que la opinin poltica de
tipo liberal que se trata de exponer, tiende a rebajar la verosimilitud de la trama y la
credibilidad de sus protagonistas. Y otro tanto ocurre en las novelas que Jos Mara
de Pereda25 o Pedro Antonio de Alarcn 26 escriben durante esta dcada, que
comentaremos en el siguiente apartado, y en las que la defensa del catolicismo y la
tradicin, y los ataques contra el liberalismo, el agnosticismo o las ideas modernas,
conducen a falsear la realidad y a ofrecernos una imagen maniquea de los personajes.
Desde 1880 hasta 1890 la novela espaola se sita en lo que Galds, en el
prlogo que escribi para La Regenta, llam con sorna la procesin del
Naturalismo.
Segn vimos en el apartado 4.1.5., las teoras naturalistas empiezan a ser
conocidas en Espaa a partir de 1880, cuando se difunden las doctrinas de mile
Zola, expuestas en Le roman exprimental (1880) y Les romanciers naturalistes
(1881). La polmica poltica se traslada al campo de la novela, y mientras los autores
conservadores se oponen al Naturalismo, en el que slo ven obscenidad y atesmo,
los liberales se adhieren, con los matices ya indicados, a esta moda literaria, sobre la
que Clarn y Pardo Bazn reflexionaron en manifiestos y artculos 27, y cuyo influjo se
advierte en unas pocas novelas publicadas durante esta dcada, entre las que destacan
24
El audaz (1871), Doa Perfecta (1876), Gloria (1877), Marianela (1878), La familia de Len Roch
(1878).
25
El buey suelto (1878), Don Gonzalo Gonzlez de la Gonzalera (1879), De tal palo, tal astilla
(1880), La Montlvez (1888).
26
El escndalo (1875), El nio de la bola (1880), La prdiga (1882).
44
La desheredada (1881) y Lo prohibido (1884) de Prez Galds, La Regenta (18831884) de Clarn, La tribuna (1883), Los pazos de Ulloa (1886) y La madre
Naturaleza (1887) de Pardo Bazn.
Desechado el determinismo materialista de esta doctrina, en la prctica el
Naturalismo espaol no pas de ser un realismo intensificado, en el que se
perfeccion la observacin, se intent reflejar la miseria moral y material, se
pintaron situaciones escabrosas y ambientes turbios, o se tuvo en cuenta la
herencia biolgica, la fisiologa y el medio ambiente, pero sin que estos factores
llegarn a alcanzar un papel determinante.
Tal vez la consecuencia ms importante que la irrupcin del Naturalismo tuvo
para la evolucin de la novela espaola, fue la sustitucin de la novela de tesis por
un realismo ms autntico, en que las cuestiones ideolgicas pasan a un segundo
plano, el argumento gana consistencia, la pintura de ambientes y tipos se perfecciona,
los personajes ganan personalidad y hondura, y, en definitiva, la realidad triunfa
sobre la ideologa.
Finalmente, desde 1890, y durante la ltima dcada del siglo, sin cambiar la
orientacin realista los narradores espaoles se alejan del Naturalismo, y en
algunos de ellos se observa una cierta evolucin hacia posturas espiritualistas, en
lo cual pudo haber influido la recepcin en Espaa de los novelistas rusos, Tolstoi
y Dostoievski especialmente, cuya visin de la existencia compartirn a partir de
entonces ciertos autores.
La serie de conferencias sobre La revolucin de la novela en Rusia, que Pardo
Bazn pronuncia en el Ateneo de Madrid en 1887, sern el preludio de esta nueva
orientacin, que se manifiesta en novelas como Nazarn (1895), Misericordia
(1897) o El abuelo (1897) de Prez Galds, o en La quimera (1905) de Emilia Pardo
Bazn, en las cuales, y en contra de lo que opinaban los naturalistas ortodoxos, se
pone el acento en el papel que los factores espirituales amor, religiosidad,
solidaridad o abnegacin, desempean en la conducta del hombre.
1902-1939: Puede afirmarse que en 1902, el ao en que se inicia el reinado de
Alfonso XIII, empieza el declive de la moda realista y se abre un nuevo periodo en la
historia de la novela espaola. En ese ao aparecen Amor y pedagoga de Miguel de
Unamuno, La voluntad de Azorn, Camino de Perfeccin de Po Baroja, y Valle-Incln
comienza la publicacin de sus Sonatas, con lo que se abre paso un nuevo tipo de
narrativa, que va a ser predominante en los aos sucesivos, caracterizada por el
subjetivismo, la reflexin y la introspeccin, o por el esteticismo antirrealista.
A pesar de este cambio de orientacin, la novela realista pervive durante el
primer tercio del siglo XX, y sigue alcanzando un xito considerable entre el gran
pblico. Recordemos que Galds muere en 1920, Pardo Bazn en 1921, Palacio
Valds en 1938, y que durante los ltimos aos de su vida estos autores continan
publicando. Adems, varios novelistas contemporneos de la Generacin del 98 o
de fin de siglo, siguen apegados a la esttica dominante en el siglo XIX, por lo que
suele considerrseles epgonos del realismo.
El representante ms destacado del realismo tardo es VICENTE BLASCO IBEZ
(1867-1928), un autor que se adhiri a la moda naturalista y comparti con Zola una
ideologa revolucionaria, cierta preocupacin por las taras hereditarias, una
predileccin por los ambientes srdidos y la crudeza de ciertos temas. Sus novelas
Arroz y tartana (1894), La barraca (1898), Entre naranjos (1900), o Caas y barro
(1902), ambientadas en su Valencia natal, son el mejor ejemplo de este naturalismo
rezagado. Otras, como Sangre y arena (1908) y Los cuatro jinetes del Apocalipsis
27
La literatura en 1881 (1881) y Del Naturalismo (1882) de Leopoldo Alas Clarn, y La cuestin
palpitante (1881-1883) de Emilia Pardo Bazn.
45
(1916), llevadas al cine varias veces, alcanzaron un xito enorme dentro y fuera de
Espaa.
Otros representantes tardos del realismo, muy populares en su poca, son RICARDO
LEN (1877-1943) que en Casta de hidalgos (1908) y otras novelas se muestra defensor
de las tradiciones y el pasado; o CONCHA ESPINA (1877-1955), que en La esfinge
maragata (1914) muestra las duras condiciones de vida de la mujer en las tierras
leonesas.
4.3. Novelistas espaoles de la poca realista. Pereda, Valera, Galds, Pardo
Bazn, Clarn.
Adems de haber realizado una importante labor como recopiladora de materiales
folclricos, reunidos en sus Cuentos y poesas populares andaluces (1859), CECILIA
BHL DE FABER, que habitualmente firm con el seudnimo de FERNN
CABALLERO (1796-1877), es conocida por su novela La Gaviota (1849), en la cual,
como ya indicamos, se inicia el trnsito desde el cuadro de costumbres y el relato
romntico idealista hacia la novela realista propiamente dicha28. En la misma lnea se
sitan sus novelas La familia de Alvareda (1849) y Clemencia (1852).
PEDRO ANTONIO DE ALARCN (1833-1891) tambin es un autor de transicin
entre el posromanticismo y el realismo. Sus primeros libros son crnicas de viajes y
descripciones costumbristas, recopiladas en los volmenes Diario de un testigo de la
guerra de frica (1860), De Madrid a Npoles (1861) y La Alpujarra (1873). Su obra
novelstica se inicia con la entretenida y popular novelita El sombrero de tres picos
(1874), a la que siguieron tres novelas de tesis El escndalo (1875), El nio de la bola
(1880) y La prdiga (1882), en las cuales, frente a las ideas que entonces se abran
paso, Alarcn defiende la tradicin y los valores religiosos como norma suprema de la
conducta humana. Su obra narrativa se completa con las colecciones de cuentos
tituladas Cuentos amatorios (1881), Historietas nacionales (1881) y Narraciones
inverosmiles (1882).
JOS MARA DE PEREDA (1833-1906) tambin inici su labor literaria dentro de
la tradicin costumbrista, con relatos y cuadros de costumbres breves, ambientados en
su Cantabria natal, y reunidos en Escenas montaesas (1864), Tipos y paisajes (1871) y
Tipos trashumantes (1877).
Como en el caso de Alarcn, las primeras narraciones extensas de Pereda son
bsicamente novelas de tesis en que el autor se alinea al lado de la tradicin y
catolicismo oficial, cuyas esencias cree advertir vivas en las aldeas y lugares apartados,
al tiempo que rechaza y combate el liberalismo y las costumbres modernas, que
considera perniciosas para la paz y el bienestar de las gentes. Dentro de este tipo de
narrativa se sitan El buey suelto (1878), sobre los prejuicios morales de la soltera;
Don Gonzalo Gonzlez de la Gonzalera (1879), sobre los males que acarrea la poltica
en general, y particularmente el liberalismo, personificado en la figura del indiano don
Gonzalo; De tal palo, tal astilla (1880), sobre las desastrosas consecuencias de las
doctrinas positivistas y el agnosticismo, que conducen al protagonista al suicidio.
Aunque la tesis y la polmica no estn ausentes en ellas, los mayores logros de
Pereda se sitan en las novelas de tipo regionalista ambientadas en Cantabria: El sabor
28
La protagonista, Marisalada, ha pasado sus primeros aos en la cabaa que su padre, un pescador
cataln afincado en Andaluca, ha levantado junto al mar, y la autora se complace en retratarla como una
especie de versin femenina del mito del buen salvaje: brusca, pero ingenua y bondadosa, dotada de una
voz que admira a todos, libre y sana al mismo tiempo. La muchacha se corrompe, sin embargo, y sus
virtudes se esfuman, cuando triunfa como cantante en los teatros y salones de Sevilla y de Madrid. El
relato se interrumpe con frecuencia para incluir escenas costumbristas, descripciones o materiales
folklricos.
46
La novela narra la historia del joven Marcelo, que vive en Madrid entregado a la molicie, pero
abandona la capital para trasladarse a su casa solariega de Tablanca, en Cantabria, atendiendo a la llamada
de su to don Celso, hidalgo y patriarca del lugar, que se encuentra moribundo; y, a travs de ese
encuentro entre dos generaciones y dos mundos, el autor construye una visin idlica del paisaje y la vida
montaesa, tradicional y apacible, contrapuesta a los rigores y excesos de la gran urbe, cuyas delicias
sencillas acabarn conquistando el corazn del joven recin llegado.
47
48
51
los excesos romnticos. El siguiente libro, Follas novas [Hojas nuevas] (1880), tambin
escrito en gallego, est presidido por la nostalgia de Galicia, que la autora evoca desde
Castilla. Finalmente, En las orillas del Sar (1884), escrito en castellano, est formado
por composiciones de tono pesimista y melanclico, cuya temtica gira a menudo en
torno a las adversidades de la vida, la angustia y el vaco de la existencia.
54
EL SIGLO XX
I
LA LITERATURA ANTERIOR A 1939
1. LA CRISIS DE FIN DE SIGLO Y EL TRNSITO AL SIGLO XX (1885-1915)
Durante el ltimo tercio del siglo XIX se producen una serie de transformaciones tan
decisivas en la escena mundial, que podemos hablar de una verdadera crisis, es decir, de
un profundo cambio que afectar a todos los rdenes de la historia humana. Entre ellas,
la ms importante en el terreno econmico fue la llamada segunda revolucin
industrial, caracterizada por la aparicin de nuevas fuentes de energa, la mejora de los
medios de comunicacin, los adelantos cientficos y tcnicos, la concentracin de
numerosos obreros en grandes factoras. Todo ello conduce a un espectacular auge de la
burguesa y del sistema capitalista, aunque tambin provoca la aparicin de un
proletariado cada vez ms numeroso y combativo, que vive en condiciones inhumanas,
pero que se niega a aceptar su situacin de manera resignada. Tales circunstancias
conducirn al conflicto y enfrentamiento entre las grandes potencias, que desemboca en
la Primera Guerra Mundial (1914-1918), y al auge del movimiento obrero y la
agitacin revolucionaria, especialmente en torno a 1917, el ao en que triunfa en
Rusia la Revolucin Sovitica.
En Espaa, la situacin durante el periodo de la Restauracin y la Regencia
[Reinado de Alfonso XII (1875-1885) y Regencia de Mara Cristina (1885-1902)], es
aun ms grave si cabe, como consecuencia del atraso econmico que el pas sufre en
comparacin con sus vecinos europeos; el anquilosamiento de un sistema poltico
caracterizado por la corrupcin, el caciquismo y el turno de los partidos liberal y
conservador; el atraso cultural (en 1900 el 64% de la poblacin adulta es analfabeta);
el poder y la injerencia en los asuntos polticos de la Iglesia y el Ejrcito; y la
pervivencia de un sistema social arcaico caracterizado por el predominio de las clases
conservadoras (burguesa y oligarqua terrateniente), la debilidad de las clases medias y
de la todava exigua clase obrera, que empieza a organizarse en sindicatos y partidos,
socialistas o anarquistas; y la pobreza y atraso de las masas campesinas, que representan
ms del 60 por ciento de la poblacin.
La derrota de Espaa frente a los EE.UU. y la prdida de las ltimas colonias
(Cuba, Filipinas y Puerto Rico) en 1898 el llamado Desastre del 98, adems del
quebranto humano y econmico que represent, fue un acontecimiento que marc
decisivamente a los autores de la llamada Generacin de fin de siglo, que entonces se
daban a conocer, y el detonante o catalizador de un movimiento de protesta de
carcter regeneracionista, en el que destacaron los nombres de VALENT ALMIRALL30,
catalanista, republicano federal y difusor precoz de muchas ideas renovadoras; RICARDO
MACAS PICAVEA, autor de El problema nacional31; el abogado y periodista mallorqun
DAMIN ISERN32; el ingeniero de minas LUCAS MALLADA33; y JOAQUN COSTA, autor de
30
VALENT ALMIRALL, Espaa, tal como es (La Espaa de la Restauracin) [1886], prlogo de
Antoni Jutglar, Madrid Seminarios y Ediciones, 1972.
31
RICARDO MACAS PICAVEA, El problema nacional: hechos, causas y remedios [1899], introduccin
y notas de Fermn Solana, Madrid, Seminarios y Ediciones, 1972.
32
DAMIN ISERN Y MARCO, Del desastre nacional y sus causas, Madrid, 1899.
33
LUCAS MALLADA, Los males de la patria y la futura revolucin espaola [1890], seleccin, prlogo
y notas de Francisco J. Flores Arroyuelo, Madrid, Alianza, 1969.
55
escritos y propuestas de carcter muy diverso34, cuyo influjo en los autores de fin de
siglo fue decisivo.
1.1. La literatura de fin de siglo. Actitudes, tendencias e influjos
Los autores que empiezan a escribir en torno a 1900 se han clasificado
tradicionalmente en la historia literaria dentro de dos grupos, a los que se atribuyen
caracteres diferentes e incluso opuestos: por un lado la llamada Generacin del 98 y
por otro el Modernismo.
Dentro de la Generacin del 98 suele situarse a los autores pesimistas, como Miguel
de Unamuno o Po Baroja, preocupados por la situacin de Espaa y por los problemas
existenciales, que manifiestan un compromiso poltico ms firme, y cuyo estilo se
caracteriza por la concisin y la sencillez. Los autores modernistas, en cambio,
expresaran su actitud de rebelda mediante la evasin de la realidad circundante, las
actitudes esteticistas y la exuberancia y riqueza del estilo. En la actualidad, sin embargo,
la crtica prefiere hablar de una nica Generacin de fin de siglo en la que conviven
tendencias distintas, a veces contradictorias, pero que en todos los casos tienen su
origen en la profunda crisis a la que acabamos de aludir. No obstante, en los siguientes
apartados sealaremos con ms detalle los rasgos caractersticos del 98 y el
Modernismo.
Rasgo comn a todos los autores de fin de siglo es la rebelda, la actitud de protesta
frente a la sociedad y la ruptura con el pasado inmediato, una rebelda que en algunos
escritores se traduce en un sentimiento de angustia, melancola, subjetivismo y
replegamiento hacia el mundo interior; en otros en una actitud esteticista, de evasin
hacia el pasado o hacia un mundo extico e irreal, de una belleza soada e inalcanzable.
En el terreno poltico y vital, algunos escritores optan por las actitudes individuales de
carcter antisocial desarraigo, bohemia, nihilismo para manifestar su rebelda; otros,
especialmente en el llamado Grupo del 98, prefieren el compromiso poltico, la
protesta, y las actitudes regeneracionistas, lo cual les lleva a plantearse el problema
de Espaa, sus causas y soluciones, generalmente desde posiciones muy pesimistas, y a
reivindicar, frente a las frustraciones del presente, un pasado espaol idealizado, en
obras como En torno al casticismo (1895) de Miguel de Unamuno, Los pueblos (1905)
de Azorn, Hacia otra Espaa (1898) de Ramiro de Maeztu.
La crisis de fin de siglo no slo represent un cambio en el terreno poltico y social,
sino que vino acompaada por una profunda crisis en los valores y el pensamiento
europeos. El racionalismo y el positivismo, que nicamente aceptan aquellos hechos
que pueden ser demostrados mediante la experiencia y la razn, pierden la validez que
alcanzaron en el siglo XIX, y son sustituidos por tendencias filosficas vitalistas e
irracionalistas, que consideran que nuestra percepcin del mundo es un hecho
subjetivo, que la verdad es algo relativo, y frente a la razn y la experiencia, defienden
otras formas de conocimiento como la fe, la ensoacin o la intuicin.
