CARLOS - Los Secretos Del Inconsciente
CARLOS - Los Secretos Del Inconsciente
CARLOS - Los Secretos Del Inconsciente
profundidades del ser. El racionalismo intentara luego acabar con cualquier atisbo de
complicidad entre consciente e inconsciente, relegando el primero al lugar de la razn y
el segundo al de la locura. Pero, en el siglo XIX, filsofos como Schelling, Nietzsche o
Schopenhauer vislumbraron que en el terreno ignoto de nuestra psique se esconden los
orgenes de los distintos caracteres humanos. En este marco surgieron estudios de la
personalidad como los de Richet, Binet, o Myers, cofundador en 1889 de la Sociedad para
la Investigacin Psquica y pionero en afirmar que existe un estrato subliminal de la
mente, al que denomin inconsciente, que enva seales al consciente mediante
smbolos, voces, visiones, etc. Aunque habra de ser la hipnosis la tcnica que acabara
de confirmar a los cientficos la existencia de dos sustratos bien diferenciados.
Los milagros de la hipnosis
Con un claro antecedente en los pases magnticos con que Anton Mesmer y sus
seguidores obtenan curaciones milagrosas, la hipnosis revel que, al caer en trance, los
enfermos mentales hablaban de sus dolencias y sugeran incluso de forma clarividente el
remedio a sus males. Dejando a un lado los asombrosos dones de videncia y telepata
que algunos hipnotizados demostraron en el siglo XIX, la hipnosis comenz a utilizarse
para aliviar todo tipo de perturbaciones mentales, parlisis nerviosas, histerismos, fobias,
obsesiones, tics Curiosamente, durante el estado hipntico los sujetos recordaban lo
ocurrido en estado ordinario. Pero al despertar, y aunque solan hallarse mucho mejor de
sus dolencias, no recordaban nada de lo acaecido durante el trance. Ello probaba que
haba dos diferentes estados de conciencia entre los que exista una barrera.
Las investigaciones de Charcot, en el hospital general de la Salptrire (Pars), enfocadas
especficamente hacia el histerismo y la hipnosis, sirvieron a Freud como punto de partida
para sus ulteriores estudios. El hipnotismo adelant algunos de los descubrimientos
posteriores de la tcnica psicoanaltica, a saber: que existe un inconsciente ignorado por
la persona en estado de vigilia; que el mdico poda utilizar ese conocimiento para
conseguir un nuevo mtodo teraputico; que el fenmeno requera una transferencia
indispensable entre hipnotizador e hipnotizado como la que habra de darse luego entre
terapeuta y paciente; que la excitacin sexual no depende slo de las zonas genitales,
sino que puede transferirse de un punto del cuerpo a otro; y que haba conatos de
resistencia a obedecer las rdenes similar a la que manifiestan a veces algunos pacientes
ante la terapia psicoanaltica.
La terapia del divn
Freud comenz a dejar que sus pacientes, recostados en un divn, postura que segn l
ayudaba a divagar mejor, dejaran discurrir sus pensamientos sin ninguna clase de
cortapisas. A partir de una palabra dicha al azar, o un elemento de un sueo, decan todo
cunto se les ocurra por muy impdico, vergonzoso o intil que pareciera. La frmula
tena la virtud de hacer aflorar las representaciones inconscientes a la conciencia, y las
resistencias del paciente son muy valoradas por el psicoanalista, pues forma parte de su
tcnica elaborarlas mediante la asociacin libre de ideas. Al recordar las causas con este
mtodo y sin enfrentarlas, el mundo emocional del paciente se abre y entonces es capaz
de liberar el trauma.