La crisis y la ruptura tambin alcanzan a la literatura, como es lgico. Frente al
realismo, y su prolongacin, el naturalismo, que estuvieron en boga en la segunda mitad
del siglo XIX, y que pretendan ofrecer un retrato fiel y un anlisis minucioso de las
realidades humanas con un estilo supeditado a ese fin como ocurre en las novelas de
Balzac, Galds o Clarn, en la etapa de fin de siglo surgen en la literatura europea
tendencias antirrealistas en que se manifiestan algunas de las actitudes ya citadas
(esteticismo, evasin, subjetivismo o irracionalismo). Entre tales tendencias destacaron
las siguientes:
34
JOAQUN COSTA, Colectivismo agrario en Espaa [1898], introduccin y edicin de Carlos Serrano,
Zaragoza, Guara, 1983, 2 vols.; Oligarqua y caciquismo como la forma actual de gobierno en Espaa:
Urgencia y modo de cambiarla [1902], estudio introductorio de Alfonso Orti, Madrid, Revista de Trabajo,
1975, 2 vols.; as como la seleccin de sus escritos: Oligarqua y caciquismo. Colectivismo agrario y
otros escritos. Antologa, edic. de Rafael Prez de la Dehesa, Madrid, Alianza, 3 edic. 1973.
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jvenes del 98, sobre todo desde la publicacin de su primer esperpento, titulado
Luces de bohemia (1920).
1.2.2. Desde el punto de vista poltico, y teniendo en cuenta las circunstancias
histricas en que surge el grupo del 98, los jvenes que lo componen se muestran
rebeldes frente a la situacin del pas, por lo que su pensamiento entronca fcilmente
con las corrientes revolucionarias, especialmente con el socialismo y el anarquismo, y
se orienta hacia la crtica de la situacin espaola y la bsqueda de soluciones. En esta
lnea se encuentran obras como En torno al casticismo (1895) de MIGUEL DE
UNAMUNO; Hacia otra Espaa (1899), de RAMIRO DE MAEZTU; las novelas de PO
BAROJA Camino de perfeccin (1902), La busca (1904), Mala hierba (1904) y Aurora
roja (1905); y la novela de AZORN titulada La voluntad (1902).
A partir de 1905 los autores del 98 abandonan paulatinamente su radicalismo
revolucionario, y aunque el tema de Espaa va a seguir presente en su obra, la rebelda
es sustituida por una actitud ms lrica y subjetiva, y el tratamiento poltico del tema
de Espaa da paso a un tratamiento potico. En lugar de ocuparse de los problemas
econmicos y sociales concretos de la Espaa de la poca, los autores se mueven en el
terreno de los valores, las ideas y las creencias. Es entonces cuando aparecen los
temas ms conocidos, de la generacin de 98: El pasado y el paisaje de Castilla, y de
otras tierras de la Pennsula [Los pueblos (1905) y Castilla (1912), de AZORN; Por
tierras de Portugal y de Espaa (1911), de Unamuno]; o los mitos literarios elevados a
la categora de smbolos de valor universal [Vida de don Quijote y Sancho (1905), de
UNAMUNO; La ruta de don Quijote (1905), de AZORN; Don Quijote, don Juan y la
Celestina (1916), de RAMIRO DE MAEZTU].
1.2.3. Influidos por el contexto en que vivieron, y por las corrientes de pensamiento
irracionalistas y vitalistas que se haban venido desarrollando en Europa impulsadas
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hallamos lo que don Miguel denomin literatura vivpara, que consiste en que la
obra se gesta en el interior del autor, a partir de experiencias subjetivas, y no en el
exterior, mediante aquel trabajo de documentacin y empollacin de tipo ovparo
que caracteriz a los realistas.
Prdida de importancia de la ambientacin, del entorno histrico y social en que
la accin se desarrolla, mientras que, como contrapartida, pasa a un primer plano lo
que podemos denominar el paisaje interior, el alma del personaje.
La novela se aleja de la realidad visible para acercarse a la reflexin filosfica y
el ensayo.
1.2.6. Fundamental, dentro de la esttica noventayochista, es la renovacin del
estilo, ya indicada, que se caracteriza por:
La voluntad antirretrica, la sobriedad, la sencillez. El estilo, deca Baroja, es
claridad, precisin, rapidez, y Machado, en su obra Juan de Mairena, adopta la
misma postura cuando Mairena elogia al alumno que tras escribir en la pizarra la
frase Los eventos consuetudinarios que acontecen en la ra, la traduce al lenguaje
potico de la siguiente manera: Lo que pasa en la calle.
Bsqueda de las palabras terrueras, tradicionales, en un deseo de ensanchar el
idioma.
Estilo impresionista, lo cual supone que en las descripciones tiene ms
importancia la impresin personal, subjetiva, que la descripcin objetiva. Tal estilo
viene reforzado por la abundancia de adjetivos y de notas coloristas, semejantes a las
pinceladas de la pintura impresionista, por la animacin del paisaje y de las
realidades descritas, que parecen cobrar vida.
[La prosa rpida, concisa e impresionista propia de los escritores de fin de siglo
tradicionalmente adscritos al Grupo del 98, puede verse en la descripcin de la Piltra
del to Rilo, perteneciente a la novela La busca (1904) de Po Baroja (Antologa,
pp.14-15)].
1.3. El Modernismo
El trmino Modernismo, que haba designado cierta corriente heterodoxa de
renovacin religiosa, se aplic, en el campo de las artes, a una serie de tendencias
europeas y americanas surgidas en los ltimos veinte aos del siglo XIX, cuyas
caractersticas comunes eran un marcado anticonformismo y un claro esfuerzo de
renovacin esttica, en abierta oposicin al realismo vigente.
En su origen, el trmino modernista, lanzado por los enemigos de las
novedades, tuvo una significacin despectiva. Sin embargo, hacia 1890, Rubn Daro
y otros asumen con un insolente orgullo tal designacin. Y a partir de entonces la
palabra Modernismo ir perdiendo paulatinamente su valor peyorativo, y se convertir
en un concepto fundamental de la historia literaria.
1.3.1. El concepto de Modernismo ha sido objeto de distintas interpretaciones
sobre su extensin y lmites. Dos son sustancialmente las posturas:
Para una corriente de la crtica, el Modernismo es un movimiento literario
bien definido, que se desarrolla entre 1885 y 1915, cuya cima es Rubn Daro, y
62
que por su carcter esteticista y escapista se diferencia claramente del estilo sobrio
y las preocupaciones regeneracionistas de los autores del 98.
Para otros el Modernismo no es slo un movimiento literario, sino una poca y
una actitud, que incluira expresiones muy diversas, artsticas y de otro tipo. En este
sentido, el Modernismo sera la forma hispnica de la crisis universal de las letras y
del espritu que inicia hacia 1885 la disolucin del siglo XIX, y que se haba de
manifestar en el arte, la ciencia, la religin, la poltica y en los dems aspectos de la
vida entera, con todos los caracteres de un hondo cambio histrico. Para los
partidarios de esta tesis, la distincin entre autores modernistas y noventayochistas
es errnea, ya que todos formaran parte de una Generacin de fin de siglo, aunque
sus componentes reaccionen ante la crisis finisecular desde posturas distintas.
1.3.2. En cuanto a sus races intelectuales y sociales, el Modernismo tiene sus
orgenes en la crisis de fin de siglo, en el desacuerdo de los artistas e intelectuales
con la civilizacin burguesa, que se manifestar de diversas formas.
Segn vimos, los autores del llamado grupo del 98 expresan su malestar
mediante la rebelda poltica, los proyectos regeneracionistas o el ensimismamiento
pesimista. En cambio en los autores que tradicionalmente se han situado dentro del
movimiento modernista, esa rebelda se manifiesta ante todo literariamente, a travs
del aislamiento elitista y el refinamiento esttico dandysmo y aristocratismo;
mediante conductas asociales y amorales, como la rebelda iconoclasta y la
bohemia; por medio de la evasin hacia mundos exticos, de belleza inalcanzable,
alejados en el espacio y el tiempo; o se traduce en un sentimiento de angustia y
desazn que, en muchos aspectos, recuerda al que experimentaron los romnticos.
1.3.3. La renovacin esttica que llevan a cabo los autores modernistas en Espaa
y en Hispanoamrica tiene sus orgenes en los movimientos parnasianista y
simbolista, a los que ya nos hemos referido en un apartado anterior (1.1.). De los
parnasianos se toma la concepcin de la poesa como un bloque marmreo, el anhelo
de perfeccin formal, los temas exticos, los valores sensoriales. Y de los
simbolistas, el arte de sugerir, la bsqueda de efectos rtmicos dentro de una variada
musicalidad, la presencia de la intuicin y el smbolo como un medio de descifrar
realidades ocultas.
A estas influencias habra que aadir el magisterio de Gustavo Adolfo Bcquer, as
como los influjos de Edgar Allan Poe, Walt Whitman, Oscar Wilde o Gabriele
D'Annunzio.
1.3.3. La temtica del Modernismo apunta en dos direcciones. En unos casos es
la faceta ms conocida del movimiento se inclina a la evasin esteticista, hacia
mundos ideales, exticos o soados, opuestos a la cotidiana vulgaridad de la
sociedad burguesa; en otros, hacia la intimidad del poeta, casi siempre atormentada
y melanclica:
En efecto, la angustia, el hasto, la melancola o la tristeza son sentimientos
caractersticos, presentes en casi toda la poesa modernista. Segn Juan Ramn
Jimnez, el poeta en todo hallar motivo para sentirse o mostrarse melanclico:
frente a un paisaje, frente a la mujer, frente a la vida, analizndose interiormente.
De ah la presencia de lo otoal, de lo crepuscular, de la noche, temas reveladores
del malestar que experimentan quienes se sienten insatisfechos del mundo en que
viven.
El escapismo tiene su origen en la desazn que experimenta el poeta, la
cual le empuja a huir del mundo circundante por los caminos del ensueo, o hacia
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El propio Valle explicaba que en el esperpento el autor ve la realidad desde el aire, con lo que los
personajes quedan empequeecidos, y que su nueva esttica consista en observar las normas clsicas y al
hroe trgico a travs de un espejo cncavo, que deforma las imgenes hasta lo risible.
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2. EL PERIODO
GRUPO DEL 27
DE ENTREGUERRAS
(1915-1939): NOVECENTISMO,
VANGUARDIAS
y Puerto Rico. En 1956 recibe el Premio Nobel de Literatura. Muere en 1958 en Puerto
Rico.
La obra de Juan Ramn est influida por la poesa espaola clsica y moderna
(Bcquer especialmente), por Rubn Daro y el modernismo, y por el simbolismo
francs. En ella suelen distinguirse, de acuerdo con las indicaciones del propio autor,
tres etapas:
1. poca sensitiva (1898-1915): Se caracteriza por la sensibilidad, el tono
melanclico e intimista, la reflexin sobre el amor y la muerte. En cuanto a la
forma, se advierte el influjo del simbolismo y la influencia del modernismo y el
parnasianismo, especialmente en la musicalidad y sonoridad del verso.
Ttulos caractersticos de esta etapa son Arias tristes (1903), Jardines lejanos
(1904), Elejas (1907), Baladas de primavera (1907), Soledad sonora (1911) y Esto,
en que se inicia la transicin hacia la siguiente etapa.
2. poca intelectual (1916-1936): Como ya indicamos, el matrimonio con
Zenobia y el viaje a Estados Unidos marcan el comienzo de un profundo cambio en
la obra de Juan Ramn, que se inicia con Diario de un poeta recin casado (1916).
La poesa de esta etapa se caracteriza por la supresin de lo realista y
anecdtico, la bsqueda incesante de la belleza, la indagacin en las realidades
profundas y la esencia oculta de las cosas, el carcter intelectual de la poesa,
concebida como una forma de conocimiento, la concentracin conceptual y emotiva
cada vez mayor, el uso del verso libre.
Adems de Diario de un poeta recin casado (1916), son obras fundamentales de
esta etapa Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919), Poesa (1923), Belleza (1923).
3. poca verdadera (1937-1958): En los ltimos aos el estilo de Juan Ramn se
vuelve ms hermtico y complejo. La mtrica combina formas clsicas y otras
experimentales.
La poesa de este periodo gira en torno a dos temas fundamentales: La divinidad,
que, desde una postura de misticismo pantesta, se identifica con la belleza y con la
propia conciencia creadora; y la muerte, concebida como una parte esencial de la
vida y una forma de permanencia y eternidad.
Obras fundamentales de este periodo son Romances de Coral Gables (1948),
Animal de fondo (1949) y la Tercera antoloja potica (1957).
[El estudio de la obra de Juan Ramn Jimnez debe completarse con la lectura de
la Antologa, pp. 27-32, y del poema Vino primero pura, del libro Eternidades (1918),
incluido en las Unidades didcticas, en que Juan Ramn explica la evolucin de su obra
lrica].
Otros autores fundamentales dentro de la Generacin novecentista son JOS
ORTEGA Y GASSET (1883-1955), filsofo, ensayista y gua intelectual del grupo;
EUGENI DORS (1882-1954), novelista, ensayista y crtico de arte; MANUEL AZAA
(1880-1940), conocido sobre todo por su actividad poltica; RAMN PREZ DE AYALA
(1881-1962), creador de una novela de tipo intelectual ttulos fundamentales son
Troteras y danzaderas (1913) y Belarmino y Apolonio (1921); GABRIEL MIR (18791930), creador de una novela lrica Nuestro padre San Daniel (1921), El obispo
leproso (1926); RAMN GMEZ DE LA SERNA (1888-1963), impulsor de las
vanguardias en Espaa y autor de una extenssima obra en que se combinan la novela, la
biografa, el ensayo y las gregueras, que comentaremos al tratar de las vanguardias.
73
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hombre slo ser libre cuando desaparezca la explotacin y quede abolida la divisin
de la sociedad en clases, segn las doctrinas de Karl Marx. Slo as ser posible
conquistar una verdadera vida, una sobrerrealidad, amordazada por las restricciones
de un entorno represivo.
Desde el punto de vista artstico, los surrealistas proponen la liberacin del poder
creador del hombre, para lo cual es necesario que las tendencias, imgenes e
impulsos reprimidos en nuestro inconsciente afloren de forma libre, desligados de la
censura que impone nuestra razn. Para lograrlo, los surrealistas emplearon varias
tcnicas entre las que destacaron la escritura automtica, realizada en un estado de
irreflexin y semiinconsciencia, la unin fortuita de palabras, siguiendo oscuras
sugerencias, la resea de los sueos, en que nuestros impulsos inconscientes afloran
sin ningn control. El resultado fue la creacin de un nuevo lenguaje situado ms
all de la expresin lgica, aparentemente incoherente, pero que sacude al lector o
espectador en lo ms ntimo. En la poesa, en concreto, se entremezclan objetos y
sucesos que nuestra razn mantiene separados, y son frecuentes las asociaciones
libres e inesperadas de palabras, o la presencia de imgenes onricas y delirantes que
no se dirigen a nuestra razn, sino que tratan de llegar al fondo escondido de nuestro
inconsciente para suscitar oscuras emociones.
2.3.3. Las vanguardias en Espaa: Las vanguardias fueron divulgadas e influyeron
desde muy pronto en Espaa, y algunos de estos movimientos tuvieron entre nuestros
artistas un enorme arraigo:
RAMN GMEZ DE LA SERNA, uno de los autores ms jvenes de la Generacin
novecentista, public el manifiesto futurista en la revista Prometeo en 1910, recapitul
la evolucin de las nuevas corrientes en su libro Ismos (1931), y difundi el espritu
vanguardista en toda su obra, especialmente en sus gregueras, especie de breves
sentencias de carcter metafrico, a veces lricas y generalmente humorsticas41.
Aparte de algunas influencias directas de las tendencias que acabamos de citar, en la
literatura espaola se difundieron dos movimientos de vanguardia autctonos, el
ultrasmo y el creacionismo.
El primero de ellos, el ultrasmo, fue un movimiento efmero, divulgado a partir de
1919. Su principal impulsor fue GUILLERMO DE TORRE, y vino a ser una sntesis de
temas de carcter futurista y de tcnicas cubistas, especialmente el caligrama.
El creacionismo, ms original y duradero, fue difundido por el poeta chileno
VICENTE HUIDOBRO, y en Espaa por JUAN LARREA y GERARDO DIEGO. El ideal de
los creacionistas era lograr que el poema se convierta en un objeto absolutamente
autnomo, que no imite ni reproduzca la realidad, y cuya gracia y belleza dependan
nicamente de sus juegos verbales y sus imgenes arbitrarias, fruto del azar o el
capricho del poeta.
El mximo apogeo de las vanguardias en Espaa coincide con los aos veinte y
treinta, la poca en que se dan a conocer los poetas del 27, de los que tratamos a
continuacin. Son varios los autores de este grupo que contribuyeron a la difusin de las
vanguardias o fueron influidos por ellas, como ocurre en el caso de GERARDO DIEGO,
autor de dos libros de poemas creacionistas, Imagen (1922) y Manual de espumas
(1924). No obstante, el movimiento que ms influjo tuvo en los poetas del 27, y en
Espaa en general recurdense la pintura de Salvador Dal o el cine de Luis Buuel,
fue el surrealismo, cuya presencia es evidente en libros fundamentales del Grupo del
27, especialmente Sobre los ngeles (1929) de RAFAEL ALBERTI, Poeta en Nueva York
41
El elefante es la enorme tetera del bosque. Los paraguas son viudas que estn de luto por las
sombrillas desaparecidas. El cocodrilo es un zapato desclavado. Cuando se llega al verdadero
escepticismo es cuando por fin se sabe que escepticismo no se escribe con x. La jirafa es como el
periscopio para ver los horizontes del desierto. Aburrirse es besar a la muerte. El coleccionista de
sellos se cartea con el pasado. En la gruta bosteza la montaa. Hay peces en el sol? S, pero fritos.
Eva fue la esposa de Adn, y, adems, su cuada y su suegra.
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que seduzca por sus calidades estticas y no por su lastre humano, siguieron durante
cierta poca algunos de estos poetas.
Las vanguardias (vase el apartado anterior), de las que adoptan el gusto por
las metforas originales, los temas futuristas, la sintaxis libre y las imgenes
sorprendentes propias del ultrasmo y el creacionismo ya vimos que Gerardo Diego
fue uno de los promotores de este movimiento, as como las imgenes onricas y
irracionales tpicas del movimiento surrealista, cuyo influjo es muy visible en las
obras, ya citadas, de Rafael Alberti, Garca Lorca, Luis Cernuda y Vicente
Aleixandre.
2.4.3. Caractersticas comunes: Entre las caractersticas comunes de este grupo de
poetas pueden sealarse la slida formacin cultural de algunos de ellos, y su
dedicacin a la investigacin y la enseanza de la literatura; la bsqueda de la
expresin escueta, sin adornos innecesarios; la sustitucin de lo sentimental y lo
anecdtico por lo racional, al menos en su primera poca; el gusto por la metfora,
unas veces tradicional, siguiendo el ejemplo de Luis de Gngora, otras ilgica y
sorprendente, de acuerdo con la moda vanguardista; la preferencia por el verso libre,
que ya haba utilizado ampliamente Juan Ramn Jimnez.
2.4.4. Etapas y evolucin42: Para entender la poesa del 27 debe tenerse en cuenta la
evolucin conjunta de estos poetas, que puede dividirse en tres etapas caracterizadas
por la deshumanizacin de la poesa entre 1920 y 1927, su rehumanizacin desde
1928 hasta la Guerra Civil de 1936, la dispersin del grupo al terminar la contienda en
1939.
1. Durante la primera etapa (1920-1927), la poesa de los escritores del 27 se
sita en general dentro de aquella tendencia que Ortega y Gasset denominaba la
deshumanizacin del arte, no porque en sus obras no traten temas humanos, sino
porque en la mayora de sus libros la pasin y la emotividad han sido sustituidas por
el hermetismo, la bsqueda de la perfeccin formal y una emocin de tipo
intelectual. A ello contribuyen algunos de los influjos ya citados, que recordaremos
brevemente:
En primer lugar la poesa pura iniciada por Juan Ramn Jimnez,
caracterizada por la supresin de los elementos anecdticos y de la efusin
sentimental, la simplicidad, la brevedad y la expresin condensada, que tendr su
mximo exponente en Jorge Guilln y su libro Cntico (1928) para Guilln,
poesa es todo lo que queda en el poema despus de haber eliminado todo lo que
no es poesa.
Tambin fue decisiva la admiracin por Gngora, un autor intelectual y
puro en cierta forma, que, segn Dmaso Alonso, vena a favorecer nuestros
anhelos de arte, y el enorme intervalo que queramos poner entre poesa y
realidad.
Debe recordarse, finalmente, el influjo de las primeras vanguardias,
especialmente el ultrasmo y el creacionismo, impulsado este ltimo por Gerardo
Diego43, cuyos juegos verbales, imgenes arbitrarias y artificios tipogrficos
venan a favorecer un arte deshumanizado e intelectual.
42
En la Gua para la lectura de los poetas del 27 puede verse una explicacin detallada, con
numerosos ejemplos, de la evolucin conjunta del grupo.
43
Autor de los libros de inspiracin creacionista Imagen (1922) y Manual de espumas (1924), ya
citados.
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44
Sobre los ngeles (1928) de Rafael Alberti, Poeta en Nueva York (1929-1930) de Federico Garca
Lorca, Espadas como labios (1931) y La destruccin o el amor (1933) de Vicente Aleixandre, y La
realidad y el deseo (1936) de Luis Cernuda.
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componente grotesco y deformador. En todas ellas est presente el tema del amor
del viejo y la mujer joven.
Estas obras suelen clasificarse en dos grupos: Las farsas para guiol
Tragicomedia de don Cristbal y la se Rosita (1922), Retablillo de don Cristbal
(1931) y las farsas para personas Amor de don Perlimpln con Belisa en su jardn
(1929), La zapatera prodigiosa (1930).
2.2. Dramas imposibles: Influido por el surrealismo y por las corrientes
experimentales ensayadas por autores como Bertold Brecht y Luigi Pirandello,
Federico escribe un teatro de vanguardia que quiere sacudir la conciencia del
espectador tradicional, pero que, segn reconoca el propio autor, en su poca
resultaba irrepresentable. A este grupo corresponden El pblico (1930) y As que
pasen cinco aos (1931).
2.3. Dramas y tragedias: En este grupo se incluyen las obras ms conocidas de
Federico, como Mariana Pineda (1923), Bodas de sangre (1933), Yerma (1934),
Doa Rosita la soltera, o el lenguaje de las flores (1935), La casa de Bernarda Alba
(1936).
Todos estos dramas tienen protagonistas femeninas cuyos anhelos ntimos se ven
perseguidos, coaccionados o reprimidos por el mundo externo, por lo que el deseo
frustrado y la afectividad insatisfecha son temas recurrentes en todos ellos.
De estos dramas destaca La casa de Bernarda Alba, considerada como la obra
cumbre del teatro lorquiano. A diferencia del resto de su teatro, en La casa estn
ausentes casi por completo los momentos lricos y el verso. Su tema central, el
enfrentamiento entre los principios de libertad y de autoridad, viene a resumir la
preocupacin fundamental de toda la obra lrica y dramtica del autor45.
[El estudio de la obra de Garca Lorca debe completarse con la lectura de los textos
incluidos en la Antologa, pp. 47-54, y en las Unidades didcticas].
RAFAEL ALBERTI (1902-1999) naci en el Puerto de Santa Mara (Cdiz) en 1902.
En 1917 la familia se traslad a Madrid, donde en el alma del joven Rafael crece la
45
Despus de la muerte de Antonio Mara Benavides, Bernarda Alba queda viuda con cinco hijas:
Angustias, de 39 aos, Magdalena de 30, Amelia de 27, Martirio de 24, y Adela, la menor, de 20. Tras el
entierro de su esposo, Bernarda impone a las hijas un luto riguroso: En ocho aos que dure el luto no ha
de entrar en esta casa el viento de la calle. Hacemos cuenta que hemos tapiado con ladrillos puertas y
ventanas. As pas en casa de mi padre y en casa de mi abuelo. Mientras, podis empezar a bordar el
ajuar. Situacin extrema, sin duda, que lleva hasta lo inverosmil el rigor del duelo, presente en Espaa,
especialmente en el medio rural, hasta poca reciente.
Las hijas aceptan la situacin resignadas, no les queda otra eleccin, pero slo en apariencia, ya que
en su interior hierven deseos mal disimulados de amor, de sexo, de libertad. En la casa de Bernarda, en
efecto, reina una paz aparente, que va a quedar rota con la presencia de un elemento exterior que acta
como catalizador y que desencadena la tragedia: Pepe el romano, mozo de veinticinco aos, seorito
guapo, que pretende a la mayor de las hermanas, Angustias, pero que desea a Adela, con la que pronto
empezar a tener relaciones a escondidas.
Muchas noches, tras visitar a Angustias en la reja, segn el precepto de los noviazgos antiguos, Pepe
se encuentra con Adela en otra ventana de la casa, y despus en el corral, hasta cerca de la madrugada, si
bien estos hechos se insinan y no quedan claros para el espectador hasta las ltimas escenas.
Martirio, que tambin ama a Pepe, espa a Adela y acaba denuncindola una noche. Pepe huye y
Bernarda dispara contra l sin herirle, aunque Adela, que espera un hijo de Pepe, se ahorca creyndole
muerto.
La obra, como vemos, reitera un tema presente por doquier en la obra del autor: El conflicto entre la
realidad y el deseo, entre un principio de autoridad irracional, sustentado en la tradicin y la costumbre, y
las ansias de realizacin personal y de amor de las hijas de Bernarda, cuyos deseos ntimos se ven
reprimidos, empujados a la frustracin, y las protagonistas, forzadas a arrastrar una vida tan estril,
equiparable a la muerte.
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nostalgia por su tierra gaditana. Su primera vocacin fue la pintura, que pronto cambi
por la poesa. Con su primer libro, Marinero en tierra, obtuvo el Premio Nacional de
Literatura en 1925.
Entre 1927 y 1928 sufre una profunda crisis que cambia su visin del mundo y que
plasmar en los poemas reunidos en el libro titulado Sobre los ngeles (1929). Empieza
a intervenir en la lucha contra la dictadura del general Primo de Rivera. Conoce a Mara
Teresa Len, que ser compaera inseparable de todas sus actividades. En 1931 ambos
optan decididamente por la militancia poltica en el Partido Comunista. Al ao siguiente
reciben una beca de la Junta para ampliacin de estudios a fin de entrar en contacto con
los nuevos movimientos artsticos europeos.
Durante los tres aos de la guerra Mara Teresa y Rafael desarrollan una intensa labor
cultural en las filas republicanas. Tras la guerra marchan al exilio y residen en Francia,
en Argentina, en Italia. Rafael regresa a Espaa en abril de 1977. En 1983 obtiene el
premio Cervantes, que viene a representar el reconocimiento definitivo del poeta. Muere
en octubre de 1999.
Rasgos caractersticos de la lrica de Alberti son su extraordinario dominio de los
recursos mtricos, tanto de la versificacin popular como de la culta, la musicalidad
de sus poemas y su sentido del ritmo, la atencin al cromatismo, que desempea un
importante papel en su poesa, la presencia casi permanente del mar y del sentimiento
de nostalgia en sus poemas.
En cuanto a su evolucin, dentro de la obra de Alberti suelen distinguirse estas
etapas, en las que podemos ver resumida la evolucin de la poesa del Grupo de 1927:
1. Poesa neopopular: Despus de sus primeros tanteos, Alberti emprende el
camino del neopopularismo, que fructificar en uno de sus mejores libros, Marinero
en tierra (1924), con el que obtuvo el Premio Nacional de Literatura. El libro consta
de poemas sencillos, cortos, con el tono y ritmo propios de la lrica tradicional, que
Alberti recrea magistralmente, y su tema central es la aoranza del mar, un mar
idealizado, smbolo de alegra y plenitud.
En la misma lnea estn La amante (1925) y El alba del alhel (1927), que
empieza a marcar la transicin hacia una nueva tendencia. En esta etapa inicial de la
obra de Alberti predominan lo ldico y sonriente; se perfila como un poeta nada
problemtico, poeta del mundo recin estrenado y la alegra vital.
2. Gongorismo y surrealismo: La tendencia iniciada con sus tres primeros libros
se ve interrumpida por Cal y canto (1929), cuyo ttulo revela una clara intencin de
complejidad y hermetismo. Como todos los compaeros de grupo, Alberti se siente
atrado por el arte de Gngora y comienza a escribir una poesa barroca, de
compleja elaboracin, influida tambin por las vanguardias.
La grave crisis personal ya citada lo empuja a los dominios del surrealismo, que
por aquellos aos empezaba a difundirse en Espaa. El resultado es su segundo gran
libro, Sobre los ngeles (1929), en el que el poeta, que se siente desterrado y
perdido en un mundo agnico, ha querido representar, no los ngeles cristianos,
corpreos, de los bellos cuadros o estampas, sino irresistibles fuerzas del espritu que
representaban ciegas encarnaciones de todo lo cruento, lo desolado, lo agnico, lo
terrible y a veces bueno que haba en m y me cercaba, segn confes en sus
memorias el propio autor.
3. Poesa comprometida: A partir de 1930 Alberti deja atrs las preocupaciones
formales y los conflictos ntimos. Vuelve los ojos a la realidad de su tiempo, inicia la
militancia comunista y empieza a escribir poesa revolucionaria, en que abandona
las oscuridades estilsticas para volver a su primitiva sencillez y para caer
ocasionalmente en el prosasmo. Esta nueva actitud fructifica en obras cuyos valores
83
estticos han sido muy discutidos: El poeta en la calle (1935), De un momento a otro
(1937).
4. Poesa del exilio: Terminada la Guerra Civil, la amarga experiencia del exilio
conforma los libros escritos a partir de 1939, transidos de nostalgia: Entre el clavel y
la espada (1941), Pleamar (1944), Retornos de lo vivo lejano (1952), Ora martima
(1953).
Otros libros de esta etapa, como Poemas de Punta del Este (escrito entre 1945 y
1956) o Baladas y canciones del Paran (1953), se inspiran en la nueva realidad
americana con la que ahora convive, pero los impregna la misma melancola.
Tambin pertenece a esta poca una de las obras fundamentales de Alberti, A la
pintura (1948), que rene poemas dedicados a grandes pintores y a los elementos que
intervienen en la actividad pictrica. El tema reaparece en Los ocho nombres de
Picasso (1970).
[El estudio de la obra de Rafael Alberti debe completarse con la lectura de los textos
incluidos en la Antologa, pp. 55-58, y en las Unidades didcticas].
Otros autores del 27 son JORGE GUILLN (1893-1984), cuyo libro Cntico (1928,
concluido en 1950) es un de los ejemplos mximos de poesa pura; GERARDO DIEGO
(1896-1987), que a travs de los libros Imagen (1922) y Manual de espumas (1924)
difunde la moda creacionista; VICENTE ALEIXANDRE (1898-1984), autor de Espadas
como labios (1931) y La destruccin o el amor (1933), en que estn presentes la
temtica amorosa y la moda surrealista; LUIS CERNUDA (1902-1963), que en La
realidad y el deseo (1936) rene su poesa anterior a la guerra, tambin influida por el
surrealismo, y en el exilio escribe Las nubes (1940-1943) y Desolacin de la quimera
(1956-1962); DMASO ALONSO (1898-1990), autor de Hijos de la ira (1944), libro que,
despus de la guerra, inicia en Espaa la poesa existencial. Junto a ellos destacan
EMILIO PRADOS (1899-1962), MANUEL ALTOLAGUIRRE (1905-1959), CONCHA
MNDEZ (1898-1986), ERNESTINA DE CHAMPOURCIN (1905-1999).
2.6. Miguel Hernndez, epgono de la Generacin de 27
Aunque cronolgicamente pertenece a la Generacin de 1936, a MIGUEL
HERNNDEZ (1910-1942) puede considerrsele un epgono de la Generacin de 27, ya
que su poesa supone una sntesis de las principales etapas de este grupo:
1. El primer libro de Miguel Hernndez, Perito en lunas (1934), sigue la
tendencia de la poesa pura, hermtica y deshumanizada, con la que iniciaron su
labor los poetas del 27. En l predomina el uso de la metfora y se percibe el influjo
de Gngora, comn a otros autores de esta poca.
2. La plenitud potica de Miguel Hernndez se alcanza con El rayo que no cesa
(1936), publicado en la poca de rehumanizacin de la poesa espaola, y cuyo
tema central es el amor: una pasin incesante y desbordada, que se estrella contra el
desdn de la amada y las barreras que se levantan a su paso; pasin que se convierte
en un dolor punzante, y que coloca al protagonista en las fronteras de la muerte.
El Rayo que no cesa se compone, sobre todo, de sonetos. Ese molde clsico tan
riguroso favorece una perfecta sntesis entre el desbordamiento emocional y la
concentracin expresiva. Aparte de los sonetos, la gran composicin del libro es la
inolvidable Elega a Ramn Sij: sus tercetos encadenados componen una de las ms
impresionantes elegas de la lrica espaola y, acaso, el ms alto poema de la amistad
que se ha escrito entre nosotros.
84
85
II
LA LITERATURA ENTRE 1939 Y 1975
Adems de ser un acontecimiento dramtico, de consecuencias gravsimas en el
terreno poltico y humano, la Guerra Civil espaola vino a interrumpir el proceso de
modernizacin cultural iniciado durante la Monarqua y la Repblica, y represent el
final de uno de los periodos ms brillantes de nuestra literatura, el del primer tercio del
siglo XX, en que convivieron y crearon artistas pertenecientes a varias generaciones,
desde el modernismo a las vanguardias.
Tras la contienda algunos autores se quedaron en Espaa; otros, como Unamuno,
Machado, Maeztu o Garca Lorca, murieron como consecuencia de la guerra; el resto
parti hacia el exilio, con lo que, a partir de 1939, es preciso hablar no slo de dos
Espaas, sino tambin de dos literaturas espaolas: De un lado la de los autores
exiliados, integrantes de una Espaa peregrina, que han de empezar a crear de nuevo
lejos de su tierra, de la que se sienten desarraigados y a la que aoran. De otro, la
literatura que, en medio de las dificultades propias de la dictadura, desarrollan en
Espaa unos cuantos escritores muy pocos ya consagrados, y otros ms jvenes, que
no podrn contar con el magisterio y el apoyo de los grandes creadores de la poca
anterior, muchos de ellos muertos o exiliados, y a los que, por tal motivo, se les ha
denominado Generacin sin maestros.