Freud descubri as que la histeria era producto de recuerdos dolorosos y traumticos,
prcticamente olvidados pero que de pronto surgen provocando crisis emocionales. La
mente consciente rpidamente se manifest como lo que l llam la punta del iceberg
de nuestra vida psquica. El subsuelo est formado por el contenido inconsciente cuya
materia prima son, segn Freud, los deseos sexuales instintivos infantiles, reprimidos al
la Biblia y empez a experimentar trances estticos en cuyo curso afirm haber visitado
el paraso y el infierno, conversado con ngeles y espritus o viajado a travs de la Luna y
los planetas. Estas imgenes hipnaggicas le permitieron ofrecer asimismo informacin
clarividente: por ejemplo transmiti a la reina de Suecia un mensaje preciso de su
hermano, el prncipe de Prusia, despidindose al morir, aunque su deceso no era
conocido an en la corte sueca.
Una fuente de energa
Una de las mayores aportaciones de Jung ha sido su concepto de Sombra, un trmino
que abarca los elementos que condicionan nuestro comportamiento pero que nunca han
sido conscientes al haber sufrido mecanismos de inhibicin, defensa o prohibicin. La
Sombra aparece a menudo en los sueos en forma de laberintos cuyo centro hemos de
alcanzar. O se nos muestra mediante seres groseros, monstruos en los que nos aterroriza
reconocernos. Esta sombra se desarrolla en nosotros de manera natural durante la
infancia, cuando nos identificamos con rasgos ideales como la buena educacin o la
generosidad y desterramos al inconsciente las cualidades que no se adecuan a la imagen
ideal de nosotros mismos que queremos forjarnos.
Por ejemplo: egosmo, rabia, celos, vergenza, ambicin desmedida, rencor, orgullo,
pereza, tendencias agresivas o incluso suicidas forman parte de este territorio
inexplorado de la psique. Ego y Sombra se edifican as simultneamente. Mientras hacia
el exterior intentamos dar una imagen perfecta, enjaulamos en esa zona oscura a
nuestra bestia, pero sta se mantiene viva. El problema del hombre es que nunca acepta
su propia Sombra y tan slo accede a ella a travs de la de los dems. Cuando nuestra
reaccin ante los defectillos de los otros es exagerada, tenemos acciones impulsivas
de las que nos arrepentimos, enfados desproporcionados por los errores de los otros, o
bien sufrimos situaciones humillantes, es probable que estemos intentado desterrar
inconscientemente cualidades de nuestra propia Sombra, proyectndolas en otros de
forma impulsiva.
La Sombra no es slo oscuridad, basura y contenido reprimido; gran parte de ella es oro
puro. Por eso hay que darle luz. Su desconocimiento hace que vivamos contrados,
respirando apenas, perseguidos por la ansiedad y la confusin Y sin ninguna conciencia
de la fuerza de nuestras reacciones. Si no opusiramos tanta resistencia a reconocer la
existencia de la sombra y furamos capaces de reconocer tanto lo positivo como lo
negativo que hay en ella podramos entrar en contacto, tal y como George I. Gurdjieff
sugiri, con una concentracin de energa emocional superior que nos permitira realizar
hazaas sin parangn. Uno de los discpulos de Gurdjieff, J. G. Bennett, cuenta en su
biografa cmo en una ocasin en que sufra disentera y se senta morir no hizo caso a la
voz interior que le ordenaba quedarse en la cama todo el da, y se dej llevar por una
fuerza inconsciente que le levant del lecho y le llev hasta la sala de trabajo. Una vez
all fue capaz de realizar los ejercicios gimnsticos y de danza ms difciles que Gurdjieff
haba enseado jams a sus alumnos: mi cuerpo pareca haberse transformado en luz
no tena fatiga ni la menor sensacin de pesadumbre. Cuando los ejercicios terminaron,
Bennett se fue al jardn y se puso a excavar la tierra Los sntomas de la enfermedad
haban cesado, no tena ya dolores en el estmago y gozaba de una gran claridad
mental.
El guru iluminado
Ciertos adeptos contemporneos afirman que, durante la iluminacin, la Sombra se ve
inundada por la luz de la supraconciencia, de modo que el ser iluminado acaba por