1. LA LITERATURA DEL EXILIO
Durante los tres aos de Guerra Civil, y especialmente en los primeros meses de
1939, en que acab la contienda, partieron para el exilio unos 300.000 espaoles, y
aunque algunos pudieron regresar en los aos posteriores, la mayora permaneci en los
pases de acogida hasta el final del franquismo o hasta su muerte.
Adems del drama humano que represent, y de sus terribles efectos econmicos y
demogrficos, el exilio espaol tuvo consecuencias desastrosas para la evolucin y
modernizacin de nuestra cultura, y especialmente para la creacin artstica y
literaria, que, tras la guerra, se vio privada de sus creadores ms brillantes y fecundos.
Varios escritores de la Generacin novecentista, como Juan Ramn Jimnez, Prez
de Ayala o Gmez de la Serna, casi todos los de la Generacin vanguardista y el
Grupo del 27, y, junto a ellos, otros autores ms jvenes, que apenas haban empezado
su carrera literaria al iniciarse la guerra, tuvieron que abandonar el pas, y en algunos
casos, a pesar de la lejana, las dificultades y la dispersin, crearon lejos de Espaa sus
mejores obras.
Algunos de estos autores desarrollaron su labor en Europa, aunque fue en los pases
de Hispanoamrica donde encontraron una mejor acogida y un ambiente ms propicio
para continuar su trabajo. Curiosamente, mientras en la Espaa de los aos cuarenta la
creacin literaria de calidad qued reducida al mnimo, en Mxico, Buenos Aires y otras
ciudades de Amrica surgieron las mejores muestras de la literatura espaola de
aquellos aos. No obstante, dada la dispersin y diversidad de actitudes que caracterizan
a estos autores, pertenecientes a generaciones muy distintas, es difcil hallar rasgos
comunes entre ellos, por lo que, ms que de una literatura espaola del exilio, habra
que hablar de un conjunto de autores exiliados.
1.1. La novela del exilio
La novela del exilio, al menos en una primera poca, vino a prolongar las
tendencias narrativas que se haban desarrollado en la Espaa de los aos veinte y
86
treinta:
1.1.1. De un lado una novela vanguardista y experimental, alejada de los
postulados realistas, que podra situarse dentro de lo que Ortega y Gasset denomin
literatura deshumanizada, pero que en el exilio evoluciona hacia lo intelectual o lo
intimista.
Dentro del grupo destacan ROSA CHACEL, autora de relatos intimistas y
autobiogrficos Memorias de Leticia Valle (1946), La sinrazn (1960) y Barrio de
Maravillas (1976); y FRANCISCO AYALA, que en Los usurpadores (1949), Muertes
de perro (1958) o El fondo del vaso (1962) transciende lo cotidiano y anecdtico
para preguntarse por la situacin del hombre en el mundo y por la crisis moral que
padece la sociedad contempornea
1.1.2. De otro, una novela realista, representada por autores que en los aos
treinta se haban interesado por la problemtica social, y que en el exilio tratarn de
novelar el pasado, especialmente su infancia y adolescencia, como una forma de
preservar sus recuerdos y su identidad tras la experiencia sufrida, o, ya dentro de un
pasado ms inmediato, harn de la Guerra Civil el asunto predilecto de sus obras.
Nombres fundamentales son ARTURO BAREA, autor de la triloga autobiogrfica
La forja de un rebelde (1951); MANUEL ANDJAR, que en la triloga titulada
Vsperas (1947-1959) rememora la sociedad espaola anterior a la contienda; y el
ms conocido de todos, RAMN J. SENDER, autor, entre otras obras, de Rquiem por
un campesino espaol (1953), novela ambientada en un pueblo aragons durante la
guerra, y Crnica del alba (1942-1966), serie de nueve novelas de corte
autobiogrfico, en que se recrea la vida espaola del primer tercio del siglo XX a
travs de las memorias de un oficial del ejrcito republicano exiliado en Francia.
Mencin aparte merece MAX AUB, que tras haberse iniciado en la novela de
carcter vanguardista, en el exilio abandona esta tendencia para recrear la Guerra
Civil en El diario de Hamlet Garca (1944) y en la serie titulada El laberinto mgico
(1943-1965).
1.2. La poesa del exilio
El panorama de la poesa en el exilio es ms rico, si cabe, que el de la novela, entre
otras razones porque en el destierro conviven destacados autores de la Generacin
novecentista, con Juan Ramn Jimnez a la cabeza; poetas de la Generacin del 27
como Alberti, Salinas o Cernuda; junto a otros ms jvenes, o desconocidos antes de la
guerra, que producirn lo esencial de su obra en el destierro.
Aunque no exista unidad en este grupo de poetas, muy dispersos esttica y
geogrficamente, s que pueden sealarse algunos temas comunes a la mayora ellos,
que en cierto modo coinciden con los que hemos encontrado en la novela. Entre ellos
destacan el recuerdo de la Guerra Civil, las ilusiones maltrechas y la amargura de la
derrota y el exilio; el recuerdo nostlgico de Espaa, que en ocasiones se une a la
evocacin de una infancia y adolescencia felices; la denuncia de la guerra y la
injusticia en el mundo nos encontramos en los aos de la segunda Guerra Mundial y
la posterior Guerra Fra; la preocupacin por el hombre, en un sentido social y
existencial; el deseo de una reconciliacin y una paz autnticas para Espaa, una
actitud en la que pronto coincidirn con algunos poetas del interior.
1.2.1. Entre los autores de la Generacin novecentista o de 1914 destaca JUAN
RAMN JIMNEZ, que en Amrica concluye la tercera etapa de su poesa Dios
deseado y deseante (1948-1949), Romances de Coral Gables (1948), Animal de
fondo (1949), caracterizada por la depuracin incesante de la forma, y por la
87
destacan lvaro Custodio, que en Ciudad de Mxico puso en escena a autores espaoles
clsicos y contemporneos, y Margarita Xirgu, que en Montevideo funda y dirige la
Escuela Municipal de Arte Dramtico. En cuanto a los dramaturgos, en el exilio
continuaron su obra autores fundamentales, pertenecientes, la mayora de ellos, a la
Generacin del 27.
En Buenos Aires estrena con enorme xito ALEJANDRO CASONA, autor de los
dramas poticos La dama del alba (1944), La barca sin pescador (1945) y Los rboles
mueren de pie (1949), en que la fantasa y el sueo se entremezclan con la realidad.
RAFAEL ALBERTI escribe en el exilio El trbol florido (1940), drama potico en que
folklore y tradicin popular se insertan en una trama amorosa, y El adefesio (1944), en
que se contraponen el deseo de libertad y la represin, encarnadas en las figuras
femeninas de Altea y Gorgo respectivamente.
PEDRO SALINAS reflexiona sobre el tema de la tirana en Judith y el tirano (1943), y
sobre la felicidad humana y sus posibilidades en El director (1945).
Menos conocidos son JACINTO GRAU, autor de dramas de corte intelectual y
simblico, que haba escrito la mayor parte de su produccin antes de la guerra;
PAULINO MASIP, creador de farsas de carcter tragicmico; RAFAEL DIESTE,
renovador de un teatro esperpntico y grotesco; o JOS RICARDO MORALES, que
aprovecha elementos surrealistas o tomados del teatro del absurdo.
Dramaturgo y novelista fundamental del exilio es MAX AUB (Pars, 1903-Mxico,
1972), el cual haba iniciado su actividad literaria en los aos veinte, bajo el influjo de
las vanguardias, aunque publica lo fundamental de su obra en el destierro. Dentro de su
evolucin pueden distinguirse con claridad tres etapas:
1. La primera etapa de su obra, anterior a la Guerra Civil, se sita plenamente en
el teatro vanguardista de entreguerras, opuesto al drama realista y el teatro burgus
que estaba de moda entonces. A este periodo corresponden Crimen (1923), Una
botella (1924), Narciso (1924), El desconfiado prodigioso (1924) y Espejo de
avaricia (1935).
2. Durante la guerra escribe un teatro de circunstancias, teatro de combate,
pensado para ser representado en el frente. Entre las obras de este momento destaca
Pedro Lpez Garca (1936).
3. La tercera etapa de la produccin dramtica de Max Aub corresponde al exilio
del autor en Mxico, donde escribe dramas centrados en los problemas morales y
polticos del mundo contemporneo, especialmente los derivados de la ascensin del
fascismo en Europa. As, el problema de los refugiados perseguidos por el nazismo
se plantea en San Juan (1943) y El rapto de Europa (1946). Morir por cerrar los
ojos (1944) retrata la quiebra moral de Francia en vsperas de la ocupacin alemana.
En su faceta de narrador, segn indicamos al tratar de la novela, Max Aub es autor
de la serie titulada El laberinto mgico, en que se rememora la guerra Civil,
formada por las novelas Campo cerrado (1943), Campo de sangre (1945), Campo
abierto (1951), Campo del moro (1963), Campo de los almendros (1968) y Campo
francs (1965).
2. LA LITERATURA EN ESPAA DESDE 1939 A 1975
Mientras en los aos de la posguerra los autores del exilio desarrollan una labor de
gran calidad y altura, dentro de Espaa la literatura se recupera en medio de grandes
dificultades, hasta tal punto que tendrn que pasar algunos aos para que surjan
producciones de un cierto inters.
89
90
El propsito de estos autores quedan claras en alguna declaracin de intenciones: Yo he visto y veo
continuamente como es la pobre gente de Espaa. No adopto una actitud sentimental ni tendenciosa. Lo
que me mueve, sobre todo, es el convencimiento de que hay una realidad espaola, cruda y tierna a la vez,
que est casi indita en nuestra novela (Ignacio Aldecoa). La novela, a la par que un documento de
nuestro tiempo y un planteamiento de los problemas del hombre actual, debe herir, por decirlo de alguna
manera, la conciencia de la sociedad, en un deseo de mejorarla (Ana M Matute).
93
Diversos crticos ya lo apuntaban a comienzo de los aos sesenta: As, Guillermo de Torre, en 1963:
Hemos llegado a la saturacin del realismo monocorde, y no es aventurado presumir un desquite de la
imaginacin; y Corrales Egea, en 1965: Una vez llevada a cabo una cura de realismo, nuestra literatura
debe abrirse a nuevos horizontes.
94
Frente a la novela tradicional, en que era fundamental contar una historia, la ancdota se reduce
enormemente en estas novelas hasta casi desaparecer por completo. Podra decirse incluso que son
novelas sin argumento. La ancdota adquiere en otras ocasiones una dimensin antirrealista, onrica y
fantstica, como ocurre con las novelas de Kafka [La Metamorfosis (1915), El proceso (1925), El Castillo
(1926)], o nos sita en un ambiente en que lo real se entremezcla con lo fantstico. Es el caso del condado
del sur de EE. UU. en que se desarrollan las novelas de Faulkner, y sobre todo los espacios fantsticos de
las novelas hispanoamericanas del llamado realismo mgico: Pedro Pramo (1955), de Juan Rulfo, narra
la historia de Juan Preciado, que se dirige al pueblo de Comala por un encargo que le hizo su madre al
morir, y descubre que todos los habitantes del lugar, incluyendo al cacique Pedro Pramo, y l mismo,
estn muertos. Cien aos de soledad (1967) nos narra la historia mtica de Macondo, pueblo imaginario
en el que parece resumirse, de manera fantstica, toda la historia de Hispanoamrica y toda la historia de
la humanidad. En Espaa puede recordarse el espacio mtico de Regin, pueblo fantstico creado por Juan
Benet, y Castroforte de Baralla, el imaginario pueblo gallego en que se desarrolla La saga/fuga de J. B.
(1972) de Gonzalo Torrente Ballester.
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Desaparece la divisin en captulos de la novela tradicional, y el captulo es sustituido por la
secuencia, como ya ocurra en la novela de la poca del realismo social. A veces no hay divisiones entre
las secuencias, o hay muy pocas, y la novela es un largo monlogo que puede considerarse como un slo
prrafo sin puntos y aparte [Una meditacin (1970), de Juan Benet], o como una sola oracin con incisos
separados por comas [San Camilo 1936, de Cela], o por dos puntos [Reivindicacin del conde don Julin
(1970), de Juan Goytisolo].
Tcnicas especiales son el contrapunto en que se entremezclan dos o ms historias [Contrapunto
(1928) de Aldous Huxley], la narracin mltiple, o el caleidoscopio, utilizado en La colmena de Cela y
tambin en La regin ms transparente (1958) de Carlos Fuentes.
50
El tiempo lineal tradicional se sustituye por los saltos atrs y adelante en el fluir temporal, el flashback, las elipsis, el desorden cronolgico, motivado por la espontaneidad con que se hilvanan los hechos,
unidos por el fluir de la conciencia. Tambin conviene distinguir el tiempo reducido del monlogo (cinco
horas, una tarde, unos minutos), y el tiempo extenso de los hechos narrados, que puede abarcar toda una
vida.
51
Junto a la prdida de importancia o incluso la desaparicin del personaje individual en las novelas
de protagonista colectivo, nos encontramos con que el personaje se torna anodino, difuso, inseguro.
Frente al hroe de la novela clsica, tenemos en nuestros das al personaje borroso y alienado, inseguro y
zarandeado por las circunstancias, de casi todas las novelas modernas. Buen ejemplo nos lo ofrecen las
95
vista mltiple52, el uso del monlogo interior y de la segunda persona en la narracin 53,
las descripciones minuciosas y las digresiones ensaysticas 54, la variedad de registros
lxicos y la abundancia de recursos estilsticos55.
La renovacin estilstica y formal continu entre los escritores ms jvenes JOS
MARA GUELBENZU, JOS LEYVA, GERMN SNCHEZ ESPESO, JOS MARA VAZ DE
SOTO, VICENTE MOLINA FOIX, que en algunos casos acentuaron la tendencia
antirrealista y la experimentacin hasta tal extremo, que su obra deriv muy pronto
hacia un relato de tipo minoritario, intelectual y formalista, alejado del gran pblico.
Todo ello condujo a un cansancio de la experimentacin, y al retorno, desde mediados
de los aos setenta, a una novela de corte ms tradicional, en que la historia vuelve a ser
el eje del relato.
[Como ejemplo de la novela experimental de los aos sesenta, pueden leerse los
fragmentos del monlogo de Carmen durante el velatorio de su esposo, pertenecientes a
Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes, incluidos en la Antologa, pp. 72-73].
novelas de Juan Mars, protagonizadas por personajes marginales: Manolo, el chorizo que protagoniza
Ultimas tardes con Teresa (1966) de Mars; los golfillos que inventan aventis en Si te dicen que ca
(1973), tambin de Juan Mars; el exiliado o el autoexiliado que mira a su pas desde un distanciamiento
enconado, en las novelas de Juan Goytisolo Seas de identidad (1966) o Reivindicacin del conde don
Julin (1970).
52
Frente a la novela tradicional, objetiva y omnisciente, la novela del siglo XX se caracteriza por la
presencia de un narrador perspectivista y por su carcter subjetivo. Ya no se intenta reproducir el mundo
tal como es, sino tal como lo vive una determinada conciencia narradora, desde una perspectiva
determinada. Para ello se recurre a la narracin en primera persona o al monlogo interior. El verdadero
fundador de esta nueva orientacin narrativa fue Marcel Proust, con En busca del tiempo perdido (19131927), en que el verdadero eje de la narracin es la subjetividad del protagonista, que indaga en su propia
conciencia, para reconstruir vivencias e inquietudes,.
53
En relacin con lo anterior, es fundamental el papel que ocupa el monlogo interior, o corriente de
conciencia, una de las tcnicas ms caractersticas de la narrativa del siglo XX, consecuencia del
subjetivismo y el perspectivismo de que hemos hablado. Frente a la narracin tradicional en primera
persona, el monlogo interior se caracteriza por el desorden, la incoherencia, las repeticiones, y la
ausencia total o parcial de los signos de puntuacin, como corresponde al fluir inconsciente de recuerdos
y sensaciones. El creador de esta tcnica es James Joyce en su Ulises (1922), sobre todo en el original
monlogo final de Molly, y ha sido utilizada por casi todos los narradores posteriores.
En algunos casos extremos, la novela es un nico monlogo, que se prolonga a lo largo de toda la
narracin. As, Una meditacin (1970) de Juan Benet, o Cinco horas con Mario (1966) de Miguel
Delibes. En otros casos encontramos el uso de monlogos en segunda persona, que pueden tener varias
modalidades: El monlogo se desarrolla en segunda persona porque se dirige a un interlocutor,
generalmente ausente, como en Mrs. Caldwell habla con su hijo de Cela (1953) y Cinco horas con Mario
(1966) de Miguel Delibes. En otras ocasiones el protagonista habla consigo mismo en segunda persona,
como en San Camilo 1936 (1969) de Cela, monlogo nico delante de un espejo, o en Seas de identidad
(1966) de Juan Goytisolo.
54
El autor-narrador se halla presente a menudo e interviene intercalando comentarios. La novela
rompe por otra parte sus fronteras y absorbe elementos discursivos propios del ensayo. Son por ello
frecuentes las digresiones en que se plantean y discuten temas muy diversos, como ocurre en los
elementos discursivos incorporados a Tiempo de silencio de Martn Santos.
55
El lenguaje de la novela incorpora numerosos elementos que tradicionalmente eran propios del
lenguaje potico: Metforas, hiprboles, perfrasis, comparaciones, trminos tcnicos, cultismos, etc. La
sintaxis adquiere un carcter innovador, desde la frase muy corta, casi inarticulada, hasta la ms larga y
compleja. Todo ello se combina a veces con la ausencia de artculos, el predominio de las formas
nominales, etc.
A la novela se le incorporan, en una especie de collage, nuevos elementos: textos periodsticos,
policiales, jurdicos, publicitarios, etc. En Seas de identidad aparecen informes policiales sobre
miembros de la oposicin, prospectos tursticos, etc. La verdad sobre el caso Savolta (1975) de Eduardo
Mendoza se inicia con la reproduccin de las declaraciones del protagonista, Javier Miranda, ante un juez
de Nueva York. Tambin son corrientes los artificios tipogrficos y de puntuacin: ausencia de
puntuacin, disposiciones especiales de los prrafos y las lneas, uso de distintos tipos de letras, etc.
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Se trata, como seal Dionisio Ridruejo, de una novela desmitificadora. Cela ser el que ponga la
primera bomba al edificio idealizante que, como una burbuja, se ha levantado sobre los horrores y
esperanzas de la guerra. Frente a los triunfalismos del Imperio y la unidad de destino en lo universal,
se plasma de manera descarnada la violencia colectiva que la sociedad espaola ha padecido en los aos
de la guerra y la primera posguerra, concentrada, en breve sntesis, en la historia individual de un
campesino extremeo que, en un medio familiar y social de primitivismo y barbarie, se ve empujado
repetidamente al crimen.
La novela presenta curiosas similitudes con El extranjero (1942), de Albert Camus, en su violencia
gratuita, a veces motivada slo por causas fsicas, en el desarraigo de ambos protagonistas, verdaderos
extranjeros, en su exploracin lcida en el absurdo de la existencia.
Un tema central, dentro de esta temtica existencial, es el sentido de culpabilidad, y como
consecuencia de ello, el sentimiento de alienacin y extraeza, que empuja al hombre a huir de s mismo:
Quera poner sombra entre mi sombra y yo, entre mi nombre y mi recuerdo y yo, entre mis mismos
cueros y mi mismo. Hay ocasiones en que ms vale borrarse como un muerto, desaparecer de repente
tragado por la tierra, deshilarse en el aire como un copo de humo.
Se trata, adems, de una novela que podemos calificar de fatalista, y en este sentido es, tal vez, el
smbolo de toda una poca, segn expone de forma clarividente Pascual Duarte: Los mismos cueros
tenemos todos los mortales cuando nacemos, y sin embargo, cuando vamos creciendo, el destino se
complace en variarnos como si furamos de cera y en destinarnos por sendas diferentes a un mismo fin: la
muerte. Hay hombres a quienes se les ordena marchar por el camino de las flores, y hombres a quienes se
les manda tirar por el camino de los cardos y de las chumberas.
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Recurdese que Garcilaso de la Vega (1503-1536) inici en castellano un tipo de poesa clasicista,
imitada de modelos italianos, por lo que se le considera el fundador de la lrica renacentista en Espaa.
As, en el editorial del primer nmero de la revista Garcilaso, se lee: En el cuarto centenario de su
muerte ha comenzado de nuevo la hegemona de Garcilaso. Muri militarmente, como ha comenzado
nuestra presencia creadora. Y Toledo, su cuna, est ligada tambin a esta segunda reconquista, a este
segundo renacimiento hispnico, a esta segunda primavera del endecaslabo.
98
concebida como un lujo / cultural por los neutrales / que lavndose las manos, / se
desentienden y evaden.
Los temas de estos poemas coinciden con los que por aquellos aos estn presentes
en la novela y el teatro: la injusticia social, la guerra, la necesidad de la reconciliacin,
el anhelo de libertad y de paz, la preocupacin por Espaa.
En cuanto al estilo, como seal Blas de Otero, estos poemas iban dirigidos a la
inmensa mayora, por lo que los poetas optan por un lenguaje claro y familiar, lo cual
puede conducir a un empobrecimiento estilstico, aunque tambin, como ocurre en Blas
Otero, llevar al aprovechamiento artstico de la lengua coloquial.
[Como ejemplo de la poesa comprometida y la temtica social de los aos
cincuenta, pueden leerse los poemas Sobre esta piedra y Fidelidad, del libro Pido la
paz y la palabra de Blas de Otero (Antologa, pp. 79-80)].
2.2.3. Si bien la poesa social y comprometida de los cincuenta se debe sobre todo a
autores de la posguerra, como Celaya y Otero, hacia mediados de la dcada, igual que
sucedi con otros gneros, surge una nueva promocin potica, la llamada Generacin
del medio siglo, o de 1960, de la que forman parte escritores nacidos entre 1925 y
1935, como CARLOS BARRAL, JAIME GIL DE BIEDMA, JOS AGUSTN GOYTISOLO,
JOS NGEL VALENTE, ALFONSO COSTAFREDA, JOS MANUEL CABALLERO
BONALD, CLAUDIO RODRGUEZ, NGEL GONZLEZ, GLORIA FUERTES o
FRANCISCO BRINES, junto a otros ms jvenes como JOAQUN MARCO, CARLOS
SAHAGN o FLIX GRANDE.
Un cierto carcter fundacional de esta generacin, similar al homenaje a Gngora
que protagonizan los poetas del 27, fue el Homenaje a Antonio Machado, celebrado el
22 de febrero de 1959 en Colliure con motivo del veinte aniversario de la muerte del
poeta. A la difusin de la obra de este grupo tambin contribuyeron la antologa titulada
Veinte aos de poesa espaola (1960), publicada en Barcelona por Josep Maria
Castellet, y la Coleccin Colliure, editada en Barcelona por la Editorial Barral desde
esa fecha, en la que dan a conocer sus obras algunos de estos poetas.
Los autores de este grupo son en cierta forma continuadores de la Generacin de
posguerra, a la que imitan y admiran, aunque muy pronto se distancian de ella en un
deseo de superar la poesa anterior. Su intencin es revelar al hombre con todas sus
consecuencias y en toda su integridad, por lo que, junto a la dimensin social y
existencial, su poesa incorpora otros aspectos del ser humano, sin olvidar la
experiencia personal, lo cotidiano y lo ntimo, presente en temas como la evocacin
de la infancia, el paisaje natal, el amor, la amistad o el erotismo, en un deseo de
consolidar una poesa de la experiencia personal58. La temtica social y la denuncia
siguen estando presentes en muchos de sus poemas, aunque suelen ir acompaadas por
la irona, la parodia y el sarcasmo, y teidas de un cierto escepticismo y
distanciamiento, fruto del cansancio que acabaron produciendo tales temas.
En cuanto al estilo, pese a la variedad de registros, se observa en todos ellos un deseo
de perfeccionar y enriquecer la lengua potica, potenciando sus efectos evocadores,
simblicos y expresivos, dentro de una tendencia, comn a todos estos poetas, que
podemos definir como la sustitucin del compromiso poltico por el compromiso
potico, y que podra resumirse en una certera frmula de Jos Agustn Goytisolo, el
58
Segn Flix Grande, los poetas de esta promocin parten de lo humano, se sumergen en lo
humano. Dicho de otro modo: su plataforma es la ambicin de significar al hombre total y esta ambicin
es en s misma una aventura, y toda aventura artstica es una investigacin incesante. Segn Claudio
Rodrguez, la finalidad de la poesa, como la de todo arte, consiste en revelar al hombre todo aquello por
lo cual es humano, con todas sus consecuencias. Y, con palabras de Pere Gimferrer, lo propio de estos
poetas no es tanto el realismo histrico, como la creacin y la consolidacin de una poesa de la
experiencia personal.
100
Poetizar escribe Guillermo Carnero es ante todo un problema de estilo. Un estilo efectivo da
carta de naturaleza a cualquier motivo sobre el que se ejercite. La recproca es una barbaridad; no hay
101
va a caracterizar ante todo por perseguir metas estticas, y por buscar una renovacin
completa de las formas de expresin potica, para lo cual, en una especie de vuelta a
la libertad de las vanguardias, recurren a las imgenes onricas y la escritura
automtica propias del surrealimo, a la ruptura de los moldes mtricos y los esquemas
sintcticos, o a distintas formas de collage en que se entremezclan fragmentos de
canciones, mensajes publicitarios o citas de otros poetas. En ciertos autores la poesa
adquiere un carcter hermtico, difcil, culturalista, lo que la aleja del lector comn.
[Como ejemplo de la poesa de los novsimos pueden leerse los poemas incluidos
en la Antologa, pp. 85-86].
A travs de la poesa de BLAS DE OTERO (1916-1979) podemos seguir con exactitud
la evolucin de la lrica espaola desde 1936:
1. Tras la publicacin de diversos poemas de temtica amorosa y religiosa, Otero
escribe ngel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951), libros que
podemos situar en la lnea de la poesa desarraigada de los aos cuarenta, centrada en
las preocupaciones de tipo existencial: el amor, la condicin mortal del ser humano,
la angustia, la soledad, el grito desgarrado dirigido a un Dios que permanece ausente.
2. La segunda etapa de la poesa de Otero se inicia en 1955 con la publicacin de
Pido la paz y la palabra (1955), al que siguieron En castellano (1959) y Que trata
de Espaa (1964). En ellos la temtica existencial da paso a una poesa social,
dirigida a la inmensa mayora, y a la presencia de temas como la guerra y sus
consecuencias, la preocupacin por Espaa y su futuro, la necesidad de la
reconciliacin, el anhelo de libertad y de paz, junto a evocaciones, especialmente en
los dos ltimo libros, de los mejores autores de la literatura hispnica, de Cervantes a
Neruda. Como ya indicamos, Blas de Otero opta en estos poemas por un lenguaje
claro y familiar, y por el verso libre, generalmente muy breve.
3. La ltima etapa de la creacin de Blas de Otero est formada por un libro en
prosa, Historias fingidas y verdaderas (1970), en que el autor medita sobre el oficio
de poeta y sobre cuestiones diversas de carcter poltico y social, y por el poemario
titulado Mientras (1970), en que combina los temas sociales y existenciales,
presentes en sus obras anteriores, y la lengua potica se enriquece con la aportacin
de las vanguardias y las tendencias experimentales de esa dcada.
[El estudio de la obra de Blas de Otero debe completarse con la lectura de los textos
incluidos en la Antologa, pp. 77-80].
2.3. El teatro desde 1939 a 1975. Antonio Buero Vallejo. Francisco Nieva
En el teatro espaol del siglo XX suele distinguirse por un lado un teatro
triunfante, que sigue caminos ya conocidos y no destaca por su calidad, pero que goza
del favor del pblico; y, por otro, un conjunto de autores renovadores, que aportan
nuevas tcnicas escnicas, abordan temas incmodos o tratan de sacudir las conciencias,
pero que, por lo general, apenas cosechan xitos, o incluso no logran llegar a los
escenarios.
El hecho de que en el teatro contemporneo hayan triunfado los autores poco
innovadores y las obras de mediana calidad, mientras que los mejores dramaturgos eran
ningn asunto, ninguna idea, ninguna razn de orden superior, ningn sentimiento respetable (quedan
poqusimos), ningn catlogo de palabras nobles, ninguna filosofa (aunque est cargada de futuro) que
por el hecho de estar presentes en un escrito lo justifiquen desde el punto de vista del Arte.
102
Mihura escribe Tres sombreros de copa en 1931 y tarda veinte aos en estrenarla. Cuando lo haga,
el autor ya habr optado por una lnea de continuidad teatral que le asegure el xito. No obstante, el
humor de Mihura, como el de Jardiel, seguir una lnea de cierta ruptura, prxima a veces al teatro del
absurdo, y en la lnea crtica que ya haban ejercitado Tono y el propio Mihura desde las pginas de La
codorniz.
El asunto de Tres sombreros de copa es el siguiente: Dionisio pasa en una fonda su ltima noche de
103
prostituirse ms tarde, para adaptarse a las necesidades del espectador burgus que
no est dispuesto a quebrarse la cabeza despus de echar el cierre a su negocio,
creando piezas de tipo ms convencional, entre las que destacaron Maribel y la
extraa familia (1960) y Ninette y un seor de Murcia (1964).
Tambin a principios de los aos cincuenta surge un grupo de dramaturgos que
podemos calificar de innovadores dentro de la tradicin, que continan y
perfeccionan la comedia burguesa de pocas anteriores, y en el cual se incluyen
EDGAR NEVILLE, JOS LPEZ RUBIO o VCTOR RUIZ IRIARTE, creadores de un
tipo de comedia sentimental, amable, de humor fino y culto, que cuida los dilogos
y la estructura dramtica, que evita ciertos temas vedados en aquellos aos, y rehuye
los conflictos o los transciende mediante el humor.
Finalmente, igual que haba ocurrido en los dems gneros, aunque con cierto
retraso respecto a la poesa y la novela, a finales de esta dcada surge un teatro de
contenido existencial temas como la frustracin, la soledad, la incomunicacin, la
violencia, o la muerte, que despus se orientar hacia lo social, y en el que destacan
los nombres de Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre.
ANTONIO BUERO VALLEJO inicia su carrera como dramaturgo con Historia de
una escalera (1949) y En la ardiente oscuridad (1950), en que se combina la
temtica social y la existencial. La primera de estas obras retrata la vida fracasada
de tres generaciones de vecinos de una casa humilde, que ven cmo el tiempo va
destruyendo sus ilusiones sin que ninguno de ellos logre escapar de una vida srdida,
tanto por culpa de las limitaciones sociales como por la indecisin y falta de
fidelidad a los propios anhelos y proyectos. En la ardiente oscuridad nos sita ante
un grupo de invidentes y ante las diferentes posturas que les es dado adoptar frente a
la existencia: o asumir el dolor y la injusticia y rebelarse contra ellos, o recluirse en
un mundo feliz aunque ficticio.
Por su parte, ALFONSO SASTRE comenz su actividad teatral con el drama
titulado Escuadra hacia la muerte, estrenado por un grupo de estudiantes
universitarios en 1953, en el cual se representan las ltimas horas de un grupo de
soldados que son obligados a resistir el ataque enemigo en una posicin avanzada
hasta perder la vida, y que, tras matar al cabo que mantiene la disciplina en la
escuadra, reaccionarn frente a esa situacin lmite de diferentes maneras, que van
desde la resignacin hasta el suicidio. Al problema de la libertad se une as otros
temas tpicos de la literatura existencial: la muerte y nuestra actitud ante ella, el
sentido de la vida, que se nos presenta como una larga condena sin salida ni
respuesta.
2.3.2. Segn vimos en el apartado anterior, al iniciarse los aos cincuenta se abren
paso una serie de tendencias teatrales que van a consolidarse a lo largo de esta dcada.
Entre ellas cabe recordar un teatro cmico en que se entrelazan elementos del teatro del
absurdo, y en el que destaca Miguel Mihura, autor de Tres sombreros de copa (1951);
una comedia de tipo sentimental adaptada a los gustos del gran pblico, desarrollada
por Edgar Neville, Jos Lpez Rubio y Vctor Ruiz Iriarte; y un teatro de contenido
existencial, iniciado por Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre, que desde mediados
soltero antes de casarse con una virtuosa seorita. All conoce a Paula y su compaa de revistas, y, a
travs de ella, todo un torrente de alegra y felicidad, opuesto al mundo de convencionalismos en que
vive.
Entre las escenas de humor memorables puede recordarse el momento en que Dionisio charla con
Paula y le llama su novia. l no quiere coger el telfono. Cuando Paula insiste, y le dice que mire quin
es, l mira por el auricular y contesta que no se ve a nadie. Cuando Paula le pregunta si se va a casar, l
contesta que regular, y en otro momento: S, me caso pero poco. Cuando Fanny, una de las coristas,
le dice que tiene unos ojos muy bonitos, l pregunta: En dnde?
104
de los aos cincuenta, e igual que haba ocurrido en la poesa y la novela, se orientar
hacia el realismo social.
Como ya indicamos, los pioneros del teatro realista, en el que junto a lo social
suelen estar presentes los temas existenciales, fueron ANTONIO BUERO VALLEJO con
Historia de una escalera (1949) y En la ardiente oscuridad (1950), y ALFONSO SASTRE
con Escuadra hacia la muerte (1953). Ya a mediados de la dcada, y en los aos
siguientes, coincidiendo con el auge del realismo social en la poesa y la novela, se
estrenan Hoy es fiesta (1956) de BUERO VALLEJO, y Muerte en el barrio (1955) y La
cornada61 (1960) de ALFONSO SASTRE.
No obstante, la consolidacin de un teatro crtico de contenido social fue tarda,
tal vez debido al peso de la censura, de manera que tenemos que remontarnos a los
primeros aos sesenta para que aparezca un nuevo grupo de dramaturgos y un conjunto
de piezas representativas de esta tendencia, entre las que destacan ttulos como Los
inocentes de la Moncloa (1960) de JOS MARA RODRGUEZ MNDEZ, La madriguera
(1960) de RICARDO RODRGUEZ BUDED, El tintero (1961) de CARLOS MUIZ, La
camisa (1962) de LAURO OLMO, o Las salvajes en Puente San Gil (1963) de JOS
MARA MARTN RECUERDA.
En todos estos dramas predomina el testimonio realista, el retrato ms o menos fiel
de las circunstancias actuales, especialmente las de las clases humildes, y una intencin
crtica que ha de sortear como puede la amenaza constante de la censura. La
ambientacin y la tcnica son simples por lo general, adaptadas a la intencin
testimonial de tales dramas, y en los dilogos suele reflejarse el habla popular de forma
bastante fiel.
En cuanto a su contenido, el teatro realista y social suele llevar a la escena temas y
asuntos como la responsabilidad colectiva en la muerte de un nio en un accidente
(Muerte en el barrio), la explotacin del trabajador, en este caso un torero (La cornada),
los sufrimientos de unos jvenes opositores (Los inocentes de la Moncloa), las penurias
del oficinista, obrero de corbata y cuello blanco (El tintero), las estrecheces de una
vivienda habitada por vecinos realquilados (La madriguera), la emigracin forzosa del
proletariado (La camisa), la hipocresa y la intolerancia de un pueblo en el que va a
actuar una compaa de revistas (Las salvajes).
Una mencin especial merecen las creaciones que BUERO VALLEJO lleva a la escena
durante estos aos, un conjunto de dramas histricos en que las cuestiones morales o
existenciales adquieren una inmediata dimensin social, al quedar enmarcadas en un
contexto social concreto, y aunque situadas en el pasado, resultan de candente
actualidad. As ocurre en Un soador para un pueblo (1958), Las Meninas (1960), El
tragaluz (1966) o El sueo de la razn (1970).
2.3.3. El teatro comercial de los aos sesenta sigue dominado por gneros ya
conocidos, que gozan del aplauso del gran pblico, y que no ofrecen demasiadas
novedades respecto a las dcadas anteriores.
As, el teatro humorstico entreverado de notas disparatadas y absurdas, que
Miguel Mihura y Jardiel Poncela iniciaron con gran xito, tendr sus continuadores
en JUAN JOS ALONSO MILLN y ALFONSO PASO, uno de los autores ms
prolficos de nuestro teatro contemporneo, aunque sus obras adolezcan de una
calidad muy desigual.
61
Como ejemplo de drama social, La cornada es una obra curiosa, ya que en ella el conflicto social, el
enfrentamiento entre las clases, se traslada al mundo taurino. En el primer acto Jos Alba acaba de morir
en el quirfano de la plaza de toros. A continuacin nos trasladamos a las horas anteriores a la corrida, y
vemos el drama del torero, escindido entre su dimensin privada (su mujer) y pblica (los toros), y
enfrentado adems a su empresario, que lo explota. Alba ha intentado suicidarse aquella misma tarde
clavndose un cuchillo, y el empresario le ha obligado a torear, a pesar de las recomendaciones del
mdico, y a consecuencia de ello, y no de la herida del toro, se ha producido su muerte.
105
Antonin Artaud (1896-1948) expuso sus doctrinas teatrales en el ensayo titulado El teatro y su
doble (1938). Artaud desvaloriza el papel del texto, reivindica un teatro total en el que intervengan la
msica, la mmica, la plstica, la danza: resucitar una idea de espectculo total, donde el teatro recobre
del cine, del Music-hall, del circo y de la vida misma lo que siempre fue suyo. Su concepcin del teatro
como teatro de la crueldad parta de la idea de que el drama deba agitar la conciencia del espectador,
liberar su inconsciente, empujarle hacia la rebelin vital, en la lnea que proponan los surrealistas.
63
En la Alemania de Entreguerras se desarrolla un teatro proletario, concebido como arma de
propaganda al servicio de la revolucin, que se representa en barriadas obreras, fbricas, tabernas, etc.
Este teatro arranca de la rebelda de los expresionistas, pero no trata de despertar emociones, sino de
transmitir ideas, con un tono didctico y razonador. Su principal representante, Bertolt Brecht (18981956), fomenta un teatro pico, caracterizado por su tono didctico y reflexivo, y por el distanciamiento
implicacin racional y no sentimental del espectador respecto a lo que sucede en la escena, lo cual se
logra a travs de la interrupcin de la accin mediante eslganes, consignas, fragmentos lricos,
proyeccin de pelculas, intervencin de un coro o un narrador que comenta los hechos desde una
posicin externa a la trama representada. Entre sus obras destacan La pera de tres reales (1928), Galileo
Galilei (1937), Los fusiles de la seora Carrar (1937), Madre Coraje (1939), La irresistible ascensin de
Arturo Ui (1941), El crculo de tiza caucasiano (1943).
64
El teatro del absurdo, aunque se inicia a principios de siglo XX con Alfred Jarry, y su Ub rey
(1896), alcanza su apogeo en los aos cincuenta y sesenta del siglo XX, con Eugne Ionesco (1912-1994)
y Samuel Beckett (1906-1989), en cuyos dramas se explota lo incongruente en los dilogos y
situaciones, con el fin de hacer visible y parodiar el absurdo del mundo contemporneo, llevando hasta
extremos inconcebibles el absurdo con que nos topamos cada da. Obras representativas de esta tendencia
son La cantante calva (1950), Las sillas (1951) y Rinoceronte (1960), de Ionesco; y Esperando a Godot
(1953) y Final de partida (1957) de Beckett.
65
En su teatro pobre, Jerzy Grotowski (1933-1999) desarrolla y pone en prctica las sugerencias de
Artaud, si bien, frente a la abundancia de resursos escnicos, propone la desnudez escnica y ausencia de
medios, compensada por el mximo desarrollo de las facultades expresivas del actor.
66
El llamado teatro experimental, en sus orgenes fue un verdadero drama underground, o teatro
soterrado, que trat de recoger y desarrollar todas las aportaciones renovadoras que hemos comentado en
las notas anteriores: contenido antirrealista, simblico y alegrico; teatro al margen de los circuitos
oficiales, que se representa en los campus, las fbricas, la calle, en que prevalece la improvisacin
colectiva sobre el texto base, y en que se incorporan la danza, la msica, el mimo, el guiol; participacin
del pblico e improvisacin de los actores, en una fiesta de tipo colectivo.
106
Miln, Living Theatre, fundado en 1946 por Julian Beck y Judith Malina, Bread and
Puppet (Nueva York), Firehouse Theatre (Minneapolis), Open Theatre (Nueva York),
Teatro Campesino (California).
A partir de estos antecedentes, surge en Espaa una corriente dramtica que, sin
abandonar el tono crtico y la denuncia, se orienta hacia la experimentacin y la
renovacin formal desde posiciones estticas muy distanciadas del realismo, a la que
se ha denominado nuevo teatro espaol y tambin teatro soterrado o underground,
por el hecho de que, debido a la presin de la censura y a las dificultades para estrenar
en los circuitos comerciales, la mayora de estas obras apenas pisaron los escenarios. La
publicacin, en 1972, del libro de George R. WELLWARTH, Spanish Underground
Drama, vino a representar la consagracin de los nuevos dramaturgos.
La poca de mayor auge de esta tendencia renovadora puede situarse entre 1965 y
1975, y entre sus principales representantes destacan los nombres de FERNANDO
ARRABAL, JOS MARA BELLIDO, NGEL GARCA PINTADO, JOS RUIBAL, LUIS
RIAZA, LUIS MATILLA, ALBERTO MIRALLES, DOMINGO MIRAS, MANUEL
MARTNEZ MEDIERO, ANTONIO MARTNEZ BALLESTEROS o MIGUEL ROMERO
ESTEO, adems de FRANCISCO NIEVA, cuya obra examinamos con detalle ms abajo.
Junto a los autores, un papel fundamental en la renovacin de nuestra escena
tuvieron los grupos teatrales, algunos de los cuales siguen alcanzando hoy en da
enorme xito, y entre los que destacan Los Goliardos y Tbano en Madrid, La Cuadra y
Teatro Lebrijano en Andaluca, Els Joglars y Els Comediants en Catalua, etc.
El tema comn de casi todos estos dramas es la rebelda frente al mundo actual, y
la denuncia de la tirana y la injusticia, si bien la crtica excede el mbito meramente
espaol, para hacerse universal, y frente al enfoque realista se prefiere lo simblico y
alegrico. El drama, en efecto, suele ser una parbola que hay que descifrar; y los
personajes, que a veces son animales con actitudes humanas, funcionan como smbolos
de aquello que se quiere defender o denunciar (la explotacin, la opresin, la rebelda).
En lugar de situar al espectador ante situaciones o ambientes reconocibles, como haca
el teatro realista, se recurre a la farsa, lo grotesco, lo esperpntico, lo alucinante y lo
absurdo67.
67
110
III
LA LITERATURA ACTUAL (DESDE 1975)
La distensin y equilibrio entre los bloques occidental y sovitico, y la posterior
cada de los regmenes comunistas en la Europa del este en torno a 1990, representaron
el inici de una nueva poca cuya fisonoma poltica e ideolgica tiene muy poco que
ver con la que caracteriz al siglo XX.
El fin de la Guerra Fra y del enfrentamiento entre los bloques supuso un alivio
para la humanidad, que durante las tres dcadas posteriores a la segunda Guerra
Mundial haba vivido bajo la amenaza constante de una guerra nuclear. A pesar de ello,
en el mundo contemporneo persisten problemas viejos y aparecen otros nuevos, de
difcil solucin, entre los que destacan la diferencia abismal que separa a los pases ricos
y el tercer mundo, los movimientos migratorios incontrolados, el cambio climtico y el
deterioro del medio ambiente, el enfrentamiento entre el mundo islmico y occidente, el
terrorismo internacional.
En cuanto a los pases avanzados, el triunfo de un modelo de sociedad de consumo
y de bienestar ha hecho que la lucha de clases tal como la entenda el marxismo clsico,
y el debate poltico-ideolgico entre el modelo comunista y el sistema liberal-capitalista,
hayan dejado de tener sentido, para dar paso a un tipo de sociedad ms conformista y
bastante menos inclinada a enfrentarse por la defensa de grandes causas.
Sin embargo, las diferencias sociales persisten e incluso se agravan entre ciertos
sectores de la poblacin, y los movimientos de protesta y de ruptura pacifistas,
feministas, ecologistas, antirracistas o a favor de una vivienda digna proliferan al
margen de los sindicatos y partidos de izquierda clsicos, que en general se han ido
amoldando a las exigencias de la poltica y el sistema establecidos.
Aunque desde los aos sesenta la sociedad espaola vena transformndose de
manera muy visible en el aspecto econmico, social y cultural, esos cambios no
cristalizan ni tienen un reconocimiento oficial hasta 1975, cuando, tras la muerte del
general Franco, se inicia una transicin relativamente rpida y pacfica hacia la
democracia, y se produce la integracin plena de Espaa en el mundo occidental.
Fechas significativas de ese proceso fueron las primeras elecciones libres, celebradas en
1977; la aprobacin de la Constitucin en 1978, y de los estatutos de autonoma en los
aos sucesivos; el fracaso del golpismo en 1981; el triunfo electoral del PSOE en 1982
y el inicio de la alternancia de partidos en el gobierno a partir de aquella fecha; la
integracin de Espaa en la OTAN en 1981 y en la Comunidad Europea en 1984. Todo
ello ha propiciado un cambio acelerado y espectacular, aunque tambin ha supuesto la
aparicin de problemas nuevos la reconversin industrial, el paro, la inmigracin, la
especulacin urbanstica, el terrorismo o la inseguridad, muchos de ellos comunes al
resto de sociedades occidentales, que no existan en pocas anteriores o permanecan
ocultos por la accin de la censura.
En contra de lo que muchos esperaban, el final de la dictadura no supuso un
cambio radical en la evolucin de nuestra literatura, aunque la desaparicin
definitiva de la censura s que permiti que el gran pblico accediera a la obra de los
escritores exiliados, al tiempo que facilit la labor a los autores, que a partir de
entonces pudieron crear con mucha ms libertad.
Aunque en este terreno es difcil generalizar, una caracterstica dominante en la
literatura escrita en Espaa despus de 1975 es la desconfianza y el distanciamiento
de los autores respecto a los grandes discursos transcendentes de sus colegas de
antao, junto a la desmitificacin y el rechazo irnico de ciertas construcciones
ideolgicas aparentemente slidas, como el existencialismo o el marxismo, en que se
haba inspirado el trabajo de los escritores durante buena parte del siglo XX. No puede
hablarse de un final de las ideologas, pero s de una progresiva desideologizacin de la
111
literatura, y de una actitud escptica respecto a la misin redentora que en otras pocas
se asignaba a la creacin literaria. Las etiquetas de posmodernos, o Generacin del
desencanto, que se han venido aplicando a muchos autores jvenes, tratan de definir tal
cambio de orientacin.
Otra actitud comn a la mayora de los autores que se han dado a conocer durante el
ltimo cuarto de siglo es el abandono de los experimentos vanguardistas, que
convertan las obras en un producto de consumo minoritario, y su deseo de restablecer
el contacto con el gran pblico mediante la vuelta a un tipo de literatura que, a grandes
rasgos, podemos denominar realista, o que en su contenido y su forma se halla ms
prxima a los intereses y los gustos del lector o espectador comn.
1. La novela desde 1975. Manuel Vzquez Montalbn
A partir de 1975 una serie de factores han contribuido al auge de la novela como
gnero popular, al alcance de un pblico amplio. En primer lugar hay que citar la
consolidacin de ciertas editoriales especializadas en este gnero, y la aparicin de
otras nuevas; la difusin del gnero a travs de ediciones populares, al alcance de
cualquier bolsillo; los premios literarios, que han contribuido a difundir ciertos ttulos,
aunque no siempre fueran los de mayor calidad; el abandono de los ejercicios
experimentales por parte de los autores, que ahora se orientan hacia un tipo de novela
ms apta para el gran pblico; y la coincidencia, en los primeros aos de la transicin, y
durante ms de una dcada, de varios escritores fundamentales, pertenecientes a
varias generaciones.
En efecto, durante los ltimos veinticinco aos coexisten autores de la Generacin
de posguerra como CAMILO JOS CELA, MIGUEL DELIBES o GONZALO TORRENTE
BALLESTER; los de la Generacin de 1955 que, una vez superada la preocupacin por
los social y la experimentacin, se orientan hacia la exploracin del mundo ntimo as
CARMEN MARTN GAITE en Retahlas (1974) y El cuarto de atrs (1978), hacia una
narrativa de carcter autobiogrfico JUAN GOYTISOLO en Coto vedado (1985) y En los
reinos de Taifas (1986), o hacia la narracin de tipo histrico, como JESS FERNNDEZ
SANTOS, sobre cuya obra volveremos ms abajo; y finalmente, una nueva promocin de
narradores en la que destacan nombres que ya eran conocidos como creadores antes
de 1975 es el caso de MANUEL VZQUEZ MONTALBN, ANTONIO GALA, JOS
MARA GUELBENZU o FLIX DE AZA, junto a otros ms jvenes, que se han dado a
conocer tras esa fecha, como EDUARDO MENDOZA, ANTONIO MUOZ MOLINA, JUAN
JOS MILLS, JAVIER MARAS, LUIS MATEO DEZ, LUIS LANDERO, IGNACIO
MARTNEZ PISN, LVARO POMBO, SOLEDAD PURTOLAS, ALMUDENA GRANDES,
LOURDES ORTIZ, ROSA MONTERO o JAVIER CERCAS.
Un rasgo comn a la novela del ltimo cuarto de siglo es la desaparicin de las
preocupaciones o mensajes transcendentes, de tipo social o existencial, y el
abandono de los experimentos formales, de los que se haba abusado hasta la
saturacin en la dcada de los sesenta y setenta. Por el contrario, como ha sealado la
crtica, los novelistas han recuperado el placer de contar historias, de manera que la
ancdota narrada ha vuelto a ocupar el papel central que haba tenido en la novela
clsica, lo cual, como ya indicamos antes, ha permitido que el gnero recupere su
antigua popularidad.
Otra caracterstica comn a la novela de los ltimos treinta aos es el marcado
individualismo de los autores y la pluralidad de tendencias, lo cual hace que las
novelas de este periodo sean difciles de clasificar, si bien casi todas ellas comparten la
preocupacin por el cuidado de la forma y el estilo, la actitud escptica, alejada de las
grandes doctrinas y convicciones, la presencia de personajes desvalidos e inseguros, la
preferencia por los espacios urbanos.
Un titulo fundamental, que abri camino a las nuevas tendencias narrativas, fue La
112
novela negra con el relato gtico. Completan la serie El laberinto de las aceitunas
(1982) y La aventura del tocador de seoras (2001).
1.3. Desde mediados del siglo XX ha reaparecido en toda Europa, con gran xito, un
tipo de novela histrica, en que junto a la recreacin del pasado estn presentes la
emocin, la intriga, la comicidad y, en general, el deseo de entretener al lector. Ttulos
conocidos de esta tendencia son Yo Claudio (1934) de Robert Graves, Memorias de
Adriano (1951) de Marguerite Yourcenar, Juliano el apstata (1964) de Gore Vidal y El
nombre de la rosa (1980) de Umberto Eco.
En Espaa el gnero histrico ha cobrado una especial vitalidad con aportaciones de
autores pertenecientes a generaciones distintas, y con ttulos de gran xito en los que a
menudo el autor se cie a la verdad histrica con el fin de afianzar la verosimilitud y
valor testimonial del relato, y en otros se recrea la historia de forma libre y
divertidamente inverosmil.
Por parte de los autores de posguerra pueden citarse las obras de MIGUEL DELIBES
El hereje (1998), ambientada en el Valladolid del Renacimiento y de GONZALO
TORRENTE BALLESTER La isla de los jacintos cortados (1981), sobre la figura de
Napolen, cuya existencia pone en duda, y Crnica del rey pasmado (1989), sobre el
reinado de Felipe IV.
Entre los relatos histricos de los autores del medio siglo destacan las novelas de
JESS FERNNDEZ SANTOS Extramuros (1978), ambientada en un convento de
clausura en el siglo XVI, y El griego (1985), sobre la figura del Greco.
Entre las aportaciones de los autores que se dan a conocer en la dcada de los
sesenta destacan El manuscrito carmes (1990) de ANTONIO GALA, o Galndez (1990)
y Autobiografa del general Franco (1992) de MANUEL VZQUEZ MONTALBN.
De la ltima promocin de novelistas pueden citarse algunas novelas que recrean la
Guerra Civil y la posguerra, como en el caso de Luna de lobos (1985) de JULIO
LLAMAZARES, en que se narra la historia de un grupo de maquis tras la terminacin de
la guerra, o Soldados de Salamina (2001), en que JAVIER CERCAS reconstruye el
fusilamiento del que el idelogo de la Falange Rafael Snchez Mazas sali con vida.
Gran xito obtuvo La ciudad de los prodigios (1986), en que EDUARDO MENDOZA
muestra la evolucin social y urbana de Barcelona entre las dos exposiciones
universales de 1888 y 1929.
1.4. Otra tendencia narrativa a tener en cuenta es la llamada corriente metafictiva,
en que entraran ciertas novelas que incorporan algn tipo de reflexin sobre la novela
misma, sobre el arte de narrar, en que el autor descubre para el lector los mecanismos
de construccin del relato, o en que se nos narra la historia de un novelista que a su vez
escribe una novela. Tal tendencia es heredera del experimentalismo de los aos sesenta,
si bien sus tcnicas ms extremas se han atenuado. Con el fin de facilitar el mecanismo
metaliterario, de reflexin de la novela sobre s misma, el personaje de estas obras suele
ser un editor, escritor, ensayista o estudioso de la literatura.
Ttulos significativos de esta tendencia son El desorden de tu nombre (1987) de
JUAN JOS MILLS, Los delitos insignificantes (1986) de LVARO POMBO, o Novela
de Andrs Choz (1976) de JOS MARA MERINO.
1.5. En la ltima generacin de narradores, junto a un enfoque intimista de tipo ms
tradicional, se observa la aparicin de la tendencia denominada realismo sucio,
caracterizado por la fragmentacin del relato, construido a base de escenas
independientes, la pobreza formal, la sintaxis arbitraria, el lenguaje desgarrado, lleno
de coloquialismos, el predominio de un dilogo hecho de frases entrecortadas, y por una
temtica marcada por los conflictos generacionales, la desintegracin de la familia, el
hedonismo, el sexo, las drogas o el alcohol, el afn de vivir al da.
114
2.1. Un primer signo de cambio, que se manifiesta desde mediados de los aos
setenta, y en el que coinciden casi todos los poetas posteriores a 1975, va a ser la
reaccin contra la esttica novsima vigente en el periodo anterior, caracterizada por
la artificiosidad, el vanguardismo y el experimentalismo extremos, y el retorno a
formas y temas convencionales como lo cotidiano, la experiencia personal, el
subjetivismo y el neorromanticismo.
Protagonistas de esta nueva orientacin fueron algunos poetas contemporneos de
los novsimos, o pertenecientes al grupo, entre los que destacan los nombres de
ANTONIO COLINAS, JOS MARA LVAREZ, LUIS ANTONIO DE VILLENA, LUIS
ALBERTO DE CUENCA, JAIME SILES y ANTONIO CARVAJAL.
2.2. El movimiento iniciado por este grupo de poetas se consolida en la dcada de
los ochenta, con los autores de la Generacin posnovsima, o de los aos ochenta, en
la que destacan los nombres de JON JUARISTI, JULIO LLAMAZARES, ANA ROSETTI,
BLANCA ANDREU, LUIS GARCA MONTERO, LVARO VALVERDE, VICENTE
GALLEGO, JUSTO NAVARRO, FELIPE BENTEZ REYES, ANDRS TRAPIELLO, CARLOS
MARZAL, ALMUDENA GUZMN y LUISA CASTRO.
Entre las caractersticas comunes a los poetas de los ochenta pueden citarse el
retorno a una poesa concebida como conocimiento y expresin de sentimientos, y
la vuelta a patrones mtricos de corte clsico, como el soneto, la lira, la dcima o el
romance.
Temas corrientes entre los poetas de esta promocin son la intimidad, la
experiencia personal, el transcurrir de la vida cotidiana, especialmente en la gran
ciudad, el amor en sus circunstancias concretas, las dificultades de comunicacin
entre los seres humanos, la bsqueda de la propia identidad. Su poesa se torna con
frecuencia narrativa, de manera que el poema avanza con un desarrollo argumental y,
para expresar la propia interioridad, es comn la huida del sentimentalismo, sustituido
por la parodia y la irona.
El estilo de la poesa de los ochenta es variado, y no es raro que el lxico potico se
entremezcle con trminos coloquiales o tomados del argot, el vocabulario de la
sociedad de consumo y las jergas ms diversas. En muchas ocasiones se recurre al
humor, el sarcasmo y el pastiche (imitacin afectada, pardica en este caso, del estilo
de un autor). Algunos, como Blanca Andreu, Luisa de Castro o Julio Llamazares,
recuperan tcnicas propias del surrealismo.
El repertorio de fuentes y modelos de la poesa de los ochenta es muy amplio, y
abarca la poesa del Siglo de Oro, el simbolismo y el modernismo, Machado y los
poetas del 27, especialmente Cernuda, poetas de posguerra como Jos Hierro, Blas de
Otero y los que constituyeron el grupo Cntico, y los autores de la promocin de los
cincuenta, entre ellos Jaime Gil de Biedma, Claudio Rodrguez o ngel Gonzlez.
2.3. En la dcada de los noventa la poesa se diversifica y amplia con nuevos
nombres, al tiempo que ofrece varias corrientes representativas y consolidadas:
2.3.1. Una primera corriente dominante durante la dcada de los noventa va a ser
la que ya en el periodo anterior se denomin poesa de la experiencia, a la que otros
denominan poesa realista o figurativa, en la que pueden situarse, como nombres
representativos y en cierta manera precursores, a dos poetas que ya se haban dado a
conocer en la dcada anterior, LUIS GARCA MONTERO, autor de Las flores del fro
(1991) y Habitaciones separadas (1994), y FELIPE BENTEZ REYES con Los vanos
mundos (1985) y La mala compaa (1989). Junto a ellos destacan CARLOS
MARZAL, LVARO SALVADOR, JUAN BONILLA, VICENTE GALLEGO, FERNANDO
ORTIZ, ALMUDENA GUZMN o LUIS MUOZ.
116
DEL
MORAL, JOS
3.1.3. Algunos de los autores citados, igual que ocurra con la corriente
metafictiva en la novela, han optado por un metateatro que toma como asunto
central del drama la reflexin sobre el teatro mismo, sobre su esencia, sus
posibilidades y sus diferentes manifestaciones. As ocurre en obras de ALONSO DE
SANTOS, y FERMN CABAL, o en aque, o de piojos y actores (1980) y Ay,
Carmela! (1987), de JOS SANCHIS SINISTERRA.
3.1.4. Al mismo tiempo, igual que ha ocurrido en la narrativa, a partir de los aos
ochenta se asiste a una revitalizacin del drama histrico en obras como Yo,
maldita india (1990) de JERNIMO LPEZ MOZO, o Naufragios de Alvar Nez
(1991) de JOS SANCHIS SINISTERRA, en que, siguiendo la tendencia de la
historiografa posmoderna, se pone en tela de juicio la capacidad del historiador para
reconstruir el pasado de una manera objetiva, y, con ello, la concepcin tradicional
de la historia como una ciencia y una forma de conocimiento fiables.
3.1.5. Finalmente, un hecho importante a destacar en el teatro de los aos ochenta,
es la presencia de un grupo nutrido de dramaturgas entre las que destacan
MARA MANUELA REINA, LOURDES ORTIZ, CARMEN RESINO, YOLANDA GARCA
SERRANO.
Junto a ellas destaca la figura de PALOMA PEDRERO, cuya obra teatral, situada
dentro de la corriente realista, se caracteriza por la atencin que presta a los
conflictos individuales en la sociedad de nuestros das, especialmente los
protagonizados por mujeres, por el inters de sus planteamientos escnicos y por
la sencillez de su lenguaje, en el que no falta la belleza formal. Entre sus obras
destacan La llamada de Lauren (1985), en que los personajes, ocultos tras sus
mscaras en un da de carnaval, manifiestan su autntica identidad; Invierno de luna
alegre (1987) o Besos de lobo (1987), sobre las relaciones de la pareja; Cachorros de
negro mirar (1995), sobre la violencia en el mundo actual.
3.2. Durante la dcada de los noventa se han dado a conocer nuevos dramaturgos a
los que la crtica ha clasificado bajo la etiqueta de Nueva dramaturgia, Jvenes
autores y Generacin Bradomn, por alusin al premio Marqus de Bradomn que
desde mediados de los ochenta concede el Instituto de la Juventud.
Entre los componentes de esta promocin destacan los nombres de YOLANDA
PALLN, SERGI BELBEL, JORDI GALCERN, ITZIAR PASCUAL, RODRIGO GARCA,
JUAN MAYORGA, RAFAEL GONZLEZ, ANTONIO LAMO, FRANCISCO ZORZOSO,
LUISA CUNILL o BORJA ORTIZ.
Una caracterstica comn a estos autores es su profesionalidad, el hecho de que no
son simples autodidactas, sino que la mayora de ellos se han formado en la Real
Escuela Superior de Arte Dramtico de Madrid, el Institut de Teatre de Barcelona, o en
los talleres de dramaturgia de Fermn Cabal o Jos Sanchis Sinisterra.
A pesar de las diferencias que se observan entre ellos, estos autores coinciden, en
primer lugar, en la idea de que el teatro no es un gnero exclusivamente literario,
sino que en l intervienen otros elementos, como el montaje escnico y la interpretacin
de los actores; y tambin en la necesidad de que el autor no ofrezca su obra como algo
ya concluido, sino que incite al espectador a intervenir como copartcipe y coautor
en el espectculo. Sus dramas se caracterizan por las escenas cortas y los dilogos
rpidos, ms propios del videoclip y otras tcnicas audiovisuales de nuestro tiempo que
del teatro convencional.
Finalmente hay que sealar que, durante la ltima dcada ha continuado
119
120
CUADROS
CRONOLGICOS
121
SIGLO XVIII
Gneros
POESA
PROSA
DIDCTICA Y
ENSAYSTICA
NOVELA
EUGENIO GERARDO
LOBO
Escuela Sevillana: MANUEL MARA DE ARJONA (1771-1820). FLIX JOS REINOSO (1772-1841). JOS MARA BLANCO WHITE (1775-1841).
ALBERTO LISTA Y ARAGN (1775-1848).
DIEGO DE TORRES
VILLARROEL
Fabulistas: FLIX MARA DE SAMANIEGO (1745-1801): Fbulas en verso castellano (o Fbulas morales) (1781).
TOMS DE IRIARTE (1750-1791): Fbulas literarias (1782).
Otros poetas: NICOLS FERNNDEZ DE MORATN (1737-1780). JUAN PABLO FORNER (1756-1797). NICASIO LVAREZ CIENFUEGOS (1764-1809).
JUAN NICASIO GALLEGO (1777-1853). MANUEL JOS QUINTANA (1772-1857).
GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS (1744-1811): Stiras y epstolas.
JOS CADALSO (1741-1782): Ocios de mi juventud (1773).
FRAY BENITO JERNIMO FEIJOO (1676-1764): Teatro crtico universal (1726-1739), Cartas eruditas y curiosas (1742-1760).
JOS CADALSO (1741-1782): Los eruditos a la violeta (1772), Cartas marruecas (1789), Las noches lgubres (1789).
GASPAR MELCHOR DE JOVELLANOS (1744-1811): Elogio de las bellas artes (1781) Informe sobre la ley agraria (1795), Memoria para la polica de
espectculos (1796), Oracin sobre la necesidad de unir el estudio de la literatura al de las ciencias (1797), Memoria sobre la educacin
pblica (1802), Memoria en defensa de la Junta Central (1810), Diarios (1790- 1801).
LEANDRO FERNNDEZ DE MORATN (1760-1828): La derrota de los pedantes (1789).
IGNACIO DE LUZN (1702-1754): Potica (1737).
JUAN PABLO FORNER (1756-1797): Exequias de la lengua castellana (1782), Oracin apologtica por la Espaa y su mrito literario (1786).
DIEGO TORRES
JOS FRANCISCO DE ISLA (1703-1781): Historia del famoso predicador Fray Gerundio de Campazas (1758).
VILLARROEL: Vida de PEDRO DE MONTENGN (1745-1824): Antenor (1788), Rodrigo (1793), Mirtilo o los pastores trashumantes (1795), Eusebio (1786), Eudoxia, hija
Diego Torres Villarroel de Belisario (1793).
(1743)
122
JOS CAIZARES
TEATRO
ANTONIO ZAMORA
123
POESA
PROSA
Novela histrica: RAMN LPEZ SOLER (1806-1836): Los bandos de Castilla o El caballero del cisne (1830).
MARIANO JOS DE LARRA (1809-1837): El doncel de don Enrique el Doliente (1834).
JOS ESPRONCEDA (1808-1842): Sancho de Saldaa o el castellano de Cullar (1834).
SERAFN ESTBANEZ CALDERN (1799-1867): Cristianos y moriscos (1838).
ENRIQUE GIL Y CARRASCO (1815-1846): El lago Carucedo (1840), El seor de Bembibre (1843).
FRANCISCO NAVARRO VILLOSLADA (1818-1895): Amaya, o los vascos en el siglo VIII (1877).
Novela social: WENCESLAO AYGUALS DE IZCO: Mara o la hija de un jornalero (1845-1846), La marquesa de Bellaflor o El nio de la inclusa (1846-1847), El palacio
de los crmenes o El pueblo y sus opresores (1855), Pobres o ricos o La bruja de Madrid (1849-1850).
TEATRO
Novela costumbrista: GERTRUDIS GMEZ DE AVELLANEDA (1814-1873): Sab (1841), Epatolino (1844).
BRAULIO FOZ (1791-1865): Vida de Pedro Saputo (1844).
Drama: MARIANO JOS DE LARRA (1809-1837): Macas (1834).
FRANCISCO MARTNEZ DE LA ROSA (1787-1862): Aben Humeya (1830), La conjuracin de Venecia (1834).
NGEL SAAVEDRA, DUQUE DE RIVAS (1791-1865): Don lvaro o la fuerza del sino (1835).
ANTONIO GARCA GUTIRREZ (1813-1884): El trovador (1836), El rey monje (1837), La venganza catalana (1864), Juan Lorenzo (1865).
JUAN EUGENIO HARTZENBUSCH (1806-1880): Los amantes de Teruel (1837).
JOS ZORRILLA (1817-1893): El zapatero y el rey (1840), El pual del godo (1842), Don Juan Tenorio (1844), Sancho Garca (1846), Traidor, inconfeso y mrtir (1849).
GERTRUDIS GMEZ DE AVELLANEDA (1814-1873): Leoncia (1840), Sal (1849), Baltasar (1858),
Comedia costumbrista: RAMN BRETN DE LOS HERREROS (1796-1873): Marcela, o cul de las tres (1831), El pelo de la dehesa (1837), Murete y vers (1840).
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POESA
Poesa filosfico-social: GASPAR NEZ DE ARCE (1834-1903): Gritos de combate (1875), El vrtigo (1875), La visin de Fray Martn (1880), Un idilio (1884), La pesca
(1884), Maruja (1886).
GUSTAVO ADOLFO BCQUER (1836-1870): Rimas (1871).
ROSALA DE CASTRO (1837-1885): Cantares gallegos (1863), Follas novas (1880), En las orillas del Sar (1884).
NOVELA
CECILIA BHL DE FABER, FERNN CABALLERO (1796-1877): La Gaviota (1849), La familia de Alvareda (1849), Clemencia (1852).
PEDRO ANTONIO DE ALARCN (1833-1891): Diario de un testigo de la guerra de frica (1860), De Madrid a Npoles (1861), La Alpujarra (1873), El sombrero de tres
picos (1874), El escndalo (1875), El nio de la bola (1880), La prdiga (1882), Cuentos amatorios (1881), Historietas nacionales (1881), Narraciones inverosmiles
(1882).
JOS MARA DE PEREDA (1833-1906): Escenas montaesas (1864), Tipos y paisajes (1871), Tipos trashumantes (1877), El buey suelto (1878), Don Gonzalo Gonzlez de la
Gonzalera (1879), De tal palo, tal astilla (1880), La Montlvez (1888), El sabor de la tierruca (1882), Sotileza (1884), Peas arriba (1895).
JUAN VALERA (1824-1905): Pepita Jimnez (1874), Doa Luz (1879), Juanita la larga (1896).
BENITO PREZ GALDS (1843-1920): Episodios Nacionales (1873-1912). Novelas de la primera poca o de tesis (1870-1878): La Fontana de oro (1870), El audaz
(1871), Doa Perfecta (1876), Gloria (1877), Marianela (1878), La familia de Len Roch (1878). Novelas espaolas contemporneas (1881-1910): La desheredada
(1881), El amigo Manso (1882), Tormento (1884), La de Bringas (1884), Lo prohibido (1884), Fortunata y Jacinta (1887), Miau (1888), La incgnita (1889),
Realidad (1889), Nazarn (1895), Halma (1895), Misericordia (1897), El abuelo (1897).
EMILIA PARDO BAZN (1851-1921): La cuestin palpitante (1881- 1883), Un viaje de novios (1881), La Tribuna (1882), El cisne de Vilamorta (1885), Los pazos de Ulloa
(1886), La Madre Naturaleza (1887), Una cristiana (1890), La prueba (1890), La quimera (1905), Cuentos de Marineda (1892), Cuentos nuevos (1894), Cuentos de
amor (1898), Cuentos sacro-profanos (1899).
LEOPOLDO ALAS C LARN (1852-1901): Crtica literaria: Solos de Clarn (1880), Del Naturalismo (1882), Mezclilla (1889). Cuentos: Doa Berta (1891), Pip (1886),
El seor, y lo dems son cuentos (1893), Cuentos morales (1892), El gallo de Scrates (1901), Doctor Sutilis. Novelas: La Regenta (1884-85), Su nico hijo (1891),
ARMANDO PALACIO VALDS (1853-1938): El seorito Octavio (1881), Marta y Mara (1883), La hermana San Sulpicio (1889), La aldea perdida (1903), Tristn (1906).
VICENTE BLASCO IBEZ (1867-1928): Arroz y tartana (1894), La barraca (1898), Entre naranjos (1900), Caas y barro (1902).
125
NOVELA
PROSA
ENSAYSTICA
Los autores del 98: MIGUEL DE UNAMUNO: En torno al casticismo (1895), Vida de don Quijote y Sancho (1905), Del sentimiento trgico de la vida (1913), Agona del
cristianismo (1923).
JOS MARTNEZ RUIZ AZORN: Los pueblos (1905), La ruta de don Quijote (1905), Castilla (1912).
RAMIRO DE MAEZTU: Hacia otra Espaa (1898), Don Quijote, don Juan y la Celestina (1916), Defensa de la hispanidad (1934).
Teatro potico: EDUARDO MARQUINA: Las hijas del Cid (1908).
FRANCISCO VILLAESPESA: El alczar de las perlas (1911).
Comedia burguesa: JACINTO BENAVENTE: Los intereses creados (1907).
TEATRO
Teatro cmico, contemporneo del 98: SERAFN Y JOAQUN LVAREZ QUINTERO: El genio alegre (1906).
CARLOS ARNICHES: La seorita de Trvelez (1916), Los caciques (1920).
Teatro renovador: RAMN DEL VALLE INCLN: Comedias brbaras [guila de blasn (1907), Romance de lobos (1908), Cara de plata (1922)]. Divinas palabras
(1920), Luces de bohemia (1920). Martes de carnaval [Los cuernos de don Friolera (1921), Las galas del difunto (1926), La hija del capitn (1927)].
MIGUEL DE UNAMUNO: Fedra (1918), El otro (1932).
JACINTO GRAU: El conde Alarcos (1907), El hijo prdigo (1917), El seor de Pigmalin (1921).
126
POESA
LRICA
NOVELA
PROSA
ENSAYSTICA
TEATRO
RAMN PREZ DE AYALA: Troteras y danzaderas (1913), Belarmino y JOS DAZ FERNNDEZ: El blocao (1928).
Apolonio (1921).
CSAR M. ARCONADA: La turbina (1930).
GABRIEL MIR: Nuestro padre San Daniel (1921), El obispo leproso (1926).
JOAQUN ARDERUS: Campesinos (1931).
ROSA CHACEL: Estacin. Ida y vuelta (1930).
RAMN J. SENDER: Siete domingos rojos (1932), Mr. Witt en el cantn (1936).
FRANCISCO AYALA: El boxeador y un ngel (1929),
JOS ORTEGA Y GASSET: Espaa invertebrada (1921), La rebelin de las
masas (1930), La deshumanizacin del arte (1925), Ideas sobre la
novela (1925).
RAMN GMEZ DE LA SERNA: Gregueras (1910-1960), Ismos (1931).
EUGENIO DORS. GREGORIO MARAN. MANUEL AZAA
FEDERICO GARCA LORCA: Tragicomedia de don Cristbal y la se Rosita (1922),
Mariana Pineda (1923), Retablillo de don Cristbal (1931), Amor de don
Perlimpln con Belisa en su jardn (1929), La zapatera prodigiosa (1930), El
pblico (1930), As que pasen cinco aos (1931), Bodas de sangre (1933), Yerma
(1934), Doa Rosita la soltera, o el lenguaje de las flores (1935), La casa de
Bernarda Alba (1936).
RAFAEL ALBERTI: El hombre deshabitado (1930), Fermn Galn (1931).
MIGUEL HERNNDEZ: Los hijos de la piedra (1935), El labrador de ms aire (1937).
ALEJANDRO CASONA: La sirena varada (1934).
MAX AUB: Crimen (1923), Una botella (1924), Narciso (1924), El desconfiado
prodigioso (1924), Espejo de avaricia (1935), Pedro Lpez Garca (1936).
127
128
POESA
LRICA
NOVELA
La literatura en el exilio
JUAN RAMN JIMNEZ: En el otro costado (1936-1942), Dios deseado y
deseante (1948-1949), Romances de Coral Gables (1948), Animal
de fondo (1949), Tercera antoloja potica (1957).
PEDRO SALINAS: El contemplado (1946), Todo ms claro (1949).
JORGE GUILLN: Clamor (1957-1963).
RAFAEL ALBERTI: Entre el clavel y la espada (1941), Pleamar (1944),
Retornos de lo vivo lejano (1952), Ora martima (1953), Poemas de
Punta del Este (1945-1956), Baladas y canciones del Paran
(1953), A la pintura (1948), Los ocho nombres de Picasso (1970).
LUIS CERNUDA: Las nubes (1940-1943), Vivir sin estar viviendo (19441949), Desolacin de la quimera (1956-1962).
JOS MORENO VILLA: Puerta severa (1941), La noche del verbo (1942).
JUAN JOS DOMENCHINA: Destierro (1942), Pasin de sombra (1944).
LEN FELIPE: Espaol del xodo y el llanto (1939), Ganars la luz (1943)
y Parbola y poesa (1944).
PEDRO GARFIAS: Primavera en Eaton Hasting (1941).
JUAN REJANO: Fidelidad del sueo (1943), El Genil de los olivos (1944).
JOS HERRERA PETERE: Rimado de Madrid (1946), rbol sin tierra
(1950).
JUAN GIL ALBERT. JOS MARA QUIROGA PLA. ARTURO SERRANO PLAJA.
La literatura en Espaa
Poesa arraigada: Las revistas Escorial (1940-1950) y Garcilaso (1943-1946).
LUIS ROSALES: La casa encendida (1949), Rimas (1951).
LEOPOLDO PANERO: La estancia vaca (1945), Escrito a cada instante (1949).
LUIS FELIPE VIVANCO: Tiempo de dolor (1940), Continuacin de la vida (1949).
DIONISIO RIDRUEJO: Sonetos a la piedra (1943), Elegas (1948).
JOS GARCA NIETO: Vspera de ti (1940), T y yo sobre la tierra (1944), Sonetos por mi
hija (1953).
RAFAEL MORALES: El corazn y la tierra (1946), Los desterrados (1947), Cancin sobre el
asfalto (1954).
CAMILO JOS CELA: La familia de Pascual Duarte (1942), Pabelln de reposo (1945).
CARMEN LAFORET: Nada (1945).
MIGUEL DELIBES: La sombra del ciprs es alargada (1949), El camino (1950).
GONZALO TORRENTE BALLESTER. JOS MARA GIRONELLA. IGNACIO AGUST.
129
130
La literatura en el exilio
La literatura en Espaa
TEATRO
Comedia burguesa: JOAQUN CALVO SOTELO. JUAN IGNACIO LUCA DE TENA. JOS MARA
PEMN. AGUSTN DE FOX. CLAUDIO DE LA TORRE.
Teatro cmico: ENRIQUE JARDIEL PONCELA: Un marido de ida y vuelta (1939), Elosa est
debajo de un almendro (1940), Los ladrones somos gente honrada (1941), Los
habitantes de la casa deshabitada (1942).
MIGUEL MIHURA: Tres sombreros de copa (1951), Maribel y la extraa familia (1960),
Ninette y un seor de Murcia (1964).
Innovadores dentro de la tradicin: EDGAR NEVILLE. JOS LPEZ RUBIO. VCTOR RUIZ
IRIARTE.
Teatro renovador: ANTONIO BUERO VALLEJO: Historia de una escalera (1949), En la
ardiente oscuridad (1950).
ALFONSO SASTRE: Escuadra hacia la muerte (1953).
131
POESA
LRICA
NOVELA
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TEATRO
Teatro realista de protesta y denuncia: ANTONIO BUERO VALLEJO: Hoy es fiesta (1956), Un soador para un pueblo (1958), Las Meninas (1960), El concierto de San
Ovidio (1962), El Tragaluz (1967), El sueo de la razn (1970), La fundacin (1974), La detonacin (1977).
ALFONSO SASTRE: Muerte en el barrio (1955), La cornada (1960), La sangre y la ceniza (1965).
RICARDO RODRGUEZ BUDED: La madriguera (1960).
JOS MARA RODRGUEZ MNDEZ: Los inocentes de la Moncloa (1960).
CARLOS MUIZ: El tintero (1961).
LAURO OLMO: La camisa (1962).
JOS MARTN RECUERDA: Las salvajes en Puente San Gil (1963).
133
POESA
LRICA
Renovacin y experimentacin
La promocin de los novsimos: JOS MARA LVAREZ: Libro de las nuevas herramientas (1965), 87 poemas (1970), Museo de cera (1974), recopilados en Museo de
cera (Manual de exploradores) (1978).
FLIX DE AZA: Cepo para nutria (1968), El velo en el rostro de Agamenn (1970), Edgar and Stephane (1971), Lengua de cal (1972), Pasar y siete canciones (1978),
Farra (1983).
MARCOS RICARDO BARNATN: El libro del talismn (1970), Arcana Mayor (1973), La escritura del vidente (1979).
GUILLERMO CARNERO: Dibujo de la muerte (1967), El sueo de Escipin (1971), Variaciones y figuras sobre un tema de La Bruyre (1974), El azar objetivo (1975),
recopilados en Ensayo de una teora de la visin (1979).
ANTONIO CARVAJAL: Extravagante jerarqua (1983), Servidumbre de paso (1983).
ANTONIO COLINAS: Poemas de la tierra y de la sangre (1969), Preludios a una noche total (1969), Truenos y flautas en un templo (1972), Sepulcro en Tarquinia (1975),
Astrolabio (1979) [reunidos en Poesa 1967-1980 (1983)].
LUIS ALBERTO DE CUENCA: Los retratos (1971), Elsinore (1972), Scholia (1975), Museo (1978).
AGUSTN DELGADO: El silencio (1965), Nueve rayas de tiza (1966), Cancionero civil (1967), Aurora boreal (1968-1969), Espritu spero (1970-1974), Discanto (19751980) [reunidos en De la diversidad (1983)].
JOS LUIS GIMNEZ FRONTN: La Sagrada Familia (1972), Amor Omnia (1976).
PERE GIMFERRER: Mensaje del tetrarca (1963), Arde el mar (1966), La muerte en Beverly Hills (1968), Poesa 1970-1977 (1978).
ANTONIO HERNNDEZ: El mar es una tarde con campanas (1966), Oveja negra (1968), Donde da la luz (1978), Metaory (1979), Homo loquens (1981), Diezmo de la
madrugada (1982), Con tres heridas yo (1983).
ANTONIO MARTNEZ SARRIN: Teatro de operaciones (1967), Pautas para conjurados (1970), Una tromba mortal para los balleneros (1975), Cancin triste para una
parva de heterodoxos (1976) [reunidos en El centro inaccesible (1981)], Horizonte desde la rada (1983).
FERNANDO MILLN: Este protervo zas (1969), Textos y antitextos (1970), Mitogramas (1978).
ANA MARA MOIX: Baladas para el dulce Jim (1969), Call me Stone (1969), No time for flowers (1971).
JESS MUNRRIZ: Viajes y estancias (1975), Cuarentena (1977).
JUAN LUIS PANERO: A travs del tiempo (1968).
LEOPOLDO MARA PANERO: As se fund Carnaby Street (1970), Teora (1973), Narciso (1979).
VCTOR POZANCO: Soria pura (1970), El orculo de Numeria (1974), Historia de manuscritos (1977), Cantos erticos (1979), Ucrona (1983).
JAIME SILES: Gnesis de la luz (1969), Biografa sola (1971), Canon (1973), Alegora (1977), Msica de agua (1983).
JENARO TALENS: En el umbral del hombre (1964), Los mbitos (1965), Vsperas de la destruccin (1970), Una perenne aurora (1970), Ritual para un artificio (1971),
El vuelo excede el ala (1973), El cuerpo fragmentario (1977), Reincidencias (1979), Otra escena / Profanacin (es) (1980).
JOS MIGUEL ULLN: Un humano poder (1966), Mortaja (1970), Cierra los ojos y abre la boca (1970), Maniluvios (1975), Alarma (1976), Soldadesca (1979),
Manchas nombradas (1985).
JORGE URRUTIA: El grado fiero de la escritura (1977).
MANUEL VZQUEZ MONTALBN: Una educacin sentimental (1967), Movimientos sin xito (1969), Coplas a la muerte de mi ta Daniela (1973), A la sombra de las
muchachas en flor (1973), Happy end (1974), Praga (1982).
LUIS ANTONIO DE VILLENA: Sublime solarium (1971), El viaje a Bizancio (1976), Hymnica (1979), Huir del invierno (1981)..
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Renovacin y experimentacin
NOVELA
TEATRO
Grupos teatrales: Los Goliardos, Tbano, La Cuadra, Els Joglars, Els Comediants.
Autores: FERNANDO ARRABAL: El triciclo, Picnic, El laberinto, El cementerio de automviles (1952-1957), Teatro pnico (1957-1966), El arquitecto y el emperador de
Asiria (1966), Oye, patria, mi afliccin (1975).
JOS MARA BELLIDO: Ftbol (1963), Tren a F... (1970), El simpatizante (1970), Noray sin cabos (1970), El bao (1972), Milagro en Londres (1972), Esquina
Velzquez (1975).
NGEL GARCA PINTADO: Una chimenea irlandesa (1969), Odio, celo y pasin de Jacinto Delicado (1970), Gioconda-Cicatriz (1970), Laxante para todos (1974).
ANTONIO MARTNEZ BALLESTEROS: Farsas contemporneas (1970), Retablo en tiempo presente (1972), Teatro difcil (1971), Los placeres de la egregia dama (1975),
Fbulas zoolgicas (1976), Romancero secreto de un casto varn (1976).
MANUEL MARTNEZ MEDIERO: Jacinta se march a la guerra (1967), El ltimo gallinero (1969), El convidado (1971), Espectculo Siglo XX (1971), Un hongo sobre
Nagasaki (1973), Denuncia, juicio e inquisicin de Pedro Lagarto (1973), Las planchadoras (1974), El beb furioso (1974), Las hermanas de Bfalo Bill (1974),
El da en que se descubri el pastel (1976), Mientras la gallina duerme (1976), Juana del Amor Hermoso (1983).
LUIS MATILLA: Funeral (1968), El hombre de las cien manos (1969), El observador (1969), El adis del Mariscal (1970), El piano (1970), Parece cosa de brujas
(1975), Los fabricantes de hroes se renen a comer (1978), La maravillosa historia de Alicia y los intrpidos y muy esforzados Caballeros de la Tabla Redonda
(1978), Ejercicios para equilibristas (1980).
ALBERTO MIRALLES: La guerra y el hombre (1967), Versos de arte menor por un varn ilustre (1969), Espectculo Collage (1970), Crucifernario de la culpable
indecisin (1980), La asamblea de las mujeres (1981), Sois como nios (1983).
DOMINGO MIRAS: La Saturna (1974), De San Pascual a San Gil (1975).
LUIS RIAZA: Representacin del Tenorio a cargo del carro de las meretrices ambulantes (1973), Drama de la dama que lava entre las blancas llamas (1974), Retrato de
dama con perrito (1976), El palacio de los monos (1978), El desvn de los machos y el stano de las hembras (1978), Medea es un buen chico (1981), Mazurca
(1983), Eplogo (1983).
MIGUEL ROMERO ESTEO: Pasodoble (1973), Fiestas gordas del vino y el tocino (1975), Paraphernalia de la olla podrida (1975), Pizzicato irrisorio y gran pavana de
lechuzos (1978), El vodevil de la plida, plida, plida, plida rosa (1979).
JOS RUIBAL: El rabo (1969), Los mutantes (1969), La ciencia de birlibirloque (1970), La mquina de pedir (1975), Los mendigos (1975), El hombre y la mosca (1977).
FRANCISCO NIEVA: La carroza de plomo candente (1973), El combate de Opalos y Tasia (1973), El fandango asombroso (1973), Coronada y el toro (1975), El rayo
colgado y peste de loco amor (1975), El pao de injurias (1975), El baile de los ardientes (1975), Nosferatu (1975), Sombra y quimera de Larra (1976), Delirio de
amor hostil (1977).
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